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ESTADO DE LA CUESTIÓN Y PROBLEMÁTICA DE LOS ESCRITOS DE FRANCISCO DE ASÍS. PROFUNDIZACIÓN, INTERPRETACIÓN Y ACTUALIZACIÓN Sandy López Caballero INTRODUCCIÓN San Francisco es autor de algunos escritos que han llegado hasta nosotros y que nos revelan su modo de pensar y sentir; también, lo que suponía para él la forma de vida que le fue revelada y los ideales evangélicos que fueron fundantes y fundamentales. A través de este trabajo, nos proponemos acercarnos a uno de estos escritos y descubrir, en él, lo que el Pobrecillo de Asís tiene para decirnos. En mi caso, me he decantado por el Testamento de Siena. A mi entender, un testamento espiritual es la conclusión que engloba y resume, a modo de conclusión, los puntos esenciales de la experiencia vivida. El trabajo está dividido en tres partes. En la primera, presentaré, en forma de esquema, los puntos esenciales que deben ser contemplados a la hora de hacer estudios introductorios sobre los escritos de San Francisco. La segunda parte aborda el Testamento de Siena siguiendo tres pautas: una contextualización de dicho escrito, su relación con el resto de los escritos que responden al título de “últimas recomendaciones” y el acercamiento al contenido del escrito. Por último, haré una lectura actualizada del Testamento de Siena, atendiendo sobre todo a la primera de las exhortaciones que Francisco nos lanza a través de él. I. PRESENTACIÓN DEL ESTADO DE LA CUESTIÓN DE LOS ESCRITOS DE FRANCISCO En el primer punto de nuestro trabajo, nos proponemos presentar a modo de esquema los puntos fundamentales y que no deberían faltar nunca a la hora de abordar el tema de los Escritos sanfranciscanos. Dicho esquema recoge a forma 1

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ESTADO DE LA CUESTIÓN Y PROBLEMÁTICA DE LOS ESCRITOS DE FRANCISCO DE ASÍS. PROFUNDIZACIÓN, INTERPRETACIÓN Y

ACTUALIZACIÓN

Sandy López Caballero

INTRODUCCIÓN

San Francisco es autor de algunos escritos que han llegado hasta nosotros y que nos revelan su modo de pensar y sentir; también, lo que suponía para él la forma de vida que le fue revelada y los ideales evangélicos que fueron fundantes y fundamentales. A través de este trabajo, nos proponemos acercarnos a uno de estos escritos y descubrir, en él, lo que el Pobrecillo de Asís tiene para decirnos. En mi caso, me he decantado por el Testamento de Siena. A mi entender, un testamento espiritual es la conclusión que engloba y resume, a modo de conclusión, los puntos esenciales de la experiencia vivida.

El trabajo está dividido en tres partes. En la primera, presentaré, en forma de esquema, los puntos esenciales que deben ser contemplados a la hora de hacer estudios introductorios sobre los escritos de San Francisco. La segunda parte aborda el Testamento de Siena siguiendo tres pautas: una contextualización de dicho escrito, su relación con el resto de los escritos que responden al título de “últimas recomendaciones” y el acercamiento al contenido del escrito. Por último, haré una lectura actualizada del Testamento de Siena, atendiendo sobre todo a la primera de las exhortaciones que Francisco nos lanza a través de él.

I. PRESENTACIÓN DEL ESTADO DE LA CUESTIÓN DE LOS ESCRITOS DE FRANCISCO

En el primer punto de nuestro trabajo, nos proponemos presentar a modo de esquema los puntos fundamentales y que no deberían faltar nunca a la hora de abordar el tema de los Escritos sanfranciscanos. Dicho esquema recoge a forma de índice los temas a desarrollar, posteriormente, con detenimiento. El esquema es el siguiente:

0. Introducción1. San Francisco, autor de unos Escritos.

1.1. Francisco de Asís, ¿Intelectualmente cultivado?1.2. Los colaboradores de San Francisco

a) Amanuensesb) Escribasc) Secretarios

2. Los Escritos de San Francisco2.1. Escritos Auténticos 2.2 Escritos perdidos, dudosos y falsos2.3 Clasificación de los Escritos

a) Oracionesb) Cartasc) Avisos espiritualesd) Textos legislativose) Últimas recomendaciones

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2.4 Las fuentes de los Escritos de Franciscoa) La Sagrada Escriturab) La liturgiac) Santos Padres y escritores eclesiásticosd) El contexto socio-eclesiale) El Concilio Lateranense IV y las determinaciones pontificiasf) La normativa y praxis canónica

2.5 El Francisco que nos presentan los Escritos3. Tradición manuscrita de los Escritos

3.1. Testimonios más antiguosa) Autógrafos: b) El códice B 24 de la Biblioteca Vallicelliana de Romac) Un sermón de un dominico en París (13 de julio de 1231)

3.2. Las colecciones medievalesa) El códice 338 de Asísb) La Compilación de Avignonc) El grupo de la Porciúncula d) El grupo del norte o de la provincia de Colonia

3.3. Otros descubrimientosa) Colección An 1, mitad del s. XIV (Antonianum de Roma)b) Colección Is 4, s. XIV–XV (Colegio San Isidoro de Roma)c) Códice OB 1384/85 (Bodlein Library de Oxford)d) Códice VO, s. XIII (Biblioteca Guarnacci de Volterra)e) Códice B 131, s. XIV–XV (Biblioteca Vallicelliana de Roma

4. Ediciones impresas de los Escritos de Francisco4.1 Ediciones de los siglos XIV – XVI 4.2 Lucas Wadding (1623)4.3 El impulso de Paul Sabatier (1893)

5. Ediciones críticas de los Escritos sanfranciscanos5.1 Leonard Lemmens y Heinrich Boehmer (1904)5.2 Kajetan Esser (1976)5.3 Carlo Paolazzi (2009)5.4 Ediciones críticas en lengua castellana.

6. Acercamiento general a cada Escrito. Su contenido7. Conclusión

II. ACERCAMIENTO A UNO DE LOS ESCRITOS. EL TESTAMENTO DE SIENA.

II.I. CONTEXTO HISTÓRICO

El Testamento de Siena forma parte del grupo de cinco escritos a los que se les reconoce con el título de “últimas recomendaciones”. Son escritos que se ubican en la última etapa de la vida del Santo de Asís, entre los años 1225 y 1226. Con ellos, San Francisco pretende reiterar y tutelar la originalidad de su inspiración a nivel de interioridad y praxis; adecuar el proyecto de vida a las nuevas situaciones en que se encuentra su Fraternidad; y hacer “una recordación, amonestación y exhortación” a la fidelidad a la forma de vida.

Es la etapa donde nos encontramos un Francisco maduro humana y espiritualmente por la gracia de Dios que ha actuado y actúa en él; pero un Francisco corporalmente débil,

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abatido por varios tipos de dolencias y enfermedades, por los estigmas, y por el dolor que le causan las crisis internas de la fraternidad.

Cronológicamente, el Testamento de Siena lo debemos situar en tal ciudad en la primavera de 1226 (1C 105). La Leyenda de Perusa nos cuenta de este último viaje de Francisco a Siena y el motivo del mismo “para curar sus ojos” (LP 58). Estando allí, su salud se agravó, tal vez por los avatares del viaje. Tras una noche en la que parecía que moriría los hermanos presentes le pidieron su bendición y el Santo, llamando al hermano Benito de Piratro, dicta el Testamento (LP 59).

II.II. RELACIÓN DEL TESTAMENTO DE SIENA CON LOS OTROS ESCRITOS

El Testamento de Siena es un escrito bien corto, de apenas cinco versículos; pero no por ello es menos valioso. En las ediciones críticas de K. Esser y C. Paolazzi, el TestS se encuentra en el apartado de los escritos dictados por Francisco. Este Testamento sintetiza de forma extraordinaria y concisa todo el ideal de vida franciscano, debido, tal vez, a la situación límite en la que nació. Poco, o casi nada, se ha escrito sobre él, probablemente por concedérsele mayor importancia al Testamento final de Francisco. No menos cierto es que, jurídicamente, un testamento pierde valor al ser escrito uno de fecha posterior. Sin embargo, creo que el Testamento de Siena debe ser más valorado y tenido en cuenta. En él, Francisco es capaz de expresar en frases breves todo lo que el Señor le había revelado y que más tarde expondrá de forma distendida en el Testamento.

Para establecer una relación del Testamento de Siena con los escritos del Santo nos circunscribiremos a los escritos que responden al título de “últimas recomendaciones”, donde dicho testamento está englobado, y estos son: la “Exhortación cantada a Clara y sus hermanas”, el “Testamento”, la “Última voluntad para Clara y sus hermanas” y la “Bendición al hermano Bernardo”.

Estos textos tienen algo en común según nos dice Pietro Maranesi textos dictados por Francisco para despedirse de las personas más importantes en su vida (los hermanos menores, Clara y sus hermanas), urgido además por el deseo de sus hermanos a tener algo suyo para recordarlo después de su muerte y tenerlo como referencia. Francisco lo hace a través de estos textos donde hace transparente su última voluntad: afianzar la validez y el tenor de la forma de vida que el Señor le reveló.

Es curioso que las temáticas tratadas por Francisco en los escritos de la última hora, especialmente las referidas en el TestS son recurrentes, tal vez estando presente en cada uno de ellos o enfatizando más uno que otro. Lo que refleja la preocupación personal del Pobrecillo de Asís respecto al ideal de vida que había escogido par él y sus hermanos y que también propuso a Clara y sus hermanas. Fijémonos punto por punto en la relación que existe entre estos textos mirando, sobre todo, a la presencia o no de las exhortaciones del TestS en ellos.

El tema de la fraternidad caritativa que nos propone el TestS lo podemos encontrar, implícitamente, en el hecho de que las hermanas de Clara son convocadas de diversas partes para vivir en la verdad y morir en obediencia, prestando atención al modo de vida contemplativo, espíritu de vida que mueve la fraternidad clariana (ExhCl 1-3). Además, el amor fraterno, preferencial y reverencial de Francisco por el hermano Bernardo, su

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primer compañero, se pone de manifiesto en la bendición que le dirige a éste (BenBer 3). Si además recordamos la relación que establece Francisco entre la caridad y la obediencia en el “Saludo a las virtudes” (SalVir 3), podemos descubrir también la presencia del amor fraterno en la obediencia debida al ministro general y a los guardianes (Test 27-30).

Un segundo punto tratado por Francisco en el TestS es el amor y la observancia de la pobreza. Se ve la referencia a ella en la “Exhortación cantada a Clara y sus hermanas” cuando les pide que usen con discreción las limosnas que reciben. Francisco les recuerda el equilibrio justo entre pobreza y ayuno para evitar el excesivo rigor en la austeridad y la penitencia (ExhCl 4). El amor y la observancia de la pobreza está presente de forma amplísima en el Testamento definitivo: repartir los bienes antes de entrar en la fraternidad y conformarse con no tener más que lo necesario, trabajar o pedir limosna, no recibir beneficios sean propiedades o documentos a favor de los hermanos (Test 16-17.20-22.24-26). También, pero de forma exclusiva, será el tema de la “Última voluntad para Clara y sus hermanas”: quiero vivir según la pobreza de Cristo y de su Madre la Virgen, os exhorto a hacer lo mismo y estad atenta para que nada ni nadie os aparte de ella (UltVol 1-3). En la “Bendición al hermano Bernardo”, San Francisco deja claro que uno de los motivos de su amor preferencial por este hermano se debe a que fue el primero en cumplir la perfección del Evangelio cuando distribuyó sus bienes a los pobres (BenBer 2).

Por último, Francisco exhorta a la minoridad dentro de la Iglesia. Este tema, lo encontramos desarrollado ampliamente en el Testamento. Ser menores y los últimos es esencial para Francisco. También la minoridad se descubre bajo la clave de la obediencia reverencial dentro y fuera de la naciente Orden (Test 6-10; 27-28) y explícitamente a través del sometimiento a los demás (Test 19). Implícitamente podemos descubrir la presencia de la minoridad en la “Bendición al hermano Bernardo” pues, desde luego, Francisco lo presenta como modelo del hermano menor (BenBer 3-5).

Desde lo expuesto en este apartado, me atrevo a hacer una escala de valores del Francisco de los últimos tiempos, al menos la que nos revelan sus últimos escritos sobre sus ideales de vida evangélica. Encontramos un Francisco preocupado por tres ideales fundamentales para los hermanos y hermanas menores: fraternidad, pobreza y minoridad. Este es el orden en el que los encontramos presentados en el TestS. Pero viendo la relación de contenidos que se establece con el resto de escritos que forman parte de las “últimas recomendaciones” podemos llegar a la conclusión que la mayor preocupación de Francisco es el tema del amor y la observancia de la pobreza. Por eso, en el TestS la pone al centro, como eje de las dos exhortaciones restantes. Lo hemos podido comprobar: este tema está presente en todos los escritos, de este período de su vida, de forma explícita. Le siguen la fraternidad y la minoridad, que sin la pobreza no alcanzarán su sentido pleno: quien tiene, defenderá lo que posee, envidiará lo que tienen otros y tratará de imponerse sobre los demás a través de sus posesiones.

II.III. REFLEXIÓN SOBRE EL CONTENIDO

Llegados a este punto de la exposición, y en orden al desarrollo de este inciso, me gustaría proponer una división estructural del TestS. Tomaré como base la estructura propuesta por Fernando Uribe, aunque hago una división más que él, atendiendo a los

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versículos (F. Uribe, Leer a Francisco y Clara de Asís: sus escritos, p. 109). La división del Testamento de Siena sería la siguiente:

Introducción: destinatarios de la bendición (v.1) Motivación: justifica su triple exhortación (v. 2) Primera exhortación: el amor mutuo (v. 3) Segunda exhortación: la observancia de la pobreza (v. 4) Tercera exhortación: vivir como menores en la Iglesia (v. 5)

Como venimos diciendo desde el inicio del trabajo, el Testamento de Siena hay que entenderlo como síntesis de una forma de vida asumida en plenitud y que Francisco desea dejar como herencia a todos sus hermanos, presentes y futuros, ante la crisis que ya se vive y amenaza con agudizarse. Tal vez, esta sea la motivación de repetir la palabra “siempre” en cada una de las exhortaciones que expresa. Para mí el “siempre” hace referencia tanto a la durabilidad en el tiempo de tales exhortaciones, a su vigencia en todos los tiempos; como a los sujetos a los que van dirigidas. Pero puede surgirnos una duda: ¿a qué amor fraterno, pobreza y minoridad hace referencia el TestS? ¿Cómo entenderlos? Por eso, ahora, para presentar el contenido tan sintético, sencillo, pero profundo de este testamento es necesario mirar retrospectivamente a la vida de Francisco y ver precisamente cuál es la herencia que deja a la fraternidad, qué nos está recordando. Descubramos los contenidos implícitos en cada una de estas exhortaciones sintéticas.

1. “En señal del recuerdo de mi bendición y de mi testamento, siempre se amen mutuamente” (TestS 3)

La primera exhortación de Francisco es el eco evidente del testamento espiritual de Jesús a los discípulos en la última cena (Jn 15,12). Francisco tiene como modelo de amor fraterno el amor mandado por Cristo a los suyos; un amor que además es necesario manifestarlo con obras concretas (1R 11,5-6). Es un amor encarnado, vivido y sufrido por Cristo a favor nuestro, y que es manifestación del que nos tiene el Padre (ParPN 6). Por tanto, el amor fraterno está impregnado de amor teologal. Amar es, además, una preocupación seria y comprometida por el otro a la manera de una madre que escucha y acoge las necesidades que le manifiesta, con confianza, su hijo y lo nutre y lo ama sin condición (1R 9,10-11; 2R 6,8). Francisco tiene presente que tal amor es la condición evangélica por la que el mundo reconocerá a los discípulos de Cristo por eso donde quiera que se encuentren los hermanos han de honrarse y tratarse con amor (1R 7,15). El amor debe ser manifestado siempre, en la salud y en la enfermedad dejando patente el desinterés de quienes se aman (Adm 24), en presencia y en ausencia del hermano mostrando la transparencia de relaciones y el respeto por el otro (Adm 25). Un amor sin límites, paciente y misericordioso, capaz de perdonar (Cánt 10); pero también nos hace capaces de amar al otro en medio y a pesar de su pecado (CtaM 5.7.11).

El amor vivido y compartido en fraternidad, sale del círculo de hermanos y se manifiesta, en primer lugar como compromiso de cuidado, a aquéllas que han decidido seguir el ideal de la vida evangélica, las damas pobres (FVCl 2). Luego, un amor que va dirigido, incluso, a los enemigos y a los que nos persiguen; y también ha de ser manifestado con obras (2CtaF 38; 1R 22,1.3-4; 2R 10,10; Adm 9,1-4), tal actitud pone en evidencia a los verdaderamente pobres de espíritu (Adm 14,4). Francisco alaba y bendice al Señor por todos los que son capaces de amar como él lo ha mandado (1CtaF

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1; 2CtaF 18). Pero sabe de la fragilidad humana al respecto y es comprensivo en este tema: quien no pueda amar a un hermano como así mismo por lo menos hágale el bien (2CtaF 27).

2. “Siempre amen y guarden la santa pobreza, nuestra señora” (TestS 4)

La insistencia de San Francisco sobre la observancia de la pobreza denota una crisis en la forma radical de vivirla como él la proponía. La forma “señora santa pobreza” aparece en el “Saludo a las virtudes” y va hermanada con la virtud de la humildad (SalVir 2). En su empeño de vencerse a sí mismo y de hacer penitencia por la vida de pecado en la que vivía, Francisco entiende la pobreza como virtud indispensable para lograr este fin; ya que, acompañada de la alegría, confunde a la avaricia y a la codicia (SalVir 11; Adm 27,3). La forma de vida en pobreza no es un invento de Francisco, ni tampoco un capricho suyo. Seguir las huellas de Nuestro Señor Jesucristo según la forma del santo Evangelio, forma de vida que le fue revelada (Test 14), lleva implícito seguir su ejemplo de pobreza y humildad. La pobreza evangélica fue vivida y testimoniada por Cristo y su Madre, la Virgen (2CtaF 5; 2R 6,3).

La vida en pobreza es una propuesta de forma de vida válida y permanente para los hermanos y las hermanas menores (1R 1,1; 9,1; 2R 1,1;12,4; UltVol 1-3). El trabajo de los hermanos manifiesta que son seguidores de la altísima pobreza, pero cuando lo ganado por el trabajo no alcance para el sustento de la fraternidad, se puede recurrir a la mesa del Señor, la limosna (2R 5,4; Test 20-22). Esta pobreza que, aparentemente es pérdida para los hermanos, nos trae unas ganancias eternas: nos constituye en herederos del Reino de los cielos y es ella nuestra porción (2R 6,4-6). La pobreza evangélica implica la no apropiación de cosa alguna y la no posesión de privilegios (1R 7,13; 9,1; 2R 6,1; Test 24-25).

3. “Que siempre se muestren fieles y sumisos a los prelados y todos los clérigos de la santa madre Iglesia” (TestS 5)

Como última exhortación, Francisco nos pide recordar el puesto que los hermanos debemos ocupar en el interior de la Iglesia y de frente a toda criatura: ser menores. Esta minoridad encuentra su fundamento en la humildad y abajamiento de Cristo que, siendo Dios, se despojó de su rango y asumió la condición humana (Adm 1,16; CtaO 27-28). Para Francisco, este espíritu de minoridad está en estrecha relación con la humildad y la obediencia y la sumisión:

Obediencia al Papa, a la Iglesia Romana y a Francisco y sus sucesores (1R Prólogo 3-4; 2R 1,2-3; Test 27-28).

Sometimiento y sujeción a la Iglesia y a todos (2R 12,4; Test 19). Obediencia, respeto y sujeción a clérigos, sin importar su perfección moral, y

también a los religiosos (Adm 26,1-4; 2CtaF 33; 1R 19,3; Test 6-10).

4. Conclusión

La inminencia del momento de la muerte de Francisco, fue la motivación fuerte y primaria de la brevedad del Testamento de Siena. Sin embargo, hemos podido comprobar que detrás de cada exhortación hay un conjunto de contenidos que descubrimos en el devenir de la vida del Santo. Este escrito nos invita a hacer el

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descubrimiento del concepto vivencial franciscano de la fraternidad, la pobreza y la minoridad que propone.

III. LECTURA ACTUALIZADA DEL TESTAMENTO DE SIENA

Tres son las exhortaciones que Francisco dirige a sus hermanos en el Testamento de Siena y que, ciertamente, se corresponden con sus tres preocupaciones principales en el momento final de su vida: la fraternidad en clave de amor, la observancia de la pobreza y la minoridad en la Iglesia. Estas exhortaciones no sólo fueron destinadas a los hermanos de entonces sino que el mismo Santo dijo que era su testamento para los hermanos presentes y para los que habrían de llegar hasta el fin de los tiempos (cf. TestS 1). Nosotros también somos destinatarios de las palabras de San Francisco. En esta última parte de trabajo, deseo hacer una lectura actual del testamento de Siena fijándome, sobre todo, en la primera exhortación: “que, en señal del recuerdo de mi bendición y de mi testamento, siempre se amen mutuamente” (TestS 3).

Desde mi propia experiencia, al pasar por varias fraternidades de diferentes países en todo mi proceso de formación inicial, me he dado cuenta de que la fraternidad en clave de amor pasa por un momento de crisis, que a veces nos vence, viéndonos envueltos en lo que es normal para el común de los hermanos. He encontrado varios tipos de aplicaciones concretas del amor mutuo y fraterno en nuestros días, porque debemos dar por hecho que tal “amor mutuo y fraterno” existe en todas las fraternidades, se habla de él, pero no se pone en práctica de la misma forma. Yo deseo hacer alusión a dos de estos modos, para mí errados.

El primero sería ese tipo de amor fraterno que nos lleva a respetar tanto al hermano que dejamos de preocuparnos por él o por las situaciones difíciles que vive. A veces, encontramos algún hermano que no vive felizmente o con tranquilidad el ritmo de la vida fraterna y comunitaria: no participa de la oración, no vive activamente los momentos de convivencia en los sitios comunes, su trabajo en la comunidad y en la pastoral son un caos o, simplemente, atraviesa un momento difícil de su vocación y esto es conocido por todos. Confundiendo amor fraterno con un excesivo respeto que raya en la indiferencia, dejamos actuar a este hermano en libertad, respetamos su intimidad, no nos inmiscuimos en sus asuntos, dejamos que sea él quien pida ayuda o auxilio y no se lo ofrecemos de antemano viendo su situación de crisis. En una fraternidad de este tipo, los hermanos se van creando poco a poco, y bajo el escudo del respeto mutuo, su propio mundo, sus propios planes, su propia fraternidad, al margen de la vida y necesidades de la fraternidad con mayúscula. Creo que este no es el amor fraterno del que nos habla Francisco.

Un segundo modo de aplicar este amor fraterno es el de aquellos que hacen de los hermanos sus hijos párvulos y practican un paternalismo a través del cual reforzar el rol de su autoridad, que debería ser entendida como servicio fraterno. Esta forma de poner en práctica el amor fraterno va inutilizando, poco a poco, a los hermanos de la fraternidad: todo viene dado; todo viene dicho; todo está reglamentado; es única la opinión, la línea de pensamiento y la figura de referencia comunitaria; aparentemente, hay espacio para la creatividad fraterna, pero, en la práctica, no es así. En estas comunidades no se mueve un dedo sin el permiso y el control patente de dichos hermanos-padres. Más allá de lo que puede entrañar, psicológicamente, un comportamiento de este tipo, es necesario y provechoso para esta actualización señalar

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las repercusiones comunitarias. Se puede observar un repliegue y acomodamiento en la vida de la fraternidad. Si este hermano no está presente la comunidad no avanza y se siente incapaz de desarrollar la vida ordinaria. El amor fraterno no se da entre los hermanos sino que va dirigido en forma de gratitud hacia el “pater comunitatis” y surge la crisis fraterna cuando se rompe el orden establecido por la llegada de nuevos hermanos que no desean entrar en este tipo de dinámica fraterna y deshacen con sus jóvenes ideas el “siempre se ha hecho así y siempre lo ha hecho él”. Creo que ésta tampoco es la forma de vida fraterna, en el amor mutuo, a la que nos exhorta San Francisco.

A partir de estas dos experiencias y formas de vida fraterna, me gustaría insistir en las palabras de Francisco en el Testamento de Siena al respecto de este tema, que como dijimos es la síntesis de la forma de vida querida por él. Ciertamente, el hecho de la fraternidad es algo delicado, es más fácil hablar sobre ella que vivirla. Y es que, en la fraternidad con apellido evangélica, tal cual nos la propone Francisco, entran en juego las relaciones interpersonales, las relaciones entre libertades. La fraternidad no es cosa hecha sino realidad a construir. Por eso veo los peligros que presentan los modelos antes citados. En ambos, se puede estar tranquilos en fraternidad: en uno viviendo mi mundo independiente del mundo del otro y en el segundo llevando adelante un tipo de vida fabricado por otro, a su estilo y semejanza. Sin embargo, en ninguno de los dos casos se construye la fraternidad, ni se vive la fraternidad en clave de amor. La vida fraterna lleva implícita el hecho de asumir y resolver los conflictos humano-fraternos de cada hermano que la componen. El amor evangélico y todos los valores que genera serán la argamasa que ayude a la construcción de la vida fraterna.

a) Espacios para el diálogo y el conocimiento mutuo

No debemos ver la fraternidad como aquélla realidad compuesta por hombres perfectos y ya realizados personalmente. Debemos descubrir la fraternidad como aquel grupo humano que se va realizando en lo humano y espiritual, a través de la constante búsqueda de la voluntad divina para cada uno de sus miembros y para el proyecto comunitario que se desea vivir. Para esto, creo que hoy nos falta, en nuestras fraternidades, el hecho de reconocernos los unos a los otros como personas humanas, con una historia, con virtudes y debilidades; y como hermanos, nadie superior a nadie, sino todos siervos del que está al lado. Al hermano debo descubrirlo como un don que Dios me hace de cara a mi crecimiento y al de la fraternidad. Y tal cual es, debo conocerlo y aceptarlo. Aquí juega un papel auténtico y fundamental el diálogo respetuoso en virtud del amor mutuo y fraterno. Para esto sería importante crear espacios y tiempos que favorezcan las relaciones fraternas, tales como sobremesas, convivencias y paseos.

b) Vivir la fraternidad desde los valores evangélicos en clave de amor

Una vez conscientes de nuestra condición de hermanos, con dones bien diferentes pero totalmente válidos pues enriquecen el conjunto, con un proyecto personal en función de un proyecto común, podemos comenzar a construir y vivir con paciencia la fraternidad. El amor es el ingrediente indispensable. Gracias a él podremos ser servidores incansables unos de otros y ponernos siempre en la actitud del que está dispuesto a lavar los pies del hermano. El amor fraterno debe ser expresado con hechos concretos y en todo momento, pero especialmente en la última etapa de la vida de los hermanos, en la

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ancianidad o en la enfermedad. Por amor, seremos capaces de tener misericordia con el que se equivoca y perdonarlo, dándole siempre una nueva oportunidad que posibilite el cambio. Desde el amor, podremos asumir las ideas y deseos de todos por muy difícil que parezca. Por amor, llegaremos a ser capaces de renunciar a los propios planes para hacer feliz al otro participando de los suyos. El amor no conoce soledades o aislamientos, por eso nos permitirá acercarnos, a pies descalzos y delicadamente, a los hermanos que viven situaciones difíciles para que se sientan acompañados, el respeto no puede disminuir o anular el amor que hace la fraternidad. Sí somos responsables de la vida del hermano. En virtud del amor, los hermanos guardianes, animadores de las fraternidades, serán ejemplo y estímulo de sus hermanos en este sentido.

CONCLUSIÓN

En los escritos sanfranciscanos, descubrimos la riqueza incalculable del carisma franciscano. Este breve pero provechoso acercamiento a ellos, especialmente al Testamento de Siena, me ha ayudado a profundizar en los puntos claves de lo que Francisco se sintió llamado a vivir y compartir con sus hermanos. Hemos constatado como el Hermano Menor en los últimos momentos de su vida intentó dejar bien clara la validez de su experiencia y legado. Interioricé que para el Santo fundador de los hermanos menores tres cosas son imprescindibles a la hora de hablar de forma de vida evangélica, tres cosas que va defender, de modo especial, hasta en los momentos límites de su vida: la fraternidad en clave de amor, el amor y la observancia de la pobreza y la minoridad en la Iglesia. Esta conclusión la podemos corroborar con un estudio detenido de cada uno de los escritos que forman parte de las “últimas recomendaciones”.

De cara al presente, los ideales franciscanos son un desafío y hemos visto como es necesaria, en nuestros días, una actualización de los mismos. Es necesario rescatar el interés por los escritos de Francisco y hacerlos hablar a las fraternidades contemporáneas. Nosotros somos responsables de que el espíritu franciscano continúe estando vivo y sea eficaz. El punto de la lectura actualizada me lleva a concluir que la fraternidad es un reto permanente, que es una realidad viva y dinámica, que está en camino y que necesita ser animada con el auténtico espíritu de San Francisco.

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