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A través del análisis de los procesos de negociación para la incorporación del género en la política de tierras (Ley 30 de 1988 y Ley 60 de 1994), se evidencia cómo operaron las representaciones de género que encarnaron diferentes agentes (organizaciones campesinas mixtas, organizaciones de mujeres campesinas, funcionarios y funcionarias estatales) en el posicionamiento de los intereses de las mujeres rurales frente al acceso a la propiedad de la tierra y en los logros que alcanzaron. De manera más precisa, se visibiliza cómo la construcción y las elaboraciones simbólicas que los agentes encarnan sobre los roles de hombres y mujeres campesinos han sido determinantes en el tipo de reconocimiento formal y de hecho del derecho a la propiedad de la tierra.

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TIERRA Y GÉNERODilemas y obstáculos en los procesos

de negociación de la política de tierras en Colombia

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MARÍA FERNANDA SAÑUDO PAZOS

TIERRA Y GÉNERO Dilemas y obstáculos en los procesos

de negociación de la política de tierras en Colombia

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Reservados todos los derechos© Pontificia Universidad Javeriana© María Fernanda Sañudo Pazos

Primera edición: Bogotá, d. c., octubre de 2015isbn: 978-958-716-870-9Impreso y hecho en ColombiaPrinted and made in Colombia

Corrección de estilo:Lorena Iglesias

Diagramación:Nathalia Rodríguez G.

Diseño de cubierta:Sandra Staub

Impresión:Javegraf

Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin autorización por escrito de la Pontificia Universidad Javeriana.

Editorial Pontificia Universidad JaverianaCarrera 7 n.° 37-25 oficina 1301 Edificio LutaimaTeléfono: 3208320 ext. 4752www.javeriana.edu.co/editorialBogotá, d. c.

Sañudo Pazos, María Fernanda, autoraTierra y género: dilemas y obstáculos en los procesos de negociación de la política de tierras en Colombia / María Fernanda Sañudo Pazos. -- Primera edición. -- Bogotá : Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2015.

182 páginas ; 24 cmIncluye referencias bibliográficas (páginas 171-180).ISBN: 978-958-716-870-9

1. POLÍTicA dE TiERRAs - cOLOMbiA 2. cAMPEsinOs - AsPEcTOs sOciALEs - cOLOMbiA. 3. REFORMA AGRARiA - cOLOMbiA. 4. TEnEnciA dE LA TiERRA - cOLOMbiA. 5. MUJEREs En EL dEsARROLLO RURAL - cOLOMbiA 6. MUJEREs RURALEs - AsPEcTOs sOciALEs - cOLOMbiA. I. Pontificia Universidad Javeriana.

CDD 333.31861 edición 21

Catalogación en la publicación - Pontificia Universidad Javeriana. Biblioteca Alfonso Borrero Cabal, S.J.

inp. Septiembre 29 / 2015

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A mis padres, Benjamín e Inés, y a mis hermanos, Ángela, David y Benjamín, a quienes agradezco todo

el apoyo incondicional que me brindaron para llevar a buen término este proyecto.

A las mujeres de las organizaciones campesinas (AnMUcic, AnUc-UR, FEnsUAGRO), quienes

atentamente me brindaron sus valiosos testimonios sobre su participación en los procesos estudiados.

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ContenidoIntroducción 15

Representaciones de género 24

Representaciones desde la perspectiva de Bourdieu 25

Aproximaciones conceptuales a las representaciones de género 34

Las representaciones de género desde una perspectiva bourdiana 38

Representaciones de género y la noción de campos 40Representaciones de género y acceso a la tierra 40El campo de la política de tierras y las representaciones de género 43

La configuración del campo de la política de tierras en Colombia 50

Acumulación de la tierra, estructura de la propiedad y clases sociales rurales 52

Guerras de independencia y estructura de la tenencia de la tierra 54

Los albores de siglo y la consolidación de la agricultura empresarial 58

Institucionalización, evolución y consolidación del campo de la política de tierras 62

Los conflictos agrarios y la configuración del campesinado como agente 62

Negociación alrededor de los conflictos por la tierra 65

Las reformas agrarias de los sesenta 68Tierra, violencia y origen del conflicto armado 68El Frente Nacional y los conflictos agrarios 70Las reformas agrarias de los sesenta y la inclusión

del campesinado como agente de negociación 73Pacto de Chicoral y la contrarreforma agraria 79Desarrollo Rural Integrado: reforma agraria en entredicho 81

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Las representaciones de género y su mediación en la negociación de la Ley de Reforma Agraria 30 de 1988 88

Género y mujeres: un espacio en la política y en la movilización social 89

La política para la mujer rural de 1984 89Las femócratas y la incorporación del género en la planeación

del desarrollo rural 92La AnMUcic, agente clave en la negociación de la política de tierras 95

La negociación y puesta en marcha de la reforma agraria (1986-1990) 101

El contexto de la negociación 101La reforma agraria en un contexto de transformación del sector

rural 102

La negociación de la incorporación de las medidas de género en la política de tierras 104

Los agentes, habitus y representaciones de género 104

¿Cómo operaron las representaciones de género en la negociación? 119

Representaciones de género y negociación de la Ley 160 de 1994 126

Los procesos que condicionaron la negociación 128Las implicaciones de la Ley de Reforma Agraria 30 de 1988

para el trabajo organizativo de la AnMUcic 128La formulación de la Constitución de 1991 132El deterioro de la guerra y los efectos sobre la población rural 134Impacto de la guerra en las mujeres rurales 137Reforma agraria en un contexto de implementación del modelo

neoliberal 140La formulación de la Política para Mujer Rural de 1994 143

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El proceso de negociación de la ley de reforma agraria 160 de 1994 144

La construcción y negociación entre agentes de una contrapropuesta al Estado 144

La negociación para la incorporación de las medidas de género 146

¿Con quiénes negociaron?: los actores, sus habitus y representaciones de género 149

Consejo Nacional de Organizaciones Agrarias e Indígenas 149Agentes estatales 153La negociación dentro de la organización 155

¿Cómo operan las representaciones de género en la negociación? 157

Conclusiones 164

Bibliografía 170

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Siglas

anmucic Asociación Nacional de Mujeres, Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia

anuc Asociación Nacional de Usuarios Campesinosanuc-ur Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, Unidad y Reconstrucciónapen Asociación Patriótica Económica Nacionalbid Banco Interamericano de Desarrollobm Banco Mundialcedaw Convención sobre la Eliminación de Toda Forma de Discriminación

Contra la Mujercna Coordinación Nacional Agrariacepal Comisión Económica para América Latina y el Caribeconaic Consejo Nacional de Organizaciones Agrarias e Indígenas de Colombiaconpes Consejo de Política Social y Económicadnp Departamento Nacional de Planeacióndri Desarrollo Rural Integradoepl Ejército Popular de Liberaciónfanal Federación Agraria Nacionalfao Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura farc Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombiafenacoa Federación Nacional de Cooperativas Agropecuariasfensa Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuariafensuagro Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuariafmi Fondo Monetario Internacionalica Instituto Colombiano de Agriculturaiica Instituto Interamericano de Desarrollo Ruralincora Instituto Colombiano de la Reforma Agrariaincoder Instituto Colombiano de Desarrollo Rural. Reemplazó desde 2002 al

incORA.onic Organización Nacional Indígena de Colombiaonu Organización de las Naciones Unidaspcc Partido Comunista Colombianopcml Partido Comunista Marxista Leninistapnr Plan Nacional de Rehabilitaciónpnud Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

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sac Sociedad de Agricultores Colombianossintradim Sindicato Trabajadores del incORA

sisma Red Nacional de Mujeresunifem Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujerunir Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria

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Introducción*

En opinión de los más importantes estudiosos de la cuestión agraria de Colombia1, la historia de este país ha estado demarcada en gran parte por la evolución del patrón de distribución de la propiedad de la tierra en un territorio determinado (García, 2006). Esta puede ser unimodal, es decir, que la propiedad está distribuida entre medianos propietarios; o bimodal, en la que la mayor parte de las tierras está en manos de pocos grandes propietarios y una pequeña parte de las tierras, en manos de muchos pequeños propietarios. En Colombia, la estructura ha correspondido tradicionalmente con la segunda de estas modalidades. La acumulación de este bien en pocas manos ancla sus raíces en la Colonia. Desde esta época, las élites rurales y urbanas se han apropiado de grandes porciones del territorio nacional mediante una serie de arreglos institucionales y a través del uso de la fuerza. La contraparte de esa situación es que una gran porción de las y los habitantes rurales históricamente han tenido un acceso limitado a este bien (Fajardo, 2000).

El modelo bimodal ha dado lugar a una serie de conflictos que se manifiestan con fuerza entrados los años treinta del siglo xx y que perviven hasta hoy. La presencia de disputas en torno a la tenencia de la tierra ha hecho que el Estado despliegue una serie de estrategias para dirimirlas. En este contexto, se han formalizado escenarios para la negociación de las problemáticas relativas a la estructura agraria. Allí convergen y se posicionan una serie de agentes sociales, quienes, como representantes de las clases sociales que se han ido conformando en las zonas rurales, luchan por la consecución de sus intereses.

Si bien históricamente hombres y mujeres campesinos han ocupado una posición marginal en este modelo, es a los varones a quienes en general se ha privilegiado

* Este libro es producto del proyecto de investigación “Representaciones de género y acceso a la propiedad de la tierra en Colombia”, realizado por la autora en el marco del doctorado en Estudios de Género, de la Universidad Complutense de Madrid, entre 2013 y 2014.

1 Entre ellos cabe destacar a Absalón Machado, Salomón Kalmanovitz, Jesús Bejarano y Darío Fajardo, autores que con sus aportes ayudaron a perfilar parte de la información que se presenta en este documento.

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como sujetos negociadores y, por ende, como los sujetos del derecho a la tierra. Desde comienzos del siglo xx hasta hoy el Estado ha reconocido a los varones campesinos como los agentes2 con quienes en general se deben concertar los asuntos relativos a la tenencia de la tierra (también de la productividad). Para ello se ha valido de una serie de mecanismos (institucionales, legales, políticos y jurídicos, entre otros), mediante los que intenta dirimir los conflictos, y en general son los varones los beneficiarios directos de los acuerdos a los que se llega en el marco de las negociaciones.

Por otra parte, cabe resaltar que tanto la configuración de los varones como sujetos interlocutores del Estado como la capacidad que tienen para integrar los escenarios de negociación son cuestiones mediadas por la lógica androcéntrica (Bourdieu, 2000). La jerarquía de lo masculino sobre lo femenino —es decir, de lo productivo sobre lo doméstico, de lo público sobre lo privado, etc.— opera para que ellos tengan mayores oportunidades de adquirir los capitales3 (en términos bourdianos) necesarios para participar en los espacios de negociación, posicionar y alcanzar sus intereses.

En cuanto a las mujeres, habitualmente han estado al margen de las negociaciones y de los beneficios que de estas se desprenden. Y digo habitualmente porque aun siendo reconocidas como sujetos de derecho, en el marco de las últimas leyes de reforma agraria, ellas enfrentan discriminación y una serie de factores que les impiden ejercer efectiva-mente sus derechos. Ahora, cuando son tenidas en cuenta (como agente negociador y sujeto de beneficios), es porque son percibidas (y, también se perciben a sí mismas) según las representaciones que se ajustan a los significados y sentidos que lo femenino adquiere bajo la lógica androcéntrica. Al respecto, Facio (1997) observa cómo en el marco de las políticas sociales, por ejemplo, “las mujeres son tratadas explícitamente a propósito de la familia o la sexualidad, es decir de ámbitos propios de lo privado” (p. 45).

En relación con lo anterior, cabe destacar que es durante la década de los ochenta cuando en Colombia, como en otros países de la región, los estados auspician la participación de las mujeres en la formulación de la política de tierra4. Este proceso está directamente conectado no solo con la incorporación del enfoque de género en la planificación del desarrollo rural, sino con el favorable panorama político nacional,

2 En términos bourdianos, se entiende como agentes a los sujetos que encarnan una serie de habitus en virtud de la clase social a la que pertenecen, los cuales no solo condicionan las formas y maneras en que interpretan la realidad, sino que determinan sus prácticas. Es importante resaltar que los agentes, además, se configuran en relación con la impronta de la lógica androcéntrica, sobre la que Bourdieu hiciera tanto énfasis en su libro La dominación masculina (2000).

3 Corresponden a los medios, capacidades, recursos, etc. que un agente tiene para participar en un campo, posicionar y avanzar en sus intereses.

4 Como política de tierras se define la serie de decisiones que el Estado toma para dirimir los asuntos y conflictos relacionados con la estructura de la tenencia de la tierra en Colombia, así como las acciones concretas (leyes, políticas públicas, programas) para dar vía a estas decisiones.

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Introducción

que, bajo la tutela de las directrices emitidas por instancias de cooperación al desarrollo (principalmente FAO, cEPAL, UniFEM), perfila la situación y problemáticas que enfren-tan las mujeres rurales como aspectos que deben incorporarse a la agenda política5.

En este contexto surge un agente que en los años siguientes será clave en las nego-ciaciones de las leyes de reforma agraria y en la incorporación de las medidas de género como ejes transversales de las decisiones y acciones gubernamentales. Hablamos de la Asociación de Mujeres Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia (AnMUcic). En esa asociación confluyen mujeres rurales de todo el país que, como parte de organiza-ciones campesinas mixtas que reivindican su derecho a la tierra, no encontraron los espacios para posicionar sus problemáticas particulares o no eran reconocidas como actores políticos. A través del apoyo estatal y de alianzas establecidas con femócratas6, la AnMUcic va adquiriendo paulatinamente una serie de capacidades (capitales) que le permiten articularse a los espacios de negociación y avanzar en el posicionamiento de los intereses particulares de las mujeres con respecto a la propiedad de la tierra.

Sin embargo, ellas debieron enfrentar una serie de obstáculos, no solo para in-tegrarse a las negociaciones y participar de manera efectiva en la concertación de la política de tierras, sino también para plasmar adecuadamente sus intereses. No se puede desconocer que los logros obtenidos7 han sido significativos8, pero en la tarea de posicionar sus demandas en la agenda política, las mujeres rurales afrontaron el rechazo, no solo de sus pares hombres, quienes no las reconocían como sujeto político con capacidad de incidencia en la política de tierras; también de las comunidades, porque en estas se consideraba que sus luchas iban en contra de los principios fa-miliares o de la lucha del campesinado como sector; y otro tanto de funcionarios y funcionarias de instancias gubernamentales, quienes, en general, consideraban a los varones como el sujeto de la reforma agraria.

En los estudios llevados a cabo por León y Deere (1994, 2000, 2004) y Meertens (2000) para el caso de Colombia, se hace referencia a la serie de condicionantes que las mujeres deben enfrentar para ejercer su derecho a la tierra. Las autoras reconocen

5 El gobierno propicia procesos organizativos de mujeres en las zonas rurales del país y, a través de ellos, fomenta su participación en la negociación de las últimas leyes de reforma agraria: Ley 30 de 1988 y 160 de 1994.

6 En este estudio definimos como femócratas a las mujeres, feministas o sensibles al género que, haciendo parte del Estado, trabajaban por impulsar la incorporación del enfoque de género a la planeación del desarrollo rural.

7 Entre otros, la titulación conjunta a la pareja y la priorización de mujeres cabeza de hogar, víctimas de la violencia, como sujetos de reforma agraria.

8 Si se considera que este es un país que legisla de espaldas al campesinado —grupo que en la actualidad corresponden a casi un 30% de la población del país (PnUd, 2011)—, y que, además, no diseña ni despliega las estrategias necesarias para que la igualdad entre hombres y mujeres del sector rural sea un hecho.

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que las causas de esos condicionantes son múltiples, y se pueden dividir en dos grupos. Por un lado están aquellas causas materiales que afectan al campesinado en general, pero que tienen efectos diferenciados en las mujeres, por ejemplo: la concentración de la tierra en pocas manos, situación ligada a la dinámica del conflicto armado; la implantación equivocada de modelos de desarrollo que “no han respondido a las de-mandas y necesidades de los productores rurales con menores dotaciones de recursos y capacidades” (PnUd, 2011, p. 304), y la existencia de una institucionalidad débil, es decir, una infraestructura gubernamental que no puede ofrecer respuestas efectivas a las problemáticas del campesinado en general.

Por otra parte están aquellas causas que, si bien tienen expresiones materiales y son también determinantes y determinadas por las del primer grupo, se ubican en el plano de lo cultural. León y Deere (2004) resaltan cómo la conceptualización sobre el género y el sexo, que se produce en contextos específicos, condiciona de manera importante las posibilidades de las mujeres rurales para acceder a la tierra. En concreto señalan que la existencia de mecanismos de exclusión tiene como base “ideologías patriarcales insertadas en construcciones de masculinidad y feminidad y la división del trabajo por género” (p. 4).

Aunque en dichos estudios se ofrecen pistas para comprender la intervención de lo cultural, solamente se hace énfasis en cómo este aspecto es determinante en la im-plementación de la política de tierras. En cambio, no se suelen abordar los procesos de formulación de las medidas ligadas a dicha política. Según la perspectiva de este libro, además de estar condicionados por los patrones culturales que encarnan quienes los formulan, esos procesos tienen implicaciones efectivas en la realidad social de los sujetos de la política.

Facio (1992) recalca cómo en las exploraciones sobre los efectos de las estrategias estatales para avanzar en la igualdad es clave considerar que quienes participan en la formulación de políticas9 son seres de carne y hueso, personas con actitudes, juicios y preconceptos sobre hombres y mujeres, sobre sus conductas y sus necesidades. Todos estos influyen, en mayor o menor medida, en las decisiones que se toman y en los objetivos de las decisiones y acciones estatales. Este aspecto revela la existencia de una dimensión sociocultural de las políticas, en la que las ideas, valores, actitudes, representaciones e imaginarios sociales de los diferentes actores involucrados se cons-tituyen en marcos de interpretación y producción de sentido (Puello, 2007, p. 83).

En este estudio se plantea que el bajo acceso de las mujeres campesinas a la propiedad de la tierra en parte tiene que ver con los contenidos que fueron

9 Cabe aclarar que este estudio no se centra en el análisis de la formulación, como se explicitará más adelante. La exploración se centró en los procesos de negociación entre agentes que participan en la construcción de la política de tierras.

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Introducción

negociados entre los agentes. Claramente, esa negociación estaría mediada por “un esquema de interpretación del mundo cuyo origen y sustento es la conceptua-lización/construcción social y cultural que se hace de la diferencia sexual y que se constituye en una manera de orientar los comportamientos, las expectativas, las valoraciones, las percepciones y representaciones de hombres y mujeres” (Sañudo, 2003, p. 20). Es decir, por los principios de visión y de acción que, bajo la lógica androcéntrica, son determinantes del tipo de representaciones que se hacen sobre los sujetos sociales, sobre sus expectativas, roles, oportunidades y necesidades.

En este orden de ideas, se considera que tanto el debate como la formulación de la política de tierras en Colombia deben ser procesos entendidos como el producto de la negociación entre una serie de agentes que encarnan tipos de representaciones de género según su lugar en el marco de la estructura de clases, de su pertenencia étnica, de su rango etario y de su configuración de sujetos con género. En esta vía, se propone que estas representaciones influyen en los contenidos que se plasman en la política y, además, se relacionan directamente con las posibilidades que tienen hombres y mujeres campesinos de acceder progresivamente a la propiedad de la tierra.

De acuerdo con lo anterior, en este documento se revela cómo intervienen los significados y sentidos sobre lo femenino y lo masculino que encarnan los agentes que han participado en el debate y formulación de dicha política. Estos no solo in-tervienen en la negociación que se lleva a cabo, sino también en el posicionamiento de los intereses que se persiguen en cuanto al acceso a la propiedad de la tierra y en los logros que alcanzan.

En concreto, el análisis se centra en dos momentos claves: las negociaciones de las leyes de reforma agraria: Ley 30 de 1988 y Ley 160 de 199410. Además de ser producto de la articulación de las mujeres campesinas como agente negociador, ambas leyes incorporaron medidas de género como una de las estrategias para regular el acceso de campesinos y campesinas a la tierra. En sentido estricto, el enfoque estuvo en la negociación para incorporar estas medidas de género.

Según una perspectiva bourdiana, se considera que los agentes que intervinieron en la negociación de estas leyes (funcionarias y funcionarios y públicos, representantes de las organizaciones campesinas mixtas, representantes de la Sociedad de Agricultores Colombianos —sAc—, representantes de la AnMUcic, entre otros) están constituidos por habitus11, cuyas expresiones son las representaciones de género. Así, además de estar

10 A lo largo del texto, presentaremos las referencias de estas leyes haciendo alusión al número y año en que fueron sancionadas porque estas no se han denominado con título específico en los documentos legales emitidos por el Estado.

11 Aunque sobre este concepto se ahondará con profundidad más adelante, cabe destacar que se define como la serie de estructuras socialmente estructuradas “porque implica el proceso mediante el cual los sujetos interiorizan lo social” (Rizo, 2006, p. 1), y estructurantes “porque funciona como prin-

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estrechamente conectadas con la ubicación socioeconómica y cultural de los agentes, las representaciones de género se configuran como los recursos mediante los cuales los agentes dotan de significado a la realidad social. También son guía para la percepción de los otros y otras y guía de sus acciones, en un campo específico, para conseguir un fin particular (Piñero, 2008).

Se plantea, entonces, definir la política de tierras como campo12, dado que esta se consolida como una red de instituciones gubernamentales con prácticas y discursos concretos, cuyo objetivo es regular el acceso a la propiedad de la tierra y los conflictos que emergen en relación con este aspecto. Dicho espacio debe ser considerado como un escenario en permanente construcción, donde se dirimen una multiplicidad de representaciones y en el que se articulan agentes con intereses específicos sobre la tierra y con tipos de capital diferenciado en relación con la clase social a la que pertenecen, al género y a los habitus que encarnan.

La política de tierras debe ser entendida como el espacio social donde se reproduce y refuerza la dominación masculina. Los agentes que encarnan esquemas de percep-ción y disposiciones acuñadas bajo la impronta androcéntrica interactúan en dichos campos para afianzar inconscientemente un orden social jerárquico. De acuerdo con lo anterior, y siguiendo a Arango (2002), la propuesta de Bourdieu sobre el campo ofrece elementos claves para comprender cómo opera la relación entre la dominación de clase y la dominación sexual.

Los agentes son configurados corporal y subjetivamente, a partir de unos esquemas de percepción y apreciación inherentes a la estructura androcéntrica. Y además de encarnar esos esquemas, los agentes participan en los campos de poder e interactúan con otros agentes a partir de las representaciones de género que devienen de tal estruc-tura. Así, las elaboraciones simbólicas y prácticas concretas que los agentes revisten son determinantes no solo para la relación entre ellos, sino para la definición de los objetivos legítimos de una lucha en un campo determinado.

Este estudio es una reconstrucción sociohistórica en clave crítica y con enfoque feminista. A través del rastreo de las condiciones políticas, sociales, económicas y culturales, que han enmarcado los procesos de acumulación de la tierra en manos de unos agentes determinados y la marginalización de otros del acceso a la propiedad, se evidenciará: 1) la relación existente entre procesos de acumulación de la tierra, con-figuración de clases sociales, acceso a capitales y conformación de agentes específicos

cipio generador y estructurador de prácticas culturales y representaciones”. Además de estructura estructurada, el habitus es estructura estructurante, una base a partir de la cual el agente construye sus prácticas y representaciones del mundo.

12 Se entiende ‘campo’ como el escenario en el que se enfrentan unos agentes que encarnan habitus desiguales y que tienen “medios y fines diferenciados según su posición en la estructura del campo de fuerzas…” (Bourdieu, 2007, p. 111).

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Introducción

para la negociación; 2) el surgimiento, institucionalización y evolución del campo de la política de tierras; 3) la producción de principios de visión y de acción de carácter androcéntrico; 4) el tipo de posicionamiento de los agentes en los espacios de nego-ciación, las estrategias que desplegaron, los intereses que perseguían y los logros que alcanzaron, y 5) cómo el tipo de percepciones y apreciaciones sobre hombres y mujeres que encarnaban los actores medió en las negociaciones y en los logros alcanzados.

En esta propuesta se privilegió una técnica de investigación de carácter cualitativo: la entrevista semiestructurada a profundidad. Para la selección de este instrumento se consideró su utilidad para “visibilizar la trama argumental mediante la cual los sujetos sociales explican los eventos vividos o imaginados; el discurso político moral mediante el cual juzgan, valoran, proponen, se organizan o revelan” (Uribe, 2002, p. 15). Bajo un enfoque de género, el uso de esta herramienta no solamente permitió indagar sobre los significados y las representaciones que las y los entrevistados encar-nan (como parte de un género y una clase social), y que pusieron en escena cuando se articularon en el campo para debatir sobre sus intereses, sino también visibilizar cómo la lógica androcéntrica determinó la interpretación de la realidad, de las formas de constitución de la alteridad y del “yo”, y de las necesidades particulares frente a la tierra, entre otros aspectos.

Para el desarrollo de esta investigación se efectuaron 20 entrevistas a mujeres y hombres que participaron directamente en los procesos de negociación de las leyes referidas: 17 de ellas se realizaron en Bogotá y tres más en España, dado que algunas personas clave en el proceso se encuentran exiliadas en ese país. Entre los agentes a los que se entrevistó se cuentan mujeres pertenecientes a la Asociación Nacional de Mujeres, Campesinas, Negras e Indígenas de Colombia (AnMUcic) y a organizaciones campesinas mixtas como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, Unidad y Reconstrucción (AnUc-UR); hombres de las organizaciones campesinas mixtas y la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (FEnsUAGRO); representantes de la Sociedad de Agricultores Colombianos (sAc), y funcionarios y funcionarias del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (incORA), del Ministerio de Agricultura y del Instituto Interamericano de Desarrollo Rural (iicA).

Además de las entrevistas realizadas, fue posible acceder a algunas hechas en el marco de otras investigaciones. En este sentido, extiendo un agradecimiento a Mag-dalena León, Carmen Deere y Germán Cardoza.

Comenzaremos con un capítulo dedicado a la exposición del andamiaje concep-tual que soporta a este estudio. En primer lugar, allí se realizará una aproximación a las representaciones sociales desde una perspectiva bourdiana. Si bien en el marco de los planteamientos de Bourdieu no existe un amplio desarrollo sobre estas, de la mano de los principales conceptos que él traza es posible bosquejar el tema y, además, entender específicamente cómo los procesos de interpretación y simbolización median

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en los procesos de negociación entre agentes en un campo específico y cómo esto, a su vez, determina la producción social de la realidad. Posteriormente, se presentará una aproximación al concepto de representaciones de género. Este se construye, en primera instancia, según algunas propuestas de las teorías feministas y, en segunda instancia, desde las propuestas de Bourdieu. A continuación se desarrollará conceptualmente la relación entre representaciones de género y la noción de campo y, en concreto, del campo que nos hemos fijado analizar: el de la política de tierras en Colombia.

En el segundo capítulo se presentarán los antecedentes de la configuración de la estructura de la tenencia de la tierra en relación con dinámicas económicas, sociales y políticas puntuales. También se analizará cómo de esta relación se desprende la conformación de clases sociales rurales y de los agentes. Estos se posicionan poste-riormente en los escenarios para la negociación de aspectos relativos a la propiedad de la tierra encarnando capitales específicos y diferenciados. Además, se dará cuenta del surgimiento y evolución de instituciones y prácticas mediante las que el Estado busca regular el acceso a la propiedad de la tierra. En este aparte el estudio cubre el periodo que va desde la década de los treinta hasta comienzos de los años ochenta del siglo xx.

En el tercer y el cuarto capítulos se analizarán los procesos de interacción, con el fin de especificar cómo median en estos las representaciones de género. Se abordarán la negociación y la formulación de las leyes de reforma agraria: 130 de 1988 y 160 de 1994. En ambas normas se articuló a las mujeres como sujetos claves de la negociación, y además se incorporaron medidas de género como ejes reguladores del acceso a la propiedad de la tierra. Las indagaciones se centran en este último aspecto. En estos capítulos se comenzará por identificar los factores que permitieron, primero, que la incorporación del género fuera una realidad en la planeación del desarrollo rural de Colombia, específicamente en lo concerniente a la reforma agraria; y, segundo, la aparición de un agente fundamental para que tal incorporación se constituyera en un eje de la negociación de la política de tierras: la AnMUcic. Posteriormente, se evidenciará el contexto en el que se produjo tal negociación; se dará cuenta de los agentes que participaron en esta y se abordarán aspectos relativos a sus habitus, los capitales y las representaciones de género encarnadas. Finalmente se mostrará cómo operaron las representaciones de género de los agentes en los procesos de negociación de ambas leyes, en especial con respecto a la incorporación del género como eje para el acceso a la propiedad de la tierra de hombres y mujeres.

Por último, se presentan las principales reflexiones que surgieron en torno al aná-lisis de los resultados. Esperamos se constituyan en puntos de partida para futuras investigaciones sobre temas relativos a la relación entre género y acceso a la propiedad de la tierra.

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Este libro fue compuesto en caracteres Adobe Garamond e impreso en papel marfil, en el mes de octubre de 2015

en Bogotá, d. c., Colombia.

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