todos los nombres. jose natanson

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Domingo, 01 de diciembre de 2013 EL PAIS › OPINION Todos los nombres Por José Natanson Asistimos a lo que el politólogo francés Bernard Manin llama una “metamorfosis de la representación”, un cambio profundo del lazo que une a quienes eligen con quienes deciden. Para Manin, la representación ya no descansa, como antes, en divisiones fuertes de clase, pertenencia social o adscripción religiosa, que fueron el germen de los grandes partidos de masas del siglo XX, ni tampoco en motivos familiares, esas “herencias ideológicas” que se transmitían de generación en generación y que se rompían sólo en ciertos momentos, como en la Argentina de los ’70, cuando muchos jóvenes contestatarios de clase media se hacían izquierdistas o peronistas para desafiar edípicamente a sus padres conservadores o gorilas. Pero no nos desviemos. Lo que quiero plantear es que la transformación del vínculo representativo, un fenómeno de alcance mundial que se manifiesta de manera diferente en cada país, implica un cambio formidable en los partidos políticos, que ya no funcionan como un reflejo más o menos mecánico de la estructura social y que asumen en cambio formas amplias y fluidas. Convertidos en dispositivos atrapa- todo, desideologizados y lábiles, los partidos son como adolescentes hiperhormonados compitiendo por los favores de las chicas de la clase. Porque la contracara de esta transformación partidaria es una ciudadanía cada vez más independiente y autónoma (veleidosa, freudianamente histérica), una nueva presencia ciudadana que decide el voto ya no en base a lealtades partidarias arraigas históricamente sino a partir de la “oferta electoral” que se le presenta y que se sustenta sobre todo en la imagen de los candidatos que proyectan los medios de comunicación. Una ciudadanía que se comporta como un “consumidor exigente” (la expresión es de Pierre Rosanvallon) que mira y compara y recién después elige. Politólogos como Isidoro Cheresky, Marcelo Leiras, Andrés Malamud y Diego Reynoso, entre otros, han estudiado estos cambios en la

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Domingo, 01 de diciembre de 2013

EL PAISOPINION

Todos los nombres

PorJos Natanson

Asistimos a lo que el politlogo francs Bernard Manin llama una metamorfosis de la representacin, un cambio profundo del lazo que une a quienes eligen con quienes deciden. Para Manin, la representacin ya no descansa, como antes, en divisiones fuertes de clase, pertenencia social o adscripcin religiosa, que fueron el germen de los grandes partidos de masas del siglo XX, ni tampoco en motivos familiares, esas herencias ideolgicas que se transmitan de generacin en generacin y que se rompan slo en ciertos momentos, como en la Argentina de los 70, cuando muchos jvenes contestatarios de clase media se hacan izquierdistas o peronistas para desafiar edpicamente a sus padres conservadores o gorilas.

Pero no nos desviemos. Lo que quiero plantear es que la transformacin del vnculo representativo, un fenmeno de alcance mundial que se manifiesta de manera diferente en cada pas, implica un cambio formidable en los partidos polticos, que ya no funcionan como un reflejo ms o menos mecnico de la estructura social y que asumen en cambio formas amplias y fluidas. Convertidos en dispositivos atrapa-todo, desideologizados y lbiles, los partidos son como adolescentes hiperhormonados compitiendo por los favores de las chicas de la clase. Porque la contracara de esta transformacin partidaria es una ciudadana cada vez ms independiente y autnoma (veleidosa, freudianamente histrica), una nueva presencia ciudadana que decide el voto ya no en base a lealtades partidarias arraigas histricamente sino a partir de la oferta electoral que se le presenta y que se sustenta sobre todo en la imagen de los candidatos que proyectan los medios de comunicacin. Una ciudadana que se comporta como un consumidor exigente (la expresin es de Pierre Rosanvallon) que mira y compara y recin despus elige.

Politlogos como Isidoro Cheresky, Marcelo Leiras, Andrs Malamud y Diego Reynoso, entre otros, han estudiado estos cambios en la representacin, la ciudadana y los partidos, y han llamado la atencin sobre algunas de sus consecuencias: la territorializacin de las organizaciones partidarias, que ya no son unidades nacionales sino confederaciones precarias de caciques y estructuras locales; la des-bipartidizacin del sistema poltico, que entre 1983 y 2001 concentr algo as como dos tercios de los votos en las dos grandes fuerzas polticas pero que a partir de ah estall en mil pedazos; y el ascenso de los lderes de popularidad como verdaderos organizadores de la competencia poltica en el contexto de una democracia de audiencia.

La produccin politolgica, sustentada en investigaciones cuantitativas y todo tipo de anlisis, viene siguiendo de cerca estos cambios. Agregar aqu un ngulo ms: el repaso por el nombre de los partidos polticos, es decir la denominacin elegida para presentarse ante el electorado, que a simple vista puede parecer un aspecto secundario pero que creo puede ayudar a ilustrar algunas de las transformaciones que estn ocurriendo.

Veamos.

Yo me llamo...A la hora de elegir sus nombres, los partidos de masas del siglo XX apelaban a cuestiones institucionales (Unin Cvica Radical, Partido de la Revolucin Institucional, Comit de Organizacin Poltica Electoral Independiente), religiosas (Partido Demcrata Cristiano), de clase (Partido Justicialista, Partido de los Trabajadores), ideolgicas (Partido Comunista, Partido Socialista, Partido Socialdemcrata, Partido Conservador) o sutilmente ideolgicas (Partido Comunista Congreso Extraordinario).

Esto ha cambiado, y las fuerzas polticas adquieren hoy denominaciones mucho ms variadas. Se nota, en primer lugar, la intencin de conjurar, desde la eleccin misma del nombre, uno de los principales males de poca: la desafeccin poltica, en el sentido de la creciente distancia, teida de escepticismo y desconfianza, entre gobernantes y gobernados. As, en un contexto en el que el mundo poltico aparece como algo sucio, un reino de lo tctico separado de la vida cotidiana de las personas, un espacio plagado de egosmos, oportunismo y corrupcin, los nombres de los partidos apuntan a la idea de un vnculo directo y emptico, una relacin ms transparente entre candidato y elector.

Hay ejemplos diversos, desde los ms neutros tipo Con Fuerza Per, a aquellos con reminiscencias evangelistas al estilo del venezolano Un Nuevo Tiempo, o con ecos de bolero como el peruano Y se Llama Per, y otros de apelaciones ms directas, como el boliviano Movimiento sin Miedo, aliado y luego enfrentado a Evo Morales, y el venezolano Alianza Bravo Pueblo, o casos locales como Unin por Todos, de Patricia Bullrich, o Valores para mi Pas, de la conservadora Cynthia Hotton.

En este camino, los nuevos partidos no le temen a los juegos de palabras a travs de siglas rebuscadas, como el Movimiento Integracin Latinoamericana de Expresin Social, es decir Miles, de Luis DEla, la Alianza Pas de Rafael Correa, donde pas se forma a partir de patria altiva i soberana, el jujeo LyDER (Libertad y Democracia Responsable), los colombianos MIRA (Movimiento Independiente de Renovacin Absoluta) y ALAS (Alternativa Liberal de Avanzada Social) o el asombroso ejemplo venezolano de Piedra (Partido Independiente Electoral Democrtico de Respuesta Avanzada).

El contexto poltico, mucho ms fluido y dinmico, permite que frentes y partidos cambien de denominacin de una eleccin a otra, con un sentido de inmediatez, de poltica instantnea que hace que muchas veces los nombres de las organizaciones respondan a las necesidades puntuales de una cierta coyuntura, lo cual es bastante lgico si se considera que muchas de ellas dejarn de existir antes de la prxima eleccin. Es interesante comprobar, por ejemplo, que en momentos de crisis se apela a nombres que transmitan una cierta idea de dinamismo y a veces hasta se llega al punto de recurrir directamente al verbo, como el Podemos (Poder Democrtico y Social) del boliviano Jorge Quiroga, el fujimorista Vamos Vecino (luego rebautizado S cumple) o el tambin peruano Avancemos. El caso ms claro en Argentina es el fallido Recrear para el Crecimiento, fundado por Ricardo Lpez Murphy para las elecciones de 2003.

No hay que ser muy sagaz para detectar detrs de estas denominaciones coloridas las tcnicas de la publicidad y el marketing poltico. Y sin embargo ocurre que los creativos, incluso los ms talentosos, tambin tienen un lmite, y entonces a veces las ideas se repiten, como sucede con el partido ConFe (Consenso Federal), formado en las elecciones bonaerenses del 2009, y el Partido Fe, creado por el Momo Venegas para los ltimos comicios. Como sea, la publicidad gana espacios. Y se entiende: si una marca y su logo conforman un dispositivo semntico que permite a los consumidores identificar fcilmente y comprar un cierto producto, parece lgico que se utilicen tambin para ganar elecciones, en un camino que va del pionero RA utilizado por Ral Alfonsn en 1983 al MI de Martn Insaurralde en la ltima eleccin (como sugiere Javier Trmboli, el paso de la idea de Repblica Argentina al pronombre personal singular dice bastante acerca de la evolucin de nuestra democracia en los ltimos 30 aos). Pero si de marca se trata, probablemente el caso ms ntido sea el PRO de Mauricio Macri, creado desde sus inicios como una marca que integra el color amarillo y el logo de play a su sinttico nombre.

Por ltimo, sealemos que el ascenso de las personalidades como nuevos ejes de la poltica tambin se refleja en los nombres de los partidos, a veces de manera automtica, como en el caso del Partido Roldosista Ecuatoriano, en referencia al ex presidente Jaime Rolds, o del Partido de la U, un desprendimiento del viejo Partido Liberal colombiano creado por el ex presidente Alvaro Uribe. Algunos pases, entre ellos Argentina, prohben asignar un nombre propio a una organizacin poltica, lo que seguramente explica que el peronismo no se llame peronismo. Pero hay formas de sortear estos escollos, y ninguna personalizacin alcanza el extremo del frustrado intento de un grupo de radicales de la provincia de Buenos Aires de lanzar la candidatura presidencial de Julio Cobos con la creacin del partido... Cobos (Consenso Bonaerense Social).

Medios y finesComo se infiere de los ejemplos citados, el fenmeno implica diferentes pases y es transversal a las ms variadas tradiciones ideolgicas, porque es el reflejo de una mutacin general de la poltica en la cual los partidos son junto con la personalidad de los candidatos, su imagen en los medios, las propuestas programticas, etc. slo un dato ms del proceso electoral: desempean un rol instrumental, y sus nombres se adaptan a ello. Y en este sentido una ltima reflexin: a veces las fuerzas polticas eligen denominaciones que refieren a un objetivo, en general abstracto y ambicioso, tipo libertad, repblica, igualdad, etc. En algunas ocasiones el fin es menos ntido, como ocurre, por ejemplo, con el Frente para la... Victoria. Y en unos pocos casos el nombre alude a un procedimiento, como sucede con Unen, escrito en una curiosa segunda persona (quines los unen? el electorado? el Gobierno? para qu exactamente los unen?). Pero este curioso desplazamiento de sentido no es solo opositor: la dimensin procedimental es tambin la frmula de Unidos y Organizados, la articulacin de fuerzas no pejotistas que respaldan al Gobierno, otro caso ilustrativo de que a veces el nombre puede ser el recurso del mtodo.

* Director de Le Monde Diplomatique, edicin Cono Sur.

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