(teorico relativamente facil) el autonomismo como estrategia política revolucionaria

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El autonomismo como estrategia política revolucionaria Vivimos un tiempo vertiginoso. Y no hay mucha originalidad en decirlo. La globalización, Internet, la caída del Muro de Berlín y la hegemonía del neoliberalismo, han abierto lo que muchos llaman un cambio de época. Es un tiempo que combina extraordinarios adelantos, expresión de la más alta creatividad humana, con inhumanidades nunca antes vistas. Pero es un tiempo que, ante todo, nos pertenece. Es la época que nos vio nacer. Lo que tienes entre manos es producto de jóvenes que, provenientes de diferentes experiencias políticas, hoy nos articulamos en busca de un camino. Desde nuestra época buscamos refundar la esperanza revolucionaria, aquella que durante todo el siglo XX se viera frustrada a manos de unos y de otros. Y justamente porque hoy en nuestro país la política sigue siendo pequeña política, encerrada entre los mismos de siempre y sin ofrecer nada nuevo, creemos que nuestra generación debe mirar lejos en el horizonte e instaurar hoy una mirada de largo plazo. A veces es necesario querer reinventarlo todo. I. ¿QUIÉNES SOMOS? El fracaso de rojos y amarillos La primera y gran lección del siglo XX es el fracaso de las estrategias revolucionarias que buscaban la superación del capitalismo. No sólo por su incapacidad de ser mayoría y lograr el poder, sino por cómo lo administraron cuando lograron conquistarlo: la mayoría de las veces construyeron sociedades hasta más abominables que el propio capitalismo. La crisis profunda de los partidos comunistas de todo el mundo (incluido Chile) está enraizada finalmente en el hecho de que los socialismos reales no trajeron un mundo de más libertad y humanidad, sino sólo otra forma de explotación y

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Aportes para una estrategia revolucionaria

El autonomismo como estrategia poltica revolucionariaVivimos un tiempo vertiginoso. Y no hay mucha originalidad en decirlo. La globalizacin, Internet, la cada del Muro de Berln y la hegemona del neoliberalismo, han abierto lo que muchos llaman un cambio de poca.

Es un tiempo que combina extraordinarios adelantos, expresin de la ms alta creatividad humana, con inhumanidades nunca antes vistas. Pero es un tiempo que, ante todo, nos pertenece. Es la poca que nos vio nacer.

Lo que tienes entre manos es producto de jvenes que, provenientes de diferentes experiencias polticas, hoy nos articulamos en busca de un camino. Desde nuestra poca buscamos refundar la esperanza revolucionaria, aquella que durante todo el siglo XX se viera frustrada a manos de unos y de otros. Y justamente porque hoy en nuestro pas la poltica sigue siendo pequea poltica, encerrada entre los mismos de siempre y sin ofrecer nada nuevo, creemos que nuestra generacin debe mirar lejos en el horizonte e instaurar hoy una mirada de largo plazo. A veces es necesario querer reinventarlo todo.I. QUINES SOMOS? El fracaso de rojos y amarillosLa primera y gran leccin del siglo XX es el fracaso de las estrategias revolucionarias que buscaban la superacin del capitalismo. No slo por su incapacidad de ser mayora y lograr el poder, sino por cmo lo administraron cuando lograron conquistarlo: la mayora de las veces construyeron sociedades hasta ms abominables que el propio capitalismo. La crisis profunda de los partidos comunistas de todo el mundo (incluido Chile) est enraizada finalmente en el hecho de que los socialismos reales no trajeron un mundo de ms libertad y humanidad, sino slo otra forma de explotacin y sufrimiento, ms equitativa en el mbito material, pero cruenta en otros aspectos igualmente importantes.

Tambin en esta poca dominada por conservadores y multinacionales podemos concluir el estruendoso fracaso de las estrategias que buscaban humanizar el capitalismo. Todas las socialdemocracias del mundo (socialistas y democratacristianos) hoy desmantelan los estados de bienestar que se construyeron durante el siglo XX, e introducen reformas neoliberales que precarizan el trabajo y en general disminuyen la calidad de vida de los trabajadores. El gran costo de los pesados estados benefactores no cuenta hoy con un empresariado que est dispuesto a asumirlo como necesario, por lo que toda la lite mundial presiona sin contrapesos hacia su destruccin, y las socialdemocracias se ven incapaces de alterar la correlacin de fuerzas que impone la lite- obligadas a ser los instrumentos polticos para tal tarea, dada la alta impopularidad que hasta hace pocos aos tuviera la derecha ms dura. En nuestro propio pas vemos cmo, por ms militantes de base bienintencionados que tengan los partidos de la alianza de gobierno, el capitalismo se profundiza ms y las desigualdades aumentan, y peor: cada vez ms para el sector dirigente de la Concertacin es ms importante su alianza con el empresariado que con las organizaciones sociales que abrieron el escenario a punta de movilizaciones en los 80, a las que por lo tanto le deben su poder.Estas estrategias (electorales o armadas) dan origen a las dos culturas de la izquierda chilena: la cultura legalista (PC y sectores PS) y la cultura revolucionaria (MIR y sectores PS). Y aunque estas culturas resolvieran sus diferencias a tiros, compartieron un elemento central: la toma del poder por parte del partido como condicin para la transformacin. Y ambas frmulas, una vez en la cpula del Estado, fueron incapaces de transformar hacia abajo el conjunto de las relaciones sociales. Terminaron, unas y otras, engullidas por el poder sin ser capaces de escapar a sus tentculos. Nunca un mundo nuevo surgi de aquellas, porque vieron a la gente y sus actividades cotidianas, a sus organizaciones sociales propias, como meras bases de apoyo para la accin de la vanguardia vanguardia que una vez arriba, fue cooptada o derrotada- por el enemigo.

Valerosos guerrilleros y polticos amarillos-macuqueros podan diferenciarse en todo pero compartan este rasgo comn, un disimulado desprecio por lo social, aquello que para la cultura poltica de izquierda careca de conciencia poltica, y por tanto, de potencial transformador.

Nuestra conviccin fundamental es que el gran aprendizaje del movimiento popular de nuestra poca debe ser la necesidad de superar la visin de suplantacin de la fuerza social transformadora que ha tenido histricamente la izquierda poltica. Por esto es que nuestro esfuerzo no est en unir a la izquierda, sino en conseguir la unidad poltica del pueblo. Y ese es un desafo mucho mayor y ms difcil de superar, pero tambin, el nico capaz de asumir y efectuar material y concretamente un cambio revolucionario. Porque no vale la pena una unidad de izquierda que se asume vanguardia popular sin preguntarle previamente al pueblo si desea ser vanguardizado por esa izquierda. No vale la pena una izquierda dura si apenas interpreta a una minora, ms todava cuando esa minora se concentra en los estratos socioeconmicos altos. No vale la pena una izquierda realista si es incapaz de cambiar las cosas. Hoy hay que entender que la reconstruccin de la organizacin popular y su capacidad transformadora no se resuelve mecnicamente por la unidad de la izquierda. Es un desafo harto ms difcil, porque se trata de hablar y organizar a franjas sociales que histricamente no se han sentido de izquierda. Que desconfan de ella. Y que hoy son conducidas sin contrapesos por los grandes medios de comunicacin y por la derecha.

Por qu Autonoma?

Abrazamos la palabra autonoma entonces como principio fundamental. Autonoma no es apoliticismo ni rechazo a priori a participar del sistema poltico. Los autonomistas en Chile en su momento tambin votarn en las elecciones y postularn a cargos; de hecho queremos hacerlo pronto. Simplemente hemos aprendido de los errores de la izquierda (ya sea bien roja o bien amarilla), y sabemos que los cambios no se logran nicamente por la gestin de un Gobierno o un aparato anlogo, sino que son producto de la organizacin y accin de la gente misma, y fundamentalmente, de la accin de sus organizaciones ms inmediatas. No negamos el rol de conduccin de las organizaciones polticas de hecho estamos tratando de construir una-, sino que hemos aprendido, como tambin lo ha aprendido una franja de los luchadores sociales jvenes en este mundo, que conduccin no implica suplantacin.

Autonoma significa entonces el respeto a la autonoma poltica de las luchas sociales. Porque las luchas sociales de base tienen la capacidad de enfrentar al capitalismo all donde este se forma, en la accin cotidiana, en los cimientos de la sociedad. Y en la transformacin de aquellos espacios, en la ampliacin de la participacin cotidiana de la gente, y sobre todo, en la organizacin popular que estas tareas requieren, se encuentra la fuerza fundamental para la transformacin social. No en un caudal de votos sobre todo cuando stos ni siquiera se controlan- ni tampoco en tal o cual maniobra o golpe de mano comunicacional. La fuerza de los cambios, y por lo tanto, la fuerza poltica del pueblo, est centralmente dada por su capacidad de accin y organizacin de base. No por un color poltico, de esos que el sistema dibuja para que nos representen mediante el voto, no por un personaje determinado. Sino por la capacidad de la gente de alterar su propia cotidianeidad. Autonoma es entonces asumir la construccin de esa organizacin como tarea central, sabiendo ver el carcter secundario y accesorio, ya sea de la lucha electoral, como de la movilizacin de masas y la propaganda. Autonoma es una verdad tan vieja como eso de que la emancipacin del trabajador es obra del trabajador mismo.

El espejismo gremial y localista.

El desprestigio de los partidos polticos en el mundo (Chile no es la excepcin) ha calado tan hondo que todos los movimientos sociales emergentes deben ser y son- un poco autonomistas. La gente exige un mayor control social de los dirigentes, y las formas de participacin tienden a volverse ms abiertas y democrticas. Pero este desprestigio de los partidos trae aparejado un desprestigio de la poltica en general que engendra visiones gremialistas y localistas, que niegan la necesidad de una mirada poltica en las luchas sociales. Autonoma poltica significa luchar contra este tipo de conciencias que no son ms que la expresin cotidiana de la derecha- de una manera distinta que como lo hace la izquierda, que entiende que la pura presencia de palabras como izquierda, anti-neoliberal, o progresismo da un tinte poltico a determinada lucha social. La lucha contra el gremialismo hoy implica la unificacin sectorial de las luchas, y la solidaridad entre distintos sectores. Es un trabajo lento que debe ir demostrando a la gente que la unidad logra ms y no menos cosas, que nos hace ms poderosos y no ms dbiles. No se trata de tachar y borrar de un plumazo a quienes, en el seno del pueblo, presentan formas de pensamiento gremialista o localista. No se trata de decirles inconcientes o reaccionarios, y por tanto reducir la convocatoria a los de izquierda, aquello no resuelve nada. Es ms, elude el desafo de disputar conciencias a la derecha. Se trata justamente de poder convocar a organizarse y organizarnos de una manera distinta, y demostrarles en el da a da que mayor unidad entre los distintos sectores nos har ms fuertes. Ms que una conciencia de izquierda, lo que urge hoy en da es la construccin de una conciencia popular, de solidaridad de clase.

Es la unidad entre distintos sectores y no el grado de sobreideologizacin discursiva- de tal o cual sector lo que nos hace avanzar contra el localismo y el gremialismo. An contra la corriente imperante, en Chile hoy distintos movimientos sociales en particular en el mbito educacional- han demostrado que una mayor unidad real tiene consecuencias positivas.

II. QU QUEREMOS?

Ser anti algo no es suficiente

La tpica costumbre de los revolucionarios es definirse por aquello que no son. Anticapitalistas, antineoliberales, antisistmicos. Y es tambin una costumbre que por estos das recupera la izquierda tradicional, tratando de ganar cierta novedad al oponerse ms a la derecha poltica que a la Concertacin, lo que fuera su sello distintivo en los 90.

Pero nosotros preferimos definirnos por lo que somos. Porque en primer lugar luchamos por la felicidad humana. No slo por una mejor distribucin de la riqueza, cuestin que hoy parece ser todo el contenido de la palabra socialismo. Luchamos por transformar la tica de comportamiento del gnero humano. No se trata slo de abolir la propiedad privada, sino de superar las relaciones sociales en que aquella propiedad privada existe.

Hoy la acumulacin de riquezas es la fuerza motriz de las cosas. A tal grado que la lite mundial tiene tanto dinero que ni siquiera puede gastarlo en el lapso material de la vida. Ms todava, la mayor parte del dinero existe en forma de capital financiero, no responde a objetos, fbricas o metales, sino simplemente a especulacin bancaria. La riqueza del mundo es entonces casi en su totalidad una ficcin. Y por esa ficcin pases enteros estn dispuestos a matar y a morir. Es el sinsentido del mundo moderno.Superar la propiedad privada no es cambiar al dueo de una fbrica por un funcionario pblico. Es algo harto ms ntimo y potente al mismo tiempo. Es cambiar la fuerza motriz de nuestros espritus, la escala de valores que pone a la acumulacin de ficciones y abstracciones (dinero) como fin ltimo de la vida. Nosotros luchamos entonces por la vida, por la felicidad, por ver en cada uno de nosotros a un ser igualmente valioso, no slo un medio para acumular una riqueza que, en ltimo trmino, tampoco puede disfrutarse si no es en colaboracin honesta con otros.

La revolucin es ante todo un acto de amor, de apoyo mutuo y solidaridad. Es un acto de sinceramiento de la sociedad consigo misma, en que comprende y abraza su propio carcter colectivo y multitudinario. No somos revolucionarios si cultivamos la tica del sacrificio sobre todo si es un sacrificio individual- y declaramos fidelidad a tal o cual declogo ideolgico. La capacidad revolucionaria est en ser capaces de universalizar una forma de vida ms plena, ms feliz, no ms infeliz o sacrificada. La cultura del herosmo, tan tpica de la izquierda, no tiene fuerza revolucionaria para nosotros, porque la vida es para disfrutarla, no para sufrirla. Seremos revolucionarios si proyectamos felicidad, un mundo nuevo en que cada color y cada raza aporten algo nico. As, no buscamos superar la pobreza slo por una cuestin moral, sino porque la pobreza es un desperdicio de creatividad humana, una merma en las capacidades productivas de la especie en su conjunto. La pobreza nos quita algo a todos, no slo a quienes la padecen. Es un problema universal, no focalizado. Y no se resuelve dndoles bonos a los pobres, sino cambiando las relaciones sociales que la engendran.

Hoy estos ideales no estn ms lejos que ayer. Estn ms cerca! Porque mientras la izquierda ve en la globalizacin y en el neoliberalismo procesos nicamente destructivos, nosotros nos sentimos parte de la potencialidad revolucionaria que anida en las consecuencias de esos cambios. En las nuevas formas de trabajo, en las nuevas identidades, en la mayor universalidad de la cultura y en el decaimiento de los estados y las naciones, all no slo existen fuerzas destructivas y de injusticia, sino el germen de un mundo nuevo, de un socialismo de nuevo tipo, global y multitudinario, ms desarrollado y ms democrtico. Lentamente la multitud global construye nuevos espacios y nuevas formas de organizacin responde de manera unitaria ante la guerra, y se indigna del robo al conocimiento colectivo que implica la poltica del poder de prohibicin de libre circulacin de msica y otros productos culturales.

Tenemos la certeza que el fin del capitalismo est ms cerca para nuestra generacin que para la de nuestros padres.

El nuevo Chile lo llevamos dentro

Pero de todos los antis, sin duda el ms urgente y ms generalizado es el antineoliberalismo. La unidad entre todos los que estamos contra esta forma despiadada y radical de capitalismo. Pero qu Chile se afirma en positivo al declararse antineoliberal?

Urge en Chile volver a hablar de un mundo distinto, de un pas distinto que sea tan concreto que se pueda tocar con las manos. Pero no hablamos de ese mundo distinto que soaron nuestros padres, de esa utopa sesentera que uno se la imagina en blanco y negro, y que hoy la derecha ocupa para burlarse al compararla con las tristes sociedades totalitarias de Europa del Este. Apostamos por la utopa que surge de nuestra propia prctica. Una utopa de nuestros tiempos.

Nosotros no somos un puado de iluminados que han escrito esto por los libros que han ledo. Somos un grupo de luchadores que se ha ido formando desde dentro de los nuevos movimientos sociales, que vive y respira su marcha. Estas ideas aspiran a ser entonces expresin de ese movimiento real y concreto. El nuevo Chile no surge de un par de intelectuales ni de un programa electoral. El nuevo Chile emerge lentamente de las propias luchas sociales actuales. As como las viejas utopas surgan de las luchas sociales de aquellos tiempos, las luchas sociales actuales prefiguran una nueva utopa. Un nuevo Chile postneoliberal. Es el Chile que queremos.

Nuestro pas pas todo el siglo XX tratando de parecerse a Europa, para empezar el siglo XXI parecindose ms al pariente pobre del modelo de vida norteamericano. La vieja clase obrera hoy se siente de clase media, y la vieja clase media hoy siente que no existe en cuanto tal. Las tarjetas de crdito no son patrimonio de los ricos, al contrario, su uso es casi privativo de los sectores populares. Chile es el pas con ms celulares de toda Latinoamrica, tambin es el pas que ms conexiones a Internet tiene por habitante en el continente. Se ha instalado una cultura de la farndula y del espectculo que ech por tierra la vieja seriedad de esta tierra. Y escurri incluso hasta la poltica, transformndola en una verdadera casa de putas, en un nido de hipcritas en que cada partido significa algo totalmente distinto que su propio nombre, y peor: a tal grado que ya a nadie parece importarle. Para nadie es extrao que el partido socialista no sea socialista, que la DC no sea ni cristiana ni demcrata, que RN no sea ni renovada ni nacional, y el PC no sea comunista. Para nosotros s es extrao.

La cultura de la izquierda ha sobrevivido todos estos aos en la derrota. Se ha transformado en una verdadera religin conservadora contraria al neoliberalismo, a tal grado de ya no representar nada salvo una cultura de museo, una msica folklrica, una visin de mundo para poner en un estante y recordarla por lo chora que fue en los 60 y lo absolutamente intil que es hoy. La cultura de izquierda no es ms que un buen marco terico para ganar proyectos en el FONDART; la energa que haba tras sus productos hoy se haya vaca, como un cascarn sin contenido esas estticas hoy son utilizadas por el enemigo para hacer pasar a este pas por uno ms progre. En ese sentido, nosotros no somos de izquierda. Porque vivimos en este mundo, y nos endeudamos. Vemos televisin y hasta farndula y nos remos, y no nos sentimos culpables.

El antineoliberalismo entonces no puede ser un modelo de sociedad cuyo ideal sea la sociedad de los 70. Es necesario que construyamos una utopa para el pueblo como es hoy, para nosotros mismos. Principalmente, no podemos pretender que el antineoliberalismo sea una remembranza de la izquierda, el proyecto de un tercio de la sociedad. Porque si algo ha hecho el neoliberalismo es generalizar el carcter de clase de nuestra sociedad. Y la diferencia marcada que existi en los 70 entre clase obrera y clase media, base para la poltica de tres tercios, hoy se confunde en un mismo giro de vida, en el 80% de la poblacin que siente que es de clase media. Es en realidad la clase trabajadora, la que vive los problemas de la integracin al modelo, y no slo la exclusin. Aunque todava quede mucha gente excluida, lo urgente es la unidad entre aquellos y los incluidos. Lo urgente es construir un proyecto antineoliberal que pueda enraizarse en vastos sectores de la poblacin, con una gran amplitud. Los nuevos movimientos sociales, y en particular el movimiento de los pinginos, nos han enseado que no se conquistan las mayoras desmovilizando al contrario!. Se combate al neoliberalismo en la medida que la gente se organice, y altere las relaciones de fuerza que anidan en su base. Sin un gran movimiento de masas, todo antineoliberalismo que se limite a la unidad de la izquierda formal slo gestionar, por arriba, el modelo, tal cual lo hacen hoy los que conducen el Estado.

Un nuevo proyecto antineoliberal es ante todo un proyecto nacional y revolucionario de recuperacin de nuestras riquezas naturales bsicas, para orientarlas al mejoramiento de la vida y al desarrollo. Y, por sobre el cobre y los pescados, nuestra principal riqueza es nuestra gente y su trabajo; un proyecto antineoliberal debe buscar un mejoramiento de las condiciones de trabajo. Mejor trabajo no limita la productividad, al contrario, la aumenta. Requerimos ocupar la gran creatividad de las pequeas empresas y el intelectual colectivo de nuestros profesionales, revolucionar la educacin y ponerla al servicio de las necesidades del pas. Una nueva industria debe nacer de la integracin de quienes hoy estn al margen. No basta con dar bonos, para que el Estado reconstruya sus redes clientelistas. No se sale de la pobreza con polticas pblicas focalizadas. Se sale de la pobreza con trabajo. Y en Chile existen miles de trabajadores esperando poder trabajar

Pero tambin un proyecto antineoliberal es un proyecto tico. Debe ser una transformacin revolucionaria de la tica poltica, hoy envilecida y enterrada en la corrupcin moral, no slo de los que tienen las manos manchadas de sangre, sino de quienes se integraron a la lite gracias a su carn de izquierda. Son esos polticos que hablan de DDHH por televisin, cuando a diario se juntan a tomar once con los que se enriquecieron en dictadura (porque buscan tambin enriquecerse ellos). La gran crisis de la Concertacin es que su generacin de relevo habla del arcoiris y la lucha contra la dictadura, pero se cri en comunas adineradas y conoce al pueblo por la televisin. Quienes hoy dirigen el Estado hablan de educacin y salud pblicas, pero tienen a sus hijos en colegios privados y jams han pisado un hospital pblico. Hablan de mejorar el transporte, pero como lo podemos notar todos los santiaguinos que ocupamos el transporte pblico, jams han tomado una micro.

Son ellos la ms penosa expresin de la poltica farandulera, justamente porque son los que ms la critican, los que ms se disfrazan de superiores, como si de su progresismo vaco surgiera una especie de espiritualidad superior. Al contrario, es en ese progresismo vaco, que slo es argumento para relaciones livianas y en general para escapar de los compromisos, en donde ms se expresa la derrota de la izquierda. Porque la izquierda le proporciona conos y estticas, lugares comunes y frases.

Nosotros no somos parte de esa cultura de la buena onda, que en lugar de felicidad propicia el reventn y la cultura de los excesos. No creemos que el amor se reduzca a usar condn, que la libertad se limite a poder drogarnos. No somos los hijos de la clase poltica que han vagado por el continente buscando pobres a los cuales imitar, no nos interesa ser extraordinariamente alternativos ni ver pelculas raras. No tenemos que ir a ninguna parte a buscar algo honesto y genuino, porque nosotros somos honestos y genuinos as tal cual. Y creemos que un proyecto antineoliberal debe instaurar una moral clara: hay cosas justas y otras injustas. La libertad no la entendemos como libertinaje, aunque tampoco somos conservadores. Nos gusta que los jvenes usen condn, pero nos preocupa ms que puedan amar y construir familias. Nos preocupa ms que tengan trabajos que les permitan criar hijos, que tengan casas con el tamao suficiente para tener familias. Nos gustara que a las mujeres les pagaran lo mismo que a los hombres, en vez de que el canal de todos ande contando los femicidios a cada rato.

En una palabra: nosotros tenemos valores. Y esos valores hoy se desdibujan con esta clase poltica, con esta Concertacin para la que todo da lo mismo. Han hecho que su corrupcin moral amenace al conjunto de la sociedad.

Un proyecto antineoliberal es finalmente algo que todava est por construir, nosotros nos sentimos parte de esa tarea. Estas letras han intentado resumir apretadamente los rasgos esenciales de nuestra propuesta, y por lo mismo muchas cosas han quedado fuera. Tambin nuestra propia propuesta es inconclusa y a ratos poco clara. Es el estado concreto de las cosas. De todas maneras, te invitamos a leer este folleto y a que nos hagas llegar tu opinin. Nuestra generacin an es joven, y todava le queda mucho tiempo para afinar detalles...