teresa matus intervencion

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    Facultad de Ciencias Sociales

    p e r s p e c t i v a s

    ISSN 0718-4468

    EELLPPEESSOOQQUUEEQQUUEEDDAA::

    CCOONNDDIICCIIOONNEESSDDEEEEFFEECCTTIIVVIIDDAADDEENNLLOOSS

    PPRROOGGRRAAMMAASSDDEE

    IINNTTEERRVVEENNCCNNSSOOCCAALL

    Teresa Matus

    PONTIFICIAUNIVERSIDADCATLICADECHILE

    C E N T R O D E E S T U D I O S D E E M P R E N D I M I E N T O S S O L I D A R I O S / C E E S U C

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    C E N T R O D E E S T U D I O S D EE M P R E N D I M I E N T O S S O L I D A R I O SPERSPECTIVAS CEES UC / Documentos de Trabajo

    La misin del CEES UC es cont r ibuir al desarrol lo de las organizaciones de accin sol idar iay de las intervenciones que l levan a cabo, mediante los aportes de la ref lexin,

    invest igacin y educacin cont inua plur id i sc ip l i nari a.

    El objetivo de PERSPECTIVAS CEES-UC es difundir ideas, investigacin y conocimiento relativoal tercer sector, as como al sector pblico, para el aprendizaje y la reflexin. Buscapresentar anlisis sobre los temas permanentes o emergentes para las organizaciones,instituciones o personas que estn vinculadas o interesadas en los emprendimientos solidarios.

    Editor

    Daniel Daz V., Escuela de Psicologa, Pontificia Universidad Catlica de Chile

    Comit Editorial

    Ren Ros, Instituto de Sociologa, Pontificia Universidad Catlica de ChilePablo Daz, Escuela de Psicologa, Pontificia Universidad Catlica de ChileKarin Roa,Centro de Estudios de Emprendimientos Solidarios / CEES UC

    El Centro de Estudios de Emprendimientos Solidarios es un centro de la Facultad de CienciasSociales de la Pontificia Universidad Catlica de Chile.

    CEES UC

    Facultad de Ciencias SocialesPontificia Universidad Catlica de ChileAvda. Vicua Mackenna 4860, MaculSantiago, CHILE

    Web page: www.cees.clCorreo Electrnico: [email protected]

    ISSN 0718-4468 / PERSPECTIVAS CEES-UC / N 3 / OCTUBRE 2007

    SOBRE LA AUTORA

    Teresa Matuses Profesora Adjunta Escuela de Trabajo Social y Directoradel Centro de Estudios de Emprendimientos Solidarios CEES-UC. AsistenteSocial de la Universidad de Concepcin, Licenciada en Ciencias Socialespor ILADES, Magister en Sociologa de la PUC, Ph.D. en Sociologa de laUniversidad Cndido Mendez de Ro de Janeiro y Ph.D. en Trabajo Socialde la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Federal de Ro de Janeiro.Realiza investigacin en torno al tema de las nuevas configuraciones de losocial. Como docente de pre y post grado dicta la ctedra de Fundamentosdel trabajo social y cursos sobre epistemologa deltrabajo social. Harealizado investigacin tambin sobre la historia del trabajo social.

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    C E N T R O D E E S T U D I O S D EE M P R E N D I M I E N T O S S O L I D A R I O S

    CONTENIDOS

    PRESENTACIN ....................................................................................4

    I. El uso de metforas y su relevancia en el anlisis de lo social .........................6

    1. Las marcas de la desigualdad y sus contradicciones ...............................72. El principio de la esperanza forma parte de lo concreto..........................83. La importancia de la memoria en los programas sociales .........................94. Los choques epistmicos en las lgicas de expertos o cmo ms puede sermenos ....................................................................................... 11

    II. Hacia mejores condiciones de efectividad en los programas sociales .............. 13

    - Partir considerando el peso de los imaginarios culturales o cmo lo social va aser producido. ............................................................................. 14- Operacionalizacin de planteamientos conceptuales especficos ............... 14- Hacia una tica procedimental que se constituya en criterio de evaluacin ocomo pensar en criterios de personalizacin y generacin de capacidades ..... 15-La generacin de ms sofisticados sistemas de registro y anlisis ............... 15- La consistencia afuera/adentro o las andanzas del Padre Gatica ............... 16

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    C E N T R O D E E S T U D I O S D EE M P R E N D I M I E N T O S S O L I D A R I O SPRESENTACIN

    EL PESO QUE QUEDA: CONDICIONES DE EFECTIVIDAD EN LOSPROGRAMAS DE INTERVENCION SOCIAL1

    Una de las falencias que suele atribuirse a las Ciencias Sociales es el planteamiento

    de sofisticados anlisis y modelamientos, los que se llenan de recuadros, flechas ydatos por doquier; pero que no siempre resultan orientadores para la toma dedecisiones, tornndose en un ejercicio vacuo de mera intelectualidad desatada.Hablar de efectividad equivale a mirar lo hecho y cuestionarse si se han obtenido losresultados esperados, un sencillo cuestionamiento que encierra en s buena parte delos desafos que se han asociado al devenir actual de las organizaciones y programassociales, cuyos bemoles son ordenados en este escrito de la profesora Teresa Matus.En las lneas de este escrito, no solo es posible encontrar un anlisis limpio y clarosobre la situacin actual de los programas de intervencin social, sino que tambin

    propuestas particulares y directas cuya implementacin puede impactar de manerainmediata el devenir de la estos programas. Anlisis y propuesta al mismo tiempo.

    Mencionar solo una de las varias lneas de accin que se plantean, tal es eldesarrollo de sistemas de registro y anlisis ms sofisticados.Toda organizacin debe ser capaz -so pena de arriesgar su permanencia- de registrar,sistematizar y analizar los datos provenientes de su accin, con el claro propsito deobtener informacin til para la toma de decisiones de sus miembros. La carencia deesta mirada sume a los equipos de trabajo en la absoluta inocencia casi infantil de laignorancia. Se pueden pasar todo el da resolviendo problemas ya abordados en el

    pasado, pero de cuya solucin anterior nadie logra dar cuenta. Van actuando como side una emergencia se tratara en un eterno da-a-da que se repite, como en aquella

    pelcula donde su protagonista amaneca cada nueva jornada en el mismsimo da dela marmota, viendo lo mismo una y otra vez, pasmado ante la imposibilidad de hacer

    cambios a ese eterno presente.Es imposible seguir un proceso si no se registra lo que se hace o deja de hacer, a lavez que estos registros pierden sentido si no se los logra sistematizar de un modolgico, al tiempo que sin anlisis posterior estos datos no llegan a ser tiles, pueslimitan decididamente la capacidad de detectar oportunidades de cambio o mejora enlos procesos o procedimientos que se llevan a cabo. El registro, la sistematizacin y elanlisis dan la posibilidad de ver ms de un da a la vez, de seguir procesos, deevaluar cambios o de constatar estancamientos, de poder ocuparse en exclusividad delos temas estrictamente nuevos, pues los antiguos o recurrentes ya cuentan con suabordaje, requiriendo nicamente actualizaciones peridicas.La reflexin y las propuestas de mejora de los programas y las organizaciones sociales

    estn disponibles, solo resta que quienes forman parte de los equipos decidancomenzar a caminar.

    Daniel Daz V.Editor

    1El presente artculo fue originalmente publicado en: En Foco (ISSN 0717-9987) nmero 36, editado por Corporacin Expansiva. El escrito ha sido revisado

    especialmente para esta edicin. La autora desea agradecer los comentarios crticos de Pilar Romaguera, ya que posibilitaron dimensiones analticas de estedocumento y renovar nfasis buscados en l.

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    Las frases truncadas trataban de penetrar en lainmovilidad y permanecan flotando entre dosaguas, como objetos inofensivos: partculas de

    algodn, astillas, hebras de lana...Ciertos nombresdespertaban ecos ms intensos; se adheran durante

    ms rato a la periferia y alguna de sus puntas

    lograba entrar en el reducto silencioso. Pero losnombres caan bajo la eterna condenacin2.

    2Edwards, Jorge. El peso de la noche. Ediciones Seix Barral. Barcelona, 1965. Pg. 7

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    I. El uso de metforas y su relevancia en el anlisis de lo social

    Pareciera obvio marcar el carcterconstruido de lo social. Sin embargo,uno de los olvidos recurrentes es no

    tener presente ese carcter. En lasformas de producir los nombres y lasemntica de los programas sociales, seinstala demasiadas veces una renovadametafsica: la objetivacin de un datocomo si fuese externo, real,cognoscible. Hacia esa luz se camina,hacia ella se orientan las voces, losargumentos. Se parte de lo que est, selo diagnostica con diversas cifras3, no serecurre a mostrar la ausencia, lo

    opacado, lo que sin embargo, flotachocando contra esa inmovilidad. Esepeso, esa fuerza que da alguna cuentaexplicativa acerca de los factores quesustentan la preferencia, que perfila lamemoria, que nos habla recordndonoslos modos que fueron, densamente,elaborando lo que hoy se traduce comoun elemento indiscutible y que, enciertos casos, se vuelve casi unasegunda naturaleza.

    De este modo, el peso que queda esuna metfora usada para iluminaraquellos aspectos no cuestionados y encierta forma naturalizados por lacultura 4 , pero que actanpoderosamente como marco referencial,como sustrato bsico, de lascondiciones de efectividad de losprogramas de accin social. De all que

    3En Chile, el debate sobre temas de desarrollo seconstruye en gran medida a partir de estadsticas. Diversos

    actores buscan servirse de su apariencia de cientificidad yneutralidad para legitimar sus puntos de vista, construiragenda de debate pblico, incidir en la toma de decisiones.Marquez, Rodrigo. De las cifras a los mensajes y de stos ala accin. PNUD, Chile. Pg. 14El cuerpo, el tejido social, los organismos, los edificiossociales, los juegos, los rational choice, la mquina, la

    jaula de hierro, la teodicea del mercado, estn all pararecordarnos el carcter construido y conflictual de lo social.

    Jamur, Marilena Reflexoes sobre uma esfera construda yconflitual: o social En: O Social em Questo n1. OTrabalho. PUC Ro de Janeiro. 1997. Pg. 7

    la nocin de peso no puededesasociarse de los objetivos y lasformas de evaluar los programas

    sociales como tampoco homologarse auna indicacin monetaria5o a la nocinde gasto. Ms bien nos habla delproceso mediante el cual se producenlas formas de anlisis, de esosmecanismos no explicitados siempre enlas discusiones y que aparecen comojirones, como astillas, como fuerzainsustancial y meramente accesoria,reducida a veces a la emergencia deposiciones binarizadas donde, por lo

    general, se llega a suma cero.

    5A menos que sea para mostrar justamente el carcterfalso de su intercambio. Derrida, Jacques. La MonedaFalsa: estudios sobre el valor de lo incuestionado. EditorialTrotta. Madrid, 2000. Pgs. 7 y ss.

    Se parte de lo que est,se lo diagnostica condiversas cifras, no serecurre a mostrar laausencia, lo opacado, loque sin embargo, flotachocando contra esa

    inmovilidad.

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    1. Las marcas de la desigualdad y sus contradicciones

    El gran desafo social del Chile actuales hacer frente a la inequidad. Estas

    palabras del Ministro de Hacienda enuna entrevista en la televisin, vienen areflotar una disputa de larga data: elque lo ms urgente es combatir lapobreza y que las expectativas demediano plazo se encargarn de ladesigualdad. Esta tendencia que, Ginimediante, nos coloca a Amrica Latina

    como el caso ms antiejemplar delplaneta, es una tarea urgente que

    requiere ser pensada en relacin noslo con las condiciones de unarenuente pobreza dura, sino adems,ante el panorama evidente dedesacoplamiento estructural generadoen el pas desde hace ms de treintaaos.

    Regin Amrica Latina Africa y MedioOriente

    Sur de Asia Europa Oriental

    Quintil 1 4,52 6,9 8,76 8,83Quintil 5 52,94 45,35 39,91 37,80Fuente: Deininger & Squire. Measuring Income Inequality. A new data base. World Bank. Economic Review, 1996-2000.

    No da para seguir repitiendo, como sias fuera, que hay que escoger entre elcrecimiento o la redistribucin social.Que el primero nos llevar a lasegunda. Porque las ltimas dcadasnos muestran que crecimiento ydesigualdad pueden convivir en

    completa comodidad

    6

    . De esta forma,se precisa de enfoques que ayuden asacar de la invisibilidad algunas marcasimportantes, algunas apuestascontingentes asumidas en su momento yque hoy nos configuran parte de estecomplejo panorama: el que, porejemplo, se afirme en diversos medios,que con el actual porcentaje dedesafiliacin en las AFP y con los quenunca llegaron a ellas, habr ms de un

    40% de los chilenos con bajasjubilaciones y que ellas sernnuevamente una carga para un Estadoque ya, ahora como nunca, no podr

    6Kliksberg, Bernardo. Inequidad y crecimiento. Nuevoshallazgos de investigacin. En: De igual a igual. El desafodel Estado ante los nuevos problemas sociales. FCE-Siempro-FLACSO. Buenos Aires, 1999 Pg. 30

    dar respuesta integral. Esto es an peorsi se trata de mujeres.

    Es ms, una de las preguntasinquisitivas del momento es: de dondesale tanta gente que toca la puerta delHogar de Cristo y de otras fundaciones

    sociales? De dnde surgen los usuarios,de un techo para Chile, demicrocrditos y de numerosas campaasde solidaridad social? Como responderael Padre Hurtado: de condiciones deinjusticia que en mi pas no cesan y queclaman al cielo 7. Por otra parte, elque los principales cambios en lossistemas de salud, de educacin, desistemas productivos, de disposicin delos planes de regulacin urbana,

    choquen de modo peculiar conespecficos grupos de inters (con o sinlobby), nos dejan claro que es difcilque el presupuesto del pas seestructure de otra manera.

    7Hurtado, Alberto. Es Chile un pas catlico? EdicionesPaulinas. Santiago, 1994.

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    2. El principio de la esperanza forma parte de lo concreto

    Incluso los programas socialesinnovadores an evalan sus resultados

    fuertemente marcados solamente porsu condicin de negatividad: lograrque los jvenes no vuelvan a delinquir,que no consuman ms drogas, que lasfamilias no vuelvan a caer en la lneadura de la pobreza. Sabemos de estosobjetivos, y no es que ellos seencuentren mal concebidos, sino quefalta, incluso para llevarlos a cabo enmejores trminos, una semntica derecoja los sueos, las aspiraciones, los

    proyectos y los plasme tambin comopropuestas posibles. Habra quediferenciar entre proteccin social(cuya matriz recurrente es el manejo

    social del riesgo)y el

    fortalecimientode autonoma yciudadana, parano confundir elpiso con el

    techo. Ahorabien, para estose requiere deun cambio

    profundo:preferir incluso

    descontentoscon mayordignidad queusuarios dcileso agradecidos

    sin explicacin.Transformar loanterior implica

    adentrarsedirectamente en

    la relacin evaluacin-xito-agradecimiento. Podemos sostener que

    hegemnicamente se buscan clientesfelices a la hora de evaluar losprogramas. Con estos rostros se inundanlas agendas y las industrias culturales ylos medios de comunicacin.Reconozcamos, al menos, que ladocilidad se encuentra en las antpodasde la ciudadana.Adems, para construir unaintervencin compleja, sobre ella serequieren construir otras dimensiones

    de rentabilizacin de lo social. Unarentabilizacin diversa, donde esosobjetivos constituyan el contenido delvalor agregado neto y su mejor tasainterna de retorno son indispensablespara modelos innovadores deintervencin. Adems, econmicamenteson ms viables: una inversin social enun barrio donde adems de las casas segane en confianza, en participacinvecinal, en colaboracin mutua, es un

    tremendo ahorro de gastos en cuidadoinfructuoso de espacios pblicos, demayor seguridad. Es rentable en tantoel valor de las casas aumenta, ylentamente esa zona se constituye enpolo de atraccin y no en un nuevoproblema social trasladado de unacomuna a otra, donde la ltimageneralmente tiene incluso menosrecursos. Para esto, es perfectamenteposible -como ya se ha realizado en

    diversas experiencias internacionales ynacionales- gestar mecanismos decomplementariedad pblicos yprivados.

    Econmicamenteson ms viables: unainversin social enun barrio dondeadems de las casasse gane enconfianza, en

    participacinvecinal, encolaboracin mutua,es un tremendoahorro de gastos en

    cuidado infructuosode espacios

    pblicos, de mayor

    seguridad.

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    3. La importancia de la memoria en los programas sociales

    Un claro ejemplo de estas condicionesde memoria es el denominado efecto

    boomerang en cuanto a salud yprevisin social. En 1978 una de lasrazones esgrimidas para realizarreformas estructurales en estasmaterias, consista en plantear que elEstado no poda absorber ms dichosgastos. De hecho la nocin queempresas privadas daran mejor cuenta,fue uno de los ejes de la discusin. Esinteresante que hoy, despus de tanto,el Estado sea requerido para hacerse

    cargo de los sectores ms desposedosde la poblacin establecindose unaparadoja: el mercado y los sistemasprivados se hacen cargo de los sujetosde los cuales pueden obtener lucro y elEstado trabaja a prdida con losdesafiliados y excluidos de los otrossistemas. Esto es ostensible: en salud,las ISAPRES slo cubren el 8% del quintilms pobre de hogares y slo un 15% dela poblacin mayor de sesenta aos.

    En materias de previsin, se calculaentre el 30 y 40% la poblacin nocumplir los requisitos de ahorronecesario para obtener la pensinmnima en los sistemas de AFP8. Si aesto se suma que es el Estado el quedebe pagar los antiguos sistemas depensiones a los afiliados anteriores alao 80, los bonos de reconocimientoincluso y las pensiones asistenciales ylos subsidios en todo el pas; tenemos

    que eso significa una inversin cercanaal 5% del producto interno brutonacional. Si adems consideramos loque el Estado debe invertir en salud yen el conjunto de medidas y

    8 LECHNER, Norbert. Polticas sociales, estado, mercadoy tercer sector. en: El estado y la sociedad civil en las

    polticas sociales. Consejo Nacional para la superacin dela Pobreza. Serie Documentos n1 Santiago de Chile, 1998.

    transferencias fiscales en beneficios degrupos sociales en situacin de

    pobreza, tenemos que el gasto socialaumenta con los sistemas deprivatizacin en materias de seguridadsocial porque sus propios beneficiarios,al no ser pensados ya dentro de unsistema de subsidiaridad o en unsistema de reparto, ni contar confondos de solidaridad, hacen que elaparato pblico deba invertir en lossectores que estn imposibilitados deretribuir econmicamente. De all que

    esa coexistencia de responsabilidad enlos sistemas de seguridad no hacensino cubrir los riesgos y dar unaproteccin como nunca ha habido perono a los sujetos sino al capital. Es steel que est doblemente protegido: dela pobreza y la escasez de los sectoresms desposedos de la sociedad porquede ellos se encargara el Estado. De lasdificultades o los riesgos de los queparticipan en sus sistemas porque aqu

    son cargados hacia la propiaresponsabilidad de la capitalizacinindividual, por ejemplo a travs delconsentimiento para tipos de riesgos.Es preciso consignar aqu, paraesclarecercunprotegido estel capital enestossistemas, que

    ellos cuentanadems condos requisitosadicionales: elque sea unaobligacinpara todos lostrabajadores

    De all que esacoexistencia de

    responsabilidad en lossistemas de seguridadno hacen sino cubrirlos riesgos y dar una

    proteccin como nuncaha habido pero no alos sujetos sino alcapital

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    chilenos despus de 1980 estar optandopor alguno de ellos, por tanto, tienenclientela cautiva. Esa nocin deobligatoriedad es, a la vez, uncontrasentido con la propia idea de

    libertad individual, porque slo puedoescoger entre ellos, no puedo dejar depertenecer porque as estreglamentado por ley (con esa antiguadesconfianza en el asalariado propia delsiglo XIX). En segundo trmino, unaexigencia de permanencia territorialque incluso castiga a los individuosexitosos y es un contrasentido en plenoauge globalizador. Las AFP slo cubreny son alimentadas por instituciones

    laborales que estn dentro delterritorio nacional, por tanto, si unasalariado se cambia a un trabajo en elextranjero deja de cotizar, (a menosque lo haga en forma independiente,sometindose a un doble requisito) porlo que la globalizacin previsional almodo chilensis llega slo hasta lacordillera de los Andes. Como se asumeque fue el propio usuario el que se fue,si ste no contempla un sistema de

    pago adicional, le quedarn lagunas ensu sistema de previsin que serndeterminantes en su jubilacin, ya quese calcula en virtud de la densidad delahorro individual conseguido. De estemodo, los incluso afortunadosasalariados con un empleo ms o menosestable, debemos ir dicindole adis aese ideal del fruto del ocio como underecho social irrenunciable. Ms bien,como tan lcidamente expresara

    Savater ante el estrecho presente nosconformamos teniendo ante nuestrosojos la visin de lo peor9.Existe en materia de previsin yproteccin social un desplazamientocomplejo y cuestiones que rediscutir en

    9Savater, Fernando. Perdonadme Ortodoxos. EditorialAnagrama, Barcelona, 1998. Pg. 89.

    este nuevo escenario: el que lasreformas se hicieron para un mercadode trabajo que ya no es hegemnico, elque los sistemas de proteccin social seasociaron exclusivamente al empleo y

    que ahora hay que pensar en desasociary colocar mecanismos posibles paraello. El considerar que habr un gruporelevante de personas que quedarn entierra de nadie, ya que tendrn muchopara solicitar pensin asistencial omnima (por tanto no contarn con PASIni otros beneficios sociales asociados alcumplimiento cada vez ms difcil deingreso va CAS) y tendrn poco paracondiciones dignas de habitabilidad

    despus de toda una vida de trabajo. Elque todos lo haremos a costa denosotros mismos y que es indudablelos puntos crticos que existen en unsistema basado en la capitalizacinindividual, donde toda la flexibilizacines hacia abajo y difcilmente seproduce una flexibilizacin hacia arribade las condiciones estructurales en queestos sistemas fueron pensados.

    De este modo, los inclusoafortunados asalariadoscon un empleo ms omenos estable, debemos irdicindole adis a eseideal del fruto del ociocomo un derecho socialirrenunciable. Ms bien,

    como tan lcidamenteexpresara Savater

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    4. Los choques epistmicos en las lgicas de expertos o cmo ms puede ser menos

    Segn Katz y Kahn10, el 80% de las fallasde gestin organizacional se deben a

    dimensiones que no se consideran en elproceso de intervencin social. Loanterior da lugar a una serie deparadojas donde incluso ms accin,dotacin o presupuesto puede resultarmenor.Si ejemplificamos lo anterior enmaterias de violencia domstica, se nosvan apareciendo una serie de nudoscrticos a considerar, como laimportancia de las formas conceptuales

    de interpretacin de la relacinviolencia y cultura. Si se asume unposicionamiento dicotmico, laviolencia vendr siempre de losbrbaros y la civilizacin en cuantocultura propondr soluciones. Loanterior invisibiliza que la culturapuede provocar violencia. Si se defineun ncleo de orden en el centro delorden social y si esto es definido comoun bastin cultural, la violencia vendr

    en una relacin directamenteproporcional con los mrgenes, y la

    10Katz, Daniel y Kahn, Robert. The study of organizations.Josey Bass Publishers, San Francisco, 1982.

    interpretacin actuar graduando lagravedad como las ondas de una piedra

    en el agua. Asimismo, si se define elhogar como lugar seguro, lo msriesgoso ser la calle. Esto invisibilizalos antecedentes actuales: uno de lossitios ms riesgosos para las mujeres essu entorno domstico, ya que el 79% delos casos de violencia contra mujeresocurridas en el pas los agresores conconocidos11.

    Por otra parte, uno de los consensos en

    diversos mbitos es que para interveniren fenmenos sociales complejos comola violencia, se requiere de equiposmultidisciplinarios. De all que esnecesario, aunque no suficiente,constituir equipos tcnicos yprofesionales. Hay que discutir lasmatrices lgicas en que cada uno deellos ve y analiza el fenmeno: Unmdico, ms an un mdico legista, serige por el padrn: vida/muerte. De all

    que si una mujer, o un nio vienencaminando a su consulta es imposibleque le ocurra nada grave. Las lesiones,por tanto, son clasificadas desde esteparmetro. Del mismo modo, uncarabinero, acostumbrado a diferenciarsegn las alteraciones al orden pblico,y a la categorizacin de los delitos,puede que no le conceda demasiadaimportancia a una denuncia que noresultara en un delito grave y que

    adems no ocurre en el espacio pblico.

    Un abogado, formado en la matrizclsica del derecho, tender avisualizar el problema en trminos de

    11 Informe Servicio Nacional de la Mujer del Gobierno deChile, 2002

    si se define el hogar como lugarseguro, lo ms riesgoso ser la calle.Esto invisibiliza los antecedentesactuales: uno de los sitios msriesgosos para las mujeres es suentorno domstico, ya que el 79% delos casos de violencia contramujeres ocurridas en el pas los

    agresores con conocidos

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    una lgica de inocencia y culpabilidad,de vctima y acusado; lo queobstaculiza analizar mscomplejamente la constelacin de laviolencia intrafamiliar. Un trabajador

    social, formado en la diferenciacin defactores econmico-sociales, tender aatribuir a estas dimensiones un papelde variables que intervienen en elfenmeno de la violencia, actuandostas a veces, incluso como principiosexplicativos. Un psiclogo, dependerde la perspectiva que asuma(gestltico, conductista, psicoanalticou otro) visualizar de muy distintomodo un fenmeno como la violencia.

    De esta manera, se va gestando lo queFoucault denomina como un archivoexplicativo12. En el caso del parricidiode Pierre Riviere, Foucault yuxtapondrlos discursos mdicos, de la prensa, delos legisladores, de la familia, de losvecinos, los diarios escritos por elpropio Riviere en la crcel,preguntndose cmo trabajar con esaslgicas que chocan diversa ydesigualmente. Lo anterior es muy

    importante para que las personas queacuden a estos servicios, que ya hansido golpeadas en su espacio domstico,no sean doblemente maltratadas por unsistema de intervencin contradictorio,donde incluso ms puede ser menos.Asimismo, los usuarios tienen derecho asaber desde qu enfoque van a servistos y cul es la posibilidad de unaintervencin exitosa.

    Pero reconocer estos desajustes

    estructurales es slo un primer paso,una poltica de reconocimiento ayuda aun cierto desencanto fructfero. Losegundo es generar, considerando loanterior, mejores condiciones de

    12Para un mayor anlisis ver: Foucault, Michel. Yo, PierreRiviere... Ediciones Pennsula. Barcelona, 1989.

    efectividad de los programas de accinsocial. Si enfatizamos las polticas deviejos o de los denominados menoresen situacin irregular que no seareiterando sistemas de internacin, si

    apostamos a los jvenes no lospongamos a priori bajo sospecha comoen algunas campaas de drogas, en laley de alcoholes, en ciertos programasde reinsercin social donde, a lo ms,pueden aspirar a una libertad vigilada.Si nos convencemos que la familia esimportante no la sobreexijamos comopiedra de tope en una serie de polticassociales. Si queremos un Puente de lafamilia a sus derechos, pensemos en

    formas rigurosas de potenciar all,derechos y autonoma. Si buscamosinsertar a mujeres en programaslaborales no lo hagamos de manera tanflexible, que flexibilidad signifiqueparticipar del mercado a costa de untrato discriminatorio. Si lasorganizaciones sociales, an lasorientadas por fines ms altruistas,buscan desarrollar responsabilidadsocial hacia fuera, no puede ser al

    costo del olvido de esas exigenciashacia dentro,a su propiopersonal, asus propiostrabajadores.

    Pero reconocer estosdesajustes estructuraleses slo un primer paso,una poltica dereconocimiento ayuda aun cierto desencanto

    fructfero. Lo segundo esgenerar, considerando lo

    anterior, mejorescondiciones deefectividad de los

    programas de accin

    social.

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    II. Hacia mejores condiciones de efectividad en los programas sociales

    Es indudable que mejorar la calidad delos programas y polticas sociales esdesplegar un esfuerzo que contempla

    factores mltiples. Una de esasdimensiones es la eficacia, la mediciny evaluacin de resultados en un cortoplazo, la mensuracin de laincorporacin de usuarios especficos amejoras mediante accesos a serviciosbsicos, a algn tipo de solucinhabitacional, a algn tipo de empleo, aalgn nivel educacional. Esto es de granimportancia, pero no se puede colocarcomo dimensin nica o en

    competencia (generando la ilusin depoder escoger) con las condiciones deefectividad de los programas, aquellasde mediano plazo, las que nos indican siel esfuerzo fue sustentable, si potenciciudadana, si fortaleci autonomas.Es decir, el estado en quehoy se encuentran viejos,mujeres y jvenes es elresultado de un procesodenso que amerita una

    poltica de reconocimiento.A ello se adiciona el que noes slo una cuestin depriorizarlos como grupo sinopensar en modelos mscomplejos de intervencinsocial. Por ejemplo, si sepersiste en una formaclsica de trabajo conancianos o conabuelitos, entonces la

    intervencin adquiere una forma deasistencia que, por lo general, nos llevaa desplegar lo que se entiendejustamente como hogar de ancianos.Ahora bien, si se los enfoca desde otromodelo de intervencin, al modo porejemplo, de las residenciasautogestionadas del programa del Hogar

    de Cristo 13 , ellos pueden serreivindicados en cuanto sujetos, quepueden decidir muchos aspectos de su

    vida, entre otros, cmo podran vivir sise organizan. Lo mismo pasa conrelacin a los jvenes y mujeres y lasformas que adoptan los programassociales: es distinto crear un colegioespecial para adolescentesembarazadas que integrarlas en susescuelas, insistir en la tolerancia cerocon cualquier tipo de drogas, seguirproponiendo formas de trabajorepresivas para jvenes o

    maternalizar a priori los programasde mujeres14, as como asumir que porel hecho de ser mujeres y/o jvenes esposible flexibilizar sin ms losprogramas de empleo.En fin, no se trata entonces slo de

    fijarse en reas prioritarias:mujeres, jvenes, ancianos,cesantes; sino deinterrogarse y mejorar lasestrategias de intervencin

    social existentes,exigindoles condiciones deconsistencia operacional. Untipo de standard es el fijadoen conjunto por lasdenominadas polticas desegunda generacin quebuscan promover unaincorporacin de la lgicade los derechos, aumentarla co-responsabilidad y la

    participacin activa, contribuir aincrementar la autonoma y fortalecerposibilidades ciudadanas. Pero, comotodos sabemos, que del dicho al hecho

    13Para mayor anlisis ver: divisin de estudios Hogar deCristo. Pg. Web institucional.14Aguirre, Rosario. El maternalismo en las polticassociales. La ciudadana a debate. ISIS International.Santiago, 1997. Pgs. 87 y ss.

    No se trata entonces

    slo de fijarse en reasprioritarias: mujeres,jvenes, ancianos,cesantes; sino deinterrogarse y mejorarlas estrategias deintervencin socialexistentes, exigindolescondiciones de

    consistencia operacional

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    hay una distancia a veces radical,estudiar y generar modelos deintervencin social ms integrales, conuna lgica de gestin orientada aresultados, son parte de una tarea hoy

    decisiva en el quehacer pbliconacional. Porque si bien y, a la vez, ladiscusin y enfrentamiento deldesajuste requiere de dilogo y

    medidas especficas, tambin lo precisacon urgencia debatir sobre lascondiciones de invencin,multiplicacin y competenciaadministrativa del presupuesto social.

    Un enunciado sinttico y no exhaustivode algunas de estas dimensiones aenfatizar en los modelos deintervencin social seran las siguientes:

    - Partir considerando el peso de los imaginarios culturales o cmo lo social va a serproducido.

    La intervencin social no trabaja conindividuos en cuanto tales. Nadie llegaa ella en su condicin de persona

    natural, sino que emerge al interior deuna categora analtica determinada:mujer golpeada, cesante, menor ensituacin irregular, directiva de unaorganizacin sindical, integrantes de uncampamento. Por tanto, una dimensinclave de la intervencin es considerarlauna interseccin, un cruce entre lossujetos y el fenmeno social que losconvoca. Luego, si la categorizacinsocial se realiza en trminos

    estigmatizadores, esos sujetos llevarnesa marca en forma persistente. De allque estudiar los modelos deintervencin social enfatizando su

    potencial simblico-enunciativo, resultaclave en el logro de mayoresoportunidades de equidad y desarrollo

    de la ciudadana. Consecuentemente, laintervencin es una actividad simblicaque renueva la accin social medianteuna resignificacin de los imaginariosculturales que se dan en el mundosocial. Dicho en otras palabras, operaen la produccin de subjetividades, enla construccin de identidades, en lareconstruccin de los lazos sociales. Daruna oportunidad, no slo involucrarecursos sino justamente la

    movilizacin de imgenes encauzadas allogro de un reconocimiento pblico mspositivo.

    - Operacionalizacin de planteamientos conceptuales especficos

    Si consideramos lo anterior, laintervencin se constituye como unaforma de ver qu funda un hacerpeculiar. All, existe un vnculo que no

    puede ser roto: no hay buenas accionessociales sin una comprensin complejade lo social. Es decir, no hayintervencin efectiva sin una bsquedarigurosa de una constelacin explicativaque la configure. Esta articulacintensional es inseparable y funda formasde intervencin que ya no pueden ser

    entendidas bajo la nocin restrictiva deprctica. Por tanto, sus aportes a nivelde generacin discursiva de elementos,son parte inherente e insustituible que

    constituyen el ncleo duro de gestionessociales innovadoras que se traducen enmejores sistemas de accin. No se trata,por tanto, slo de enunciar que laintervencin adquiera un rostroparticipativo, autnomo, ciudadano, ycontrastarlo binariamente y pornegatividad con lo asistencial,

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    dependiente o tradicional; sino que serequiere adentrarse en ofertasconceptuales especficas yoperacionalizar sus dimensiones enforma rigurosa. Esto es un desafo que

    involucra considerar seriamente almenos dos cosas: que el reconocimientode sustratos conceptuales especficos esfundamental en la intervencin y que

    no hay una sola forma de llevaradelante esos procesos, es distintofortalecer autonoma desde enfoquesliberales, comunitaristas o de las ticasdiscursivas. Y esto no es un punto

    secundario para la especulacin deexpertos, sino un ncleo vital de laintervencin.

    - Hacia una tica procedimental que se constituya en criterio de evaluacin o comopensar en criterios de personalizacin y generacin de capacidades

    Una tica de fortalecimiento deautonoma y ciudadana requierevisibilizarse en dos trayectos

    importantes: el que va de los discursosa las estrategias de intervencin y a loscriterios de evaluacin. Sien los programas secontina evaluando slopor los beneficiostangibles, por los mnimosa lograr, y no tambin porlas formas asumidas por laintervencin y el modo enque los sujetos

    involucrados generaroncapacidades deautonoma; es muy difcilvisibilizar condiciones ynudos crticos para unanocin desustentatibilidad de eseprograma especfico.En el mismo sentido, serequiere de una dimensindialgica en cuanto slo pueden

    pretender validez aquellas normas quepudiesen contar con el asentimiento de

    los afectados, como participantes en undiscurso prctico. De all que las formasde produccin del orden, de mediacin,

    de negociacin, forman parte sustantivade los propios principios comunicativosde operacin. Esto podraser fuente importante depersonalizacin de losprogramas. Es decir, en vezde determinar a priori losbeneficios de salud,educacin y trabajo, entreotros, sera posibledestinar un monto y usarlo

    al momento de conocer lassituaciones especficas y lapriorizacin que los propiosusuarios hacen de ellos. Deesta forma, la intervencinsocial aparecera como unaoferta real a partir de lacual los sujetos tendranposibilidades contingentesde elegir formas

    especficas de fomento de su autonoma.

    -La generacin de ms sofisticados sistemas de registro y anlisis

    No es posible llevar a cabo mecanismoscomo los descritos sin antes innovar enlos sistemas de registro y anlisis. Solo

    si se realizan ajustes propositivos estembito podr decir algo en el medianoplazo.

    Si en los programas secontina evaluando slo porlos beneficios tangibles, porlos mnimos a lograr, y notambin por las formas

    asumidas por la intervenciny el modo en que los sujetosinvolucrados generaroncapacidades de autonoma;es muy difcil visibilizarcondiciones y nudos crticos

    para una nocin desustentatibilidad de ese

    programa especfico.

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    Una de las grandes torpezas del sistemavigente es el no registro de aquellosque, por la forma en que se disponenlos criterios, se van quedando fuera del, en circunstancias que a todas luces

    y visto en forma personal por losprofesionales de terreno esas personasson merecedoras de los beneficios delprograma. Esto no se hizo ni con losjvenes, en relacin al crditouniversitario, ni con los viejos, respectoal programa Puente, ni con las mujeresjefas de hogar, en cuanto a suasignacin en otros programas sociales,lo que constituye una fuente dedescontento potencial acumulado.

    Por otra parte, no se pueden seguirregistrando solo las dimensiones

    cuantitativas ms evidentes como lacobertura y la entrega de los programassociales. El desafo aqu es integrarotros factores de registro y anlisis yesto es imperioso. En este mismo

    sentido, se requiere de una forma deregistro que muestre la relacin entrela memoria de lo que ya se hizo conesas materias. De lo contrario, cada vezse partir desde un proyecto que seconstituye en piloto y que se ponecomo nueva piedra angular.Esta falta de reconocimiento de lo yaelaborado es crucial para enriquecer lascondiciones de efectivididad de losdistintos programas existentes.

    - La consistencia afuera/adentro o las andanzas del Padre Gatica

    Hasta aqu, toda innovacin es unaforma de articulacin con lo que yaexiste. Se piensa a partir de lorealizado, ejerciendo una ineludiblecrtica que permita proyectarse yenriquecer lo que se tiene. Importa

    enfatizar esto, porque muchas vecesexiste una especie de doble reduccin.Puede que el proyecto sea asumido porquienes lo coordinan comocentralmente novedoso, y no seconsidere en esta visin que algunos desus rasgos, de sus formas de operar y deplantearse ya estaban presentes enacciones que determinadasinstituciones y organismos pblicos hanrealizado en forma clsica a lo largo del

    pas. Hacerlo de este modo involucra elriesgo que estos agentes (algunos de loscuales se supone incluso son ejecutoresdel proyecto), al no verse reconocidos,se vuelvan contrarios a esta iniciativa.As, a partir del planteamiento de unareduccin inversa, pueden pensar queel proyecto no tiene nada nuevo,

    porque es lo mismo que ellos hacen, aveces por dcadas y, por tanto, no leasignarn ningn valor especial sino que,por el contrario, como en la crnica deuna muerte anunciada, vocearn susflaquezas y los impedimentos de su

    realizacin. Asimismo, este mecanismono los llevar a sentirse partcipes sinoobservadores de una poltica que sedesarrolla dentro de sus espacios quehay que llevar a cabo. De este modo,incluso cabe la posibilidad que laasuman como una tarea desmedida,como otra gracia ms (generalmente enSantiago) que no considera la carga queya se realiza en esa localidad.Sin embargo, junto con los anteriores

    factores de innovacin, persiste unadimensin de poca o nula visibilidad.Las polticas y programas sociales seproyectan desde el gobierno y otrasinstituciones sociales y se piensan envirtud de sus destinatarios. Ambospuntos de afinan y se piensan en sucomplejidad, pero hay un mbito, un

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    eslabn mediador por excelencia, queno siempre se contempla: los diversossectores ejecutantes de las polticas.Estas personas, profesionales y tcnicos,funcionarios pblicos, profesores,

    trabajadores sociales, psiclogos ymdicos salubristas, entre otros, rarasveces son requeridos para que den suopinin. Ms escaso an es que elprograma contemple mecanismos deajuste y pautas flexibles de evaluaciny que ellos sean los encargados de suandamiaje y de sus proposiciones

    locales desde las cuales construirpeculiaridades que no solo contemplensino que enriquezcan el espritu de lopropuesto.Pensar en este afuera/dentro es

    sustantivo para mejorar y enriquecerlas polticas sociales en Chile. Esto, sino se quiere que incluso los modelosinnovadores sean para los usuarios ypara quienes los implementan otraforma de ejercicio del padre Gatica.

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