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1 Un vínculo afectivo con la familia claretiana - Año 15 - Nº 50 - Santiago de Chile - Marzo 2012 - Colaboración voluntaria. Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias Tiempo de Resurrección: desde la fe al compromiso

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Revista Telar

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Un vínculo afectivo con la familia claretiana - Año 15 - Nº 50 - Santiago de Chile - Marzo 2012 - Colaboración voluntaria.

Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias

Tiempo de

Resurrección:

desde la fe al compromiso

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Obispo claretiano que nos dio apoyoEstimado Alfredo:Con este breve mensaje te hago llegar mis felicitaciones

por la edición N° 50 de la revista TELAR. Que su espíritu y su mensaje sean fiel reflejo del ideal evangelizador de Claret. Y expreso un deseo: que su entusiasmo por poner la Pala-bra de Dios en la vida de nuestra sociedad se inscriba siem-pre en la fidelidad a la Iglesia discipular y misionera.   Que el Corazón materno de María formadora de misioneros les bendiga siempre. ¡Felicidades!

+Gaspar Quintana Jorquera, cmf

Obispo de Copiapó

CARTAS

Cartas

Nos saludan por esta edición 50oEl Superior General claretianoEstimado Alfredo:Os quiero felicitar por esa red maravillosa de gente que

vais tejiendo a través de TELAR. Llegáis al número 50. Esto os da derecho a mirar atrás y contemplar con gozo el cami-no recorrido, seguramente lleno de gozos y también de dificultades. Pero os obliga, sobre todo, a mirar hacia delan-te, porque la misión sigue teniendo toda su validez y, ade-más, aumenta cada día su urgencia.

Me gusta esa mezcla de sabiduría y audacia -de hecho, si son verdaderas acostumbran a ir juntas- que mostráis en la revista y que os permite llegar al corazón de quienes nos acercamos a las páginas de TELAR, llenarnos la concien-cia de preguntas y animarnos a caminar en nuestro mundo como testigos de Jesús y anunciadores del Evangelio.

Me gusta también vuestro enraizamiento en la tradición claretiana, recordando nombres y hechos de ayer y de hoy, que nos alegran porque nos ayudan a ver que el carisma misionero de Claret sigue siendo portador de vida.

Espero que podáis seguir tejiendo y que en vuestras redes se encuentren muchas personas ilusionadas en seguir trabajando para que nuestro mundo se acerque cada día más al proyecto de Dios para sus hijos e hijas.

Con mi agradecimiento por vuestro trabajo, va también la promesa de mi oración para que el Señor lo bendiga abu-dantemente.

Un abrazo fraterno,Josep M. Abella, cmf.

Roma

Nuestro Superior Provincial¡Un afectuoso saludo, Alfredo!Me uno cordialmente a quienes con esfuerzo y cariño

hacen posible la publicación de TELAR, especialmente en esta edición número 50. Siempre me ha parecido sugerente el título de la revista, que nos invita a recrear la vida misio-nera de Antonio Claret, especialmente en estos tiempos que nos exigen construir redes para proclamar la Buena Noticia de Jesús. Un abrazo. 

Mario Gutiérrez M., cmfBuenos Aires, Argentina

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Telar Es una publicación de los Misioneros Claretianos Director: José Agustín Cabré Rufatt, cmf. Editor general: Alfredo Barahona ZuletaDiseño: ECCLA, Ediciones y Comunicaciones ClaretianasZenteno 764 - Casilla 2989 Santiago-21. Santiago - ChileF. (56-2) 695 34 15, Fx. (56-2) 695 34 07E-mail: [email protected] · www.eccla.cl

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Otro amigo muy cercano en la lejaníaQuerido Alfredo:Te felicito por llegar a la edición Nº 50. No es fácil mante-

ner una revista con las uñas, y menos una con los temas que trata TELAR. Gracias a ti, porque no es ningún secreto que durante muchos años has sido la viga maestra sobre la que se ha mantenido TELAR.

Para este chileno de corazón,  con 41 años de residir per-manentemente en este bello país, TELAR ha sido un “cor-dón umbilicar” con mi tierra lejana y, especialmente, con mi querida y siempre añorada Congregación Claretiana.

Jaime Labra RojasS. José. Costa Rica

Otro misionero que no nos olvidaQuerido Alfredo:Quiero sumarme a celebrar estas verdaderas “Bodas de

Oro” de TELAR.A mí me ha ayudado a conocer mejor la realidad chilena.

La he sentido como algo querido, esperado y cordial, pues sintonizaba con sus contenidos y orientaciones estando allá, y en estos años de lejanía de esa bendita tierra ha seguido manteniendo mis lazos afectivos con la misión de mis her-manos claretianos.

Ojalá siga publicándose como hasta ahora. Compren-do las dificultades y limitaciones que pueden influir, pero confiemos en que el P. Mariano Avellana hará posible que la revista siga viva, para gozo de todos los que la recibimos.

Muchas gracias por todo y a todos, pero especialmente a ti.

Jesús Ros L., cmfSalvatierra, España

Abnegado colaborador por añosEstimado Alfredo:Al cumplirse una etapa importante con el número 50 de

TELAR, quiero expresarte a ti y colaboradores mi más since-ra felicitación, a la vez que augurarles un futuro glorioso al servicio de la Iglesia.

TELAR ha respondido, sin duda, a la intuición de Cla-ret, que en el telar se inició “en el sutil tejido de las almas”, como decía la canción. Ha tejido lazos de fraternidad entre los misioneros consagrados y laicos, adultos y jóvenes, de Chile y del extranjero; ha sabido entregar con sencillez y valentía reflexiones sobre la marcha del país y sus desafíos, estimulando el compromiso y la conciencia crítica; ha sido un medio eficaz en la comunicación de la ciencia bíblica y la Lectio Divina para nuestras comunidades; ha mantenido el diálogo con las diferentes áreas de la Congregación, y de una manera particular en este último período de la puesta en marcha de la nueva Provincia de San José del Sur.

Quiera el Señor acompañarlos e iluminarlos por mucho tiempo en la difusión de su mensaje, con el sabor inconfun-dible de Claret. Un abrazo.

Eduardo Huerta Pastén, cmf.Andacollo

Querido amigo lejos de la patriaHermano y amigo Alfredo:Cuando uno está lejos de la patria añorando lo que ha

dejado atrás, al llegar una revista como TELAR se llena de alegría y devora con rapidez sus artículos, tan variados, que siempre nos enseñan algo y son un precioso recuerdo del tesoro claretiano que recibimos en nuestra lejana infancia y juventud.

Adelante, querido Alfredo.Ignacio Rocuant S.

Chicago, Il., USA.

Superior que impulsó nacimiento de TELAREstimado Alfredo: Al cumplir TELAR su número 50, no puedo menos que

felicitarte a ti por tu perseverancia y trabajo en haberla man-tenido contra viento y marea, ya que es una llegada claretia-na a tantos hogares y personas.Yo creo que TELAR ha sido realmente misionera.

Al celebrar el Nº 50 pienso que le di un empujón en 1997 para hacerla partir, y gracias a Dios y especialmente a ti, ha tenido vida hasta estos días.

Mario Calvo G., cmfAndacollo

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CARTAS

Misionero siempre cariñosoQuerido hermano Alfredo: Bien por la edición 50ª de TELAR en casi 15 años; una

publicación misionera que extiende el reinado de Dios, que sin duda es una tarea muy difícil, ya que “el Mundo” siempre nos dirá que textos como estos, de esta índole, “no sirven”. Siempre ha habido críticos destructivos, incluso de nuestra propia familia; sin embargo, con la fuerza y el amor de Dios, más la compañía de quienes somos muchos más, hoy se celebra un hito tan significativo de esta obra que inició un hombre de espíritu intrépido, de corazón loco y amante, un hombre marcado por la Espiritualidad Claretiana, a quien también saludo en este día por su acierto.

David Quilodrán,cmfTemuco

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ten adecuadamente sus intereses y valo-res de vida.

El modo imperante, con predominio de los sistemas financieros, se ha olvida-do de la importancia de los trabajado-res y sus organizaciones, y ha impues-to una idea de Estado que excluye a las mayorías sociales.

Los partidos, en el caso chileno y de otros muchos países, muestran su fati-ga e incapacidad; el pueblo se organiza sobre la base de una conciencia escla-recida sobre el reconocimiento de sus deberes y derechos.

Más importantes que el partido y sus dirigentes son los habitantes, sus barrios y organizaciones de trabajado-res y empresarios.

La comunidad está comprometida con mandatar para que se haga lo que ella soberanamente ha resuelto, y no a seguir indicaciones de formas que han fra-casado y comprometido la vida y la segu-ridad de personas y recursos naturales”

(Samuel Jiménez).Si en la fe cristiana “resurrección”

es entrar en el plan de Dios que hace nuevas todas las cosas, entonces no hay duda: la misma palabra indica que tiene más parentesco con renovación y revolución que con mantenimiento, aguante, tranquilidad y sosiego. (ACR).

que devuelva la palabra y la decisión a las mayorías y respete los modos de vivir y expresarse de las minorías.

Creer en la resurrección es creer en la vida: en su defensa, en su crecimien-to, en sus posibilidades, en su fortaleza. Defender la vida es también denunciar las actitudes y compromisos que llevan a la muerte. Señalar, por ejemplo, que en nuestros países está agotado un sis-tema político institucional que deja en manos de los partidos políticos todas las respuestas para toda la realidad nacio-nal. Agotado y moribundo.

Resucitar es abrir caminos para tiempos nuevos.

“Es posible que los partidos, consi-derados hasta ahora como indispensa-bles para la democracia, nos distraigan del dato de la cuna de la democracia, de aquella Grecia que no tenía partidos y mantenía formas de participación y organización directa.

Los ciudadanos, en los diferentes países del denominado “mundo globa-lizado”, expresan la necesidad de tejer una institucionalidad diferente, que res-ponda a sus demandas y a sus preocu-paciones. Es posible que trabajadores y ciudadanos en general se proporcio-nen formas de participación y organi-zación que les sean propias y represen-

EDITORIAL

Editorial

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Resurrección es vencer el poder de la muerte, no para vivir de nuevo, sino para nacer a la nueva situación que nos promete la fe en Cristo Jesús. Quien no tiene el don de la fe no puede entender ni aceptar una vida más allá de la muer-te, así como los creyentes no podemos entender ni aceptar que nuestra expe-riencia humana finalice como termi-nan los esqueletos de los asnos tirados sobre la aridez del desierto.

Siendo un asunto de fe, no pode-mos agregar más. Pero podemos sacar consecuencias.

La gente, los pueblos, la natura-leza misma, claman con dolores de parto buscando una vida más plena. La muerte y todo lo que conduce a ella debe ser superado por el triunfo de la vida y cuanto ella significa. Hay un anhelo profundo, unas veces secreto y otras manifiesto, de que otro mundo, otra vida, otra realidad son posibles. Por lo tanto, otro modelo de sociedad más igualitaria, otro tipo de educa-ción más realista, otra experiencia de iglesia más humana, otra forma más justa de administración de los bienes de este mundo, otro estilo de diálo-go menos impositivo, otra actitud más respetuosa para con la madre natura, otra institucionalidad más inteligente,

Tiempo de resurrección: desde la fe al compromiso

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TELAR: Cincuenta tejidosfamiliares en quince años

TELAR llega a su edición Nº 50, un hito tradicional en que el acervo popular exige hacer un alto en el camino, mirar hacia atrás, respirar hondo, girar la cabeza en 180 grados y, ¿por qué no?, elevar un brindis celebratorio. Son 50 edi-ciones acumuladas en 15 años de paciente y cariñosa labor comunicadora en favor de la familia claretiana.

Agustín Cabré, misionero y comunicador por exigen-cia visceral como Claret, insiste en endosarme la paterni-dad de esta bella muchacha quinceañera, lo que, tratándo-se de sus largos trotes en estas andanzas –periodísticas, por cierto- es a lo menos difícil. La familia claretiana internacio-nal bien conoce su trayectoria. Si en algunas andaduras he sido su escudero, fue por otras tantas humoradas del Padre Dios. El nos ha mantenido por décadas tratando de impul-sar los medios de comunicación social claretianos. Y entre ellos, TELAR.

Este preámbulo trata simplemente de ubicar a los lec-tores en los orígenes, el devenir y las perspectivas de estas páginas quinceañeras, respecto de cuya paternidad Cabré se resiste a las pruebas de ADN.

Cómo, cuándo, dónde y por quéCorría el año 1997, y, a tumbos entre las olas, un novel

equipo de comunicadores claretianos religiosos y seglares buscaba materializar una iniciativa largamente acariciada: la creación de Ediciones y Comunicaciones Claretianas, ECCLA, una fundación que dos años después daría estructura orgá-nica y profesional al manejo de las comunicaciones socia-les, en apoyo a la misión evangelizadora de la congrega-ción claretiana en Chile. Y entre múltiples actividades, sería la editora de TELAR. Gran impulsor de ambas iniciativas fue el entonces superior mayor P. Mario Calvo.

50 AñOS DE TELARContinúa >>

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Un vínculo afectivo con la familia claretiana - Año 13 - Nº 48 - Santiago de Chile - Agosto 2011 - Colaboración voluntaria.

Porque Claret tejió telas, y luego las Buenas Noticias

¡Bienvenidos a la nueva provincia de

San José del Sur!

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6 50 AñOS DE TELAR

Ese bisoño equipo “probaba el movimiento andando” desde hacía tres años, en un pequeño rincón de la parroquia San Antonio Mª Claret, en el sector sur de Santiago. Imbuido del espíritu misionero claretiano, había editado varias publi-caciones exitosas, y desde mediados del ’94 publicaba la revista Puelche, empeñada en llevar información y elemen-tos de sana reflexión a los vecinos de la comuna santiaguina de San Miguel, sede de la parroquia.

Pero, después de tres años, Puelche seguía la suerte del Titanic tras chocar una y otra vez con promesas incumplidas de ayuda municipal y de aportes publicitarios que “el vien-to se llevó”.

Puelche se convertiría así en el sitio virtual puelche.org, que hasta hoy sigue entregando artículos de orientación frente a los problemas del mundo y sus perspectivas desde la esperanza cristiana.

Pero la familia claretiana sanmiguelina resintió el cierre de su revista de papel, mientras a la vez surgía la idea de fra-guar otra aventura similar dedicada a todo el ámbito clare-tiano chileno; un lazo cariñoso de información, orientación y unidad, fundado en el vínculo genético entre las comuni-dades claretianas locales y los respectivos grupos seglares imbuidos de su espíritu.

Tras dar vueltas al tema del nombre, se consensuó ampliamente el de “TELAR”. “Porque Claret tejió telas y

luego las buenas noticias”, y porque –lo subrayaba el primer editorial-, mediante las páginas de este “vínculo afectivo de la familia claretiana” sería posible “unir las hebras de diver-sas experiencias misioneras de religiosos y laicos, para tejer la gran arpillera evangelizadora” con diferentes colores.

“Un largo caminar……por el desierto, bajo el sol”, confiesa una canción reli-

giosa tradicional. En el caso de TELAR, ha sido largo y con fre-cuencia fatigoso este caminar. Y en él sus impulsores hemos sentido no pocas veces la soledad del desierto y la falta de unas gotas retroalimentadoras” bajo el sol abrasador.

El interés por reflejar en estas páginas el devenir evange-lizador de nuestras parroquias, colegios, santuarios, grupos pastorales y organizaciones, ha contado en algunos perío-dos con el aporte inapreciable de corresponsales locales que las han alimentado con noticias y fotos. Pero muchos de estos “colaboradores-hormigas” se fueron alejando con el tiempo, y encontrar otros ha sido muchas veces tarea ardua.

Entre tanto desfilaron por TELAR innumerables artícu-los y reportajes especiales que bien podrían configurar un libro orientador destinado a integrar la vida cristiana con el compromiso social. Entre ellos podríamos destacar: Exigencias cristianas de la justicia; requisitos de una paz ver-dadera; derechos conculcados a mujeres y niños; testimonio

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Un futuro promisorioLa reciente constitución de la provincia claretiana de

San José del Sur, que ya aúna como territorio de misión a los campos misioneros de Argentina, Chile, Uruguay y Para-guay, y como un solo equipo a los 130 claretianos de los cuatro países, abre perspectivas promisiorias a TELAR.

El objetivo de enlace familiar que dio origen a la revis-ta hace 15 años sigue siendo el mismo. También los des-tinatarios, si bien crecerán progresivamente en la medida que podamos llegar a todas las 23 comunidades, 22 parro-quias, 10 colegios, 5 santuarios y otros numerosos centros de acción misionera que conforman la nueva provincia.

Por cierto, estamos desde hace 15 años en las respecti-vas sedes herederas de la primera cabeza de playa que los claretianos pusieron en América hace 142 años, cuando lle-garon a Chile. Ojalá seamos ahora un poncho multicolor

que se depliegue sobre el cono sur de América con los hilos que en sus

tiempos enhebró el ilusionado tejedor de Sallent.

Alfredo Barahona ZuletaEditor general de TELAR

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profético del obispo Casaldáliga; Claret y su obra misione-ra; por qué veneramos al Corazón de María; el sucio negocio de las guerras; testimonios de acción laical; misioneros lejos de la patria; la píldora del “día después”; el testimonio marti-rial de Oscar Romero; genocidios abominables, desde Iroshi-ma a Irak y Afaganistán; injusticias estructurales, bombas de tiempo en Chile; preocupante rémora de nuestra educación; el hambre mundial y sus causas criminales; asombrosos tes-timonios de los Mártires Claretianos de Barbastro y del padre Andrés Solá; el drama vergonzoso de nuestras cárceles; gra-ves consecuencias de las agresiones ecológicas; secuelas de los abusos del alcohol y el tabaco; conflicto histórico de nues-tros pueblos aborígenes; drama mundial de los migrantes… Ello sin olvidar el valioso aporte que nuestro biblista Eduardo Huerta entregó por años a los lectores, mediante una serie de separatas destinadas a la lectura orante de la Palabra divina.

Ya lo dice el Evangelio: salió el sembrador a trabajar, y su semilla fue cayendo en terrenos diferentes que entregaron otros tantos frutos. Y asegura que, mientras el sembrador duerme, es el Señor quien hace fructificar la semilla, sin que importen los afanes del empecinado labrador.

Reconocimientos como las numerosas cartas llegadas con motivo de esta edición Nº 50, nos alientan a confiar en que a lo menos hemos tratado de ser fieles y porfiados sem-bradores.

50 AñOS DE TELAR

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8 OBISPO DE COPIAPó

Obispo de Copiapó, y rescate de los 33 mineros:

“Ojalá Chile haya sacado lecciones de lo vivido”

“Dejar atrás la ambición de ganar más dinero a cualquier precio,

debería ser la principal lección aprendida. Tengo mis dudas de que esto haya ocurrido”.

no ve señales claras de que se abando-ne la codicia y el afán de lucro en favor de la vida y las necesidades de los tra-bajadores. En tanto el precio del cobre –base de la economía chilena- se ha elevado fuertemente en los mercados internacionales.

Para el obispo de Copiapó la mayor lección del célebre caso debería ser que la dignidad humana no siga tran-sándose como mercancía. “La vida humana no puede intercambiarse por dinero. La dignidad del trabajo no es mercancía. El ser humano, al trabajar, cumple un sueño donde pone su inteli-gencia, su voluntad, valores esenciales como persona ”, precisa.

Así reflexiona el obispo claretia-no de Copiapó, Gaspar Quintana, en torno a lo que pudo ser una gran tra-gedia: el derrumbe de la mina San José, al interior de su diócesis, en el norte de Chile, y el posterior rescate con vida de 33 mineros que permane-cieron bajo tierra por 70 días, en agos-to del año antepasado.

“Quisiera pensar que este ha sido un tiempo de purificación y de una mayor conciencia para el país, los empresarios, los legisladores y los trabajadores”, con-fiesa el obispo, tras rememorar aque-llos días cuando Chile entero oraba por encontrar y rescatar con vida a los mineros. Pero tiene sus dudas, porque

Vidas truncadasEl padre Gaspar cuenta que en los

33 mineros –varios de ellos aún resi-dentes en la zona- se provocaron cam-bios. Muchos no han vuelto a trabajar en las minas; sus familias les pidieron no hacerlo jamás. Otros han regresa-do, quizás por angustia, necesidad, o por no tener alternativa. En su mayo-ría se mantienen unidos por un pacto de solidaridad que se propusieron; algunos, con un gran trauma sicoló-gico a cuestas; otros, preocupados por una película que se rueda sobre el tema.

Entretanto, “en esta zona hay más de mil minas, algunas pequeñas, que no

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ofrecen garantías de seguridad para el trabajador, y sin embargo siguen abier-tas; no sé si por la ambición de ganan-cias, por necesidad, por desidia…”

Desde la óptica del pastor, la mayor preocupación debería par-tir de las autoridades y mediante la vigencia de leyes que garanticen una mayor seguridad en esas faenas; un tema crucial que se “destapó” con motivo del accidente.

Otro aspecto que se pone en evi-dencia es la falta de conocimiento de algunos legisladores a la hora de dictar leyes. “Sería muy importante que ciertos parlamentarios de aquí, del norte, conozcan bien las característi-

cas del trabajo minero, para no caer en lugares comunes o en la demagogia”.

Para que no se olvide El obispo no ha perdido contac-

to con los mineros. Suele encontrar-se con ellos en actos oficiales, y con algunos de sus líderes se reúne con frecuencia, ya que próximamente se inaugurará un memorial, con ayuda del gobierno regional y el obispado, en el mismo sitio donde el drama de los 33 logró un final feliz.

“Es necesario levantar un memorial, porque un país sabio guarda memo-ria eficaz de los hechos que lo marcan. Hablamos con las autoridades, y lle-

gamos a la conclusión de que hay que dejar memoria de aquel drama, para que no se repita”.

El diseño del memorial contem-pla la colocación de una gran cruz y una hermosa imagen de la Virgen de Fátima, regalada a los mineros cuan-do visitaron Portugal, dentro de una gira farandulera tras el rescate. Incluirá además un salmo alusivo y el texto que dio la vuelta al mundo anunciando que los 33 mineros estaban con vida.

“Fue una experiencia muy dolorosa, que golpeó por largo tiempo a todo el mundo. Sólo espero que Chile, humil-demente, haya sacado lecciones de lo vivido”, concluye el obispo Quintana. t

OBISPO DE COPIAPó

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10 VOLUNTARIADO CLARETIANO

acompañando esos procesos de parto. Es difícil. Hay llanto, como en todo alumbramiento.

-Hay momentos de noche oscura, por sentirse impotente ante realidades que son duras; ante injusticias y des-igualdades que transgreden la digni-dad humana -dice Yoselin-. Pero por otro lado están esas certezas de que Dios está presente cuando se ve que dentro de la pobreza hay hermandad, solidaridad, generosidad… Eso man-tiene mi esperanza.

-Si no tuviéramos esperanza no estaríamos aquí –apunta Sebastián-. Acá la pobreza es quizás tan cruda como en cualquier otro país de Latino-américa. No hay nada especialmente raro. La explotación, el trabajo esclavo, el tráfico de personas, la prostitución infantil, la droga, la corrupción…, ¿no son males también de otros países ? En Chile o Argentina, por ejemplo, ¿no existen esas realidades?

Pareciera que Sebastián pone el dedo sobre llagas como la corrupción, generalizada en gran parte de nues-tros países. O situaciones degradantes como las que viven en Chile, por ejem-plo, las comunidades mapuche, los tra-bajadores rurales “sin tierra”, los “tem-poreros”, los pirquineros o los campa-mentos marginales de “mediaguas”. O en Argentina, igualmente los mapu-che del sur, las comunidades aboríge-nes del Chaco, Formosa, Salta, Jujuy…, o los “trabajadores golondrina”, que como los “temporeros” chilenos se trasladan de un lugar a otro según las cosechas.

Dos países en una islaDesde el comienzo nuestros jóve-

nes misioneros debieron abrir sus mentes y sus vidas a otra realidad: dominicanos y haitianos comparten una misma isla: La Española, descu-bierta por Colón en su primer viaje.

Un llamado de los misioneros cla-retianos invitando a ofrecer un año de voluntariado en las Antillas, de hecho en la espinuda frontera entre República Dominicana y Haití, fue escuchado hace unos meses en el sur del mundo. Yoselyn Andrea Cárcamo desde Temuco, Chile, y Aldo Sebastián Vergara desde Córdoba, Argentina, dijeron ¡presente!

Y con sus mochilas cargadas de generosidad partieron hacia lo desco-nocido hasta entonces para ellos. Sólo sabían que en esas benditas tierras la gente tenía más padecimientos que recreaciones; había un pueblo empo-brecido pero noble y esperanzado. Ellos se comprometieron a acompañarlo.

De la oscuridad a la esperanzaLos dos jóvenes mantienen las uto-

pías que los llevaron hasta esa tierra de frontera, y con el paso de los meses han ido convirtiendo sueños en reali-dades. Algo va naciendo, y ellos están

Una chilena y un argentino:

Voluntarios en una frontera de verdad

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Viene de la pág. anterior >>

La población haitiana es mayorita-riamente de raza negra; la dominica-na, mestiza de europeos, africanos e indígenas. Los haitianos hablan fran-cés y una acomodación popular llama-da creol, porque el país fue colonia fran-cesa. Buena parte de ellos practica ritos y cultos de raíz africana, como el vudú. Los dominicanos hablan castellano y son en su mayoría católicos. Repúbli-ca Dominicana tiene una organización estatal según los cánones republicanos, y Haití...no tanto, por decirlo con alguna bondad. O sea: dos países, dos culturas, dos tradiciones, que tratan de convivir en una sola casa.

Haití se ha debatido por décadas entre dictaduras sumamente sangrien-tas, una inestabilidad política muy pro-funda y uno de los niveles mundia-les más altos de pobreza dura. Fren-te al colapso político y la ausencia casi total de una estructura de Estado, desde 2004 se mantiene en el país una

misión de estabilización de las Nacio-nes Unidas, la Minustah, que a los ojos de muchos haitianos es una cabal intervención militar extranjera.

Cómo impacta la realidadLos jóvenes misioneros trabajan en

misión compartida con la comunidad claretiana de Jimaní y otros laicos de diferentes países, en el lado domini-cano de la frontera. Por ésta cruzan a diario enjambres de haitianos pau-pérrimos que trabajan al otro lado y vuelven por la tarde al suyo, más otros muchos que pretenden quedarse “a la mala”.

-Es una realidad un tanto extraña. Esta situación conlleva muchas con-secuencias, pero la primera que uno nota con claridad es la dificultad en las relaciones entre unos y otros habitan-tes. La población haitiana es la fuer-za de trabajo de casi toda la agricultu-ra dominicana, al menos en la fronte-

ra. La vida campesina es dura como en cualquier otra parte del mundo, pero más aun cuando eres inmigrante, sin papeles, sin tierra, sin nada, y con fami-lia- señala Sebastián-.

En Santo Domingo hay al menos un millón docientos mil haitianos ilegales, sometidos a una pobreza lacerante. El problema se amplificó tras una ham-bruna feroz que durante una guerra civil de cuatro años obligó a muchos haitianos a tostar al sol arcilla revuel-ta con algo de harina para sobrevivir. En 2008, dos huracanes y una tormen-ta tropical barrieron la isla, provocan-do casi 1.000 muertos y un millón de desplazados. Pero faltaba lo peor: el 12 de enero de 2010 un terremoto de 7.4 grados Richter dejó 290.000 muertos.

¿Es muy exigente la labor pastoral en esa realidad? Ambos jóvenes coin-ciden en que es distinta. No se trata de “hacer cosas”, sino de compartir la vida. Es una visión y una práctica pastoral

VOLUNTARIADO CLARETIANO

Continúa >>

Llamado al aporte generoso de quienes quieran ser misioneros laicos voluntarios en las Antillas, hecho desde Puerto Rico por los misioneros claretianos.

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12 VOLUNTARIADO CLARETIANO

que a los acelerados, pragmáticos y ansiosos buscadores de resultados les parecerá muy extraña.

Cómo misionar en esa fronteraCuenta Sebastián: - Nuestro trabajo ha consistido en

el simple estar. Esa es nuestra principal tarea o trabajo; nuestro principal apor-te. Desde la lógica del mundo, nues-tro trabajo es perfectamente inútil, sin efectividad, imposible de medir en resultados concretos. Nuestras visitas casa por casa, el encuentro personal e íntimo con la gente, nuestros diálogos acerca de su vida, sus desafíos y dificul-tades, sus sueños, sus logros, esas son las cosas que ellos nos agradecen. Que no los olvidemos, nos piden siempre. Que regresemos, que nos esperan, que nos recuerdan…, y nosotros a ellos. Esa es nuestra misión, eso nos hace sentirnos claretianos: el salir una y otra vez de nosotros mismos, generando el encuentro y dándole forma a aquello de sentirnos hermanos unos de otros, hijos todos de un mismo Padre.

Yoselin, agrega:-Nuestro trabajo es estar con la

gente, contemplando en la acción, cosechando café con ellos, visitando a los enfermos, jugando con los niños,

apoyando a las escuelas de las comuni-dades con algo de reforzamiento esco-lar, intentando acompañar el andar de la gente. Hemos ido también anuncian-do el Evangelio, con algunos encuen-tros en casas, formando pequeñas comunidades como se hacía en los pri-meros tiempos. Es un trabajo lento, y quizás para algunos poco productivo, pero estamos sembrando la semilla que otros cosecharán.Esto sólo se compren-de desde el amor de Dios. Si uno pien-sa que vendrá a salvar a las personas de aquí, se equivoca. Si uno cree que dará soluciones a los conflictos o que lo que trae consigo es lo máximo y se debe aplicar aquí, se equivoca rotundamen-te. Es Dios quien hace las cosas. Cual-quiera que quiera estar aquí al servicio, debe entender que es Dios quien mues-tra a través nuestro su compañía.

Su vida no será la misma¿Cómo ha marcado la vida de ambos

jóvenes esa experiencia de frontera?-Mi vida ya cambió -dice Yoselyn-.

Es probable que siga cambiando según las circunstancias, pero puedo decir que, más que cambiar, mi vida ha creci-do; en emociones, en fe; ha crecido en autoconocimiento, reconociendo mis defectos; pero también ha crecido en

amor fraterno, en desprendimiento... Esta es y será una experiencia fundante en mi vida, desde la perspectiva que me da el vivir entre y con los pobres, con los que comparto afectos, y con las vidas de quienes se cruzan en mi camino.

Por su parte, Sebastián señala:-Mi vida se ha transformado tan

radicalmente por esta experiencia, que hoy no sé si regresaré a mi país. Siento que no deseo volver a la vida burguesa y acomodada que llevaba; siento que he encontrado mi lugar en el mundo, o más bien mi forma de “ser y estar” en el mundo. Dejaremos que el Espíritu vaya susurrando; mientras, seguimos cami-nando y soñando, trabajando y com-partiendo.

La experiencia de voluntariado en la áspera frontera haitiano-dominica-na dura un año, hasta julio próximo. Yoselin y Sebastián están evaluando su vocación misionera. Y en este tiempo se abre nuevamente el llamado que los claretianos de las Antillas hacen a todo aquel o aquella que quiera ser semi-lla; humilde, escondida, hasta olvidada mientras está bajo tierra, pero llena de vida y de fecundidad.

(Sobre un texto de entrevista de Silvia Yermani)

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13Silvia Yermani V.EL TAMBO

El Tambo: una casa de jóvenes al servicio misionero y social

Desde 1970 los misioneros clare-tianos mantienen en Córdoba, en el centro de Argentina, una original sede dedicada a la pastoral con jóvenes uni-versitarios, llamada El Tambo. La deno-minación le viene del lugar donde estuvo emplazada la casa en sus ini-cios, la calle Tambo Nuevo, en el barrio Bajo Galán de la ciudad. La comunidad se ubica actualmente en las inmedia-ciones de la Ciudad Universitaria cor-dobesa, una zona densamente pobla-da por jóvenes procedentes de distin-tos lugares del país, que acuden a estu-diar y formarse profesionalmente en las distintas facultades y universidades de la ciudad, tradicionalmente apoda-da por ello “Córdoba la Docta”. 

Opción preferencial por los jóvenes

El Tambo es una casa de puertas abiertas; un lugar donde los jóvenes, en su mayoría universitarios, encuen-

tran acogida y apoyo al inicio de esa nueva etapa en sus vidas, la de los estudios universitarios. La misión com-partida enriquece la singular propues-ta pastoral: favorecer el encuentro de los jóvenes con Cristo, brindarles la posibilidad de conocerse mejor a sí mismos, abrirles horizontes de un compromiso eclesial fraterno, proféti-co y misionero, a partir del cual pue-dan armar su propio proyecto de vida cristiana y profesional.

Un grupo conformado por los misioneros, religiosas y laicos acompa-ña la experiencia de chicas y mucha-chos, que conforman pequeñas comu-nidades donde comparten la fe, la vida y un servicio pastoral concreto: unos se dedican a dar catequesis de prime-ra comunión y confirmación en zonas marginales de la ciudad; otros reali-zan actividades recreativas con niños carenciados o judicializados; hay quie-nes visitan a personas en situación de

calle; otros acompañan a inmigrantes que ocupan terrenos fiscales y se orga-nizan en cooperativas para adquirir la propiedad de la tierra; un grupo realiza trabajos sanitarios de prevención y cui-dado en favor de chicas adolescentes y madres jóvenes; otros enseñan oficios a adolescentes en riesgo por adiccio-nes; otros hacen tareas de promoción o formación con mujeres.

Dos comunidades animan la litur-gia dominical con el ministerio de la música. La experiencia comunitaria conlleva una apertura a los que son diferentes o provienen de culturas o prácticas eclesiales diversas.

Jóvenes que evangelizan a otros jóvenes

La puerta de entrada a las comu-nidades del Tambo suelen ser los mis-mos jóvenes, que se pasan el dato unos a otros, o grupos especialmente convo-cantes que ofrecen en la Casa un espa-

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14 EL TAMBO

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cio recreativo gratuito para el aprendi-zaje de danzas folclóricas, tango o salsa.

Otros se acercan con el interés de recibir alguno de los sacramentos de iniciación, o motivados por otros espa-cios que se ofrecen en la Casa: lec-tura orante de la Biblia, encuentros de formación, oraciones comunita-rias, reuniones de reflexión y deba-tes, retiros espirituales en clave bíbli-ca, encuentros vocacionales, días de desierto, caminatas y paseos, encuen-tros para novios, acompañamien-to y diálogo personal con quienes lo requieran, eucaristías de los domingo o con grupos misioneros de la arqui-diócesis de Córdoba.

Los jóvenes son verdaderos prota-gonistas de la pastoral, tanto en la pla-nificación anual como en las activida-des que la concretan, los momentos de evaluación y las celebraciones de la comunidad.

En Semana Santa los universitarios comparten las celebraciones propias del tiempo litúrgico y organizan activi-dades diversificadas para los vecinos, particularmente para los niños, jóve-

nes y mujeres del barrio. En enero las actividades misioneras de verano se llevan a cabo en lugares geográfica-mente alejados, como las provincias de Río Negro (sur del país), Jujuy (noroes-te) y Chaco (noreste). Estas misiones tienen por destinatarios a los poblado-res de pequeños parajes o pueblos de mayoría indígena, de las etnias mapu-che, kolla o wichí.

En el diálogo con los jóvenes des-cubrimos una sensibilidad admirable que los hace solidarios con las víctimas de las distintas formas de violencia que amenazan la vida; creativos en la bús-queda de un futuro mejor, de un com-promiso social y político donde todos, especialmente los pobres y excluidos, tengan cabida.

Mirando hacia el futuroAl comenzar 2012 pareció conve-

niente, luego de 42 años de vida, revi-sar El Tambo como estructura de pas-toral juvenil claretiana, y discernir lo que Dios pide hoy a la luz de su evan-gelio. Hubo una reunión/asamblea de 3 días en Ascochinga, Sierras de Córdo-

ba, en la que los miembros de la comu-nidad se convocaron a reflexionar.

La dinámica del encuentro confron-tó las propuestas pastorales comuni-tarias. Una a una fueron pasando por el matiz del discernimiento comunita-rio las diversas actividades, la planifi-cación y evaluación de la Casa. Luego de un intenso debate, la propuesta fue de cuatro actividades prioritarias para la vida pastoral de El Tambo: (1) Las celebraciones litúrgicas y las eucaristías dominicales. (2) La formación de comu-nidades. (3) Los encuentros de forma-ción. (4) Las actividades misioneras.

Luego se formularon cuatro desa-fíos prioritarios para la pastoral, des-pués de haber discernido las llamadas de Dios y confrontarlas con las activi-dades prioritarias: (1) Presentar la per-sona de Jesús a los jóvenes universita-rios, e iniciarlos en un camino de dis-cipulado. (2) Acompañar al joven en su itinerario de formación profesional. (3) Vivir un estilo de iglesia-comunidad que contagie a otros. (4) Resignificar y reorganizar las actividades misioneras de la Casa.

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15PASTORAL BÍBLICA

Para una Lectura Orante de la Palabra:

I.- Ambientación

El texto que compartiremos en este tiempo de Pascua 2012 es el de Mateo 28,1-10. En él encontramos la experien-cia de la comunidad del Resucitado, que vive la inclusión de aquellos que la ley y la religión oficial han excluido, partien-do por las mujeres.

Al iniciar este momento de lectura y oración comunita-ria, pidamos al Espíritu Santo que ilumine nuestros corazo-nes con la experiencia del Resucitado:

En el nombre del Padre, que nos envió a su Hijo para que tuviéramos Vida en abundancia, estamos aquí;

En el nombre del Hijo, que vivió entre nosotros, se entregó a la muerte por nosotros, y resucitó glorioso antes que nosotros, estamos aquí;

En el nombre del Espíritu Santo, que iluminó los cora-zones de la primera comunidad cristiana, y de igual forma iluminará los nuestros con la experiencia del Resucitado, estamos aquí.

A ellos sea el honor y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

II.- Qué dice del texto: Mt. 28,1-10

28 1Pasado el sábado, al despuntar el alba del primer día de la semana, fue María Magdalena con la otra María a exa-minar el sepulcro. 2De repente se produjo un fuerte tem-blor: Un ángel del Señor bajó del cielo, llegó e hizo rodar la piedra y se sentó encima. 3Su aspecto era como el de un relámpago y su vestido blanco como la nieve. 4Los de la guardia se pusieron a temblar de miedo y quedaron como muertos. 5El ángel dijo a las mujeres:

–Ustedes no teman. Sé que buscan a Jesús, el crucifica-do. 6No está aquí; ha resucitado como había dicho. Acér-quense a ver el lugar donde yacía. 7Después vayan corrien-do a anunciar a los discípulos que ha resucitado y que irá por delante a Galilea; allí lo verán. Éste es mi mensaje.

8Se alejaron rápidamente del sepulcro, llenas de miedo y gozo, y corrieron a dar la noticia a los discípulos.

9Jesús les salió al encuentro y les dijo:–¡Alégrense!Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se postra-

ron ante él.10Jesús les dijo:–No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea,

donde me verán.

Releamos el texto, destacando aquello que nos ha llama-do la atención, ya sea una frase, una acción, etc.

El Resucitado, en el camino de los excluidos

“Jesús les salió al encuentro y les dijo:

¡Alégrense!” (Mt 28,9)

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16 PASTORAL BÍBLICA

III.- Meditaciones sobre el texto

a) Meditación personal: Es el tiempo del Espíritu del Resucitado(Puede hacerla cada uno en silencio, profundizando, entre los siguientes puntos, los que más lo motiven).

No es la hora del miedo y la soledad.No es el tiempo de la dispersión.No es el momento de hacer los caminos en solitario.No es la época de la uniformidad.No son los días de desesperar.

Es la hora del espíritu.Es la hora de la comunión.Es el tiempo de la verdad.Es la llegada de la libertad.

Es la hora de quienes tienen oídos para oír.Es la hora de quienes tienen corazón de carne y no de piedra.Es el tiempo de los que adoran en Espíritu y Verdad.Es el tiempo de los que creen y esperan.

Es ahora cuando todo es posible.Es ahora cuando el reino está en marcha.Es ahora cuando merece la pena no volverse atrás.Es ahora cuando podemos darnos la mano.Es ahora cuando su voz grita.

Es ahora cuando los miedosos no tienen nada que hacer.Es ahora cuando nuestra fuerza es el Señor.Es ahora cuando el Espíritu del Señor está sobre nosotros.

Es ahora el tiempo del Espíritu del Resucitado.Es ahora cuando los creyentes pueden exclamar:«¡Me ha enviado a proclamar la paz, la justicia y la alegría!».

b) Meditación conjunta: ¿Qué dice el texto hoy a nuestra vida?

1) Compartamos algunas preguntas que nos ayuden a comprender el texto:

*¿Cómo mostraban las mujeres la realidad que vivían en la sociedad de entonces?*¿Qué otros excluidos del pueblo fueron acogidos por Jesús en el Evangelio?¿Cuál será la misión de la comunidad ahora, al vivir la experiencia del Resucitado?*¿Cómo nos ha ayudado el texto a entender mejor la fe en la resurrección?

2) Aplicaciones a nuestra realidad:La experiencia de la Pascua no es para los miembros de la primera comunidad sólo un momento de gozo, sino un momento fuerte para reafirmar la respuesta al llama-do a la Vida Plena que les hizo Jesús mientras estaba con ellos. Este llamado es a vivir el modelo de vida comuni-taria (Hch 2,42-47). Es la experiencia profunda de vivir sin dejar a nadie afuera; de vivir unidos todos en un mismo espíritu.

¿Nos sentimos viviendo está realidad en nuestras comu-nidades? ¿Hemos salido al encuentro, como Jesús, de aquellos que la sociedad ha dejado afuera? ¿Quienes son los que están fuera de nuestra comunidad?

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17PASTORAL BÍBLICA

IV.- Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, y comprometernos con la transformación de la realidad.

Mirando el texto que hemos compartido, como si fuera un espejo, ¿cómo sentimos que se refleja en él nuestra vida? ¿Qué compromisos concretos nos lleva a asumir?

Elementos para ayudar a profundizar

Volver con la fuerza del ResucitadoEn la religión judía, la liturgia prohibía a las mujeres

hablar; y en la sociedad, su testimonio no valía en los juicios públicos. Pero ahora, por obra del Resucitado, son ellas las primeras protagonistas de la Nueva y Buena Noticia.

En medio del temor y el miedo generalizados, un grupo de seguidoras de Jesús se aventura a ir al sepulcro; frente al sentimiento del más profundo fracaso, ellas se enfrentan a la nada y a todo. No saben con qué se van a encontrar.

Pero encuentran que Dios se las ha arreglado para mover la gran piedra, y es el ángel quien les anuncia la gran noticia: “Ustedes no teman. Sé que buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí; ha resucitado como había dicho” (5-6). Para com-prender al mensajero de Dios hay que creerle; estar abier-tos y disponibles. Por eso los soldados no ven ni entienden en absoluto, al contrario de las mujeres.

El crucificado era en verdad el Resucitado. Ahora les corresponde a ellas volver para creer, creer para volver.

El camino de retorno empieza en Jerusalén, pero ahora va hacia Galilea. Pero este retorno no es en la oscuridad ni con la frente baja; por el contrario, ahora los de la periferia, y ellas en particular, son Testigos.

Jesús va adelante, a la Galilea de los gentiles, que es ahora lugar del Resucitado. Es región de Vida y Encuentro; un signo que evidencia el rechazo de Israel y la apertura a los alejados.

V.- Celebremos la PalabraEn silencio démonos cuenta de la presencia de Jesús

Resucitado entre nosotros. Luego expresemos, con una frase de la Biblia, aquello

que hemos vivido.(Cada uno expresa con una breve oración aquello que

desee pedir a Dios para sus compañeros de comunidad).

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18 PADRE MARIANO

En la senda de Mariano, ¿otros santos misioneros?

Mariano Avellana Lasierra es “patrimonio” de la familia claretiana mundial. Su figura ya tradicional luce enmarcada junto a las del Corazón materno y Antonio Claret en las casas misioneras de las más diferentes latitudes.

Es que el “santo padre Mariano”, como lo apodaron desde obispos hasta el humilde pueblo cristiano que lo conocieron, se inscribe en el ámbito superior de quienes, como el santo Fundador, dieron testimonio heroico de entrega a Dios, ofrendando su vida en el martirio o consu-miéndola al servicio del Señor y del prójimo.

Sólo Claret ha llegado así al honor máximo de ser inscri-to en el “canon” de los santos de la iglesia universal. Pero la entrega de sus vidas en el martirio ha sido reconocida como uno de los testimonios más asombrosos de nuestro tiem-po en el caso de los 51 de Barbastro, el seminario comple-to –superior, profesores y más de 40 muchachos veinteañe-ros- que en los inicios de la Guerra Civil española de 1936-39 enfrentaron sin desfallecer los fusiles de sus asesinos, en vez de renegar de su fe y su consagración religiosa. Fueron bea-tificados por Juan Pablo II el 25 de octubre de 1992.

Ejemplo similar había ofrecido en 1927 el padre Andrés Solá, quien durante el capítulo final de la Revolución Mexi-cana conocido como la “ revolución de los cristeros”, se negó a abandonar al pueblo cristiano privado de sus pastores por la persecución religiosa, y terminó asesinado. Fue beatifica-do en el propio México por el cardenal claretiano José Sarai-va Martins el 20 de noviembre de 2005.

Con igual reconocimiento serán honrados este año otros 16 mártires claretianos de la Guerra Civil Española, que ofrendaron sus vidas en las localidades de Sigüenza y Fer-nán Caballero como sus hermanos de Barbastro.

Entre tanto la congregación claretiana cuenta con dos Venerables, a quienes el Sumo Pontífice ha declarado tales junto con reconocer la heroicidad de sus virtudes. Están así en condiciones de ser beatificados cuando se reconoz-ca algún milagro cabal que el Señor realice por su interce-sión. El P. Mariano Avellana fue declarado Venerable el 23 de octubre de 1987 por Juan Pablo II, quien el 13 de mayo de 1989 hizo lo propio en honor del P. Jaime Clotet, cofunda-dor de la congregación claretiana.

El “santo padre Mariano”En las 50 ediciones de TELAR ha estado presente la figu-

ra de este misionero por excelencia en la historia claretia-na de Chile, adonde llegó en 1873, sólo tres años después de ingresar a la congregación como sacerdote diocesano. Tenía 29 años.

A lo largo de unos 2.000 kilómetros de la faja territorial chilena y por más de 30 años, casi no hubo pueblo o villo-rrio donde no misionara, sobre todo a los enfermos, los pre-sos y los más postergados.

Por 20 años y hasta su muerte sufrió un herpe muy dolo-roso que le desolló el vientre. A él se le sumó en los últimos 10 años una herida en una pierna que creció hasta el tama-ño de una mano abierta. Sin embargo, siguió misionan-do y desplazándose a caballo, sin que nada hiciera mermar su actividad misionera. Sufrió además un accidente cere-bral con parálisis facial, que sólo pudo superar con gran fe y fuerza de voluntad.

Durante una misión en el norte del país falleció el 14 de mayo de 1904, en el hoy desaparecido pueblo minero de Carrizal Alto, región de Atacama. Sus restos mortales se veneran desde 1981 en la Basílica del Corazón de María, en Santiago.

La ampliación del campo misionero en el cono sur ameri-cano con la constitución reciente de la provincia claretiana de San José del Sur, ha extendido también a Argentina, Uruguay y Paraguay las posibilidades de que se logre talvez más pron-to del Señor el milagro que permita su beatificación.

Entre tanto, hay también en este rincón de América testimonios de vida admirables de otros misioneros clare-tianos que talvez justifiquen abrir sus causas de beatifica-ción y canonización. Presentamos en esta oportunidad a dos de ellos. t

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19PADRE DANIEL DE LA SIERRA

Daniel de la Sierra, “el ángel de la bicicleta”

Fue también la época en que dic-taduras militares salvajes adoctrinadas por los Estados Unidos de Norteamé-rica, se abatieron sobre el continente y reprimieron con saña tales manifes-taciones eclesiales, tildándolas de bra-zos o marionetas del comunismo inter-nacional.

En 1970 el P. Daniel se ofrecía a sus superiores para trabajar en villas de emergencia, y poco después se iba a vivir con otro sacerdote en la “Nueve de Julio”, surgida en el sector marginal de Bajo Flores con unos 30.000 pobla-dores, en su mayoría inmigrantes boli-vianos, peruanos y paraguayos.

Ayudados por algunas religiosas, los dos curas dan énfasis allí a la cate-quesis, la promoción social y la crea-ción de conciencia para luchar ante las autoridades por sus derechos.

Enfrentando a las “topadoras”En 1976 encontramos a Daniel tra-

bajando en Barracas, otra villa de emer-gencia, surgida en terrenos de Ferroca-rriles y ocupada principalmente por paraguayos y otros indocumentados, más grupos emigrantes del interior del país. Allí nacerían las Villas 21 y 24, que harían inolvidable el nombre de Daniel de la Sierra.

En las barriadas pobres del gran Buenos Aires perdura, a veinte años de su muerte, la veneración al misio-nero Daniel de la Sierra Escudero, por su entrega generosa a los más pobres.

Nacido en 1938 en tierras caste-llanas de Valladolid, España, se había incorporado muy joven a la congre-gación claretiana. Tras cursar la carre-ra sacerdotal, fue enviado a Roma para licenciarse en Teología. A sus 26 años llegó a la Argentina en 1964 como pro-fesor del teologado internacional cla-retiano de Córdoba.

Tres años después iría a la capital para cursar Ciencias Sociales en la Uni-versidad de Buenos Aires. Allí se con-tacta con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y se incorpora a los “curas villeros”, dedicados a redimir de su miseria a los pobladores de las llamadas en Argentina “villas miseria” o “de emergencia”, en Chile, “poblacio-nes callampa” o “campamentos margi-nales”, y en Brasil, “favelas”.

Eran tiempos en que junto con el Concilio Vaticano II surgía con fuerza el ideal de una iglesia comprometida de modo preferente con los pobres y la reivindicación de la justicia social en Latinoamérica. Ideales que cobrarían mayor vigor con las orientaciones de las asambleas celebradas por los obis-pos del subcontinente en Medellín, Colombia (1968), y más tarde en Pue-bla de los Angeles, México (1979).

Montado sobre las dos ruedas que lo inmortalizaron como “el ángel de la bicicleta”, se dedicó a golpear puertas, concientizar a comerciantes y gente de buena voluntad, en busca de recursos para sus pobres.

Luego se enfrentó y demandó a los Ferrocarriles, ante el intento de erradi-car a los humildes pobladores según recetas de las dictaduras militares de turno, cortadas por la misma tijera de las que sus similares aplicaban en otros países del continente. Buscaban sacar a los grupos humildes lo más lejos posible de los barrios pudientes, no dispuestos a tolerar su cercanía.

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20 PADRE DANIEL DE LA SIERRA

Así llegaron “bulldozers” o máquinas “topadoras” para demoler las pobres viviendas y erradicar a los pobladores de las Villas 21-24.Y el P. Daniel se con-virtió en leyenda cuando se plantó, con los brazos en cruz, frente a las topado-ras para impedirles el paso.

A la vez buscaba soluciones de fondo. Movilizó a los pobladores para conseguir terrenos donde levantar el que sería el barrio de Caacupé, en honor a la virgen patrona de los paraguayos. Con ahorros reunidos en cooperativa y un plan de trabajos comunitarios a los que Daniel se sumó con picota y pala, 61 familias iniciaron la construcción de las primeras casas decentes que les cambiarían la vida. Tres años después se inauguraba la villa y surgía la capilla, actual parroquia, de Caacupé.

La muerte de la semillaDe este ejemplo surgiría más tarde

el trabajo de los misioneros en el barrio San Jorge del partido de Florencio Varela, donde el testimonio de Daniel

sigue vivo en otros claretianos empe-ñados en redimir a pobladores margi-nales, como TELAR lo dio a conocer en su edición anterior.

Entretanto, “el ángel de la bicicleta” vivió su pascua sobre las mismas dos ruedas que lo hicieron famoso. El 25 de octubre de 1992, cuando junto a los demás claretianos celebrara con gozo la beatificación de los Mártires de Bar-bastro, era atropellado por un ómni-bus del transporte público y rendía la vida tirado sobre el asfalto. Sus fune-rales fueron una de las mayores mani-festaciones de pesar vistas por muchos años en la capital argentina.

Hoy día su nombre cubre todos los rincones de las villas de Caacupé, ani-mando una labor enorme que inclu-ye asistencia social, educación, reden-ción de las drogas, talleres de capacita-ción juvenil, atención de salud, depor-tes y muchas otras. Cumpliendo con la máxima del Evangelio, era necesario que la semilla muriera para que diera un enorme fruto. t

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Alegrando a los más pobres, convocándo-los en momentos críticos

y acompañándolos en tristezas y alegrías, el P. Daniel evangelizó a los marginados

en el Gran Buenos Aires.

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21PADRE TOBÍAS MARTÍN

El padre Tobías, misionero “santo”

Y “con los pies en la tierra”El nombre del padre Tobías Martín Martín no puede pro-

nunciarse entre el pueblo humilde de Humahuaca, en el norte de Argentina, sin que alguien corrija: “¡el santo padre Tobías!”.

Llama la atención esta semejanza con el venerable P. Mariano Avellana. Pero a poco de leer sus rasgos biográficos la similitud simplemente asombra. Es que ambas parecieran dos vidas paralelas, tanto por el fervor de sus motivaciones, la firmeza y sacrificios con que ambos las llevaron a la prácti-ca, como también los respectivos lapsos en que las hicieron efectivas y hasta los numerosos testimonios de santidad de quienes los conocieron.

Español como Mariano y Daniel, el P. Tobías había naci-do en tierras castellanas de Salamanca en 1919, e, ingresó al seminario menor claretiano de Sigüenza a los 10 años, como se estilaba entonces. A los 15 vivía el noviciado, y un año después se incorporaba a la congregación con los primeros votos o profesión religiosa.

Sólo meses después estallaba la Guerra Civil, que bañaría en sangre a España, desataría una feroz persecución religio-sa y segaría las vidas de 270 mártires claretianos.

Escapando por la geografía española y mal alimentado, Tobías incubaría desde entonces una salud débil que, pese a acompañarlo el resto de su vida, haría brillar sobre ella la fuerza del poder divino. Acallada la guerra, fue consagrado sacerdote en 1943.

Sus mayores anhelos eran misionar entre los pobres del llamado Tercer Mundo. Pero los superiores desecharon por largos años sus peticiones, debido a su precaria salud.

A los 48 años, cuando ya pensaba que no cumpliría sus ilusiones, un antiguo compañero pidió y obtuvo que vinie-ra a la Argentina. Era el P. José Mª Márquez, administrador apostólico y después obispo de la Prelatura que en 1968 los claretianos de Bética, España, habían aceptado echar a andar en Humahuaca, en el norte argentino.

De esta forma el P. Tobías llegó al que sería el territorio misionero de su vida, donde con fama de santidad entrega-ría 30 años de trabajo incansable y finalmente su vida. Tal como lo hiciera en Chile Mariano Avellana.

En tierra de los omaguacasAntiguo territorio de los aborígenes omaguacas, arre-

batado por los colonizadores españoles desde que en 1536

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pasó por allí el calamitoso viaje de Diego de Almagro desde el Perú a Chile, Humahuaca luce una indómita pero hermosa geografía. En ella destaca la famosa Quebrada de Humahua-ca, declarada patrimonio de la humanidad. El departamen-to y ciudad cabecera homónima se entroncan en la norte-ña provincia argentina de Jujuy. Precarios caminos, alturas enormes, fríos, vientos y lluvias torrenciales, hacen muy difí-cil la atención pastoral de la gran cantidad de comunidades muy pobres diseminadas entre sus valles.

Allí se integró el P. Tobías el 3 de julio de 1968, con un entusiasmo que al poco tiempo le había conquistado el corazón de esos humildes campesinos. Numerosos testimo-nios lo describen como un misionero fervoroso, muy abne-gado, sencillo, cordial y bondadoso, que jamás se negaba a atender a quien lo pidiera, cerca o lejos, a cualquier hora. De preferencia a los enfermos, como Mariano Avellana.

Pero la salud lo pondría a dura prueba; él mismo enferma seriamente y debe hospitalizarse. De regreso en Humahua-ca no mejora, y los médicos aconsejan su traslado a Tucu-mán, un lugar más bajo y cálido.

Allí comienza a profundizar en la dura realidad de los campesinos, y a organizarlos para enfrentar las raíces de su pobreza y la liberación de las injusticias. Con la doctri-na social de la Iglesia en mano, más las orientaciones del Concilio y los documentos de Medellín; sin fomentar odios, enfrentamientos ni violencias.

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El panorma se le abre más cuando va como párroco a alturas de entre 4.000 y 5.000 metros, en la Mina Aguilar: una gran veta de venenoso plomo y zinc, propiedad nor-teamericana, donde los obreros trabajaban en condiciones horribles de explotación y abusos. Su vida laboral termina-ba a los 40 años, con los pulmones petrificados por la silico-sis, el verdugo de los mineros.

Se cuenta que éstos –a quienes el P. Tobías visitaba casa por casa-, sintieron profundamente su presencia evange-lizadora y valiente. Fue muy claro en denunciar las injusti-cias ante sindicalistas y empresarios y al mediar entre ellos, defendiendo siempre a los más débiles.

Se logró así un acuerdo para mejorar las condiciones salariales y de vida de los trabajadores, el que, sin embar-go, fue desconocido por la compañía foránea. La frustración llevaría años más tarde a una gran explosión social; pero el P.Tobías ya no estaba entonces en Mina Aguilar. Porque, enfermo de nuevo, debió bajar de esas inhóspitas alturas a su querida Humahuaca.

Hasta rendir la vidaCuando en 1973 el P.  Márquez fue nombrado primer

obispo de la Prelatura humahuaqueña, designó como su vicario general al P. Tobías, quien convirtió el cargo en motivo de más trabajo y dedicación a sus feligreses. Como “auténtico pobre de Yavé”, llegó a compartir con los más pobres hasta su propia ropa y alimentos.

Andaría en esos trotes hasta 1984, cuando fue destinado al servicio misionero en los valles de Salta, con asiento en las

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cabeceras de Santa Victoria Oeste y Nazareno. Se trataba de 40 comunidades, unos 10.000 habitantes, aislados entre los cerros. Como Mariano Avellana, el P. Tobías –inconfundible en su gorrito, su manta y una linterna para sus correrías noc-turnas- visitaba a caballo o a pie primordialmente a los enfer-mos. E igual que de Mariano, se pudo decir de él que “jamás ningún paciente quedó sin recibir la santa unción y el viático”.

En una zona que arrastraba problemas endémicos de tie-rras usurpadas a los campesinos nativos, el misionero, “con los pies en la tierra”, apoyó siempre las reivindicaciones de “los verdaderos dueños”, y alentó a los líderes a luchar por su dignidad y a recuperar las propiedades de sus ancestros.

Durante 14 años sería ésta la última misión de sus amo-res. Trabajó con abnegación y grandes sacrificios. Sin hacer-se notar y, sin embargo, siendo masivamente amado y teni-do como “santo” por los más humildes.

Pero su débil salud doblegaría finalmente su reciedum-bre de roble. En el último año fue sucesivamente hospitali-zado y dado de alta. Hasta que el 16 de mayo de 1998 sufrió una lesión cerebral gravísima. Trasladado con enorme cari-ño por sus hermanos de comunidad a San Salvador de Jujuy, fallecía allí la noche del 20 de mayo, víspera de la Ascensión del Señor, llevando hacia los brazos del Padre el bagaje de sus 30 años de incansable labor evangelizadora, nimbada por una fama general de santidad. Todo ello en forma nota-blemente similar a la del venerable Mariano Avellana.

Sus restos mortales descansan desde entonces bajo el baptisterio de la modesta catedral prelaticia de Humahua-ca, corazón de la tierra a la que entregó lo mejor de su vida. t

En las afueras de Santa Victoria Oeste, el P. Tobías, junto a su entonces superior provincial el P. Manuel Carrasco.

Los humildes y sencillos no le escatimaron su cariño.

PADRE TOBÍAS MARTÍN

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23FAMILIA SáNCHEZ-ACUñA

Gustavo Sánchez Cruz vive desde largo tiempo un tes-timonio misionero laical centrado en “el Jesús que sufre”. Junto a su familia pone pasión y energía en diversos pro-yectos de su fundación “Misioneros Cristo Ayuda”, los que ha ido poniendo en marcha en favor de ancianos y otras per-sonas de escasos recursos.

En su oficina de contabilidad en el centro de Santiago recibe a TELAR este hombre de estatura alta, robusta ana-tomía y unas manos fuertes e inquietas que revolotean hur-gando en la computadora cientos de fotografías de sus jor-nadas con “viejitos” de clubes de la tercera edad.

Cuenta que junto a su esposa y sus cuatro hijos los ale-gra con primor: cocinándoles ricas paellas; con una victro-la para que escuchen sus canciones de antaño; preparan-do helados americanos o deliciosas “cabritas” (palomitas de maíz), en máquinas especiales que ha adquirido con tal fin.

Este amor por los ancianos nació hace años, cuando visi-tó en el hospital a una amiga rodeada de gente y de cariño. Al frente de ella había una cama con un cuerpo totalmen-te cubierto, que parecía un muerto. “Con mi estilo punta-do e intruso le destapé el rostro, y vi a una viejita llorando. Era ignorada por todos; porque así funciona el mundo. Allí mismo entendí que Jesús nos pide a gritos que le miremos en los más abandonados”.

Le prometió visita al domingo siguiente. “¡Ella esta-ba esperándome, sentada, peinada y con los labios pintados! Aprendí que en la medida que arranques una sonrisa o elimi-nes una pena, es Jesús el agradecido”.

Servir a Jesús en el que sufreDesde entonces Gustavo Sánchez dedica buena parte

de su tiempo a asistir a indigentes, visitar enfermos en hos-pitales, atender a moribundos, ejerciendo el ministerio de la fe y sirviendo en la eucaristía, en la catequesis bautismal o matrimonial.

En su adolescencia ingresó al seminario claretiano, y aunque luego optó por el camino laical, nunca olvidó aque-llos tiempos. “Soy ministro de liturgia y comunión hace más de 30 años, y trato de atender a quienes sufren”.

Se casó hace 25 años con Ximena Acuña, y la incorpo-ró a su remolino de proyectos y realizaciones caritativas. Al torrente entraron también sus cuatro hijos: Gustavo (24), Rocío (21), Magdalena (15) y Amalia (5).

Cada año organiza una fiesta en honor de una decena de clubes de la tercera edad, en un club de campo de su pro-piedad en la comuna campestre de Pirque, al suroriente de la capital. Esta obra, llamada “Dedicados a usted”, permite que más de 500 ancianos disfruten de una celebración pre-parada en familia. Los esposos preparan los platos, los hijos alistan las mesas sobre impecables manteles confecciona-dos por Gustavo y su esposa, disponen el fuego para las carnes, los globos multicolores, los diplomas de honor para quienes serán la reina y el rey feo…

Con una energía que sorprende, se puede ver a Gustavo tanto en delantal horneando empanadas, como sentado a la máquina de coser, regando los jardines o dando la comu-nión revestido de alba en la misa dominical.

Los Sánchez- Acuña:

Una familia misionera laica que eligió servir al Jesús que sufre

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Cocinando para los “viejitos”. Posando en familia.

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24 FAMILIA SáNCHEZ-ACUñA

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FAMILIA SáNCHEZ-ACUñA

“La Chinduja”Con orgullo muestra Gustavo algunas fotos del centro

de eventos o celebraciones que ha formado en familia y que bautizó como “La Chinduja”. “Significa ‘pequeña linda’, pero no sé en qué idioma”, asegura sin inmutarse.

Oriundo de Pirque, construyó allí con su familia una bella casa en un terreno amplio ubicado a los pies de la cordillera andina. “Me demoré 15 años, desde la primera a la última pie-dra hasta culminar con la capilla”, remarca.

El paraje cuenta con piscina, “quinchos” para asados, pér-golas, juegos infantiles y áreas verdes. Ideal para recreación en familia, celebraciones institucionales o quien busque aire puro, paz y recreación, “cualquiera puede visitarlo, pagando por su ingreso”, precisa Gustavo.

Dar amor sobre ruedasComo origen de otro de sus proyectos, cuenta cómo

un día notó que varios viejitos de sus clubes beneficiarios habían dejado de ir a las fiestas porque ya no caminaban. Habían perdido la movilidad. Decidió entonces dotarlos de sillas de ruedas y aparatos ortopédicos.

Con recursos generados por “La Chinduja” viajó a los Esta-dos Unidos. Allí se vinculó con la Fundación FRIDLA (“Amigos de los discapacitados de Latinoamérica”) y con la empresa “Wheels of Hope” (“Ruedas de Esperanza”), una entidad que presiden Patrick Rimke y su esposa Linda, quienes junto a un grupo de voluntarios recaudan sillas de ruedas para distri-buirlas entre personas necesitadas de Latinoamérica.

De ellos está profundamente agradecido. Siente que han apoyado su labor social de modo tan generoso que ha permi-tido traer al país más de 600 sillas de ruedas, además de anda-dores, camas clínicas, colchones antiescaras, bastones, etc.

Mirando las fotos de los contenedores captados al lle-gar a Chile, Gustavo se emociona.“En la vida, quienes tene-mos fe debemos poner los cinco panes y dos peces en manos del Señor. El los multiplica, porque humanamente esto no es posible. Lo que hemos logrado es incontable, porque el Señor no tiene medidas”.

Familias que ardan en caridadEl testimonio misionero de Gustavo y su familia lleva

a preguntarle sobre la clave de sus realizaciones. “Tal vez, dejarse llevar por una libertad económica, no esclavizarse en nada, hacer un proyecto y ponerse a trabajar. Decirle al Señor: ‘aquí pongo mis cinco panes y mis dos peces’, o como Pedro: ‘en tu nombre, Señor, echaremos nuestras redes”.

Lamentablemente, agrega, la gente echa las redes en nombre de Ripley, Falabella u otra multitienda. “Así no habrá jamás pesca milagrosa”. A su juicio, un misionero siempre ha de tener buenos ojos para ver al Señor desde lejos, y buenos oídos para escuchar dónde está el que sufre.

En este tiempo de Pascua de Resurrección, precisa Sán-chez, estamos llamados a hacer resucitar en nuestros cora-zones al misionero en potencia que todos llevamos dentro. Quizás la clave mayor sea aprender todos a amar y a dar: yo y mi familia, tú y la tuya, cientos de otras más…, y así tal-vez llegar a realizar grandes cosas en favor de los hermanos más nececitados.

“Creo que como familia misionera claretiana hemos dejado una huella. No somos de andar hablando de Dios con la Biblia en la mano. Evangelizar con hechos y arder en caridad, como pidió nuestro Padre Claret, quizás sea el gran secreto de tantos dones recibidos”.

Silvia Yermani

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Llevando la Comunión. Proporcionando equipos clínicos a discapacitados.

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25LOS MAYAS

Los medios de comunicación se han encargado de esparcir por el mundo la gran y temible noticia: según la cultura maya, por diciembre de 2012 todo nuestro mundo se irá a la epoti, o a la me, o a la gówno o a la jaraa’, según se hable en guaraní, mapuche, polaco o árabe. Y medio planeta anda con el credo en la boca.

Así los medios informativos han prestado oreja, tribuna y micrófono a las predicciones que un día formu-ló el escritor Frank Waters, quien, a mediados de los ’70, explicaba capri-chosamente cómo los antiguos mayas habrían anunciado un fenómeno sin precedentes al finalizar el ciclo solar del calendario que los regía. Fenóme-no que ocurriría el 21 de diciembre de 2012 del calendario gregoriano que rige en nuestra cultura.

Un viaje espacial, no especialAunque más apta para ser cata-

logada como relato de cienciaficción que crónica histórica, la explicación dada por Waters pretende dar cuen-ta de una suerte de teoría de la evolu-ción. Hace más de 5.000 años, y gracias a la participación de un rayo que fue lanzado por una asamblea de ancia-nos mayas reunidos en un punto pro-fundo y oscuro del universo, la crea-ción entera habría caído en un proce-so de evolución violenta y acelerada. El propósito de semejante acción colec-tiva sería encender las alertas y activar una acción de evacuación: huyan del planeta antes que desaparezca en una masiva destrucción.

La naturaleza colapsada a más no dar; el sol dispersando estragos a tem-peraturas que derriten los polos. Y un anónimo cometa (presentado como

una suerte de vendedor de seguros de vida), sería el agente que provoca-ría cambios salvadores en la humani-dad (en realidad no el cometa, sino la estructura de su cola).

Ciertamente los mayas, hace más de XVIII siglos, predijeron el fin de un ciclo solar y el comienzo de otro. Ellos, lejos de toda concepción destructora, apocalíptica o sepultural, jamás anun-ciaron el fin del mundo. Más bien pre-dijeron la aparición de una de sus dei-dades de paz, equilibrio y armonía. Vociferaban, además, una Buena Noti-cia de salvación, de novedad, de reno-vación.

De hecho, no había (ni hay) en ellos el menor atisbo simétrico entre salva-ción o condenación, como en el cris-tianismo, que en ciertos sectores carga todavía con el pesado mamut de la predestinación.

Los mayas no dijeron lo que dicen

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Proporcionando equipos clínicos a discapacitados.

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Soñar no cuesta nadaSin embargo, es comprensible que este tipo de

profecías nos conduzca desde su exceso particular a una exageración colectiva. Recordemos que en nues-tra sociedad hay espacio para todo; y aquello que no lo tiene, de uno u otro modo se las arregla para crearse uno. Luego, es prudente que los cristianos realicemos el ejercicio diario de resucitar ese viejo, pero siempre nuevo, hábito de soñar este mundo sin desgracias, y esperar un futuro de absoluta paz y armonía.

Convengamos que si falta esperanza se marchita la vida, y sin el por qué y el para qué de la vida languide-ce su razón de ser. En definitiva, si no sueño, me muero. Se ha dicho que si soñamos solos es señal de ilusión, pero si soñamos juntos es señal de solución.

No sabemos ni el día ni la hora

¿Qué hacer con estos mensajes apocalípticos –o de revelaciones secretas-, escatológicos –anunciadores del final que viene- y hasta cosmológicos, o intérpre-tes del universo de los astros? ¿De dónde sacamos las pinzas para dar vuelta y escudriñar el misterio aposta-do en sus intersticios?

No lo sabemos. La certeza con la que hoy conta-mos es que toda forma de vida tiene un fin y también un sentido. Y al fin temporal le llamamos muerte. Pero la muerte no es la palabra final, sino el último episo-dio de un proceso temporal que pasa a otra etapa que creemos es total y definitiva.

El zigzagueo peligroso entre dudas y fe, a nada con-duce. El diminuto dios de las dudas jamás saldrá al encuentro de alguien en el momento de la muerte. Un día Jesús, en su evangelio, nos dijo que la hora de pasar de una etapa transitoria a la definitiva, nadie la conocía. ¿Y si se detiene el reloj de la vida antes de lo esperado? Jamás lo sabremos; acaso Jesús dio señales (Mt 24,1-28).

En consecuencia, se impone la vigilancia para no ser sorprendidos por profecías que, tal como llegan, se van. Vigilar es sencillamente actuar de tal manera que posibilite, sin riesgo alguno, la llegada del Señor Jesús.

Lo demás, como sucede tantas veces, es eco ampli-ficado de una interpretación antojadiza y tal vez malin-tencionada sobre una de las culturas, a nuestro enten-der, más exquisitas de nuestro suelo americano: la de los mayas.

Pedro Rojas Aguirre

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Patrocinadores de TELAR año 2012:

- ABS Abogados- Acont- La Chinduja- Fundación Cristo Ayuda- Sociedad San Judas Tadeo- Colegio Corazón de María de Antofagasta.

Los 11 de cada mes, una afluencia masiva de peregrinos acude a venerar a María de Lourdes en la imagen que pre-side su santuario de El Challao, en las afueras de Mendo-za. Los devotos llegan a agradecer favores, formular prome-sas y, sobre todo, clamar por la salud de sus enfermos, en una de las mayores expresiones de piedad popular del pue-blo argentino.

La festividad anual se celebra el 11 de febrero, cuando de la mañana a la noche se ve colmado el santuario, construido en forma de anfiteatro con capacidad para 5.000 personas sentadas. No obstante, cada día 11 del resto de año concu-rren en gran número delegaciones del país y de las naciones vecinas, entre ellas Chile y Bolivia.

TELAR estuvo recientemente en Mendoza para presen-ciar una de estas jornadas de fe popular. En su próxima edi-ción incluirá un reportaje al respecto, y en las siguientes espera hacer lo propio con otros santuarios confiados a la atención de los misioneros claretianos en el ámbito de la nueva provincia de San José del Sur.

Masiva devoción mariana en santuario de El Challao

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Colegio Claret de Bahía Blanca:

50 años educando al servicio del Evangelio

Cincuenta años celebra en este ciclo escolar

el Colegio Claret de Bahía Blanca, la ciudad

portuaria marítima más importante de la Argentina,

situada al sur de la provincia de Buenos Aires.

COLEGIO CLARET BAHÍA BLANCA

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Su historial recuerda que nació en 1962, por iniciativa de una comisión de laicos de la parroquia claretiana Inmacu-lado Corazón de María, y que obtuvo de la congregación la autorización para funcionar en una casa antigua a la parro-quia. Sus inicios son así los de una escuela parroquial.

Pero junto con los esfuerzos por el crecimiento y el logro de un buen nivel académico, se necesitó en poco tiempo ampliar la estructura según un proyecto de construcción que, holgadamente superado por el crecimiento de la matrí-cula, derivó en otro mayor y con proyección al futuro. Hasta que en 1985 se inauguró un edificio de tres plantas donde funcionan el nivel primario y secundario, teniendo el nivel inicial el suyo propio.

Estos esfuerzos fueron asumidos por la comunidad edu-cativa y la congregación, aunque en aquel tiempo el vínculo entre ambas era sólo administrativo-legal. No había un plan-

teamiento congregacional sobre los colegios como centros de evangelización, que se daría años más tarde.

Las familias, por su parte, se motivaban a matricular a sus hijos más bien por el prestigio pedagógico del colegio y el nivel de educación de los alumnos.

Un cambio históricoEn la década del ‘80 la congregación inició un proceso

de revitalización de las escuelas como ámbitos privilegia-dos de evangelización, cuyo principal detonante fue una reunión realizada en 1987 por CICLA, la organización de los claretianos de Latinoamérica, en Lima, Perú. La fundamen-tación de esos cambios estaba en documentos conciliares, cartas pontificias y orientaciones tanto de la iglesia univer-sal, latinoamericana y argentina, como también de la propia congregación.

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28 COLEGIO CLARET BAHÍA BLANCA

En 1992 se inició el proceso de transición congregacio-nal hacia la misión compartida con los laicos. Se delegó en un representante legal y un consejo de conducción laical la gestión y animación de la comunidad educativa. Fueron tiempos de concientización y de paulatino cambio para asu-mir la evangelización y la catequesis como lo fundamental que justifica al Proyecto Educativo Católico.

Se inició así una reflexión comunitaria sobre el proce-so educativo, se comenzó a vivir el carisma claretiano como compromiso y servicio, se valoró a la familia como destina-tario preferencial de evangelización, se fue redescubriendo el valor de la comunidad y su corresponsabilidad en la pro-pìa transformación.

Se fue pasando así a un colegio en clave pastoral, donde hoy existe una comunidad educativa que tiende a que cada agente educativo y toda actividad sean evangelizadores en orden a la construcción del Reino.

Además de la catequesis escolar, surgieron como expe-riencias evangelizadoras dentro de la pastoral educativa el

grupo misionero con jóvenes, el de los padres en apoyo a las misiones, la infancia misionera, grupo de delegados de cur-sos y animadores. Fueron organizándose encuentros, sema-nas vocacionales, proyectos de vida, convivencias, misa mensual comunitaria, campamentos, celebraciones con padres por grupos de aulas.

Un colegio en sintonía socialTodos los esfuerzos siguen estando hoy al servicio de

la construcción de una comunidad solidaria y fraterna, que propone el diálogo con el Evangelio desde una postura con-vergente e integradora en la misión trascendente de la his-toria; una comunidad comprometida con la dignidad del hombre, desde el diálogo, la tolerancia, el respeto y la cola-boración.

Así asumimos con responsabilidad, conciencia crítica y mirada amplia el acontecer social, cultural y eclesial, situa-ción desafiante que pone a prueba nuestra capacidad de iniciativa, de coordinación y de compromiso misionero.

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De la original primera piedra, a los días actuales.

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Primer Capítulo Provincial de San José del Sur

INFORMACIONES

Vida claretiana

50 misioneros se reunieron entre el 3 y el 11 de enero en la localidad de San Miguel, Buenos Aires, representan-do a las 23 comunidades que confor-man la nueva provincia de San José del Sur, que agrupa a las comunidades cla-retianas de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay.

El Capítulo Provincial es la reunión máxima que representa a todos los misioneros de un área o “provincia” de la congregación. En él se discu-te y proyecta el trabajo misionero para los próximos años. Esto se refle-ja en el Documento Capitular ema-nado del encuentro, que en este caso lleva el nombre “Tejedores de Esperan-za” como lema que orientará el actuar misionero en estas tierras del sur del mundo.

Pero el Capítulo es, además, la ins-tancia en donde se elige por votacion directa al superior provincial y sus con-sejeros. Ellos tienen como función prin-cipal llevar a cabo durante los próxi-mos 6 años el proyecto consensuado en el Capítulo. Para tal misión fueron escogidos, como superior provincial el P. Mario Gutiérrez Medina, y como consejeros los PP. Francisco San Mar-tín de Angelis (encargado de Aposto-lado), Joaquín Medina Romero (Forma-ción), Alonso Sánchez Matamoros (Eco-nomía), y Agustín Cabré Rufatt (Secre-tario).

El Capítulo se vivió en un clima de fraternidad y alegría, que permitió aunar criterios en vistas al desarrollo del actuar de la congregación en estas tierras, y reafirmar el compromiso del anuncio del Evangelio con una marca-da opción por los pobres y excluidos. t

En el encuentro eucarístico.

Nuevo equipo de gobierno: misioneros Joaquín Medina, Alonso Sánchez, Agus-tín Cabré, Francisco San Martín y el superior, Mario Gutiérrez.

Un instante en el debate serio y fraterno.

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30 INFORMACIONES

Concurrida Escuela Bíblica de VeranoEntre el 27 y el 29 de enero se

reunieron en Talagante, Chile, para la ya tradicional Escuela Bíblica de Vera-no, animadores y miembros de los equipos bíblicos de Andacollo, Temu-co, Zenteno, Copiapó, Curicó, Cordille-rilla, Renca, parroquia San Francisco, Valparaíso, El Llano y el equipo central de coordinación de Cebiclar, el Centro Bíblico Claretiano de Chile. También

participaron integrantes de Sabiclar, el equipo bíblico claretiano de Argenti-na-Uruguay, y del equipo pastoral de Comunicaciones.

El lema “Oyentes y servidores de la Palabra, testigos del Reino en nues-tro pueblo” animó la escuela. Acom-pañó el aporte teórico el P. José Enri-que Aponte, miembro del equipo de Rebiclar, la red bíblica claretiana de

Inician su camino en la vida religiosa El 2 de febrero, con la celebración del rito de iniciación en la vida religiosa

propio de la congregación, dieron comienzo a su año de noviciado los jóve-nes Carlos Soria, Mauro Candias, Víctor Adrián Fernández, Oscar Agüero y Ovi-dio Javier Ortigoza, de la provincia claretiana de San José del Sur, junto a otros seis jóvenes de las provincias de Brasil y Perú-Bolivia.  

El acto fue presidido por el P. Juan Carlos Bartra, superior provincial de esta última área.

Con votos religiosos se incorporan nuevos jóvenes misioneros

El 2 de febrero, Fiesta de la Presenta-ción del Señor, emitieron su primera pro-fesión religiosa, o promesa de consagra-ción como misioneros, los jóvenes José Javier Olguín Herrera, Jorge Ortigoza Gar-cete y Arnaldo Noceda Pesoa, pertene-cientes a la provincia San José del Sur, a la cual en ese acto quedaron formalmen-te integrados. Junto con ellos profesaron también dos jóvenes de la provincia de Brasil y uno de la provincia Perú – Bolivia. Todos ellos continúan ahora su formación misionera.

La celebración, presidida por el P. Mar-cos Aurélio Loro, superior provincial de Brasil, se realizó en el Santuario del Cora-zón de María de Cochabamba, Bolivia, donde se emplaza el noviciado claretiano del Cono Sur.

Latinoamérica. La celebración de los diez años de Cebiclar enmarcó todo el encuentro y fue motivo de celebra-ción y fiesta.

El domingo 29 se cerró la escuela de verano con una eucaristía presidida por el P. Mario Gutiérrez, superior provincial. En ella se agradeció a Dios por tanta gratuidad recibida de sus manos en el caminar bíblico de la familia claretiana.

Nuevo diácono, ordenado en EspañaEl domingo 18 de marzo, el seminarista clare-tiano Petronillo Chávez Ferreira recibió la orde-

nación diaconal en la parroquia El Salvador de la ciudad española de Segovia, donde se encuentra terminando sus estudios de Teo-logía. Petronillo, de nacionalidad paraguaya, regresará a su provincia de San José del Sur a

mediados de este año, tras haber culminado su preparación al sacerdocio misionero.

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Fotos: Diego Haristoy P.

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Reabierta en Santiago Basílica del Corazón de María

En emotiva ceremonia presidida por el arzobispo de Santiago, D. Ricar-do Ezzati, y el superior de los misio-neros claretianos de San José del Sur, P. Mario Gutiérrez , el domingo 18 de marzo fue reabierta la Basílica del Cora-zón de María, que por dos años perma-neció cerrada debido a los daños que le causó el terremoto del 27 de febre-ro de 2010.

Al mediodía se congregó la comu-nidad parroquial en el jardín de la casa madre claretiana contiguo al templo –como lo hizo durante dos años-, para celebrar la eucaristía, que junto al pas-

INFORMACIONES

tor y el superior claretiano concelebra-ron un vicario arquidiocesano y misio-neros de diversas comunidades.

En su homilía el arzobispo agrade-ció la labor evangelizadora de los cla-retianos en Chile por 142 años, y el que hayan levantado aquí la primera basí-lica del mundo en honor de su patro-na. Luego puso bajo la protección del Corazón de María a la arquidiócesis santiaguina y a todo el país.

Antes de finalizar la eucaristía, los asistentes si dirigieron en procesión al templo basilical, a cuya entrada el arzo-bispo bendijo la nueva cruz que coro-

na su fachada sustituyendo a la ori-ginal, que se desplomó con el último sismo. Luego se abrieron las puertas del templo, que con sus luces encendi-das y a los acordes de un himno coral sinfónico recibió a los centenares de asistentes congregados a la entrada.

Se vivieron entonces momentos de gran emotividad, entre aplausos, acla-maciones y lágrimas. Con la bendición del celebrante y el tradicional Himno al Corazón de María culminó la reaper-tura del histórico templo, tercera basí-lica más antigua de Chile y monumen-to nacional desde 1987.

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El arzobispo Ezzati bendice la nueva cruz superior de la fachada.

Ya en el altar mayor de la basílica, el Pastor, entre el superior mayor claretiano

y el párroco, Fernando Vega.Los feligreses colmaron por última vez el jardín comunitario donde se celebró

la eucaristía durante dos años.

Con un himno coral sinfónico fueron recibidos los participantes a su reingreso al templo basilical.

Da la bienvenida al Arzobispo el superior mayor, P. Mario Gutiérrez Medina.

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Reabierta en Santiago Basílica del Corazón de MaríaViene de la pág. anterior >>

La restauración interior de la basílica ha concitado elogios.

Momento solemne de la bendición de la nueva cruz basilical.

Una feligresía emocionada y entusiasta elevó su acción de gracias al Señor por la reapertura de la basílica.

Al inicio de la eucaristía, concelebradaen el jardín de la casa madre claretiana.