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En opinión de quienes diseñan y organizan las danzas y máscaras del «carnaval africano» en Nottingham, África ha perdido su emplazamiento geográfico. Para ellos, África re- presenta una visión, una idea, de la que se pueden sacar ele- mentos concretos para una estética negra, pero sin que esto sirva en definitiva para fundamentar, crear o renovar una identidad africana nacional para los negros de Gran Breta- ña. Esta (Contra-)África británica es, en el sentido literal de la palabra, una «comunidad imaginada». Sirve para acabar con la enajenación de los grupos afrocaribeños en Inglate- rra. También «hay» África en Nottingham. Sin embargo, igual de paradójicas Son las relaciones en las «comunidades» transnacionales: lo que aquí se «descubrió», o, mejor dicho, se inventó, con tradice amen udo lo que signi- fica «África» para cada «africano» transnacional. Una gran parte del África histórica fue hecha esclava y desparramada por todo el mundo. Sus culturas se disolvieron y destruye- ron. También responden a esta imagen de África aquellos que se denominan -a menudo por parte de otros- como «africanos». Más aún, África y ser africano es para muchos «africanos» la mismísima contraidentidad. La condenan. Tal vez se han hecho adultos en un batiburrillo de culturas don- de hace tiempo que no existe ninguna «univocidad» y donde precisamente las particularidades --el ser negros en su caso- han sido valoradas negativamente. El resultado es, de todos modos, bastante paradójico: los negros del Caribe o de las ciudades de Gran Bretaña asocian «África» con la no- identidad, el no-progreso, y también con los tambores, las danzas, las supersticiones, los ancestros desnudos yanalfabe- tos, la permanente ausencia de esperanzas ... Aquí podemos reconocer el reflejo, negativamente valo- rado, de la imagen de África euro céntrica, adoptada por los 68 negros de las metrópolis occidentales. Pero esto no hace sino resaltar más aún la pregunta: ¿qué es y dónde está Áfri- ca en el espacio social transnacional? b. Mexicanos norteamericanos y norteamericanos mexicanos Como ya se ha dicho, los espacios sociales transnaciona- les suprimen la vinculación de la sociedad a un lugar con- creto (según la concepción nacional-estatal de la sociedad). La hipótesis que estamos avanzando aquÍ une dos cosas que parecen imposibles de unir, a saber, vivir y actuar a la vez aquÍ y allí. Ludger Pries aclara lo que esto significa con el ejemplo de los emigrantes. 5 En el mundo ideológico y político de las sociedades in- dividuales organizadas según el modelo nacional-estatal, la migración se divide en las fases y contextos (que también hay que estudiar causalmente separados) de la partida, el viaje, la llegada y la integración (que también puede fraca- sar). Frente a esto, la valoración en el terreno de la teoría y la praxis de los espacios sociales transnacionales da por su- puesto que ha surgido algo nuevo -una tercera vÍa-: in- terrelaciones de vida y actividad sociales en las que rige el «aquÍ y allí» o el «no sólo sino también». Bajo y entre mun- dos separados y ordenados se forman «paisajes sociales» (Martin Albrow) que a la vez enlazan y modifican los luga- res de procedencia y los de destino. En un estudio sobre las formas de comunidad, de vida y 5. Ludger Pries, «Transnationale soziale Raume», Zeitschrift for Soziologie, año XXV, n.o 6,1996, págs. 456-472; y también en U. Beck (comp.), Perspektiven der Weltgesellschaft, op. cit. 69

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En opinión de quienes diseñan y organizan las danzas y máscaras del «carnaval africano» en Nottingham, África ha perdido su emplazamiento geográfico. Para ellos, África re­presenta una visión, una idea, de la que se pueden sacar ele­mentos concretos para una estética negra, pero sin que esto sirva en definitiva para fundamentar, crear o renovar una identidad africana nacional para los negros de Gran Breta­ña. Esta (Contra-)África británica es, en el sentido literal de la palabra, una «comunidad imaginada». Sirve para acabar con la enajenación de los grupos afrocaribeños en Inglate­rra. También «hay» África en Nottingham.

Sin embargo, igual de paradójicas Son las relaciones en las «comunidades» transnacionales: lo que aquí se «descubrió», o, mejor dicho, se inventó, con tradice amen udo lo que signi­fica «África» para cada «africano» transnacional. Una gran parte del África histórica fue hecha esclava y desparramada por todo el mundo. Sus culturas se disolvieron y destruye­ron. También responden a esta imagen de África aquellos que se denominan -a menudo por parte de otros- como «africanos». Más aún, África y ser africano es para muchos «africanos» la mismísima contraidentidad. La condenan. Tal vez se han hecho adultos en un batiburrillo de culturas don­de hace tiempo que no existe ninguna «univocidad» y donde precisamente las particularidades --el ser negros en su caso- han sido valoradas negativamente. El resultado es, de todos modos, bastante paradójico: los negros del Caribe o de las ciudades de Gran Bretaña asocian «África» con la no­identidad, el no-progreso, y también con los tambores, las danzas, las supersticiones, los ancestros desnudos yanalfabe­tos, la permanente ausencia de esperanzas ...

Aquí podemos reconocer el reflejo, negativamente valo­rado, de la imagen de África euro céntrica, adoptada por los

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negros de las metrópolis occidentales. Pero esto no hace sino resaltar más aún la pregunta: ¿qué es y dónde está Áfri­ca en el espacio social transnacional?

b. Mexicanos norteamericanos y norteamericanos mexicanos

Como ya se ha dicho, los espacios sociales transnaciona­les suprimen la vinculación de la sociedad a un lugar con­creto (según la concepción nacional-estatal de la sociedad). La hipótesis que estamos avanzando aquÍ une dos cosas que parecen imposibles de unir, a saber, vivir y actuar a la vez aquÍ y allí. Ludger Pries aclara lo que esto significa con el ejemplo de los emigrantes.5

En el mundo ideológico y político de las sociedades in­dividuales organizadas según el modelo nacional-estatal, la migración se divide en las fases y contextos (que también hay que estudiar causalmente separados) de la partida, el viaje, la llegada y la integración (que también puede fraca­sar). Frente a esto, la valoración en el terreno de la teoría y la praxis de los espacios sociales transnacionales da por su­puesto que ha surgido algo nuevo -una tercera vÍa-: in­terrelaciones de vida y actividad sociales en las que rige el «aquÍ y allí» o el «no sólo sino también». Bajo y entre mun­dos separados y ordenados se forman «paisajes sociales» (Martin Albrow) que a la vez enlazan y modifican los luga­res de procedencia y los de destino.

En un estudio sobre las formas de comunidad, de vida y

5. Ludger Pries, «Transnationale soziale Raume», Zeitschrift for Soziologie, año XXV, n.o 6,1996, págs. 456-472; y también en U. Beck (comp.), Perspektiven der Weltgesellschaft, op. cit.

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de política transnacionales entre los mexicanos de Nortea­mérica y sus lugares de origen, Robert Smith nos ilustra acerca de cómo se consigue este cotidiano «puenteo». {{ Para algunas comunidades de la Mixteca Poblana se organizaron en Nueva York comités de apoyo que se propusieron, por ejemplo, el traslado de las conducciones de agua potable a las comunidades de origen o la restauración de iglesias y pla­zas del lugar de origen, ya tal fin organizaron colectas entre los emigrados que trabajaban en Nueva York. Sobre las Con­ferencias telefónicas se tomaron importantes decisiones y se presentó el problema a los responsables de las comunidades de origen. Las sumas de dinero recogidas de este modo en las comunidades mexicanas de Nueva York superan a me­nudo los gastos públicos para mejoras de infraestructura. Un aspecto importante y un argumento serio para la estabi­lidad y estabilización de los espacios sociales transnacionales es la circunstancia de que, entre tanto, el Estado mexicano no sólo ha reconocido la enorme importancia económica de los emigrados laborales, sino también su importancia políti­ca. Desde las elecciones presidenciales de 1988, el potencial electoral de los trabajadores mexicanos en el extranjero (que por cierto votaron mayoritariamente Contra el partido gu­bernamental PRI) fue particularmente importante, y en la actualidad el gobierno mexicano se está esforzando por practicar una política activa y selectiva de vinculación eco­nómica y político-cultural. Así, por ejemplo, son numero­sos los alcaldes de las pequeñas comunidades mexicanas que viajan ahora a Nueva York para proponer a las asociaóones de emigrados allí residentes proyectos de inversión para el desarrollo de las localidades de origen. En colaboración con las asociaciones deportivas de los emigrados de Nueva York, la embajada apoya activamente el desarrollo de los grupos

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guadalupanos, que se encargan de organizar el culto a la Vir­gen de Guadalupe (la Virgen mexicana más importante) en Nueva York. Asimismo, en todos los demás ámbitos de la política mexicana la emigración laboral no se considera ya sólo como válvula de escape (pasiva) para el problema de la ocupación, sino como un importante potencial en capital y recursos humanos para el propio desarrollo económico-so­cial. Como resultado de esta reorientación política, es cada vez mayor el número de instancias institucionales que han entrado a formar parte del sistema de migración México­EE.UU. , instancias que prestan consistencia y estabilidad a los espacios sociales transnacionales que se forman ... Pero el engranaje socioeconómico entre la región de origen y la de destino dista mucho de ser exclusivamente de naturaleza nostálgico-tradicional (por ejemplo, la celebración de fies­tas del terruño) o de limitarse a mandar dinero a la genera­ción más vieja que se quedó en México; antes bien, en la Mixteca se desarrollan, por ejemplo, actividades económi­cas que apuntan mucho más allá de un carácter puramente transitorio en el mundo de la emigración. Un buen ejemplo es la Puebla Food Incorporation, un clan familiar que regenta una cadena de Tortillas en el gran Nueva York, que, basán­dose en la comida mexicana tradicional, ha conseguido con­vertirse en un auténtico holding. También se ({extienden» estructuras de producción y mercadotecnia transnacionales entre la Mixteca y Nueva York que implican una nueva di­mensión de cumulative causation: en la medida en que la dinámica de las redes de la emigración mantiene en movi­miento las corrientes migratorias crece también la demanda de alimentos y servicios mexicanos específicos, lo que a su vez abre nuevas oportunidades industriales originadas por la migración a las regiones de origen y destino ...

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En Nueva York propiamente, por ejemplo, los emigran­tes laborales que acuden, nada más llegar, a sus parientes y conocidos cuentan con una red diversificada de grupos de apoyo informales, servicios especializados y organizaciones de solidaridad (oficinas de asesoramiento jurídico, comités de ayuda a determinadas etnias o regiones, etc.). Manzanas enteras (por ejemplo, la parte septentrional de Arnsterdam Street o los neighbourhoods de Queens) testimonian de esta infraestructura por el momento bastante estable, con la que pueden contar los emigrantes transnacionales y que, al mis­mo tiempo, se reproduce a través de estos mismos. Existen activIdades retribuidas y grupos de ayuda (de mexicanos y americanos de EE. UU.) que viven exclusivamente de la mi­gración permanente y de los transmigrantes y para los cuales es de interés vital seguir desarrollando y perfilando espacios sociales transnacionales. AqUÍ se incluyen también las citas deportivas a las que acuden también todos los fines de sema­na muchos de los emigrantes laborales -aun sin permiso de residencia ni de trabajo, es decir, «indocumentados»­que viven en Nueva York. Para la temporada de fútbol de 1996 de la liga «mexicana» se inscribieron nada menos que

. . sesenta y CinCO equlpos ...

En EE.UU. (con mayor fuerza actualmente en Califor­nia que, por ejemplo, en Nueva York) prosperan también otras agrupaciones y organizaciones de Índole política (por ejemplo, el Frente Indígena Oaxaqueño Binacionalo la re­vista La Mixteca Año 2000), que se preocupan de los intere­ses económicos y de los derechos humanos de los emigran­tes laborales. La capacidad de presión política de estos grupos en EE.UU., y sobre todo en el vecino México, supe­ra a menudo las posibilidades de influjo de los respectivos políticos locales. El presidente de la liga de fútbol mexicana

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de Nueva York lo formuló de esta manera: «Como simples mexicanos y también como simples emigrantes laborales no contamos prácticamente nada, pero ahora por primera vez somos cortejados por los altos políticos mexicanos».6

Con toda seguridad, existen también parecidos espacios sociales transnacionales entre los alemanes turcos y los tur­cos alemanes; aunque, que yo sepa, tal problemática no se

ha estudiado bien todavía.

3. LÓGICAS, DIMENSIONES Y CONSECUENCIAS DE LA

GLOBALlZACIÓN

Como se ha apuntado más arriba, en la bibliografía de la globalización existe una controversia de base.? A la pre­gunta de qué es lo que hace avanzar la globalización se ofre­cen dos respuestas enfrentadas (y también diferenciadas en sí mismas). Un grupo de autores subraya la existencia de una «lógica» dominante, mientras que otro grupo avanza teorías que hacen reconocibles las complejas y multicausa­les lógicas de la globalización. Digamos de paso que esta importante controversia teórica hace estallar el horizonte semántico de la palabra «globalización», pues a menudo

ofrece significaciones contrarias. Constatamos aquÍ que se repite la vieja controversia his­

tórica Marx-Weber a la hora de decidirnos entre el predomi­nio económico y un pluralismo teórico de valoraciones eco­

6. ¡bid. , págs. 416 y sigs . 7. Para lo que viene a continuación , véanse A. McGrew, "A Glo­

bal Sociery?», en St.Hall et alii (comp.) , Modemity and its Fu tures,

Cambridge, 1992, págs. 61-116.

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