trotsky
DESCRIPTION
Trotsky. L. Resultados y perspectivas.TRANSCRIPT
-
1
Leon Trotsky
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
Escrito: En 1906 en respuesta a los acontecimientos de 1905 en Rusia.
Publicado por vez primera: En idioma ruso en 1907 y reditado por Trotsky para publicacin
en 1915 y en 1919.
Edicin digital en castellano: Red Vasca Roja, noviembre de 2000 bajo el titulo de Balance
y perspectivas.
Digitalizacin: Para la Red Vasca Roja por el miembro de la Red Vasca Roja, Juan Mari
Madariaga, 2000.
HTML para Marxists.org: Juan Fajardo, abril de 2000; 2010.
Esta edicin: Marxists Internet Archive, 1 de mayo de 2000; 2010.
Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
Prefacio de 1919
El carcter de la revolucin rusa era la cuestin principal alrededor de la cual se
agrupaban, segn la respuesta que daban, las diversas corrientes de ideas y
organizaciones polticas en el movimiento revolucionario ruso. En la propia
socialdemocracia esta cuestin provoc, desde que a causa del transcurso de los
acontecimientos comenz a plantearse de una forma concreta, las divergencias de
opiniones ms grandes. Desde 1904, estas divergencias de opiniones se han expresado en
dos corrientes bsicas: el menchevismo y el bolchevismo. El punto de vista menchevique
parta del principio de que nuestra revolucin era burguesa, es decir, que su consecuencia
natural sera el paso del poder a la burguesa y la creacin de las condiciones de un
parlamento burgus. El punto de vista de los bolcheviques, en cambio, aun reconociendo
la inevitabilidad del carcter burgus de la revolucin venidera, planteaba la creacin de
una repblica democrtica bajo la dictadura del proletariado y del campesinado.
El anlisis social de los mencheviques se caracterizaba por una superficialidad
extraordinaria y, en principio, iba a caer en analogas histricas aproximativas --el tpico
mtodo de la pequea burguesa culta-. Las advertencias de que las circunstancias del
desarrollo del capitalismo ruso haban provocado grandes contrastes entre sus dos polos y
haban condenado a la insignificancia a la democracia burguesa, no impedan a los
-
2
mencheviques, como tampoco lo hicieron las experiencias de los siguientes
acontecimientos, buscar incansablemente una democracia autntica, verdadera, que
tendra que ponerse a la cabeza de la nacin e introducir condiciones parlamentarias, a
ser posible democrticas, con vistas a un desarrollo capitalista. Los mencheviques
intentaron siempre y en todas partes descubrir indicios de desarrollo de una democracia
burguesa, y cuando no los encontraron se los imaginaron. Exageraban la importancia de
cualquier declaracin o discurso democrtico y subestimaban, al mismo tiempo, la
fuerza del proletariado y las perspectivas de su lucha. Los mencheviques se esforzaron tan
fanticamente en encontrar una democracia burguesa dirigente de forma que quedase
asegurado el carcter burgus legal de la revolucin, que ellos mismos se encargaron,
con ms o menos xito, durante la revolucin, cuando no apareci ninguna democracia
burguesa dirigente, de cumplir con los deberes de aqulla. Est completamente claro que
una democracia pequeo-burguesa sin ideologa socialista alguna, sin un estudio marxista
de las relaciones de clase, no poda actuar, en las condiciones de la revolucin rusa, de
otra forma que como actuaron los mencheviques como partido dirigente en la
revolucin de febrero. La ausencia de una base social seria sobre la que apoyar una
democracia burguesa se demostr en las personas de los mismos mencheviques:
caducaron rpidamente y fueron barridos por la continuacin de la lucha de clases, ya en
el octavo mes de la revolucin.
A la inversa, el bolchevismo no estaba contagiado en lo ms mnimo por la creencia en el
poder y en la fuerza de una democracia burguesa revolucionaria en Rusia. Desde el
principio reconoci la significacin decisiva de la clase obrera en la revolucin venidera,
pero su programa se limitaba, en la primera poca, a los intereses de las grandes masas
campesinas sin la cual -y contra la cual- la revolucin no hubiese podido ser llevada a
cabo por el proletariado. De ah el reconocimiento (interino) del carcter demcrata
burgus de la revolucin.
Segn su apreciacin de las fuerzas internas de la revolucin y de sus perspectivas, el
autor no perteneca, en aquel periodo, ni a la una ni a la otra corriente principal del
movimiento obrero ruso. El punto de vista adoptado entonces por el autor puede ser
formulado de una manera esquemtica como sigue: Correspondientemente a sus tareas
ms prximas, la revolucin comienza siendo burguesa, pero luego hace que se
desplieguen rpidamente potentes antagonismos de clases y slo llega a la victoria si
traspasa el poder a la nica clase capaz de colocarse a la cabeza de las masas oprimidas:
el proletariado. Una vez en el poder, el proletariado no quiere ni puede limitarse al marco
de un programa demcrata burgus. Puede llevar a cabo la revolucin slo si la revolucin
rusa se prolonga en una revolucin del proletariado europeo. Entonces se superar el
programa democrtico burgus de la revolucin, junto con su marco nacional, y la
dominacin poltica temporal de la clase obrera rusa progresar hacia una dictatura
-
3
socialista permanente. Pero si Europa no avanza, entonces la contrarrevolucin burguesa
no tolerar el gobierno de las masas trabajadoras en Rusia y empujar hacia atrs al pas -
muy por detrs de la repblica democrtica de obreros y campesinos-. El proletariado,
pues, llegado al poder, no debe limitarse al marco de la democracia burguesa sino que
tiene que desplegar la tctica de la revolucin permanente, es decir anular los lmites entre
el programa mnimo y el mximo de la socialdemocracia, pasar a reformas sociales cada
vez ms profundas y buscar un apoyo directo e inmediato en la revolucin del oeste
europeo. Esta posicin debe ser desarrollada y fundada por este trabajo, reeditado ahora y
que fue escrito en 1904-1906.
El autor ha defendido, durante una dcada y media, el punto de vista de la revolucin
permanente, pero al evaluar las fracciones en lucha mutua dentro de la socialdemocracia
cometi un error. Como entonces ambas partan de las perspectivas de una revolucin
burguesa, el autor crea que las divergencias de opiniones no eran tan profundas como
para justificar una escisin. Al mismo tiempo esperaba que el transcurso posterior de los
acontecimientos demostrara claramente a todos, por un lado, la falta de fuerzas y la
impotencia de la democracia burguesa rusa, y por el otro lado, el hecho de que al
proletariado le sera objetivamente imposible mantenerse en el poder dentro del marco de
un programa democrtico; y que, en suma, ello hara desaparecer el terreno de las
divergencias de opinin entre las fracciones.
Sin pertenecer a ninguna de las dos fracciones durante la emigracin, el autor
subestimaba el hecho cardinal de que en las divergencias de opiniones entre los
bolcheviques y los mencheviques figuraban, de hecho, un grupo de revolucionarios
inflexibles por un lado, y por el otro una agrupacin de elementos cada vez ms
disgregados por el oportunismo y la falta de principios. Cuando estall la revolucin en
1917, el partido bolchevique representaba una organizacin centralizada fuerte, que haba
absorbido a los mejores elementos entre los obreros progresistas y de la intelligentsia
revolucionaria y que se orientaban, en su tctica, de completo acuerdo con la situacin
internacional y con las relaciones de clase en Rusia -despus de una breve lucha interior
hacia una dictadura socialista de la clase obrera. La fraccin menchevique, en cambio,
haba madurado, en aquella poca, justo lo suficiente para realizar -como ya hemos
mencionado- las tareas de una democracia burguesa.
Al editar de nuevo su trabajo, el autor desea, no slo explicar aquellos fundamentos
tericos de base que, desde los comienzos del ao 1917, le permitan a l y otros
camaradas que estuvieron durante una serie de aos fuera del partido bolchevique, a
entrelazar su propio destino con el del partido (esta declaracin personal no sera un
motivo suficiente para una reedicin del libro), sino tambin recordar aquel anlisis
histrico-social de las fuerzas motrices de la revolucin rusa, segn el cual la conquista del
-
4
poder poltico por la clase obrera poda y tena que considerarse como tarea de la
revolucin rusa -y esto mucho antes de que la dictadura del proletariado llegase a ser un
hecho consumado-. El hecho de que ahora podamos editar sin modificaciones un trabajo
escrito en 1906 y formulado en sus rasgos bsicos ya en 1904, es una muestra convincente
de que la teora marxista no est del lado del apoyo menchevique a una democracia
burguesa, sino del lado del partido que de hecho realiza actualmente la dictadura de la
clase obrera.
La instancia ltima de la teora sigue siendo la experiencia. El hecho de que los
acontecimientos en los cuales participamos ahora y las formas de esta participacin
estuviesen ya previstos, en sus rasgos bsicos, hace una dcada y media, es una prueba
irrefutable de que la teora marxista ha sido aplicada correctamente por nosotros.
En el apndice reproducimos el artculo La lucha por el poder, que apareci en el
peridico parisiense Nache Slovo [Nuestra Palabra] 35 del 17 de octubre de 1915. El artculo
tiene una funcin polmica: en l se parte de la crtica de la carta programtica del lder
del menchevismo a los camaradas de Rusia, y se llega a la conclusin de que, en la
dcada posterior a la revolucin de 1905, el desarrollo de las relaciones de clases minaba
ms an las aspiraciones mencheviques por una democracia burguesa, habiendo unido,
por el contrario, ms estrechamente el destino de la revolucin rusa con la cuestin de la
dictadura de la clase obrera. Hay que ser testarudo para hablar, todava, despus de una
lucha ideolgica de aos, del aventurerismo de la revolucin de octubre!
Cuando se habla de la relacin de los mencheviques con la revolucin, no se puede evitar
el mencionar la degeneracin menchevique de Kautsky, que expresa ahora en la teora
de los Martov, Dan y Tsereteli su propia decadencia terica y poltica. Despus de octubre
del 1917 omos decir a Kautsky que la conquista del poder poltico mediante la clase
obrera, tambin sera la tarea histrica del partido socialdemcrata pero que -dado que el
partido comunista ruso no ha llegado al poder entrando por la puerta ni a la hora prevista
en el horario de Kautsky- se debera dejar la repblica sovitica a la correccin de Kerenski,
Tsereteli y Chernov. Esta crtica pedante reaccionaria de Kautsky, debe haber sorprendido
an ms a los camaradas que han vivido con plena conciencia el periodo de la primera
revolucin rusa y que han ledo el artculo de Kautsky de 1905-1906. Entonces comprendi
y reconoci Kautsky (seguramente no sin la influencia bienhechora de Rosa Luxemburgo)
que la revolucin rusa no podra terminar en una repblica democrtica burguesa, sino
que tendra que conducir, dado el nivel alcanzado por la lucha de clases en el interior del
pas y la situacin internacional del capitalismo, a la dictadura de la clase obrera. Kautsky
hablaba entonces directamente de un gobierno obrero con mayora socialdemcrata. No
se le ocurra hacer depender el transcurso real de la lucha de clases de combinaciones
superficiales y temporalmente limitadas de la democracia poltica. Kautsky comprenda
-
5
entonces que una revolucin comienza primeramente con el despertar de masas de
millones de campesinos y pequeo-burgueses, y ni siquiera de un golpe sino lentamente,
capa por capa; que, en el momento en que la lucha entre el proletariado y la burguesa
capitalista se acerca a su momento decisivo, se encuentran todava amplias masas
campesinas a un nivel primitivo de desarrollo poltico, dando sus votos a los partidos
polticos de las capas intermedias, que precisamente reflejan nicamente el atraso y los
prejuicios del campesinado. Kautsky comprendi entonces que el proletariado, una vez
que ha llegado a la conquista del poder por la lgica de la revolucin, no puede aplazar
sus funciones arbitrariamente por un tiempo indefinido, ya que con esta renuncia dejara
el campo libre a la contrarrevolucin. Kautsky comprendi entonces que el proletariado, si
tiene el poder revolucionario en sus manos, no har el destino de la revolucin
dependiente del estado de nimo pasajero de las masas menos conscientes y despiertas,
sino que, al contrario, convertir toda la autoridad pblica que se concentra en sus manos
en un aparato de ilustracin y organizacin de estas masas campesinas ms atrasadas e
ignorantes. Kautsky comprendi que llamar a la revolucin rusa una revolucin burguesa y
limitar sus tareas consecuentemente, significa no comprender nada de lo que pasa en el
mundo. Reconoci correctamente, junto con los marxistas revolucionarios de Rusia y
Polonia, que -si el proletariado ruso consegua el poder antes que el europeo- debera
aprovechar su posicin de clase dominante no para traspasar urgentemente sus
posiciones a la burguesa, sino para apoyar poderosamente la revolucin proletaria en
Europa y en todo el mundo. Todas estas perspectivas internacionales, penetradas por el
espritu de la doctrina marxista, no se hacan dependientes, ni para Kautsky ni para
nosotros, de cmo y por quin votara el campesinado en noviembre y diciembre de 1917
en las elecciones de la as llamada Asamblea Constituyente.
Ahora, cuando las perspectivas trazadas hace 15 aos han llegado a ser realidad, Kautsky
niega a la revolucin rusa el acta de reconocimiento con la argumentacin de que no ha
sido librada en la comisara poltica de la democracia burguesa. Qu hecho ms
asombroso! Qu increble envilecimiento del marxismo! Puede decirse con todo derecho
que la decadencia de la Segunda Internacional ha encontrado una expresin aun ms
horrible en este juicio filisteo sobre la revolucin rusa de uno de sus ms grandes tericos,
que a causa del acuerdo respecto a los crditos de guerra del 4 de agosto.
Kautsky desarroll y defendi durante dcadas las ideas de la revolucin social. Ahora,
cuando ha estallado, se aparta lleno de espanto. Se resiste al poder sovitico en Rusia y
adopta una postura hostil contra el movimiento poderoso del proletariado comunista en
Alemania. Kautsky se parece desconcertantemente a un maestrillo de escuela miserable
que describe, ao tras ao, en las cuatro paredes de su clase enmohecida, a sus alumnos
la primavera y luego, cuando por fin al final de su actividad pedaggica, sale una vez a ver
la naturaleza en primavera, no reconoce la primavera, se enfada (lo que pueda enfadarse
-
6
un maestrillo de escuela) e intenta demostrar que la primavera no es ninguna primavera
sino slo un gran desorden de la naturaleza, puesto que atenta contra las leyes de las
ciencias naturales. Qu bien est que los obreros no se fen de este pedante, equipado de
tan alta autoridad, sino que se fen de la voz de la primavera! Nosotros, los discpulos de
Marx, seguimos convencidos, junto con los obreros alemanes, de que la primavera de la
revolucin ha empezado en completo acuerdo con las leyes de la naturaleza social y, al
mismo tiempo, con la teora marxista; ya que el marxismo no es el puntero de un
maestrillo de escuela que est por encima de la historia sino el anlisis social de las vas y
formas del proceso histrico tal como se realiza en realidad.
No he modificado los textos de los dos trabajos impresos --de 1906 y de 1915-.
Originariamente quera completarlos con notas que acercasen la representacin al
momento actual. Pero al leer el texto he abandonado este proyecto. Si hubiese querido
entrar en detalles hubiese duplicado con las notas el tamao del libro, para lo cual, en la
actualidad, me falta el tiempo; adems, para el lector semejante libro de dos pisos
hubiera sido incmodo. Pero creo que lo principal es que el razonamiento se aproxima, en
sus rasgos esenciales, a la situacin actual y el lector que se someta a la molestia de
estudiar este libro con ms atencin completar, sin esforzarse, la representacin con los
hechos necesarios de la experiencia de la revolucin actual.
L. Trotski
12 de marzo de 1919
Kremlin
Volver al Indice
Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
-
7
Introduccin
La revolucin en Rusia lleg inesperadamente para todos, excepto para la
socialdemocracia. Haca ya mucho tiempo que el marxismo haba pronosticado la
inevitabilidad de la revolucin rusa, que tena que estallar como consecuencia del conflicto
entre las fuerzas del desarrollo capitalista y las del absolutismo burocrtico. El marxismo
haba predicho el contenido social de la revolucin venidera. Al considerarla una
revolucin burguesa seal que las tareas objetivas inmediatas de la revolucin seran las
de crear condiciones normales para el desarrollo de la sociedad burguesa en su
totalidad.
El marxismo tena razn; esto ya no necesita de ninguna discusin ni prueba. Los marxistas
tienen hoy una tarea completamente distinta: reconocer, con ayuda del anlisis de su
mecanismo interno, las posibilidades de la revolucin en desarrollo. Sera un grave error
el equiparar simplemente nuestra revolucin con los acontecimientos de los aos 1789-
1793 o del ao 1848. Analogas histricas con las cuales el liberalismo se mantiene vivo no
pueden reemplazar un anlisis social.
La revolucin rusa est caracterizada por particularidades que derivan de los rasgos muy
especiales de nuestro desarrollo sociohistrico y que nos abren, por su parte, perspectivas
histricas completamente nuevas.
1.
Las particularidades del desarrollo histrico
Comparando el desarrollo social de Rusia con el de otros Estados europeos -resumiendo
sus rasgos comunes y poniendo de relieve las diferencias entre su historia y la historia
rusa- estamos en condiciones de decir que la caracterstica esencial del desarrollo social
ruso es su primitivismo y su lentitud.
-
8
No queremos ocuparnos aqu de las causas naturales de este primitivismo, pero el hecho
en s nos parece indudable: la sociedad rusa naci sobre una base econmica ms simple
y ms pobre.
El marxismo ensea que el desarrollo de las fuerzas productivas constituye la base del
proceso sociohistrico. La formacin de corporaciones y clases econmicas solamente es
posible cuando este desarrollo ha alcanzado un punto determinado. Es necesario, para la
diversificacin de capas y clases, que viene a su vez determinada por el desarrollo de la
divisin del trabajo y la formacin de funciones sociales especializadas, que la parte de la
poblacin que est ocupada directamente en la produccin material produzca, por encima
de su propio consumo, un plusproducto, un excedente: y solamente por apropiarse
enajenadamente de este excedente pueden nacer y estructurarse las clases no
productivas. La divisin del trabajo dentro de las mismas clases productivas nicamente es
imaginable a partir de un cierto nivel de desarrollo en la agricultura, en el cual queda
garantizado el abastecimiento de la poblacin no campesina con artculos agrcolas. Estas
condiciones previas para el desarrollo social ya han sido formuladas exactamente por
Adam Smith.
De ello resulta -aunque el periodo de Novgorod en nuestra historia coincide con los
comienzos de la Edad Media europea- que el lento desarrollo econmico, debido a
condiciones histrico-naturales (situacin geogrfica desfavorable, poblacin escasa),
obstaculiz el proceso de la formacin de clases, dndole un carcter ms primitivo.
Es muy difcil decir qu direccin habra tomado la historia de la sociedad rusa si hubiera
transcurrido aisladamente y si hubiese sido influenciada slo por sus tendencias internas
propias. Basta mencionar que se no ha sido el caso. La sociedad rusa que se formaba
sobre una determinada base econmica interior estaba siempre bajo el influjo, e incluso
bajo la presin, del medio sociohistrico exterior.
En el proceso del enfrentamiento de esta ya formada organizacin socioestatal con las
otras vecinas jugaron un papel decisivo, del lado de una el primitivismo de las
circunstancias econmicas y, del de las otras, su nivel de desarrollo relativamente alto.
El Estado ruso que se haba formado sobre una base econmica primitiva, entr en
relacin y lleg a tener conflictos con organizaciones estatales que se haban desarrollado
sobre una base econmica ms alta y ms estable. Aqu se planteaban entonces dos
posibilidades: o bien el Estado ruso se hundira en esta lucha, como se haban hundido la
Horda de Oro en la lucha con el Estado de Mosc, o bien el Estado ruso tendra que
adelantarse, en su desarrollo, a la evolucin propia de las condiciones econmicas y gastar
muchas ms energas vitales de las que hubiesen sido necesarias en el caso de un
desarrollo aislado. Para la primera alternativa la economa rusa no era lo bastante
-
9
primitiva. El Estado no se deshizo, sino- que empez a desenvolverse merced a un
supremo esfuerzo de sus fuerzas econmicas.
Lo esencial no es, por tanto, que Rusia estuviera rodeada de enemigos. Eso slo no es
suficiente. En principio eso vale para cualquier Estado europeo excepto quizs para
Inglaterra; pero con la diferencia de que, en su lucha por la existencia, estos Estados se
apoyaban en una base econmica ms o menos homognea y, por esto mismo, el
desarrollo de su estabilidad no estaba expuesta a una presin exterior tan fuerte.
La lucha contra los trtaros nogaicos y los de Crimea exiga el mximo de esfuerzo; pero
desde luego no exiga ms que la lucha secular de Francia contra Inglaterra. No fueron los
trtaros los que obligaron a la vieja Rusia a introducir las armas de fuego y los regimientos
permanentes de la guardia imperial no fueron los trtaros los que la obligaron ms tarde a
crear la caballera y la infantera. Fue la presin por parte de Lituania, Polonia y Suecia.
Como consecuencia de esta presin ejercida desde Europa occidental, el Estado devor
una parte excesivamente grande de la plusvala, o lo que es lo mismo, viva a expensas de
las clases privilegiadas que se acababan de formar, retardando as su -de todos modos-
lento desarrollo. Pero esto no es todo. El Estado se lanz sobre el producto necesario
del campesino, le priv de sus medios de existencia, obligndole, con ello, a abandonar la
tierra en la que acababa de establecerse y, de esta manera, obstaculiz el crecimiento de
la poblacin, fren el desarrollo de las fuerzas productivas. As es que, en la medida en la
cual el Estado devor una parte desproporcionado de la plusvala, obstaculiz la
diversificacin, ya bastante lenta, de las capas sociales; y en la misma medida en que quit
una parte considerable del producto necesario destruy l mismo las primitivas bases de
produccin, que eran su apoyo.
Pero, sobre todo, para apropiarse de una parte del producto social, necesario para seguir
existiendo y funcionando, el Estado necesitaba una organizacin jerrquico-clasista. As,
mientras minaba las bases econmicas de su crecimiento, pretenda, al mismo tiempo,
forzar su desarrollo mediante medidas estatales autoritarias e intentaba -como cualquier
otro Estado- guiar a su gusto el proceso de formacin de las capas sociales. En ello un
historiador de la civilizacin rusa, Miliukov 1, ve un contraste directo con la historia de
occidente. Sin embargo, no hay aqu en verdad ningn contraste.
La monarqua clasista de la Edad Media, que ms tarde evolucion hacia un absolutismo
burocrtico, representaba una forma de Estado en la cual estaban arraigados
determinados intereses y relaciones sociales. Pero esta forma de Estado, una vez formada
y establecida, engendr intereses propios (dinsticos, cortesanos, burocrticos...) que
entraron en conflicto no solamente con los intereses de las capas bajas sino incluso con
los de las capas altas. Las clases dominantes, que formaban un muro de separacin
-
10
socialmente imprescindible entre las masas de la poblacin y la organizacin estatal,
presionaron sobre esta ltima y convirtieron sus propios intereses en el contenido de su
praxis estatal. Pero la autoridad pblica defendi, al mismo tiempo, su propio punto de
vista, tambin frente a los intereses de las clases altas. Como tal poder independiente, ella
desarroll una poltica de oposicin contra las aspiraciones de aqullas e intent
subordinarlas. La historia efectiva de las relaciones entre Estado y clases transcurri en el
sentido de una resultante que estaba determinada por esta constelacin de fuerzas. Un
proceso, similar en su esencia, tuvo lugar tambin en la vieja Rusia.
El Estado intentaba aprovecharse de los grupos econmicos en desarrollo y subordinarlos
a sus intereses financieros y mili- tares especficos. Los nacientes grupos econmicos
dominantes intentaron servirse del Estado para asegurarse sus privilegios en forma de
privilegios de clase. En este juego de fuerzas sociales, el poder del Estado tuvo una
importancia mucho ms grande que en la historia de la Europa occidental.
Este intercambio de ayudas mutuas entre el Estado y los grupos sociales superiores, que se
expresa en la distribucin, de mutuo acuerdo, de derechos y obligaciones, de cargas y
privilegios, se realiza a expensas del pueblo trabajador.
En Rusia, el intercambio era menos ventajoso para la aristocracia y el clero que en las
monarquas clasistas medievales de Europa occidental. Eso es indiscutible. Y, sin embargo,
decir que en Rusia la autoridad pblica hubiese creado, de por s, las clases, por su propio
inters, mientras que en el occidente, en la misma poca, las clases crearon el Estado, es
una increble exageracin, una absoluta falta de perspectiva (Miliukov).
No se pueden crear clases por un procedimiento, por un mero expediente jurdico estatal.
Antes de que este o aquel grupo social pueda, con ayuda de la autoridad pblica, devenir
una clase privilegiada, tiene de manera previa que haberse formado econmicamente, y,
por aadidura, con todas sus prerrogativas sociales. No se pueden fabricar clases segn
una jerarqua preconcebida o segn el modelo de la Legin de Honor. La autoridad
pblica nicamente puede depositar todo el peso de su ayuda para favorecer este proceso
econmico elemental, del cual se derivan ms tarde las formaciones econmicas
superiores. Como hemos mostrado, el Estado ruso gast relativamente muchas fuerzas y
obstaculiz el proceso de cristalizacin social, pese a que l mismo lo necesitaba. Es por
tanto natural que, por su parte, intentara forzar, bajo la influencia y la presin del mundo
occidental socialmente ms configurado (una presin que fue proporcionada mediante la
organizacin militar estatal), la diversificacin social sobre una base econmica primitiva.
Adems: como la necesidad de acelerar este proceso haba surgido de la debilidad del
desarrollo socioeconmico, es natural que el Estado, en sus esfuerzos previsores, aspirara
a aprovechar su preponderancia de poder para dirigir, segn su propio criterio,
precisamente este desarrollo de las clases altas. Pero cuando el Estado quiso obtener
-
11
xitos mayores en este sentido tropez, ante todo, con su propia debilidad, con el carcter
primitivo de su propia organizacin; y ste estaba, como ya sabemos, determinado por el
primitivismo de la estructura social.
As fue impulsado el Estado ruso, construido sobre la base de la economa rusa, por la
presin amistosa y, ms an, por la presin rival de las organizaciones estatales vecinas
que se haban formado sobre una base econmica ms desarrollada. A partir de un
momento determinado -en especial desde finales del siglo XVII- el Estado aspir a acelerar
artificialmente con un esfuerzo supremo, el desarrollo econmico natural. Nuevos ramos
de oficios, mquinas e industrias, produccin en gran escala y capital parecen, por decirlo
as, servir como injertos en el tronco econmico natural. El capitalismo aparece como un
hijo del Estado. Desde este punto de vista tambin se podra decir que toda la ciencia rusa
es un producto artificial de los esfuerzos estatales, puesta artificialmente sobre el tronco
natural de la ignorancia nacional 2.
El pensamiento ruso se desarroll, como la economa rusa, bajo la presin directa del
pensamiento y de la economa -ms avanzados- de occidente. Como a consecuencia del
carcter econmico natural de la economa, es decir como a consecuencia del comercio
exterior muy poco desarrollado, las relaciones con los otros pases tenan un carcter
principalmente estatal, la influencia que Rusia deba sentir de estos pases, antes de poder
adoptar la forma de competencia econmica directa, se manifest ms bien como una
lucha encarnizada por la existencia estatal misma. La economa occidental influenci sobre
la rusa por mediacin del Estado. Para poder sobrevivir mejor en medio de Estados
enemigos y mejor armados, Rusia estaba obligada a introducir fbricas, escuelas de
navegacin, libros instructivos sobre la construccin de instalaciones de fortificacin, etc.
Pero si el movimiento general de la economa interior no se hubiera dirigido en este
sentido, si la evolucin de esta economa no hubiese creado una necesidad de aplicacin y
generalizacin de los conocimientos, entonces todos los esfuerzos del Estado hubieran
sido infructuosos: la economa nacional, que evolucionaba de una manera normal de la
forma de economa natural a la forma de economa dinero-mercancas, solamente
reaccion a las medidas del gobierno que se correspondan con esta evolucin, y
solamente en la medida en que estaban de acuerdo con ella. La historia de la fbrica rusa,
del sistema monetario ruso y del crdito estatal es una prueba contundente de esta
interpretacin de los hechos que acabamos de exponer.
La mayora de los ramos industriales (metal, azcar, petrleo, aguardiente e incluso
tejidos de fibra) -escribe el profesor Mendeleev- nacieron directamente bajo la accin de
medidas gubernamentales, a veces tambin con ayuda de altas subvenciones pero, sobre
todo, porque el gobierno pretenda, por lo visto, en todas las pocas, una poltica
proteccionista consciente, llegando, durante el reinado del zar Alejandro, a escribirla
-
12
abiertamente sobre su bandera... El gobierno supremo que se atena, para Rusia, con
plena conciencia, a los principios del proteccionismo, se haba adelantado a todas nuestras
clases instruidas en conjunto 3. El sabio panegirista del proteccionismo industrial olvida
aadir que la poltica gubernamental no estaba dictada sobre la base de una
preocupacin por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por consideraciones
puramente fiscales y, en parte, tcnico-militares. Por este motivo, la poltica de aranceles
protectores estaba en contradiccin no solamente con los intereses fundamentales del
desarrollo industrial sino tambin con los intereses privados de grupos de empresas
individuales. As, los fabricantes de algodn declararon abiertamente que los aranceles de
algodn tan altos no son mantenidos para la promocin del cultivo de algodn sino
solamente a causa de intereses fiscales. As como el gobierno al crear las clases haba
puesto los ojos sobre todo en los tributos para el Estado, tambin al establecer la
industria diriga su preocupacin principal hacia las necesidades del fisco. Pero,
indudablemente, la autocracia, al transplantar la produccin industrial en suelo ruso,
jugaba un papel importante.
En la poca en la que la sociedad burguesa en desarrollo empez a sentir la necesidad de
las instituciones polticas de occidente, la autocracia estaba equipada con un poder
material semejante al de los pases europeos. Se apoyaba en un aparato burocrtico
centralizado que era completamente insuficiente en orden al control de situaciones nuevas
pero que, en cambio, era capaz de poner en movimiento grandes energas de carcter
represivo sistemtico. Las inmensas distancias del pas haban sido superadas mediante el
telgrafo, permitiendo que las iniciativas de la administracin se realizaran con seguridad,
con relativa unidad y con rapidez (en el caso de medidas represivas); los ferrocarriles
hacan posible desplazar en poco tiempo tropas militares de un extremo al otro del pas.
Los gobiernos prerrevolucionarios de Europa apenas conocan ferrocarriles y telgrafos. El
ejrcito que estaba a la disposicin del absolutismo era realmente gigantesco y, si bien en
los primeros ensayos, la guerra ruso-japonesa, se haba mostrado intil, era
suficientemente bueno para el control del interior. No ya el gobierno de la vieja Francia,
sino ni siquiera el gobierno de 1848 haba conocido nada que pudiera igualarse al actual
ejrcito ruso.
El gobierno, al mismo tiempo que con ayuda del aparato fiscal militar explotaba el pas al
mximo, aumentaba su presupuesto anual hasta la suma gigantesca de 2 000 millones de
rublos. Apoyado en el ejrcito y en el presupuesto, el gobierno autocrtico convirti la
bolsa europea de valores en su tesoro privado y al contribuyente ruso en un tributario
desesperado de esta bolsa.
-
13
As el gobierno ruso se presentaba al mundo, en los aos ochenta y noventa del siglo XIX,
como una inmensa organizacin impositivo y burstil con una significacin burocrtico-
militar y con un poder inconmovible.
El poder financiero y militar del absolutismo agobiaba e impresionaba no solamente a la
burguesa europea sino tambin al liberalismo ruso, quitndole cualquier atisbo de
esperanza en la posibilidad de una disputa abierta con el absolutismo. Pareca como si el
poder militar y financiero del absolutismo excluyera cualquier posibilidad de una
revolucin rusa.
En realidad ocurri todo lo contrario. Cuanto ms centralizado es un Estado y cuanto ms
desgajado est de la sociedad, tanto ms pronto se convierte en una organizacin
autnoma que est por encima de la sociedad. Cuanto ms grandes son las fuerzas
militares y financieras de tal organizacin, tanto ms largamente y con ms xito puede
luchar por su supervivencia. El Estado centralizador, con su presupuesto de 2 000 millones,
con sus 8 000 millones de deuda y con millones de hombres sobre las armas, poda
todava mantenerse aun despus de haber dejado de corresponder a las necesidades
elementales del desarrollo social; necesidades, no slo referentes a la administracin
interna, sino inclusive las necesidades relativas a la seguridad militar, para cuya garanta
haba sido, originariamente, creado.
Cuanto ms duradera era esta situacin, tanto ms se desarrollaba la contradiccin entre
las exigencias del progreso econmico y cultural y la poltica gubernamental, la cual
multiplicaba su propia desidia en millones de veces. Al haber dejado atrs la poca de
las grandes reformas del tipo de soluciones de recambio -que no solamente no podan
eliminar esta contradiccin sino que, por el contrario, la ponan al descubierto claramente
por primera vez- al gobierno se le hizo objetivamente cada vez ms difcil, y
sicolgicamente cada vez menos posible, el emprender por s mismo la marcha hacia el
parlamentarismo. La nica salida a esta contradiccin que en la mencionada situacin se le
ofreca a la sociedad, consista en acumular el suficiente vapor revolucionario en la
marmita del absolutismo para poder hacerla volar.
As, el poder administrativo, militar y financiero del absolutismo, el mismo que le haba
proporcionado la posibilidad de sostenerse en plena contradiccin con el desarrollo social,
no solamente no exclua la posibilidad de una revolucin --como pensaba el liberalismo--
sino que, por el contrario, haca que la revolucin fuera la nica salida; adems, la
revolucin tendra un carcter tanto ms radical cuanto ms profundo se hiciera el abismo
entre el poder del absolutismo y la nacin.
El marxismo ruso puede, con toda razn, estar orgulloso de haber sido el nico en sealar
el sentido de esta evolucin y de haber predicho sus formas generales 4, en una poca en
-
14
la que el liberalismo se nutra de un practicismo utpico y en que el movimiento
revolucionario de los populistas viva de fantasmagoras y de la creencia en milagros.
Todo este transcurso de la evolucin social haca la revolucin inevitable. Pero cules
eran las fuerzas de esta revolucin?
Volver al Indice
Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
Introduccin
La revolucin en Rusia lleg inesperadamente para todos, excepto para la
socialdemocracia. Haca ya mucho tiempo que el marxismo haba pronosticado la
inevitabilidad de la revolucin rusa, que tena que estallar como consecuencia del conflicto
entre las fuerzas del desarrollo capitalista y las del absolutismo burocrtico. El marxismo
haba predicho el contenido social de la revolucin venidera. Al considerarla una
revolucin burguesa seal que las tareas objetivas inmediatas de la revolucin seran las
de crear condiciones normales para el desarrollo de la sociedad burguesa en su
totalidad.
El marxismo tena razn; esto ya no necesita de ninguna discusin ni prueba. Los marxistas
tienen hoy una tarea completamente distinta: reconocer, con ayuda del anlisis de su
mecanismo interno, las posibilidades de la revolucin en desarrollo. Sera un grave error
el equiparar simplemente nuestra revolucin con los acontecimientos de los aos 1789-
1793 o del ao 1848. Analogas histricas con las cuales el liberalismo se mantiene vivo no
pueden reemplazar un anlisis social.
-
15
La revolucin rusa est caracterizada por particularidades que derivan de los rasgos muy
especiales de nuestro desarrollo sociohistrico y que nos abren, por su parte, perspectivas
histricas completamente nuevas.
1.
Las particularidades del desarrollo histrico
Comparando el desarrollo social de Rusia con el de otros Estados europeos -resumiendo
sus rasgos comunes y poniendo de relieve las diferencias entre su historia y la historia
rusa- estamos en condiciones de decir que la caracterstica esencial del desarrollo social
ruso es su primitivismo y su lentitud.
No queremos ocuparnos aqu de las causas naturales de este primitivismo, pero el hecho
en s nos parece indudable: la sociedad rusa naci sobre una base econmica ms simple
y ms pobre.
El marxismo ensea que el desarrollo de las fuerzas productivas constituye la base del
proceso sociohistrico. La formacin de corporaciones y clases econmicas solamente es
posible cuando este desarrollo ha alcanzado un punto determinado. Es necesario, para la
diversificacin de capas y clases, que viene a su vez determinada por el desarrollo de la
divisin del trabajo y la formacin de funciones sociales especializadas, que la parte de la
poblacin que est ocupada directamente en la produccin material produzca, por encima
de su propio consumo, un plusproducto, un excedente: y solamente por apropiarse
enajenadamente de este excedente pueden nacer y estructurarse las clases no
productivas. La divisin del trabajo dentro de las mismas clases productivas nicamente es
imaginable a partir de un cierto nivel de desarrollo en la agricultura, en el cual queda
garantizado el abastecimiento de la poblacin no campesina con artculos agrcolas. Estas
condiciones previas para el desarrollo social ya han sido formuladas exactamente por
Adam Smith.
De ello resulta -aunque el periodo de Novgorod en nuestra historia coincide con los
comienzos de la Edad Media europea- que el lento desarrollo econmico, debido a
-
16
condiciones histrico-naturales (situacin geogrfica desfavorable, poblacin escasa),
obstaculiz el proceso de la formacin de clases, dndole un carcter ms primitivo.
Es muy difcil decir qu direccin habra tomado la historia de la sociedad rusa si hubiera
transcurrido aisladamente y si hubiese sido influenciada slo por sus tendencias internas
propias. Basta mencionar que se no ha sido el caso. La sociedad rusa que se formaba
sobre una determinada base econmica interior estaba siempre bajo el influjo, e incluso
bajo la presin, del medio sociohistrico exterior.
En el proceso del enfrentamiento de esta ya formada organizacin socioestatal con las
otras vecinas jugaron un papel decisivo, del lado de una el primitivismo de las
circunstancias econmicas y, del de las otras, su nivel de desarrollo relativamente alto.
El Estado ruso que se haba formado sobre una base econmica primitiva, entr en
relacin y lleg a tener conflictos con organizaciones estatales que se haban desarrollado
sobre una base econmica ms alta y ms estable. Aqu se planteaban entonces dos
posibilidades: o bien el Estado ruso se hundira en esta lucha, como se haban hundido la
Horda de Oro en la lucha con el Estado de Mosc, o bien el Estado ruso tendra que
adelantarse, en su desarrollo, a la evolucin propia de las condiciones econmicas y gastar
muchas ms energas vitales de las que hubiesen sido necesarias en el caso de un
desarrollo aislado. Para la primera alternativa la economa rusa no era lo bastante
primitiva. El Estado no se deshizo, sino- que empez a desenvolverse merced a un
supremo esfuerzo de sus fuerzas econmicas.
Lo esencial no es, por tanto, que Rusia estuviera rodeada de enemigos. Eso slo no es
suficiente. En principio eso vale para cualquier Estado europeo excepto quizs para
Inglaterra; pero con la diferencia de que, en su lucha por la existencia, estos Estados se
apoyaban en una base econmica ms o menos homognea y, por esto mismo, el
desarrollo de su estabilidad no estaba expuesta a una presin exterior tan fuerte.
La lucha contra los trtaros nogaicos y los de Crimea exiga el mximo de esfuerzo; pero
desde luego no exiga ms que la lucha secular de Francia contra Inglaterra. No fueron los
trtaros los que obligaron a la vieja Rusia a introducir las armas de fuego y los regimientos
permanentes de la guardia imperial no fueron los trtaros los que la obligaron ms tarde a
crear la caballera y la infantera. Fue la presin por parte de Lituania, Polonia y Suecia.
Como consecuencia de esta presin ejercida desde Europa occidental, el Estado devor
una parte excesivamente grande de la plusvala, o lo que es lo mismo, viva a expensas de
las clases privilegiadas que se acababan de formar, retardando as su -de todos modos-
lento desarrollo. Pero esto no es todo. El Estado se lanz sobre el producto necesario
del campesino, le priv de sus medios de existencia, obligndole, con ello, a abandonar la
-
17
tierra en la que acababa de establecerse y, de esta manera, obstaculiz el crecimiento de
la poblacin, fren el desarrollo de las fuerzas productivas. As es que, en la medida en la
cual el Estado devor una parte desproporcionado de la plusvala, obstaculiz la
diversificacin, ya bastante lenta, de las capas sociales; y en la misma medida en que quit
una parte considerable del producto necesario destruy l mismo las primitivas bases de
produccin, que eran su apoyo.
Pero, sobre todo, para apropiarse de una parte del producto social, necesario para seguir
existiendo y funcionando, el Estado necesitaba una organizacin jerrquico-clasista. As,
mientras minaba las bases econmicas de su crecimiento, pretenda, al mismo tiempo,
forzar su desarrollo mediante medidas estatales autoritarias e intentaba -como cualquier
otro Estado- guiar a su gusto el proceso de formacin de las capas sociales. En ello un
historiador de la civilizacin rusa, Miliukov 1, ve un contraste directo con la historia de
occidente. Sin embargo, no hay aqu en verdad ningn contraste.
La monarqua clasista de la Edad Media, que ms tarde evolucion hacia un absolutismo
burocrtico, representaba una forma de Estado en la cual estaban arraigados
determinados intereses y relaciones sociales. Pero esta forma de Estado, una vez formada
y establecida, engendr intereses propios (dinsticos, cortesanos, burocrticos...) que
entraron en conflicto no solamente con los intereses de las capas bajas sino incluso con
los de las capas altas. Las clases dominantes, que formaban un muro de separacin
socialmente imprescindible entre las masas de la poblacin y la organizacin estatal,
presionaron sobre esta ltima y convirtieron sus propios intereses en el contenido de su
praxis estatal. Pero la autoridad pblica defendi, al mismo tiempo, su propio punto de
vista, tambin frente a los intereses de las clases altas. Como tal poder independiente, ella
desarroll una poltica de oposicin contra las aspiraciones de aqullas e intent
subordinarlas. La historia efectiva de las relaciones entre Estado y clases transcurri en el
sentido de una resultante que estaba determinada por esta constelacin de fuerzas. Un
proceso, similar en su esencia, tuvo lugar tambin en la vieja Rusia.
El Estado intentaba aprovecharse de los grupos econmicos en desarrollo y subordinarlos
a sus intereses financieros y mili- tares especficos. Los nacientes grupos econmicos
dominantes intentaron servirse del Estado para asegurarse sus privilegios en forma de
privilegios de clase. En este juego de fuerzas sociales, el poder del Estado tuvo una
importancia mucho ms grande que en la historia de la Europa occidental.
Este intercambio de ayudas mutuas entre el Estado y los grupos sociales superiores, que se
expresa en la distribucin, de mutuo acuerdo, de derechos y obligaciones, de cargas y
privilegios, se realiza a expensas del pueblo trabajador.
-
18
En Rusia, el intercambio era menos ventajoso para la aristocracia y el clero que en las
monarquas clasistas medievales de Europa occidental. Eso es indiscutible. Y, sin embargo,
decir que en Rusia la autoridad pblica hubiese creado, de por s, las clases, por su propio
inters, mientras que en el occidente, en la misma poca, las clases crearon el Estado, es
una increble exageracin, una absoluta falta de perspectiva (Miliukov).
No se pueden crear clases por un procedimiento, por un mero expediente jurdico estatal.
Antes de que este o aquel grupo social pueda, con ayuda de la autoridad pblica, devenir
una clase privilegiada, tiene de manera previa que haberse formado econmicamente, y,
por aadidura, con todas sus prerrogativas sociales. No se pueden fabricar clases segn
una jerarqua preconcebida o segn el modelo de la Legin de Honor. La autoridad
pblica nicamente puede depositar todo el peso de su ayuda para favorecer este proceso
econmico elemental, del cual se derivan ms tarde las formaciones econmicas
superiores. Como hemos mostrado, el Estado ruso gast relativamente muchas fuerzas y
obstaculiz el proceso de cristalizacin social, pese a que l mismo lo necesitaba. Es por
tanto natural que, por su parte, intentara forzar, bajo la influencia y la presin del mundo
occidental socialmente ms configurado (una presin que fue proporcionada mediante la
organizacin militar estatal), la diversificacin social sobre una base econmica primitiva.
Adems: como la necesidad de acelerar este proceso haba surgido de la debilidad del
desarrollo socioeconmico, es natural que el Estado, en sus esfuerzos previsores, aspirara
a aprovechar su preponderancia de poder para dirigir, segn su propio criterio,
precisamente este desarrollo de las clases altas. Pero cuando el Estado quiso obtener
xitos mayores en este sentido tropez, ante todo, con su propia debilidad, con el carcter
primitivo de su propia organizacin; y ste estaba, como ya sabemos, determinado por el
primitivismo de la estructura social.
As fue impulsado el Estado ruso, construido sobre la base de la economa rusa, por la
presin amistosa y, ms an, por la presin rival de las organizaciones estatales vecinas
que se haban formado sobre una base econmica ms desarrollada. A partir de un
momento determinado -en especial desde finales del siglo XVII- el Estado aspir a acelerar
artificialmente con un esfuerzo supremo, el desarrollo econmico natural. Nuevos ramos
de oficios, mquinas e industrias, produccin en gran escala y capital parecen, por decirlo
as, servir como injertos en el tronco econmico natural. El capitalismo aparece como un
hijo del Estado. Desde este punto de vista tambin se podra decir que toda la ciencia rusa
es un producto artificial de los esfuerzos estatales, puesta artificialmente sobre el tronco
natural de la ignorancia nacional 2.
El pensamiento ruso se desarroll, como la economa rusa, bajo la presin directa del
pensamiento y de la economa -ms avanzados- de occidente. Como a consecuencia del
carcter econmico natural de la economa, es decir como a consecuencia del comercio
-
19
exterior muy poco desarrollado, las relaciones con los otros pases tenan un carcter
principalmente estatal, la influencia que Rusia deba sentir de estos pases, antes de poder
adoptar la forma de competencia econmica directa, se manifest ms bien como una
lucha encarnizada por la existencia estatal misma. La economa occidental influenci sobre
la rusa por mediacin del Estado. Para poder sobrevivir mejor en medio de Estados
enemigos y mejor armados, Rusia estaba obligada a introducir fbricas, escuelas de
navegacin, libros instructivos sobre la construccin de instalaciones de fortificacin, etc.
Pero si el movimiento general de la economa interior no se hubiera dirigido en este
sentido, si la evolucin de esta economa no hubiese creado una necesidad de aplicacin y
generalizacin de los conocimientos, entonces todos los esfuerzos del Estado hubieran
sido infructuosos: la economa nacional, que evolucionaba de una manera normal de la
forma de economa natural a la forma de economa dinero-mercancas, solamente
reaccion a las medidas del gobierno que se correspondan con esta evolucin, y
solamente en la medida en que estaban de acuerdo con ella. La historia de la fbrica rusa,
del sistema monetario ruso y del crdito estatal es una prueba contundente de esta
interpretacin de los hechos que acabamos de exponer.
La mayora de los ramos industriales (metal, azcar, petrleo, aguardiente e incluso
tejidos de fibra) -escribe el profesor Mendeleev- nacieron directamente bajo la accin de
medidas gubernamentales, a veces tambin con ayuda de altas subvenciones pero, sobre
todo, porque el gobierno pretenda, por lo visto, en todas las pocas, una poltica
proteccionista consciente, llegando, durante el reinado del zar Alejandro, a escribirla
abiertamente sobre su bandera... El gobierno supremo que se atena, para Rusia, con
plena conciencia, a los principios del proteccionismo, se haba adelantado a todas nuestras
clases instruidas en conjunto 3. El sabio panegirista del proteccionismo industrial olvida
aadir que la poltica gubernamental no estaba dictada sobre la base de una
preocupacin por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por consideraciones
puramente fiscales y, en parte, tcnico-militares. Por este motivo, la poltica de aranceles
protectores estaba en contradiccin no solamente con los intereses fundamentales del
desarrollo industrial sino tambin con los intereses privados de grupos de empresas
individuales. As, los fabricantes de algodn declararon abiertamente que los aranceles de
algodn tan altos no son mantenidos para la promocin del cultivo de algodn sino
solamente a causa de intereses fiscales. As como el gobierno al crear las clases haba
puesto los ojos sobre todo en los tributos para el Estado, tambin al establecer la
industria diriga su preocupacin principal hacia las necesidades del fisco. Pero,
indudablemente, la autocracia, al transplantar la produccin industrial en suelo ruso,
jugaba un papel importante.
En la poca en la que la sociedad burguesa en desarrollo empez a sentir la necesidad de
las instituciones polticas de occidente, la autocracia estaba equipada con un poder
-
20
material semejante al de los pases europeos. Se apoyaba en un aparato burocrtico
centralizado que era completamente insuficiente en orden al control de situaciones nuevas
pero que, en cambio, era capaz de poner en movimiento grandes energas de carcter
represivo sistemtico. Las inmensas distancias del pas haban sido superadas mediante el
telgrafo, permitiendo que las iniciativas de la administracin se realizaran con seguridad,
con relativa unidad y con rapidez (en el caso de medidas represivas); los ferrocarriles
hacan posible desplazar en poco tiempo tropas militares de un extremo al otro del pas.
Los gobiernos prerrevolucionarios de Europa apenas conocan ferrocarriles y telgrafos. El
ejrcito que estaba a la disposicin del absolutismo era realmente gigantesco y, si bien en
los primeros ensayos, la guerra ruso-japonesa, se haba mostrado intil, era
suficientemente bueno para el control del interior. No ya el gobierno de la vieja Francia,
sino ni siquiera el gobierno de 1848 haba conocido nada que pudiera igualarse al actual
ejrcito ruso.
El gobierno, al mismo tiempo que con ayuda del aparato fiscal militar explotaba el pas al
mximo, aumentaba su presupuesto anual hasta la suma gigantesca de 2 000 millones de
rublos. Apoyado en el ejrcito y en el presupuesto, el gobierno autocrtico convirti la
bolsa europea de valores en su tesoro privado y al contribuyente ruso en un tributario
desesperado de esta bolsa.
As el gobierno ruso se presentaba al mundo, en los aos ochenta y noventa del siglo XIX,
como una inmensa organizacin impositivo y burstil con una significacin burocrtico-
militar y con un poder inconmovible.
El poder financiero y militar del absolutismo agobiaba e impresionaba no solamente a la
burguesa europea sino tambin al liberalismo ruso, quitndole cualquier atisbo de
esperanza en la posibilidad de una disputa abierta con el absolutismo. Pareca como si el
poder militar y financiero del absolutismo excluyera cualquier posibilidad de una
revolucin rusa.
En realidad ocurri todo lo contrario. Cuanto ms centralizado es un Estado y cuanto ms
desgajado est de la sociedad, tanto ms pronto se convierte en una organizacin
autnoma que est por encima de la sociedad. Cuanto ms grandes son las fuerzas
militares y financieras de tal organizacin, tanto ms largamente y con ms xito puede
luchar por su supervivencia. El Estado centralizador, con su presupuesto de 2 000 millones,
con sus 8 000 millones de deuda y con millones de hombres sobre las armas, poda
todava mantenerse aun despus de haber dejado de corresponder a las necesidades
elementales del desarrollo social; necesidades, no slo referentes a la administracin
interna, sino inclusive las necesidades relativas a la seguridad militar, para cuya garanta
haba sido, originariamente, creado.
-
21
Cuanto ms duradera era esta situacin, tanto ms se desarrollaba la contradiccin entre
las exigencias del progreso econmico y cultural y la poltica gubernamental, la cual
multiplicaba su propia desidia en millones de veces. Al haber dejado atrs la poca de
las grandes reformas del tipo de soluciones de recambio -que no solamente no podan
eliminar esta contradiccin sino que, por el contrario, la ponan al descubierto claramente
por primera vez- al gobierno se le hizo objetivamente cada vez ms difcil, y
sicolgicamente cada vez menos posible, el emprender por s mismo la marcha hacia el
parlamentarismo. La nica salida a esta contradiccin que en la mencionada situacin se le
ofreca a la sociedad, consista en acumular el suficiente vapor revolucionario en la
marmita del absolutismo para poder hacerla volar.
As, el poder administrativo, militar y financiero del absolutismo, el mismo que le haba
proporcionado la posibilidad de sostenerse en plena contradiccin con el desarrollo social,
no solamente no exclua la posibilidad de una revolucin --como pensaba el liberalismo--
sino que, por el contrario, haca que la revolucin fuera la nica salida; adems, la
revolucin tendra un carcter tanto ms radical cuanto ms profundo se hiciera el abismo
entre el poder del absolutismo y la nacin.
El marxismo ruso puede, con toda razn, estar orgulloso de haber sido el nico en sealar
el sentido de esta evolucin y de haber predicho sus formas generales 4, en una poca en
la que el liberalismo se nutra de un practicismo utpico y en que el movimiento
revolucionario de los populistas viva de fantasmagoras y de la creencia en milagros.
Todo este transcurso de la evolucin social haca la revolucin inevitable. Pero cules
eran las fuerzas de esta revolucin?
Volver al Indice
Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
-
22
2.
Ciudad y capital
El desarrollo de las ciudades en Rusia es un producto de la historia ms reciente -ms
exactamente, un producto de las ltimas dcadas-. Hacia finales de la regencia de Pedro I,
en el primer cuarto del siglo XVIII, la poblacin urbana era de un poco ms de 328 000
personas, aproximadamente el 3 % de la poblacin del pas. Hacia finales del mismo siglo
era de 1 301 000, aproximadamente un 4,1 % de la poblacin total. En 1812 haba
aumentado la poblacin de las ciudades a 1 653 000, es decir un 4,4 %. A mediados del
siglo XIX contaban las ciudades todava con slo 3 482 000 personas, un 7,8 %. En el
ltimo censo (1897) se contabiliz finalmente una cifra de poblacin urbana de 16 289 000,
lo que hace aproximadamente el 13 % de la poblacin total 5.
Si concebimos la ciudad no slo como unidad administrativa sino como formacin
econmico-social, entonces tenemos que admitir que las meras cifras mencionadas no
reflejan realmente el desarrollo de las ciudades: la prctica estatal administrativa
adjudicaba a determinadas ciudades innumerables privilegios con la misma arbitrariedad
con que privaba a otras de los mismos y sin que en ello mediasen las ms mnimas
consideraciones de orden tcnico-cientfico. Estas cifras manifiestan, sin embargo, tanto la
falta de importancia de las ciudades en la Rusia anterior a las reformas como su
crecimiento febril durante las ltimas dcadas. El crecimiento de la poblacin urbana entre
los aos 1885 y 1887 era, segn los clculos de Mijailovski, de un 33,8 %, es decir, ms del
doble del crecimiento de la poblacin rusa en general (15,25 %) y casi el triple del aumento
de la poblacin rural (12,7 %). El incremento rpido de la poblacin urbana (no agrcola) se
expresa an ms claramente si aadimos los pueblos y las ciudades pequeas con algo de
industria.
Pero las modernas ciudades rusas no difieren de las viejas solamente por su nmero de
habitantes sino tambin por su carcter social: son el centro de la industria y del comercio.
La mayora de nuestras viejas ciudades apenas desempeaba un destacado papel
econmico; eran puntos administrativo-militares o fortalezas, su poblacin estaba
obligada al servicio militar y, asimismo, era mantenida por el fisco. La ciudad era
generalmente un centro administrativo, militar y recaudador de impuestos.
Cuando la poblacin no sujeta al servicio se estableca en el trmino municipal de la
ciudad o en sus alrededores para encontrar proteccin contra sus enemigos, este hecho
no impeda en absoluto el que continuara ocupndose en la agricultura. Incluso Mosc, la
ciudad ms grande de la vieja Rusia, era -segn las explicaciones del Miliukov- nicamente
una residencia del zar, en la cual una parte considerable de sus habitantes estaba
vinculada, de una manera o de otra, a la corte, sea como squito, sea como guardia de
palacio, sea como servidumbre. De ms de 16 000 hogares que se haban contado en el
-
23
censo de Mosc de 1701, slo 7 000 (44 %) eran traficantes y artesanos; e incluso stos
vivan cerca de la corte y trabajaban para sus necesidades. Los restantes 9 000 hogares
estaban formados por el clero (1 500) y la clase dominante. La ciudad rusa, al igual que
las ciudades que caracterizaron al despotismo asitico y a diferencia de las ciudades
artesanales y comerciales de la Edad Media, realizaba pues una actividad puramente de
consumo. Por la misma poca en que la moderna ciudad occidental defenda con ms o
menos xito la poltica de impedir que los artesanos se estableciesen en los pueblos, la
ciudad rusa desconoca todava por completo este fenmeno. Pero, dnde exista en
Rusia una industria transformadora, un oficio?: en los pueblos, en la agricultura. A causa
del intenso pillaje por parte del Estado, el bajo nivel econmico no dejaba ningn margen
a la acumulacin de riquezas ni a la divisin del trabajo social. El verano, mucho ms corto,
en comparacin con el occidental, traa consigo una inactividad invernal ms larga. Todo
esto dio ocasin a que la industria transformadora no se separase de la agricultura ni se
concentrase en las ciudades, sino que continuara como ocupacin accesoria en el campo.
Cuando en la segunda mitad del siglo XIX comenz el desarrollo de la industria capitalista
en gran escala, no encontr ninguna industria urbana sobre la cual asentarse, sino
principalmente el oficio aldeano kustar 6. El milln y medio de obreros fabriles que hay,
como mximo, en Rusia --escribe Miliukov- tiene enfrente de s a no menos de 4 millones
de campesinos que estn ocupados en sus aldeas en la industria transformadora, sin dejar
por esto la agricultura. Precisamente esta clase, de la cual [...] surgi la fbrica europea, no
particip en modo alguno [...] en la construccin de la industria rusa.
El crecimiento posterior de la poblacin y de su productividad proporcion una base
natural para la divisin del trabajo social y, desde luego, tambin para el oficio urbano.
Pero a causa de la presin econmica de los pases avanzados, la gran industria capitalista
se apoder enseguida de esta base, de forma que no hubo tiempo suficiente para que el
oficio urbano floreciese.
Los cuatro millones de artesanos kustar eran justamente el elemento que, en Europa,
haba formado el ncleo de la poblacin urbana entrando a formar parte de los gremios
como maestros y oficiales, y que luego, progresivamente, fueron cada vez ms quedando
fuera de los gremios hasta independizarse de ellos por completo. Era precisamente esta
capa de artesanos la que, durante la gran revolucin, constitua la parte principal de la
poblacin de los barrios ms revolucionarios de Pars. Ya este mero hecho -la
insignificancia de la industria urbana- haba de tener consecuencias incalculables para
nuestra revolucin 7.
La caracterstica econmica esencial de la ciudad contempornea es la transformacin de
las materias primas, de las cuales le abastece el campo; por este motivo son decisivas para
la ciudad las condiciones de transporte. Slo la introduccin del ferrocarril poda
-
24
ensanchar de tal manera el campo de abastecimiento de la ciudad hasta el punto de hacer
posible la aglomeracin de centenares de miles de personas; la necesidad de una tal
aglomeracin result de la gran industria fabril. El ncleo de poblacin de una ciudad
moderna, por lo menos de una ciudad de importancia econmica y poltica, es la clase de
los obreros asalariados, claramente diferenciada. Justamente esta clase, que en la poca
de la gran revolucin francesa era todava sustancialmente desconocida, deba jugar en
nuestra revolucin el papel decisivo.
El sistema industrial fabril no solamente coloca al proletariado en la primera lnea del
frente sino que tambin empuja hacia la retaguardia a la democracia burguesa, quien en
revoluciones anteriores haba encontrado un apoyo en la pequea burguesa urbana:
artesanos, pequeos traficantes, etc. Y otra razn del papel poltico
desproporcionadamente grande del proletariado ruso la constituye el hecho de que una
parte considerable del capital ruso sea inmigrado. Esto ha conducido -segn Kautsky- a
que el proletariado haya aumentado en nmero, fuerza e influencia de una manera que
no guardaba la ms mnima proporcin con el crecimiento del liberalismo burgus.
Ya explicamos cmo en Rusia el capitalismo no se desarroll a partir del oficio artesanal.
Cuando el capitalismo lleg a la conquista de Rusia traa consigo como auxiliar a la
civilizacin econmica europea; su competidor era el artesano kustar desamparado o el
industrial urbano arruinado; y posea en cambio a su favor, como reserva de fuerza de
trabajo, al campesinado semiempobrecido. El absolutismo, por su parte, favoreci bajo
diversos aspectos la subyugacin capitalista del pas.
Primero convirti al campesino ruso en tributario de la bolsa mundial de valores. La falta,
en el campo, del capital exigido continuamente por la ciudad, preparaba el terreno para
las condiciones usurarias de los emprstitos extranjeros. Desde la regencia de Catalina II
hasta el ministerio Witte-Durnovo 8 trabajaron banqueros de Amsterdam, Londres, Pars y
Berln con miras a la transformacin de la autocracia en un gigantesco objeto de
especulacin en bolsa. Una parte considerable de los llamados emprstitos interiores, que
fueron realizados por instituciones nacionales de crdito, no se diferenci en nada de los
emprstitos extranjeros, ya que de hecho fue adquirida por capitalistas extranjeros. El
absolutismo, mientras proletarizaba y pauperizaba al campesinado mediante altos
impuestos, converta los millones de la bolsa europea en soldados, en cruceros
acorazados, en crceles de incomunicacin y en ferrocarriles. La mayor parte de estos
gastos era absolutamente improductiva desde el punto de vista econmico. Una parte
inmensa del producto nacional fue pagada al extranjero en forma de intereses y
enriqueca y fortaleca la aristocracia financiera de Europa. La burguesa financiera
europea, cuya influencia poltica ha ido creciendo continuamente durante las ltimas
dcadas en los pases de gobierno parlamentario haciendo retroceder la influencia de los
-
25
capitalistas industriales y comerciales, ha convertido realmente al gobierno zarista en su
vasallo. Ahora bien, esta burguesa no quera ni poda llegar a ser una parte de la
oposicin burguesa en el interior de Rusia y efectivamente no lo fue. En lo que se refiere a
sus simpatas y antipatas se guiaba por el principio que ya haban formulado los
banqueros Hoppe y Ca., en el ao 1789, relativo a las condiciones del emprstito para el
zar Pablo. Los intereses han de pagarse sin consideracin de las circunstancias polticas.
La bolsa europea estaba incluso directamente interesada en el mantenimiento del
absolutismo: ningn otro gobierno poda garantizarle tales intereses de usura. Pero los
emprstitos estatales no eran el nico camino mediante el cual se importaban capitales
europeos en Rusia. El mismo dinero que devor una gran parte del presupuesto nacional
ruso volvi a Rusia como capital comercial e industrial, atrado por sus riquezas naturales
intactas y, sobre todo, por su mercado de trabajo no organizado y desacostumbrado a la
resistencia. El periodo ms reciente de nuestro incremento industrial de 1893 a 1889 fue al
mismo tiempo un periodo de inmigracin acentuada del capital europeo. Este capital,
pues, que quedaba, ahora como antes, en su mayor parte en manos europeas y que
dominaba la escena poltica en los parlamentos de Francia o Blgica, moviliz en cambio,
sobre la tierra rusa, a la clase obrera.
El capital europeo lanz sus principales ramas de la produccin y medios de comunicacin
sobre este pas econmicamente atrasado y lo esclaviz, saltando una serie de fases
tcnicas y econmicas intermedias que, en cambio, en su patria no poda menos de
recorrer progresivamente. Pero cuantos menos obstculos encontraba en el camino hacia
su predominio econmico tanto menos importante se configur su papel poltico.
La burguesa europea se desarroll a partir del Tercer Estado de la Edad Media. Levant la
bandera de protesta contra el pillaje y la violencia por parte del Primer y del Segundo
Estados, levantndola en nombre de los intereses del pueblo, al cual ella misma deseaba
explotar. Durante la transformacin de la monarqua clasista medieval en absolutismo
burocrtico, sta se apoy en la poblacin urbana en su lucha contra las pretensiones del
clero y de la aristocracia. La burguesa se aprovech de esto para su propia promocin
poltica. As se desarrollaban, simultneamente, el absolutismo burocrtico y la clase
capitalista; y cuando chocaron en 1789 se mostr que la burguesa gozaba del respaldo de
la nacin entera.
El absolutismo se desarroll bajo la presin directa de los Estados occidentales. Se
apoder de los mtodos de administracin y dominacin mucho antes de que la
burguesa capitalista consiguiese desarrollarse al nivel de la economa nacional. El
absolutismo dispona ya de un inmenso ejrcito permanente, de un aparato burocrtico y
fiscal centralizado y emita deuda no amortizable con destino a los banqueros europeos,
-
26
en una poca en la que las ciudades rusas jugaban todava un papel econmico
completamente subordinado.
El capital se intern desde el occidente, beneficindose de la ayuda directa por parte del
absolutismo, y convirti en poco tiempo una serie de viejas ciudades arcaicas en centros
industriales y comerciales, e inclusive cre tales ciudades comerciales e industriales en
lugares antes inhabitados por completo. Este capital a menudo se present de repente en
la forma de grandes e impersonales sociedades annimas. En la dcada de la prosperidad
industrial de 1893 a 1902, el capital nominal de las sociedades annimas se incremento en
2 000 millones de rublos, mientras que de 1854 a 1892 haba aumentado slo en 900
millones de rublos. El proletariado se vio repentinamente concentrado en grandes
aglomeraciones, habiendo tan slo entre el absolutismo y l una burguesa capitalista
numricamente dbil, aislada del pueblo, medio extranjera de origen, sin tradiciones
histricas y animada nicamente por la codicia.
Volver al Indice
Lev Davidovich Bronstein (Len Trotski)
RESULTADOS Y PERSPECTIVAS
3.
1789-1848-1905
La historia no se repite. Por mucho que se quiera comparar la revolucin rusa con la gran
revolucin francesa, no por eso se convierte la primera en una simple repeticin de la
segunda. El siglo XIX no ha transcurrido en vano.
Ya el ao 1848 presenta una gran diferencia respecto al ao 1789. En comparacin con la
gran revolucin, la prusiana o la austraca sorprendieron por su falta de bro. Por un lado
llegaron demasiado pronto; por otro, demasiado tarde. El gigantesco esfuerzo que
-
27
necesita la sociedad burguesa para arreglar cuentas radicalmente con los seores del
pasado, slo puede ser conseguido, bien mediante la poderosa unidad de la nacin entera
que se subleva contra el despotismo feudal, bien mediante una evolucin acelerada de la
lucha de clases dentro de esta nacin en vas de emancipacin.
El primer caso se dio entre 1789 y 1793; toda la energa nacional que se haba ido
acumulando en la tremenda resistencia contra el viejo orden, se volc por completo en la
lucha contra la reaccin. En el segundo caso, que hasta ahora no se ha dado en la historia
y que consideramos solamente como una posibilidad, se produce, dentro de la nacin
burguesa, el grado de energa necesario para conseguir la victoria sobre las fuerzas
oscuras del pasado, mediante una "discutible" lucha de clases. Los speros conflictos
internos que consumen gran parte de sus energas y privan a la burguesa de la
posibilidad de desempear el papel principal, empujan a su antagonista hacia delante, le
dan en un mes la experiencia de dcadas, le colocan en el frente ms avanzado y le
entregan las riendas tendidas, ocasin que l aprovecha para, decididamente y sin
vacilaciones, dar a los acontecimientos un mpetu poderoso.
O una nacin que se contrae toda ella como un len preparndose para el salto; o una
nacin que se ha dividido definitivamente, durante el proceso de la lucha, para dejar en
libertad de movimientos a su mejor parte en orden a la realizacin de la tarea para la cual
el todo entero ya no tiene fuerzas suficientes. Estos son dos tipos opuestos que, desde
luego, se pueden contraponer en su forma pura slo tericamente.
Lo peor es, como en tantos otros casos, un trmino medio en este trmino medio se
encontr el ao 1848.
En el periodo heroico de la historia francesa vemos delante de nosotros una burguesa
ilustrada y activa que an no haba descubierto sus propias contradicciones. La historia le
haba confiado la tarea del mando, en la lucha por el nuevo orden, no slo en contra de
las instituciones anticuadas de Francia sino tambin en contra de las fuerzas reaccionarias
de toda Europa. Como consecuencia, la burguesa en todas sus diversas fracciones se
siente conductora de la nacin, compromete a las masas en la lucha, les transmite
consignas y les seala la tctica de la lucha. La democracia unific la nacin bajo una
ideologa poltica. El pueblo -pequeos burgueses, campesinos y obreros- elegan
burgueses como diputados y las tareas encargadas a ellos por las masas, estaban escritas
en el lenguaje de una burguesa que era consciente de su papel mesinico. Aunque
tambin durante la revolucin misma se destacan claramente antagonismos de clase, el
mpetu, una vez conseguido, de la lucha revolucionaria elimina poltica y
consecuentemente los elementos burocrticos de la burguesa. Ninguna capa social es
relevada sin haber transmitido antes su energa a las que le suceden. As, la nacin como
un todo contina la lucha por sus objetivos con medios cada vez ms potentes y
-
28
decididos. Cuando la crema de la burguesa adinerada se separa del ncleo del
movimiento nacional puesto en marcha y se ala con Luis XVI, se vuelven las
reivindicaciones de la nacin, que a la sazn estn ya dirigidas contra esta burguesa, hacia
el sufragio universal, y hacia la repblica como formas lgicas e inevitables de la
democracia.
La gran revolucin francesa es, en efecto, una revolucin nacional. Incluso ms: aqu se
manifiesta en su forma clsica la lucha mundial del orden social burgus por el dominio, el
poder y la victoria indivisa dentro del marco nacional.
Jacobinismo es hoy una injuria en boca de los sabelotodo liberales. El odio burgus contra
la revolucin, contra las masas, contra la violencia y contra la historia que se hace en la
calle, se ha concentrado en un grito de indignacin y de angustia: Jacobinismo! Nosotros,
el ejrcito mundial del comunismo, histricamente hemos ya arreglado cuentas hace
tiempo con el jacobinismo. Todo el movimiento proletario internacional de la actualidad
ha nacido y se ha fortalecido en disputa con las tradiciones del jacobinismo. Lo hemos
sometido a una crtica terica, hemos mostrado su estrechez, hemos desenmascarado su
contradiccin social, su utopismo, su fraseologa y hemos roto con sus tradiciones que,
durante dcadas, pasaban por herencia sagrada de la revolucin.
Pero defendemos el jacobinismo contra los ataques, las calumnias y los ultrajes inspidos
de que le hace objeto el liberalismo flemtico y exange. La burguesa ha traicionado
ignominiosamente todas las tradiciones de su juventud histrica, sus mercenarios actuales
profanan las tumbas de sus antepasados y calumnian los vestigios de sus ideales. El
proletariado defiende el honor del pasado revolucionario de la burguesa. El proletariado
que, en la prctica, ha roto tan radicalmente con las tradiciones revolucionarias de la
burguesa, las protege como herencia de grandes pasiones, de herosmo e iniciativa y su
corazn late lleno de simpata hacia los hechos y las palabras de la Convencin jacobina.
Qu es lo que dio al liberalismo su fuerza atractiva que no fuesen las tradiciones de la
gran revolucin francesa? En qu otro periodo se elev la democracia burguesa a tal
altura, encendi una llama tal en el corazn del pueblo como lo logr la democracia
jacobina, sans-culotte y terrorista de Robespierre en el ao 1793?
No era el jacobinismo el que posibilitaba y posibilita todava al radicalismo burgus
francs de los diversos matices a mantener en proscripcin hasta hoy en da a una
inmensa parte del pueblo, incluso del proletariado -y eso en una poca en que el
radicalismo burgus en Austria y Alemania nutra su breve historia de actos intiles y
ridculos?
-
29
No es la fuerza atractiva del jacobinismo, su ideologa poltica abstracta, su culto por la
Repblica Sagrada y sus declamaciones solemnes, de lo que se nutren todava hoy los
radicales y radical-socialistas franceses como Clemenceau, Millerand, Briand, Bourgeois y
todos esos polticos, ms incapaces todava de conservar las esencias de la sociedad
burguesa que los junkers de Guillermo II, estpidos por la gracia de Dios; junkers a los
cuales envidian tan desesperadamente las democracias burguesas de otros pases
mientras, simultneamente, denigran la razn y la fuente de su posicin poltica
privilegiada --el jacobinismo heroico- con calumnias? Incluso despus de haber
defraudado muchas esperanzas, sigui el jacobinismo viviendo como tradicin en la
conciencia del pueblo; el proletariado habl an durante mucho tiempo de su futuro en el
lenguaje del pasado. En el ao 1840, casi medio siglo despus del gobierno del partido
de la Montaa, ocho aos antes de los das de junio del 48, Heine visit varios talleres en
el suburbio Saint- Marceau, y pudo ver lo que lean los obreros, la parte ms fuerte de la
clase baja. All encontr -as inform a un peridico alemn- varias ediciones nuevas de
los discursos del viejo Robespierre, tambin de los panfletos de Marat por entregas, la
Historia de la revolucin de Cabet, la liblula venenosa de Cormenin, Babeuf y la
conspiracin de los Iguales de Buonarotti -todos ellos escritos que olan como a sangre...
Como fruto de esta siembra -profetiz el poeta- amenaza prorrumpir, ms tarde o ms
temprano, desde la tierra francesa la repblica 9.
En el ao 1848, la burguesa era ya incapaz de jugar un papel comparable. No era lo
suficientemente dispuesta ni audaz como para asumir la responsabilidad de la eliminacin
revolucionaria del orden social que se opona a su dominacin. Entretanto, hemos podido
llegar a conocer el porqu. Su tarea consista ms bien -de eso se daba ella cuenta
claramente- en incluir en el viejo sistema garantas que eran necesarias, no para su
dominacin poltica, sino simplemente para un reparto del poder con las fuerzas del
pasado. La burguesa haba extrado algunas lecciones de la experiencia de la burguesa
francesa: estaba corrompida por su traicin y amedrentada por sus fracasos. No solamente
se guardaba muy bien de empujar a las masas al asalto contra el viejo orden sino que
buscaba un apoyo en el viejo orden, con tal de rechazar a las masas que la empujaban
hacia adelante.
La burguesa francesa supo hacer grande su revolucin. Su conciencia era al mismo
tiempo la conciencia de la sociedad entera y nada poda convertirse en institucin
duradera sin haber sido reconocido antes por esta conciencia como un objetivo suyo,
como una tarea suya de carcter poltico. A menudo adopt una actitud teatral para
esconder ante s misma la estrechez de su propio mundo burgus; pero segua adelante
sin embargo.
-
30
La burguesa alemana, en cambio, desde el principio en vez de hacer la revolucin, se
separaba de ella. Su conciencia se rebel contra las condiciones objetivas de su propia
domina- cin. No se poda llegar a la revolucin con su concurso, sino contra ella. En su
pensamiento, las instituciones democrticas se presentaban no como un objetivo de su
lucha, sino como el peligro para su bienestar.
En el ao 48 se necesitaba una clase que hubiese sido capaz de tomar en sus manos los
acontecimientos, prescindiendo de la burguesa e incluso en contradiccin con ella, una
clase que hubiera estado dispuesta no slo a empujar a la burguesa hacia adelante con
toda su fuerza, sino tambin a quitar de en medio, en el momento decisivo, su cadver
poltico.
Ni la pequea burguesa ni el campesinado eran capaces de hacerlo.
La pequea burguesa urbana era no slo hostil al ayer sino tambin al maana. Estaba
todava encamisada en las circunstancias medievales -pero se vea ya impotente para
mantenerse frente a la industria libre-; todava configuraba los rasgos de las ciudades -
pero ya ceda su influencia en favor de la gran burguesa y de la mediana-; ahogada en sus
prejuicios, aturdida por el alboroto de los acontecimientos, explotada y explotando ella
misma, vida y desesperada en su codicia, la pequea burguesa atrasada no poda
ponerse a la cabeza de los acontecimientos mundiales.
Al campesinado le faltaba, en una medida an mayor, una iniciativa poltica independiente.
Desde haca siglos avasallado, empobrecido y furioso, siendo siempre la encrucijada tanto
de la vieja explotacin como de la nueva, el campesinado representaba, en un momento
determinado, una fuente rica en catica fuerza revolucionaria. Pero desunido, dispersado,
rechazado de las ciudades, los centros nerviosos de la poltica y de la cultura, aptico,
limitado en su horizonte a lo que le rodeaba de inmediato e indiferente frente a todo
pensamiento urbano, el campesinado no poda tomar importancia como fuerza dirigente.
A partir del momento en que le liberaban de la carga de las obligaciones feudales, el
campesinado volva a su inmovilidad y pagaba a la ciudad, que haba luchado por sus
derechos, con extrema ingratitud: los campesinos liberados se convertan en fanticos del
orden.
La intelligentsia democrtica, sin un poder de clase, se arrastraba pronto, como una
especie de retaguardia poltica, a remolque de su hermana mayor, la burguesa liberal;
luego, en momentos crticos, se separaba de ella para nicamente dar pruebas de su
propia impotencia. Se enredaba en contradicciones insolubles y llevaba consigo esta
confusin por todas partes.
-
31
El proletariado era demasiado dbil, se encontraba sin organizacin, sin experiencia y sin
conocimientos. El desarrollo capitalista haba progresado lo suficiente como para hacer
necesaria la abolicin de las viejas condiciones feudales, pero no tan suficientemente
como para permitir destacarse a la clase obrera --el producto de las nuevas condiciones
de produccin-- como una fuerza poltica decisiva. El antagonismo entre el proletariado y
la burguesa se haba desarrollado demasiado en el marco nacional de Alemania como
para que an le fuera posible a la burguesa figurar intrpidamente con el papel de
protagonista nacional; pero no se haba desarrollado tanto como para que el proletariado
pudiese hacerse cargo l mismo de este papel. Aunque los roces internos de la revolucin
preparaban al proletariado para la independencia poltica, tambin ellos debilitaban, al
mismo tiempo, la energa y la unidad de accin, hacan despilfarrar infructuosamente las
fuerzas y obligaban a la revolucin, despus de los primeros xitos, a marcar el paso sin
moverse del sitio para emprender luego la retirada bajo los golpes de la reaccin.
Austria ha sido un ejemplo especialmente claro y trgico de esta inexperiencia y del error
que supone no llevar las condiciones polticas a sus ltimas consecuencias durante un
periodo revolucionario.
El proletariado de Viena mostr en 1848 un herosmo asombroso y una energa
inagotable. Una y otra vez se meta de lleno en la lucha empujado por un ronco instinto
de clase, sin tener una idea general sobre los objetivos de la misma; saltaba de una
consigna a la otra. La direccin del proletariado pas -asombrosamente- al estudiantado,
el nico grupo democrtico activo que tena, gracias a su actividad, una gran influencia
sobre las masas y, por consecuencia, tambin sobre los acontecimientos. Los estudiantes
podan, si duda, luchar valientemente en las barricadas y fraternizar honrosamente con los
obreros, pero eran incapaces de sealar la direccin de la revolucin, posibilidad que la
dictadura de la calle haba colocado entre sus manos.
El proletariado, desunido, sin experiencia poltica y sin direccin poltica independiente,
segua a los estudiantes. En cada momento crtico los obreros ofrecan firmemente a los
seores que trabajan con la cabeza la ayuda de los que trabajan con las manos. Una
vez convoca