suplemento cultural 24-07-2015

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SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. PÁG. 3 WINGSTON GONZÁLEZ: LITERATURA DESDE LA RETAGUARDIA GUATEMALA, 24 DE JULIO DE 2015 FOTOGRAFÍA DE SALAZAR OCHOA

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Suplemento Cultural 24-07-2015

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Page 1: Suplemento Cultural 24-07-2015

suplemento semanal de la hora, idea original de rosauro Carmín Q.

PÁG. 3

WinGston GonzÁlez:

literatura desde la retaGuardia

Guatemala, 24 de julio de 2015

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Página 2 / guatemala, 24 De julio De 2015

Qué inquietudes sur-gen ahora al recibir este premio?No sé fíjate vos. Uno

no tiene programa, creo que mi escritura no tie-

ne planificación alguna sino más bien va surgiendo según la necesidad del instante y luego en algún momento los proyec-tos terminan por consolidarse a partir de la reunión de esas necesidades. Creo que soy un poco antimetódico para traba-jar en cuanto a la selección de temas y metas, eso no existe en mí. Sin embargo, soy bastante metódico en otros aspectos de la producción de escritura aunque para mí ese proceso tiene mu-cho que ver con “ir a la deriva”, todos mis libros han salido de la deriva y creo que van rumbo al mismo destino.

Vos pertenecés a un grupo que se ha autodenominado como “La retaguardia”. Ahora pusis-te a este grupo al frente de los reflectores ¿Qué se siente eso, qué responsabilidades acarrea?Se siente muy lindo. Esta ma-

ñana pensaba justo en eso. Va-mos a tener una lectura con La Retaguardia en los próximos

días y te digo que la retaguardia no es exactamente estar detrás sino es estar donde la escritu-ra en este país está. No se trata de la cultura underground, la escritura ocurre donde está el ser humano y el ser humano guatemalteco ha sido arrastra-do y orillado a estar a la reta-guardia de todo, del desarrollo, del avance económico, cultural. Solo desde allí se puede escribir y solo desde allí se puede recibir un premio como este. Las es-crituras que tenemos en toda la región son una respuesta a estos problemas; es como aferrarte a lo poco que te van dejando las formas de colonización que se encuentran a tu alrededor y que tratan de apoderarse del ser hu-mano para meterlo en esta enor-me maquinaria productiva del comercio internacional. Los escritores que hemos na-

cido dentro del contexto que mencioné solo podemos ser re-taguardia hagamos lo que haga-mos este premio es un premio para toda esa retaguardia.

Es turno de la clásica pregun-ta: ¿Veías venir este premio a la vuelta de la esquina o te tomó por sorpresa como asalto en

El escritor guatemalteco Wingston González se hizo acreedor del Premio Mesoamericano de Poesía Luis Car-

doza y Aragón en su edición 2015 por su obra titulada Traslaciones. No perdí oportunidad de concretar una

reunión con este enigmático personaje del Centro Histórico para conocer sus impresiones luego de haber recibido este

importante reconocimiento de las letras latinoamericanas.

¿

Wingston gonzález: literatura desde la retaguardia

al mediodía pound visita el siglo XXIel habla es lo que sigue y lo sucedidoluego de volar desangrados sobre huesosluego de vivir bajo eclipse despuésde una señal un anuncio de jabóncabeza diciendo no en la oscuridadbeben los muertos la soledad del díay la mano de mi otra abatida contra el suelohoras disipadas qué felicidad qué instanteamontonado bajo rayo; amargo solo ruinauna figura toca el muslo del espejismopara hèléne el lenguaje es cuestión de levitares como esa calma que hay en una casa lanoche cuando cansada descubre porsí sola dónde cómo y qué viento sorbesu nombre del reino de las figurasdel descuido del desamparado día caribeño

mo la poesía, la amo desde que a través de ella pude ver la rea-lidad con gafas invisibles que me

permitían entender los milagros cotidianos, encontrar belleza en las rutinas y en las palabras. Amo la poesía como respiro, como sa-lida abrupta a ese laberinto que ostenta un cartelito en la entrada que grita: ¡Vida!Ese amor me permite acercar-

me a los nuevos libros de poesía con mucha cautela y desprovisto de prejuicios y categorías; lozano, ansioso; como estrenando aman-te en un motel escondido, pero orgulloso. Así me encontré con el libro de José Roberto Leonardo, un libro breve pero atiborrado de una poesía a veces contundente, a veces llorona e ingenua. Me en-contré con un poeta que se habla así mismo, se reclama, se autore-trata y se autoconfirma; no puede o no quiere huir del ego, del espe-jo frente al que se señala y se eti-

queta como poeta, bien merecido por cierto, un escritor bohemio en medio del tercer mundo.“Me invade una soledad pros-

crita trasnochada de monitor encedido que ilumina leve el cuarto pero aquí no habita nadie sino un televisor apagado nadie sino la ausencia estéril de hablar conmigo…”El libro está dividido en tres

partes; en la primera trata de dar razón al título “Lázaro me dicen” sin lograrlo, el inicio es tímido, más bien una justificación. Du-rante la segunda parte empeza-mos a descubrir ese poeta desbo-cado que algún día será. “Ciudad y tiempo que no cesa” titula la segunda sección, aquí hay oficio de poeta, observa, escucha, escri-be, la poesía en acción; la poesía y José Roberto solos frente al es-pejo se ven, se seducen y hacen poesía, es una ciudad desierta en la que sólo existen el autor y sus letras que se le desaparecen, se le escabullen.“Y todo yace lejos, allá

todo se desvanece borrosocomo cuando en las películas se transmutan al pasado así yo mi inquilinocamino desorientado colmado de neblina tropiezo

torpementecon ese otro de míque ya escapa…”Antes de finalizar esta segunda

parte encontramos un poema, que a mi juicio, es tan rotundo que debería titular este trabajo de Leonardo, “Diálogo confesional y voz en off” aquí encontramos una poética que define al autor y al libro, reta al lector a realizar un ejercicio de lectura e imaginación sensual y transparente. Hay en este texto rabia y reconciliación, un aventón a la psique del poeta. El título “Lázaro me dicen” puede encontrar en este poema las razo-nes de su vuelta a la vida.Hay varios temas recurrentes

en esta segunda parte, la nada, la muerte y el paraíso pueden ser una y la misma cosa, el enfrenta-miento del autor con las palabras y una nostalgia que es un no-re-cuerdo; no es la nostalgia dulce y reconfortante de los días idos, sino dolorosas formas de regresar a lo que fue, un niño poeta al que apedrean antes de entender.“Y es así como apareces en el

tiempo En el polvo del tiempoViajero indomable, pulmón de

luzLámpara que acompaña miedos Vertiente de iras y regaños

hoscos padre único/piedra adusta míaHablemos sobre la yerba del

reposoCon tu torpe amor que ya he

heredado”La tercera parte del libro es un

pantallazo de luz blanca, “El fuego de mi bestia” titula; sonidos que son llantos, ideas y escrituras que son abandono de sí mismo. Esta tercera parte está llena de olvido postergado, vida postergada, exis-tencia sostenida en y por la poesía. Sin embargo, en algunos textos se notan repeticiones e insistencias, muchas lecturas inacabadas o to-madas literales, no digeridas. No obstante, es la sección del libro más visceral y realista en donde destaca la vida hecha poesía.

ACon el Cadáver del poema entre las manos, una apuesta por la

nueva poesía

reseña

Por Juan Calles

foto la hora

Lázaro me dicen / José Roberto Leonardo / Poesía Puede encontrarse dentro de las novedades que presenta Editorial Cultura en la presente edición de Filgua en el Parque de la Industria a un costo de Q30.

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Guatemala, 24 De julio De 2015 / PáGina 3

Wingston gonzález: literatura desde la retaguardiaPor Salazar ochoa

[email protected]

camioneta?Uno nunca sabe. Hacía mu-

chos años que no participaba en ningún premio aunque hubo un período en el que viví a par-tir de juegos florales; tendría 16 años o 17 y viví completamente de juegos florales y de hecho se vive bien. Luego renuncié a los concursos porque los intereses de mi escritura no tenían que ver con lo que allí se premia y se publica. Elegí enviar mi trabajo a este certamen por curiosidad, ver ¿qué pasa?, uno participa cuando cree que tiene posibili-dades de ganar. Necesitaba pisto y vi una posibilidad además de que el libro necesitaba un cami-no. Traslaciones es un libro que creo que me hubiera costado muchísimo encontrarle cami-no editorial entonces qué mejor que se dé a conocer a través de un premio.

¿Qué puede encontrar el lec-tor en Traslaciones?Viajes, es un libro sobre la idea

del viaje y el recorrido, sobre las ruinas y el abandono. El li-bro surge básicamente a partir de poemas que ya existían pero que fueron configurándose al-rededor de dos influencias: Mi encuentro con una poeta ára-be del siglo VI a través de unas traducciones que leí mientras intentaba aprender francés, en-contrarme con esos textos sig-nificó una situación que me des-bordó. El hecho de que hace más de quince siglos pudiera existir una poeta que ya le cantaba a las ruinas del ser humano; termi-nás descubriendo que el ser hu-mano ha estado en ruinas desde siempre. Luego me topé con un sitio web en el que encontré de forma más concreta las ideas sobre la ruina de la civilización en el siglo XX, deadmalls.com, una pequeña página que se de-dica a recopilar y documentar los centros comerciales muertos que quedaron vacíos o desocu-pados alrededor del mundo. Se trata de una documentación impresionante porque además pensé en la idea de la fotografía y la escritura como una especie de arqueología del presente. Un poco de todo eso puede encon-trarse en Traslaciones.

¿Qué considerás que sos: un poeta nómada, retaguardista,

de la marginalidad?Saber vos. Retaguardista no sé,

creo que no puedo ver a la re-taguardia como un movimien-to sino como un hecho: solo se puede escribir desde la reta-guardia, al menos yo solo puedo hacerlo desde allí. Lo nómada también es un hecho; desde los 15 años que salí de Livingston he estado viviendo diversos lu-gares, viajando, moviéndome. No he vuelto a vivir en Livings-ton y eso es algo que quiero poder volver a hacer en algún momento de mi vida porque es un lugar en donde me siento bastante cómodo. Siento la ne-cesidad de regresar y descubrir las historias que allí quedaron y se están contando ahora mismo, me hace sentir muy cómodo la idea de trabajar con el material de los recuerdos.

Dejé una pregunta peliaguda para el final: ¿Qué vas a hacer con el dinero del premio?Me sirvió para pagar cuentas,

no deudas porque procuro no meterme a comprar lo que no puedo pagar. Compré nueva herramienta para escribir, de hecho mi computadora ya lleva-ba mucho tiempo conmigo y ya

era hora de conseguir una nue-va. También se reinvierte en el trabajo y en poder darte el lujo de decirle no a ciertos trabajos extras, podés dejar de trabajar como freelance para dedicarte a proyectos que van solventando esas pequeñas cuentas.

¿Alguna cuestión que consi-derés importante mencionar para el final?Sí seguro, como vos sabrás el

premio yo no lo veo ni para mí, ni para mi escritura, sino lo veo para el momento escritural que está pasando Latinoamérica. Es un premio que lo pienso para la gente que tiene mi edad, nuestra edad y que está escribiendo o intentando hacer arte en donde sea. Desde el arte de élite que puede surgir en ciertos espacios académicos hasta el grafiti que aparece en las calles del centro histórico.Espero que este premio pue-

da significar una entrada para la gente que no ha hecho una lectura de Guatemala, que no han leído lo que estamos ha-ciendo; esto quizá pueda servir para conocer qué está pasando en la región. Existen editoriales como Editorial Cultura donde

dos memorias o dos sombras subsuelo : te recuerdoel rocío del parabrisas un ventarrón cribado en arena nosotrasavanzamos a 60 kms/h sobre la carretera 40el teléfono en altavoz de fondo el ganado la locafigura de gracia y ronroneo la loca suerte por la cualamé el murmullo impecable del sobresalto en la cualdistinguí el vientre árido de un campo anfibio entreciega y ciega deslumbrada por lo que apenas visibleobedece al gesto

estoy trabajando, tenemos pe-queños talleres como el de Ale-jandro Sandoval que a pesar de ser pequeño produce textos muy chulos, Editorial Los Zo-pilotes en La Antigua, tenés a Catafixia que es hoy por hoy un referente en donde sea que va-yás te preguntan por ellos. Te-nemos buena producción en El Salvador, en Honduras, en Mé-xico. ¡Uff! Cientos de editoriales pequeñitas que no están en el mainstream, que escriben desde la retaguardia. Para todos ellos es este premio y para ir sacán-donos las tonterías racistas con las que uno se enfrenta cuando tenés que pedir trabajo. Ahí te

das cuenta que un garífuna pue-de dedicarse a cualquier cosa incluso a la escritura y aunque parezca un poco absurdo tener que recalcar esto hay que hacer-lo y este tipo de premios sirve para evidenciar esas situaciones. Ojalá que también pueda servir para enorgullecer a los garífu-nas que viven fuera de Livings-ton y que tienen que enfrentarse con todo tipo de prejuicios.Este premio funciona también

como un arma política, un arma para expresar cosas, más allá del prestigio, el pisto y la publi-cación en sí, puede servir para eso. De momento quiero volver a escribir.

*Los poemas que acompañan esta entrevista pertenecen a Traslaciones, libro inédito de Wingston González.

Foto La Hora: SaLazar ocHoa

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SaludoS CaChazeroS*

En breves palabras el proceso es algo así: las cañas de azúcar son literalmente exprimidas para obtener su jugo. Este líquido es vertido en una especie de olla grande en donde se calienta para separar los residuos sólidos de los líquidos. Durante esta parte del método se obtiene la bendi-ta cachaza -no recomendable de comer para aquellos con poca resistencia a los sabores dulces-. Luego, el líquido restante sigue calentándose hasta el punto de ebullición; se colocan algunos guacales –en esta región del país se les llama “panas”- los cuales capturan los vapores del jugo, cuando estos se enfrían y con-densan se obtiene un dulce di-ferente. Algo así como jugo de caña condensado.Consideren entonces, la próxima vez que vayan rumbo a Esquipu-las, parar un rato en Quezalte-peque –unos 20 minutos antes de llegar a la ciudad del Cristo Negro, kilómetro 197-. Pasen a endulzarse la vida con un poco de cachaza, rapadura y panela acompañada de un poco de tiste, y de paso, díganle a mi tía Aman-da que le mando un abrazo.*Este fotorreportaje fue publi-cado originalmente en la revis-ta digital Esquisses.net el lunes 20 de julio.

A quienes viven en el municipio de Quezaltepeque, Chiquimula, se les conoce como “Cachazeros”, esto se debe a que en

el pueblo hay muchas moliendas en las que se producen dulces y otros productos

derivados de la caña de azúcar, uno de los cuales se llama Cachaza.

TexTo y foTografías por Óscar Villeda

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foTorreporTaje

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SaludoS CaChazeroS* Guatemala, 24 De julio De 2015 / PáGina 5

FotoRRepoRtaje

Óscar Villeda (1987)Empezó a tomar fotografías en el 2008. Desde entonces ha atravesado un proceso complejo de crecimiento y autodescubrimiento en la técnica. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en Guatemala. Fotógrafo en www.esquisses.net, ha colaborado documentando reportajes para medios escritos como Diario de Centroamérica y Siglo 21 y ahora en La Hora. Cuenta con un blog –www.oscarvilleda.wordpress.com- en el que comparte sus experiencias fotográficas, tutoriales y otros proyectos.

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ientras haya alcohol en su cuerpo, mi padre te va a hablar como si estuviera a

punto de abandonar el mundo.Pasé por él a una fiesta de inge-

nieros, en donde se echó varios whiskeys. Comemos pizza en un restaurante de Vista Hermosa y he logrado mantener a raya su cursile-ría etílica promoviendo temas tri-viales, como el próximo partido del Barça o ese ruido mero feo que ha estado haciendo el carro.

Funcionó, hasta que un mesero pasó al lado nuestro llevando una copa de helado y entonces mi papá dijo: puchis, qué heladón ese, mirá.

Shht, papa, dicen que Neymar está lesionado y no va a jugar el do-mingo… y el Valencia tiene buena defensa… y el Real va con el Dé-por… papa, a ver si no son cande-las ese ruido del carro –le decía de-sesperado, tratando de evitar que su Hulk cursi se despertara con la fuerza radioactiva de mil persona-jes de La Rosa de Guadalupe.

Mijo, ¿vos sabés por qué a mí me gustan tanto los helados? Te voy a contar –era demasiado tarde, la HISTORIA CURSI DEL HELADO era inminente.

De chavito, todos los sábados mi papá acompañaba a su padrino al chance. Su padrino, quien ahora está muerto y en cuyo funeral estu-ve hace unos quince años, era me-sero en un centro de diversiones de la zona 4 que se llamaba Boliches Bel. Durante el turno de mediodía, él llevaba hamburguesas y milk-shakes a los ciudadanos pudientes que se deleitaban jugando boliche. Mientras, mi papá hacía sus tareas.

El sábado del incidente, el mána-ger de Boliches Bel pidió a uno de los meseros que llevara una majes-tuosa copa de helado de tres bolas y crema batida “al muchachito que está allá”. El mesero caminó en di-rección a mi papá, quien creyó que era un regalo de su padrino por le-vantarse temprano, hacer tareas y no estar chingando.

Pero el helado no era para mi papá.

Me temblaban las canillas de la emoción, ya me hacía con mi he-lado, púchica qué lujo. ¿Y entonces qué pasó, papa? El mánager ese,

CÓMO DESTRUIR LAS HISTORIAS CURSIS

M un tipo corrientón, le dice al me-sero “no vos, no es para él, es para el muchachito de allá” y qué si era para alguien más, para un patojo canche. Qué feo has de haber senti-do, papa. Me sentí hecho lata, mijo, esas cosas duelen –me dice con los ojos ya hinchados, mientras busca en el menú la página de postres.

La historia la he oído muchas ve-ces, mi papá nos la cuenta desde que éramos niños. A mis hermanas y a mí nos hacía llorar. Terminába-mos abrazándolo, prometiéndole que cuando fuéramos adultos con trabajos, nos aseguraríamos de que se comiera un helado siempre que quisiera.

Pero, como cualquier persona fa-miliarizada con el término “diabe-tes” sabe, esa no era una promesa inteligente. Además, a estas alturas mi papá se ha comido un chingo de helados. Y pensándolo bien, todo lo que le pasó fue que le hicie-ron creer que un helado era de él, cuando en realidad era de un niño canche. Tampoco es que le hubiera tocado vivir en un campo de con-centración nazi. O peor aún, en un campo de concentración nazi en donde simularan llevarle helados para después dárselos a otros niños que son arios.

En mi aburrimiento producido por el relato, pienso que entre más viejo se haga mi papá, más me lo va a contar. Eso hacen los ancianos. Cuando tenga 80 va a contármelo todos los días. A los 90, cada media hora. Y si pasa los cien, mi padre se comunicará exclusivamente en his-toria del helado.

Yo no quiero eso. Debo hacer algo para evitarlo. PUEDO HACER ALGO PARA EVITARLO.

Como viajar en el tiempo.Resulta que, años atrás, colaboré

con una ONG que trabaja en co-munidades indígenas. Allí me hice amigo de un sacerdote maya, que además es dueño de profundos co-nocimientos en el campo de la físi-ca, y él me enseñó cómo viajar en el tiempo. El proceso es demasiado complejo para explicar en papel. Además, si lo comparto aquí, nadie seguiría leyendo. Todos estarían ocupados comiendo mojarras con Jesucristo, jugando con dinosau-rios, o si son gente materialista que ama el dinero, apostándole todo su dinero a Grecia en la Eurocopa del

POR DAnILO LARA

Cuando está bolo, mi papá se pone cursi. Te mira di-recto a los ojos, con esa mirada apagada de los bolos, y te dice: mijito, decime la verdá ¿vos creés que yo he sido un padre pura mierda? No, papa, vos has sido re buen padre. Gracias, mijo. Mirá, yo me he fajado por ustedes, por vos, tus hermanitas y tu mamá. Gracias, papa. He luchado, pero estoy viejo y cansado. No estás viejo, te ves bien todavía. Yo los quiero, hijito, sépanlo.

boca. La colisión fue tan fuerte, que lo hice descender hasta la pista y se tropezó con las bolas de boliche. Por supuesto, todos se alebrestaron armando un escándalo. Me encon-tré acorralado entre la clientela, los meseros y el mánager, que desde el suelo vociferaba groserías, confor-me intentaba sacudirse la sangre de la cara, haciendo que se le regara más. También arribaron a la escena dos guardias de seguridad.

Lejos del torrente de ojos que se clavaban en mí, divisé a mi papá en la barra. Me miraba confundi-do, lleno de angustia. Mientras, la copa de helado permanecía sobre la bandeja en la palma del mesero, detenida en el tiempo. A medio ca-mino entre el flaquito de la barra y el niño canche.

No voy a fallarte, papa –me dije en voz baja.

Entonces saqué un iPhone 6 de la bolsa de mi pantalón y lo levanté para que todos los presentes pudie-ran verlo.

Una vez se callaron, hablé con voz llena de autoridad: bueno, cerotes, lo que están mirando es una bom-ba, la cual no tengo ningún reparo en hacer detonar. Yo sé que nunca habían visto algo así. Eso es porque son bombas hechas por los rusos. ¿Han escuchado sobre los rusos, malditos? Pues LOS RUSOS son mis amigos, están bien locos y esto que sostengo es la prueba. Así que ahorita se van a tirar al suelo con sus manos extendidas, y si valoran sus vidas, hijos de la gran puta, no van a tratar de hacerse los héroes. Porque si no (le doy play a una rola de dubstep)… ¿Escuchan eso? ¿Sa-ben qué es ese ruido demente? Pues esa es la marcha de La Desolación, la sinfonía infernal que anuncia que el RECOLECTOR DE ALMAS está cerca. Así que no intenten ninguna mierda estúpida o todos vamos a volar en pedazos. Polis, arrojen sus armas al piso y deslí-cenlas hacia mí. Así me gusta, coo-perando. Ahora, despacito, como si estuvieran haciendo una de esas coreografías de las bodas, van a ir bajando al suelo con sus manitas extendidas. ¡Hey, hey, hey! –le ha-blo al mesero con la copa de helado. Vos no, vos caminá hacia la barra y llevale ese maravilloso helado de tres bolas al niño flaquito que está haciendo su tarea.

El hombre camina con obediencia y luego acomoda el helado en el es-pacio que mi papá había reservado en la barra.

Ya, señor –me dice el mesero.¿Todo bien con tu orden, mijo? –le

pregunto a mi papá.- Sí, señor, muchas gracias.En una de las mesas, miro un pa-

quete de galletas ya abierto.- ¿No te gustaría acompañar tu

helado con galletas?- Vaya, don. Si no es molestia.Entre el mar de cuerpos tendidos,

algunos temblorosos, me dirijo a un niño que no tiene idea de lo que está sucediendo: shht, canche, levantate y llevale esas galletas que tenés allí al patojito de la barra.

En lugar de seguir mis órdenes, como debería, el canchito se voltea hacia su mamá para reclamarle: mama, pero son mis galletas y yo no se las quiero dar a ese niño. La mamá le grita: cállese, Óscar, hága-le caso al señor, de ahí le voy a com-prar todas las galletas que quiera pero ahorita hay que hacer lo que él diga.

De mala gana y arrastrando los pies fue hasta la barra e hizo en-trega a mi papá de un montón de galletas de vainilla, algunas ya des-pozoladas. Mi papá agradeció y el canchito regresó corriendo a tirar-se al suelo.

Agitando mi iPhone como si fuera una bandera de la muerte, volví a gritar: han sido muy cooperativos, he decidido que merecen vivir (va-rias personas suspiran). Así que vamos a esperar tranquilos a que el niño termine de disfrutar su helado y después voy a salir por la puerta. Al final, ustedes se van a levantar y a hacer de cuenta que nunca me vieron.

Durante los siguientes minutos, nadie dijo nada. Yo solo me quedé parado, contemplando cómo mi

IlustracIón de alejandro ramírez

dos mil cuatro.Lo importante es que el viaje en

el tiempo funciona. No sé si a un nivel corpóreo, neuronal o espiri-tual. Pero se siente genuino. Uno puede ver el pasado, interactuar con él, incluso modificarlo. Cla-ro que no es nada recomendable ponerse a manosear el tejido del tiempo –me lo advirtió el físico y a la vez sacerdote.

Pero estoy dispuesto a correr el riesgo. Mirando a mi papá expre-sar de nuevo el shock de ver el pos-tre de sus sueños escapársele, para complacencia de un niño riquillo y canche, me decido a regresar a los años sesenta para acabar de raíz con la anécdota del helado. Doy una mordida a mi hawaiana, cie-rro los ojos, inhalo enviando una descarga subatómica a mi área de Broca y repito en voz alta la combi-nación secreta de palabras mayas.

A continuación, un espasmo ca-liente seguido por una lluvia de taquiones.

Cuando abrí los ojos, estaba pa-rado sobre el piso ajedrezado bien pulido de Boliches Bel y era el año 67. Los oídos se me taparon atra-vesando el ochenta y cuatro, así que me tomó algunos segundos poder escuchar a la gente reír, a Los Brincos cantar por las bocinas y a las bolas arrastrarse y somatar los pinos.

Maravillado, repasé la escena. Allí estaba el padrino, el mismo que me ahuevó cuando lo vi metido en una caja, luego de que la noche anterior su moto se estrellara contra una Milagro 21. Ahora aquí, fresco, sonriente y definitivamente vivo, colocaba un plato de nachos sobre una mesa rodeada de adolescentes. Del otro lado, un niño canche juga-ba boliche como un idiota, tirando la pelota afuera de la línea, mien-tras le alegaba a su mamá por su propia ineptitud.

Al mismo tiempo, un mesero de corbatín rojo caminaba en mi di-rección sosteniendo una enorme copa de helado.

Me volteé de inmediato. Detrás de mí, sentado en un banquito frente a la barra, un niño flaco y moreno empujaba su cuaderno para ha-cerle espacio al helado, al que veía con fascinación, como si estuviera viendo a una estrella de fuego bro-tar del mar siendo acarreada por mujeres desnudas que cabalgan delfines con alas.

Su felicidad me invadió. Hasta que recordé que todo estaba desti-nado a chingarse.

A espaldas del mesero, un hom-brecito de cara chupada dejaba es-capar de su boca las palabras “no vos, no es para…”.

Corrí e impacté el rostro del hom-brecito con mi puño, callando su

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Guatemala, 24 De julio De 2015 / PáGina 7

CÓMO DESTRUIR LAS HISTORIAS CURSIS

as primeras elecciones en las que Pluvio Gó-mez participó como candidato a alcalde de su municipio, le die-ron al final del conteo,

un resultado inferior a la me-diocridad: 36 votos en un pueblo de 12000 habitantes. Tenía en-tonces 42 años y un fracaso ma-rital empecinado en mantenerse unido por aquello del qué dirán. Pero los problemas domésticos no ofuscaron sus aspiraciones personales: la relativa juventud lo llevó a pensar que su carrera polí-tica iría de menos a más.No fue así. La verdad es que sus resultados mejoraban, pero como si no lo hiciesen. 15 votos más, cada cuatro años, pesaban tanto como 20 menos. Sus fieles, ma-yormente familiares y amigos, empezaron a cansarse de su in-trascendencia.Pero las cosas no sólo iban de mal en peor para Pluvio. Los menos a gusto con la política municipal eran los habitantes del casco ur-bano de San Genaro Acastlán. El entonces alcalde iba por la tercera reelección consecutiva y su go-bierno se caracterizaba por una corrupción sin precedentes. La resignación cundió en el áni-mo político de la clase media acastlaneca. Según ésta, la estra-tegia de Wilberto Meléndez, el al-calde, era implacable como sim-ple: ‘‘regalar espejitos a los indios de las aldeas a cambio de sus vo-tos’’. Los aldeanos no sólo habían sido dejados de la mano protec-tora del Estado hacía siglos, sino que también eran muchos y en aumento. No todos eran indios,

-ISMO MágICO

Danilo Lara (1982). Dani-lo solo puede escribir si es con el corazón en la mano. De hecho, descubrió cómo escribir cuando sostuvo en su mano, por primera vez, el co-razón del lagarto que derrotó en el pantano. El corazón es su tótem. Danilo es artista visual y escribe comedia.

LITERATURA En LA pERIfERIA, y vICEvERSA

pOR CAMILO vILLATORO - [email protected]

había ladinos empobrecidos de piel clara y pelo amarillo, labrie-gos de oficio, amantes del fútbol y la música duranguense. El ánimo no mejoró cuando po-cos meses antes de las elecciones el alcalde fue reclamado por la justicia capitalina, por verse im-plicado en un desfalco de siete cifras. El candidato que le pisaba los talones había aprendido más que menos su estrategia y contaba con el apoyo de poderosos gana-deros de la zona.A Gimler Cabrera De La Piedra nadie lo conocía por ese nombre. “Pedrón” era el mote que acom-pañaba su fama de rudo camione-ro. No había nacido hombre más fuerte en San Genaro. Siempre y cuando bebiese sangre taurina, era capaz de cargar la llanta de un tráiler como a un plumero. Nadie lograba ganarle en las artes mar-ciales mixtas, excepto don Sarve-lio: kaibil en sus años mozos —solemne demostración de cómo la fuerza bruta claudica ante una buena llave–.Muchos dijeron que Pedrón ha-bía pactado su inmortalidad con el diablo, la vez que se salvó mi-lagrosamente de un envenena-miento propiciado por su prime-ra esposa. El cadáver de su casero fue encontrado meses después, aunque hubo que reconocerlo por la indumentaria. El informe forense dictaminó, a ojo de buen cubero, muerte por aplastamien-to; instrumento: aplanadora.El único pacto que Pedrón hizo en su vida, fue el enlace matri-monial de sus hijas a cambio de dinero y otros artilugios de la va-nidad, acaso un vehículo doble

FotograFía de Jorge rodríguez @Jarchomano

Advertencia a los lectores: los personajes descritos aquí son totalmente reales, pero cual si no lo fueran. Los hechos son narrados no con pocas argucias literarias, aunque intento ser fiel a las anécdotas populares y a mi opaca memoria. El resto, todo eso que requeriría cierta indagación, sí de plano me lo invento.

L

papá se embriagaba de helado con delirio absoluto. Cuando dio el úl-timo lengüetazo a la chuchara, y no quedó más que una copa vacía y unos pushitos de galleta, mi papá me dijo: ya terminé, señor, estaba bien rico.

Vaya, papito, qué bueno que te gustó. Eso es por haberte levantado temprano y hacer tus tareas –le dije con sinceridad. Después caminé hacia la puerta, salí y crucé el par-queo hasta encontrarme de frente a una sexta avenida con poquísimo tráfico. Respiré con alivio, cerré los ojos, susurré las palabras mayas correspondientes y abandoné el 67.

A mi regreso la pizza seguía ca-liente. Mi papá no estaba hablando de nada y parecía menos ebrio que como lo dejé. Para mi tranquilidad, el mundo se veía igual.

Fui al baño. Mientras me baja-ba el zipper noté que algo frío y pesado colgaba de mi cintura. Al volver, mi papá terminaba de hablar por teléfono. Me hizo se-ñas para que saliéramos del res-taurante de inmediato. Afuera le pregunté trastornado: óigame, papá, usted podría explicarme por qué yo tengo está pistola aquí. Me miró extrañado y respondió: puta, vos, ¿Y no es La Coqueta, pues? Vos nunca salís sin La Co-queta. Mientras trataba de encon-trar nuestro Corollita, un hombre también armado, con botas va-queras, corte militar y un par de

dientes de oro, me apuraba para que entrara al asiento trasero de un picopón RAM. Quietico, her-mano, déjese de jaloneos que yo a usted no lo conozco –le anuncié, molesto. Mi papá se subió y me gritó que me dejara de mierdas y entrara.

- ¿Qué tenés, vos, que andás pre-guntándome babosadas y peleando con El Zope? Vivo que me acaban de avisar que la entrega salió mal y ahoritita nos quieren echar tierra, mijo. Por eso nos vamos de regreso a la hacienda.

- No tranquilo, papa, pachito. Us-ted sabe que yo a usted nunca le he fallado en estas ¿cierto?

Mi papá asintió con la cabeza.Cruzábamos la ciudad a 160 kiló-

metros por hora. Le pedí disculpas al Zope por mi comportamiento previo, usando el mismo dialecto de personaje de telenovela colom-biana que, por alguna razón y en algún momento de mi vida que no recuerdo, había adoptado.

Con mucha pena, notando la evidente tensión en la cara de mi viejo, decidí inquietarlo por úl-tima vez: mire papa, usted pien-sa que estoy hablando bobadas y yo no quiero inquietarlo, menos ahorita que usted anda con sus chorros encima, pero quería que me dijera, con toda sinceridá, si nosotros lo que somos es nar-cotraficantes, pues. Mi papá, El Zope y un morenazo con sombre-ro, que iba de copiloto, se echaron a reír. Entonces supe que sí, que éramos narcos.

Zope, agarrá por la 16, me afigura que por la 14 anda rondando la gen-te de Gamaliel y están con ganas de dar plomo –ordenó mi padre.

Entre la náusea que me provoca-ban las aceleraciones dementes del Zope y una pizza digerida a medias, traté de concentrarme. Me desaté a La Coqueta, cerré los ojos e intenté recordar el ritual secreto.

Necesitaba volver al pasado y arreglarlo. Escarbé en mi memoria buscando las palabras que me ense-ñó el físico sacerdote, pero las pala-bras no estaban ahí. En mi mente solo había modelos de armas de fuego, letras de canciones de ba-chata y el recuerdo de las nalgas de una prostituta panameña que me cogí anoche en la piscina y estuvo bien bacano.

tracción. Dichas transacciones son parte del folclor acastlaneco, siempre que las hijas sean bonitas y ronden la edad de merecer. En el trayecto hacia San Genaro nadie deja de notar: primero, un hotel, resort & spa a la salida del sórdido poblado de donde se bi-furca la carretera hacia Jutiapa y el camino hacia San Genaro y demás pueblecitos inocentes. Se-gundo; par de kilómetros después del hotel, de lado derecho, justo a mitad de la nada: un decente complejo comercial con cine y parque acuático incluido. En las afueras del complejo, una pan-talla electrónica saluda irónica-mente: «Bienvenidos hermanos jutiapanecos. Disfruten nuestras atracciones». Tiempo atrás los hermanos jutia-panecos habían incursionado en el departamento para pelearles la plaza a sus colegas santarro-censes. La matanza tuvo lugar en uno de los poblados preferidos por el cártel local, durante la cele-bración de un evento hípico. Los medios contabilizaron 26 muer-tos; los testimonios de los sobre-vivientes hablaban de incontables cadáveres dispersos en las inme-diaciones del lugar. San Genaro gozaba relativa paz en cuanto a las guerras del narco. Pero no por ello la política local quedaba fuera de la influencia de sus per-sonajes. Lo más probable era que Pedrón haya sido engañado por sus financistas –nunca se excluye tal posibilidad en un iletrado– y que esos señores, en vez de ganaderos, más bien capos del narco. Desesperados por el rumbo que tomaban los próximos comicios, los vecinos de la cabecera munici-pal conformaron un comité cívi-co que representara sus intereses. A la hora de marcar papeletas, los votantes elegirían entre doce candidatos a alcalde. Las posibi-lidades de Pluvio Gómez se veían reducidas un poco más.Contra toda lógica, sucedió que nadie quedó electo. El voto ma-yoritario había elegido una casilla sin candidato pero con partido. El alcalde ganó los comicios aun sin participar, o lo que eso signifi-cara. Pedrón quedó segundo por un estrecho margen. Mientras tanto Pluvio Gómez se iba a casa con dos miserables votos: la peor humillación de su existencia. Ni siquiera su planilla había depo-sitado el voto de confianza. Sola-mente su esposa –pensó–, en un desconcertante lapsus de compa-ñerismo o piedad. Intentó ser po-sitivo: «en las próximas elecciones me lanzo por URNG».Cuando su esposa por curiosidad le preguntó por el recuento final, se resignó a decirle la patética verdad: dos votos. Sin más, la mujer reac-cionó: «¡Tenés casera, vá cerote!»

Page 8: Suplemento Cultural 24-07-2015

Página 8 / guatemala, 24 De julio De 2015

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SUPLEMENTO CULTURAL

Fotografía de Ameno córdova

Felicitamos a juan Francisco sagüí, ganador del ejemplar de la novela de david unger, “el manipulador”.

la obra de teatro de títeres lleva por nombre “y tú, ¿qué sem-brarías?” (obra sobre el medio ambiente, perteneciente a una antología de cuentos cortos). el grupo de teatro que presenta la obra es originario de sonora, méxico

Admisión: Q30. Única función en guatemala. sábado 25 de ju-lio a las 11:00 horas en casa de cervantes, 5ta calle 5-18 zona 1 ciudad de guatemala

Ganador de la promoción

presentación de títeres por el Grupo l’ormiGa