"tierras ignotas" relato i
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Barahir se incorporo y retrocedió alejándose del saliente de roca por el que había estado
contemplando el abismo de allá abajo. Volvió con paso firme a donde estaban el resto
de sus compañeros a excepción de Gwydeon que hacia guardia en las lindes del bosque
presto a avisar al resto de cualquier peligro que pudiera venir de los campamentos que
rodeaban la explanada de tierra baldía, que en 1 kilómetro la redonda, separaba la
fortaleza natural del Cráneo, principal puerta de entrada al reino enano de Maix, de laoscuridad del bosque y que constituia el objetivo clave de todas aquellas tropas de
orcos acantonadas en derredor para acabar con los enanos de la montaña.
- Nada, imposible de escalar o descender por ese maldito barranco. No tenemos ni
cuerda suficiente ni la pared de la ladera es apropiada. La humedad hace que la tierra
este floja y acabaríamos todos despeñados en el fondo del río.
Habían recorrido durante un mes las estepas salvajes casi sin comida y agotados por los
continuos combates en una loca carrera para llegar cuanto antes a la montaña que
constituía el reino del enano que tantas veces les obligo a seguir para adelante cuando
todo parecía perdido y ahora que estaban a medio kilómetro escaso, resultaba que era
imposible llegar hasta allí. Cuando la avanzada compuesta por los dos elfos informo al
grueso que una miríada de campamentos orcos de todos los tipos rodeaban los accesosal Cráneo por todo el bosque separados por escasos metros y patrullados con
regularidad, no vieron mas que confirmados sus peores presagios. Desde que en las
entrañas de la fortaleza de Puerta de Seffeld descubrieran aquel mapa en el que se
dibujaban la disposición de las tropas que comandaba Ser Ulvar, vieron que una de las
lunas ocupaba un lugar primordial en la montaña del bosque de Seffeld e
inmediatamente temieron que después del atroz viaje, no llegasen a tiempo para ayudar
a la gente de Maix. Este extremo había quedado descartado cuando Gwydeon y Eldar
les informaron de que aun no se había realizado el asalto (es mas, parecía como que los
enanos de la montaña no supiesen nada de lo que habitaba allá afuera) lo que fue una
sincera alegría entre los corazones de los compañeros, pero en la medida en que se
fueron dando cuenta de que se trataba de un asedio comenzó a crecer en su interior
aquel sentimiento de duda, no mucho peor que el de no haber llegado a tiempo. Ahora
que habían llegado hasta allí no se les podía escapar la montaña. Por ello habían
continuado el viaje hasta el límite mismo del bosque, lugar donde una pequeña lengua
de hierba y arbustos rodeaba todo el precipicio que uno de los ramajes del río había
horadado a través de los siglos. La sensación de desasosiego fue aun mayor cuando
salieron de la protección de las ramas de los árboles al claro de donde se podía
contemplar en todo su terrorífico esplendor el cráter de la montaña de Seffeld,
emergiendo de las mismísimas entrañas de la tierra dentro del circulo que formaban las
capas erosionadas por el vía fluvial que durante años había formado una estrecha foz
que atravesaba todo el bosque.- No queda otra solución que intentar rodear el río y probar por la entrada oriental.
- Demasiado tiempo Mormigail- Maix se mostraba cada vez mas nervioso ante lo
acuciante y desesperante de la situación- Hay que avisar cuanto antes a mi gente de lo
que habita entre estos árboles o no estaré tranquilo. Además, seguramente la situación
en el otro lado sea similar.
Mormigail sabia que el cabezón enano estaba en lo cierto, pero el era de los que opinaba
que mientras hubiera una posibilidad era conveniente no jugarse el pellejo atravesando a
hurtadillas un ejército que no dormía por las noches. Por otra parte él también ardía en
deseos de llegar al Cráneo y poder hablar con aquellos hombres que habían añadido el
símbolo de Uth a su pendón de guerra Galbadita. Acababan de llegar a aquel claro del
bosque que formaba la antesala del amenazante precipicio cuando sus ojos se posaronen el águila dorada que ondeaba indómita y orgullosa en lo alto de la piedra con forma
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de calavera que los enanos llamaban el Cráneo. Sus propios sentimientos de rechazo
hacia aquella insignia se fueron mezclando con otros mucho más profundos y terribles
cuando aquella vocecilla tan irascible comenzó a nublarle la razón. Quiso apartar la
vista de la tremolante tela pero ella le volvió a insistir en que mirara, que recordara, que
odiara… Fue en ese instante cuando lo vio. Un símbolo extrañamente familiar adornaba
de forma extravagante el pecho del águila imperial galbadita y su atormentadaconciencia de repente obvio los requerimientos de la negra espada y retrocedió
automáticamente a la época de paz y sosiego vivida aquel año en Insula Magica,
rodeado de libros en la magnifica biblioteca de los magos, que habían conseguido
escapar de la censura galbadita. Fue entre aquellos tomos de todos los tiempos de la
sabiduría humana, donde pudo recopilar información acerca de los antiguos dioses y
recordaba perfectamente el símbolo de cada uno de ellos. Aquel sello torpemente
pintarrajeado en la bandera galbadita no era otro que el del dios del bien. Por fin sabía
que no estaba solo.
- Yo estoy de acuerdo con el enano- Era el consumido lanoi quien expresaba su opinión
esta vez- No hemos llegado hasta aquí para ahora retroceder. Debemos atravesar las
líneas enemigas a sangre y fuego e intentar llegar como sea hasta la vanguardiagalbadita. Si es cierto que los orcos quieren pillar desprevenidos a los enanos, no
asomaran el morro de entre los arbustos.
- Compañeros, no hemos de perder la paciencia. Ya se que veis el final al alcance de la
mano pero no podemos hacer las cosas a las bravas. Yo también se que Venturia arde en
llamas y a pesar de que tengo el corazón abrumado por la desazón no me puedo dejar
llevar por los instintos. Hemos de pensar dejando a un lado lo que sienten nuestros
corazones. No vale con atravesar al galope el campamento enemigo y ver si la suerte
nos sonríe. Hemos visto cosas que la mayoría del mundo desconoce. Portamos la espada
de Nock y esta, os lo aseguro, no admite distracciones- el gesto de Maix se nublo un
poco- Si fracasásemos en nuestra misión nada podría parar a Yihask y ningún reino, ni
humano, ni enano, ni elfo, viviría para contarlo.
Sorprendentemente algo se movió muy rápido en el bosque. Era Gwydeon que hacia
señas sus compañeros para que se escondiesen mientras trepaba a un árbol.
Afortunadamente, pensó para si mismo el clérigo mientras ajustaba uno de los virotes al
canalillo de la ballesta, el cadáver de Drad se encontraba a cierta distancia junto con el
corcel con el que conocieron al ágil elfo, hacia ya tres semanas a la altura de las
murallas. Al de poco tiempo, justo debajo del haya en el que se había guarecido el mas
adulto de los dos elfos aparecieron 4 criaturas olisqueantes de pelaje pardo y apariencia
canina. A pesar de sus fauces y colmillos andaban erguidas y vestían toscas armaduras
de escamas. Mormigail ajusto la punta de la flecha para que coincidiera con la cabeza
del más grande de ellos mientras se concentraba para ralentizar las pulsaciones que sehabían multiplicado en cuestión de segundos desde el aviso del elfo. Afortunadamente
un tordo salio asustado de entre la maleza y tras unos momentos de aparentes y muy
molestos reproches desaparecieron por donde habían venido. Habrían tardado un poco
más en levantarse, pero Eldar con la voz ahogada, interpelo al resto para que dirigieran
sus miradas hacia el puente. El enano se levanto como un resorte del suelo y se acerco al
límite del precipicio para contemplar la escena, pero aun así su vista era lo
suficientemente deficiente como para observar con total detalle la escena que se sucedía
en aquellos precisos instantes sobre el magnificente arco de piedra natural que unía la
montaña con el Cráneo. Finalmente fue el joven príncipe elfo el que contento de tener
su dosis de protagonismo, comenzó a describir la escena en la que las puertas de la
montaña se habían abierto de par en par para dejar salir a una curiosa y más queinquietante comitiva de las entrañas del poderoso volcán.
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- ¡Por todos los diablos que pueblan Malignia! Son enanos pero les acompañan tres
humanos, uno de ellos con túnica roja. Los enanos son 4. Uno lleva en sus manos dos
hachas y la cabeza calva con barba blanca o grisácea. Dos van recubiertos de acero
hasta las narices y no diferencio sus facciones, aunque uno de ellos es mucho más
grande que el otro. El último es rechoncho y va sin armadura. Porta una especie de
báculo.- Nato, Urur, Brottor y Takik. No hay duda- el otro príncipe se frotaba nervioso y a la
par angustiado, la cara con los sucios dedos de la mano izquierda- El primero es nuestro
consejero de comercio, es el que se encarga de las relaciones con Galbadia. Los otros
dos son soldados, el jefe de tropas Urur y el capitán de la guardia del puente Brottor. El
último en cambio debiera de ser mi padre, pero solo hay un enano que llevaría un palo
en vez de un hacha, el consejero real- se levanto de sopetón de entre los matojos- Hay
que entrar cuanto antes en la montaña ¡Tal vez consigamos que nos abran las puertas si
vamos ahora mismo!
El impetuoso e irreflexivo caballero del krensar se dirigía ya hacia el linde del bosque
cuando un penetrante olor a azufre inundo las fosas nasales del precavido grupo. A la
mente de todos ellos vino la figura del joven dragón negro que habían divisado díasatrás mirando a lo alto entre las hojas de los árboles y cuando levantaron la mirada al
cielo casi con abatimiento para ver como su final se precitaba desde los cielos, se
quedaron desconcertados cuando lo único que vieron fue un radiante sol y apenas
alguna almidonada nube en todo el firmamento. Fue Maix, que se había adelantado
previamente unos metros hacia el bosque, el primero que exhalo un apagado grito de
advertencia cuando hubo dirigido su mirada y atención hacia el grupo de compañeros; e
hizo, igualmente, que el resto se diesen la vuelta al ver como el gesto angustiado de
éste los traspasaba hacia su retaguardia. Todos echaron más o menos con igual celeridad
las manos a las armas cuando vieron a Mormigail postrado bajo la musculosa figura de
un ser de aspecto perruno que se mantenían sobre las dos patas. Sus fauces eran
alargadas y bien provistas de colmillos; con las orejas puntiagudas, rectas, mirando
hacia el cielo y un gran espadón descansando a su espalda. Pero había algo más en aquel
inesperado cuadro. A medida que avanzaban las centésimas de segundo y el can bípedo
no hacia señales de querer moverse de su enhiesta posición con los antebrazos cruzados
al pecho y la mirada fija en el diacono de la guerra, el movimiento de los filos saliendo
de las vainas se detuvo y comenzaron a escuchar un murmullo de palabras, que puesto
que la impresionante figura humanoide mantenía las fauces apretadas, debía de provenir
de la mismísima garganta del santón venturita. Gwydeon, que había llegado a la altura
del grupo, tranquilizo a Eldar obligándole suavemente a guardar el largo cuchillo élfico
que sujetaba fuertemente contra la parte baja de la espalda a la altura de las lumbares y
con las palmas de la mano indico al resto que hicieran lo mismo y que se tranquilizasen.- Magia divina. Lo ha convocado cuando seguíais a Maix hacia el bosque.
La voz del apuesto elfo se había convertido en menos que un susurro. Mientras, las
palabras que emitía la boca de Mormigail, fueron llegando paulatinamente a los oídos
del resto del grupo, incluyendo a los del príncipe enano que se había vuelto a unir al
grupo olvidando momentáneamente sus propios impulsos familiares. Se dieron cuenta al
instante que este no estaba hablando en ninguna lengua que conociesen y que la
conversación se parecía mas a una letanía que era contestada a veces por el enorme
canido. En una de estas, el feroz aparecido simulo una sonrisa dibujada a lo largo de sus
alargadas fauces y el clérigo se levanto ceremonialmente sin mirarle a la cara. Acto
seguido el venturita se giro y se dirigió a Maix.
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- Dime una contraseña que utilicéis habitualmente en la montaña y él se encargara de
comunicárselo a alguno de tus hombres de confianza, pero entended que todo tiene un
precio y que me acaba de pedir por su colaboración las riquezas de un rey.
Gwydeon cruzo los brazos sobre el pecho y ladeando la cabeza como solía hacer casi
siempre, afilo la mirada como si estuviera preguntándose algo, luego se volvió hacia el
zarrapastroso príncipe enano.- No se si serán las de un rey pero se pueden construir varios castillos con lo que acarrea
mi abnegada montura. Habrá que buscarla donde dejamos el cuerpo de vuestro
compañero. Espero no tengáis inconveniente de que vaya a buscarlo con Eldar mientras
habláis con él,- señalo al lamparconte- si los gnols se vuelven a cruzar en nuestro
camino verán mas nuestros ojos que…
El elfo fue apagando la voz al ver que el resto del grupo asentía con la cabeza y parecían
no objetar nada, incluso el afilado y suspicaz lanoi no pareció prestarles atención.
Ambos elfos se alejaban ya camino del bosque cuando el barbudo enano comenzó a
dirigirse al clérigo. Sus pasos resonaron sigilosos en la maraña de zarzas y helechos que
les cubrían hasta las rodillas y el rostro contraído por la angustia se torno de apremiante
necesidad mientras volvía una y otra vez la mirada hacia el saliente de roca que recreabael mismísimo rostro de la muerte.
- Rápido Mormigail! Que vuele como un pájaro y que advierta a mi gente! Que
resuenen las gargantas de mi nación en las infinitas cavernas y repiqueteen los escudos
contra las armaduras! Que protejan al rey, mi padre, contra la viperina lengua de esa
taimada criatura de la oscuridad que viste de rojo y que me mate a mi si quiere, con tal
de salvar a mi pueblo!!!- La mirada de Maix había perdido su brillo de aspereza y
adquirido un leve destello enajenado de terribles consecuencias para todos. Por vez
primera desde que lo oyera en los cuentos de la infancia de su malhadada madre,
Mormigail el diacono pudo ver, en los abismos de los irises encendidos del enano, la
mirada del berserker que arrojaría al mundo al caos y llamaría a una nueva época de
héroes y contiendas; de sangre y vida. Mormigail el sacerdote volvió la vista al emisario
de los dioses que había acudido a su desesperada llamada y volvió a pronunciarse en
aquella sagrada lengua que solo los más diestros entre los monjes venturitas conseguían
aprender. El idioma escrito en las tablas del amanecer.
Mientras se concentraba en recordar cada epígrafe de las formulas que constituían aquel
códice primigenio, se encontró con los ojos del espartano soldado lanoi que en su
terrosa mirada de suplica clamaba piedad por los suyos dentro de aquella osamenta de
piedra. La responsabilidad volvió a caer como una losa sobre la conciencia del adalid
que portaba la negra espada y por unos instantes su enfado torno en acero y su cansado
cuerpo en templanza. El lampancorte giro levemente su perruna faz y escudriño con
intensidad manifiesta los perfiles de la roca tras la que se escondían 20 fieles soldadosde Galbadia y 4 enanos mal acompañados. Sus luminosos ósculos se volvieron a clavar
en la cabeza siempre gacha del diacono de la guerra y hablo con voz profunda y
hermosa.
- ¿A cual de ellos clérigo de Karhas?
Esto ultimo, lo pronuncio el celeste ser en el idioma del imperio, por lo que el monje
venturita no tuvo mas que mirar al impaciente enano para que este comenzara una corta
pero peliaguda valoración acerca de cual de los hombres que se encontraban en el
puente seria mas proclive a asimilar las palabras del extraño ser lupino y poder contener
la furiosa lengua de “víbora” y la tozudez del consejo enano. Sin duda alguna el más
cerebral de los 4 era Takik, pero a pesar de ser el mayordomo y fiel consejero del rey
sabía que muchas veces actuaba de manera muy independiente. Además, su posición fuecrucial a la hora de aceptar el acuerdo con Galbadia. Brottor le caía bien, pero apenas
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pintaba nada fuera del baluarte que vigilaba el puente sobre el desfiladero. Urur era
parecido a Brottor, hombres curtidos en la batalla y conscientes de la responsabilidad
que pesaba sobre sus espaldas, pero aun siendo miembro del consejo enano no lo veía
capacitado para mantener una postura enfrentada a la de Takik y mucho menos aun a la
de su padre. Nato en cambio era un Manodepiedra., la familia a la que pertenecía el rey
que derrotara su padre y estaba seguro, que de poder enfrentársele en cualquier liza, aunsiendo política, lo haría gustoso, esto sin contar que al ser el responsable de las
relaciones comerciales con Galbadia, había tenido que vivir en sus carnes muchos de los
desmanes que los orgullosos oficiales imperiales dispensaban con manifiesta
despreocupación a los emisarios enanos en el pueblecito costero de Skankel…
- Nato. Lleva dos hachas y la cabeza afeitada. Que diga que le envía su príncipe, o si lo
prefiere, aquel que le arranco mientras dormía una de sus muelas- El enano rebusco en
una de sus pequeñas sacas- Toma, dale esto a modo de prueba- Maix lanzo una pequeña
pieza de plata que el lamparconte capturo ágilmente entre sus garras y que cuando las
abrió, refulgió con destellos argénteos a la luz del sol. Era una prótesis dental enana de
indudable calidad. El de la strige torció el morro y volvió la cabeza hacia el volcán-
Espero no arrepentirme de esto si es que llegamos a sanos y salvos a la montaña.Los inteligentes ojos marrones del cobrizo ser celestial se clavaron por vez primera en
los del clérigo que le había llamado.
- Cumple nuestro deseo y tendrás lo acordado ¡Ve ahora y libéranos de la pena que
atenaza nuestros corazones!
La misteriosa y calma figura agacho levemente parte de cuerpo para desaparecer antes
de que se hubiera vuelto a erguir del todo. Todos, a excepción de los dos elfos que se
habían perdido entre las nudosas hayas que les rodeaban, miraron hacia la roca que
separaba el puente de piedra del claro en el bosque y quedaron expectantes, meros
testigos de un hecho insólito. Todos menos Mormigail se preguntaban que estaría
pasando en aquellos momentos detrás de la calavera de piedra mientras que este último
estaba demasiado consternado para distraerse en otra cosa que no fuera lo que acababa
de conseguir. Había convocado a un ser de los cielos, había conseguido que su voz se
escuchara mas alto que las montañas y las nubes. Había rozado con las mismísimas
yemas de los dedos los atrios del hogar de su propia y terrible divinidad. Se había
comunicado en un idioma desaparecido de la faz de la tierra que antaño solo le valía
para hablar mal de los demás sin que le entendiesen… Fue el destino o la casualidad la
que le indujo a malgastar tantas horas de estudio en algo a priori baldío de interés
practico y que además enojaba de sobremanera a su propio padre. ¿Y si lo hizo porque
odiaba a su padre, por qué a este no le interesaban lo mas mínimo los códices de las
tablas del amanecer? ¿Que era todo aquello? ¿Quién les observaba desde el cielo y
porque? En medio de la quietud producida por el interés de oír cualquier sonido lejanoque llegase desde la inquietante roca, un escalofrío recorrió la espalda del portador de la
espada y este se giro instintivamente presa de un súbito temor. Afortunadamente lo que
vio enfrente era la sonriente cara de los dos elfos de los bosques orientales de Estivalia y
su rucio zaino arrastrando la improvisada parihuela que servia de provisional mortaja a
su difunto compañero kaladita. Gwydeon reclamo la ayuda de su partener en aquella
historia y juntos liberaron al caballo de una, más que aparente, pesada carga. El mayor
de los elfos se agazapo en torno a la boca de las pesadas alforjas y miro hacia su interior
con gesto un tanto aburrido.
- Me pregunto para que querrá toda esta chatarra allá arriba- cogió con las dos manos
los bordes de una de las alforjas y la inclino hacia delante desalojando parte del
contenido. Pronto el tapiz verde de helechos se había cubierto con monedas de oro yplata y muchas y variadas piedras de todos los colores y tamaños.- ¡Jades, jazmines,
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rubíes y diamantes! Las semanas que yo e compartido con vosotros no fueron tan
sustanciales. En fin, siento mucho que tengáis que sacrificar tanta riqueza. Al menos ha
servido para algo más que para vino y mujeres.