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Tema 10.- La España del siglo XVIII. 10.1.- La guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht. 10.2.- Cambio dinástico. Los primeros Borbones. 10.3.- Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista. 10.4.- La práctica del despotismo ilustrado: Carlos III. 10.5.- Evolución de la política exterior en Europa. 10.6.- La política borbónica en América. 10.7.- La Ilustración en España.

10.1.- La guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.

El siglo XVIII en España comienza con el conflicto sucesorio por el trono español. En 1700 muere sin hijos Carlos II Habsburgo, el último representante de los Austrias españoles, que designa como sucesor a su sobrino-nieto Felipe de Borbón, duque de Anjou, nieto de Luis XIV y Mª Teresa de Austria (hija de Felipe IV).

Se desencadena así un grave enfrentamiento internacional en torno a las candidaturas al Trono español. La lucha entrañaba mucho más que la doble Corona española: en el frágil equilibrio de la Europa de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, la posibilidad de que un miembro de la familia de Borbón pudiera hacerse con las coronas de Castilla y Aragón ponía en peligro la estabilidad europea.

Aunque Felipe V fue reconocido inicialmente en España, el temor a que la nueva dinastía de Borbón española se uniera a Francia, provocó la formación de la Gran Alianza de La Haya, integrada por Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal y Saboya, entre otros, que apoyaron al archiduque Carlos de Habsburgo como candidato al trono de España. El enfrentamiento entre ambos bandos dio inicio a la Guerra de Sucesión (1701-1715), que tuvo un doble carácter (guerra internacional y civil), ya que tanto las potencias europeas como los diferentes reinos españoles se posicionaron a favor de uno u otro candidato en función del modelo de Estado que representaban:

• Por un lado fue un conflicto internacional, que se desarrolló en los territorios europeos de España (Milán, Flandes,…) y en ultramar (enfrentamientos con la armada inglesa).

• Por otro fue una guerra civil, que dividió a los españoles: Castilla apoyó a Felipe V, y la Corona de Aragón se inclinó mayoritariamente por Carlos de Habsburgo, por temor al centralismo absolutista que representaban los Borbones.

En España la batalla decisiva se libró en Almansa (Albacete, 1.707), donde las tropas del archiduque fueron derrotadas, lo cual permitió la posterior ocupación de los reinos de Valencia y Aragón. Cataluña continuó la guerra y no se rindió hasta 1714 tras un duro asedio a la ciudad de Barcelona. Mallorca e Ibiza fueron ocupadas en 1715.

A nivel internacional las fuerzas estuvieron bastante equilibradas, aunque algo favorables a la Gran Alianza. Pero en 1711, el archiduque Carlos heredó la corona del Imperio austriaco, debido a la muerte de su hermano el emperador. Este hecho hizo cambiar los planteamientos de Inglaterra y Holanda, que deseaban acabar la guerra y ven con desconfianza la posibilidad de una alianza dinástica entre España y Austria. La Alianza de La Haya se fue resquebrajando.

El Tratado de Utrecht (1713) pone fin al conflicto: a) Felipe V es reconocido internacionalmente como rey de España a cambio de su renuncia al trono de

Francia (línea de sucesión por ser nieto de Luis XIV). b) España concede a Gran Bretaña ventajas económico-comerciales: asiento de negros (monopolio de

importación de esclavos en América durante 30 años) y navío de permiso (ruptura del derecho exclusivo español a comerciar con sus territorios americanos concretado en la autorización para enviar a América un navío al año con 500 toneladas de mercancías para su venta). Ambas concesiones fueron utilizadas por Inglaterra para camuflar un amplísimo contrabando con el Nuevo Mundo.

c) Se impone un sistema de equilibrio entre las potencias europeas. Este sistema era un ajuste de contrapesos para que ninguna potencia tuviera fuerza suficiente como para alcanzar la hegemonía, suponer una amenaza o desestabilizar el conjunto. En aras de este equilibrio se produjo una desintegración del Imperio territorial español en Europa, con la pérdida y el reparto de sus antiguas posesiones europeas. La paz se firmó a cambio de importantes concesiones territoriales a Austria (Milán, Flandes, Nápoles, y Cerdeña), a Gran Bretaña (Gibraltar, Menorca, así como privilegios comerciales con las colonias americanas), y a Saboya (Sicilia).

La victoria de Felipe V permitió la instauración de una nueva dinastía, los Borbones, y la construcción de un nuevo modelo de Estado absolutista y centralizado.

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10.2.- Cambio dinástico. Los primeros Borbones.

La Guerra de Sucesión española (1701-1715), supuso la instauración de la dinastía de los Borbones en España. Durante el siglo XVIII se sucedieron los reinados de Felipe V y sus descendientes, que llevaron a cabo profundas Reformas políticas, legislativas y administrativas basadas en dos principios: centralización del poder y uniformidad legislativa, según el modelo francés. La forma de gobierno y la política exterior serán sustancialmente diferentes de las que había seguido la monarquía de los Austrias españoles.

Los reyes que gobernaron España durante la primera mitad del siglo XVIII fueron: o Felipe V (1700-1746).

Rey de España desde 1700, en Europa solo es reconocido como tal desde el final de la Guerra de Sucesión. Con él se instauró en España el absolutismo monárquico impuesto en Francia por su abuelo Luis XIV. El rey pasaba a ser el único depositario de la soberanía (de origen divino), concentraba todos los poderes. Introdujo una serie de medidas centralizadoras mediante los Decretos de Nueva Planta (objeto de estudio de la siguiente cuestión 10.3), aunque mantuvo los fueros de Navarra y País Vasco. Introdujo la Ley Sálica, que daba preferencia a los varones en la línea sucesoria, impulsó la intervención del Estado en la economía con la creación de las manufacturas reales, promovió la construcción del Palacio Real de Madrid y el Palacio de la Granja (Segovia), y fomentó la creación de las Reales Academias de la Lengua e Historia. Pese a su poder, Felipe V se mostró débil de carácter y estuvo sometido a diversas influencias, como la del cadenal Alberoni y el barón de Ripperdá, sustituidos por José de Patiño y el Marqués de la Ensenada que inauguran la política de Pactos de Familia (alianzas con Francia). La influencia más decisiva fue la de sus esposas: Mª Luisa de Saboya, madre de Luis I y Fernando VI, y sobre todo Isabel de Farnesio, madre de Carlos III, que tuvo como objetivo la recuperación de los territorios italianos para asegurar un trono a sus hijos. En 1724 los problemas de salud obligan al rey a abdicar en su primogénito Luis I, pero su prematura muerte a los 6 meses de reinado obliga a Felipe V a ocupar de nuevo el trono hasta su muerte.

o Fernando VI (1746-1759). Su reinado supuso una época de paz que permitió proseguir con las reformas iniciadas en tiempos de Felipe V. Los protagonistas de estas políticas reformistas fueron José de Carvajal, partidario de la alianza con Gran Bretaña, y el Marqués de La Ensenada (tb. en reinado Felipe V y después, con Carlos III), francófilo, que impulsó proyectos modernizar el país y mejorar la Hacienda, la marina y el comercio colonial. Su proyecto más ambicioso fue la realización del Catastro de La Ensenada. Consistía en una reforma fiscal que eliminaba el viejo y complejo sistema de impuestos y establecer uno sólo sobre las propiedades y rentas, pero la presión de los privilegiados lo hizo fracasar, aunque mejoró los ingresos de la Hacienda pública. (El Catastro de la Ensenada consistió en la elaboración de un amplio y pormenorizado estudio de la riqueza de los territorios de la Corona castellana con el objetivo de sustituir los múltiples tipos de impuestos por una única contribución para mejorar la racionalidad y eficacia del sistema tributario. Sin embargo, la resistencia de los grupos privilegiados ante el temor de perder sus ventajas terminó por abortar este intento reformista). Otras medidas fueron la construcción de barcos para impulsar la Armada española, ampliando los astilleros de El Ferrol, Cádiz y Cartagena. Su mayor éxito fue la firma del Concordato con la Santa Sede, que garantiza a la monarquía el “Patronato Universal sobre la Iglesia” (facultad de nombrar cargos eclesiásticos), que supone un triunfo del regalismo borbónico.

Regalismo es la política de control del gobierno del rey o del Estado sobre la Iglesia, imponiéndole las regalías o supuestos derechos absolutos del rey o del Estado a mandar en la Iglesia como en todos los demás asuntos y personas de sus dominios. Nace de las ideas cesaristas de la Baja Edad Media que cristalizan en las monarquías autoritarias del Renacimiento y desembocan en las monarquías absolutas, y, sobre todo, en el despotismo ilustrado del XVIII y, después de la revolución liberal, en la prepotencia del Estado contemporáneo, que se basa en la doctrina del Pueblo Soberano, aún más absoluto supuestamente también. Una cosa es que el rey reciba como privilegio o concesión del Papa algunas competencias sobre asuntos o nombramientos eclesiásticos, como en el XVI y el XVII, y otra, la afirmación de los regalistas ilustrados de que esas atribuciones son un derecho del rey, son una regalía. Regalismo inicial. En España, durante la época de los Reyes Católicos y los Austrias, se implanta por concesión y privilegio recibido del Papa la Inquisición bajo control gubernativo y el Patronato (control y organización) de la Corona sobre la Iglesia de Granada, de Canarias y la de las Indias, y la Presentación (designación) de sus obispos; y en 1523, sobre todos los obispados de España Regalismo borbónico absolutista. Durante la primera mitad del XVIII, bajo los primeros Borbones, que pasan de la monarquía autoritaria a la monarquía absoluta, se intensifica el regalismo hasta llegar al Patronato Universal, casi, sobre todos sus dominios, obtenido de la Santa Sede en el Concordato de 1753, en el que el Papa se reserva sólo la designación de unos pocos de los miles de cargos eclesiásticos. Esta reserva papal es para dejar constancia de que el Patronato lo tiene el rey por privilegio o concesión, no en virtud de las regalías, no como si el rey tuviese derecho a mandar en la Iglesia.

Tras el fallecimiento de Fernando VI sin hijos, le sucede su hermano Carlos III.

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10.3.- Reformas en la organización del Estado. La monarquía centralista.

La llegada de la Casa de Borbón al Trono de España supone la instauración del absolutismo monárquico (=monarquía absoluta) y el inicio de un período de Reformas bajo un sistema centralista y uniformador, según el modelo francés. La monarquía es el fundamento del Estado y se confunde con él. El rey es el titular del poder del Estado con carácter exclusivo y ello le lleva a reformar el Estado y sus instituciones con un doble objetivo: conseguir la unidad jurídica y administrativa del mismo y el empleo de técnicas centralizadoras. El nuevo orden se articula con las siguientes innovaciones político-administrativas:

a) Decretos de Nueva Planta (1707-1716): Medidas que imponen en los territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca), partidaria de la candidatura habsburguista y derrotada en la Guerra de Sucesión, las leyes e instituciones de Castilla. Con ellos se suprimieron:

o Los fueros y privilegios de esos territorios, tanto fiscales (los habitantes de la Corona de Aragón pagaban 1/7 parte de los impuestos que abonaban los castellanos), como militares (aragoneses y catalanes no estaban obligados a combatir fuera de los límites de su propio reino).

o Las instituciones tradicionales representativas peculiares de autogobierno (Virrey, Cortes, Generalitat) propias de esas regiones. Excepcionalmente en Cataluña se mantuvo el Derecho Civil y se retiró el servicio militar obligatorio.

También se suprimieron las fronteras que separaban los reinos. Se implantó el castellano como lengua oficial en toda España. Persistieron los privilegios forales (impuestos, quintas) y las instituciones vasco-navarras, ya que

estas regiones apoyaron a Felipe V durante el conflicto.

b) Las Cortes de los distintos territorios fueron igualmente suprimidas por los Decretos de Nueva Planta, quedando integradas todas en las Cortes de España, con funciones consultivas y protocolarias. En 1713 se aprobó la Ley Sálica (1713). La Ley Sálica establece que las mujeres sólo podrían heredar el trono si no hay herederos varones en la línea principal, es decir hijos varones, o lateral, es decir hermanos o sobrinos. El objetivo final de Felipe V era evitar por todo los medios que los Habsburgo, o lo que es lo mismo la casa de Austria, pudiera recuperar el trono de España por la línea femenina. El nombre de Ley Sálica proviene de Francia y deriva de la tribu de los francos Salios. Las leyes sálicas fueron la base de la legislación de los reyes francos hasta que desapareció el reino franco y con él sus leyes en el siglo XII. La dinastía de los borbones proviene de Francia, de ahí la imposición de esta ley. En nuestros días esta ley no está derogada y el heredero al trono es el varón, es decir el Príncipe Felipe, sobre su hermana mayor la Infanta Elena. El problema se reabriría si los Príncipes de Asturias tienen un hijo varón ya que la primogénita que sucedería al Príncipe Felipe es su hija mayor, la Infanta Leonor.

c) El Gobierno (Administración central) se reorganiza sustituyendo el sistema polisinodial de los Austrias (excepto el Consejo de Castilla y el Consejo de Indias, que se mantienen) por las Secretarías de Estado: Es una institución novedosa, origen de los actuales ministerios, creada por Felipe V a semejanza del modelo francés. A lo largo del siglo XVIII existieron básicamente seis secretarías: Guerra, Hacienda, Gracia y Justicia, Marina, indias y Estado (Asuntos Exteriores). Al frente de cada una de ellas se encontraba un Secretario nombrado por el rey. La reunión de los responsables de las distintas Secretarías constituía el gabinete, antecedente del actual Consejo de Ministros. Figura clave en el nacimiento y consolidación de esta institución fue el Marqués de la Ensenada, que ocupó diversas secretarías durante los reinados de Felipe V y Fernando VI.

d) La Administración territorial se reformó con la división en Provincias con una capital, sede de la Audiencia y de los gobiernos militar y civil. Estaban dirigidas por el intendente, alto funcionario nombrado por el rey con amplias competencias económicas, administrativas y de orden público. En cada provincia había un Capitán General, representante del rey que sustituye a los antiguos virreyes como la máxima autoridad militar y política. Junto al capitán general actuaba la Audiencia, formada por varios miembros, que ejercía como alto tribunal de justicia. Esta nueva organización territorial anulaba la existencia de cualquier centro de decisión política situado fuera de la capital del Estado, puesto que las personas que ostentaban alguna autoridad en las provincias no eran más que delegados del rey, el cual los nombraba y cesaba con plena autoridad y les marcaba claramente las pautas de su actuación. A nivel municipal se mantiene la figura del corregidor, representante del rey, que fiscalizaba la acción del alcalde o regidor al frente del Ayuntamiento.

e) Los primeros Borbones intentaron reorganizar la Hacienda pública. En la Corona de Aragón implantaron el equivalente y la talla en Valencia, la única contribución en Aragón, y el catastro en Cataluña: estos impuestos consistían en una cuota fija que se debía pagar entre todos los habitantes de manera proporcional. Sin embargo, cuando se quiso implantar el sistema del catastro en Castilla, la oposición de los privilegiados lo hizo fracasar.

f) En el ejército y la marina se hicieron también reformas a fin de modernizarlos y hacerlos más eficaces. En el ejército, los tercios fueron sustituidos por regimientos, y se estableció un servicio militar basado en un sistema de cuotas (quintas). Se impulsó la recuperación de la marina de guerra, con la creación de astilleros en El Ferrol, Cartagena y Cádiz. Con el rey Carlos III se fundaron Academias para la oficialidad.

g) Respecto a la Iglesia, se adopta una política regalista, es decir, de supremacía del poder civil sobre el religioso.

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10.4.- La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III.

Carlos III (1759-1788) asciende al trono tras la muerte, sin hijos, de su hermano Fernando VI. Su reinado supone la aplicación del Despotismo Ilustrado, un sistema político que incorpora al absolutismo monárquico las propuestas reformistas de la Ilustración para impulsar el progreso del país, mejorar la situación de sus súbditos y aumentar los recursos del monarca. Cuando es proclamado rey de España tenía ya experiencia de gobierno, pues había sido rey de Nápoles durante 24 años (entre 1734 y 1759). Conocedor de las ideas ilustradas, es partidario de impulsar el progreso y la modernización del país, por ello entre sus colaboradores destacan políticos reformistas: primero los italianos Esquilache y Grimaldi, y más tarde los españoles Aranda, el conde de Floridablanca y Campomanes. Las primeras Reformas (recuperación de señoríos para la corona) suscitaron el malestar de los

privilegiados. Esto unido a una etapa de malas cosechas y de subida de precios (liberalización del comercio del trigo, 1765) dio lugar al motín de Esquilache (1766). En dicho motín se unió al descontento de la población el rechazo de los privilegiados a las medidas que limitaban su poder. La revuelta se inició en Madrid, al parecer instigada por grupos privilegiados, y se extendió a otras provincias. Las protestas se centraron en el ministro Esquilache, porque representaba las reformas más impopulares. Las consecuencias fueron: la destitución de Esquilache y la bajada de los precio de artículos básicos. A partir de 1766 las reformas se hicieron más pausadamente, evitando cambios radicales.

Las principales reformas se centraron en la economía: o En agricultura los informes de los analistas destacaban la necesidad de ampliar el número de

propietarios. Los privilegiados se opusieron a cualquier reforma, por lo que se tomaron medidas menores como: proyecto de repoblación o colonización de nuevas tierras en Sierra Morena; protección de los arrendatarios; reparto de tierras de concejos; y aumento de la superficie cultivada, limitando privilegios de la Mesta.

o En industria se trató de liberalizar la producción al margen del sistema gremial (legislación antigremial). Se crearon algunas fábricas de capital privado en Cataluña (manufacturas de algodón) y en Valencia (producción de seda). Las manufacturas reales trataron de impulsar la industria nacional. Destacan la creación de arsenales en Cartagena y Ferrol, las fábricas de municiones, o las dedicadas a la producción de objetos de lujo (Reales Fábricas de tapices de Santa Bárbara, de cristales de San Ildefonso o la de porcelanas del Buen Retiro).

o En comercio, la reforma más importante fue el establecimiento del libre comercio de todos los puertos españoles con las colonias, lo cual estimuló el comercio con América y contribuyó al equilibrio de la balanza comercial. Se acaba así con el monopolio de la Casa de Contratación.

o Respecto a la Hacienda no se modificó el sistema de impuestos. Para paliar la deuda pública se emitieron vales reales (certificados de deuda pública amortizables), y se creó el Banco Nacional de San Carlos (1782), origen del actual Banco de España, para la financiación y gestión de dichos vales.

Reformas en materia religiosa: Carlos III puso un gran interés en mantener una política regalista, es

decir, en establecer la soberanía real sobre determinados asuntos religiosos con el fin de controlar el poder de la Iglesia, aunque sin cuestionar asuntos de fe o de moral. En este sentido reclamó el derecho a nombrar los cargos eclesiásticos, a limitar los poderes de la Inquisición, y a cobrar las rentas de las sedes vacantes. Dentro de esta política se explica la expulsión de los jesuitas (1767) por su enorme poder, por la obediencia directa al papa y como probables instigadores del motín de Esquilache.

Reformas en la educación y en la cultura: Dentro de este campo, destacó la fundación de las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, instituciones creadas para la difusión y el desarrollo de las nuevas ideas económicas. Además se reorganizó el sistema educativo para acabar con el atraso del país y se dignificaron todos los oficios para poner fin a la ancestral idea de que algunas profesiones no eran honestas.

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10.5.- Evolución de la política exterior en Europa. Tras la Guerra de Sucesión (1701-1715) los objetivos principales de la Política Exterior de los

Borbones fueron: Recuperar los territorios perdidos en el Tratado de Utrecht (1713), especialmente Gibraltar y Menorca, y defender el Imperio colonial español.

1. Reinado de Felipe V (1700-1746) En la primera mitad del s. XVIII, la revisión del Tratado de Utrecht se mezcló con las ambiciones en Italia de la segunda esposa de Felipe V, Isabel de Farnesio, que quería para sus hijos posesiones italianas (Nápoles, Toscana, Parma). El intento en solitario de España por conseguirlo, llevó al enfrentamiento con los países europeos.

A partir de los años treinta se inicia una política de alianzas con Francia: Son los denominados Pactos de Familia (así llamados por el parentesco existente entre los monarcas de ambos países), que buscan contrarrestar el poder naval británico en América y el acceso del futuro Carlos III y su hermano Felipe (futuro duque de Parma) a sendos tronos italianos:

o En el Primer Pacto de Familia (1733) España apoya a Francia en su enfrentamiento con Austria y Prusia dentro de la guerra de sucesión de Polonia. En dicho pacto, España concede a Francia ciertos privilegios en el comercio con América. A cambio recibe apoyo en sus aspiraciones italianas. Como consecuencia don Carlos (futuro Carlos III) fue proclamado rey de las Dos Sicilias (Nápoles y Sicilia) (1734).

o En el Segundo Pacto de Familia (1743), España apoya a Francia contra Austria y Gran Bretaña en la guerra de sucesión al trono de Austria. A cambio, España recibió el ducado de Parma para otro de los hijos de Felipe V e Isabel de Farnesio, el infante don Felipe.

2. El reinado de Fernando VI (1746-1759) se caracterizó por una época de neutralidad y paz.

3. En cambio, con Carlos III (1759-1788) de nuevo España tendrá una presencia activa en política

exterior. El sistema de alianzas europeo se había modificado y Austria, la antigua rival, se convirtió en la nueva aliada de Francia y, por tanto, de España. Por otra parte, la segunda mitad del siglo XVIII estuvo marcada por las guerras coloniales, en las que el principal enemigo era Inglaterra.

o En 1761 se firma el Tercer Pacto de Familia, en el contexto de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), para frenar la expansión de Gran Bretaña en América del Norte. La guerra termina con la firma del Tratado de París, que supone pérdidas territoriales para España y Francia: España cede La Florida a Inglaterra y Sacramento a Portugal, pero recibe de Francia La Luisiana.

o En la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1775-1783), Francia y España apoyan a los colonos americanos sublevados contra Gran Bretaña. Por la Paz de Versalles (1783), que pone fin al conflicto, España recupera parte de territorios perdidos anteriormente (Florida, Menorca, colonia Sacramento), pero no logra recuperar Gibraltar.

4. Durante el reinado de Carlos IV (1788-1808) la política exterior española estuvo marcada por la Revolución Francesa y la era Napoleónica. La tradicional alianza con Francia se vio interrumpida por el estallido de la Revolución en 1789. A partir de ahora la diplomacia de Carlos IV tiene que escoger entre apoyar a la Francia revolucionaria o enfrentarse a ella, lo que significaba una alianza con Inglaterra. Encontramos, por tanto, dos fases bien definidas en la política exterior del Reinado: o Hostilidad contra Francia (1789-1795). Floridablanca intenta aislar a España de las ideas

revolucionarias. En 1789 el objetivo prioritario del Gobierno encabezado por Floridablanca era aislar España del contagio revolucionario francés: se impidió la entrada por las aduanas de libros, objetos, periódicos o viajeros sospechosos procedentes de Francia, y se prohibió a los periódicos nacionales hablar de los sucesos políticos que tenían lugar allí. A los pocos años, la situación se radicalizó en Francia, y en 1793 fue guillotinado Luis XVI, un Borbón como Carlos IV. Este hecho provocó la declaración de guerra, junto con Gran Bretaña, Prusia y Austria, contra la Francia revolucionaria, republicana, regicida y laica. España participa en la Guerra de la Convención contra Francia y firma la Paz de Basilea (1795).

o Afianza con Francia (1796-1808). Las alianzas diplomáticas y militares se invirtieron en 1796 con la firma del Tratado de San Ildefonso, pacto hispano-francés contra su enemigo común, Gran Bretaña, que equivalía a una renovación de los antiguos Pactos de Familia. El motivo que impulsó a España a este cambio de actitud en su política exterior fue la defensa de sus intereses económicos en América, amenazados por la marina británica que cortaba la navegación comercial entre la Península y las Indias. El resultado de este conflicto fue nefasto para España (Destrucción de la flota española por la inglesa en la batalla de Trafalgar en 1805). La firma del Tratado de Fontainebleau en 1807 entre Godoy y Napoleón desembocará en la invasión de España por el ejército de Napoleón y el estallido de la Guerra de la Independencia en 1808.

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10.6.- La política borbónica en América.

A principios del siglo XVIII, después de haber perdido sus posesiones europeas en el Tratado de Utrecht, España concentró todos sus esfuerzos en el control territorial de América, que le permitiría aumentar el comercio para regenerar la economía. Si los Austrias habían reducido el imperio colonial americano a una simple fuente de metales preciosos para financiar sus guerras exteriores, la nueva dinastía descubrió en América también una fuente de ingresos a través de una explotación económica de tipo colonial, como exportadora de materias primas (tabaco, cacao, azúcar) e importadora de productos peninsulares.

El principal obstáculo para el desarrollo del comercio y las manufacturas españolas era Inglaterra, por dos motivos: su expansionismo en América, que amenazaba la integridad territorial del Imperio y el navío de permiso, que encubría un aumento del contrabando comercial.

Para hacer frente a estos problemas, los Borbones adoptaron tres medidas: o Creación de una marina comercial y de guerra. o Firma con Francia de los Pactos de Familia. o Establecimiento de la libertad comercial, que permitía comerciar con América a cualquier

español desde cualquier puerto (Decretos de libre comercio, 1765).

Como consecuencia, América atravesó un período de crecimiento económico, que se reflejó en varios aspectos:

o Espectacular crecimiento demográfico, que pasó de 11 a 16 millones de habitantes. o La economía, que hasta entonces había sido fundamentalmente agrícola, se vio impulsada

por un fuerte crecimiento mercantil, que se basó en: - la creación de Compañías de Comercio a semejanza de Inglaterra y Holanda, con

privilegios para la explotación comercial de alguna zona (Compañía Guipuzcoana de Caracas), - los navíos de registro, barcos mercantes que podían comerciar con las colonias al

margen de las flotas de Indias, - y finalmente en la supresión del sistema de flotas (1735).

Las ciudades portuarias (La Habana, Buenos Aires,…) fueron las más beneficiadas de este crecimiento comercial.

o Es una etapa de crecimiento urbano en todos los virreinatos. Las principales ciudades ampliaron su trazado construyendo barrios de diseño racional y edificios importantes como catedrales, conventos y palacios.

o Desarrollo intelectual: creación de universidades y viajes de índole científica.

En 1778, Carlos III liberalizó el tráfico mercantil con América, permitiendo que numerosos puertos españoles comerciaran directamente con las colonias, poniendo fin al monopolio del puerto de Cádiz. La Casa de la Contratación fue suprimida en 1790, al no tener ya sentido su funcionamiento.

Los Borbones llevaron a cabo además reformas administrativas, que tenían como objetivo un control más eficaz de las colonias. Entre las medidas tomadas en este sentido destacan: o el aumento de competencias de las Secretarías en perjuicio del Consejo de Indias, que fue

perdiendo funciones, o la creación de dos nuevos Virreinatos: Nueva Granada (al norte de Sudamérica) y Río de la Plata

(en la zona sur), que se añaden a los dos virreinatos existentes (Nueva España y Perú), o el establecimiento de Capitanías (Venezuela) y Audiencias (Buenos Aires), o y el nombramiento de intendentes, para la recaudación de impuestos. Carlos III excluyó de los

puestos administrativos y judiciales a los criollos y prohibió la venta de dichos cargos.

Desde el punto de vista militar, es novedad la formación en la segunda mitad de siglo un ejército regular americano con destacamentos en diversos enclaves estratégicos (hasta entonces, las únicas tropas existentes eran las guardias de los virreyes y las reducidas guarniciones de los puertos y de algunas fortificaciones).

La política borbónica provocó protestas tanto de los criollos, que se sentían relegados por la metrópoli, como de los trabajadores indígenas, que tenían que soportar el peso de los nuevos impuestos. Los primeros, formados en centros universitarios americanos, desarrollan el americanismo, una corriente ideológica basada en la Ilustración a favor de una mayor autonomía que, al ver frustradas sus expectativas, evolucionará hacia posturas independentistas.

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10.7.- La Ilustración en España.

La Ilustración es un movimiento intelectual que se originó en la Europa del siglo XVIII en el que se concede prioridad a la razón y al conocimiento científico para analizar y comprender la realidad. Sus antecedentes se encuentran en la revolución científica del siglo XVII, que establece que la naturaleza se rige por leyes comprensibles para la razón humana que pueden ser formuladas científicamente. Los pensadores ilustrados aplicaron el pensamiento científico no sólo a los fenómenos de la naturaleza, sino también a la sociedad, la economía y las relaciones de poder. La crítica que la Ilustración emprendió contra la sociedad tradicional acabó socavando las bases políticas y socioeconómicas del Antiguo Régimen.

La Ilustración en España, de influencia sobre todo francesa, fue tardía y de moderado alcance

por la oposición de la Iglesia, el conservadurismo de las Universidades, el desinterés de la nobleza, el escaso peso de la burguesía y el analfabetismo de la mayoría de la población. A pesar de ello y de la actividad de la Inquisición, los ilustrados españoles expresaron sus preocupaciones reformistas y sus críticas a distintas cuestiones de índole económico, social y de pensamiento:

o Las supersticiones de la cultura popular. o El desprestigio de las actividades artesanales y mercantiles. o La debilidad de la agricultura, la mala distribución de la tierra y los privilegios de la Mesta. o El desinterés por la ciencia y la técnica. o Los abusivos privilegios de la Iglesia y de la nobleza y su resistencia a los cambios.

Los reinados de Felipe V y Fernando VI no pueden considerarse más que como una etapa preparatoria. Las nuevas ideas se canalizaban a través de dos grupos minoritarios: los novatores, término con el que se designaba a un grupo de humanistas, científicos y médicos, que defendían la necesidad de la renovación intelectual y el desarrollo de la ciencia en España; y los proyectistas, término que se aplicó a aquellos que plantearon reformas concretas para remediar los males del país.

Las ideas ilustradas se difundieron lentamente y llegaron únicamente a la minoría intelectual y profesional del país. Dicha difusión no se pudo hacer en España a través de las universidades, pues estaban controladas por la Iglesia, pero sin embargo se crearon nuevas instituciones tales como:

o Las Reales Academias (Bellas Artes, Historia, de la Lengua, Medicina), centros de enseñanza superior independientes de las universidades,

o Las Sociedades Económicas de Amigos del País, que tenían como objetivo el desarrollo de la economía y de la educación.

o La prensa, como vía de divulgación de muchos hallazgos científicos, algunas creaciones literarias y la mayoría de las reflexiones político-económicas (El Pensador, El Censor), en ocasiones con un marcado carácter crítico. La proliferación de periódicos muestra la existencia de una "opinión pública". Sin embargo, a partir del estallido de la Revolución Francesa se ejerció un férreo control sobre las publicaciones.

o Las tertulias y los salones fueron también vehículo de difusión de las ideas ilustradas.

Entre los ilustrados españoles destacan, en la primera mitad de siglo, el padre Benito Feijjo (crítica a las supersticiones). La plena Ilustración llega con el despotismo ilustrado de Carlos III, que se valió de sus ministros y altos cargos para analizar las causas del retraso de España y proponer soluciones: Pablo de Olavide, Campomanes, el conde de Aranda y Melchor Gaspar de Jovellanos (informe sobre la Ley Agraria). Sus obras criticaron los graves problemas que sufría España: el atraso económico e intelectual, el problema agrario, derivado en gran parte de las tierras amortizadas en manos de los privilegiados, la escasa valoración social de la ciencia y de las actividades productivas, entre otros. Estos pensadores se esforzaron sinceramente por asegurar el bienestar del pueblo, aunque no siempre sus propuestas fueron llevadas a cabo, al chocar con los intereses de los privilegiados.

Otros, en cambio, cultivaron distintas disciplinas científicas, como el naturalista Celestino Mutis (estudios de botánica, vacunaciones contra la viruela) o el químico Antonio de Ulloa. También se realizaron expediciones científicas como la de Jorge Juan (Midió la longitud del meridiano terrestre demostrando que la Tierra está

achatada en los polos. Reformó el modelo naval español) o la de Alejandro Malaspina (Expedición Malaspina).

El influjo de la Ilustración se plasmó también en el ámbito de la cultura, la literatura (Moratín) y el Arte, con la figura indiscutible de Goya.

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Ana Girón. IES Cardenal Herrera Oria [email protected]