somos y seremos cristo: la divinizaciÓn como plan de …

130
SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE VIDA PARA CONSTRUIR PROCESOS DE IDENTIDAD CRISTIANA JESÚS DAVID CORONELL ZÚÑIGA Trabajo de grado para obtener el título de Teólogo Asesor: P. Alberto Múnera Doctor en Teología PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE TEOLOGÍA PREGRADO EN TEOLOGÍA BOGOTÁ D.C. 20 DE NOVIEMBRE DE 2019

Upload: others

Post on 05-Oct-2021

2 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE

VIDA PARA CONSTRUIR PROCESOS DE IDENTIDAD CRISTIANA

JESÚS DAVID CORONELL ZÚÑIGA

Trabajo de grado para obtener el título de Teólogo

Asesor: P. Alberto Múnera

Doctor en Teología

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

PREGRADO EN TEOLOGÍA

BOGOTÁ D.C. 20 DE NOVIEMBRE DE 2019

Page 2: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

2

Nota de aceptación

______________________________________

______________________________________

______________________________________

______________________________________

______________________________________

_________________________________

Firma presidente del jurado

_________________________________

Firma del jurado

_________________________________

Firma del jurado

Bogotá D.C.

Page 3: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

3

Dedicatoria

A mi familia,

que amo inmensamente y le agradezco por tanto,

quienes están siempre acompañándome en cada paso,

ayudándome a construir mejor mi ser,

formándome con un testimonio vivo de fe,

y llenando mi corazón de fuerza divina.

Page 4: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

4

Agradecimientos

Mis agradecimientos a quienes me acompañaron en el desarrollo de este Trabajo de

Grado, por la disposición a ver la vida cristiana desde la mirada de la cristificación, por el

apoyo y el consejo que me brindaron. Al Padre Alberto Múnera, mi asesor de tesis, a David

Lara mi tutor de trabajo de Grado, al Padre Fidel Oñoro por sus directrices bíblicas.

A la Pontificia Universidad Javeriana por abrir sus puertas y dejarme ser parte de su

historia. A los docentes de pregrado, que con sus conocimientos me enseñaron a formar un

mejor perfil vocacional y profesional. En especial a Carlos Briceño, por su motivación para

emprender con pasión una investigación que tenga implicación social.

A la Comunidad Parroquial San Juan Eudes, de El Minuto de Dios, por permitir el

óptimo desarrollo de esta investigación que busca brindar nuevas herramientas para la

construcción de identidad cristiana en la experiencia de vida comunitaria como Iglesia. En

especial a cada uno de los servidores con los que tuve la oportunidad de demostrar la

efectividad y practicidad del ejercicio propuesto.

Page 5: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

5

SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE VIDA

PARA CONSTRUIR PROCESOS DE IDENTIDAD CRISTIANA

Resumen

En este trabajo se propone acoger la divinidad con consciencia y asumir una dinámica de

vida en cristificación, haciendo que el hombre viva una nueva moral, una moral de identidad.

De esta manera, a través de ejercicios espirituales, se espera que su praxis histórica esté

marcada por un hacer conjunto con quien le trasciende, una praxis performativa en la que el

prójimo se convierte en el medidor que regula cuánto se ha logrado crecer y desarrollar en el

espíritu. Con el análisis de algunas praxis eclesiales, se invita a renunciar a esquemas

tradicionales de vida, descubriendo el libre rechazo o aceptación de adherirse a propuestas

nuevas de seguimiento, de realización humano-cristiana.

Palabras clave: deificación, cristificación, identidad cristiana, vida divina, somos-seremos.

Abstract

In this work it is proposed to welcome the divinity with consciousness and assume a dynamic

of life in Christification, making man live a new morality, a morality of identity. In this way,

through spiritual exercises, it is expected that its historical praxis is marked by a joint effort

with those who transcend it, a performative praxis in which the neighbor becomes the meter

that regulates how much has been achieved to grow and develop in the spirit. With the

analysis of some ecclesiastical praxis, they are invited to renounce traditional life patterns,

discovering the free rejection or acceptance of adhering to new proposals of follow-up, of

human-Christian fulfillment.

Keywords: deification, christification, christian identity, divine life, we will be.

Page 6: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

6

TABLA DE CONTENIDO

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ................................................................................8

2. JUSTIFICACIÓN ....................................................................................................................8

3. OBJETIVOS ...........................................................................................................................10

3.1 Objetivo General ............................................................................................................10

3.2 Objetivos Específicos ............................................................................................................10

4. MARCO METODOLÓGICO ...........................................................................................11

5. MARCO TEÓRICO ...............................................................................................................14

a. Marco conceptual ...............................................................................................................14

b. Marco referencial ...............................................................................................................22

Capítulo 1. .......................................................................................................................................23

LA DIVINIZACIÓN: NECESIDAD DEL HOMBRE DE TODOS LOS TIEMPOS ................23

1. EL VACÍO DEL HOMBRE DE HOY ...............................................................................23

2. THEOPOIESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA .....................................................26

Capítulo 2. .......................................................................................................................................49

LA CRISTIFICACIÓN: FUNDAMENTOS BÍBLICO-TEOLÓGICOS ...................................49

1. SAN PABLO Y LA FORMACIÓN DE JESÚS ................................................................49

1.1 Textos paulinos en orden a la cristificación: ...................................................................51

1.1.2 “Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo

resucitó de la muerte por la acción gloriosa del Padre, también nosotros llevemos una vida

nueva” (Rm 6, 4): ....................................................................................................................53

1.1.3. “A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de

modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos” (Rm 8, 29): ...................................59

1.1.4. “Así como hemos llevado la imagen del hombre terrestre, llevemos también la imagen

del celeste” (1 Cor 15, 49): ......................................................................................................60

1.1.5. “Revístanse del Señor Jesucristo y no se dejen conducir por los deseos del instinto”

(Rm 13, 14): .............................................................................................................................61

1.1.6. “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2, 5):.....................................62

1.1.7. “Hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,

al estado de hombre perfecto y a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13): ................63

1.1.8. “Porque para mí la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp 1, 21): ........................65

Page 7: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

7

1.1.9. “Estando nosotros muertos por nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo -

¡ustedes han sido salvados gratuitamente! -; con Cristo Jesús nos resucitó y nos sentó en el

cielo” (Ef 2, 5-6): .....................................................................................................................66

1.1.10. “Si somos hijos también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con

Cristo; si compartimos su pasión, compartiremos su gloria” (Rm 8, 17): .............................66

1.2. Textos paulinos sobre el “formar a Jesús”: ........................................................................67

1.2.1 “Hijos míos, por quienes estoy sufriendo nuevamente los dolores del parto, hasta que

Cristo sea formado (morphothe) en ustedes” (Gal 4, 19): ......................................................68

1.2.2. “Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria

del Señor, y nos vamos transformando (metamorphoumetha) en su imagen con esplendor

creciente, bajo la acción del Espíritu del Señor” (2 Cor 3, 18): .............................................70

1.2.3. “Lo que quiero es conocer a Cristo, y sentir en mí el poder de su resurrección, tomar

parte en sus sufrimientos; configurarme (symmorphizomenos) con su muerte con la

esperanza de alcanzar la resurrección de la muerte” (Flp 3, 10):..........................................71

1.2.4. “Él transformará nuestro cuerpo mortal, haciéndolo semejante (symmorfon) a su

cuerpo glorioso, con el poder que tiene para dominar todas las cosas” (Flp 3, 21): .............73

1.2.5. “No se acomoden a este mundo, por el contrario, transfórmense (metamorphousthe)

interiormente con una mentalidad nueva, para discernir la voluntad de Dios, lo que es

bueno y aceptable y perfecto” (Romanos 12, 2):.....................................................................74

2. UNA MORAL DE IDENTIDAD CRISTIANA ....................................................................75

Capítulo 3. .......................................................................................................................................91

PROPUESTA DE SEGUIMIENTO CRISTIANO .......................................................................91

1. SAN JUAN EUDES Y LA FORMACIÓN DE JESÚS .........................................................91

1.1 Formar a Jesús-Cristo: Una obra de la Santísima Trinidad (Bautismo). ............................92

1.2 Formar a Jesús-Cristo: una vida de amor a Jesús en mí y en ti. .......................................96

1.2.1. Amor por la virtud. .........................................................................................................97

1.2.2. Amor por la oración. ....................................................................................................104

1.2.3. Amor por el servicio. ....................................................................................................106

1.3 Formar a Jesús-cristo: una vida de unión a cristo – continuar y completar su misión en

la tierra. .....................................................................................................................................109

2. ENTRENAMIENTO ESPIRITUAL EUDISTA (E3) .....................................................112

CONCLUSIONES ........................................................................................................................120

BIBLIOGRAFÍA ..........................................................................................................................124

Page 8: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

8

INTRODUCCIÓN

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El problema a trabajar es la identidad cristiana, es decir, el de construir el ser, el vivir una

moral, en clave de discernimiento, para practicar un camino cristiano de seguimiento a la

persona de Jesús, donde la fe se entiende como una adhesión total a Dios. Como problema

en sí, se descubre en la falta de apropiación que tiene el cristiano, de su compromiso de fe

con el hermano. De ahí que surja la pregunta: ¿qué implica en el hombre el hecho de asumir

la divinización como un plan de vida que transforma tanto a nivel personal como a nivel

comunitario, y que le da plenitud y genera sentido? La respuesta permitirá descubrir el cómo

se trabaja en ello para ver las notas claras de transformación en la realidad.

2. JUSTIFICACIÓN

Se hace pertinente trabajar hoy en procesos de construcción de identidad humano-cristiana,

debido a la falta de claridad que se está presentando en el contexto actual, a la hora de señalar

con objetividad lo que se es y lo que se quiere llegar a ser. Es una realidad que muchos no

toman consciencia de la urgente necesidad de trabajar en el ser, de darse el tiempo de pensar

lo que se está llamado a ser, de pensarse como ser vocacionado a la trascendencia, como ser

que reclama realización y sentido de su hacer.

Es una realidad que hoy más que nunca son necesarias herramientas concretas que

conduzcan, al hombre de fe, a vivir una espiritualidad encarnada, a descubrir la presencia de

Dios en toda realidad humana. Por la falta de estas realidades es que muchos se refugian en

otras prácticas espirituales ajenas a la cristiana. De allí que, con apertura y disposición, se

reconozca la inconsistencia de algunos procesos cristianos ajenos a la realidad y la

incoherencia de una vida cristiana poco consciente y poco implicada en el compromiso

social, en el ser para el otro y ver en el otro a Jesús, el lugar de revelación de Dios donde hay

que volcarse a la comunión.

Para todo ello, es necesario morir al yo que hemos absolutizado, a esa imagen de nosotros

mismos, que no somos nosotros, a esa idealización que a veces recreamos, para poder renacer

Page 9: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

9

así a una nueva vida en Cristo; vivir la cristificación, la divinización de lo humano. Hacer un

cambio de vida, donde la moral que se siga, no sea una moral normativa que oprime sin más,

sino una moral de seguimiento que, busca una respuesta libre del hombre para acoger el

llamado de Dios, a ser un reflejo vivo de su presencia, una extensión de su ser. Se trata, de

este modo, de darse la oportunidad de construir un proyecto de vida en el que se establezca

como fundamento Jesús, para formarle cada día con mayor perfección y poder así continuar

y completar su misión aquí en la tierra.

Para ello, teológicamente se da una mirada a la encarnación, como clave de anonadación en

Dios, pues en Jesús Dios se hace humano, se hace un ser histórico como nosotros. Y desde

allí, desde ese hacerse hombre, da la posibilidad de comprender qué es el ser humano según

Dios. El que Dios haya decidido manifestarse humanamente, hace que Jesús se convierta en

el prototipo perfecto de lo humano. El Jesús histórico, junto al Cristo de la fe, hace posible

la versión divina de lo humano y la visión humana de lo divino. Esto por la fe en la

resurrección, que lleva a creer que el Jesús histórico es Dios-Hijo encarnado (Jn 1, 14). Sólo

desde esta fe la divinidad se une con la humanidad en la segunda persona trinitaria de Dios-

Hijo.

Así, se puede vivir lo que es un fundamento de la espiritualidad eudista: formar a Jesús1 en

todos. Surge, entonces, el proyecto de salvación de Dios para el hombre: la divinización. La

apuesta es hacer un seguimiento de Jesús, volver a su vida para fundamentar la vida cristiana

hoy. Es reconocer la dialéctica del “somos y seremos” él. Se trata de reconocer que es un

proceso de vida cristiana el seguir un camino de madurez perfecto en el que se espera llegar

a la plenitud, que es compartir, participar, incorporar la vida humana totalmente a su vida, a

la vida de Jesús que pasa a poseer y abarcar toda nuestra vida.

Esto de la divinización del ser humano se logra en la fe, donde Dios no es una realidad

inalcanzable. Es en la historia, en la realidad donde se es otro Jesús en la tierra. Claro es que,

no se es Jesús de un momento a otro, esto implica un proceso de construcción de identidad

personal humana, de identidad humana que comparte divinidad en Jesús, por el hecho de

haberse hecho hombre, encarnación, donde se abrió la posibilidad de entrar en relación con

1 Eudes, OC I, 271-276.

Page 10: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

10

él, y a través de él, con el Padre en el Espíritu (1 Jn 4, 9). Como todo proceso tiene varias

etapas, desde la más infantil hasta la que alcanza madurez y finalmente la plenitud. Fuimos

hechos a imagen de Dios, semejantes a él. Somos otro Cristo, y seremos cada día Jesucristo

en la medida en que estemos en comunión plena con él y trabajemos por dejarle ser Dios en

nosotros. Ese dejar que Dios sea Dios es vivir una transformación ontológica en el esfuerzo

humano de rechazar el pecado, para acoger la gracia de Dios, la vida divina comunicada por

el Espíritu Santo.

No obstante, este proyecto de vida en Dios no se logra imitando a Jesús, sus virtudes; no. Se

trata de ser consciente que, todo lo que hagamos a los demás se lo hacemos a Jesús mismo,

pues él está vivo en cada uno. De ahí que la tarea sea optar por practicar las obras de

misericordia, por vivir las bienaventuranzas, superando un estilo de vida normática-estática

que se puede justificar con el simple cumplimiento de los mandamientos. Ahora bien, con

todo esto, ¿qué implica en el hombre el hecho de asumir la divinización como un plan de

vida que le transforma tanto a nivel personal como a nivel comunitario, que le da plenitud y

genera sentido en su apuesta por vivir en Dios, de él, por él y para él?

3. OBJETIVOS

3.1 Objetivo General

Analizar teológicamente el sentido de la divinización como plan de vida, para construir

identidad cristiana, a partir del “somos y seremos Jesucristo”.

3.2 Objetivos Específicos

Analizar el sentido de la divinización en la fe, a través de los Padres de la Iglesia, para

fundamentar y asumir el proceso de cristificación.

Construir conciencia de identidad cristiana, desde la praxis performativa de realización de

las Sagradas Escrituras y la reflexión teológico-moral actual, para formar a Jesús en el

creyente.

Proponer un seguimiento de Jesús para lograr la cristificación del “somos y seremos

Jesucristo” a partir de nuevos ejercicios espirituales eudistas.

Page 11: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

11

4. MARCO METODOLÓGICO

El método que orientará este trabajo será el de la Revisión de Vida, que se caracteriza por ser

un método de formación cristiana basado en el ver-juzgar-actuar. Su dinamismo conduce a

hacer una lectura de los acontecimientos de la realidad, que son portadores de sentido y de

significado, para renovar la mirada de la vida, y sobre todo del ser humano mismo. Este

método de la Revisión de Vida se vive y se sitúa en un contexto comunitario y eclesial2.

Más que una técnica pedagógica, “es una pedagogía de la fe y del desarrollo integral de la

persona, un camino de espiritualidad que busca hacer síntesis entre fe y vida” 3. Se trata de

dar una mirada cristiana a la realidad, donde se relaciona la fe con la vida cotidiana. Es una

apuesta por conocer con objetividad la realidad, por tomar postura ante la vida, la persona y

los acontecimientos, respondiendo con acciones a un llamado, a una misión o un proyecto de

vida concreto. Así, se invita a ser protagonista de la propia historia, a enrutarse hacia un

proyecto de vida plena en Cristo.

El objeto central de la Revisión de Vida es la persona; su propósito es iluminar su vida y su

interior para que ésta sea asumida con una mejor comprensión y adquiera una mayor

significación. Este método apunta al interior, el cual “nunca es una idea, una actuación o un

sentimiento; es la experiencia vital que constituye lo más central, el ser, la verdad de la

persona, lo que la Biblia llama el corazón”4. No obstante, no basta la mirada al hecho, a la

realidad externa, al acontecimiento, sino que es necesario mirar hacia dentro del ser, la

interioridad.

La Revisión de Vida es “una manera de vivir la fe, una espiritualidad, una forma de vivirse

como cristiano ante Dios, ante la historia humana, ante las realidades ambientales y

sociales”5. La idea en este método es guiar a la persona a construir una lectura crítica de la

realidad, un estilo de vida cristiano que haga frente a la realidad personal y social. Así, es

más que un método, es una manera de vivir las cosas, de educar a la persona para no caer en

2 Rubio, Para vivir la revisión de vida: un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 18. 3 Íbid, 19. 4 Íbid, 21. 5 Íbid, 23.

Page 12: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

12

desilusión, ni en desánimo ante el fracaso y las situaciones límites, para no encerrarse en

círculos de fatalidad.

En cuanto a los tres pasos o momentos propuestos por el método, el ver-juzgar-actuar, cabe

expresar que no son simples elementos situados, sin más, para seguir mecánicamente, sino

más bien “una unidad, un proceso único a vivir por cada persona y por todo el grupo”6. Se

hace fundamental la pregunta por el qué está haciendo Dios en la realidad que se estudia, en

cada persona, para luego hacerse la pregunta por el cómo puedo yo colaborar a que esa acción

de Dios siga latente y opere a plenitud. No obstante, los tres momentos mencionados son:

1. Ver: es el momento de la observación, del análisis, de la escucha, de acoger y

descubrir la vida personal y de los demás. Se trata de hacerse la pregunta por el ¿qué

está pasando en la realidad?, ¿cómo me sitúo allí? y ¿cómo reacciono ante ella? Es el

ejercicio de ver con objetividad, de captar la vida en profundidad, de entrar en sintonía

con lo que se vive, de descubrir la presencia de Dios en la realidad. Se invita a captar

toda la riqueza, el misterio y la grandeza que encierra cada hecho, especialmente las

personas. Es un mirar con detenimiento, con nuevas perspectivas, con nuevas luces;

es mirar con el corazón para captar el misterio, el acontecimiento que se esconde

detrás de lo cotidiano. Lo que se quiere es conocer las causas, la historia y el contexto

particular de la realidad7.

Es una acción en triple perspectiva: un ver exterior (contexto material, social), un ver

interior (el corazón, qué sienten las personas, cómo viven el hecho, por qué

reaccionan así) y un ver profundo o trascendente (lo espiritual, la mirada creyente,

religiosa sobre la persona y su realidad)8.

2. Juzgar: es el momento del discernimiento, de la interpelación, a partir de la escucha

de la Palabra de Dios. Se trata de hacerse la pregunta por el llamado que se recibe,

para responder a la realidad que se ha observado. El juzgar se centra en aquellos

aspectos más destacados en el ver, el acontecimiento. No es tanto una confrontación

6 Íbid, 26. 7 Íbid, 26, 29. 8 Íbid, 30, 31 y 33.

Page 13: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

13

teórica, ni una clarificación ideológica o una valoración moral sobre los hechos. El

juzgar es un trabajo del corazón, no en el sentido emocional o sentimental, sino en el

sentido de centro vital de la persona. Se trata de invitar a descubrir en la persona su

vocación y su responsabilidad con ella. Este momento es un juicio no tanto de las

cosas, sino de uno mismo y del compromiso personal en el acontecimiento9.

3. Actuar: Es el momento de respuesta, del compromiso, del preguntarse por el qué se

debe hacer y qué se debe cambiar para concretar una acción que de respuesta a la

realidad en la que se está situado. Es, junto al juzgar, un momento de un mismo

dinamismo interior, descubriendo cómo la realidad personal y social se corresponde

o no con el plan de Dios. Es la continuidad del juzgar, donde brota el compromiso

espontáneo por el otro, y no tanto un compromiso impuesto o artificial. Este actuar

no es fruto tanto del voluntarismo o de buenas intenciones, sino del encuentro vital

con Jesucristo en la propia intimidad y en la vida de los demás10.

Actuar es tomar decisiones, es elegir algo nuevo, dejando aquello que no hace bien,

que no conviene. Se trata de trabajar por el Reino mediante la conversión personal, el

cambio de actitudes, de valores, de relaciones humanas, la transformación del

contexto, de los ambientes analizados, de las estructuras sociales11.

El método de la Revisión de Vida tiene un horizonte amplio, pues no se preocupa por solo

directrices exactas, sino por respetar la libertad de cada persona, su conciencia y capacidad

para vivir la realidad cristianamente. Esto queriendo decir que “deja el proceso y los

resultados mucho más en manos de quienes lo realizan” 12. Más que perfección técnica y

metodológica, se busca profundidad y fecundidad.

9 Íbid, 26, 39, 40 y 44. 10 Íbid, 26 y 45. 11 Íbid, 46-47. 12 Íbid, 27.

Page 14: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

14

5. MARCO TEÓRICO

a. Marco conceptual

A continuación, cabe anotar precisiones en torno al significado de los conceptos que se van

a abordar a lo largo del desarrollo del trabajo. La propuesta investigativa se hace en torno a

la construcción de identidad cristiana desde la reflexión teológica de una moral de identidad

que, en tensión con lo que se es y se quiere llegar a ser, se preocupa por asumir la

configuración plena con Cristo como un plan de vida que da sentido, que da significado

profundo a la existencia misma. Por ello, los conceptos a definir son:

Identidad cristiana: relativo a una persona que por sus rasgos se distingue por ser otro

Cristo. Consiste en la propuesta de formar el propio ser desde el ser de Cristo, o más bien, en

dejar que Cristo sea Cristo en la persona. Si bien “identidad significa la concordia y armonía

de una persona consigo misma y la perfecta integración de todas sus realizaciones vitales

(incluidas las influencias sociales) en su verdadera mismidad”13, entonces la tarea es

configurar a Cristo en el ser hasta que se logren mostrar o reflejar sus rastros, de tal modo

que ya no seamos tanto nosotros, sino él. Es llegar a decir que Cristo y el hombre son uno

solo; forman una misma realidad. Es más que tomar sus preceptos sin más, es cuestión de

transformarse en él y forjar una nueva vida en él, es decir, una nueva identidad en él. Consiste

en formar en el camino de la vida la persona de Jesús. Así, “mi identidad más profunda es

ser hijo de Dios. El resto de realidades personales están englobadas por esa filiación divina:

el plano interpersonal (sobre todo la familia nuclear, también los amigos); el plano

profesional; social; etc.”14.

Cuando se le pregunta a los teólogos por la persona humana, por la identidad propia del

hombre, se presenta comúnmente la definición cristiana de ser humano como ser creado a

imagen de Dios (Gn 1, 26), dando a entender que “el ser humano ocupa un lugar único en la

creación: sólo él está llamado a participar en la vida de Dios por el conocimiento y el amor”15.

13 Rotter y Virt, Nuevo diccionario de moral cristiana, 211. 14 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1013. 15 Íbid., 1012.

Page 15: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

15

Y no sólo eso, sino que se hace ahínco en que es el único capaz, entre todas las criaturas, de

conocer y amar a Dios, pues “para este fin ha sido creado y ésta es la razón fundamental de

su dignidad”16, mostrándose apto para trascender, para abrirse a la relación directa con Dios.

El concepto identidad, entonces, va aclarando que la persona humana es “siempre una

realidad singular e insustituible. Ahí se fundamenta en buena medida la dignidad de la

persona humana”17. Se trata, entonces, de darse la posibilidad de establecer o configurar la

persona de Cristo en la propia vida para expresar la dignidad de los hijos de Dios. Así, Jesús

el Cristo, es Dios en el hombre de manera original y auténtica, manifestándose en una persona

como en ninguna, y al mismo tiempo impulsando a cada una a formar una unidad, a formar

un solo cuerpo que exprese también su vida.

No obstante, “el hombre es digno de amor para su semejante, aunque se trate de su enemigo

(cf. Mt 5, 45)”18. De esta manera, se comprenderá el proceso de construcción de identidad

cristiana como ese seguir la lógica de vida asumida por Cristo, donde se cambia la violencia,

por la paz; el odio, por el amor; etc. En esto se expresaría de manera clara la nueva identidad

en Cristo, en vivir su vida, su misterio de amor y misericordia. En mostrar en la práctica de

vida cotidiana, que se descubre a Jesús en uno mismo, y en el otro, consciente de que todo lo

que se haga a un hombre, se le hace al mismo Jesús.

Vida divina: se trata de la posibilidad que tiene el hombre de participar de la vida de Dios,

convirtiéndose esta participación en el modo de vivir de los cristianos. “El valor de la vida

corporal se demuestra con la participación en la vida misma de Dios”19. Es una manera de

ser: ser en Dios. Consiste en dejar que Dios sea quien de vida a la propia vida cada día. Cabe

anotar la posibilidad de esto si se parte de que la vida es don que procede de Dios, y se ve a

“Dios mismo como vida por antonomasia, como razón suficiente originaria, creadora siempre

sin interrupción, de toda vida; como el Dios vivo en absoluto”20. Así, se excluye una idea de

Dios como simple ídolo muerto o símbolo cultural.

16 Íbid., 1012. 17 Rotter y Virt, Nuevo diccionario de moral cristiana, 452. 18 Íbid., 456. 19 Íbid., 615. 20 Rahner, y Vorgrimler. Diccionario teológico, 770-771.

Page 16: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

16

Vida divina es la vida que se presenta delante del hombre y que se puede también presentar

como una vida que se aloja o se hospeda en él, es decir, es una comunión de vidas. Dios “es

el ser integralmente consigo mismo en conocimiento y amor exhaustivo de su propio ser

inexhaurible, por infinito”21. La realidad de vivir la vida humana en Dios, de darle carácter

de divinidad a la humanidad natural del hombre, es obra de la gracia divina:

La gracia diviniza el conocimiento y amor humanos (cf. CCE 357). (…) La gracia no destruye

la naturaleza, sino que la asume y eleva, por eso la vida cristiana es realmente la vida humana

llevada a un grado de especial plenitud. Todos los resortes de la persona, principalmente su

conocer y su amar, son elevados a lo divino. El cristiano conoce y ama como Dios

principalmente mediante la fe y la caridad, verdadero conocimiento y amor sobrenaturales.

De esta manera es introducido a una vida de comunión íntima con la Trinidad: la vida

espiritual es vida trinitaria22.

Se descubre, entonces, una vida divina entendida como la posibilidad de vivir en comunión

con la Trinidad, de ser casa, morada de Dios, donde el Espíritu Santo y su acción divina lleva

al hombre a incorporarse a Cristo, a hacerse hijo de Dios. Dios mismo inhabita en el hombre

y actúa en él, desde su libertad, impulsándole a amar, a hacer el bien:

El hombre es imagen personal del Dios tripersonal. Dios desciende al ser humano hasta el

punto de que el hombre ha sido introducido en la vida íntima de Dios y Dios se ha introducido

en la vida íntima del hombre. La vida espiritual del cristiano es la vida en su totalidad del ser

humano delante de Dios y de Dios delante del ser humano. Por eso, se trata de percibir cada

vez con mayor profundidad que el interlocutor más cercano que cada uno tiene en su vida es

el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de

Dios habita en vosotros? El cristiano participa de la vida divina como hijo de Dios. Ese es

nuestro papel en el gran teatro del mundo. La existencia cristiana no es otra cosa que la vida

de los hijos de Dios23.

Se trata de descubrir la vida de Dios en la vida humana, de identificar lo que de divino hay

en lo humano, es decir, la posibilidad que tiene el hombre desde su libertad de acoger la vida

de Dios y así dignificar su vida humana, dada por Dios para lograr plenitud en él y solo en

él. “El cristiano vive una vida que no es la suya. Como dice Pablo, con Cristo estoy

crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Gal 2, 20)”24.

La apuesta es la de hacer un seguimiento, la de adherirse a él de modo que “siguiéndole así,

se recorre el movimiento de Dios, que desciende al nivel de la humanidad para elevarla al

21 Íbid., 771. 22 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1015. 23 Íbid., 1015. 24 Lacoste, Diccionario Akal crítico de teología, 1277.

Page 17: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

17

nivel de la divinidad: el ejemplo de Cristo no es el de un hombre ejemplar, sino el de Dios

viviendo una vida humana”25. Así, todo hombre no debe conformarse con vivir una vida

ejemplar, no en un simple imitar, como si repetir las acciones de otro, aunque fuesen buenas

y virtuosas, fuera lo máximo y el camino de realización. Es más bien vivir la vida misma de

Dios, dejar que Dios le habite y viva en él. No es, entonces, en darle una parte de la vida a

Dios, sino en dejar que posea la totalidad del ser. De este modo, la vida humana pasa a ser

una vida divina, una vida espiritual, que abraza todas las dimensiones de la persona: “la vida

espiritual es la vida de los seres espirituales, la vida espiritual humana es toda la vida del ser

humano”26.

Cristificación: Se trata de vivir una vida en Cristo, participar de su vida. “En la teología

paulina vida significa una participación por gracia en la vida del resucitado”27; “la vida

terrena apunta a la participación en la gloria de Jesús (Jn 14, 2s; 17, 24-26)”28. La tarea es

vivir con Jesús, en Jesús, para Jesús, en quién se descubre cómo “su comportamiento

armoniza totalmente con su palabra: dice lo que hace y hace lo que dice”29. De igual manera

debe ser el comportamiento del cristiano, el comportamiento del mismo Cristo, es decir, una

vida en coherencia, en armonía total entre ser y hacer, una confesión de fe real, donde la

síntesis sea vivir una adhesión total a Cristo. Así, cristianos es el nombre de los que asumen

la vida de Cristo como su vida, como su razón de ser. Lo de cristianos, es un neologismo

inventado por Ignacio de Antioquía para llamar a los que eran conocidos antiguamente como

los seguidores del camino de Cristo30. Consiste en vivir una fe que pide “no sólo ortodoxia,

sino también orto-praxis, es decir, la justicia del obrar a la luz de Cristo”31.

Vivir en Cristo es expresar que el hombre mantiene una profunda relación de amor con él,

una relación que plenifica y da sentido en el desarrollo propio de la personalidad. Esta

relación implica que Jesucristo es el modelo, y que el cristiano "es el ser humano más

25 Íbid., 1278. 26 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1010. 27 Rotter y Virt, Nuevo diccionario de moral cristiana, 614. 28 Íbid., 614. 29 Lacoste, Diccionario Akal crítico de teología, 326. 30 Íbid., 325. 31 Íbid., 332.

Page 18: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

18

auténtico, que todo ser humano está llamado a ser cristiano (por medio del don de la gracia),

que la vida cristiana es una especial plenitud de la vida humana”32.

La autocomunicación radical de Dios en Jesucristo implica la vida en sentido eminente. Vida

que, como es natural, ahora tenemos que vivirla todavía en forma de conmorir con Cristo

(Rm 6, 3s; Gál 2, 20; 2 Cor 6, 9; Col 2, 12) y de ese modo está escondida con Cristo en Dios

(Col 3, 4). (…) el cristiano participa de la vida del resucitado en el pneuma que ha de

desarrollarse con más y más vida hasta llegar a la gloria de la vida eterna33.

Para Pablo, la vida en Cristo es “una participación en la muerte y resurrección de Cristo. (…)

al igual que Cristo resucitó de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también

nosotros vivamos una vida nueva (Rom 6, 3-4)”34. Hablar de cristificación es hablar de un

proceso en el que el hombre se va haciendo Cristo cada día, es decir, se va haciendo uno con

su misión, esa de vivir para Dios Padre, de darle gloria en todo. Es un proceso tan humano y

tan divino que exige al hombre madurez, crecimiento, pues va conociendo cada día de su

vida más a Dios y el conocimiento de la verdad que nos envuelve “es progresivo y creciente,

porque siempre tengo presencia de mí mismo, de mi propia identidad, y conforme pasa la

vida voy conociéndome mejor mis cualidades y mis defectos, mis posibilidades futuras y mis

realizaciones efectivas”35. Este proceso de cristificación exige, entonces, una mejor relación

con los demás, una relación en donde se perfecciona el ser a través de la entrega al otro en el

servicio, en el amor generoso, reconociendo el rostro de Cristo que también se va formando

en el prójimo:

El conocimiento de sí, de nuestra espiritualidad y capacidad de amar, nos ayuda a profundizar

en el conocimiento de Dios, ya que somos a imagen de Dios, es decir, no sólo dependientes

de él sino referentes a él; y por tanto desde nosotros nos elevamos al conocimiento de Dios,

de lo que queremos decir cuando afirmamos que Dios es Amor. Sólo desde ahí, desde el Dios

Amor -la Trinidad y Cristo-, conocemos del todo al resto de las personas, en cuanto son -

como nosotros- imagen de Dios36.

Cristificación no es más que la apuesta por ser otro Cristo, por vivir todo en Cristo y

experimentar la acción de Cristo en la propia vida. Consiste en vivir la vida de hijos de Dios

en la vida terrena, en vivir siempre en expectación de la novedad de Dios que se manifiesta

en nosotros cada día. Cristo engloba, entonces, todo lo humano, pues él se hizo hombre, se

32 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1010. 33 Rahner, y Vorgrimler. Diccionario teológico, 771. 34 Lacoste, Diccionario Akal crítico de teología, 1277. 35 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1014. 36 Íbid., 1014.

Page 19: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

19

hizo modelo de relación entre Dios Padre y los hombres; se hizo mediador (1 Tim 2, 5).

Jesucristo, como segunda persona de la Santísima Trinidad, ha tomado una naturaleza

humana, y al reconocerle como “el hombre cuyo ser es el ser de Dios entre nosotros, y en

cuya vida, destino, muerte y resurrección ha entrado Dios mismo a tomar parte de nuestra

existencia, el creyente se conoce (…) llamado a asociarse con Dios”37.

Somos-seremos: se refiere en primer lugar a vivir el llamado de Dios a ser él, a manifestar

su imagen en el aquí y en el ahora de la existencia donde “lo que soy, si llegamos al nivel

más profundo de la realidad, es la vocación recibida de Dios en cuanto llamada a existir y

existir en Cristo (o como cristiano) en tal época y lugar de la historia”38. Se trata de revisar

lo que caracteriza de manera clara el ser de un cristiano. Para ello, cabe definir cristianismo

como relación del hombre con Dios en Jesucristo, es decir, “tiene sus raíces en el núcleo

mismo del ser y del obrar de Cristo”39.

No obstante, consiste en reconocer lo que se es desde el ser mismo de Cristo; es el ejercicio

de descubrir en el hacer cotidiano la comunión real con el hacer de Cristo, es decir, reflejarle

en todo: ser más él cada día. El cristianismo, ese ejercicio de ser cristianos, “se basa en la

persona concreta de Cristo; en la medida en que abarca al hombre entero en su realidad total

y con todo su mundo, y está asociado al Dios incomprensible e infinito”40. Eso somos,

reflejos de Cristo, en la medida en que se haga opción fundamental por él y se construya la

vida pensando en darle la potestad, libremente, de tomar posesión completa de nuestra vida

hasta lograr la comunión plena de Dios en el hombre, del hombre en Dios.

El misterio del hombre se explica, entonces, desde la filiación divina, la cual “no es una

consideración piadosa, no una disposición o conjunto de disposiciones morales y operativas,

es una realidad ontológica del cristiano: hijo adoptivo en el Hijo unigénito del Padre”41. Esto

muestra al hombre en una gran familiaridad con Dios, que está lejos de ser una simple

cuestión moral, un simple comportamiento, pues “se fundamenta en una transformación real:

37 Rahner, y Vorgrimler. Diccionario teológico, 141-142. 38 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1013. 39 Rahner, y Vorgrimler. Diccionario teológico, 136. 40 Íbid., 136. 41 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1016.

Page 20: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

20

el hombre está endiosado. Los cristianos somos partícipes de la naturaleza divina (2 P 1, 4),

de la vida trinitaria; no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos (1 Jn 3, 1)”42.

Por otro lado, el concepto “somos-seremos” refleja la visión de Iglesia cristiana entendida

como cuerpo, como una unidad. De ahí la razón de usar los términos en plural (somos-

seremos), pues hace alusión a la vida de Cristo en todos, evitando todo aislamiento o

pretensión de una vida de fe sin contacto con los demás. El otro es la clave; se es con todos

o no se es completo, el otro da plenitud al ser. Como Cristo plenifica al hombre, entre los

hombres se dan complemento unos a otros, descubriendo al Cristo que habita en todos.

El somos se forma en la unidad del yo soy, con el tú eres, el ellos son, etc.; es la expresión

máxima de unidad eclesial. No obstante, el seremos hace ver la capacidad de proyección del

nosotros, el visualizarse juntos desde lo que se es en el hoy. Cabe anotar que es aquí donde

cabe lo escatológico, pues el ser cristianos es saberse peregrino, enrutados al cumplimiento

de las promesas divinas. De este modo, el cristianismo “está dirigido y ordenado, en virtud

de su dinámica propia, a ese fin en el que se revela la majestad de Dios y en el que quedan

anudados el tiempo, la historia y el ámbito de acción del cristianismo”43.

Desde lo anterior, se puede descubrir la tensión dialéctica de este concepto, asumiendo la

experiencia de vida cristiana en este mundo como una realidad que va revelando la plenitud

de Dios en su tiempo, bajo la promesa de un final definitivo, pero que se hace con finales

continuos cada día en la dinámica de entrega cotidiana. Desde el Nuevo Testamento se va

comprendiendo cómo “la vida cristiana tiende a realizar en el tiempo un crecimiento del fiel

en Cristo que no se completará hasta el momento de su muerte, con una participación total

en la gloria de Cristo resucitado”44. En palabras de los escatólogos, es una dinámica en

tensión, donde se vive “ya” a Dios, pero “todavía no” se descubre su plenitud divina.

De hecho, la idea de una realidad del ya / todavía no, que está presente en la visión

escatológica del tiempo como ínterin, ofrece una perspectiva de inminente comunión final

con Dios y con los demás seres humanos, que va más allá de las visiones de relaciones

humanas tangibles en la historia, al revelar una visión de comunión con todas las generaciones

de la historia45.

42 Íbid., 1016-1017. 43 Rahner, y Vorgrimler. Diccionario teológico, 139. 44 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1017. 45 Castrillón, Escatología de la liberación: pensamiento utópico y teología de la liberación, 212.

Page 21: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

21

El “somos y seremos” hace referencia, también, al aspecto sacramental de la vida cristiana.

Todo el pueblo de Dios como Iglesia de Cristo, como cuerpo de Cristo, “seguirá siendo hasta

el final de los tiempos la presencia histórica y eficaz de Cristo (su sacramento originario)” en

la historia de la humanidad”46. Por eso, el hombre es sacramento de Cristo, es decir, es una

realidad que le refleja a él, hablando de lo sacramental como esa realidad en la que Cristo es

centro fundamental de la acción salvadora que se instaura por gracia de Dios en cada cristiano

a través del signo, para que éste pueda llegar a ser reflejo del amor de Dios con una vida

nueva. Este acontecer sacramental hace que el hombre de fe viva como Jesucristo47.

Dios quiere al hombre en su totalidad, a todo el hombre y a todos los hombres para él; he allí

la razón de ser del “somos y seremos”, De igual modo, todo el hombre debe querer a Dios en

todo, y en todos. La vida humana no es un camino sin tropiezos o sin dificultad, y a pesar de

ello lo propio del ser humano es ver en sus propios límites oportunidades para formar mejor

la persona de Jesús, cuyo modelo de vida fue ese de llevar la cruz por amor para mostrar

cómo la vida humana no es un camino lineal hacia Dios, porque está siempre la realidad del

pecado y de la gracia.

De allí que, pensando en el futuro, se visualice mejor el elemento “seremos”, en cuanto que

la vida humana, así como tiene un comienzo tiene un fin último, el momento de consumación

final que motiva al hombre a vivir cada día como si fuera el último, forjando con esperanza

la conciencia de vivir cada instante para Dios y consumirse totalmente en él a través de una

entrega continua, pues lo futuro se construye con el presente real donde se madura y se

prepara mejor lo que se viene. “Así, la vida corporal lleva el signo del <aún no> y sin embargo

ha de ser ya comienzo precioso de la consumación”48.

En este sentido, podemos decir que a la tensión entre inicio y consumación de la vida se

yuxtapone la tensión de la libertad entre el pecado y la gracia. La vida espiritual es un proceso

desde el pecado -en que se nace- a la gracia -a la plena conciencia, aceptación y realización

del don divino-. Este crecimiento personal implica la intervención de Dios en la historia por

la que el hombre es imago Dei e hijo de Dios. La naturaleza humana es asumida y elevada al

orden de la gracia49.

46 Rahner, y Vorgrimler. Diccionario teológico, 143. 47 Véase: Schillebeeckx, O.P., Cristo: sacramento del encuentro con Dios, 60-62. 48 Hörmann, Diccionario de moral cristiana, 1316. 49 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1018.

Page 22: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

22

b. Marco referencial

Dentro de los libros usados en la bibliografía de este trabajo de investigación, cabe señalar

unos textos específicos en los que se logra descubrir una reflexión teológica más directa con

el tema que se aborda. Por ende, la siguiente lista es una relación de la literatura clave para

la investigación:

-Eudes, Juan. Vida y Reino de Jesús en los cristianos, O.C. I. Traducción de Theodoro

Hernández F. Ed. San Juan Eudes, Usaquén, Bogotá, 1956.

-Eudes, Jean. Oeuvres Completes du Vénérable Jean Eudes. París: Lafolye Freres, 1905.

-Oñoro, Fidel. Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos. Bogotá: Instituto

Bíblico Pastoral Latinoamericano-UNIMINUTO, 2019.

-Quasten, Johannes. Patrología Vol. I-IV. Madrid: BAC, 1978. 1977. 1981. 2000.

-Vidal, Marciano. Nueva Moral Fundamental, el hogar teológico de la ética. Bilbao: Desclée

de Brouwer, 2000.

Page 23: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

23

Capítulo 1.

LA DIVINIZACIÓN: NECESIDAD DEL HOMBRE DE TODOS LOS TIEMPOS

La mirada hacia el ayer, siempre debe ayudar a dar una mirada más objetiva al presente.

Tanto para los primeros cristianos, como para el hombre de hoy, resulta vigente el tema de la

divinización, de la cristificación, es decir, la propuesta de vivir una fe en la que se trabaje por

configurar una identidad cristiana centrada en la persona de Jesús, más que en cualquier otra

cosa, que incluso esté relacionada con él mismo. Para formar una identidad cristiana es

necesario volver a las fuentes dando una mirada a la patrística. Para dar una mirada crítica a

esta realidad, en este primer capítulo se hará un análisis al pensamiento de los Padres de la

Iglesia, para descubrir desde allí el llamado a asumir con serio compromiso el sentido de la

divinización como un plan humanizante que posibilita vivir con sentido hoy.

1. EL VACÍO DEL HOMBRE DE HOY

Antes de comenzar a mirar detalladamente a los Padres de la Iglesia, es necesario resaltar

algunos aspectos clave de la realidad que hoy acontece, para tomar conciencia de la necesidad

de volver a los principios y fundamentos de la fe cristiana de los primeros siglos. Esto para

recuperar el sentido de pertenencia con una iglesia que nace para ofrecer plenitud de vida y

de sentido, a través del anuncio y práctica de un evangelio vivo que transforma. Es tarea de

la comunidad cristiana de hoy reconocer la necesidad de una evolución del pensamiento

cristiano que, no ponga en juego los ideales cristianos, que evite caer en fideísmos,

fetichismos, fanatismos, fundamentalismos y en la pérdida del espíritu crítico de la fe50.

No se debe dejar a un lado el compromiso de conservar el Evangelio, para evitar que la

persona caiga en ideologías que le hacen creer en falsas propuestas de felicidad, que nunca

llenarán el vacío de un hombre que decide no acoger a Dios. Se trata de llevar a la consciente

necesidad de acoger la divinidad. La persona debe implicarse toda con Dios, unirse

50 Mardones, Postmodernidad y Neoconservadurismo, 100-107.

Page 24: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

24

completamente a Él, darse sin reserva alguna a su Señor. Si no se hace esto no se

experimentará plena felicidad51.

Menciona Yáñez que “el ser humano sólo puede ser totalmente feliz en su plena relación con

el Absoluto, a quien busca en su existencia terrena, en las dimensiones fundamentales de su

existencia. La cuestión de Dios está anclada en su mismo dinamismo ontológico”52.

Este dinamismo debe descubrirse en un mundo posmoderno como el de hoy, caracterizado

por la secularización del pensamiento53, por ir en contra de los discursos y prácticas

modernas, es decir, contra esa opresión y falsa pretensión de superioridad que se ha buscado

con la exaltación extrema de la razón, aparece el intento de resaltar lo que diferencia, lo

irreductible, lo indeterminado, lo diseminado y no lo que unifica. La posmodernidad, critica

de la modernidad tanto sus metanarrativas como sus logocentrismos, invitando a deconstruir

las estructuras modernas, pues, las ve como fracasadas, como algo ya agotado54. En palabras

de Mardones, “la razón, los valores, los proyectos se empequeñecen. Hay miedo a ser

traicionados por las grandes palabras y relatos”55. Se promueve, entonces, la desconfianza,

la actitud desengañada, la distancia escéptica ante la modernidad ya caduca. Hoy más que

evidencias racionales, la gente pide experiencias emocionales.

Aparece, en el pensamiento posmoderno, la propuesta de pasar de un modo de pensar fuerte,

monolítico, unitario dominador y autoritario, a uno débil, fragmentario o múltiple56. Para el

posmodernismo, entonces, no hay verdad, sino simples interpretaciones de todo; esto se nota

en los medios de información, que distorsionan la verdad, ocultan las causas de las grandes

desigualdades, cuentan la verdad a su modo y, lo que no conviene, simplemente no se difunde

y así no se sabe. En medio de una realidad así, se plantea como un desafío gigante reflexionar

por el sentido de la divinización como plan de vida, para construir identidad cristiana, pues,

51 Kasper, La unidad en Jesucristo, 112. 52 Yáñez, Esperanza y Solidaridad, 193. 53 Mardones, Postmodernidad y Neoconservadurismo, 92. 54 Fazio, Historia de las ideas contemporáneas, una lectura del proceso de secularización, 329-341. 55 Mardones, Postmodernidad y Neoconservadurismo, 25. 56 Fazio, Historia de las ideas contemporáneas, una lectura del proceso de secularización, 329-341.

Page 25: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

25

la posmodernidad57 no se preocupa por lo global, por credos religiosos, por sistemas éticos,

sino que se explica en lo contingente, lo aleatorio y particular.

Y la tarea de ser cristiano, de construir identidad cristiana, debe ser algo concreto. Debe ser

una apuesta real, no ideal ni ilusoria. Darse a la tarea de descubrir el sentido de la vida en un

mundo posmoderno o contemporáneo, exige preguntarse por el cómo trascender en medio de

una realidad que muestra estilos de vida volcados a la producción y el consumo sin límites,

a las estructuras de poder cerradas en sí mismas; con crisis de identidad que, rompe con los

lazos de fraternidad, de comunión social; donde hay explotación inconsiderada de la

naturaleza, viéndola como un objeto más de dominio; e, idealizaciones de progreso reducidos

a lo técnico y lo económico que olvidan lo espiritual, lo moral y lo social58.

Todo esto preocupa en gran medida, y se hace necesario hacer un ejercicio de comprensión

de la vida, de qué significa vivir con sentido, para evitar la inconciencia y la irresponsabilidad

social, asumiendo la condición real y actual del ser humano, y saliendo a la vez de un teorizar

sin más. Bien dijo Víctor Frank que “una vida cuyo último y único sentido consistiera en

superarla o sucumbir, una vida, por tanto, cuyo sentido dependiera, en última instancia, de la

casualidad no merecería en absoluto la pena de ser vivida”59.

Además, sobre esto de vivir con sentido en medio de cualquier realidad (en su caso desde la

experiencia de aquellos que testimoniaban a partir de sus sufrimientos), el mismo autor

expresó que la libertad íntima nunca se pierde: “Es esta libertad espiritual, que no se nos

puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito”60. Ahora bien, esto implica

total responsabilidad con la propia vida y la construcción de un horizonte existencial que de

plenitud y satisfacción personal. Sólo así se podrá vivir consciente de lo que se es y de lo que

se puede llegar a ser.

El hombre de hoy se distrae fácilmente por la innovación tecnológica que hay; se entusiasma

excesivamente con el éxito, la vida de lujos; se hunde rápido ante el fracaso, cayendo en

depresión y angustia profunda frente a la decepción; se descubre sin esperanza cuando se

57 Harvey, La condición de la posmodernidad, 56-83. 58 Francisco, Laudato Si, 5, 46, 50, 101 y 105. 59 Frankl, El hombre en busca de sentido, 72. 60 Íbid.

Page 26: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

26

presentan realidades de dolor, muerte, culpa y sufrimiento, como situaciones límites61; cae

en círculos de fatalidad, encerrándose en sí mismo frente al abrumo de las preocupaciones.

Este panorama evoca un gran vacío. El hombre de hoy, el hombre del mundo globalizado, tal

vez lo tiene todo, pero le hace falta el todo: Dios.

Si bien muchos creen no necesitar de Dios, terminan buscando llenar el vacío que causa este

libre rechazo en realidades poco estables, descubriéndose en el fondo sin la plena satisfacción

que buscaban. Es allí donde se puede optar por conocerle y descubrir la posibilidad de

conocer mejor quiénes somos también. Con un planteamiento de la realidad como bien se

retrata en los párrafos anteriores, da la sensación de que el problema central de hoy es la

identidad. No saber quién se es y cómo se puede vivir con lo que se es, resulta siendo una

gran dificultad para ser feliz. Peor aún, se llega a no comprender a los demás, a permitirse la

destrucción de unos a otros olvidando el llamado a vivir en comunidad, a cuidar la creación

evitando la explotación inconsiderada, saliendo de la mirada egoísta sobre uno mismo.

El cristiano tiene un gran desafío; el reto es grande. No hay cabida a un cristianismo laxo o

débil en acción, pues las miradas hoy son más variadas y más mediáticas. Antes las múltiples

formas de hacer visible hoy la vida y obra de una persona, hay que tener cuidado de ser piedra

de tropiezo o escándalo para aquellos que esperan una imagen viva de Dios reflejada en

nuestra propia vida. Y para quienes no esperan nada, el hecho de tener un estilo de vida cuyo

lenguaje es el amor, el de la misericordia62, será una herramienta de cuestionamiento

constante que invitará a la pregunta por la vida cristiana como opción de vida con sentido.

2. THEOPOIESIS EN LOS PADRES DE LA IGLESIA

La patrística es, evidentemente, una fuente histórica central de la literatura cristiana para

construir una reflexión en torno a la divinización del ser humano63. Éste fue uno de los temas

teológicos abordados, en los orígenes de la ciencia de los Padres de la Iglesia (Patrología),

que desde entonces captaron esta idea como la misión del hombre aquí en la tierra. Dentro

61 Jaspers, Filosofía, Tomo II 66. 62 Kaspers, La Misericordia, 177 y 94. 63 Atanasio, La Encarnación del Verbo, 31.

Page 27: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

27

de estos autores, el que más enfatiza en la tarea de imitar a Cristo, de hacer todo en Jesucristo,

es San Ignacio de Antioquía, hasta el punto de proponer el martirio como la perfecta manera

de asemejarse al Hijo de Dios: “Para mí, mejor es morir en Jesucristo”64.

Si queremos vivir la vida de Cristo y de Dios, tenemos que adoptar los principios y las

virtudes de Dios y de Cristo: (…) Como Cristo imitó a su Padre, así debemos nosotros imitar

a Cristo: «Sed imitadores de Jesucristo, como también Él lo es de su Padre» (Phil. 7,2). Pero

esta imitación de Jesucristo no consiste solamente en la observancia de la ley moral ni en una

vida que no se aparte de las enseñanzas de Cristo, sino en conformarse especialmente a su

pasión y muerte. Por eso suplica a los romanos: «Permitidme ser imitador de la pasión de mi

Dios» (Rom. 6,3)65.

Se descubre, entonces, que los Padres de la Iglesia en su momento ya tenían presente una

reflexión teológica en torno al ejercicio de formar-conformar la persona de Cristo en

nosotros, lo cual será desarrollado con mayor detenimiento en el segundo capítulo de este

trabajo, al hacer análisis de los textos paulinos del Nuevo Testamento, y de la visión espiritual

de San Juan Eudes.

No obstante, cabe anotar que, desde los primeros siglos de la era cristiana, con los textos

paulinos como punto de partida, la apuesta ha sido por hacer un ejercicio de configuración

de la vida entera con el hecho pascual: pasión, muerte y resurrección de Jesús. Aparece el

uso de verbos como adoptar e imitar, donde el primero se relaciona con virtudes y, el segundo,

con un modelo de vida que en este caso para nosotros sería Jesucristo. Es una mirada a las

notas o características de la personalidad o al ejemplo de vida íntegra de una persona.

No se invita a actuar, comportarse o hacer algo, a semejanza de cualquier persona, lo que

lleva a la claridad de que no es un simple gesto de cumplimiento de leyes o normas, sino a

superar esa visión asumiendo en el propio ser la vida misma de Dios.

Los Padres de la Iglesia se muestran siempre responsables con el uso de las Sagradas

Escrituras, desde donde enseñan que el hombre fue creado, primero a la imagen para luego

convertirse en la semejanza (cf. 1 Jn 3, 2: seremos semejantes a él). No se trata de oponer la

64 Quasten, Patrología Vol. I, 80. 65 Ignacio, San Ignacio Mártir y sus cartas, 8, 2: BAC 65, 452; y Quasten, Íbid, 79.

Page 28: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

28

imagen a la semejanza, sino de mirar en la primera un comienzo, y, en la segunda, un

cumplimiento, como cuando se habla de secuencia o continuidad de un proceso66.

Es una realidad, detallada más en el segundo capítulo desde Pablo, que la vida cristiana es

un proceso de formación de la vida divina en la vida humana, donde el hombre alcanza la

gloria de Dios en la medida que acoge su gracia y le deja vivir en él. Al respecto, el teólogo

Bernard Sesboué afirma que: “la perspectiva es dinámica: el hombre debe pasar de la imagen

a la semejanza, esto es lo que representa su salvación. La imagen es el sello de este

llamado”67.

Se confirma, entonces, que la divinización del ser es un camino, un paso de la imagen de

Dios a la semejanza de Dios. Es decir, de elegir libremente, cada día, acoger lo divino en lo

humano. La imagen de humanidad en la que fue hecho el hombre es Jesucristo, a quien

estamos llamados a asemejarnos cada día más. El gusto de San Ignacio por la idea paulina de

la inhabitación de Cristo es evidente, tanto que, habla de una experiencia de vida humana con

capacidad de acoger la vida divina de Cristo en el alma. De esta manera, sigue la invitación

paulina a descubrir la inmanencia de Dios en el alma humana, al punto que hace la siguiente

comparación que bien señala Quasten, afirmando que: “la divinidad de Cristo habita en las

almas de los cristianos como en un templo” 68. En palabras de San Ignacio de Antioquía se

descubre así:

Hagamos, pues, todas las cosas con la fe de que Él mora en nosotros, a fin de ser nosotros

templos suyos, y Él en nosotros Dios nuestro. Lo cual así es en verdad y así se manifestará

ante nuestra faz; por lo que justo motivo tenemos en amarle69.

Con lo anterior, hay razones para afirmar que desde los primeros Padres ya se hacía una

lectura paulina referenciada que, llevaba a construir una verdad teológica de fondo: la

posibilidad de la divinización. La tarea que queda, desde San Ignacio, frente a este gran regalo

de Dios al hombre de ser capaz de Dios, de acogerle en su interior, es la de hacer todo con fe

y amor. El llamado es a amar a Dios y vivir solo para perfeccionar esa expresión de amor

66 Ouellet, Acercamiento de Teología espiritual y pastoral-Cahier eudistas nº25, 183. 67 Sesboué, L homme, merveille de Dieu, 84. 68 Quasten, Patrología Vol. I, 80. 69 Ignacio, San Ignacio Mártir y sus cartas, 15, 3: BAC 65, 456.

Page 29: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

29

hacia él. El compromiso es unirse a él con una fe auténtica que refleje en los actos cotidianos,

que él habita en todos, como en su templo de gloria, mostrando su esplendor en nosotros.

Ahora bien, en cuanto a la idea de “ser en Cristo”, basado en San Ignacio, Quasten anota que

“no es sólo que Cristo está en nosotros. También nosotros somos una misma cosa con Él. De

ahí que todos los cristianos estén ligados entre sí por una unión divina” 70. Esto por lo que en

San Ignacio se puede rastrear una constante paulina que repite una y otra vez: «ser en Cristo».

La invitación que se recibe es a descubrirse en Cristo, encontrarse en Cristo, es decir,

reconocer lo que se es en la persona de Cristo. Este reconocimiento se vuelve una apuesta

por la unidad cuando se alza la mirada a los demás, descubriendo al Cristo que habita en el

otro, y que es el punto de unidad entre todos.

San Ignacio insiste a los Efesios que sean “imitadores del Señor «a fin de que en toda castidad

y templanza permanezcáis en Jesucristo corporal y espiritualmente» (10,3)”71 y a los

Magnesios les dice que” hace ruegos por la unión con la carne y el espíritu de Jesucristo, vida

nuestra que es para siempre”72.

Esta unidad a la que llama San Ignacio es, en la fe y en la caridad, virtudes superiores que

deben convertirse en las de mayor preferencia entre los cristianos, hasta el punto que sean el

talante identificatorio de cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia. Esta

visión de conformación comunitaria y no individual del ser en Cristo, San Ignacio la toma de

la expresión propia de la liturgia, del culto divino, y de la experiencia comunitaria de

obediencia a un superior. Bien menciona Quasten en su recopilación de textos de este Padre

de la Iglesia, que:

Es característico de Ignacio el recalcar incesantemente que los cristianos no están unidos con

Cristo más que cuando lo están con su obispo por la fe, por la obediencia y especialmente por

la participación en el culto divino. No reconoce la independencia del individuo en la vida

espiritual o en la unión mística con Cristo; sólo admite una unión con el Salvador: la que se

realiza a través de las celebraciones litúrgicas73.

Así, desde esta experiencia humana concreta, debe ser visto Cristo nuestro Señor como

cabeza, como superior, como una unidad conjunta con todos los cristianos, siendo Él el

70 Quasten, Patrología Vol. I, 80. 71 Ignacio, San Ignacio Mártir y sus cartas, 10, 3; y Quasten, Patrología Vol. I, 80-81. 72 Íbid., 1, 2: 65, 460. 73 Íbid., Vol. I, 81.

Page 30: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

30

primero de todos, el centro y fundamento de todo. Solo así se puede comenzar a comprender

el aspecto comunitario de su ser en el hombre, pues no se trata solo de decir “soy Jesús”, sino

“Somos otro Jesús”, en cuanto que, en Cristo se diviniza nuestra humanidad, en cuanto que

somos un cuerpo, una unidad, una familia que se forma, se nutre, se une en la persona misma

de Jesús-Cristo que se hace todo en todos (1 Cor 15, 28; 1 Cor 6, 17; Jn 17, 21).

En ese mismo sentido litúrgico-sacramental, que bien se ha mencionado, entra a hacer un

aporte, sobre este tema, otro Padre de la Iglesia, San Ireneo de Lyon. Con él, el enfoque es

más en torno al tema de la redención, mostrando la necesidad de todo hombre de ser redimido

para recuperar la imagen de Dios, que se había perdido con el pecado del primer hombre. Al

respecto afirma Quasten que: “la redención del individuo la realizan, en nombre de Cristo, la

Iglesia y sus sacramentos. El sacramento es a la naturaleza lo que el nuevo Adán es al viejo.

Una criatura alcanza su perfección en los sacramentos”74. Es notorio que, hay consciencia de

lo central que es el aspecto sacramental, sobre todo desde la expresión propia del bautismo,

que significa un nuevo nacer para Dios, sobre el cual San Ignacio se expresa claramente de

esta forma: “Vino en persona a salvar a todos—es decir, a todos los que por Él nacen

nuevamente para Dios—, recién nacidos, niños, muchachos, jóvenes y adultos”75. Quasten

hace un comentario sobre la fuerza que hace San Ireneo de Lyon sobre la idea de redención

y, muestra preferencia por el uso de las expresiones “imagen de Dios” y “semejanza de Dios”,

lo cual es de vital importancia ya que son términos propiamente usados en esta propuesta

teológica de divinización:

La redención realizada por el Hijo de Dios ha librado a la humanidad de la esclavitud de

Satanás, del pecado y de la muerte. Además, ha recapitulado a toda la humanidad en Cristo.

Ha realizado la unión con Dios, la adopción divina, y ha devuelto al hombre la semejanza con

Dios. Ireneo evita en este contexto la palabra «deificación», teopoiesis. Emplea las

expresiones «unirse a Dios», «adherirse a Dios», participare gloriae Dei; pero procura no

suprimir los límites entre Dios y el hombre, que es lo que se hacía en las religiones paganas

y en la herejía gnóstica. Ireneo distingue entre imago Dei y similitudo Dei. El hombre es, por

naturaleza, por su alma inmaterial, imagen de Dios. La similitudo Dei es la semejanza con

Dios de un orden sobrenatural, que Adán poseyó por un acto libre de la bondad divina. Esta

similitudo Dei es obra del Pneuma divino76.

74 Íbid., 312. 75 Benoít, Le baptéme chrétien au II siécle, 2.4.22; y Quasten, Patrología Vol. I, 312. 76 Íbid., 311-312.

Page 31: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

31

La anterior mención a la redención demuestra una confianza en la acción regeneradora y de

reconciliación hecha por Jesucristo en su rescate al hombre de la muerte, el pecado y la

esclavitud al mal. Aquí el lenguaje es de unidad, de familiaridad, pues, si Dios envía a su

Hijo para la redención de los hombres, quiere decir esto que, los salvados somos hijos en el

Hijo. Bien expresa Spiteris sobre la participación en la vida divina desde la mirada de Ireneo

que “es imposible vivir sin vida –afirma s. Ireneo- y la vida sólo es posible gracias a la

participación de Dios”77.

Expresiones como unión, adhesión y participación, denotan que el hombre recupera en Cristo

la imagen y semejanza de Dios, reflejando sin confusión la presencia de Dios que le envuelve,

sin olvidar que lo que de bueno y santo se refleje en el hombre es por pura bondad de Dios

hacia él, por su deseo divino de mostrarse vivo en los suyos, de expresar su aspecto

sobrenatural en lo natural del hombre. Se trata de devolverle a la naturaleza humana su

aspecto de divinidad por obra del Santo Espíritu de Dios. Es el gesto de recuperarlo para sí,

como su Señor y dueño de su vida, dándole la oportunidad de sentirse libre de todo aquello

(pecado) que no le deja sentirse parte de su Señor, de su Creador, miembro suyo (unión).

Por otro lado, Clemente de Alejandría, en su texto el Protréptico o Exhortación a los griegos,

invita a la conversión de toda creencia pagana, presentando a Cristo como aquel que da una

vida llena de plenitud, porque comunica redención o inmortalidad:

¿A qué cosa te exhorto, pues? Anhelo salvarte. Cristo lo quiere. En una palabra, Él te concede

la vida. Y ¿quién es Él? Apréndelo rápidamente: la Palabra de verdad, la Palabra de

incorruptibilidad, el que regenera al hombre elevándole a la verdad; el aguijón de salvación,

el que expele la corrupción y destierra la muerte, el que edifica un templo en cada hombre a

fin de instalar a Dios en cada hombre78.

Por otro lado, Clemente de Alejandría, al hablar de Cristo Logos como razón divina, maestro

del mundo, principio supremo para la explicación religiosa del mundo, lo muestra como “luz

más pura que el sol, más dulce que la vida de aquí abajo. Esa luz es la vida eterna, y todo lo

que de ella participa, vive”79. Jesús es, entonces, una luz que brilla tanto que aleja de la

oscuridad y de la cerrazón del pecado al hombre, haciendo que amanezca y surja la luz en la

77 Spiteris, Salvación y Pecado en la tradición oriental, 140. 78 Clemente de Alejandría, Le Protreptique, 3-4.11. 117; Véase: Butterworth, Clement of Alexandria with an

English Translation, 2-263; Quasten, Patrología Vol. I, 322. 79 Íbid., 11.88.114; 337.

Page 32: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

32

realidad humana más compleja. De esta manera, se abre en Jesús la posibilidad de

transformación, de una nueva vida en él. Esto lo hace notar Quasten, a partir del pensamiento

en Clemente de Alejandría:

Le reconoce, además, como a salvador de la raza humana y fundador de una nueva vida que

empieza con la fe, avanza hacia la ciencia y la contemplación y, a través del amor y de la

caridad, conduce a la inmortalidad y a la deificación. Cristo, por ser el Verbo encarnado, es

Dios y hombre, y por medio de El hemos sido elevados a la vida divina. Así, habla de Cristo

como del sol de justicia80:

La mirada a Jesús como luz que da vida, se relaciona con el dinamismo vital que surge de su

acción divina para llevar a los cristianos a la unidad. En ese sentido, aparece el dinamismo

eclesial, donde el aporte de Orígenes es crucial al proponer una mirada a la Iglesia como el

cuerpo místico de Cristo, como una unidad de cuerpo y alma. De esta manera, ve a Cristo

como el principio (alma) de la vida de la Iglesia. Se tiene la certeza de no pensar siquiera en

hacer algo sin él, sin su presencia viva que invade la propia vida, dándole el dinamismo de

ser un movimiento constante hacia la perfección, un todo que camina vivificado por el Señor,

una unidad que es movida por quien tiene el poder de darle vida. El autor, Orígenes, lo hace

ver así:

Decimos que las Sagradas Escrituras afirman que el cuerpo de Cristo, animado por el Hijo de

Dios, es toda la Iglesia de Dios, y que los miembros de este Cuerpo —considerado como un

todo—son los creyentes. De la misma manera que el alma vivifica y mueve al cuerpo —éste

de suyo no tiene el poder natural de moverse que posee un ser vivo—, así también el Verbo,

movido como se debe y animando a todo el Cuerpo, que es la Iglesia, mueve también a todos

los miembros de la Iglesia, que de esta manera nada hacen sin el Verbo81.

La unidad de todos dada en Jesucristo, muestra que el cristiano recibe la gracia de ser uno en

el otro para descubrir el verdadero valor de su ser, asumiéndose a sí mismo y a los demás,

como parte de un mismo cuerpo. La tarea del cristiano no será otra que cuidar todo lo que es,

sin que se rompa la unidad del cuerpo eclesial, procurando que nadie se escape o quede por

fuera. En ese momento que el hombre es consciente de que no es solo lo que cree que es, sino

lo que está llamado a ser, que es mucho más de lo que imagina que es, puede dar a conocer

lo que vale, si es en el otro todo lo que es. Una de las grandezas que forman al ser es, por

80 Íbid. 81 Mateo-Seco, Orígenes - Contra Celso, 6. 48, y Quasten, Patrología Vol. I, 393.

Page 33: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

33

ejemplo, su carácter natural de eternidad. Afirma Quasten, basado en el pensamiento de

Lactancio, que:

También difiere de Arnobio en su manera de concebir la inmortalidad. Mientras el profesor

enseñaba que el alma no está dotada de inmortalidad, pero que puede adquirirla mediante una

vida cristiana, Lactancio dice explícitamente que posee esta cualidad por naturaleza. Así

como Dios vive siempre, así también hizo el espíritu del hombre. Otro testimonio de esta

sentencia del autor es su creencia de que los malvados no serán aniquilados, sino sometidos

al castigo eterno «Puesto que la sabiduría, que es concedida al hombre, no es otra cosa que el

conocimiento de Dios, es evidente que el alma ni muere ni es aniquilada, sino que permanece

por siempre, porque busca y ama a Dios, que es eterno». El hombre es, pues, eterno por

naturaleza. Pero no goza de la perfección de este don en sus efectos y destinación, a no ser

que por la práctica sincera de la verdadera religión alcance el cielo y una vida de infinita

felicidad con Dios82.

La tarea humana ha sido y será siempre de esforzarse por vivir de manera que sus acciones

todas sean reflejo de la vida de Dios. Todo ser humano es capaz de deificación, de hacerse

Dios, de dejar a Dios ser Dios en su vida, de lograr ser reflejo vivo de su presencia. Este

esfuerzo es siempre relacionado con una vida que guarda los mandatos de Dios, sus leyes

divinas. Justino al respecto señala que:

Habiendo sido creados impasibles e inmortales, como Dios, con tal de guardar sus

mandamientos, y habiéndoles Él concedido ser llamados hijos de Dios, son ellos los que, por

hacerse semejantes a Adán y Eva, se procuran a sí mismos la muerte. Sea la interpretación

del salmo (81) la que vosotros queráis; aun así, queda demostrado que a los hombres se les

concede llegar a ser dioses y que pueden convertirse en hijos del Altísimo y culpa suya es si,

como Adán y Eva, son juzgados y condenados83.

Siguiendo a Justino, con tal de guardar los mandamientos, es que fue el hombre creado

inmortal como Dios. Parece que el trabajo desde un comienzo se relacionaba con guardar la

ley, pero ¿qué se entiende por ley? Este concepto tiene un amplio bagaje en el Antiguo

Testamento, pues guarda relación con muchos conceptos tales como “estatutos, órdenes,

normas jurídicas, mandatos, entre otros” y tiene además mayor profundidad y contenido84.

La ley en el A.T., bien entendida, era parte de la vida del hombre piadoso, era lo que

confortaba su alma, lo que alegraba su corazón y daba luz a sus ojos, “(…) la ley era el

fundamento de la religión y de la moralidad israelitas”85, era un deber de los padres educar a

82 Quasten, Patrología Vol. I, 700. 83 Íbid., 213. 84 Ausejo, de Serafín. Diccionario de la Biblia, 1094. 85 Íbid., 1095.

Page 34: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

34

sus hijos en ella, para garantizar el buen comportamiento social. Verla más allá de un acervo

de prescripciones inconexas es la tarea, pues, sino se cae en el escrúpulo de cumplir por

cumplir una norma hasta el punto de que pase a ser el centro de una fe, de una experiencia

religiosa, olvidando que la relación con Dios exige un ejercicio de vida en libertad donde se

asuma con responsabilidad la tarea de vivir con total armonía (Gál 5, 1).

Esta visión fue desarrollándose mejor, poco a poco, en la historia de Dios con su Pueblo, para

ir construyendo esa idea de hacerse como Dios, de asumir la deificación. Algo hay que tener

presente y es que, en el Antiguo Testamento, el concepto ley era menos jurídico que el del

griego nomos del Nuevo Testamento traducido por los Setenta. En el A.T. la ley se descubre

por todos lados, y el pueblo se ve confrontado con sus exigencias. Se ha comprendido como

una enseñanza divina para darle orden al proceder humano. De allí que se distinga siempre

el aspecto ético e institucional. Pablo, por ejemplo, resaltará prescripciones de orden moral86.

Con la Nueva Alianza se da un vuelco a la ley, se habla de una nueva relación entre los

hombres y de éstos con Dios, pues se concibe más como un sello interior. Se motiva a vivir

la plenitud de Dios, a través de un ejercicio de vida en perfección que supere las

imperfecciones de una ley que olvide la justicia y la misericordia divina. Esta nueva ley

propuesta por Jesús en el Nuevo Testamento, tiene como fundamento, el mandamiento del

amor. De este modo, no se duda que la ley nace desde Dios como quien quiere que todo tenga

sentido desde el amor, que es la consumación de la ley87.

La síntesis, no cabe duda, es el amor. Desde el amor se construye la perfecta imagen de Dios

en el hombre, pues ama por haber sido amado. No es tanto que ame para que lo amen, como

si en la ley de la retribución estuviera llamado a quedarse, sino que ama porque ha

experimentado el amor (1 Jn 4, 19). Quien ha sido creado por amor, puede amar. Así mismo,

quien ha sido creado por Dios, puede ser él, puede ser reflejo de su amor. Desde el apóstol

San Pablo, se invita a no caer en la presunción de justificar todo por la ley en sí misma,

olvidando que la ley es un medio y no un fin (Rm 7). La ley no puede caminar sola, necesita

de la fe como herramienta que acoge el amor de Dios manifestado en Jesucristo para liberar

86 León-Dufour, Vocabulario de teología bíblica, 1450-1451. 87 Íbid., 1452-1453.

Page 35: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

35

y no atar a nadie bajo ningún pretexto. Hablando de la ley que debe seguir el cristiano, en el

contexto de una moral actual desde el Concilio Vaticano II, el teólogo Múnera comenta:

El cristiano no está sometido a la Ley, sino que la Ley está sometida al cristiano en razón de

su transformación en Cristo. Cristo es nuestro liberador de la Ley. Él es nuestra salvación,

nuestra justificación, nuestra Alianza, nuestra Ley nueva. Esto significa que, si se toma la Ley

como parámetro para obrar moralmente, los cristianos tomamos a Cristo como punto de

referencia para nuestro comportamiento. Pero Cristo no es alguien extrínseco al cristiano.

Sino que pertenece a su interioridad. El seguimiento de Cristo consiste básicamente en un

tratar de reproducir a Cristo en nosotros, copiar sus rasgos hasta que ya no seamos nosotros

sino Él quien habite en nosotros88.

En este camino de acoger la vida divina, a través de una vida santa, una vida vivida según

los parámetros divinos, aparece una reflexión de Gregorio de Nisa que resalta Quasten como

llamado a la deificación a través de ejercicios, como el de purificación. Esto demuestra la

necesidad que se veía desde un comienzo, de hacer esfuerzos espirituales para formar el ser

de Dios en el propio ser. Lo hace a través de ocho homilías sobre las bienaventuranzas:

… las compara a una escala por medio de la cual la palabra divina nos conduce gradualmente

a las alturas de la perfección. Algunas concepciones de Gregorio le recuerdan a uno las

Ennéadas de Plotino, en particular su doctrina sobre la purificación como medio de

deificación. Sin embargo, él ha sabido cristianizar completamente las ideas que ha tomado de

los neoplatónicos89.

El hombre debe experimentar en todo momento libertad para poder garantizar que la ley que

vive es cristiana y no sólo régimen humano, pues así es como Pablo en la carta a los Romanos

plantea la opción de la ley, como aquella que forma para la acción responsable y anima a

vivir en santidad. De esta manera, aparece con claridad el concepto de ley espiritual o ley del

Espíritu, como aquella que da vida en Jesucristo (Rm 7, 14-25), como aquella que el hombre

vive para experimentar ruptura con el pecado y con la muerte. Es la vida en el Espíritu la

mejor opción de vida en cuanto que se da lugar a mirar la ley como camino de salvación. Se

es Cristo, se vive la vida divina de Dios en la propia vida, cuando se vive en el Espíritu. Vivir

en el espíritu es la vida de Cristo dentro de la persona (Rm 8, 11; 2 Cor 6, 16).

Gregorio de Nisa, al hablar del hombre como imagen de Dios, de su ascensión mística y

como corona de toda la creación de Dios, aclara que la semejanza del hombre no es con la

creación sino con la naturaleza del Creador, con su persona, su vida, el ser mismo de Dios.

88 Múnera, Moral de la ley y moral del Espíritu, 34. 89 Quasten, Patrología, Vol. II, 299.

Page 36: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

36

El hombre es imagen de su creador, sobre todo, por su alma que es el principio vital de

semejanza, un alma dotada de razón, de gracia divina. Gregorio, comenta Quasten, “emplea

el término «imagen» (eikon) como la expresión adecuada de los dones divinos con que fue

dotado el hombre, de su condición original de perfección” 90. Cuando Gregorio de Nisa habla

de Deificación, se refiere a dos aspectos específicos: “en primer lugar a la transformación de

la carne asumida por el Hijo en la Encarnación (y, por extensión, a la operación de los

sacramentos), y en segundo lugar a la participación del hombre en las perfecciones divinas”91.

Es notorio en las obras de Gregorio de Nisa92 que prefiere hablar de participación del hombre

en los atributos divinos y de su posibilidad de lograr la semejanza con Dios93. Vale

preguntarse en este punto ¿qué es la deificación para el obispo de Nisa?

En primer lugar, deificación para el obispo de Nisa es ante todo un término cristológico, que

expresa la transformación de la naturaleza humana de Cristo por lo divino, y es sólo en este

sentido que se utiliza literalmente. En segundo lugar, la deificación se extiende a los seres

humanos a través de los sacramentos, lo que produce una participación en el cuerpo deificado

de Cristo. En tercer lugar, la deificación de los seres humanos mediante la participación en

los atributos divinos es deificación en un sentido estrictamente análogo94.

Ahora bien, en esa apuesta por dominar las pasiones, para tomar distancia del mal y

ejercitarse en la conservación de la pureza, Gregorio de Nisa se centra más en la virtud

(ἀρετή). La diferencia con Clemente y Orígenes, es que el primero ve la imagen de Dios en

el alma como lo racional (νοῦς) y el segundo como el libre albedrío. De esta forma se

visualiza la armonía que hay en el hombre haciendo la analogía con la creación. Quasten cita

al respecto un texto propio del Obispo de Nisa:

Si toda la ordenada disposición del universo es una especie de armonía cuyo autor y artista

es Dios..., y si el hombre mismo es un microcosmos, entonces éste es una imitación de Aquel

que plasmó el universo. Es natural, pues, que la mente descubra en el microcosmos las

mismas cosas que encuentra en el macrocosmos... Toda la armonía que se observa en el

universo se vuelve a encontrar en el microcosmos, es decir, en la naturaleza humana, en la

proporción que las partes guardan en el todo, en tanto en cuanto las partes pueden contener

el todo95.

90 Íbid., 326. 91 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 226. 92 Cabe anotar que “La cristología de Gregorio, como la de Atanasio, es soteriológicamente impulsada. Fundada

sobre el principio de intercambio ireneo-atanasio, sostiene que el Verbo se encarnó `para que al llegar a ser

como somos, pueda hacernos como él es”. Véase: Russell, Íbid., 229. 93 Russell, Íbid., 226. 94 Íbid., 229. 95 Quasten, Patrología Vol. II, 326.

Page 37: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

37

Esta condición de armonía, de semejanza, de ser imagen de Dios, es lo que sitúa al hombre

capaz de Dios. Es a partir de la encarnación, donde el Hijo de Dios asume una naturaleza

humana, donde se esclarece más esta mirada deificante de la vida humana. La gracia de

experimentar una transformación de la naturaleza humana en Cristo, de descubrirse como

una nueva creatura glorificada, es muestra de la posibilidad de participar de la divinidad en

la persona de Cristo. En el pensamiento de Gregorio de Nisa, esto se da “a través de la

participación humana con Cristo en la historia de la salvación, especialmente a través de la

fe, el bautismo y la imitación de un discípulo”96.

No somos, Dios ontológicamente hablando, pero si Dios en cuanto actuamos como él y nos

esforzamos por vivir su ley, según lo ya explicado anteriormente. Bien menciona Quasten

que: “Gregorio hace suyo el famoso axioma de los antiguos: «El semejante es conocido por

su semejante», cuando insiste en que la semejanza del alma con Dios es conditio sine qua

non de nuestro conocimiento de la naturaleza de Dios” 97. En la historia de la filosofía, este

principio es importante llegándose a esta síntesis: “solamente lo divino puede conocer lo

divino”98. Se hace ver que hay notas de divinidad en el hombre para poder conocer y acercarse

a lo divino. Es la lógica de semejanza, donde se haya comunión y participación desde los

elementos de unidad que se identifiquen en las personas que se encuentren: Dios hecho

hombre, y el hombre hecho a imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 26). En una citación hecha

por Quasten, Gregorio lo anota así:

El ojo goza de los rayos de la luz en virtud de la luz que él mismo tiene por naturaleza, con

la cual puede aprehender a sus semejantes... Esta misma necesidad exige, en lo que respecta

a la participación en Dios, que en la naturaleza que ha de gozar de Dios haya algo semejante

a Aquel de quien se va a participar99.

Es una realidad que no es fácil comprender a Dios y sus misterios, pues, muchos de éstos

sobrepasan el entendimiento humano, pero, sí puede el hombre reconocer sus límites

racionales y desde allí tocar lo íntimo de Dios al adentrarse en su visión espiritual, mística

trascendental, que le acerca al misterio, aunque éste no se deje de elevar más y más. Este

acercamiento llena de sentido para caminar hacia Dios, hasta el punto de experimentar que

96 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 230. 97 Quasten, Patrología Vol. II, 327. 98 Íbid. 99 Íbid., 327-328.

Page 38: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

38

es él quien camina en el interior del hombre guiándole hacia la verdad. Para Gregorio de Nisa

“la terminología de la participación proporciona un medio alternativo para expresar nuestra

relación cada vez más profunda con Dios”100, donde se nota que hay unión en el cristiano con

su Dios, siendo ésta una realidad aunque como misterio supere su comprensión. Quasten lo

hace ver con palabras propias de Gregorio en el sermón 6 de las Bienaventuranzas:

La naturaleza divina, sea lo que fuere en sí misma, sobrepasa toda inteligencia capaz de

comprender, siendo como es totalmente inaccesible e inasequible para el razonamiento y para

la conjetura, y los hombres no han encontrado la facultad para entender lo que no se puede

entender ni se ha inventado un método para comprender las cosas inexplicables101.

Gregorio de Nisa plantea que, a Dios se puede llegar por inferencia, por analogía, que “son

muchas las maneras de percibirlo. Al que ha hecho todas las cosas en sabiduría se le puede

ver (…) a través de la sabiduría que se manifiesta en el universo”102. Pero se trata de no

quedarse solo en lo externo de la operación analógica, en una simple analogía sin más, pues

como bien lo enuncia Gregorio de Nisa:

El hombre que ha purificado su corazón de toda criatura y afección viciosa verá la imagen de

la naturaleza divina en su propia belleza. Yo pienso que en esta breve sentencia el Verbo

expresa un consejo como éste: En vosotros, hombres, existe cierto deseo de contemplar el

verdadero bien. Cuando oigáis que la Divina Majestad está encumbrada por encima de los

cielos, que su gloria es inexplicable, que su belleza es inefable y que su naturaleza es

inaccesible, no perdáis la esperanza de contemplar algún día lo que deseáis. Está, en efecto,

a tu alcance; tienes en ti mismo la medida para comprender a Dios. El que a ti te hizo dotó al

mismo tiempo tu naturaleza de esta admirable cualidad. Dios dejó impresa en tu constitución

la semejanza de los bienes de su propia naturaleza, como si preparara el molde de un grabado

en cera. Pero la malicia, que se ha derramado en torno a la imagen divina, ha hecho inútil

para ti el bien que se oculta bajo cubiertas infames. Por consiguiente, si limpias nuevamente,

con una buena vida, la inmundicia que, como mortero, se te ha pegado al corazón, aparecerá

en ti la belleza divina.

La divinidad es pureza, ausencia de toda pasión y separación de todo mal. Si en ti hay

todo esto, Dios está efectivamente en ti. Por consiguiente, si tu pensamiento no tiene mezcla

de mal y está libre de pasión y exento de mancha, eres bienaventurado por tu clarividencia;

pues, por estar purificado, eres capaz de percibir lo que es invisible para los que no están

purificados. Las tinieblas materiales han desaparecido de los ojos de tu alma, y tú contemplas

la radiante y dichosa visión en el limpio cielo de tu corazón103.

Grande la riqueza que envuelve el anterior texto de Gregorio de Nisa. La invitación es a mirar

primero para adentro, para el interior humano, haciendo el trabajo de trabajar en lo que se es,

100 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 232. 101 Quasten, Patrología Vol. II, 328. 102 Íbid. 103 Íbid., 329.

Page 39: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

39

para luego dar una mejor mirada hacia afuera. Esto desde el ejercicio de tomar distancia de

lo que aleja de Dios, para salir de sí mismo a un mejor encuentro con el otro, en quien vive

Dios, en quien se refleja Dios.

El proceso de deificación ha sido constantemente asumido en los primeros Padres de la

Iglesia, como un camino de desprendimiento de prácticas malas que llevan a abrazar prácticas

buenas como norma de vida en Dios104. Todo hombre como imagen de Dios está llamado a

continuar la obra ordenadora del Creador, quien todo lo hace bien y con armonía. Esa esencia

de bondad, reflejada en el hombre cuando opta por hacer el bien, es lo que le asemeja más a

Dios. Dice Graef, citando el Gran Discurso catequético de Gregorio de Nisa, que “hay en el

hombre algo que le asemeja al mismo Dios, y esta semejanza es naturalmente la imagen de

Dios según la cual fue creado el hombre”105. No obstante, la persona humana siempre se verá

lacerada por la realidad del pecado, que le puede llevar a mostrar lo más bajo que tiene, o le

puede dar la posibilidad de mostrar cómo la gracia lo eleva a lo más alto, a una ascensión

mística que, en palabras de Gregorio de Nisa, menciona Quasten, sería un camino al cielo en

búsqueda de la semejanza con Dios:

«El camino que conduce al hombre de nuevo al cielo no es otro que el evitar las cosas malas

de este mundo, huyendo de ellas. Me parece a mí que el propósito de evitar el mal realiza la

semejanza con Dios. Hacerse semejante a Dios quiere decir hacerse justo, santo y bueno y

otras cosas parecidas. Si alguien, en cuanto está de su parte, graba en sí visiblemente los

rasgos característicos de estas virtudes, pasará, automáticamente y sin esfuerzo, de esta vida

terrena a la vida del cielo»106.

Gregorio de Nisa está salvaguardando siempre la libertad humana para elegir o no a Dios.

Esta decisión del hombre es la que le engrandece o lo deja mal posicionado, la que permite

identificar en concreto si se vive en Dios o no. Hacer memoria de que como expresa:

… el potencial de volverse divino para la creación humana y quizás para todo el cosmos…es

parte del tejido de la creación, impreso en ella por la intención e iniciativa divina en el acto

de crear. Es en torno a estos conceptos que se construye la posterior doctrina cristiana de la

deificación107.

104 Atanasio, La encarnación, 60-62. 105 Graef, Historia de la mística, 120. 106 Quasten, Patrología Vol. II, 330. 107 Collins, Partaking in Divine Nature, 26.

Page 40: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

40

Así como Dios toma posesión de lo que crea, así el hombre está llamado a tomar posesión de

su Creador en cuanto se adhiere a él con una vida que hace prevalecer la misericordia, la

perfección en el amor por el otro. Sobre este particular, señala Quasten:

Ahora bien, si, según el Eclesiastés (5,1), «Dios está en el cielo» y tú, según el profeta (Ps

72,28), «te adhieres a Dios», se sigue por fuerza que quien está adherido a Dios está donde

está Dios. Como Él te ha mandado que en la oración le llames Padre a Dios, te manda nada

menos que te hagas semejante a tu Padre celestial mediante una vida que sea digna de Dios,

como nos invita más claramente en otro lugar cuando dice: «Sed perfectos, como vuestro

Padre celestial es perfecto (Mt 5,48)»108.

El hombre está llamado a la deificación, a divinizar su humanidad, a ser portador de la

divinidad en su humanidad. En esa participación humana en lo divino, cabe resaltar que no

se vive esto por mérito, sino por pura gracia de Dios: “la deificación es el producto de la

gracia y no trae igualdad. Mientras que los seres humanos se convierten en Dios por gracia,

el Segundo Adán es Dios por naturaleza”109.

Más adelante, bajo esa influencia neoplatónica, aparece San Agustín tocando el tema de la

creación del hombre a imagen de Dios (Gn 1, 27) y el de la posibilidad de conocer a Dios a

través de las creaturas (Rm 1, 20), para conocer al hombre y su historia (Sal 100, 3). Así, San

Agustín hace la síntesis de su pensamiento, llegando a afirmar que, jamás el hombre tendrá

descanso, ni estará plenamente feliz, si no se abre a Dios, a participar de su vida. Su reflexión

de divinización, apoyada en su experiencia de vida que busca equivocadamente la felicidad

en refugios humanos, refleja la convicción final que construye al descubrir que solo Dios es

plenitud, que sólo con él se vive el plan salvífico de ser uno con la divinidad. Sobre esto

comenta Quasten que:

Agustín explora la noción de imagen (De Gen htt o i 57), muestra que es propia del hombre

interior, es decir, de la mente, no del cuerpo (De Trtn 12,7,12, In lo 8,6), que ha sido impresa

inmortalmente en la naturaleza inmortal de su alma (De Trtn 14,4,6), que consiste en la

capacidad de elevarse hasta la posesión inmediata de Dios, que ha sido deformada por el

pecado y que la gracia la restaura (íbid , 14,14,18, 14,16,22, 15,8,14). El hombre, por tanto,

«es imagen de Dios, en cuanto es capaz de Dios y puede participar de Dios» (íbid , 14,8,11)

«Y esta es la grandeza de su naturaleza ser capaz de participar de la naturaleza suma» (íbid ,

14,4,6) En cuanto capax Dei, el hombre es indigens Deo «por haber sido constituido en tan

grande dignidad, que, aunque mudable, solo adhiriéndose al ser inmutable, es decir, a Dios,

puede alcanzar su felicidad, ni puede saciar su indigencia si no es feliz, mas para saciarla solo

108 Quasten, Patrología Vol. II, 330-331. 109 Collins, Partaking in Divine Nature, 60.

Page 41: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

41

Dios basta» (De civ Dei 12,1,3). Esta es la razón profunda de las conocidas palabras «Nos

hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en ti»110.

Citando el libro X de las confesiones de Agustín, Hilda Graef comenta que, las experiencias

místicas que este santo tenía le llevaban a expresar que la presencia de Dios “hace que el

hombre sea consciente de su propia insuficiencia, de su similitud con Dios, aunque,

paradójicamente, le da también a entender la divina semejanza conforme a la que fue

creado”111. Es una realidad que el hombre, por su condición de ser libre, puede ser semejanza

o desemejanza de Dios. Si bien Dios no está en mano de los hombres, el hombre si está en

manos de Dios, en total dependencia de él como su creador. San Agustín en sus sermones

define la semejanza como “la razón de la suma conveniencia de la gracia” 112 y la desemejanza

como “la razón de su gratuidad y trascendencia” 113 refiriéndose a Dios.

Al hablar del hombre y la categoría teológica “imago Dei - imagen de Dios”, a manera de

complemento reflexivo con otros autores, se descubre la posibilidad de trascendencia del ser

humano desde la inmanencia, de realizarse en el ejercicio de su individualidad personal. Al

respecto, Yáñez expresa que, la imagen hace referencia a la capacidad humana de conocer

naturalmente a Dios, y que “su semejanza con Dios radica en su espiritualidad; de allí el ser

«persona-creada» a imagen de Dios, comunidad de Personas en una misma y única naturaleza

divina”114. En cuanto a este tema de la imagen y la semejanza de Dios, Santiago García

argumenta que:

El hombre en cuanto creado «a imagen» de Dios, es «asumido» gratuitamente por Dios en

Cristo, Imagen arquetípica, a fin de que pueda conseguir una «semejanza» completa con Él.

Este hecho no implica para el sujeto espiritual ningún tipo de autoalienación, sino el retorno

más íntimo a sí mismo, a su personalidad escondida con Cristo en Dios, pues él está

predestinado a entrar y a volver, en el Hijo de Dios, a Dios como patria y a su autenticidad

creatural115.

En este esfuerzo personal por trascender, el hombre percibe que vivir en gracia no es fácil,

pero sí es posible. Vivir, en efecto, contrario a la gracia, es burlarse de la gratuidad del amor

misericordioso de Dios que siempre se da, aunque exista la posibilidad del rechazo. En ese

110 Quasten, Patrología Vol. III, 493-494. 111 Graef, Historia de la mística, 135-136. 112 Quasten, Patrología Vol. III, 494. 113 Íbid. 114 Yáñez, Esperanza y Solidaridad, 187. 115 García, La decisión cristiana, 274.

Page 42: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

42

sentido, hablar de divinización es hablar de encuentro, sin dejar de reconocer tanto el papel

de la persona humana que se esfuerza por unirse más a Dios; como el papel de Dios que se

rebaja al ponerse al nivel del hombre para que éste le alcance. Ahora bien, siguiendo con la

mirada agustiniana del asunto, Quasten resalta que:

Agustín examina la delicada cuestión del encuentro de Dios y el hombre, conjugando uno y

otro aspecto, que no se deben separar (Serm 1,1, In ps 101,2,10). En ello insiste cuando

expone como teólogo que el hombre es imagen no solo de Dios uno, sino de Dios Trinidad,

pues en el hombre «el espíritu, su amor y su conocimiento son tres cosas, y estas tres cosas

son una cosa, y, si son perfectas, son iguales» (De Trtn 9,4,4) 116.

Por un lado, la realidad del Dios, manifestado como uno y trino, amplía las cualidades divinas

a tener presente para reflejar en la acción humana. Dios se muestra constante en la variedad

expresiva de su amor, muestra que lo único permanente es su amor manifestado de manera

creativa en su Hijo, en su Espíritu. Dios, inquieto en su manifestación de amor divina a los

hombres, se hace hombre para mostrar la grandeza humana, para hacer ver que ser hombre

no es ser poca cosa. El hombre no es un objeto, es un sujeto con el que interactúa Dios mismo;

es alguien diferente a todo lo creado (Sal 8). Nos diferenciamos como parte de la creación,

pero somos creación. Somos parte de la creación misma. Bien expresaría esto Humberto

Yáñez diciendo que “En el ser humano hay algo de divino que es un presupuesto de la

posibilidad de la unión inmediata con Dios; precisamente es su capacidad de recibir la gracia,

en cuanto que es persona, espiritualidad y apertura al Infinito”117.

Aunque se reconozca como persona, como espiritualidad y trascendencia, el hombre no es

soberano. Unido al soberano Dios, se hace extensión de él y decide con sabiduría ser más

como él. El llamado constante del hombre es, a no responder con orgullo diabólico, es decir,

a no pretender ser Dios sin Dios. Se trata de unirse más y más a Dios para que, junto con él,

se exprese lo sobrenatural de lo natural de la vida. No es cuestión de ostentar la imagen de

Dios, pues esto es soberbia; es más portar con humildad y responsabilidad la presencia de

Dios que invade todo el ser (Sal 139, 7; 2 Cor 4, 7; Hch 17, 28). La tarea es no perder la

gracia recibida en Cristo, para mantener vivo su efecto divinizador. Esto no es solo un ideal

116 Quasten, Patrología Vol. III, 494. 117 Yáñez, Esperanza y Solidaridad, 186.

Page 43: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

43

al que se aspira, sino una meta a la que se puede llegar, a la que Cristo nos acerca con su

gracia.

Por otro lado, es con Atanasio que se hace una defensa de la encarnación de Jesús, como base

fundamental de la fe cristiana, para poder hablar de un hombre nuevo en gracia y llamado a

ser imagen de Dios. Atanasio es el primer en hablar de deificación cristiana en su propósito

de defender la fe cristiana (sobre todo del arrianismo), y no hay un escritor anterior a él que

utilice más este término118. Para este padre de la Iglesia el núcleo esencial de la fe cristiana

es el Verbo-Dios humanado, “la Encarnación del Hijo de Dios, y, en último término, la

Redención del hombre, es decir, la restauración de la imagen divina, destruida por el pecado,

y su deificación como hijo de Dios, por adopción”119. Cabe anotar, que Atanasio diferenció

muy bien en sus escritos la deificación pagana de la deificación cristiana valiéndose del

conocimiento que tenía de los escritos apologéticos de sus predecesores.

En cuanto a la deificación pagana, Atanasio resalta que, el error fundamental que tenían era

el de adorar a la criatura más que al Creador, cayendo en idolatría y en la satisfacción de sus

pasiones120. No obstante, al hablar de deificación cristiana, su reflexión indica que se trata de

reorientar la humanidad caída hacia lo divino para descubrir salvación en la encarnación del

Verbo, que direcciona la vida hacia la incorrupción121.

Fernando Guerrero comenta, en la introducción al texto de la encarnación de Atanasio, que

“la idea fundamental que emerge de su exposición es que el Verbo se hizo hombre para que

nosotros pudiéramos hacernos Dios”122. El acento es fuertemente marcado en el misterio de

la encarnación, con el contexto histórico de hacer un ejercicio eclesial de defensa doctrinal

frente al arrianismo, pues, no cabía en la doctrina cristiana católica la afirmación de que el

Hijo único de Dios no se hace verdaderamente hombre. La bondad divina del Padre es tan

infinita que, encarna a su Hijo para darnos otra vía de divinización, de reconfiguración de su

imagen en nuestra propia vida. Afirma, entonces, San Atanasio:

118 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 166-167. 119 Atanasio, Introd. De La encarnación del Verbo, 22. 120 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 168. 121 Íbid., 169. 122 Atanasio, La encarnación del Verbo, 31.

Page 44: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

44

La «encarnación del Verbo» es el fundamento radical del valor soteriológico de la pasión,

muerte y resurrección de Jesucristo, ya que si el Verbo no hubiese sido Dios y no se hubiese

encarnado no habría restaurado en nosotros la imagen de Dios123.

Dios Padre, al crearnos, nos “garantizó una vida divina por la gracia del Verbo”124. La vida

divina que envuelve al hombre es presencia de Dios, en su Hijo Jesús, sobre toda la persona

humana. “Dios creó al hombre para la incorruptibilidad y a imagen de su propia eternidad”125,

dándole un estado natural de no pecado, es decir, de gracia divina que resaltaba su propia

naturaleza, su participación especial en el ser de Dios126. El hecho de vivir en pecado y perder

esta gracia, es ya una libre decisión del propio hombre.

Dios no ha creado al hombre porque sí, o en serie sin más. En la acción divina se descubre

siempre un proyecto, un plan de vida en el que Dios toma la iniciativa de cuidado, como un

Padre que sostiene su creación y le invita siempre a volver a él, a restaurar la vida en él. Sobre

esto, Múnera afirma que “todo tiene que retornar al Padre. El designio salvífico es que toda

la realidad obtenga su plenitud en el Padre, en la fuente y origen de todo ser”127. En este

mismo orden, se descubre que evidenciar la presencia de Dios, mostrarla en el propio ser, es

lo que mejor responde al deseo divino voluntario de crear al hombre. Sobre este particular,

argumenta Atanasio de esta manera:

¿Por qué Dios los había creado, si no quería ser reconocido por ellos? De ahí que, para que

no ocurriera esto, como era bueno, los hizo partícipes de su propia imagen, nuestro Señor

Jesucristo, y los creó a su imagen y semejanza. De modo que, comprendiendo la imagen a

través de una gracia tal (me refiero al Verbo del Padre), fueran capaces de hacerse una idea,

a través de él, del Padre y, conociendo a su creador, vivieran una vida realmente feliz y

bienaventurada128. En efecto, se hace hombre para que lleguemos a ser Dios; se ha hecho

visible en su cuerpo, para que nos hagamos una idea del Padre invisible; ha soportado los

ultrajes de los hombres, a fin de que heredemos la incorruptibilidad129.

La eternidad de Dios abraza al hombre de tal modo que éste no vive ya en pasado, ni en

futuro, ni en presente, sino en un instante que se eterniza cada segundo con la afirmación de

su gracia, con la acogida de su amor en el propio ser, que transforma y deifica

constantemente. Si bien el segundo, del que ahora mismo se es consciente que acaba de pasar,

123 Íbid, 32. 124 Íbid, 47. 125 Íbid, 48. 126 Graef, Historia de la mística, 100. 127 Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 34. 128 Atanasio, La encarnación del Verbo, 59-60. 129 Íbid., 139.

Page 45: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

45

no es más que un instante, el hombre está llamado a darle sentido a cada segundo de su vida

participando del ser de Dios acogiendo el don universal de la salvación, dándole carácter de

inmortalidad a su vida mortal: “como el incorruptible Hijo de Dios estaba unido a todos los

hombres a través de un cuerpo semejante a los de todos, revistió en consecuencia a todos los

hombres de incorruptibilidad por la promesa referente a su resurrección”130. Se reduce a nada

el poder de la muerte; el poder está en la Vida que es Jesucristo (Jn 14, 6), y su vida da sentido

a toda vida humana.

En la Carta llamada de Clemente, que es una carta de la iglesia de Roma a la de Corinto con

un claro propósito de disciplina eclesial, se hace un llamado a tener conciencia de la unidad

con Dios que debe tener el cristiano (Jn 17). No hay que justificarse, ni excusarse a la hora

de hacer comunidad. Los intereses personales no deben primar sobre los intereses

comunitarios. Solo así, manteniendo un espíritu de unidad con el otro, se puede ser uno con

Cristo Jesús. Un cristiano no se pertenece solo a sí, sino a los demás miembros de su

comunidad, quienes pasan a conformar con él una familia viva en la unidad. Ahí, en la

comunión, en la unidad de fe, se expresa la divinidad que abraza a la humanidad. Leamos, a

continuación, el apartado extraído de la carta de Clemente:

¿Por qué hay contiendas e iras y disensiones y facciones y guerra entre vosotros? –les

pregunta Clemente– ¿No tenemos un solo Dios y un Cristo y un Espíritu de gracia que fue

derramado sobre nosotros? ¿Y no hay una sola vocación en Cristo? ¿Por qué, pues, separamos

y dividimos los miembros de Cristo, y causamos disensiones en nuestro propio cuerpo, y

llegamos a este extremo de locura, en que olvidamos que somos miembros los unos de los

otros?” (1 Cl., 46)131.

Hablar de iglesia es hablar de un somos, de la suma de unos túes o de unos yoes. Ser iglesia

es ser comunidad viva que suma singularidades que construyen una diversa pluralidad con

un único centro: Cristo. El nosotros de Cristo es la iglesia, su cuerpo es la unión cristiano-

Cristo, hasta ser Cristo mismo como unidad en la fe. Es evidente en Clemente que su discurso

maneja un esquema encarnado subyacente donde se asume que lo divino se hizo humano

130 Íbid., 55. 131 Ropero, Lo mejor de los Padres Apostólicos, 32.

Page 46: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

46

para que lo humano se hiciera divino132. Así, refiriéndose a la iglesia, Santiago García

comenta que:

Ella solo existe como tal encarnada en los singulares. Aún existiendo una prioridad de la

«naturaleza» («ser cuerpo» de Cristo) y de la «personalidad» («ser esposa» de Cristo) de la

Iglesia respecto a las personas teológicas que la integran, lo universal y lo concreto no son

separables en Ella. La Iglesia no existe nunca en sí, sino siempre en personas que deben

recibir su eclesialidad de la Iglesia (en cada uno de los sacramentos) y ratificarla en

libertad133.

Es claro que, para poder vivir en comunidad se necesita ejercitar la vida en las virtudes, pues

solo así se evitarán los cismas, las divisiones y se trabajará a favor de la unidad eclesial. Lo

que debe trabajarse diariamente, desde la enseñanza de los Padres Apostólicos, es hacer

memoria por no caer en el olvido de que somos el uno en el otro, de que somos miembros,

como dijo Clemente, los unos de los otros; de que para llegar a la íntima unión con Dios se

necesita una preparación, es decir, es un proceso, no es algo de un día para otro134.

La gran responsabilidad del cristiano es ser consciente de la presencia de Dios que se porta,

es decir, el temor debe ir ligado más hacia el cómo hacer para no ofender a Dios que habita

en nosotros. Se trata de hacer obras que reflejen respeto hacia la presencia de Dios que se

descubre en cada hombre. Clemente hace énfasis en el efecto deificante de imitar a Cristo.

Hace ver que Cristo vino para transformar al "hombre nacido en la tierra en hombre santo y

celestial"135. Este ejercicio de deificación se logra escuchando la Palabra, siguiendo el

modelo de excelencia moral dado en Cristo, hasta llegar a reconocer que Dios está en el

hombre y por ende el hombre se hace dios cumpliendo la voluntad del Padre en el Hijo136.

Volviendo al tema de la unidad expuesto en Clemente, aparece el llamado a la unidad que

hace Ignacio en su carta a los efesios, formando un coro de unidad eclesial donde se refleje

la unidad en Cristo, la participación en su vida137. La referencia es hecha específicamente

tomando como ejemplo la unidad del presbiterio con el Obispo:

132 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 124. 133 García, La decisión cristiana, 284. 134 Graef, Historia de la mística, 79. 135 Russell, The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition, 127. 136 Íbid. 137 En cuanto a la participación en la vida de Dios, cabe resaltar el siguiente comentario de Lacoste en el

Diccionario Akal crítico de teología, 1144: “Corresponderá a la teología bizantina, y sobre todo a Gregorio

Palamas, precisar los términos de una teoría de la participación en Dios. Si el futuro absoluto del hombre debe

Page 47: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

47

Por tanto, en vuestro amor concorde y armonioso se canta a Jesucristo. Y vosotros, cada uno,

formáis un coro, para que estando en armonía y concordes, y tomando la nota clave de Dios,

podáis cantar al unísono con una sola voz por medio de Jesucristo al Padre, para que Él pueda

oíros y, reconocer por vuestras buenas obras que sois miembros de su Hijo. Por tanto, os es

provechoso estar en unidad intachable, a fin de que podáis ser partícipes de Dios siempre138.

En la misma carta de Ignacio a los efesios, aparece esta idea de ser portadores de Cristo, de

revestirse de sus virtudes. Dios al tomar la forma del ser humano lo dignifica. Así se muestra

que Jesús realmente era Dios, y realmente era hombre. El creyente no sólo es proclamador o

anunciador, sino signo del Reino. Hay que hacer a la manera de Cristo, pues Cristo actuó a

la manera de Dios. San Ignacio, entonces, lo expresa así: “el amor es el camino que lleva a

Dios. Así pues, todos sois compañeros en el camino, llevando a vuestro Dios y vuestro

santuario, vuestro Cristo y vuestras cosas santas, adornados de pies a cabeza en los

mandamientos de Jesucristo”139. Otra expresión complementaria es la esa que reza:

“Hagamos todas las cosas considerando que Él vive en nosotros, para que podamos ser sus

templos, y Él mismo pueda estar en nosotros como nuestro Dios. Esto es así, y será

manifestado a nuestra vista por el amor que debidamente le tenemos a Él”140.

En la carta de Ignacio a los Magnesios, se hace una dura exhortación a no tener contradicción

entre el ser y el hacer propios del cristiano. ¿Puede acaso un cristiano hacer algo que no

exprese lo que es? ¿Puede llegar a ser algo que no se conozca en su hacer? El cristiano no es

cristiano por una etiqueta, sino que lo es por su acción transformada y transformadora

concreta. Dice Ignacio: “Por tanto, es apropiado que no sólo seamos llamados cristianos, sino

que lo seamos” 141. De las cartas de Ignacio, la que se dirige a los Trallanos, se expresa que:

“Ahora bien, no es posible hallar una cabeza sin miembros, siendo así que Dios promete

unión, y esta unión es Él mismo”142.

pensarse bajo la cifra de la divinización, theôsis, de conformidad con 2 P 1, 4, Dios (o al menos su naturaleza,

physis) debe ser participable. Para indicar que una doctrina de la divinización no socave la de la trascendencia

divina, el Pseudo-Dionisio había propuesto una fórmula paradójica: Dios es participado imparticipablemente,

ametechtôs metechetai”. Además, en la Carta de Bernabé, haciendo un comentario complementario, se expresa:

“Seamos espirituales, seamos un templo perfecto para Dios” (Ropero, Lo mejor de los Padres Apostólicos, 255). 138 Íbid., 170. 139 Íbid., 172. 140 Íbid., 174-175. 141 Íbid., 182. 142 Íbid., 192.

Page 48: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

48

En su carta a los Romanos, Ignacio hace una petición especial: “Permitidme ser un imitador

de la pasión de mi Dios. Si alguno le tiene a Él consigo, que entienda lo que deseo, y que

sienta lo mismo que yo, porque conoce lo que me apremia” 143. Lo mismo se expresa en su

visión sobre el martirio, una visión de unidad a Cristo: “La vida de unión con Cristo y la

muerte en el martirio están íntimamente ligadas a la realidad de la naturaleza humana del

Hijo de Dios”144.

Este mismo deseo se describe en la carta a Diogneto, hablando de Jesucristo, como invitando

a los cristianos a descubrir cuál es el camino para ser imagen de Dios:

Y amándole serás un imitador de su bondad. Y no te maravilles de que un hombre pueda ser

un imitador de Dios. Puede serlo si Dios quiere. Porque la felicidad no consiste en

enseñorearse del prójimo, ni en desear tener más que el débil, ni en poseer riqueza y usar

fuerza sobre los inferiores; ni puede nadie imitar a Dios haciendo estas cosas; todas estas

cosas se hallan fuera de su majestad. Pero todo el que toma sobre sí la carga de su prójimo,

todo el que desea beneficiar a uno que es peor en algo en lo cual él es superior, todo el que

provee a los que tienen necesidad las posesiones que ha recibido de Dios, pasa a ser un dios

para aquellos que lo reciben de él, es un imitador de Dios145.

Finalmente, en la carta de Ignacio a los Filadelfios, se hace ahínco en la misma idea: “fue la

predicación del Espíritu que hablaba de esta forma: No hagáis nada sin el obispo; mantened

vuestra carne como un templo de Dios; amad la unión; evitad las divisiones; sed imitadores

de Jesucristo como Él mismo lo era de su Padre”146.

143 Íbid., 200. 144 Graef, Historia de la mística, 66. 145 Ropero, Lo mejor de los Padres Apostólicos, 300. 146 Íbid., 207.

Page 49: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

49

Capítulo 2.

LA CRISTIFICACIÓN: FUNDAMENTOS BÍBLICO-TEOLÓGICOS

Hablar de la formación de Jesús en el hombre, exige dirigir la mirada a San Pablo, quien

inspira a San Juan Eudes la idea de configuración en Cristo. En este capítulo, se hará una

reflexión bíblico-teológica a partir de textos paulinos del Nuevo Testamento donde se hace

alusión al tema de la cristificación. Después, se hará una reflexión teológico-moral actual,

para sentar las bases de un seguimiento a Jesús centrado más en la adhesión a su vida, en la

entrega total al Señor, en la continuación de su vida en la propia vida, y no tanto en la simple

imitación de sus obras. Así, se podrá construir conciencia de identidad cristiana con la

propuesta de una praxis performativa de plena realización humana que permita transparentar

la persona misma de Jesús en la propia vida.

1. SAN PABLO Y LA FORMACIÓN DE JESÚS

Todo el capítulo anterior nos enseña claramente, en palabras de Ruiz de la Peña, que “el

destino del hombre es su divinización o —dicho en términos neotestamentarios— su ser en

Cristo. «Seréis como dioses»; (…) La encarnación del Verbo autentifica este propósito

divino: como reza la célebre sentencia patrística, Dios se ha humanado para que el hombre

sea divinizado147. Habiéndose analizado en el capítulo anterior el sentido de la divinización

como plan de vida a partir de los Padres de la Iglesia, la mirada ahora es sobre la construcción

de identidad cristiana a partir del “somos y seremos Jesucristo”. Se trata, entonces, de trabajar

en la conciencia cristiana para formar a Jesús en la propia vida. Esto será posible desde una

praxis performativa de realización humana, donde el hecho de asumir la imagen de Dios no

es algo estático y atemporal, sino algo dinámico, procesual e histórico, es decir, un proceso

que exige movimiento consciente de querer ser otro Cristo en lo personal y colectivo148.

Para ello, cabe anotar en primer lugar que la intencionalidad es ver lo que somos más que lo

que tenemos. Esto, porque lo que se es, es lo que se vive, lo que se narra, lo que se asume y

147 Ruiz de la Peña, El don de Dios, 20. 148 Ruíz de la Peña, Imagen de Dios, 78-81.

Page 50: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

50

se proyecta hacia un horizonte de sentido. Mientras que lo que se tiene, tiende a quedarse en

el plano físico, impidiendo que se trascienda con conciencia que lo que se tiene es parte

también de lo que se es. Así, por ejemplo, no tenemos lo que somos, somos lo que somos; no

tenemos vida, somos vida; no tenemos a Cristo, somos Cristo. La claridad central de la que

se construye esta reflexión es que todo se concentra en Jesús, todo se ha dado en él. La

respuesta al hecho revelatorio de la teología es su encarnación. No hay que esperar nada más.

Jesús es todo lo que se puede decir de Dios.

En la apuesta por formar a Jesús en nosotros, hay que partir del reconocimiento de ser

creaturas, de descubrirse como creaturas hechas desde el ser de Dios. El llamado es a asumir

el hacer propio de Dios, para vivir su semejanza, su imagen viva en todo. El hombre participa

del ser de Dios, de su amor. Ser parte del ser de Dios es ser parte de su vida, por eso él es la

Vida de la vida, la Vida de nuestra vida. Vivir en el Señor es estar siempre con él a donde

quiera que se vaya (Cfr. 1 Tes 4, 17), vivir “en Cristo” no es más que reflejarle de tal modo

que se muestren a los demás las gracias, los dones, los carismas recibidos del Padre a través

de él. Estas gracias permiten que se porte su gloria en el aquí y en el ahora de nuestras vidas,

para luego vivirlas plenamente en la plenitud de los tiempos (Cfr. 2 Cor. 3, 18).

Se trata de irse transformando cada vez más en esa imagen gloriosa de Dios, de cooperar con

la gracia de Dios, que llama y destina al hombre para su gloria. Es hacer una sinergia, una

colaboración que efectúa la transformación gradual de nuestra vida terrena en la vida gloriosa

de la resurrección, nuestro destino como cristianos: “Y Dios, que resucitó al Señor, nos

resucitará también a nosotros mediante su poder” (1 Cor 6,14)”149. Esto de vivir en Cristo es

una tarea de cada día, es un trabajo constante (Cfr. Flp 2, 12b) por asumirse y construir con

la fe una vida que participa de la divinidad. Este trabajo, evidentemente, no depende solo del

hombre, pues por más esfuerzo que haga necesita de la gracia.

El hombre no está solo, vive en Jesús, vive en Dios y para Dios. Su hacer debe concentrarse,

entonces, en dejar hacer a Dios, dejar que Dios sea Dios en su vida150, dejar que Jesús sea

Jesús en él, dejar que Dios trabaje en su ser, dejar que se muestre como le parezca en su

149 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha 10, 6. 150 Vallés, Dejar a Dios ser Dios, 18.

Page 51: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

51

propia vida (Cfr. 2, 13). Somos seres humanos, hombres comunes y al mismo tiempo

diferentes, pues vivimos la divinización como un anticipo de la resurrección gloriosa.

Algo fundamental es nunca olvidar que Dios no deja de trabajar en el ser humano (Jn 5, 17).

Dios siempre está actuando con su amor en los hombres, asistiéndole de manera anticipada

con su gracia (Flp 1, 6). En síntesis, “Pablo nos asegura que la obra de Dios anunciada en el

Evangelio es operativa en nuestras vidas”151.

No obstante, a continuación, se enuncian con su debida reflexión bíblico-teológica, varios

textos bíblicos del Nuevo Testamento, precisamente del Corpus Paulino, que respaldan y

describen la realidad que nos ha obtenido Cristo con su Pascua redentora, darnos la

posibilidad de cristificarnos, es decir, de ser uno con él, de adherirnos a él, de estar “en” él y

ser “en” él.

El orden a seguir es el siguiente: a) en un primer momento, se construirá una reflexión en

torno a 10 textos bíblicos que expresan en términos generales la mirada paulina sobre el

llamado a la cristificación; y, b) luego, como segundo, se tomarán específicamente 5 textos

de Pablo en los que usa el término “formar-formación”, expresando de manera directa y

profunda la unidad a Cristo a la que está llamado el hombre de fe.

1.1 Textos paulinos en orden a la cristificación:

1.1.1 “Por medio de la ley he muerto a la ley para vivir para Dios. He quedado crucificado

con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gal 2, 19-20):

-El cristiano está clavado, crucificado con Cristo en la cruz (Gal 2, 19). La experiencia

de fe paulina hace que el creyente se visualice capaz, en Cristo, de pasar del estado de pecador

al de justo. De este modo, la apuesta es por descubrirse muertos al pecado en la cruz de

Cristo, de saberse muertos a la vida sin Dios, para nacer desde la cruz a una vida en Dios. El

camino es de las tinieblas a la luz; de la esterilidad de la cruz nació la vida. Somos Cristo,

cuando descubrimos el verdadero sentido de la cruz cristiana, que está hecha para ser

resucitada. Una cruz que no resucita, no es cristiana. Somos reflejo de la vida de Cristo en

151 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Introducción, 11-12.

Page 52: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

52

nosotros, somos uno con él en la cruz, en la medida en que no construimos lo que hemos

destruido, en que no volvemos a lo que hemos dejado: el pecado. Según Cothenet:

… aquí predomina el lenguaje místico vivo en la fe. Sobre todo, Pablo introduce aquí una

palabra nueva esencial: "Estoy crucificado con Cristo» y por tanto muerto a la ley. Volver a

la práctica legalista sería rechazar la gracia de Dios y considerar que Cristo ha muerto

inútilmente”152. (…) “todo cristiano tiene que vivir también una renuncia radical al mundo

crucificando su carne con sus pasiones y sus malos deseos153.

- “Y vivo yo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20). La buena noticia

es que, por la cruz, por gracia de Dios, Cristo liquidó con el pasado, con el hombre viejo,

dando la posibilidad de vivir en carne humana una vida nueva, una vida de fe que permite

adherirse a Dios totalmente, darse por completo a él en una comunión perfecta de amor,

entregarse a él como dueño y Señor de la vida. Edouard Cothenet lo expresa así: "El morir

de Cristo fue un morir al pecado de una vez para siempre, en cambio su vivir es un vivir para

Dios. Pues lo mismo vosotros teneos por muertos al pecado y vivos para Dios, mediante el

Mesías Jesús”154.

Pablo escribe en sus cartas la palabra en, vosotros en Cristo, Cristo en vosotros, indicando el

proceso de cristificación, de formar a Jesús en nosotros155, al que estamos llamados todos los

cristianos. En estos versículos de Gálatas aquí señalados, se expresa, según el P. Fidel, “el

principio de una vida cristiana integrada. Se trata de una vida que es vivida cuando la realidad

ontológica, ¡Cristo está en mí!, aflora al nivel sicológico, yo me percato de que Cristo vive

en mí”156. La tarea es ser consciente de que Dios siempre está presente. Dios jamás se ha ido,

ni se irá, pero espera que se le acoja con consciencia para poder disfrutar de su presencia. En

otras palabras, es como sentir un “clic” interior que abre una nueva dimensión de

comprensión de la vida divina que se porta. Es entrar en un estado de reconocimiento de la

acción de Dios en el ser, pues, Dios crea al hombre con la capacidad de conocerle y de amarle.

Dios crea al hombre para sí157 con un fuerte deseo de sentido que solo será hallado en él.

152 Cothenet, La carta a los Gálatas, 23. 153 Íbid., 25. 154 Íbid. 155 Eudes, O.C. I, 166-167. 156 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos- Ficha 10, 3. 157 Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 19.1: «La razón más alta de la dignidad humana

consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde

Page 53: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

53

Ahora bien, ese ejercicio de buscar y encontrar a Dios, se trabaja en la oración. La apuesta

no es otra que ser consciente de que el hombre vive en Dios, se mueve en Dios, existe en

Dios (Hch 17, 26-28). Para ello, hay que establecer una unión íntima con él a través del

diálogo de amor propio de la oración. Cuando el hombre olvida esta conexión espiritual que

es orar, olvida su “unión vital con Dios”158. Esto hasta el punto que por olvido se puede llegar

al desconocimiento profundo de su amor y hasta el rechazo directo o indirecto del mismo.

La oración constituye el sello del nuevo estatuto de los «hijos de Dios». Habéis recibido un

espíritu de adopción filial por el que gritamos: ¡Abba! iPadre! (v. 15; Gá14, 6). Se observará

la palabra aramea Abba, poco conforme con las costumbres de la oración en aquella época,

pero utilizada ya familiarmente por Jesús (Mc 14, 36). Lo nuevo que hay que subrayar aquí

es la manera de designar al espíritu de Dios como estando en el principio mismo del

movimiento de la oración. La oración no es simplemente una palabra, sino realmente un acto.

Y es Dios mismo, en su espíritu, el que dirige esta acción. La oración no es ya magia para

alcanzar a la fuerza algo imposible; es don de Dios: Habéis recibido (v.15)159.

1.1.2 “Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo

resucitó de la muerte por la acción gloriosa del Padre, también nosotros llevemos una vida

nueva” (Rm 6, 4):

-Él ha sido con-sepultado con Cristo; él ha con-resucitado con Cristo. En esta carta de

Pablo, considerada como su obra maestra, Oñoro afirma que “Pablo no se sale nunca del

enfoque: su vida es Cristo”160, mostrando cómo el fondo de esta carta es responder a la

pregunta por el “cómo hacer presente la vida de Jesús -el poder de Dios que está en el

Evangelio- en una persona que se abre a él por la fe”161, lo cual en otras palabras no es más

que eso que San Juan Eudes llama, la vida y el reinado de Jesús en los cristianos162. Jesús,

entonces, es fundamento, centro, fuente, horizonte de la vida cristiana. Pablo revela en el

fondo un cristocentrismo, esa tarea de no hacer a Jesús a un lado, sino de darle siempre su

lugar.

su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no

vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador». 158 Íbid., 19-21. 159 Perrot, La carta a los Romanos, 44. 160 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Introducción, 2. 161 Íbid., 3. 162 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 24-25.

Page 54: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

54

En este caso Fidel Oñoro, expresa que cuando un cristiano entra en fascinación por Jesús,

pasa a vivir un “proceso dinámico de identificación con él, es decir, un proceso de

“cristificación”: “Nos hemos hecho una misma cosa con Él”, gracias al bautismo, “por una

muerte semejante a la suya, y también lo seremos por una resurrección semejante” (Rm

6,5)”163.

Sobre esta acción baustismal que, por la gracia dada en el Espíritu se recibe, el cristiano

puede ser otro Cristo, en cuanto que es insertado en él hasta el punto que este ejercicio de

incorporarse a la persona de Cristo, hace que el Padre vea en cada uno de los bautizados a su

propio Hijo. Que Jesús sea visto por Dios Padre en cada uno de los cristianos, es muestra de

la gran bondad de Dios que le da al hombre la posibilidad de configurarse con Cristo hasta

llegar a ser él mismo. El Papa Juan Pablo II lo hace ver de esta manera:

Inserido en Cristo, el cristiano se convierte en miembro de su Cuerpo, que es la Iglesia (cf. 1

Co 12, 13. 27). Bajo el impulso del Espíritu, el bautismo configura radicalmente al fiel con

Cristo en el misterio pascual de la muerte y resurrección, lo «reviste» de Cristo (cf. Ga 3, 27):

«Felicitémonos y demos gracias —dice san Agustín dirigiéndose a los bautizados—: hemos

llegado a ser no solamente cristianos, sino el propio Cristo (...). Admiraos y regocijaos:

¡hemos sido hechos Cristo!». El bautizado, muerto al pecado, recibe la vida nueva (cf. Rm 6,

3-11): viviendo por Dios en Cristo Jesús, es llamado a caminar según el Espíritu y a

manifestar sus frutos en la vida (cf. Ga 5, 16-25)164.

Ahora bien, desde este texto se puede leer en Pablo una invitación a una toma de conciencia

de la novedad de Jesús en la vida del creyente. Se trata de reconocer todo lo nuevo que puede

llegar a hacer Jesús en la vida de un cristiano si decide trabajar sus errores, pecado, para ir

asumiendo con coraje lo imperfecto que es, al mismo tiempo, que descubre la grandeza que

le invade. Con la gracia de Dios, el hombre tiene la fuerza suficiente de renunciar a lo que

no es él, para lanzarse con valentía a ser lo que está llamado a ser. Sólo así, el hombre de fe

podrá construir una sólida voluntad en contra de toda vida que le desfigure, que le conduzca

a la pérdida de la gracia, a una vida de pecado. Pablo quiere inculcar en el cristiano que por

la Pascua de Cristo ha recibido justificación y reconciliación: “Tú estás en Cristo, de manera

que no puedes pensar más en el pecado. Tú has muerto con Cristo crucificado, de manera que

163 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha 10, 3. 164 Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 21.

Page 55: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

55

tú has muerto al pecado. Esto quiere decir que tú debes decir no a la atracción del pecado”165.

Fidel Oñoro comenta el texto bíblico de esta manera:

Aquí Pablo rescata este principio de una vida cristiana integrada y contrasta el indicativo (¡Tú

eres un cristiano!) con el imperativo (¡Llega a ser el cristiano para el que has sido

capacitado!). Es como decir: “Tú has sido con-crucificado con Cristo; tú has sido resucitado

para una nueva vida en Cristo; de manera que vive esta nueva vida en él”. Así, la existencia

física de un cristiano justificado y reconciliado, tiene que ser vivida y sostenida

conscientemente en la fe, es decir, en la medida en que está continuamente a los pies de su

Señor. En una persona así el pecado no puede entrar en él166.

Además, Santiago García, hace ver cómo Cristo conduce al hombre a lo que debe ser:

Así, pues, el «en» se convierte en «syn», en morir y resucitar y en actuar conjuntamente

(«synergoi») con Cristo. Con esta elevación del hombre por la libre gracia de Dios a ser «en

Cristo», éste queda iluminado en su verdad, pues Cristo saca a la luz la verdad plena del

hombre, pero del hombre como debía ser, cómo él es y cómo él de nuevo debe llegar a ser; y

queda capacitado en el ámbito de Cristo para la actividad auténtica como respuesta a la

iniciativa de Dios en Jesucristo167.

Aparece con gran importancia, entonces, el tema del bautismo como aquella realidad que

permite al cristiano ser reflejo de Dios. “El Kyrios resucitado comienza a ejercer dominio

sobre los cristianos quienes por su fe reconocen su señorío y viven sus vidas en unión con él

como consecuencia de esta fe, reconociendo por tanto su obediencia a él como Señor”168.

Además, eso de ser con-sepultado y con-resucitado con Cristo, es también la expresión

bautismal del llamado a la unidad por ser revestidos de Cristo cabeza de la Iglesia,

incorporados a su cuerpo para vivir su vida de gracia por una íntima adhesión a él por la fe,

muertos al pecado y nacidos a una nueva vida, “porque en un solo Espíritu hemos sido todos

bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos

hemos bebido de un solo Espíritu (1 Cor 12, 13) (Gal 3, 25-27)”169. El espacio para la acción

que el hombre tiene que desarrollar en su existencia ante Dios es el «de Cristo» y «con

Cristo»170. Oñoro comenta al respecto que:

Como resultado, “hemos sido hechos una misma cosa con él” (6,5), o sea, crecemos a partir

de la unión con él. Pablo usa una llamativa imagen derivada del injerto: una rama joven

165 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha 10, 4. 166 Íbid., 3. 167 García, La decisión cristiana, 282. 168 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha 10, 4. 169 Íbid., 5. 170 García, La decisión cristiana, 278.

Page 56: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

56

injertada en un árbol, crece junto él una unidad orgánica y es nutrida por su savia vivificante.

Así, Pablo vislumbra la comunicación de la vida del Cristo resucitado a nosotros que hemos

sido justificados y reconciliados cristianos. Como resultado, vivimos en simbiosis con él.

Porque el bautismo es no solo una “semejanza de su muerte”, sino también una “semejanza

de su resurrección”171.

El camino a seguir no es otro que el vivir en Cristo, el dejar ver a todos que dentro de nosotros

habita una fuerza divina vital (1 Cor, 1, 23). Ésta dinamiza el ser dotándolo de la capacidad

de morir a la falsa imagen que se puede llegar a hacer de sí mismo. De este modo, el hombre

puede lograr expresar lo que está llamado a reflejar: su esencia divina, una vida siempre

nueva en su amor. Se descubre, entonces, que “esta es la realidad ontológica de la existencia

cristiana, pero tiene que entrar en el nivel de la conciencia sicológica de manera que nosotros

lleguemos a estar conscientes que estamos efectivamente “en Cristo”172. El P. Oñoro lo

expresa de la siguiente manera:

Aquí debemos recordar el sentido paulino de la “fe” como respuesta, como responsabilidad

con Dios en Cristo, quien ahora es el Señor de nuestras vidas. Significativamente, Pablo usa

la preposición “eis”, “dentro de”, no sólo con el verbo pisteuein, “creer”, sino también con

“batizein”. En el último caso, puede sugerir inmersión, pero esto puede también ser una

catequesis sobre la expresión “eis to onoma Christou”, “en el nombre de Cristo”, queriendo

decir que nosotros hemos sido registrados en la cuenta de Cristo, inscritos en el libro (de

contabilidad) de vida bajo su nombre. Esto quiere decir que nosotros pertenecemos a Cristo.

Pero en todo caso la preposición “eis”, usada sea con “fe”, sea con “bautismo”, expresa el

movimiento inicial de introducción o incorporación por el cual hemos nacido a la vida “en

Cristo” 173.

En el espíritu paulino, la vida cristificada se recibe por la conversión y la aceptación de

Jesucristo en la fe (Col 2, 6-7; Gal 3, 26-27; 2 Cor 5, 17). Para que llegue el reino de Dios a

la vida del hombre, la clave no es convertirse, pues el Reino de Dios ya llegó y está llegando

(Mc 1, 15; Mt 12, 28; Lc 17, 20-21; Col 1, 13). Por lo tanto, la respuesta es la conversión y

la fe. No obstante, la fe y la conversión no deben ser entendidas aquí como condición, sino

como resultado o consecuencia de la llegada del reino de Dios a la propia vida. De este modo,

conectando con lo dicho anteriormente de la oración vista como ejercicio de concienciación

que lleva a descubrir que Dios vive en el creyente, se comprende que el hombre no ora por

que tenga fe, sino para alcanzar la fe. El creyente ora porque necesita crecer en la fe, porque

necesita convertirse. El hombre de fe cree para ser consciente. El cristiano ora para amar

171 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha 10, 5-6. 172 Íbid. 173 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha 10, 5.

Page 57: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

57

mejor a su Señor, ofreciéndole un cambio de vida (conversión). Ora para experimentarse

como hijo amado de su Padre, para descubrirse transformado (1 Jn 5, 14; 1 Tes 5, 16).

Autores como Charles Perrot, ayudan a hacer una mirada al texto reconociendo que “el

cristiano no puede salvarse más que siendo también él crucificado y muerto con su Cristo”174.

Los signos eclesiales usados en el bautismo quieren mostrar que entre el cristiano y su Cristo

se hace una vinculación especial, una especie de contrato175 que marca con un sello indeleble

la vida del hombre de fe. Así, se le lleva a experimentar vida en sus realidades más difíciles

o de muerte, es decir, lo que se conoce como salvación otorgada en el bautismo no sería más

que el regalo de vivir la vida de Dios en la propia vida, pues Jesús vino a darnos vida. En

palabras de Perrot, quedaría expresado así:

Recojamos algunos elementos. El vínculo de pertenencia de los que son bautizados «a» Cristo

Jesús se realiza en la cruz (v. 3). En efecto, el gesto del agua crea una relación «a» (hacia, en

griego eis) la persona misma de Jesús (cf. Jn 4, 1; Hch 19, 5). Por él se lleva a cabo una

relación con el Cristo de la cruz: porque en su muerte hemos sido bautizados (v. 3; cf. Gál3,

27). Así, cada bautizado sigue el itinerario de su Señor, crucificado (cf. Gál 2, 19), muerto y

sepultado con él, es decir, en una muerte sin apelación (Col 2, 12). Pues bien, según el

pensamiento judío de aquel tiempo, la muerte salda el pecado, al menos el pecado personal.

El cristiano «muere al pecado» en la cruz de su Señor. Más aún, Cristo «murió por nosotros»

(Rom 5,8) «por nuestros pecados» (1 Cor 15,3). De manera que en la cruz fue crucificado

aquel que llevaba los pecados de los hombres: al morir, murió al pecado (v. 10), arrastrando

con él ese cuerpo de pecado de nuestro hombre viejo (v. 6; cf. Rom 8,3). Henos aquí, pues,

por nuestro bautismo, captados por la muerte de su cruz, totalmente unidos por una muerte

semejante a la suya (v. 5; lit. «por la semejanza de su muerte»; cf. Flp 3, 10); muertos con

Cristo y, por tanto, justificados o habiendo saldado el pecado, de manera que mañana

viviremos también con él (7-8)176.

Si se observa el uso de las preposiciones “con” Cristo y “en” Cristo, se descubre que hay una

connotación de pertenencia a aquel que es Dios; a mantenerse en él desde el hecho de

permitirle que sea Señor del corazón del hombre y le domine absolutamente para bien suyo

dándole una plenitud de felicidad a su integridad toda de ser humano. De ahí la comprensión

bíblica que muestra cómo “la distancia entre estas dos preposiciones en y con sitúa el

desarrollo de la vida cristiana entre el con él del bautismo y el con él del último encuentro”177.

174 Perrot, La carta a los Romanos, 37. 175 Eudes, Contrato del hombre con Dios, 19. 176 Perrot, La carta a los Romanos, 37. 177 Íbid., 38.

Page 58: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

58

Es evidente que el uso de la preposición “con” en Pablo, es un recurso estilístico para expresar

la unidad que hay entre el cristiano y su Cristo a través del bautismo, sacramento por el cual

se asume su Pascua. Esto se nota también en 2 Tim 2, 11-12178 con la idea de con-vivir y con-

morir con Cristo para llegar a co-reinar con Él. De allí que la fe cristiana enfatice en la

importancia de ser bautizados para ser reflejo de Cristo, para ser otros Cristos. La tarea es

asumir la misión de Cristo en la tierra; ser anunciadores o proclamadores del Reino (profetas),

santificar la vida con celebraciones de vida, liturgia de vida (sacerdotes), y regir o gobernar,

ordenar con responsabilidad la comunión del Pueblo de Dios (reyes)179.

La participación en la vida de Cristo no es sólo para el futuro, pensar de esta manera sería

limitar su poder de asumir al hombre desde el aquí y el ahora de su historia. Al hacerse Cristo

un hombre, abre la posibilidad de divinizar lo humano y humanizar lo divino en el ejercicio

de una vida consciente que se esfuerza por disponerse a captar la eterna presencia de Dios en

la vida personal y comunitaria. No se vive esta gracia divina solo en el futuro, se vive en el

hoy; aunque ese hoy clama plenitud hacia el mañana, hacia la eternidad. A Jesús se le puede

vivir hoy, construyendo su reino. Hoy cada cristiano puede actualizar a Jesús en su propia

vida, descubriéndole en todos sus hermanos y en sí mismo como presencia viva que le invade

dándole sentido y plenitud de vida a él y a los demás. En el diccionario teológico de Lacoste,

se lee de este modo:

Con la expresión vida eterna se nombra la plenitud de una comunión con Dios inaugurada

desde aquí abajo por la participación en Cristo resucitado. Vuestra vida está oculta con Cristo

en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis

gloriosos con él (Col 3, 3s)180.

Seguir el itinerario de Jesús en la cruz, hace que se puedan identificar claramente el Cristo

crucificado en un pueblo crucificado y viceversa. Ahora bien, la muerte de Jesús refleja el

sentido histórico y teológico de su propia vida. Ellacuría afirma que “es entonces su vida la

que da el sentido último de su muerte, y solo en consecuencia es la muerte, que ya ha recibido

el sentido inicial de la vida, sentido de la vida”181. Con esto se aprende a no fijarse

178 Cothenet, Las cartas Pastorales, 37. 179 Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 31-35. 180 Lacoste, Diccionario Akal crítico de teología, 1282. 181 Ellacuría, El pueblo crucificado, 200.

Page 59: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

59

primeramente en la muerte como sacrificio, sino en lo que es la vida de Jesús; una vida que

conduce a la resurrección, es decir, una vida que conduce a más vida. Si no se llega a lo que

llegó Jesús, no se siguió su vida verdaderamente, pues debería llevar a las mismas

consecuencias, al paso de la cruz a la resurrección. Se trata de reconocer, en palabras de

Ellacuría, que “esa vida y esa muerte continúan en la tierra y no solo en el cielo: la unicidad

de Jesús no está en su separación de la humanidad, sino en el carácter definitivo de su persona

y en la omnipresencia salvífica que le compete”182. No se trata de reducir el ser y la misión

de Jesús, hay que reconocer su gloria, pero en su cruz. Al respecto argumenta Ellacuría que:

La continuidad no es puramente mística y sacramental, como no fue puramente mística y

sacramental su acción en la tierra; dicho de otro modo, no es el culto, ni siquiera la celebración

de la eucaristía, el totum de la presencia y de la continuidad de Jesús, sino que se requiere la

continuación histórica que siga realizando lo que él realizó y como él lo realizó. Debe

aceptarse una dimensión transhistórica en la acción de Jesús, como debe reconocérsela en su

biografía personal, pero esa dimensión transhistórica sólo será real si es efectivamente

transhistórica, esto es, si atraviesa la historia” 183.

1.1.3. “A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de

modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos” (Rm 8, 29):

-El cristiano debe con-figurarse, con-formarse a la imagen de Cristo Jesús. El cristiano

surge del Padre en Cristo, forma parte de Cristo, existe para Cristo, está llamado a actuar

desde Cristo, en Cristo y para Cristo. Sirve a Cristo, se hace signo-sacramento viviente de

Cristo sirviendo a los demás184. Asumir la figura de Cristo, adoptar su forma, es hacerse

imagen suya en todo sentido; es aprehender la estructura esencial de Dios (forma divina) que

sostiene al hombre. En el Antiguo Testamento el uso de la palabra imagen y semejanza, hacen

alusión a lo externo, pero en el Nuevo Testamento la imagen de Dios en el hombre incluye

“personalidad, raciocinio, moralidad y espiritualidad”185. El deber del creyente, entonces, es

unir su pensar, su hacer, su identidad toda como persona a la persona de Cristo. Como señala

Alonso en su comentario a Rm 8, 29:

182 Íbid., 200-201. 183 Íbid. 184 Schillebeeckx, Cristo: sacramento del encuentro con Dios, 62. 185 Douglas y Tenney, Diccionario Bíblico Mundo Hispano, 591.

Page 60: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

60

El acento está en la iniciativa divina de salvación que es universal, por eso Jesucristo es el

primogénito de muchos sin excepción. Este proceso de salvación consiste en reproducir en

cada uno de nosotros la imagen de su Hijo. La imagen de Dios (cfr. Gn 1, 27) deformada por

el pecado, se renueva, así como imagen y semejanza de nuestro hermano mayor.186

El tiempo de Dios es un tiempo de gloria, es un tiempo de eternidad (Sal 90, 4; Hab 1, 12; 2

P 3, 8). Este texto de Pablo deja ver cómo Dios elige conscientemente y destina a los que

elige a ser imagen de su Hijo en el hoy. Esto se pone de manifiesto con la convicción de que

el hecho Jesús incide en el sentido de la historia, otorgándole una transformación decisiva.

El hombre está llamado a vivir la gloria de Dios desde hoy, pues la gloria de Dios, la

manifestación de su reino, es ya una actualidad.

De este modo, Jesús irrumpe en el tiempo, dando la posibilidad de vivir una vida que

experimenta desde ya su gloria y su salvación, sin eliminar en el creyente el anhelo de

continuidad y consumación de la misma en el día a día, hasta que llegue el día final. Somos

Cristo, en la medida que vivimos con la esperanza que impulsa y anima en la historia que

está aconteciendo, al mismo tiempo que anuncia lo que va a acontecer en el futuro. Es la

tensión presente-futuro que lleva a la construcción del somos y seremos Jesús. Sobre este

tiempo cristiano de vida en Dios, Perrot expresa que:

En la sucesión de sus momentos salvíficos, el designio de Dios se despliega en los v. 28-30

de la siguiente manera: primeramente, Dios conoce de antemano y escoge con una soberana

decisión de elección; luego, viene la realización de ese proyecto en la llamada, la justificación

y la glorificación. Esos son los actos de Dios. No se trata aquí de santificación o, por hablar

según el estilo de Pablo, de «vida en el espíritu». Pero observemos el tiempo de los verbos, y

sobre todo del verbo «glorificar» en aoristo griego, como si la glorificación estuviera ya

realizada desde el punto de vista de Dios. El tiempo cristiano de una vida en el espíritu,

impregnada de una esperanza impaciente parecida al anhelo de la creación entera, transcurre

en la certeza de los gestos divinos de una salvación ya enteramente puestos. ¿Qué es entonces

el tiempo cristiano sino una perturbación radical de los tiempos? Los últimos tiempos ya están

aquí187.

1.1.4. “Así como hemos llevado la imagen del hombre terrestre, llevemos también la

imagen del celeste” (1 Cor 15, 49):

-El cristiano debe acoger la imagen de Cristo Jesús. Así como el hombre ha sido capaz

desde un primer momento de asumir su humanidad, su condición terrenal; así mismo está

186 Alonso, Biblia de Nuestro Pueblo, 1796. 187 Perrot, La carta a los Romanos, 44.

Page 61: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

61

llamado a acoger la imagen de su condición celestial, a asumir en Cristo la divinidad que

abraza su humanidad y le plenifica. El hombre define lo que de humano tiene cuando se

adhiere a lo divino, cuando se une a Cristo de manera íntima. Es en el interior del hombre

donde se transforma lo corruptible de su condición humana, en una realidad incorruptible

capaz de vivir la gloria de Dios. Bien expresa esto Barclay cuando afirma que en la vieja

forma de vida “somos una cosa con Adán, compartiendo su pecado, heredando su muerte y

teniendo su cuerpo; pero bajo la nueva manera de vivir, somos una cosa con Cristo y, por

tanto, participamos de Su vida y de Su ser”188.

Es el poder de Dios con su gracia lo que capacita al hombre para hacer suya la herencia del

reino, pues la tarea no es solo parecerse a Cristo, sino portarle en todo el ser, compartiendo

su gloria en el hoy con el anhelo de verla en su esplendor en el futuro escatológico. Según

Barclay, Pablo afianza que en el futuro el cuerpo será glorioso, no será esclavo de pasiones

como el de ahora. De allí que lo deje dicho así: “Será espiritual: tal como Dios sabe que

necesitaremos, y seremos semejantes a Cristo”189. Sobre este particular, señala Carrez:

Los v 47-49 muestran cómo se lleva a cabo esta sucesión en nuestra historia y nos concierne

a nosotros. Comenta la Oposición psíquico (animado por el alma) / espiritual (animado por

el espíritu). Esta manera de hablar tuvo que sorprender a los Corintios, acostumbrados a ver

en el alma una chispa divina. (…) La palabra clave del v 49 es «Imagen». Adquiriría mayor

relieve si se la tradujera por «Icono». «Llevar la Imagen» no es solo la afirmación de un

parecido, sino el hecho de compartir el destino de aquel cuya Imagen se lleva (¿Pone Pablo

en el pasado el hecho de llevar la Imagen de Adán? Es probable, ya que considera a los

creyentes como teniendo ya por detrás de ellos su pasado, después del bautismo. La fuerza

de la resurrección no es solamente futura, sino presente190.

1.1.5. “Revístanse del Señor Jesucristo y no se dejen conducir por los deseos del instinto”

(Rm 13, 14):

-El cristiano debe revestirse de Cristo. La conducta cristiana debe caracterizarse por ser

intachable, por ser ejemplar para los demás. Cada día en Dios es una posibilidad para ser

mejor cristiano. Cada tentación se convierte en una bendición para el hombre, en cuanto que

se puede ver como una oportunidad para demostrarle a Dios cuánto se le ama, y para

188 Barclay, Comentario al Nuevo Testamento – Tomo 9: 1ª y 2ª Corintios, 81. 189 Barclay, Corintios, 81. 190 Carrez, La primera carta a los Corintios, 56.

Page 62: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

62

demostrarse a sí mismo cuánto se ha madurado en el conocimiento y dominio de sí. En Dios,

toda ocasión de caída es una oportunidad de salvación. Cuando se elige a Dios en todo, el

resultado es la libertad, el desapego de afectos desordenados. Este movimiento, esfuerzo,

humano por revestirse de Cristo, está acompañado de la gracia divina que empuja hacia la

victoria. No hay mejor traje, entonces, que la vida. Para Pablo los creyentes ya no son de este

mundo y deben estar preparados para la venida del Señor de manera que todo lo que se haga

sea a través de él y para él: “abstenernos de aquellas acciones que son características de las

tinieblas, ese sistema del mundo opuesto a Dios”191. Al respecto afirma el P. Fidel Oñoro:

Pablo así nos aconseja que nos deshagamos de todo lo que se contrapone a Cristo para “ser

revestidos de él”. Para ello nos da ejemplos de afectos desordenados u “obras de las tinieblas”:

comilonas, borracheras...Se podría añadir fácilmente otros hechos semejantes que plagan

nuestras vidas. Él nos urge para poner en el Señor Jesucristo nuestra confianza, ésta es el

arma y la victoria contra tales “deseos de la carne”. Poniendo nuestra confianza en el Señor

Jesús quiere decir arrojarnos a él para que sea el Señor de nuestras vidas, permitiéndole tomar

posesión de nosotros192.

1.1.6. “Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2, 5):

-El cristiano debe tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Este versículo precede

al himno cristológico, el cual está orientado hacia el ordenamiento de las relaciones al interior

de la comunidad. De allí que Pablo resalte la importancia de asumir los sentimientos o

disposiciones de Jesús como el punto de partida para una vida en comunidad193. Para esto es

necesario aprender a responder a cualquier situación que se presente con la misma actitud de

Cristo. Se trata de construir la alegría con una vida llena de virtudes como la concordia,

respeto, unidad.

Tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, es tener un corazón como el de Dios, donde

solo cabe el desborde de ternura y amor. Tener las mismas disposiciones de Cristo, entonces,

es ser semejante a él, ser imagen suya. La expresión, tengan en ustedes el mismo sentir que

había en Cristo Jesús, no indica sentimientos solamente, va mucho más allá. Implica tener

191 Wenham, Motyer, Carson, Nuevo comentario bíblico S. XXI, 572. 192 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Introducción, 13. 193 CELAM, Biblia de la Iglesia en América, 465.

Page 63: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

63

los mismos criterios para ponderar las situaciones humanas, los mismos impulsos y las

mismas elecciones de Cristo Jesús194.

Se puede hacer la invitación a no inventar sentimientos como quien supone sentir algo que

otro siente sin saber a ciencia cierta de qué se trata o sin haber tenido la experiencia del

mismo. Es más bien tomar los buenos sentimientos que comúnmente se viven, pero para

tenerlos con Dios. Si siente amar mucho a una persona cercana, pues el objetivo es amar así

mismo y mucho mejor a Jesús. Hasta el punto de que se ame a Jesús en quien quiera que se

decida el corazón a amar. Si el cristiano ama a alguien, entonces está amando a Jesús en él.

Somos Cristo cuando somos capaces de identificar otros Cristos. Cristo no es solo en ti, Cristo

es también en el otro, en todos aquellos que le dejen ser él en sus vidas. Tú reflejas la bondad

de Cristo Jesús, pues a Jesús no se le define en el yo, sino en el tú. A Jesús no solo se le

descubre en ti, sino también en mí. Cuando se asumen los sentimientos de Cristo, se mira al

otro en Cristo. Así, la tarea es ser Cristo para los demás, y descubrir lo que Cristo está

haciendo en el otro, su presencia en el otro. Légasse lo hace ver así:

Esta frase, que aparece en 2, 5 no siempre se ha traducido de este modo y nos resulta más

familiar oír a Pablo Invitándonos a tener en nosotros «las disposiciones que habla en Cristo

Jesús», es decir, a imitar interiormente las mismas disposiciones que animaban a Cristo. Un

programa sublime, pero que difícilmente puede deducirse del texto griego, cuyo sentido es

más bien «Tened entre vosotros las disposiciones que tenéis (normalmente) en Cristo Jesús»,

es decir, como cristianos, como situados en una relación vital con Cristo, según la expresión

típicamente paulina «en Cristo»195.

1.1.7. “Hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,

al estado de hombre perfecto y a la madurez de la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13):

-El proceso que va hasta el varón perfecto a la medida de la edad de Cristo. La propuesta

de perfección cristiana, el compromiso por la unidad, hacen parte del llamado que recibe todo

cristiano en su corazón para acoger el plan de Dios196 en el ejercicio de una vida virtuosa.

194 Íbid. 195 Légasse, La carta a los Filipenses-La carta a Filemón, 20. 196 Alonso, Biblia de Nuestro Pueblo, 1879: “Si Dios ha reunido a todos los hombres y mujeres en un único

plan de salvación, en lo más íntimo de la vocación cristiana está el compromiso por la unidad. Ésta se expresa

en comportamientos concretos y prácticos de humildad, modestia, paciencia, aguante mutuo, es decir, virtudes

que favorecen el amor”.

Page 64: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

64

Somos otro Jesús en la tierra en la medida que los comportamientos y acciones concretas de

la vida humana expresen humildad, paciencia, compasión y demás virtudes que reflejan el

corazón amoroso de Cristo. El modelo de ser humano y de madurez humana, por excelencia,

está en Cristo. No solo viendo a Cristo, sino adentrándolo en el corazón, es como el cristiano

podrá madurar y perfeccionar su obrar humano.

Pablo está haciendo ver que la vida cristiana es desarrollo, es crecimiento, que eso de

cristificarse y llegar a la medida de Cristo es un proceso (2 Cor 3, 18; Rm 12, 2; Ef 4, 22-24;

Col 3, 9, 10). El cristiano está hecho para lograr madurez cristiana hay que seguir un proceso

que exige avanzar en edad espiritual al igual que se crece en edad biológica-natural. El

cristiano debe luchar por avanzar en el conocimiento de Dios, para lo cual hace bien pensar

en un Jesús de nuestra edad. Donde conseguir edad avanzada no es hacerse viejo en Dios,

sino por el contrario, rejuvenecer el espíritu hasta tener la docilidad, la disposición y apertura

total que caracteriza a un niño, para disfrutar a Dios sin tanta duda, y deleitarse en el

cumplimiento de su plan salvífico, en el cumplimiento de sus promesas (Nm 23, 19; Flp 4,

19; Jr 29, 11; 2 Cor 7, 1; 2 P 3, 9). Bien comenta al respecto Cothenet que:

Para expresar la tarea esencial de los ministros de Cristo, nuestro autor recoge la imagen de

las articulaciones (como en Col 2,19), tan natural en el tema del cuerpo en crecimiento: según

esta nueva imagen, los ministros no dispensan a los «santos» de cumplir su propio papel, sino

que aseguran la coordinación y velan por la agilidad del organismo hasta que la Iglesia

«constituya a ese Hombre perfecto en la fuerza de la edad», consumación de la recapitulación

del universo por Cristo (cf. 1,10)197.

La esencia de la vida es crecer. Si bien en Cristo se tiene todo, pues él es todo para el cristiano,

hay que realizar la plenitud de la vida cristiana en el hacer de todos los días. Esto es lo que

se llama una vida espiritual. No basta con el cuidado de la vida natural humana, sino que es

necesario nutrir y desarrollar hasta la madurez la vida espiritual. Sobre esto cabe anotar que:

La vida espiritual es vida. Como cualquier vida, requiere un crecimiento, una maduración, un

progreso. (…) En cuanto vida espiritual está abierta al crecimiento espiritual, es decir, por la

libertad se abre a conocer y amar cada vez con más profundidad y madurez. Este desarrollo

del cristiano se inserta en un crecimiento de toda la Iglesia, cuyo término califica también san

Pablo: Hasta que nos encontremos todos en la unidad de una misma fe y de un mismo

conocimiento del Hijo de Dios, al estado de un varón perfecto, a la medida de la edad perfecta,

según la cual Cristo se ha de formar místicamente en nosotros (Ef 4, 13)198.

197 Cothenet, Las cartas a los Colosenses y a los Efesios, 54. 198 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1017.

Page 65: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

65

1.1.8. “Porque para mí la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp 1, 21):

- “Para mí la vida es Cristo”. Ser de Cristo, sentirse suyo, experimentar que la vida es

poseída por su amor, es descubrirse verdaderamente vivo para un cristiano. Es algo más que

hacer una simple compañía a Cristo. Légasse comenta que “para Pablo el hecho de morir, si

no se identifica con «estar con Cristo», lo supone sin duda alguna”199. Estar con Cristo es

vivir en él, y vivir en él es un ejercicio de muerte a lo que no es él, para estar dispuesto a

ganar lo que sí es. Y Jesús no es muerte, Jesús es Vida. Si bien en el contexto de la carta Pablo

prefiere no morir humanamente para poder seguir acompañando a los suyos, deja ver que

sería lo mejor para lograr la definitiva unión a Cristo200. En palabras de Légasse se lee así:

“para «estar con Cristo» Pablo no piensa que haya que esperar a la parusía, es después de la

muerte -no lo duda lo más mínimo- cuando podrá realizarse ya este supremo desarrollo de

gracia bautismal”201. De este modo, se puede intuir que el cristiano está cada día esforzándose

por lograr una mejor unidad a su Señor. Cada día es una gracia para unirse más y mejor a

Jesús, a través del bautismo, donde se asume un ejercicio de vida pascual, es decir, una vida

que constantemente se entrega a los demás. Así, el día de la muerte, antes de la parusía, será

para confirmar la unidad plena a Cristo que ha venido esforzándose por construir cada día.

El trozo Flp 1, 21-26 empieza con una explicación: «Porque para mí vivir es Cristo y morir

ganancia». Esta explicación viene a dar cuenta de la indiferencia que Pablo ha manifestado

ante la muerte (v. 20). Si es ese su sentimiento, es porque para él «vivir» es «Cristo», su

persona, sus dones, la dicha de ser suyo. «Vivir» señala un progreso respecto a la alternativa

anterior «viva o muera»), en donde no se trata más que de la vida terrena, natural, la que se

opone a la muerte física. Aquí lo propio de la «vida» es precisamente triunfar de esa muerte

física por la fuerza del Espíritu (Rom 8, 11) y permitir al creyente llegar a un estado superior

a todo cuanto le asegura su experiencia religiosa en este mundo (1 Cor 13, 8-12). Por eso

mismo, escribe Pablo, «morir es una ganancia para mí» (v. 21)202.

199 Légasse, La carta a los Filipenses-La carta a Filemón, 17. 200 CELAM, Biblia de la Iglesia en América, 464. 201 Íbid., 18. 202 Íbid., 16.

Page 66: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

66

1.1.9. “Estando nosotros muertos por nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo -

¡ustedes han sido salvados gratuitamente! -; con Cristo Jesús nos resucitó y nos sentó en

el cielo” (Ef 2, 5-6):

-Está con Cristo en los cielos. Expresar que se comparte ya una experiencia terrenal del

reino celestial no es afirmar que ya no hay nada más que hacer, o nada más que adquirir. El

hombre de fe tiene un llamado a esforzarse siempre por conservar la gracia que ha recibido,

evitando una concepción idealista de la fe (1 Tim 6, 20). La salvación ha sido dada ya en

Jesucristo, pero se debe vivir en ejercicio constante de desprendimiento de todo aquello que

no salva, es decir, que ata y encadena el ser. La vida eterna que se comienza a vivir aquí en

la tierra no es más que una vida plena, una vida feliz. Para alcanzar este estilo de vida hay

que estar dispuesto a renunciar a todo aquello que no es vida, que no es Jesús. Solo así

seremos Cristo, siendo capaces de vivir en él tanto en la tierra como en el cielo. Que todo lo

que se descubra en el hoy de un cristiano, sea todo lo que se pueda visualizar en fe de su

destino final: Dios mismo, su cielo. Cothenet afirma que:

Aquí, a diferencia de Rom 6, que distingue entre la asociación presente a la muerte de Cristo

por el bautismo y la esperanza de la resurrección, todo parece que esté ya adquirido: no sólo

hemos sido revivificados con Cristo, sino que compartimos ya su reino celestial. (…) Sin

embargo, está claro que el autor es demasiado realista para pretender que está ya todo

adquirido: multiplica las exhortaciones morales para que los bautizados «se hagan» lo que

son por gracia (4,17-6,20)203.

1.1.10. “Si somos hijos también somos herederos: herederos de Dios, coherederos con

Cristo; si compartimos su pasión, compartiremos su gloria” (Rm 8, 17):

-Debe com-padecer con Cristo para ser con-glorificado con Él. No hay nada que Jesús

quiera negarle al cristiano. Si le pide compartir con él su sufrimiento, es porque también le

permite vivir su gloria. En este texto, la idea predominante es la de ser hijos en el Hijo. Se

asume la gracia de la adopción filial, de haber “sido adoptados en la familia de Dios”204. Esto

hace al cristiano acreedor de las gracias dadas por Dios en su Hijo a todos sus hijos, de los

derechos y privilegios dados por Dios. De este modo, se marca el camino a seguir por el

203 Cothenet, Las cartas a los Colosenses y a los Efesios, 47. 204 Wenham, Motyer y Carson, Nuevo comentario bíblico S. XXI, 542.

Page 67: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

67

cristiano. Si Cristo pasó por el dolor, las dificultades, el sufrimiento, pues, la gloria que le ha

sido dada por Dios, será obtenida por el creyente si asume la misma ruta. Quien comparte la

gloria de Cristo, es porque comparte también con él la cruz, la pasión. Vale leer esto:

El Espíritu, por consiguiente, es el espíritu de adopción como hijos. Pablo toma la expresión

“de adopción como hijos” (huiothesia) del mundo grecorromano, donde ésta denotaba la

institución legal por medio de la cual se podía adoptar a un niño y conferirle todos los

derechos y privilegios que corresponderían a un hijo natural. Pero la concepción está basada

en la imagen bíblica de Dios como aquel que por pura gracia elige un pueblo para que sea

suyo205.

Ser hijo es disfrutar de la vida divina que abraza la vida humana; una vida viva, donde es el

Espíritu quien genera esa vitalidad en el cristiano. El Espíritu Santo es quien hace capaz la

adopción filial; por obra suya el Padre ve a su Hijo en todos sus hijos. Es el cristiano,

entonces, expresa Perrot, quien “«tiene el espíritu»; el espíritu «habita en vosotros» y no ya

el pecado”206. El Espíritu que guía es el mismo que hace posible que seamos hijos de Dios.

Dice el P. Fidel que “hemos sido engendrados de nuevo por Dios en Cristo Jesús, y vivimos

una nueva vida en la relación filial con Dios. Esta es lo que podríamos llamar la realidad

“ontológica” de nuestra existencia”207. El regalo de Dios en la filiación adoptiva es que nos

da su Reino, su gloria, su inmortalidad. Una gracia que comienza a vivirse en el hoy como

primicias que obra en el cristiano el Espíritu de Dios208.

1.2. Textos paulinos sobre el “formar a Jesús”: se toman estos textos porque aparece en

todos ellos la palabra formar como palabra clave. Cabe anotar que Pablo es el único que

utiliza esta expresión “formar a Jesús” en la Carta a los Gálatas, y con ciertas variaciones

desde la misma raíz verbal, en otras de sus cartas209. Tres veces como verbo y dos veces como

sustantivo: “los verbos morphoo (Ga 4,19) y metamorphoo (2 Co 3,18; Rom 12,2); y el

sustantivo symmorphos (Fil 3,10.21). Estas palabras, algunas de ellas de uso exclusivamente

paulino en el Nuevo Testamento, sugieren un profundo modo de comprensión de la identidad

cristiana”210.

205 Íbid. 206 Perrot, La carta a los Romanos, 43. 207 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos, 10. 208 Íbid., 11-12. 209 Acero, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 31. 210 Muñoz, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 24.

Page 68: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

68

Hablar de formar implica disposición de dos sujetos para la acción de transformación por

hacer. Intervienen, entonces, el que forma y el que es formado211. El creyente debe estar

siempre en actitud de dejarse hacer de nuevo, de dejarse formar todos los días para

identificarse cada vez más con Cristo. Es un ejercicio de amor, donde quien forma se da para

hacerse uno con aquel de quien espera también la entrega total, que da lugar a una alianza.

Esta acción de formar a Jesús, en el cristiano, se puede comparar bíblicamente con la creación

del mismo hombre, con la imagen de la gestación, donde el útero es ese sagrario en el que

Dios engendra la vida (Gn 20, 18; Jr 20, 17). El cristiano se recrea cada día al emprender la

tarea de ser imagen de Dios. Es una nueva creatura en Cristo que asume una nueva

personalidad en él. El esfuerzo del creyente no debe ser otro que el de disponerse

humildemente a dejar que su ser interior solo sea invadido y poseído por la persona de Jesús,

quien entra a darle su forma, es decir, su estructura esencial, su vida, su corazón, su alma.

El uso del verbo “formar” es metafórico, se refiere al proceso de formación del ser humano

en el vientre materno (…). Es el origen mismo de la vida, pero en una perspectiva dinámica

implica cambios profundos en la persona que acoge esa vida y colabora radicalmente en su

gestación. También implica cambios en la persona gestada hasta una madurez necesaria para

poder salir del vientre materno y desarrollar una vida propia212.

1.2.1 “Hijos míos, por quienes estoy sufriendo nuevamente los dolores del parto, hasta que

Cristo sea formado (morphothe) en ustedes” (Gal 4, 19):

Pablo se presenta como “una madre que da a luz con dolor a sus queridos Gálatas (4, 19)

hasta que Cristo se forme en ellos. Por tanto, no siente miedo de proponerse como ejemplo:

"Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo» (1 Cor 11, 1)”213. Se muestra como una

madre que ya ha dado a luz a los gálatas una vez, pues expresa que nuevamente sufre los

dolores de parto. Esto indica una segunda gestación en Pablo214, lo que hace sentir cómo en

la vida cristiana hay que repetir muchas veces el ciclo de dolor para poder dar a luz al Señor.

Duele parir, duele morir a lo que no es Jesús para construir una nueva identidad cristiana en

211 Íbid. 212 Acero, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 31. 213 Cothenet, La carta a los Gálatas, 25. 214 Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento-Gálatas, 120.

Page 69: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

69

la vida de un cristiano. Cuesta mucho renunciar al yo, dejar lo que desfigura la persona, para

poder mostrar lo que realmente se es, lo que todo hombre de fe está llamado a ser: Cristo.

Durante el tiempo de la gestación de un ser humano se da una relación de amor tan profunda,

donde ambos viven las mismas cosas. Esto no se acaba con el parto. Pablo215 nos hace ver

que una madre siempre vive embarazada de su hijo, pues siempre vivía con su comunidad

dentro de sí, sintiendo el compromiso de cuidarles y guiarles a la perfección cristiana. El

cordón umbilical no se termina de desprender. Para una madre, el hijo siempre está en sus

entrañas.

De este modo, se puede usar la imagen para decir que el hombre siempre está dentro de Dios,

en sus entrañas, recibiendo el llamado de reflejarle en todo. Para la madre, el hijo es ella

misma. Así, para el hijo la madre es él mismo. Somos como aquel que nos dio la vida, somos

él. Somos Cristo, pues somos de Dios sus hijos en su Hijo. Somos vistos por Dios como su

propia imagen, como su semejanza, como una extensión suya, como una forma suya. Al

respecto argumenta Acero:

El verbo “morfoo” (formar) es un “hápax legómena” del NT. Sólo aparece en la carta a los

Gálatas (4,19) y está en relación con la metáfora usada por Pablo para identificar sus

relaciones “maternales-pastorales” con esa comunidad. Jesús se va formando en el corazón

de cada cristiano como un bebé se forma en el vientre materno y ese vientre es la caridad que

acompaña el proceso evangelizador de los pastores216.

Él, Jesucristo, es la verdadera identidad del cristiano para Pablo. Así, al nacer de nuevo en

un segundo parto, se indica que el creyente tiene ahora una nueva faceta del rostro de Dios.

Esto le urge a no conformarse con hacer cosas buenas, sino a pensarse siempre como un ser

nuevo, en quien Dios hace cosas nuevas (Ap. 21, 5). La invitación es, entonces, a vivir lo que

somos, nuevas creaturas. Muchas cosas podrá hacer el hombre, pero lo que necesita es ser

Jesús. Al ser Jesús, el hacer será coherente con lo que se es; el hacer no será otro que el de

darle gloria a Dios en todo.

Ahí está la felicidad cristiana, en el ser, en el descubrir lo que realmente se es, por naturaleza,

y ser lo que se está llamado a ser, por gracia: Jesús. Es ahí, en ese nuevo nacer, cuando se

puede decir que somos Cristo, somos él. Es así como Pablo retrata su identidad con un yo

215 Íbid. 216 Acero, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 38.

Page 70: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

70

que no es auto-referencial; es un yo cristificado217. Más que el hombre de fe quiera ser Jesús,

es que Cristo quiere ser él en todos. Si Jesús es en ti, tú eres tú realmente. Solo cuando él te

habita tú puedes ser auténtico, puedes ser lo que estás llamado a ser. Argumenta Muñoz:

Por eso, al concluir su argumentación en 4, 19-20, el Apóstol presenta su deseo de realizar en

los gálatas un segundo parto hasta que puedan decir: “Vivo, pero no yo, sino Cristo en mí”

(Ga 2,20). Pablo comprende la vida cristiana como una nueva modalidad de existencia

descentrada de sí mismo y centrada en Cristo. El encuentro con Cristo es, para Pablo, un

hecho fundamental, de modo que a partir de él se inicia un proceso de repensamiento total de

su identidad precedente para abrazar el don de una vida nueva en Cristo. Desde entonces

Pablo puede hablar de sí mismo como uno distinto-de-sí porque de hecho su “yo” ha sido

privado de su propia identidad y trasplantado en Cristo... Cristo ha sido formado en él. Este

es el deseo de Pablo hacia los Gálatas...218.

1.2.2. “Y nosotros todos, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria

del Señor, y nos vamos transformando (metamorphoumetha) en su imagen con esplendor

creciente, bajo la acción del Espíritu del Señor” (2 Cor 3, 18):

El verbo metamorphoo que aparece en este texto indica que la apuesta por formar a Jesús,

por construir su imagen en la propia de cada creyente, es un proceso. Afirma Acero que

“todos nos vamos transformando en la imagen gloriosa de Jesús” 219. Esto es gracias a la

acción del Espíritu. Hasta aquí, se señalan dos cosas precisas sobre la formación de Jesús en

el cristiano: que es un itinerario y que necesita de un agente superior externo llamado Espíritu

Santo.

Es claro, entonces, que a Dios se llega por medio de Dios mismo, por medio de una iniciativa

que toma él mismo, pues Pablo nos aclara que es por medio de la acción del Espíritu220. Si

se puede llegar a ser reflejo de Cristo es por obra de Dios mismo, por su amor, por puro deseo

divino de que seamos portadores de su gloria esplendorosa. Por eso, no se trata de

transparentar cualquier experiencia, sino la de Dios, la que nace de él y se hace en él. Bien

diría Muñoz que la “exposición constante a la gloria de Dios hace que se vayan

217 Muñoz, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 25. 218 Íbid. 219 Acero, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 38. 220 Muñoz, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 26.

Page 71: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

71

transformando en imagen suya, “de gloria en gloria”, es decir, como resultado de un

proceso”221.

Aunque por fuera se note en el ser humano un desgaste natural de su vida, Pablo hace ver

que interiormente siempre nos estamos rejuveneciendo: “y nos vamos transformando

(metamorphoumetha) en su imagen con esplendor creciente” (2 Cor 3, 18). Nos va

preparando para decir más adelante en esta misma carta (cf. 2 Cor 4, 16) que, en lo más

profundo del ser humano, en el interior del hombre, habita Cristo quien le da vida a la vida.

La vida del creyente no es propia, pues le pertenece a Cristo (Filp 1,21; Ga 2,20), y esto es

un regalo del bautismo (Rom 6,8).

1.2.3. “Lo que quiero es conocer a Cristo, y sentir en mí el poder de su resurrección, tomar

parte en sus sufrimientos; configurarme (symmorphizomenos) con su muerte con la

esperanza de alcanzar la resurrección de la muerte” (Flp 3, 10):

La expresión quiero conocer a Cristo, afirma Hendriksen, “se refiere a un conocimiento no

solamente intelectual, sino también experimental (del corazón)… Aunque el primero de estos

conocimientos nunca debe ser excluido, el énfasis recae aquí sobre el segundo”222. El

ejercicio de conocer a Jesús permitirá al hombre de fe ser Cristo para los demás, porque al

darle entrada a su mente y a su corazón, se convierte en reflejo vivo de su ser con sus palabras

y con sus sentimientos. Ya no podrá decir cualquier cosa sin más, ahora hablará de lo que

abunda en su corazón, de la verdad del amor que lo ha poseído. La tarea del cristiano no es

otra, entonces, que la de no conformarse con lo que haya podido conocer, sino de lanzarse a

buscar insaciablemente conocer más para amar más a Dios.

Hendriksen afirma que Pablo quiere conocer a Jesús de un modo perfecto: “cuando expresa

su ardiente deseo de conocer a Cristo, tiene en mente no sólo, ni aun principalmente, el

aprender y saber ciertos hechos referentes a Cristo, sino también y especialmente, la

participación de ciertas experiencias junto con él” 223. A Cristo hay que experimentarle en

todas las dimensiones del ser. Hay que disfrutarle en los pensamientos, en los sentimientos,

221 Íbid. 222 Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento-Filipenses, 119. 223 Íbid.

Page 72: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

72

en todo lo que se es. No debe existir una parte del hombre que no se ofrezca a él. Continúa

Hendriksen afirmando: “Pablo desea ser completamente “entregado” a Cristo, para que así

Jesús sea “todo” para él”224.

En este texto se marca la resurrección como punto de partida y punto final de la vida cristiana,

como marco en el que está llamado a desenvolverse la vida del creyente. La invitación desde

ya es la de vivir en un continuo encuentro con el resucitado, la de vivir en el ejercicio

constante de conocerle más y más. Se trata de asumir la experiencia de vida resucitada en la

propia vida, lo cual exige primero asumir con total abandono una vida de muerte constante,

de entrega continua; una vida de cruz, una vida unida al resucitado, que es el mismo

crucificado en el máximo esplendor de su gloria. Bien expresa Muñoz que:

Los vv. 9-11 muestran las consecuencias que se derivan de este cambio: estar unido a Cristo

–con una condición de justicia delante de Dios que no se basa en la obediencia de la Ley, sino

en la fe, y en un conocimiento de amor de Cristo, marcado por el progresivo conformarse a

su muerte, unido a la esperanza de alcanzar la resurrección final225.

El poder de la resurrección, en el cristiano, es tan fuerte que como una bomba explosiva de

amor destruye el pecado, la muerte y el mal, dando al hombre vida en abundancia, vida divina

que plenifica su humanidad. Es el poder del resucitado el que permite al creyente vivir en

santidad, vivir la gloria de Dios aquí en la tierra. Pero una realidad, en palabras de

Hendriksen, es que a pesar de ello “la perfección absoluta y espiritual de todo su ser no la

alcanzará plenamente hasta el día glorioso de la Venida de Cristo, cuando en cuerpo y alma

glorificará a Dios en Cristo eternamente”226.

San Pablo mostraba siempre deseo de vivir, y no de cualquier manera, sino de vivir en el

Señor, de vivir como resucitado (Rm 8, 11). Para ello, era consciente que había que morir

todos los días con él, asumir la cruz como camino de gloria, como signo de victoria y felicidad

cristiana. Solo de esta manera puede el cristiano transformar la mirada sobre las realidades

difíciles de la vida. Se trata de no ver barreras en las situaciones de cruz, sino de ver

oportunidades de entrega, de cambio personal y comunitario (Gál 6, 14).

224 Íbid. 225 Muñoz, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 27. 226 Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento-Filipenses, 121.

Page 73: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

73

El ser humano jamás hará algo perfecto, lo único perfecto que podrá hacer es dejar que Dios,

el perfecto, sea perfección en él. Así, se podrá caminar hacia la perfección, se podrá hacer

algo mejor cada día. Ya Dios lo hizo todo en Jesús; en él salvó a todo el hombre y a todos los

hombres, dándolo todo en la muerte y resurrección de su Hijo. El premio de la búsqueda de

la perfección humana, entonces, es la gloria eterna, gozar de las bendiciones que trae la

comunión plena con él en cielo y tierra nuevos. En últimas, Hendriksen argumenta:

Ahora bien, cuando la vida del Cristo resucitado se ha posesionado del corazón del creyente,

manifestándose más y más en su conducta, el resultado será una inevitable participación en

los sufrimientos de Cristo. Por consiguiente, el apóstol continúa: y (la) participación en sus

sufrimientos. Pablo desea ardientemente participar cada vez más en los oprobios y aflicciones

de su Señor y Salvador. Anhela “llenar lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo,

que es la iglesia” (Col. 1:24). No como si la expiación de Cristo fuese incompleta (He. 10:14),

pues el sacrificio fue perfecto y consumado; pero el sufrimiento por amor de Cristo y su causa

continúa (Ro. 8:17; 2 Co. 11:24–28; 12:10). Tal sufrimiento es un privilegio227.

1.2.4. “Él transformará nuestro cuerpo mortal, haciéndolo semejante (symmorfon) a su

cuerpo glorioso, con el poder que tiene para dominar todas las cosas” (Flp 3, 21):

Respecto a nuestro cuerpo marcado por la realidad de pecado, ya no hay duda de que Dios lo

transformará en un cuerpo nuevo en su venida gloriosa al final de los tiempos. Pero para

llegar a esa transformación final hay que hacer camino de transformación continua todos los

días. Hendriksen argumenta:

pero en su venida, el Salvador—que es un Salvador completo—lo tranformará de tal manera,

que su nuevo aspecto o apariencia reflejará verdaderamente su nueva y eterna forma interior,

ya que ésta será la del glorioso cuerpo del resucitado Señor. Seremos “hechos conformes a la

imagen de su (del Padre) Hijo” (Ro. 8:29). “Traeremos también la imagen del celestial” (1

Co. 15:49). “Cuando él apareciere, seremos semejantes a él” (1 Jn. 3:2). La naturaleza de este

gran cambio está detallada en 1 Co. 15:42–44, 50–58228.

227 Íbid., 120. 228 Íbid., 133.

Page 74: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

74

1.2.5. “No se acomoden a este mundo, por el contrario, transfórmense (metamorphousthe)

interiormente con una mentalidad nueva, para discernir la voluntad de Dios, lo que es

bueno y aceptable y perfecto” (Romanos 12, 2):

Este texto, es señalado como la sección exhortativa o parenética de Pablo en la Carta a los

Romanos, donde prevalecen los verbos en modo imperativo y se resalta la experiencia vivida

del autor en la comunidad229. Bien diría Ugo Vanni: “para Pablo hay una continuidad

indivisible entre el Evangelio y la conducta”230. Es una realidad que para el hombre es fácil

mirar hacia fuera. El trabajo espiritual exige al creyente mirar para adentro, analizarse

primero en su interioridad para poder luego tener un mejor encuentro con lo externo. La tarea

de transformación en Jesucristo es, en primer lugar, un compromiso interior, un trabajo en lo

más íntimo del ser. Quien se trabaja a sí mismo, comprende mejor al otro.

Somos Cristo en la medida que aprendemos a convivir con nosotros mismos. Hay que

aprender a habitarse. Luego, surgirá un nuevo pensar, un nuevo sentir del que habla Pablo.

Así, desacomodándose el creyente consigo mismo, puede desacomodarse de lo que el mundo

pretende hacerle asumir como bueno, agradable y perfecto. Con una conciencia así, el

cristiano sabrá discernir qué le conviene, qué le ayudará a crecer, que le perfeccionará en su

hacer cotidiano. A lo que complemente Muñoz diciendo que “la forma, la vida de Cristo es

el amor; por tanto, ser cristiano es conformarse a Cristo y entrar en su amor231.

La exhortación es a vivir una vida cristiana acorde a la conducta de Cristo. A vivir conforme

a Cristo, a su vida, pues el hombre que acoge el bautismo recibe a través de la fe en él la

gracia que le impulsa a vivir de otra manera. En palabras de Muñoz: “este acontecimiento

salvífico opera una transformación radical en el creyente, en su ser, en sus relaciones y

acciones, en su vinculación con el mundo que lo circunda y en su modo particular de ser en

el mundo” 232.

229 Vanni, Las cartas de Pablo, 63-67. 230 Íbid. 231 Muñoz, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 28. 232 Íbid.

Page 75: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

75

2. UNA MORAL DE IDENTIDAD CRISTIANA

El tema a trabajar aquí es el de la identidad cristiana, es decir, el de construir el ser, el vivir

una moral en Cristo, en clave de discernimiento. Todo para practicar un camino cristiano de

seguimiento a la persona de Jesús, donde la fe se entiende como una adhesión total a Dios,

es decir, como una entrega sin reservas a su vida.

Para comenzar, cabe anotar que Dios entra por la puerta de la antropología en la vida de todo

ser humano. La Iglesia enseña que “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio

del Verbo encarnado”233. Al encarnarse, Jesús no vino a la historia para que tengamos una

imagen de este acontecimiento, sino para que seamos nosotros esa imagen viva en cada

acontecimiento humano. No es solo cuestión de hacer memoria de que vino, sino de que se

hace cada día uno conmigo; el Hijo de Dios se ha unido con todo hombre en su

encarnación234.

El llamado es a convertirnos todos en santuario de Dios como María, dejando que nazca en

nosotros cada día, dejando que establezca en nosotros su morada y nos haga uno con él. No

hay un sagrario favorito para Dios que tú y yo, somos el santuario de sus deseos y de la misma

manera estamos llamados a desearlo a él como el anfitrión, como el invitado más preciado

en el sagrario de nuestro corazón. En nosotros es donde él quiere habitar. Que el resultado

sea siempre que nos veamos menos nosotros y más él, pues si le ven a él nos ven realmente

a nosotros. Así como el Padre lo ve a él en nosotros y nosotros al Padre en él. Eso es ser otro

Cristo, eso es ser partícipe de vida divina, una vida espiritual235. Una vida que refleja cómo

Dios no solo crea cosas, sino que crea historias. El Señor hace historia con cada cristiano.

Todo esto lo expresan algunos teólogos de la siguiente manera:

junto a la perspectiva antropológica (la vida cristiana es la vida espiritual del ser humano

elevado por la gracia), núcleo central de nuestro estudio porque lo que nos interesa es la vida

espiritual del hombre cristiano, debemos tener en cuenta la perspectiva trinitaria y

cristológica. Ambas están íntimamente ligadas porque Cristo, Hombre perfecto, es el Verbo

de Dios encarnado. Si desde la perspectiva trinitaria se subraya la vida cristiana como vida

de hijos de Dios Padre en el Hijo por el Espíritu Santo, la vida cristiana es la vida espiritual

233 Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 22. 234 Íbid. 235 Véase: Zundel, Quel Dieu et quel homme?

Page 76: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

76

guiada bajo la acción del Espíritu. Lo esencial es el fundamento antropológico sobrenatural

de la vida cristiana, pero éste sólo se entiende desde el aspecto cristológico y trinitario. La

vida espiritual cristiana es la vida del cristiano, en Cristo y con la Trinidad236.

Para comprender este dinamismo de la encarnación, hay que primero precisar el propósito de

la revelación divina, que no es otro que el de mostrar el plan salvífico de Dios para el

hombre. Dios se ha revelado, y el objeto de su revelación ha sido Dios mismo y su plan de

salvación. El plan de Dios es que toda la humanidad se pueda divinizar. Eso es lo que quiere

Dios, que todo ser humano se divinice. El objeto de la revelación es el establecimiento de la

alianza, la cual consiste para la Iglesia en proponer al ser humano la participación de la vida

divina.

El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto

a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la

naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad

sin igual237.

En ese camino de comprensión de la encarnación como hecho central de la fe cristiana, cabe

preguntarse por el fundamento de la revelación. Aparece, entonces, la capacidad de relación,

de comunicación del hombre con Dios como la base racional de lo que se entiende por

revelación. Esto lo fundamenta el teólogo Karl Rahner con su afirmación de que “el hombre

es la absoluta apertura al ser en general en permanente diferencia ontológica inacabada”238.

El hombre es espíritu, vive como la apertura infinita de lo finito a Dios, mostrando así, según

Rahner, la condición por la cual Dios se revela y coloca al descubierto la profundidad de su

divinidad “que en el fondo es la objetivación refleja del llamamiento del hombre a participar

en la vida del mismo Dios supramundano”239. Así, el hombre se hace lugar de la

trascendencia, casa o morada del ser de Dios.

Es Dios, quien libremente decide auto-comunicarse al hombre y éste le escucha en su

lenguaje, en sus palabras humanas240. Afirmar que Dios existe, conlleva a afirmar que ese

Dios puede comunicarse con los suyos, es decir, que si el ser humano es capaz de

comunicarse y se supone que Dios es superior y trasciende al propio hombre, entonces este

236 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1011. 237 Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 22. 238 Rahner, El oyente de la palabra, 89. 239 Íbid., 90. 240 Íbid., 120.

Page 77: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

77

Dios debe saber comunicarse en lenguaje humano. Por eso Dios se manifestó en Cristo, usó

su palabra, a su propio Hijo. De muchas maneras ha querido hablar al hombre.

En la tradición judeocristiana la revelación se presenta como diálogo entre Dios y el hombre.

En esta mediación la clave fundamental de relación es la palabra, con la cual no sólo se

informa (horizonte de sentido), sino que se crea comunión. Así, se realiza la alianza. Rahner

expresa que “el hombre presta oído al habla o al silencio de Dios en el grado en que con un

libre amor se abre a este mensaje” 241 de Dios. El hombre, entonces, debe estar siempre atento

a la revelación de Dios en su palabra pronunciada o silenciosa dada en la historia242.

La palabra es acontecimiento de salvación. La palabra surge en el diálogo. Si no hay diálogo

no hay palabra. La palabra es mucho más que la escritura. El ser humano al mirar su interior

descubre que hay una palabra que es dada allí. Hablar de palabra es hablar de una experiencia

íntima profunda de cada persona que ha sido llamada a la existencia con la capacidad del

diálogo porque ha sido creado para llegar a ser como Jesucristo. El hombre es llamado a la

existencia para responder a la imagen que Dios tiene de ser humano, que es Jesucristo243.

Dios al tomar la forma del ser humano lo dignifica.

En lo profundo del ser humano, Dios ya está presente. En la estructura del ser humano, Dios

de alguna manera ya está abierto para el diálogo con el hombre. El hombre fue hecho para

Dios, para vivir en él, para ser en él; Sesboüé afirma que “después de haberse dado al hombre

para sí mismo, Dios se da a él”244. El dinamismo de Dios es darse, revelarse, mostrar su amor

que salva, que da vida, que asemeja a él. Es en Jesucristo en quien se hace la divinización de

la naturaleza humana245.

Siguiendo a Rahner, se podría hablar de revelación de Dios a todo ser humano suponiendo

que Dios ofrece a todos los hombres la posibilidad de salvarse dando una respuesta libre a su

propuesta salvífica246. Esto hace creer en la grandeza de un Dios, que usa las categorías

241 Íbid., 141. 242 Íbid., 151. 243 Véase: Rahner, La Cristología dentro de una concepción evolutiva del mundo, Tomo V, 181-219. 244 Sesboüé, L homme, merveille de Dieu, Salvator, 79. 245 Sesboüé, Jesucristo, el único mediador, 271. 246 Rahner, Curso fundamental sobre la fe, 179-193.

Page 78: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

78

humanas para comunicarse, es decir, usa la palabra, la corporeidad, la vida misma para decir

con ella cuál es su mirada sobre todo lo creado247.

Es semejante a Dios aquel que le puede responder, es decir, el hombre. Dios habla con un

semejante a él, sino hablaría solo, y el diálogo es con otro. Dios le habla a quien le puede

responder. Pero algo es clave y es que el hombre tiene la posibilidad de negarse al proyecto

de Dios, por eso se debe precisar que: a) el creyente está llamado a descubrir cuál es el

proyecto de Dios para su vida; b) debe reconocer en qué le falta al proyecto de Dios

identificando su pecado; y, c) debe señalar las consecuencias a esa falta al proyecto de Dios

y evitar al máximo ofenderle248. Al respecto argumenta Rahner:

Se trata de la propia interpretación de aquella realidad que está constituida por la propia

comunicación personal de Dios, o sea, por Dios mismo. Si ésta se interpreta históricamente,

entonces es Dios el que se interpreta a sí mismo en la historia, y los portadores históricos

concretos de tal auto-interpretación están en sentido auténtico autorizados por Dios. Esa auto-

interpretación no es un suceso accesorio, sino un elemento histórico esencial en esta

trascendentalidad sobrenatural, la cual está constituida por la propia comunicación de Dios249.

En esta objetivación, el Dios que se comunica a sí mismo y el hombre que acepta la auto-

comunicación divina (en Jesucristo) se hacen irrevocablemente uno, y la historia de la

revelación y salvación de la humanidad entera llega a su fin, sin menoscabo de la pregunta

de la salvación individual. (...) pues en dicha historia, dentro del mencionado período de

cesura, está dado ya aquello hacia lo que se mueve la humanidad: la divinización de la

humanidad en el único Dios-hombre Jesucristo250.

Cristo es la plenitud de la historia de salvación. El cristiano puede mirar la historia entera de

la revelación, que es co-extensiva con la historia de la humanidad251, como un último instante

antes del suceso de Cristo y en unidad con él, es decir, todo lo lee en Cristo; haya sentido

total es en Cristo. Después de él todo debe ser leído crísticamente, es decir, desde él, por él,

para él, en él. La revelación es Cristo: la Palabra, el Verbo, su encarnación. El movimiento

humano es hacia Cristo, hacia la cristificación252.

Dios se revela a cada ser humano a través de la conciencia. El hombre, ayudado por la gracia,

capta el bien que debe hacer y lo hace para alcanzar la salvación y caminar hacia el objetivo

247 Íbid. 248 Íbid., 195 249 Íbid. 250 Íbid., 206-207. 251 Íbid., 203. 252 Íbid.

Page 79: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

79

principal de su existencia: la divinización en el único Dios-hombre verdadero, Jesucristo253.

El Concilio Vaticano II enseña que el objeto de revelación es Dios mismo y su plan de

salvación en Cristo, por Cristo y con el Espíritu Santo, los seres humanos pueden llegar a ser

partícipes de la naturaleza divina254.

Se obtiene salvación y nueva vida para ser otro Cristo, no tanto cuando se cumple una ley

como si de ella dependiera la salvación, sino cuando se adhiere el hombre Jesús a través de

la fe, por la gracia de Dios en él255. De esta manera se comprende que el contenido de la

revelación no sea un conjunto de doctrinas y normas a seguir, sino que como Dice Rahner

“es el anuncio de una historia de salvación, de una acción salvífica y reveladora de Dios al

hombre y con el hombre”256.

Se comprende, entonces, que Dios más que comunicar cualquier cosa, se comunica a sí

mismo y da a conocer en Cristo su proyecto de conducir al hombre a la comunión de vida

con él257. Si este es el plan de Dios, el plan del hombre no puede ser distinto. La tarea humana

no es otra que la de vivir cada día en favor de esa formación de Jesús en el corazón, en función

de ser otro Cristo, de estar plenamente unido a él.

En esa apuesta del cristiano por ser otro Cristo, ya sabe cómo es el ser humano según Dios

por tener a Cristo como Dios humanado258. Ahora bien, una moral de identidad cristiana es

la moral paulina, “la moral de la vida nueva en Cristo”259, como bien menciona Vidal. Una

moral de vida en el Espíritu (Rm 8), de conciencia (Rm 2, 14; 1 Cor 8-10), y de

discernimiento (Rm 12, 1-2; Fil 1, 2-9). Esta moral es claramente bautismal (Rm 6), como se

ha trabajado bíblicamente en la primera parte de este segundo capítulo del trabajo. La gracia

bautismal es la que hace al cristiano un sacramento vivo, un sacramento andante, un seguidor

auténtico de Cristo. Es desde la experiencia bautismal como se gestan nuevos cristos, nuevas

vidas a la medida de Cristo. El Concilio Vaticano II lo afirma de esta manera:

253 Véase: Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 16 y Dei Verbum 2. 254 Véase: Íbid. 255 Véase: Íbid., D.V. 7. 256 Rahner, Curso fundamental sobre la fe, 172. 257 Véase: Arteaga, La increíble actualidad del misterio de Cristo, 205. 258 Véase: Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 1-50. 259 Vidal, Nueva Moral Fundamental, 309.

Page 80: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

80

Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras, sino en virtud del

designio y gracia divinos y justificados en el Señor Jesús, han sido hechos por el bautismo,

sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios y partícipes de la divina naturaleza, y, por lo

mismo, realmente santos. En consecuencia, es necesario que con la ayuda de Dios conserven

y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron260.

Esa gracia bautismal que hace del cristiano un sacramento vivo, es la que le enseña que solo

se es Cristo, solo se es otro Jesús en la tierra, cuando se camina hacia la santidad con

conciencia de crecer continuamente. Ahondar en el carácter antropológico de la moral

cristiana exige dar una mirada a Jesús como Dios-Hijo humanado, historizado, es decir, que

habla, camina, siente hambre, tiene preocupaciones, sufre, llora, se enferma, descansa, ríe,

protesta, etc. Jesús es el prototipo perfecto de lo humano y no nosotros o cualquier otro. Cada

uno de nosotros debe seguir a Jesús como paradigma o modelo de vida cristiana261.

No obstante, reconociendo la importancia del Jesús histórico para nuestra fe, cabe resaltar

una afirmación de Múnera: “la vida humana de Jesús es la vida humana que Dios escogió

vivir y que es prototípica para nosotros”262; “El Jesús histórico es trascendental para lograr

nosotros percibir la versión divina de lo humano y la versión humana de lo divino”263. La

persona de Jesús es quien nos muestra el rostro humano del Padre (Jn 14, 9).

Dios sale de sí en su Hijo, se manifiesta en plenitud en su Hijo Jesús, quien es el modelo de

hombre que está llamado a formar en su vida el ser humano. La mirada antropológica propia

del Nuevo Testamento hace memoria de que el cristiano ahora interpreta todo en la persona

de Cristo. Lo primero es reconocer que toda la creación ocurre en Jesús y por Jesús264.

Siguiendo esta mirada en la fe pospascual, Múnera hace la siguiente interpretación de la

creación:

Me atrevo a interpretar la creación como una especie de macro-encarnación de Dios-Hijo:

todo lo que existe es un desbordamiento o salida de Dios, fuera de sí. Y esto no puede

acontecer sino en el Hijo y por el Hijo. Porque el Hijo es el desbordamiento o salida de Dios-

Padre. Podemos pensar que la creación es una espacio-temporalización o creaturalización de

Dios-Hijo. Y la encarnación en Jesús es una espacio-temporalización o creaturalización o

historización de Dios-Hijo265.

260 Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, 40. 261 Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 26-27. 262 Íbid., 29. 263 Íbid., 31. 264 Íbid., 33. 265 Íbid., 33.

Page 81: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

81

Cuando Dios decide crear la creación, todo lo que resulte fuera de Dios sale por el Hijo que

es "la salida". Es decir, en su realidad divina, Dios abre un espacio por el cual pueda salirse

y ese espacio es Jesús su Hijo. Es el Hijo de Dios, Jesucristo, la salida de Dios Padre sin

salirse de sí mismo. Cuando el cristiano se descubre como creatura hecha por Dios y ordenada

a él para encarnar a Cristo en la propia vida (Ef 2, 10), es capaz de hacer camino de

divinización, de cristificación. Desde lo dicho en la cita anterior, García se suma a esta idea

afirmando que:

La divinización del hombre se realiza como el misterio de nacer de Dios (Jn 1, 3). Somos

hijos de Dios en el Hijo eterno del Padre. Lo que sea nacer de Dios puede verse en el envío

del Hijo por parte del Padre (Jn 3, 16; Rm 8, 32) y en la obediente salida-del-Padre del Hijo

(Jn 16, 28)266.

En ese envío del Hijo por parte del Padre celestial, el cristiano recibe el llamado a la relación

de Alianza, donde hay camino para ser otro Cristo, para formar a Jesús en su ser. Ante un

Dios que se da, que se entrega por amor, la respuesta no puede ser otra que la entrega

amorosa, la ofrenda de la vida toda a él. Se trata de no reducir el propósito de la moral

cristiana “a determinar con exactitud el alcance de la ley y el límite preciso de lo permitido

y lo prohibido”267. El esquema moral en el Nuevo Testamento para la formación de Jesús en

el creyente, es el de llamado-respuesta y no el de ley-cumplimiento268.

En la moral de seguimiento269 es donde el cristiano vive un discipulado de configuración

plena con Cristo hasta el punto de llegar a formar a él en su vida. Una moral como respuesta

del hombre a Dios en un diálogo de amor, lejos de una moral reducida al cumplimiento de

leyes sin más270. El camino de seguimiento a Jesús es la consecuencia de decirle sí a Dios.

Se trata de un seguimiento entendido como unión plena a la persona de Cristo. Seguir a Jesús

es reproducir, al estilo eudista, los mismos sentimientos de Cristo a través de la fe y la

caridad271. Sobre este acto de seguir expresa Augrain que “seguir significa adhesión total. En

efecto, seguir a Jesús no es solo adherirse a una enseñanza moral y espiritual sino compartir

266 García, La decisión cristiana, 273. 267 Íbid., 381. 268 Rahner, Curso fundamental sobre la fe, 363. 269 Gnilka, Jesús de Nazaret, mensaje e historia, 213. 270 Véase: Fuchs, La moral y la teología moral postconciliar, 18-27. 271 Häring, La ley de Cristo I, 285.

Page 82: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

82

su destino”272. Se comprende, de esta manera, que la revelación acontece en la íntima

cercanía con Dios.

Esta adhesión a Cristo, permite distinguir la moral de un cristiano por su opción de fe en

Cristo. La plenitud de vida no está en cumplir preceptos, sino en caminar en santidad273. Al

respecto afirma Múnera que “la Moral del seguimiento es, por consiguiente, según el Nuevo

Testamento, una Moral de orden ontológico trascendente y no una mecanización de

comportamientos conformes con las normas de una sociedad”274.

Ahora bien, al tratar de hacer una relación entre esta moral de seguimiento con la propuesta

de San Juan Eudes de formar a Jesús en el corazón de los cristianos, aparece la claridad de

que a Jesús se le forma es en el seguimiento, se le forma haciendo camino con él y haciendo

todas las cosas en él. No hay lugar en la moral cristiana de seguimiento a mirar un modelo

de vida distinto al de Cristo Jesús. Se trata de vivir la vida natural de todos los días, como

una vida cristiana, es decir, como una vida que reproduce, recrea, da lugar vívidamente a la

manifestación de Jesús en la propia vida. Sobre este particular, señala un eudista:

El seguimiento, escuela o discipulado de Jesús de Nazareth se ha convertido hoy en un

referente universal que describe la identidad cristiana. Este seguimiento emana de las páginas

del Nuevo Testamento, en particular de los evangelios, y se inspira en un itinerario que trata

de convertir el misterio profundo descrito anteriormente en un proyecto de vida que ilumina

la cotidianidad de la existencia y la motiva para que reproduzca, creativamente, las páginas

evangélicas.

La expresión “seguimiento de Jesús” no se encuentra en los escritos bíblicos, ella es

la síntesis del proceso pedagógico de Jesús, caracterizado por ciertos verbos (seguir, ir detrás

de, servir, etc) y sustantivos (discípulo, maestro, enseñanza, mandamientos, etc). Esta

pedagogía inicia con un encuentro personal (Mc 1,16), en el marco del cual, Jesús, el maestro,

llama a sus discípulos a cambiar su estilo de vida habitual (Lc 5,8-11), los invita a convivir

con él en espacios familiares resignificados (Mc 3,31-35), y los lleva con él a misiones

itinerantes que refuerzan con palabras y gestos la propuesta del Reino de Dios (Mc 1,38-39;

Lc 8,1-3).

La enorme riqueza de la teología paulina concentrada en el “formar a Jesús” y “vivir

en Cristo” se traducen en categorías de teología narrativa. ¿Cómo se forma a Jesús en

nosotros? ¡Siguiéndolo!275.

272 Augrain, Seguir, 840. 273 Múnera, La Moral en la Sagrada Escritura, 26. 274 Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 9. 275 Acero, Acercamiento bíblico-Cahier eudistas nº25-2017, 41-42.

Page 83: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

83

En cuanto a este seguimiento cristiano, menciona el Papa Juan Pablo II que:

… es el fundamento esencial y original de la moral cristiana (…). No se trata aquí solamente

de escuchar una enseñanza y de cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical:

adherirse a la persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino, participar de su

obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre. El discípulo de Jesús, siguiendo, mediante

la adhesión por la fe, a aquél que es la Sabiduría encarnada, se hace verdaderamente discípulo

de Dios (cf. Jn 6, 45)276.

Esta invitación hacia el seguimiento cristiano se descubre en los textos del Evangelio cuando

Jesús pide repetidas veces que le sigan. Toda su vida se convierte en el modelo a seguir por

los cristianos. No hay un mejor seguimiento a Cristo, una mejor manera de formarle en el

corazón hasta ser él mismo, que aquella de seguir el camino del amor, de amarle en todo y

en todos. Si bien se ha dicho que la revelación viva de su amor al Padre y a todos nosotros

sus hermanos ha sido su entrega, su ser pro-existente en cada obra que ha hecho, cabe anotar

lo que muy bien expresa el Papa polaco: “El modo de actuar de Jesús y sus palabras, sus

acciones y sus preceptos constituyen la regla moral de la vida cristiana”277. Así, se vislumbra

la manera de ser discípulo de Cristo, de ser seguidor suyo, que no es otra distinta a la de

hacerse conforme a él. Este discipulado está lejos de ser una simple imitación exterior de las

acciones y palabras de Jesús, pues es más bien una unión que afecta primero el interior del

hombre y le hace expresar luego exteriormente la alegría de ser una nueva criatura. Esto lo

señala Juan Pablo II al hablar del discípulo que por la fe logra unidad con su Señor y hace un

verdadero seguimiento:

Mediante la fe, Cristo habita en el corazón del creyente (cf. Ef 3, 17), el discípulo se asemeja

a su Señor y se configura con él; lo cual es fruto de la gracia, de la presencia operante del

Espíritu Santo en nosotros278.

Confundir el seguimiento con imitación de Jesús es caer en el olvido del proyecto de Dios,

que no es otro que hacer del hombre hijo suyo por la gracia, destinándole a la plenitud divina

en su propia vida humana. El hombre en el seguimiento de Cristo va tomando conciencia de

manera procesual de que su origen y su fin último están en Cristo. Como bien señala el Padre

Múnera, comentando al Obispo de Roma Juan Pablo II:

276 Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 19. 277 Íbid., 20. 278 Íbid., 21.

Page 84: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

84

… existe la tentación de interpretar el seguimiento de Jesús como una imitación de sus

virtudes o una reproducción lo más exacta posible de sus acciones éticas. Sin embargo,

podemos asegurar que no se trata de esto, como podemos deducirlo del análisis del todo el

Nuevo Testamento: en efecto, la interpretación del seguimiento de Jesús, presentada por la

comunidad cristiana primitiva en multitud de textos neotestamentarios, manifiesta que se trata

de una realidad mucho más honda, más profunda, más radical y definitiva que una simple

imitación de gestos o acciones del Señor Jesús, como lo reconoce Juan Pablo II en la Encíclica

Veritatis Splendor279.

Este camino de seguimiento es una apuesta por ser en Cristo, por ser otro Cristo. Dios nos

hace a su imagen y semejanza con la vocación de ser otros Cristo, de ser sus hijos en Cristo

(filiación eterna Ef 1, 5 y Rm 8, 17), “siendo cada uno, en el Tú eterno, un tú único”280. La

vida humana se hace vida cristiana por la acción del Espíritu, pues la iglesia toda y cada una

de sus miembros son templos del Espíritu Santo (1 Cor 3, 16; 1 Cor, 6, 19; Ef 2, 22). Al

respecto afirma Santiago García que “ser en-Cristo constituye la dimensión óntica de la

relación entre el hombre y Dios, tal como Él la ha establecido con su revelación en

Jesucristo”281.

Además, sobre este asunto de divinización en Cristo, de incorporarse plenamente a él,

Múnera afirma que “la divinización del ser humano ya no es un absurdo, porque se trata de

la adquisición de una divinidad humanizada, no de una divinidad incompatible con lo

humano y lo creatural”282. Seguir a Jesucristo es más que un simple imitar sus virtudes, es

dejarle vivir en la propia vida para ser reflejo de su vida divina, de su puro amor. Es ser signo

vivo del Reino de Dios que irrumpe en la historia del hombre mostrando un nuevo rostro de

Dios (su Hijo), y una salvación universal y escatológica. Así, la moral cristiana se preocupa

más por ser un camino de perfección, por ese ir consiguiendo la forma de ser y de actuar de

Dios (Mt 5, 48 y Lc 6, 36; Mt 19, 16-26)283.

El proceso de divinización es progresivo. La fe mueve al cristiano a incorporarse a su Señor.

Esta fe, menciona Múnera, es “una incorporación ontológica a Jesús en la vivencia de una

experiencia religiosa por la que Dios actúa en nuestro ser y nos transforma y nosotros

reaccionamos cooperando en este proceso de transformación”284. La gracia de ser Jesús, de

279 Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 8. 280 García, La decisión cristiana, 271. 281 Íbid. 282 Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 37. 283 Véase: Vidal, Nueva Moral Fundamental, 121-155. 284 Múnera, La Moral: ¿Sistema Normativo o Antropología Teológica?, 39.

Page 85: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

85

ser otro Cristo en la tierra no es solo un don de Dios, sino una tarea, una responsabilidad por

ayudar a que la transformación ocurra, siendo dóciles, estando dispuestos a que Dios haga lo

que como Dios tenga a bien hacer, para construir una adecuada moral cristiana. Bien señala

esto Múnera así: “Toda la operación moral del cristiano acontece en razón de su

transformación ontológica en hijo de Dios-Padre, movido por Dios-Amor presente en su

corazón de tal manera que actúa con las mismas características de Dios-Hijo”285.

Por otro lado, en cuanto al tema del pecado, éste no se comprenderá como la opción

fundamental por el no a Dios, y pasará ser una simple desobediencia a unas leyes y normas

supuestamente reveladas por Dios286, cuando se vive una moral de normas y no una moral de

seguimiento como bien se ha explicado anteriormente. Este cambio de visión287 hace que no

se pierda el sentido de la revelación, donde el Dios amoroso y misericordioso que se revela

a sí mismo, no sea visto como un Dios legislador y juez, como un Dios que penaliza ante el

incumplimiento de las leyes y que reemplaza la conversión por el desagravio, la expiación,

el sacrificio; que cambia la salvación por la justicia mal aplicada, que pone la ley por encima

de la gracia y la justificación, haciendo que finalmente se comprenda el pecado no como una

opción fundamental de decirle no a Dios, sino como un simple desorden, falta u ofensa a

Dios por violar la ley.

El pecado implica, en palabras de Spiteris, “la muerte y no sólo en sentido ético o metafórico,

sino de forma verdadera y real”288. La dinámica del pecado no debe ser vista como un simple

faltar a la ley, sino como un vivir o morir, como un estar o no estar dominado por él.

El pecado es una fuerza que presiona nuestra libertad en sentido contrario al amor. Pero esta

fuerza puede ser desplazada por la fuerza del amor. Así, toda la vida se vivirá en esta lucha.

Ahora bien, en cuanto al Jesús humano, hay que precisar que él se hace igual en todo a los

hombres menos en el pecado (Hb 4, 15). En Jesús ocurre la plenitud de lo humano. Vidal

menciona, del pensamiento de J. González-Faus, que “Dios se encarnó para que no le

buscásemos en el cielo sino entre los hombres”289. Jesús es verdadero hombre y verdadero

Dios; es el prototipo de lo humano. Jesús no puede ser pecador como los hombres por ser

285 Íbid., 41. 286 Gil, Conciencia de Pecado y Culpa, 464-468; Múnera, La Justificación y la Gracia Constitutiva, 38. 287 Véase: Flecha, Teología Moral fundamental c. X, 326-334. 288 Spiteris, Salvación y Pecado en la tradición oriental, 139. 289 Vidal, Nueva Moral Fundamental, 122.

Page 86: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

86

simultáneamente Dios. Por eso, si el cristiano quiere ser verdaderamente hombre, debe ser

otro Jesús290.

Si el hombre queda sin voluntad y sin libertad no sería culpable. Esto es lo más importante

en su condición natural, que es libre y decide por sí mismo. Con el querer de Adán se abre la

puerta al pecado. El pecado, entonces, es común a todos, y los hombres los reafirman al optar

por él. El pecado es la renuncia a ser divinizados291. La realidad negativa que constituye al

hombre es el pecado, pero la positiva es la Gracia. Ambas realidades son totalmente

correlativas. El pecado sería, en este sentido, la negación o carencia de la Gracia. Mientras

que la Gracia es esa realidad que le abre al hombre la puerta de la salvación, el camino de la

divinización, de la comunión íntima con Dios292.

Ese camino de la divinización se concreta en el misterio de la filiación adoptiva293, el cual es

también una gracia en el ser humano; es una realidad que hace que se tenga a Dios Padre por

herencia y que se reproduzca la realidad del Hijo, Dios humanado, por su semejanza con él.

La participación creada de la vida increada es la divinización, cumpliéndose la afirmación

del apóstol Pedro: "para que... se hicieran ustedes partícipes de la naturaleza divina" (2 Pe 1,

4). Esta divinización es posible gracias a que en Cristo se da la humanización de Dios y con

ésta se demuestra la factibilidad de co-existencia de dos naturalezas en una simbiosis

admirable lograda por la unidad de la persona294.

Tanto el hombre como Dios mantienen ambos su identidad particular. El hombre no vive una

vida solamente humana, sino también una vida divina. Esto no quiere decir que el hombre

sea Dios, pero sí que el hombre puede reproducir lo que es Cristo (imagen de Dios Padre)295.

Esto se conoce como una participación de la realidad crística por vía de semejanza. Esta

reproducción también es procesual, no se da en un instante296. Esto revela la estructura

interior del hombre; un ser humano cuyo desarrollo, desde su inicio hasta la plenitud que

290 Múnera, El pecado constitutivo, 15-16. 291 Spiteris, Salvación y Pecado en la tradición oriental, 149. 292 Íbid. 293 Yáñez, Esperanza y Solidaridad, 202. 294 Múnera, La Justificación y la Gracia constitutiva, 32-33. 295 Véase: Yáñez, Esperanza y Solidaridad, 200-204. 296 Múnera, La Justificación y la Gracia constitutiva, 33-34.

Page 87: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

87

Dios diseñó para él, es llevarlo a compartir la misma realidad divina. Esto no puede ocurrir

sino a través de la actividad ética que cada uno opere en su vida297.

Hasta aquí va confirmándose que el plan de Dios es que todos sin excepción puedan salvarse.

Es decir, la grandeza de la salvación es su carácter de universalización. Dios no se equivocó

en proponer la divinización de todos los seres humanos a través de la encarnación, dándole

la posibilidad de elevar la naturaleza humana, sus potencias y capacidades, a través de la

gracia de Dios298. Pensar al cristiano en términos procesuales, permite reconocerle como un

ser en el que se reproducen paulatinamente los rasgos de Cristo Jesús, es decir, como un

sujeto que va haciendo un proceso de divinización como respuesta al plan de Dios.

En ese camino procesual de divinización del cristiano, la moral cristiana enseña que se es

otro Jesús cuando se cristifica nuestra libertad humana y se opta decididamente por Cristo.

La diferencia de la libertad de Jesús y la libertad del hombre radica en que en el hombre

existen tanto la posibilidad del amor, del sí al otro, como la posibilidad del no amor, del no

al otro, del no a Dios. En este sentido, si la libertad prototipo es la humana, Dios no tiene

libertad, porque Dios solo puede amar. De allí que la libertad prototipo tenga que ser la de

Dios, y la libertad humana prototipo es la de Jesús. Libertad, teologal y teológicamente, es la

capacidad infinita de amar propia de Dios. Como la libertad humana tiene ambas

posibilidades (dar un sí o un no al amor), es imperfecta. Si lo positivo de la libertad es abrirse

al otro, lo negativo es la posibilidad de encerrarse en sí mismo (libertad cautiva). De este

modo, en la medida en que la libertad humana se cristifique, se adquiere la libertad de los

hijos de Dios299.

No obstante, el hombre está llamado a amar con el Amor de Dios, que es el Espíritu Santo.

El cristiano debe comportarse, entonces, con la misma dinámica de Cristo, debe reproducir a

Cristo. Es lograr ser y obrar como “otro Cristo”. Esto da pie para hablar de la libertad cristiana

como una esclavitud voluntaria, donde la libertad humana se incorpora plenamente a la

voluntad divina, al Espíritu Santo. La libertad es posible gracias a Dios300. La libertad es un

297 Íbid., 35-36. 298 Yáñez, Esperanza y Solidaridad, 200. 299 Múnera, La libertad cristiana - La opción fundamental, 8-9. 300 Rahner, La gracia como libertad, 43.

Page 88: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

88

constitutivo de la persona, es estructura de la existencia cristiana301. Cada minuto se debe dar

la vida, ayudar a otro, aportar al progreso del otro; no tiene que ser necesariamente en un

sacrificio cruento. Jesús no nos amó solamente cuando murió en la cruz. Toda su vida fue un

darse en amor a los demás. La norma suprema, entonces, es el Amor y somos libres en cuanto

que somos capaces de amar302. De esta manera, el cristiano se hace otro Cristo303. Todo esto

está llamado a hacerlo, claro está, en libertad.

Libremente, el cristiano va configurando una especie de orientación de la vida, una

direccionalidad hacia el bien o hacia el mal, según su opción fundamental. Es su opción

fundamental la que le conduce a ser otro Jesús304. La opción fundamental y las consecuentes

actitudes son lo que constituye la bondad o la maldad del sujeto, y los actos son los frutos

externos buenos o malos que de él proceden305. Es la opción por el bien o por el mal como

proyecto de vida, como convicción existencial, como determinación firme y definitiva en

términos de compromiso ineludible e insoslayable306.

La opción fundamental es, entonces, una libre y decisiva decisión de seguir a Cristo, de

adherirse a él. Esta opción se caracteriza por abarcar toda la persona y por proyectarla en una

dirección determinada, a través del compromiso serio y definitivo de ésta. Un compromiso

que lleva a asumir la libertad como “un modo de ser”307, según Vidal. La opción transforma

al sujeto en su interior, lo modifica ónticamente. La persona ya no es ella misma, sino que

resulta transformada en Cristo, en una nueva creatura, en un hijo de Dios por adopción. La

opción fundamental es el proceso de fe vital y existencial por el cual ocurre la vivencia de la

Gracia, que determina la negación de una opción fundamental por el pecado308.

La divinización significa que nos hagamos como el Dios humanado, eso sí es posible. Si fue

posible que él se hiciera humano, es posible que yo humano me haga Dios, pero a la manera

de él, no a una manera abstracta, filosófica. La tarea es participar de la divinidad de Jesús,

301 Vidal, Moral de Actitudes, Tomo I, cap. 6, 362-365. 302 Rahner, La gracia como libertad, 54. 303 Múnera, La libertad cristiana - La opción fundamental, 10-12. 304 Véase: Vidal, Moral de Actitudes-Tomo I, cap. 6, 362-372. 305 Múnera, La libertad cristiana - La opción fundamental, 19-20. 306 Íbid., 20-21. 307 Vidal, Moral de Actitudes, Tomo I, cap. 6, 361. 308 Múnera, La libertad cristiana - La opción fundamental, 27.

Page 89: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

89

así como él participó de nuestra humanidad. Él se hizo verdaderamente humano y yo me

puedo hacer verdaderamente divino a la manera de Jesús309.

La resurrección de Jesús es que, la humanidad que lo constituyó en la historia fue transferida

al nivel de gloria, se diviniza su humanidad al volver al Padre. El seguimiento de Cristo

consiste en asimilar sus rasgos de tal manera que ya no seamos nosotros, sino que lo dejemos

a él ser en nosotros. Esta cristificación equivale a tener a Cristo por dentro. Cristo y yo somos

uno solo, formamos una única realidad, entonces yo obro como obra Cristo310.

No se trata tanto de seguir sus preceptos, pues quien no esté transformado en Cristo puede

cumplir disposiciones propuestas por Cristo, pero no por ello se puede afirmar que se adhiere

a la ley que es Cristo. Lo primero será un simple comportamiento de tipo ético, pero lo

segundo equivale a llevar a la plenitud la ley del Señor Jesús311. Se descubre, entonces, que

esto no es cuestión de palabras, sino de toda una orientación de la vida al servicio de los

demás como lo señala el Nuevo Testamento.

Ciertos comportamientos de los cristianos en sentido contrario a su opción fundamental por

el bien, son pecado, pero no hacen al cristiano carente de la Gracia, de la filiación cristiana,

de la cristificación. Estos comportamientos son malos evidentemente, son perjudiciales,

pecaminosos, pero no mortales para la Gracia, no son en el pleno sentido de la palabra

“pecado mortal”. La mortalidad de un pecado no se mide por la gravedad de la materia, ni

por la plena conciencia y plena libertad, sino en relación con la opción fundamental. No se

trata de pecados veniales, son mortales y así hay que reconocerlos por su gravedad. Son,

entonces, comportamientos que no alcanzan a configurar un cambio de opción

fundamental312.

Si ocurre que debes hacer penitencia por segunda vez, no te debes abatir, ni aplastar

por la desesperación. Avergüénzate de haber pecado por segunda vez, pero no te

avergüences de arrepentirte. Sonrójate de haber caído de nuevo, pero no levantarte

nuevamente. Que nadie se deje llevar de la vergüenza. A nuevas enfermedades hay

que aplicar nuevos remedios313.

309 Múnera, Moral de la ley y moral del Espíritu, 35. 310 Múnera, Moral de la ley y moral del Espíritu, 36. 311 Íbid., 37. 312 Véase: Múnera, El concepto de pecado, según una moral específicamente cristiana, 6-10. 313 Tertuliano, La penitencia, 7.

Page 90: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

90

Todos los días el hombre comete pecado. Hay que reconocerlos, pues son actos que fallan al

compromiso hecho con Cristo. Lo importante es que, a pesar de esos pecados, no se cambie

la opción fundamental por Cristo. Se debe pedir perdón y seguir caminando. El pecado

personal no es más que cerrarse a la Gracia Divina, a la oferta de Salvación dada

gratuitamente por Dios. Solo con la fe se puede comprender que el pecado personal conlleva

a perder la cercanía de Dios que, por su revelación amorosa, se comunica para ser el

constitutivo más íntimo de nuestra existencia314.

Hablar de pecado constitutivo y de salvación a partir de la justificación conlleva a reconocer

en el hombre la realidad de gracia y la realidad de pecado. La gracia, para Rahner, es Dios

mismo, su comunicación amorosa al hombre315. El pecado es la negación o carencia de la

gracia. De este modo, gracia y pecado aparecen como dos realidades correlativas. Así, la

justificación se entiende de dos maneras. En primer lugar, como la eliminación de todo

aquello que en el ser humano no es Dios, es decir, todo aquello que carece de vida divina. En

este sentido el pecado es no vivir de cara a Dios, sino a sí mismo. En segundo lugar, la

justificación puede ser entendida como la adquisición de una nueva realidad que es la vida

divina en el hombre produciendo una transformación ontológica316.

La profundidad de la existencia del ser humano se afecta cuando decide libremente decirle

no a Dios y a su revelación. Cuando se opta así, se está rechazando la propuesta de formar a

Jesús en el corazón. Se pierde la libertad y queda el hombre incapacitado para amar; son las

consecuencias ontológicas del pecado317.

314 Múnera, El concepto de pecado, según una moral específicamente cristiana, 10. 315 Rahner, Curso fundamental sobre la fe, 136-146. 316 Véase: Gil, Conciencia de pecado y de culpa, 464-466. 317 Íbid., 472.

Page 91: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

91

Capítulo 3.

PROPUESTA DE SEGUIMIENTO CRISTIANO

Pensar en el seguimiento es centrar la mirada en el camino a andar con Jesús. La apuesta por

formar a Jesús en el corazón del ser humano, exige vivir en un ejercicio espiritual continuo

para madurar y crecer de tal manera que se pueda ir configurando al Jesús propio de la edad

de vida que se vaya viviendo. La experiencia de formación de Jesús es un proceso en el que

se debe seguir un itinerario que ayude a ir construyendo una vida espiritual más sólida. Para

ello, en este capítulo se dará una mirada a la espiritualidad Eudista, una espiritualidad de

amor, una espiritualidad de unidad que propone formar a Jesús en el hombre. Luego, como

segundo, se hará una propuesta de ejercicios espirituales en analogía con los ejercicios

físicos, no para reemplazarles, sino para complementarles y apostarle así a ejercicios que

formen a Jesús en todas las dimensiones del ser humano. De este modo, se obtendrá al final

una ruta de seguimiento de Jesús en la que se logre la cristificación, ese reto de ser Jesús, con

un impacto medible en la persona, por los resultados de su programa de entrenamiento.

1. SAN JUAN EUDES Y LA FORMACIÓN DE JESÚS

La mirada eudista a la vida cristiana parte del misterio de la Encarnación, para hacer que

Jesús sea formado en el corazón. Desde la experiencia cristiana de Pablo (Gál 4, 19), el interés

de San Juan Eudes no es otro que el de invitar al hombre a decidir continuamente, en sus

apuestas personales, ser Jesús para los demás. Se trata de un ejercicio que implica proyectar

lo que se es, desde quien es el modelo de hombre perfecto: Jesús (Ef 4, 13). Para ello la

opción primera y fundamental será en todo siempre Cristo, con quien el cristiano está llamado

a adherirse de manera que se logre una plenitud de vida en la unidad de Dios humanado con

el hombre espíritu encarnado318.

318 Lucas, El hombre, espíritu encarnado, 9-27.

Page 92: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

92

El centro de la espiritualidad eudista no es otro, entonces, que la apuesta por formar a Jesús

en el corazón de cada cristiano y darle continuidad a su vida en la propia vida: Jesús es nuestra

vida (Col 3, 4). La propuesta es desarrollar la visión general de la formación de Jesús en las

almas cristianas propia de San Juan Eudes. Se tomarán textos suyos, de sus inspiradores y de

quienes le han hecho comentarios de actualización. La reflexión será guiada a través de títulos

que encierran cada eje temático.

1.1 Formar a Jesús-Cristo: Una obra de la Santísima Trinidad (Bautismo).

Para San Juan Eudes, es fundamental el bautismo como punto de partida de la vida espiritual,

de la vida cristiana que reviste de gracia la vida humana. De allí que, en este apartado se

quiera hacer énfasis en la formación de Jesús como la obra perfecta de la Santísima Trinidad

en los bautizados. Todo cristiano es nacido de Dios, en el Hijo, por obra del Espíritu Santo319.

No obstante, vale la pena leer la siguiente exaltación hecha por San Juan Eudes al bautismo:

¡Oh unión incomparable, oh sociedad inefable, oh alianza admirable! ¡Oh sublime grandeza

de la religión cristiana! ¡Oh santidad inexplicable del bautismo! ¡Oh santo y sagrado contrato

de Dios con el hombre y del hombre con Dios! ¡Oh incomparable bondad de Dios! ¡Oh

inconcebible felicidad del hombre! ¡Cómo Dios se ha humillado y abajado por esta alianza y

cuanto el hombre ha sido elevado y glorificado!320

San Juan Eudes aprende del padre Bérulle, maestro de la Escuela Francesa de Espiritualidad,

que el bautismo “nos hace dioses, por gracia, como Él (Cristo) lo es por naturaleza”321. Un

comentario que hace el eudista Nicolás Bermúdez, desde el pensamiento de Bérulle, es que

el hombre de fe entra a un nuevo orden a través de una adhesión:

La adherencia comienza en el bautismo: tiene su fundamento en la gracia bautismal y se

identifica con nuestra vocación de cristianos. Ella consistirá esencialmente en entrar en los

estados del Verbo Encarnado, es decir, en conformar nuestra vida interior con la vida interior

de cada uno de los momentos de su existencia322.

San Juan Eudes, toma todo este pensamiento y lo hace más práctico por su experiencia

misionera, reflexionando más en torno a los misterios de la vida de Cristo, como modelo de

319 Lopera, Acercamiento de Teología espiritual eudista-Cahier eudistas nº25-2017, 61. 320 Eudes, Obras Completas II, 211-212. 321 “Cette contradiction interne qui déchire I homme ne trouve sa solution que dans nouveau fondé par le Verbe

incarné” (Cognet, o.c., 351). 322 Bermúdez, El bautismo en la doctrina de San Juan Eudes, 48.

Page 93: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

93

vida a seguir por todos los bautizados323. El bautizado participa de la vida de Dios y la vida

del bautizado es una respuesta a la acción amorosa de Dios de comunicarse a él con vida

divina. Esta claridad es la que hace a San Juan Eudes presentar el bautismo “como la acción

creadora de la Santísima Trinidad que produce un nuevo ser, rescatando al hombre del pecado

y del yugo de la esclavitud del demonio para hacerlo su nueva imagen”324.

Para San Juan Eudes: “la formación de Jesús es el misterio de los misterios y la obra de las

obras de la Santísima Trinidad, que actúa en plenitud desde nuestro Bautismo, que realiza en

nosotros una verdadera Encarnación”325. No cabe duda que en San Juan Eudes, el bautismo

hace al hombre un nuevo ser a imagen de Dios con dependencia de él y con la libertad de

elegir, si se deja guiar por la acción del Espíritu, para continuar viviendo el misterio de Cristo

en su vida y lograr un día la plenitud de su realización como persona326.

El hecho de que San Juan Eudes llame al bautismo una alianza o contrato con Dios327, enseña

que el cristiano participa de la acción salvífica de Dios en su vida a través de su Hijo

Jesucristo y su sacrificio de amor. Esta entrega de Dios mismo, en la segunda persona de la

Trinidad, sitúa al hombre con derechos de redención, pero con una deuda de amor que le hace

tomar conciencia de no pertenecerse. De ahí que el llamado a la realización en Dios sea

reconocer con humildad que se es pertenencia suya, que se le debe vivir agradecidos de su

gesto de salvación. Diría San Juan Eudes: “por un exceso inconcebible de amor, ha querido

hacernos entrar en una sociedad maravillosa con Él y con su Padre”328.

Por el bautismo, Dios se encarna en cada cristiano, vive y reina en cada hombre de fe; este

es el deseo del Padre para todos aquellos que se deciden formar a Jesús en sus vidas dándole

plenitud a su bautismo329. En el bautismo, la gracia divina recibida libera de pecados,

reengendra al hombre como hijo de Dios, lo incorpora a la Iglesia y lo configura con Cristo330.

323 Eudes, O.C. I, 310. 324 Bermúdez, El bautismo en la doctrina de San Juan Eudes, 49. 325 Eudes, O.C. I, 271-276. 326 Íbid. 327 Eudes, O.C. I, 506-507; II, 187, 211, 205. 328 Íbid., O.C. II, 210. 329 Íbid., O.C. I, 272. 330 Iglesia Católica, Código de Derecho Canónico, can. 849.

Page 94: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

94

San Juan Eudes enseña que, a través del bautismo, el cristiano asume la vida de Cristo como

su nueva vida:

La vida del cristiano es un contrato de Alianza al que Dios ha llamado al hombre al darle un

nuevo ser en el bautismo y en el que el hombre está llamado a responder muriendo al pecado

con Cristo, renunciando a sí mismo y adhiriéndose a Jesús para continuar con él su vida y su

misterio331.

Por ello, formar a Jesús es también una obra de sí mismo, es una obra del Hijo de Dios, quien

decide llenar al hombre de sí, hacerse uno con él, para habitar en su corazón por la fe332. San

Juan Eudes enseña: “la sociedad que contraemos en el bautismo con Cristo, y por medio de

Él, con el padre eterno, es tan alta y divina, que mereció ser comparada por el mismo Jesús

con la unidad que hay entre el padre y el Hijo”333, lo que indica que el cristiano es un vivo

testimonio de unidad divina. El creyente es una muestra humana de la unidad dada en Dios;

la vida cristiana es expresión de la vida de Dios334. Dios decide expresar su unidad en sus

hijos por la acción de su Hijo. El cristiano por el bautismo es portador de Jesucristo335 y siente

el llamado a darse cada día a él, de tal manera que pueda llegar a ser poseído336 totalmente

por la persona de Cristo que encamina la vida hacia la vocación de amar más y mejor a Dios.

Con San Juan Eudes se aprende que Jesús ama al cristiano como a él lo ama su Padre337. Ser

sujetos del amor de Dios es ser partícipes de una relación que transforma, que revitaliza. Solo

el amor permanece. Todo lo demás pasa. Parafraseando a San Juan Eudes, el eudista Higinio

Lopera se expresa sobre la acción divina del Hijo en los cristianos, de esta manera:

El proyecto de Jesús es de imprimir en mí una imagen del misterio de su Encarnación y de

encarnarse, en cierto modo, en mí, corporal y espiritualmente, por medio de su santa gracia y

de sus divinos sacramentos y de una manera muy íntima y especial, y, en consecuencia,

llenarme de Él mismo, formarse y establecerse en mí, para vivir y reinar perfectamente en

mí. Jesús, por el Bautismo, realiza el proyecto de formar en mí un vivo retrato de sí mismo,

de su nacimiento y de su vida de hacerme por gracia lo que Él es por naturaleza, es decir, hijo

de Dios, Dios y otro Jesucristo por participación y semejanza (1, 509), hasta convertirse “en

331 Bermúdez, El bautismo en la doctrina de San Juan Eudes, 50. 332 Lopera, Acercamiento de Teología espiritual eudista-Cahier eudistas nº25-2017, 62. 333 Eudes, O.C. II, 185-186. 334 Eudes, O.C. I, 164, 167, 168, 455. 335 Íbid., 91. 336 Íbid., 390. 337 Íbid., O.C. II, 214.

Page 95: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

95

el todo” formado en nosotros. (1, 566). Es nuestro prototipo y ha impreso en nuestro ser y en

nuestra vida una imagen y una semejanza de su vida y de su ser (1, 101)338.

Formar a Jesús en la vida cristiana es una obra del Espíritu Santo339, quien en el bautismo

hace nacer al cristiano. San Juan Eudes expresa que “Jesús se ha obligado a darnos su Espíritu

y su Corazón divino para que sea el espíritu de nuestro espíritu y el corazón de nuestro

corazón”340. Esta expresión sin duda hace sentir una unidad única en la que el Espíritu,

principio de vida o fuerza vital, inspira el hacer del hombre de fe, transformándole a través

de cada acción guiada por él, en otro Jesús que vive y camina sobre la tierra.

Solo se puede participar de la divinidad de Dios siendo empujados a ello por quien es el único

que conoce lo íntimo de Dios: El Espíritu Santo (1 Cor 2, 11). No podemos ser de Cristo en

modo alguno si no nos movemos en el espíritu de Cristo (Rom 8, 9). San Juan Eudes hace

ver que la vida cristiana es una vida en el Espíritu, una vida que sigue sus inspiraciones para

tener los mismos sentimientos, intenciones y disposiciones de Jesús. En sí, darse al Espíritu

es darse a Jesús341.

Con el breve recorrido hecho anteriormente, queda claro que para San Juan Eudes, la Trinidad

cumple un papel importante en la formación de Jesús, pues nos hace partícipes en Cristo de

la vida divina. Es en el bautismo donde el hombre recibe una gracia sobrenatural que le da la

fuerza de dejar el hombre viejo atrás y configurarse en una novedad de vida que le impulsa

a una nueva manera de ser en Dios. No obstante, a manera de síntesis, San Juan Eudes precisa

la acción de la Trinidad en el cristiano a través del bautismo:

En el nombre y por virtud de la Santísima Trinidad, hemos sido bautizados. Las Tres Divinas

Personas ejercitan en nuestra alma su actividad eterna: El Padre engendra a su Hijo en

nosotros y a la vez nos engendra en su Hijo; es decir, da un nuevo ser y una vida nueva a su

Hijo en nosotros y nos da un nuevo ser en su Hijo. El hijo está allí, naciendo y tomando vida

en nuestras almas, comunicándonos su filiación divina, por lo cual somos hechos hijos de

Dios, como Él es Hijo de Dios. El Espíritu Santo está allí, formando en el seno de María. El

Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, están allí, separándonos de todas las cosas, apropiándonos

y consagrándonos a ellos de modo particular342.

338 Lopera, Acercamiento de Teología espiritual eudista-Cahier eudistas nº25-2017, 62. Tomado de San Juan

Eudes en OC I, 101, 509, 566. 339 Eudes, 272. 340 Íbid., O.C. II, 215. 341 Véase: Eudes, O.C. I, 21, Introducción. 342 Íbid., 517.

Page 96: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

96

1.2 Formar a Jesús-Cristo: una vida de amor a Jesús en mí y en ti.

Al reconocerse como hijo de Dios, en el Hijo Jesucristo, por la gracia bautismal, el cristiano

puede hacer uso de las gracias recibidas del Padre en Cristo por obra del Espíritu Santo, para

comenzar el itinerario de formación de Jesús en su propia vida y reconocer en el otro la

presencia de Dios. Para ello, se propone hacer este recorrido siguiendo la cristología asumida

por San Juan Eudes donde se resalta que los tres estados que la cristología presenta con

relación al Hijo único de Dios son: Pre-existencia, Proexistencia, y estado de gloria343.

Es una realidad, desde el bautismo, que la vida del cristiano está llamada a ser vivida como

la vida de Cristo. Una vida que continúa la vida de Cristo en sus estados de sufrimiento y

también de gloria344. Una vida mística, es decir, una vida que asume como suyos los misterios

de la vida de Jesús, sus estados naturales345.

De este modo, se puede identificar en la propuesta eudista de formar a Jesús, que el llamado

a descubrir un Cristo que pre-existe, pro-existe y está lleno de gloria en su eternidad divina,

es una invitación a asumirse y asumir al otro en Cristo. Este camino exige humildad para

decir con San Juan Eudes al Señor: “Vacíame de mí mismo y de todas las cosas, y aniquílame

totalmente, para que me llenes de ti mismo y te formes y te establezcas en mí”346. Solo en

ese momento en que el hombre reconoce que está más lleno de sí mismo que de Dios, es

donde comienza a experimentar que en su vida no reina su “yo”, sino su verdadera identidad

que es Cristo.

Para San Juan Eudes no hay algo más urgente en la vida del cristiano que tomar conciencia

de la necesidad que tenemos de ser una sola realidad con Jesús, dejándole ser el todo de

nuestra nada. No obstante, a manera de introducción, es importante acercarse en este

momento a la lectura de algunos apartados de su obra célebre “Vida y Reino de Jesús”, donde

menciona esta propuesta de formar a Jesús:

343 Íbid., O.C. II, 399. 344 Íbid., O.C. I, 276. 345 Íbid., 310-314. 346 Íbid., 510.

Page 97: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

97

En el prefacio:

La ocupación más importante de un cristiano es esforzarse para que Jesús tome forma y

asiento dentro de él, según la consigna apostólica: que Cristo tome forma en vosotros. Lo

cual significa hacer vivir en su espíritu y en su corazón y en todo su ser la santidad de su vida

y de sus costumbres. Es lo que san Pablo llama llevar y glorificar a Dios en nuestro

cuerpo...347.

En la segunda parte “La vida cristiana y sus fundamentos”:

Si actúas de esta manera vivirás en la devoción verdadera y formarás a Jesús en ti como lo

desea el apóstol: que Cristo tome forma en vosotros, y te transformarás en su imagen, es decir,

harás vivir y reinar a Jesús en ti, serás una sola cosa con él, y Jesús será todo en ti, según la

santa Palabra: para que queden realizados en la unidad y Dios sea todo para todos. Esa, en

efecto, es la meta de la vida, de la piedad y devoción cristianas. Por eso es importante que

tomes conciencia de la necesidad de formar a Jesús en nosotros y de los medios para

lograrlo348.

La vida cristiana para San Juan Eudes se resume en esta labor: formar a Jesús, ser otro Jesús:

“El misterio por excelencia y la tarea suprema es la formación de Jesús que nos señala las

siguientes palabras de san Pablo: Hijitos míos por quienes sufro de nuevos dolores de parto

hasta que Cristo tome forma en vosotros” 349. No existe una propuesta más clara de este santo

para la vida del cristiano, inspirado en San Pablo y el Evangelio de Juan. Por eso, se propone

a continuación un desarrollo de este tema a través de varios subtítulos que sintetizan la visión

que de San Juan Eudes se puede extraer para descubrir esa manera de ser Jesús; otro Cristo.

Somos Jesucristo cuando somos virtuosos, cuando somos oración, cuando somos serviciales;

hay que esforzarse por ser mejores seres humanos, mejores cristianos (santos). Hay que orar

en reconocimiento de nuestra necesidad (vida). Hay que servir para dar testimonio de lo que

creemos, de lo que nos ha transformado (pro-existencia).

1.2.1. Amor por la virtud.

El cristiano, que se dispone libremente a formar a Jesús en su corazón, haciéndole vivir y

reinar en él, debe comenzar amando enormemente la virtud, la excelencia, la coherencia de

vida, es decir, debe renunciar a lo que no es Jesús para adherirse, unirse al mismo Jesús. El

binomio de palabras que se proponen en esta parte es muerte y vida, dando a entender que la

347 Íbid., 91. 348 Íbid., 271. 349 Íbid.

Page 98: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

98

vida es un constante morir para vivir, una continua tarea de soltar y agarrar, de dejar el pecado

y tomar a Jesús. Entonces, se entenderá por morir - renuncia, y por vivir – unión350.

Un primer elemento a resaltar es la definición de hombre dada por el Padre Bérulle, gran

inspirador de San Juan Eudes: “el hombre es una nada con capacidad de Dios” 351. De entrada,

se coloca al hombre en condición inferior, en condición de necesitado. El cristiano debe

concentrarse en ser lo que está llamado a ser, lo que realmente es: otro Cristo. El hecho de

pensar en otros modelos dará siempre insatisfacción. Para el creyente, solo Cristo será la

imagen perfecta de hombre a la que debe unirse para ser él un vivo reflejo suyo352.

Dios entra por la puerta de la antropología en la vida de todo ser humano353. El hombre al

reconocerse débil y fuerte, grande e imperfecto, limitado y capaz, solo y acompañado, puede

identificar más fácilmente lo que de corporal y espiritual está compuesto su ser. Dios siempre

está comenzando algo nuevo en nosotros, siempre nos está sacando del caos, de nuestra

realidad de pecado, para llevarnos por su amor a una realidad de gracia. Estemos donde

estemos, así sea en una baja situación de pecado, Dios está ahí. Se trata de responsabilizarse

de la vida y vivir en Jesús, vivir en la virtud. San Juan Eudes afirma que “la de Jesús es una

vida santa y adornada de toda suerte de virtudes; la del mundo, es depravada, llena de

desórdenes y vicios odiosos”354.

Vivir consciente de la propia humanidad y del llamado a cristificarla, implica en San Juan

Eudes hacer renuncias. Solo de esta manera, se podrá hacer vivir y reinar a Jesús en el corazón

del cristiano. Estamos llamados a ser otro Jesús sobre la tierra355. Ese es el ideal cristiano.

Para eso hay que odiar el pecado y amar más a Jesús356. Sobre esto, San Juan Eudes comenta:

No le basta a un cristiano el verse libre del vicio y aborrecer todo pecado; tiene igualmente la

obligación indeclinable de trabajar por desprenderse del mundo y de sus bienes. Y entiendo

por mundo la vida corrompida y desordenada que en él se sigue, el espíritu perverso que en

él impera, los sentimientos e inclinaciones perniciosas que fomenta y estimula, las leyes y

350 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 33. 351 Ouellet, Acercamiento de Teología espiritual y pastoral-Cahier eudistas nº25-2017, 177. 352 El tema es que, como hace ver Carlos Álvarez, insistimos mucho en la nada que somos, y no en la capacidad

de Dios que tenemos (cf. 2 Cor 4: “Llevamos este tesoro en vasos de barro... y es Dios quien nos hace capaces”).

Álvarez, Acercamiento de Teología espiritual y pastoral-Cahier eudistas nº25-2017, 187. 353 Véase: Lucas, El hombre espíritu encarnado, 238ss. 354 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 31. 355 Eudes, O.C. I, 166. 356 Íbid., 128.

Page 99: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

99

máximas culpables que lo gobiernan; y los bienes del mundo son las cosas que él aprecia,

ambiciona y desea: los honores y alabanzas humanas, los placeres, las diversiones, las

riquezas, las comodidades temporales, las amistades y afectos carnales y la permanente

satisfacción del amor propio y del propio interés357.

Sí, Jesús, deseo amarte ardientemente, no quiero otros deseos, sólo el de amarte.

Adiós a todo lo que no es de Dios. Tú eres el objeto exclusivo de mi corazón. Tú eres mi todo,

lo demás es nada para mí y nada quiero ya mirar ni amar sino en ti y para ti358.

Así, con plena libertad se abre la posibilidad de ser un verdadero cristiano, no sin antes

resolver tomar la cruz “continuando” y “reproduciendo” la vida de santidad que vivió Jesús,

y recibiendo de Él la gracia de llegar a edificar la propia vida sobre la renuncia o

desprendimiento al mundo y a todo lo que de éste provenga359. En últimas, el mejor ejercicio

para una vida cristiana en santidad que se propone vivir en la verdad y no bajo el engaño de

lo terrenal, es pedir a Dios que “arranque enteramente del corazón todo afecto mundano e

imprima en él un odio, un horror y un desprecio absoluto de todos sus bienes”360.

Haber renunciado al mundo no significa, para San Juan Eudes, que la renuncia sea total. Hace

falta más para poder dejar que Jesús se forme en el corazón del cristiano. Pues bien, el paso

que sigue es la renuncia a sí mismo. No se debe escatimar esfuerzo a la hora de compenetrarse

con las intenciones y disposiciones de Jesucristo, con su pensar y su hacer, con sus deseos y

acciones, con sus sentimientos todos. Se trata de decir, con San Juan Eudes, “que yo no viva

sino de ti y que no subsista sino por ti. Que ya no tenga pensamiento, ni palabra, ni realice

acciones sino por ti y para ti”361. Sólo así se podrá actuar no bajo el propio querer, sino bajo

el querer del Divino y Santo Espíritu de Dios, tal como lo expresa el padre Eudes:

si anhelamos ser del séquito de Jesús y pertenecerle, es preciso renunciar a nosotros mismos,

a nuestro espíritu propio, a nuestras ideas personales, a nuestro propio querer, a nuestros

caprichos; deseos e inclinaciones, a nuestro amor propio, sobre todo, que nos induce a odiar

y evitar cuanto apena y mortifica nuestro espíritu y nuestro cuerpo, y a apreciar y buscar todo

cuanto puede procurarles algún placer o satisfacción a los mismos362. “(…) si deseamos ser

de Dios, es indispensable renunciar a nosotros mismos, olvidarnos, aborrecernos,

perseguirnos, perdernos y aniquilarnos totalmente en su Divina presencia363.

357 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 30. 358 Eudes, O.C. I, 249-257. 359 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 28-32. 360 Íbid., 33. 361 Eudes, O.C. I, 249-257. 362 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 33. 363 Íbid., 34.

Page 100: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

100

Hace bien afrontar la vida con valentía haciendo renuncias agradables a Dios, siendo

conscientes de que no se debe generar apego hacia a ella, sino antes bien, construir un

ejercicio de vida en libertad que anime a tomar la firme decisión de renunciar incluso al

propio parecer para con algunas cosas “siempre y cuando la gloria de Dios en modo alguno

por ello quede afectada”364. Es realmente necesario, para el crecimiento cristiano, renunciar

muchas veces a creer que nuestra forma de ver las cosas es la única y más conveniente;

siempre habrá un mundo de posibilidades por descubrir y la actitud verdaderamente cristiana

es estar abierto a cada una de ellas. Por último, cabe anotar que por ningún motivo puede

justificarse el hecho de buscar ganarse voluntariamente al mundo entero, pues perdiéndose

el tesoro más grande que es Dios, se cae en el hoyo de la frustración y se pierde el sentido de

todo. Por algo San Juan Eudes llegó a decirle al superior de una de sus casas que “(...) el

tiempo de las humillaciones, las tribulaciones, las angustias y las cruces es un tiempo mucho

más deseable, amable y ventajoso, más útil y más precioso que el de los aplausos, las

alabanzas y las consolaciones”365.

Desprenderse del mundo y de sí mismo no son las dos únicas renuncias a las que está llamado

todo cristiano. San Juan Eudes, cuando habla del desprendimiento cristiano como itinerario

a seguir para formar a Jesús en el corazón, invita a desprenderse hasta del mismo Dios, pero

¿cómo es esto? San Juan Eudes es claro cuando pone el ejemplo de los apóstoles que debían

separarse del Señor y estar así preparados para recibir al Espíritu Santo:

Y, ¿por qué razón? Porque estaban demasiado apegados a su persona y a los consuelos que la

presencia de su humanidad sagrada y su amable compañía les proporcionaba, constituyendo

esto, en cierto modo, un impedimento a la venida del Espíritu Santo a sus almas. Dedúcese

de este episodio evangélico cuán necesario es estar totalmente desprendido de todo, aún de

las cosas santas y divinas, para que el espíritu de Jesús, que es el del cristianismo nos penetre

y vivifique. Y por este motivo me atrevo a afirmar que en cierta manera debemos

desprendernos aún de Dios, es decir, de las dulzuras y consuelos que suelen producir la gracia

y el amor divino en nuestras almas, de los designios piadosos que ideamos para glorificar

mejor a Dios, de las ansias que sentimos de mayor perfección y de amor a Dios, y aún del

anhelo vehemente que podamos tal vez tener de vernos liberados de esta carne de pecado para

ver a Dios, unirnos a Él y amarlo con perfección y seguridad definitiva366.

364 Íbid. 365 Eudes, Las cartas, 31. 366 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 35.

Page 101: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

101

Una vez más, se descubre el llamado a una renuncia total que permita vivir una auténtica

libertad; una vida sin ataduras, libre de apegos. Vivir libres en el espíritu es considerarse

indignos de toda clase de consuelos espirituales, es estar dispuesto a vivir con el mismo

ímpetu los momentos más difíciles y los más dulces de la vida. Para medir el nivel de renuncia

o la capacidad de desprendimiento en el que se está, vale la pena preguntarse: ¿Qué me

pidiera Dios en este momento que yo no estaría dispuesto a darle? ¿En qué no estoy dispuesto

a negociar con Dios? La claridad a la que va llegando el cristiano que se encamine al

desprendimiento por amor, es que Lo que Dios nos pide es por nuestro bien. Si duele soltar

algo es porque de verdad hará bien el desprendimiento. La herida de la renuncia no daña; el

Señor no hiere para castigar, él hiere para salvar.

Después de este ejercicio de renuncias viene el ejercitarse en las virtudes de Cristo. “Es

necesario además, si desean hacer vivir y reinar a Jesús en ustedes, ejercitarse

cuidadosamente en la práctica de las virtudes cristianas que Nuestro Señor Jesucristo ejerció

estando en el mundo”367. Estamos llamados en San Juan Eudes a ser evangelios vivientes; un

libro que por dentro y por fuera contenga escrita la vida interior y exterior de Jesús, dadas a

conocer en las Sagradas Escrituras368. El cristiano libre de todo lo que no le deja disponerse

a la acción de Dios que cristifica su vida, puede entrar ahora a vivir en la virtud, en la

excelencia cristiana.

Vivir en la virtud es vivir la espiritualidad del amor que propone San Juan Eudes, una

espiritualidad que nace del Corazón de Jesús. Un corazón que es llama de amor que arde sin

extinguirse, al que hay que amar con todo el corazón, con todas las fuerzas, con toda el alma

cada día más y más, pues bien expresa San Juan Eudes que jamás será lo suficientemente

amado369. La gran preocupación de este hombre de Dios fue hacer vivir y reinar a Jesús en el

corazón de los que le creen y le aman, a partir de un amor apasionado por la persona de Jesús.

Dios está locamente enamorado de nosotros, ¿estamos nosotros locamente enamorados de

él? Si queremos leer sobre cuánto nos ama Dios, del cómo su amor nos santifica, acudamos

a San Juan Eudes:

367 Eudes, O.C. I, 204. 368 Íbid., O.C. III, 53. 369 Íbid., O.C. I, 402.

Page 102: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

102

El amabilísimo Corazón de Jesús es una hoguera de amor ardentísimo hacia nosotros: hoguera

de amor que purifica, de amor que ilumina, de amor que santifica, de amor que transforma y

de amor que deifica. De amor que purifica, porque es un horno en el que los corazones de los

Santos se purificaron más que el oro en el crisol ardiente. De amor que ilumina, porque disipa

las tinieblas del infierno que cubren la tierra, para hacernos vislumbrar las luces esplendorosas

del cielo: «De tenebris nos vocavit in admirabile lumen suum»: «Nos llamó de las tinieblas a

su luz esplendorosa» l, Peb.11,9. De amor que santifica, qué destruye el pecado en nuestras

almas, para en ellas establecer el reinado de la gracia. De amor que transforma, que

transforma las serpientes en palomas, los lobos en corderos, las fieras en ángeles, los hijos

del demonio en hijos de Dios, los hijos de cólera y de maldición en hijos de gracia y de

bendición. De amor que deifica, que hace de los hombres dioses: «Ego dixi, dii estis»,

haciéndolos participar de la santidad de Dios, de su misericordia, de su paciencia, de su

bondad, di su amor, de su caridad y de sus demás divinas perfecciones: «Divinae consortes

naturae»: «Copartícipes de la naturaleza divina». II, Pet., I,4. ¡Oh divino amor de mi Jesús!,

me doy totalmente a Vos, purificadme, iluminadme, santificadme, transformadme todo en

Vos, a fin de que sea todo amor para con mi Dios370.

Ante tanta expresión de amor de parte de Dios para sus hijos, cabe preguntarse: ¿qué he hecho

por Cristo hasta hoy? ¿qué hago por Cristo hoy? ¿qué haré por Cristo de ahora en adelante?

La espiritualidad eudista es la espiritualidad del corazón. En cuanto a virtudes concretas, San

Juan Eudes invita a considerar mucho la obediencia, la humildad y la caridad. En cuanto a la

obediencia expresa lo siguiente:

Considera que esta virtud es tan necesaria para la salvación que Nuestro Señor Jesucristo bajó

del cielo a la tierra, para enseñárnosla con su palabra y sobre todo con su ejemplo; que

incesantemente Él la practicó en todos los momentos de su vida; que jamás hizo nada sino

por obediencia; que obedeció, no sólo a su Padre eterno, a su santa Madre y a San José, sino

hasta a Herodes, a Pilatos, a los verdugos y a los poderes de las tinieblas: Esta es vuestra hora

y el poder de las tinieblas; que, en fin, se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz.

Que todos los Santos han amado, alabado y predicado esta virtud, y que la han practicado con

gran afecto. Que el lenguaje de todas las santas Escrituras y de todos los santos Padres y

Doctores de la iglesia ha sido siempre éste: Que donde no hay obediencia no puede haber

virtud alguna. Da gracias a Nuestro Señor por el ejemplo que te ha dado de esta virtud371.

Ahora bien, en esa apuesta por lograr la santidad, para lograr ser otro Jesús en la tierra, una

de las virtudes más resaltadas en San Juan Eudes para esto es la humildad. Si hacer una

corrección es ejercer la caridad, entonces aceptar la corrección es un acto de humildad. La fe

cristiana enseña que Dios se hizo hombre. Jesús se encarnó para mostrar el rostro amoroso

del Padre, lo cual es un eminente gesto de humildad (Jn 1, 14).

370 Eudes, Las meditaciones, 377-378. 371 Íbid., 483-484.

Page 103: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

103

Ser humilde es ser capaz de ponerse en su lugar. La humildad es una virtud que lleva al

hombre a equilibrar la excesiva tendencia a la excelencia. Es la que modera el deseo de la

propia grandeza. Es luz, es verdad. La humildad no es negar las cualidades que Dios da.

Humildad es reconocer la verdad que se es delante de Dios. Claro está que la humildad es de

pocos, pero una invitación para todos. La humildad mueve los obstáculos que nos apartan de

Dios. San Juan Eudes confirma todo esto de esta manera:

Considera que la humildad consiste en tener una muy baja estima de sí mismo, en despreciar,

odiar y eludir la estimación, el honor, la gloria y las alabanzas de los hombres, y en amar la

abyección, el menosprecio y la ignominia. Que sin la humildad es imposible agradar a Dios,

ni salvarse, según estas palabras de Nuestro Señor a sus apóstoles, que es preciso pensarlas

muy bien: En verdad os digo que, si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños, no entraréis

en el reino de los cielos. Que la humildad es la medida de la perfección y de la santidad de

las almas en la tierra y de su gloria en el cielo, según estas otras palabras del Hijo de Dios:

Cualquiera que se humillare como, este niño, ese será el mayor en el reino de los cielos. Que,

como no hay virtud más necesaria que la humildad, tampoco hay vicio que deba ser más

temido que la vanidad, especialmente de los que hacen profesión de devoción. Pon ante tus

ojos a tantos millones de ángeles condenados por un pensamiento de soberbia; y a un número

tan grande de almas que, habiendo estado elevadas a un alto grado de santidad, las precipitó

en el infierno la vanidad y el orgullo. Represéntate los prodigiosos ejemplos de humildad de

que está llena toda la vida del Hijo de Dios, como también la de su santa Madre y la de todos

sus Santos. Piensa en los motivos particulares que tienes para humillarte372.

Para San Juan Eudes, somos humildes cuando examinamos constantemente nuestros

pensamientos, palabras y obras para mirar cuánto se ha faltado. Insiste en que el cristiano no

es humilde cuando se alegra por la alabanza de los hombres y habla con interés de sí mismo;

cuando discute con el prójimo por apego al propio juicio. Es poco humilde, para San Juan

Eudes, aquel que hace por aparecer y se prefiere a los demás; aquel que desea

apasionadamente cargos y dignidades. De allí que invite a ser humildes para poder formar a

Jesús en el corazón. La ruta que entonces plantea es la de reconocer que el hombre nada es,

nada tiene y nada puede sino en Dios373. La apuesta, entonces, es a renunciar al excesivo

amor a sí mismo, para poder ser otros Cristos: mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29). Se

trata de dejar a un lado el amor desordenado a la propia excelencia, el amor exagerado al

propio yo, y el exceso de autoconfianza que lleva a desvalorizar a los demás. Para vivir la

humildad se necesita un buen conocimiento de sí, ser sincero con Dios y consigo mismo.

372 Íbid., 486- 487. 373 Íbid., 487-488.

Page 104: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

104

Finalmente, San Juan Eudes invita al cristiano al ejercicio de la virtud de la caridad para

hacer vivir y reinar a Jesús en su corazón. Hace ver que el amor al prójimo debe ser

inseparable del amor a Dios, pues el prójimo es imagen y figura de Dios. La norma de la

caridad no será otra que la de amar al semejante como Dios mismos nos ama. De esta manera,

San Juan Eudes enseña que el cristiano dará continuación y desarrollo perfecto de la caridad

de Jesús. No habrá otra intención en él, entonces, que la de cuidar el lenguaje y el trato a los

demás, en quienes se debe ver al mismo Cristo374.

1.2.2. Amor por la oración.

Algo supremamente importante en la vida de un cristiano es la oración, pues toda la vida de

Jesús fue una oración375. El llamado de todo cristiano es a ser una llama de amor, una viva

oración, una ofrenda constante. La vida es una oración. Es un diálogo con otros y con el Otro.

Es una relación constante con los demás, con Dios en el otro, con Dios en sí mismo.

Cualquier dinámica religiosa o experiencia de fe que tenga el cristiano, está llamada a

centrarse en la persona de Jesús. No hay cabida en la vida del creyente a una vida distinta de

aquella que se caracteriza por ser una viva extensión de los sentimientos, de las emociones,

de las disposiciones, de las intenciones del mismo Jesús. La apuesta es por llenar las acciones

ordinarias de amor a Jesús. De este modo, más que un simple decir algo al rezar o hacer un

gesto religioso externo, la tarea del cristiano es glorificar, alabar y amar a Jesús en sus

acciones. Esto es más que una devoción, pues implica la vida toda. Es vivir un paraíso

continuo. Es hacer de la cotidianidad mi cielo. Es darle un carácter de sagrado a la vida sin

dejar que sea humana, natural y cristiana en todas las cosas. Es, según San Juan Eudes, hacer

vivir y reinar a Jesús:

Por eso nuestro principal deseo, empeño y ocupación debe ser formar a Jesús, haciéndolo

vivir y reinar en nosotros con su espíritu, su devoción, sus virtudes, sentimientos,

inclinaciones y disposiciones. A ello deben tender todos nuestros ejercicios de piedad. Es esta

la obra que Dios coloca en nuestras manos, para que en ella trabajemos sin descanso376.

374 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 87-91. 375 Eudes, O.C. I, 191. 376 Congregación de Jesús y María, Leccionario Eudista No.16, 59.

Page 105: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

105

Para San Juan Eudes, luego de la fe, el odio y fuga del pecado, el desprendimiento total

explicado en el apartado anterior, aparece la oración como el cuarto fundamento de la vida

cristiana377. Mostrar la oración como un fundamento de la vida cristiana para formar a Jesús

en el corazón, es estar convencido de la suma importancia de ésta:

Tan importante es esto y tan necesario, que la tierra que pisamos, el aire que nosotros

respiramos, el pan que nos nutre y alimenta, el corazón que palpita en nuestro pecho, no son

tan necesarios a nuestra existencia como la oración a nuestro cristianismo y a nuestra vida

sobrenatural378.

Orar es, entonces, una acción indispensable para San Juan Eudes en la transformación del

ser, en la cristificación de la vida humana. Puede decirse que, en la oración, el hombre ya no

se esconde, sino que por el contrario se deja encontrar. Y este es el binomio de palabras

propuesto en este trabajo para la evaluación de la vida cristiana en materia de oración.

¿Somos cristianos que nos escondemos de Dios o somos de los que nos dejamos encontrar

por su amor? Siguiendo a San Juan Eudes debemos aprender a decirle a Jesús: “Sé tú, divino

amor, la vida de mi vida, el alma de mi alma y el corazón de mi corazón” 379.

Para San Juan Eudes la oración es la felicidad perfecta, y puede ser hecha de manera mental,

vocal, en actos de amor, lecturas y conversaciones espirituales que ayudan a crecer humana

y espiritualmente siendo conscientes de que siempre y en todo Dios está presente. Una

oración que va aportando al proceso de formación de Jesús en el cristiano, es esa que se hace

con profunda humildad, con confianza, con pureza de intención y perseverancia para

abandonarse en Dios y su dinámica divina de hacer vivir a Cristo su Hijo en el corazón del

creyente380.

Que sea, entonces, ésta la oportunidad para orar con San Juan Eudes:

Quiero, por tanto, que todos mis pensamientos, palabras y obras, el uso de mis sentidos

corporales y espirituales, mis respiraciones y los latidos de mi corazón, los instantes todos de

mi vida, todo cuanto hay en mí y hasta mis pecados, si es posible, por el poder de tu sabiduría

y de tu bondad que conducen todas las cosas al bien de los que te aman, sean otras tantas

377 Véase: Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 36. 378 Íbid., 37. 379 Eudes, O.C. I, 249-257. 380 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 37-42.

Page 106: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

106

voces que te vayan diciendo con todo el amor del cielo y de la tierra: te amo, te amo, sí, Señor

Jesús, te amo381.

Adoro el designio y el deseo que tienes de vivir y reinar en mi vida, en la vida y en el ser de

los cristianos. Para cumplir este deseo que es el tuyo, quiero en adelante vivir para procurar

continuamente formarte, santificarte, hacerte vivir y reinar en mi persona y en los demás382.

1.2.3. Amor por el servicio.

Como bautizados, como hombres de fe adentrados en la oración, adheridos a Cristo en la

práctica de las virtudes, después de haber renunciado a todo, el cristiano está llamado a darse

a los demás, a entregarse al otro evitando quedarse en sí mismo, viéndose llamado a santificar

a los demás con su nueva vida. Como nada podemos solos, es con el bautismo que recibimos

la gracia de ir a transmitir a otros el amor de Cristo. Al respecto, San Juan Eudes expresa:

Al prestar un servicio cualquiera a uno de vuestros hermanos, sea por obligación o por pura

caridad, elevad vuestro corazón para decir a Nuestro Señor: «Oh, ¡Jesús!, quiero ejecutar esta

acción, si es de vuestro agrado, en honor y unión de vuestra caridad para con esta persona y

sólo por Vos a quien anhelo ver y servir en esta misma persona»383.

El binomio propuesto para la reflexión es: dejarse ver vs hacerse notar. Muchos hacen cosas

buenas en esta vida, solo para hacerse notar, para ser aplaudidos y reconocidos por los demás.

El cristiano está llamado a dejarse ver, a dejar ver a Cristo en él a través de sus acciones. No

hay cabida al orgullo, a la prepotencia en el hacer de un cristiano, pues su práctica toda debe

ser desinteresada. El trabajo por el otro no debe buscar vanagloria.

No se sabrá quién es Jesús hasta que no decidas dejarle a Jesús ser en tu vida todo Jesús.

Consiste en que la persona toda, viva la vida toda, sea comunidad en la Iglesia toda,

construyendo al Cristo todo. Es decir, que mi persona, mi vida, mi familia, mi iglesia entera,

acoja al Jesús entero, permita que Jesús sea su todo, su centro y su fundamento. Es un

proyecto de vida en tensión, donde somos, y seremos Jesús. En la tensión dialéctica que surge

del somos y seremos, cabe anotar que hablar de “somos” es proponer el paso de un “yo” a un

“ustedes, a un nosotros”. Esa es la apuesta por cristificar el yo. Por ello, estamos llamados a

381 Eudes, O.C. I, 249-257. 382 Íbid., 81. 383 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 89.

Page 107: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

107

servir a Cristo en el otro. Juan Eudes expresó al respecto: “¡cuán obligados, pues, estamos a

consagrar y emplear en su santo servicio y glorificación el poco tiempo de vida que nos resta

aún sobre la tierra!”384. Es trabajar en el proceso de cristificación como un estilo de vida,

pero, también, como una esperanza, pues se propone a todos encarnar totalmente la persona

de Jesús hasta ser él mismo, desde el ahora de nuestras vidas y hacia la plenitud de una vida

eterna prometida por él mismo.

Tu vida es la segunda vida de Jesús, el Cristo; él sigue vivo en ti para mí. Tu reflejas la bondad

de Jesús, pues a Jesús no se le define en el yo, sino en el tú; por eso somos otro Jesús, somos

Cristo. Hay que amar al Jesús que hay en el otro y esmerarse en llegar a decir: deseo que ese

Jesús que vive en mí, se forme en ti. De este modo, no habrá una ocupación distinta que estar

consagrado al servicio de Jesús en el hermano385. Es un dejar fluir la vida de Dios en nuestra

vida, dejar que su amor se exprese a través de nosotros. Somos totalidad viviente con notas

divinas, con aspectos de divinidad. Lo finito y lo infinito conviven. Hombre y Dios conviven,

cohabitan. Dios y hombre se unen. Divinidad y humanidad se cruzan. Lo finito expresa de

manera particular lo infinito universal. Eso de expresar o poner de manifiesto es la clave aquí.

Yo no soy tú, pero sí soy Cristo en mí, Jesús el Cristo en mí. Si tú eres Cristo, entonces soy

tú, pero sin ser tú. Somos Cristo los dos desde nuestros túes. Es cuestión de ver la originalidad

del ser de Jesús en nuestro ser y en el de los demás. Somos para la creación la imagen de la

divinidad, pues somos “imago Dei”, somos imagen de Dios (Gn 1, 27). No es que yo quiera

ser Jesús, es que Jesús quiere ser él en mí. Si Jesús es en mí, yo soy yo realmente; solo cuando

él me habita yo puedo ser auténtico, puedo ser lo que estoy llamado a ser. En la comprensión

de lo que soy y lo que quiero ser, entra en juego la clarificación de ese “somos y seremos”.

Soy en el somos, soy Cristo cuando me asumo como un cuerpo eclesial, como un somos. Soy

Cristo cuando soy contigo Cristo: Somos Cristo, somos su cuerpo.

Somos Jesucristo cuando aprendemos el idioma del amor. Entre más se ame más se vive.

Cuanto más se viva más se ama. Solo se vive para amar y para ser amado. Hay que amar a

Jesús más y más. Hay que amar a Jesús en los demás. La vida cristiana consiste en dejarse

amar por Dios en el otro también. No hay que dejar que al cristiano se le pretenda disuadir

384 Íbid., 116. 385 Íbid., 227.

Page 108: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

108

de emprender una nueva manera de ser cristiano, esa de ser Jesús, esa de construir un somos.

Es una gran necesidad formar a Jesús por amor al mismo Jesús en los hermanos. En un

diccionario de Teología, esta realidad se expresa así:

Se advierte en la historia y en la persona individual cómo espontáneamente la vida interior

lleva a la vida espiritual de relación con los demás, y cómo, también de manera espontánea,

la búsqueda del otro lleva a la búsqueda del Otro, de ese ser trascendente y divino que es

Dios. La vida interior, la vida espiritual y la vida religiosa se integran de manera armónica386.

Cada uno es diferente y cada comunidad es única. Por eso, hay que trabajar en la identidad

personal y también en la comunitaria. Se es otro Jesús en la tierra, en la medida que se aprenda

a ser con el otro, pues allí en el somos está la razón de ser de lo que se es. Cada comunidad

tiene una historia, de la cual hay que enterarse, conocerla y comprenderla desde Cristo, es

decir, desde lo que se es. Solo así se podrá luego hacer camino. La tarea es entender lo

particular de cada comunidad, de cada hermano. Eso es ser iglesia, eso es ser Cristo, eso es

ser consciente de lo que se es: Cuerpo de Cristo, somos Cristo.

La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia

a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios,

en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura387.

Hay que amar a la iglesia, es decir, a los hermanos. Amando a los hermanos es como se ama

a Cristo. La vida de un cristiano debe ser las 24 horas del día la vida de Cristo, es decir, el

evangelio. Hay que decidirse a estar separado, consagrado, entregado al Evangelio. Solo así

se será Cristo para los demás, pues el Evangelio siempre va a enviar al servicio, a darse al

otro. La vocación cristiana de ser Cristo no se agota entre él y nosotros, se extiende al otro.

Es en el otro donde se completa Cristo. Esto hasta el punto de poder llegar a decir “yo soy

tú, tú eres yo”. Según el Papa Francisco, “la Palabra de Dios enseña que en el hermano está

la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros”388. La comunidad

no nació santa, se hace santa por vocación, por su bautismo; la comunidad es un lugar de

santidad. Cada hermano es una persona santificada por Cristo. Para Juan Eudes: “El objetivo

de la Iglesia en todas sus funciones es formar a Jesús en todos los cristianos”389.

386 Izquierdo, Burggraf y Arocena, Diccionario de Teología, 1011. 387 Francisco, Evangelii Gaudium, 88. 388 Íbid., 179. 389 Eudes, O.C. I, 272.

Page 109: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

109

1.3 Formar a Jesús-cristo: una vida de unión a cristo – continuar y completar su misión

en la tierra.

Luego de hacer ejercicio para amar a Jesús, se logra una perfecta unión a él que conduce a

ser un vivo reflejo de su ser. El trabajo del cristiano en este momento es vivir la segunda vida

de Jesús, continuar sus pasos aquí en la tierra siendo un consciente portador de su presencia.

La vocación a la que está llamado todo cristiano es a la de unirse en una alianza perfecta a su

Creador participando de la divinidad compartida en Jesucristo por obra del Espíritu Santo390.

Esta unión se hace eterna en Jesucristo el eterno, por lo cual se comienza hoy y es por

siempre. El trabajo del creyente es dar inicio con un sí que exprese disposición como María

(Lc 1, 38) para acoger la divinidad en su interior y dar a luz a la Luz, que es Cristo, a los

demás. Esta iniciación en la vida íntima de Dios a través del abandono total a su persona, es

la que diviniza lo humano y da carácter de eternidad al ejercicio de vida que se construye

todos los días hacia la glorificación final dada por el Padre en Jesucristo su Hijo. La vocación

de Dios es ser Dios en todos, es ser él en quien se disponga a acogerle y hacerlo suyo. Es la

alianza, la unión de amor entre el Creador y la criatura.

Por eso, para Juan Eudes “solamente debemos vivir de Dios, en Dios y para Dios; y solamente

debemos vivir de la vida de Jesucristo; y debemos ser conducidos solamente por su Espíritu

que debe animarnos y poseernos enteramente”391. Hablar de adhesión, de unión a Jesús, como

lo propone Juan Eudes en los textos citados anteriormente, implica anotar que ésta no es solo

de una dimensión del ser, sino que abarca todas las dimensiones del hombre, todo lo que se

es. Se asume a Dios en todo lo que de humano se es, para que Dios mueva lo humano a ser

lo que está llamado a ser: una humanidad divinizada. Así la mente y su razón, el corazón y

su voluntad, se unen completamente a quien cree, desea y decide amar con absoluta entrega:

Jesús, el todo de la vida humana, el todo de un cristiano392.

La manera paulina de comprender la vida es vivir en Cristo. La identidad de un cristiano para

Pablo es Cristo mismo. Esto implica configurarse con Jesús hasta transformarse en su imagen

390 Véase: Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 25. 391 Eudes, O.C. II, 182. 392 Eudes, O.C. I, 25-80.

Page 110: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

110

viva (2 Cor 3, 18). En este sentido, la espiritualidad propuesta por San Juan Eudes es la

espiritualidad de la unión, de la plena adhesión a Jesús. Lopera lo expresa de este modo:

Juan Eudes busca con este método la calidad de la vida cristiana y sacerdotal yendo, más allá

de la necesaria imitación de Jesucristo, a la unión e intimidad, de tal manera, que vamos a

tener los mismos sentimientos y actitudes de un Señor que se ha formado en nosotros y vive

y reina dentro de nosotros mismos. Ya el modelo a imitar no está fuera, está muy dentro de

nosotros, “grabado, impreso en nosotros”393.

Se trata, entonces, de construir un proyecto de vida en Jesús donde no basta imitarle, sino

dejarlo ser Jesús en nosotros, es decir, dejarle que tome todo el ser. Cuando Jesús es quien

vive dentro de una persona, ésta no es más una barrera para que se refleje en su humanidad

su divinidad. En palabras de Higinio Lopera, se lee de esta manera:

La imitación como tal hizo crisis en Juan Eudes y cambia el tema de la imitación por la

formación de Jesús en nosotros. Pasa de lo exterior a lo interior: παρα-δειγμα del “junto” al

modelo, al ejemplo, a tenerlo dentro. Hoy en día los paradigmas son exteriores a nosotros. Lo

perfecto será el paradigma dentro de nosotros, impreso, grabado, formado en nosotros394.

No se podrá conocer toda la persona de Jesús si no se continúan los pasos de Jesús, si no se

completa la otra vida de Jesús (cf. Col 1, 24). San Juan Eudes dice que Jesús tiene dos vidas,

la suya que ya completó, y la mía y la de todo bautizado que está en construcción personal.

La vida cristiana no es más que continuar y completar en cada acción la vida de Jesús395.

La tarea cristiana es descubrir el rostro de Cristo en todo ser humano. Así, Dios se llama

como tú, se llama como yo. Dios quiso hacerse hombre, y manifestarse en categorías

humanas, permitiendo que lo humano pudiera divinizarse y que lo divino pudiera

humanizarse. Su propuesta para el hombre es vivir su proyecto, su plan salvífico, que no

consiste en otra cosa distinta que en la divinización en Cristo su Hijo, es decir, la

cristificación. Desde allí que, si nos dejamos ver en su Hijo humanado, y dejamos que sea él

quien viva y reine en nosotros, como dice San Juan Eudes, pues nos haremos el mismo Jesús,

estaremos cristificados396.

Es esa la idea, ser otro Jesús en la tierra, encarnar sus sentimientos, sus disposiciones y sus

santas intenciones, para poder vivir en constante divinización de nuestra humanidad, y en

393 Lopera, Acercamiento de Teología espiritual eudista-Cahier eudistas nº25-2017, 54. 394 Íbid., 56. 395 Eudes, O.C. I, 165. 396 Íbid., 273-275.

Page 111: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

111

constante humanización de nuestra esencia divina por ser creaturas diseñadas por un Dios

que imprimió su huella en nosotros y nos pide ser en él, vivir en él y para él. Es algo

pretensioso el querer ser visto como otro Jesús en la tierra, pero es la finalidad de la fe

cristiana. Nada habría de grandioso en la propuesta de fe si no existiera tal posibilidad de ser

uno en la divinidad, de ver posible y real el hecho de vivir en comunión plena con él. Hay

que vivir la vida de Jesús, como bien señala Juan Eudes:

De manera que cuando un cristiano ora, continúa y completa la oración que Jesús hacía sobre

la tierra; cuando trabaja, continua y completa la vida de trabajo de Jesús; y así las demás

acciones realizadas cristianamente. Ustedes lo ven, la vida cristiana, es una continuación y

un completar la vida de Jesús. Debemos ser otros Jesús sobre la tierra para continuar su vida

y sus obras397.

El cristiano debe permanecer en Cristo y dar fruto en él; debe vivir de la vida de Cristo

resucitado. Para Carlos Álvarez, “Dios se humaniza en Jesús y el hombre se diviniza en

Jesús”398. Según Juan Eudes, el llamado es siempre a vivir la vida de Cristo:

Jesucristo tiene dos clases de cuerpo y de vida. El primero es su cuerpo personal tomado de

la santa Virgen y su primera vida es la de este cuerpo. Su segundo cuerpo es su Cuerpo

místico, la Iglesia, y su segunda vida es la que lleva en ese Cuerpo que formamos todos los

cristianos. La vida pasible y temporal de Jesús en su cuerpo personal terminó con su muerte;

pero él desea continuarla en su Cuerpo místico hasta el fin de los siglos399.

La tarea del cristiano no es seguir un código moral, no es cumplir leyes sin más, no es adoptar

un sin número de normas que fatigan. Para Juan Eudes, se trata de dejar que Cristo viva su

vida en nosotros:

Como yo estoy en mi Padre, viviendo la vida de mi Padre que él me comunica, ustedes están

también viviendo de mi vida y yo estoy en ustedes comunicándoles esta misma vida, y así yo

vivo en ustedes y ustedes viven conmigo y en mí400.

Esta vida es un camino hecho con distintas edades, donde se va viviendo a Jesús según la

etapa de vida que se esté desarrollando. Dios va llenando al hombre hasta la plenitud de su

amor (Ef 3, 19). Cristo se completa en la iglesia en la medida que todos vamos con él

haciendo camino hacia la perfección, hacia la plenitud (Ef 4, 13) que se alcanza el día final401.

397 Íbid. 398 Álvarez, Acercamiento de Teología espiritual y pastoral-Cahier eudistas nº25-2017, 188. 399 Eudes, O.C. I, 164-165. 400 Íbid., 162. 401 Íbid., 311.

Page 112: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

112

2. ENTRENAMIENTO ESPIRITUAL EUDISTA (E3)

Dentro del proyecto “somos y seremos Jesús” se propone una herramienta humano-cristiana

de identidad en calidad de Nueva Evangelización402, para formar a Jesús en cada persona a

través de un ejercicio práctico que ayude a reflejar la vida de Dios en la propia vida. La

herramienta403 es la que se denomina “E3”, cuyo significado es Entrenamiento Espiritual

Eudista. Dentro de los propósitos hechos con esta herramienta, aparecen los siguientes: a) el

de conocer la espiritualidad eudista de manera atractiva y moderna para vivir hoy con un

espíritu formado en el amor a la vida; b) hacer ejercicio espiritual con experiencias de amor

de Dios a través de técnicas de entrenamiento espiritual para crecer en la fe y construir una

sólida relación con el Señor; y, c) vivir una fe que abra nuevos horizontes o aporte nuevas

miradas a la realidad vivida, a través de compromisos concretos con el servicio para hacer

una red de vida entre todos los cristianos.

Se trata, entonces, de vivir en el espíritu lo que se vive a nivel físico-corporal según la idea

paulina de crecimiento espiritual:

1 Cor 9, 24-27:404

“24 ¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio?

¡Corred de manera que lo consigáis!

25 Los atletas se privan de todo;

y eso ¡por una corona corruptible!;

nosotros, en cambio, por una incorruptible.

26 Así pues, yo corro, no como a la ventura;

y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío,

27 sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo;

no sea que, habiendo proclamado a los demás,

resulte yo mismo descalificado”.

Se descubre en el texto la analogía que hace Pablo de la vida espiritual con una vida deportiva,

una vida en ejercicio donde se valora la constancia, la valentía y lucha del hombre de fe por

perseverar en la prueba y alcanzar la meta; la disciplina para moldear nuestra vida en Cristo,

402 Véase: Francisco, Evangelii Gaudium, 120. El Papa invita a los bautizados a ser protagonistas de la

evangelización de la Iglesia. 403 Se trata de seguir la propuesta de la Iglesia de mejorar las formas de comunicar la fe. Véase: En la encíclica

Spes Salvi, Benedicto XVI se pregunta acerca de la comunicación de la fe y la comunicación de la esperanza.

Cfr. BENEDICTO XVI, Spes Salvi, 30-XI-2007, n. 2; PABLO VI, Ecclesiam suam, 6-VIII-1964; y, JUAN

PABLO II, Redemptoris Missio, 7-XII-1990, n. 38 404 Alonso, La Biblia de Nuestro Pueblo, 1824.

Page 113: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

113

para que el Espíritu forme en nuestra vida la vida misma de Jesús, viviendo así como

resucitados en calidad de hijos en el Hijo.

A Jesús, más que estudiarlo o aprender algo de él, como cual personaje importante, hay es

que vivirlo. Se vive a Jesús cuando se le ama en sí mismo y en todos. Se trata de vivir toda

su vida glorificada por el Padre en nuestra vida cotidiana; todo en Jesús, nada sin Jesús. Así,

la persona sigue este camino para “poner todas sus energías físicas, mentales y emotivas en

función del propósito. En la vida espiritual es lo que hoy llamaríamos “ordenar los afectos

desordenados, o por qué también no decirlo, las tareas desordenadas en el activismo”405. La

ruta, entonces, es toda una conquista. El cristiano está llamado a ocuparse decididamente en

ser otro Cristo, lo cual le exige compromiso y responsabilidad. Como señala Fidel Oñoro:

Lo que se busca en última instancia en toda propuesta espiritual es que coronemos la meta de

nuestra vida. Esto es lo que Pablo trata de decirnos una y otra vez en todas las páginas de sus

cartas. Es como si nos dijera: “corre de manera que venzas... no pierdas tiempo... no quemes

energía sin gracia406.

No obstante, vivir un “E3” es dar lugar a un entrenamiento espiritual que motiva a hacer el

esfuerzo de redescubrirse, de conocerse más y lanzarse a una experiencia más trascendental

de la vida. El entrenamiento sigue la ruta de la nueva evangelización, donde se invita a dar

un mensaje evangelizador que sea significativo para quien lo escucha, y claro en la

propuesta407, para lograr una inclinación del Evangelio a la realidad propia de la persona que

hace el entrenamiento. Para lograr, en otras palabras, encarnar el Evangelio en la realidad

misma.

La propuesta de un ejercicio como estos, hecho en calidad de Nueva Evangelización, exige

manifestar la misma vida de Dios en cada medio utilizado para evangelizar, para ser otro

Jesús. Dios no es algo exclusivo y ajeno, él se vincula con todas sus criaturas. De allí que la

propuesta sea hecha con la convicción de que se puede llegar a todos sin excepción,

provocando que quien participe de ella se sienta llamado a vivir una nueva vida.

405 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Introducción, 9. 406 Íbid. 407 Mora, 10 claves para comunicar la fe, 3-4.

Page 114: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

114

El “E3” es una apuesta por vencer los propios miedos y superar los límites que la persona

misma se recrea en su cabeza, llegando a hacer falsas imágenes de sí mismo hasta creérselo.

Esto evita que la persona desarrolle ideas de falso crecimiento, para lo cual se hace

entrenamiento E3 como herramienta que despierta de ese bloqueo mental y abre una nueva

mirada a la vida desde la fe. Además, es una apuesta por dejar atrás las barreras afectivas que

encajonan la acción de una persona hacia una fe sin sentido, hacia el desespero y la sensación

de creer que no es amada, que no sirve para nada, que no vale la pena vivir. En sí, el

entrenamiento consta de 3 momentos detallados a continuación:

Zona #1: zona de cardio o de calentamiento de la fe (corazones dispuestos): es el

momento de inicio, con el que se dispone al grupo a adentrarse en una reflexión específica.

No se puede hacer compromiso de identidad cristiana o de crecimiento en la fe, sin antes

disponerse a amar porque se ha sido consciente que Dios ha amado primero (1 Jn 4, 19). En

esta zona se les explica con alguna herramienta audiovisual el tema a tratar; una herramienta

que permita precisar las ideas que se quieren compartir. Aquí se valen los medios digitales

actuales.

Se llama zona de cardio porque, así como el cuerpo se agita cuando la persona trota, del

mismo modo se invita a estremecer el corazón, a ponerlo a correr en la caminadora del

espíritu para que se duela del mal hecho, para que se sienta tocado por la realidad humana

que le compete asumir como suya. Se habla de cardio porque a nivel espiritual también hay

que calentar la fe, entrar en calor espiritual. Muchas veces la fe del cristiano está congelada408

por el odio, por el dolor, por no aceptar una pérdida y hacer su respectivo duelo, por el vacío

de no sentirse amados, por la tristeza, la amargura, el desengaño; en fin, por vivir

mundanizado409.

En esta parte el participante ve una proyección de sensibilización. Es un espacio de

concienciación de su vida, donde se les mueve todo su ser interior a través de imágenes

dicientes, de historias reales, de situaciones humanas cotidianas a las que se le ha dejado a

un lado por creerlas poco importantes. Se trata de seguir siempre los principios propios del

408 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 67. 409 Francisco, Evangelii Gaudium, 93-97.

Page 115: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

115

proyecto: conciencia cristiana, una moral de seguimiento, identidad centrada en Cristo

(cristificación), unidad, fe encarnada. Elementos todos desarrollados en este trabajo de grado.

Cabe anotar, que los participantes podrán hacer también las anotaciones que quieran,

resaltando en pequeñas frases lo que más les llamó la atención. Es un momento en que se

deja a la creatura sola con su Creador (Ef 2, 10), es decir, no se interviene en lo más mínimo.

Se deja a solas a la persona viendo el video, como medio de evangelización del que por fe se

cree que Dios se vale para hablarle. Si se hace presencial, se organiza todo en el espacio para

que no se interrumpa su concentración. La apuesta es por usar las herramientas propias de la

época, según la dinámica de publicación en redes sociales que vive la persona hoy.

Zona # 2: zona de pesas o de confrontación de la fe (reconstruyendo el corazón): es el

momento en el que se confrontan consigo mismos a través de una sesión de sólo preguntas

para llevarlos a descubrir la razón de ser de su dificultad o vacío. Se es consciente que hay

que pasar de la pastoral de las respuestas a la pastoral de las preguntas410, pues hoy el mundo

está lleno de motores de búsquedas que ofrecen muchas respuestas, donde hay exceso de

información. Por eso, el problema en la apuesta evangelizadora no es tanto el de encontrar

un mensaje, sino el identificarlo conmigo hallándole significado para mi propia vida.

Preguntarse, entonces, es de personas más conscientes que viven en apertura para que Dios

obre en ellas, y no se cierran en una respuesta que ya hayan recibido. En el ejercicio de saber

preguntar se les invita a seguir el método asumido para este trabajo de grado, el método de

revisión de vida411, donde cabe preguntarse por el qué está haciendo Dios en la persona para

luego ir a trabajar con esfuerzo humano sobre esa obra de Dios ya acontecida en la persona.

No se da lugar a pensar que Dios no ha hecho nada y que apenas se va a comenzar algo

nuevo, pues Dios siempre está haciendo nuevas las cosas en cada uno de sus hijos (Ap 21,

5). La pregunta de fondo en cada una de las preguntas que se haga a través de este momento

dentro de la experiencia “E3”, no es otra que esta: ¿Soy otro Jesús en la tierra? Se les debe

llevar a descubrirse como sujetos responsables de lo que han hecho con su vida hasta ese día

410 Spadaro, Los 6 grandes desafíos de la comunicación digital para la pastoral, 1. 411 Rubio, Para vivir la revisión de vida: un método para la acción y para la espiritualidad cristiana, 18-47.

Page 116: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

116

y así mismo de lo que pueden llegar a hacer si se lo proponen con fe, entendiendo por fe la

adhesión y la entrega total a Dios412, como bien se desarrolló en este trabajo de grado tanto

en la perspectiva bíblica como teológica.

Es un momento fuerte de aceptación de la realidad; se les confronta para que se conozcan

mejor. En los últimos minutos dispuestos para este momento se les invita a escribir en un

primer momento una lista de 5 palabras (no frases) que mejor definan la situación por la que

están pasando. Luego, se les pide mirar bien esas 5 palabras escritas, y revisarlas con

detenimiento preguntándose por el por qué se identifican con ellas. El paso a seguir es que

elijan una sola palabra, aquella que crean sea la más importante en el sentido de que sea la

que más les cueste aceptar porque es la que mejor define su estado actual de vida, o porque

es la palabra raíz o que sostiene las demás. Esta palabra va a ser la pista para la siguiente

sesión. Se trabaja en búsqueda de palabras, para darnos cuenta que encarnamos muchas

palabras y no La Palabra, El Verbo de Dios (Juan 1), que es quien quiere habitar en nosotros.

El desafío de la Iglesia a nivel de evangelización en este momento histórico es, como bien lo

menciona Rino Fisichella, “hacer que los cristianos recuperen su propia identidad y el sentido

de pertenencia a la Iglesia”413, que vuelvan a cuestionar su fe y recuperen el interés por

conocer profundamente a Dios. Eso se hace cuando se forma al cristiano y se le invita a vivir

con acciones concretas su fe. Para ello, se propone la siguiente zona en el entrenamiento

espiritual.

Zona #3: zona de estiramiento o de retos de la fe (comprometiendo al corazón): es el

momento en el que se compromete al corazón con actos concretos de amor. Aquí, cada

participante revela su palabra, la comparte en el espacio dispuesto para ello en la aplicación,

o en voz alta si hace el ejercicio de modo presencial.

Si el ejercicio está siendo dirigido “En Vivo” dentro de la aplicación, el líder toma unos

minutos para dar un mensaje conclusivo que envuelva esta realidad, moviéndoles a continuar

y completar la vida de Jesús en ellos. La dirección del ejercicio puede ser también presencial.

412 Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 19; Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Ficha

10, 5. 413 Fisichella, La Iglesia diocesana y la nueva evangelización, 69.

Page 117: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

117

Los últimos minutos de este momento se deben tomar para hacer la red, es decir, para que

todos se comprometan con una persona del grupo para ayudarle a cumplir su reto, o para

esperar que la aplicación le designe una persona si se hace de modo virtual.

La red consiste en que cada uno de los integrantes tenga una persona a cargo y tenga, a la

vez, una persona que se encargue de ella. Esta elección se hace al azar, según el número de

participantes. Nadie puede quedar sin una persona a cargo y sin alguien que lo asuma. La

idea es que, en el transcurso de la semana, o hasta que tengan la oportunidad de volver a

hacer un E3, se comuniquen por cualquier medio virtual (Facebook, twitter, Instagram,

WhatsApp, slack, etc.) y animen a la persona que le fue asignada a vivir su reto, a trabajar en

eso que le afecta negativamente en este momento, o a fortalecerlo si es algo positivo. Esta

realidad a trabajar se conoce por la palabra que la persona eligió para definir la situación

actual por la que está pasando.

Por ejemplo, si a mí me toca “Laura” y su palabra fue el perdón, debo ingeniármela para

compartirle mensajes sobre el perdón y motivarla a que perdone a los suyos. Se le puede

invitar a la persona a tener un encuentro presencial si se considera necesario. El medio de

comunicación habilitado será siempre la página web y la aplicación móvil destinada para

ello. Si la persona le confía algo al otro, esa persona se compromete a ser prudente con el

manejo de esta información y a brindarle su ayuda con mucho respeto. Así se garantiza que

todos estén semana tras semana en contacto y que no se pierda el ejercicio. Siempre se

habilitará un espacio de evaluación sencilla con respuesta de opción múltiple, para medir el

ejercicio. Se monitorea el paso a paso por cada una de las zonas, y por la construcción

aleatoria de la red en la aplicación.

Si el encuentro es presencial, se toman unos minutos antes de comenzar el nuevo ejercicio

para evaluar el reto de la semana que ha pasado. Simplemente se les pide que cuenten cómo

les fue con la experiencia y qué sugerencias dan para mejorar la creatividad a la hora de

ayudar al otro, a ese otro Cristo, ese Jesús vivo que vive en él, que se hace uno con él. Ese

debe ser el lenguaje usado entre todos. El esfuerzo será por obtener mejores resultados de

crecimiento humano-espiritual luego de cada encuentro. El llamado es a vivir íntegramente

la fe en el hoy. El llamado es a creer de tal manera en Cristo que se le descubra en el otro y

Page 118: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

118

en uno mismo. Ser extensión de su amor, ser expresión viva de su persona viva y resucitada

en nuestra realidad.

-Tiempo: en modalidad virtual, se estima una duración de 10min o máximo 15min,

dependiendo del tiempo dedicado a la confrontación por parte del participante. En modalidad

presencial, se desarrollaría en 15min, o máximo 30min, según la disponibilidad de tiempo

del grupo humano con el que se comparta la experiencia. Se trata de vivir intensamente cada

sesión del entrenamiento, sin dar cabida a la distracción y a la dispersión del grupo. La idea

es tener experiencias cortas que creen en el participante el deseo de hacer otro entrenamiento

pronto. Por eso, se busca que en el poco tiempo que se tiene en medio de las tareas del día,

la persona se regale la oportunidad de conmoverse, de estremecer su frío corazón en el amor

a Jesús414, lleno muchas veces de flojera y mediocridad espiritual.

-Espacio: La experiencia puede hacerse completamente virtual, a través de la aplicación

móvil. Pero, también se podría desarrollar de manera presencial. Para ello se necesitaría un

lugar cómodo donde se pueda mover el grupo entre una sesión y otra. Se puede hacer cada

sesión con todos sentados por grupos, según el número de participantes. El grupo se puede

rotar al iniciarse cada sesión del entrenamiento, siempre y cuando se tengan bien

diferenciadas 3 zonas para cada una de las sesiones. Se les debe motivar a desplazarse de

manera continua entre una zona y otra al terminar el tiempo establecido para cada sesión del

entrenamiento.

-Recursos: En primera instancia un dispositivo móvil y conexión wifi, al hacerse de modo

virtual. En la modalidad presencial, se necesitaría a un líder teólogo, biblista o pastoralista

que dirija toda la actividad, que motive con un lenguaje práctico y profundo la asimilación

de la temática a trabajar. Es necesario tener, en este caso, las herramientas digitales para

proyectar las imágenes usadas para la zona de confrontación, por ejemplo, o las proyecciones

iniciales (videos, canciones, etc.). Así, todos los participantes deben tener una hoja y un lápiz

dónde escribir, aunque también se vale usar aparatos electrónicos.

414 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 104.

Page 119: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

119

Todo este itinerario propuesto para la realización de un “E3” (Entrenamiento Espiritual

Eudista) no busca más que llevar a una transformación de la persona en el mismo Jesucristo,

de tal modo que cuando se vea al cristiano andar vean a Jesús en él. Se trata de amar a

Jesucristo portando su presencia con consciencia entregándose en cada acción del día. Pablo

habla de esa maduración hasta llegar a la transformación en Jesús, invitando en Efesios 4,

13-15415 a llegar al estado hombre de perfecto, a la plenitud en Cristo desde la unidad a él

por la fe.

En el camino emprendido para la formación de Jesús en el corazón, no se puede parar. La

tarea es avanzar, con la ayuda de la gracia de Dios, hacia la mejor configuración de la persona

de Jesús en la propia vida. Se trata de una carrera continua en la que se dejan muchas cosas

atrás y se va ganando mayor estado de gracia para ser reflejos transparentes de la vida de

Cristo, de su corazón, de su amor. Según el Padre Fidel Oñoro, Pablo en Filipenses 3, 12-16

hace notar que continúa su carrera por alcanzar a Jesús reconociendo que ya ha sido

alcanzado primero por él. Eso de llegar a la madurez perfecta, según Pablo, es reconocer que

hay un proceso de ser Jesús según la edad que se tenga:

Es aquí donde entra el nuevo planteamiento: el fin no es algo que se posea ya; por eso formula

el camino de Cristo Jesús como algo que va poseyendo, impregnando, la vida de uno. Esta es

la finalidad del llamado de Dios en Cristo Jesús. Entonces el parámetro de la maduración

(cuando se habla de madurez siempre se mira un estándar, un parámetro) es Jesús mismo: ser

como él. Uno alcanza la perfecta madurez cuando uno está poseído por Cristo, cuando Cristo

toma posesión de uno. Ahora bien: (1) Esto no ocurrirá al 100% en nuestra vida terrena; (2)

La madurez se mide según la etapa de vida y el estado de vida en que cada uno se encuentra;

una persona de 20 años es madura si en esa edad vive lo que corresponde a una persona de

esa edad; un religioso o una pareja cristiana es madura si en su estado de vida refleja lo que

corresponde. Sin embargo, Pablo admite que algunas personas pueden tener una “actitud

diferente” (Flp 3,15). Con todo, él nos asegura que “Dios revelará” esto también a nosotros,

si continuamos con la misma finalidad y en la misma carrera. Lo importante para todos es

que: “Desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante” (3,16). Este debe ser el

propósito del itinerario que estamos comenzando: discernir en qué punto del camino vamos

y escuchar las mociones del Espíritu para avanzar416.

415 “Hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre

perfecto y a la madurez de la plenitud de Cristo. As no seremos niños, juguete de las olas, arrastrados por el

viento de cualquier doctrina, por el engaño de la astucia humana y por los trucos del error. Por el contrario,

viviendo en la verdad y el amor, crezcamos hasta alcanzar del todo al que es la cabeza, a Cristo” (Alonso, La

Biblia de Nuestro Pueblo, 1879. Efesios 4, 13-15) 416 Oñoro, Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos-Introducción, 10-11.

Page 120: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

120

CONCLUSIONES

Luego de todo el recorrido reflexivo que se ha hecho en cada uno de los capítulos

desarrollados en este trabajo, desde la mirada patrística, bíblica, teológica y eudista, se

construyen las siguientes conclusiones. La invitación es, también, a descubrir los nuevos

horizontes que se abren según lo abordado en la temática propuesta.

El hombre está vocacionado a la divinización de su ser, y puede ser otro Jesús en la tierra por

participación y semejanza. Para ello debe hacer continuamente ejercicios espirituales, como el

entrenamiento espiritual eudista aquí propuesto, avanzando con la ayuda de la gracia de Dios,

hasta formar a Jesús en su propio corazón, en su propia vida. Todo esto con el fin de vivir una

vida humana cristianizada, de realización personal y comunitaria, donde caminemos hacia la

estatura de hombre perfecto (Ef 4, 13), en una carrera en la que en la que se dejan muchas cosas

atrás y se va ganando mayor estado de gracia para ser reflejos transparentes de la vida de

Cristo. Muchas cosas podrá hacer el hombre, pero lo que necesita es ser Jesús.

Ahora bien, la pregunta a investigar era: ¿qué implica en el hombre el hecho de asumir la

divinización como un plan de vida que le transforma tanto a nivel personal como a nivel

comunitario, que le da plenitud y genera sentido en su apuesta por vivir en Dios, de él, por él

y para él? Para ello se desarrollaron tres objetivos específicos, que logran tener respuesta con

el trabajo investigativo hecho.

El primero de los objetivos específicos fue analizar el sentido de la divinización en la fe, a

través de los Padres de la Iglesia, para fundamentar y asumir el proceso de cristificación.

Pues bien, con este trabajo se logró evidenciar que el cristiano descubre cómo Dios se hace

humano para que él se pueda divinizar, asumiendo la responsabilidad de reorientar su

humanidad caída por el pecado hacia lo divino, a través de la gracia. Que Jesús Dios se haya

encarnado, es la posibilidad de restaurar la imagen de Dios en el hombre. Además, queda

claro que no hay vida si no se participa de la Vida, es decir, solo hay vida en nuestra vida

cuando Dios Vida vivifica la vida humana a través de la participación de su divinidad en

nuestra humanidad.

Page 121: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

121

El segundo objetivo era construir conciencia de identidad cristiana, desde una praxis

performativa de realización humano-cristiana, para formar a Jesús en la propia vida. Con el

trabajo se corroboró que Dios se hace hombre para que el hombre no se haga más ideas

abstractas de él y pase de la invisibilidad de su rostro a la visión humana de lo divino. De

este modo, todo hombre recibe el llamado a ser imagen y semejanza de su Creador, quien

invita a hacer todo bien, así como él ha hecho buenas todas las cosas. El hombre será más

imagen y semejanza de Dios en la medida que opte por hacer el bien. Así, será templo suyo,

reflejo de la unidad con Dios; unidad que el hombre debe conservar.

Con la mirada bíblica (2 Cor 3, 18; Gál 4, 19) se señala que la tarea del cristiano no es otra

que ser Cristo. Así, se plantea su posibilidad de ser feliz, pues la felicidad la da el tener una

clara identidad cristiana: ser Cristo. Más que tener a Cristo, o hacer algo para Cristo como si

se estuviera fuera de él, el cristiano es Cristo mismo, hace todo en Cristo, se mueve en él y

hace todo con él, desde la dinámica paulina del Nuevo Testamento. El cristiano experimenta

por su bautismo que vive una unidad plena a Cristo desde el presente, proyectándose hacia

la plenitud en el futuro.

Bíblicamente (Flp 3, 10.21), se expresa que la vida humana está llamada a ser vida espiritual,

es decir, una vida cristiana integrada (humanidad-divinidad). Esta nueva vida en Cristo

consiste en percatarse de que Cristo está en el cristiano, que Cristo vive en él. No es otra la

tarea, entonces, que ser consciente de que Cristo en nosotros está presente. La Sagrada

Escritura enseña que se es Cristo desde el bautismo. Es allí donde el cristiano es revestido de

la vida divina, donde recibe la vida nueva, según Pablo a los romanos (6, 4). Para Pablo la

vida es vivir en Cristo, reconocer que la identidad de un cristiano es Cristo mismo.

El tercer objetivo era proponer un seguimiento de Jesús para lograr la cristificación del

“somos y seremos Jesucristo” a partir de nuevos ejercicios espirituales eudistas. Pues bien,

fue con San Juan Eudes417 como se detalló que ser Cristo es, en primer lugar, un itinerario;

y, como segundo, es una obra del Espíritu Santo. El cristiano no se hace otro Jesús en la tierra

solo. El creyente aprende a dejar a Dios ser Dios en su vida. El fin del hombre no es otro que

ser en Cristo, asumiendo de manera procesual cada día, el compromiso dinámico e histórico

417 Eudes, O.C. I, 164, 167, 168, 271-276, 455; Eudes, O.C. II, 185-186.

Page 122: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

122

de ser otro Cristo. La vida cristiana, entonces, es crecimiento, desarrollo, oportunidad de

transformación continua para ser Cristo mismo. El proyecto de Jesús es encarnarse en cada

cristiano espiritualmente para vivir y reinar en su corazón, hasta establecer en él su Reino,

haciéndole un retrato vivo de su ser por gracia de Dios. El objetivo es ser otro Jesucristo por

participación y semejanza. Cristo no está afuera, sino dentro de nosotros, impreso en

nosotros, pues nos comparte sus sentimientos y sus actitudes. Así, la espiritualidad eudista

no es una espiritualidad de imitación a Cristo, sino de unidad a Cristo, de adhesión a él.

El cristiano es una nueva creatura en Cristo, y está llamado a dejar que su ser interior solo

sea invadido y poseído por la persona de Jesús, quien entra a darle su forma, es decir, su

estructura esencial, su vida, su corazón hasta que pueda exclamar con San Juan Eudes que

Jesús es la vida de su vida, el alma de su alma, el corazón de su corazón418. El cristiano,

desde la visión eudista, está llamado a adherirse a Cristo a través de las renuncias a todo

aquello que no es Jesús, de manera que se logre una plenitud de vida en él, y se asuma la

misión de continuar y completar su vida en la propia vida. Ser otro Cristo, para San Juan

Eudes, es ser un evangelio viviente para los demás, es estar dispuesto a dejarse leer como

carta de amor para el otro en cada uno de sus gestos llenos de virtud cristiana; la tarea es

dejar ver a Cristo en mí419.

La propuesta del entrenamiento espiritual eudista, lleva a que los participantes asuman sus

debilidades con valentía y decisión de hacer de ellas oportunidades de transformación

humana. Se espera formar una gran red humana consciente de la necesidad de trabajar en la

identidad, en esa apuesta de ser otro Cristo. Para ello, se ofrece una ruta inicial de camino

hacia la construcción de una vida centrada en Cristo, hasta llegar a ser él mismo. La idea es

alejarse de los métodos de evangelización tradicionales, para emprender nuevos encuentros

desde la innovación pastoral, haciendo énfasis en que lo más importante es la persona. El

cristiano, entonces, será otro Jesús si continúa, completa, reproduce la vida de Jesús.

Por otro lado, desde el aporte teológico, se respondió al objetivo de analizar el sentido de la

divinización en la fe, a través de la reflexión teológico-moral actual. No obstante, se asumió

418 Eudes, O.C. I, 249-257. 419 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 89.

Page 123: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

123

la moral cristiana como una moral de identidad. No se trata de una moral del deber ser, sino

más bien del ya somos, ya estamos en Cristo, ya hemos sido sumergidos en Cristo. La moral

paulina es la invitación a dejar ver lo que se es: Cristo. Pablo invita en cada uno de los textos

analizados en este trabajo, que la tarea es una sola: “expresa a Jesús” (Rm 8, 29; 1 Cor 15,

49; Flp 2, 5). Para ello, el camino del cristiano es el de conocer a Cristo, contemplarle, y

apropiarse de él hasta hacerse uno con él.

El desafío que queda es recuperar la identidad cristiana, volver a Jesús. Se trata de ver a Jesús

como fundamento y no sólo como fundador. La apuesta es por recuperar el sentido de

pertenencia a la Iglesia, por salir a contagiar en los demás lo que surge del estar dispuesto a

ser otros Cristos, lo que brota luego de hacer vida el Evangelio. Así, se construirá un nuevo

mundo en medio de este mundo ya conocido. Un mundo en el que se trabaja por recuperar la

identidad cristiana, construyendo desde Cristo y nadie más, hasta hacer crecer el sentido de

pertenencia con una iglesia que es reflejo mismo de Cristo, y que ofrece plenitud de vida.

La moral que está llamada a seguir el cristiano hoy, es una moral de seguimiento, del espíritu,

de libertad, de asumirse en la gracia divina420. Dios escogió vivir la vida humana de Jesús

haciéndola modelo para todos los hombres, permitiendo que se conociera la versión humana

de lo divino, y la versión divina de lo humano. Así, se abre la puerta hacia la cristificación.

Ya no es un absurdo hablar de este proceso de divinización en Cristo, pues Dios hizo

compatible lo humano con lo divino.

Desde una moral comprendida así, se aprende que el proceso de divinización es un don de

Dios y una gran responsabilidad. Esto hace ver que el cristiano tiene la posibilidad en Cristo

de asumir su mentalidad (discernimiento), de unirse a su voluntad (querer divino), a su

libertad, a su gracia, haciendo una opción fundamental por Él, donde la respuesta a todo es

vivir en seguimiento a Él. Finalmente, la moral cristiana enseña que para ser Cristo mismo

hay que vivir en comunión de amor a él, con el propósito de amarle cada día más y mejor,

para amar así mismo a los hermanos, en quienes se debe descubrir a Cristo mismo421.

420 Gnilka, Jesús de Nazaret, mensaje e historia, 213; Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 19. 421 Eudes, Vida y Reino de Jesús en los cristianos, 87-91.

Page 124: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

124

BIBLIOGRAFÍA

Alonso Schökel, Luis. La Biblia de Nuestro Pueblo. Bilbao: Mensajero, 2008.

Álvarez G. Carlos, Lopera Higinio y Torres Álvaro. Discípulos de Jesús en la Escuela de

Juan Eudes, Las Reglas de la Congregación de Jesús y María, O.C. IX, 69-139. Quito:

Imprenta, 2009.

Arteaga, Andrés. “La in-creíble actualidad del misterio de Cristo”, Teología y vida Vol. XLV

(2004): 196-209.

Atanasio. La encarnación del Verbo. Madrid: Ciudad Nueva, 2015.

Augrain, Charles. “Seguir”, En: Dufour, León X. (Dir.). Vocabulario de teología bíblica.

Barcelona: Herder, 1993. 839- 841.

Ausejo, de Serafín. Diccionario de la Biblia. Barcelona: Herder, 1987.

Bermúdez, Nicolás. El bautismo en la doctrina de San Juan Eudes. Madrid: Publicaciones

Claretianas, 1978.

Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1975.

Biblia de la Iglesia en América. Bogotá: CELAM, 2019.

Böckle, Franz. Moral fundamental. Madrid: Cristiandad, 1980.

Carrez, Maurice. La primera carta a los Corintios. Estella: Verbo Divino, 1989.

Castrillón, José F. Escatología de la liberación: pensamiento utópico y teología de la

liberación. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2016.

Código de Derecho Canónico. Barcelona: CPL, 2017.

Cognet, L. La spiritualité moderne en histoire de la spiritualité Chrétienne, III. Paris, 1966.

Page 125: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

125

Collins, Paul M. Partaking in Divine Nature, Deification and Communion. New York: T&T

Clark International, 2010.

Concilio Vaticano II. Constitución Dogmática Dei Verbum, sobre la Divina Revelación.

Roma: Vaticano, 1965.

_________________. Constitución Pastoral Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo

actual. Roma: Vaticano, 1965.

_________________. Constitución Dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia. Roma:

Vaticano, 1965.

Congregación de Jesús y María (Padres Eudistas). La formación de Jesús en nosotros,

Aproximación bíblica y teológica, espiritual y pastoral - Cahiers 25. Bogotá: DGP, 2018.

Cothenet, Edouard. Las cartas a los Colosenses y a los Efesios. Estella: Verbo Divino, 1994.

________________. La carta a los Gálatas. Estella: Verbo Divino, 1981.

_________________. Las cartas Pastorales. Estella: Verbo Divino, 1991.

Douglas, J.D. y Tenney, Merrill C. Diccionario Bíblico Mundo Hispano. Texas: Mundo

Hispano, 2003.

Ellacuría, Ignacio. El pueblo crucificado, en MystLib II. Madrid: Trota, 1990.

Eudes, Juan. Contrato del hombre con Dios. Bogotá: San Juan Eudes, 1957.

__________. Las Cartas de San Juan Eudes, O.C. X, 383-490, 491-581; XI, 7-132.

Traducción de Álvaro Torres. Bogotá: Centro Carismático, 2011.

__________. Las meditaciones, O.C. II. Carlos E. Acosta. Bogotá: Usaquén, 1957.

__________. Oeuvres Completes du Vénérable Jean Eudes. París: Lafolye Freres, 1905.

Page 126: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

126

__________. Vida y Reino de Jesús en los cristianos, O.C. I. Traducción de Theodoro

Hernández F. San Juan Eudes, Usaquén, Bogotá, 1956.

Fazio, Mariano. Historia de las ideas contemporáneas, una lectura del proceso de

secularización. Madrid: Rialp, 2015.

Fisichella, Rino. La Iglesia diocesana y la nueva evangelización. Monserrat: Actualidad

Catequética, 2013.

Flecha, J.R. Teología Moral fundamental, c. X y XI. Madrid: BAC, 1994.

Francisco. Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Roma: Ciudad del Vaticano, 2013.

Frankl, Víctor E. El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder, 1991.

Fuchs, Josef. La moral y la teología moral postconciliar. Barcelona: Herder, 1969.

García Acuña, Santiago. La decisión cristiana - La fundamentación de la ética cristiana

según el pensamiento de Hans Urs Balthasar. Valencia: Edicep, 2002.

Gil Espinosa, María Isabel. Conciencia de pecado y de culpa. Bogotá: Pontificia Universidad

Javeriana, 2015.

Gnilka, Joachim. Jesús de Nazaret, mensaje e historia. Barcelona: Herder, 1993.

Graef, Hilda. Historia de la mística. Barcelona: Herder, 1970.

Häring, B. La ley de Cristo. Barcelona: Herder, 1970.

Harvey, David. La condición de la posmodernidad. Oxford: Basil Blackwell, 1990.

Hendriksen, William. Comentario al Nuevo Testamento, Filipenses. Michigan: Libros

Desafío, 2006.

___________, Comentario al Nuevo Testamento, Gálatas. Michigan: Libros Desafío, 2005.

Page 127: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

127

Hörmann, Karl. Diccionario de moral cristiana. Barcelona: Herder, 1975.

Ignacio de Antioquía. San Ignacio Mártir y sus cartas. Madrid: BAC, 1934.

Izquierdo C., Burggraf J. y Arocena F. Diccionario de Teología. Pamplona: Universidad de

Navarra (EUNSA), 2006.

Jaspers, Karl. “Filosofía”. Madrid: Universidad de Puerto Rico, 1958. En Revista de

Occidente, Philosophie, Tomo I y II.

Kasper, Walter. La misericordia, Clave del Evangelio y de la vida cristiana. Santander: Sal

Terrae, 2012.

____________. La unidad en Jesucristo. Maliaño: Sal Terrae, 2016.

Lacoste, Jean-Yves. Diccionario Akal crítico de teología. Madrid: Akal, 2007.

Légasse, Simón. La carta a los Filipenses-La carta a Filemón. Estella: Verbo Divino, 1981.

León-Dufour, Xavier. Vocabulario de teología bíblica. París: Lés Édition du Cerf, 1970.

Lucas Lucas, Ramón. El hombre, espíritu encarnado. Madrid: Sígueme, 1999.

Mardones, José María. Postmodernidad y Neoconservadurismo, reflexiones sobre la fe y la

cultura. Estella: Verbo Divino, 1991.

Mateo-Seco, L.F. (Lucas F.). "Orígenes, Contra Celso”. Madrid: Biblioteca de Autores

Cristianos, 1967. [RECENSIÓN]". Scripta Theologica. 1 (1), 1969, 222 – 222.

Mora, Juan Manuel. 10 claves para comunicar la fe.

http://www.arguments.es/comunicarlafe/10-claves-para-comunicar-la-fe/ (Consultado el el

14 de noviembre de 2019).

Múnera D. Alberto, S.J. La moral cristiana: Interpretación de la revelación, Antropología

Teológica. Apuntes de clase, 2017.

Page 128: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

128

Oñoro, Fidel. Formar a Jesús según la carta de Pablo a los Romanos. Bogotá: Instituto

Bíblico Pastoral Latinoamericano-UNIMINUTO, 2019.

Perrot, Charles. La carta a los Romanos. Estella: Verbo Divino, 1989.

Pinckaers, Servais O. P. Las fuentes de la moral cristiana. Su método, su contenido, su

historia. Pamplona: EUNSA, 2000.

Quasten, Johannes. Patrología I: Hasta el Concilio de Nicea. Madrid: BAC, 1978.

_______________. Patrología II: La edad de oro de la literatura patrística griega. Madrid:

BAC, 1977.

_______________. Patrología III: La edad de oro de la literatura patrística latina. Madrid:

BAC, 1981.

_______________. Patrología IV: Del concilio de Calcedonia a Beda. Los padres latinos.

Madrid: BAC, 2000.

Rahner, Karl y Vorgrimler Herbert. Diccionario teológico. Barcelona: Herder, 1970.

Rahner, Karl. Curso fundamental sobre la fe. Barcelona: Herder, 1979.

_________. El oyente de la palabra. Barcelona: Herder, 1967.

_________. La Gracia como libertad. Barcelona: Herder, 1972.

Ropero, Alfonso. Lo mejor de los Padres Apostólicos. Barcelona: CLIE, 2004.

Rotter Hans y Virt Günter. Nuevo diccionario de moral cristiana. Barcelona: Herder, 1993.

Rubio, José María. Para vivir la revisión de vida: un método para la acción y para la

espiritualidad cristiana. Estella: Verbo Divino, 2006.

Ruiz de la Peña, Juan L. El don de Dios. Antropología teológica especial. Santander: Sal

Terrae, 1991.

Page 129: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

129

____________. Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental. Santander: Sal Terrae,

1988.

Russell, Norman. The Doctrine of Deification in the Greek Patristic Tradition. Oxford:

Oxford University Press, 2006.

Schillebeeckx E., O.P. Cristo: sacramento del encuentro con Dios. España: Dinor, S.L., 1964.

Sesboüé, Bernard. L homme, merveille de Dieu. Paris: Salvator, 2015.

______________. Jesucristo, el único mediador. Ensayo sobre la redención y la salvación,

Tomo I. Salamanca: 2003.

Spadaro, Antonio, S.J. Los 6 grandes desafíos de la comunicación digital para la pastoral.

http://www.cyberteologia.it/2014/11/le-6-grandi-sfide-della-comunicazione-digitale-alla-

pastorale/ (Consultado el 14 de noviembre de 2019).

Spicq, Ceslas. Teología Moral del Nuevo Testamento Tomo I. Pamplona: EUNSA, 1970.

Spiteris, Yannis. Salvación y Pecado en la tradición oriental, manual de teología ortodoxa.

Salamanca: Secretariado Trinitario, 2005.

Stanislas, Lyonnet. Le péché originel en Rom 5,12. L’exégese des Peres Grecs et les décrets

du Concile de Trente. Biblica-41, 1960.

Tertuliano. La penitencia. Madrid: Ciudad Nueva, 2011.

Vallés, Carlos G. S.J. Dejar a Dios ser Dios, imágenes de la Divinidad. Bilbao: Sal Terrae,

1987.

Vanni, Ugo. Las cartas de Pablo. Buenos Aires: Claretiana, 2006.

Vidal, Marciano. Moral de Actitudes, Tomo I, cap. 6, IV, PS. Madrid: P.S., 1981.

Page 130: SOMOS Y SEREMOS CRISTO: LA DIVINIZACIÓN COMO PLAN DE …

130

Vidal, Marciano. Nueva Moral Fundamental, el hogar teológico de la ética. Bilbao: Desclée

de Brouwer, 2000.

Wenham G.J., Motyer J.A., Carson D.A., France R.T. Nuevo comentario bíblico S. XXI.

Texas: Mundo Hispano, 2003.

Yáñez, Humberto Miguel. Esperanza y Solidaridad, Una fundamentación antropológico-

teológica de la moral cristiana en la obra de Juan Alfaro. Madrid: Universidad Pontificia de

Comillas, 1999.