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    Segunda poca. ao 2Abril-mayo de 2011

    Revista de teora y poltica delPartido Popular Socialista de Mxico

    Ejemp

    lar$30.00,

    suscripcinanual4nmeros$100.00

    Un programa electodebe sealar las caupor las cuales nues

    pas no es independiedesde el punto de veconmico y la man

    de liberarlo defuerzas del exterior q

    impiden su desarronatural y lib

    V. LOMBARDO

    6

    Carlos Marx / Instr uccin sobre diversos problemas a los delegados del Consejo Central Provisional Federico Engels / Sobre la accin poltica de la clase obreraVlad mir lich L enin / Qu hacer? Problema s candentes de nuestro movi miento Rosa Luxemburgo / Huelga de masas, pa rtido y sindic atos Internacional C omuni/ Tesis sobre la accin comunist a en el movimiento sindical Jorge Dimitrov / Sobre los cuadros Vicente Lombardo Toledano / Los sindicatos y la poltica PartidPopular Socialista de Mxico / Avances en la tarea de construir la uerza que nos liberar del imperialismo y pondr rumbo al socialismo Martha Elvia Garca GarcUn candidato de las uerzas populares con rumbo a la liberacin nacional? Qu aspectos debera n defnirlo? Juan Campos Vega / Nunca habr democracia si no ha

    justicia para todo s Cuauhtmoc A mezcua Dromundo / El an lisis concreto de nues tra realidad concret a, en qu consiste y qu orma s de lucha aconseja?

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    Forro en blanco

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    del Partido Popular Socialista de MxicoRevista de teora y poltica

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    D G:Cuauhtmoc Amezcua Dromundo

    D:Jos Santos Cervantes

    S:Juan Campos Vega

    C E:Miguel Guerra CastilloLuis Miranda Resndiz

    Martn Tavira UristeguiJorge Tovar MontasSantos Urbina MendozaC R:Carmen Chinas Salazar

    Martha Elvia Garca GarcaMario Efrn Ochoa Vega

    A:Bartolom Gonzlez Galindo

    D :Comisin de Diseo

    Directorio

    es una publicacintrimestral, de teora y poltica, del Partido

    Popular Socialista de Mxico; corrreo electrnico:[email protected]; Internet: hp://www.ppsm.org.mx/teoriaypractica. Se permite la

    reproduccin total o parcial del material publicado,mencionando la fuente.

    Portada:Rosa Luxemburgo

    Contenido

    Carlos Marx 5I C C P

    Federico Engels 7S

    Vladmir lich Lenin 8Q P

    Rosa Luxemburgo 15H ,

    Internacional Comunista 18T

    Jorge Dimitrov 23S

    Vicente Lombardo Toledano 25

    L

    Partido Popular Socialista de Mxico 28A

    Martha Elvia Garca Garca 32U Q

    Juan Campos Vega 36N

    Cuauhtmoc Amezcua Dromundo 41E ,

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    A manera de presentacin

    En esta ocasin, nuestra revista Teora y Prctica,aborda primordialmente temas relativos a la luchasindical, y complementariamente, algunos aspectosrelativos a la participacin electoral en 2012.

    En la primera parte, se abordan temas sindicales;pero nunca limitados a la lucha gremial, a la lucha porla conquista de objetivos inmediatos, sino vinculadosa la lucha poltica, a la necesidad de que los trabaja-

    dores adquieran consciencia de que la explotacinsolamente desaparecer cuando se sustituya el rgi-men capitalista por el socialista.

    El tema adquiere particular relevancia ahora quelos neoliberales de dentro y de fuera del poder p-blico realizan una ofensiva para tratar de suprimirconquistas histricas de la clase obrera mexicana ymundial y un sector del sindicalismo advierte que lanica manera de detenerlos no pasa solamente por lalucha gremial ni por las tcticas tradicionales: movi-lizaciones, plantones, marchas de protesta y huelgas,sino que es necesario combinarlas con la accin pol-tica, lo que incluye la lucha electoral, pero que no se

    agota en ese tipo de participacin, y por ello han lla-mado a construir una organizacin poltica nacional,con miras a construir un partido poltico que tengacomo sustento las organizaciones de masas y otrossectores del pueblo.

    La tarea, promovida inicialmente por el grupo 11de Octubre del Sindicato Mexicano de ElectricistasSME, ha tenido una amplia respuesta de militantesde otros gremios como el magisterial y de una gran va-riedad de organizaciones polticas. El lazo que pareceunirlas a todas, es la lucha contra el neoliberalismo,pero tambin el rechazo a las acciones imperialistasen contra de los pueblos, particularmente de los de

    Amrica Latina, y de nuestra patria.El primer material que hemos seleccionado, es un

    fragmento de la Instruccin sobre diversos problemas alos delegados del Consejo Central Provisional, de CarlosMarx, en donde se plantean principios fundamen-tales, plenamente vigentes, de la organizacin de laclase obrera, y se trazan los vnculos que deben existirentre la lucha sindical y poltica de los trabajadores.

    El segundo de los materiales, es el acta de un dis-curso de Federico Engels, Sobre la accin poltica de

    la clase obrera, en la que el autor condena la prdi-ca de la abstencin poltica, y seala categricamenteque los obreros no deben unir su suerte a ningn par-tido al servicio de la burguesa, sino constituir unointegrado por trabajadores y para cumplir con sus ob-jetivos histricos.

    El tercer escrito, est integrado por un fragmento dela obra de Vladmir lich Lenin, Qu hacer? Problemas

    candentes de nuestro movimiento, en el que desenmas-cara el carcter limitado del economismo, es decir, dela corriente del sindicalismo que pretende reducir lalucha de los trabajadores a la conquista de sus deman-das inmediatas, por mejores salarios y condiciones detrabajo, mientras que la poltica revolucionaria, quesiempre ha incluido y seguir incluyendo la lucha porlas reformas, no las convierte en el n de su actividad,sino como un medio, que las subordina a la lucha re-volucionaria por el socialismo.

    El cuarto trabajo, Huelga de masas, partido y sindi-catos, es de la autora de Rosa Luxemburgo en el queanaliza el concepto huelga de masas desde las po-

    siciones anarquistas y marxistas, para reivindicar lasltimas y para revalorarlas a la luz de la revolucinsocialista en Rusia.

    El quinto trabajo es la Tesis sobre la accin co-munista en el movimiento sindical, aprobada enel Cuarto Congreso de la Internacional Comunista,celebrado en 1922. En este trabajo se analizan las po-siciones anarquistas y reformistas en el movimientosindical de la poca, la inuencia de la ideologa bur-guesa en el movimiento obrero, tambin la postura delos comunistas y la urgente necesidad de trabajar enpro de la unidad de los trabajadores y de sus organi-zaciones gremiales.

    El sexto material es un fragmento de un discur-so de Jorge Dimitrov acerca de la manera adecuadade formar a los cuadros y de transmitirles los valo -res revolucionarios, de tal suerte que sepan analizarla situacin concreta a la que tienen que enfrentar,armados por medio de dos procedimientos igual devaliosos: el estudio y la lucha.

    El ltimo trabajo que se incluye en este bloque esun artculo de Vicente Lombardo Toledano acercade Los sindicatos y la poltica, en el que hace un

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    recuento de la participacin de los trabajadores enpartidos polticos, y diferencia sus primeras experien-cias, del corporativismo que a partir del gobierno deMiguel Alemn, se ha utilizado como mecanismo decontrol antidemocrtico de los trabajadores, lo quesolamente ser superado cuando exista verdadera li-bertad para que los obreros participen en partidos quereejen elmente sus intereses de clase.

    El segundo bloque, incluye cuatro trabajos, ela-borados por integrantes de la direccin poltica denuestro partido.

    El primero de los materiales, suscrito por el comi-t central de nuestro partido, se reere a los Avancesen la tarea de construir la fuerza que nos liberar delimperialismo y pondr rumbo al socialismo, elabo-rado para el 12 Encuentro Internacional de PartidosComunistas y Obreros, realizado en Johannesburgo,Sudfrica, en el que se valora la crisis actual del capi-talismo, la necesidad de construir, como nica salida,

    la sociedad socialista, y la situacin de nuestro pas enel que estn dadas condiciones objetivas, pero faltanlas subjetivas que garanticen el triunfo revolucionario.

    El segundo material de este bloque, titulado: Uncandidato de las fuerzas populares con rumbo a la liberacinnacional? Qu aspectos deberan denirlo?, elaboradopor Martha Elvia Garca Garca, integrante de la comi-sin ejecutiva nacional del PPS de Mxico, aborda eltema desde la perspectiva del candidato y el progra-ma, capaces de derrotar a los neoliberales; pero, sobretodo, de las caractersticas del candidato y del papel ylas tareas que debe cumplir para coronar con xito sulabor para encabezar a las masas populares, particu-

    larmente a la clase obrera, a conquistar la liberacindel pas respecto del imperialismo, particularmentedel imperialismo yanqui.

    El tercero de los escritos Nunca habr democra-cia si no hay justicia para todos, elaborado por JuanCampos Vega, integrante de la Direccin Poltica delpartido, consiste en una entrevista imaginaria realiza-da a Andrs Manuel Lpez Obrador, utilizando dosdocumentos elaborados por el poltico tabasqueo:su libro La maa que se adue de Mxico y el 2012 yel Discurso de Andrs Manuel Lpez Obrador, pre-sidente legtimo de Mxico, en la presentacin delNuevo Proyecto de Nacin, en el Auditorio Nacional,el 20 de marzo de 2011. A partir de esos dos materialesselecciona los fragmentos que caracterizan las causasde la crisis actual del pas, a algunos de los empre-sarios responsables o cmplices de la debacle, pero,sobre todo, retoma los aspectos esenciales de su pro-grama para solucionar los principales problemas delpas.

    El ltimo escrito de este bloque, y d este nmerode nuestra revista, es el trabajo del presidente del PPS

    de Mxico, Cuauhtmoc Amezcua Dromundo, titula-do: El anlisis concreto de nuestra realidad concreta,en qu consiste y qu formas de lucha aconseja? en elque partiendo de la posibilidad de mltiples vaspara realizar la revolucin, realiza un anlisis concre-to de nuestra realidad actual, a partir de elementosde esencia y por medio del mtodo dialctico, paraderivar las conclusiones que sealan las diversas for-mas de lucha que es necesario combinar para actuaradecuadamente.

    Como siempre, deseamos que los trabajos in-cluidos en este nmero 6 de nuestra revista, Teoray Prctica, sean de utilidad para nuestros lectores

    y contribuyan a desbrozar el camino que nos con-duzca a la plena independencia nacional, rumbo alsocialismo.

    www.ppsm.org.mx

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    Instruccin sobre diversos problemas a los

    delegados del Consejo Central Provisional(Fragmento)

    Carlos Marx

    .

    La Asociacin Internacional de los Trabajadoresse propone unir, llevando a un mismo cauce, losmovimientos espontneos de la clase obrera, pero, deninguna manera, dictarle o imponerle cualquiersistema doctrinario. Por eso, el Congreso no debe pro-clamar uno u otro sistema especial de cooperacin, sino

    que ha de limitarse a la enunciacin de algunos prin-cipios generales.a Nosotros estimamos que el movimiento coopera-

    tivo es una de las fuerzas transformadoras de lasociedad presente, basada en el antagonismo declases. El gran mrito de este movimiento consisteen mostrar que el sistema actual de subordinacindel trabajo al capital, sistema desptico que lleva alpauperismo, puede ser sustituido con un sistemarepublicano y bienhechor de asociacin de produc-tores libres e iguales.

    b Pero, el movimiento cooperativo, limitado a lasformas enanas, las nicas que pueden crear con

    sus propios esfuerzos los esclavos individualesdel trabajo asalariado, jams podr transformarla sociedad capitalista. A n de convertir la pro-duccin social en un sistema armnico y vasto detrabajo cooperativo son indispensables cambios so-ciales generales, cambios de las condiciones generalesde la sociedad, que slo pueden lograrse medianteel paso de las fuerzas organizadas de la sociedad,es decir, del poder poltico, de manos de los ca-pitalistas y propietarios de tierras a manos de losproductores mismos.

    c Recomendamos a los obreros que se ocupen pre-ferentemente de laproduccin cooperativa, y no delcomercio cooperativo. Este ltimo no afecta ms quela supercie del actual sistema econmico, mien-tras que la primera socava sus cimientos.

    d Recomendamos a todas las sociedades coopera-tivas que conviertan una parte de sus ingresoscomunes en fondo de propaganda de sus princi-pios, tanto con el ejemplo, como con la palabra, asaber, contribuyendo al establecimiento de nue-vas sociedades cooperativas de produccin, a lapar con la difusin de su doctrina.

    A n de evitar la degeneracin de las sociedadescooperativas en simples sociedades burguesas poracciones (socits par actions, los obreros de cada em-presa, independientemente de si estn asociados o no,deben cobrar igual parte de los ingresos. Podemosconsentir, a ttulo de compromiso puramente tem-poral, que los asociados cobren, adems, un intersmnimo.

    . (). ,

    A) Su pasado

    El capital es una fuerza social concentrada, mien-tras el obrero no dispone ms que de su fuerza detrabajo. Por consiguiente, el contrato entre el capital yel trabajo jams puede concertarse sobre bases equita-tivas, equitativas incluso desde el punto de vista de la

    sociedad en la que la propiedad sobre los medios ma-teriales de existencia y de trabajo se halla de un lado,y las energas productivas vitales, del lado opuesto.La nica fuerza social de los obreros est en su nme-ro. Pero, la fuerza numrica se reduce a la nada por ladesunin. La desunin de los obreros nace y se perpe-ta debido a lainevitable competencia entre ellos mismos.

    Originariamente, las tradeuniones nacieron de losintentos espontneos que hacan los obreros para su-primir o, al menos, debilitar esta competencia, a nde conseguir unos trminos del contrato que les libe-rasen de la situacin de simples esclavos. El objetivoinmediato de las tradeuniones se limitaba, por eso, a

    las necesidades cotidianas, a los intentos de detener laincesante ofensiva del capital, en una palabra, a cues-tiones de salarios y de duracin del tiempo de trabajo.Semejante actividad de las tradeuniones, adems delegtima, es necesaria. Es indispensable mientrasexista el actual modo de produccin. Es ms, esta ac-tividad debe, extenderse ampliamente mediante laformacin y la unidad de lastradeunionesen todos lospases. Por otra parte, sin darse cuenta ellas mismas,las tradeunionesse fueron convirtiendo encentros de or-

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    ganizacin de la clase obrera, del mismo modo que lasmunicipalidades y las comunas medievales lo habansido para la burguesa. Si decimos que las tradeunio-nes son necesarias para la lucha de guerrillas entre elcapital y el trabajo, cabe saber que son todava msimportantes como fuerza organizada para suprimir elpropio sistema de trabajo asalariado y el poder del capital.

    B) Presente

    Ocupadas con demasiada frecuencia en las luchaslocales e inmediatas contra el capital, las tradeunionesno han adquirido an plena conciencia de su fuerzaen la lucha contra el sistema de la esclavitud asala-riada. Por eso han estado demasiado al margen delmovimiento general social y poltico. Sin embargo, l-timamente, por lo visto, se ha despertado en ellas laconciencia de su gran misin histrica; como lo prue-

    ban, por ejemplo, su participacin en el movimientopoltico de Inglaterra,2 la ms amplia comprensinde su funcin en los Estados Unidos3 y la siguienteresolucin adoptada en la reciente gran Conferenciade los delegados de las tradeuniones celebrada enSheeld:4

    La conferencia, apreciando en su justo valor los es-fuerzos de la Asociacin Internacional para unir conlazos fraternales a los obreros de todos los pases,recomienda encarecidamente a las distintas socieda-des representadas aqu que se alien a dicha Asocia-cin, con el convencimiento de que eso contribuyeesencialmente al progreso y la prosperidad de toda

    la comunidad obrera.

    C) Su porvenir

    Aparte de sus propsitos originales, deben ahoraaprender a actuar deliberadamente como centros or-ganizadores de la clase obrera ante el magno objetivode su completa emancipacin. Deben apoyar a todo mo-vimiento social y poltico en esta direccin.

    Considerndose y actuando como los campeo-nes y representantes de toda la clase obrera, tienen eldeber de llevar a sus las a los obreros no asociados

    (non society men. Deben preocuparse solcitas por losobreros de las ramas ms miserablemente retribuidas,como, digamos, de los obreros agrcolas, que, vis-

    tas las circunstancias excepcionales, se ven privadosde toda capacidad de accin. Las tradeuniones debenmostrar a todo el mundo que no luchan por interesesestrechos y egostas, que su objetivo es la emancipa-cin de los millones de oprimidos.

    Notas1 La presente instruccin ue escrita por Marx para los delegados

    al Consejo Central Provisional (denominado posteriormenteConsejo General), enviados al I Congreso de la AsociacinInternacional de los Trabajadores celebrado del 3 al 8 deseptiembre de 1866, en Ginebra. La instruccin sugera lassoluciones de los problemas a examinar en el Congreso. Seplanteaban en ella varios problemas concretos, y la lucha por elcumplimiento de estos ltimos deba unir a las masas obreras,elevar su conciencia de clase e incorporarlas a la lucha comn dela clase obrera. De los nueve puntos ormulados por Marx seisueron aprobados como resoluciones del Congreso: acerca dela unidad internacional de accin, de la reduccin de la jornadade trabajo, del trabajo de los nios y las mujeres, del trabajo

    cooperativo, de los sindicatos y de los ejrcitos permanentes.

    2 Trtase de la amplia participacin de las tradeuniones inglesas enel movimiento democrtico general en pro de la segunda reormadel derecho electoral en los aos de 1865 a 1867. La primera tuvolugar en 1831-1832 y dio acceso al parlamento a representantesde la burguesa industrial.

    El 23 de ebrero de 1865, en la asamblea de los partidarios de lareorma del derecho electoral, a iniciativa y con la participacinactiva del consejo general de la internacional, se adopt elacuerdo de undar la Liga de la Reorma, que se erigi en centropoltico de direccin del movimiento masivo de los obreros por lasegunda reorma.

    A instancia de Marx, la Liga de la Reorma plante lasreivindicaciones del derecho electoral para toda la poblacinmasculina adulta del pas. Sin embargo, debido a las vacilacionesde los radicales burgueses en la direccin de la liga, asustados porel movimiento masivo de los obreros, as como a la poltica deconciliacin de los lderes oportunistas de las tradeuniones, la ligano pudo llevar a la prctica la lnea trazada por el consejo general;la burguesa inglesa consigui escindir el movimiento, y en 1867se celebr una reorma mutilada, concedindose el derecho deelegir nada ms que a la pequea burguesa y a las cumbres dela clase obrera, de modo que el grueso de la clase obrera siguiprivado de derechos polticos.

    3 Durante la guerra civil de los EE.UU., las tradeunionesnorteamericanas apoyaban activamente a los estados del norteen su lucha contra los esclavistas.

    4 La conerencia de las tradeuniones britnicas de Sheeld secelebr del 17 al 21 de julio de 1866, discutindose en ella lacuestin de los lock-out.

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    Sobre la accin poltica

    de la clase obrera1

    Federico Engels

    La abstencin absoluta en poltica esimposible; todos los peridicos absten-cionistas hacen tambin poltica. El quid dela cuestin consiste nicamente en cmo lahacen y qu poltica hacen. Por lo dems,para nosotros la abstencin es imposible.

    El partido obrero existe ya como partidopoltico en la mayora de los pases. Y noseremos nosotros los que lo destruyamospredicando la abstencin. La experien-cia de la vida actual, la opresin polticaa que someten a los obreros los gobiernosexistentes, tanto con nes polticos comosociales, les obligan a dedicarse a la polti-ca, quiranlo o no. Predicarles la abstencinsignicara arrojarlos en los brazos de lapoltica burguesa. La abstencin es com-pletamente imposible, sobre todo despusde la Comuna de Pars, que ha colocado la

    accin poltica del proletariado a la ordendel da.Queremos la abolicin de las clases.

    Cul es el medio para alcanzarla? La domi-nacin poltica del proletariado. Y cuandoen todas partes se han puesto de acuer-do sobre ello, se nos pide que no nosmezclemos en la poltica! Todos los abs-tencionistas se llaman revolucionarios yhasta revolucionarios por excelencia. Perola revolucin es el acto supremo de la pol-tica; el que la quiere, debe querer el medio,la accin poltica que la prepara, que pro-

    porciona a los obreros la educacin parala revolucin y sin la cual los obreros,al da siguiente de la lucha, sern siem-pre engaados por los Favre y los Pyat.Pero la poltica a que tiene que dedicar-se es la poltica obrera; el partido obrerono debe constituirse como un apndice decualquier partido burgus, sino como un

    partido independiente, que tiene su obje-tivo propio, su poltica propia.

    Las libertades polticas, el derecho dereunin y de asociacin y la libertad de laprensa: stas son nuestras armas. Y debere-mos cruzarnos de brazos y abstenernos cuando

    quieran quitrnoslas? Se dice que toda ac-cin poltica implica el reconocimiento delestado de cosas existente. Pero cuando esteestado de cosas nos da medios para lucharcontra l, recurrir a ellos no signica reco-nocer el estado de cosas existente.

    Nota1 Acta hecha por el autor del discurso pronunciado

    en la sesin de la conerencia de Londres, el 21 deseptiembre de 1871.

    La Conerencia de la I Internacional celebrada

    en Londres se reuni del 17 al 23 de septiembrede 1871. Convocada en un ambiente de cruelesrepresiones contra los miembros de la internacionaldespus de la derrota de la Comuna de Pars,tuvo una representacin relativamente reducida:participaron en sus labores 22 delegados con voz

    y voto y 10 con voz. Los pases que no pudieronenviar delegados ueron representados por lossecretarios corresponsales del consejo general.Marx representaba a Alemania, y Engels, a Italia.

    La conerencia de Londres signic una importanteetapa en la lucha de Marx y Engels por la creacindel partido proletario. La conerencia adopt laresolucin Sobre la accin poltica de la clase obrera,cuya parte undamental ue incluida, por acuerdo

    del Congreso de la Internacional celebrado en LaHaya, en los Estatutos Generales de la AsociacinInternacional de los Trabajadores. En variasresoluciones de la conerencia ueron ormuladosimportantes principios tcticos y de organizacindel partido proletario, asestndose un golpe alsectarismo y al reormismo. La conerencia deLondres desempe un gran papel en la victoriade los principios del partidismo proletario sobre eloportunismo anarquista.

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    Qu hacer?

    Problemas candentes de nuestro movimiento1

    (Fragmento)

    Vladmir lich Lenin

    .

    Comenzaremos una vez ms con un elogio aRabcheie Dielo.2Literatura de denuncias y lucha pro-letaria es el ttulo con que Martnov encabeza, en elnmero 10 de Rabcheie Dielo, un artculo sobre las

    discrepancias con Iskra.3

    No podemos circunscribir-nos a denunciar el estado de cosas que entorpece sudesarrollo el del partido obrero. Debemos tambinhacernos eco de los intereses inmediatos y cotidia-nos del proletariado p. 63. As formulaba Martnovel fondo de esas divergencias. Iskra [...] es de hechoel rgano de la oposicin revolucionaria, que denun-cia el estado de cosas reinante en nuestro pas y, conpreferencia, el estado de cosas poltico [...] En cambio,nosotros trabajamos y seguiremos trabajando por lacausa obrera, en estrecho contacto orgnico con la lu-cha proletaria (ibid. Fuerza es agradecer a Martnovesta formulacin. Adquiere un destacado inters ge-

    neral, porque, en el fondo, no slo abarca nuestrasdiscrepancias con Rabcheie Dielo, sino tambin, engeneral, todas las discrepancias entre nosotros y loseconomistas en lo que a la lucha poltica se ree -re. Hemos demostrado ya que los economistas noniegan en absoluto la poltica, sino que tan slose desvan constantemente de la concepcin social-demcrata hacia la concepcin tradeunionista de lapoltica. Exactamente igual se desva Martnov, y poreso consentimos en tomarlo como espcimen de las abe-rraciones economistas en esta cuestin. Trataremos dedemostrar que nadie podr echarnos en cara esta elec-cin: ni los autores del Suplemento especial de RabchayaMysl,4 ni los autores de la proclama del Grupo deautoemancipacin, ni los autores de la carta econo-mista publicada en el nmero 12 de Iskra.

    A) La agitacin poltica y su restriccin por loseconomistas

    De todos es sabido que la lucha econmica5 de losobreros rusos se extendi en vasta escala y se aanzparalelamente a la aparicin de la literatura de las

    denuncias econmicas concernientes a las fbricas ya los ocios. El contenido principal de las octavillasconsista en denunciar el orden de cosas existente enlas fbricas, y entre los obreros pronto se produjo unverdadero apasionamiento por estas denuncias. Encuanto los obreros vieron que los crculos de los so-cialdemcratas queran y podan proporcionarleshojas de nuevo tipo que les decan toda la verdad so-

    bre su vida miserable, sobre su trabajo increblementepenoso y sobre su situacin de parias, comenzaron allover, por decirlo as, cartas de las fbricas y de lostalleres. Esta literatura de denuncias produjo unaenorme sensacin, no slo en las fbricas cuyo estadode cosas fustigaba, sino en todas las fbricas adondellegaban noticias de los hechos denunciados. Y puestoque las necesidades y los padecimientos de los obre-ros de distintas empresas y de diferentes ocios tienenmucho de comn, la verdad sobre la vida obrera en-tusiasmaba a todos. Entre los obreros ms atrasadosse desarroll una verdadera pasin por aparecer enletras de molde, pasin noble por esta forma embrio-

    naria de guerra contra todo el orden social moderno,basado en el pillaje y en la opresin. Y las octavillas,en la inmensa mayora de los casos, eran de hechouna declaracin de guerra, porque la denuncia ejer-ca una accin terriblemente excitante, mova a todoslos obreros a reclamar que se pusiera n a los escn-dalos ms agrantes y los dispona a sostener susreivindicaciones por medio de huelgas. Los mismosfabricantes tuvieron, en n de cuentas, que reconocerhasta tal punto la importancia de las octavillas comodeclaracin de guerra, que muy a menudo ni siquie-ra queran aguardar a la guerra. Las denuncias, comoocurre siempre, producan gran efecto por el mero

    hecho de su aparicin, adquiriendo el valor de unapoderosa presin moral. Ms de una vez bast conque apareciera una octavilla para que las reivindica-ciones quedaran satisfechas entera o parcialmente. Enuna palabra, las denuncias econmicas de las fbri-cas han sido y siguen siendo un resorte importantede la lucha econmica. Y seguirn conservando estaimportancia mientras subsista el capitalismo, que en-gendra necesariamente la autodefensa de los obreros.En los pases europeos ms adelantados se puede ob-

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    servar, incluso hoy, cmo denuncias de escndalosque ocurren en alguna industria artesana en unpunto remoto o en alguna rama de trabajo a domicilio,olvidada de todos, se convierten en punto de partidapara despertar la conciencia de clase, para iniciar lalucha sindical y la difusin del socialismo.6

    La inmensa mayora de los socialdemcratas rusosha estado, durante los ltimos tiempos, casi entera-mente absorbida por ese trabajo de organizacin delas denfuncias en las fbricas. Baste recordar el casode Rab. Mysl para ver hasta qu punto haba negadoesa absorcin, cmo se haba llegado a olvidar que esaactividad por s sola no era an, en el fondo, socialde-mcrata, sino solamente tradeunionista. En realidad,las denuncias no se referan ms que a las relacionesde los obreros de unocio determinado con sus patro-nos respectivos, y el nico objetivo que lograban eraque los vendedores de la fuerza de trabajo aprendie-ran a vender esa mercanca con mayores ventajas a

    luchar contra los compradores en el terreno de tran-sacciones puramente comerciales. Estas denunciaspodran convertirse (a condicin de que la organi-zacin de los revolucionarios las utilizase en ciertogrado en punto de partida y elemento integrante dela actividad socialdemcrata, pero asimismo podanconducir y, con el culto de la espontaneidad, tenanque conducir por fuerza a la lucha exclusivamentesindical y a un movimiento obrero no socialdem-crata. La socialdemocracia dirige la lucha de la claseobrera no slo para obtener condiciones ventajosas deventa de la fuerza de trabajo, sino para que sea des-truido el rgimen social que obliga a los desposedos

    a venderse a los ricos. La socialdemocracia representaa la clase obrera no slo en su relacin con un grupodeterminado de patronos, sino en sus relaciones contodas las clases de la sociedad contempornea, con elEstado como fuerza poltica organizada. Se compren-de, por tanto, que los socialdemcratas no slo nopueden circunscribirse a la lucha econmica, sino queni siquiera pueden admitir que la organizacin de lasdenuncias econmicas constituya su actividad predo-minante. Debemos emprender activamente la labor deeducacin poltica de la clase obrera, de desarrollo desu conciencia poltica. Hoy da, despus de la primeraacometida de Zari7e Iskracontra el economismo,

    todo el mundo est de acuerdo con eso si bien hayalgunos que lo estn slo de palabra, como veremosen seguida.

    Cabe preguntar en qu debe consistir la educacinpoltica. Es posible limitarse a la propaganda de la idea deque la clase obrera es hostil a la autocracia? Naturalmenteque no. No basta explicar la opresin poltica de queson objeto los obreros (de la misma manera que nobastaba explicarles el antagonismo entre sus interesesy los de los patronos. Es necesario hacer agitacin con

    motivo de cada manifestacin concreta de esa opre-sin (como comenzamos a hacerla con motivo de lasmanifestaciones concretas de opresin econmica. Ypuesto que las ms diversas clases de la sociedad sonvctimas de esta opresin, puesto que se maniesta enlos ms diferentes aspectos de la vida y de la actividadsindical, cvica, personal, familiar, religiosa, cientca,etc., no es evidente que no cumpliramos nuestra misinde desarrollar la conciencia poltica de los obreros si no nos-comprometiramos a organizar una campaa de denunciaspolticas de la autocracia en todos los aspectos? Porque,para hacer agitacin con motivo de las manifestacio-nes, concretas de la opresin, es preciso denunciaresas manifestaciones lo mismo que para hacer la agi-tacin econmica, era necesario denunciar los abusoscometidos en las fbricas.

    Se dira que la cosa est clara. Pero aqu, precisa -mente, es donde resulta que slo de palabra est todoel mundo de acuerdo en cuanto a la necesidad de de-

    sarrollar la conciencia poltica en todos sus aspectos.Aqu, precisamente, es donde resulta que RabcheieDielo, por ejemplo, no slo no ha emprendido la laborde organizar denuncias polticas en todos los aspectoso comenzar su organizacin, sino que se ha puesto aarrastrarhacia atrs tambin a Iskra, que haba iniciadoesa tarea. Od: La lucha poltica de la clase obrera esslo precisamente, no es slo la forma ms desa-rrollada, ms amplia y efectiva de la lucha econmica(programa de Rabcheie Dielo: vase su nmero 1, p. 3.En el presente, ante los socialdemcratas se planteala tarea de imprimir a la lucha econmica misma, enlo posible, un carcter poltico Martnov en el n-

    mero 10, p. 42. La lucha econmica es el medio msampliamente aplicable para incorporar a las masas ala lucha poltica activa (Resolucin del congreso dela Unin y enmiendas; vase Dos congresos, pp. 11y 17. Como ve el lector, todas estas tesis impregnana Rabcheie Dielo desde su aparicin hasta las ltimasinstrucciones a la redaccin, y todas ellas expresan,evidentemente, un mismo concepto de la agitacin yde la lucha polticas. Analizad, pues, este conceptodesde el punto de vista del criterio, que domina entretodos los economistas, de que la agitacin polti-ca debe seguir a la econmica. Ser cierto que la luchaeconmica es, en general,8 el medio ms ampliamente apli-

    cable para incorporar a las masas a la lucha poltica? Esoes falso de arriba abajo. Medios no menos amplia-mente aplicables para tal incorporacin son todaslas manifestaciones de la opresin policaca y de losdesmanes de la autocracia, y de ningn modo tan slolas manifestaciones ligadas a la lucha econmica. Porqu los zemskie nachlniki9 y los castigos corporales de queson objeto los campesinos, las concusiones de los funciona-rios y el trato que la polica da a la plebe de las ciudades, lalucha contra los hambrientos y la persecucin de los deseos

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    de ilustracin y de saber que siente el pueblo, la exaccinde tributos y la persecucin de las sectas religiosas, la duradisciplina del palo impuesta a los soldados y el trato cuarte-lero que reciben los estudiantes y los intelectuales liberales;por qu todas estas manifestaciones de opresin, as comomiles de manifestaciones anlogas, que no guardan una re-lacin directa con la lucha econmica, han de representaren general medios y motivos menos ampliamente aplica-bles para la agitacin poltica, para incorporar a las masasa la lucha poltica? Justamente al revs: en la suma totalde los casos cotidianos en que el obrero sufre l mis -mo y las personas allegadas a l falta de derechos,arbitrariedad y violencia, es indudable que slo cons-tituyen una pequea minora los casos de opresinpolicaca en el terreno de la lucha sindical. Para qu,pues, restringir de antemano la amplitud de la agitacin po-ltica, declarando el ms ampliamente aplicable slo unode los medios, al lado del cual, para un socialdemcrata, de-ben hallarse otros que, hablando en general, no son menos

    ampliamente aplicables?En tiempos muy, muy remotos hace un ao!...,Rabcheie Dielo deca: Las reivindicaciones polticasinmediatas se hacen asequibles a las masas despusde una huelga o, a lo sumo, de varias huelgas, encuanto el gobierno emplea la polica y la gendarme-ra nm. 7, p. 15, agosto de 1900. Ahora, esta teoraoportunista de las fases ha sido ya rechazada por laUnin, que nos hace una concesin, declarando: nohay ninguna necesidad de desarrollar desde el co-mienzo mismo la agitacin poltica exclusivamentesobre el terreno econmico (Doscongresos, p. 11. Elfuturo historiador de la socialdemocracia rusa, por

    este solo hecho de que la Unin repudie una par -te de sus viejos errores, ver, mejor que por los mslargos razonamientos, hasta qu punto han envilecidoel socialismo nuestros economistas! Pero qu inge-nuidad la de la Unin al gurarse que, a cambio deesta renuncia a una forma de restriccin de la poltica,poda llevrsenos a consentir la otra forma de restric-cin! No hubiera sido acaso ms lgico decir, tambinaqu, que se debe desarrollar lo ms ampliamente posiblela lucha econmica, que es preciso utilizarla siempre parala agitacin poltica, pero que no hay ninguna necesidadde considerar la lucha econmica como el medio ms am-pliamente aplicable para incorporar a las masas a una lucha

    poltica activa?La Unin atribuye importancia al hecho de haber

    reemplazado por las palabras el medio ms am-pliamente aplicable la expresin el mejor medio,que gura en la resolucin correspondiente del IVCongreso de la Unin Obrera Hebrea Bund10. Porcierto que nos veramos en un aprieto si tuvisemosque decir cul de estas dos resoluciones es mejor: anuestro juicio, las dos sonpeores. Tanto la Unin comoel Bund se desvan en este caso en parte, quizs hasta

    inconscientemente, bajo la inuencia de la tradicinhacia una interpretacin economista, tradeunionis-ta, de la poltica. En el fondo, la cosa no cambia ennada con que esta interpretacin se haga empleandola denominacin el mejor o con que se emplee la ex-presin: el ms ampliamente aplicable. Si la Unindijera que la agitacin poltica sobre el terreno eco-nmico es el medio ms ampliamente aplicado yno aplicable, tendra razn con respecto a ciertoperodo del desarrollo de nuestro movimiento so-cialdemcrata. A saber: tendra razn precisamentecon respecto a los economistas, con respecto a mu-chos militantes prcticos si no a la mayora de ellosde 1898 a 1901, puesto que esos militantes prcti-cos-economistas, en efecto, aplicaron la agitacinpoltica en el grado en que, en general, la practica-ban! casi exclusivamente alterreno econmico. Semejanteagitacin poltica era aceptada y hasta recomenda-da, como hemos visto, tanto por Rab. Mysl como por

    el Grupo de autoemancipacin! Rab. Dielo debie-ra haber condenado resueltamente el hecho de que laobra til de agitacin econmica fuera acompaadade una restriccin nociva de la lucha poltica: pero, envez de hacerlo, declara que el medio ms aplicado(porlos economistas es el medio ms aplicable! No esde extraar que estas gentes, cuando las tildamos deeconomistas, no encuentren otra salida que insul-tarnos a ms no poder, llamndonos mixticadores,desorganizadores, nuncios del papa, calumnia-dores11, llorar ante todo el mundo diciendo que leshemos inferido una afrenta sangrante; declarar casibajo juramento que ni una sola organizacin social-

    demcrata peca hoy da de economismo.12

    Ah, esoscalumniadores, esos hombres malos, esos polticos!No habrn inventado a propsito todo el economismopara inferir a la gente, por simple odio a la humanidad,afrentas sangrantes?

    Qu sentido concreto, real, tiene, en labios deMartnov, el hecho de plantear ante la socialdemocracia latarea de imprimir a la lucha econmica misma un carcterpoltico? La lucha econmica es la lucha colectivade los obreros contra los patronos por conseguircondiciones ventajosas de venta de la fuerza de trabajopor mejorar las condiciones de trabajo y de vida delos obreros. Esta lucha es, necesariamente, una lucha

    profesional, porque las condiciones de trabajo son enextremo variadas en los distintos ocios y, por lo tan-to, la lucha por la mejora de estas condiciones tiene quehacerse forzosamente por ocios por los sindicatos enOccidente, por asociaciones profesionales de carcterprovisional y por medio de octavillas en Rusia, etc..Imprimir a la lucha econmica misma un carcterpoltico signica, por tanto, procurar la consecucinde esas mismas reivindicaciones profesionales, deese mismo mejoramiento de las condiciones de traba-

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    jo en los ocios por medio de medidas legislativasy administrativas segn se expresa Martnov en lapgina siguiente, 43, de su artculo. Es justamente loque siempre hacen y han hecho todos los sindicatosobreros. Ojead la obra de los esposos Webb, verdade-ros eruditos y verdaderos oportunistas, y verisque los sindicatos obreros ingleses, desde hace yamucho tiempo, han comprendido y cumplen la tareade imprimir a la lucha econmica misma un carc-ter poltico; desde hace mucho tiempo, luchan porla libertad de huelga, por la supresin de todos losobstculos jurdicos que se oponen al movimientocooperativo y sindical, por la promulgacin de leyesde proteccin de la mujer y del nio, por mejorar lascondiciones de trabajo mediante una legislacin sani-taria e industrial, etctera.

    As, pues, la frase pomposa de imprimir a lalucha econmica misma un carcter poltico, quesuena terriblemente profunda y revolucionaria,

    oculta, en el fondo, la tendencia tradicional a rebajarla poltica socialdemcrata al nivel de la poltica tra-deunionista! So pretexto de recticar la unilateralidadde Iskra, que considera ms importante habis desaberlo revolucionar el dogma que revolucionarla vida,13 nos ofrecen como algo nuevo la lucha porlas reformas econmicas. En efecto, la frase imprimira la lucha econmica misma un carcter poltico, notiene en absoluto ningn otro contenido que la luchapor las reformas econmicas. Y el mismo Martnovhabra podido llegar a esta conclusin simplona, sihubiese meditado debidamente en la signicacin desus propias palabras. Nuestro partido dice, diri-

    giendo su artillera ms pesada contra Iskra podray debera plantear ante el gobierno reivindicacionesconcretas de medidas legislativas y administrativascontra la explotacin econmica, contra el paro for-zoso, contra el hambre, etc. Rabcheie Dielo, nm. 10,pp. 42-43. Reivindicar medidas concretas no es aca-so reclamar reformas sociales? Y preguntamos una vezms a los lectores imparciales si calumniamos a losrabochedieletitsi14 que se me perdone este poco felizvocablo en boga! al calificarlos de bernsteinianosvelados, cuando ellos lanzan, como discrepancia conIskra, la tesis sobre la necesidad de la lucha por refor-mas econmicas.

    La socialdemocracia revolucionaria siempre haincluido y sigue incluyendo en la rbita de sus ac-tividades la lucha por las reformas. Pero utiliza laagitacin econmica no slo para reclamar delgobierno toda clase de medidas, sino tambin y enprimer trmino para exigir que deje de ser un gobier-no autocrtico. Adems, considera su deber presentaral gobierno esta exigencia no slo sobre el terreno dela lucha econmica, sino tambin sobre el terreno detodas las manifestaciones en general de la vida so-

    cial y poltica. En una palabra, como la parte al todo,subordina la lucha por las reformas a la lucha revo-lucionaria por la libertad y el socialismo. En cambio,Martnov resucita en una forma distinta la teora delas fases, tratando de prescribir infaliblemente la vaeconmica, por decirlo as, del desarrollo de la luchapoltica. Propugnando en un momento de ascenso re-volucionario como una pretendida tarea especial lalucha por reformas, arrastra con ello al partido haciaatrs y hace el juego al oportunismo economista yliberal.

    Prosigamos. Despus de ocultar pdicamente lalucha por las reformas tras la pomposa tesis de impri-mir a la lucha econmica misma un carcter poltico,Martnov presenta como algo particular nicamentelas reformas econmicas y hasta slo las reformas en lavida fabril. No sabemos por qu lo ha hecho. Tal vezpor descuido? Pero si no hubiera tenido en cuenta msque las reformas fabriles, su tesis entera, que acaba-

    mos de exponer, perdera todo sentido. Tal vez porqueestima posible y probable que el gobierno haga concesio-nes slo en el terreno econmico?15 De ser as, resultaraun error extrao: las concesiones son posibles y sonhechas tambin en el terreno de la legislacin sobrecastigos corporales, pasaportes, pagos de rescate, sec-tas, censura, etc., etc. Las concesiones econmicaso seudoconcesiones son, se entiende, las ms baratasy las ms ventajosas para el gobierno, pues espera ga-narse con ellas la conanza de las masas obreras. Pero,por eso mismo, nosotros, los socialdemcratas, no de-bemos de ningn modo y absolutamente por ningnmotivo dar lugar a la opinin o a la equivocacin de

    que apreciamos ms las reformas econmicas, de quejustamente estas reformas las consideramos de parti-cular importancia, etc. Estas reivindicaciones diceMartnov con respecto a las reivindicaciones concre-tas de medidas legislativas y administrativas de quehabla ms arriba no seran un simple gesto, puestoque, al prometer ciertos resultados tangibles, podranser apoyadas activamente por la masa obrera... Nosomos economistas, oh, no! nicamente nos arras-tramos a los pies de la tangibilidad de resultadosconcretos, con tanto servilismo como lo hacen los se-ores Bernstein, Prokopvich, Struve, R.M. y tuiquanti! nicamente damos a entender con Narciso

    Tuporlov que todo lo que no promete resultadostangibles es un simple gesto! No hacemos sino ex-presarnos como si la masa obrera no fuese capaz ycomo si no hubiese demostrado su capacidad, pesea todos los que cargan sobre aqulla su propio lis-tesmo de apoyar activamente toda protesta contra laautocracia, incluso la que no lepromete absolutamenteningn resultado tangible!

    Tomemos aunque ms no sea esos mismosejemplos citados por el propio Martnov sobre

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    las medidas contra el paro forzoso y el hambre.Mientras Rabcheie Dielo se ocupa, segn promete, deelaborar y desarrollar reivindicaciones concretas enforma de proyectos de ley? de medidas legislativas y ad-ministrativas, que prometan resultados tangibles,Iskra, que considera siempre ms importante revolu-cionar el dogma que revolucionar la vida, ha tratadode explicar el nexo que une ntimamente el paro for-zoso a todo el rgimen capitalista, advirtiendo queviene el hambre, denunciando la lucha de la poli-ca contra los hambrientos, as como el escandalosoreglamento provisional de tipo inquisitorial, y Zariha publicado como folleto de agitacin la parte de suRevista de la vida interior16 dedicada al hambre. Pero,Dios mo, qu unilaterales han sido esos ortodoxosincorregiblemente estrechos, esos dogmticos, sordosa los imperativos de la vida misma! Ni uno solo desus artculos ha contenido qu horror! ni una sola,jaos bien, ni siquiera una sola reivindicacin concre-

    ta que prometa resultados tangibles! Desgraciadosdogmticos! Habra que llevarlos a aprender con losKrichevski y los Martnov, para que se convencierande que la tctica es el proceso del crecimiento, de loque crece, etc., y que es necesario imprimir a la luchaeconmica misma un carcter poltico.

    La lucha econmica de los obreros contra lospatronos y el gobierno lucha econmica contra elgobierno!!, adems de su directo signicado revo-lucionario, tiene tambin el de llevar de continuo alos obreros a pensar en su privacin de derechos po-lticos Martnov p. 44. Hemos insertado esta cita,no para repetir por centsima o milsima vez lo que

    ya hemos dicho ms arriba, sino para agradecer demanera especial a Martnov esta nueva y excelenteformulacin: La lucha econmica de los obreros con-tra los patronos y el gobierno. Formidable! Con quinimitable talento, con qu magistral eliminacin detodas las discrepancias parciales y diferencias de ma-tices entre los economistas tenemos aqu expresada,en una exposicin concisa y clara, toda la esencia deleconomismo, comenzando por llamar a los obrerosa la lucha poltica en aras del inters general, paramejorar la situacin de todos los obreros17, conti-nuando luego con la teora de las fases y terminandocon la resolucin del Congreso sobre el medio ms

    ampliamente aplicable, etc. La lucha econmicacontra el gobierno es precisamente poltica tradeu-nionista, que est a una distancia muy grande, peroque muy grande, de la poltica socialdemcrata.

    Notas

    1 El libro Qu hacer? Problemas candentes de nuestro movimientoue escrito por Lenin a nes de 1901 y comienzos de 1902.

    En diciembre, en el nmero 12 de Iskra public Lenin el artculo

    Conversacin con los deensores del economismo al queposteriormente denomin esbozo de Qu hacer? Lenin escribiel preacio para el libro en ebrero. A comienzos de marzo vio laluz Qu hacer? en Stuttgart, en la Editorial de Dietz, lo que seanunciaba en el nmero 18 deIskra, del 10 de marzo de 1902.

    El libro Qu hacer? desempe un gran papel en la creacin deun partido marxista revolucionario de la clase obrera de Rusia,por la victoria de la orientacin leninista-iskrista en los comits

    y las organizaciones del POSDR y, ms tarde, en su Congreso de1903.

    En 1902-1903 ue diundido el libro ampliamente en lasorganizaciones socialdemcratas de Rusia. Encontraban estaobra al practicar registros y detenciones de socialdemcratas enKiev, Mosc, Petersburgo, Nizhni Nvgorod, Kazn, Odesa yotras ciudades.

    En 1907 ue publicado con algunos cambios Qu hacer? enla recopilacin 12 aos. En todas las ediciones posteriores uepublicado segn el texto de 1902, comprobado con el texto de laedicin de 1907.

    2 Rabcheie Dielo (La Causa Obrera): revista, rgano de la Uninde los Socialdemcratas Rusos en el Extranjero. Se edit enGinebra desde abril de 1899 hasta ebrero de 1902 bajo ladireccin de B. Krichevski, P. Tieplov (Sibiriak), V. Ivanshin,

    y, ms tarde, de A. Martnov. Aparecieron 12 nmeros (9volmenes). La Redaccin de Rabcheie Dielo ue el centro delos economistas en el extranjero. Rabcheie Dielo apoyaba laconsigna bernsteiniana de la libertad de crtica del marxismo

    y deenda posiciones oportunistas en las cuestiones de latctica y las tareas de organizacin de la socialdemocracia rusa.Propagaba ideas oportunistas de subordinacin de la luchapoltica del proletariado a la lucha econmica, prosternndose

    ante la espontaneidad del movimiento obrero y negando el papeldirigente del partido. Uno de los redactores de Rabcheie Dielo,

    V. Ivanshin, perteneca a la direccin de Rabchaya Mysl (ElPensamiento Obrero),rgano de los economistasdeclarados quecontaba con el apoyo de Rabcheie Dielo. En el II Congreso delPOSDR, Rabcheie Dielorepresentaba el ala de extrema derecha,oportunista, del partido.

    3 Iskra: primer peridico marxista ilegal de toda Rusia, undado porLenin en 1900, que desempe el papel decisivo en la creacindel partido marxista revolucionario de la clase obrera.

    Como era imposible editar un peridico revolucionario enRusia, debido a las persecuciones policacas, Lenin, hallndosedeportado en Siberia, traz con todo detalle el plan de edicindel peridico en el extranjero. Terminada la deportacin (enerode 1900), Lenin inici inmediatamente la puesta en prctica de

    su plan.El primer nmero de la Iskra leninista apareci en diciembrede 1900 en Leipzig; los siguientes en Munich; desde julio de1902 en Londres, y desde la primavera de 1903 en Ginebra. Lossocialdemcratas alemanes Clara Zetkin, Adolo Braun y otros, elsocialdemcrata polaco Julin Marchlewski, que resida en aquelperodo en Munich, y Harry Quelch, uno de los dirigentes de laederacin socialdemcrata inglesa, prestaron una gran ayudapara preparar el peridico (organizacin de la imprenta secreta yadquisicin de caracteres rusos). Formaban parte de la Redaccinde Iskra: Lenin, Plejnov, Mrtov, Axelrod, Potrsov y Zaslich. I.Smidvich-Leman ue secretaria de la Redaccin al principio, y

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    despus, desde la primavera de 1901, Krpskaya, que se encargabatambin de la correspondencia de Iskra con las organizacionessocialdemcratas rusas. Lenin ejerca prcticamente las uncionesde redactor jee y de director de Iskra. Escriba artculos sobretodos los problemas undamentales de la ormacin del partido

    y de la lucha de clase del proletariado de Rusia, y se haca ecode los acontecimientos ms importantes de la vida internacional.Iskra se convirti en el centro de unicacin de las uerzas delpartido, de seleccin y educacin de los cuadros del partido. En

    diversas ciudades de Rusia (Petersburgo, Mosc, Samara y otras)se constituyeron grupos y comits del POSDR de orientacinleninista-iskrista. Las organizaciones iskristas surgan y actuabanbajo la direccin inmediata de los discpulos y compaeros delucha de Lenin: Bauman, Bbushkin, Gsev, Kalinin, Krsikov,Krzhizhanovski, Lngnik, Lepeshinski, Rdchenko y otros.

    A iniciativa de Lenin y con su participacin directa, la Redaccinde Iskra elabor el proyecto de programa del partido (publicadoen el nmero 21 de Iskra) y prepar el II Congreso del POSDR,que se celebr en julio-agosto de 1903. Para la echa de laconvocatoria del congreso, la mayora de las organizacionessocialdemcratas locales de Rusia se haban adherido a Iskra,aprobando su tctica, su programa y su plan de organizacin yreconocindola como su rgano dirigente. En una resolucinespecial, el congreso seal el papel excepcional de Iskra en lalucha por el partido y la proclam rgano Central del POSDR. ElII Congreso aprob la Redaccin compuesta por Lenin, Plejnov

    y Mrtov. A despecho de la decisin del congreso del Partido,Mrtov se neg a ormar parte de la Redaccin, y los nmeros46-51 de Iskra salieron bajo la direccin de Lenin y Plejnov. Mstarde, Plejnov pas a las posiciones del menchevismo y exigique uesen incluidos en la Redaccin de Iskra todos los antiguosredactores mencheviques repudiados por el congreso. Lenin nopudo aceptar esto y abandon la Redaccin de Iskra el 19 deoctubre (1 de noviembre) de 1903 y ue cooptado para el CC, desdedonde empez a luchar contra los oportunistas mencheviques. Elnmero 52 apareci bajo la direccin exclusiva de Plejnov. El 13(26) de noviembre de 1903, Plejnov, por su cuenta y riesgo y adespecho de la voluntad del congreso, coopt para la Redaccinde Iskra a los antiguos redactores mencheviques. A partir delnmero 52, los mencheviques convirtieron la Iskra en su propiorgano.

    4 Rabchaya Mysl (El Pensamiento Obrero): peridico de loseconomistas, editado desde octubre de 1897 hasta diciembrede 1902. Aparecieron 16 nmeros. Los dos primeros ueronimpresos en mimegrao, en Petersburgo; los nmeros 3-11 sepublicaron en el extranjero, en Berln; los nmeros 12-15, en

    Varsovia. El ltimo, el 16, se edit en el extranjero. Fue redactadopor K. Tjtarev y otros.

    Suplemento especial de Rabchaya Mysl: olleto editado porla redaccin del peridico Rabchaya Mysl en septiembre de1899. En este olleto, sobre todo en el artculo Nuestra realidad,rmado por R. M., se deendan abiertamente ideas oportunistas.Lenin critic las ideas de Rabchaya Myslcomo variedad rusadel oportunismo Internacional en su trabajo Una tendenciaretrgrada en la socialdemocracia rusa(Obras,5 ed. en ruso, t.4, pp. 240-273), en los artculos publicados en el peridico Iskra y

    en su libro Qu hacer?5 Con el n de evitar interpretaciones errneas, hacemos notar

    que en la exposicin que sigue entendemos por lucha econmica(segn el uso establecido entre nosotros) la lucha econmicaprctica, que Engels llam, en la cita arriba insertada,resistenciaa los capitalistasy que en los pases libres se llama lucha gremial,sindical o tradeunionista.

    6 En el presente captulo hablamos nicamente de la luchapoltica, de su concepto ms amplio o ms restringido. Por eso,sealaremos slo de paso, como un simple hecho curioso, laacusacin lanzada por RabcheieDielo contraIskra de abstencin

    excesiva en punto a la lucha econmica. (Dos congresos, pg.27; rumiada por Martnov en su olleto La socialdemocracia y laclase obrera.) Si los seores acusadores midieran en puds o enpliegos de imprenta (como gustan de hacerlo) la seccin de Iskradedicada a la lucha econmica durante el ao y la compararancon la misma seccin de R. Dielo y R. Mysl juntos, veran enseguida que, incluso en este sentido, estn atrasados. Es evidenteque la conciencia de esta sencilla verdad les uerza a recurrir aargumentos que demuestran a las claras su conusin. Iskra

    escriben,quiralo o no (!), tiene (!) que tomar en consideracinlas exigencias imperiosas de la vida y publicar, cuando menos (!!),cartas sobre el movimiento obrero(Dos congresos, p. 27). Este sque es un argumento que nos deja verdaderamente aniquilados!

    7 Zari (La Aurora): revista poltico-cientca marxista, editadaen 1901-1902 en Stuttgart por la Redaccin de Iskra. Sloaparecieron cuatro nmeros, en tres volmenes: el nmero 1sali en abril de 1901 (en realidad vio la luz el 23 de marzo, deacuerdo con el nuevo calendario); el nmero 2-3, en diciembre de1901, y el nmero 4, en agosto de 1902.

    La revista Zari critic el revisionismo internacional y rusoy deendi los undamentos tericos del marxismo. Estascuestiones ueron tratadas en las obras de Lenin publicadasen la revista: Los perseguidores del zemstvo y las Anbales delliberalismo, los cuatro primeros captulos de la obra La cuestin

    agraria y los crticos de Marx (bajo el ttulo de Los seorescrticos en la cuestin agraria). El programa agrario de lasocialdemocracia rusa, as como las obras de J. Plejnov: La crticade nuestros crticos. Parte 1. El seor P. Struue en el papel decrtico de la teora de Marx del desarrollo social, Cant contra Kanto el testamento espiritual del seor Bernstein y otros.

    8 Decimosen general, porque en Rab. Dielo se trata precisamentede los principios generales y de las tareas generales del partidoentero. No cabe duda de que en la prctica se dan casos en quela poltica debe eectivamente seguir a la economa, pero slo loseconomistaspueden decir esto en una resolucin destinada atoda Rusia. Pues hay tambin casos en que desde el comienzomismose puede llevar a cabo la agitacin poltica nicamenteen el terreno econmico, y, no obstante, Rab. Dielo ha llegado,por n, a la conclusin de que no hay ninguna necesidadde ello(Dos congresos, p. 11). En el captulo siguiente sealaremos

    que la tctica de los polticosy de los revolucionarios, lejos dedesconocer las tareas tradeunionistas de la socialdemocracia, es,por el contrario, la nica que asegura su realizacin consecuente.

    9 Zemskie nachlniki. En 1899, con el propsito de incrementarel poder de los terratenientes sobre los campesinos, el gobiernozarista instituy el cargo administrativo de zemski nachlnik.Los zemskie nachlniki eran designados entre los terratenientesnobles de cada lugar y tenan enormes atribucionesadministrativas y judiciales sobre los campesinos incluido elderecho a encarcelarlos y someterlos a castigos corporales.

    10 La Unin General Obrera Hebrea de Lituania, Polonia y Rusia(Bund) ue organizada en 1897 en el congreso constituyentede los grupos socialdemcratas hebreos, celebrado en Vilno;agrupaba preerentemente a los elementos semiproletarios de losartesanos hebreos de las regiones occidentales de Rusia. En el I

    Congreso del POSDR (1898), el Bund ingres en el partido comouna organizacin autnoma, independiente nicamente en lascuestiones especiales reerentes al proletariado hebreo(El PCUSen las resoluciones y acuerdos de los congresos y conerencias yde los plenos del CC, 7 ed. en ruso, parte 1, p. 14).

    El Bund ue el portador del nacionalismo y el separatismo en elmovimiento obrero de Rusia y mantuvo posiciones oportunistasen importantsimas cuestiones del movimiento socialdemcrata.En el II Congreso del POSDR los bundistas exigieron que sereconociese al Bund como nico representante del proletariadohebreo. Despus de que el congreso rechaz estas pretensiones,el Bund abandon el partido. En 1906, de acuerdo con la decisin

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    del IV Congreso (de Unicacin), el Bund volvi a ingresar en elPOSDR.

    En el seno del POSDR los bundistas apoyaron constantementeal ala oportunista del partido (economistas, mencheviques,liquidadores) y lucharon contra los bolcheviques y el bolchevismo.

    A la reivindicacin programtica de los bolcheviques sobre elderecho de las naciones a la autodeterminacin, el Bund oponala reivindicacin de la autonoma cultural-nacional.

    En los aos de la reaccin stolypiniana, el Bund mantuvo unaposicin liquidacionista y particip activamente en la creacindel Bloque de Agosto antipartido. Durante la primera guerramundial (1914-1918), los bundistas mantuvieron posicionessocialchovinistas. En 1917, el Bund apoy al gobierno provisionalcontrarrevolucionario y luch al lado de los enemigos de la granrevolucin socialista de octubre. Durante la intervencin armadaextranjera y la guerra civil, los dirigentes bundistas se adhirierona las uerzas de la contrarrevolucin. Al mismo tiempo, entrelos miembros de las del Bund se inici un viraje hacia lacolaboracin con el poder sovitico. En marzo de 1921, el Bundse autodisolvi, y parte de sus miembros ingres, de acuerdo conlas condiciones generales, en el PC(b) de Rusia.

    11 As se expresa literalmente el olleto Dos congresos, pp. 31, 32, 28y 30.

    12 Dos congresos, p. 32.

    13 Rabcheie Dielo, nm. 10, p. 60. As aplica Martinov al caticoestado actual de nuestro movimiento la tesis: cada pasode movimiento real es ms importante que una docena deprogramas, aplicacin que hemos analizado ya ms arriba. En elondo, esto no es sino una traduccin al ruso de la clebre rase

    de Bernstein el movimiento lo es todo; el objetivo nal nada.14 Partidarios de Rabcheie Dielo. (N. de la Edit.)

    15 P. 43: Desde luego, si recomendamos a los obreros que ormulenciertas reivindicaciones econmicas al gobierno, lo hacemosporque en el terreno econmico el gobierno autocrtico estdispuesto, por necesidad, a hacer ciertas concesiones.

    16 Vase V. I. Lenin, Obras, 5 ed. en ruso t. 5, pp. 297-319. (N. de laEdit.)

    17 Rabchaya Mysl, Suplemento especial, p. 14.

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    Huelga de masas, partido y sindicatos(Fragmento)

    Rosa Luxemburgo

    IL R R,

    Casi todos los escritos y declaraciones del socialis-mo internacional sobre la cuestin de la huelga demasas se remontan a la poca anterior a la revolucinrusa, que represent el primer experimento histrico a

    gran escala de este medio de lucha. Se comprende queestos textos se encuentren en gran parte anticuados.En su concepcin, fundamentalmente, comparten elmismo punto de vista de Friedrich Engels, que, en sucrtica del revolucionarismo bakuninista en Espaa,escriba en 1873:

    En el programa bakuninista, la huelga general es lapalanca de la que hay que valerse para iniciar la re-volucin social. Un buen da, de madrugada, todoslos obreros de todos los ocios de un pas, o hastadel mundo entero, se cruzan de brazos y, en cuatrosemanas a lo sumo, obligan a las clases poseedorasa caer vencidas de rodillas o a lanzarse sobre los

    obreros, con lo que stos tienen derecho a defen-derse y, aprovechando la ocasin, a arrojar por laborda a toda la vieja sociedad. La propuesta distamucho de ser nueva: los socialistas franceses, y los

    belgas despus, han montado hasta la saciedad esecaballo de batalla desde 1848; caballo que, sin em-

    bargo, es de raza inglesa por su origen. Durante elrpido y violento desarrollo del cartismo entre losobreros britnicos, que sigui a la crisis de 1837, 2 sehaba predicado ya el mes santo en 1839,3 el paroa escala nacional vase Engels, Lage der arbeiten denKlasse La situacin de la clase obrera en Inglaterra, 2 edicin, p. 234, Y tuvo tanta resonancia que losobreros fabriles del norte de Inglaterra intentaron

    ponerla en prctica en julio de 1842. Tambin en elcongreso de los aliancistas, celebrado en Ginebra el1 de septiembre de 1873,4 desempe un gran papella huelga general, si bien fue reconocido por todosque, para lograr este objetivo, era necesaria una or-ganizacin perfecta de la clase obrera y unas arcas

    bien repletas. Y en esto est justamente la dicultad.Por un lado, los gobiernos, sobre todo si se les dejaenvalentonarse con el abstencionismo poltico, jamspermitirn que ni la organizacin ni las arcas de losobreros lleguen tan lejos; y, por el otro, los aconteci-

    mientos polticos y los abusos de las clases dominan-tes facilitarn la emancipacin de los obreros muchoantes de que el proletariado llegue a reunir esa or-ganizacin ideal y ese gigantesco fondo de reserva.Pero, si dispusiese de ambas cosas, no necesitara darel rodeo de la huelga general para llegar a la meta. 5

    Estamos ante la argumentacin que iba a de-terminar en las prximas dcadas la actitud de la

    socialdemocracia frente a la huelga de masas. Estconstruida para ser utilizada contra la teora anarquis-ta de la huelga general, es decir, contra la teora de lahuelga general como medio para desencadenar la re-volucin social, en contraposicin a la lucha polticacotidiana de la clase obrera; y se agota en el simple di-lema siguiente: o bien el proletariado en su conjuntono dispone todava ni de una poderosa organizacinni de arcas bien repletas, y entonces no puede realizarla huelga general, o bien ste se encuentra sucien-temente organizado, y entonces no tiene necesidadde la huelga general. Esta argumentacin resulta, porcierto, tan simple y tan inatacable a primera vista que

    durante un siglo prest inestimables servicios al mo-vimiento obrero moderno, como arma lgica contralas quimeras anarquistas y como medio auxiliar parallevar la idea de la lucha poltica a las ms ampliascapas de la clase obrera. Los gigantescos progresosalcanzados en los ltimos veinticinco aos por el mo-vimiento obrero en todos los pases modernos son laprueba ms contundente de la certeza de la tctica dela lucha poltica, que defendieron Marx y Engels enoposicin al bakunismo; la socialdemocracia alemana,con su poder actual y su posicin de vanguardia detodo el movimiento obrero internacional, es, en granparte, el producto directo de la aplicacin consecuente

    y rigurosa de esa tctica.Pues bien, la revolucin rusa6 ha sometido a una

    revisin profunda la argumentacin que acabamosde exponer. Por primera vez en la historia de la luchade clases ha hecho posible la grandiosa realizacinde la idea de la huelga de masas y como explica-remos en detalle ms adelante hasta de la huelgageneral, inaugurando de este modo una nueva pocaen el desarrollo del movimiento obrero. Naturalmenteno podemos concluir que la tctica de la lucha polti-

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    ca, recomendada por Marx y Engels, o la crtica quehacen del anarquismo fueran falsas. Por el contrario,son los mismos razonamientos y mtodos de la tcticade Marx y Engels los que constituyen el fundamento,hasta ahora, de la prctica de fa socialdemocracia ale-mana, y los que ahora, en la revolucin rusa, crearonnuevos elementos y nuevas condiciones de la luchade clases. La revolucin rusa, la misma revolucinque constituye la primera prueba histrica prcticade la huelga de masas, no slo no ha rehabilitado alanarquismo, sino que incluso signica la liquidacinhistrica del anarquismo. La triste existencia a queestuvo condenada esta orientacin del pensamientodurante las ltimas dcadas, debido al potente de-sarrollo de la socialdemocracia en Alemania, puedeexplicarse, en cierto modo, por el predominio abso-luto y la larga duracin del parlamentarismo duranteeste perodo. Es evidente que un movimiento orien-tado exclusivamente a la ofensiva y a la accin

    directa, una tendencia revolucionaria a ultranza,deba languidecer temporalmente en la calma chichadel acontecer parlamentario cotidiano, para renacerde nuevo y desplegar sus fuerzas internas con ocasinde la vuelta a un perodo de lucha abierta y directa,de una revolucin popular. Rusia sobre todo parecaestar llamada a convertirse en el campo de experi-mentacin para las heroicidades del anarquismo. Unpas, en el que el proletariado no dispona de ningnderecho poltico, y slo de una organizacin extrema-damente dbil, una confusa mezcla de diversas capaspopulares con intereses muy diversos y enmaraada-mente entrecruzados, bajo nivel cultural de las masas

    populares, la ms extrema bestialidad en la utilizacinde la violencia por parte del gobierno imperante; todoesto pareca creado para otorgarle al anarquismo unpoder repentino, aunque quizs efmero. Finalmente,Rusia era la cuna histrica del anarquismo. La pa-tria de Bakunin habra de convertirse en la tumbade su doctrina. No slo los anarquistas no estuvie-ron ni estn a la cabeza del movimiento de huelgasde masas en Rusia, no slo la direccin poltica de laaccin revolucionaria, y tambin de la huelga de ma-sas, est totalmente en manos de las organizacionessocialdemcratas furiosamente combatidas por losanarquistas y denunciadas como un partido bur-

    gus o en manos de organizaciones socialistasinuenciadas de algn modo por la socialdemocra-cia o cercanas a ella como el partido terrorista delos Socialistas Revolucionarios, sino que el anar-quismo es absolutamente inexistente en la revolucinrusa como una tendencia poltica seria. Tan solo enuna pequea ciudad lituana, en Bialystok, en condi-ciones particularmente difciles y donde los obrerosprovienen de las ms diversas nacionalidades, con unpredominio de la pequea industria dispersa y un ni-

    vel muy bajo del proletariado, se encuentran, entrelos seis o siete diferentes grupos revolucionarios, unpuado de mozalbetes anarquistas, que contribuyecon todas sus fuerzas a sembrar la confusin y el des -orden entre la clase obrera; y en los ltimos tiemposse hacen notar tambin en Mosc, y tal vez en dos otres ciudades ms, algunos puados de gentes de estetipo. Pero, prescindiendo de este par de grupos revo-lucionarios, cul es el papel que desempea realmenteel anarquismo en la revolucin rusa? Se ha convertidoen la etiqueta de vulgares ladrones y saqueadores;bajo el rtulo de anarco-comunismo se comete unabuena parte de esos innumerables robos y pillajes aparticulares, que, en todo perodo de depresin y dereujo momentneo de la revolucin, se extiendencomo una ola de fango. En la revolucin rusa, el anar-quismo no es la teora del proletariado militante, sinoel estandarte ideolgico del lumpemproletariado con-trarrevolucionario, que sigue como una manada de

    tiburones la estela del buque de guerra de la revolu-cin. Y de esta manera concluye la carrera histricadel anarquismo.

    Por otra parte, la huelga de masas no fue prac-ticada en Rusia como un medio para instalarserepentinamente en la revolucin social, mediante ungolpe de efecto que evitase la lucha poltica de la cla-se obrera y, particularmente, del proletariado, sinocomo un medio de crear primero para el proletaria-do las condiciones de la lucha poltica cotidiana y enparticular del parlamentarismo. La lucha revolucio-naria en Rusia, en la que la huelga de masas se utilizacomo el arma ms importante, conducida por el pue-

    blo trabajador y, en primer lugar, por el proletariadopara conquistar precisamente esos mismos derechosy condiciones polticas cuya necesidad e importan-cia en la lucha por la emancipacin de la clase obrerafueron demostradas primero por Marx y Engels, que,oponindose al anarquismo, las defendieron con to-das sus fuerzas en el seno de la Internacional. De estemodo, la dialctica de la historia, la roca sobre la quese levanta toda la doctrina del socialismo de Marx,tuvo por resultado que hoy el anarquismo, que estu-vo ligado indisolublemente a la idea de la huelga demasas, haya entrado en contradiccin con la prcti-ca de la misma huelga de masas. Y sta ltima, a su

    vez, combatida en otra poca como contraria a la ac-cin poltica del proletariado, se presenta hoy comoel arma ms poderosa de la lucha poltica por la con-quista de los derechos polticos. Si la revolucin rusahace necesaria una profunda revisin del antiguopunto de vista marxista sobre la huelga de masas,slo el marxismo, sin embargo, con sus mtodos y suspuntos de vista generales, podr alcanzar la victoriabajo una forma nueva. La amada del moro slo pue-de morir a manos del moro.

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    Notas

    1 Para la presente impresin ue tomada como base la primeraedicin. Las ampliaciones de la segunda edicin van aadidasen notas. Mejoras y pequeas correcciones han sido tomadas sincomentario de la segunda edicin.

    2 La crisis de 1837 en Inglaterra se caracteriz por un descenso enel volumen de negocios y una recesin general que dur hasta1839.

    3 La agitacin de 1839 alcanz caracteres violentos. El carlismoexiga el armamento del pueblo.

    4 Se reere al Congreso de la Internacional Antiautoritaria deBakunin, posterior a la escisin de La Haya. Los antiautoritariosse reunieron el 1 de septiembre en Ginebra, una semana antes deque lo hicieran los marxistas.

    5 F. Engels. Die Bakunisten on der Arbeit. Internationales aus demVolksstaat.P. 20.

    6 Se reere a la revolucin rusa de 1905, luego de la derrota rusa enla guerra contra Japn de 1904.

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    Tesis sobre la accin comunista

    en el movimiento sindical1

    .

    1 . En el curso de estos dos ltimos aos, caracte-rizados por la ofensiva universal del capital, elmovimiento sindical se debilit sensiblemente en to-dos los pases. Salvo raras excepciones Alemania,

    Austria, los sindicatos perdieron gran cantidad dealiados. Este retroceso se explica por las vastasofensivas de la burguesa y por la impotencia de lossindicatos reformistas no solamente en resolver lacuestin social sino tambin en resistir seriamente alataque capitalista y defender los intereses ms ele-mentales de las masas obreras.1 Ante esta ofensiva capitalista por una parte, y esta

    colaboracin de clases permanente por la otra, lasmasas obreras se decepcionan cada vez ms. Esaes la causa no solamente de sus tentativas por crearnuevos agrupamientos sino tambin de la disper-sin de un gran nmero de obreros conscientes

    que abandonan sus organizaciones. El sindicatodej de ser para muchos un foco de agitacin por-que no supo, y en muchos casos no quiso, detenerla ofensiva del capital y conservar las posicionesobtenidas. La esterilidad del reformismo se pusode maniesto claramente en la prctica.

    2 El movimiento sindical posee, en todos los pa-ses, un carcter de inestabilidad bsica. Gruposbastante numerosos de obreros se alejan de lmientras los reformistas continan asiduamentesu poltica de colaboracin de clases, con el pre -texto de utilizar el capital en benecio de losobreros. En realidad, el capital continu utilizan-

    do para sus nes a las organizaciones, hacindolascmplices del descenso del nivel de vida de lasmasas. El perodo transcurrido fortaleci sobretodo los vnculos que ya existan entre los go-biernos y los dirigentes reformistas, as como lasubordinacin de los intereses de la clase obrera alos de sus dirigentes.

    .

    3 En el preciso momento en que cedan en toda lalnea ante la presin burguesa, los dirigentes re-formistas lanzaban su ofensiva contra los obrerosrevolucionarios.

    Viendo que su mala voluntad para organizarla resistencia contra el capital haba provoca-do una profunda reaccin en las masas obrerasy resueltos a limpiar a las organizaciones de losgrmenes revolucionarios, emprendieron con-tra el movimiento sindical revolucionario unaofensiva tendiente a disgregar y desmoralizar ala minora revolucionaria por todos los medios asu alcance, y a facilitar la consolidacin del po-der de clase vulnerado de la burguesa.

    4 Para conservar su autoridad, los dirigentes dela Internacional de Amsterdam no vacilan enexcluir no solamente a individuos y pequeos

    grupos sino a organizaciones enteras. Los jefesde Amsterdam no quieren quedar en minora y,en caso de amenaza de los elementos revolucio-narios partidarios de la Internacional SindicalRoja y de la Internacional Comunista, estn deci-didos a provocar la escisin, con tal de poder deese modo conservar su control sobre el aparatoadministrativo y los recursos materiales.

    As procedieron los jefes de la cgtfrancesa. El mismo camino siguieron los refor-mistas de Checoslovaquia y los dirigentes dela Confederacin Nacional de los SindicatosAlemanes. Los intereses de la burguesa exigen

    la escisin del movimiento sindical.5 Al mismo tiempo que se desencadenaba la

    ofensiva reformista en los distintos pases,las federaciones internacionales adheridas aAmsterdam expulsaban sistemticamente o senegaban a admitir en su seno a las federacionesnacionales revolucionarias. Los congresos inter-nacionales de trabajadores del subsuelo, de losobreros textiles, de los empleados, de los obre-

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    ros del cuero y pieles, de los trabajadores de lamadera, de la construccin y de los se nega-ron a admitir a los sindicatos rusos y a los demssindicatos revolucionarios porque estos ltimospertenecan a la Internacional Sindical Roja.

    6 Esta campaa de los dirigentes de Amsterdamcontra los sindicatos revolucionarios es una ex-presin de la campaa del capital internacionalcontra la clase obrera. Persigue los mismos ob-jetivos: consolidar el sistema capitalista sobre lamiseria de las masas trabajadoras. El reformismopresiente su prximo n y pretende, con ayudade las expulsiones y de la escisin de los elemen-tos ms combativos, debilitar al mximo a laclase obrera e impedir que se aduee del poder yde los medios de produccin y de cambio

    .

    7 Simultneamente fue lanzada una ofensi-

    va muy similar a la de Amsterdam por el alaanarquista del movimiento obrero contra laInternacional Comunista, los partidos comunistasy las clulas comunistas de los sindicatos. Ciertonmero de organizaciones anarcosindicalistas sedeclararon abiertamente hostiles a la InternacionalComunista y a la revolucin rusa, pese a su so-lemne adhesin a la Internacional Comunista en1920 y a sus muestras de simpata al proletariado

    ruso y a la revolucin de octubre. As sucedi conlos sindicatos italianos, los localistas alemanes, losanarcosindicalistas de Francia, de Holanda y deSuecia.

    8 En nombre de la autonoma sindical, cier-tas organizaciones sindicalistas (SecretariadoObrero Nacional de Holanda, IWW, UninSindical Italiana, etc. excluyen a los partida-rios de la Internacional Sindical Roja en generaly a los comunistas en particular. De ese modo,la divisa de autonoma, luego de haber sidoarchirevolucionaria, se ha convertido en anti-comunista, es decir en contrarrevolucionaria, y

    coincide con la de Amsterdam, que lleva a cabola misma poltica bajo la bandera de la inde-pendencia, aunque para nadie sea un secretoque depende totalmente de la burguesa nacio-nal e internacional.

    9 La accin de los anarquistas contra laInternacional Comunista, la InternacionalSindical Roja y la revolucin rusa provoc ladescomposicin y la escisin en sus propias -las. Los mejores elementos obreros reaccionaron

    contra esta ideologa. El anarquismo y el anarco-sindicalismo se escindieron en varios grupos ytendencias que sostienen una lucha encarnizadaen favor o en contra de la Internacional SindicalRoja, de la dictadura proletaria, de la revolucinrusa.

    .

    10 La inuencia de la burguesa sobre el proletaria-do se reeja en la teora de la neutralidad segnla cual los sindicatos deberan plantearse exclu-sivamente objetivos corporativos, estrictamenteeconmicos y no de clase. El neutralismo siem-pre fue una doctrina puramente burguesa contrala cual el marxismo revolucionario lleva a cabouna lucha a muerte. Los sindicalistas que no seplantean ningn objetivo de clase, es decir que no

    apuntan al derrocamiento del sistema capitalistason, pese a su composicin proletaria, los mejoresdefensores del orden y del rgimen burgus.

    11 Este perodo del neutralismo siempre fue favo-recido por el argumento de que los sindicatosobreros deben interesarse nicamente en los pro-blemas econmicos sin mezclarse en poltica. Laburguesa siempre tiende a separar la polticade la economa, comprendiendo perfectamenteque si logra insertar a la clase obrera en el mar-co corporativo, ningn peligro serio amenaza suhegemona.

    12 Esta misma delimitacin entre economa y poltica

    es trazada tambin por los elementos anarquistasdel movimiento sindical, para apartar al movi-miento obrero de la va poltica con el pretextode que toda poltica est dirigida contra los tra-bajadores. Esta teora, puramente burguesa en elfondo, es presentada a los obreros como la de laautonoma sindical, y se entiende a esta ltimacomo una oposicin de los sindicatos al partidocomunista y una declaracin de guerra al movi-miento obrero comunista.

    13 Esta lucha contra la poltica y el partido polti-co de la clase obrera provoca un retraimiento delmovimiento obrero y de las organizaciones obre-

    ras as como una campaa contra el comunismo,conciencia concentrada de la clase obrera. La au-tonoma en todas sus formas, ya sea anarquista yanarcosindicalista, es una doctrina anticomunista ydebe oponrsele una decidida resistencia. Lo mejorque puede resultar de ella es una autonoma conrelacin al comunismo y un antagonismo entre sin-dicatos y partidos comunistas, o si no, una luchaencarnizada de los sindicatos contra el partido co-munista, el comunismo y la revolucin social.

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    14 La teora de la autonoma, tal como es expuestapor los anarcosindicalistas franceses, italianosy espaoles, es, en suma, el grito de guerra delanarquismo contra el comunismo. Los comunis-tas deben llevar a cabo en el seno de los sindicatosuna decisiva campaa contra esta maniobra quetrata de encubrir, bajo la consigna de la auto-noma, una trampa anarquista para dividir elmovimiento obrero en sectores hostiles entre s,para retrasar u obstaculizar el triunfo de la claseobrera.

    .

    15 Los anarcosindicalistas confunden sindicatos ysindicalismo presentando a su partido anarcosin-dicalista como la nica organizacin realmenterevolucionaria y capaz de llevar a cabo la accin

    de clase del proletariado. El sindicalismo, queconstituye un inmenso progreso en relacin con eltradeunionismo, presenta sin embargo numerososdefectos y aspectos perjudiciales, ante los cualeses preciso resistir rmemente.

    16 Los comunistas no pueden ni deben, en nom-bre de abstractos principios anarcosindicalistasabandonar su derecho a organizar clulasen el seno de los sindicatos, cualquiera que seala orientacin de estos ltimos. Nadie puedeprivarlos de ese derecho. Es obvio que los co-munistas militantes en los sindicatos sabrncoordinar su accin con la de aquellos sindicatos

    que han aprovechado la experiencia de la guerray de la revolucin.17 Los comunistas deben tomar la iniciativa de

    crear en los sindicatos un bloque con los obre-ros revolucionarios de otras tendencias. Losms prximos al comunismo son los sindica-listas comunistas, que reconocen la necesidadde la dictadura proletaria y deenden contra losanarcosindicalistas el principio del Estado obre-ro. Pero la coordinacin de las acciones suponeuna organizacin de los comunistas. Una accinaislada e individual de los comunistas no podrcoordinarse con nadie porque no poseer ningu-

    na fuerza considerable.18 Realizando del modo ms enrgico y consecuente

    sus principios, combatiendo las teoras anticomu-nistas de autonoma y la separacin de la polticay de la economa, idea anarquista extremadamen-te perjudicial para el progreso revolucionario dela clase obrera, los comunistas deben esforzarse,en el seno de los sindicatos de cualquier tenden-cia, por coordinar su accin en la lucha prcticacontra el reformismo y el verbalismo anarcosin-

    dicalista, con todos los elementos revolucionariosque apoyan el derrocamiento del capitalismo y ladictadura del proletariado.

    19 En los pases donde existen importantes organi-zaciones sindicalistas revolucionarias Franciay donde bajo la inuencia de toda una serie decausas histricas persista la desconanza con res-pecto a los partidos polticos en ciertos sectores deobreros revolucionarios, los comunistas elabora-rn en el lugar, de acuerdo con los sindicalistas yconforme a las particularidades del pas y del mo-vimiento obrero en cuestin, las formas y mtodosde lucha comn y de colaboracin en todas las ac-ciones defensivas y ofensivas contra el capital.

    .

    20 La consigna de la Internacional Comunista (con-

    tra la escisin sindical debe ser aplicada tanenrgicamente como antes, pese a las furiosaspersecuciones a que los reformistas de todos lospases someten a los comunistas. Los reformis-tas quieren prolongar la escisin valindose delas expulsiones. Persiguiendo sistemticamentea los mejores elementos de los sindicatos, espe-ran desanimar a los comunistas, alejarlos de lossindicatos y hacerlos abandonar el plan profunda-mente meditado de la conquista de los sindicatosdesde adentro pronuncindose por la escisin.Pero los reformistas no lo conseguirn.

    21 La escisin del movimiento sindical, sobre todo

    en las condiciones actuales, representa le mayorpeligro para el movimiento obrero en su conjunto.La escisin en los sindicatos obreros hara retroce-der a la clase obrera varios aos, pues la burguesapodra entonces retomar fcilmente las conquistasms elementales de los obreros. Los comunistasdeben impedir a cualquier precio la escisin sin-dical. Por todos los medios, con todas las fuerzasde su organizacin, deben obstaculizar la criminalligereza con la que los reformistas rompen la uni-dad sindical.

    22 En los pases donde existen paralelamente doscentrales sindicales nacionales Espaa, Francia,

    Checoslovaquia, etc., los comunistas debenluchar sistemticamente por la fusin de las orga-nizaciones paralelas. Dado el objetivo de la fusinde los sindicatos actualmente escindidos, no esconveniente apartar a los comunistas aislados ya los obreros revolucionarios de los sindicatosreformistas, transrindolos a los sindicatos re-volucionarios. Ningn sindicato reformista debequedar desprovisto del fermento comunista. Eltrabajo activo de los comunistas en los dos sindi-

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    catos es una condicin para el restablecimiento dela unidad destruida.

    23 La preservacin de la unidad sindical as como elrestablecimiento de la unidad destruida slo sonposibles si los comunistas llevan adelante un pro-grama prctico para cada pas y cada sector de laindustria. En el mbito de un trabajo prctico, deuna lucha prctica, es posible agrupar a los ele-mentos dispersos del movimiento obrero y crear,en el caso de una escisin sindical, las condicionespropicias para asegurar su unicacin orgnica.Cada comunista debe tener presente que la esci-sin sindical es no solamente una amenaza paralas conquistas inmediatas de la clase obrera sinotambin una amenaza para la revolucin social.Las tentativas de los reformistas de escindir lossindicatos deben ser sofocadas radicalmente, loque slo se podr lograr con ayuda de un enr-gico trabajo organizativo y poltico con las masas

    obreras.

    .

    24 La exclusin de los comunistas tiene por objetodesorganizar el movimiento revolucionario ais-lando a los dirigentes de las masas obreras. Poreso los comunistas no pueden limitarse a las for-mas y mtodos de lucha puestos en prctica porellos hasta ahora. El movimiento sindical mundial

    ha llegado a su momento ms crtico. La voluntadescisionista de los reformistas se ha exacerba-do mientras que nuestra voluntad de proteger launidad sindical ha sido puesta en evidencia en nu-merosas oportunidades, y los comunistas debendemostrar en el futuro, tambin prcticamente,el valor que asignan a la unidad del movimien-to sindical.

    25 Cuanto ms evidente se torna la lnea escisionis-ta de nuestros enemigos, es preciso demostrarmayor fuerza en el planteo del problema de launidad sindical. Ni una fbrica, ni una reuninobrera deben ser olvidadas, en todas partes debe

    hacerse or la protesta contra la tctica amster-damista. Es necesario que el problema de laescisin sindical sea planteado ante cada sin-dicato y no solamente en el momento en quela escisin es inminente sino cuando recin co-mienza a esbozarse. La cuestin de la expulsinde los comunistas del movimiento sindical debeser discutida con todo el movimiento obrero decada pas. Los comunistas son lo sucientemen-te fuertes como para dejarse eliminar sin decir

    nada. La clase obrera debe saber quin est porla escisin y quin por la unidad.

    26 La exclusin de los comunistas, luego de su elec-cin para desempear funciones sindicales, porparte de las organizaciones locales no solamentedebe suscitar protestas por la violencia ejerci-da contra la voluntad de los electores sino quedebe provocar una resistencia organizada. Losmiembros excluidos no tienen que permane-cer dispersos. La tarea ms importante de lospartidos comunistas consiste en impedir la dis-gregacin de los elementos excluidos. Debenorganizarse en sindicatos de expulsados centran-do su trabajo poltico en un programa concreto yla exigencia de su reintegracin.

    27 La lucha contra las exclusiones es en realidaduna lucha por la unidad del movimiento sindi-cal. En este caso, todas las medidas que tiendanal restablecimiento de la unidad destruida son

    buenas. Los expulsados no deben permaneceraislados, as como tampoco las organizacionesrevolucionarias independientes existentes en elpas en cuestin, con vistas a la organizacin co-mn de la lucha contra las expulsiones y para lacoordinacin de la accin en la lucha contra elcapital.

    28 Las medidas prcticas de lucha pueden y debenser completadas y modicadas de acuerdo conlas condiciones y particularidades locales. Esimportante que los partidos comunistas adop-ten claramente una posicin antiescisionista decombate y hagan todo lo posible para derrotar

    la poltica de las expulsiones que se fortalecisensiblemente en relacin con el comienzo de lafusin de la II Internacional y la Internacional IIy . No existen medios y mtodos universalesy denitivos en la lucha contra las expulsiones.En este sentido, los partidos comunistas tie-nen la posibilidad de luchar con los medios queconsideren como ms efectivos para lograr suobjetivo: la conquista de los sindicatos y el res-tablecimiento de la unidad sindical destruida.

    29 Los comunistas deben desarrollar una lu-cha muy enrgica contra la expulsin de lossindicatos revolucionarios del seno de las fe-

    deraciones internacionales por industria. Lospartidos comu