umbral de sombras y destellos · 2009. 5. 25. · umbral de sombras y destellos desafíos...

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  • Umbral de sombras y destellos

    Desafíos educativos de la crisis ambiental

    Javier Reyes RuizGabriela Fernández Benvenutti

    Joaquín Esteva Peralta

    México, 2007

  • Umbral de sombras y destellos

    Desafíos educativos de la crisis ambiental

    Primera edición: 2007

    D.R. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales

    Bulevar Adfolfo Ruiz Cortines 4209, Col. Jardines en la Montaña

    14210, México, D.F.

    www.semarnat.gob.mx

    Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable

    Progreso 3, planta alta, Col. Del Carmen Coyoacán

    04100, México, D.F.

    http://www.semarnat.gob.mx/educacionambiental/Pages/inicio.aspx

    ISBN 978-968-817-853-9

    Umbral de sombras y destellos. Desafíos educativos de la crisis ambiental, se imprimió en los talleres de la

    Semarnat, ubicados en Av. México 190, Col. Del Carmen Coyoacán, 04100, México. El tiraje consta

    de 10 mil ejemplares.

  • Esto es lo que debes hacer: ama a la Tierra y al sol y a los animales,desprecia las riquezas, da limosna a quien te lo pida,

    defiende al tonto y al loco, dedica tu dinero y tu trabajo a los demás,odia a los tiranos, discute sin preocuparte de dios,

    ten paciencia e indulgencia para con la gente,no te quites el sombrero ante nada conocido o desconocido

    ni ante ningún hombre o grupo de hombres…cuestiona todo lo aprendido en la escuela, en la iglesia o en lo libros,

    desecha lo que sea un insulto para tu propia almay tu misma carne será un gran poema.

    Walt Whitman

    Como científicos, muchos de nosotros hemos tenido profundas experiencias de admiración y reverencia ante el universo.

    Creemos que aquello que se considera sagrado tiene más probabilidades de ser tratado con respeto y desvelo.

    Nuestra morada en este planeta se debería considerar como algo sagrado. Los esfuerzos por salvaguardar y

    proteger el medio natural necesitan verse imbuidos de la visión de lo sagrado.

    Al mismo tiempo, se requiere una comprensión más amplia y profunda de la ciencia y la tecnología.

    Si no acertamos a ver el problema, dif ícilmente podremos resolverlo.

    Carl Sagan

  • Contenido Pág.

    Presentación 7

    Narración 1: El maestro Guzmán 9

    Narración 2: Desanudando recuerdos 10

    Narración 3: Estanterías para humanos 13

    Narración 4: La demencia viaja en automóvil 16

    Narración 5: La ciudad come parcelas 19

    Narración 6: “El mar somos nosotros con sus áridos vientos y sus furiosos naufragios” 23

    Narración 7: “Yo, que voy muerta a tu entierro” 25

    Narración 8: ¿Vocación de horno? 28

    Narración 9: “Lluvia que cae en hilos” 32

    Narración 10: Cuadernos que tumban árboles 35

    Narración 11: Ensalada de pesadilla 38

    Narración 12: El desarrollo 40

    Pensar en las salidas 44

    Temas abordados 47

  • Esta publicación tiene como intención central que el lector perciba y analice explícitamente la vinculación entre aspectos de la vida cotidiana, muchos inadvertidos, y los problemas sociales y ecológicos actuales, desde una perspectiva de la teoría ambiental, la cual implica, entre otros elementos, interpretar la realidad con una postura crítica, interconectando en su análisis los distintos com-ponentes.

    El presente trabajo se realiza alrededor de dos discursos:

    • narraciones y reflexiones de un maestro de primaria, Alberto Guzmán, sobre algunos asuntos de su vida, y

    • elementos de carácter teórico e informativo sobre el contexto que explican cada tema.

    A partir de esta estructura se muestra el deterioro ambien-tal actual como producto, y con niveles de responsabilidad diferenciada, de la reproducción de múltiples comporta-mientos sociales.

    Para facilitar la comprensión del texto se sugiere:

    a) leer de corrido cada una las narraciones del profesor Alberto Guzmán, y

    b) leer por segunda vez las narraciones, pero ahora en cada llamada (el número encerrado en un paréntesis), leer el texto paralelo.

    El maestro Alberto cuenta de manera sucinta cómo creció en un barrio citadino; cómo la modernidad, representada en los servicios urbanos, se incorporó a su vida. Su historia es parecida a la de muchos profesores de educación básica, quienes encontraron en la juventud su vocación al magiste-rio. Inmersos en su práctica educativa, y en los asuntos que demanda la vida actual, a veces los maestros y las maestras no tienen el tiempo suficiente para reflexionar sobre los acontecimientos cotidianos, muchos de los cuales encie-rran respuestas e información importante.

    Así, el crecimiento demográfico, la pobreza, el alto con-sumo de energía fósil, el transporte urbano, el inadecua-do manejo del agua y de otros recursos naturales, el in-cremento en el promedio de la temperatura atmosférica, entre otros muchos, son con cierta frecuencia olvidados o desdeñados como síntomas de una problemática más gra-ve: la crisis global.

    Desde luego, no todo es negativo, existen grupos y movi-mientos civiles e iniciativas gubernamentales, instituciones educativas, profesores, individuos que realizan esfuerzos por revertir esta crisis, realidad que debe reconocerse para obtener un análisis objetivo.

    La experiencia del maestro Alberto, desde su niñez hasta su edad adulta, es una expresión individual de una socie-

    Presentación

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  • dad que se ha transformado aceleradamente. Los hechos que él observa y describe son el resultado de una histo-ria reciente que nos encaminan a una situación crítica que afecta a la naturaleza y a los integrantes de las sociedades humanas. Reflexionar sobre ellos resulta imprescindible e impostergable. De cada una de las narraciones del maes-tro Alberto rescataremos algunos acontecimientos o ideas para analizar y tener una comprensión más teórica y de mayor complejidad de los problemas. El contenido de esta publicación se suma al reconocimiento de los problemas, y mediante reflexiones al final de cada texto paralelo se plantean cuestionamientos que pueden contribuir a la búsqueda, desde la educación escolar, de sus soluciones. Cabe destacar que este material no está pensado para uti-lizarse con los niños; está dirigido a los maestros y son ellos, con el cobijo de su propia decisión y creatividad, quienes podrán realizar actividades apropiadas para sus

    alumnos, donde compartan los temas y las preocupacio-nes abordados aquí.

    Más de 50 profesores de educación primaria revisaron la pri-mera versión del presente material y junto con Lorena Martí-nez y Elba Castro realizaron múltiples críticas y sugerencias. A todos ellos se les extiende un profundo agradecimiento.

    El nombre de esta publicación Umbral de sombras y deste-llos. Desaf íos educativos de la crisis ambiental hace referen-cia al momento por el que estamos pasando: una encrucija-da donde tenemos poco tiempo para decidir si entramos de lleno y con rapidez a la construcción de la sustentabilidad, fundamentados en las experiencias sociales positivas, es decir, en los destellos que le abren surcos al optimismo; o bien, seguimos una inercia cargada de nubarrones y nos sentamos a esperar el desenlace.

  • 9

    Texto paralelo

    El maestro Guzmán

    Mi nombre es Alberto Guzmán. Soy profesor de edu-cación primaria en una escuela pública. Desde jo-ven me ha gustado hacer anotaciones de lo que me llama la atención en mi vida cotidiana. No hay nada especial en lo que escribo; nunca me he sentido personaje de no-vela, pero dejar constancia escrita de algunos hechos de mi vida me ayuda a recordar, años después, y a reflexionar situaciones que de otra manera habría olvidado (1).

    Desde entonces, y para evitar que la rutina diaria sea el sepulturero de mi ánimo, juego, junto con cierta pa-sión por la lectura, a atrapar escenas sueltas y fugaces, a describirlas y guardarlas, igual que hacía de niño con las mariposas que convertían en pasarela la barranca cercana a mi casa. Mis amigos y yo las perseguíamos con las bolsas tejidas de plástico (la gente las llamaba redes) que nuestras madres usaban para ir al mandado. Cuando el movimiento del brazo era el correcto, las mariposas quedaban atrapadas en las paredes de la bolsa y nos llenábamos de júbilo (2). En ocasiones el tino no era muy bueno y casi todas evadían la red. Así, a veces conseguimos atrapar las escenas y las imágenes de la vida en las paredes de un papel, y podemos recurrir a nuestra propia colección de recuerdos asidos con el alfiler de la palabra escrita.

    Unos amigos ambientalistas recientemente me han pe-dido que les muestre algunas de mis anotaciones, pues les comenté que las he estado releyendo en papeles sueltos que encontré en el fondo del cajón de un viejo armario. Éstas son las que les he entregado.

    (1) El maestro Alberto Guzmán con sus narraciones permitirá

    ir haciendo algunas reflexiones sobre su vida cotidiana y la

    teoría ambiental. Como decía Durkheim, toda esta vida tiene

    algo de espontáneo, de automático y de irreflexivo, pero ne-

    cesitamos reaccionar frente a ello pensando con conocimien-

    to de causa, deliberando para encontrar una luz colectiva.

    En este sentido, lo que cuenta el maestro Guzmán será un

    insumo valioso para ligar la vida diaria con ideas del pensa-

    miento ambientalista, el cual busca salidas a una de las crisis

    más agudas por las que ha pasado la humanidad.

    (2) El maestro Alberto hace una analogía entre guardar re-

    cuerdos y atrapar mariposas. Pero no hace ninguna alusión

    a que capturar insectos u otros seres vivos sea una práctica

    que atenta contra la reproducción de la vida, sin otro ob-

    jetivo que la diversión o matar el tiempo. Contado como

    anécdota puede constituir un buen recuerdo infantil, pero

    la pregunta obligada es si el maestro Alberto, ahora en su

    papel de docente, reflexionaría con sus alumnos sobre lo que

    significa matar o atrapar formas de vida no humana. El daño

    físico a especies vivas ha sido una práctica muy frecuente

    entre los niños; hoy, frente a la crisis ambiental, resulta inelu-

    dible preguntarnos si tales comportamientos pueden seguir

    pasando sin la intervención de los padres de familia y los

    educadores. Desde luego estos actos individuales no son

    los que provocan la crisis ambiental, hay causales, como se

    verá más adelante, mucho más profundas y complejas, pero

    estas acciones personales tampoco pueden ignorarse.

    Texto paralelo

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 1 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

    Narración 1

    Reflexión¿La escuela está enseñando a pensar (y no sólo transmitiendo consignas) a los estudiantes sobre lo que significa, y el sentido último que tiene, que el humano se permita matar una catarina, un pájaro, una iguana, un jaguar, un

    borrego, una vaca o una foca, y sobre los métodos que utiliza para ello?

  • 10

    Texto paralelo

    Recién migrados a esta ciudad desde un lejano rancho, mis padres me trajeron al mundo cuando la economía familiar podía describirse con una palabra: ruina (1).

    De niño me tocó crecer casi al mismo ritmo que mi ba-rrio, ubicado a la orilla de un ensayo de ciudad, en aquel entonces comprimida por arroyos, cerros y campos de cul-tivo (2). Estoy consciente de que en la edad madura la nos-talgia por la infancia empuja a la idealización de los recuer-dos, pero casi estoy seguro de que tuve una infancia feliz a pesar de las carencias materiales, aunque acepto también que puedo equivocarme por la simple razón de que la me-moria tiene al engaño como uno de sus pasatiempos. Lo que recuerdo con nitidez es haber hecho del matorral de la barranca una selva exótica de día y una bodega de fantas-mas por la noche; de mis hermanos y amigos, los cómplices perfectos para espulgarle sorpresas a lo más intrascenden-te: escarabajos, orugas y piedras de colores se convertían en deslumbrantes habitantes de la fantasía.

    Desanudando recuerdos

    (1) El maestro Alberto refiere, casi de pasada, que sus pa-

    dres emigraron del campo a la ciudad. Este hecho, expresado

    por él de manera tangencial, refleja uno de los fenómenos

    sociales más complejos y significativos del pasado siglo XX,

    cuando se da una importante migración campesina a la ciu-

    dad. Este proceso no fue obra de la casualidad ni se explica

    solamente por la pobreza que orillaba a la migración. Se

    trata más bien de un asunto complejo vinculado con la

    opción de desarrollo (que tiene su germen en Europa en el

    siglo XVIII) asumida por los gobiernos nacionales. Al impul-

    sarse, como política de Estado, el arquetipo predominante

    de la sociedad urbano-industrial, y al diseñarse proyectos

    nacionales que privilegian el crecimiento económico, se ha

    contribuido a la homogeneización cultural y la concentra-

    ción urbana. Por lo mismo, los padres de Alberto, al migrar

    de su rancho a la ciudad alimentaron este fenómeno. Las

    grandes urbes, a diferencia de los pequeños pueblos y ran-

    chos, han traído una marcada heterogeneidad social y eco-

    nómica entre sus habitantes, relaciones sociales mínimas o

    precarias, una vinculación lejana, en lo físico y lo afectivo,

    con elementos de la naturaleza, y muy diferentes procesos

    y dinámicas económicas y comerciales.

    (2) El crecimiento de los pueblos y ciudades, y el trazo de

    más vías de comunicación (denominados ambientes cons-

    truidos), se han establecido sobre los ambientes naturales

    (bosques, ríos, cañadas, selvas, valles, montañas) y sobre los

    ambientes modificados (áreas de cultivo, de agostadero). En

    muchas ocasiones, en la actualidad, este avance se perci-

    be como menos grave porque alrededor de las ciudades ya

    no hay bosques ni ríos ni cañadas en buen estado, pero de

    cualquier forma se siguen desestructurando los ambientes

    naturales y no en pocas ocasiones generando facturas ecoló-

    gicas a futuro. Y lo peor es que la ciudadanía no reclama con

    suficiente fuerza que en adelante haya un ordenamiento del

    territorio riguroso que se cumpla.

    Narración 2

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 2 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

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  • 11

    Texto paralelo

    Con frecuencia mis domingos consistían en salir a ca-minar con mis papás hasta un pequeño y ondulante arroyo rodeado de viejos árboles (tan altos que yo me imaginaba que por ellos se subía el Sol para llegar al cielo), cuya sere-nidad me parecía casi aburrida; me impresionaba el aroma profundo del silencio que envolvía al paisaje, sólo interrum-pido por el vocero de la modernidad que en ese entonces era un tren (dotado de rítmicas ruedas y pitazos jubilosos) que pasaba a unos metros del paraje. Tardábamos dos ho-ras en llegar a ese lugar que hoy me sabe a nostalgia con-centrada (3).

    Este tiempo de trayecto se debía, no sólo a la distancia, sino a que mis padres debían casi arrastrar a seis hijos de ida, pero sobre todo de regreso. Y por suerte que ellos re-dujeron a casi la mitad el número de hijos en comparación con los que tuvieron las familias de mis abuelos: una llegó a diez y la otra pasó la docena. Ahora mis hermanos se han ido desgranando de la casa y tres viven en otras ciudades. Ninguno tenemos más de dos hijos (4).

    Cuando me explotó la adolescencia, en las calles mal traza-das de mi barrio se concluyó el injerto que la gente del go-bierno llamaba formalmente “la infraestructura básica” (5). Así, un largo tubo cuyo extremo más lejano nunca vi nos derramó agua potable en el patio de la casa; el suministro de energía eléctrica se normalizó y eliminó el color paludismo a los focos llenándolos de un brillo intenso; a la escuela donde había estudiado la primaria le crecieron paredes de tabique y

    (3) El maestro Alberto describe en estos párrafos un tema

    que es motivo de debate: ¿los recuerdos infantiles ligados al

    contacto con la naturaleza son “mejores” que los ligados a la

    exposición de medios electrónicos (televisión, videojuegos,

    películas)? ¿Quienes tuvieron acceso a la naturaleza en su

    infancia poseen más disposición a cuidarla que quienes no

    lo tuvieron? Son preguntas para las que no existe una sola

    respuesta y sobre las que cabe reflexionar, pues tienen una

    relación directa con la importancia de incrementar, median-

    te la escuela, el contacto directo de los alumnos con la na-

    turaleza.

    (4) El crecimiento demográfico en el país se aceleró a me-

    diados del siglo XX, pero a finales del mismo se redujo el

    crecimiento de la población (pasó de 2.8 anual en 1980 a 1.9

    en el 2000 y a 1.4 en el 2006). Esta reducción se explica por

    el incremento en el nivel de escolaridad, las campañas de

    control demográfico, la incorporación de la mujer al mun-

    do del trabajo asalariado, a las transformaciones culturales

    del país, entre otros factores. Sin embargo, el proceso de

    movilidad geográfica siguió siendo muy intenso; el despla-

    zamiento de una ciudad a otra, o a hacia los Estados Unidos,

    es historia frecuente en las familias, pero el retorno al campo

    no es nada común en ellas.

    (5) Un problema permanente del crecimiento de las ciudades

    mexicanas ha sido el gran número de colonias, regulares e

    irregulares, y la demanda de servicios básicos: agua potable,

    energía eléctrica, transporte, pavimentación, seguridad so-

    cial, escuelas. Los altos niveles de demanda, la insuficiencia

    de recursos, casos de corrupción gubernamental, y en oca-

    siones de deshonestidad de los liderazgos de los colonos,

    han sido obstáculos para que este proceso sea de la mejor

    manera. Y un asunto ligado con la creación de infraestructu-

    ra básica es, desde luego, el impacto sobre el medio ambien-

    Narración 2

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    los pupitres llenaron el espacio de las bancas sin que a nadie se nos atravesara la añoranza; algunas calles alcanzaron pa-vimento. Así, la pobreza de mi barrio estrenó sutil disfraz.

    El calendario de la cocina de mi casa, sin darme tiempo a mirar atrás, un día me puso delante de los ojos la urgencia de pensar qué haría con mi vida. Agarré pizarrón, gis y bo-rrador y tracé durante varios años mis estudios de maestro.

    Por momentos, mientras estudiaba, tenía miedo de no conseguir trabajo, pues la Normal era un avispero de aspi-rantes a maestros, pero el país se convirtió, como decía mi madre, en una fábrica de niños (6), y entonces hubo mu-chas aulas que demandaban profesores. Hace más de 30 años que doy clases, no en el barrio de mi infancia (en el cual sigo viviendo), sino en una alejada colonia recargada de casas, que son espejo una de las otras. Para recorrer el trayecto hasta mi escuela necesito 40 minutos, varios pesos y una buena dosis de repuestos de paciencia. El autobús en su ida y vuelta consume tiempo suficiente para que mis ojos recojan una cosecha abundante en imágenes urbanas que se mueven entre la belleza y el horror. Pero la agitada vida actual no le brinda mucho espacio a la nostalgia y nos exige responder, con prisa y bien, a las cargas laborales.

    te, pues, por ejemplo, se genera una mayor presión sobre las

    fuentes de agua; se incrementa en el consumo de combus-

    tibles fósiles para producir energía eléctrica; se provoca un

    aumento en la temperatura citadina por el crecimiento de

    las áreas pavimentadas; se extrae más materia prima para la

    industria de la construcción, entre otros efectos.

    (6) Durante siglos, la población mundial, y México no era la

    excepción, creció lentamente, pero en los últimos decenios

    se ha vivido un aceleradísimo crecimiento demográfico (los

    humanos hemos llegado a ser 100 veces más numerosos que

    cualquier otro animal terrestre de talla equivalente), lo cual

    hace constar el maestro Alberto al describir la ampliación

    de la ciudad y la alta demanda de educación para millones de

    ciudadanos. Este cambio se ha debido a varios y complejos

    factores, tales como:

    • insuficiente decremento de las tasas de natalidad;

    • tránsito de una producción reducida de alimentos a una

    explosión productiva en la agricultura y la ganadería, ori-

    ginada sobre todo por el uso intensivo de tecnología, fer-

    tilizantes químicos y plaguicidas;

    • disminución de las tazas de mortalidad y el incremento

    de los promedios de vida (debidos a los avances en la

    medicina y a mejores controles de la salud pública facili-

    tados por la concentración urbana);

    • desaparición, al menos en las últimas décadas, de gue-

    rras de exterminio masivo en el ámbito internacional,

    de las dimensiones de la primera y la segunda guerras

    mundiales.

    Narración 2

    Reflexión¿Están los profesores, apoyados en el programa escolar, contribuyendo a que las y los alumnos superen la idea de que es solamente el crecimiento poblacional lo que está provocando el deterioro ecológico del planeta; y conduciéndolos a un pensamiento más complejo que les permita comprender que el modelo urbano-industrial, la inequitativa relación ciudad-campo, el consumo compulsivo de algunos sectores sociales, entre varios factores, son también causales de dicho

    deterioro?

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    La escuela en la que trabajo está ubicada en una de las orillas donde la ciudad dibuja, sin cadencia alguna, su silueta irregular. Esta colonia se construyó sobre el paraje que ocupaba el arroyo de mis paseos dominicales. A veces extraño, quizá menos de lo que debía, ese arroyo de agua fría y cristalina y esos árboles que, a diferencia del humano, presumían su vejez casi con descaro. Confieso que me due-le ver conjuntos habitacionales carentes por completo de la dignidad que tenía ese rincón de la naturaleza.

    Dichos conjuntos se caracterizan por el pequeño tama-ño de las casas que lo conforman (1). Algunos dicen que no son casas, sino “estanterías para humanos”, por el diseño arquitectónico repetido. Además, generalmente la calidad de los materiales es mala y hay una ausencia criminal de vegetación.

    A mis alumnos, su espíritu infantil y algunas comodi-dades, les barnizan la vida y ven la realidad mejor de lo que es. Todavía no comprenden que la infancia, como la feli-cidad, es fugaz y escurridiza. Cuando ellos platican de sí mismos pareciera que las cosas no están tan mal: tienen te-cho y comida, acceso a todos los servicios básicos, televisión y aparato de sonido. Pero cuando uno los observa bien no encuentra situaciones muy halagüeñas, pues están inmersos en un mundo que tiene como sello, al menos así lo sentimos muchos adultos, la incertidumbre, la crisis económica, el deterioro ecológico, la ausencia de valores comunitarios (2).

    Estanterías para humanos

    Narración 3

    (1) El poco espacio con el que cuentan muchos departamen-

    tos y casas de los conjuntos habitacionales actuales tiene

    algunas consecuencias negativas, por ejemplo, que el apa-

    rato de sonido, la televisión, las conversaciones familiares

    y hasta el ruido de los vecinos y el claxón de los vehículos

    que transitan por la calle impidan a los niños concentrarse

    para estudiar. El problema de la contaminación por ruido

    dentro de los hogares es un asunto de salud física para los

    oídos de los niños (la exposición prolongada al ruido provoca

    incremento en la presión sanguínea, aceleración del ritmo

    cardíaco, alteraciones al sistema nervioso, estrés, ansiedad,

    fatiga, entre otras consecuencias), pero también repercute

    en cuestiones como el aprendizaje o el aprovechamiento es-

    colar. Además, los niños y niñas se sientan agobiados por

    la estrechez de espacios y por no contar casi nunca con

    privacidad.

    (2) Como bien aprecia el maestro Alberto, la crisis ecológica

    no está sola, se acompaña de: i) una profunda crisis so-

    cial que tiene sumidos en la pobreza a millones de personas

    (alrededor de 14 millones de niños menores de cinco años

    mueren anualmente en el mundo por causas vinculadas con

    la miseria; a finales del siglo XX había 60 pobres por un rico,

    el doble que a mediados del mismo siglo) y en un panorama

    de inseguridad pública generalizado; ii) una crisis política

    por la insuficiente democracia sustantiva (la que va más allá

    de lo electoral y le da al ciudadano el poder de opinar y de-

    cidir sin la intermediación de sus representantes políticos)

    y la poca credibilidad en la democracia representativa, y iii)

    una crisis en la psicosfera* de los individuos, caracterizada

    por la erosión en los valores comunitarios y el debilitamiento

    espiritual. Todo ello en conjunto conforma una crisis global,

    también denominada crisis de civilización.

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 3 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

    • Concepto utilizado en: Morin, E. y Kern, A. (1973), Tierra patria, Argentina, Ediciones Nueva Visión SAIC.

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    Y no en pocos casos esta situación no es compensada con buenas relaciones familiares o con la protección paterna adecuada (3).

    Rara vez sus familias tienen dinero para comprar libros (4) y, si lo hubiera, adquirirlos se convertiría en un problema por el escaso espacio de la casa. El maestro de educación f ísica dice que ha notado cierta torpeza en algunos niños y niñas de los primeros grados que viven en casas pequeñas, pues se ve afectada su motricidad debido a que en el inte-rior de sus hogares no han contado desde pequeños con el espacio suficiente para moverse con soltura (5).

    Las parejas que viven en las comunidades rurales to-davía suelen tener más de cinco hijos; en cambio, la gente de la colonia tiene dos o tres, aunque no son pocas las fa-milias que viven también con los abuelos, quienes ahora llegan hasta edades avanzadas. Sin embargo, a pesar de las diferencias en el promedio de integrantes de las familias, la comunidad rural ha crecido tan lenta como un cactus; en cambio, a la ciudad le nacen colonias como borbotones en un manantial de aguas termales. Y esto es consecuencia lógica si consideramos que la población mundial ha crecido como si los humanos se sintieran obligados, envueltos en una danza milenaria que combina la alegría con el tedio, a llenar un planeta vacío: acechar selvas, rellenar barrancas, pavimentar desiertos, inundar valles, agujerar montañas, y

    Narración 3

    (3) La sociedad actual muestra, quizá como en ninguna otra

    época, una preocupante tendencia al descuido afectivo de

    los niños y adolescentes por parte de sus padres, ya sea de-

    bido a problemas económicos, de convicción en su papel,

    inmadurez y falta de formación para la paternidad, por pen-

    sar que con un par de horas semanales de convivencia “de

    calidad” es suficiente, o por conflictos frecuentes de pareja.

    Y ello repercute sustantivamente en el desempeño escolar de

    los estudiantes. A la escuela, espacio privilegiado para la so-

    cialización del conocimiento, llegan niños con considerables

    problemas en la socialización de sus afectos, lo que ocasiona

    deficiencias de aprendizaje.

    (4) El bajísimo promedio individual de lectura en México

    está relacionado con una pobre cultura familiar en la que el

    libro no es un objeto presente y apreciado en los hogares,

    además de la falta de estímulos que la escuela debe brindar

    para aumentar el gusto por leer. La Encuesta Nacional de Lec-

    tura 2006, efectuada a iniciativa del Consejo Nacional para

    la Cultura y las Artes (Conaculta), destaca que en México se

    leen en promedio 2.9 libros al año por persona; de 108 países

    investigados en el 2002, México ocupa el penúltimo lugar en

    número de lectores. No es tan infrecuente como se quisiera

    que los maestros o los padres de familia castiguen a los niños

    ¡poniéndolos a leer!

    (5) Quizás esta apreciación sea exagerada, pero resulta lógi-

    co que si en las casas no hay espacios suficientes para que

    los niños ejerciten su motricidad, ésta alcance un desarrollo

    menor. Pero independientemente de que el poco espacio de

    las casas habitación afecte o no la capacidad motriz de los

    niños, la televisión se convierte en “la puerta” de salida a la

    realidad, de ahí también su papel tan relevante, y con mu-

    cha frecuencia pernicioso, en los procesos de socialización.

    Aunado a ello, está el escaso tiempo y el desconocimiento de

    metodologías que tienen los maestros para alentar entre sus

    alumnos una visión crítica sobre los contenidos televisivos.

    (6) El consumo fue transitando de la adquisición de produc-

    tos básicos a la compra de bienes suntuarios, hasta llegar

    a ser una compulsiva expresión social que caracteriza a las

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    Texto paralelo

    marcarlo todo con el cuño de la especie, con las banderas al viento como para olvidar que su triunfo es un fracaso.

    Por lo que he oído, creo que las ciudades llegaron para quedarse; quién puede, y sobre todo, cómo detener una ex-pansión que tiene siglos construyéndose. Las urbes ofrecen a sus habitantes estímulos, atractivos y sensaciones que los pequeños poblados no tienen, y esto es espacialmente sig-nificativo para los jóvenes, quienes tienen acceso, muchas veces a pesar de la pobreza, a un mundo de bullicios, co-lores, movimientos y consumo (6) que les atraen y que no están dispuestos a perder para irse a vivir a la tranquilidad del campo.

    Narración 3

    sociedades contemporáneas. El consumo constituye hoy un

    elemento central en el imaginario colectivo; se vincula no

    sólo al estatus económico, sino también a la salud, a la ju-

    ventud, a la felicidad y a la trascendencia. De hecho, casi

    toda la sociedad sueña, espera y se identifica con el mismo

    tipo de bienes de consumo, y así resulta relativa la clase

    social a la que se pertenece, pues todos tienen en la cabe-

    za un ideal muy parecido, donde el confort juega un papel

    central. Y es en este deseo compulsivo de consumir donde se

    cimienta una importante causa de la crisis ambiental, por lo

    que le implica a la naturaleza la masiva producción de bienes

    y servicios.

    Reflexión¿Los profesores promueven que los niños realicen un autoanálisis de sus situaciones personales e identifiquen

    los obstáculos y facilidades que su entorno ambiental, social y familiar les presenta para sus procesos educativos?

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    Texto paralelo

    La demencia viaja en automóvil

    Todos los maestros, compañeros de la escuela donde trabajo, tienen automóvil. Están obligados a despla-zarse largas distancias entre su hogar y el centro escolar (1). Yo no tengo, y eso con frecuencia me hace sentir me-nos. Haber estudiado en la Normal para acabar yendo al trabajo en camión no parece ser una fórmula feliz en un mundo donde el automóvil es, no sólo objeto y símbolo, sino personaje infaltable en el repertorio de los deseos hu-manos (2). Conozco los problemas que los autos ocasionan en las ciudades, aunque también lo hacen ya en los pueblos pequeños, a los que casi todos los migrantes regresan con vehículo, y sé también que contribuyo a un mejor ambien-te usando el transporte público, pero no puedo negar que la presión por poseer un auto propio a veces pesa como piedra de molino. En ciudades, como la mía, donde la his-toria no es larga o la memoria histórica es corta, el orgullo pareciera residir ahora en el número de automóviles que circulan por sus calles.

    Todo parece indicar que las avenidas se seguirán lle-nando de coches y llegará el día en que traer uno nuevo o uno viejo será quizá casi lo mismo, pues nadie podrá mo-verse con velocidad, salvo en las carreteras… y tal vez con el tiempo ni en ellas. Me pregunto si habrá algo que nos detenga en esta loca carrera por forrar todos los caminos con metal y llantas, y rellenar la atmósfera con el repugnan-te aliento de los escapes (3).

    (1) El incremento en el parque vehicular es enorme: en el

    mundo se suman alrededor de 15 millones de vehículos cada

    año y para el 2025 se calcula que habrá alrededor de mil

    millones en circulación. Esto no es gratuito, responde a cam-

    bios paulatinos en las ciudades, las cuales nacieron como

    unidades de producción de bienes y servicios organizadas en

    función del mercado y el poder político y de acuerdo con

    los oficios y actividades de sus habitantes; con el tiempo la

    organización y la distribución urbana se tornó más com-

    pleja, proceso en el que el transporte ha desempeñado un

    papel fundamental. Que los trabajadores inviertan dos o más

    horas para llegar a sus empleos es una clara muestra de que

    las grandes metrópolis necesitan con urgencia replantear, no

    sólo sus redes de comunicación, sino sus formas de ordenar y

    distribuir los espacios citadinos.

    (2) El automóvil es un elemento central en el imaginario so-

    cial actual; no sólo se ha convertido en el principal vehículo

    de transporte urbano (en algunas ciudades europeas repre-

    senta 80 por ciento del transporte motorizado1), sino en un

    símbolo de estatus y diferenciación social muy atractivo

    para un porcentaje alto de la población mundial. Este hecho

    implica una enorme responsabilidad por el consumo de com-

    bustible, pues al transportarnos en automóviles particulares

    el gasto es 15 veces mayor que en vehículos colectivos. En

    materia de política urbana prevalece una visión que favore-

    ce los intereses de los fabricantes de automóviles sobre los

    intereses públicos. Se construyen grandes obras viables, se

    otorgan créditos y facilidades para la adquisición de autos y

    se descuida el transporte público.

    (3) No se puede negar la importancia del transporte para la

    vida hoy en día. Tampoco la irracionalidad que está detrás

    de su organización y empleo. La política abrumadoramente

    1 UNESCO (2004), Manual de educación ambiental, www.unescoeh/manual/html/ciudades.html

    Narración 4

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 4 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

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    Texto paralelo

    Ayer, después de clases, iba de regreso a mi casa en un autobús excesivamente lleno, el cual frenó de golpe y quedó anclado en el pavimento durante veinte minutos. La fila de carros de atrás y de adelante parecía un gusano intermina-ble de láminas y caucho, presumiendo cientos de antenas. Yo sentía que todos estábamos en una extraña cárcel que, con toneladas de fierro y sin un solo barrote, nos quitó la libertad de movernos. Muchos de los carros se mantenían encendidos, por lo que con o sin disimulo seguían expelien-do exhalaciones turbias que luego buscaban acomodo en algún pulmón (4). Era un espectáculo de motores roncando con fastidio y de caras humanas desesperadas y ansiosas. El recuerdo del cuento de Cortázar, La autopista del sur, era inevitable: ¿llegará el momento en que los automóviles queden por días atrapados en un congestionamiento? (5)

    El embotellamiento se debía a un accidente de tránsito muy aparatoso, del que los pasajeros salieron ilesos (6); sin em-bargo, mientras llegaban los agentes de tránsito y los ajusta-dores de los seguros de los automóviles, ninguno de los ca-rros involucrados podía moverse. Es decir, litros de gasolina gastados inútilmente, decenas de horas-hombre de trabajo pérdidas, desesperación y estrés, todo porque pedazos de lámina de dos vehículos quedaron abolladas. En el cuidado y la protección del costo monetario de los objetos materia-les estamos perdiendo de vista dimensiones más valiosas. Cientos de personas atrapadas en el tránsito por un par de abolladuras, muestra que algo anda mal en nuestros meca-nismos de convivencia social.

    predominante de favorecer el uso del automóvil particular

    ha generado una situación que puede apreciarse en los si-

    guientes datos:

    En las ciudades, el tránsito de vehículos es la principal

    fuente de contaminación atmosférica; supone práctica-

    mente 100 por ciento de las concentraciones de monóxi-

    do de carbono y plomo, 60 por ciento de los óxidos de

    nitrógeno –que contribuyen a la formación de las lluvias

    ácidas– y 50 por ciento de las partículas. Así mismo, el

    sector del transporte urbano es uno de los de mayor con-

    sumo energético y, por consiguiente, de las emisiones

    de CO2 (bióxido de carbono), gas responsable en 50 por

    ciento del efecto invernadero.2

    (4) El aire se contamina por distintas fuentes, no sólo por la

    quema de combustibles fósiles para el transporte. La evapo-

    ración de solventes, las partículas suspendidas provenientes

    de tiraderos de desechos, de polvo, de la defecación al aire

    libre de humanos y animales, así como la quema de carbón

    también lo contaminan. Todo ello lo respiramos.

    (5) La velocidad de movimiento de los automóviles en las

    ciudades ha disminuido. Los vehículos automotores están

    perdiendo en el medio urbano uno de sus principales sen-

    tidos: trasladar personas rápidamente de un lugar a otro.

    Para la apresurada vida actual éste es un reto que deberá

    resolverse, de lo contrario la contradicción generada entre

    la urgencia de velocidad y el tránsito vehicular denso obli-

    gará a cambios sustanciales en las formas de organización

    social.

    (6) Al maestro Alberto no le tocó ver un accidente vial fatal,

    pero los heridos y muertos causados por éstos resultan muy

    costosos emocionalmente para los involucrados y para sus

    familiares, y en términos económicos, la sociedad pierde mi-

    les de horas de trabajo productivo y recursos para la reparación

    de todo tipo de daños. Muchos accidentes están ligados a

    antivalores sociales, como la irresponsabilidad, el consumo

    Narración 4

    2 Idem.

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  • 1�

    Texto paralelo

    Lo que más me llamó la atención, pues no había reparado en ello, es que la mayoría de los autos sólo traían un pasaje-ro. La irracionalidad en el transporte brota por todos lados. Pero, ¿por qué la gente desea trasladarse en su propio ca-rro? La pregunta está de más cuando, como yo, se utiliza cotidianamente el transporte público: camiones en pésimas condiciones, sucios y sin mantenimiento; a ratos tan lentos que desesperan y a veces tan veloces que aterran; con ho-rarios impredecibles; con choferes mal humorados (7). Así, pues, no es ningún placer ser un usuario del transporte pú-blico, y si a lo anterior le agregamos que ridículamente en el repertorio de los valores predominantes se considera que no tener carro es sinónimo de perdedor, entonces no es dif ícil explicar tal cantidad de automóviles rodando en las calles. Pero la masificación en el uso del vehículo no resulta un hecho tan democrático como se pudiera pensar, pues entre las distintas zonas urbanas se dan también profundas inequidades (�).

    de enervantes, la velocidad excesiva como símbolo de ma-

    chismo, la competencia agresiva contra otros conductores,

    entre otros.

    (7) El servicio malísimo del transporte público es un pro-

    blema vinculado con causas multifactoriales, como una de-

    ficiente administración; la carencia de planificación urbana;

    falta de estímulos gubernamentales; concentración econó-

    mica y política de los servicios en pocas manos; tendencia de

    los dueños a maximizar las ganancias sin importar la calidad

    de la atención al usuario; círculo vicioso, pues los empresa-

    rios demandan aumento en las tarifas, pero no mejoran el

    servicio y los usuarios se niegan a pagar más porque eso no

    garantiza eficiencia.

    (8) En las características diferentes del tránsito entre las

    zonas ricas y las pobres de la ciudad se nota cómo muchas

    políticas y normas se dictan de manera discriminatoria. Por

    ejemplo, la distribución del gas (por lo general excesivamen-

    te ruidosa), la circulación de sonidos ambulantes, el mal es-

    tado y lo estrecho de las calles, la ausencia de vigilancia vial,

    son algunas de las situaciones típicas que pueden apreciarse

    en las zonas marginadas y de clase media baja, pero no en

    las residenciales. Es decir, no sólo afecta el número de ve-

    hículos, la calidad del tránsito también se convierte en un

    problema en ciertas zonas urbanas.

    Narración 4

    ReflexiónExiste un entorno social y cultural favorable al automóvil privado, de hecho, los propios profesores requieren autos para transportarse al trabajo. Sin embargo, todos entendemos que la situación no podrá sostenerse en el futuro; fren-te a ello, ¿qué puede hacer la educación escolarizada para revertir un problema que amenaza con asfixiar la circulación vehicular de las ciudades y mantener un significativo aporte a la agudización de los problemas ligados al deterioro de

    la atmósfera, como el cambio climático?

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  • 19

    Texto paralelo

    La colonia donde se ubica la escuela en la que trabajo se construyó hace menos de cinco años; de hecho, las últimas casas casi se rozan con un pequeño pueblo rural que en mi infancia nos parecía muy alejado de la ciudad. Dicho roce, lejos de parecer un contacto amistoso, parece más bien provocar excoriación, pues los campesinos han visto disminuir sus terrenos de cultivo por el crecimiento urbano (1) o por el giro en el tipo de producción, al cambiar la agricultura por la fabricación de tabiques (2). También han visto amenazada el agua de un manantial, ya que las au-toridades se lo quieren apropiar (3); y ni qué decir del bos-que, reforestado hace décadas por sus abuelos, que ahora es visto como fuente de leña que se sustrae sin permiso por los habitantes pobres de la mancha urbana (4). Cualquiera

    La ciudad come parcelas

    (1) Perder tierras para la producción agrícola debido al creci-

    miento urbano parece ser, dentro de la lógica predominante,

    un proceso que no pudo ni puede detenerse, ya que la alta

    demanda de lotes ubicados en las inmediaciones de las ciu-

    dades genera una presión social muy fuerte y ha favorecido

    enriquecimientos importantes por la especulación y venta

    de los terrenos. Pero desde una lógica menos mercantilista y

    pragmática, cabe preguntarse: ¿ha sido benéfico para el país

    cubrir de pavimento y concreto grandes extensiones para la

    producción agrícola y perderse así para siempre? ¿No es de

    muchas maneras ilógico que tenga más valor económico un

    metro cuadrado cubierto con cemento que uno de suelo fér-

    til que puede producir sustento para los humanos? ¿No sería

    posible pensar en otros términos de ahora en adelante?

    (2) La fabricación de tabiques o ladrillos también ha genera-

    do, en algunas ciudades, la pérdida de tierra adecuada para

    la producción agrícola, además de los problemas de contami-

    nación del aire, dado que muchas veces se emplean, como

    combustible, llantas viejas o basura en los hornos.

    (3) El tema del agua es muy complejo e implica distintas

    aristas. En especial la cada vez más limitadas fuentes de

    obtención. El crecimiento de zonas habitacionales en áreas

    de bosques, humedales o de recarga de mantos acuíferos ha

    provocado la crisis en la disponibilidad de este líquido. Si

    bien la mayor cantidad de agua se emplea, y desperdicia, en

    las actividades agrícolas, el estilo de vida y las políticas públicas

    predominantes han impulsado un uso cada vez más intensivo

    que, a su vez, ha conducido al apropiamiento o expropiación

    de las fuentes del líquido (mantos acuíferos, ríos y manan-

    tiales principalmente) ubicadas en comunidades rurales con

    el propósito de llevarla a las zonas urbanas.

    (4) Contrario a lo que se piensa, el número de hogares donde

    aún cocinan con leña es muy alto, ya que otras fuentes de

    Narración 5

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 5 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

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  • 20

    Texto paralelo

    podría pensar que esta amenaza viene sólo de la colonia donde está mi escuela, pero en realidad yo creo que es toda la población urbana, que va taladrando casi silenciosamen-te los cimientos de las formas de producción agrícola que antes predominaban (5).

    En la ciudad es frecuente escuchar frases y adjetivos des-pectivos sobre la gente rural, y parecemos olvidar que mu-chos de nuestros antepasados familiares, como es mi caso, se vieron obligados a emigrar del campo hacia las urbes. Este desprecio es más producto, creo yo, de una arrogancia que refleja el desconocimiento, no sólo de los importantes aportes productivos que los campesinos brindan a la ciu-dad, sino de las profundas raíces y saberes que el mundo rural posee (6).

    energía resultan inalcanzables por su alto costo. Se calcula

    que en el mundo la mitad de la población, y en aproxima-

    damente 90 por ciento de los hogares rurales, se emplean

    biomasa y otros materiales (leña, residuos de podas, hoja-

    rascas) para cocinar y calentar las habitaciones.3 En México,

    alrededor de 26 millones de personas emplean la leña como

    principal fuente de energía.

    (5) Los cambios radicales en el medio rural se deben a la trans-

    formación de las formas de producción, debido a los avances

    tecnológicos y a la lógica del mercado, así como al impacto

    de la relación entre el campo y la ciudad. En la actualidad, el

    campo se ha despoblado, principalmente de jóvenes por la fal-

    ta de oportunidades para una vida digna; la atracción de la ciu-

    dad es poderosa, y alta la desvaloración social y económica

    hacia los campesinos; los pequeños y medianos productores

    no pueden competir, en precios y productividad, contra la

    agricultura industrial, lo que en conjunto ha desmantelado

    a las comunidades rurales.

    (6) Por fortuna existe una tendencia creciente a valorar el

    importante reservorio cultural conformado por el profundo

    conocimiento que las etnias han construido a lo largo de cien-

    tos, y a veces miles, de años. La academia ha empezado a

    reconocer que no hay una sola forma válida de conocer la rea-

    lidad, sino que distintos acercamientos a la comprensión del

    mundo, considerados durante largo tiempo no-científicos,

    pueden contribuir al establecimiento de vías para el manejo

    sustentable de la naturaleza. Pero a la par del conocimiento

    construido por las culturas indígenas está una cosmovisión

    que implica un vínculo espiritual con la naturaleza; así, en-

    suciar un río cristalino o cazar un animal por diversión, y

    no por necesidad, se consideran comportamientos sacrílegos,

    formas de profanar el cimiento natural que sustenta la vida,

    de violar el principio existencial de que en la naturaleza “to-

    dos somos uno”.

    Sin embargo, no debemos mitificar a las culturas indígenas

    ni darles la categoría de “buenos salvajes”, pues encierran

    contradicciones sociales y, como cualquier grupo humano,

    3 http://www.upa-pehsu.org/cai/caic.html, página consultada en junio de 2006.

    Narración 5Fo

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    : Abe

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  • 21

    Texto paralelo

    poseen rasgos de injusticia e inequidad, pero sus debilidades

    y defectos no son tan graves, sobre todo en comparación

    con el mundo occidental, como para desechar sus saberes y

    enseñanzas.

    (7) El suelo es el sustrato donde crecen las plantas, pero su

    importancia vital no termina ahí, además es el hábitat de mi-

    llones de organismos encargados de funciones biológicas y,

    también es un filtro para el agua en su recorrido de la super-

    ficie hacia los mantos freáticos. El suelo funciona como de-

    purador, ya que contribuye, con base en distintos procesos,

    a eliminar o atenuar efectos de la contaminación producida

    por las actividades humanas.

    Cuando el suelo pierde nutrientes se requieren de 20 a 25

    años para recuperarse, pero cuando se elimina la capa fértil

    o el humus, debido a la erosión por viento o lluvia, entonces

    se necesitan cientos de años para recuperarla. La degrada-

    ción acelerada del suelo se ha convertido en un problema

    de dimensiones considerables al afectar la productividad pri-

    maria. Además, hemos hecho del suelo el principal depósito

    de residuos, tanto orgánicos como inorgánicos, y con ello

    impactamos de forma negativa sus características físicas y

    químicas, aparte de afearlo, obviamente.

    (8) Esto que señala el maestro Alberto es consecuencia de un

    modelo de desarrollo rural denominado la Revolución Verde,

    el cual pretendía el uso de un paquete tecnológico en el que

    se empleaba semillas mejoradas, abonos químicos, pestici-

    das, tractores y otros aparatos tecnológicos. Mediante este

    modelo se privilegiaba el monocultivo sobre las prácticas de

    policultivo, consideradas más sustentables.

    (9) Esta contradicción se explica, en gran medida, por la

    alta producción de la agricultura empresarial, que emplea

    de manera intensiva tecnología e insumos industriales. En

    la segunda mitad del siglo XX la demanda de alimentos casi

    se triplicó como consecuencia del aumento de la población

    y del incremento, en promedio, de la capacidad adquisitiva

    de diversos grupos de la sociedad. La oferta de alimentos se

    ha basado en la extensión de los cultivos hacia terrenos con

    Por otro lado, es curioso que los campesinos se quejan de que sus tierras no producen mucho –“el suelo está cansa-do”, dijo un viejo– (7) y que deben invertir cada vez más para cosechar cada vez menos (�); y en contraste, que mer-cados y tiendas están rebosantes de productos agrícolas. Frente a ello, por lo visto la escasez no es una palabra que quepa en los estantes (9).

    Narración 5Fo

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  • 22

    Texto paralelo

    pendientes, o de plano montañosos (si no se hacen obras,

    como las terrazas, para la protección del suelo, no es reco-

    mendable cultivar en pendientes de más de 15 grados, pues

    favorecen la erosión hídrica y eólica), y hacia los bosques,

    además del citado uso intensivo de la tierra. El incremento

    en la producción de cereales, por ejemplo, es resultado del

    empleo de paquetes de fertilizantes químicos que sustituye-

    ron a los métodos tradicionales de rotación de cultivos. El

    suelo fértil, del que se obtienen las frutas y verduras, está

    sujeto a intensos procesos de contaminación, ya que los pla-

    guicidas y fertilizantes para la producción agrícola permane-

    cen en los alimentos y se concentran en la tierra.

    Narración 5

    ReflexiónCon frecuencia se señala que en los libros de texto predomina un enfoque urbano, lo que implica, por un lado, menor atención a los temas del medio rural y, por otro, insuficiente análisis de la relación ciudad-campo. ¿Compensan los profesores, de alguna manera, esta debilidad de los libros para reforzar en sus alumnos mayor respeto y una valora-

    ción más profunda hacia las sociedades rurales?

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  • 23

    Texto paralelo

    Cuando yo tenía 1� años vi por primera vez el mar, en un viaje de estudios organizado en la Normal (1). A pesar de que iba preparado para verlo, me sorprendió de igual manera comprobar, como me lo imaginaba, que el mar es trueno y agua, olor y misterio, oleaje que rompe en música y en el que palpita el mundo. Su concierto de susurrantes olas me invadió, no tanto los oídos, como el espíritu, y ya no pude sacármelo de encima, quizás por esa sensación inconsciente de que mi cuerpo es 70 por ciento agua y que tarde o temprano las mismas gotas que cons-truyen olas, gracias al ciclo del agua, llegan a formar parte de mí.

    Desde entonces me ha dolido el trato que le hemos dado: de cajón vacío donde, casi sin reclamos y trifulcas, depositamos en coro silencioso nuestras miserias: basura, pesticidas, petróleo, aguas negras, desechos de lo inimagi-nable (2). Tal vez cada una de sus olas puede ser bautiza-da con el nombre de un contaminante distinto. De todo lo obligamos a devorar y es como si lo rellenáramos de carbo-nes encendidos para quemarlo por dentro.

    Al mar le escriben los poetas (“Soñé que el mar era una sola palabra,/ y que yo debía pronunciar su millón de síla-bas”, escribe Del Paso); lo retratan los pintores; es persona-je central en películas e historias; lo admiran hasta quienes tienen la sensibilidad en grados bajo cero, y se busca con ansiedad como sitio favorito de descanso; pero tanto fervor tiene los colores de la hipocresía, de la fraternidad ausente o ambigua, del respeto guardado en la oscuridad para car-comerle sin remordimientos los recursos. A los peces ma-rinos, por ejemplo, se les mata por toneladas; se les arrasa como enemigos; se les convierte en mercancía vulgar cap-turada indiscriminadamente sin considerar su calidad de seres que ayudan a darle sustento al humano (3).

    “El mar somos nosotros con sus áridos vientos y sus furiosos naufragios”*

    Narración 6

    (1) Alrededor de 60 por ciento de los humanos viven en una

    franja costera de 200 kilómetros de ancho, es decir, en 10

    por ciento de la superficie de la Tierra. La densidad demo-

    gráfica en las cercanías del mar puede ser un factor de ca-

    tástrofes humanas si el calentamiento global ocasiona que

    el agua inunde las zonas costeras, al subir el nivel por el

    derretimiento de los polos. En las costas existe una mayor

    actividad humana, y se ubican vitales espacios en cuanto a

    flora y fauna.

    (2) En el mar concluyen los ríos; por ello, lo que se tira aguas

    arriba tarde o temprano impacta el ecosistema marino. Aguas

    residuales, desechos industriales, agroquímicos y suelos ero-

    sionados terminan en el mar. Sólo como ejemplo, en el Me-

    diterráneo (uno por ciento del mar del planeta), se produce

    alrededor de la mitad de la contaminación marina por la gran

    producción industrial europea y los vertederos de aguas ne-

    gras, especialmente en las temporadas de vacaciones. Obvia-

    mente, lo que se tira en medio del océano también termina

    afectando las costas por el movimiento de las olas.

    (3) En el siglo XX se agudiza el impacto a los recursos mari-

    nos causado por el humano, debido al considerable aumen-

    to de flotas pesqueras y al avance tecnológico que permite,

    entre otras cosas, ubicar los cardúmenes mediante satélites

    artificiales. Existen redes de arrastre (prohibidas en los no-

    venta) conocidas como “paredes de la muerte”, las cuales

    alcanzan una longitud de 50 kilómetros y con las que se cap-

    turan anualmente miles de toneladas de especies sin valor

    comercial. El calentamiento de los océanos está provocando,

    por otro lado, que los cardúmenes migren hacia el norte en

    busca de agua más fría, lo cual cambia la dinámica marina

    con consecuencias todavía no previsibles.

    * Verso de Fernando Linero.

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 6 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

  • 24

    Texto paralelo

    Con el mismo ruido que hace un gato cuando camina sobre alfombra, la sobreexplotación de los recursos pes-queros ocasiona un serio problema de recuperación de las especies marinas (4).

    Un pescador del lugar nos contó que la zona hotelera fue sitiando con elegancia, pero sin piedad, a los manglares y los esteros (5). Tal vez a quienes les gustan más los pre-tenciosos edificios que las aguas que parecen estancadas consideren este hecho como un avance encomiable para traer confort y modernidad a la incómoda y rupestre orilla del mar. Pero para la reproducción de la vida marina no creo que sea tan encantadora la sorda invasión de cemento pintado de colores que alberga miles de habitaciones (6).

    Desde entonces no he vuelto al mar, pero con frecuencia me parece escuchar que se mece en los murmullos de la lluvia.

    Narración 6

    (4) Los expertos calculan que el mar no puede recuperar ade-

    cuadamente su población pesquera si se sobrepasan los 100

    millones de toneladas anuales, cifra que, desde la década de

    los ochenta del siglo pasado, ha sido ampliamente rebasada.

    (5) Entre los ecosistemas más frágiles se encuentran las lagu-

    nas costeras y los estuarios. El impacto humano sobre ellos

    ha sido devastador. Por ejemplo, en el país sólo queda alrede-

    dor de 10 por ciento de los manglares y esteros que existían

    originalmente. La pérdida de manglares tiene un alto impac-

    to ecológico, tanto para la biodiversidad, dado que en ellos

    viven innumerables especies y se reproducen otras (peces,

    mariscos, langostinos) que migran hacia el mar, como para

    la conservación de las costas, ya que protegen de la erosión y

    facilitan la interacción entre los ríos, la tierra y el mar.

    (6) La actividad turística, de una importancia económica fun-

    damental, produce daños ecológicos severos, en virtud de que

    consume una gran cantidad de energía para el transporte, ge-

    nera residuos, afecta los paisajes naturales y produce aguas

    negras. No obstante, cada vez hay más ejemplos que buscan

    hacer compatible esta actividad económica con la protección

    ambiental; los proyectos de ecoturismo, sobre todo los im-

    pulsados por los propios pobladores, se están convirtiendo en

    una opción que conjunta conservación de los ecosistemas con

    generación de ingresos.

    ReflexiónHoy se habla de la ciudadanía global o planetaria como una categoría que se deriva del acelerado proceso de globaliza-ción. Actuar en lo local y lo regional, pero sin dejar de pensar e intervenir en lo global, ha sido una consigna de la lucha ambientalista. En esta línea es importante que la escuela ayude a que los alumnos, además de las fundamentales pre-ocupaciones por el entorno inmediato, se sumen también a la lucha por el cuidado del planeta. Niños que no conozcan el mar, pero que demanden por su conservación; alumnos que vivan cerca de la selva húmeda, pero que conozcan la importancia y exijan la protección de la biodiversidad de los desiertos, es algo que resulta indispensable, en un mundo

    globalizado, para hacer valer los derechos que da la citada ciudadanía planetaria. ¿Cómo pueden los profesores contribuir a responder a esta necesidad de las sociedades contemporáneas?

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  • 25

    Texto paralelo

    En el último bimestre llevé a mis alum-nos al zoológico de la ciudad y a un jardín botánico. El solo contraste entre el aula y tales espacios provocaron en ellos ojos expansivos que beben la información en largos sorbos visuales (1).

    No puedo negar que para los niños el zoológico y el jardín botánico son una

    fiesta, un banquete a la imaginación. No sólo por el hecho de salir de esa prisión con disfraz de pedagogía en la que he-mos convertido a la escuela, sino porque por sí mismos ta-les espacios poseen para los alumnos, sobre todo de ciudad, una alegría manirrota por la fluida corriente de estímulos que contrasta con la estancada monotonía de un salón de clases (2).

    Para los alumnos estas salidas les generan una sensación de libertad y un incentivo para apreciar y conocer la natura-leza; de hecho, no dudo en lo más mínimo que de estas vi-sitas nazcan inclinaciones ambientalistas en algunos de los alumnos o hasta vocaciones profesionales ligadas con las ciencias naturales. Sin embargo, para mí los animales del zoológico parecen más espléndidas imágenes o representa-ciones de sí mismos que ejemplares verdaderos. Un jaguar que no caza, un águila que no vuela, coyotes que no corren terminan siendo como bocas que comen y hablan, gritan y callan, pero no ríen. Los ejemplares de zoológico parecen animales que juegan a ser, pero que ya no son, o a los que sólo les queda un fragmento de sí mismos. Asemejan relo-jes sin manecillas, es decir, sin tiempo; o a sociedades sin memoria, es decir, sin vida. Nunca he podido definir si a esos animales a los que les hemos acotado tanto la libertad de su fiereza se les ha instalado en su comportamiento el hastío por el encierro o su quietud contemplativa es el re-flejo de un desdén rencoroso hacia los humanos (3).

    “Yo, que voy muerta a tu entierro”*

    Narración 7

    (1) La educación ambiental propone que se debe educar a to-

    dos los miembros de la sociedad con respecto a la naturaleza

    en tres sentidos: formar sobre el ambiente (conceptos, valores,

    competencias y afectos que ayuden a comprender y mejorar la

    situación ambiental); formar en el ambiente (complementar y

    reforzar lo anterior a través del contacto directo con los eco-

    sistemas naturales, modificados y construidos); formar para el

    ambiente (que implica que todo proceso educativo tenga como

    un fin prioritario la protección de los ecosistemas y el respeto

    a las distintas formas de vida). Todo ello en el marco de garan-

    tizar el derecho humano a un ambiente sano.

    (2) Cada vez cobra mayor fuerza el papel y las contribuciones

    educativas que pueden aportar los denominados centros de

    recreación y cultura ambiental (zoológicos, jardines botáni-

    cos, áreas naturales protegidas, parques urbanos, museos,

    entre otros). Más allá de su importante papel como espacios

    recreativos, estos centros están favoreciendo el conocimien-

    to y la reflexión sobre el ambiente, sus problemas y aportan

    algunas soluciones prácticas concretas para éstos. En varios

    de ellos existe la preocupación por vincular sus aportes en

    educación ambiental con los programas escolares oficiales,

    de tal manera que las visitas escolares sean más que una es-

    pecie de día de campo, y complementen la formación de los

    niños y, en forma práctica y vivencial, aprendan a mejorar su

    relación con el medio ambiente.

    (3) Esta sensación ambivalente del maestro Alberto refleja

    una de las contradicciones de complicada solución en el ám-

    bito de la conservación ambiental: los zoológicos y los jardi-

    nes botánicos son espacios indispensables para la protección

    de la biodiversidad; pero ello implica, en específico en el

    caso de los animales, sacar de su contexto natural a ejempla-

    res que resulta muy difícil sostener que no sufren el encierro

    y que no pierden (por nacer y morir en cautiverio) capaci-

    dades que la vida silvestre les exige desplegar.

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 7 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

    * Verso de Rafael Alberti.

  • 26

    Texto paralelo

    El jardín botánico despierta en los niños menos entu-siasmo que el zoológico, pero no dejan de apreciar la serena y vanidosa majestuosidad con la que las plantas se visten a sí mismas, y abigarran casi rabiosamente cualquier rincón de tierra o se cuelan a vivir en medio o debajo de las aguas. Les invade, casi sin que opongan resistencia, esa sensación que cuenta Mario Benedetti:

    No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero el Jardín Botánico es un parque dormidoen el que uno puede sentirse árbol o prójimosiempre y cuando se cumpla un requisito previo.Que la ciudad exista tranquilamente lejos.

    A pesar de ello, uno de mis alumnos dijo: “a mí me aburre tanta planta”; otro contestó: “¡uuuh, yo más bien creo que son poquitas!, cuando fui a visitar a mi abuelo a Chiapas, él me paseó por un bosque que tenía millones”. Un tercero completó: “yo no sé si son muchas o pocas, pero para algo han de servir” (4). Este último tiene razón, y desafortuna-damente la pérdida de la diversidad florística es tan acele-rada que muchas de las especies no alcanzarán a formar parte de los jardines botánicos (5). La silenciosa e invisible hacha del arrasamiento ecológico que no dejamos descan-sar es factor clave para entender esta suicida pretensión de alcanzar una naturaleza plenamente sometida. Es cierto que ninguna especie puede abrazar la eternidad, pero el humano provoca que muchas de ellas ni siquiera puedan

    (4) Desde luego que la diversidad florística brinda vitales ser-

    vicios a los humanos; por ejemplo, se calcula que existen al-

    rededor de 20 mil plantas comestibles, pero sólo empleamos

    para alimentarnos unas 3 mil, desaprovechando (muchas

    veces por influencias culturales que empobrecen la riqueza

    culinaria local o regional) el resto. Así mismo, sólo en el bos-

    que tropical se encuentra el origen y los insumos para al me-

    nos uno de cada cuatro medicamentos que se producen en

    el mundo (y lamentablemente se considera que en este tipo

    de bosque la pérdida de especies es entre mil y 10 mil veces

    mayor que cuando no había intervención humana). Pero no

    podemos ubicar el valor de las diferentes especies en función

    únicamente de su utilidad para el humano, también es im-

    portante por su valor intrínseco y por el aporte que brindan

    a la reproducción de la vida en general. La relación, en este

    sentido, entre el mundo de los insectos, el de las plantas y

    el de los animales es muy estrecha, tanto por las cadenas

    alimenticias, como por interdependencias que propician los

    flujos de la vida. Entre muchos ejemplos, destaca el papel de

    las aves en la reproducción de plantas. En este sentido, cabe

    recordar que Darwin encontró 82 semillas distintas en las

    plumas de un pájaro.

    (5) Los jardines botánicos y los zoológicos, lugares de recrea-

    ción y cultura ambiental, se han ido convirtiendo también

    en reductos de preservación de la biodiversidad. Si bien estos

    espacios son relevantes para la protección de especies, resul-

    tan absolutamente insuficientes si no se protege los hábitat

    donde abundan formas de vida diferente (¿de qué manera

    lograr que en un ambiente distinto un árbol del Amazonas

    albergue las cerca de 2 mil especies como lo hace en su hábi-

    tat natural?).

    Parafraseando un viejo dicho podríamos decir que la extin-

    ción de una sola especie (más si es carismática para los hu-

    manos) se convierte en una tragedia, pero la desaparición

    de miles es únicamente una estadística. Pareciera que esta-

    mos funcionando con este principio, pues la extinción de

    especies a la que estamos sometiendo al planeta es brutal,

    algunos científicos hablan de entre cinco y 100 especies

    diarias. Y la pérdida para siempre de una planta significa

    Narración 7

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  • 27

    Texto paralelo

    acariciar la mediana permanencia en el planeta. El otro día que leí en el periódico las cifras macabras del exterminio de especies me resultó ineludible imaginarme a la sociedad moderna declamándole a coro a la biodiversidad aquel ver-so de Rafael Alberti: “Yo, que voy muerta a tu entierro”.

    Me gusta llevar a los alumnos al zoológico y al jardín botánico, pues los animales y las plantas, sobre todo los primeros, hipnotizan sus ojos y sacuden su imaginación. Y cada uno establece con meridiana claridad en qué jaula y jardinera ubica sus simpatías. Quienes quedan ancla-dos en el tigre de bengala no tienen ojos que les alcancen para el oso polar; quienes se inclinan por los nenúfares sienten que los cactus rayan en la abu-rrición, o viceversa.

    Cuando al día siguiente de la visita regresamos al salón de clases los niños siguen comentando lo visto en el zoo-lógico o en el jardín botánico, a veces con cierto dejo de nostalgia, como si hubieran dejado allá a la naturaleza toda y ahora sólo les tocara convivir con el cemento. El aula les parece seguramente un cajón vacío lleno de bostezos frente al recuerdo de los animales y los abiertos jardines, como quizás a la fauna del zoológico le parecerá estar en una pri-sión tediosa que les impone el papel de ef ímeros blancos de las miradas humanas.

    también la desaparición de probablemente alrededor de 30

    organismos que dependen de ella. Para ejemplificar lo que

    significa la pérdida, inducida por el humano, de la variedad

    biológica (mucha de ella todavía no conocida ni clasifica-

    da por los científicos), se dice que estamos haciendo algo

    equivalente a irle quitando, en pleno vuelo, los remaches

    con los que está armado el fuselaje de un avión. La pérdida de

    biodiversidad hoy puede contabilizarse en términos econó-

    micos, de tal manera que, según esti-

    maciones de científicos, en los pasados

    siete años dicha pérdida ha provocado

    daños económicos a México equivalen-

    tes a 10 por ciento del producto inter-

    no bruto (PIB).4

    Proteger la biodiversidad implica un

    sistema complejo que articule esfuer-

    zos por crear y fortalecer áreas natura-

    les protegidas (reservas y parques que

    no excluyan la interacción entre las comunidades humanas

    y la naturaleza); por hacer de los zoológicos además de lugar

    de esparcimiento social, centros de investigación y protec-

    ción de especies animales; por ampliar y convertir los jar-

    dines botánicos en áreas de conservación e información de

    las plantas.

    Narración 7

    4 León, G. “El colapso ambiental, riesgo cercano”, La Jornada, 24 de junio de 2006.

    ReflexiónExiste en muchos adultos un discurso, con frecuencia inconciente, que parece decir “la naturaleza es lo que está allá, lejos de la escuela y de las casas, en los bosques, en los parques nacionales, en el campo”, el cual se transmite a los niños y les impide apreciar que la naturaleza también está en lo más inmediato. ¿No sería conveniente, en tal sentido, que las escuelas instalaran y cuidaran ambientes, rincones, entornos ambientales donde los alumnos apren-dan el amor y respeto a otras formas de vida y compartan la responsabilidad de cuidarlas; y que diseñen y pongan en operación un “sistema ambiental”, el cual implica un esfuerzo institucional por el cuidado del agua, de la energía

    eléctrica, el manejo de los residuos sólidos, entre otros aspectos?

  • 2�

    Texto paralelo

    Son las 7:55 de la mañana. Es 10 de mayo. Me estoy ba-jando en la parada del camión más cercana a mi es-cuela. La esposa de un carpintero pasa caminando con su hijo de la mano. Él va disfrazado de oso, con un traje de peluche que ya está a punto de deshidratarlo; le ruega a su mamá ir más despacio. Veinte años celebrando el día de la madre metido en una escuela pudieron haberme conver-tido, como a varios de mis compañeros, en autómata que organiza festivales, pero hay momentos que no puedo dejar de conmoverme, sobre todo cuando las mamás acicalan a sus niños como si el Sol girara alrededor de ellos.

    Me llama la atención el fuerte calor que está haciendo tan temprano; en mis primeros años de maestro no recuer-do que en esta fecha y a estas horas el clima fuera tan hostil con la ciudad (1). Es como si el planeta estuviera dando muestras de una irrefrenable vocación de horno, y quisiera hacer de sí mismo su propio crematorio.

    Narración 8

    ¿Vocación de horno?

    (1) El maestro Alberto describe el 10 de mayo como un día

    caluroso. Si fuera un hecho aislado no tendría importancia,

    pero este incidente es un síntoma de un fenómeno global:5

    la afectación del clima por las actividades humanas. Quizás

    para muchos es inadvertido porque no puede apreciarse tan

    claramente como un bosque talado, un terreno lleno de ba-

    sura o una presa semi-seca. Pero, ¿cómo sabemos que la at-

    mósfera experimenta cambios causados por la contaminación

    generada por las actividades humanas? El tema ha sido mo-

    tivo de polémica entre los científicos, pero existen al menos

    dos hechos sobre los que gira la preocupación social sobre

    este problema:

    • El cambio climático, debido a lo que se denomina “efecto

    invernadero” o “calentamiento global del planeta”.6

    • La disminución de la capa de ozono en la estratosfera,

    y el consecuente incremento de las radiaciones del Sol

    sobre el planeta.

    Otros dos problemas ligados, pero por ahora de menor im-

    pacto son:

    • La “lluvia ácida”, derivada de la concentración de conta-

    minantes en la atmósfera que provocan que la humedad

    o la lluvia contengan elementos corrosivos que afectan a

    las plantas, a los cuerpos de agua7 y a distintos objetos

    (edificios, vehículos, entre otros).

    • La “inversión térmica”, provocada por la combinación de

    la temperatura, la humedad, la ausencia de vientos y la

    5 Se llama fenómeno global porque afecta amplias áreas del planeta o a éste en su conjunto, sin importar dónde se ubica la fuente del problema.

    6 Sobre el primero cabe destacar que existe un “efecto invernadero natural”, indis-pensable para la vida en el planeta, que consiste en que la Tierra retiene parte de la radiación solar y el resto es remitida al espacio a través de “ventanas” que tiene la atmósfera. El problema referido se da cuando esas especies de “ventanas” no dejan salir como antes la radiación que se debería remitirse a la estratosfera.

    7 En la década de los noventa del siglo pasado, por ejemplo, casi la mitad de los lagos de Suecia estaban afectados por el ácido proveniente de las lluvias.

    Se sugiere primero leer de corrido la narración 8 y luego volver a leerla, pero ahora yendo al texto paralelo cada vez que se incluye un llamado (número).

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  • 29

    Texto paralelo

    Es un día especial en la escuela: los bailables y las decla-maciones tienen lugar en el pequeño auditorio, hoy im-pregnado de la rotunda claridad que le regalan decenas de focos; los niños llevan grandes envoltorios para darle esplendor a las pequeñas manualidades que le entregarán a sus mamás; hay kilos de platos de mudo unicel para distri-buir entre todos un variado desayuno; y dos refrigeradores alquilados (2) guardan una carga casi delirante de refrescos en botellas desechables donados por una compañía refres-quera (3). Todo es una fiesta para las madres, aunque el ca-lor no las respetará cuando se acabe todo y ellas se pongan a limpiar la escuela (4).

    presión atmosférica que “atrapan” las emisiones contami-

    nantes en las grandes ciudades, creando una especie de

    burbuja de aire altamente contaminado.

    En conjunto, esto ha venido a cambiar la idea de que la at-

    mósfera es un recurso renovable, pues su capacidad de re-

    cuperarse procesando los gases emitidos por las actividades

    humanas ya está resultando insuficiente.

    (2) El adelgazamiento de la capa de ozono,8 grave a la altu-

    ra de la Antártica y gradual en el resto del planeta, es con-

    secuencia de los clorofluorcarbonados, los cuales provienen

    principalmente de la fabricación del poliestireno (unicel), de

    los gases usados en los aparatos de refrigeración y en los

    aerosoles. El adelgazamiento ha ocasionado aumento en el

    índice de cáncer de piel en los humanos, y ahora se ha vuelto

    indispensable el uso de sombreros o gorras y, sobre todo, de

    bloqueadores solares para protegerse de los rayos directos

    del Sol. Sin embargo, tal protección resulta difícil que se apli-

    que en todos los niños cuando muchas familias carecen de

    recursos, hasta para cuadernos y lápices.

    (3) La educación ambiental no sólo se refiere al cuidado de

    la naturaleza, sino que debe también establecer vínculos con

    dimensiones tan importantes como la salud humana, pues

    sería contradictorio demandar un ambiente sano para gente

    enferma. En este sentido, la adecuada alimentación (que es

    un principio del respeto al propio cuerpo), en la que no cabe

    el consumo excesivo de refrescos y alimento chatarra, es un

    motivo central para la formación de los niños. Los mecanis-

    mos de mercadotecnia por parte de las compañías refresque-

    ras (obsequiar uniformes deportivos, dotar de infraestructu-

    ra, regalar refrescos en días festivos) han favorecido la oferta

    irrestricta e indiscriminada de bebidas embotelladas dentro

    de las instalaciones escolares, lo cual contradice una regla

    básica sobre el cuidado de la salud de los alumnos que debe-

    ría defender cualquier autoridad y profesores de un centro

    educativo.

    8 Cabe destacar que el ozono a nivel de la superficie de la Tierra es un contami-nante que afecta a los humanos, pero en las capas altas de la atmósfera es un protector del planeta que disminuye el paso de los rayos ultravioleta del Sol.

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  • 30

    Texto paralelo

    (4) Uno de los ejes en los cuales ha girado la civilización ac-

    tual, y en el cual descansa una de sus manifestaciones más

    críticas, es el patriarcado. En él, se ha subordinado el papel

    de las mujeres, pues las oportunidades educativas, el recono-

    cimiento laboral, la libertad para tomar decisiones, son me-

    nores que lo que se ofrece a los hombres. Por ejemplo, de los

    países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y

    el Desarrollo Económico (OCDE), México sólo es superado por

    Turquía en materia de discriminación educativa y laboral para

    las mujeres. Que las madres de familia, el día que se les festeja

    en las escuelas, sean las que hagan la comida, preparen a los

    niños, ayuden a servir, y hagan la limpieza al final del festival

    y de las fiestas familiares, es sólo una paradójica muestra del

    tipo de reconocimiento que les otorga la sociedad patriarcal.

    (5) Aquí se expresa una de las paradojas de la vida moderna

    con respecto al calentamiento global: el cambio climático

    agudiza las olas de calor o de frío en distintas regiones del

    planeta, y para defenderse de este problema el humano em-

    plea, quienes tienen el poder adquisitivo, tecnologías (ven-

    tiladores, aire acondicionado, sistemas de refrigeración para

    alimentos, calefacción, chimeneas caseras) que implican un

    uso más intensivo de energía fósil, lo que redunda en el in-

    cremento del problema.

    (6) Las temperaturas extremas y los cambios en las corrientes

    marinas y los vientos acarrearían desastres relacionados con

    las sequías e inundaciones, el aumento en el nivel del mar

    y la pérdida de miles de especies que no se adaptarían a las

    nuevas condiciones, por lo que en conjunto constituyen una

    seria preocupación de los científicos y políticos. El contraste

    entre el clima actual y el que había en la era preindustrial es

    un indicador de que el humano está impactando seriamente

    a la atmósfera. El cambio en el promedio de la temperatura

    en los últimos 10 mil años no fue mayor a uno o dos grados

    centígrados, pero la enorme actividad económica de la hu-

    manidad, que tiene como base el empleo de combustibles

    fósiles y los altos índices de deforestación, parecen haber

    modificado esta situación dado que en los últimos 100 años

    la temperatura se ha incrementado entre 0.4 y 0.6 grados en

    promedio, por lo que resulta urgente la atención mundial

    Los días cuando el Sol es un tizón de mediodía que no re-conoce umbrales son cada vez más, y cuando los alumnos regresan del recreo, ya casi no importa en qué temporada del año, sueñan con ventiladores que hagan viajar en tren expreso el aire y que les desprendan de la piel la lámina ca-liente que el Sol les adhirió mientras jugaban en el patio (5). Pero mi escuela no tiene, ni en los días de fiesta como hoy, ventiladores, aire acondicionado o espacio suficiente para evitar el amontonamiento de cuerpos infantiles duchados en sudor. Imponerse al calor o al frío parece ser consigna para las generaciones que hoy navegan en temperaturas ra-dicalmente cambiantes (6).

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  • 31

    Texto paralelo

    de este fenómeno. El impacto humano puede apreciarse en el

    siguiente contraste: “el análisis de muestras de aire viejo,

    atrapado en burbujas de aire encontradas a dos kilómetros

    de profundidad en la Antártica y Groelandia, ha demostrado

    que durante más de 2 mil años se había mantenido un equi-

    librio en las concentraciones de CO2 y CH

    4 y que, tan sólo en

    40 años, este equilibrio se alteró drásticamente.”9

    (7) Uno de los problemas urbanos más difíciles de solucionar

    es el referido a la necesaria reubicación de las zonas indus-

    triales en las ciudades. Las contingencias ambientales que se

    presentan con frecuencia se deben (después del uso de los

    automotores) a las descargas industriales. La contaminación

    industrial, si bien ha disminuido por las medidas de control

    de carácter oficial, sigue siendo un componente central en

    el deterioro del aire, el agua y los suelos.

    9 SEP (2000), Guía de estudio. La educación ambiental en la escuela secundaria, Méxi-co, Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, p. 20.

    La realidad (a veces tan caprichosa como un sueño) le pres-cribió a la fábrica que marca el límite del barrio que re-dujera el tamaño de su penacho marrón de lumbre/humo, como para sumarse a la fiesta por las madres. Pero aun así todos sabemos que en cualquier momento esa chimenea retomará su papel de estrangulador adormilado, que lenta-mente va quitándoles el aire a sus víctimas (7).

    Narración 8

    ReflexiónComo ya se planteó: ¿qué sentido tendría un medio ambiente sano con personas enfermas? La educación escolar es uno de los espacios y vehículos imprescindibles para generar una cultura ambiental que contribuya a subsanar los graves problemas ecológicos y sociales; sin embargo, en las escuelas con demasiada frecuencia se presenta un contra-sentido: las cooperativas escolares venden a los niños los peores productos de alimentación, los cuales no sólo afectan su salud, sino que también los deseducan en materia de cultura alimentaria. Frente a esto no se pueden entender argumentos para que tal situación se siga repitiendo. ¿No convendría normar en todo el país (el DF ya lo hizo) este

    asunto, poniendo por encima la nutrición y la salud de los niños y niñas?

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  • 32

    Texto paraleloNarración 9

    Hoy fue un día dif ícil en la escuela. Las nubes estuvie-ron en contacto toda la noche con la tierra a fuerza de ráfagas de lluvia que terminaron por envolver a la ciu-dad en una funda de agua extendida (1). Muchos alumnos llegaron tarde. La mañana presumió un color plomizo os-curo que se coló hasta el salón de clases y al cual burlamos con el simple hecho de prender la luz (2).

    Los niños en el aula conversaron sobre el miedo que les dio una noche enfundada en dura oscuridad, que desparra-mó rayos y gritó truenos sin reposo. En la colonia donde está ubicada la escuela se fue la energía eléctrica y las som-bras se estacionaron a sus anchas e hicieron estallar la feria de los estremecimientos infantiles.

    Para no convertir el abordaje de este tema en un desfile de fantasmas y temores, pedí a los alumnos que reflexioná-ramos sobre cómo se produce la energía eléctrica y cómo sería la sociedad sin ella o sin algunos combustibles que usamos con frecuencia, empezando por la falta que nos ha-rían los focos que hoy estaban prendidos.

    (1) El hecho de que las ciudades tengan las calles pavimen-

    tadas y cuenten, en función de su extensión, con pocos me-

    tros cuadrados de parques y jardines, provoca que el agua

    de lluvia no se filtre hacia el subsuelo y más bien corra hacia

    los drenajes y canales, y termine en los cauces