transformaciones de espacios en desuso por la arq luciana machado provisorio

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paginas xx a xx Luciana Machado Arquitecta, UBA, Universidad Nacional de Buenos Aires. Vive y ejerce en Nueva York hace 11 años. Habiendo participado en proyectos comerciales y residenciales con la firma ICOM Architects, es ahora project manager de Meridian Design Associates Architects, P.C., con quienes desarrolla proyectos para televisión, radio y corporativos. Machado es corresponsal en Manhattan de la revista Casa Country y desde este número colabora con AN. Apuntes desde Manhattan Transformación de espacios urbanos en desuso Por la arquitecta Luciana Machado La aparición en la vida neoyorkina de dos espacios públicos, reciclados y refuncionalizados casi simultáneamente y devueltos a la vida activa de la ciudad entre 2009 y 2010, se completa ahora, con la propuesta y presentación en sociedad de una tercera obra, tan ambiciosa en su resignificación como las dos primeras. Ellas son la ex vía férrea devenida en el parque High Line; el ex callejón y hoy glamoroso pasaje North End Way, y el proyecto de parque subterráneo LowLine. Todo el Manhattan… N° 5 año II marzo 2013 tapa xxxxx

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paginas xx a xx

Luciana Machado

Arquitecta, UBA, Universidad Nacional de Buenos Aires. Vive y ejerce en Nueva York hace 11 años. Habiendo participado en proyectos comerciales y residenciales con la firma ICOM Architects, es ahora project manager de Meridian Design Associates Architects, P.C., con quienes desarrolla proyectos para televisión, radio y corporativos. Machado es corresponsal en Manhattan de la revista Casa Country y desde este número colabora con AN.

Apuntes desde Manhattan

Transformación de espacios urbanos en desusoPor la arquitecta Luciana Machado

La aparición en la vida neoyorkina de dos espacios públicos, reciclados y refuncionalizados casi simultáneamente y devueltos a la vida activa de la ciudad entre 2009 y 2010, se completa ahora, con la propuesta y presentación en sociedad de una tercera obra, tan ambiciosa en su resignificación como las dos primeras. Ellas son la ex vía férrea devenida en el parque High Line; el ex callejón y hoy glamoroso pasaje North End Way, y el proyecto de parque subterráneo LowLine. Todo el Manhattan…

N° 5

año II marzo 2013

tapa

xxxxx

La aparición en la vida neoyorkina de dos espacios públicos, reciclados y refuncionalizados casi simultáneamente y devueltos a la vida activa de la ciudad entre 2009 y 2010, se completa ahora, con la propuesta y presentación en sociedad de una tercera obra, tan ambiciosa en su resignificación como las dos primeras. Ellas son la ex vía férrea devenida en el parque High Line; el ex callejón y hoy glamoroso pasaje North End Way, y el proyecto de parque subterráneo LowLine. Todo el Manhattan…

High Line

North End Way

Low Line

Transformación de espacios urbanos en desusopor la arquitecta Luciana Machado

Apuntes desde Manhattan

La aparición en la vida neoyorkina de dos espacios públicos, reciclados y refuncionalizados casi simultáneamente y devueltos a la vida activa de la ciudad entre 2009 y 2010, se completa ahora, con la propuesta y presentación en sociedad de una tercera obra, tan ambiciosa en su resignificación como las dos primeras. Ellas son la ex vía férrea devenida en el parque High Line; el ex callejón y hoy glamoroso pasaje North End Way, y el proyecto de parque subterráneo LowLine. Todo el Manhattan…

High Line

North End Way

Low Line

Transformación de espacios urbanos en desusopor la arquitecta Luciana Machado

Apuntes desde Manhattan

Las ciudades, además de delinearse y adquirir envergadura a través de sus obras principales, también son un resultado de hechos pequeños que sumados , hacen más confortable la vida de sus habitantes. No es lo mismo trajinar calles y veredas que acumulan años de uso sin ninguna mejora que hacerlo por espacios públicos bien proyectados y construidos, renovados de acuerdo con las demandas que el flujo de peatones exige, adecuados a la época y a los cambios que la ciudad manifiesta. Y no siempre es necesario, para que la ciudad ofrezca calidad de vida al transeúnte, un enorme presupuesto público. Muchas veces son los privados quienes aportan para mejorar el entorno que los rodea, interesados en beneficiar a todos, como sucedió con estas obras que, sencillas y más bien pequeñas para lo que Manhattan nos tiene acostumbrados, cambiaron el clima de una zona de la isla. Pero comencemos por el principio…

Las ciudades, además de delinearse y adquirir envergadura a través de sus obras principales, también son un resultado de hechos pequeños que sumados , hacen más confortable la vida de sus habitantes. No es lo mismo trajinar calles y veredas que acumulan años de uso sin ninguna mejora que hacerlo por espacios públicos bien proyectados y construidos, renovados de acuerdo con las demandas que el flujo de peatones exige, adecuados a la época y a los cambios que la ciudad manifiesta. Y no siempre es necesario, para que la ciudad ofrezca calidad de vida al transeúnte, un enorme presupuesto público. Muchas veces son los privados quienes aportan para mejorar el entorno que los rodea, interesados en beneficiar a todos, como sucedió con estas obras que, sencillas y más bien pequeñas para lo que Manhattan nos tiene acostumbrados, cambiaron el clima de una zona de la isla. Pero comencemos por el principio…

Muy utilizado por los neoyorkinos, la singularidad del High Line es que está hecho sobre los restos de una vía de trenes abandonada que fue reciclada en parque, aprovechando su estructura ondulante y las vistas panorámicas que ofrece su situación en altura.En Nueva York, la arquitectura no da respiro. Como otras ciudades, proporciona constantemente espacios generosos para su utilización que despiertan en los usuarios sentimiento de pertenencia a ese lugar. En esto pienso cuando recorro High Line Park, una obra que recomiendo visitar en Nueva York. Seguramente, además de disfrutarla pensarán para cuántos espacios públicos actualmente en desuso, abandonados y eventuales basurales o refugio de alimañas, ubicados en cualquier ciudad del mundo incluida Buenos Aires, se podría tomar la idea del High Line y ser recuperados para la gente, para la ciudad. Dar un nuevo significado a un espacio público destinado a la piqueta reconvirtiéndolo en algo aprovechable, es cuidar el medio ambiente y gestionar públicamente aplicando sustentabilidad.El actual parque High Line era una estructura metálica elevada unos 10 metros sobre el terreno y con más de 2 kilómetros de largo construida en los años 30 para el tránsito de trenes, que funcionó hasta 1980. En 2003 se llamó a concurso internacional de arquitectura para transformarla en un parque público aprovechando que en su recorrido longitudinal atraviesa varios barrios del Lower West Side de Manhattan, ofreciendo extraordinarias visuales de la ciudad y el río. El proyecto ganador fue de James Corner Field Operations y Diller Scofidio + Renfro, inspirado tanto en los orígenes de la estructura como en la vegetación autóctona y espontánea del lugar. El primer tramo del parque, ubicado al sur, fue abierto al público en junio de 2009; los otros dos tramos están en ejecución. El recorrido muestra las mismas especies silvestres existentes cuando era una vía abandonada, creciendo enérgicas y generando un borde vegetal paisajístico que flanquea la cinta de pavimento por la que cientos de personas pasean o hacen footing a cualquier hora del día. El parque, gestionado por el gobierno de la ciudad con mantenimiento a cargo de una asociación de amigos –Friends of The High Line-, está dividido en tres secciones y posee más de una docena de puntos de acceso a lo largo de su recorrido en altura.

Parque High Line

Muy utilizado por los neoyorkinos, la singularidad del High Line es que está hecho sobre los restos de una vía de trenes abandonada que fue reciclada en parque, aprovechando su estructura ondulante y las vistas panorámicas que ofrece su situación en altura.En Nueva York, la arquitectura no da respiro. Como otras ciudades, proporciona constantemente espacios generosos para su utilización que despiertan en los usuarios sentimiento de pertenencia a ese lugar. En esto pienso cuando recorro High Line Park, una obra que recomiendo visitar en Nueva York. Seguramente, además de disfrutarla pensarán para cuántos espacios públicos actualmente en desuso, abandonados y eventuales basurales o refugio de alimañas, ubicados en cualquier ciudad del mundo incluida Buenos Aires, se podría tomar la idea del High Line y ser recuperados para la gente, para la ciudad. Dar un nuevo significado a un espacio público destinado a la piqueta reconvirtiéndolo en algo aprovechable, es cuidar el medio ambiente y gestionar públicamente aplicando sustentabilidad.El actual parque High Line era una estructura metálica elevada unos 10 metros sobre el terreno y con más de 2 kilómetros de largo construida en los años 30 para el tránsito de trenes, que funcionó hasta 1980. En 2003 se llamó a concurso internacional de arquitectura para transformarla en un parque público aprovechando que en su recorrido longitudinal atraviesa varios barrios del Lower West Side de Manhattan, ofreciendo extraordinarias visuales de la ciudad y el río. El proyecto ganador fue de James Corner Field Operations y Diller Scofidio + Renfro, inspirado tanto en los orígenes de la estructura como en la vegetación autóctona y espontánea del lugar. El primer tramo del parque, ubicado al sur, fue abierto al público en junio de 2009; los otros dos tramos están en ejecución. El recorrido muestra las mismas especies silvestres existentes cuando era una vía abandonada, creciendo enérgicas y generando un borde vegetal paisajístico que flanquea la cinta de pavimento por la que cientos de personas pasean o hacen footing a cualquier hora del día. El parque, gestionado por el gobierno de la ciudad con mantenimiento a cargo de una asociación de amigos –Friends of The High Line-, está dividido en tres secciones y posee más de una docena de puntos de acceso a lo largo de su recorrido en altura.

Parque High Line

Objetivo urbanístico El proyecto en su amplitud incluye la consolidación de áreas verdes, recuperación de edificios, conexión a la red de metro y a las principales vías de transporte de la ciudad, todo como parte del extenso plan de reactivación urbanística del borde oeste de la bahía de Manhattan. Debe tenerse en cuenta que esta antigua vía de tren está hoy inserta en la trama urbana, desarrollándose a través de una zona densamente construida, nada parecido a cómo era en 1930. Pero la traza urbana creció integrando la vía que quedó como parte del paisaje. Esto explica, también, la intensidad con que se utiliza hoy el parque: siempre estuvo allí, sólo que hoy le encontraron un destino.Hasta aquí, el relato de una obra que, a gusto de quien la mire podrá ser más o menos bella y útil para la ciudad. No creo que en sí eso sea lo más destacable de esta transformación sino reconocer la decisión inteligente de aprovechar una estructura vieja, que superada por el tiempo aportaba visuales decadentes al área, transformándola en un parque moderno que le brinda a la ciudad extraordinarios paisajes y la oportunidad de recreación y deporte al aire libre y gratis. Es el final feliz de una transformación positiva: de no-lugar, sin belleza ni utilización, a espacio con identidad que la comunidad adoptó con entusiasmo. Sin duda un excelente ejemplo de recuperación de infraestructuras en desuso, evitando la demolición y generando lugares verdes de uso público y gratuito.

Datos para visitarla: Lugar: High Line Elevated Park, con un recorrido que parte desde Gansevoort Street hasta la calle 34, Lower West Side, Manhattan.En esos dos kilómetros de longitud hay varios accesos para subir al parque y bancos para sentarse a mirar el paisaje de río o tomar sol.También se puede asistir gratuitamente a clases de pilates, visitas guiadas y clases de astronomía, que se realizan regularmente en High Line. El calendario de actividades está publicado en www.thehighline.org.

Objetivo urbanístico El proyecto en su amplitud incluye la consolidación de áreas verdes, recuperación de edificios, conexión a la red de metro y a las principales vías de transporte de la ciudad, todo como parte del extenso plan de reactivación urbanística del borde oeste de la bahía de Manhattan. Debe tenerse en cuenta que esta antigua vía de tren está hoy inserta en la trama urbana, desarrollándose a través de una zona densamente construida, nada parecido a cómo era en 1930. Pero la traza urbana creció integrando la vía que quedó como parte del paisaje. Esto explica, también, la intensidad con que se utiliza hoy el parque: siempre estuvo allí, sólo que hoy le encontraron un destino.Hasta aquí, el relato de una obra que, a gusto de quien la mire podrá ser más o menos bella y útil para la ciudad. No creo que en sí eso sea lo más destacable de esta transformación sino reconocer la decisión inteligente de aprovechar una estructura vieja, que superada por el tiempo aportaba visuales decadentes al área, transformándola en un parque moderno que le brinda a la ciudad extraordinarios paisajes y la oportunidad de recreación y deporte al aire libre y gratis. Es el final feliz de una transformación positiva: de no-lugar, sin belleza ni utilización, a espacio con identidad que la comunidad adoptó con entusiasmo. Sin duda un excelente ejemplo de recuperación de infraestructuras en desuso, evitando la demolición y generando lugares verdes de uso público y gratuito.

Datos para visitarla: Lugar: High Line Elevated Park, con un recorrido que parte desde Gansevoort Street hasta la calle 34, Lower West Side, Manhattan.En esos dos kilómetros de longitud hay varios accesos para subir al parque y bancos para sentarse a mirar el paisaje de río o tomar sol.También se puede asistir gratuitamente a clases de pilates, visitas guiadas y clases de astronomía, que se realizan regularmente en High Line. El calendario de actividades está publicado en www.thehighline.org.

Battery Park es un área muy visitada por el turismo que llega a la isla. Ubicada a orillas del río Hudson, desde allí salen los transbordadores para visitar la Estatua de la Libertad. Sus edificios modernos de viviendas y oficinas producen constante movimiento de gente, y entre ellos encontramos algunas de las más famosas obras de César Pelli: The Solaire (2003); The Verdesian (2006) y The Visionaire (2009). Entre semejantes testimonios arquitectónicos, llama la atención el uso que se le da al transformado pasaje North End Way, en Battery Park.

P a s a j e p e a t o n a l North End Way

Battery Park es un área muy visitada por el turismo que llega a la isla. Ubicada a orillas del río Hudson, desde allí salen los transbordadores para visitar la Estatua de la Libertad. Sus edificios modernos de viviendas y oficinas producen constante movimiento de gente, y entre ellos encontramos algunas de las más famosas obras de César Pelli: The Solaire (2003); The Verdesian (2006) y The Visionaire (2009). Entre semejantes testimonios arquitectónicos, llama la atención el uso que se le da al transformado pasaje North End Way, en Battery Park.

P a s a j e p e a t o n a l North End Way

La cubierta cambió la realidad de lo que era simplemente un vacío entre dos edificios ganándolo para el peatón. El diseño se compone de tres triángulos irregulares. El más largo divide la cubierta, que se inclina hacia el extremo Sur, a lo largo de la diagonal. Esa diagonal une y articula el espacio, algo muy necesario ya que North End Way no es recta sino segmentada. La diagonal alarga la longitud del área dotándola de una elegante plasticidad. Los planos expanden como esforzándose para levantar vuelo, airosamente. Y esta sensación se renueva según la hora del día porque los planos vidriados filtran con distinta intensidad y las sombras de los edificios proyectan sobre los triángulos sus formas geométricas

El pasaje integra, por proximidad, las vías de circulación peatonal del West Side de Manhattan, integradas por espacios libres y caminos ribereños, entre ellos el parque High Line. Justamente si algo relaciona al remodelado pasaje North End Way con la High Line es que no sólo son lugares agradables de paso sino también puntos de encuentro y de llegada que, al ofrecer equipamiento para estar y sentarse, reconvirtieron su destino urbano.

La obra

De lo nuevo que hay para ver estos días en Manhattan –que como Buenos Aires tampoco duerme-, la cubierta de vidrio y metal que cubre la corta peatonal North End Way, es muy recomendable. La cubierta sobre la calle fue el broche, lo más llamativo; pero la totalidad de la intervención incluyó veredas de granito, proyecto lumínico con LEDs, y mobiliario de uso público de buen diseño. Los comercios y restaurantes allí ubicados sumaron glamour a la escena, remodelándose para ponerse a tono con las circunstancias. También la fachada posterior de Goldman Sachs –la principal se ubica al 200 de West Street-, está sobre la North End Way, y fue la compañía que puso los dólares para concretar el desarrollo y la obra del pasaje. Dicen que las obras pequeñas no existen cuando su importancia es medida no por su tamaño sino por las soluciones o mejoras que aportan. Este es el caso de la cubierta de vidrio y acero que cubre este pasaje. El techo traslúcido cubre sus 1.020 m2 y lo cambió de pasaje anodino, de esos que atravesamos sin verlos, a espacio de reunión, protegido del sol y de la lluvia y que, si da, nos encanta citarnos con un amigo para tomar un café en las mesitas de la calle.

La cubierta cambió la realidad de lo que era simplemente un vacío entre dos edificios ganándolo para el peatón. El diseño se compone de tres triángulos irregulares. El más largo divide la cubierta, que se inclina hacia el extremo Sur, a lo largo de la diagonal. Esa diagonal une y articula el espacio, algo muy necesario ya que North End Way no es recta sino segmentada. La diagonal alarga la longitud del área dotándola de una elegante plasticidad. Los planos expanden como esforzándose para levantar vuelo, airosamente. Y esta sensación se renueva según la hora del día porque los planos vidriados filtran con distinta intensidad y las sombras de los edificios proyectan sobre los triángulos sus formas geométricas

El pasaje integra, por proximidad, las vías de circulación peatonal del West Side de Manhattan, integradas por espacios libres y caminos ribereños, entre ellos el parque High Line. Justamente si algo relaciona al remodelado pasaje North End Way con la High Line es que no sólo son lugares agradables de paso sino también puntos de encuentro y de llegada que, al ofrecer equipamiento para estar y sentarse, reconvirtieron su destino urbano.

La obra

De lo nuevo que hay para ver estos días en Manhattan –que como Buenos Aires tampoco duerme-, la cubierta de vidrio y metal que cubre la corta peatonal North End Way, es muy recomendable. La cubierta sobre la calle fue el broche, lo más llamativo; pero la totalidad de la intervención incluyó veredas de granito, proyecto lumínico con LEDs, y mobiliario de uso público de buen diseño. Los comercios y restaurantes allí ubicados sumaron glamour a la escena, remodelándose para ponerse a tono con las circunstancias. También la fachada posterior de Goldman Sachs –la principal se ubica al 200 de West Street-, está sobre la North End Way, y fue la compañía que puso los dólares para concretar el desarrollo y la obra del pasaje. Dicen que las obras pequeñas no existen cuando su importancia es medida no por su tamaño sino por las soluciones o mejoras que aportan. Este es el caso de la cubierta de vidrio y acero que cubre este pasaje. El techo traslúcido cubre sus 1.020 m2 y lo cambió de pasaje anodino, de esos que atravesamos sin verlos, a espacio de reunión, protegido del sol y de la lluvia y que, si da, nos encanta citarnos con un amigo para tomar un café en las mesitas de la calle.

El proyecto de North End Way estuvo a cargo del, Departamento de Arquitectura de Harvard y de Preston Scott Cohen, con estudio en Cambridge, Massachusetts. Entre otras obras suyas vemos el Museo de Arte de Tel Aviv. Y aquí vuelvo sobre la idea de que para el arquitecto no hay obras pequeñas sino oportunidades de hacer cosas transformadoras, independientemente de su envergadura.Cohen tomó contacto con Goldman Sachs, patrocinante de la obra del pasaje a instancias de Harry Cobb, el experimentado arquitecto de Pei Cobb Freed & Partners, quien lo recomendó especialmente dado su estilo de trabajo detallista y amante de lo geométrico.El resultado de esa asociación de saber hacer y tener los medios para hacerlo fue, en este caso, este pasaje que deben incluir en su próxima visita a la ciudad, ya que estimula a pensar en el juego benéfico de autolimitarse en el uso de lo público sin por ello sentirse acotado en el uso de la ciudad. Está claro también, a la vista de la obra, que proyectos de arquitectura como este necesitan del buen trato, del buen uso y de la comprensión de quienes los disfrutan, para perdurar en el tiempo y aún mejorar.

El proyecto de North End Way estuvo a cargo del, Departamento de Arquitectura de Harvard y de Preston Scott Cohen, con estudio en Cambridge, Massachusetts. Entre otras obras suyas vemos el Museo de Arte de Tel Aviv. Y aquí vuelvo sobre la idea de que para el arquitecto no hay obras pequeñas sino oportunidades de hacer cosas transformadoras, independientemente de su envergadura.Cohen tomó contacto con Goldman Sachs, patrocinante de la obra del pasaje a instancias de Harry Cobb, el experimentado arquitecto de Pei Cobb Freed & Partners, quien lo recomendó especialmente dado su estilo de trabajo detallista y amante de lo geométrico.El resultado de esa asociación de saber hacer y tener los medios para hacerlo fue, en este caso, este pasaje que deben incluir en su próxima visita a la ciudad, ya que estimula a pensar en el juego benéfico de autolimitarse en el uso de lo público sin por ello sentirse acotado en el uso de la ciudad. Está claro también, a la vista de la obra, que proyectos de arquitectura como este necesitan del buen trato, del buen uso y de la comprensión de quienes los disfrutan, para perdurar en el tiempo y aún mejorar.

Luego de recuperar y devolver a la ciudad espacios que parecían destinados a la demolición, como contamos en los dos ejemplos anteriores, los neoyorkinos están esperando la concreción de The Delancey Underground, conocido como LowLine, en el Lower East Side. El proyecto propone convertir un enorme espacio subterráneo abandonado hace años, donde funcionaba la terminal de trenes, en un parque subterráneo cuyas imágenes renderizadas vemos aquí. La reconversión tiene doble valor: por un lado aprovechar un espacio sin utilidad y en decadencia; por otro, enriquecer una de las áreas menos verdes de la ciudad con un nuevo parque.

LowLine

En Manhattan, como en la mayoría de las principales ciudades del mundo, existe una interesante discusión sobre la oportunidad de reciclar y refuncionalizar los espacios que la propia ciudad va dejando de lado en su crecimiento y modificación. Lo bueno es que al término de esa discusión surgen obras como la que muestran los renders que publ icamos por gentileza de Kibum Park de RAAD, LLC.

El proyecto y las tecnologías que se aplicarán para hacer de ese gigantesco sótano un parque pertenecen a James Ramsey, quien fue ingeniero en la NASA y fundó el estudio de arquitectura RAAD. También Dan Barasch, vicepresidente de PopTech, ONG dedicada a la promoción social de aplicaciones tecnológicas, y R. Boykin Curry IV, socio en Eagle Capital, una firma inversora de Nueva York, forman parte del proyecto.La materialización del proyecto implica la utilización de tecnología solar y fibra óptica para generar en ese gigantesco sótano un microclima capaz de reducir las emisiones de carbono y permitir que la vegetación del parque –árboles incluidos- prospere.

Luego de recuperar y devolver a la ciudad espacios que parecían destinados a la demolición, como contamos en los dos ejemplos anteriores, los neoyorkinos están esperando la concreción de The Delancey Underground, conocido como LowLine, en el Lower East Side. El proyecto propone convertir un enorme espacio subterráneo abandonado hace años, donde funcionaba la terminal de trenes, en un parque subterráneo cuyas imágenes renderizadas vemos aquí. La reconversión tiene doble valor: por un lado aprovechar un espacio sin utilidad y en decadencia; por otro, enriquecer una de las áreas menos verdes de la ciudad con un nuevo parque.

LowLine

En Manhattan, como en la mayoría de las principales ciudades del mundo, existe una interesante discusión sobre la oportunidad de reciclar y refuncionalizar los espacios que la propia ciudad va dejando de lado en su crecimiento y modificación. Lo bueno es que al término de esa discusión surgen obras como la que muestran los renders que publ icamos por gentileza de Kibum Park de RAAD, LLC.

El proyecto y las tecnologías que se aplicarán para hacer de ese gigantesco sótano un parque pertenecen a James Ramsey, quien fue ingeniero en la NASA y fundó el estudio de arquitectura RAAD. También Dan Barasch, vicepresidente de PopTech, ONG dedicada a la promoción social de aplicaciones tecnológicas, y R. Boykin Curry IV, socio en Eagle Capital, una firma inversora de Nueva York, forman parte del proyecto.La materialización del proyecto implica la utilización de tecnología solar y fibra óptica para generar en ese gigantesco sótano un microclima capaz de reducir las emisiones de carbono y permitir que la vegetación del parque –árboles incluidos- prospere.

año 2 - numero 5 - marzo de 2013