técnicas de autocontrol
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TÉCNICAS DE AUTOCONTROL
1. INTRODUCCIÓN
El concepto de autocontrol se articula sobre la capacidad del ser humano para alterar sus
propias dinámicas o comportamientos, potenciando sus posibilidades de adaptación al poder ir
ajustando sus acciones a distintos contextos y situaciones demandantes. Esta capacidad se refleja
en las estrategias y técnicas que se utilizan con el objetivo de controlar, voluntariamente,
emociones, conductas y cogniciones para conseguir objetivos que la persona se marca.
Conceptos relacionados son autorregulación, autogestión, automanejo o autodisciplina. A
veces son usados indistintamente y como sinónimos y todos ellos comparten que es el individuo el
que gestiona y regula el proceso. El autocontrol se suele centrar en aquellas circunstancias en
las que se produce un conflicto de intereses. Se hablaría de autocontrol cuando las pautas
de actuación se dirigen en especial a fortalecer dos aspectos relacionados con la ejecución
y/o inhibición de una conducta: la persistencia o mantenimiento de un determinado patrón de
actuación, aunque las consecuencias inmediatas no sean gratificantes y los beneficios se obtengan
a medio o largo plazo, y la resistencia o inhibición ante determinadas formas de funcionar más
reforzantes a corto plazo.
Este conjunto de competencias son resultados de experiencias de aprendizaje tempranas
(infancia) inicialmente reguladas por agentes externos (padres, educadores…).
2. BASES TEÓRICAS DE LAS TÉCNICAS DE AUTOCONTROL
Skinner se refiere a autocontrol como determinados comportamientos que tienen como
objetivo alterar o modificar los factores ambientales que controlan una conducta que se desea
reducir o inhibir. Se usarían estrategias para manipular los antecedentes y los consecuentes que
están influyendo en dicho comportamiento.
2.1. El concepto de autocontrol en Kanfer
Kenfer define autocontrol como estrategias o procesos que pone en marcha una
persona para incrementar la probabilidad de un respuesta y para reducir la presencia
de otra inicialmente más probable. Considera el autocontrol como un caso especial de
autogestión y diferencia dos tipos según la duración de la estrategia de autocontrol utilizada. En
el autocontrol puntual o decisional la estrategia se lleva en un momento concreto en el que la
persona tiene que decidir entre dos conductas y la elección de una pone fin a la secuencia. Ej:
optar por entrar en un recinto en el que no está permitido fumar. En el autocontrol prolongado
el procedimiento exige mantener la opción elegida mientras sigue abierta o presente la alternativa
desechada. Ej: rehusar fumar en un contexto en el que otros alrededor están fumando.
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El proceso de autocontrol tiene tres etapas según Kanfer. La autoobservación es el
proceso en que la persona se centra deliberada y cuidadosamente en su propio comportamiento
analizando lo que siente, piensa o hace, así como en los elementos del contexto que pueden estar
influyendo en esas dinámicas. Es importante que la persona sea capaz de identificar los aspectos
significativos de la actuación y discriminar las claves relevantes del contexto. La segunda fase es la
autoevaluación, donde la persona confronta una expectativa establecida de lo que debería ser y
la actuación real. Fruto de ese análisis se llega a un juicio sobre lo adecuado o no del
comportamiento emitido. Y la tercera, el autorreforzamiento. La persona se autorreforzará con
reforzadores encubiertos (sensación de bienestar por alcanzar una meta) o externos (tomar un
dulce tras cumplir una dieta), posibilitando así la consolidación del autocontrol. Si las experiencias
en autorreforzamiento son deficitarias, la eficacia del proceso de autocontrol se vería afectada.
2.2. El modelo de autocontrol de Thoresen y Mahoney
Para Thoresen y Mahoney la persona desarrolla autocontrol en la medida en que
modifica el medio externo e interno para promover un cambio significativo en su
conducta. Claves significativas son: a) la existencia de dos o más respuestas alternativas, b)
consecuencias diferentes y conflictivas entre las posibles alternativas y c) el mantenimiento de los
patrones de autocontrol por consecuencias externas a largo plazo.
Para ejercitar el autocontrol se pueden llevar a cabo dos estrategias. La planificación
ambiental está dirigida a reordenar las claves controladoras que facilitan la aparición de la
conducta que se quiere promover o incrementar, como eliminar claves ambientales tentadoras o
cambiar los monólogos internos. La programación de la conducta implica la autoaplicación de
consecuencias, tanto reforzantes como aversivas, tras la ejecución de determinada conducta.
2.3. El modelo de autocontrol de Bandura
Para Bandura el funcionamiento humano está regulado por la interacción recíproca
de influencias ambientales, conductuales y personales, y gran parte de su comportamiento
está autorregulado para conseguir beneficios futuros y evitar problemas. La autoeficacia
percibida tiene un papel importante. Hace referencia a las creencias de las personas acerca de
sus capacidades para obtener determinados logros. Estas creencias pueden referirse tanto a
habilidades cognitivas como conductuales. Se asume que las expectativas de autoeficacia son un
importante predictor de las intenciones y acciones de los individuos frente a diversas situaciones,
ya que influirán en las elecciones que se hacen y en las conductas que se realizan, así como en el
mantenimiento de ellas ante situaciones adversas. Si la percepción sobre la propia capacidad para
llevar a cabo una tarea no es precisa, puede influir tanto en excesos como en déficits
conductuales.
Para Bandura las creencias se construyen a partir de 4 tipos de experiencias: 1) los
aprendizajes directos con los resultados reales experimentados, 2) las experiencias vicarias en las
que la persona hace estimaciones sobre su propia capacidad al observar cómo actúan los demás,
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3) la persuasión verbal mediante la cual se hace llegar al sujeto información relativa a sus
capacidades de cara a impulsar la acción, y 4) los estados fisiológicos y afectivos que repercutirán
sesgando los juicios de eficacia personal que los individuos hacen.
Las expectativas sobre la eficacia personal reflejan un proceso dinámico en permanente
construcción que cambia con las experiencias vividas.
3. DESARROLLO DE UN PROGRAMA DE AUTOCONTROL
El objetivo de los procedimientos de autocontrol es reforzar a las personas para que sean
capaces de poner en marcha estrategias que les permitan regular sus comportamientos de cara a
lograr las metas que se han fijado. Es recomendable que antes de iniciar la fase de entrenamiento,
se le proporcione a la persona información general sobre el procedimiento de tal manera que tome
conciencia de su papel activo y se implique en el proceso.
El uso de las estrategias de autocontrol requiere que la persona asuma desde el inicio su
compromiso en el cambio. A veces, para manejar rechazos y prevenir incumplimientos, es
necesario abordar antes con la persona el reforzamiento pasado de patrones de dependencia o
experiencias de intentos fallidos o ausencia de habilidades o recursos para manejar demoras de
reforzamiento.
3.1. Estrategias básicas en el entrenamiento en autocontrol
En términos generales, el proceso sigue los criterios reguladores de un proceso de
moldeado (aproximaciones sucesivas). Por tanto el terapeuta tendrá un papel de apoyo más
significativo al principio (guía y referencia), para posteriormente ir desvaneciendo su presencia y
función hasta lograr la autonomía total de la persona en el proceso del cambio.
Los pasos a seguir son: 1) favorecer el compromiso al cambio, 2) especificar y evaluar el
problema, 3) planificar los objetivos de cambio, 4) diseñar y aplicar las estrategias de cambio y 5)
potenciar el mantenimiento y prevenir las recaídas. Estos pasos no tienen que entenderse como
secuencias independientes y aisladas, sino que los recursos y habilidades desarrollados en cada
uno de ellos interactuarán permitiendo el avance y la consecución de los logros establecidos.
3.1.1. FAVORECER EL COMPROMISO AL CAMBIO
La puesta en práctica de un programa de autocontrol requiere en primer lugar, motivación
y compromiso para establecer las nuevas pautas de funcionamiento y practicar nueva destrezas,
con el coste añadido de soportar las restricciones o pérdidas inherentes a la no ejecución de los
antiguos hábitos o conductas. Existen distintas estrategias que ayudan a potenciar el compromiso.
En primer lugar está focalizar la atención en beneficios y perjuicios. Primero en los
beneficios que se espera conseguir al cambiar los antiguos hábitos por los nuevos y
posteriormente revisar y precisar los perjuicios y desventajas que producían la realización de los
hábitos antiguos. La descripción de estos aspectos funcionarán como un estímulo discriminativo
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favorecedor de los nuevos comportamientos (los beneficios) y como estímulo discriminativo
inhibidor (los perjuicios). Suele recomendarse colocar la lista en un lugar visible relacionado con
las nuevas pautas de actividad que se quiere promover.
En segundo lugar se recomienda potenciar expectativas de autoeficacia como medio
de estimular la práctica y persistir en la tarea. Es conveniente:
Facilitar la obtención de logros graduando los niveles de exigencia.
Valorar el progreso a través de las distintas submetas establecidas y no teniendo
como criterio único el objetivo final facilitará el mantenimiento en el proceso y el seguimiento del
programa. Ej: en el control de la conducta de fumar es bueno centrarse en el logro de mantenerse
sin fumar el día concreto que se está trabajando.
Centrarse en lo alcanzado y no en lo que falta por lograr. Así se concentra la
atención en los logros y se fortalece la percepción de autoeficacia.
Controlar los pensamientos negativos sobre las propias capacidades basados en
experiencias de fracaso pasadas. Hay que apoyarse en las nuevas experiencias como un
elemento de referencia diferente de lo anteriormente vivido, estableciendo claramente las claves
distintivas de la nueva situación y sus circunstancias favorecedoras respecto a las vivencias
pasadas.
En tercer lugar comunicar a otros la tarea que se emprende. Esto permitirá que otras
personas colaboren en el desarrollo del programa, sirviendo de observadores externos que pueden
proporcionar ayuda puntualmente. En otras ocasiones el compromiso público puede servir como
elemento motivador al percibirse de manera negativa que los demás tengan conocimiento del
abandono o el no cumplimiento del programa.
3.1.2. ESPECIFICAR Y EVALUAR EL PROBLEMA
Hay que tomar conciencia de la presencia de las formas de funcionar y de las
condiciones en que éstas tienen lugar. Una de las estrategias más eficaces será la
autoobservación y registro. Las personas suelen describir sus formas de actuar de manera vaga y
confusa, haciendo referencia a aspectos más centrados en los deseos de cambio (“fumo
demasiado”) que en su manera de actuar. Para establecer un plan de cambio es necesario
operativizar la conducta de manera que permita su posterior observación y cuantificación. Para
objetivar los problemas es útil considerar los hábitos que están implicados, describiendo los
comportamientos que abarcan.
Un segundo paso es ayudar a la persona a que tome conciencia e identifique las
situaciones específicas, los contextos y circunstancias que tienen un papel relevante
en las pautas de actuación. Los comportamientos están regulados por claves estimulares
antecedentes y consecuentes que influyen en la forma de funcionar haciendo que en su presencia
o ausencia las conductas cambien. Ej: para un fumador hay elementos externos que le facilitan
encender un cigarrillo (ver a otros fumar, tomar café…), o internos (sentirse intranquilo…).
También es importante prestar atención a las consecuencias que se derivan de las
conductas. Ej: la ingesta de determinados alimentos genera una sensación de placer que favorece
su consumo. Para favorecer la puesta a punto de la estrategia, se pueden utilizar ej concretos de
los comportamientos habituales, especificando las acciones concretas que se suelen desarrollar. Se
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analizarán distintos aspectos antecedentes (lugar, personas…), y también se evaluarán las
circunstancias posibles que siguen a la conducta (cómo se sintió o pensó...).
3.1.3. PLANIFICAR LOS OBJETIVOS DE CAMBIO
La especificación de metas es un componente vital en un programa de autocontrol. Los
objetivos marcan el camino a recorrer, orientan la elección de técnicas que permitirán alcanzar
esas metas y fijan un criterio de cambio que impulsa la puesta en marcha del plan. Es importante
que la persona colabore en el proceso ayudando al terapeuta a que en su formulación las
propuestas sean viables y precisas.
Cuando se establecen los objetivos, deben plantearse de forma concreta y definida. Así,
se favorece el aprendizaje ya que promueven las nuevas actuaciones al permitir regular con mayor
precisión el esfuerzo necesario para alcanzarlos. Además estimulan la autoeficacia al permitir
evaluar con exactitud la consecución del éxito. Mager aconseja los siguientes pasos: 1) poner
por escrito la meta, precisando el resultado esperado y no los medios, 2) detallar comportamientos
que tendrían que estar presentes o ausentes al alcanzar el objetivo y 3) precisar contextos y
situaciones en los que se espera poner en marcha las nuevas pautas de acción.
En la planificación de objetivos es conveniente valorar aspectos de proximidad y nivel
de dificultad. Las metas próximas generan mayor motivación que las lejanas, ya que disminuyen
el abandono. En cuanto a la dificultad, aunque inicialmente motiva, si las metas son
excesivamente elevadas muchas actuaciones resultarán decepcionantes para el sujeto al fracasar a
pesar del esfuerzo empleado, lo que debilitará la autoeficacia reduciendo la motivación.
3.1.4. DISEÑAR Y APLICAR LAS ESTRATEGIAS DE CAMBIO
El establecimiento de objetivos posibilita planificar los pasos a seguir para seleccionar las
estrategias apropiadas. Según los cambios a establecer, las técnicas se han clasificado en tres
grupos: técnicas para facilitar el cambio de conducta, que potencian la participación y
adherencia al programa, técnicas de planificación ambiental, orientadas a alterar los factores
externos e internos que anteceden a la conducta que se desea modificar, bien fomentando o
inhibiendo su presencia y técnicas para la programación conductual, centradas en la
programación de las consecuencias que se derivarán de las diferentes actuaciones.
La aplicación de los procedimientos se diseñará para su práctica a través de tareas para
casa en las que la persona pone a prueba los métodos elegidos, estableciendo qué se
compromete a hacer y en qué situaciones y momentos, ensayando su viabilidad y afrontando las
dificultades y problemas que se deriven de su ejecución. Es necesario que se haga un
seguimiento sistemático del funcionamiento, especialmente a través de la autoobservación y
registro.
3.1.5. POTENCIAR EL MANTENIMIENTO Y PREVENIR LAS RECAÍDAS
Conviene asegurar el mantenimiento de los nuevos hábitos preparando a la persona para el
manejo de situaciones que puedan favorecer el resurgir de comportamientos no deseables y el
abandono de las nuevas formas de funcionar. Según Marlatt, todo programa de autocontrol
dirigido a mantener el cambio debería:
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Ser eficaz para mantener el cambio un tiempo significativo.
Promover el cumplimiento y seguimiento.
Combinar procedimientos de intervención cognitivos y conductuales, y fomentar cambios
en el estilo de vida.
Fomentar el desarrollo de habilidades en motivación y toma de decisiones.
Instalar nuevos hábitos y habilidades adaptados en lugar de los desadaptados.
Capacitar a la persona para que pueda afrontar con éxito nuevos problemas generalizando
lo aprendido.
Los fallos en el entrenamiento en autocontrol pueden ser debidos a errores en el diseño
del plan como no precisar correctamente la conducta a corregir, lo que no permite que se
perciba el avance; una inadecuada graduación en los objetivos, lo que afectará a la motivación al
no obtener reforzamiento; un diseño excesivamente complejo para la autoobservación y registro; y
desajustes en la programación conductual al establecer consecuencias poco eficaces.
Por otra parte, en la programación de la puesta en práctica de las nuevas destrezas se
deben planificar estrategias orientadas a prevenir posibles experiencias de fallo o dificultad.
En esta línea hay que:
Identificar situaciones de alto riesgo. Para poder anticiparse a los contratiempos, es
necesario identificarlos.
Planificar estrategias de afrontamiento. Establecer estrategias para afrontar posibles
situaciones de alto riesgo que no puedan ser evitadas. Ej: practicar pensamientos distractores,
recordar los objetivos marcados, recordar las ventajas y beneficios a obtener…
Ensayar acciones a seguir ante fallos o incumplimientos. La violación de las normas
establecidas para desarrollar el cambio trae consigo unas secuelas que si no se atajan incrementan
la probabilidad de un abandono definitivo. Entonces las personas suelen tener pensamientos
derrotistas sobre sus capacidades o la eficacia de los métodos, lo que afecta a su motivación.
Utilizar estrategias cognitivas que faciliten reconceptualizar la situación como una oportunidad de
aprendizaje, reconocer los factores que han influido en el fallo y preparar planes preventivos de
futuros errores son algunos de los recursos.
3.2. Técnicas de autocontrol
3.2.1. TÉCNICAS CENTRADAS EN LAS CONDUCTAS
a) Autoobservación y registro
A través de la autoobservación se recogen datos de forma sistemática sobre las
formas habituales de comportarse, esto permitirá diseñar con mayor exactitud el plan a
seguir. Para ello es muy útil utilizar alguna modalidad de registro de la conducta, atendiendo a
aspectos como la frecuencia, intensidad o duración de la conducta, ya que en ausencia del
autorregistro la observación puede no reflejar fielmente la propia conducta debida a la selectividad
de la memoria. Para conductas como la ingesta de alimentos o el control del hábito de fumar, al
ser conductas de alta frecuencia que requieren atención continuada es útil controlar la cantidad de
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alimentos consumidos o de cigarrillos fumados. Para problemas emocionales como ansiedad, ira…
el interés se dirigirá no sólo a la frecuencia, sino también a la intensidad de la conducta. Se
utilizarán escalas o indicadores graduados que permitan discriminar con mayor exactitud no tanto
el nivel de presencia como el grado de malestar. Los registros de duración reflejan el tiempo
durante el cual la conducta ha estado presente y las situaciones dedicadas a actividades
distractivas, como ver TV. Es conveniente combinar distintos sistemas de registros para obtener
una medida más exacta de la experiencia (ver tabla 15.2.).
La técnica de autoobservación y registro cumple dos funciones: recoger la información
necesaria para plantearse criterios de actuación realistas y para evaluar los posibles cambios y
ajustes en la actuación, y puede ser un eficaz motivador para el cambio de conducta.
Los efectos de la autoobservación dependen de varios factores como la proximidad
temporal, la regularidad y la valencia de lo registrado. Cuando se diseña el procedimiento de
autoobservación y registro conviene que se haga lo más cercano posible a la conducta,
frecuentemente y centrándose más en los éxitos (aumenta la conducta deseada) que en los
fracasos (reduce la motivación). Las conductas simples y los registros sencillos facilitan la
ejecución de la tarea e incrementan la probabilidad de su ejecución. Interesa diseñar un sistema
de registro que haga posible su incorporación a la rutina cotidiana, de fácil manejo y que esté a
mano para su utilización.
Es necesario que antes de la autoobservación y registro se lleven a cabo en la consulta
ensayos que ayuden a las personas a mejorar sus habilidades. Es aconsejable que antes de iniciar
la intervención se mantenga el proceso de autoobservación unos diez días para recoger lo más
fielmente el patrón de comportamiento. Para mantener el seguimiento de la técnica, será útil
transferir los datos a un gráfico que recoja desde los niveles iniciales y la posterior evolución. La
visión del gráfico puede tener la doble función de señal recordatoria de la tarea y de elemento
reforzante en la medida en que la evolución favorable de los registros muestra el avance hacia la
meta y el logro de los objetivos marcados.
b) Entrenamiento en la respuesta alternativa
Esta técnica se centra en entrenar a la persona para que ponga en marcha
conductas que interfieren o impiden la aparición de otras. Los comportamientos suelen
engarzarse en cadenas de respuestas en las que el eslabón final lo ocupa la conducta disfuncional.
El objetivo es que una vez identificados los comportamientos, la cadena se rompa o altere
estableciendo nuevas pautas de actuación. Ej: en hábitos alimenticios se puede alterar la cadena
de la conducta de comer poniendo el cubierto en el plato, masticar unas quince veces antes de
tragar, etc. De ese modo se consigue cortar una pauta de comida excesivamente rápida.
El entrenamiento de respuesta alternativa es muy significativo para el tratamiento de los
tics. Los tics son movimientos o vocalizaciones involuntarios, rápidos, recurrentes y
estereotipados. Azrin y Nun han desarrollado un paquete de estrategias de intervención
denominado inversión del hábito. Sus componentes más importantes son las técnicas de
entrenamiento en conciencia del hábito y la práctica de la reacción competitiva, en la que se busca
una respuesta que no interfiera con las actividades cotidianas, que no llame la atención y que se
pondrá en marcha cuando se perciban las primeras señales de inicio del tic (ver tabla 15.3.).
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Otra respuesta alternativa en entrenamiento en autocontrol es la respuesta de relajación
para el manejo de problemas de ansiedad. Entre las distintas técnicas el entrenamiento en
relajación muscular progresiva es muy útil cuando el sujeto se exponga a situaciones “tentadoras”
en las se enfrenta al impulso de realizar las conductas que desea mantener bajo control (compra
compulsiva, fumar…).
c) Contrato conductual
Mediante esta estrategia la persona regula su funcionamiento estableciendo las normas que
guiarán sus nuevas pautas de comportamiento y las consecuencias que se derivarán de su
seguimiento. Como técnica de autocontrol el CC es unilateral ya que el propio individuo se
compromete consigo mismo. El terapeuta actuará como testigo del compromiso. Los contratos
pueden ir modificándose, incrementando el criterio de exigencia para facilitar el cumplimiento.
Inicialmente las reglas de cumplimiento pueden ser más sencillas, para ir incrementando su nivel
de exigencia progresivamente.
3.2.2. TÉCNICAS DE PLANIFICACIÓN AMBIENTAL
Este grupo se centra en alterar el contexto para favorecer o inhibir la aparición de
las conductas.
a) Técnicas de control estimular
Este grupo de técnicas busca la alteración de los factores que preceden a la
conducta y que inciden sobre ella facilitando o inhibiendo su aparición. Según Avia el
control estimular puede implicar:
Restricción física cuando se impide la puesta en práctica de la conducta no deseada. Ej:
ponerse esparadrapos en los dedos para no tirarse del pelo.
Presentar estímulos discriminativos que incrementen la probabilidad de aparición de
la conducta que se desea potenciar o instalar. Ej: comprar alimentos bajos en calorías.
Reducir o eliminar estímulos discriminativos identificados con la presencia de la
conducta no deseable para favorecer su desaparición o disminución. Ej: anular la conexión a
Internet durante una semana.
Configurar estímulos que dificulten la emisión de la conducta que se desea
controlar o reducir de manera que sea posible emitir otra conducta alternativa o deseable. Ej:
colocar el paquete de cigarrillos en un lugar de difícil acceso.
Restringir los estímulos discriminativos ante los que se pueda presentar la conducta
objeto de control reduciendo su presencia a los contextos previamente establecidos. Ej: comer
únicamente a horas establecidas.
Cambiar el medio social utilizando la presencia o ausencia de otras personas como un
medio de influir en el comportamiento. Ej: quedar con los amigos en lugares en los que no
permitan fumar.
Alterar las condiciones fisiológicas para que se reduzcan o promuevan determinadas
conductas relacionadas con estados internos del organismo como el hambre, la saciación, la
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somnolencia, el cansancio físico o la relajación. Ej: Restringir los períodos de dormir a un horario
establecido (evitar siestas).
El empleo de estas técnicas se suele combinar con otras estrategias en la búsqueda de un
cambio estable y duradero. Es usual comenzar manejando los contextos de forma que la persona
se exponga mínimamente a aquellos estímulos que están fuertemente asociados con la conducta
que se desea reducir o eliminar para ir progresivamente fortaleciendo la presencia de las
conductas alternativas más deseables a la vez que se entrenan procedimientos que ayudan a
enfrentarse y exponerse a estas situaciones más problemáticas y conflictivas.
b) Estrategias cognitivas
El individuo que tiende a postergar las tareas que debe realizar suele favorecer su
funcionamiento con pensamiento del tipo “tengo tiempo de sobra para hacerlo”. En el trabajo en
autocontrol es recomendable, una vez identificados los procesos de pensamiento que mantiene la
persona, establecer nuevas autoverbalizaciones que la guíen hacia las metas propuestas. Son
útiles las estrategias de detención del pensamiento, que ayuda a reconocer y eliminar los
pensamientos negativos que pueden bloquear acciones deseables y que generan ira o ansiedad y
el entrenamiento en autoinstrucciones.
3.2.3. TÉCNICAS DE PROGRAMACIÓN CONDUCTUAL
a) Técnicas de autorreforzamiento
Se entrena a la persona para que se administre determinado tipo de
consecuencias de forma contingente al cumplimiento de una serie de criterios que se
ha marcado. Primero se elegirá un reforzador adecuado atendiendo a criterios de accesibilidad y
cotidianidad. Para seleccionarlo se puede usar el principio de Premack utilizando cualquier
actividad de alta probabilidad para reforzar la conducta de menor probabilidad. Es muy importante
potenciar el autorreforzamiento verbal.
Inicialmente se utilizará un reforzamiento continuo e inmediato para pasar más adelante a
demorado e intermitente. También debe ajustarse el nivel de reforzamiento a los niveles de
exigencia y esfuerzo establecido. Es en las etapas intermedias cuando los costes son mayores, ya
que alcanzar algunas submetas puede llevar al relajamiento del control y el abandono de algunas
de las prácticas. Ayuda involucrar a amigos o familiares para que refuercen y animen el
cumplimiento y la adherencia.
El reforzamiento negativo ha sido mucho menos utilizado porque la mayoría de las
personas que buscan ayuda están inmersas en un contexto de aversividad por sus problemas de
autocontrol. Debido a que muchas de las conductas de recaída están relacionadas con vivencias
emocionales de angustia, malestar o ansiedad, el uso de procedimientos de escape/evitación se ha
centrado especialmente en la técnica de sensibilización encubierta imaginándose la persona una
situación aversiva a la que pone fin realizando la conducta deseable.
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b) Técnicas de autocastigo
Se señalan determinadas contingencias aversivas que tendrán lugar si la
persona ejecuta la conducta que desea eliminar. Las más utilizadas son restricción de
actividades agradables (leer), o en multas que se entregan como donaciones a asociaciones con
cuyos objetivos se está en franco desacuerdo. En el tratamiento de los hábitos nerviosos suele
utilizarse la práctica negativa, que consiste en la repetición deliberada del tic durante unos
segundos y contingente a la realización del hábito.
La utilización de estrategias como el autocastigo tiene que implicar el empleo de otras
técnicas orientadas al reforzamiento y la instalación de nuevos hábitos. Su empleo se limitará a
períodos concretos, cuando sea necesario cortar rápidamente la emisión de la conducta no
deseada.
4. ÁMBITOS DE APLICACIÓN
4.1. La procrastinación o aplazamiento continuado de la realización de tareas u
obligaciones
La procrastinación hace referencia a un patrón de funcionamiento en el que la persona
tiende a retrasar voluntariamente el inicio o la finalización de tareas u obligaciones. Las tareas se
valoran como abrumadoras, desafiantes, difíciles o aburridas. En su lugar, la persona se
compromete en otras tareas más agradables o menos agobiantes. Tipos de pensamiento utilizado:
“hay tiempo de sobra”, “trabajo mejor bajo presión”… Sólo cuando los plazos se agotan y el
malestar por la presión se incrementa, se plantea el ponerse a la tarea como una forma de escape.
Esta forma de funcionamiento se consideraría disfuncional cuando su alta frecuencia empieza a
afectar de manera significativa a la vida cotidiana generando altos niveles de malestar. Los datos
muestran una estrecha relación entre la procrastinación y altos niveles de estrés y ansiedad con
consecuencias negativas para la salud.
Las estrategias de autocontrol propuestas se dirigen a planificar las tareas, organizar el
tiempo y trabajar los aspectos cognitivos. Los pasos son:
Hacer una lista de actividades a realizar, priorizándolas por fecha de entrega
Planificar un tiempo de trabajo fijo
Estructurar las tareas en pequeños pasos e ir marcando plazos realistas de
cumplimiento. Poner por escrito las tareas con el desglose de actividades especificado y colocarlas
en lugar visible
Cambiar expectativas. Afrontar pensamientos negativos y creencias poco realistas.
Planificar y pensar en gratificaciones y refuerzos tras el cumplimiento de metas
Inicialmente trabajar en un contexto con distracciones mínimas (sin Internet, etc.).
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4.2. La compra compulsiva y el gasto desmesurado
Algunas personas sienten el deseo irrefrenable de adquirir objetos muchas veces
innecesarios y repetitivos. Aparece un estado de ansiedad o irritación que sólo se calma al
satisfacer la compra. Después se experimenta alivio y seguidamente intensos sentimientos de
culpa. Se compran cosas que nada más ser adquiridas pierden interés. Las personas con este
problema suelen tener un alto nivel de endeudamiento, lo que acarrea a su vez graves perjuicios
personales y/o familiares.
Hay un ejemplo de un tratamiento de Gómez-Peña para una mujer 59 años con problema
compra compulsiva. El objetivo es la eliminación de los episodios de compra compulsiva, la
prevención de recaídas y la mejora de la relación en pareja. Las estrategias utilizadas fueron la
autoobservación y registro de los gastos y compras efectuadas, pautas de control estimular,
limitándose el acceso a las cuentas y tarjetas, evitación de lugares y situaciones de riesgo que le
inducían a comprar. Las pautas de control estimular se fueron atenuando a medida que la paciente
cumplía los objetivos marcados. Posteriormente se utilizó un plan de exposición en vivo para
afrontar situaciones de riesgo y prevención de recaídas. El tratamiento se aplicó durante 23
sesiones.
4.3. Autorregulación en la terapia de pareja
Los problemas de relación de pareja son una fuente de infelicidad, ansiedad y depresión.
En algunas relaciones las parejas se instalan fácilmente en un enfrentamiento continuado, a partir
de la idea de que el fin del conflicto pasa por el cambio del “otro”, ya que es “la causa de que las
cosas no funcionen”.
Halford presenta un modelo de trabajo para parejas basado en la autorregulación y el
autocontrol en el que el objetivo es que la persona focalice la atención para cambiar sus
pensamientos, comportamientos y afectos para aumentar su satisfacción personal con la relación.
Hay que trabajar las siguientes competencias:
Autovaloración: precisar con exactitud debilidades y fortalezas propias y de la pareja en
momentos específicos, detallando acciones, pensamientos y emociones presentes. Analizar, sin
culpa ni hostilidad, los factores estresantes y dificultades personales que pueden facilitar o
promover determinadas pautas propias o de la pareja.
Marcar objetivos personales: definir acciones específicas que la persona puede llevar a
cabo para promover un funcionamiento en la pareja más satisfactorio.
Planificar el cambio: detallar de manera precisa cómo se va a actuar para alcanzar los
objetivos marcados. Ensayar las nuevas formas de actuar.
Autoevaluación de los esfuerzos de cambio: valorar la tarea respecto a su adecuación
en relación a los objetivos y planificar posibles ajustes si fuese necesario.