Éste libro relata la historia de un joven pastor andaluz
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Éste libro relata la historia de un joven pastor andaluz que un día dejó surebañodeovejasparaemprenderunviajeenelqueaprendióaescucharasucorazónydescifrarunlenguajequeestámásalládelaspalabras.
Nosrecuerdalaincapacidadquelaspersonastienenparaescogersupropiodestino.Noshablade la leyendapersonalquecadapersona tiene.Vivir laleyenda personal es la razón de vivir. Y cuando quieres algo, todo elUniversoconspiraparaquerealicestudeseo,tusueño.
Eljovenpastorviajaenbuscadesutesoroescondidosiguiendolasseñales.Diosescribióenelmundoelcaminoquecadahombredebeseguir.SólohayqueleerloqueÉlescribióparacadaunodenosotros.
ElAlquimistaescomparadoconotros librosconocidoscomoElPrincipitooJuan Salvador Gaviota. Con este viaje por las arenas del desierto, PauloCoelho crea un símbolo hermoso y revelador de la vida, el hombre y sussueños.
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PauloCoelho
Elalquimista*
ePubr1.2Piolin26.09.13
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Títulooriginal:OAlquimistaPauloCoelho,1988Traducidopor:AnaBelénCostasRetoquedeportada:Piolin
Editordigital:PiolinEditororiginal:FanhoeePubbaser1.0
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ParaJ.Alquimistaqueconoceyutiliza
lossecretosdelaGranObra
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Yendoellosporelcaminoentraronenciertopueblo.Yunamujer,llamadaMarta,loshospedóensucasa.Teníaellaunahermana,llamadaMaría,quesesentóalospiesdelSeñorypermanecióallíescuchandosusenseñanzas.Martaseagitabadeunladoaotro,ocupadaenmuchastareas.EntoncesseaproximóaJesúsyledijo:—¡Señor! ¿No te importa que yo esté sirviendo sola? ¡Ordena a mihermanaquevengaaayudarme!RespondioleelSeñor:—¡Marta,Marta!Andasinquietaytepreocupasconmuchascosas.María,encambio,escogiólamejorparte,yéstanoleseráarrebatada.
LUCAS,10,38-42
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PREFACIO
Es importante advertir queElAlquimista es un libro simbólico, a diferencia deElPeregrinodeCompostela(Diariodeunmago),quefueuntrabajodescriptivo.
DuranteonceañosdemividaestudiéAlquimia.La simple ideade transformarmetales en oro o de descubrir el Elixir de la Larga Vida ya era suficientementefascinantecomoparaatraeracualquieraque se iniciaraenMagia.ConfiesoqueelElixirdelaLargaVidameseducíamás,puesantesdeentenderysentirlapresenciadeDios,elpensamientodequetodoseacabaríaundíamedesesperaba.Demaneraque, al enterarme de la posibilidad de conseguir un líquido capaz de prolongarmuchosañosmiexistencia,resolvídedicarmeencuerpoyalmaasufabricación.
Eraunaépocadegrandescambiossociales(elcomienzodelosañossetenta)yenBrasilnoseencontrabanaúnpublicacionesseriassobreAlquimia.Aligualqueunodelospersonajesdellibro,comencéagastarelpocodineroqueteníaenlacompradelibros importados y dedicaba muchas horas diarias al estudio de su complicadasimbología. Intentéponermeencontactocondoso trespersonasenRíodeJaneiroquesededicabanseriamentealaGranObra,yrehusaronrecibirme.Conocítambiénamuchas otras que se decían alquimistas, poseían sus laboratorios y prometíanenseñarmelossecretosdelArteacambiodeverdaderasfortunas;hoymedoycuentadequeenrealidadnosabíannadadeloquepretendíanenseñarme.
A pesar de toda mi dedicación, los resultados eran absolutamente nulos. Nosucedía nada de lo que los manuales de Alquimia afirmaban en su complicadolenguaje.Eraunsinfíndesímbolos,dragones,leones,soles,lunasymercurios,yyosiempreteníalaimpresióndehallarmeenelcaminoequivocado,porqueellenguajesimbólico permite un gigantescomargen de error. En 1973, ya desesperado por lafaltadeprogresos,cometíunasupremairresponsabilidad.EnaquellaépocayoestabacontratadoporlaSecretaríadeEducacióndelMatoGrossoparadarclasesdeteatroendichoestado,ydecidíutilizaramisalumnosenlaboratorios teatralescuyotemaera laTablade laEsmeralda.Ésta actitud, unida a algunas incursionesmías en lasáreaspantanosasdelaMagia,hizoquealañosiguienteyopudierasentirenmipropiacarne la verdad del proverbio: «El que la hace la paga». Todo a mi alrededor sederrumbóporcompleto.
Pasé los siguientes seis años de mi vida en una actitud bastante escéptica enrelacióna todo loque tuviesequever conel áreamística.Eneste exilio espiritualaprendí muchas cosas importantes: que sólo aceptamos una verdad cuandopreviamente la negamosdesde el fondodel alma; quenodebemoshuir de nuestropropiodestino,yquelamanodeDiosesinfinitamentegenerosa,apesardeSurigor.
En 1981 conocíRAM,miMaestro, queme reconduciría al camino que estaba
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trazado para mí. Y mientras él me entrenaba en sus enseñanzas, volví a estudiarAlquimiaporcuentapropia.Ciertanoche,mientrasconversábamosdespuésdeunaextenuantesesióndetelepatía,preguntéporquéellenguajedelosalquimistaseratanvagoycomplicado.
—Existen tres tipos de alquimistas —dijo mi Maestro—. Aquéllos que sonimprecisos porque no saben de lo que están hablando; aquellos que lo son porquesabendeloqueestánhablando,perotambiénsabenqueellenguajedelaAlquimiaesunlenguajedirigidoalcorazónynoalarazón.
—¿Ycuáleseltercertipo?—pregunté.—AquéllosquejamásoyeronhablardeAlquimiaperoqueconsiguieron,através
desusvidas,descubrirlaPiedraFilosofal.Y de este modo, mi Maestro (que pertenecía al segundo tipo) decidió darme
clases de Alquimia. Descubrí entonces que el lenguaje simbólico que tanto meirritabaydesorientabaeralaúnicamaneradealcanzarelAlmadelMundo,oloqueJungllamóel«inconscientecolectivo».Descubrí laLeyendaPersonalylasSeñalesdeDios, verdades quemi raciocinio intelectual se negaba a aceptar a causa de susimplicidad.DescubríquealcanzarlaGranObranoestareadeunospocos,sinodetodos los seres humanos de la faz de la Tierra. Es evidente que la Gran Obra nosiempre viene bajo la forma de un huevo o de un frasco con líquido, pero todosnosotrospodemos—sinlugaradudas—sumergirnosenelAlmadelMundo.
Por eso El Alquimista es también un texto simbólico. En el decurso de suspáginas, además de transmitir todo lo que aprendí al respecto, procuro rendirhomenaje a grandes escritores que consiguieron alcanzar el Lenguaje Universal:Hemingway, Blake, Borges (que también utilizó la historia persa para uno de suscuentos)yMalbaTahan,entreotros.
ParacompletaresteextensoprefacioeilustrarloquemiMaestroqueríadecirconlodeltercertipodealquimistas,valelapenarecordarunahistoriaqueélmismomecontóensulaboratorio.
NuestraSeñora,conelNiñoJesúsensusbrazos,decidióbajaralaTierrayvisitarunmonasterio.Orgullosos,todoslossacerdotesformaronunalargafila,yunoaunoseacercabana laVirgenpara rendirlehomenaje.Unodeclamóbellospoemas,otromostró las iluminaciones que había realizado para la Biblia, un tercero recitó losnombres de todos los santos. Y así sucesivamente, monje tras monje, fueronvenerandoaNuestraSeñorayalNiñoJesús.
Enelúltimo lugarde la filahabíaunmonje,elmáshumildedelconvento,quenunca había aprendido los sabios textos de la época. Sus padres eran personashumildes,quetrabajabanenunviejocircodelosalrededores,ytodoloquelehabíanenseñadoeralanzarbolasalairehaciendoalgunosmalabarismos.
Cuandollegósuturno,losotrosmonjesquisieronponerfinaloshomenajes,pues
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el antiguo malabarista no tendría nada importante que decir o hacer y podíadesacreditar la imagen del convento. Pero en el fondo de su corazón, él tambiénsentíaunainmensanecesidaddedaralgodesíaJesúsylaVirgen.
Avergonzado, sintiendo sobre sí la mirada reprobatoria de sus hermanos, sacóalgunasnaranjasdesubolsaycomenzóatirarlasalairehaciendomalabarismos,queeraloúnicoquesabíahacer.
Fue en ese instante cuando el Niño Jesús sonrió y comenzó a aplaudir en elregazodeNuestraSeñora.YfuehaciaélaquienlaVirgenextendiólosbrazosparadejarlequesostuvieraunpocoalNiño.
ELAUTOR
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PRÓLOGO
ElAlquimistacogióunlibroquealguiendelacaravanahabíatraído.Elvolumennoteníatapas,peroconsiguióidentificarasuautor:OscarWilde.MientrashojeabasuspáginasencontróunahistoriasobreNarciso.
ElAlquimistaconocíalaleyendadeNarciso,unhermosojovenquetodoslosdíasibaacontemplarsupropiabellezaenun lago.Estaba tanfascinadoconsigomismoqueundíasecayódentrodellagoysemurióahogado.Enellugardondecayónacióunaflor,alaquellamaronnarciso.
PeronoeraasícomoOscarWildeacababalahistoria.Éldecíaque,cuandoNarcisomurió,llegaronlasOréades—diosasdelbosque—
yvieronel lago transformado,deun lagode aguadulcequeera, enuncántarodelágrimassaladas.
—¿Porquélloras?—lepreguntaronlasOréades.—LloroporNarciso—repusoellago.—¡Ah,nonosasombraquelloresporNarciso!—prosiguieronellas—.Alfinyal
cabo,apesardequenosotrassiemprecorríamostrasélporelbosque,túeraselúnicoqueteníalaoportunidaddecontemplardecercasubelleza.
—¿PeroNarcisoerabello?—preguntóellago.—¿Quiénsino túpodríasaberlo?—respondieron, sorprendidas, lasOréades—.
Endefinitiva,eraentusmárgenesdondeélseinclinabaparacontemplarsetodoslosdías.
Ellagopermanecióensilenciounosinstantes.Finalmentedijo:—YolloroporNarciso,peronuncamedicuentadequeNarcisofuerabello.—LloroporNarcisoporquecadavezqueélseinclinabasobremiorillayopodía
ver,enelfondodesusojos,reflejadamipropiabelleza.
—¡Québellahistoria!—dijoelAlquimista.
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PRIMERAPARTE
El muchacho se llamaba Santiago. Comenzaba a oscurecer cuando llegó con surebaño frente a una vieja iglesia abandonada. El techo se había derrumbado hacíamuchotiempoyunenormesicómorohabíacrecidoenellugarqueantesocupabalasacristía.
Decidiópasarallí lanoche.Hizoque todas lasovejasentrasenpor lapuertaenruinas y luego colocó algunas tablas de manera que no pudieran huir durante lanoche.Nohabíalobosenaquellaregión,perociertavezunasehabíaescapadoporlanocheyélsehabíapasadotodoeldíasiguientebuscandoalaovejaprófuga.
Extendiósuchaquetaenelsueloyseacostó,usandoellibroqueacababadeleercomoalmohada.Recordó,antesdedormir,queteníaquecomenzaraleerlibrosmásgruesos: se tardabamás en acabarlos y resultaban ser almohadasmás confortablesdurantelanoche.
Aúnestabaoscurocuandosedespertó.Miróhaciaarribayvioque lasestrellasbrillabanatravésdeltechosemiderruido.
«Hubieraqueridodormirunpocomás»,pensó.Habíatenidoelmismosueñoquelasemanapasadayotravezsehabíadespertadoantesdelfinal.
Se levantó y tomó un trago de vino. Después cogió el cayado y empezó adespertaralasovejasqueaúndormían.Sehabíadadocuentadeque,encuantoélsedespertaba,lamayorpartedelosanimalestambiénlohacía.Comosihubieraalgunamisteriosaenergíaqueunierasuvidaaladeaquellasovejasquedesdehacíadosañosrecorríanconéllatierra,enbuscadeaguayalimento.«Yasehanacostumbradotantoamíqueconocenmishorarios»,dijoenvozbaja.Reflexionóunmomentoypensóque también podía ser lo contrario: que fuera él quien se hubiese acostumbrado alhorariodelasovejas.
Algunasdeellas,noobstante,tardabanunpocomásenlevantarse;elmuchacholasdespertóunaporunaconsucayado,llamandoacadacualporsunombre.Siemprehabíacreídoquelasovejaserancapacesdeentenderloqueéllesdecía.Poresodevez en cuando les leía fragmentos de los libros que le habían impresionado, o leshablabadelasoledadydelaalegríadeunpastorenelcampo,olescomentabalasúltimasnovedadesqueveíaenlasciudadesporlasquesolíapasar.
Enlosdosúltimosdías,sinembargo,elasuntoquelepreocupabanohabíasidomásqueuno:lahijadelcomerciantequevivíaenlaciudadadondellegaríandentrode cuatro días. Sólo había estado allí una vez, el año anterior. El comerciante eradueño de una tienda de tejidos y le gustaba presenciar siempre el esquileo de lasovejasparaevitar falsificaciones.Unamigo lehabía indicado la tienda,yelpastorllevóallísusovejas.
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—Necesitovenderlana—ledijoalcomerciante.La tiendadelhombreestaba llena,yelcomercianterogóalpastorqueesperase
hastaelatardecer.Elmuchachosesentóenlaaceradeenfrentedelatiendaysacóunlibrodesuzurrón.
—No sabía que los pastores fueran capaces de leer libros —dijo una vozfemeninaasulado.
EraunajoventípicadelaregióndeAndalucía,consuscabellosnegrosylisosyunosojosquerecordabanvagamentealosantiguosconquistadoresmoros.
—Esporquelasovejasenseñanmásqueloslibros—respondióelmuchacho.Sequedaronconversandodurantemásdedoshoras.Ellalecontóqueerahijadel
comercianteylehablódelavidaenlaaldea,dondecadadíaeraigualqueelanterior.El pastor le habló de los campos deAndalucía y sobre las últimas novedades quehabía visto en las ciudades que había visitado. Estaba contento por no tener queconversarsiempreconlasovejas.
—¿Cómoaprendistealeer?—lepreguntólamozaenunmomentodado.—Comotodoelmundo—repusoelchico—.Yendoalaescuela.—¿Ysisabesleer,porquénoeresmásqueunpastor?Elmuchachodiounadisculpacualquieraparano responderaaquellapregunta.
Estabasegurodequelamuchachajamásloentendería.Siguiócontandosushistoriasdeviaje,ylosojillosmorosseabríanysecerrabandeespantoysorpresa.Amedidaquetranscurríaeltiempo,elmuchachocomenzóadesearqueaqueldíanoseacabasenunca,queelpadredelajovensiguieraocupadodurantemuchotiempoylemandaseesperar tresdías.Sediocuentadequeestabasintiendoalgoquenuncaanteshabíasentido:lasganasdequedarseavivirenunaciudadparasiempre.Conlaniñadeloscabellosnegros,losdíasnuncaseríaniguales.
Peroelcomerciantefinalmentellegóylemandóesquilarcuatroovejas.Despuéslepagóloestipuladoylepidióquevolvieraalañosiguiente.
Ahora faltaban apenas cuatro días para llegar nuevamente a la misma aldea.Estabaexcitadoyalmismotiemposesentíainseguro;talvezlachicayalohubieraolvidado.Porallípasabanmuchospastoresparavenderlana.
—No importa—dijo elmuchacho a sus ovejas—.Yo también conozco a otraschicasenotrasciudades.
Peroenelfondodesucorazón,sabíaquesíimportaba.Yquetantolospastores,como losmarineros, como los viajantes de comercio siempre conocían una ciudaddondehabíaalguiencapazdehacerlesolvidarlaalegríadeviajarlibresporelmundo.
Comenzóarayareldíayelpastorcolocóalasovejasendirecciónalsol.«Ellasnuncanecesitan tomarunadecisión—pensó—.Quizáporesopermanecensiempretancercademí».Laúnicanecesidadquelasovejassentíaneraladelaguayladela
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comida. Mientras el muchacho conociese los mejores pastos de Andalucía, ellascontinuarían siendo sus amigas. Aunque los días fueran todos iguales, con largashoras arrastrándose entre el nacimiento y la puesta del sol; aunque jamás hubieranleídounsololibroensuscortasvidasynoconocieranlalenguadeloshombresquecontabanlasnovedadesenlasaldeas,ellasestabancontentasconsualimento,yesobastaba. A cambio, ofrecían generosamente su lana, su compañía y —de vez encuando—sucarne.
«Sihoymevolvieraunmonstruoydecidiesematarlas,unaporuna,ellassólosedarían cuenta cuando casi todo el rebaño hubiese sido exterminado —pensó elmuchacho—.Porqueconfíanenmíyseolvidarondeconfiarensupropio instinto.Sóloporquelasllevohastaelaguaylacomida».
Elmuchachocomenzóaextrañarsedesuspropiospensamientos.Quizálaiglesia,conaquelsicómorocreciendodentro,estuvieseembrujada.Habíahechoquesoñaseel mismo sueño por segunda vez, y le estaba provocando una sensación de rabiacontrasuscompañeras,siempretanfieles.Bebióunnuevotragodelvinoquelehabíasobradodelacenalanocheanterioryapretócontraelcuerposuchaqueta.Sabíaquedentrodeunashoras,conelsolalto,elcalorseríatanfuertequenopodríaconduciralasovejasporelcampo.EralahoraenquetodaEspañadormíaenverano.Elcalorseprolongaba hasta la noche y durante todo ese tiempo él tenía que cargar con lachaqueta.Noobstante,cuandopensabaenquejarsedesupeso,siempreseacordabadequegraciasaellanohabíasentidofríoporlamañana.
«Tenemosqueestarsiemprepreparadosparalassorpresasdel tiempo»,pensabaentonces,ysesentíaagradecidoporelpesodelachaqueta.
Lachaquetateníaunafinalidad,yelmuchachotambién.Endosañosderecorridopor las planicies deAndalucía ya se conocía dememoria todas las ciudades de laregión,yéstaeralagranrazóndesuvida:viajar.Estabapensandoenexplicarestavezalachicaporquéunsimplepastorsabeleer:habíaestadohastalosdieciséisañosenun seminario.Suspadresqueríanqueél fuese cura,motivodeorgulloparaunasimplefamiliacampesinaqueapenastrabajabaparaconseguircomidayagua,comosusovejas.Estudiólatín,españolyteología.Perodesdeniñosoñabaconconocerelmundo,yestoeramuchomás importantequeconoceraDiosy lospecadosde loshombres. Cierta tarde, al visitar a su familia, se había armado de valor y le habíadichoasupadrequenoqueríasercura.Queríaviajar.
—Hombresdetodoelmundoyapasaronporestaaldea,hijo—dijosupadre—.Vienenenbuscadecosasnuevas,perocontinúan siendo lasmismaspersonas.Vanhasta la colina para conocer el castillo y opinan que el pasado era mejor que elpresente.Puedentenerloscabellosrubiosolapieloscura,perosonigualesqueloshombresdenuestraaldea.
—Peroyonoconozcoloscastillosdelastierrasdedondeellosvienen—replicó
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elmuchacho.—Ésoshombres,cuandoconocennuestroscamposynuestrasmujeres,dicenque
lesgustaríavivirsiempreaquí—continuóelpadre.—Quiero conocer a lasmujeres y las tierras de donde ellos vinieron—dijo el
chico—,porqueellosnuncasequedanporaquí.—Los hombres traen el bolsillo lleno de dinero —insistió el padre—. Entre
nosotros,sólolospastoresviajan.—Entoncesserépastor.El padre no dijo nadamás.Al día siguiente le dio una bolsa con tres antiguas
monedasdeoroespañolas.—Lasencontréundíaenelcampo.IbanasertudoteparalaIglesia.Compratu
rebaño y recorre el mundo hasta que aprendas que nuestro castillo es el másimportanteyquenuestrasmujeressonlasmásbellas.
Ylobendijo.Enlosojosdelpadreélleyótambiéneldeseoderecorrerelmundo.Un deseo que aún persistía, a pesar de las decenas de años que había intentadosepultarloconagua,comida,yelmismolugarparadormirtodaslasnoches.
Elhorizonte se tiñóde rojo,ydespuésaparecióel sol.Elmuchacho recordó laconversaciónconelpadreysesintióalegre;yahabíaconocidomuchoscastillosyamuchasmujeres(aunqueningunacomoaquellaqueloesperabadentrodedosdías).Teníaunachaqueta,unlibroquepodíacambiarporotroyunrebañodeovejas.Lomás importante, sin embargo, era que cada día realizaba el gran sueñode su vida:viajar. Cuando se cansara de los campos de Andalucía podía vender sus ovejas yhacersemarinero.Cuandosecansaradelmaryahabríaconocidomuchasciudades,amuchasmujeresymuchasoportunidadesdeserfeliz.
«NoentiendocómobuscanaDiosenelseminario»,pensómientrasmirabaelsolque nacía. Siempre que le era posible buscaba un camino diferente para recorrer.Nuncahabíaestadoenaquellaiglesiaantes,apesardehaberpasadotantasvecesporallí.Elmundoeragrandeeinagotable,ysiéldejaraquelasovejasleguiaranapenasunpoquito,ibaaterminardescubriendomáscosasinteresantes.«Elproblemaesqueellasnosedancuentadequeestánhaciendocaminosnuevoscadadía.Nopercibenque los pastos cambian, que las estaciones son diferentes, porque sólo estánpreocupadasporelaguaylacomida.Quizásucedalomismocontodosnosotros—pensóelpastor—.Hastaconmigo,quenopiensoenotrasmujeresdesdequeconocíalahijadelcomerciante».
Miróalcieloycalculóque llegaríaaTarifaantesde lahoradelalmuerzo.Allípodríacambiarsulibroporotromásvoluminoso,llenarlabotadevinoyafeitarseycortarseelpelo;teníaqueestarbienparasuencuentroconlachicaynoqueríapensarenlaposibilidaddequeotropastorhubierallegadoantesqueél,conmásovejas,parapedirsumano.
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«Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida seainteresante», reflexionó mientras miraba de nuevo el cielo y apretaba el paso.AcababadeacordarsedequeenTarifavivíaunaviejacapazdeinterpretarlossueños.Yélhabíatenidounsueñorepetidoaquellanoche.
Laviejacondujoalmuchachohastauncuartoenelfondodelacasa,separadodelasalaporunacortinahechacontirasdeplásticodevarioscolores.Dentrohabíaunamesa,unaimagendelSagradoCorazóndeJesúsydossillas.
Laviejasesentóy lepidióaélquehiciese lomismo.Después lecogióambasmanosyempezóarezarenvozbaja.
Parecíaunrezogitano.Elmuchachoyahabíaencontradoamuchosgitanosporelcamino;losgitanosviajabany,sinembargo,nocuidabanovejas.Lagentedecíaquesuvidasebasabaenengañaralosdemás;tambiéndecíanqueteníanunpactoconlosdemonios, y que raptaban criaturas para tenerlas como esclavas en susmisteriososcampamentos.Depequeñosiemprehabíatenidomuchomiedodequeloraptaranlosgitanos,yesetemorantiguoreviviómientraslaviejalesujetabalasmanos.
«Pero tiene la imagen del Sagrado Corazón de Jesús», pensó procurandocalmarse. No quería que sus manos empezaran a temblar y la vieja percibiese sumiedo.Rezóunpadrenuestroensilencio.
—Quéinteresante—dijolaviejasinapartarlosojosdelamanodelmuchacho.Yvolvióaguardarsilencio.
Elchicoseestabaponiendonervioso.Sinpoderimpedirlo,susmanosempezaronatemblar,ylaviejasediocuenta.Éllasretirórápidamente.
—Nohevenidoaquíparaquemeleanlasmanos—dijo,yaarrepentidodehaberentradoenaquellacasa.
Pensó por unmomento que eramejor pagar la consulta e irse de allí sin sabernada.Leestabadandodemasiadaimportanciaaunsueñorepetido.
—Túhasvenidoasaberdesueños—respondió lavieja—.Y lossueñossonellenguaje deDios. CuandoÉl habla el lenguaje delmundo, yo puedo interpretarlo.Perosihablaellenguajedetualma,sólotúpodrásentenderlo.Yyotevoyacobrarlaconsultadecualquiermanera.
«Otro truco», pensó elmuchacho. Sin embargo, decidió arriesgarse. Un pastorcorresiempreelriesgodeloslobosodelasequía,yesoesloquehacequeeloficiodepastorseamásexcitante.
—Tuveelmismosueñodosvecesseguidas—explicó—.Soñéqueestabaenunpradoconmisovejascuandoaparecíaunniñoyempezabaajugarconlosanimales.Nomegustaquemolestenamisovejas,porqueseasustandelosextraños.Perolosniñossiempreconsiguentocaralosanimalessinqueellosseasusten.Noséporqué.Nosécómopuedensaberlosanimaleslaedaddelossereshumanos.
—Vuelvea tu sueño—ordenó lavieja—.Tengounaollaenel fuego.Además,
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tienespocodineroynopuedescomprartodomitiempo.—El niño seguía jugando con las ovejas durante algún tiempo —continuó el
muchacho, un poco presionado—y de repenteme cogía de lamano yme llevabahastalasPirámidesdeEgipto.
El chicoesperóunpocoparaver si lavieja sabía loqueeran lasPirámidesdeEgipto.Perolaviejacontinuócallada.
—Entonces, en las Pirámides de Egipto—pronunció las tres últimas palabraslentamente,paraquelaviejapudieraentenderbien—,elniñomedecía:«Sivieneshasta aquí encontrarás un tesoro escondido». Y cuando iba a mostrarme el lugarexacto,medesperté.Lasdosveces.
Laviejacontinuóen silenciodurantealgún tiempo.Despuésvolvióacoger lasmanosdelmuchachoyaestudiarlasatentamente.
—Novoyacobrartenadaahora—dijolavieja—.Peroquierounadécimapartedeltesorosiloencuentras.
Elmuchachoriofeliz.¡Ibaaahorrarseelpocodineroqueteníagraciasaunsueñoquehablabadetesorosescondidos!Laviejadebíadeserrealmentegitana,porquelosgitanosteníanfamadeserunpocotontos.
—Entoncesinterpreteelsueño—lepidió.—Antes,jura.Júramequemevasadarladécimapartedetutesoroacambiode
loquevoyadecirte.Elchicojuró.Laviejalepidióquerepitieraeljuramentomirandolaimagendel
SagradoCorazóndeJesús.—Es un sueño del Lenguaje del Mundo —dijo ella—. Puedo interpretarlo,
aunque esuna interpretaciónmuydifícil.Por eso creoquemerezcomiparte en tuhallazgo.Heaquílainterpretación:tienesqueirhastalasPirámidesdeEgipto.Nuncaoí hablar de ellas, pero si fue un niño el que te lasmostró es porque existen.Allíencontrarásuntesoroqueteharárico.
El muchacho se quedó sorprendido y después irritado. No necesitaba haberbuscadoalaviejaparaesto.Finalmenterecordóquenoibaapagarnada.
—Paraestononecesitabahaberperdidomitiempo—dijo.—Poresotedijequetusueñoeradifícil.Lascosassimplessonlasmásextraordinarias,ysólolossabiosconsiguenverlas.Puestoqueyonosoysabia,tengoqueconocerotrasartes,comolalecturadelasmanos.
—¿YcómovoyallegarhastaEgipto?—Yosólointerpretosueños.Nosétransformarlosenrealidad.Poresotengoque
vivirdeloquemishijasmedan.—¿YsinollegohastaEgipto?—Mequedosincobrar.Noseríalaprimeravez.Ylaviejanodijonadamás.Lepidióalmuchachoquesefuera,porqueyahabía
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perdidomuchotiempoconél.Elmuchachosaliódecepcionadoyconvencidodequenocreeríanuncamásen
sueños.Seacordódequeteníavariascosasquehacer:fuealcolmadoacompraralgodecomida,cambiósulibroporotromásgruesoysesentóenunbancodelaplazaparasaborearelnuevovinoquehabíacomprado.Eraundíacalurosoyelvino,porunodeestosmisteriosinsondables,conseguíarefrescarunpocosucuerpo.Lasovejasestabanalaentradadelaciudad,enelestablodeunnuevoamigosuyo.Conocíaamucha gente por aquellas zonas, y por eso le gustaba viajar. Uno siempre acabahaciendoamigosnuevosynoesnecesarioquedarse conellosdía trasdía.Cuandovemos siempre a lasmismas personas (y esto pasaba en el seminario) terminamoshaciendoquepasenaformarpartedenuestrasvidas.Ycomoellasformanpartedenuestrasvidas,pasantambiénaquerermodificarnuestrasvidas.Ysinosomoscomoellasesperanqueseamos,semolestan.Porquetodaslaspersonassabenexactamentecómodebemosvivirnuestravida.
Ynuncatienenideadecómodebenvivirsuspropiasvidas.Comolamujerdelossueños,quenosabíatransformarlosenrealidad.
Decidióesperaraqueelsolestuvieraunpocomásbajoantesdeseguirconsusovejasendirecciónalcampo.Dentrodetresdíasestaríaconlahijadelcomerciante.
EmpezóaleerellibroquelehabíaproporcionadoelcuradeTarifa.Eraunlibrovoluminoso, que hablaba de un entierro ya desde la primera página. Además, losnombresdelospersonajeserancomplicadísimos.Pensóquesialgúndíaélescribíaun libroharíaaparecera lospersonajesdeformasucesiva,paraque los lectoresnotuviesentantotrabajoenrecordarnombres.
Cuando consiguió concentrarse un poco en la lectura —y era buena, porquehablabadeunentierroenlanieve,loqueletransmitíaunasensacióndefríodebajodeaquelinmensosol—,unviejosesentóasuladoyempezóabuscarconversación.
—¿Quéestánhaciendo?—preguntóelviejoseñalandoalaspersonasenlaplaza.—Estántrabajando—repusoelmuchachosecamente,yvolvióafingirqueestaba
concentradoenlalectura.Enrealidadestabapensandoenesquilarlasovejasdelantede la hija del comerciante, para que ella viera que era capaz de hacer cosasinteresantes.Yahabíaimaginadoestaescenaunainfinidaddeveces:entodasellas,lachicaquedabadeslumbradacuandoélempezabaaexplicarlequelasovejassedebenesquilardesdeatráshaciaadelante.También intentabaacordarsedealgunasbuenashistoriasparacontarlemientrasesquilabalasovejas.Casitodaslashistoriaslashabíaleídoenloslibros,perolascontaríacomosi lashubieravividopersonalmente.Ellanuncasedaríacuentaporquenosabíaleerlibros.
Elviejo,sinembargo,insistió.Explicóqueestabacansado,consed,ylepidióuntragodevino.Elmuchacholeofreciósubotella;quizáasísecallaría.
Pero el viejo quería conversación a toda costa. Le preguntó qué libro estaba
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leyendo. Él pensó en ser descortés y cambiarse de banco, pero su padre le habíaenseñadoarespetaralosancianos.Entoncesofrecióellibroalviejopordosrazones:laprimera,porquenosabíapronunciarel título;ylasegunda,porquesielviejonosabíaleer,seríaélquiensecambiaríadebancoparanosentirsehumillado.
—Humm…—dijo el viejo inspeccionando el volumen por todos los costados,comosifueseunobjetoextraño—.Esunlibroimportante,peromuyaburrido.
Elmuchachosequedósorprendido.Elviejosabíaleer,yademásyahabíaleídoaquel libro.Y si era aburrido, como él decía, aún tendría tiempode cambiarlo porotro.
—Esunlibroquehabladeloquehablancasitodosloslibros—continuóelviejo—. De la incapacidad que las personas tienen para escoger su propio destino. Yterminahaciendoquetodoelmundocrealamayormentiradelmundo.
—¿Cuáleslamayormentiradelmundo?—indagó,sorprendido,elmuchacho.—Esésta:enundeterminadomomentodenuestraexistencia,perdemoselcontrol
de nuestras vidas, y éstas pasan a ser gobernadas por el destino. Ésta es lamayormentiradelmundo.
—Conmigonosucediótalcosa—replicóelmuchacho—.Queríanqueyofuesecura,peroyodecidíserpastor.
—Asíesmejor—dijoelviejo—,porquetegustaviajar.«Ha adivinado mi pensamiento», reflexionó el chico. El viejo, mientras tanto,
hojeabaelgruesolibrosinlamenorintencióndedevolvérselo.Elmuchachoobservóquevestíaunaropaextraña;parecíaunárabe,locualnoerararoenaquellaregión.ÁfricaquedabaapocashorasdeTarifa;sólohabíaquecruzarelpequeñoestrechoenunbarco.Muchasvecesaparecíanárabesenlaciudad,haciendocomprasyrezandooracionesextrañasvariasvecesaldía.
—¿Dedóndeesusted?—preguntó.—Demuchaspartes.—Nadiepuedeserdemuchaspartes—dijoelmuchacho—.Yosoyunpastory
estoy en muchas partes, pero soy de un único lugar, de una ciudad cercana a uncastilloantiguo.Allífuedondenací.
—EntoncespodemosdecirqueyonacíenSalem.Elmuchacho no sabía dónde estaba Salem, pero no quiso preguntarlo para no
sentirse humillado con la propia ignorancia. Permaneció un rato contemplando laplaza.Laspersonasibanyvenían,yparecíanmuyocupadas.
—¿CómoestáSalem?—preguntóbuscandoalgunapista.—Comosiempre.Estonoeraningunapista.PerosabíaqueSalemnoestabaenAndalucía,sinoél
yalahabríaconocido.—¿YquéhaceustedenSalem?—insistió.
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—¿QuequéesloquehagoenSalem?—Elviejoporprimeravezsoltóunabuenacarcajada—.¡Vamos!¡YosoyelreydeSalem!
Lagentedicemuchascosasraras,pensóelmuchacho.Avecesesmejorestarconlasovejas,quesoncalladasyselimitanabuscaralimentoyagua.Oesmejorestarconloslibros,quecuentanhistoriasfantásticassiempreenlosmomentosenqueunoquiereoírlas.Perocuandounohablaconpersonas,éstasdicenciertascosasquenosdejansinsabercómocontinuarlaconversación.
—MinombreesMelquisedec—dijoelviejo—.¿Cuántasovejastienes?—Las suficientes—respondió el muchacho. El viejo empezaba a querer saber
demasiadosobresuvida.—Entoncesestamosanteunproblema.Nopuedoayudartemientrastúconsideres
quetieneslasovejassuficientes.Elmuchacho se irritó.Nohabíapedido ayuda.Era el viejoquienhabíapedido
vino,conversaciónyellibro.—Devuélvame el libro —dijo—. Tengo que ir a buscar mis ovejas y seguir
adelante.—Dame la décima parte de tus ovejas—propuso el viejo—, y yo te enseñaré
cómollegarhastaeltesoroescondido.Elchicovolvióaacordarseentoncesdelsueñoyderepenteloviotodoclaro.La
vieja no le había cobrado nada pero el viejo—que quizá fuese sumarido— iba aconseguirarrancarlemuchomásdineroacambiodeunainformacióninexistente.Elviejodebíadesergitanotambién.
Antes de que el muchacho dijese nada, el viejo se inclinó, cogió una rama ycomenzóaescribirenlaarenadelaplaza.Cuandoseinclinaba,algoseviobrillarensupecho,conunaintensidadtalquecasicegóalmuchacho.Peroenunmovimientoexcesivamenterápidoparaalguiendesuedad,volvióacubrirelbrilloconelmanto.Losojosdelmuchachorecobraronsunormalidadypudover loqueelviejoestabaescribiendo.
Enlaarenadelaplazaprincipaldeaquellapequeñaciudad,leyóelnombredesupadreydesumadre.Leyólahistoriadesuvidahastaaquelmomento,losjuegosdesuinfancia,lasnochesfríasdelseminario.Leyóelnombredelahijadelcomerciante,queignoraba.Leyócosasquejamáshabíacontadoanadie,comoeldíaenquerobóelarmadesupadreparamatarvenados,osuprimeraysolitariaexperienciasexual.
«SoyelreydeSalem»,habíadichoelviejo.—¿Por qué un rey conversa con un pastor? —preguntó el muchacho,
avergonzadoyadmiradísimo.—Existen varias razones. Pero la más importante es que tú has sido capaz de
cumplirtuLeyendaPersonal.ElmuchachonosabíaquéeraesodelaLeyendaPersonal.
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—Esaquelloquesiempredeseastehacer.Todaslaspersonas,alcomienzodesujuventud,sabencuálessuLeyendaPersonal.Enesemomentodelavidatodoseveclaro,todoesposible,yellasnotienenmiedodesoñarydeseartodoaquelloquelesgustaría hacer en sus vidas.No obstante, amedida que el tiempo va pasando, unamisteriosa fuerza trata de convencerlas de que es imposible realizar la LeyendaPersonal.
Loqueelviejoestabadiciendonoteníamuchosentidoparaelmuchacho.Peroélqueríasaberquéeranesas«fuerzasmisteriosas»;lahijadelcomerciantesequedaríaboquiabiertaconesto.
—Son fuerzas que parecen malas, pero en verdad te están enseñando cómorealizar tu Leyenda Personal. Están preparando tu espíritu y tu voluntad, porqueexisteunagranverdadenesteplaneta;seasquienseasohagasloquehagas,cuandodeseasconfirmezaalgunacosa,esporqueestedeseonacióenelalmadelUniverso.EstumisiónenlaTierra.
—¿Aunquesóloseaviajar?¿Ocasarseconlahijadeuncomerciantedetejidos?—O buscar un tesoro. ElAlma delMundo se alimenta con la felicidad de las
personas.Oconlainfelicidad,laenvidia,loscelos.CumplirsuLeyendaPersonaleslaúnicaobligaciónde loshombres.Todoesuna solacosa.Ycuandoquieresalgo,todoelUniversoconspiraparaquerealicestudeseo.
Durante algún tiempo permanecieron silenciosos, contemplando la plaza y lagente.Fueelviejoquienhablóprimero.
—¿Porquécuidasovejas?—Porquemegustaviajar.El viejo señaló a un vendedor de palomitas de maíz que, con su carrito rojo,
estabaenunrincóndelaplaza.—Aquélvendedor tambiéndeseóviajar cuandoeraniño;peroprefiriócomprar
un carrito para vender sus palomitas y así juntar dinero durante años. Cuando seaviejo, piensapasar unmes enÁfrica. Jamás entendióque la gente siempre está encondicionesderealizarloquesueña.
—Deberíahaberelegidoserpastor—pensóenvozaltaelmuchacho.—Lopensó—dijoelviejo—.Perolosvendedoresdepalomitasdemaízsonmás
importantesquelospastores.Tienenunacasa,mientrasquelospastoresduermenalaintemperie. Las personas prefieren casar a sus hijas con vendedores de palomitasantesqueconpastores.
El muchacho sintió una punzada en el corazón al recordar a la hija delcomerciante.Ensuciudaddebíadehaberalgúnvendedordepalomitas.
—En fin, que lo que las personas piensan sobre vendedores de palomitas ypastorespasaasermásimportanteparaellasquelaLeyendaPersonal.Elviejohojeóellibroysedistrajoleyendounapágina.Elchicoesperóunpocoylointerrumpióde
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lamismamaneraqueéllohabíainterrumpido.—¿Porquéhabladetodoestoconmigo?—PorquetúintentasvivirtuLeyendaPersonal.Yestásapuntodedesistirdeella.—¿Yustedaparecesiempreenestosmomentos?—Nosiempredeestaforma,perojamásdejédeaparecer.Avecesaparezcobajo
laformadeunabuenasalida,deunabuenaidea.Otrasveces,enunmomentocrucial,hagoquetodosevuelvamásfácil.Ycosasasí.Perolamayorpartedelagentenosedacuenta.
El viejo le contó que la semana pasada había tenido que aparecer ante ungarimpeiro (buscador de oro y piedras preciosas) bajo la forma de una piedra. Elgarimpeiro lo había dejado todopara partir enbuscade esmeraldas.Durante cincoañostrabajóenunrío,yhabíapartido999999piedrasenbuscadeunaesmeralda.Enesemomentoelgarimpeiropensóendesistir,ysólolefaltabaunapiedra,solamenteUNA PIEDRA, para descubrir su esmeralda. Como era un hombre que habíaapostadoporsuLeyendaPersonal,elviejodecidióintervenir.Setransformóenunapiedra,querodósobreelpiedelgarimpeiro.Éste,conlarabiaylafrustracióndeloscincoañosperdidos,arrojólapiedralejos.Perolaarrojócontantafuerzaquechocócontraotrayserompió,mostrandolaesmeraldamásbelladelmundo.
—Laspersonasaprendenmuyprontosurazóndevivir—dijoelviejoconciertaamarguraenlosojos—.Quizátambiénseaporesoquedesistentanpronto.Peroasíeselmundo.
Entonceselmuchachoseacordódequelaconversaciónhabíaempezadoconeltesoroescondido.
—Lostesorossonlevantadosdelatierraporlostorrentesdeagua,yenterradostambiénporellos—prosiguióelviejo—.Siquieressabersobretutesoro,tendrásquecedermeladécimapartedetusovejas.
—¿Ynosirveunadécimapartedeltesoro?Elviejosedecepcionó.—Si empiezas por prometer lo que aún no tienes, perderás tu voluntad para
conseguirlo.Elmuchacholecontóquehabíaprometidounapartealagitana.—Los gitanos son muy listos —dijo el viejo con un suspiro—. De cualquier
manera,esbuenoqueaprendasquetodoenlavidatieneunprecio.YestoesloquelosGuerrerosdelaLuzintentanenseñar.
Elviejoledevolvióellibro.—Mañana,aestamismahora,metraesaquíunadécimapartedetusovejas.Yyo
teenseñarécómoconseguireltesoroescondido.Buenastardes.Ydesaparecióporunadelasesquinasdelaplaza.El muchacho intentó leer el libro, pero ya no consiguió concentrarse. Estaba
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agitadoytenso,porquesabíaqueelviejodecíalaverdad.Sefuehastaelvendedorylecompróunabolsadepalomitas,mientrasmeditabasidebíaonocontarleloquelehabíadichoelviejo.«Avecesesmejordejarlascosascomoestán»,pensóelchico,yno dijo nada. Si se lo contaba, el vendedor se pasaría tres días pensando enabandonarlo todo, pero estaba muy acostumbrado a su carrito. Podía evitarle esesufrimiento.
Comenzóa caminar sin rumbopor la ciudad,y llegóhasta elpuerto.Habíaunpequeño edificio, y en él una ventanilla donde la gente compraba pasajes. EgiptoestabaenÁfrica.
—¿Quieresalgo?—preguntóelhombredelaventanilla.—Quizá mañana —contestó el chico alejándose. Sólo con vender una oveja
podríacruzarhastaelotroladodelestrecho.Eraunaideaqueleespantaba.—Otro soñador —dijo el hombre de la ventanilla a su ayudante, mientras el
muchachosealejaba—.Notienedineroparaviajar.Cuandoestabaen laventanillaelmuchachosehabíaacordadodesusovejas,y
sintiómiedodevolverjuntoaellas.Habíapasadodosañosaprendiéndolotodosobreel arte del pastoreo: sabía esquilar, cuidar a las ovejas preñadas, protegerlas de loslobos.Conocía todos loscamposypastosdeAndalucía.Conocíaelprecio justodecompraryvendercadaunodesusanimales.
Decidió volver al establo de su amigo por el camino más largo. La ciudadtambiénteníauncastillo,ydecidiósubirlarampadepiedraysentarseenunadesusmurallas.DesdeallíarribasepodíaverÁfrica.Alguienlehabíaexplicadoenciertaocasiónqueporallí llegaron losmorosqueocuparondurante tantosañoscasi todaEspaña. Y elmuchacho detestaba a losmoros. Además, habían sido ellos los quetrajeronalosgitanos.
Desdeallípodíaver tambiéncasi todalaciudad, inclusivelaplazadondehabíaconversadoconelviejo.
«Malditasealahoraenqueencontréaeseviejo»,pensó.Habíaidosolamenteabuscar a una mujer que interpretase sueños. Ni la mujer ni el viejo concedíanimportancia al hecho de que él era un pastor. Eran personas solitarias, que ya noconfiabanenlavida,ynoentendíanquelospastoresterminaranaficionándoseasusovejas.Élconocíalosdetallesdecadaunadeellas:sabíacuálcojeaba,cuáltendríacría dentro de dos meses, y cuáles eran las más perezosas. Sabía también cómoesquilarlasycómomatarlas.Sisedecidieraapartir,ellassufrirían.
Comenzóasoplarelviento.Élconocíaaquelviento:lagentelollamabaLevante,porqueconélllegarontambiénlashordasdeinfieles.HastaqueconocióTarifanuncahabía imaginado que África estuviera tan cerca. Eso suponía un gran peligro: losmorospodíaninvadirnosnuevamente.
El Levante comenzó a soplarmás fuerte. «Estoy entre las ovejas y el tesoro»,
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pensaba el muchacho. Tenía que decidirse entre una cosa a la que se habíaacostumbrado y una cosa que le gustaría tener. Estaba también la hija delcomerciante,peroellanoeratanimportantecomolasovejas,porquenodependíadeél.Hastaeraposiblequeniseacordaradeél.Tuvolaseguridaddequesinoaparecíadentrodedosdías,lachicanisiquieralonotaría;paraellatodoslosdíaseranigualesycuandotodoslosdíasparecenigualesesporquelaspersonashandejadodepercibirlascosasbuenasqueaparecenensusvidassiemprequeelsolcruzaelcielo.
«Yo abandoné a mi padre, a mi madre y el castillo de mi ciudad. Ellos seacostumbraron y yo me acostumbré. Las ovejas también se acostumbrarán a miausencia»,pensóelmuchacho.
Desde allá arriba contempló la plaza. El vendedor de palomitas continuabavendiendosuspapelinas.Unajovenparejasesentóenelbancodondeélhabíaestadoconversandoconelviejoysediounlargobeso.
«Elvendedordepalomitas»,dijoparasísincompletarlafrase.PorqueelLevantehabía comenzado a soplar conmás fuerza y él se quedó sintiendo el viento en elrostro.Elvientotraíaalosmoros,esverdad,perotambiéntraíaelolordeldesiertoydelasmujerescubiertasconvelo.Traíaelsudorylossueñosdeloshombresqueundíahabíanpartidoenbuscadelodesconocido,deoro,deaventuras…ydepirámides.Elmuchacho comenzó a envidiar la libertad del viento, y percibió que podría sercomoél.Nadaseloimpedía,exceptoélmismo.Lasovejas,lahijadelcomerciante,loscamposdeAndalucíanoeranmásquelospasosdesuLeyendaPersonal.
Al día siguiente, el muchacho se encontró con el viejo a mediodía. Traía seisovejasconsigo.
—Estoysorprendido—exclamó—.Miamigocompróinmediatamentelasovejas.Dijoquetodasuvidahabíasoñadoconserpastor,yqueaquelloeraunabuenaseñal.
—Siempreesasí—dijoelviejo—.LollamamoselPrincipioFavorable.Sijuegasa las cartas por primera vez, verás que casi con seguridad ganas. Es la suerte delprincipiante.
—¿Yporqué?—PorquelavidaquierequevivastuLeyendaPersonal.Después comenzó a examinar las seis ovejas y descubrió que una de ellas
cojeaba. El muchacho le explicó que no tenía importancia porque era la másinteligenteyproducíabastantelana.
—¿Dóndeestáeltesoro?—preguntó.—EltesoroestáenEgipto,cercadelasPirámides.El muchacho se asustó. La vieja le había dicho lo mismo, pero no le había
cobradonada.—Parallegarhastaéltendrásqueseguirlasseñales.Diosescribióenelmundoel
caminoquecadahombredebeseguir.SólohayqueleerloqueÉlescribióparati.
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Antesdequeelmuchachodijeranada,unamariposacomenzóarevolotearentreélyelviejo.Seacordódesuabuelo:cuandoerapequeño,suabuelolehabíadichoque lasmariposas son señal de buena suerte. Como los grillos, lasmariquitas, laslagartijasylostrébolesdecuatrohojas.
—Esoes—dijoelviejo,queeracapazdeleersuspensamientos—.Exactamentecomotuabueloteenseñó.Éstassonlasseñales.
Después el viejo abrió elmantoque le cubría el pecho.Elmuchacho sequedóimpresionadoconloquevio,yrecordóelbrilloquehabíadetectadoeldíaanterior.Elviejollevabaunpectoraldeoromacizo,cubiertodepiedraspreciosas.
Erarealmenteunrey.Debíadeirdisfrazadoasíparahuirdelosasaltantes.—Toma—dijoelviejosacandounapiedrablancayunapiedranegraquellevaba
prendidas en el centro del pectoral de oro—. Se llamanUrim y Tumim. La negraquieredecir«sí»ylablancaquieredecir«no».Cuandotengasdificultadparapercibirlas señales, te serán de utilidad. Hazles siempre una pregunta objetiva, pero engeneralprocuratomartúlasdecisiones.EltesoroestáenlasPirámidesyestotúyalosabías;perotuvistequepagarseisovejasporqueyoteayudéatomarunadecisión.
Elmuchachoseguardólaspiedrasenelzurrón.Deahoraenadelante,tomaríasuspropiasdecisiones.
—No te olvides de que todo es una sola cosa.Y, sobre todo, no te olvides dellegarhastaelfindetuLeyendaPersonal.
»Antes,sinembargo,megustaríacontarteunapequeñahistoria:»Ciertomercaderenvióasuhijoconelmássabiodetodosloshombresparaque
aprendieraelSecretode laFelicidad.El jovenanduvodurantecuarentadíasporeldesierto,hastaquellegóaunhermosocastillo,enloaltodeunamontaña.Allívivíaelsabioquebuscaba.
»Sinembargo,envezdeencontraraunhombresanto,nuestrohéroeentróenunasala y vio una actividad inmensa; mercaderes que entraban y salían, personasconversandoenlosrincones,unapequeñaorquestaquetocabamelodíassuavesyunamesa repletade losmásdeliciososmanjaresdeaquella regióndelmundo.El sabioconversabacontodos,yeljoventuvoqueesperardoshorasparaqueleatendiera.
»Elsabioescuchóatentamenteelmotivodesuvisita,pero ledijoqueenaquelmomento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la Felicidad. Le sugirió quedieseunpaseoporsupalacioyvolviesedoshorasmástarde.
»Peroquieropedirteunfavor—añadióelsabioentregándoleunacucharilladetéen laquedejócaerdosgotasdeaceite—.Mientrascamines llevaestacucharillaycuidadequeelaceitenosederrame.
»El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio manteniendosiemprelosojosfijosenlacuchara.Pasadaslasdoshoras,retornóalapresenciadelsabio.
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»¿Qué tal?—preguntó el sabio—. ¿Viste los tapices de Persia que hay en micomedor?¿VisteeljardínqueelMaestrodelosJardinerostardódiezañosencrear?¿Reparasteenlosbellospergaminosdemibiblioteca?
»Eljoven,avergonzado,confesóquenohabíavistonada.SuúnicapreocupaciónhabíasidonoderramarlasgotasdeaceitequeelSabiolehabíaconfiado.
»Puesentoncesvuelveyconoce lasmaravillasdemimundo—dijoelSabio—.Nopuedesconfiarenunhombresinoconocessucasa.
»Yamástranquilo,eljovencogiónuevamentelacucharayvolvióapasearporelpalacio,estavezmirandoconatencióntodaslasobrasdeartequeadornabaneltechoy las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de lasflores,elesmeroconquecadaobradearteestabacolocadaensulugar.Deregresoalapresenciadelsabio,lerelatódetalladamentetodoloquehabíavisto.
»¿Perodóndeestánlasdosgotasdeaceitequeteconfié?—preguntóelSabio.»Eljovenmirólacucharaysediocuentadequelashabíaderramado.»Pues éste es el único consejo que puedo darte—le dijo el más Sabio de los
Sabios—.Elsecretodelafelicidadestáenmirartodaslasmaravillasdelmundo,perosinolvidarsenuncadelasdosgotasdeaceiteenlacuchara.
Elmuchachoguardósilencio.Habíacomprendidolahistoriadelviejorey.Aunpastorlegustaviajar,perojamásolvidaasusovejas.
Elviejomiróalmuchachoycon lasdosmanosextendidashizoalgunosgestosextrañossobresucabeza.Despuéscogiólasovejasysiguiósucamino.
EnloaltodelapequeñaciudaddeTarifaexisteunviejofuerteconstruidoporlosmoros,yquiensesientaensusmurallasconsigueveralmismotiempounaplaza,unvendedordepalomitasdemaízyunpedazodeÁfrica.Melquisedec,elreydeSalem,se sentó en lamuralla del fuerte aquella tarde y sintió el viento de Levante en surostro.Lasovejas seagitabana su lado, temerosasde sunuevodueño,yexcitadasantetantoscambios.Todoloqueellasqueríanerasólocomidayagua.
Melquisedeccontemplóelpequeñobarcoqueestabazarpandodelpuerto.Nuncamásvolveríaaveralmuchacho,delmismomodoquejamásvolvióaveraAbraham,despuésdehaberlecobradoeldiezmo.Noobstante,éstaerasuobra.
Losdiosesnodebentenerdeseos,porquelosdiosesnotienenLeyendaPersonal.Sinembargo,elreydeSalemdeseóíntimamentequeelmuchachotuvieraéxito.
«Lástimaqueseolvidaráenseguidademinombre—pensó—.Deberíahabérselorepetidovariasveces.Así,cuandohablasedemí,diríaquesoyMelquisedec,elreydeSalem».
Despuésmiróhaciaelcielo,unpocoarrepentido.«Sé que es vanidad de vanidades, como Tú dijiste, Señor. Pero un viejo rey a
vecestienequeestarorgullosodesímismo».«QuéextrañaesÁfrica»,pensóelmuchacho.
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Estabasentadoenunaespeciedebarigualqueotrosbaresquehabíaencontradoenlascallejuelasestrechasdelaciudad.Algunaspersonasfumabanunapipagigantequesepasabandebocaenboca.Enpocashorashabíavistoahombrescogidosdelamano, mujeres con el rostro cubierto y sacerdotes que subían a altas torres ycomenzaban a cantar,mientras todos a su alrededor se arrodillaban y golpeaban lacabezacontraelsuelo.
«Cosas de infieles», se dijo.Cuando era niño, veía siempre en la iglesia de sualdea una imagen de Santiago Matamoros en su caballo blanco, con la espadadesenvainada y figuras como aquéllas bajo sus pies. Elmuchacho se sentíamal yterriblementesolo.Losinfielesteníanunamiradasiniestra.
Ademásdeeso,conlasprisasdeviajar,sehabíaolvidadodeundetalle,unúnicodetalle que podía alejarlo de su tesoro por mucho tiempo: en aquel país todoshablabanárabe.
El dueño del bar se aproximó y el muchacho le señaló una bebida que habíaservidoenotramesa.Erauntéamargo.Hubierapreferidobebervino.
Peronodebíapreocuparseporesoahora.Teníaquepensarexclusivamenteensutesoro y en lamanera de conseguirlo. La venta de las ovejas lo había dejado conbastantedineroenelbolsillo,yelmuchachosabíaqueeldineroeramágico:conélnadie está solo jamás. Dentro de poco, quizá unos pocos días, estaría junto a lasPirámides.Unviejocontodoaqueloroenelpechonoteníanecesidaddementirparaobtenerseisovejas.
El viejo le había hablado de señales.Mientras atravesaba elmar, había estadopensandoenlasseñales.Sí,sabíaaquéserefería:duranteeltiempoenqueestuvoenloscamposdeAndalucíasehabíaacostumbradoaleerenlatierrayenloscieloslascondicionesdelcaminoquedebíaseguir.Habíaaprendidoqueciertopájaroindicabalacercaníadealgunaserpiente,yquedeterminadoarbustoeraseñaldelapresenciadeaguaapocoskilómetros.Lasovejaslehabíanenseñadotodoeso.
«SiDiosconducetanbienalasovejas,tambiénconduciráalhombre»,reflexionó,ysequedómástranquilo.Eltéparecíamenosamargo.
—¿Quiéneres?—oyóquelepreguntabaunavozenespañol.El muchacho se sintió inmensamente aliviado. Estaba pensando en señales y
alguienhabíaaparecido.—¿Cómoesquehablasespañol?—seinteresó.El recién llegadoeraunhombre jovenvestidoa lamanerade losoccidentales,
peroelcolordesupiel indicabaquedebíadeserdeaquellaciudad.Tendríamásomenossumismaalturayedad.
—Aquícasitodoelmundohablaespañol.EstamossóloadoshorasdeEspaña.—Siéntateypidealgopormicuenta—leofrecióelmuchacho—.Ypideunvino
paramí.Detestoesteté.—Nohayvinoenestepaís—dijoelreciénllegado—.Lareligiónnolopermite.
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Elmuchacho leexplicóentoncesque teníaque llegara lasPirámides.Estuvoapuntodehablarledeltesoro,perodecidiócallarse.Elárabeeracapazdequererunaparte a cambio de llevarlo hasta allí. Se acordó de lo que el viejo le había dichorespectoalosofrecimientos.
—Megustaríaquemellevaras,siesposible.Puedopagartecomoguía.—¿Tútienesideadecómosellegahastaallí?Elmuchacho se dio cuenta de que el dueño del bar andaba cerca, escuchando
atentamente la conversación. Se sentía molesto por su presencia; pero habíaencontradounguía,ynopodíaperderaquellaoportunidad.
—HayqueatravesartodoeldesiertodelSahara—continuóelreciénllegado—,yparaesosenecesitadinero.Quierosabersitieneseldinerosuficiente.
Al muchacho le extrañó la pregunta que le había formulado el recién llegado.Peroconfiabaenelviejo,yelviejolehabíadichoquecuandosequiereunacosa,elUniversosiempreconspiraafavor.
Sacó su dinero del bolsillo y se lomostró. El dueño del bar se acercó ymirótambién.Losdosintercambiaronalgunaspalabrasenárabe.Eldueñodelbarparecíairritado.
—¡Vámonos!—dijoelreciénllegado—.Élnoquierequenosquedemosaquí.Elmuchachosesintióaliviado:Selevantóparapagarlacuenta,peroeldueñolo
agarró y comenzó a hablarle sin parar. Aunque era fuerte, estaba en una tierraextranjera.Fuesunuevoamigoquienempujóaldueñohaciaunladoyacompañóalchicohastalacalle.
—Queríatudinero—dijo—.TángernoesigualqueelrestodeÁfrica.Estamosen un puerto, y en los puertos hay siempremuchos ladrones. Podía confiar en sunuevoamigo.Lehabíaayudadoenunasituacióncrítica.Sacónuevamenteeldineroylocontó.
—Podemos llegarmañana a las Pirámides—dijo el otro cogiendo el dinero—.Peronecesitocomprardoscamellos.
SalieronandandoporlasestrechascallesdeTánger.Entodaslasesquinashabíapuestos de cosas para vender. Por fin llegaron al centro de una gran plaza, dondefuncionaba el mercado. Había millares de personas discutiendo, vendiendo,comprando; hortalizasmezcladas con dagas, alfombras junto a todo tipo de pipas.Peroelmuchachonoapartabalosojosdesunuevoamigo.Alfinyalcabo,teníatodosu dinero en lasmanos. Pensó en pedirle que se lo devolviera, pero temió que loconsiderara una falta de delicadeza. Él no conocía las costumbres de las tierrasextrañasqueestabanpisando.
«Bastaráconvigilarlo»,sedijo.Eramásfuertequeelotro.Derepente,enmediodetodaaquellaconfusión,apareciólaespadamáshermosa
quejamáshabíavistoensuvida: lavainaeraplateaday laempuñaduranegra,con
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piedras incrustadas. Se prometió a sí mismo que cuando regresara de Egipto lacompraría.
—Pregúntalealdueñocuántocuesta—pidióalamigo.Perosediocuentadequesehabíaquedadodossegundosdistraídomirándola.
Sintió el corazón comprimido, como si todo su pecho se hubiera encogido derepente.Tuvomiedodemirarasulado,porquesabíaconloqueseibaaencontrar.Susojoscontinuaronfijosenlahermosaespadaalgunosmomentosmáshastaquesearmódevalorysediovuelta.
Asualrededor,elmercado,laspersonasyendoyviniendo,gritandoycomprando,lasalfombrasmezcladasconlasavellanas,laslechugasjuntoalasmonedasdecobre,loshombrescogidosdelamanoporlascalles,lasmujeresconvelo,eloloracomidaextraña,peroenningunaparte,absolutaydefinitivamenteenningunaparte,elrostrodesucompañero.
Elmuchachoaúnquisopensarquesehabíanperdidodevistamomentáneamente.Resolvióquedarseallímismo,esperandoaqueelotrovolviera.Alpocotiempo,unindividuo subióaunadeaquellas torresycomenzóacantar; todos searrodillaron,golpearon la cabeza en el suelo y cantaron también.Después, comoun ejército delaboriosashormigas,deshicieronlospuestosdeventaysemarcharon.
Elsolcomenzóairsetambién.Elmuchacholocontemplódurantemuchotiempo,hastaqueseescondiódetrásdelascasasblancasquerodeabanlaplaza.Recordóquecuando aquel sol había nacido por lamañana, él estaba en otro continente, era unpastor, tenía sesenta ovejas y una cita concertada con una chica. Por la mañana,mientrasandabaporloscampos,sabíatodoloqueleibaasuceder.
Sin embargo, ahora que el sol se escondía, estaba en un país diferente, era unextraño en una tierra extraña, donde ni siquiera podía entender el idioma quehablaban.Yanoeraunpastorynoteníanadamásenlavida,nisiquieradineroparavolveryempezardenuevo.
«Todoestoentreelnacimientoylapuestadelmismosol»,pensó.Ysintiópenadesímismo,porqueenlavidaaveceslascosascambianenelespaciodeunsimplegrito,antesdequelaspersonaspuedanacostumbrarseaellas.
Ledabavergüenzallorar.Jamáshabíalloradodelantedesuspropiasovejas.Peroelmercadoestabavacíoyélestabalejosdelapatria.
Elmuchacholloró.LloróporqueDioserainjusto,yretribuíadeestaformaalaspersonas que creían en sus propios sueños. «Cuando yo estaba con las ovejas erafeliz,eirradiabasiemprefelicidadamialrededor.Laspersonasmeveíanllegarymerecibíanbien.Peroahoraestoytristeeinfeliz.¿Quéharé?Voyasermásduroynoconfiarémásenlaspersonas,porqueunadeellasmetraicionó.Voyaodiaralosqueencontrarontesorosescondidos,porqueyonoencontréelmío.Ysiempreprocuraréconservarlopocoquetengo,porquesoydemasiadopequeñoparaabarcaralmundo».
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Abrió su zurrón para ver lo que tenía dentro; quizá le había sobrado algo delbocadillo que había comido en el barco. Pero sólo encontró el libro grueso, lachaquetaylasdospiedrasquelehabíadadoelviejo.
Almirarlaspiedrassintióunainmensasensacióndealivio.Habíacambiadoseisovejaspor dospiedraspreciosas, extraídasdeunpectoral deoro.Podíavender laspiedras y comprar el pasaje de regreso. «Ahora seré más listo», pensó el chicosacandolaspiedrasdelabolsaparaesconderlasenelbolsillo.Aquelloeraunpuertoyésta era laúnicaverdadqueelotro chico lehabíadicho:unpuerto está siemprellenodeladrones.
Ahora entendía también la desesperación del dueño del bar; estaba intentandoavisarledequenoconfiaraenaquelhombre.«Soycomotodaslaspersonas:veoelmundotalcomodesearíaquesucedieranlascosas,ynocomorealmentesuceden».
Sequedómirandolaspiedras,ylastocósucesivamenteconcuidado,sintiendolatemperaturaylasuperficielisa.Ellaseransutesoro.Elsimplecontactodelaspiedraslediomástranquilidad.Lerecordabanalviejo.
«Cuando quieres una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte aconseguirla»,lehabíadicho.
Legustaríasabercómopodíaserverdadaquello.Estabaenunmercadovacío,sinuncéntimoenelbolsilloy sinovejasparaguardar aquellanoche.Pero laspiedraseran la prueba de que había encontrado un rey, un rey que sabía su historia, sabíaacercadelarmadesupadreydesuprimeraexperienciasexual.
«Laspiedrassirvenparalaadivinación.SellamanUrimyTumim».Elmuchachocolocódenuevolaspiedrasdentrodelzurrónydecidióhacerlaprueba.Elviejolehabía dicho que formulara preguntas claras, porque las piedras sólo servían paraquiensabeloquequiere.
Elmuchachopreguntóentoncessilabendicióndelviejocontinuabaaúnconél.Sacóunadelaspiedras.Era«sí».—¿Voyaencontrarmitesoro?Metiólamanoenelsacoparacogerunapiedracuandoambasseescurrieronpor
un agujero en la tela. El muchacho nunca se había dado cuenta de que su zurrónestuvieraroto.SeinclinópararecogeraUrimyTumimycolocarlasotravezdentro.Alverlasenelsuelo,sinembargo,otrafrasesurgióensucabeza.
«Aprendearespetaryaseguirlasseñales»lehabíadichoelviejorey.Unaseñal.Elchicoserioparasusadentros.Despuésrecogiólasdospiedrasdel
suelo y las volvió a colocar en el zurrón.Nopensaba coser el agujero: las piedraspodríanescaparseporallí siemprequequisieran.Habíaentendidoqueno sedebenpreguntarciertascosasparanohuirdelpropiodestino.«Prometí tomarmispropiasdecisiones»,sedijo.
Pero las piedras le habían dicho que el viejo seguía con él, y eso le dio más
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confianza. Miró nuevamente el mercado vacío y ya no sintió la desesperación deantes.Noeraunmundoextraño;eraunmundonuevo.
Y,al finyal cabo, todo loqueélqueríaeraexactamenteeso: conocermundosnuevos.InclusoaunquejamásllegasehastalasPirámidesélyahabíaidomuchomáslejos que cualquier pastor que conociese. «¡Ah, si ellos supieran que apenas a doshorasdebarcoexistentantascosasdiferentes!»
Elmundonuevoaparecíafrenteaélbajolaformadeunmercadovacío,peroélyahabíavistoaquelmercadollenodevidaynuncamásloolvidaría.Seacordódelaespada: lecostómuycarocontemplarladuranteunos instantes,pero tampocohabíavistonadaigualensuvida.
Sintióderepentequeélpodíacontemplarelmundocomounapobrevíctimadeunladrónocomounaventureroenbuscadeuntesoro.
«Soy un aventurero en busca de un tesoro», pensó, antes de que un inmensocansanciolehiciesecaerdormido.
Lodespertóunhombrequeleestabatocandoconelcodo.Sehabíadormidoenmediodelmercadoylavidadeaquellaplazaestabaapuntoderecomenzar.
Miróasualrededor,buscandoasusovejas,ysediocuentadequeestabaenotromundo.Envezdesentirsetriste,sesintiófeliz.Yanoteníaqueseguirbuscandoaguay comida; ahora podía seguir en busca de un tesoro. No tenía un céntimo en elbolsillo,peroteníafeenlavida.Lanocheanteriorhabíaescogidoserunaventurero,igualquelospersonajesdeloslibrosquesolíaleer.
Comenzó a deambular sin prisa por la plaza. Los comerciantes levantaban susparadas; ayudó a un pastelero amontar la suya.Había una sonrisa diferente en elrostrodeaquelpastelero:estabaalegre,despiertoantelavida,listoparaempezarunbuen día de trabajo. Era una sonrisa que le recordaba algo al viejo, aquel viejo ymisteriosoreyquehabíaconocido.
«Éstepasteleronohacedulcesporquequieraviajar,oporquesequieracasarconlahijadeuncomerciante.Éstepastelerohacedulcesporquelegustahacerlos»,pensóelmuchacho,ynotóquepodíahacerlomismoqueelviejo:sabersiunapersonaestápróximaodistantedesuLeyendaPersonalsóloconmirarla.«Esfácil,yonuncamehabíadadocuentadeesto».
Cuandoacabarondemontarel tenderete,elpastelero leofrecióelprimerdulceque había hecho.Elmuchacho se lo comió, le dio las gracias y siguió su camino.Cuando ya se había alejado un poco se acordó de que se habíamontado el puestoentre una persona que hablaba árabe y la otra, español. Y se habían entendidoperfectamente.
«Existeunlenguajequevamásalládelaspalabras—pensóelmuchacho—.Yaloexperimentéconmisovejas,yahoralopracticoconloshombres».
Estabaaprendiendovariascosasnuevas.Cosasqueélyahabíaexperimentadoy
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que, sin embargo, eran nuevas porque habían pasado por él sin notarlas. Y no lashabía notado porque estaba acostumbrado a ellas. «Si aprendo a descifrar estelenguajesinpalabras,conseguirédescifrarelmundo».
«Todoesunasolacosa»,habíadichoelviejo.DecidiócaminarsinprisasysinansiedadporlascallejuelasdeTánger;sóloasí
conseguiría percibir las señales. Exigía mucha paciencia, pero ésta es la primeravirtudqueunpastoraprende.
Nuevamente se dio cuenta de que estaba aplicando a aquelmundo extraño lasmismasleccionesquelehabíanenseñadosusovejas.
«Todoesunasolacosa»,habíadichoelviejo.El Mercader de Cristales vio nacer el día y sintió la misma angustia que
experimentaba todas lasmañanas. Llevaba casi treinta años en aquelmismo lugar,unatiendaenloaltodeunaladera,donderaramentepasabauncomprador.Ahoraeratardeparacambiarlascosas:loúnicoquesabíahacerenlavidaeracompraryvendercristal.Huboun tiempoenquemuchagente conocía su tienda:mercaderes árabes,geólogosfranceseseingleses,soldadosalemanes,siemprecondineroenelbolsillo.Enaquellaépocaeraunagranaventuravendercristalesyélpensabaqueseharíaricoyquetendríahermosasmujeresensuvejez.
Pero el tiempo fue pasando y la ciudad se transformó. Ceuta creció más queTánger y el comercio cambió de rumbo. Los vecinos se mudaron, y en la laderaquedaronmuypocastiendas.Ynadiesubíalaladeraporunaspocastiendas.
PeroelMercaderdeCristalesnoteníaelección.Habíapasadotreintaañosdesuvida comprando y vendiendo piezas de cristal, y ahora era demasiado tarde paracambiarderumbo.
Durantetodalamañanaestuvomirandoelmovimientodelacalle.Hacíaaquellodesdeañosatrás,yyaconocíaelhorariodecadapersona.Cuandofaltabanalgunosminutos para el almuerzo, un muchacho extranjero se detuvo delante de suescaparate. No iba mal vestido, pero los ojos experimentados del Mercader deCristales adivinaron que elmuchacho no tenía dinero. Aun así decidió esperar unmomento, hasta que elmuchacho se fuera.Había un cartel en la puerta en el queponíaqueallísehablabanvariaslenguas.Elmuchachovioapareceraunhombretraselmostrador.
—Puedo limpiar estos jarros si usted quiere—dijo el chico—.Tal como estánahora,nadievaaquerercomprarlos.
Elhombrelomirósindecirnada.—Acambio,ustedmepagaunplatodecomida.Elhombrecontinuóensilencio,yelchicosintióquedebía tomarunadecisión.
Dentrodesuzurrónteníalachaqueta,quenoibaanecesitareneldesierto.Lasacóycomenzó a limpiar los jarros. Durante media hora limpió todos los jarros del
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escaparate; en ese intervalo entraron dos clientes y compraron algunas piezas aldueño.
Cuandoacabódelimpiarlotodo,pidióalhombreunplatodecomida.—Vamosacomer—ledijoelMercaderdeCristales.Colgóuncartelenlapuertayfueronhastaunminúsculobar,situadoenloaltode
la ladera.Encuantosesentarona laúnicamesaexistente,elMercaderdeCristalessonrió.
—Noeranecesariolimpiarnada—aseguró—.LaleydelCoránobligaadardecomeraquientienehambre.
—¿Entoncesporquédejóquelohiciera?—preguntóelmuchacho.—Porqueloscristalesestabansucios.Ytantotúcomoyonecesitábamosapartar
losmalospensamientosdenuestrascabezas.Cuandoacabarondecomer,elMercadersedirigióalmuchacho:—Me gustaría que trabajases enmi tienda.Hoy entraron dos clientesmientras
limpiabaslosjarros,yesoesbuenaseñal.«Las personas hablan mucho de señales —pensó el pastor—, pero no se dan
cuentadeloqueestándiciendo.Delamismamaneraqueyonomedabacuentadequedesdehacíamuchosañoshablabaconmisovejasunlenguajesinpalabras».
—¿Quierestrabajarparamí?—insistióelMercader.—Puedo trabajar el resto del día —repuso el muchacho. Limpiaré hasta la
madrugada todos los cristales de la tienda. A cambio, necesito dinero para estarmañanaenEgipto.
Elhombrerio.—Aunque limpiases mis cristales durante un año entero, aunque ganases una
buena comisión de venta en cada uno de ellos, aún tendrías que conseguir dineroprestado para ir a Egipto. Haymiles de kilómetros de desierto entre Tánger y lasPirámides.Hubounmomentodesilencio tangrandeque laciudadparecióhabersedormido.Yanoexistíanlosbazares,lasdiscusionesdelosmercaderes,loshombresquesubíana losalminaresycantaban, lasbellasespadasconsusempuñadurasconpiedras incrustadas. Ya se habían terminado la esperanza y la aventura, los viejosreyesylasLeyendasPersonales,eltesoroylasPirámides.Eracomositodoelmundopermanecieseinmóvil,porqueelalmadelmuchachoestabaensilencio.Nohabíanidolor, ni sufrimiento, ni decepción; sólo una mirada vacía a través de la pequeñapuertadelbar,yunastremendasganasdemorir,dequetodoseacabaseparasiempreenaquelinstante.
ElMercader,asustado,miróalmuchacho.Eracomositodalaalegríaquehabíavistoenélaquellamañanahubiesedesaparecidoderepente.
—Puedodartedineroparaquevuelvasatutierra,hijomío—leofreció.Elmuchachocontinuóensilencio.Despuésselevantó,searreglólaropaycogió
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elzurrón.—Trabajaré con usted —dijo. Y después de otro largo silencio, añadió—:
Necesitodineroparacompraralgunasovejas.
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SEGUNDAPARTE
El muchacho llevaba casi un mes trabajando para el Mercader de Cristales, peroaquélnoeraexactamenteeltipodeempleoquelohacíafeliz.ElMercadersepasabaeldíaenterorefunfuñandodetrásdelmostrador,pidiéndolequetuvieracuidadoconlaspiezas,quenofueraarompernada.
Pero continuaba en el empleo porque a pesar de que elmercader era un viejocascarrabias,noerainjusto;elmuchachorecibíaunabuenacomisiónporcadapiezavendida, y ya había conseguido juntar algún dinero. Aquélla mañana había hechociertos cálculos: si continuaba trabajando todos los días a ese ritmo, necesitaría unañoenteroparapodercompraralgunasovejas.
—Me gustaría hacer una estantería para los cristales —dijo el muchacho alMercader—. Podríamos colocarla en el exterior para captar la atención de los quepasanporlapartedeabajodelaladera.
—Nunca he hecho ninguna estantería hasta ahora—repuso elMercader—. Lagentepuedetropezaralpasar,yloscristalesseromperían.
—Cuandoyoandabaporelcampocon lasovejas, siencontrabanunaserpientepodíanmorir.Peroestoformapartedelavidadelasovejasydelospastores.
El Mercader atendió a un cliente que deseaba tres jarras de cristal. Estabavendiendo mejor que nunca, como si hubieran vuelto los buenos tiempos en queaquellacalleeraunadelasprincipalesatraccionesdeTánger.
—Yahaymuchomovimiento—dijoalmuchachocuandoelclientesefue—.Eldineropermitequeyovivamejoryatitedevolverálasovejasenpocotiempo.¿Paraquéexigirmásdelavida?
—Porque tenemos que seguir las señales —respondió el muchacho, casi sinquerer; y se arrepintió de lo que había dicho, porque elMercader nunca se habíaencontrado con un rey. «Se llama Principio Favorable, la suerte del principiante.PorquelavidaquierequetúvivastuLeyendaPersonal»,habíadichoelviejo.
ElMercader,noobstante,entendíaloqueelchicodecía.Susimplepresenciaenlatiendaerayaunaseñalycontodoeldineroqueentrabadiariamenteenlacajaélnopodíaestararrepentidodehabercontratadoalespañol.Aunqueelchicoestuvieraganandomásde loquedebía, porque comoél habíapensadoque las ventasyanoaumentaríanjamás,lehabíaofrecidounacomisiónalta,ysuintuiciónledecíaqueenbreveelchicoestaríajuntoasusovejas.
—¿Por qué querías ir a las Pirámides?—preguntó para cambiar el tema de laestantería.
—Porque siempre me han hablado de ellas —dijo el chico sin mencionar susueño.Ahoraeltesoroeraunrecuerdosiempredolorosoyéltratabaenlamedidade
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loposibledeevitarlo.—Yoaquínoconozcoanadiequequieraatravesareldesiertosóloparaver las
Pirámides—replicó elMercader—. No sonmás que una montaña de piedras. Túpuedesconstruirteunaentuhuerto.
—Ustednuncasoñóconviajar—dijoelmuchachomientras ibaaatenderaunnuevoclientequeentrabaenlatienda.
Dosdíasdespuéselviejobuscóalchicoparahablardelaestantería.—Nomegustanloscambios—ledijo—.NitúniyosomoscomoHassan,elrico
comerciante.Siélseequivocaenunacompra,noleafectademasiado.Peronosotrosdostenemosqueconvivirsiempreconnuestroserrores.
«Esverdad»,pensóelchico.—¿Porquéquiereshacerlaestantería?—preguntóelMercader.—Quierovolverlomásprontoposibleconmisovejas.Tenemosqueaprovechar
cuando la suerte está de nuestro lado, y hacer todo lo posible por ayudarla, de lamismamaneraqueellanosestáayudando.Se llamaPrincipioFavorable,o«suertedelprincipiante».
Elviejopermanecióalgúntiempocallado.Despuésdijo:—El Profeta nos dio el Corán y nos dejó únicamente cinco obligaciones que
tenemosquecumplirennuestraexistencia.Lamás importantees la siguiente: sóloexisteunDios.Lasotrasson:rezarcincovecesaldía,ayunarenelmesdelRamadán,hacercaridadconlospobres…
Se interrumpió. Sus ojos se llenaron de lágrimas al hablar del Profeta. Era unhombre fervoroso y, a pesar de su carácter impaciente, procuraba vivir su vida deacuerdoconla leymusulmana.—¿Ycuáles laquintaobligación?—quisosaberelmuchacho.
—Hace dos días me dijiste que yo nunca sentí deseos de viajar —repuso elMercader—.Laquintaobligacióndetodomusulmáneshacerunviaje.Debemosir,porlomenosunavezenlavida,alaciudadsagradadeLaMeca.
»LaMeca está muchomás lejos que las Pirámides. Cuando era joven, preferíjuntar el pocodinero que tenía para poner enmarcha esta tienda.Pensaba ser ricoalgún día para ir a LaMeca. Empecé a ganar dinero, pero no podía dejar a nadiecuidandoloscristalesporquesonpiezasmuydelicadas.Almismotiempo,veíapasarfrenteami tiendaamuchaspersonasquesedirigíanhaciaallí.Algunosperegrinoseran ricos,e ibanconunséquitodecriadosycamellos,pero lamayorpartede laspersonaseranmuchomáspobresqueyo.
»Todos iban y volvían contentos, y colocaban en la puerta de sus casas lossímbolosde la peregrinación.Unode losque regresaron, un zapateroquevivíaderemendarbotasajenas,medijoquehabíacaminadocasiunañoporeldesierto,peroque secansabamuchomáscuando teníaquecaminaralgunasmanzanasenTánger
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paracomprarcuero.—¿PorquénovaaLaMecaahora?—inquirióelmuchacho.—PorqueLaMecaesloquememantienevivo.Esloquemehacesoportartodos
estosdías iguales, esos jarrones silenciosos en los estantes, la comiday la cenaenaquelrestaurantehorrible.Tengomiedoderealizarmisueñoydespuésnotenermásmotivosparacontinuarvivo.
»Tú sueñas con ovejas y con Pirámides. Eres diferente de mí, porque deseasrealizartussueños.YosóloquierosoñarconLaMeca.Yaimaginémilesdeveceslatravesía del desierto, mi llegada a la plaza donde está la Piedra Sagrada, las sietevueltasquedebodarentornoaellaantesdetocarla.Yaimaginéquépersonasestaránami lado, frenteamí,y lasconversacionesyoracionesquecompartiremos juntos.Pero tengo miedo de que sea una gran decepción, y por eso sólo prefiero seguirsoñando.
Ése día elMercader dio permiso al muchacho para construir la estantería. Notodospuedenverlossueñosdelamismamanera.
Pasaronmásdedosmesesylaestanteríaatrajoamuchosclientesalatiendadeloscristales.ElmuchachocalculóqueconseismesesmásdetrabajoyapodríavolveraEspaña,comprarsesentaovejasyaunotrassesentamás.Enmenosdeunañohabríaduplicadosu rebaño,ypodríanegociarcon losárabes,porqueyahabíaconseguidohablaraquellalenguaextraña.DesdeaquellamañanaenelmercadonohabíavueltoautilizarelUrimyelTumim,porqueEgiptopasóaserunsueñotandistanteparaélcomo lo era la ciudad de La Meca para el Mercader. Sin embargo, el muchachoestaba ahora contento con su trabajo y pensaba siempre en el momento en quedesembarcaríaenTarifacomountriunfador.
«Acuérdatedesabersiempreloquequieres»,lehabíadichoelviejorey.Elchicolo sabía, y trabajaba para lograrlo. Quizá su tesoro había sido llegar a esa tierraextraña, encontrar a un ladrón y doblar el número de su rebaño sin haber gastadosiquierauncéntimo.
Estaba orgulloso de sí mismo. Había aprendido cosas importantes, como elcomercio de cristales, el lenguaje sin palabras y las señales. Una tarde vio a unhombreen loaltode la colinaquejándosedequeera imposibleencontrarun lugardecente para beber algo después de toda la subida. El muchacho ya conocía ellenguajedelasseñales,yllamóalviejoparaconversar.
—Vamosavendertéparalaspersonasquesubenlacolina—ledijo.—Yahaymuchosquevendentéporaquí—replicóelMercader.—Podemosvendertéenjarrasdecristal.Asílagentedegustaráel téytambién
querrácomprarlosrecipientesdecristal.Porqueloquemásseducealoshombreseslabelleza.
Elmercadercontemplóalchicodurantealgúntiemposindecirnada.Peroaquella
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tarde, después de rezar sus oraciones y cerrar la tienda, se sentó en el borde de laacera con él y lo convidó a fumar narguile, aquella extraña pipa que usaban losárabes.
—¿Quéesloquebuscas?—preguntóelviejoMercaderdeCristales.—Ya se lo dije. Tengo que volver a comprar las ovejas, y para eso necesito
dinero.Elviejocolocóalgunasbrasasnuevasenelnarguileylediounaprofundacalada.—Hacetreintaañosquetengoestatienda.Conozcoelcristalbuenoyelmaloy
todos los detalles de su funcionamiento. Estoy acostumbrado a su tamaño y a sumovimiento. Si sirves té en los cristales, la tienda crecerá, y entonces tendré quecambiarmiformadevida.
—¿Yesonoesbueno?—Estoy acostumbrado a mi vida. Antes de que llegaras, pensaba en todo el
tiempoquehabíaperdidoenelmismolugarmientrasmisamigoscambiaban,seibanalaquiebraoprogresaban.Estomeprovocabaunainmensatristeza.Ahorayoséqueno era exactamente así: la tienda tiene el tamaño exactoqueyo siemprequise quetuviera.Noquierocambiarporquenosécómohacerlo.Yaestoymuyacostumbradoamímismo.
Elmuchachonosabíaquédecir.—Tú fuiste una bendición para mí —continuó el viejo—. Y hoy estoy
entendiendounacosa:todabendiciónnoaceptadasetransformaenmaldición.Yonoquieronadamásdelavida.Ytúmeestásempujandoaverriquezasyhorizontesquenuncaconocí.Ahoraquelosconozco,yqueconozcomisinmensasposibilidades,mesentiréaúnpeordeloquemesentíaantes.Porqueséquepuedotenerlotodo,ynoloquiero.
«Menosmal que no le dije nada al vendedor de palomitas demaíz», pensó elmuchacho.
Continuaron fumando el narguile durante algún tiempo, mientras el sol seescondía.Estabanconversandoenárabe,yelmuchachosesentíamuysatisfechoporhaber logrado hablar el idioma. Hubo una época en la que creyó que las ovejaspodíanenseñarletodoloquehayquesabersobreelmundo.Perolasovejasnopodíanenseñarárabe.
«Debe de haber otras cosas en elmundo que las ovejas no pueden enseñar—pensóelchicomirandoalMercaderensilencio—.Porqueellassólosepreocupandebuscaraguaycomida.Creoquenosonellaslasqueenseñan:soyyoquienaprendo».
—Maktub—dijofinalmenteelMercader.—¿Quésignificaeso?—Tendrías que haber nacido árabe para entenderlo —repuso él—. Pero la
traducciónseríaalgoasícomo«estáescrito».
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Y mientras apagaba las brasas del narguile, le dijo al muchacho que podíaempezaravendereltéenlasjarras.
Avecesesimposibledetenerelríodelavida.Loshombresllegabancansadosdespuésdesubirlaladera.Yallíencontrabanuna
tienda de bellos cristales con refrescante té de menta. Los hombres entraban parabeberelté,queeraservidoenpreciosasjarrasdecristal.
«Amimujernuncaseleocurrióesto»,pensabauno,ycomprabaalgunaspiezasporque ibaa tenervisitaspor lanoche,yquería impresionara sus invitadoscon lariquezadeaquellas jarras.Otrohombreafirmóqueel té tiene siempremejor saborcuando se sirve en recipientes de cristal, pues conservaban mejor su aroma. Unterceroañadióqueera tradiciónenOrienteutilizar jarrasdecristalparael té,puesteníanpoderesmágicos.
Enpocotiempolanoticiasedifundióymuchaspersonasempezaronasubirhastalo alto de la ladera para conocer la tienda que estaba haciendo algo nuevo con uncomerciotanantiguo.Seabrieronotrastiendasqueservíaneltéenvasosdecristal,peronoestabanenlacimadeunacolina,yporesosiempreestabandesiertas.
ElMercaderenseguidatuvoquecontrataradosempleadosmás.Pasóaimportar,junto con los cristales, cantidades enormes de té que diariamente consumían loshombresymujeresconseddecosasnuevas.
Yasítranscurrieronseismeses.Elmuchachosedespertóantesdequesalieraelsol.Habíanpasadooncemesesy
nuevedíasdesdequepisóporprimeravezelcontinenteafricano.Sevistióconsu ropaárabe,de linoblanco,compradaespecialmenteparaaquel
día.Secolocóelpañueloenlacabeza,fijadoporunanillohechodepieldecamello.Secalzólassandaliasnuevasybajósinhacerruido.
Laciudadaúndormía.Sehizounsandwichdesésamoybebiótécalienteenunajarradecristal.Despuéssesentóenelumbraldelapuerta,fumandosoloelnarguile.
Fumó en silencio, sin pensar en nada, escuchando apenas el ruido siempreconstante del viento que soplaba trayendo el olor del desierto. Cuando acabó defumar,metió lamanoenunode losbolsillosdel trajeysequedóalgunos instantescontemplandoloquehabíaextraídodeallí.
Era un gran mazo de billetes. El dinero suficiente para comprar ciento veinteovejas,unpasajederegresoyunalicenciadecomercioentresupaísyelpaísdondeestaba.
Esperópacientementeaqueelviejoselevantarayabrieralatienda.Entonceslosdosfueronjuntosatomarmásté.
—Me voy hoy—dijo el muchacho—. Tengo dinero para comprarmis ovejas.UstedtienedineroparairaLaMeca.
Elviejonodijonada.
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—Lepidosubendición—insistióelmuchacho—.Ustedmeayudó.El viejo continuó preparando el té en silencio. Poco después, no obstante, se
dirigióalmuchacho.—Estoyorgullosodeti—dijo—.Tútrajistealmaamitiendadecristales. Pero sabes que yo no voy a ir a LaMeca. Como también sabes que novolverásacomprarovejas.
—¿Quiénselohadicho?—preguntóelmuchachoasustado.—Maktub—repusosimplementeelviejoMercaderdeCristales.Ylobendijo.Elmuchachovolvióasucuartopararecogersuscosas.Llenótresbolsas.Cuando
ya estaba saliendo, reparó en suviejo zurróndepastor tirado enun rincón.Estabatodoarrugado,yélcasilohabíaolvidado.Allídentroestabanaúnelmismolibroylachaqueta.Cuandosacóestaúltima,pensandoenregalárselaaalgúnchicodelacalle,lasdospiedrasrodaronporelsuelo.UrimyTumim.
Entonceselmuchachoseacordódelviejorey,ysesorprendióaldarsecuentadeltiempo que hacía que no pensaba en él.Durante un año había trabajado sin parar,pensandosóloenconseguirdineroparanotenerquevolveraEspañaconlacabezagacha.
«Nuncadesistasdetussueños—habíadichoelviejorey—.Siguelasseñales».El muchacho recogió a Urim y Tumim del suelo y tuvo nuevamente aquella
extraña sensación de que el rey estaba cerca. Había trabajado duro un año, y lasseñalesindicabanqueahoraeraelmomentodepartir.
«Volveréaserexactamenteloqueeraantes—pensó—.Aunquelasovejasnomeenseñaronahablarárabe».
Lasovejas,sinembargo,lehabíanenseñadounacosamuchomásimportante:quehabíaunlenguajeenelmundoquetodosentendían,yqueelmuchachohabíausadodurante todo aquel tiempo para hacer progresar la tienda. Era el lenguaje delentusiasmo,de lascosashechasconamoryconvoluntad,enbuscadealgoquesedeseabaoenloquesecreía.Tángeryahabíadejadodeserunaciudadextraña,yélsentíaquedelamismamaneraquehabíaconquistadoaquellugar,podríaconquistarelmundo.
«Cuando deseas alguna cosa, todo el Universo conspira para que puedasrealizarla»,habíadichoelviejorey.
Peroelviejoreynohabíahechoreferenciaarobos,desiertosinmensosopersonasqueconocensussueñosperoquenodeseanrealizarlos.ElviejoreynohabíadichoquelasPirámidesnoeranmásqueunamontañadepiedras,yquecualquierapodíahacerunamontañadepiedrasensuhuerto.Ysehabíaolvidadodedecirquecuandosetienedineroparacomprarunrebañomayorqueelqueseposeía,hayquecomprareserebaño.
Elmuchachocogióelzurrónylojuntóconsusotrasbolsas.Bajólaescalera;el
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viejoestabaatendiendoaunaparejaextranjera,mientrasotrosdosclientespaseabanporla tiendatomandoel téenjarrasdecristal.Habíabastantemovimientoparaseraquellahoradelamañana.
Desdeellugardondeestaba,notóporprimeravezqueelcabellodelMercaderlerecordababastantealdelviejorey.YseacordódelasonrisadelpasteleroelprimerdíaenTánger,cuandonoteníaadondeirniquécomer;tambiénaquellasonrisahacíarecordaralviejorey.
«Comosiélhubierapasadoporaquíyhubieradejadounamarca—pensó—.Ycadapersonahubieraconocidoyaaesereyenalgúnmomentodesuvida.Alfinyalcabo,éldijoquesiempreaparecíaparaquienvivesuLeyendaPersonal».
SaliósindespedirsedelMercaderdeCristales.Noqueríallorarporquelagentelopodíaver.Perosabíaque ibaasentirnostalgiade todoaquel tiempoyde todas lascosas buenas que había aprendido. Sin embargo, ahora tenía más confianza en símismoyánimosparaconquistarelmundo.
«Peroestoyvolviendoa los camposqueya conozcopara conducirotravez lasovejas».Ya no estaba tan contento con su decisión; había trabajado un año enteropara realizar un sueño y cada minuto que pasaba ese sueño iba perdiendoimportancia.Quizáporquenoerasusueño.
«QuiénsabesinoesmejorsercomoelMercaderdeCristales;élnuncairáaLaMecayviviráconlailusióndeconocerla».PeroestabasosteniendoaUrimyTumimensusmanos,yestaspiedrasletraíanlafuerzaylavoluntaddelviejorey.Porunacoincidencia (o una señal, pensó elmuchacho) llegó al bar donde había entrado elprimerdía.Noestabaelladrón,yeldueñoletrajounatazadeté.
«Siemprepodrévolveraserpastor—pensóelmuchacho—.Aprendíacuidarlasovejasynuncamásmeolvidarédecómoson.PerotalveznotengaotraoportunidaddellegarhastalasPirámidesdeEgipto.Elviejoteníaunpectoraldeoroyconocíamihistoria.Eraunreydeverdad,unreysabio».
Estaba apenas a dos horas de barco de las llanuras andaluzas, pero había undesierto entero entre él y las Pirámides. El muchacho quizá contempló esta otramaneradeenfocarlamismasituación:enrealidad,estabadoshorasmáscercadesutesoro.Aunqueparacaminarestasdoshorashubieratardadounañoentero.
«Séporquéquierovolveramisovejas.Yoyalasconozco;nodanmuchotrabajo,ypuedenseramadas.Nosésieldesiertopuedeseramado,peroeseldesiertoqueescondemi tesoro. Si no consigo encontrarlo, siempre podré volver a casa. Por loprontolavidamehadadosuficientedinero,ytengotodoeltiempoquenecesito;¿porquéno?»
Enaquelmomentosintióunaalegríainmensa.Siemprepodíavolveraserpastorde ovejas. Siempre podía volver a ser vendedor de cristales. Tal vez el mundoescondiera otros muchos tesoros, pero él había tenido un sueño repetido y había
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encontradoaunrey.Ésascosasnolesucedíanacualquiera.Cuandosaliódelbarestabamuycontento.Sehabíaacordadodequeunodelos
proveedores delMercader traía los cristales en caravanas que cruzaban el desierto.Mantuvo a Urim y Tumim en las manos; gracias a aquellas dos piedras habíareemprendidoelcaminohaciasutesoro.
«SiempreestoycercadelosquevivensuLeyendaPersonal»,habíadichoelviejorey.
No costaba nada ir hasta el almacén y averiguar si las Pirámides estabanrealmentemuylejos.
El Inglésestabasentadoenel interiordeunaedificaciónqueolíaaanimales,asudoryapolvo.Aquellono sepodíaconsiderarunalmacén; apenaserauncorral.«Todamividaparatenerquepasarporunlugarcomoéste—pensómientrashojeabadistraídounarevistadequímica—.Diezañosdeestudiomeconducenauncorral».
Peroeranecesarioseguiradelante.Teníaquecreerenlasseñales.Durantetodasuvida,susestudiosseconcentraronenlabúsquedadellenguajeúnicohabladoporelUniverso.Primerosehabíainteresadoporelesperanto,despuésporlasreligionesyfinalmente por la Alquimia. Sabía hablar esperanto, entendía perfectamente lasdiversas religiones, pero aún no era Alquimista. Es verdad que había conseguidodescifrarcosasimportantes.Perosusinvestigacionesllegaronhastaunpuntoapartirdel cual no podía progresar más. Había intentado en vano entrar en contacto conalgúnalquimista.Perolosalquimistaseranpersonasextrañas,quesólopensabanenellosmismos,ycasisiemprerehusabanayudaralosdemás.Quiénsabesinohabíandescubierto el secreto de la GranObra—llamada Piedra Filosofal— y por eso seencerrabanensusilencio.
Ya había gastado parte de la fortuna que su padre le había dejado buscandoinútilmentelaPiedraFilosofal.Habíaconsultadolasmejoresbibliotecasdelmundoycomprado los librosmás importantesymás raros sobreAlquimia.Enunode ellosdescubrióque,muchosañosatrás,unfamosoalquimistaárabehabíavisitadoEuropa.Decían de él que tenía más de doscientos años, que había descubierto la PiedraFilosofalyelElixirdelaLargaVida.ElIngléssequedóimpresionadoconlahistoria.Pero nohabría pasadode ser una leyendamás si un amigo suyo, al volver de unaexpediciónarqueológicaeneldesierto,nolehubiesehabladodelaexistenciadeunárabequeteníapoderesexcepcionales.
—Vive en el oasis de al-Fayum—dijo su amigo—.Y la gente dice que tienedoscientosañosyqueescapazdetransformarcualquiermetalenoro.
El Inglés no cabía en sí de tanta emoción. Inmediatamente canceló todos suscompromisos,juntósuslibrosmásimportantesyahoraestabaallí,enaquelalmacénparecido a un corral,mientras allá afuera una inmensa caravana se preparaba paracruzarelSahara.Lacaravanapasabaporal-Fayum.
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«TengoqueconoceraesemalditoAlquimista»,pensóelInglés.Yelolordelosanimalessehizounpocomástolerable.
Un joven árabe, también cargado de bolsas, entró en el lugar donde estaba elInglésylosaludó.
—¿Adondeva?—preguntóeljovenárabe.—Al desierto —repuso el Inglés, y volvió a su lectura. Ahora no quería
conversar.Teníaquerecordartodoloquehabíaaprendidodurantediezaños,porqueelAlquimistaseguramentelosometeríaaalgunaespeciedeprueba.
Eljovenárabesacóunlibroescritoenespañolyempezóaleer.«¡Quésuerte!»,pensóel Inglés.Él sabíahablarespañolmejorqueárabe,ysiestemuchacho fuesehastaal-Fayumtendríaaalguienconquienconversarcuandonoestuvieseocupadoencosasimportantes.
«Tienegracia—pensóelmuchachomientrasintentabaleerotravezlaescenadelentierroconquecomenzabaellibro—.Hacecasidosañosqueempecéaleerloynoconsigo pasar de estas páginas».Aunque no había un rey que lo interrumpiera, noconseguíaconcentrarse.Aúnteníadudasrespectoasudecisión.Perosedabacuentadeunacosaimportante:lasdecisioneseransolamenteelcomienzodealgo.Cuandoalguien tomaba una decisión, estaba zambulléndose en una poderosa corriente quellevaba a la persona hasta un lugar que jamás hubiera soñado en el momento dedecidirse.
«Cuandoresolvíirenbuscademitesoro,nuncaimaginéquellegaríaatrabajarenunatiendadecristales—sedijoelmuchachoparaconfirmarsurazonamiento—.Delmismomodo,elhechodequemeencuentreenestacaravanapuedeserunadecisiónmía,peroelcursoquetomaráserásiempreunmisterio».
Frenteaélhabíauneuropeoquetambiénibaleyendo.Eraantipáticoylehabíamiradocondespreciocuandoélentró.Podíanhabersehechobuenosamigos,peroeleuropeohabíainterrumpidolaconversación.
Elmuchachocerróellibro.Noqueríahacernadaquelehicieseparecerseaaqueleuropeo.SacóaUrimyTumimdelbolsilloycomenzóajugarconellos.
Elextranjerodioungrito:—¡UnUrimyunTumim!Elchicovolvióaguardarlaspiedrasrápidamente.—Noestánenventa—dijo.—Novalenmucho—replicóelInglés—.Nosonmásquecristalesderoca.Hay
millonesdecristalesderocaenlatierra,peroparaquienentiende,éstossonUrimyTumim.Nosabíaqueexistiesenenestapartedelmundo.
—Melasregalóunrey—aseguróelmuchacho.El extranjero se quedó mudo. Después metió la mano en su bolsillo y retiró,
tembloroso,dospiedrasiguales.
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—¿Hasdichounrey?—repitió.—Yustednocreequelosreyesconversenconpastores—dijoelchico.Éstavez
eraélquienqueríaacabarlaconversación.—Al contrario. Los pastores fueron los primeros en reconocer a un rey que el
restodelmundorehusóreconocer.Poresoesmuyprobablequelosreyesconversenconlospastores.
»EstáenlaBiblia—prosiguióelIngléstemiendoqueelmuchachonoloestuvieraentendiendo—.ElmismolibroquemeenseñóahaceresteUrimyesteTumim.Éstaspiedras eran la única forma de adivinación permitida porDios. Los sacerdotes lasllevabanenunpectoraldeoro.
Elmuchachosealegróenormementedeestarallí.—Quizáestoseaunaseñal—dijoelIngléscomopensandoenvozalta.
—¿Quiénlehablódeseñales?Elinterésdelchicocrecíaacadamomento.—Todoen lavida son señales—aclaróel Inglés cerrando la revistaqueestaba
leyendo—.ElUniversofuecreadoporunalenguaquetodoelmundoentiende,peroqueyafueolvidada.EstoybuscandoeseLenguajeUniversal,entreotrascosas.
»Por eso estoy aquí. Porque tengo que encontrar a un hombre que conoce elLenguajeUniversal.UnAlquimista.
Laconversaciónfueinterrumpidaporeljefedelalmacén.—Tenéis suerte—dijo el árabe gordo—. Ésta tarde sale una caravana para al-
Fayum.—PeroyovoyaEgipto—replicóelmuchacho.—Al-FayumestáenEgipto—dijoeldueño—.¿Quéclasedeárabeerestú?El muchacho explicó que era español. El Inglés se sintió satisfecho: aunque
vestidodeárabe,eljoven,almenos,eraeuropeo.—Élllama«suerte»alasseñales—dijoelInglésdespuésdequeelárabegordo
se fue—. Si yo pudiese, escribiría una gigantesca enciclopedia sobre las palabras«suerte»y«coincidencia».EsconestaspalabrasconlasqueseescribeelLenguajeUniversal.
Despuéscomentóconelmuchachoquenohabíasido«coincidencia»encontrarlocon Urim y Tumim en la mano. Le preguntó si él también estaba buscando alAlquimista.
—Voy en busca de un tesoro —confesó el muchacho, y se arrepintió deinmediato.
PeroelIngléspareciónodarleimportancia.—Enciertamanera,yotambién—dijo.—YnisiquieraséloquequieredecirAlquimia—añadióelmuchacho,cuandoel
dueñodelalmacénempezóallamarlosparaquesalieran.
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—YosoyelJefedelaCaravana—dijounseñordebarbalargayojososcuros—.Tengopodersobrelavidaylamuertedelaspersonasqueviajanconmigo.Porqueeldesiertoesunamujercaprichosaqueavecesenloquecealoshombres.
Erancasidoscientaspersonas,yeldobledeanimales:camellos,caballos,burros,aves.ElInglésllevabavariasmaletasllenasdelibros.Habíamujeres,niños,yvarioshombres con espadas en la cintura y largas espingardas al hombro. Una granalgarabíallenabaellugar,yelJefetuvoquerepetirvariasvecessuspalabrasparaquetodoslooyesen.
—Hayvarioshombresydiosesdiferentesenelcorazóndeestoshombres.PeromiúnicoDiosesAlá,yporéljuroqueharétodoloposibleparavencerunavezmásaldesierto.AhoraquieroquecadaunodevosotrosjureporelDiosenelquecree,enelfondodesucorazón,quemeobedeceráencualquiercircunstancia.Eneldesierto,ladesobedienciasignificalamuerte.
Unmurmullorecorrióatodoslospresentes,queestabanjurandoenvozbajaantesu Dios. El muchacho juró por Jesucristo. El Inglés permaneció en silencio. Elmurmullo se prolongó más de lo necesario para un simple juramento, porque laspersonastambiénestabanpidiendoprotecciónalcielo.
Seoyóunlargotoquedeclarínycadacualmontóensuanimal.ElmuchachoyelInglés habían comprado camellos, y montaron en ellos con cierta dificultad. AlmuchacholediolástimaelcamellodelInglés:ibacargadoconpesadasmaletasllenasdelibros.
—No existen las coincidencias —dijo el Inglés intentando continuar laconversación que habían iniciado en el almacén—. Fue un amigo quien me trajohastaaquíporqueconocíaaunárabeque…
Pero la caravana se puso enmarcha y le resultó imposible escuchar lo que elInglés estaba diciendo. No obstante, el muchacho sabía exactamente de qué setrataba:eralacadenamisteriosaquevauniendounacosaconotra,lamismaquelohabía llevado a ser pastor, a tener elmismo sueño repetido, a estar en una ciudadcercadeÁfrica,yaencontrarenlaplazaaunrey,aquelerobaranparaconoceraunmercaderdecristales,y…
«Cuanto más se aproxima uno al sueño, más se va convirtiendo la LeyendaPersonalenlaverdaderarazóndevivir»,pensóelmuchacho.
Lacaravanasedirigíahaciaponiente.Viajabanporlamañana,parabancuandoelsol calentabamás, y proseguían al atardecer.Elmuchacho conversabapoco con elInglés,quepasabalamayorpartedeltiempoentretenidoconsuslibros.
Entoncessededicóaobservarensilenciolamarchadeanimalesyhombresporeldesierto. Ahora todo era muy diferente del día en que partieron. Aquél día deconfusión, gritos, llantos, criaturas y relinchos de animales se mezclaban con lasórdenes nerviosas de los guías y de los comerciantes. En el desierto, en cambio,
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reinaba el viento eterno, el silencio y el casco de los animales. Hasta los guíasconversabanpocoentresí.
—He cruzado muchas veces estas arenas—dijo un camellero cierta noche—.Peroeldesiertoestangrandeyloshorizontestanlejanosquehacenqueunosesientapequeñoypermanezcaensilencio.
El muchacho entendió lo que el camellero quería decir, aun sin haber pisadonuncaantesundesierto.Cadavezquemirabaelmaroelfuegoeracapazdequedarsehoras callado, sin pensar en nada, sumergido en la inmensidad y la fuerza de loselementos.
«Aprendí con lasovejasy aprendí con los cristales—pensó—.Puedoaprendertambiénconeldesierto.Élmeparecemásviejoymássabio».
El viento no paraba nunca. El muchacho se acordó del día en que sintió esemismo viento, sentado en un fuerte en Tarifa. Tal vez ahora estaría rozandolevemente la lana de sus ovejas, que seguían en busca de alimento y agua por loscamposdeAndalucía.
«Yanosonmisovejas—sedijosinnostalgia—.Debendehaberseacostumbradoa otro pastor y ya me habrán olvidado. Es mejor así. Quien está acostumbrado aviajar,comolasovejas,sabequesiempreesnecesariopartirundía».
También se acordóde lahijadel comerciantey tuvo la seguridaddequeya sehabríacasado.Quiénsabesiconunvendedordepalomitas,oconunpastorquecomoélsupieraleerycontasehistoriasextraordinarias;alfinyalcabo,élnodebíadeserel único. Pero se quedó impresionado con su presentimiento: quizá él estuvieseaprendiendo también esta historia del Lenguaje Universal, que sabe el pasado ypresente de todos los hombres. «Presentimientos», como acostumbraba decir sumadre. Elmuchacho comenzó a entender que los presentimientos eran las rápidaszambullidasqueelalmadabaenestacorrienteUniversaldevida,dondelahistoriadetodos los hombres está ligada entre sí, y podemos saberlo todo, porque todo estáescrito.
—Maktub—dijoelmuchachorecordandolaspalabrasdelMercaderdeCristales.Eldesiertoavecessecomponíadearenayotrasvecesdepiedra.Silacaravana
llegabafrenteaunapiedra, lacontorneaba;siseencontrabafrenteaunaroca,dabauna larga vuelta. Si la arena era demasiado fina para los cascos de los camellos,buscabanunlugardondefueramásresistente.Enalgunasocasioneselsueloestabacubiertodesal,locualindicabaqueallídebíadehaberexistidounlago.Losanimalesentonces se quejaban, y los camelleros se bajaban y los descargaban. Después secolocaban las cargas en su propia espalda, pasaban sobre el suelo traicionero ynuevamentecargabana losanimales.Siunguíaenfermabaymoría, loscamellerosechabansuertesyescogíanaunnuevoguía.
Perotodoestosucedíaporunaúnicarazón:pormuchasvueltasquetuvieraque
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dar, la caravana se dirigía siempre a un mismo punto. Una vez vencidos losobstáculos, volvía a colocarsedenuevohacia el astroque indicaba la posicióndeloasis. Cuando las personas veían aquel astro brillando en el cielo por la mañana,sabíanqueestabaseñalandounlugarconmujeres,agua,dátilesypalmeras.ElúnicoquenoseenterabadetodoesoeraelInglés,puessepasabalamayorpartedeltiemposumergidoenlalecturadesuslibros.
Elmuchachotambiénteníaunlibroquehabíaintentadoleerdurantelosprimerosdías de viaje. Pero encontraba mucho más interesante contemplar la caravana yescucharelviento.Asíqueaprendióaconocermejorasucamelloyalaficionarseaél, tiró el libro. Era un peso innecesario, aunque el chico había alimentado lasupersticióndequecadavezqueabríaellibroencontrabaaalguienimportante.
Terminó trabando amistad con el camellero que viajaba siempre a su lado. Denoche, cuandoparabanydescansaban alrededorde las hogueras, solía contarle susaventurascomopastor.
Duranteunadeesasconversaciones,elcamellerocomenzóasuvezahablarledesuvida.
—YovivíaenunlugarcercanoaElCairo—leexplicó—.Teníamihuerto,mishijosyunavidaquenoibaacambiarhastaelmomentodemimuerte.Unañoquelacosecha fue excelente, fuimos todos hasta La Meca y yo cumplí con la únicaobligaciónquemefaltaballevaracaboenlavida.Podíamorirenpaz,ymeagradabalaidea…
»Ciertodíalatierracomenzóatemblar,yelNilosedesbordó.Loqueyopensabaquesóloocurríaalosotrosterminópasándomeamí.Misvecinostuvieronmiedodeperder sus olivos con las inundaciones; mi mujer de que las aguas se llevaran anuestroshijos,yyodeverdestruidotodoloquehabíaconquistado.
»Peronohubosolución.Latierraquedóinservibleytuvequebuscarotromediodesubsistencia.Hoysoycamellero.Peroentoncesentendí lapalabradeAlá,nadiesientemiedodelodesconocidoporquecualquierpersonaescapazdeconquistartodoloquequiereynecesita.
»Sólo sentimosmiedodeperder aquelloque tenemos,ya seannuestrasvidasonuestrasplantaciones.PeroestemiedopasacuandoentendemosquenuestrahistoriaylahistoriadelmundofueronescritasporlamismaMano.
Aveceslascaravanasseencontrabandurantelanoche.Siempreunadeellasteníaloquelaotranecesitaba,comosirealmentetodoestuvieraescritoporunasolaMano.Los camelleros intercambiaban informaciones sobre las tempestadesdevientoy sereuníanentornoalashoguerasparacontarlashistoriasdeldesierto.
En otras ocasiones llegabanmisteriosos hombres encapuchados; eran beduinosqueespiabanlasrutasseguidasporlascaravanas.Traíannoticiasdeasaltantesydetribusbárbaras.Llegabanypartíanensilencio,consusropasnegrasquesólodejaban
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verlosojos.Unadeesasnocheselcamelleroseacercóhasta lahogueradondeelmuchacho
estabasentadojuntoalInglés.—Serumoreaquehayguerraentrelosclanes—dijoelcamellero.Lostressequedaroncallados.Elmuchachonotóqueelmiedoflotabaenelaire,
aunquenadiedijeseniunapalabra.Nuevamente estabapercibiendoel lenguaje sinpalabras,elLenguajeUniversal.
PocodespuéselIngléspreguntósihabíapeligro.—Quien entra en el desierto nopuedevolver atrás—repuso el camellero—.Y
cuandonosepuedevolveratrás,sólodebemospreocuparnosporlamejormaneradeseguirhaciaadelante.ElrestoesporcuentadeAlá,inclusiveelpeligro.
Yconcluyódiciendolamisteriosapalabra:Maktub.—Tendríaqueprestarmásatenciónalascaravanas—dijoelmuchachoalInglés
cuandoelcamellerosefue—.Danmuchasvueltas,perosiempremantienenelmismorumbo.
—Ytútendríasqueleermássobreelmundo—replicóelInglés—.Loslibrossonigualquelascaravanas.
Elinmensogrupodehombresyanimalesempezóacaminarmásrápido.Ademásdel silencio durante el día, las noches —cuando las personas se reunían paraconversar en torno a las hogueras— comenzaron a hacerse también silenciosas.Ciertodía el Jefede laCaravanadecidióquenopodían encendersemáshogueras,paranollamarlaatención.
Losviajeros sevieronobligadosa formarungrancírculocon losanimalesyacolocarsetodosenelcentro,intentandoprotegersedelfríonocturno.ElJefeinstalócentinelasarmadosalrededordelgrupo.
Una de aquellas noches, el Inglés no podía dormir. Llamó al muchacho ycomenzaronapasearporlasdunasquerodeabanelcampamento.Eraunanochedelunallena,yelmuchachocontóalIngléstodasuhistoria.
El Inglés se quedó fascinado con el relato de la tienda que había prosperadodespuésdequeelchicoempezóatrabajarallí.
—Éste es el principio quemueve todas las cosas—dijo—. EnAlquimia se ledenominaelAlmadelMundo.Cuandodeseasalgocon todo tucorazón, estásmáspróximoalAlmadelMundo.Esunafuerzasiemprepositiva.
Leexplicó tambiénqueestonoeraundonexclusivode loshombres; todas lascosassobrelafazdelaTierrateníantambiénunaalma,independientementedesieramineral,vegetal,animaloapenasunsimplepensamiento.
—Todo lo que está sobre la faz de la Tierra se transforma siempre, porque laTierraestáviva,y tieneunaalma.SomospartedeestaAlmay raramentesabemosqueellasiempretrabajaennuestrofavor.Perotúdebesentenderqueenlatiendade
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loscristales,hastalosjarrosestabancolaborandoentuéxito.Elmuchachosequedócalladounosinstantes,mirandolalunaylaarenablanca.—Hevistolacaravanacaminandoatravésdeldesierto—dijoporfin—.Ellayel
desiertohablan lamisma lenguayporesoélpermitequeella loatraviese.Probarácadapasosuyo,paraversiestáenperfectasintoníaconél;ysiloestá,ellallegaráaloasis.
»Si uno de nosotros llegase aquí con mucho valor, pero sin entender estelenguaje,moriríaelprimerdía.
Continuaronmirandolalunajuntos.—Éstaeslamagiadelasseñales—continuóelmuchacho—.Hevistocómolos
guías leen las señales del desierto y cómo el alma de la caravana conversa con elalmadeldesierto.
Permanecieronvariosminutosensilencio.—Tengoqueprestarmásatenciónalacaravana—dijoporfinelInglés.—Y yo tengo que leer sus libros —dijo el muchacho. Eran libros extraños.
Hablabandemercurio,sal,dragonesyreyes,peroélnoconseguíaentendernada.Sinembargo,habíaunaideaqueparecíarepetirseentodosloslibros:todaslascosaseranmanifestacionesdeunacosasola.
En uno de los libros descubrió que el texto más importante de la Alquimiaconstabadeunaspocaslíneas,yhabíasidoescritoenunasimpleesmeralda.
—Es la Tabla de la Esmeralda—dijo el Inglés, orgulloso de enseñarle algo almuchacho.
—Yentonces,¿paraquétantoslibros?—Para entender estas líneas —repuso el Inglés, aunque no estaba muy
convencidodesupropiarespuesta.El libro que más interesó al muchacho contaba la historia de los alquimistas
famosos.Eranhombresquehabíandedicadotodasuvidaapurificarmetalesenloslaboratorios;creíanquesiunmetal semanteníapermanentementeal fuegodurantemuchos años, terminaría liberándose de todas sus propiedades individuales y sólorestaría el Alma del Mundo. Ésta Cosa Única permitía que los alquimistasentendiesen cualquier cosa sobre la faz de la Tierra, porque ella era el lenguaje atravésdelcuallascosassecomunicaban.AestedescubrimientolollamabanlaGranObra,queestabacompuestaporunapartelíquidayunapartesólida.
—¿No basta con observar a los hombres y a las señales para descubrir estelenguaje?—preguntóelchico.
—Tienes la manía de simplificarlo todo —repuso el Inglés irritado—. LaAlquimiaesuntrabajomuyserio.Exigequesesigacadapasoexactamentecomolosmaestrosloenseñaron.
ElmuchachodescubrióquelapartelíquidadelaGranObraerallamadaElixirde
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la Larga Vida, que curaba todas las enfermedades y evitaba que el alquimistaenvejeciese.YlapartesólidaseconocíaconelnombredePiedraFilosofal.
—No es fácil descubrir la Piedra Filosofal—dijo el Inglés—. Los alquimistaspasabanmuchos años en los laboratorios contemplando aquel fuegoquepurificabalosmetales.Mirabantantoelfuegoquepocoapocosuscabezasibanperdiendotodaslasvanidadesdelmundo.Entonces,unbuendía,descubríanquelapurificacióndelosmetaleshabíaterminadoporpurificarlosaellosmismos.
ElmuchachoseacordódelMercaderdeCristales.Éllehabíadichoqueerabuenaidea limpiar los jarros para que ambos se liberasen también de los malospensamientos.CadavezestabamásconvencidodequelaAlquimiapodríaaprenderseenlavidacotidiana.
—Además —añadió el Inglés—, la Piedra Filosofal tiene una propiedadfascinante:unpequeñofragmentodeellaescapazdetransformargrandescantidadesdemetalenoro.
Apartirdeestafrase,elmuchachoempezóainteresarseenlaAlquimia.Pensabaque, con un poco de paciencia, podría transformarlo todo en oro. Leyó la vida devariaspersonasque lohabían conseguido:Helvetius,Elias,Fulcanelli,Geber.Eranhistorias fascinantes: todos estaban viviendo hasta el final su Leyenda Personal.Viajaban, encontraban sabios, hacían milagros frente a los incrédulos, poseían laPiedraFilosofalyelElixirdelaLargaVida.
Pero cuandoquería aprender lamanera de conseguir laGranObra, se quedabatotalmenteperdido.Eransólodibujos,instruccionescodificadas,textososcuros.
—¿Por qué son tan difíciles? —preguntó cierta noche al Inglés. Notó que elInglésandabaunpocomalhumoradoporlafaltadesuslibros.
—Paraquesólolosquetienenlaresponsabilidaddeentenderloslosentiendan—repuso—.Imaginaquépasaríasitodoelmundosepusieraatransformarelplomoenoro.Enpocotiempoeloronovaldríanada.
»Sólolospersistentes,sóloaquellosqueinvestiganmucho,sonlosqueconsiguenlaGranObra.Poresoestoyenmediodeestedesierto.ParaencontraraunverdaderoAlquimistaquemeayudeadescifrarloscódigos.
—¿Cuándoseescribieronestoslibros?—quisosaberelmuchacho.—Muchossiglosatrás.—Enaquellaépocanohabíaimprenta—insistióelmuchacho—,porlotanto,no
había posibilidad de que todo el mundo pudiera conocer la Alquimia. ¿Por qué,entonces,eselenguajetanextraño,tanllenodedibujos?
El Inglés no respondió. Dijo que desde hacía varios días estaba prestándolemuchaatenciónalacaravanayquenoconseguíadescubrirnadanuevo.Loúnicoquehabíanotadoeraqueloscomentariossobrelaguerraaumentabancadavezmás.
Un buen día el muchacho devolvió los libros al Inglés. —¿Entonces, has
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aprendidomucho?—preguntóelotroexpectante—.Empezabaanecesitaraalguienconquienconversarparaolvidarelmiedoalaguerra.—HeaprendidoqueelmundotieneunaAlmayquequien entienda esaAlma entenderá el lenguaje de las cosas.Aprendí que muchos alquimistas vivieron su Leyenda Personal y terminarondescubriendoelAlmadelMundo,laPiedraFilosofalyelElixir.
»Pero, sobre todo, he aprendido que estas cosas son tan simples que puedenescribirsesobreunaesmeralda.
ElIngléssequedódecepcionado.Losañosdeestudio,lossímbolosmágicos,laspalabras difíciles, los aparatos de laboratorio, nada de eso había impresionado almuchacho. «Debe de tener una alma demasiado primitiva como para comprenderesto»,sedijo.
Cogiósuslibrosylosguardóenlasalforjasquecolgabandelcamello.—Vuelveatucaravana—dijo—.Ellatampocomehaenseñadograncosa.El muchacho volvió a contemplar el silencio del desierto y la arena que
levantaban los animales. «Cada uno tiene sumanera de aprender—se repetía a símismo—.Lamaneradeélnoeslamía,ylamíanoesladeél.PeroambosestamosbuscandonuestraLeyendaPersonal,yyolorespetoporeso».
La caravana comenzó a viajar día y noche. A cada momento aparecían losmensajeros encapuchados, y el camellero que se había hecho amigo delmuchachoexplicó que la guerra entre los clanes había comenzado. Tendríanmucha suerte siconseguíanllegaraloasis.
Los animales estaban agotados y los hombres cada vez más silenciosos. Elsilencioeramás terriblepor lanoche,cuandounsimplerelinchodecamello—queantesnopasabadeserun relinchodecamello—ahoraasustabaa todoelmundoypodíaserunaseñaldeinvasión.
Elcamellero,noobstante,noparecíaestarmuyimpresionadoconlaamenazadeguerra.
—Estoyvivo—dijoalmuchachomientrascomíaunplatodedátilesenlanochesinhoguerasni luna—.Mientrasestoycomiendo,nohagonadamásquecomer.Siestuviera caminando, me limitaría a caminar. Si tengo que luchar, será un día tanbuenoparamorircomocualquierotro.
»Porquenovivonienmipasadonienmifuturo.Tengosóloelpresente,yesoeslo único que me interesa. Si puedes permanecer siempre en el presente serás unhombrefeliz.Percibirásqueeneldesiertoexistevida,queelcielotieneestrellas,yquelosguerrerosluchanporqueestoformapartedelarazahumana.Lavidaseráunafiesta,ungranfestival,porqueellasóloeselmomentoqueestamosviviendo.
Dos noches después, cuando se preparaba para dormir, el muchacho miró endirecciónalastroqueseguíandurantelanoche.Leparecióqueelhorizonteestabaunpocomásbajo,porquesobreeldesiertohabíacentenaresdeestrellas.—Eseloasis
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—dijoelcamellero.—¿Yporquénovamosinmediatamente?—Porquenecesitamosdormir.
Elmuchachoabriólosojoscuandoelsolcomenzabaanacer.Frenteaél,dondelas pequeñas estrellas habían estado durante la noche, se extendía una filainterminabledepalmerasquecubríatodoelhorizonte.
—¡Loconseguimos!—dijoelInglés,quetambiénacababadelevantarse.Elmuchacho,sinembargo,permaneciócallado.Habíaaprendidoelsilenciodel
desiertoy se contentabaconmirar laspalmerasque teníadelantede él.AúndebíacaminarmuchoparallegaralasPirámides,yalgúndíaaquellamañananoseríamásqueunrecuerdo.Peroahoraeraelmomentopresente,lafiestaquehabíadescritoelcamellero,yélestabaprocurandovivirloconlasleccionesdesupasadoylossueñosdesufuturo.Undía,aquellavisióndemillaresdepalmerasseríasólounrecuerdo.Peroparaél,enestemomento,significabasombra,aguayunrefugioparalaguerra.Delamismamaneraqueunrelinchodecamellopodíatransformarseenpeligro,unahileradepalmeraspodíasignificarunmilagro.
«Elmundohablamuchoslenguajes»,pensóelmuchacho.«Cuando los tiempos van deprisa, las caravanas corren también», pensó el
Alquimistamientras veía llegar a centenares de personas y animales alOasis. Loshabitantesgritabandetrásdelosreciénllegados,elpolvocubríaelsoldeldesiertoylos niños saltaban de excitación al ver a los extraños. ElAlquimista vio cómo losjefestribalesseaproximabanalJefedelaCaravanayconversabanlargamenteentresí.
PeronadadetodoaquellointeresabaalAlquimista.Yahabíavistoamuchagentellegarypartir,mientraselOasisyeldesiertopermanecíaninvariables.Habíavistoareyesymendigospisandoaquellasarenasquesiemprecambiabandeformaacausadel viento, pero que eran las mismas que él había conocido de niño. Aun así, noconseguíacontenerenelfondodesucorazónunpocodelaalegríadevidaquetodoviajeroexperimentabacuando,despuésdetierraamarillaycieloazul,elverdedelaspalmerasaparecíadelantedesusojos.«TalvezDioshayacreadoeldesiertoparaqueelhombrepuedasonreírconlaspalmeras»,pensó.
Después decidió concentrarse en asuntos más prácticos. Sabía que en aquellacaravanaveníaelhombrealcualdebíaenseñarpartedesussecretos.Lasseñalesselohabían contado.Aúnno conocía a esehombre, pero susojos experimentados loreconocerían en cuanto lo viese. Esperaba que fuese alguien tan capaz como suaprendizanterior.
«Noséporquéestascosastienenquesertransmitidasdebocaaoreja»,pensaba.No era exactamente porque fueran secretas, pues Dios revelaba pródigamente sussecretosatodaslascriaturas.
Él sólo tenía una explicación para este hecho: las cosas tenían que ser
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transmitidasasíporqueestaríanhechasdeVidaPura,yestetipodevidadifícilmenteconsiguesercaptadoenpinturasopalabras.
PorquelaspersonassefascinanconpinturasypalabrasyterminanolvidandoelLenguajedelMundo.
Losrecién llegadosfueronconducidos inmediatamenteante los jefes tribalesdeal-Fayum.Elmuchachonopodíacreerloqueestabaviendo:envezdeserunpozorodeadodepalmeras—comohabíaleídociertavezenunlibrodehistoria—,eloasiseramuchomayorquemuchasaldeasdeEspaña.Tenía trescientospozos,cincuentamilpalmerasdatilerasymuchastiendasdecoloresdiseminadasentreellas.
—ParecelasMilyUnaNoches—dijoelInglés,impacienteporencontrarseconelAlquimista.
En seguida se vieron rodeados de chiquillos, que contemplaban curiosos a losanimales, los camellos y las personas que llegaban. Los hombres querían saber sihabíanvistoalgúncombateylasmujeressedisputabanlostejidosypiedrasquelosmercaderes habían traído. El silencio del desierto parecía un sueño distante; laspersonashablabansinparar,reíanygritaban,comosihubiesensalidodeunmundoespiritualparaestardenuevoentreloshombres.Estabancontentosyfelices.
A pesar de las precauciones del día anterior, el camellero explicó almuchachoque los oasis en el desierto eran siempre considerados terreno neutral, porque lamayorpartedesushabitanteseranmujeresyniños,yhabíaoasisenambosbandos.Así,losguerreroslucharíanenlasarenasdeldesierto,perorespetaríanlosoasiscomociudadesderefugio.ElJefedelaCaravanalosreunióatodosconciertadificultadycomenzó a darles instrucciones. Permanecerían allí hasta que la guerra entre losclaneshubiese terminado.Comoeranvisitantes,deberíancompartir las tiendasconloshabitantesdeloasis,quelescederíanlosmejoreslugares.EralahospitalidadqueimponíalaLey.Despuéspidióquetodos,inclusivesuspropioscentinelas,entregasenlasarmasaloshombresindicadosporlosjefestribales.
—Sonlasreglasdelaguerra—explicóelJefedelaCaravana.Deestamanera,losoasisnopuedenhospedaraejércitosniguerreros.
Parasorpresadelmuchacho,elIngléssacódesuchaquetaunrevólvercromadoyloentregóalhombrequerecogíalasarmas.
—¿Paraquéquiereunrevólver?—preguntó.—Paraaprenderaconfiarenloshombres—repusoelInglés.Estabacontentopor
haberllegadoalfinaldesubúsqueda.El muchacho, en cambio, pensaba en su tesoro. Cuanto más se acercaba a su
sueño,másdifícilessetornabanlascosas.Yanofuncionabaaquelloqueelviejoreyhabíallamado«suertedelprincipiante».LoúnicoqueélsabíaquefuncionabaeralapruebadelapersistenciaydelcorajedequienbuscasuLeyendaPersonal.Poresonopodíaapresurarse,ni impacientarse.Siactuaraasí, terminaríanoviendo lasseñales
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queDioshabíapuestoensucamino.«…queDioscolocóenmicamino»,pensóelmuchachosorprendido.Hastaaquel
momento había considerado las señales como algo perteneciente al mundo. Algocomo comer o dormir, algo como buscar un amor o conseguir un empleo. NuncaanteshabíapensadoqueésteeraunlenguajequeDiosestabausandoparamostrarleloquedebíahacer.
«Noteimpacientes—serepitióparasí—.Comodijoelcamellero,comealahoradecomer.Ycaminaalahoradecaminar».
El primer día todos durmieron de cansancio, inclusive el inglés. El muchachoestabainstaladolejosdeél,enunatiendaconotroscincojóvenesdeedadsimilaralasuya.Erangentedeldesierto,yqueríansaberhistoriasdelasgrandesciudades.
El muchacho les habló de su vida de pastor, e iba a empezar a relatarles suexperienciaenlatiendadecristalescuandosepresentóelInglés.
—Tehebuscadotodalamañana—dijomientrasselollevabaafuera—.NecesitoquemeayudesadescubrirdóndeviveelAlquimista.
Empezaronporrecorrerlastiendasdondevivieranhombressolos.UnAlquimistaseguramenteviviríademaneradiferentedelasotraspersonasdeloasis,yseríamuyprobablequeensutiendahubieraunhornopermanentementeencendido.Caminaronbastante,hastaquesequedaronconvencidosdequeeloasiseramuchomayordeloquepodíanimaginar,yquealbergabacentenaresdetiendas.
—Hemos perdido casi todo el día—dijo el Inglésmientras se sentaba junto alchicocercadeunodelospozosdeloasis.
—Serámejorquepreguntemos—propusoelmuchacho.ElInglésnoqueríarevelarsupresenciaeneloasis,ysemostróindecisoantela
sugerencia. Pero acabó accediendo y le pidió al muchacho, que hablaba mejor elárabe,quelohiciera.Ésteseaproximóaunamujerquehabíaidoalpozoparallenardeaguaunsacodepieldecarnero.
—Buenas tardes, señora. Me gustaría saber dónde vive un Alquimista en esteoasis—preguntóelmuchacho.
La mujer le respondió que jamás había oído hablar de eso, y se marchóinmediatamente.Antes, no obstante, avisó al chico de que no debía conversar conmujeres vestidas de negro porque eranmujeres casadas, y él tenía que respetar laTradición.
El Inglés se quedó decepcionadísimo.Había hecho todo el viaje para nada. Elmuchachotambiénseentristeció.SucompañerotambiénestababuscandosuLeyendaPersonal,ycuandoalguienhaceesto,todoelUniversoconspiraparaquelapersonaconsigaloquedesea.Lohabíadichoelviejorey,ynopodíaestarequivocado.
—Yo nunca había oído hablar antes de alquimistas —dijo el chico—. Si nointentaríaayudarte.
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DerepentelosojosdelInglésbrillaron.—¡Deesosetrata!¡Quizáaquínadiesepaloqueesunalquimista!Preguntapor
elhombrequecuralasenfermedadesenlaaldea.Variasmujeresvestidasdenegrofueronabuscaraguaalpozo,peroelmuchacho
nosedirigióaningunadeellas,pormásqueelInglésleinsistió.Hastaqueporfinseacercóunhombre.
—¿Conoceaalguienquecurelasenfermedadesaquí?—preguntóelchico.—Alácuratodaslasenfermedades—dijoelhombre,visiblementeespantadopor
losextranjeros—.Vosotrosestáisbuscandobrujos.YdespuésderecitaralgunosversículosdelCorán,siguiósucamino.Otrohombre
se aproximó.Eramás viejo, y traía sólo un pequeño cubo.Elmuchacho repitió lapregunta.
—¿Porquéqueréisconoceraesaclasedehombre?—respondióelárabeconotrapregunta.
—Porquemiamigoviajómuchosmesesparaencontrarlo—repusoelchico.—Si este hombre existe en el oasis, debe de sermuy poderoso—dijo el viejo
despuésdemeditarunosinstantes—.Nilosjefestribalesconsiguenverlocuandolonecesitan.Sólocuandoéllodecide.
»Esperadaqueterminelaguerra.Yentonces,partidconlacaravana.Noqueráisentrarenlavidadeloasis—concluyóalejándose.
PeroelInglésquedóexultante.Estabanenlapistacorrecta.Finalmenteaparecióunamozaquenoibavestidadenegro.Traíauncántaroenel
hombro, y la cabeza cubierta con un velo, pero tenía el rostro descubierto. ElmuchachoseaproximóparapreguntarlesobreelAlquimista.
EntoncesfuecomosieltiemposeparaseyelAlmadelMundosurgiesecontodasufuerzaanteél.Cuandoviosusojosnegros,suslabiosindecisosentreunasonrisayel silencio, entendió lapartemás importanteymás sabíadelLenguajeque todoelmundohablabayquetodaslaspersonasdelatierraerancapacesdeentenderensuscorazones. Y esto se llamaba Amor, algo más antiguo que los hombres y que elpropiodesierto,yquesinembargoresurgíasiempreconlamismafuerzadondequieraquedosparesdeojossecruzarancomosecruzaronlosdeellosdelantedelpozo.Loslabiosfinalmentedecidieronofrecerunasonrisa,yaquelloeraunaseñal,laseñalqueélesperósinsaberlodurantetantotiempoensuvida,quehabíabuscadoenlasovejasyenloslibros,enloscristalesyenelsilenciodeldesierto.
Allíestabaelpurolenguajedelmundo,sinexplicaciones,porqueelUniversononecesitabaexplicacionesparacontinuarsucaminoenelespaciosinfin.Todoloqueelmuchacho entendía en aquelmomento era que estaba delante de lamujer de suvida,ysinningunanecesidaddepalabras,elladebíadesaberlotambién.Estabamássegurodeestoquedecualquiercosaenelmundo,aunquesuspadres,ylospadresde
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suspadres,dijeranqueeranecesariosalir,simpatizar,prometerse,conocerbienalapersonay tenerdinero antesde casarse.Losquedecían estoquizá jamáshubiesenconocido el Lenguaje Universal, porque cuando nos sumergimos en él es fácilentenderque siempre existe en elmundounapersonaque espera a otra, ya sea enmediodeldesiertooenmediodeunagranciudad.Ycuandoestaspersonassecruzanysusojosseencuentran, todoelpasadoy todoel futuropierdesu importanciaporcompleto,y sóloexisteaquelmomentoyaquellacerteza increíbledeque todas lascosasbajoelsolfueronescritasporlamismaMano.LaManoquedespiertaelAmor,yquehizounalmagemelaparacadapersonaquetrabaja,descansaybuscatesorosbajo el sol. Porque sin esto no habría ningún sentido para los sueños de la razahumana.
Maktub,pensóelmuchacho.ElInglésselevantódedondeestabasentadoysacudióalchico.—¡Vamos,pregúntaseloaella!Élseaproximóalajoven.Ellavolvióasonreír.Élsonriótambién.—¿Cómotellamas?—preguntó.—MellamoFátima—dijolajovenmirandoalsuelo.—Enlatierradedondeyovengoalgunasmujeressellamanasí.—Es el nombre de la hija del Profeta —explicó Fátima—. Los guerreros lo
llevaronallí.Ladelicadamozahablabadelosguerrerosconorgullo.ComoasuladoelInglés
insistía,elmuchacholepreguntóporelhombrequecurabatodaslasenfermedades.—Esunhombrequeconocelossecretosdelmundo.Conversaconlosdjinsdel
desierto—dijoella.Losdjinseran losdemonios.Lamozaseñalóhaciael sur,haciael lugardonde
habitabaaquelextrañohombre.Después llenó su cántaro y se fue. El Inglés se fue también, en busca del
Alquimista. Y el muchacho se quedó mucho tiempo sentado al lado del pozo,entendiendoquealgúndíaelLevantehabíadejadoensurostroelperfumedeaquellamujer,yqueyalaamabainclusoantesdesaberqueexistía,yquesuamorporellaharíaqueencontrasetodoslostesorosdelmundo.
Aldíasiguienteelmuchachovolvióalpozoaesperaralamoza.Parasusorpresa,seencontróallíconelInglés,mirandoporprimeravezhaciaeldesierto.
—Esperé toda la tarde y toda la noche—le dijo—. Él llegó con las primerasestrellas. Le conté lo que estaba buscando. Entonces él me preguntó si ya habíatransformadoplomoenoro,yyoledijequeesoeraloquequeríaaprender.
»Ymemandó intentarlo. Todo lo queme dijo fue: «Ve e inténtalo». El chicoguardósilencio.El Ingléshabíaviajado tantoparaoír loqueyasabía.Entoncesseacordódequeélhabíadadoseisovejasalviejoreyporlamismarazón.
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—Entonces,inténtelo—ledijoalInglés.—Esloquevoyahacer.Yempezaréahora.Al poco rato de haberse ido el Inglés, llegó Fátima para recoger agua con su
cántaro.—Vine a decirte una cosamuy sencilla—dijo el chico—.Quiero que seasmi
mujer.Teamo.Lamozadejóquesucántaroderramaseelagua.—Teesperaréaquítodoslosdías.Crucéeldesiertoenbuscadeuntesoroquese
encuentracercadelasPirámides.Laguerrafueparamíunamaldición,peroahoraesunabendiciónporquememantienecercadeti.
—Laguerraseacabaráalgúndía—dijolamoza.El muchacho miró las datileras del oasis. Había sido pastor. Y allí existían
muchasovejas.Fátimaeramásimportantequeeltesoro.—Losguerrerosbuscansustesoros—dijolajoven,comosiestuvieraadivinando
elpensamientodelmuchacho—.Y lasmujeresdeldesiertoestánorgullosasdesusguerreros.
Despuésvolvióallenarsucántaroysefue.TodoslosdíaselmuchachoibaalpozoaesperaraFátima.Lecontósuvidade
pastor, su encuentro con el rey, su estancia en la tienda de cristales. Se hicieronamigos,yaexcepcióndelosquinceminutosquepasabaconella,elrestodeldíaselehacíainterminable.Cuandoyallevabacasiunmeseneloasis,elJefedelaCaravanalosconvocóatodosparaunareunión.
—Nosabemoscuándosevaaacabarlaguerra,ynopodemosseguirelviaje—dijo—. Los combates durarán mucho tiempo, tal vez muchos años. Cuentan conguerreros fuertes y valientes en ambos bandos, y existe el honor de combatir enambosejércitos.Noesunaguerraentrebuenosymalos.Esunaguerraentrefuerzasqueluchanporelmismopoder,ycuandoestetipodebatallacomienza,seprolongamásquelasotras,porqueAláestáenlosdosbandos.
Las personas se dispersaron. El muchacho se volvió a encontrar con Fátimaaquellatarde,ylehablódelareunión.
—El segundo día que nos encontramos—dijo ella—,me hablaste de tu amor.Despuésmeenseñastecosasbellas, comoelLenguajeyelAlmadelMundo.Todoestomehacepocoapocoserpartedeti.
Elmuchachooía suvozy la encontrabamáshermosaqueel sonidodelvientoentrelashojasdelasdatileras.
—Hacemucho tiempo que estuve aquí, en este pozo, esperándote.No consigorecordar mi pasado, la Tradición, la manera en que los hombres esperan que secomportenlasmujeresdeldesierto.Desdepequeñasoñabaqueeldesiertometraeríaelmayorregalodemivida.Ésteregalollegó,porfin,yerestú.
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Elmuchachosintiódeseosdetocarsumano.PeroFátimaestabasosteniendolasasasdelcántaro.
—Túmehablaste de tus sueños, del viejo reyydel tesoro.Mehablaste de lasseñales.Yanotengomiedodenada,porquefueronestasseñaleslasquetetrajeronamí.Yyosoypartedetusueño,detuLeyendaPersonal,comosuelesdecir.
»Poresoquieroquesigasenladireccióndeloquevinisteabuscar.Sitienesqueesperar hasta el final de la guerra,muybien.Pero si tienes que partir antes, ve endirección a tu Leyenda. Las dunas cambian con el viento, pero el desierto siguesiendoelmismo.Asísucederáconnuestroamor.
»Maktub—añadió—.SiyosoypartedetuLeyenda,túvolverásundía.ElmuchachosequedótristetraselencuentroconFátima.Seacordabademucha
gentequehabíaconocido.Alospastorescasadoslescostabamuchoconvencerasusesposasdequedebíanandarporloscampos.Elamorexigíaestarjuntoalapersonaamada.
AldíasiguientecontótodoestoaFátima.—Eldesiertosellevaanuestroshombresynosiemprelosdevuelve—dijoella
—. Entonces nos acostumbramos a esto. Y ellos pasan a existir en las nubes sinlluvia, en los animales que se esconden entre las piedras, en el agua que brotagenerosadelatierra.Pasanaformarpartedetodo,pasanaserelAlmadelMundo.
»Algunosvuelven.Yentoncestodaslasmujeressealegran,porqueloshombresqueellasesperantambiénpuedenvolveralgúndía.Antesyomirabaaesasmujeresyenvidiabasufelicidad.Ahorayotambiéntendréunapersonaaquienesperar.
»Soy unamujer del desierto, y estoy orgullosa de ello.Quiero quemi hombretambiéncaminelibrecomoelvientoquemuevelasdunas.Tambiénquieropoderveramihombreenlasnubes,enlosanimalesyenelagua.
ElmuchachofueabuscaralInglés.QueríahablarledeFátima.Sesorprendióalver que el Inglés había construido un pequeño horno al lado de su tienda. Era unhornoextraño,conunfrascotransparenteencima.ElInglésalimentabaelfuegoconleña,ymirabaeldesierto.Susojosparecíanbrillarmáscuandopasabatodoeltiempoleyendolibros.
—Ésta es la primera fase del trabajo —dijo—. Tengo que separar el azufreimpuro.Paraesto,nopuedo tenermiedode fallar.Elmiedoa fallar fue loquemeimpidió intentar laGranObrahastahoy.Esahoracuandoestoyempezando loquedeberíahabercomenzadodiezañosatrás.Peromesientofelizdenohaberesperadoveinteañosparaesto.
Y continuó alimentando el fuegoymirando el desierto.Elmuchacho se quedójunto a él un rato, hasta que el desierto comenzó a ponerse rosado con la luz delatardecer.Entonces sintió un inmenso deseo de ir hasta allí, para ver si el silencioconseguíaresponderasuspreguntas.
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Caminó sin rumbo por algún tiempo, manteniendo las palmeras del oasis alalcancedesusojos.Escuchabaelviento,ysentíalaspiedrasbajosuspies.Avecesencontrabaalgunaconchaysabíaqueaqueldesierto,enunaépocaremota,habíasidoungranmar.Despuéssesentósobreunapiedraysedejóhipnotizarporelhorizonteque tenía delante de él. No conseguía entender el Amor sin el sentimiento deposesión;peroFátimaeraunamujerdeldesierto,ysialguienpodíaenseñarleestoeraeldesierto.
Se quedó así, sin pensar en nada, hasta que presintió unmovimiento sobre sucabeza.Miróhaciaelcieloyvioqueerandosgavilanesquevolabanmuyalto.
El muchacho observó a los gavilanes, y los dibujos que trazaban en el cielo.Parecíaunacosadesordenaday,sinembargo,teníanalgúnsentidoparaél.Sóloquenoconseguíacomprendersusignificado.Decidióquedebíaacompañarconlosojoselmovimientodelospájaros,yquizáentoncespudieraleeralgo.Talvezeldesiertopudieraexplicarleelamorsinposesión.
Empezóasentirsueño.Sucorazónlepidióquenosedurmiera:porelcontrario,debíaentregarse.«EstabapenetrandoenelLenguajedelMundoytodoenestatierratiene sentido, inclusoelvuelode losgavilanes»,dijo.Yaprovechó laocasiónparaagradecerelhechodeestarllenodeamorporunamujer.«Cuandoseama,lascosasadquierenaúnmássentido»,pensó.
De repente, un gavilán dio una rápida zambullida en el cielo y atacó al otro.Cuando hizo este movimiento, el muchacho tuvo una súbita y rápida visión: unejército,conlasespadasdesenvainadas,entrabaeneloasis.Lavisióndesaparecióenseguida,peroaquelloledejósobresaltado.Habíaoídohablardelosespejismos,yyahabíavistoalgunos:erandeseosquesematerializabansobrelaarenadeldesierto.Sinembargo,élnodeseabaqueningúnejércitoinvadieraeloasis.
Decidió olvidar todo aquello y volver a su meditación. Intentó nuevamenteconcentrarseeneldesiertocolorderosayenlaspiedras.Peroalgoensucorazónlomanteníaintranquilo.
«Siguesiemprelasseñales»,lehabíadichoelviejorey.YelmuchachopensóenFátima.Seacordódeloquehabíavisto,ypresintióloqueestabaapuntodesuceder.
Conmuchadificultadsaliódeltranceenquehabíaentrado.Selevantóycomenzóacaminarendirecciónalaspalmeras.Unavezmáspercibíaelmúltiplelenguajedelas cosas: esta vez, el desierto era seguro, y el oasis se había transformado en unpeligro.
El camellero estaba sentado al pie de una datilera, contemplando también lapuestadelsol.Viosaliralmuchachodedetrásdeunadelasdunas.
—Seaproximaunejército—dijo—.Hetenidounavisión.—Eldesiertollenadevisioneselcorazóndeunhombre—repusoelcamellero.Peroelmuchacho leexplicó lode losgavilanes: estabacontemplandosuvuelo
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cuandosehabíasumergidoderepenteenelAlmadelMundo.Elcamelleropermaneciócallado;entendíaloqueelmuchachodecía.Sabíaque
cualquier cosa en la faz de la tierra puede contar la historia de todas las cosas. Siabrieseunlibroencualquierpágina,omiraselasmanosdelaspersonas,olascartasde la baraja, o el vuelo de los pájaros, o fuera lo que fuese, cualquier personaencontraría alguna conexión de sentido con alguna situación que estaba viviendo.Peroenverdad,noeranlascosaslasquemostrabannada;eranlaspersonasque,almirarlas,descubríanlamaneradepenetrarenelAlmadelMundo.
El desierto estaba lleno de hombres que se ganaban la vida porque podíanpenetrar con facilidad en el Alma del Mundo. Se les conocía con el nombre deAdivinos, y eran muy temidos por las mujeres y los ancianos. Los Guerrerosraramente los consultaban, porque era imposible entrar en una batalla sabiendocuándosevaamorir.LosGuerrerospreferíanelsabordelaluchaylaemocióndelodesconocido. El futuro había sido escrito por Alá, y cualquier cosa que hubieseescritoerasiempreparaelbiendelhombre.EntonceslosGuerrerosapenasvivíanelpresente, porque el presente estaba lleno de sorpresas y ellos tenían que vigilarmuchascosas:dóndeestabalaespadadelenemigo,dóndeestabasucaballo,cuáleraelpróximogolpequedebíalanzarparasalvarlavida.
El camellero no era un Guerrero, y ya había consultado a algunos Adivinos.Muchoslehabíandichocosasacertadas,otros,cosasequivocadas.Hastaqueunodeellos, elmás viejo (y elmás temido) le preguntó por qué estaba tan interesado ensabersufuturo.
—Parapoderhacer lascosas—repusoelcamellero—.Ycambiar loquenomegustaríaquesucediera.
—Entoncesdejarádesertufuturo—replicóelAdivino.—Entonces talvezquieroconocerel futuroparaprepararmepara lascosasque
vendrán.—Si son cosas buenas, cuando lleguen serán una agradable sorpresa—dijo el
Adivino—.Ysisonmalas,empezarásasufrirmuchoantesdequesucedan.—Quieroconocerelfuturoporquesoyunhombre—dijoelcamelleroalAdivino
—.Yloshombresvivenenfuncióndesufuturo.El Adivino guardó silencio unos instantes. Él era especialista en el juego de
varillas,quesearrojabanal sueloyse interpretabansegún lamaneraenquecaían.Aquéldíaélnolanzólasvarillas,sinoquelasenvolvióenunpañueloylasvolvióacolocarenelbolsillo.
—Me gano la vida adivinando el futuro de las personas—dijo—. Conozco lacienciadelasvarillasysécómoutilizarlaparapenetrarenesteespaciodondetodoestáescrito.Allípuedoleerelpasado,descubrirloqueyafueolvidadoyentenderlasseñalesdelpresente.
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»Cuando las personas me consultan, yo no estoy leyendo el futuro; estoyadivinando el futuro. Porque el futuro pertenece a Dios, y Él sólo lo revela encircunstancias extraordinarias. ¿Ycómoconsigo adivinar el futuro?Por las señalesdelpresente.Esenelpresentedondeestáelsecreto;siprestasatenciónalpresente,podrás mejorarlo. Y si mejoras el presente, lo que sucederá después también serámejor.OlvidaelfuturoyvivecadadíadetuvidaenlasenseñanzasdelaLeyyenlaconfianza de que Dios cuida de sus hijos. Cada día trae en sí la Eternidad. ElcamelleroquisosabercuáleseranlascircunstanciasenlasqueDiospermitíaverelfuturo:
—CuandoÉlmismolomuestra.YDiosmuestrael futuroraramente,yporunaúnicarazón:esunfuturoquefueescritoparasercambiado.
Dioshabíamostradoun futuroalmuchacho,pensóel camellero,porquequeríaqueelmuchachofueseSuinstrumento.
—Veahablarconlosjefestribales—ledijo—.Háblalesdelosguerrerosqueseaproximan.
—Sereirándemí.—Sonhombresdeldesierto,yloshombresdeldesiertoestánacostumbradosalas
señales.—Entoncesyadebendesaberlo.—Ellos no se preocupan por eso. Creen que si tienen que saber algo que Alá
quieracontarles, losabránatravésdealgunapersona.Yapasómuchasvecesantes.Perohoy,esapersonaerestú.
ElmuchachopensóenFátima.Ydecidióiraveralosjefestribales.—Traigoseñalesdeldesierto—dijoalguardiánqueestabafrentealaentradade
lainmensatiendablanca,enelcentrodeloasis—.Quieroveralosjefes.Elguardanorespondió.Entróytardómuchoenregresar.Lohizoacompañadode
un árabe joven, vestidodeblancoyoro.Elmuchacho contó al joven loquehabíavisto.Éllepidióqueesperaseunpocoyvolvióaentrar.
Cayólanoche.Entraronysalieronvariosárabesymercaderes.Pocoapocolashogueras se fueron apagando y el oasis comenzó a quedar tan silencioso como eldesierto. Sólo la luz de la gran tienda continuaba encendida. Durante todo estetiempo,elmuchachoestuvopensandoenFátima,aúnsincomprenderlaconversacióndeaquellatarde.
Finalmente,despuésdemuchashorasdeespera,elguardiánlemandóentrar.Loquevio lodejóextasiado.Nuncahubierapodido imaginarqueenmediodel
desiertoexistieseunatiendacomoaquélla.Elsueloestabacubiertoconlasmásbellasalfombras que jamás había pisado y del techo pendían lámparas demetal amarillolabrado,cubiertodevelasencendidas.Losjefestribalesestabansentadosenelfondodelatienda,ensemicírculo,descansandosusbrazosypiernasenalmohadasdeseda
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conricosbordados.Diversoscriadosentrabanysalíanconbandejasdeplatallenasdeespecias y té. Algunos se encargaban de mantener encendidas las brasas de losnarguiles.Unsuavearomallenabaelambiente.
Había ocho jefes, pero el muchacho pronto se dio cuenta de cuál era el másimportante:unárabevestidodeblancoyoro,sentadoenelcentrodelsemicírculo.Asuladoestabaeljovenárabeconquienhabíaconversadoantes.
—¿Quién es el extranjero que habla de señales? —preguntó uno de los jefesmirándole.
—Soyyo—repuso.Ylecontóloquehabíavisto.—¿Yporquéeldesiertoibaacontarestoaunextraño,cuandosabequeestamos
aquídesdevariasgeneraciones?—dijootrojefetribal.—Porque mis ojos aún no se han acostumbrado al desierto —respondió el
muchacho—,ypuedovercosasquelosojosdemasiadoacostumbradosnoconsiguenver.
«YporqueyoséacercadelAlmadelMundo»,pensóparasí.Peronodijonada,porquelosárabesnocreenenestascosas.
—ElOasisesunterrenoneutral.NadieatacaaunOasis—replicóuntercerjefe.—Yosólocuentoloquevi.Sinoqueréiscreerlo,nohagáisnada.Un completo silencio se abatió sobre la tienda, seguido de una exaltada
conversaciónentrelosjefestribales.Hablabanenundialectoárabequeelmuchachonoentendía,perocuandohizoademándeirse,unguardiánledijoquesequedara.Elmuchachoempezóasentirmiedo;lasseñalesdecíanquealgoandabamal.Lamentóhaberconversadoconelcamellerosobreesto.
De repente, el viejo que estaba en el centro insinuó una sonrisa casiimperceptible, que tranquilizó al muchacho. El viejo no había participado en ladiscusión,nihabíadichopalabrahastaaquelmomento.PeroelmuchachoyaestabaacostumbradoalLenguajedelMundo,ypudosentirunavibracióndePazcruzandolatiendadepuntaapunta.Suintuiciónledijoquehabíaactuadocorrectamentealir.
Ladiscusiónterminó.Sequedaronensilenciodurantealgúntiempo,escuchandoal viejo. Después, éste se giró hacia el muchacho. Ésta vez su rostro era frío ydistante.
—Hacedosmilaños,enunatierralejana,arrojaronaunpozoyvendieroncomoesclavo a un hombre que creía en los sueños —dijo—. Nuestros mercaderes locomprarony lo trajeron aEgipto.Y todosnosotros sabemosquequien cree en lossueñostambiénsabeinterpretarlos.
«Auncuandonosiempreconsigarealizarlos»,pensóelmuchachoacordándosedelaviejagitana.
—Acausadelossueñosdelfaraónconvacasflacasygordas,estehombrelibróaEgipto del hambre. Su nombre era José. También era un extranjero en una tierra
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extranjera,comotú,ydebíadetenermásomenostuedad.Elsilenciocontinuó.Losojosdelviejosemanteníanfríos.—Siempre seguimos la Tradición. La Tradición salvó a Egipto del hambre en
aquellaépocayloconvirtióenelmásricodetodoslospueblos.LaTradiciónenseñacómoloshombresdebenatravesareldesiertoycasarasushijas.LaTradicióndiceque un Oasis es un terreno neutral, porque ambos lados tienen Oasis y sonvulnerables.
Nadiedijounapalabramientraselviejohablaba.—PerolaTradicióndicetambiénquedebemoscreerenlosmensajesdeldesierto.
Todoloquesabemosnosloenseñóeldesierto.Elviejohizounaseñalytodoslosárabesselevantaron.Lareuniónestabaapunto
de terminar. Los guardianes apagaron los narguiles y se alinearon en posición defirmes.Elmuchachosepreparóparasalir,peroelviejohablóunavezmás:
—Mañana romperemosunacuerdoquedicequenadieeneloasispuedeportararmas.Durantetodoeldíaaguardaremosalosenemigos.Cuandoelsoldesciendaenelhorizonte,loshombresmedevolveránlasarmas.Porcadadiezenemigosmuertos,túrecibirásunamonedadeoro.
»Sinembargo,lasarmasnopuedensalirdesulugarsinexperimentarlabatalla.Son caprichosas como el desierto, y si las acostumbramos a esto, la próxima vezpueden tenerperezadedisparar.Si al acabareldíademañananingunadeellashasidoutilizada,porlomenosunaseráusadacontrati.
Eloasissóloestabailuminadoporlalunallenacuandoelmuchachosalió.Teníaveinteminutosdecaminatahastasutiendayechóaandar.
Estabaasustadoportodolosucedido.SehabíasumergidoenelAlmadelMundoyelprecioqueteníaquepagarporcreerenaquelloerasuvida.Unaapuestaelevada.Pero había apostado alto desde el día en que vendió sus ovejas para seguir suLeyendaPersonal.Y, comodecía el camellero, no hay tanta diferencia entremorirmañanauotrodía.Cualquierdíaestabahechopara servividooparaabandonarelmundo.Tododependíadeunapalabra:Maktub.
Caminóensilencio.Noestabaarrepentido.SimuriesemañanaseríaporqueDiosno tendría ganas de cambiar el futuro. Pero moriría después de haber cruzado elestrecho,trabajadoenunatiendadecristales,conocidoelsilenciodeldesiertoylosojosdeFátima.Habíavividointensamentecadaunodesusdíasdesdequesaliódesucasa,hacíayatantotiempo.Simuriesemañana,susojoshabríanvistomuchasmáscosasquelosojosdeotrospastores,yelmuchachoestabaorgullosodeello.
Derepenteoyóunestruendoyfuearrojadosúbitamenteatierraporelimpactodeun viento que no conocía. El lugar se llenó de una polvareda tan grande que casicubriólaluna.Y,anteél,unenormecaballoblancosealzósobresuspatasydejóoírunrelinchoaterrador.
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Elmuchachocasinopodíaverloquepasaba,perocuandolapolvaredaseasentóunpoco,sintióunpavorcomojamáshabíasentidoantes.Sobreelcaballohabíauncaballerovestidodenegro,conunhalcónsobresuhombroizquierdo.Usabaturbante,yunpañuelolecubríatodoelrostro,dejandoversólosusojos.Parecíaunmensajerodeldesierto,perosupresenciaeramásfuertequeladecualquierpersonaquehubieraconocidoentodasuvida.
Elextrañocaballeroalzóunaenormeespadacurvaquetraíasujetaalasilla.Elacerobrillóconlaluzdelaluna.
—¿Quiénhaosado leer el vuelode losgavilanes?—preguntó conunavoz tanfuertequeparecióresonarentrelascincuentamilpalmerasdeal-Fayum.
—He sido yo—dijo elmuchacho. Se acordó inmediatamente de la imagen deSantiago Matamoros y de su caballo blanco con los infieles bajo sus patas. Eraexactamente igual. Sólo que ahora la situación estaba invertida—. He sido yo—repitióbajando la cabezapara recibir el golpede la espada—.Se salvaránmuchasvidasporquevosotrosnocontabaisconelAlmadelMundo.
Laespada,noobstante,nobajódegolpe.Lamanodelextrañofuedescendiendolentamente,hastaquelapuntadelaláminatocólacabezadelchico.Eratanafiladaquesalióunagotadesangre.
El caballero estaba completamente inmóvil. El muchacho también. Ni por unmomentopensóenhuir.Unaextrañaalegríasehabíaapoderadodesucorazón:ibaamorir por su Leyenda Personal. Y por Fátima. Finalmente, las señales habíanresultadoverdaderas.AllíestabaelEnemigoyprecisamenteporesoélnonecesitabapreocuparse por la muerte, porque había un Alma delMundo. Dentro de poco élestaríaformandopartedeella.YmañanaelEnemigo,también.
Elextraño,sinembargo,selimitabaamantenerlaespadaapoyadaensucabeza.—¿Porquéleísteelvuelodelospájaros?—Leí sólo lo que los pájaros querían contar. Ellos quieren salvar el oasis, y
vosotrosmoriréis.Eloasistienemáshombresquevosotros.Laespadacontinuabaensucabeza.—¿QuiénerestúparacambiareldestinodeAlá?—Alácreólosejércitos,ycreótambiénlospájaros.Alámemostróellenguajede
lospájaros.TodofueescritoporlamismaMano—dijoelmuchachorecordandolaspalabrasdelcamellero.
El extraño finalmente retiró la espada de la cabeza. El muchacho sintió ciertoalivio.Peronopodíahuir.
—Cuidado con las adivinaciones—le advirtió el extraño—. Cuando las cosasestánescritas,nohaymaneradeevitarlas.
—Sóloviunejército—dijoelmuchacho—.Novielresultadodelabatalla.Al caballero pareció complacerle la respuesta. Pero mantenía la espada en la
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mano.—¿Quéesloquehaces,extranjeroenunatierraextranjera?—BuscomiLeyendaPersonal.Algoquetúnoentenderásnunca.Elcaballeroenvainósuespadayelhalcónensuhombrodioungritoextraño.El
muchachoempezóatranquilizarse.—Teníaqueponerapruebatuvalor—dijoelextraño—.Elcorajeeseldonmás
importanteparaquienbuscaelLenguajedelMundo.El muchacho se sorprendió. Aquél hombre hablaba de cosas que poca gente
conocía.—Esnecesarionoclaudicarnunca,aunhabiendollegadotanlejos—continuó—.
Es necesario amar el desierto, pero jamás confiar enteramente en él. Porque eldesierto es unapruebapara todos los hombres; cadapaso es unaprueba, ymata aquiensedistrae.
Suspalabraslerecordabanalaspalabrasdelviejorey.—Silleganlosguerreros,ytucabezaaúnestásobreloshombrosdespuésdela
puestadesol,búscame—dijoelextraño.Lamismamanoquehabíaempuñadolaespadaempuñóunlátigo.Elcaballose
empinónuevamentelevantandounanubedepolvo.—¿Dóndevives?—gritóelchicomientraselcaballerosealejaba.Lamanoconellátigoseñalóhaciaelsur.ElmuchachohabíaencontradoalAlquimista.Alamañanasiguientehabíadosmilhombresarmadosentrelaspalmerasdeal-
Fayum. Antes de que el sol llegase a lo alto del cielo, quinientos guerrerosaparecieronenelhorizonte.Losjinetesentraroneneloasisporlapartenorte;parecíauna expedición de paz, pero llevaban armas escondidas en sus mantos blancos.Cuando llegaron cerca de la gran tienda que quedaba en el centro de al-Fayum,sacaron las cimitarrasy las espingardas.Pero loúnicoque atacaron fueuna tiendavacía.
Loshombresdeloasiscercaronalosjinetesdeldesierto.Alamediahorahabíacuatrocientosnoventaynuevecuerposesparcidosporelsuelo.Losniñosestabanenelotroextremodelbosquedepalmeras,ynovieronnada.Lasmujeresrezabanporsusmaridosenlastiendas,ytampocovieronnada.Sinohubierasidoporloscuerposesparcidos,eloasishabríaparecidovivirundíanormal.
Sóloleperdonaronlavidaaunguerrero:elcomandantedelbatallón.Porlatardefue conducido ante los jefes tribales, que le preguntaron por qué había roto laTradición.Elcomandante respondióquesushombres teníanhambrey sed,estabanexhaustos por tantos días de batalla, y habían decidido tomar un oasis para poderrecomenzarlalucha.
Eljefetribaldijoquelosentíaporlosguerreros,perolaTradiciónjamáspuede
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quebrantarse.Laúnicacosaquecambiaeneldesiertosonlasdunascuandosoplaelviento.
Despuéscondenóalcomandanteaunamuertesinhonor.Envezdemorirporelacerooporunabaladefusil,fueahorcadodesdeunapalmeratambiénmuerta,ysucuerposebalanceóconelvientodeldesierto.
El jefe tribal llamó al extranjero y le dio cincuenta monedas de oro. DespuésvolvióarecordarlahistoriadeJoséenEgiptoylepidióquefueseelConsejerodelOasis.
Cuandoelsolsehubopuestoporcompletoylasprimerasestrellascomenzaronaaparecer (nobrillabanmucho,porqueaúnhabía luna llena),elmuchachosedirigiócaminandohacia el sur.Solamentehabíauna tienda,y algunosárabesquepasabanporallídecíanqueellugarestaballenodedjins.Peroelmuchachosesentóyesperódurantemucho tiempo.ElAlquimista apareció cuando la luna ya estaba alta en elcielo.Traíadosgavilanesmuertosenelhombro.
—Aquíestoy—dijoelmuchacho.—Pero no es aquí donde deberías estar —respondió el Alquimista—. ¿O tu
LeyendaPersonalerallegarhastaaquí?—Hayguerraentrelosclanes.Nosepuedecruzareldesierto.ElAlquimistabajódelcaballoehizounaseñalalmuchachoparaqueentrasecon
élenlatienda.Eraunatiendaigualquetodaslasotrasquehabíaconocidoeneloasis—exceptuandolagrantiendacentral,queteníaellujodeloscuentosdehadas—.Elchicobuscóconlamiradalosaparatosyhornosdealquimia,peronoencontrónada:sólo unos pocos libros apilados, un fogón para cocinar y las alfombras llenas dedibujosmisteriosos.
—Siéntate, que prepararé un té—dijo elAlquimista.Y nos comeremos juntosestosgavilanes.
El muchacho sospechó que eran los mismos pájaros que había visto el díaanterior, pero no dijo nada. El Alquimista encendió el fuego y al poco tiempo undeliciosooloracarnellenabalatienda.Eramejorqueelperfumedelosnarguiles.
—¿Porquéquiereverme?—preguntóelchico.—Por lasseñales—repusoelAlquimista—.Elvientomecontóquevendríasy
quenecesitaríasayuda.—Nosoyyo.Eselotroextranjero,elInglés.Élesquienloestababuscando.—Éldebeencontrarotrascosasantesdeencontrarmeamí.Peroestáenelcamino
adecuado:yahaempezadoacontemplareldesierto.—¿Yyo?—Cuandosequierealgo,todoelUniversoconspiraparaqueesapersonaconsiga
realizar su sueño —dijo el Alquimista repitiendo las palabras del viejo rey. Elmuchacholocomprendió:otrohombreestabaensucaminoparaconducirlohaciasu
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LeyendaPersonal.—Entonces,¿ustedmeenseñará?—No.Túyasabestodoloquenecesitas.Sólotevoyaayudaraquepuedasseguir
endirecciónatutesoro.—Perohayunaguerraentrelosclanes—repitióelmuchacho.—Yoconozcoeldesierto.—Yaencontrémitesoro.Tengouncamello,eldinerodelatiendadecristalesy
cincuentamonedasdeoro.Puedoserunhombrericoenmitierra.—PeronadadeestoestácercadelasPirámides—dijoelAlquimista.—TengoaFátima.Esuntesoromayorquetodoloqueconseguíjuntar.—EllatampocoestácercadelasPirámides.Secomieronlosgavilanesensilencio.ElAlquimistaabrióunabotellayvertióun
líquidorojoenelvasodelmuchacho.Eravino,unodelosmejoresvinosquehabíatomadoensuvida.PeroelvinoestabaprohibidoporlaLey.
—Elmalnoesloqueentraenlabocadelhombre—dijoelAlquimista—.Elmalesloquesaledeella.
Elmuchachoempezóasentirsealegreconelvino.PeroelAlquimistaleinspirabamiedo.Sesentaronfueradelatiendacontemplandoelbrillodelaluna,queofuscabaalasestrellas.
—Bebeydistráeteunpoco—dijoelAlquimista,quesehabíadadocuentadequeel chico se iba poniendo cada vezmás alegre—.Reposa como un guerrero reposasiempreantesdelcombate.Peronoolvidesquetucorazónestájuntoatutesoro.Ydebes hallar tu tesoro para que todo esto que descubriste durante el camino puedatomarsentido.
»Mañanavendetucamelloycomprauncaballo.Loscamellossontraicioneros:andanmilesdepasosynodanningunaseñaldecansancio.Derepente,sinembargo,searrodillanymueren.Elcaballosevacansandopocoapoco.Ytúsiemprepodrássaberloquepuedesexigirle,oenquémomentovaamorir.
A la noche siguiente, el muchacho apareció con un caballo en la tienda delAlquimista.Esperó un poco y apareciómontado en el suyo y con un halcón en elhombroizquierdo.
—Muéstramelavidaeneldesierto—dijoelAlquimista—.Sóloquienencuentravidapuedeencontrartesoros.
Comenzaronacaminarporlasarenas,conlalunaaúnbrillandosobreellos.«Nosé si conseguiré encontrar vida en el desierto—pensó el chico—. No conozco eldesierto».
QuisodecirleestoalAlquimista,peroleinspirabamiedo.Llegaronallugarconpiedrasdondehabíavistoalosgavilanesenelcielo;ahora,todoerasilencioyviento.
—Noconsigoencontrarvidaeneldesierto—dijoelmuchacho—.Séqueexiste,
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peronoconsigoencontrarla.—Lavidaatraealavida—respondióelAlquimista.Elmuchacholoentendió.Almomentosoltólasriendasdesucaballo,quecorrió
librementeporlaspiedrasylaarena.ElAlquimistalosseguíaensilencio.Elcaballodelmuchachoanduvosueltocasimediahora.Yanosedistinguíanlaspalmerasdeloasis; sólo la luna gigantesca en el cielo y las rocas brillando con tonalidadesplateadas.Derepente,enunlugardondejamáshabíaestadoantes,elmuchachonotóquesucaballoparaba.
—Aquí hay vida—le comunicó al Alquimista—. No conozco el lenguaje deldesierto,peromicaballoconoceellenguajedelavida.
Desmontaron. El Alquimista no dijo nada. Comenzó a mirar las piedras,caminando despacio.De repente se detuvo y se agachó cuidadosamente.Había unagujeroenelsuelo,entrelaspiedras;elAlquimistametiólamanodentrodelagujeroydespuéstodoelbrazo,hastaelhombro.Algosemovióalládentro,ylosojosdelAlquimista—elmuchachosólopodíaverlelosojos—seencogieronporelesfuerzoy la tensión. El brazo parecía luchar con lo que había allí adentro. De repente, elAlquimista retiró el brazoy sepusodepiedeun salto.Elmuchacho se asustó.ElAlquimistasosteníaunaserpientecogidaporlacola.
Elmuchachotambiéndiounsalto,sóloquehaciaatrás.Laserpientesedebatíasincesar,emitiendoruidosysilbidosqueheríanelsilenciodeldesierto.Eraunanaja,cuyovenenopodíamataraunhombreenpocosminutos.
«Cuidadoconelveneno»,llegóapensarelmuchacho.PeroelAlquimistahabíametidolamanoenelagujeroycontodaseguridadlaserpienteyalehabríamordido.Surostro,noobstante,estabatranquilo.«ElAlquimistatienedoscientosaños»,habíadichoelInglés.Yadebíadesabercómotrataralasserpientesdeldesierto.
Elmuchachoviocómosucompañeroibahastasucaballoycogíalalargaespadaenformademedialuna.Trazóuncírculoenelsueloconellaycolocóalaserpienteenelcentro.Elanimalsetranquilizóinmediatamente.
—Puedes estar tranquilo—dijo elAlquimista—.No saldráde ahí.Y túyahasdescubiertolavidaeneldesierto,laseñalqueyonecesitaba.
—¿Porquéestanimportanteesto?—PorquelasPirámidesestánrodeadasdedesierto.Elmuchachonoquería oír hablar de lasPirámides.Desde la noche anterior su
corazónestabapesarosoytriste,porqueseguirenbuscadesutesorosignificabatenerqueabandonaraFátima.
—Voyaguiarteatravésdeldesierto—dijoelAlquimista.—Quieroquedarmeeneloasis—repusoelmuchacho—.YaencontréaFátima.Yella,paramí,valemásqueeltesoro.
—Fátimaesunamujerdeldesierto—dijoelAlquimista—.Sabequeloshombres
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debenpartirparapodervolver.Ellayaencontró su tesoro: tú.Ahoraesperaque túencuentresloquebuscas.
—¿Ysidecidoquedarme?—SeráselConsejerodelOasis.Tienesorosuficientecomoparacomprarmuchas
ovejas ymuchos camellos. Te casarás con Fátima y viviréis felices el primer año.Aprenderásaamareldesiertoyconoceráscadaunade lascincuentamilpalmeras.Veráscómocrecen,mostrandounmundosiemprecambiante.Yentenderáscadavezmáslasseñales,porqueeldesiertoeselmejordetodoslosmaestros.
»El segundo año te empezarás a acordar de que existe un tesoro. Las señalesempezaránahablarteinsistentementesobreello,ytúintentarásignorarlas.Dedicarástodostusconocimientosalbienestardeloasisydesushabitantes.Losjefestribalestequedaránagradecidosporello.Ytuscamellosteaportaránriquezaypoder.
»Al tercer año, las señales continuarán hablando de tu tesoro y tu LeyendaPersonal.Pasarásnochesenterasandandoporeloasis,yFátimaseráunamujertriste,porque ella fue la que interrumpió tu camino. Pero tú le darás amor, y ella tecorresponderá. Tú recordarás que ella jamás te pidió que te quedaras, porque unamujerdeldesiertosabeesperarasuhombre.Poresonopuedesculparla.Peroandarásmuchasnochespor lasarenasdeldesiertoypaseandoentre laspalmeras,pensandoque tal vez pudiste haber seguido adelante y haber confiado más en tu amor porFátima.Porqueloqueteretuvoeneloasisfuetupropiomiedoanovolvernunca.Y,aestasalturas,lasseñalesteindicaránquetutesoroestáenterradoparasiempre.
»Elcuartoaño,lasseñalesteabandonarán,porquetúnoquisisteoírlas.LosJefesTribaleslosabrán,yserásdestituidodelConsejo.Entoncesserásunricocomercianteconmuchoscamellosymuchasmercancías.Peropasaráselrestodetusdíasvagandoentrelaspalmerasyeldesierto,sabiendoquenocumplistecontuLeyendaPersonalyqueyaesdemasiadotardeparaello.
»Sin comprender jamás que el Amor nunca impide a un hombre seguir suLeyendaPersonal.Cuandoestosucede,esporquenoeraelverdaderoAmor,aquelquehablaelLenguajedelMundo.
ElAlquimistadeshizoelcírculoenelsuelo,y laserpientecorrióydesaparecióentre las piedras. Elmuchacho se acordaba delmercader de cristales, que siemprequisoiraLaMeca,ydelInglés,quebuscabaaunalquimista.Seacordabatambiéndeunamujerqueconfióeneldesiertoyundíaeldesiertoletrajoalapersonaaquiendeseabaamar.
MontaronensuscaballosyestavezfueelmuchachoquiensiguióalAlquimista.Elvientotraíalosruidosdeloasis,yélintentabaidentificarlavozdeFátima.Aquéldíanohabíaidoalpozoacausadelabatalla.
Peroestanoche,mientrasmirabanaunaserpientedentrodeuncírculo,elextrañocaballero con su halcón en el hombro había hablado de amor y de tesoros, de las
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mujeresdeldesiertoydesuLeyendaPersonal.—Irécontigo—dijoelmuchacho.Einmediatamentesintiópazensucorazón.—Partiremos mañana, antes de que amanezca —fue la única respuesta del
Alquimista.El muchacho se pasó toda la noche despierto. Dos horas antes del amanecer,
despertóaunodeloschicosquedormíaensutiendaylepidióquelemostraradóndevivíaFátima.Salieronjuntosyfueronhastaallí.Acambio,elmuchacholediodineroparacomprarunaoveja.
Después le pidió que descubriera dónde dormía Fátima, que la despertara y ledijesequeél laestabaesperando.El jovenárabelohizo,yacambiorecibiódineroparacomprarotraoveja.
—Ahoradéjanossolos—dijoelmuchachoaljovenárabe,quevolvióasutiendaa dormir, orgulloso de haber ayudado al Consejero delOasis y contento por tenerdineroparacomprarovejas.
Fátima apareció en la puerta de la tienda, y ambos se dirigieron hacia laspalmeras.ElmuchachosabíaqueestoibacontralaTradición,peroparaélahoraesocarecíadeimportancia.
—Mevoy—dijo—.Yquieroquesepasquevolveré.Teamoporque…—No digas nada—le interrumpió Fátima—. Se ama porque se ama. No hay
ningunarazónparaamar.Peroelmuchachoprosiguió:—Yo te amo porque tuve un sueño, encontré un rey, vendí cristales, crucé el
desierto,losclanesdeclararonlaguerra,yestuveenunpozoparasaberdóndevivíaunAlquimista.YoteamoporquetodoelUniversoconspiróparaqueyollegarahastati.
Losdosseabrazaron.Eralaprimeravezquesuscuerpossetocaban.—Volveré—repitióelmuchacho.—Antesyomirabaaldesiertocondeseo—dijo
Fátima—.Ahoraloharéconesperanza.Mipadreundíapartió,perovolviójuntoamimadre,ycontinúavolviendosiempre.
Ynodijeronnadamás.Anduvieronunpocoentrelaspalmerasyelmuchacholadejóalapuertadelatienda.
—Volverécomotupadrevolvióparatumadre—aseguró.SediocuentadequelosojosdeFátimaestabanllenosdelágrimas.—¿Lloras?—Soy una mujer del desierto —dijo ella escondiendo el rostro—. Pero por
encimadetodosoyunamujer.Fátimaentróenlatienda.Dentrodepocoamanecería.Cuandollegaraeldía,ella
saldría a hacer lo mismo que había hecho durante tantos años; pero todo habríacambiado. El muchacho ya no estaría en el oasis, y el oasis no tendría ya el
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significadoqueteníahastahacíaunosmomentos.Yanoseríaellugarconcincuentamilpalmerasytrescientospozos,adondelosperegrinosllegabancontentosdespuésdeunlargoviaje.Eloasis,apartirdeaqueldía,seríaparaellaunlugarvacío.
A partir de aquel día el desierto iba a ser más importante. Siempre lomiraríaintentando saber cuál era la estrella que él debía de estar siguiendo en busca deltesoro.Tendríaquemandarsusbesosconelvientoconlaesperanzadequetocaseelrostrodelmuchachoylecontasequeestabaviva,esperandoporél,comounamujeresperaaunhombrevalientequesigueenbuscadesueñosytesoros.Apartirdeaqueldía,eldesiertoseríasolamenteunacosa:laesperanzadesuretorno.
—No pienses en lo que quedó atrás —le advirtió el Alquimista cuandocomenzaronacabalgarporlasarenasdeldesierto—.TodoestágrabadoenelAlmadelMundo,yallípermaneceráparasiempre.
—Loshombressueñanmásconelregresoqueconlapartida—dijoelmuchacho,queyaseestabavolviendoaacostumbraralsilenciodeldesierto.
—Siloquetúhasencontradoestáformadopormateriapura,jamássepudrirá.Ytúpodrásvolverundía.Si fuesólounmomentode luz,como laexplosióndeunaestrella, entonces no encontrarás nada cuando regreses. Pero habrás visto unaexplosióndeluz.Yestosóloyahabrávalidolapena.
El hombrehablabausando el lenguaje de laAlquimia.Pero elmuchacho sabíaqueseestabarefiriendoaFátima.
Eradifícil nopensar en lo quehabía quedado atrás.El desierto, con supaisajecasi siempre igual, acostumbraba a llenarse de sueños. El muchacho aún veía laspalmeras,lospozosyelrostrodelamujeramada.VeíaalInglésconsulaboratorioyalcamellero,queeraunmaestrosinsaberlo.«TalvezelAlquimistanohayaamadonunca»,pensó.
ElAlquimistacabalgabadelante,conelhalcónenelhombro.Elhalcónconocíabienel lenguajedeldesiertoycuandoparaban,abandonabaelhombroyvolabaenbuscadealimento.Elprimerdíatrajounaliebre.Elsegundodía,dospájaros.
Denocheextendíansusmantasynoencendíanhogueras.Lasnochesdeldesiertoeran frías, y se fueron haciendo más oscuras a medida que la luna comenzó amenguarenelcielo.Duranteunasemanaanduvieronensilencio,conversandoapenassobrelasprecaucionesnecesariasparaevitarloscombatesentrelosclanes.Laguerracontinuaba,y el viento aveces traía el olordulzónde la sangre.Algunabatalla sehabíalibradocerca,yelvientorecordabaalmuchachoqueexistíaelLenguajedelasSeñales,siempredispuestoamostrarloquesusojosnoconseguíanver.
Cuando completaron siete días de viaje, el Alquimista decidió acampar mástempranoquedecostumbre.Elhalcónsalióenbuscadecazayélsacólacantimploradeaguayselaofrecióalmuchacho.
—Ahora estás casi al final de tu viaje—dijo el Alquimista—. Te felicito por
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haberseguidotuLeyendaPersonal.—Yustedmeestáguiandoensilencio—replicóelmuchacho—.Penséqueme
enseñaría loquesabe.Hacealgún tiempoestuveeneldesiertoconunhombrequeteníalibrosdeAlquimia.Peronoconseguíaprendernada.
—Sóloexisteunamaneradeaprender—respondióelAlquimista—.Atravésdelaacción.Todoloquenecesitabassaberteloenseñóelviaje.Sólofaltaunacosa.
Elmuchachoquisosaberquéera,peroelAlquimistamantuvolosojosfijosenelhorizonte,esperandoelregresodelhalcón.
—¿PorquélellamanAlquimista?—Porquelosoy.—¿Yenquéfallaronlosotrosalquimistasquebuscaronoroynoloconsiguieron?—Sólo buscaban oro —repuso su compañero—. Buscaban el tesoro de su
Leyenda Personal, sin desear vivir su propia Leyenda.—¿Qué es lo queme faltasaber?—insistióelmuchacho.
Pero el Alquimista continuó mirando el horizonte. Poco después, el halcónretornóconlacomida.Cavaronunagujeroyencendieronunahogueraensuinterior,paraquenadiepudieseverlaluzdelasllamas.
—Soy unAlquimista porque soy unAlquimista—dijomientras preparaban lacomida—. Aprendí la ciencia demis abuelos, que a su vez la aprendieron de susabuelos, y así hasta la creacióndelmundo.Enaquella época, toda la cienciade laGranObra podía ser escrita en una simple esmeralda. Pero los hombres no dieronimportanciaalascosassimplesycomenzaronaescribirtratados, interpretacionesyestudiosfilosóficos.Tambiénempezaronadecirquesabíanelcaminomejorquelosotros.
»PerolaTabladelaEsmeraldacontinúavivahastahoy.—¿Qué es lo que estaba escrito en laTabla de laEsmeralda?—quiso saber el
muchacho.ElAlquimista empezó a dibujar en la arena y no tardómás de cincominutos.
Mientras él dibujaba, elmuchacho se acordó del viejo rey y de la plaza donde sehabíanencontradoundía;parecíaquehubieranpasadomuchísimosaños.
—EstoesloqueestabaescritoenlaTabladelaEsmeralda—dijoelAlquimistacuandoterminódeescribir.
Elmuchachoseaproximóyleyólaspalabrasenlaarena.—Es un código—dijo elmuchacho, un poco decepcionado con laTabla de la
Esmeralda—.SeparecealoslibrosdelInglés.—No—respondióelAlquimista—.Escomoelvuelodelosgavilanes;nodebe
ser comprendido simplementepor la razón.LaTablade laEsmeralda es unpasajedirectoparaelAlmadelMundo.
»Lossabiosentendieronqueestemundonaturalessolamenteunaimagenyuna
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copiadelParaíso.Lasimpleexistenciadeestemundoeslagarantíadequeexisteunmundomásperfectoqueéste.Dioslocreóparaque,atravésdelascosasvisibles,loshombres pudiesen comprender sus enseñanzas espirituales y las maravillas de susabiduría.AestoesaloqueyollamoAcción.
—¿DeboentenderlaTabladelaEsmeralda?—preguntóelchico.—Si estuvieras en un laboratorio de Alquimia, quizá ahora sería el momento
adecuado para estudiar lamejormanera de entender laTabla de laEsmeralda. Sinembargo, te encuentras en el desierto. Entonces, sumérgete en el desierto. Él sirveparacomprenderelmundotantocomocualquierotracosasobrelafazdelatierra.Túni siquieranecesitasentendereldesierto:bastaconcontemplarun simplegranodearenaparaverenéltodaslasmaravillasdelaCreación.
—¿Quédebohacerparasumergirmeeneldesierto?—Escuchaatucorazón.Élloconocetodo,porqueprovienedelAlmadelMundo,
yundíaretornaráaella.Anduvieron en silencio dos díasmás. ElAlquimista ibamuchomás cauteloso,
porque se aproximaban a la zona de combates más violentos. Y el muchachoprocurabaescucharasucorazón.
Erauncorazóndifícil:antesestabaacostumbradoapartirsiempre,yahoraqueríallegaracualquierprecio.Aveces,sucorazónpasabahorasenterascontandohistoriasnostálgicas,otrasvecesseemocionabaconlasalidadelsoleneldesiertoyhacíaqueelmuchacholloraraaescondidas.Elcorazónlatíamásrápidocuandohablabasobreel tesoroy se volvíamásperezoso cuando los ojos delmuchacho se perdían en elhorizonteinfinitodeldesierto.Peronuncaestabaensilencio,inclusoaunqueelchiconointercambiaraunapalabraconelAlquimista.
—¿Por qué hemos de escuchar al corazón? —preguntó él muchacho cuandoacamparonaqueldía.
—Porquedondeélestéesdondeestarátutesoro.—Micorazónestámuyagitado—dijoelchico—.Tienesueños,seemocionay
está enamorado de una mujer del desierto. Me pide cosas y no me deja dormirmuchasnoches,cuandopiensoenella.
—Esoesbueno.Quieredecirqueestávivo.Continúaescuchando loque tengaquedecirte.
Durante los tres días siguientes, pasaron cerca de algunos guerreros y vieron aotrosgruposenlalejanía.Elcorazóndelmuchachoempezóahablarledemiedo.LecontabahistoriasquehabíaescuchadodelAlmadelMundo,historiasdehombresquefueronenbuscadesus tesorosy jamás losencontraron.Aveces loasustabaconelpensamientodequetalveznoconseguiríaeltesoro,oquepodríamorireneldesierto.Otras veces le decía que ya era suficiente, que ya estaba satisfecho, que ya habíaencontradounamorymuchasmonedasdeoro.
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—Mi corazón es traicionero—dijo elmuchacho alAlquimista cuando pararonparadejardescansarunpocoaloscaballos—.Noquierequeyosigaadelante.
—Eso es unabuena señal—respondió elAlquimista—.Pruebaque tu corazónestávivo.Esnaturalquesetengamiedodecambiarporunsueñotodoaquelloqueyaseconsiguió.
—Entonces,¿paraquédeboescucharamicorazón?—Porquenoconseguirásjamásmantenerlocallado.Yaunquefinjasnoescuchar
lo que te dice, estará dentro de tu pecho repitiendo siempre lo quepiensa sobre lavidayelmundo.
—¿Aunqueseatraicionero?—Latraicióneselgolpequenoesperas.Siconocesbienatucorazón,éljamáslo
conseguirá.Porque tú conocerás sus sueñosy susdeseos, y sabrás tratar conellos.Nadieconsiguehuirdesucorazón.Poresoesmejorescucharloquetedice.Paraquejamásvengaungolpequenoesperas.
El muchacho continuó escuchando a su corazón mientras avanzaban por eldesierto. Fue conociendo sus artimañas y sus trucos, y aceptándolo como era.Entonceselmuchachodejódetenermiedoydesentirganasdevolver,porqueciertatardesucorazón ledijoqueestabacontento.«Aunqueprotesteunpoco—decíasucorazón—esporquesoyuncorazóndehombre,yloscorazonesdehombresonasí.Tienenmiedoderealizarsusmayoressueñosporqueconsideranquenolosmerecen,o no van a conseguirlos. Nosotros, los corazones, nosmorimos demiedo sólo depensarenlosamoresquepartieronparasiempre,enlosmomentosquepodríanhabersidobuenosyquenolofueron,enlostesorosquepodríanhabersidodescubiertosyse quedaron para siempre escondidos en la arena. Porque cuando esto sucede,terminamossufriendomucho».
—Micorazóntienemiedodesufrir—dijoelmuchachoalAlquimista,unanocheenquemirabanalcielosinluna.
—Explícalequeelmiedoasufrirespeorqueelpropiosufrimiento.Yqueningúncorazón jamássufriócuando fueenbuscadesussueños,porquecadamomentodebúsquedaesunmomentodeencuentroconDiosyconlaEternidad.
«Cadamomentodebúsquedaesunmomentodeencuentro—dijoelmuchachoasucorazón—.Mientrasbusquémi tesoro, todosmisdías fueron luminosos,porqueyosabíaquecadamomentoformabapartedelsueñodeencontrar.Mientrasbusquéestetesoromío,descubríporelcaminocosasquejamáshabríasoñadoencontrar,sinohubiesetenidoelvalordeintentarcosasimposiblesparalospastores».
Entoncessucorazónsequedócalladounatardeentera.Porlanoche,elmuchachodurmiótranquiloycuandosedespertó,sucorazónempezóacontarlecosasdelAlmadelMundo.LedijoquetodohombrefelizeraunhombrequellevabaaDiosdentrodesí.Yquelafelicidadsepodíaencontrarenunsimplegranodearenadeldesierto,
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como había dicho el Alquimista. Porque un grano de arena es unmomento de laCreación,yelUniversotardómilesdemillonesdeañosparacrearlo.
«Cadahombresobrelafazdelatierratieneuntesoroqueloestáesperando—leexplicó—.Nosotros, los corazones, acostumbramos a hablar poco de esos tesoros,porqueloshombresyanotieneninterésenencontrarlos.Sólohablamosdeellosalosniños. Después, dejamos que la vida encamine a cada uno hacia su destino. Pero,desgraciadamente,pocossiguenelcaminoqueleshasidotrazado,yqueeselcaminode la Leyenda Personal y de la felicidad. Consideran el mundo como algoamenazador y, justamente por eso, el mundo se convierte en algo amenazador.Entonces,nosotros, loscorazones,vamoshablandocadavezmásbajo,perononoscallamosnunca.Ydeseamosquenuestraspalabrasnoseanoídas,puesnoqueremosqueloshombressufranporquenosiguieronasuscorazones».
—¿Por qué los corazones no explican a los hombres que deben continuarsiguiendosussueños?—preguntóelmuchachoalAlquimista.
—Porque,enestecaso,elcorazóneselquesufremás.Yaloscorazonesnolesgustasufrir.
Apartirdeaqueldía,elmuchachoentendióasucorazón.Lepidióquenuncamáslo abandonara. Le pidió que, cuando estuviera lejos de sus sueños, el corazón seapretaseensupechoydieselaseñaldealarma.Ylejuróquesiemprequeescuchaseestaseñal,tambiénloseguiría.
Aquélla noche conversó sobre todo esto con el Alquimista. Y el AlquimistaentendióqueelcorazóndelmuchachohabíavueltoalAlmadelMundo.
—¿Quédebohacerahora?—preguntóelchico.—SigueendirecciónalasPirámides—dijoelAlquimista—.Ycontinúaatentoa
lasseñales.Tucorazónyaescapazdemostrarteeltesoro.—¿Eraestoloquemefaltabasaber?—No—repusoelAlquimista—.Loquetefaltasabereslosiguiente:»Siempre,antesderealizarunsueño,elAlmadelMundodecidecomprobartodo
aquelloqueseaprendióduranteelcamino.Haceestonoporqueseamala,sinoparaque podamos, junto con nuestro sueño, conquistar también las lecciones queaprendimosmientrasíbamoshaciaél.Eselmomentoenelquelamayorpartedelaspersonasdesiste.Esloquellamamos,enellenguajedeldesierto,morirdesedcuandolaspalmerasyaaparecieronenelhorizonte.
»Una búsqueda comienza siempre con la Suerte del Principiante. Y terminasiempreconlaPruebadelConquistador.
Elmuchachoseacordódeunviejoproverbiodesutierra.Decíaquelahoramásoscuraeralaqueveníaantesdelnacimientodelsol.
Aldíasiguienteapareciólaprimeraseñalconcretadepeligro.Tresguerrerosseaproximaronylespreguntaronquéestabanhaciendoporallí.
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—Vineacazarconmihalcón—repusoelAlquimista.—Tenemosque registrarlosparacomprobarqueno llevanarmas—dijounode
losguerreros.ElAlquimistadesmontóconcalmadesucaballo.Elchicohizolomismo.—¿Paraquéllevastantodinero?—preguntóelguerrerocuandoviolabolsadel
muchacho.—ParallegaraEgipto—respondióél.El guarda que estaba registrando alAlquimista encontró un pequeño frasco de
cristalllenodelíquidoyunhuevodevidrioamarillento,pocomayorqueunhuevodegallina.
—¿Quéestodoesto?—inquirió.—Es la Piedra Filosofal y el Elixir de la Larga Vida. Es la Gran Obra de los
Alquimistas. Quien tome este elixir jamás caerá enfermo, y una partícula de estapiedratransformacualquiermetalenoro.
Losguardasrieronamásnopoder,yelAlquimistarioconellos.Leshabíahechomuchagracialarespuesta,ylosdejaronpartirsinmayorescontratiemposcontodassuspertenencias.
—¿Estáustedloco?—preguntóelmuchachoalAlquimistacuandoyasehabíandistanciadobastante—.¿Porquélesdijoeso?
—Para enseñarte una simple ley delmundo—repuso elAlquimista—.Cuandotenemos losgrandes tesorosdelantedenosotros, nunca los reconocemos. ¿Y sabesporqué?Porqueloshombresnocreenentesoros.
Continuaron andando por el desierto. Cada día que pasaba, el corazón delmuchacho iba quedandomás silencioso.Ya no quería saber de cosas pasadas o decosasfuturas;secontentabaconcontemplartambiéneldesiertoybeberjuntoconelmuchachoelAlmadelMundo.Élysucorazónsehicierongrandesamigos,ycadaunopasóaserincapazdetraicionaralotro.
Cuandoelcorazónhablabaeraparaestimularydarfuerzasalmuchacho,queavecesencontrabaterriblementeaburridoslosdíasdesilencio.Elcorazónlecontóporprimera vez sus grandes cualidades: su coraje al abandonar las ovejas, al vivir suLeyendaPersonal,ysuentusiasmoenlatiendadecristales.
Leexplicó tambiénotracosaqueelchiconuncahabíanotado: lospeligrosquehabíanpasadocercasinqueéllospercibiera.Sucorazónledijoqueenunaocasiónhabíaescondidolapistolaqueélhabíarobadoasupadre,puespodíahaberseheridoconellamuyfácilmente.Yrecordóundíaenqueelchicohabíaempezadoasentirsemalyavomitarenplenocampo,ydespuéssequedódormidodurantemuchorato.Ése día, a poca distancia, lo esperaban dos asaltantes que estaban planeandoasesinarlo para robarle las ovejas. Pero como el chico no apareció, decidieronmarcharse,pensandoquehabríacambiadosuruta.
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—¿Los corazones siempre ayudan a los hombres?—preguntó el muchacho alAlquimista.
—Sóloa losquevivensuLeyendaPersonal.Peroayudanmuchoa losniños,alosborrachosyalosviejos.
—¿Quieredeciresoentoncesquenohaypeligro?—Quieredecirsolamentequeloscorazonesseesfuerzanalmáximo—repusoel
Alquimista.Cierta tardepasaronporelcampamentodeunode losclanes.Habíaárabescon
vistosasropasblancasyarmasportodoslosrincones.Loshombresfumabannarguileyconversabansobreloscombates.Nadieprestóatenciónalosviajeros.
—No hay ningún peligro—dijo el muchacho cuando ya se habían alejado unpocodelcampamento.
ElAlquimistasepusofurioso.—Confíaentucorazón—dijo—,peronoolvidesqueteencuentraseneldesierto.
Cuandoloshombresestánenguerra,elAlmadelMundotambiénsientelosgritosdecombate.Nadiedejadesufrirlasconsecuenciasdecadacosaquesucedebajoelsol.
«Todoesunasolacosa»,pensóelmuchacho.Ycomo si el desiertoquisieramostrarqueel viejoAlquimista tenía razón,dos
jinetesaparecieronpordetrásdelosviajeros.—Nopodéisseguiradelante—dijounodeellos—.Estáisenlasarenasdondese
libranloscombates.—No voy muy lejos—respondió el Alquimista mirando profundamente a los
ojosdelosguerreros.Despuésdeunbrevesilencio,éstosaccedieronadejarlesseguirelviaje.
Elmuchachopresenciótodoaquellofascinado.—Hadominadoalosguardiasconlamirada—comentó.—Losojosmuestranlafuerzadelalma—repusoelAlquimista.Eraverdad,pensóelchico.Sehabíadadocuentadeque,enmediodelamultitud
desoldadosenelcampamento,unodeellos loshabíaestadomirandofijamente.Yestaba tan distante que ni siquiera se podía distinguir bien su rostro. Pero elmuchachoteníalacertezadequelosestabamirando.
Finalmente, cuando comenzaron a franquear una montaña que se extendía portodo el horizonte, el Alquimista le dijo que faltaban dos días para llegar a lasPirámides.
—Sinosvamosasepararpronto,enséñemeAlquimia—pidióelmuchacho.—Túyasabes.EspenetrarenelAlmadelMundoydescubrireltesoroqueella
nosreservó.—Noesesoloquequierosaber.Merefieroatransformarelplomoenoro.El Alquimista respetó el silencio del desierto, y sólo respondió al muchacho
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cuandosedetuvieronparacomer.—TodoevolucionaenelUniverso—dijo—.Yparalossabios,eloroeselmetal
más evolucionado. No me preguntes por qué; no lo sé. Sólo sé que la Tradiciónsiempreacierta.
»Sonloshombresquienesnointerpretaronbienlaspalabrasdelossabios.Y,envezdeserunsímbolodelaevolución,eloropasóaserlaseñaldelasguerras.
—Las cosas hablan muchos lenguajes —dijo el muchacho—. Vi cuando elrelinchodeuncamello era solamenteun relincho,despuéspasóa seruna señaldepeligroyfinalmentevolvióaserunsimplerelincho.
Guardó silencio. El Alquimista ya debía de saber todo aquello. —Conocí averdaderos Alquimistas—continuó—. Se encerraban en el laboratorio, intentabanevolucionarcomoeloroyacababandescubriendolaPiedraFilosofal.Porquehabíanentendidoquecuandounacosaevoluciona,evolucionatambiéntodoloquelarodea.
»OtrosconsiguieronlaPiedrademaneraaccidental.Yateníaneldon,susalmasestaban más despiertas que las de otras personas. Pero éstos no cuentan, pues noabundan.
»Otros,finalmente,sólobuscabaneloro.Éstosjamásdescubrieronelsecreto.Seolvidarondequeelplomo,elcobreyelhierrotambiéntienensuLeyendaPersonalparacumplir.QuieninterfiereenlaLeyendaPersonaldelosotrosnuncadescubrirálasuya.
LaspalabrasdelAlquimistasonaroncomounamaldición.Elmuchachoseinclinóyrecogióunaconchadelsuelodeldesierto.
—Estoundíayafueunmar—dijoelAlquimista.—Yamehabíadadocuenta—repusoelmuchacho.ElAlquimistalepidióquesecolocaralaconchaeneloído.Élyalohabíahecho
muchasvecesdeniño,yescuchó,comoentonces,elsonidodelmar.—El mar continúa dentro de esta concha, porque es su Leyenda Personal. Y
jamáslaabandonará,hastaqueeldesiertosecubranuevamentedeagua.DespuésmontaronensuscaballosyprosiguieronendirecciónalasPirámidesde
Egipto.Elsolhabíacomenzadoadescendercuandoelcorazóndelmuchachodioseñalde
peligro.Estabanenmediodegigantescasdunas,yelmuchachomiróalAlquimista,peroalpareceréstenohabíanotadonada.Cincominutosmástardevio,delantedeellos,lassiluetasdedosjinetesrecortadascontraelsol.AntesdequepudiesehablarconelAlquimista,losdosjinetessetransformaronendiez,despuésencien,hastaquelasgigantescasdunasquedaroncubiertasporellos.
Eranguerrerosvestidosdeazul,conunatiaranegrasobreelturbante.Llevabanelrostrotapadoporotroveloazulquesólodejabaaldescubiertolosojos.
Aunadistancia,losojosmostrabanlafuerzadesusalmas.Yesosojoshablaban
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demuerte.Losllevaronauncampamentomilitarenlasinmediaciones.Unsoldadoempujó
almuchachoyalAlquimistaalinteriordeunatienda,dondesehallabanreunidosuncomandanteysuestadomayor.Latiendaeradiferentedelasquehabíaconocidoeneloasis.
—Sonlosespías—anuncióunodeloshombres.—Sólosomosviajeros—replicóelAlquimista.—Seoshavistoenelcampamentoenemigohacetresdías.Yestuvisteishablando
conunodelosguerreros.—Soy un hombre que camina por el desierto y conoce las estrellas—dijo el
Alquimista—.No tengo informaciones de tropas o demovimiento de clanes. Sóloestoyguiandoamiamigohastaaquí.
—¿Quiénestuamigo?—preguntóelcomandante.—UnAlquimista—repusoelAlquimista—.Conocelospoderesdelanaturaleza.
Ydeseamostraralcomandantesucapacidadextraordinaria.Elmuchacho,aterrado,escuchabaensilencio.—¿Quéhaceunextranjeroennuestratierra?—quisosaberotrohombre.—Hatraídodineroparaofreceravuestroclan—respondióelAlquimistaantesde
queelchicopudieseabrirlaboca.Lecogiólabolsayentrególasmonedasdeoroalgeneral.
Elárabelasaceptóensilencio.Permitíancomprarmuchasarmas.—¿QuéesunAlquimista?—preguntófinalmente.—Unhombrequeconocelanaturalezayelmundo.Siélquisiera,destruiríaeste
campamentosóloconlafuerzadelviento.Loshombresrieron.Estabanacostumbradosalafuerzadelaguerra,yelviento
no detiene un golpe mortal. Dentro del pecho de cada uno, sin embargo, suscorazones se encogieron. Eran hombres del desierto y como tales temían a loshechiceros.
—Quieroverlo—dijoelgeneral.—Necesitamos tres días—respondió el Alquimista—.Y él se transformará en
vientoparamostrar lafuerzadesupoder.Sinoloconsigue,nosotrososofrecemoshumildementenuestrasvidas,enhonordevuestroclan.
—Nopuedesofrecermeloqueyaesmío—dijo,arrogante,elgeneral.Peroconcediótresdíasalosviajeros.Elmuchachoestabaparalizadodeterror.SaliódelatiendaporqueelAlquimista
lososteníaporelbrazo.—No dejes que perciban tu miedo —dijo el Alquimista—. Son hombres
valientes,ydespreciana loscobardes.Elmuchacho,noobstante,sehabíaquedadosinvoz.Sóloconsiguióhablardespuésdealgúntiempo,mientrascaminabanporel
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campamento.Noeranecesarioencerrarlos:losárabessehabíanlimitadoaquitarlesloscaballos.Yunavezmáselmundomostrósusmúltipleslenguajes;eldesierto,queantes era un terreno libre e infinito, se había convertido ahora en una murallainfranqueable.
—¡Leshadadotodomitesoro!—exclamóelmuchacho—.¡Todoloqueganéentodamivida!
—¿Ydequé teserviríasimurieras?—replicóelAlquimista—.Tudinero tehasalvadoportresdías.Pocasveceseldinerosirvepararetrasarlamuerte.
Peroelmuchachoestabademasiadoasustadoparaescucharpalabrassabias.Nosabíacómotransformarseenviento.NoeraunAlquimista.
El Alquimista pidió té a un guerrero y colocó un poco en las muñecas delmuchacho,sobre lavenaque transmiteelpulso.Unaolade tranquilidad inundósucuerpo,mientraselAlquimistadecíaunaspalabrasqueélnoconseguíaentender.
—No te desesperes —dijo el Alquimista con una voz extrañamente dulce—,porqueestoimpidequepuedasconversarcontucorazón.
—Peroyonosétransformarmeenviento.—QuienvivesuLeyendaPersonalsabetodoloquenecesitasaber.Sólounacosa
hacequeunsueñoseaimposible:elmiedoafracasar.—Notengomiedodefracasar.Simplementenosétransformarmeenviento.—Puestendrásqueaprender.Tuvidadependedeello.—¿Ysinoloconsigo?—MorirásmientrasestabasviviendotuLeyendaPersonal.Peroesoyaesmucho
mejor que morir como millones de personas que jamás supieron que la LeyendaPersonalexistía.
»Mientrastanto,notepreocupes.Generalmentelamuertehacequelaspersonassetornenmássensiblesalavida.
Pasóelprimerdía.Hubounagranbatallaenlasinmediaciones,yvariosheridosfuerontrasladadosalcampamentomilitar.«Nadacambiaconlamuerte»,pensabaelmuchacho.Losguerrerosquemoríaneransustituidosporotros,ylavidacontinuaba.
—Podríashabermuertomás tarde,amigomío—dijoelguardaalcuerpodeuncompañero suyo—. Podrías haber muerto cuando llegase la paz. Pero hubierasterminadomuriendodecualquiermanera.
Alcaereldía,elmuchachofueabuscaralAlquimista.Llevabaalhalcónhaciaeldesierto.
—Nosétransformarmeenviento—repitióelmuchacho.—Acuérdatedeloquetedije:elmundonoesmásquelapartevisibledeDios.Y
quelaAlquimiaestraeralplanomateriallaperfecciónespiritual.—¿Yahoraquéhace?—Alimentoamihalcón.
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—Si no consigo transformarme en viento, moriremos —dijo el muchacho—.¿Paraquéalimentaralhalcón?
—Quien morirá eres tú —replicó el Alquimista—. Yo sé transformarme enviento.
Elsegundodía,elmuchachofuehastaloaltodeunarocaquequedabacercadelcampamento.Loscentinelaslodejaronpasar;yahabíanoídohablardelbrujoquesetransformaba en viento, y no querían acercarse a él. Además, el desierto era unaenormeeinfranqueablemuralla.
Se pasó el resto de la tarde del segundo díamirando al desierto.Escuchó a sucorazón.Yeldesiertoescuchósuangustia.
Amboshablabanlamismalengua.Altercerdía,elgeneralsereunióconlosprincipalescomandantes.—Vamos a ver al muchacho que se transforma en viento—dijo el general al
Alquimista.—Vamosaverlo—repusoelAlquimista.El muchacho los condujo hasta el lugar donde había estado el día anterior.
Entonceslespidióatodosquesesentaran.—Tardaréunpoco—advirtióelmuchacho.—Notenemosprisa—respondióelgeneral—.Somoshombresdeldesierto.El muchacho comenzó a mirar al frente, hacia el horizonte. En la lejanía se
divisabanmontañas,rocasyplantasrastrerasqueinsistíanenvivirenunlugarenelque la supervivencia era imposible. Allí estaba el desierto, que él había recorridodurante tantos meses y del que, aun así, sólo conocía una pequeña parte. En estapequeñapartehabíaencontradoingleses,caravanas,guerrasdeclanesyunoasisconcincuentamilpalmerasytrescientospozos.
—¿Qué haces aquí de nuevo? —le preguntó el desierto—. ¿Acaso no noscontemplamossuficientementeayer?—Enalgúnpuntoguardasalapersonaqueamo—dijo elmuchacho—.Entonces, cuandomiro a tus arenas, también la veo a ella.Quierovolverjuntoaella,ynecesitotuayudaparatransformarmeenviento.
—¿Quéeselamor?—preguntóeldesierto.—Elamorescuandoelhalcónvuelasobretusarenas.Porqueparaél,túeresun
campo verde, y él nunca volvió sin caza. Él conoce tus rocas, tus dunas y tusmontañas,ytúeresgenerosoconél.
—Elpicodelhalcónarrancapedazosdemí—dijoeldesierto—.Duranteañosyocrío su caza, la alimento con la escasa agua que tengo, le muestro dónde está lacomida.Yundía,justamentecuandoyoempezabaasentirelcariñodelacazasobremisarenas,elhalcónbajadelcieloysellevaloqueyocrie.
—Perotúcriastelacazaprecisamenteparaeso—respondióelmuchacho—.Paraalimentar al halcón. Y el halcón alimentará al hombre. Y el hombre entonces
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alimentará un día tus arenas, de donde volverá a surgir la caza. Así se mueve elmundo.
—¿Yesoeselamor?—Sí,esoeselamor.Esloquehacequelacazasetransformeenhalcón,elhalcón
enhombreyelhombredenuevoendesierto.Esesto loquehacequeelplomosetransformeenoro,yqueelorovuelvaaescondersebajolatierra.
—Noentiendotuspalabras—dijoeldesierto.—Entoncesentiendequeenalgún lugarde tus arenas,unamujermeespera.Y
parapoderregresarconella,tengoquetransformarmeenviento.Eldesiertoguardósilencioduranteunosinstantes.—Yo te ofrezco mis arenas para que el viento pueda soplar. Pero yo solo no
puedohacernada.Pideayudaalviento.Una pequeña brisa comenzó a soplar. Los comandantes oían almuchacho a lo
lejos,hablandounlenguajequedesconocían.ElAlquimistasonreía.El viento se acercó al muchacho y tocó su rostro. Había escuchado su
conversaciónconeldesierto,porquelosvientossiemprelooyentodo.Recorríanelmundosinunlugardondenacerysinunlugardondemorir.
—Ayúdame—lepidióelmuchachoalviento—.Undíaescuchéentilavozdemiamada.
—¿Quiénteenseñóahablarellenguajedeldesiertoydelviento?—Micorazón—repusoelmuchacho.Elvientoteníamuchosnombres.Allílollamabansiroco,porquelosárabescreían
queproveníadetierrascubiertasdeagua,habitadasporhombresnegros.EnlatierralejanadedondeprocedíaelmuchacholollamabanLevante,porquecreíanquetraíalasarenasdeldesiertoylosgritosdeguerradelosmoros.Talvezenalgúnlugarmásalládeloscamposdeovejas,loshombrespensaranqueelvientonacíaenAndalucía.Peroelvientonoveníadeningunaparte,ynoibaaningunaparte,yporesoeramásfuertequeeldesierto.Undíaellospodríanplantarárboleseneldesierto,e inclusocriarovejas,perojamásconseguiríandominarelviento.
—Túnopuedesserviento—ledijoelviento—.Somosdenaturalezasdiferentes.—No es verdad—replicó el muchacho—. Conocí los secretos de la Alquimia
mientras vagaba por elmundo contigo. Tengo enmí los vientos, los desiertos, losocéanos,lasestrellas,ytodoloquefuecreadoenelUniverso.FuimoshechosporlamismaMano,ytenemoslamismaAlma.Quierosercomotú,penetrarentodoslosrincones,atravesarlosmares, levantarlaarenaquecubremitesoro,acercaramílavozdemiamada.
—Escuché tu conversaciónconelAlquimista elotrodía—dijoelviento—.ÉldijoquecadacosatienesuLeyendaPersonal.Laspersonasnopuedentransformarse
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enviento.—Enséñameaservientoduranteunosinstantes—lepidióelmuchacho—,para
que podamos conversar sobre las posibilidades ilimitadas de los hombres y de losvientos.
Elvientoeracurioso,yaquelloeraalgoqueélnoconocía.Legustaríaconversarsobreaquelasunto,peronosabíacómotransformaraloshombresenviento.¡Yesoque sabía hacer infinidad de cosas! Construía desiertos, hundía barcos, derribababosques enteros y paseaba por ciudades llenas demúsica y de ruidos extraños. Seconsideraba ilimitado y, sin embargo, ahí estaba esemuchacho diciéndole que aúnhabíamáscosasqueunvientopodíahacer.
—EsesoquellamanAmor—dijoelmuchachoalverqueelvientoestabaapuntode acceder a su petición—. Cuando se ama es cuando se consigue ser algo de laCreación.Cuandoseamanotenemosningunanecesidaddeentenderloquesucede,porquetodopasaasucederdentrodenosotros,yloshombrespuedentransformarseenviento.Siemprequelosvientosayuden,claroestá.
Elvientoeramuyorgullosoylemolestóloqueelchicodecía.Comenzóasoplarcon más fuerza, levantando las arenas del desierto. Pero finalmente tuvo quereconocerque,aunhabiendorecorridoelmundoentero,nosabíacómotransformaraloshombresenviento.YnoconocíaelAmor.
—Mientraspaseabaporelmundonotéquemuchaspersonashablabandeamormirandohaciaelcielo—dijoelviento,furiosoportenerqueaceptarsuslimitaciones—.Talvezseamejorpreguntaralcielo.
—Entoncesayúdame—dijoelmuchacho—.Llenaestelugardepolvoparaqueyopuedamiraralsolsinquedarmeciego.
Elvientosoplóconmuchafuerza,yelcielosellenódearena,dejandoapenasundiscodoradoenellugardelsol.
Desdeelcampamentoresultabamuydifícilverloquesucedía.Loshombresdeldesiertoyaconocíanaquelviento.Sellamabasimún,yerapeorqueunatempestadenel mar (porque ellos no conocían el mar). Los caballos relinchaban y las armasempezaronaquedarcubiertasdearena.
Enelpeñasco,unodeloscomandantesledijoalgeneral:—Quizáseamejorparartodoesto.Yacasinopodíanveralmuchacho.Los rostros seguíancubiertospor losvelos
azules,perolosojosahoratransmitíansolamenteespanto.—Vamosaponerfinaesto—insistióotrocomandante.—Quiero ver la grandeza deAlá—dijo, con respeto, el general—.Quiero ver
cómoloshombressetransformanenviento.Peroanotómentalmenteelnombredelosdoshombresquehabíantenidomiedo.
En cuanto el viento parase, los destituiría de sus respectivos puestos, porque los
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hombresdeldesiertonosientenmiedo.—El vientome dijo que tú conoces el Amor—dijo elmuchacho al Sol—. Si
conoceselAmor,conocestambiénelAlmadelMundo,queestáhechadeAmor.—Desde donde estoy puedo ver el Alma del Mundo—dijo el Sol—. Ella se
comunicaconmialmaylosdosjuntoshacemoscrecerlasplantasycaminarenbuscadesombraalasovejas.Desdedondeestoy,yestoymuylejosdelmundo,aprendíaamar.SéquesimeaproximounpocomásalaTierra,todoloquehayenellamorirá,yelAlmadelMundodejarádeexistir.Entoncesnoscontemplamosynosqueremos,yyoledoyvidaycaloryellamedaunarazónparavivir.
—TúconoceselAmor—aseguróelmuchacho.—YconozcoelAlmadelMundo,porqueconversamosmuchoenesteviajesin
fin por elUniverso.Ellame cuenta que sumayor preocupación es que, hasta hoy,sólolosmineralesylosvegetalesentendieronquetodoesunasolacosa.Yparaesonoesnecesarioqueelhierroseaigualqueelcobre,niqueelcobreseaigualqueeloro.Cadaunocumplesufunciónexactaenestacosaúnica,ytodoseríaunaSinfoníadePazsi laManoqueescribió todoestosehubieradetenidoenelquintodíade lacreación.
»Perohubounsextodía—añadióelSol.—Túeressabioporquelovestododesdeladistancia—respondióelmuchacho
—.PeronoconoceselAmor.Sinohubierahabidounsextodíade lacreación,noexistiríaelhombre,yelcobreseríasiemprecobre,yelplomosiempreplomo.Cadauno tiene su Leyenda Personal, es verdad, pero un día esta Leyenda Personal secumplirá. Entonces es necesario transformarse en algo mejor, y tener una nuevaLeyendaPersonal,hastaqueelAlmadelMundosearealmenteunasolacosa.
El Sol se quedó pensativo y decidió brillar más fuerte. El viento, que estabadisfrutandoconlaconversación,soplótambiénmásfuerte,paraqueelSolnocegasealmuchacho.
—ParaesoexistelaAlquimia—prosiguióelmuchacho—.Paraquecadahombrebusquesutesoro,yloencuentre,ydespuésquierasermejordeloquefueensuvidaanterior. El plomo cumplirá su papel hasta que el mundo no necesitemás plomo;entoncestendráquetransformarseenoro.
»EsloquehacenlosAlquimistas.Muestranque,cuandobuscamossermejoresdéloquesomos,todoanuestroalrededorsevuelvemejortambién.
—¿YporquédicesqueyonoconozcoelAmor?—preguntóelSol.—Porqueelamornoesestarparadocomoeldesierto,nirecorrerelmundocomo
el viento, ni verlo todo de lejos, como tú. ElAmor es la fuerza que transforma ymejora el Alma del Mundo. Cuando penetré en ella por primera vez, la encontréperfecta.Perodespuésviqueeraunreflejodetodaslascriaturas,yteníasusguerrasysuspasiones.SomosnosotrosquienesalimentamoselAlmadelMundo,ylatierra
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dondevivimosserámejoropeorsegúnseamosmejoresopeores.AhíesdondeentralafuerzadelAmor,porquecuandoamamos,siempredeseamossermejoresdeloquesomos.
—¿Quéesloquequieresdemí?—quisosaberelSol.—Quemeayudesatransformarmeenviento—respondióelmuchacho.—LaNaturalezamereconocecomolamássabiadetodaslascriaturas—dijoel
Sol—,peronosécómotransformarteenviento.—¿Conquiéndebohablar,entonces?Porunmomento,elSolsequedócallado.Elvientoloestabaescuchandotodo,y
difundiría por todo elmundoque su sabiduría era limitada.Sin embargo, nohabíamaneradeeludiraaquelmuchachoquehablabaelLenguajedelMundo.
—HablaconlaManoqueloescribiótodo—dijoelSol.El viento gritó de alegría y sopló con más fuerza que nunca. Las tiendas
comenzaronaarrancarsedelaarenaylosanimalessesoltarondesusriendas.Enelpeñasco,loshombresseagarrabanlosunosalosotrosparanoserlanzadoslejos.
ElmuchachosedirigióentoncesalaManoqueTodoloHabíaEscrito.Y,envezde empezar a hablar, sintió que el Universo permanecía en silencio, y él guardósilenciotambién.
Una fuerzadeAmorsurgiódesucorazónyelmuchachocomenzóa rezar.Erauna oración nueva, pues era una oración sin palabras y sin ruegos. No estabaagradeciendoque las ovejas hubieran encontrado pasto, ni implorandopara vendermáscristales,nipidiendoquelamujerquehabíaencontradoestuvieseesperandosuregreso.Enelsilencioquesiguió,elmuchachoentendióqueeldesierto,elvientoyelSol también buscaban las señales que aquella Mano había escrito, y procurabancumplirsuscaminosyentenderloqueestabaescritoenunasimpleesmeralda.Sabíaque aquellas señales estaban diseminadas por la Tierra y el Espacio, y que en suapariencia no tenían ningún motivo ni significado, y que ni los desiertos, ni losvientos,nilossolesniloshombressabíanporquéhabíansidocreados.PeroaquellaMano tenía unmotivo para todo ello, y sólo ella era capaz de operarmilagros, detransformarocéanosendesiertosyhombresenviento.Porquesóloellaentendíaqueun designiomayor empujaba alUniverso hacia un punto donde los seis días de lacreaciónsetransformaríanenlaGranObra.YelmuchachosesumergióenelAlmadelMundoyvioqueelAlmadelMundoerapartedelAlmadeDios,yvioqueelAlmadeDioserasupropiaalma.Yquepodía,porlotanto,realizarmilagros.
El simún sopló aquel día como jamás había soplado. Durante muchasgeneraciones los árabes contaron la leyenda de un muchacho que se habíatransformado enviento, había semidestruidoun campamentomilitar y desafiado elpoderdelgeneralmásimportantedelejército.
Cuando el simún cesó de soplar, todosmiraron hacia el lugar donde estaba el
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muchacho.Yanoseencontrabaallí;estabajuntoauncentinelacasicubiertodearenayquevigilabaelladoopuestodelcampamento.
Loshombresestabanaterrorizadosconlabrujería.Sólodospersonassonreían:elAlquimista,porquehabíaencontradoasuverdaderodiscípulo,yelgeneralporqueeldiscípulohabíaentendidolagloriadeDios.
Aldíasiguiente,elgeneralsedespidiódelmuchachoydelAlquimistayordenóqueunaescoltalosacompañarahastadondeellosquisieran.
Viajaron todo el día. Al atardecer llegaron frente a un monasterio copto. ElAlquimistadespidióalaescoltaybajódelcaballo.
—A partir de aquí seguirás solo—dijo—. Dentro de tres horas llegarás a lasPirámides.
—Gracias—dijoelmuchacho—.UstedmehaenseñadoelLenguajedelMundo.—Melimitéarecordarteloqueyasabías.ElAlquimistallamóalapuertadelmonasterio.Unmonjevestidodenegrofuea
atenderles.Hablaronalgoencopto,yelAlquimistainvitóalmuchachoaentrar.—Lehepedidoquemeprestenlacocinaduranteunrato—informóalmuchacho.Fueron hasta la cocina del monasterio. El Alquimista encendió el fuego y el
monje lediounpocodeplomo,que elAlquimistaderritiódentrodeun recipientecirculardehierro.Cuandoelplomosehubovueltolíquido,elAlquimistasacódesubolsa aquel extraño huevo de vidrio amarillento.Raspó una capa del grosor de uncabello,laenvolvióenceraylatiróenelrecipientequeconteníaelplomoderretido.La mezcla fue adquiriendo un color rojizo como la sangre. El Alquimista retiróentonceselrecipientedelfuegoylodejóenfriar.Mientrastanto,sepusoaconversarconelmonjesobrelaguerradelosclanes.
—Aúndurarámucho—ledijoalmonje.Elmonjeestabaunpocoharto.Hacía tiempoquelascaravanasestabanparadas
enGizeh,esperandoquelaguerraterminara.—PerocúmplaselavoluntaddeDios—dijoelmonje.—Exactamente—repuso
elAlquimista.Cuando el recipiente acabó de enfriarse, el monje y el muchacho miraron
deslumbrados.Elplomosehabíasecadoyadquiridolaformacirculardelrecipiente,peroyanoeraplomo.Eraoro.
—¿Aprenderéahacerestoalgúndía?—preguntóelmuchacho.—ÉstafuemiLeyendaPersonal,ynolatuya—respondióelAlquimista—.Pero
queríamostrartequeesposiblehacerlo.Caminarondevueltahasta lapuertadelconvento.Allí,elAlquimistadividióel
discoencuatropartes.—Ésta es para usted —dijo ofreciéndole una parte al monje—. Por su
generosidadconlosperegrinos.
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—Estoesunpagoqueexcedeamigenerosidad—replicóelmonje.—Jamásrepitaeso.Lavidapuedeescucharloydarlemenoslapróximavez.Despuésseaproximóalmuchacho.—Éstaesparati.Paracompensarloqueledistealgeneral.Elmuchachoibaadecirqueeramuchomásdeloquehabíaentregadoalgeneral.
Pero se calló porquehabía oído el comentario que elAlquimista le había hecho almonje.
—Ésta esparamí—dijo elAlquimistaguardándoseunaparte—.Porque tengoquevolverporeldesiertoyhayguerraentrelosclanes.
Entoncestomóelcuartopedazoyseloentregónuevamentealmonje.—Éstaesparaelmuchacho,encasodequelanecesite.—¡Perosivoyenbuscademitesoro!—sequejóelchico—.¡Ahorayaestoybien
cercadeél!—Yestoysegurodequeloencontrarás—dijoelAlquimista.—Entonces,¿aquévieneesto?—Porquetúyaperdisteendosocasiones,conelladrónyconelgeneral,eldinero
queganasteentuviaje.Yosoyunviejoárabesupersticioso,ycreoenlosproverbiosdemitierra.Yexisteunproverbioquedice:«Todoloquesucedeunavezpuedequenosucedanuncamás.Perotodoloquesucededosveces,sucederá,ciertamente,unatercera».
Montaronensuscaballos.—Quierocontarteunahistoriasobresueños—dijoelAlquimista.Elmuchachoaproximósucaballo.—EnlaantiguaRoma,enlaépocadelemperadorTiberio,vivíaunhombremuy
bondadoso que tenía dos hijos: uno era militar, y cuando entró en el ejército fueenviadoalasmáslejanasregionesdelImperio.Elotrohijoerapoeta,yencantabaatodaRomaconsushermososversos.
»Unanoche,elviejotuvounsueño.Seleaparecíaunángelparadecirlequelaspalabras de uno de sus hijos serían conocidas y repetidas en elmundo entero portodas las generaciones futuras. Aquélla noche el anciano se despertó agradecido yllorando, porque la vida era generosa y le había revelado una cosa que cualquierpadreestaríaorgullosodesaber.
»Poco tiempodespués el viejomurió al intentar salvar a unniñoque iba a seraplastadoporlasruedasdeuncarruaje.Comosehabíaportadodemaneracorrectayjustadurante todasuvida, fuedirectoalcieloyseencontróconelángelquese lehabíaaparecidoensusueño.
»Fuisteunhombrebueno—ledijoelángel—.Vivistetuexistenciaconamor,ymoristecondignidad.Ahorapuedoconcedertecualquierdeseoquetengas.
»Lavidatambiénfuebuenaconmigo—respondióelviejo—.Cuandoapareciste
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enmisueñosentíquetodosmisesfuerzosestabanjustificados.Porquelosversosdemi hijo quedarán entre los hombres de los siglos venideros.Nada tengo que pedirparamí;noobstante,todopadreestaríaorgullosodeverlafamadealguienaquiencuidó cuando niño y educó cuando joven.Me gustaría oír, en el futuro lejano, laspalabrasdemihijo.
»Elángeltocóalviejoenelhombroyambosfueronproyectadoshastaunfuturolejano.Alrededordeellosaparecióunlugarinmenso,conmillonesdepersonasquehablabanunalenguaextraña.
»Elviejolloródealegría.»Yosabíaquelosversosdemihijopoetaeranbuenoseinmortales—ledijoal
ángelentrelágrimas—.Megustaríaquemedijerascuáldesuspoesíaseslaqueestaspersonasestánrepitiendo.«Entonceselángelseaproximóalviejoconcariño,ysesentaronenunodelosbancosquehabíaenaquelinmensolugar.
»LosversosdetuhijopoetafueronmuypopularesenRoma—dijoelángel—.Atodos gustaban, y todos se divertían con ellos. Pero cuando el reinado de Tiberioacabó,susversostambiénfueronolvidados.Éstaspalabrassondetuotrohijo,elqueentróenelejército.
»Elviejomirósorprendidoalángel.»Tuhijofueaserviraunlugarmuylejano,ysehizocenturión.Tambiéneraun
hombrejustoybueno.Ciertatarde,unodesussiervosenfermóyestabaapuntodemorir.Tuhijo,entonces,oyóhablardeunrabinoquecurabaenfermos,yanduvodíasy días buscando a ese hombre. Mientras caminaba descubrió que el hombre queestaba buscando era el Hijo de Dios. Encontró a otras personas que habían sidocuradas por él, aprendió sus enseñanzas y, a pesar de ser un centurión romano, seconvirtióasufe.HastaqueciertamañanallegóhastaelRabino.
»Lecontóqueteníaunsiervoenfermo,yelRabinoseofrecióairhastasucasa.Peroel centurióneraunhombrede fey,mirandoal fondode losojosdelRabino,comprendió que estaba delante del propioHijo deDios cuando las personas de sualrededorselevantaron.
»Éstassonlaspalabrasdetuhijo—prosiguióelángel—.SonlaspalabrasqueledijoalRabinoenaquelmomento,yquenuncamásfueronolvidadas:"Señor,yonosoy digno de que entréis enmi casa, pero decid una sola palabra ymi siervo serásalvo."».
ElAlquimistaespoleósucaballo.—Noimportaloquehaga,cadapersonaenlaTierraestásiemprerepresentando
elpapelprincipaldelaHistoriadelmundo—dijo—.Ynormalmentenolosabe.Elmuchachosonrió.Nuncahabíapensadoquelavidapudiesesertanimportante
paraunpastor.—Adiós—dijoelAlquimista.
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—Adiós—repusoelmuchacho.El muchacho caminó dos horas y media por el desierto, procurando escuchar
atentamenteloquedecíasucorazón.Eraélquienlerevelaríaellugarexactodondeestabaescondidoeltesoro.
«Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón», le había dicho elAlquimista.Perosucorazónhablabadeotrascosas.Contabaconorgullolahistoriade un pastor que había dejado sus ovejas para seguir un sueño que se repitió dosnoches. Hablaba de la Leyenda Personal, y de muchos hombres que hicieron lomismo,quefueronenbuscadetierraslejanasodemujeresbonitas,haciendofrentealoshombresdesuépoca,consusprejuiciosyconsusideas.Hablódurantetodoaqueltiempodeviajes,dedescubrimientos,delibrosydegrandescambios.
Cuandosedisponíaasubirunaduna—ysóloenaquelmomento—,sucorazónlesusurró al oído: «Estate atento cuando llegues a un lugar en donde vas a llorar.Porqueeneselugarestoyyo,yeneselugarestátutesoro».
Elmuchachocomenzóasubirladunalentamente.Elcielo,cubiertodeestrellas,mostrabanuevamentelalunallena;habíancaminadounmesporeldesierto.Lalunailuminaba también la duna, en un juego de sombras que hacía que el desiertoparecieseunmarllenodeolas,yquehizorecordaralmuchachoeldíaenquehabíasoltadoasucaballoparaquecorrieralibrementeporél,ofreciendounabuenaseñalalAlquimista. Finalmente, la luna iluminaba el silencio del desierto y el viaje queemprendenloshombresquebuscantesoros.
Cuandodespuésdealgunosminutosllegóaloaltodeladuna,sucorazóndiounsalto.Iluminadasporlaluzdelalunallenayporlablancuradeldesierto,erguíanse,majestuosasysolemnes,lasPirámidesdeEgipto.
Elmuchachocayóderodillasylloró.DabagraciasaDiosporhabercreídoensuLeyendaPersonalyporhaberencontradociertodíaaunrey,unmercader,uninglésyunalquimista.Y,porencimadetodo,porhaberencontradoaunamujerdeldesierto,quelehabíahechoentenderqueelAmorjamássepararáaunhombredesuLeyendaPersonal.
Losmuchos siglos de las Pirámides de Egipto contemplaban, desde lo alto, almuchacho.Siélquisiera,ahorapodríavolveraloasis,recogeraFátimayvivircomounsimplepastordeovejas.PorqueelAlquimistavivíaeneldesierto,apesardequecomprendíaelLenguajedelMundoysabíatransformarelplomoenoro.Noteníaquemostraranadiesucienciaysuarte.Mientras sedirigíahaciasuLeyendaPersonalhabíaaprendidotodoloquenecesitabayhabíavividotodoloquehabíasoñadovivir.Perohabía llegadoasu tesoro,yunaobrasóloestácompletacuandosealcanzaelobjetivo.Allí,enaquelladuna,elmuchachohabíallorado.Miróalsueloyvioque,en el lugar donde habían caído sus lágrimas, se paseaba un escarabajo.Durante eltiempoquehabíapasadoeneldesiertohabíaaprendidoqueenEgiptolosescarabajos
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eranelsímbolodeDios.Allí tenía, pues, otra señal. Y el muchacho comenzó a cavar acordándose del
vendedor de cristales; nadie podría tener una Pirámide en su huerto, aunqueacumulasepiedrasdurantetodasuvida.
Elmuchachocavótodalanocheenellugarmarcadosinencontrarnada.Desdeloaltode lasPirámides, los siglos locontemplabanen silencio.Peroelmuchachonodesistía:cavabaycavaba,luchandocontraelviento,quemuchasvecesvolvíaaecharlaarenaenelagujero.Susmanos,cansadas,terminaronlastimadas,peroelmuchachoseguía teniendo fe en su corazón. Y su corazón le había dicho que cavara dondehubierancaídosuslágrimas.
Derepente,cuandoestabaintentandosacaralgunaspiedrasquehabíanaparecido,elmuchachooyópasos.Algunaspersonasseacercaronaél.Estabancontralaluna,ynopodíaversusojosnisurostro.
—¿Quéestáshaciendoahí?—preguntóunodelosbultos.El muchacho no respondió. Pero tuvo miedo. Ahora tenía un tesoro para
desenterrar,yporesoteníamiedo.—Somosrefugiadosdelaguerradelosclanes—dijootrobulto—.Tenemosque
saberquéescondesahí.Necesitamosdinero.—Noescondonada—repusoelmuchacho.Pero uno de los recién llegados lo agarró y lo sacó fuera del agujero. Otro
comenzóarevisarsusbolsillos.Yencontraronelpedazodeoro.—¡Tieneoro!—exclamóunodelosasaltantes.Lalunailuminóelrostrodelasaltantequeloestabaregistrandoyélpudoverla
muerteensusojos.—Debedehabermásoroescondidoenelsuelo—dijootro.Yobligaronalmuchachoacavar.Elmuchachocontinuócavandoynoencontraba
nada.Entoncesempezaronapegarle.Continuaronpegándolehastaqueaparecieronlosprimerosrayosdelsolenelcielo.Suropaquedóhechajirones,yélsintióquesumuerteestabapróxima.
«¿Dequésirveeldinero,sitienesquemorir?Pocasveceseldineroescapazdelibrar a alguien de la muerte», había dicho el Alquimista. —¡Estoy buscando untesoro!—gritó finalmente elmuchacho.E incluso con labocaherida ehinchadaapuñetazos, contó a los salteadores que había soñado dos veces con un tesoroescondidojuntoalasPirámidesdeEgipto.
Elqueparecíaeljefepermaneciólargoratoensilencio.Despuéshablóconunodeellos:
—Puedesdejarlo.Notienenadamás.Debedehaberrobadoesteoro.Elmuchachocayóconelrostroenlaarena.Dosojosbuscaronlossuyos;erael
jefedelossalteadores.PeroelmuchachoestabamirandoalasPirámides.
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—¡Vámonos!—dijoeljefealosdemás.Despuéssedirigióalmuchacho—:Novasamorir—aseguró—.Vasaviviryaaprenderqueelhombrenopuede ser tanestúpido.Aquímismo,enestelugardondeestástúahora,yotambiéntuveunsueñorepetidohacecasidosaños.SoñéquedebíairhastaloscamposdeEspañaybuscarunaiglesiaenruinasdondelospastoresacostumbrabanadormirconsusovejasyqueteníaunsicómorodentrodelasacristía.Segúnelsueño,sicavabaenlasraícesdeesesicómoro, encontraría un tesoro escondido. Pero no soy tan estúpido como paracruzarundesiertosóloporquetuveunsueñorepetido.
Despuéssefue.Elmuchachose levantócondificultadycontemplóunavezmás lasPirámides.
Las Pirámides le sonreían, y él les devolvió la sonrisa, con el corazón repleto defelicidad.
Habíaencontradoeltesoro.
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EPÍLOGO
ElmuchachosellamabaSantiago.Llegóalapequeñaiglesiaabandonadacuandoyaestabacasianocheciendo.Elsicómoroaúncontinuabaenlasacristía,yaúnsepodíanver lasestrellasa travésdel techosemiderruido.Recordóqueunavezhabíaestadoallíconsusovejasyquehabíapasadounanochetranquila,aunquetuvoaquelsueño.
Ahorayanoteníaelrebaño.Encambio,llevabaunapalaconsigo.Permaneciómucho tiempocontemplandoel cielo.Después sacódel zurrónuna
botelladevinoybebió.Seacordódelanocheeneldesierto,cuandotambiénhabíamirado las estrellas y bebido vino con el Alquimista. Pensó en los numerososcaminosquehabía recorridoyen laextrañamaneraque teníaDiosdemostrarleeltesoro.Sinohubieracreídoenlossueñosrepetidos,nohabríaencontradoalagitana,nialrey,nialladrón,ni…«bueno,lalistaesmuylarga.Peroelcaminoestabaescritoporlasseñales,yyonopodíaequivocarme»,dijoparasusadentros.
Se durmió sin darse cuenta y cuando despertó, el sol ya estaba alto. Entoncescomenzóacavarenlaraízdelsicómoro.
«Viejobrujo—pensabaelmuchacho—, lo sabías todo. Inclusoguardasteaquelpocodeoroparaqueyopudieravolverhastaestaiglesia.Elmonjeseriocuandomevioregresarconlaropahechajirones.¿Nopodíashabermeahorradoeso?»
«No—escuchóquerespondíaelviento.Si te lohubiesedicho,nohabríasvistolasPirámides.Sonmuybonitas,¿nocrees?»
EralavozdelAlquimista.Elmuchachosonrióycontinuócavando.Mediahoradespués,lapalagolpeóalgosólido.Unahoradespuésteníaantesíunbaúlllenodeviejas monedas de oro españolas. También había pedrería, máscaras de oro conplumas blancas y rojas, ídolos de piedra con brillantes incrustados. Piezas de unaconquistaqueelpaísyahabíaolvidadomucho tiempoatrás,yqueel conquistadorolvidó contar a sus hijos. El muchacho sacó a Urim y Tumim del zurrón, Habíautilizado las piedras solamente una vez, unamañana en unmercado.La vida y sucaminoestuvieronsiemprellenosdeseñales.
Guardó aUrim y a Tumim en el baúl de oro. Era también parte de su tesoro,porquelerecordabanaunviejoreyquejamásvolveríaaencontrar.
«RealmentelavidaesgenerosaconquienvivesuLeyendaPersonal—pensóelmuchacho.EntoncesseacordódequeteníaqueiraTarifaparadarladécimapartedetodoaquelloalagitana—.Quélistossonlosgitanos»,sedijo.Talvezfueseporqueviajabantanto.
Peroelvientovolvióasoplar.EraelLevante,elvientoqueveníadeÁfrica.Notraía elolordeldesierto,ni la amenazade invasiónde losmoros.Por el contrario,traía un perfume que él conocía bien, y el sonido de un beso—que fue llegando
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despacio,despacio,hastaposarseensuslabios.Elmuchachosonrió.Eralaprimeravezqueellahacíaeso.—Yavoy,Fátima—dijoél.
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