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Por Jorge IBARGüENGOITIA Llegada del üld Vic en forma de paloma 29 clasicismo, siempre que se tenga el genio de un Eisenstein, un Welles o un Res- nais. O sea, por un proceso de sublima- cÍ<?n que haga legítimos ciertos procedi- mIentos formales que, utilizados por ci neastas comunes y corrientes, no revelan sino deshonestidad e impotencia. (O si no, remitámonos a las películas de Mar- guerite Duras sin Alain Resnais.) He aquí, pues, que lo que no preten- día ser sino la reseña de dos films pero tenecientes al cine negro se ha conver- tido impremeditadamente en' una refle- xión sobre el cine moderno. Todos los conducen a Roma. Y creo que cualqUIer pretexto es bueno para insistir en que una crítica cinematográfica no cumplirá su verdadera función en tanto no se proponga revisar los juicios ya for- mulados, aunque ello nos obligue a ba- jar a algunos realizadores del pedestal en que nosotros mismos los pusimos. y es que, en definitiva, el cine negro sólo existe como fenómeno sociológico. Cinematográficamente hablando, existen un Preminger y un Dassin. No dejemos que las consideraciones marginales nos impidan juzgar lo único realmente en- juiciable: a los hombres que, a través del cine, tratan, consiguiéndolo o no (y ésa es la regla de oro de todo juicio) , de establecer con nosotros una comu- nicación. Cuando apenas empezaba a desarro- llarme, se me presentó, inigualable, bajo la forma de Scarlet O'Hara, la mujer que nunca supo qué quería, ni de quién, ni cómo, corriendo con un enorme ves- tido y enseñando los calzones, enamo- rando a un señor lánguido, cuyo único deseo positivo en la vida .consistía en no verla más, asesinando a un soldado que después de todo no buscaba más que un rato de esparcimiento y, por último, celando, abandonando y deseando ar- dientemente al hombre que nunca en- tendió: el gran Rett Butler. Ésta es La Mujer, me dije, y allí empezaron mis desventuras. Ahora, que no soy más que un an- ciano amargado, la veo y me dan ganas de partirle la cabeza a hachazos. Ella sigue incansable, decidida a llevar al cabo su propósito de envenenar el co- razón de dos o tres generaciones. Junto a la obra de Dumas, la peor de Tennessee Williams es Caperucita Roja: un hombre se enamora de una mujer porque la ve escupiendo sangre y ella lo acepta con la intención de contagiarl? ¿Por qué la compañía. de reperton.o más fuerte de Inglaterra tIene que vemr a ponernos una. pieza de esc!ita por un francés lllexperto hace CIen anos? "The lrouble wilh lhis play (La Dame allX Call1e- lias) is lhat every old bitch wanls lO commil iL" -Lord Paperlon TEATRO para no despertar en nosotros una com- pasión que resultaría inmoral. Preminger (que, de acuerdo con algo ya dicho, cree en la realidad y no coniO Dassin, en la imagen, según la célebre distinción de Andre Bazin) se concreta a seguir la aventura psicológica de su personaje comunicando a la forma el mismo ritmo de los hechos espirituales que se relatan. Si Dassin impone una forma entre sus personajes y nosotros, Preminger se empeña en darnos la ma- yor libertad para 'que sepamos de los suyos lo más que podamos. De ahí que los movimientos de cámara no parezcan cumplir otro cometido que el de ayu- darnos a ver y de ahí que cada encuadre esté concebido de acuerdo con una no- ción de esencialidad. Ésa es la clase de cine que puede as- pirar legítimamente al clasicismo. Si el film de Preminger pasó desapercibido en su momento, ello no debe extrañar- nos. Los clásicos lo son, precisamente, en fupción de una perspectiva temporal. La obra de Preminger, como las de Ni- cholas Ray, Howard Hawks o Fritz Lang, cineastas que también "creen en la rea- lidad", está destinada a agigantarse con el tiempo, aun a costa de no ser apre· ciada en el primer momento. Es verdad que por el camino contrario, el del culto a la imagen, se puede llegar también al Actriz en proceso de encantamiento Esto no será una crítica, sino una con- fesión: yo detesto a Vivien Leigh. Des- truyó mi vida. Me convirtió en lo que soy en vez de un hombre de provecho. UNIVERSIDAD DE MEXICO desarrolla conforme a sus reglas, tiene como personaje central, no al típico héroe negativo" sino a un pícaro. Hay una gran diferencia entre el escéptico "fuera de la ley" y el Harry Fabian del film, interpretado por Richard Wid· mark, que aspira a llegar muy alto por los medios que sean. De nuevo podría establecerse un paralelo entre este per- sonaje y los de una literatura caracte- rística, la de Dreiser y U pton Sinclair en este caso. Por lo demás, aunque Das- sin sitúa la acción de su film en Londres, no por ello deja de reflejar estados de ánimo enteramente norteamericanos. De nuevo la violencia el tema fun- damental del film. Una violencia que se expresa no sólo en las escenas de lucha física, sino en las relaciones siempre exasperadas, siempre a punto de estallar, que mantienen entre sí los personajes. Dassin hace corresponder a esa constante situación límite una forma brillante que abunda en ideas originales por lo que a la composición y al movimiento inter- no de cada imagen se refiere y en la que se advierte una clara influencia ex- presionista. Sin embargo, la brillantez exterior en- cubre una esquematización de los per- sonajes. No nos engañemos: esquematiza quien no sabe o no puede hacer otra cosa. Dassin fue, en realidad, el gran manierista del cine negro. En Siniestra obsesión el desarrollo de la trama no logra sino confirmar la idea que nos hayamos podido hacer de los personajes desde el principio. Dassin en ningún momento es capaz de profundizar en ellos y de descubrir ese trasfondo con- tradictorio que el estudio de todo ser humano revela. (Nicholas Ray lo ha demostrado con creces gracias, precisa- mente, al empleo sistemático de la situa- ción límite y de la violencia como tema.) Me temo que el cine de Dassin resistirá muy mal el paso del tiempo. Se impone una nueva visión de Fuerza bruta para ratificar o rectificar tal impresión. En cambio, la otra película presen- tada, Cuando termina el camino (Where the sidewalks ends) , ha venido a con- firmar el gran talento y el clasicismo de un realizador todavía insuficiente- mente estimado: Otto Preminger. En su película se da el salto de un género a otro, del film policiaco al cine negro, por la curiosa situación en que se ve el protagonista. Este personaje es un policía que por culpa de su afición a los mé- todos persuasivos violentos se ve conver- tido en un asesino, en un héroe negativo. Así, el film se transforma en el minu- cioso análisis de una crisis de conciencia. Preminger escruta las actitudes y el ros- tro impasible de Dana Andrews en busca de una revelación que nunca será com- pleta, puesto que de esa búsqueda se desprende una idea de inagotabilidad, o sea, de riqueza psicológica. El perso- naje, en situación desesperada, siente por la maravillosa Gene Tierney (que en el otro film, el de Dassin, hace un papel insignificante) el amor trágico de los "fuera de la ley". En tales condiciones (y ésa es una de las características te- máticas del cine negro) la pasión amo- rosa llevará la marca del desinterés, de la sinceridad total. Estamos a un paso del auténtico amour fou. Pero si el aman- te desesperado es siempre. conmovedo.r, se comportará con la dlgmdad necesana

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Por Jorge IBARGüENGOITIA

Llegada del üld Vic en forma de paloma

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clasicismo, siempre que se tenga el geniode un Eisenstein, un Welles o un Res­nais. O sea, por un proceso de sublima­cÍ<?n que haga legítimos ciertos procedi­mIentos formales que, utilizados por cineastas comunes y corrientes, no revelansino deshonestidad e impotencia. (O sino, remitámonos a las películas de Mar­guerite Duras sin Alain Resnais.)

He aquí, pues, que lo que no preten­día ser sino la reseña de dos films perotenecientes al cine negro se ha conver­tido impremeditadamente en' una refle­xión sobre el cine moderno. Todos loscamin~s conducen a Roma. Y creo quecualqUIer pretexto es bueno para insistiren que una crítica cinematográfica nocumplirá su verdadera función en tantono se proponga revisar los juicios ya for­mulados, aunque ello nos obligue a ba­jar a algunos realizadores del pedestalen que nosotros mismos los pusimos.

y es que, en definitiva, el cine negrosólo existe como fenómeno sociológico.Cinematográficamente hablando, existenun Preminger y un Dassin. No dejemosque las consideraciones marginales nosimpidan juzgar lo único realmente en­juiciable: a los hombres que, a travésdel cine, tratan, consiguiéndolo o no(y ésa es la regla de oro de todo juicio) ,de establecer con nosotros una comu­nicación.

Cuando apenas empezaba a desarro­llarme, se me presentó, inigualable, bajola forma de Scarlet O'Hara, la mujerque nunca supo qué quería, ni de quién,ni cómo, corriendo con un enorme ves­tido y enseñando los calzones, enamo­rando a un señor lánguido, cuyo únicodeseo positivo en la vida .consistía enno verla más, asesinando a un soldadoque después de todo no buscaba más queun rato de esparcimiento y, por último,celando, abandonando y deseando ar­dientemente al hombre que nunca en­tendió: el gran Rett Butler. Ésta es LaMujer, me dije, y allí empezaron misdesventuras.

Ahora, que no soy más que un an­ciano amargado, la veo y me dan ganasde partirle la cabeza a hachazos. Ellasigue incansable, decidida a llevar alcabo su propósito de envenenar el co­razón de dos o tres generaciones.Junto a la obra de Dumas, la peor deTennessee Williams es Caperucita Roja:un hombre se enamora de una mujerporque la ve escupiendo sangre y ellalo acepta con la intención de contagiarl?

¿Por qué la compañía. de reperton.omás fuerte de Inglaterra tIene que vemra ponernos una. pieza de segun~a esc!itapor un francés lllexperto hace CIen anos?

"The lrouble wilh lhis play (La Dame allX Call1e­

lias) is lhat every old bitch wanls lO commil iL"

-Lord Paperlon

T E A T R O

para no despertar en nosotros una com­pasión que resultaría inmoral.

Preminger (que, de acuerdo con algoya dicho, cree en la realidad y no coniODassin, en la imagen, según la célebredistinción de Andre Bazin) se concretaa seguir la aventura psicológica de supersonaje comunicando a la forma elmismo ritmo de los hechos espiritualesque se relatan. Si Dassin impone unaforma entre sus personajes y nosotros,Preminger se empeña en darnos la ma­yor libertad para 'que sepamos de lossuyos lo más que podamos. De ahí quelos movimientos de cámara no parezcancumplir otro cometido que el de ayu­darnos a ver y de ahí que cada encuadreesté concebido de acuerdo con una no­ción de esencialidad.

Ésa es la clase de cine que puede as­pirar legítimamente al clasicismo. Si elfilm de Preminger pasó desapercibidoen su momento, ello no debe extrañar­nos. Los clásicos lo son, precisamente, enfupción de una perspectiva temporal.La obra de Preminger, como las de Ni­cholas Ray, Howard Hawks o Fritz Lang,cineastas que también "creen en la rea­lidad", está destinada a agigantarse conel tiempo, aun a costa de no ser apre·ciada en el primer momento. Es verdadque por el camino contrario, el del cultoa la imagen, se puede llegar también al

Actriz en proceso de encantamiento

Esto no será una crítica, sino una con­fesión: yo detesto a Vivien Leigh. Des­truyó mi vida. Me convirtió en lo quesoy en vez de un hombre de provecho.

UNIVERSIDAD DE MEXICO

desarrolla conforme a sus reglas, tienecomo personaje central, no al típicohéroe negativo" sino a un pícaro. Hayuna gran diferencia entre el escéptico"fuera de la ley" y el Harry Fabian delfilm, interpretado por Richard Wid·mark, que aspira a llegar muy alto porlos medios que sean. De nuevo podríaestablecerse un paralelo entre este per­sonaje y los de una literatura caracte­rística, la de Dreiser y Upton Sinclairen este caso. Por lo demás, aunque Das­sin sitúa la acción de su film en Londres,no por ello deja de reflejar estados deánimo enteramente norteamericanos.

De nuevo ~s la violencia el tema fun­damental del film. Una violencia que seexpresa no sólo en las escenas de luchafísica, sino en las relaciones siempreexasperadas, siempre a punto de estallar,que mantienen entre sí los personajes.Dassin hace corresponder a esa constantesituación límite una forma brillante queabunda en ideas originales por lo quea la composición y al movimiento inter­no de cada imagen se refiere y en laque se advierte una clara influencia ex­presionista.

Sin embargo, la brillantez exterior en­cubre una esquematización de los per­sonajes. No nos engañemos: esquematizaquien no sabe o no puede hacer otracosa. Dassin fue, en realidad, el granmanierista del cine negro. En Siniestraobsesión el desarrollo de la trama nologra sino confirmar la idea que noshayamos podido hacer de los personajesdesde el principio. Dassin en ningúnmomento es capaz de profundizar enellos y de descubrir ese trasfondo con­tradictorio que el estudio de todo serhumano revela. (Nicholas Ray lo hademostrado con creces gracias, precisa­mente, al empleo sistemático de la situa­ción límite y de la violencia como tema.)Me temo que el cine de Dassin resistirámuy mal el paso del tiempo. Se imponeuna nueva visión de Fuerza bruta pararatificar o rectificar tal impresión.

En cambio, la otra película presen­tada, Cuando termina el camino (Wherethe sidewalks ends) , ha venido a con­firmar el gran talento y el clasicismode un realizador todavía insuficiente­mente estimado: Otto Preminger. En supelícula se da el salto de un género aotro, del film policiaco al cine negro,por la curiosa situación en que se ve elprotagonista. Este personaje es un policíaque por culpa de su afición a los mé­todos persuasivos violentos se ve conver­tido en un asesino, en un héroe negativo.Así, el film se transforma en el minu­cioso análisis de una crisis de conciencia.Preminger escruta las actitudes y el ros­tro impasible de Dana Andrews en buscade una revelación que nunca será com­pleta, puesto que de esa búsqueda sedesprende una idea de inagotabilidad,o sea, de riqueza psicológica. El perso­naje, en situación desesperada, siente porla maravillosa Gene Tierney (que en elotro film, el de Dassin, hace un papelinsignificante) el amor trágico de los"fuera de la ley". En tales condiciones(y ésa es una de las características te­

máticas del cine negro) la pasión amo­rosa llevará la marca del desinterés, dela sinceridad total. Estamos a un pasodel auténtico amour fou. Pero si el aman­te desesperado es siempre. conmovedo.r,se comportará con la dlgmdad necesana

30UNIVERSlDAD DE MEXICO

El autor (a la derecha) trata de calmar los ánimos de los invitados a una fiesta a la que nunca llegaron los miembros del Old Vic(

de a ver quién tose mejor y quién secae con más elegancia en los brazos deArmando.

Pero dejemos a un lado la superficia­lidad y adentrémonos a la parte cientí­fica de mi estudio. Ante todo, los costos.

Como puede verse, la verdad no secompra así nomás.

Conviene antes que dé una pequeñaexplicación. Yo no acostumbro entrevis­tar a las personas, especialmente a lasque vienen de fuera; nunca sé qué pre­guntarles y no me importa nada lo queme contestan, pero esta vez pensé quesería oportuno contravenir mi hábito,pues no sé si porque los del Old Viceran más simpáticos que los miembrosde las otras compañías que han venido,o porque traían un figurón, el caso esque varias personas hicieron fiestas conel fin aparente de "agasajar a Vivien".No me invitaron a mí, por supuesto,pero yo de todas maneras me presentépuntualmente, noche tras noche, y pre­sencié el desastre: no llegaron ni los

La obra nunca dijo nada especial: véase,si no la escena entre Duval y Margarita:"La sociedad provinciana es muy exi­gente; por purificado que esté su amorhacia mi hijo, no verán en usted másque su pasado. La familia de mi pre­sunto yerno se ha enterado de la rela­ción de usted con Armando y me hadado a entender que el matrimonio demi hija no se llevará a cabo mientrasdure esta situación. En el nombre desu amor por Armando, le pido que leconceda la felicidad a mi hija." ¿Alguiense· convence con eso? Sólo MargaritaGautier.

Los doctores Kohler y Katz, entre susnumerosos e interesantes experimentosencaminados a valorar la mentalidad delos simios, incluyen el caso siguiente:"En el zoológico de Keningston estabanen la misma jaula dos orangutanes ma­chos y una hembra; ésta, como sueleocurrir con las de su sexo, gustaba deconceder sus favores a uno de los oran­gutanes, dejando al otro como quiendice ... en ayunas. Este último, que go­zaba del espectáculo, pero no de la hem­bra, desarrolló todas las característicaspropias de la neurastenia, hasta que aca­bó rompiéndose la cabeza contra las re­jas de su prisión, en uno de sus fre­cuentes ataques de melancolía. Lo an­terior demuestra de manera irrefutableque los orangutanes reaccionan de lamisma manera que los humanos: lasactividades sexuales ajenas les pareceninsoportables." Si hasta los doctores Koh­ler y Katz se han dado cuenta de lospeligros que corre el que se expone alas veleidades ajenas, ¿por qué nadie haprohibido La dama de las camelias? Alcontrario, las grandes actrices se lanzana poner la obra, absortas en su duelo

Un abono de segundo piso cla­se "B":Cuatro botellas de tequila quetuve que llevar a cuatro fiestasa las que se suponía falsamenteque iban a asistir los miembrosde la compañía:Cuatro noches pasadas en velaen espera del Old Vie:Dos Gin & Tonic que tomépara que se me quitara la in­dignación:Alka Seltzer:Taxis:

Total:

$ 80.00

$ 52.00

(?)

$ 23.00$ 00.35$ 43.00

$ 198.35

tramoyistas. Por fin, la quinta noche,cuando ya había yo perdido tGda espe­ranza y cuando mis facul tades físicas ymentales estaban muy deterioradas co­mo resultado de cuatro desveladas se­guidas, apareció la compañía in totominus Vivien. Haciendo un acopio delas fuerzas que me quedaban, me le­vanté y empecé a preguntar: "¿Qué opi­nan en Inglaterra de México?" Despuésde un rato, llegué a la conclusión deque no opinan nada. No me desanimé;cambié de táctica: me acercaba a unode los actores, lo empujaba a un rincóny allí, con cierto misterio, le preguntaba:"¿Qué opina usted del Old Vic?" "Esuna buena compañía. Yo trabajo enella." "¿Qué opina usted de VivienLeigh?" "Well, this is strictly off therecord, you know? bla bla bla." Todosestábamos de acuerdo. "¿Por qué mon­taron La dama de las camelias?" Nadietuvo la menor idea. órdenes superiores,parece. Empecé a sentir una gran amis­tad hacia estos jóvenes, cuya floraciónha sido destruida también por ScarletO'Hara & Ca. Arrastrados por nuestraamargura y rencores comunes, platican­do, platicando, descubrimos que el bufóncanta una canción larguísima al finalde Noche de Epifanía, cuando en reali­dad la obra ya ha terminado, sólo paradar tiempo a que Viola se ponga unvestido de mujer y salga a dar las gra­cias, como una tarántula, ocupando todoel foro.

Cuando llegué a mi casa, abrí lelShakespeare, y vi que al final de Nochede Epifanía el bufón canta una cancióndel tamaño del mundo. Quizá yo estoyequivocado y Vivien Leigh es una buenapersona que no hace más que seguir lasacotaciones.