somos los únicos animales racionales

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  • Somos los nicos animales racionales?Lorenzo Pea

    publ. en Teorema 18/3 [Suplemento] (1999)pp. 17-41. ISSN 0210-1602.

    Sumario1. La importancia del descubrimiento de las capacidades lingsticas de ciertos parientes nuestros no-

    humanos2. la definicin de hombre como animal racional3. Diversos anlisis de las experiencias comunicativas con simios no humanos4. El anlisis rupturista de Bickerton5. Conclusin6. Referencias Bibliogrficas

    1. La importancia del descubrimiento de las capacidades lingsticas de ciertosparientes nuestros no-humanos

    En su libro Vivan los animales!, Jess Mostern dedica dos captulos (el 8, pp. 129ss y el 9 pp. 153ss), a examinar la cultura de los animales y la primaca de los primates,probando, con sobrados y persuasivos argumentos, dos tesis importantes:

    (1) que los humanos no somos, ni mucho menos, la nica especie cultural, o sea la nica queatesora, acumula y modifica mediante informacin vehiculada por sistemas designos pautas de comportamiento y de respuesta al medio que no vienen unvoca-mente dadas por la herencia gentica;

    (2) que, dentro de la gran familia de los seres vivos terrqueos y de los animales en particular,los primates formamos una pequea subfamilia de animales estrechsimamente empa-rentados unos con otros, de suerte que la diferencia que nos separa de esos parientesprximos nuestros es cuantitativa nada ms.

    Voy a ofrecer en este artculo unas consideraciones complementarias que vantotalmente en la misma lnea de los argumentos de Mostern y que, en el fondo, slo pretendenreforzar algunas de sus lneas de argumentacin.

    Lo que voy a tratar de probar coincidiendo, insisto, con las tesis de Mostern, almenos a grandes rasgos es que el ser humano no es la nica especie de animales racionales.Entre nuestra racionalidad y la de otras especies, particularmente de mamferos, la diferenciaes meramente de grado.

    Mostern, en su libro (v. p.ej. pp. 139-141 y 167) sostiene que hay lenguajes animalesy que algunas especies de animales no humanos tienen capacidades lingsticas que les permitenaprender cdigos de seales nuevos, modificar dialectalmente esos lenguajes, o algunos de ellos,y en suma usar, en su aprendizaje colectivo, sistemas de sealizacin susceptibles deacumulacin y de alteracin cultural.

    Si en algn punto puedo discrepar acerca de esos temas de las consideraciones deMostern es slo esto: l, tras repasar algunos de los sensacionales descubrimientos de laprimatologa reciente que prueban la aptitud de nuestros cercanos parientes de otras especiesantropoides para asimilar y usar lenguajes humanos que no sean el sonoro, que no puedenemplear activamente por no permitrselo su anatoma, concluye, sin embargo, que es menorel significado de esos experimentos artificiales que el de los estudios de la vida natural de talesprimates, porque cada especie ha de venir considerada, ante todo, en su habitat natural, en su

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    capacidad de afrontar problemas propios, y no trasplantada o sumida en el ambiente de otraespecie. Yo, sin negar ese punto de vista, deseo matizarlo, recalcanndo tal vez ms laimportancia de esos experimentos.

    No voy a discutir en absoluto que efectivamente es ms importante en general estudiara los chimpancs en su habitat y en su medio natural; pero los experimentos acerca dechimpancs y otros primates insertados en un medio humano prueban y eso lo reconoceMostern que esos parientes nuestros poseen la aptitud de adquirir algunos de nuestros sistemasde comunicacin con una sintaxis compleja, de emplearlos con xito para transmitir mensajesde cierta complejidad y finalmente, en algn caso, incluso de transmitir tales sistemas decomunicacin.

    Que ellos, en su habitat, no hayan llegado nunca a desarrollar esos sistemas ni otrosdel mismo nivel de complejidad no quita nada de lo as descubierto, que es la capacidad deadquisicin y de aprendizaje.

    Frente a las concepciones rupturistas que imaginan una discontinuidad entre los sereshumanos y sus prximos parientes, un salto, una primera maana de pensamiento racionalprecedida de una noche de irracionalidad, el enfoque que sugiere hoy la ciencia como oportunay adecuadamente lo seala Mostern es el de una evolucin gradual de la razn, con zonas quese interpenetran de sensibilidad, apetito y razn, sin ningn corte entre el pensamiento instintivoy rutinario, de un lado, y el racional, de otro lado. (V. El libro de K. Lorenz Allende el espejo,de 1973, citado por [von Schilder & Tennant, 1984], p. 155.)

    Von Schilder y Tennant aseveran tambin en otra parte de su libro ([1984], p. 242) quelas aptitudes lingsticas aun incipientes de nuestros parientes no humanos nos hacen ver enellos destellos de pensamiento inteligente que conllevan determinacin de objetivos secundariosy estrategias derivadas, una captacin del nexo de causalidad, una percepcin de los estadosmotivacionales internos de otros, manifestados en su competencia, y tal vez un sentido del yo.O sea: claros ingredientes de racionalidad prctica. (Y su libro es de 1984, cuando an noestaban disponibles muchsimos hallazgos primatolgicos de aos recientes, a los cuales mereferir con detalle ms abajo!).

    Si los individuos de esas especies que adquieren habilidades lingsticas poseen, enalgn grado (no desdeable), tales aptitudes, sin duda alguna tambin aunque las desarrollenmenos poseen esas aptitudes en grados similares sus compaeros de especie que, al no venirsometidos a esos estmulos, no alcanzan ese nivel de comunicacin lingstica.

    Los primates poseen aptitudes para adquirir, en parte, sistemas de comunicacinsimilares, en complejidad y estructura, a los que efectivamente usan las culturas humanas.

    Si la capacidad que llamamos inteligencia o racionalidad tiene diversas facetas yresulta difcil de definir, no cabe duda de que uno de los rasgos que asociamos con talcapacidad es el uso de sistemas complejos de sealizacin que permitan vehicular mensajesestructurados de tal modo que el propio sistema no se use de manera meramente instintiva, sinoque se aprenda mediante procesos de adaptacin al medio cultural.

    Que los humanos no somos, en ese sentido, los nicos animales inteligentes yracionales es lo que prueban los descubrimientos a los que acabo de aludir y a los cuales serefiere Mostern experimentos que l, sin subestimarlos, desea no exagerar, para que no sepierda de vista que lo ms importante es calibrar las capacidades de cada especie en su propiomedio y ambiente.

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    En este contexto, cabe hallar en un libro anterior [Mostern y Riechmann (1995)] unaserie de datos y detalles acerca de los experimentos de la primatologa a que estamos haciendoreferencia. En ese libro, uno de los co-autores (Riechmann) dice, con razn (y creo queMostern est de acuerdo) que los lingistas como Georges Mounin creen que estos estudios[primatolgicos] hacen pensar en una gradacin continua entre distintas formas de comunicacinanimal y el lenguaje humano y minan la idea antropocntrica del corte radical entre ambossistemas de comunicacin (p. 41). Aunque ms abajo examinar en mayor detalle el problemade la demarcacin (real o supuesta) entre lenguaje humano y no-humano, vayan por delanteunas consideraciones preliminares!

    mile Benveniste [1966] (p. 56) todava sostena que la nocin de lenguaje slo puedeusarse abusivamente con aplicacin al mundo animal. Segn esa tesis rupturista, no hay entrelos animales (no humanos) nada que se parezca al lenguaje; los gritos emitidos por algunosanimales no transmiten mensajes hablados. Faltan, fuera de nuestra especie, las condicionesfundamentales de una comunicacin propiamente lingstica.

    Georges Mounin [1970] discute en detalle los anlisis de Benveniste y de otros autoresacerca de la dicotoma entre lenguaje humano y lenguajes animales (pp. 41ss). Mounin cuentacon un instrumento relevante y de enorme originalidad y fecundidad: la concepcin de A.Martinet de las dos articulaciones del lenguaje propiamente dicho: una articulacin primera, queopone unidades significativas mnimas y sus agrupaciones; y una articulacin segunda, queopone unidades mnimas distintivas (no significativas), de suerte que cada unidad significativamnima (monema) es una cierta ristra de unidades no significativas (fonemas); lo cual puededarse tanto en lenguajes vocales como en cualesquiera otros.

    La distincin parece tan ntida que no podra en principio esperarse ninguna zonaborrosa, ninguna difuminacin, ningn trnsito. Segn eso, slo habra lenguaje entre loshumanos, porque slo nosotros tenemos algunos sistemas de cdigos con doble articulacin.

    Sin embargo, Mounin revisa a la baja la nitidez y rotundidad del distingo (que elpropio Martinet ya haba relativizado).

    Discute Mounin minuciosamente en un detalle que no nos interesa aqu los rasgosque Benveniste crea ver en un sistema de signos como la danza de las abejas y que lo alejaranradicalmente de los lenguajes propiamente dichos (los humanos). Frente a esos y otros distingos,Mounin se atiene a la descriptivamente ms pulcra, objetiva y de suyo neutral dicotoma entresistemas de simple articulacin y sistemas de doble articulacin. Y, a partir de ah, llega aconclusiones matizadas. Cree hallar la frontera entre el lenguaje (humano) y un sistema decomunicacin como el de las abejas en el carcter discreto de las unidades significativas ydistintivas del lenguaje frente al carcter continuo de los elementos constitutivos del lenguajede las abejas. As es un elemento de ese lenguaje la rapidez del movimiento, que es unamagnitud continua. Piensa tambin Mounin que es muy difcil encontrar en ese lenguaje unadoble articulacin, porque, si bien hay unidades distintivas, no las hay significativas, en tantoen cuanto no hay unidades ms pequeas que el mensaje global. Sin embargo, su conclusines matizada: espera que un anlisis ms a fondo revele que el sistema de comunicacin picoes un estadio de transicin, un estadio intermedio.

    Pero, si en ese artculo de 1959, Mounin cree un poco ingenuamente en las virtudesdilucidativas ilimitadas de la concepcin de la doble articulacin de Martinet, un examen msdetenido podra mostrar dos cosas.

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    Lo primero es que, igual que sucede con muchos otros anlisis, se tiene la virtud yel defecto de poder aplicarse tal vez a cualquier realidad con suficientes maniobras o epiciclos.Si las unidades de primera o segunda articulacin pueden ser simultneas (como sucede en elpropio lenguaje vocal humano con los elementos prosdicos) y si se abandona el dogma de ladiscrecin tomado del estructuralismo rgido, entonces seguramente puede aplicarse elanlisis de la doble articulacin a cualquier sistema de signos. (As, p.ej., un sistema deescritura ideogrfico puede analizarse diciendo que cada ideograma est compuesto porgrafemas no significativos que se suelen encontrar en otros ideogramas.)

    Lo segundo es que hay zonas de transicin, como el propio Mounin lo sospechaba. Yde hecho los sistemas de comunicacin animal a varios de los cuales se refiere expresamenteMostern en su libro nos revelan aun en la fase incipiente de conocimiento de los mismosque es la actual la posesin de alguna estructura que no puede ser meramente de simplearticulacin, aunque no sea del mismo grado de complejidad que la doble articulacin denuestros lenguajes. La existencia de doble articulacin requiere un distingo entre unidadessignificativas mnimas y no mnimas. Todo anlisis ulterior de las mnimas desembocar enunidades distintivas, no significativas.

    Mas qu sucede si entre las unidades mnimas de significacin (monemas) y las nomnimas hay alguna zona intermedia, alguna penumbra? Y, haberla, la hay.

    Martinet seal que, en nuestros lenguajes, la derivacin y composicin constituyenunidades intermedias entre las mnimas y las no-mnimas. Una palabra derivada o compuesta(un sintema) es descomponible, mas el significado que posee no se deja prever conociendo elde las unidades con las que se ha formado. Derivar no es flexionar. Hay justamente un gradode imprevisibilidad, de creacin en la puesta en circulacin de un nuevo derivado.

    Eso se agudiza en nuestros idiomas modernos con la formacin de acrnimos; y entodos los idiomas con la acuacin de nombres propios parcialmente descriptivos, o cuyaformacin quiere resumir o compendiar una descripcin. Un caso de eso lo constituyen losnombres de ficheros de computadora: contriblogi.doc, p.ej., puede ser el nombre de un ficheroque contenga un artculo titulado Contribuciones modernas a la lgica matemtica. Es underivado sui generis, un sintema, algo intermedio entre un sintagma y un monema.

    Puede tambin haber un sistema en el que las unidades mnimas de significacin sedescompongan en unidades que no sean ni puramente distintivas ni plenamente significativas;en trazos o elementos que tiendan a asociarse a ciertos mensajes sin ser enteramente signos deaspectos o elementos de la situacin transmitida en el mensaje, por no darse estrictaprevisibilidad. As, una escritura que use tintas de varios colores puede usar preferentementeel rojo para la escritura de oraciones que vehiculan nimo, el verde para reposo, etc., pero slocomo tendencia ms o menos marcada, y aun eso en funcin de muchos otros parmetros yelementos contextuales, relativizndolo hasta el extremo de que slo en dbil medida sea ciertoque el rojo denota nimo, el verde reposo etc. Seran elementos intermedios entre lossignificativos y los distintivos (una palabra escrita en rojo seran en ese cdigo un signo diversode otro escrito en verde).

    No se trata de una mera especulacin. Los lenguajes animales o pre-humanos puedeque sean as (y puede que tambin lo sigan siendo en buena medida los nuestros, ms de lo quecreyeron quienes lo sometieron al molde un poco artificial del anlisis estructuralista).

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    2. la definicin de hombre como animal racionalDefinase tradicionalmente hombre (hoy decimos ser humano, o humn, en la

    peculiar expresin de Mostern) como animal racional. Y es que sola presuponerse que elhombre es el nico animal racional. Hoy, eso s, pocos estarn dispuestos a comulgar con taldefinicin. Prefirese acudir a algn tipo de definicin implcita, aproximada, por la cual eshombre cualquier miembro de esta especie de mamferos que tiene tal o cual gnesis en nuestroplaneta. Si un da nos encontrramos con datos que nos permitieran afirmar la existencia deseres similares en otras partes del universo, diramos que son hombres? O diramos que sonanimales racionales mas no hombres? Igualmente, si descubriramos que en un planeta de unsistema planetario de una estrella de una galaxia hay seres muy semejantes a nuestros elefantes,diramos que hay elefantes all?

    Inclnome a pensar que en tales casos diramos hoy que esos animales no sonhombres, ni elefantes. Mas supongamos que dijramos, con relacin a los primeros, que s sonhombres.

    Cambiemos un poco la hiptesis y supongamos que se trata de seres capaces de hacermuchsimas de las cosas que hacemos, y tal vez algunas otras mejores, pero que son muydiversos de nosotros; que no comparten con nosotros ninguna similaridad relevante en lo querespecta a su estructura anatmica, ni a su composicin qumica; que ni siquiera son organismosvivientes, o que el llamarlos tales estira y fuerza el uso de la palabra organismo de maneracontraria a nuestras previsiones de uso lingstico normal. Supongamos, pues, que ni tienencorazn, ni sistema respiratorio, ni nada as, sino que realizan las mismas funciones que quizno podramos llamar vitales prcticas y teorticas por medios enteramente diferentes. Sinembargo, por hiptesis, hablan un lenguaje y conseguimos entendernos con ellos, traducir lo quedicen, y viceversa; aprendemos un montn de cosas gracias a ellos, ampliamos nuestroconocimiento del universo y hasta mejoramos nuestro sentimiento religioso de hechoaprendemos a conocer mejor a los dioses gracias a su teologa, muy superior a la nuestra.

    Seguimos diciendo que son hombres? O ya no, por eso de que no tienen unacomposicin qumica parecida a la nuestra ni tal vez cara con facciones que podamos llamarhumanas? Seguramente no tiene mucha importancia que los llamemos hombres o no. Muchams importancia tiene qu actitudes adoptemos hacia ellos. Y probablemente adoptaremosactitudes de estima, de respeto, de comprensin; nos sentiremos ligados por deberes hacia ellos,o sea les reconoceremos derechos.

    Podremos acuar un trmino para designar a todos los seres como nosotros en esasfacetas funcionales aun reservndonos la denominacin de hombres; sea ese trmino el dehombroides. (Todos los hombres son hombroides, mas no viceversa.) Entonces, no haramosigual con otros seres un poco ms similares a nosotros en la composicin qumica o en eldiseo anatmico? Y as sucesivamente? Luego la palabra hombre parece que la reservara-mos para seres que cumplan dos condiciones: 1, que cumplan esas funciones que vemos comohumanas (sean hombroides); 2, que pertenezcan a nuestra especie, o sea que estnemparentados con nosotros en la evolucin de las especies en este planeta que nos unan a elloslos lazos de parentesco gentico pertinentes.

    Supongamos ahora que nos topamos con la existencia en una galaxia de seres que nopodemos catalogar de hombroides mas que se aproximan a serlo. Son inteligentes, afectuosos,inventivos, tienen un sistema de comunicacin un poco demasiado tosco para que lo

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    equiparemos al lenguaje humano, o al lenguaje hombroide, mas se acercan a ese nivel querequeriramos. Su lenguaje es pobre mas existe y permite decir una serie de cosas. Bueno, noson hombroides, no del todo; as que nos inventaremos otro trmino, como el de cuasi-hombroides (de nuevo: todos los hombroides son cuasi-hombroides, mas no a la inversa.)

    Ahora bien podramos toparnos con seres un poquitn menos inteligentes o menossofisticados que los cuasi-hombroides, con un lenguaje ms tosco; tanta distancia habra entrelos hombroides y los cuasi-hombroides como entre stos y esos otros seres. Por escasaimaginacin no se nos ocurre sino llamarlos cuasi-cuasi-hombroides.

    Y as sucesivamente.

    Dnde trazar la lnea, se preguntar? Qu lnea? La demarcacin entre qu y qu?Acaso entre seres que podamos llamar cuasi-cuasi--cuasi-hombroides para cualquier nmerode repeticiones del prefijo cuasi y seres que de ninguna manera podemos, lcitamente, llamaras?

    Por qu va a tener que existir lnea tal? Posiblemente se arguya porque los cuasi-hombroides recibirn de nuestra parte cierto reconocimiento como sujetos de derechos, aunquesea menor que el reconocimiento de esa ndole que otorguemos a los hombroides; y, aunqueen medida menor, los cuasi-cuasi-hombroides tambin recibirn algn reconocimiento nuestrode que son sujetos de derechos; y as sucesivamente; tendr que haber un punto allende el cualya no quepa reconocer derechos en absoluto; o sea, ya no quepa que nos sintamos ligados pordeberes, sino que podremos a nuestro antojo usar como nos convenga o nos venga en gana aesos seres ms all de la lnea de demarcacin.

    En qu se basa el argumento? En que, de no existir tal lnea, lo pasaramos mal.Empezamos por los hombroides. Les reconocemos derechos, aunque probablemente menos delos que nos reconocemos a nosotros mismos. Seguimos con los cuasi-hombroides, y vamosbajando el reconocimiento de derechos. Mas alguna vez ser que ya no reconozcamos derechosen ningn grado, porque si no, qu diremos de nosotros mismos si usamos a esos seres paranuestros propsitos? No sabremos dnde est la lnea, mas sta tiene que existir.

    Creo que tal razonamiento es falaz. Si a lo largo de toda esa escala las diferencias sonde grado, mientras estemos en ella o sea, mientras sigamos habindonoslas con seres pertene-cientes a uno de esos escalones habremos de admitir diferencias slo de grado. Conque, siobramos en detrimento de seres de alguno de esos escalones, y en beneficio propio nuestro, enalgn grado conculcaremos derechos que hayamos de reconocer. Por qu iban nuestrasacciones todas a ser tan irreprochables que pudiramos jactarnos de no infringir ni poco nimucho ni nada otros derechos?

    La nica lnea de demarcacin estricta que cabe reconocer es la que se da entre losseres que, en una u otra medida, por pequea que sea, son hombroides, o cuasi-hombroides, oas sucesivamente, y los que no son nada de todo eso en absoluto.

    La fbula acaba aqu. Y empieza la realidad, y la de este mundo nuestro de laexperiencia cotidiana. Aqu, en este planeta sin ir ms lejos, hay cuasi-hombroides, cuasi-cuasi-hombroides y todo eso. Con una particularidad: como lo recalca Mostern, son nuestrosparientes. Parientes del lector y del autor de estas lneas; hay que ir un nmero de generacionesatrs para encontrar el antepasado comn: sern un milln de generaciones en unos casos, cienmillones en otros.

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    Tiene alguna significacin relevante eso de que sean parientes nuestros? Alguna hade tener. Ese prurito que nos frenaba de llamar hombres a los hombroides de la galaxia dela fbula apunta a que algo parece, en nuestras denominaciones y en la carga y lasconnotaciones que llevan, hacernos tener una actitud diferente hacia nosotros y hacia losdems, por muy como nosotros que sean. Algo as como aquel principio de que, cterisparibus, uno tiene ms deberes hacia los suyos, o al menos el derecho de privilegiar a lossuyos, o de respetarlos o amarlos ms. Y nuestros parientes son de los nuestros. Como todoslos hombres estamos emparentados al parecer muy de cerca, ya que nuestra subespecie delhomo sapiens-sapiens es reciente de lo ms y monogentica, es natural aunque puede quesea equivocado que nos sintamos como vinculados moral y sentimentalmente a los miembrosde nuestra especie ms que hacia otros hombroides que pudiramos llegar a encontrarnos en eluniverso. Cteris paribus es un argumento para tratar bien, o mejor, a un ser vivo el que seade los nuestros, un pariente nuestro.

    Mas resulta que segn lo reconoce hoy todo el mundo, salvo algn intransigente retar-datario de los de la llamada ciencia creacionista tenemos parientes no humanos; y probable-mente como tambin insiste en ello Mostern son parientes nuestros todos los animales deeste planeta. Entonces eso da de qu pensar. Eso no puede resultarnos indiferente moralmente.

    Supongamos que pudiera haber mquinas de tiempo de las de la ciencia-ficcin y pu-diramos retrotraernos a un perodo de nuestro planeta en el que pudiramos conocer a seresde especies que sabemos han sido prximas a la nuestra o, tal vez, a lo que cabra ms bienllamar nuestra subespecie. Supongamos que as nos topamos unas pocas decenas de miles deaos atrs con hombres neandertalenses. Bueno, son hombres. Estn tan cerca de nosotros!Nos asustan un poco sus facciones, mas sin duda podemos llegar a hablar con ellos. Acaso aenamorarnos de las neandertalenses (hay varias hiptesis acerca de cmo fueron suplantadospor nosotros, y nos gusta creer que no hubo masacre sino amor y entrecruzamiento).Sentiramonos apenados y avergonzados si averiguramos que nuestros propios antepasados deCromagnon exterminaron a los bellos y listos neandertalenses. Una raza tan formidable, reciae inteligente como la suya!

    Mas nuestra mquina permite ir an ms atrs, en pos de nuestra insaciable curiosidad.Y vamos recorriendo hacia atrs tiempos muchsimo ms remotos, conociendo a antepasadosnuestros que ya no son hombres. Al principio los llamamos hombroides, u homnidos (o seahombroides emparentados con nosotros); luego pitecantropos, y as sucesivamente. Mas en cadafase vemos a seres muy parecidos a los de la fase siguiente que acabamos de ver en nuestrorecorrido hacia atrs. No podemos trazar lnea alguna; slo hay diferencias de grado. Uno delos pitecos a los que llegamos, Daro, antepasado nuestro, con quien nos cuesta Dios y ayudallegar a entablar un cierto tipo de comunicacin, resulta que es antepasado tambin de variosde los monos antropoides que hay hoy en nuestro planeta. Decidimos regresar por etapas anuestro siglo, slo que esta vez vamos visitando a los descendientes de Daro en el tronco queconduce a esos antropoides no humanos. De nuevo en cada saltito constatamos slo pequeasdiferencias de grado, mas paulatinamente llegamos a ese pariente lejano nuestro, un gorilaafricano, Silvio. (La lejana es relativa, en esto como en todo.)

    Tras esa experiencia vemos a Silvio con otros ojos que si no hubiramos hecho tan ex-tenuante viaje en el tiempo. Hemos ido conociendo a nuestros antepasados hasta llegar a unosque lo eran tambin de Silvio, y lo sentimos ahora como nuestro primo. Eso nos da unas ganaslocas de entablar comunicacin con l. Desgraciadamente no es ms que un simio. Un bruto.Eso solemos decir y pensar. Los inteligentes, los racionales, somos nosotros, los hombres.

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    Sin embargo Silvio no es menos listo que Daro, nuestro antepasado. Es msinteligente, y tiene un complejo sistema de signos aunque nos repugna llamarlo lenguaje, yaque, por definicin, un lenguaje es algo como el humano, con la doble articulacin y todo eso.Tras nuestro viaje apreciamos mejor sus cualidades y miramos con mayor respeto suscapacidades intelectuales. Lo sentimos a la vez ms nuestro y ms como nosotros.

    Qu pasar si logramos situar a Silvio en condiciones en las que lleguemos a hablarcon l con verdaderas conversaciones? Imposible!

    No, ya no puede decirse eso (aunque haya quien siga dicindolo). El ser humano haentablado ya comunicaciones lingsticas estables y ricas con unos cuantos de esos parientesnuestros, un orangutn y varios gorilas y chimpancs segn vamos a verlo tres prrafos msabajo. Y en esas relaciones se han expresado sentimientos, intenciones, ruegos, informaciones,burlas, elogios e insultos. A los gorilas y chimpancs, al menos a esos con los cuales ha habidotales intercambios, no podemos verlos sino como a la vez antropoides parientes nuestros, cer-canos en la escala general de la evolucin de las especies y cuasi-hombroides.

    Supongamos que tuviramos no slo los medios sino tambin la perseverancia para irhaciendo otro tanto y llegando en cada caso a especies de este planeta un poco ms distantesde nosotros. Sorprendentemente en cada caso slo nos alejamos un poquitn ms. De los monosantropoides a otros monos, babuinos p.ej., hay alguna distancia, mas no tanta que impida a unchimpanc abandonado irse a vivir con una tribu de babuinos. Ha de haber comunicacin entreellos. De los babuinos a otras especies habr un descenso en habilidades, mas no un salto. Yllegamos as a los lemures, y pasamos a otras especies que ya no son simios y as sucesivamen-te. El procedimiento que seguimos nos lleva a motejar a nuestros parientes, en cada una de esasfases, como cuasi-antropoides, cuasi-cuasi-antropoides, y as sucesivamente. En lugar de cortes,continuidades, transiciones paulatinas, tanto en la relacin de parentesco cuanto en la diferenciade capacidades. Aunque al final se llega lejos, nunca se pierden del todo esos vnculos.

    No podemos llevar a cabo esa bonita experiencia, mas podemos imaginarla. Y elresultado no es balad, porque cambian nuestras actitudes hacia nuestros congneres. De resultasde la fantasa vemos ms como nosotros a nuestros parientes, caballos, carneros, linces, etc.

    Quiere eso decir que tan afectados estaremos por nuestra experiencia (imaginada) quetrataremos a todos ellos como si fueran seres humanos? Creo que eso sera ir demasiado lejos.Aparte de que naturalmente no es posible. Mas ni siquiera con las clusulas de salvedad quesean del caso. No creo que estemos dispuestos a darles tantos derechos, ni tan vinculantes paranosotros. Lo que creo que s haremos es reconocerles ciertos derechos y, por ende, reconocerque tenemos para con ellos deberes. Quiz no condenaremos la prctica carnvora, al menos noen cualesquiera circunstancias. (Entre parntesis, condenamos de manera absoluta y sinpaliativos cualquier prctica antropofgica de nuestros antepasados una vez que nos enteremosde cules eran sus condiciones de vida y sus creencias?) Mas muy probablemente cesaremosde pensar que nos es lcita cualquier conducta para con otros animales, parientes nuestros, porcruel y hasta gratuita que sea.

    3. Diversos anlisis de las experiencias comunicativas con simios no humanosEstn sobradamente demostradas aunque no reconocidas unnimemente las

    capacidades lingsticas de nuestros cercanos parientes no humanos, o al menos de aquellos quems prximos se hallan a nosotros en la lnea gentica. Andrews (1996) describe un bonobomacho, Kanzi, que adquiri el uso de smbolos meramente observando los intentos de adiestrar

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    a su madre, sin ser estimulado adrede ni recompensado. Los experimentos muestran que sucomprensin del ingls hablado era superior a la de un nio de dos aos, Alia, educado en elmismo entorno lingstico por el mismo cuidador. La competencia lingstica de Kanzi revela,entre otras cosas, dominio sintctico, al distinguir relevantemente una prolacin de Yo hacercosquillas a t de una de T hacer cosquillas a yo. No prueba eso que tales parientesnuestros son aptos para usar sistemas de comunicacin de complejidad sintctica, donde inclusoel orden de las palabras sea diferenciador de diversos mensajes?

    Vemoslo con algo de detalle. La recin referida constatacin es slo una de las entreuna serie de experiencias de los ltimos lustros experiencias de coste elevado y que, por esoy por requerir personal capacitado y de enorme entrega, no se han prodigado, en las cualesse ha podido efectivamente comprobar que nuestros parientes cercanos, los otros antropoides,son capaces de adquirir y usar un sistema de comunicacin intertraducible con nuestro lenguajehumano y de expresar en l pensamientos de gran complejidad y sofisticacin y tambinsentimientos que hasta ahora considerbamos exclusivamente propios de nuestra especie.

    En [Bright 1990] (pp. 16ss.) se exponen con detalle unas cuantas de esas experienciasy sus resultados, as como la polmica ulteriormente suscitada por las relecturas chomskianasde los mismos, a las que en seguida aludir. El principal resultado estriba en haber enseadoa varios antropoides gorilas y chimpancs el lenguaje de signos manuales empleado por lossordomudos en EE.UU. (ASL). El nivel de control neuronal de los msculos de la cavidad bucalno permite a esas especies emplearlos para propsitos de comunicacin, mientras que su controlneuronal de las manos s hace posible que se sirvan de ellas como aquellos humanos que se venforzados a hacerlo. Mas no ha sido se el nico medio de comunicacin que se les ha enseado,sino que en algunos casos tambin se ha conseguido que dominen sistemas de comunicacinpor computadoras especiales, que traduzcan de unos sistemas a otros, y hasta sin proponrselose ha obtenido que algunos de ellos entiendan muchos mensajes verbales (en ingls hablado)y los traduzcan al lenguaje de sordomudos; ha habido actos de habla en los que ellos hancontestado con signos manuales a preguntas incluso que no les iban dirigidas a ellos eningls hablado. En un caso al menos (ibid., p. 64) una gorila ha podido hablar manipulando unsintetizador de voz

    Lo ms sorprendente es que, en el despliegue de esa capacidad lingstica, esos simioshan dado muestras de poder hacer las siguientes cosas:

    1) expresar sentimientos de tristeza, alegra y arrepentimiento;2) usar partculas sincategoremticas incluidas las condicionales y, por lo tanto, construir

    oraciones condicionales con prtasis y apdosis;

    3) reconocer las partculas interrogativas y usarlas bien;4) adquirir nociones generales no slo de objeto y de persona, sino tambin de propiedades

    o cualidades;

    5) proferir oraciones de cierta complejidad;6) emplear un procedimiento altamente productivo de composicin para acuar nuevas

    palabras compuestas: una zebra era, p.ej., un tigre blanco; una mscara, un sombrerode ojo; una sanda, una fruta de beber.Las conclusiones que se pueden fcilmente colegir de esos datos son tan desconcertan-

    tes para las concepciones tradicionalistas del hombre como nico animal racional que no es deextraar que pronto surgiera una reinterpretacin.

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    Vino a propsito de la experiencia de otro chimpanc iniciada en diciembre de 1973,llamado Nim Chimpsky, cuyo fracaso iba dizque a corroborar el abismo entre el hombre y losdems animales. Tras un proceso de aprendizaje sumamente cuidadoso y que dur 44 meses,Nim haba aprendido 125 signos del ASL y haba construido 1378 combinaciones originales designos, usndolas unas 20.000 veces. Sin embargo, habindose interrumpido la experienciasbitamente por falta de fondos, viose el equipo investigador con un montn de tiempo libreque emple en escrutar a fondo la significacin de esos resultados, alcanzando conclusionesdescorazonadoras, a saber: la dimensin media de las oraciones de Nim era de slo 1,6 palabrasen su momento ms alto, y eso tras casi cuatro aos de intenso aprendizaje; en un 88% de loscasos eran los maestros quienes iniciaban la conversacin y no el propio Nim; en vez de irimitando a sus maestros cada vez menos, cual lo hacen los nios humanos, Nim increment sugrado de imitacin de los maestros; tampoco adquiri el hbito, que los nios humanos adquie-ren, de no interrumpir a sus maestros.

    En resumen era la conclusin que sacaba el equipo Nim no intercambiabainformacin, ni expresaba pensamientos, sino que se limitaba a un comportamiento gesticularque era reducible a reflejos condicionados.

    Esa conclusin fue generalizada, reinterpretndose las experiencias anteriores. En todoslos casos, pese a las apariencias, tratbase o as se pretenda ahora desde el campo de loschomskianos, no de la adquisicin real de una capacidad lingstica, sino de algo esencialmen-te reducible a reflejos condicionados. Los simios que haban suscitado tanta admiracin nohaban adquirido ningn saber, sino slo un conocimiento prctico (no un knowing that, sinoun mero knowing how): haban aprendido a mover las manos de determinada manera paraobtener resultados deseables. Conque esos simios no decan nada: slo movan los dedos paraagradar a los humanos y obtener los premios correspondientes.

    Claro que no todo el mundo acept tales conclusiones. Los experimentadores contraata-caron con sus propios alegatos. Portaestandarte de su punto de vista fue David Premack.Mostraron la elevada complejidad de algunas combinaciones originales; descartaron lasignificacin de las interrupciones, dada la peculiaridad del lenguaje ASL, a diferencia del oral,que s requiere para una fluida comunicacin el que los interlocutores se ajusten a una pautade no [excesiva] interrupcin mutua; sealaron que el hermano de Nim, Ally, haba reveladosu capacidad de razonamiento, extrayendo conclusiones acertadas de diversas experienciasaparentemente inconexas, y expresndolas lingsticamente con acierto en la mayora de loscasos.

    Tambin otros han mostrado que varios de los chimpancs se dirigieron, en monlogo,signos a s mismos (p.ej. hojeando una revista en un caso y haciendo signos manuales quetraducan las imgenes). Aun el propio Herb Terrace responsable de la investigacin sobreNim reconoci que Nim haba dado pruebas de capacidades que no entraban en su esquemachomskiano, como el proferir mensajes que no podan deberse a ningn fin de recompensa ninada similar.

    4. El anlisis rupturista de BickertonUn lingista chomskiano, Derek Bickerton, profesor de la Universidad de Hawaii,

    inici una polmica con David Premack. El libro de Bickerton, Language and Species([Bickerton 1990]) constituye una excelente exposicin de las tesis chomskianas al respecto, enuna versin nueva, peculiar, que les da mayor plausibilidad y que permite encajar los

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    sorprendentes datos de la investigacin con los primates no humanos. Bickerton usa un modelode teora lingstica que es el hoy en boga en los crculos chomskianos, la teora de governmentand binding (reccin y ligamiento); mas felizmente podemos llevar a cabo nuestra discusin sinentrar en los detalles de dicha teora.

    La tesis central de Bickerton es que se da entre la carencia total de lenguaje y elgenuino lenguaje un estadio intermedio que es el protolenguaje. El protolenguaje es un modode comunicacin cuyo sistema es mnimo, que slo o casi slo contiene lexemas o palabrascategoremticas y que permite una libre combinacin de ellas para formar mensajes que son,en el fondo, como meras palabras compuestas. Su uso de partculas sincategoremticas esmnimo, y carecen de lo que podramos llamar morfologa o sintaxis, salvo ese principioelemental de libre combinacin. La dimensin de los mensajes es muy pequea. Los mensajesresultantes son muy ambiguos, evidentemente, ya que pueden recibir muy diversas lecturas.

    Ms concretamente, habra, segn Bickerton, cinco diferencias de principio entre ellenguaje y el protolenguaje, a saber.1) En el lenguaje, siempre que se da una variacin del orden de los componentes de una

    oracin para simplificar, diremos: de las palabras, la variacin se ajusta a constrei-mientos generales, al paso que una diferencia de orden en el protolenguaje no obedecea ninguna relacin fija entre las diversas estructuras formales y las necesidadesexpresivas (con otras palabras aade Bickerton lo que determina el orden superficialen el lenguaje es un interjuego entre consideraciones funcionales y una estructuraformal que constrie estrictamente las prolaciones autorizadas, mientras que en elprotolenguaje slo entran en juego consideraciones funcionales, al estar ausente todoconstreimiento sintctico o estructural-formal).

    2) En el verdadero lenguaje se dan elementos nulos, e, tales que cabe determinar con enteraprecisin las condiciones de su presencia implcita en la frase, mientras que en elprotolenguaje cualquier elemento puede estar ausente sin que sea posible decidir culo cules han sido elididos.

    3) En el verdadero lenguaje cada verbo tiene un rango categorial que determina cuntosargumentos lo han de acompaar y de qu tipo (as, p.ej., dar viene categorizadocomo un predicado triargumental, y ha de llevar, por consiguiente, un sujeto, uncomplemento directo y un complemento indirecto para decirlo con terminologa dela sintaxis tradicional): cuando falte uno de los argumentos, ser en virtud deprincipios sintcticos de elisin que autoricen tal ausencia y su reemplazo por loselementos nulos aludidos en la exposicin de la diferencia anterior (la segunda),gracias a lo cual ser posible saber siempre automticamente y casi siempreinfaliblemente (ibid., p. 125) cul es el elemento elidido; nada de eso sucedera en elprotolenguaje.

    4) El verdadero lenguaje tiene procedimientos recursivos de expansin potencialmente infinitade las oraciones, de dos rdenes: hacer una oracin atmica ms compleja, y uniroraciones atmicas en oraciones moleculares mediante procedimientos de coordinaciny subordinacin; en cambio en el protolenguaje slo se dan conjuntamientos linealesde unas pocas palabras.

    5) El verdadero lenguaje tiene elementos gramaticales, palabras que slo cumplen la funcin(puramente sincategoremtica) de enlazar a los elementos categoremticos; eso nosucede en el protolenguaje, o slo muy raras veces. En relacin con esas diferencias,

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    Bickerton sugiere otra de ndole semntica: el verdadero lenguaje sostiene Bickerton,siguiendo a Saussure moldea los conceptos introduciendo cortes artificiales sinatenerse a qu est dado a la comunidad lingstica por la realidad, al paso que parael protolenguaje tan slo se requiere que se apliquen unos pocos rtulos a unos cuantoselementos dados, o conceptos preexistentes, y una latitud de combinacin para expresaralgo, sea lo que fuere, que resulte de combinar de algn modo sendos conceptos, sinms.

    Pues bien, siendo ello as aade Bickerton, el protolenguaje sera el medio o sistemade comunicacin que podran aprender los monos antropoides, y tambin el que adquiriran losnios humanos antes de los 2 aos, y que slo a esa edad sera reemplazado por el verdaderolenguaje; y tambin sera el sistema de comunicacin propio de los [pseudo]lenguajes llamadospidgin resultantes de mezclas y que han servido de lingua franca vehicular en diferenteslugares y circunstancias. En un desarrollo de paleontologa especulativa, Bickerton piensa queslo el homo sapiens sapiens ha tenido el verdadero lenguaje, que sera naturalmente innato enl como facultad, si bien estuvo dormitando sin traducirse en una superioridad de nuestraespecie sobre sus parientes cercanos hasta tiempos muy recientes. Bickerton rechaza todoenfoque gradualista y toda idea de que las cinco caractersticas del verdadero lenguaje sepuedan adquirir paulatinamente o una tras otra, en un dilatado proceso. Su consecucin tieneque ser sbita aunque va a matizar tal aserto, segn lo veremos en seguida, de golpe, yconllevar la adquisicin de las cinco caractersticas a la vez, sin que quepa ningn estadiointermedio entre protolenguaje y lenguaje verdadero.

    Bickerton refuta (ibid, pp. 177ss) la hiptesis de un estadio intermedio, un interlen-guaje, entre el protolenguaje y el [verdadero] lenguaje, hiptesis propuesta por el ya men-cionado David Premack. Formula dos objeciones.

    Por un lado, el aprendizaje de ese supuesto interlenguaje constituira un rodeo: habraque aprenderlo y luego desaprenderlo para pasar al lenguaje, lo cual es inverosmil de lo ms.

    En segundo lugar, un interlenguaje tendra que tener para ser eso que se pretende, unestadio intermedio al menos alguna de las caractersticas diferenciadoras del verdaderolenguaje; mas no es posible tener una de ellas sin tener las otras cuatro, porque soninterdependientes. Los elementos nulos slo tienen sentido cuando es preciso expresar osobreentender ciertos argumentos determinados y estrictamente prefijados para el verbo de quese trate; y viceversa, cuando se da este ltimo constreimiento slo cabe suprimir undeterminado argumento para un verbo reemplazndolo, segn reglas precisas, por un elementonulo; conque las caractersticas (2) y (3) son solidarias entre s.

    Igualmente lo son la (4) y la (5), toda vez que los procedimientos recursivos deexpansin requieren la existencia de partculas gramaticales que los hagan posibles, y la meraexistencia de tales partculas conlleva la expandibilidad infinita de las oraciones.

    Finalmente, la caracterstica diferenciadora (1) tambin va unida a las otras cuatro,ya que, si no hay libertad para alterar el orden de los constituyentes de una oracin ms quea tenor de principios generales de carcter sintctico eso slo puede deberse a que el orden tieneque ver con la estructura gramatical y por lo tanto con cmo se genera la oracin, o sea concmo se produce una oracin resultante ms compleja de otra ms sencilla, gracias adeterminados elementos gramaticales; y viceversa, si hay unos constreimientos generativospara expandir oraciones usando elementos sincategoremticos o gramaticales, el orden tiene queestar constreido tambin, ya que, si no, no se vera la diferencia resultante de un procesogenerativo de la resultante de otro proceso. (Esta parte de la argumentacin es casi ms una

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    reconstruccin que una interpretacin de las palabras de Bickerton, que en este particular sonmeramente alusivas y bastante oscuras.)

    Por ltimo, el par de caractersticas diferenciadoras (2)-(3) es interdependiente conel par (4)-(5) en que la expansin parece imposible a menos que las expresiones tengancategoras precisas gracias a las cuales quepa dar un anlisis preciso al resultado de laexpansin; y viceversa, si las expresiones estn adscritas a categoras precisas, precisas sernlas reglas de expansin. (De nuevo aqu reconstruyo una parte de la argumentacin que casi nisiquiera est bosquejada, aunque la conclusin s est tajantemente enunciada.)

    Voy a examinar crticamente esos argumentos. Como no deseo comprometerme a ladefensa de la teora lingstica de reccin y ligamiento, me referir a otro modelo menoscargado de complicaciones, que es la sintaxis funcionalista de Martinet (a la cual ya me referen 1 a propsito de las consideraciones de G. Mounin sobre la demarcacin entre lenguajeshumanos y no humanos). Constituira una seria debilidad de la argumentacin de Bickerton elque slo se sostuviera de aceptarse exactamente la teora de reccin y ligamiento.

    El modelo de Martinet introduce algunas matizaciones, mas tiene asombrosascoincidencias con varios puntos importantes de las recientes teoras de la escuela chomskiana.Segn Martinet, en una oracin hay un elemento central (la cabeza, segn la terminologade Bickerton) que no expresa sus relaciones con los dems, mientras que los dems elementosque haya s tienen que expresar su relacin con el elemento central (funcin); puedenhacerlo: (1) mediante un monema (elemento mnimo) funcional o tambin mediante unsintagma o locucin funcional que no sea un simple monema; o bien (2) mediante su posicin;o bien (3) mediante una forma especial; mas en este ltimo caso es como si resultaran deamalgamar dos elementos, uno originario o categoremtico y otro funcional o sincategoremtico.Este modelo es mucho ms flexible que el chomskiano, y concede menos significacin al orden:ste puede ser un modo de vehicular la funcin de un componente, mas no forzosamente lo es.

    Martinet distingue de los elementos funcionales los elementos gramaticales, o sea lospertenecientes a series o paradigmas que comporten un pequeo nmero de alternativas; muchasveces, mas no forzosamente siempre, las series gramaticalizadas son las que abarcan elementosfuncionales, y viceversa; de ah la confusin frecuente entre lo uno y lo otro. Mas hayelementos funcionales no gramaticalizados: locuciones funcionales de libre creacin que estnsurgiendo en un idioma cada da; giros como el neologismo espaol en base a. Tambin esdifusa la frontera entre las series gramaticalizadas y las otras, ya que hay perfrasis que se vangramaticalizando, como en el paso del latn a las lenguas romances; y, ms lejos: laspreposiciones de los idiomas indoeuropeos vienen de palabras categoremticas gramaticalizadas(el propio Bickerton sigue la huella a un proceso similar en el creol hawayano: ibid., p. 184).

    Pues bien, apliquemos ese modelo sintctico para escudriar crticamente la quntuplediferenciacin entre protolenguaje y lenguaje imaginada por Bickerton. Obviamente Bickertonconcede una importancia desmesurada al orden, y es que tiene a la vista el ingls. Quien hablelatn infringir esos constreimientos que l postula. Claro que Bickerton y los chomskianospueden concebir un orden subyacente del cual resultaran las oraciones latinas superficialespor algn proceso de transformacin o algo similar. En todo caso, una hiptesis as no cae porsu propio peso. Por eso, casi es mejor dejar enteramente de lado el criterio determinado por lacaracterstica diferenciadora (1): el imaginario orden subyacente viene reducido a que quedeexpresado, de un modo u otro, el papel funcional de cada constituyente, y por ende a que secumpla la caracterstica (3).

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    Tambin es mejor dejar de lado por completo la caracterstica (2), relativa a losdizque elementos nulos, unas entidades un tanto peregrinas y que sera preferible eliminar dela teora sintctica. En todo caso, muchsimos lingistas rechazarn tales elementos nulos. Comosegn el propio Bickerton esos elementos no aportan ningn constreimiento adicional, sino quesu presencia se da si y slo si se cumplen las otras caractersticas, centrmonos en stas!

    Veamos, pues, los criterios marcados por las caractersticas (3), (4) y (5).Empecemos por la (3). De nuevo salta a la vista hasta qu punto Bickerton est pensando sloen el idioma ingls. En espaol se pueden decir oraciones as: Ernesto da; Da una casa; Hedado a Mara. Luego el interlocutor puede preguntar respectivamente: Qu ha dado y aquin?, Quin da una casa y a quin?, Qu le has dado a Mara?. Claro que alguienpuede afirmar que esas oraciones resultan de elidir elementos y reemplazarlos por elementosnulos; mas eso parece un mero subterfugio, un epiciclo gratuito y hasta una triquiuela; puestosa eso, se les pueden endilgar elementos nulos a las prolaciones de los antropoides.

    Queda en pie esa otra consideracin de que el anlisis de la oracin est unvocamentedado sin casi posibilidad de equivocacin. Pero tambin en eso Bickerton cae en provincianismoanglfono. Cualquier estudioso del latn sabe que hay prolaciones con un montn de lecturasalternativas. He aqu un ejemplo:(L) Malleo eam sero pando duro malo trunco

    Un estudiante de latn sabe que esa prolacin se puede traducir de las siguientesmaneras cada una de las cuales responde a un determinado anlisis:

    (L1) [demasiado] tarde la abro con un mal martillo duro truncado(L2) [demasiado] tarde la endurezco con un mal martillo curvo truncado(L3) la ensarto con un duro martillo curvo, malo, truncado(L4) [demasiado] tarde la trunco con un martillo malo, curvo, duro(L5) Prefiero que ella sea (o suceda) tarde con un duro martillo curvo, truncado

    En (L5) tendramos malo con a larga, mas la diferencia no se aprecia ni en laescritura ni en el habla latina posclsica si bien en sta se acudi a procedimientos peri-frsticos para desambiguar. Unas de esas frases son ms innaturales que otras, mas cualquierade ellas es una legtima oracin. Slo el contexto permite desambiguar; y no siempre; hay casosmarginales de duda, y de ah las controversias entre los exgetas, sobre si, p.ej., el alcance detal locucin es toda una oracin subordinada o slo un elemento de ella, controversias quepueden ser muy importantes en asuntos jurdicos o de lectura de autores filosficos.

    Sacara Bickerton la conclusin de que el latn pertenece al protolenguaje? Evidente-mente no! Lo que hara sera acudir a recursos ms o menos ad hoc para conciliar estos hechoscon su rgida dicotoma.

    Pasemos a la caracterstica (4): lo que quiere decir Bickerton es que un sistema queslo permita combinar dos o ms categoremas sin que ninguno exprese su funcin con respectoal otro no ofrece ningn medio de distinguir oraciones ms complejas resultantes de expandiruna oracin inicial de dimensin mnima por un procedimiento o por otro; que esto requieresincategoremas, sean stos locuciones funcionales o sea el orden el que cumpla ese papel.

    Hay que responder, ante todo, que la existencia de constreimientos para la expansinmediante el uso de locuciones funcionales segmentales o prosdicas no requiere que todas

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    las expresiones estn adscritas a alguna categora. Basta con que alguna lo est. P.ej. que loestn precisamente los sincategoremticos.

    En segundo lugar, la frontera entre los categoremticos y los sincategoremticos puedeser difusa, y lo es:

    Vine con Antonio: l en el vagn 22 y yo en el 23

    Entonces el con es muy relativo, no? Has venido ms solo que con l.

    Alguien dir que aqu no es el con, sino el con. Es muy dudoso. Lo relativo esel con, o sea que se d esa relacin de acompaamiento; el con no es relativo en este caso(aunque s lo sea su correcta aplicabilidad). Lo relativo en el sentido de meramente de gradoes la comitatividad. (Pinsese en estos dos otros ejemplos: Sali adelante con la ayuda de suspadres? Pues la verdad es que sali adelante ms sin ella que con ella; Gobern para elpueblo y con el pueblo S? Bueno, mucho ms para que con.)

    En todo caso, hay miles y miles de ejemplos semejantes, resultados de sustantivarpartculas. En latn, donde la sustantivacin se hace sin usar el artculo, que no existe, a veceshasta resultan nuevas ambigedades o giros extraos; mas, por extraos que sean, son latn:quien diga una frase as, habla latn (se encuentran p.ej. en la prosa de filsofos, como SanAgustn, aunque Occam dir casi adelantndose a Carnap en su polmica con Heidegger quenunc es un adverbio y que, por consiguiente, carece de sentido discutir sobre qu sea elahora).

    Por otro lado, un idioma (p.ej. el idioma de la lgica combinatoria) puede tener unasola partcula sincategoremtica, expresada p.ej. por la posicin, mediante la cual, dadas dosexpresiones cualesquiera, P y R, se forme la expresin PR, en la que, por el orden, vengaasignada la funcin de cabeza a P y la de cola a R o como llamarse quiera. A su vez lodesignado por esa partcula sincategoremtica expresada mediante el orden puede ser designadocategricamente por una palabra especial, 1.

    As pues, la caracterstica (4) no requiere la (3) ms que, a lo sumo, para un nmerode expresiones muy limitado, y aun eso slo hasta cierto punto, porque el idioma puede hallarmedios para transcender sus propias fronteras categoriales. Mas, conlleve o no la presencia dela caracterstica (3), qu pasa con la (4) considerada en s misma? Si el dizque proto-lenguaje fuera tan pauprrimo que en efecto no tuviera absolutamente ninguna partculasincategoremtica ni explcita ni implcita que permita distinguir PR de RP, para ningn parde expresiones P y R, entonces, s, todo lo que podra mentar al formar una retahla depalabras como libro dar Koko nio gato sera un algo que tuviera que ver de un modo uotro, sea el que fuere, con un libro, con la relacin de dar, con Koko, con un nio, con un gato,o algo as; p.ej. que el que Koko d un gato a un nio librea lo cual podra significar quees tema para un libro, o que est contado en un libro, o lo que sea.

    Afortunadamente, es pura fantasa. Los anlisis de las prolaciones de los antropoidesque han aprendido los lenguajes de confeccin humana ms arriba aludidos revelan que stastienen a menudo gran complejidad; hay en ellas frecuentemente partculas sincategoremticas;las prolaciones autorizan ciertas lecturas y desautorizan otras, igual que las prolacioneshumanas; figuran en su repertorio los condicionales, la conyuncin y la negacin. Haydiferencia, mas slo de grado.

    Por otro lado, si las oraciones del presunto protolenguaje no son tan burdas, las delverdadero lenguaje no son tan unvocas como lo sugiere Bickerton. De nuevo se deja

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    obnubilar por peculiaridades del ingls. Ya sabemos la de ambigedades que puede tener unafrase latina. En espaol, menos, pero tambin. Tomemos esta prolacin: /dejarlosbienesextra-osiempre/. Puede significar o una prescripcin: Dejad siempre los bienes extraos! o unaserto Es extrao siempre dejarlos bien. Se mataron varios manifestantes: Cada uno a smismo? Unos a otros? O se mataron por la polica (que, desgraciadamente, tambin eso sedice a veces, aunque para el autor de estas lneas es claramente incorrecto)?

    Claro que, felizmente, podemos desambiguar: unas veces gracias al contexto; otraspreguntando al interlocutor o sea, ensanchando el dilogo. Mas un testamento ya no puededesambiguarse de la segunda manera, ni siempre cabe hacerlo de la primera. De donde resultalo que muchas veces resulta.

    As pues, la realidad no confirma la tesis de una rgida dicotoma entre lenguaje yprotolenguaje. Por otra parte, la tesis de Bickerton encierra dificultades suplementarias. Lomismo que l objeta a la hiptesis de un interlenguaje puede objetrsele a la suya delprotolenguaje. Primero habra que aprender un sistema de comunicacin desestructurado, yluego desaprenderlo para pasar a adquirir el lenguaje. Si Bickerton replica que el protolenguajeha venido definido (un tanto ad hoc, dicho sea de paso) de tal manera que no contenga nadaque vaya en contra de las ulteriores normas de la sintaxis del lenguaje, sino que meramentecarezca de los constreimientos de ste, entonces la respuesta es sencilla: el protolenguajetendra una norma que permite libre combinacin de cualesquiera expresiones para formar otraexpresin resultante, desprovista de anlisis por lo dems; esa regla de libre combinacin yrecombinacin habra de abandonarse luego al pasarse al lenguaje; del protolenguaje no podrapasarse al lenguaje por desarrollo, sino por cambio de un sistema al otro. Adems toda lahiptesis estriba precisamente en sostener que se trata de una radical dualidad de sistemas, queson dos cosas, que lo uno no es lo otro en un grado inferior.

    Es ms, la hiptesis se vuelve incluso turbia cuando se ahonda en ese problema. Si elprotolenguaje no tiene nada de lo que tenga el lenguaje ni siquiera en un grado inferior salvola mera aplicacin de rtulos a unos pocos temes del mundo, en lo cual coincide con tantosotros sistemas de signos, entonces mal ve uno en qu sentido es algo intermedio entre la totalausencia de comunicacin lingstica de otros animales y la comunicacin lingstica delhombre. Postular un tertium quid no basta para que sea algo intermedio. No se aclarara nada,p.ej., viendo la escritura en morse como un eslabn intermedio entre la agricultura nmada yla agricultura sedentaria con arado. Lo intermedio entre los extremos A y B ha de tener siempreun rasgo: para tales y cuales caractersticas diferenciadoras de A y B, tener algunas de ellas msque A pero menos que B. No es intermedio porque se le ponga la etiqueta de intermedio.

    Otro reparo al que est abierta la hiptesis de Bickerton es que, como l mismo loreconoce, requiere un salto brusco de la total falta de lenguaje al protolenguaje y otro de steal lenguaje. Bickerton (ibid., p. 180) rechaza toda modalidad de enfoque gradualista en el pasodel protolenguaje al lenguaje, salvo una: que el lenguaje, surgido de golpe plenamente comotal o sea, con su cabal estructura sintctico-formal, tuviera al principio poco a lo queaplicarse, o sea: pocos temes lxicos de ciertas clases. Rechaza en cambio cualquier otragradacin del trnsito, y evoca en particular una posibilidad segn l descartable: que hubieraun estadio en el cual esas segn su punto de vista cinco caractersticas diferenciadoras secumplieran slo para algunos temes; lo cual aade es implausible en un desarrollo biolgico.

    Lo que cabe responder es que eso no agota las posibilidades de gradacin. Puede tra-tarse de un incremento paulatino de la presencia de las cinco caractersticas (concedmosle demomento que stas estn correctamente trazadas!); no en que vayan afectando a ms palabras,

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    sino en que vayan afectando ms a las palabras. (De hecho y diga en su elaboracin teorticageneral lo que dijere el propio Bickerton tiene que acudir casi a la chita callando a unepiciclo as al hablar del trnsito en el infante humano del estadio del protolenguaje, antes delos 24 meses, al estadio verdaderamente lingstico, al haber cumplido esa edad.) Que afectems a las palabras es que la estructuracin vaya siendo mayor: que vaya disminuyendo lalibertad combinatoria; que vaya aumentando el acervo de sincategoremticas y, con l, elrepertorio de modos de expansin de las oraciones; que, al suceder eso, las palabras vayanfijndose ms en sendas categoras (todo suponiendo la correccin de su modelo); que unalocucin aprendida inicialmente como un todo (como una frase hecha) vaya apareciendo cadavez ms como descomponible, y se vaya analizando ms, dando ello lugar a recombinacionesdistributivas.

    Otro incremento puede ser en frecuencia (varios puntos de la exposicin de Bickertonestn enunciados en trminos veladamente comparativos, como seldom if ever, few, etc).Tambin cabe que la interdependencia entre las caractersticas no sea absoluta, sino que, aunqueslo pueda darse una plenamente si tambin se dan las otras plenamente, pueda aumentar msel grado de una que el de otra en un momento. Bickerton no ha demostrado que tal cosa seaimposible.

    De hecho, si la hiptesis general de Bickerton de que el nio humano de 23 meses usaun sistema de comunicacin que es protolenguaje mientras que el de 25 meses usa lenguaje, eltrnsito podra estudiarse y marcarse con el transcurso de los das y aun de las horas. Y, aunfuera de ese modelo que muchos recusaremos, prescindiendo de esa dicotoma, es un hecho quevamos viendo cmo con cada da que pasa un nio habla ms espaol; no slo que usa msexpresiones del espaol, sino que es ms espaol lo que habla.

    5. ConclusinParece un artificio toda la hiptesis de Bickerton estudiada en la seccin precedente.

    La experiencia de aprendizaje del ASL y otros lenguajes de confeccin humana por ciertosmonos antropoides muestra que esos parientes nuestros pueden adquirir el lenguaje, aunque im-perfectamente. El argumento de que la longitud media de sus prolaciones es muy pequea tam-poco convence. Quiz la longitud media de las prolaciones humanas sea muy baja. Sea comofuere, es un asunto tan obviamente de grado que sorprende que no se viera as. Igualmente espoco pertinente esa consideracin de que los chimpancs y gorilas en cuestin no suelen iniciarlas conversaciones. De nuevo, claramente, asunto de grado. Esos reparos slo logran mostrarlo que ya sabamos: que esos parientes nuestros no slo no han desarrollado en su propiasociedad y previamente al contacto con nosotros sistemas de comunicacin que sean calificablesde lingsticos, sino que su adquisicin del lenguaje nunca es tan grande como la que alcanzanlos ms de entre los seres humanos; los ms, no todos. Eso tambin est claro, la experienciarevela que algunos primates no humanos son ms lingsticos que algunos humanos.

    Claro que de nuevo los adeptos de las dicotomas pueden acudir a epiciclos. P.ej., va-lindose de una de las expresiones que el habla popular ha tomado de las filosofas afortunadasy encastilladas, pueden alegar que el ser humano carente de habla en acto la tiene en potencia.Las oscuridades y dificultades redhibitorias de esa nocin de potencia habran de desanimar aquienes quieran agarrarse a ese clavo ardiendo. Aparte de que habra que acudir en una seriede casos a algo como las potencias de segundo, tercer o cuarto orden, o potencias contrafc-ticas, en situaciones ideales, o cosas as. Puestos a eso, por qu no aplicar la misma elasticidadde criterios a nuestros parientes no humanos?

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    Antes de terminar examinar una objecin. Se aducir que los antropoides no tienenlenguaje en la naturaleza. Mi respuesta ser doble. En primer lugar, respondo preguntando quins tiene lenguaje en la naturaleza. Qu es la naturaleza? Bueno se dir para seres de unaespecie la naturaleza es la convivencia con otros miembros de la misma especie. Es una defini-cin. Otra es que la naturaleza es la vida sin convivencia con miembros de la especie humana,o con miembros de la especie humana que no vivan en la naturaleza; definicin, sta ltima,circular, pero que puede hacerse recursiva. Lo que quiero apuntar es que ningn humano criadofuera de las sociedades humanas que llamamos de no [mera] naturaleza ha alcanzadotampoco el dominio del lenguaje. Eso no confirma la tesis de Bonald de una revelacin divinay sobrenatural del lenguaje, mas s la de que la acumulacin colectiva de la especie humana nose transmite genticamente, ni es por lo tanto el mero patrimonio gentico lo decisivo para dife-renciar en esto ni en nada al hombre de sus parientes cercanos, los dems primates.

    Mi segunda respuesta a la objecin es que en la naturaleza los primates no humanostienen sistemas de comunicacin complejos, que comportan un nmero de signos y ciertas agru-paciones o combinaciones. Mas lo que sabemos de la diferencia entre ellos y los dems simiosindica claramente que las diferencias entre unos y otros son meramente de grado. Si es de gradola diferencia entre el gorila al que se ha enseado el ASL y el que slo comunica mediante unsistema en cuya elaboracin los humanos no hemos tenido arte ni parte; si es de grado ladiferencia entre ste ltimo y el simio no antropoide; si es de grado la diferencia entre steltimo y otro mamfero no hay especie ninguna de mamferos que no disponga de algnsistema de comunicacin; entonces la conclusin es que no hay fronteras absolutas entre losseres lingstico-racionales que somos nosotros y los carentes de razn y de lenguaje (nocuestionar la conexin entre habla y razn). El hombre es, cuenta habida de todo ycolectivamente tomado, el ms racional de los animales en este planeta. Supongamos que sugrado de racionalidad sea infinito (no es mucho suponer?) Tal vez los protozoos sean losmenos, y hasta pngase que su grado sea nulo, cero. Del cero al infinito cuntos gradosintermedios!

    Termino con una cita del zologo Richard Dawkins (de su colaboracin en [Cavalieri& Singer 1993]):

    El legista, con su mente entrenada en la discontinuidad, insiste en colocar a los individuosfirmemente o en esta especie o en aquella. No da cabida a la posibilidad de que unindividuo pueda estar a medio camino entre dos especies, o una dcima parte del caminode la especie A a la especie B. Autoproclamados defensores de la vida y otros que seentregan a debates frvolos acerca de exactamente cundo, en su desarrollo, se hacehumano un feto dan pruebas de la misma mentalidad discontinuista. De nada sirve decira esa gente que, segn qu caractersticas humanas le interesen a uno, un feto puede sermedio humano, ou humano en un centsimo. Para la mentalidad discontinuista humanoes un concepto absoluto. No puede haber medias medidas. De ah se sigue mucho mal.

    Percatarnos de eso acarrea muchas consecuencias morales. De ellas trataremos en otraocasin.

    *** *** ***

    El libro de Jess Mostern que ha suscitado estas reflexiones mas nos ayudaenormemente a tener claridad sobre estos asuntos, sobre la relacin dentro de la comn familiade los animales entre especies que somos cercansimos parientes con ms del 95% del ADNen comn. No slo a tener claridad, sino a hablar a las claras. Si en cualquier medio culturales bienvenida esa claridad, en el nuestro las aportaciones de Mostern nos vienen como aguade mayo.

  • Somos los nicos animales racionales? por Lorenzo Pea 19

    Referencias BibliogrficasKristin Andrews, The First Step in the Case for Great Ape Equality: The Argument for Other

    Minds, Etica ed Animali 8/1996, pp. 131ss.

    Derek Bickerton, Language and Species, The University of Chicago P., 1990.

    Michael Bright, The Dolittle Obsession: Intriguing revelations on how humans talk withanimals and they talk back. Robson Books, 1990.

    mile Benveniste, Problmes de linguistique gnrale, Paris: Gallimard, 1966.Paola Cavalieri & Peter Singer (comps.), The Great Ape Project, London: Fourth Estate, 1993.Jess Mostern, Vivan los animales!, Madrid: Debate, 1998.

    Jess Mostern y Jorge Riechmann, Animales y ciudadanos, Madrid: Talasa, 1995.

    Georges Mounin, Introduction la smiologie. Paris. Minuit, 1970.

    Florian von Schilder & Neil Tennant, Evolution and Human Nature, Londres: Routledge, 1984.