taine los orígenes de la francia contemporanea.docx

23
LOS ORIGENES DE LA FRANCIA CONTEMPORÁNEA P 0 R HIPOLITO TAINE De la Academia francesa

Upload: claudio-ramos

Post on 21-Dec-2015

19 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Page 1: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

LOS ORIGENES

DE LA FRANCIA CONTEMPORÁNEA

P 0 R

HIPOLITO TAINEDe la Academia francesa

Page 2: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

PROLOGO

En 1549, A la edad de ventiún años, era yo elector y estaba muy perplejo; pues había de votar a quince o veinte diputados, y además, según la costumbre francesa, tenía no solamente que elegir hombres, sino optar entre teorías. Se me proponía ser monárquico o republicano, demócrata o conservador, socialista o bonapartista; yo no era ninguna de esas cosas, ni nada absolutamente, y a veces se me ocurría envidiar a tantas gentes convencidas que tienen la dicha de ser algo. Después de haber escuchado las diversas doctrinas, reconocí que había indudablemente alguna laguna en mi inteligencia. Motivos valederos para los demás no lo eran para mi; no podía comprender que nadie se pudiese decidir en política con arreglo a sus preferencias. Las personas afirmativas construían una constitución como una casa, según el plano más bonito, más nuevo o más sencillo, y eran muchos los que había en estudio; palacio de marqués, casa modesta, albergue de obreros, cuartel de soldados, falansterioi de comunistas, y hasta campamento de salvajes. Cada cual decía de su modelo: «He aquí la verdadera vivienda del hombre, la única que puede ser habitada por un hombre de juicio.» El argumento era débil en mi opinión: los gustos personales no se me antojaban autoridades. Me parecía que una casa no debe ser construida para el arquitecto, ni para ella misma, sino ; para el propietario que ha de habitarla. Preguntar el parecer del propietario, someter al pueblo francés los planos de su futura morada ;; constituía una burla o un engaño harto visibles; en casos semejantes, la respuesta va siempre envuelta en la pregunta, y además, aunque hubiera habido libertad en la respuesta, Francia no estaba para darla en mejores condiciones que yo: diez millones de ignorancias no forman un saber.

Un pueblo consultado puede a lo más decir la forma de gobierno que le place, pero no la que necesita; no lo sabrá sino por el uso: le hace falta tiempo para conocer si su casa política es cómoda, sólida, capaz de resistir a las inclemencias del tiempo, y apropiada a sus costumbres, a sus ocupaciones, a su carácter, a sus caprichos y á. sus brusquedades. Ahora bien; sabido es que jamás hemos estado contentos con la nuestra: trece veces en ochenta años, la hemos derribado para reedificarla, y todo ha sido en vano, pues aún no hemos dado con la que nos conviene. Si han sido más felices otros pueblos, si en el extranjero se encuentran varias viviendas políticas, sólidas y que subsisten indefinidamente, consiste en que han sido construidas de una manera especial, en torno de un núcleo primitivo y macizo, apoyándose sobre algún antiguo edificio central, varias veces reparado, pero conservado siempre y agrandado paulatinamente, acomodándolo con tanteos y arreglos a las necesidades de los habitantes. Ninguna de esas viviendas ha sido construida de una sola vez, con arreglo a un nuevo patrón y guiándose únicamente por los fueros de la razón. Quizá sea precio admitir que no hay otro medio de construir con solidez, y que la súbita invención de una constitución nueva, apropiada y duradera, es una empresa superior al poder de la inteligencia humana.

En todo caso, lo que yo sacaba en consecuencia era que si alguna vez llegamos a descubrir la que necesitamos, no será por los procedimientos corrientes.

En efecto, se trata de descubrirla, si es que existe, y no de someterla a votación. De esta manera nuestras preferencias serán vanas, pues ya de antemano habrán elegido por nosotros la naturaleza y la historia, a las que nos corresponderá acomodarnos, pues es seguro que no han de ser ellas las que se acomoden a nosotros. La forma social y política a la que un pueblo puede llegar y permanecer en ella, no depende de la voluntad de aquél, sino que está determinada por el carácter y el pasado del mismo. Es preciso que esa forma se amolde, hasta en sus menores rasgos, a los rasgos vivientes sobre que se aplica; de otro modo, se quebrará y caerá en pedazos. Por esta razón, si conseguimos hallar la muestra, ha de ser estudiándonos a nosotros mismos, y cuanto con mayor precisión sepamos lo que somos, con tanta más seguridad distinguiremos lo que nos conviene. Así, pues, deben ser desterrados los métodos ordinarios y llegar a conocer el país antes de redactar la

Page 3: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

constitución. Es indudable que la primera operación [“desterrar los métodos ordinarios”]es mucho más larga y más difícil que la segunda. ¡Cuánto tiempo, cuántos estudios, cuántas observaciones rectificadas unas por otras, cuántas indagaciones en el presente y en el pasado, en todos los terrenos del pensamiento y de la acción, cuánto trabajo multiplicado y secular se necesita para adquirir la idea exacta y completa de un gran pueblo que ha vivido la edad de los pueblos y que vive aún! Pero este es el único medio de no edificar en falso después de haber razonado en balde, y, por lo que a mí se refiere me prometí a mí mismo que si algún día me aventuraba a buscar una opinión política, no sería sino después de haber estudiado Francia.

¿Qué es la Francia contemporánea? Para responder a esta pregunta es preciso saber cómo se ha constituido, o lo que es mejor, asistir como espectador a su formación. A fines del siglo último, semejante a un insecto que se transforma, sufrió una metamorfosis. Su antiguo organismo se disuelve; desgarra ella misma sus más preciados tejidos, y cae en convulsiones que parecen mortales. Después, tras múltiples sacudidas y un letargo penoso, se yergue. Pero ya no es el mismo su organismo: mediante un sordo trabajo interior, un nuevo ser ha sustituido al antiguo. En 1808 están fijados y son definitivos sus rasgos salientes: departamentos , distritos, cantones y comunas, nada ha cambiado después en sus divisiones y suturas exteriores: Concordato, Código, Tribunales, Universidad, Instituto, prefectos, Consejo de Estado, impuestos, recaudadores, Tribunal de Cuentas, administración uniforme y centralizada, sus principales órganos son aún los mismos; nobleza, burguesia, obreros, campesinos, cada clase tiene desde entonces la situación, los intereses, los sentimientos, las tradiciones que apreciamos hoy. De esta suerte la nueva criatura es a la vez estable y completa; su estructura, sus instintos y sus facultades señalan de antemano el círculo en que se agitará su pensamiento o su acción, cuando se ponga en marcha. En torno de ella las demás naciones, unas precoces, otras tardías, todas con mayores miramientos, algunas con mejor éxito, operan igualmente la transformación que les hace pasar de la época feudal a la época moderna; el movimiento es universal y casi simultáneo. Pero lo mismo bajo la nueva forma que bajo la forma antigua, el débil continúa siendo la presa del fuerte. ¡Desgraciados aquellos a quienes una evolución demasiado lenta entrega al vecino que se despojó súbitamente de su crisálida y sale armado el primero! ¡Desgraciado también aquél cuya evolución demasiado violenta y demasiado brusca, dejó mal equilibrada la economía interior, y que, por la exageración de su aparato director, por la alteración de sus órganos profundos, por el empobrecimiento gradual de su sustancia viviente, está condenado a trastornos cerebrales, a la debilidad, a la impotencia, en medio de vecinos mejor proporcionados y más sanos En la organización que se dio Francia a principios del siglo, están trazadas todas las líneas generales de su historia contemporánea, revoluciones políticas, utopías sociales, divisiones de clases, misión de la Iglesia, conducta de la nobleza, de la burguesía y del pueblo, desarrollo, dirección o desviación de la filosofía, de las letras y de las artes. Esta es la razón de porque cuando queremos comprender nuestra situación presente, se dirijan siempre nuestras miradas hacia la crisis terrible y fecunda, por la cual el antiguo régimen produjo la Revolución y la Revolución el régimen nuevo.

Antiguo régimen, Revolución, Régimen moderno son los tres estados que voy a tratar de describir con exactitud. Me atrevo a declarar aquí que no persigo otro fin; se ha de permitir a un historiador conducirse como naturalista; estoy ante el asunto como ante la metamorfosis de un insecto. Por lo demás, es tan interesante por sí mismo el acontecimiento, que merece la pena de ser observado por sí solo, y no se necesita hacer esfuerzos para excluir los prejuicios. Desprovista de toda prevención, la curiosidad es científica y se dirige por completo hacia las fuerzas intimas que . realizan la sorprendente operación. Esas fuerzas son la situación, las pasiones, las ideas, las voluntades de cada grupo, y podemos distinguirlas y hasta medirlas casi. Están a nuestra vista, y no nos vemos reducidos a las conjeturas, a las adivinaciones dudosas, a los indicios vagos. Por una singular fortuna, vemos a los hombres mismos, su exterior y su interior. Los franceses del Antiguo régimen están muy cerca de nuestras miradas. Todos nosotros, en nuestra juventud, hemos podido frecuentar el trato de los supervivientes de ese mundo desvanecido. Varios de sus palacios

Page 4: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

subsisten todavía, con sus habitaciones y sus muebles intactos. Por medio de sus cuadros y de sus estampas les seguimos en su vida íntima, vemos sus trajes; sus actitudes y sus gestos. Con, su literatura, su filosofía, sus ciencias, sus gacetas y sus correspondencias, podemos reconstituir todo su pensamiento y hasta su conversación familiar. Una multitud de Memorias, salidas desde hace treinta años de los archivos públicos o privados, nos conducen de salón en salón como si estuviéramos presentes. Cartas y diarios de viajeros extranjeros comprueban y completan, con descripciones independientes, los autorretratos de aquella sociedad, la cual ha dicho cuanto la concernía, salvo lo quo suponía vulgar y familiar a los contemporáneos; salvo lo que le parecía técnico, enojoso y mezquino; salvo lo que se refería a la provincia, a la burguesía, al campesino, al obrero, a la administración y al hogar. Yo he querido suplir esas omisiones, y, no contentándome con un limitado círculo de franceses distinguidos é ilustrados, conocer Francia. Gracias a la amabilidad del Sr. Maury y a las valiosas indicaciones del señor Boutarie, he podido examinar una multitud de documentos manuscritos: la correspondencia de un gran número de intendentes, directores genex. 'as, contratistas, magistrados, empleados y particulares de toda, especie y de todo género durante los últimos tres, 'ta años del Antiguo régin n; los informes y Memorias sobre las diversas partes de la casa real, los expedientes y las actas de ios Estados generales en ciento setenta y seis volúmenes; la correspondencia de los comandantes militares en 1789 y 1790; las cartas, Memorias y estadísticas contenidas en los cien cartones del Comité eclesiástico; la correspondencia, en noventa y cuatro legajos, de las administraciones de departamentos y municipios con los ministros, de 1790 a 1799; los informes de los consejeros de Estado en comisión a fines de 1801; la correspondencia de los prefectos bajo el Consulado, bajo el Imperio y bajo la Kfc_fauración, hasta 1823, y tal cantidíid de otros documentos, tan instructivos y tan desconocidos, que, a la verdad, parece aún inédita la historia de la Revolución. Por lo menos, esos son los únicos documentos que nos muestran las figuras vivientes de hidalguillos, párrocos, frailes y religiosos de provincia; abogados, regidores y burgueses de ciudades; procuradores rurales y síndicos de aldea; labradores y artesanos, oficiales y soldados. No existen otros documentos que nos hagan ver de cerca y en detalle la condición de los hombres, el interior de un presbiterio, de un convento, de un concejo, el. salario de un obrero, el producto de un campo, las cargas de un campesino, e* oficio de un colector, los gastos de un señor o de un prelado, el presupuesto, el tren y el ceremonial de una corte. Gracias a ellos, podemos dar cifras precisas, saber, hora por hora, el empleo de un día, más aún, decir la lista de una gran comida, reconstituir un prendido de lujo. Hemos colocado en un papel, y clasificado por fechas, las muestras de los trajes que llevara la reina Maria Antonieta, y, por otra parte, podemos imaginarnos la indumentaria de un campesino, describir su pan, indicar las harinas de -que se componía y precisar en sueldos y dineros lo que le costaba una fibra. Con tales recursos, llega a ser uno el contemporáneo de los hombres cuya historia se refiere, y más de una vez, estando en los archivos, y al seguir en el amarillento papel los antiguos escritos de aquellos hombres, he estado a punto de hablarles en alta voz.

Page 5: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

EL ANTIGUO REGIMENLIBRO PRIMERO

La estructura de la sociedad.

CAPITULO PRIMERO

Origen «le los privilegios.—X. Servicios y recompensa «leí clero.—II. Servicios y recompensa de los nobles.—IIS. Servicios y recompensa del rey.

En 1789, tres clases.de personas, los eclesiásticos, los nobles y el rey, tenían en el Estado un puesto eminente, con. todas las inherentes ventajas, autoridad, bienes, honores; ó, cuando menos, privilegios, exenciones, gracias, pensiones, preferencias y lo que se sigue. Si desde hacía mucho tiempo ocupaban ese puesto, señal de que durante mucho tiempo lo hablan merecido. En efecto; por un esfuerzo inmenso y secular, habían construido, uno tras otro, los tres principales fundamentos de la sociedad moderna.

y • -yí ■yy: yy y yy,. -■ yty i •yyy

i

El más antiguo y más profundo de esos tres fundamentos superpuestos, era obra del clero: en ella tra-

Page 6: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

CAPITULO III

I. Estado de los cerebros populares.—Incapacidad mesial.—Cómo se transforman las ideas en leyendas. — II. Incapacidad política.—Cómo se interpretan las novedades políticas y los actos del gobierno.—III. Impuestos destructores.— í (judio sobre que se ensaña la ciega cólera.— Desconiianza contra los jefes naturales.—De sospechosos, se convierten en odiados.—Disposiciones del pueblo en 1780 IV. fSeeiutnmientos'y cabezas ie motín. — Cazadores furtivos. —Contrabandistas. —Dandi- dos.—Mendigos y vagabundos.-Aparición de ladrones.—El pueblo de Ssaris.

I

jdp** * i 'f l1 > 1 í >« '

Ahora, para comprender sus acciones, sería, preciso ver el estado de su espíritu, el curso corriente de sus ideas, la manera como piensan. Pero, en verdad, ¿se necesita hacer su retrato y no basta con los detalles que se acaban de dar acerca de su condición? Se les conocerá más adelante y por sus mismas acciones, cuando, en Turena, maten a puntapiés al alcalde y al teniente alcalde por ellos elegidos, porque, por obedecer a la Asamblea nacional, esos dos pobres hombres redactaron el cuadro de contribuciones, o cuando, en Troyes, arrastren y destrocen por las calles al venerable magistrado que les alimenta en aquel mismo momento y que acaba de nombrarles sus herederos. Tomad el cerebro tan rudo aún de nuestros actuales campesinos, y quitadle todas las ideas que, desde hace ochenta años, le penetran por tantos conductos, por la escuela primaria instituida en cada aldea, por la vuelta de los soldados tras siete años de servicio, por multiplicación extraordinaria de los libros, de los periódicos, de los caminos, de las vías férreas, de los viajes y de las comunicaciones de toda especie. Tratad de representaros al campesino de entonces, encerrado de padres a hijos en su cabaña, sin caminos vecinales, sin noticias, sin otra enseñanza que la plática del domingo, entregado por completo a la preocupación del pan cotidiano y de los impuestos, «con su aspecto miserable y disecado», no atreviéndose a reparar su casa, siempre atormentado, receloso, con la inteligencia reducida, y por decirlo asi, recortada por la miseria. Su condición es casi la de un buey o un asno, y tiene las ideas con arreglo a su condición. Durante mucho tiempo ha permanecido embotado; carece hasta de instinto; maquinalmente y sin levantar la vista tira de su arado hereditario. En 1751, Argensón escribía en su diario: «Nada les interesa hoy respecto de noticias de la corte; ignoran quién reina... La distancia se hace cada vez mayor desde la capital a la provincia... Aquí se ignoran los acontecimientos más señalados, los que nos han interesado más en París... Los habitantes del campo, no son sino pobres esclavos, bestias de carga sujetas al yugo, que andan cuando les pegan, que todo les tiene sin cuidado, con tal de comer y dormir a sus horas.*

No se quejan, «ni siquiera sueñan con quejarse»; sus males les parece una cosa natural, como el invierno o el granizo. Su pensamiento como su agricultura, están aun en la Edad Media.—En el Tolonesado, para descubrir al autor de un robo, para curar a un hombre o a una bestia enferma, se recurre al brujo. El campesino cree de todo corazón en los aparecidos, y en la noche de Animas pone un cubierto para los muertos,—En Auvernia, a principios de la Revolución, se declara una fiebre contagiosa; como es natural, el culpable es M. de Montlosier, brujo declarado, y doscientos hombres se ponen en marcha para derribar su

Page 7: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

casa. La religión anda al mismo nivel: «Sus curas beben con ellos y les venden la absolución. Todos los domingos, en los pulpitos sacan a subasta las lugartenen- ciasy sublugártenencias de los santos: ¡á tanto la lu- gartenencia de San Pedro!—Si el campesino tarda en poner precio, el cura se apresura a ensartar un elogio del santo, y he aquí a los campesinos pujando,»—A cerebros completamento primitivos, vacíos de ideas y poblados de imágenes, es preciso darlos ídolbs tanto en la tierra como en el cielo. «Para mí no había duda, dice Retif de la Bretonne, que el rey podía obligar a todo hombre a que me entregara su mujer o su hija, y toda mi aldea (Sacy en Borgofia) opinaba como yo.» No hay lugar en semejantes cerebros para las concepciones abstractas, para la noción del orden social; lo sufren y nada más. «La gran masa popular escribe el gobernador Morris en 1789, no tiene otra religión que sus curas, otra ley que sus superiores, otra moral que su interés; tales son las criaturas que, guiadas por curas embriagados, se encuentran ahora en el camino de la libertad; y el primer uso que de ella haeen es insurreccionarse en todas partes a causa de la penuria.»

¿Qué otra cosa podría suceder? Antes de arraigar en su cerebro, toda idea debe convertirse en una leyenda, tan absurda como sencilla, adecuada a su experiencia, a sus facultades, a sus temores, a sus esperanzas. Una vez plantada en esa tierra inculta y fecunda, vegeta, se transforma, se desarrolla en excrecencias salvajes, en follajes sombríos, en frutos venenosos. Cuanto más monstruosa, tanto más vigorosa es adherida a las más frágiles verosimilitudes y tenaz contra las más poderosas demostraciones.

Bajo Luis XV, durante la detención de los vagabundos, como algunos niños fueran recogidos por abuso o por error, corre el rumor de que el rey toma baños de sangre para reparar sus órganos usados, y la cosa parece tan evidente, que las mujeres, rebeladas por el instinto natural, se unen a la revuelta: cojen a un exento, le matan a palos, y como, al verse acometido, pidiese un confesor, una mujer del pueblo coje un pedrusco, grita que no hay que dr ríe tiempo para que vaya al paraíso, y le rompe la cabeza persuadida de que hace justicia.

Bajo Luis XVI, es cosa averiguada para el pueblo que la penuria es ñcticia: en 1789 un oficial, escuchando las conversaciones de los soldados, les oye decir «con profunda convicción, que los príncipes y los cortesanos, para que reine el hambre en París, hacen que arrojen las harinas al Sena». El oficial se dirige al cabo y le pregunta cómo puede creer en semejante majadería. «Es muy cierto, mi teniente, responde el otro; la prueba es que los sacos de harina estaban •atados con cordones azules». El argumento les parecía -decisivo, y nada podía convencerles .de lo contrario. Asi se forja en las capas inferiores de la sociedad, a propósito del pacto del hambre, de la Bastilla, de los gastos y placeres de la corte, una novela inmunda y horrible, en la que Luis XVI, la reina María Antonie- ta, el conde de Artois, madama de Lamballe, los Po lignac, los señores y los grandes son vampiros y ogros.

Page 8: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

He visto varias alusiones en los libelos de la época., en los grabados secretos, en las estampas yen los dibujos iluminados, siendo esto último lo más eficaz detodo, puesto que habla a los ojos. Aventaja a la historia de Maudrin o de Cartouche, y es lo que conviene a hombres que tienen por literatura las coplas de Cartouche y de Maudrin.

II

Juzgad por esto de.su inteligencia política. Ven todos los objetos bajo un falso aspecto; se diría que son niños los cuales, en todos los recodos del camino, ven. un espectro espantoso en todo árbol y en todo matorral. Arturo Young, en ocasión de visitar los manantiales cercanos a Clermont, es detenido, y quieren encarcelar a la mujer que le ha servido de guía; varios son de parecer que ha sido comisionado por la- reina para minar la ciudad, hacerla saltar y enviar después a galeras a todos los habitantes que salvaran, la vida.» Seis días después, más allá de Puy, y, a pesar de su pasaporte, la guardia burguesa va a prenderle en la cama a las once de la noche; le declaran que «seguramente forma parte de la conspiración tramada por la reina, el conde de Artois y el conde de Entragues, gran propietario del país; que le han enviado como agrimensor para medir los campos, a fin de doblar la tasa».

En esto vemos el trabajo involuntario y temible de la imaginación popular : sobre un indicio, sobre una palabra construye en el aire sus castillos o sus calabozos fantásticos, y su visión le parece tan sólida. POE H« TAÍN 3 E ' ̂ ____________________ 51.7

como la realidad. Carecen del instrumento interno que divide y discierne; piensan por bloques; el hecho y el sueño se le aparecen en junto y unidos en un solo cuerpo.

Durante da elección de diputados, corre el rumor en Provenza de «que el mejor de los reyes quiere que todo sea igual, que no haya más obispos, ni señores, ni diezmos, ni derechos señoriales; que no haya más títulos, ni distinciones, ni más derechos de caza o pesca...; que el pueblo va ser emancipado de todo impuesto ; que las dos primeras clases soportarán solas las cargas del Estado». Con esto estallan casi en el mismo día cuarenta o cincuenta revueltas. «Varias comunidades se niegan a pagar a su tesorero nada más que los impuestos reales.» Otros lo hacen mejor: «cuando robaban la caja del recaudador del derecho sobre los cueros en Brignolies, lo hacían al grito de ¡Viva el rey!» «El campesino anuncia constantemente que el pillaje y la destrucción que realiza están conformes con la voluntad del rey »Poco después, en Auvernia, los campesinos que queman los castillos, mostrarán

«mucha repugnancia» en maltratar «á tan buenos señores»; pero alegarán que «la orden es imperativa, tienen noticias de que Su Majestad lo quiere así.» En Lyon, cuando los taberneros de la ciudad y los campesinos de los alrededores, pasan ante los aduaneros, tienen el convencimiento de que el rey ha suspendido por tres días los derechos de entrada. Tienen tanta imaginación, como poca vista. «Pan, no más tributos ni tasas», es el grito único, el grito de la necesidad, y la necesidad exasperada se lanza hacia adelante, como un animal enloquecido. ¡Abajo el acaparador! Y fuerzan los almacenes, detienen los convoyes de granos, roban los mer- cados, cuelgan a los panaderos, tasan el pan, de suerte que no llega o se oculta. ¡Abajo los consumos! Y rompen las puertas, hieren a los

Page 9: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

empleados y el dinero falta en las ciudades para los gastos más urgentes. ¡Al fuego los registros de impuestos, los libros de cuentas, los archivos de los municipios, los registros de los señores, los pergaminos de los conventos, todas las escrituras malditas, origen en todas partes de oprimidos y deudores! Y la misma aldea no sabe ya cómo reivindicar sus bienes comunales. Contra los garabatos del papel, contra los agentes públicos, contra el hombre que de cerca o de lejos toca al trigo, el encarnizamiento es ciego y sordo. La bestia desencadenada lo destruye ,todo, .hiriéndose a si misma, y se obstina mugiendo contra |el obstáculo que debería salvarse dando un rodeo.

III

Es que carece de conductores, y que, falta de organization, una multitud no es más que un rebaño. Contra todos sus jefes naturales, contra los grandes, Ios- ricos, contra los que ocupan puestos oficiales y están revestidos de autoridad, su desconfianza es inveterada- é incurable. En vano es que éstos deseen favorecerle y lo realicen; se niega a creer en sus sentimientos humanitarios y desinteresados. Ha sido harto maltratada; tiene prevenciones contra todas las medidas que provienen de ellos, aun las más saludables, aun las más liberales. «Al sólo nombre de nuevas asambleas,, dice una comisión provincial en 1787, hemos oído exclamar a un aldeano: ¡Qué! ¡Nuevas socaliñas todavía!»

Page 10: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

Todos sus superiores le son sospechosos, y de la sospecha â la hostilidad no hay gran distancia. En 1788, Mercier declara que, «desde hace algunos años, la insubordinación es visible en el pueblo, y, sobre todo, en los oficios. Antes, cuando yo entraba en una imprenta, los cajistas se quitaban la gorra. Hoy se contentan con mirarle a uno y sonreirse burlonamente; apenas está uno en el umbral, se les oye que hablan de mí con más ligereza que si hablaran de un compañero». En los alrededores de París se nota la misma actitud entre los campesinos, cosa que observa madame Yigeé Lebrun al ir a Eomainville a casa del mariscal Segur: «No solamente no nos saludan, sino que nos miran con insolencia; algunos llegan a amenazarnos con sus palos». En el mes de Marzo o de Abril siguiente, los invitados a un concierto dado por dicha dama llegan consternados. «Por la mañana, en el paseo de Longchamps, el populacho, reunido en la puerta de la Estrella, ha insultado de la manera más espantosa a las personas que pasaban en carruaje; los miserables se subían a los estribos, gritando: El año próximo iréis detrás de vuestras carrozas y nosotros iremos dentro.» A fines de 1783, el rio se convierte en torrente y el torrente en catarata. Un intendente escribe que, en su provincia, el gobierno debe decidirse, y decidirse en el sentido popular; separarse de los privilegiados, abandonar los antiguos moldes, dar al Tercero doble voto. Clero y nobleza son detestados; su supremacia parece un yugo. «En el mes de Julio último, dice, hubieran recibido con transporte a los antiguos Estados, y su formación hubiese encontrado pocos obstáculos. Desde hace cinco meses, las inteligencias se han despejado, han sido discutidos los intereses respectivos y se han establecido las Ligas. Han LOS QRÍGENES DE LA FRANCIA ___________________________.

dejado.que se ignorase que en todas las clases populares la fermentación ha llegado al colmo y que basta una chispa para que el incendio estalle... Si la decisión del rey es favorable a los dos primeros órdenes, tendremos insurrección general en todas las partes de la provincia, 600.000 hombres en armas y todos los horrores del populacho desenfrenado.» La palabra está dicha y se desarrollarán las consecuencias.

Cuando una multitud sublevada rechaza a sus conductores naturales, es preciso que tome o sufra otros. Lo mismo ocurriría en un ejército que, al entrar en campaña, prescindiera de sus oficiales; los nuevos grados son para los más atrevidos, los más violentos, los más oprimidos; para aquellos que, habiendo sufrido más en el régimen anterior, gritan «adelante», marchan a la cabeza y organizan las primeras guerrillas. En 1789 las guerrillas están preparadas; porque, bajo el pueblo que padece, hay otro pueblo que padece aún más, cuya insurrección es permanente y que, reprimido , perseguido, obscuro, no espera más que una ocasión para salir de su escondite y desencadenarse a la luz del día.

IV

Gentes sin profesión, refractarios a todo orden, carne de presidio, mendigos, roñosos, tiñosos, patibularios, son engendrados por los abusos del sistema, y en toda plaga social pululan como gusanos. Cuatrocientas leguas de terreno acotado y la seguridad de los venados que destrozan las cosechas ante los ojos del propietario, provocan a cazar furtivamente a milla- res de hombres tantos más peligrosos cuanto que arrostran leyes terribles y van armados. Ya en 1752, en torno de París, se ven «bandas de cincuenta o sesenta, armados hasta los dientes y conduciéndose comp.,tropas, regulares, infantería al centro y caballería a los costados... Habitan en los bosques, en los que han hecho un recinto defendido, y pagan al contado lo que compran». En 1772, cerca de Sous en Bor- gofia, el procurador general, M. Terray, cazando en sps dominio!: coñudos, oficiales, s©: encuentra a siete cazadores, furtivos que tiran sobre los venados y no tardan en, deparar ¡sobre las personas: M. Terray eae herido y uno de los oficiales saca el traje atravesado por un balazo. Llegan los cuadrilleros, los cazadores furtivos se mantienen firmes y rechazan a los guardas. Se ve, por los documentos de los Estados generales, que todos los años, en todo bosque importante, anas veces por el fusil de un cazador;furtivo, y más a menudo otras por el fusil de un guarda,

Page 11: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

se repiten los homicidios. Es una guerra civil y continua: así es que todo vasto dominio teme a esos insurrectos que tienen pólvora, balas y decisión.

Los contrabandistas son otra causa de las revueltas . En cuanto una tasa es exorbitante, invita al fraude, y suscita un pueblo de delincuentes contra un pueblo de empleados. Juzgad del número de los defraudadores por el número de vigilantes: 1.200 leguas de aduanas interiores están guardadas por 50.000 hombres, de los cuales 23.000 son soldados sin uniformes. «En los cinco países de las grandes gabelas y en las v provincias de las cinco grandes administraciones», la labor está abandonada; todo el mundo es aduanero o 'defraudador. «Numerosas bandas de hombres armados con frettes o largos bastones herrados y algunas veces con pistolas o fusiles, intentan abrirse un paso a viva fuerza. Una multitud de mujeres y de niños de tierna edad franquea las líneas de las brigadas; y, por otro lado, conduce jaurías al país libre, y después de haber sido encerrados los perros durante algún tiempo sin ningún alimento, se les carga de sai; y, apremiados por el hambre, acuden prontamente a casa■ de sus amos.»

Acuden desde lejos para dedicarse â oficio tan lucrativo los vagabundos, los desesperados y los hambrientos. «Todos los lindes de Bretaña están únicamente poblados por emigrantes, la mayor parte proscriptos de su patria, y los cuales, después de un año de estancia, disfrutan de todos los privilegios bretones; su ocupación se limita a preparar cargas de sal para revenderlas a los contrabandistas.» Se vislumbra como a la luz de un relámpago ese largo cordón de nómadas inquietos, nocturnos y acosados, toda una población de hombres y mujeres de merodeadores salvajes, habituados a los golpes de mano, curtidos â la intemperie,'harapientos, «casi todos atacados por una sarna pertinaz», y tales gentes se encuentran en las cercanías de Moríais, de Loricut y de los otros puertos, en las fronteras de las demás provincias y en las fronteras del reino. De 1783 a 1787, en G-uereey, dos bandos aliados de setenta a ochenta contrabandistas defraudan a la hacienda en cuarenta millares de tabacos, matan a dos carabineros y defienden, fusil en mano, su depósito de la montaña; se necesitarían para dominarlos soldados que los comandantes militares no proporcionan.

En 1789, una banda numerosa de contrabandistas trabaja permanentemente en la frontera de Maine y de Anjou; el gobernador militar escribe que «su jefe es un bandido inteligente y temible, que cuenta ya con cincuenta y cuatro hombres, y que contará muy pronto con un verdadero ejército, por la disposición de los espíritus y a causa de la miseria»; seria quizá oportuno comprar a algunos de esos hombres y hacer que entreguen a su jefe, puesto que no se le puede coger. Tales son los procedimientos de los países en donde el bandidaje es endémico. Aqui, en efecto, lo mismo que en Calabria, el pueblo está por los bandidos, en contra del gendarme. Se recuerdan las hazañas de Maudrin en 1754, su compañía de ciento cincuenta hombres que llevan fardos de contrabando y que no odian más que a los aduaneros; sus cuatro expediciones, que duran siete meses, a través del Franco-Condado, el Léonesado, el Borbonesado, la Auvernia y la Borgoña; las veintiséis poblaciones en las que entran sin resistencia, ponen en libertad a los detenidos y venden sus mercancias; para vencer a Maudrin hubo necesidad de establecer un campamento ante Valencia y enviar dos mil hombres; no le cogieron sino por traición, y aún hoy las familias del país se honran con su parentesco, diciendo que fué un libertador.

Page 12: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

No hay síntoma más grave: cuando el pueblo prefiere los enemigos de la ley a los defensores de ella, la sociedad se descompone y los gusanos intervienen. Añadid a los dichos, los verdaderos bandidos, asesinos y ladrones. En 1782, «la justicia del prebostazgo de Montargis instruye el proceso de Hulin y de más de doscientos cómplices suyos, los cuales, desde hacia diez años, asolaban una parte del reino con empresas combinadas».

Mercier cuenta en Francia «un ejórcito de más de 10,000 bandidos y vagabundos», contra los cuales están siempre en acción los cuadrilleros que suman 3.75G hombres. «Se quejan diariamente, dice la asamblea provincial de la Alta G-uyena, de que no hay ninguna policía en los campos.» El señor ausente no vigila; sus jueces y funcionarios de justicia se guardan bien de proceder gratuitamente contra un criminal insolvente, y las tierras se convierten en asilo de todos los foragidos del cantón.»

Así, cada abuso engendra un peligro, tanto la negligencia mal empleada como el rigor excesivo, tanto el feudalismo relajado como la monarquia demasiado tirante. Todas las instituciones parece que están de acuerdo para multiplicar o tolerar a los autores del desorden, y para preparar, fuera del recinto social, a los hombres de acción que vendrán a forzarle.

Pero su efecto en conjunto es más pernicioso todavía; porque, de tantos trabajadores como arruinan, hacen mendigos que no quieren trabajar más, holgazanes peligrosos que van mendigando o quitando el pan a campesinos que no tienen demasiado para sí mismos. «Los vagabundos, dice Lestrone, son ia mayor plaga de los campos, son tropas enemigas que, esparcidas por el territorio viven en él a discrección y levantan verdaderas contribuciones... Merodean continuamente por los campos, examinan las cercanías de las, casas y .se informan de las personas que las habitan y de la posición del amo. ¡Desgraciados aquellos que tienen fama de ser muy ricos!... ¡Cuántos robos en los caminos y con fractura! ¡Cuántos viajeros asesinados, cuántas puertas y ventanas forzadas! ¡Cuántos asesinatos de párrocos, de labradores, de viudas a quienes han atormentado para saber donde estaba el dinero y a quienes han matado en seguida!»

Veinticinco años antes de la revolución, no era raro ver a quince o veinte vagabundos «caer en una granja para pernoctar en ella, intimidar a los colonos, y exigirlos cnanto les placía.» En 1764, el gobierno toma contra ellos medidas que demuestran el exceso del mal: «Son reputados como vagabundos y gentes indocumentadas, y condenados como tales los que, durante seis meses consecutivos, no hayan ejercido profesión ni oficio, y los que, no teniendo bienes ni otro medio alguno de subsistencia, no pueden ser documentados ni hacer que certifiquen sobre sus buenos hábitos y costumbres personas dignas de fe... La intención de su majestad no es solamente que sean detenidos los vagabundos que recorren los campos, sino también todos los mendigos, los cuales, careciendo de profesión, pueden ser considerados como sospechosos de vagancia.» Para los válidos, tres años de galeras; en caso de reincidencia, nueve años; a la segunda, galeras perpetuas. Para los inválidos, tres años de cárcel; si reinciden, nueve; si vuelven a reincidir prisión perpetua. Los menores de diez y seis años irán al asilo. «Un mendigo que se exponga a ser detenido por los cuadrilleros, dice la circular, no deberá ser puesto en libertad sino ante la absoluta certeza de que no volve- rar a mendigar; no se le soltará, pues, sino en el caso en que personas dignas de fe y solventes respondiesen del mendigo,

Page 13: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

comprometiéndose a darle ocupación o a mantenerle, é indiquen los medios de que disponen para impedir que mendigue.

Todo esto ha de ser objeto además de la autorización especial del intendente. En virtud de esta ley, fueron detenidos a un mismo tiempo, según dicen, 50.000 mendigos, y, como los asilos y prisiones ordinarias no bastaban, fué menester construir casas de reclusión. Hasta fines del antiguo régimen, la operación continua con intermitencias: en Languedoc, en 1768, detuvieron a 473 ¡en seis meses, y en 1787, 205 en cuatro meses. Hacia la misma época, había 300 en el depósito de Besanzon, 500 en el de Rennes, 650 en el de San Dionisio. Su sostenimiento costaba al rejT'un millón al año, y ¡Dios sabe cómo estarian tratados! Agua, paja, pan, dos onzas de grasa salada; en todo cinco sueldos al día; y, como los géneros habían aumentado en un tercio, durante los últimos veinte años, era preciso que el conserje, a cuyo cargo corria la alimentación, les hiciese ayunar o se arruinase.

Por decreto de 1778, escribe, un intendente: «Los cuadrilleros de a caballo deben detener, no solamente â los mendigos y vagabundos que se encuentren, sino también a los que sean denunciados como tales o como personas sospechosas. El ciudadano más irreprochable en su conducta y menos sospechoso de vagancia, no puede prometerse el no ser encerrado en el depósito, puesto que su libertad está a merced de un cuadrillero de caballería que teme constantemente ser engañado por una falsa denuncia o corrompido por el 'dinero. He visto en el depósito de Rennes a varios maridos detenidos por la sola denuncia de sus mujeres y otras tantas mujeres por la de sus maridos; a varios niños del primer matrimonio a instancias de sus madrastras; a muchas sirvientes embarazadas por los obreros del amo a quien servían, encerradas por denuncia de éste, y a varias muchachas en el mismo caso, por denuncia de su seductor; a hijos por denuncia de sus padres, y a padres por denuncia de sus hijos: todos sin la menor prueba de vagancia o mendicidad... No existe una sola sentencia de los prebostes que haya devuelto la libertad â los detenidos, a pesar del número infinito de los que fueron presos injustamente.» erlos. Y además ¿cómo se ha de impedir que pidan li* mosna los que viven de ella? Sin duda el efecto es lamentable, pero infalible. En cierto modo, la miseria es una gangrena lenta en la que la parte enferma ataca a la parte sana, y el hombre que- vive a duras penas es corroído vivo por el hombre, que no tiene de qué vivir. «El campesino está arruinado, parece víctima de la opresión producida por la multitud de pobres que asolan los campos y se refugian en las ciudades. De aquí esos agrupamientos peligrosos para la seguridad pública; esa multitud de defraudadores y vagabundos, esa multitud de hombres convertidos en ladrones y asesinos únicamente porque carecen de pan.

Esto no es más que una ligera idea de los desórdenes que he visto con mis ojos.—«Excesiva en sLmisma, la miseria de los campos lo es también por los desórdenes que entraña; no es preciso buscar en otra parte la espantosa fuente de la mendicidad con todos sus vicios.» —¿De qué sirven paliativos ú operaciones violentas contra un mal que está en la sangre y que concierne a la misma constitución del cuerpo social? ¿Qué policía puede ser eficaz en una parroquia en la que la cuarta, la tercera parte de los habitantes no tienen que comer y van a pedir de puerta en puerta? En Ar- gentre, en Bretaña, «de 2.300 habitantes sin industria, sin comercio, más de la mitad pasan mil apuros y más de 500 se ven reducidos a mendigar». En Dani- villi, en Artois, «de 130 casas, 60

Page 14: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

son pobres». EnNor- mandía, según las declaraciones de los párrocos, «de 900 feligreses de Saint Malo, tres cuartas partes pueden vivir, el resto es desgraciado».—«De 1.500 habitantes de San Patricio, 400 piden limosna; de 500 habitantes de San Lorenzo, la piden las tres cuartas partes.» En Marbceuf, dicen los documentos, de 900 personas que habitan nuestra parroquia, 100 están reducidas a la mendicidad, y además nos visitan diariamente 30 o 40 pobres de las parroquias cercanas.» En Boulboune, Languedoc, se distribuye todos los días en la puerta del convento «una limosna general a la que acuden 300 o 400 pobres, independientemente de la que se da a los ancianos y enfermos que es más abundante.» En Lyon, en 1787, «30.000 obreros esperan su subsistencia de la caridad pública»; en Rennes, en 1788, tras una inundación, «los dos tercios de los habitantes quedan en la miseria»; en París, de 650.000 habitantes, el censo de 1791 arroja 118.784 indigentes.—Viene una helada o una granizada como en 1788, que la cosecha falte, que el pan esté a cuatro sueldos la libra y que en los talleres de caridad el obrero no gana más que doce sueldos al día, ¿creéis que esas gentes se resignarán a morirse de hambre?

En los alrededores de Rouen, durante el invierno de 1788, saquean los bosques a la luz del día, cortan por completo el bosque de Ba'gneres y venden públicamente los árboles cortados a los merodeadores. Hambrientos y merodeadores marchan juntos, y la necesidad se hace cómplice del crimen. De provincia en provincia, se les sigue las huellas: cuatro meses más adelante, en los alrededores de Etampes, quince bandidos fuerzan tres granjas sin ser de noche, y los labradores, amenazados con el incendio, seven obligados ádar, uno tres francos, el otro cincuenta, probablemente todo el dinero que tenían en la gaveta. «Ladrones, galeotes, forajidos de toda especie», son los que formarán la vanguardia en las insurrecciones, «y los que impelerán al campesino a las últimas violencias*. Después del saqueo de la casa Re veil! on en París, se observa que, «de una cuarentena de revoltosos detenidos, no hay casi ninguno que no haya pasado ya por manos de la justicia y no haya sido azotado o señalado». En toda revolución el limo de una sociedad sube â la superficie. Jamás habían sido vistos; como tejones de bosque o como ratas de alcantarilla, permanecían en sus madrigueras. Salen a bandadas, y de repente, ¡qué figuras se ven por Paris! «No se recuerda haber visto nada semejante en pleno día... ¿De dónde salen? ¿Quién les ha sacado de guaridas tenebrosas?... Extranjeros en todos los países, armados con grandes palos, harapientos... Unos casi desnudos, los otros extrañamente vestidos», con pingajos diversos, «horribles ála vista», tales son los jefes o comparsas de las revueltas, a seis francos por cabeza, tras los cuales va a marchar el pueblo.

«En París, dice Mercier, el pueblo es flojo, pálido, pequeño, achaparrado, maltratado, y parece un cuerpo separado de los otros órdenes del Estado. Los ricos o los grandes que poseen trenes, tienen el bárbaro derecho de aplastarle o de mutilarle en las calles... No hay comodidad alguna para los peatones, no hay aceras. Cien víctimas sucumben al año bajo las ruedas de los carruajes.»

«Un pobre niño, dice Arturo Tonng, fué aplastado ante nosotros, y varias veces me ha rociado de la cabeza a los piés el lodo del arroyo. Si nuestros jóvenes aristócratas llevasen en Londres por calles sin aceras el mismo aire que sus hermanos de °aris, se verían pronto y justamente aporreados y arrojados al arroyo.»

Page 15: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

Mercier se inquieta frente a esa inmensa muchedumbre. «Hay quizá en París doscientos mil individuos que no tienen en propiedad absoluta el valor intrínseco de cincuenta escudos; ¡y la ciudad subsiste!»

Así es que el orden no está mantenido más que por la fuerza y el temor, gracias a los polizontes a quienes la multitud llama tristes a patte. «Este apodo enfurece â esa especie de milicia, que hace entonces los mayores atropellos y que golpea indistintamente cuanto encuentra por delante. La gente baja está siempre dispuesta a presentar batalla a la milicia, porque nunca ha sufrido gran cosa.» En realidad, «una escuadra de policia disuelve a menudo sin trabajo pelotones de quinientos a seiscientos hombres, que al principio parecen muy feroces,, pero que se eclipsan en un abrir y cerrar de ojos en cuanto los guardias han repartido algunos estacazos y echado el guante a dos o tres revoltosos.»

Sin embargo, «si se abandona al pueblo de París, en su primer momento, si no sintiese detrás de él la guardia de infantería y de caballería, el comisario y el oficial, no mediría sus desórdenes. El populacho, libre del freno a que está acostumbrado, se entregaría a violencias, tanto más crueles, cuanto que ni él mismo sabría donde detenerse... Mientras que no falte el pan de G-ouesse, la conmoción no será general; es preciso que llegue a estar el mercado interesado, si no las mujeres permanecerán tranquilas... Pero si el pan llegase a faltar en dos mercados consecutivos, el levantamiento sería universal, y es imposible calcular hasta dónde llegaría esa multitud acorralada, que querría librarse del hambre y librar a sus hijos.» En 1789, el pan faltó en París y en toda Francia.

Page 16: Taine Los orígenes de la Francia Contemporanea.docx

i Falansterios, o falanges, es como se denominaba a las comunidades teorizadas por el socialista utópico francés Charles Fourier. Se fundaban en la idea de que cada individuo trabajaría de acuerdo con sus pasiones y no existiría un concepto abstracto y artificial de propiedad, privada o común.Los falansterios son comunidades rurales autosuficientes, que serían la base de la transformación social. Los falansterios se crearían por acción voluntaria de sus miembros y nunca deberían estar compuestos por más de 1.600 personas, que vivirían juntas en un edificio con todos los servicios colectivos. Todas las personas serían libres de elegir su trabajo, y lo podrían cambiar cuando quisieran.