subsidio agricola

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1 2015 SUBSIDIO APLICADO AL SECTOR AGRÍCOLA

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2015

SUBSIDIO

APLICADO AL

SECTOR

AGRÍCOLA

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INTRODUCCIÓN

Para la mayoría de países, sean estos países en vías de desarrollo o países

desarrollados, el sector agrícola es considerado como un sector sensible. Esta

sensibilidad está relacionada con el gran número de personas que se dedican a

dicha actividad ⎯alrededor de 350 millones en el mundo⎯ y con las condiciones de

pobreza o pobreza extrema que enfrentan gran parte de las mismas.

Por ello, este sector ha sido merecedor de un trato especial e incluso en muchas

ocasiones ha sido excluido de los procesos de apertura comercial ya sea en el

ámbito bilateral, regional o multilateral. Las políticas agrícolas proteccionistas

caracterizadas por la aplicación de medidas que distorsionan los mercados como:

elevados aranceles, derechos específicos, medidas sanitarias y fitosanitarias,

subsidios a la exportación, cuotas a la importación, licencias de importación,

mecanismos de estabilización y garantía de precios, subsidios a la producción y

ayudas internas; son una muestra de ello.

En el ámbito multilateral, por ejemplo, la búsqueda de consensos en las

negociaciones agrícolas no ha sido sencilla, los países se han enfrentado a una

serie de entrampamientos y estancamientos en las negociaciones en el marco de

la OMC y durante años los avances que se han logrado sobre esta materia han

sido escasos. Recién hacia mediados del 2004, los países miembros acordaron

eliminar progresivamente los subsidios a la exportación, las ayudas internas así

como incrementar el acceso a mercados; no obstante la modalidad de cómo se

llevarán a cabo estos procesos es aún un tema crucial.

En este contexto y cuando algunos estudios señalan que los países pobres que

han abierto sus mercados al comercio y la inversión han crecido más rápido que

aquellos que no lo han hecho; cabe preguntarse ¿Es conveniente continuar

tratando al sector agrícola como un sector sensible? Aún más, considerando que

en América Latina el sector agrícola representa el 7% del PBI, absorbe el 18% de

la población económicamente activa y posee ventajas comparadas que le otorgan

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un peso significativo en la canasta exportadora de muchas de las economías

regionales, ¿resulta beneficioso para los países latinoamericanos incluir dentro de

sus procesos de liberalización comercial a dicho sector? ¿Cuál es el impacto de la

liberalización comercial y total sobre el sector agrícola para cada uno de estos

países?

Han surgido muchos estudios que buscan responder algunas de estas preguntas.

En general, estos estudios estiman el impacto de las políticas agrarias de los

países industrializados en la economía mundial y en los países en desarrollo.

Sin embargo, los resultados no siempre son coherentes. Por un lado, existen

estudios que señalan que la reducción de los subsidios agrícolas en los países

industrializados generaría un impacto positivo en el bienestar, la producción y las

exportaciones de productos agrícolas de los países en desarrollo. Por otro lado, se

encuentran estudios los cuales argumentan que la reducción de los subsidios

agrícolas en los países industrializados tendría un efecto negativo en términos de

bienestar para un grupo de países en desarrollo debido a un cambio desfavorable

en sus términos de intercambio.

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“SUBSIDIO APLICADO AL SECTOR

AGRÍCOLA”

I. SUBSIDIO

1. DEFINICIÓN:

Las definiciones de subsidio dependen del punto de vista y del propósito analítico

o normativo. Una definición básica define los subsidios como acciones del

gobierno que fomentan ciertas actividades específicas o mejoran la rentabilidad de

determinados sectores de una economía. Dicha definición puede ser interpretada

de manera amplia o limitada. En el sentido más amplio, casi todos los programas

gubernamentales podrían ser considerados como subsidios. No obstante, no

todas las acciones del gobierno afectan la competitividad de sectores específicos

de una economía. En la medida en que el gobierno presta apoyo financiero,

directo o indirecto, para ayudar a un sector determinado de la economía, este

apoyo financiero se puede considerar como un subsidio.

Los subsidios no siempre son transparentes y los datos sobre el valor de los

mismos no se miden de manera coherente. Sin embargo, en base a una

recopilación de datos de diferentes fuentes, la Organización de Cooperación y

Desarrollo Económicos (OCDE) estima que sus países miembros transfieren

anualmente 400 mil millones de dólares a los diferentes sectores. Otros análisis

calculan los subsidios a escala mundial en más de un billón de dólares, o el

equivalente del 4% del producto interno bruto mundial. Si bien los subsidios de los

países industrializados suelen estar destinados a la agricultura, el transporte y las

manufacturas, los países en desarrollo suelen subsidiar mayormente los sectores

de energía, agua, pesca y, en menor medida, la agricultura.

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Los subsidios adquieren un carácter contencioso cuando favorecen a un sector de

la economía en detrimento de otro, inhiben la competencia, causan impactos

ambientales adversos o distorsionan el comercio. Los subsidios se cuentan entre

las medidas no arancelarias más controvertidas del programa de la Organización

Mundial del Comercio (OMC) y otras negociaciones comerciales, pues pueden, y

suelen, afectar las estructuras del comercio al proteger los productos nacionales

de la competencia de las importaciones o, de otro modo, fomentando las

exportaciones.

De la definición antes transcrita, es posible extraer algunos elementos básicos que

configuran el concepto jurídico de subsidio:

a) Todo subsidio se caracteriza por ser un apoyo, prima, estímulo o beneficio

económico. Esto se traduce en una reducción o ahorro artificial del costo de

producción de la mercancía correspondiente.

b) Todo subsidio siempre debe ser otorgado por el Estado. Esto se desprende

claramente de lo dispuesto en la letra l) del Anexo 1 del Acuerdo sobre

Subvenciones y Medidas Compensatorias. En efecto, en tal letra se indica que

uno de los requisitos previos e indispensables para la existencia de cualquier

subvención es que ella represente una carga para la cuenta pública. Incluso, en

las letras anteriores a la analizada, se corrobora lo dicho.

Así, se usan términos como “otorgamiento”, “suministro”, “remisión”, “exención” o

“concesión” por los Gobiernos.

c) El Estado otorga este subsidio directa o indirectamente. Es decir, existe

subsidio no sólo cuando el Estado otorga el beneficio a través de los órganos que

lo componen, sino también a través de una delegación de esta facultad a algún

ente particular. Es decir, y tal como se señaló en el punto anterior, sea que el

beneficio lo otorgue el Estado directamente o a través de un ente privado, es

fundamental que la subvención sea una carga para la cuenta pública.

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d) El subsidio debe ser otorgado a los productores, manufactureros o

exportadores nacionales. Es decir, a aquellas personas naturales o jurídicas que

desarrollan sus actividades en el país que otorga la subvención, no importando al

respecto su nacionalidad.

e) El objetivo básico del subsidio es impulsar y desarrollar la industria nacional. Es

decir, el subsidio aparece como uno de los elementos de la Política Económica del

Gobierno que la otorga.

f) Este impulso se logra colocando a la industria nacional artificialmente en

condiciones competitivas en los mercados externos. Es decir, no basta que la

industria nacional acceda a los mercados externos, sino que además, es

necesario que ese acceso signifique colocarla artificialmente en condiciones

competitivas en el mercado internacional.

2. TIPOS DE SUBSIDIOS

Existen diversos tipos de subsidio:

a. Subsidios a la oferta: Otorgados a los productores de bienes y servicios.

b. Subsidios a la demanda: Son subsidios que reducen lo que paga el usuario,

por debajo del costo del bien o servicio. Pueden ser:

Subsidios directos: El Gobierno paga directamente una parte del servicio a

algunos consumidores. En el mejor de los casos este subsidio debe aparecer

dentro de la factura como una rebaja al precio normal, señalando quien lo

paga y cuál es la base del cálculo.

Los subsidios directos se han usado extensamente para combatir la pobreza

de algunas capas de la población; la experiencia histórica muestra que ellos

son incapaces de eliminarla, pues crean desincentivos a la Actividad

Productiva y Dependencia, siendo útiles en la práctica sólo como paliativos

de corto plazo ante situaciones de emergencia.

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Subsidios cruzados (entre diferentes usuarios): En este caso la Empresa

calcula su tarifa general (que cubre los costos totales) pero no cobra el

mismo monto a todos los clientes. Algunos pagan más que el costo real, para

permitir que otros paguen menos. No hay necesidad de que el Gobierno

ponga nada del costo de este subsidio. Ya que el ingreso total de la empresa

se mantiene igual. El sector en su totalidad no está siendo subsidiado; sino,

algunos usuarios (quienes, se supone, son los menos necesitados) están

subsidiando el consumo de otros usuarios (los supuestamente más

necesitados).

Subsidios a la producción: Son pagos corrientes, sin contrapartida, que el

Gobierno hace a las empresas en función de su participación en la

producción; empleado como medio al gobierno, para hacer más accesibles

los precios de mercado de algunos bienes o servicios.

Los subsidios a la producción tienden a distorsionar fuertemente los

mercados, pues llevan a una asignación de Recursos distinta a la que

surgiría de sus transacciones.

3. ESTIMACIÓN DEL VALOR DEL SUBSIDIO

Un gran porcentaje del trabajo analítico llevado a cabo sobre los subsidios ha

estado relacionado con el sector agropecuario.

Las medidas utilizadas con mayor frecuencia para medir los subsidios agrarios

son la estimación de la ayuda al productor (EAP), estimación de la ayuda al

consumidor (EAC) y medida global de la ayuda (MGA). Cada una de ellas

constituye una forma especializada de calcular el valor general que obtienen los

agricultores y/o consumidores del pago de apoyo agrícola u otros subsidios. La

literatura económica incluye también muchos otros indicadores que se pueden

utilizar para medir los subsidios.

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4. LOS SUBSIDIOS EN EL CONTEXTO DEL COMERCIO

La definición “oficial” de subsidio más frecuente en la literatura se utiliza en un

contexto de comercio internacional y aparece en el Acuerdo sobre Subsidios y

Medidas Compensatorias (SMC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El SMC especifica que existe subsidio cuando hay una contribución financiera de

un gobierno o de cualquier organismo público en el territorio de un gobierno

miembro que “otorgue un beneficio”. En general, los subsidios cubiertos por el

SMC deben incluir la transferencia directa de fondos, un incentivo fiscal o

disposiciones relativas a bienes y servicios y deben otorgar un beneficio que

causa resultados económicos perjudiciales a los productores de otro país

miembro. En el comercio internacional los subsidios provocan efectos similares a

la del dumping, pero estos son más dañinos.

La mayoría de los subsidios definidos en el SMC no son prohibidos pero son

recurribles si han sido objeto de impugnación por causar daño económico a otro

país. La definición y las reglas de la OMC requieren mayor especificidad: si un

incentivo financiero no es específico de una industria o sector y se encuentra

ampliamente disponible en una economía determinada, es improbable que sea

recurrible según las reglas de la OMC.

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II. EL SECTOR AGRÍCOLA Y EL SUBSIDIO EN EL

SECTOR AGRÍCOLA

1. EL SECTOR AGRÍCOLA

El sector agrícola tiene varios problemas que le son inherentes en función de su

naturaleza productiva y de las características que se presentan en las esferas de

la distribución y consumo.

Una primera limitante es que trabaja básicamente con el recurso tierra que es un

recurso fijo y por ello la productividad tiene que ser de carácter asociado o

complementario.

Una ilustración en términos aplicativos de esto se tuvo con la Revolución Verde de

finales de los años sesenta y setenta. La productividad en el ámbito agrícola

mundial aumentó con base en la introducción de prácticas de cultivo,

especialmente fertilización y la utilización de variedades mejoradas. Estas

variedades por lo general permitieron tener una producción más intensa con base

en mayor número de plantas por unidad de área.

Otra dificultad es que los productos agrícolas muestran una gran perecibilidad.

Esto presenta problemas en el manejo de cosechas, su transporte y los períodos

que van entre la recolección de bienes y el consumo final.

La perecibilidad hace que los negocios agrícolas tengan que renovar

constantemente sus inventarios, algo que contrasta con el mercadeo de otros

bienes tales como por ejemplo telas, libros, papel o cristalería.

La producción agrícola además, depende del clima para la producción. Este es

uno de los mayores retos que se enfrentan en el sector actualmente. Ya sea que

llueva mucho o poco, las cosechas tienden a no lograrse.

Adicionalmente, la dotación de agua tiene que ocurrir en especiales períodos

críticos. Uno de ellos es la floración. Puede ser que en términos relativos falte

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agua en ciertas fases del desarrollo, pero el hecho de que exista carencia hídrica

durante la floración, implica que los frutos no se desarrollarán.

Es cierto que la dependencia climática puede ser amortiguada hasta cierto punto

por medio de invernaderos y del control más artificial de variables, tales como

riego, pero esto también tiende a aumentar costos y puede hacer que la

producción sea económicamente no factible.

La producción agrícola por lo general presenta gran elasticidad desde el punto de

vista de la oferta. Esto hace –en especial en cultivos que no son estacionales, sino

permanentes– que los estudios de mercado deban ser tan oportunos como

exhaustivos. En la medida que un producto tiende a aumentar su valor–muchas

veces la evidencia surge de los cultivos estacionales– se puede muy bien esperar

que muchos productores participen en la oferta.

Al generarse gran cantidad de producto en el mercado, los precios tenderán a

bajar. Complementaria a la dificultad inmediata anterior, se tiene que la demanda,

por lo general de la producción agrícola o de bienes relacionados con la dieta,

tiene una elasticidad reducida. Al estar asociada a la capacidad de ingesta ya sea

de carbohidratos o proteínas, entre otros nutrientes, los alimentos tienen un “límite

biológico” en su incorporación cuantitativa a las raciones diarias. Con esto último

se subraya el elemento de que ante una producción relativamente reducida,

nichos específicos o regionales de mercado, pueden verse rápidamente

saturados.

Un rasgo general del sector agrícola en particular y del sector primario o extractivo

en general, es que su producción se ve limitada relativamente, más que otros

bienes, de los sistemas de libre comercio. Esto se debe a que son estos sectores

quienes muchas veces reciben subsidios en especial en los países más

desarrollados.

Esto es un obstáculo muy significativo para la libre circulación de bienes agrícolas.

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A ese obstáculo se agregan otras medidas contra el libre comercio, tales como

cuotas, tarifas, aranceles directos y restricciones no arancelarias.

2. EL SUBSIDIO AGRÍCOLA

El subsidio agrícola es la ayuda que se da a las producciones agrícolas. Estas

ayudas pueden ser de distintos tipos, que se pueden resumir en dos grupos

fundamentales:

- Ayudas directas (por kilos, superficies, cabezas de ganado, etc.)

- Ayudas indirectas (rebaja de impuestos sobre productos o gastos necesarios

para la actividad agraria).

Dentro de la Unión Europea, la agricultura está subvencionada o subsidiada,

teniendo un gran peso en las rentas de los agricultores en ciertos productos. La

Unión Europea a través de la Política Agrícola Común (PAC) y de las OCM

(Organizaciones Comunes de Mercados), regula y subvenciona de distintos

modos las producciones agrícolas.

Esto lo hace principalmente a través de 3 mecanismos:

Intervención (compra de producciones a los agricultores cuando los

precios en el mercado UE, bajan de cierto precio marcado previamente).

Ayudas directas a superficies (por hectárea) o cabezas de ganado.

Ayudas para el intercambio con terceros países (restituciones a la

exportación)

En América Latina, en la medida que se implementó la política de industrialización

mediante sustitución de importaciones (ISI) los sectores agrícolas se vieron

beneficiados de cierta promoción y protección.

En varios países latinoamericanos se generaron institutos de investigación

agrícola que recibieron notable respaldo. Además entidades de gobierno también

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se ocuparon de la transferencia tecnológica en la campo de la producción animal y

vegetal. En esto tuvo un papel muy importante la difusión y aplicación de logros de

la Revolución Verde de fines de los años sesenta.

No obstante, lo que se desea resaltar aquí, es a la situación mediante la cual el

sector agrícola ha sido dejado –ya en las décadas de los ochenta en adelante– en

condiciones de marginalidad, mediante no sólo el abandono directo –la reforma

agraria por ejemplo, ya no es percibida como una limitante al desarrollo– sino

también en condiciones que han permitido bajas rentas para los agricultores.

Los gobiernos muchas veces preocupados por las utilidades de sectores urbanos,

y por patrones de acumulación que tratan de al menos mantener, cuando no

aumentar, la capacidad adquisitiva de trabajadores de las ciudades, hacen que los

bienes agrícolas mantengan precios relativamente bajos.

En proporciones significativas, la estabilidad de los salarios y las capacidades de

adquisición de las rentas personales dependen de la factibilidad de acceder a la

canasta básica y en esto tienen un papel muy importante los alimentos. De

manera que si las cosechas no han sido cuantiosas, debido para poner el caso, a

factores del medio ambiente, sólo pocos agricultores serían beneficiados. Al

reducirse la oferta, los precios tenderían a aumentar.

En todo caso, la mayoría de agricultores no se vería favorecida.

Es normal que los gobiernos, al enfrentar un escenario de relativa carestía de

bienes agrícolas, se inclinen por la importación de los mismos. Con ello se

abaratan los bienes, lo que favorece a las rentas personales de los consumidores,

pero los agricultores se quedan sin poder tener utilidades que pudieran compensar

o mantenerse al ritmo de la inflación imperante en los países.

Por otra parte, los insumos agrícolas, muchos de los cuales no se producen en los

mercados internos de las naciones latinoamericanas, tienden a aumentar de

precio al ser importados, tales los casos de fertilizantes, plaguicidas y máquinas

para las labores agrícolas.

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En general los sectores agrícolas de la región tienen un crecimiento relativamente

menos dinámico que los niveles que presentan las economías totales de los

países.

3. RAZONES A FAVOR Y EN CONTRA DE LOS

SUBSIDIOS

Es útil disponer de pautas que ayuden a decidir cuando los subsidios son

justificados. Una de las justificaciones más universales de los subsidios es la

pobreza de los beneficiarios. Sin embargo, antes de aceptar este argumento como

base para programas y políticas sectoriales, es necesario preguntarse hasta qué

punto los subsidios están focalizados estrictamente hacia los más pobres.

Normalmente se realizan considerables esfuerzos para concentrar la asistencia

alimentaria en los hogares pobres, pero los programas agrícolas por sí solos

tienden a ser sorprendentemente regresivos en su incidencia sobre los grupos de

ingresos.

Examinando los argumentos a favor y en contra de los subsidios es útil empezar

por recordar un resultado básico de la teoría económica: las intervenciones en los

precios de mercado (de los insumos y los productos) llevan invariablemente a una

pérdida de bienestar económico. Si bien los productores y los consumidores

pueden obtener ganancias, la pérdida de la sociedad es mayor que la suma de

esas ganancias. Esto se llama “perdida estática de bienestar”. Aunque sea un

principio abstracto, su efecto práctico es el de reducir la tasa de crecimiento

económico, ya que los recursos no son asignados a sus usos más eficientes.

Existen razones más fuertes de índole práctica, a favor y en contra de los

subsidios, de modo que no profundizaremos el argumento teórico; pero es bueno

tenerlo en mente, ya que también tiene relevancia empírica.

Entre los principales argumentos en contra de los gastos públicos subsidiados se

pueden incluir a los siguientes:

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• Los subsidios tienden a ser otorgados a las industrias menos competitivas, ya

que éstas son usualmente las que más presionan al gobierno por favores.

Raramente se proporcionan a las industrias o productos que tienen ventajas

comparativas. Conforme a ello, con el tiempo los subsidios tienden a desviar la

asignación de los recursos productivos hacia las industrias inherentemente menos

competitivas, lo que perjudica el crecimiento a largo plazo del país.

• Una vez establecidos, los subsidios son difíciles de eliminar. Intereses

económicos y políticos se mueven en su defensa, y el costo para el gobierno

puede continuar por varios años e incluso aumentar.

• El costo fiscal de los subsidios implica una carga más alta de impuestos o una

reducción de otros gastos públicos. Esta es una importante consideración, en una

era de creciente rigidez fiscal en todo el mundo.

• La existencia de subsidios mantiene en el mercado a los productores de alto

costo, disfrazando la necesidad de mejorar la productividad (reducir costos) y

contribuyendo así a que la economía sea menos competitiva internacionalmente y

sus productos más costosos para los productores y consumidores nacionales.

• Las políticas públicas significativamente basadas en subsidios tienden a que los

productores destinen tiempo y recursos a solicitar prebendas adicionales del

gobierno (conducta de búsqueda de rentas), en vez dar prioridad a los esfuerzos

para aumentar la productividad.

• En la práctica, los beneficios de los subsidios a menudo tienden a ser regresivos,

esto es, benefician más a los grupos de ingresos altos que a los estratos pobres

de la sociedad.

• La existencia de modos de operación subsidiados tiende a reducir la posibilidad

de desarrollar instituciones que no dependan de subsidios y, por lo tanto, puedan

ser viables a largo plazo. Por ejemplo, la disponibilidad del crédito subsidiado de

bancos del estado puede hacer más difícil que los bancos privados o las

instituciones de microcrédito presten en las mismas zonas.

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• A veces, los subsidios aprobados legislativamente no tienen financiación pública

suficiente y los productores entonces demoran sus inversiones productivas a la

espera de obtenerlos eventualmente; en algunas circunstancias pueden

descartarlas definitivamente. De modo que la promesa de un subsidio puede tener

efectos perversos sobre las inversiones del sector.

• Un inconveniente más sutil pero penetrante de los subsidios es que tienden a

alentar una mentalidad antieconómica entre los beneficiarios, lo que obstaculiza el

desarrollo de instituciones y formas de operar eficientes. De nuevo el crédito

constituye un buen ejemplo, ya que a veces el subsidio fomenta actitudes pasivas

de los agricultores acerca de su obligación de reintegrarlo; ese síndrome a su vez

hace más difícil que puedan llegar a ser clientes de bancos comerciales.

A la luz de estos fuertes argumentos en contra del uso de subsidios, sin duda su

justificación debe ser muy sólida si es que hay que emplearlos como instrumentos

de política. Por cierto, existen casos en que las razones a favor de los subsidios

también son convincentes. Los principales argumentos en apoyo a los subsidios

son los siguientes:

• El papel de los subsidios en el alivio de la pobreza tiene aceptación virtualmente

universal. Las preguntas importantes en este sentido son: a) cómo concentrar

efectivamente estos programas en los pobres, y b) cómo encontrar maneras de

ayudar a los pobres a incrementar su propia capacidad para mejorar

económicamente en el futuro, y no sólo aliviar los más urgentes problemas

actuales. Esto último lleva a una permanente necesidad de asistencia, y promueve

una actitud de dependencia de la asistencia por parte de los receptores. El

enfoque anterior permite una eventual eliminación de la asistencia. Este principio

es ampliamente reconocido pero algunas veces difícil de poner en práctica.

• Las externalidades económicas y ambientales proporcionan otra justificación

para los subsidios, sobre bases tanto teóricas como prácticas. Los productores

que plantan árboles o construyen terrazas para controlar la erosión del suelo

benefician también a los demás de la misma cuenca: por lo tanto, existen razones

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para que la sociedad comparta los costos de esas inversiones. El mismo

argumento vale para la plantación de árboles en gran escala con el propósito de

fijar carbono.

• Subsidios temporales pueden ser necesarios en ciertas circunstancias para

facilitar la transición a sistemas menos subsidiados de políticas. Por ejemplo, se

ha utilizado en Europa oriental la distribución a la población de bonos subsidiados

de privatización, para así poder acabar con el permanente drenaje del

presupuesto fiscal, originado en la propiedad y administración de empresas

productivas por parte del Estado.

• En emergencias, como las creadas por los desastres naturales, se otorgan

beneficios a los damnificados, usualmente sin esperar su recuperación. Sin

embargo, se debe tener cuidado en utilizar este instrumento. Por ejemplo, en

muchos sistemas legales, la declaración del estado de emergencia, digamos, de

sequía, puede exonerar a los productores de la restitución de los préstamos

recibidos para la producción, aun cuando la pérdida no fuese total; esto a su vez

podría crear dificultades a los bancos y desalentar la expansión de sus

operaciones en la agricultura.

• Los subsidios pueden ser utilizados para compensar casos de información

imperfecta. Un ejemplo común concierne al caso de los productores en zonas

remotas: no teniendo informaciones confiables sobre los precios de mercado, el

gobierno puede asumir el costo de las transmisiones radiales regulares de esos

datos. Para cubrir los costos de las transmisiones destinadas a ese grupo de

clientes, puede ser difícil encontrar financiamiento publicitario.

• Otras clases de fallas del mercado pueden requerir intervenciones mediante

subsidios. Sin embargo, a menudo la respuesta más apropiada es la regulación

del mercado y no todas las instancias de fallas de mercado requieren la acción del

gobierno. El fenómeno de la “información asimétrica” entre prestatarios y

prestadores (sobre la capacidad y voluntad del prestatario para pagar) ha sido

bastante comentado en la literatura; una respuesta común de política es la de

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establecer un marco de reglamentación financiera que estimule el crecimiento del

micro crédito. Sin embargo, en algunos casos la respuesta ha sido subsidiar las

agencias rurales de los bancos, para alentarlos a moverse más cerca de sus

clientes potenciales. La educación y la capacitación técnica son clásicos ejemplos

en los cuales el apoyo financiero público se justifica, pues un proveedor

educacional comercial no podría captar todos los beneficios (externalidades) para

la sociedad.

Si bien estas listas de argumentos a favor y en contra de los subsidios no

necesariamente agotan el tema, los posibles argumentos adicionales deberían ser

analizados cuidadosamente antes de ser agregados a las mismas. En la mayoría

de las situaciones prácticas, la consulta a las listas anteriores ayuda a aclarar las

ventajas y desventajas del subsidio propuesto.

Dichas listas pueden ser interpretadas a los efectos de desarrollar pautas

aplicables a circunstancias específicas. Por ejemplo, definitivamente debe evitarse

el subsidio a cultivos específicos o a la agroindustria. Estos generan los problemas

que se indican en los argumentos 1ro, 2do, 4to y 5to contra los subsidios. La única

excepción que se puede justificar es el subsidio transitorio para facilitar la

privatización de una agroindustria (de acuerdo al tercer argumento a favor de los

subsidios), especialmente cuando un gran número de productores pasa a ser

accionista de la empresa privatizada.

Por otro lado, los subsidios para el alivio de la pobreza no tienen por qué ser

irrestrictos. Pueden tomar la forma de costos compartidos de servicios que

aumentan la productividad de los productores pequeños. Un ejemplo que cada vez

encuentra más aceptación en varios países es el suministro de bonos u otras

formas de subsidios a productores pobres para la compra de servicios de

extensión privada, en un contexto en el cual los productores en mejores

condiciones pagan el costo total de tales servicios.

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4. ¿A QUIÉNES BENEFICIAN LOS SUBSIDIOS EN EL

SECTOR AGRÍCOLA?

Todos los gobiernos utilizan subsidios de uno u otro tipo para alcanzar los

objetivos de su política. Los subsidios sirven para estabilizar los precios al

productor o consumidor, fortalecer las industrias importantes para la seguridad

nacional, ofrecer un suministro estable de bienes de consumo agrícolas o

industriales, desarrollar recursos energéticos, fomentar el empleo, o alentar la

conservación. Los gobiernos financian periódicamente diversos programas de

investigación, educación, artes y humanidades, definidos como “bienes públicos”

que merecen ser subsidiados. De hecho, los subsidios son un importante

instrumento de política, utilizado para satisfacer ciertas necesidades económicas o

culturales específicas de la sociedad.

a. Los miles de millones de dólares que diariamente pagan los contribuyentes en

los países ricos en subsidios al campo van a dar a las manos de un puñado de

familias o compañías que no lo necesitan de acuerdo con un reporte de la

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

La mayor parte del apoyo es recibido por individuos que no son agricultores,

incluyendo terratenientes y proveedores de insumos agrícolas como

maquinaria y fertilizantes. En el mejor de los casos un 50% de las familias

rurales recibe algún beneficio y en el peor aproximadamente una cuarta parte.

Los mecanismos de distribución del apoyo al campo distorsionan la producción

y el comercio y son ineficientes para generar un aumento en los ingresos de

los agricultores aunque, oficialmente, esta sea su razón de ser.

Los subsidios tienen el efecto perverso de volver a muchas familias pobres

más pobres y/o expulsarlas de las actividades agrícolas, al aumentar los

precios de la tierra. Estos datos de la OCDE coinciden con los de otros

estudios incluyendo los de la muy conservadora Heritage Foundation de

Washington quien sostiene que el grueso de los subsidios al campo en los

Estados Unidos (EU) va a parar en las manos de las corporaciones y de los

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grandes agricultores, lo que les ayuda a comprar las pequeñas granjas. Los

agronegocios y las grandes explotaciones agrícolas además, por poseer las

mayores extensiones de tierras, debido a su economía de escala, son las

granjas más rentables del país dice el reporte de la Fundación. Mientras tanto

los granjeros con menos territorio en tierras reciben poco o ningún subsidio.

Lejos de constituir un seguro para el granjero pobre, los subsidios al campo en

los EU son el programa más grande de asistencia a las corporaciones,

especialmente desde 1996, 10% de los más grandes receptores reciben más

del 61% del dinero otorgado a nivel del país, y las desigualdades son aún

mayores en los estados del sur del país.

La situación no es mejor en Europa: 80 % de los subsidios son para 20% de

los agricultores, lo que justifican las organizaciones de grandes productores:

ellos reciben más porque producen más; producen más porque tienen mayores

inversiones. Pero los excedentes son subsidiados para competir en el mercado

global y esto puede tener consecuencias desastrosas para los países en

desarrollo. Países del sur de África que pueden producir azúcar a 1/3 del

precio del azúcar europeo no lo pueden colocar en el mercado mundial porque

los subsidios a la exportación les permiten a los europeos vender sus

productos a un precio aún menor. Los consumidores europeos y

estadounidenses están pagando, a través de los subsidios, por destruir la

capacidad de supervivencia de los países más pobres del mundo.

El Comisario para la Agricultura de la Unión Europea piensa que los subsidios

deben utilizarse para pagar un sueldo a los agricultores por conservar el medio

ambiente en el campo lo que evitaría que muchos abandonen sus tierras;

siguiendo esta idea otros añaden que los agricultores deberían también pagar

por los daños al medio ambiente por el uso de fertilizantes y plaguicidas, lo que

alentaría la agricultura orgánica.

Los países más ricos prometen en las negociaciones en el marco de la

Organización Mundial de Comercio (OMC) reducir o eliminar los subsidios a la

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agricultura si los países en desarrollo permiten la entrada de sus exportaciones

agrícolas; en la realidad es poco probable que lo hagan.

b. Las comunidades campesinas se enfrentan indefensas a la desaparición de las

políticas públicas agrarias que eran implementadas los gobiernos, y que con

escasos medios permitían generar redes de abastecimiento y almacenaje de

productos o controlar la demanda para evitar el desplome de los precios o

apoyar a las familias campesinas con determinados subsidios básicos. El

proceso de liberalización de los mercados de los productos agrícolas a nivel

mundial impuesto por la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial

y el Fondo Monetario Internacional, hace aumentar el nivel de importaciones

de productos agrarios en un contexto de precios bajos, lo que genera la

reducción de los precios internos que afecta de manera negativa a las rentas

en medio rural. La concentración de la propiedad de la tierra, el agua y otros

recursos productivos es la asignatura pendiente en la mayor parte de los

países en desarrollo, impidiendo a gran parte de la población rural participar en

el sistema de producción.

La soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo a definir sus propias

políticas agropecuarias y en materia de alimentación, a proteger y reglamentar

la producción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar

metas de desarrollo sustentable, a decidir en qué medida quieren ser

autodependientes, a impedir que sus mercados se vean inundados por

productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado

internacional mediante la práctica del dumping, y a darle preferencia a las

comunidades locales pescadoras respecto al control del uso y los derechos

sobre los recursos acuáticos.

La propuesta de soberanía alimentaria va muy ligada a la libertad de reutilizar e

intercambiar semillas. “Si queremos que la soberanía alimentaria exista, hay

que afirmar muy claramente el derecho de poder reutilizar las semillas y que

las semillas son parte del patrimonio mundial de la humanidad, como también

prohibir las patentes sobre todos los seres vivientes, sean plantas, sean

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animales o el mismo género humano", enfatizó José Bové, líder del movimiento

campesino francés. La soberanía alimentaria no es una propuesta de reforma

sectorial destinada a beneficiar únicamente a los productores de alimentos,

sean campesinos o pescadores. Al contrario, ésta tiene repercusiones sobre el

conjunto de los otros sectores de la sociedad; al garantizar precios justos a los

campesinos, ella les permite vivir en su comunidad y limita el éxodo hacia los

centros urbanos; es una propuesta ciudadana global que sólo tendrá la

oportunidad de éxito y de ser adoptada en la escena internacional, si es

apoyada activamente por sectores de la población que no producen

directamente su alimentación".

Entre los obstáculos para el logro de esta meta, Bové cita los acuerdos en el

marco de la OMC. Él cuestiona, asimismo, el hecho de que los precios de

mercado no se fijan a partir del costo real de producción, sino de manera

artificial, de acuerdo a la fluctuación de los precios mundiales influenciados por

los excedentes de la Unión Europea o de los Estados Unidos, o en la bolsa de

materias primas, como es el caso de productos como el maíz, el cacao y el

café.

5. LOS SUBSIDIOS AGRÍCOLAS EN EL PERÚ

El Consejo Nacional de Concertación Agraria ha planteado a la Comisión de

Aranceles del gobierno la solución del tema de los subsidios de los países

industrializados de la OCDE a los productos agrícolas, como una de las

condiciones para que no haya huelga agraria.

El tema es relevante porque el Perú importó productos agrícolas, muchos de ellos

de la OCDE, por US$ 6,000 millones de 1991 al 2000, alcanzando su punto más

alto en 1996 con US$ 820 millones. En el 2001, las importaciones se redujeron a

US$ 530 millones.

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El problema se origina porque en el comercio agrícola mundial la OCDE destina

millones de dólares para subsidiar su producción. Así, en el 2001, según el último

informe oficial de la OCDE, el subsidio agrícola fue US$ 311,000 millones (el 1,3%

de su PBI), lo que equivale a 6 veces toda la producción del Perú en un solo año.

El subsidio se otorga a los productores para otorgarles ingresos que les permitan

subsistir. Al hacerlo, los gobiernos de la OCDE no solo satisfacen sus

necesidades de consumo interno, sino que dan lugar a una sobreproducción de

trigo, maíz, aceite, leche, carne, arroz y otros productos. Estos excedentes son

vendidos a los países importadores a precios más baratos que los que cuesta

producirlos.

En otras palabras, se trata de prácticas de tipo “dumping" (cuando se vende un

producto por debajo del precio de costo en el mercado interno), las que no son

permitidas por la OMC. Pero la fuerza económica de los países de la OCDE hace

que ésta no pueda disciplinarlos.

Así las cosas, los precios internacionales de estos productos son baratos. ¿Qué

pueden hacer los países importadores? Una de las medidas es aplicar una

sobretasa arancelaria, un arancel más alto que el normal, de manera que el

producto importado ingrese a su costo verdadero, “limpio" del efecto distorsionante

del subsidio. Las sobretasas no son prohibidas por la OMC y son medidas

legítimas de protección para los países importadores.

Por ejemplo, en mayo del 2002, el precio internacional del maíz era US$ 111/TM y

se le aplicó una sobretasa de US$ 10/TM. En el arroz, el precio era US$ 239/TM y

la sobretasa de US$ 101/TM. Para el Consejo Nacional, sin embargo, las

sobretasas no tienen el nivel suficiente de protección, por lo que deben elevarse.

Pero el MEF no tiene el mismo criterio, porque si aumenta el precio del producto

importado, podría elevarse la inflación interna.

Tampoco se puede decir que el problema sólo sea la sobretasa, puesto que existe

sobreproducción agrícola interna (no hay Plan de Cultivos), lo que también lleva a

la baja de precios. De otro lado, algunos sectores del gobierno plantean eliminar

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las exoneraciones tributarias al agro, lo que agravaría los problemas de los

productores agrarios.

En suma, el sector agrario está protegido en los países de la OCDE, debido a

razones propias de su política interna. Guardando todas las distancias, eso tiene

que estar presente en la filosofía de nuestros gobernantes, pues, por ejemplo,

¿Qué posibilidades tiene un ganadero de Cajamarca de competir, en producción

de carne y de leche, con un ganadero holandés subsidiado?

Si se piensa que el libre mercado resuelve los problemas, no se ha entendido el

objetivo de la política agraria mundial.

a. Subsidios a la agroindustria costeña

A finales de 2013 se realizó un exhaustivo estudio para estimar la magnitud de los

subsidios estatales en los principales proyectos de irrigación en la costa,

privatizados sobre todo a partir de 1990.

Los proyectos de irrigación considerados fueron Chavimochic, Chinecas, Chira-

Piura, Jequetepeque-Zaña, Majes-Siguas, Olmos y Pasto Grande, cuyo costo de

inversión en conjunto se estimó en US$6,321 millones, monto que es casi el doble

del costo publicado por el Minagri en su página web, debido a que este último está

en precios corrientes y se basa en información de 2000.

La evidencia es muy clara en señalar que hubo un gran subsidio en la inversión en

estos proyectos. Se ha estimado que los ingresos obtenidos por el Estado debido

a la venta de la extensión de nuevas tierras y otros bienes y servicios solo

lograron cubrir el 7% de la inversión pública realizada en dichos proyectos; es

decir, hubo un subsidio del 93% del costo total de estos.

Por otro lado, se estimó el subsidio en la venta de tierras, entendiéndose como tal

la diferencia entre el precio estimado de mercado de la tierra y el precio obtenido

en la venta de las tierras en los procesos de privatización. Conociendo las

dificultades de definir un precio de mercado teórico para las tierras privatizadas, se

utilizó como referente el precio oficial definido en las bases al inicio de las

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subastas de tierras. De esta forma, se consideró que el único proyecto que no fue

subsidiado respecto al precio de mercado fue el de Olmos; en los demás

proyectos sí hubo subsidio, aunque inferior al subsidio a la inversión, pues fue de

alrededor de 25% en promedio.

b. Las agroindustrias también reciben subsidios tributarios

El estudio halló también, de acuerdo con la magnitud de los ingresos de las

empresas ubicadas en los proyectos de irrigación, que el sector de

agroexportación sería el principal contribuyente del sector agrícola. Sin embargo,

el impacto en la tributación en este sector, desde 1998 a 2012, nunca logró

superar el 0.73% del total recaudado en el país, porcentaje que, sumado al del

subsector azucarero, apenas llega al 1%. Esta participación marginal en la

recaudación tributaria peruana interna no corresponde a la importancia que posee

el sector agrícola en el producto bruto interno (PBI) peruano, similar al minero. La

razón de esto se debería, además del predominio de la baja rentabilidad, al hecho

de que la mayor parte del sector agrícola tiene tradicionalmente un tratamiento

tributario especial.

Dadas estas condiciones, el impacto de tener o no tener un subsidio específico,

como por ejemplo, de pagar solo 15% como impuesto a la renta, es de

importancia marginal para el total de la tributación nacional. Esto es interesante

porque, dados los subsidios tributarios al sector agroexportador y la baja

tributación del sector, aun considerando todos los ingresos tributarios del sector

agrícola en su conjunto, la recaudación acumulada desde 1998 a 2012 solo

hubiera alcanzado para financiar la sexta parte de la inversión total ejecutada en

los proyectos de irrigación (US$1,000 millones versus US$6,300 millones).

Resulta evidente que los grandes proyectos de irrigación no fueron diseñados

para que el Estado recupere la inversión, sino, por el contrario, para que sean

subsidiados casi en su totalidad. Dado que, finalmente, fuimos todos los peruanos

los que financiamos esta infraestructura, cabe preguntarnos si este modelo de

explotación es la mejor alternativa para proveer bienestar al país.

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CONCLUSIONES

Los subsidios adquieren un carácter contencioso cuando favorecen a un sector

de la economía en detrimento de otro.

Los subsidios destinados al sector agrícola en mayor medida son hechos por

los países industrializados y destinados en menor medida por los países en

vías de desarrollo.

El objetivo básico del subsidio es impulsar y desarrollar la industria nacional .

Los subsidios pueden tener efectos económicos positivos y negativos y, por lo

tanto, suelen ser muy controvertidos. Además, no siempre son evidentes o

transparentes, y la diferencia entre un incentivo y un subsidio, con frecuencia,

es más bien una cuestión de perspectiva.

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FUENTES CONSULTADAS

https://cepesrural.lamula.pe/2014/04/03/subsidios-a-la-agroindustria-costena-cifras-

millonarias/cepesrural/

http://www.fao.org/docrep/007/y5673s/y5673s0f.htm

http://semanaeconomica.com/article/finanzas/156070-seguros-agricolas-herramienta-para-

proteger-al-sector/

http://nuevaagenda.com/indice/2004/12/agricultura-subsidios-y-tlc.html