turistas y vagabundos
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Náufragos y navegantes en la era de lo superficial
Valentina Ramírez Vanegas
En el ensayo “Turistas y vagabundos”, escrito por Zygmunt Bauman, se propone entender la
movilidad global como el gran factor de desigualdad y polarización de las sociedades producto
del proceso globalizador que actualmente impera. A su vez, la instantaneidad, característica de
las nuevas tecnologías con Internet a la cabeza, promueve la creación de una sociedad volátil y
altamente consumista. En este contexto, surgen dos estereotipos sociales claves: el de un turista
global que representa al típico consumidor desmedido con un alto poder adquisitivo, que viaja
por el mundo a su mereced; mientras la figura de un vagabundo representa un consumidor
defectuoso, con bajo poder adquisitivo, excluido de cualquier esfera de la sociedad debido a su
condición. Por tanto, estas representaciones reflejan las profundas diferencias existentes entre
las dos clases de vivencias y torna formal y superficial cualquier similitud entre ellas. Con esto
en mente, en este ensayo se pretende demostrar que el fenómeno de la globalización, por medio
de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), ha promovido la creación de
representaciones sociales —estereotipos— definidos a partir del grado de consumo de los
individuos en la era de la posmodernidad.
En las últimas décadas del siglo XX con el surgimiento de la era moderna tardía o
postmodernidad la esfera global ha sido espectadora de transformaciones económicas-sociales y
culturales cuya vertiginosidad y complejidad no admite precedente. De esta manera, Zygmunt
Bauman, en su libro “La globalización. Consecuencias humanas”, afirma que ya no es posible
hablar de fronteras naturales, los límites y barreras geográficas dejaron de ser un obstáculo entre
las naciones, puesto que, se ha posibilitado la idea de hallarse en todas partes sin estar en un
lugar específico.
Por consiguiente, con la pérdida de rigor de los límites territoriales y la localidad, la libertad de
movimiento se exalta como el logro máximo de un nuevo fenómeno que ha llegado para dominar
al mundo. Este fenómeno es mejor conocido como globalización, cuyo accionar va desde un
proceso creciente de internacionalización del capital financiero, industrial y comercial, nuevas
relaciones políticas entre naciones y procesos productivos deslocalizados geográficamente
(Mateus, 2002) hasta su característica más significativa: la expansión y uso intensivo de la
tecnología que, al igual que las fronteras, no concibe límite alguno.
Esta última característica cobra sentido, tal y como señala José Antonio Ferrís Forés en su texto
“La triple crisis de los medios de comunicación”, con el cambio esencial que ha supuesto la
llegada de las nuevas tecnologías y su repercusión en todos los contextos de la esfera global. No
obstante, el ámbito social ha sido el más afectado en este proceso; dado que, al suponer de las
Tecnologías de la Información y Comunicación un ahorro de tiempo y dinero, fácil acceso a los
productos y a la información sin ningún tipo de restricción, se ha contribuido notablemente a la
transformación de comportamientos y hábitos de consumo en las sociedades (Forés, 2012). Por
ejemplo, cada vez que los consumidores se ven inmersos en la web se muestran bastante atraídos
con los servicios que esta pone a su disposición, y más allá de consumir por necesidad, lo hacen
por el impulso de compra para responder a la obligación que le ha sido creada por el mercado a
través de las nuevas tecnologías.
Ahora bien, los medios masivos de comunicación, al ser facilitadores de consumismo,
promueven la creación de representaciones sociales—estereotipos—.En este sentido, Beatriz
Elena Inzunza Acedo, en su artículo “La recepción de estereotipos de la serie norteamericana
Lost entre jóvenes que habitan en Monterrey, México”, cita a O’Sullivan, Hartley, Saunders,
Montgomery y Fiske (1998) quienes definen los estereotipos como “la clasificación social de
grupos de personas (por nacionalidad, raza, clase social, género, ocupación, etc…), en signos
generalizables y simplificados, que representan implícita o explícitamente un conjunto de valores
y juicios acerca de su comportamiento, características o historia” (2012, p.20). De esta manera,
se entiende como el uso de estereotipos en los medios está íntimamente ligado a la situación del
consumismo emergente. Puesto que, cuanto más amplio es el público al que se quiere seducir,
más superficial serán los contenidos y las formas a emitir: se homogeneiza la información, se
liman las posibles asperezas, se banaliza, se ignoran los conflictos, se esquivan las
contradicciones (Gamarnik, 2009).
Lo anterior, se hace evidente en la medida en que el acto de consumir, al ser la tarea principal de
la sociedad posmoderna, ha ido estableciendo estereotipos de clase a través de la lujosa
publicidad y mercadotecnia de los medios. Es así como los ricos o turistas representan el ideal
de vida exitosa que todos desean, puesto que asegura el encuentro con la propia identidad, un
lugar privilegiado en la sociedad y felicidad perpetua, todo esto debido al alto grado de
participación en el mercado de consumo. No obstante, en esta sociedad de consumidores
“felices”, no todo es perfecto dado que los ricos cargan con la miseria de tener en su vida a los
pobres o vagabundos. Es así como ser pobre, significa ser un consumidor defectuoso, frustrado,
imperfecto, deficiente, estar excluido de lo que se considera una “vida normal”—una vida de
consumismo—, es tener cerradas las oportunidades de una “vida feliz”, ya que no se puede gozar
de la “alegría” que genera el acto de consumir, en otras palabras, ser pobre es ser incapaz de
adaptarse al mundo.
En resumidas cuentas, la aclamada globalización junto con las nuevas Tecnologías de la
Información y la Comunicación (TIC), ambas enmarcadas en el contexto de la sociedad
posmoderna, están estructuradas para satisfacer los sueños y deseos del estereotipado turista.
Puesto que, con el auge de este nuevo fenómeno se ha infundido la idea de creer que el valor de
un ser humano está directamente relacionado con su capacidad adquisitiva; cuanto más se posea
mayor será el grado de aceptación de este en la sociedad. Sin embargo, un efecto secundario
adyacente a este indolente consumidor ha sido la percepción distorsionada del resto de esferas
sociales; es decir, las “clases marginadas” denominadas así por estar fuera de toda jerarquía
social, y que a su vez, representan el drama de miles de seres humanos catalogados usualmente
como vagabundos, excluidos a un nivel tal, que han sido considerados los enemigos declarados
de la sociedad. Más aún, pasa desapercibido que estas personas son seres humanos como
cualquier otro, pero que como Bauman propone, no han tenido la libertad de elegir de qué lado
del tablero quieren jugar.
Finalmente, la división existente entre ricos y pobres refleja dos experiencias de vida reales, que
dan lugar a dos percepciones drásticamente distintas del mundo, de sus males y de la manera de
curarlos. De esta manera, no queda más que comulgar con la idea de una reinvención de la
sociedad, una reinvención creativa que asegure el bienestar de todos los miembros que
conforman la sociedad. Para lograr este propósito lo ideal es asumir el proceso de globalización y
las TICS como instrumentos que permitan generar vínculos, y que a su vez promuevan la
igualdad entre los seres humanos y la solidaridad entre los mismos.
Referencias
Acedo, B. E. (2013). Reception of Stereotypes of the American Series Lost Among Young
People Living in Monterrey, Mexico. Signo y pensamiento, 16-31.
Bauman, Z. (1998). Turistas y vagabundos. En Z. Bauman, La globalización. Consecuencias
humanas (pág. 171). México: Fondo de cultura económica.
Forés, J. A. (2012). La triple crisis de los medios de comunicación. Boletín de estudios
económicos, 533-548.
Gamarnik, C. E. (2009). Estereotipos sociales y medios de comunicación. Question., 1-23.
Recuperado el 11 de Mayo de 2015, de
http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/826/727
Mateus, J. R. (2002). La globalización: sus efectos y bondades. Economía y desarrollo, 65-77.
Recuperado el 10 de Mayo de 2015, de http://www.fuac.edu.co/revista/M/cinco.pdf