tulio halperin donghi

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Tulio Halperin Donghi Historia de America Latina, 3 Reformas y disolución de los Imperios Ibéricos 1750-1850 Capitulo 7 Completar la emancipación La Economía Al abrirse la segunda década tras la crisis de la emancipación, la expansión mercantil estaba agotando sus posibilidades, como en Brasil, en Río de La Plata y Chile la febril ampliación del mercado dio con el techo que imponía la estrechez del sistema productivo. A partir de entonces la relación con la nueva economía metropolitana comenzaría a reestructurarse: los británicos que en la primera década habían actuado con un dinamismo destructor, llevando adelante una ofensiva triunfal contra la estructura mercantil colonial, comenzaban a sucumbir como consecuencia de su propia audacia. Los mercaderes británicos que sobreviven a los desengaños que cierran la primera década revolucionaria deben su fortuna a que han advertido a tiempo que si bien la apertura mercantil ha creado una ampliación muy real del mercado latinoamericano. Ella no inaugura una etapa de expansión sostenida y dinámica del nexo mercantil con ultramar, en un mercado que tiende a estancarse, vuelve a tener sentido la estrategia aplicada por los mercaderes borbónicos: aumentar la ganancia por unidad y el control del mercado mediante el uso del crédito a productores y comerciantes al detalle, con tantas menos reticencias porque es de nuevo posible trasladar el costo de ese crédito a los precios. Lo es para las economías metropolitanas mismas, que no encuentran en Hispanoamérica el mercado en progresiva expansión que habían esperado. La noción de que lo ocurrido en el decenio comenzando en 1

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Tulio Halperin Donghi

Tulio Halperin DonghiHistoria de America Latina, 3

Reformas y disolucin de los Imperios Ibricos 1750-1850

Capitulo 7( Completar la emancipacin

La EconomaAl abrirse la segunda dcada tras la crisis de la emancipacin, la expansin mercantil estaba agotando sus posibilidades, como en Brasil, en Ro de La Plata y Chile la febril ampliacin del mercado dio con el techo que impona la estrechez del sistema productivo.

A partir de entonces la relacin con la nueva economa metropolitana comenzara a reestructurarse: los britnicos que en la primera dcada haban actuado con un dinamismo destructor, llevando adelante una ofensiva triunfal contra la estructura mercantil colonial, comenzaban a sucumbir como consecuencia de su propia audacia. Los mercaderes britnicos que sobreviven a los desengaos que cierran la primera dcada revolucionaria deben su fortuna a que han advertido a tiempo que si bien la apertura mercantil ha creado una ampliacin muy real del mercado latinoamericano. Ella no inaugura una etapa de expansin sostenida y dinmica del nexo mercantil con ultramar, en un mercado que tiende a estancarse, vuelve a tener sentido la estrategia aplicada por los mercaderes borbnicos: aumentar la ganancia por unidad y el control del mercado mediante el uso del crdito a productores y comerciantes al detalle, con tantas menos reticencias porque es de nuevo posible trasladar el costo de ese crdito a los precios. Lo es para las economas metropolitanas mismas, que no encuentran en Hispanoamrica el mercado en progresiva expansin que haban esperado. La nocin de que lo ocurrido en el decenio comenzando en 1810 es solo un comienzo, de que para hacer sentir todos sus efectos de apertura comercial debe encontrar complemento en una corriente de capitales metropolitanos capaces de desencadenar esa onda expansiva que la liberalizacin del comercio no fue capaz de inducir, esa nocin encuentra asentamiento en todos esos actores. En ella se dio un progresivo de la disponibilidad de capital y un inters creciente por el mercado que poda ofrecer la America Latina, entre 1823-1825, los valores latinoamericanos estimularon un verdadero boom en la bolsa de Londres.En uno y otro rubro las especulaciones iban a ser poco afortunadas: para 1827 todos los estados Hispanoamericanos (aunque no Brasil) haban suspendido el servicio de la deuda externa y todas las compaas mineras de la Sudamrica espaola se hallaban en cesacin de pagos, seguida de bancarrota abierta o disimulada. Este desenlace sombro no fue por cierto la causa del fin del boom que precedi a la mayor parte de esos contratiempos y en cierta medida los hizo inevitables. Ello sugiere cual fue el efecto de esa corriente de crdito e inversin, mas que poner las bases para una expansin sostenida del trafico, concedi unos aos de respiro al vinculo mercantil tal como se haba establecido en la poca anterior.

Los problemas creados por la simultnea modificacin del orden sociopoltico y del nexo externo en Latinoamrica eran de tal ndole que la mera introduccin de capitales, por lo menos en la magnitud que la economa metropolitana en esta etapa de su desarrollo poda orientar hacia la regin, no basta para resolverlos y si en cambio para agravarlos al hacer posible posponer el momento en que se hara indispensable buscar un modo de atenuar los demasiados violentos desequilibrios. El desenlace del breve boom de inversiones confirma, pero a la vez agrava, las alarmas que el impacto del nuevo orden mercantil despertaba ya hacia 1820. El extremo pesimismo que pasa a caracterizar los pronsticos es entonces en pare una reaccin frente al optimismo generado por el boom burstil. Las realidades de la nueva economa

Luego del derrumbe de la primera oleada de inversiones ultramarinas en 1825, se hace evidente que ciertos rasgos del nuevo orden econmico estn destinados a durar: entre ellos, el papel del comercio exterior como nacido de la economa. La consecuencia de estas restricciones era que las ramas de la economa ms capaces de expandirse eran las que requeran menor capital y fuerza de trabajo: la ganadera estaba as en ventaja sobre la agricultura y esta sobre la minera.

Las ventajas de ganadera y agricultura aparecen potencialmente contrarrestadas por una limitacin que la minera de metales preciosos debe temer menos: la del mercado. En la primera mitad del siglo XIX, el centro industrial crece ms rpido que el rea que esta estructurado como su periferia; la relacin de precios favorece entonces a esta en casi todos los rubros importantes de exportacin. La situacin solo comenzara a cambiar algunos rubros a mediados del siglo por competencia entre productores latinoamericanos por la de las propias economas metropolitanas y en parte por la concurrencia de reas extraeuropeas de ms reciente incorporacin (as para el algodn y mas adelante el cacao o el caf), la necesidad de reducir costos de produccin se har sentir entonces con mayor intensidad. En Bs.As del boom pecuario los viajeros hallan tan salvaje el aspecto de los ganados como el de los pastores, en Venezuela durante la febril expansin del caf, observadores apresurados no siempre perciben el lmite sutil que separa a los cafetales de la jungla.

La cada de precios no impone, mejoras tecnolgicas destinadas a aumentar la productividad y abandonar un estilo productivo que sin duda derrocha uno de los factores de produccin. El resultado es una expansin cuantitativa en un marco que incluye algunas innovaciones tecnolgicas menores, como en el Ro de La Plata el balde volcador, que reduce a la mitad la fuerza de trabajo necesaria para dar de beber al ganado cuando faltan cursos de agua; la expansin tiende as a mantener e incluso a agravar el arcasmo heredado.

Tanto los trficos con la pennsula como los que ligaban a los pases heredados de las antiguas colonias haban sufrido entorpecimientos al mismo tiempo que se abra para ellos el de las nuevas metrpolis econmicas: la nueva estrechez del mercado parece haber sido una de las razones ms eficaces para el estancamiento de la produccin agrcola de la costa peruana. Las dificultades en obtener mano de obra parecen tener consecuencias menos serias que las vinculadas con la escasez y caresta de capitales y las limitaciones del mercado.

Las nuevas condiciones de la economa crean as una brecha mas angosta de lo esperado para la expansin, esta abre a pesar de todo, posibilidades de acumulacin, sin duda ahora como en la primera etapa posterior a la apertura mercantil, son los nuevos comerciantes de ultramar los que pueden aprovecharlas mejor. Junto con esas reas expansivas de la economa hay un desemboque rival para los escasos recursos de capital, una salida tan atractiva como peligros, el crdito del estado, el aparato militar legado por las luchas emancipadoras es mas de lo que aquel puede sostener con sus recursos ordinarios. La economa y las finanzas imponen as duros lmites a las experiencias polticas que se inician.Una etapa de experimentacin poltica

El proyecto boliviano( cuando se evocan los experimentos polticos de la dcada de 1820 los de signo liberal parece dominar. Durante la lucha por la independencia, Bolvar haba buscado en el apego literal una de las razones mas serias de las derrotas sufridas por la revolucin tanto en Nueva Granada como en Venezuela. La experiencia acumulada en la guerra misma agregaba razones para el pesimismo: para Bolvar se haban socavado rasgos del orden colonial cuya vigencia segua siendo necesaria para asegurar la supervivencia de cualquier orden poltico, desde el equilibrio demogrfico entre las castas hasta el necesario acatamiento espontneo a la posicin eminente de quienes por origen y fortuna se hallaban en la cima de la sociedad.

Hay un equilibrio tnico y social que asegure la preeminencia a las elites criollas. La solucin poltica adecuada de abolengo irreprochablemente tradicional: la adopcin de uniforma de gobierno mixta que integra y equilibra los principios de la democracia, la aristocracia y la monarqua. La constitucin que redacta para Bolivia ofrece la expresin mas completa de la solucin bolivariana a los problemas vinculados con la organizacin interna de los nuevos estados: en 1826 cuando la redactaba para la republica que haba tomado su nombre, Bolvar esperaba verla adoptada por las dems desde Venezuela hasta Per.

Haba otro aspecto del legado prerrevolucionario que interesaba a Bolvar restaurar luego de la tormenta revolucionaria: era la articulacin de todas las antiguas colonias en un sistema poltico que conservara las dimensiones de la America Espaola, esa articulacin que en el pasado haba sido asegurada por la comunidad en el lazo colonial deba ahora apoyarse en una laxa estructura confederativa que no va mas all de una alianza permanente entre estados soberanos.

El lazo entre las antiguas colonias no quedara asegurado tan solo por ese sistema de alianzas permanentes y vnculos confederales. En la mente de Bolvar deba ser consolidado por un agente externo: Gran Bretaa como protectora de hecho de las nuevas republicas, deba convertirse en su aliada privilegiada a la vez que en su ms interlocutora mercantil. Bolvar vea en efecto con extrema alarma el dinamismo expansivo de USA. Esa alarma naca en parte de la proyeccin a la esfera de las relaciones internacionales de otra que estos hallaran menos admirable: era la que despertaba en Bolvar el potencial expansivo de la democracia cuyo representante en el sistema mundial era a su juicio USA y que pareca difcil de frenar en Hispanoamrica.Conservar en beneficio ahora exclusivo de la elite criolla las jerarquas del antiguo orden e innovar sobre este, primordialmente mediante el establecimiento de un lazo externo polticamente menos rgido y menos oneroso a los intereses fiscales y econmicos de las antiguas colonias.La disidencia de Bolvar frente al consenso postrevolucionario tenia otra dimensin quizs mas importante, los mas liberales dentro de ese consenso aspiraban a completar las emancipacin a borrar por entero la herencia del antiguo rgimen; quienes descubran frente a ese pasado un eco de nostalgia que no estaban dispuestos a confesarse ni aun a si mismos lo juzgaban ya imposible de resucitar, la consecuencia fue esa elite criolla que en la intencin de Bolvar deba ser la protagonista y la beneficiaria de su proyecto poltico revelo pronto que careca a la vez de la posibilidad y de la ambicin de desempear ese papel en el marco poltico institucional definido por el proyecto bolivariano. El proyecto liberal

Para una posterioridad obsesionada por las revoluciones sociales del siglo XX basta a menudo advertir que la audacia innovadora de ese primer liberalismo se detiene frente a las jerarquas sociales vigentes para concluir que el escndalo que evoco se basa en un malentendido. En el liberalismo de la dcada de 1820 confluan tendencias y tradiciones solo parcialmente armonizadas en el reino de las ideas y no siempre capaces de orientar unvocamente cursos de accin. La mas evidente es la adhesin al modelo liberal-constitucional- Esa adhesin no es, sin embargo exclusiva al liberalismo, le es ms propia la disposicin a llevar hasta sus extremos la implantacin de ese modelo poltico, hecho extensivo aun a reformas que en ultramar reconocieron inspiracin democrtica, aunque no era seguro que la conserven en la visin hispanoamericana. Aqu el federalismo ofreca el marco institucional mas adecuado a la democracia, no pocos vieron en el federalismo a veces adoptado por los liberales mas extremos una confirmacin de que su accin abra una brecha para nuevos avances democrticos.En la orientacin federal es difcil no ver las aspiraciones de los excluidos por la elite principal de casa nuevo estado a la cual la solucin centralista facilita una gravitacin poltica. As parecen entenderlo los contemporneos: al federalismo de algunos liberales, as como al perfeccionismo institucional que es rasgo ms comn entre ellos, le reprocharn sobre todo su irrelevancia en la esculida y debilitada Hispanoamrica que emerge de la crisis de independencia. Centralistas o federalistas, los lderes buscaban a travs de la reforma del estado cerrar el hiato entre este y la sociedad: innovaciones introducidas en orden disperso, como la instauracin de jurados de imprenta o la descentralizacin del control electoral suelen reconocer esa aspiracin. Ahora bien, en ausencia de cualquier aspiraron democrtica, el acercamiento entre este y la elite, se entiende as la simpata de tantos de sus integrantes por el liberalismo, en la que Bolvar se obstinaba en ver una alianza antinatural de aristcratas y demagogos. Lo que finalmente aparta a la opinin publica de las soluciones liberales no es el temor ante sus potencialidades democrticas sino la conviccin de que la debilitada Hispanoamrica nada necesitaba menos, por el momento que una poltica de reformas, capaz de agregar nuevas razones de discordia e introductora de un nuevo estilo de convivencia en circunstancias poco propicias. El otro gran obstculo legal a la realizacin plena de ese ideal: el patrimonio de la iglesia y de las ordenes retirado de los canales normales de circulacin econmica, aqu venia el liberalismo a reconocer un adversario que volvera a encontrar oponindose a mas de una de sus dems aspiraciones, y a confirmar as que la reforma poltica y la econmico-social deban tener que sacudiese el imperio ejercido por el catolicismo tradicional tras ellas. Tambin en este punto el liberalismo prolongaba el reformismo ilustrado.

Distinta era en primer lugar la iglesia deshecha y rehecha por el impacto de la revolucin, con sus iglesias nacionales despojadas en parte de sus races jurdicas y patrimoniales locales y sometidas ms que nunca en el pasado al gobierno del centro vaticano. Ese cambio va ms all de una concentracin de poderes en la cspide de la burocracia eclesistica: el ultramontanismo para a ser un elemento esencial de una fe que se ha tornado militante a travs de la prueba de la revolucin y encuentra su expresin popular en la creciente devocin por la figura del sucesor Pedro. Las reformas liberales podan retomar en lo esencial las ilustradas aun as la ilustracin espaola se haba colocado bajo el signo de la modernidad cristiana: aspiro a renovar a la vez la sociedad, la cultura y la piedad heredadas, pero esa renovacin deba reservar a un catolicismo tambin el renovado el lugar central en la vida espaola que haba tenido el tradicional. Nada revela mejor el ncleo del conflicto que el que va a enfrentar la iglesia y Masonera. En ese contexto transformado, las tentativas lanzadas en orden disperso para erosionar en algn punto el estatuto tradicional de la iglesia y las rdenes eran inevitablemente vistas como el punto de partida para una revisin radical del orden tradicional, que haba ubicado la vida pblica hispanoamericana bajo un signo cristiano y catlico.

Un nuevo orden poltico?

Si la dcada de 1820 fue casi toda Hispanoamrica de febril experimentacin poltica, en la siguiente se impone una actitud menos abierta que se expresa en un consenso caracterizado como conservador y que lo inspira una preocupacin por la fragilidad del orden postrevolucionario. Este conservadurismo conserva mas de un motivo trado al debate poltico por el liberalismo y ello no solo cuando sus objeciones al esfuerzo de reforma liberal.Esta etapa como la anterior esta marcada por diferencias notables entre las trayectorias de los diferentes estados en los que han venido a dividirse las indias espaolas, ambas etapas ahondan la identidad nacional en identidades polticas que al nacer no podan contar con ella. Este proceso y las heterogneas evoluciones que lo acompaan, solo podr seguirse en cada estado, listo a encuadrar una nacin. PAGE 6