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El 9 de mayo de 1879 Don Bosco contó que tuvo un sueño de dos grandes batallas: la primera de jóvenes que tenían que entablar una encarnizada batalla contra guerreros muy bien armados y que al fin quedaron muy pocos sobrevivientes.

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La segunda batalla, «más encarnizada y horrible», era contra monstruos de formas gigantescase y hombres de alta estatura bien armados y erjecitados.

Estos hombres llevaban un estandarte con este letrero:

MARIA AUXILIUM CHRISTIANORUM MARIA AUXILIUM CHRISTIANORUM

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La batalla fue larga y sangrienta, pero aquellos que llevaban el estandarte vencieron y quedaron dueños de una amplia zona de terreno.

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A este grupo se unieron los jóvenes que habían quedado con vida de la batalla anterior y todos juntos formaron un ejército que llevaba como insignias a la derecha la imagen de Cristo Crucificado y a la izquierda la imagen de María Auxiliadora.

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Los que formaban el nuevo ejército, después de batallar fuertemente se dividieron en tres grupos: unos se fueron hacia oriente, otros hacia occidente y el tercer grupo hacia el sur.Luego fueron llegando nuevos grupos de jóvenes que presentaban las mismas batallas y luego partían hacia esas mismas direcciones.

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Don Bosco reconoció a algunos de las primeras batallas; los otros eran desconocidos porque venían del futuro, pero lo saludaban cariñosamente y le hacían múltiples preguntas.

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Poco después se vino una lluvia de llamas brillantes que parecían de fuego de varios colores. Entonces tronó y se iluminó el cielo y Don Bosco se encontró en un amenísimo jardín.

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Luego se le apareció un hombre que tenía la fisonomía de San Francisco de Sales y le ofreció un pequeño libro sin hablar. Don Bosco le preguntó que qué quería.

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— Lee en libro — respondió.Don Bosco abrió el libro e leyó:«A los novicios: que sean muy obedientes. Con la obediencia obtendrán bendiciones de Dios y la buena voluntad de las personas. A los jóvenes religiosos salesianos: cuidar mucho la virtud de la castidad. Respetar con todo esmero la buena fama de los demás. Promover el buen nombre de la Congregación.

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A los responsables de las comunidades: todo el mayor cuidado posible y todo esfuerzo por hacer que en la casa se cumplan bien los reglamentos de la Congregación.

A quien esté de superior: sacrificio completo y continuo para salvarse a sí mismo y para ganar el alma de los demás para Dios.

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— ¿Quién eres? — preguntó de nuevo Don Bosco a aquel hombre que le dirigía una mirada serena.— Mi nombre es conocido por todos los buenos y he sido enviado para comunicarte cosas futras.— ¿Cuáles?— Aquellas que preguntes.

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-¿Qué debemos hacer para conseguir vocaciones?

Él me respondió: – Sus religiosos tendrán muchas vocaciones si llevan una conducta ejemplar, si tratan con mucha caridad a los alumnos y si promueven la frecuente comunión.

- ¿Y qué normas seguir para la aceptación de los novicios? – Excluir a los perezosos y a los golosos.

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- ¿Y para aceptar a los que quieren hacer los votos? – Fijarse si dan garantía de que son capaces de conservar la castidad.

- ¿Y cuál será el mejor modo para conservar el buen espíritu en nuestras casas? – Que los superiores escriban, visiten, reciban y traten con muy buenas maneras a todos. Que esto lo hagan siempre los superiores.

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-¿Y cómo debemos obrar respecto a las Misiones?

– Enviando a las misiones únicamente a individuos de moralidad segura, haciendo devolverse a los de moralidad dudosa; y cultivar las vocaciones de los sitios a donde vayan los misioneros.

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- ¿Y nuestra Congregación marcha bien? – La respuesta son las palabras del Libro Santo que dicen: “Qui iustus est iustiflcetur adhuc. Non progredi regredi est. Qui perseveraverit salvus erit.” (El que es justo que se santifique más. No progresar es retroceder. El que persevere hasta el fin ese es el que se salvará)- ¿Y nuestra Congregación se extenderá mucho? – Mientras los superiores de cada sitio cumplan bien su deber, la comunidad se extenderá y nada logrará oponerse a su propagación.

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- ¿Y nuestras comunidad durará mucho tiempo? – La Congregación durará mientras sus socios amen el trabajo y la templanza (trabajar mucho y mortificarse y negarse a sí mismos). Si llega a faltar una de estas dos cualidades que son como dos columnas, el edificio se derrumbará arruinando a superiores y súbditos.

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En este momento aparecieron cuatro individuos llevando un ataúd. Se dirigieron hacia mí. Yo les pregunté: – ¿Para quién es ese ataúd? – Es para ti. Para que recuerdes que eres mortal.

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— ¿Qué significa?— Que debes predicar ya desde ahora lo que deseas que tus discípulos hagan después de tu muerte. Esta es la herencia, el testamento que debes dejar a tus hijos; pero debes prepararlo y dejarlo bien cumplido y bien practicado.

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- ¿Tendremos muchas rosas o consolaciones? ¿O muchas espinas o penas? – A tus religiosos les aguardan muchas flores, o sea muchas consolaciones y triunfos, pero también muchas espinas: amarguras, contrariedades que los harán sufrir. Es necesario rezar mucho.

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-¿La comunidad fundará casas en Roma?

– Sí, pero hay que ir con mucha prudencia y con gran cautela.

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En ese momento sonó un trueno y yo… me desperté.»

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Don Bosco eligió como Maestro y Protector a San Francisco de Sales. Y he aquí, en este sueño, que el Santo Doctor le dio sabias normas para hacer florecer la Congregación Salesiana.

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En la primera parte del sueño Don Bosco había asistido a las luchas que deberían afrontar los llamados a hacer parte de su nueva Familia Religosa.

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Sr. Alba Vernazza fma