spinoza trabajo final etica (exposición)

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 24 de julio de 2015 Nombre: Magdiel Martínez Gómez y Duvan Fuente De la a!!ione naturale "ue e vuelven #roblem$ti!a a la ne!eidad de una %ti!a& Un detalle común en la historia de la ética como reflexión propia del ser humano, radica en que casi siempre la necesidad de construir su contenido surge cuando el mismo hombre evidencia algún problema en las acciones de sus congéneres. Generalmente se habla de problema cuando no se esclarece ni se concreta algo acerca de una cuestión qu e se bu sca co mp render o de bi do a qu e hay mu ch as va ria ntes qu e se vu elven  probables. Esto quiere decir, que toda ética ha sido necesaria a causa de las diversas y múltiples maneras en cómo el hombre ha afrontado la posibilidad de actuar en su existencia, sin tener una ustificación prevaleciente y definida de cu!les acciones en concordancia a una utilidad, bienestar, interés, estética, moral o verdad, ser"an las aceptadas o indicadas. Esta problem!tica que prepara #por decirlo socr!ticamente# el  parto del pensamiento, al verse atra"do a salir de su embrión cuando se encuentra frente a estas situaciones que lo desaf"an, ha hecho que los hombres indistintamente de todas las épocas en su oficio filosófico, poético, pol"tico, religioso o en cualquier otro, hayan tra tad o de consolida r unas ide as que , cur ios ame nte, ha n res ult ado tan diversas, contrarias y múltiples entre s", como las mismas acciones humanas$ es decir, que en ve% de contribuir estos conocimientos, como dir"a descartes en la primera parte del discurso del método, en la resolución del problema, lo han mantenido m!s vigente que nunca al decirse y pensarse muchas cosas de un mismo asunto. &hora, esto no quiere decir que  pensar de diferen tes y de contraria s maneras sea u n problema, sino q ue, se interpreta a s", cuando entre los hombres hay quienes buscan una verdad en la universalidad de los  uicios. 'nton!e( dada la #ermanen!ia del #roblema( la inten!ión de ete e!rito er$ re )le *i onar en torno a la )i lo o)í a de +aru!, -# inoza #ara !om#re nder la im#li!a!ione "ue e derivan de u #lanteamiento %ti!o( y( !ontribuir !on ello( ojala de al gun a manera ( a enri "ue!er dede una #er#e!tiva ete #r ob lema& .erminada eta #e"ue/a introdu!!ión( en lo iguiente #$rra)o e tratar$ de re#onder dede el #endi!e y !on el !om#lemento de alguno #otulado del #ri mer y ter !er !a#í tul o de la  Ética demostrada según el orden geométrico( !ómo #uede urgir la ne!eidad de un !ontenido %ti!o( aun !uando toda la a!!ione ,umana( in!luo a"uella "ue on o#ueta al deberer y al deberobrar en la

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Spinoza

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24 de julio de 2015Nombre: Magdiel Martnez Gmez y Duvan Fuentes

De las acciones naturales que se vuelven problemticas a la necesidad de una tica.

Un detalle comn en la historia de la tica como reflexin propia del ser humano, radica en que casi siempre la necesidad de construir su contenido surge cuando el mismo hombre evidencia algn problema en las acciones de sus congneres. Generalmente se habla de problema cuando no se esclarece ni se concreta algo acerca de una cuestin que se busca comprender o debido a que hay muchas variantes que se vuelven probables. Esto quiere decir, que toda tica ha sido necesaria a causa de las diversas y mltiples maneras en cmo el hombre ha afrontado la posibilidad de actuar en su existencia, sin tener una justificacin prevaleciente y definida de cules acciones en concordancia a una utilidad, bienestar, inters, esttica, moral o verdad, seran las aceptadas o indicadas. Esta problemtica que prepara -por decirlo socrticamente- el parto del pensamiento, al verse atrado a salir de su embrin cuando se encuentra frente a estas situaciones que lo desafan, ha hecho que los hombres indistintamente de todas las pocas en su oficio filosfico, potico, poltico, religioso o en cualquier otro, hayan tratado de consolidar unas ideas que, curiosamente, han resultado tan diversas, contrarias y mltiples entre s, como las mismas acciones humanas; es decir, que en vez de contribuir estos conocimientos, como dira descartes en la primera parte del discurso del mtodo, en la resolucin del problema, lo han mantenido ms vigente que nunca al decirse y pensarse muchas cosas de un mismo asunto. Ahora, esto no quiere decir que pensar de diferentes y de contrarias maneras sea un problema, sino que, se interpreta as, cuando entre los hombres hay quienes buscan una verdad en la universalidad de los juicios.

Entonces, dada la permanencia del problema, la intencin de este escrito ser reflexionar en torno a la filosofa de Baruch Spinoza para comprender las implicaciones que se derivan de sus planteamientos ticos, y, contribuir con ello, ojala de alguna manera, a enriquecer desde una perspectiva este problema. Terminada esta pequea introduccin, en los siguientes prrafos se tratar de responder desde el Apendice y con el complemento de algunos postulados del primer y tercer captulo de la tica demostrada segn el orden geomtrico, cmo puede surgir la necesidad de un contenido tico, aun cuando todas las acciones humanas, incluso aquellas que son opuestas al deber-ser y al deber-obrar en la naturaleza existente, resultan ser tan necesarias y naturales; esto es, determinadas, que no pueden no-darse en la realidad efectiva de las cosas; es decir, qu crearia la necesidad de contruir un sistema tico si al parecer no hay un problema o una puja de ideas y perspectivas en cuanto a las acciones del hombre, que motive el intento de apaciguar estas disparidades y contribuya, a su vez, a la comformacin de un claro y definido conocimiento.

Segn lo trazado en la tesis, sera preciso comenzar por la primera parte de la tica para explicar por qu y de qu manera todo lo que existe llega a estar determinado desde su existencia y su constitucin misma, con el fin de revisar posteriormente cules seran esas configuraciones que especficamente ataeran al hombre por ser una expresin de la naturaleza junto con las dems cosas. Fijado este orden, se tendr que discurrir de ahora en adelante acerca de la metafsica spinoziana, porque all es donde se puede conocer la estructura de la realidad; es decir, a partir de qu y cmo llegan a existir las cosas. Pero ya que se est en tiempos donde se cree que la metafsica ha perdido en gran parte su sentido, antes de proseguir, sera conveniente exponer los motivos por los cuales el presente escrito que se proyect dirigido a un tema tico, en vez de centrarse inmediatamente en el hombre, requiere empezar, primeramente, por estudiar el origen y organizacin de las cosas en la naturaleza.

Spinoza en sus lecturas de Aristteles y de los estoicos en la antigedad, de Agustn y de Escoto principalmente en la edad media y de sus coetneos prximos como Descartes, comprende que la importancia de la metafsica reside en el conocimiento de unos principios y de unas causas esenciales en la naturaleza que, al ser tan claros y verdaderos por s mismos y tambin por otros medios, no solo excluyen cualquier posibilidad de equivocacin, de disputa, de duda o relativismo, sino que tambin todo lo dems se puede saber a partir de estos fundamentos con la misma certeza. Por otro lado, Spinoza considera que cuando el hombre opina de mil maneras y sentidos, de maneras tan diferentes y tan contrarias, en muchas ocasiones, en vez de reflejar una intencin de querer debatir para depurar y decantar siempre la verdad en todos los asuntos que se traten, muestra ms bien una inclinacin de defender sus propios pre-juicios, conveniencias e intereses, fuertes y preponderantes en la experiencia subjetiva de cada uno. Es precisamente aqu donde se hace indispensable el conocimiento de unas causas y de unos principios verdaderos en la naturaleza de los cuales se pueda derivar la verdad en todas las cosas para no llegar a pensar en su imposibilidad simplemente por los caprichos humanos. Con estas ideas preliminares ya se puede notar una importancia de la metafsica mucho ms all de s misma, pues de sus fundamentos verdaderos se podran extraer o deducir otras verdades importantes para cimentar el conocimiento humano en otros campos de la naturaleza. Este aspecto le da todava mucha ms relevancia y sentido a la metafsica en este trabajo, ya que si se desea investigar acerca de los primados constitutivos de las acciones humanas respecto de por qu es un ser de accin, cmo llego a serlo, hasta dnde y qu puede hacer con esa facultad etc., preguntas muy vitales para entender este fenmeno y, con ello, algunos puntos propuestos al inicio de la tesis, se podran dilucidar desde el conocimiento metafsico que sera lo bastante consistente para responder siempre con la misma certidumbre a estas inquietudes o a otras, y, lo ms importante, que debido a su universalidad, al ser verdadero en todo y para todo, los conocimientos que se lograrn obtener seran indiscutibles en cualquier aspecto, situacin o mbito, sin ninguna dificultad, y salvaguardarian al hombre de tener los problemas o las consecuencias que vienen siempre al relativizar un asunto, y ms como el de las acciones humanas, al poder justificarlas de manera que le plazca, hasta el punto de no haber nada que le impida injustificar en un momento esas justificaciones que ha podido dar en otras instancias, todo se volveria injusticable y el orden apremiante para su permanencia en el mundo se perderia.

La relacin que podra tener el entendimiento acertado de las acciones humanas con la metafsica es una posibilidad no slo contemplada, sino tambin estudiada por Spinoza y vista totalmente como posible cuando observa que los hombres al empearse en buscar los motivos y las razones de sus acciones en s mismos, en ocasiones ni siquiera desean obrar como proceden, pero terminan compelidos de todas maneras por su propia constitucin natural. De all que la peculiar sensacin incomoda de la culpa y del arrepentimiento, como ese haber querido pero no haber dependido completamente de s, aparecen con esta confrontacin interna del hombre consigo mismo. Adems, Spinoza analiza que los seres humanos aun as no dejan de creer el poder auto-determinarse en sus propios actos, sin saber que, aunque sean conscientes o no de las acciones que realizan, estn determinados naturalmente a obrar sin que lo aprueben, pues tanto su cuerpo como su alma tienen unas leyes, funciones y facultades que se llevarn a cabo sin depender de nada exterior: Los hombres opinan que son libres, porque son conscientes de sus voliciones y de su apetito, y ni por sueos piensan en las causas por las que estn inclinados a apetecer y a querer, puesto que las ignoran (Spinoza, 2005, Apndice p. 65). Con estas observaciones Spinoza llega a intuir que el hombre no est en la posicin de explicarse exclusivamente por s mismo, sino recurre a otros conocimientos, como el de la metafsica, para entender realmente aquello que lo determina tanto a ser como a actuar.

Despus de haber ledo en la pgina anterior la indispensabilidad de la metafsica en s misma y para conocer con certidumbre otros amplios saberes del conocimiento humano; entre ellos, el de las acciones humanas, es momento de verificar si este ltimo puede derivarse de los postulados metafsicos de Spinoza.

En este conocimiento la totalidad de lo que existe y de lo que puede pensarse es posibilitado por una sustancia elemental -llamada por Spinoza sustancia o Dios- existente en s y por s que, a la misma vez, es causa de todas las cosas; esto es, al contener las razones suficientes de su existencia, al no necesitar de otra cosa para ser y al no haber habido ningn momento en el cual no haya existido, ha sido aquello que ha generado la complecin de lo existente: Por sustancia entiendo aquello que es en s y se concibe por s, es decir, aquello cuyo concepto no necesita el concepto de otra cosa, por el que deba ser formado (III definicin, p. 39) Pero, cmo puede afirmarse con alguna certeza la existencia de aquella sustancia? y Por qu toda la naturaleza debe ser explicada a partir de este nico principio y causa? Spinoza en su bsqueda de aquella verdad indudable que pudiera darle el conocimiento claro y evidente de todo lo dems, encuentra que en la naturaleza hay cosas remitidas al conocimiento y a la existencia de otras. Esto le prueba que no todos los seres dependen por s mismos para llegar a ser lo que-son, sin estar condicionados a su vez por otros: Todo lo que es, o es en s o en otro (I Axioma, p. 40). As pues, la investigacin lo conduce a estudiar ms bien eso que puede tener el conocimiento, la existencia y las determinaciones de las otras cosas que lo carecen, pero se percat de que muchas de ellas tambin estn mediadas a otras en los mismos aspectos, y por eso estas plenitudes solo son una apariencia parcial. Por si fuera poco, halla lo buscado; esto es, cosas que relativamente no dependen de otras y que parecen tener en s mimas todas las razones que las expliquen, pero luego resultan incapaces de hacer depender todo lo dems a su ser; es decir, se quedan limitadas para abarcar la totalidad de lo real. Pero si algo no necesita ni depende de nada ms para ser Cmo es posible no poder dar cuenta ni comprender todo lo que existe, si se supone que su ser goza de una autosuficiencia para generar cualquier cosa? Esto hace que Spinoza observe en la naturaleza dos clases de seres: unos que dependen para explicarse por medio de otros: Por modo entiendo () aquello que es en otro, por medio del cual es concebido (V Definicin, p. 39) y unos que, a pesar de remitir varias cosas a ellos, no pueden hacer lo mismo con todo lo existente, no tienen verdaderamente esa plenitud que parecen tener: "cuanta ms realidad o ser tiene cada cosa, tantos ms atributos le pertenecen (Prop. 9, p. 44). Esta experiencia y proceso de la naturaleza le muestra a Spinoza que la existencia de una nica causa absoluta y sustancia que genere y comprenda la existencia, el conocimiento y las determinaciones de totalmente todas las cosas sea una verdad necesaria, pues aquellas causas que se aplican nicamente a algunas cosas, tal como se vio, no lo pueden ser en realidad en sentido propio y absoluto, sino que, ms bien, su ser es causa parcial de los efectos derivados continuamente de la realidad colmada y llena procedente de una nica causa y sustancia absoluta que debe existir necesariamente al estudiar la naturaleza.

No obstante, todava es nulo el conocimiento que se puede tener de las acciones humanas, no hay nada que exija un mayor abordaje y resulte interesante a los propsitos del escrito. Por ende, se pasar a analizar la cuestin de la sustancia en dos propiedades indispensables: su existencia y su esencia. Como algo que existe necesariamente y no puede pensarse como no existente, la sustancia ha de concebirse eterna; es decir, que no ha tenido un origen ni un principio -en sentido de comienzo-, sino que, antes bien, es aquello que permite tanto lo uno como lo otro. La sustancia en s misma esta compelida a-ser e imposibilitada a todo lo contrario, debido a que en la eternidad no hay forma de decidir, de tener una voluntad o deseo de existir, ya que la existencia se antepone a cualquier cosa: Una sustancia no puede ser producida por otra cosa. Ser, pues, causa de s, es decir, su esencia implica necesariamente la existencia, es decir, a su naturaleza pertenece el existir (Prop VII, p. 42).

Aparte de haberse mencionado la verdad que encierra la existencia de la sustancia en el transcurso del escrito tambin se le han conocido unos atributos, pues a travs de ciertos predicados se ha dicho que-es eterna, plena, autosuficiente e infinita; esto quiere decir, que se le han conocido ciertas cualidades intrnsecas a su ser: "Atributo, en efecto, es aquello que el entendimiento percibe de la sustancia como constituyendo su esencia (Prop 10, p. 44). Estas atribuciones que expresan una cierta esencia y que el entedimiento humano percibe como la manera-de-ser inherente a algo existente, aparecen en el ser de la sustancia, porque si su existencia no hubiera tenido tales determinaciones tan suficientes y perfectas no hubiera sido. Para existir se necesita ser de una forma tal...que lo haga posible; es decir, segn la manera en cmo sea algo su existencia adquiere ms potencia de ser. Ya se haba anunciado que esto se cumpla cabalmente en la existencia de la sustancia, pues su ser posee lo requerido para existir eternamente por si y en s misma; o en trminos de Spinoza, su esencia y su existencia son una y la misma cosa, puesto que su esencia equivale a su existencia y la existencia a su esencia: As, pues, los mismo atributos de Dios que explican la esencia eterna de Dios, explican al mismo tiempo su existencia eterna; esto es, aquello mismo que constituye la esencia de Dios, constituye a la vez su existencia (Prop 20, p. 56). Del mismo modo que la existencia, la sustancia est determinada en s misma a ser como-es y a no ser lo contrario desde siempre. En su mbito impera el deber-ser por la razn de que ninguna otra cosa la determin, as deba-ser dado a que sus atributos expresan eternidad y no poda ser de otra forma. Si su ser no se puede pensar como no existente y su esencia tampoco, al ser ambos una y la misma cosa, se sigue que la esencia es simultnea a la existencia de la sustancia; entonces, su manera-de-ser esta compelida a ser eso que-es desde su existencia eterna.

De acuerdo con lo anterior, se sigue que todos los seres comprendidos dentro de la realidad infinita que abarca la sustancia deben estar determinados a existir y a tener una esencia. Existen desde que estn presentes como expresiones en esos atributos de la misma sustancia: Todo cuanto se sigue de algn atributo de Dios, en cuanto est modificado por una modificacin tal que por l existe y es infinita, debe tambin existir necesariamente (Prop 22, p. 58). Igualmente, si a la sustancia le son afines unos atributos que dan a conocer su manera-de-ser, la estructura de la realidad queda condicionada para darse a partir de una esencia que cada cosa existente no slo est determinada a tener por provenir de algn o de varios atributos infinitos de la sustancia, sino que, al ser lo nico que existe, todo lo que ha de haber debe estar determinado a expresarla bajo una cierta esencia inmanente a su ser. Pero podra darse la probabilidad de que los seres no resulten determinados? Esto sera posible si aquellos seres pudieran determinarse o in-determinarse a s mismos, y como esto es absurdo, segn lo visto, ya que dependen en todos los sentidos de la sustancia, ser este ser el nico que podr determinar o indeterminar, y dado a que su naturaleza es existir y estar determinada, tambin determinar a todas las cosas a existir y a reflejar en ellas algn aspecto de su esencia. Ahora bien, todos los seres tendrn una manera-de-ser tan distinta como diversa al seguirse como modificaciones de la infintud de la sustancia, en donde estn contenidas todas las formas, figuras, modos y posibilidades infinitas que colman la basta naturaleza y la magnitud de su realidad: () Como la naturaleza divina tiene atributos infinitos () cada uno de los cuales expresa una esencia infinita en su gnero, de su necesidad deben seguirse necesariamente infinitas cosas en infinitos modos (Prop 16, p. 52).

De este recorrido hecho por algunos pasajes capitales de la primera parte de la tica se precisarn a continuacin algunas ideas de suma importancia para vislumbrar en el instante que se aborde el Apndice, ubicado al final de la misma, el problema que Spinoza traza all acerca de la factible ruptura que puede hacer el hombre, con su entendimiento y con sus actos, de ciertas disposiciones fijadas en la estructura de la naturaleza existente que se revisarn ya mismo.

La reflexin de los fundamentos metafsicos expuestos conlleva a suprimir la nocin de fin comn a los hombres. La naturaleza absoluta no tiende hacia algo ni busca un objetivo, pues la totalidad de lo que puede ser y pensarse est inmersa en la sustancia. No hace falta ni hay nada ms all de lo que existe y est determinado a existir, y la complecin de la realidad ya est dada: () todas las cosas de la naturaleza proceden con cierta necesidad eterna y con suprema perfeccin (Apndice, p. 70). Adems recalca Spinoza: Por otra parte, esta doctrina suprime la perfeccin de Dios, ya que, si Dios acta por un fin, desea necesariamente algo de lo que carece (Apndice, p. 70). Al no haber algo que no sea ni este compelido a ser, el acto se sobrepone y excluye cualquier potencialidad en los seres. En este sentido, todas las cosas, sin considerar sus atributos o esencias, existen y deben existir con la misma necesidad. Estn predispuestas a estar y a autoafirmarse cada una con fuerzas iguales y, por eso, no hay razones ni privilegios que primen ms sobre unas, sino que todas tienen un lugar en la existencia al estar en la sustancia. En cuanto a las esencias o a los atributos que tienen las cosas y expresan sus multiformes maneras-de-ser, de-ser as o de-ser de este otro modo, tampoco se puede hallar fin alguno que explique estas condiciones en las que se da la estructura de la realidad, pues las cosas son lo que-son no debido a un propsito o inters especial, sino que son as, porque as estn determinadas a ser segn un orden eterno, en donde en vez de escogerse y pensarse, todo obedece a una necesidad en la cual, la naturaleza no puede llegar a-ser sin ser como-es: Pero, como en lo eterno no hay ni cuando, ni antes ni despus () Dios nunca puede ni nunca ha podido decretar otra cosa, o sea, que Dios no existi antes de sus decretos ni puede existir sin ellos (Prop 33, Escolio 2, p. 64). Al igual que la misma inevitabilidad de la existencia, sin importar los atributos particulares que se tengan, todas las cosas tienen que ser como-son para haber podido concebirse segn la determinacin absoluta que se da en la sustancia.

Si bien, tanto la existencia como la esencia tomada en trminos generales no esconden ningn problema que lleve a develar algn fin explcito, hay un asunto que podra contrariar lo dicho desde otro punto de vista. Cuando se interna con ms profundidad en el examen minucioso de la esencia y de la existencia de cada cosa, parece que se deja al descubierto una cierta finalidad, en tanto que unas cosas resultaran ser ms plenas y ms perfectas que otras, y se tendera a buscar en la sustancia motivos para este suceso. Visto que las cosas existentes tienen innumerables esencias al seguirse todas indistintamente de los infinitos atributos de la sustancia, asimismo, cada una se encuentra en la naturaleza con unas particularidades que las diferencian y las distinguen entre s por las mltiples determinaciones que estn compelidas a poseer. Esta variedad de seres distintos hace que las cosas no sean iguales en su individuacin y se causen desemejanzas entre los mismos, en cuanto a la complejidad y a la disposicin de sus atributos que termine por jerarquizar y organizar como en una pirmide social la naturaleza de lo existente entre cosas ms perfectas y mejores que otras. Con estas ideas se podra tentar a seleccionar o a clasificar la existencia y los atributos de algunas cosas como ms preferibles por encima de otras Qu fin se ocultara en esto? Qu puede mover a la sustancia para que pueda favorecer la existencia y la esencia de unos seres? Sin embargo, basta con prolongar la objecin, y ms bien, junto con Spinoza, se buscar comprender la claridad que hay detrs de estas argucias que quieren aludir unas causas finales a las cosas existentes. Como se ha visto, de la necesidad de los atributos de la sustancia se siguen necesariamente infinitas cosas de infinitas maneras y formas, puesto que su ser abarca la totalidad de lo que puede existir. Es de esperarse segn esta necesidad que haya cosas ms diferentes y, por ende, superiores en disposicin que otras. Es un hecho natural que puedan haber esencias en estados ms ptimos, pero, en cambio, no es franco que se les imaginen fines para su determinado estado. Esto no es una eugenesia natural que se haga deliberadamente para beneficiar a unos de entre otros, sino que se dan as por el devenir de las leyes que rigen a la sustancia. Es una cuestin de que la naturaleza para haber existido y exista, tuvo que haberse dado as, con esos infinitos atributos que se ciernen sobre las cosas y que las hace, a su vez, divergentes para conformar la totalidad de lo real. As pues, la sustancia no se inclina o busca prevalecer la manera-de-ser de unos sobre otros, sino que estas diferencias en los atributos de las cosas es una necesidad que se deriva indiscutiblemente de la naturaleza eterna de la sustancia que no puede ser a excepcin de como-es para ser.

En consecuencia de esta ausencia de fines todo lo que existe debe ser lo que-es, porque fue y es determinado a ser-eso y no tiene la ms mnima posibilidad de llegar ser otra cosa distinta a aquello que-es. Este argumento aunque tautolgico o circular manifiesta las nicas condiciones en cmo se puede percibir la naturaleza. Al no haber fines, no hay nada que se pueda rechazar o excluir en razn de un motivo deseable, antes bien, todo goza de una misma necesidad de mantenerse perpetuamente en ser como-es, y lo hace no debido a un inters, sino a una necesidad forzosa de que no puede ser de otra forma que no sea de acorde a su esencia. Al respecto dice Spinoza acerca de la naturaleza de la sustancia: () de su infinita naturaleza han fluido necesariamente infinitas cosas () que se siguen siempre con la misma necesidad, del mismo modo que de la naturaleza del tringulo se sigue () que sus tres ngulos son iguales a dos rectos (Prop 17, Escolio, p. 54). An en el escenario mas adverso donde las relaciones de las diferentes esencias de las cosas se enfrasquen en tensiones naturalmente opuestas propias de sus caractersticas internas, todo debe fluir como un reflejo de aquello que se ha pre-establecido primordialmente desde siempre y que es connatural a todo ser. De estas consideraciones surge la famosa metfora que trata de definir un poco el espritu de Spinoza en cuanto a vida y pensamiento. En ese relato se lo pone como atestiguando el fatdico final de una mosca enredada sin poder hacer nada con cada acercamiento frio de una araa, su reaccin no es tan comn: no interviene, no influye, no siente dolor ni psame por la mosca, no desea salvarla, simplemente toma la postura de observador, solo espera a que termine de ocurrir tal hecho como debe ser, entiende que nadie hizo especial a la mosca ni a la araa, sabe que all fluyen las determinaciones que el principio rector de la naturaleza ha fijado sobre estos dos seres, porque de lo contrario eso no podra darse, al final se siente tranquilo de que haya pasado lo que se prevea: la araa ha terminado de devorar a la mosca.

Una ltima idea a precisar despus de haber expuesto los planteamientos metafsicos ms principales de Spinoza, tiene que ver ahora s con la idea de por qu y cmo surge la facultad de accin de los seres en la estructura de la naturaleza que, entre otras cosas, permitir pasar con un camino bien allanado y preparado al terreno del Apndice en donde se encontrar al hombre ya desenvolviendo dicha facultad. Alguien podra pensar que de la sustancia solamente surge la realidad de la existencia junto con las determinaciones esenciales que la estructuran, sin determinar una facultad en los seres que les permita actuar de acuerdo a los atributos que le pertenecen. El sendero transitado hasta el momento ha hecho comprender que la sustancia no existe solamente, pues, en ese caso, nunca hubiera podido ser causa y generar en acto toda la realidad que le es afn a sus atributos infinitos y eternos. Esto tuvo que requerir de alguna manera una especie de obrar para poder haber expresado la manera-de-ser que lleva consigo eternamente. Como determinada a hacer existir y a determinar toda la realidad que puede contener en su infinitud, perfeccin, eternidad y autosuficiencia, la sustancia tena necesariamente que poder actuar en consecuencia de estas pre-disposiciones que cien su esencia; esto quiere decir, que dispuso del medio para expresarse segn esos atributos que le son propios: () Slo Dios es causa libre, porque slo Dios existe por la necesidad de su misma naturaleza y acta por la sola necesidad de su naturaleza (Prop 17, Corolario 2, p. 53). Esta accin no debe entenderse como un movimiento en el espacio y en el tiempo, ni tampoco entendida a partir de una serie de intenciones y motivaciones que la materializan, como seran dos acepciones que se le podran dar desde la perspectiva y el juicio del hombre, en razn de que estas ideas no se pueden aplicar a la sustancia ni a ciertos seres en la naturaleza. La sustancia no puede moverse, si eso se entiende por obrar, porque eso implicara tiempo en la accin y, consecuentemente, desintegrara su eternidad que la fundamenta en su existencia absoluta y plena, ni tampoco como un proseguir por intenciones y motivaciones, ya que eso demarcara fines y propsitos, y ya se vio que eso no es acorde a su naturaleza. El obrar de la sustancia ha de comprenderse esencialmente como un siempre estar en acto, de expresar efectivamente su ser, de esforzarse y perseverar no solamente en eso que debera-ser sino tambin en serlo, en concretarse y realizar eso que-es en esencia desde su eternidad. Es esa facultad de poder pasar del pensamiento, de la idea, de la estructura y del ser, a hacerse-ser y actualizarse en todo esto. Por eso, la sustancia es lo que-es, porque desde siempre ha obrado tal como est determinada en su naturaleza eterna. En efecto, es la sustancia la que puede explicar por qu y de qu manera la accin es un elemento constitutivo en la estructura de la naturaleza, en la cual se puede concebir al hombre y a la totalidad de los dems seres con esa misma capacidad universal de preservarse en su ser a travs de este poder-hacerse-ser concedida a todo aquello que est y adviene a la realidad. Lo anterior se puede asentar salvaguardando nicamente el detalle de que los seres no se determinan por s mismos en sus acciones ni en su esencia, sino que lo son por su principio rector y causa: En consecuencia, todas las cosas son determinadas por la necesidad de la naturaleza divina, no slo a existir, sino tambin a existir y a obrar de cierto modo, y no se da nada contingente (Prop 29, p. 61). En suma, la accin tiene su cimiente en la esencia, pues no se puede ser aquello que se-es sino se obra o se acta de acuerdo a esa forma-de-ser.

Despus de haber explicado en la metafsica el por qu y el cmo la naturaleza de las cosas llega a estar determinada tanto en su ser como en su obrar, a medida que se repasaban las proposiciones y los axiomas ms importantes acerca de la sustancia, su existencia y su esencia, y luego de sustraer de estos temas tres reflexiones en relacin al origen de la accin, al problema de la finalidad y a las repercusiones de que las cosas deban ser estrictamente lo que-son, es hora de inspeccionar filosficamente que ocurre cuando el hombre llega a la existencia y empieza a desenvolver su esencia en la naturaleza mediante la facultad de actuar que le fue conferida.

El ser humano al no contener en s mismo las razones de su existencia y de sus atributos es impotente de mostrarse como su causa e inmediatamente depende de la sustancia para explicar las implicaciones que se desprenden de su presencia en la totalidad de la realidad. Todos los hombres en sus particularidades e individuaciones que saturan la naturaleza, son modos o expresiones seguidas de la esencia infinita y eterna de la sustancia que estaban determinados a existir y a tener unos atributos necesariamente desde que todos estaban concebidos en su ser. Este hombre como constituido de un cuerpo y de alma permite conocer ahora claramente dos de los infinitos atributos que posee la sustancia como lo son: la extensin o los corpsculos compactos que integran en su agregacin una materia extensa en el mundo, y del pensamiento o de una entidad pensante que son bsicamente la composicin del hombre. El cuerpo en s consta de ms determinaciones si se le estudia con mucho ms detenimiento. Con el alma aunque pasa igual, hay una determinacin en este atributo que interesa examinar ms adelante.

Con la carnalidad y la actividad psquica del hombre puesta en el mundo es propicio trasladarse de la primera parte de la tica al Apendice que se sita al final del mismo, en donde Spinoza comienza por advertir que los hombres son el nico ser que, como modos o modificaciones infinitas de la sustancia, actan contrariamente a la manera-de-ser de toda la naturaleza; es decir, que no se compenetra al no obrar con las determinaciones que tiene la estructura de la realidad. Se llega al hombre, se lo pone en la naturaleza para que por medio de esa facultad que lo determina a actuar necesariamente exprese, al igual que la sustancia y de los dems seres, la esencia organizada en toda la naturaleza, pero su proceder termina de ser extrao en tanto que difiere de lo establecido en todo lo que existe.

Spinoza llega a estas conclusiones cuando la experiencia le muestra que el hombre durante su estada en el mundo ha tendido a actuar siempre en busca de un fin, aunque ninguna cosa en la naturaleza tenga esta afeccin. Cae en esta supersticin fantasiosa, porque cree que al apetecer o desear algn objeto lo hace con vistas a satisfacer los requerimientos que exija el mecanismo de su cuerpo y de su alma. Esto ocasiona que se posicione como fin ltimo al valorar que todo lo anhelado lo busca para l Pero por qu considera que su objeto querido tiene una relacin de finalidad consigo? Como parecido a alguien somnoliento con padecimiento de alucinaciones, el hombre suea que sus voliciones le fueron dadas con una intencin de proveerle en todos los aspectos un bienestar. Piensa que su voluntad deseante la tiene exclusivamente para servirse por s y para s mismo en sus beneficios e intereses. En efecto, este protagonismo lo hace vivir en una atmosfera de libertad que lo hace consciente de prevenir y de ansiar todo a su beneplcito, empleando unos juicios que apuntan a su conforte y tranquilidad: Los hombres lo hacen todo por un fin, es decir, por la utilidad que apetecen; de donde resulta que siempre ansan saber nicamente las causas finales de las cosas hechas y, tan pronto las han odo, se quedan tranquilos (Apndice, p. 68). En otras palabras, el hombre considera que fue equipado con estas herramientas para saciar sus provechos y sus apetencias caprichosas. An ms, en la puesta de accin para lograr aquello que se ha propuesto a conseguir, el hombre intuye con ms ahondo de las muchas cosas que se pueden adaptar y acomodar para conseguir sus intereses algn motivo que procure su beneficio. Su imaginacin se encarga, por medio de justificaciones perspicaces, de armonizar todas esas oportunidades que le pueden ser favorables para la contribucin de sus propsitos y de convertir a los dems seres en usos convenientes de sus utilidades: Adems, como tanto en s mismos como fuera encuentran no pocos medios que conducen en buena medida a conseguir su utilidad () ha resultado que consideran todas las cosas naturales como medios para su utilidad (Apndice, p. 68).

Evidentemente estas lucubraciones humanas hacen que la naturaleza de la sustancia sea tergiversada y confundida. En medio de la puja no solamente de finiquitar y de alcanzar lo deseado, sino tambin de disfrutar la tranquilidad que le brinda el tener a su alrededor cosas o seres que le representan ventajas, se despiertan en el hombre sensaciones emocionales que afectan directamente la naturaleza de la sustancia, al creerla como una divinidad suprema que interfiere en la realidad para auxiliarle, hasta el punto que la deforman por el hecho de atribuirle una cierta libertad que le confiere el poder de intervenir a favor suyo: Pues, despus de haber considerado las cosas como medios () debieron concluir que se da algn o algunos rectores de la naturaleza, dotados de libertad humana, que les proporcionaron todas las cosas y las hicieron todas para su uso (Apndice, p. 68). Pero, aunque estas ideas puedan resultar ser agradables para el hombre, no es en realidad el conocimiento verdadero que debe tener de la naturaleza, pues, como se vio extensamente pginas atrs, no hay ningn fin ni hay una voluntad extra-mundana que pueda fragmentar el curso necesario de la misma. El deseo y el apetito del hombre no son ms que voliciones naturales de ciertos atributos y determinaciones de su ser vitales en la conservacin de su existencia. Adems, al ser una mxima universal que todas las cosas tengan unos atributos que las diferencien entre s, la idea de que unas pudieron hacerse para la esclavitud y superioridad de otras se desmiente, en vez de eso, cada cual persevera en s misma siendo lo que-es. Todava se hace ms falso que la sustancia posea libertad o que pueda modificar aquello que ha ordenado solo por querer ayudar a una especie en particular, tal como lo piensa el hombre, puesto que todas las cosas en la naturaleza al estar determinadas desde la eternidad hace que la realidad transcurra calculadamente como debe ser, sin ningn salto o desproporcin.

Del mismo modo, esta confianza y fe ciega de ponerse como destinatarios de una finalidad, ha provocado tambin que el hombre por s solo se segregue de la naturaleza, al no ser capaz de convivir o de aceptar sus determinaciones. Se haba dicho que las distintas esencias de todas las cosas era una condicin natural debida a la diversidad de formas y de seres que la realidad infinita de la sustancia envuelve. Pero acontece que el hombre en su ingenuidad de estimarse parte de algn fin que tiene como objetivo su ganancia, toma una postura de rechazo y de exclusin frente a aquello que en su diferencia y oposicin le afecta y no le contribuye a nada deseable en su juicio. La manera-de-ser que compelen a ciertos seres, cosas u objetos, las repudia y no las reconoce, porque parecen no alinearse a sus pretensiones particulares y, en casos extremos, intenta dominarlas en su esencia o en sus atributos para re-dirigirlas a sus ideales, pero, cuando no puede hacer esto cabalmente, las descarta y las aparta de su alcance lo ms que pueda hasta llegar a dividir la naturaleza. Incluso, se aferran tanto a proteger sus intereses y conveniencias que con su imaginacin desearan que tales cosas no valoradas con una utilidad dejasen de existir o de ser como-son, algo que, segn la verdad de la naturaleza, es un absurdo abismal, pues todo lo que existe tiene que existir y ser eso que-es desde que estaba predispuesto en la sustancia. Al respecto Spinoza seala el siguiente ejemplo: () Entre tantas ventajas de la naturaleza tuvieron que encontrarse con no pocas desventajas, a saber tempestades, terremotos, enfermedades, etc.; y entonces afirmaron que todo esto suceda porque los dioses estaban irritados por las injurias recibidas de los hombres (Apndice, p. 69). Aparte de los avatares que causan los fenmenos naturales en sus ciclos, la muerte, la vejez, las anomalas dadas por el desgasto paulatino del cuerpo humano; entre otras, son aspectos que no se pueden evadir de la naturaleza, porque estn establecidos a que sucedan y sean lo que-son de acuerdo a la ordenanza eterna establecida por la sustancia, independientemente de que la actitud del hombre con sus actos de repudio ante estas circunstancias sea bastante displicente. De all resulta que los tradicionales conceptos de bueno y malo, de alegra y de tristeza, y de amor y de odio, sean invenciones que, aunque le han servido al hombre para conservarse en cierta manera para discernir entre aquello que disminuye o potencia su existencia, no se ajustan a la verdad de la naturaleza y responden a una mala-interpretacin de las acciones egocntricas del ser humano.

Todos estos comportamientos expuestos evidencian los problemas que ha tenido el hombre para desarrollar su capacidad de accin en concordancia con las determinaciones de la naturaleza Pero, acaso no es curioso que surjan estos problemas cuando todo est determinado y resuelto por medio de las prescripciones instauradas tanto en el ser como en el obrar de cada cosa existente, que garantiza precisamente una organizacin inalterable en donde nada tiene la ms mnima posibilidad de actuar a como est establecido? Parece que esta objecin pone en un nudo el escrito y en duda lo dicho acerca de la sustancia y de todas sus determinaciones en la naturaleza, pues si se ha resumido la realidad a su explicacin, no se sigue con necesidad al estilo geomtrico y deductivo de Spinoza que el hombre como modo y expresin de su infinita esencia actu en el estado encontrado.

Ante este panorama oscuro e incierto que se cierne en esta instancia sobre la naturaleza de la sustancia y sobre la verdad y universalidad de los conocimientos metafsicos, al resultar la accin del hombre, dentro de lo necesariamente esperado y posible en el marco de lo conocido del ser y del obrar de las cosas, incongruente y paradjica con lo regulado y proporcionado en la naturaleza, parece que la nica va para desentraar la falsedad de la objecin que amenaza con desvirtuar los planteamientos spinozianos, es llegar a la idea de que la sustancia as como compele al hombre en su esencia a actuar en relacin a su ser orden, tambin lo determina cuando acta de forma contraria y diversa a ciertas determinaciones establecidas en la naturaleza; es decir, que la sustancia determine a actuar al hombre no solamente como debera actuar, sino tambin cuando acta contrario a ese deber. Como causa absoluta y verdadera tanto de lo universal, de lo particular y de todo aquello que puede darse, no puede haber otra cosa a parte suyo que pueda determinar y tener los motivos para explicar todas las acciones realizadas por el hombre y cualquier otra cosa, pues l ni los dems seres que existen son causa de sus determinaciones sino efectos de lo nico que puede determinar y dictaminar en la naturaleza; esto es, la sustancia: Por otra parte, Dios no es solo causa de estos modos () sino tambin en cuanto que se consideran determinados a obrar algo. Y, si no son determinados por Dios, es imposible y no contingente que se determinen a s mismos (Prop 29, p. 61). Esto quiere decir, que el hombre no puede determinarse ni ser la causa de ninguna de sus acciones como si fuera alguien libre que pudiera obrar ms all de lo erigido en su esencia, puesto que antes de interpretar su actuar como un querer, al desconocer aquello que lo determina a hacer lo que hace, obra porque tiene una manera-de-ser dada nicamente por la sustancia que lo lleva a proceder segn como sean esas delimitaciones; en otras palabras, como no depende del ser humano ni su existencia, ni su esencia, ni mucho menos su obrar, al no poder ser por s mismo el medio de sus acciones, no podr actuar, tal como se seala, si no dispone de esa facultad o determinacin que se lo permita. Pero debido a que en el mismo ser de la sustancia ya hay maneras-de obrar en su ser, la realidad de las cosas est compelida a tener que proceder de distinta manera segn como sea su propia esencia Ahora se podra objetar que aunque la sustancia determine la capacidad de actuar en los seres, no se sigue necesariamente que tambin sea causa de las diferentes maneras en cmo el hombre desarrolla su obrar en la naturaleza, sino que eso ya sera algo desencadenado por l? Ante esto ha de recordarse que al tener el hombre una esencia que tambin le est determinada por la sustancia, las modalidades de todos los actos que pueda ejecutar como ser compelido con esta disposicin sern tan diversos y distintos segn como sea su modo-de-ser, pues cada cosa que est determinada a ser-esto o a ser-lo-otro expresar con su obrar ese-ser que disponga.

Si tambin se tiene en cuenta la argumentacin negativa, se tendra que pensar el caso de que la sustancia haya podido determinar solamente las cosas que se rigen bajo el deber-ser de la naturaleza y haya dejado indeterminadas a aquellas que no lo hacen; esto es, que no sea causa explicativa de las actitudes de todas las dems que obran contrario a lo establecido, creando as un vaco en la estructura de todo el universo en donde el hombre temerariamente podra cambiar su disposicin de efecto para pasar a ser otra causa ms aparte de la sustancia al construir una naturaleza y una realidad diferente dentro de otra realidad con la potestad que tendra de actuar libremente por s mismo. Estos ideales tienden a un absurdo si se conoce muy bien que, al abarcar y comprender las cosas que no dependen de s mismas en su existencia y esencia, la sustancia no puede determinar a unas y a otras no, porque todas aquellas que llegan a ser no pueden evadir estar compelidas a existir, a tener una esencia y a obrar, as como lo est tambin su naturaleza eterna. Pero puede ocurrir que por ciertas implicaciones religiosas y morales, alguien persista en negar que el principio rector o el logos que gobierna toda la naturaleza determine todas las acciones del hombre, en razn de que le pueda restar o quitar algn grado de responsabilidad en sus actos, y no concuerde con la tica tradicional-contempornea que busca juzgar y evaluar las acciones humanas con base en el parmetro de la intencin. Esto tampoco tiene cabida, porque todos los actos humanos que se dan dentro de la totalidad de lo real son posibilitados por la naturaleza de la sustancia que es la fuente y el principio de su esencia y de su obrar. Sencillamente, las cosas que no estn determinadas no existen ni pueden darse en la sustancia, ya que ella s es existente y determinada con unos atributos, y, por ende, slo puede derivarse de su ser existencia y esencia; esto es, determinaciones en vez de indeterminaciones. Entonces, el hombre al provenir como efecto finito-infinito de esa realidad, todas las acciones que realiza, independientemente de cuales sean, son posibles porque estn determinados a darse y a suceder por la sustancia que determina el ser de esos actos en la esencia de cada cosa sin excepcin alguna.

En el anlisis hecho del anterior problema aparecen solo dos alternativas que la razn muestra para tomar una postura ante los planteamientos spinozianos: o se encuentra una determinacin fijada por la sustancia en la esencia del hombre que lo lleve a actuar en discontinuidad y en aplomo con la naturaleza, o toda la metafsica de Spinoza desfallece en la pretensin de ser una verdad universal al no poder explicar qu es aquello que lleva al hombre a actuar de tal manera.

Dadas estas circunstancias agudas y al recordar el proverbio indispensable en Maquiavelo de que la virtud consiste en predecir o anticipar salidas para no ser sorprendido por los hechos que depara la fortuna en la vida, ya se ha previsto con antelacin una razn o explicacin que desenlazar el nudo hecho por los anteriores problemas que aparecieron y prometan desbaratar las verdades de metafsica, al notar ciertas inconsistencias que se observaron en las acciones de los hombres, puesto que hace lneas atrs se haba visto que, aunque se haban conocido las determinaciones ms esenciales para comprender la naturaleza en su conjunto, sin haber tratado todas aquellas que tienen particularmente los seres en su composicin, haba una en el ser humano importantsima para entender este gran problema que se teji en el transcurso del escrito, que es la siguiente: la facultad del entendimiento en el hombre como ser racional.

En la constitucin de su cuerpo el hombre acta movido por unas fuerzas instintivas e inmediatas comnmente llamadas apetitos, que son leyes naturales inherentes a su cosa extensa que lo hacen obrar segn el deber-ser de la naturaleza, al permanecer siempre en esas determinaciones, sin ningn cambio, desde que el hombre se concibe como constituido de una corporeidad. Esto significa que tales impulsos ya estn pre-configurados en el cuerpo humano a seguir un deber-ser y un deber-obrar natural y a no ser otra cosa. Son instintos inmediatos que se mantienen sin alguna modificacin y reaccionan inercialmente frente a un estmulo preciso. Esto no puede ser igual en el entendimiento del hombre. Si conociera con esa misma inmediatez con la que reaccionan los instintos a sus estmulos la verdad de la naturaleza existente que expresa la sustancia, no cabra esta determinacin al no haber nada que entender. Ya se comprendera la estructura de la realidad, la esencia de las multi-formes cosas y absolutamente todo sera un recuerdo imborrable. La luz de la razn separara la verdad de lo absurdo y todas las acciones de los hombres no deambularan entre aquello que parece a unos y a otros como verdades verosmiles, al revs, se proseguira sin ninguna alteracin con tan absoluta claridad y certeza que tendra ese conocimiento. En ese caso, no habra ninguna facultad del entendimiento, al estar pre-determinado el hombre a conocer de antemano aquello que puede ser cognoscible, y sus acciones al regularse por este medio no podran llegar a ser como se haban descrito anteriormente. Por eso, Spinoza se da cuenta que las acciones de los hombres entregadas a la creencia de unos fines y a un rechazo de la naturaleza en pro de su utilidad, han as debido a la ignorancia anticipada de su entendimiento en cuanto al orden de la naturaleza: ser suficiente con que tome por fundamento aquello que todos deben reconocer, a saber, que todos los hombres nacen ignorantes de las causas de las cosas (Apndice, p. 68). Al formularlo en trminos axiomticos, Spinoza reconoce que la ignorancia es el estado primordial y originario que conlleva en s la facultad del entendimiento en todos los hombres desde que nacen y se posicionan en la existencia. Tradicionalmente, se piensa que ignorar es desconocer o carecer de algn saber que no se tiene. Esta precisin es equivoca aplicarla en la naturaleza spinoziana, pues all, al estar compelidas todas las cosas a tener una esencia que muestra sus diversas maneras-de-ser, sus atributos y sus razones, ya est dado un conocimiento para aquello que tenga la capacidad de conocer, otra cosa es la accin misma de conocer eso que ya es conocible; es decir, ya est instaurado en lo existente lo que puede conocerse y, por eso, todas las cosas contienen en s mismas el conocimiento de toda la naturaleza. Ms bien, se ha de decir que en Spinoza todo ser es ignorante en tanto desconoce, o no es consciente, del logos discursivo y racional que reside en su ser, como en las dems cosas, por ser expresiones de la sustancia. Es ignorar parcialmente la conformacin y organizacin de todo el sistema y engranaje de la naturaleza. Es un desentendimiento o un no saber en los primeros momentos que asoma el hombre en el mundo las causas y los principios que lo compelen y lo determinan todo constantemente; en otras palabras, es desconocer la estructura de la realidad de la metafsica que se manifiesta a todo ser en la naturaleza. Explicada la cuestin de la ignorancia, se puede contemplar la importancia de esta determinacin que integra la facultad del entendimiento como condicin de su misma posibilidad, en la medida de que no se puede entender ni aprender algo sino se ignora en un principio la totalidad del conocimiento que rodea al hombre. Por consiguiente, la ignorancia es esencial para que pueda haber en la naturaleza seres con entendimiento que puedan regir sus obras a partir del conocimiento que se desarrolle sobre la naturaleza de las cosas al ignorarlas inicialmente, as como hay otros seres que no estn urgidos por conocer al estar determinados con otros mecanismos diferentes que los guan de distinta manera en su realidad concreta.

En este sentido, la determinacin del entendimiento es aquella que, a raz de la ignorancia inicial que es comn a todos los hombres, posibilita el atributo de la cosa pensante como proceso comprensivo de las muchas ideas intuitivas que tanto en s misma y a travs de los cuerpos puede captar en la infinitud de la naturaleza: Por idea entiendo el concepto de alma, que el alma forma, porque es cosa pensante (Definicin 3, p. 77). En esta facultad hay una comprensin, porque al no conocer los tejidos que entrelazan la realidad tiene la funcin determinada de delimitar el orden adecuado o la confusin inadecuada de esas ideas dependiendo de su correspondencia con la organizacin total de lo existente, a travs de un proceso de anlisis en donde se podr distinguir y esclarecer la verdad de lo paulatinamente conocido hasta alcanzar cada vez ms una ciencia certera de la naturaleza. (Debido a lo largo de la cita, en el Escolio 2 de la Proposicin 40 de la segunda parte de la tica se muestra literalmente estas fases procedimentales del entendimiento por alcanzar el conocimiento claro de la naturaleza para superar su estado de ignorancia inicial). La verdad de la naturaleza se discernir a medida que se examine cada idea proveniente de todas las circunstancias que envuelven al hombre en su relacin habitual con las cosas, objetos y seres presentes en el mundo; es decir, que para llegar a ese saber que tiene como fundamento innegable la existencia y esencia de la sustancia, es menester aplicarse constantemente al estudio de lo particular como de lo universal para que el entendimiento se pueda conducir de idea en idea hasta el conocimiento verdadero de todas las cosas que derivan de este principio. Esto no quiere decir otra cosa que el hombre, al no reconocer de inmediato el orden fijado eternamente en las cosas, a causa de la determinacin de ignorancia como condicin de posibilidad para que no careciera, en contraste con otros seres, de la capacidad de entender lo que se ha hecho en la naturaleza, no puede conocer de una vez las races imperceptibles bajo tierra que soportan y dan el crecimiento de todo el rbol, sin antes haber comenzado por sus partes ms visibles, como sus ramas y el tronco, las cuales resultan ms cognoscibles al entendimiento, para luego descender hasta las races guiado por la luz de la razn, hasta lo ms necesario y esencial que se debe conocer para llegar a saber tanto el deber-ser como el deber-obrar de toda la naturaleza, dos aspectos tan importantes que los seres con entendimiento deben concebir si han de compenetrarse en todos los sentidos posibles con la verdad y el orden de lo existente; en otras palabras, el entendimiento implica necesariamente un desarrollo en donde se tendrn que ordenar las ideas resultantes de las diversas relaciones que el hombre puede entablar con la naturaleza desde mltiples ngulos o rechazar aquellas que sean inadecuadas, debido a un mal juicio o a que sean infundadas sin ser censadas por la razn, para emprender, de esta manera, el rumbo hacia el conocimiento de las primeras causas y principios del que tanto hace nfasis Spinoza en el Apndice. De ah que el entendimiento en el hombre, como una de las formas de interaccin que estn determinadas a darse con la naturaleza, le otorgue el poder de examinar la razn de ser, las causas y los principios de las cosas, que le darn a conocer cada uno de los filamentos que compactan la estructura de la realidad. Es precisamente esta facultad la que permite que preguntas como el qu y el por qu se puedan lanzar sobre la naturaleza de la sustancia a espera de comprender el conocimiento verdadero que ya est absolutamente organizado y pre-determinado en la existencia y esencia de todas las cosas.

Todas estas determinaciones de la facultad del entendimiento fueron tratadas en razn de que a continuacin se ver que tienen un punto de interseccin que las vincula estrechamente con la facultad de accin del ser humano. Cuando las leyes inherentes al cuerpo del hombre no intervienen directamente en su movimiento es la voluntad del alma aquella que puede hacerlo obrar segn el conocimiento y el objeto que las ideas en la cosa pensante reflejen de la naturaleza. No obstante Ese saber que conoce el entendimiento de la naturaleza no es meramente cientfico y epistmico, de verdad y de falsedad, que dictamina el ser de las cosas pero no su obrar? Ya se haba explicado en la metafsica la idea interesante de que la estructura de la realidad al ser determinada a concebirse necesariamente en simultaneidad con unas diversas maneras-de-ser que se desprenden de los infinitos atributos y modos de la sustancia, ha de pensarse igualmente con una determinacin a obrar en tanto que cada cosa no puede ser lo que-es, sino se expresa, se muestra o se refleja en el ser, valga la redundancia, eso que-es. Como tambin se vio, obrar no significa necesariamente un movimiento sensible o inteligible en donde se desarrollen variadas modalidades de accin, sino que el obrar tiene como principio el permanecer y mantenerse en eso que se debe-ser, aunque en las infinitas cosas que hay en la naturaleza de la sustancia hayan unas que lo puedan hacer por medio del movimiento sensible de su cuerpo y del inteligible de la cosa pensante, tan caracterstico a la especia humana, como hay otros que al no poseer el mismo movimiento dinmico y al estar en estado de reposo obran en la medida que pueden para persistir en su modo-de-ser determinado. De esto se hizo mencin cuando se dijo que la sustancia determinaba tanto el ser como el obrar de las cosas, puesto que al ser compelidas a tener una esencia, mientras se prolongue la perpetuidad de su existencia, deben perseverar sin ningn cambio en eso que-son. Para ello hay una potencia natural que se manifiesta diferente en cada cosa, en unas a travs del movimiento y en otras se dan distintos medios que les permiten permanecer y persistir en eso que no puede ser de otro modo. Todo este esfuerzo de tender a perseverar en su ser es, justamente, el obrar que emprende cada cosa para actuar conforme a su deber-ser: la potencia de cualquier cosa o el conato con el que ella, sola o con otras, hace o se esfuerza por hacer algo, esto es, () no es nada ms que la esencia dada () de esa misma cosa (Prop 7, p. 133). Entonces, se sigue que el hombre al poseer una facultad de entendimeinto que ignora todo desde que nace como condicion de su misma posibilidad, est compelido a entender la manera-de-ser de la naturaleza y a obrar segn aquello que conozca en el proceso continuo de conocimiento efectuado para llegar hasta la ciencia verdadera de la naturaleza. El hombre, como ser racional dotado de un entendimiento que est dirigido a conocer la esencia y las maneras-de-ser que estructuran la realidad establecida, obrar para permanecer en el modo-de-ser que comprenda de las cosas; es decir, que as como la esencia conlleva un obrar necesario de perseverar en eso que se-es, en los seres que dependen de su capacidad de conocimiento para conocer las ideas adecuadas de las cosas, se implica que realicen instantneamente una accin practica de ese saber que lo mantenga y preserve de acuerdo a la concepcin que alcance del universo.

De estos juicios hechos acerca de la facultad del entendimiento no se podran obviar los problemas que tendran necesariamente los seres humanos para hacer uso de esa capacidad racional, en cuanto cosa pensante que le es menester conocer para comprender y acoplarse a las determinaciones de la naturaleza, debido a que el hombre en ese proceso de conocimiento, propiciado a raz del estado de ignorancia, est ms que sujeto a nublarse o a ofuscarse respecto de estos saberes cuando se embarca en este trnsito prematuro, donde lo ms probable es no alcanzar lo ms pronto y seguramente posible las verdades indudables que se hallan en la metafsica como en otras ciencias y conocimientos verdaderos de la naturaleza, por mucha ms diligencia, esfuerzo e ingenio que se tenga. El carecer de ellas no solo conllevara a unas equivocas y confusas ideas de la naturaleza, sino que, consecuentemente, obrara inadecuadamente dado a que estara convencido de esforzarse para actuar en reciprocidad de su interpretacin del universo por medio de su proceder; redondeando la idea, el hombre, al persistir con su obrar en la manera-de-ser que llegue a percibir de la naturaleza y de s mismo con la facultad de su entendimiento, y al desconocer la manera-de-ser o la verdad de las determinaciones que pesan sobre las cosas prematuramente como condicin de su racionalidad, guiar necesariamente su accin como potencia natural a preservarse en la cosmovisin no del todo certera que pueda tener de la totalidad de lo real hasta que la luz de su razn, una vez superada la ignorancia, lo lleve a actuar segn el recto logos inmerso en la naturaleza de la sustancia.

Estos razonamientos se vierten efectivamente en las acciones que el hombre realiza en la realidad de la naturaleza, pues, en prrafos muy atrs, ya se haban tratado algunos cuando se indic que el hombre obraba casi siempre en busca de algn fin propio y rechazaba o consideraba que no deberan-ser ni existir los seres y los objetos que no le daban algn beneficio o bienestar, todo esto por ciertas ideas que l mismo se habia forjado de la naturaleza.

Se puede ver, por consiguiente, que al hablar del hombre como un ser que est determinado con la facultad de entendimiento todo se torna problematico, porque tener que desconocer para poder saber cuando en otros seres ni siquiera hay una preocupacion por hacerlo es, precisamente, la causa de que las acciones de los hombres resulten tan variadas y diversas como las cosas que hay en la naturaleza, al dispersarse por muchos caminos diferentes en las situaciones que afrenta cada hombre en su proceso de conocimiento, en donde unos se aproximan con menos dificultad al dedicarse de lleno a la comprension de las causas y los principios de las cosas, y unos que con mas adversidad e inconsistencias, debido a que disponen su entendimiento en otras materias no esenciales, no procuran esta suprema sabiduria sin que hayan grandes trabazones; y unos ultimos que orientan o distraen su luz natural hacia otros objetos en la naturaleza que no es propiamente el conocimiento de la misma. Este desvariado desarrollo del entendimiento en su proceso es el principal motivo que explica porque hay hombres que les costara actuar de acuerdo al logos y a la proporcision de lo establecido por la sustancia, puesto que necesariamente los hay de todos los humores, hay unos que solo llegan a un entendimiento mediano y hay otros que aunque Spinoza denigra con gran agudeza en sus criticas por quedarse en un estado de comformidad con su inicial ignorancia, sabe que hacen parte de la diversidad infinita de seres que se siguen como mandato y ley en la naturaleza de la sustancia: No dudo que, a todos los que juzgan las cosas confusamente y no estn acostumbrados a conocerlas por sus primeras causas () no distingan entre las modificaciones de la sustancia, ni saben cmo se producen las mismas (Prop 8, Escolio 2, p. 42). Adems, reconoce como esperable e inminente que la luz de la razon se difumine en unos hombres que enfrentan, como los dems, el proceso que le atae en su racionalidad. Estos son los motivos que explicaran porque en la historia de la realidad humana el hombre siempre se ha encontrado actuando sin dirigirse hacia un unico fin u horizonte, hecho que ha provocado, entre muchas consecuencias, confusiones, divisiones y tenciones entre los mismos, pues aunque casi todos buscan constantemente o desearian que se obre hegemonicamente o universalmente bajo unas formas delimitadas y legitimadas por tener la certeza o la intuicion de que hay un deber-obrar que se ajusta a un deber-ser legislado naturalmente desde que las cosas llegan a la existencia, Spinoza igualmente sabe que la naturaleza de las cosas se antepone con una multi-diversidad de maneras-de-ser diferentes a cada cosa que no se debe olvidar si se ha conocido bien su estructura para tener cautela al hablar de caos, de desorden y de imperfeccion en el mundo, cuando todo es tan natural y necesario independientemente de los deseos y las voluntades de los hombres que incluso, su especie con todas sus cualidades divergentes, son expresiones de la incuantiable materia prima que se puede plasmar en la totalidad de lo existente. A continuacin sera oportuno mirar la siguiente cita contundente de Spinoza.

A aquellos, en cambio, que preguntan por qu Dios no cre a todos los hombres de tal forma que solo se guiarn por el uso de la razn, les respondo () porque no le falt materia para crear todas las cosas, desde el grado supremo de perfeccin hasta el nfimo () porque las leyes de la naturaleza fueron tan amplias que bastaban para producir todo cuanto puede ser concebido por un entendimiento infinito. (Apndice, p. 73)

Por fin se ha llegado a la resolucion del problema nacido en la incomodidad de encontrar que el hombre actuar en discontinuidad con toda las determinaciones de la naturaleza de la sustancia, sin haber alguna explicacion o causa a la cual se remitiera este fenomeno que parecia resquebrajar la irrumpible necesidad de lo establecido y puesto segun un orden eterno, y lo circunscribia ms bien en un plano contingente que no era del todo satisfactorio. En esa instancia ese embrolladero pudo haber sido asemejado con los dilemas que caracterizaba a la filosofia griega, al identificar el principio rector o el logos de la naturaleza con lo "bueno" o con una idea de "bien" que armonizaba y siempre era garantia del sostenimiento de los seres, mientras que todo el mal, producto de las acciones que disuadian tal orden, era excluido de esta fuente primaria o pensando sin darsele un modo de ser existente, sino que se lo apreciaba como un mero accidente que no tenia una causa propia de ser, debia ser rechazado al ser algo que no debia-ser. La misma tematica siguio siglos mas tarde en la filosofia medieval con los conceptos antagonicos de Dios y de pecado. En este sistema filosfico el origen de la ruptura que se hace con el orden primordial se lo solucionaba al arguir unas causas parciales que no eran naturales o afines a lo establecido desde un primer momento o simplemente lo dejaban a la voluntad y al arbitrio de la libertad humana. Sin modificar el tratamiento que se le habia dado, este problema avanzo hasta los albores del renacimiento y lleg todavia con vigencia a la inauguracion del pensamiento de la modernidad, epoca en donde exactamente se situa Spinoza quien le da un nuevo aire y un nuevo giro a este problema muy antiquisimo, pues, como se analiz, en este trabajo se plantearon dos alternativas: La primera era saber si era posible que la sustancia pudiera determinar al hombre a actuar en contrariedad con lo estipulado en la naturaleza y la segunda era si Spinoza iba a tomar las perspectivas de estos sistemas filosoficos que le precedieron, al dar como contingente y al excluir de la sustancia alguna causa para estas obras humanas, que, a la misma vez, le restaria la universalidad y la verdad que tanto quizo darle a los axiomas y a los principios de la metafsica, de los cuales se sigue necesariamente que cualquier proceder del hombre independientemente de cmo sea o de como pueda ser debe estar determinado por la sustancia que determina en todo a las cosas o seres de la naturaleza. El quizs extenso o amplio abordaje que se le dio a este dilema condujo a dilucidar que todas las obras humanas aun cuando actuen por fines y traten de manipular y moldear toda la naturaleza para sus intereses, al no aceptar las cosas que aun cuando no le favorecen deben-ser y no pueden llegar a ser del modo esperado por l, son tan esperadas, tan naturales y necesarias si se tiene en cuenta que de la infinitud de la sustancia llegaron a costituirse en la realidad seres racionales como irracionales, y los primeros al estar determinados con una facultad de entendimiento que ignora en un estado inicial todo el conocimiento expresado en la basta naturaleza necesita entablar un proceso de aprendizaje, en donde es inminente que las acciones comienzen a tener rumbos y caminos diferentes como diversos al deber-ser de las cosas por muchas circunstancias que se dan en el mismo y que ya se repasaron. Todo esto es comprendido como una condicion inherente al desarrollo del ser humano, como una asimilacion de lo que implica ser seres racionales en el mundo y en todo el universo.

Ahora bien, despues de una larga travesia y de haber pisado tierra firme con la explicacin de esta primera cuestin que dio una comprension de la naturalidad y necesariedad de todos los actos tanto de los hombres como de cualquier otro ser en la naturaleza, al mirarlos dentro de la totalidad de todas las maneras infinitas-de-ser y de-obrar que se siguen del unico principio que sustenta y estructura la realidad, parece que otro problema promete con desestabilizar el terreno firme a donde se ha llegado, pues si todo es tan esperado y nada est fuera de lo contemplado y previsto, cmo es posible que Spinoza vea una necesidad de pensar en la tercera, cuarta y quinta parte de la obra examinada una tica que acota el propsito de redirigir las obras humanas que no van acorde a las determinaciones de la naturaleza hacia una correlacion con la misma, a pesar de que no hay ningn problema en sus acciones al estar determinadas por la sustancia y expresar los infinitos modos de obrar y de ser que se siguen de su plenitud, y, por ello, ser necesarias y compelidas a darse con su existencia.

La objecin podra tener xito en el caso de que todo lo dicho hasta ahora lleve a pensar que el hombre fue determinado a la ignorancia absoluta, afirmacion que no es para nada cierta, ya que esto es solo un estado inicial importante no en si misma sino como condicin para que pueda haber una facultad de entendimiento. Una ltima interpretacin que podra hacer triunfar esta objecin es quedarse con la impresin de que las acciones del hombre no solo son necesarias y naturales en divergencia con las determinaciones de la naturaleza a medida que transita en su proceso de conocimiento, sino que es igual de necesario el quedarse as, como si se pensara que al determinar tambien las acciones de los hombres a ser diferentes y contrarias a las leyes de la naturaleza no se tuviera en cuenta que la ignorancia no es una determinacion absoluta en si misma, sino que ms bien es una pieza esencial en la determinacin del entendimiento; es decir, se tergiversara la filosofa de Spinoza si se creyera que el hombre al estar determinado a desconocer desde que nace las causas y principios primordiales sean la explicacin de sus actos inadecuados, tambien el _hombre esta subsumido a replegarse en esa ignorancia que daria como fruto una mediocradicad humana que justificara sus actos y lo refugiaria en la verosimilitud de obrar de cualquier manera segn sus caprichos y utilidades. Al contrario la puesta de esta ignorancia no es para otra cosa que para hacer del hombre un ser racional determinado a entender la naturaleza y actuar de acorde a ella. En el proceso de conocimiento todo apunta a traspasar el estado de ignorancia y de nublamiento para llegar a la claridad que traera el discernimiento de lo verdadero y de lo falso al hacer un adecuado uso de la facultad de su entendimiento; en otras palabras, como el proyecto humano es la racionalidad es aqu donde tiene lugar la importancia y necesidad del contenido tico, pues se vuelve un problema no entender que la misma necesidad que acobija todas las acciones humanas es la misma que tambin vuelve necesario que el hombre llegue a ilumuniar la luz de su razn para encontrar el verdadero sentido de su obrar.

Bibliografa

Spinoza, B (2005) tica demostrada segn el orden geomtrico. Trad. Atilano Domnguez. Trotta: Madrid.