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1 Trayectorias reproductivas y prácticas de atención a la salud materna entre mujeres indígenas de Guerrero en México. Lina Rosa Berrio Palomo. Doctorado en antropología. Universidad Autónoma Metropolitana. México [email protected] Palabras claves: Mujeres indígenas. Maternidad. Prácticas de atención. Género. Reproducción. Introducción. El propósito de este artículo es describir el tipo de atención obstétrica de mujeres indígenas amuzgas y mixtecas, de distintos grupos etarios, destacando sus principales diferencias y similitudes. La atención obstétrica será analizada como parte de la trayectoria reproductiva de las mujeres, en la medida en que se considera que esta dimensión de la vida está regulada, parcialmente, por la cultura reproductiva y forma parte de las prácticas y significados asociados con el matrimonio, la descendencia, el número de hijos, el espaciamiento, el trabajo reproductivo y la división del trabajo al interior del grupo familiar y de parentesco. El análisis se centra en las mujeres en edad reproductiva, en dos municipios de la costa chica de Guerrero en México, y el foco lo constituyen entonces las trayectorias reproductivas y prácticas de atención durante el embarazo y el parto. Metodología utilizada: Este trabajo es parte de una investigación cualicuantitativa en dos comunidades, una amuzga y una mixteca, correspondientes a los municipios de Ometepec y San Luis Acatlán, desarrollada en el marco de mi investigación de tesis doctoral; y recuperando la experiencia de trabajo en promoción de la salud materna desarrollada durante 8 años en la región 1 . El trabajo de campo fue realizado durante los meses de abril de 2008 a enero de 2009. En la fase inicial del mismo, realicé una encuesta reproductiva con 100 mujeres en edad reproductiva de 15 a 49 años para identificar cuál era el comportamiento reproductivo en la región y compararlo con los datos nacionales proporcionados por las últimas encuestas nacionales de salud sexual y reproductiva (Ensar 2003), la Encuesta de salud y demografía de mujeres indígenas (Ensademi 2008), y la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009. Lo anterior permitiría mirar cómo se manifestaban en la región las tendencias allí señaladas, así 1 En el marco del trabajo de promoción de la salud materna y formación de promotoras comunitarias indígenas desarrollado desde Kinal Antzetik Distrito Federal A.C. una organización no gubernamental dedicada al trabajo en promoción de derechos, ciudadanía y salud integral.

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TTrraayyeeccttoorriiaass rreepprroodduuccttiivvaass yy pprrááccttiiccaass ddee aatteenncciióónn aa llaa ssaalluudd

mmaatteerrnnaa eennttrree mmuujjeerreess iinnddííggeennaass ddee GGuueerrrreerroo eenn MMééxxiiccoo..

Lina Rosa Berrio Palomo.

Doctorado en antropología.

Universidad Autónoma Metropolitana. México

[email protected]

Palabras claves: Mujeres indígenas. Maternidad. Prácticas de atención. Género.

Reproducción.

Introducción. El propósito de este artículo es describir el tipo de atención obstétrica de mujeres

indígenas amuzgas y mixtecas, de distintos grupos etarios, destacando sus principales

diferencias y similitudes. La atención obstétrica será analizada como parte de la

trayectoria reproductiva de las mujeres, en la medida en que se considera que esta

dimensión de la vida está regulada, parcialmente, por la cultura reproductiva y forma

parte de las prácticas y significados asociados con el matrimonio, la descendencia, el

número de hijos, el espaciamiento, el trabajo reproductivo y la división del trabajo al

interior del grupo familiar y de parentesco.

El análisis se centra en las mujeres en edad reproductiva, en dos municipios de la costa

chica de Guerrero en México, y el foco lo constituyen entonces las trayectorias

reproductivas y prácticas de atención durante el embarazo y el parto.

Metodología utilizada: Este trabajo es parte de una investigación cualicuantitativa en dos comunidades, una amuzga y una mixteca, correspondientes a los municipios de Ometepec y San Luis Acatlán, desarrollada en el marco de mi investigación de tesis doctoral; y recuperando la experiencia de trabajo en promoción de la salud materna desarrollada durante 8 años en la región1. El trabajo de campo fue realizado durante los meses de abril de 2008 a enero de 2009. En la fase inicial del mismo, realicé una encuesta reproductiva con 100 mujeres en edad reproductiva de 15 a 49 años para identificar cuál era el comportamiento reproductivo en la región y compararlo con los datos nacionales proporcionados por las últimas encuestas nacionales de salud sexual y reproductiva (Ensar 2003), la Encuesta de salud y demografía de mujeres indígenas (Ensademi 2008), y la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2009. Lo anterior permitiría mirar cómo se manifestaban en la región las tendencias allí señaladas, así

1 En el marco del trabajo de promoción de la salud materna y formación de promotoras comunitarias

indígenas desarrollado desde Kinal Antzetik Distrito Federal A.C. una organización no gubernamental dedicada al trabajo en promoción de derechos, ciudadanía y salud integral.

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como tener un panorama reproductivo que posteriormente pudiera servir de marco general para el trabajo etnográfico y las entrevistas en profundidad con un grupo más reducido.

Para efectos del análisis dividí la muestra en tres grupos de edad: mujeres jóvenes de 15 a 24 años; mujeres de 25 a 34 años (que llamaré medianas) y mayores de 35.

Cuadro resumen entrevistadas por grupo de edad y comunidad.

Localidad de residencia

Total Huixtepec

(Amuzgas) Cuanacaxtitlán

(Mixtecas)

Grupos de edad

Jóvenes

15-24 años 16 22 38

Medianas

25-34 años 18 15 33

Mayores

35-49 años 14 15 29

Total 48 52 100

Estos tres grupos no corresponden a tres generaciones distintas sino a una clasificación que permite dar cuenta de elementos biosicosociales que definen experiencias, identidades colectivas, roles y lugares sociales comunes ocupados por las integrantes de cada grupo en la estructura de parentesco y comunitaria. Igualmente, permite observar el modo en que se van configurando las transiciones en el curso de vida hacia la adultez social, a través de la reproducción y las decisiones asociadas a ella.

A partir de allí se trabajaron entrevistas en profundidad con 18 mujeres de los tres grupos etários y de ambos pueblos indígenas, para mirar cómo se dan esas transformaciones en tres conjuntos ubicados en momentos diferentes de su propia historia reproductiva, de su proceso de incorporación en las redes familiares y en las redes sociales comunitarias. El eje analítico en el cual me muevo entonces es el de “trayectorias reproductivas”, al cual me referiré a continuación.

Trayectoria reproductiva:

Recuperando la noción de “Curso de Vida” desarrollado por diferentes autores provenientes de la demografía y las ciencias sociales ( Elder 1985 y 1987; Solis et al 2008; Hockey and James, 2003; Pérez-Baleón 2010), utilizaré la noción de trayectorias reproductivas para referirme a procesos longitudinales asociados a la edad, que a su vez están conformados por una serie de transiciones o eventos cruciales en la vida de las personas, los cuales permiten observar el modo en que dichas transiciones se van concatenando y definiendo la trayectoria específica de la persona, grupo o cohorte analizado, en un periodo de tiempo mayor.

Estas transiciones dan cuenta de comportamientos individuales que a su vez están definidos y reglamentados socialmente. En ese sentido corresponden a universos socioculturales específicos y marcan cambios en el rol, en el status, en la identidad, y en el lugar social ocupado por las personas a medida que van transitando por dichos

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eventos. Las trayectorias pueden corresponder a diversos aspectos de la vida social y en ese sentido se pueden realizar trayectorias laborales, reproductivas, escolares, de migración, etc; o bien combinar varios aspectos en el análisis (Solis et al 2008).

Vale la pena señalar que estas trayectorias no sólo están mediadas por la cultura sino que también son impactadas por aspectos relacionados con las condiciones socioeconómicas, la clase, el género y la generación. Las transiciones o el orden de las mismas, están genéricamente definidas, cambian de una generación a otra y pueden sufrir modificaciones en las formas en que se manifiestan o los rituales de paso establecidos por cada grupo para marcar los tránsitos, aunque el sentido o la significación profunda de los mismos se mantenga a través de diferentes generaciones.

La perspectiva de curso de vida, tal como ha sido conceptualizada por Hockey and James (2003), nos permite ver la conexión entre edad, identidades sociales y poder, partiendo de considerar la identidad asociada a la edad como un proceso en constante movimiento, en tránsito permanente y no como una serie de pasos o secuencias fijas establecidas previamente y que las personas van atravesando de manera estática según lo esperado. En ese sentido discute con la noción de ciclo de vida tradicionalmente utilizada por las ciencias sociales mediante las cuales se concebían una serie de etapas y funciones fijas a través de las cuales se iban moviendo las personas a medida que envejecían. Tales patrones cíclicos se repetían sin mayores cambios a través de las generaciones.

Desde esta noción de curso de vida que yo recupero a partir de los autores, se conciben estos tránsitos como un proceso, un devenir en permanente construcción y resignificación, inmersos en una red de relaciones y procesos sociales que impactan de manera significativa y definen las posibilidades de dicho curso, al mismo tiempo que permite comprender la agencia personal en el modo como los individuos van configurando su propio sentido y son “autores de sí mismos” en el curso de la experiencia de vida.

A partir de tales consideraciones, en este articulo retomaré exclusivamente lo relacionado con las trayectorias reproductivas de las mujeres con las cuales trabajé, recuperando las transiciones más significativas en la configuración de dicha trayectoria, de tal manera que podamos observar el modo en que ellas se actualizan y diferencian en cada grupo de edad. Si bien mi foco son las trayectorias reproductivas, estas no pueden ser disociadas del ejercicio de la sexualidad e incluso de momentos simbólicos que marcan para las mujeres un momento de transito a partir del cual pueden físicamente reproducirse como es la menarquía, pero que en la construcción social implican la potencialidad del “convertirse en mujer” o lo que Macallum (2008) llama “lograr una identidad adulta femenina”; lo cual implica una ruptura con la infancia y un evento que marca el inicio de muchos tránsitos hacia la adultez social.

Hoy, en contextos rurales e indígenas ese relación tan marcada anteriormente entre “la primera luna”, es decir la menarquía, y los rituales de unión posterior, se ha debilitado. Al mismo tiempo que cambios físicos derivados posiblemente de la alimentación podrían estar marcando una presencia más temprana de la primera

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menstruación en las chicas más jóvenes respecto a las mujeres de mayor edad2, también es posible observar la ausencia de relación directa entre este evento y la unión.

En ese sentido considero el inicio de la trayectoria a partir de la primera relación sexual incorporando las siguientes transiciones: inicio de las relaciones sexuales; inicio de la vida conyugal, edad a la primera gesta; número total de gestas y edad a cada una de ellas, uso de métodos de anticoncepción y tipo; así como, en el caso de las mujeres mayores de 35 años, edad a la última gesta. Estos eventos signficativos están atravesados por otros ejes analíticos, que no desarrollaré en este texto, como sexualidad, maternidad, relaciones de parentesco y comunitarias, que son los marcos normativos en medio de los cuales se toman las decisiones sobre la vida reproductiva.

En la segunda parte del texto mostraré brevemente las prácticas de atención utilizadas y los curadores con los cuales se acude a lo largo de esa trayectoria reproductiva de la propia mujer, y como ello también se va modificando en tres niveles: tanto generacionalmente en una dimensión colectiva de cohorte o grupo, como a lo largo de la propia trayectoria individual de cada mujer en sus diversas gestas y finalmente en un mismo proceso de gestación donde se va transitando de un sistema médico a otro según la etapa en la cual se encuentre la mujer (embarazo, parto o puerperio).

A través de la reproducción las mujeres y hombres no sólo configuran su propia historia de vida sino que se insertan en la estructura social comunitaria garantizando la reproducción de la misma, tanto en términos poblacionales como culturales. En ese sentido, argumentaré que la adultez social no está definida desde una perspectiva de la edad exclusivamente sino también de elementos asociados a la producción y la reproducción, que se configuran en un largo periodo de tiempo cuyo primer evento clave es el inicio de la conyugalidad, y donde el parentesco por alianza juega un papel central. Planteo que la vivencia de la maternidad es un hilo conductor que permite dar cuenta de esas transformaciones sociales en tanto marca momentos que por supuesto no son fijos, pero muestran el lugar social ocupado por las mujeres en la estructura de parentesco y social, el cual se reconfigura a lo largo de su propia trayectoria reproductiva.

Señalo que en ese tránsito a la adultez social donde hombres y mujeres se constituyen como garantes de la reproducción social, hay distintos momentos y experiencias vitales que marcan el lugar y el reconocimiento social a las identidades a lo largo de la vida como hijas, esposas, nueras, madres o suegras. Tales identidades no se superponen mecánicamente sino que están en constante negociación y se presentan de manera simultánea algunas de ellas pero analíticamente me permiten mostrar esos cursos de vida que cada grupo de edad va atravesando, así como las experiencias reproductivas y de atención asociadas a ellos.

El primer grupo, constituido por las mujeres mas jóvenes, permite ver las dinámicas cambiantes de esta generación en torno a la escolaridad, la unión, etc, pero al mismo tiempo reactualizan en sus experiencias y prácticas el primer momento del aprendizaje

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social marcado por el inicio de la vida en pareja, la maternidad y el desarrollo de habilidades genéricamente definidas que la preparan para el segundo momento. Este es el momento de aprender, de ser cuidada por otros quienes juegan un papel central en las definiciones sobre las prácticas de atención.

En el grupo intermedio de 25 a 34 años, las mujeres se encuentran en la cúspide de la vida reproductiva y en promedio se tienen alrededor de 5 hijos al finalizar esta etapa. Es un periodo marcado por el establecimiento de su propia residencia con su núcleo familiar y a su vez por un periodo de mayor independencia como pareja en torno a las propias decisiones reproductivas. Es justamente el momento de tránsito entre el ser cuidada por la suegra y cuidar de otra mujer (la nuera). Estas mujeres deben responsabilizarse de su propia unidad doméstica, de su familia, con una cierta experiencia reproductiva pero aún sin cerrar esta etapa. Es un momento marcado por toma de decisiones individuales y de pareja más marcadas, por el autocuidado y la autoatención en las prácticas reproductivas; así como por una inserción total en el mundo productivo, tanto por parte del hombre como de la mujer.

Finalmente encontramos a las mujeres mayores del último grupo. Edad que puede ser muy joven en otros contextos pero aquí marca un lugar social de madres-suegras-abuelas, e implica el cierre de la vida reproductiva. Estas mujeres de 35 años o más, generalmente han tenido ya todos los hijos que pensaban tener y aunque algunos de ellos sean pequeños todavía, los mayores ya se encuentran en su propio proceso de selección de esposas que se integran al núcleo familiar bajo la conducción de estas mujeres madres-suegras.

Son mujeres con una larga experiencia reproductiva, que han vivenciado a lo largo de ésta, diversos programas de gobierno y políticas públicas orientadas a la reproducción. Del mismo modo, es el grupo con mayor acceso a programas de beneficio social como Oportunidades, el cual a su vez implica una serie de obligaciones en torno a la salud.

Cada uno de estos grupos nos permite ver entonces de qué modo se configuran esas trayectorias, cómo se transforman según la edad y como son impactadas por programas, políticas o cambios estructurales asociados a la economía, la educación, la salud, entre otros. Para efectos de este texto no me detendré en estos asuntos estructurales y centraré mi atención en la descripción de sus trayectorias reproductivas.

Me interesa mostrar inicialmente que, pese a las diferencias entre estos tres grupos, , sus trayectorias reproductivas presentan grandes semejanzas respecto a la edad en la cual tienen lugar ciertos eventos claves de su vida sexual y reproductiva. Como lo veremos en el siguiente cuadro, todas las mujeres encuestadas presentan una edad mediana de inicio de la vida sexual alrededor de los 16 años, inmediatamente seguida del inicio de vida conyugal a esa misma edad. La primera gesta se produce en promedio un año después de este evento, y a partir de allí encontramos periodos intergenésicos de dos años aproximadamente.

Tabla 1. Trayectoria reproductiva de los tres grupos etários.

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Trayectoria reproductiva. Edad mediana de inicio de vida sexual, conyugal y gestas

GRUPO ETARIO IVS/IVC

Gesta 1

Gesta 2

Gesta 3

Gesta 4

Gesta 5

Gesta 6

Gesta 7

Gesta 8

Gesta 9

Gesta 10 en adelante

15 a 24 años 16 17 18 21 21 25 a 34 años 16 18 19 22 24 26 29 29

35 años o más 16 17 19 21 23 26 29 31 34 37 38

Fuente: elaboración propia a partir de la encuesta reproductiva realizada.

Al graficar esta trayectoria observamos las profundas semejanzas entre los tres grupos:

3

3 NOTA DE EDICION: DECIDIR CUAL DE LAS DOS GRAFICAS SE QUEDA POR SER MAS CLARA O DE FACIL

INTERPRETACION.

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Ahora bien, cada uno de estos grupos presenta una serie de características específicas que permiten entender la forma como se configuran estas trayectorias. A continuación presentaré algunas de cada grupo seleccionado, para posteriormente analizar su comportamiento reproductivo y prácticas de atención en salud durante el embarazo, parto y puerperio

LAS MUJERES JÓVENES:

De los 3`115.202 guerrerenses registrados en el censo de población de 2005, el 18.78% , es decir, un poco más de medio millón (585.344), son jóvenes entre 15 y 24 años de edad. En Ometepec este grupo está conformado por 10.682 personas y en San Luis Acatlán por 11.509. En Cuanacaxtitlán son 897 hombres y mujeres en este rango de edad mientras en Huixtepec son 900.

Dado el peso poblacional de este sector, en la encuesta reproductiva realizada en las dos comunidades, las mujeres de este grupo de edad constituyen casi el 40% de la muestra pues fueron encuestadas 38 de ellas entre amuzgas y mixtecas.

Es importante destacar el alto nivel de bilingüismo existente es este grupo pues el 85% de las encuestadas domina su lengua materna y el español4. El resto sólo habla español. Este es un dato que merece la pena destacarse pues define en parte las posibilidades de diálogo y negociación con otros actores por fuera de la comunidad y particularmente con el personal de salud, el cual se realiza en español. Del mismo modo es relevante para dar cuenta de las relaciones establecidas con ellos y las posibilidades de comprensión del discurso biomédico, especialmente en el marco de procesos de atención a la salud, materializados en la consulta prenatal, el parto, la realización de estudios especializados, así como en procedimientos relacionados con el acceso y uso de programas gubernamentales.

Si bien todas comprendían y hablaban español, lo cual nos remite a una diferencia generacional respecto de sus madres o abuelas, varias se sentían más cómodas conversando conmigo en su lengua y que alguien me tradujera; o bien, cambiaban de registro de inmediato en cuanto llegaba otra mujer de su misma comunidad. Sin embargo, la utilización masiva de su lengua en la interrelación con el personal de salud está fuera de lugar y siguen sin crearse las condiciones para garantizar esta posibilidad de comunicación con ellos en sus propios códigos lingüísticos.

Respecto a la escolaridad podemos mencionar que es alta, ubicándose en promedio por arriba de la secundaria. El 68% de ellas presentan una escolaridad superior a la primaria; la mitad accedió a secundaria y casi un 20% a estudios de prepa o incluso superior.

Como se observa en la siguiente tabla, a diferencia de las mujeres mayores de 35 donde casi el 40% no accedieron a ningún grado de escolaridad, en las mujeres

4 Los datos del conteo nacional de población no traen desagregación por edad respecto a la condición de

hablante de lengua indígena e incluye a todas las personas mayores de 5 años. Para Huixtepec el total de población hablante reportada es de 2100 persona, (64.6%) de los cuales 1095 son mujeres. En el caso de Cuana son 2.382 hablantes de lengua indígena, equivalentes al 72.8% de la población y de ellos 1.198 son mujeres. Fuente: Conteo Nacional de Población 2005.

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jóvenes este porcentaje es mínimo (13%). Del total de encuestadas de 15 a 24 años de edad, cinco no estudiaron y tres cuentan con primaria incompleta El mayor contraste se encuentra con las mujeres mayores de 35 años pues el 37.9% de ellas no tuvo acceso a educación y el55% lo hizo hasta la primaria. Ninguna de las mujeres de este último grupo, accedió a secundaria y mucho menos a prepa lo cual ya es un hecho bastante común entre las jóvenes.

Tabla 2. Escolaridad según grupo de edad.

Cuadro resumen Escolaridad por grupo de edad

Nivel de escolaridad

Sin escolaridad

Primaria incompleta y completa

Secundaria incompleta y completa

Preparatoria incompleta, completa o

estudios superiores

Grupos de edad

Jóvenes

15-24 años 5 7 19 7

13.2% 18.4% 50.0% 18.4%

Medianas

25-34 años 2 18 10 3

6.1% 54.5% 30.3% 9.1%

Mayores

35-49 años 11 16 2 0

37.9% 55.2% 6.9% .0%

Total 18 41 31 10

18.0% 41.0% 31.0% 10.0%

Fuente: elaboración propia a partir de la encuesta reproductiva realizada.

Es importante señalar que no hay diferencias significativas en la escolaridad entre amuzgas y mixtecas lo cual nos permite identificar que el incremento de la misma entre las mujeres jóvenes es una característica general en la región, tal como ocurre a nivel nacional (Censo 2010). Ello obedece en parte, a la ampliación de las opciones educativas disponibles pero también a modificaciones en la percepción respecto al rol de las mujeres y la importancia de la educación para este grupo. Muchas de las mujeres mayores han manifestado que la razón por la cual no accedieron a educación fue la noción imperante en su época respecto a la poca necesidad de instrucción para las mujeres pues al final se dedicarían al hogar.

Es claro entonces y podemos señalar como una conclusión, que una transformación importante en la región es el mayor acceso a escolaridad para las mujeres puesientras encontramos importantes niveles de escolaridad entre las jóvenes; estos van decreciendo de manera significativa en tanto se incrementa la edad de las mujeres.

Este aumento de la escolaridad, tiene un impacto en algunos aspectos de su vida, entre ellos el inicio de la conyugalidad. Tal como la han planteado otros autores, el incremento en la escolaridad, y la mayor permanencia en el sistema educativo, contribuye a retrasar la edad de unión y por consiguiente la edad a la primera gesta.

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En el grupo de mujeres encuestadas, la edad mediana a la cual se produjo la unión conyugal es 16 años independientemente del grupo etário al cual se pertenezca. Sin embargo, al revisar con detalle el siguiente cuadro de escolaridad por edad al momento de la unión, aparecen algunos matices interesantes. Por ejemplo, podemos observar que quienes tenían menores niveles de escolaridad se casaron más tempranamente; por ejemplo 85% de las mujeres sin escolaridad se casaron entre los 15 y los 17 años, mientras el 48% de quienes tenían secundaria y el 60% de quienes contaban con prepa o estudios superiores, se unieron a los 18 años o más5. En consecuencia con ello, la edad de la primera gesta también se retrasó de tal manera que seis de cada diez mujeres sin escolaridad tuvieron su primer hijo entre los 16 y los 18 años, mientras la mitad de quienes tuvieron acceso a prepa o más, vivieron esa experiencia después de los 18 años.6 También puede tener un impacto significativo en sus prácticas de atención al igual que en las prácticas reproductivas relacionadas con el espaciamiento de los embarazos, como lo veremos al revisar el uso de métodos de planificación familiar.

Tabla 3. Nivel de escolaridad por edad a la unión.

Ahora bien, es necesario matizar estos hallazgos pues no obstante se empiezan a observar estos pequeños cambios, también es cierto que las mujeres, paralelamente al incremento de su escolaridad, se encuentran inmersas en un entramado social cuya normatividad orienta hacia el establecimiento de uniones conyugales a temprana edad y como consecuencia de ello, un inmediato inicio de la vida reproductiva como lo veremos más adelante en el apartado sobre comportamiento reproductivo.

Estado civil:

5 Ver tabla No__ Nivel de escolaridad por edad a la unión.

6 Ver tabla No__ Nivel de escolaridad por edad a la primera gesta.

Nivel de escolaridad por edad a la unión

Edad al momento de la unión

Total Menos de 15

años Entre 15 y 17 años

18 años o más

Nivel de escolaridad

Sin escolaridad

1 15 2 18

5.6% 83.3% 11.1% 100.0%

Primaria incompleta y completa

5 22 14 41

12.2% 53.7% 34.1% 100.0%

Secundaria incompleta y completa

6 10 15 31

19.4% 32.3% 48.4% 100.0%

Preparatoria incompleta, completa o estudios superiores

1 3 6 10

10.0% 30.0% 60.0% 100.0%

Total 13 50 37 100

13.0% 50.0% 37.0% 100.0%

10

Todas las mujeres jóvenes encuestadas, excepto una, están actualmente en unión, viven con su pareja y se dedican a su hogar. La edad mediana de unión fue a los 16 años, igual que en los otro grupos. Seis de cada 10 están en unión libre y el resto casadas. Hay una mayor presencia de uniones libres entre las mixtecas respecto a las amuzgas y claramente se evidencia una diferencia generacional respecto a los otros grupos, en el alto número de uniones libres existentes aquí. Ello obedece a un incremento de las uniones consensuadas al mismo tiempo que a un periodo de convivencia previo al matrimonio, el cual puede durar años, mientras se consiguen los recursos necesarios para realizar la boda.

Tabla 4. Grupos de edad por estado civil.

Grupos de edad por estado civil

Estado civil

Casada Unión libre

Soltera, viuda o

separada

Grupos de edad

Jóvenes 15-24 años

16 19 3

42.1% 50.0% 7.9%

Medianas 25-34 años

20 12 1

60.6% 36.4% 3.0%

Mayores 35-49 años

25 1 3

86.2% 3.4% 10.3%

Total 61 32 7

61.0% 32.0% 7.0%

Como se espera en esta primera etapa de la vida conyugal, seis de cada diez jóvenes en unión viven con sus parientes de alianza y 3 con su familia de origen. De este modo ellas y sus parejas forman parte y están completamente insertas en la dinámica de la familia extensa que generalmente incluye suegros, cuñados, concuñadas de la mujer; o bien, padres, madres, hermanos, sobrinos, etc. Las pocas que moran en residencia independiente con su familia nuclear, corresponden al grupo de mayor edad, es decir de 20 a 24.

Tabla 5. Grupos de edad por hogar de residencia

Grupos de edad por hogar de residencia

Con quiénes vive

Familiares Mamá Residencia

independiente Suegros

Grupos de edad

Jóvenes 15-24 años

8 3 5 22

21.1% 7.9% 13.2% 57.9%

Medianas 25-34 años

1 1 28 3

3.0% 3.0% 84.8% 9.1%

Mayores 0 1 27 1

11

35-49 años .0% 3.4% 93.1% 3.4%

Total 9 5 60 26

9.0% 5.0% 60.0% 26.0%

Como explicaré en el apartado de sexualidad y reproducción, tal comportamiento es coherente con la normatividad social en torno a los procesos de construcción de la familia, los cuales incluyen un periodo de residencia viripatrilocal, posteriormente una etapa de residencia propia con integrantes de la familia nuclear y finalmente de nuevo la constitución de una familia extensa incluyendo las esposas e hijos de los hijos. Por eso podemos ver en el cuadro, el considerable incremento en el porcentaje de mujeres que tienen ya una residencia independiente con su familia nuclear, a partir del segundo grupo y más claramente entre las mujeres mayores que alcanza un 93% del total de ese grupo y la única que vive con su suegro es porque ellos cuidan del señor que es viudo y de mucha edad.

Ocupación

La mayoría de sus esposos o parejas trabaja en el campo como peón pero varios desempeñan oficios diversos como ayudantes de herrería, chofer, músicos, entre otros. Ellas por su parte, se dedican a las labores del hogar, una es estudiante y otra trabaja. Su vida cotidiana se mueve entre las tareas domésticas en casa de sus suegros donde ayudan en la preparación de los alimentos, especialmente moler el maíz y preparar tortillas pero también en otro tipo de preparaciones, bajo la orientación de su suegra o de las otras mujeres mayores. Se encargan también de acciones de limpieza de platos, espacios físicos, su ropa y la de sus esposos. Si hay otras mujeres en la casa como cuñadas o concuñadas, estas tareas se distribuyen pero es común que a la última en llegar de alguna manera se le pida un poco más o se le recargue trabajo por parte de las otras.

Si la mujer aún no tiene hijos estas son sus actividades básicas y si el esposo cuenta con milpa ocasionalmente lo ayuda o le lleva el alimento. Normalmente las parejas con pocos hijos aún conservan espacios propios en la tarde para estar juntos o platicar , en la terraza, en el patio, en su cuarto. Si ya tienen hijos buena parte del tiempo de las mujeres está dedicado a las labores de cuidado infantil y en la tarde o en la noche al regresar a casa, algunos hombres comparten con sus hijos, acompañándolos a la hora de cenar, cargándolos o jugando con ellos según su edad.

Estas mujeres jóvenes ocupan en la nueva familia donde se integran, el lugar de nueras, cuñadas, concuñadas, o tías. Algunas más jóvenes o recién llegadas a dicho núcleo están encontrando su lugar en él, conociendo a los integrantes, adaptándose a sus costumbres, relaciones, formas de preparación de alimentos, etc. De alguna manera la nueva nuera está siendo probada y conocida por ellos; su lugar de poder es limitado respecto a los otros integrantes de este grupo doméstico que le precedieron, bien en edad o bien en tiempo de llegada al núcleo familiar7. A medida que pasa el

7 Estas diferencias se pueden observar de manera más clara en las interacciones en la vida doméstica,

especialmente en las labores y oficios desarrollados por las mujeres y no sólo se presenta entre suegras

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tiempo, que tiene hijos, gana experiencia, se crean relaciones de confianza y afecto con su nueva familia de alianza, esta situación se va modificando y comienza a dejar de ser vista como menor o extraña. Igualmente para ellas, aún cuando sean bien recibidas por sus suegros y familiares, requieren un tiempo de adaptación, perder la pena, integrarse a los nuevos ritmos y rutinas.

COMPORTAMIENTO REPRODUCTIVO:

Como lo han mostrado otras investigaciones sobre el tema en América latina y México, el inicio de la sexualidad y la conyugalidad ocurre de manera más temprana en contextos rurales e indígenas. Los datos nacionales muestran que la edad media de la primera relación sexual es a los 19.6 años y de la primera unión a los 21.88, sin embargo, entre las mujeres indígenas, ambos eventos ocurren antes. La edad mediana de inicio fue de 16 años.

Para todos los grupos de edad, el inicio de la vida sexual está fuertemente asociado al inicio de la vida conyugal, a tal punto que prácticamente se fusionan estos dos eventos. Como lo muestro en la tabla siguiente, el 21.1% inició su vida sexual y conyugal antes de los 15 años y el 65.8% se unió entre los 15 y los 18 años. La edad mediana de inicio de vida conyugal es idéntica a la de inicio de vida sexual corroborando esta fuerte asociación entre sexualidad y conyugalidad. La diferencia es que entre las jóvenes, fue mucho más común que primero se presentara la relación sexual y como consecuencia de ello se formaliza la unión, sin embargo el lapso de tiempo entre una y otra es de horas, días o máximo semanas como lo veremos en el apartado sobre sexualidad y reproducción. Para las mayores en cambio, primero se hizo el ritual de pedida, luego la unión conyugal mediante matrimonio y finalmente ocurrió el inicio de la vida sexual. Esto nos muestra transformaciones entre los tres grupos, respecto las formas de establecimiento de la unión, si bien la edad mediana del evento se mantiene similar.

Tabla 6. Grupos de edad por inicio de vida sexual.

Grupos de edad por inicio de vida sexual

Inicio de vida sexual

Total

12 a 14 años 15 a 18 años más de 18

años

y nueras o entre mujeres integrantes de la familia del varón y las recién llegadas. Entre las propias nueras se marcan según el momento de llegada al núcleo pero sobre todo en función de su habilidad para desempeñarse en las labores de cocina y limpieza. En una ocasión me encontraba con una familia extensa mixteca observando las interacciones entre tres chicas jóvenes que habían llegado como parejas de los varones. Dos de ellas ya vivían en la casa y una era novia de tal modo que no moraba allí pero durante el día venía a ayudar en el quehacer. La primera de ellas en llegar, se refería a la segunda, próxima a casarse, con un dejo de desprecio pues no sabía hacer los oficios y ella lo atribuía a su asistencia a la escuela. “Las que van a la escuela de por si que no saben hacer nada de la casa y mi suegra le tiene que explicar todo, no sabe echar tortilla, todo le tienen que decir pero yo si se bien bien, ya aprendí y le ayudo a mi suegra”. Ella, quien había llegado cinco años antes, asistió hasta segundo de primaria y reafirmaba así su lugar en la nueva unidad a partir de criterios relacionados con la habilidad para los oficios y no con la escolaridad. Diario de campo, febrero 25 de 2010. 8 Consejo Nacional de Población. Enadid 2009.

13

Grupos de edad

Jóvenes 15-24 años

8 26 4 38

21.1% 68.4% 10.5% 100.0%

Medianas 25-34 años

2 17 14 33

6.1% 51.5% 42.4% 100.0%

Mayores 35-49 años

4 21 4 29

13.8% 72.4% 13.8% 100.0%

Total 14 64 22 100

14.0% 64.0% 22.0% 100.0%

Del mismo modo, el lapso entre conyugalidad y primera gesta es menor a un año en promedio. Más de la mitad del grupo ya había tenido su primer embarazo a los 17 años o menos y casi 7 de cada 10, lo hicieron antes de cumplir la mayoría de edad. El 97% de ellas habían tenido de 0 a 3 gestas y sólo 1 mujer tenía más de 3 gestas. En la siguiente tabla de trayectoria reproductiva de mujeres jóvenes, se puede observar las edades medianas a las cuales tienen lugar eventos claves de la trayectoria reproductiva como inicio de vida sexual, inicio de vida conyugal y edad a cada una de las gestas. Nótese que el periodo entre estos eventos es bastante reducido y mantiene un patrón similar al que encontraremos en los siguientes grupos etários.

Tabla 7. Trayectoria reproductiva de mujeres jóvenes.

Trayectoria reproductiva Mujeres Jóvenes

Evento IVS IVC Ges 1 Ges 2 Ges 3 Ges 4

Edad 16 16 17 18 21 21

Práct atención Médico Médico Médico Médico

La gráfica resumen de la trayectoria reproductiva de este grupo de edad es la siguiente:

Gráfica 1. Trayectoria Reproductiva de mujeres jóvenes.

14

Las prácticas de atención durante el embarazo y el parto de estas jóvenes, incluye mayoritariamente a los médicos y personal de salud durante todas sus gestas y a lo largo de ambos periodos, es decir tanto en el embarazo como en el parto se recurre a estos curadores a diferencia de los otros dos grupos donde las mujeres se mueven entre ambos o tienen preferencias claras por las parteras como en el caso de las mayores.

Importante señalar que la toma de decisiones respecto a la forma de atención durante las primeras gestas, recae fundamentalmente en las suegras y familiares de alianza, justamente por el lugar social que ocupan estas mujeres jóvenes en su nueva familia, por la poca experiencia reproductiva que tienens y en ese sentido las decisiones se dejan en manos de los mayores con experiencia más amplia en el tema, así como por las condiciones económicas poco favorables de estas parejas jóvenes lo cual las hace depender de sus padres o suegros.

Uso de anticonceptivos:

Al momento de la encuesta la mitad se encontraba embarazada o en puerperio, muchas de ellas en su primera gestación. Es importante mostrar el bajo uso de métodos anticonceptivos en este grupo. Prácticamente ninguna de las encuestadas había utilizado algún método antes de su primer embarazo, aunque posteriormente en las entrevistas identifiqué dos mujeres de este rango que habían utilizado por un lapso corto algún tipo de anticonceptivo. En el momento de la encuesta sólo 7 mujeres (18.4%) estaban usando algún método y antes de la última gesta lo había hecho 6 de ellas, es decir, 84.2% de las mujeres jóvenes no había usado ningún método anticonceptivo antes de su actual embarazo9.

9 Ver tabla 10. Uso actual de anticonceptivos según grupo de edad.

15

En el mismo sentido, esta tendencia se mantiene luego del embarazo pues según datos del subsecretario de salud federal10, más del 50% de las adolescentes que dan a luz en unidades de salud de la Secretaría de Salud, egresan de ellas sin anticoncepción post evento obstétrico. No muestra información respecto a si este porcentaje se refiere a mujeres a las cuales les fue ofertado y lo rechazaron; o si no se les ofertó la antinconcepción post evento obstétrico (APEO) durante su estancia.

Esto muestra cómo la normatividad cultural establece como un imperativo la reproducción continua e inmediatamente posterior a la unión conyugal. Esta normatividad, define entonces en buena medida el comportamiento reproductivo de este grupo quien se encuentra justamente iniciando de manera intensa, su propia trayectoria reproductiva con periodos intergenésicos de dos años en promedio.

Prácticas de atención:

Respecto a las prácticas de atención lo más importante a destacar es su abrumadora preferencia por personal de salud biomédico. Al desglosar el curador con el cual se atendieron durante el embarazo, observamos que las mujeres acuden con parteras, médicos y un buen porcentaje de ellas, con ambos. Sin embargo, cuando analizamos el curador con el cual se atiende el parto, hay una clara preferencia por la atención institucional del parto como se observa en la gráfica No__.

Tabla 8. Prácticas de atención en el embarazo según gesta.

EDAD MEDIANA A LA CUAL SE TUVO CADA GESTA Y CURADOR CON QUIEN SE ATENDIO EN EL EMBARAZO SEGÚN GRUPO DE EDAD

GRUPO ETARIO Gesta 1 Gesta 2 Gesta 3 Gesta 4 Gesta 5 Gesta 6 Gesta 7 Gesta 8 Gesta 9 Gesta 10 en adelante

15 a 24 años 17 18 21 21

% atenc partera 18.4 16.7 28.6 0

% atenc médicos 55.3 33.3 57.1 33.3

% atenc ambos 23.7 41.7 14.3 66.7

25 a 34 años 18 19 22 24 26 29 29

% atenc partera 60 58.6 55.6 47.8 50 0 0

% atenc médicos 9.1 17.2 18.5 30.4 33.3 71.4 33.3

% atenc ambos 24.1 17.2 18.5 17.4 16.7 28.6 66.7

35 años o más 17 19 21 23 26 29 31 34 37 38

% atenc partera 93 92.9 88.9 95.8 91.3 94.1 81.3 70 75 50

% atenc médicos 0 3.6 7.4 0 0 0 6.3 10 12.5 0

% atenc ambos 6.9 3.6 3.7 4.2 8.7 5.9 12.5 20 12.5 50

Al revisar el cuadro correspondiente a la atención del parto, podemos percibir la preferencia por el personal biomédico:

Tabla 9. Prácticas de atención durante el parto según gesta.

10

Hernández Avila Mauricio. Presentación realizada en junio de 2010. Disponible en: www.maternidad sinriesgos.org.mx. Consultada el 21 de abril de 2011.

16

EDAD MEDIANA A LA CUAL SE TUVO CADA GESTA Y CURADOR CON QUIEN SE ATENDIO EL PARTO SEGÚN GRUPO DE EDAD

GRUPO ETARIO Gesta 1 Gesta 2 Gesta 3 Gesta 4 Gesta 5 Gesta 6 Gesta 7 Gesta 8 Gesta 9 Gesta 10 en adelante

15 a 24 años 17 18 21 21

% atenc partera 22.6 40 33.3 33.3

% atenc médicos 74.1 60 66.7 66.7

% atenc sola 3.7 0 0 0

25 a 34 años 18 19 22 24 26 29 29

% atenc partera 73.3 72.4 68 65 76.9 50 0

% atenc médicos 23.3 20.7 24 30 23.1 50 100

% atenc sola 3.3 3.4 8 5 0 0 0

35 años o más 17 19 21 23 26 29 31 34 37 38

% atenc partera 93.1 92.6 88.9 87.5 87 89 75 70 75 50

% atenc médicos 0 3.7 7.4 0 4.3 0 6.3 10 12.5 25

% atenc sola 6.9 3.7 3.7 12.5 8.7 11.1 18.8 20 12.5 25

Si graficamos las prácticas de atención de este grupo de edad nos quedan de la siguiente manera:

17

11

En resumen, las mujeres jóvenes tienen una elevada escolaridad, viven mayoritariamente en casa de sus suegros y presentan un predominio de uniones libres en su estado civil. Su trayectoria reproductiva está definida por el inicio de vida sexual e inicio de vida conyugal a los 16 años, con la consecuente residencia viripatrilocal asociada, la primera gesta a los 17 y las subsecuentes cada dos años hasta alcanzar un promedio de tres gestas antes de cumplir los 25 años. Sus prácticas de atención durante el embarazo, parto y puerperio muestran clara preferencia por personal de salud biomédico y hay un bajísimo uso de métodos anticonceptivos que señala una ausencia casi total de prácticas anticonceptivas antes de la primera relación, y uso actual de métodos de planificación familiar inferior al 20%.

LAS MUJERES MEDIANAS DE 25 A 34 AÑOS

Este grupo se caracterizar por un alto nivel de bilingüismo y de escolaridad pues 32 dominan tanto su lengua materna como el español y sólo una habla exclusivamente el español. Encontramos en este grupo entonces, un bilingüismo mayor al de las jóvenes donde varias de ellas ya no son hablantes de su lengua.

En sentido inverso, la escolaridad de este grupo es menor a la de las jóvenes, aunque la podemos ubicar como importante pues sólo el 6% no ha tenido acceso a ningún grado de educación. La mayoría de ellas (82%) se ubican en el rango de educación comprendido entre la primaria y la secundaria mientras un porcentaje pequeño ha realizado estudios de prepa o universidad12. En tal sentido podemos ver que este grupo representa justamente la transición o el punto medio entre los otros, donde encontramos una altísima escolaridad en las jóvenes, contrastando con los bajos niveles educativos de las mayores. 11

Angeles: Ya tengo una tensión entre si explicar por que sucede esto lo cual me llevaría mas tiempo, o simplemente dejarlo enunciado. 12

Ver tabla No 2 Escolaridad por grupos de edad.

18

Ocupación y actividades económicas:

En este grupo, igual que en los otros dos, la mayoría de las mujeres están dedicadas a su hogar; tres de ellas manifestaron realizar adicionalmente actividades productivas fuera del núcleo doméstico: dos relacionadas con el comercio y una como maestra rural al mismo tiempo que realiza su licenciatura. Esta respuesta dada por las mujeres a la pregunta sobre su ocupación, encubre la importante participación de las mujeres en las actividades productivas relacionadas con la siembra y la cosecha, la elaboración de artesanías, la cría de animales domésticos y la venta ocasional de alimentos por algunas de ellas, como parte de sus invisibilizados aportes cotidianos, a la economía del hogar.

En el caso de las jóvenes, este aporte a la economía doméstica no se expresa de la misma manera dado que están iniciando su vida en pareja, viviendo en casa de los suegros quienes asumen una parte de los gastos mientras las recién casadas ayudan en las labores domésticas o en el cuidado de sus pequeños hijos; es decir, el centro de su actividad es la reproducción social más que la producción. Para las mujeres de este segundo grupo sin embargo, la vida reproductiva sigue desarrollándose con mucha intensidad pues es justamente el periodo donde se tienen la mayoría de los hijos, pero al mismo tiempo hay una inminente necesidad de vincularse activamente a la producción, bien en la milpa ayudando a su pareja, bien con actividades complementarias ocasionales como las ya mencionadas, o en una combinación de ambas opciones de tal manera que durante el día y los periodos de siembra y cosecha se ayuda en el campo mientras en las tardes o ciclos de baja producción agrícola, se ayudan con la venta de manteles, blusas y servilletas bordadas, así como con de comidas preparadas y tiendas entre quienes tienen mejores condiciones.

“Ahora que él no estaba me ponía yo a bordar servilletas, si, hacía mantel de dos metros para poder mantenerme, por una servilleta, bueno, tenía que hacer dos o tres al día para comer bien, algo así, unos 30 peso o 40 pesos, sí, sí, me la paso todo el día así sentada tengo que hacer dos o tres servilletas al día y así cuando no tengo dinero ya agarro dos servilletas ¡diez pesos una apenas! O sea que con dos o tres servilletas que hago al día son 20 o 30 pesos y ya va mi niño va a comprar huevo o chile verde o jitomate, un kilo de sal, sí, es muy pesado para sacar, así para no estar pasando hambre. Mi esposo trabaja como jornalero, por eso es que él sale y entra ahora está fuera pues. Por eso estoy con mi abuelita. Ahorita sí me manda dinero como el problema que tuvimos y saque un dinero de prestado, si, así es que apenas vamos muy cerca para terminar de pagar”13.

Acceso a programas sociales Adicionalmente, a diferencia de las jóvenes, a partir de este grupo de edad la mayoría de las mujeres tienen acceso a programas sociales de gobierno como es Oportunidades, mediante el cual reciben bimensualmente un pequeño recurso por cada hijo que tengan. Entre las mujeres de 25 a 34 años, el 66%

13

Liliana Nolasco. 26 años. Huixtepec. Entrevista realizada en julio de 2008.

19

de las encuestadas cuentan con el programa, en comparación con el 15.8% de jóvenes en igual situación. El mayor contraste lo observamos entre el grupo de jóvenes respecto a las mayores donde 9 de cada 10 mujeres tienen Oportunidades y acceden a los pequeños recursos económicos del programa pero al mismo tiempo tienen las obligaciones derivadas de ello14

Tabla 10. Afiliación a Oportunidades por grupo de edad.

Grupos de edad por afiliadas a Oportunidades

Tiene Oportunidades

Sí No

Grupos de edad

Jóvenes 15-24 años

6 32

15.8% 84.2%

Medianas 25-34 años

22 11

66.7% 33.3%

Mayores 35-49 años

27 2

93.1% 6.9%

Total 55 45

55.0% 45.0%

Este aporte económico cobra para las mujeres y para la economía local una importancia central pues permite, no sólo resolver algunas necesidades inmediatas de la familia, sino también que ellas puedan negociar con sus parejas, algunos pequeños espacios de libertad y socialización en el marco de las pláticas, las reuniones y las entregas de apoyos establecidos como obligatorios por el programa. Los hombres saben que si ellas no asisten a sus compromisos no les es entregado el recurso y por tanto incrementan el margen de libertad permitido.

Si bien hay innumerables historias de cómo en ocasiones, este recurso es decomisado de inmediato por los esposos y usado para sus propias actividades, especialmente el consumo de alcohol; es bien cierto que para muchas mujeres, los recursos generados por ellas mismas mediante sus actividades adicionales, o los otorgados por el programa; se constituyen en una importante fuente de autonomía y poder para la toma de decisiones respecto al uso del mismo. La mayoría es invertido en los gastos del hogar o de los hijos pero también muchas narran con orgullo cómo ese dinero generado por ellas mismas es lo que permite “darse un gusto de vez en cuando” o usarlo en lo que consideren más indicado sin pedir permiso a sus maridos.Si bien el

14

En otros textos me refiero en detalle a la configuración de esta afiliación a Oportunidades según el año en que se produce. Razones de espacio no me permiten extenderme pero es importante señala que Oportunidades es un programa que fundamentalmente tiene como beneficiarias mujeres mayores de edad, con varios años en el programa, pero que no incorpora como titulares a las mujeres jóvenes que inician su vida conyugal. Esto se debe al cierre del programa a nuevas afiliaciones pues desde su creación sólo se ha permitido dos momentos de nuevas incorporaciones. A diferencia del Seguro Popular que, mediante “Embarazo Saludable” plantea una incorpracion permanente asociada a la reproducción, en el caso de Oportunidades el número de afiliadas no varía y se concentra en grupos de edad específicos.

20

papel proveedor del varón es una constante en todos los grupos etários, en este la participación económica de la mujer se vuelve fundamental pues en este periodo tienen lugar otros procesos centrales en la vida familiar como la construcción de una residencia propia o la llegada de nuevos hijos. Tales cambios implican una mayor autonomía de la pareja respecto a la familia de origen, pero al mismo tiempo una serie de gastos adicionales que deben ser asumidos con diversas estrategias que incluyen desde la inserción total del varón en el mundo productivo, la participación de las mujeres en este tipo de actividades y la migración de uno o ambos en busca de mejores condiciones económicas.Ocupación del varón:

Es claro que la principal actividad económica en la región reportada también para este grupo de edad, es la agricultura. Siete de cada 10 hombres parejas de las mujeres encuestadas en este rango de edad, se dedican a las labores agrícolas; la gran mayoría en su propia milpa y algunos pocos que se desempeñan como jornaleros agrícolas. El resto está dedicado a oficios varios en la comunidad como electricista, albañil, chofer; así como trabajadores asalariado del Estado como es el caso de un policía y un maestro. Al momento de la encuesta tres de los 33 varones, se encontraban fuera de la comunidad trabajando como migrantes en Acapulco y Sonora.

Aunque la mayoría se encontraba en la región en ese momento, varias narraron experiencias migratorias previas en pareja, que les permitieron construir sus casas o hacer un pequeño capital para trabajar. Este fenómeno de la migración cobra entonces un papel relevante en las historias de vida de varias de las mujeres entrevistadas en ambas comunidades aunque con destinos diferentes: mientras las y los amuzgas se trasladan fundamentalmente a Ometepec, Acapulco, Chilpancingo o la Ciudad de México y se hace en pareja; entre los mixtecos el destino fundamental es el norte del país o los Estados Unidos, con una mayor presencia de hombres que migran mientras las mujeres se quedan en la comunidad15.

Concluyo este apartado señalando que el incremento en el acceso a recursos económicos para las mujeres de este grupo, aunado a su experiencia reproductiva, se constituyen en factores de influencia en la toma de decisiones respecto al proceso reproductivo y las prácticas de atención. En tanto las mujeres y sus parejas tienen mayor autonomía económica, experiencia reproductiva y viven en su propia unidad doméstica, se reduce la influencia de la familia de alianza en el proceso reproductivo y aumenta la posibilidad de decisión de las mujeres y sus parejas al respecto.

Estado civil y patrones de conyugalidad:

En relación con el estado civil podemos señalar que el 97% de las mujeres encuestadas en este rango de edad se encontraban en unión al momento de la misma y sólo una de ellas estaba separada. Observamos también la transición generacional en el tipo de unión conyugal pues si entre las jóvenes predominaba la unión libre, aquí el predominio lo tiene “casada” con un 63% respecto al 35% que decidió unirse sin trámites legales o religiosos. Veremos en el siguiente apartado cómo este porcentaje

15

Verificar esta información con la literatura sobre el tema.

21

sigue disminuyendo de manera dramática en las mujeres mayores de 35 hasta ubicarse sólo en un 4% correspondiente a un caso16.

Esto nos muestra que una de las diferencias generacionales posibles de observar en ambos pueblos indígenas, es una transición en las formas de unión y rituales de establecimiento de los mismos hacia una menor formalización manifestada en las huidas y las uniones libres, tan comunes entre los más jóvenes. También podemos entender estas nuevas formas de conyugalidad en la perspectiva de un incremento en la capacidad de decisión de las mujeres respecto a su vida en pareja, o como producto de la crisis económica que dificulta cada vez más cumplir con los gastos derivados de los rituales tradicionales de unión asociados a la pedida y el matrimonio, que ya empiezan a narrar como parte de sus historias, varias de las mujeres de este grupo.

Residencia:

De otra parte, una diferencia significativa con el grupo de 15 a 24 corresponde al lugar de residencia. Sólo dos mujeres de este grupo aún vive con sus suegros y dos más lo hacen con padres o familiares de la mujer17. El resto de las encuestadas ya tiene su residencia propia en un 79% y 6% rentan vivienda. Es decir, el 85% de las mujeres de 25 a 34 años encuestadas, han establecido una residencia propia luego de haber iniciado su vida en pareja con residencia virilocal. En este caso lo que observamos es una transformación que no es generacional sino relacionada con el curso de vida de las personas. Se inicia viviendo con los suegros, al cabo de unos años, que normalmente coincide con la llegada del segundo o tercer hijo, se establece una vivienda propia que a su vez, años después, acogerá a las nueras que se incorporen a la unidad doméstica para iniciar la vida en pareja con los hijos varones. Todas ellas se encuentran en este segundo momento en el cual claramente se está construyendo o consolidando una familia.

COMPORTAMIENTO REPRODUCTIVO:

El inicio de la vida conyugal se produjo en este grupo antes de los 18 años en un 57.6% y el resto después de los 18 años, lo cual muestra un inicio un poco más tardío que en el grupo anterior18, si bien la mediana se mantiene en 16 años. Los datos para el inicio de la vida conyugal son idénticos a los de inicio de vida sexual.

Por su parte la edad mediana de la primera gesta se ubica en los 18 años pero llama la atención el elevado número de mujeres cuyo primer hijo fue concebido entre los 19 y los 27 años de edad (48.5%). Al revisar los datos de escolaridad observamos coincidencias entre alta escolaridad y postergación de la unión pero de cualquier modo llama la atención esta gran dispersión en la edad del primer embarazo.

Tabla 11. Edad a la gesta 1 entre mujeres medianas.

Edad a la gesta 1 en mujeres medianas de 25 a 34 años

16

Ver tabla 4. Estado civil según grupos de edad 17

Ver tabla 5. Grupos de edad por hogar de residencia. 18

Ver tabla 6. Inicio de vida sexual según grupo de edad.

22

Edad a la gesta 1

De 13 a 15 años

De 16 a 18 años

Más de 18 años

Mujeres medianas de 25 a 34

años

3 14 16

9.1% 42.4% 48.5%

100.0% 100.0% 100.0%

Al construir la trayectoria reproductiva de este grupo de edad tomando como base la edad mediana a la cual ocurrieron los eventos, nos aparece la siguiente información:

Tabla 12. Trayectoria reproductiva de mujeres medianas.

Trayectoria reproductiva Mujeres Medianas

Evento IVS IVC Ges

1 Ges

2 Ges

3 Ges

4 Ges

5 Ges

6 Ges

7 PG

Edad 16 16 18 19 22 24 26 29 29 4.4

Práct atención Part Part Part Part Part Par/Med Méd 4.4

El promedio de gestas de estas mujeres es de 4.4, las cuales han ocurrido de manera ininterrumpida desde los 15 o 16 años hasta la edad actual, con una periodicidad promedio de 2 a 3 años. En la gráficasiguiente podemos observar en detalle esta trayectoria reproductiva, incluyendo el promedio de gestas y uso de anticonceptivos.

Gráfica 2. Trayectoria reproductiva de mujeres medianas.

Como se observa, esta es una etapa fuertemente marcada por la reproducción y la crianza de una manera muy continua y ello se manifiesta físicamente en el cuerpo de las mujeres que se transforma radicalmente respecto al grupo anterior. En varias ocasiones mientras estaba en campo me pregunté en qué momento se produce ese cambio físico tan marcado en el cual las mujeres dejan de verse como jovencitas y

23

adquieren una fisonomía, cuerpo y actitudes de señoras, de mujeres jefas de hogar, con una madurez clara y denominadas por la gente en la comunidad como “doña” o “señora”. Incluso lo pregunté varias veces a algunas mujeres y tampoco tenían una respuesta precisa pero creo que hay un punto de quiebre entre los 20 y los 25, donde efectivamente es posible observar el cambio y este aparece de manera clarísima en el grupo de 25 en adelante.

Todas ellas llevan por lo menos 10 años de constantes embarazos y partos, de tal manera que a los 26 0 27 años una mujer ya tiene los cuatro o cinco hijos que para varias se está convirtiendo en el número ideal deseado aunque en la práctica el promedio de hijos al finalizar la etapa reproductiva entre mujeres indígenas sigue siendo mayor pero la aspiración en la disminución ha sido documentada incluso por la Ensar 2003. Es por ello que para muchas, especialmente del grupo de 30 a 34, su etapa reproductiva ya está terminada y optan por métodos de planificación familiar que permitan cerrar el ciclo o espaciar mucho más las gestas.

Como veremos en el siguiente apartado, la edad promedio del último embarazo en mujeres amuzgas y mixtecas mayores de 35 años fue de 30.5 años. Es decir, el cierre del ciclo reproductivo se produce en estas dos comunidades aproximadamente a los 30 o 31 años que es justamente este rango etario que nos encontramos analizando ahora. Esto es clave porque estaríamos viendo entonces un proceso muy vital en este grupo de edad, con partos frecuentes, procesos de crianza y de gestación paralelos pero al mismo tiempo la finalización para muchas, de su etapa reproductiva.

Uso de anticonceptivos:

Ello nos explica también por qué en este grupo aparece un mayor uso de anticonceptivos y una definición clara de las mujeres respecto a su utilización para espaciar o finalizar el ciclo reproductivo. Si entre las jóvenes veíamos una ausencia total de planificación familiar antes del primer hijo, y poca utilización posterior a ese parto; en este grupo se repite ese patrón antes del primer embarazo pero ya nos aparece como mecanismo de espaciamiento y control definitivo de la natalidad claramente decidido por las mujeres.

Del total de encuestadas en este rango de edad, la tercera parte había usado anticonceptivos antes de su ultima gesta y dos terceras partes no lo hacían. Al momento de la encuesta la proporción era similar entre quienes sí estaban usando un método (30%), quienes no lo hacían por decisión propia (42%) y quienes no los utilizaban por encontrarse en ese momento embarazadas o en puerperio (27%).

Tabla 13. Uso actual de anticonceptivos según grupo de edad.

Uso actual de anticonceptivos según grupos de edad

Uso actual de anticonceptivos

Si No

Actualmente embarazada

o en puerperio

Grupos de Jóvenes 7 16 15

24

edad 15-24 años 18.4% 42.1% 39.5%

Medianas 25-34 años

10 14 9

30.3% 42.4% 27.3%

Mayores 35-49 años

14 13 2

48.3% 44.8% 6.9%

Total 31 43 26

31.0% 43.0% 26.0%

Los métodos más usados eran hormonales, particularmente inyecciones, seguido de DIU y OTB, lo cual está definido por la oferta disponible en las unidades de salud de la región, la cual privilegia los métodos de larga duración y alta efectividad. Métodos que no son dependientes del prestador de salud y están más bajo el control de la mujer como pastillas, condones, óvulos, entre otros, prácticamente no son ofertados en los centros de salud, como tampoco la anticoncepción de emergencia. No es posible saber si ello obedece a una política del nivel estatal o jurisdiccional; al preguntar al director jurisdiccional señaló que todos los métodos estaban disponibles pero claramente ello no es cierto en estas dos comunidades y en otras visitadas. De manera coloquial, varios médicos y enferemeras señalaron que sí privilegiaban los de larga duración, pues los otros no los sabían usar las mujeres o los olvidaban y en ese sentido no eran efectivos.

Tabla 14. Tipo de anticonceptivo usado actualmente según grupo de edad.

Tipo de anticonceptivo actualmente usado según grupo de edad

Tipo de metodoanticonceptivo usado

No usa Diu Hormonales OTB Ritmo Sin matriz

Grupos de edad

Jóvenes 15-24 años

33 3 1 1 0 0

86.8% 7.9% 2.6% 2.6% .0% .0%

Medianas 25-34 años

22 2 5 2 1 1

66.7% 6.1% 15.2% 6.1% 3.0% 3.0%

Mayores 35-49 años

14 0 1 10 3 1

48.3% .0% 3.4% 34.5% 10.3% 3.4%

Total 69 5 7 13 4 2

69.0% 5.0% 7.0% 13.0% 4.0% 2.0%

La decisión de anticoncepción fue tomada mayoritariamente por ambos miembros de la pareja(33.3%), seguido de la mujer exclusivamente (27.3%) y luego otro o mujeres que no habían decidido si querían planificar o no(15.2%). Interesante observar que sólo en 6% de los casos fue el esposo quien decidió lo cual estaría mostrando un incremento en la capacidad de decisión de las mujeres respecto a su vida reproductiva.“Y ahora estoy usando inyecciones, yo solita decidí, mi esposo no sabía pero ya se enteró. Dice: ¿tú no te puedes embarazar? Nada, yo mando en mi cuerpo, no tú me lo vas a mandar -le digo yo- porque qué chiste de estar teniendo hijos y

25

después, luego ¿quién sufre en la noche sino yo y tu bien dormidote?... Y ya no me dijo nada”19.

Prácticas de atención:

Respecto a las prácticas de atención encontramos una elevada asistencia al control prenatal pues nueve de cada diez mujeres lo hacen, y de esas, siete acudieron desde el primer trimestre y el restante en el segundo. La intensa actividad reproductiva de las mujeres de este grupo de edad, en un periodo relativamente corto, les permite también ganar una enorme experiencia propia en el tema, acceder a diversos curadores y formas de atención a lo largo de sus gestas, valorar en su propia experiencia los resultados de las mismas y decidir de manera más autónoma en qué forma quieren atenderse, cuidarse y parir; así como un mayor conocimiento de los procesos y una mezcla de los saberes que van adquiriendo con cada curador y con cada una de las gestas.

Si entre las jóvenes este lugar de conocimiento y saber que da poder para decidir recaía en la figura de las suegras, entre estas mujeres la decisión es asumida por ella, su pareja y las circunstancias en las cuales se producen finalmente las gestas y partos. En contextos extracomunitarios, evidentemente la red de vecinos o amigos juega un papel de gran valor, así como las madres y sobre todo, las propias mujeres pues muchos de sus últimos partos son atendidos por ellas mismas, aún en contra de las recomendaciones de sus familiares.

Prácticamente la mitad de las mujeres (48.5%) de este grupo acudió con médicos y parteras para el control prenatal durante el embarazo , la tercera parte lo hizo exclusivamente con médicos y casi de una de cada diez, acudió con partera.

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Rosa González. 28 años. Huixtepec. Entrevista realizada en junio de 2008.

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Sin embargo, al momento del parto las cifras cambian considerablemente pues el 69% tuvo su último parto en casa, es decir con partera o sola, mientras que un 27% lo hizo en un hospital de segundo nivel. Esto muestra, el impacto de la experiencia reproductiva en la opción por formas de autoatención al parto, lo cual se manifiesta muy claramente en este y el siguiente grupo de edad.

Concluyendo, las mujeres de 25 a 34 años de edad mantienen un patrón de inicio de vida sexual, conyugal y materna muy semejante a los otros dos grupos. Se encuentran en la cúspide de la vida reproductiva, con un promedio de 4.4 gestas y algunas finalizando el ciclo reproductivo por decisión propia. Observamos un mayor uso de métodos anticonceptivos que alcanza una tercera parte de ellas, con fines de espaciamiento y de finalización de la reproducción. Sus prácticas de atención durante el embarazo y parto son más tradicionales, con preferencia por parteras en ambos momentos, aunque moviéndose hacia una atención institucional del mismo durante las últimas gestas, posiblemente por interés de cerrar su ciclo o por una mayor presencia del estado mediante servicios de salud y programas específicos en los últimos años.

LAS MUJERES MAYORES DE 35 AÑOS

En esta última parte analizaré los comportamientos reproductivos de las mujeres mayores de 35 años, quienes nos permiten asomarnos al mundo de los comportamientos más tradicionales en materia reproductiva y de atención. Esto permite entender de mejor manera, cuáles son las transformaciones operadas entre las mujeres de menor edad, cómo se han modificado los comportamientos reproductivos y la existencia de una serie de continuidades transgeneracionales en los significados sociales atribuidos a la conyugalidad, la maternidad, la sexualidad marcada por el peso simbólico de la virginidad, entre otros aspectos.

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Es en este grupo donde podemos observar con mayor detalle, las representaciones tradicionales, respecto al cuidado de la salud durante el proceso de gestación parto y puerperio. Estas mujeres nos hablan de prácticas desarrolladas ahora pero también hace diez, quince y hasta veinte años atrás pues se incluyen algunas mujeres que ya no están en edad reproductiva y permiten comprender a partir de sus relatos, cómo operaban estos procesos. Ellas nos guían en un viaje hacia lo que fue, lo que se ha transformado, lo que vivieron incluso sus madres y suegras. Nos hablan de épocas donde no había los mismos recursos de atención disponibles ahora. Nos muestran ese múltiple lugar de enunciación que implica ser al mismo tiempo esposa, madre, abuela y suegra. Dan cuenta de sus propios procesos reproductivos y del modo en que a su vez han atendido los de sus hijas y nueras, resignificando en la experiencia de acompañamiento a las nuevas generaciones lo que ellas vivieron, asumiendo incluso un ejercicio de derechos a través de las jóvenes como lo señala Petchesky y Judd (2006).

Este grupo de mujeres nacieron en 1973 o antes. Eso significa que varias de ellas tienen edades cercanas a las mías y por tanto periodos históricos comunes, pero una gran diferencia en la trayectoria de vida y más aún en la reproductiva. Su vida conyugal inició por lo menos hace 20 años, de los cuales buena parte de ellos han estado dedicados a la reproducción de manera ininterrumpida.

Para estas mujeres el acceso femenino a la educación fue muy restringido pues desde la normatividad cultural se consideraba innecesario en tanto su función primordial era atender las labores domésticas. Por tal razón, la mayoría de ellas tiene un bajo nivel de escolaridad al punto que 61% de las encuestadas sólo cuentan con primaria completa y ninguna tiene estudios de secundaria o prepa que ya nos aparecen en los otros dos grupos de manera importante. 39% no accedieron a ningún nivel educativo22.

Todas hablan su lengua materna y la mayoría domina el español aunque en menor medida que las jóvenes. Entre ellas usan de manera predominante su lengua, tanto en el ámbito familiar como en las interacciones comunitarias. Sólo al relacionarse con personas externas utilizan la segunda lengua; sin embargo era común estar inmersa en conversaciones que aunque iniciaban en español volvían una y otra vez en mixteco y amuzgo de una manera fluida. Al enfrentarse con las instituciones de salud, sin embargo, se hacían presentes complejas relaciones de poder determinadas por la lengua, que las colocan en un lugar de subordinación.

Respecto a su ocupación, la principal actividad reportada por las mujeres es ama de casa mientras que los esposos se dedican a labores del campo. En realidad, estas mujeres son parte de la fuerza productiva de la unidad domestica, desarrollando actividades agrícolas junto con su pareja, artesanales y en menor medida comerciales. Todas viven en su residencia propia, bien sea con su familia nuclear o ya incorporando nuevos parientes por alianza como las nueras que llegan a vivir con ellas, así como los descendientes de sus hijos. El lugar ocupado por estas mujeres dentro de la familia es el de esposas o suegras, de tal manera que la articulación de edad con

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Ver cuadro No 2 Escolaridad por grupo de edad.

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ubicación en la estructura familiar, las coloca en el lugar de mayor privilegio respecto a los dos grupos, al mismo tiempo que implica una responsabilidad en el cuidado de los integrantes de la unidad doméstica.

Un alto porcentaje de ellas cuenta con Oportunidades desde el inicio del programa. En el caso de las encuestadas 90% de las mujeres en este rango de edad contaban con el programa, la mayoría desde su inicio en la región en 199723.

En relación con el status de estas mujeres al interior de la unidad doméstica podemos afirmar el papel protagónico que juegan en tanto fungen como cabeza y desarrollan un papel de organizadoras de la vida doméstica, administran los recursos disponibles para garantizar el funcionamiento de la misma como alimentos, trabajo doméstico de otras mujeres y niños, negocian con el varón cabeza de familia la administración de otros recursos y la toma de decisiones respecto al futuro; el uso y explotación de los bienes disponibles, especialmente la tierra, entre otros. En casos de migración de integrantes de la familia como los hijos, a menudo es quien asume la administración de las remesas enviadas. Cuando es su pareja quien migra, ella ocupa un lugar de mayor protagonismo en tanto las acciones incluyen la contratación de peones para la producción agrícola y todas las actividades relacionadas con este ciclo productivo bien sea para la comercialización o para el autoconsumo. De igual manera ocurre cuando la mujer es viuda o separada.A nivel de la dinámica social estas mujeres son claves en la incorporación de las nuevas integrantes a la familia, incluyendo los rituales asociados a la conyugalidad, la distribución de tareas, la socialización en las costumbres y modos de hacer propios de esa unidad doméstica, el cuidado de hijos, nueras, nietos cuyos padres aún se encuentran en dicha unidad o bien la crianza de nietos cuyos padres han migrado a otros lugares. En ese sentido pueden jugar simultáneamente, múltiples papeles como esposas, suegras, madres y abuelas y es en el desarrollo de esos roles diversos donde se producen las complejas interacciones sociales que inciden en las decisiones sobre las prácticas de atención en salud de los integrantes de la familia, incluidas las mujeres más jóvenes.

COMPORTAMIENTO REPRODUCTIV0

Este grupo de mujeres es consistente con los otros respecto a la edad de la unión y de las primeras gestas, cuya mediana se mantiene en 16 y 17 años respectivamente pero observamos marcadas diferencias en el número de hijos, las edades hasta los cuales los tuvieron y las prácticas de atención utilizadas.

La edad de inicio de la vida sexual está profundamente asociada a la edad de unión conyugal y al primer embarazo. Siete de cada 10 mujeres de este grupo se casaron entre los 15 y los 18 años e inmediatamente se embarazaron. La edad de la primera gesta se concentra entre los 16 y 17 años

Una característica de este grupo, que marca diferencias sustanciales con los otros dos, se refiere al número total de gestas pues encontramos que sólo el 13% de ellas tienen

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Ver cuadro N Afiliación a Oportunidades por grupo de edad.

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3 o menos embarazos. Prácticamente la mitad (48.3%) ha tenido entre 4 y 7 pero también encontramos un porcentaje significativo de casi 40% con más de 8 gestas. En ese sentido podemos señalar que la multiparidad es una característica muy significativa y que responde a los comportamientos reproductivos tradicionales para población indígena documentados por diversas encuestas demográficas e investigaciones etnográficas. Ahora bien, al analizar el número de hijos vivos, se observa una reducción en la categoría de 8 o más, de tal forma que se incrementa la concentración en el grupo de 4 a 7 hijos vivos. De este modo, podemos decir que la mitad de las mujeres mayores de 35 años tienen de 4 a 7 hijos vivos y la tercera parte tienen 8 o más hijos. El mayor número de gestas encontrado fue 1426. Se puede ver aquí diferencias entre los tres grupos etários respecto al número total de hijos, y el uso de anticonceptivos.

Tabla 15. Trayectoria reproductiva mujeres mayores.

Trayectoria reproductiva Mujeres Mayores

Evento IVS IVC Ges 1 Ges 2 Ges 3 Ges 4 Ges 5 Ges 6 Ges 7 Ges 8 Ges 9 Ges 10

Edad 16 16 17 19 21 23 26 29 31 34 37 38

Práctica atención Médico Partera Partera Partera Partera Partera Partera Partera Partera Par/Méd/Sol

Esto ratifica un comportamiento reproductivo marcado por un alto número de gestas a lo largo de la vida, lo cual corresponde a una normatividad social que señala como deseable tener familias numerosas, establecen la maternidad como un elemento central en la vida de las mujeres y no contempla de manera significativa la planificación familiar como mecanismo de espaciamiento o finalización de la vida reproductiva. Todas las mujeres con gestas mayores a 10 hijos tuvieron su último hijo entre los 34 y 37 años, de tal manera que observamos un intenso periodo reproductivo concentrado en los primeros 20 años posterior a la unión, con periodos intergenésicos de dos años en promedio. La gráfica que resume la trayectoria reproductiva de este grupo de edad es la siguiente:

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Para efectos del cuadro de trayectorias incluí hasta la gesta 10 pues a partir de esta el número de casos era muy pequeño y en sentido poco representativo para establecer la edad mediana a la cual se produjo dicho evento obstétrico.

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Respecto al uso de métodos anticonceptivos señalaremos que la mitad de las mujeres encuestadas de este grupo estaba planificando al momento de la encuestay la mitad no, mientras dos se encontraban embarazadas o en puerperio27. El principal método fue la OTB pues casi siete de cada diez mujeres usando un método optaron por éste, seguido del ritmo, hormonal y una mujer que ya no tenía matriz. Esta elevada utilización de la OTB muestra que la decisión de uso de anticonceptivos está asociado en este grupo al cierre definitivo de la vida reproductiva y no a su espaciamiento . Esto es coincidente con los datos de la Ensar 2003 que muestran como la OTB fue el primer método de planificación familiar utilizado por un elevado número de mujeres indígenas, y se ratifica como el método anticonceptivo más utilizado por mujeres en edad fértil unidas en México con un 50.1% de uso según la Enadid 2009

Este uso de métodos con fines de cierre y no de espaciamiento, se confirma al indagar por uso de métodos de planificación familiar antes del último embarazo. Los

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Ver cuadro N. Uso de anticonceptivos por grupo de edad.

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resultados nos arrojan que el 82% de ella no estaba planificando y quienes lo hacían utilizaban mayoritariamente el ritmo, hormonales y sólo una condón. Si analizamos el incremento en el uso de anticonceptivos posterior a ese último parto veremos que efectivamente la decisión remite al cierre definitivo de la vida reproductiva.

Al indagar quién tomó la decisión al respecto encontramos que la mayoría tomaron la decisión con su pareja, seguido por una decisión de la mujer y en tres casos lo hizo el esposo. Es importante señalar que la tercera parte de este grupo manifestó respuestas como “nadie” y en menor medida “el médico”. El grupo de quienes respondieron “nadie” incluye fundamentalmente a quienes no están planificando, lo cual implica una naturalización de los partos de tal modo que “lo normal” es tener hijos y por tanto nadie toma la decisión, simplemente se da. Por el contrario, detener los procesos reproductivos implica una toma de decisión al respecto, frecuentemente motivada por razones económicas, de salud o de cargas de trabajo.

Respecto a las prácticas de atención señalaré que hay una marcada preferencia por la atención con las parteras, tanto en el embarazo como en el parto.

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Vemos que en ambos casos es abrumadoramente mayoritaria la atención con las parteras en los dos momentos, si bien a medida que se incrementan las gestas este procentaje va decreciendo para dar una mayor participación a la atención con médico o con ambos curadores durante el embarazo; o bien, con médico o sola al momento del parto. Esto nos hablaría de mayor experiencia reproductiva que permite a la mujer atenderse los partos sola sin ayuda de ningún curador, una vez se ha vivido este proceso en diversas ocasiones. También nos podría remitir a un incremento en la atención del parto institucional con fines de cierre de proceso reproductivo o como resultado de los programas y acciones gubernamentales orientadas en ese sentido.

Lo carcterístico de este grupo en relación con sus prácticas de atención, respecto a los otros dos, es su marcada preferencia por formas de atención tradicionales, acudiendo a los recursos locales propios como son las parteras. Es necesario, por supuesto no perder de vista la dimensión histórica y las modificaciones en la región de los recursos de atención disponibles pues durante sus primeras gestas era mucho menor el acceso a servicios de salud y por tanto la opción más cercana eran las parteras; sin embargo, también es importante reconocer la preferencia por estas curadoras, incluso en contextos de opciones institucionales para la atención.

Respecto al control prenatal, el 89% de las mujeres de este grupo asistieron a control con algún o varios curadores, lo cual muestra una elevada asistencia aunque es la menor de los tres grupos. Igualmente, el momento de inicio del control se distribuye entre los tres trimestres a diferencia de las mujeres más jóvenes quienes mayoritariamente acudieron en el primero28.

Tabla 16. Trimestre de inicio del control prenatal por grupo de edad.

Trimestre de inicio del control prenatal por grupo de edad

Trimestre de inicio del control prenatal

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Primero Segundo Tercero

Sin control prenatal

Grupos de edad

Jóvenes 15-24 años

29 5 2 2

76.3% 13.2% 5.3% 5.3%

Medianas 25-34 años

23 7 0 3

69.7% 21.2% .0% 9.1%

Mayores 35-49 años

12 10 5 2

41.4% 34.5% 17.2% 6.9%

Total 64 22 7 7

64.0% 22.0% 7.0% 7.0%

CONCLUSIONES

A lo largo del artículo pudimos tener un acercamiento al comportamiento y la trayectoria reproductiva de un grupo de mujeres indígenas en edad reproductiva amuzgas y mixtecas de la Costa Chica de Guerrero. Encontramos en los tres grupos etários una serie de elementos comunes que se mantienen como continuidades. Los más importantes a señalar son la temprana edad de inicio de la relaciones sexuales y la conyugalidad respecto al promedio nacional, así como la permanencia de esta edad aproximada de inicio de sexualidad, conyugalidad y maternidad en todos los grupos.

Otra continuidad es la fuerte relación existente entre estos tres eventos: sexualidad, conyugalidad y maternidad lo cual se evidencia en el corto periodo de tiempo observado entre los tres, en promedio de un año o menos. Del mismo modo, una normatividad social que orienta hacia el ejercicio inmediato y permanente de la maternidad, lo cual se muestra en la ausencia de uso de anticonceptivos antes del primer hijo en prácticamente todas las encuestadas, y de los periodos intergenésicos de dos años en promedio que también podemos identificar en los tres grupos. Contrario a lo que hubiéramos podido pensar, entre las mujeres indígenas encuestadas, incluso las más jóvenes, los cambios no se están produciendo en el espaciamiento de los hijos sino en la reducción del número total que se tiene; es decir, se mantiene un ejercicio de la maternidad rápido, con periodos cortos entre las gestas y un uso de anticonceptivos permanentes o temporales una vez se alcanza el número de hijos deseados.

Como lo ha mostrado Szasz(2008), coexisten en México comportamientos reproductivos propios de diferentes contextos geográficos y socioeconómicos. Según ella, la clase media ilustrada ha modificado sus comportamientos y se acerca más a modelos de países del norte y algunos del centro de Europa así como los Estados Unidos, mediante un inicio más temprano de la vida sexual, desligando la sexualidad del matrimonio y la reproducción, posponiendo la edad de inicio de vida conyugal y del primer hijo hasta después de los 25 años, e incrementando el uso de métodos anticonceptivos durante esta etapa de vida sexual activa sin conyugalidad. Estos cambios han sido documentados para ambos sexos y algunas de las razones argumentadas por los demógrafos para explicarlos se refieren a la prolongación de la

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educación media superior y la inserción en el mercado laboral, como dos elementos que estimulan el retraso de la conyugalidad y la primera gesta.

En contextos socioeconómicos de mayor precariedad, se perciben comportamientos reproductivos que podrían denominarse “más tradicionales” o propios de los países latinoamericanos, asiáticos y del sur de Europa como Italia, España y Grecia. En estos contextos hay un inicio tardío de las relaciones sexuales entre las mujeres, que a su vez son muy cercanas a las uniones conyugales, una alta valoración de la virginidad femenina y uso de anticonceptivos concentrados en las mujeres en unión que ya han tenido hijos.

Un tercer modelo, mostrado por Bozón (2003) para el África subsahariana, establece uniones a muy temprana edad para las mujeres, quienes inician su vida sexual y reproductiva durante la pubertad, mientras los hombres se unen a edades mucho más tardías, estableciéndose así una fuerte diferencia de edades entre ellos.

El comportamiento reproductivo de las mujeres en contextos indígenas en México, podría asemejarse a una combinación de estas dos últimas tendencias: un inicio temprano de la vida sexual y la procreación entre mujeres, una edad ligeramente superior de los varones al momento de estos eventos; fuerte vínculo entre sexualidad, matrimonio y reproducción, una alta valoración de la virginidad femenina; un ejercicio de la sexualidad preconyugal que aparece en las nuevas generaciones pero por un lapso de tiempo muy breve e inmediatamente seguido de la unión. Finalmente, una ausencia casi total de anticoncepción en la primera relación y uso de esta fundamentalmente por parte de mujeres unidas con varios hijos, interesadas en espaciar o cerrar el ciclo reproductivo.Estas son justamente las principales características observadas en los comportamientos reproductivos de las mujeres de todos los grupos de edad quienes comparten la edad promedio de unión y de primera gesta.

Ahora bien, veámos cuáles son las principales diferencias encontradas entre los tres grupos respecto a su comportamiento y trayectoria. Una muy clara es el incremento significativo de la escolaridad entre las más jóvenes respecto a las mayores. Esto a su vez podría estar influyendo y es necesario analizarlo con detalle en futiras investigaciones, en los comportamientos reproductivos, particularmente en el retraso de la primera relación sexual y por consiguiente primera unión y primera gesta. Ello fue posible de observar entre el grupo de 15 a 24, donde la mitad de las mujeres con acceso a preparatoria tuvieron su primer hijo después de los 18 años, mientras las mujeres sin escolaridad (correspondientes a los grupos de 25 a 34 y 35 a 49) lo tuvieron en un 60% antes de los 18 años.

Otro cambio interesante de mencionar es el tipo de uniones establecidas, de tal manera que entre las jóvenes hay una tendencia creciente a las uniones libres, la cuales son prácticamente inexistentes entre las mayores de 35 años. Esto obedece a razones fundamentalmente económicas más que a un cuestionamiento de la institución matrimonial pues las uniones de facto son concebidas como una relación socialmente legitimada y asumida por la pareja, sus familias y la comunidad, como un compromiso de la misma naturaleza. La crisis económica ha ocasionado que el ritual

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del matrimonio religioso, con fiesta incluida, se posponga varios años después de establecerse la unión y realizarse el matrimonio civil, e incluso después de uno o dos hijos, hasta que la pareja y la familia consigan los recursos económicos para su realización, aunque en varios casos nunca se produce.

Otro cambio se refiere al tipo de curadores con el cual se acude durante el control prenatal y embarazo, con una mayor predominancia de curadores biomédicos entre las más jóvenes respecto a los otros dos grupos. Las mujeres mayores claramente manifestaron una preferencia por la atención con parteras tanto en el embarazo como en el parto, si bien a medida que aumentan las gestas se vinculan también con le personal biomédico y se incrementa la autoatención del embarazo y parto. El grupo intermedio por su parte, mostró preferencias también por la atención con partera pero con un importante pluralismo médico de tal manera que buena parte de las mujeres acude con ambos curadores durante el embarazo y el parto.

Un aspecto final a mencionar es el acceso a los programas sociales como son Oportunidades y el Seguro Popular. Mientras las mujeres mayores de 35 están afiliadas en más de un 80% a Oportunidades, este porcentaje se reduce a menos del 10% entre las más jóvenes. Aunque ello podría parecer irrelevante para el análisis del comportamiento reproductivo, debemos señalar que las mujeres con Oportunidades, es decir las de 25 años en adelante, han estado más expuestas a las políticas públicas reproductivas y por tanto al discurso gubernamental en torno a la reproducción, el decrecimiento poblacional, el control prenatal y las acciones de cuidado durante el embarazo. Si bien este discurso también les ha sido transmitido a las jóvenes, la vía de acceso ha sido mayoritariamente por el sistema escolar y no por el sistema de salud en tanto no tienen la obligación de asistir al control por temor a que se les retire el programa; sin embargo, la asistencia al control prenatal en este grupo de edad, es la más elevada de los tres.

Falta un párrafo de cierre total del artículo y el parrafito de anticoncepción.

BIBLIOGRAFIA (pendiente)