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Izquierda tradicional y nueva izquierda: algunas aclaraciones

Autor(es): Acha, Omar

Acha, OmarAcha, Omar. Historiador y ensayista. Doctorado en la Universidad de Buenos Aires y en la cole des Hautes tudes en Sciences Sociales, es investigador del CONICET y docente en el Departamento de Filosofa de la Facultad de Filosofa y Letras. Ha publicado los libros El sexo de la historia (2000), Carta abierta a Mariano Grondona: interpretacin de una crisis argentina (2003), La trama profunda (2005), La nacin futura (2006), Freud y el problema de la historia (2007), La nueva generacin intelectual (2008), Las huelgas bancarias, de Pern a Frondizi (2008), Historia crtica de la historiografa argentina, vol. 1, Las izquierdas en el siglo XX (2009), Los muchachos peronistas (2011); ha compilado en colaboracin Cuerpos, gneros e identidades (2000) e Inconsciente e historia despus de Freud (2010), Integra los colectivos editores de las revistas Herramienta. Revista de Crtica y Debate Marxista y Nuevo Topo. Revista de Historia y Pensamiento Crtico.

Introduccin Me propongo examinar un equvoco subyacente a la distincin entre las formaciones ideolgico-polticas que en los ltimos aos suelen nombrarse como izquierda tradicional y nueva izquierda. Esa diferenciacin entre izquierdas supone una divergencia en el modo de comprender su relacin con la historia secular de la izquierda y con su siempre incierto porvenir. Pues si la izquierda tradicional (IT) se ajusta cmodamente con una parte de su pasado, la nueva izquierda (NI) se piensa como un cambio paradigmtico, superador de lo agotado que conviene relegar.Voy a explicar por qu en nuestra situacin histrico-poltica la mencionada distincin es injustificable a la luz de un anlisis riguroso del concierto conceptual que hermana a sus trminos. La distincin entre IT y NI, al menos de acuerdo al modo en que se constituy en Occidente durante las dos ltimas dcadas, es inadecuada. Argumentar que la NI procede a travs de una lgica de la inversin, sin inquietar dicotomas bsicas compartidas con la IT. Lo daino es que la tenacidad de tales dicotomas menoscaba las chances de una reconstitucin de la izquierda. Por lo tanto el propsito de construir una nueva izquierda no solo persiste como aspiracin futura, sino que su consumacin que no puede hacerse sin tramitar de un modo no reactivo su relacin con la IT requiere un desplazamiento de la negativa en la NI a comprender de un modo no meramente negativo la historia de la izquierda en el ltimo siglo. No habr una nueva izquierda real sin la autosuperacin de la vieja izquierda y una revisin del carcter antiguo que subyace en la lgica poltica de la mal llamada nueva izquierda.Por razones de espacio no puedo dialogar con numerosos ensayos dedicados a convalidar nociones como izquierda independiente, nueva izquierda o izquierda autnoma. Espero poder hacerlo en otro ensayo. La as llamada izquierda tradicional La denominacin de izquierda tradicional no es peyorativa para la propia izquierda as identificada. Aqu la empleo sin hostilidad. Para la IT hay solo una izquierda efectiva: ella misma. Proclamadamente revolucionaria, afirma continuar los pasos fundamentales de Lenin y Trotsky, quizs de Mao o Guevara, sin apelar a revisiones sustantivas. De all que la pertenencia a una tradicin no es una mcula para una izquierda que se resiste a abandonar conceptos que considera vlidos. Se entiende por IT la izquierda radical que persevera en la custodia y promocin de ciertas nociones terico-organizativas predominantes durante el siglo veinte. Las puntualizo en tres registros de 1] estrategia, 2] sujeto, y 3] organizacin: 1] el acto revolucionario entendido como corte abrupto y definitivo entre dos periodos histricos, escisin no siempre compatible con una poltica de reformas; 2] la centralidad de la clase obrera como sujeto social y poltico, sujeto dado objetivamente por las relaciones sociales de produccin capitalistas; 3] la concepcin leninista de la organizacin poltica de un partido de cuadros que comanda a la clase trabajadora en la lucha de clases y sintetiza sus intereses histricos. (El cierto marxismo explcito en estas nociones no puede ser debatido en este ensayo).Puesto que tales principios fueron sostenidos por la izquierda durante buena parte del siglo veinte, es vlido preguntarse por qu persisten incuestionados si es que partimos como creo inexorable hacerlo de un diagnstico de la derrota y fracaso histricas de la izquierda durante la ltima centuria. Para quienes piensen que solo ocurri una derrota, que los problemas no fueron de concepto sino de implementacin, nada hay para revisar y el argumento de este texto ser irrelevante. Me parece que a pesar de las afirmaciones polmicas al respecto entre la NI, no es inevitable en la IT un atrincheramiento en la negacin del fracaso y derrota catastrficos de toda la izquierda.En primer trmino es necesario descartar una explicacin psicologista de la IT segn la cual su perfil descansa en un conjunto de ideas, de contenidos de conciencia. No la mueven un conservadurismo terico y poltico, ni un autoritarismo organizativo, ni un mesianismo intelectual, ni un sectarismo ideolgico. Es decisivo comprender que hay atendibles razones para la existencia de la IT. En primer lugar, ante la ausencia de un balance preciso del pasado secular reciente de la izquierda, no se entiende por qu habra que arrojar al cesto de residuos tramos decisivos de convicciones cruciales para su corriente mayoritaria socialista. Por ejemplo, no es indiscutible que la nocin de clase obrera sea irrelevante para orientar la poltica de izquierda de hoy. En efecto, la mutacin en la composicin de la clase ha variado, pero no las relaciones sociales en las que emerge. La clase obrera, puede argirse, contina siendo generada por el automovimiento contradictorio del capital. Que la clase obrera incluya hoy a una trabajadora de fbrica textil, a un maestro y a un oficinista entraa la obsolescencia del modelo clsico heredado del siglo diecinueve, o de su promocin al rango de prototipo social, pero de ninguna manera del concepto de clase obrera en tanto que tal. Tampoco niega la importancia de esa clase el reconocer una efectividad especfica de lo poltico y lo simblico. Algo similar puede decirse respecto de los otros dos fundamentos de la IT: la revolucin y el partido. Acaso el reformismo resuelve las desigualdades constitutivas del capitalismo, detiene sus guerras, la destruccin del medio ambiente, las crisis econmicas? Es que el horizontalismo ha mostrado ser una prctica organizativa conducente a resultados ms valederos que el clsico partido de cuadros? Sucede que los movimientos sociales son un fundamento ms eficiente para la orientacin poltica? Acaso el basismo o el autonomismo prosperan en una convincente voluntad estratgica? No sostengo que tales preguntas sean incontestables; digo que no son arbitrarias y pueden ser formuladas por buenas razones. Adherir a la IT no es un signo de dogmatismo o contumacia ideolgicos. Sus militantes suelen participar activamente en las luchas sociales, culturales y polticas. Mantienen vivas demandas, reformas y reivindicaciones defensivas. En ms de un caso han impulsado novedosas experiencias de organizacin obrera. Sin su accin mucho de lo bueno que debe conservarse de la poltica y cultura de izquierda se hubiera perdido.En suma, hay razones atendibles para la adhesin a la IT.Esto no significa que sus dificultades sean pocas ni que sea convincente sostener este es el credo bsico de la IT que el porvenir de la izquierda reside en realizar bien lo que en el siglo veinte se hizo mal: digamos una Revolucin Rusa menos Stalin. La denuncia de los lmites de las nuevas propuestas de reconstruccin de la izquierda no legitima la repeticin o correccin superficial de su modelo tradicional como una respuesta a la altura del fracaso y derrota sufridos. Y por ende su recreacin mejorada no parece prometer una poltica adecuada para las dcadas venideras del proyecto socialista.La continuidad de las organizaciones de IT en la democracia capitalista ha conducido casi siempre a un encierro defensivo de esa izquierda, satisfecha con el xito relativo que su institucionalidad le asegura, por el momento, en comparacin con la NI. En efecto, gracias a su alineacin en forma partidaria la IT posee efectividad y unidad militantes, consolida una identidad y es pblicamente reconocible. De all que, aunque sea minoritariamente, trabajadoras y trabajadores con sensibilidad de izquierda se acerquen a esos partidos, y no a la NI con un perfil discursivo ms claramente movimientista y sin una manifiesta identidad clasista. Tambin conquista una mayor visibilidad electoral, aunque asistimos a algunos experimentos recientes que quizs presagien otro panorama para la NI. Por lo tanto la sobrevida de la IT en los mrgenes de la democracia realmente existente es segura, y habra que pensar hasta qu punto es un ficha ms en el tablero de la reproduccin ideolgica de lo mismo. Lo que me interesa enfatizar es que esa paradjica fortaleza de la IT en disponer de algunas implantaciones en la clase trabajadora y su relativa visibilidad electoral redunda en una incomprensin sistemtica de las verdades de la NI.Para la IT la NI sobrepuja las condiciones de la crisis capitalista: se alimenta de una destruccin del sistema econmico industrialista, de la fragmentacin de la clase obrera y la emergencia de una multiplicidad de sectores con dbil articulacin con la produccin material. De all que sus valores no sean sino la contratara de una falsa realidad postmoderna: diferencia, multiplicidad, nomadismo, fluidez, son semblantes de los ideales del capitalismo actual y no una amenaza revolucionaria al mismo. La NI es una parte del problema, se dice, y no su solucin.Por eso la IT expone una deslumbrante incapacidad para captar las razones de la NI. Para ella el vocablo autonoma es mero ruido, fantasmagora de universitarios de clase media sin significacin poltica en la clase obrera. Por ende a menudo la IT encuentra a los grupos tendientes a forjar una NI ms como enemigos que como aliados en una transformacin de la realidad y, ms enemigos an, en su genrica desconfianza hacia la exigencia de una auto-transformacin de la izquierda. La as llamada nueva izquierda A fines del siglo veinte el derrumbe definitivo del falaz socialismo real, autoritario y estatista, instaur condiciones para el surgimiento de una NI distinta a la conocida en la dcada de 1960. Vuelvo a los tres criterios utilizados para esquematizar a la IT (estrategia, sujeto y organizacin). Para la NI: 1] la estrategia no contrapone con simpleza la reforma a la revolucin, ni la temporalidad de sta es la de una insurreccin y toma del poder en una fecha determinada; 2] el sujeto social es mltiple y construido, no excluye a la clase obrera pero niega que sta provea un fundamento exclusivo: 3] impugna por autoritario el modelo leninista de partido y se inclina por las formas asamblearias, reticulares y horizontales.Descartar en este anlisis la referencia a una nueva izquierda tal como algunas voces han propuesto en Amrica latina en la ltima dcada a propsito de experiencias reformistas (Brasil, Argentina, Uruguay) e incluso de perspectivas ms radicales (Venezuela, Ecuador, Bolivia). Esos gobiernos postneoliberales y en general neodesarrollistas, con diferencias entre s, solo sus casos ms radicales han instalado un debate sobre cul debera ser una poltica de izquierda, como en el un poco precipitado pero siempre desafiante Socialismo del Siglo Veintiuno chavista. Los pases mayores de la regin, Brasil y Argentina, han sido regidos por gobiernos que en el mejor de los casos y con generosidad podran ser llamados de centro-izquierda, orientados a una gestin progresista del capitalismo local. Los casos radicales son demasiado complejos para ser tratados aqu siquiera de manera sinttica. Solo apunto que estos ltimos tienen alguna influencia en la idea de una NI tal como la que examino aqu.La NI a la que refiero emergi, con las comprensibles asincronas de un fenmeno hemisfrico, en el cambio de siglo del 2000. Quizs el Foro Social Mundial fue su expresin ms conocida. Con el paso del tiempo surgieron algunos desafos que tensionaron a la NI. Eso ocurri de manera crucial con las exigencias florecidas internamente para intervenir en el mbito poltico tradicional aunque con mtodos y objetivos diferentes a los burgueses, sin abandonar los principios bsicos del pluralismo y horizontalismo asambleario. El declive casi generalizado de los partidos comunistas, la integracin completa de los partidos socialistas a la gestin a veces neoliberal y siempre institucionalista del orden establecido, hizo de la lgica identitaria de la NI, como ya dije, algo distinto de la dinmica de ruptura en su antecesora new left sesentista. Mientras por entonces los partidos tradicionales de la izquierda ejercan una nada desdeable influencia en la clase obrera y en otros sectores sociales, la NI tuvo que enfrentar a un establisment de izquierda. Actualmente los partidos de IT poseen una fuerza menor. Debido al desastre ideolgico de comunistas y socialistas la impugnacin antipartidaria suele dirigirse hacia las organizaciones trotskistas.Los discursos de la NI saben solazarse en el vituperio de la IT, subrayando sus cegueras, remarcando sus obsolescencias, denunciando la carencia de perspectivas constructivas que no sean las de la organizacin propia. Aunque no se trata de un talante generalizado, no es inusitado hallar en el dialecto de la NI expresiones que bordean incluso un abierto macartismo. Otra tendencia discursiva consiste en pregonar principios a priori: horizontalismo, democratismo, igualitarismo, antidogmatismo, pluralismo, etctera. No se trata de que esos principios sean errneos. La dificultad reside en que la invocacin de ideales sin explicar sus implantaciones socio-culturales ni las maneras de lograrlos redunda en una inexplicada declaracin de principios. Como en un juego de espejos, el inters que caracteriza a la idea de una NI se marchita por la monserga contra la IT como dechado de todos los defectos. As las cosas, la NI no puede comprender lo que para ella es un mero obstculo. La vieja izquierda, se dice, hara su mejor contribucin a la cultura de izquierda si desapareciera. De all el carcter mecnico y predecible del modo en que analiza a la IT, la falta de comprensin de los motivos de su persistencia, y por ende la incapacidad para entenderla y superarla. Acosa a la NI una complicacin real cada vez ms evidente: el agotamiento del asamblesmo como mtodo excluyente, la repulsa a toda representacin y, a la vez, la perentoriedad de desarrollar una concepcin de la organizacin poltica. Una vez que la maduracin de la NI niega que la democracia directa sea la frmula privilegiada y unidimensional del quehacer activista se genera una parlisis poltica y en el mediano plazo el cese de la vida interna en los organismos asamblearios. Se imponen entonces preguntas complejas y controversiales: cmo delegar y bajo qu condiciones? Qu mecanismos de representacin local y qu dispositivos de integracin en niveles diferentes? Intervenir en la democracia electoral capitalista? Con qu formas institucionales? Qu hacer con la burocratizacin y la tendencia a erigir liderazgos carismticos? Etctera.La antipoltica organizativa y el practicismo habituales en la infancia de la NI impide siquiera reconocer la validez de tales interrogaciones y es en consecuencia un estorbo para su propio crecimiento poltico e intelectual. Por eso el desarrollo poltico que suscita preguntas como las recin formuladas conduce a fraccionamientos cuyas razones sus actores comprenden mal. Una solidaridad conceptual Mi tesis principal sobre lo descripto es la siguiente: hay una profunda solidaridad conceptual entre la IT y la NI. Cmo es eso posible si ambas se descalifican y contraponen recprocamente? Mi respuesta consiste en sealar que ambas hablan un mismo lenguaje, un mismo sistema categorial construido en el ensamble de oposiciones.No es raro que sectores o ideas que se presentan superficialmente como antagnicos compartan un mismo suelo conceptual. Pues sus diferencias obedecen de un conjunto de oposiciones nocionales comunes. Por ejemplo eso acontece en filosofa con las versiones ms unilaterales de la confrontacin entre idealismo y materialismo. Ambas posturas suponen una escisin entre lo ideal y lo material. Lo que distingue a ambas filosofas es el rgimen de determinacin, causacin o expresividad donde uno de los aspectos prevalece sobre el otro. Por supuesto, lo que debe discutirse es la binariedad entre ideal y material. Es posible plantear las cosas de otro modo, cuestionando el esquema, sin restringirse a elegir una de sus opciones. Algo as lo que ocurre con la oposicin entre las izquierdas que aqu discuto.La NI emerge de una inversin reactiva respecto de la IT. Hay por ende una solidaridad inconsciente sobre las mismas dicotomas, solo que con valoraciones invertidas. As las cosas, se opone la unidad de pensamiento atribuido al centralismo democrtico de filiacin leninista a la ausencia de estructuras de representacin. Entonces no hay alternativa a la dicotoma absolutista. O bien se es leninista en el sentido ms autoritario (negndose de antemano toda experiencia democrtica leninista), o bien se es libertario y se rechaza toda institucionalidad como si no pudiera generarse una tirana de la falta de estructuras.Para la IT no hay alternativa al partido vertical pues ceder soberanas locales es sinnimo de individualismo pequeo-burgus. Para la NI solo pensar en un partido garantiza secuelas estalinistas. Exactamente lo mismo ocurre con esta alternativa: o bien la clase obrera es el sujeto social privilegiado, o bien lo son los movimientos sociales pluriclasistas o populares.Lo falso es la particin en opciones excluyentes. Lo que debe ponerse en entredicho es la obligatoriedad de elegir entre las dicotomas bsicas tanto para la IT como para la NI.No es difcil percibir cun importante son las dicotomas para la enfermedad conservadora que suele afectar a la IT. En efecto, en el formalismo del o bien esto, o bien lo otro anida su intransigencia para reflexionar sobre sus principios. Toda vacilacin en torno a los valores tradicionales es sinnimo de traicin y defeccin.En cambio, un ejemplo demostrativo del carcter improductivo de una actitud reactiva en algunas posturas de la NI es el antileninismo. Si el leninismo es entendido como la apuesta por un partido poltico centralizado, con unidad ideolgica y programtica, hegemonizado por el inters de la clase obrera, el antileninismo deplora una organizacin poltica con especializacin dirigencial aun sea provisoria pues es considerada como equivalente de burocracia y dominacin. El antileninismo es el arquetipo de la naturaleza reactiva y negativa que con frecuencia daa el pensamiento de la NI. Se ha dicho bien que con el antileninismo no alcanza para redefinir el proyecto de izquierda. Yo voy ms lejos y encuentro el antileninismo en tanto postura refractaria como un desatino. El mero rechazo del leninismo lo anula como problema y lo sustrae de la reflexin, comprende mal sus dimensiones vlidas y se niega a pensarlo.Debido a la sumisin hacia dicotomas en las que solo cabe elegir una opcin y descartar la otra (una forma mentis de linaje monotesta), ambas izquierdas revelan una sorprendente debilidad conceptual. La actitud defensiva de la IT que se parapeta en sus conceptos centrales inhibe la generacin de nuevas ideas pues stas son vistas como claudicaciones revisionistas de verdades inmarcesibles. La prestancia reactiva de la NI refleja esa misma indigencia terica pues es tambin celosa de las nociones orientadoras que, como negativos del discurso de la otra izquierda, articula sus perspectivas. Esto hace a la NI muy frgil ante los desafos del ingreso a la competencia electoral y la aparicin de gobiernos reformistas. La intransigencia de frmulas tericas redunda en el mediano plazo en divisiones intestinas. En cambio la imperturbable obstinacin de la IT garantiza su certidumbre al precio del congelamiento de su archivo conceptual. Por un antagonismo dialctico Nuestro enigma no es si hay un futuro para la izquierda. Mientras exista el sistema democrtico la izquierda, incluso la izquierda revolucionaria, tendr un casillero asegurado. Ya lo tiene en el mbito electoral con su cuota destinada a fluctuar entre un 2 y un 10% de votantes; que cada tanto la coyuntura procure un 20% no modifica la situacin. Lo tiene por cierto en el terreno cultural con su preocupacin por los temas sociales, ecolgicos, feministas, entre muchos otros; y por la tolerancia de las facultades universitarias de ciencias sociales y humanidades con los nichos de pensamiento crtico. Y lo tiene sobre todo por el carcter peridico e irresoluble de las crisis capitalistas que tornan algo ms crebles los nimos radicales de la izquierda hasta que el nuevo ciclo de recuperacin ms o menos modesta reconduzca a las ovejas descarriadas al redil del reformismo burgus.La dificultad mayor consiste la constitucin de una izquierda renovada que pueda acometer las tareas ms vlidas de sus formulaciones iniciales durante los siglos diecinueve y veinte, pero a la vez lo haga a la luz de la exigencia de una elaboracin de su derrota y fracaso.Para contribuir a esa reflexin quiero formular ahora algunas anotaciones para continuar desarrollando lo expresado en prrafos anteriores. Mi tesis al respecto que renuncia de antemano a inventar desde el mero pensamiento y el deseo es que una renovacin de la izquierda solo es viable a partir de las izquierdas realmente existentes, o ms bien, de la superacin de sus dilemas. Esta tesis es incompatible con la idea de que el desarrollo exitoso de una de las izquierdas, y por ende la desaparicin de la otra, es la va regia hacia una recomposicin de la estrategia revolucionaria.Doy por un dato la necesidad histrica de construir una poltica de izquierda que elabore los fracasos y las derrotas del siglo veinte. Quien suponga que solo se trata de reincidir en frmulas consolidadas hacia 1920 o 1960 permanece fuera de una proyeccin futura de otra (nueva) izquierda. Pienso que salvo casos extremadamente minoritarios no hay izquierda viva que asuma como fortaleza identitaria la continuidad y repeticin de la amplia familia de la izquierda leninista aqu incluyo tambin al trotskismo y al maosmo predominante en el siglo veinte. La IT en sus variantes ms lcidas no impugna la perentoria necesidad de autotransformarse a la luz de las nuevas condiciones. Solo que, con buenos motivos, reclama no olvidar algunas referencias sustantivas: el anticapitalismo, el socialismo, el igualitarismo, el concepto de revolucin, la importancia de la clase trabajadora. Y para ello demanda considerar en toda su importancia la tradicin socialista, incluyendo la especficamente marxista. No veo que tales referencias deban ser eliminadas a priori de la estrategia de izquierda. Pienso menos an que no deban ser pensadas.Por ejemplo, respecto de algunas preferencias por los movimientos sociales en la NI, una conjetura accesoria que me limitar a enunciar dice que sin la recomposicin poltica de la clase trabajadora, ya no imaginarizada en el modelo exclusivo del obrero industrial, no ser viable ninguna estrategia de izquierda futura. No porque debamos recentralizar lo social y lo poltico en un sujeto/objeto de la Historia, como sucedi con el obrerismo socialista de cuo economicista, sino porque mientras haya capitalismo la clase trabajadora incidir cuantitativa y cualitativamente en los engranajes decisivos de la legitimacin y reproduccin del orden dominante. Una izquierda que carezca de una slida poltica en y hacia la clase obrera navega a ese respecto, al menos en una nube de quimeras. Pero de all no se deduce que la centralidad y primaca de la clase obrera legitime la marginalizacin de otras demandas, tal como aconteci en la argumentacin obrerista de tan extensa vigencia.Planteo una conclusin provisoria, que es, lo admito, ms bien una nueva hiptesis que solicita ulteriores reflexiones: es lcito deducir que en el panorama ideolgico-poltico aqu dibujado la oposicin mecnica entre IT y NI no habr de edificarse una izquierda que supere adecuadamente el legado del siglo veinte. Pues la presunta NI es tan heredera de los dilemas irresueltos del siglo veinte como lo es, sin culpa, la IT. Sucede as que incluso con sus matices ambas vertientes participan y a la vez niegan la profundidad de la crisis de la izquierda revolucionaria.Estoy lejos de pensar que la revisin radical del inconsciente conceptual que he descripto pueda hacerse a travs de una reforma del entendimiento en las izquierdas. Y menos an quisiera reiterar en otro nivel el mismo gesto idealista de estipular lo que una real nueva izquierda debera ser. Prefiero apelar al mtodo materialista de partir de las contradicciones de lo dado, de lo que hay en sus tensiones constitutivas. Es decir, de las desventuras de unas izquierdas que no por sus aperturas al dilogo y el debate franco sino, por el contrario, gracias a sus sorderas y resentimientos, son hermanas-enemigas de una misma familia ideolgica. Por ello no consiguen emanciparse de los legados del siglo veinte al que todava, conceptualmente, pertenecen. La IT y la NI son as sntomas de la crisis de la izquierda; pero el sntoma ms significativo es ms bien su oposicin formal y no dialctica. As solo estn destinadas a repetirse, a consolidarse en un antagonismo opaco y autocomplaciente para cada una de las partes. Hay una dificultad formal para una discusin superadora del antagonismo entre IT y NI. No se me escapa que la urgencia de la prctica poltica requiere formaciones de identidad, la sancin de nombres que cristalizan sujetos. S que desde la indeterminacin estratgica no se convence a la militancia propia, y mucho menos a los posibles interlocutores.No puedo prever cmo podra darse la autosuperacin de la IT y la NI. Y no quiero recostarme sobre ese tpico del pensamiento mgico que imagina situaciones revolucionarias donde se fusionen las distintas izquierdas que sepan estar a la altura y ms all de las circunstancias, exigidas por la autoactivacin organizada y movilizada de las masas obreras y populares. Es infructuoso esperar ese acontecimiento purificador pues la faena de construir una izquierda nueva debe comenzar ya mismo. El tiempo del ahora es hoy.Mi contribucin quiso delinear la idea de que solo en la confluencia de una IT que sepa evaluar crticamente su pasado, metamorfosendose, y una NI que asuma los desafos urgentes del presente siglo, podr emerger una variante original para una nueva era de la prctica revolucionaria.No habr nueva izquierda real sin la autotransformacin de la IT. Ni habr una nueva izquierda efectiva, no reactiva, sin que se disuelvan los clichs que la tornan en un negativo contrapuesto a su contraparte acostumbrada.Con todo, esta confluencia no descansa en un deseo arbitrario. Pienso que se observan seales empricamente documentables de la convergencia necesaria para abrir una poca indita de la izquierda. Desde el lado de la izquierda tradicional el paso de los lustros revela de modo crecientemente notorio que sus categoras, si no estn obsoletas, merecen reformulaciones profundas, como las que Rosa Luxemburg, Lenin, Trotsky y Gramsci, por ejemplo, se atrevieron a encarar sin resignar por ello su vocacin revolucionaria. As la revisin no equivale a renegar de una tradicin sino a tornarla activa en inditas condiciones histricas.Aunque en modo alguno es una tendencia dominante, percibo articulaciones de la izquierda tradicional que avanzan en ese sentido, esto es, que no condenan de antemano toda innovacin terica o prctica ni se lanzan a cooptarla con la meta predefinida de reproducirse y ampliarse.Desde la obra vereda, las mejores experiencias de la NI ponen en suspenso las actitudes reactivas y resentidas con que supo atorarse en su repulsin hacia la IT. Se trata de esfuerzos por leer en toda su significacin, su drama y sus legados, una historia revolucionaria de complejidad extraordinaria. Al hacerlo se resisten a plantear abstractos abismos entre el pasado y el porvenir, asumiendo una actitud crtica hacia las nuevas doctrinas que reclaman representar una novedad radical.As las cosas, la perspectiva de una renovacin de la izquierda revolucionaria a partir de lo existente pero ciertamente ms all de lo que hay no entraa un deseo solo imaginario. Para estimularla estas palabras balbucearon algunas ideas con el objeto de encarar dilogos constructivos en la izquierda. Junio de 2014