texto para estrategia introductoria

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Extracto de “Filosofía Mapuche” Palabras arcaicas para despertar el ser De Ziley Mora Penroz “…En síntesis, todo depende del trabajo con el piwke (corazón) mapuche: de cómo mi verbo superior ordena con poder a lo inferior, sosegando las pasiones, amarrando los pequeños “yoes” que usurpan al gran y verdadero yo. ¡Y esto es la exacta traducción de piwke! Una vez hecho esto, se cumple la intuición de Leonel Lienlaf, poeta mapuche que a los veinte años concluyera: “ hay muchas cosas que el mapuche nunca ha tratado de explicarse…la cultura occidental está llena de porqués…no hay para qué preguntarse, es perder el tiempo. Lo que importa es cómo el hombre viva y cómo sienta la vida. La respuesta la podemos obtener viviendo. Las cosas van respondiéndose en la medida que evolucionamos”. He descubierto en estas casi dos décadas de investigación etnográfica que dentro de la tradición mapuche araucana la estrategia guerrera, el estilo de vida guerrero fue “inventado” como praxis para lograr un semejante estado de “despertar”. El guerrear, y el consecuente acechar que está implícito en todo desplazamiento táctico en un boscoso territorio, (porque sin el alerta se nos puede ir nada menos que la vida), en el centro –sur de Chile se erigió como el ancestral “aeróbic de la conciencia”. Vestigio de esta preocupación central fue la gran consigna para llamar al alerta que los KONÁ (guerreros) se hacían entre si y, que hasta el día de hoy más de algún abuelo se lo espeta sobre la almohada a un pequeño nieto consentido: “¡Tepelaitunge Küme Koná!” ¡Despiértate buen guerrero!. Al punto que para hombres y mujeres, adultos y jóvenes, la norma de vida principal al interior de un Ayllarewe (organización federal mapuche), el “primer mandamiento” era: “¡Trepelaimiduam!”, esto es, “debes tener tu mente despierta”. Se explica entonces que mi informante principal en la Auracanía, Ceferina Huaquifil, me llegara a comunicar en 1984 que “el que vigila a si mismo todas las horas del día, no necesita ninguna religión”…. El primer gran impacto que descubrí como etnógrafo fue ese demoledor antecedente de que en el mapudungún existieran tantos verbos cuyo significado fuera la misma pasión, la misma ansia, pero expresada en grados o niveles diversos: la pasión por el estado de vigilia… Nos hemos detenido aquí, porque –ya lo dijimos- esta praxis de la conciencia representa el Santo Grial de las venerables filosofías orientales y de las grandes religiones de la humanidad. No olvidemos que aparte de constituir – la iluminación producto del despertar- lo central del samadhi tibetano y del satori zen, palabra japonesa que significa literalmente “despertarse a la verdad cósmica”, la misma palabra-nombre de “Buda” significa, a su vez “el despierto”.

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Page 1: Texto Para Estrategia Introductoria

Extracto de “Filosofía Mapuche” Palabras arcaicas para despertar el ser

De Ziley Mora Penroz

“…En síntesis, todo depende del trabajo con el piwke (corazón) mapuche: de cómo mi verbo superior ordena con poder a lo inferior, sosegando las pasiones, amarrando los pequeños “yoes” que usurpan al gran y verdadero yo. ¡Y esto es la exacta traducción de piwke! Una vez hecho esto, se cumple la intuición de Leonel Lienlaf, poeta mapuche que a los veinte años concluyera: “ hay muchas cosas que el mapuche nunca ha tratado de explicarse…la cultura occidental está llena de porqués…no hay para qué preguntarse, es perder el tiempo. Lo que importa es cómo el hombre viva y cómo sienta la vida. La respuesta la podemos obtener viviendo. Las cosas van respondiéndose en la medida que evolucionamos”.

He descubierto en estas casi dos décadas de investigación etnográfica que dentro de la tradición mapuche araucana la estrategia guerrera, el estilo de vida guerrero fue “inventado” como praxis para lograr un semejante estado de “despertar”. El guerrear, y el consecuente acechar que está implícito en todo desplazamiento táctico en un boscoso territorio, (porque sin el alerta se nos puede ir nada menos que la vida), en el centro –sur de Chile se erigió como el ancestral “aeróbic de la conciencia”. Vestigio de esta preocupación central fue la gran consigna para llamar al alerta que los KONÁ (guerreros) se hacían entre si y, que hasta el día de hoy más de algún abuelo se lo espeta sobre la almohada a un pequeño nieto consentido: “¡Tepelaitunge Küme Koná!” ¡Despiértate buen guerrero!. Al punto que para hombres y mujeres, adultos y jóvenes, la norma de vida principal al interior de un Ayllarewe (organización federal mapuche), el “primer mandamiento” era: “¡Trepelaimiduam!”, esto es, “debes tener tu mente despierta”. Se explica entonces que mi informante principal en la Auracanía, Ceferina Huaquifil, me llegara a comunicar en 1984 que “el que vigila a si mismo todas las horas del día, no necesita ninguna religión”….

El primer gran impacto que descubrí como etnógrafo fue ese demoledor antecedente de que en el mapudungún existieran tantos verbos cuyo significado fuera la misma pasión, la misma ansia, pero expresada en grados o niveles diversos: la pasión por el estado de vigilia…

Nos hemos detenido aquí, porque –ya lo dijimos- esta praxis de la conciencia representa el Santo Grial de las venerables filosofías orientales y de las grandes religiones de la humanidad. No olvidemos que aparte de constituir – la iluminación producto del despertar- lo central del samadhi tibetano y del satori zen, palabra japonesa que significa literalmente “despertarse a la verdad cósmica”, la misma palabra-nombre de “Buda” significa, a su vez “el despierto”.