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  • Penetrar en lo real para vivir desde dentroPatxi LVAREZ DE LOS MOZOS, SJ . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Vivir por fuera... sin olvidarse de vivir por dentroEnrique SANZ-GIMNEZ-RICO, SJ . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Lo que la Navidad escondeDolores LPEZ GUZMN / Jos Manuel BURGUEO MUOZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    La soledad... Donde la vida resuenaPatricia HEVIA COLOMAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    Diciembre 2010 Tomo 98/11 (n. 1.151)sal terrae

    SUMARIOST

    98

    (2010

    )

    ESTUDIOS

    LOS LIBROS

    Recensiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 993

    1005

    EL SACERDOTE Y...

    Sacerdocio y vida religiosaJos Ignacio GARCA JIMNEZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 979

    RINCN DE LA SOLIDARIDAD

    El foro social de las migraciones de Quito,una experiencia de trabajo en redDelegacin de Accin Social. Provincia de Castilla, SJ . . . . . 975

    925

    937

    949

    961

    NDICE GENERAL. TOMO 98 (2010) . . . . . . . . . . .

  • Hace casi un ao, la revista Vida Nueva (nmero 2.687) publicabauna colaboracin de Jos Mara Rodrguez Olaizola titulada Vivir pordentro, en la que, entre otras cosas, poda leerse: Al acercarnos aotra Navidad, se me ocurre que, un ao ms, cabe la posibilidad de vi-virla por fuera o tambin y especialmente por dentro. Por fuera es dealgn modo inevitable, con toda la carga de celebraciones y dinmicassociales que trae consigo. Pero la posibilidad de vivirla de otro modoes fascinante. Compartir el vrtigo de un Hgase. Asomarse al mis-terio. Intuir la intemperie. Adorar la debilidad capaz de cambiar elmundo. Afrontar el mal, que tambin nos muerde por dentro. Celebrarla Vida.

    A las puertas de una nueva Navidad, Sal Terrae quiere acercarseprecisamente a ese binomio vivir por dentro / vivir por fuera.Conscientes de que muchas de nuestras sociedades modernas estnbombardeadas a diario y de mltiples maneras por infinidad de est-mulos e invitaciones que tratan de atraer hacia s nuestros deseos y di-rigirlos a llevar una vida por fuera (viajar real y virtualmente conenorme rapidez, probar todo lo nuevo que existe, conocer superficial-mente, etc.), proponemos cuatro colaboraciones que, teniendo todo loanterior en cuenta, invitan a entender y vivir la complejidad del men-cionado binomio.

    PRESENTACIN

    POR DENTRO Y POR FUERA

    sal terrae

  • Una de ellas es Lo que la Navidad esconde, ms orientada a estetiempo que prximamente vamos a vivir. Mara Dolores Lpez y JosManuel Burgueo intentan responder a las preguntas: cmo situarbien el vivir por dentro cuando la Navidad es una invitacin a ha-cerlo hacia fuera? A qu conduce la profundidad del hacerse carne enun mundo superficial?. Lo hacen mediante la referencia al oro, el in-cienso y la mirra, pistas que pueden colocarnos en la rbita de Dios, enquien descansa el sentido ltimo de la Navidad. Una referencia, un ca-mino, que puede dar un nuevo aliento a los ritos y celebraciones na-videas y ligarlas a Dios, mostrando as que es posible una manera devivir diferente que aporta anchura y profundidad.

    El nmero se abre con el artculo de Patxi lvarez de los Mozos, quepretende explicar y expresar en qu consiste vivir por dentro y vi-vir por fuera. El recientemente nombrado Secretario de Justicia So-cial y Ecologa de la Compaa de Jess ofrece un primer apartadocon las modernas seducciones por estmulos y las actuales amenazaspor riesgos que caracterizan a muchos de nosotros. Y en un segundomomento presenta los potentes instrumentos de la espiritualidad igna-ciana para confrontar las citadas seducciones y amenazas y para pene-trar en nuestra historia y en el espritu de solidaridad de nuestro mun-do interior.

    Enrique Sanz Gimnez-Rico abre algunas pginas de la Biblia, no lasnicas, donde podemos encontrar luz sobre el binomio de este nmerode Sal Terrae. En primer lugar, se acerca al conocido y muchas vecesrecordado libro del Eclesiasts (Qohelet), que insta a disfrutar de la vi-da en cuanto don de Dios y que invita a vivir por dentro para poderas vivir por fuera. En segundo lugar, recuerda especialmente el co-mienzo y el final del evangelio de Marcos, donde Jess aparece vi-viendo en sano equilibrio una vida por fuera (curaciones, encuentros,actividad) y una vida por dentro (encuentro con Dios, con el Misterio).

    La soledad... Donde la vida resuena, de Patricia Hevia Colomar, re-cuerda tantas y tan numerosas situaciones de nuestra vida que afectana jvenes y mayores y en las que, por estar caracterizadas y atravesa-das por la soledad, no queda otro remedio que vivir por dentro. La au-tora sostiene que la mayora de las veces no elegimos vivir en sole-

    923POR DENTRO Y POR FUERA

    sal terrae

  • dad, pero s est en nuestra mano decidir cmo queremos vivirla. Poreso, en su colaboracin, tras presentar alguna de dichas situaciones yasomarse a personajes de la Sagrada Escritura que las iluminan, ofre-ce orientaciones para vivir de la soledad padecida a la soledad abra-zada, as como disposiciones para transitar nuestras soledades.

    A los lectores y lectoras de Sal Terrae, nuestra cordial felicitacin enesta nueva Navidad y nuestros mejores deseos para vivir este tiempoen la clave de este ltimo nmero de 2010. Y, junto a ambos, nuestroagradecimiento por su constante y fecundo inters, que tanto aprecia-mos siempre. Feliz Navidad y feliz 2011!

    924 PRESENTACIN

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    ESTUDIOSPenetrar en lo real

    para vivir desde dentroPatxi LVAREZ DE LOS MOZOS, SJ*ST

    98 (2

    010)

    925-9

    36

    * Adjunto a la direccin de Alboan. Bilbao. .

    Resumen

    El mundo actual nos acosa con infinidad de estmulos y nos amenaza con ries-gos que escapan a nuestro control. Estmulos y riesgos nos empujan hacia unavida superficial y desentendida de la complejidad de nuestro tiempo. La espi-ritualidad ignaciana contiene potentes instrumentos para confrontar esta din-mica, ayudndonos a penetrar en nuestra historia y dejarnos movilizar por elespritu de solidaridad que habita en nuestro interior. En particular, el conoci-miento interno de la realidad, el discernimiento y el actuar compasivo son tresresortes propios de esta espiritualidad que contribuyen a que vivamos conhondura y compromiso en favor de un mundo ms justo y ms humano.

    Abstract

    The world of today bombards us with endless stimuli and threatens us withhazards that we have no control over. Stimuli and hazards that steer ustowards a superficial life, detached from the complexity of the time we live in.Ignatian spirituality is very well equipped to confront this dynamic, helping usdelve into our history and aiming at leaving us mobilised by the spirit ofsolidarity that inhabits our core. Inner awareness of reality, discernment andacting compassionately in particular, are three typical mechanisms of thisspirituality that contribute to us living with depth and commitment in favour ofa more just and humane world.

  • 1. COMMISSION JUSTICE ET PAIX FRANCE, Matriser la mondialisation:La Documentation Catholique 81 (1999) 330.

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    PATXI LVAREZ DE LOS MOZOS, SJ926

    Hubo un tiempo en que el ser humano no abarcaba el mundo y se sen-ta completamente desbordado por l. El planeta contena enormesreas de tierra ignota, de extensin desconocida. La civilizacin habaidentificado sus confines, ms all de los cuales se prolongaba un es-pacio abierto a la imaginacin y la aventura. De aquellas enormes re-giones procedan amenazas informes y estremecedoras.

    Aquella concepcin del mundo se desvaneci definitivamente ha-ce ya muchos aos. Siglos de exploraciones y conquistas han ido em-pequeeciendo nuestro planeta, interconectndolo y abriendo en lvas de comunicacin que conectan infinidad de puntos de la geogra-fa fsica y humana. Lo remoto se ha hecho cada vez ms cercano, im-pactando nuestra sensibilidad e influyendo en nuestras actitudes y con-ductas. Las tecnologas han precipitado an ms este proceso, extra-yendo de l sus consecuencias ms radicales y logrando que todo nossea ms inmediato.

    Nuestra tierra es ahora mucho ms chica. Nunca antes estuvimostan informados de lo que suceda en otras latitudes, ni nos sentimos tanprximos a los lejanos. Hace ya una dcada, los obispos franceses de-can que en este tiempo sentamos la presencia del mundo entero ennuestras vidas1. Una formulacin con la que definan la globalizacinen su expresin sobre nuestras vidas. Tienen razn: el mundo entero senos ha aproximado existencialmente.

    Sin embargo, saber ms de tantas realidades no nos ha hecho ne-cesariamente ms sabios. En muchos casos, nuestra relacin con larealidad solo roza nuestra epidermis, sin llegar a interpelar a nuestraspersonas. De hecho, son varios los fenmenos que nos hacen estar mspendientes de todo lo que sucede y, paradjicamente y a la vez, ms re-plegados sobre nosotros mismos en una vida superficial. En la actuali-dad, la superficialidad nos acecha por dos cauces: por el del incremen-to espectacular de los estmulos externos y por el del aumento de losriesgos incontrolables. A ellos nos referiremos en un primer momentodel artculo.

    De otra parte, la tradicin cristiana, y ms concretamente la igna-ciana, nos invita a adentrarnos en lo profundo de lo real y auscultar el

  • 2. Para un anlisis lcido sobre este fenmeno puede consultarse G. LIPOVETSKY,La paradoja de la felicidad: ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo, Edi-torial Anagrama, Barcelona 2007.

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    PENETRAR EN LO REAL PARA VIVIR DESDE DENTRO 927

    trasfondo de las cosas. Nos llama a un conocimiento interno de las rea-lidades, para comprometernos en ellas de un modo compasivo y acti-vo. Dedicaremos un segundo apartado del artculo a esta invitacin,destacando la llamada a la solidaridad que late en lo hondo de la reali-dad. Se trata de vivir ms adentro, para servir mejor afuera.

    1. Seducciones y amenazas

    Estamos acosados por el bombardeo de estmulos que intentan seducirnuestro deseo y por las amenazas de un mundo que escapa a nuestrocontrol. Seducciones y amenazas son las que en nuestros das estndesplazndonos en direccin a una mayor superficialidad y un progre-sivo repliegue sobre nosotros mismos. Estamos tentados por unas y si-tiados por otras. Ambas invaden nuestra intimidad, apropindose deella y configurando sus actitudes vitales.

    a) Seducidos por estmulosProliferan los grupos organizados que se alan para cautivar nuestrasensibilidad y canalizar nuestras conductas. Una maquinaria dotada deingentes recursos est adiestrada para hacerse con nuestra atencin, pe-netrar nuestros afectos e interferir sobre nuestros actos. La enorme in-dustria de la publicidad solo tiene este objetivo, movilizando para ellola creatividad y las capacidades de equipos muy poderosos2.

    De continuo somos asaltados por estmulos que se cuelan en nues-tros monlogos interiores e interrumpen nuestras conversaciones. Sehacen con nuestros sueos y trazan veredas para que nuestra imagina-cin transite por ellas configurando nuestros deseos de futuro. Los sen-tidos, especialmente el de la vista, siempre vidos de novedad y movi-miento, no resisten las seducciones del embate, sucumbiendo una yotra vez a la incitacin constante. Las imgenes se apoderan de noso-tros desplazando nuestras elecciones conscientes y poniendo en su lu-gar mensajes subliminales que flirtean con nuestra voluntad.

  • 3. Son estos dos los rasgos con los que Javier Elzo y Mara Silvestre han califi-cado a nuestra sociedad a partir de numerosas encuestas acerca de los valoresque exhibimos: J. ELZO M. SILVESTRE (dirs), Un individualismo placentero yprotegido, Universidad de Deusto, Bilbao 2010.

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    El acoso surte efecto por el recurso a nuestros instintos ms bsi-cos de seguridad o bienestar, de placer o de reconocimiento. Al mismotiempo, este asedio constante empuja a un modo de vida caracterizadopor un hedonismo despreocupado y protegido3.

    A su vez, los lderes polticos nos bombardean sin descanso condiscursos de diseo, cuya insistencia termina convirtiendo en natura-les las percepciones parciales estratgicamente planificadas en des-pachos privados. Los partidos son expertos en llevar a cabo esta trans-formacin, mediante la machacona reiteracin de elaborados eslga-nes. Son capaces de demonizar el dilogo, de distorsionar la imagendel migrante o de estandarizar lo polticamente correcto. Llama laatencin en este caso la escasez de argumentos. Basta el redoblado es-fuerzo por decir una y otra vez lo mismo, hasta que el discurso cala porinundacin.

    Otra fuente de estmulos la constituyen los medios de comunica-cin, que estn siempre vidos de noticias y escndalos, prejuzgandoel inters del ciudadano con estereotipos simples que terminan por mo-delar sus preferencias. Prima en ellos el inters lucrativo sobre su fun-cin social de informar cualificadamente sobre la realidad. Un intersque a veces los desplaza hacia una industria del entretenimiento quecabalga sin descanso sobre las cuestiones de actualidad. Solo as se en-tiende la inflacin de espacios deportivos en todas las cadenas, dispa-ratado y sobredimensionado.

    Asimismo, sucede que las grandes agencias de noticias mundialesson las que dominan la generacin de informacin, distorsionando lospesos de las distintas realidades del mundo. Consiguen hacer nuestrossus intereses. Silencian masacres, olvidan hambrunas, resaltan enferme-dades del primer mundo, fijan sus crticas en ciertas instituciones, sonciegas a determinados desmanes... Se apoderan de nuestros ojos, que ter-minan por no ver ms que a travs de los suyos, hasta llegar a tener difi-cultad para desprenderse del sentir comn que ellos promueven.

    Por ltimo, las nuevas tecnologas de la informacin han dado unvuelco sobre nuestras maneras de relacionarnos con el entorno, acele-

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    rando nuestro ritmo vital y nuestra impaciencia y deteriorando nuestraatencin, para hacerla ms dispersa y superficial. Vivimos con prisa,sin saber adnde corremos, con una sensacin constante de agitacin einsatisfaccin.

    En suma, el panorama actual est invadido por una infinidad de es-tmulos que nos acechan a cada paso, por la primaca de reflexionesajenas y por un control importante de nuestros gustos e inclinaciones.Se trata de una perspectiva perturbadora, pues abre espacio a la enaje-nacin personal en detrimento de la autonoma. Los individuos asedia-dos por este modo compartido de vida revoloteamos con avidez alre-dedor de fuentes inmensas de estmulos que entretienen y marean, im-pidindonos una consideracin sosegada de lo que sucede y de lo quenos sucede. No es extrao que abunden las personas que repiten preo-cupadas que no disponen de tiempo para lo esencial.

    b) Amenazados por riesgosEl mismo racionalismo optimista de la modernidad que nos prometiprogreso ha terminado sumindonos en la incertidumbre. La explota-cin de los recursos naturales que precisa nuestra tecnologa est con-virtiendo nuestro planeta en un lugar ms inhspito para el ser huma-no. La multiplicacin de los desastres climatolgicos naturales, el au-mento global de la temperatura y la disminucin de la diversidad de lasespecies encuentran un mismo origen en la actividad humana.

    La ciencia econmica, tantas veces arrogante y esotrica, ha cadoestrepitosamente en una crisis de credibilidad. En los ltimos aos he-mos comprobado que no era la previsin cientfica la que dominaba losmercados, sino la lgica de los juegos y el descontrol de ansiosos di-rectivos financieros. El riesgo sobrevolaba las cabezas de todos, sinque nadie lo supiera.

    Las fronteras de los Estados han dejado de ser una barrera infran-queable para las redes internacionales del crimen organizado o delejercicio del terror. Esas organizaciones flexibles extienden sus brazospor el mundo, extrayendo enormes beneficios econmicos, corrom-piendo autoridades y gobiernos y desplegando una violencia que de-grada la condicin humana. No estamos libres de ellos, y constituyenuna amenaza global que, a cada poco, salta como alarma inminente.

  • 4. As lo hace el reconocido socilogo Ulrich BECK en su obra La sociedad delriesgo: hacia una nueva modernidad, Paids Ibrica, Barcelona 2008.

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    Son estos algunos de los riesgos reales, maleables e incontrolables alos que estamos expuestos, pero habra muchos ms, hasta el punto deque socilogos de renombre han hablado de que habitamos en una so-ciedad del riesgo4.Todos estos riesgos se derivan de la propia accin hu-mana, pero en la actual configuracin del mundo no sabemos a quinpuede atribuirse la responsabilidad de su origen. Surgen como conse-cuencia de una concatenacin de causas, en las que participa una multi-plicidad de personas e instituciones, tal vez incluso nosotros mismos, sinapenas saberlo. Asimismo, cada da somos ms conscientes de que nues-tros gobiernos son incapaces, por s mismos, de dar solucin a estas pro-blemticas y a otras muchas. Solo una verdadera comunidad internacio-nal de naciones podra hacerlo, pero este es un sueo difcil de alcanzar.El ciudadano de a pie demanda proteccin y no recibe la que desea.

    c) Desencantados y despreocupadosEn estas condiciones, y desde la perspectiva de sabernos beneficiariosnetos de esta situacin, podemos permitirnos el lujo de adoptar una ac-titud descreda y desencantada. Una postura que desconfa de las insti-tuciones y se despreocupa de lo pblico, exigente con los propios de-rechos y escasamente inclinada a asumir responsabilidades.

    Nos distraemos as con ofertas de diversin y nos perdemos entreartculos de moda, viajes, aventuras, nuevas experiencias, lecturas, m-sica, vdeos, juegos, deportes... olvidndonos de la complejidad de unmundo que nos da miedo. Anestesiados por los estmulos, habitamosuna realidad recreada que incita a la huida de las amenazas ciudadanas,de las ms cercanas y las ms globales. De este modo, nos sumimos enun talante despreocupado y juguetn, celoso de los derechos y perezo-so con los deberes, centrado en la propia realizacin y disfrute perso-nal, que constituye una caracterstica de nuestra poca.

    No sucedera lo mismo si nos fuera mal. La privacin social llevaraa una mayor implicacin en los problemas, movilizndonos socialmen-te y reivindicando la verdad esencial sobre la que vivimos, en un mundomarcadamente desigual y, por este motivo, profundamente injusto.

  • 5. Para una mejor comprensin de ese fenmeno puede consultarse V. CAMPS, Eldeclive de la ciudadana, Promocin Popular Cristiana, Madrid 2010.

    6. As titula Parmananda Divarkar su estudio sobre el libro de los Ejercicios deSan Ignacio: P. DIVARKAR, La senda del conocimiento interno, Sal Terrae, San-tander 1984.

    7. Una actividad de redencin, tal como aparece en la Contemplacin de la En-carnacin del libro de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola (EE, 107).

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    Por todo ello, no resulta extrao que se hable del declive de la ciu-dadana5. En este complejo mundo actual, las amenazas globales estnllevando a un repliegue sobre las identidades de pertenencia primarias,sean culturales, nacionales o religiosas. En nuestras latitudes adquierems bien la forma de un regreso a lo ms cercano, la familia y los ami-gos. Repliegue distrado y arrebujado sobre un colchn clido y amable.

    Aunque no es esta una postura atribuible a todas las personas, s setrata de una actitud ampliamente asumida, que coexiste con espritusnobles, abiertos, solidarios y entregados, que constituyen la esperanzade nuestras sociedades.

    En definitiva, el hecho es que nuestro mundo actual, con sus innu-merables estmulos continuos y con la cada vez mayor conciencia desus riesgos, favorece una forma de vivir superficial y acomodaticia.Urge quebrar la densidad de esta superficie y penetrar en nuestro inte-rior para que brote de l una respuesta autntica, limpia y solidaria. Esdel propio corazn humano del que pueden surgir la bondad y la gene-rosidad que nos habitan (Mc 7,19), fuente de liberacin para un mun-do maniatado.

    2. Orientaciones ignacianas para vivir este tiempo

    La tradicin ignaciana, un manantial ms del vasto caudal de la espiri-tualidad cristiana, ofrece algunas sugerencias propias para afrontar es-tos retos caractersticos de nuestro tiempo.

    Es bien sabido que el camino ignaciano introduce en una senda deconocimiento interno de la realidad6: de la personal, del mundo y de lapresencia divina. Se trata de un saber interior contemplativo que, lejosde sumir a la persona en una observacin pasiva e indolente, la empujaa actuar compasivamente. La persona se suma a la actividad de la Tri-nidad7, que sigue invitndonos a suturar las grietas de este mundo que

  • 8. Porque no el mucho saber harta y satisface el nima, sino el sentir y gustar delas cosas internamente (EE, 2).

    9. P.-H. KOLVENBACH, Conferencia en la Universidad de Santa Clara(6 de octubre de 2000), en lnea:www.puj.edu.co/pedagogia/seminario/universidades_usa.doc (Consulta el 10 de octubre de 2010): ...lo que est en juego es... un continuoponer en comn los conocimientos de todos. Su intencin es asimilar las expe-riencias y las intuiciones de las diferentes disciplinas en una visin del cono-cimiento que, muy consciente de sus limitaciones, no se satisfaga con los frag-mentos, sino que intente integrarlos dentro de una sntesis sabia y verdaderade la realidad de nuestro mundo.

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    degradan la humanidad y provocan sufrimiento. El puente que nos per-mite salvar la distancia entre la contemplacin y el actuar solidario es eldiscernimiento. En lo que sigue, aclararemos un poco ms estas trespropuestas ignacianas de conocimiento interno, de discernimiento y decompromiso solidario que pueden servirnos de gua en este tiempo.

    a) El conocimiento internoEn el libro de los Ejercicios Espirituales, Ignacio de Loyola insiste alejercitante en que pida conocimiento interno de varias cosas: de su pro-pia realidad y de sus limitaciones y pecados (EE, 68), para poder asdesanudar una libertad aprisionada; del Seor, para amarle y seguirle(EE, 104), una peticin que acompaa prolongadamente al ejercitante;y de tanto bien recibido (EE, 233), para activar una respuesta agrade-cida y solidaria.

    El conocimiento del que nos habla Ignacio es, por tanto, un saberprofundo de m mismo, de la historia y el mundo y del propio Dios. Unsaber que no pretende ser exhaustivo8, sino sinttico, afectivo y movi-lizador. Ignacio tiene razn: precisamos ms conocimiento interno quesuperficial, ms saber sinttico que analtico, ms implicacin afectivaque curiosidad asptica. Tenemos necesidad de sntesis sapiencialesque den cuenta de nuestro mundo, para poder hacernos cargo de l9.Sntesis realizadas desde una mirada compasiva y teologal, que nosproporcionen lucidez ante la realidad. De esta manera podremos des-cubrir en ella las dinmicas de exclusin, extorsin y muerte, a fin deconfrontarlas; y rescatar las corrientes de vida y liberacin para com-prometernos con ellas.

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    PENETRAR EN LO REAL PARA VIVIR DESDE DENTRO 933

    Ese conocimiento interno constituye una profundizacin contem-plativa alcanzada tras una exploracin detallada y rigurosa. No se lo-gra sin el esfuerzo paciente por determinar los perfiles de la realidad,por buscar las causas de los fenmenos, sus consecuencias humanas...Es fiel a lo real. En tal sentido, no hay atajos, sino un rigor que aus-culta honestamente lo real, esforzndose por librarlo de voluntarismosy proyecciones. Este celo por la precisin y la propiedad lo distanciade visiones angelicales de la realidad y lo hace respetuoso con ella.

    Pero este tipo de conocimiento no se detiene en la examinacin, si-no que posteriormente lleva a cabo un balance sinttico que incorpora laoracin, los afectos y la opcin preferencial por los seres humanos msvulnerables y por su dignidad. Es de ah de donde brota un conocimien-to valioso y profundo, una sabidura que rene lucidez y profeca.

    Ejercitarse en este tipo de conocimiento va transformando a la per-sona, que cada vez aprende a mirar mejor la realidad: a mirarla comoDios la mira. De modo particular, trastoca su sensibilidad. Ve de otromodo, con sorpresa y admiracin, apreciando posibilidades, descu-briendo senderos de esperanza... No es raro, por ello, que Ignacio in-vite en los Ejercicios Espirituales a contemplar las escenas evangli-cas con los cinco sentidos, para familiarizar nuestra sensibilidad con elgusto y el modo de la presencia divina.

    Este conocimiento interno tiene una doble vertiente. Se refiere pri-mero a uno mismo. El conocimiento de la propia persona, de sus heri-das y virtudes, proporciona suelo firme para cualquier otro conoci-miento. Cuando este es deficiente, el ego tie la percepcin sin que no-sotros nos demos cuenta, adhiriendo a ella intereses y apegos. Cuandosabemos de nosotros mismos, se abren paso la limpieza y la objetivi-dad, la visin proftica y aguda.

    En segundo lugar, se refiere a las cosas y a la historia. A da de hoy,este conocimiento es complejo, ha de atender a infinidad de voces ydetalles, habla de muchas miserias, desorienta y confunde... De esteconocimiento huimos, como decamos antes, pero es decisivo a la ho-ra de dar una respuesta solidaria con algn fundamento.

    Esta doble vertiente del conocimiento interno, cuando se realiza enclave de oracin, genera tambin un conocimiento agradecido del Se-or, presente y activo en nuestras vidas y en la historia. Al descubrirloas, experimentamos la invitacin a sumarnos gratuitamente a su crea-tividad y diligencia.

  • 10. Un ejercicio clave que todos los promotores de la inteligencia emocionalproponen realizar.

    sal terrae

    PATXI LVAREZ DE LOS MOZOS, SJ934

    b) Auscultar las resonancias afectivas interioresCon frecuencia llevamos dentro un amasijo de sentimientos y emocio-nes al que no somos capaces de dar nombre, que nos domina y deter-mina nuestras reacciones espontneas y conductas elegidas. Ignacio deLoyola recibi un don especial para reconocer lo que suceda en su in-terior, y su espiritualidad propone introducirse en ese mundo afectivopara proyectar luz sobre l.

    l crea que ese mundo emocional es el campo de batalla entre elEspritu de Dios que dispone y moviliza y la resistencia del ser huma-no a dejarse hacer en generosidad y entrega. Pensaba que este es el es-pacio privilegiado para la accin de Dios sobre cada uno de nosotros,pero tambin el lugar donde nosotros nos revolvemos y sublevamos asu obrar, debido a nuestros miedos y apegos, que l llamaba afeccio-nes desordenadas (EE, 1).

    Ignacio denomin discernimiento a un ejercicio de introspeccin ilu-minado por la gracia, que clarifica las resonancias afectivas interiores eidentifica tentativamente la voz de Dios en medio de ellas. A ese ejerci-cio de discernimiento le dedica una buena cantidad de reglas en el librode los Ejercicios. No las examinaremos en este punto detenidamente, pe-ro s proporcionaremos sobre ellas algunos trazos gruesos que nos ayu-darn a ir ms adentro en nuestras vivencias y percepciones.

    El discernimiento nos pide, en primer lugar, identificar los senti-mientos bsicos que la vida y sus propuestas producen en nosotros. Setrata aqu de mirarlos de frente y ser capaces de ponerles nombre10, sincaer en culpabilidades. Un segundo paso consistir en saber de dndeproceden, esto es, detectar qu teclas interiores tocan y a qu resisten-cias propias, sueos, ilusiones o angustias... me remiten. Estos senti-mientos muestran el eco que los acontecimientos generan en mi es-tructura de personalidad, en general, y en mi actual coyuntura, en par-ticular. En tercer lugar, me corresponder reconocer los obstculos quese elevan en mi interior a las llamadas que brotan en m cuando mirocompasivamente la vida.

    Es as como estar preparado para dejar que me seduzcan las invita-ciones de Dios y la fuerza que l me proporciona, en forma de entusiasmo,

  • 11. Cf. B. GONZLEZ BUELTA, Ver o perecer: mstica de ojos abiertos, Sal Terrae,Santander 2006.

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    luz, fortaleza, esperanza... o, como dice Ignacio, de consolacin. A partirde ese momento las decisiones en favor del Reino sern ms fluidas.

    Este ejercicio de discernimiento no consiste en una actividad may hacia m mismo, sino que va y viene sobre la realidad, dialoga conella, actuando sobre ella y valorando lo que sucede en esa actuacin yen sus dinamismos. Aunque Ignacio, en el proceso de los Ejercicios,propone una confirmacin para cada una de las resoluciones bsicasque el ejercitante asume, cree que es en una historia activa de compro-miso personal donde se confirman o corrigen las elecciones realizadas.

    El examen de conciencia del da, como ejercicio realizado cadajornada, constituye un instrumento privilegiado para profundizar en eldiscernimiento. Un rato cada da en el que reconocer la gratuidad deDios, para agradecerla; en el que depositar en las manos de Dios, deforma confiada, las preocupaciones e inquietudes que nos apuran; y enel que caer en la cuenta del dao causado para pedir perdn por l. Eseejercicio cotidiano, sencillo y breve va esponjando el corazn y ha-cindolo ms sensible a la accin de Dios en nuestras vidas.

    c) El actuar solidarioLos dos ejercicios previos de conocimiento interno de la realidad y elde discernimiento nos permiten traspasar la epidermis de lo real y pe-netrar ms adentro. Rompen con la superficialidad tan extendida y pro-porcionan una mirada mstica sobre la vida y la historia, atenta a la pre-sencia de Dios en ellas11.

    El Dios al que dejamos paso es activo, creativo, volcado sobre lascriaturas. l las fortalece y ayuda a crecer, rescata de ellas la dignidadperdida y lo hace siempre con entraas de misericordia y en preferen-cia por los ms pobres. Es lo ms diferente de un Dios encerrado en suatalaya, observador imparcial y juez implacable. Es un Dios implica-do, porque as es el Padre al que Jess nos posibilit asomarnos.

    Ese Dios nos pide colaborar con l en su tarea esencial: crear, re-parar, fortalecer, perdonar, cuidar, potenciar... A esto estamos llama-dos. Hay una corriente de vida y de sanacin que atraviesa toda la his-

  • PATXI LVAREZ DE LOS MOZOS, SJ936

    toria y nuestro presente, que desborda nuestros esfuerzos, que consti-tuye la gran promesa del mundo y que nos invita a participar de ellamisma. Es el amor que lo habita todo y que nos quiere arrastrar consi-go para que tengamos vida completa.

    De ah que vivir en profundidad lleve consigo una forma de posi-cionarse en el mundo y de actuar en l. No hay profundidad sin com-promiso. Por eso hay ms agudeza, y finalmente ms sabidura, en elmirar de una persona implicada que en el anlisis erudito de quien sesita aspticamente ante la realidad. De una persona as surgirn lacompasin, la cercana, el afecto, la comunicacin...

    3. A modo de conclusin

    El mundo en el que vivimos nos invade con estmulos que tratan de ha-cerse con nuestra atencin y nuestros deseos. Nos empujan hacia unavida superficial, insatisfecha y distrada. A su vez, los riesgos deriva-dos de lo que hemos convenido en denominar progreso nos estn re-plegando sobre nosotros mismos, llevndonos al redil del hogar y res-tringiendo nuestra ilusin por participar en las cuestiones pblicas.

    Estos dos fenmenos generan un movimiento interior que obstacu-liza un proyecto de servicio solidario con horizontes universales. Setrata de una dinmica que nos repliega sobre nosotros mismos, a labsqueda de una vida placentera y despreocupada. Podramos decirque es un vivir epidrmico y enajenado.

    Sin embargo, esto no sucede de forma automtica. Contamos conmltiples resortes para resistir a estos movimientos y situarnos com-pasivamente ante la realidad y sus vctimas. Buena prueba de ello es lacantidad de personas de buen corazn y criterio que se comprometencada da por abrir caminos a la justicia y la solidaridad.

    En particular, la espiritualidad ignaciana ofrece orientaciones muyvaliosas para vivir ms conectados con nuestro interior y dejar que de lbroten respuestas sabias, cargadas de bondad y generosidad. Concreta-mente, cultivando una mirada profunda sobre la historia y la vida y favo-reciendo un conocimiento afectivo de lo real, esta espiritualidad ayuda areconocer el dinamismo del amor y nos invita a dejarnos arrastrar por l.En definitiva, es posible vivir desde nuestro interior, habitado siempre porla gracia, para que de l broten la misericordia y la bondad de Dios.

  • Vivir por fuera...sin olvidarse de vivir por dentro

    Enrique SANZ GIMNEZ-RICO, SJ*

    ST 9

    8 (20

    10) 9

    37-94

    7

    Resumen

    El libro sapiencial del Eclesiasts (Qohelet) invita con conviccin a disfrutar dela vida, pues esta es don de Dios. En su progresiva reflexin, y en especial enla que ms aborda el tema de la tica, el Qohelet parece invitar a vivir por den-tro, porque solo as se puede tambin vivir por fuera.

    El comienzo del evangelio de Marcos parece mostrar que Jess vive enequilibrio y con integracin la vida por fuera y la vida por dentro. Un Jessque, tras su muerte en Jerusaln, manda a sus seguidores que lo busquen enGalilea, donde vive por fuera.

    Abstract

    The sapiential book of Ecclesiastes (Qohelet) convincingly advocates theenjoyment of life, since it is a gift from God. In its progressive reflection andparticularly in the one that more closely tackles the subject of ethics, theQohelet appears to encourage our internal life, because only by doing so canwe also have an external life.

    The beginning of the Gospel according to Mark seems to show that Jesuslives a balanced and integrated internal and external life. A Jesus that,after his death in Jerusalem, ordered his followers to look for him in Galilee,where he has an external life.

    * Director de Sal Terrae. Profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Ponti-ficia Comillas (Madrid). .

    sal terrae

    Si uno rastrea los siempre ricos y novedosos libros que conforman lamejor de las bibliotecas que todava poseemos (la Biblia), no es fcilencontrar en ellos los trminos que articulan este ltimo nmero de Sal

  • 1. R. GORDIS, Kohelet. The Man and his World, The Jewish Theological Seminaryof America, New York 19683, x.

    2. S. CASTRO SNCHEZ, El sorprendente Jess de Marcos. El evangelio de Marcospor dentro, Universidad Pontificia Comillas Descle de Brouwer, Bilbao2005, 17.

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    ENRIQUE SANZ GIMNEZ-RICO, SJ938

    Terrae del ao 2010: vivir por dentro y vivir por fuera. Pero s sonnumerosos los pasajes o libros que tocan muy de cerca ambas referen-cias y que ofrecen un modo concreto de comprenderlas. A dos de ellosnos aproximamos en esta colaboracin, convencidos de que en ambosno se agota lo que sobre ellos se podra decir.

    Se ha dicho del libro del Qohelet que, en una poca en la que lavida aparece con frecuencia catica y falta de sentido, Qohelet presen-ta un mensaje especial para nosotros, pues ensea a los hombres aamar la vida, a aceptar sus limitaciones y a disfrutar de sus bendicio-nes1. Nos vamos a acercar a uno de sus temas transversales (tica) pa-ra explorar el subrayado que en l presenta el temor de Dios (vivir pordentro), que al mismo tiempo parece ir de la mano del vivir por fue-ra (comer, beber, disfrutar del bienestar).

    Del evangelio de Marcos se ha afirmado que es un proyecto exis-tencial...; un evangelio sumamente ordenado y profundo...; un autn-tico manual del cristiano para su proceso vital2. Lo vamos a abrir porsus primeras y ltimas pginas para tratar de entender la centralidadque en l parece tener el vivir de Jess en Galilea, el escenario prin-cipal de su actuacin terrena, donde ciertamente ora y donde, sobretodo, vive por fuera: cura, consuela, acompaa y se rene con losdesheredados.

    El libro del Qohelet, una revisin de vida

    As defina recientemente el libro del Qohelet (Eclesiasts) el profesorde la universidad de Viena L. Schwienhorst-Schnberger en una cola-boracin sobre antropologa bblica, en la que tambin afirmaba: Ellibro del Qohelet pertenece a una antigua y bblica tradicin que pue-de denominarse descubrimiento del hombre interior... La antropolo-ga del libro intenta ofrecer un balance entre el hombre exterior y elhombre interior. No se desprecian formas de sentido como el disfrutar

  • 3. L. SCHWIENHORST-SCHNBERGER, Zwischen Agonie und Glck. Kulturan-tropologische Impulse und alttestamentliche Anthropologie am BeispielKohelets, en C. FREVEL (ed.), Biblische Anthropologie. Neue Einsichten ausdem Alten Testament, Herder, Freiburg im Breisgau 2010, 169, 184.

    4. As define el Qohelet A. SCHMITT, Zwischen Anfechtung, Kritik undLebensbewltigung. Zur theologischen Thematik des Buches Kohelet: TriererTheologische Zeitschrift 88 (1979), 129.

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    VIVIR POR FUERA... SIN OLVIDARSE DE VIVIR POR DENTRO 939

    de la vida, comer, beber... Poseen un sentido el beber, comer, etc., si ensu transparencia conectan con Dios3.

    El Qohelet es el libro de los escpticos, han afirmado algunos (A.Schoors). Nada de eso, han respondido otros (N. Lohfink, R.N. Why-bray): los doce captulos del Eclesiasts rezuman, ante todo, optimis-mo. Decisivo es para los primeros la insistencia en que todo es vani-dad en la vida de los seres humanos, en que en ella se manifiestan conclaridad muchos de los lmites que estos tienen: su incapacidad paraconocer y comprender a Dios, la imposibilidad de acercarse y antici-par el futuro, la muerte. Para los de corte optimista, en cambio, centrales que lo bueno para el ser humano es comer, beber, disfrutar de la vi-da, dones de Dios por antonomasia. De estos ltimos nos sentimos msprximos en el acercamiento que hacemos a continuacin a un libro detan asombrosa actualidad intemporal4.

    En 1984, la catedral de Burgos recibi el ttulo de patrimonio de la hu-manidad. Nada que objetar al respecto, sino el hecho y aqu expresosin vergenza el carcter que en m ha impreso el ser burgals deadopcin de que dicho reconocimiento llegara quiz demasiado tarde.Una catedral ante la que han pasado y desfilado miles y miles de per-sonas llegadas de todos los lugares del universo, quienes, al ver su be-lleza y esplendor, han expresado su admiracin ante la parafraseandoa El Tudense fuerte y fermosa yglesia de Burgos. Un pasar de tan-tas generaciones ante la obra impulsada por el rey Fernando III y elobispo D. Mauricio que recuerda el bello comienzo del Qohelet, el pri-mero de sus captulos: una generacin pasa, otra generacin viene, yla tierra permanece siempre (Qo 1,4). As es, parece afirmar el sabiopredicador: el cosmos, la naturaleza, la vida son eternas, estables, per-manecen; la vida del ser humano, en cambio, es pasajera y no estable.Expresado e ilustrado con el ejemplo anteriormente utilizado, mientrasque los numerosos visitantes de la catedral de Burgos nacen, crecen,

  • 5. J. VLCHEZ LNDEZ, Eclesiasts o Qohelet, Verbo Divino, Estella (Navarra)1994, 221-222.

    6. L. SCHWIENHORST-SCHNBERGER, Nicht im Menschen grndet das Glck(Koh 2,24). Kohelet im Spannungsfeld jdischer Weisheit und hellenistischerPhilosophie, Herder, Freiburg im Breisgau 1994, 87-88.

    7. L. MAZZINGHI, Ho cercato e ho espolorato. Studio sul Qohelet, Dehoniane,Bologna 2001, 209.

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    ENRIQUE SANZ GIMNEZ-RICO, SJ940

    viven y mueren, el bello monumento de la ciudad del Cid ha permane-cido en pie desde el siglo XIII hasta nuestros das y as lo esperamospermanecer todava durante muchos siglos ms con toda su belleza yesplendor.

    Duro y desanimante parece ser el inicio del Qohelet. Duro y desa-nimante parece ser tambin su segundo captulo, porque, despus deintentar buscar y explorar el sentido de diversas dimensiones de laexistencia humana, parece que no cabe otra solucin que la resigna-cin ante lo inevitable5; parece que hay que empezar de nuevo, yaque es vanidad y empeo vano buscar la alegra y los placeres, el tra-bajo y la riqueza, las construcciones y las grandes obras, la sabidura(Qo 2,25-26).

    Un cambio y giro importante parece darse en Qo 3, en cuyos pri-meros ocho versculos podemos encontrar el famoso y conocido poe-ma sobre el tiempo: todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo ba-jo el cielo.... Un poema y un captulo en el que encontramos diversasconexiones con Qo 1-26 y que expresan, en particular Qo 3,1-8, que elhombre posee un conocimiento limitado de los tiempos y momentosoportunos para actuar, por no poder disponer de ellos: el ser humanoquerra dominar y cambiar el curso del tiempo, pero ello se le escapacontinuamente de las manos7. Ahora bien, junto a ello, Qohelet sos-tiene que Dios todo lo hizo bello en su sazn y puso la eternidad enel corazn de los hombres, sin que pueda el hombre descubrir la obraque Ha Elohim realiza del principio al fin (Qo 3,11). Y contina susreflexiones centrando su atencin en un doble aspecto de Dios: su cer-cana y su distancia (trascendencia). As, en primer lugar, solo el Diostrascendente (y no el ser humano) conoce la globalidad del tiempo y susentido; al mismo tiempo, y en segundo lugar, el Dios cercano conce-de al ser humano la posibilidad de gozar de las realidades cotidianas ysencillas de la vida: pues nada hay ms bueno para los hombres quealegrarse y procurar el bienestar en su vida. Y tambin he reconocido

  • 8. N. LOHFINK, Qoheleth 5:17-19. Revelation by Joy: Catholic BiblicalQuarterly 52 (1990) 625-635.

    9. B. PINON, Au jour de bonheur, accueille le bonheur (Qo 7,14). Rhabilita-tion dune parole de bonheur mconnue du livre de Qohlet: Rivista Biblica57 (2009) 311-325.

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    VIVIR POR FUERA... SIN OLVIDARSE DE VIVIR POR DENTRO 941

    que es un don de Dios que cualquier hombre coma y beba y disfrutebienestar por todo su esfuerzo (Qo 3,12-13). El Qohelet apunta de es-te modo que el comer, el beber, el alegrarse y el disfrutar del bienestarposeen sentido. Ello lo recoge y repite Qo 5,17-19, uno de los pasajesclave as lo sostiene N. Lohfink para comprender el libro del Ecle-siasts, en el que ocupa un lugar central el trmino Ha Elohim (Dios)8.En l se invita y se anima a vivir y disfrutar de las alegras cotidianasde la vida es decir, y en la terminologa de nuestra colaboracin, avivir por fuera, porque a travs de ellas se puede entrar en contac-to con el sentido de las cosas que normalmente solo Dios ve y conoce,es decir, se puede conectar con Dios (vivir por dentro).

    Ahora bien, son Qo 7-8, y especialmente Qo 7,15-18 y Qo 8,11-14,los captulos y pasajes que nos ofrecen una ltima y decisiva referen-cia para comprender de qu manera podemos entender la relacin en-tre el vivir por dentro y el vivir por fuera.

    Conviene sealar, en primer lugar, que no se puede entender la pe-quea unidad textual Qo 7,15-18 desgajndola de los versculos a ellacercanos, los cuales, a su vez, estn tambin en conexin con el restodel libro del Qohelet9. En dicha unidad, Qohelet expone con lucidezque el nico fundamento de la tica es el temor de Dios. No lo es, encambio, la ley o la Torah, como sucede en los libros profticos. De esemodo, se separa de la tradicin de Israel, que conectaba el temor deDios con un comportamiento justo mediante la observancia de precep-tos o mandamientos (por ejemplo, de la Torah) y con una retribucin adicho comportamiento por parte de Dios, pues para el Eclesiasts el te-mor de Dios no pende de ningn esquema retributivo.

    Ahora bien, ello no significa que la propuesta tica de Qohelet seaanomista, pues la ley que propone seguir es acoger la alegra que Diosda al ser humano en la vida (comer, beber, disfrutar del bienestar) y co-nectar dicha alegra con el temor de Dios. Con ello el predicador criti-ca no tanto la doctrina de la retribucin (premio a los buenos, castigoa los malos), sino el que esta pueda servir de fundamento para la tica.

  • 10. J. VLCHEZ LNDEZ, op. cit., 448.11. L. MAZZINGHI, op. cit., 261-265; ID., Il fondamento delletica del Qohelet en

    E.I. RIMBALDI (a cura di), Qohelet: letture e prospettive, Angeli, Milano 2006,159-176; ID., Esegesi ed ermeneutica di un libro difficile. Lesempio di Qo8,11-14, en J.N. ALETTI J.L. SKA (eds.), Biblical Exegesis in Progress. Old

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    ENRIQUE SANZ GIMNEZ-RICO, SJ942

    De ah que la relacin entre el temor de Dios y la tica aporte una es-pecial novedad a la hora de entender un principio sapiencial tan esta-ble, decisivo y determinante como es el de la retribucin.

    Para el Qohelet, temer a Dios significa escucharlo, permanecer ensilencio delante de l, reconocer y aceptar el misterio de su actividad:es esa especial sensacin reverencial que experimenta el hombre cre-yente y, por tanto, religioso ante la Majestad divina percibida en unaexperiencia religiosa10. Temer a Dios es comportarse con respeto de-lante del misterio de Dios, de un Dios que no podr ser nunca com-prendido con la sabidura humana; es aceptar que Dios acta de mane-ra soberanamente libre. Para el Qohelet el temor de Dios posee valoren s mismo; y un valor absoluto!

    En consecuencia, a la pregunta, en estos y otros pasajes del libro,por el hombre y su felicidad, el sabio predicador responde, no desdeclaves del pensamiento griego (el hombre puede alcanzar la felicidadcon sus propias fuerzas), sino afirmando que el hombre puede ser felizviviendo por dentro, es decir, temiendo a Dios. Y en ese vivir pordentro puede, sin embargo, descubrir y reconocer que la alegra es undon de Dios, que las pequeas y concretas alegras de la vida son sig-nos reales de ese don que Dios concede al hombre. En definitiva, en elvivir por dentro puede el hombre acoger como dones de Dios todolo que expresa y caracteriza el vivir por fuera; en el temor de Diosse puede recibir la invitacin a vivir y gozar de la vida, a comer, be-ber y disfrutar del bienestar (Qo 3,13; 5,17-19; 8,15). Por eso, un te-mor de Dios, es decir, una vida por dentro que solo respetara la tras-cendencia de Dios sera un temor incompleto; le faltara la invitacinque Dios dirige a quien le teme a vivir por fuera, a disfrutar de esa ale-gra y felicidad que solo los dones que de Dios proceden le pueden pro-porcionar. En definitiva, y en terminologa que podra resultar cercanaa la tradicin ignaciana, el ser humano puede alcanzar el ms si vi-ve la vida en contacto con el dador de esos dones visibles y externosque puede disfrutar en plenitud11.

  • and New Testament Essays, Editrice Pontificio Istituto Biblico, Roma 2009,173-207; L. SCHWIENHORST-SCHNBERGER, art. cit., 185; ID., op. cit., 320-324;ID., Kohelet, Herder, Freiburg im Breisgau 2004, 98-101.

    12. Vanse: S. CASTRO SNCHEZ, op. cit.; D. RHOADS J. DEWEY D. MICHIE,Marcos como relato. Introduccin a la narrativa de un evangelio, Sgueme,Salamanca 2002, 13.

    13. No nos parece necesario ni decisivo presentar aqu si hay que situar el inicio dedichos acontecimientos en Mc 1,14 o Mc 1,15 o Mc 1,16. Remitimos a estosestudios: S. CASTRO SNCHEZ, op. cit., 61ss.; J. GNILKA, El evangelio segn sanMarcos, I, Sgueme, Salamanca 19963, 45ss.; M. NAVARRO PUERTO, Marcos,Verbo Divino, Estella (Navarra) 2006, 13ss.; L. SCHENKE, Das Markusevange-lium. Literarische Eigenart Text und Kommentierung, Kohlhammer, Stuttgart2005, 59ss.

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    VIVIR POR FUERA... SIN OLVIDARSE DE VIVIR POR DENTRO 943

    Jess en el evangelio de Marcos

    No parece ser una pura y mera casualidad el que, hace pocos aos, unbuen conocedor del evangelio de Marcos publicase un estudio con elttulo El sorprendente Jess de Marcos. Al fin y al cabo, cuandonos introducimos en el relato del evangelio de Marcos, entramos en unmundo de conflicto y suspense... en el que el protagonista, Jess, es loms sorprendente de todo12.

    Un evangelio que se abre con el conocido comienzo del Evange-lio de Jesucristo Hijo de Dios y que, a partir de Mc 1,14, presenta di-versos episodios de la vida de Jess en Galilea13. Nosotros nos fijamosde modo especial en los de su primer captulo, es decir, en Mc 1,16-45:llamamiento de los cuatro primeros discpulos; enseanza y exorcismoen la sinagoga de Cafarnan en sbado; curacin de la suegra de Pedroy de muchos endemoniados; curacin de un leproso; etc. En ellos Jessaparece como el actor principal de todas las acciones narradas. Un Jessque ensea y que derriba el poder de Satn, provocando con ello un granasombro entre los que estn cerca de l: y estaban pasmados de su en-seanza, pues les enseaba como quien tiene autoridad y no como los es-cribas (Mc 1,22); todos quedaron espantados, hasta preguntarse unosa otros: qu es esto? Una enseanza nueva, con autoridad. Y manda alos espritus impuros, y le obedecen. Y su fama se divulg enseguida portodas partes, por toda la regin de Galilea (Mc 1,27-28).

    Un Jess que tambin se dirige con Santiago y Juan a la casa de Si-mn y Andrs y cura a la suegra de Pedro (Mc 1,29-31). Una accin queevoca la resurreccin, ya que el trmino griego utilizado para referirse a

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    ENRIQUE SANZ GIMNEZ-RICO, SJ944

    la curacin (acercndose a ella, la levant) es el que frecuentementese utiliza en el Nuevo Testamento para hablar de resurreccin.

    Los pasajes hasta ahora mencionados y recordados presentan a Je-ss en lugares tan distintos como el mar de Galilea, Cafarnan, la si-nagoga de Cafarnan y la casa de Simn Pedro. Inmediatamente des-pus, comienza otro, Mc 1,32ss., donde Jess se encuentra en mediode toda la ciudad que estaba reunida junto a la puerta (Mc 1,33). Alltambin cur a muchos que se encontraban mal, con diversas enfer-medades, y expuls muchos demonios (Mc 1,34). Posteriormente,de madrugada, muy oscuro, levantndose, sali y march a un sitiosolitario, y all rezaba (Mc 1,35). Es necesario detenerse con atenciny detenimiento en numerosos elementos de estos versculos y poder asdeducir alguna consecuencia de inters en relacin con el tema que nosocupa. Sobre todo, en los diversos lugares por donde Jess pasa, ense-a y cura, pues confieren una unidad a distintos episodios. Igualmenteen diversas referencias temporales que tambin ayudan a leer diversospasajes y episodios de manera unitaria.

    En primer lugar, llegado el atardecer (Mc 1,32) es utilizado confrecuencia por Marcos para empalmar con el hilo de la narracin, esdecir, para poner en relacin unos episodios con otros. Sin embargo,dicha expresin temporal aparece acompaada en ese mismo verscu-lo por otra mencin de tiempo: cuando se puso el sol. Ambas nopueden separarse, ya que la segunda complementa y clarifica la pri-mera. El nfasis que ellas poseen produce y provoca en el lector un in-ters y atencin especiales por lo que durante ese tiempo sucede. Estemismo fenmeno ocurre en Mc 1,35 (de madrugada, muy oscuro),donde encontramos tambin dos expresiones de tiempo que se com-plementan entre s y que presentan igualmente un nfasis particular.

    De manera que parece que se puede afirmar que, por un lado, Mar-cos quiere poner en conexin la actuacin sanadora de Jess en Mc1,32-34 con todas sus acciones y actuaciones anteriores y, por otro, re-saltar la estrecha relacin que parece existir entre este episodio y el si-guiente (Mc 1,35-39), donde se dice que Jess, de madrugada, muyoscuro, levantndose, sali y march a un sitio solitario, y all rezaba.Parece entonces esta es la tesis que adelantamos y que vamos a tratarde justificar a continuacin que entre la accin de Jess y su oracinhay una fuerte vinculacin; que la oracin y la misin de Jess consti-tuyen una unidad indisoluble; que, en palabras queridas por este n-

  • 14. J. GNILKA, op. cit., 103.15. Recurdese que la funcin originaria de los llamados temas temporales del

    verbo en las lenguas indoeuropeas no era la de expresar grados de tiempo (pre-sente, pasado, futuro), sino las Aktionsarten (modalidad de la accin) o los as-pectos (puntos de vista o prospectivas). Vanse: F. BLASS A. DEBRUNNER,Grammatica del greco del Nuovo Testamento, Paideia Editrice, Brescia 1982,401-411; L. SCHENKE, op. cit., 75; M. ZERWICK, Biblical Greek, PontificioIstituto Biblico, Roma 19946, 91-93.

    16. M. NAVARRO PUERTO, op. cit., 83-84.

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    VIVIR POR FUERA... SIN OLVIDARSE DE VIVIR POR DENTRO 945

    mero de Sal Terrae, entre vivir por fuera y vivir por dentro hay unaenorme correlacin14.

    Es importante comenzar repitiendo que el narrador quiere dar uni-dad a todo lo que le sucede a Jess en el atardecer y durante la madru-gada. Es importante, adems, sealar la existencia de una interesanteelipsis en la escueta narracin de Mc 1,35: el narrador omite todo loque ha podido sucederle a Jess durante su oracin nocturna, pues, in-mediatamente despus de la escasa informacin de dicho versculo,Mc 1,36 afirma que Simn y los que estaban con l fueron en su bus-ca y lo encontraron. Es importante, en tercer lugar, indicar que en Mc1,35-38, en la pequea unidad en que se menciona la oracin de Jess,se habla tambin de una curacin, de una salvacin que trae Jess yque aparece expresada no nicamente por medio de hechos concretossalvficos o curativos, como en todos los pasajes anteriores, sino a tra-vs de un anuncio sapiencial poderoso (un evangelio!) de una salva-cin universal abierta a todos. Y es importante, en ltimo lugar, recor-dar el tiempo verbal del verbo rezar en Mc 1,35: un tiempo imperfec-to puede expresar una accin repetida o habitual y no tanto una accino actuacin concreta15.

    No podemos adivinar con total exactitud cmo rezaba Jess y so-bre qu rezaba. Es posible, sin embargo, intuir que en su oracin Je-ss ha confrontado los hechos con su misin. Debe continuar en esalnea? Es su predicacin acorde con lo ocurrido, con sus gestos libe-radores? Cmo evitar la utilizacin de ese Reino para fines perver-sos?16. Y s podemos afirmar que la narracin, y en particular la elip-sis mencionada, posibilitan a quien lee el texto plantearse estas y otraspreguntas en torno a la oracin de Jess: cmo era?; cmo se dirigaa Dios?; de qu hablaba con l?; de qu manera estaban en ella pre-

  • 17. De hecho, la mayor parte de los verbos de Mc 1,35-39 estn en aoristo; solo es-t en imperfecto el verbo rezar.

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    ENRIQUE SANZ GIMNEZ-RICO, SJ946

    sentes sus discpulos, todos los que le buscaban, las personas a las queanunciaba la llegada de la salvacin?

    Si, adems de la citada elipsis, recordamos de nuevo el lugar centralque parece ocupar el verbo rezar y el aspecto que expresa (de repeticino situacin habitual)17, as como tambin otros aspectos mencionadosprecedentemente, podemos pensar que quiz la narracin no necesita in-dicar muchas ms referencias sobre la oracin de Jess que las que yaseala: la mutua relacin entre el largo tiempo de oracin de Jess y lalarga actividad que l realiza, tan duradera en el tiempo. No podemosentonces deducir que son precisamente sus largas acciones (curar, predi-car, etc.) las que ocupan todo el espacio y tiempo de la oracin de Jess,las que llenan totalmente su actividad orante? No podemos entoncesconfirmar que esta ltima actividad, que dura y es habitual, est en es-trecha conexin y relacin con su actividad ms activa y curativa?

    Un dato ms parece confirmar que Mc 1 quiere resaltar la conexinestrecha en Jess del vivir por dentro y el vivir por fuera. Parececlaro que en Mc 2,1 comienza una nueva secuencia que consta de di-versos episodios que se narran posteriormente. Y parece tambin claroque Mc 1,45 es un versculo conclusivo de Mc 1,40-45, similar a Mc1,39, conclusin a su vez de Mc 1,35-39. Pues bien, en Mc 1,40-45 senarra una accin muy especial de Jess: es la nica narracin de cura-cin de un leproso en el evangelio de Marcos. Y dicha accin de Jesspresenta en su versculo conclusivo una referencia (en sitios solitarios)que evoca precisamente a Mc 1,35: de madrugada, muy oscuro, le-vantndose, sali y march a un sitio solitario, y all rezaba Jess. Eneste ltimo versculo se resalta que Jess se marchaba a un sitio solita-rio para rezar, es decir, cambiaba de lugar al entrar en contacto mspersonal con Dios. Pues bien, repetir esta ltima referencia en Mc 1,45,despus de narrar una nueva accin de Jess y no una accin cual-quiera (la curacin de un leproso, nica en Marcos), permite pensarque, mediante dicha mencin, la narracin quiere recordar una vez msque la accin de Jess y su oracin son en l inseparables, es decir ycon terminologa una vez ms de la tradicin ignaciana, que Jess eracontemplativo en la accin y activo en la contemplacin.

  • 18. De este pasaje se ha afirmado, entre otras cosas, que quien lo entiende com-prende el evangelio de Marcos. Vanse: S. CASTRO SNCHEZ, op. cit., 467-494;C. FOCANT, Marc, un vangile tonnant, Leuven University Press, Leuven2006, 341-358; J. GNILKA, op. cit., 394-409; S. LGASSE, Lvangile de Marc,II, Cerf, Paris 1997, 995-1010; M. NAVARRO PUERTO, op. cit., 575-589; R.PESCH, Das Markusevangelium, II, Herder, Freiburg im Breisgau 1977, 519-543; L. SCHENKE, op. cit., 350-353.

    19. PH. WARGNIES, SJ, Marc 16,1-8 Les femmes et le jeune homme dans letombeau: Nouvelle Revue Thologique 132 (2010) 374.

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    VIVIR POR FUERA... SIN OLVIDARSE DE VIVIR POR DENTRO 947

    Tambin al final de su evangelio, cuando Marcos llega al ncleo cen-tral del mismo (la muerte y la resurreccin de Jess), el evangelista uti-liza referencias temporales ya conocidas (llegado el atardecer; de ma-drugada: Mc 15,42; 16,2), cuya importancia en Mc 1 ha sido ya des-tacada. Mucho se ha escrito sobre la primera conclusin del evangeliode Marcos: la llegada de las mujeres al sepulcro (Mc 16,1-8)18. Una pe-rcopa que juega tambin, de un modo distinto del que nosotros hemosempleado, con los trminos dentro y fuera. Mara la Magdalena,Mara la de Santiago y Salom, las mismas que haban estado al pie dela cruz (Mc 15,40), se dirigen al sepulcro a embalsamar a Jess y, alentrar en su interior, ven que Jess est, pero ya no all19. Ellas quie-ren conservar el cadver de Jess y por eso buscan a Jess dentro,en la tumba. Pero no, all no est: Jess, el Nazareno, el crucificado, alque Dios ha resucitado, vive de manera definitiva en otro lugar, en Ga-lilea (fuera), donde ahora espera a los suyos (va delante de voso-tros a Galilea: Mc 16,7). S, no est dentro, sino que vive fuera,en Galilea, donde ahora hay nicamente que ir a buscarle; y no soloporque all Jess resucitado pasa, llama, cura, consuela y cuida a losdesheredados, sino tambin, y muy especialmente, porque all estahora... el que vive por dentro y por fuera (Mc 1).

  • La eucarista es una referencia dinmica y no un simple refugio. La ce-lebracin eucarstica empuja la barca de los discpulos y de la Iglesiamar adentro, hacia las corrientes y las tempestades de la historia hu-mana. Porque la eucarista no es solo el pan que sostiene el camino, si-no Jess mismo, que aun cuando a veces parezca ausente est ennuestra barca, la barca de una humanidad sacudida por las tormentas,pero portadora de esperanza.

    CARLO MARIA MARTINIRemad mar adentro!Eucaristay dinamismo eclesial

    136 pgs.P.V.P. (IVA incl.): 10,50

  • Lo que la Navidad escondeMara Dolores LPEZ GUZMN*

    Jos Manuel BURGUEO MUOZ**

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    * Miembro del Consejo de Redaccin de la revista Sal Terrae. Profesora de Teo-loga. Madrid. .

    ** Director del Colegio Mayor Loyola y profesor de Periodismo. Autor de El Li-bro de la Navidad. Madrid. .

    No soy nada enemigo de que lo ms profundo del hombre se expresede modo material, a condicin de que lo material nazca de la profun-

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    Resumen

    En pocos contextos puede apreciarse con ms claridad que en el de la Navi-dad la profunda vinculacin que existe entre lo corporal y lo espiritual, desdeel momento en que supone una sublimacin de la materia al hacerse carne elmismo Dios. Buscando pistas para vivir la Navidad tambin por dentro, en-contramos en las tres ofrendas de los Magos: el oro, el incienso y la mirra,unas claves orientadoras que pueden ayudar a celebrar por fuera y por dentroy unas seales claras para descubrir todo aquello que la Navidad esconde de-trs del banquete, el regalo y el oropel.

    Abstract

    There are very few occasions other than Christmas in which the strong linkbetween the physical and the spiritual can be more clearly noticeable, since itis the time of Gods presumed sublimation from matter to flesh. In searchingfor clues also from within on how to experience Christmas, we come to thegifts of the Three Wise Men: gold, frankincense and myrrh, guiding signalsthat can help us celebrate both externally and internally as well as clear cluesfor the discovery of everything about Christmas hidden behind the faade offeasts, gifts and decoration.

  • 1. J.I. GONZLEZ FAUS, Navidad para ateos?: El Mundo, Madrid, 26 de di-ciembre de 1992.

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    didad, en lugar de suplantarla1. Sugerentes palabras las de GonzlezFaus en el marco de una reflexin sobre el modo de celebrar la Navi-dad en el mundo occidental. Trivialidad, consumismo, superficialidad,ramplonera... son rasgos que acompaan nuestra cultura y que difi-cultan enormemente una vivencia honda de la Navidad, pero que nodeben conducir al sujeto a volverse sobre s pensando que en su inte-rioridad encontrar ese aorado lugar libre de contaminaciones paga-nas que le proporcionar hondura y consuelo: Yo me entiendo; enel corazn y la conciencia puedo vivir lo que otros no viven; la fe-licidad autntica est en tener paz interior... Hbil tentacin queGoethe desmonta de un plumazo: ni aun el genio ms grande ira muyall si tuviera que sacarlo todo de su propio interior. Creer que vivirpor dentro sin ms nos va a salvaguardar de la frivolidad ambien-tal es una ingenuidad. Yahveh se lo advirti en numerosas ocasiones alpueblo de Israel: El anatema est dentro de ti (Jos 7,13).

    Existen dos claves que sustentan el vnculo indisoluble entre la in-terioridad y las sensaciones epidrmicas: por un lado, el origen comnde ambas realidades (Insensatos!: el que hizo el exterior no hizotambin el interior?: Lc 11,40); por otro, la Encarnacin: Dios ha de-cidido hacerse carne, materia visible y tangible; Dios se ha exteriori-zado, ha salido de s, se ha volcado hacia fuera, ha abandona-do su interioridad. No celebramos precisamente que Dios se ha he-cho piel y se dej impactar por todo aquello que le rode? Por tan-to, cualquier deseo de crecer y de vivir esta fiesta grande debe in-cluir necesariamente las dos dimensiones en estrecha relacin. Porquelos problemas aparecen cuando una de ellas se potencia a costa de laotra. Si se promueve el interior prescindiendo de la realidad externa, elsujeto caer fcilmente en el separatismo y la soberbia (Oh Dios, tedoy gracias porque no soy como los dems hombres!: Lc 18,11); si sevive bajo el imperio de las primeras impresiones y los deseos prima-rios, se corre el riesgo de la vacuidad y la insulsez (El interior del ne-cio es como un vaso roto, que no retiene ningn conocimiento: Si21,14). As pues, cmo situar bien ese vivir por dentro cuando laNavidad es una invitacin a hacerlo hacia afuera? A qu conduce laprofundidad del hacerse carne en un mundo superficial?

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    En primer lugar, recordando que la funcin del adverbio (dentro,fuera) es la de ser complemento de una realidad, en este caso laNavidad, cuya enorme riqueza merece ser descubierta; no se trata,por tanto, de meterse en uno mismo para escuchar lo que hay enel fondo, sino de a-dentrarse en lo que un acontecimiento de tal ca-libre esconde (conocer el amor de Cristo, que excede a todo co-nocimiento: Ef 3,19).

    En segundo lugar, implantando la lgica interna de la Encarna-cin en nuestra vida; el hacerse nada de Cristo no es solo unaaccin para contemplar, sino un Misterio del que participar (ano-nadarse con l); la Navidad se celebra, pero, sobre todo, se vive(porque, as como Dios esta vez s que es carne de nuestra carney hueso de nuestros huesos, de modo semejante el cristiano estllamado a reproducir en sus carnes el rostro de Jesucristo y a tra-bajar en favor de su cuerpo).

    En tercer lugar, mirando al mundo a travs de los ojos compasivosde Dios. Le hemos merecido tanto la pena pecadores, torpes y rui-nosos como para venir a estar con nosotros (tanto am Dios almundo que dio a su Hijo nico: Jn 3,16).

    En ltimo lugar, buscando pistas que nos pongan en la rbita deDios, en quien descansa el sentido ltimo de la Navidad (ese naci-miento a nuestro mundo cargado de vulnerabilidad). Las ofrendasque los Magos de Oriente le hicieron a Jess (oro-incienso-mirra),y que supusieron para el Nio el reconocimiento de su autnticaidentidad, son indicadores de la altura, la anchura y la profundidaddel seguimiento del Seor, porque dirigen la mirada hacia Dios y,al mismo tiempo, nos ayudan a vivir mejor.

    I. Oro:Donde est tu tesoro, all estar tu corazn (Mt 6,21)

    La relacin pobreza-riqueza no es fcil para el cristiano, y menos enNavidad. Los buenos propsitos de controlar el gasto, hacer rega-los sencillos, proponer el amigo invisible de bajo coste... chocancon el entorno social y, muchas veces, con el familiar o el comunitario.Donde hay un grupo, existe la diversidad de pareceres. Y no siempre

  • se puede llegar a acuerdos satisfactorios para todas las partes. Lo msfrecuente es que alguien renuncie ms que los dems, buscando unbien mayor, o que se den distintos niveles que en ocasiones no llegannunca a encontrarse en la forma (y en el fondo) de vivir las cosas.Quizs el brillo de los regalos que los Magos entregaron a Jess pue-da iluminar el modo de enfrentarnos a la fiebre del oro de nuestracultura.

    Ni plata ni oroCmo no llevar oro al rey del universo? Fue realmente una sabia elec-cin por parte de los Magos, la manera ms acertada de expresar unagran verdad. Pero donde ellos experimentaron una alegra inmensa alcontemplar cmo el Hijo de Dios no haba venido a enriquecerse anuestra costa con nuestras donaciones, sino que su estilo era la humil-dad, otros, como Herodes, vieron una amenaza. Reconocer la sobera-na de Dios en un Nio, adorarlo a l (y solamente a l, no al dinero,ni al poder, ni al cuerpo, ni a la imagen, ni al prestigio, ni a los otros...),tarde o temprano choca con el deseo de dominio y posesin del ser hu-mano. Las personas que ponen a Dios en primer lugar no admitenchantajes; por eso son incmodas. Es necesario, entonces, asumir en lavida que los cristianos, cuando de verdad adoramos al nico Dios, es-tamos llamados a ser signos de contradiccin.

    Simen dijo a Mara sin ningn miramiento que ese sera el desti-no de Jess: Este est puesto para cada y elevacin de muchos en Is-rael y para ser seal de contradiccin y a ti misma una espada te atra-vesar el alma!, a fin de que queden al descubierto las intenciones demuchos corazones (Lc 2,34). La bondad no solo se muestra a s mis-ma, sino que pone en evidencia el mal y la mezquindad. Por eso traeproblemas.

    El seguidor de Cristo es la persona del corazn atravesado por latristeza de ver cmo la gran noticia de la Navidad convive con pro-puestas incompatibles con su mensaje, pero tambin la del corazntraspasado de amor al contemplar cmo el Seor vino a este mundo sa-biendo lo que le esperaba. El pecado, por tanto, nunca debera ser im-pedimento para vivir la experiencia de la Navidad. Pues este ser hu-mano pecador fue el destinatario de su propuesta salvadora. A quiny dnde queremos transmitir la Buena Nueva? A los justos o a los pe-

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  • cadores? A un mundo ideal o al real? Dnde est la fuente de nues-tra alegra?

    Este Seor que ha hecho desaparecer la distancia entre lo humanoy lo divino, que no se ha dejado frenar por nuestra indiferencia, quenos mira de cerca aunque estemos lejos, es la perla preciosa que todosquerran tener. La verdadera riqueza del cristiano. Algo que, si se quie-re, nunca se podr perder. Cuando Pedro se encontr con el tullido queestaba a la puerta del templo, sus palabras fueron reveladoras: No ten-go plata ni oro; pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo, elNazareno, ponte a andar (Hch 3,6).

    Nuestro Dios nos ha enseado que la verdadera riqueza no es acu-mulativa, sino donativa. Por ello, aunque no hubiera posibilidad dehacer una gran comilona, aunque nuestras cuentas estuvieran vacas,aunque nos faltaran las personas ms queridas..., tenemos una joya quenadie nos puede quitar: el Dios que siempre se nos da y que nos invitaa seguir dndonos en cualquier circunstancia y lugar.

    Obsequios que liberanCuenta la leyenda que, hace muchos aos, un padre que malviva en lapobreza con sus tres hijas pens en vender a una de ellas para conse-guir la dote necesaria para casar a las otras dos. Nicols, obispo del lu-gar, se enter de la dramtica situacin de la familia y se propuso ayu-darla, pero sin hacerse notar. As que hizo llegar secretamente una bol-sa de monedas de oro, colndola por la chimenea de la casa. Casual-mente, la chica tena sus medias colgadas para que se secaran al calordel fuego, y el oro cay en una media. El padre, sorprendido, reconsi-der sus planes, especialmente cuando Nicols repiti la operacin lanoche siguiente. Pero el cabeza de familia quiso saber quin era su be-nefactor, as que la tercera noche se qued apostado cerca de la venta-na para ver qu ocurra, y descubri al generoso obispo.

    Muchos siglos despus, en los Pases Bajos se empez a decir queen la vspera de su festividad se escuchaban pasos y se vea la sombrade un hombre que recorra los tejados de la ciudad repartiendo regalosa los nios vagabundos, y naci entonces la tradicin de dar gracias asan Nicols cada vez que se reciba un regalo inesperado. Fue en el si-glo XIV cuando surgi el germen de la leyenda de Santa Claus (delneerlands SinterKlaas, es decir, san Nicols), que hoy conocemos co-

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  • mo una figura fantstica que reparte regalos en Navidad. Pero lo queparece cierto es que Nicols, obispo de Myra en el siglo IV (territoriogriego en aquel tiempo, y hoy turco) se labr a pulso su fama de san-tidad por su magnanimidad y su exquisita atencin a las necesidadesde los otros, especialmente de los desfavorecidos.

    El bueno de san Nicols haba captado perfectamente el sentidotanto de las ofrendas de los Magos como de la de Dios. En los sabiosde Oriente los obsequios fueron una muestra de adoracin y agradeci-miento; en el Seor, su presente era l mismo: su presencia infinita-mente cercana a la frgil y desvalida humanidad. El intercambio de re-galos no debera convertirse, por tanto, en una obligacin, en una ex-cusa para juntarnos o en motivo de disgusto cuando las expectativas nose cumplen (es un error esperar demasiado de las cosas y de las perso-nas, realidades tremendamente limitadas), sino que tendra que ser undoble guio a Dios: el del agradecimiento hacia aquellos que nos ayu-dan a crecer y nos conducen a l, y el de la aproximacin a los luga-res de sufrimiento donde el Seor puede hacerse de nuevo cercano aotros a travs de nosotros.

    II. Incienso:Donde est el Espritu del Seor, all est la libertad (2 Co 3,17)

    El incienso es una gomorresina en forma de lgrimas que se extrae derboles originarios de Arabia y que despide un olor aromtico al arder.Parece que el tronco llora cuando cae la gota por su corteza. A vecesfluye por incisin, pero en otras ocasiones brota naturalmente (este esel ms puro y de mejor calidad). Se quemaba habitualmente en los ri-tos sacerdotales para glorificar a Dios y se colocaba junto al altar don-de se realizaban los sacrificios de animales. El humo asciende al cielosin forma definida, y el aroma que desprende llega a todos los rinco-nes, evocando la presencia envolvente del espritu de la divinidad (queest, pero que no se puede atrapar). Este carcter inaprehensible y as-cendente lo ha convertido siempre en un smbolo de comunicacin contodo lo que est junto a Dios. Quiz por ello en algunos pueblos de In-glaterra exista la costumbre de quemar las cartas en la chimenea, pa-ra que el humo y las pavesas condujeran los mensajes hasta el PadreNavidad. No hay que dejar que se pierdan ciertas prcticas que ponen

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  • imgenes y gestos a experiencias hondas, como lo es la ofrenda de lavida, que de una manera misteriosa pero segura llega (se eleva, co-mo el humo del incienso) al Seor. El Padre se complace en nosotroscuando vivimos la existencia como un don para l y para los dems,aunque cueste (como el tronco que parece que solloza al deslizarse lasgotas de la resina).

    Los Magos, al presentar el incienso, quisieron proclamar con elloque aquel Nio envuelto en paales era verdaderamente Dios hechocarne; un Dios que poda llorar (como un recin nacido, o como en laprdida de un amigo). La escena que vieron era digna de haber sido re-tratada; probablemente qued grabada en sus retinas: una mujer, unacueva, un pesebre, un beb... Jess se hizo incienso de una fraganciaagradable al Padre al volcarse en la humanidad, pues la ofrenda deljusto unge el altar, su buen olor sube ante el Altsimo (Si 35,5). Todasu existencia desprenda aroma de donacin de forma natural lo hizo,obedeciendo, porque quiso; precisamente la de mejor calidad.

    El hombre que desee homenajear a Dios tiene solo un camino:Como incienso, derramad buen olor, abros en flor como el lirio,exhalad perfume, cantad un cantar, bendecid al Seor por todas susobras. Engrandeced su nombre, dadle gracias por su alabanza, con loscantares de vuestros labios y con ctaras, decid as en accin de gra-cias: Qu hermosas son todas las obras del Seor! (Si 39,14-16).

    El buen olor de CristoCuando se acerca la poca navidea, los anuncios sobre perfumes y co-lonias aumentan de manera asombrosa. No hay famoso que se precieque no cuente con una fragancia propia que lleve su marca personal.Debe de tratarse de una fuente de ingresos rentable, cmoda y segura.Envases aparentes rellenos de cuatro gotas. Los cristianos, sin embar-go, tenemos una marca con denominacin de origen que ningn fras-co logra contener, ya que es inagotable, pues nosotros somos paraDios el buen olor de Cristo (...); con sinceridad y como de parte deDios y delante de Dios, hablamos en Cristo (2 Co 2,15-17). La esen-cia del cristiano debe estar hecha de derroche y desprendimiento.

    Ser olor significa dejar un rastro suave de entrega que los demsperciben aunque no lo sepan definir, que penetra en los corazones sininvadir, que contagia e impregna sin apenas darse uno cuenta, que crea

    955LO QUE LA NAVIDAD ESCONDE

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  • un ambiente confortable y seductor, que permanece en el recuerdo ydespierta sensaciones buenas, que se echa de menos cuando no est.

    Desde hace aos, cada Navidad se instala en un municipio del nor-te de Madrid un beln para invidentes, con figuras de grandes dimen-siones para que puedan ser palpadas por los ciegos, que incluye olores,sonidos, msicas y diversas texturas: se puede sentir el calor del fuegoy escuchar su crepitar, o el del agua discurriendo por el ro, oler el he-no en el pajar o la humedad y el musgo de la tierra. De igual forma, enel nmero 124 de los Ejercicios Espirituales, San Ignacio de Loyolapropone al ejercitante traer los cinco sentidos sobre la contempla-cin tanto de la Encarnacin como del nacimiento. Y en ambos casosaconseja oler y gustar con el olfato y con el gusto la infinita suavidady dulzura de la divinidad del nima y de sus virtudes y de todo, segnsea la persona que se contempla. Seguro que, de una u otra manera, amuchos les resulta familiar el olor del amor y de la entrega. Lo puedenreconocer al contemplar aquella escena de Beln.

    De la esclavitud a la libertadA Dios no hay que pagarle un tributo por los beneficios que su accinnos causa, ni hay que guardar la compostura ante su Presencia. Elhombre mira las apariencias, pero Yahveh mira el corazn (1 Sm 16,7).El Seor no se deja deslumbrar por los fuegos de artificio ni por elchampn. Le interesa lo que sostiene cada intencin. El valor de lo quese ve en las fiestas (las luces, los regalos, el jolgorio, etc.) depende enla misma medida de en qu o en quin se sustentan y de hacia dndeconducen. Cuando surgen de la donacin y en ella tienen su trmino,entonces sern agradables a sus ojos y motivo de alegra para todos.

    La ventaja de la Navidad es que nos recuerda que Dios ha asumi-do la humanidad en su totalidad, algo no tan fcil de asimilar. De he-cho, ya en los primeros siglos surgi una hereja que afirmaba que Je-ss fue un hombre aparente, pero que en realidad era solamenteDios. Eran los docetistas (del griego dokeo, es decir, parecer). Si hu-biera sido as, Dios no habra tenido tantos conflictos en el mundo y sehabra conformado con convivir y valorar la superficie de las cosas. Pe-ro no. Desde el ltimo cabello de nuestra cabeza hasta los lugares msrecnditos de nuestro corazn le interesan, porque la humanidad todala ha hecho suya. Por eso san Pablo insista: me esfuerzo por tener

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  • constantemente una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres(Hch 24,16).

    Resulta muy liberador no tener que vivir de las apariencias. Estasson contrarias al espritu de la Navidad. Saber que el Seor no pro-mueve el culto a un cuerpo sin alma, a unos regalos sin espritu, a unosbanquetes sin fraternidad, a un consumo sin solidaridad, es un alivio.Las razones para la alegra y para la celebracin estn en que, aunquelos hombres quieran ignorar la fragilidad, Dios, sin embargo, se hacomprometido con ella en los pobres (naci en una cueva), en los co-razones rotos (fue abandonado y torturado), en los cautivos (maniata-do y golpeado) y en los reclusos (condenado a morir). Por eso, cuandouno se sienta atrapado entre Santa Claus o los Reyes, y el espumillno las guirnaldas, siempre aliviar el recordar que la apuesta de Dios, lanica con vocacin de eternidad, es distinta.

    III. Mirra:Donde yo est, all estar tambin mi servidor (Jn 12,26)

    En el mundo antiguo, la mirra tena mltiples usos. Se usaba para em-balsamar cadveres (por eso Nicodemo y las mujeres la llevaron al se-pulcro), para ungir a reyes y profetas (siempre haba en la Tienda delEncuentro o junto al Arca del Testimonio), para sanar (muy apreciadapor los mdicos a causa de sus propiedades curativas) y como perfumepara seducir (Esther se puso mirra para prepararse antes del encuentrocon el rey Asuero). Bolsita de mirra es mi amado para m que reposaentre mis pechos (Ct 1,13). Era un blsamo muy apreciado.

    Los Magos ofrecieron mirra al Nio para expresar que de verdadera un hombre; tan humano que, aun siendo Dios, estaba tambin des-tinado a morir. Jess asumi la mayor limitacin posible tratndose dealguien Divino: la muerte. Por eso en muchos iconos se representa alnio recin nacido envuelto en el sudario. Se presagia lo que le va a su-ceder, dado el despojamiento que la encarnacin supone. Siendo Infi-nito y Eterno, pas por la caducidad y la finitud. Cristo ha sido in-molado. As que celebremos la fiesta, no con vieja levadura ni con le-vadura de malicia e inmoralidad, sino con zimos de pureza y verdad(1 Co 5,7-8). Cmo no estar alegres viendo a Dios tan comprometido

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  • 2. Carta a Diogneto, c. VI.

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    con la causa del hombre? Por qu nos molesta tanto nuestra condicinlimitada que Dios tanto am?

    La contemplacin del Dios hecho nio resulta enormemente pro-vechosa. Nos recuerda que la humanidad desnuda, dbil y dependien-te, es querida y digna. No hay que ser joven aunque sobradamentepreparado para encandilar al Seor. Este arranque de su estanciacon nosotros fue el preludio de una forma de ser hombre y es la tarje-ta de invitacin a una fiesta singular en la que tambin tienen cabidalas mezclas en las que vive el ser humano (pues a ellas se ha acercadoDios para curarlas). Pero ante las zonas oscuras de nuestra vida y denuestra cultura (superficialidad, consumo, individualismo, etc.) la en-carnacin se presenta como una invitacin a seguir por otro camino ya enfrentarse a ellas para ponerles freno y potenciar otra realidad demodo pacfico. La conocida oracin atribuida a san Francisco de Assrecoge perfectamente este espritu de la encarnacin que nos empujauna y otra vez a poner amor donde hay odio, perdn donde haya ofen-sas, unin en las discordias, verdad en el error, fe en medio de las du-das, esperanza en la desesperacin, alegra donde reine la tristeza; ynos anima a privilegiar siempre al otro buscando su consuelo antes queel nuestro, tratando de comprender en lugar de gastar las energas enser comprendido y, por encima de todo, volcndose en amar, ms queen ser amado.

    El alma del cuerpoA finales del siglo II, un autor desconocido escribi una carta dirigidaa un hombre llamado Diogneto en la que le explicaba el sentido de laforma de actuar de los cristianos. Llamaban la atencin por sus creen-cias, su modo de vida, su manera de afrontar la muerte, cmo tratabana los nios... Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos enel mundo2. Y contina explicando que el alma habita en el cuerpo,ama la carne y mantiene la cohesin de los miembros y del mundo.

    La Navidad en nuestra cultura est necesitada de alma, porque,aunque no la dejemos salir, la lleva en sus entraas. Ante la distorsindel sentido original de las fiestas navideas, ha habido quien ha inten-

  • 3. J.A. GARCA, Miramos y contemplamos un rostro. Cmo orar en esta convul-sa Navidad: Sal Terrae 89 (2001), 953-965.

    sal terrae

    LO QUE LA NAVIDAD ESCONDE 959

    tado sepultarlas. Felipe II en la Espaa del XVI, o el controvertido Oli-ver Cromwell en la Inglaterra del XVII, dos de los mandatarios mspoderosos de la poca, impusieron la prohibicin de celebrar la Navi-dad. Ninguno de los dos tuvo xito. Hay algo en el ser humano quepide salir hacia fuera, ms an cuando se trata de compartir una no-ticia buena. Pero la va no est en desmarcarse o en ahogar el deseo deexperimentar algo nuevo aunque no se sepa bien de qu se trata. Qui-z sea esa la tarea que estamos llamados a realizar: dar un nuevo alien-to a los ritos y las celebraciones; ligarlas a Dios; mantener el idealevanglico sin avergonzarnos de ello; mostrar que es posible una ma-nera de vivir diferente que aporta anchura y profundidad; promover laigualdad esencial y la dignidad de todas las personas, pues el ser hu-mano ha sido creado a imagen y semejanza del Hijo de Dios; en defi-nitiva, volcar hacia fuera el hondo contenido del alma.

    Das de servicioVivir por dentro la Navidad implica entrar en la dinmica que movi almismo Dios a encarnarse, que no es otra que la de darse en beneficiode la humanidad; salir de la rueda del yo y pasarse a la ruta en que seinscribe ese Nio3. Pero quien quiera seguirle debe hacerlo no demala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegra (2 Co 9,7),sino con gusto y satisfaccin. Lo bueno es que se puede experimentardicha aun cuando haya rincones impregnados de dolor y tristeza. Elicono Eleousa, ms conocido como el de la Virgen de la ternura, mues-tra a Mara con el nio de un modo singular. Lo que caracteriza a estaimagen es, por un lado, cmo estn madre e hijo mejilla contra meji-lla, en un gesto de intimidad, cario indecible y complicidad; por otro,el rostro de Mara, con una expresin que contiene al mismo tiempouna mezcla de amor infinito, paz profunda y dolor. Con su hijo en bra-zos, est presintiendo el martirio de la cruz. Hay un Nio que dicenque llora msica...; hay un Nio con alas en el pesebre..., canta Glo-ria Fuertes. Y en otro villancico afina: Ha nacido Jess, qu pena, enun establo, sin ms luz que su luz, sin ms sol que sus manos.

  • 4. K. RAHNER, Sobre la teologa de la celebracin de la Navidad, en Escritos deTeologa III, Taurus, Madrid 1961.

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    MARA DOLORES LPEZ GUZMN / JOS MANUEL BURGUEO MUOZ960

    Vivir la Navidad junto a la muerte, la enfermedad, la tristeza, eldespojamiento, la entrega... no solo es posible, sino que es necesariopara comprenderla. Por eso deca Rahner que cada cristiano debe en-contrar por s mismo esa celebracin o, mejor dicho, debe implorarlacomo gracia regalada. Ten el valor de estar solo y de regalar un cora-zn navideo a aquellos a quienes te esfuerzas por amar. Este es el me-jor regalo que debes poner bajo el rbol de Navidad4.

  • sal terrae

    Resumen

    Nacidas para la comunin y el encuentro, nuestras vidas a menudo estn heri-das de soledad. Distintas circunstancias nos pueden haber llevado a esa expe-riencia de despojo y vulnerabilidad. Nuestros padres y madres en la fe no fue-ron ajenos a ella, y la Palabra de Dios nos trae el relato de sus procesos vita-les. Pero si dejamos que irrumpa en ella un Amor mayor, el espacio que antespercibamos vaco y desolado puede transformarse en un lugar amable dondela vida y las personas resuenen trayndonos el eco de Dios.

    Abstract

    Born for communion and meeting, our lives are often marked by solitude.Different circumstances may have been led us to this state of dispossessionand vulnerability. Our fathers and mothers in faith were not untouched by thisand the Word of God brings us the story of their vital processes. However, ifwe allow a greater Love to invade this faith, the space that we previouslythought of as being empty and desolate can be transformed into somewherepleasant where life and people can epitomise the spirit of God.

    La soledad...Donde la vida resuena

    Patricia HEVIA COLOMAR*

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    61-97

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    * Enfermera en el Centro Integral Oncolgico Clara Campal. Madrid. .

    Por curiosidad, pongo en el buscador de Google soledad, y en 0,25segundos aparecen ante mi pantalla 8.350.000 resultados sobre esta pa-labra que pronunciamos tan a menudo con temor y reverencia. Can-ciones, pelculas, imgenes buclicas, videos en Youtube y noticias que

  • la relacionan con la hipertensin, el cncer y otros males que aquejana nuestra sociedad posmoderna y a nuestros coetneos. Entre todo ello,palabras que la definen como el mal de nuestro tiempo, ofertando a lavez remedios y antdotos para combatirla.

    Es posible hablar de ella en un mundo cada vez ms conectadoy en el que las posibilidades de comunicacin se multiplican da a da?Cul es el camino que debemos recorrer para pasar, de esa soledadpoblada de aullidos de la que habla el Deuteronomio1, a la soledadsonora de Juan de la Cruz2?

    Cada uno de nosotros puede decir algo acerca de ella y, depen-diendo de la propia experiencia, unos lo vivirn como una condena, yotros como un regalo ansiado y esperado. Pero, queramos o no, formaparte de la urdimbre de nuestra vida, del ineludible proceso que noslleva de la crislida al despliegue de todas nuestras capacidades y po-tencialidades, de todo aquello con lo que Dios nos ha bendecido y en-riquecido y que est llamado a ser bendicin para otros.

    Unas veces ser el propio proceso psicolgico el que nos llevar aella: el nio y el adolescente la vivirn con desconcierto cuando co-miencen a percibir su propia individualidad e identidad. Otras veces,las prdidas y las despedidas nos sumirn en ese espacio de orfandadque antes era amable por los rostros de las personas queridas. Tambinla necesidad de tomar decisiones personales y de hacer opciones nospermitir tomar conciencia de que la vida, la propia, debemos tomarlaen nuestras manos.

    Nos aguarda un apasionante camino que, desde la soledad, nos lle-va a la comunin y a la solidaridad; ese proceso de transformacin enel que en nuestra intimidad resuenan los ecos de la vida, de lo cotidia-no, de los rostros tantas veces sin nombre ni dignidad. No seremos lle-vados por nuestro propio empeo, Otro, el que habita nuestros silen-cios, el que es Presencia y Compaa, nos llevar.

    962 PATRICIA HEVIA COLOMAR

    sal terrae

    1. Dt 32,10.2. Cntico Espiritual, 14.

  • 1. Cuando la soledad nos visita

    Un elemento comn recorre gran parte de las culturas africanas: lafuerza de lo comunitario. De ah que la soledad est asociada a la lo-cura y a la enfermedad mental. Sin embargo, hace poco escuch decira alguien que la gran pobreza de nuestra sociedad occidental era la so-ledad. Basta una mirada despierta sobre nuestro entorno para encontrara tantas personas que se ven abocadas a ella.

    Nacidos para el encuentro, desde las primeras horas de vida ham-breamos el abrazo clido, el regazo protector, el t convertido en re-ferencia y que con el tiempo, tras un largo aprendizaje, aprenderemosa situar con libertad.

    Pero lo cierto es que en nuestras pobladas ciudades y en este tiem-po de las redes sociales, donde muchos de nosotros podemos contarcon decenas o cientos de amigos, la soledad se hace compaera de via-je, y las relaciones que vamos forjando son cada vez ms frgiles.

    Quiz los rostros ms evidentes de esta realidad sean los de las per-sonas mayores. Los vemos a diario en el supermercado los que to-dava pueden valerse por s mismos!, en la consulta del mdico o ennuestras eucaristas parroquiales. Pero, la