tomo iii, núm. 52, 26 de diciembre de 1841

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52 SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL. 4«» XA VENTA V* AX.Ur*»A T EOS ABttlNttOS. L o s viagcros que liayan cruzado el antiguo reino de Ara- gón, »i por casualidad litTn recorrido el espacio que media entre Calatayud y la Almunia , no pueden haber olvidado la famosa venta de Atuendo, nombre corrompido en el de Alvenda, término regular de estudiantes, de arrieros, de soldados con licencia absoluta, y de ladrones disfrazados; en una palabra, de toda aquella geulo poco acostumbrada al lujo de una diligencia, y mucho menos 4 jornadas que cs- cedan de cinco leguas. Y llámala famosa, no por los re- galos que en ella se encuentran, y entre los cuales me- recen particular mención el bacalao en remojo, que 4 to- das horas puede saborear el caminante, aderezado en la negra sartén con un dedal de aceite y un par de abrasado- ras guindillas, por las santas manos de una moza aragone- sa, de pelo en pecho; el bautizado y baratísimo Tudeta, que después de la jornada todo el mundo encuentra esquisilo, y mas si todo el mundo lo bebe al calor y al humo de los corpulentos troncos que arden en el ancho fogon de la co- cina, v sobre todo la etica tarima, cuyo gergon, semejan- te 4 un triguero, tk paso franco 4 las pajas, que 4 guisa de puñales sirven de »rmento al alma y de diversión al cuer- po. La venta de Alucnda es famosa por las historias que en ella se cuentan; historias que el ventero escucha sin per- der una sílaba, para apuntarlas al dia siguiente del mismo modo que las ha oido, sin variar otra cosa que el estilo y la ortografía; cosas que nosotros los ilustrados miramos por de poca monta, según se vé lodos los dias en nuestras tra- segando série. — Tono III. dueeiones y ediciones. Y' no te crea que esta fama es inven- ción tn¡a. Desde tiempo inmemorial, (que seguramente re- montará 4 época mas cercana á nosotros que la de la cons- trucción de la venta), era costumbre no robrar en ella es- tipendio 4 ningún viagero por el gasto que hubiese hecho, siempre que consintiese en referir antes de despedirse una anécdota, ó los sucesos de su vida, 6 en fin, alguna de esas quisicosas que al presente admiramos, impresas con los nombres de Lerendas, Cuentos fantásticos, Melodramas de grande espectáculo, etc., etc., etc. ¡Dichosa edad, en la que con un poco de ingeniatura y cuatro palabras bárba- ras encontraba un pobre diablo bacalao , vino 4grio y un mal gergon en la venta de Atuendo ! Hoy no produce la ingeniatura alambicada hasta la quinta esencia, ni el bar- barismo de nuestro lenguaje rcGnado hasta, el infinito m u que cuatro enhorabuenas en la capital de la literatura y monarquía españolas; enhorabuenas que seguramente no valen tanto como el dedal de aceite y las guindillas, que sirven de condimento indispensable 4 toda cepa venteril. A uno de los últimos propietarios de la atuodieba ven- ta, y cuyo nombre, si yo no lo revelase, quedaría, como liasta aquí, sepultado en las tinieblas del olvido, debe ¡quién lo creyera! la moderna literatura sus mas grandes adelan- tos. Conoció desde luego que sus ascendientes habían sido unos porros, como se evidenciaba en el hecho de haber cam- biado por historias, verdaderas ó falsas, pero al fin hielo| rías, esto es, narraciones que no costaban dinero, ni dere- 20 de diciembre de IS4I.

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Page 1: Tomo III, Núm. 52, 26 de diciembre de 1841

5 2S E M A N A R IO P IN T O R E S C O E S P A Ñ O L . 4 « »

X A V E N T A V * A X .U r * » A T E O S A B t t l N t t O S .

L o s viagcros que liayan cruzado el antiguo reino de Ara­gón , »i por casualidad litTn recorrido el espacio que media en tre Calatayud y la A lm u n ia , no pueden haber olvidado la famosa venta de A tuendo , nom bre corrom pido en el de A lven d a , térm ino regular de estudiantes, de a rrie ro s , de soldados con licencia absoluta, y de ladrones disfrazados; en una palab ra , de toda aquella geulo poco acostumbrada a l lujo de una diligencia, y mucho menos 4 jornadas que cs- cedan de cinco leguas. Y llám ala fam osa, no por los re­galos que en ella se encuen tran , y en tre los cuales me­recen p a rticu la r mención el bacalao en rem ojo, que 4 to­das horas puede saborear e l cam inante, aderezado en la negra sartén con u n dedal de aceite y u n par de abrasado­ras guindillas, po r las santas manos de una moza aragone­sa, de pelo en pecho; el bautizado y baratísim o Tudeta, que después de la jornada todo el m undo encuentra esquisilo, y mas si todo el m undo lo bebe al calor y a l hum o de los corpulentos troncos que arden en el ancho fogon de la co­c ina , v sobre todo la etica tarim a, cuyo gergon, semejan­te 4 u n triguero, tk paso franco 4 las pajas, que 4 guisa de puñales sirven de » rm en to al alm a y de diversión al cuer­po. La venta de Alucnda es famosa por las historias que en ella se cuen tan ; historias que el ventero escucha sin per­der una sílaba, para apuntarlas al dia siguiente del mismo modo que las ha oido, sin variar o tra cosa que el estilo y la ortografía; cosas que nosotros los ilustrados miramos por de poca m onta , según se vé lodos los dias en nuestras tra ­

segando série. — T ono III.

dueeiones y ediciones. Y' no t e crea que esta fama es inven­ción tn¡a. Desde tiempo inm em orial, (que seguramente re­m ontará 4 época mas cercana á nosotros que la de la cons­trucción de la venta), era costumbre no rob rar en ella es­tipendio 4 n ingún viagero p o r el gasto que hubiese hecho, siempre que consintiese en referir antes de despedirse una anécdota, ó los sucesos de su v ida, 6 en fin, alguna de esas quisicosas que al presente adm iram os, impresas con los nombres de L erendas , Cuentos fa n tá s tico s , M elodramas de grande espectáculo, e tc ., e tc ., etc. ¡Dichosa edad, en la que con un poco de ingeniatura y cuatro palabras bárba­ras encontraba un pobre diablo bacalao , vino 4grio y un mal gergon en la venta de A tu en d o ! Hoy no produce la ingeniatura alambicada hasta la quinta esencia, ni el b a r- barismo de nuestro lenguaje rcGnado hasta, el infinito m u que cuatro enhorabuenas en la capital de la literatura y m onarquía españolas; enhorabuenas que seguramente no valen tanto como el dedal de aceite y las guindillas, que sirven de condimento indispensable 4 toda cepa venteril.

A uno de los últim os propietarios de la atuodieba ven­ta , y cuyo nom bre, si yo no lo revelase, quedaría , como liasta a q u í, sepultado en las tinieblas del olvido, debe ¡quién lo creyera! la moderna literatura sus mas grandes adelan­tos. Conoció desde luego que sus ascendientes habían sido unos porros, como se evidenciaba en el hecho de haber cam­biado por h istorias, verdaderas ó falsas, pero al fin hielo—

| r ía s , esto es, narraciones que no costaban d inero , n i dere - 20 de diciembre de IS4I.

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4 1 0 SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.

cho* de aduanas, n i portes, n i embase*, su buen abadejo (en Atuendo no era conocido el Escocia) que al cabo te­nían que com prar i bis arrie ro s , ruando estos-volvían r a s ­gados de los puertos de Vizcaya, lo cual había disminuido considerablemente su caudal sin tem or de Dios y con pro­vecho del prójimo. Determ inó p o r lo mismo co rta r un po­co las alas & la lite ra tu ra rom anesca, y dijo allá en sus adentros: "para con tar cuentos no hay gente como los rni- »litares y los bachilleres; claro es que s¡4 estos tra to bien, y »especialmente4 los último*, 4 quienes enconciencia se debe »sustentar por ser de suyo gente ra ido , y que m u cuida »del entendimiento que del bolsillo, no hay duda de que »eu pico tiempo adquiriré una verdadera riqueza literaria: »S us, pues; manos 4 la obra: coman y beban los bachilleres »en mi casa sin que les cueste u n ard ite , y paguen los de­notas viagerospor sí mismos y por aquellos." Parece que este arreglo produjo bastante baja en el núm ero de consu­midores contribuyentes de A tuendo , a l inisinu tiempo que esta fue convirtiéndose poco 4 poco en uu rico archivo de preciosidades, encerradas en un montón de libróles forra­dos de pergam ino, los cuales han ido pasando de padres 4 hijos, rom o herencia legitim a; del mismo modo que han ido pasando los punzantes gergones, la estrecha tarim a, la negra sartén y la venta en te ra ; 4 escepeion del bacalao, el vino y la inota aragonesa, que se renuevan todas las se­ma ñas.

líem e detenido un poco en estos antecedentes, porque antes de referir la historia que sin duda esperan mis lecto­res, eran precisos para derirles que la tal historia est4 sa­cada de uno de aquellos libróles de la venta de Atuendo.

1 a historia no tiene mas encabezamiento que estas pa­labras:

E l siguiente cum io lo caidti en la venta dr A b u n d a , en lo noche deI ! /, de diciembre de 1 Itltij, e l Ucrnaudo Don Toribio Roto del E m o le , del condado dr Trrviño \ cenó y durm ió de rolde /tur ello: escribióla de su puño e¡ ventero Credencia de! Rincón, n a tu ra l de la A tm unin.

F.n esc prim er pueblo llamado L os Palacios (Jiabla el licenciado) vivía hace cosa de treinta ailos uu honrado ar­rie ro , cuyo nom bre era Demetrio Barragan: dedicado al tráfico desde la rdad de diex y nueve, consiguió tener reu ­nidos 4 los cincuenta y seis algunos miles de ducados, con los cuales compró aquella casita b lanca , que Viuda, lia- lirón visto conforme entram os por el pueblo, 4 mano dere­cha ; compró asimismo varias tierras de pan llevar, y de­term inó des«alisar el resto de su v ida, dejando su buena ré- cua al cuidado del único hijo que tenia, y que se llamaba Manuel. Pero antes que esto sucediese, aconteció lo que ahora voy 4 referir. M anuel cuaudo muchacho prometía m ucho , tan to para el b ien , como para el mal, según fue­se dirigido: habia m uerto su madre ru ando apenas contaba él catorce años, y su padre no parecía en casa m asque una vez po r sem ana, de ida ó dé vuelta en sus viages. Llegaba tarde ordinariam ente, pedia de cenar, lucia media docena de preguntas ó u n criado de confianza que cuidaba de la hacienda, echaba una reprim enda 4 M anuel para que fuese bueno, y se metía en la cama. Antes de amanecer se levan­taba , daba el pienso 4 los machos, sorbía una jicara de cho­colate, y continuaba su viage. Manolo, como en general le llam ab an , se encontraba de este modo 4 sus anchuras, y sin mas freno que la disciplina del dómine de L os Palacios, el cual 4 duras pcuas pudo conseguir que su discípulo aprendiese 4 estropear decentemente en castellano el hum a­no capili de Horacio. P o r lo demas era lo que se llam a una acéten te cabeza: rom pía 4 pedradas dos veces a l mes las vi­d rieras de las ventanas del alcalde; requebraba 4 la sobri­na del escribano con gran gusto de la m ozucla, y luc ia la

ronda 4 las gallinas y 4 los árboles frutales d d cura pár­roco. Ya se sabe que este género de vida suele d u ra r m uy poco p o r desgracia de los j ó v e n e s , y 4 M anuel, lo mismo que 4 los demás, le llegó su San M artin . U n dom ingo, en que el buen Demetrio B arragan se habia quedado 4 des­cansar en L as Palacios, llamó 4 su hijo por medio de un gesto que le era n a tu ra l, enrerróse ron él en uu cu a rto , y repantigándose encima del arcon que servia de depósito pa­ra la cebada, le dijo:

—» Manola, ya te vas haciendo grande, y es preciso pen­sar en m añana, con que así.... digo, m e parece que ya sa­bes bastante latin ¿eb?

— »Sí, Señor: ya estoy eu m ayores, respondió el m u­chacho.

— »Bueno: ¿ y qué signe después?— - Después.... uada. Si bede ser médico necesito i r 4 Za­

ragoza.— »Eso mismo be pensado yo; no hay mas que una difi­

cultad.— ¿ C u á l?— »Que eres jóven, y quejalll te arrim arás 4 malas com­

pañías. ¿T e parece que yo no sé lo que pasa? Ya rae ha di­cho el señor alcalde que has de llegar 4 ser un calavera, y como yo coja 4 1» n u n o 4 esa mocosa que le hace fallar a l aula d iai enteros..»

— »Si ella no tiene la culpa.— » Ya lo sabem os; la culpa la tienes t i , y por lo mismo

irás 4 Zaragoza, aunque no sea mas que porque no vuelvas 4 verla. E a , aparéjate para m añana, y m archarás con la r i ­m a de Ju an Lorenzo, que también vá para allá : él te deja­ra en casa de lis tio , y ya veremos como estudias.- 4 bien que para tí lo has de hacer, con que„.. no le digo mas.

Manuel llegó 4 Zaragoaa, se m atriculó en U U niversi- dad , ganó bien 4 mal sus cursos, y después de seis años de ausencia escribió 4 su padre , pidiéndote permiso para pa­sar las varariouca cu rasa. D em etrio , que estaba muy satis­fecho de los adelantos de su hijo, se lo concedió gustoso; y é l, aprovechándose de la licencia, recorrió de luna conotros estudiantes la m ayor parte de las poblaciones de la tierra , antes dedlrigirscA Los Palacios. Llegó por fin 4 la A tm u - nia un martes por la noche, que m artes habia de ser p o r su desventura, para que alguua cosa mala le aconteciese; y se­guido de dos bachilleres en leyes y de tres cursante* de fi­losofía m oral, pertrechados lodos -de gu ita rra s , violines y panderos, hospedóse en la prim era posada que les deparó la suerte. E n ella, así como en todo e l pueblo , celebrábase i la sazón un famosísimo bureo , en tum or de la fiesta de N uestra Señora que era aquel d ia , y no igiiorau Viuda, que lodos los años concurre 4 dicha fiesta un iumeuso gentío de los lugares comarcanos. El hecho es, que las panderetas y castañuelas sonaban 4 mas no poder en el piso alto de la posada, y la jota aragonesa, bailada lisa y llauaraentecom o nos la dejaron nuestros padres, hacia eu los estudiantes el mismo efecto que el agua bendita debe hacer en el alm a del diablo (y Dios me pcrdouc la comparación) cuando la loca con las puutas de sus pezuñas.

— »C hicos, brom a tenemos, dijo Manolo 4 sus compa­ñeros.

— • Pues 4 la brom a, y salga el Sol por Antequera, res­pondió uno de los bachilleres que se llamaba Pedro A nión .Voto i__(y lo encajó de p lano) que lie visto abo ra mismoen la ventana un palm ito de cara digno de figurar en el li­b ro ru a r lo de la Eneida.

¡M uchachas d ijiste! Irresistible tentación para sotanas: abalanzáronse los seis p o r la escalera a r r ib a ; pero antes juz­garon cosa prudente aparapetarse con algunas precauciones. Pedro A n ió n tomó la palabra.

— ■ T ú , Manota, d ijo , eres el mas conocido p o r es ton

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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL. 411

^ r r i l î T i ^ c r d o "ZZo y ° » n mi», gafa. verde* que- | / - V . que diga« - t adas completamente transform ado. T ú , Martin Fuentes, pon­te el pañuelo negro del cuello por la cara , como si tuvieras do lor de muelas: ese o tro , que »ábe im itar perfectamente a l coto portero de la U niversidad , no tiene mas que apo­yarse en el g a rro te : yo me encargo de volver el |u in o 4 las chira», remangándome los párpado* de los o|o», «c modo que aparezcan ribeteados de carne viva en C u, que »e colo­

riendo »acudió uu manicato a l velón, (mica luz que alum ­braba la estancia, y lo apagó. En seguida él y sus compa­ñeros levantaron lo» instrum ento» eu a lto , y amenazaron rom per la crisma á todo vicho viviente que se moviese. Pe­ro los mozos de la A lm u n ia tenían 4 mano su» terribles garro tes: apoderáronse de ello», y sin decir osle n i moale, empezaron 4 d iluviar tan to divino palo sobre los pobres

■ ■ CBt| B „„o como pueda , para no ser el mismo que pa- estudiantes, que: estos tuvieron J » r muy prudente bajar las Í T si. m adre: en cuan.o al lenguaje, ya lo sabéis, la tin é g a l e r a s , s a b r á es,«ta perros de la posada y tom ar el ca­r io su m aure ° ' m ino de L o t P alacios, llevando siempre sobre sus huellaschapurrado.

No babia acabado de hab lar Pe,Ira A ntón cuando yasu» compañero», cual m as, cual menos, se nam an « inverti­do en cómicos de la legua. Cuando en traron en e l aposento, que hacia las veces de »slou de baile, fueron acojidos por m il gritos y carcajadas de alegría. .

— - llien venido», bien venido» lo* licenciado», escam a­ro n lo» mozo». . , . , - ,

Son estudiantes.... ¡Q ué g u .to ! decían la» mozuclas.___A naphrstus ele ¡a a lpargata , gritó Pedro Antón,

cuando hubo cesado el tu m u lto , tu tilis bailaríais salldem d ice t: Uic n t , esto es: buena» noche» tengan ustedes.

— » Qtiam'iutim tur, tu« «un, , añadió Manato, video i i- de* viderr Jorm asas ,mella«, quiero espinarm e- todas sois unas Síllide»: \tanta- na anim ia cales! ibus ir a . lo cual tra ­ducido literalm ente quiere decir: ¿me m irará el ciclo con tal cólera que uo me depare una de vosotras para que me ha­ga una mueca? Sabed que me llam o Cesar Augusto-- Cesar A ugusta s nominar-, soy doc to r graduado en la lu n a , ba­c h i l le r a d am or, y digo chicoleos 4 las hem bras por el A r« am andi de Ovidio en treinta y *icle lenguas. Que Ul:

V iva! ¡V iva I dijo el que ¡»are.b el alma de la fiesta, que nu era o tro que el escribano de Lo« P a la rku , el iu¡>- m o 4 cuya «ol.riua no le bahía parecido Manolo moro de pavo , cuando estudiaba lalin . Manolo le echó e l o¡o al pun­ió , y por uu movimiento involuntario de terro r « .m in ó .1 mismo instante lodo el aposento , temiendo encontrar en él 4 su padre. ¡Cuál fue su contento a l divisar 4 Lorenza,4 la sobrina del dicho escribano, fresca, pasablemente bcr- cua l, y reparando qae «manecia, mosa para aquellas a ltu ras , hecha e n f in una m ujer! Di vi- piso* ma to rra es a sotana, el tr„mosa para aquella*-------ja r la y dirigirse 4 ella fu*obra de uu instante para Mano lo . Plantóse en jarras delante de L o ren za , inclinó la rabe- za 1 liria el hom bro derecho, parodiando a l majo andaluz, y acompañándose cou uu suave movimiento decideras, pecu­lia r 4 la gente gilu/m, dijocslas razone*:

— »A quí tenéis, descosidos compañero» de la tram oya y del embeleco, la perla y la reina de A ragón: E cct regina ati/ue m argarita aragonenlix. V doblando Cu seguida una rod illa , continuó: ten compasión de este pobrecillo estu­d iante: miserere m e i, porque soy el inismisimo que en otro tiempo , Ule ego qu i quondam ._

- » P o c o 4 poco, liccuciado, dijo el escribano adelan­tándose: esa mocita es mi sohriua, y esl4 ya prometida enm atrim onio. .

_ «¿U bi est?. preguntó Manolo dando un b rinco : ¿en donde cst4 el destripaterrones, que se ha de lam er el m or­ro con tan sabrosísimo bocado? ¡ E lm ! ¡Ay de m i. Que apena* llego 4 tocar el puerto de mi» esperanza», cuando, cual o tro Enea», íicut E n ea s , tengo que lanzar segunda vez mi barquilla al m ar dudoso; per piélagos ineertos.

— »El dcslripatcrrone» soy yo , seo sotana, dijo 4 esta sazón un mozo saliendo de entre los dema»: y tenga modo, v mire como hab la , y deje en paz 4 la chica, porque, ,mr '¡a Fu-gen de ¡a A lm u n ia , que lo coja del manteo y lo. tire por la ventana.

— »¿Quousque tándem , Cati/ina?.. . ¿hasta cuando te pa-

4 lo» terrible» antagonista».Manolo *c vió en aquella ocasión en el m ayor apuro de

su vida: te babia quedado el últim o de lo» «e¡», y seguíale de cerca un fornido gayan de los del baile: no tenia reme­d io , iba 4 ser alcanzado, y e l sitio en que se encontraba, que era justam ente el fin de la bajada del m onte, parcria formado 4 propósito para cometer un asesinato. — "Válga­me Dios, dijo entonce»: aquí voy 4 ser m uerto ó molido 4 palos: ¿po r que habré entrado en la A lm u n ia ? ¡V mi buen padre que me aguarda"!... En aquel punió le trajo 4 la me­moria su mala estrella, que en el bolsillo izquierdo del pan­talón tenia una navaja: levantóse la so tan a , »aró aquella arm a fa ta l, y ya no pensó en h u ir , sino en aguardar ron valor 4 au contrario. N o lardó este cu llegar, ni en levan­ta r el garro te para dejarlo caer con toda su fuerza sób re la cabeza de .Vnno/o; pero el estudiante babia calculado los instante», y se arro jó al mozo antes que el palo describiese en el aire un cuarlo de circulo. V ino a tierra el mozo lan­zando un juram ento, y un "m uerto soy" que estremeció a Manolo-, y ronoriendo este, 4 pesar de su aturdim iento, que si quería salvarse no drhia perder un m iuuln, pues que los amigos del herido debían hallarse m uy rerca, salióse di I ram iiio, sin cuidarse de seguir 4 lo* demas estudiantes, y corrió toda la noche eu direcciones encontradas. Escusado es decir que el parche de badana verde y la» gafa» de Pe­dro A n ión habían desaparecido de su rostro; parecióle sin embargo que t i traje de estudiante podía venderle, por lo

escondió en tre uno» es- iricornia y el m anteo ; anu­

dóse el pañuelo del bolsillo en la cabeza , y siguió 4 la ventura basta un riachuelo , en el «mal se lavó las manes y 1» ra r a , habiendo enterrado prim ero su navaja. Continuó de aquel modo y con mas tranquilidad su ru la , y no bien hubo rodeado una eminencia quceu aquel sitio formaba el te rreno , cuando divisó liátia la roano izquierda el camino y un pueblo. .Cuál fué su te r ro r a l reconocer la A lm a n ta ’. El infeliz babia vagado duran te toda la noche sin apartar­te d e sú s alrededores. Detúvote al principio espantado, y creyóse ya perdido, pero un instante después empezó 4 re­flexionar 4 sangre fría .— "¡Si yo pudiese atravesar el pue­blo sin ser notado...... dijo cu tre si: pero de todos modostengo que ver el teatro de m i dejilo ante» de llegar 4 los Palacios-, e» imposible: tne m oriría a l pisar aquel sitio: pe­ro me ocurre u n pensamiento: el escribano está allí, y es amigo de mi padre; án im o , y no desmayemos, Manolo, pnes para todo bay remedio en el m undo menos para la m uerte. ¡Para la muerte!— Cierto ea: el desgraciado que está a llí tendido ya no tiene remedio.

E n tró Manolo tu la A lm unia , y se d irig ió , ron tra n ­quilo sem blante, 4 la misma posada, que de tan mal agfle- ro le babia. sido el dia an tes, y nombrándose al patrón, pidió de alm orzar, forjando al mismo tiempo un cuento de ladrones, los cuales le babian robado, quitándole el ca­ballo con la maleta, una buena capa, el som brero y el po­co dinero que llevaba, bastante en su concepto para llegar

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412 SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL.

i casa de su padre, que le esperaba por momentos. Deme­tr io B arragan era hombre que gozaba de alguna conside­ración eu la A lm u n ia , ¿ pesar de ser arriero , ó quizás por esto mism o; y asi fue, que apenas hubo oido el patrón el apellido del jóven huésped y la malandanza que había te­nido, le acogió con agasajo, conduciéndole i la cocina, en donde se encontraban el escribano jr los mozos del baile, que todos, menos uno, habían vuelto de su nocturna espi­dieron, y que al ver 1 Manolo se regocijaron infinito, aun ­que no le conocían, ó por mejor decir, porque no le ha­bían conocido. Manolo por su parte les repitió la historia que había referido al patrón, y el escribano le notició en­tonces que ai quería ver á su p ad re , no tenia mas que de­tenerse tres dias en la A lm a n ta , por donde debia pasar D emetrio de vuelta de uno de sus viajes. Alegróse Manolo Citerior é interiorm ente ron aquella nueva, y habiendo oido ademas que los negocios de su padre iban próspera­m ente, manifestó sin rebozo su deseo de ahorcar los li­bros, y hacerse arriero.

E n estas pláticas y otras pasaban el ra to en la cocina, cuando llego el alcalde del pueblo i buscar al escribano.

— » lia habido una m uerte, S r. R egalón, le dijo; y es p o r lo tanto necesario que le lome V. declaración.

— »j Una m u e r te ! cji lamo el escribano : ¿ y 4 quién di­ce V. que lome declaración ?

— .¿ A quién lia de ser? Al qu* se pille , á todo el m un­do si es preciso: vamus, vamos, y que no se diga que duer­m e la justicia.

— »4 A' quién es el m uerto?— »El hijo del lio Retiro el vinatero.— -I .o t estudiantes han sido, g rita ron á un tiempo lo­

dos los mozos.— »B ien, bien, replicó el alcalde todos vosotros decla­

raréis, y en el en tre tan to , & la cárcel.Fnéronse los mozos cou e l alcalde sin ch is ta r, y el es­

c ribano , antes de seguirles, recomendó al patrón que tra ­tase bien al hijo de D emetrio ¡Sufragan : algún proyecto rodaba entonce* por la raheza del Sr. R egatón , hijo sin d u ­da, ó consecuencia de la noticia que acababa de recibir del asesinato del novio de su so b rin a , pues no era o tro el * u u , á quien Manolo bahía enterrado su navaja en el cuerpo. — " l ia habido anuche, le dijo al tiempo de m ar­charse, uu lance de mil demonios, y el patrón sabe algo, como que también tendrá que declarar en la causa: «lile q u e le lo cucule, m ientras yo voy á estender las primeras diligencias: bueno es que sepas de paso que el presunto m u e r to , porque todavía no me cousta que lo esté , no era ángel de mi devoción, por lo que toca al casamiento de Lorenza.

A fortunadam ente para Manolo , no fue cogido ninguno d é lo s cinco estudiantes, cuyo testimonio hubiera puesto ta l vez cu evidencia su crim en’, y aquel proceso terminó a l cabo de algún tiempo con el Sobresedse de otros muchos que andan rodando por los juzgados del reino. D emetrio B a rra g a n no tardó tres dias, sino ocho en pasar por la A lm u n ia , y al lleg ará la posada, lo prim ero quecucoutró fu e i su hijo vestido de arriero . Efectivamente Manolo es­ta la ya fastidiado de la vida estudiantina; babia vuelto á ver á L o ren za , que permauecia eu la A lm u n ia , y el lio de esta le tenia ya cu su» adentros destinado para rem plazar a l d ifunto hijo del lio Pedro el vinatero. No dejaron de m ediar serias contestaciones cu tre Manolo y su padre to­cante i aquel repentino cambio de c a rre ra ; pero al fin de­jóse persuadir el últim o por la firme resolución del prim e­ro , y sobre todo las prudentes reflexiones del sefior Rrgaton.

— »Com padre, le dijo este , es necesario [tensar en que no hemos de ser siempre fuertes para la fatiga: V. licué ron que v iv ir, y debe descansar dentro de algún tiempo ¿Y A

quién puede V. confiar mejor la recua que al mozo, cuan­do llegue el caso ? A lo menos tendrá V. cntónces el con­suelo de que si no vá cou ella Demetrio B a rra g a n , irá M anuel B arragan , es decir, el mismo apellido, y estóvale mucho para el crédito.

— »Estoy convencido, com padre, y no hablemos mas de ello , contestó Demetrio: tan bueno es un arriero como un doctor por .Salamanca, con que así.... santas pascuas, y no digo roas.

Al dia siguenle salierou de la A lm unia con la récua De­metrio y su hijo , acompasándoles L o re n za , que solo había ido allá á pasar la fiesta de la virgen, y que el señor R e- galon quería que volviese á los Palacios para que cuidase la hacienda: en cuauto á é l, no pudo acompañarles, por­que no había concluido aun de tom ar las declaraciones & los mozos del baile. D emetrio marchaba el p rim ero, envuel­to en su larga capa , y som brero de anchas olas, pensativo y cavizbajo, echando tal vez la cuenta de los productos del últim o viaje. Seguíale M anolo, con su coleto de piel, sos medias azules de lan a , sus valencianas alpargatas, su ara­gonés, su palo, y su capa a l b razo, cuidando unas veces de la ré c u a , y otras del macho que llevaba á L o ren za , la c u a l, cubierta de pies á cabeza con la capa que cu figura de m anto usaban eu aquel tiempo las jóvenes de la clase m edia, miraba unas veces a l cx-cstudiante y otras a l cami­no. N inguna ocurrencia les aconteció en este; pero al bajar al m onte, empezó á oprimírsele el corazón A Manolo con tal fuerza, qne L orenza lo notó: nada le dijo sin embargo; pero viendo poco después que aquel dirigía siu pestañear la vista bácia el lado del m on te , que ella tenia de frente, y reparando al mismo tiempo fu un a lasca cruz de madera recién colocada en el mismo »ifio, soltó las riendas ni ma­cho , el cual se detuvo, y preguntó al muzo tem blando:

— » Manolo ¿ fué aquí ?— »A quí fué, respondió él maquinalm cute; pero cono­

ciendo su imprudencia qu iso , rem ediarla: cojió las riendas que Lotenzei' babia abandonado, y liadcudu andar al ma­cho añadió:

— »Si: aqui me parece que fué donde lo asesinaron.— » ¡A h M a n o lo ! replicó Lorenza-, ¿ piensas que n o te

conocí en el baile el dia de la virgen de la A lm unia ?Manolo no pudo resistir estas palabras; sintióse desfa­

llecer, y tuvo que apoyarse en el pescuezo del macho: ella comprendió el terrible dolor de su nuevo prom etido, y le dijo c u . voz baja: — »Nada lem as , pues estoy demasiado interesada en el secreto: pero yo le amaba.... prométeme que uo te casará» conmigo.»

— “ Yo le lo juro,» contestó Manolo.Al mismo tiempo dijo D emetrio :

— »Recemos una salve po r el infeliz que han matado en este sitio.»

Dos años depucs D emetrio B arragan dejó la récua á sn h ijo , el cual hizo voto de bajar descalzo el m oute de la cruz, siempre que sus negocios le llevasen por aquel lado, y d i­ces c que lo cumplió fielmente. L orenza permaneció soltera toda su v ida, y supo guardar en su corazón (cosa bien rara en las mujeres) la memoria del arriante asesinado, y el se­creto del vivo.

J . M. DE A n d c e z .1.

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SEMANARIO PINTORESCO ESPAÑOL. 413

IN D U STRIA ESPAÑOLA

E X P O S IC IO N P Ú B L IC A B E 1841 .(Continuación. T éue d número anterior.)

N . o adelanto de la industria m adrileña ofrece la fá­brica de fundición de hierro, establecida en esta corle en el convento que fué de Santa B árbara, por los Señores Bona- p la la , herm anos ; y entre la variedad de objetos im portan­tes elaborados en la misma, y presentados en esta e»posi­ción , merecen particu lar atención los siguientes:

U na turbina destinada para un molino harinero. La tu r ­bina es un m otor hidráulico, enyo empleo para toda cla­se de cslaBlecimientos presenta las ventajas siguientes so­bre las demas ruedas hidráulicas en el m ayor número de casos. 1.a Produce en iguales circunstancias mas efec­to ú til. 2 .a Es susceptible de variar de velocidad sin per­der de su fuerza, y según sea la caída del agua puede tener una veloridad estraordinaria; esta circunstancia fa­cilita el suprim ir las grandes ruedas d aparatos para la transmisión de movimiento que en todas las manufacturas son necesarias para d a r á las máquinas la velocidad reque­rida ; tales son las (daturas, fábricas de papel routinno, mo­linos harineros, etc.; este ahorro es de m ucha considera­ción , tanto por su coste como por la gran cantidad de fu rr­ia que absorten en razón de los roces, como igualmente p o r el nim bo lugar que ocupan. 3.a En la* grandes aveni­das , aun cuando aum enten las aguas del canal de salida »obre el nivel de la tu rb in a , no se in terrum pe su movi­miento como sucede á las ruedas h idráulicas, A causa del agua que se arrem olina, y por consiguiente impide su re ­gu lar movimiento. La tu rb ina marcha sum erg ida! seis ó mas pies de profundidad, y con la misma fuerza de acción m ientras subsista la misma raida ó diferencia cu tre los do» niveles de entrada y salida del agua. 4.* Una sola turbina puede aprovechar la fuerza de tuda caída de agua por ele­vada que sea desde tres pie» al infinito , lo que no puede verificarse ron ninguna de la» rueda» hidráulica» usadas hasta el dia; teniendo que valerse en este caso dedo» ó mas rueda» hidráulicas, lo que ocasiona grandes gasto». 5.a El poder sin gran coste dividir la fuerza de una gran corrien­te de agua en diferentes puntos de un establecimiento. 6.a No está sujeta á interrupciones de trabajo por lo» hielo» é inundaciones, y hace gu iar la rueda en el sentido que me­jo r conviene. Finalm ente, ocupa un reducido espacio; no bay necesidad do obras hidráulicas considerables, y no está sujeta á reparaciones. Tales son la» ventajas que presenta el empleo de la turbiua.

E l modelo presentado se ha construido de modo que pue­dan verse práctica mente las cirrunstaucias dichos, y por lo que respecta á su aplicación á un molino harinero, parece se concluirá después de la esposirion pública la correspon­diente m aquinaria para tira-sacos, separación de harina, limpia trigos y demás (orrespondicnle, qne no se ha podi­do concluir por falta de tiempo.

La misma fábrica ha presentado una bombo de incen­dio , bajo el sistema adoptado por las compañías de bom­beros de Francia. Ya se han abandonado las grandes bom­bas antiguas sujetas á los carros. Estas se coloran en peque­ños carros dedos ruedas y lanza, tirados po r los mismos bomberos. Llegados al punto de incendio se re tira fácil­m ente del carro y se transporta al lugar de acción, aunque sea en un piso alto. La segunda bomba que llega se coloca en paraje conveniente, á fin de poder aliipenlar con su man­ga la bomba prim eram ente llegada. Siendo todas las bom­bas iguales, cuando se descompone ó rompe alguna pieza de las que están en prim era linea, e» reemplazada inmedia­

tam ente por igual p in a de o tra bomba cualquiera de Im últim amente llegadas. Este sistema evita los retardos de ar­reglar las dificultades que se encuentran á menudo de po­der colocar la bomba en lugar conveniente, sea á cansa «le estar fija en el c a rro , sea por espantarse las caballerías que lo conducen. En este establecimiento se construyen bombas de diferentes clases, habiendo perfeccionado considerable­mente su construcción. En el dia se está construyendo un sistema de ellas para desaguar unas minas de plom o, cuya profundidad e» de veinte varas castellanas.

Prensas <í la Staemnppe para im presores, y sn mesilla «5 tin te ro , todo de hierro. Estas prensas merecen la mayor aceptación de los impresores qne las están usando , tanto en esta corte como fuera de ella; siendo uno de los ramo» que mal ocupa el establecimiento.

Bfiscu/a decimal para pesar desde una libra basta cien arrobas de una vez; este sistema ba »ido adoptado en todas las aduanas del reino y construidas en este taller. La espe- ricncia ha acreditado sos ventajas. Se verifican los grandes pesos, sean 6 no volum inosos, con la m ayor prontitud , comodidad y precisión.

En algunas aduanas fueron bastante remisos en adop­ta rlo s , porque se ballabán mejor ron .el sistema antiguo de rom anas que obedere dócilmente al que la maneja. Si se ge­neralizase su uso, se evitarla lo mucho que hoy dia se de­frauda á los compradores de carbón, lefia etc.

Planchas para ropa, para sombrero» y sastre». Al prin- ‘cipio «le m ontado el establecimiento, lo» revendedores oxi- glan no se pusiese en ellas la m arra de M adrid , pero des­pués de algún tiempo, y cuando la esperlencla ha demos­trado que cu naila ceden á las mejores planchas ingleses; la marra de M adrid se estampa cu ellas y en tollas las obras que salen de los talleres.— Hornilla» Ai h ierro para fogones. Las hay de lodos tamaños y figura.' au empleo es no solo una gran economía de combustible ú til al inquilino, por lo que reconcentra y conserva el calórico; sí que también una economía al propietario porque hace de una vez el gasto cu los fogones que duran mas que el edificio.

Adornos de hierro colado. 1.a limpieza, finura y delira­do dibujo están á la vista del público inteligente.

El establecimiento se dedica también á objetos agríco­la»: la m aestra de ello es un orado á la Dombaatlc.

Se construyen también en los talleres de los Señores Bo- naplata prensas hidráulicas y de husillo de la presión de 10,000 arroba» la» hidráulica», y de 9,000 arroba» la» de husillo. I-i» ventíja» de cita» prensa» »obre la» que se lian usado basta el d ia , principalm ente para la esiraccion del aceite, oslan al alrancchasfa de los personas menos instru i­das. Basta considerar la insuficiencia de las antiguas prensas para el aceite, llamadas vigas, que cuestan mas que las pren­sa» hidráulica»; ocupan un lugar diez veces mayor; emplean m ayor núm ero de hombre», y producen menos aceite.

El único inconveniente que presentaba el empleo de las prensas hidráulica» era la dificultad de encontrar quien la compusiese en el caso de un accidente cualquiera. Este in ­conveniente ba desaparecido con las nucvaaqirensas de h u ­sillo con rueda» dentadas, mus económicas que las hidráu­licas que se están construyendo en su fábrica, y cuyo me­canismo es mas sencillo. Sabemos que dichas prensas no se lian presentado en la esposiclon por la poca disposición del local para pesos tan considerables, pues hubiese sido preciso hacer csravacione* en el p o rta l, único punto á propósito para colocarla.

O tra de las industrias nuevas que distinguen la Exposi­ción actual es la de las bujias esteáricas denominadas de la E strella , adoptadas generalmente en los países estran - jenos, y que ba sido introducida y planteada en España p o r

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414 S E M A N A R I O P I N T O R E S C O E S P A S O L .

«1 Señor B e rl, consocio y discípulo del S r. M illy, que fu i quien tupo aplicar en París al alum bra do común loa ú lti­m os adclanlamienlos de la ciencia. M r. B e rl, trasladando 4 M adrid su fabricación en el año actual bajo el patrona­to y con la denominación de una compañía española, lia hed ió un servicio positivo 4 la industria nacional, y 4 la comodidad pública; pues no puede negarse que las bujías ústciricas de su fábrica (calledel G obernador, núm ero 26) que conoce ya y lia adoptado generalmente la buena sociedad de M adrid , tienen sób re las ordinarias y aun sobre las de «era U n grandes ventajas, que se palpan 4 prim era vista, cuales so n : 1 / la m ayor duración que ninguna o tra ; 2.a qne no necesitan despavilarse; 3.a que no dan tu fo ; 4.a que *»o se corren cuidando de no ponerlas a l paso del a ire ; 5.a q u e no manchan los muebles n i ropas; 6.a que adquieren cada dia m ayor b lancura en lugar de perderla , y 7 . a que dan constantem ente una lúa igual y brillante.

De todas estas ventajas puede ya atestiguar el conside­rab le núm ero de familias que las usan con gran satis­facción, y nosotros m ism os, que hemos tenido lugar de com pararlas con las de la fábricas de P arís , podemos ase­g u ra r sin repugnancia, que esta es una de las pocas indus­tr ias que eu su im portancia no ha sufrido el mas mínimo menoscabo, y que las bujías de la Estrella madrileñas son absolutam ente idénticas 4 las que con el mismo titu lo usa generalmente la población de París.

E n el abundante aparador presentado en la Exposi­ción, puede el publico enterarse de la h laurura , de la igual­dad , consistencia, y varias dimensiones de dichas bujías fa­bricadas en M adrid ; las hay de 3 , de 4 , de 5 , de 6 , y de 8 en libra , grandes para iglesias, cirios, rabos de coche Ac. todas Iguales en ro lo r y calidad ; también las hay pintadas d e colores, y ron arm as y cifras elegantes impresas en ellas; ú ltim am en te , al lado del ya d irbo aparador de producloa, puede enterarse el público del ingenioso mecanismo y tra ­bajo científico que gradualm ente sufre la m ateria primera en esta fabriracion hasta quedar convertida en hermosas bu­jía», p o r haber tenido Mr. Hert. la esceleole idea de presen­ta r un pequeño escaparate en que se observau clara y dis­tintam ente dirima trámites.

Esta útilísim a mejora del alumbrarlo com ún , esobra de hace poros años, y se debe principalm ente 4 las inves­tigaciones científicas del sabio M r. C bcvreuill, que reduci­das 4 práctica luego merecieron á la fabrica de París gran­des premios y recomendaciones de parle del Gobierno y de los cuerpos científicos. Ij compañía española qne repre­senta el Sr. B erl no es menos acreedora á toda considera­ción por haber enriquecido con esta útilísima fabricación la industria nacional, y vemos con placer que el buen aentido público ha hecho ya justicia á esta gran mejora adoptándola generalmente toda la buena sociedad de la co rte , como sucederá sin falta en los establecimientos pú­blicas, y casas particulares con notable aum ento de como­didad. En cuanto a l precio todavía sigue al de 8 rs. li­b ra , que es menos que la cera con m ayor duración y ven­tajas; pero a u n entendemos que podrá d ism inuir alguna cosa, y á poco que sea vendrá á generalizarse del todo, tan to mas cuanto que según tenemos entendido en la mis­ma fábrica se vuelven 4 com prar los cabos con muy ligera rebaja del precio de las bujías.

El mismo Sr. Herí ba presentada también en la Ex­posición un baño de vapor po rtá til, de su invención, ofre­cido p o r el au to r al hospital general de M adrid; este u ten­silio merece llam ar la ateuciou del público, por su grande u tilidad y sencillo mecanismo, y araso mas adelante ofre­ceremos á nuestros lectores un dibujo de é l con su des­cripción.

También ba presentado M r. Berl o tro producto cien-

lífico é in dustria l, cual es u n charol ó barniz compuesto con la goma elástica ó rnulc/iutu, que nos ha parecido po­derse aplicar con ventajas á las lelas de sedería, curtidos» papeles pintados y aun robre las p in taras y m etales, por rener la circunstancia de no ra ja rse , 4 causa de la elasti- tidad. (Se fonlúiuareS.)

D E L H A M O S E L I B 3 E H Í A E 3 Í E S P A Ñ A .

■í^-zciwitntsoo dias pasados p o r recreo el surtido mercado de la plaza madrileña, y adm irando su abundancia ru ido y movimiento , ocasionados por el eslraordinario consumo de artículos m andúcatenos, que es de costum bre eu estos dias venerandos; viendo cruzar por todas parles la grotesca falange de labriegos y motos de esquina, de cocineros y sirvientas, cargados de sendos cajones de dulces, enormes barriles de vinos, y vivientes y cacareadoras manadas de aves de p lum a; dcuuuciando aquellos á la posteridad en gruesos rótulos los nombres de los dichosos i quie­nes iban dirigidos; oscilantes estos de la envidia y tentación tle la cuidadosa ama de casa, ó el llanto y pataleo del chi­quillo antojadizo; huyendo, en fin, déla ridicula parada de fi­guras de barro de la plazuela de Sla. Cruz, y tropezando en la infernal bataola de los laoiltorcs y rabeles, panderetas y chicharras de la Plaza, (rústica orquesta pasto ril, capaz de ir r ita r al mismo niño-Díos nacido en Belén,) bullimos de d a r con nuestra asendereada persona en el estrecho ban­quillo de una de nuestras librerías afam adas, cuya soledad y desamparo formaba perfecto contraste con la animación anterior. Y como nuestra imagiuaciou tiene la mala cos­tum bre de no sosegar, plantóse de u n salto en medio en medio de las dos mas grandes capitales de Europa, 4 donde en días semejantes liemos tenido ocasiun de observar u s t s - pccl4culo análogo, si bien mas im portante con motivo de los estrenos de añ o , 6 regalos mútuoa que se hacen la* fa­milias en tre sí.

Pero allí el estómago no aparece tan déspota, y de n in­guna manera redam a un privilegio esclusivo; pues salvo algunos niños golosos, ó algunas melindrosas dam as, que dan la preferencia á los primorosos artificios de las confi­terías, á los pasteles de l'crigord ó 4 las trufas de la Pro­venza; la mayoría de los ciudadanos reparte sus ahorros, y diversifira su* obsequios ron toda clase de objetos, desde la mas rica lela, mueble y joyería, basta el precioso juguete 6 el capricho fantástico de la m oda; por eso el movimiento industrial y m ercantil llego 4 tan asombrosa suata en tal ocasión, que dudarían nuestros lectores si les hiriéramos un cálculo aproximado, ó una descripción del magnifico apa­rato que osientau duran te u n mes tiendas y almacenes.

U no de los objetos que con rason lleva la preferencia de los estrenos, es el ram o de lib re ría , en térm inos que puede asegurarse que no bay familia ni individuo que ya para obsequio, ya p o r propio uso, no adquiera alguno 6 a l­gunos de los primorosos libros, qne ven la luz pública con esta ocasión, ya de nuevos viajes, poesías, novelas, lóslo­rias & c.t ya de las antiguas y mas apreciadas del público, unas y o tras bellisimamcntc impresas y adornadas de lá­m inas, y encuadernadas con p rim or: sobre to d o , el ram o de A lm ana ip its , \A¡hura, de |m úsica, Puestas, y obras pin­torescas son objetos que ponen en circulación muchos mi­llones. Con lo cual, al paso que el cuerpo y los sentido» tie­nen muchos y positivos goces, también el alm a recibe au equitativa ración.

A hora b ien , decíamos nosotros ¿porque esta anomalía en que el pueblo mas sobrio, de la Europa aparece tan es- clusivamcntc ocupado del alim ento m aterial, en la ocasiot^ que otros (que p o r cierto no le descuidan) reparten su

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S E M A N A R I O P I N T O R E S C O E S P A Ñ O L . 415

atención en tre lo» sentido» y potencia»? — La» causas de esta al parecer contradicción eran m uy larga» de eaplayar, y no» llevarían algo lejo» de la Plaza y aun de la librería; pero acortando rienda» 4 la im aginación, quisimos fijarnos particu lar inri te en noa de esta» causas, cual ea la escasez de nuestra in dustria ; y coutrayéndola aun mas S nuestro propósito, no pudim os menos de detenernos an te el descui­do de nuestras librerías, que salta roas & la vista en estaocasión.

A la verdad, es de adm irar, que ni la m in ia de las imi­taciones que se ha apoderado de todo» los españole», ni el estim ulo de los otros comercios, ni la justa probabilidad de la ganancia, haya despertado en uno siquiera de las especu­ladores en este ram o la idea de ofrecer 4 la pública curio­sidad con m otivo del ailo nuevo, libro» de agradable lec­tu r a y elegante form a, propio» para hacer uu obsequio; es­tam pas, álbum ó memorias (yaque el calendario, el libro mas popular, y de que puede sacarse m ayor utilidad, tiene todavía el dichoso privilegio de permanecer estancado en medio de esta sociedad libre que corre que vuela.) Pues ira­d a es sin embargo mas c ierto , tan to que si en el momento que esto escribimos lubieram os ncceiidad de buscar un li­b ro , aunque fuera antiguo, encuadernado con lu jo , 4 buen seguro que lo hallásemos cu uinguna de las librerías de M adrid.

¿Tan escaso es, se dirá, el ingenio de nuestro» literatos, ta n menguado el valor de nuestro» artista» que nada nue­vo pudieran ofrecer al ínjeres publico en esta ocasión? Nada menos que cao, y en la lista que luego insertarem os de a l­gunas obras uuevas y originales publicadas en el trancurso del presente año , se echan de ver mucha» que pudicrau ad o rn ar muy bien la biblioteca del lite ra to , el locador de la dam a, ó la cartera del estudiante. ; C uín tas , adema», no saldrían 4 luz diariam ente »i el trabajo del hombre de le­tra» fuera una ocupación dignamente recompensada, »1 si- quicra tuviera probabilidad de encontrar quien se encar- g t r a de sup lir lo» gasto» necesario» para su publicación!

Muchas y poderosa» son las causa» para que el ram o de lib rería esté tan decadente riltre nosotros, y entre ellas merecen gran consideración la» generales 4 todo ram o de comercio, 4 saber; las circunstancias política» de la nación, y su aislam iento mercantil respecto de las demás de E uro­p a y A m érica: pero hay otras mas materiales y peculiares 4 este ram o de industria, y estos ton; la estrcmaila carestía y mala calidad del papel del país, y la indolencia y falla de arrojo de los editores 6 libreros.

Estos, (con m uy tijeras esccpcioncs, que nos complace­mos en reconocer) son p o r lo general tan escasos de cono­cimientos literarios y mercantiles, tan m aquino» cu su cál­cu lo , que apenas se atreven 4 hacer obra alguna de su cuen­ta , ó si la aceptan es por un precio que no merece el nom­bre de t a l : igual roraquindez preside luego 4 la impresión de la o b ra , y hasta para darla la publicidad y circulación conveniente; y la ven impasibles c ria r polvo y polilla en los estantes, m ientras que un especulador ex tranjero , 6 «le alguna provincia industriosa, se la reim prim e suhrecti- d am en te , y llena con ella los mercados de España y Amé­rica. Esto mismo suele succdcrle al pobre .au to r cuaudo allegando ahorros y ocupando su ¡majmation indebidamen­te con cálculos y guarismos, se determ ina 4 hacer po r su cuenta la im presión; tan to mas cuanto que carece de las relaciones mcrcaiililc» del librero.

En esta causa p rinc ipa l, pue», es donde hay que bascar la razón de nuestra escasa de publicaciones; en la falta de editores diestros, intclijenles y arrojados para estim ular al ingenio, y buscar salidas 4 sus productos. El público (dígase lo que se quiera,) uo está ya tan indiferente como estaba pa­r a com prar libros, siempre que los libros merezcau su apro­

bación ó lleguen por lo mena» ¿»'»noticia, pero nuestra» lib re­ros de nada menos que de eso se cuidan, y acaso uo hay uno solo que tenga un cat4logo completo de su surtido, n i cor­respondencias bien establecida» con los de las provincias, y de América, donde se habla nuestra lengua: ni noticia de la mayor parle de las uuevas publicaciones, ni ta rto para apreciar las obra» que se les propongan ni la im portancia respectiva de los autores.

Si todoesto^tuvieran, lanzaríonsc confiadamente en nueva empresa», faó*rcrcrian al iugenío de los au tores, 4 la ilus­tración del pueblo y 4 su ínteres particu la r; y ejemplo existe en M adrid de alguno mas determinado, que contra­yéndose en sus ediciones 4 un solo ram o de la literatura, lo ha levantado lo suficiente para darle cierto b rillo , y despertar el interés de muchos jóvenes que antes hubieran, pordioseado el favor de que les imprimiesen gratis sus pro­ducciones. Y ellos y el público, y el editor de que habla­mos tienen motivos ja r a estar abora satisfechos. Y deci­mos ralo con tanta m ayor franqueza , cuanto que no es e l ram o que cultivamos, y que uo buscamos n i debemos nin­gún favor de esta clase al dicho editor.

O tros liemos visto en el extranjero hacer .g randes for­tunas ron la reimpresión de obra» españolas, que encuen­tran abundante salida en F rancia , Alemania y todas laa A m eritas, si bien no pndrian luchar con la preferencia que naturalm ente tienen la» ediciones tic. lias en España, si e»la* fuesen nía» conocidas.

S in embargo de esta decadencia, y para concluir con una observación que a l poso que consoladora para nuestra lite ra tu ra , sirva de ronlrslaciou 4 la supuesta carencia a b - solula en que nos creen lo» extranjeros, (lodo , repelimos, por la falla de movimiento m erranlil de nuestra lib rería , y por nuestra tenaz y mal calculada modestia,) term ina ro­mo* c»le articulo con una nota que huno» formado estrsc- tando del lloletin ItihJiogrdfieo solo una pequeña parle da la» publicaciones nueva» verificada» en el curso del año que acala , y que seguramente ju ran de seiscientas, cu tre las cuales hay mucha» obra» im portante» de política, legis­lación, ciencias exacta», y naturales, historia, viage» y be­llas letra». En dicha nota uo hemos hecho alto mas que e n algunas de las originales, pues si hubiéramos de detener­nos en las traducciones, seria alargarnos demasiado; y eso que bien lo merecen obras lau im portantes como la E nci­clopedia universal moderna , E l Mu.<eo general de p in tura . E l Mundo ó H istoria de tollos tos pueblos; E l Universo pintoreteo ú P anoram a un iversa l. E l Panteón literario, los Diccionarios de historia n a tu ra l, de M edicina, de Teo­logía, y las obras de los Sres. T'hiera. Q u izo !, M iguel, L a s-c a sa s , Rom ey, Sism ondi, y de todo» los novelista» contemporáneos, de que solo la» infatigables prensas d e Rarcclona, podrían sum inistrarnos un largo catálogo.

Todo e s to , las reimpresiones que también se han he­cho en e»te año do nuestros clásicos, C enantes , M ariana, Qurvedo &c. adornadas muchas de ellas con gran cantidad de grabados, y la larga lista de publicaciones periódicas, políticas y literarias, pueden verlo nuestros lectores deta­lladamente en el ya citado B oletín liiiHugrd/ieo, uno de lo* pocos periódicos que cum plen exactamente con su objeto, jr que por lo tanto no dudamos en recomendarle» ( l ) , y dice bien 4 las claras que este movimiento del ingenio y de U pública curiosidad solo necesita el impulso de la industria m ercantil p r a adqu irir la ¡inporlaucia que la ilustración j la riqueza nacional reclaman.

Y' por cuanto rale artícu lo que empezamos entre d u l­ces mentiras, viene 4 concluir con verdades amargas. (i)

( i ) Sale cada quine« di»». S* Misaril* cu la fibrana Europea, ca­lle de U Montera, á razón de a reales al «*■'-» y so al año.

-------- — « r lO M é — -------

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416 S E M A N A R I O P I N T O R E S C O E S P A Ñ O L .

V O T A S I AXGUWAS O BHAS O B IO IV A L II ,PUBLICADAS ES FX ASO DE |S «I.

( E l objeto que hem os llevado a l fo r m a r esta nota d continuación del artículo anterior, claro se echa de ver que no es tanto e l hacer un pomposo alarde de! estado de nues­tr a litera tura , cuanto e l ofrecer d u n golpe de vista Ias noticias necesarias d aquellos de nuestros lectores que por convidan, por dar la m oda , i por capricho, quieran esco­ger alguno de estos libros nuevos con que obsequiar d sus deudos ó amigos en los principios de a ñ o , en vez de! choco­late ó m a ra p a » •, 6 mezclado con ellos, que es m a l fila n ­trópico. )EL DIABLO MUNDO, paeipa por I). J. de Eipronceda. Im­

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AVENTURAS DE U .\ ELEGANTE, d ías coslun.brri dcoga- Co, por D. E. de C. Varo. Librería de la liúda de Jordán, calle de Carretal.

CATECISMO POLITICO DE LOS NIÑOS, por D. M. B.A |fo irre. Librería de Huir.

LECCIONES DE LITERA TURA ESPAÑOLA, por D. A. Lina.Librcri4.dc Gutierre», calle ile U Abada.

ROM ANCES HISTORICOS , por D. A. Saaredra , duque dePira». Librería de lla.ola.

ENSAYOS POETICOS , de D. S. Bermude. de Cauro. En .1 Gabinete literario,' eallo del Príncipe.

GEOGRAFIA EN LAMINAS Y MAPAS. Li! lie d r Carretas.

MANUAL DE LAS ESCUELAS DE FARBULOS. En la Im­prenta Nacional.

ann1« »LA.KT lJ' í*1 Je !»• Sanloi Airare«. Librería de Boíl. BIBLIOTECA DE ESCRIBANOS , por D . M. 0 , t ¡ . de ZúBig».l ibrería de Jordán.S S K * * - ■ — “ • > -

P̂ OLES• 6 EFEMERIDES DE LA GUER-. KA U > IL. Librería de ILii*.

. Librería de San», ca-

P R IN C IP I O S D E G R A M A T IC A G E N E R A L , p o r D . S . ü . d ,M a d ra ra . D e p ó iila de o b r . i d e ed u cac ió n , calle de Carretal.

B IB L IO T E C A D E T O C A D O R . L ib re r ía d e P a r . ca lle M a y o r . C U E N T O S H IS T O R IC O S Y L E Y E N D A S P O P U L A R E S , p o r

D on G . R itra rrò l . i r ra íla g a . L ib re r ia de B ui«.LA IS L A D E C U B A P IN T O R E S C A . P o r D . J . M . d e A n d o n a .

L ib re r ía d» B o i« .C O L E C C IO N D E T O D O S L O S T R A T A D O S C O M P L E T O S

D E J U R IS P R U D E N C IA V A D M IN IS T R A C IO N , p o r Ü . F , de V erían*« . L ib re ría de H io l . calle de C a rre ta l.

D IC C IO N A R IO F R A S E O L O G IC O E S P A Ñ O L -F R A N C E S p o rD o n A. R o to n d o . L ib re ria E u ro p e a , ca lle d e la M o n tera .

N T E V V L E Y A G R ARIA , p o r D . D . G ira ta le« A lom o. L ib re ­r ía de l l r u n , calle M ot o r.

F.L T E M P L O D E A M N O N O I .O S E M IG R A D O S , p o r el n iitn in a u tn r . E stab lec im ien to tipográfico , ca lle del S o rd o .

B IB L IO T E C A J U D I C I A L , p o r D . M . O . d e Z ú flig a . L ib re ríade J o rd á n .

E L L IB R O D E L O S A L C A L D E S , p o r e l m itr a n , idem . E S V F .R O Y A L M E D O R A . p o em a , p o r D . J - M . M a u r i . L ib ra ­

r ía d r S u jo . ca lle de Carretal.G U IA D E L O S S O C IO S D E M IN A S . P o r ü . J o ié L loare* y

G míe«. I . ib r r r i» ile I) . L . , calle de Carretal.E L E M E N T O S D E D E R E C H O C I V I L Y P E N A L DF. E S P A ­

Ñ A . p o r I) . P . G uate« de I» S e rn a , y D . J . M- M .m ta U .n . L ib re ría d r M artirio» . -

P E N S A M IE N T O S S O B R E L A H A C IE N D A D E E S P A Ñ A , p o r D o n M . A lo m o y C an illo . L ib re r ia K u ro jiea , c a lle *1« I» M o n -im .

D IC C IO N A R IO P O E T IC O E S P A Ñ O L , p o r i ) . A . E Z . L i ­b re r ía d r C u c i ta , ra l le M ay a r. ,

P O E S IA S A N D A L U Z A S , p o r D . T . R o d rig u e « B u b l. L ib re r ía d r Caramilla . calle d e C arre ta« . * „

F E B R E R O , N O V IS IM A M E N T E R E F O R M A D O , p u r D . r .G a r r í , G -ite n a , x l>. J . .A * u i r r e . L ib re ria de lin t» .

C O L E C C IO N R E C O R T E S D E C A S T IL L A Y L E O N . p o r laA r a d , , , , ; , , | r | , [ l i t to r ia . L ib re ria de S u jo , calle de Carretal.

E L I .M I M O S D i: E C O N O M I A P O L I T I C A , p o r D . A . 1 'lo r ia E n r e d a l - u p ,» ,, , , -Ir p a r a n e , e o l le 4 e lu le d o .

E L M IN E R O E S P A Ñ O L . L ib re r ia d r S a jo .L E Y E N D A S , p u r II . J . Navarro y S u rre » . I - .b re r l« de S .n » ,

Calle de C a r re ta ,.P O E S I AS C A B A L L E R E S C A S Y O R IE N T A L E S , p o r D . J . A ro-

In i. L ib re r ía d r C allrja i.T E O R I A DK L A S IN S T IT U 6 J O K S J U D I C I A L E S , por D , M.

S ta ta i l.oaano E n la m iim a lib re r ía .M I SEGUNDO V IA J E A E U R O P A E N 1840 y I 8 J I . L ib re ­

r ía de S o jo , r a l le d e C a r re ta l.H IS T O R IA L E G A L D E E S P A Ñ A , p o r i ) . D . J . M . M an re ía

Sancite« . G ab in e te lite ra rio .P O E S IA S D E D . G . R O M E R O L A R R A Ñ A G A . L ib re r ía de

S an« , calle d e C a r re ta l. „ .E L E M E N T O S D E P R A C T IC A F O R E N S E , p o r D . M . O t t . a

de Z t i í l i i v L ib re r ía de J o rd a n . . r .H IS T O R IA D E LA C IV IL IZ A C IO N E S P A Ñ O L A , p o r D. E .

d e T a p ia . L ib re r ía de C u n ta . calle M a ja r .P R I N C I P I O S D E L A L E N G U A C A S T E L L A R A , p o r D . P .

M artin e» Lope«. L ib re r ía d e C alleja .C A R T A S P O L IT IC O -E C O N O M IC A S D E C A B A R R U S , m e­

d i . . . h a n . e l d ia . L ib re r ía d e P » « . c a lle M ayor. D IC C IO N A R IO M E D IC O V U L G A R , p o r D . A . R . G u e r ra . L i -

I I I S T O R I A L E * L A R F J E N C IA D E L A R E IN A C R IS T IN A ,p o r 1). J. F . P a c h e c o L ib re r ía de C u n ta , calla M ay o r,

LA B R U J A . E L D U E N D E V L A IN Q U IS IC IO N , p o em a b o r in e » p o r D . E . de T a p ia . L ib re r ía d e L oca la , ca lle

D ^ S T C O N S E R V A C IO N D E L A S C A R R E T E R A S , p e rD o n R . d e l P in o . L ib re r ía de So jo .

S A B , novela o r ig in a l p o r la « B o r i ta D o». G e r t ru d . i G om e» de A vellaneda. L ib re r ía d r l le rm n in , cali«'

R E C U E R D O S D E V IA J E P O R F R A N C IA Y B E L G IC A E N181 0 y 1 8 4 1 , p o r el C u rio ao P a r la n te . Im p re n ta d e L a r g a i , calle d c T n ia a U , __________ ____________ __

Se ruega d ios señores suseritores de las provincias cuya sussrieion ha terminado, se sirvan renovarla con tiempo en la s m ism as librerías ó administraciones de correos, donde hoyan hecho la an terior, con el f in de que no experimenten retraso en e l r e d »0 de. los números. •

1841. __________F i N » E X T O M O D E

MADRID: LMPRENTA DE LA VIUDA DE JORDAN E HIJOS.