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Volumen 1021 Año 26 P UBLICACIÓN DEL SINDICATO DE TRABAJADORES DEL INA ( SITRAINA ) 28 de junio del 2018 Recordamos a las personas afiliadas que ya se están entregando, en nuestras oficinas, los paraguas y sombrillas, conmemorativas de nuestro 39 aniversario Trabajadores del INA con SITRAINA Dijimos PRESENTE… en San José

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Volumen 1021 Año 26

P U B L IC AC IÓ N D EL S IN D IC AT O D E T R AB AJ AD O R ES D EL IN A ( S IT R AIN A )

28 de junio del 2018

Recordamos a las personas afiliadas que ya se están entregando, en nuestras oficinas, los

paraguas y sombrillas, conmemorativas de nuestro 39 aniversario

Trabajadores del INA con SITRAINA Dijimos PRESENTE… en San José

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La Hoja del Miércoles Pág.2 Afíliese a SITRAINA

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La Hoja del Miércoles Pág.3 Afíliese a SITRAINA

Lectura sugerida para la presente semana

“Combatir el ansia”

Hay personas que no sienten ansia o que por lo menos la controlan de una forma magis-

tral. Cuando se hallan frente a una dificultad siempre buscan un solución positiva y si se

dan cuenta de que su mente es presa del desasosiego se apartan. Para volver a encon-

trarse, intentan distraerse y derivan el pensamiento hacia cosas que les permitan recargar

de nuevo sus energías y recuperar su vitalidad. Escuchan música o bien se entretienen

leyendo la biografía de un personaje que admiran, miran una película, leen una novela.

En cualquiera de los casos, aplazan la acción o cualquier decisión que deban tomar hasta

el m omento en que sean capaces de recuperar de lo más profundo de su ser la seguri-

dad y la determinación necesarias.

Dominar la propia ansia es una cualidad esencial en un jefe. El capitán de una nave, aun

frente a la más temible de las tormentas, debe siempre dar la sensación de que controla

el peligro. Si dejara entrever el ansia y su temor, la tripulación sería presa del pánico y la

nave acabaría chocando contra los escollos y los arrecifes. En el extremos opuesto en-

contramos a las personas que están siempre ansiosas, Ante un problemas se alarman,

piensan en lo peor y temen una desgracia. También ellas transmiten sus sentimientos a

los demás. Hay padres que comunican las propias ansias a sus hijos, jefes que se des-

cargan en sus subordinados, médicos que trasmiten angustias a sus pacientes.

Las consecuencias son siempre nefastas. Recordemos que, en plena guerra, el enemigo

siempre procura debilitar a su opuesto suscitando en él el ansia y el miedo mediante una

propaganda negativa y mandando mensajes desalentadores. Siempre intentan hacer tri-

zas la moral del adversario alimentando la desconfianza en la victoria y sembrando en él

el pesimismo. No todas las personas ansiosas son débiles. Algunas son fuertes y valien-

tes. Saben luchar, actuar con firmeza y con habilidad. Pero su más íntimo tormento ter-

mina siempre transmitiéndose al exterior, superando el filtro de la conciencia y de la vo-

luntad.

Ser ansioso es un rasgo del carácter. En una parte hereditario y se desarrolla durante la

infancia, pero en otra nace de las dificultades no superadas de la vida. Ahora bien, la res-

ponsabilidad siempre es nuestra, porque no nos defendemos lo suficiente, porque deja-

mos que el ansia y los pensamientos negativos invadan nuestra mente. Porque quere-

mos compadecer o sentirnos compadecidos. Y con el paso del tiempo estas actitudes ne-

gativas se convierten en una costumbre. Quienes desempeñan cargos de responsabili-

dad deben hacer un esfuerzo contundente para combatir su tendencia al ansia y evitar

transmitirla a los demás.

Comportémonos como personas serenas y, a la vez echemos de nuestra mente los pen-

samientos negativos e imaginemos soluciones positivas Al cabo de poco tiempo vere-

mos que aquello que al principio podía parecernos ser un simple disfraz que atribuía un

aspecto distinto a un cuerpo determinado se convierte en parte de nosotros mismos, en

un hábito mental, en una costumbre. La fuerza de la costumbre es inmensa tanto para el

bien como para el mal.. Si os abandonáis , si cultiváis vuestro mal humor y vuestro pesi-

mismo, si continuáis lamentándoos, vuestro rostro se convertirá en una máscara triste y

huraña. En lugar de ello, obligaos a recitar el papel del optimista y acabaréis siéndolo.

(Tomado del Libro La esperanza de Francesco Alberoni Editorial Gedisa, S.A. Primera Edición. Barcelona 2001)