trabajo felicidad

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n. o 50/2011 6,50 € TRABAJO Y FELICIDAD Claves para lograr un clima laboral positivo 9 7 7 1 6 9 5 0 8 8 7 0 3 0 0 0 5 0 SEPTIEMBRE/OCTUBRE 2011 PSICOLOGÍA EL MOSAICO DE LA PERSONALIDAD MEDICINA ¿ COMPRENDEMOS LAS ESTADÍSTICAS? TERAPIA PUNTO FINAL AL TRAUMA NEUROBIOLOGÍA HORMONAS Y CEREBRO DISLEXIA PERCEPCIÓN SENSORIAL Y APRENDIZAJE

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Page 1: Trabajo Felicidad

n.o50/20116,50 €

TRABAJO Y FELICIDADClaves para lograr un clima laboral positivo

9 7 7 1 6 9 5 0 8 8 7 0 3

0 0 0 5 0

SEPT

IEM

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OCT

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E 20

11

50/2

011

PSICOLOGÍA

EL MOSAICO DE LA PERSONALIDAD

MEDICINA

¿COMPRENDEMOS LAS ESTADÍSTICAS?

TERAPIA

PUNTO FINAL AL TRAUMA

NEUROBIOLOGÍA

HORMONAS Y CEREBRO

DISLEXIA

PERCEPCIÓN SENSORIAL Y APRENDIZAJE

Page 2: Trabajo Felicidad

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Page 3: Trabajo Felicidad

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Page 4: Trabajo Felicidad

SUMARIO

PSICOLOGÍA

8 UNA MIRADA AL INTERIOR

Uwe Herwig

Todo individuo posee una imagen de sí mismo estable y difícil de modificar. ¿De qué sirve tener un yo? Entre otras cosas, nos posibilita el control de los sentimientos y las acciones.

NEUROPSICOLOGÍA

14 EL ROMPECABEZAS DE LA PERSONALIDAD

Christian Fiebach

Los secretos del carácter se considera-ban hasta ahora terreno natural de los psicólogos. Sin embargo, cada vez más los neurofisiólogos localizan las parti-cularidades individuales impresas en el encéfalo. ¿Qué relación existe entre la personalidad y el cerebro?

TERAPIA

20 PUNTO FINAL AL TRAUMA

Nikolas Westerhoff y Ulrich Frommberger

Un accidente de tráfico, un atraco a mano armada o una catástrofe natural... Las situaciones de vida o muerte pueden per-manecer en el recuerdo de los afectados durante largo tiempo. Medicamentos y psicoterapias ayudan a paliar el trastorno emocional; no obstante, falta refinarlos.

ENSEÑANZA

28 PERCEPCIÓN SENSORIAL Y APRENDIZAJE

Burkhart Fischer

El problema de los niños que leen, es-criben o calculan mal se encuentra, con frecuencia, en el procesamiento básico de las percepciones sensoriales. Un en-trenamiento apropiado puede ayudar a superar la legastenia y la discalculia.

PSICOLOGÍA LABORAL

42 LA FELICIDAD EN EL TRABAJO

Alfredo Rodríguez Muñoz y Ana Isabel Sanz Vergel

¿Existe la felicidad en el trabajo? ¿Qué nos lleva a alcanzarla? ¿Por qué algunas personas son incapaces de conseguirla? Un área de investigación psicológica incipiente ayuda a reconocer los factores clave para lograr ser felices en el ámbito laboral.

PSICOLOGÍA LABORAL

50 OFICINA, DULCE OFICINA

Alexander Haslam y Craig Knight

¿Por qué ciertos entornos alienan a los trabajadores mientras que otros les hacen sentirse más felices y mejoran su rendimiento?

Septiembre / Octubre de 2011 Nº 50

62 ESTADÍSTICAS MÉDICAS

28 DISLEXIA

PERSONALIDAD 8

HORMONAS 70ESTRÉS POSTRAUMÁTICO 20

Page 5: Trabajo Felicidad

PSICOBIOLOGÍA

56 RELOJ DESACOMPASADO

Thomas Kantermann

El trabajo nocturno y a turnos es el pan de cada día en numerosas profesiones, con los riesgos que ello supone para la salud. El cambio constante del reloj interno altera los hábitos de sueño y alimentación de los empleados.

MEDICINA

62 EL SIGNIFICADO DE LAS ESTADÍSTICAS

G. Gigerenzer, W. Gaissmaier, E. Kurz-Milcke, L. M. Schwartz y S. Woloshin

¿Cuántas veces induce una mamografía a resultados erróneos? ¿Existe mayor probabilidad de sobrevivir a un cáncer en EE.UU. que en Inglaterra? Aprenda a desdeñar temores poco fundados y a sopesar el auténtico riesgo de enfermar... o de recuperarse.

LATERALIZACIÓN CEREBRAL

70 ARMONÍA HORMONAL

Markus Hausmann y Ulrike Bayer

Nuestro cráneo alberga dos hemisferios cerebrales. Si empleamos ambos lados por igual o, por el contrario, si utili-zamos más uno que otro depende, en parte, de nuestras hormonas.

SECCIONES

5 Encefaloscopio Percepción... Comunicación... Gestación...

Neurociencia... Imitación... Aprendizaje infantil.

33 Entrevista Uta Frith:

Aprender es un acto comunicativo

36 Mente, cerebro y sociedad Una visión errónea de la memoria El cerebro ético ante el dilema Ritmos biológicos y personalidad

76 Syllabus La sinapsis al detalle

82 Retrospectiva El arte de la autopsia

90 Ilusiones Leer entre líneas

93 Libros Memoria... Psiquiatría.

TRABAJO EN POSITIVO42 FELICIDAD LABORAL

50 A GUSTO EN LA OFICINA

56 TRABAJAR MIENTRAS LOS DEMÁS DUERMEN

Page 6: Trabajo Felicidad

COLABORADORES DE ESTE NÚMERO

ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN:

Portada: © iStockphoto / Mac99

DIRECTORA GENERAL Pilar Bronchal GarfellaDIRECTORA EDITORIAL Laia Torres CasasEDICIONES Yvonne Buchholz

Anna Ferran CabezaErnesto Lozano Tellechea

PRODUCCIÓN M.ª Cruz Iglesias CapónAlbert Marín Garau

SECRETARÍA Purificación Mayoral MartínezADMINISTRACIÓN Victoria Andrés LaiglesiaSUSCRIPCIONES Concepción Orenes Delgado

Olga Blanco Romero

EDITA

Prensa Científica, S. A. Muntaner, 339 pral. 1.ª08021 Barcelona (España)Teléfono 934 143 344 Telefax 934 145 413www.investigacionyciencia.es

Gehirn & Geist

HERAUSGEBER: Dr. habil. Reinhard Breuer CHEFREDAKTEUR: Dr. Carsten Könneker (verantwortlich) ARTDIRECTOR: Karsten Kramarczik REDACTIONSLEITER: Dipl.-Psych. Steve Ayan REDAKTION: Dr. Katja Gaschler, Dipl.-Phych. Christiane Gelitz, Dipl.-Biol. Anna von Hopffgarten, Dr. Andreas Jahn (Online-Koordinator), Dipl.-Theol. Rabea Rentschler FREIE MITARBEIT: Joachim Marschall SCHLUSSREDAKTION: Christina Meyberg, Sigrid Spies, Katharina Werle BILDREDAKTION: Alice Krüßmann, Anke Lingg, Gabriela Rabe REDAKTIONSASSISTENZ: Petra Mers VERLAGSLEITER: Richard Zinken GESCHÄFTSLEITUNG: Markus Bossle, Thomas Bleck

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ISSN 1695-0887 Dep. legal: B. 39.017 – 2002

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El precio de los ejemplares atrasados es el mismo que el de los actuales.

ÁNGEL GONZÁLEZ DE PABLO: Mirada hacia el interior, El rompecabezas de la personalidad; F. ASENSI: Poner punto final al trauma, Percepción sensorial y aprendizaje, Entrevista; PILAR GARCÍA-VILLALBA: Una visión errónea de la memoria; NOELIA DE LA TORRE: Reloj desacompasado; LUIS BOU: El significado de las estadísticas, Encefaloscopio, Ilusiones, Retrospectiva; IGNACIO NAVASCUÉS: Armonía hormonal, Syllabus

Page 7: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 5

PERCEPCIÓN

Perspectiva gráficaEl realismo de las imágenes depende de supuestos culturales y destrezas técnicas

Las sondas espaciales Pio-

neer 10 y Pioneer 11, que

acabarán escapando del siste-

ma solar, portan una placa a

beneficio de posibles extrate-

rrestres que puedan topárse-

las. En esa placa se han graba-

do las imágenes de un hombre

y de una mujer. ¿Tendrán estos

dibujos significación para sus

hipotéticos destinatarios? In-

cluso aunque los extraterres-

tres llegasen a fijarse en las

marcas y se percatasen de que

se trata de un dibujo, ¿podrán

comprender la perspectiva?

Muchos de los convenios

artísticos establecidos se in-

ventaron y son reflejo de un

contexto cultural concreto.

La perspectiva utilizada en la

placa de los Pioneer produce

una ilusión de profundidad al

presentar con menor tamaño

los objetos distantes que los

cercanos y haciendo que las lí-

neas paralelas converjan hacia

un punto de fuga. Numerosos

programas de grafismo infor-

mático aplican tales técnicas

de forma automática, con lo

que ayudan a los artistas a

crear con relativa facilidad

imágenes de realismo foto-

gráfico.

Mas el realismo no siempre

ha sido una ambición de los

pintores. Aunque los rudi-

mentos de la perspectiva se

remontan por lo menos has-

ta el pintor griego Agatarco,

en el siglo V a.C., no alcanzó

popularidad hasta el Renaci-

miento italiano. A principios

del siglo XV, un arquitecto flo-

rentino, Filippo Brunelleschi,

realizó una exhibición pública

con espejos (una técnica no-

vedosa en aquel tiempo) para

demostrar la fidelidad con que

sus cuadros representaban las

fachadas de los edificios. Bru-

nelleschi sirvió de inspiración

a pintores como Donatello,

Masaccio y Domenico di Bar-

tolo (imagen), a quien Leon

Battista Alberti estudió desde

las matemáticas. Las rigurosas

construcciones geométricas

garantizaron que las indicacio-

nes naturales de profundidad

(el tamaño, la verticalidad y los

motivos del pavimento) man-

tuviesen la coherencia mutua

necesaria para un máximo de

verosimilitud.

Para aprender a ver un di-

bujo en perspectiva caballera

deben aceptarse sus limita-

ciones y obviarlas, entre ellas,

la hipótesis de que existe un

solo punto de fuga. En los

gráficos computarizados, la

perspectiva resulta adecuada

para videojuegos en los que

se dispara en primera perso-

na; otros (SimCity), en cambio,

ofrecen una vista desde lo alto,

por lo que se valen de una téc-

nica diferente: la proyección

axonométrica. Algunos de los

elementos de dicha técnica se

remontan a pintores chinos

del siglo II a.C.

Debemos preguntarnos si los

extraterrestres podrán descifrar

nuestros dibujos, pero también

si nosotros, en caso de verlas, se-

ríamos capaces de comprender

sus obras gráficas.

—George Musser

ENCEFALOSCOPIO

THE

ART

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Page 8: Trabajo Felicidad

6 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Dos ojos situados sobre un par de ventanas

nasales, suspendidas a su vez sobre una

boca. Tal es el pergeño facial de los vertebrados,

desde los tiburones hasta los humanos. Por ópti-

ma que resulte tal disposición para el hallazgo e

ingesta de alimentos, en los mamíferos el rostro

ha asumido otro rol fundamental: la comunica-

ción. En ninguna otra especie resulta más obvia

tal función que en la faz humana.

Los primates, en general, llevan una comple-

ja vida social. Se sirven de expresiones faciales

en sus interacciones mutuas. Los humanos

contamos con rostros expresivos con los que

manifestamos emociones (temor, felicidad,

tristeza o ira). En otros tiempos, el rico reper-

torio de expresiones humanas fue atribuido a

la posesión de músculos faciales especializados.

No obstante, Anne Burrows, antropóloga de la

Universidad Duquesne, ha observado que, de

hecho, la musculatura facial del chimpancé

apenas difiere de la del ser humano.

Sin embargo, existen dos rasgos que separan

claramente nuestras expresiones faciales de las

del resto de los primates. Primero, en los ojos: el

iris se halla rodeado por una esclerótica blanca.

En segundo lugar, los labios sobresalen del ros-

tro y su color resulta más oscuro e intenso que

el de la piel que los rodea. Tales rasgos propor-

cionan a nuestro semblante intensos contrastes

visuales que pueden servir para comunicar me-

jor nuestros sentimientos.

Se ignora cuándo y cómo evolucionó en los

humanos la animación del rostro, aunque pudie-

ran encontrarse indicios en los cráneos fosiliza-

dos de nuestros antepasados. Los endovaciados

(moldes de las improntas que deja el cerebro en

el interior de la caja craneana) ayudan a com-

prender las cambiantes facultades de las regio-

nes cerebrales a lo largo del tiempo. En el año

2000, el paleoneurólogo Dean Falk, ahora en la

Universidad estatal de Florida, dirigió un análisis

de los moldes correspondientes al antiguo homí-

nido Australopithecus africanus, que vivió hace

entre tres y dos millones de años. Los resultados

indicaron que ciertas partes de la región tempo-

ral anterior de aquel ser eran mayores que las de

los simios. Tal ampliación pudo causar que este

predecesor humano procesara con mayor efica-

cia la información facial. En tal caso es posible

que nuestra propensión a poner e interpretar

caras tenga raíces muy profundas.

—Kate Wong

COMUNICACIÓN

Expresiones facialesNuestra singular expresividad se remonta a tres millones de años

Todas las madres saben que los neona-

tos son seres sociales a las pocas horas

de nacer. Los recién nacidos prefieren di-

rigir su mirada hacia rostros de personas

antes que a objetos; incluso algunos imitan

expresiones faciales. Un estudio sugiere

que la tendencia a las interacciones so-

ciales existe ya en el útero materno. Los

gemelos empiezan a interactuar a las 14

semanas de gestación.

Investigadores de las universidades de

Turín y Parma han observado, mediante

ecografía ultrasónica (permite el examen

de estructuras del interior del organismo),

los movimientos intrauterinos de cinco

pares de fetos gemelos en sesiones diarias

de 20 minutos. En sus observaciones, pu-

blicadas en PLoS ONE en octubre de 2010,

los investigadores indican que los fetos co-

mienzan una aproximación a sus vecinos

en la decimocuarta semana de gestación.

En las semanas siguientes, los fetos fueron

reduciendo el número de movimientos di-

rigidos hacia sí mismos y trataron, en cam-

bio, de alcanzar con mayor frecuencia a sus

compañeros. Hacia la semana 18 dedicaban

más tiempo a entrar en contacto con sus

acompañantes que consigo mismos o con

las paredes del útero. De hecho, dirigían

casi el 30 por ciento de los movimientos

hacia su pareja prenatal. Dichos movimien-

tos, consistentes en rozar la cabeza o el dor-

so del otro, resultaban cada vez más pro-

longados y precisos que los movimientos

que desarrollaban hacia sí mismos, como

tocarse los ojos o la boca.

Las observaciones llevan a pensar que los

fetos gemelos son conscientes de que tienen

una pareja intrauterina, con la que prefieren

GESTACIÓN

Sociales antes de nacer Los fetos gemelos interactúan en el útero de la madre

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Page 9: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 7

NEUROCIENCIA

Timidez y cerebro hiperactivoEl encéfalo de las personas tímidas presenta una intensa actividad

Se esconden en las fiestas, tartamudean en confe-

rencias y, a la menor ocasión, enrojecen. La vida

de las personas tímidas no siempre resulta cómoda;

la culpa puede residir en su cerebro. Un estudio de

la Universidad de Sacramento publicado en la revis-

ta Personality and Individual Differences en 2010 de-

muestra que un encéfalo tímido es, ante todo, muy

reactivo: se desboca con facilidad en situaciones

inhabituales.

Elliott Beaton y sus colaboradores sometieron a

pruebas de timidez a unos cien estudiantes. De estos,

escogieron a los 12 más y a los 12 menos tímidos.

Los probandos elegidos debían observar una serie

de fotografías y decidir con la mayor rapidez posible

si se trataba de hombres o de mujeres. Los rostros

expresaban una gama de emociones que iban del

miedo a la alegría, pasando por la cólera, el disgusto

y la tristeza.

Beaton comprobó que se activaban las mismas

áreas cerebrales en todos los sujetos, sin embargo,

algunas de las regiones (la corteza prefrontal media,

que se relaciona con la tristeza, y el giro frontal in-

ferior y la ínsula, con la alegría) manifestaban una

mayor respuesta en los tímidos que en el resto de los

sujetos. De hecho, el cerebro tímido pre-

senta una actividad global superior a la

media, sin manifestar en ninguna zona

una actividad menor. De esta manera,

la persona tímida sufre un exceso de

reactividad a las emociones que reflejan

los rostros.

¿Se trata de una tendencia heredita-

ria? En el caso de la timidez relacionada

con la fobia social, existe una compo-

nente genética, como puede comprobar-

se en los hermanos gemelos afectados

por dicho trastorno. Mas el entorno fa-

miliar también interviene: los hijos de

padres tímidos manifiestan una mayor

propensión a la timidez, ya que están

habituados a adoptar comportamien-

tos prudentes, pusilánimes incluso. No

obstante, cabe recordar que la timidez

no siempre es un defecto. Un sujeto tí-

mido puede ser más apreciado que un

extravertido sin inhibiciones.

—Sébastien Bohler

¿Es tímido?Puntúe de 1 a 5 cada una de

sus respuestas a las cuestiones

siguientes (1 para desacuerdo

absoluto, 5 para aceptación

total, debiendo invertir el

orden para las cuestiones 3,

6, 9 y 12):

1 Me siento cohibido ante

personas que no conozco

bien.

2 No tengo grandes dotes

sociales.

3 No tengo demasiadas

dificultades para pedir

informaciones a la gente.

4 A menudo me siento

incómodo en fiestas y

reuniones mundanas.

5 Me cuesta encontrar te-

mas para hablar cuando

estoy en un grupo.

6 No tardo mucho tiempo

en superar mi timidez

ante situaciones nuevas.

7 Me cuesta trabajo ser

natural cuando encuen-

tro caras nuevas.

8 Me pongo nervioso al

dirigirme a un cargo de

autoridad.

9 Dudo sobre mis compe-

tencias sociales.

10 Me resulta difícil mirar a

los ojos.

11 Me siento inhibido en el

contexto social.

12 Dirijo fácilmente la pala-

bra a los extranjeros.

13 Soy más tímido con las

personas del sexo con-

trario.

Si la suma de puntuaciones es:

de 13 a 26: muy poco tímido.

de 26 a 39: poco tímido.

de 39 a 52: bastante tímido.

de 52 a 65: muy tímido.

interactuar y a la que responden de formas peculiares.

El contacto entre ambos parece ser intencionado, no fru-

to casual de la cercanía espacial, según explica Cristina

Becchio, de la Universidad de Turín, coautora del estudio.

«Tales hallazgos nos obligan a predatar la aparición de

comportamientos sociales», añade.

No sorprende que los fetos puedan controlar sus mo-

vimientos intrauterinos. Vittorio Gallese, neurocientí-

fico de Universidad de Parma y coautor del estudio, ya

había demostrado con otros colaboradores que los fetos

muestran habilidad en sus movimientos hacia el quinto

mes de gestación. Becchio conjetura que la presencia de

un gemelo puede acelerar el desarrollo motriz.

El equipo se propone desarrollar en el futuro ensayos

diagnósticos basados en la observación de los movi-

mientos de un gran número de fetos. Las pautas de

actividad intrauterina podrían contribuir a la progno-

sis de limitaciones motrices o trastornos de cognición

social, como el autismo, explica Gallese. «Es probable

que en el útero se empiece a desarrollar la noción de

uno mismo y la de los otros.»

—Janelle Weaver

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Page 10: Trabajo Felicidad

8 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Una mirada al interior

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UNO PARA TODOS...

Y TODOS PARA UNO

Las facetas del yo son tan nu-

merosas como las influencias

que conforman al ser humano.

Sin embargo, consideramos

el yo como nuestra referencia

psíquica por antonomasia.

Page 11: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 9

La señora K. se pregunta quién es en realidad.

Desde hace meses, esta mujer de 37 años se

siente extraña. A menudo le parece encontrarse

al lado de sí misma. Su familia, su profesión y

su vida entera carecen de sentido. La señora K.

discurre mucho y padece angustia. En ocasiones

le sobrevienen ataques de cólera, sin motivo al-

guno, hacia sus hijos; acto seguido se recrimina

haber perdido el control. Piensa en suicidarse.

El señor M. se cree la persona escogida para

salvar al mundo. Se considera alguien extraor-

dinariamente dotado. Durante las noches se

jacta de su capacidad para establecer un nuevo

y grandioso orden mundial; presenta sus elucu-

braciones por escrito a varias editoriales para

que las publiquen. A pesar de que tiene deudas

contraídas, se compra un coche deportivo caro.

El señor M. se siente tan bien y tan seguro de

sí mismo como nunca antes se había sentido.

Ambos casos son solo dos ejemplos de lo que

puede suceder cuando se altera la percepción

del «sí mismo». Los trastornos psíquicos como

los que padecen la señora K. y el señor M. (de-

presión y manía, respectivamente) distorsionan

la noción que tienen de sí mismos, cuando la

percepción realista del sí mismo resulta esen-

cial para una psique sana. A pesar de que a

menudo puede resultar difícil comprender el

propio yo, todos tenemos una idea intuitiva de

quiénes somos.

Los neurocientíficos tratan de encontrar las

raíces cerebrales del sí mismo por dos razones

principales. En primer lugar, porque pueden

ser de gran utilidad para entender y tratar los

trastornos psíquicos; segundo, porque pueden

proporcionar una enorme ayuda para encon-

trar la respuesta a un viejo dilema del ser hu-

mano: ¿para qué poseemos en realidad un yo?

¿Por qué no somos simplemente autómatas bio-

lógicos carentes de conciencia sobre nosotros

mismos y su relación con el entorno, seres que

algunos neurofilósofos —con cierto desdén—

denominan «zombis»?

En la experiencia subjetiva existe, por lo ge-

neral, una clara frontera entre lo interno y lo

externo. Los pensamientos y los sentimientos,

los motivos y los recuerdos los percibimos como

pertenecientes a nuestra mismidad. Cuando nos

ponemos en el lugar de otra persona e inferimos

sus deseos y sentimientos, tampoco confundi-

mos estos con los propios. La separación entre el

yo y el resto del mundo parece ser, por tanto,

el primer rasgo importante del sí mismo.

Estabilidad a pesar de los cambiosLa segunda razón corresponde a la estabilidad. El

sí mismo constituye un armazón consistente en

el que se disponen todos nuestros pensamien-

tos, sentimientos y experiencias. Lo curioso al

respecto es que, a la vez que experimentamos

el propio yo como algo constante, este yo se

encuentra sujeto a continuos cambios: cada

nueva experiencia nos forma, tanto biográfica

como biológicamente. De igual forma que el

cuerpo se modifica continuamente mediante

su metabolismo, el sí mismo también experi-

menta cambios. Numerosos factores internos

y externos lo moldean: desde la educación y la

socialización, hasta las experiencias cotidianas

en la edad adulta. Tales factores determinan la

lectura de la información genética y, con ello, el

establecimiento de conexiones sinápticas o la

aparición de nuevas neuronas en el cerebro. Ello

conduce a pensar que la constancia del sí mismo

no surge de forma automática, sino que consti-

tuye un proceso activo de nuestro encéfalo. Mas

¿cómo se produce? ¿Para qué sirve?

Una ojeada al desarrollo de concepto del yo

en los niños pequeños proporciona las prime-

ras pistas. Entre los tres y los cinco meses, los

bebés controlan sus movimientos corporales

más o menos de forma segura; alrededor del

Todo individuo posee una imagen de sí mismo estable y difícil

de modificar. ¿De qué sirve tener un yo? Entre otras cosas,

nos posibilita el control de los sentimientos y las acciones

UWE HERWIG

RESUMEN

El sí mismo es... el cerebro

1Todas las personas

poseen una concien-

cia para procesos inter-

nos, como los pensamien-

tos, los sentimientos o los

recuerdos. Estos se perci-

ben estables y propios de

la persona, excepto cuan-

do se padecen ciertos

trastornos psíquicos.

2Numerosas áreas ce-

rebrales que presen-

tan alguna relación con

la conciencia del yo se

encuentran en la «línea

media cortical» de ambos

hemisferios.

3La percepción de sí

mismo posibilita el

control de las emociones

y de los actos impulsivos.

También se puede en-

trenar.

Page 12: Trabajo Felicidad

10 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

año y medio de edad, los pequeños empiezan

a reconocerse en el espejo; a partir de los dos

años utilizan ya conceptos como «yo» y «mi»,

y a los tres años nombran algunas sensacio-

nes emotivas («Estoy triste»). En la enseñanza

primaria aumentan las comparaciones con los

demás. Comienza la edad en la que se miden

las fuerzas; cada vez va surgiendo con mayor

intensidad el sentimiento de la autovaloración.

Los jóvenes y los adultos jóvenes adquieren fi-

nalmente una identidad personal madura a

partir de la adquisición de roles sociales más

específicos y diferenciados.

Un crecimiento de tipo explosivoEn paralelo a las etapas de desarrollo se estable-

cen las conexiones neuronales. En el momento

del nacimiento existen solo unas pocas conexio-

nes sinápticas entre unos 100.000 millones de

neuronas. Hasta el sexto año de vida se produce

un crecimiento explosivo del cableado sinápti-

co, el cual se torna más estable. En el proceso

también desaparecen las conexiones no utili-

zadas; en cambio, se consolidan las estableci-

das mediante las experiencias significativas o

repetidas.

El neurólogo Antonio R. Damasio, de la Uni-

versidad de Iowa, estableció a mediados de la

década de los noventa del pasado siglo un mo-

delo jerárquico del sí mismo con tres niveles. El

nivel inferior, el «proto sí mismo», constituye la

representación neuronal del organismo. A este

primer e inconsciente nivel le corresponde, so-

bre todo, el mantenimiento de las funciones

corporales generales y el balance bioquímico

interno (la homeostasis). El tronco cerebral, el

mesencéfalo y el hipotálamo son los encargados

de ello. Solo cuando aparecen problemas en el

escalón inferior se da aviso a los centros cere-

brales superiores.

El nivel medio, el «sí mismo nuclear», presen-

ta en un primer término la interacción con el

medio. Aparece una inmediata conciencia del

sí mismo en el aquí y el ahora. Desde el punto

de vista neuronal participan, entre otras zonas,

partes del diencéfalo (sobre todo el tálamo y

la amígdala), la corteza singular, la ínsula y la

corteza medial prefrontal. Las señales corpora-

les generan en el sí mismo nuclear contenidos

conscientes sencillos (por ejemplo, la sensación

de hambre).

En la cúspide del modelo de Damasio se en-

cuentra el «sí mismo autobiográfico». Su misión

consiste en garantizar que podamos reflexionar

sobre nuestro comportamiento e influir en él

de manera sistemática. Para ello, según el neu-

rólogo, se necesita una conciencia lingüística,

capacidad que solo poseen los humanos. En con-

secuencia, los centros neuronales del lenguaje

(la región de Broca y el hipocampo, que actúa

como instancia intermediaria) se encuentran

involucrados en la recuperación de la memoria.

Es en este plano consciente donde podemos, a

través de la inclusión de las experiencias previas

y los objetivos actuales, sopesar los impulsos

de actuación de forma racional y analítica. La

corteza prefrontal en el cerebro frontal ejerce

aquí de controlador interno.

El modelo de Damasio describe múltiples as-

pectos del sí mismo. Para investigarlos, los cien-

tíficos recurren a menudo a diferenciaciones

sencillas. Una muy extendida es la establecida

entre los componentes corporales y los menta-

les (cognitivos). Las personas sentimos nuestro

propio cuerpo mediante respuestas somatosen-

soras procedentes de la piel, las articulaciones y

también del abdomen (viscerales). De especial

importancia para la autopercepción resulta un

área de la corteza cerebral situada en la zona de

transición entre el lóbulo frontal y el parietal: la

ínsula anterior, tal y como comprobaron Hugo

D. Critchley y sus colaboradores, del Centro

Well come Trust de Neuroimágenes de Londres,

en 2004.

Desde el punto de vista de la historia de las ciencias humanas, la preocupa-

ción por el sí mismo viene de tiempos remotos. En la antigua filosofía griega

surgió el pensamiento de que nuestra conducta se hallaba determinada por

una psique situada tras ella. De Heráclito (540/535-483/475 a.C.) procede

la máxima «Conócete a ti mismo». René Descartes (1596-1650) diferenció

en su dualismo entre espíritu y cuerpo, la res cogitans de la res extensa.

Ambas esferas se reunían en la hipófisis cerebral. El lema de Descartes

«Pienso, luego existo» define al sí mismo como algo situado por encima

de cualquier duda filosófica.

Immanuel Kant (1724-1804) sostenía que la razón humana construye su

propio mundo. Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), por su parte, vio

en la idea del sí mismo la expresión de un estado evolutivo elevado de la

conciencia. El psicólogo William James (1842-1910) consideró las emociones y

el sí mismo a la manera reduccionista del científico natural: como funciones

del cerebro. Sigmund Freud (1856-1939) concibió el inconsciente como una

instancia participante en los procesos psíquicos a la que debía tenerse en

cuenta en las modificaciones terapéuticas del sí mismo.

El sí mismo desde la filosofía

¿Para qué

poseemos un

yo? ¿Por qué

no somos

simplemente

autómatas biológicos carentes de conciencia sobre

nosotros mismos?

Page 13: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 11

Los investigadores propusieron a una serie de

voluntarios que estimaran su propia frecuencia

cardiaca. Se realizó a cada uno de los proban-

dos una tomografía por resonancia magnética

mientras oían a través de unos auriculares sus

propias pulsaciones, bien en tiempo real o bien

con 500 milisegundos de retraso. La tarea consis-

tía en indicar si el propio pulso sonaba en tiem-

po real o a deshora. Cuanto mejor diferenciaba

el voluntario entre ambas posibilidades, tanto

más intensa aparecía la actividad de su región

insular. Mediciones posteriores demostraron

que aquellos probandos que manifestaban una

especial sensibilidad corporal (se quejaban, por

ejemplo, de sequedad en los ojos o de sensación

de opresión en el estómago) presentaban una

corteza insular mayor que el resto.

Los aspectos cognitivos del sí mismo, por su

parte, se reflejan en la corteza prefrontal medial.

En un experimento llevado a cabo en 2006 por

Joseph Moran y su equipo, en la Universidad

Dartmouth de Hanover, en Estados Unidos, los

participantes debían juzgar si una serie de adje-

tivos se correspondían con ellos mismos o bien

con algún conocido suyo. Cuando las palabras

coincidían con su propia persona, la actividad

en las regiones frontales cerebrales aumentaba

de forma intensa, con independencia del valor

emocional de los adjetivos, esto es, sin importar

si describían rasgos positivos o negativos.

Excitación por contemplarse Resultados similares obtuvieron Thilo Kircher, de

la Clínica Psiquiatra Universitaria de Marburgo,

y Stephen M. Platek y otros colaboradores, de la

Universidad de Pensilvania en Philadelphia. Los

voluntarios observaron fotografías de su propio

rostro, así como de otras personas conocidas y

desconocidas, mientras se les realizaba un escá-

ner cerebral. Las neuroimágenes demostraron

que al ver la propia imagen se activaban con

mayor intensidad la corteza prefrontal medial, la

ínsula y las áreas corticales parietales de los pro-

bandos. Dichas regiones se estimulaban incluso

ante la mera expectativa de contemplar su rostro

de inmediato, es decir, antes de ver la fotografía,

según informó Anette Brühl, de la Universidad de

Zúrich, con motivo del Congreso de la Sociedad

Alemana de Psiquiatría, Psicoterapia y Neurología

celebrado en Berlín en 2008.

La diferenciación entre «yo» y «otros» ofrece

a los investigadores un buen punto de partida

para seguir la pista a la representación neuronal

del sí mismo. Al parecer, el cerebro diferencia de

manera precisa los estímulos propios de los ex-

ternos. Ello causa, por ejemplo, que una persona

no pueda hacerse cosquillas a sí misma, a pesar

de que los estímulos aplicados a la piel sean los

mismos que cuando se las provocan otros. De

igual forma, no somos conscientes, en general,

del sonido de nuestra voz, a pesar de que, como

cualquier otro ruido, nos llega al oído desde el

exterior.

Knut Schnell, de la Clínica Psiquiátrica Univer-

sitaria de Bonn, ha investigado este punto con

más detalle. Según los resultados de su grupo

de trabajo, percibimos los estímulos fruto de

nuestra propia actuación de una forma más dé-

bil que los producidos de forma externa. En un

estudio con neuroimágenes, Schnell demostró

que al observar los probandos un vídeo en el que

aparecían actos protagonizados por ellos mis-

mos entraba en funcionamiento toda una red de

áreas corticales prefrontales, así como del lóbulo

parietal inferior, reacción que no ocurría cuando

veían acciones efectuadas por otras personas.

¿Cómo puede explicarse tal proceso? Se cono-

ce la función que desempeña la corteza prefron-

tal como instancia de planificación y control de

nuestros actos. Para ello, envía una copia de su

programa de movimientos a regiones concretas

del lóbulo parietal, las cuales se ocupan de la

percepción de los movimientos ajenos. Median-

te esta autorregulación casi puede eliminarse la

Cortezaparietalmedial

Cortezacingularposterior

Cortezaorbitofrontal

Cortezaprefrontalventromedial

Cortezaprefrontaldorsomedial

Corte medial del cerebro

Cortezacingularanterior

Amígdala

Hipocampo Cerebelo

Mi cerebro y yoLa representación neuronal

del sí mismo requiere áreas

de diversas zonas del cerebro.

Tales áreas resultan sobre todo

numerosas en la parte media

de los hemisferios o «línea media

cortical». Entre las estructuras

destaca, junto a la corteza

orbitofrontal y la cingular,

la corteza prefrontal medial.

Dicha región se divide en

una parte ventral (orientada

hacia el vientre) y otra dorsal

(orientada hacia la columna

vertebral). También algunos

campos del lóbulo parietal

(corteza parietal medial) y la

amígdala se activan con estímu-

los en relación al yo, como han

demostrado los experimentos.

GEH

IRN

& G

EIST

/ M

EGA

NIM

Page 14: Trabajo Felicidad

12 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

información autogenerada, lo que se traduce en

que la intensidad de la percepción de la activi-

dad propia se debilita de forma considerable. En

los pacientes con psicosis agudas, la diferencia-

ción entre lo propio y lo ajeno puede hallarse

alterada, con el curioso efecto secundario de que

los tocamientos que el sujeto realiza sobre su

propia piel los percibe igual de intensos que si

se los produjera un extraño, por lo que puede

provocarse cosquillas a sí mismo.

Todo ello conduce a la pregunta de por qué

se ha desarrollado el sí mismo. ¿Qué ventajas

tiene un organismo «autorreflexivo» frente a

uno alternativo que no es consciente de su mis-

midad y, en consecuencia, no posee ningún yo?

La regulación de los sentimientos podría tener

aquí un gran papel, pues en este punto la auto-

percepción desempeña una importante función:

nos permite ser conscientes de nuestros senti-

mientos, ponderarlos y, dado el caso, modular-

los. El propio yo sirve con ello de una suerte de

superficie de proyección.

Control de los sentimientos Continuamente recibimos estímulos con conte-

nido emocional: desde el taimado perro de los

vecinos, pasando por los enervantes compañe-

ros de trabajo, hasta la añorada tarde de cine con

los amigos. Regular nuestras reacciones emocio-

nales, así como los impulsos conductuales que

de ellas se derivan, constituye una capacidad

importante; sin ella resultaría imposible una

cohabitación social compatible. Las áreas de la

corteza prefrontal también desempeñan aquí

una función decisiva, ya que modulan la activi-

dad que parte de la amígdala, de tal manera que

pueden inhibir la excitación emocional.

Pero ¿cómo nos las arreglamos en el día a

día con nuestros sentimientos? Una estrategia

sencilla consiste en apechar con ellos. No obs-

tante, en la práctica, muchas veces este método

no resulta viable. Otra posibilidad consiste en

reprimir las expresiones emocionales (técnica

de supresión expresiva) poniendo «buena cara»

ante situaciones onerosas o que provocan an-

gustia. Según han demostrado algunos estudios,

las señales mímicas o motoras de cualquier otro

tipo modifican por completo la situación aními-

ca. Sin embargo, la represión continuada de las

emociones puede incrementar el estrés psicoló-

gico subjetivo, así como la agitación a la que va

inevitablemente unido.

Una tercera variante, más favorable, es la «ree-

valuación cognitiva». Su finalidad estriba en una

relajación de la vida emocional y la reducción de

las reacciones fisiológicas (enlentecimiento de la

frecuencia cardiaca, por ejemplo). A partir de los

procedimientos de neuroimagen, Kevin Ochs-

ner y James Gross, de la Universidad Stanford

en California, mostraron en 2005 los correlatos

neuroanatómicos de la reevaluación cognitiva.

Los investigadores presentaron a una serie de

voluntarios sanos imágenes desagradables o

neutrales. Una parte de los probandos tan solo

debía dejarse impresionar por las imágenes. Los

otros participantes tenían la tarea de, median-

te la reevaluación intelectual, interpretarlas de

tal forma que perdieran su significado negativo.

(Un perro de aspecto y dientes amenazantes po-

día permutarse, por ejemplo, en un fiel guardián

protector de la esposa.) El resultado confirmó

que la reevaluación permitía reducir los senti-

mientos desagradables. En este caso, las áreas

prefrontales laterales se mostraron sobre todo

activas, mientras que se inhibía la actividad de

la amígdala y de la corteza orbitofrontal.

En una investigación que desarrollamos en

2007 solicitamos a voluntarios sanos que em-

CO

RTES

ÍA D

EL A

UTO

R

«MIRA, ESE SOY YO»

En unos experimentos llevados

a cabo por el autor, los volun-

tarios miraban fotografías en

las que aparecían ellos u otras

personas. Cuando se observa-

ban a sí mismos se estimulaba

la corteza cingular (amarillo) de

forma más intensa.

La sutil diferencia

El yo y el sí mismo: El psicólogo William James

(1842-1910) diferenció

entre «yo» y «sí mismo». El

primero sería el «conoce-

dor». El contenido de sus

conocimientos (pensamien-

tos, deseos, preferencias,

etcétera) constituiría por su

parte el sí mismo. Según

otra definición, el yo sería la

parte consciente del sí mis-

mo, algo así como la punta

del iceberg.

Emoción y sentimiento: Algunos autores describen la

emoción como un estado de

excitación corporal básico.

De la valoración mental

de ese estado surge el

sentimiento. En el lenguaje

cotidiano solemos utilizar

ambos conceptos como

sinónimos.

Page 15: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 13

plearan dicha estrategia en la expectativa de

imágenes desagradables. Para ello se situó a los

probandos ante una fila de imágenes desagra-

dables y se les solicitó que imaginasen hallarse

en un escáner como si fuera parte de un ex-

perimento inocuo para ellos. Los sujetos que,

según sus propias declaraciones, conseguían

cumplir las instrucciones de forma satisfacto-

ria, mostraban una actividad aumentada en la

corteza prefrontal medial y dorsolateral, pero

disminuida en la amígdala. Ello se producía

también cuando los voluntarios desconocían si

iban a ver un estímulo agradable o desagradable.

Por tanto, la estrategia también resulta útil en

situaciones en las que se desconoce lo que va a

pasar a continuación.

Depende de la valoraciónEl control de las emociones es posible hasta

cierto punto. No en vano constituye un com-

ponente en numerosas técnicas psicoterapéu-

ticas. El principio básico se remonta a tiempos

antiguos. Ya Marco Aurelio escribió en sus

Meditaciones que el gravamen anímico (lo que

nosotros llamaríamos el «estrés psíquico») no

se debía tanto a los acontecimientos externos

en sí, sino a la valoración que hacemos de ellos.

El ser humano posee en todo momento el poder

de modificarla.

Al parecer, esta habilidad no resulta tan sen-

cilla. Con frecuencia fracasamos en el intento de

mantenernos bajo control. Los sentimientos nos

abruman, por más que nos llamemos a la razón.

En el caso de miedos profundamente arraigados

(como la aracnofobia), no resulta de gran ayuda

el simple hecho de decirnos: «Pero ¡si no se trata

más que de un animalillo inofensivo!». Con todo,

somos capaces de entrenar las regiones cerebra-

les responsables del control cognitivo.

Técnicas de meditación, como la atención

plena, promueven la percepción consciente de

las propias emociones y de las sensaciones cor-

porales, al tiempo que ayudan a desprenderse

interiormente de ellas. La atención plena implica

una conciencia deliberada, atenta y no valorati-

va del momento. La psicoterapia basada en esta

práctica ha experimentado en los últimos años

un auge notable.

En la actualidad pueden investigarse los pro-

cesos neurobiológicos asociados. Al parecer, se

activan las mismas regiones cerebrales que en

la regulación emocional. J. David Creswell, psi-

cólogo de la Universidad de California en Los

Ángeles, determinó en 2007, mediante encues-

tas, la inclinación natural de los voluntarios de

mantenerse atentos en su vida cotidiana. (Tal

capacidad puede constatarse a partir de la sensi-

bilidad ante las propias sensaciones corporales.)

A continuación, los probandos debían ejecutar

una tarea mientras se hallaban en el escáner.

La actividad consistía en asignar a una serie de

imágenes de expresiones faciales emocionales

su correspondiente palabra afectiva (alegría,

tristeza, asco...). Como tarea de control debían

señalar asimismo el sexo de la persona que apa-

recía en la fotografía.

Los participantes especialmente atentos mos-

traban una actividad prefrontal aumentada. A

su vez, su amígdala se estimulaba con menor

intensidad que en el resto de probandos. Al pare-

cer, el área prefrontal enviaba señales de control

inhibidoras a la amígdala.

Con ayuda de las técnicas de neuroimagen

podrían conseguirse avances considerables en

este ámbito. Supongamos que pudiera enviarse

a los voluntarios que llevan a cabo estas técnicas

mentales de meditación una retroalimentación

en tiempo real de la actividad de su propio cere-

bro, mostrándoles, por ejemplo en una pantalla,

el patrón de excitación cerebral registrado. Los

voluntarios revisarían entonces los «resultados

de sus entrenamientos» mediante la actividad

cerebral modificada, de manera que aprenderían

a controlarse con mayor facilidad.

Christian Plewnia, de la Clínica de Psiquiatría

y Psicología de Universidad de Tubinga, presen-

tó un intento de este tipo en el Congreso de la

Sociedad Alemana de Psiquiatría, Psicoterapia

y Neurología celebrado en Berlín en 2008. Junto

con otros institutos, su grupo de trabajo inves-

tigó si esa especie de neurorretroalimentación

favorecía la autorregulación emocional. Los nue-

vos estudios permiten sospechar una respuesta

positiva, aunque por el momento la técnica re-

sulta costosa para su empleo en el tratamiento

cotidiano.

Pese a que todavía puede faltar tiempo para

que tales métodos proporcionen ayuda a perso-

nas como la señora K. o el señor M., la investi-

gación de las bases neuronales del sí mismo ha

proporcionado ya algunos resultados sorpren-

dentes. Entre otras cosas, ha mostrado que la

imagen que nos hacemos de nosotros mismos

es resultado de nuestro cerebro, al que podemos

influir de forma positiva.

Uwe Herwig es director del grupo de trabajo de regula-

ción de las emociones en la Clínica Psiquiátrica Universi-

taria de Zúrich. También es profesor extracurricular de la

Universidad de Ulm.

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

NEUROANATOMICAL EVIDENCE

FOR DISTINCT COGNITIVE AND

AFFECTIVE COMPONENTS OF

SELF. J. M. Moran et al. en

Journal of Cognitive Neuro-

science, vol. 18, págs. 1586-

1594, 2006.

MODULATION OF ANTICIPATO-

RY EMOTION AND PERCEPTION

PROCESSING BY COGNITIVE

CONTROL. U. Herwig et al.

en Neuroimage, vol. 37,

págs. 652-662, 2007.

TRAIT ANXIETY AND IMPOVE-

RISHED PREFRONTAL CONTROL

OF ATTENTION. S. J. Bishop

en Nature Neuroscience,

vol. 12, págs. 92-98, 2009.

NEURAL CONRRELATES OF

ALTERED GENERAL EMOTION

PROCESSING IN SOCIAL AN-

XIETY DISORDER. A. B. Brühl,

M. Rufer, A. Delsignore,

T. Kaffenberger, L. Jäncke,

U. Herwig en Brain research,

vol. 378, págs. 72-83, 2011.

NEURAL CORRELATES OF PER-

SONALITY DIMENSIONS AND

AFFECTIVE MEASURES DURING

THE ANTICIPATION OF EMO-

TIONAL STIMULI. A. B. Brühl,

M. C. Viebke, T. Baum-

gartner, T. Kafeenberger,

U. Herwig en Brain Imaging

Behaviour, vol. 5, págs. 86-

96, 2011.

Page 16: Trabajo Felicidad

14 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

En las últimas décadas se han ampliado de

forma notable los conocimientos acerca

de la forma de trabajar del cerebro, tanto en lo

que compete a la función de las neuronas como

a un nivel superior, es decir, en lo referente a

tareas psíquicas concretas de las áreas cerebra-

les: desde el lenguaje, pasando por la memoria,

hasta las emociones.

Entrados en materia, los neurocientíficos in-

tentan entender, en primer lugar, cómo el cere-

bro lleva a cabo de una forma genérica las capaci-

dades mentales; investigan procesos universales

que, en principio, son similares para todos y cada

uno los seres humanos. Por otro lado, la expe-

riencia cotidiana nos demuestra que las personas

se diferencian de manera considerable entre sí:

una destaca por su habilidad en el lenguaje, otra

por sus capacidades en cálculo o lógica; una se

asusta con facilidad, mientras que otra sorpren-

de por su fuerte carácter impulsivo.

Las preferencias y los rasgos de personali-

dad más o menos estables constituyen el fun-

damento de la individualidad. En los límites

extremos de su expresión se encuentran a me-

nudo desordenes psíquicos, como es el caso de

Los secretos del carácter se consideraban hasta ahora

terreno natural de los psicólogos. Sin embargo, cada vez más

los neurofisiólogos localizan las particularidades individuales

impresas en el encéfalo. ¿Qué relación existe entre

la personalidad y el cerebro?

CHRISTIAN FIEBACH

RESUMEN

Un cerebro con carácter

1Los rasgos de la per-

sonalidad (ansiedad,

impulsividad e inteligen-

cia, entre otros) pueden

atribuirse, en parte, a pe-

culiaridades del cerebro.

2Los rasgos individua-

les se hallan en la

anatomía y la actividad

cerebral, así como en la

carga genética.

3Las características

de la personalidad

surgen de la interacción

entre los genes, el cere-

bro y el ambiente.

El rompecabezas de la

Page 17: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 15MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 15

CÉLULAS GRISES,

«YO» DE COLOR

Creativo, expresivo, racional,

impulsivo... El cerebro de cada

persona establece las diferencias.

GEH

IRN

& G

EIST

/ V

OLK

ER S

TRA

ETER

, BD

M D

ESIG

N

los trastornos de ansiedad. Los psicólogos de la

personalidad han desarrollado múltiples instru-

mentos para clasificar y describir las diferencias

individuales en relación a la experiencia y la

conducta. Entre ellos destacan los cuestionarios

estandarizados. Estos permiten determinar de

forma empírica las facetas de la personalidad,

como las cinco dimensiones derivadas del cues-

tionario Big five (véase el recuadro «El modelo

de los cinco factores de la personalidad»). Sin

embargo, el conocimiento de las bases biológicas

de la personalidad todavía es escaso.

El psicólogo Hans Jürgen Eysenck (1916-1997)

desarrolló en la segunda mitad del siglo XX la

«teoría de la activación de la personalidad». Di-

cha teoría se basaba en la idea de que existen

tres dimensiones esenciales del carácter: neu-

roticismo (destaca la labilidad emocional y la

ansiedad, así como una propensión a los senti-

mientos negativos), extraversión (definida por la

sociabilidad y el optimismo) y psicoticismo. Este

último concepto queda algo difuso, ya que aúna

características tan dispares como la curiosidad,

la agresividad, la dominancia y la escrupulosi-

dad, entre otras.

El punto de partida del modelo de Eysenck es

el siguiente: las conformaciones respectivas de

las tres dimensiones básicas se hallan en gran

medida determinadas genéticamente y su ori-

gen se establece a partir de la excitabilidad de

Page 18: Trabajo Felicidad

16 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

sistemas corporales determinados. Así, en per-

sonas con un fuerte neuroticismo, el sistema

límbico (región cerebral que participa en las

emociones) reacciona de forma rápida e inten-

sa ante estímulos que dejan, en cambio, a otras

personas más bien indiferentes.

Precursor históricoDe forma distinta a Eysenk, su colaborador Jef-

frey Gray (1934-2004) atribuyó las diferencias en

lo concerniente a la ansiedad y a la impulsividad

de las personas a la sensibilidad neurobiológi-

ca ante los estímulos de recompensa y castigo.

Gray postuló la existencia de un Sistema de Ac-

tivación o Aproximación Conductual (CAS por

sus siglas en inglés), anclado profundamente en

el cerebro y que controla el abordamiento de los

estímulos positivos (los alimentos o la pareja

sexual, por ejemplo), pero también las recom-

pensas, el dinero y las drogas. Si este sistema

se excita con facilidad, entonces se manifiesta

una conducta impulsiva. El Sistema de Inhibi-

ción Conductual (CIS) gobierna, por el contrario,

la evitación de consecuencias negativas, según

Gray. Una elevada reactividad del CIS conlleva

una ansiedad acrecentada.

El neurofisiólogo Richard Davidson, de la

Universidad de Winsconsin-Madison, también

defiende ideas semejantes en su teoría de la la-

teralización de la personalidad. Sostiene que la

corteza frontal izquierda gobierna, sobre todo,

la inclinación hacia los estímulos agradables o

deseados, mientras que su equivalente de la mi-

tad cerebral derecha se ocupa de evitar el peligro

o retirarse de él.

Davidson llegó a dicha conclusión a partir de

sus observaciones sobre las diferencias entre los

hemisferios cerebrales en el procesamiento de

los estímulos emocionales. Registró señales elec-

troencefalográficas más intensas en el cerebro

frontal izquierdo cuando los probandos contem-

plaban caras alegres; cuando observaban rostros

tristes, en cambio, las oscilaciones del potencial

eléctrico aparecían más marcadas en el cerebro

frontal derecho.

Las diferencias en la vida emocional de los

individuos se deben, explica Davidson, a asime-

trías de la actividad básica neuronal, las cuales

constituyen la base del «estilo afectivo» de la

persona. De la dominancia de una de las dos

mitades del cerebro frontal depende que una

persona tienda a responder a los estímulos po-

sitivos (recompensas) o que, por el contrario, se

incline por evitar los negativos.

Davidson parte de un continuo biológico en-

tre la inclinación a lo agradable y la evitación

de lo desagradable, mientras que para Gray ta-

les dimensiones son independientes entre sí.

Según su teoría, una persona podría presentar

una elevada expresión de ambos campos (im-

pulsiva a la par que tendente a la ansiedad),

rasgos que se corresponderían con el neuroti-

cismo clásico.

La investigación en psicología diferencial ha

engendrado, por tanto, una serie de teorías y

modelos sobre las bases biológicas de la perso-

nalidad. Sin embargo, por el momento, no queda

claro qué teoría explicativa resulta la más acer-

tada. A ello cabe añadir que, durante largo tiem-

po, las corrientes principales de la psicología de

la personalidad apenas investigaron los meca-

nismos neuronales básicos; los neurocientífi-

cos, por su parte, mostraron poco interés por las

diferencias interindividuales. Sin embargo, los

métodos refinados de la neurociencia cognitiva

actual posibilitan superar esa cisura y explorar

en los correlatos biológicos de las peculiaridades

individuales.

Hoy por hoy, el modelo de la personalidad con mayor aceptación abarca cinco factores: el

neuroticismo describe una labilidad emocional que se expresa en un aumento de la ansie-

dad o la irritabilidad, en preocupaciones o inquietudes continuas, así como en la tendencia

a experimentar emociones negativas. La extraversión, por su parte, engloba aspectos como

sociabilidad, actividad, hambre de experiencias y tendencia a experimentar emociones posi-

tivas. La disposición a experiencias denota interés intelectual; también fantasía y ganas de

experimentar. La agradabilidad describe la competencia social, la disposición a la cooperación

y el altruismo, mientras que el factor escrupulosidad indica responsabilidad, capacidad orga-

nizativa y querencia por el orden.

El modelo de los cinco factores de la personalidad

Las neurociencias

cognitivas

permiten la

comprensión de

los correlatos biológicos de la singularidad del

individuo

Page 19: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 17

Un aspecto de la personali-

dad que aparece en la mayo-

ría de los modelos teóricos

es el factor neuroticismo.

Este describe, en primera

instancia, las diferencias en las reacciones emo-

cionales humanas: cuando existe una expre-

sión escasa de dicho rasgo, el sujeto se inclina

poco hacia la ansiedad y presenta una tenden-

cia vital positiva. Como ya supuso Eysenck, el

grado de neuroticismo podría reflejarse de esta

manera en la red cerebral de procesamiento de

las emociones.

Básicamente existen dos posibilidades: la

primera consistiría en diferenciar tipos de per-

sonalidades en función de la anatomía cerebral

(teniendo en cuenta, por ejemplo, la densidad

o la estructura de la sustancia gris en ciertas

áreas). La segunda se basaría en que el cerebro

de las personas más propensas a la ansiedad

reaccionaría también de forma más sensible

ante los estímulos (supuestamente) amenaza-

dores en comparación con el de los sujetos de

naturaleza más arrojada. Para ambos supuestos

existen pruebas.

El grupo de trabajo en torno a Turhan Canli,

de la Universidad Stony Brook, en Nueva York,

describió que el volumen de la amígdala (impor-

tante centro emocional del cerebro) se relaciona-

ba con dos dimensiones de la personalidad. La

amígdala izquierda de los probandos aparecía

tanto más gruesa cuanto más extravertidos

se mostraban los sujetos según los test. Por el

contrario, cuanto más pequeña era la amígda-

la derecha más ascendían los voluntarios en la

escala del neuroticismo.

Ese hallazgo concuerda con conocimientos

anteriores que indican que los pacientes depre-

sivos presentan con frecuencia una amígdala de

tamaño reducido. Todavía no se ha confirmado

con certeza si un fuerte neuroticismo representa

una suerte de predisposición para el trastorno

depresivo, como sostienen algunos investigado-

res. Sin embargo, lo que sí parece fuera de duda

es que la amígdala desempeña una importante

función en las disposiciones de la personalidad

relacionadas con la experiencia emocional.

También existen diferencias en relación con

la función cerebral: la actividad de la amígdala

de personas distintas puede, por un lado, variar

en su actividad básica. Así, aquellos sujetos con

ansiedad podrían mostrar una actividad aumen-

tada y duradera de la amígdala. Por otro lado,

sería posible que dicha región cerebral reaccio-

nara de manera intensificada y transitoria solo

cuando, por ejemplo, el sujeto se confrontara a

situaciones generadoras de angustia o poten-

cialmente peligrosas.

Estudios con tomografía por emisión de po-

sitrones (PET), en los que la actividad neuronal

basal se determina mediante mediciones de la

tasa de glucosa en el cerebro en condiciones

de reposo, demostraron un elevado consumo de

energía sostenido de la amígdala en pacientes

depresivos. Ello sugiere que una personalidad

ansiosa (como supuso Eysenck) se acompaña de

un incremento de la actividad basal de la amíg-

dala, a pesar de que todavía no se ha comproba-

do en voluntarios sanos. Quizás el incremento

de la actividad básica en los pacientes psíquicos

represente solo una sobrecompensación ante el

volumen reducido de la amígdala.

Asimismo, las respuestas a corto plazo (fá-

sicas) ante estímulos que denotan angustia

(rostros temerosos) resultan más llamativas en

pacientes con ansiedad que en personas menos

ansiosas, circunstancia que apoya la hipótesis de

Gray acerca de la elevada sensibilidad del proce-

samiento neuronal de las emociones.

De los genes a los neurotransmisoresPor más fascinantes que resulten estos hallaz-

gos, todavía no logran explicar por qué los cere-

bros de personas distintas reaccionan de forma

0,870,860,850,840,830,820,810,800,790,780,77

20 40

Extraversión60 80D

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Neuroticismo

0,740,730,720,710,700,690,680,670,660,650,64

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MASA CON CLASE

Un estudio de 2005 sugiere que

a mayor tamaño de la amígdala

izquierda, más extravertida

resulta una persona (izquierda).

Por el contrario, a medida que

crece el volumen de la amígdala

derecha se reduce el neuroticis-

mo (derecha).

(de «Amygdala gray matter concen-tration is associated with extraver-

sion and neuroticism», por K. R. Omura et al. en Neuroreport, vol.

16, n.o 17, págs 1905-1908, 2005.)

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Page 20: Trabajo Felicidad

18 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

diferente. Mediante la combinación de encues-

tas de psicología de la personalidad con métodos

genético-moleculares, el psiquiatra Klaus-Peter

Lesch, de la Universidad Julius-Maximilians de

Würzburg, consiguió hace unos años dar un

paso importante en la respuesta a tal enigma

[véase «¿Sólo cuestión de genes?», por Katja Gas-

chler; MENTE Y CEREBRO, n.o 10].

Lesch y sus colaboradores investigaron un

gen que determina la elaboración del transpor-

tador de serotonina. Dicho transportador es

una proteína cuya misión consiste en llevarse

al neurotransmisor serotonina, una vez termi-

nado su trabajo, de la cisura sináptica (el espacio

interneuronal). Dicho espacio se puentea me-

diante un mensajero químico (neurotransmi-

sor). El transportador de serotonina hace que

el neurotransmisor vuelva de nuevo a la célula

presináptica. Si tal recuperación no resulta sufi-

cientemente efectiva, la concentración aumen-

tada del neurotransmisor ocasiona una mayor

excitabilidad de, en este caso, la amígdala.

Ahora bien, el gen que determina la forma-

ción del transportador de serotonina presenta

dos variantes: alrededor de una de cada cinco

personas posee una variante más corta (alelo S),

a diferencia de lo que sucede con la forma más

larga (alelo L), que ocasiona una depleción de

la serotonina en las sinapsis menos eficientes.

Como mostraron Lesch y sus colaboradores, los

portadores del alelo S presentan, por término

medio, una tendencia mayor a padecer ansie-

dad. Parece, pues, que las variaciones en los

mecanismos celulares y moleculares originan

diferencias de disposición en relación con las

experiencias emocionales.

Un equipo dirigido por Ahmad Hariri y Da-

niel Weinberger, del Instituto Nacional de Salud

Mental de EE.UU., profundizó en 2002 sobre di-

cha tesis. Los autores pusieron de relieve que, al

observar imágenes de rostros con expresiones

de angustia, los portadores de alelo S mostraban

una actividad más intensa de la amígdala que

los portadores del, más largo, alelo L.

Sin embargo, los resultados deben inter-

pretarse con sumo cuidado. Por lo común, las

variaciones de un único gen (polimorfismos)

explican estadísticamente tan solo una propor-

ción escasa de las diferencias interpersonales:

en la mayoría de las ocasiones, menos del diez

por ciento del rango de dispersión total. Ello

no sorprende, ya que las influencias neuro-

biológicas (la actividad de neurotransmisores)

presentan un origen multigenético, es decir,

son controladas por una variedad de factores

genéticos.

Junto a los factores genéticos destaca la in-

fluencia del medio. El mero conocimiento del

genotipo particular aporta poco. Otros genes,

las experiencias y la forma de vida del individuo

participan de forma decisiva en su conducta.

Si bien las reacciones emo-

cionales constituyen un as-

pecto importante de la per-

sonalidad, no son el único

factor. Otras características

personales se localizan en estructuras cerebrales

definidas.

Volvamos a la aspiración de recompensa, des-

crita por Gray en su modelo CAS como funda-

mento de la impulsividad de la persona. Desde

el punto de vista neurocientífico, es probable

que dicho rasgo tenga sus raíces en el sistema

de recompensa cerebral.

Los investigadores consideran las áreas cen-

trales de este sistema (el estriado ventral en los

ganglios basales) el motor de la conducta diri-

gida a una meta. En nuestro estudio, realizado

en colaboración con Joe Simón y Stefan Kaiser,

de la Clínica Psiquiátrica de Heidelberg, en las

personas con una acusada tendencia de aproxi-

mación (de naturaleza impulsiva), el estriado

ventral reaccionaba, ante la ganancia de dinero,

de una forma más marcada que en el resto de

sujetos.GEH

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Anatomía

Conducta

Transmisor

Reactividad/Función cerebral

AMBIENTE

Cognición/ Emociones

Anatomía

GENES, CEREBRO, MENTE

La investigación actual determi-

na que los genes influyen sobre

los factores anatómicos y bio-

químicos de la función cerebral,

que gobierna desde el trasfon-

do del ambiente, la psique y la

conducta.

Page 21: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 19

También aquí pueden constatarse diferen-

cias anatómicas y genéticas. En 2009, el grupo

encabezado por Bernd Weber, del centro Life &

Brain de la Universidad de Bonn, desarrolló un

descubrimiento fascinante. Investigaron la neu-

roanatomía de sujetos que se caracterizaban por

una constante búsqueda de experiencias nuevas

y excitantes [véase «Atracción por lo desconoci-

do», por Nikolas Westerhoff; MENTE Y CEREBRO,

n.o 36]. Mediante imágenes con tensor de difu-

sión en resonancia magnética, determinaron

con qué intensidad se hallaban conectadas ana-

tómicamente determinadas regiones cerebrales

de los voluntarios. El grado de intercomunica-

ción entre el estriado y la amígdala aumentaba

de forma directa con el grado de tendencia a la

búsqueda de nuevas emociones. El incremento

de dicha conectividad podría conducir a la lle-

gada de más información relevante a una región

concreta, lo que posibilitaría que dicha área (el

estriado, en este caso) se excitara de forma más

intensa.

Los deseos hechos materiaEn el sistema de recompensa cerebral, la dopa-

mina es el principal neurotransmisor. Hoy en

día conocemos bastantes variaciones genéticas

de dicho neurotransmisor. El psicólogo Martin

Reuter, de la Universidad de Bonn, investigó en

2006 cómo la inclinación individual a los senti-

mientos positivos y a la conducta de aproxima-

ción (impulsiva) se relacionaba con dos varian-

tes genéticas que controlaban la efectividad de

la dopamina. Una de ellas gobierna la depleción

del neurotransmisor mediante la enzima COMT

(catecol-oxi-metil-transferasa); la otra regula la

densidad de los receptores D2 de dopamina en

el cerebro.

Reuter mostró que la combinación de am-

bos genotipos incrementaba la tendencia de

aproximación (impulsiva), la cual conllevaba

asimismo un aumento en la concentración de

dopamina. Al considerar la posible influencia

conjunta de los dos polimorfismos genéticos, el

equipo de Reuter cayó en la cuenta que existía

una causa multigénica.

Junto a los sentimientos y

la motivación, las capacida-

des intelectuales constitu-

yen un componente signifi-

cativo en la individualidad

de una persona. Para determinarlas, la psicolo-

gía diferencial ha desarrollado diversos test de

inteligencia.

Los neurocientíficos buscaron también corre-

latos biológicos en este ámbito. Richard Haier,

de la Universidad de California en Irvine, fue

uno de los primeros en explorar regiones ce-

rebrales cuyo volumen se relacionaba por es-

tadística con la inteligencia. Según su estudio,

los correlatos anatómicos de la inteligencia se

encuentran repartidos por todo el encéfalo,

aunque de manera más marcada en la corteza

prefrontal.

En 2008, Sonia Bishop y John Duncan, de la

Universidad de Cambridge, informaron además

de que la activación de esa región durante la

elaboración de tareas de los test de inteligencia

dependía de la dotación genética. Los volunta-

rios con un genotipo COMT, el cual origina una

mayor concentración de dopamina en el lóbulo

frontal, mostraban una menor activación cere-

bral pero con el mismo rendimiento en las prue-

bas, lo que indicaba que su cerebro trabajaba de

manera más eficiente.

Dado que la inteligencia representa una me-

dida altamente compleja, en la que confluyen

capacidades parciales (la atención, la memoria

o el tiempo de procesamiento), pueden actuar

sobre ella múltiples y variadas influencias. De-

sentrañar la forma en que los aspectos concre-

tos de la capacidad intelectual son controlados

neuronal y genéticamente constituye un cam-

po de investigación apasionante para el futuro

inmediato.

Los hallazgos de Christine Stelzel, de mi

grupo de trabajo, indican que los genes do-

pamínicos arriba descritos también influyen

en la memoria de trabajo, es decir, en la ca-

pacidad mental de manipular la información

(capacidad de suma importancia en el cálculo

mental).

Las peculiaridades individuales (ansiedad,

impulsividad e inteligencia) presentan, por tan-

to, correlatos en la estructura y en la función

cerebral, así como en la dotación genética. La

forma en que estas redundan en la experiencia

y la conducta depende también de los condi-

cionantes del medio. La investigación de esta

compleja interacción se halla todavía en sus

albores, mas se perfila ya un claro horizonte:

la individualidad de una persona se arraiga

en su cerebro, aunque no en una única región

cerebral.

Christian Fiebach es el director del grupo de trabajo

«Neurocognición de las diferencias individuales» y profe-

sor de neurociencia cognitiva en la Universidad Ruprecht-

Karl de Heidelberg.

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

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IS MODULATED BY APPROA CH-

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H. C. Friederich, C. Stippich,

M. Weisbrod, S. Kaiser en

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págs. 1868-1874, 2010.

Page 22: Trabajo Felicidad

20 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Aunque la mayoría de las veces los supe-

remos en nuestros quehaceres diarios, la

vida se encuentra llena de riesgos: en cualquier

lugar y en cualquier momento puede ocurrir

un hecho inesperado. Según Ronald Kessler, psi-

quiatra de la Escuela de Medicina de Harvard,

una de cada dos personas experimenta un suce-

so traumático: desde la muerte inesperada de un

familiar, pasando por un atraco con violencia,

hasta la vivencia de una catástrofe natural.

Quien sufre en sus propias carnes una situa-

ción de peligro vital suele desarrollar un trastor-

no por estrés postraumático (TEPT). Los efectos

del suceso continúan actuando al cabo de varios

años, de manera que significan una pesada carga

en la rutina del afectado.

Algunos de estos acontecimientos suceden

de una vez (un grave accidente de tráfico); otros

se repiten a lo largo de meses o años (torturas o

abusos sexuales). Estos últimos «traumas comple-

jos» suelen originar diversos trastornos psíqui-

cos, lo que comporta una especial dificultad a la

hora del tratamiento. Con frecuencia, el psico-

terapeuta no especializado en tratar tales casos

solo consigue, al cabo de varios años de trabajo,

reconocer la presencia del síndrome. Síntomas

como la angustia, las depresiones o los delirios

pueden «enmascarar» el trastorno.

Desde tiempo atrás, los psiquiatras intentan

paliar con medicamentos las consecuencias agu-

das de un trastorno por estrés postraumático

(TEPT). Con el fin de disminuir la excitación

interior del paciente prescriben antidepresivos.

Algunos médicos de cabecera recetan también

benzodiazepinas. Dichos tranquilizantes se han

acreditado en casos de trastornos del sueño, ata-

ques de ansiedad y tendencia al suicidio, pero

no son apropiados para tratar un TEPT. Así, las

benzodiazepinas ayudan a mitigar las conse-

cuencias psíquicas agudas; no obstante, como

demostró ya en 1996 un equipo dirigido por el

psiquiatra Arieh Shalev, del Hospital de la Uni-

versidad Hadaza en Jerusalén, a largo plazo pue-

den incluso agravar el TEPT y las depresiones.

Un trabajo publicado en 2007 por la Colabo-

ración Cochrane, red internacional de expertos

que lleva a cabo revisiones sobre el efecto de

los tratamientos médicos, llegó a la conclusión

de que, según los conocimientos científicos dis-

ponibles, no existe ningún medicamento que

pueda contrarrestar el desarrollo de un TEPT.

En todo el mundo, los investigadores continúan

ensayando medios nuevos. Para un caso agu-

do del trastorno de marras podrían utilizarse

beta bloqueantes (los médicos los recetan para

la hipertensión y las taquicardias). El psiquia-

tra Roger Pitman, de la Universidad de Harvard,

comprobó que algunas personas experimentan

una mejoría en sus reacciones de ansiedad a lar-

go plazo si se les administra el beta bloqueante

propanolol entre seis y doce horas después de

que haya ocurrido el episodio traumático y se

Punto final al trauma Un accidente de tráfico, un atraco a mano armada o una

catástrofe natural... Las situaciones de vida o muerte pueden

permanecer en el recuerdo de los afectados durante largo

tiempo. Medicamentos y psicoterapias ayudan a paliar el

trastorno emocional; no obstante, falta refinarlos

NIKOLAS WESTERHOFF Y ULRICH FROMMBERGER

Page 23: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 21

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LA LARGA SOMBRA

A quien de niño ha sufrido

abusos o maltratos, suelen

perseguirle terribles recuerdos

durante toda la vida. Según los

investigadores, para superar el

trauma es preciso enfrentarse al

pasado.

Page 24: Trabajo Felicidad

22 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

sigue con la medicación durante una semana,

más o menos.

Píldoras contra el miedoEn uno de sus experimentos, Pitman confron-

tó a 41 de sus pacientes con grabaciones mag-

netofónicas en las que describían sus propios

traumas. Comprobó que las personas que habían

sido tratadas con propanolol presentaban una

menor reacción emocional que las que solo re-

cibieron un placebo.

Un experimento publicado en 2009 por la

psicóloga Merel Kindt y sus colaboradores, de

la Universidad de Ámsterdam, apunta en esa

misma dirección. Mediante electrochoques,

condicionaron a un grupo de personas a que

sintiesen angustia al ver imágenes de arañas.

Los probandos que al día siguiente tomaron una

dosis de propanolol manifestaron a las 24 horas

siguientes menos pánico que las que recibieron

solo un placebo.

Ahora bien, según Pitman, antes de recomen-

dar beta bloqueantes a individuos con riesgo de

sufrir traumas (soldados, sanitarios que atienden

accidentes, bomberos...) deben estudiarse con de-

tenimiento sus efectos. Hasta ahora no dispone-

mos de resultados concluyentes que demuestren

que los beta bloqueantes, como el propanolol,

resulten eficaces en situaciones agudas.

La opinión de los expertos es unánime en

un punto: resulta difícil detener un trastorno

por estrés postraumático que ya ha comenzado.

Hasta ahora, las medidas propuestas para la fase

aguda no han dado los resultados que prome-

tían los psiquiatras. Según múltiples estudios,

una intervención inmediata tras un trauma no

evita con seguridad un TEPT. Asimismo, exis-

ten trabajos en los que los psicólogos llegan

RESUMEN

Domeñar el pánico

1Situaciones que po-

nen en peligro la vida

originan en numerosas

víctimas un trastorno por

estrés postraumático.

2Los antidepresivos

o una terapia conduc-

tista pueden mejorar los

síntomas; sin embargo,

no curan el trastorno.

3En la actualidad se

estudian nuevos plan-

teamientos terapéuticos:

entre ellos, la administra-

ción de corticoides o de

beta bloqueantes. Mu-

chos métodos psicotera-

péuticos propugnan que

el afectado narre, ya sea

por escrito o de voz, su

trauma con todo detalle.

Los métodos psicoterapéuticos se basan en la rememoración del trauma. En algunos de

ellos, los recuerdos deben escribirse. Tal es el caso de la «terapia expositiva». La terapia

por Internet desarrollada en los Países Bajos también utiliza esta técnica. Se trata de una

terapia en línea y por escrito, en la que el paciente explica el trauma a través de mensajes

de correo electrónico.

La psicóloga Christine Knaevelsrud, del Centro Berlinés para las Víctimas de Torturas,

donde se ofrece el tratamiento en línea, indica que «en una primera fase invitamos a los

pacientes a que en cuatro ocasiones escriban sobre el suceso que los traumatizó». El correo

electrónico tiene la ventaja de que se puede ayudar desde cualquier lugar del mundo,

incluso desde estados como el de Irak o Irán. «El paciente debe describir el suceso de for-

ma espontánea, sin fijarse ni en la puntuación ni en la ortografía», continúa Knaevelsrud.

«Cuando alguien se ha decidido a participar en la correspondencia, los planos narrativos

suelen entrelazarse: los afectados hablan del suceso y al mismo tiempo cuentan cómo,

mientras escriben, tiemblan, sudan, lloran». Al final suele quedar solo una imagen en torno

a la cual gira el texto. Según esta psicóloga, «el recuerdo actúa como un filtro en forma

de embudo: primero es amplio, pero va estrechándose cada vez más. «Los primeros textos

del usuario recogen múltiples informaciones, evitando el momento decisivo. Sin embargo,

cuanto más escribe, tanto más se concentra su mirada en una única imagen que reaparece

una y otra vez.»

El psicólogo Alfred Lange, de la Universidad de Ámsterdam, desarrolló y puso en práctica

este método terapéutico. Partió de un esquema estricto: primero el afectado debía describir por

correo electrónico su trauma; a continuación debía escribir una carta por Internet a un amigo

imaginario víctima de una experiencia similar y, finalmente, elaborar un escrito de despedida

a los muertos, a los padres de los muertos, al delincuente o a sí mismo. Por regla general,

este último correo electrónico no se envía. Según indica Knaevelsrud, queda formando parte

del tratamiento y se utiliza para ayudar al paciente a integrar el trauma en su biografía. «En

casi todos los pacientes que han sufrido situaciones traumáticas aparecen ideas irracionales de

culpabilidad o de vergüenza, las cuales queremos eliminar o debilitar. Incluso cuando alguien

no ha tenido culpa de lo sucedido es frecuente que se sienta culpable. Queremos cambiar

estos pensamientos básicos».

Tratamiento del trauma en Internet

Page 25: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 23

a la conclusión de que las ayudas inmediatas

como una reunión o charla posterior (debriefing,

una especie de «rememoración» de la vivencia

traumática) pueden incluso presentar un efecto

contraproducente. A los pacientes especialmen-

te expuestos al riesgo de sufrir un TEPT les re-

sultan de mayor ayuda unas sesiones de terapia

conductista que una conversación justo después

del trágico suceso.

De hecho, el Instituto Nacional Británcio para

la Salud y la Excelencia Clínica incluye en sus

directrices la siguiente recomendación: «Las

personas que de forma directa o indirecta han

vivido un episodio traumático no deben recibir

un tratamiento inmediato». En principio, unas

medidas de apoyo generales resultan suficien-

tes para la mayoría. Solo en caso de presentarse

síntomas graves súbitos se halla justificada una

intervención específica. En todo caso, la solución

es la espera vigilante.

Según otro informe de Cochrane, si al cabo de

meses, incluso años, las personas afectadas por

un trauma siguen padeciendo recuerdos doloro-

sos, puede conseguirse un efecto paliativo con

inhibidores selectivos de la recaptación de la se-

rotonina (SSRI). Dichos medicamentos, también

conocidos por su efecto antidepresivo, reducen

las pesadillas de quienes sufrieron una situación

traumática, además de disminuir la conmoción

que les producen recuerdos indeseados. Los pa-

cientes así tratados pueden volver a familiari-

zarse con lugares y objetos relacionados con el

trágico suceso, en vez de intentar evitarlos.

El efecto de tales fármacos revela que el neu-

rotransmisor serotonina desempeña una fun-

ción importante en la reacción al trauma. Las

áreas cerebrales donde actúa dicho neurotrans-

misor (como la amígdala, auténtica «central de

la alarma y el temor» de nuestro cerebro) se en-

cargan de procesar las emociones. Entretanto,

los investigadores han relacionado el sistema

serotonínico con numerosos síntomas psíqui-

cos: trastornos del sueño, obsesiones o ataques

de pánico.

Según un hallazgo del psiquiatra Steven

Southwick, de la Universidad de Yale en New

Haven, los sujetos con riesgo de sufrir un TEPT

presentan un déficit de serotonina. Estas perso-

nas tienen dificultades para expresar sus senti-

mientos. Sin embargo, algunos neurobiólogos

responsabilizan a otros neurotransmisores (la

dopamina o el glutamato) del trastorno trau-

mático. Los resultados de los estudios son, pues,

contradictorios.

ESCOMBROS MENTALES

El 6 de abril de 2009 tembló

la tierra cerca de L’Aquila en los

Abruzzos italianos. Murieron

al menos 293 personas, y

10.000 perdieron la vivienda.

Catástrofes naturales como

esta dejan traumas psíquicos

en muchas de las víctimas.

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Page 26: Trabajo Felicidad

24 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

¿Cuándo se ins-taura un tras-torno por estrés postraumático?Por término medio, una de cada diez per-sonas que han sufrido

o presenciado una situación

traumática desarrollan un

trastorno por estrés postrau-

mático (TEPT). El peligro

de padecer un trauma es

mayor en caso de sufrir una

agresión. Alrededor de uno de cada cuatro

soldados que han partici-

pado en acciones bélicas

y más de la mitad

de las víctimas de violacio-

nes sufren un TEPT. El riesgo

también es muy alto para

las personas que han sido

tomadas como rehenes

o han sufrido torturas.

Cuadros clínicos complejosUn tratamiento con antidepresivos parece de

utilidad cuando a los efectos del trauma se aña-

den otros trastornos psíquicos. En los cuadros

clínicos complejos, los inhibidores selectivos

de la recaptación de la serotonina (sertralina y

paroxitina) atenúan los impulsos agresivos, por

lo que contrarrestan las intenciones suicidas. La

asociación del estrés postraumático y la depre-

sión se halla extendida. En casos de depresión

grave suelen requerirse primero medicamentos

para tratar dicho trastorno antes de empezar a

«batallar» contra los recuerdos del trauma.

El psiquiatra Eric Vermetten, de la Universi-

dad de Utrecht, aportó en 2003 una pista sobre

los antidepresivos como tratamiento de vícti-

mas de traumas psíquicos. Estudios anteriores

demostraron que un estrés intenso provoca una

disminución del tamaño del hipocampo (estruc-

tura cerebral que desempeña una importante

función en los recuerdos). Los pacientes trauma-

tizados manifiestan con frecuencia dificultades

en encontrar las palabras adecuadas para ex-

presarse. Vermetten administró a estos pacien-

tes durante un período de nueve a doce meses

paroxetín, inhibidor selectivo de la recaptación

de la serotonina (muy utilizado en Alemania).

Durante ese tiempo, el tamaño del hipocampo

de los sujetos aumentó en una vigésima parte.

Después del tratamiento, los afectados obtuvie-

ron mejores resultados en las pruebas de memo-

ria. Parece, pues, que el paroxetín contrarresta

los efectos adversos que sufren estas personas

al estimular el crecimiento de nuevas neuronas

en el hipocampo.

Ante ese panorama, ¿deben considerarse

superados los medicamentos utilizados en la

psicoterapia clásica para el tratamiento de los

traumas psíquicos? El grupo para el estudio del

trastorno por estrés postraumático de Freiburg,

del que forman parte Ulrich Frommberger,

Mathias Berger y Jörg Angenendt, publicó en

2004 un estudio piloto llevado a cabo con 21

probandos. Según concluyeron, la terapia con-

ductista y los antidepresivos poseen un efecto

igual de positivo contra el estrés postraumático

típico. En una investigación llevada a cabo seis

meses más tarde se vio que los pacientes some-

tidos a terapia conductista se encontraban in-

cluso mejor que quienes recibieron tratamiento

medicamentoso.

Una combinación de ambos métodos parece

más efectiva que la farmacoterapia sola. En nu-

merosos casos, los psiquiatras pueden aumentar

la eficacia de los inhibidores selectivos de la re-

captación de la serotonina asociándolos a una

terapia conductista. Solo en aquellos pacientes

en los que se ha demostrado una clara mejoría

con antidepresivos, una psicoterapia adicional

no les sirve de gran ayuda.

1. Rememoración Poco tiempo después del trauma, el suceso puede retornar a la memoria. De repente y de forma

incontrolada, la escena traumática vuelve a tenerse ante los ojos y desencadena reacciones

psíquicas y corporales semejantes a las que se experimentaron cuando ocurrió. Los imperiosos

y no deseados recuerdos («intrusiones») pueden resultar tan fuertes que la realidad y aquello

que se rememora se confunden.

2. Excitación El trauma persigue a la víctima día y noche. El organismo experimenta los síntomas típicos

de ansiedad: palpitaciones cardíacas, pesadillas, sudoración nocturna, sensación de opresión

pectoral, temblores...

3. Evasión Se evitan las situaciones que puedan evocar el recuerdo de la situación traumática. Con fre-

cuencia se hacen rodeos para soslayar objetos o personas que se asocian al trauma. A largo

plazo, esta estrategia evasiva lleva al miedo ante cualquier situación que pueda relacionarse

con la experiencia vivida. De esta manera se crea un estrechamiento progresivo del espacio

vital y de actuación del paciente.

Los tres síntomas del TEPT

Page 27: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 25

Viejo estigmaCon frecuencia, el hecho de

haber vivido una guerra suele

desencadenar un TEPT. Esto

ocurría ya antes de utilizarse

el diagnóstico de este trastor-

no. En la época de la Primera

Guerra Mundial se conocía el

«temblor bélico»: las vivencias

provocaban en las personas que

regresaban a sus hogares un

temblor de manos. Los psiquia-

tras hablaban entonces también

de «neurosis de guerra». Según

criterios actuales, aquellas

personas padecían con toda

probabilidad un TEPT infravalo-

rado entonces por considerarlo

una debilidad de carácter o de

voluntad del afectado.

Riesgos y efectos secundariosUn grave problema que se presenta con el tra-

tamiento mediante medicamentos es el aban-

dono por parte de los pacientes. Muchos de los

afectados toman las medicinas solo de mane-

ra esporádica, o no las toman en absoluto. Es

probable que les falte información sobre los

fármacos que toman. Tal vez no sepan que en

la mayoría de las ocasiones deben esperarse

varias semanas hasta notar el efecto sobre la

psique. Enfermos impacientes pueden llegar a

la precipitada conclusión de que los fármacos

que les han prescrito «no hacen nada». Por otra

parte, algunos individuos sufren los efectos

secundarios de los medicamentos. Los anti-

depresivos pueden provocar trastornos de la

digestión o del sueño, además de un aumento

de peso. Una detallada conversación sobre el

problema con el usuario resulta imprescindible

para la correcta prescripción de los medica-

mentos.

Expertos de todo el mundo buscan fármacos

nuevos. Algunos estudios investigan la acción

del cortisol. Según indican ciertos resultados, la

considerada hormona del estrés parece desem-

peñar una función relevante en las personas con

un trauma psíquico: los individuos que reaccio-

nan con una escasa secreción de cortisol ante

una situación que sienten como amenazante

parecen más propensos a padecer un trastorno

por estrés postraumático.

El cortisol contribuye al impulso orgánico

ante la primera reacción de «lucha o huída»,

además de participar en la evocación de los

recuerdos. Un nivel elevado de cortisol frena

la memoria; en consecuencia, parece lógico

aumentar en los pacientes con TEPT la secreción

de esta hormona después del suceso. Incluso va-

rios años tras los acontecimientos, las personas

con trastorno traumático presentan niveles de

cortisol inferiores a los de las sanas.

Los individuos que sufren un trauma psí-

quico parecen más fácilmente excitables que

el resto; con frecuencia presentan trastornos

del sueño. Las personas con TEPT muestran

una reacción más marcada cuando les despier-

ta un ruido. Cuarenta años después de sufrir la

tragedia, supervivientes del holocausto siguen

con el sueño alterado: se despiertan con mayor

frecuencia, duermen peor y menos. Además, su

fase REM del sueño es más prolongada, por lo

que manifiestan más pesadillas.

Los medicamentos por sí solos no suelen

curar los trastornos por estrés postraumático.

La terapia conductista aparece aquí como un

tratamiento psicoterápico de comprobada efica-

cia. Estudios de la psiquiatra Barbara Rothbaum,

de la Universidad de Emory en Atlanta, de-

muestran que la terapia de desensibilización

y reprocesamien to por movimientos oculares

(EMDR, de Eye Movement Desensitization and

Reprocessing Therapy) resulta un método eficaz

para tratar los traumas. A primera vista, el mé-

todo parece quizá curioso.

El paciente cuenta su experiencia traumática

al terapeuta. En momentos de su narración de

especial importancia «congela» mentalmente la

imagen. Al mismo tiempo, con la escena dramá-

tica en mente, el paciente sigue con la mirada

los movimientos lentos del dedo del terapeuta.

Estos movimientos de mirada reducen en mu-

chos pacientes el pánico desencadenado por los

recuerdos. Múltiples estudios han demostrado

que el método resulta útil, si bien se desconoce

por ahora el mecanismo por el que actúa. Es

posible que los movimientos oculares y otros

estímulos evasivos condicionen un mejor pro-

cesamiento cognitivo de la vivencia [véase «El

poder de la mirada», por Arne Hofmann; MENTE

Y CEREBRO, n.o 15.].

Narrar las vivenciasAdemás de los métodos terapéuticos estable-

cidos van apareciendo nuevas y prometedoras

ideas. Es el caso de la terapia de exposición na-

rrativa desarrollada en la Universidad de Kons-

tanz. El paciente, con ayuda del terapeuta, escri-

be un informe lo más detallado posible sobre lo

que le ocurrió. La idea es que al reconstruir con

palabras los detalles del suceso desaparezca el

pánico que provocó.

Dicho método combina la acreditada terapia

expositiva (reconstrucción mental del trauma)

con elementos de la «terapia testimonial», que

se utilizó por primera vez en víctimas del ré-

gimen de Pinochet. La idea central consiste en

protocolizar con la mayor exactitud posible lo

sucedido. El paciente ya no actúa como afectado,

sino más bien como testigo. Al asumir el papel

de informador neutral, descarga la vivencia

subjetiva. Este tipo de terapia se ha utilizado en

numerosas víctimas de dictaduras; también en

personas que durante largos años han sufrido

abusos sexuales.

Un nuevo tratamiento combina la rememora-

ción del trauma con métodos imaginativos. Es el

caso de la terapia de reescritura y reprocesamien-

to del psicólogo Mervin Smucker, de la Escuela

de Medicina de Wisconsin, en Milwaukee. El

paciente debe dibujar las imágenes de violencia

Page 28: Trabajo Felicidad

26 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

El 12 de marzo de 2009, Alemania

despertó conmocionada a causa del

asesinato de 15 personas, la mayoría de

ellos escolares de un colegio de enseñan-

za media de la ciudad de Winnenden, en

Baden-Württemberg. Un adolescente de

17 años disparó contra las víctimas y

acabó suicidándose al verse acorralado

por la policía en Wendlingen, tras 40 ki-

lómetros de persecución.

Sr. Glatzer, ¿qué pueden hacer los psi-

cólogos tras un suceso tan traumático

como el de Winnenden?

Los psicólogos prestan «ayuda psicológi-

ca de urgencia». Una vez que la policía ha

garantizado la seguridad y las víctimas

han recibido asistencia médica, han de

afrontar y paliar el choque psicológico de

los afectados. Entre otras cosas, explican

a profesores y alumnos cómo reaccionan

las personas ante vivencias traumáticas.

En principio no se trata de una terapia,

sino de un intento de activar las estra-

tegias de dominio de que disponen to-

das las personas. Es importante poder

remitir rápidamente los afligidos por

las víctimas a la custodia de los servi-

cios sociales, a las familias, a amigos y

a compañeros. Solo al cabo de algunas

semanas los psicólogos escolares podrán

orientar sobre la necesidad de una tera-

pia específica del trauma psíquico.

Los psicólogos responden también a

preguntas prácticas: ¿qué actitud pue-

den tener los escolares en los entierros?;

¿cómo deberán comportarse con los

compañeros que han resultado particu-

larmente afectados o con sus padres? Asi-

mismo es importante el tema de cómo

afrontarán los próximos exámenes. Sin

olvidar mantener alejados a los medios de

comunicación y a los mirones, cometido

que realiza la policía.

¿Están preparados los psicólogos es-

colares para afrontar estas situaciones?

Tres semanas después de los sucesos del

26 de abril de 2002 en Erfurt [un escolar

de 19 años mató a 12 profesores, una se-

cretaria, dos alumnos y un policía, y lue-

go se suicidó] se empezaron a formar en

Baviera los primeros psicólogos escolares

sobre cómo actuar en casos semejantes.

En aquel tiempo, todavía no había exper-

tos de habla alemana en la materia, por

lo que el curso fue dirigido por William

Pfohl, de la Universidad Occidental de

Kentucky. Desde entonces existe la nor-

mativa en Alemania de formar a los psi-

cólogos escolares en este tema.

Asimismo, desde 2006 en Baden Würt-

temberg rige una norma administrativa

sobre la conducta que debe seguirse

ante acontecimientos de este tipo en los

centros escolares. Las escuelas tienen la

obligación de disponer de un plan de

crisis y el equipo correspondiente para

ponerlo en práctica llegado el caso. Des-

de 2004, cada uno de los cuatro equipos

gubernamentales tienen sus grupos de

intervención en casos de crisis de los que

forman parte psicólogos, pedagogos y ju-

ristas que ya han acumulado experiencia.

Claro está que, a pesar de todo, no puede

evitarse el inicio parcialmente caótico de

las actuaciones.

En 2008, la mayoría de los psicólogos

escolares nuevos de Baden-Württem-

berg ya realizaron el curso básico. De

esta forma, cuando ocurrieron los he-

Winnenden: Ayuda después del choque emocional

PUNTO DE VISTA

DIETER GLATZER es director psicológico del

Departamento de Educación y Formación

en el consejo regional de Stuttgart. Como

director del equipo de intervención en

situaciones de crisis coordinó un colectivo

de 130 psicólogos escolares tras los trágicos

acontecimientos en Winnenden.

Page 29: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 27

que siempre ocupan su mente. Las víctimas de

violación en su infancia, por ejemplo, pueden

«transcribir» el recuerdo de una escena de mane-

ra que aparezca como un adulto que reprende al

agresor, toma al niño-yo en brazos y lo consuela.

Los primeros estudios controlados demuestran

la eficacia del método.

Todos estos enfoques terapéuticos giran en

torno a una misma idea: el acontecimiento

traumático debe rememorarse, describirse y re-

presentarse de manera intensa repetidas veces.

De esta forma pierde su potencial destructivo.

Los psicólogos y psiquiatras procuran un efecto

de habituación. Cuantas más veces el paciente

informe de su trauma, más «normal» le parece-

rá. Como consecuencia, la respuesta fisiológica

que desencadena el recuerdo va disminuyen-

do, con lo que la sensación de desamparo va

superándose.

En la confrontación con el trauma durante

la terapia conductista deben cumplirse ciertas

reglas. Mientras el paciente evoca sus recuerdos,

debe permanecer con los ojos cerrados o fijarlos

en un punto concreto de la estancia. Una des-

cripción con el presente como tiempo verbal da

lugar a una mayor tensión emocional, de mane-

ra que el efecto es más fuerte. La evocación ideal

es aquella que refleja una descripción detallada

del suceso, que abarca cada uno de los sentidos:

se describe todo lo que se ha visto, oído, sentido,

olido o saboreado.

La mayoría de las veces, una rememoración

intensa del trauma desencadena sensación de

desamparo y temor. No es raro que deba pasar

media hora hasta que se atenué la sensación

de miedo. La descripción se graba. El paciente

debe oír una y otra vez su propia descripción,

en el mejor de los casos, a diario. Esto refuerza

la idea de que el suceso pertenece al pasado;

el pánico y la tensión van disminuyendo en

cada audición.

La aproximación al trauma no siempre resul-

ta fácil. Numerosos pacientes sienten un gran

temor a hablar de sus experiencias; también

intentan evitar los recuerdos y las intensas reac-

ciones que les provocan, por lo que la evocación

del trauma se experimenta como un cambio

progresivo. Con todo, los estudios demuestran

de forma unánime que para eliminar el terror

hay que enfrentarse a él.

Nikolas WesterhoffUlrich Frommberger

la Clínica de Psiquiatría, Psicoterapia y Psicosomática

chos de Winnenden se disponía de ochenta

profesionales preparados para actuar; cifra

muy considerable.

¿Cuáles son los conocimientos científicos

por los que se rige la ayuda psicológica?

La ayuda psicológica se basa en los resultados

de la investigación de la capacidad de resis-

tencia. Esta ha sido desarrollada de forma sis-

temática por investigadores israelíes, sobre

todo por el especialista en traumas psíquicos

Mooli Lahad, del Centro para la Prevención

del Estrés Colectivo de Kyriat Shmona. Cola-

boradores de este centro dan cursos en otras

partes de Europa. Su contenido se basa en los

resultados de investigaciones psicológicas, así

como en la experiencia de psicólogos escola-

res de todo el mundo.

Existen estudios que demuestran que un

choque emocional como consecuencia de

un trauma psíquico puede tener una dura-

ción variable en cada víctima. Esta duración

depende, entre otros factores, del grado de

peligro vital que supuso el suceso, de la ex-

periencia previa que se tuviera y de la per-

sonalidad de la víctima. Si a pesar de todos

los esfuerzos para restablecer la normalidad

no se consigue en el plazo de cuatro a seis

semanas, puede ser necesaria una terapia

especializada.

La Asociación Nacional de Psicólogos Es-

colares (NASP, por sus siglas en inglés) de

Estados Unidos ha resumido en forma de

recomendaciones los resultados de investi-

gaciones [www.nasponline.org/prepare]. En

cualquier caso, se necesita todavía investigar

más. Una adecuada preparación ante posi-

bles crisis es la mejor manera de prevenir

sus perniciosos efectos. Se trata de que los

escolares aprendan a estimular y mantener

su salud psíquica y de que los profesores les

ayuden en esta tarea.

Entrevista realizada por Joachim Marschall

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

EMPFEHLUNGEN VON QUA-

LITÄTSSTANDARDS FÜR STA-

TIONÄRE TRAUMATHERAPIE.

Dirigido por U. Frommberger

y R. Kellerl. Dustri, Múnich,

2007.

TRAUMA UND TRAUMABE-

HANDLUNG. VOL. 2: WEGE

DER TRAUMABEHANDLUNG.

M. Huber. Junfermann,

Padeborn, 2006.

LA TRAMPA DEL ESTRÉS POS-

TRAUMÁTICO. D. Dobbs

en Investigación y Ciencia,

n.o 393, 2009.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

KRISEN HELFEN. A. Englbrecht y R. Storath.

Cornelsen, Berlín, 2005.

Page 30: Trabajo Felicidad

28 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

En nuestra cultura, la lectura, la escritura

y el cálculo constituyen la base de la for-

mación educativa. Sin embargo, no todos los

alumnos adquieren con facilidad tales capaci-

dades. Según las estadísticas, en cada clase de

educación primaria existe al menos un niño

con dificultades para la lectura y para la escri-

tura (legastenia) o para el cálculo (discalculia).

En los últimos 15 años, los investigadores han

estudiado la causa de estas alteraciones.

El motivo resulta obvio en los casos en los

que existe un problema en uno de los órganos

sensoriales: si existen defectos de audición, la

adquisición del lenguaje resulta más dificultosa;

cuando falla la vista, la capacidad lectora se com-

plica. Por regla general, tales alteraciones médi-

cas suelen diagnosticarse de manera precoz y

reciben solución (un audífono o unas gafas). Por

el contrario, la legastenia y la discalculia forman

parte de los «trastornos parciales del rendimien-

to», los cuales se caracterizan por una ausencia

de alteraciones en los órganos sensoriales invo-

lucrados. De hecho, el desarrollo del niño parece

normal; incluso puede presentar una inteligen-

cia su perior a la media de su edad.

¿A qué se deben estos trastornos parciales?

Los procesos de la visión y de la audición co-

mienzan en el ojo y en el oído, respectivamente,

mas entre dichos órganos sensoriales y el cere-

bro existe un largo y complicado camino du-

rante el cual la información sensorial se procesa

varias veces. Para leer se necesita un adecuado

control de la mirada. La agudeza visual se con-

centra en una pequeña región de la retina, por

lo que nuestros ojos deben efectuar constantes

saltos rápidos (movimientos sacádicos) para

visualizar diversas zonas de una misma esce-

na (el texto de un libro). Sin estas «sacudidas»

solo conseguiríamos ver una pequeña porción

del mundo.

Durante la lectura, la mirada va saltando de

palabra en palabra de unas tres a cinco veces

por segundo. El cerebro debe dirigir de modo

correcto estos saltos para que las palabras y sí-

labas sean «escaneadas» en el orden adecuado y

no se precipiten en el concepto siguiente antes

de reconocer el actual. Ello exige un gran traba-

jo al cerebro. El procesamiento lingüístico que

reconoce una palabra leída debe sincronizarse

a la perfección con los movimientos oculares

dirigidos desde el lóbulo frontal.

En el Laboratorio de la Mirada, un consulto-

rio de la Universidad de Freiburg, atendemos

a niños con problemas en los procesos de per-

cepción básica y les proponemos ejercicios de

entrenamiento con los que pueden mejorar

funciones «superiores» (la lectura y el cálculo).

En un trabajo conjunto con el físico Klaus Hart-

negg y la médica Monica Biscaldi-Schäfer, de la

Clínica Universitaria de Freiburg, demostramos

en el año 2000 que los niños con problemas para

la lectura solían presentar dificultades a la hora

de dominar los movimientos sacádicos. El test

que utilizamos consta de dos ejercicios: en el

primero, los probandos deben dirigir la mirada

desde un punto inicial fijo hasta otro estímulo

que aparece de repente; en el segundo, deben

evitar mirar dicho símbolo espontáneo.

Percepción sensorial

y aprendizajeEl problema de los niños que leen, escriben o calculan mal se encuentra, con frecuencia,

en el procesamiento básico de las percepciones sensoriales. Un entrenamiento apropiado

puede ayudar a superar la legastenia y la discalculia

BURKHART FISCHER | FOTOGRAFÍAS: HANNA FUCHUS

RESUMEN

Entrenar los sentidos

1 La legastenia y la

discalculia, trastornos

parciales del rendimiento,

se deben, en parte, a

defectos en el procesa-

miento sensorial.

2En la legastenia suele

encontrarse afectada

la capacidad auditiva bá-

sica: los niños presentan

dificultades para distin-

guir sonidos con tonos de

frecuencias similares.

3Un entrenamiento

adecuado puede

mejorar el procesamiento

sensorial, lo cual reper-

cute en las capacidades

escolares basadas en la

lectura y el cálculo.

Page 31: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 29

MIRA EL PUNTO

Con estos dispositivos, los investigadores exploran la

capacidad de los niños de controlar los cambios en

la dirección de su mirada (movimientos sacádicos).

Con un fino rayo láser, el aparato situado encima

de la cabeza proyecta un punto en la pared. Las

«gafas», con ayuda de rayos infrarrojos, miden el

movimiento de los ojos: si sigue la dirección del

punto luminoso o si huye de él.

El segundo ejercicio, el «antisacudida», resulta

complicado, ya que exige un fuerte control de la

mirada. De no ser así, no se consigue reprimir

el reflejo natural e involuntario de fijarse en un

estímulo nuevo. En caso de dejarse llevar durante

la prueba por este impulso, se considera que se

ha cometido un error. El resultado fue inequí-

voco: entre los 620 jóvenes probandos de edades

comprendidas entre los 7 y los 17 años, los que

padecían legastenia controlaban mucho peor su

mirada que el grupo sin dislexia.

Las dificultades en controlar la atención de

la mirada aparecen, al menos en parte, como

responsables de los problemas en la lectura.

Después de todo, mirar de forma «correcta» no

es algo congénito: el cerebro debe aprender a

hacerlo. Un estudio que llevamos a cabo con un

total de 3224 niños y adultos jóvenes demues-

tra que, en general, los alumnos en su primera

etapa escolar no controlan bien la mirada. En el

ejercicio «antisacudida», el 80 por ciento de los

pequeños de 7 y 8 años, tanto si presentaban

legastenia como si no, dirigían la mirada hacia

el nuevo estímulo en lugar de mirar en dirección

contraria. Con la edad, los errores disminuían.

Así, a los 20 años, prácticamente ningún pro-

bando fracasaba en la prueba. No obstante, el

resultado de los jóvenes de 20 años con legaste-

nia fue bastante diferente: por término medio

seguían errando en uno de cada siete ejercicios

relacionados con el control de la mirada, fallo

que no corregían.

Los problemas con el dominio de la dirección

de la mirada suelen ir parejos con las dificultades

en la lectura y la escritura. Por fortuna, el cerebro

puede aprender a mejorar el control de los ojos.

Page 32: Trabajo Felicidad

30 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Una investigación publicada en 2005 por las psi-

cólogas Kara Dyckman y Jennifer McDowell, de la

Universidad de Georgia, confirmó que un adies-

tramiento adecuado de los movimientos sacádi-

cos de estudiantes a través de pruebas de control

de la mirada durante dos semanas disminuía en

dos tercios el ya bajo índice de errores.

Domar la miradaEl entrenamiento para el control de la mirada

que desarrolla el Laboratorio de la Mirada inclu-

ye diversos ejercicios que pueden practicarse en

casa con aparatos prestados. Uno de los ejerci-

cios consiste en seguir con los ojos un símbolo

que aparece en la pantalla y que cambia con ra-

pidez de posición. Cuando el signo desaparece, el

usuario debe señalar, pulsando un botón, en qué

dirección se encontraba antes de desaparecer.

La velocidad con la que el signo se desplaza va

en aumento a lo largo de la prueba, lo mismo

que la dificultad de la tarea, adecuándose a la

capacidad del niño.

A través de un estudio comprobamos la efica-

cia de dicho programa. Los ejercicios se desarro-

llaron a diario de tres a seis semanas en casa

de los participantes. Una prueba comparativa

demostró que, una vez finalizado el entrena-

miento, el probando controlaba los movimien-

tos de su mirada bastante mejor que antes. Un

resultado todavía más notorio fue que los niños

así entrenados cometían menos errores al leer:

la mitad de los fallos que realizaban antes del

adiestramiento. Todo apunta, pues, a que un

dominio insuficiente de la mirada ocasiona di-

ficultades en la lectura y en la escritura, y que

el área del encéfalo responsable de la sintonía

entre los movimientos sacádicos y la compren-

sión del lenguaje puede entrenarse, como sucede

también con los músculos.

La dirección correcta de la mirada no es la

única facultad que requiere el niño para apren-

der a leer y escribir. En opinión de numerosos

investigadores, las personas con legastenia pre-

sentan problemas previos en la comprensión del

lenguaje hablado, lo que les dificulta el reconoci-

miento de las letras. La mayoría de los científicos

centran su atención en la «conciencia fonológi-

ca», es decir, la capacidad de diferenciar sonidos

del lenguaje oral (caso de la «be» de la «gue»), o

diversas sílabas (como «ba» de «pa»).

Como ha demostrado en repetidas ocasiones

el psicólogo Wolfgang Schneider, de la Univer-

sidad de Würzburg, ejercitar la conciencia fono-

lógica permite superar problemas de lectura y

escritura. Según un estudio realizado en 2007, a

los hijos de familias inmigrantes, quienes en las

pruebas de lectura suelen obtener notas inferio-

res a la media, este tipo de ejercicios les resultan

provechosos durante la etapa del parvulario.

Entre otras tareas, los niños deben formar

rimas o descomponer las palabras en sílabas,

luego, estas últimas en sonidos. En el juego se

les indica que cada sonido se representa por un

símbolo: una letra. Si bien los niños de proge-

nitores inmigrantes sacaban peores resultados

en los test de conciencia fonológica que los hijos

de familias de lengua materna alemana durante

la etapa del jardín de infancia, varias pruebas

de lectura y escritura realizadas al final de su

primer año escolar demostraron que todos los

alumnos aprovecharon por igual los ejercicios

de entrenamiento llevados a cabo.

Sin embargo, tales ejercicios no ayudan ni

mucho menos a todos los niños con problemas

en el aprendizaje de la lectura y la escritura. En

Habilidadesescolares

Procesamientosensorial

Órganossensoriales

CálculoLectura y escritura …

Captaciónsimultánea

Diferenciaciónauditiva

(tonos, silencios...)

Direcciónde la mirada

Ojo …Oído

FUNDAMENTO DE LA ENSEÑANZA

Para las capacidades de lectura, escritura y cálculo resultan tan importan-

tes los órganos sensoriales como el procesamiento en el cerebro de las

informaciones que captan.

GEH

IRN

& G

EIST

ESTACIÓN DE CONTROL

Un ordenador capta el control

del movimiento sacádico, así

como su mejoría con el entre-

namiento.

Page 33: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 31

la conciencia fonológica se trata de entender el

lenguaje: los sonidos que se practican son autén-

ticas palabras o sílabas. Pero su comprensión se

cimienta sobre procesos aún más básicos. Algu-

nos niños presentan problemas en el procesa-

miento de estímulos auditivos mucho antes de

que alcancen el centro cerebral del habla. Pese

a que no somos conscientes de las múltiples

etapas que recorre una información acústica

en su camino a través del cerebro, cada una de

ellas desempeña una relevante función en la

comprensión del lenguaje oral.

En nuestro laboratorio hemos investigado

algunas capacidades todavía no incluidas en el

proceso del habla, pero de una importancia fun-

damental, como es el caso de la diferenciación

de intensidades sonoras. Cuando hablamos, la

voz, incluso dentro de una misma palabra, suena

unas veces más alta; otras, más baja.

Pausas importantesOtra capacidad fundamental de la audición

corresponde al reconocimiento de los «huecos».

En las palabras existen algunas sílabas o soni-

dos en los que aparecen interrupciones (cuando

la lengua choca contra los dientes o cuando la

corriente de aire que procede de los pulmones

se interrumpe por unos momentos, por ejem-

plo). Si el oyente no capta estas breves pausas,

entiende una sílaba que no es. También resulta

elemental diferenciar los tonos, ya que las pala-

bras habladas, e incluso las sílabas, se componen

de sonidos con frecuencias distintas.

Para investigar estas cualidades acústicas he-

mos desarrollado, junto a Hartnegg, diversos

test. En el ejercicio destinado a distinguir los

tonos, los niños oyen dos prolongados sonidos

de frecuencias distintas. La diferencia entre tales

frecuencias disminuye de manera progresiva

hasta un umbral en el que los niños ya no pue-

den indicar qué sonido presenta un tono más

alto que el otro.

Una investigación desarrollada en 2004 con

682 niños y jóvenes comprobó que dichas capa-

cidades se encontraban relacionadas con la legas-

tenia. Los niños con problemas de lectura presen-

taban más dificultades en las pruebas auditivas

exploradas: desde la diferencia de tonos hasta el

reconocimiento de pausas sonoras.

El cerebro también debe aprender a reconocer

pequeñas diferencias entre sonidos que se ase-

mejan. Los niños que empiezan la escolarización

presentan mayores problemas para superar los

ejercicios que los alumnos de cursos más avan-

zados. Al parecer, el centro auditivo del encéfalo

entrena su capacidad de procesamiento sensorial

a lo largo de la juventud. La facultad de diferen-

ciar las frecuencias va perfeccionándose incluso

hasta los 20 años de edad.

Con objeto de educar la percepción auditiva

hemos desarrollado una serie de actividades a

partir de los ejercicios que ya utilizamos para

el entrenamiento del control de la mirada. Del

mismo modo también adaptamos a lo largo del

programa la dificultad de las actividades al nivel

de aprendizaje de cada uno de los alumnos. Un

estudio realizado con 509 escolares demostró

una clara mejoría en la capacidad de diferen-

ciar tonos sonoros: niños y jóvenes de todas las

edades aprendieron a apreciar incluso pequeñas

diferencias de frecuencias.

El adiestramiento auditivo repercute asimis-

mo en la escritura. Aquellos probandos que se

ejercitaron durante varias semanas en diferen-

ciar tonos e identificar pausas obtuvieron en los

test de escritura posteriores alrededor de un

40 por ciento menos de errores. Por el contrario,

los niños no entrenados solo redujeron en un 10

por ciento la cuota de fallos. Los resultados reve-

lan que un programa de ejercicios con estímulos

sonoros sencillos, además de beneficiar el reco-

nocimiento auditivo de los niños, favorece los

procesamientos lingüísticos, incluida la escritu-

ra. Estas investigaciones demuestran asimismo

que los procesos perceptivos básicos pueden y

deben practicarse a lo largo del desarrollo infan-

til antes de que el cerebro empiece a dominar

tareas más complejas (la comprensión del habla

o la lectura de textos).

Ya en el año 2001, un equipo dirigido por la

neuropsicóloga Teija Kujala, de la Universidad de

Helsinki, comprobó que con el entrenamiento

auditivo se producen cambios permanentes en

el encéfalo. El grupo investigó cómo actuaba un

adiestramiento auditivo no lingüístico en niños

con dificultades de lectura. Al cabo de siete se-

manas, con un total de 14 unidades de ejercicios

completadas, los jóvenes probandos no solo co-

metían menos errores al leer, sino que presenta-

ban cambios en el trazado electroencefalográfico

de su corteza auditiva. Cuando se producía un

cambio en la secuencia sonora esperada, las neu-

ronas del centro de la audición mostraban una

actividad mayor que antes del entrenamiento.

Hemos visto, pues, que los procesos percep-

tivos básicos desempeñan una función en la

legastenia; pero también en la discalculia. Los

niños con dicha alteración manifiestan dificul-

tades para aprender conceptos matemáticos

elementales y avanzar en el cálculo. Una de las

Próximos pasosLas pruebas para el estudio

del procesamiento sensorial

disponibles hasta ahora

permiten explorar niños

a partir de los siete años.

¿Sería posible detectar los

problemas antes, en la etapa

del jardín de infancia? Para

responder a la pregunta, la

intención de los investigado-

res es aplicar en un futuro

las pruebas a niños de me-

nor edad. De esta manera,

un entrenamiento adecuado

podría mejorar el procesa-

miento sensorial antes de

iniciar la escuela.

Por otra parte, los primeros

estudios demostraron, no

sin sorprender, que también

los niños superdotados

pueden presentar problemas

de procesamiento sensorial.

En el control de la dirección

de la mirada presentan con

frecuencia hiperreflexia

(movimiento de los ojos más

bien rápido que lento), que

dificulta la lectura. Todavía

debe investigarse hasta qué

punto un entrenamiento

puede resultar beneficioso

para estos niños.

Los alumnos de escuelas

especiales padecen en gran

medida trastornos en el

procesamiento sensorial.

El Proyecto Kirchberg,

finalizado en 2008 en

una escuela de Hesse de

ayuda para el aprendizaje,

demostró que ni uno solo

de los 49 alumnos supera-

ron los test aquí descritos y

adecuados a su edad. Con

todo, con el entrenamiento

correspondiente, los niños

mejoraron el rendimiento

escolar, aunque obtuvieron

notas inferiores a la media

de los alumnos de escuelas

convencionales.

Page 34: Trabajo Felicidad

32 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

BEHAVIORAL PLASTICITY

OF ANTISACCADE PERFOR-

MANS FOLLOWING DAILY

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HÖREN – SEHEN – BLICKEN –

ZÄHLEN: TEILLEISTUNGEN UND

IHRE STÖRUNGEN. B. Fischer.

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EFFECTS OF DAILY PRAC-

TICE ON SUBITIZING, VISUAL

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METIC SKILLS. B. Fischer et

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BERICHT ÜBER DIE UNTERSU-

CHUNG DER BLICKSTEUERUNG

UND DER MENGENERFASSUNG

BEI LERNPROBLEMEN. B. Fis-

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WAHRNEHMUNGS- UND BLIC-

KENFUNKTIONEN BEI LERN-

PROBLEMEN. B. Fischer. Edito-

rial Centaurus, 2011.

Por otra parte, nuestras investigaciones

demuestran que la captación simultánea de

cantidades todavía no ha alcanzado su plena

madurez en la escuela primaria, de hecho, tal

capacidad sigue mejorando durante toda la in-

fancia y juventud. La audición, la visión, la cap-

tación de cantidades y es probable que otros

procesos perceptivos siguen desarrollándose

hasta la edad adulta. Para los padres, profesores

y médicos resulta difícil reconocer si el niño se

encuentra por detrás de sus compañeros de la

misma edad en relación a estas facultades.

Con el fin de estimar la frecuencia de trastor-

nos en la percepción y la visión en escolares con

déficits parciales hemos establecido a partir de

nuestros test una «cuota de incidencia». A tal

efecto hemos medido la proporción de niños

con legastenia o problemas de cálculo que, al

menos en uno de los ejercicios de las pruebas,

quedaban por debajo de la media de su edad.

Entre los niños de 8 años, el 64 por ciento de

aquellos que presentaban dificultades escola-

res estaban afectados al menos en una función

perceptiva, es decir, obtenían unos resultados

inferiores a los de sus compañeros coetáneos.

Conforme iba subiendo la edad aumentaba la

cuota: entre los jóvenes de 16 años con legaste-

nia y discalculia, un 85 por ciento manifestaba

problemas de procesamiento sensorial.

Sin embargo, los defectos de visión y audición

no determinan por si solos la causa de un escaso

rendimiento escolar —si así fuera, la cuota de-

bería alcanzar el cien por cien—. No obstante,

tales alteraciones suponen una contribución

importante, más cuanto mayor es la edad del

afectado. Otro dato a tener en cuenta es que el

porcentaje de niñas que presentaban déficits

parciales en las pruebas fue inferior; también

mostraban menos trastornos de procesamien-

tos sensoriales básicos. Todavía se desconoce la

razón de tal diferencia.

Si bien el procesamiento sensorial cae en una

suerte de «tierra de nadie», a medio camino en-

tre el sistema sanitario y el sistema educativo,

pueden tomarse medidas. Mientras que hoy por

hoy los médicos detectan trastornos funcionales

de los órganos de los sentidos y los profesores se

centran en los defectos «superiores» de sus alum-

nos, la aplicación en los grupos de riesgo de los

test y entrenamientos aquí descritos resultaría,

en principio, posible y rentable.

Burkhart Fischer es profesor emérito de biofísica neuro-

capacidades necesarias para calcular es la «cap-

tación simultánea de cantidades», una habilidad

especial del sistema visual humano. En canti-

dades comprendidas entre uno y un máximo

de cuatro elementos, una persona es capaz de

reconocer de inmediato y sin contar cuántos

objetos tiene delante. Dicha facultad permite

a los niños desarrollar y aprender el concepto

de número, es decir, que una determinada cifra

corresponde a una cantidad concreta.

Hemos desarrollado un test para examinar la

captación simultánea. En una pantalla aparecen

pequeños círculos durante un tiempo tan bre-

ve que no pueden contarse, así que su número

debe captarse de un solo vistazo, en el sentido

literal de la expresión. El número de círculos,

entre uno y nueve, cambia por momentos. Los

niños deben pulsar el botón con la cifra corres-

pondiente para indicar cuántos aros han visto.

Con ello nos interesa saber, sobre todo, el tiempo

que necesita el probando para responder. Cuan-

do el número supera la capacidad de captación

simultánea de cantidades, la respuesta tarda

más: los probandos deben retener en la mente

la imagen ya desaparecida y contar los círculos

en su imagen mental.

Primero contar, luego calcularEn 2008 publiqué, junto con Christine Gebhardt

y Klaus Hartneggt, un trabajo que desarrollamos

con un total de 375 niños y jóvenes. Los resulta-

dos indicaron que los probandos con dificulta-

des para el cálculo obtenían peores resultados:

necesitaban más tiempo para decidir el número

correcto de círculos.

Bajo los mismos principios del entrenamiento

de la audición y de la vista, existen ejercicios

ideados para mejorar la captación simultánea

de las cantidades. En 2008 se demostró que, tras

un adiestramiento de tres semanas, los niños

presentaban una mejoría en su apreciación si-

multánea, además de una mayor facilidad para

solucionar ejercicios matemáticos sencillos.

Mientras que entre quienes participaron en el

entrenamiento se redujeron en un 60 por ciento

los errores en un test matemático, en el grupo

de control (sin entrenamiento) no se observó

mejoría alguna.

CONVERTIDOR SENSORIAL

Tales aparatos ayudan a los niños a educar su per-

cepción. Al pulsar un botón expresan cuántos círcu-

los ven en pantalla o en qué dirección se desplazó

por última vez un símbolo.

Page 35: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 33

¿Qué se entiende por «pedagogía na-

tural»?

Los niños vienen al mundo con la espe-

ranza de que se les aporte algo. Desde un

principio reaccionan con gran sensibilidad

a señales que les indican la importancia

de una información y en las que recono-

cen: «¡Atención, ahora llega algo en lo que

debería fijarme!». Esto puede comprobar-

se desde muy temprana edad. En los lac-

tantes de pocos meses, cuando a través

de la mirada y de la elevación de la voz se

les señala la importancia de un objeto, se

quedan mirándolo durante largo tiempo.

Los psicólogos György Gergely y Gergely

Csibra lo han demostrado en experimen-

tos pioneros. Existe toda una serie de

procesos metacognitivos que allanan el

camino al aprendizaje.

¿Qué se entiende por «metacognitivo»

en ese contexto?

Literalmente, el concepto significa algo así

como «pensar sobre el pensamiento». Ahí

radica una gran facultad del ser humano:

refleja su propia capacidad mental y la de

los demás. Los psicólogos también hablan

de la «teoría de la mente». De forma cons-

tante nos formulamos hipótesis sobre qué

están pensando los demás, cómo nos ven y

«Aprender es un acto comunicativo»¿Cómo captan el mundo los niños? ¿Qué circunstancias favorecen su aprendizaje?

Desde hace décadas, la psicóloga del desarrollo Uta Frith analiza estos temas. Su principio básico:

la adquisición natural de conocimientos es el mejor modelo para aplicar en las escuelas

ENTREVISTA REALIZADA POR STEVE AYAN

ENTREVISTA

CO

RTES

ÍA D

E U

TA F

RITH

UTA FRITH Nació en 1941 en Rockenhausen, cerca de

Kaiserslautern.

Estudió psicología experimental y clínica en

Saarbrücken y Londres.

Es doctora y cuenta con una prolongada

actividad investigadora en el Colegio

Universitario y el Consejo de Investigación

Médica de Londres.

Es cofundadora del Instituto de Neurociencia

Cognitiva en Londres, donde dirigió el departa-

mento de psicología cognitiva del desarrollo.

Es miembro de numerosas academias

científicas, entre ellas, la Regia Sociedad de

Londres y la Academia Alemana de Ciencias

Leopoldina.

Desde 2007 es profesora de la Fundación

para la Investigación de la Universidad de

Aarhus (Dinamarca).

Está casada con el psicólogo Chris Frith.

Tienen dos hijos.

Page 36: Trabajo Felicidad

34 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

qué conocimientos y capacidades podemos

prever en ellos. Todo ello no tiene por qué

ocurrir de forma consciente. Los mecanis-

mos que gobiernan el aprendizaje de los

niños suelen ser tan sutiles que apenas nos

llaman la atención en la vida cotidiana. Tal

vez por esta razón los investigadores hayan

tardado tanto en reconocerlos.

¿Podría poner un ejemplo?

Cuando voy sentada en el tren y observo

a los demás pasajeros estoy en todo mo-

mento cambiando mentalmente de pers-

pectiva: «Aquel hombre parece cansado,

seguro que ha tenido un día pesado». «La

que lleva un vestido fino habrá pensado

que fuera hará calor». Todo ello pasa de

forma automática; apenas me doy cuenta.

Un hallazgo fundamental de la «pedago-

gía natural» es que la capacidad de llevar

a cabo estos procesos mentales conforma

el comportamiento de aprendizaje de los

niños.

¿El proceso de aprendizaje no cambia

según se trate de aprender fechas histó-

ricas, ir en bicicleta o adquirir unas con-

ductas sociales correctas?

En efecto. Pero aquí me refiero a una

capacidad básica presente en todos los

supuestos. En la búsqueda de una rece-

ta exitosa para el aprendizaje efectivo,

los investigadores suelen fijarse solo en

el contenido, en el tema a aprender. En

este contexto, las circunstancias sociales

y emocionales quizá marcan la diferencia.

Naturalmente, un profesor de matemáti-

cas debe pensar cómo enseñar de forma

didáctica y apropiada las fórmulas y los

cálculos matemáticos. Pero otros factores

resultan igual de importantes, empezan-

do por la atmósfera en el aula de clase,

siguiendo por el consentimiento de co-

meter fallos, hasta la tolerancia a dejar

fluir la imaginación. Con frecuencia, estos

factores deciden que una disciplina sea

rechazada o aceptada.

Es decir, cree que en vez de concentrarse

solo en qué se debe aprender habría que

considerar también el cómo aprender.

Exactamente. De lo que se trata en defi-

nitiva es que quienes enseñan y quienes

aprenden, ya sean padres e hijos o alum-

nos y pedagogos, vayan al unísono. Si el

niño no colabora, puedo fruncir el ceño

o modular la voz a menudo, pero en el

momento adecuado. Ello resulta sobre

todo evidente en el caso de niños con

autismo. Muchos de sus déficits cogniti-

vos se deben a que no pueden valorar el

significado de señales metacognitivas o

quizá ni siquiera las perciban. No pueden

descifrar por sí mismos las intenciones y

pensamientos de los demás, por ello re-

sulta difícil trasmitirles determinados co-

nocimientos. Informaciones irrelevantes

tienen para ellos el mismo valor que las

realmente importantes. Esto demuestra

que el aprendizaje es, en gran medida, un

acto comunicativo.

¿Tiene ello relación con la capacidad

de ponerse en la piel del otro?

Creo que muchas de las cosas que englo-

bamos bajo el concepto de metacognición

arraigan en el concepto que tienen los ni-

ños de sí mismos. En inglés se utiliza para

referirse a ello el self awareness, un con-

cepto algo difícil de traducir. Self aware-

ness se refiere a la capacidad de percibirse

a sí mismo y de deslizarse en diferentes

roles. Como he dicho antes, tal habilidad

puede permanecer por completo implíci-

ta, es decir, sin que tengamos conciencia

real de ello ni podamos controlarlo. Un

niño de seis años no piensa de manera

consciente: «Fíjate, el maestro carraspea,

ahora dirá algo importante», sin embargo,

dicha señal no le pasa inadvertida.

¿Estimula esa habilidad el aprendizaje?

El éxito en la adquisición de conocimientos

va más allá del simple aprendizaje didáctico.

Deben incluirse los procesos mentales que

radican en planos superiores. Los niños no

son discos duros o esponjas pasivas, pero de

forma constante almacenan informaciones

interesantes para ellos. Hoy entendemos in-

cluso cómo los más pequeños diferencian

aquellos conocimientos que les resultan

valiosos. No captan todo de forma indis-

criminada, sino que realizan una selección

activa. En las conversaciones con padres

o profesores oigo siempre la frase: «Ojalá

aprendieran [los niños] solo aquello que

les decimos». A menudo pienso que ¡claro

que aprenden siempre!, aunque quizá no de

manera exacta a la que se les indica.

¿Cree ilusorio que se lleguen a controlar

los procesos de aprendizaje?

En todo caso debería abandonarse la idea

de la «inculcación», ya que no estimula

el éxito del aprendizaje. Se necesita una

interacción entre quien enseña y quien

aprende para alcanzar este objetivo.

¿Cómo se podrían considerar las capa-

cidades metacognitivas en la escuela?

¡Practicándolas! En un original estudio, An-

gela Davis-Unger y Stephanie Carlson, de

la Universidad de Washington en Seattle,

propusieron a unos niños desempeñar el

papel de profesores. Pienso que no deberían

separarse siempre de forma tajante los roles

de profesor y alumno. Muchos niños sacan

provecho si cambian de papel en alguna

ocasión y son ellos los que deben explicar la

lección. De forma inconsciente, les estimula

la capacidad de autorreflexión. Con frecuen-

cia, a los niños les gusta aprender de otros

compañeros de su misma edad; les resulta

natural compararse y copiarse.

Y ello, a su vez, mejora la adquisición

de conocimientos...

Tal vez no de forma inmediata, pero el inte-

rés, la motivación, la capacidad de separar lo

importante de lo que no lo es, todo ello son

premisas para lograr un aprendizaje durade-

ro. La mayor parte de las cosas que los niños

deben aprender no se asocia a ninguna re-

compensa directa. Por esta razón, no pueden

extrapolarse sin más los resultados de ex-

periencias realizadas con animales a la po-

blación infantil. Las ratas aprenden a asociar

estímulos sencillos con transformaciones

en el ambiente; por ejemplo, el suministro

de alimento o una descarga eléctrica. En la

«La mayoría de las veces, los mecanismos que rigen el aprendizaje infantil son tan sutiles que en la vida diaria nos pasan desapercibidos. Tal vez por ello los investigadores hayan tardado tanto en reconocerlos»

Page 37: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 35

escuela entran en juego otros factores com-

pletamente diferentes, como interpretar de

manera correcta las señales de los demás.

¿Pone en duda que resultados del estu-

dio del aprendizaje en animales puedan

trasladarse a la enseñanza escolar?

Los humanos aprenden más de otros hu-

manos que de su propia experiencia, lo

que presenta unas enormes ventajas: ¡no

todos hemos de cometer los mismos erro-

res! Quizá la transmisión social de conoci-

mientos pueda darse en cierta medida en

algunas especies de mono, pero no puede

compararse con el privilegio exclusivo que

posee la especie humana. La capacidad de

trasmitir tradiciones y conocimientos, au-

mentándolos de manera constante, cons-

tituye la base de nuestra cultura. Para mí,

la cultura equivale a formación.

Suele decirse que el aprendizaje escolar

debe ser lúdico, para lo cual deben supe-

rarse siempre obstáculos y adversidades.

¿No será solo una ilusión el ideal de un

aprendizaje autoestimulante y gozoso?

Seguro. El aprendizaje supone mucho au-

tocontrol, es decir, requiere la capacidad

de reprimir impulsos espontáneos sin es-

perar recompensas inmediatas. Pregunta

a un niño si quiere un juguete ahora mis-

mo o dos dentro de una hora. Si dispo-

ne de un buen autocontrol, se mostrará

dispuesto a esperar. Según muestran las

estadísticas, el autocontrol de un alumno

guarda más relación con el éxito escolar

que el coeficiente intelectual.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

DEVELOPMENT OF TEACHING SKILLS AND

RELATIONS TO THEORY OF MIND IN PRES-

CHOOLERS. A. Davis-Unger, S. M. Carl-

son en Journal of Cognition and Deve-

lopment, vol. 9, págs. 26-4, 2008.

LEARNING FROM OTHERS: INTRODUCTION TO

THE SPECIAL REVIEW SERIES ON SOCIAL NEURO-

SCIENCE. C. Frith, U. Frith, en Neuron vol. 65,

n.o 6 págs. 739-743, 25 de marzo de 2010.

BASES CEREBRALES DEL APRENDIZAJE.

U. Herrmann, en Mente y Cerebro,

n.º 44, págs. 41-45, 2010.

Psicólogos y pedagogos dirigen cada

vez más su atención a las influencias

metacognitivas que preparan, caracteri-

zan y acompañan el aprendizaje natural

de los niños de menor edad. Entre las

técnicas destacan la modulación de la

voz y la mímica. Ello ha dado pie, en

los últimos años, al surgimiento de una

nueva modalidad de trabajo: la «peda-

gogía natural».

El grupo dirigido por György Gergely

y Gergely Csibra, de la Universidad de

la Europa Central de Budapest, ha com-

probado cómo el contacto visual con

los adultos dirige la atención de los

niños. En un experimento, una mujer

dirigía su mirada primero al lactante;

luego la desviaba a uno de los dos ob-

jetos dispuestos sobre la mesa (foto-

grafía). El contacto previo con el niño

favoreció que el pequeño mantuviera

la mirada puesta en ese objeto por más

tiempo.

Según los investigadores, las señales

mímicas y verbales de los padres estruc-

turan el aprendizaje infantil, ya que

les ayudan a distinguir la información

relevante de la que no lo es. De esta

forma los niños aprenden a aprender

con mayor efectividad.

(Natural Paedagogy. G. Csibra, G. Gergely en Trends in Cognitive Sciences, vol. 13, n.o 4,

págs. 148-153, 2009).

Pedagogía natural

GER

GEL

Y C

SIBR

A,

BUD

APE

ST

ha publicado sobre el tema, entreotros, los siguientes artículos:

Anticiparse al alzheimer,de Gary StixAgosto 2010

Control del cerebropor medio de la luz,de Karl DeisserothEnero 2011

Cien billones de conexiones,de Carl ZimmerMarzo 2011

Una mente extracorpórea,de Miguel A. L. NicolelisAbril 2011

Claves de la resiliencia,de Gary StixMayo 2011

La neurocienciaen el sistema judicial,de Michael S. GazzanigaJunio 2011

Un órgano oculto en los ojos,de Ignacio ProvencioJulio 2011

Consciencia artificial,de Christof Koch y Giulio TonomiAgosto 2011

Física de la inteligencia,de Douglas FoxSeptiembre 2011

Page 38: Trabajo Felicidad

36 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD

 Desde el punto de vista científico,

el método Kawashima y otros pro-

gramas de entrenamiento cerebral en

videoconsolas, como Big Brain Academy,

muestran tres errores en el planteamien-

to de cómo funcionan las capacidades de

memorización humanas: la memoria no se

desarrolla en toda su extensión memori-

zando imágenes, ni memorizar letras ayu-

da a retener los textos, ni el uso de tales

artilugios aumenta la inteligencia.

La memorización de imágenes no desarrolla la memoriaLas consolas que supuestamente mejoran

las capacidades cognitivas plantean un

aprendizaje «todo en uno». Es decir, pro-

ponen un soporte de ejercicios específicos

para aumentar las capacidades de memoria

y de razonamiento, medidas estas bajo el

baremo de «edad cerebral»: cuanto mejo-

res sean la memoria y la capacidad de ra-

zonamiento de un individuo, más joven es

su cerebro. Ahora bien, desde el punto de

vista del funcionamiento mental, tal afir-

mación es errónea [véase «Entrenamiento

cerebral: una farsa intelectual», de Sonia

Lorant-Rover y Alain Lieury, en MENTE Y

CEREBRO, n.o 42].

En primer lugar, no puede obtenerse

un desarrollo de la memoria, en el senti-

do más amplio del término, con ejercicios

específicos. La memoria se compone de

módulos más o menos interconectados.

Así, los módulos sensorio-motores en-

cierran las memorias sensoriales y mo-

toras (para memorizar un color, un so-

nido); los módulos simbólicos crean las

palabras (memoria léxica) y las imágenes

(memoria gráfica); y por último, el nivel

más abstracto, el conceptual, compuesto

por la memoria de los significados o de

la semántica.

La impermeabilidad relativa de estos

módulos explica los pocos resultados ob-

tenidos con los métodos de entrenamiento

«todo en uno». Si usted se entrena para

aprender formas visuales (memoria vi-

sual de formas), no aprenderá mejor los

poemas o los nombres propios (memoria

léxica).

Estudios más precisos muestran que las

memorias visuales, utilizadas a menudo en

los juegos o programas de estimulación,

son muy diversas. De hecho, David Van

Essen cuenta hasta 34 áreas visuales en

la corteza visual del mono (por tanto, al

menos el mismo número de zonas en el

ser humano). De este modo, se distingue

una memoria icónica, una ortográfica,

una visual, una gráfica, una visuoespacial,

una de caras... y, con toda probabilidad,

se encuentran todavía más (pictogramas,

ideogramas, etcétera). Claro está que exis-

ten procesos de codificación que permiten

transformar el contenido de una memoria

en otra (como el código verbal de imáge-

nes), pero, en general, una cierta cantidad

de información se pierde.

Memorias distintasEl segundo error de este tipo de programas

digitales consiste en considerar que memo-

rizar las letras ayuda a retener los textos.

Se ha constatado al medir la eficacia de las

consolas de entrenamiento cerebral que

los test de memoria propuestos no con-

llevan ninguna mejora en las pruebas de

memorización de textos.

Tal afirmación ya se conocía desde hace

tiempo. En 1917, el psicólogo Homer Reed

llevó a cabo un experimento en el que

pedía a los estudiantes que aprendieran

16 versos de poesía, 10 líneas de prosa,

70 palabras en latín (más las equivalen-

tes en inglés) y, para terminar, 24 figuras

sin significado. Más tarde, se separó a los

probandos en dos grupos. Los del primer

grupo dedicaron entre 30 minutos y una

hora al día durante 15 días para aprender

ENTRENAMIENTO CEREBRAL

UNA VISIÓN ERRÓNEA DE LA MEMORIALos programas informáticos de entrenamiento cerebral se basan en un concepto erróneo sobre los mecanismos de aprendizaje y memoria del cerebro, por lo que resultan ineficaces

ALAIN LIEURY

© R

YU

TA K

AW

ASH

IMA

¿Qué es la edad cerebral?

¡Bien! Ya podemos comenzar el entrenamiento.

Atrás Leer

FAMILIARIZACIÓN, NO ENTRENAMIENTO

El videojuego del Dr. Kawashima promete

rejuvenecer la edad del cerebro. Sin embar-

go, la mejora en la ejecución de las pruebas

digitales se debe más a la familiarización con

el uso del aparato que al incremento de la

memoria y, aún menos, de la inteligencia.

Page 39: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 37

listas de 12 sílabas sin significado («reb»,

«lab», «gem», etcétera). Los otros partici-

pantes no desarrollaron ningún ejercicio

en especial. Al final, todos se sometieron a

cuatro pruebas en las que debían recordar

nuevas palabras, textos o figuras.

Los resultados no mostraron ninguna

progresión en la capacidad de los estu-

diantes del primer grupo para memorizar

frases, fuesen en prosa o en verso, pero sí

un efecto negativo en el aprendizaje de

frases en latín. La única repercusión po-

sitiva e inesperada apareció en relación

al aprendizaje de figuras sin significado,

con una progresión neta del 40 por ciento

frente al 20 por ciento de los estudiantes

que no se entrenaron.

Se sabe por otros estudios que el apren-

dizaje de sílabas sin significado requiere

estrategias de organización (unir una sílaba

a una palabra conocida, por ejemplo «lab»

a «laboratorio», «gem» a «gema»). Puede

suponerse que el entrenamiento permitió

a los estudiantes elaborar estrategias para

las formas visuales (relacionar imágenes o

dibujos familiares). No obstante, todavía

queda por explicar la ligera progresión (20

por ciento) de los estudiantes que no se be-

neficiaron de ningún entrenamiento. Ello

hace pensar que no es el entrenamiento

el factor clave, sino la familiarización. En

efecto, el primer test permite familiarizar-

se con el ejercicio. Se trata del efecto del

calentamiento (como bien saben los de-

portistas), ya demostrado en numerosos

estudios sobre la memoria.

Tal fenómeno sucede cuando se sigue el

programa de Kawashima o se juega a cual-

quier videojuego. En general, la primera

vez que se prueba, el resultado roza o es

un desastre, puesto que no se ha entendi-

do todavía bien lo que debe realizarse. Por

el contrario, a partir del segundo o tercer

intento, los progresos son evidentes. ¿Se

trata del efecto del método Kawashima?

No, claro que no, es el de la familiarización

y del calentamiento.

De hecho, el rendimiento todavía va a

peor si no se está familiarizado con los

videojuegos: un principiante adulto rabia

al ver como un niño de ocho años que

juega por primera vez logra un mejor

resultado. Aquí se observa de nuevo una

falta de familiarización, esta vez con todo

el entorno del mundo de las consolas.

Aprender su uso constituye un ejercicio

de memoria en sí mismo. De hecho, tan

solo en ese ejercicio es en el que el indi-

viduo progresa.

La inteligencia no se educa con juegosPara terminar, la inteligencia no se edu-

ca con un artilugio. A pesar de que se

supone que los pequeños ejercicios que

propone la consola (calcular multiplica-

ciones o conectar letras con números) de-

sarrollan la agilidad mental y mejoran las

capacidades de razonamiento, tal método

se basa en un postulado rechazado en la

actualidad, a saber, que la inteligencia

puede educarse mediante la realización

de ciertos ejercicios. Dicho supuesto surge

del decenio de los sesenta, tiempo en el

que se consideraba que la memoria de-

sempeñaba un papel secundario en la in-

teligencia (salvo en Estados Unidos, don-

de el conductismo valorizó con fuerza el

aprendizaje). Así, según la expresión del

psicólogo suizo Jean Piaget, la memoria

se hallaba subordinada a las estructuras

de la inteligencia. En tal esfera teórica,

diversos autores han propuesto herra-

mientas dirigidas a desarrollar las capa-

cidades intelectuales bajo el nombre de

«educabilidad cognitiva». Dicho en otros

términos, se suponía que la inteligencia

podía educarse.

Las teorías que consideraban la inteli-

gencia en el sentido estricto de razona-

miento fueron la base de los ejercicios

destinados al desarrollo de este último (por

ejemplo, los «talleres de razonamiento ló-

gico»). Los resultados —si los hay— obte-

nidos con dichos planteamientos fueron

modestos, tal y como resumió el psicólogo

El Programa de Enriquecimiento Instrumental (PEI), del pe-

dagogo israelita Reuven Feuerstein, fue uno de los métodos de

desarrollo mental más populares en los años setenta del pasado

siglo. Even Loarer y sus colaboradores, psicólogos del Conservatorio

Nacional de Artes y Oficios y de la Asociación para la formación

profesional de adultos, realizaron un experimento con el fin de

evaluar su eficacia.

En el estudio, un grupo experimental se formaba con el méto-

do del programa que consiste en entrenarse con diversos ejerci-

cios de razonamiento y de abstracción, mientras que otro grupo

seguía una simple formación en informática. Los estudiantes

del grupo experimental realizaron 100 horas de entrenamiento

con el programa dentro del tiempo total de las prácticas. Se

realizó un test antes y después de la formación para medir su

progresión.

Los test se componían de pruebas de razonamiento, de aptitud

verbal y espacial, así como de una prueba de inteligencia práctica

que consistía en planificar un itinerario de reparto en función de

siete órdenes de pedido.

Al cabo del experimento se comprobó que el método PEI tenía

efectos muy ligeros (un máximo del 15 por ciento), resultado debido,

en su mayor parte, al hecho de tener una actividad: el grupo control

obtuvo unos logros entre un 5 y un 20 por ciento. Para el test de

flexibilidad verbal, la progresión más importante la lograron los pro-

bandos que seguían la formación informática, con una progresión

de hasta un 23 por ciento.

En suma, los resultados fueron modestos, incluso inexistentes, como

lo demuestra un seguimiento realizado durante dos años. De los estu-

diantes que finalizaron su formación, un 75 por ciento del grupo que

continuó con el programa PEI aprobó su examen de fin de prácticas,

mientras que en el grupo de informática fueron un 80 por ciento los

estudiantes que lo lograron. Con todo, el estudio objetivo e indepen-

diente no revela resultados concluyentes sobre la efectividad del célebre

método de «entrenamiento del razonamiento».

Los métodos utópicos frente a la realidad

Page 40: Trabajo Felicidad

38 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Jean-Claude Coulet en su síntesis de nume-

rosas evaluaciones.

Uno de los métodos más conocidos de

esa época fue el Programa de enriqueci-

miento instrumental del pedagogo Reu-

ven Feuerstein. Su método fue el objeto de

una evaluación completa desarrollada por

el psicólogo Even Loarer y sus colaborado-

res, del Conservatorio Nacional de Artes y

Oficios. El estudio llegó a la conclusión de

que el método no ejerce influencia algu-

na en las capacidades de razonamiento en

situaciones concretas.

En resumen, a pesar de las innovaciones,

la realidad demuestra que, para educar el ra-

zonamiento, la mejor solución es estudiar, ya

sean ciencias, matemáticas, metodología...

Alain Lieury

Antiguo director del Laboratorio

de psicología experimental

Universidad de Rennes 2

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

PEUT-ON ÉDUQUER L’INTELLIGENCE?

E. Loarer et al.. Peter Lang, Berna, 1995.

ÉDUQUER L’INTELLIGENCE. J.-Cl. Coulet.

Colección Topos, Dunod, 1999.

MAIS OÙ EST DONC MA MÉMOIRE.

A. Lieury. Dunod, 2005.

 Un tren avanza ante sus ojos. De conti-

nuar su marcha, arrollará a cinco ope-

rarios que trabajan en la vía. ¿Empujaría a

alguien para que el tren le atropellara y sal-

var así la vida de las cinco personas situadas

algo más allá? Aquellos probandos que res-

ponden con un «no» al dilema, tardan cinco

segundos en tomar dicha decisión, con un

profundo sentimiento de rechazo a dañar.

De hecho, las técnicas de imagen funcional

cerebral detectan una activación intensa en

áreas que procesan las emociones.

La disyuntiva forma parte de un total

de 60 dilemas planteados en diversos es-

tudios publicados en revistas como Scien-

ce o Nature y que resumimos en un vídeo

(imágenes) dentro de la serie divulgativa

Los secretos de tu cerebro. El objetivo de

dichos estudios es investigar los circuitos

neuronales que procesan decisiones límite

con vidas humanas en juego.

Siguiente prueba. Se plantea a los pro-

bandos impedir que el tren arrolle a los

cinco trabajadores si manipulan las agujas

de cambio, con lo que desviarán la locomo-

tora a una vía en la que se halla un solo

individuo. Tal acción causará de modo in-

directo un posible daño, pero evitará de

manera directa uno mayor. La mayoría de

los voluntarios opta por el «sí», es decir,

por mover las agujas. En este caso, los par-

ticipantes tardan dos segundos más en de-

cidir su acción, tanto si es un «sí» como si

contestan un «no». A través de la imagen

funcional se observa una fuerte activación

de las áreas que desempeñan las funciones

NEUROBIOLOGÍA

EL CEREBRO ÉTICO ANTE EL DILEMACómo registra nuestro encéfalo el principio de no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros mismos

NATALIA LÓPEZ MORATALLA Y ENRIQUE SUEIRO VILLAFRANCA

ILU

STRA

CIO

NES

CO

RTES

ÍA D

E LO

S A

UTO

RES

¿SÍ O NO?

Se tardan cinco segundos en decidir no empujar a la persona a la vía

para detener el tren que atropellaría a los cinco operarios.

Page 41: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 39

de control mental, en concreto, las de la

memoria de trabajo, que detienen la in-

formación emocional durante los dos se-

gundos requeridos para analizar la relación

coste y beneficio.

¿Cómo utilizamos la capacidad universal

y humana de juzgar las acciones como bue-

nas o malas? En los experimentos aparecen

tres tipos de inteligencia mediante los que

el ser humano conoce y que, salvo patolo-

gías, aparecen conectados y armonizados

entre sí.

En primer lugar, el pensamiento cons-

ciente, analítico, sistemático, impersonal y

lento permite una reflexión, incluso breve,

que mueve o no a la persona a ofrecer una

ayuda solidaria a víctimas desconocidas.

En segundo lugar, aparecen las emocio-

nes procesadas de forma global, personal

y rápida: nos sentimos urgidos ipso facto

a socorrer a alguien en grave peligro. Y

por último, la intuición, un conocimiento

inconsciente que genera las emociones.

Guía emocional innataA nivel neurobiológico, el primer paso con-

siste en la generación de la emoción en

estructuras del sistema límbico, sobre todo,

en la amígdala cerebral: el hipotálamo li-

bera neurotransmisores y participa con la

amígdala en evaluar el significado biológi-

co (positivo o negativo) de la información

recibida. El sistema de recompensa, con el

núcleo accumbens y las áreas tegmentales

ventrales, envía sus señales a través de la

dopamina, anticipando las posibles recom-

pensas. La amígdala comunica con la corte-

za, en concreto con la región orbitofrontal

(capaz de frenar los impulsos automáticos),

a fin de decidir de acuerdo con los valores y

las normas que cada uno asume libremen-

te. Las emociones, más intensas cuanto más

cercanas resultan o se hallan las personas,

actúan como si de pesas de una balanza

que empujan más a un lado que a otro

se tratara, mas no determinan la decisión.

El segundo paso, que analiza y valora

la respuesta respecto a las convicciones

personales, resulta más lento. El área

frontal lateral calcula las ventajas y los

inconvenientes. De alguna manera po-

¿UNO O CINCO?

Se necesitan siete segundos para decidir mover o no el cambio de

agujas a fin de que el tren se desvíe hacia la vía donde solo se halla

una persona o mantenga su trayectoria en dirección a cinco ocupan-

tes de la vía.

Región lateral

Región polar

Cortezaórbitofrontal

AmígdalaHipotálamo

ateralateral

Respuesta

ENTRE LA EMOCIÓN Y LA RACIONALIDAD

Diversas áreas del cerebro intervienen en la toma de decisiones: mientras el sistema límbico

(amígdala cerebral e hipotálamo) procesa las emociones (flecha verde), la corteza frontal (re-

gión orbitofrontal) es capaz de frenarlas (rosa). Las neuronas de la región lateral y la polar se

frenan entre sí (rosa), sopesando la información contextual y las expectativas de recompensa,

hasta llegar a una respuesta cognitivo emocional.

Page 42: Trabajo Felicidad

40 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

THE NEURAL BASES OF COGNITIVE CON-

FLICT AND CONTROL IN MORAL JUDG-

MENT. J. D. Greene en Neuron, vol. 44,

págs. 389-400, 2004.

DAMAGE TO THE PREFRONTAL CORTEX IN-

CREASES UTILITARIAN MORAL JUDGMENTS.

M. Koenigs et al. en Nature, vol. 446.

págs. 908-911, 2007.

AN FMRI INVESTIGATION OF EMOTIONAL

ENGAGEMENT IN MORAL JUDGMENT.

J. D. Greene en Science, vol. 293,

págs. 2105-2108, 2001.

FUNTIONAL NETWORKS IN EMOTIONAL

MORAL AND NONMORAL SOCIAL JUDG-

MENTS. J. Moll en NeuroImage, vol.16,

págs. 696-703, 2002.

LA BÚSQUEDA EN EL CEREBRO DE LA

DOTACIÓN ÉTICA INNATA Y UNIVERSAL.

N. López Moratalla en Acta Philoso-

phica, vol. 19, págs. 297-310, 2010.

El vídeo completo en: www.lossecre-

tosdetucerebro.com/videos

demos hablar del cerebro ético como un

atajo emocional ante dilemas. Supone un

conocimiento intuitivo que indica aque-

llo que está bien y lo que no; una guía

natural emocional que no determina la

conducta.

En el estudio con personas con daño en

el lóbulo frontal de ambos hemisferios (es-

tructura que conecta lo emotivo y lo ana-

lítico) se ha observado que dichos sujetos

deciden en cinco segundos empujar a la vía

a una persona para salvar a las otras cinco.

La lesión les priva de la guía innata que

supone la alerta emocional en la toma de

las decisiones: la alarma de la repugnancia

a dañar les deja imperturbables. Sin em-

bargo, razonan.

También se ha analizado el comporta-

miento en personas utilitaristas, entrena-

das en el cálculo riesgo/beneficio como

norma de conducta. Resuelven en el mis-

mo tiempo (siete segundos) «sí» empujar

a un individuo a la vía y «sí» accionar las

agujas. En la primera afirmación, nece-

sitan dos segundos más para que el sis-

tema analítico se imponga a la emoción

natural de rechazo a ocasionar un daño

directo. Las jerarquías de valores no se

hallan determinadas de forma biológica y

difieren de unas culturas a otras, aunque

no son equivalentes. En el caso de estas

personas, prima el utilitarismo sobre otros

valores.

Triángulo de neuronasLa clave de por qué podemos analizar y

decidir sin estar sometidos por las emocio-

nes o los sentimientos radica en la capaci-

dad de frenar la información que llega a

la corteza frontal desde el procesador de

las emociones. Un triángulo de neuronas

del lóbulo frontal ejerce dicha labor.

Las neuronas de la corteza orbitofrontal

frenan el flujo de información de la amíg-

dala, procesan las expectativas e imaginan

el futuro. A continuación, las opciones en

las que se detecta expectativa de recom-

pensa se almacenan en el polo anterior.

Las neuronas de la región polar y la lateral

se frenan entre sí. La lateral contextualiza

la situación y obtiene un resultado, que

es la respuesta final cognitiva-emocional.

El «párate y piensa» necesario para deci-

dir en una situación de gran tensión emo-

cional nos aporta el componente analítico

propio de la racionalidad humana.

Natalia López Moratalla

Departamento de bioquímica y biología molecular

Enrique Sueiro Villafranca

Universidad de Navarra

 A lo largo de la evolución, todos los or-

ganismos vivos han desarrollado un

sistema biológico específico para adaptar-

se a las características rítmicas y cíclicas del

planeta Tierra. En mamíferos, este sistema

se encuentra regulado por el núcleo supra-

quiasmático del hipotálamo, el cual recibe

información de la retina y del resto de los ór-

ganos sensoriales marcando ritmos de acti-

vidad fisiológica y de conducta. Este «reloj»

multicelular, que libera en los humanos al

menos nueve hormonas y proyecta señales

a otras áreas de cerebro, se halla genética-

mente programado. Su función consiste en

sincronizar el organismo con los ciclos diarios

de luz y temperatura, a semejanza de un

director de orquesta que dirige y coordina

los cambios de ritmo de los músicos.

Aunque existen multitud de tipos de

ritmos biológicos (anuales, mensuales, et-

cétera), los más estudiados son los ritmos

circadianos, término que proviene del latín

«circa» (cerca) y «dies» (día). Se trata de rit-

mos biológicos que duran un período de un

día aproximadamente y permiten la adap-

tación del organismo al ciclo día y noche

producido por el movimiento de rotación

de la Tierra alrededor del Sol. En el mundo

animal se encuentran especies nocturnas

o activas durante la noche (el búho o el

murciélago, entre otros) y animales diur-

nos o activos durante el día (como el gallo

o las ardillas). También existen animales

crepusculares, es decir, activos durante el

atardecer y el amanecer (caso del ciervo de

cola blanca). Los humanos, aun siendo en

PSICOBIOLOGÍA

RITMOS BIOLÓGICOS Y PERSONALIDADPersonas matutinas, vespertinas e intermedias. Los humanos presentan diferencias individuales en los ritmos circadianos, rasgo que influye en su manera de ser

ANNA MURO, MONTSERRAT GOMÀ Y ANA ADAN

Page 43: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 41

© D

REA

MST

IME

/ D

ARI

SPB

SEGÚN LA PERSONA

Pese a que, por lo general, el ser humano es

diurno, presenta diferencias individuales

y de género en los ritmos circadianos.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

MOOD RHYTHMICITY AND INDIVIDUAL DIF-

FERENCES. A. Adan en Causes, role and

influence of mood states, dirigido por

A. V. Clark, págs. 33-56. Nova Biomedi-

cal Books. Nova Science Publishers, Inc.,

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CRONOBIOLOGÍA BÁSICA Y CLÍNICA.

J. A. Madrid y M. A. Rol de Lama.

Editec@Red, Madrid, 2007.

MORNINGNESS-EVENINGNESS, GENDER AND

THE ALTERNATIVE FIVE FACTOR MODEL OF

PERSONALITY. A. Muro, M. Gomà i Freixa-

net y A. Adan en Chronobiology Interna-

tional, vol. 26, págs. 1235-1248, 2009.

SIG

AN

IM /

EM

DE-

GRA

FIK

(ce

rebr

o)

Luz y temperatura

Núcleo supraquiasmático

del hipotálamo

Fisiología

Conducta

su mayoría diurnos, muestran diferencias

individuales en la expresión de los ritmos

circadianos: el abanico incluye desde indi-

viduos matutinos, pasando por intermedios

hasta vespertinos. Los primeros se levantan

y activan muy temprano por la mañana y

se acuestan poco después de anochecer;

los vespertinos, en cambio, se despiertan

y van a dormir tarde (pasada la mediano-

che), y los intermedios no presentan ten-

dencias extremas: acostumbran levantarse

después que los individuos matutinos, pero

se acuestan antes que los vespertinos.

Tales variaciones en el comportamien-

to responden a diferencias rítmicas en la

secreción diurna de cortisol y la secreción

nocturna de melatonina (la hormona de

la oscuridad, liberada solo en ausencia de

señales lumínicas). A pesar de que los rit-

mos circadianos son endógenos, en ausen-

cia diaria de una señal lumínica potente (la

luz solar) pueden alargarse entre 25 y 33

horas, provocando un desequilibrio fisioló-

gico general en el organismo que a su vez

puede originar problemas de adaptación y

de salud, ya sean físicos o psíquicos.

Los matutinos, más activosDebido a la función central que ejerce el

hipotálamo en el sustrato biológico de

la personalidad, estudios científicos han

investigado su relación con los ritmos cir-

cadianos. En relación a las personas matu-

tinas se sugiere que son más discretas, res-

petuosas, conservadoras y convencionales;

también suelen gozar de lógica y sentido

común, así como de un estilo cognitivo más

analítico. En cambio, las gentes vespertinas

presentan una personalidad más «lunar»:

tienden a ser más soñadoras, creativas, re-

beldes y aventureras; les gusta lo abstracto

y simbólico, asimilan la información por los

sentidos y tienen un estilo cognitivo glo-

bal e intuitivo. Un estudio con un modelo

biológico de la personalidad ha confirma-

do que los sujetos matutinos resultan más

activos que los vespertinos. Al parecer,

los niveles de ansiedad y neuroticismo

variaban también en función del género:

los hombres matutinos tendían a ser más

ansiosos que los intermedios y los vesper-

tinos; en las mujeres, en cambio, sucedía

lo contrario, puesto que las intermedias

obtuvieron puntuaciones más altas que

aquellas matutinas y que las vespertinas.

La importancia del estudio radica en que

es la primera vez que se utiliza un modelo

de personalidad con fundamentos genéti-

cos en una investigación sobre los ritmos

circadianos. Se trata de un modelo teórico

completo, ya que no solo clasifica y predice

la personalidad humana, sino que también

explica su origen y desarrollo en términos

de adaptación biológica a las exigencias

evolutivas del entorno.

La ampliación de datos sobre las bases

biológicas de la personalidad a través de

los mecanismos subyacentes de los ritmos

circadianos resulta necesaria para conocer

mejor sus implicaciones en el desarrollo

psicológico normal y patológico del indi-

viduo, así como para establecer nuevas

hipótesis sobre las consecuencias cíclicas

de los movimientos de la Tierra en la con-

figuración estructural de la personalidad

humana. La exposición a la luz solar o el

diseño de horarios académicos y laborales

acordes con nuestra personalidad y nuestra

activación biológica natural garantizarían

una mejor calidad de vida, además de un

desarrollo psicológico más saludable.

Anna Muro y Montserrat Gomà

Depto. de psicología de la salud

Universidad Autónoma de Barcelona

Ana Adan

Depto. de psicobiología

Universidad de Barcelona

RELOJ MULTICELULAR

El núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que recibe información de la retina y

otros órganos sensoriales, regula los ritmos de actividad fisiológica y de conducta.

Page 44: Trabajo Felicidad

42 MENTE Y CEREBRO 50 / 201142 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Felicidad y trabajo, ¿dos conceptos antagóni-

cos? Según se sabe, Cristóbal Colón afirmó

en su día: «Encuentra la felicidad en el trabajo o

nunca serás feliz». Sin entrar a valorar tal aser-

ción, parece claro que los conceptos de felicidad

y trabajo no son antagónicos; incluso pueden

estar relacionados.

El interés por la felicidad no es reciente. Desde

la filosofía, Platón y Aristóteles ya se pregunta-

ban qué es ser feliz. Para dar con la respuesta

analizaron las formas en las que las personas

buscaban la felicidad. En las últimas décadas,

este tema ha recobrado importancia a raíz de los

trabajos de los psicólogos Martin E. P. Seligman,

de la Universidad de Pensilvania, y Mihály Csik-

szentmihalyi, de la Universidad de Claremont,

sobre psicología positiva. El nuevo ámbito de

estudio supone observar al ser humano, no solo

desde la enfermedad, sino también desde la fe-

licidad y el optimismo.

Si aplicamos la psicología positiva al ámbito

de las organizaciones, se necesita considerar

las dificultades del trabajador, pero sobre todo

sus fortalezas, además de analizar qué pueden

realizar empresa y empleado para alcanzar el

bienestar en el trabajo.

No obstante, dentro del ámbito laboral, el tér-

mino de felicidad como tal no ha sido definido.

En general, los investigadores han optado por

seguir una visión hedónica o eudaimónica para

guiar sus estudios. La visión hedonista se centra

en estados emocionales subjetivos (la felicidad, la

satisfacción o el placer), mientras que la tradición

eudaimónica focaliza su estudio en los talentos y

los potenciales de la persona. En este sentido, la

búsqueda del potencial y la actualización de las

habilidades personales pueden dar un sentido a

la vida. Entonces ¿qué es la felicidad? ¿Consiste en

estar alegre más a menudo, o en tener un propósi-

to en la vida y sentir que puedes desarrollarte? En

un artículo publicado en 2008 en Journal of Posi-

tive Psychology, Todd Kashdan, de la Universidad

de George Mason, y sus colaboradores explican

que ambas perspectivas deben complementarse,

evitando tales distinciones artificiales y de du-

dosa utilidad. De hecho, el bienestar hedónico

y el eudaimónico constituyen mecanismos psi-

cológicos que operan de manera conjunta. Esta

afirmación resulta lógica en la vida cotidiana la-

boral: se trata de tener un afecto positivo, sentir

la posibilidad de desarrollarse y de pensar que la

actividad tiene un propósito.

Para estudiar la felicidad en el ámbito de las

organizaciones se han manejado una amplia va-

riedad de conceptos. La distinción que propone

la psicóloga Cynthia D. Fisher, de la Universidad

de Bond, resulta de utilidad para delimitar los

conceptos que se han empleado con mayor fre-

cuencia. En los últimos años van adquiriendo re-

levancia términos como «próspero» (thriving) o

«pasión armoniosa» (harmonious passion), unos

conceptos que con toda probabilidad comenza-

remos a escuchar más a menudo en este campo

de investigación.

Dichos términos presentan un denominador

común: la persona mantiene una visión positiva

hacia su trabajo. Por una razón u otra se siente

bien desarrollando su actividad. ¿Por qué sur-

ge ese sentimiento positivo? ¿Cómo podemos

fomentarlo? ¿Por qué algunos trabajadores no

consiguen la felicidad? A continuación tratare-

mos de dar respuesta a tales cuestiones.

RESUMEN

Felices en el trabajo

1Las emociones po-

sitivas se contagian

de forma rápida. Los

equipos de trabajo que

experimentan más emo-

ciones positivas, como la

felicidad, colaboran más

y mejoran su rendimiento

laboral.

2El humor incide de

forma directa en la

comunicación y cohesión

de los empleados, así

como en su satisfacción

personal, la productivi-

dad y la creatividad.

3Los mecanismos

que conducen a la

insatisfacción en el tra-

bajo no coinciden con los

que aportan felicidad y

bienestar al empleado.

La felicidad en el trabajo¿Existe la felicidad en el trabajo? ¿Qué nos lleva a alcanzarla? ¿Por qué algunas personas

son incapaces de conseguirla? Un área de investigación psicológica incipiente ayuda

a reconocer los factores clave para lograr ser felices en el ámbito laboral

ALFREDO RODRÍGUEZ MUÑOZ Y ANA ISABEL SANZ VERGEL

Page 45: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 43MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 43

El contagio de emociones positivas Las emociones se contagian. Es uno de los ha-

llazgos de la psicología que más han trascendido

la opinión pública [véase «Juntos somos diferen-

tes», por Nikolas Westerhoff; MENTE Y CEREBRO

n.o 48]. A lo largo de nuestra vida, de una forma u

otra, todos hemos experimentado esa conexión

emocional con otra persona o grupo. De hecho,

en el lenguaje cotidiano acostumbramos usar

términos relacionados con ello («risa contagio-

sa», por ejemplo).

En concreto, el contagio emocional se re-

fiere al proceso mediante el cual sentimos e

interiorizamos emociones similares a las que

observamos en otra persona. El fenómeno se

produce de diversas maneras. Por un lado,

existe la tendencia humana a sincronizarse e

imitar las expresiones faciales, los movimien-

tos y las posturas de aquellos con quienes se

interactúa. Por otro, las personas pueden copiar

aspectos como el lenguaje, el tono de voz e in-

cluso experimentar el mismo estado afectivo

[véase «Camaleones sociales», por Arnd Florack

y Oliver Genschow; MENTE Y CEREBRO n.o 48]. Se

trata, en general, de un proceso rápido y del que

en ocasiones no somos plenamente conscien-

tes. Tal y como señala Cacioppo, «las emociones

viajan de persona a persona como si se tratase

de un virus».

Existen diversas explicaciones sobre el fenó-

meno aunque, debido al avance de las neuro-

ciencias, una destaca sobre el resto: la transmi-

sión de las emociones de una persona a otra se

encuentra en estrecha relación con las neuronas

espejo (un grupo de células nerviosas capaces

de activarse cuando desarrollamos una acción

o cuando vemos que la realizan otras personas).

Por tanto, las neuronas espejo constituirían el

mecanismo neuronal que explica la propagación

de emociones entre individuos.

© ISTOCKPHOTO / MINIMIL

SILBANDO A TRABAJAR

La felicidad de los empleados

puede mitigar las situaciones

negativas en las organizaciones.

Page 46: Trabajo Felicidad

44 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

La mayoría de las investigaciones en torno

al contagio emocional en las organizaciones

casi siempre han ido acompañadas de resulta-

dos que apoyan la utilidad de la expresión de

emociones positivas. La psicóloga Sigal Barsa-

de, de la Universidad de Pensilvania y una de

las expertas más destacadas en este ámbito, se

refiere al proceso del contagio emocional como

«el efecto dominó». Afirma que las emociones

positivas son un potente elicitador de resultados

positivos en los equipos de trabajo. Mediante

varios diseños experimentales puso a prueba

su hipótesis. Más allá de resultados concretos,

interesan dos aspectos principales: en primer lu-

gar, que las emociones positivas se contagiaban

de forma rápida entre los miembros del grupo;

en segundo lugar y más importante si cabe, que

aquellos equipos de trabajo que experimenta-

ban más emociones positivas presentaban un

mayor número de conductas de cooperación y

mejor rendimiento laboral.

De modo similar, otras investigaciones han

puesto de manifiesto que la exposición ante

una persona que muestra emociones positivas

puede producir cambios en el estado emocional

del observador. En 1985 Gregory J. McHugo, de

la Universidad Dartmouth, y sus colaboradores

hallaron que al mostrar imágenes de personas

sonriendo se producían cambios en las ex-

presiones faciales, las emociones y la respuesta

fisiológica de quienes las observaban.

Una de las situaciones emocionales que más

poder de contagio posee es la relacionada con

el sentido del humor. Se ha comprobado que el

uso del humor por parte de los trabajadores

incide de forma directa en la comunicación y

cohesión de los equipos de trabajo, así como en

la satisfacción, la productividad y la creatividad.

Del mismo modo, se ha observado que el humor

es un potente amortiguador de las situaciones

estresantes. En un estudio llevado a cabo por

el equipo de los autores y sus colaboradores en

2010 se encontró que la utilización de estilos de

humor positivos en el trabajo (caso del humor

afiliativo) reducía el impacto que las conductas

de acoso psicológico producían sobre la salud.

Teniendo en cuenta la capacidad de contagio

de las emociones positivas, una de sus aplicacio-

«Ríe y el mundo reirá contigo»

Refranero popular

En los últimos años, la psicología positiva focaliza su atención en el bienestar y la felicidad de las personas en el ámbito laboral.

Algunos de los términos más empleados en este campo de investigación son:

Conceptos básicos

Satisfacción Estado emocional positivo que resulta de la evaluación que la persona hace sobre sus experien-

cias en el trabajo. (Locke, 1976)

Compromiso

organizacional

Grado en que la persona se identifica con los objetivos y los valores de su organización, y siente

que desea continuar formando parte de la misma. (Mowday et al., 1979)

Implicación Sentimiento de compromiso con el trabajo; la persona considera este como parte central de su

identidad y su autoestima. (Brown, 1996)

Vinculación

(engagement)

Estado de ánimo positivo caracterizado por vigor (altos niveles de energía y resiliencia mental

en el trabajo), dedicación (estar implicado en la actividad profesional, tomándola con entusias-

mo y como un reto) y absorción (sensación de que el tiempo pasa rápido mientras se trabaja).

(Bakker y Demerouti, 2008)

Flujo (flow) Sensación de estar inmerso el trabajo, divirtiéndose con el mismo. Se caracteriza por un elevado

afecto positivo y la percepción de estar aprendiendo y desarrollándose. (Csikszentmihalyi, 1990)

Afecto Amplia gama de respuestas afectivas ante el trabajo surgidas de la combinación entre el grado

de placer y activación que genera el mismo. (Van Katwyk et al., 2000)

Próspero (thriving) Combinación entre la perspectiva hedónica y eudaimónica: sentimientos de vitalidad y energía,

junto con la creencia de crecer y desarrollarse a través del trabajo. (Spreitzer et al., 2005)

Pasión armoniosa Identificación con la actividad que se desempeña, en armonía con otros aspectos de la vida. La

persona siente que le gusta lo que hace y elige invertir tiempo y energía en ello sin que afecte

a otras áreas. (Varelland et al., 2003)

Fuente: Basado en Fisher (2010)

Page 47: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 45

nes más directas en el ámbito laboral consiste

en la gestión de las emociones en las organiza-

ciones. De este modo, es importante facilitar la

expresión de emociones positivas en el trabajo

para favorecer procesos de contagio emocional

al resto de los empleados. A este respecto, des-

taca el papel que desempeñan los líderes, cuya

capacidad para contagiar emociones resulta mu-

cho mayor, en especial aquellos que destacan

por su carisma. Se sabe que las personas caris-

máticas son más dadas a propagar emociones

positivas por ser más expresivos emocional-

mente y poseer un vocabulario emocional más

variado. En un estudio de 2001 llevado a cabo

por Paul D. Cherulnik y sus colaboradores de

la Universidad de Oklahoma, se halló que los

seguidores imitaban las expresiones faciales de

su líder (sonreír con frecuencia, por ejemplo)

tan solo cuando este último era carismático.

Es decir, parece que el estado afectivo de un

directivo se transfiere al equipo de trabajo; en

consecuencia resulta lógico proponer la expre-

sión y propagación de emociones positivas como

estrategia hacia la felicidad en el ámbito laboral.

¿Qué nos aleja de la felicidad en el trabajo?Jessica Pryce-Jones, autora del libro Happiness

at work («La felicidad en el trabajo»), estima que

los empleados pasan, como media, alrededor

de 90.000 horas en el entorno laboral a lo largo

de su vida. La cifra por sí sola despierta la urgen-

cia de buscar la felicidad en el puesto laboral.

Dentro de la psicología de las organizaciones

existe una teoría que ayuda a entender que los

factores que llevan a la felicidad en el trabajo no

son necesariamente los mismos que nos alejan

de ella. En su ya clásica «teoría bifactorial», el

psicólogo Frederick Irving Herzberg (1923-2000)

diferencia entre los factores de higiene asocia-

dos con la insatisfacción (el salario o las condi-

ciones de trabajo, por ejemplo) y los factores mo-

tivacionales relacionados con la satisfacción y la

felicidad en el ámbito laboral (el reconocimien to

o el grado de autonomía en la empresa, entre

otros). Según Herzberg, resulta necesario que

exista un equilibrio entre ambos tipos de facto-

res. Si una persona trabaja en unas condiciones

laborales inadecuadas (un calor excesivo, pon-

gamos por caso), se sentirá a disgusto con su

trabajo, mas si esas condiciones mejoran, ello no

asegura su bienestar ni que se sienta satisfecho.

Dicho de otra manera, la única forma de que

los empleados alcancen la felicidad es median-

te el desarrollo de elementos motivadores que

aumenten su satisfacción en el puesto laboral,

no a través de la supresión de los factores de

insatisfacción.

Tal enfoque pone en entredicho la extendida

creencia de que el dinero da la felicidad. El he-

cho de que una persona cuente con un salario

muy alto no implica de forma necesaria que sea

feliz, aunque el obtener un sueldo insuficiente

sí es un camino directo hacia la infelicidad. Al

parecer, el ser humano se habitúa con rapidez a

los ingresos elevados, lo que aumenta en conse-

cuencia sus aspiraciones. Por tanto, el salario es

sin duda uno de los factores más importantes a

la hora de alejarnos de la felicidad.

De acuerdo con un estudio llevado a cabo en

2007 por la consultora británica Chiumento, en-

tre los factores que nos apartan de la felicidad

en el trabajo se encuentran la falta de comunica-

ción con la supervisión, un salario poco compe-

titivo, unas condiciones de trabajo inapropiadas,

la ausencia de recompensas y beneficios, y un

liderazgo poco eficaz. Con todo, uno de los fac-

tores más presentes en las organizaciones pero

que más nos aleja de la felicidad es la sobrecarga

de trabajo. Cuando las personas deben emplear

un elevado número de horas para desempeñar

todas las tareas y necesitan alargar la presencia

física en el puesto laboral, el día puede hacerse

interminable, de tal manera que imposibilita

una conciliación adecuada con la vida personal.

Según la última encuesta nacional de condicio-

nes de trabajo realizada por el Instituto Nacional

de Seguridad e Higiene en el Trabajo en 2007

entre más de 11.000 empleados, la media de

horas trabajadas por semana es de 39,89 horas;

además, casi un tercio de los encuestados afir-

HASTA LOS TOPES

Uno de los factores más presen-

tes en las organizaciones pero

que más aleja a los trabajadores

de sentirse felices es la sobre-

carga de trabajo.

«Casi todas las personas

son tan felices como

se deciden a serlo»

Abraham Lincoln

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Page 48: Trabajo Felicidad

46 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

maba tener una carga temporal elevada. Com-

parada con la jornada media de los países de

la Unión Europea, el horario laboral en España

resulta más extenso. Según datos de la Comisión

Europea de noviembre de 2006 y recogidos en

un estudio realizado por IESE-Adecco, la jornada

de trabajo española superaba a la media comu-

nitaria en casi una hora.

Las condiciones laborales son otro de los fac-

tores que pueden alejarnos de la felicidad. Tal y

como plantea Herzberg en su teoría bifactorial,

el ambiente de trabajo constituye una fuente de

insatisfacción, aparte de los peligros que puede

entrañar para la salud. En España, la encuesta

nacional sobre condiciones de trabajo desarro-

llada en 2007 muestra que a casi el 22 por cien-

to de los encuestados les preocupa perder su

empleo, mientras que el 10,6 por ciento señala

haber sufrido en los dos últimos años algún ac-

cidente laboral que requería asistencia médica,

tratamiento o primeros auxilios. En referencia al

diseño del puesto, más de la mitad de las deman-

das de los encuestados se refieren al desarrollo

de movimientos repetitivos de manos o brazos,

o a mantener una misma postura durante largo

tiempo. Una iluminación y temperatura ade-

cuadas, un buen diseño o un entorno libre de

accidentes laborales son pasos necesarios, pero

no suficientes, para alcanzar la felicidad en el

puesto de trabajo. En resumen, resulta bastante

improbable que los mecanismos que conducen

a la insatisfacción en el trabajo sean los mismos

que aporten la felicidad y el bienestar.

¿Cómo conseguir ser felices mientras trabajamos?El foco de interés principal de la psicología or-

ganizacional ha sido el estudio de los estresores

laborales y sus consecuencias. Tal y como se ha

dicho, tener un exceso de tareas o un horario

que dificulta la conciliación entre la vida laboral

y la personal obstaculizan la consecución de la

felicidad. El día a día requiere atender a una gran

variedad de demandas que no siempre pode-

mos satisfacer. Sin embargo, dichas demandas

no tienen por qué ser necesariamente negati-

vas si disponemos de una serie de estrategias

para enfrentarnos a ellas. En los últimos años

han surgido nuevas líneas de investigación cen-

tradas en qué puede acometer la persona para

Las empresas deben cumplir ciertas características con el fin de fomentar la felicidad de sus trabajadores. Tal tarea puede re-

sultar costosa, por lo que debe partirse de una cultura organizacional flexible y de apoyo. Ello significa asumir que la persona

posee una vida personal, y que, por tanto, se la debe ayudar a compaginar ambos ámbitos de la vida.

Organizaciones responsables

Disminución

de demandas

Promover la implicación

y el autodesarrollo

profesional

feedback) sobre el proceso y los resultados.

Políticas de conciliación

vida laboral y personal

Fomento

de la recuperación

del estrés

cursos de idiomas, etcétera).

Formación

de trabajo, manejo y gestión del estrés y competencia emocional.

Page 49: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 47

mejorar su bienestar en el ámbito laboral. Entre

las estrategias más destacadas se encuentran el

rediseño del puesto de trabajo (job crafting) y

las oportunidades para recuperarse del estrés

(recovery).

Autores como Justin Berg, de la Universidad

de Michigan, señalan que desde el estudio clá-

sico de Hackman y Oldham parecía que el redi-

seño del puesto de trabajo dependía de los su-

pervisores. En las últimas décadas, tal visión ha

cambiado y se opta por que el trabajador pueda

efectuar cambios proactivos. A raíz de esa idea,

Wrzesniewski y Dutton comenzaron a trabajar

con el concepto de rediseño del trabajo enten-

dido como la capacidad del individuo de cam-

biar sus tareas y darle un nuevo significado a su

labor (por ejemplo, reduciendo en lo posible el

número de interacciones con clientes o compa-

ñeros, pidiendo retroalimentación al supervisor,

o tratando de obtener conocimientos nuevos).

Dicho tipo de conductas pueden lograr que la

persona se sienta más satisfecha con su trabajo,

que muestre mayor vitalidad e implicación.

Además de actuar sobre las tareas propias del

puesto laboral, el empleado puede desarrollar

estrategias para recuperarse de las situaciones

estresantes. Esta es la base de la teoría que en

1998 desarrollaron Theo F. Meijman y Gijsbertus

Mulder, ambos de la Universidad de Groningen,

bajo el nombre de «modelo de esfuerzo y recu-

peración». Dichos autores proponen entender el

estrés laboral desde otra perspectiva: atendiendo

a la importancia de reestabilizar nuestro sistema

psicofisiológico. Al estar expuesto a un esfuerzo

prolongado, se consumen recursos cognitivos y

se producen cambios fisiológicos (por ejemplo,

aumento de la frecuencia cardíaca). Contar con

la posibilidad de recuperarse resulta fundamen-

tal para volver a una línea base que permita al

trabajador enfrentarse a nuevas demandas. En

2007, Sabine Sonnentag, de la Universidad de

Mannheim, y Charlotte Fritz, de la Universidad

estatal de Portland, desarrollaron el concepto de

«experiencias de recuperación» para referirse

a las estrategias que utilizan las personas para

evitar los efectos negativos de las situaciones

estresantes. En este sentido, importa menos la

actividad concreta que se desarrolla para recu-

perarse que la sensación psicológica de descanso

y renovación que subyace a tal actividad.

Las estrategias de recuperación pueden lle-

varse a cabo dentro o fuera del ámbito laboral.

En un estudio realizado por los autores y otros

colaboradores en 2010 se demostró que las per-

sonas que se sentían aliviadas tras un descanso

en el trabajo mostraban mayor vitalidad y me-

jores relaciones entre su vida laboral y familiar.

La expresión de emociones desempeñaba

también una función fundamental: aprovechar

los descansos para expresar emociones negativas

genera mayor agotamiento. En cambio, utilizar

las pausas para desconectar y hablar de cues-

tiones agradables constituye una mejor estra-

tegia. Fuera del ambiente laboral, llevar a cabo

actividades relajantes, físicas o sociales ayuda a

mejorar el bienestar y a estar de buen humor.

¿Qué puede hacer la empresa?Al hablar de una gestión positiva de los recursos

humanos, Nicky Page, del Centro de Psicología

Positiva Aplicada en el Reino Unido, y sus cola-

boradores señalan que no es suficiente centrar

la atención en la selección y el reclutamiento

de personal, sino que es necesario atender tam-

bién a la experiencia cotidiana del trabajador.

Las nuevas líneas de actuación se basan en ge-

nerar «organizaciones saludables» que, según

explicaron Mark G. Wilson, de la Universidad

de Georgia, y sus colaboradores en 2004, tienen

1 Establecer relaciones interpersonales positivas.

2 Desarrollar cierto grado de control y autonomía.

3 Contar con el apoyo y la consideración de los supervisores.

4 Tener oportunidades de ocio y recuperación.

5

6 Tener una carga de trabajo manejable y con objetivos definidos.

7 Lograr un equilibrio entre la vida laboral y la personal.

8 Ser proactivo en el ajuste al puesto de trabajo.

9 Encargarse de tareas variadas y contar con oportunidades para el desarrollo.

10 Utilizar el sentido del humor y expresar emociones positivas.

Diez claves para alcanzar la felicidad en el trabajo

«Aprenda a ayudar a los demás

en otra cosa que no sea

solo trabajar; ayúdelos

a vivir»Jim Rohn

© M

ORG

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RA

FIX

AR

Page 50: Trabajo Felicidad

48 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

como objetivo conseguir el bienestar de los em-

pleados a través de un correcto diseño de los

puestos de trabajo, la igualdad de oportunida-

des y el desarrollo de políticas de conciliación

entre el trabajo y la familia. En los últimos años,

se han propuesto diversas acciones que puede

desarrollar la empresa para mejorar la felicidad

de sus empleados.

La disminución de demandas laborales se

ha señalado como uno de los primeros pasos

que deben adoptarse. El modelo de demandas

y recursos laborales desarrollado por Evangelia

Demerouti, de la Universidad de Eindhoven, y

sus colaboradores en 2001 reconoce la existencia

de dos procesos: un exceso de trabajo lleva a

problemas de salud, mientras que una adecua-

ción de los recursos genera motivación. Por ello,

resulta necesario ofrecer una serie de recursos al

trabajador, así como la oportunidad de formar

parte en los procesos de toma de decisiones, cla-

rificar el rol laboral o proporcionar autonomía

y retroalimentación ( feedback).

Además de las características propias del

puesto, autores como Linda Thiede Thomas, de

la Universidad de Bellevue, y Daniel C. Ganster,

de la Universidad estatal de Colorado, enfati-

zan la importancia de que las organizaciones

adopten políticas que permitan al trabajador

disponer de un mayor control sobre sus respon-

sabilidades familiares. Este tipo de prácticas se

conocen como «políticas de conciliación del tra-

bajo y la familia», las cuales convierten en más

flexibles las barreras del tiempo y las del espacio.

La flexibilidad temporal implica que la per-

sona puede ajustar el horario de trabajo a sus

necesidades personales mediante la selección

de la hora de inicio y fin de la jornada laboral.

En el caso de la flexibilidad espacial, las nuevas

tecnologías posibilitan cada vez más que los

trabajadores desarrollen al menos parte de la

jornada laboral en casa (teletrabajo), o que se

reduzcan los viajes de empresa a través de las

reuniones por videoconferencia. Diversos estu-

dios empíricos han demostrado que la adopción

de este tipo de políticas reduce los niveles de

conflicto entre el trabajo y la familia; asimismo,

aumenta el compromiso con la empresa (com-

promiso organizacional).

Por otra parte, los estudios de Sonnentag y su

equipo ponen de manifiesto la importancia de

promover el desarrollo de actividades de ocio

que ayuden a los trabajadores a desconectar del

estrés diario. En este sentido, la posibilidad de

realizar actividades físicas, de aprender cosas

nuevas o de promover actividades sociales con

los compañeros de trabajo puede tener efectos

positivos.

Otro aspecto clave es la formación de los

trabajadores. Dotar a los empleados de herra-

mientas para manejarse en el día a día puede

reducir de manera notable su percepción de

las demandas como algo negativo. Cursos sobre

técnicas de gestión del tiempo o de manejo del

estrés resultan de utilidad para comprender por

qué surge el estrés y cómo enfrentarse a él.

La puesta en marcha de tales pasos resul-

ta una tarea compleja que debe partir de una

cultura organizacional flexible y de apoyo. Ello

significa asumir que la persona posee una vida

personal y que, por tanto, se la debe ayudar a

compaginar ambos ámbitos vitales. Tal propó-

sito implica unos límites de tiempo y espacio

flexibles, una comunicación más abierta y, en

definitiva, comprender que la felicidad de los

trabajadores no les incumbe solo a ellos, sino

también a la organización en la que trabajan.

¿Ser feliz es ser más productivo? Una de las creencias más extendidas en nuestra

sociedad es que la gente feliz es más producti-

va y trabaja mejor. Esta idea también se refleja

en las organizaciones. Una encuesta de la Aso-

ciación Española de Dirección y Desarrollo de

Personas (AEDIPE), realizada en 2010 a directi-

vos, encontró que casi el 87 por ciento de los

encuestados consideraba que la felicidad en el

trabajo constituye una estrategia adecuada para

mejorar la competitividad de las empresas.

De hecho, uno de los efectos más estudiados

de la felicidad en el trabajo es la productividad

o el rendimiento del individuo en su tarea. Tal

MÁS FLEXIBILIDAD,

MAYOR FELICIDAD

Las iniciativas de conciliación

permiten la flexibilidad del

tiempo y el espacio dedicados

al trabajo y a la familia. También

aumentan el compromiso del

empleado con la empresa.

«El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento»

Victor Pauchet

© IS

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/ IO

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Page 51: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 49

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

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págs. 990-996, 2010.

es el interés que suscita dicha área, que algunos

autores la han definido como el «santo grial» de

la investigación organizacional. A este respecto,

son numerosos los trabajos que establecen una

clara relación entre la felicidad y la productivi-

dad en el trabajo. Despoina Xanthopoulou, de la

Universidad de Creta, y sus colaboradores, lleva-

ron a cabo en 2009 un estudio en la industria de

la comida rápida. Mostraron que los trabajado-

res con altos niveles de vinculación generaban

mayores ingresos económicos. Sin embargo, no

existe una opinión unánime sobre las relacio-

nes entre felicidad y productividad, puesto que

la relación es más compleja. Diversos estudios

han encontrado relaciones de escasa intensidad

entre ambas variables.

Un hecho que complica todavía más el pano-

rama es que los indicadores de felicidad laboral

utilizados son muy variados. Como hemos visto,

algunos estudios han empleado la satisfacción

laboral como criterio. Las investigaciones que

utilizan esta variable para evaluar felicidad en-

cuentran relaciones moderadas, con una media

de 0,30 (la correlación entre la satisfacción labo-

ral y la felicidad oscila de 0 a 1). Otros autores

emplean el afecto positivo, ya que este captura

el carácter emocional de la felicidad mejor que

las medidas de satisfacción. Los resultados de

tales investigaciones hallan relaciones más in-

tensas con la productividad. En general, pue-

de concluirse que la relación entre felicidad y

rendimien to es importante y significativa, mas

varía en función del indicador utilizado.

Quizá no sea la felicidad la que conduzca a

una mayor productividad, sino que por obtener

un buen rendimiento en el trabajo la gente se

encuentra más feliz. Parece lógico que pueda

existir una relación bidireccional entre ambas

variables. Esta fue la pregunta a la que intentó

responder Daniel Koys, de la Universidad De-

Paul, en 2001, mediante una investigación lon-

gitudinal de dos años. En la misma halló que la

felicidad en el trabajo se relacionaba de forma

positiva con el rendimiento, el número de ven-

tas y la satisfacción del cliente. Parece entonces

que el aspecto clave es ser feliz para así rendir

mejor, no a la inversa.

En línea con lo anterior, la felicidad en el

trabajo se ha asociado con otros indicadores

organizacionales positivos. Sentir un estado de

bienestar o felicidad en el trabajo se relaciona

con una mayor creatividad laboral. Las investi-

gadoras Fritz y Sonnentag hallaron en 2009 que

los estados de ánimo positivos predecían la crea-

tividad al día siguiente. Diez años antes, Alice M.

Isen, de la Universidad de Cornell, constató re-

sultados similares a través de sus experimentos.

Dentro del ámbito interpersonal también

se aprecian beneficios. Se ha comprobado que

la felicidad en el trabajo se asocia con un ma-

yor número de conductas prosociales con los

compañeros y con los clientes. La felicidad de

los empleados, además de fomentar estados

positivos, puede mitigar o reducir situaciones

negativas en las organizaciones. Peter Warr, de

la Universidad de Sheffield, en su libro sobre

trabajo y felicidad, apunta que la felicidad se

relaciona de manera negativa con las tasas de

absentismo. Del mismo modo, se ha encontrado

que la felicidad reduce las conductas contrapro-

ductivas por parte de los empleados, como no

cumplir a propósito con las obligaciones, usar

recursos de la empresa para fines personales o

el robo de material de oficina. Lisa M. Penney,

de la Universidad de Houston, y Paul Spector, de

la Universidad de Florida del Sur, encontraron

relaciones negativas entre la satisfacción laboral

y las conductas contraproductivas de las cuales

informaban los compañeros de trabajo.

Una de las explicaciones a los efectos positi-

vos de la felicidad la expusieron Russell Cropan-

zano, de la Universidad de Arizona, y Thomas A.

Wright, de la Universidad de Nevada, en 2001.

Afirmaron que los empleados menos felices

eran más sensibles a las amenazas y se encon-

traban más predispuestos a adoptar posturas

defensivas y pesimistas. Por el contrario, los

empleados felices se mostraban más sensibles

a las oportunidades, más confiados y con una

actitud más cooperativa con sus compañeros.

De acuerdo con la teoría «Ampliar y construir»

formulada por Barbara Fredrickson, de la Uni-

versidad de Carolina del Norte, las emociones

positivas ayudan a ampliar y desarrollar habi-

lidades y vínculos sociales, además de tener

efectos beneficiosos más duraderos.

En definitiva, las emociones positivas, como

la felicidad, facilitan la adquisición y desarrollo

de nuevas habilidades que preparan a los indi-

viduos para retos futuros.

Alfredo Rodríguez Muñoz es doctor en psicología y más-

ter en Seguridad y Salud en el Trabajo por la Universidad

Autónoma de Madrid. Es profesor del departamento

de psicología social de la Universidad Complutense de

Madrid. Ana Isabel Sanz Vergel es doctora en psicología

y máster en psicología clínica y de la salud por la Uni-

versidad Autónoma de Madrid, además de profesora de

psicología en la facultad de ciencias humanas, sociales y

de la comunicación en la Universidad IE, en Segovia.

Page 52: Trabajo Felicidad

50 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

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Oficina, dulce oficina

Page 53: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 51

Hubo un tiempo en que la fábrica, con sus

máquinas sucias y ruidosas, era el lugar

de trabajo habitual en los países industrializa-

dos. Hoy, la oficina o el despacho han tomado

el relevo. Centenares de millones de personas

—al menos el 15 por ciento de la población en

los países desarrollados— trabajan sentadas a

una mesa, parapetadas, o no, por una mampara

que las separa de sus compañeros. Un sinfín de

sillas giratorias ocupan el lugar.

Empero, la oficina es algo más que un simple

espacio físico. En los últimos años, desde la psi-

cología de los grupos y las organizaciones se han

empezado a reunir pruebas de que las caracte-

rísticas del entorno laboral afectan de un modo

profundo e insospechado al rendimiento de los

trabajadores. El tamaño de las mesas, la cercanía

a la luz natural, la calidad del aire inhalado, la

privacidad —o su ausencia— suponen factores

esenciales para la comodidad, satisfacción y

productividad.

Por otro lado, la bienintencionada decisión de

un empresario de decorar con láminas artísticas

y plantas los lugares de trabajo puede resultar

contraproducente: los espacios decorados pue-

den originar tanta desmotivación y descontento

en los trabajadores como aquellos cubículos es-

tériles e impersonales. En cambio, los empleados

desempeñan mejor su labor cuando se les anima

a que decoren el entorno a su gusto: plantas,

adornos varios, calendarios, fotografías de sus

hijos o de sus gatos... todo aquello que les haga

sentirse más a gusto y en su elemento.

El diseño de un lugar de trabajo puede deter-

minar que duela o no la espalda, pero también

el rendimiento, el grado de iniciativa y la satis-

facción profesional. Pese a que resulta inusual

que los empresarios reparen en tales factores

psicológicos, una mayor atención al diseño del

espacio laboral puede elevar el bienestar de los

trabajadores y aumentar la productividad con

un coste mínimo.

¿Por qué ciertos entornos alienan a

los trabajadores mientras que otros

les hacen sentirse más felices y

mejoran su rendimiento?

ALEXANDER HASLAM Y CRAIG KNIGHT

Page 54: Trabajo Felicidad

52 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Breve repaso históricoLos orígenes de la oficina moderna se remon-

tan a los escribientes medievales, a quienes se

les encomendaban los registros eclesiásticos

y estatales. Esos hábiles artesanos trabajaban

en los palacios de reyes y nobles, escribiendo y

copiando laboriosamente documentos a mano.

La formación de un escribiente no estaba al al-

cance de la mayoría de las gentes, por lo que se

les consideraba una clase privilegiada. A menu-

do se les permitía confinarse en aposentos pe-

queños, donde pudieran trabajar a su gusto. Era

frecuente que un variopinto surtido de sillas,

taburetes, libros y mesas de dibujo ocuparan

la estancia.

En las postrimerías de la Revolución indus-

trial, la escena empezó a cambiar. Engrosaron

las filas de la clase profesional; también de los

supervisores encargados de controlar la tarea.

El desarrollo disparó la demanda de puestos de

trabajo estandarizados, en los que los superiores

disponían de un mayor control sobre el personal

de oficina y podían vigilar en todo momento el

progreso de los subordinados.

A principios del siglo XX, el ingeniero de Pen-

silvania Frederick W. Taylor inició el movimien-

to de administración científica. Para Taylor, la

labor esencial de la administración consistía

en descubrir y llevar a cabo «la mejor manera»

de realizar cualquier trabajo particular. En 1911

escribió Principios de la administración cientí-

fica, con tal repercusión que empezaron a de-

nominarse taylorizadas aquellas empresas que

habían optimizado la producción de acuerdo

con esos principios. Taylor recomendaba que

el espacio de trabajo se despojara de todo lo

que no fuera absolutamente necesario para la

tarea del momento. Gran parte del análisis de

Taylor se aplicaba a los trabajos industriales y

las líneas de montaje, pero los empresarios no

tardaron en extenderlo a las oficinas y a los tra-

bajos creativos.

Los empleados de oficina están acostum-

brados a las salas abiertas; un espacio estéril

destinado a acomodar —o «almacenar»— un

gran número de personas en grupos de mesas

separados por frágiles mamparas que ofrecen

una mínima privacidad. Estos espacios pueden

modificarse con facilidad por motivos de alqui-

ler, despidos o cambios de tareas asignadas. Al-

gunas organizaciones llegan incluso a practicar

la máxima de «el primero que llega, el primero

que se sienta», con lo que nadie tiene asegurado

conservar su mesa de un día para otro. En tales

ambientes se considera que cualquier forma de

agrupación, sobre todo si la crean los propios

empleados, obstaculiza la productividad.

La disposición en planta abierta permite una

discreta vigilancia sobre el trabajo de los subor-

dinados. A todo aquel que haya tenido que pasar

junto a la mesa de su jefe cada vez que entra

o sale, o a aquel que tenga el ordenador situa-

do de forma que el superior pueda aparecer en

cualquier momento y ver desde atrás lo que está

OFICINA ACOGEDORA

Los trabajadores que se rodean

de objetos estimados y con

algún significado personal se

muestran más felices y producti-

vos, incluso más sanos.

RESUMEN

La importancia del diseño

1Numerosas oficinas

constan de un gran

número de mesas situa-

das en un espacio abierto

y con pocas divisiones. El

objeto es facilitar la movi-

lidad ante posibles cam-

bios, así como permitir

que los jefes tengan a sus

subordinados a la vista.

2Los empleados alcan-

zan su mayor satisfac-

ción y mejor rendimiento

cuando controlan el

aspecto y el estilo de su

zona de trabajo.

3Las salas de descanso

confortables y una

decoración lujosa pueden

alienar a los trabajadores

si el diseño viene impues-

to por la dirección de

la empresa, sin consulta

previa a los empleados.

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MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 53

realizando, le interesará saber que el diseño en

planta abierta procede de un concepto llamado

«panóptico», ideado por el filósofo práctico Je-

remy Bentham en 1785. Desde la torre central

de una prisión circular, un escaso número de

guardianes podía vigilar a todos los internos

sin que estos lo notaran. El control resultaba,

pues, de gran eficacia.

Legos y espadas láserEl bum de las empresas «punto-com» en la

década de los noventa (proliferación de firmas

de medios digitales bien financiadas, que com-

petían en la búsqueda de expertos) popularizó

una alternativa a la oficina en planta abierta.

Además de máquinas de café, mesas de jue-

go (billar, aerohockey, ping pong...) y sillones

reclinables, se instalaban elementos visuales

audaces y estimulantes (enormes acuarios de

peces tropicales y obras de arte llamativas) que

creaban un ambiente atractivo y suntuoso. Con

ello se pretendía manifestar aprecio a los em-

pleados, ganar su lealtad y animarlos a pasar

horas extraordinarias en su puesto de trabajo.

En el «campus» de Google en Mountain View,

California, así como en empresas de juegos, agen-

cias de publicidad interactivas y otras firmas de

promoción empresarial, los trabajadores dispo-

nen de campo libre para decorar su cubículo con

espadas de luz, envases de comestibles clásicos,

obras de arte construidas con piezas de Lego o

cualquier objeto que les guste, divierta o tenga

un significado personal para ellos. Los emplea-

dos compiten por conseguir el rincón de trabajo

más singular y atractivo.

En otras empresas, sin embargo, los directi-

vos adoptan un enfoque jerárquico para ador-

nar el lugar de trabajo, plantando carteles con

mensajes «estimulantes» y creando «diversión

artificial»: cubículos provistos de sofás mullidos

y neveras llenas de cerveza.

En general se admite que una oficina bien de-

corada eleva el bienestar y la productividad de

los empleados. Pero no siempre es así. En 2009,

los científicos de la Universidad de Ámsterdam

sustituyeron los despachos tradicionales por

una disposición en planta abierta, en la cual se

separaron espacios dedicados a funciones labo-

rales específicas: una «cabina» para tareas que

exigían concentración y un «cuarto de estar»

para la interacción social con los compañeros.

A pesar de las innovaciones, el rendimiento de

los empleados disminuyó ligeramente durante

los seis meses que trabajaron en el nuevo espa-

cio. ¿Por qué?

En dos experimentos analizamos el efecto

del entorno de la oficina en la productividad.

Una de las investigaciones se desarrolló en un

laboratorio de psicología; la otra, en una oficina

comercial de Londres. En ambos casos pedimos

a los participantes que realizaran durante una

hora tareas burocráticas (tales como revisar do-

cumentos y tramitar informes) en cuatro tipos

de cubículo.

La oficina «básica», un espacio escrupulosa-

mente limpio, contenía solo los elementos in-

dispensables para el trabajo: pluma, papel, mesa

desnuda y silla giratoria. La oficina «decorada»,

además de los útiles esenciales, contaba con una

decoración formada por plantas y objetos artísti-

cos (entre ellos, cuadros grandes y luminosos de

los del estilo de la artista Georgia O’Keeffe). En

la oficina «guarnecida» se encontraban las mis-

mas plantas y objetos que en la anterior, mas se

dejaba a los usuarios libertad para colocarlos a

su antojo; incluso podían prescindir de ellos. Por

último, en la oficina «desguarnecida», los expe-

rimentadores redecoraron el acondicionamiento

personal que el trabajador había llevado a cabo

previamente en la estancia, de tal manera que

el cubículo se asemejaba de nuevo a la oficina

«guarnecida».

Esta última modalidad pudiera parecer de

poca relevancia en la vida real, mas el personal

de oficina se encuentra a menudo con situacio-

nes de este tipo. Hace poco entrevistamos a un

gerente de sistemas de un gran banco en Sydney,

cuyos jefes habían cambiado 36 veces la disposi-

DE LA PRISIÓN A LA EMPRESA

La oficina moderna se inspira

en parte en el panóptico, dise-

ño de un centro penitenciario

ideado en el siglo XVIII. Se trata

de un edificio circular en el que

las celdas rodean el patio, de tal

manera que los guardias pue-

den vigilar a los internos, con

plena eficacia, desde una torre

central.

En algunas compañías, los

trabajadores tienen el

campo libre para decorar

sus cubículos, mientras que

en otras los directivos

plantan carteles con frases

estimulantes

Page 56: Trabajo Felicidad

54 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

ción y decoración de su despacho en los cuatro

últimos años. A él, así como a sus demás com-

pañeros, tantos cambios le sacaban de quicio,

además de provocarle inseguridad y estrés. «Me

sentía como un peón en un tablero de ajedrez»,

comentaba el gerente.

Nuestros estudios, publicados en junio de

2010 en la revista Journal of Experimental Psy-

chology: Applied, revelaron que, si bien un en-

torno atractivo aumenta la productividad del

empleado, aún más esencial resulta su autono-

mía. Cuando la oficina se hallaba decorada, la

persona trabajaba un 15 por ciento más deprisa

que en una oficina básica, sin por ello cometer

más errores; también se quejaba menos del

impacto del entorno en la salud. Una respuesta

habitual de los probandos en dichas condiciones

laborales fue alabar el buen tono que aporta-

ban las plantas y los cuadros, mientras que la

disposición básica provocaba sentimientos de

artificialidad y rigidez. La productividad y el

bienestar aumentaban todavía más (cerca del

30 por ciento) en una oficina personalizada por

el propio usuario; los comentarios solían ser en-

tusiastas. Sin embargo, cuando se eliminaban

las preferencias personales, el rendimiento y el

bienestar de los participantes descendían a los

niveles registrados en la disposición básica. Las

críticas y la depresión arreciaban ante la inuti-

lidad del esfuerzo invertido en acondicionar el

lugar de trabajo.

Aspectos de controlAdemás del diseño y la configuración del espa-

cio de trabajo, existen otros factores que pue-

den afectar el rendimiento: uno de ellos es la

acústica. En 2009, un estudio de la Universidad

de Turku analizó el comportamiento de los tra-

bajadores en tareas cognitivas dentro de una

gama de entornos acústicos. Se descubrió que al

percibir sonidos vocales irrelevantes (una radio

filtrada desde una estancia vecina) descendía su

nivel de concentración en la lectura y la memo-

rización de números, así como la sensación de

comodidad. Se concluyó que las voces extrañas

podían alterar la memoria en el trabajo y crear

estados de ansiedad, por lo que se recomendó

cercar el cubículo con mamparas altas y forrar

las paredes con aislantes acústicos.

Por otra parte, conviene instruir a los em-

pleados para que acomoden su entorno laboral

en su propio beneficio. En un estudio realizado

también en 2009 por el Instituto de Investiga-

ción de la Seguridad de la compañía de seguros

Liberty Mutual en Hopkinton, Massachusetts, se

analizaron los efectos de impartir a los emplea-

dos un cursillo sobre ergonomía en el que se

utilizaban sillas de gran adaptabilidad. Quienes

recibieron esa formación y usaron las sillas ajus-

tables para entrenar se vieron menos expuestos

a problemas musculares u óseos. Asimismo, se

sintieron más a gusto con sus condiciones ge-

nerales de trabajo.

No cabe duda de que la cesión o la retención

del control sobre el entorno laboral incide de

manera destacada en la salud y bienestar del

trabajador, como reflejan los estudios en torno

al síndrome del «edificio enfermo», trastorno

que se manifiesta con irritaciones en la piel, los

ojos y las vías respiratorias, además de fatiga,

Para investigar cómo influye el aspecto del lugar de trabajo

en el rendimiento, los autores solicitaron a voluntarios que

desarrollasen tareas en cuatro entornos. La oficina «básica»

contenía solo el equipo esencial. La «decorada» contaba con

plantas y obras de arte como adorno. En la oficina «guarne-

cida» sus ocupantes tenían libertad de disponer esas plantas

y objetos a su albedrío. En la «desguarnecida», en cambio, se

suprimieron los toques personales. Los que trabajaron en la

oficina «guarnecida» quedaron más contentos y obtuvieron

los mejores resultados.

La influencia del entorno

En un gran banco de Sydney, los jefes cambiaron 36 veces en cuatro años la decoración del despacho de un gerente de sistemas

Básica Decorada Guarnecida Desguarnecida

CR

AIG

KN

IGH

T

Page 57: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 55

náuseas o somnolencia. Tales síntomas suelen

atribuirse a las propiedades físicas del local:

una mala ventilación o defectos en el sistema

de climatización. Empero, en 1989 una gran

encuesta llevada a cabo por la Universidad de

Copenhague puso en duda dicha conclusión. Se

comprobó que las quejas por el referido síndro-

me casi se duplicaban entre los empleados de

niveles inferiores, quienes tenían poco control

sobre su ambiente de trabajo.

La relación entre la falta de control del entorno

laboral y los síntomas asociados al «edificio en-

fermo» se mantiene incluso en ambientes agra-

dables para el empleado. En una agencia de viajes

del Reino Unido investigada por Chris Baldry,

profesor de administración en la Universidad

de Stirling, el espacio parecía, a primera vista,

atractivo: áreas de trabajo de colores cálidos

festoneadas de palmeras de plástico. Pero, ¡ay!,

desde una zona de control del tipo panóptico, los

jefes podían vigilar en secreto a los empleados en

todo momento. Las quejas por molestias físicas

y ataques de tos seca eran continuos entre los

empleados de dicha agencia.

La sensación de vigilancia también se halla

vinculada a la productividad. En 2010, la Uni-

versidad Chung-Ang de Seúl encuestó a unos

400 trabajadores de empresas de Michigan.

Descubrió una relación entre el control que los

empleados percibían en su entorno laboral y la

capacidad para concentrarse. En la investiga-

ción, el «control» se definía, en parte, como la

posibilidad de cambiar el mobiliario de sitio en

el entorno laboral y de personalizar objetos (la

pantalla de ordenador, los cuadros...), de modo

semejante a lo que sería una oficina «guarneci-

da». Los resultados de la encuesta indicaron que,

cuando los empleados podían opinar sobre el

aspecto físico de su lugar de trabajo, se reducían

los efectos negativos del ruido, así como los de

otras distracciones.

¿Por qué las personas que trabajan en lugares

en los que perciben una relación personal se

muestran más felices y más productivas, incluso

más sanas? Creemos que los trabajadores que se

sienten incómodos en su entorno laboral se invo-

lucran menos, ya sea en el ambiente que les rodea,

ya en el trabajo que desarrollan. Estructurar las

oficinas sin tener en cuenta las preferencias y la

personalidad de los empleados puede arruinar

la producción y perjudicar el nivel de concentra-

ción, pese a la buena intención de los planifica-

dores. Si los trabajadores se rodean ellos mismos

de objetos estimados y con algún significado

personal, los gurús en efectividad, los expertos

en productividad y los vendedores de palmeras

de plástico podrán quedarse en su casa.

Sir Alexander Haslam es profesor de psicología social en

la Universidad de Exeter. Craig Knight es investigador

posdoctoral y dirige el Centro de Investigaciones Psicoló-

gicas sobre Identidad y Gestión Espacial en Exeter.

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

THE PRINCIPLES OF SCIENTIFIC

MANAGEMENT. Frederick

W. Taylor. Harper BROS.,

1911. (Edición en español:

MANAGEMENT CIENTIFICO,

Oídos-EAU, 1970).

WORK PLACES: THE PSY-

CHOLOGY OF THE PHYSICAL

ENVIROMENT IN OFFICES AND

FACTORIES. Eric Sandstorm

y Mary Grail Sandstorm.

Cambridge University Press,

1986.

PSYCHOLOGY IN ORGANIZA-

TIONS: THE SOCIAL IDENTITY

APPROACH. SEGUNDA EDI-

CIÓN. S. Alexander Hazla.

Sage Publications, 2004.

OFFICE PSYCHOLOGY: OP-

TIMIZING WORK SPACE FOR

THE NEXT GENERATION OF

EMPLOYEES. Natalia Orara en

Drague Post. Online 16 de

diciembre, 2009.

SURVIVING THE TOXIC WORK-

PLACE: PROTECT YOURSELF

AGAINST COWORKERS,

BOSSES, AND WORK ENVIRON-

MENTS THAT POISON YOUR

DAY. Linda Durre. McGraw-

Hill, 2010.

THE RELATIVE MERITS OF LEAN,

ENRICHED, AND EMPOWERED

OFFICES: AN EXPERIMENTAL

EXAMINATION OF THE IMPACT

OF WORKSPACE MANAGE-

MENT STRATEGIES ON WELL-

BEING AND PRODUCTIVITY.

Craig Knight y S. Alexander

Haslam en Journal of Experi-

mental Psychology: Applied,

vol. 16, págs. 158-172, junio

de 2010.

GET

TY IM

AG

ES

CON FLEXIBILIDAD PERO SIN PRIVACIDAD

Las salas abiertas permiten acomodar a un gran número de empleados en grupos de mesas que ofrecen

una amplia flexibilidad de movimiento, mas escasa privacidad.

Page 58: Trabajo Felicidad

56 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Taxistas, pilotos, enfermeras, trabajadores

de la siderurgia, barrenderos, agentes de se-

guridad... numerosas profesiones exigen a sus

empleados trabajar fuera del horario habitual

de oficina. Una situación laboral que, por mo-

tivos económicos y sociales, y por necesidades

de producción, va en aumento a la par que los

problemas de salud que conlleva: peor descan-

so, trastornos digestivos y ardores de estómago

más frecuentes, úlceras, enfermedades cardía-

cas y cardiovasculares y un mayor riesgo de su-

frir cáncer. Dichas alteraciones son el resultado

de la sobrecarga que suponen unas condiciones

laborales que rompen con el ritmo biológico.

En general, al convertir el día en la noche, ya

sea por las obligaciones laborales o por cualquier

otro motivo, se desequilibra un mecanismo cru-

cial para el organismo: el reloj interno. A lo largo

de los últimos años, los científicos han descifra-

do el funcionamiento de dicho reloj biológico,

además de analizar los efectos que el trabajo a

turnos ejerce sobre el cuerpo.

El reloj biológico que poseen los humanos,

así como la mayoría de los seres vivos, marca

un ritmo innato de unas 24 horas, por lo que

también recibe el nombre de «ritmo circadia-

no» (del latín circa, que significa «cerca», y dies,

«día»).

Dicho reloj regula el intercambio químico

global propio del metabolismo, desde las célu-

las somáticas hasta el comportamiento final de

todo el organismo. Así, pues, determina cuándo

dormimos, cuándo comemos e, incluso, cuán-

do rendimos con mayor lucidez cognitiva. Para

que el reloj interno no se adelante ni se atra-

se, debe ponerse en hora con regularidad, de

la misma manera que lo requiere un reloj de

pulsera. Las señales ambientales posibilitan tal

proceso. De hecho, a lo largo de la evolución, el

ciclo diario de luz y oscuridad que propicia el sol

se ha establecido como guía de nuestro ritmo

biológico interno.

Un interruptor oculto en la cabezaLos ojos permiten percibir la luz, por lo que en

un inicio se supuso que las células de la visión

situadas en la retina (los conos y los bastones)

debían ser las responsables del ajuste del reloj

interno. Se demostró, sin embargo, que dicha

suposición es incorrecta: ratones ciegos trans-

génicos con conos y bastones defectuosos, a

pesar de no ver, conservan su ritmo nocturno

y diurno sin problemas.

En la búsqueda tras el auténtico sensor del

reloj interno, los investigadores del equipo de

Ignacio Provencio, de la Universidad de Servicios

Uniformados de Ciencias de la Salud (USUHS,

por sus siglas en inglés) en Bethesda, hallaron

en el año 2000 un pigmento especial en el ojo

humano, la melanopsina, el cual se diferencia

de los pigmentos visuales más usuales en las

células sensoriales de la retina y que permiten

Reloj desacompasadoEl trabajo nocturno y a turnos es el pan de cada día en numerosas profesiones,

con los riesgos que ello supone para la salud. El cambio constante del reloj interno

altera los hábitos de sueño y alimentación de los empleados

THOMAS KANTERMANN

RESUMEN

Ritmo extenuado

1Los trabajos noc tur-

nos y a turnos reper-

cuten de manera nega-

tiva en la salud de los

empleados.

2La desincronización

del reloj interno pue-

de producir alteraciones

del sueño y del metabo-

lismo, así como úlceras,

enfermedades cardio-

vasculares y un mayor

riesgo de padecer cáncer.

3El regulador del tiem-

po en el cerebro fun-

ciona de forma diferente

en cada persona. Por ello,

los horarios laborales

deberían consensuarse

según el cronotipo indi-

vidual.

Page 59: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 57

ver el color. Dos años más tarde, David Berson y

sus colaboradores, de la Universidad Brown en

Providence, descubrieron el lugar exacto don-

de se halla el fotopigmento melanopsina: en las

células ganglionares retinianas, unas neuronas

específicas del tejido nervioso que actúan como

centros de conexión (por entonces todavía se

desconocía su sensibilidad a la luz).

Conforme a lo anterior, nuestros ojos poseen

no dos, sino tres tipos de células sensoriales:

conos y bastones para la visión, y células gan-

glionares de la retina que contienen melanop-

sina con el objetivo de regular el reloj interno.

Cada vez que una luz con cierta longitud de onda

incide sobre dichas células ganglionares foto-

receptoras o fotosensibles, estas envían señales

al cerebro a través del nervio óptico hacia un

fascículo neuronal compuesto de unas 10.000

células y que se encuentra en cada uno de los

dos hemisferios cerebrales. En ambos se sitúa

sobre el cruce de los nervios ópticos izquierdo

y derecho (quiasma óptico), por lo que recibe el

nombre de núcleo supraquiasmático (NSQ).

El NSQ informa a cada célula del cuerpo, me-

diante impulsos nerviosos y moléculas mensa-

jeras en el flujo sanguíneo, sobre la hora que es.

De esta manera, dicho núcleo regula la actividad

de todos los tejidos y órganos a modo de reloj

central del organismo [véase «Un órgano oculto

en los ojos», por Ignacio Provencio; Investiga-

ción y Ciencia, julio de 2011].

Todavía se desconoce en detalle cómo se de-

sarrolla el proceso. Pero se sabe que el ritmo de

cada persona funciona de un modo algo distin-

to. La predisposición individual del reloj interno

se caracteriza por el cronotipo (del griego chro-

nos, es decir, «tiempo») de cada persona. Existen

individuos madrugadores que no necesitan el

despertador por la mañana, tampoco suelen

permanecer levantados hasta muy tarde (per-

sonas matutinas), mientras que otros prefieren

dormir hasta bien entrado el día y trasnochar

(personas vespertinas) [véase «Ritmos biológi-

cos y personalidad», por A. Muro, M. Gomà y

A. Adan; en este mismo número].

Para determinar el cronotipo de una persona

sirve su «punto medio de sueño» (punto medio

entre la hora de dormirse y la de levantarse) en

los días no laborables. Si, por ejemplo, se acuesta

a las 23.50 horas, se queda dormido al cabo de

unos diez minutos (alrededor de medianoche) y

se levanta a las ocho de la mañana, pertenecería

al tipo matutino. En este caso, el punto medio

de sueño se sitúa alrededor de las cuatro de

la madrugada. La dispersión estadística de los

cronotipos en la población dibuja, en general,

una curva de campana típica. No obstante, las

personas disponen de un horario interno e in-

dividual que puede variar respecto al externo

establecido en el ámbito social, por ejemplo,

cuando los ritmos circadianos se desplazan a

causa de horarios laborales irregulares.

PRODUCCIÓN SIN PAUSA

En numerosos ámbitos labora-

les, como la industria siderúr-

gica, los turnos son imprescin-

dibles.

Los expertos recomiendan

planificar de forma

individual las franjas

horarias laborales,

teniendo en cuenta los

respectivos cronotipos

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Page 60: Trabajo Felicidad

58 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

¿Cómo afecta el trabajo nocturno al ajuste

del ritmo biológico? Nuestro reloj interno puede

compararse con un columpio que no dejamos

de balancear. Según el punto de la oscilación

en el que el columpio recibe un empujón, es

posible proporcionarle velocidad, ralentizarlo o

mantenerlo en un vaivén constante. En el caso

de nuestro reloj interno, el empujón corres-

ponde a la luz: según el momento del día, la

iluminación va a provocar que el reloj se ade-

lante, se atrase o que permanezca inmutable.

La luz en un momento equivocado puede

desviar el organismo de su ritmo natural. Si

usted ha cruzado alguna vez varias zonas ho-

rarias en avión, debe conocer el fenómeno del

jet lag. El trabajo a turnos y nocturno desajus-

ta el reloj interno de forma similar, mas con

la diferencia de que el empleado experimenta

una especie de viaje virtual solo a través de

las franjas horarias. Asimismo, mientras que

el viajero se acostumbra con relativa rapidez

al nuevo horario, el trabajador que desempeña

turnos rotativos presenta problemas para adap-

tarse: el amanecer y el anochecer permanecen

invariables para él.

En 2007 constatamos que el cambio de ho-

rario en verano (convención que cumple una

cuarta parte de la población mundial) puede

propiciar algunos problemas. Para ello analiza-

mos los hábitos de sueño de 55.000 europeos,

de los cuales seleccionamos a 50 sujetos cuyas

actividades habíamos analizado cuatro sema-

nas antes y después del cambio de hora. Tal y

como observamos, la mayoría de los probandos

se acostumbraban en otoño —época del año en

que se atrasan los relojes una hora— con mayor

facilidad al nuevo horario que en verano: al cabo

de una semana, sus ritmos de sueño de fin de

semana y de días laborables se ajustaron. Por el

contrario, en primavera (cuando se produce el

cambio de horario de verano), los voluntarios se

regían más por los hábitos de descanso de los

días festivos, incluso a las cuatro semanas pos-

teriores de adoptar el nuevo horario. En el caso

concreto de los trabajadores, debían levantarse

una hora antes en los días laborables, por lo que

Las personas con ceguera conservan un

sistema de células fotosensibles de re-

ciente hallazgo, por lo que también son

vulnerables al trastorno afectivo estacio-

nal o depresión invernal. Los individuos

con dicho trastorno se enfrentan a graves

cambios de humor en otoño e invierno.

Algunos síntomas reveladores son una

excesiva somnolencia, la falta de fuerzas

y la apetencia de dulces y féculas.

En general, nuestro ritmo circadiano se

halla sincronizado con el ciclo de luz y oscu-

ridad: en ausencia de estos indicios, nuestra

fisiología interna empieza a derivar.

El reloj corporal de los pacientes con

trastorno afectivo estacional puede de-

sincronizarse al acortarse los períodos y

bajar la intensidad de la luz en invierno.

Por ello, la exposición a una o dos horas

de luz intensa por la mañana a menudo

mitiga el trastorno y suaviza sus síntomas.

Por otra parte, la relación que se ha de-

tectado entre la aparición de cataratas

(opacidad del cristalino que conduce a

la pérdida de visión) y el desarrollo de

la patología estacional sugiere con ma-

yor fuerza que la detección ocular de la

luz representa una clave en el trastorno

emocional cíclico.

Sin embargo, es curioso que perso-

nas totalmente ciegas (privadas de los

fotorreceptores denominados conos y

bastones) puedan sufrir depresión esta-

cional. Un decenio atrás, científicos de la

Universidad de Cornell sostuvieron que

el ser humano era capaz de detectar luz

a través de la piel. Para verificar la hipó-

tesis, en los Países Bajos se sometió a luz

intensa solo la piel de los pacientes de

depresión invernal, y se comprobó que el

El trastorno afectivo estacional también afecta a invidentes

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TERAPIA LUMÍNICA

Una de las claves del trastorno afectivo

estacional podría hallarse en la fotosensibi-

lidad de las células ganglionares retinianas,

incluso en personas con ceguera.

Page 61: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 59

disponían de menos tiempo de sueño. Los suje-

tos vespertinos mostraban más problemas para

adaptar su ritmo de actividad al horario oficial.

El cambio de hora que experimentamos dos

veces al año altera el ritmo social tan solo una

hora. El trabajo nocturno y a turnos, en cambio,

ejerce efectos más notables sobre las personas.

Los trabajadores se ven obligados a alterar su

orden temporal cotidiano, hecho que debería

preocupar, sobre todo, a los sujetos matutinos,

quienes suelen sentirse más cansados llegada

la noche. Sin embargo, todavía faltan investiga-

ciones longitudinales que aclaren el fenómeno.

A grandes rasgos, el desplazamiento temporal

de la actividad conduce a una sincronización

insuficiente con el medio. El reloj interno altera

su ritmo, con lo que diversos procesos del orga-

nismo se ven perturbados. Esta «desincroniza-

ción interna» repercute sobre cada uno de los

relojes corporales, los cuales alteran su compás,

desviándose del reloj central en el núcleo supra-

quiasmático. Las reacciones son comparables al

tumulto de una estación de tren en la que cada

reloj marca una hora distinta: para alguno de

los pasajeros tomar el tren que le corresponde

resulta una cuestión de suerte.

Modelo de dos procesos del sueñoPero no solo se altera el ritmo del reloj interno

que se encarga de regular nuestro descanso. El

modelo de dos procesos en la regulación del sue-

ño propuesto a principios de los años ochenta

del siglo XX por el biólogo Serge Daan, de la Uni-

versidad de Groningen, y el farmacólogo Alexan-

der Borbély, de la Universidad de Zúrich, indica

que, además, la profundidad del sueño se halla

controlada por un proceso homeostático: el can-

sancio físico que se desarrolla en el transcurso

del día actúa a modo de fuerza creciente que

nos empuja a dormir.

Las guardias rotativas y el trabajo nocturno

trasladan el descanso a horas diurnas, período

en el que el reloj interno no proporciona las

condiciones de sueño adecuadas. La tentativa

de dormir durante el día se ve frustrada por el

aumento de la temperatura corporal y la activi-

dad dirigida a procesos metabólicos. El descanso

fuera de la franja biológica del sueño es, por ello,

más breve, menos reparador y se ve interrum-

pido con mayor facilidad por los factores am-

bientales. Durante el día, la luz del sol ilumina

la habitación y el ruido de fondo es más alto.

Pero no solo el sueño supone un reto para

los trabajadores de noche. La alimentación tam-

bién resulta un problema. Los turnos cambian-

tes exigen adelantar o atrasar las comidas si un

empleado desea comer junto a su familia. Un

«desayuno» previo al turno de noche coincide

con el momento de la cena en el hogar, mientras

que el almuerzo (la principal comida de la jor-

nada, por lo general) puede desplazarse hacia la

medianoche. Todo ello conduce a experimentar

una alteración del apetito, dependiendo del mo-

mento del día, que puede repercutir de forma

negativa en la conducta alimentaria.

Por experiencia propia sabemos que nos ape-

tece comer platos o alimentos distintos en la

mañana, al mediodía o por la noche. Por ello,

comer en momentos excepcionales conduce con

frecuencia a sentirse desganado o a experimen-

tar malestar. El metabolismo se ve afectado, lo

que puede derivar en estreñimiento, diarrea,

ardores de estómago e, incluso, úlceras estoma-

cales. Los trabajos nocturnos pueden propiciar,

asimismo, un aumento de la presión sanguínea,

el incremento del colesterol o del cortisol, así

como la aparición de enfermedades cardíacas.

Lo más controvertido es averiguar si mantener

Los turnos de trabajoEl concepto «turno de tra-

bajo» resulta muy amplio.

Ello se debe, sobre todo, a la

diversificación de los planes de

turnos de noche, los cuales se

establecen en relación a siste-

mas diferentes. Las condiciones

económicas globales, además,

han supuesto diversos efectos.

Así, la crisis financiera que

estalló en 2009 ha conducido

a reducir las jornadas de trabajo

en numerosas empresas de

todo el mundo, con la suspen-

sión de las guardias nocturnas

en muchos casos. A partir de

un estudio desarrollado en esa

época en una gran planta side-

rúrgica, los investigadores del

equipo de Thomas Kantermann

averiguaron que dichas influen-

cias pueden repercutir también

en estos empleados.

tratamiento no les producía ningún efecto.

¿Cómo podrían, entonces, percibir luz?

En 1999 observamos que los ratones caren-

tes de conos y bastones podían sincronizar su

ritmo circadiano al ciclo de luz y oscuridad. Es-

tas observaciones guiaron al descubrimiento,

en la retina humana y en la de otros mamífe-

ros, de un sistema fotorreceptor complemen-

tario formado por un pequeño número de

células ganglionares retinianas fotosensibles.

Estas células son sumamente sensibles a la luz

azul. De hecho, resulta muy significativo que

este tipo de luz demuestre máxima eficacia

para aliviar los síntomas del trastorno afectivo

estacional.

Creemos que las personas invidentes pue-

den desarrollar el trastorno estacional porque

su otro sistema fotorreceptor, las células gan-

glionares retinianas fotosensibles, permanece

intacto. Aunque carezcamos de estudios sobre

las terapias lumínicas aplicadas a la discapa-

cidad visual, sospechamos que puedan servir

para tratar síntomas de la depresión invernal

en pacientes con ceguera.

Russell G. Forster

Neurocientífico circadiano y de la visión

Universidad de Oxford

Page 62: Trabajo Felicidad

60 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

los horarios laborales irregulares puede desen-

cadenar patologías tumorales, como el cáncer de

mama. A partir de la recopilación de estadísticas

sobre la incidencia de cánceres entre trabajado-

res a turnos, además de los resultados de experi-

mentos con animales, la Organización Mundial

de la Salud incluyó los turnos de trabajo como

factor potencialmente cancerígeno en 2010.

Tampoco debe olvidarse el estrés que sopor-

tan tales empleados. Los factores estresantes

crónicos repercuten sobre el sistema nervioso

simpático y provocan la liberación de noradre-

nalina, adrenalina y cortisol. Dichas sustancias

aumentan a su vez la presión sanguínea y el

pulso.

¿Es posible frenar los riesgos que entrañan

los turnos de trabajo para la salud? Puesto que

la luz representa el principal dador de tiempo

para el reloj interno, parece lógico plantearse

cómo puede usarse dicha señal para solucionar

la cuestión. En un principio, sería necesario dis-

poner de una luz muy clara que se asemejara

más al espectro de la luz diurna que a la ilu-

minación interior artificial. Con frecuencia, la

intensidad luminosa en los puestos de trabajo

se sitúa por debajo los 100 lux (intensidad muy

inferior a la iluminación diurna de 10.000 lux o

más). Por dicha razón, la luz solar que alcanza

a primera hora de la mañana el rostro de un

trabajador nocturno en su camino de vuelta a

casa resulta crítica para su reloj interno; más

que las lámparas que le iluminaban durante la

noche mientras realizaba su actividad laboral.

Por otra parte, a este trabajador le va a resultar

especialmente complicado adaptarse al trabajo

nocturno, puesto que la luz diurna siempre le

va a predisponer a estar activo durante el día.

A lo largo de los últimos años, los equipos de

Charmane Eastman, de la Universidad Rush en

Chicago, Diane Boivin, de la Universidad McGill

en Montreal, y Debra J. Skene, de la Universidad

de Surrey en Guildford, entre otros, han consta-

tado los efectos psicológicos y fisiológicos de la

exposición controlada a la luz. Han demostrado

que las intensidades elevadas de luz de varios

miles de lux durante determinadas fases en el

Existen determinadas células en la retina (las células gan-

glionares retinianas, las cuales contienen melanopsina) que

reaccionan a la luz en el transcurso del día. A continuación

envían señales al núcleo supraquiasmático (NSQ, izquierda),

un fascículo nervioso del tamaño aproximado de un grano

de arroz que se sitúa justo encima del cruce de los nervios

ópticos (quiasma óptico) del cerebro y actúa como principal

regulador del tiempo de nuestro reloj interno. El NSQ dispara

con fuerza durante el día, de manera que inhibe la libera-

ción de melatonina (conocida también como la «hormona

del sueño») en la glándula pineal. Por el contrario, durante

la noche se vierte melatonina a la sangre (derecha), proceso

que regula funciones corporales circadianas, entre ellas, el

ritmo de sueño y vigilia.

Regulación diurna y nocturna

Glándula pineal Producciónde melatonina

Producciónde melatonina

NSQ

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Luz

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Page 63: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 61

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, 20

07

CUESTIÓN DE CRONOTIPO

Cada persona posee necesidades distintas de sueño:

aquellas que se retiran pronto a dormir y se despe-

gan temprano de las sábanas pertenecen al cronoti-

po matutino. Al otro lado del espectro se hallan las

personas vespertinas: permanecen despiertas hasta

más entrada la noche y prefieren dormir hasta más

tarde. El cronotipo en cada caso se establece según

la hora en la que se halla el punto medio de su

descanso. De esta manera, en el caso de descansar

entre la medianoche y las ocho de la mañana, el

punto medio del sueño se registraría a las cuatro

de la madrugada. Entre la población general, tal

promedio se distribuye en una curva de campana,

puesto que existen pocas personas con un cronoti-

po extremo, ya sea matutino o vespertino.

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12

8

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0

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)

≤0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 ≥12

Punto medio del sueño (horas)

matutino vespertino

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

SHIFT-WORK RESEARCH:

WHERE DO WE STAND, WHERE

SHOULD WE GO? T. Kanter-

mann et al. en Sleep and

Biological Rhythms, vol. 8,

págs. 65-105, 2010.

WEBS

www.bioinfo.mpg.de/

mctq/core_work_life/

core/introduction.

jsp?language=esp

El cronobiólogo Till Roenne-

berg, de la Universidad Lud-

wig Maximilian de Múnich

ha desarrollado un sencillo

cuestionario a través del cual

el usuario puede conocer su

cronotipo.

transcurso del turno de guardia aumentan el

grado de vigilancia, además de facilitar el sueño

al día siguiente. Al parecer, la luz desplaza el rit-

mo de producción de melatonina hacia una fase

de sueño diurno. La melatonina es una hormona

que nos hace sentir somnolientos; se libera en la

glándula pineal del cerebro, en general, durante

la noche. Por su parte, el NSQ activado por la luz

inhibe la producción de melatonina.

Turnos rotativosVolviendo al ejemplo del trabajador que retorna

a casa, unas gafas de sol durante el camino de

vuelta podrían mitigar el efecto de la luz diurna.

No obstante, ello le dificultaría la conducción,

capacidad ya de por sí afectada por el cansancio

acumulado tras horas de trabajo. Una vez en

casa, el trabajador debería dormir en una habi-

tación lo más oscura posible, además de mitigar

las fuentes de ruido, como el teléfono o el timbre

de la puerta. También debería rehuir de tomar

alcohol o medicamentos como remedios para

dormir o permanecer despierto, por los riesgos

que estos entrañan para la salud.

Pese a todo, los esfuerzos para adaptarse a la

situación resultan complicados. De hecho, un

trabajador nocturno o a turnos debería evitar la

luz incluso en sus días no laborables, con el fin

de permanecer fiel a su ritmo alterado. Ello es

prácticamente imposible. Los empleados afecta-

dos se ven inmersos en un vaivén entre el hora-

rio de su vida privada y el de la actividad laboral.

Cabe destacar, sin embargo, que los trabajos

a turnos y nocturnos per se no hacen enfermar.

En mayor medida son las exigencias fisiológicas

y la exposición al estrés por una temporización

interna errónea los factores que desempeñan

una amenaza para la salud. Asimismo, los tur-

nos de trabajo pueden empeorar una enferme-

dad latente y reforzar las influencias negativas

del estilo de vida. Además, los factores de riesgo

como la hipertensión, el sobrepeso y el tabaquis-

mo pueden ver potenciado su efecto. Por dicha

razón resulta indispensable desarrollar una

pormenorizada planificación de las guardias

y turnos rotativos, así como realizar controles

médicos con regularidad a los trabajadores en

esta situación laboral.

Otra medida a tener en cuenta consiste en

compensar a los empleados con tiempo libre y

horarios de trabajo flexible, en lugar de pagar-

les con salarios extras. También se les debería

facilitar el derecho a intervenir en los ajustes

de la empresa. En cuanto a la alimentación, se-

ría recomendable procurarles alimentos sanos

(fruta, ensaladas, agua y zumo) o, al menos, pro-

porcionarles un espacio donde alimentarse de

forma saludable, sin importar el momento del

día o de la noche.

Considerar el cronotipo de cada persona tam-

bién resultaría una buena opción. Según propo-

nen los cronobiólogos desde hace tiempo, debe-

rían establecerse planes de trabajo individuales

a partir de los cronotipos de cada empleado. Por

ahora, la teoría existe; falta aplicarla.

Thomas Kantermann es biólogo y psicólogo doctorado

en el Centro de cronobiología de la Universidad Ludwig

Maximilian de Múnich. En la actualidad investiga en la

Universidad de Surrey en Guildford.

Page 64: Trabajo Felicidad

62 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Año 2007. Rudy Giuliani, entonces alcalde

de la ciudad de Nueva York, afirmaba en su

campaña electoral: «Sufrí un cáncer de próstata

hace cinco o seis años. Gracias a Dios, me he

curado. ¿Qué probabilidades tenía de sobrevivir

al cáncer? En Estados Unidos, del 82 por ciento.

¿Y en Inglaterra? Con medicina socializada, un

44 por ciento nada más». Giuliani utilizó estas

estadísticas para defender la suerte que tenía de

vivir en Nueva York y no en York. Esta declara-

ción tuvo gran resonancia. Como explicaremos,

fue también un burdo error.

Ya en 1938, el escritor inglés H. G. Wells pro-

nosticaba en su libro World brain («Cerebro

mundial») que en una democracia moderna, el

pensamiento estadístico le sería a un ciudada-

no culto tan imprescindible como leer y escri-

bir. En los comienzos del siglo XXI, a casi todos

los habitantes de las sociedades industriales se

les ha enseñado a leer y a escribir. Pero no han

aprendido a pensar en términos estadísticos, a

comprender información sobre riesgos e incer-

tidumbres en nuestro mundo, tan tecnificado.

Ignorancia compartida por no pocos médicos,

muchos periodistas y numerosos políticos

—caso de Giuliani— que resulta en la difusión

de graves errores entre el público general.

La incultura estadística no arraiga en limi-

taciones intelectuales innatas, en la carencia,

verbigracia, de un «gen para las matemáticas».

Se debe, por el contrario, a fuerzas de carácter

social o emotivo. Entre ellas se cuentan la natu-

raleza paternalista de la relación entre médico

y paciente, la ilusión de que en medicina existe

la certeza, y la costumbre de presentar de forma

opaca la información sobre la salud; ello puede

hacer creer que las intervenciones proporcionan

grandes beneficios y que los daños son peque-

ños. Unos ciudadanos que no comprenden los

números se prestan a ser manipulados comer-

DE IZQUIERDA A DERECHA: © FOTOLIA / GINA SANDERS; © ISTOCKPHOTO / MARK KOSTICH; © FOTOLIA / ZARATHUSTRA; © FOTOLIA / YURI ARCURSDE IZQUIERDA A DERECHA: © FOTOLIA / GA INA SA ANDERS; © ISTOCKPHOTO / MARK KOSTICH; © FOTOLIA / ZA ARATAA HUSTRA; © FOTOLIA / YA URI ARCURS

El significado de las ¿Cuántas veces induce una mamografía a resultados erróneos? ¿Existe mayor probabilidad

de sobrevivir a un cáncer en EE.UU. que en Inglaterra? Aprenda a desdeñar temores poco fundados

y a sopesar el auténtico riesgo de enfermar... o de recuperarse

GERD GIGERENZER, WOLFGANG GAISSMAIER, ELKE KURZ-MILCKE, LISA M. SCHWARTZ Y STEVEN WOLOSHIN

Page 65: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 63

estadísticas¿CIENCIA PERFECTA?

Muchos pacientes e incluso mé-

dicos sobrevaloran la fiabilidad

de las pruebas y cribados.

cial o políticamente en sus temores y esperan-

zas; el resultado puede ser lesivo para su salud

física y su bienestar emotivo.

Explicamos cómo detectar tres tipos de ma-

nipulación y confusionismo estadístico en me-

dicina y la forma de convertir cifras opacas en

valores con significado; también cómo utilizar

esa información para adoptar decisiones médi-

cas más acertadas. Sostenemos, ante todo, que

para evitar los malentendidos, las revistas pro-

fesionales de medicina, los medios de comunica-

ción y otras vías informativas deben explicar los

riesgos de manera más sencilla. Recomendamos,

además, que se introduzca a los niños en el pen-

samiento estadístico y que dicha enseñanza se

enfoque a la resolución de los problemas de la

vida real, no como una disciplina puramente

matemática.

¿Confía usted en su médico?La medicina mantiene desde antiguo un anta-

gonismo con la estadística. Durante siglos, los

tratamientos se basaron más en una ética de

confianza personal que en hechos cuantitati-

vos, desdeñados por su carácter impersonal e

irrelevante para los casos concretos. Incluso en

nuestros días son numerosos los profesionales

de la medicina que se tienen por una especie de

artistas: fían más en su intuición y su juicio que

en los números. Muchos pacientes, por su parte,

prefieren confiar en su médico que solicitar da-

tos para analizarlos. En una encuesta realizada

en 2008 por uno de los autores (Gigerenzer) y

sus colaboradores, dos terceras partes de más

de 100 economistas estadounidenses afirma-

ron no haber ponderado los pros y contras de

someterse a pruebas de detección de cáncer de

próstata; se limitaron, sencillamente, a seguir

las indicaciones de su médico.

No resulta extraño que los individuos eviten

conocer los datos estadísticos por una necesidad

emotiva de certeza, noción que se lleva mal con

la estadística, la cual nos prepara para adoptar

decisiones en situaciones inciertas. Según se

deduce de una encuesta de Gigerenzer en 2006,

gran parte del público alberga una ilusoria cer-

tidumbre sobre la fiabilidad de las pruebas para

la detección de cánceres o de VIH.

Tanto los pacientes con ingenuidad estadís-

tica como sus médicos tienden a sobrevalorar

las ventajas de las pruebas de detección precoz.

Por ejemplo, las mamografías reducen entre un

4 y un 5 por mil el riesgo de que una mujer en

la cincuentena fallezca de cáncer de mama an-

tes de los 65 años, pero el 60 por ciento de una

muestra aleatoria de mujeres estadounidenses

creía que el beneficio sería unas 80 veces mayor.

Los ciudadanos de EE.UU. muestran igual y su-

Page 66: Trabajo Felicidad

64 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

perlativo entusiasmo en relación a los exámenes

de cuerpo entero por tomografía computarizada

(TC): en una muestra aleatoria de 500 estadouni-

denses, casi las tres cuartas partes dijeron pre-

ferir una TC gratuita de cuerpo entero a 1000

dólares en efectivo. Ello, a pesar de que ninguna

organización médica profesional apoya tales es-

cáneres; incluso varias desaconsejan este tipo

de chequeos ya que pueden provocar lesiones

importantes causadas por una cascada de dudas

diagnósticas y de tratamientos invasivos debi-

dos a la ambigüedad de los hallazgos.

En una sociedad tecnológica moderna, los

ciudadanos se enfrentan a un cuadro impre-

sionante de decisiones médicas. ¿Debe una ges-

tante de 35 años efectuarse un examen prenatal

de anomalías cromosómicas? ¿Han de enviar

los padres a sus hijas adolescentes a vacunar-

se contra el virus del papiloma humano para

protegerlas contra el cáncer de cérvix, a pesar

de que unos pocos informes advierten de que

la vacuna (Gardasil) podría provocar parálisis?

Para tomar decisiones informadas se necesita

comprender las estadísticas sobre salud, en par-

ticular, la diferencia entre riesgos absolutos y

relativos, además de saber utilizar las frecuen-

cias naturales para inferir las probabilidades

reales de enfermedad cuando una prueba ha

dado un resultado positivo. Las personas de-

berían aprender asimismo a confiar más en

las tasas de mortalidad que en las estadísticas

de supervivencia a cinco años cuando valoren

la utilidad de las pruebas de detección precoz

(cribados) que indagan la patología en personas

sanas. Nos ocuparemos por turno de cada una

de estas cuestiones.

Riesgos absolutosEn octubre de 1995, la Comisión Británica de

Seguridad Farmacéutica advirtió de que los an-

ticonceptivos orales de tercera generación eleva-

ban al doble —es decir, en un 100 por 100— la

probabilidad de formación de coágulos sanguí-

neos en las piernas o los pulmones, que podían

suponer riesgo para la vida. Esta información

fue trasladada por carta a 190.000 médicos ge-

neralistas, farmacéuticos y funcionarios de la

salud pública, así como anunciada en los medios

de comunicación a través de avisos de urgencia.

La noticia provocó una gran ansiedad: numero-

sas mujeres dejaron de tomar la píldora, con la

consecuencia de que en el año siguiente se incre-

mentó en unos 13.000 el número de abortos en

Inglaterra y Gales. Por cada aborto adicional se

produjo un nacimiento extra; entre ellos, unas

800 concepciones más de chicas menores de 16

años. (Irónicamente, los abortos y los embarazos

elevan el riesgo de trombosis más que la píldora

de tercera generación.)

Se hubiera podido evitar semejante pánico

si los datos se hubiesen comunicado de forma

más sencilla y clara. Las pruebas indicaban que

alrededor de una de cada 7000 mujeres que to-

maban la píldora de segunda generación sufrie-

ron trombos; este número aumentó a 2 de cada

7000 en las mujeres que tomaban píldoras de

tercera generación. Es decir, el riesgo absoluto

creció en solo una parte en 7000, a pesar de

que el riesgo relativo se elevase en un 100 por

ciento. Los riesgos absolutos son, en general,

números pequeños, mientras que los corres-

pondientes cambios en valor relativo tienden

a parecer grandes, sobre todo cuando la tasa

basal es reducida.

La información expresada en valores relativos

puede suscitar esperanzas poco realistas, por no

hablar de temores poco fundados. No obstante,

lo mismo entre pacientes como en médicos, son

muchos quienes valoran más favorablemente

un tratamiento o una prueba si sus beneficios

son expresados en términos de reducción re-

lativa del riesgo. En 2007, al revisar una serie

de estudios experimentales, la psicóloga Judith

Covey, de la Universidad de Durham, apreció

que cuando las ventajas de un fármaco se ex-

presaban en forma de reducción de riesgo, el 91

por ciento de los médicos generalistas daneses

se la recomendarían a sus pacientes. En cambio,

cuando se les exponía la disminución de riesgo

de ese fármaco en términos absolutos, el por-

centaje se reducía al 63 por ciento.

Los folletos informativos, los médicos, las re-

vistas de medicina y los medios de comunica-

ción siguen informando al público en términos

de variación relativa, debido, en parte, a que los

números grandes «dan» mejor en titulares y lla-

man más la atención. Una de estas hojas infor-

mativas conjuntaba ambos valores al anunciar

que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) «ha

demostrado que protege a las mujeres frente al

cáncer colorrectal (hasta más de un 50 por cien-

to)», mientras que el riesgo de cáncer de mama

«podría tal vez aumentar en un 0,6 por ciento (6

en 1000)». Los datos revelan que el beneficio del

50 por ciento corresponde a un número absoluto

inferior a 6 casos en 1000; lo que significa que

la TRH produce más casos de cáncer de los que

evita. Sin embargo, según un estudio realizado

en 2003, 60 de 80 mujeres extrajeron de este fo-

lleto la conclusión contraria.

RESUMEN

Comprender los números

1La incultura esta-

dística no se arraiga

en déficits intelectuales,

sino en la relación entre

médico y paciente, en la

ilusión de certidumbre en

medicina y en la presen-

tación opaca de los datos

sobre salud.

2Quienes no entien-

den los números

pueden resultar víctimas

de la manipulación po-

lítica o comercial de sus

angustias y esperanzas. El

resultado puede ser lesi-

vo para su salud física y

bienestar emocional.

3Es necesario com-

prender la diferencia

entre riesgos relativos

y absolutos, así como

aprender a aplicar fre-

cuencias naturales para

inferir las auténticas

probabilidades de que un

resultado positivo en una

prueba médica se deba a

una enfermedad.

4Para mejorar el co-

nocimiento de la

estadística, las escuelas

deberían impartir la ma-

teria y, sobre todo, habi-

tuar a los niños a pensar

en términos estadísticos

para resolver situaciones

cotidianas.

Page 67: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 65

Los riesgos absolutos resultan más infor-

mativos, porque toman en cuenta la informa-

ción sobre tasas basales. A partir de los datos

absolutos, cualquiera puede deducir los ries-

gos relativos, pero no al contrario. Después de

todo, una reducción relativa del 50 por ciento

tanto podría describir una reducción sustan-

cial de mortalidad de 200 a 100 pacientes en

cada 10.000, como una reducción mucho menos

importante: rebajar de dos a uno los fallecidos

en 10.000 individuos. Los ensayos aleatoriza-

dos proporcionan en medicina información

de gran calidad, pero si los resultados no son

debidamente comunicados, la gente no podrá

valorarlos de forma ccorrecta.

Frecuencias naturalesSupongamos que en un examen mamográfico

se diagnostique un positivo. La mujer en cues-

tión pregunta a su médico: «¿Es seguro que su-

fro un cáncer, si no, cuáles son las probabilida-

des de que lo tenga?». En un curso de reciclaje

de ginecólogos, Gigerenzer pidió a 160 de estos

profesionales que respondieran a dicha cues-

tión en relación a mujeres de su región, habida

cuenta de los datos siguientes:

La probabilidad de que una mujer sufra un cán-

cer de mama (prevalencia) es del 1 por ciento.

Si una mujer sufre cáncer de mama, la proba-

bilidad de que la prueba ofrezca un resultado

positivo (sensibilidad) es del 90 por ciento.

Si una mujer no padece cáncer de mama, la

probabilidad de que aun así una prueba dé un

resultado positivo es del 9 por ciento (tasa de

falsos positivos).

De las siguientes respuestas, ¿cuál sería la más

acertada?

A. La probabilidad de que sufra un cáncer ronda

el 81 por ciento.

B. De cada 10 mujeres con una mamografía po-

sitiva, alrededor de 9 sufren cáncer de mama.

C. De cada 10 mujeres con una mamografía po-

sitiva, alrededor de una sufre cáncer.

D. La probabilidad de que tenga un cáncer ronda

el 1 por ciento.

Los ginecólogos podían deducir la respuesta

de los datos estadísticos anteriores, o tener en

cuenta lo que ya deberían saber. En ambos casos,

la respuesta más acertada es la C: solo una de

cada 10 mujeres con positivo en las mamografías

padece un cáncer de mama; las otras 9 han sido

alarmadas sin motivo. Antes del curso, la mayoría

(60 por ciento) de los ginecólogos respondieron

que el 90 por ciento o que el 81 por ciento pade-

Aunque suele invocarse la necesidad de certeza en los resulta-

dos de las pruebas diagnósticas y de los tratamientos, no existen

ni respuestas inequívocas ni tratamientos infalibles. El riesgo

parece inevitable; acompaña a toda acción o inacción. He aquí

algunas cuestiones que debe responder todo tipo de riesgo:

1 ¿Riesgo de qué? Es necesario comprender el resultado al

que se refiere el riesgo. ¿Es el riesgo de morir de una en-

fermedad, de adquirirla o de manifestar un síntoma?

2 ¿Cuál es la referencia temporal? Los riesgos en «los diez años

próximos» resultan más fáciles de imaginar que los riesgos

«en algún momento de la vida», tan utilizados. También son

más informativos: aunque los riesgos varían con el tiempo,

un intervalo de diez años tiene la duración suficiente para

adoptar alguna decisión.

3 ¿Qué dimensiones tiene? Dado que no existen riesgos nulos,

lo que cuenta es su importancia. Tal dato debería expresarse

en términos absolutos (por ejemplo, 13 de cada 1000 fuma-

doras de 50 años fallecen por enfermedades cardíacas en el

plazo de 10 años) o en términos comparativos (una fumado-

ra de 50 años tiene más o menos las mismas probabilidades

de fallecer por cardiopatología que por cáncer de pulmón

en el plazo de diez años, riesgo siete veces mayor que el de

perecer en un accidente de tráfico).

4 ¿Me concierne? Averigüe si el riesgo se basa en estudios de

personas como usted: individuos de su misma edad y sexo,

o con problemas de salud similares a los suyos.

5 ¿Qué daños puede provocar? Las pruebas de cribado preventi-

vo pueden causar falsas alarmas y suscitar angustia sin necesi-

dad. Cuando las mujeres siguen un programa de mamografías

anuales durante un período de 10 años, una de cada dos pue-

de esperar que en los resultados aparezcan uno o más falsos

positivos; peor todavía: en las pruebas de detección precoz

se detectan a menudo anomalías que nunca tendrían mani-

festación sintomática; sin embargo, ocasionan intervenciones

quirúrgicas innecesarias u otros tratamientos invasivos.

Vivir en la incertidumbre

GLOSARIO

Riesgo absolutoIndica la frecuencia de la expre-

sión de un valor (por ejemplo,

un resultado positivo o negati-

vo) en un conjunto de datos.

Riesgo relativoDescribe la proporción de

personas de una muestra que

presentan un valor caracterís-

tico (una infección de VIH, por

ejemplo) en comparación con

otro grupo de individuos.

Tasa de falso positivoProbabilidad de un resultado

positivo cuando no existe enfer-

medad.

SensibilidadProbabilidad de un resultado

positivo en una enfermedad.

Page 68: Trabajo Felicidad

66 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

cerían la oncopatología, sobrestimando de esta

forma la probabilidad de cáncer. Solo un 21 por

ciento de los médicos seleccionó la respuesta más

acertada, a saber, una de cada 10.

Son numerosos los médicos que ignoran

las probabilidades reales de que una perso-

na sufra una enfermedad tras un positivo en

alguna prueba diagnóstica; ignoran el valor

predictivo de un positivo en la prueba. Tam-

poco saben estimarlo a partir de probabilidades

condicionadas como la sensibilidad del test (la

probabilidad de que señale positivo en caso de

enfermedad) y de la tasa de falsos positivos.

Esta incompetencia en la comprensión de los

números es causa de miedos indebidos. Meses

después de haber sido informadas de que una

mamografía suya dio un falso positivo, una de

cada dos mujeres explicó que sufría angustia en

relación a mamografías y cánceres de mama;

asimismo, una de cada cuatro declaraba que

tal ansiedad afectaba su estado de ánimo y ac-

tividad cotidiana.

Los médicos podrían deducir con mayor faci-

lidad las probabilidades correctas si las estadís-

ticas que rodean a la prueba diagnóstica fuesen

presentadas en forma de frecuencias naturales.

Por ejemplo:

De cada 1000 mujeres, 10 tienen cáncer de

mama.

De estas 10 mujeres, 9 dan positivo en la prue-

ba.

De 990 mujeres sin cáncer, la prueba dará po-

sitivo en unas 89.

Así pues, de cada 1000 mujeres habrá 98 re-

sultados positivos en la prueba, pero solo 9 de

estos corresponderán a una enfermedad real.

En cuanto aprendieron a traducir las probabili-

dades condicionales a frecuencias naturales, el

87 por ciento de los ginecólogos se percató de

que la respuesta más acertada era una de 10. De

forma análoga, el psicólogo Ros Bramwell y sus

colaboradores, de la Universidad de Liverpool,

informaron en 2006 que solo uno de cada 21

obstetras era capaz de estimar correctamente

la probabilidad de que un no nacido tuviera el

síndrome de Down tras haber dado positivo en

la prueba. Cuando se les facilitaron las frecuen-

cias naturales relevantes, 13 de 20 llegaron a la

respuesta correcta.

Los médicos deben informar a sus pacientes

de que ninguna prueba es perfecta, de que los

resultados de cada una deben interpretarse con

cuidado y que es necesario repetirla. A toda mu-

jer sometida a una mamografía debería explicár-

sele que muchos de los resultados sospechosos

corresponden a falsas alarmas. Todas las pruebas

diagnósticas ofrecen una incertidumbre pareci-

da, incluso las de VIH. En un congreso sobre el

sida celebrado en 1987, Lawton Chiles, entonces

senador por Florida, informó de que de 22 do-

nantes de sangre de su estado que habían reci-

bido la notificación de los resultados positivos

en pruebas de VIH, siete acabaron suicidándose.

Aunque la prueba del VIH detecta hasta el 99,9

de las infecciones auténticas y que el 99,99 de sus

resultados negativos son acertados, el hecho de

que el riesgo basal en hombres heterosexuales

sea muy bajo implica que el riesgo de hallarse

infectado puede alcanzar tan solo un 50 por

ciento cuando un hombre da positivo en las

pruebas. Sin embargo, cuando la tasa basal es

más elevada, como en el caso de hombres homo-

sexuales que practican relaciones sexuales sin

protección, o drogadictos que comparten agujas

hipodérmicas, es casi seguro que si el test de VIH

da positivo se encuentren realmente infectados.

Así pues, la tasa basal en una población determi-

na el significado de un resultado positivo en las

pruebas diagnósticas.

La mortalidad es lo que cuentaCuando se postulaba para la presidencia, Giu-

liani proclamaba que la atención sanitaria en

EE.UU. era superior a la de Gran Bretaña. Al pa-

recer utilizó datos del año 2000, cuando 49 britá-

nicos de cada 100.000 fueron diagnosticados con

cáncer de próstata, 28 de los cuales (alrededor

de un 44 por ciento) fallecieron en el lapso de

ALARMAS INNECESARIAS

Los positivos en mamografías

pueden provocar una angustia

considerable. Un resultado po-

sitivo sería mucho menos alar-

mante si las mujeres supieran

que la probabilidad de cáncer

supone solo un 10 por ciento. Si

se efectúan diez exámenes, una

mujer de cada dos puede es-

perar que al menos una de sus

mamografías resulte positiva.

CO

RBIS

Page 69: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 67

cinco años. Con una metodología similar, citó

una tasa de supervivencia a los cinco años del 82

por ciento en EE.UU., dando a entender que los

estadounidenses con cáncer de próstata tenían

casi el doble de probabilidades de sobrevivir en

ese plazo que sus homólogos británicos. Sin em-

bargo, tal presunción es falsa: estas estadísticas

de supervivencia reflejan, principalmente, dife-

rencias de diagnóstico entre esos países pero no

indican que los tratamientos y la prolongación

de la vida sean mejores en EE.UU.

Para comprender por qué, imaginemos un

grupo de pacientes de cáncer de próstata británi-

cos diagnosticados (por síntomas) a los 67 años;

todos fallecen a los 70. Cada uno de ellos, pues, ha

sobrevivido tres años, por lo que, en este grupo,

la supervivencia a cinco años es 0. Imaginemos

ahora que se diagnostica al mismo grupo en

EE.UU., donde los médicos detectan la mayoría

de los casos de cáncer de próstata mediante la

prueba de antígeno prostático específico (prueba

PSA, por sus siglas en inglés). Dicho test no se

aplica de forma sistemática en Gran Bretaña. De

esta manera, los enfermos son diagnosticados

antes (a la edad de 60 años), aun así, todos fa-

llecen a los 70. Estos pacientes han sobrevivido

10 años, por lo que su tasa de supervivencia a

cinco años es del 100 por ciento. Aunque la tasa

de supervivencia ha cambiado drásticamente, la

edad de fallecimiento no ha cambiado en abso-

luto. Este ejemplo muestra que basta establecer

en una fecha anterior el punto diagnóstico para

multiplicar las tasas de supervivencia (sesgo pro-

vocado por el origen temporal), a pesar de que

nadie haya prolongado o salvado su vida.

También pueden obtenerse elevadas tasas es-

purias de supervivencia por sobrediagnóstico,

esto es, por detección de anomalías que técnica-

mente constituyen una enfermedad pero que no

llegan a presentar síntomas durante la vida del

paciente. Supongamos que 1000 hombres con

un cáncer progresivo no se someten a pruebas

de cribado preventivo. Al cabo de cinco años

todavía siguen vivos 440, lo que supone una

tasa de supervivencia del 44 por ciento. Entre

tanto, en otra población masculina, un criba-

do por PSA detecta 1000 individuos con cáncer

progresivo y 2000 con cáncer no progresivo

(por definición, no fallecerán de cáncer en los

cinco años siguientes). Los casos no progresivos

se suman ahora a los 440 que sobrevivieron al

cáncer progresivo, lo que infla la tasa de super-

vivencia hasta el 81 por ciento. Aunque dicha

cifra haya experimentado un cambio impresio-

nante, el número de fallecidos no ha cambiado

en absoluto.

Hace 20 años, el cribado preventivo con la

prueba PSA provocó en EE.UU. una explosión

99,9 %,positivos

Probabilidades condicionadas Frecuencias naturales

0,01 %con VIH

1hombre

10.000hombres

99,99 %sin VIH

1con VIH

9999sin VIH

0,1 %,negativos

0,01 %,positivos

99,99 %,negativos

0negativos

1positivo

9998negativos

1positivo

Probabilidad de infecciónpor VIH con un positivo en la prueba:

Probabilidad de infecciónpor VIH con resultadopositivo en la prueba:0,0001 × 0,999

0,0001 × 0,999 + 0,9999 × 0,00011

1 + 1

Es usted varón y el resultado de una

prueba de VIH ha sido positivo. Sin

embargo, pertenece a un colectivo

con poco riesgo de infección. ¿Cuál es

la probabilidad de que sea portador

del virus? Con probabilidades condi-

cionales (izquierda), el cálculo parece

un tanto desconcertante. Pero con fre-

cuencias naturales, la respuesta (que

es la misma) se entiende de forma

clara: de cada 10.000 hombres cabe

esperar que uno se encuentre infec-

tado con VIH y produzca un positivo,

ya que el test es de gran seguridad.

De los no infectados, también es pro-

bable que uno dé positivo, ya que el

índice de error de la prueba es 0,999.

Así pues, habrá dos positivos, uno de

ellos falso. La probabilidad de que se

halle infectado no es de un 100 por

ciento, sino del 50.

Pronóstico de infección

GLOSARIO

Probabilidad condicionalIndica las probabilidades de una

circunstancia (infección por VIH)

cuando ya existe un hecho (re-

sultado positivo en las prueba).

Tasa de supervivenciaProbabilidad de vivir un cierto

periodo de tiempo después del

diagnóstico.

SobrediagnósticoDiagnóstico de una (variante

inocua de) enfermedad que no

hubiera provocado ni la muerte

ni síntomas.

Tasa de mortalidadNúmero de fallecimientos en

una población en un periodo

determinado.

GEH

IRN

& G

EIST

Page 70: Trabajo Felicidad

68 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

en el número de nuevos diagnósticos de cáncer

de próstata. En Gran Bretaña, el efecto ha sido

bastante menor, pues el test PSA se utiliza mu-

cho menos. Esta disparidad diagnóstica explica

en gran parte el porqué del índice superior de

supervivencia a cinco años para el cáncer de

próstata en EE.UU. (Valores más recientes indi-

can una supervivencia a cinco años del 98 por

ciento en EE.UU. frente a un 71 por ciento en

Gran Bretaña.)

A pesar de las diferencias en tasas de su-

pervivencia, las tasas de mortalidad en ambos

países son casi idénticas: unos 26 fallecidos por

cáncer de próstata por cada 100.000 en EE.UU.

frente a unos 27 por 100.000 británicos. Este

dato hace pensar que la prueba PSA ha llevado

a diagnosticar dicha oncopatología a muchos

estadounidenses, con el resultado de interven-

ciones quirúrgicas innecesarias y tratamientos

de radiación, los cuales a menudo provocan im-

potencia o incontinencia urinaria.

Debido al sobrediagnóstico y a los sesgos de-

rivados del origen temporal, las tasas de super-

vivencia en el intervalo de cinco años carecen

de una relación fiable con los cambios en mor-

talidad si las pautas diagnósticas son diferentes.

Aun así, numerosos departamentos oficiales si-

guen hablando de tasas de supervivencia a cin-

co años. Un informe del Instituto Británico de

Estadísticas Nacionales señalaba que la tasa de

supervivencia para el cáncer de colon era del 60

por ciento en EE.UU. frente a un 35 por ciento

en Gran Bretaña. Los expertos calificaron de «in-

aceptable» tal hallazgo; urgieron al Gobierno

que duplicase el gasto en tratamiento del cáncer.

En realidad, la tasa de mortalidad por cáncer

de colon en Gran Bretaña es más o menos la

misma que en EE.UU. En un caso más extraordi-

nario todavía, un anuncio del prestigioso centro

oncológico M. D. Anderson, de la Universidad

de Texas, mezclaba tasas de supervivencia con

tasas de mortalidad: «al tiempo que las tasas de

mortalidad nacional para el cáncer de próstata

fluctuaron entre 1960 y 1990, las tasas de super-

vivencia a cinco años entre los pacientes M. D.

Anderson siguieron mejorando» (las cursivas

son de los autores).

Las tasas de mortalidad constituyen indica-

dores más fiables del valor de los programas de

detección precoz (cribado) que las tasas de su-

pervivencia a cinco años, ya que exageran los

índices de supervivencia debido a la anteriori-

dad en los diagnósticos y también por sobre-

diagnóstico. Así pues ¿debe un varón hacerse

una prueba PSA, o una fumadora someterse a

un escáner TC, por si tuviera cáncer de pulmón?

En ambos exámenes se descubre mayor número

de cánceres en fases tempranas; no obstante, no

se ha demostrado ni en uno ni en otro que se

reduzca la mortalidad.

Entre el público general es habitual suponer

que estos programas de detección temprana

constituyen salvaguardias para su salud, incluso

si una enfermedad es rara. Empero las pruebas

médicas pueden resultar lesivas, lo que significa

que nada hay de «inocuo» en esta estrategia. En

el caso de los numerosos pacientes que son sobre-

diagnosticados (falsos positivos), los tratamientos

solo podrán causarles daños. Una epidemia de

diagnósticos puede resultar tan peligrosa para

nuestra salud como la propia enfermedad.

Resolver problemasNo serían tantos los errores de interpretación de

estadísticas si los investigadores, los médicos y

los medios de comunicación utilizasen cifras fá-

ciles de entender que no indujeran a confusión:

riesgos absolutos en vez de riesgos relativos; fre-

cuencias naturales en lugar de probabilidades

condicionadas, y tasas de mortalidad en lugar

de tasas de supervivencia a cinco años. Junto a

la necesidad de cambiar la manera de informar

sobre estadísticas sanitarias, es necesario educar

a nuestros jóvenes en la ciencia del riesgo.

En general, los programas escolares de ma-

temáticas en EE.UU. se centran en las matemá-

ticas de la certeza —desde la aritmética hasta

el cálculo diferencial— y la instrucción en pro-

¿TUMOR CEREBRAL?

Las imágenes obtenidas por

resonancia magnética (como la

mostrada aquí de un cerebro

sano) pueden servir para diag-

nosticar cáncer cerebral. Com-

pañías y organizaciones ofrecen

tales escáneres con fines pre-

ventivos, ya que, según indican,

pueden descubrir si se sufre un

tumor cerebral. No obstante,

el cáncer cerebral es poco fre-

cuente. De hecho, no existen

pruebas de que tales cribados

resulten beneficiosos.

© IS

TOC

KPH

OTO

/ A

LLIS

ON

HER

REID

Page 71: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 69

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SIMILAR ACCESS TO TREATMENT:

TREND ANALYSIS OF WHO MOR-

TALITY DATABASE. P. Autier,

M. Boniol, A. Gavin y L. J. Vat-

ten en Bri tish Medical Journal,

vol. 343: d4411, 2011.

babilidad, por lo que la estadística se imparte

demasiado tarde o, incluso, se omite por com-

pleto. Como proponía H. G. Wells, la estadística

debe enseñarse al inicio del aprendizaje, al igual

que la lectura y la escritura. De hecho, la Comi-

sión Nacional de Enseñanza de las Matemáticas

estadounidense lleva años insistiendo en que

los docentes comiencen con la instrucción en

estadística y probabilidad en la escuela prima-

ria. Si desde pequeños los niños aprendieran

de manera lúdica a enfrentarse a un mundo de

incertidumbres, la incultura colectiva en esta-

dística formaría parte del pasado.

Es preciso, además, que los maestros enfo-

quen la estadística de diferente modo. En lugar

de enseñar a los alumnos a aplicar fórmulas

para resolver problemas «de juguete» con da-

dos y naipes, deberían instruirles a valerse de

los números para abordar las dificultades del

mundo real. Es posible que deba «arrancarse»

la estadística del ámbito de los docentes de

matemáticas y crear un entorno de resolu-

ción de problemas sobre higiene y salud, que

tal vez sirviera para que los jóvenes tomasen

decisiones más acertadas en relación a las dro-

gas, el alcohol, la conducción, la biotecnología

y otras cuestiones importantes relacionadas

con la salud.

Un texto de enseñanza secundaria ofrece un

excelente ejemplo de dicha metodología. Se tra-

ta de un caso real. Una mujer de 26 años, madre

soltera, dio positivo en una prueba rutinaria de

VIH. Perdió su empleo, hubo de trasladarse a

un refugio de acogida con otros residentes VIH

positivos, tuvo relaciones sexuales sin protec-

ción con uno de ellos y acabó manifestando

bronquitis. El médico que la atendió esta vez le

pidió que volviera a hacerse la prueba de VIH.

Dio negativo. Lo mismo ocurrió con el examen

de su muestra sanguínea original cuando se

repitió la prueba. Esa mujer había vivido una

pesadilla porque sus médicos no se percataron

de que un resultado positivo en una prueba no

es algo definitivo. En el caso en cuestión, supo-

nía solo una probabilidad de un 50 por ciento

de hallarse infectada, ya que pertenecía a un

grupo de riesgo muy reducido.

La cultura estadística puede cambiar la vida

de las personas, ayudándoles a tomar decisiones

más acertadas, a reconocer la publicidad o los

mensajes de los servicios públicos engañosos

y, en definitiva, a adoptar una actitud menos

tensa sobre su salud. En el sueño de la cultura

estadística se incardina el ideal de la Ilustración:

la elevación del pueblo desde una inmadurez

autoimpuesta. En palabras de Immanuel Kant:

«¡Atrévete a saber!».

Gerd Gigerenzer es director del Instituto Max Planck de

Desarrollo Humano y del Centro Harding de Conocimien-

to del Riesgo en Berlín. Wolfgang Gaissmaier es inves-

tigador jefe en el Centro Harding. Elke Kurz-Milcke es

psicóloga en el mismo centro. Lisa M. Schwartz y Steven Woloshin son profesores asociados de medicina comunal

y familiar en el Instituto Darthmouth de Política Sanitaria

y Práctica Clínica.

Sin cribadoCáncer diagnosticadopor síntomas a los 67 años

Muertea los 70 años

Comienzo del cáncerSupervivencia a los 5 años = 0 %

Cáncer diagnosticadopor cribado a los 60 años

Con cribado preventivo

Muertea los 70 años

Comienzo del cáncerSupervivencia a los 5 años = 100 %

¿VIVIR MÁS?

Las estadísticas de supervivencia dependen del momento en que se realice el diagnóstico, por lo que tales

cifras llevan a engaño. Un diagnóstico de cáncer a los 60 años (arriba) puede inflar de forma impresionante

las tasas de supervivencia a cinco años en comparación con diagnósticos efectuados siete años después

(abajo) sin que haya cambiado la edad de fallecimiento.

SCIE

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Page 72: Trabajo Felicidad

70 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

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Armonía hormonalNuestro cráneo alberga dos hemisferios cerebrales. Si empleamos ambos lados por igual o, por el

contrario, si utilizamos más uno que otro depende, en parte, de nuestras hormonas

MARKUS HAUSMANN Y ULRIKE BAYER

DUO DESIGUAL

Los dos hemisferios cerebrales

parecen prácticamente simétri-

cos, como muestra esta recrea-

ción. Sin embargo, cada uno se

especializa en tareas diferentes.

Page 73: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 71

A primera vista, el cerebro parece formado

por dos imágenes especulares: como si de

una figura simétrica se tratara. No obstante,

esta primera impresión resulta engañosa. Des-

de hace más de cien años, se sabe que los he-

misferios cerebrales, casi simétricos y tan solo

unidos por el cuerpo calloso, cumplen funcio-

nes muy diversas a pesar de su semejanza. Es

verdad que juntos controlan nuestra conducta;

sin embargo, el lado izquierdo sobresale por sus

«facultades» para el lenguaje, mientras que el

derecho destaca por su percepción del espacio.

Esta propiedad del cerebro, la «asimetría fun-

cional», caracteriza no solo al ser humano, sino

también a otras especies animales.

El grado de lateralización (desigualdad fun-

cional entre un hemisferio y otro) varía según

el sexo: si bien los hombres satisfacen las tareas

lingüísticas y espaciales con el hemisferio espe-

cializado correspondiente, las mujeres parecen

aprovechar por igual ambos hemisferios. Así

pues, el cerebro femenino presenta una orga-

nización con más simetría funcional que el

masculino [véase «Varón o mujer: cuestión de

simetría», por Markus Hausmann; MENTE Y CERE-

BRO, n.o 7]. Métodos modernos de neuroimagen

como la electroencefalografía (EEG) o la reso-

nancia magnética funcional (RMf) corroboran

dicho fenómeno.

¿Cuál es la causa de las diferencias de sime-

tría? Desde el punto de vista biológico, emergen

en seguida unos claros implicados: las hormo-

nas sexuales. Aun cuando los hombres y las

mujeres disponen, en esencia, de los mismos

mensajeros, sus concentraciones resultan muy

distintas. Los varones poseen valores altos de

las hormonas sexuales masculinas (andróge-

nos), entre las que destaca la testosterona. Las

mujeres, por su parte, poseen asimismo estas

sustancias, pero en cantidades mucho menores.

Las principales hormonas femeninas son el es-

tradiol (un estrógeno) y la progesterona.

Las hormonas sexuales regulan ante todo la

reproducción. Sin embargo, surten múltiples

efectos en el cerebro, al que llegan a través

de la sangre. Estos efectos no se relacionan de

inmediato con la sexualidad. Hoy por hoy, se

acumulan las pistas que indican que las cita-

das diferencias sexuales y la simetría cerebral

obedecen, al menos en parte, a las hormonas.

Para esclarecer la relación entre las hormo-

nas y la organización cerebral, los probandos

masculinos no resultan muy adecuados, ya

que sus niveles hormonales se mantienen, en

conjunto, relativamente constantes a pesar de

las oscilaciones diarias y estacionales. Las muje-

res, en cambio, muestran grandes oscilaciones

en el transcurso del ciclo menstrual: durante

los días de la regla producen solo pequeñas

cantidades de hormonas sexuales femeninas.

Antes de la ovulación, el contenido de estradiol

aumenta de forma notable, mientras que los

valores de progesterona se mantienen bajos.

Solo después de la ovulación, la progesterona

alcanza el máximo, junto con el segundo pico

de estradiol. Al término del ciclo mensual,

las dos hormonas vuelven a disminuir. Tales

oscilaciones naturales han ayudado en los úl-

timos años a investigar las influencias de las

hormonas sexuales en la asimetría funcional

del cerebro.

Durante el cicloEn nuestros estudios partimos de un ciclo

menstrual regular de 28 días. Sin embargo, la

naturaleza rara vez se atiene a un esquema tan

riguroso: por dicha razón tuvimos que medir

cada vez los valores hormonales de nuestras

voluntarias para determinar con exactitud la

fase del ciclo. Luego pedimos a las mujeres que

resolvieran ciertas tareas lingüísticas y espacia-

les durante su menstruación (cuando los valores

hormonales se reducen) y después de la ovula-

ción (cuando se elevan).

RESUMEN

Asimetría flexible

1Los dos hemisferios

cerebrales se hallan

especializados en tareas

diferentes: mientras que

el izquierdo domina en el

procesamiento del len-

guaje, el derecho contro-

la las tareas espaciales

y geométricas.

2Las hormonas sexua-

les modifican el gra-

do de división de trabajo:

el cerebro femenino

muestra una organización

asimétrica, parecida a la

de los hombres, cuando

los valores hormonales

se reducen (durante la

menstruación). Tras la

ovulación, momento en

el que se elevan las hor-

monas, los dos hemisfe-

rios colaboran con mayor

fuerza.

3Tras la menopausia

se realza la asimetría

funcional del encéfalo. La

administración de hormo-

nas por vía extrínseca, en

cambio, la reduce.

Page 74: Trabajo Felicidad

72 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Para comprobar la asimetría funcional del ce-

rebro aplicamos el método de la estimulación

del hemicampo visual. En una pantalla de orde-

nador presentamos diversos estímulos (palabras

o figuras geométricas) que durante un breve pe-

ríodo se situaban en el campo visual derecho

o en el izquierdo y que, en consecuencia, eran

procesados por solo uno de los hemisferios. Las

mujeres debían comparar, con la mayor rapidez

posible, el estímulo correspondiente con una de

las palabras o patrones presentados en el centro

de la pantalla.

Como cabía esperar, durante los días con

niveles hormonales inferiores las mujeres

mostraron una asimetría cerebral típicamente

masculina. Durante el pico hormonal, después

de la ovulación, los dos hemisferios cerebra-

les se mostraron igual de activos. En suma, la

simetría cerebral parece depender sobre todo

de la progesterona: cuanto más elevada es la

concentración de este mensajero, con mayor

simetría trabaja el cerebro o, expresado de otra

manera, más femenino parece.

¿Pueden las hormonas influir de manera di-

recta en la simetría de las funciones cerebrales?

Tal como opera nuestro encéfalo, ello depende-

ría de la comunicación entre ambos hemisferios,

fenómeno que, en esencia, ocurre por medio del

cuerpo calloso. Provisto al menos de 200 millo-

nes de fibras nerviosas, transmite las señales

excitadoras e inhibidoras en ambas direcciones.

Sin duda, la inhibición recíproca determina la

magnitud de la asimetría cerebral. Si se ofrecen

al cerebro estímulos lingüísticos, el hemisferio

izquierdo toma el mando reprimiendo la activi-

dad del derecho. Cuando se muestran estímulos

espaciales (figuras geométricas o, incluso, ros-

tros), ocurre lo contrario: el hemisferio derecho

trabaja más; al mismo tiempo, suprime el lado

izquierdo.

Supresión temporalSuponemos que las hormonas sexuales feme-

ninas reducen, por su parte, estos procesos

inhibitorios para que los dos hemisferios ac-

túen casi «en pie de igualdad», de manera que

el cerebro trabaje con mayor simetría. Sin em-

bargo, los experimentos con la técnica del he-

micampo visual solo aportan datos indirectos

El primer día de la regla da comienzo al ciclo menstrual de la mujer. Durante

la menstruación (1), que suele durar entre cuatro y cinco días, las concentra-

ciones de las hormonas sexuales son bajas. En la fase folicular siguiente (2)

madura un ovocito junto con el tejido que lo nutre y lo rodea (las células

foliculares), las cuales a su vez liberan la hormona estradiol (E). Con ello, la

mucosa del útero aumenta de espesor; la concentración de estradiol se eleva

al máximo a los 14 días, poco antes de la ovulación. Entonces se desgarra el

folículo y sale el ovocito (3). Durante la ovulación, la hormona luteinizante

(LH) estimula la transformación del tejido folicular residual en el cuerpo

lúteo que, a su vez, segrega progesterona (P) en la fase lútea. Unos siete

u ocho días después de la ovulación, la concentración de estradiol, junto

con la de progesterona, alcanza un segundo pico (4). Si el ovocito no es

fecundado, el cuerpo lúteo degenera en la fase premenstrual y las concen-

traciones hormonales vuelven a disminuir (5). En ese momento también se

desprende la mucosa del útero y, con la hemorragia consiguiente, se inicia

un nuevo ciclo. El ciclo dura unos 28 días por término medio, aunque esta

cifra varía de una mujer a otra.

Oscilaciones hormonales durante el ciclo menstrual

1 5 14

1

23

4

5

24 28Menstruación

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Co

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ació

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elat

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Fase folicularCiclo menstrual (Días)

Ovulación Fase lútea Fase premenstrual

CONECTADOS

Los hemisferios cerebrales de-

recho e izquierdo se comunican

a través de haces de fibras

nerviosas o comisuras. El cuerpo

calloso constituye la conexión

más poderosa.

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Cuerpo calloso

Page 75: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 73

del efecto de las hormonas en la comunicación

neuronal. Para saber qué ocurre en realidad

dentro del encéfalo, llevamos a cabo, junto

con Susanne Weis y sus colaboradores, de la

Escuela Técnica Superior de Renania-Westfa-

lia de Aquisgrán, un análisis de conectividad

funcional mediante RMf: mientras nuestras

voluntarias se enfrentaban otra vez a tareas

lingüísticas y espaciales, el escáner cerebral

representaba las actividades en las regiones

examinadas de cada hemisferio.

Se observó que las regiones del lóbulo frontal

del hemisferio izquierdo dominante (responsa-

ble del lenguaje) inhibían, en efecto, las regio-

nes correspondientes del hemisferio derecho,

aunque solo durante la menstruación, fase en

la que el cerebro de las mujeres trabaja de forma

más bien asimétrica, es decir, «masculina». Unos

días antes de la ovulación, cuando los valores de

estradiol se hallan aumentados, esta inhibición

disminuye con claridad: las voluntarias mani-

festaron en ese momento una organización ce-

rebral típicamente femenina y simétrica. Tales

datos confirman nuestra suposición de que las

hormonas sexuales modifican la comunicación

entre los dos hemisferios y, con ello, el grado de

asimetría del encéfalo.

Buena colaboraciónA pesar de esa inhibición recíproca, los lados

derecho e izquierdo de nuestro órgano pen-

sante no se oponen, al contrario, pueden y de-

ben colaborar. Al fin y al cabo, el hemisferio

dominante alcanza en seguida el límite de su

capacidad ante problemas difíciles. Si ambos

hemisferios comparten el trabajo e intercam-

bian la información a través del cuerpo calloso,

el cerebro puede encontrar una solución rápida

y eficiente, incluso en condiciones de máxima

exigencia.

Para determinar la magnitud de integra-

ción interhemisférica, en 2008 mostramos de

La estimulación del hemicampo visual permite analizar la

asimetría funcional del cerebro de personas sanas. Los pro-

bandos fijan el punto medio de la pantalla del ordenador

donde aparece, primero en el centro, una palabra o una fi-

gura geométrica (izquierda). Tras una breve pausa, surge un

nuevo estímulo que se percibe o bien en el hemicampo visual

derecho, o bien en el izquierdo. Como las vías visuales del

cerebro se cruzan, el estímulo es procesado en un inicio solo

por el hemisferio contrario al lado de la presentación (dere-

cha). El probando debe decidir cuanto antes si el objeto que

percibe es igual (I) o distinto (D) del que se le ha presentado

con anterioridad.

De manera característica, las palabras se reconocen con

mayor rapidez si emergen en el hemicampo visual derecho,

de forma que alcanzan directamente el hemisferio izquierdo;

ante patrones espaciales, sucede lo contrario.

Visión unilateral

GEH

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& G

EIST

SEG

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TOR

Tiempo

Tiempo

Azar

I D I D

Azar

Page 76: Trabajo Felicidad

74 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

nuevo a nuestras probandos diversos objetos

que debían comparar con un estímulo central.

Esta vez, la clave era la siguiente: las mujeres solo

veían imágenes parciales en los hemicampos

izquierdo y derecho de su visión. Así pues, los

dos hemisferios debían comunicarse para deci-

dir de inmediato si los objetos coincidían. Una

vez más confirmamos las oscilaciones del ciclo

menstrual: después de la ovulación (cuando

los valores hormonales se encuentran altos),

los dos hemisferios cooperaban de manera

intensiva.

No obstante, estos experimentos no consti-

tuyen una prueba directa de que las hormonas

desencadenen dichas variaciones dinámicas en

la organización funcional del cerebro. En última

instancia, el ciclo menstrual se asocia a multi-

tud de cambios fisiológicos y psíquicos. Por tal

motivo, ampliamos el círculo de participantes:

incluimos mujeres que ya no tenían la regla.

Algunas de ellas tomaban estrógenos y gestáge-

nos con el fin de prevenir síntomas adversos (so-

focos de calor, alteraciones del sueño o pérdidas

óseas), los cuales pueden acompañar al retroceso

paulatino en las concentraciones de estradiol

y progesterona. Dicho tratamiento sustitutivo

hormonal, debatido por sus efectos secunda-

rios, ofrece a los científicos la oportunidad de

explorar el efecto de sustancias administradas

por vía externa.

Nuestros resultados, publicados en 2009, reve-

lan que, después de la menopausia, las mujeres

resuelven las tareas lingüísticas o espaciales

sobre todo con uno de sus dos hemisferios, del

mismo modo que las mujeres durante la mens-

truación o los hombres, siempre y cuando no

reciban ninguna preparación hormonal. Este

patrón no varía si las pruebas de las mujeres

mayores se repiten al cabo de dos a tres sema-

nas, sin duda, por la estabilidad de sus valores

hormonales.

No es mejor, sino distintoDicha asimetría desapareció casi por completo

entre las voluntarias a quienes se había prescrito

un tratamiento hormonal sustitutivo: su cere-

bro manifestaba una organización casi simétrica,

como la de las mujeres más jóvenes durante las

fases del ciclo con abundancia hormonal. El efec-

to llamó la atención sobre todo entre las mujeres

INHIBICIÓN MENSUAL

Las regiones del lóbulo frontal

izquierdo se estimulan al proce-

sar el lenguaje (rojo). Al mismo

tiempo, las regiones corres-

pondientes del lado derecho se

inhiben (amarillo). Mientras que

el cerebro masculino presenta

siempre esta simetría cerebral,

en las mujeres aparece solo

durante la menstruación.

Al debatir las diferencias psíquicas entre los sexos y la preferencia por los

hemisferios izquierdo y derecho, surgen numerosos mitos y malentendi-

dos. Los experimentos neuropsicológicos revelan un reparto hemisférico a

menudo desigual de la actividad cerebral (lateralización): el lóbulo frontal

derecho participa con mayor intensidad de las reacciones emocionales que

el izquierdo, y el lóbulo parietal derecho se activa sobre todo al procesar

las cifras y la información espacial. En cambio, en el hemisferio izquierdo

se encuentran los centros neuronales del lenguaje.

Sin embargo, la medición de la actividad cerebral con técnicas de imagen

detecta solo la punta del iceberg: revela aquellas regiones cerebrales con

mayor actividad en una tarea concreta. Ello no significa que el resto del ce-

rebro permanezca en silencio. Los hemisferios derecho e izquierdo trabajan,

en general, mano a mano y se complementan entre sí. Por tanto, hablar de

un hemisferio derecho «unívocamente emocional» en contraposición con un

lado izquierdo «lógico-analítico» sobrepasa la realidad.

Lo mismo cabe decir de las referencias sexuales en el plano psíquico. Desde

el punto de vista estadístico, los hombres resuelven mejor los problemas

espaciales y de construcción que las mujeres, las cuales, por su parte, desta-

can en las pruebas lingüísticas. De todas maneras, dichas diferencias son

mínimas en la práctica, ya que dos personas del mismo sexo, seleccionadas

al azar, se diferencian mucho más entre sí que si se compara una estadística

entre hombres y mujeres. En segundo lugar, tales diferencias no revelan nin-

guna información sobre una persona concreta. La «malicia» de la estadística

reside en que generalizamos con demasiada precipitación los resultados.

Mitos sobre el cerebro

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Page 77: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 75

que tomaban estrógenos. En otros estudios se se-

ñaló que el tratamiento modificaba, en particu-

lar, el rendimiento del hemisferio derecho. No

obstante, las hormonas apenas modificaban la

comunicación entre los hemisferios, a diferencia

de nuestros hallazgos en mujeres más jóvenes,

con el paso de los años.

Durante la década de los noventa del siglo XX,

los neurocientíficos observaron que, con el en-

vejecimiento, algunas áreas de los lóbulos parie-

tal y occipital derecho, que procesan sobre todo

estímulos visuales, perdían facultades. En com-

pensación, el cerebro elabora estrategias para

intercambiar en mayor medida información a

través del cuerpo calloso cuando aparecen los

primeros problemas cognitivos y nivelar así

los hemisferios. De esta manera pueden com-

pensarse bastante bien los déficits cognitivos

causados por el envejecimiento.

¿Qué repercusión presentan los cambios

hormonales del cerebro en la vida cotidiana?

¿Brinda alguna ventaja una organización más

o menos simétrica del cerebro? Tales preguntas

no cuentan con una respuesta única, ya que las

dos formas de disposición ofrecen ventajas: el

cerebro con organización asimétrica permite

una estrecha colaboración entre las regiones

cerebrales vecinas. En tal caso se puede inter-

cambiar información a través de vías cortas, de

modo que el cerebro procesa con mayor rapi-

dez que si el reparto fuera más simétrico. Por

otro lado, un encéfalo simétrico funcionaría, en

principio, sin ningún problema, ya que los dos

hemisferios contribuirían a resolver cualquier

conflicto y compensarían, en parte, las posibles

carencias del otro. En otras palabras, la asimetría

aporta más velocidad; la simetría, menos riesgo

de error. La estrategia más idónea dependerá de

la situación concreta.

Cabe recordar también que las pruebas que

aplicamos no consisten en tareas cotidianas ca-

racterísticas (tales como conducir un vehículo,

comprar o escribir cartas). Por ello, los resultados

no deben generalizarse sin más. Nadie puede

afirmar de manera genérica que el cerebro «fe-

menino» puede solucionar mejor o peor deter-

minados problemas en función de los niveles

hormonales. Empero una cosa es cierta: las hor-

monas modifican la forma en que se acometen

estas tareas.

Markus Hausmann es biopsicólogo docente e investiga

en la Universidad de Durham. Ulrike Bayer es biopsi-

cóloga docente y colaboradora del grupo de trabajo de

Hausmann.

BIBLIOGRAFÍACOMPLEMENTARIA

HORMONES AND BEHAVIOUR:

A PSYCHOLOGICAL APPROACH.

M. Hausmann en American

Journal of Human Biology,

vol. 21, págs. 228-229,

2009.

SEX HORMONAL EFFECTS ON

HEMISPHERIC ASYMMETRY

AND INTERHEMISPHERIC IN-

TERACTION. M. Hausmman,

U. Bayer en The two halves

of the brain: Information

processing in the cerebral

hemispheres, por K. Hug-

dahl y R. Westerhausen.

Cambridge, MA, MIT Press,

págs. 287-312, 2010.

ciencia

blogreflexiónopinióna

diálogoblo

educación

historiappfilosofía

investigación

Ciencia en primera persona

www.investigacionyciencia.es/blogs

universidad

cuestionarética

experimentoddti ió

2 0

comunicaciónoconocimiento

SciLogsLUIS CARDONA PASCUAL

Ciencia marina

JULIO RODRÍGUEZ LÓPEZ

La bitácora del Beagle

YVONNE BUCHHOLZ

Psicología y neurociencia al día

JUAN GARCÍA-BELLIDO CAPDEVILA

Cosmología de precisión

ÁNGEL GARCIMARTÍN MONTERO

Física y sociedad

Y MÁS...

JOSÉ MARÍA VALDERAS

De la sinapsis a la conciencia

CRISTINA MANUEL HIDALGO

Física exótica

CLAUDI MANS TEIXIDÓ

Ciencia de la vida cotidiana

Page 78: Trabajo Felicidad

76 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Este tipo de conexiones son frecuentes en

animales inferiores (como los cangrejos) y

coordinan, por ejemplo, los movimientos

en las reacciones de huida. No obstante,

otro tipo de sinapsis, las químicas, son las

que han ido cobrando mayor importancia

en el transcurso de la evolución. En una

persona adulta, su número supera con

creces el de las eléctricas.

La mayor ventaja de la sinapsis química

reside en que proporciona una gran fle-

xibilidad: casi todos los pasos que con-

tribuyen a transmitir la señal pueden

regularse de forma independiente. De

esa manera, la transmisión por sinapsis

química se ajusta con precisión a la ne-

cesidad del momento. Tal capacidad de

adaptación del sistema nervioso (plastici-

dad sináptica) constituye la base de cada

una de las funciones cerebrales superio-

res, desde la localización de los sonidos

hasta el pensamiento.

Los componentes emisores (presináp-

ticos) y receptores (postsinápticos) de

las sinapsis químicas contribuyen a los

cambios de plasticidad. Los postsinápti-

cos justifican casi todas las adaptaciones

duraderas de la función transmisora, en-

tre las que destaca la modulación de los

receptores de mensajeros determinados.

El estado modificado se mantiene du-

rante varias horas incluso en muestras

de tejido cultivadas en el laboratorio; en

el cerebro intacto persiste a veces durante

toda la vida.

Modulación neuronal depuradaLos mecanismos presinápticos de la plas-

ticidad (la liberación masiva del neuro-

SYLLABUS

Las células nerviosas transmiten la

información en forma de impulsos

eléctricos: los potenciales de acción. Para

comunicar dichas señales a otras neuro-

nas recurren a las «sinapsis» (del griego

syn, «junto», y haptein, «asir», «agarrar»),

término que el fisiólogo y premio Nobel

británico Charles S. Sherrington (1857-

1952) destinó a la unión intercelular es-

pecializada entre neuronas.

Por lo general, las sinapsis se establecen

entre la terminación del axón (la prolon-

gación más larga) de la célula nerviosa

emisora y el soma celular, una dendrita

o una espina (una pequeña prolongación

de las dendritas) de la neurona receptora.

La transmisión de las señales en la sinap-

sis no suele entablarse por un contacto

eléctrico directo, como ocurre con un en-

chufe. Al contrario, la neurona emisora y

la receptora se hallan separadas por una

pequeña ranura. A causa de ello, el poten-

cial de acción de la neurona debe transfor-

marse, de manera transitoria, en una se-

ñal química: cuando ocurre la activación

eléctrica, la célula emisora libera neuro-

transmisores que alcanzan la receptora a

través de la hendidura sináptica. Los men-

sajeros se unen allí a proteínas receptoras,

fenómeno que desencadena una reacción

en cascada dentro de la célula receptora.

Por último, se genera de nuevo una señal

eléctrica en dicha neurona.

Pero ¿por qué resulta tan complejo el

proceso? En cierto modo, la interacción

entre las señales eléctricas y químicas

consume un tiempo precioso que, en

situaciones críticas (como la huida ante

un peligro), puede significar la vida o la

muerte del individuo. Asimismo, cabría

pensar que la complejidad de los procesos

celulares y bioquímicos que suceden en la

transmisión de señales debería favorecer

posibles errores.

Tales recelos los despeja, en parte, la pro-

pia realidad: existen sinapsis puramente

eléctricas [véase «Sinapsis eléctrica», por

Rolf Dermietzel; MENTE Y CEREBRO, n.o 21].

Dichas sinapsis pueden transmitir con ex-

trema rapidez la señal; se localizan sobre

todo donde se precisa sincronizar la acti-

vidad de grupos numerosos de neuronas.

LAS SINAPSIS AL DETALLEAlrededor de 100.000 millones de neuronas en el cerebro humano se comunican entre sí

gracias a unos 100 billones de interconexiones o sinapsis. La biología celular revela cómo

sucede dicha transmisión de señales y qué ocurre si se altera la comunicación

NILS BROSE Y LUDWIG KOLB

RESUMEN

Comunicación química

1Los contactos sinápticos entre las

neuronas garantizan la transmi-

sión y el procesamiento eficientes de

la información en el sistema nervioso

humano.

2En una sinapsis, el impulso eléctri-

co permite la liberación de vesí-

culas de mensajeros. Las moléculas al-

canzan, a través del espacio sináptico,

su destino y se unen a los receptores.

En la neurona receptora se desenca-

dena una nueva señal eléctrica.

3Las alteraciones de las proteínas

involucradas en la liberación de

los transmisores se asocian a diversas

enfermedades, como la esquizofrenia,

la depresión o el trastorno de déficit

de atención con hiperactividad.

Page 79: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 77

transmisor) duran, en cambio, solo unos

cientos de milisegundos; pocas veces

van más allá de un par de minutos. Tales

mecanismos ayudan a las personas a lo-

calizar una fuente sonora o a adaptarse

a estímulos sensoriales muy intensos o

muy débiles. La memoria operativa (que

permite al lector que siga recordando el

principio de esta frase cuando termine de

leerla) contribuye, asimismo, a la plastici-

dad. Localizar de inmediato un automóvil

que bocina, no perder la perspectiva ge-

neral cuando se zapea con el mando del

televisor o esquivar una bola de nieve que

se acerca amenazante resultarían conse-

cuciones imposibles sin la plasticidad pre-

sináptica a corto plazo.

Desde hace tan solo unos pocos años,

los científicos han logrado comprender los

complejísimos procesos celulares y mo-

leculares en las sinapsis. Vayamos a ello: el

elemento emisor de una sinapsis cerebral

típica contiene varios cientos de vesículas,

es decir, pequeñas bolsas rodeadas de una

membrana en cuyo interior se encuentran

moléculas neurotransmisoras. Esas vesí-

culas sinápticas se hallan sometidas a un

complicado ciclo de reacciones de fusión

y disociación, en cuyo transcurso liberan

las moléculas transmisoras al espacio si-

náptico.

Ciertas proteínas transportadoras lle-

nan las vesículas sinápticas de mensajeros.

Tras ello, las vesículas emigran a la «zona

activa» (el espacio sináptico) de la célula

nerviosa, donde experimentan un proceso

de maduración (saturación o priming). En

ese momento, la vesícula es capaz, al lle-

garle la señal eléctrica, de evacuar su con-

tenido a la hendidura sináptica. Para ello

se fusiona con la membrana celular. Los

elementos fusionados de la membrana se

dirigen entonces, mediante «endocitosis»,

al interior de la célula, donde permanecen

disponibles para la creación de nuevas ve-

sículas sinápticas.

El ciclo complejo de fusión de las vesí-

culas y la endocitosis transcurre con rela-

tiva lentitud: pueden pasar varios minu-

tos hasta que una vesícula se recicla, es

decir, se halla disponible para un nuevo

GEH

IRN

& G

EIST

/ M

EGA

NIM

Page 80: Trabajo Felicidad

78 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

El cerebro al detalle

Axón

Soma

Sintaxina-1 SNAP-25

Presinapsis

VesículaMunc13

Munc18-1CAPS

Munc13Munc18-1

CAPS

Complexina

Complexina

Complexina

Ca2+

(calcio)

Sinaptobrevina-2

Sinaptotagmina-1

PostsinapsisDendrita

Neurona emisora

Vesícula

ComplexinaCalcio

Receptor

Hendidurasináptica

Presinapsis

a

b

c

d

CO

RTES

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ENTA

L, G

OTI

NG

A

Page 81: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 79

Neuronas y sinapsis

Las células nerviosas de

esta sección de la corteza

cerebral se han teñido

con un método ideado

por el médico y premio

Nobel italiano Camilo

Golgi (1843-1926).

A lo largo de las dendri-

tas de una neurona exis-

ten numerosas sinapsis

que, en este caso, se han

visualizado con ayuda de

un anticuerpo fluores-

cente. Las dendritas que

parten del cuerpo celular

(iluminado) se tiñen de

forma débil. La sinapsis

en las dendritas se ven

como puntos de gran

luminosidad.

El microscopio electróni-

co muestra las propieda-

des características de la

sinapsis: en el componen-

te presináptico emisor se

ven numerosas vesículas

sinápticas (parte superior

de la imagen). Una hen-

didura separa al emisor

del componente postsi-

náptico.

El cerebro humano se compo-

ne de unos 100.000 millones

de células nerviosas (a) cuyos

somas (cuerpos celulares), con

un tamaño de 30 a 80 micró-

metros, se asocian a través

de las prolongaciones que

reciben y emiten, es decir, las

dendritas y los axones (b). En

las sinapsis, zonas de contacto

con un tamaño de centenares

de nanómetros, se produce

la transmisión de las informa-

ciones de una neurona a otra.

Cuando la señal eléctrica al-

canza la presinapsis, se activa

la liberación de mensajeros o

neurotransmisores, los cuales

alcanzan la postsinapsis a tra-

vés de la hendidura sináptica

y desencadenan allí una nueva

señal eléctrica. Para liberar los

neurotransmisores, las vesícu-

las sinápticas se fusionan con

la membrana celular (c). Di-

chas vesículas, con un tamaño

aproximado de 40 nanóme-

tros, contienen las moléculas

transmisoras y, después de

fusionarse con la membrana

celular, liberan su contenido

al espacio sináptico. A conti-

nuación, la célula recobra las

vesículas a través de la endoci-

tosis. La fusión de las vesículas

sinápticas con la membrana

celular se encuentra regula-

da por las proteínas SNARE:

sinaptobrevina 2, sintaxina 1

y SNAP-25 (d). Numerosas

proteínas reguladoras, como

Munc13, Munc18-1, CAPS y

complexina regulan su función

y permiten, de esta manera,

una liberación eficaz y flexible

de los transmisores.

CORTESÍA DE HIROSHI KAWABE Y MICHIKO TAKEDA, INSTITUTO MAX PLANCK DE MEDICINA EXPERIMENTAL, GOTINGA

CORTESÍA DE THOMAS DRESBACH, UNIVERSIDAD RUPRECHT-KARLS, HEIDELBERG

CORTESÍA DE FRÉDÉRIQUE VAROQUEAUX, INSTITUTO MAX PLANCK DE MEDICINA EXPERIMENTAL, GOTINGA

Page 82: Trabajo Felicidad

80 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

uso. Sin embargo, como algunas sinapsis

consumen centenares de vesículas sináp-

ticas por segundo, es necesario disponer

en todo momento de multitud de vesí-

culas maduras, llenas de transmisores, y

acelerar el proceso de saturación cuando

se produce una descarga muy potente o

duradera. Con ello, las sinapsis pueden

operar de manera fiable e, incluso, con

una fuerte sobrecarga. Solo cuando la ac-

tividad aumenta hasta el punto de que la

velocidad de fusión de las vesículas supera

la de su saturación, se agota la reserva de

vesículas y falla, finalmente, la sinapsis.

Fusión laboriosaUn aparato complejo de proteínas, cuya

composición y funcionamiento se han

descifrado en los últimos veinte años,

controla la preparación de las vesículas si-

nápticas y su fusión con la membrana ce-

lular. Existen tres proteínas responsables

de la reacción de fusión, de las cuales una,

la sinaptobrevina-2, se encuentra ancla-

da a la superficie de la vesícula, mientras

que las otras dos, la sintaxina-1 y SNAP-25,

se hallan en la membrana celular. El bio-

químico Reinhard Jahn, del Instituto Max

Planck de Química Biofísica de Gotinga,

demostró en 1998 que esas tres proteínas

se asociaban en una estructura estable,

parecida a una cremallera, durante la pre-

paración de la vesícula; una estructura

que se conoce como complejo SNARE. El

proceso aporta la energía necesaria para la

fusión entre las membranas de la vesícu-

la y de la célula. Sin embargo, las reaccio-

nes de fusión mediadas por los complejos

SNARE resultan demasiado lentas para

una actividad eficiente de la sinapsis, por

lo que otras proteínas aceleran el proceso

en caso de necesidad.

Nuestras investigaciones, así como

las de otros científicos, han revelado

que, al principio, tres proteínas gobier-

nan la formación del complejo SNARE:

Munc18-1, Munc13 y CAPS. En un paso

posterior se une otra proteína, la com-

plexina, al complejo formado parcial-

mente y lo prepara para la fusión. Esta

ocurre a través de la activación eléctrica

de la presinapsis y de la posterior entra-

da de iones de calcio.

El biólogo molecular Thomas Südhof,

de la Universidad de Stanford, descubrió

hace poco que la «proteína sensora» si-

naptotagmina-1 cumple una función

capital para la fusión. Se une al mismo

tiempo a los iones de calcio, a la membra-

na de la vesícula, a la membrana celular

y al complejo SNARE, con lo que facilita,

en última instancia, la fusión entre las

membranas vesicular y celular. De todas

maneras, la capacidad de adaptación y la

efectividad de dicho proceso dependen

de una interacción exacta entre multi-

tud de proteínas diferentes. Si ocurre una

alteración, bien por mutación de un gen

fundamental para la liberación de trans-

misores, bien por otro motivo, las conse-

cuencias suelen resultar catastróficas.

Cada vez más estudios demuestran la

relación que existe entre las alteraciones

genéricas de las proteínas presinápticas

y algunas enfermedades humanas. Las

variaciones del gen SNARE-25 determi-

nan ciertas variantes del trastorno por

déficit de atención con hiperactividad

(TDAH). Es probable que tales variantes

génicas disminuyan la producción de

SNARE-25 en las neuronas. Al ser dicha

proteína necesaria para la fusión de las

vesículas sinápticas, su pérdida impide la

transmisión de las señales en los puntos

de contacto. No obstante, todavía se des-

conoce cuáles son las regiones cerebrales

más afectadas.

El bloqueo parcial de la función de la

complexina parece contribuir a diversas

enfermedades neuropsiquiátricas. Ha-

ce más de diez años, el psiquiatra Paul

Harrison, de la Universidad de Oxford,

descubrió que los pacientes esquizofré-

nicos poseían muy poca complexina en

el cerebro.

Entre tanto, numerosos neurólogos y

psiquiatras piensan que no solo algunas

formas de esquizofrenia, sino también

ciertos síntomas de la enfermedad de

Huntington, depresiones o trastornos bi-

polares se deben a una carencia de com-

plexina. En nuestras investigaciones con

ratones que presentan mutaciones de los

genes de complexina hemos observado

que el descenso en la producción de esta

proteína en las neuronas altera por distin-

tas vías la liberación de transmisores en la

sinapsis. Según la región cerebral afectada

por la pérdida de complexina, aparecen

diferentes trastornos.

Nils Brose es bioquímico y director del departa-

mento de neurología molecular del Instituto Max

Planck de Medicina Experimental de Gotinga.

Ludwig Kolb es colaborador del Instituto y autor

de las infografías.

Atención: venenoExisten algunas sustancias tóxicas que

llegan hasta las proteínas que intervie-

nen en la fusión de las vesículas, con lo

que bloquean la liberación de neuro-

transmisores. Así, por ejemplo, la toxina

que se genera durante el tétanos o la

toxina botulínica (Botox), presente en la

carne putrefacta, impiden que se forme

el complejo SNARE.

Gran parte de nuestros conocimientos

sobre los mecanismos postsinápticos

moleculares se deben al neurocientífico

Eric Kandel, quien obtuvo el premio

Nobel de Medicina en el año 2000 por

sus descubrimientos.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

SNARES. ENGINES FOR MEMBRANE FU-

SION. R. Jahn y R. H. Scheller en Nature

Reviews Molecular Cell Biology, vol. 7,

págs. 631-643, 2006.

REGULATION OF MEMBRANE FUSION IN

SYNAPTIC EXCITATION-SECRETION COU-

PLING: SPEED AND ACCURACY MATTER.

S. M. Wojcik y N. Brose en Neuron,

vol. 55, págs. 11-24, 2007.

MEMBRANE FUSION: GRAPPLING WITH

SNARE AND SM PROTEINS. T. C. Südhof

y J. E. Rothman en Science, vol. 323,

págs. 474-477, 2009.

EXOCYTOSIS AT THE HAIR CELL RIB-

BON SYNAPSE APPARENTLY OPERATES

WITHOUT NEURONAL SNARE PROTEINS.

R. Nouvian et al. en Nature Neuros-

cience, vol. 14, págs. 411-433, 2011.

Page 83: Trabajo Felicidad

Más información en www.investigacionyciencia.es

Mente y cerebro 49/2011

Presiones extremas Imágenes en 3D Amigos imaginarios Base científica de los tratamientos Avatares en la consulta Claves sobre el autocontrol Y más...

Mente y cerebro 48/2011

Redes sociales Inteligencia 2.0 ¿Por qué faltan a clase? Violencia de género Sinapsis «durmientes» La adicción Y más...

Mente y cerebro 47/2011

Neurobiología de la lectura Empatía y violencia Trastorno obsesivo-compulsivo Mente sana en cuerpo sano Entre los genes y el ambiente La mentira Y más...

Mente y cerebro 46/2011

¡A jugar! Psicooncología El silencio de las neuronas Atracción por el riesgo Los qualia Compra compulsiva Y más...

Mente y cerebro 45/2010

Biología de la religión Cuando los niños no pueden dormir

Enfermedad de Huntington El lenguaje de los besos Recuperación neuropsicológica Amistad con los robots Y más...

Mente y cerebro 44/2010

Neurodidáctica Bases bioquímicas de la esquizofrenia

Adictos a los juegos en línea El orgasmo en el cerebro Objetivo: ejercicio físico Descubrimiento del alzhéimer Y más...

Mente y cerebro 43/2010

Deconstrucción de la memoria Valoración estética y género Así hablas, así eres Trastorno antisocial Un mundo a medias Olores Y más...

Mente y cerebro 42/2010

Marcapasos cerebrales Por qué contamos historias Impactos en el cerebro: una plaga silenciosa

El síndrome de Diógenes Piercing y tatuajes Entrenamiento cerebral Y más...

Mente y cerebro 41/2010

Dormir para aprender Regeneración cerebral Mecanismos neuronales de la percepción

Síndrome de Williams Ictus cerebral Realidad virtual tangible Y más...

Mente y cerebro 40/2010

El poder de la cultura Prejuicios del subconsciente Evolución del lenguaje La materia de los recuerdos Dopaje cerebral Prevención del alzheimer Y más...

Mente y cerebro 39/2009

Psicología del éxito Los niños y las nuevas tecnologías

El aburrimiento La depresión refractaria Perfiles criminales Filosofía y psicología de la realidad

Y más...

Mente y cerebro 38/2009

Neuroeconomía Psiquiatría de la esquizofrenia Mutismo selectivo Empatía animal Raices de la legastenia Suicidios hereditarios Y más...

Muntaner, 339, pral., 1ª - 08021, Barcelona Tel. 93 414 33 44 - Fax 93 414 54 13

Otros títulos de MENTEyCEREBRO

Page 84: Trabajo Felicidad

82 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

Una mañana gris de noviembre, du-

rante mis prácticas como patólogo,

me encontraba solo en el mortuorio del

hospital universitario, entre el leve zum-

bido de los fluorescentes y el monótono

goteo de un grifo. Una mujer, fallecida

poco antes, yacía sobre la mesa metálica;

de tersa y amarillenta piel, todavía lucía

los pendientes, la alianza y el maquillaje.

De su cuerpo sobresalían tubos de plásti-

co y vías intravenosas, agonías postreras

de la intervención médica.

Con una mezcla de sentimientos de

temor y emoción, me preparé para llevar

a cabo el rito ancestral de la autopsia. De

estudiante había visto enfermos moribun-

dos, pero no me había vuelto a encontrar

a solas ante un fallecido desde que hube

de disecar un cadáver en mi primer curso

en la facultad de medicina. La adrenalina

intensificaba las respuestas fisiológicas de

mi organismo. Adquirí conciencia de mi

respiración, del crujido de mi máscara

quirúrgica al exhalar, del sordo bombeo

del corazón, de la aceleración de su ritmo.

Aunque el cuerpo yacente ante mí era

ahora tan inerte e insensible como cual-

quier otro objeto inanimado de la sala, me

parecía sentir la vida que esa mujer habría

vivido: joven casada, hija, quizás hermana

o madre, ahora llorada tras su larga bata-

lla contra la enfermedad. Me esforcé en

superar la innata aversión a la muerte,

aceptar su carácter definitivo y separar a

la persona de sus restos mortales.

Me concentré en la tarea y efectué el

examen externo habitual, equivalente en

patología del examen físico tradicional

que podría realizar un médico de familia,

un internista o un cirujano. Mientras me

disponía a desarrollar la incisión inicial,

observé un bulto del tamaño de una uva

cerca de la axila. Afirmé la mano y opri-

mí la cuchilla contra la piel, perforando

la epidermis y el tejido blando profundo

hasta que el escalpelo tocó el hueso. La

piel conservaba todavía la elasticidad

suficiente para retraerse tras el bisturí;

rápidamente llevé a cabo la serie de cor-

tes necesarios para crear una incisión en

forma de Y en el pecho y en el abdomen.

Examiné los tejidos de la pared torácica;

estos revelaban una masa carnosa de teji-

do blanco desorganizado que se extendía

desde la mama, penetraba en el músculo

esquelético subyacente y se aferraba a las

costillas como una férula implacable.

Era la naturaleza del cáncer, cuyo nom-

bre aclara a la perfección la etimología,

pues procede de karcinos, «cangrejo». El

término fue acuñado por Hipócrates, el

más famoso de los médicos griegos, en

relación a la tendencia de los tumores

malignos infiltrantes a desarrollar espí-

culas radiales, como las patas y pinzas de

un cangrejo. La palabra autopsia, término

griego que significaba «ver por uno mis-

mo», expresaba lo que yo experimentaba

en ese momento, pues ampliaba mi cono-

cimiento de los tumores malignos al ob-

servar con mis propios ojos una destreza

que habría de cultivar durante el resto de

mi carrera de patólogo. La visión de tan

personal, flagrante y avanzada muestra

de dicho mal en una mujer que tendría mi

edad impartía una lección de humildad.

Sentí el honor de ser el único en poner

ojos y manos en la sustancia de la enfer-

medad que había llevado a la paciente a

la muerte. Me sentí, asimismo, conecta-

do con aquellos médicos que, tantos años

atrás, decidieron dar el paso desde la ob-

servación del exterior para ver lo ocurri-

do en el interior. Tal descubrimiento es

la más pura forma de medicina, ya que

permite vincular una situación clínica con

las manifestaciones físicas que se obser-

van. Aunque las características macro y

microscópicas del cáncer y de otras do-

lencias han presentado aspectos similares

en los humanos a lo largo del tiempo, los

medios que permiten descubrir e inter-

pretar sus causas han cambiado de forma

impresionante.

Una prognosis inciertaLa autopsia ha sido y continúa siendo el

«patrón oro» para lograr una evaluación

inequívoca de las enfermedades y trau-

mas que afectan a individuos y poblacio-

nes. A pesar de ello, está perdiendo con

rapidez su papel de procedimiento mé-

dico fundamental. En vista de las ubicuas

presentaciones de autopsias en las series

policíacas de televisión, podría pensarse

RETROSPECTIVA

EL ARTE DE LA AUTOPSIAPasado, presente y futuro de una técnica médica fundamental

DARIN L. WOLFE

RESUMEN

Una práctica en declive

1La autopsia ha sido y continúa

siendo el «patrón oro» para la

evaluación inequívoca de enferme-

dades y traumas. Sin embargo, su

práctica va en receso.

2André Vesalio, anatomista del

siglo XVI, abrió el camino a la

autopsia, pero también al tráfico

de cadáveres.

3En la actualidad, la autopsia

virtual, o «virtopsia», se sirve

de técnicas muy avanzadas de for-

mación de imágenes para obtener

datos autópsicos detallados. Los

patólogos, no obstante, siguen utili-

zando las técnicas antiguas.

Page 85: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 83

que los mortuorios rebosan de casos pen-

dientes. Pero la realidad es otra: mientras

que el número de asesinatos, suicidios y

accidentes mantiene ocupadas las oficinas

de jueces de primera instancia y las con-

sultas de los médicos forenses, la patolo-

gía hospitalaria ha sufrido un tremendo

declive a lo largo del último medio siglo.

La tasa de autopsias en la primera mitad

del siglo XX se mantuvo constante, por

encima del 50 por ciento, empero desde

los años cincuenta, la tasa de autopsias

correspondiente a los fallecimientos en

hospital se ha desplomado hasta una cifra

que ronda en torno al 6 por ciento, a pesar

de que los hallazgos en la autopsia revelan

chocantes tasas de error en los diagnósti-

cos pre mórtem, además de constituir el

medio principal para determinar esa tasa

de error. Datos estadísticos corroboran

tal afirmación: la autopsia revelaría una

patología importante no diagnosticada

previamente en hasta un 40 por ciento

de los casos, valor que ha permanecido

constante durante los sesenta años en los

que se han registrado tales correlaciones

clínico-patológicas.

Dicho dato estadístico, sin embargo,

debe manejarse con precaución, ya que

puede resultar sesgado, puesto que los

casos seleccionados para autopsia corres-

ponden, por lo general, a aquellos que

presentan máxima incertidumbre diag-

nóstica. No obstante, según diversos ar-

tículos publicados por Kaveh Shojania y

sus colaboradores, de la Universidad de

Ottawa, basados en el análisis de regresión

multivariante de datos de varios decenios

y que toman en cuenta el período estu-

diado, el número de autopsias, el país y

la diversidad de casos, indican que la tasa

de error diagnóstico continúa siendo un

problema médico importante. La pro-

babilidad de que se detecte mediante la

autop sia un error de clase I (el diagnóstico

erróneo pudo afectar a la supervivencia

del paciente) alcanza un 10,2 por ciento;

la probabilidad de «errores graves», fallos

u omisiones en el diagnóstico que, aun

siendo importantes, probablemente no

afectaron al resultado, es de un 25,6 por

ciento. Se estima que 35.000 de los falleci-

dos cada año en los hospitales estadouni-

denses podrían haber sobrevivido hasta

el alta médica si esas dolencias ocultas se

hubieran descubierto a tiempo.

La incompetencia diagnóstica no es

necesariamente, ni siquiera a menudo,

la responsable. Ciertas discrepancias de

diagnóstico entre la clínica y la sala de

autopsias deben atribuirse a las limita-

ciones de las técnicas de diagnosis y a las

dificultades inherentes a la evaluación de

enfermos que sufren de forma simultánea

varias dolencias, así como a presentaciones

atípicas de la enfermedad o a patologías

clínicamente no detectables. No obstante,

la escala de las estadísticas de errores re-

vela la trascendencia de la autopsia para

FORMACIÓN MÉDICA

La neuropatóloga Barbara Crane imparte una

lección sobre patologías cerebrales en la sala

de autopsias de la Escuela de Medicina Johns

Hopkins de Baltimore. La disección de huma-

nos ha constituido, durante siglos, una parte

fundamental de la formación médica.

GET

TY

IM

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ES /

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ST

Page 86: Trabajo Felicidad

84 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

supervisar y mejorar los resultados. Es tan

solo una de sus ventajas. Además de con-

firmar o corregir los diagnósticos clínicos,

la autopsia sirve como instrumento para

fijar la causa de la muerte, permite descu-

brir o caracterizar enfermedades nuevas o

cambiantes, evaluar nuevas pruebas diag-

nósticas, técnicas quirúrgicas, prótesis y

fármacos, investigar riesgos ambientales

o laborales, obtener estadísticas vitales

precisas, analizar la calidad del ejercicio

profesional de la medicina (tanto a escala

local como nacional), así como tranquili-

zar a los familiares sobre la calidad de la

atención médica y de la causa de la muerte

de su ser querido, además de posibilitar la

protección del facultativo frente a falsas

reclamaciones de responsabilidad por

mala práctica; sin olvidar su tremendo

valor para la formación de médicos y de

estudiantes, ya que facilita la ampliación

de los límites del conocimiento médico.

La autopsia es un arte antiguo. Presenta

un futuro incierto y un pasado emocio-

nante.

Los orígenesLa actividad científica se ha nutrido siem-

pre de la curiosidad humana por los fenó-

menos naturales. La mente inquisitiva ha

logrado iluminar, uno tras otro, grandes

misterios de la vida. A menudo en contra

de dogmas aceptados, como demuestra la

superposición de etapas del pensamiento

en las que se presumía que las causas de

las patologías eran demoníacas o espiri-

tuales, incluso cuando aparecían explica-

ciones más modernas y profanas. La pri-

mera de las teorías sobre la enfermedad

predominantes en la Grecia antigua (así

como en India y Tíbet) estuvo fundada en

la idea de los «cuatro humores», asociados,

por lo general, con los cuatro elementos

de Empédocles: tierra, aire, fuego y agua,

que a su vez configuraban la personalidad

humana. La teoría de los humores postu-

laba que todas las aflicciones se debían a

desequilibrios en esos elementos internos,

manifiestos en flema, sangre, bilis amari-

lla y bilis negra. (A un individuo víctima

de la depresión, por ejemplo, se le diag-

nosticaba un exceso de bilis negra —la

palabra melancolía resulta de los vocablos

griegos cuyos significados son «negro» y

«bilis»—. Análogamente, la personalidad

«flemática» se asociaba a las cualidades

más letárgicas o apáticas). Esta escuela

de pensamiento floreció en los tiempos de

los grandes médicos griegos: Herófilo, el

primero de los anatomistas sistemáticos;

Hipócrates, cuyo canon médico rechaza-

ba las explicaciones sobrenaturales de la

enfermedad; y Erasístrato, seguidor de He-

rófilo y uno de los últimos de aquella era,

y de un par de miles de años posteriores,

en disecar cuerpos humanos.

El papel de los humores fue argumenta-

do con la máxima elocuencia por Galeno

de Pérgamo (129-200 d.C.) Su magna obra

sobre los tratamientos (De methodo me-

dendi), junto con otros de sus textos, fueron

las primeras grandes obras escritas sobre

medicina. Sirvieron de guía universal para

las enfermedades durante más de un mile-

nio. En los tiempos de Galeno y de sus discí-

pulos, la disección de cuerpos humanos era

sumamente reprobada y condenada con

fervor. En consecuencia, el médico griego

hubo de basar la mayor parte de sus cono-

cimientos de anatomía humana en la disec-

ción de animales: entre ellos, los macacos

de Berbería, una especie de monos que re-

side sobre todo en el norte de África. Gale-

no supuso —presunción razonable, aunque

imperfecta— que la estructura interna de

estos animales se aproximaba a la de las

personas lo suficiente para comprender la

anatomía humana.

Las enseñanzas de dicho médico per-

duraron en Grecia y en Europa hasta el

siglo XVI. Incluso hoy, algunas antiguas

escuelas de medicina, como las tradicio-

nales tibetana y ayurvédica, practican la

sanación metafísica y el diagnóstico basa-

do en los humores que beben de las mis-

mas raíces, si bien combinadas con una

farmacopea y una terapéutica muy elabo-

radas. De hecho, cuando los gobernantes

tibetanos mandaron celebrar dos grandes

congresos de medicina, en los siglos VIII

y XI, en los que se reunieron médicos (y

traductores) procedentes de India, Persia,

Nepal, Grecia, China y otros lugares para

que compartieran sus saberes, la medici-

na galénica sirvió de fundamento para su

sistema médico holístico.

Mas la metodología galénica (humoral),

de general aceptación hasta entonces, su-

frió un cambio radical concluido el primer

tercio del siglo XVI. André Vesalio, médico y

anatomista de Padua, entendía que las pre-

Diagnóstico post mórtem

Porc

enta

je d

e er

rore

s

50

40

0

10

20

30

100806040200Porcentaje de autopsias

Tasa de errores graves,en función de la tasade autopsias

Tasa de errores de clase I,en función de la tasade autopsias

1970

1980

1990

2000

197019801990

2000

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20

02.

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MER

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CIE

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ST

La autopsia constituye un instrumento de supervisión para la

detección de errores de diagnóstico. Sin embargo, los datos deben

manejarse con cautela: los casos seleccionados para un examen

anatómico tras la muerte presentan una elevada incertidumbre

diagnóstica, lo que sesga la muestra. La desviación disminuye

conforme aumenta la tasa de autopsias (porcentaje del total de

muertes seguidas de autopsia). Tras un análisis estadístico, Kaveh

Shojania y sus colaboradores han determinado que los errores de

clase I, en los que el error de diagnóstico pudo afectar al resulta-

do, tenían una probabilidad del 10,2 por ciento. Los errores graves

(omisiones importantes pero que probablemente no afectaron

al resultado) presentaban una probabilidad del 25,6 por ciento.

Los datos se refieren a 1980.

Page 87: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 85

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sunciones de Galeno sobre las semejanzas

entre la anatomía animal y la humana, por

no mencionar sus errores de observación,

impedían un conocimiento más profun-

do del cuerpo humano. Vesalio llegó a la

conclusión de que no podría alcanzarse

un conocimiento auténtico y una carac-

terización real de las enfermedades del

hombre si no era mediante la cuidadosa

disección de cadáveres humanos. En 1539,

un juez de Padua, quien compartía interés

por la obra de Vesalio, concedió a los médi-

cos el derecho a diseccionar los cuerpos de

delincuentes ejecutados. De esta manera

proporcionaba una fuente idónea —aun-

que muy controvertida— para el estudio

de la anatomía. Se dice que el juez aco-

modaba las ejecuciones a conveniencia

de Vesalio. Los trabajos del anatomista,

de crítica relevancia para ampliar los co-

nocimientos médicos, representaron el

amanecer de una nueva era en la ciencia

anatómica: a la par que aumentaba la lista

de criminales ejecutados y autopsiados,

también lo hacían los saberes anatómicos

de Vesalio. Sus investigaciones culminaron

con la publicación, en 1543, de su De Hu-

manis Corporis Fabrica libri septem («De

la estructura del cuerpo humano en siete

libros»). Tan completos y detallados fue-

ron sus descubrimientos, que se considera

a Vesalio el padre de la anatomía humana.

Con la publicación de su obra se abrió

la senda hacia un auténtico conocimiento

de la estructura interna y de la función del

cuerpo humano. La medicina occidental se

transformó de una colección desorganizada

de supersticiones y remedios más o menos

probados en una disciplina fundada en la

observación y la lógica: otra porción de la

naturaleza, hasta entonces envuelta en el

misterio, quedó liberada y asimilada en la

biblioteca colectiva del saber humano.

El negocio de los cadáveresEl emporio de información recopilado a

partir de la disección de cadáveres huma-

nos iba en aumento. Con ello, las escuelas

de medicina incentivaron la utilización de

cadáveres en la enseñanza. No obstante,

surgía un problema. No se disponía de

cuerpos suficientes: el número de ejecu-

tados era muy inferior al necesario para

los cursos de anatomía macroscópica de

las escuelas de medicina. En consecuen-

cia, como suele ocurrir cuando un bien

resulta escaso, el alza de precios originó

turbias actividades «empresariales». Entre

las innovaciones que se atribuyen a Vesa-

lio cabe añadir el tétrico tráfico de cadáve-

res adquiridos de forma infame para un

fin noble. Según narra Charles O’Malley

en su seminal biografía del padre de la

anatomía humana:

«Como todo auténtico estudioso, Vesalio

recomendaba acudir a las fuentes, en este

caso, cadáveres humanos. Si no estaban

fácilmente disponibles, se animaba de pa-

labra al estudiante, e incluso en De Fabrica,

por anecdótico precepto, a buscarlos por sí

mismo. Resulta significativo que en cada

ocasión en que Vesalio viajaba para dar

lecciones extramurales, se producía una

oleada de robos de cadáveres; las diversas

anécdotas que contiene De Fabrica no dan

indicación de arrepentimiento...».

Al generalizarse las prácticas y conoci-

mientos de Vesalio, la demanda de cadá-

veres originó el «negocio de los cuerpos»,

por lo que la profanación de tumbas para

robar a sepultados se tornó un fenómeno

corriente. Los cadáveres más frescos, así

como sus partes mejor conservadas, se

pagaban a precios más altos que aquellas

descompuestas a diferentes niveles. Cier-

tos «emprendedores» se dejaron tentar

por tal macabro comercio. Las familias,

preocupadas por la suerte de sus seres

queridos, se vieron forzadas a adoptar

precauciones extraordinarias para pro-

tegerlos de los «resurrectores», como

se dio en motejarlos, mediante ataúdes

reforzados y sellados, o contratación de

guardias que defendieran las tumbas de

la profanación.

En numerosas escuelas de medicina se

desarrolló una política de «no preguntes,

no cuentes» con respecto a las formas de

adquisición por parte de los estudiantes

PADRE DE LA ANATOMÍA

André Vesalio (1514-1564) contó con la

voluntad científica y el patrocinio político

necesarios para iniciar una nueva era en la

disección humana.

GALENO DE PÉRGAMO

Las obras escritas de Galeno de Pérgamo

(129-200 d.C.) fueron los textos de referencia

de las artes médicas durante más de mil años.

Page 88: Trabajo Felicidad

86 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

de material humano para la disección. Si

un estudiante llegaba a clase con un ca-

dáver, este se utilizaba para la disección.

Sin preguntar. Al actuar de esa forma se

incentivó la demanda y la competencia

entre los ladrones de tumbas. Ahora bien,

mientras unos pagaban buenos dineros

por cuerpos, miembros o cerebros ex-

traídos de la tumba, otros procuraban

a terceros una muerte prematura para

luego vender su cuerpo. William Burke y

William Hare, los más infames de estos

«secuestradores de cuerpos», protagoni-

zaron una efímera carrera consistente en

el asesinato de ciudadanos para venderlos,

todavía tibios, ahorrándose de esa mane-

ra el esfuerzo de sacarlos de la tierra al

tiempo que obtenían cadáveres que, por

su frescura, alcanzaban precios máxi-

mos. Burke y Hare se introdujeron en el

negocio cuando un inquilino de la casa

de huéspedes de Hare expiró por causas

naturales. Entre ambos transportaron el

cadáver hasta la Universidad de Edimbur-

go, donde se les recompensó con 7 libras

y 10 chelines (unos 1000 euros actuales,

compensada la inflación).

Habiendo hallado demanda, hubieron

de resolver el problema de la oferta, obs-

táculo que solventaron con una campaña

de asesinatos: 16 víctimas en 12 meses.

Una vez capturados, Hare disfrutó de

inmunidad por testificar contra Burke,

circunstancia que provocó gran furor

entre la población. No obstante, el ahor-

camiento de Burke y la posterior disección

pública de su cuerpo en la Universidad de

Edimburgo aplacó un tanto los ánimos.

El escándalo ocasionado por las prácti-

cas de expolio de tumbas y cadáveres se

tradujo en una ley inglesa de 1832, la Ley

de Anatomía (Anatomy Act), que aborda-

ba, según The Lancet, «el sistema de tráfico

entre resurrectores y anatomistas, cuya

existencia tan largamente ha soportado el

gobierno ejecutivo». La Ley de Anatomía

ampliaba el «fondo» de cadáveres dispo-

nibles de forma legal, ya que contemplaba,

entre otros, los cuerpos no reclamados de

fallecidos sin domicilio, los cuales se reco-

gían con facilidad en prisiones y asilos de

pobres. El advenimiento de dicha Ley, más

una nueva subvención para los ciudada-

nos que donasen su cadáver, puso fin al

mercado de cadáveres robados.

El nacimiento de la autopsia médicaAcababa yo de efectuar la clásica incisión

en Y en mi primera autopsia cuando el

patólogo de plantilla del hospital entró en

la sala, ignorante al parecer, de mi inex-

periencia. «Siga, y rokitansky el cuerpo»,

indicó en tono neutro y profesional. Aun-

que yo no tenía ni idea de qué o quién

era rokitansky, supuse que se trataba de

la remoción y examen de los órganos

internos. El patólogo escrutaba cada uno

de mis cortes; también guiaba mis ma-

nos con mundanas instrucciones. Pasé

más de una hora rebanando tejidos blan-

dos, seccionando costillas y manipulando

vísceras de una u otra forma mediante

cortes concretos y bien dirigidos. Con las

mangas empapadas en sangre y la frente

sudorosa concluí la primera autopsia de

mi carrera. Había «rokitanskizado» mi

primer cadáver.

El médico alemán Karl von Rokitansky

(1804-1878) se cuenta entre los más tem-

pranos proponentes de la anatomía pato-

lógica y del estudio de autopsias para la

enseñanza y la formación en la medicina

clínica. Se dice que Rokitansky, en su car-

go de director del Instituto de Patología

del más importante hospital de Europa,

el Hospital General de Viena, llegó a su-

pervisar más de 70.000 autopsias y a efec-

tuar él mismo más de 30.000, una hazaña

en apariencia implausible, pero que, no

obstante, parece cierta. Fue considerado

en su tiempo el más virtuoso ejecutante

de su arte.

Siendo por entonces esencial completar

la autopsia antes de que el cuerpo comen-

zase a descomponerse, Rokitansky inventó

una técnica para disecar los órganos inter-

nos in situ y retirarlos en bloque, conser-

vando así las relaciones anatómicas entre

las vísceras. Es de señalar, sin embargo,

que numerosos patólogos entienden por

«rokitansky» la técnica de extracción en

masa, procedimiento que apliqué en mi fa-

llecida por cáncer de mama. La técnica en

masa proporciona un método de notoria

eficacia para eviscerar un cadáver median-

te unos cuantos cortes bien dirigidos, lo

que permite retirar los órganos del cuello,

caja torácica, abdomen y pelvis en un gran

bloque, conservando en su totalidad las

relaciones anatómicas. Después, el bloque

de órganos retirados del cuerpo se diseca

por completo en una mesa aparte.

El otro método frecuente de autopsia,

también epónimo, es la técnica de Virchow,

en honor del patólogo alemán Rudolf Vir-

chow (1821-1902), cuyas aportaciones a

la patología son tan vastas que resulta

imposible resumirlas aquí. En breve, son

muchos quienes le tienen por el primer

patólogo. Su fama se debe, sobre todo, a

su teoría del comienzo celular de la enfer-

medad, idea que se adelantaba mucho a

su tiempo. La técnica de autopsia implan-

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medad, idea que se adelantaba mucho a

su tiempo. La técnica de autopsia implan-

TRÁFICO DE CADÁVERES

Los asesinos William Burke (izquierda)

y William Hare (derecha) tomaron

el atajo más rápido para hacerse

con cadáveres que luego vendían para

disección médica.GET

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tada por Virchow consiste en la remoción

sistemática y ordenada de las vísceras, las

cuales se diseccionan de manera sucesi-

va conforme avanza la autopsia. Muchos

patólogos forenses prefieren aplicar esta

técnica, pues a menudo abrevia el tiempo

necesario para realizar la autopsia, ventaja

sin duda para un patólogo que tiene varios

cadáveres en el refrigerador en espera de

un post mórtem. Empero en esta técnica

no se conservan, por lo general, las rela-

ciones anatómicas entre las vísceras. Por

ello, muchos patólogos hibridan ambas

técnicas: optan por retirar ciertos órganos

uno a uno y otros en bloque, en especial el

corazón y los pulmones, cuyas conexiones

anatómicas y vasculares pueden ser objeto

de investigación para alteraciones como

bloqueos o rupturas.

Lo más modernoUno de los objetivos de la medicina mo-

derna consiste en utilizar las nuevas téc-

nicas para obtener diagnósticos precisos

por métodos lo menos invasivos posible.

La gran máquina de la tecnología ha afec-

tado a la medicina no menos que a cual-

quier otro campo: ha producido adelantos

como los endoscopios de fibra óptica o los

escáneres radiológicos de alta definición,

amén de poner mayor énfasis en solucio-

nes de genética molecular para prevenir

o tratar las enfermedades.

A pesar de casi 200 años de ejecución

rutinaria de autopsias, el procedimiento

apenas ha variado. El proceder ideal sigue

siendo la investigación sistemática, visual

y táctil. No obstante, en tiempos recientes

se han intentado procedimientos menos

invasivos, los cuales descansan menos en

el corte y más en la imaginología radioló-

gica. Estas nuevas técnicas no solo resultan

más rápidas y más limpias, sino que dejan

al cadáver prácticamente intacto antes de

la intervención de la funeraria. Tal ejecu-

ción resulta ventajosa para las familias, las

cuales no suelen ver con agrado que se di-

seque el cadáver, y también para los clíni-

cos, puesto que los informes de la autopsia

pueden generarse con mayor rapidez.

En la «biopsia-autopsia», uno de estos

métodos, se toma una muestra de cada

órgano al insertar una aguja y extraer

un pequeño núcleo de tejido (de forma

similar a la que se procede en las biop-

sias diagnósticas con pacientes vivos).

Aunque dicha técnica apenas causa le-

siones en el cadáver, exige gran destreza

y, en muchos casos, buena suerte. Sin la

ayuda de imaginología radiológica, como

la ecografía o la tomografía computari-

zada (TAC), el muestreo de los órganos

constituye, básicamente, una biopsia «a

ciegas». Las enfermedades que no exigen

gran precisión en el muestreo, como los

tumores de gran tamaño o las patologías

hepáticas crónicas, se prestan bien a tal

técnica. En cambio, en el infarto agudo

de miocardio, una enfermedad focalizada,

se identifica mucho mejor la patología al

sostener el corazón en una mano e ir sec-

cionando las principales arterias corona-

rias en incrementos de un milímetro, así

como desarrollando cortes en el propio

músculo cardíaco para observar coágulos

obstructores, rupturas o necrosis. En este

tipo de situaciones clínicas, el resultado de

una biopsia sería, en el mejor de los casos,

inconsistente y, casi con seguridad, aumen-

taría el número de falsos negativos.

Un método de autopsia todavía menos

invasivo es la imagen por resonancia mag-

nética post mórtem (IRM). Al igual que en

las IRM estándar para examinar tejidos

cerebrales o de articulaciones (como las

rodillas), un radiólogo debe interpretar

las imágenes. Si bien la técnica no crea

lesiones en el cadáver y permite obtener

excelentes imágenes, ya que el paciente

permanece totalmente inmóvil, no pro-

porciona un resultado completo y fide-

digno en las enfermedades con caracte-

rísticas anatómicas sutiles o inexistentes

(infecciones o alteraciones en los electro-

litos, entre otras).

En reciente fecha se han aplicado en

Suiza técnicas de resonancia magnética y

tomografía computarizada para producir

TÉCNICAS CON APELLIDO

El barón Karl von Rokitansky (derecha) ideó

métodos originales y duraderos para efectuar

autopsias. En su técnica, se conservan las

relaciones anatómicas entre órganos. Entre

los innumerables logros científicos de Rudolf

Virchow (izquierda) se cuenta una técnica

para retirar y disecar órganos de uno en uno.

Page 90: Trabajo Felicidad

88 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

una autopsia, la tasa actual ronda en tor-

no al 6 por ciento. En realidad, la situación

es más grave todavía. Este valor medio se

halla muy sesgado, pues la gran mayoría

de las autopsias se desarrollan en hospi-

tales universitarios con finalidad docente.

En los hospitales sin docencia, el número

de autopsias a menudo oscila entre unas

pocas y ninguna.

Son numerosas las razones para expli-

car el prolongado declive desde los años

cincuenta del siglo pasado. Desde el pun-

to de vista del médico, se encuentra el

miedo a litigios por mala práctica, la falta

de formación para solicitar el consenti-

miento de familias apenadas, e incluso

el temor de la carga ante la posibilidad

de verse desacreditado por no detectar a

tiempo algún elemento diagnóstico. Al-

gunos motivos relacionados con los pa-

cientes y los familiares son el estrés en

el momento de la muerte, el coste y una

información inadecuada (o errónea) sobre

el procedimiento. Si bien el descenso en la

tasa de autopsias se debe a un abanico de

factores, unos cuantos hitos han marcado

este declive.

El primero tuvo lugar en el nivel más

elemental de iniciación: la enseñanza de

la medicina. En 1944 se suprimió en Esta-

dos Unidos la obligación de que los estu-

diantes de medicina realizasen autopsias

dentro del programa general de formación

médica. En consecuencia, su única exposi-

ción a la anatomía macroscópica interna

antes de formarse como patólogo consis-

tía en un cadáver durante su estancia en

la facultad y en pacientes vivos en los tur-

nos de cirugía. Así, en lugar de observar

por sí mismos, los alumnos en medicina

veían poco, o nada. Pronto emergió toda

una generación de médicos formados sin

el conocimiento de la autopsia.

En los años cincuenta, la Comisión

Conjunta de Acreditación de Hospitales

(CCAH) exigía una tasa mínima de autop-

sias de solo el 25 por ciento en los hos-

pitales universitarios, y del 20 por ciento

para los hospitales comarcales. Aun así, el

porcentaje de autopsias se alzaba en torno

al 50 por ciento. Sin embargo, en 1970, la

CCAH eliminó por completo el requisito

de autopsia, lo que provocó una caída a

plomo, hasta por debajo del 20 por cien-

to, seguida de un declive constante hasta

autopsias virtuales tridimensionales del

cadáver, «virtopsias», sobre todo en aplica-

ciones forenses. Mediante la observación

de tales reconstrucciones gráficas, el pa-

tólogo puede determinar, sin la necesidad

de abrir el cadáver, la trayectoria de balas,

las acumulaciones de fluidos, fracturas o

destrozos óseos, y otras características

válidas como pruebas periciales. Junto a

dicho procedimiento pueden utilizarse

otros descubrimientos como la química

corporal o la toxicología, para llegar a un

diagnóstico final. Esta metodología pre-

senta múltiples ventajas, entre ellas, la

creación de registros permanentes y deta-

llados de las pruebas anatómicas del caso.

No obstante, la aplicación generalizada de

virtopsias (y de otras autopsias de base

imaginológica) presenta un obstáculo

principal: su coste prohibitivo. Sin tener

en cuenta las minutas de los médicos, el

coste del equipo de virtopsia se estima en

unos dos o tres millones de euros (inclui-

dos los escáneres IRM y TAC, los equipos

informáticos y su programación). Resulta-

ría difícil justificar un gasto tan elevado

para un procedimiento mal reembolsa-

do en la actualidad. Por otra parte, los

pacientes que han sufrido un deceso por

envenenamiento o una muerte natural de

anatomía sutil no son buenos candidatos

para practicar dicho método, por lo que

debe mantenerse la capacidad de realizar

autopsias tradicionales, incluidos los cos-

tes del equipo, el espacio de laboratorio y

las igualas para los patólogos de guardia.

El declive de la autopsiaComo ya se ha mencionado, la tasa de

autop sias está llegando a su nadir: mien-

tras que hace 50 años la mayoría de las

muertes hospitalarias iban seguidas de

IMÁGENES REVELADORAS

La «virtopsia» se vale de técnicas muy avanzadas de formación de imágenes para adquirir de

manera no invasiva datos autópsicos detallados. La imagen sobre estas líneas corresponde a un

accidente mortal de esquí. Muestra una reconstrucción en volumen, obtenida mediante de an-

giografía tomográfica computarizada. En el inserto se aprecia la causa de la muerte, el desgarro

de la arteria carótida. Cuando un paciente fallece durante una intervención médica se dejan en

su sitio los dispositivos médicos (de ahí la intubación por boca que aparece en la imagen).

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MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 89

llegar al 9 por ciento en 1994, último año

en que se recopilaron estadísticas oficiales

sobre porcentajes de autopsias.

Es probable que las consideraciones

económicas hayan sido la causa más im-

portante de la disminución de autopsias:

la compensación que reciben por ello mé-

dicos y hospitales es magra. Medicare, pro-

grama de salud del Gobierno de Estados

Unidos para personas mayores de 65 años,

dejó de abonar directamente las autopsias

en 1986. De esta manera, en muchos casos,

los hospitales han de absorber la totalidad

del coste de una autopsia. Asimismo, el

considerable tiempo que exige su reali-

zación y el volumen de escritos necesario

para documentar un caso pueden explicar

por qué la autopsia vive desde los últimos

25 años en estado crítico.

¿Será posible resucitar la autopsia?Al tiempo que en Estados Unidos se en-

cara la transformación de la cobertura

sanitaria promovida por nuevas políticas

de aplicación federal, se plantea el proble-

ma de cómo distribuir los fondos entre los

diversos sectores de atención a la salud.

Está claro que la inversión del prolongado

descenso de la tasa de autopsias resulta-

ría beneficiosa para la población. Las esta-

dísticas sanitarias serían más exactas, lo

que reviste importancia para la juiciosa

asignación del gasto sanitario. Numerosos

profesionales especializados en el proce-

dimiento impulsarían avances técnicos.

Además, el cúmulo creciente de pericias

de tales profesionales sería de inmenso

valor cuando se requirieran estudios de

autopsias en cuestiones tan críticas como

la caracterización de enfermedades nue-

vas o anteriormente desconocidas, como

ocurrió en las primeras fases del VIH/sida,

del virus del oeste del Nilo, del síndrome

de muerte infantil súbita y en otras mu-

chas crisis sanitarias. Tanto los pacientes

como los médicos tienen algo que ganar

si se da savia nueva al procedimiento. Las

familias de los enfermos dispondrían de

un conocimiento pleno de las causas de la

muerte de sus seres queridos y su defun-

ción sería caso cerrado; no sería excepcio-

nal que recibieran también información

crucial sobre enfermedades familiares

hasta entonces clínicamente ocultas. Ello

puede llevarles a cambiar su estilo de vida

antes de que la dolencia se manifieste, uno

de los principales objetivos de la medici-

na, sea moderna o antigua.

Es indudable que durante el futuro pre-

visible, una vasta cantidad de información

permanecerá oculta, incluso para la más

perfecta de las técnicas no invasivas. No

hay mejor ilustración que el caso de la

joven que fue víctima de un cáncer de

mama. Poco después de la autopsia, mien-

tras preparaba el informe final, revisé al-

gunas muestras tomadas de sus órganos

durante el procedimiento. La presunta

causa de muerte era el fracaso orgánico

debido a un cáncer de mama metastásico

en fase terminal. Pero un examen minu-

cioso de los tejidos con un microscopio

óptico reveló diminutas estructuras ra-

mificadas que abrumaban la casi totalidad

de sus tejidos: prueba de una infección

fúngica invasiva, debida, probablemente,

a la supresión del sistema inmunitario

por la quimioterapia. De no ser por este

examen interno, el diagnóstico final nun-

ca hubiera llegado a conocimiento de los

clínicos; nunca se hubiera dispuesto de la

información correspondiente para perfec-

cionar futuras prácticas y procedimientos.

En el pasado, el estudio de los muertos

formaba parte inseparable de la formación

de los jóvenes médicos y patólogos. Cons-

tituía, además, el patrón para calibrar la

calidad de la atención médica, tanto a esca-

la individual como nacional. ¿Será verdad

que nuestros conocimientos han avanza-

do tanto que ya no es necesario examinar

nuestro interior? En un futuro cercano

podremos ver si la autopsia recupera un

papel esencial en la medicina moderna, o

si se convierte en una reliquia del pasado

anecdótico de la historia de la medicina.

Darin L. Wolfe, patólogo y escritor, es director mé-

dico de laboratorio y jefe de patología en el Hospi-

tal Morgan de Martinsville y en el Hospital Regional

St. Catherine en Charleston, ambos en Indiana.

© American Scientist Magazine

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

THE AUTOPSY AS AN OUTCOME AND

PERFORMANCE MEASURE. K. G. Shojania

et al. en Evidence Report/Technology

Assessment, n.o 58. AHRQ Publication

n.o 03-E002. Agency for Healthcare

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AUTOPSY OVERVIEW. Compilación de

K. Collins y G. M. Hutchins en Autopsy

Performance and Reporting, 2ª edición.

College of American Pathologists Press;

Washington, D.C., 2003.

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DIAGNOSTIC ERRORS OVER TIME: A SYSTE-

MATIC REVIEW. K. G. Shojania, E. C. Bur-

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SURE AND TEACHING TOOL. R. E. Horow-

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ogy, vol. 38, págs. 688-695, 2007.

THE VANISHING NONFORENSIC AUTOPSY.

K. G. Shojania y E. C. Burton en New

England Journal of Medicine, vol. 358,

págs. 873-875, 2008.

CENTRO PUNTERO

Bruce Levy, experto en medicina legal, en la

estación principal de autopsias del Centro de

Medicina Forense de Tennessee, en Nashville.

Este centro cuenta con luz natural, equipos de

alta tecnología y un diseño de ahorro de ener-

gía, además de otros dispositivos punteros.

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90 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

ILUSIONES

Imagínese que mira a un perro que se

encuentra tras una valla de barrotes: no

ve una serie de franjas de perro, sino que

percibe un perro en parte oculto por una

serie de barras verticales. La capacidad del

cerebro para unificar las porciones del cá-

nido y construir con ellas un objeto visual

completo demuestra un proceso fascinan-

te: la complementación amodal.

Tal tendencia ha evolucionado por una

razón: los animales necesitan ser capaces

de localizar pareja, depredadores o presas

en medio de un denso follaje. Es posible

que la imagen proyectada en sus retinas

conste solo de fragmentos, mas el sistema

visual del encéfalo los concatena y pone

en relación; es decir, reconstruye el objeto

de modo que el animal que observa puede

reconocer aquello que ve. Este proceso, en

apariencia sencillo, resulta una de esas

capacidades tan difíciles de programar

en un ordenador. Tampoco se conoce el

modo en que las neuronas de las vías vi-

suales del cerebro efectúan tal proeza.

A principios del siglo XX, los psicólogos

de la Gestalt mostraron sumo interés en

el problema. Concibieron una serie de ilu-

siones sagazmente ideadas para investigar

cómo establece el sistema visual la conti-

nuidad de un objeto y define sus contornos

cuando el objeto se encuentra, en parte, ve-

lado. Un ejemplo notable de complemen-

tación amodal es una ilusión de Gaetano

Kanizsa, psicólogo italiano. En una de las

vistas se observa un conjunto de «patas de

gallina» geométricamente dispuestas (a).

Mas basta añadir un conjunto de barras

diagonales opacas para que, de forma in-

mediata, como por arte de magia, brote de

la nada un hexaedro. Las patas de gallina

se convierten en sus vértices (b).

Lo asombroso del caso es, sin embargo,

que ni siquiera resulta necesario superpo-

ner barrotes auténticos: servirán incluso

unas barras ilusorias (c). En esta circuns-

tancia, la que de otro modo parecería una

ausencia inexplicable de contornos que

completen los límites de las patas tridác-

LEER ENTRE LÍNEASCuando un objeto queda en parte oculto, el cerebro, con gran maña,

lo reconstruye y crea un todo visual

VILAYANUR S. RAMACHANDRAN Y DIANE ROGERS-RAMACHANDRAN

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MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 91

tilas de gallina induce al cerebro a inferir

automáticamente la presencia de barras

opacas. Con ello, ¡vemos un cubo ilusorio

oculto tras barras ilusorias!

El término «complementación amodal»

se acuñó con el fin de diferenciarla de la

complementación modal. Esta última con-

siste en la tendencia del cerebro a ver el

perfil completo de un objeto inexisten-

te, como ocurre en la clásica ilusión del

triángulo de Kanizsa (d). El cerebro estima

como harto improbable que un investiga-

dor haya situado de manera subrepticia

y precisa tres discos negros con sectores

recortados (como si fuesen porciones de

tarta), por lo que opta por ver un triángu-

lo blanco opaco que cubre parcialmente

dichos discos negros.

Señalemos, no obstante, que las percep-

ciones modal y amodal pueden coexistir.

Por ejemplo, en el triángulo de Kanizsa, el

cerebro completa de forma amodal cada

uno de los discos situados tras los vértices

del triángulo ilusorio. De manera análoga,

en la figura c, las barras ilusorias son com-

pletadas de manera modal; la percepción

del cubo, en cambio, es amodal.

Peter U. Tse, experto en psicología cog-

nitiva del Colegio Darmouth, ha ideado

numerosas y elegantes ilusiones con la fi-

nalidad de explorar la percepción modal y

amodal. Una de ellas, en la figura e, resulta

ambigua, como sucede en numerosas de

nuestras ilusiones favoritas. Existe una

fuerte propensión a percibir en esa figura

una serie de aros (completados de forma

amodal) que rodean a un cilindro ilusorio

opaco (modalmente completado). Sin em-

bargo, también es posible ver una colum-

na de arcos de metal abiertos en forma de

C, sin cilindro alguno, con los extremos

apuntando hacia delante. La tendencia a

ver anillos se debe a que refleja mejor si-

tuaciones del mundo real, en el que abun-

dan los objetos tridimensionales que se

ocultan y anteponen entre sí. Otra de las

ilusiones de Tse ( f) —que cariñosamente

describimos como «alienígena apoderán-

dose de la última rosquilla»— posee tam-

bién aspectos modales y amodales. Parece

consistir en una serie de garabatos o púas

de alambre de espino, hasta que el ojo dis-

cierne una serie de dedos tentaculares que

aferran un tubo tórico.

Un túnel transparenteCabría pensar que la complementación

amodal entraña un razonamiento («Entre

el perro y yo se interpone una valla, por

eso veo franjas de perro»), pero en reali-

dad se trata de un fenómeno perceptual

que no requiere cogitación alguna.

Cuando una persona observa que de de-

bajo del sofá sobresale una cola que se me-

nea en vaivén, considera que más allá del

rabo debe hallarse un perro, efectúa una

inferencia lógica. En cambio, si por encima

del brazo lejano del sofá asoma la cabeza

de un can, entonces, de modo automático,

sin esfuerzo alguno, mediante la comple-

mentación amodal, estaría percibiendo al

perro entero sin ver sus partes ocultas.

De manera similar, cuando vemos a

una persona con los brazos formando

una cruz delante del pecho, caben dos

interpretaciones posibles. Un cirujano

malicioso podría haber amputado uno de

los brazos y adherido una mitad a cada

lado del brazo intacto. Pero también pu-

diera ser que un brazo estuviera en posi-

ción perpendicular por delante del otro.

Nuestro sistema visual decide de manera

instantánea que la segunda opción es la

certera; la primera explicación ni se nos

pasa por la cabeza. Ello no se debe a un

conocimiento de alto nivel sobre la im-

probabilidad de la amputación de brazos:

el cerebro reaccionaría de modo inmedia-

to y de igual manera en el caso de que

la cruz fuese de madera, si bien podría

haber sido serrada a piezas.

Existen, sin embargo, casos fronterizos,

como el oso situado detrás de un árbol

que percibimos como si estuviéramos alu-

cinando (g). El dibujo parece presentar solo

círculos bisecados por rectas, hasta que la

adición que parece simular uñas provoca

que el lunar dibujado arriba a la derecha se

transforme en un hocico y los círculos en

garras. Si, por ejemplo, vemos un tren de ju-

guete entrar con rapidez en un túnel corto y

salir por el otro lado en cosa de un tercio de

segundo, «veremos» incluso el movimiento

del tren, como si el túnel fuese transparen-

te. En este caso, habremos completado mo-

dalmente el movimiento a través del túnel,

d

e f

g

Page 94: Trabajo Felicidad

92 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

fenómeno señalado por vez primera por

Albert Michotte (1881-1965), psicólogo de

la escuela de la Gestalt.

Por otra parte, si el tren se mueve len-

tamente, si se toma uno o dos minutos en

atravesar el túnel, seguiremos sabiendo

que en el túnel ha entrado y salido un mis-

mo tren; sin embargo, esta vez se tratará de

una inferencia lógica, no de una percepción

visual. Con ocultaciones del orden de un se-

gundo nos encontramos en una situación

fronteriza entre la percepción y la lógica;

la cuestión de si realmente «se observa» el

movimiento se aproxima de manera peli-

grosa a una cuestión filosófica.

Felinos elongadosTan vigorosa resulta la tendencia a pre-

sumir contornos que llega a imponerse

sobre lo que sabemos acerca del funciona-

miento real del mundo, como demuestra

el ejemplo de un gato que parece estira-

do de forma inverosímil alrededor de un

tronco (h): el cerebro responde a la conti-

nuidad, tenga sentido o no.

Tales anomalías visuales acontecen

porque estas reglas son evolutivamen-

te antiguas y no fueron diseñadas para

manejar yuxtaposiciones inverosímiles

ideadas por científicos curiosos. La pro-

gramación en el sistema visual de cono-

cimientos refinados sobre objetos hubiera

exigido demasiado y, además, sería inne-

cesaria. Solo en los mitos y en las fanta-

sías se metamorfosean de forma brusca

los animales en figuras insólitas.

Según las teorías que defienden un pro-

cesamiento visual por etapas, jerarquiza-

do, la detección de bordes en un dibujo

bidimensional constituye un proceso re-

lativamente simple, el cual precede nece-

sariamente a la construcción de represen-

taciones tridimensionales de alto nivel.

Empero, otras figuras diseñadas por Tse

arrojan sombras sobre esta conclusión.

La más sencilla sirve de emblema a su

laboratorio (i). Se puede percibir como

un par de siluetas de la cabeza de un ave

(una de ellas vuelta hacia abajo); también

como un gusano tridimensional arrollado

en torno a un cilindro blanco (el gusano

se completa de forma amodal por la pre-

sencia del cilindro). A diferencia del trián-

gulo de Kanizsa, en el que los tres secto-

res recortados se encuentran alineados,

de manera que implican la existencia de

bordes, en la figura de Tse no existe ni

continuidad directa de bordes luminosos

ni de contornos físicos. Sin embargo, el

cerebro percibe el gusano tridimensional.

Tales ilusiones hacen pensar que la per-

cepción amodal no se reduce a una mera

cuestión de relleno de contornos conti-

nuos. El sistema visual es más sagaz. De

hecho, en otra de las creaciones de Tse (j),

los objetos se completan de forma amodal

por detrás de contornos, sin que su forma

exacta pueda ser ni siquiera especificada.

Lecciones objetoLos neurobiólogos David H. Hubel y Tors-

ten N. Wiesel, de la Universidad de Har-

vard, demostraron en sus trabajos semi-

nales de los años sesenta del siglo XX que

las neuronas de la corteza visual primaria

respondían principalmente a los bordes

oscuro y claro correspondientes a los con-

tornos de un objeto o una criatura. Rudiger

von der Heydt, de la Universidad Johns Ho-

pkins, ha demostrado en fechas posterio-

res que las neuronas de la corteza visual

secundaria responden a contornos iluso-

rios (como los del triángulo de Kanizsa).

Todo lo cual nos recuerda que un obje-

tivo clave de la visión consiste en la detec-

ción de objetos (no de meros contornos) a

partir de cualesquiera informaciones que

las circunstancias ofrezcan. Tanto la per-

cepción modal como la amodal, así como

las ilusiones que ambas inspiran, tienen

su origen en este elemental imperativo

visual.

Vilayanur S. Ramachandran y Diane Rogers-Ramachandran investigan en el Centro para

el Cerebro y la Cognición en la Universidad de

California en San Diego.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

AMODAL COMPLETION IN THE ABSENCE

OF IMAGE TANGENT DISCONTINUITIES.

P. U. Tse y M. K. Albert en Perception,

vol. 27, n.o 4, págs. 455-464, 1998.

FILLING IN THE BLIND SPOT. V. S. Ra-

machandran en Nature, vol. 356,

pág. 115, 12 de marzo de 1992.

FILLING-IN: FROM PERCEPTUAL COMPLETION

TO CORTICAL REORGANIZATION. Dirigido

por Luiz Pessoa y Peter De Weerd. Ox-

ford University Press, 2003.

BRAIN AND VISUAL PERCEPTION: THE STORY

OF A 25-YEAR COLLABORATION. David

H. Hubel y Torsten N. Wiesel. Oxford

University Press, 2004.i

h j

Page 95: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 93

LIBROS

Objeto primero de atención de los filó-

sofos, recuérdense los textos magis-

trales de Platón y Aristóteles, la memoria

se ha convertido en un campo de intensa

investigación neurocientífica. Sin perder

la visión humanista. ¿Por qué no conju-

gar las diferentes aproximaciones? The

Memory Process se propone ese abordaje

interdisciplinar y liga la investigación

neural, experimental, con conceptos to-

mados del pensamiento, la literatura, el

teatro, la música o el cine. Si los capítulos

científicos (del primero al octavo más el

undevigésimo) se ocupan de las nociones

básicas de la memoria, incluidas su ex-

tensión genética y epigenética, técnicas

de neuroimagen funcional, modelización,

análisis de los sueños y aspectos neuro-

cognitivos, los trabajos humanistas (del

capítulo doce en adelante) ofrecen apor-

taciones sobre la memoria procedentes

de extramuros del laboratorio; así, una

taxonomía de la memoria extraída de no-

velas, organización de la misma en el tea-

tro, memoria emocional en respuesta al

arte (visual, musical y cinematográfico).

Los capítulos filosóficos (del nono al un-

décimo) uncen ciencia y humanismo. En

el noveno, John Bickle acota las bases neu-

rocientíficas fundacionales de la ontología

de la memoria y tiende un puente entre

la mente y sus correlatos moleculares.

En el décimo, William Hirstein especula

sobre la medición de las experiencias de

memoria, patológicas o normales. Para

Walter Glannon, en el capítulo undécimo,

la identidad humana se sitúa en el corazón

de la memoria. El cartesiano «Pienso, lue-

go existo» cede paso al «Recuerdo, luego

existo», que reflejaría la conciencia del yo

en el transcurso del tiempo.

En 1896, Henri Bergson distinguía, en

Materia y memoria, entre memoria espon-

tánea y retención aprendida. Consideraba

superior a la primera. Unos años antes,

William James proponía en Principles of

Psychology ponderar la memoria propia,

autobiográfica, con su contexto familiar y

sus estrechas asociaciones. Ambos filóso-

fos distinguían entre memoria episódica

y memoria semántica (u operativa) avant

la lettre. Hubo que esperar al último tercio

del siglo XX para que Endel Tulving acuña-

ra la expresión memoria episódica, que en

su taxonomía designa la memoria fuente,

distinguiéndola de la memoria semántica

genérica de los hechos y la información.

Siendo la episódica la memoria personal

de los acontecimientos conscientemente

recogidos, esta forma distintiva de los hu-

manos implica la especificidad de tiempo

y lugar. Reforzada en el sueño de ondas

lentas, se desvanece en el sueño REM. Es

frágil, se degrada con el tiempo y puede

alterarse por un nuevo contexto de infor-

mación. Vinculada con el aprendizaje se

encuentra la memoria semántica, explí-

cita y declarativa. Constituye la base de

nuestro conocimiento de los hechos y de

información general sin un contexto es-

paciotemporal. Algunos defienden que la

memoria semántica deriva de la memoria

episódica; en esas dos clases solo ven un

continuum de lo general a lo específico.

La memoria operativa es una forma de

memoria a corto plazo. Por las técnicas de

neuroimagen sabemos de su implicación

en la interacción entre regiones neocorti-

cales asociativas y otras áreas cerebrales.

La memoria implícita permite que los

recuerdos inconscientes guíen la percep-

ción, la acción o la conducta. Acontece

cuando «no sabemos que lo sabemos».

Se refleja en la impronta inconsciente en

virtud de la cual las palabras o las formas

estructurales se hacen más accesibles. La

memoria emocional cruza la frontera

entre la memoria explícita y la implícita.

Que la memoria implica cambios físi-

cos duraderos en el organismo se viene

proponiendo desde la antigüedad. En 1904

Richard Semon introdujo el término en-

grama para designar esa modificación. La

neurociencia ha recuperado el concepto.

Si en su origen designaba un trazo físico,

material, en su nueva versión, más gené-

rica, se explica en términos de actividad

electrofisiológica y conexiones cerebra-

les. En los años cincuenta, Karl Lashley

se embarcó en una búsqueda sistemática

de engramas; recurrió a las lesiones para

determinar qué partes del cerebro con-

dicionaban la capacidad de los animales

de formar y mantener recuerdos. Aunque

fracasó, la serie de experimentos rindió

una buena cantidad de información sobre

las huellas de la memoria. Lashley, discí-

pulo de Donald Hebb, descubrió sinapsis

en puntos del hipocampo que podían

modificarse bioquímica y estructural-

mente, mediante la experiencia. Se dio

por cierto que la conectividad sináptica

MEMORIAUn estudio interdisciplinar

THE MEMORY PROCESS. NEUROSCIENTIFIC AND

HUMANISTIC PERSPECTIVES.

Dirigido por Suzanne Nalbantian, Paul M.

Matthews y James L. McClelland. The MIT

Press, Cambridge, Massachusetts, 2011.

Page 96: Trabajo Felicidad

94 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

del hipocampo constituía la base de agru-

paciones neuronales responsables de los

engramas. A Tim Bliss y Terje Lomo de-

bemos la expresión «potenciación a largo

plazo» (PLP), en 1973. La PLP pone de ma-

nifiesto rasgos clave de la plasticidad del

cerebro que Hebb postuló como base de

la memoria: las sinapsis activas sobre una

neurona se intensifican de manera selec-

tiva, reforzando su asociación funcional.

En 1990 Gary Lynch vinculó la potencia-

ción a largo plazo con cambios morfoló-

gicos en la neurona, en particular en las

espinas dendríticas. Otros investigadores

han identificado una cascada de cambios

moleculares que afectan a las sinapsis

que conducen a esa remodelización de las

dendritas para el mantenimiento a largo

plazo de las conexiones intensificadas, de

las que emergería la memoria.

Con esa avalancha de datos parece

obligado revisar el concepto de engrama.

¿Cuán perdurable es el hipotético cambio

físico? ¿Cuál su relevancia para la expresión

de la memoria? Atrás quedó la idea de un

engrama como cambio duradero inducido

por la experiencia del aprendizaje, no muy

distinto de las tablillas de cera de las que

hablaba Platón en el Teeteto. El nuevo con-

cepto de engrama pone a prueba las dos

grandes hipótesis de la neurobiología de

la memoria; a saber, la hipótesis de la traza

dual y la hipótesis de la consolidación.

Derivada en buena medida de las obras

de William James y de Donald Hebb, la

hipótesis de la traza dual establece que

las huellas de la memoria se presentan de

una forma efímera (memoria a corto pla-

zo, STM, de short-term memory) o de forma

estable y a largo plazo (LTM, de long-term

memory). De acuerdo con la hipótesis de

la consolidación, para que la memoria sea

a largo plazo, debe acometer un proceso

de maduración, que torna dicha huella en

resistente a agentes y tratamientos que

pueden erosionar o borrar la memoria a

corto plazo. El término consolidación re-

mite a los procesos de estabilización de la

memoria hipotética en diferentes niveles

de organización cerebral. Los neurobiólogos

moleculares hablan de estabilización del al-

macenamiento de la información sináptica,

que se completa horas o días después de

la codificación. La consolidación celular es

universal y se ha observado en todas las es-

pecies capaces de adquirir memoria a largo

plazo. Pero existe también «consolidación

de sistemas», concepto que remite a la reor-

ganización de la información en circuitos

corticohipocampales distribuidos. Este pro-

ceso requiere semanas, meses posiblemente

e incluso años en completarse.

La hipótesis de la traza dual y la hipó-

tesis de la consolidación guardan estrecha

relación mutua. Para que la traza o hue-

lla sea dual, tiene que darse la transición

de una forma a otra, que no es otra cosa

que su consolidación. Para que se produz-

ca consolidación, hemos de convenir en

que se registra un cambio en la traza de

la memoria. Ambas hipótesis consideran

que el aprendizaje consiste en un proceso

dependiente de la experiencia, en el que

el estímulo docente desencadena un des-

plazamiento del desarrollo local en deter-

minadas áreas del cerebro, con procesos

de desarrollo locales en grupos interco-

nexos de neuronas. La memoria vendría

a ser resultado de procesos de desarrollo

en los circuitos neuronales que codifican

la información recién adquirida.

La hipótesis de la consolidación implica,

pues, dos atributos interrelacionados de la

memoria a largo plazo: la unidireccionali-

dad a lo largo de la flecha del tiempo y la

estabilidad en el tiempo. Se acepta, en par-

ticular, que una vez producida la consolida-

ción, los contenidos de memoria se hacen

resistentes a inhibidores de síntesis de pro-

teínas y otros agentes amnésicos. La reac-

tivación de los contenidos de memoria a

largo plazo abre una ventana de susceptibi-

lidad a los agentes amnésicos, largo tiempo

después de terminada la consolidación. Este

fenómeno, denominado reconsolidación ,

quedó postergado durante decenios. La

reconsolidación interviene en la actualiza-

ción de la memoria a largo plazo.

Los avances neurocientíficos recientes,

incluidos los de la genética molecular,

obligan a poner en cuestión la teoría de

la consolidación y a formular una visión

más dinámica y adaptativa de la memoria.

De acuerdo con su expresión tradicional, la

memoria cementa la información en el ce-

rebro de una manera secuencial, gradual,

con una fase inicial lábil que dura unas

pocas horas, cuando las memorias pueden

alterarse, y fases más tardías, cuando la

memoria es mucho más tenaz frente a

la interferencia. Aun cuando muchos de

nuestros recuerdos son vívidos y algunos

podrían incluso ser precisos, la mayoría de

los que recordamos de nuestra vida dia-

ria ni son exactos, ni abundan en detalles.

Modificamos nuestros recuerdos, aunque

solo sea ligeramente, cada vez que los evo-

camos. De acuerdo con la teoría de la con-

solidación, los lapsus o errores de memoria

que experimentamos no son más que los

fallos obligados de un sistema imperfecto

y obligado a trabajar con los compromisos

difíciles de evolución. La memoria implica

varias etapas o fases de mediadas por un

conjunto de moléculas, células y circuitos

neuronales. Un fracaso en cualquiera de

esos componentes desemboca fácilmente

en imperfecciones de la memoria.

La investigación reciente sobre modifi-

cabilidad de la memoria a largo plazo ha

revitalizado un marco conceptual alterna-

tivo a las hipótesis de la huella dual y de la

consolidación. Ese marco conceptual alter-

nativo perfila los contenidos de memoria en

dos estados alternativos: activo e inactivo.

Activo es el estado de la traza de la memoria

inmediatamente después de su codificación

y recuperación. En caso distinto, la memoria

es inactiva. Con el tiempo, la huella se alter-

na entre activa e inactiva. Siempre que está

activa, la huella entra en un estado especial,

en el que se muestra plástica y susceptible a

los agentes amnésicos. El comienzo del fin

de la teoría de la consolidación se remonta al

año 2000, cuando se publicaron dos artícu-

los sobre la reconsolidación que ejercieron

una profunda influencia: una lúcida revi-

sión de Susan Sara y un trabajo de investiga-

ción del grupo de Karim Nader. Proponían,

en breve, que los recuerdos acometen pro-

cesos similares a la consolidación cada vez

que son reclamados y que la interferencia

con los procesos de consolidación durante

la evocación debilita e incluso borra tales

recuerdos. Los trabajos posteriores de Yadin

Dudai, Karim Nader y Oliver Hardt demos-

traron que buena parte de la maquinaria

molecular que nosotros creemos recuerdos

almacenados en un estado permanente se

requiere también para estabilizar los recuer-

dos cada vez que son reclamados.

En la investigación sobre la codificación,

consolidación y recuperación de lo recorda-

do, se parte de la premisa de una memoria

con muchas dimensiones y fases diversas

Page 97: Trabajo Felicidad

MENTE Y CEREBRO 50 / 2011 95

que dependen de una información de ori-

gen muy dispar. A su vez, el rango de estudio

abarca desde un conocimiento intuitivo de

la memoria asociada a reflejos y condiciona-

miento en animales hasta la memoria per-

sonal, maleable y compleja. En 1988 Bernard

Baars demostraba que la corteza era el cen-

tro de comunicación o teatro de la memoria

consciente. A comienzos de los noventa se

inicia la búsqueda de correlatos neurobio-

lógicos de la experiencia subjetiva. Gerald

Edelman y Giulio Tononi, en 2001 propusie-

ron una visión sinóptica de la memoria, en-

tendida como una «propiedad del sistema»

de un campo unificado de conciencia.

El estudio del deterioro de la memoria

episódica con amnesia retrógrada llevó

a la teoría de la consolidación de memo-

ria, propuesta en 1994 por Larry Squire

y Pablo Álvarez. Su modelo reticular co-

nectaba secuencialmente la memoria con

el lóbulo temporal medio para almace-

namiento transitorio de memoria y con

el neocórtex para el almacenamiento a

largo plazo. Junto a ese modelo estándar,

basado en la conservación de la memoria

episódica humana, el equipo de James Mc-

Clelland introdujo un marco de procesa-

miento distribuido, paralelo, que desplazó

el centro de atención hacia la permanen-

cia de la memoria neocortical. Esta teoría

promovió la búsqueda de memoria que

se fijaba gradual y permanentemente en

el transcurso del tiempo. ¿Se hallaban los

distintos tipos de memoria consolidados

en diferentes estructuras?

Para abordar la potenciación en dife-

rentes tipos de memoria, James McGaugh

se concentró al inicio del nuevo milenio

en la hormona adrenalina (epinefrina), un

neuromodulador que respondía al estrés.

El tema de la potenciación química de la

memoria reviste interés persistente. Se-

rotonina, dopamina y norepinefrina se

contaron entre los neurotransmisores mo-

noaminérgicos estudiados como posibles

agentes de estabilización de los recuerdos.

Quedó demostrado que la actividad po-

tenciadora de la acetilcolina, liberada por

neuronas que se proyectan hacia regiones

cerebrales que median la memoria, modu-

laba a esta, la memoria de diversas formas

clínicamente útiles.

Hacia finales de los años noventa, la téc-

nica de formación de imágenes por reso-

nancia magnética funcional (RMf) se apli-

có a la cartografía directa de la actividad

cerebral responsable de la memoria. Los

estudios basados en esa técnica ponían

de manifiesto el alto grado de distribución

de los sistemas cerebrales de memoria. El

advenimiento de los avances en biología

celular y biología molecular posibilitó

centrar el foco de la consolidación de la

memoria en los procesos de los sitios

postsinápticos de las dendritas con la ac-

tivación de los receptores de NMDA y las

quinasas. Se observó que la conmutación

de la proteína CREB era necesaria para la

formación y consolidación de la memo-

ria. Ese funcionamiento se demostró en

la sensibilización de los reflejos motores;

primero en los estudios de Eric Kandel

sobre el molusco gasterópodo Aplysia y,

más tarde, en la mosca del vinagre Dro-

sophila por Tim Tully y Jerry Yin y en ra-

tas y ratones por Alcino Silva y otros. Ese

trabajo permitió que los planteamientos

neurofarmacológicos y neurobiológicos

se integrasen, estableciendo, por ejemplo,

relaciones entre señalización por el neuro-

transmisor serotonina y la transcripción,

dependiente de CREB, de genes para los

efectos a largo plazo de los procesos de

memoria. Los planteamientos genético-

moleculares prepararon el camino para

la teoría de la reconsideración. En 2009

Karim Nader y Oliver Hardt reclamaban

un nuevo modelo de memoria que inte-

grara de forma exitosa la consolidación y

la reconsolidación.

El estudio de los sueños aporta otra

dimensión al análisis de los procesos hu-

manos de memoria, el de la imaginación,

que parece aplicarse también al estado de

vigilia. En la memoria episódica, la imagi-

nación constituye un factor útil que cam-

bia, actualiza y extiende el conocimiento

anterior; demuestra la plasticidad venta-

josa de la memoria.

De la forma de operar la inquisición

neurocientífica —que explora las propie-

dades conductuales, facultades y fisiología

a partir de lesiones cerebrales, evolución

y bioquímica— sirva de ejemplo la poten-

ciación de la memoria. ¿Puede mejorarse?

Se ha comprobado, en experimentos in

vivo, que se apoyan sobre la inhibición far-

macológica de la enzima proteína kinasa

Mz (PKMz) en la corteza insular refuerza

la memoria. La modulación de la proteína

puede alterar los recuerdos, incluso meses

después de una codificación inicial.

LUIS ALONSO

PSIQUIATRÍAUn arte en busca de identidad

Materia y misterio forman un oxí-

moron. Pese a ello, suelen muchos

seguir la definición de mente dada por

Ambrose Bierce en The Devil’s Dictionary,

publicado en 1911: llámase mente a una

forma misteriosa de materia segregada

por el cerebro cuya actividad principal

consiste en descubrir su propia natura-

leza. De las patologías mentales se ocupa

la psiquiatría, pero esta carece de un con-

cepto coherente de mente. A su búsqueda

dedica MacKinnon el libro de referencia.

Como suele ser habitual en este tipo de

obras con propósito general, el resultado

es un braceo voluntarioso, aunque con la

novedad de la óptica que le prestan las

alteraciones. Así como en genética las mu-

taciones permiten llegar al gen natural,

los trastornos mentales podrían revelar la

naturaleza de los estados normales.

Otros campos de la medicina no solo po-

seen una base lógica más firme, sino tam-

bién metáforas idóneas para aprehender la

función del órgano: el corazón se comporta

Page 98: Trabajo Felicidad

96 MENTE Y CEREBRO 50 / 2011

como una bomba, como un filtro el riñón,

los pulmones son fuelles, los nervios un

tendido eléctrico, etcétera. Con esas imá-

genes sencillas podemos explicar que la

bomba distribuye sangre oxigenada a los

tejidos, que el filtro mantiene el equilibrio

de fluidos, que los fuelles aportan oxígeno

a la sangre y que el sistema nervioso activa

los músculos y traduce estímulos del me-

dio. En cambio, el cerebro carece de partes

móviles y emite escasa sustancia mensu-

rable para recoger y analizar.

La metáfora más extendida de la fun-

ción cerebral es la del computador, en el

que el órgano sería el hardware y la mente

el software. Pero el computador se mues-

tra indiferente a la información que pro-

cesa; en última instancia, tras todas las re-

cursiones que introduzcamos, ni siquiera

si procesa la información. Solo al hombre

le importa conocer la función adaptativa

de la información, las consecuencias que

entraña su elaboración, retención, uso,

refinamiento, ponderación o interpreta-

ción de la información. Consecuencias y

síntomas, déficits y conductas constituyen

el dominio de la psiquiatría.

A la psiquiatría no le falta casuística. De

cada enfermedad pueden escribirse tomos

enciclopédicos. Pero adolece de falta de un

hilo conductor, de una teoría general que

dé sentido a los ejemplos infinitos y vario-

pintos. Ahí reside el telón de Aquiles de la

disciplina. Debe su eficacia terapéutica no

tanto a una sólida base biológica o una teo-

ría psicológica, cuanto a una concatenación

de descubrimientos fortuitos, la aplicación

de empatía, un conocimiento de las razones

que motivan una conducta y, sin duda, el

progreso de la investigación clínica. Para

definir una enfermedad mental, los psi-

quiatras utilizan el manual oficial de diag-

nóstico psiquiátrico, el Manual Diagnósti-

co y Estadístico de los Trastornos Mentales

(DSM), donde leemos un elenco de criterios

que acotan cada patología. Sin embargo, una

vez más, no integran esos conocimientos en

un modelo sistemático de la mente.

No siempre la psiquiatría anduvo huér-

fana de teoría. Por ceñirnos a la época con-

temporánea, el tercio central del siglo XX

predominó el psicoanálisis. La teoría psi-

coanalítica explicaba la complejidad men-

tal en términos de la interrelación entre el

yo, el ello y el superyó. Cayó por la propia

inconsistencia científica, develada por Karl

Popper, y por su fracaso en la terapia de

psicosis, adicciones y otras alteraciones.

El enfoque psicoanalítico fue sustituido

por el pragmatismo de la psiquiatría bio-

lógica, con su arsenal de psicofármacos

eficaces. Hoy, lo usual en la academia es

dejar de lado la naturaleza de la mente y

del trastorno mental. Fenómeno insólito

en medicina, donde se subraya siempre la

función natural de los órganos en la salud

y en la enfermedad. A veces, se define una

enfermedad por su causa patológica o por

el proceso biológico que altera; no ocurre

así en psiquiatría. La psiquiatría evita las

definiciones teóricas del trastorno. Las de-

finiciones de los trastornos que encontra-

mos en el DSM se atienen a los fenómenos

superficiales de la patología mental (sínto-

mas, conductas y medidas de ejecución)

que, en virtud de un acuerdo, se da por

características de una entidad diagnóstica.

Un acuerdo negociado por comités sobre

las expresiones distintivas de la psicopato-

logía, si bien no se sabe qué hacer con los

casos atípicos o complejos. Estos últimos

suelen atribuirse a comorbilidad.

Dejando aparte las teorías abstractas, la

psiquiatría del último medio siglo ha veni-

do postulando que los métodos de la cien-

cia biológica terminarían por desentrañar

el funcionamiento del cerebro, lo mismo

que ha ocurrido con el corazón, pulmones,

hígado, los riñones o el sistema inmunita-

rio. De momento, la investigación genética

de un trastorno particular, la asociación de

un metabolismo atípico con una patolo-

gía o las concentraciones alteradas de un

neurotransmisor se quedan a las puertas

de una explicación teórica de la naturale-

za de la enfermedad, pero sin traspasar el

umbral. Las ciencias biomédicas no han

logrado para la psiquiatría lo que han con-

seguido en otros campos: un mecanismo

que explique la enfermedad. Cuando los

conceptos de trastorno mental quedan re-

zagados en relación a la técnica empleada

para estudiarlos, el progreso no depende

ya de la adquisición de más datos, sino del

desarrollo de una idea mejor que dé sentido

a la información amontonada.

Las explicaciones relativas a la célula,

el tejido e incluso el organismo se desen-

vuelven en términos mecanicistas. Me-

nos eficaces resultan esos planteamientos

cuando abordamos al individuo en su

entorno social. Se introducen las expli-

caciones narrativas que, respetando las

leyes de la naturaleza, dejan margen para

la libertad especulativa. Son explicaciones

instrumentales, cuya verdad se mide por

las ideas útiles que genera, no por su tena-

cidad en la resistencia a su falsación deta-

llista. La consistencia de una explicación

narrativa se valora por el grado en que cap-

ta los hechos sobresalientes y los organiza

para revelar las conexiones significativas

entre ellas. La memoria, el aprendizaje y

las fuerzas emocionales y motivacionales

de recompensa y defensa presentan fun-

ciones biológicas importantes para la su-

pervivencia y la propagación, cierto. Pero

esos mismos fenómenos mentales constru-

yen modelos de la realidad para acometer

funciones más abstractas y complejas, que

implican elección, creencia, planificación y

relación con otras personas. El problema

está, a la postre, en la reducción de la mente

al cerebro, postulada o negada según los

autores. Siendo las llamadas propiedades

emergentes (libre albedrío, inteligencia

recursiva y en general las características

distintivas del hombre) el nudo de la cues-

tión no desatado aquí.

LUIS ALONSO

TROUBLE IN MIND. AN UNORTHODOX

INTRODUCTION TO PSYCHIATRY,

por Dean F. MacKinnon. The Johns Hopkins

University Press, Baltimore, 2011.

Page 99: Trabajo Felicidad

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