Últimas tardes con teresa

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Últimas tardes con Teresa Juan Marsé Carbó JMGL

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Últimas tardes con TeresaJuan Marsé CarbóJMGL

La novela tras la Guerra Civil

La Guerra Civil (1936) supuso una fractura traumática en la vida y en la cultura españolas. El rico ambiente cultural de la República da paso a un panorama desolado durante los primeros años de la posguerra. Cabe distinguir dos etapas:

Años cuarenta

La muerte y el exilio de buena parte de la intelectualidad española genera una gran pobreza en la cultura, la política, la universidad del momento. A ello contribuye asimismo la censura, el asilamiento político y social del país, y la desconfianza del Gobierno hacia la cultura. En este ambiente se produce una literatura oficial, de carácter triunfalista, y otra pesimista y existencial, ligada en muchas ocasiones al tema religioso.

Acabada la guerra, en lo político hubo un proceso de represiones y depuraciones; en lo económico, hambre; y en lo espiritual, todo fue invadido por las consignas oficiales y la exaltación patriótica.

La intolerancia intelectual dificultó la labor literaria. Un grupo importante de novelistas emprendió el camino del destierro. Eso supuso que los jóvenes novelistas quedaran huérfanos de maestros y que se produjera una discontinuidad respecto a la anterior etapa. El rigor de la censura les privó, además, de la lectura de los grandes renovadores de la literatura contemporánea y se impuso, en cambio, la traducción de novelas irrelevantes. Entretanto los exiliados se vieron envueltos en otra guerra, en Francia, invadida por los Nazis. La mayor parte se vio obligada a un segundo exilio hacia países de América.

Años cincuenta

España empieza a salir del aislamiento. El incipiente desarrollo turístico e industrial conlleva cierta recuperación económica y cambios en los estilos de vida, como las migraciones de los campesinos a las ciudades, la difícil inserción de estas personas en los suburbios urbanos, etc. Al mismo tiempo, en círculos obreros y universitarios, los jóvenes que han vivido la guerra siendo niños o adolescentes consideran la contienda y el país desde otra perspectiva. En este sentido, aparecen actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre vencedores y vencidos. A mitad de la década, la literatura realista y testimonial recoge esta nueva sensibilidad, ya que muestra la realidad conflictiva y un compromiso social.

En los años cincuenta, la novela abandona la visión existencial y recoge las nuevas preocupaciones sociales.

Ya en 1951, el realismo social, que aparece en La colmena (de Camilo José Cela) se manifiesta asimismo en La noria, de Luis Romero. Ambas obras también coinciden en presentar a un amplio personaje colectivo: la de Cela refleja el Madrid de la posguerra, la de Romero, la Barcelona de la época. En 1954, el tono crítico y testimonial alcanza su auge.

El tema de la novela de los años cincuenta es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales, la explotación del proletariado y la banalidad de la vida burguesa.

El estilo de la novela realista es sencillo, en el lenguaje y en la técnica narrativa, pues se pretende llegar a un amplio público. Además, la técnica se supedita a los contenidos testimoniales o críticos.

Los años sesenta

Hacia 1960 aparecieron las primeras críticas a la novela realista social, por su pobreza de estilo y por su esquematismo temático. Se tiende a una renovación de temas y formas, y comienza el declive del realismo.

Los escritores toman como modelo a los novelistas que iniciaron la experimentación de los años veinte en Europa y Norteamérica: Proust, Joyce, Kafka... Posteriormente, la novela hispanoamericana de los años sesenta se convertirá, también, en modelo; por ejemplo Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros, 1962), Julio Cortázar (Rayuela, 1963) y Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, 1967).

En conjunto, en los años sesenta se tiende a una novela más compleja, experimental y opaca, es decir, de difícil lectura y minoritaria, pues exige la colaboración del lector para interpretarla.

La novela que significa el final del realismo social es Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos. Con ella se inicia el cultivo de una novela más ambiciosa formalmente y con una concepción diferente de la literatura. Aunque mantiene la visión crítica de la narrativa social, muestra la imposible e inútil solidaridad entre un intelectual y el mundo marginal; es decir, acaba con la ilusión de la literatura comprometida, que confiaba en la capacidad revolucionaria del arte.

La etapa que se abre con esta obra se extiende hasta 1975.

El formalismo dominante convierte la narración en un texto de difícil lectura, pues, en general, se considera que la técnica es el centro de interés de la novela, en detrimento de la ficción o del tema.

En 1966 aparecen tres novelas experimentales que alcanzaron gran resonancia: Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, y Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes. A partir de ese momento, y coincidiendo con el éxito de las citadas novelas hispanoamericanas, numerosos narradores de distintas generaciones se incorporaron al experimentalismo.

Juan Marsé Carbó

1933: Nace en Barcelona el 9 de enero, como Juan Faneca Roca. Su madre muere el 1 de febrero por complicaciones en el parto. El matrimonio Marsé lo adopta semanas más tarde y pasa a llevar sus apellidos.

1934-1946: Sus primeros años transcurren entre Barcelona y dos pueblos de la provincia de Tarragona donde vivían sus abuelos. Asiste al Colegio del Divino Maestro. Mal estudiante, pasa casi todo el tiempo jugando en la calle y descubriendo los escenarios que más tarde conformarían su particular universo literario. A los 13 años, en 1946, empieza a trabajar como aprendiz de joyero.

1947-1959 Gracias a una amiga, Paulina Crusat, publica sus primeros relatos en la revista Ínsula dirigida por José Luis Cano. Esos años trabaja en el taller de joyería y por las tardes en una revista de cine: Arcinema. Descubre la vida bohemia. A instancias también de Crusat, manda un cuento al Premio Sésamo y lo gana. Durante el servicio militar en Ceuta, a los 22 años, escribe una novela breve, Miguel, hoy desaparecida, primera versión de Encerrados con un solo juguete. La termina unos años más tarde, en 1958, y la presenta al Premio Biblioteca Breve de Seix Barral, donde queda finalista y acaba publicada “con honores de premio”.

1960-1966 Siguiendo el consejo de Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral se marcha a París donde ejerce como “garçon de laboratoire” en el Departamento de Bioquímica Celular del Institut Pasteur. También traduce guiones de películas franco-españolas y da clases de español a Teresa, la hija del pianista Robert Casadesús, que prestaría su nombre a la más célebre de sus novelas. A su vuelta de París, en 1962, publica su segunda novela Esta cara de la luna, hoy repudiada por su autor y descolgada del catálogo de sus obras completas. Comienza su relación con el PCE. Vuelve a Barcelona. Publica Últimas tardes con Teresa que le vale finalmente la concesión del Premio Biblioteca Breve en 1965.

1967-1974 Instalado en su vocación de novelista, abandona el taller y la redacción de Arcinema y se casa con Joaquina Hoyas. Se gana la vida escribiendo publicidad, solapas para algunos libros de Editorial Planeta y diálogos cinematográficos (no guiones) junto a Juan García Hortelano, gran amigo suyo. En 1970 se hace redactor jefe de la revista Bocaccio. Publica sin excesivo éxito La oscura historia de la prima Montse, novela que descubriría las claves del universo literario que ha seguido cultivando hasta la fecha, y comienza una novela en la que se propone rescatar su infancia. Si te dicen que caí se convertirá en su otra gran obra de madurez. Censurada en España, Marsé se ve obligado a publicarla en México, donde recibirá el Premio Internacional de Novela.

En 1974, comienza a publicar en la recién estrenada revista Por favor una columna de retratos literarios de personajes de actualidad: actrices, políticos, damas y damiselas de sociedad que tendrán un gran éxito.

1975-1978 Realiza algunos trabajos para el cine, que el escritor define como “rigurosamente alimenticios y sin el menor interés artístico”.

En 1978, con La muchacha de las bragas de oro, Marsé gana el Premio Planeta y con él varios miles de lectores.

1979-1986 Continúa alimentando su sugerente visión de la Barcelona de la posguerra con Un día volveré (1982) y Ronda del Guinardó (1984). En 1984 sufre un infarto que hace necesaria una complicada intervención quirúrgica. Sin embargo, a los dos años volverá a publicar, esta vez una colección de relatos bajo el título de Teniente Bravo (1986).

1987-1997 La década de los 90 supuso la consagración definitiva del escritor barcelonés con la recepción de numerosos galardones literarios. En 1990 fue destacado con el premio Ateneo de Sevilla por El amante bilingüe. En 1994 El embrujo de Shanghai le valió el prestigioso Premio de la Crítica y el Aristeión, galardón que concede la Unión Europea a los dos mejores libros de creación y traducción de entre todos los publicados en sus países miembros y lenguas respectivas.

En 1997, es galardonado con el premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe, el más prestigioso de Latinoamérica.

1998-2000 Tras siete años de silencio, Marsé publica Rabos de lagartija, novela que la crítica ha saludado de manera entusiasta como un regreso al mundo narrativo de la Barcelona urbana y otras obsesiones del autor.

2001-2004 Rabos de lagartija recibe el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa a la mejor novela publicada el año anterior.

Últimas tardes con Teresa Últimas tardes con Teresa recibe el premio Biblioteca

Breve convocado por la editorial Seix Barral, en 1966. Su publicación posterior fue acogida favorablemente por la crítica, donde hay quien la considera una parodia sarcástica de la novela social como testimonio de los sufrimientos del pueblo y como testimonio de la decadencia de la burguesía.

Un aspecto importante de la novela, sin embargo, es el tema de la frustración del individuo que persigue un ideal, descubriendo de repente la complejidad de lo real y fracasando por ello, lo que la convierte en una novela de la desmitificación.

Cabe señalar, asimismo, que es una novela accesible para el lector, que cuenta una historia y entretiene usando de un lenguaje inteligible. Este rasgo la distingue de otras novelas de la época más experimentales, como Tiempo de silencio, donde la forma es tanto o más importante que el contenido.

CONTEXTO SOCIAL E HISTÓRICO

El régimen franquista vive su mayor consolidación en la década de los 50. Tras diez años de penuria, se inicia en España un desarrollo económico y social que tiene su apogeo a inicios de los 70. El país empieza a ser aceptado internacionalmente. Se revocan las medidas contra el régimen, EEUU presta capital, la Santa Sede firma concordatos que implican un mayor poder de la Iglesia.

La disidencia política exige una mayor libertad por medio de huelgas y manifestaciones. Se produce una mayor inversión extranjera dados los salarios bajos. El turismo crece. Aumenta la emigración interior hacia las grandes ciudades, lo que implica marginación, chabolismo, la creación de barrios periféricos. En Barcelona proliferan, y es de uno de ellos, formado en su mayoría por andaluces, de donde surge el Pijoaparte.

En el invierno del año 56-57 surgen en la Universidad de Barcelona algunos movimientos estudiantiles. Una de sus manifestaciones más sonadas fue su encierro como protesta en la Universidad, que fue cerrada tras las cargas de la policía y las detenciones. Luego de estos incidentes los universitarios de izquierda crearon el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña).

ARGUMENTO

Manuel Reyes -Pijoaparte para el narrador- vive fundamentalmente del dinero que un perista - Cardenal- le entrega a cambio de motos robadas que desguaza posteriormente el hermano del protagonista. Todos los veranos éste modifica su habitual imagen para intentar de nuevo la búsqueda de la mujer capaz de cambiar su estatus y con esta intención acude a una fiesta el 23 de junio de 1956 , bajo el nombre de Ricardo Salvatierra, en la que se fija en dos chicas. La casualidad hace que conozca a la morena (Maruja) y no a la rubia que ya había decidido sacar a bailar (Teresa), que días más tarde vuelva a encontrar a Maruja, que descubra tras una noche de amor que se trata de una criada y que ésta, pocos días más tarde, sufra una conmoción tras una caída.. a consecuencia de la cual ha de ser internada. Mientras Maruja vive sus últimos días Manolo piensa en cómo sostener económicamente su futura relación con Teresa, lo que hará con robos aislados, préstamos que consigue gracias a la Jeringa -sobrina de Cardenal- y estafas a otros compañeros, y a la vez comparte el mundo de los estudiantes politizados que frecuentaba Teresa Serrat. Pero el descubrimiento de la impostura de Manolo -no es un militante de base ni lo es su misterioso y alardeado contacto Bemardo-, también casualmente, precipita el desenlace.

La novela recoge aspectos de la literatura tradicional:

De la picaresca, por ser Pijoaparte un personaje dedicado a diversos oficios y dependiente de distintos amos. Niega sus orígenes y busca el ascenso social.

Del romanticismo, por el destino cruel que persigue al héroe y lo conduce por caminos bien distintos a los esperados sin que él lo sepa.

Del folletín, por el tema de la desigualdad social, que impide la consolidación de la pareja (Teresa – Manuel), la enfermedad y muerte de Maruja, el donjuanismo de Manolo, y la delación de Hortensia.

Del Quijote, por lo que tiene Pijoaparte de héroe defensor de la ficción en combate con la realidad desagradable, que se hace con una armadura (el traje que compraba todos los veranos), un caballo (motos robadas), y un escudero (Bernardo Sans) para buscar a su idealizada dama Teresa.

Temas

Los temas desarrollados en Últimas tardes con Teresa están relacionados con el compromiso social, y con el conflicto entre la realidad y la desmitificación.

Temas Compromiso social

Los dos mundos sociales en conflicto (la burguesía barcelonesa –diversificada en dos generaciones distintas y personificada en los estudiantes- y el del proletariado de El Carmelo, derrotado en el combate) deben sus diferencias a aspectos ideológicos y políticos y no tanto a los económicos. El conflicto del mundo de Teresa con el de Manolo es el de las ilusiones con las utopías, es el enfrentamiento del individuo con la realidad. Teresa abandona a Manolo porque ya no cree en él, no es el representante de un proletariado en lucha, sino un delincuente nada representativo del grupo social al que pertenece.

Marsé escribe una novela social y crítica con los estudiantes burgueses, protagonistas de las revueltas contra el Gobierno. Hijos de familias acomodadas, en realidad no pretendían cambiar un sistema beneficioso para ellos y Marsé critica su impostura. Para ello utiliza la sátira, y confiesa su resenti- miento por no haber podido ir a la universidad, lo que no le impidió denunciar el inmovilismo de un sector de la juventud.

Conflicto con la realidad y desmitificación

Los protagonistas de Últimas tardes con Teresa no están cómodos en su mundo y desean salir de él. El narrador dificulta esta salida pro medio de una serie de equívocos, como el de imaginar en el otro una figura opuesta a lo que realmente es, y pone en contacto distintas formas de vida para demostrar que el sueño de Manolo es una ilusión, y lo mismo el de Teresa.

Teresa mitifica al obrero y Manolo a los galanes del cine, y ambos a la belleza física y a los espacios sociales en los que se mueven, y también a la infancia. Teresa descubre la mentira de Manolo y lo abandona. Sus aspiraciones como representante de la clase trabajadora no tienen nada que ver con la conciencia revolucionaria. Manolo, a su vez, empieza a comprender que Teresa no será el flotador que busca todos los veranos para poder asentar su vida. La pareja acaba dañada por igual en su conflicto con la realidad y con el derribo de sus mitos.

El narrador

La lectura de las obras del siglo XIX tiene gran influencia sobre la técnica usada en Últimas tardes con Teresa, desde el empleo de elementos folletinescos, hasta la utilización de un narrador omnisciente en 3ª persona.

El narrador de la novela del XIX se caracteriza por el empleo de una omnisciencia total, definida por la exhibición que el narrador hace de sus conocimientos del presente, pasado y futuro de la historia e incluso de los pensamientos e intenciones de los personajes. La omnisciencia total implica la presencia en la novela de dos tipos de procedimientos:

Las anticipaciones y resúmenes, los episodios en los que se contradice al personaje o manipula la información, o los casos en que el narrador sitúa la historia bajo su óptica personal con comentarios, digresiones…

Formas relacionadas con el distanciamiento del narrador: ironía, hipérbole y parodia, una respuesta al deseo de distanciarse de la burguesía que caracteriza a los narradores de Juan Marsé.

A lo largo de la novela el narrador anticipa datos (prolepsis) que adquieren sentido posteriormente. Este procedimiento adquiere pleno sentido en relación con los acontecimientos fundamentales de la trama y la evolución de los personajes.

El narrador usa un juego narrativo que busca modificar la opinión del lector sobre ciertos personajes y acontecimientos, procedimiento llevado a cabo mediante un determinado tipo de descripción o a través de la exposición de determinados comportamientos. Con ello busca la atracción o el rechazo hacia los personajes.

Las formas de distanciamiento responden a la animadversión de Marsé hacia ciertas situaciones, centrada en el discurso del narrador. La novela no pretende corregir, sino ridiculizar ciertas actitudes que son susceptibles de hacerse extensivas a un colectivo humano importante que en aquellos años protagonizó la rebelión en las aulas universitarias.

La hipérbole se entiende como la exageración o el exceso al amplificar o reducir la realidad. La encontramos en los juicios del narrador sobre ciertos personajes y situaciones y busca un efecto degradatorio que cause comicidad. Así, aplica sobre algunos personajes el uso del epíteto épico medieval, pero con intención contraria a la que tenía en la épica: en vez de ensalzar, ridiculiza. A Manolo lo llama “joven del Sur”, a Cardenal “altísimo señor” o a Luis Trías “legendario caudillo”.

Los textos que aparecen encabezando los distintos capítulos de la novela tienen un valor paródico. Tal parodia se consigue aplicando, lo más literalmente posible, un texto noble singular a una acción vulgar diferente de la acción de origen. Un ejemplo es la cita incluida al inicio de un capítulo de la 2ª parte. En el capítulo Luis Trías fracasa en su intento de desposeer a Teresa de su virginidad. La cita dice: Poco antes del final, después de algunas reacciones esporádicas, el mucho saliente provocó desánimo y flojera por ambas partes y reinó la depresión hasta el cierre (Información nacional bursátil).

La ironía puede ser tildada de situacional, de modo que permita avanzar la anécdota de la novela: el descubrimiento de la verdadera identidad de Maruja acerca a Manolo a los ojos azules de Teresa, por ejemplo; o dramática, presente en los comentarios del narrador al referirse a Teresa: “la rubia politizada”, “la estudiante progresista”, o “la intrépida rubia”.

Los personajes Son dos los grupos sociales

existentes en la novela: el de la burguesía, donde encontramos al matrimonio Serrat y su hija Teresa, el matrimonio Bori, y el grupo de estudiantes liderados por Luis Trías. El segundo grupo lo forman Maruja y sus padres, el hermano de Manolo y su esposa, Cardenal y su sobrina Hortensia, y todos los que tienen alguna relación con el mundo delictivo de Pijoaparte.

Manolo

El rasgo dominante del personaje es el de ascender social y económicamente. Intenta convencerse de que sus orígenes tienen que ver con el estamento nobiliario, conocedor de que su madre mantuvo relaciones con un huésped del marqués de Salvatierra. Por otro lado, su historia es la de una búsqueda, la de una mujer que pueda ser el compendio de belleza y nivel social que apreció en la hija de los Moureau. Cuando irrumpe en la fiesta con el nombre de Ricardo, se fija en la chica rubia porque responde a sus expectativa. Ella es su mito particular, y la novela es la historia de la conquista de ese mito.

Oriol SerraRepresentante de una burguesía consolidada y consecuente con su propio estatus.

Teresa

Al igual que algunas heroínas de la novela del XIX, Teresa no acaba de adaptarse al ambiente en el que vive. Aunque plenamente burguesa, crea de sí misma una figura discordante con las expectativas de su familia, pues quiere ser lo que no puede ser: una líder estudiantil.

La mayor parte de su tiempo lo pasa junto a Luis Trías de Giralt, un universitario relacionado al parecer con el PC. Tras el accidente de Maruja, conoce a Manolo y comprende que el mito perseguido está a su alcance. Con todo, existe una distancia considerable entre sus ilusiones y sus deseos, que tienen que ver con la consolidación de una vida sexual satisfactoria que no resuelve junto a Luis, y que hace que profundice en sus relaciones con Manolo.

En Teresa, el narrador presenta un compendio de rasgos que recuerdan la dama inaccesible de la poesía renacentista. Con ello pretende destacar su sensualidad, su naturaleza ambigua, mezcla de candor y de insolencia, de burguesa rica y a la vez revolucionaria-proletaria. Destaca asimismo su belleza y luminosidad, vínculo que la une a la chica de los Moureau, el mito de la infancia de Manolo.Su descripción el narrador la hace con frecuencia desde el punto de vista de Pijoaparte, el personaje que en más alto concepto la tiene.

Luis Trías de Giralt

Es un personaje arquetípico, emblema de un tipo de estudiante al que Marsé tuvo ocasión de conocer y que denosta en sus novelas. Resulta un personaje irrisorio, hipócrita y repugnante, condenado a caer, y que no debe tomarse como modelo de los universitarios burgueses. Su valor en la obra es el de complementar la figura de Teresa: sus problemas con ella propician la consolidación del vínculo con Pijoaparte, favoreciendo su relación.

Maruja

Su función en el relato es ser la llave para que Manolo pueda entrar en la Villa de los Serrat; y luego, de manera inconsciente, para que Teresa y Pijoaparte puedan iniciar una relación a partir de sus encuentros en el hospital donde convalece. Su amistad con Teresa surge en su niñez, cuando la familia Serrat pasaba sus vacaciones en la finca que tienen en Reus, donde el padre de Maruja es el masovero. Al morir este, la hija es llevada a Barcelona para que sirva en la casa de Sant Gervasi.

Relación entre Teresa y Manolo

Para Teresa la relación con Manolo es una aventura, debida a su rebeldía doméstica y política, que acaba enredándola en una situación sentimental. Para Manolo es tener al alcance de su mano la felicidad anhelada después de tantos años de sufrimientos y emociones. Teresa encuentra en Manolo la personificación de su fantasía política. Es más que un pasatiempo y viene a sustituir al líder en decadencia, Luis Trías. Para Manolo, en cambio, Teresa es la fantasía de la mujer romántica y rica.

Ambos personajes cambian. Manolo empieza a cuidar su vestuario y pide libros a Teresa. Ésta empieza a vestir de manera agresiva y se siente poseedora de una nueva conciencia de su cuerpo. Ambos, además, se sienten atraídos por los ambientes que hasta entonces frecuentaban, pero cuando los conocen comienzan las decepciones. Su relación se basa en el equívoco. Sus sueños resultan imposibles. Manolo no es representante de la resistencia obrera, sino un delincuente que roba motos, y Teresa no es la mujer romántica de sus sueños, sino una burguesa caprichosa que no duda en volver a su estatus en cuanto tiene ocasión.

El espacio

El espacio es una forma de exposición de relaciones sociológicas y, en concreto, de las diferencias de clase.

El parque Güell separa zonas tan distintas en 1956 como son El Carmelo, lugar de residencia de Manolo, y San Gervasio, barrio donde vive Teresa. El Monte Carmelo es un suburbio, un espacio para la emigración, para el “txarnego”. Espacio, según el narrador, del destierro y de los desheredados, situado en el extrarradio de la ciudad, y conformado gran parte de él por chabolas.

El espacio de Teresa son las villas con jardín de San Gervasio y el de los pueblos de la costa barcelonesa.

En la novela se produce una identidad entre espacio físico y espacio social. Son ambientes en contraste: el del mundo burgués y el de la delincuencia representado por el Monte Carmelo y las calles adyacentes. Los personajes entran en un espacio hostil, en la medida en que no es propio de su nivel social, en distintas ocasiones y no sin consecuencias. Manolo y Teresa transgreden sus ambientes habituales a menudo, y esa transgresión puede llevar al personaje a la desgracia. La distancia entre ambos barrios, pese a que en coche o moto es breve, resulta mucho mayor de lo que parece.

Las villas de San Gervasio y los chalets de la costa son también el espacio en el que Manolo escenifica sus sueños, empeñado en incorporarse a él tarde o temprano.

El tiempo La historia sucede entre el 23 de junio de 1956 hasta septiembre

de 1957. Al final de la novela hay una elipsis de dos años, situando el relato en septiembre de 1959.

El narrador usa de varias técnicas para trastocar el tiempo narrativo:

La prolepsis o flash-forward con la que adelanta acontecimientos futuros.

La analepsis o flash-back con la que relata acontecimientos sucedidos en un tiempo anterior al que está narrando.

La pausa, que ralentiza la narración al ocuparse de las descripciones de lugares y personajes, o de sus reflexiones por medio del monólogo interior.

La elipsis, con la que se omite un periodo determinado de tiempo.

El resumen, que permite la sintetización en un espacio de tiempo breve de lo que podría durar años, meses, días enteros.

La escena genera una sensación de lentitud o de ajuste entre el tiempo narrativo y el real ya que en ella predomina el diálogo y el conflicto entre personajes.

Estructura

La novela se inicia con un preámbulo cuyo tiempo narrativo coincide con el cuarto capítulo de la tercera parte.

Se divide en tres partes, cada una de ellas correspondiente con sucesivas estaciones del año. Se produce, así, una correspondencia o mimetismo entre la disposición de ánimo de los personajes y dichas estaciones: verano, otoño e invierno.

Cada una de las partes se subdivide en varias secciones –seis, diez y nueve, respectivamente- que están precedidas de una cita literaria. El epílogo recoge lo que se conoce como técnica de elipsis final, presentando el final de la historia de varios personajes, lo que clarifica su situación futura y cierra la novela. Lo que destaca en él es que se igualan las dos facciones sociológicas de la historia y su culpabilidad, de modo que el maniqueísmo del realismo social queda destruido.

El lenguaje

Destaca la división que se establece entre el lenguaje usado por el narrador y el de los personajes, en el que se aprecia una separación de niveles de lenguaje, además de ser un rasgo para la caracterización de los mismos. El uso del plural retórico y determinados calificativos individualizan a el Cardenal: “Vamos muy elegantes, últimamente” o “No me parece nada, ratón”, dirigido a Manolo. Por su parte, las hermanas Sisters utilizan abusivamente el pleonasmo: “Se puede saber qué haces tu aquí, si es que puede saberse?”. En tal individualización no se aprecia la pertenencia a un grupo social o profesional, sino un estilo personal idiosincrático.

Otro aspecto es el uso de expresiones catalanas cuando conviene al narrador o a los personajes: xarnego es una de ellas, referida a Manolo. También los emigrantes de el Carmelo las utilizan, pero sobre todo las de carácter más popular. Cabe destacar el uso del catalán entre los miembros de la familia Serrat, como rasgo distintivo, y por parte de la enfermera que atiende a Maruja, con sus peculiaridades valencianas.

Bibliografía

Marsé, Juan, Últimas tardes con Teresa, Barcelona, Penguin Random House Grupo Editorial, junio 2015.

Gundín Vázquez, José Luis, LA NOVELA DE JUAN MARSÉ : ANÁLISIS DE LAS TENDENCIAS Y DE LAS TÉCNICAS NARRATIVAS, UNED, Facultad de Filología, Tesis doctoral, 1999. Disponible en: http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:Filologia-Jlgundin/Documento.pdf

Juan Marsé, aquel muchacho esta sombra, Sevilla, Revista Mercurio, Número 110, Abril 2009. Disponible en: http://www.revistamercurio.es/images/pdf/mercurio_110.pdf