turismo andaluz

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TURISMO ANDALUZ. A viajar me dedicaba por la bella Andalucía y, por ver si descansaba, vine a detenerme un día. Paré en un pequeño pueblo blanco y de casas bonitas, que El Rubio tiene por nombre, y se halla en la campiña. Al cruzar una plazuela le pregunté a un paseante, dónde podía encontrar un sitio pa relajarme. Me contestó un gitanillo que hacía fotografías que allí, cerca de una esquina, le invitase, si quería. Abrí las puertas del bar y me impresionó el ambiente, pues se notaba al entrar que era sana aquella gente. -¿El propietario quién es?- pregunté a mi alrededor: ese tipo que usted ve echado en el mostrador. Cuando miré al mostrador ¡qué confusión yo sentí!, la barra me pareció una imponente nariz. Borracho no podía estar pues alcohol no había bebío, ¿Pero es que existe nariz como la que tié ese tío? De mi asombro no salía, iba a proseguir viaje cuando oí que alguien decía: “encantado, soy forraje”. ¿Qué forraje?- pregunté- “Yo soy forraje, Juanito, el de las botas planchás, que hay que ver como se arrugan estas botas de montar”. “Y el motivo es muy sencillo: que están las botitas mías hartas de ir al Terrosillo con éste, de cacería”. “Los terrones destripaos andando como un idiota, son los que me han arrugao estas pobrecitas botas”. “Pues rastreando perdices, por el coto y sus confines, he andao hasta tener escocíos los coo….jines.”

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Page 1: Turismo andaluz

TURISMO ANDALUZ.

A viajar me dedicabapor la bella Andalucíay, por ver si descansaba,vine a detenerme un día.

Paré en un pequeño puebloblanco y de casas bonitas,que El Rubio tiene por nombre,y se halla en la campiña.

Al cruzar una plazuelale pregunté a un paseante,dónde podía encontrarun sitio pa relajarme.

Me contestó un gitanilloque hacía fotografíasque allí, cerca de una esquina,le invitase, si quería.

Abrí las puertas del bary me impresionó el ambiente,pues se notaba al entrarque era sana aquella gente.

-¿El propietario quién es?-pregunté a mi alrededor:ese tipo que usted veechado en el mostrador.

Cuando miré al mostrador¡qué confusión yo sentí!,la barra me parecióuna imponente nariz.

Borracho no podía estarpues alcohol no había bebío,¿Pero es que existe narizcomo la que tié ese tío?

De mi asombro no salía, iba a proseguir viajecuando oí que alguien decía:“encantado, soy forraje”.

¿Qué forraje?-pregunté-“Yo soy forraje, Juanito,el de las botas planchás,que hay que ver como se arruganestas botas de montar”.

“Y el motivo es muy sencillo: que están las botitas míashartas de ir al Terrosillocon éste, de cacería”.

“Los terrones destripaosandando como un idiota,son los que me han arrugaoestas pobrecitas botas”.

“Pues rastreando perdices,por el coto y sus confines,he andao hasta tenerescocíos los coo….jines.”

“Y después de tó, ¿pa qué?aunque pongas mucho esmero¿quién las va a matar después,Berral, Piquito o Frascuelo?”.

“Solo existe una esperanza;que a ese perdigón al vuelolo vislumbre, en lontananza,el Gordito de Calero”.

“Pues si lo tira Berralo le dispara Calviva,es seguro que tendrámuy larga y próspera vida”.

“Y es que señores, Calviva,por mucho que se las dé,no mata ni a una abubillaaunque se pare ante ély se hinque de rodilla.

MANUEL PÉREZ CARO.El Rubio – 1.975