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La adopción de más de un hijo abre en el interior de la familia una mayor riqueza del vínculo y se distribuyen mejor las expectativas y exigencias

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Hoy no es sólo un camino para las parejas con problemas de fertilidad, es también

una alternativa para ampliar los horizontes familiares y una de las más intensas aventuras de la vida

ElizabEth lEvy Sad | fotografía RobERto mata

En Las úLtimas décadas, la estructura, el funcionamiento y los valores de la familia vienen experimentando grandes cambios. Hoy existen modelos familiares que reflejan variantes ya instaladas en el tejido social (por ejemplo, la convivencia de hijos de ma-trimonios anteriores de cada miembro de la pareja). Entre esas nuevas construcciones afectivas, la adopción aparece como una alternativa para quienes quieren ampliar el círculo familiar, y no sólo para quienes no pueden concebir hijos biológicos.

Padres adoptivos y especialistas en el tema coinciden en que darle la oportunidad de crecer en una familia a un niño que no la tiene es una de las más intensas aventuras del ser humano, pues abre una dimensión insospechada en el territorio de las emo-ciones y expande al infinito la capacidad afectiva. no obstante, para afrontar este desafío se debe estar preparado.

Alternativa familiar si bien la posibilidad de la adopción no es algo nuevo, las motivaciones que llevan a las personas a adoptar han cambiado en los últi-mos tiempos: mientras que en el pasado los padres adoptantes eran casi exclusivamente parejas con problemas de fertilidad, hoy son muchas las que buscan ampliar su núcleo familiar aunque ya tengan hijos biológicos.

“algunos padres buscan construir el víncu-lo de la adopción desde otra experiencia vital, porque es una forma de paternidad diferen-te”, explica la psicólogo alicia Fernández-Zúñiga. Otras veces, subraya la especialista, “la motivación es darle la oportunidad de tener una familia a un menor abandonado. también están quienes no pueden tener más hijos biológicos por un problema de salud o de edad, pero quieren ampliar la familia”.

El otro cambio que presentan las nuevas configuraciones familiares es que crece el

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número de adopciones monoparentales: una madre sola o un padre solo. La legislación de algunos países permite hoy que un adulto, aun-que no esté casado ni tenga una pareja estable, pueda adoptar a un niño.

“Hoy buscan adoptar mujeres de más de 40 años, muchas de ellas profesionales con inde-pendencia y movilidad económica. no obstante, en este caso, es frecuente que se pregunten: ‘¿tengo derecho a privar al niño de un padre?’”, puntualiza la psicólogo Graciela Lipski. La con-clusión de los especialistas es que la experiencia puede resultar muy positiva, siempre y cuando

el adulto sea consciente de todos los factores que implica la decisión de adoptar en soledad:

• debe realizar un mayor esfuerzo físico, psí-quico y económico.

• Es preciso que tome conciencia de que el niño no debe pasar a ocupar el lugar afectivo de la pareja ausente.

• tiene que generar una amplia red social para el niño y para sí mismo, de modo que ninguno de los dos quede encerrado ni confinado emocional-mente a un vínculo hermético entre ellos.

Otra de las nuevas tendencias, muy valorada por sus resultados positivos, es el acogimiento de grupos de hermanos. “La adopción de más de un hijo abre en el interior de la familia una mayor riqueza del vínculo y se distribuyen mejor las expectativas y exigencias”, subraya Lipski.

Huella del pasadoHoy más personas se animan a adoptar niños que ya no son bebés. Por ejemplo, parejas de mediana edad que manifiestan no tener las energías que requiere un lactante o, simplemente, aquellos que no necesitan un recién nacido para poder sentirse padres. “La preocupación más generali-zada del adoptante es la salud, tanto física como mental, del menor. también las experiencias que haya vivido anteriormente”, revela Fernández-Zúñiga. En efecto, quienes adoptan niños gran-des deben saber que ciertas conductas hostiles son reacciones propias del proceso de cambio o de pérdidas que han sufrido.

“Entre los 2 y 5 años, el niño tiene una mayor capacidad para guardar recuerdos significativos y ya viene con algunas experiencias –pocas o mu-chas– que pueden haberle resultado dolorosas, y que harán que su adaptación a la familia sea más compleja”, manifiesta la psicólogo Yusmary González. Los niños mayores de 6 años, advierte la especialista, “tienen un equipaje de recuerdos y emociones ambivalentes y, en muchos casos, dificultades de vinculación afectiva; son más pro-pensos a mostrar algún problema conductual y pueden poner a prueba a sus nuevos padres para

Frente a la decisiónhay talleres en los que padres adoptivos comparten sus experiencias y asesoran a los interesados. es vital conversar con ellos para saber bien de qué se trata. todas las dudas tienen su respuesta.

Si se trata de una pareja que no ha podido tener hijos biológicos, antes de adoptar debe elaborar en el campo psicológico su situación: despedirse de la ilusión de tener un hijo parecido físicamente, por ejemplo. eso lleva tiempo y, por lo general, se debe recurrir a la terapia; de lo contrario, le podría generar daño al niño adoptado.

Durante este complejo proceso es posible que la pareja viva momentos de tensión y estrés: es frecuente que surjan sentimientos encontrados y emociones contradictorias.

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confirmar si éstos los aprecian de verdad y no los abandonarán”.

Entre las conductas más frecuentes de estos niños –cuando llegan a la nueva familia– se cuentan:

• Temor y rechazo. Pueden mostrar temor frente a los nuevos papás y a otros adultos, o rechazar marcadamente a uno de los padres y aceptar sin problemas al otro.

• Sobreadaptación. Es posible que se porten “de-masiado bien”, reprimiendo sus emociones, por-que piensan que así lograrán ser más aceptados.

• Ira, actitud desafiante y agresividad. Pueden revivir el maltrato sufrido en el pasado y proyec-tarlo en sus nuevos padres.

• Regresiones. Es posible que presenten in-continencia y otras conductas regresivas como pedir el biberón. Esto se explica como un intento de volver atrás en el tiempo, y “renacer” en esta nueva familia.

cuando los adultos saben cómo proceder, todas estas dificultades suelen transformarse en vínculos amorosos y felices, afirman las es-pecialistas. Para ello, deben contar con ayuda profesional. si toda la familia tiene el deseo y

La legislación de algunos países permite hoy que un adulto, aunque no esté casado ni tenga

una pareja estable, pueda adoptar a un niño

en la historia• En distintas épocas, las civilizaciones han intentado algunas respuestas sociales y jurídicas al tema de la orfandad. Por ejemplo, en las antiguas grecia y roma existía la figura de la adopción, pero como la finalidad era la perpetuidad de la especie y no el bienestar del huérfano, los adoptados solían ser varones casi adultos.

• Luego de las dos guerras mundiales del siglo XX, en las que familias enteras fueron truncadas y miles de niños quedaron desamparados, se propagó una mayor conciencia social sobre la importancia de la adopción. a partir de ella, fueron evolucionando los marcos legales que la regulan, que hoy tienen como principal objetivo el bienestar del niño sin familia.

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la preparación necesaria para incluir afecti-vamente a un nuevo miembro, los obstáculos se superan y la experiencia resulta plena para todos los involucrados.

Derecho a la identidadaunque hayan sido adoptados de bebés, los niños siempre tienen una historia previa a la adopción y no dejan de tener recuerdos alojados en su inconsciente sobre su madre, su rechazo o su ausencia.

Los niños adoptados tienen fantasías tormen-tosas sobre las razones por las cuales no están con su familia biológica. González advierte que “es frecuente que piensen que ellos fueron los culpables de que los abandonaran, lo cual les provoca un enojo importante hacia sí mismos, y pueden autolesionarse y hasta poner en riesgo su vida”. Es importante, entonces, que sepan la verdad sobre su origen cuanto antes. Y, llegado ese momento, se debe crear el ambiente ade-cuado para que puedan preguntar sin angustia todo lo que les inquieta.

“El niño debe escuchar que la palabra adop-ción o adoptado es dicha sin problemas ni ten-siones”, agrega Fernández-Zúñiga. La informa-ción debe proporcionarse con mucho cariño y en circunstancias apropiadas; debe ser verdadera y adecuada a cada edad; la respuesta debe ser tranquila, espontánea y sin darle demasiada relevancia, con naturalidad, porque, de lo con-trario, el niño interpretará que pasa “algo raro”, subraya la especialista.

f u e n t e S c o n S u lt a D a S

º Alicia Fernández-Zúñiga, psicólogo clínico. Directora del Instituto de Lenguaje y Desarrollo. coautora del libro Quiero adoptar, entre otros títulos. Psicólogo del turno de intervención para adopción internacional de la comunidad de madrid (españa) / (www.ild.es).

º graciela lipski, psicólogo. Directora de la fundación adoptare y de la revista Familia y adopción. coautora del libro Adoptar hoy (argentina) /

(www.adoptare.com.ar).

º Yusmary González, psicólogo. Especialista en Terapia de la Conducta Infantil. coordinadora de Psicología y grupos de apoyo del centro de orientación

y Asesoramiento Psicológico de Maracaibo (Venezuela) / (www.corasca.com).

a g r a D e c i m i e n t o Alejandra Álvarez.

Compás de esperaasí como la llegada de un hijo biológico supone un período previo de nueve meses en el que los padres se van preparando para una nueva rea-lidad, la adopción también implica una espera. Los aspirantes a adoptar deben pasar por un proceso legal, durante el cual un equipo interdis-ciplinario visita su domicilio y evalúa cuáles son sus motivaciones y sus recursos emocionales y materiales para garantizar el bienestar del niño. se trata de medir la responsabilidad de los adop-tantes ante las obligaciones y la capacidad que tienen de generar un ambiente familiar sano.

En ese proceso previo de adopción, advierte Fernández-Zúñiga, también es frecuente que surjan dudas: “¿El niño podrá querernos como a sus padres?”. “¿Podremos quererlo como un hijo propio?”. toda esa ansiedad se disipa cuando se comprueba la buena relación que otros padres adoptivos tienen con sus hijos y la integración de estas familias, con toda su diversidad. Por ello, parte de este proceso de pre-adopción consiste en participar de charlas o talleres específicos, que sirven para evaluar todas las aristas de esta decisión trascendental.

Es importante recordar que toda crianza, in-cluso la de los hijos biológicos, está expuesta a situaciones conflictivas en algún punto de la vida. ésta no es la excepción. •

El adoptante debe someterse a una exhaustiva investigación clínica, psicológica, social y legal para saber si está en condiciones de recibir a un nuevo integrante en la familia