tp i - 02 - teoria política en grecia y roma

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  • 7/22/2019 TP I - 02 - Teoria Poltica en Grecia y Roma

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    TP-I/02

    La Teora Poltica en la Grecia y Roma clsicas

    2.1 La democracia en Atenas: de Soln a Pericles.

    2.1.a Coordenadas geohistricas y antecedentes de la democracia clsica.

    2.1.b De Soln a Clstenes: los cimientos de la democracia clsica.

    2.1.c La madurez de la democracia ateniense: Efialtes y Pericles.

    2.1.d El modelo ateniense: una sntesis normativa.

    2.2 La teora poltica en el contexto democrtico.

    2.2.a El surgimiento de la Teora Poltica en la Grecia antigua.2.2.b El elogio de la democracia: Tucdides.

    2.2.c La crtica de la democracia, I: Platn.

    2.2.d La crtica de la democracia, II: Aristteles.

    2.3 La Repblica romana: Polibio y Cicern.

    2.3.1 De Grecia a Roma: Polibio y la constitucin mixta.

    2.3.2 Cicern y la defensa de la constitucin republicana.

    2.4 El Imperio romano: Sneca.2.4.1 La influencia del estoicismo.

    2.4.2 Sneca y la personalidad del prncipe.

    Bibliografia de referencia

    ARCE, Javier. 1990. Roma, en F. VALLESPN (Ed.): Historia de la teora poltica. Madrid:Alianza Editorial. Vol. 1: 167-215.

    DAHL, Robert. 1992. La democracia y sus crticos. Barcelona: Paids. (pgs. 21-34 y 66-70).

    FARRAR, Cynthia. 1995. La teora poltica de la antigua Grecia como respuesta a lademocracia, en J. DUNN (Dir.): Democracia. El viaje inacabado. Barcelona: Tusquets.Pp. 30-53.

    GARCIA GUAL, Carlos. 1990. La Grecia antigua, en F. VALLESPN (Ed.): Historia de la teorapoltica. Madrid: Alianza Editorial. Vol. 1: 107-164.

    HORNBLOWER, Simon. 1995. Creacin y desarrollo de las instituciones democrticas en laantigua Grecia, en J. DUNN (Dir.): Democracia. El viaje inacabado. Barcelona: Tusquets.Pp. 13-29.

    TOUCHARD, Jean. 2000. Historia de las ideas polticas (El principado; pgs. 74-86): Madrid:Tecnos.

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    2.1 La democracia en Atenas: de Soln a Pericles.

    En nuestros das la democracia constituye la norma prcticamente indiscutible de legitimidad

    poltica en casi todos los sistemas del mundo. Hace apenas un siglo, sin embargo, esto no era as

    y la democracia no pareca tan incuestionable como hoy. A la vista de la evolucin histricaposterior, sin embargo, parece que las ideas polticas de nuestro tiempo se encuentren

    definitivamente marcadas por la afirmacin y consolidacin de una suerte de sentido comn

    democrtico.

    Hgase un breve ejercicio de reflexin sobre el progreso de los regmenes democrticos

    en la Europa del siglo XX. Cuntos pases disponan de alguna modalidad de poliarqua a

    comienzos del siglo? Cuntos se encontraban en esta situacin al final? En qu trminos

    formulaban los grandes relatos ideolgicos de principios de siglo el debate poltico sobre

    la democracia? En qu trminos se formula hoy?

    En el presente tema nos remontaremos hasta los orgenes primeros de la idea de

    democracia y, ms detalladamente, hasta su primera concrecin en la Atenas de la Antigedad.

    Analizaremos la particular evolucin de lapolis ateniense como el primer espacio de poder en el

    que se producen las condiciones que dan lugar a la aparicin de la democracia. Ello nos

    permitir abordar con mayor precisin la realidad poltica sobre la que reflexionaron suscontemporneos y empezar con ello esta primera aproximacin histrica a la Teora Poltica.

    2.1.a Coordenadas geohistricas y antecedentes de la democracia clsica.

    El hecho de que hoy la democracia gue el funcionamiento de la mayor parte de los

    regmenes del planeta (incluidos aquellos que, an no siendo formalmente democrticos se

    reconocen y aspiran a realizarse en alguna forma de democracia) hace que indagar en los

    orgenes de sta suscite, como es lgico, un inters incuestionable en el que nos vemos

    directamente implicados. Tradicionalmente se identifica este primer momento con aquel otro

    del nacimiento de la democracia ateniense y no parece que falten razones para ello: an a pesar

    de las evidentes diferencias que existen entre la democracia de entonces y la de nuestros das,

    subsisten algunos elementos comunes que atraviesan la historia hasta el presente.

    No obstante, ms all de los lugares comunes a que estamos acostumbrados, cabe

    resear aqu (incluso aun cuando no sea ms que por puro rigor histrico) que los orgenes de la

    democrcia clsica no slo se encuentran en la historia de la polis ateniense, sino, de manerams genrica e imprecisa, tambin se originan en las propias culturas que habitaron las orillas

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    del Mediterrneo oriental. As, por ejemplo, sabemos que los fenicios inspiraron buena parte de

    la cultura griega; desde el alfabeto hasta sus mtodos de colonizacin, pasando por buena parte

    de su modelo de ciudad-Estado. De igual modo, las instituciones ms antiguas del comercio

    mediterrneo como la plaza del mercado asirio (el denominado Walki Tankari) evocan, sin duda,

    la formacin de un primer espacio pblico.

    As las cosas, acaso lo ms acertado a da de hoy sea considerar los orgenes de la polis

    ateniense como un complejo proceso geohistrico que comenz a desarrollarse en las regiones

    del Mediterrneo oriental y que culmin en la polis ateniense. Obviamente, reconstruir este

    proceso geohistrico supera con mucho nuestros objetivos, por lo que, de momento, nos

    habremos de contentar con este primer esbozo del mito ateniense, tan apreciado por la

    mitografa europea (y occidental), como cuestionable en cuanto que tal desde una perspectivacientfica. Dicho sea todo ello, empero, sin cuestionar en ltima instancia la validez e inters

    heurstico que el ejemplo ateniense tiene a los efectos de fijar un punto de partida.

    2.1.b De Soln a Clstenes: los cimientos de la democracia clsica.

    En el presente estado de nuestros conocimientos sobre la Antigedad, podemos

    considerar que Atenas constituye la expresin ms acabada de un tipo ideal (un idealtypus al

    decir de Max Weber), a saber: aquel de la democracia clsica, cuya formacin y difusin en la

    Antigedad fue mucho ms all de la polis ateniense. En sta fue donde se produjo, no obstante,

    el acontecimiento histrico que habra de resultar definitivo para la definicin de la democracia

    clsica y que Hornblower (vase la bibliografa) describe en los trminos siguientes: La

    condicin sine qua non para que surgiera la democracia ateniense fue una especie de

    emancipacin de lo siervos (1995: 15). He aqu, pues, la principal razn que nos conduce a

    optar por Atenas como punto de partida: all fue donde tuvo lugar el acontecimiento histrico

    (la emancipacin de los siervos) que habra de crear las condiciones bsicas para que se

    produjese la democracia clsica.

    En efecto, la reorganizacin econmica de la polis del Atica que desencadenaron las

    reformas de Soln, unida a la aparicin del ejrcito de guerreros hoplitas (una innovacin en la

    estrategia militar de la poca que asegur defensa y conquistas gracias a una mejor

    coordinacin conjunta de los soldados), se concret en un nuevo modelo poltico al que los

    tericos llamaran ms adelante timocracia (de timai, o clases que integraban el censo

    ateniense de la poca) y que, en cualquier caso, podemos considerar como el paso definitivo

    hacia la democracia. La razn de esta afirmacin, en ltima instancia, radica en que con las

    reformas de Soln se pona fin al monopolio de la aristocracia y se abra un nuevo horizonte

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    constituyente para el que la democracia habra de llegar a ser su modalidad particular de

    organizacin poltica.

    En rigor, no resulta desacertado considerar que con Soln tendr lugar un salto

    cualitativo sin precedentes que situar la poltica griega en una nueva era: en lo sucesivo lapoltica ateniense se (re)definir en uno u otro sentido, pero conservando siempre algunos logros

    irrenunciables de este momento fundacional para la polis. Incluso en los momentos ms difciles

    que habran de seguir, se mantuvieron ciertas formas polticas o maneras de organizar las cosas

    de la polis. Si desde nuestro particular punto de vista podemos hablar precisamente de este

    carcter constituyente de la Atenas de Soln, ello es porque en su realidad histrico-concreta

    alcanzaba a dar expresin a una relacin original entre las diferentes dimensiones (econmica,

    jurdica, etc.) de la sociedad de la poca que rompa de manera clara y definitiva con el pasadoinmediato.

    En efecto, las reformas polticas de Soln se sustentaban sobre la base del modelo

    esclavista que haba hecho posible la colonizacin de ultramar de los siglos VIII y VII antes de

    nuestra Era. Gracias a esta colonizacin, la composicin social de la Atenas de entonces se haba

    transformado de manera sustantiva. Los nuevos minifundistas haban sido remplazados por

    esclavos en sus antiguos puestos y ahora se encontraban ms cerca de los intereses de sus

    antiguos seores que de sus sustitutos, entre otras cosas, privados de la condicin de ciudadano.

    De hecho, sin los cimientos de esta nueva constitucin material, difcilmente hubieran

    sido posibles los cambios en la constitucin formal dispuestos por las reformas de Soln. As,

    el salto que supuso la denominada liberacin de la carga tuvo un impacto directo sobre la

    toma de conciencia de una elite social como sujeto poltico. Este proceso de subjetivacin

    confera un cuerpo social a las reformas polticas emprendidas por Soln. Formulado de otra

    manera, a modo de interrogante: cmo concebir la vida poltica activa de la polis sin la

    liberacin del tiempo que el esclavo facilitaba a su amo?

    Para comprender el desarrollo histrico que impulsa la instauracin de la democracia

    clsica resulta imprescindible, pues, tener presente esta tensin entre las sucesivas formas

    adoptadas por el rgimen poltico ateniense a lo largo de su historia y los procesos de cambio

    social que ellas mismas desencadenaron, determinando en cada momento las condiciones

    polticas de su poca y con ello, la reflexin de los tericos del momento. As, de Soln a

    Pericles pasando por Clstenes, se fueron operando diferentes cambios en el rgimen ateniense

    que procuraban adaptarse con mayor o menor xito a los desafos de sus tiempos respectivos.

    Por veces los aciertos eran evidentes y permitan avances impresionantes (sirvan aqu los

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    ejemplos de los periodos marcados por estos los nombres que acabamos de mencionar). En los

    periodos intermedios, cuando esto no ocurra, la experimentacin de frmulas tirnicas o

    anrquicas venan a cuestionar profundamente los logros democrticos (as ocurri en el periodo

    que sigui a Soln o bajo la tirana dinstica de los Pisistrtidas). Sea como fuere, a los efectos

    que aqu nos ocupan, lo que nos interesa es destacar la lnea de continuidad que ms adelante

    se establecer, en lo concreto, entre las reformas de Soln y aquellas otras posteriores de

    Clstenes y Pericles sobre las que se organizar, finalmente, la democracia ateniense.

    En este orden de cosas, tres fueron los cambios fundamentales introducidos por Soln y

    que, de un modo u otro, fueron igualmente recogidos por sus herederos:

    (1) ampliacin de la ideoneidad para el desempeo de cargos de acuerdo (en el caso de

    Soln con una escala censitaria en cuatro niveles);

    (2) el consejo (de los cuatrocientos en el caso de Soln) encargado de preparar los asuntos a

    debatir en la asamblea (ekklesa); y,

    (3) el tribunal de justicia popular o heliaia.

    Es de notar como, bien que de manera seminal, resulta posible identificar ya una

    incipiente divisin de poderes entre la asamblea (legislativo), el consejo (ejecutivo) y la heliaia

    (judicial). Dicho sea esto, en todo caso, con la prudencia que exige el rigor histrico.

    2.1.c De Clstenes a Pericles: la definicin democracia clsica.

    Si Soln estableci los cimientos sobre los que ms tarde habra de trabajar Clstenes,

    ste fue quien, como recuerda Herodoto, creo las tribus y la democracia. Enfrentado al

    problema de la reorganizacin territorial de la polis, Clstenes optara por establecer diez

    tribus en lugar de los cuatro niveles de la escala censitaria creada por Soln.

    La principal y ms importante diferencia radicaba en que con ello se estableca unanueva relacin entre las instancias decisorias del poder poltico (que hasta entonces

    privilegiaban sobremanera el espacio urbano) y el conjunto del territorio que integraba la polis

    (el Atica). Al basarse en el territorio y no en la ascendencia, las diez tribus de Clstenes

    profundizaban en la crisis de la aristocracia.

    Al mismo tiempo, Clstenes modific el Consejo de cuatrocientos miembros creado por

    Soln que se ampli ahora a quinientos miembros procedentes de las unidades polticas bsicas o

    demoi que integraban la polis. Los miembros del Consejo de quinientos miembros no podandesempear tal responsabilidad ms que dos veces en su vida y nicamente por el periodo de un

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    ao.

    Bajo las reformas de Clstenes nos encontramos un sofisticado clculo poltico cuyo

    objetivo no era otro que el de dar expresin institucional a un nuevo equilibrio de poder en el

    seno de la polis. Los especialistas de uno y otro signo han discutido largo y tendido acerca de laorientacin estratgica seguida por Clstenes en su particular carrera poltica. De hecho, cabe

    preguntarse por las motivaciones tcticas que le condujeron a adoptar las reformas que hemos

    mencionado y si, como denuncia Herodoto, la razn de su alianza con los demoi ms fue debida

    a una voluntad de poder frente a las resistencias de la aristocracia que a una intencin

    relamente innovadora.

    Sea como fuere, lo que parece fuera de cuestin es que las reformas de Clstenes

    produjeron un nuevo discurso poltico basado en conceptos que articularon la variante clsica de

    la democracia. Destacaremos dos conceptos fundamentales (isegora e isonoma) que junto al

    propio de la demokrata (poder de los demoi) informan las bases polticas de este primer

    discurso democrtico.

    (1) La isegora, o igualdad de palabra aluda a la garanta de acceso a la definicin del

    orden del da de la asamblea (por medio de la representacin en el Consejo de quinientos

    miembros) del conjunto de los demoi.

    (2) La isonoma, o igualdad de derechos polticos, cuestionaba toda forma de privilegio

    aristocrtico. El hecho de que Clstenes hubiese llegado a utilizar este concepto ha sido

    cuestionado en diversas ocasiones. No obstante, en el momento en que Efialtes y Pericles

    culminen el proceso de construccin de la democracia ateniense, sta era una categora

    firmemente consolidada.

    (3) Junto a isegora e isonoma, la demokrata o poder de los demoi, significaba el

    conjunto de un rgimen poltico que, por consiguiente, poda decirse ya democrtico.As las cosas, acaso sea importante realizar una ltima anotacin acerca de uno de los

    problemas conceptuales a que suelen inducir ciertas lecturas presentistas de la democracia

    clsica. En dichos anlisis suele deslizarse, de manera ms o menos deliberada, la idea de

    soberana; hecho ste que constituye una arriesgada interpretacin, toda vez que la propia idea

    de soberana era ajena a las coordenadas geohistricas que nos ocupa.

    Dicho con otras palabras: un ciudadano de la Atenas de entonces nunca hubiera podido

    emplear este concepto ni imaginar siquiera la poltica en trminos de soberana. Esta reflexin

    es tanto ms importante por cuanto que precisamente, el carcter directo de la democracia

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    clsica se encuentra estrechamente ligado a la problemtica de la soberana y la propia

    naturaleza de la polis y el Estado.

    2.1.c La madurez de la democracia ateniense: Efialtes y Pericles.

    Entre las Guerras Mdicas (490-479 a.E.) y la Guerra del Peloponeso (429-404 a.E.),

    Atenas conocer la poca de esplendor que la reputa como la ms destacada de las democracias

    de la Antigedad. Cinco rasgos fundamentales marcan el cambio histrico de esta poca:

    (1) la agenda de la Asamblea y el Consejo haba aumentado considerablemente tanto en lo

    cualitativo como en lo cuantitativo (por consiguiente, la regularidad de las asambleas,

    as como otras caractersticas que acompaaban la institucionalizacin democrtica, se

    hacan cada vez ms importantes para un funcionamiento eficaz del rgimen ateniense);

    (2) la poltica se profesionaliz con tributos que pagaban a quienes desempeaban los cargos

    pblicos (lo cual facilit un perfeccionamiento de la prctica poltica mediante la

    especializacin institucional, el desarrollo del discurso poltico y otros desarrollos);

    (3) los xitos de la democracia ateniense la convirtieron progresivamente en un modelo para

    su entorno geopoltico (pronto Atenas constituy un referente para todo el Egeo y, muy

    especialmente, para aquellas otras polis con las que se habra de confederar con motivo

    de las guerras);

    (4) los logros indudables de la democracia afianzaron el sentimiento elitista e hicieron de la

    ciudadana ateniense una suerte de privilegio del que quedaron excluidos diversas figuras

    como, por ejemplo, los metecos; y,

    (5) la bonanza econmica general apacigu a los detractores de la democracia ms ricos,

    que prestaron de esta suerte ms atencin a sus negocios que a derrocar el rgimen

    democrtico (algo que slo volveran a intentar cuando la Guerra del Peloponeso

    comenz a empeorar su curso).

    Como se puede observar estos cinco rasgos se encuentran atravesados por un

    denominador comn, a saber: la expansin imperialista de Atenas. Sin el progreso material que

    la acompa difcilmente podran haberse afirmado y profundizado los avances de Soln y

    Clstenes. He aqu, pues, el paradjico esplendor de la democracia clsica.

    En el plano del diseo poltico democrtico de la poca, dos figuras marcan esta etapa de

    esplendor: Efialtes y Pericles. Ms all de sus aportaciones originales, lo fundamental de sutarea radic en afianzar y hacer progresar los logros de sus predecesores Soln y Clstenes por

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    medio de una reestructuracin general de la democracia ateniense.

    As, su lucha por la reforma Consejo de Ancianos o Arepago, constituy un avance

    fundamental en la maduracin definitiva de la democracia clsica. El Arepago era una antigua

    institucin de gran poder en el mundo poltico ateniense (de hecho, sobrevivira a la propiademocracia). En ella se concentraba un poder aristocrtico y gerontocrtico de gran peso. De

    ah que la distribucin de buena parte de sus competencias y atribuciones no pudiese ser vista

    ms que como afirmacin de la democracia frente a la aristocracia.

    En este sentido hemos de comprender tambin medidas como (1) la remuneracin de los

    miembros de los tribunales y el Consejo de los Quinientos (disposicin que les afirmaba como

    clase poltica frente a la aristocracia) o (2) la supresin de barreras en el acceso igual al

    desempeo de cargos pblicos como el de Arconte.

    El Consejo de los Quinientos, por su parte, pas de ser un rgano electivo a ser formado

    por sorteo. Las implicaciones de esta medida generaron sin lugar a dudas una mayor

    incertidumbre, pero sta fue, en cualquier caso, una incertidumbre institucionalizada, al

    decir de politlogos como G. ODonnell y Ph. Schmitter.

    Asimismo, en este orden de cosas, los jurados se multiplicaron en un proceso que

    tambin lo fue de acercamiento del ejercicio del poder a la ciudadana (con el consiguiente

    incremento del nmero de profesionales de la poltica). De esta suerte, la democracia se fue

    articulando progresivamente como autntico poder de los demoi.

    Por ltimo, entre las innovaciones ms importantes de este momento se encuentra

    tambin la formalizacin del principio de responsabilidad, exigido puntualmente a los

    magistrados en el desempeo de su magistratura.

    Para cuando comience el declive histrico de Atenas, todas estas reformas haban

    adquirido ya cuerpo en la constitucin de la polis. Muchos de los elementos que integraban elrgimen poltico seguan siendo herencia del pasado aristocrtico y, sin duda alguna,

    instituciones muy distantes de la ambicin democrtica. No obstante, en su articulacin

    conjunta, el rgimen de la Atenas de Pericles (construido sobre la bases de las sucesivas

    reformas de Soln, Clstenes y Efialtes) supona una innovacin poltica sin precedentes en la

    Historia.

    De hecho, con todas sus virtudes e inconvenientes, las instituciones atenienses dieron

    lugar a la sntesis ms original y acabada de la democracia clsica. Buena parte de su

    estructuracin se bas en la extraordinaria habilidad y destreza de quienes contribuyeron a su

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    edificacin para (1) incorporar elementos externos en el propio orden, (2) acomodar las

    herencias del pasado en sucesivos ordenamientos capaces de dar respuesta a los desafos del

    presente o (3) conservar los logros ms avanzados de los tiempos pretritos reinterpretndolos

    como potencia a desplegar en el futuro.

    2.1.d El modelo ateniense: una sntesis normativa.

    Como se puede deducir de todo lo anterior, el desarrollo geohistrico de la polis

    ateniense fue trazando paulatinamente los parmetros constitucionales de la democracia

    clsica. Aun cuando Atenas nunca lleg a tener una constitucin formal escrita, al estilo de las

    democracias modernas, su propia experiencia prctica sintetiz un modelo que se ira

    expandiendo progresivamente en su entorno.

    Siguiendo a Robert Dahl (vase la bibliografa), podemos identificar seis requisitos

    fundamentales del orden democrtico clsico, a saber:

    (1) Los ciudadanos deban compartir unos intereses mnimos en comn que permitiesen

    definir el bien general, pues de otro modo difcilmente podra producirse un proceso

    deliberativo en condiciones.

    (2) Los ciudadanos deban disponer de una cierta homogeneidad comn de suerte tal que

    sus diferencias no interfiriesen en la actividad poltica comn.

    (3) La cantidad de ciudadanos no debera superar un lmite considerado ideal para el

    buen funcionamiento de la polis. Gracias a este reducido tamao:

    (a) se evitara una heterogeneidad excesiva entre ciudadanos,

    (b) sera posible un mejor conocimiento mtuo entre los integrantes de la comunidad

    poltica y

    (c) se hara posible que la polis fuese gobernable por medio de las asambleas.

    (1) La ciudadana debera poder reunirse para decididr directamente sobre las leyes y

    polticas que les concernan. Delegacin o representacin eran conceptos que no

    encajaban con la idea de democracia de la poca.

    (2) Adems de decidir sobre leyes y polticas, los ciudadanos se hacan cargo de la

    aplicacin y seguimiento de sus propias decisiones. Significativamente, el azar era

    considerado como un elemento en la seleccin de los cargos responsables de la

    funcin pblica.

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    (3) La autonoma de la ciudad en ningn caso o por ningn motivo deba de ser puesta en

    cuestin por las alianzas que se pudiesen establecer puntualmente, fuesen stas del

    tipo que fuesen.

    Como no resultar muy difcil adivinar, este modelo de democracia tiene muy poco quever con las democracias de nuestros das.

    2.2 La teora poltica en el contexto democrtico: Tucdides, Platn y Aristteles.

    Los griegos no enunciaron Teora Poltica alguna de forma sistemtica. Sin embargo, esto no

    significa que en su concepcin de la poltica no existiesen ya dos maneras diferentes de

    aproximarse a ella: la primera, nacida de la libertad de expresin del ciudadano en el espacio

    pblico, era conocida como opinin (doxa); la segunda, elaborada en funcin de una reflexinparticular sobre lo poltico, tena un rango diferente y se consideraba como un conocimiento

    (episteme). Mientras que la doxa corresponda al plano del discurso pblico, la episteme naca

    de la reflexin sobre ste y se desarrollaba en el terreno de la Filosofa.

    La Teora Poltica emerge, pues, en esta tensin que se establece entre episteme y doxa,

    entre saber y parecer; o, dicho en otras palabras: entre el discurso que defiende en la asamblea

    los intereses particulares y la reflexin general sobre la poltica. No obstante, el surgimiento de

    la Teora Poltica, al menos en sus inicios, no fue la consecuencia prevista de una actividad

    intelectual consciente; orientada hacia la obtencin de unos determinados resultados. Por el

    contrario, la Teora Poltica parece haberse seguido ms bien de un trabajoso quehacer

    cotidiano, en el que los conceptos y proposiciones que articulaban el corpus terico sobre lo

    poltico fueron surgiendo al hilo de los grandes acontecimientos histricos (por ejemplo, de las

    guerras) y los subsiguientes procesos deliberativos a que tales acontecimientos dieron lugar en

    ese espacio pblico que era el gora.

    En lo que sigue, siguiendo con nuestra aproximacin histrica, intentaremos desarrollar

    un anlisis sistemtico de la Teora Poltica que se produjo en el contexto democrtico. A estos

    efectos organizaremos nuestra exposicin en tres partes y cuatro apartados: en la primera

    parte, abordaremos el surgimiento de la Teora Poltica a travs de las reflexiones que nos han

    llegado al presente de autores como Protgoras, Scrates, Gorgias, Calicles o Antifonte;

    seguidamente, en la segunda parte, abordaremos el elogio de la democracia realizado por

    Tucdides y, por ltimo, en la tercera parte, veremos, por separado, las dos grandes reflexiones

    crticas sobre la democracia que produjeron Platn y Aristteles.

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    2.2.a El surgimiento de la Teora Poltica en la Grecia antigua.

    En la concepcin ateniense de la poltica (de los asuntos de la polis) subyaca una

    primera y ms elemental idea o concepto de la misma: la poltica aspiraba a garantizar el bien

    de los ciudadanos. Tal y como apunta Aristteles al comienzo del primer gran tratado depolitologa de la Historia, La poltica:

    Todas las asociaciones tienden sin duda a un bien determinado, y el ms importante de

    todos los bienes debe ser objeto de la ms importante asociacin, de la que comprende a

    todas las dems y puede llamarse asociacin poltica, ciudad, o ms propiamente

    Estado. (I, 1)

    Esto, sin embargo, no era tan sencillo, toda vez que la propia prctica de la poltica se

    demostraba como algo bastante ms controvertido de lo que se pudiera deducir de esta primera

    y general afirmacin. El inters de cada individuo no pareca querer encajar tan fcilmente con

    el bien comn, generndose con ello diferentes discursos que se confrontaban de manera

    explcita en los debates del gora. De esta suerte, se haca evidente una tensin inevitable entre

    inters individual (aquel del ciudadano) e inters poltico (aquel de la polis) que

    cuestionaba no pocas veces el propio ideal de justicia (dike) que tenan los ciudadanos.

    Sea como fuere, esta tensin slo era posible porque, en lo fundamental, se considerabaque la democracia poda asegurar de algn modo el bien comn. Gracias a la deliberacin

    democrtica, cada ciudadano dispona de la posibilidad de escuchar los distintos argumentos de

    sus iguales, de razonar y verificar la validez de sus propias ideas al hilo del debate pblico. Esto

    era posible gracias a que la ciudadana era comprendida y ejercida con independencia de la

    propia condicin social del ciudadano (su poder econmico, su ascendencia, etc.).

    De hecho, la configuracin de la polis como espacio atonomo de poder garantizaba las

    condiciones de libertad y seguridad necesarias al ciudadano. Ello tena lugar, ciertamente, sobrela base de la exclusin de sectores enteros de la sociedad (mujeres, esclavos, metecos, etc.).

    Pero en cualquier caso, los lmites de la polis prefiguraban una comunidad poltica integrada por

    ciudadanos iguales entre s. As, en la medida en que, tal y como hemos visto anteriormente, el

    rgimen democrtico ateniense se fue afianzando mediante las sucesivas reformas de Soln,

    Clstenes, Efialtes y Pericles, se consolid una nueva fuente de autoridad, aquella basada en el

    ejercicio efectivo de la ciudadana y que resultaba, a su vez, independiente de toda forma de

    autoridad tradicional.

    As las cosas, la diferencia que marcaba el hecho de disponer (o no) de la ciudadana y

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    poder ejercerla de manera efectiva constituy desde muy pronto una primera reflexin acerca

    de la poltica. Protgoras es la figura histrica que representa con mayor claridad este

    argumento de la Teora Poltica del mundo antiguo. Gracias al texto de Platn que lleva su

    nombre, sabemos que Protgoras desarroll una teora poltica de acuerdo con la que la

    disposicin de la ciudadana haca a cada cual apto para participar en los asuntos de la polis (en

    este sentido, su propia experiencia como no ciudadano de Atenas, deba hacerle

    particularmente sensible a las diferencias que comportaba el hecho de disponer o no de

    ciudadana).

    Pero ms all de constatar la importancia de disponer (o no) de derechos polticos,

    Protgoras consideraba que el hecho de integrar activamente la polis, al exigir de los ciudadanos

    la disposicin y ejercicio de toda una serie de cualidades, contribua a fomentar el propio ordensocial. Con Protgoras se formula, por vez primera, una tesis sobre la socializacin poltica. De

    acuerdo con sta, en democracia, el ejercicio activo de la ciudadana producira los valores que

    sostienen la legitimidad del rgimen poltico. Por consiguiente, la capacidad poltica (la

    ciudadana) garantizaba la continuidad y eficacia del orden poltico. Y ello no de cualquier

    manera, sino fomentando la competencia de los ciudadanos en las cosas de la polis. Dicho de

    otro modo: la poltica no slo aseguraba unas condiciones de vida, sino que haca posible la

    mejora del ciudadano.

    En efecto, si, por una parte, la ciudadana democrtica habilitaba al ciudadano para

    contribuir al orden de la polis; por otra, su prctica pona de manifiesto las diferencias entre

    aquellos ms competentes y quienes no lo eran. Al disponer todos por igual de los mismos

    derechos polticos, las cualidades polticas que se adquiran por medio del ejercicio de la

    poltica, revertan en el conjunto de la ciudadana: ser iguales en derechos exiga que los

    saberes que surgan de la interaccin de todos fuesen socializados entre todos. El conocimiento

    as adquirido no era reservado para un grupo particular de ciudadanos, con independencia de lascapacidades de quienes integraban dicho grupo (tal y como ocurra en la oligarqua). Por el

    contrario, en democracia, quienes posean un mayor talento podan ejercerlo y mostrar con ello

    a sus iguales, como disponer de una habilidad u otra.

    Pero las tesis de Protgoras no escaparon a la crtica de quienes ejercan la ciudadana.

    As, el desempeo de los cargos pblicos y el ejercicio de la justicia por parte de los ciudadanos

    atenienses demostraba una y otra vez, a quien quisiera observarlo, que la democracia no

    presupona la traduccin automtica del inters del conjunto de los ciudadanos, sino que, por elcontrario, estaba expuesta a los abusos de particulares. Otro sofista, Gorgias, fue quien mejor

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    comprendi los riesgos que implicaba la prctica de la poltica. A este autor corresponde el

    mrito de haber entendido que en un rgimen democrtico, basado en la deliberacin conjunta

    de los ciudadanos, la mayor capacidad de argumentar de algunos poda ir en detrimento de la

    igualdad de todos.

    As, la persuasin sera para Gorgias un concepto clave con el que comprender el poder

    del discurso poltico en el contexto democrtico. La persuasin era un instrumento poltico del

    que podran servirse aquellos que, persiguiendo sus intereses particulares, operaban en el marco

    de la democracia. Dado que dichos intereses no tenan porque coincidir con los del conjunto de

    los ciudadanos, en las democracias siempre exista el riesgo de someter a la mayora por medio

    de esa habilidad argumentativa que es la persuasin. De esta suerte, Gorgias demostraba que

    ms all de los valores que pudieran fundamentar la democracia, siempre era posible unarelacin instrumental respecto a la poltica.

    Otro concepto poltico, la autonoma, y otro sofista, Antifonte, se nos presentan aqu

    como puente entre la concepcin instrumental de la democracia y los lmites de la prctica

    poltica. En efecto, dada la naturaleza pactada de la ley, dira Antifonte, difcilmente cabe

    esperar de ella que satisfaga los intereses de todos y cada uno de los ciudadanos. No obstante,

    esto no significa que la persuasin no conozca lmites. En rigor, lo que las leyes hacen es

    garantizar que los intereses de unos ciudadanos no se vean perjudicados por los abusos de susiguales. Se trata, por lo tanto, de una concepcin negativa de la norma legal (nomos).

    Sin embargo, el hecho de que se trate de una formulacin en negativo no impide que sus

    efectos sean positivos. As, el procedimiento democrtico tendra un carcter performativo

    sobre la propia ciudadana. Dicho con otras palabras, aun cuando no todos los ciudadanos

    aspirasen a contribuir al bien de todos, el ejercicio efectivo de la ciudadana les conducira a

    actuar como si en realidad tal fuese su intencin y, por consiguiente, a autolimitarse en el

    mismo ejercicio del poder. Aun cuando sus ambiciones personales y sus capacidades estuviesen

    en conflicto con aquellas del conjunto de la ciudadana, siempre existira un inters mnimo en

    asegurarse frente a los abusos eventuales de los dems y, por consiguiente, en no extralimitarse

    en el ejercicio del poder.

    Sea como sea, en la teora poltica de Antifonte puede observarse como subsiste el

    problema de la contradiccin entre (1) los intereses individuales, identificados con aquellos de

    cada ciudadano particular, y (2) el bienestar conjunto de los integrantes de la polis. Esta misma

    contradiccin subyace al pensamiento de otros dos grandes sofistas del momento como son

    Calicles y Scrates. Cada uno a su manera, ambos entienden, al igual que Antifonte, que de

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    alguna manera resulta posible definir una idea unvoca del bien. El antagonismo queda, por

    consiguiente, soslayado, desplazado a un segundo plano en beneficio de la propia realizacin

    personal.

    En el caso de Calicles, esta realizacin personal es concebida como satisfaccin deldeseo individual. Para ser legtimo, por lo tanto, el orden poltico debera expresar esta idea

    instintiva del bien (la capacidad del hombre para satisfacer sus deseos) y no limitar el dominio

    de los fuertes mediante las normas de la polis (nomoi). El imperio de la ley sera,

    necesariamente, una imposicin del pacto de los ms dbiles por restringir el poder los ms

    fuertes. El argumento de la razn carecera de valor frente al poder que se seguira de la

    capacidad humana para desear y, por consiguiente, desear dominar a los dems imponiendo la

    propia voluntad.

    En el caso de Scrates, por el contrario, nos encontramos ante una acepcin universal

    del bien basada en la capacidad humana para razonar. La razn, en todo caso, se encontrara

    disociada e incluso en contradiccin con la democracia, toda vez que los autnticos intereses del

    ser humano son aquellos que define la razn y no la mera satisfaccin del deseo. La verdadera

    autonoma sera, pues, independiente de los deseos particulares: dado que el hombre

    nicamente desea su bien, no es el deseo, sino la razn, aquello que habr de determinar, en

    ltima instancia, la poltica. El verdadero ciudadano no es aquel que busca satisfacer el deseode la ciudadana, sino el que ilustra a sta con sus argumentos sobre la mejor manera de

    alcanzar el bien.

    En cualquiera de estos tres autores que acabamos de ver se comparte una misma visin

    de la poltica conforme a la cual no existira tensin alguna entre los intereses particulares y los

    intereses de la polis. La identidad personal coincide con la identidad poltica y los intereses

    reales con aquellos que se expresan en pblico. El orden social y la libertad individual deben ser

    coincidentes, de lo contrario tena lugar la corrupcin de los valores, de la idea que se tena del

    propio bien. Esta visin comn de Scrates, Calicles y Antifonte era una visin muy extendida en

    la poca. No obstante, acaso de manera paradjica, esta crtica de la democracia tuvo lugar al

    margen de la propia prctica de la democracia, por lo que su influencia sobre el propio devenir

    de la poltica ateniense fue ms relativa de lo que cabra pensar inicialmente.

    2.2.b El elogio de la democracia: Tucdides.

    La democracia, sin embargo, tambin tuvo sus defensores y Tucdides es seguramente sums declarado partidario. Para empezar, Tucdides desarroll una comprensin histrica de lo

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    que entenda que eran los intereses del hombre. Cada individuo forjaba sus intereses a travs de

    sus propias experiencias. Por consiguiente, el bien no se defina en funcin de una finalidad que

    dotaba de sentido a aquello que aconteca (telos), ya fuera la razn o el deseo. Al contrario, el

    bien era definido en virtud de las propias condiciones histrico-concretas en que se produca el

    conflicto de intereses.

    Con independencia de toda consideracin acerca de los ideales o de los deseos, los

    individuos reales deban definir sus intereses de forma contextualizada, en el marco objetivo de

    las relaciones de poder que tenan lugar en la vida de la polis. Para Tucdides, por tanto, no

    exista fuentes prepolticas del inters particular, sino que ste mismo era definido en las

    condiciones que la propia poltica determinaba. As lo atestigua, por dems, su obra escrita.

    En efecto, si se examina con atencin la Historia de Tucdides podr observarse su aguda

    comprensin del impacto que los acontecimientos histricos (la Guerra del Peloponeso, ms en

    particular) tienen sobre el devenir de los hombres, la definicin de sus intereses y sus conflictos.

    Para Tucdides, la teora poltica, si en rigor quiere alcanzar a comprender la realidad de la vida

    social en su conjunto, debe integrar en su razonamiento la contradiccin evidente que existe

    entre la prctica concreta de la vida pblica (con todos sus defectos) y la realizacin personal

    de las capacidades y bienestar de los individuos concretos.

    Observamos as como se opera un desplazamiento decisivo para el enunciado de un

    pensamiento democrtico: el antagonismo social no es externo a la poltica, sino que la informa.

    El ejercicio de la confrontacin de pareceres contradictorios en el gora (el agonismo) es

    constitutivo de la poltica en s y a travs de l se construye la democracia como procedimiento.

    Dado que no existe un curso prefijado de los acontecimientos histricos, sino que stos resultan

    del propio actuar poltico de los hombres, la actividad dentro del contexto institucional de la

    polis constituye la nica posibilidad de que dispone el hombre para realizar sus capacidades y

    expresar sus pareceres.

    Asimismo, la participacin en la poltica comporta riesgos para quienes toman parte en

    ella: por una parte, su actividad puede tener efectos indeseados, esto es, no realizar los

    objetivos previstos inicialmente; por otra, al participar en el procedimiento democtico, los

    ciudadanos pueden acabar modificando sus opiniones. La experiencia y no una teleologa

    cualquiera determina en ltima instancia el curso seguido por los acontecimientos histricos.

    En la obra de Tucdides no se separan las pasiones egoistas del ejercicio de la poltica,

    sino que se incorporan a la contingencia histrica, a aquello que de azaroso tienen los

    acontecimientos histricos. El resultado del procedimiento democrtico, por consiguiente, est

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    supeditado a aquello que pueda ocurrir, incluido el fin de la democracia misma. La propia

    experiencia histrica (la de los individuos como la de sus antepasados) muestra la necesidad de

    emitir juicios razonables y de cultivar la prudencia, toda vez que dejarse llevar por las

    ambiciones personales y los intereses ms inmediatos aboca al fracaso colectivo.

    Es en este contexto donde el anlisis de la figura histrica de Pericles adquiere su pleno

    valor. Considerado en todo su carcter trgico, Pericles encarna para Tucdides lo que ha de ser

    el liderazgo democrtico, a saber: la capacidad de que disponen los ciudadanos para

    comprender los lmites que les impone el devenir histrico y hacer de la ms acertada

    comprensin de ste, la posibilidad de acrecentar el dominio sobre uno mismo y, por

    consiguiente, sobre el propio entorno.

    Segn Tucdides, los atenienses se han caracterizado histricamente por haber

    comprendido precisamente esto ltimo. Su sistema poltico, la democracia, les dio sin duda una

    posicin preminente. As lo expresaba en el discurso fnebre de Pericles: Resumiendo, afirmo

    que nuestra ciudad es, en su conjunto, un ejemplo para Grecia. No obstante, lejos de todo

    triunfalismo, Tucdides considera que el xito puede conducir al fracaso. Dos efectos indeseados

    del triunfo, la ambicin desmesurada (pleonexia) y el exceso de confianza (asfaleia) abocan a

    una mala comprensin de las propias circunstancias histricas y, con ello, al error poltico. Slo

    si se alcanzan a dominar instintos y pasiones podr superarse las pruebas que el futuro depara alos hombres.

    En efecto, de su anlisis de la historia ateniense, Tucdides deduce que se puede afirmar

    la correlacin entre la prudencia y la moderacin de sus ciudadanos, por una parte, y el xito y

    el bienestar de la polis, por otra. El liderazgo poltico no se ha de entender, por consiguiente,

    como un ejercicio del poder orientado exclusivamente hacia el exterior, sino que tambin se ha

    de ejercer internamente, sobre uno mismo, como autodominio. Una teora poltica de la

    democracia, por tanto, no slo debera estar muy atenta a los peligros exteriores, sino a los

    riesgos que poda comportar, internamente, los propios excesos.

    As las cosas, el gran hombre de Estado sera, pues, aquel que sabiendo comprender los

    conflictos de intereses entre ciudadanos, nunca perdiese de vista la visin de conjunto,

    erigindose como mediador entre los intereses del conjunto de la polis y los intereses

    particulares de sus ciudadanos. Para Tucdides, Pericles haba sido sin duda mucho mejor

    hombre de Estado que sus sucesores. De ah que, segn su propia teora poltica, tanto la Atenas

    posterior como siempre Esparta (poco importara la relacin de poder entre ambas ms

    adelante) nunca pudiesen alcanzar la gloria de la Atenas de Pericles.

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    En suma, la democracia se nos presenta al mismo tiempo como un rgimen poltico capaz

    de desarrollar lo mejor y lo peor que hay en el ser humano; puede desarrollar su potencial o

    agotarlo en funcin, exclusivamente, del saber hacer poltico de ste. Los grandes lderes

    polticos no seran otros que aquellos que, como Pericles, sabiendo conciliar los intereses

    particulares de los ciudadanos, dirigiesen la polis como una entidad conjunta. La prudencia en el

    ejercicio de comprensin de las propias limitaciones sera as fuente de la grandeza de la polis.

    2.2.3 La crtica de la democracia, I: Platn.

    Al abordar la figura de Platn, Carlos Garca Gual (1990: 107-109) nos advierte de la

    necesidad de tener presentes tres premisas: (1) su biografa, esto es, las circunstancias que

    conocemos acerca de su vida, debidamente contextualizadas en el momento histrico en que

    vivi; (2) su condicin de filsofo o pensador cuya obra se extendi mucho ms all del estudio

    de la poltica; y (3) su obra, importante no slo por su reconocido rigor y extensin, sino

    tambin por configurar el primer gran corpus de un autor, all donde hasta ahora no disponamos

    ms que una visin fragmentaria e indirecta de los sofistas.

    A diferencia de estos ltimos, Platn va a desarrollar su actividad intelectual al margen

    de la poltica prctica, aspirando a modificar la propia poltica partiendo de un conocimiento

    (episteme) que fuese ms all de los pareceres particulares de cada coyuntura (doxa). Mientras

    que los sofistas van a pensar la poltica en relacin su ejercicio prctico, Platn acomete la

    tarea de pensar la poltica a partir de su propio sistema de pensamiento, la filosofa platnica. A

    lo largo de toda su obra se observa recurrentemente la conviccin de que nicamente

    sustrayndose a la poltica tal y como es practicada en la democracia ateniense, resulta posible

    pensar la polis.

    La obra de Platn no puede ser comprendida, pues, sin toda la produccin de saber que

    con anterioridad a l desarrollaron los sofistas. Su propio pensamiento es enunciado desde eldilogo con estos ltimos, a quienes reconoce, bien que de manera crtica, como punto de

    partida. No es por casualidad que su teora poltica arranque con obras intituladas Protgoras o

    Gorgias. An es ms, buena parte de los conocimientos que hoy disponemos acerca de los

    sofistas, nos han llegado a travs de la conversacin que Platn mantuvo con los argumentos

    tericos que stos haban desarrollado sobre la poltica.

    Desde un punto de vista metodolgico, Platn prosigue la prctica del mtodo socrtico

    del dilogo y la exposicin razonada de los argumentos. Conversa as con quienes le precedieronen la reflexin de la poltica y aprovecha este saber que le ha sido legado para desarrollar su

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    proprio pensamiento independientemente de las limitaciones que impone la poltica prctica. De

    esta suerte, Platn ser el primero en pensar la teora poltica a partir de la reflexin sobre las

    ideas que la propia poltica ha generado, esto es, el primero en desarrollar una forma de

    pensamiento idealista.

    Este idealismo platnico se extiende incluso ms all prefigurando la razn, al igual que

    en el caso de su maestro Scrates, como nica instancia legtima para la organizacin de la

    polis. De manera semejante a como los sofistas haban hecho, Platn ubica su reflexin en la

    tensin que se establece entre el ordenamiento poltico y los intereses del individuo. Sin

    embargo, a diferencia de los primeros, su solucin es diferente. Slo si el imperio de la razn

    informaba a los individuos como sujetos polticos sera posible constituir un ordenamiento

    poltico que realizase el bien.

    Sin embargo, Platn resuelve esta tensin de un modo diferente al de sus antecesores. En

    efecto, para el filsofo, los sofistas no haban alcanzado a formular un verdadero conocimiento

    de la poltica o episteme que les permitiese eludir los riesgos a que expona la polis la

    inestabilidad de la doxa u opinin particular. As, en su obra Protgoras, Platn defiende la

    primaca del conocimiento filosfico sobre el saber del sofista, la denomniada techn politik.

    En rigor, segn Platn, es la superior naturaleza del conocimiento filosfico, formulado en

    funcin de la expresin de juicios verdaderos, frente al saber del sofista, supeditado a losintereses particulares de quienes lo enuncian, aquello que legitimara al filsofo para afirmar su

    primaca en la organizacin de las cosas de la polis.

    En Gorgias, Platn radicalizar an ms su planteamiento inicial, llegando a afirmar,

    explcitamente, que el verdadero poltico no busca sino la justicia (dik) y el perfeccionamiento

    del espritu del ciudadano. La decadencia de Atenas, que el filsofo conoci en una fase ya

    avanzada, no habra resultado de la grandeza de Pericles, tal y como, entre otros, haba

    apuntado Tucdides. Antes bien, no habiendo perseguido el perfeccionamiento moral de la

    ciudadana, lo que Pericles y quien como l habran logrado no habra sido otra cosa que asentar

    las propias bases de la decadencia ateniense.

    Scrates, por el contrario, es presentado en el discurso platnico como la figura del

    verdadero poltico, la de aquel que, en lugar del ceder a las ventajas de halagar al ciudadano,

    habra antepuesto el imperativo de alcanzar la verdad atravs de la razn. La muerte de

    Scrates, acordada por las instituciones atenienses, habra sido para Platn el reflejo de la

    decadencia moral a que habra conducido la dinmica poltica del rgimen democrtico. En este

    contexto, la educacin del ciudadano se convierte en el dispositivo que permite a la polis

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    escapar a las injusticias a que aboca la prctica poltica de quienes tan slo buscan satisfacer las

    exigencias de la asamblea.

    El verdadero hombre poltico es, por consiguiente, educador de sus conciudadanos;

    alguien que hace posible la mejora de todos y, por ende, la realizacin del fin ltimo de la polis:alcanzar el bien. Frente a la deliberacin sofstica, inclinada a discurrir en virtud de los

    intereses particulares, Platn contrapone la instruccin del ciudadano para su propio

    perfeccionamiento tico (la denominada paideia). La defensa de lo justo obligara as al

    autntico ciudadano a criticar e incluso enfrentarse a la democracia; toda vez que este tipo de

    rgimen desconoce en s lo que es la bsqueda del bien comn. ste, por el contrario, s sera

    accesible por la va del conocimiento filosfico.

    A resultas de lo anterior, para Platn el filsofo se encuentra en condiciones de

    garantizar el bien de la polis, all donde otras figuras de la democracia ateniense como el

    sofista, el poltico o el demagogo, slo conduciran la polis a su decadencia. En su condicin de

    conocedor de la va de acceso al bien comn, filsofo estara capacitado para el ejercicio justo

    del poder. Al no encontrarse condicionado nicamente por la bsqueda de la verdad, el filsofo

    escapara a los riesgos egostas de la poltica democrtica.

    Robert Dahl se refiere a esta concepcin como tutelaje. Esta aproximacin terica a lo

    poltico encontrara en dos textos platnicos fundamentales, la Repblica (en griego, Politeia) y

    las Leyes, su expresin ms acabada de la Antigedad clsica. El argumento principal de esta

    teora aduce la necesidad de colocar el gobierno bajo el control de un grupo de individuos que,

    en virtud de ciertos atributos que les seran caractersticos, dispondran de la capacidad de

    reconocer el bien comn y conoceran la mejor manera de alcanzarlo.

    En el caso de Platn esta figura poltica sera el filsofo-rey (basileus). Como tal, el

    filsofo-rey derivara su poder de un superior conocimiento del inters de la comunidad poltica.

    Dos rasgos definiran en este sentido al filsofo-rey: por una parte, una completa dedicacin a la

    bsqueda de la verdad (verdad de la que se derivara, asimismo, la superioridad moral de su

    posicin); por otra, la no disposicin de un inters propio disociado del bien de la polis. Al

    combinar ambos aspectos, el tutor platnico sintetiza en una sola figura aquellas otras dos del

    filsofo y el monarca, y con ello las facultades polticas del gobierno y el conocimento.

    Al redactar su Politeia (conocida hoy como la Repblica debido a la mediacin del latn

    en nuestra recepcin del texto), Platn fue un paso ms all de los sofistas, en general, y de

    Scrates, en particular, en su crtica de la poltica democrtica. De hecho, all donde para

    efectuar sus crticas los antecesores de Platn haban recurrido siempre al correlato real de la

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    polis ateniense, Platn emprende ahora el enunciado de un modelo, de una ciudad que ms all

    de la deplorada Atenas democrtica, encarne el ideal del gobierno justo.

    Parte para ello de considerar esta tarea desde un punto de vista filosfico, difcilmente

    reductible, por su mtodo como por sus contenidos, a lo estrictamente poltico. En rigor, laRepblica va mucho ms all de un tratado de teora poltica. De hecho, en sus pginas es

    posible descubrir temas tan diversos como la educacin, la metafsica, la moral... (vase el

    esquema de los contenidos de esta obra en el texto de referencia de Carlos Garca Gual). La

    razn para ello es evidente desde el punto de vista adoptado por Platn, a saber: el del filsofo-

    rey. Si la finalidad perseguida es alcanzar el bien, la tarea del filsofo-rey no puede ser sino una

    tarea global, que abarque los aspectos ms variados de la existencia humana y los articule desde

    la formulacin del ideal de polis.

    Coherente con las premisas de su propio sistema filosfico, Platn entiende que la misin

    prioritaria habr de ser dilucidar primero, en el plano de las ideas, cul es el ideal de polis. De

    igual suerte que en el conocido smil de la caverna (donde guiarse por el mundo de las sombras

    impide acceder a la verdad), la poltica, para liberarse de sus aspectos ms sombros debera

    acercarse a la luz, salir al exterior donde todo se observa con claridad. As pues, slo una vez

    que determine en el plano de lo ideal un orden poltico verdadero, ajeno a los intereses

    particulares e informado por el bien autntico, podr ser posible el gobierno del hombre deEstado. Sin disposicin del conocimiento toda tentativa por organizar la polis est condenada de

    antemano al fracaso.

    Llevando un paso ms all el mtodo socrtico, en la Politeia, Platn no se conforma ya

    con reducir los argumentos de los sofistas, por voz interpuesta de los personajes de sus dilogos,

    a las aporas sobre las que se articulan sus respectivas teorizaciones. A partir de ahora,

    argumentando en sus dilogos a travs de Scrates, Platn asume directamente el enunciado

    normativo de su ideal de polis. La figura de su maestro, por dems, se ha ido idealizando

    progresivamente hasta alejarse no poco de lo que con mayor probabilidad debi ser el Scrates

    histrico.

    Sea como fuere, Platn se vuelca primeramente en clarificar que es la ciudad justa. Para

    Platn la justicia resulta de la observancia de las funciones que a cada cual asigna su posicin

    social. Slo si cada cual ocupa el lugar que le corresponde en virtud de su condicin resultar

    posible alcanzar un orden poltico justo. De otro modo, se introduce en la vida de la polis el

    desorden y la injusticia. Por consiguiente, el tema de la justicia en Platn no es deslindable, por

    su parte, de aquel otro de la armona social.

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    As, para Platn, el igualitarismo a que aboca el modelo democrtico al conceder iguales

    derechos a todos los ciudadanos, debe dejar paso a un orden social basado en tres grupos

    sociales: los filsofos (gobernantes), los guerreros (guardianes) y los trabajadores (productores).

    De acuerdo con el modelo platnico, la justicia (dik) slo puede resultar de la armonizacin de

    las tres funciones virtuosas que definen a cada grupo, respectivamente: inteligencia (phrnesis),

    valor (andrea) y templanza (sophrosyne).

    Junto a este primer eje que Platn define a partir de relacionar justicia y orden, en la

    Repblica resulta posible identificar un segundo eje, a saber, aquel que pone en relacin el

    alma humana y la organizacin de la polis. De acuerdo con el ideal de Platn, la condicin social

    debera resultar de la preminencia de uno u otro rasgo del individuo: aquellos que fuesen ms

    inteligentes (nos) seran llamados a las filas de los filsofos, quienes por su parte dispusiesen dems carcter (thyms) integraran el grupo de los guerreros; quienes, en fin, fuesen ms

    proclives al deseo (epithymai) deberan incorporarse a los trabajadores. Para asegurar el buen

    funcionamiento de la polis era imprescindible que las inclinaciones del alma se correspondiesen

    con la posicin social.

    Paradjicamente (al menos en cierta medida), un nico instrumento, la educacin, hara

    posible la realizacin de este ideal de polis. Gracias a la instruccin de los individuos

    (sorprendentemente para la poca histrica, Platn incluir a las mujeres), las dos clasessuperiores podran ejercer su mando correctamente sobre quienes no deban sino dedicarse a

    obedecer y producir. Sin la formacin en ciertas destrezas intelectuales no sera posible una

    ciudadana mejor. Corolario de sus premisas epistemolgicas, la teora poltica de Platn

    identifica en la adquisicin del conocimiento (episteme) la posibilidad misma de la realizacin

    del ideal de polis (que no de una polis mejor).

    Pero los contenidos de la Repblicadistan de agotarse en estas primeras reflexiones. De

    hecho, en el libro VIII Platn pasa revista a las formas de gobierno y sus dinmicas polticas. Para

    Platn, en buena lgica, alguna modalidad de aristocracia ser la mejor forma de gobierno. Por

    tal entiende un rgimen en el que los mejores gobiernan en provecho de la comunidad. El

    anlisis de la evolucin ideal de las formas de gobierno conduce a Platn a formular las bases de

    la teora que se conocer como anaciclosis. Segn esta tesis, ni la mejor aristocracia escapara a

    su degradacin a manos de las ambiciones de los particulares, originando con ello la timocracia.

    sta, igualmente sometida al carcter que caracteriza a quienes en ella triunfan, degenerara en

    oligarqua; forma sta a la cual seguira la democracia y, finalmente, la tirana.

    Carente de todo correlato histrico real, la anaciclosis se formula normativamente en el

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    plano de lo ideal. Una vez ms observamos como Platn parte de su propio sistema filosfico

    para indagar en la naturaleza de lo poltico: nuevamente, el primado del mundo de las ideas

    sobre le mundo material informa aqu el anlisis de lo poltico. Por dems, con la anaciclosis, se

    inaugura igualmente la reflexin sobre los regmenes polticos y los cambios a que abocan sus

    propias dinmicas; tema ste que en la politologa contempornea se nos presenta como el

    estudio del cambio de rgimen o transitologa.

    Entre la Repblica y las Leyes, Platn se propone abordar tres figuras, el poltico, el

    sofista y el filsofo en tres dilogos de los que slo llegar a redactar los dos primeros. No se

    trata, en sentido estricto, de elaboraciones propias de la Teora Poltica. Sin embargo,

    constituyen dos dilogos que nos permiten acabar de perfilar el sistema de pensamiento poltico

    de Platn.

    Por ltimo, los doce volmenes de las Leyes completan el monumental trabajo de

    reflexin del filsofo ateniense sobre la poltica. Un Platn envejecido, se presenta ahora en un

    tono ms conservador que reaccionario (por recurrir aqu a dos adjetivos que le han

    perseguido desde siempre), preocupado por la importancia de la ley. Para este ltimo Platn ya

    no es un requisito del buen gobierno la direccin poltica del filsofo-rey. El tutelaje es relegado

    as a un segundo plano (lo que no significa que desaparezca). Por consiguiente, bajo la ptica

    que caracteriza esta obra de senectud, la ley es la clave que permite la mejor poltica. Lagaranta de la ley escrita frente a la impredicibilidad de los hombres culmina aqu el

    distanciamiento mantenido por Platn respecto a la poltica ateniense durante toda su vida.

    Incluso los legisladores habrn de supeditarse a la ley.

    As las cosas, para Platn el problema central ahora ser hacer valer el cumplimiento de

    la ley. Preocupado por los riesgos de la debilidad de los hombres, pensar corregir los problemas

    de la poltica por medio de la incorporacin a la organizacin de la polis, de un tribunal o

    Consejo Nocturno que operar a la manera de lo que posteriormente habran de ser

    concreciones histricas como el Tribunal de la Santa Inquisicin o el Comit de Salud Pblica de

    Revolucin Francesa; por no citar aqu ms que dos ejemplos destacados.

    Al igual que muchos de sus conciudadanos, Platn vincul el tamao de la polis a la

    eficacia y eficiencia de su rgimen poltico. As, la propuesta de 5.040 ciudadanos (cifra que

    resultaba de diferentes clculos necesarios a la provisin de cargos), propietarios de sus

    respectivos lotes de tierra, permitira crear una comunidad de iguales, apoyada sobre la

    artesana de los metecos y el trabajo de los esclavos. Significativamente, las mujeres veran

    mejorada su condicin respecto a la poltica real de la Atenas de la poca. Asimismo, la paz,

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    interna y externa a la polis, se convierte en un tema importante de la reflexin platnica.

    Consciente del debilitamiento que suponan las divisiones polticas, Platn apostar por la

    bsqueda de mecanismos que garanticen tanto la paz interior como la exterior.

    2.2.4 La crtica de la Democracia, II: Aristteles.

    A la hora de abordar la teora poltica que producir Aristteles podemos reconsiderar

    rpidamente las premisas que Garca Gual nos ofreca para estudiar a Platn y acercarnos as, de

    manera algo ms sistemtica a lo que fue su crtica de la democracia. En lo que sigue, pues,

    tendremos presente (1) su biografa y contexto histrico; (2) su condicin de filsofo y

    subsiguiente mayor alcance temtico de su obra (respecto a los sofistas); y (3) el rigor y

    extensin de su obra que nos provee con un segundo gran corpus terico all donde Platn haba

    escrito el primero; si bien tambin es de resear aqu la prdida de buena parte de sus escritos.

    A diferencia de Platn, Aristteles ser un filsofo que guardar con la poltica y los

    grandes acontecimientos histricos una relacin bien diferentes. Estamos ya en el siglo IV

    (Aristteles vive entre el 382 y el 322 antes de nuestra Era) y por su condicin familar,

    Aristteles acceder a ser el preceptor del joven prncipe de Macedonia que ms tarde llegara a

    ser Alejandro Magno (y quien, segn parece, prefiri antes ser mecenas de las actividades de

    Aristteles, que seguir los consejos de ste). Con Aristteles nos encontramos nuevamente con

    un pensador que va a producir su teora poltica en el contexto del auge de una potencia; la

    Macedonia de Filipo, padre de Alejandro Magno. Sin embargo, como veremos, una de las

    caractersticas de la teora poltica aristotlica radicar precisamente en el distanciamiento del

    autor respecto a los grandes procesos polticos puestos en marcha con el progreso del imperio

    macedonio.

    La formacin de Aristteles tuvo lugar en la Academia de Platn y, aun cuando, sin duda

    fue un discpulo aplicado de ste, a lo largo de su vida alcanz a desarrollar un pensamientooriginal, del que acaso sea una prueba indicativa el hecho de haber fundado su propia escuela,

    el Liceo, rival de la academia platnica. Con todo, Aristteles debe su formacin a su maestro

    Platn y ello no deja de ser un dato relevante, toda vez que su especificidad tambin puede ser

    interpretada como respuesta a su maestro. De igual modo, la profesin de su padre, Nicmaco,

    mdico de la corte de Filipo de Macedonia, ejerci sobre una importante influencia.

    A resultas de lo anterior, podemos avanzar ya que, metodolgicamente hablando, la obra

    de Aristteles va a distanciarse de la de Platn (mucho ms proclive al razonamiento abstractopropio de la matemtica), abordando la reflexin sobre el mundo con una extraordinaria

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    capacidad de sntesis y desde un punto de vista ms cercano a la observacin de lo concreto (a

    la manera de ciencias como, por ejemplo, la biologa). A pesar de que hemos perdido para

    siempre la parte de su obra ms elaborada (aquella que el propio Aristteles se encarg publicar

    esmeradamente en su propio tiempo), en las pginas que nos leg el filsofo de Estagiro se

    explicitan ya el rigor implacable de la crtica y la certera precisin de su forma de pensar. All

    donde Platn se nos presenta como el primero en haber superado el pensamiento de los sofistas

    y la filosofa presocrtica, Aristteles ser quien sistematice esta misma superacin en un

    lenguaje de inequvoca vocacin cientfica y de aqu que su pera magna, La Poltica, sea

    reconocida a menudo como el primer gran tratado de politologa.

    Paradjicamente (o no tanto), Aristteles concibi su propia obra como tal superacin, es

    decir, que al redactar su obra comprendi su propia obra como una tarea inscrita en un procesohistrico del que constitua su expresin ms acabada, por sinttica y heredera de una gran

    tradicin. En este orden de cosas, a diferencia de Platn, Aristteles no menosprecia el trabajo

    terico previo realizado por los sofistas, si bien apuntala sus reflexiones sobre la crtica de

    quienes le precedieron. Su obra tampoco se entiende como bsqueda de la verdad en el sentido

    idealista de Platn (de ah el inters y lo oportuno del pensamiento aristotlico para la

    politologa contempornea) sino que, por contrario, se define en una doble perspectiva: por una

    parte, como reflexin terica desde, con y sobre la tradicin de sus precedesores atenienses;

    por otra, como observacin rigurosa del mundo real, de las instituciones de la sociedad y

    comportamientos de los ciudadanos.

    As las cosas, podemos concluir que para Aristteles la tradicin (considerada como el

    legado de los sofistas y las enseanzas de Platn en su conjunto) es fuente de inspiracin

    terica; a contrastar crticamente, en cualquier caso, por medio de la observacin del mundo

    real. Muy significativamente, la obra de Aristteles se ubica bajo la influencia de dos figuras

    histricas tan marcadamente contrapuestas como lo pueden ser, de hecho, Platn (el filsofoque articul el primer sistema de pensamiento idealista) y Alejandro Magno (el poltico que

    erigi el imperio ms grande conocido de su tiempo histrico). Por su parte, esta inclinacin

    aristotlica por realizar toda reflexin terica a partir del anlisis de lo concreto, no le decanta

    por alguna variante de pensamiento empirista. Antes bien, su estudio de lo poltico se categoriza

    gracias a su personal ontologa, mientras que el anlisis de la conducta humana es anclado en su

    sistema filosfico por medio de la tica.

    Al igual que Platn, Aristteles abord el estudio de muchos ms mbitos del saber que lapoltica. Los textos que produjo el filsofo sobre esta ltima, por tanto, no deben ser

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    descontextualizados de otros con los que mantiene una inequvoca unidad y entre los que cabe

    destacar, por su importancia para la comprensin ltima de la teora poltica aristotlica, los

    escritos sobre tica. Si para comprender a Platn resultaba imprescindible no perder de vista su

    concepcin idealista de la produccin filosfica, Aristteles difcilmente puede ser comprendido

    olvidando sus trabajos sobre la tica.

    En lo que concierne a la obra de Aristteles sobre la poltica, nuestros conocimientos han

    de remitirse forzosamente a un nico texto, a saber: aquel que conocemos como Poltica o La

    Poltica. Ciertamente, se han conservado algunos otros fragmentos como, por ejemplo, la

    conocida Constitucin de los atenienses. Sin embargo, slo en La Polticapodemos analizar el

    conjunto del pensamiento poltico de Aristteles en todo el vigor de su madurez intelectual. En

    rigor, el ttulo original de esta extensa obra en ocho volmenes equivaldra a su plural, esto es,las polticas, entendiendo por tales los libros que hablan de la poltica.

    Aunque al igual que Platn, tambin Aristteles desarroll su teora poltica

    metodolgicamente por medio del recurso a los dilogos, desconocemos los contenidos de los

    textos que fueron elaborados de esta manera. De igual suerte, tambin ignoramos otros textos

    originales como pudieron haber sido los dedicados a la formacin del joven Alejandro Magno.

    Con todo, tanto por su extensin y generalidad, como por su sistematicidad y rigor, los

    contenidos de La Poltica constituyen una muestra suficientemente representativa de lo quepudo ser el conjunto de la teora poltica aristotlica.

    Redactada medio siglo ms tarde que la Politeia, LaPolticade Aristteles entabla una

    clara discusin con las tesis defendidas por Platn. Histricamente hablando, los tiempos que

    hubo de vivir Aristteles contrastaban fuertemente con los de su maestro. Mientras que este

    ltimo observ el progreso de la decadencia ateniense y responsabiliz al rgimen democrtico

    por ello, Aristteles produjo su crtica de la democracia desde unan perspectiva que encajaba en

    cierto modo con la tradicin crtica de los sofistas. De hecho, lejos de la reflexin utpica a la

    que acaso pudiese haberle inducido el pensamiento de Platn, prefiri centrarse en el anlisis

    de lo que haba sido la realidad histrica de las polis griegas, en general, y de Atenas, ms en

    particular.

    A pesar de su inters por aproximarse al estudio de la poltica en sus diferentes

    concreciones, Aristteles no se ocup de manera exhaustiva en el anlisis de las formidables

    transformaciones polticas de su tiempo, singularmente impulsadas por el progreso de un imperio

    macedonio que se habra de revelar, a su vez, como un extraordinario ejercicio de ingeniera

    poltica y diplomtica. Por el contrario, en La Poltica, Aristteles adopta la rica experiencia

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    histrica de la Atenas clsica para realizar sus reflexiones. No se trata, pues, de un texto de

    vocacin predictiva sino ms bien de un trabajo de evaluacin de todo un legado histrico.

    Asimismo, tal y como hemos apuntado, la teora poltica de Aristteles est fuertemente

    imbricada en su tica. Acorde con la visin de sus precursores, la felicidad y capacidades del serhumano no pueden sino realizarse en sociedad. He aqu, pues, la razn de ser de la polis en su

    condicin de la ms importante asociacin (La PolticaI, 1): hacer posible la vida en sociedad

    de los seres humanos, permitir el desarrollo de las capacidades de los ciudadanos libres, ms

    all de su condicin individual como integrantes de una comunidad poltica. No es difcil

    encontrar en esta lnea argumental ecos de Protgoras o Gorgias, de Scrates o Calicles. En

    Aristteles, de hecho, encontramos un acrrimo defensor de esa idea matricial que articula la

    teora poltica de la Atenas clsica, a saber: la bsqueda de la felicidad por medio de la vida ensociedad.

    De todo lo anterior se sigue un concepto central a la reflexin aristotlica que comporta,

    a su vez, toda una concepcin antropolgica del ser humano: el hombre es un ser social, cuya

    existencia carece de todo sentido fuera de aquella comunidad en la que desarrolla su actividad

    vital; es, por emplear, en fin, la expresin del propio Aristteles, un animal de la polis (zon

    politikn). En este sentido, no deberamos dejar de notar aqu una distincin griega que escapa

    a las lenguas modernas. En efecto, para Aristteles, como para quienes antes que l pensaron lateora poltica en la Atenas clsica, exista una distincin evidente entre la vida puramente

    animal (zoe) y la vida en sociedad (bios).

    Significativamente, tal y como ha sealado, entre otros, G. Agamben, Aristteles opta

    por definir su concepto a partir del paradjico contraste que resulta de contraponer la

    animalidad del ser humano a su capacidad para desarrollar la poltica. Se configura as una

    particular ontologa que comprende el ser humano como organismo vivo dotado de la capacidad

    de devenir ciudadano de la polis. Por consiguiente, cabe sealar como en la argumentacin

    aristotlica se establece claramente una homologa entre la evolucin de la vida natural y la

    vida social. El ser humano no es diferente en este sentido del resto de los seres vivos (y de ah su

    caracterizacin como zoe y no como bios).

    Al igual que la vida natural, la vida social se gua por un proceso de perfeccionamiento

    que obedece a un designio evolutivo (las ciudades resultan de las tribus que a su vez son

    producto de las familias). La vida en la polis antecede as al individuo; se encuentra en l

    aguardando ser efectuada por medio de la poltica. Una vez ms un tlos dota de finalidad al

    progreso histrico. En el caso de Aristteles esta finalidad en que se inscribe la existencia del

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    animal poltico no es otra que la vida de la polis. He aqu, pues, lo que, segn Aristteles,

    constituye el autntico destino del hombre: su ser poltico.

    Para alcanzar su propia felicidad, el individuo que se caracteriza por ser un animal

    poltico habr de cumplir con su designio natural que no es otro que llegar a ser ciudadano.Slo sobre la base de la realizacin plena de sus facultades podr alcanzar la perfeccin y con

    ello la felicidad (tal y como seala en la tica a Nicmaco: nada incompleto es feliz). Entre

    estas facultades una se destaca por encima de las dems: el lgos o la capacidad de hablar y

    significar lo real (la posibilidad de producir un discurso racional). All donde los restantes seres

    vivos no disponen ms que de phon (la capacidad de expresar sensaciones fsicas) el lenguaje

    constituye la especificidad de lo humano, preparando al hombre para la vida de la polis.

    Sin embargo, por la propia artificialidad de la poltica, el animal poltico est

    necesitado de aprender a ser s mismo (algo que no ocurre al resto de los seres vivos), precisa

    ejercer el lgos, desplegar su facultad de hablar y razonar. Pero, a su vez, esta misma facultad

    precisa de un entrenamiento, puesto que en cuanto tal no se encuentra plenamente desarrollada

    en el ser humano. Por su parte, el lgos hace posible los valores que determinan el

    comportamiento humano. Por esto mismo, nicamente la educacin en la observacin de un

    cdigo de conducta determinado (tica), puede hacer de los seres humanos autnticos animales

    de la polis. Vivir en sociedad exige el aprendizaje de un saber vivir social para el cual resultafundamental el respeto de la ley, considerada a partir de ahora como el principal instrumento

    que articula las constituciones de la polis.

    En efecto, las leyes tienen por finalidad reglamentar este comportamiento del que puede

    resultar finalmente una vida mejor; una vida capaz de realizar plenamente las capacidades y

    dicha de los hombres. Aristteles rechaza, por lo tanto, la exageracin propia del carcter

    trgico, tan proclive a los excesos y cara a su maestro Platn, y opta por la moderacin propia

    del comedimiento cvico. En el fondo de su argumento encontramos de manera recurrente la

    preocupacin por mantener un punto de justo equilibrio que posibilite el progreso de la polis, a

    la par que el bienestar del conjunto de los ciudadanos; y todo ello por encima de los intereses

    particulares que arriesgan los avances conquistados.

    En este sentido, Aristteles puede ser considerado como un conservador, pero no como

    un reaccionario (acusacin dirigida con frecuencia a Platn). Ciertamente, el filsofo que nos

    ocupa no produjo una teora poltica al servicio de los intereses de tal o cual grupo y, por ms

    que la suya fuese una reflexin inclinada por las ventajas de la vida de aquellos sectores ms

    privilegiados de su sociedad, no se puede decir que su concepcin de la poltica persiguiese

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    dotar de razones a los crticos de la democracia.

    As, la crtica aristotlica de la democracia tiende a ser una crtica marcada por una

    fuerte componente instrumental: evitar todo aquello que conduzca al exceso ser la base del

    xito; ni reformas radicales, ni sobresaltos sirven a los fines ltimos de la poltica. Secomprender, pues, sin mayor dificultad, la clave del escepticismo de Aristteles frente a la

    aristocracia, tan proclive a los excesos, frente a su elogio de aquellos que por encontrarse en las

    capas intermedias de la jerarqua social, deberan ser mucho ms precavidos ante los riesgos de

    la desmesura.

    Consciente del impacto negativo que haban tenido las ambiciones desmesuradas de la

    Atenas de su tiempo, Aristteles considera que tan slo sobre la base de un comportamiento

    mesurado podrn las polis asegurar sus logros. Justicia, prudencia y amistad constituyen la

    trada de valores que delimita la particular cultura poltica aristotlica. La moderacin se

    convierte as en el valor poltico que define el comportamiento ticamente fundamentado del

    ciudadano, a la par que la clave que asegura los recursos de la polis.

    As las cosas, Aristteles, a quien cabe suponer un informado conocimiento sobre la

    debilidad de las polis ante el emergente poder macedonio, ser declarado partidario de la

    autarqua de las ciudades. Nuevamente, el riesgo del exceso de confianza de las polis en sus

    propias posibilidades se convierte en la clave del comportamiento poltico. Al contrario que para

    Platn, para Aristteles la principal tarea de la poltica no es lograr dilucidar en qu consiste el

    ideal de polis, sino limitarse a garantizar polis en las que sea posible un comportamietno

    temperado, basado en la moderacin.

    Los problemas econmicos de la polis se encuentran estrechamente ligados en la teora

    poltica aristotlica al problema de la esclavitud. A juzgar por el espacio dedicado a este tema,

    resulta posible deducir con facilidad que Aristteles deba estar especialmente preocupado por

    las implicaciones polticas de esta cuestin. Ciertamente, no escapa a su razonamiento que para

    que la vida de la polis resulte posible, existen toda una serie de necesidades materiales que los

    ciudadanos deben encontrar satisfechas de antemano. De la dedicacin permanente al trabajo,

    Aristteles deduce la incapacidad del esclavo para desempear tareas polticas. Al igual que

    artesanos y comerciantes se encuentran incapacitados para la poltica por su afn acumulador

    de riquezas, los esclavos estn privados de esta misma capacidad por no disponer del tiempo

    para dedicarse a las actividades del espritu.

    Desarrollando todava ms su argumento, Aristteles llega a plantearse la posibilidad de

    garantizar los medios materiales para la subsistencia por medio de la automatizacin del

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    trabajo. La evidencia insoslayable de una sociedad como aquella en la que viva reduca esta

    posiblidad a una mera utopa, por lo que todo le pareca apuntar a que en el mundo real no

    caba ms que una sola alternativa: reconocer que algunos seres humanos (los esclavos) carecan

    de la facultad de vivir en la polis con la nica finalidad de permitir a aquellos otros que s

    disponan de dicha facultad el ejercicio efectivo de la poltica.

    Al hilo de la reflexin sobre la esclavitud y preguntndose, en fin, por las condiciones

    materiales en que poda resultar posible la poltica, Aristteles abordar, como tantos otros

    antes que l, la identificacin de las caractersticas idneas de la polis. As, su tamao no

    debera ser muy grande, situndose en torno a los 10.000 ciudadanos; cifra sta sensiblemente

    inferior a la Atenas de su tiempo, por no hablar ya de la capital imperial que en breve habra de

    llegar a ser Alejandra. La idea de refrenar la desmesura de los ciudadanos reaparece de nuevoen la reflexin del terico poltico.

    Desde un punto de vista institucional, Aristteles consideraba que la mejor constitucin

    de que se poda dotar una polis no era otra que aquella que resultaba de combinar democracia y

    aristocracia; una constitucin mixta en la que aunque la mayora pudiese decidir, sus decisiones

    estuviesen subordinadas al buen gobierno de los ms capacitados (una suerte de aristocracia de

    la inteligencia deudora en buena medida de los ideales de su maestro Platn). La definicin de

    esta constitucin mixta, en ltima instancia, dependera de la utilidad del propio rgimen a quediera lugar, toda vez que la modalidad de rgimen de que se dota una polis para gobernarse no

    es un fin en s mismo, sino la estabilidad de que cada rgimen puede dotar a la polis en

    cuestin.

    2.3 La Repblica romana: Polibio y Cicern.

    Al tratar de la teora poltica en Roma, nos desplazaremos en nuestras coordenadas geohistricas

    hacia el Este y hasta el siglo II antes de nuestra Era. Esto significa que hemos de tener presente

    el cambio que se va a operar, a pesar de la notable influencia del mundo griego sobre Roma, en

    el seno de la teora poltica. Antes de pasar a analizar los autores que mejor pueden ilustrarnos

    sobre el momento histrico, conviene tener presente algunas premisas de partida.

    Ante todo, resulta necesario sealar que la actitud hacia la reflexin terica no parte en

    Roma de las bases filosficas (Platn y Aristteles, principalmente), ni polticas (los sofistas) que

    haban caracterizado al mundo griego. De hecho, tanto por (1) el rechazo del vnculo entre

    filosofa y poltica (en el sentido de un cierto menosprecio de la primera como saber de utilidad

    para la segunda), como por (2) la reflexin que podan inspirar las propias estructuras polticas

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    romanas (no resulta difcil comprender que Repblica o Imperio no condujesen a la reflexin

    terica como pudiera hacerlo la poltica democrtica ateniense), la teora poltica en Roma se

    desarrollar sobre unas bases diferentes a las de la teora poltica griega, por ms que bajo la

    inevitable influencia de los logros helnicos.

    En efecto, a resultas de todo lo anterior, la teora poltica romana, a diferencia de la

    griega, no se ha de buscar en obras de tan marcado carcter filosfico como las de Platn y

    Aristteles, como tampoco en los argumentos tericos de la sofstica. Antes bien, la reflexin

    terica se encuentra entre las pginas de la historiografa romana, en los tratados de derecho y

    en otros textos en los que suele deslizarse de manera discreta. Con todo, podemos afirmar sin

    gran margen de error, que Roma produjo su propia teora poltica y que esta misma, por ms

    influencia griega que hubiese llegado a acusar, tuvo tambin una gran originalidad.

    2.3.1 De Grecia a Roma: Polibio y la constitucin mixta.

    Por su propia biografa, Polibio de Megalpolis, constituye sin lugar a dudas, la figura que

    mejor encarna el trnsito entre la teora poltica griega y la romana. Griego de origen e

    historiador de formacin, Polibio llegar a conocer muy de cerca la Roma anterior al Imperio;

    una Roma en la que, en todo caso, se haba consolidado ya, hacia la primera mitad del siglo II,

    una particular fenomenologa de lo poltico (tras la experiencia monrquica, haba sido

    instaurada la Repblica; al mismo tiempo, progresaban las conquistas territoriales sobre las que

    ms tarde se habra de forjar el Imperio).

    Por su propia formacin de historiador, Polibio profundizar metodolgicamente en la va

    abierta por Aristteles y remitir sus reflexiones tericas a la evidencia que le suministraba el

    conocimiento histrico. A diferencia del filsofo griego, sin embargo, Polibio prescindir de

    realizar toda evaluacin normativa, limitando su teora a indagar en las razones que le

    permitiran explicar los xitos alcanzados por Roma en tan breve periodo de tiempo. Para lasociedad romana de la poca, no obstante, la aportacin polibiana ser de gran relevancia, toda

    vez que ofrecer un primer marco de referencia en el que encuadrar la propia historia.

    As, Polibio ser el primero en preguntarse por las formas de gobierno y su evolucin

    desde la herencia griega, en general, y desde las teoras de la anaciclosis y los regmenes

    polticos, ms en particular. Efectivamente, en el libro VI de su Historia Universal, intitulado

    significativamente Constitucin Romana, redacta toda una reflexin de envergadura sobre estos

    dos temas que establece un dilogo abierto y directo con la tradicin helnica. A raz de estedilogo, no obstante, Polibio avanzar propuestas novedosas que merecen nuestra

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    consideracin.

    Ajeno a las consideraciones ticas de Aristteles, para Polibio, en primer lugar, existe

    tres formas puras de gobierno que se corresponden con otras tantas variantes corruptas.

    Siguiendo sobre este particular las aportaciones de Platn, el historiador greco-latino concluir:la monarqua degenera en tirana, la aristocracia en oligarqua y la democracia en anarqua. En

    sus lneas fundamentales, el argumento polibiano se inscribe en la estela de las teoras de los

    regmenes polticos de Platn y Aristteles.

    A los efectos que nos ocupan, sin embargo, debemos destacar que para Polibio no habr,

    en realidad, una forma de gobierno pura que sea mejor que otra. Aqu radica, en rigor, la

    originalidad de su pensamiento. Para la teora poltica polibiana, el problema no radica tanto en

    encontrar la mejor forma de gobierno en una forma pura, sino comprender las implicaciones que

    se siguen de la dinmica interna del rgimen poltico que le corresponde.

    As, deducir el historiador, es inevitable que si una forma es pura, termine degenerando

    en su variante corrupta. No se trata, por tanto, que la monarqua pueda llegar a ser una

    tirana, sino que, en la misma medida en que alcance una expresin acabada del ideal

    monrquico, se encontrar abocada a una ms pronta degeneracin en alguna variante de

    rgimen poltico tirnico.

    Pero la originalidad de Polibio comienza justo all donde la de sus predecesores griegos

    termina. Junto a la tipologa de los regmenes polticos puros y sus variantes, Polibio integra la

    dinmica poltica interna particular de cada tipo de rgimen poltico en un esquema ms amplio

    que renueva y amplia de manera original la teora de la anaciclosis. De esta guisa, para Polibio,

    la secuencia que se sigue del funcionamiento interno del rgimen poltico es tan inevitable como

    teleolgica.

    La monarqua nicamente puede abocar a la tirana y sta a la aristocracia (resultado dela necesidad de compensar los efectos negativos de la tirana con una forma pura menos

    perfecta que la monarqua). La instauracin de la tirana conduce al rgimen poltico a una

    dinmica diferente, pero de resultados no menos arriesgados. As, la aristocracia (el gobierno de

    lo