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    Segunda poca. ao 2Enero-marzo de 2011

    Sin teora revolucionaria no hay accin revolucionaria!

    Revista de teora y poltica delPartido Popular Socialista de Mxico

    Ejemp

    lar$30.00,

    suscripcinanual4nmeros$100.00

    Un programa electodebe sealar las caupor las cuales nues

    pas no es independiedesde el punto de vieconmico y la man

    de liberarlo de fuerzas del exterior qimpiden su desarro

    natural y lib

    V. LOMBARDO

    Federico Engels / Introduccin de 1891 a La Guerra civil en Francia (ragmento) Vladmir lich Lenin / La transicin delapitalismo al comunismo (ragmento) Vicente Lombardo Toledano / Los convenios entre adversarios; las vas hacia el socialism

    y la va violenta o la pacca? (ragmentos) Ricardo Alarcn de Quesada / Cuba y la lucha por la democracia. Jos SantosCervantes / Es posible avanzar hacia la liberacin nacional por la va electoral? Juan Campos Vega / Los partidos electorales a derecha Cuauhtmoc Amezcua Dromundo /La construccin de los instrumentos poltico-electorales de las uerzas populare

    la batalla contra el neoliberalismo Luis Miranda Resndiz / El movimiento de masas en la lucha antineoliberal.

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    Forro en blanco

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    del Partido Popular Socialista de MxicoRevista de teora y poltica

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    D G:Cuauhtmoc Amezcua Dromundo

    D:Jos Santos Cervantes

    S:Juan Campos Vega

    C E:Miguel Guerra CastilloLuis Miranda Resndiz

    Martn Tavira UristeguiJorge Tovar MontasSantos Urbina MendozaC R:Carmen Chinas Salazar

    Martha Elvia Garca GarcaMario Efrn Ochoa Vega

    A:Bartolom Gonzlez Galindo

    D :Comisin de Diseo

    Directorio

    es una publicacintrimestral, de teora y poltica, del Partido

    Popular Socialista de Mxico; corrreo electrnico:[email protected]; Internet: hp://www.ppsm.org.mx/teoriaypractica. Se permite la

    reproduccin total o parcial del material publicado,mencionando la fuente.

    Portada:Friedrich Engels

    Contenido

    A 3

    Federico Engels 5

    I L G F()

    Vladmir lich Lenin 8

    L ()

    Vicente Lombardo Toledano 11L ; , ()

    Ricardo Alarcn de Quesada 18

    C

    Jos Santos Cervantes 26

    E

    Juan Campos Vega 32

    L

    Cuauhtmoc Amezcua Dromundo 41

    L -

    Luis Miranda Resndiz 47

    E

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    A manera de presentacin

    En diversos sectores y organizaciones polticas re-volucionarias, est presente la idea de que laparticipacin en los procesos electorales constituyeuna prdida de tiempo y esfuerzos, y adems, que sise logran triunfos parciales, se corre el riesgo de per-der a los compaeros que ocupan cargos de eleccin

    popular porque se pueden corromper.En otras agrupaciones, por el contrario, la partici-pacin electoral es una constante, pero limitada casisiempre a la renovacin de los ayuntamientos munici-pales y de las legislaturas locales. Se trata de obtenerposiciones que contribuyan econmicamente al nan-ciamiento de las organizaciones y a la solucin de lasdemandas de los grupos sociales en los que inuyen.

    En ambos casos, la percepcin no es del todo co-rrecta. Es necesario comprender que la participacinelectoral es una forma ms de la lucha de clases, quelo que importa, ms all de los cargos de representa-cin que se puedan obtener, es utilizar los procesos

    electivos para transmitir a amplios sectores de lapoblacin las ideas y propuestas encaminadas a trans-formar revolucionariamente nuestra sociedad y asumar adeptos para la causa que se deende y el pro -yecto que se aspira a alcanzar.

    Por ese motivo hemos destinado este nmero paradifundir diversos materiales vinculados al tema cen-tral que nos ocupa, visto desde diversos ngulos yperspectivas, tomado de diversas pocas y circunstan-cias, con el afn de que sean de utilidad para realizarel anlisis concreto de nuestra realidad y tomar lasdecisiones acertadas que permitan avanzar a nuestromovimientos hacia la consecucin de sus objetivos in-

    mediatos, y de mediano y largo plazos.El primer material que hemos seleccionado, es un

    fragmento de la Introduccin de 1891, de FedericoEngels, aLa Guerra civil en Francia . En este material, elcompaero inseparable de Carlos Marx, hace una va-loracin, veinte aos despus, de lo que representa laComuna de Pars y del signicado de la dictadura delproletariado.

    El segundo de los materiales, es un fragmentodel apartado 2. La transicin del capitalismo al co-

    munismo, del captulo V Las bases econmicas dela extincin del Estado, de la obra de Vladmir lichLenin: El Estado y la revolucin, que aborda el anlisisde lo que signican las limitaciones de la democraciaen el sistema capitalista y la necesidad de la existenciadel Estado, de la dictadura del proletariado, una vez

    que la clase obrera ha llegado al poder.El tercer escrito, est integrado por fragmentos detres captulos: el . Los convenios entre adversa-rios, el . Las vas hacia el socialismo, y el .La va violenta o la pacca?, de la obra de VicenteLombardo Toledano: Mosc o Pekn? La va mexicanahacia el socialismo, en donde se analizan los temas re-lativos a las alianzas y a la participacin electoral, lasdiversas vas para arribar al socialismo y las condicio-nes que permiten o propician que se opte por la vaviolenta o pacica para realizar la revolucin socia-lista, as como para erradicar las deformaciones querepresentan: el dogmatismo, el sectarismo, el oportu-

    nismo y el revisionismo.El cuarto trabajo de este primer bloque, es un frag-mento del escrito del doctor en Filosofa y Letras,escritor y poltico cubano, que desde 1993 presidela Asamblea Nacional del Poder Popular de su pas,Ricardo Alarcn de Quesada, denominado: La lu-cha por la democracia en Cuba, en el que despus debreve recuento histrico de las luchas del pueblo cu-bano describe el peculiar sistema electoral de la islay las formas de participacin popular en la toma dedecisiones.

    El segundo bloque, incluye cuatro trabajos, ela-borados por integrantes de la direccin poltica de

    nuestro partido.El primero de los materiales es un escrito del secre-

    tario general de nuestra Comisin Ejecutiva Nacional,Jos Santos Cervantes, que se titula: Es posible avan-zar hacia la liberacin nacional por la va electoral? En estetrabajo, a base de preguntas y respuestas, el autor vadando cauce a mltiples interrogantes que nos ha-cemos todos, respecto de la crisis y sus efectos en elsistema capitalista, en las condiciones en que se desa-rrolla la lucha en diversos pases de Amrica Latina y

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    en Mxico, y sobre todo, de las tareas que hay que em-prender en los prximos aos.

    El segundo material de este bloque, titulado: Lospartidos electorales de la derecha, elaborado por JuanCampos Vega, aborda aspectos relativos a la historia,la poltica y la ideologa de los dos partidos represen-tativos de la derecha en nuestro pas: el de la derechatradicional, el Partido de Accin Nacional, y el de laderecha neoliberal, representado por el actual PartidoRevolucionario Institucional.

    El tercero de los escritos que hemos incluido eneste bloque, titulado: La construccin de los instrumentospoltico-electorales de las fuerzas populares y la batalla con-tra el neoliberalismo, es de la autora del presidente denuestro partido, Cuauhtmoc Amezcua Dromundo,en el que se valora la situacin del mundo actual yla posibilidad, de acuerdo con nuestras experienciasal respecto, de echar a los neoliberales de la conduc-cin del pas mediante el voto de los ciudadanos. Acto

    seguido se sealan los instrumentos indispensables

    para lograr ese propsito y se establece como condi-cin indispensable que las fuerzas populares cuentescon su propia organizacin y sus propios instrumen-tos electorales.

    El cuarto y ltimo de los materiales de este bloque,que hemos incluido en este nmero de nuestra revis-ta Teora y Prctica, est constituido por el escrito deLuis Miranda Resndiz, titulado: El movimiento de ma-sas en la lucha antineoliberal, en el que al autor describelos diversos esfuerzos unitarios del movimiento socialy poltico, y los clasica segn la va que privilegianpara hacer avanzar la lucha de los trabajadores y delpueblo en general.

    Como siempre, esperamos que los materiales quehemos seleccionado para este nmero 5 de nuestrarevista Teora y Prctica, proporcionen a nuestros lecto-res ideas que contribuyan al anlisis del tema centralde este nmero, que est en el centro de las preocu-paciones de quienes aspiramos a que Mxico transite

    hacia una democracia verdadera.

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    Introduccin de 18911

    a La Guerra civil en Francia2

    (fragmento)

    Federico Engels

    S i hoy, al cabo de veinte aos, volvemos los ojosa las actividades y a la signicacin histrica dela Comuna de Pars de 1871, advertimos la necesidadde completar un poco la exposicin que se hace en Laguerra civil en Francia.

    Los miembros de la Comuna estaban divididosen una mayora integrada por los blanquistas, quehaban predominado tambin en el comit central

    de la Guardia Nacional, y una minora compues-ta por aliados a la Asociacin Internacional de losTrabajadores, entre los que prevalecan los adeptos dela escuela socialista de Proudhon. En aquel tiempo,la gran mayora de los blanquistas slo eran socialis-tas por instinto revolucionario y proletario; slo unospocos haban alcanzado una mayor claridad de prin-cipios, gracias a Vaillant, que conoca el socialismocientco alemn. As se explica que la Comuna de-jase de hacer, en el terreno econmico, muchas cosasque, desde nuestro punto de vista actual, debi reali-zar. Lo ms difcil de comprender es indudablementeel santo temor con que aquellos hombres se detuvie-

    ron respetuosamente en los umbrales del Banco deFrancia. Fue ste adems un error poltico muy grave.El Banco de Francia en manos de la Comuna hubieravalido ms que diez mil rehenes. Hubiera signica-do la presin de toda la burguesa francesa sobre elobierno de Versalles para que negociase la paz conla Comuna. Pero an es ms asombroso el acier-to de muchas de las cosas que se hicieron, a pesarde estar compuesta la Comuna de proudhonianos yblanquistas. Por supuesto, cabe a los proudhonianosla principal responsabilidad por los decretos econ-micos de la Comuna, lo mismo en lo que atae a susmritos como a sus defectos; a los blanquistas les in-

    cumbe la responsabilidad principal por los actos y lasomisiones polticos. Y, en ambos casos, la irona de lahistoria quiso -como acontece generalmente cuando elpoder cae en manos de doctrinarios- que tanto unoscomo otros hiciesen lo contrario de lo que la doctrinade su escuela respectiva prescriba.

    Proudhon, el socialista de los pequeos campe-sinos y maestros artesanos, odiaba positivamente laasociacin. Deca de ella que tena ms de malo quede bueno; que era por naturaleza estril y aun perni-

    ciosa, como un grillete puesto a la libertad del obrero;que era un puro dogma, improductivo y gravoso, con-trario por igual a la libertad del obrero y al ahorro detrabajo; que sus inconvenientes crecan ms de prisaque sus ventajas; que, por el contrario, la libre concu-rrencia, la divisin del trabajo y la propiedad privadaeran otras tantas fuerzas econmicas. Slo en los ca-sos excepcionales as calicaba Proudhon la gran

    industria y las grandes empresas como, por ejem-plo, los ferrocarriles estaba indicada la asociacinde los obreros. (Vase Ide gnrale de la rvolution, 3erestudio).

    Pero hacia 1871, incluso en Pars, centro del artesa-nado artstico, la gran industria haba dejado ya hastatal punto de ser un caso excepcional, que el decretoms importante de cuantos dict la Comuna dispusouna organizacin para la gran industria e incluso parala manufactura, que no se basaba slo en la asociacinde obreros dentro de cada fbrica, sino que deba tam-bin unicar a todas estas asociaciones en una granunin; en resumen, en una organizacin que, como

    Marx dice muy bien en La guerra civil, forzosamentehabra conducido en ltima instancia al comunismo,o sea, a lo ms antittico de la doctrina proudhoniana.Por eso, la Comuna fue la tumba de la escuela proud-honiana del socialismo. Esta escuela ha desaparecidohoy de los medios obreros franceses; en ellos, actual-mente, la teora de Marx predomina sin discusin, yno menos entre los posibilistas3 que entre los mar-xistas. Slo quedan proudhonianos en el campo de laburguesa radical.

    No fue mejor la suerte que corrieron los blan-quistas. Educados en la escuela de la conspiracin ymantenidos en cohesin por la rgida disciplina que

    esta escuela supone, los blanquistas partan de la ideade que un grupo relativamente pequeo de hombresdecididos y bien organizados estara en condiciones,no slo de aduearse en un momento favorable deltimn del Estado, sino que, desplegando una accinenrgica e incansable, sera capaz de sostenerse hastalograr arrastrar a la revolucin a las masas del puebloy congregarlas en torno al puado de caudillos. Estollevaba consigo, sobre todo, la ms rgida y dictatorialcentralizacin de todos los poderes en manos del nue-

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    vo gobierno revolucionario. Y qu hizo la Comuna,compuesta en su mayora precisamente por blanquis-tas? En todas las proclamas dirigidas a los francesesde las provincias, la Comuna les invita a crear unaFederacin libre de todas las Comunas de Francia conPars, una organizacin nacional que, por vez prime-ra, iba a ser creada realmente por la misma nacin.Precisamente el poder opresor del antiguo gobiernocentralizado el ejrcito, la polica poltica y la bu-rocracia, creado por Napolen en 1798 y que desdeentonces haba sido heredado por todos los nuevosgobiernos como un instrumento grato, emplendo-lo contra sus enemigos, precisamente ste deba serderrumbado en toda Francia, como haba sido de-rrumbado ya en Pars.

    La Comuna tuvo que reconocer desde el primermomento que la clase obrera, al llegar al poder, nopoda seguir gobernando con la vieja mquina delEstado; que, para no perder de nuevo su dominacin

    recin conquistada, la clase obrera tena, de una parte,que barrer toda la vieja mquina represiva utilizadahasta entonces contra ella, y, de otra parte, preca-verse contra sus propios diputados y funcionarios,declarndolos a todos, sin excepcin, revocables encualquier momento. Cules eran las caractersticas delEstado hasta entonces? En un principio, por medio de lasimple divisin del trabajo, la sociedad se cre los r-ganos especiales destinados a velar por sus interesescomunes. Pero, a la larga, estos rganos, a la cabeza delos cuales guraba el poder estatal, persiguiendo suspropios intereses especcos, se convirtieron de ser-vidores de la sociedad en seores de ella. Esto puede

    verse, por ejemplo, no slo en las monarquas here-ditarias, sino tambin en las repblicas democrticas.No hay ningn pas en que los polticos formenun sector ms poderoso y ms separado de la nacinque en Norteamrica. All cada uno de los dos gran-des partidos que alternan en el gobierno est a su vezgobernado por gentes que hacen de la poltica un ne -gocio, que especulan con las actas de diputado de lasasambleas legislativas de la Unin y de los distintosestados federados, o que viven de la agitacin en fa-vor de su partido y son retribuidos con cargos cuandoste triunfa. Es sabido que los norteamericanos llevantreinta aos esforzndose por sacudir este yugo, que

    ha llegado a ser insoportable, y que, a pesar de todo, sehunden cada vez ms en este pantano de corrupcin.Y es precisamente en Norteamrica donde podemosver mejor cmo progresa esta independizacin delEstado frente a la sociedad, de la que originariamentedeba ser un simple instrumento. All no hay dinasta,ni nobleza, ni ejrcito permanente fuera del pu-ado de hombres que montan la guardia contra losindios, ni burocracia con cargos permanentes o de-rechos pasivos. Y, sin embargo, en Norteamrica nos

    encontramos con dos grandes cuadrillas de especu-ladores polticos que alternativamente se posesionandel poder estatal y lo explotan por los medios y paralos nes ms corrompidos; y la nacin es impotentefrente a estos dos grandes crteles de polticos, pre-tendidos servidores suyos, pero que, en realidad, ladominan y la saquean.

    Contra esta transformacin del Estado y de losrganos del Estado de servidores de la sociedad enseores de ella, transformacin inevitable en todos losEstados anteriores, emple la Comuna dos remediosinfalibles. En primer lugar, cubri todos los cargosadministrativos, judiciales y de enseanza por elec-cin, mediante sufragio universal, concediendo a loselectores el derecho a revocar en todo momento a suselegidos. En segundo lugar, todos los funcionarios,altos y bajos, estaban retribuidos como los dems tra-bajadores. El sueldo mximo abonado por la Comunaera de 6 000 francos. Con este sistema se pona una

    barrera ecaz al arribismo y la caza de cargos, y estosin contar con los mandatos imperativos que, por aa-didura, introdujo la Comuna para los diputados a loscuerpos representativos.

    En el captulo tercero de La guerra civil se describecon todo detalle esta labor encaminada a hacer saltarel viejo poder estatal y sustituirlo por otro nuevo yrealmente democrtico. Sin embargo, era necesariodetenerse a examinar aqu brevemente algunos delos rasgos de esta sustitucin por ser precisamente enAlemania donde la fe supersticiosa en el Estado se hatrasplantado del campo losco a la conciencia ge-neral de la burguesa e incluso a la de muchos obreros.

    Segn la concepcin losca, el Estado es la realiza-cin de la idea, o sea, traducido al lenguaje losco,el reino de Dios en la tierra, el campo en que se haceno deben hacerse realidad la eterna verdad y la eternajusticia. De aqu nace una veneracin supersticiosa delEstado y de todo lo que con l se relaciona, veneracinsupersticiosa que va arraigando en las conciencias contanta mayor facilidad cuanto que la gente se acostum-bra ya desde la infancia a pensar que los asuntos eintereses comunes a toda la sociedad no pueden ges-tionarse ni salvaguardarse de otro modo que como seha venido haciendo hasta aqu, es decir, por mediodel Estado y de sus funcionarios bien retribuidos. Y

    se cree haber dado un paso enormemente audaz conlibrarse de la fe en la monarqua hereditaria y entu-siasmarse por la repblica democrtica. En realidad,el Estado no es ms que una mquina para la opresinde una clase por otra, lo mismo en la repblica de-mocrtica que bajo la monarqua; y en el mejor de loscasos, es un mal que se transmite hereditariamente alproletariado triunfante en su lucha por la dominacinde clase. El proletariado victorioso, lo mismo que hizola Comuna, no podr por menos de amputar inmedia-

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    tamente los lados peores de este mal, entretanto queuna generacin futura, educada en condiciones so-ciales nuevas y libres, pueda deshacerse de todo estetrasto viejo del Estado.

    ltimamente, las palabras dictadura del proleta-riado han vuelto a sumir en santo horror al listeosocialdemcrata. Pues bien, caballeros, queris saberqu faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna dePars: he ah la dictadura del proletariado!

    Notas1 Engels escribi esta introduccin para la tercera edicin

    alemana del trabajo de Marx La guerra civil en Franciapublicada en 1891 en conmemoracin del 20 aniversario de laComuna de Pars. Al hacer constar la importancia histrica dela experiencia de la Comuna de Pars y de su sntesis tericahecha por Marx en La guerra civil en Francia, Engels hace unasadiciones referentes a la historia de la Comuna, sobre todo ala actividad de los blanquistas y proudhonistas que formabanparte de la misma.

    2 La guerra civil en Francia es una de las ms importantes obras delcomunismo cientco, en la que, sobre la base de la experienciade la Comuna de Pars, se desarrollan las principales tesisde la doctrina marxista sobre la lucha de clases, el Estado,la revolucin y la dictadura del proletariado. Escrita como

    Maniesto del Consejo General de la Internacional a todos losmiembros de la Asociacin Internacional de los Trabajadoresen Europa y los Estados Unidos, su objetivo era pertrechar ala clase obrera de todos los pases con la comprensin de laesencia y la signicacin de la heroica lucha de los federadosy hacer la experiencia de alcance histrico universal de dichalucha patrimonio de todo el proletariado.

    En este trabajo se conrma y se desarrolla la tesis expresadapor Marx en El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte acerca de lanecesidad de que el proletariado destruya la mquina estatal

    burguesa. Marx saca la conclusin de que la clase obrera nopuede limitarse simplemente a tomar posesin de la mquinadel Estado tal y como est y servirse de ella para sus propiosnes. El proletariado debe destruirla y sustituirla con unEstado del tipo de la Comuna de Pars. Esta conclusin deMarx acerca del Estado de nuevo tipo del tipo de la Comunade Pars como forma estatal de la dictadura del proletariadoconstituye el contenido principal de su nueva aportacin a lateora revolucionaria.

    La obra de Marx La guerra civil en Francia tuvo granpropagacin. En los aos de 1871-1872 fue traducida a variaslenguas y publicada en diversos pases de Europa y en losEE.UU.

    3 Los posibilistas formaban una corriente oportunista en el

    movimiento socialista de Francia. Sus dirigentes, entre otros,Pablo Brousse y Benito Malon, provocaron en 1882 la escisinen el Partido Obrero Francs. Los lderes de esta corrienteproclamaron el principio reformista de procurar nada ms quelo posible.

    Primer trimestre de 2011

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    La transicin del capitalismo al comunismo1

    Vladmir lich Lenin

    Entre la sociedad capitalista y la sociedad comu-nista prosigue Marx media el perodo dela transformacin revolucionaria de la primera en lasegunda. A este perodo corresponde tambin un pe-rodo poltico de transicin, cuyo Estado no puede serotro que la dictadura revolucionaria del proletariado.

    Esta conclusin de Marx se basa en el anlisis delpapel que desempea el proletariado en la sociedad

    capitalista actual, en los datos sobre el desarrollo deesta sociedad y en la inconciliabilidad de los interesesantagnicos del proletariado y de la burguesa.

    Antes, el problema se planteaba as: para conse-guir su liberacin, el proletariado debe derrocar a laburguesa, conquistar el poder poltico e instaurar sudictadura revolucionaria.

    Ahora se plantea de un modo algo distinto: la tran-sicin de la sociedad capitalista que se desenvuelvehacia el comunismo a la sociedad comunista es im-posible sin un perodo poltico de transicin, y elEstado de este perodo no puede ser otro que la dicta-dura revolucionaria del proletariado.

    Ahora bien, cul es la actitud de esta dictaduraante la democracia?Hemos visto que elManiesto Comunista coloca sen-

    cillamente juntos dos conceptos: la transformacindel proletariado en clase dominante y la conquis-ta de la democracia. Sobre la base de cuanto quedaexpuesto, puede determinarse con mayor exactitudcmo se transforma la democracia durante la transi-cin del capitalismo al comunismo.

    En la sociedad capitalista, si su desarrollo es el msfavorable, podemos ver una democracia ms o me-nos completa en la repblica democrtica. Pero estademocracia est siempre comprimida en el estrecho

    marco de la explotacin capitalista y, por eso, es siem-pre, en esencia, democracia para la minora, slo paralas clases poseedoras, solo para los ricos. La libertadde la sociedad capitalista sigue siendo en todo mo-mento, poco ms o menos, lo que era la libertad enlas antiguas repblicas de Grecia: libertad para los es-clavistas. A causa de las condiciones de la explotacincapitalista, los esclavos asalariados modernos viventan agobiados por la penuria y la miseria que no es-tn para democracia, no estn para poltica, y en

    el curso corriente y pacco de los acontecimientos, lamayora de la poblacin es alejada de toda participa-cin en la vida sociopoltica.

    Alemania es, tal vez, el pas que corrobora conmayor evidencia la exactitud de esta armacin,precisamente porque la legalidad constitucional semantuvo all durante un perodo asombrosamentelargo y estable: casi medio siglo 1871-1914. Y du-

    rante ese perodo, la socialdemocracia supo hacermuchsimo ms que en los otros pases para utilizarla legalidad y organizar en partido poltico a un por-centaje de obreros ms elevado que en ningn otrolugar del mundo.

    A cunto asciende, pues, este porcentaje el msalto observado en la sociedad capitalista de esclavosasalariados conscientes y activos en el terreno polti-co? De 15 millones de obreros asalariados, el PartidoSocialdemcrata cuenta con un milln de aliados!De 15 millones estn organizados sindicalmente tresmillones!

    Democracia para una minora insignicante, de-

    mocracia para los ricos: sa es la democracia de lasociedad capitalista. Si examinamos ms de cercael mecanismo de la democracia capitalista, veremossiempre y en todas partes restricciones y ms restric-ciones: en los detalles pequeos, supuestamentepequeos, del derecho al sufragio lugar de empadro-namiento, exclusin de la mujer, etc.), en la tcnicade las instituciones representativas, en los obstculosefectivos al derecho de reunin los edicios pbli-cos no son para los miserables!, en la organizacinpuramente capitalista de la prensa diaria, etc., etc.Estas restricciones, excepciones, exclusiones y trabasimpuestas a los pobres parecen insignicantes, sobre

    todo a quienes jams han sufrido la penuria ni hanestado en contacto con la vida cotidiana de las cla-ses oprimidas (y tal es el caso de las nueve dcimaspartes, si no del noventa y nueve por ciento, de los pu-blicistas y polticos burgueses); pero, en su conjuntoestas restricciones excluyen, eliminan a los pobres dela poltica de la participacin activa en la democracia.

    Marx capt magncamente esta esencia de lademocracia capitalista al decir en su anlisis de la ex-periencia de la Comuna: se autoriza a los oprimidos a

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    decidir una vez cada varios aos qu mandatarios dela clase opresora han de representarlos y aplastarlosen el Parlamento!2

    Pero, partiendo de esta democracia capitalista ineluctablemente estrecha, que rechaza bajo cuerda alos pobres y es, por tanto, una democracia profunda-mente hipcrita y falaz, el desarrollo progresivo nodiscurre de un modo sencillo, directo y tranquilo ha-cia una democracia cada vez mayor, como quierenhacer creer los profesores liberales y los oportunistaspequeoburgueses. No. Ese desarrollo, es decir, el de-sarrollo hacia el comunismo, pasa por la dictadura delproletariado, y slo puede ser as, pues no hay otrafuerza ni otro camino para romper la resistencia de losexplotadores capitalistas.

    Pero la dictadura del proletariado, es decir, la or-ganizacin de la vanguardia de los oprimidos en clasedominante para reprimir a los opresores, no puedeconducir nicamente a la simple ampliacin de la

    democracia. A la par con la ingente ampliacin de lademocracia que se conviertepor vez primera en demo-cracia para los pobres, en democracia para el pueblo, yno en democracia para los ricos), la dictadura del pro-letariado implica una serie de restricciones impuestasa la libertad de los opresores, de los explotadores,de los capitalistas. Debemos reprimirlos para liberara la humanidad de la esclavitud asalariada, hay quevencer por la fuerza su resistencia. Y es evidente quedonde hay represin, hay violencia, no hay libertad nidemocracia.

    Engels lo expresaba magncamente en la carta aBebel, al decir, como recordar el lector, que mien-

    tras el proletariado necesite todava del Estado, no lonecesitar en inters de la libertad, sino para sometera sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarsede libertad, el Estado como tal dejar de existir.

    Democracia para la mayora gigantesca del pue-blo y represin por la fuerza, o sea, exclusin de lademocracia, para los explotadores, para los opresoresdel pueblo: tal es la modicacin que experimentarla democracia durante la transicin del capitalismo alcomunismo.

    Slo en la sociedad comunista, cuando se haya rotoya denitivamente la resistencia de los capitalistas,cuando hayan desaparecido los capitalistas, cuando

    no haya clases (es decir, cuando no existan diferen-cias entre los miembros de la sociedad por su relacincon los medios de produccin sociales), slo entoncesdesaparecer el Estado y podr hablarse de libertad.Slo entonces ser posible y se har realidad una de-mocracia verdaderamente completa, verdaderamentesin ninguna restriccin. Y slo entonces comenzar aextinguirse la democracia, por la sencilla razn de quelos hombres de la esclavitud capitalista, de los innu-merables horrores, bestialidades, absurdos y vilezas

    de la explotacin capitalista, se habituarn poco a pocoa observar las reglas elementales de convivencia, co-nocidas a lo largo de los siglos y repetidas desde hacemilenios en todos los preceptos; a observarlas sin vio-lencia, sin coercin, sin subordinacin, sin esa mquinaespecial de coercin que se llama Estado.

    La expresin el Estado se extingue est muy bienelegida, pues seala la gradacin y la espontaneidaddel proceso. Slo la fuerza de la costumbre puedeejercer y ejercer sin duda esa inuencia, pues obser-vamos alrededor nuestro millones de veces con qufacilidad se habitan los seres humanos a cumplir lasreglas de convivencia que necesitan, si no hay explota-cin, si no hay nada que indigne, provoque protestasy sublevaciones y haga imprescindible la represin.

    Por tanto, en la sociedad capitalista tenemos unademocracia amputada, mezquina, falsa, una demo-cracia nicamente para los ricos, para la minora. Ladictadura del proletariado, el perodo de transicin al

    comunismo, aportar por vez primera la democraciapara el pueblo, para la mayora, a la par con la ne-cesaria represin de la minora, de los explotadores.Slo el comunismo puede proporcionar una democra-cia verdaderamente completa; y cuanto ms completasea, con tanta mayor rapidez dejar de ser necesaria yse extinguir por s misma.

    Dicho en otros trminos: en el capitalismo tene-mos un Estado en el sentido estricto de la palabra,una mquina especial para la represin de una clasepor otra y, adems, de la mayora por la minora. Esevidente que el xito de una empresa como la repre -sin sistemtica de la mayora de los explotados por

    una minora de explotadores requiere una crueldadextraordinaria, una represin bestial; requiere maresde sangre, a travs de los cuales sigue su camino lahumanidad en estado de esclavitud, de servidumbre,de trabajo asalariado.

    Ms adelante, durante la transicin del capitalismoal comunismo, la represin es todava necesaria, peroes ya la represin de una minora de explotadores porla mayora de los explotados. Es necesario todava unaparato especial, una mquina especial para la repre-sin: el Estado. Pero es ya un Estado de transicin,no es ya un Estado en el sentido estricto de la palabra,pues la represin de una minora de explotadores por

    la mayora de los esclavos asalariados de ayer es algotan relativamente fcil, sencillo y natural, que costa-r muchsima menos sangre que la represin de lassublevaciones de los esclavos, de los siervos y de losobreros asalariados y resultar mucho ms barata a lahumanidad. Y este Estado es compatible con la exten-sin de la democracia a una mayora tan aplastantede la poblacin que empieza a desaparecer la necesi-dad de una mquina especial para la represin. Como esnatural, los explotadores no pueden reprimir al pue-

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    blo sin una mquina complicadsima que les permitacumplir esta misin; pero el pueblo puede reprimir alos explotadores con una mquina muy sencilla,casi sin mquina, sin aparato especial: con la simpleorganizacin de las masas armadas (como los Soviets dediputados obreros y soldados, digamos, adelantndo-nos un poco).

    Por ltimo, slo el comunismo suprime en absolu-to la necesidad del Estado, pues no hay nadie a quienreprimir, nadie en el sentido de clase, en el senti-do de una lucha sistemtica contra cierta parte de lapoblacin. No somos utopistas y no negamos lo msmnimo que sea posible e inevitable que algunos in-dividuos cometan excesos, como tampoco negamos lanecesidad de reprimir tales excesos. Pero, en primerlugar, para ello no hace falta una mquina especial,un aparato especial de represin; eso lo har el pro-pio pueblo armado, con la misma sencillez y facilidadcon que un grupo cualquiera de personas civilizadas,

    incluso en la sociedad actual, separa a quienes se es-tn peleando o impide que se maltrate a una mujer.Y, en segundo lugar, sabemos que la causa social msprofunda de los excesos, consistentes en infringir lasreglas de convivencia, es la explotacin de las ma-sas, su penuria y su miseria. Al suprimirse esta causaprincipal, los excesos comenzarn inevitablemente aextinguirse. No sabemos con qu rapidez y grada-cin, pero s sabemos que se extinguirn. Y con ello seextinguir tambin el Estado.

    Sin dejarse llevar de utopas, Marx determin endetalle lo que es posible determinar ahora acerca deeste porvenir, a saber: la diferencia entre las fases(grados o etapas) inferior y superior de la sociedadcomunista.

    Notas1 Tomado del Captulo V Las bases econmicas de la extincin

    del Estado, del libro El Estado y la revolucin.

    2 Vase Carlos Marx, La guerra civil en Francia.

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    Los convenios entre adversarios1

    Vicente Lombardo Toledano

    Un problema semejante al de las alianzas en-tre fuerzas distintas que pueden marchar juntaspara alcanzar un objetivo comn, es el de los conve-nios que se realizan entre organizaciones, partidos oEstados para resolver conictos que encierran intere-ses opuestos.

    El caso diario de arreglos entre fuerzas socialesantagnicas, es el de la cesacin momentnea de la lu-

    cha entre la clase obrera y la burguesa. sta resistea las demandas de los trabajadores que tienen comon mejorar las condiciones de su existencia. La claseobrera, por su parte, combate sin cesar por sus rei-vindicaciones y presiona de diferentes maneras a losempresarios para que acepten sus peticiones. La huel-ga es el medio ms ecaz que utiliza para obligar a lospatrones a que acepten sus exigencias. Hay huelgasque logran el total de las demandas obreras, otras slouna parte y otras ms que fracasan porque quieneslas dirigieron no examinaron previamente la correla-cin de las fuerzas en lucha, no se preocuparon poraumentar la fuerza propia con el apoyo de los dems

    trabajadores y, en ciertos casos, con el de otros secto-res sociales, por la falta de habilidad para conducirel conicto o por otros motivos. Pero en todos los ca-sos los obreros, cuando tienen conciencia de la clase ala que pertenecen, saben bien que una huelga, no im-porta cul sea su magnitud ni cules hayan sido susresultados, no es sino una pequea batalla dentro dela lucha de clases, que no puede terminar sino hastaque las clases sociales desaparezcan, aboliendo la pro-piedad privada de los instrumentos de la produccineconmica.

    Aumentar los salarios es la principal y constantepeticin de la clase obrera. Los aumentos se logran;

    pero por el mecanismo de las leyes de la produc-cin capitalista, resultan siempre insucientes y hayque reanudar la lucha una y cien veces. Los partida-rios irreexivos del progreso social, inspirados en elprincipio romntico de todo o nada, arman quees intil y perjudicial para la clase obrera arrancara los patrones migajas del capital que han acumula-do apoderndose de la plusvala del trabajo social.Y proponen la supresin del rgimen del salariadocomo nico remedio para que los obreros puedan

    disfrutar de un nivel de vida justo. Esa es indudable-mente la solucin; pero no se puede llegar a ella encualquier momento. Mientras la coyuntura propiciano se presenta, la lucha por las reivindicaciones de laclase trabajadora, aparte de permitirle aumentar tran-sitoriamente sus recursos, la templa en el combate, laensea a pelear, la educa polticamente y la preparapara que pueda alcanzar no slo sus objetivos inme-

    diatos, sino tambin los futuros.Es el mismo caso de las luchas polticas. Los parti-dos revolucionarios de la clase obrera llevan la luchade clases al terreno electoral y al mbito de los par-lamentos. Son robados o derrotados muchas veces;pero no desisten de su actitud, porque saben que todacampaa poltica educa a la clase trabajadora y a lasmasas populares, permite la agitacin y la propagan-da en gran escala y logra victorias parciales. El debateque entablan en los cuerpos colegiados representati-vos del pueblo, exhibe los verdaderos propsitos delos partidos de la burguesa y de la reaccin, les haceperder adeptos mientras ellos ganan en autoridad y

    prestigio, al aumentar el nmero de los convencidosde la validez de sus programas y de los medios parala solucin justa de los problemas. La defensa que dela democracia burguesa, del rgimen parlamentarioo del poder legislativo autnomo, hacen los partidosrevolucionarios del proletariado, no tiene por objetoconsolidar y mantener el gobierno de la burguesa,sino preparar a la clase trabajadora para que puedaalcanzar el poder y establecer el rgimen socialista.

    En los pases que luchan por su independencia po-ltica nacional, se registran tambin convenios entreclases y sectores sociales antagnicos. Son pactos tran-sitorios, como los otros, que unen en ciertas etapas a

    factores que tienen intereses y puntos de vista opues-tos respecto de muchos problemas y, especialmente,en relacin con el rgimen social del porvenir. Cuandola clase obrera en esos pases propone y contribuye aorganizar un frente nacional patritico con todas lasfuerzas polticas y sociales, que quieren, como ella, laindependencia nacional, es consciente de que despusde lograda se intensicar la lucha de clases y de quecombatir sola o con otros aliados, distintos a los an-teriores, para alcanzar nuevos objetivos.

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    Lo mismo ocurre en los pases que disfrutan deindependencia poltica; pero no econmica. Si los par-tidos revolucionarios de la clase obrera proponen yencabezan la lucha para crear un gran frente nacionaldemocrtico con el n de emancipar econmicamen-te a su pas respecto del imperialismo, no realizan esalabor porque haya penetrado en ellos la ideologa dela clase burguesa, sino porque el desarrollo econmi-co progresivo con independencia del extranjero, es lacondicin para la ampliacin de todas las institucio-nes y normas de la vida nacional.

    En escala mayor an, los convenios entre Estadosrivales se producen para alcanzar objetivos comunes.La Segunda Guerra Mundial es un ejemplo impor-tante a ese respecto. En el seno de cada pas, en cadaregin, en cada continente y en el escenario de laTierra, se form un frente comn contra el fascismo.En esa lucha fueron aliados no slo la clase obrera yla burguesa partidaria de la democracia tradicional,

    sino tambin los pases capitalistas, los imperialistas yla Unin Sovitica; el nico pas socialista que existaentonces. Por qu? Porque el fascismo era el enemigocomn a todos, y de haber logrado la victoria habraorganizado el mundo a la manera de una pirmide encuya cspide se sentara el poder de los monopoliosgermnicos, sostenida por un cuerpo formado por losdems pases del planeta, compuesto, segn su teora,por razas inferiores a la suya, la raza aria, cuya prima-ca para dirigir la historia reclamaban los idelogosdel partido de Adolfo Hitler. Terminada la contienda,la lucha de clases continu su marcha en el escenariointernacional, lo mismo que las rivalidades interim-

    perialistas y el antagonismo entre el capitalismo y elsocialismo; pero la humanidad se vio libre del peligroms grave que hasta entonces haba pesado sobre ella.

    En octubre de 1962, se provoc la crisis polticainternacional ms dramtica desde que concluy laSegunda Guerra Mundial. El presidente de los EstadosUnidos, John F. Kennedy, moviliz a las fuerzas ar-madas de su pas y prepar a las de sus aliados parala guerra atmica. Exigi al gobierno de la UninSovitica que retirara los caones de proyectiles tele-dirigidos que haba en Cuba; orden el bloqueo militarde la Isla, y declar que se registraran por la fuerzalas naves soviticas que se dirigieran al Caribe, para

    conscar las armas que llevaran. La guerra poda pro-vocarse por cualquier incidente. La humanidad vivihoras de angustia. Pero Nikita Jruschov, en nombredel gobierno que preside, no acept la provocacin.Evit el encuentro de las naves soviticas con los bar-cos de guerra norteamericanos y retir las bases decohetes que haba instalado en Cuba, a cambio de queel gobierno de los Estados Unidos hiciera la formalpromesa ante el mundo de no intentar la invasin deCuba ni permitir que se realizara desde otros pases

    de Amrica. Fue un convenio entre adversarios queha hecho muy difcil ya la intervencin en Cuba, queprotegi su soberana, y que ha servido para aumen-tar la campaa mundial en favor del desarme y de lacoexistencia pacca del capitalismo y el socialismo.

    Avanzar en lugar de retroceder, para los parti-dos revolucionarios de la clase obrera es el principioen que se apoyan los pactos entre los adversarios.Avanzar aunque a veces sea lentamente. Dar pasosen direccin del futuro y no del pasado. La lucha declases, la rebelin de los pueblos coloniales contra lasmetrpolis imperialistas, los movimientos por la inde-pendencia econmica de los pases subdesarrollados,y el crecimiento incesante de las fuerzas productivas,de la productividad del trabajo, de la educacin y dela cultura en los pases socialistas, conducen a la cla-se obrera y a todos los sectores sociales partidariosdel progreso hacia un mundo nuevo, que ha de reem-plazar en todas las latitudes al rgimen basado en la

    explotacin del hombre por el hombre.

    .

    La clase obrera es la nica clase social que lucha paradesplazar a la burguesa del poder y ocupar su sitio enel gobierno del Estado, suprimir la propiedad priva-da de los medios de produccin y la lucha de clases,al desaparecer la clase propietaria de la riqueza, yreemplazar las relaciones de produccin creadas porel capitalismo por otras, basadas en la distribucinequitativa del fruto del trabajo social. Para preparar-

    se, organizarse, forjar sus armas de combate y saberhallar el camino que debe seguir, en cada momentodel perodo de transicin del capitalismo al socialis-mo, cre su propio partido poltico.

    Las organizaciones de la clase obrera se unieronpara luchar con ecacia contra la burguesa en lospases ms adelantados, pertrechadas ya con una doc-trina cientca sobre el desarrollo del capitalismo. Deesa unin surgi la Primera Internacional en 1864, cu-yos dirigentes tericos fueron Carlos Marx y FedericoEngels, autores del Maniesto Comunista, el docu-mento losco ms importante del siglo XIX. Pero nopudo realizar plenamente sus objetivos por muchas

    causas, entre ellas por la falta de madurez del pro-letariado y por las divergencias entre sus dirigentesacerca de la estructura, las contradicciones congni-tas y las leyes de la evolucin del rgimen capitalista.

    Disuelta la Primera Internacional, algunos de lospartidos de la clase obrera, separados de los otros porsus concepciones acerca de la forma de instaurar el so-cialismo, formaron la Segunda Internacional en 1889.Todos los partidos estaban de acuerdo sobre el futu-ro; pero diferan sobre los medios para llegar al poder.

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    Unos preconizaban el camino de la transformacinpaulatina del sistema de produccin capitalista hastareemplazarlo completamente por el sistema de pro-duccin socialista, y otros la ruta sealada en la tesisde Marx y Engels: la toma del poder por la clase obre-ra y la instauracin de la dictadura del proletariado ensubstitucin de la dictadura de la burguesa.

    La Segunda Internacional, en la que prevalecanlas tesis reformistas de los partidos socialdemcratas,perdi rpidamente su inuencia, porque en ningnpas logr nada trascendental para la clase obrera, yfue impotente para evitar la guerra interimperialis-ta de 1914. Su teora de la conversin paulatina delcapitalismo en el socialismo, ajena a la losofa delmaterialismo dialctico, al ser aplicada a la reali-dad demostr su valor deleznable. Surgi entonces(1919) la Tercera Internacional, constituida por lospartidos comunistas y obreros que aceptaron las tesismarxistas sobre el carcter transitorio del rgimen ca-

    pitalista y el camino de la dictadura del proletariadopara establecer el socialismo. Frente a frente, las dosInternacionales trataron de orientar y de inuir en laclase obrera, sosteniendo cada una sus principios.

    Al estallar la Segunda Guerra Mundial, la losofadel socialismo cientco haba ganado ya a millonesde trabajadores en todas las regiones de la Tierra.Lenin enriqueci esos principios actualizndolos, ydescubri las leyes del capitalismo en el perodo delimperialismo, as como las formas del desarrollo dela lucha de clases en la nueva etapa histrica. Lospartidos comunistas y obreros se multiplicaron, y laTercera Internacional de que formaban parte traz

    nuevos rumbos para ellos, previendo la crisis que re-presentara la agresin del fascismo contra todos lospueblos del mundo.

    La Tercera Internacional fue disuelta en 1943. Nopara apaciguar a la burguesa y a los gobiernos de lospases capitalistas, que haban entrado en conictocon la Alemania nazi y sus aliados, como armaronlos trotskistas y los eternos sostenedores del procesoantidialctico de la historia, sino porque los partidoscomunistas y obreros tenan que examinar a fondo eldesarrollo de sus pueblos, sus luchas y sus experien-cias, sacando de ellas las enseanzas necesarias paraproseguir su lucha, con el empleo de los principios

    del marxismo-leninismo. La disolucin de la TerceraInternacional marc el principio de la direccin mlti-ple de la lucha revolucionaria de la clase obrera.

    En los ltimos aos del gobierno de la UninSovitica presidido por Jos V. Stalin cuya obra hist-rica como constructor del socialismo en su pas todosreconocen, dej de funcionar el sistema del centralis-mo democrtico en el Partido Comunista de la UninSovitica, y el poder se concentr en la persona deStalin. Este hecho y su tesis falsa de que en la medida

    de que se construa el socialismo en su pas aumentabala lucha de clases en nuevas formas, provoc la para-lizacin de la vida democrtica del pueblo sovitico,fueron sacricados numerosos supuestos enemigosdel rgimen, se detuvo la iniciativa espontnea y crea-dora de los trabajadores manuales e intelectuales, yese mtodo de control rgido e inexible se fue ex-tendiendo a los pases de la democracia popular, conidnticas o parecidas consecuencias.

    El XX Congreso del Partido Comunista de la UninSovitica, del ao de 1956, al analizar esos gravesacontecimientos para la vida de todos los pases so-cialistas del mundo, tom acuerdos para restaurar elsistema del centralismo democrtico y los derechosdemocrticos del pueblo trabajador. Conden las for-mas rgidas y dogmticas del desarrollo econmico,social y poltico en los pases socialistas, y declar queen las actuales condiciones histricas se abren diver-sos caminos para llegar al socialismo, de acuerdo con

    las condiciones de cada pas, porque la realidad hacambiado y las leyes surgidas de la situacin de haceaos deben ser substituidas por otras, en consonanciacon la nueva realidad.

    Del unicentrismo se ha pasado al policentrismo.De una direccin nica de los partidos comunistas yobreros se ha llegado a la autonoma de cada partido,coordinando el esfuerzo de todos mediante el cam-bio de experiencias y la discusin fraternal sobre susdesacuerdos.

    La parte relativa de la resolucin del XX Congreso24 de febrero de 1956 dice lo siguiente:

    Debido a los profundos cambios histricos que sehan producido a favor del socialismo en la arena in-ternacional, se abren nuevas perspectivas de trnsitode los pases del capitalismo al socialismo.

    El Partido Comunista de la Unin Sovitica arran-ca de la tesis leninista de que todas las naciones lle-garn al socialismo; eso es inevitable, pero no llega-rn de la misma manera; cada una de ellas aportarsu originalidad en una u otra forma de democracia,en una u otra variante de la dictadura del proletaria-do, en uno u otro ritmo de transformaciones socialis-tas de los diversos aspectos de la vida social.

    La experiencia histrica del desarrollo de todos lospases que marchan por el camino del socialismo haconrmado plenamente esta tesis leninista. Hoy, allado de la forma sovitica de reestructuracin de lasociedad sobre principios socialistas, existe la formade la democracia popular. Esta forma ha sido proba-da en todos los aspectos en el transcurso de 10 aosy se ha justicado por completo. En los pases de de-mocracia popular hay tambin no pocos matices ydiferencias en correspondencia con las condicionesde cada pas. Aporta mucho de original a las for-mas de la edicacin socialista la Repblica PopularChina, cuya economa era antes de la victoria de la

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    revolucin extremadamente atrasada y tena un ca-rcter semifeudal y semicolonial. Basndose en lasdecisivas posiciones dominantes conquistadas porl, el Estado de democracia popular marcha hacia latransformacin pacca de la industria y el comercioprivado y hacia su conversin gradual en parte inte-grante de la economa socialista.

    Es completamente lgico que las formas del paso

    de los pases al socialismo sean en adelante ms va-riadas todava. Por cierto, no es obligatorio que lasformas del paso al socialismo estn vinculadas entodas las condiciones con la guerra civil. El leninis-mo ensea que las clases dominantes no ceden vo-luntariamente el poder. Sin embargo, la agudezade la lucha de clases por el trnsito al socialismo,el empleo o no de la violencia en esta transicin nodepende tanto del proletariado como de la resisten-cia que opongan los explotadores a la voluntad dela aplastante mayora de los trabajadores, como delempleo de la violencia por la propia clase de los ex-plotadores.

    No cabe duda de que para varios pases capitalis-

    tas donde el capitalismo se halla an fuerte y tieneen sus manos un enorme aparato militar y policaco,es inevitable una brusca agudizacin de la lucha declases.

    Por otra parte, como resultado de los cambiosesenciales que se han operado en la arena interna-cional en favor del socialismo y del gran incrementode la fuerza de direccin de ste entre los obreros,los campesinos y la intelectualidad trabajadora, secrean condiciones ms propicias para la victoriadel socialismo. En varios pases capitalistas la claseobrera, encabezada por su vanguardia, tiene en lascondiciones actuales la posibilidad real de agrupar

    bajo su direccin a la aplastante mayora del pueblo

    y de asegurar el paso a manos de ste de los mediosde produccin fundamentales. Los partidos bur-gueses de derecha y los gobiernos que ellos forman,quiebran con frecuencia cada vez mayor. En esascondiciones, la clase obrera, uniendo en torno suyoa los campesinos trabajadores, a amplios crculosde la intelectualidad, a todas las fuerzas patriticas,y dando una rplica contundente a los elementosoportunistas, incapaces de renunciar a la poltica deconciliacin con los capitalistas y los terratenientes,puede derrotar a las reaccionarias fuerzas antipopu-lares, conquistar una rme mayora en el parlamentoy convertirlo, de rgano de la democracia burguesa,en instrumento de la verdadera voluntad del pueblo.

    Poco despus, los partidos comunistas y obre-ros de los pases socialistas hicieron una DeclaracinConjunta en Mosc 16 de noviembre de 1957acerca de estas cuestiones, armando:

    La Conferencia ha conrmado la identidad de opi-niones de los partidos comunistas y obreros en lascuestiones cardinales de la revolucin socialista yla construccin del socialismo. La experiencia de la

    URSS y de los dems pases socialistas ha conrma-do plenamente la justeza del planteamiento de lateora marxista-leninista de que los procesos de larevolucin socialista y la edicacin del socialismose basan en una serie de leyes fundamentales inhe-rentes a todos los pases que emprenden el caminodel socialismo. Esas leyes se maniestan por doquierparejas a la gran diversidad de peculiaridades y

    tradiciones nacionales, cristalizadas en el curso dela historia, que deben tomarse obligatoriamente enconsideracin.

    Esas leyes generales son: la direccin de las ma-sas trabajadoras por la clase obrera, cuyo ncleo esel partido marxista-leninista, en la realizacin de larevolucin proletaria en una u otra forma y el esta-

    blecimiento de una u otra forma de la dictadura delproletariado; la alianza de la clase obrera con la masafundamental de los campesinos y con las dems ca-pas trabajadoras; la abolicin de la propiedad capita-lista y el establecimiento de la propiedad social sobrelos medios fundamentales de produccin; la paulati-na transformacin socialista de la agricultura; el de-

    sarrollo planicado de la economa nacional, orien-tado a la edicacin del socialismo y el comunismoy a la elevacin del nivel de vida de los trabajadores;la revolucin socialista en el terreno de la ideologa yde la cultura y la creacin de una nutrida intelectua-lidad el a la clase obrera, al pueblo trabajador y a lacausa del socialismo; la supresin del yugo nacionaly el establecimiento de la igualdad y de una amistadfraterna entre los pueblos; la defensa de las conquis-tas del socialismo frente a los atentados de los ene-migos del exterior y del interior; la solidaridad de laclase obrera de cada pas con la clase obrera de losdems pases, o sea, el internacionalismo proletario.

    El marxismo leninismo exige que los principios

    generales de la revolucin socialista y de la construc-cin del socialismo se apliquen con espritu creador,de acuerdo con las condiciones histricas concretasde cada pas y desecha toda copia mecnica de lapoltica y la tctica de los partidos comunistas deotros pases. Lenin advirti reiteradas veces que eranecesario aplicar acertadamente los principios fun-damentales del comunismo tomando en considera-cin las particularidades especcas de una u otranacin, de uno u otro Estado nacional. El menospre-cio de las peculiaridades nacionales por el Partidoproletario hace que se divorcie inevitablemente dela vida, de las masas e, inevitablemente, daa a lacausa del socialismo y, al contrario, la exageracin

    de esas peculiaridades y el abandono de las tesisgenerales del marxismo-leninismo acerca de la revo-lucin socialista y de la construccin del socialismo,con pretexto de que as lo exigen las peculiaridadesnacionales, tambin daa inevitablemente a la causadel socialismo. Los partcipes de la Conferencia es-timan necesario luchar simultneamente contra am-

    bas tendencias. Los partidos comunistas y obrerosde los pases socialistas deben atenerse rmemente alos principios de la conjugacin de las tesis generalesdel marxismo-leninismo con la prctica concreta de

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    la revolucin y la construccin en sus pases, apli-car creadoramente las leyes generales de la revolu-cin socialista y de la construccin del socialismoa las condiciones concretas de sus pases, aprenderlos unos de los otros e intercambiar experiencias. Laaplicacin con espritu creador de las leyes genera-les de la edicacin socialista, contrastadas por laexperiencia de la vida, y la diversidad de formas y

    mtodos de dicha edicacin en los distintos pases,constituyen una aportacin colectiva a la teora delmarxismo-leninismo.

    Tres aos ms tarde en noviembre de 1960 losrepresentantes de 81 partidos comunistas y obre-ros que asistieron a los festejos del 43 aniversario dela Revolucin Socialista de Octubre, celebraron enMosc una conferencia, que hizo un examen del pa-norama internacional. En la Declaracin de la reuninse hacen, entre otras, estas consideraciones:

    La naturaleza agresiva del imperialismo no ha cam-

    biado. Sin embargo, han tomado cuerpo fuerzas rea-les capaces de frustrar sus planes agresivos. La gue-rra no es fatalmente inevitable. De poder cumplir suvoluntad, los imperialistas hubieran precipitado yaa la humanidad en la vorgine de las calamidadesy los horrores de una nueva guerra mundial. Perohan pasado ya los tiempos en que los imperialistaspodan determinar a su arbitrio que hubiese o no hu-

    biese guerra. Ms de una vez en los ltimos aos hanllevado los imperialistas a la humanidad al borde dela catstrofe mundial, desencadenando guerras loca-les. La posicin decidida de la URSS, de los demsEstados socialistas y de todas las fuerzas pacicaspuso n a la intervencin anglo-franco-israel en

    Egipto y conjur la invasin militar de los imperialis-tas en Siria, el Irak y en algunos otros pases. Conti-na luchando valerosamente por su independencia ylibertad el heroico pueblo argelino. Es cada vez msenrgica la rplica que dan a los actos criminales delos imperialistas los pueblos del Congo y de Laos. Laexperiencia prctica demuestra que se puede lucharecazmente contra las guerras locales que desenca-denan los imperialistas y que se pueden liquidar losfocos de semejantes conictos blicos:

    Ha llegado la poca en que es posible poner coto alos intentos de los agresores imperialistas dirigidos adesencadenar la guerra mundial. Se puede conjurarla guerra mundial mediante los esfuerzos mancomu-

    nados del campo socialista, de la clase obrera inter-nacional, del movimiento de liberacin nacional, delos pases que se pronuncian contra la guerra y detodas las fuerzas paccas.

    En nuestro tiempo, el desarrollo de las relacionesinternacionales est determinado por la lucha de losdos sistemas sociales, por la lucha de las fuerzas delsocialismo, la paz y la democracia, contra las fuerzasdel imperialismo, la reaccin y la agresin, lucha enla que la superioridad de las fuerzas del socialismo,la paz y la democracia se hace cada vez ms evidente.

    El porvenir prximo traer nuevos xitos a lasfuerzas de la paz y del socialismo. La URSS se con-vertir en la primera potencia industrial del mundo.China ser un poderoso pas industrial. El sistemasocialista dar ms de la mitad de la produccin in-dustrial del mundo. La zona de la paz se har anms amplia. El movimiento obrero de los pases ca-pitalistas y el movimiento de liberacin nacional en

    las colonias y los pases dependientes conquistarnnuevas victorias. Acabar de disgregarse el sistemacolonial. La superioridad de las fuerzas del socialis-mo y de la paz ser absoluta. En estas condiciones,ya antes de la victoria total del socialismo en la tierra,an mantenindose el capitalismo en una parte delmundo, surgir la posibilidad real de excluir la gue-rra mundial de la vida de la sociedad. La victoria delsocialismo en el mundo entero suprimir denitiva-mente las causas sociales y nacionales de surgimien-to de las guerras de toda ndole.

    Los comunistas rechazan decididamente la doctri-na norteamericana de la guerra fra de los equili -

    brios al borde de la guerra, como poltica que lleva

    a la catstrofe termonuclear. Al defender los prin-cipios de la coexistencia pacca, los comunistas seesfuerzan porque se acabe totalmente con la guerrafra, se disuelvan los bloques militares, se liquidenlas bases militares y se realice el desarme universaly total bajo un control internacional; quieren que lascuestiones Internacionales en litigio se resuelvan pormedio de negociaciones, que se respete la igualdadde derechos de los Estados, su integridad territorial,su independencia y soberana, que unos Estados nose inmiscuyan en los asuntos internos de otros y quese desarrollen ampliamente las relaciones comercia-les, culturales y cientcas entre los pueblos.

    La poltica de coexistencia pacca responde a los

    intereses vitales de todos los pueblos, a los intere-ses de todos los que no quieren nuevas guerras san-grientas y luchan por una paz rme. Esta polticacontribuye a la consolidacin de las posiciones delsocialismo, al crecimiento del prestigio y de la in-uencia internacional de los pases socialistas y elevael prestigio y la inuencia de los partidos comunistasen los pases capitalistas. La paz es un el aliado delsocialismo, ya que el tiempo trabaja para el socialis-mo y contra el capitalismo.

    La poltica de coexistencia pacica es una polticade movilizacin de las masas y de acciones enrgicascontra los enemigos de la paz.

    La coexistencia pacca de los Estados no signica,

    como arman los revisionistas, la renuncia a la luchade clases. La coexistencia de los Estados con distintorgimen social es una forma de lucha de clases entreel socialismo y el capitalismo. En las condiciones dela coexistencia pacca surgen posibilidades favora-

    ble para el despliegue de la lucha de clases en lospases capitalistas y del movimiento de liberacinnacional de los pueblos que viven en las coloniasy los pases dependientes. A su vez, los xitos de lalucha revolucionaria de clases y nacional-liberadoracontribuyen a la consolidacin de la coexistencia pa-

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    cca. Los comunistas consideran que es su deberarmar la fe de las masas populares en la posibilidadde consolidar la coexistencia pacca y reforzar sudecisin de conjurar la guerra mundial. Han de con-tribuir por todos los medios a que la lucha activa porla paz, la democracia y la liberacin nacional, soste-nida por los pueblos, tenga por resultado el debilita-miento y la reduccin crecientes de las posiciones del

    imperialismo.La coexistencia pacca de Estados con distinto sis-

    tema social no signica la conciliacin de la ideologasocialista con la burguesa. Por el contrario, presupo-ne la intensicacin de la lucha de la clase obrera yde todos los partidos comunistas por el triunfo de lasideas socialistas. Sin embargo, las disputas ideolgi-cas y polticas entre los Estados no deben resolversepor medio de la guerra.

    La reaccin imperialista, en su afn de provocarla desconanza hacia el movimiento comunista y suideologa, se empea en intimidar a las masas ar-mando que los comunistas necesitan la guerra entrelos Estados para derrocar el rgimen capitalista y es-

    tablecer el orden socialista. Los partidos comunistasrechazan enrgicamente esta calumnia. El hecho deque las dos guerras mundiales, desencadenadas porimperialistas, terminaran con revoluciones socia-listas, no signica, ni mucho menos, que el caminohacia la revolucin social haya de pasar obligatoria-mente por una guerra mundial, sobre todo en nues-tra poca, cuando existe el poderoso sistema mun-dial del socialismo. Los marxistas-leninistas jamsconsideraron que el camino de la revolucin socialpase necesariamente por las guerras entre los Esta-dos.

    El pueblo de cada pas tiene el derecho inalienablede elegir el rgimen social que desee. La revolucin

    socialista no se importa ni puede ser impuesta des-de fuera. Es resultado del desarrollo interno de cadapas, de la agudizacin extrema de las contradiccio-nes sociales. Inspirados por la doctrina marxista-leni-nista, los partidos comunistas siempre han sido con-trarios a la exportacin de la revolucin. Al mismotiempo, luchan enrgicamente contra la exportacinimperialista de la contrarrevolucin. Los partidos co-munistas consideran que es su deber internacionalis-ta exhortar a los pueblos de todos los pases a unirse,a movilizar todas sus fuerzas internas, a actuar enr-gicamente y, apoyndose en el podero del sistemasocialista mundial, impedir o dar una enrgica repli-ca a la injerencia de los imperialistas en los asuntos

    de todo pueblo que se haya lanzado a la revolucin.Los partidos comunistas conrman las tesis de laDeclaracin de 1957 en lo referente a las formas deltrnsito de los distintos pases del capitalismo al so-cialismo.

    La clase obrera y su vanguardia, el partido marxis-ta-leninista dice la Declaracin, tienden a hacer larevolucin socialista por va pacca. La realizacinde esta posibilidad correspondera a los intereses dela clase obrera y de todo el pueblo, a los interesesnacionales del pas.

    En varios pases capitalistas, la clase obrera, enca-bezada por su destacamento de vanguardia, puedeen las condiciones actuales, basndose en un fren-te obrero y popular y en otras posibles formas deacuerdo y colaboracin poltica de distintos partidosy organizaciones sociales, agrupar a la mayora delpueblo, conquistar el poder estatal sin guerra civil yasegurar el paso de los medios de produccin fun-

    damentales a manos del pueblo. Apoyndose en lamayora del pueblo, y dando una resuelta rplica alos elementos oportunistas, incapaces de renunciara la poltica de conciliacin con capitalistas y terrate-nientes, la clase obrera puede derrotar a las fuerzasreaccionarias, antipopulares, conquistar una mayo-ra estable en el parlamento, hacer que ste deje deser un instrumento al servicio de los intereses declase de la burguesa para convertirse en un instru-mento al servicio del pueblo trabajador, desarrollaruna amplia lucha de masas fuera del parlamento,romper la resistencia de las fuerzas reaccionarias ycrear las condiciones necesarias para hacer la revolu-cin socialista por va pacca. Todo esto ser posi-

    ble nicamente por medio de un desarrollo amplio yconstante de la lucha de clases de las masas obrerasy campesinas y de las capas medias urbanas contra elgran capital monopolista, contra la reaccin, por pro-fundas reformas sociales, por la paz y el socialismo.

    Los ltimos acontecimientos, caracterizados por elacrecentamiento de la tensin poltica internacional, yel examen del panorama hecho en los recientes congre-sos de los partidos comunistas y obreros de Europa,alrededor de las tesis que encierran las Declaracionesde Mosc de 1957 y de 1960, han profundizado el de-bate sobre las diversas vas para llegar al socialismo.

    .

    El problema de saber por qu medio se puede esta -blecer el socialismo en nuestro pas, es semejante alproblema del trnsito de la democracia tradicional ala democracia nacional y de sta a la democracia delpueblo. Proclamar desde hoy que la va mexicana ha-cia el socialismo es necesariamente una va pacca, oforzosamente el camino de la lucha armada, de la gue-rra civil, sera cometer un grave error que, por serlo,no tendra nada en comn con las enseanzas tericas

    y prcticas del marxismo-leninismo.El rgimen del frente nacional democrtico y pa-

    tritico, de la democracia nacional, constituye unaforma pacca de gobierno nuevo, inspirado enprincipios distintos a los de la democracia libe-ral e individualista. Si ese rgimen se robustece y setransforma en una democracia ms avanzada, la de-mocracia del pueblo, se llegara as a la antecmaradel socialismo sin la violencia. La cuestin depende,principalmente, como en todos los casos del avance

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    histrico, de la correlacin de las fuerzas sociales enun momento concreto de la vida nacional.

    Si las fuerzas adversarias del progreso ofrecenresistencia armada a la coalicin de las fuerzas revolu-cionarias y democrticas, el partido de la clase obreray sus aliados debern alcanzar sus objetivos emplean-do la violencia. Pero si aquellas fuerzas son dbiles encomparacin con las representativas del desarrolloprogresivo, la movilizacin de las masas populares,guiadas por el partido del proletariado y sus aliados,el cambio puede ocurrir sin derramamiento de sangre.

    Hay todava mexicanos de buena fe; pero ignoran-tes, que creen que el establecimiento de la democraciapopular o del socialismo en nuestro pas no podrrealizarse sino hasta despus de que el imperialismonorteamericano se hunda en una crisis de tal magni-tud que provoque la revolucin en su misma patria.Esta creencia es falsa, como lo demuestra el caso de laRevolucin Cubana. El mundo de nuestros das no es

    el de la dcada anterior a la Segunda Guerra Mundial.Existe ya un mundo socialista, geogrcamente con-tinuo, polticamente homogneo y militarmentecompacto, desde Alemania hasta Corea, en ascensodiario, cuyo poder econmico, militar y poltico cre-ce constantemente y ha destruido la hegemona queel imperialismo tena hace medio siglo sobre todos lospueblos de la Tierra. Ese mundo socialista es el est-mulo mayor para los pueblos en vas de desarrolloy la fuerza material y moral en que se apoyan paraintensicar su lucha por la independencia frente alimperialismo.

    La correlacin de las fuerzas en el escenario inter-

    nacional ha cambiado. El imperialismo no puede yadictar la conducta que deben seguir los pueblos dbi-les, ni imponerles la forma de resolver sus problemasdomsticos. A este hecho se debe que un pueblo cual-quiera, cuando las condiciones objetivas y subjetivassean propicias, puede saltar de un rgimen social aotro.

    Lo que importa es que en Mxico el partido de laclase obrera y las dems fuerzas democrticas, creenlas condiciones objetivas y subjetivas para hacer posi-ble el trnsito del rgimen capitalista al socialista. Eneste sentido, el partido del proletariado debe apoyartodas las medidas que contribuyan a desplazar la in-

    uencia del imperialismo y de sus agentes en la vidade nuestro pas, ayudar a robustecer y democratizarlas empresas del Estado, a impulsar el proceso de na-cionalizacin de la economa, a ampliar el sistema

    democrtico y a reducir la inuencia que tienen sobreciertos sectores del pueblo las fuerzas reaccionarias yconservadoras enemigas del progreso y de los princi-pios que han transformado y seguirn cambiando lavida del mundo.

    Educar al pueblo, convencerlo de que no hay nin-gn sistema social que no sea susceptible de cambiosprofundos; de que el rgimen capitalista es transitorio;de que slo hasta que desaparezca la explotacin delhombre por el hombre se puede llegar a un sistema deverdadera justicia social y de que, en la medida en quese arme su conciencia antiimperialista, aumentarnlas posibilidades del mejoramiento de su existencia,es una tarea importante del partido del proletariado.

    Encabezar las luchas diarias por las reivindica-ciones de la clase obrera, de los campesinos y de lasmasas populares, y saberlas conducir a la victoria yno a la derrota, es tambin otro de los grandes deberesdel partido del proletariado.

    Saber cules pueden ser sus aliados y atraerlos ala accin comn, independientemente de sus discre-pancias ideolgicas y de sus encontrados intereses declase con los que el partido de la clase obrera repre -senta, es, asimismo, para ste, una de sus principalesobligaciones, si quiere inuir de un modo ecaz en lavida de Mxico.

    Huir del dogmatismo, del sectarismo, del oportu-nismo y del revisionismo, no en las palabras, sino enlos hechos, liquidando para siempre los graves erroresdel pasado, constituye la condicin primordial paraque el partido de la clase obrera pueda desarrollarsey hacer avanzar a todas las fuerzas revolucionarias y

    democrticas de Mxico hacia la conquista de sus me-tas inmediatas y futuras.Porque la dialctica de la historia es contraria tanto

    a las concepciones subjetivas de la vida social, como ala falsicacin del panorama del mundo y de la reali -dad concreta del pas en que acta en cada momentode su evolucin el partido de la clase obrera.

    Elegir la va pacca para llegar al socialismo o lava violenta, no dependen del deseo de ningn parti-do, sino de las posibilidades verdaderas, sujetas a lacorrelacin de las fuerzas partidarias del progreso, delstatu quo o de la regresin histrica.

    Nota1 Fragmento del Captulo vii. Los convenios entre adversarios,Captulo viii Las vas hacia el socialismo, y xxii La va violentao la pacfca?, del libro Mosc o Pekn. La va mexicana hacia elsocialismo,Mxico, Partido Popular Socialista, 1963.

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    Cuba y la lucha por la democracia

    (Fragmento)

    Ricardo Alarcn de Quesada

    Un pueblo que entra en revolucin no salede ella hasta que se extingue o la corona

    Jos Mart

    En un reciente estudio la CEPAL seala que Cuba esuna de las economas menos estudiadas aun-que no la menos interpretada de Amrica Latina.

    Algo parecido podra armarse sobre el sistema po-ltico de la mayor de las Antillas, el cual tambinmerecera ser abordado con mayor detenimiento yobjetividad posibles.1

    No lo intentar aqu pues hara esta ponencia,inevitablemente, demasiado extensa. Slo cabe ofre-cer, en consecuencia, una aproximacin que permitacomprender sus fundamentos histricos y tericos,desde la perspectiva cubana, y apreciar su contenidoreal. Quienes se interesen por estudiarlo en profun-didad, seguramente podrn hacerlo si se acercan a laexperiencia cubana sin prejuicios y con la actitud re-comendada arriba.

    Lo primero que habra que subrayar para entender elcaso cubano en su justa dimensin es que nuestro sis-tema no es importado de ninguna otra parte. Variasdcadas de guerra fra y dentro de ella, y ms all,incluso despus de su muy publicitada terminacin,una guerra ideolgica y poltica contra la RevolucinCubana, que no siempre ha sido ni es tan fra y quenunca parece acabar buscaron introducir en la men-te de muchos la idea de que el sistema poltico cubano

    era, simplemente, una copia del modelo sovitico,su extensin hasta el Caribe. Si tal hubiera sido el caso,Cuba habra seguido el camino que han transitado, sinexcepcin, todos los estados que en Europa oriental ycentral se aliaron a lo que hubo de llamarse el socia-lismo real. Ese fue el pronstico que avanzaron conla certeza dogmtica de sus autores, libros muy pre-gonados hace ya varios aos. Embriagados con losbenecios monetarios fcilmente logrados, ninguno deellos ha tenido tiempo para escribir la necesaria recti-

    cacin. Pero lo cierto es que un decenio despus de ladesaparicin de aquel modelo la Revolucin Cubanaperdura, vive y se desarrolla, pronto cumplir cuarentaaos de existencia, la cuarta parte de los cuales valela pena notarlo ha transcurrido en un mundo sincampo socialista y bajo la hegemona estadounidense.

    Resulta obvio, por tanto, reconocer lo que ya hasido demostrado en la prctica: la autenticidad de

    esa Revolucin, su carcter verdaderamente inde-pendiente. Quienes pretendieron explicarla comoun subproducto de la guerra fra, como una proyec-cin estratgica de la Unin Sovitica, deberan ahora,nalmente, iniciar el anlisis donde siempre debi ha-ber estado: en la Cuba real, su pueblo y su historia.

    De esa indagacin surgira la segunda considera-cin bsica: el sistema de gobierno que hoy tienen loscubanos nace, como evolucin necesaria, de su propiahistoria. Auxiliada quizs por su relativa brevedad la nacin cubana y su movimiento de emancipacinaparecen hace apenas 130 aos y por la perma-nencia, con muy pocas alteraciones, de los mismos

    factores externos e internos que la han condiciona-do, esa historia adquiere un grado muy elevado decoherencia. La idea de una nacin forjada por los pro-pios cubanos, fundada en la igualdad y la solidaridadentre los hombres, organizada segn sus propias con-cepciones y que, mediante la unin ms slida detodos sus componentes, fuera capaz de derrotar noslo al colonialismo europeo, sino tambin al imperionorteamericano y a sus instrumentos criollos, la reco-rre sin interrupcin.

    La guerra para independizarse del colonialismoespaol slo comenzara en Cuba en 1868, medio si-glo despus de su culminacin en el resto del imperio

    americano. No era que faltasen en las Antillas las ca-ractersticas propias de una nacionalidad distinta a laespaola, con intereses, valores y aspiraciones dife-rentes y contradictorios con los de la metrpoli. Talesrasgos existan ac tambin cuando en el continente sedaban los pasos necesarios para separarse de Espaa.En el caso de Cuba existan, sin embargo, dos factoresque explican el atraso de su movimiento independen-tista, y asimismo contienen las claves para entendersu ulterior desarrollo.

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    Por un lado, estaba la idea anexionista surgida enlos crculos gobernantes de Estados Unidos casi desdeel nacimiento de esa nacin. El propsito de apode-rarse de Cuba, que se ir armando y concretando alo largo del siglo, se manifestara en la oposicin nor-teamericana a los planes bolivarianos respecto a lasAntillas, en las acciones enladas a impedir o frustrarlos intentos liberadores de la emigracin patritica, enuna intensa gestin diplomtica para evitar la inter-vencin de los rivales europeos de Madrid, en variasofertas de comprar a Espaa su posesin colonial y enel fomento dentro de la Isla de un movimiento parti-dario de su anexin a los Estados Unidos.

    El otro factor, que se conjugara ntimamente conel anterior, era la peculiar y compleja estructura socialde la colonia. La nacin cubana haba nacido en unasociedad donde buena parte de la poblacin la ma-yora a comienzos del siglo era esclava. Perpetuarel sistema esclavista y ms tarde, al menos, la servi-

    dumbre y la subordinacin de la poblacin de origenafricano sera el principal objetivo de la oligarquacriolla, especialmente fuerte en el occidente de la Isladonde se concentraba, entonces, la produccin azu-carera y con ella, el mayor nmero de esclavos. Esaoligarqua sera el sustento interno del anexionismo.2

    De esos factores brotaron las especicidades delproyecto nacional cubano. Este no consista solamen-te en establecer una entidad polticamente separadade Espaa. Tal propsito, si a ello se hubiesen limita-do los patriotas de la poca, era, adems, irrealizable.Ese habra sido, tericamente, el proyecto poltico dela oligarqua criolla si hubiera existido aqu una con

    capacidad y disposicin para dirigir la nacin. Peroese no fue, nunca, el caso. La Patria cubana, por el con-trario, habra que alcanzarla derrotando tambin a esaoligarqua esencialmente antinacional que era su prin-cipal obstculo interno.

    Cmo podra avanzar la historia en semejante cir-cunstancia? Quin le abrira cauce a la nacin y lepermitira echar a andar?

    La respuesta la dara el 10 de octubre de 1868 elsector ms altruista de la aristocracia criolla, funda-mentalmente ubicado en las comarcas del orientecubano y del Camagey. Ese da fue proclamada laRepblica de Cuba en armas pero tambin, al mismo

    tiempo, en el mismo acto, la emancipacin de los es-clavos. Se inici as una guerra que dur diez aos,tuvo, junto a sus objetivos polticos, un profundo sen-tido de transformacin social, arras con ms de lamitad del pas, arruin a sus promotores y concluycon la derrota.

    Tras ese desastre, durante 17 aos, se produci-ran otras guerras menores, insurrecciones, intentos yplanes fallidos hasta 1895 cuando comenzara la gue-rra convocada por Mart y el Partido Revolucionario

    Cubano, que terminara, tres aos despus, con la in-tervencin y la ocupacin militar norteamericana y sussecuelas: Enmienda Pla, derecho a la intervencindirecta varias veces ejercido, despojo de las rique-zas fundamentales del pas y establecimiento de unrgimen poltico enteramente controlado por los in-terventores, caracterizado, adems, por la corrupcin,la violencia, el abandono incluso de las formalidadesde la legalidad republicana.

    Los cubanos no fueron precisamente quienes me-nos pelearon por su independencia.

    Lo hicieron, en total, treinta aos. No fueron par-cos, tampoco, en sacricios: al cabo de la guerra habaperecido por lo menos, un tercio de la poblacin.

    Fue una lucha adems extraordinariamente cruel.Los cubanos conocieron el genocidio antes que na-die: la reconcentracin forzosa de toda la poblacincampesina en las ciudades dominadas por los colo-nialistas cost la vida a 300 mil cubanos, entre 1896

    y 1898, y es el nico antecedente del holocausto judorealizado por los nazis cuatro dcadas despus.Ese intento de exterminio completo de los integran-

    tes de una nacionalidad marc al rojo vivo la luchacubana: ella, nalmente, haba alcanzado su geogra-fa completa y al conjunto de sus pobladores. De unmodo u otro, como participante activo en la contiendao como vctima de una represin generalizada contrael pas entero, ningn cubano permaneci al margen,salvo la exigua minora de anexionistas y de colabora-dores con Espaa.

    Hay que dejar a la imaginacin el terrible golpeque sufrira ese pueblo, la insondable hondura de su

    frustracin, al concluir esa epopeya con otra servi-dumbre colonial, y su engendro poltico, la macabracaricatura de Repblica en la que reapareceran, ocu-pando puestos prominentes, como si nada hubierasucedido, precisamente, los representantes de aquellaminora antinacional.

    Quizs el golpe fue an ms brutal porque la in-tervencin y ocupacin por un ejrcito extranjero noslo llev a tan inglorioso desenlace las hazaas y lossacricios de treinta aos sino que, para asegurar sudominio, los interventores liquidaron las institucionesque los patriotas cubanos haban creado afanosamen-te a lo largo de su prolongada lucha: el Gobierno de la

    Repblica en Armas, su Asamblea representativa, elEjrcito Libertador y el Partido que agrupaba a todoslos patriotas y guiaba su sistema institucional.3

    Porque los cubanos haban recorrido ya un largotrecho en trminos de organizacin democrtica anen medio de su guerra por la independencia. Desde elcomienzo de sta, en las circunstancias ms difciles,se dieron a la tarea de elegir representantes para dis-cutir y promulgar constituciones, fundar gobiernos yaprobar normativas que regiran en los territorios li-

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    berados. Esa tradicin se mantuvo inclume a lo largode aquella extensa brega: Guimaro, 1869; Baragu,1878; Jimaguay, 1895 y la Yaya, 1897.

    Esas cuatro constituciones expresan el valor que elpatriotismo cubano otorg a las ideas, al debate y ala concertacin intelectual, que acompaaron siempreal herosmo del combate fsico. Pero esas asambleasaportaron tambin un mensaje especial que atesora-ron los cubanos de generaciones posteriores. En ellasnuestros representantes discutieron profunda y abier-tamente, muchas veces partiendo de enfoques muydispares y contradictorios, pero al nal arribaronsiempre a decisiones comunes, aceptadas por todos.Jams, como resultado de sus acuerdos, se escindie-ron las fuerzas, ni siquiera cuando, como fue sobretodo en la primera, a ella llegaban representantes demandos, estructuras y hasta smbolos que se descono-can recprocamente.

    La ms dramtica y cuestionable de las decisiones

    de la Cmara de Representantes, la injusta destitu-cin del presidente Cspedes en 1873, acatada por l,tampoco provoc la divisin de las las patriticas.Esta vendra despus como resultado del fracciona-miento regionalista y las contradicciones entre lospoderes separados dentro del campo republicano,en el marco de un prolongado y destructor enfren-tamiento armado que no pudo extenderse hasta loscentros vitales del territorio, las intrigas pacicado-ras de los colonialistas y una cierta reanimacin delanexionismo.

    La coherencia de nuestra historia se revela en la in-terconexin entre las cuatro asambleas constituyentes,

    sus debates y resultados. Entre la de Guimaro 1869y la de Jimaguay(1895) haban decursado 26 aos pero, sin embar-

    go, sta fue prcticamente la continuacin de aquella.Por ello, el texto de la segunda va a superar los erroresque estuvieron presentes en Guimaro como ree-jo de concepciones idealistas y de la inuencia que laConstitucin de Filadela ejerca en nuestros primeroslegisladores. En el perodo que separa a ambos docu-mentos, junto a los reiterados esfuerzos para reanudarlos combates, los patriotas haban discutido, hasta laangustia, las experiencias de la terrible derrota de laGuerra de los Diez Aos. Correspondera a Jos Mart

    extraer de ellas las enseanzas indispensables, con-cebir la estrategia y el programa de la Revolucin ydedicar su vida entera a unir a los patriotas para lle-varla a cabo.

    El primer paso recticador lo haba dado laConstitucin de Baragu 1878 que regira en laszonas todava liberadas de Oriente durante la conti-nuacin de la lucha por Antonio Maceo y quienes senegaron a aceptar la derrota.

    Se haba producido tambin, durante la GuerraGrande, una transformacin esencial, aportada porella y que sera determinante para el destino nacional.Entre sus principales jefes y en la gran masa de loscombatientes, estaban muchos cuyos padres o ellosmismos haban sido esclavos hasta el 10 de octubre de1868 y a partir de entonces pasaran a desempear unpapel protagnico en la conformacin del futuro delpas. Ellos, otros obreros y artesanos y la masa de tra-bajadores emigrados incrementada por la profundacrisis del rgimen colonial junto a la intelectualidadprogresista integraran las principales fuerzas del mo-vimiento patritico.

    Al iniciar la etapa nal y decisiva, en 1895, ya ha-ban arribado a un consenso fundamental: el poderdel pueblo no puede escindirse entre estructuras ins-titucionales contrapuestas que alentaran, en ltimainstancia, las divisiones y el regionalismo que habanhundido en la bancarrota la epopeya inicial.

    Ms an, para sellar la unin indispensable, la ac-cin del pueblo deba dirigirla una sola organizacin,de un tipo nuevo y diferente, no creada para promo-ver los intereses de un segmento de la poblacin, sinoprecisamente, para que, aglutinando todos los factoresy sus aspiraciones, fuera el Partido de la Revolucin,el gua y conductor de la nacin entera, de la sociedaden su conjunto. Un Partido cuya misin no se limitaraa lograr la independencia poltica respecto a Espaay a los Estados Unidos sino que tendra por meta lainstauracin de una Repblica igualitaria y solidaria.Dicho con palabras de Mart: Revolucin no es lo quevamos a hacer en la manigua sino lo que vamos a ha-

    cer en la Repblica.Por ella habra que seguir peleando hasta conquis-tarla, nalmente, en enero de 1959.

    Las grandes transformaciones ocurridas desde en-tonces en Cuba, abriran numerosos e insospechadoscauces para la incorporacin del pueblo a la conduc-cin real de la sociedad en la que asumira un nuevoy siempre creciente protagonismo. Sobre esa base sur-gira y se desarrollara una nueva institucionalidady un sistema electoral, plasmado en la Constitucinde 1976, discutida masivamente y aprobada en refe-rndum por ms del 97% del electorado, cuya esenciadescribimos a continuacin.

    1. Inscripcin universal, automtica y gratuita detodos los ciudadanos. Se trata de un derecho que seejerce con la mxima facilidad al acceder a la edad de16 aos. Las listas de electores se hacen pblicas en

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    cada circunscripcin, antes del inicio de cada procesoelectoral, para propiciar que todo ausente, por el mo-tivo que fuere, reclame y obtenga su incorporacin.Si an as por cualquier causa no apareciese en la lis-ta correspondiente, puede incorporarse a ella en elmomento de la votacin en el lugar de su residencia,acreditando slo su vecindad y edad.

    2. Postulacin de los candidatos por los propioselectores. La base de nuestro sistema institucionalson los delegados de circunscripcin que se agrupanen consejos populares e integran las asambleas mu-nicipales. Los candidatos para esa responsabilidaddos como mnimo y hasta ocho son propuestosy elegidos directamente por los electores en reu-niones pblicas de las diversas zonas vecinales quecomponen cada circunscripcin electoral. A lo lar-go del mes de septiembre de 1997 se llevaron a cabo36 343 reuniones de ese tipo en las que participaronms de 6 731 000 electores. En ellas fueron postula-

    dos 31 276 candidatos, entre los cuales se eligieron,mediante voto directo y secreto de los electores, 14533 delegados de circunscripcin en las eleccionesmunicipales efectuadas en octubre de ese ao. Paraser elegido hay que recibir ms del 50% de los votosvlidos.

    3. Inexistencia de campaas electorales. La difu-sin de las fotos y las biografas de los candidatos esuna tarea que realizan, exclusivamente, las comisioneselectorales en cada circunscripcin. Los candidatosno pueden realizar ninguna actividad en favor de sucandidatura.

    4. Total limpieza y transparencia de los comicios.

    Al comenzar el da los integrantes de la mesa de vota-cin invitan al pblico a comprobar que las urnas estncompletamente vacas antes de proceder a sellarlas yponerlas bajo la custodia de los nios que las cuidarndurante toda la jornada. El voto es totalmente secreto.Al concluir la votacin se realiza el escrutinio de for-ma pblica en el propio colegio electoral. Adems delos ciudadanos cubanos que quisieran hacerlo son nu-merosos los diplomticos, periodistas

    y visitantes extranjero