suplemento cultural 10-11-2012

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Páginas 4 y 5 El mundo diseñado por Valenz TERREMOTOS Cultural espiritual y material Una idea original de Rosauro Carmín Q. Suplemento Cultural Guatemala, 10 de noviembre de 2012

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Suplemento Cultural 10-11-2012

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Page 1: Suplemento Cultural 10-11-2012

Páginas 4 y 5 El mundo diseñado por Valenz

TERREMOTOSCultural espiritual y material

Una idea original de Rosauro Carmín Q.

Suplemento CulturalGuatemala, 10 de noviembre de 2012

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S in embargo, es para ana l i za r y pa ra preocuparse por los señalamientos de que algunas de las perso-nas que murieron, en

especial en San Marcos, fue por el colapso de algunos inmuebles que habían sido catalogados como patrimonio cultural, y que debido a la estricta normativa para su pro-tección y preservación, era casi imposible el reforzarlos y remode-larlos para hacerlos lugares segu-ros para la convivencia humana.

Cabe resaltar que lo más pro-bable es que quienes se han encar-gado de la protección del patrimo-nio cultural jamás habrían querido lamentar estas muertes, por lo que las críticas podrían estar de más. Cabe resaltar también que en caso de un fenómeno natural como un terremoto, que aún es impredeci-ble e incomprendido para toda la humanidad, hasta el edificio más seguro podría caerse, si bien la arquitectura ha avanzado lo sufi-ciente para soportar el impacto del más terrible de los sismos.

Lo que sí es recomendable es el restablecer los criterios que se tienen sobre patrimonio cultural. Algunas críticas y quejas se es-cucharon esta semana, debido a las muertes de personas tras el co-lapso del patrimonio cultural, y se quejaban de que este tema ya se estaba tomando muy a la ligera, declarando patrimonio casi cual-quier cosa y que lo peor es que lejos de preservarlo, se condena a la pérdida, debido a que se es-tablecen rígidas reglas de conser-vación, que son además muy cos-tosas e imposibles de pagar para simples ciudadanos.

Si mucho, se han visto esfuer-zos de conservación del patrimo-nio en instituciones públicas, y esto porque han destinado parte de su presupuesto para cumplir con la normativa exigida por las autoridades de conservación del patrimonio.

La identificación del patrimo-nio cultural ha sido una tenden-cia que se ha impulsado desde la Unesco, y que viene como la ne-cesidad por el deterioro y pérdida de los bienes culturales que sufre el mundo desde la Segunda Gue-rra Mundial, además de una ma-yor conciencia de que hay ciertas expresiones que son irrepetibles en el mundo.

De esa cuanta, se han decla-rado algunos Patrimonios de la

2 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012

Editorial

Sobre el patrimonio cultural de la nación

Esta semana, el terremoto que provocó destrucción especialmente en el occidente del país, causó conmoción a to-dos los guatemaltecos. Es de lamentar las muertes y los daños materiales que han afectado en especial a las perso-nas. El Gobierno ha priorizado en ese orden las acciones de ayuda, y gracias a ello se ha minimizado el impacto.

Humanidad, que la Unesco con-sidera como expresiones únicas en el mundo. Estas declaraciones vienen de la mano de algunas “re-comendaciones” para preservar y magnificar estas expresiones, de tal forma una comunidad se encar-gue de conservarlo y que otros po-bladores de la aldea global puedan gozar de esa expresión algún día.

En algunos casos, el conside-rar patrimonio viene de la mano de un aporte económico signifi-cativo, porque muchas de estas expresiones han estado en vías de extinción, por lo que se necesita de suficiente oxígeno para revivirlas.

La Convención para la pro-tección del Patrimonio Cultural y Natural del Mundo” fue adop-tada por la Conferencia General de la Organización de las Nacio-nes Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el 16 de noviembre de 1972, cuyo objetivo es promover la identifi-cación, protección y preservación del patrimonio cultural y natural de todo el mundo, el cual es consi-derado especialmente valioso para la humanidad.

Como complemento de ese tratado, la Unesco aprobó, el 17 de octubre del 2003, la Conven-ción para la Salvaguarda del Pa-trimonio Cultural Inmaterial”, que definió que: Se entiende por patri-monio cultural inmaterial los usos, representaciones, expresiones,

conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, ar-tefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comu-nidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patri-monio cultural.

Este patrimonio cultural inma-terial, que se transmite de genera-ción en generación, es recreado constantemente por las comuni-dades y grupos en función de su entorno, su interacción con la na-turaleza y su historia, infundién-doles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la di-versidad cultural y la creatividad humana.

Siguiendo esta tendencia, en Guatemala ha habido en los últi-mos años un fuerte impulso por identificar algunas expresiones culturales, materiales e inmate-riales, únicas en el mundo y que deberían salvaguardarse y prote-gerse para evitar su pérdida.

En los últimos años, o mejor dicho meses (porque esta tenden-cia se ha incrementado última-mente) se han declarado como patrimonio cultural: el maíz, un circo, el logotipo antiguo del IGSS (que por cierto ya no lo utiliza, sino uno más moderno y estiliza-do), la Huelga de Dolores, el cam-pus central de la Usac, la forma en que se elabora el chocolate en

Mixco, la forma de elaborar los ponchos en Momostenango, la Caravana del Zorro, y otro sinnú-mero de expresiones que no sabe-mos si ciertamente son “únicos” en el mundo y que necesitarían “protección”.

A veces, la declaración del pa-trimonio viene de la mano por el impulso de un político influyente, tal y como fue el caso del exvice-presidente Rafael Espada, conoci-do motociclista aficionado, y que declaró a la Caravana del Zorro como patrimonio cultural. Ello a pesar de que en otras latitudes mundiales hay caravanas de mo-tociclistas más grandes e impor-tantes, y segundo que la Caravana del Zorro es un movimiento fuerte que no necesita protección.

En otras palabras, muchos de los criterios que influyen a decla-rar un fenómeno como patrimonio cultural se hacen sin los estudios técnicos calificados, y, lo peor, es que no representan algún benefi-cio o ventaja el tener este estatus. Al contrario, tal es el caso de los edificios considerados patrimo-nios, más que recibir apoyo para la preservación, los usuarios de esos inmuebles se la ven de cuadritos cuando quieren hacer una repara-ción mínima, porque necesitan un fuerte papeleo y costos innecesa-rios para reparar.

Y tal fue el caso de los edificios patrimonio en San Marcos, que

colapsaron ante la imposibilidad de repararlos bajo esa normativa cultural. Esto, más que provocar “simpatías”, lo que está haciendo es provocar molestias y lo peor es que las instancias que se encargan de preservar el patrimonio pron-to se verán como “innecesarias” e incluso perjudiciales y podrían desaparecer por la presión social.

La declaración como patrimo-nio cultural no ha representado ventajas, por ejemplo, a los ela-boradores de chocolate en Mixco, o a los productores de ponchos momostecos. Esta declaración no vino acompañado de presupues-to para incentivar a la cultura del chocolate, o bien en intentar frenar el contrabando de sábanas en la frontera con México, que merman las ventas de los ponchos en Mo-mostenango.

En conclusión, las autoridades del Patrimonio Cultural deben re-visar sus políticas, para cumplir con los siguientes objetivos: a) calificar como patrimonio cultu-ral exclusivamente las expresio-nes culturales que son únicas en el mundo, o al menos en el país; b) otorgar ayuda presupuestaria a las expresiones culturales que están en vías de extinción, y c) fa-cilitar la preservación por medio de normativas fáciles de hacer, en vez de entorpecer la preservación con reglas absurdas e imposibles de cumplir.

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Peter Higgs: “el bosón no tiene aPlicación inmediata, Pero la electricidad

y el magnetismo tamPoco la tuvieron”

A ciencia cierta

Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012 Suplemento Cultural 3

Peter Higgs, el físico que postuló en los años sesenta la existen-cia de una partícula que le da masa a todas las demás, hallada el

pasado 4 de julio, dio ayer una conferencia en Barcelona. El cientí-fico, que visitaba por primera vez la capital catalana, reconoció

que es consciente de que podría ganar el Nobel, se declaró incapaz de explicar el campo de Higgs a un niño y defendió la inversión en

ciencia para salir de la crisis.POR MARTA PALOMO

P eter Higgs, fí-sico británico y uno de los pa-dres de la par-tícula que los científicos han

buscado durante medio siglo, visitó ayer Barcelona. El 4 de julio de este año se encontró una partícula compatible con el bosón de Higgs en el Laborato-rio Europeo de Física de Partí-culas (CERN) y, según aseguró Higgs en rueda de prensa, “su hallazgo no lo explica todo pero significa el final de un camino y el principio de una nueva física que nos permitirá estudiar la cosmología y el uni-verso primigenio”.El científico, invitado por

el Instituto de Física de Al-tas Energías (IFAE) y la Obra Social “la Caixa”, aseguró es-tar encantado de poder visitar Barcelona, ciudad con la que confesó tener “una relación sentimental muy especial”. Por la tarde ofreció una conferencia titulada ‘Inventando una partí-cula elemental’ en la que revisó las circunstancias personales y científicas que le llevaron a postular la existencia del bosón de que lleva su nombre.Sin querer Higgs trajo consigo

a Barcelona lo que ya se cono-ce como Higgsteria. Su charla creó tanta expectativa en la ciu-dad que no solo llenó el aforo del auditorio de CosmoCaixa, sino que la organización tuvo que habilitar otra sala para la gente que no cabía. La sesión se pudo seguir a través de strea-ming y fue uno de los temas más comentados en Twitter. Al finalizar la conferencia, más de 50 personas se agruparon alre-dedor de Higgs para pedirle au-tógrafos, hacerse fotos con él o regalarle algún presente.A un posible premio Nobel no

le creyeron a la primeraHiggs escribió y publicó en

el año 1964 una teoría que ex-plicaba por qué las partículas tenían masa, y la existencia del bosón se derivaba de esa hipó-tesis. “Mi artículo ocupaba solo la cara de delante de un folio y la primera versión fue rechaza-da por el editor científico de la revista a la que lo envié”, recor-dó el físico. Gracias a eso revi-só y mejoró la teoría y elaboró una segunda versión del artí-culo, más completa, que sí fue aceptada y publicada.Aunque la confirmación de la

existencia del bosón sacudió el mundo de la física teórica y apareció en las portadas de muchos diarios generalistas de todo el mundo, el científico opina que su descubrimiento era inevitable. “Si extraemos esta partícula de las fórmulas y

los cálculos cuánticos, la física que obtenemos es matemática-mente incoherente –explicó en rueda de prensa a SINC–. De hecho, es posible que se en-cuentren más bosones”.Este hallazgo confirma el lla-

mado modelo estándar de física de partículas, pero al pregun-tarle por su relevancia históri-ca, Higgs no quiso situarlo a la altura de otros descubrimientos científicos como el de la estruc-tura del ADN. “El hallazgo de la doble hélice es fundamental en biología, mientras que muchas partes de la física no dependen del bosón”. Además, el físico se desmarcó Stephen Hawking y otros que lo postulan como futu-ro premio Nobel, ya que según él todavía se ha de estudiar esta partícula con mayor profundi-dad. “Soy consciente que puedo ganarlo –declaró el experto–, pero aún no se han comproba-do algunas de las características importantes que ha de tener, como por ejemplo el spin 0”.

HIGGSTERIA, LA LOCURA“El hallazgo del bosón me

ha cambiado la vida”, aseguró ayer Higgs. El padre del mayor descubrimiento en el campo de la física de los últimos años no utiliza el correo electrónico y en la conferencia que dio por la tarde se presentó con un par de folios escritos y se disculpó: “No uso el Power Point, esto de las tecnologías no es lo mío”.Alan Walter, profesor de la

Universidad de Edimburgo y miembro del equipo de Higgs, aseguró en rueda de prensa que al físico británico no paran de lloverle peticiones de entre-vistas y conferencias y que, de hecho, “le han propuesto de todo excepto inaugurar un su-permercado”.Al final de la conferencia de la

tarde Walter hizo un guiño a la audiencia y contó chistes sobre el bosón de Higgs y ejemplos de “la higgsteria, o locura en el mundo de la física”. Walter mostró imágenes de una cerve-za catalana llamada Higgs Bo-son Ale, un guitarrista de jazz que se ha cambiado su propio nombre por el de Higgs Boson, un tipo de rueda para el mono-patín, y hasta distintas estrate-gias publicitarias de conocidas marcas de moda.

LA PARTÍCULA DE DIOSUna de las posibles causas del

éxito mediático de esta partícu-la elemental puede ser su mote. En la rueda de prensa Higgs se mostró contundente al respec-to: “No me gusta nada que se le llame partícula de Dios”, afir-mó. Según el científico es un

malentendido que confunde a la gente ya que “los ámbitos de la ciencia y la teología no tienen nada que ver”, insistió.Este nombre proviene de Leon

Lederman, científico exdirector del Fermilab, que tituló su libro sobre el bosón de Higgs como The Goddamn Particle, en cas-tellano ‘la partícula maldita’, porque se pensaba que era im-posible demostrar su existen-cia. “Al editor no le gustó y lo cambió por The God Particle”, afirmó Higgs, que en castellano es la partícula Dios. Malentendidos aparte, Higgs

declaró que es importante que los descubrimientos científi-cos lleguen a la sociedad, pero que explicar su teoría no solo no es es sencillo si no que es imposible de entender si solo se tienen nociones básicas de física.”No me veo capaz de explicarle cómo funciona el campo de Higgs a un niño de seis años”, aseguró. Además, el científico puntua-

lizó que algunas metáforas que simbolizan el campo de Higgs como un fluido por el que a una partícula le cuesta pasar “no son correctas porque im-plican una pérdida de energía”.

MIRAR UN POCO MÁS ALLÁMás allá de las curiosidades

de la higgsteria, en un contexto económico como el actual, una de las dudas más comunes son las aplicaciones de este descu-brimiento en concreto y de la física de partículas en general. Ante esta pregunta surgida du-rante la rueda de prensa, Higgs admitió que “a día de hoy el bo-són no tiene ninguna aplicación práctica, pero la electricidad y el magnetismo en el siglo XIX tampoco no tuvieron ninguna aplicación inmediata para la so-ciedad”, recordó el experto.Su colega Walker, señaló que

cuando se inventó la web tam-poco se sabía que cambiaría el mundo y que, las resonancias

magnéticas de la medicina ac-tual se basan en la tecnología desarrollada para la búsque-da del bosón de Higgs y otras partículas. ”Todos nos benefi-ciamos de este tipo de avan-ces”, afirmó Matteo Cavalli, director del Instituto de Física de Altas Energías (IFAE), que participó tanto en la rueda de prensa como en la conferencia de la tarde.Higgs denunció que, históri-

camente, los gobiernos espa-ñoles nunca han potenciado suficiente la ciencia y que por eso “España por encima de to-dos los países debería invertir en su desarrollo científico, no solo para compensar el aban-dono del pasado, sino como estrategia para salir de la crisis económica”, aseguró.“Este país se merece una inver-

sión en ciencia mayor que la que tenemos”, aseguró Enric Banda, director del área de ciencia, in-vestigación y medio ambiente de la fundación “La Caixa”.

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4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012 Suplemento Cultural 5“TRIBUNA, NO MOSTRADOR”, Clemente Marroquín RojasDECANO DE LA PRENSA INDEPENDIENTE

Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012

En uno de los retablos de la Iglesia de La Merced, en la zona 1 capitalina, se encuentran dos figuras de santos que fueron incluidos dentro de las devociones del guatemalteco para la protección de los terremotos. Se trata de San Emigdio y de San Cesario, en el retablo de la Inmaculada Concepción. Sin duda, eran dos santos que eran muy poco conocidos en la época de la construcción del templo, puesto que fueron pintados

con sus nombres para que se les conociera.POR MARIO CORDERO ÁVILA

Desde la portada

TerremoTos:culTura maTerial y espiriTual

C abe recordar que este templo fue uno de los primeros en edificar-se tras el traslado de la capital al Valle de La Ermita, debido a

los terremotos que destruyeron la entonces ciudad Santiago de Gua-temala. El pensamiento escolástico, vigente en esa época, debió consi-derar que bastaba con la invocación de los santos para la protección con-tra los terremotos.

San Emigdio fue un obispo y már-tir de la Iglesia Católica, fallecido en Alemania en el año 304; su fiesta se celebra el 9 de agosto. Se le consi-dera patrono contra los terremotos, debido a que hizo derribar una esta-tua de Esculapio en un templo paga-no de Roma. Se le representa con su traje obispal y con una torre o cons-trucción que se desmorona. Murió decapitado durante la persecución de Diocleciano.

Mientras que San Cesario Naza-rio también es patrono contra los terremotos. En el año 368, estuvo a punto de perder la vida en un terre-moto, y tras la experiencia renunció a todos sus bienes materiales y se dedicó a repartir sus riquezas entre los pobres. Murió al poco tiempo después del sismo que sufrió.

Como se mencionó, estos santos eran poco conocidos hace dos si-glos por la sociedad guatemalteca, pero los religiosos mercedarios los introdujeron entre los santos de los retablos de su nuevo templo, a ma-nera de buscar protección, tras la mala experiencia vivida en la ahora Antigua Guatemala.

Para nadie es sorpresa que en Gua-temala tiemble. De hecho, diaria-mente ocurren decenas de sismos, la mayoría casi imperceptibles. Los terremotos han estado tan ligados a las sociedades, que cierta parte de nuestra cultura ha tenido que adap-tarse para tener una mejor resisten-cia ante los movimientos telúricos.

Claro está que aún falta mucha educación antisísmica en el país, y el terremoto del 7 de noviem-bre, que afectó principalmente al occidente de Guatemala, nos hace pensar que no toda la población, ni las políticas de prevención, se han encaminado a la idea de reducir el impacto de los terremotos.

En Guatemala, desde el terremoto de 1976, la arquitectura se ha visto modificada por los estándares que requiere un país sísmico. Sin em-bargo, estos criterios se han tomado sobre todo en las regiones que fue-ron más afectadas por el seísmo, es decir, la ciudad capital.

Los capitalinos de la Nueva Gua-temala de la Asunción han pade-cido dos fenómenos telúricos: los terremotos de 1916 y 1917 y el terremoto de 1976. Mientras que anteriormente, en Antigua Guate-mala, se padecieron otros dos, uno de los cuales obligó al traslado de la ciudad. Uno el 29 de septiembre de 1717, que además de terremoto también registró actividad volcáni-ca, y el otro el 29 de julio de 1773.

Cabe resaltar que, según el pen-samiento escolástico de la época, estos últimos terremotos menciona-dos aún se les denominaban por el nombre del santo cuya celebración

se recordaba en el día del sismo. Así que el terremoto de 1717 se cono-ció como la Ruina de San Miguel, y el otro como Terremoto de Santa Marta. El primero no solo se llamó terremoto, sino que ruina, debido a que fue mucho más que un sismo.

Para el primero de estos, aún en la ciudad colonial, Tomás de Arana, del Consejo de Su Majestad oidor de la Real Audiencia, fue testigo presencial y escribió la “Relación de los estragos y ruinas que ha pa-decido la Ciudad de Santiago de Guatemala, por los terremotos y fuego de sus volcanes en este año de 1717”. Otro testigo que escribió sobre este suceso fue Cristóbal de Hincapié Meléndez, quien tituló su crónica “Breve relación del fuego, temblores y ruina de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de los Caballe-ros de Santiago de Guatemala, año de 1717”.

RUINA DE SAN MIGUELDe acuerdo con la narración de

Tomás de Arana, el 27 de agosto

de 1717, como a las seis de la tarde, uno de los tres volcanes que rodean la ciudad de Antigua Guatemala, el que se inclina más al sur empe-zó a mostrar “fuego”. Y si justo fue denominar Volcán de Agua tras la destrucción de Ciudad Vieja, desde entonces se conocería a este coloso como Volcán de Fuego. Según na-rra, los primeros en darse cuenta de la inminente erupción, dejaron el lecho, y se empiezan a inquietar por la potencia con que se observa ese fenómeno.

De Arana narra lo siguiente, que muestra lo característico de la socie-dad colonial de entonces: “con que unos medio desnudos, otros sin más abrigo que la colcha o frazada del lecho en que reposaban, abrazados con imágenes de Cristo crucifica-do, de María Santísima o las que el acaso pudo en la turbación ponerles en las manos, olvidados los unos de los otros, los padres de los hijos, los maridos de las mujeres y aun algu-nos de sí mismos, salieron por las calles, con tan turbadas y elevadas

voces, pidiendo unos misericordia, clamando otros a los santos de su devoción, lamentando otros la últi-ma ruina y estrago que esperaban, con que pudieron los más poseídos del sueño abrir los ojos a mayor ho-rror y espanto”.

Buena parte de este relato, hace ver las creencias religiosas que tenía esta sociedad; el pensamiento esco-lástico se basaba en las ideas sobre Dios, y éste como centro de todo. Por ello, es que no sorprende que estos pobladores se hayan acogido a rezar, invocar intercesión de los san-tos, o buscar protección en templos o en los sacramentos.

“en la (plaza) mayor estaba el ilus-trísimo y reverendísimo señor obis-po de esta Diócesis, acompañado de los señores capitulares de esta Santa Iglesia con el Santísimo Sacramen-to en las manos, exorcizando y con-jurando los espíritus enemigos del linaje humano, que parecían hacer guerra por ministerio de la misma naturaleza, con especial licencia del Príncipe y Autor de ella. Sacáron-

se a la misma plaza las imágenes y reliquias de mayor veneración y culto, que deposita esta Catedral: en lo que el oído podía percibir del menos preocupado de la turbación, sólo se alcanzaban ecos de contri-ción, misericordia, confesiones pú-blicas de los pecados, impetraciones de absolución, y en fin, para mayor honra y gloria de Dios, exaltación de la Santa fe y confusión de la herejía, parece que al paso que los demonios vibraban rayos, forma-ban espantosas visiones sobre los volcanes, ocupaban el aire con den-sas y oscuras nubes, y ostentaban su poder con la divina permisión para conspirarse contra los moradores de esta ciudad, se encendían los católi-cos en las vivas llamas de la fe para la oposición y defensa, pues el más bárbaro el más olvidado de su alma, el más estragado en los vicios, pu-diera ser ejemplo de edificación en los fervorosos, ardientes efectos y actos de amor y esperanza que le dictaba su celo.”

Por suerte, hoy día hemos asumi-

do otras actitudes de cara a un tem-blor, y en vez de buscar protección en crucifijos, lo hacemos buscando marcos de puerta o en el llama-do “Triángulo de la Vida”, o bien saliendo serenamente (a veces no tanto) a la calle, y en vez de intentar resguardar las reliquias e imágenes, buscamos primero salvarnos a no-sotros y a nuestras familiares.

Por su parte, en la otra relación de Cristóbal de Hincapié Meléndez, es mucho más corta que la de De Arana, aunque más elaborada por-que fue escrita en décimas, aunque la versificación no fue seguida al pie de la letra. Es decir, don Cris-tóbal no era un buen versificador, y por tanto no supo de rimas ni de ritmos ni de acentos ni de conteo de sílabas. Simplemente distribuyó la mayor parte de su relato en estrofas de diez versos, aunque las estrofas finales decidió dejar la décima y dejar cuantos versos le dictaba su inspiración. Claro está, que esto a la luz de las tendencias del verso libre no suena tan mal, pero cabe re-cordar que el verso libre habrá sido iniciado hasta finales del siglo XIX, y perfeccionado hasta el siglo XX, por lo que en su época el señor Hin-capié Meléndez debió haber sido considerado un mal versificador.

Este relato coincide en mucho con el de De Arana, sobre todo en narrar las interpretaciones religiosas que los pobladores dieron al terremoto y erupción de San Miguel. “Allí el incendio conjuran, / allí las imáge-nes sacan / de mayor veneración, / y reliquias veneradas; / hasta que nuestro pastor / sacó al Señor a las gradas; / rebosándole la fe / en sus ardientes palabras, / mandó con di-vino imperio / al volcán se sosegara. // Quebró al instante el incendio, / ¡cosa rara! mas no extraña, / porque no es extraño en Dios / socorrer a quien le llama.”

TERREMOTOS DE SANTA MARTA

Para la descripción del terremoto de 1773, Agustín Gómez Carrillo escribió la relación de los terremo-tos de Santa Marta, en julio de ese año, que obligaron a tomar la deci-sión de trasladar la capital del enton-ces Reyno de Guatemala.

Gómez Carrillo, padre del llama-

do Príncipe de los Cronistas, no fue testigo presencial del terremoto; más bien, escribió su relato con-sultando fuentes documentales del suceso. Aunque la sociedad de en-tonces ya no poseía ese pensamien-to casi mágico sobre los fenómenos naturales, al considerar todo como efecto de la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y sus enemigos, sí se pueden leer algunos fragmentos en que nos hacen creer que esa so-ciedad es muy extraña a la nuestra.

Gómez Carrillo transcribe en su crónica un relato de un sacerdote Cadena, quien sí habría experi-mentado el terremoto: “Este día, digno de notarse con negros cál-culos y el más funesto para Gua-temala, por haber sido el de su lamentable catástrofe, a las tres y cuarenta minutos de la tarde tem-bló la tierra. Fue bien rápido ese primer temblor, pero tan violento que hizo salir de sus casas a los habitantes de la ciudad, que despa-voridos estaban en calles y plazas cuando, diez minutos después, so-brevino el segundo, tan inesperado como terrible, y cuyos desastrosos efectos comenzaron a notarse en el acto mismo, en la destrucción de los edificios que se hendían o des-plomaban con estrépito. Fue tan brusco, vario y prolongado el mo-vimiento, que las gentes no podían mantenerse en pie, y se tendían en tierra; los árboles que no eran arrancados de raíz barrían el suelo con sus ramas, inclinándolas a uno y otro lado; saltaban los ladrillos de los pisos y las piedras de las calles, y las campanas sonaban por sí mis-mas, como pregonando la desgra-cia que ocurría.”

“El terror de que estaban todos po-seídos, pues nadie pensaba más que en salvar la vida, y la densa nube de polvo que formaban los fragmentos caídos de los edificios impidieron aquella tarde medir en toda su ex-tensión el mal causado. Sofocados por el polvo murieron muchos y otros entre las ruinas, porque, cre-yendo algunos huir del peligro, iban más bien a buscarlo al interior de las casas que caían, tan turbados esta-ban los ánimos. Acobardados los vecinos de la ciudad ante tremenda conmoción de la tierra, y temiendo que ésta se abriese de un momento

a otro, para sepultarlos en sus en-trañas, huían por todos lados, por lo campos principalmente, tratando de ponerse bien con Dios, cuya cle-mencia imploraban a gritos.”

“Dejaron también sus habita-ciones los enfermos y los habi-tualmente inválidos o achacosos, llevados de ese natural apego a la vida, que nunca abandona a la hu-mana especie; echáronse a la calle arrastrándose como les fue posi-ble; y entre la confusa y afligida muchedumbre veíase a las monjas y beatas, que tuvieron que poner-se precipitadamente en salvo, y a los criminales, que en número de cuatrocientos se escaparon de la cárcel de Corte y de la de Cabildo; muchas personas daban señales de tener trastornado el juicio; y entre las masas de atribuladas gentes se abrían paso los perros aullando, los caballos y demás animales domés-ticos, obedeciendo todos al natural instinto de conservación.”

“Cada uno imploraba de la piedad del otro algún socorro; pero nadie lograba el auxilio porque nadie po-día valerse aun a sí mismo, y todos padecían igual conflicto. Olvidaron los padres a sus hijos; los maridos desatendían a sus mujeres; en na-die se hallaba el menor consuelo:

todos eran inválidos; todos estaban sumamente atribulados; muchos, oprimidos por el dolor y la congo-ja, padecieron mortales desmayos aquella tarde; a algunos, sólo el susto quitó la vida, como sucedió a don Antonio Hermosilla, nombrado corregidor de Sonsonate; unos, con sus acciones desarregladas y otros con las palabras risibles que profe-rían, daban claro testimonio de tener perdido o trastornado el juicio.”

TERREMOTOS DEL SIGLO XX

El terremoto de Santa Marta obli-gó al traslado de la capital al Valle de la Ermita. Sin embargo, tal y como se infiere de la protección invocada a los santos contra los terremotos, la ciudad se construyó sin prever nue-vas desgracias. Las autoridades aún no sabían el poder sísmico en que se asienta la nación, por lo que aún no sabían de normas de construcción ante esto.

La ciudad de Guatemala intentó ser un calco de la Antigua Guatema-la. Sus templos fueron construidos siguiendo el estilo barroco, aunque el neoclasicismo ya llegaba (tarde) a las tendencias arquitectónicas del país.

Fue hasta 1916, cuando la capital experimentó un nuevo sismo que de nuevo destruyó buena parte de los edificios que se construyeron sin la más mínima noción de arquitectu-ra antisísmica. Como resultado de ello, y ante los avances de la arqui-tectura y la mejora en los materiales de construcción, hubo mayor cono-cimiento para la reconstrucción.

El pensamiento escolástico, ba-sado en Dios, ya había sido dejado atrás para entonces, debido al fuerte impulso que los gobiernos liberales hicieron para cambiar de filosofía, así como las nuevas tendencias del pensamiento positivista, que se ba-saba más en la ciencia.

Ello influyó para que poco a poco se fuera tomando conciencia de esta realidad sísmica. En las casas de an-taño, tras el terremoto de principios de siglo, fue común la construcción de una casa más pequeña llamada “temblorera”. Ésta era mucho más pequeña y liviana, usualmente con

techo de lámina, y que se pensaba para poder resistir los sismos. La idea era, quizá, que en caso de te-rremoto toda la familia pudiera re-fugiarse en la temblorera, y también guardar allí las reliquias familiares.

Sin embargo, por más de 50 años, es decir dos generaciones, no hubo terremotos, por lo que las temblo-reras fueron perdiendo su función principal y se fueron convirtiendo en bodegas, o dicho en buen chapín, cachivacheros o cuartos de trebejos, de tal suerte que tras el terremoto, estas tembloreras ya no se elabora-ron en las casas. Hoy día, es difícil hallar una casa con esta construc-ción, sobre todo por la sobre po-blación de la ciudad capital, que ha obligado a casas más pequeñas, o bien a construir en toda la extensión del terreno.

Tras el terremoto que afectó espe-cialmente San Marcos, se evidenció que en el occidente del país aún per-sistían ciertas casas que utilizaban materiales que fueron considerados no adecuados para un país sísmico. El adobe artesanal y las tejas son muy peligrosas para el país, aunque quizá en los anteriores terremotos las ciudades del occidente aún no habían crecido de la forma en que están ahora.

Al menos, dentro de nuestra cul-tura de prevención ante terremotos, ya hemos incluido el tener mejores construcciones, guardar la calma, procurar el bienestar de los demás, entre otras, y ya no salimos corrien-do con crucifijos pidiéndole a Dios que pare este fenómeno natural, sin importarnos si salimos pisoteando a los heridos. Sin embargo, cabe re-saltar que aún nos falta mucho por aprender, pese a las duras experien-cias que hemos tenido en cuanto a terremotos. Es de lamentar las víc-timas mortales y a los damnificados de este terremoto (que en la época colonial le hubieran denominado como el Terremoto de San Ernesto, por el día en que ocurrió), pero en honor de ellos debemos honrarlos al adoptar mejores normas de cons-trucción y adquiriendo una mejor cultura antisísmica, para que en el futuro ya no lamentemos este saldo trágico.

Page 5: Suplemento Cultural 10-11-2012

4 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012 Suplemento Cultural 5“TRIBUNA, NO MOSTRADOR”, Clemente Marroquín RojasDECANO DE LA PRENSA INDEPENDIENTE

Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012

En uno de los retablos de la Iglesia de La Merced, en la zona 1 capitalina, se encuentran dos figuras de santos que fueron incluidos dentro de las devociones del guatemalteco para la protección de los terremotos. Se trata de San Emigdio y de San Cesario, en el retablo de la Inmaculada Concepción. Sin duda, eran dos santos que eran muy poco conocidos en la época de la construcción del templo, puesto que fueron pintados

con sus nombres para que se les conociera.POR MARIO CORDERO ÁVILA

Desde la portada

TerremoTos:culTura maTerial y espiriTual

C abe recordar que este templo fue uno de los primeros en edificar-se tras el traslado de la capital al Valle de La Ermita, debido a

los terremotos que destruyeron la entonces ciudad Santiago de Gua-temala. El pensamiento escolástico, vigente en esa época, debió consi-derar que bastaba con la invocación de los santos para la protección con-tra los terremotos.

San Emigdio fue un obispo y már-tir de la Iglesia Católica, fallecido en Alemania en el año 304; su fiesta se celebra el 9 de agosto. Se le consi-dera patrono contra los terremotos, debido a que hizo derribar una esta-tua de Esculapio en un templo paga-no de Roma. Se le representa con su traje obispal y con una torre o cons-trucción que se desmorona. Murió decapitado durante la persecución de Diocleciano.

Mientras que San Cesario Naza-rio también es patrono contra los terremotos. En el año 368, estuvo a punto de perder la vida en un terre-moto, y tras la experiencia renunció a todos sus bienes materiales y se dedicó a repartir sus riquezas entre los pobres. Murió al poco tiempo después del sismo que sufrió.

Como se mencionó, estos santos eran poco conocidos hace dos si-glos por la sociedad guatemalteca, pero los religiosos mercedarios los introdujeron entre los santos de los retablos de su nuevo templo, a ma-nera de buscar protección, tras la mala experiencia vivida en la ahora Antigua Guatemala.

Para nadie es sorpresa que en Gua-temala tiemble. De hecho, diaria-mente ocurren decenas de sismos, la mayoría casi imperceptibles. Los terremotos han estado tan ligados a las sociedades, que cierta parte de nuestra cultura ha tenido que adap-tarse para tener una mejor resisten-cia ante los movimientos telúricos.

Claro está que aún falta mucha educación antisísmica en el país, y el terremoto del 7 de noviem-bre, que afectó principalmente al occidente de Guatemala, nos hace pensar que no toda la población, ni las políticas de prevención, se han encaminado a la idea de reducir el impacto de los terremotos.

En Guatemala, desde el terremoto de 1976, la arquitectura se ha visto modificada por los estándares que requiere un país sísmico. Sin em-bargo, estos criterios se han tomado sobre todo en las regiones que fue-ron más afectadas por el seísmo, es decir, la ciudad capital.

Los capitalinos de la Nueva Gua-temala de la Asunción han pade-cido dos fenómenos telúricos: los terremotos de 1916 y 1917 y el terremoto de 1976. Mientras que anteriormente, en Antigua Guate-mala, se padecieron otros dos, uno de los cuales obligó al traslado de la ciudad. Uno el 29 de septiembre de 1717, que además de terremoto también registró actividad volcáni-ca, y el otro el 29 de julio de 1773.

Cabe resaltar que, según el pen-samiento escolástico de la época, estos últimos terremotos menciona-dos aún se les denominaban por el nombre del santo cuya celebración

se recordaba en el día del sismo. Así que el terremoto de 1717 se cono-ció como la Ruina de San Miguel, y el otro como Terremoto de Santa Marta. El primero no solo se llamó terremoto, sino que ruina, debido a que fue mucho más que un sismo.

Para el primero de estos, aún en la ciudad colonial, Tomás de Arana, del Consejo de Su Majestad oidor de la Real Audiencia, fue testigo presencial y escribió la “Relación de los estragos y ruinas que ha pa-decido la Ciudad de Santiago de Guatemala, por los terremotos y fuego de sus volcanes en este año de 1717”. Otro testigo que escribió sobre este suceso fue Cristóbal de Hincapié Meléndez, quien tituló su crónica “Breve relación del fuego, temblores y ruina de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de los Caballe-ros de Santiago de Guatemala, año de 1717”.

RUINA DE SAN MIGUELDe acuerdo con la narración de

Tomás de Arana, el 27 de agosto

de 1717, como a las seis de la tarde, uno de los tres volcanes que rodean la ciudad de Antigua Guatemala, el que se inclina más al sur empe-zó a mostrar “fuego”. Y si justo fue denominar Volcán de Agua tras la destrucción de Ciudad Vieja, desde entonces se conocería a este coloso como Volcán de Fuego. Según na-rra, los primeros en darse cuenta de la inminente erupción, dejaron el lecho, y se empiezan a inquietar por la potencia con que se observa ese fenómeno.

De Arana narra lo siguiente, que muestra lo característico de la socie-dad colonial de entonces: “con que unos medio desnudos, otros sin más abrigo que la colcha o frazada del lecho en que reposaban, abrazados con imágenes de Cristo crucifica-do, de María Santísima o las que el acaso pudo en la turbación ponerles en las manos, olvidados los unos de los otros, los padres de los hijos, los maridos de las mujeres y aun algu-nos de sí mismos, salieron por las calles, con tan turbadas y elevadas

voces, pidiendo unos misericordia, clamando otros a los santos de su devoción, lamentando otros la últi-ma ruina y estrago que esperaban, con que pudieron los más poseídos del sueño abrir los ojos a mayor ho-rror y espanto”.

Buena parte de este relato, hace ver las creencias religiosas que tenía esta sociedad; el pensamiento esco-lástico se basaba en las ideas sobre Dios, y éste como centro de todo. Por ello, es que no sorprende que estos pobladores se hayan acogido a rezar, invocar intercesión de los san-tos, o buscar protección en templos o en los sacramentos.

“en la (plaza) mayor estaba el ilus-trísimo y reverendísimo señor obis-po de esta Diócesis, acompañado de los señores capitulares de esta Santa Iglesia con el Santísimo Sacramen-to en las manos, exorcizando y con-jurando los espíritus enemigos del linaje humano, que parecían hacer guerra por ministerio de la misma naturaleza, con especial licencia del Príncipe y Autor de ella. Sacáron-

se a la misma plaza las imágenes y reliquias de mayor veneración y culto, que deposita esta Catedral: en lo que el oído podía percibir del menos preocupado de la turbación, sólo se alcanzaban ecos de contri-ción, misericordia, confesiones pú-blicas de los pecados, impetraciones de absolución, y en fin, para mayor honra y gloria de Dios, exaltación de la Santa fe y confusión de la herejía, parece que al paso que los demonios vibraban rayos, forma-ban espantosas visiones sobre los volcanes, ocupaban el aire con den-sas y oscuras nubes, y ostentaban su poder con la divina permisión para conspirarse contra los moradores de esta ciudad, se encendían los católi-cos en las vivas llamas de la fe para la oposición y defensa, pues el más bárbaro el más olvidado de su alma, el más estragado en los vicios, pu-diera ser ejemplo de edificación en los fervorosos, ardientes efectos y actos de amor y esperanza que le dictaba su celo.”

Por suerte, hoy día hemos asumi-

do otras actitudes de cara a un tem-blor, y en vez de buscar protección en crucifijos, lo hacemos buscando marcos de puerta o en el llama-do “Triángulo de la Vida”, o bien saliendo serenamente (a veces no tanto) a la calle, y en vez de intentar resguardar las reliquias e imágenes, buscamos primero salvarnos a no-sotros y a nuestras familiares.

Por su parte, en la otra relación de Cristóbal de Hincapié Meléndez, es mucho más corta que la de De Arana, aunque más elaborada por-que fue escrita en décimas, aunque la versificación no fue seguida al pie de la letra. Es decir, don Cris-tóbal no era un buen versificador, y por tanto no supo de rimas ni de ritmos ni de acentos ni de conteo de sílabas. Simplemente distribuyó la mayor parte de su relato en estrofas de diez versos, aunque las estrofas finales decidió dejar la décima y dejar cuantos versos le dictaba su inspiración. Claro está, que esto a la luz de las tendencias del verso libre no suena tan mal, pero cabe re-cordar que el verso libre habrá sido iniciado hasta finales del siglo XIX, y perfeccionado hasta el siglo XX, por lo que en su época el señor Hin-capié Meléndez debió haber sido considerado un mal versificador.

Este relato coincide en mucho con el de De Arana, sobre todo en narrar las interpretaciones religiosas que los pobladores dieron al terremoto y erupción de San Miguel. “Allí el incendio conjuran, / allí las imáge-nes sacan / de mayor veneración, / y reliquias veneradas; / hasta que nuestro pastor / sacó al Señor a las gradas; / rebosándole la fe / en sus ardientes palabras, / mandó con di-vino imperio / al volcán se sosegara. // Quebró al instante el incendio, / ¡cosa rara! mas no extraña, / porque no es extraño en Dios / socorrer a quien le llama.”

TERREMOTOS DE SANTA MARTA

Para la descripción del terremoto de 1773, Agustín Gómez Carrillo escribió la relación de los terremo-tos de Santa Marta, en julio de ese año, que obligaron a tomar la deci-sión de trasladar la capital del enton-ces Reyno de Guatemala.

Gómez Carrillo, padre del llama-

do Príncipe de los Cronistas, no fue testigo presencial del terremoto; más bien, escribió su relato con-sultando fuentes documentales del suceso. Aunque la sociedad de en-tonces ya no poseía ese pensamien-to casi mágico sobre los fenómenos naturales, al considerar todo como efecto de la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y sus enemigos, sí se pueden leer algunos fragmentos en que nos hacen creer que esa so-ciedad es muy extraña a la nuestra.

Gómez Carrillo transcribe en su crónica un relato de un sacerdote Cadena, quien sí habría experi-mentado el terremoto: “Este día, digno de notarse con negros cál-culos y el más funesto para Gua-temala, por haber sido el de su lamentable catástrofe, a las tres y cuarenta minutos de la tarde tem-bló la tierra. Fue bien rápido ese primer temblor, pero tan violento que hizo salir de sus casas a los habitantes de la ciudad, que despa-voridos estaban en calles y plazas cuando, diez minutos después, so-brevino el segundo, tan inesperado como terrible, y cuyos desastrosos efectos comenzaron a notarse en el acto mismo, en la destrucción de los edificios que se hendían o des-plomaban con estrépito. Fue tan brusco, vario y prolongado el mo-vimiento, que las gentes no podían mantenerse en pie, y se tendían en tierra; los árboles que no eran arrancados de raíz barrían el suelo con sus ramas, inclinándolas a uno y otro lado; saltaban los ladrillos de los pisos y las piedras de las calles, y las campanas sonaban por sí mis-mas, como pregonando la desgra-cia que ocurría.”

“El terror de que estaban todos po-seídos, pues nadie pensaba más que en salvar la vida, y la densa nube de polvo que formaban los fragmentos caídos de los edificios impidieron aquella tarde medir en toda su ex-tensión el mal causado. Sofocados por el polvo murieron muchos y otros entre las ruinas, porque, cre-yendo algunos huir del peligro, iban más bien a buscarlo al interior de las casas que caían, tan turbados esta-ban los ánimos. Acobardados los vecinos de la ciudad ante tremenda conmoción de la tierra, y temiendo que ésta se abriese de un momento

a otro, para sepultarlos en sus en-trañas, huían por todos lados, por lo campos principalmente, tratando de ponerse bien con Dios, cuya cle-mencia imploraban a gritos.”

“Dejaron también sus habita-ciones los enfermos y los habi-tualmente inválidos o achacosos, llevados de ese natural apego a la vida, que nunca abandona a la hu-mana especie; echáronse a la calle arrastrándose como les fue posi-ble; y entre la confusa y afligida muchedumbre veíase a las monjas y beatas, que tuvieron que poner-se precipitadamente en salvo, y a los criminales, que en número de cuatrocientos se escaparon de la cárcel de Corte y de la de Cabildo; muchas personas daban señales de tener trastornado el juicio; y entre las masas de atribuladas gentes se abrían paso los perros aullando, los caballos y demás animales domés-ticos, obedeciendo todos al natural instinto de conservación.”

“Cada uno imploraba de la piedad del otro algún socorro; pero nadie lograba el auxilio porque nadie po-día valerse aun a sí mismo, y todos padecían igual conflicto. Olvidaron los padres a sus hijos; los maridos desatendían a sus mujeres; en na-die se hallaba el menor consuelo:

todos eran inválidos; todos estaban sumamente atribulados; muchos, oprimidos por el dolor y la congo-ja, padecieron mortales desmayos aquella tarde; a algunos, sólo el susto quitó la vida, como sucedió a don Antonio Hermosilla, nombrado corregidor de Sonsonate; unos, con sus acciones desarregladas y otros con las palabras risibles que profe-rían, daban claro testimonio de tener perdido o trastornado el juicio.”

TERREMOTOS DEL SIGLO XX

El terremoto de Santa Marta obli-gó al traslado de la capital al Valle de la Ermita. Sin embargo, tal y como se infiere de la protección invocada a los santos contra los terremotos, la ciudad se construyó sin prever nue-vas desgracias. Las autoridades aún no sabían el poder sísmico en que se asienta la nación, por lo que aún no sabían de normas de construcción ante esto.

La ciudad de Guatemala intentó ser un calco de la Antigua Guatema-la. Sus templos fueron construidos siguiendo el estilo barroco, aunque el neoclasicismo ya llegaba (tarde) a las tendencias arquitectónicas del país.

Fue hasta 1916, cuando la capital experimentó un nuevo sismo que de nuevo destruyó buena parte de los edificios que se construyeron sin la más mínima noción de arquitectu-ra antisísmica. Como resultado de ello, y ante los avances de la arqui-tectura y la mejora en los materiales de construcción, hubo mayor cono-cimiento para la reconstrucción.

El pensamiento escolástico, ba-sado en Dios, ya había sido dejado atrás para entonces, debido al fuerte impulso que los gobiernos liberales hicieron para cambiar de filosofía, así como las nuevas tendencias del pensamiento positivista, que se ba-saba más en la ciencia.

Ello influyó para que poco a poco se fuera tomando conciencia de esta realidad sísmica. En las casas de an-taño, tras el terremoto de principios de siglo, fue común la construcción de una casa más pequeña llamada “temblorera”. Ésta era mucho más pequeña y liviana, usualmente con

techo de lámina, y que se pensaba para poder resistir los sismos. La idea era, quizá, que en caso de te-rremoto toda la familia pudiera re-fugiarse en la temblorera, y también guardar allí las reliquias familiares.

Sin embargo, por más de 50 años, es decir dos generaciones, no hubo terremotos, por lo que las temblo-reras fueron perdiendo su función principal y se fueron convirtiendo en bodegas, o dicho en buen chapín, cachivacheros o cuartos de trebejos, de tal suerte que tras el terremoto, estas tembloreras ya no se elabora-ron en las casas. Hoy día, es difícil hallar una casa con esta construc-ción, sobre todo por la sobre po-blación de la ciudad capital, que ha obligado a casas más pequeñas, o bien a construir en toda la extensión del terreno.

Tras el terremoto que afectó espe-cialmente San Marcos, se evidenció que en el occidente del país aún per-sistían ciertas casas que utilizaban materiales que fueron considerados no adecuados para un país sísmico. El adobe artesanal y las tejas son muy peligrosas para el país, aunque quizá en los anteriores terremotos las ciudades del occidente aún no habían crecido de la forma en que están ahora.

Al menos, dentro de nuestra cul-tura de prevención ante terremotos, ya hemos incluido el tener mejores construcciones, guardar la calma, procurar el bienestar de los demás, entre otras, y ya no salimos corrien-do con crucifijos pidiéndole a Dios que pare este fenómeno natural, sin importarnos si salimos pisoteando a los heridos. Sin embargo, cabe re-saltar que aún nos falta mucho por aprender, pese a las duras experien-cias que hemos tenido en cuanto a terremotos. Es de lamentar las víc-timas mortales y a los damnificados de este terremoto (que en la época colonial le hubieran denominado como el Terremoto de San Ernesto, por el día en que ocurrió), pero en honor de ellos debemos honrarlos al adoptar mejores normas de cons-trucción y adquiriendo una mejor cultura antisísmica, para que en el futuro ya no lamentemos este saldo trágico.

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Galería de artistas

6 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012

El mundo disEñado por ValEnz a atención es-pontánea e in-mediata que el público presta a las obras de al-gunos artistas se adelanta siem-pre al pomposo

reconocimiento de los críticos y la mayoría de las veces no tiene nada que ver con las sesudas elucubra-ciones con que estos tratan de ex-plicar tardíamente lo que la gente siente ante ciertas formas y ciertas imágenes construidas, al parecer, en respuesta a impulsos expresi-vos instintivos y profundos. Tal el caso de la instantánea conexión que se establece entre los especta-dores y los temas, dibujos, colores y la dinámica interna de los cua-dros que Sergio Valenzuela firma como Valenz.

Así, en vez del trazo seguro que ven en sus cuadros sus comenta-ristas rutinarios, la línea de Valenz es más bien ansiosa, y más que describir objetos con precisión, es la que protagoniza lo que la obra quiere decir, interpretando con cierta prisa y cierta angustia los propósitos formales y los deseos expresivos del artista. Podría de-cirse que se apropia de ellos, que se mueve a sus impulsos, y a medida que avanza, retrocede, se multipli-ca y se complica de mil manera, más que definir formas, va signi-ficando —va creando y grafican-do signos visuales y poniendo en imágenes— las ideas y los objetos del deseo.

Tales ideas y tales deseos tam-poco tienen nada de metafísico ni esconden un pensamiento estético particularmente elaborado. Son producciones espontáneas de una mente y de un cuerpo liberados a sus impulsos: construcciones mentales y rituales que se resuel-ven gráficamente como máquinas y como juegos, como espacios ar-quitectónicos y densos ambientes vitales, como invención capricho-sa de objetos delirantes y necesaria expansión del espíritu, como or-den y movimiento, como quietud y ritmo, de cuya articulación apa-rentemente arbitraria se despren-de un sentimiento vital muy in-tenso que en medio de su felicidad elemental lleva también el germen del delirio y lo demencial.

De esa posibilidad patológica extrae la obra de Valenz su vero-similitud profunda y su verdad como expresión humana y su va-lidez como expresión artística. Es ciertamente un juego de la ima-ginación, pero no inocuo, pues entraña sus propios peligros. Sin

Actualmente en la galería El Túnel está abierta la exposición “Espacios Breves de Valenz” que reúne trabajos recientes de este artista que en los últimos años se ha ganado el aprecio del pú-blico con una obra sin mayores complicaciones formales pero que cala hondo en la mente y en el espíritu de quienes se detienen ante sus cuadros y casi sin darse cuenta se ven envueltos en un mundo fantástico y maravilloso. POR JUAN B. JUÁREZ

L

embargo, aunque se mueve entre estos riesgos, la obra —el hacer de Valenz— por lo general no llega a esos extremos y se mantiene den-tro del campo saludable, enérgico, ingenioso, emotivo, imaginativo y contagioso del juego.

De otros artistas se puede decir que manejan la línea con soltura y precisión y que en el virtuosismo

de su dibujo radica en gran parte el valor formal de su pintura. El talento de Valenz va por otro lado. Él es principalmente un diseñador gráfico y su dibujo está en función no de la representación de la rea-lidad sino de la imaginación, que, como facultad del entendimiento, en él se manifiesta proyectándose a través de la línea. Se trata en-

tonces de dibujos provisorios que sirven para dar una idea de lo que se quiere hacer y decir, antes de hacerlo y decirlo. Son imágenes leves que aún no tienen el peso ni la seriedad de los hechos acabados y definitivos. Son, en tanto diseño imaginativo, un juego de posibi-lidades que se puede prolongar al infinito.

Y a los impulsos de ese juego Valenz construye su obra. En el juego se define la obra y el espacio donde se juega. Se pinta el cuadro y se le ve de acuerdo a las reglas del juego, que a su vez definen al artista y al espectador. Para este último, de hecho, ver un cuadro equivale a participar del juego, meterse al espacio donde el juego tiene lugar: el mundo del artista.

La pintura de Valenz va defi-niendo el mundo a medida que el artista lo va diseñando. A diferen-cia de los diseños de los arquitec-tos, los espacios, las máquinas y

los muebles de Valenz no están he-chos para instalarse y acomodarse físicamente en ellos y usarlos para vivir sino para imaginar otras for-mas de vivir la vida; es más, tales espacios están de hecho ocupa-dos por la imaginación del artista que en ellos se entrega con entera libertad y con cierta inocencia y ternura a sus construcciones fan-tásticas, a sus juegos mágicos y delirantes, a construir ese mundo maravilloso y absurdo emparenta-do con el que Lewis Carroll diseñó para Alicia, gobernado, al igual que aquel, por una mente riguro-samente lógica. Y es justamente esa mezcla de lo infantil con lo se-rio, de la inocencia con lo exacto, de lo fantástico con lo matemático, de lo caprichoso con lo lógico lo que explica la espontánea fascina-ción que siente el espectador ante lo que sucede en esos espacios di-señados con tanta gracia y libertad por Sergio Valenzuela.

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Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012 Suplemento Cultural 7

Río Bravo

Exhibición rEvEla monumEntos frontErizos ignorados

Como silenciosos centinelas, montan guardia a lo largo de 1.110 kilómetros (690 millas) del cambiante terreno que se extiende del Río Bravo al Océano Pacífico.

Por STEVE BENNETT. SAN ANToNIo / AgENcIA AP

C erca de 50 de los 276 monu-mentos d a t a n d e l a década

de 1850 y fueron construi-dos después de que el Tra-tado de Guadalupe Hidalgo puso fin a la guerra de in-tervención estadounidense, con la derrota de México.

La mayoría fue erigida en la década de 1890, cuan-do el territorio se remedía. Numerosos obeliscos que-daron dispuestos a distan-cias de entre 400 metros y 8,05 kilómetros (un cuarto de milla y 5 millas) uno del otro, por disposición de la Comisión de Límites Internacionales (IBC, por sus siglas en inglés), para demarcar la frontera entre México y Estados Unidos.

Muy pocos sabían si-quiera de la existencia de los monumentos de más de 100 años. Hasta hace aproxima-damente seis años, tampoco lo sabía David Taylor.

“No tenía idea de que es-taban ahí, y la mayoría de la gente no lo sabe”, dijo Taylor, cuyas imágenes de los mo-numentos forman parte de la exhibición del festival Foto-septiembre, “Alien Contexts: Mexico and the U.S.”, que se muestra hasta el 21 de no-

viembre en la galería de arte de las instalaciones centrales de la Universidad de Texas en San Antonio (UTSA).

El fotógrafo de Las Cru-ces, Nuevo México, quien imparte clases en la universi-dad de ese estado, deseaba ver la frontera “de primera mano” en 2006, cuando se topó con el primer monumento.

“Es inevitable que uno desee comprender el lugar donde vive”, dijo Taylor. “Y efectivamente, Las Cruces es una ciudad fronteriza. Está solamente a 50 millas (80,46 kilómetros) de la frontera”.

Así comenzó su búsque-da para llamar la atención sobre los temas fronterizos, al tomar fotografías de todos los monumentos internacio-nales, desde la frontera entre El Paso, Texas, y Ciudad Juá-rez, hasta San Diego, Califor-nia, y Tijuana.

“Esto prácticamente me ha consumido”, agregó.

En el proceso, Taylor acompañó a agentes de la Patrulla Fronteriza y se encontró con traficantes nerviosos, ciudadanos es-tadounidenses disgustados que vigilan la frontera e in-migrantes sedientos.

“Me di cuenta de que a principios de la década de 2000 estuvimos en la cúspide de los más grandes cambios en la frontera que hemos vis-to en más de un siglo”, dijo.

Mientras que el tema de la inmigración se ha tornado candente en el crisol de las po-líticas partidistas, el proyecto “Working the Line” de Taylor —que abarca no sólo los mo-numentos sino la gente y cosas que ha visto en el proceso_, recuerda la complejidad de los asuntos involucrados.

Taylor dice que, con el proyecto en proceso, trata de revelar “una topografía alta-mente compleja en lo físico, social y político durante una época de cambio drástico” así como documentar a la Patrulla Fronteriza como una institución burocrática, considerada por Taylor “un país no descubierto”.

“Una cosa es llegar y salir de varios puntos a lo largo de la frontera”, dijo Taylor, quien considera que la inmigración es un “tema moral y ético”. “Pero otra cosa es caminar ha-cia todos los monumentos. Es más fácil llegar a algunos des-de territorio estadounidense; a otros es más fácil llegar desde México. En mi mente tengo un mapa completo de la fron-tera. Pregúntenme sobe cual-quier monumento y les puedo decir cómo era el terreno que lo rodea”.

Eso es algo digno de tomar en cuenta, en un momento en que la política fronteriza de Es-tados Unidos es definida por funcionarios a miles de kiló-metros (millas) de México.

Al pie de la letra

la lucha diaria dE frEdyPor JUAN JoSÉ NArcISo cHÚA

La mañana des-punta en este lugar, la posi-ción del edi-ficio hace que el sol matuti-no pegue de

frente al mismo y produzca un espacio bastante cómodo, principalmente si la mañana ha amanecido fría. El recorri-do de personas al mismo edifi-cio es continuo y considerable, sin duda, un acierto inmobilia-rio, en términos de ocupación, un punto de confluencia de negocios.

Las oficinas se encuentran llenas y la cantidad de empre-sas resulta impresionante, la cantidad de vehículos demues-tra que se tuvo razón al cons-truirlo y la generación de em-pleo también se evidencia con la cantidad de personas que se mueven en dicho espacio.

Fredy ya es parte de este en-torno, él puede apreciar el trá-fico de personas en el lugar; él es testigo de la cantidad de ve-hículos que se mueven; él pue-de dar fe de los negocios que han llegado; de aquellos que se han quedado; y de aquellos que se han ido. Fredy, es una de las pocas personas que reci-be el saludo de todo el mundo;

es una persona conocida y apreciada. Su sonrisa resulta agradable e invita al saludo, al coloquio casual y él es, tal vez, la persona más conocida de este lugar, pues todos lo co-nocen a él.

Todos los días asiste pun-tualmente a su lugar de tra-bajo, se mueve con dificultad por un problema en una de sus piernas y para movilizarse uti-liza un par de muletas, ambas son diferentes. Sin embargo, ahí está temprano en la ma-ñana, Fredy probablemente cuenta con una de las sillas más conocidas en el edificio, pero contradictoriamente casi no la usa.

Yo lo veo solícito y amable iniciando sus labores diarias. No escatima esfuerzo alguno, pero tampoco se arruga ante la demanda de trabajo. Ahí está día a día, luchando y avan-zando, luchando y generando ingresos para sobrevivir. Fredy empieza su día temprano en la mañana, a las cuatro se levan-ta para poder llegar a tiempo y después de un par de viajes en camionetas destartaladas arriba al lugar para iniciar su jornada.

No tengo la menor idea de cuántos servicios presta

diariamente, pero seguramen-te tendrá la probabilidad de generarse ingresos para la so-brevivencia de él y su familia. Cuando uno requiere de sus habilidades, presto está con su sonrisa y el periódico en la mano para que el cliente se sienta a gusto, lo invita a su silla y así inicia el remozamiento de todos los tipos de zapatos que se le presentan.

Como decía, es una de las sillas más cómodas, pero Leo-nel no la usa, contrariamente el utiliza sus banquitos para poder lustrar los zapatos, botas y botines de sus clientes, la plá-tica informal y suelta sobre di-versos temas se traba entre él y el cliente, él responde, él aprue-ba, él opina respetuosamente. Al final del lustre, de nuevo la sonrisa y la expresión: ¡listo! y los clientes apuran el pago y se van, saludando a este sonriente amigo casual.

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“Nuestros ha-llazgos indican que el cambio climático jugó un papel clave en la desinte-

gración de los complejos sistemas políticos de estas

poblaciones.”

“El registro de llu-

vias incrustado en las estalagmi-

tas ofrece más pruebas de que hubo dos perío-

dos climáticos extremos que provocaron el colapso.

8 Suplemento Cultural Nueva Guatemala de la Asunción, 10 de noviembre de 2012

Ub i c a -dos en lo que hoy es Améri-ca Cen-

tral, los mayas dejaron ins-critos en monumentos de piedra registros históricos de su sofisticado sistema político, de su rica cultura y de una avanzada tecnología.

Sus guerras, matrimo-nios, adhesiones entre re-yes y reinas están ligados a fechas de su calendario y se correlacionan con días específicos del calendario cristiano. El final de esta tradición –que tuvo lugar en algún momento entre los años 800 y 1000 d.C.–, mar-ca el colapso generalizado de los sistemas políticos mayas del período Clási-co. El misterio sobre cómo pudo desaparecer una socie-dad tan robusta desconcierta a los científicos.

Un equipo de investi-gación, liderado por Doug Kennett de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU), ha estudiado la cueva Yok Balum (Belice) para medir la composición de los isótopos de oxígeno en sus estalagmitas y crear un re-gistro de las lluvias durante este período.

“Nuestros hallazgos indi-can que el cambio climático jugó un papel clave en la desintegración de los com-plejos sistemas políticos de estas poblaciones. La se-quía ayudó a desencadenar la guerra entre los centros políticos, lo que provocó una inestabilidad global de la sociedad, su fragmenta-

Un estudio en estalagmitas de 2.000 años de antigüedad, en una cueva en el sur de Belice, demuestra que el cambio climático tuvo efectos a largo plazo sobre el crecimiento y desintegración de la civilización maya del

período Clásico, uno de los mayores misterios de la historia.SERVICIOS

Reportaje

Largos períodos de sequía infLuyeron en eL coLapso de La civiLización maya

ción y colapso final”, declara Kennett.

Según los investigadores, los ricos registros arqueoló-gicos e históricos de los ma-yas proporcionan una opor-tunidad única para examinar los efectos a largo plazo del cambio climático en el desa-rrollo y desintegración de los sistemas sociopolíticos.

“La conclusión principal de este estudio es que los efectos del cambio climático son complejos e influyen en múltiples escalas de tiempo, pero son solo una parte de la historia. Los textos antiguos de los mayas no recogen los patrones de lluvia de la épo-ca, pero hay registros históri-cos de las sequías a partir del

siglo XVI, un punto de refe-rencia muy valioso para de-ducir sus efectos nocivos en la productividad agrícola y en la sociedad debido a la ham-bruna”, añade el investigador.

UN COLAPSO EN DOS ETAPAS

Hasta ahora se sabía que los períodos de altas preci-pitaciones provocaron la ex-pansión de la población maya y la prosperidad general entre los años 440 al 660 d. C. A esta etapa le siguió una ten-dencia a la sequía que duró cuatro siglos, marcada por una serie de sequías que pro-vocaron la disminución de la productividad agrícola y al colapso de su sociedad.

Las estalagmitas de la cue-va Yok Balum son muy parti-culares debido a que crecie-ron rápidamente y de forma continua en los últimos dos mil años –el intervalo crítico de interés para el desarrollo y el colapso maya–. Su estudio pone en evidencia el registro de los períodos de alta preci-pitación pluvial y de sequía en esa época.

“Estas estalagmitas son muy puras, no contienen gran cantidad de detritus –residuos que provienen de la descom-posición de fuentes orgáni-cas–, de modo que la data-ción es muy precisa. Además, la composición isotópica del oxígeno de lluvia cambia se-gún la cantidad de lluvia que

cae, lo que se conoce como ‘efecto cantidad’. Esta huella isotópica viaja con el agua de lluvia dentro del sistema de la cueva, se incorpora al cre-cimiento de las estalagmitas y estas reflejan la cantidad de lluvia que cae sobre la tierra en la superficie”, explica el autor.

El registro de lluvias in-crustado en las estalagmitas ofrece más pruebas de que hubo dos períodos climáticos extremos que provocaron el colapso de los mayas. Una primera etapa, de alta preci-pitación pluvial, provocó la expansión de la población maya y la prosperidad general durante los años 440 al 660 d.C. A este período le siguie-ron una serie de sequías que provocaron una disminución de la productividad agrícola y contribuyeron a la fragmen-tación social y el colapso po-lítico.

La segunda etapa fue más tardía entre los 1020 y 1100 años d.C., durante una sequía más grave y extensa. “Ar-gumentamos que esto puede ayudar a explicar por qué la región quedó despoblada y por qué nunca volvió a alcan-zarse el grado de complejidad social anterior desarrollado en la región”, subraya el cientí-fico.

El trabajo amplía la com-prensión sobre qué sucedió con los mayas en un contexto de cambio climático global. “También hemos caracteriza-do el momento y la naturaleza de la sequía durante el período Clásico con una certeza mu-cho mayor”, concluye.