treinta años después - otro reencuentro (2007)

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    eencuentro y Debate1 abri las cuestiones principales sobre las cuales se

    ha concentrado en las ltimas dcadas eldebate sobre la obra mariateguiana. Esascuestiones fueron producidas confrontan-do a dos de las ms profundas instancias dela crisis histrica de la que no terminamosde salir.

    En primer trmino, la crisis del mate-rialismo histrico, como fue denominadadesde fines del siglo XIX la versin euro-centrista de la herencia intelectual y pol-tica de Marx. Dicha versin comenz a serproducida con la hibridacin de los elemen-tos ms eurocntricos de aquella herenciacon el Positivismo spenceriano, hegemni-co en el pensamiento liberal progresistaen el tramonto entre los Siglos XIX y XX ydurante el auge de la Social Democracia enel movimiento socialista2. En el debate res-pecto de ese Positivismo dentro de la So-cial-Democracia, las fracciones ms crticasse orientaron hacia un cierto regreso almovimiento hegeliano, cuya perspectivahistrico-teleolgica, implicada en la ideade un macro-sujeto histrico, permita le-gitimar la perspectiva de evolucionismounilineal y unidireccional de la secuenciade los modos de produccin. Tras la im-posicin del despotismo burocrtico enRusia bajo el estalinismo, desde mediadosde los aos 20 del Siglo XX, esas hibrida-ciones fueron codificadas en un corpus sistmico, desnaturalizandolas propuestas tericas de Marx - es decir, propuestas de una perspec-tiva de conocimiento, de cuestiones de indagacin y de debate, unmovimiento consistente y al mismo tiempo heterogneo de reflexiny de investigacin - en una doctrina - esto es, un corpus de formula-ciones sistmicamente organizadas como definitivas e indiscutibles -que fue difundida como el marxismo o ms ceidamente como mar-xismo-leninismo. Despus de la Segunda Guerra Mundial, esa doc-trina, fue sometida a una lectura estructuralista y fue as administradacon sus manuales y cnones de procedimiento poltico, una suerte devulgata marxista 3 como fue nombrada por los crticos del poderimperante y estudiosos radicales del legado de Marx y de la historia delos movimientos de la sociedad.

    Al comenzar el tramo final del Siglo XX, los lmites eurocntricosdel materialismo histrico, o marxismo-leninismo, se hacan msperceptibles y an ms distorsionantes del conocimiento y de las prc-ticas polticas asociadas, cuanto ms instrumentales para las necesi-dades tecnocrticas y polticas del despotismo burocrtico que regael llamado campo socialista. De ese modo, el materialismo histri-co se asociaba ms cercana y profundamente a las tendencias de te-nocratizacin instrumental del conjunto del Eurocentrismo, precisa-mente en el mismo perodo en el cual, en su condicin de modo hege-mnico de produccin de subjetividad imaginario social, memoriahistrica, conocimiento - dentro del patrn de poder colonial/moder-no y del capitalismo mundial en especial, asociaba sus tendencias alas nuevas necesidades de informatizacin, de acumulacin financie-ra, y de reduccin del espacio democrtico dentro del actual poder.

    En ese contexto, el materialismo histrico no slo perda rpi-damente espacio en el nuevo debate intelectual y poltico que la crisis

    TREINTA AOS DESPUS: OTRO REENCUENTRO.

    -NOTAS PARA OTRO DEBATE-

    por Anbal Quijano

    mundial produca, entre los defensores y loscrticos del patrn imperante de podermundial. Sobre todo, perda atractivo y le-gitimidad entre los nuevos movimientossociales y polticos que se producan, enespecial desde los aos 60 y comienzos delos 70 del Siglo XX, tratando de subvertirese poder (desde el centro, como en elMayo 1968, en Francia, o en el Otoo Ca-liente de 1969, en Italia) y/o buscando con-tener la agresin imperial/colonial en Viet-Nam, Argelia, Africa y Amrica Latina, enmedio del turbin de lo que se demostra-ra pronto como la ms profunda y durade-ra crisis histrica de los 500s aos del pa-trn de poder mundial imperante4.

    En segundo trmino, se confrontaba lacrisis del propio despotismo burocrtico,expresada en dos dimensiones principales.De un lado, la erosin rpida del camposocialista, organizado despus de la Segun-da Guerra Mundial en torno de la hege-mona de la llamada Unin Sovitica, enparticular con los pases de Europa del Este.De otro lado, la deslegitimacin y la con-flictividad crecientes del despotismo buro-crtico, no obstante haber sido rebautiza-do como socialismo realmente existentefrente a la crtica de las nuevas generacio-nes y de los nuevos movimientos revolu-cionarios. En rigor, reiterar el pleonasmode tales apellidos no logr sino hacer ms

    patente la ilegitimidad del uso del trmino socialismo, en particulardesde los aos 30 del Siglo XX, para nombrar esa especfica configura-cin de poder que se fue haciendo cada vez ms ajena a las aspiracio-nes y a las luchas por la liberacin de los miembros de nuestra especie,de toda forma de control impuesto sobre las dimensiones centrales dela existencia social5. En otros trminos, en lugar de velar la profundi-zacin de la crisis en el campo socialista, tales apellidos hicieronfinalmente perceptible para una amplia mayora, que en esa configu-racin de poder se haba impuesto, bajo el nombre de socialismo, unareal alienacin de las aspiraciones de liberacin social y de las luchasde los dominados/explotados/reprimidos del mundo que haban sidooriginalmente cobijadas en ese nombre.

    En efecto, no se trataba ya solamente de conflictos enconados entretendencias polticas asociadas a regmenes socialistas rivales, comoocurri primero entre stalinistas y titoistas y luego entre pro-chinos y moscovitas, sino, mucho ms profunda y decisivamente,de las sucesivas y crecientes revueltas dentro de cada uno de los pasesde tal campo socialista, de movimientos de trabajadores, de estu-diantes y de intelectuales, llamados disidentes, luchando contra eldespotismo burocrtico. Unos, orientndose hacia una democratiza-cin radical del poder, organizando instituciones de control social dela autoridad pblica, y otros hacia una liberalizacin, por lo menos,del socialismo realmente existente. Todos fueron vctimas de san-grientas represiones ejecutadas por la URSS, en la llamada RepblicaDemocrtica Alemana, en Hungra, en Polonia, en Checoeslovaquia,en Rumania, as como en la propia URSS y en China. Ese fue, comobien se sabe, el cauce que condujo a la desintegracin de dicho cam-po socialista y finalmente a la sbita implosin de la llamada Uninde Repblicas Socialistas Soviticas (URSS).

    1 Fue escrito en 1978, a instancias de Angel Rama, y se public en 1979, como Introduccin a laEdicin de los 7 Ensayos en la Biblioteca Ayacucho, Caracas, Venezuela.

    2 Ver de Theodore Shanin: The Late Marx. Monthly Review Press, 1983, New York, USA.

    3 En Amrica Latina, quiz el primero en denominarla de ese modo fue Francisco Oliveira, el conocidocientfico social brasileo, en un debate organizado por el Consejo Latinoamericano de CienciasSociales (CLACSO), en Montevideo 1986.

    4 Esa atmsfera intelectual, intersubjetiva en general, durante la crisis, fue agudamente expresadaen el debate producido con la publicacin de Hegemony and Socialist Strategy, de Ernesto Laclau yChantal Mouffe, (Verso 1985, Londres) seguida casi inmediatamente de Retreat from Class, deEllen Meiksins Wood (Verso 1986, Londres).

    5 Sobre el debate dentro del movimiento revolucionario mundial, respecto de esas cuestiones, aques pertinente mencionar sobre todo dos estudios. El de Rudolph Bahro: Die Alternative. EuropaischeVerlagansalt, 1977. Frankfurt. Alemania. Y de Charles Betterlheim. Les Luttes de Classes en URSS.3 vols. Seuil/Maspero, 1974, 1977, 1982. Paris, Francia.

    R

    Cartula de la tercera edicin de 7 Ensayos de Interpretacinde la Realidad Peruana, editado en Caracas por la Fundacin

    Biblioteca Ayacucho, con prlogo de Anbal Quijano.

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    En ese contexto, en torno de la obra mariateguiana era pues indis-pensable, no solamente tratar de salir de las prisiones de la vulgatamarxista que exaltaba el nombre de Jos Carlos Maritegui, dentro yfuera del Per, mientras defenda el socialismo realmente existenteen su discurso y en su prctica polticos, sino tambin, y sobre todo,abrir el debate de una perspectiva alternativa de conocimiento, dealgn modo ya implicada en el legado mariateguiano, y que permitie-ra, precisamente, hacer perceptibles sus elementos y sus instanciasms frtiles, para ayudarnos a trabajar, de nuevo, una crtica radicaldel poder vigente.

    Es en ese sentido que en Reencuentro y Debate fueron abiertas yplanteadas las siguientes cuestiones principales: 1) la necesidad deuna desmistificacin del legado intelectual de Maritegui y de unadesmitificacin de su figura poltica, primero frente a la en verdadvariopinta gama intelectual y poltica asociada al materialismo his-trico, en defensa o en crtica del socialismo realmente existente:moscovitas, prochinos de varias denominaciones, rumanos; losan ms numerosos grupos rivales de linaje trotskista; y tambinsocialdemcratas (incluidos los apristas de ese momento), social-libe-rales y socialcristianos; 2) la heterogeneidad del lugar y de la trayecto-ria de la escritura mariateguiana en el debate marxista, en particularen torno de las relaciones entre la materialidad y la inter-subjetividadde las relaciones sociales y en torno de las relaciones histricas entrelos modos de produccin, en especial respecto del caso especfico dela realidad peruana; 3) la subversin terica crucial que implicabaque en el propio momento de intentar emplear la perspectiva y lascategoras de la secuencia evolutiva unilineal y unidireccional de losmodos de produccin, eje del materialismo histrico, para inter-pretar la realidad peruana, Maritegui llegara a la conclusin de queen el Per de su tiempo dichos modos de produccin actuaban es-tructuralmente asociados, conformado as una compleja y especficaconfiguracin de poder en un mismo momento y en un mismo espa-cio histricos; 4) La propuesta mariateguiana del socialismo indoame-ricano como una especificidad histrica, cuyo sentido no podra seraprehendido sino en relacin con aquel descubrimiento terico. 5)En fin, su consiguiente y paralela contienda terica y poltica con elAPRA y con el estalinismo hegemnico en la Tercera InternacionalComunista.

    Como cabe a los lmites de un texto de Introduccin, tales cues-tiones fueron all apenas planteadas. Desde entonces mucha tinta hacorrido en el territorio mariateguiano. De una parte, la obra escrita deMaritegui comenz a ser difundida ms all de los 7 Ensayos6. Y pron-to se desarroll la publicacin sistemtica de la obra entera. En lasdcadas recientes han sido publicados virtualmente todos los escritosde Maritegui. Con tales nuevas fuentes, no ha cesado de crecer lalista de publicaciones sobre su vida y su obra, sobre todo desde lasconmemoraciones del primer cincuentenario de su muerte (1930-1980) y del primer centenario de su nacimiento (1894-1994). Aun-que la mayora de dichas publicaciones an est destinada, principal-mente, a enriquecer la documentacin histrica de la trayectoria per-sonal, intelectual y poltica de Maritegui, comienza a ser ms siste-mtica la exploracin de los mbitos especficos de su pensamientoen relacin con el debate actual sobre las cuestiones implicadas enellos, entre otras las cuestiones de gnero, de lo indgena, las deraza y nacin, sobre las vanguardias estticas, sobre las ancdotasvitales de su ruptura con el mundo oligrquico, sobre Amrica Latinay sobre la propuesta de socialismo indoamericano 7. Buena parte dedichos estudios han sido presentados en numerosas reuniones inter-

    nacionales destinadas a debatir la herencia mariateguiana y han sidorecogidos en volmenes colectivos8. Y por supuesto, contina la inda-gacin acerca de la ubicacin de dicho legado en el marxismo 9.

    TREINTA AOS DESPUS

    Lo que, sin duda, caracteriza el tiempo transcurrido en estos tresltimos decenios, es el ms profundo y significativo cambio histricoque haya ocurrido con el patrn de poder mundial, desde la llamadaRevolucin Industrial. En otros trminos, se trata nada menos quede su ingreso en un nuevo perodo histrico. Este cambio consiste enla total re-configuracin del actual patrn de poder, en un complejoproceso que est en curso y que tuvo sus inicios con el estallido de lacrisis mundial capitalista a mediados de 1973.

    Dicha re-configuracin del actual patrn de poder consiste, antetodo, en la profundizacin y en la aceleracin de sus tendencias cen-trales en la disputa por el control de la existencia social. Aqu es per-tinente destacar, primero, la re-concentracin mundial del control dela autoridad poltica, el Estado ante todo, y, en segundo lugar, la re-concentracin mundial del control del trabajo10.

    En la primera de tales dimensiones del proceso, se trata de la for-macin de un Bloque Imperial Mundial y de la erosin continua de laautonoma de los Estados cuyo proceso de nacionalizacin y democra-tizacin no pudo ser consolidado, o era precario e incipiente, debido ala colonialidad del poder actual. Eso implica la erosin continua delespacio poltico pblico y de la democracia liberal, tanto en el cen-tro como en la periferia. En conjunto, se trata de un proceso de des-democratizacin y des-nacionalizacin del estado y de la sociedad den-tro del patrn de poder y a escala planetaria. En otros trminos, de unimperialismo global en cuyo extremo, si la tendencia no es contenidao derrotada, se arriesga una re-colonizacin global. Irak, Afganistn, oms recientemente Somala, como antes en la ex Yugoeslavia, as comola gradual expansin de las bases militares de Estados Unidos en Am-rica Latina, son claros ejemplos de esos riesgos.

    En la segunda dimensin, se trata, de un lado, del predominiodefinitivo de los niveles hiper-tecnologizados del Capital, en los cua-les se reduce la necesidad y el inters de asalariar la fuerza de trabajo,mientras en los niveles inferiores se requiere, en cambio, de la re-expansin de la plusvala absoluta en las relaciones con el trabajo asa-lariado (de su flexibilizacin y de su precarizacin, en trminos delempirismo de la Sociologa del Trabajo). Todo lo cual lleva a la ex-pansin del des-empleo asalariado y a la reduccin del nivel salarialpromedio a escala mundial. Y de ese modo, a la re-expansin de lasformas no-salariales del trabajo, la esclavitud, la servidumbre y la reci-procidad. Todo ese conjunto es ahora el capitalismo mundial y estasociado a la hegemona de la acumulacin financiera, cuya prolonga-da duracin, a diferencia de los anteriores momentos de crisis capita-lista, remite a la novedad de sus fuentes en la actual estructura mun-dial de acumulacin y de control del trabajo. La ms visible implica-cin de esos procesos es la continua y extrema polarizacin social aescala planetaria y global.

    Esas tendencias han llevado a la re-concentracin imperialista delcontrol de la autoridad poltica y del trabajo, a escala geogrficamenteplanetaria, afectando al conjunto de la poblacin en un proceso con-junto de crisis y de cambio. Esto es, sometindola en su totalidad a un

    TREINTA AOS DESPUS: OTRO REENCUENTRO. por Anbal Quijano.... viene de la pgina 7

    6 Casi coincidiendo con la final desintegracin del campo socialista, fueron publicadas doscompilaciones de textos de Maritegui, con finalidades, contenido y organizacin muy diferentes.Una, antolgica, hecha por Alberto Flores Galindo y Ricardo Portocarrero, con el ttulo deInvitacin a la Vida Heroica. Lima 1989. Y otra hecha por Anbal Quijano: Textos Bsicos, Fondode Cultura Econmica, Lima-Mxico 1991, dividida en Secciones destinadas a mostrar las instanciasbsicas del movimiento de la reflexin mariateguiana, su perspectiva implcita de produccin deconocimiento, y las principales reas de cuestiones filosficas y sociolgico-polticas. El Prlogode ese volumen y las de cada Seccin, me permitieron hacer explcitas mis propuestas sobre losmomentos de subversin mariateguiana contra el Eurocentrismo dominante en el materialismohistrico y que permiten explicar, precisamente, que el estudio de esa obra no tenga slo unvalor histrico, y, sobre todo, su excepcional fecundidad para el nuevo debate mundial sobre laproduccin de conocimiento y la crtica radical del poder mundial vigente.

    7 Entre otros, de Sara Beatriz Guardia: Jos Carlos Maritegui, Una Visin de Gnero. Ed. Minerva,2005, Lima, Per. De Fernanda Beigel: El Itinerario y la Brjula: El vanguardismo esttico-poltico deMaritegui. Biblos 2003. Buenos Aires, Argentina. De Horacio Tarcus: Maritegui en la Argentinao las polticas culturales de Samuel Glusberg. Ed. El Cielo por Asalto, 2001, Buenos Aires, Argentina.De Gerardo Leibner: El Mito del Socialismo Indgena en Maritegui. Universidad Catlica del Per,1999. Lima, Per. De William. W Stein, Dance in the Cemetery. University Press of America,1997. New York-Oxford. De Csar German: El Socialismo Indoamericano de Jos Carlos Maritegui,Amauta 1995, Lima, Per. De Alfonso Castrilln Vizcarra: Jos Carlos Maritegui, crtico de arte,Cuadernos de Reflexin y Crtica, No. 6, Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos.Lima, 1993. De Jos Arico: Marx y Amrica Latina. Centro de Estudios para el Desarrollo y laParticipacin, 1980. Lima, Per.

    8 De los volmenes colectivos, deben ser citados el de Jos Aric: Maritegui y los orgenes del marxismolatinoamericano. Pasado y Presente, 1978. Mxico. Los de Roland Forgues, ed. Maritegui y Europa.El Otro Descubrimiento. Amauta, 1993, y Maritegui, Una verdad siempre renovada. Amauta 1994,Lima, Per. De Manuel Monereo, comp. Maritegui (1884-1994). Encuentro Internacional: Unmarxismo para el Siglo XXI. Talasa 1995. Madrid, Espaa. De Gonzalo Portocarrero, Eduardo Cceresy Rafael Tapia, eds. La Aventura de Maritegui. Nuevas Perspectivas. Universidad Catlica delPer, 1995. Lima, Per. De David Sobrerilla, ed. El Marxismo de Jos Carlos Maritegui. Amauta,1995. Lima, Per. Y, por supuesto, los trabajos que fueron publicados en el ANUARIOMARIATEGUIANO entre 1989 Y 1999, y a cuya co-direccin, con Antonio Melis, me incorpora la muerte de uno de sus fundadores, el historiador Alberto Tauro del Pino, a cuyo trabajo se debegran parte del rescate, investigacin y publicacin de la obra mariateguiana..

    9 Entre los ms influyentes, de Alberto Flores Galindo, La Agona de Maritegui, en Obras Completas.T. II, Fundacin Andina/Sur 1994. Lima, Per. De Carlos Franco: Del marxismo eurocntrico almarxismo latinoamericano. CEDEP, 1981. Lima, Per. De Oswaldo Fernndez Das: Maritegui y laexperiencia del Otro. Amauta, 1994. Lima, Per. De Francis Guibal, Vigencia de Maritegui. Amauta1999. Lima, Per. De Michael Lowy. Marxisme et Romantisme chez Jose Carlos Mariategui. En ActuelMarx, PUF, No. 25, 1999. De Antonio Melis: Leyendo a Maritegui. Amauta 1999. Lima, Per DeDavid Sobrevilla: El Marxismo de Jos Carlos Maritegui. Universidad de Lima, 2005. Lima, Per.

    10 Vase sobre esta cuestin, de Anbal Quijano: Colonialidad del Poder, Globalizacin y Democracia.Originalmente en Tendencias Bsicas de Nuestra Era, Instituto de Estudios Internacionales PedroGual, 2001, Caracas, Venezuela. Reproducido en varias publicaciones, la versin ms reciente,con algunas pocas revisiones, en la Revista SAN MARCOS, No.25, Julio 2006, pp.51-104,Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Per. Vase tambin Entre la Guerra Santa yla Cruzada? En AMERICA LATINA EN MOVIMIENTO (ALAI), 341, octubre 2001, pp. 12-22,Quito, Ecuador

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    nico patrn de poder, que ahora se conoce como el sistema-mundocolonial/moderno 11. As se ha producido la mayor concentracinhasta hoy histricamente conocida del control mundial del poder. Yeso lo que ha est implicado en lo que se nombra como globaliza-cin12. El nuevo patrn de poder que fue producido durante la con-quista y destruccin del mundo histrico pre-colonial de lo que hoyllamamos Amrica, ha ingresado en un perodo y en un proceso decrisis y de transicin que es, probablemente, el ms profundo y decisi-vo en sus 500 aos de historia.

    Empero, lo que sus agentes publicitarios presentan como una suer-te de fenmeno natural, que no depende de los intereses, de la vo-luntad o de las opiniones de la gente, y al cual, por eso, no tiene sen-tido criticar, mucho menos oponerse, es obviamente un producto delas luchas dentro del patrn de poder, entre sus dominadores y susdominados, y de las luchas por el control mundial entre sus domina-dores. El problema es que esas luchas llevaron, en primer trmino, a lams profunda derrota histrica de los trabajadores y a todos los domi-nados/explotados/reprimidos del mundo13. Y del mismo modo a la de-rrota y desintegracin de los principales rivales del Bloque Imperialis-ta, por la desintegracin final del campo socialista, la incorporacinde China al reino del capitalismo o a lo que Boris Kagarlitzky ha de-nominado un estalinismo de mercado, y la desintegracin de vir-tualmente todos los regmenes, organizaciones, movimientos polti-cos asociados al campo socialista, en todo el mundo, con la solitariaexcepcin de Cuba.

    La derrota arrastr tambin a la prctica totalidad de las tenden-cias, organizadas o no, de los crticos radicales del patrn mundial depoder, tanto del Bloque Imperialista como del Campo Socialista, yaque perdieron lugar en el debate mundial, en la medida en que elpoder dej de ser, por ms de dos dcadas, una cuestin mayor en lainvestigacin cientfica y en el debate respectivo, excepto como undato emprico de la realidad. En conjunto, la derrota de los explota-dos/dominados/reprimidos y de los rivales y antagonistas polticos delactual patrn de poder, produjo un virtual eclipse mundial del hori-zonte histrico que desde el Siglo XVIII, en particular desde que laemergencia de la idea del socialismo como democratizacin radical yglobal de las relaciones sociales, en todos sus mbitos o dimensionesdecisivas, comenzara a iluminar el a veces sinuoso y laberntico cami-no de liberacin del poder, de todo poder14.

    Esa victoria total del Bloque Imperialista no implica, en modoalguno, su invencibilidad, ni su indefinida reproduccin. Lejos de eso,la crisis del patrn de poder entero no ha hecho sino hacerse msprofunda y ms rpida en este perodo. Pero, en cambio, hizo msperceptibles que nunca los lmites y las distorsiones de la perspectivade conocimiento implicada en el marxismo-leninismo, cada vez mstributaria de las tendencias de tecnocratizacin del Eurocentrismo enel ya largo perodo de dominio de la acumulacin financiera en latransicin del Capital y del conjunto del Patrn de Poder Colonial/Moderno, al cual domina y del cual depende. En otros trminos, de sucreciente incapacidad de permitir el conocimiento efectivo, radical yglobal, de la realidad y, en esa misma medida, de su incapacidad deorientar certera y eficazmente las luchas de las vctimas del actual pa-trn de poder. De ese modo oper como un elemento decisivo en ladeterminacin de la derrota de las luchas revolucionarias en el mundoen ese perodo. La victoria del Capitalismo Mundial pudo ser tan com-pleta, que sus intelectuales y polticos sintieron que era final y defini-tiva, que era el fin de la historia15.

    Durante un no tan corto tiempo, la crisis del materialismo hist-rico, la desintegracin del campo socialista, y la imposicin mun-dial de lo que se conoce como la globalizacin del neoliberalismo,

    produjeron el desalojo de la investigacin y del debate mundial lacritica del poder existente, virtualmente a escala mundial. As, la ideo-loga del poder dominante se estableci como una suerte de sentidocomn global. El llamado postmodernismo ha sido una de las msextendidas versiones de esa nueva subalternizacin del pensamientosocial mundial, porque fue un modo eficaz de expresar, de una parte,la incomodidad creciente de la inteligencia mundial y en particular desus tendencias socialistas, con las distorsiones eurocntricas del ma-terialismo histrico. Por eso fue tambin el vehculo que cobij unaextendida desmoralizacin, precisamente, de quienes ms ortodoxa-mente la haban practicado, ya que all podan encontrar argumentospara proclamar su rechazo a esa perspectiva y sentirse, por fin, legiti-mados en su abandono de las luchas de los dominados/explotados/reprimidos contra el poder.

    El tiempo de esa derrota est terminando. Desde comienzos de ladcada final del Siglo XX, emergi la resistencia contra las tendenciasms brutales de esa globalizacin, con las revueltas de los trabajado-res en los pases antes llamados los tigres asiticos y con la exitosarebelin contra una de las ms sangrientas y prolongadas satrapasimpuestas por el imperialismo de Estados Unidos, en Indonesia. Esaresistencia comenz su globalizacin con las masivas protestas juve-niles en Estados Unidos, Francia, Alemania, Suiza, desde comienzosde la centuria actual e inici su proceso de desarrollo con la constitu-cin del Foro Social Mundial que se congrega anualmente desde el2001, precisamente como el primer gora global de este nuevo mo-vimiento, y en cuyo contexto estn ya activas tendencias y propuestasque se orientan a un trnsito de la resistencia a las alternativas contrael entero patrn de poder globalizado. Un horizonte nuevo est, enfin, instaurndose en el camino de las nuevas luchas contra el poder.Seala, as, un nuevo perodo histrico de las luchas por el poder y delas luchas contra el poder16. Y Amrica Latina es hoy, sin duda, tantoel espacio central de este movimiento, como uno de sus momentos ymodos bsicos y especficos17.

    EN EL UMBRAL DE OTRO HORIZONTE

    Este es, pues, un mundo profunda y sistemticamente diferentedel que conocimos apenas hace 30 aos. Y es tiempo ahora de decir,sin ambajes, que en Amrica Latina y ms all, el movimiento de lareflexin mariateguiana es, precisamente, el punto de partida de lasnuevas perspectivas de produccin de conocimiento, cuya indagacinest ya en el centro del debate actual18.

    As como no hay tal cosa como el marxismo, sino un debatedesde y en torno de la heterognea herencia terica de Marx, ocurreexactamente lo mismo con el debate acerca de Maritegui. Hemostardado mucho, empantanados en el debate sobre el marxismo y elsocialismo realmente existente, y sobre el respectivo lugar de Ma-ritegui, en admitir todas las implicaciones de los cruciales movimientosde ruptura con el eurocentrismo en el pensamiento mariateguiano; endecidir como reclamaba en 1985 el historiador Jean Ellenstein a suscamaradas del Partido Comunista Francs ir hasta el fondo de nues-tras previas sospechas.

    En su ms reciente estudio, El Marxismo de Jos Carlos Marite-gui (Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2005, Lima, Per),David Sobrevilla rechaza mi idea de que en el territorio mariateguia-no estn implicados muchos de los elementos centrales de una racio-nalidad alternativa19. En el Prlogo, Antonio Melis no dej de insis-tir, sin embargo, en que esa hiptesis ma es fecunda y no arbitraria.Tiene razn Sobrevilla si se refiere a que en Maritegui no se encuen-tran esos trminos, ni seales formales de que se hubiera propuestoencontrar o producir ninguna racionalidad alternativa. Y es quiz ciertotambin, que esos no son los ms eficaces trminos para dar cuenta de11 A ese respecto, de Anbal Quijano e Immanuel Wallerstein: Americanity as a Concept or the

    Americas in the Modern World-System, en International Social Science Journal, 134, November1992, pp.549-556, UNESCO/ERES, Paris, Francia. De Anbal Quijano, Colonialidad y Modernidad/Racionalidad, en Heraclio Bonilla, comp.. Los Conquistados. Tercer Mundo/FLACSO, 1992,Bogot, Colombia. De Anbal Quijano Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y Amrica Latina, enEdgardo Lander, comp. Colonialidad del Saber, Eurocentrismo y Ciencias Sociales, UNESCO/CLACSO, 2000, Buenos Aires, Argentina; y Don Quijote y los Molinos de Viento en AmricaLatina. En REVISTA DE ESTUDIOS AVANZADOS, 19 (55), 2005, pp. 9-31, Universidad deSao Paulo, Sao Paulo, Brasil.

    12 Mis propuestas en este debate pueden ser encontradas, principalmente, en Colonialidad del Poder,Globalizacin y Democracia., antes citado. Y en El Nuevo Imaginario Anticapitalista, en AMRICALATINA EN MOVIMIENTO, No. 351, Abril 2002, pp. 14 22. Quito, Ecuador.

    13 He propuesto algunas cuestiones para ese debate en El Trabajo al Final del Siglo XX, enPense Sociale Critique pour le XXIe Sicle. Mlanges en lhonneur de Samir Amin. Forum du Tiers-Monde, LHarmattan, 2003, pp. 131-149. Paris, Francia.

    14 Sobre las implicaciones de ese proceso para el nuevo debate, mis propuestas en El Regreso delFuturo y las Cuestiones de Conocimiento. Originalmente en Hueso Hmero, No. 38, abril 2001.Lima, Per. Y en El Nuevo Imaginario Anticapitalista, en ALAI, 351, Abril 2002, Quito, Ecuador.

    15 Hay una numerosa escritura desde la publicacin del famoso texto de Fukuyama. Mis propuestasen ese debate se encuentran en El Fin de Cual Historia?. En ANLISIS POLTICO, Instituto deEstudios Polticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia, No. 32,Sep/Dic 1997, pp. 27-34. Bogot, Colombia.

    16 En esa perspectiva, El Nuevo Imaginario Anticapitalista, ya citado.

    17 He discutido esas cuestiones en El Laberinto de Amrica Latina: Hay otras salidas?. Originalmenteen Revista Venezolana de Economa y Ciencias Sociales, UCV, vol. 10, No. 1, 2004. Caracas,Venezuela. Tambin El Movimiento Indgena y Las Cuestiones Pendientes en Amrica Latina.Originalmente en POLTICA EXTERNA, vol. 12, No. 12, marzo-abril 2004, pp. 77-97,Universidad de Sao Paulo, Sao Paulo, Brasil. Reproducido en Espaol en diversas publicaciones,i.e. ARGUMENTOS, Ao 19, No. 50, enero-abril 2006, pp.51-81, UAM, Mxico, DF. Tambinpuede verse Estamos Comenzando a Producir Otro Horizonte Histrico. En REVISTA DESOCIOLOGA, vol. XIV, Nos. 16-17, Setiembre 2006, pp. 13-29, Facultad de Ciencias Sociales,Universidad Mayor de San Marcos, Lima. Per.

    18 Me refiero, principalmente, al debate en torno de la Colonialidad del Poder, la Transmodernidady el Moderno/Colonial Sistema-Mundo, la produccin de otra democracia, sobre todo lo cual yaexiste y sigue creciendo una amplia literatura, que reune los nombres de Immanuel Wallerstein,Enrique Dussel, Anbal Quijano, Walter Mignolo, Boaventura de Sousa Santos, Ramn Grosfoguel,Edgardo Lander, Agustn Lao-Montes, Catherine Walsh, Fernando Coronil, Santiago Castro-Gmez, Kelvin Santiago, Sylvia Winter, Ifi Amadiume, Fernando Buscaglia, entre muchos otros.

    19 He sugerido esa idea en varios textos, i.e, Prlogo a TEXTOS BSICOS, FCE, 1991; en el Prlogoa Maritegui y la Experiencia del Otro, de Oswaldo Fernndez Das, Amauta 1994, Lima, Per. En ElPrecio de la Racionalidad, Gaceta Sanmarquina, 22, 1994, pg 4, Lima, Per

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    los momentos y zonas de ruptura de la reflexin mariateguiana con eleurocentrismo dominante en el materialismo histrico, ni del acti-vo debate actual contra el eurocentrismo y por la reconstitucin demodos diferentes de produccin de subjetividad, o ms generalmente,de un nuevo universo de subjetividades, de imaginario, de memoriahistrica, de conocimiento. Pues no se trata de encontrar una racio-nalidad alternativa universal que reemplace al eurocentrismo.

    Lo que probablemente est activo en la historia actual es un pro-ceso heterogneo y complejo. En primer trmino, la desmitificacindel eurocentrismo por el desocultamiento de sus ms distorsionantesprocedimientos cognitivos e intelectuales y de su condicin de unprovincianismo intelectual que impuso su hegemona mundial comoun instrumento de dominacin en la Colonialidad/Modernidad delPoder mundial. En segundo trmino, la reconstitucin de otras racio-nalidades reprimidas, inclusive parcial o totalmente enterradas bajoel dominio del eurocentrismo y del entero patrn de poder colonial/moderno. En fin, como vengo insistiendo desde hace tiempo, de laconstitucin de un universo de intersubjetividad con un fondo designificaciones comn a todos y el cual, sin perjuicio de las propias yespecficas racionalidades de cada grupo o identidad histrica, permi-ta la comunicacin mundial, las transferencias de elementos, los con-flictos inclusive, o, para cada uno, las opciones posibles por plurales yheterogneas orientaciones cognitivas.20

    Empero, sin esas tensas rupturas que dan cuenta de la excepcionalperspicacia de Maritegui, sin duda habramos tardado mucho ms21.Aqu, apenas unas pocas seales. La primera y decisiva de esas ruptu-ras tiene lugar, precisamente, en los 7 Ensayos y asume el carcter detoda una subversin epistmica y terica22, puesto que es producidadentro de la propia perspectiva formalmente admitida por Marite-gui, el materialismo histrico, con su secuencia evolutiva de mo-dos de produccin, y en el mismo intento de emplearla: Apuntaruna constatacin final: la de que en el Per actual coexisten elemen-tos de tres economas diferentes. Bajo el rgimen de economa feudalnacido de la Conquista, subsisten en la sierra algunos residuos vivostodava de la economa comunista indgena. En la costa, sobre unsuelo feudal, crece una economa burguesa que, por lo menos en sudesarrollo mental, da la impresin de una economa retardada. (pg.15 en la Biblioteca Ayacucho).

    Esa perspectiva rompe, primero, con la idea eurocntrica de tota-lidad y con el evolucionismo, que presuponen una unidad continua yhomognea, aunque contradictoria, y que se mueve en el tiempo demodo igualmente continuo y homogneo hasta transformarse en otraunidad anloga. Esa idea de totalidad ha sido, es, parte de una de lasvertientes del Eurocentrismo, sea orgnica como en el materialis-mo histrico, sistmica, como en el estructural-funcionalismo,metafsico-filosfica como en la Idea Absoluta hegeliana, o metafsi-co-teolgica como en las tres religiones provenientes del Medio Orien-te, en las cuales todo se relaciona con todo puesto que todo fue creadopor una entidad omnipotente. Permite, al mismo tiempo, deshacersedel rechazo general a toda idea de totalidad, como en el viejo empiris-mo britnico y en el nuevo postmodernismo, y que excluye de esemodo la cuestin del poder. Y abre, en fin, el debate sobre la totalidadcomo un campo de relaciones o unidad de heterogneos, disconti-nuos y contradictorios elementos en una misma configuracin hist-rico-estructural23.

    Esa idea de totalidad es epistmica y tericamente indispensablepara producir explicacin y sentido a lo que Maritegui observa y des-cubre, precisamente, en la Evolucin Econmica del Per. Sin esa sub-versin epistmica, el tratamiento mariateguiano de las relaciones entrela dimensin intersubjetiva y la dimensin material de la existencia

    social, no podra ser cabalmente entendida: En el Per, contra el sen-tido de la emancipacin republicana, se ha encargado al espritu del feudo anttesis y negacin del espritu del burgo la creacin de la economacapitalista (pg. 19, Edicin Biblioteca Ayacucho).

    Esa subversin epistmica y terica original, podra reconocersecomo las fuente de la produccin de la idea latinoamericana de hete-rogeneidad histrico-estructural, como un modo histricamente cons-titutivo de toda existencia social, rompiendo de ese modo con el dua-lismo radical del cartesianismo, que est en el origen mismo del Euro-centrismo, y con las propensiones positivistas al reduccionismo y alevolucionismo. Y sin ese nuevo punto de partida, no podramos ex-plicar el nuevo debate terico y poltico, dentro y fuera de AmricaLatina, sobre el carcter y la historia del actual poder mundial, enespecial el activo debate en torno de la propuesta terica de Colonia-lidad y Des/Colonialidad del Poder.

    Asimismo, sin la ruptura mariateguiana respecto del lugar de laraza y del factor clase en el proceso de nacionalizacin del esta-do y de democratizacin de la sociedad, no podramos entender, niexplicar, ni encontrar el sentido de los actuales movimientos indge-nas en Amrica, Latina en particular, y su significacin sobre lascuestiones del Moderno Estado-Nacin, sobre la democracia y sobrela identidad en Amrica Latina24.

    Y, en fin, sin la insistencia mariateguiana en el lugar necesario dela comunidad indgena en la trayectoria de toda revolucin socia-lista en estas tierras, en la especificidad, pues, del socialismo indoame-ricano, contra el evolucionismo positivista incrustado en el mate-rialismo histrico, el nuevo imaginario revolucionario que se va cons-tituyendo en el nuevo horizonte histrico, tardara mucho ms enmadurar, en hacerse perceptible como un proceso de produccin de-mocrtica de una sociedad democrtica, aprendiendo a vivir con es-tado y sin estado, con mercado y sin mercado, al mismo tiempo, fren-te a las tendencias de hiper-fetichizacin del mercado, asociadas auna re-medievalizacin de la subjetividad, que el capitalismo mun-dial ya est tratando de imponer, para perpetuar la globalizacin detoda la poblacin del mundo bajo un nico patrn de poder.

    Es pues ahora el tiempo de reconocer que sin esos momentos desubversin terica contra el eurocentrismo en el movimiento de lareflexin mariateguiana, la investigacin actual no hubiera podidollegar en medio de la crisis actual, a percibir que el entero patrn depoder mundial es, precisamente, una configuracin histrica especfi-ca, urdida en torno de dos ejes constitutivos. Uno, la idea de razacomo el fundamento de todo un nuevo sistema de dominacin social,del cual el Eurocentrismo es uno de los ms eficaces instrumentos. Elotro eje es la articulacin de todos los modos de produccin en unanica estructura de produccin de mercaderas para el mercado mun-dial, precisamente como Maritegui alcanz a percibir en la econo-ma peruana de su tiempo, como un momento de subversin epist-mica y terica en el marco del propio materialismo histrico. Esaconfiguracin especfica, histrico-estructuralmente heterognea, esel ncleo de lo que hoy se discute sobre la Colonialidad/Modernidaddel Poder.

    Es en ese sentido especfico que el debate mariateguiano requiereser replanteado en sus perspectivas y en sus finalidades, confrontandolas actuales tendencias del poder mundial y las opciones alternativasde los dominados/explotados/reprimidos del mundo. Porque es en elmovimiento de la reflexin de Maritegui donde, sin duda, estn con-tenidos algunos de los elementos centrales de la renovacin del deba-te epistmico, terico y poltico que est en curso. Eso no supone,obviamente, que haya dejado de ser pertinente e importante, conti-nuar como hasta aqu, explorando el territorio mariateguiano antetodo en relacin con la historia y las perspectivas previas de conoci-miento.

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    20 Hay ahora una vasta literatura de este nuevo debate. Sobre mis propias e inacabadas propuestas,remito a Dominacin y Cultura, originalmente publicado en la Revista Latinoamericana de CienciasSociales, No. 1, 1971, Santiago, Chile. Reproducido en el volumen del mismo ttulo, Mosca AzulEditores 1980, 17-43, Lima, Per. Tambin a Modernidad, Identidad y Utopa en Amrica Latina.Ediciones Sociedad y Poltica , 1988. Lima, Per. Y a Colonialidad del Poder, Eurocentrismo yClasificacin Social. En Festschrift for Immanuel Wallerstein, ya citado antes.

    21 En unas breves notas para una nueva publicacin de 7 Ensayos, no sera pertinente abrir undebate sobre las implicaciones de todos esos movimientos de ruptura con el Eurocentrismo en laobra de Maritegui. Los principales momentos de esa ruptura pueden ser encontrados en TEXTOSBSICOS, de Jos Carlos Maritegui. Seleccin, Prlogo y Notas de Anbal Quijano. Fondo deCultura Econmica, 1991, Lima-Mxico

    22 Sobre la propuesta de subversin epistmica y cultural, mi texto Colonialidad del Poder, Cultura yConocimiento en Amrica Latina. Originalmente, en ANUARIO MARIATEGUIANO, vol. IX,No. 9, 1998, pp. 113.122. Lima, Per.

    23 He discutido estas cuestiones en Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y Clasificacin Social. EnFestschrift for Immanuel Wallerstein, En Journal of World Systems Research, vol. VI, No. 2, Fall/Winter 2000, pp.342-388. Special Issue. Giovanni Arrighi and Walter L. Goldfrank, eds., Colorado,USA.

    24 Ver en ese sentido, El Movimiento Indgena y las Cuestiones Pendientes en Amrica Latina, enARGUMENTOS, ao 19, enero-abril 2006, pp. 51-81, UAM, Mxico, DF.

    TREINTA AOS DESPUS: OTRO REENCUENTRO. por Anbal Quijano.... viene de la pgina 9