trabajo de lenguaje

3
¿CÓMO SE FORMAN LAS PERLAS EN LAS OSTRAS? La ostra, con su aspecto blando y cuerpo resbaladizo, no es muy agradable a la vista, sin embargo, produce una de las cosas más hermosas de la naturaleza: las perlas. Vale la pena conocer cómo se forman las perlas, ya que éste es un proceso realmente interesante y raro. Cuando la ostra –que ha nacido de un huevecillo- es todavía muy pequeña, flota en la superficie del agua sin concha de ninguna clase, semejando un pedacito de gelatina. Cuando la ostra empieza a formar su concha, se va haciendo más pesada para flotar y se sumerge hasta el fondo del mar. Más tarde se adhiere a una roca o a otro cuerpo cualquiera. Entonces abre sus valvas por donde penetra el agua del mar, la cual arrastra objetos pequeñísimos que le sirven a la ostra para alimentarse, crecer y engordar. En ocasiones, junto con esos objetos diminutos vienen cuerpos extraños que se depositan entre la concha y el cuerpo de la ostra. Algunas veces ésta no puede arrojarlos hacia el exterior, por lo que permanecen ahí causándole grandes molestias. Es entonces cuando empieza a producir un fluido que se desprende de su cuerpo y cubre al objeto extraño endureciéndose alrededor de él. Como este fluido emana sin cesar, se van formando capas superpuestas y de este modo, la cubierta del cuerpo extraño va creciendo lentamente hasta convertirse en una hermosa perla. Kabalen, Donna Marie y A. de Sánchez,

Upload: juan-diego-delgadillo-pena

Post on 06-Apr-2016

213 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

 

TRANSCRIPT

Page 1: Trabajo de lenguaje

¿CÓMO SE FORMAN LAS PERLAS EN LAS OSTRAS?

La ostra, con su aspecto blando y cuerpo resbaladizo, no es muy agradable a la vista, sin embargo, produce una de las cosas más hermosas de la naturaleza: las perlas. Vale la pena conocer cómo se forman las perlas, ya que éste es un proceso realmente interesante y raro.

Cuando la ostra –que ha nacido de un huevecillo- es todavía muy pequeña, flota en la superficie del agua sin concha de ninguna clase, semejando un pedacito de gelatina. Cuando la ostra empieza a formar su concha, se va haciendo más pesada para flotar y se sumerge hasta el fondo del mar. Más tarde se adhiere a una roca o a otro cuerpo cualquiera. Entonces abre sus valvas por donde penetra el agua del mar, la cual arrastra objetos pequeñísimos que le sirven a la ostra para alimentarse, crecer y engordar.

En ocasiones, junto con esos objetos diminutos vienen cuerpos extraños que se depositan entre la concha y el cuerpo de la ostra. Algunas veces ésta no puede arrojarlos hacia el exterior, por lo que permanecen ahí causándole grandes molestias. Es entonces cuando empieza a producir un fluido que se desprende de su cuerpo y cubre al objeto extraño endureciéndose alrededor de él. Como este fluido emana sin cesar, se van formando capas superpuestas y de este modo, la cubierta del cuerpo extraño va creciendo lentamente hasta convertirse en una hermosa perla.Kabalen, Donna Marie y A. de Sánchez,

Page 2: Trabajo de lenguaje

NUNCA FUE

No es a mí a quien esperas bajo las lámparas chispeantes del neón subiendo por la avenida lento con el peso muerto de un cuerpo vacío arriba la noche, espesa al tanto la luna cuelga de un gancho quebradizo te observo desde la otra acera tras la columna que asciende de un cigarro mal prendido -nuestras miradas intercambiaban los últimos fulgores-

metida dentro de lo que siempre intentaste dejar un vestido que nunca te pusiste pero que sigue allí guardado en un armario -al final el ojo que mira hacia dentro desde adentro- una imagen pálida es tu rostro la lámpara bajo la bruma sucumbe el vestido polvoriento nuestro amor que nunca fue.

Page 3: Trabajo de lenguaje

EL NIÑO INDIFERENTE

La lluvia golpeaba con violencia en el rostro del joven. Las rejas de los castillos se estremecían con el estruendo de las nubes, y el viento movía de un lado al otro a los árboles que adornaban el paraje, como si intentara desesperadamente arrancarlos de la tierra. El joven, en medio de la tormenta, sentía la misma ansiedad que el viento; era como si su interior hubiere escapado de su pecho y quisiera destruir todo a su alrededor, en forma de una gran tormenta. La lluvia no daba tregua. Casas comenzaron a inundarse por el desborde de los ríos, árboles cortaban las calles y caían sobre los techos

de los automóviles. Al joven nada de esto le importaba. Sentía que la lluvia era necesaria para limpiar toda la mugre de la ciudad y si tenía suerte, para limpiar todo lo sucio que se sentía. Este mes había sido especialmente difícil para el niño, y sentía tanto dolor que su pecho se contraía fuertemente, dejando escapar sólo un aullido imperceptible de desesperación. La fuerza del viento logró que el niño se colocara de rodillas en medio de la gran tormenta. Empapado, no suplicó a los cielos que ella se acabara; sólo rogó porque los dioses de los truenos, o relámpagos quien fuere, tuviese piedad y lo llevase con él. Pero ello no aconteció. La lluvia cesó lentamente de caer. El viento había saciado su ansiedad y dejó a los árboles en paz. El barro se retiró lentamente de las casas y los ríos volvieron a sus cauces naturales. La tormenta había parado y el niño seguía en el mismo lugar, arrodillado. La gente comenzó a limpiar sus casas, a reparar sus autos, a talar los árboles caídos. Y entre toda esa labor, un anciano se acercó al niño con una pala, y le dijo: - amigo ¿por qué no nos ayuda a limpiar este desastre? – La cara de decepción del niño era evidente, y el silencio sepulcral. – Amigo – insistió el anciano – habrán más tormentas y más días en su vida. Si lo dejaron acá y la tormenta no se lo llev ó, es porque algo quiere la vida con usted. Levántese y venga a ayudar – El niño miró al anciano con desprecio. Su optimismo le daba asco, y no pudo disimular las gana s de vomitar. Levantándose del piso, sacudiendo sus pantalones, sacándose los zapatos, el niño vio al anciano de pies a cabeza: -no me interesan tus palabras de optimismo. Si arruinado y viejo la vida te quería, cumplió su misión. – El anciano replicó con serenidad, - bueno

amigo, puede quedarse aquí arrodillado en medio de la plaza. Se convertirá en otra de estas estatuas que adornan el lugar y las palomas le llenarán de excremento por todos lados. Buen día – El viejo le dejó la pala al niño y se retiró junto con otras personas que le esperaban para seguir limpiando las calles. Pateando la pala, el niño encontró la razón en las palabras del viejo, pero el dolor que sentía seguía siendo asqueroso. Ya nadie le podía ayudar. Ni el anciano, ni la

lluvia, menos el sol o la tormenta. porque el dolor lo derrotaba cada día, porque se sentía tan basura como los árboles que talaba la gente o el barro que sacaban de sus casas