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CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA 1 CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA AFORTUNADAS "Nos espera el Océano que fluye en derredor de la tierra: las campiñas, busquemos las feraces campiñas y las islas afortunadas, donde la tierra cada año hace entrega de Ceres sin haber sido arada y sin haberla podado florece siempre la viña; renueva sus brotes también el ramo de olivo gris sin nunca frustrar esperanzas, y el higo morado engalana el árbol en el que nació; mieles manan de la hueca encina… otras muchas maravillas, además, contemplaremos felices: cómo ni el Euro lluvioso erosiona los campos con aguaceros continuos, ni las fértiles simientes se abrasan en la gleba seca, equilibrando los dos extremos el rey de los celestes moradores". Horacio, Épodos y Odas, trad. de Vicente Cristóbal López. "Hay quienes opinan que más allá de éstas están las Afortunadas y algunas otras, entre las cuales el mismo Seboso, que expresó también las distancias, asegura que junonia dista de Gades 750.000 pasos y que a otros tantos en dirección al Ocaso están Pluvialia y Capraria; que en Pluvialia no hay más agua que la de lluvia; que a 250.000 pasos de éstas se encuentran las Afortunadas enfrente del costado izquierdo de Mauretania en el rumbo de la octava hora de sol, que se llaman Invalle por su suelo ondulado y Planasia por su aspecto, que el contorno de Invalle es de 300.000 pasos y que en ella crecen árboles de una altura de ciento cuarenta pies. Juba averiguó sobre las Afortunadas lo siguiente: que también están situadas bajo el Mediodía cerca del Ocaso 625.000 pasos de las Purpurarias, de suerte que hay que navegar por encima del Ocaso 250.000 pasos y a continuación se busca el Orto durante 375.000 pasos; que la primera, sin rastro alguno de edificios, se llama 'Ombrion'; que tiene entre los montes un pantano artificial y unos árboles parecidos a la cañaheja de los que se obtiene agua exprimiéndolos, de los negros amarga y de los más blancos agradable de beber; que la segunda isla se llama “Junonia” y en ella hay un templecillo construido únicamente con una sola piedra; que muy cerca está la isla menor del mismo nombre y a continuación viene Capraria plagada de grandes lagartos; que a la vista de ellas está Ninguaria que ha recibido este nombre por sus nieves perpetuas, cubierta de nubes; que la más cercana a esta se llama "Canaria" por la cantidad de canes de enorme tamaño, de los cuales le trajeron dos a Juba; que en ella aparecen vestigios de edificaciones; que, si bien todas abundan en cantidad de frutas y de aves de toda clase, ésta así mismo abunda en palmeras productoras de dátiles y en piñas piñoneras; que hay también abundancia de miel y que se cría también el papiro y esturiones en los ríos; que estas islas están infestadas de animales marinos en putrefacción, que arroja a tierra continuamente la marea." Cayo Plinio Segundo, Historia Natural VI, 37, 202-205, trad. de V. Bejarano. "Situadas enfrente, las islas Afortunadas abundan en plantas que se crían espontáneamente y con los frutos que nacen sin parar unos tras otros alimentan a sus despreocupados habitantes más felizmente que otras ciudades civilizadas. Una isla es muy célebre por la extraña naturaleza de dos fuentes: los que han probado el agua de la una acaban muriéndose por la risa que les provoca; mas para los afectados por este mal el remedio consiste en beber agua de la otra fuente." Pomponio Mela, Corografía 111, 10, 102; ed. y trad. de V. Bejarano.

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Page 1: Textos canarias

CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA 1

CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

AFORTUNADAS "Nos espera el Océano que fluye en derredor de la tierra: las campiñas, busquemos las feraces

campiñas y las islas afortunadas, donde la tierra cada año hace entrega de Ceres sin haber sido arada y sin haberla podado florece siempre la viña; renueva sus brotes también el ramo de olivo gris sin nunca frustrar esperanzas, y el higo morado engalana el árbol en el que nació; mieles manan de la hueca encina… otras muchas maravillas, además, contemplaremos felices: cómo ni el Euro lluvioso erosiona los campos con aguaceros continuos, ni las fértiles simientes se abrasan en la gleba seca, equilibrando los dos extremos el rey de los celestes moradores".

Horacio, Épodos y Odas, trad. de Vicente Cristóbal López. "Hay quienes opinan que más allá de éstas están las Afortunadas y algunas otras, entre las cuales

el mismo Seboso, que expresó también las distancias, asegura que junonia dista de Gades 750.000 pasos y que a otros tantos en dirección al Ocaso están Pluvialia y Capraria; que en Pluvialia no hay más agua que la de lluvia; que a 250.000 pasos de éstas se encuentran las Afortunadas enfrente del costado izquierdo de Mauretania en el rumbo de la octava hora de sol, que se llaman Invalle por su suelo ondulado y Planasia por su aspecto, que el contorno de Invalle es de 300.000 pasos y que en ella crecen árboles de una altura de ciento cuarenta pies. Juba averiguó sobre las Afortunadas lo siguiente: que también están situadas bajo el Mediodía cerca del Ocaso 625.000 pasos de las Purpurarias, de suerte que hay que navegar por encima del Ocaso 250.000 pasos y a continuación se busca el Orto durante 375.000 pasos; que la primera, sin rastro alguno de edificios, se llama 'Ombrion'; que tiene entre los montes un pantano artificial y unos árboles parecidos a la cañaheja de los que se obtiene agua exprimiéndolos, de los negros amarga y de los más blancos agradable de beber; que la segunda isla se llama “Junonia” y en ella hay un templecillo construido únicamente con una sola piedra; que muy cerca está la isla menor del mismo nombre y a continuación viene Capraria plagada de grandes lagartos; que a la vista de ellas está Ninguaria que ha recibido este nombre por sus nieves perpetuas, cubierta de nubes; que la más cercana a esta se llama "Canaria" por la cantidad de canes de enorme tamaño, de los cuales le trajeron dos a Juba; que en ella aparecen vestigios de edificaciones; que, si bien todas abundan en cantidad de frutas y de aves de toda clase, ésta así mismo abunda en palmeras productoras de dátiles y en piñas piñoneras; que hay también abundancia de miel y que se cría también el papiro y esturiones en los ríos; que estas islas están infestadas de animales marinos en putrefacción, que arroja a tierra continuamente la marea."

Cayo Plinio Segundo, Historia Natural VI, 37, 202-205, trad. de V. Bejarano.

"Situadas enfrente, las islas Afortunadas abundan en plantas que se crían espontáneamente y con los frutos que nacen sin parar unos tras otros alimentan a sus despreocupados habitantes más felizmente que otras ciudades civilizadas. Una isla es muy célebre por la extraña naturaleza de dos fuentes: los que han probado el agua de la una acaban muriéndose por la risa que les provoca; mas para los afectados por este mal el remedio consiste en beber agua de la otra fuente."

Pomponio Mela, Corografía 111, 10, 102; ed. y trad. de V. Bejarano.

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CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA 2

"Las Islas Afortunadas nos están indicando, con su nombre, que producen toda clase de bienes;

es como sí se las considerara felices y dichosas por la abundancia de sus frutos. De manera espontánea producen frutos los más preciados árboles. Las cimas de las colinas se cubren con vides sin necesidad de plantarlas; en lugar de hierbas nacen por doquier mieses y legumbres. De ahí el error de los gentiles y de los otros poetas paganos, según los cuales, por la fecundidad del suelo, aquellas islas eran el paraíso. Están situadas en el Océano, en frente y a la izquierda de Mauritania, cercanas al continente de la misma y separadas ambas por el mar.”

S. Isidoro de Sevilla, Etimologías, XIV, 6, 8 Vosotros, los que tenéis valor, dejaos de femeniles lamentaciones y volad más allá de la costa

etrusca. Nos aguarda el anchuroso Océano; tratemos de alcanzar los campos, los felices campos, y las islas Afortunadas donde cada año la tierra sin ser arada produce sus cosechas e incluso la viña no podada florece siempre; germinan también las ramas de¡ olivo, nunca estéril, y los negros higos adornan su propio árbol; fluye la miel de las huecas encinas, y los arroyos bajan saltando de las altas montañas ligeros y con fluir rumoroso. Allí, sin ser obligadas, acuden las cabras a los cubos M ordeño y el rebaño amigo ofrece sus henchidas ubres, y el oso al atardecer no gruñe alrededor de los apriscos y la fértil tierra no aparece hinchada por nidos de víboras. Y muchas más cosas admiraremos dichosos: cómo el lluvioso Euro no arrasa los campos con sus lluvias, ni la pingüe simiente se quema en una tierra reseca, pues el rey de los dioses M cielo atempera lo uno y lo otro. No se dirigió hacia allí la nave Argos con sus remeros ni la impúdica Cólquida puso su pie en ella. No dirigieron hacia allí sus proas los marinos sidonios y tampoco el fatigado grupo de Ulises. Ninguna enfermedad daña al ganado ni los calores inmoderados de astro alguno consumen los rebaños. Júpiter mantuvo aparte esas costas para las gentes piadosas cuando corrompió con el bronce la edad de oro; con el bronce, y después con el hierro, endureció los tiempos, de los que a los hombres piadosos se concede la feliz evasión de la que yo soy el oráculo.

Horacio, Epodos, XVI, 41 y ss

ISLAS DE LOS BIENAVENTURADOS Nos llama el Océano circunvago. Y en él copiosos campos e islas privilegiadas nos esperan: Islas

en las que el suelo, sin cultivo, se dora cada año de cosechas; donde la vid, sin poda, se enracima, y el olivo su fruto nunca niega; donde el maduro higo adorna siempre la retorcida higuera, y mana miel del hueco de la encina, y arroyos por el monte corretean. Van de grado las cabras al aprisco y ofrecen al zagal las ubres tensas. Ninguna peste a los rebaños daña ni astro maligno sus entrañas quema. El oso en torno del redil no aúllaNi remueven las víboras la tierra. Y hay más que admirar. Ni Euro, lluvioso.devasta nunca las feraces vegas, ni la semilla en el terrón se abrasa: supremo dios las estaciones templa.

Horacio. Épodos, 16, 41-56

Se dice que los justos habitan tierras situadas en el Océano y que llevan el nombre de Islas

Afortunadas, porque en estos lugares el suelo, sin labor ninguna, produce trigos, porque las viñas visten naturalmente las vertientes de las colinas, porque los frutos cargan los árboles espontáneamente, porque, de ordinario, en lugar de las hierbas, brotan legumbres.

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CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA 3

Claudio Mamertino, Discurso de agradecimiento a Juliano,23 La edad de oro fue creada en primer lugar, edad que sin autoridad y sin ley, por propia iniciativa,

cultivaba la lealtad y el bien. No existían el castigo ni el temor, no se fijaban, grabadas en bronce, palabras amenazadoras, ni las muchedumbres suplicantes escrutaban temblando el rostro de sus jueces, sino que sin autoridades vivían seguros. Ningún pino, cortado para visitar un mundo extranjero, había descendido aún de sus montañas a las límpidas aguas, y no conocían los mortales otras playas que las suyas. Todavía no estaban las ciudades ceñidas por fosos escarpados; no había trompetas rectas ni trompas curvas de bronce, ni cascos, ni espadas; sin necesidad de soldados los pueblos pasaban la vida tranquilos y en medio de la calma. También la misma tierra, a quien nada se exigía, sin que la tocase el azadón ni la despedazase reja alguna, por sí misma lo daba todo; y los hombres, contentos con alimentos producidos sin que nadie los exigiera, cogían los frutos del madroño, las fresas de las montañas, las cerezas del cornejo, las moras que se apiñan en duros zarzales, y las bellotas que habían caído del copudo árbol de Júpiter. Había una primavera eterna y apacibles céfiros de tibia brisa acariciaban a flores nacidas sin simiente. Pero además la tierra, sin labrar, producía cereales, y el campo, sin que se le hubiera dejado en barbecho, embianquecía de espigas cuajadas de grano. Corrían también ríos de leche, ríos de néctar, y rubias mieles goteaban de la encina verdeante.

Ovidio, Metamorfosis, 1, 89-112; trad. de A. Ruiz de Elvira

JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES

Las Islas Hespérides se llaman así por la ciudad de Hespéride, que estuvo en los confines de Mauritania. Se hallan más allá de Las Gorgadas, en el límite del Atlántico, hacia donde comienzan los abismos marinos. En sus jardines –según cuentan las leyendas- había un dragón que vigilaba las manzanas de oro. Se dice que allí se origina del mar un estatuario tan anfractuoso por sus recortadas orillas que quienes lo contemplan desde lejos creen ver los espirales de una serpiente.

S. Isidoro de Sevilla, Etimologías, XIV, 6, 10. Hay, por ejemplo, una selva arbórea en Mauritania, en el estatuario de la ciudad de Lixo, donde

aseguran que estuvieron los jardines de Las Hespérides, a doscientos pasos del Océano, junto al templo de Hércules, más antiguo que el de Gades, según dicen.Esta malva tiene una natura de veinte pies y un grosor tal que nadie pueda abarcarla con sus brazos.

Cayo Plinio Segundo, Historia Natural, XIX, 22, 63. Después empieza el frente costero que, volviéndose a Occidente, es bañado por el mar Atlántico:

sus primeras tierras las habitan los etiopes; las de en medio nadie, porque o están abrasadas o cubiertas por las arenas o infestadas de serpientes. Próximas a las tierras abrasadas se encuentran unas islas en las que se dice que vivieron las Hespérides.

Pomponio Mela, Coreografía, III,10

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CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA 4

Más lejos de éstas se citan también aquí las dos islas de las Hespérides. Pero todo lo relativo a esto es de tal manera dudoso, que Estacio Seboso ha evaluado la distancia entre las Górgadas y las Hespérides en cuarenta días de navegación, viajando frente y a lo largo del Atlas, y en una sola jornada de viaje la distancia de aquellas islas al Cabo del Poniente.

Cayo Plinio Segundo, Historia Natural VI,36 Según cuentan, ama esta laguna el dios, a quien por toda la ribera escucha el mar cuando sopla en

su concha ventosa a través de la tersa superficie; la ama también Palas que, nacida de la cabeza de su padre, tocó primeramente la tierra líbica, (porque es la más cercana al cielo, como lo prueba su propio calor), contempló su rostro en el agua tranquila del estanque, posó sus plantas en el borde y tomó el nombre de Tritónida de las aguas que ella amaba. En sus proximidades serpentea el silencioso río Leto, que, según refiere la leyenda, trae el olvido de los manantiales infernales; y está también el Jardín de las Hespérides, en otro tiempo bajo la tutela del vigilante dragón y ahora empobrecido por haber sido despojado de su follaje. Es un zafio el que no da crédito a las fábulas de los antiguos tiempos y el que reclama de los poetas la verdad. Era aquélla una foresta de oro y ramas cargadas de riquezas y de frutos amarillos, había un coro de doncellas que custodiaban el radiante bosque y un dragón que, condenado a no cerrar jamás los ojos al sueño, abrazaba con sus espiras los troncos doblegados por el rutilante metal. Pero Alcides despojó a los árboles de su riqueza y al bosque de su peso, y dejando los ramos desprovistos de carga, llevó las fúlgidas manzanas al tirano de Argos.

M. Annaeo Lucano. La Farsalia, IX (Trad. De J. Herrero Llorente)

CAMPOS ELÍSEOS

A los pies de la colina M Elisio crece un bosque de encinas de oscuro follaje y la tierra,

humedecida, verdea siempre por el césped. Si hay que dar crédito a cosas inciertas, aquél es el lugar de las aves piadosas -según se dice, adonde les está prohibido entrar a las aves siniestras. Allí, en toda su extensión, picotean los cisnes inocentes y el fénix imperecedero, ave siempre solitaria; despliega sus alas también allí el ave de Juno, y la paloma cariñosa da besos al apasionado macho. Acogido el papagayo en esta morada boscosa, atrae con su lenguaje la atención de los pájaros piadosos

Ovidio, Amores, II, 6, 49-58 Cuando Eneas pasó de largo este país y dejó atrás, a la derecha, las murallas de Parténope, y a la

izquierda, el sepulcro del musical Eólida y aquellos parajes plegados de aguas pantanosas, penetra en la costa de Cumas y en la cueva de la longeva Sibila, y solicita que se le permita llevar, por el Averno, hasta el alma de su padre; mas ella, después de detener su mirada fija en la tierra largo rato, la levantó al fin, y, poseída del delirio del dios que la ha invadido, dijo: «Mucho es lo que pides, hombre eminente por tus hazañas, cuya diestra ha sido probada entre las armas, y cuya piedad entre las llamas. Pero abandona el temor, troyano; lograrás tus deseos, conocerás, guiado por mí, las mansiones del Elíseo y los reinos postreros del mundo, así como la imagen querida de tu progenitor; no hay camino inaccesibles" dijo y le mostró una rama resplandeciente de oro en la selva de Juno, la del Averno ordenándole que la arrancase de su tronco. Obedeció Eneas, y vio las riquezas del espantable Orco y a sus antepasados, y la sombra anciana del

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CANARIAS Y LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA 5

magnánimo Anquises; aprendió también las leyes de la región, y cuáles eran los riesgos que en nuevas guerras había él de afrontar.

Ovidio, Metamorfosis, XIV, 101 – 120 “Primero, un espíritu vivifica interiormente el cielo, la tierra, las liquidas llanuras, el globo

luminoso de la luna y el sol y' extendiéndose por todos sus miembros, agita toda la masa y se mezcla con este gran cuerpo. De él nacen las razas de los hombres, los animales, los pájaros y aves y los monstruos que el mar contiene bajo su marmórea superficie. Esas semillas tienen una fuerza ígnea y un origen celeste, tanto que las impurezas de los cuerpos no las contaminan Y nuestras articulaciones y nuestros miembros, destinados a morir, no los embotan. Desde este momento, las almas, encerradas en las tinieblas, en esa cárcel ciega, temen, desean sienten el dolor gozan y no ven la luz del cielo. Y así, en el supremo trance, cuando les abandona la vida, las desdichadas no se ven libres en absoluto de todos los males y de todos los azotes del cuerpo; sus vicios, endurecidos por los años han echado profundas raíces. Luego son sometidas a castigos y expían sus antiguos males. Las unas, suspendidas en el aire, son expuestas al soplo de los vientos; otras, en lis profundidades de un insondable abismo, lavan sus manchas; otras se purifican en el fuego (cada uno de nosotros tiene su sufrimiento; luego, unos pocos somos enviados al espacioso Elíseo y ocupamos las alegres campiñas hasta que tras largo tiempo, transcurrido el curso del tiempo debido, se ha lavado la mancha y ha vuelto a su pureza el principio etéreo del alma y ese fuego del aire sutil. Cuando todas estas almas han visto rodar la rueda de mil años, son llamadas en larga fila por el dios al río Leteo, para que, después de perder el recuerdo de todo, ellas puedan volver a la bóveda celeste de nuevo y empiecen a querer volver entrar en los cuerpos”

Virgilio, Eneida, VI, 725-752

JARDÍN DE LAS DELICIAS

El paraíso es lugar situado en tierras orientales, cuya denominación, traducida del griego al latín, significa "jardín"; en lengua hebrea se denomina Edén, que en nuestro idioma quiere decir "delicias". La combinación de ambos nombres nos da "El jardín de las delicias". Allí, en efecto, abunda todo tipo de arboledas y de frutales, incluso el "árbol de la vida". De su centro brota una fontana que riega todo el bosque, y se divide en cuatro ramales que dan lugar a cuatro ríos distintos. La entrada a este lugar se cerró después del pecado del hombre. Por doquier se encuentra rodeado de espadas llameantes, es decir, se halla ceñido de una muralla de fuego de tal magnitud, que sus llamas casi llegan al cielo.

San Isidoro de Sevilla, Etimologías, XIV, 3

Las ceremonias estas así hechas y dado el don a la tartárea diosa, siguiendo su camino en fin

llegaron a los lugares dulces y vergeles amenos de los bosques gloriosos, albergues y moradas de los buenos. Aquí el risueño y rutilante Cielo viste con luz purpúrea el campo alegre. Ciertas estrellas propias de este sitio conocen su Sol propio y de él se alumbran.

Virgilio Eneida VI, 637-641

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