stultifera e festivat na vis (de bufones, loco bobos...

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STULTIFERA ET FESTIVA NA VIS (DE BUFONES, LOCOS Y BOBOS EN EL ENTREMÉS DEL SIGLO DE ORO) A Keith Whinnom, por su magisterio epistolar. Pues es una injusticia que si se re- conoce a todo estamento de la vida de- recho a diversión, no se permita nin- gún recreo a los estudiosos, máxime si las chanzas miran a un fin serio y las bromas están compuestas de suer- te que de ellas saque el lector que no sea romo del todo más provecho que de las disertaciones tétricas y apa- ratosas. ERASMO, prólogo al Elogio de la locura I. EL ELOGIO HUMANISTA DEL LOCO A la manera de Christophoro Gnophoso, el oscuro autor de El Crótalón, muchos humanistas del renacimiento podrían haber- se proclamado originarios de la ínsula Eutrapelia o Isla del Buen Humor, una de las que constituían el archipiélago de las Afortu- nadas, donde —según el sabio de Rotterdam— naciera también la locura encomiable 1 . 1 " S i me preguntáis también el lugar donde nací (...), diré que no pro- vengo de la errática Délos, ni del undoso mar, ni de las profundas cavernas, sino de las mismas islas Afortunadas donde todo crece espontáneamente y sin labor. Allí no hay trabajo, ni vejez, ni enfermedad, ni se ve en el campo el gamón, ni la malva, ni la cebolla, el altramuz, el haba u otro estilo de bagate- las, sino que por doquier los ojos y la nariz se deleitan con el ajo áureo, la pance, la nepente, la mejorana, la artemisa, el loto, la rosa, la vilileta y el ja-

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STULTIFERA E T FESTIVA NA VIS (DE BUFONES, LOCOS Y BOBOS EN EL

ENTREMÉS DEL SIGLO DE ORO)

A Keith Whinnom, por su magisterio epistolar.

Pues es una injusticia que si se re­conoce a todo estamento de la vida de­recho a diversión, no se permita n i n ­gún recreo a los estudiosos, máxime si las chanzas miran a u n fin serio y las bromas están compuestas de suer­te que de ellas saque el lector que no sea romo del todo más provecho que de las disertaciones tétricas y apa­ratosas. ERASMO, prólogo al Elogio de la locura

I . E L E L O G I O H U M A N I S T A D E L L O C O

A la m a n e r a de C h r i s t o p h o r o Gnophoso , el oscuro autor de El Crótalón, muchos humanistas del renac imiento podrían haber­se p roc lamado or ig inar ios de la ínsula Eutrape l ia o Isla del Buen H u m o r , u n a de las que constituían el archipiélago de las A f o r t u ­nadas, donde —según el sabio de R o t t e r d a m — naciera también l a l o c u r a encomiable 1 .

1 " S i me preguntáis también el lugar donde nací ( . . . ) , diré que no pro­vengo de la errática Délos, n i del undoso mar, n i de las profundas cavernas, sino de las mismas islas Afortunadas donde todo crece espontáneamente y sin labor. Allí no hay trabajo, n i vejez, n i enfermedad, n i se ve en el campo el gamón, n i la malva, n i la cebolla, el a ltramuz, el haba u otro estilo de bagate­las, sino que por doquier los ojos y la nariz se deleitan con el ajo áureo, la pance, la nepente, la mejorana, la artemisa, el loto, la rosa, la vilileta y el j a -

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692 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

Resulta , en efecto, d i gna del m a y o r elogio la capacidad de los grandes humanistas del período para , alternando su espíritu, con­c i l i a r el r igor científico con la expansión lúdica y d i v e r t i d a . N o e n vano ya T o m á s M o r o había reservado, entre las costumbres y licencias festivas de U t o p i a — o t r a isla a f o r t u n a d a — , u n lugar relevante a la figura p r i n c i p a l de la risa durante la E d a d M e d i a , esto es, el bufón:

T i e n e n s ingu lar afición y gusto p o r los bufones, y es m u y cen­surable h e r i r u o fender a a l g u n o de ellos po r cuanto no p r o h i b e n complacerse en la l o c u r a pues, ésta, p i ensan , benef ic ia a los b u f o ­nes. Y si algún h o m b r e es t a n grave o serio que no se ríe n i de sus palabras n i de sus hechos, no se e n c o m i e n d a n i n g u n o de ellos a su cargo por t e m o r a que n o les t r a t e n con sufic iente a m a b i l i d a d y be­nevolencia : a él no le divertirían (pues no hay o t r a c u a l i d a d en ellos) n i m u c h o menos podr ían p r o p o r c i o n a r l e ningún p r o v e c h o 2 .

D e Erasmo a T o m á s M o r o , y de éste a Rabela is . . . U n fecundo i n t e r c a m b i o epistolar hace posible la transmisión de estas ideas, b i e n a! t ratado ensayístico, b i e n a la obra de ficción. C o m p r e n d e ­remos así por qué el autor francés confinará a uno de los protago ­nistas de su gigantesco re lato , Gargantúa, en la Is la de los A m a u r o t a s , esto es, U t o p i a ; o por qué años más tarde Cervantes recluirá el gobierno de Sancho Panza en la ínsula Barataría 3 .

E n este ambiente favorable — y ya atentos al caso español— la l i t e r a t u r a renacentista se deja ganar por el talante abierto y de­senfadado del que los bufones hacían gala. Pues si en la centur ia a n t e r i o r nombres del Canc ionero tales como Antón de M o n t o r o , Alfonso de Baena, Alvarez Vi l lasandino y J u a n de Va l lado l id , ofre­cían rasgos inequívocos de poetas 'Tocos " o bufones, será en el siglo X V I cuando lo bufonesco* adquiera relevancia incontestable p a r a expl icar la o b r a de ciertos autores: Francesil lo de Zúñiga 5 ,

cinto, cual otro jardín de A d o n i s " , Elogio de la locura, trad. de P. Voltes, Espasa-Calpe, M a d r i d , 1972, p . 29.

2 Utopía, t rad . de J . Mallafré, A . Bosch, Barcelona, 1977, p. 293. 3 Véase un resumen de estas ideas en J . H U E R T A C A L V O , " D e l discurso

utópico en España", Dicenda, 2 (1983), 160-166. 4 Cf. FRANCISCO M Á R Q U E Z V I L L A N U E V A , "Jewish Tools' of the Spanish

Fifteenth C e n t u r y " , HR, 50 (1982), 385-409. Que sepamos, se trata del p r i ­mer decidido asedio a este apasionante tema, que a part ir de aquí habrá de ser explotado en detalle. Prescindo, por lo demás, de la numerosa bibliografía extranjera, citada en " D e l discurso utópico . . . " , p. 164, n . 25. Véase ahora A . R E D O N D O y A . R O C H O N (eds.), Visages de la folie (1500-1650), Université de la Sorbonne, París, 1981.

5 Véase la enjundiosa "Introducc ión" de D . P A M P DE A V A L L E - A R C E a

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N R F H , X X X I V STUL TIFERA E T FESTIVA NA VIS 693

el D o c t o r Vi l la lobos , Sebastián de Horozco 6 , A n t o n i o de Gueva­r a . . . 7 Ciertos géneros menores nacen, as imismo, bajo esta i m ­p r o n t a : el dialogo lucianesco, básico en la formación de la novela 8 , y el entremés, célula fundamenta l del teatro cómico , son dos de ellos 9 .

L a cuestión que, en p r i n c i p i o , debe plantearse cualquier es­tudioso de la que se ha dado en l l a m a r literatura carnavalesca1® — g r u p o en el cual ha de inscribirse la l i t e r a t u r a de bufones— po­dría formularse del modo siguiente: ¿ c ó m o se produce el traslado de lo real bufonesco —es decir , las actividades propias de " l o c o s " o bufones— a lo bufonesco literario? M e parece que, en ta l sentido, merece suscribirse la opinión del crítico y teórico acaso más auto­r i zado en este d o m i n i o , M i j a i l M . Bajtín:

Ces personnages appor tent à l a littérature, premièrement, u n l i e n très i m p o r t a n t avec les tréteaux des théâtres et les spectacles

FRANCESILLO DE Z Ú Ñ I G A , Crónica burlesca del emperador Carlos V, Crítica, Barce­lona, 1981.

6 A la espera de la publicación que sobre este autor promete el profesor Francisco Márquez Vil lanueva, vale decir aquí que H O R O Z C O es, hasta el mo­mento, el autor del primer entremés propiamente exento, según ha fijado F. González Ollé en su edición de las Representaciones, Castalia, M a d r i d , 1979; debo citar m i nota a esta edición: ' 'Por una recuperación de la dramaturgia del pr imer Siglo de O r o " , CuH, 1982, núm. 385, 165-172, donde comento el carácter "carnavalesco" del entremés.

7 Cf. A U G U S T I N R E D O N D O , Antonio de Guevara (1480P-1545) et VEspagne de son temps, Droz , Genève, 1976; véase además F. M Á R Q U E Z V I L L A N U E V A , " U n aspect de la littérature du ' fou ' en Espagne", en L'humanisme dans les lettres es­pagnoles, V r i n , Tours, 1979, pp. 233-250. L a extraordinaria dimensión del te­ma exige contar con autores de identidad poco conocida; véase, por ejemplo, M . J . M O N T E S E R Í N , " E l Cancionero de A n a Yáñez (versos de un goliardo pre­so en las cárceles de la Inquisición)", Poesía, 9 (1980), í06-124.

8 Como cumplidamente ha demostrado M I J A I L M . B A J T Í N , Dostoevskij. Poé­tica e stilistica, E inaudi , Tor ino , 1968, esp. cap. 4.

9 Para el estado actual de la cuestión relativa ai entremés, véase J . H U E R ­T A C A L V O , " L O S géneros teatrales menores en el Siglo de Oro : status y pers­pectiva de la investigación", CTME, pp. 23-62.

10 Para el concepto de literatura carnavalesca es básico M J J A I L 1VI. B A J T Í N , La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. E l contexto de François Rabe­lais, t rad . J . Forçat y C. Conroy, Barra i , Barcelona, 1974, passim. " L o carna­valesco" es una de las categorías manejadas por el crítico ruso en el sistema de su poética sociológica, de la que existen ajustadas paráfrasis, como por ejem­plo T z V E T A N T O D O R O V , Mikhaïl Bakhtine, le principe dialogique, Eds. du Seuil, Paris, 1981 ; o A . P O N Z I O , Michail Bachtin. Alie origini della semiótica soviética, De-dalo, B a r i , 1980; m i artículo, " L a teoría l i teraria de M i j a i l Bajtín. (Apuntes y textos para su introducción en España)" , Dicenda, 1 (1982), 143-158, quiere ser u n adelanto de una obra más extensa sobre Bajtín.

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des masques en plein air; ils sont relatés à un aspect singulier mais essentiel de la vie sur la place publique; deuxièmement [ . . . ] , leur existence même a une signification non point littérale, mais figurée; leur apparence elle-même, leurs gestes, leurs paroles, ne sont pas directes mais figurés, parfois inversés, on ne peut les comprendre littéralement, car ils ne sont pas ce qu'ils paraissent être. Enfin, t ro i ­sièmement [...] leur existence semble n'être que le reflet d'une autre, reflet indirect de surcroît. Ils sont les baladins de la vie. Leur exis­tence coïncide avec leur rôle. Hors de l u i , ils n'existent pas 1 1 .

D a d o , pues, el carácter eminentemente " t e a t r a l " del bufón, h a y que suponer u n a fácil asimilación del t ipo por los repertorios p r o p i a m e n t e teatrales de carácter cómico . E n este sentido, elen­cos como el de la Commedia dell3arte ofrecen, mediante la máscara de Arlecchino, u n e jemplo b i e n elocuente. L a presencia exter ior de éste der ivaba d irectamente de la fisonomía del bufón. Por otro lado , y sin t i e m p o aquí p a r a desarrol lar por extenso el t ema , la llegada a España de las compañías italianas —Ganassa, Bot targa— impulsó decisivamente la formación del teatro cómico pro fano , lo que hace necesarios estudios comparat ivos entre la comedia alVimproviso y el entremés 1 2 .

I I . E L UNIVERSO BUFONESCO D E L ENTREMÉS

Desde su génesis folklórica p r i m e r o , y desde su puesto en la representación teatra l después, el entremés reúne en t o r n o a sí, c omo ningún o tro género, diversas perspectivas bufonescas:

1 . La del género. 2. La del autor. 3. La del actor. 4. La del personaje. 5. La relativa a los temas y la estructura.

Estos diferentes planos que , como veremos, se superponen en la real idad del texto, podrían obtener la siguiente representación grá­fica, con la que queremos s igni f icar l a posición subalterna del en-

1 1 M . M . B A J T Í N , Esthétique et théorie du roman, t rad . par D . Ol iver , G a l l i ­m a r d , Paris, 1978, pp. 305-306.

1 2 Desde el ya lejano artículo de J . V . Falconieri se ha producido una b i ­bliografía importante sobre el tema. Para los propósitos de este artículo citaré sólo J . H U E R T A C A L V O , "Arlequín español. Entremés y commedia dell'arte", E l Crotalón, M a d r i d , 1 (1984), 785-797.

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tremés frente a la comedia, similar a la del bufón respecto de su rey o señor:

Nos interesará, pues, en lo que sigue, analizar cada uno de estos planos aisladamente.

1II . E L ENTREMÉS, PARADIGMA DE GÉNERO BUFONESCO

Al igual que el drama satírico del teatro griego13, el mimos lati­no y la farsa medieval, el entremés se integra dentro de los que el formalista ruso Tomachevski, con innegable oportunidad, llama géneros bajos: "En la sucesión de los géneros, se observa una cu­riosa y constante dominación de los géneros altos por parte de los bajos. También en este caso se puede trazar una analogía con la evolu­ción social, en el curso de la cual las clases «altas», dominantes, son gradualmente sustituidas por los estratos democráticos, «ba­jos»: ios magnates feudales por la pequeña nobleza militar, toda la aristocracia por la burguesía, etc." 1 4 Para proseguir con la analogía arriba propuesta, estaríamos ante la inversión de pape­les entre el señor y el bufón, pues en éste "todos ios atributos rea­les se hallan trastocados, invertidos, con la parte superior colocada

1 3 Cf. H U E R T A C A L V O , " P a r a una poética de la representación en el Si­glo de Oro : función de las piezas menores" , 1616, 3 ( 1 9 8 0 ) , 6 9 - 7 7 .

1 4 BORIS T O M A C H E V S K I , Teoría de la iüeraiut^, AI :a l , M a d r i d , 1 9 8 2 , p. 2 1 3 .

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en el lugar in f e r i o r : el bufón es el rey del «mundo al r e v é s » " 1 5 . E n otro lugar hemos repasado las diferentes ideas que teóri­

cos de la l i t e r a t u r a , preceptistas y moral istas ver t i e ron sobre la d iscut ib le conveniencia de los géneros menores en el con junto de la representación t e a t r a l 1 6 . D e ellas solo espigaré aquí algunas a fin de revelar aún me jor la natura leza bufonesca del entremés.

Y a Lope de V e g a , en el Arte nuevo17, ident i f i caba los entre­meses con las comedias antiguas, al estar compuestos de u n a sola * acción y t r a n s c u r r i r ésta " e n t r e plebeya g e n t e " (v . 72): " P o r q u e entremés de rey jamás se ha v isto , y aquí se ve que el arte , por bajeza de estilo, v i n o a estar en ta l desprecio, y el rey en la comedia p a r a el n e c i o " (vs. 73-76). A propósito de " l a bajeza de e s t i l o " , podría establecerse u n a homología más entre lo bajo, como cua l i ­d a d estética intrínseca de los géneros menores , y la serie de imá­genes relativas a lo inferior corporal d e n t r o de la c u l t u r a popu lar y que también acceden al universo del entremés: los chistes escato-lógicos, los regüeldos y actos sucios de ciertos personajes, las prue ­bas médicas de la o r i n a , los gestos procaces, los meneos y abrazos lascivos, los instrumentos de significación fálica, las frecuentes a lu ­siones a las l lamadas "alegres en fermedades" como la sífilis y , sobre todo , el fresco lenguaje v e r b a l que , pese a lo inocente de su apar ienc ia , encierra claves eróticas no t a n ingenuas 1 8 .

E l l o , en fin, constituye el lenguaje prop io del bufón, como bien ve u n anónimo memor ia l i s ta de 1598, q u i e n , dirigiéndose a F e l i ­pe I I en defensa de los denostados entremeses, alegará:

Los intermedios tampoco son desmedidos, y solo se encaminan a ser graciosos, y aun no totalmente faltos de buenos ejemplos, y no menos perniciosas gracias que las que en ellos concurren se sufren a los tru­hanes y hombres de placer y se permiten19.

C l a r o es que , como en otro l u g a r hemos expuesto, los dictámenes contrar ios habrían de ser sustantivamente más numerosos que los condescendientes.

15- M I J A I L M . B A J T Í N , La cultura popular..., p. 334. De la relación dramá­tica, y siempre curiosa, entre señores y criados, ofrece abundantes muestras el arte del siglo x x ; recordemos Las criadas, de J E A N G E N E T ; E l criado, filme de JOSEPH LOSEY , y Retrato de dama con perrito, de Luís R I A Z A .

1 6 " P a r a una poética de la representación...", p. 77. 1 7 Ci to por J . M A N U E L R O Z A S , Significado y doctrina del "Arie nuevo " de Lo­

pe de Vega, S G E L , M a d r i d , 1976. 1 8 Véase M I J A I L M . B A J T Í N , La cultura popular..., cap. 6. 1 9 Véase ' T a r a una poética de la representación...", p. 77.

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Por lo que se refiere al t ema central del drama barroco, el honor, auténtico vértice en la pirámide de su sistema de valores, el en­tremés ofrece la inversión absoluta, como demuestran las a b u n ­dantes piezas que desarrol lan burlas amatorias y adúlteras, desde el m a g i s t r a l Entremés de un viejo que es casado con una mujer moza has­t a E l dragoncillo, de Calderón de la Barca . Es cuestión del m a y o r interés, inédita aún en los p lanteamientos de la crítica de los gé­neros menores 2 0 , d i luc idar el significado supuestamente revuls i ­vo y transgresor de estas propuestas paródicas, cuyo automat ismo en la repetición induce , en p r i n c i p i o , a pensar lo contrar io . Es i n d u d a b l e , en este m i s m o sentido, que el prolífico repertor io del teatro cómico breve — a l que debería unirse el filón casi inexplo ­rado de u n género f ronter i zo , la comedia burlesca21— ha de depa­r a r más de u n a sorpresa, al menos en sus direcciones más compromet idas . De ahí que el examen de las biografías de ciertos entremesistas, más o menos celebrados, pueda ser u n b u e n p u n t o de p a r t i d a .

I V . E L O F I C I O S U B A L T E R N O D E E N T R E M E S I S T A

Frente al entremés renacentista, asociado a formas de repre­sentación al aire l i b r e , en los tablados públicos donde Cervantes nos dice in terpretaba el sevil lano R u e d a , el entremés barroco es sustant ivamente cortesano y palaciego. Son bastantes los autores que , ocupando empleos subalternos, estuvieron al servicio de los reyes. L u i s Vélez de G u e v a r a (1579-1644) , más conocido por E l diablo cojuelo y por hermosos dramas como La serrana de la Vera, autor asimismo de excelentes entremeses, fue u j ier de Palacio, car­go que heredó su h i j o J u a n Vélez de G u e v a r a (1611-1675), t a m ­bién afamado entremesista. U j i e r fue igualmente Vicente Suárez de Deza , que reunió sus obritas bajo el título de Donaires de Tersí-core (1663) . U n mediocre entremesista, G i l López de A r m e s t o (c. 1620-1676) ocupó el cargo de A y u d a de F u r r i e r de las Reales Cabal ler izas . M a y o r interés tiene la obra dramática breve de Je ­rón imo de Cáncer (c. 1590-1655) que , siendo de condición noble , se v i o obl igado a servir como contador en casa del Conde de L u ­n a . Sus penurias económicas deb ieron ser tantas , que nos ha de-

2 0 Para u n resumen del estado actual de la cuestión, véase m i artículo " L o s géneros teatrales menores en e l . . . " , pp. 23-62.

2 1 Cf. F. SERRALTA , " L a comedia burlesca: datos y orientaciones", en Ri­sa y sociedad en el teatro español del Siglo de Oro, C . N . R . S . , Paris, 1980, pp. 99-129.

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jado una abundante colección de poemas petitorios, que Cotarelo compara con los cancioneriles del siglo X V 2 2 .

Con el compromiso de que en otra oportunidad habremos de ocuparnos del tema en toda su extensión, me referiré aquí, como ejemplo de entremesista-bufón, a Juan Manuel de León Merchante (1626-1680)23. Capellán de Palacio y Comisario del Santo Oficio, el Maestro León —como en su época se le conocía— es autor de una multitud de poemas religiosos y profanos de tipo burlesco en que, a la manera de Horozco, retrata con gracia y desparpajo el espectáculo esperpéntico de la vida humana: "Romance a un cor­covado5 ', "Décima a la muerte de una vieja'', "Redondilla a una mujer manca y coja", etc. Pero lo que más asombra en el con­junto de su pintoresca obra es un atrevido epistolario, formado por sesenta y seis cartas, presuntamente dirigidas por el autor a una monja, prima suya, y que llevan el expresivo título de La pi­caresca. Este epistolario, editado por R. Foulché-Delbosc en 191924, y al que pronto dedicaremos una monografía, está lleno de picantes, maliciosas y hasta chuscas alusiones, dentro de la me­jor tradición bufonesca:

Que te juro de no valerme de lo de comisario y de poner perpe­tuo silencio a la venera, solo porque dispongas que nos veamos una noche aunque sea tarde, porque gusto de cogerte acostada: que no hay gloria para gozar a las damas sin cascara, y quitarle las perlas a la margarita. Oyes, mi vida: tírame de la manga quando vieres que me paso de la raya, porque tus abujetas han obrado todo lo que tú quisieras; pues como las traygo donde tú sabes, me dan unos cre­cimientos (aunque sin calentura), y de estos achaques solamente es la cura quien es la enfermedad25.

Por la evolución sentimental que estas desenfadadas cartas de­jan suponer, no parece que tan apasionados deseos encontraran cumplida satisfacción. Con todo, no hay un solo momento en que el ardor del sujeto amante se vea atenuado o corregido por la con­ciencia religiosa de la que era deudor. Así, hasta en las fórmulas

2 2 Cf. E. C O T A R E L O Y M O R Í (ed.), Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas desdefines del siglo xvi a mediados del xviii, NBAE, ts. 17 y 18, 1911, p. Ixxxvfl . En adelante cito por Colección.

2 3 A este autor dediqué m i memoria de licenciatura: Un entremesista del Si­glo de Oro: Juan Manuel de León Merchante (1626-1680), Univers idad Compluten­se de M a d r i d , 1977.

2 4 Publicada en RHi, 38 (1916), 532-614. 25 Ibid., carta X X I , p. 536.

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de despedida demuestra su apasionamiento burlesco: " tu menor marido'', "el pichón que toma arrullos de su coloma'', "tuio hasta que seas boba", "león, por no ser tigre", " tu más venturoso chu­lo" , etc.

Más representativo aún del espíritu bufonesco que anima a este entremesista finisecular, es el pasaje siguiente, donde —con la técnica distanciadora propia de un Francesillo de Zúñiga— des­cribe, entre bromas y chistes macabros, el famoso auto de fe de 1680:

En fin, domingo, 30 de junio, en un suntuoso teatro represen­tamos el auto para judíos. Pues estaban más de nobenta de runfla sin descarte, y entre ellos veinte y dos pastillas para el brasero (quiero decir los quemados); entre los ministros, aunque yo lo diga, me lle-bé los aplausos; pues sobre no haber clérigo más galán en todo el arzobispado, llebaba una venera de oro de candeleros, que pesaban dos libras carniceras; y la encomienda del martes, que la llebaba en forma de adarga porque todos la viesen. Y por donde pasaba me llebaba los ojos, dejando en la calle más de treinta muertos, sin los hombres y mugeres [...] La lástima fue que estube todo el día en el coliseo de palo, reciviendo el sol a rostro firme; y en fin el sol nos hubo tan tostado, que los ministros fuimos los quemados [...] Pues haviendo acabado el auto, uno de los en sambenitados que yo prendí en Alcalá [...], se me abalanzó con San Benito y soga di­ciendo: que a mí me de vía aquella honra; a lo que yo le respondí: picaro, desuéllate de la piel, y abraza sin cascara26.

Al mismo trágico evento (cómico ya en su visión bufonesca) dedicó el Maestro León un "Villancico en metáfora del Auto Ge­neral de Fe..." Las resonancias bufonescas que tales textos im­plican —en cercana evocación a Guevara y Zúñiga— hacen imprescindible —como apuntábamos— un estudio pormenoriza­do de este curioso Epistolario27.

V . B U F O N E S E N E L T I N G L A D O D E LA F A R S A , E L C A S O D E " J U A N R A N A "

Según decíamos, las representaciones de los comediantes ita­lianos debieron ejercer una influencia decisiva e, incluso, puede que determinante en la génesis del teatro cómico breve. La aca­bada superposición de planos identificativos —las personas con sus

26 Ibid., carta L X I V , pp. 596-597. 2 7 E l mismo aparecerá en Duenda, 4 (1985).

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700 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

máscaras, y éstas con los personajes— de que la commedia delVarte ha ­cía gala, habría de ser u n modelo emulable para ciertos actores y autores de compañía.

E n el siglo X V I I el caso más l l a m a t i v o y espectacular de esta superposición persona-máscara-personaje es el de Cosme Pérez, alias " J u a n R a n a " (f. X V I - 1 6 7 2 ) 2 8 . L a condición proteica de esta fi­g u r a — s i m i l a r , verb igrac ia , a la de Pulcinella— queda b ien de­most rada con la m e r a enunciación de los títulos que dan n o m b r e a algunas de las piezas protagonizadas por este orondo y grotesco actor : E l doctor Juan Rana, E l soldado; Juan Rana, poeta; E l infierno de Juan Rana, E l toreador, E l parto de Juan Rana, Una rana hace ciento, E l alcalde de Alcorán, etc. Es la metamorfosis a la que el prop io per­sonaje alude en el siguiente pasaje:

De alcalde vine a doctor, y el demonio que es sutil hizo con este principio que muchos tuvieran fin. Pasé a poeta de bailes, y queriendo hacer reír, no hallé chanza que no hubiera servido en otro festín. Luego me hice letrado, la barba hasta el cenogil, donde por lo que abogué, a bogar pudiera i r ; y así m i mosquetería vuelvo alcalde a concurrir, donde, con mis boberías sentencias suelo decir 2 9 .

A l tenor de las piezas protagonizadas por él, R a n a debió d i ­v e r t i r como u n auténtico " l o c o " cortesano a los miembros de la f a m i l i a rea l . E n La portería de las damas, de Francisco Avel laneda , se finge que J u a n ha perd ido la m e m o r i a y que otro cómico , Pe­d r o de la Rosa, h a de sust i tu i r lo en su papel , con el consiguiente disgusto que ello provoca en Palacio :

Pésame por la reina, m i señora, porque m i muerte apostaré que llora, acompañando el llanto de la infanta, que las dos llorarán cual una santa.

2 8 Véase Colección, p. clviii. 29 Al cabo de los bailes mil, ibid., p. clxik.

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NAVIS 701

¿ Q u é ha de hacer la i n f a n t i c a sin su J u a n Rana? ¡Ay , bel la chocotica! Y al rey , a u n q u e lo encubre con el guante , ¿quién lo h a de hacer reír de aquí adelante? — ¡Adiós , damas quer idas de m i s ojos! jAdiós , m i dueña y m i s demás despojos ! 3 0

Por el siguiente fragmento parece que hubo ciertas actrices — t i p o M a r i Barbóla— que d ieron adecuada réplica bufonesca a R a n a 3 1 :

B E R N A R D O : ¿ D ó n d e vas, p u l g a con bragas? J U A N I C O : A p i car a más de cuat ro . A U T O R : Espera , rapaz , ¿quién eres,

que estás hac iendo milagros? J U A N I C O : Esto h a sido u n papasal ,

mas lo bufonesco alabo. A U T O R : L u e g o , ¿haces también graciosos? J U A N I C O : C o n t a l p r o p i e d a d los hago ,

que tengo p a r a este efeto b u f o n a de m i tamaño.

C o n R a n a y otros actores similares (Va l l e j o , Rosa) estamos ya en u n estadio avanzado, próximo a la decadencia, de la figura del bufón. Su inserción en la ficción teatral es claro indic io de su progres iva desaparición en l a v i d a pública.

V I . L A T R A N S F O R M A C I Ó N D E L " L O C O " E N E L E N T R E M É S

L a transformación l i t e r a r i a de la figura del " l o c o " , del bobo o del bufón explica, en cierto m o d o , la novela renacentista: R a -belais , Cervantes , Lazarillo de Tormes y la picaresca en general, G r i m m e l s a h a u s e n , etc . 3 2 Parecidamente al teatro renacentista, inc luso el de índole religiosa, acoge y organiza su acción cómica en t o r n o a l " p a s t o r " , el " b o b o " o el " v i l l a n o " . C o m o apunta R a i n e r Hess, " e n el t ipo del bobo y del fol pueden leerse los más i m p o r t a n t e s fenómenos cómicos del d r a m a religioso: la comic i ­d a d p ro fana y la comic idad rel igiosa. E n la comic idad pro fana es el t i p o gracioso y chistoso, el bufón, en los dramas de Franc ia ,

3 0 Ib id., p. clxiié. 3 1 L . QUIÑONES DE BENAVENTE, Loa con que empezó Tomás Fernández en la Cor­

te, ibid, t . 2 , p. 528¿z. 3 2 Cf. M I J A I L M . B A J T Í N , Esthétique et théorie..., pp. 3 0 7 - 3 0 8 .

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España y P o r t u g a l , y en su condición de ta l t o m a a su cargo asi­m i s m o , en los dos últimos países, la función del intermediar io entre el acontecer religioso y el público , haciendo el papel de i g ­n o r a n t e " 3 3 .

Después de los dramaturgos " p r i m i t i v o s " — E n c i n a , Fernán­dez, V i cente , Sánchez de Bada joz— el " b o b o " abandona su ha ­b i t u a l presentación como " p a s t o r " y adopta nuevos roles dramáticos u oficios: campesino, cr iado, más tarde alcalde y otros.

E n esta transformación re la t iva del " b o b o " , de " p a s t o r " a " c r i a d o " , creo p e r c i b i r la in f luenc ia , u n a vez más, del modelo de la Commedia i t a l i a n a , en lo que al elenco de dramatis personae se ref iere. Los dos zanni de cualquier soggetto eran uno l i s to , y o t r o , t o n t o , como ocurre con los sketchs circenses de los clownsM. U n a pare ja s imi lar es la que desarrol la el Paso primero ( " L o s c r i a d o s " ) de L o p e de R u e d a : el l isto L u q u i t a s frente al bobo A l a m e d a , c u ­ya s impl i c idad arrastra a los dos al castigo por parte de su amo ; o la que pro tagon iza el Paso décimo ( " L a generosa p a l i z a " ) , con el l isto Per iqu i l l o y el t onto Pancorvo . Más netos, si cabe, apare­cen d ibujados estos caracteres en piezas como el Entremés de un vie­

jo que es casado con una mujer joven, en que el cr iado listo se convierte en cómplice de los personajes activos, los amantes adúlteros, m i e n ­tras que el bobo es chivato del m a r i d o cornudo . E l dúo se repite en E l doctor simple, La endemoniada y E l maestro de escuelas2*5

— o b r i t a s todas ellas de fines del siglo X V I y próximas, por t a n t o , a la atmósfera que hemos desc r i t o—, pero poster iormente la pa­re ja va desapareciendo; el bobo queda solo y asume otros roles dramáticos adecuados: el de alcalde majadero e ignorante será uno , aparte n a t u r a l m e n t e del correspondiente al m a r i d o engañado 3 6 .

E l segundo t i p o , resultante de la transformación del ant iguo fol — d e l que conservará c ierta i conología—, es el sacristán, " p e r ­sonaje obl igado en las castizas representaciones del corpus espa­ñol a las que apor ta la usual rechi f la del estado, costumbres y saberes clericales que las fiestas del obispi l lo , el Festum Asinorum o Stultorum habían d i f u n d i d o por todo el O c c i d e n t e " 3 7 . D e acuer-

3 3 R A I N E R HESS, E l drama religioso románico como comedia religiosa y profana (si­glos xvy xvi), t rad . de R . de la Vega, Gredos, M a d r i d , 1976, pp. 247-248.

3 4 Véase el prólogo de F . García Pavón a L O P E DE R U E D A , Pasos completos, Taurus , M a d r i d , 1970, pp. 5-29.

35 Colección, t . 1, núms. 14, 27, 37 y 38 respectivamente. 3 6 Véase F . M Á R Q U E Z V I L L A N U E V A , "Sobre la génesis l iteraria de Sancho

Panza" , en Fuentes literarias cervantinas, Gredos, M a d r i d , 1973. 3 7 E U G E N I O A S E N S I O , Itinerario del entremés. (Desde Lope de Rueda a Quiñones

de Benavente), Gredos, M a d r i d , 1971, p. 20.

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do con Eugenio Asensio, ei hisopo que el sacristán enarbolaba era equivalente a la marotte o cetro de bufones, que derivaría más tar­de en el tradicional matapecados con que solían resolverse los fina­les a palos del entremés 3 8 . En manos del sacristán el hisopo se convertía también en un signo de su poderío sexual, indiscutible si consideramos el gran número de piezas en que resulta galán deseado y triunfador. N o se separa, por ello, mucho su figura del goliardo medieval, con el que comparte asimismo la afición por los placeres de la mesa39.

V I I . O R G A N I Z A C I Ó N D E L T E X T O Y T Ó P I C A D E L A L O C U R A

Como es sabido, algunas estructuras y técnicas del antiguo tea­tro medieval pasaron al teatro renacentista40. Dramaturgos de primera hora, como Encina, Fernández, Sánchez de Badajoz, V i ­cente, además de los autos incluidos en el célebre Códice, se valen aún para la estrategia de sus piezas religiosas de formas arcaicas como el officiumpastorum, el ordo Stellae, el ordo prophetarum y otros. Algo similar —pensamos— pudo ocurrir con el teatro cómico de carácter profano, si bien en este dominio pocos puntos claros pue­den aportarse.

Dos son las modalidades más frecuentes en la organización del texto del entremés: una, muy cultivada en los primeros tiempos, da predominio a la acción. (Se trata, por lo general, de verificar una burla provocada por el hambre, la gula, el ocio, por no ha­blar de las que tienen una causa erótica 4 1 . ) La segunda modali­dad más frecuente se proyecta en torno al personaje, quedando la acción relegada a un segundo plano. En la misma distingui­mos, a su vez, dos tipos, según la estrategia del autor se oriente a destacar varios personajes, o uno solo.

Galería de locos: el manicomio entremesil

El esquema dramático correspondiente al primer tipo carece de trama argumental. Ante un personaje central con atribucio-

3 8 Ibid., pp. 21-22. 3 9 Cf. J . H U E R T A C A L V O , " C ó m i c o y femenil bureo. Del amor y las m u ­

jeres en los entremeses del Siglo de O r o " , Criticón, 1983, núm. 24, esp. pp. 23-27.

4 0 Cf. M I G U E L Á N G E L PÉREZ PRIEGO, El teatro de Diego Sánchez de Badajoz, Universidad, Salamanca, 1982.

4 1 Desarrollo esta sistemática en Introducción al teatro menor del siglo xvii. Gil López de Armesto, Universidad Complutense, M a d r i d , 1983, t . 1, cap. 4.

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704 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

nes de j u e z , a r b i t r o o mediador (px) v a n desfi lando u n número var iable de personajes " l o c o s " o extravagantes (py„ ) , las l l a m a ­das figuras. Representando con x el p lano de los personajes activos en relación dramática ( R ) , y siendo y el propio de lo personajes activos vos, el esquema podría simpli f icarse en la siguiente fórmula: [Px] R [ P y i , Py2, Py3, Py4, . . . ] , que correspondería al siguiente gráfico:

Los entremeses que desarrollan este esquema comienzan a me­nudear en el re inado de Felipe I I I , cuando la anécdota burlesca, enraizada muchas veces con el f o l k l o r e 4 2 , es relegada por la t en ­dencia al re t ra t i smo satírico o la car i catura . Fue Eugenio Asensio q u i e n p r i m e r o los vinculó a la es tructura de la Danza de la Muerte y la Nave de los locos, haciendo abstracción obv iamente de la i n t e n ­ción escatológica y trascendental que a n i m a a estas manifestacio­nes del o toño m e d i e v a l 4 3 . Sí es c o m ú n , por el c o n t r a r i o , a éstas y a nuestros géneros el afán satírico, como ocurre también —según señala Baquero G o y a n e s 4 4 — con la novela picaresca y los Sueños de Q u e vedo.

A n t e r i o r a E l hospital de los podridos (c. 1617), considerado p r i ­m e r e jemplo de esta m o d a l i d a d , i n c l u y o ya dentro de la m i s m a el entremés de La sacristía de Mocejón^, donde u n examinador ha de fa l lar u n concurso de opositores a d i cha sacristía. Los sacrista­nes p o r t a n todos u n n o m b r e burlesco: B a d u l a q u e , Cazoleta, A l ­m o n d i g u i l l a , B a t i b u r r o ; c h a p u r r e a n l a c onsab ida j e r g a

4 2 En la misma línea con los cuentos de tipo tradicional; cf. para esta cues­tión M Á X I M E C H E V A L I E R , Folklore y literatura: el cuento oral en el Siglo de Oro, Crí­tica, Barcelona, 1 9 7 8 .

4 3 E U G E N I O ASENSIO, op. cit., pp . 8 1 ss. 4 4 " E l entremés y la novela picaresca", EMP, t . 6 , 1 9 5 6 , p. 3 7 . 4 5 Colección, núm. 1 3 .

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NAVIS 705

macarrónica, parodian las oraciones e interpelan sin escrúpulos al sexo femenino:

Venid acá, brujarronas, ya que os ponéis tanto afeite: ¿por qué no tenéis cien curas que os retocen siempre alegres? (ibid., p. 616).

Mas las figuras propiamente dichas no aparecen, en efecto, si­no con El hospital de los podridos (ibid., núm. 23), que describe la revista que el rector pasa a los podridos o "locos": el maniático misántropo, el poeta insufrible, el enfermo de envidia. Las dia­tribas se disparan a diestra y siniestra, no escapando a ellas, por ejemplo, la moda, un tanto peculiar, de la poesía contrafactista, las célebres vueltas a lo divino, tal la que realizara Sebastián de Cór-dova a los versos de Garcilaso de la Vega:

R E C T O R : ¿Podrido estáis de poetas? Harto trabajo tenéis. ¿Y con qué poetas os pudrís?

P E R O D Í A Z : Con estos que hacen villancicos la noche de Navidad, que dicen mil disparates con mezcla de herejía. Y mire vuesa mer­ced que dándole a una aquella octava de Garcilaso, que dice:

Cerca del Tajo, en soledad amena, de verdes sauces hay una espesura;

volvió esto: Cerca de Dios, en soledad amena, de verdes santos hay una espesura.

Y preguntando quién eran estos santos, dijo que San Felipe y Santiago, y otros santos que caen por la primavera (ibid., p. 956).

Y el Rector remata con la palabra en que antes reparábamos: " ¡Por cierto, gracioso disparatea Semánticamente, "disparate" resulta palabra-clave del entremés y lo será más tarde respecto de otro género teatral, la comedia burlesca o comedia de disparates —como en la época se la conocía. El cúmulo de despropósitos que en estas obras ensartan los personajes —-similares, mutatis mutan-dis, a los que caracterizan el teatro del absurdo— no sólo cum­plen una función lúdica, sino que además significan una especie de festival de la locura.

El éxito del entremés de figuras hubo de asegurarse con una obrita de Antonio Hurtado de Mendoza, E l examinador Miser Palomo (ibid., núm. 82), pieza que, ajuicio de Asensio, "seña la una revolución técnica: la divisoria de la prosa vieja y el verso nuevo, la abdica­ción de la nota realista en favor de L° ™ececita literaria poblada

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de «figuras» m o d e r n a s " 4 6 . E n el entremés de H u r t a d o , cuya des­cripción nos sirve para el resto, el orondo M i s e r Palomo acude a M a d r i d

a examinar a todo buscavida, sabandija del arca de la Corte, donde se acoge tanto vagamundo como en un diluvio universal del mundo 4 7 .

Las figuras arquetípicas son aquí el tomajón, el caballero, el ne­cio , el enamorado, el val iente y el gracioso. H u r t a d o repetirá el esquema en una segunda parte , i n t i t u l a d a Miser Palomo y médico de espíritu (ibid., núm. 83) , donde los pacientes son u n desenamo­rado , u n vano , u n mald ic iente , u n poeta. . .

Ejerce el m i s m o cargo de examinadora , Lucía en La castañera, de Salas Barbadi l l o (ibid., núm. 81) : u n a d a m a , venida a más, pues su oficio anter ior era el de castañera, examina a varios pre ­tendientes: u n lacayo, u n sastre, u n zapatero y u n bot i car io . E l autor saca, pues, a la palestra los tipos más l lamat ivos de enton ­ces, pero no solamente con u n a intención r id i cu l i zadora sino t a m ­bién mora l i s ta , ya que, en a lguna m e d i d a , se t r a t a de imponerles u n castigo o u n correct ivo , a u n cuando este sea de t ipo alegórico. D e ahí que existan comisarios de figuras, como en el entremés del m i s m o título del prop io Cast i l lo Solórzano, donde a u n a señal de l comisario su ayudante va i m p o n i e n d o capirotes de loco a u n galán, u n l i n d o , u n a dama caprichosa, u n caballero presuntuoso y u n poeta culto . O en otro de Salas Barbad i l l o — E l comisario con­tra los malos gustos {ibid., n ú m . 67) , en el cual estos — l a l isonja , la maledicencia , el narc is ismo, la alcahuetería— son puestos en la p icota crítica.

Esta f i gura central reviste en otras ocasiones el papel de médi­co, destinado a curar , como en el celebérrimo cuadro del Bosco, la p i edra de la l ocura de los enfermos. Es el caso de E l Doctor Ra­pado, de Pedro Mor ía (ibid., n ú m . 5 5 ) , ante el que desfilan u n t a ­bernero , u n carnicero, u n sastre, u n poeta y cuatro mujeres, todos ellos locos. Este entremés finaliza con u n m o v i d o bai le :

L o c o I O : ¿Para mal de locura? D O C T O R : NO tiene cura. L o c o 2O: ¿Para mal de la vista? D O C T O R : Vecina malquista.

E. A S E N C I O , op. cit., p. 68. Colección, p. 322¿z.

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NA VIS 707

Loco 3 o: ¿Para el m a l de muelas? D O C T O R : D O S onzas de suegras (ibid., p . 2 1 7 6 ) .

Rematándose con u n a copla que parece se repetía h a b i t u a l -mente en las danzas de locos y matachines con que se adornaban las fiestas del C o r p u s 4 8 :

¿ Q u e no tenéis vos calzas coloradas?; ¿que no tenéis vos calzas c omo y o ? 4 9

Esta m i s m a copl i l la , con a lguna v a r i a n t e , reaparece en el b a i ­le de Los locos de Toledo: " N o tenéis vos calzas coloradas, no tenéis vos calzas como y o " (ibid, p . 486a). Los locos que salen en este bai le no son ya alegóricos, sino dementes que se creen alguien i m ­p o r t a n t e :

L O C A I A : Escucha, que soy Condesa . Loco I O : Pues yo soy E m p e r a d o r . Loco 2 o : Y o soy R e y y g r a n señor. L O C A 2 a : Y o E m p e r a t r i z . L O C A 3 a : Y o M a r q u e s a . L O C A 2 a : ¿ T u M a r q u e s a ? L O C A 3 a : Y o , M a r q u e s a ,

y si te pesa A r c h i p á m p a n o seré (ibid., p . 4 8 5 6 ) .

E n la presentación de la m i s m a o b r i t a se describe a los locos con el atuendo que caracterizaba a los bufones: el capuchón o ca­p i r o t e , con prolongaciones similares a las orejas del asno, recu­biertas de cascabeles; el vestido estaba compuesto de retazos de tela que más tarde habrían de transformarse en los geométricos rombos de l traje de Arlequín:

L o s locos, c on cascabeles y con var i os i n s t r u m e n t o s , vestidos de m i l colores / j i r o n e s m u y diversos ,

4 8 Cf. M . S ITO A L B A . " L a commedia delUarte, clave esencial de la gestación del Quijote'', en G. Massa (ed.), Paesi Mediterranei e America Latina, Centro d i Studi Americanist ic i , Roma, 1982, pp. 157-176.

4 9 Colección, p. 2176.

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a las rejas con las locas a ver las fiestas salieron... (id.)50.

E l m a t r i m o n i o , sus di f icultades y rarezas, i n s p i r a n en otras piezas la f i g u r a del casamentero. Así, en El triunfo de los coches, de G a b r i e l de B a r r i o n u e v o 5 1 , y en El casamentero, de Cast i l l o Solór-zano (ibid., núm. 77) , donde el todopoderoso j u e z m a n d a al M a ­n i c o m i o del N u n c i o de T o l e d o , en imagen que recuerda la Nave de B r a n d t , a u n a r b i t r i s t a , u n poeta y u n a m u j e r :

Fletan para Toledo cierta armada de gente como vos, hueca y pesada, que hacen un templo a Apolo. . . (ibid., p. 308a).

C o m o se va v i endo , los personajes r id icul izados son car i ca tu ­ras de i n d i v i d u o s de la sociedad de aquel t i e m p o , y apenas hay oficio o dedicación profesional que no caiga bajo la férula del en-tremesista. Esta c i rcunstanc ia está m u y b ien re tratada por El bus-caoficios, de Salas B a r b a d i l l o en que M a r c e l o conversa con varias figuras — u n escudero, u n hab lador , u n val iente , u n chismoso, e tc .— antes de elegir el of icio de caballero. E n último término, pues, la solución más radica l se fundamenta en el t r a t a m i e n t o ale­górico de la es t ruc tura , t a l El cocinero del Amor (o sea, el alcahuete que negocia encuentros) , El barbador (que auxi l ia a lampiños y cas­trados) o El remendón de la Naturaleza52: el ar t i f i c io en la corte ha l legado a ta l p u n t o que es necesario c u b r i r todos los grados de la apariencia y e n c u b r i r lo que la Natura leza enseña:

A esta Corte ha venido u n sevillano, ingenioso y peregrino, porque con industria enmienda, remienda, pule y perficiona todos los de­fetos de naturaleza, como si dijésemos: abriga calvas, acelera bar­bas por madurar, engruesa y apersona las pantorrillas, finge caderas, destierra nubes y otras muchas cosas que aquí no se refieren (ibid., p. 261a).

N i que decir t iene que poco queda en estos entremeses del senti ­do ideológico que animó a las medievales fiestas de locos, es decir , ' T e x a l t a t i o n des h u m b l e s , des pet i ts , des faibles sur l'échelle des

5 0 Para la iconología del bufón, véase M . LEVER, Le sceptre et la inarotte. Histoire des fous de cour, Fayard, Paris, 1983, pp. 47-62.

51 Colección, núrn. 54. 52 Ibid., núms. 63, 69, 79 y 68, respectivamente.

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NA VIS 709

fortunes et sur le r a n g social, faibles que beaucoup, t out au l o n g de l 'année, t o u r n e n t en dér i s i on " 5 3 . C o n ser estas fiestas u n re­m o t o antecedente de la m o d a l i d a d que hemos examinado , la Na­ve de los locos, por el proposito alegórico que encierra, es u n a fuente más segura. Los más de siete m i l versos de este poema se dedican " à la présentation, tou jours c r i t i que , burlesque b ien souvent, des moeurs et des ambit ions des hommes , de leurs m a n i e s " 5 4 . Según expl ica Heers , la Nave tenía dos destinos: u n o conducía a la t i e ­r r a de los locos, y o t r a l levaba al País de Cucaña 5 5 ,

Dov 'ogni gaudio, ogni piacer abonda, Là un 'aura respira alma e serena, Là si sta sempre i n nozze ed i n conviti , Tanto è feconda e d i divizie piena 5 6 .

E l m i t o de Cucaña encontró acomodo en algunos soggetti de la com­media dell'arte y también en el teatro cómico breve , convert ido el país de los placeres inacabables en J a u j a , como en el célebre paso de Lope de R u e d a y en a lguno otro posterior como Los buñuelos.

L a alegoría penetra de m o d o intenso en el entremés barroco de L u i s Quiñones de Benavente , manifestándose cada vez más próximo a la " a l t a l i t e r a t u r a " y más despegado de sus elementos folklóricos y carnavalescos de or igen . E l d r a m a t u r g o se detiene en definiciones de tono trascendental, forjando una especie de " p e ­queño teatro del m u n d o " a base de los géneros menores . D e ahí la definición del Ve jete en E l martinillo ( I a Parte ) :

El mundo es casa de locos desde el grande hasta el pequeño: den por Dios para sí mismos, que son muchos los enfermos. Yo, que soy quien dellos cuida, con este criado vengo recogiendo los furiosos, ya que a todos no hay remedio 5 7 .

Alegoría que, d e f i n i t i v a m e n t e , derivará hacia el topos de l " m u n ­do al r e v é s " , t ra tado por el p rop io Quiñones , o a la reactual iza­ción de la danza macabra en el entremés de La muerte.

5 3 J . H E E R S , Fêtes des fous et carnavals, Fayard, Paris, 1 9 8 3 , p. 1 0 8 . 5 4 Ibid., p. 1 5 1 . 55 Ibid., p. 1 5 2 . 5 6 P. C A M P O R E S I , Il paese della fame, I l M u l i n o , Bolonia, 1 9 7 8 , p. 9 3 . 57 Colección, p. 5 5 i b .

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710 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

La locura por la literatura: el loco-figurón

E l esquema de la m o d a l i d a d recién anal izada es susceptible de inversión. L a estrategia del autor en el juego de los personajes se centra en uno solo, suficientemente l l a m a t i v o en razón de u n vic io p a r t i c u l a r , u n c o m p o r t a m i e n t o o u n hábito anormales. E l c on junto de personajes activos (pxn) t iende entre sí u n haz de re­laciones que convergen siempre en este personaje nuclear, gran " f i g u r a " o figurón, como en el gráfico queda expresado:

f P x i

Es decir : frente a u n solo personaje activo en el t ipo anter ior aquí pueden ser muchos ; y ante u n personaje pasivo múltiple allí, en este caso sólo hay uno . H a y que decir , por o t ra parte , que la figura del personaje activo (px) no es m u y c lara en esta m o d a l i ­d a d , pues la var i edad de los mismos puede desfilar o g i rar alrede­dor del pasivo (py) sin que lleven a cabo una acción transit iva sobre éste.

L a m o d a l i d a d , según nos adentramos en el siglo X V I I , es lo suficientemente extensa como para que aquí sólo nos detengamos en el caso de que el figurón sea u n loco o se haya vuel to loco. N i n ­guno t a n famoso en este o rden como el anónimo de Los romances, histórico a todas luces por su presunta in f luenc ia en la insp i ra ­ción de Cervantes para idear su Q u i j o t e . L a o b r i t a está protago­n izada por B a r t o l o , que ha dado en la demencia de tanto leer el R o m a n c e r o , a cuyos héroes y hazañas pretende emular :

D e leer el R o m a n c e r o , h a dado en ser cabal lero , p o r i m i t a r los romances , y e n t i e n d o que , a pocos lances, será loco verdadero (ibid., p . 158«) .

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NA VIS 711

Parejo asunto desarrol la el entremés de Los refranes del viejo celoso58, a t r i b u i d o durante mucho t i e m p o a la p l u m a de Queve-do, y donde el vejete protagonista sufre la enfermedad- locura de d i c tar refranes a cada poco; y también el de Las jácaras, de Calde­rón, en que M a r i P i z o r r a ha enloquecido de leer tantos romances de t e m a germanesco:

G R A C I O S O : SU e n f e r m e d a d ¿no es más que esa locura? V E J E T E : ¿ N O es harta? G R A C I O S O : N O , p a r a t a n g r a n d e c u r a . V E J E T E : ¿ C ó m o n o , si l a t e m a en que a h o r a h a dado

es en cantar con grande desenfado jácaras noches y d í a ? 5 9

D e esta suerte, la l ocura produc ida por los excesos de aten­ción hacia cierto t i p o de l i t e r a t u r a popu lar i zada y , a veces, m a r ­g ina l o i n f r a l i t e r a r i a —refranes , romances , jácaras— v i n c u l a la f o r t u n a del Q u i j o t e a la del entremés. D e fecha t e m p r a n a data la m o j i g a n g a de Los invencibles hechos de Don Quijote de la Mancha, de Francisco de A v i l a , versión dramática m u y l i b r e del Capítulo I I I de la P r i m e r a Parte , con adiciones de otros episodios:

D O N Q U I J O T E : V o l v e r q u i e r o a ve lar las reales armas antes que v u e l v a el castel lano nob le a a r m a r m e cabal lero , c o m o he d i c h o .

S A N C H O : M e j o r fuera de jar esas locuras y vo lvernos a casa poco a poco antes que te pers igan c o m o a loco .

D O N Q U I J O T E : S i esta grandeza alcanzo , Sancho Panza , al cuel lo te he de echar u n a cadena.

SANCHO: ¡Plega a Dios que algún día no me vea, por t u temeridad y t u locura, metido en una sarta de galeotes, rapadita la barba y los bigotes! 6 0

Y a no versiones de la novela c e rvant ina , sino parodias de la m i s m a aprovechando lo disparatado del t i p o , son E l visir de la Per­dularia, Don Guindo y Las aventuras del caballero don Pascual del Rába-

5 8 Véase FRANCISCO DE Q U E V E D O , Obras completas, ed. L . Astrana Marín, Agui lar , M a d r i d , 1967.

5 9 E. R O D R Í G U E Z - C U A D R O S y A . T O R D E R A (eds.), Entremeses, jácaras y moji­gangas, Castalia, M a d r i d , 1982, p. 88.

6 0 E d . L . García Lorenzo, ACer, 17 (1978), p. 270.

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712 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

no. E n Don Guindo, de Francisco Bernardo de Quirós , es la lectura de la novela cervant ina la causante de la l ocura del protagonista :

C R I A D O I ° : ¿Quién es éste a quién servís? Porque el exceso he extrañado.

M A Y O R D O M O : Éste leyó a Don Quixote y tal locura le ha dado que allá en su tierra vendió sus trastos y con criados dice que es u n gran señor y tan loco es y tan vano que estando a la muerte un día, de un garrotillo mandaron sangrarle y no consintió que barbero o cirujano llegase a él, que decía que había de ser hidalgo de ejecutoria, o si no que había de estarse malo 6 1 .

Y en Don Pascual del Rábano es ya la car i catura abierta de Don Quijote:

J E R G Ó N : ¿Que es esto, Gila Camuesa? B L A S A : ¿Qué ha sucedido, vecina? G I L A : ¡Mi muerte, Blasa Carpeta!

M i mal , Benito Jergón, que m i marido es loquera sin dejar de ser lo que es, pues le han dado en la cabeza todas las caballerías que la ociosidad inventa, y a ser caballero andante hace de su casa ausencia 6 2.

6 1 C . G . G A R C Í A V A L U E S , "El sordo y Don Guindo, dos entremeses de ' f i ­gura 5 de Francisco Bernardo de Qui rós " , Seg, 37/38 (1983), p. 262.

6 2 Véase R. SENABRE SEMPERE , " U n a parodia temprana del Quijote: en­tremés de Las aventuras del caballero don Pascual de Rábano", en Estudios dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz, Univers idad, Granada, 1979, t . 3, pp. 349-361; la cita, convenientemente modernizada, en la p. 353. Para la proyección festi­va de Don Quijote, véase F. L Ó P E Z E S T R A D A , "Fiesta y l i teratura en los Siglos de O r o : la Edad Media como asunto 'festivo' (el caso del Quijote)", BHi, 84 (1982), 291-327.

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NAVIS 713

V I I I . R E C A P I T U L A C I Ó N

L a alabanza humanística del ' ' l o co ' ' cundió en múltiples rea­l izaciones l i terarias que v a n desde el t ratado filosófico a la novela y la crónica bufonesca. E r a lógico que los géneros situados en la parte más in fer i o r del escalafón l i t e r a r i o se prestaran a recoger los elementos propios de la visión bufonesca del m u n d o . E n el tea­t r o fue el entremés —versión española de la farsa— el género pro to - # típico a este efecto. M u c h a s de sus figuras — e n t r e las que descuellan el bobo y el sacristán— son deudoras del espíritu del bufón med ieva l .

L a transformación barroca del entremés, mediante el proce­d i m i e n t o de la alegoría, otorgó c ierta trascendencia al tema de la l o c u r a , cáncer que corrompe la sociedad y la l lena de fatuos o " p o d r i d o s " . A l m i s m o t i e m p o se insiste en el poder alienante de c ier ta l i t e r a t u r a " p o p u l a r " y a l a m o d a . D e ahí los diversos figurones enloquecidos por la l e c tura , que no v ienen sino a dar en u n o de los mot ivos más caros a la estética del Barroco : la con­fusión de las fronteras entre la rea l idad y la ficción.

J A V I E R H U E R T A C A L V O Univers idad Complutense de M a d r i d

A P É N D I C E

C o m o complemento de este t rabajo ofrecemos u n entremés de Francisco A n t o n i o de Monteser ( ? -1668) que l leva por título pre ­c isamente Los locos. Monteser pertenece a la segunda generación de entremesistas del siglo X V l l * . A u t o r de a lguna comedia b u r ­lesca, estuvo casado con la actr iz M a n u e l a Escami l la , y murió en trágicas c ircunstancias.

D e esta pieza —publ i cada en Ociosidad entretenida (Andrés García de la Ig les ia , M a d r i d , 1668), dice Cotare l o : " E l entremés de Los

*De este autor prepara la edición y el estudio de su teatro breve completo Marta Jiménez Al/aro para Teatro breve español. Nueva Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas, al cuidado de Javier Huer ta (Barcelona, en curso de publicación).

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714 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

locos se hizo en 1660, en las fiestas de la boda de la i n f a n t a Mar ía Teresa con L u i s X I V , cuando ya se preparaba la j o r n a d a , pues todo el entremés se refiere a ella. Es gracioso y satírico, r i d i c u l i ­zando pr inc ipa lmente a los que gastan su hacienda en aparentar más de lo que son, a quienes presenta en escena como hospeda­dos en la casa de los locos (Colección, p . c i i i ) .

ENTREMÉS FAMOSO DE LOS LOCOS [f. 56r] de don Francisco de Monteser

P E R S O N A S :

Don Blas, Don Alexo, 2 locos 2 locas, una muger

Salen Don Blas y Don Alexo

Alexo— ¿Qué os parece de la Corte, Don Blas?

Blas— Muy bien, Don Alexo, [f. 56v] y más estando hospedado por tal amigo.

Alexo— (A éste tengo regalándole en mi casa 5 con cierta mira.)

Blas— Si bueluo de la jornada con vida, veréis mi agradecimiento.

Alexo— (Estos que agradecen tarde dan más y prometen menos.) 10 Mientras llegamos a Atocha, ¿no me diréis el pretesto con que a Tembleque dexasteis, y solo, con gran misterio? Me dezís que a la jornada 15 vais, y que a la buelta es cierto que seréis corregidor.

Blas— Vos lo sabréis a su tiempo. Sólo os digo que vna noche, estando tomando el fresco 20 en Tembleque con algunos —que son los más estupendos sujetos que ay en la Mancha, pues aunque el conocimiento

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NA VIS 715

dellos os falte*, pues sólo 25 deziros que es Pedro Crespo Juan del Poyo, el regidor; y el benificiado Arguello veréis que en letras diuinas ni humanas no ay más ingenio—, 30 [f. 57r] dixéronme, pues, que vn hombre de tan claro entendimiento, que sabe en vna elección alborotar vn Consejo, tan satírico en sus dichos, 35 y en fin, vn hombre tan diestro en los artes liberales, que puntea vn instrumento, que sabe tirar la barra y haze sus coplas en verso, 40 es lástima que encerrado esté entre quatro chaquecos. Esto escuché apenas, quando me miré bien por de dentro y hallé que quedaron cortos 45 de mi grande entendimiento. Vendí parte de mi hazienda, víneme a la Corte, y quiero seguir en esta jornada al Rey. No diré mi intento, 50 pero bolueré de allá o corregidor, o muerto.

Alexo— No quiero apuraros más. Blas— ¿De qué santo es este templo?

Alexo— Es Hospital General. 55 Blas— ¿Y esto que han labrado nueuo?

Alexo— Es la Casa de los Locos. Blas— ¿Caben todos aquí dentro? [f.57v]

Alexo— No todos, que sueltos andan los más.

Blas— ¿Y podré yo verlos? 60 Alexo— Sí. que esso es cosa muy fácil.

Blas— Allá cantan. Alexo— Escuchemos.

Cantan dentro las locas y locos.

(triste) I ¡ L a locura es mayor ' I estar alegre o triste sin razón!

* Falte (v. 25): falten en el or ig inal .

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716 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

I E1 ser locos o no, 65 consiste en que otros den en que lo son.

Blas— Cierto que cantan muy bien, si son locos los que cantan.

Alexo— En cantar alegre y triste 70 casi a un tiempo lo declaran.

Blas— Entremos y lo veremos. Alexo— Esta es la primera sala.

(Entranse) Sale la madre de las locas.

[Madre]— A esta banda estén los locos, las locas a estotra banda, 75 que oy de música es la cura: las m u ge res alegradlas, los hombres entristecerlos, que vn hombre alegre declara poco ju iz io , y la muger 80 triste es loca rematada.

(Alegre) J

Cantan [las locas y los locos] [f. 58r]

¡La locura es mayor estar alegre o triste sin razón!

{ El ser locos o no, consiste en que otros den 85 en que lo son.

Locas— ¡Qué alegría! Locos— ¡Qué pesar!

SalefnJ Don Blas y Don Alexo

Alexo— ¡Sea el ju iz io de esta casa! Blas— ¿Quién es madre de los locos?

Loca 1— La aprención continuada. 90 Loco 1— La sinrazón del poder,

sin poder tomar venganca. Loco 2— Y la discreción, si está

siempre la cuerda tirada. Madre— Yo soy la madre. ¿Qué quieren

vustedes? Alexo— M i camarada

y yo, si vsted gusta, ver los locos.

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N R F H , X X X I V STULTIFERA E T FESTIVA NAVIS 717

Madre- Viene a estremada ocasión, porque aora están quietos y podrá lograrla, que oy de música es la cura, y es lo que más los amansa.

Blas— Díganos, ¿qué sala es ésta? Madre— Esta, señor, es la sala

adonde se están curando los que su dinero gastan sólo en que se rían dellos.

Blas— ¡Qué locura tan estraña! A Dios que nos guarde el juizio le deuemos dar mil gracias.

Alexo— ¿Y vsted por qué está, señor? Loco 2— Diréselo en dos palabras.

Yo, señor, soy estremeño, y házenme aquí demasiada merced algunos señores. Yo, que soy dado a la gala, que me prestassen* cauallos de las calles les rogaua. Costáuame el conseguirlo todo vn día de antesala. Prestáuanmelos, y yo con chorizos de mi patria pagana al cauallerizo, y al moco que le encintaua daua vn doblón, y iba luego. En las fiestas celebradas, luciendo la Corte, algunos dezían: " ¡ O , qué estremada figura!" Si era el cauallo algo flaco, mormurauan: "¡Tanta cinta en vn rocín!" Si era bueno, dezían: "¡Ala! ¿No es éste el bayo del Duque? ¡Qué mal le lleua! Y no es nada el lacayo". "¿Quién es éste?", dezía el que más me honraua picador. Otro dezía: "Aquellos pies no reparan que son de hombres de su tierra". Reíanse, y me costaua ruego, doblón y chorizos el que de mí se burlaran.

100

105 [f. 58v]

110

115

120

125

130

135 [f. 59r]

140

* Prestassen (v. 117): presentassen en el or iginal .

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718 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

Canta la madre: Vn cauallo prestado

que bien se güella, muncho más que a la calle 145

pisa al que lleua. (Repiten) Blas— ¿Y vsted por qué está, señora?

Loca 1— Yo, señor, soy vna hidalga, y entre otras mil cosas buenas tengo mi punta de vana. 150 Oí dezir que las señoras tienen músicas y enanas. Yo tenía vn escudero viscayno, vna criada gallega y vna chiquilla, 155 y quando me visitauan las amigas, las dezía: "¡Qué! ¿No gust[a]n de mi enana?5'* Sacáuales la chiquilla, y todas le preguntauan 160 la edad. Dezía: "Tres años". Respondían muy taymadas: [f. 59v] "Esta no es enana, amiga"; a que yo les replicaua: "Crecerá y aprenderá, 165 que nadie nació enseñada". Al vizcayno y gallega hize músicos; cantauan cada vno en su lengua vn dúo. Tenía mil combidadas 170 a la música, y tras esto no querían hazer nada los criados, con dezir que el pecho a perder le echauan siruiéndome, y la chiquilla 175 dezía: "Yo soy enana". Conque por que me siruieran les di la ración doblada. Empobrecí, y se rieron de mí, y víneme a esta casa. 180

Canta la madre: Sustentar sabandijas

sólo lo intentan los que les desvanecen

de lo que yerran. (Repiten) Blas— ¿Y vsfed, señor, por qué está?

* E l or iginal dice: " q u e no gusten de m i enana" (v. 158).

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N R F H , X X X I V STULTIFERA ET FESTIVA NA VIS 719

Loco 1— Yo, señor, soy la Alcarria. V ine aquí a vna pretensión, y viendo que dan entrada los vsieres de saleta [f. 60r] para hablar al Rey, deseaua 190 ser su amigo, y para serlo, a comer los combidaua; y por regalarlos más, les daua a pabo por barba, muchos cabritos rellenos 195 y muchas sopas doradas, todo cosa de pr imor; y el hombre que echa las aguas de su estómago, me hazía bebidas; yo les echaua, 200 por que tuuiessen olor, más de tres onzas de algalia. Y tras gastar m i dinero, oí que me mormuranan diziendo: "Este majadero 205 no quiso infernar su alma quando nos dixo que a hazer penitencia combidaua". Ellos de mí se rieron, y yo me quedé sin blanca. 210

Canta la madre: Vaya quien da banquetes

para hazer hartos, a buscar paladares

desaliñados. [Repiten] Blas— ¿Y vsted por qué está, señora?

Loca 2— Yo , señor mío, deseaua [f.60v] introducirme en la Corte con señoras de importancia. Para esto tomé por medio jugar los juegos de cartas. 220 Jugaua a todos muy mal , perdía cuanto jugaua, y si ganaua, se iba en baratos y en criadas, y quedaua muy contenta 225 con dezir por la mañana a mis amigas: "Anoche perdí vna mano muy rara: jugó bastos la Condesa, y la Marquesa burlaua, 230 y cogióme la Duquesa

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720 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

la espadilla atrauessada". Tras costarme mi dinero, dixo el dueño de la casa, preguntándole quién era: "Muger que juega y aguarda sin cumplimiento, y, en fin, vn trasto de buena pasta". Conque gasté mi dinero en que mí se burlaran.

Canta la madre: Es otra dicha nueua

para las bobas el merecer la risa

de las señoras. [Repiten] [Madre]— ¿Qué le parecen mis locos?

Blas— Que son temas estremadas, y a Dios que nos guarde el juizio le deuemos dar mil gracias.

Madre— ¿Y vsted es forastero? Blas— Sí, señora: de la Mancha.

Madre-— ¿ Y a qué viene vsté a la Corte? Blas— Es que voy a la jornada

con el Rey, pues aunque no me ha combidado, mi casa tiene inmemorial costumbre de acompañar las jornadas. ¿Y qué preuenciones lleua? Un cavalío y vna adarga, porque es preciso, si ay fiestas, tener quadrilla en las cañas. ¿Lleua galas?

Vn vestido morado lleuo de lama con lentejuelas de oro, y al canto vn galón de plata. ¿Y esso es cierto?

Sí, señora. Pues vusted se quede en casa. ¿Qué dize?

Que ha de quedarse, jGalantería estremada! ¡Que siempre tenga esta estrella por dondequiera que vaya!

Madre— Que es loco, y en que se rían de vsted su dinero gasta.

Blas— ¡Fauor al Rey, que le quitan el lustre de su jornada!

235

240

Madre-Blas-

Madre-Blas-

Madre-Blas-

Madre-Blas-

Madre-Blas-

[ f . 6 1 r ]

245

250

255

260

265

270 [f. 6h

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N R F H , X X X I V STULTIFERA ET FESTIVA NA VIS 721

Todos— j V a y a el loco! Blas— ¿ Q u é dirá 275

de mí la R e y n a de Francia? Alexo— ¡Señores, que m e d e s t r u y e n

si le enc i e r ran ! Q u e en m i casa le he sustentado dos meses, p o r q u e a b u e l t a de j o r n a d a 280 m e ha dicho que le h a n de hazer correg idor , y pensaua, con regalar le , ped i r le de a lguaz i l m a y o r l a v a r a .

Madre— ¿ Y con essa espectatiua 285 gastó su haz ienda a la jau la?

Alexo— ¡Miren que tengo l a agencia de los negocios de A r g a n d a !

Todos— ¡Vaya el loco! Madre— A o r a hazedles

el festejo que es vsanca. 290 V a l l a d o l i d por C a s t i l l a hable aquí en f o r m a de danga.

Canta vna-— E n V a l l a d o l i d viuió el rey F i l i p o T e r c e r o , y allí la R e y n a parió 295 v n h i j o t a n heredero como el día en que nació .

2— Este, entre otras perfecciones, t u u o v n a h i j a también, [ f . 62r ] que casa con m i l razones 300 en F r a n c i a , con no sé quién que c u r a de l a m p a r o n e s .

3— V a l l a d o l i d p o r m o m e n t o s dize que su M a g e s t a d c u m p l a los años p o r c ientos , 305 y pues que nació en c i u d a d , gaste muchos c u m p l i m i e n t o s .

4— Y o sé que su esposa v i e r a nuestra fiesta en b u e n balcón , a u n q u e en M a d r i d es tuu iera , 310 p o n i e n d o en el coragón de l R e y v n a v i d r i e r a .

Madre— Pues tras C a s t i l l a l a V i e j a , ¡afuera, que v a V i z c a y a !

Vna— J u r a s a D i o s , V i z c a y a s , 315 tienes al R e y m i s m o : ¿qué fiestas le harás?

Otra— ¡Asle v i z c a y n o !

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722 J A V I E R H U E R T A C A L V O N R F H , X X X I V

Vna— L a R e y n a de Francias v iene hermosa y l indas :

¿qué fiestas le harás? - Otra— ¡Hasle v i z cayna !

Vno— A o r a a nosotros nos toca el representar a F r a n c i a .

Vna— ¡A ló , mons iures ! ¡Alé , m a d a m a M a r í a Teresa , r e y n a de F r a n c i a !

Blas— A F r a n c i a me q u i e r o i r . Madre— N o puede passar la r a y a .

Blas— ¿Pues quién m e lo impide? Madre— E l r ío .

Blas— N o i m p i d e . ¡Pues qué i gnoranc ia ! Madre— Q u a n d o le d a n las manos

estas naciones, las i zqu ierdas le sobran

p a r a dos orbes. (Repiten) Otra— Si están dadas las manos

F r a n c i a y España, el río no d i u i d e ,

sino señala. [Repiten]

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[f . 62^

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