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FUNDACIÓN MARINA

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Para la Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación Marina Puerto Velero es motivo de orgullo entregar a los barranquilleros, a los colombianos y al mundo un libro que reúne las voces, saberes e historias de quienes cada año ponen su alma para mantener y renovar el legado de nuestros ancestros y hacer realidad esa fiesta, patrimonio oral e inmaterial de la humanidad, llamada Carnaval de Barranquilla.

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Page 1: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

FUNDACIÓN MARINA

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Page 2: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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SOMOS CARNAVAL DE BARRANQUILLA

LA MIRADA DE SUS ARTISTAS

Editoras

Mariana Schmidt QuinteroMarta Ayerbe Posada

Page 3: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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somosgracias a ellos

Dedicamos este libro a quienes con sus aportes

engrandecieron el Carnaval de Barranquilla, nos

compartieron sus conocimientos y nos enseñaron a

valorarlo, respetarlo y gozarlo con hondura.

Abraham Cáceres

Alfredo de La Espriella

Antonio María Peñalosa

Apolinar Polo

Aquiles Escalante

Carlos Franco Medina

Efraín Mejía Donado

Esthercita Forero

Etelvina Dávila

León Caridi

Pacho Bolaños

Pedro Pablo Morales

Pedro Ramayá Beltrán

Pedro Vengoechea Gerlein

Ramón Moncho de Castro

Ray Silva

Roberto de Castro

Samuel Tcherassi

Wiston Valle

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Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

Primera edición, 2015

© Grupo Argos

© Fundación Carnaval de Barranquilla

© Fundación Marina Puerto Velero

Fotografía carátula

Nivaldo Castro Castro

Diseño

Marta Ayerbe Posada

Corrección de estilo

Lilia Carvajal Ahumada

Preprensa

Marta Ayerbe Posada

Zetta Comunicadores

Impresión

Panamericana Formas

e Impresos

Tiraje: 2000 ejemplares

ISBN: 978-958-99788-2-5

Barranquilla, Colombia

Presentación

Para la Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación

Marina Puerto Velero es motivo de orgullo entregar a los barranquille-

ros, a los colombianos y al mundo un libro que reúne las voces, saberes e

historias de quienes cada año ponen su alma para mantener y renovar el

legado de nuestros ancestros y hacer realidad esa fiesta, patrimonio oral e

inmaterial de la humanidad, llamada Carnaval de Barranquilla.

Ellos son miles de artistas y este libro es un homenaje a la pasión que

los acompaña a lo largo del año, a su espíritu generoso e incansable, a la

sabiduría que han heredado y compartido, a su entrega y su compromiso

con las danzas y comparsas, la música, los versos y las rimas, las perso-

nificaciones, la indumentaria y las carrozas, que les permiten ser y hacer

sentir la fuerza y la grandeza de la alegría, del goce colectivo, y celebrar

la vida en esta fiesta para el disfrute de propios y extraños, donde nos

reencontramos con nosotros mismos y con otros, presentes y ausentes, en

nuestra profunda humanidad.

Conscientes de ello, los autores de este libro quisieron honrar

en estas páginas no solo sus propias vidas, las de los suyos, las de sus

maestros y las de sus hijos, sino también las de tantos y tantos artistas sin

quienes no sería posible el carnaval.

Desde hace algo mas de dos años, Fundación Carnaval de Barran-

quilla vio la importancia de un proyecto de esta naturaleza, que por su

enfoque y metodología contribuyera a exaltar y preservar la tradición, y

que con la mirada de los mismos artistas consiguiera darle visibilidad y

realce a la historia poco conocida de nuestra fiesta. Así, como podrán ver

los lectores en la introducción (págs. 16 a 21), los autores de este libro

trabajaron juntos un año no solamente recabando la información, sino, lo

más importante, reconociéndose como portadores de saberes y valorando

a quienes tenían a su lado como seres igualmente sabios. Dada la meto-

dología utilizada, sus vínculos se estrecharon y siguieron avanzando en la

consolidación de un colectivo de artistas que valora altamente su aporte

al Carnaval de Barranquilla. Además, este proyecto, que termina con la

presente publicación, se constituyó en un feliz encuentro de tres organiza-

ciones: Fundación Carnaval de Barranquilla, el Grupo Argos y la Fundación

Marina Puerto Velero, que se unieron para sacarlo adelante.

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Para el Grupo Empresarial Argos su participación es a la vez un

agradecimiento por el cariño y el compromiso de Barranquilla y los

barranquilleros con sus iniciativas, y una ratificación de su compromiso

con el desarrollo social de quienes habitan aquí. El Grupo Argos lleva

más de 70 años construyendo ciudad con los barranquilleros y proyec-

ta hacerlo durante mucho tiempo más, con la certeza de que caminará

siempre a su lado en busca de su progreso y bienestar.

Por otra parte, Marina Puerto Velero y su fundación han hecho

suyas las palabras del filósofo alemán Bert Hellinger, quien afirmó que

“el respeto y la honra hacia quienes estuvieron primero es la base para

la paz”. De allí que con el apoyo a esta iniciativa, continúe afianzando

este lema que desde siempre ha estado presente en su quehacer como

empresa y en su relación con el entorno. En el pasado, un proceso con

características similares a este, en su enfoque y metodología, con la pobla-

ción costera del municipio de Tubará, dio como resultado visible el libro

Ztupará, riqueza mokaná. Aportar a este proyecto es retribuir y agradecer

en alguna medida el cariño y acogida que Barranquilla y los atlanticenses

han tenido hacia Marina Puerto Velero.

El resultado de este proyecto es la prueba fehaciente de que juntos

hacemos más. Hemos sumado pasiones, experiencias y recursos y hoy, dos

años después del sueño inicial, pueden verse los resultados. Los invita-

mos a gozar este libro, a recrearse en sus intersticios, a descubrir en cada

página y cada vez que lo abran, algo nuevo del Carnaval de Barranquilla.

Pero igualmente los invitamos a que lo reconozcan como una

pequeña muestra de la inmensa, infinita o casi inagotable riqueza que hay

detrás de cada manifestación y de cada artista que hace presencia en el

carnaval. Ojalá que este ejemplo de patrocinio se multiplique por cientos

para que cada vez se oigan más las voces de los gestores de tanta riqueza,

y se reconozcan las historias y los valores de las personas que hacen

grande esta fiesta.

Carla Celia, directora de la Fundación Carnaval de Barranquilla

Piedad Monsalve, gerente de Sostenibilidad y Comunicaciones del

Grupo Empresarial Argos

Zoraida Martínez, directora de la Fundación Marina Puerto Velero

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11coautoresEste libro es una obra colectiva construida por los siguientes artistas del Carnaval de Barranquilla, quienes participaron en su concepción, producción escrita y revisión.

Adolfo Maury CabreraDirector del Congo Grande de Barranquilla

Alberto Arias RodríguezDirector de Trietnia Danza del Caimán Cienaguero

Alcides José Romero CogolloDirector de Cumbiamberitos del Barrio Buenos AiresGestor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval

Alfonso Fontalvo TorresDirector de El Torito Ribereño

Álvaro Bustillo SolanoDirector de El Garabato del Colegio Marco Fidel SuárezOrganizador del Encuentro de Comedias del Carnaval

Ángela Pedroza ArzuzaDirectora de El Paloteo Mixto

Armando Enrique Zambrano MoreloDirector de La Arenosa

Atala Ochoa TorrenegraBarriga de Trapo y directora de Carnavanimal

Brianne Lucía Velásquez CuestaDirectora de Garabato Unilibre

Carlos Rafael Cervantes MuñozDirector de El Mohicano Dorado y la Diosa y sus Guerreros de PlataDirector de Los Mohicanitos Dorados

Carlos Ramón Sojo GuzmánDirector de De Cuanta Vaina

Carmen Meléndez ValecillaDirectora de Palma Africana

César Martínez LaraInvestigador del Carnaval de Barranquilla

Clara Nivis Cáceres JulioDirectora de Renacer Mulato y de Soy Mulato

Daniela Cepeda TarudReina del Carnaval de Barranquilla 2013

Edaida Hanna Orozco OrozcoDirectora de El Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo y subdirectora de Los Hijos del Paloteo Bolivariano

Esther Hernández MorónDirectora de la Danza Infantil Congo Alegrías Asesora cultural de Cipote Alegría

Fernando David Ferrer FerrerCoordinador del Ceremonial de la Muerte

Gastón Polo PallaresDirector de la Fundación Los Diablos Arlequines de Sabanalarga y Los Goleros

Giovanni Fontalvo OsorioDirector del Grupo Musical Tradición

Henry Barrios Castros Director de Calancho y su Zafarrancho

Hermes Padilla HernándezDirector fundador y mariscal de La Chiva Periodística

Hugo DíazgranadosCoordinador del Carnaval de los Niños

Humberto Pernett MontañoPresidente de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato

Isabel Cristina Muñoz VásquezDirectora de Las Negritas Puloy de Montecristo

José Francisco Llanos OjedaDirector de Selva Africana

Lucy Vengochea Directora de Perla del Caribe

Luis Orellano Director de Muertes y Diablos

Luz Elena Güette BorreroJefe de cuadrilla del Congo Campesino de Galapa

Magaly Esther Salas GonzálezDirectora de El Garabato de la 8

Manuel Antonio Pérez HerreraDirector de la Corporación Cultural Son de Negro de Santa Lucía y de Son de Pajarito del Río

Maribel Egea GarcíaDirectora de la Corporación para la Salvaguardia de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval de Barranquilla –Folkarnaval–

Marleny Cortéz OsorioDirectora de Son de Mar, de la Escuela de Artes Marleny y de la Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla –Funfocab–

Martha Salas GonzálezDirectora de El Garabatico de la 8

Matilde Herrera HernándezDirectora de la Fundación Cultural Afrocolombiana Kumbé

Mónica LindoDirectora de Torito en Carnaval y de la Compañía de Danza Mónica Lindo

Monica Ospino Directora de Las Farotas de Talaigua

Orlando Barrios MendozaDirector de Las Ánimas Rojas de Rebolo

Óscar Barrios MendozaDirector de El Toro Grande de Rebolo

Rafael Fito SánchezMúsico

Rafael E. Morales CañasDirector de Indios Farotos de Villanueva, Indios Caribanos y El Cuarteto

Robinson Liñán RíosDirector de la Corporación Cultural Barranquilla

Rodrigo El Rodri PonceMiembro socio de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato

Rubiel Badillo RomeroProductor artístico y cultural

Soley Del Castillo RoblesDirectora de Del Carajo y de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico –Fayfa– (Carnaval de la Calle 84)

Ubaldo Mendoza RealDirector de La Revoltosa

Vitalia Díaz IglesiasVicepresidenta de la Fundación Los Diablos Arlequines de Sabanalarga y Los goleros

Se agradecen los aportes de las siguientes personas

César Augusto Paragüita Morales MejíaDirector de las Marimondas de Barrio Abajo

Cindy González GutiérrezBailarina de Palma Africana

Edilsa BerdugoCosturera

Gabriel Enrique Pacheco MercadoMiembro de Diablos Arlequines de Sabanalarga

Hno. Yamil PaniaguaRector del Instituto La Salle

Julio Adán HernándezGestor del Carnaval de los Niños

Liliana Lara SalasInvestigadora del Carnaval

Lisandro Antonio Polo RodríguezDirector del Grupo Tambó, Noche de Tambó y del Festival de Música Tradicional “Carnaval de Barranquilla”

Luisa OrozcoDirectora de Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo

Luisa María PertuzArtesana

Merlys Berena GutiérrezCosturera

Orlando PertuzDibujante y carrocero

Yoneiro Flórez LagunaDirector de Costa Azul

Yuranis Caicedo QuinteroColaboradora de El Paloteo Mixto

Coordinación y edición de los textosMariana Schmidt Quintero

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Somos TRADICIón 14

La historia de este libro 16

1. Somos artistas del carnaval 22

2. Somos ciudad carnaval 116

3. Somos danzas 140

4. Somos comparsas 290

5. Somos Letanías 342

6. Somos disfraces 358

7. Somos artesanos 386

8. Somos joselito carnaval 402

9. somos patrimonio 406

NUESTROS RECONOCIMIENTOSQueremos expresar nuestros agradecimientos a las perso-nas que de manera especial contribuyeron a dar forma a este proyecto.

En primer lugar, nuestros reconocimientos a los artistas del Carnaval de Barranquilla que se entregaron sin reserva para hacer este libro, asistieron de manera dedica-da a los encuentros que se hicieron, fueron generosos en compartir sus conocimientos, escudriñaron en sus baúles materiales y con ahínco aceptaron el reto reescribir y re escribir muchas veces. Para ellos, los autores de este libro, nuestra venia.

Nuestra gratitud a Daniela Cepeda, quien estuvo a la cabeza como veedora de la tradición, lo cual sin duda fue un gran acierto al momento de conformar el equipo. Ella puso al servicio de este su afecto, su valoración por los artistas y su pasión por la tradición. Gracias a su capaci-dad de convocatoria los autores nunca desfallecieron.

Cabe destacar también el trabajo de Mariana Schmidt como conductora técnica del proceso de cons-trucción colectiva quien supo propiciar el diálogo entre tantos artistas velando por la escucha y el respeto a los saberes de todos, y su labor como editora, que hizo de manera conjunta con la diseñadora gráfica Marta Ayerbe. Ambas cuidaron la hechura de este libro de manera que fuera fiel a lo vivido en el proyecto con los artistas y se aseguraron de que sus voces, sus historias y su alma quedaran plasmadas aquí.

Gracias a Carmen Meléndez y a Édgar Rey por creer en este proyecto y por orientarnos con sus profundos conocimientos sobre el Carnaval de Barranquilla.

Agradecemos también a Marisella Quiroz, Leonardo Romero y David Luquetta por su acompañamiento a los equipos durante el proceso; al artista plástico Jorge Serrano por sus talleres de pintura y a Nivaldo Castro por sus talleres de fotografía y por haber hecho un registro gráfico del proceso.

Finalmente nuestros reconocimientos a Lilia Carvajal Ahumada, quien hizo una labor silenciosa pero muy importante: cuidar el lenguaje en este libro buscando el difícil equilibrio entre ser fieles a las voces de los autores y procurar un uso adecuado del idioma.

Contenido

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Somos tradiciónDaniela Cepeda Tarud

Carnavalera y conservadora parecen dos palabras

opuestas, pero en el mundo de Macondo pueden

convivir: así es la familia donde nací. En la casa

Cepeda Tarud era imposible esconder que el precar-

naval había comenzado. Desde las conversaciones

en la mesa hasta la decoración de los cuartos, todo

me indicaba, a mi corta edad, que algo divertido y

emocionante estaba pasando. Recuerdo lo que sentí

ese día, cuando llevé por primera vez un traje de

carnaval. Tenía tres años, vestida de garabato y de

la mano de mi padre, Efraín, miraba hacía arriba:

cientos de adultos bailaban una canción nunca

podré olvidar.

Yo quería estar ahí, cerca de los artistas que

veía desfilar en la Vía 40, quería entender esa

explosión de emociones que no cabían en mi racio-

nalidad, quería bailar y soñar, tanto, que cuando me

preguntaban, ¿qué quieres ser cuando seas grande?,

respondía: Reina del Carnaval de Barranquilla. El 23

de agosto de 2012, mientras esperaba el veredicto

de la junta, entró mi madre, Sonia, a mi cuarto y me

dijo: “Hola reina”, entonces me di cuenta de que ¡mi

sueño se había hecho realidad!

Para muchos fue una sorpresa que la joven que

se sentaba en primera fila en clase, que se sentía

éxtasis devorando libros y cuyo sueño era cambiar

el mundo, fuera la reina. Pero como soberana podía

y quería seguir haciendo lo que más me apasiona:

aportar a la construcción de una Barranquilla mejor;

y lo haría mediante la cultura, un gran motor para el

desarrollo.

Confieso que fue triste descubrir que muchas

expresiones tradicionales estaban en riesgo de

desaparecer y que el sentido de pertenencia hacia

estas por parte de la gente era poco. Pero como

nadie ama lo que no conoce, debía entender el

significado de cada una de ellas y lo que motiva a los

artistas del carnaval para poder contárselo a todos.

Por eso me vestí de farota, congo, caimán,

coyongo, cumbia, golero, son de negro, paloteo,

marimonda, india, diabla, cantora de letanías, tigre,

mapalé, guacamaya, negrita Puloy, muerte, torito,

vendedora de alegrías, gusano, María moñitos,

garabato y monocuco, y aprendí de ellos , en cada

uno de sus barrios, su baile, su música y su historia.

Así descubrí un universo de riqueza cultural, iden-

tidad e historia que le conté a todos invitándolos a

“Seguirme el Paso”. Ese fue el nombre de la estra-

tegia con la que llegué a Barranquilla, Santa Lucía,

Sabanalarga, Campo de la Cruz, Ciénaga, Bogotá,

Santiago de Cuba, Carolina del Norte y Washington,

entre otros lugares, la cual comprendió actividades

de baile colectivo, creación y difusión de videoclips,

documental y revista didáctica, grabación de música

tradicional y charlas. Quería que todos conocieran

la cultura de la fiesta, pero sobre todo a los seres

humanos que traen a la vida a estos personajes y

quienes con grandes esfuerzos nos brindan cada año

un espectáculo inolvidable, solo por amor, solo por

pasión, solo por convicción.

Como fruto de este trabajo fui invitada a

finales de 2013 por la Fundación Carnaval de Barran-

quilla a coordinar el proyecto que dio origen a este

libro, en el que tuve el privilegio de ver a cincuenta

artistas del carnaval discutir y escribir sus historias

más íntimas, más sinceras y aquellas que han reci-

bido como legado. Esto significó llegar a la esencia

más pura de nuestro carnaval y su cultura: a los cora-

zones y las vidas de los artistas que forman parte de

él. Y gracias a estas páginas todos podrán conocer-

los. Leerán de primera mano lo que les hace palpitar

más fuerte el corazón, las interesantes historias

de su cotidianidad y aquellas que han recibido por

tradición oral. Esa historia que ellos nos cuentan

aquí es también la nuestra, esa que nos corre por

la venas y que nos une como una sola familia. Esa

historia es nuestra tradición, la que gracias a los

artistas del carnaval está viva y nos hace vibrar y

exclamar con pasión desenfrenada: ¡Que viva el

Carnaval de Barranquilla!

Mi vestuario fue

diseñado por J ulie

de Donado.

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La historia de este libro

Todo empezó con una invitaciónFue a inicios de enero de 2014 cuando nos llegó esta tarjeta.

Lo reconocemos. Eso de que “lo que tú sabes

a otros les interesa y lo que otros saben

puede enriquecerte” fue muy seductor.

Un año reconociéndonosDurante cerca de un año, cincuenta artistas del

Carnaval de Barranquilla, representantes de las más

diversas expresiones (danzas, comparsas, disfraces,

comedias, artesanías, música) trabajamos en la

elaboración de este libro, y mientras lo hacíamos

cada uno pudimos reconocermos como portado-

res de muchos saberes, que no solamente nutren

nuestra cultura, sino que enriquecieron a quienes

teníamos al lado. Oírnos fue cautivador.

No es que no supiéramos medianamente quién

era el de al lado, pero conocernos, conocernos, no.

Es verdad, en varias ocasiones nos encontramos,

por lo general a propósito de asuntos organizativos

del carnaval, casi todos muy de su funcionamiento:

que este año hay esta normativa, que la solicitud de

la finaciación se hace así, que cambió la manera de

hacer esto o aquello...

Pero encontrarnos para hablar de nosotros

mismos, de nuestra versión del carnaval, de la huella

que los antepasados han dejado en nosotros, de

nuestras preocupaciones por el futuro del carnaval,

de la historia de nuestros grupos, de cómo forma-

mos a las nuevas generaciones, de las gratitudes que

tenemos con quienes nos marcaron, nada de eso

había sido hasta el momento tema de conversación

entre nosotros los artistas.

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19

Hacer este libro, una buena disculpa para conocernos Decidimos que queríamos ser llamados artistas, no hacedoresUna de las primeras actividades que

hicimos fue soñar con este libro.

¿Qué queríamos con él? Casi por

unanimidad lo dijimos: dar a conocer

el carnaval desde nuestra óptica,

desde aquella de quienes lo hacemos

posible. Mostrar la trasescena.

Entonces aventuramos posibles títulos,

a sabiendas de que en el camino este

podía cambiar. También pensamos en la

tabla de contenido y por supuesto en lo

que esperábamos lograr con él.

Con el mapa de navegación más o

menos claro, nos organizamos en

grupos para hacer indagaciones, para

buscar en los baúles del recuerdo,

para visitar a otros artistas que tenían

también ellos mucho que contarnos.

Así es. A través de la historia del

Carnaval de Barranquilla, quienes

compartimos nuestro mundo creativo

con propios y extraños a través de

la puesta en escena de las múltiples

manifestaciones del carnaval hemos

sido nombrados de diversa manera:

carnavaleros, actores y en el último

tiempo, con mucho ímpetu, hemos

sido llamados hacedores.

En varios momentos del proceso

que nos llevó a hacer este libro nos

preguntamos cuál era el adjetivo

con el que realmente queríamos

identificarnos, y apareció “artista”.

Fue Carmen Meléndez quien lo

propuso y todos estuvimos de acuerdo,

pues artista es quien imagina, crea,

diseña, recrea, contextualiza, observa

y reflexiona sobre su realidad, y todo

ello es lo que nosotros hacemos para

convertir en realidad ese acervo

fantástico, mágico, que hace posible la

existencia del carnaval.

Es cierto, somos artistas y como tal damos sustentabilidad creativa y tradicional al carnaval. No queremos más ser llamados hacedores, queremos ser llamados artistas del Carnaval de Barranquilla.

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Este libro, un regalo ¿Un regalo para quién?

Trabajamos en este libro con dedicación Tuvimos ocho encuentros generales de día y

medio cada uno, a los que asistimos los cincuenta

artistas. En ellos soñábamos el libro, compartíamos

los avances, recibíamos herramientas para las

indagaciones (como por ejemplo cómo hacer una

buena entrevista) y sobre todo hicimos un ejercicio

de oírnos atentamente, ponernos en el lugar del

otro, sustentar con argumentos nuestras posiciones

y siempre trabajar tomados de la mano en su

producción.

Daniela Cepeda, nuestra

reina de la tradición, y

Mariana Schmidt, bogotana

de nacimiento pero con

alma caribe, orientaron

nuestros pasos.

Tres profesionales expertos

en trabajo con grupos nos

acompañaron en nuestras

exploraciones: Marisela

Quiroz, Leonardo Romero y

David Luqueta.

Muchos de nosotros estuvimos en talleres de pintura y

de fotografía que nos dictaron dos grandes profesionales:

Jorge Serrano y Nivaldo Castro. Algunos descubrimos

nuestra vena artística en otro campo de las artes y otros

recordamos que la teníamos, pero que estaba dormida.

Algunas de las fotos y pinturas que aprendimos a hacer en

esos talleres están en este libro.

Durante cerca de cuatro

meses nos reuníamos en

pequeños grupos con

nuestros acompañantes

para planear cada paso que

dábamos.

Y muchas, muchas, muchas

horas las dedicamos a

Para nuestros miles de

compañeros artistas del

Carnaval, que sin saberlo

estuvieron con nosotros

en este proceso cuando

los nombrábamos, cuando

recordábamos sus huellas

y aportes al carnaval,

cuando decíamos que nos

hacían falta y para quienes

habríamos deseado hacer

un libro de un millón de

páginas donde tuvieran

cabida sus voces y sus

rostros.

Para los habitantes de los

pueblos de la costa y de

las riberas del Magdalena,

que reconocerán aquí, sus

bailes, esos que siguiendo

el cauce de las aguas

llegaron a Barranquilla

a encontarse con otros

y armar esta maravilla

festiva que llamamos

Carnaval de Barranquilla

y ahora patrimonio de la

humanidad.

Para los barranquilleros,

quienes aspiramos

ratifiquen su orgullo por

haber albergado y recreado

en sus entrañas desde

hace tantísimos años este

carnaval, un patrimonio

que les pertenece ya

no solo a ellos, sino a

toda la humanidad. Pero

también para que se

acerquen a la tras escena

del carnaval y puedan

conocer todo aquello que

no es perceptible a simple

vista cuando en los desfiles

y en las presentaciones

estacionarias nos

entregamos en cuerpo

y alma e irradiamos al

universo la fuerza de

nuestra identidad.

Para los colombianos y el

mundo entero, a quienes

deseamos transmitirles

en este libro nuestra

pasión, nuestra fidelidad

a los antepasados que nos

regalaron la identidad,

nuestro compromiso con

ellos y con las nuevas

generaciones a no dejar

morir una cultura de

riqueza infinita, que

sabemos alimenta el alma

de muchos habitantes de

este planeta.

escribir, revisar, volver

a escribir, recibir los

comentarios de nuestras

editoras (Mariana Schmidt

y Marta Ayerbe), buscar

más información, volver

a redactar, discutir los

ajustes hechos.

Cuando ya el libro estaba

diagramado, revisamos

cada una de sus páginas y

señalamos los ajustes que

era necesario hacer.

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SOMOS ARTISTASdel carnaval

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Soy Adolfo Maury Cabrera artista del carnaval

Director del Congo Grande de Barranquilla

En medio de los golpes del tambor y los rasgos de

la guacharaca, acompañado de los versos de mi

abuelo Ventura Cabrera a quien desde niño llamé

cariñosamente Pupua, tuve el privilegio de llegar

al mundo, y al mundo terrenal, mágico y pinto-

resco llamado carnaval. Fue el 6 de mayo de 1970

promediando las doce la de noche. Desde entonces

mi vida ha transcurrido ligada al carnaval y tuve en

mi abuelo Ventura un maestro en este caminar. Él

desde mi infancia me fue enseñando el amor y el

sentido de pertenencia hacia la danza. Para mí él

con su atuendo carnavalero era igual a esos

héroes de ficción como Superman: me

inspiraba el deseo de algún día llegar

a ser como él.

Mi bautizo carnavalero lo

recibí a la edad de dos años, lo

que es una tradición en nuestra

danza. Por primera vez participé

en un desfile de Batalla de Flores

a esa edad, cuando iniciaba el

desfile en la carrera 38 con 72 y finalizaba en el

Paseo de Bolívar. Así se fueron dando mis primeros

pasos aprendiendo a tocar el tambor, la coreografía,

los bailes y todo lo que tenía que ver con el carnaval.

Fui pasando por todos los cargos que se reque-

rían para ser un integrante destacado. Dividía mis

estudios compartiendo y disfrutando de toda esta

recocha carnavalera y de las constantes palabras

de mi abuelo: “Ponte pilas que algún día te tocará

ocupar mi lugar, ¡avíspate!”.

El verdadero placer de todo carnavalero, consi-

dero yo, es ver a toda la familia formando parte y

disfrutando de la danza. Ver a mis abuelos, padres,

hermanos, tíos y primos compartiendo todo este

cuento motiva a luchar y a perseverar para continuar

estas tradiciones.

Me convertí en el escudero de mi abuelo

Ventura a raíz de su problema de salud, y se dio la

situación de prepararme para asumir tan grande

responsabilidad. A la edad de veinte años conformé

mi hogar con Sandra Milena González Visbal, con

quien tengo el privilegio de compartir mi vida y la

dicha de ser padre de tres hermosos hijos: Dayana,

Kevin y Daniela, quienes se convirtieron en el canal

para trasmitir mis conocimientos, aprendidos de mi

abuelo. Ellos son mi motor para seguir adelante y

preservar este legado.

A los 21 años empecé a alternar mis estudios

en el Sena con un trabajo en el edificio Camacol.

Un día mi abuelo se enfermó y la danza dio un giro

y quedó a cargo de mi mamá, Gloria Cabrera de

Maury, y de mi padre, Adolfo Maury Medina,

quienes nombraron a mi primo Álvaro

Aquí voy detrás de mi

tío Guillermo, en la

Batalla de Flores de

1984, que iniciaba en la

calle 72 con carrera 38

y finalizaba en el Paseo

Bolívar.

Altamar Cabrera por un periodo de cuatro años

y a partir del año 2008 recibí la oportunidad de

ser nombrado director general de la danza. En ese

momento se cristalizó el sueño que un día inició con

la persistencia y la perseverancia de una persona

que me enseñó los valores y el sentido de pertenen-

cia a mi ciudad y a las tradiciones.

Hoy, cuarenta y cuatro años después, para que

esa dicha no se pierda y se puedan

ver los frutos, y para que el

Congo Grande de Barranquilla

siga adelante, pongo toda mi

¡Que viva el Congo Grande de B

arranquilla, nojoda!

A la edad de veinte años conformé mi

hogar con Sandra Milena González Visbal,

con quien tengo el privilegio de compartir

mi vida y la dicha de ser padre de tres

hermosos hijos: Dayana, Kevin y Daniela.

motivación, fuerza y salud para sacar adelante a mi

familia que es mi mayor inspiración, y mi preciosa

nieta Isabella Castro Maury, quien inicia con solo

dos años de edad este camino, representa la espe-

ranza y fe de que mi esfuerzo de guardar el legado

y las tradiciones no será en vano y que habrá Congo

Grande de Barranquilla para rato.

¡Que viva el Congo Grande de B

arranquilla, nojoda!

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Soy Alberto Arias ar tista del carnavalDirector de Trietnia Danza del Caimán Cienaguero

A una calle de mi casa había un colegio donde ensa-

yaban danza, y cada vez que sonaban los tambores

la música me hipnotizaba. Yo tenía 9 años y unos

padres muy conservadores y estrictos, mucho más

con cosas que tuvieran que ver con la danza, pero

a mí me atraía tanto que esperaba un descuido de

ellos y ¡zaz! me volaba una paredilla del patio y me

iba a ver el ensayo montado en una ventana, hasta

que terminaban de tocar.

Luego de que la música callaba regresaba a

mi realidad, sabía que me esperaba una tunda bien

fuerte. Al llegar a la esquina de mi casa mi padre

estaba esperándome en la puerta con una correa y,

ni modo, me tocaba llegar, pero eso no me detenía,

seguía fugándome a buscar los golpes de tambora.

Como la correa no me detenía procedieron a

amarrarme a la pata de la cama, ahí sí que no pude

hacer nada, aunque mi pasión por la danza seguía

intacta.

Mi padre murió en un trágico accidente

cuando yo tenía 11 años. Mi madre era un poco más

permisiva, así que logré acercarme más a la danza,

pero con algunas limitaciones hasta que en 1996,

con 18 años y muchos sueños, decidí montar mi

primer grupo folclórico. Fue para unas Fiestas del

Caimán en Ciénaga. Por primera vez me enfrenta-

ría a los grupos tradicionales en mi municipio y mi

propuesta iba en contra de las ideas de los coreógra-

fos de la época. Introduje el faldeo en las mujeres,

cosa que antes no se hacía, pues en ese entonces

ellas palmoteaban como lo hacían los hombres.

Aunque tenía algo de temor, me podían más las

ganas.

En 1996 introduje

el faldeo en las

mujeres, cosa

que antes no se

hacía, pues en ese

entonces ellas

palmoteaban

como lo hacían los

hombres.

Al público le gustó mi trabajo artístico, aunque

causó mucha polémica y el rechazo de algunos,

quienes llegaron a decirme: “Si no dejas de faldear

nunca vas a ganar”, pero no era el premio lo que

yo buscaba, sino la satisfacción de que a la gente le

gustara, ese era mi mejor premio. Con los años el

faldeo empezó a ser adoptado por todos los grupos

del municipio, y hoy en día es incluido dentro de la

coreografía de la danza del caimán.

En 1998 decidí llevar a mi agrupación a parti-

cipar en el Carnaval de Barranquilla porque quería

experimentar lo que se vivía en él y mostrar la

danza del caimán cienaguero. Gracias a un grupo de

compañeros que apoyaron mi idea de presentarnos

a ver cómo nos iba, allí estuvimos y nos quedamos

amañados pues llevamos 18 años ininterrumpidos

participando con gran entusiasmo e, incluso hemos

ganado congos de oro, nueve hasta la fecha.

Nuestra danza, toda

una muestra de

alegría y jolgorio.

Mi pasión por la danza es de siempre y esta me ha llevado a hacer cosas inimaginables.

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Soy Alcides José Romero Cogolloartista del carnaval

Director de Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires

y gestor de la campaña y del concurso Fachadas en Carnaval

Nací el 11 de diciembre de 1968. Crecí, como buen barranquillero,

rodeado de las costumbres propias de nuestra región Caribe, comien-

do pescado frito con yuca, arroz de liza y sancocho de mondongo.

Compartía con mis hermanos la llegada de cada juego infantil como

la bolita’e uñita (canica), el baile del trompo, la carrucha, el juego de

dama, entre otros.

La alegría por la llegada de las fiestas de fin de año y en

especial las del carnaval era algo que no podíamos ocultar y nuestros

padres (Jesús Romero q. e. p. d. y Natividad Cogollo) generaban las

condiciones para que mis hermanos y yo pudiéramos asistir a la Batalla

de Flores y a la Gran Parada, desfiles que en ese entonces

se hacían por la carrera 43.

Era todo un placer recorrer las calles del

barrio y observar tanta diversidad de disfraces:

gorilas, descabezados, enanitos, indios. También

los grupos folclóricos nos llenaban de alegría, la

danza de los congos y las cumbiambas nunca

faltaban. Así fue mi infancia.

Pero fue en 1987 cuando se despertó en

mí toda la pasión por las fiestas de carnaval

y mi historia quedó ligada por siempre al

grupo infantil Los Cumbiamberitos del Barrio

Buenos Aires.

Soy abogado de profesión y me he

desempeñado en cargos públicos como director

de la Cárcel Modelo de Barranquilla y director

jurídico del Seguro Social, seccional Atlántico.

Además fui concejal del municipio de Soledad.

Como músico toco guitarra y el bajo electrónico

desde muy temprana edad.

Soy el creador e impulsor de

la campaña y del concurso

Fachadas en Carnaval,

una propuesta de cultura

ciudadana carnavalera,

reflejada en las decoraciones

de las viviendas, edificios,

locales comerciales, hoteles,

parques, calles, avenidas

y vehículos de la ciudad

con figuras alegóricas al

carnaval: congos, toritos,

cumbiamberos, marimondas,

monocucos.

Aquí estoy a la

entrada de la casa

de Andrea Jaramillo

Char, reina del

Carnaval 2012,

donde se hizo el

lanzamiento del

concurso Fachadas

de Carnaval de

ese año. Estoy

acompañado de

Baltazar Sosa, rey

Momo 2012 y los

reyes infantiles.

Soy padre de Ronald,

Karen, Alan y Justin;

ellos son mi mayor

orgullo.

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Soy Alfonso Fontalvoartista del carnavalDirector de El Torito Ribereño

Los Fontalvo somos una familia que nació del carnaval. Cuando fui

creciendo empecé a admirar la calidad de persona que era mi abuelo

Elías Fontalvo Jiménez, cuya historia me contaban mi padre y mi tío.

Él, junto con José Trinidad Barrios, Fulgencio Ebrat y el Indio Pediaña

crearon en 1878 El Torito Ribereño.

Más adelante, en los años 30, mi tío Campo Elías Fontalvo

fue quien sucedió a mi abuelo en la dirección de la danza. Él era un

hombre alegre y campechano, que mezcló el dinamismo social y políti-

co, lo que hizo posible que personalidades de la política, de la sociedad

y del turismo nacional y extranjero visitaran esta sede. Esto lo convirtió

en un hombre de respeto en la política y querido en la sociedad hasta

1962, año en que fue su partida al viaje sin regreso. En ese mismo año

mi papá, Marco Fontalvo de las Aguas, tomó la dirección de la danza

por derecho de sucesión y estuvo al frente de ella ocho años y así,

desde 1970, fui yo quien asumió la dirección.

Desde pelao me enfrenté a quienes querían hacer en la danza lo

que se les venía en gana y cuando fui creciendo la cosa fue más difícil,

hasta que un día dije: “Si no hay quien se haga cargo de la danza esta

no debería seguir”. Eso fue el martes 12 de marzo de 1969, en pleno

carnaval; eran las cinco de la tarde y estaba la plana mayor de El Torito,

que le llamaban “Los Doce Gigantes”, en la tienda El Pekín. Mi padre

ya estaba enfermo. Jamás olvidaré esta fecha. Ahí fue cuando alguno

de los monstruos de la época me gritó: “Y ¿por qué no te haces cargo

tú?”, a lo que respondí: “Sí, me hago cargo porque soy un hombre”.

Por ese entonces la Fundación Gases del Caribe se interesó en

fortalecer nuestra cultura y El Torito ganó ese privilegio y recibió como

donación la reconstrucción de la sede para beneficio de la comunidad

en general, y más que todo para los sectores vulnerables. Ahí inició la

etapa actual de la danza como símbolo del carnaval.

Nuestra sede es el punto de

encuentro y lo será hasta que

cerremos todos los ojos.

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El rey MomoA gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval.Agarra tu pareja que el millo va a sonar.A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval.Carnaval de Barranquilla, qué viva el carnaval.

A gozar, a gozar, el rey del carnaval (bis).

Carnaval de Barranquilla, fiesta sin igual, coge tu mochila y la abarca tres punta, agarra tu pareja, gozadera va a empezar.El sombrero vueltiao o el disfraz póntelo ya.Con el rey Momo a bailar, cumbia, congo o mapalé, Barranquillaen carnaval la tristeza no se ve, es símbolo de paz, patrimonio cultural.Que repiquen los tambores que la fiesta va a empezar.

CoroA gozar a gozar llegó el rey del carnaval.Agarra a tu pareja que el millo va sonar.A gozar a gozar llegó el rey del carnaval.Carnaval de Barranquilla, que viva el carnaval.

A gozar, a gozar, llegó el rey del carnaval (bis).

Qué vivan las danzas de todo el carnaval, los ritmos,los tambores, herencia cultural, el rey Momo te abre las puertas de Curramba porque Barranquilla en carnaval se convierte en tu casa.

A gozar, a gozar, nativo o extranjero, no importa de dóndevengas, pero ponte un sombrero, agarra tu pareja y pontea vacilar, qué viva mi Currumba, qué viva el carnaval.

Soy Álvaro Bustillo ar tista del carnavalDirector del Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez

Rey Momo 2014

Soy ciento por ciento barranquillero. Nací el 16 de julio

de 1955 en la calle El Carmen del barrio San Isidro, al

suroccidente de la ciudad, en medio del festejo de la

Virgen del Carmen. Mi abuela ofició de comadrona.

Todo era alegría. De pronto se oyó un ¡juepajé!, al

compás del millo que sonaba, mi madre pegó un grito y

yo lloré. Había nacido.

Cursé la primaria en la entidad educativa Javier

Sánchez; parte de la secundaria en el colegio Biffi-La

Salle y me gradué de bachiller en la Universidad Libre.

Soy maestro en Artes Escénicas (danza y teatro) con

tarjeta profesional 511. Hice una profesionalización

docente con énfasis en Arte en la normal superior.

También estudié Sociales en la Universidad del

Atlántico.

Llevo más de ventidós años vinculado al Colegio

Marco Fidel Suárez, con el cual, participo desde hace

veintiún años en el carnaval. Fue el primer colegio en

formar parte de esta fiesta. En las noches soy maestro

de Folclor en la Escuela Distrital de Artes de

Barranquilla de la Secretaría de Cultura.

Amo el arte, escribo poemas, soy

compositor, pintor, comediante y

en camino está mi libro Garabato,

una danza a la vida. En 2014 fui rey

Momo.

Estoy casado con María Busta-

mante, tengo tres hijos: Cristina,

Alfonso y Leonardo, y tres nietos,

James, Miranda y Mathías.

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Soy Ángela Pedroza artista del carnaval

Directora de El Paloteo Mixto

A la edad de ocho años salí por primera vez en el

carnaval de la mano de mi padre, Ángel Custodio

Pedroza Torres, creador del grupo El Paloteo Mixto.

Desde entonces seguí saliendo con él durante veinte

años.

Primero estábamos en la calle Esperanza, en

Rebolo, de ahí nos fuimos a la calle Caridad, callejón

de Bolívar donde se nos cayó la casa por una tromba

marina que se presentó a las dos de la tarde. Por

suerte las paredes cayeron pa’ fuera y no pa’ dentro,

si no, no estuviéramos nosotros, la familia Pedroza

hubiera desaparecido y con ella hubiera desapa-

recido el paloteo mixto. Fueron tiempos difíciles,

primero dormíamos al amparo de los vecinos, luego,

como mi papá era maestro de obra, albañil, nos hizo

dos piezas y ahí estuvimos hasta que nos fuimos a

Simón Bolívar donde hicieron casas para la gente

de Rebolo por cuenta de que ahí iban a construir la

zona franca. Yo di la cuota inicial. Luego me casé.

Tengo tres hijos. Los dos varones son músicos.

El mayor se llama Eberto Barrios, es químico

farmaceuta; en nuestro grupo él toca el acordeón.

El menor se llama Ángel, él no está con nosotros,

tiene su propia orquesta. La niña se llama Beatriz

Dolores, es psicóloga y por muchos años estuvo de

capitana de la danza con mi sobrino Roberto, ahora

me ayuda a dirigir el grupo. Ella tiene dos hijos, uno

tiene veinte y el otro quince. De pronto el de quince

sea quien se quede con el grupo. Mis sobrinas, al

igual que mis nietos, también salen con nosotros, así

todos van criándose libres de presión. La danza se

les va metiendo y la tradición se mantiene.

Yo ya estoy cansada, mi salud no me permite

estar al frente del grupo con el mismo ímpetu de

antes y ser director es muy duro, los integrantes

salen, gozan, parrandean, pero el director hasta

última hora sufre por conseguir todo. Ya casi es

hora de soltar responsabilidades, de que alguien me

releve.

Ser directora es muy duro, los integrantes salen, gozan,

parrandean, pero uno hasta última hora sufre por conseguir todo.

Muy a la expectativa en la

Plaza de la Paz mientras

esperábamos el turno para

nuestra presentación ante el

jurado el martes de carnaval

de 2015.

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Yo nací en el barrio Boston de Barranquilla hace 72

años. Soy hijo de cumbiamberos y, a mucho honor,

jefe de una tradición familiar: La Arenosa.

Tenía tan solo cinco años cuando mi padre me

entusiasmó para que entrara a la rueda de cumbia

que él y mi mamá habían fundado en 1947 y desde

esa edad la bailo. Con él dirigiendo la cumbiamba

aprendí muchas cosas que todavía tengo grabadas.

Antes de morir nos expresó su deseo de que la

rueda siguiera; es un recuerdo que siempre vivirá

en mi mente. Soy el jefe general de la familia, en mí

está mantener esta tradición y toda la familia está

enfocada en perseverar este legado cultural. Casi

todos lo hemos entendido así, y es parte de nuestra

vida.

Fuimos ocho hermanos y junto con nuestra

madre, que falleció al igual que mi padre en el

mes de agosto, todos hemos sido baluartes de la

cumbiamba y de la historia de La Arenosa. Tres de

ellos ya partieron, todos en el mismo mes (abril)

pero en años diferentes; quizás la despedida más

impactante fue la de mi hermana Ena Isabel, diosa

de la cumbia que falleció a poco tiempo de finali-

zados los carnavales de 1986. A los ocho días de su

sepelio comenzamos los ensayos para la inaugura-

ción del Estadio Metropolitano.

Fui rey Momo 2006, el primer rey Momo que

es elegido por la ciudadanía; un orgullo. Soy rey y

seguiré siéndolo hasta que me muera. Esto es un

compromiso personal. En 1980 creé La Noche de

Grandes Homenajes para hacerle reconocimiento

en vida a esas personas que han dedicado su vida al

carnaval.

Soy muy activo, a las cuatro y treinta de la

madrugada me levanto, le doy gracias a Dios por

el día que me brinda, desayuno, preparo la salida a

nuestro trabajo, el de mi señora, el de mi hija a la

universidad, y yo a mis diligencias cotidianas. Dicto

talleres en escuelas de primaria y secundaria, en

universidades y en empresas y hago asesorías cons-

tructivas de viviendas, ya que soy arquitecto.

Estoy casado y soy padre de diez hijos.

Amo el carnaval por encima de todas las fiestas y

encuentros culturales del planeta.

No he conocido jamás un ser más maravilloso y espléndido

que el ser caribe.

Mi tierra es el escenario que cada febrero se viste

de calor carnavalero con las ocurrencias de sus hijos curramberos.

Quiera Dios que mis hijos y los hijos de mis hijos

guarden con celo esta tradición

y entiendan un día que los seres humanos somos

elementalmente materia cultural

viva para no morir como pueblo.

Defendiendo esta fiesta y todo lo que ella envuelve,

podemos gritar a voz en cuello:

¡Quien lo vive es quien lo goza!

¡Viva Barranquilla!

¡Viva el carnaval!

¡Viva la Arenosa!

Fui el primer rey

Momo elegido por

la ciudadanía; un

orgullo. Soy rey y

seguiré siéndolo

hasta que me

muera.

Aquí estoy con mi hermana

Luz Marina, directora

desde 1987, quien se

encarga de organizar las

presentaciones, el vestuario

y los ensayos. Estamos en el

museo que construimos en

nuestra casa paterna; atrás

se pueden ver nuestros

padres a quienes honramos.

Soy Armando Enrique Zambrano Moreloartista del carnaval

Director de La Arenosa

Rey Momo 2006

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Soy Atala Ochoaartista del carnavalDirectora de Carnavanimal y desde hace unos años Barriga de Trapo

Nací en una población del sur del Atlántico, donde

el sol calienta como la furia de un volcán, y donde

las noches invitan al poeta a escribir bajo la luz

de las estrellas. Mis padres fueron mi guía y mis

modelos, sus consejos me llevaron a forjarme en

la vida con respeto y responsabilidad. Crecí entre

juegos, risas y travesuras con mis cuatro hermanos,

quienes siempre me apoyaron.

Terminé el bachillerato y me trasladé a

Barranquilla para iniciar mis estudios superiores en

docencia. Fue aquí, en esta hermosa ciudad, donde

conocí a mi gran amor, mi esposo Jorge con el que

tengo dos tesoros: Jorge Iván y Mary Pau, mis hijos

que nos han dado dos hermosas nietas: Sabina y

Sofía.

El carnaval es para volverse loco. Y esa locura

es la que recuerdo; locura con la que lo vivía al lado

de mis padres, especialmente con mi papá. Lo veía

hacer sus disfraces; buscaba en cuanto recoveco

había en casa telas, trapos, máscaras y demás cosas

que le fueran útiles, aun faltando un mes para la

fiesta. Todo era alegría, música. Mis padres nos

llevaban a mis hermanos y a mí a los salones, que en

esa época los llamaban Palitos de Carnaval.

Los sábados y los domingos de carnaval eran

los más esperados por mis hermanos y por mí. A eso

de las cuatro de la tarde era la hora en que los niños

se divertían viendo los disfraces y a los adultos bailar

esa música típica de carnaval. Recuerdo aún el cono-

cido disco de Aníbal Velázquez, “La brujita”, que

en vísperas de la fiesta era muy sonado y lo sigue

siendo. Desde ese entonces pensaba que cuando

grande también me disfrazaría como lo hacía mi

papá.

Fui creciendo con las vivencias de las danzas,

músicas, disfraces, letanías y otras expresiones del

carnaval. Nunca olvidaré la primera salida con mis

amigas, siendo aún menor de edad y con un disfraz

de monocuco que me alquiló una de ellas. En el

grupo iba una prima a la que se le había muerto

hacia cinco días su abuelo. Cuando regresamos del

baile ella comenzó a llorar y decía, ¡ay, abuelo!, ¡ay,

abuelo!, perdóname, yo te quiero mucho, pero me

quería disfrazar. Terminamos todas llorando y así se

dieron cuenta mis padres que nos habíamos ido sin

su permiso. Me gané unos buenos correazos.

Recién llegada a Barraquilla vivía en la calle 76

con 43, por donde pasaba en ese tiempo la Batalla

de Flores. Me emocionaba ver de cerca carrozas,

reinas, disfraces y cumbiambas. Recuerdo el carnaval

de bordillo, como se le solía decir, porque era muy

común ver a los grupos de familias y amigos senta-

dos a la orilla de la calle disfrutando de los desfiles.

Al terminar los estudios empecé a trabajar en

la docencia y desde entonces aprovecho esos espa-

cios pedagógicos para trasmitir a los estudiantes el

conocimiento y el amor por el carnaval. Actualmen-

te soy docente en la Institución Educativa Brisas del

Río y en la Universidad del Atlántico.

El ca

rnaval ha estado siempre en mí.

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Soy Brianne Velásquezartista del carnaval

Directora de Garabato Unilibre

negro y posteriromente salimos de nuevo en La

Pantera y bailando cumbia desfilamos en la Avenida

20 de Julio hasta el Paseo Bolívar donde nuevamen-

te nos presentamos en una tarima.

En 1998 nuestro grupo de la Universidad Libre

seccional Barranquilla salió por primera vez con la

danza del garabato. En este momento lejos estaba de

nuestros pensamientos conocer tantos países gracias

a ella.

Hoy en día soy coordinadora de Extensión

Cultural de la Universidad Libre seccional Barranqui-

lla, donde dirijo la comparsa el Garabato de Unilibre

de la mano del coreógrafo Ricardo Sierra Vásquez.

Durante unos años bailábamos cumbia, pero desde

1998 lo nuestro es el garabato y gracias a ella nos

hemos ganado trece congos de oro.

Otra de mis facetas en el Carnaval en Barran-

quilla es el trabajo de investigación. Soy estudiosa

de las diferentes manifestaciones, he escrito varios

ensayos y editado un libro sobre la danza del

paloteo. A su vez dicto talleres para el mejoramiento

escénico de los grupos del carnaval con el respaldo

de la Corporación Artística Cultural Atradanza del

Atlántico.

La fotografía es otra de mis pasiones; con

cámara en mano asisto a cuanto evento hay asociado

al carnaval y cuento con una buena colección de

imágenes que habla nde nuestros conocimientos.

En la Fundación Carnaval estuve en el comité

artístico por dos periodos. Hice muchos aportes

para el beneficio de los actores del carnaval, apoyé

los congos y los disfraces a través de una propuesta

de mejora continua, colaboré con grupos de otros

municipios a donde me desplazaba para hacer que su

trabajo fuera cada día mejor. Asimismo, mis aportes

como jurado fueron positivos y constructivos. En

la escuela siempre acompaño en la construcción de

saberes de los jóvenes para que nuestro carnaval viva

por siempre, y seguiré dando de mí hasta cuando

Dios le permita aguantar a mi cuerpo y a mi mente.

Batalla de Flores de

1976, Paseo Bolívar.

Al fondo se divisa

a Rubén Franco y a

la derecha Brianne

Velásquez.

D

esde

que me conozco he particip

ado

en e

l car

nava

l.

Desde 1963

puedo hablar de

mis recuerdos en las

fiestas que enriquecen

a nuestra bella Barran-

quilla. Son recuerdos que se

mantienen vivos, como cuando mi madre, Regina

Cuesta Moreno, amante del folclor y exbailarina del

grupo de danzas de Delia Zapata Olivella, me vestía

con blusa carnavalera y collares para disfrutar el

desfile que bajaba por la calle 72 en la esquina de la

carrera 54. Después de la emoción me montaba en

una carroza y me bajaba en la carrera 59.

Desde esa época es mi amor por la danza,

el tambor, la máscara y el disfraz. Cada carnaval

buscaba la pinta: collar de plástico multicolor y

blusa desflecada con bolitas de colores, el pote de

maicena y estaba lista. El carnaval era para mí una

fiesta que esperaba con ansias no solo para compar-

tir en familia y con los grupos folclóricos, sino para

lucir el disfraz que iba a crear con mi imaginación.

También me escapaba de mi madre para ir a

las casas de las reinas, recuerdo a Clarissa Lafaurie

(1971); Margarita Rosa Donado (1972);

Fedora Escolar (1973); Katia González Ripoll (1976);

Nohora Aduén Lafaurie (1977) y Patricia Abello

Marino (1978). Hoy día asisto a los eventos de

coronación y las invito a los actos de izada de la

bandera del Garabato de Unilibre que yo dirijo.

A los 12 años bailaba en el grupo de danzas

de la Universidad del Atlántico y de allí pasé al Real

Ballet del Atlántico de Yamile del Castillo, que sacó

una comparsa de Nueva York. Después de su partida

colaboré en el baile que se hacía en la caseta La

Pantera del Barrio Boston, donde se disfrutaba el

carnaval y se oía mucho la música del momento, los

temas de Aníbal Velásquez y canciones que sonaban

mucho como “El avión” y la “Murga de Panamá”.

Nos divertíamos sanamente y compartíamos con

amigos. En esa época las mujeres entraban gratis a

las verbenas y los hombres eran los que pagaban.

Recuerdo haber ido allí con la madre de Carlos

Franco, la señora Cenith Medina.

Años más tarde, con Carlos Franco sacamos

una danza en la que íbamos vestidos con kimono

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Nací el 24 de octubre de 1949 en el Hospital de

Barranquilla, criado en Barrio Abajo, Callejón de Las

Palmitas, sector carnavalero, hijo de Carlos Manuel

Cervantes Ariza y Ana Guillermina Muñoz (ambos

fallecidos). Tengo tres hermanos, Lilia Cervantes,

Gladis Martínez y César Guerra.. Soy pensionado

de la Empresa Distrital de Comunicaciones, pintor

de profesión, vitralista, screnista y muralista. Fui

marinero mercante y naval de la Armada Nacional y

vicepresidente de la Defensa Civil (seccional Concor,

Malambo). En la actualidad mi día a día es entrega-

do al hogar. Tengo tres hijos: Johanna, Juan Carlos y

Ana Karina.

Todo lo que he hecho me gusta, pero defi-

nitivamente lo que me hace sentir realizado

es ser gestor cultural y artista del carnaval

y expandir mis conocimientos a otros que

desean conocer mejor el escenario carna-

valero, y a mis hijos y nietos. Me proyecto a

Soy Carlos Cervantes artista del carnavalEl Mohicano Dorado

Rey Momo 2015

los que dejo. Sé que ellos mantendrán con orgullo y

responsabilidad la tradición para así irme tranquilo

al campo santo.

Si la vida me ha dado inteligencia, paciencia y

tolerancia creo que ha sido para alcanzar la cúspide

del éxito, siempre con la guía del Todopodero-

so. Ahora soy rey Momo y me siento pleno. En el

camino me he relacionado con muchas personas que

me han abierto las puertas. A todas les digo, gracias.

Desde que mi padre me llevó a la Batalla de

Flores por primera vez, estando yo enfermo con

bronconeumonía, surgió en mí el interés por los

disfraces al ver cómo los más raros y alegres recibían

aplausos y fotos. El primer personaje que me inventé

fue Herido por las Drogas con el cual quería enviar

un mensaje a la juventud. Hasta ahí todo bien, solo

que no informé en mi casa y me dieron una limpia

porque llegué tarde y borracho.

Después fui en el carnaval Shaka Zulú, Kunta

Kinte y Señorita Telefónica, hasta que creé el Mohi-

cano Dorado, que tantas satisfacciones me ha dado.

Desde hace más de siete años personifico, además,

y a mucho honor, a Joselito Carnaval con las mari-

mondas del Barrio Abajo.

Mi lema es: “Desfilar hasta el

cansancio, rendirse,

jamás”.

Soy artista del carnaval y me lo gozo sin agüero, que vivan los blancos y palenqueros que en estas fiestas mucho los quiero y recibo a los viajeros.

Soy artista del carnaval y me lo gozo sin agüero, que vivan los blancos y palenqueros que en estas fiestas mucho los quiero y recibo a los viajeros.

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Soy Carlos Ramón Sojoartista del carnaval

Director de De Cuanta Vaina

Lo mío se da por genética. Mis tías abuelas, las hermanas Paulina y

Carolina Sojo Palacio, fueron reinas del carnaval, lo mismo que la

prima de ellas, Isabel Elvira Sojo O’Byrne. Mi bisabuelo Carlos M.

Sojo Carmona, fue rey Momo del Club Barranquilla, además de

secretario, tesorero y presidente de la junta, cargos que también

ocupó su hijo José Francisco Sojo Palacio, es decir, mi abuelo.

En la lista de reinas aparecen además Regina Margarita

Sojo Sánchez, y por el lado Donado de mi abuela paterna están

Rebeca Donado Ucrós, Carmiña Navarro Donado, Margarita

Rosa Donado, Ana María Donado, María Cecilia Donado,

Daniella Donado y Mariana Schlegel Donado.

De muy niño me gustaba disfrazarme, asistía

a todos los eventos y desde 1978, siendo menor de

edad, ya estaba en la organizacion de la fiesta. Dirigí

bando, Gran Parada, Batalla de Flores, Festival de

Orquestas y luego fundé la comparsa De Cuanta

Vaina.

Soy gestor cultural y comercial. Madruga-

dor, amante del cine, la lectura, la música. Apoyo

actividades sociales y filantrópicas. Jamás descuido

la comunicación con Dios. Soy juniorista de verdad,

amiguero, frentero, sociable, intenso.

El carnaval es para mí fiel reflejo de Barran-

quilla, la vitrina más representativa de nuestra

ciudad, con sus mezclas étnicas, con su diario vivir.

Es la mayor escuela sociológica y la más productiva

terapia psicológica.

El carnaval es la mayor escuela sociológica y

la más productiva terapia psicológica

. Y un

gran sancocho social.

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Soy Carmen Meléndez Valecilla ar tista del carnaval

Directora de Palma Africana

Yo nací en Buenaventura, departamento del Valle

del Cauca. A los dos años me llevaron a Puerto

Berrío, Antioquia. No conozco el lugar donde nací,

pero me crié en un hogar en el que la identidad

cultural era fortalecida por mi papá y mi mamá. Él

trabajaba en Ferrocarriles Nacionales y cada vez que

le pagaban armaba una fiesta en mi casa; sacaban

pañuelos blancos y bailaban currulao del Pacífico.

Soy artista desde el vientre de mi madre, ella bailaba

siempre y cantaba arrullos. Mis primeras canciones y

poesías me las enseñó mi mamá. Luego estuve en un

internado con monjas y allí tuve la oportunidad de

que esa vena artística se fortaleciera.

Puedo decir entonces que mi identidad cultu-

ral es híbrida, porque así como asimilé la cultura

chocoana, la antioqueña también me marcó. El

gen del Pacífico está muy dentro de mí, tanto que

sin conocer los chontaduros un día en Bogotá los

vi y algo muy fuerte me llevó a probarlos, eso fue

delicioso. Yo digo que sin conocer mi tierra, aprendí

a comer chontaduros. Tengo de antioqueña la berra-

quera y mi capacidad para tomar decisiones, analizo

mucho lo que hay a mi alrededor, reflexiono, equili-

bro emoción y razón, y cuando tomo una decisión lo

hago sin miedo. Además me encanta la mazamorra

sin azúcar, los frijolitos con hierba, col y garrita, y la

arepa sin nada.

Y con todo eso adentro llegué a Barranquilla a

estudiar a los trece años y me encontré esta fiesta.

Vivía pensionada donde una señora de la iglesia

bautista central y hasta allá se oía la música típica

de carnaval. La atracción no podía ser mayor. A mi

Soy una luchadora de nuestro carnaval. Soy una luchadora de nuestro carnaval.papá le pareció que era muy peligroso el carnaval y

me llevó para Fundación, Magdalena, donde ellos

vivían, pero yo me di maña, me escapé y me vine

para Barranquilla porque quería vivirlo. No tuvo más

remedio que hacerle miles de recomendaciones a

la señora de la pensión. Ese fue mi primer carna-

val, vivido desde la esquina de la casa, mirando a la

gente entrar a un lugar cerrado, pero donde había

mucha música.

Mi ingreso al mundo de la danza fue un poco

traumático y por cuenta del atletismo, en tiempos

en que hacía el bachillerato. Yo era campeona nacio-

nal juvenil en bala, disco, jabalina, corría la posta

de cuatro por cien y hacía salto largo, y la Univer-

sidad del Atlántico quería que yo la representara,

pero como aún no podía hacer ninguna carrera me

metieron al grupo de danza. Llegué el primer día y

todo el mundo movía el tronco fuerte, lo que hoy

le llamamos el flexo superior, y yo no podía, así que

una niña me dijo: “¡Uy!, tú eres una varilla… cómo

eres de dura”. A mí eso me llegó al alma y la sangre

antioqueña salió a flote y me dediqué a aprender

solita. Llegaba a mi casa, me encerraba en el baño

y bailaba mapalé y cumbia. Carlos Franco, el gran

maestro Carlos Franco, era compañero mío en

atletismo y fue al único al que le compartí lo que

estaba haciendo. Recuerdo que me dijo: “Carmen,

yo también quiero ir”. Y esa fue la razón por la cual

Carlos Franco entró a la danza folclórica; él era

atleta conmigo.

Lo demás es historia. Nuestra directora se fue

a vivir a Venezuela y yo asumí el grupo. Llamamos

al grupo Palma Africana en homenaje al maestro

Roberto Palma a quien había tenido el honor de

acompañar en la grabación de un long play de

música africana y con quien jocosamente había-

mos dicho que nuestro grupo se llamaba así por su

apellido y por tener yo sangre africana. Con él parti-

cipamos en el Carnaval de Barranquilla desde 1976.

Soy de las que piensa que se podría tener

una mejor utilización y mayor impacto si hubiese

algunos niveles de equidad para quienes somos el

sostén de la fiesta. He trabajado duro en el Plan

Especial para la Salvaguardia y he hecho parte de

corporaciones orientadas a aportar a proteger este

patrimonio nuestro y de la humanidad.

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Soy César Martínez Larainvestigador del carnaval

Nací en Barranquilla y desde muy pequeño me

llamó la atención el carnaval. Recuerdo que mi

madre me disfrazaba de monocuco y de tigre.

Soy sociólogo, periodista, investigador, escri-

tor y conferencista de temas relacionados con el

carnaval. En 1993 ingresé a la Asociación de Grupos

Folclóricos del Atlántico (AGFA) donde comencé a

hacer un trabajo investigativo en torno a la historia

de cada una de las danzas, comparsas y disfraces del

carnaval. Fui directivo de 2000 a 2004.

Estoy convencido de la importancia de

formar a las nuevas generaciones como camino

para lograr la salvaguarda del carnaval, de allí que

haya diseñado la propuesta pedagógica Cátedra

Carnaval de Barranquilla, que lleva este patrimo-

nio de la humanidad a las aulas de clases de todas

las instituciones educativas de Barranquilla. Esta

capacitación se da todos los sábados del año y tiene

como sede permanente el Colegio Distrital Camilo

Torres Tenorio. A su vez, y con idéntico propósito,

creé la emisora Carnaval Estéreo Radio FM, y convertí

mi casa, ubicada en el barrio Lucero, en un centro de

documentación (Casa Museo), donde reposa toda la

historia del Carnaval de Barranquilla.

Soy autor del libro Danzas, comparsas y disfraces

del carnaval y terminé Cátedra Carnaval de Barranqui-

lla, que será articulado al área de Ciencias Sociales

en el currículo de preescolar, primaria, secundaria

y media. Asimismo estoy preparando cuatro textos

más con la historia de las danzas de congo, la histo-

ria del rey Momo en el carnaval, el origen histórico

de Joselito Carnaval y otro sobre los disfraces repre-

sentativos de esta fiesta.

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Nací en Barranquilla de padres palenqueros. Eso lo

llevo en la sangre. Desde niña estuve en el grupo de

danza Estampas Negras de Palenque. Al crecer me

di cuenta de que muchos jóvenes querían participar

y en 1994 tuve la idea de conformar un grupo y

llevarlo al Carnaval de Barranquilla. Desde entonces

participo en él.

Toda mi vida he estudiado. Mi educación

primaria y secundaria la hice en el Colegio Montes-

quieu, me gradué en Preescolar, cursé un diplomado

en Culturas Étnicas y he tomado talleres de danza

con prestigiosas folcloristas. También soy cantautora

del folclor.

En la actualidad dirijo dos grupos folclóricos,

Renacer Mulato y Soy Mulato, escribo cuentos

infantiles y soy vicepresidenta del comité de la Junta

de Acción Comunal del barrio Villa Estadio.

Como coreógrafa, directora de grupo y

por mi labor hacia la comunidad he obtenido

reconocimientos, trofeos y menciones de honor.

A su vez me siento muy honrada de haber sido en

Barraqnuilla la segunda reina de las palenqueras

en 1977 y en 2012 reina afro de los docentes. Soy

hermana de la primera reina negra, que se llamaba

Nelly M. Cáceres.

Soy Clara Nivis Cáceres Julioartista del carnavalDirectora de Renacer Mulato y de Soy Mulato

Soy feliz

y estoy muy orgullosa de mi sentir y de m

i col

or.

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Soy Edaida H. Orozco Orozcoartista del carnaval

Directora de El Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo

Mis inicios en el Carnaval de Barranquilla fueron gracias a mi madre

quien me transmitió todo el conocimiento y el amor que tengo por

las danzas de paloteo y por el carnaval. Aprendí viéndola ensayar en el

Paloteo Mixto y en el Paloteo Reformado. También tuve la suerte de

que un día el señor Ángel Custodio Pedroza me oyera decir un verso

y me corrigiera; él me enseñó que los versos salen del alma, y que hay

que sentirlos para vocalizarlos bien. Años más tarde le oí las mismas

palabras a mi madre, y es que ella tuvo el mismo maestro.

Aunque ensayaba en los mismos grupos de mi mamá, no salí

con ellos en el carnaval sino hasta 1988 cuando el director del Paloteo

Atlántico, Marcos López, vio cómo yo le enseñaba a un muchacho de

su grupo a palotear y me preguntó dónde había aprendido y le dije

que con mi mamá, quien ya era conocida. Luego me

preguntó qué problema le veía al grupo y le contes-

té que la disciplina, entonces me propuso que me

integrara, pero le dije que no.

Pasaron los días y una noche me fue a buscar

para que saliera en el paloteo y no como una inte-

grante más, sino como capitana para mejorar la

disciplina del grupo, hasta habló con mi madre y

ella le dijo que esa era mi decisión, él insistió en que

aunque fuera lo ayudara a ensayar porque en verdad

tenía problemas graves con algunos de los integran-

tes y yo acepté. Él se dio cuenta de que todos me

respetaban, porque si algo he aprendido es que el

respeto se gana y para ser capitana de una danza no

puedes ser irrespetuosa, ni decir que todo lo sabes,

porque todo los días aprendes más, y hay que tratar

bien a las personas a tu cargo; una mirada es mejor

que un grito.

Nunca me he arrepentido de esa decisión.

He conocido muchas personas buenas que me han

ayudado y nunca las olvido aunque algunas ya estén

con papa Dios. Salí en el Paloteo Atlántico hasta que

desapareció, actualmente soy directora y en ocasio-

nes capitana. Fui una de las directoras más jóvenes.

A las nuevas generaciones les digo que todo

es posible, cuando uno quiere todo lo puede lograr.

Decepciones tendrán, pero las compensarán las

sonrisas de los integrantes y de los espectadores. Y

cuando los critiquen y los familiares de los que ya

partieron los traten de indolentes, recuerden que el

luto se lleva en el corazón y que durante el carnaval

más cerca estarán de ellos. Por eso antes del concur-

so voy a visitar a mi abuela universal y esos días la

tengo tan presente como en las fechas especiales, así

como he de llevar a mi madre cuando ya no esté, y si

parto primero, ella a mí. Tenemos que ponernos las

máscara para llevar alegrías, la vida es un carnaval y

el carnaval hay que vivirlo para sentirlo.

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Soy Esther Hernández Morónartista del carnaval

Directora de la Danza Infantil Congo Alegrías y

cofundadora de Cipote Alegría

salones de baile en la época de carnaval. Veo a mi mamá sentada en una banca

observándonos feliz (ella gozaba viéndonos, porque nunca aprendió a bailar)

y yo como siempre, la más bailadora y parlanchina, me disfrazaba de manera

diferente cada año.

En mi vida me he disfrazado de muchas expresiones: cumbiambera,

campesina colombiana, de charlestón y hasta de la muerte. También he inter-

pretado algunos animales como el ratón, el burro, el toro y la marimonda, entre

otros, y ya en mi edad madura, la Cucarachita Alegría, disfraz que con los años

se ha convertido en personaje del Carnaval de los Niños.

Siempre he disfrutado el disfraz y me he sentido muy feliz y libre. Por eso

creo que el Carnaval de Barranquilla es el único espacio donde podemos hacer

lo que queremos, ser creativos, jugar con colores y texturas, soñar, perpetuar

nuestras tradiciones a través de los niños y niñas y, lo más importante, ser feliz

con lo que hacemos.

Soy una maestra barranquillera nacida en el Hospital de Barranquilla en la Sala

Leopoldina de Santos. Estudié en la Normal de Fátima (Sabanagrande), hice

una licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad del Atlántico, y cursé una

maestría en Educación en la Universidad del Norte.

Estoy casada con Rafael Soto Mazenett y soy madre de

cinco hijos: Tulia Esther, Diana Margarita, Rafael Enrique,

Carlos Alberto y Jorge Sierra Soto. Este último es

sobrino de mi esposo, su madre murió al nacer

él y lo criamos y educamos Rafael y yo. También

soy abuela de tres niñas y un niño: María Esther,

Luciana Margarita, Stella Marie y Sebastián.

No me preparé para ser maestra de

danza ya que en mi época las escuelas de

danzas eran escasas. Desde mi niñez

sentí gusto por el baile, siendo muy

pequeña me iba escondida tras las

danzas que salían a recorrer las calles

de Barranquilla. Al regreso mi madre

me daba unos pencazos (correazos) por

arbitraria y desobediente, pero eso no me

importaba, para mí el goce era tanto que los

pencazos no me dolían.

No obstante, debo decir que el afecto

por el disfraz y el baile fue cultivado por mi madre,

Casta Morón. Ella acostumbraba a disfrazarme y

junto con mis hermanos nos llevaba a los bailes

infantiles que organizaban en los teatros de

Barranquilla. Muchos recuerdos fluyen a mi

mente: los teatros Granada, Chiquinquirá

y San Isidro, todos ellos convertidos en

Aquí estoy en el inicio del Carnaval de Suroccidente

con los niños del Congo Alegrías, disfrazados de

garabato, y con los jóvenes de la comparsa Cipote

Alegría. De izquierda a derecha, estamos Keriana

Borja, Marleidis Navarro, el director artístico César

Pérez, Kenwis Gómez, Mario Sierra, Dilia Rodríguez,

Santiago Ruiz (Muerte), Sharon Sandoval, Habib

Borja y Melanis Gómez.

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Soy Fernando Ferrer artista del carnavalCoordinador del Ceremonial de la Muerte

Cuando los vientos alisios llegaban y los matarratones se llenaban de flores era

el anuncio de que el carnaval estaba cerca. Entonces mi alma de niño se albora-

taba y como fuera empezaba a preparame para el carnaval. Junto con mi mamá

me mudaba a Barranquilla. Ella se trasladaba a casa de sus clientes para elaborar

lujosos vestidos a los Vásquez, los Gómez, los Vengoechea, los Char, los Carbo-

nel, los Tortabarriga.

De ese entonces tengo un recuerdo muy especial. Fue un sábado de

carnaval al medio día cuando el señor Hernando Barragán invitó al vecindario a

montarse en su camión ladrillero para ir a la Batalla de Flores de Barranquilla. Yo

contaba con seis años y nunca había pasado de la calle Murillo de la Arenosa.

Cuando llegamos a la calle 72, punto de partida de la Batalla de Flores, nos

bajaron y nos ubicaron a un lado del desfile. Yo estaba

con un primo mayor, pero se descuidaron de mí porque

iban detrás de la carroza de la reina de Soledad, que

estaba vestida de Cleopatra. Yo me perdí dentro de la

multitud con mi cara maquillada de payaso. Recuerdo

que bajé toda la carrera 43 llorando a cántaros

hasta cuando llegué al comando de Policía. Allí

me calmé y seguí disfrutando hasta cuando llegó

la negra noche. Luego me llevaron a mi casa en

Soledad donde me dieron una limpia de madre y

señora. Pero ni por esas dejé de ir cada año a la

Batalla de Flores y disfrazado; una tía me llevaba en

el carro de otro tío.

Cómo ha cambiado todo. Hoy en día el carnaval es más privado, la

gente no tiene afecto a los desfiles, aunque debo reconocer que hay otras

alternativas para vivir el carnaval. Mucha gente no puede disfrutar los desfiles

por falta de recursos, muchos tampoco pueden desfilar. Cada quien lo disfruta

con los recursos que tiene. Las calles y carreras de mi Soledad, como también

muchas de Barranquilla, se convierten en tiempos de carnaval, en grandes pistas

de baile. Uno celebra más cerca de la casa, más en familia. Sí creo que el carnaval

se ha vuelto más solidario, más cosa de amistad.

En lo que a mí respecta, vivo y gozo el carnaval a plenitud. Mis ratos libres

se los dedico a la investigación histórica.

Con orgullo digo que soy vigía de nuestro patrimon

io cu

ltura

l.

Soy caribe, orgullosamente soledeño, alegre

y que

rend

ón.

Soy caribe, orgullosamente soledeño, alegre

y que

rend

ón.

Con orgullo digo que soy vigía de nuestro patrimon

io cu

ltura

l.

Asalto de la Muerte

a la casa de la reina

de los carnavales

de Soledad el 20 de

enero de 2013.

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Soy Gastón Polo artista del carnavalDirector de Los Goleros y de Los Diablos Arlequines de Sabanalarga

Nací en Sabanalarga, Atlántico, el 8 de abril de 1966. Mi padre era

Apolinar Polo q. e. p. d. y mi madre Beatriz Pallares. Tengo dos herma-

nas (Tania y Maribel). Soy de religión católica. Me gustan las historias

que dejaron nuestros ancestros.

A la edad de diez años en los carnavales de Sabanalarga mi padre

me disfrazó en la comparsa Negros y Blancos, que era de una reina

popular que él apoyaba; esa fue mi primera vez en un espectáculo. De

ahí en adelante, año tras año, él me ponía disfraces, siempre diferentes,

hasta que me invitó a la danza de Los Goleros, la primera que formó,

en Sabanalarga en 1950 aproximadamente. Digo la primera porque

luego, en 1979, rescató la danza de los Diablos Arlequines. Siempre

me gustaba estar pendiente de lo que mi padre requería para sus

presentaciones o viajes Él me llevaba a todos los sitios donde sonaba

un tambor o donde había un festival. Fue él quien me enseñó a ser un

gestor cultural.

Como anécdota curiosa

recuerdo que a los ocho años me

compró un disfraz de toro, era

la primera vez que me compraba

uno. Era muy lindo, tenía una

máscara bien decorada y era

muy colorido, pero desafortuna-

damente no la disfruté pues mi

mamá me sacó a la calle y apenas

vi que venía un disfraz de negrito

salí corriendo y me encerré en mi

casa.

Soy una persona pacífica,

colaboradora, sencilla, alegre y

de cultura. Soy comerciante y

trabajo independiente. Durante

todo el año estoy metido en el

carnaval. Gastón Polo: ese soy yo.

Durante todo el año estoy metido en el

carnaval.

En cuanto a cultura y tradición mi padre puso el nombre

de Sabanalarga en alto a escala nacional e internacional sin

ningún interés. Él lo sabía, como también de su trayectoria

en el Carnaval de Barranquilla y de allí que hubiera

anhelado ser rey Momo.

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Soy Giovani Fontalvo Osorio artista del carnaval

Director del Conjunto Tradición

Yo nací el 25 de mayo de 1969 en Barranquilla. Soy

psicólogo, especialista en Pedagogía de las Ciencias,

maestro en Educación con énfasis en investigación,

docente, músico y carnavalero de tiempo completo.

Como familia barranquillera que se respete,

desde que tengo uso de razón a nosotros nos

llevaban religiosamente al carnaval como especta-

dores. Cuenta mi madre que desde los cinco años

no dejaba de tocar cuanta superficie encontrara

(mesas, baños, sillas, neveras, etc.) tratando de

sacarle ritmo, lo que ocasionó que me dieran una

que otra nalgada.

Pero dicha costumbre tuvo sus frutos: a los

11 años conformé mi primera agrupación musical,

recuerdo que era de vallenato y fue bien recibida

por el público así que empezaron a surgir compro-

misos, pero mi padre me prohibió seguir con esta

actividad dado el estigma que en ese entonces

teníamos los músicos. Pasaron siete años hasta

cumplir la mayoría de edad y retomar la música.

Claro que antes de retomar la música, bailé

cumbia y en 1986, animado por mi amiga Juana,

la gran cumbiambera del Barrio Abajo, y otros

amigos, asumí el rol de bailador, pero el sonar

de los tambores me llamó de nuevo y a ellos

debo gran parte de mis logros personales.

Ellos me han permitido vivir experiencias

inigualables y con ellos estoy dispuesto a

compartir el resto de mis días.

Desde 1989 he participado sin falta

en cada una de las versiones del Carnaval

de Barranquilla, acompañando diferen-

tes comparsas y cumbiamberas que se

dan cita en nuestra fiesta. De ser un

actor pasivo pasé a ser activo, y de ello

han pasado ya 28 años que prometen

ser muchos más y, por qué no, hasta que

nuestro Padre Celestial haga el llamado.

Esta fotografía corresponde a mi grupo el Conjunto Tradición conformado desde 1993

y activo en la actualidad. Los integrantes son: Néstor Fontalvo, Julio Campo, Leidys

Camargo, Fredy Barriga,Carmen Antolínez, Jhony Castilla y Joaquín Pérez.

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Soy Henry Barrios Castrosartista del carnaval

Director de Calancho y su Zafarrancho

Me dicen Calancho porque soy el único pendejo que lavo, barro, cocino, tr

ap

eo y

plan

cho.

Mi nombre completo es Henry Barrios Castro, pero en el ámbito

carnavalero, en el ámbito artístico, soy más conocido como

Calancho.

Me dicen Calancho

porque soy el único pendejo

que lavo, barro, cocino,

trapeo y plancho.

Tengo cuatro pelaos,

en la casa hago los mandaos,

la mujer me tiene hasta dominao.

Yo creo que hasta agua de maranguango me habrán dao,

porque con mi suegra vivo arrecostao.

Y esa vieja me tiene amenazao,

que si la hija me pega cacho,

¡me tengo que quedá callao!

Nací en una familia de doce hermanos el 15 de agosto de 1967

en el hospital de Soledad. Traía la chispa del humor y lo irreverente.

Desde niño me he disfrazado. Ingresé al primer grupo de letanías en

1996 (Ánimas de Soledad). Actualmente soy director y fundador del

grupo Calancho y su Zafarrancho.

Las Ánimas de Soledad fue mi gran escuela. Desde muy niño me

gozaba verlos salir con su particular atuendo y llegar a las casas del

barrio El Ferrocarril donde nació el grupo. Cuando tuve la oportunidad

de ingresar, fluyó como por arte de magia ese gran don que me regaló

el Todopoderoso. Todos los integrantes de aquel entonces, y muy en

especial Ascanio Barrios Frías, conocido cariñosamente como el Viejo

Truco y el compañero Saúl Cueto, conocido también como el Negro

Chancle (q. e. p. d.), me brindaron su confianza, apoyo y conocimiento

por lo que hoy en día vivo muy agradecido con ellos. Nos hacíamos

llamar Los Tres Magníficos de la Letanía.

Compartimos muchas vivencias durante años hasta ese fatídico

día de la muerte de nuestro hermano y amigo Saúl Cueto. Dos meses

antes, como a la una de la mañana, veníamos de hacer una presen-

tación; bajábamos por la calle 72 con carrera 43 y nuestro amigo y

líder (banderista) nos hizo detener para confesarnos lo mucho que

amaba este carnaval y nos hizo hacer un pacto que consistía en que

el día en que muriera alguno de nosotros lo sepultaríamos disfrazado

y cantando letanías. Recuerdo que muy en el fondo le pedí a mi Dios

misericordia y perdón para que mis amigos nunca se fueran de mi lado,

pero como si esa hubiese sido su despedida, a los dos meses ya yo

estaba cantándole estos versos en su tumba:

Hoy quisiera que fuera un sueñopero es una realidad muy dura.Amigo pediste versos ¡En el día de tu sepultura!

(Coro)Aquí estamos con el capuchóny llora nuestro corazón.

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Soy Hermes Padilla Hernándezartista del carnaval

Directivo fundador y mariscal de La Chiva Periodística

Mi espíritu carnavalero obedece a que en la cuadra

donde aún vivo se sentía en la sangre el Carnaval de

Barranquilla. Mi padre, un pescador de Magdalena,

trabajador de la cervecería Bavaria, y mi madre,

campesina de Sabanalarga, nos permitían divertir-

nos sanamente en estas fiestas. Recuerdo que en esa

época los bailes de carnaval los vivíamos en toda la

ciudad.

Yo incursioné en el goce del carnaval, no

recuerdo en qué año, pero sí el recorrido: calle 72,

carrera 44, bajando hasta el Paseo de Bolívar donde

terminaba el desfile de la Batalla de Flores. En ese

entonces permitían aún que grupos de jóvenes, por

no decir adolescentes, salieran en fila hasta la direc-

ción antes mencionada. De allí partíamos dándoles

vivas al carnaval, a la reina y a Barranquilla.

Estudié Comunicación Social-Periodismo en la

Universidad Autónoma del Caribe e hice una espe-

cialización en la Universidad del Rosario en Bogotá.

Pertenezco a la Asociación de Comunicadores Socia-

les del Atlántico y al Colegio Nacional de Periodistas

de Colombia.

Trabajo en radio, soy profesor de la Academia

de Estudios Técnicos Especializados. Fundé la Chiva

Periodística.

Llevo veinte años participando en el carnaval

como artista. Mi reto, seguir disfrutándolo hasta el

final de mis días.

Para mí el carnaval es goce, alegría y f esta para disfrutar.

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Soy Hugo Alberto Diazgranadosartista del carnaval

Coordinador del Carnaval de los Niños

Soy barranquillero, juniorista, parido en la Clínica de

la Asunción en el año 74, orgullosamente egresado

de la Escuela Normal la Hacienda (antiguamente

Normal para Varones), licenciado en Psicoorien-

tación de la CUC y técnico laboral en danza de la

Escuela Distrital de Artes. Actualmente trabajo

como docente del Distrito en la IEDC “Octavio

Paz”. Estoy casado con Mónica Sandoval y soy padre

de dos niños muy especiales, Luis Carlos y Samuel

Andrés.

Desde que mi papá y mi mamá me llevaban de

niño a la carrera 43 a ver la Batalla de Flores y a la 70

con 38 a ver la Gran Parada, se me despertó el amor

por la fiesta. En esa época nos disfrazaban o usába-

mos las camisetas chinas estampadas con la canción

pícara de moda, que era el éxito de la temporada.

Inicié mi participación en el carnaval de forma

activa como bailarín en la Gran Cumbiamba del

Club Palmito en 1992 y en 1994 ingresé a la Chiva

Periodística, comparsa integrada por periodistas y

comunicadores.

Gracias a esta comparsa participamos en el

musical dirigido por la maestra Gloria Peña, titulado

El esplendor del carnaval, que se presentó en el

año 2004 en la Unesco en París, en la Plaza Mayor

de Madrid, en Sevilla, en Berlín y en los Carnavales

Culturales de Valparaíso en Chile, además de varias

ciudades del país.

En el año 2000 mi hermana Vera Judith me

presentó a Betty Hernández y al profe Julio Adán

Hernández, y les conté de mi interés en participar en

la organización Carnaval de los Niños.

Mi primera función: escolta de los

reyes infantiles.

En el año 2004 se le ocurrió al

profesor Julio Adán darle vida al evento

Paco Pacos en el Parque, entonces

nació Joselito el Paco Paco, personaje

del Carnaval de los Niños, encargado

de trabajar la campaña Carnavaleros,

Pilas con los Carnavalores.

En el año 2009 entré a participar

directamente como coordinador del

Carnaval de los Niños, en el depar-

tamento de Eventos de la Empresa

Carnaval de Barranquilla S. A.

En el año 2014 fui exaltado con la

medalla Barrancas de San Nicolás por la

excelente trayectoria en la personifica-

ción de Joselito el Paco Paco, por parte

del Concejo Distrital de Barranquilla.

Trabajar en la

organización del

Carnaval de los Niños

lo convierte a uno

en un “niño de edad

cósmica”, nunca nos

ponemos viejos.

Siempre he sido carnavalero, me gusta

baila

r

y estar con los pela

os.

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Soy Humberto Pernettartista del carnaval

Presidente de la Corporación Folclórica El Cipote Garabato

Nací en Barranquilla, el 2 de marzo de 1949, un

lunes de carnaval. Debe ser por eso que soy amante

de la vida, amo todo lo que es mi tierra, vivo orgu-

lloso de haber nacido en ella.

Mi enseñanza fue católica, estudié en el

Colegio Biffi La Salle y en el Colegio Barlovento.

Soy arquitecto de la Corporación Universitaria de la

Costa. He ejercido mi profesión en Colombia, Vene-

zuela y Panamá. Actualmente trabajo independiente

como constructor, evaluador y auxiliar de la Justicia.

Pero me sobra tiempo para hacer lo que más me

gusta: ser presidente de la Corporación Grupo

Folclórico Cipote Garabato.

Mi amor por el carnaval es inmenso, nunca

me verán quejarme, aunque eso sí reclamo por

cualquiera injusticia o derecho que me violen. La

filosofía de la danza de garabato es mi filosofía:

la alegría vence a la tristeza. He llorado, sí, pero

de alegría viendo a mi grupo bailar bien. Soy muy

estricto en mi convicción sobre la tradición, por eso

en el Cipote Garabato, como guardián de la tradi-

ción de nuestra danza, soy el único que lleva medias

rojas. Gozo y sufro por mi grupo, lo considero el

mejor garabato del mundo, el que marca pautas,

el que merece estar siempre en lo más alto del

Carnaval.

Estuve casado con Linda Pastrana quien me

hizo padre de unos hijos maravillosos, a quienes

crié agradecidos con Dios y con visión optimis-

ta de la vida. Humberto José, el mayor, músico

por excelencia, cantautor, lo manifiesta en una

canción compuesta por él cuando dice: “la vida no

es pa’llorá” o incluso a través de toda una canción

denominada “Óptimo positivo”. Vive en Cali y está

casado con Jessica Bueno, quien es su mánager y

me dieron una belleza de nieto llamado Emanuel.

El segundo hijo se llama Hinder Jesús, psicólo-

go, también amante de la música, metódico; vive

en Barranquilla, está casado con María Carolina

Guerrero y juntos aportaron a esta hermosa familia

otra belleza, mi nieto Alejandro. La tercera hija, es

mi adorada Heidi María, diseñadora gráfica, artista

por excelencia; actualmente reside en Estados

Unidos donde trabaja como diseñadora, lo cual

es su pasión. Todos han formado parte del Cipote

Garabato.

No solamente soy su padre, sino su mejor

amigo, llave de todos sus combos, el que va en su

compañía a un paseo, una rumba, un concierto, el

que está presto a un consejo o el que es capaz de

cualquier sacrificio por ellos… También soy capaz de

acudir a ellos cuando lo necesito, he aprendido que

yo soy humano y también me equivoco y los veo con

la capacidad para aconsejarme. Somos muy felices,

el triunfo de uno es de todos, esto es muy hermoso.

Aunque estemos distantes siempre estamos muy

unidos.

No me preocupo por el futuro, porque ese no

existe, existe es el presente, el hoy, por eso viviré

siempre agradecido con mi Dios por todo lo que me

ha dado. Por la mañana muchas veces me despierto

y veo que puedo mover mis manos, abrir mis ojos,

moverme y grito: gracias mi Dios por este nuevo

día. De qué me puedo quejar si Dios me ha dado lo

que para mí merece la pena: tener una familia mara-

villosa y feliz. Lo demás es cuento.

En la amistad soy muy franco, respeto mucho

a mis amigos, sus ideales y forma de ser y a ellos los

disfruto, eso me da para comprenderlos y quererlos

como si fueran parte de mi familia. Mis amigos son

seres muy valiosos, nunca trato de ser dominan-

te, solamente sé que son mis amigos, y

acepto que piensen distinto a mí,

pero tenemos algo siempre en

común: la música, el carnaval,

la familia, algo que nos une.

Me jacto de ser el amigo

que oye y da consejos,

mis amigos saben que

Humber, como me dicen

muchos, esta allí cuando

lo necesitan.

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Soy Isabel Cristina Muñoz Vásquezartista del carnaval

Directora de Las Negritas Puloy de Montecristo

Soy Isabel Cristina Muñoz Vásquez, hija de

Marceliano Muñoz y Olga Vásquez, quienes en

su juventud se gozaron y vivieron el carnaval. Mis

primeros años de vida los pasé en casa de mi abuela

materna, en el barrio Montecristo. La primaria

la estudié en el colegio de la seño Cornelia y el

bachillerato en el Sagrado Corazón de Barrio Abajo.

Empecé a ser carnavalera desde muy niña.

Mi madre y mi abuela trabajaban en los salones

de baile, cuando existía el Salón Las Obando, El

Platanal y los salones burreros. Como no tenían con

quién dejarme en la casa, me llevaban. Mi mamá me

disfrazaba siempre. Nada me gustaba más que bailar.

Ya mayorcita se me dio por bailar cumbia y

entré a la cumbiamba El Cañonazo; ahí conocí a mi

esposo Luis Altamar, también de familia carnavalera,

con quien bailamos por muchos años en esa

cumbiamba. Tenemos dos hijos, Luis y Luzzani, y

somos abuelos de Simón Andrés, quien ha venido a

llenar mi vida de alegría y bendición.

Desde el Miércoles de Ceniza hasta septiembre

soy una persona dedicada a mi hogar, a mis hijos, a

mi familia; una persona del común. En octubre me

transformo, en mi casa dicen que pierdo la cabeza.

El carnaval marca mi corazón, lo llevo en el alma. El

día que me muera quiero que en mi tumba pongan

“Negrita Puloy hasta la muerte”.

Mi canción favorita es “Te olvidé”; escucharla

me transporta a aquellos años mozos cuando

fui Reina del Agua y capitana del baile Juventud

Desordenada del barrio Montecristo.

Mi hermana Martha ha estado conmigo desde

el inicio de Las Negritas Puloy de Montecristo. He

estado cogida de su mano siempre y ha sido mi

apoyo. Ella se desaparece cuando me ve organizar

y en los momentos críticos me dice que no vuelva

a sacar la comparsa. A mí se me sube el azúcar,

mi azúcar es emotiva, y cuando llega el Miércoles

de Ceniza y las deudas me agobian, me dice que

para qué saco la comparsa si no me deja nada. Sin

embargo siempre me ayuda y está a mi lado.

Nuestra comparsa ha recibido varios congos

de oro y como su directora he obtenido diversas

menciones gracias al apoyo de muchos. Mi sueño

es ver mi comparsa con doscientos integrantes

desfilando en la Vía 40 con música en vivo en

un tráiler, ir a la Feria de las Flores en Medellín,

pasearnos por otras regiones del país y viajar más al

extranjero.

Doy gracias a Dios por ser tan bendecida.Aquí estoy en 1989, muy orgullosa, con Esthercita Forero cuando el programa

Tambores del Carnaval de la emisora La Libertad nos hizo a ella y a mí un homenaje.

Mi hermana Martha

ha estado conmigo

desde el inicio de

Las Negritas Puloy

de Montecristo. He

estado cogida de su

mano siempre y ha

sido mi apoyo.

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Soy José Francisco Llanos Ojedaartista del carnaval

Director de Selva Africana

Rey Momo 2013

Esta es una de mis primeras

máscaras y de las favoritas,

se puede decir que fueron

las primeras que elaboré.

Uno la hacía y cuando la

persona se la ponía, uno

veía dónde quedaban los

ojos para abrirle ahí. Hoy

en día lo que se hace son

tocados con el fin de que la

persona pueda ver y bailar.

Nací en Galapa, un municipio de tradición artesanal.

Estudiaba en la jornada de mañana y tarde, así que

debía ir a la casa a almorzar y hacer el recorri-

do cuatro veces al día. En ese ir y venir veía a los

artesanos de la época y me gustaba pararme en

las cercas de los patios a verlos trabajar. Recuerdo

que me generaba mucha curiosidad el material que

usaban los que se dedicaban a hacer máscaras. En

esa época, las máscaras se hacían en barro y ese era

el molde que después se empapelaba y se cobaba.

Tendría unos siete años cuando pasado el

carnaval me fui pal’ arroyo y solito busqué barro.

Ahí empecé a ensayar. Eso era para mí un gusto,

nunca pensé que a través de la elaboración de

máscaras recibiría un día la medalla a la maestría

otorgada por Artesanías de Colombia y el Ministerio

de Desarrollo y Turismo, como efectivamente me

la dieron en 2006; competí con ciento veinticuatro

expositores de todo el país.

A mí toda la vida me gustó disfrazarme. Yo

veía la gente adulta y le decía a mi mamá, este

año me voy a disfrazar de gorila, y ella me hacía

el vestido y yo confeccionaba la máscara; el año

siguiente me voy a disfrazar de burro, yo hacía la

máscara y ella me hacía el mameluco y así todos

los años cambiaba hasta que fui creciendo y entré a

participar en las danzas de ese tiempo que iban para

Barranquilla, en representación del municipio de

Galapa, hasta que un día quise salir con lo mío que

eran las máscaras. Fue entonces cuando creé Selva

Africana, una comparsa de tradición popular

que me ha traído muchas satisfacciones.

Estoy casado con Farides Meola

Marchena y tenemos tres hijos con

quienes trabajo prácticamente

durante todo el año: Luis D. que

es artista plástico y director

artístico de la comparsa, él es

quien diseña y dice, “esto va

aquí, esto es así”, también es

el encargado del maquillaje

de los artistas que salen en

nuestro grupo; le da la forma,

las características del animal

en el maquillaje. Javier es

publicista y diseñador, y también participa en la

comparsa. José, el segundo, se metió a la Policía y

vive ahora en Bogotá, él personificaba a la cebra y

hacía una puesta en escena muy bonita.

He sido instructor para la elaboración de

máscaras en el Colegio María Auxiliadora en la Paz,

de Ciudad Modesto, aquí en Galapa, y de Artesanías

de Colombia. Así fui juntando plata y compré la

casa donde vivo y donde funciona también el taller.

He hecho varios cursos, entre los cuales recuerdo

con especial cariño uno sobre memoria ancestral

y manejo de espacios alternativos, dictado por la

Fundación Carnaval de Barranquilla en 2006, y otro

sobre gestión y construcción de carros alegóricos en

Río de Janeiro, Brasil.

Siem

pre he dicho que carnaval sin máscaras no es carnaval.

Siempre h

e dicho que carnaval sin máscaras no es carnaval.

He recibido varios premios

y reconocimientos, entre

ellos el más anhelado

por los artistas hombres

del carnaval: en 2013 fui

elegido rey Momo del

Carnaval del Bicentenario.

ALEGRíA TOTAL EL DíA DE MI CORONACIÓN COMO REY MOMO CON LA

COMPARSA SELVA AFRICANA.

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Soy Lucy Vengoecheaartista del carnaval

Directora de Perla del Caribe

Soy docente en ejercicio, licenciada en Español y

Literatura y especializada en Pedagogía del Folclor.

Nací y vivo en el municipio de Soledad. Desde muy

niña aprendí a valorar la danza folclórica a través de

mis padres, razón por la cual me gusta y la difundo.

Gracias a mi experiencia en el campo de la

educación inicié mi proceso para formar a los estu-

diantes no solo en lo cognitivo, sino también en la

danza, y creé Perlas del Caribe, que incursionó por

primera vez en el Carnaval de Barranquilla en 1981.

Durante estos 34 años de participación en

el carnaval he fortalecido mi sentido de perte-

nencia e identidad cultural y lo he aplicado en

los talleres teórico-prácticos en la institución

educativa donde laboro y con los integrantes

de Perla del Caribe.

La formación es uno de los pilares

relevantes para los niños, niñas y jóvenes,

de ahí también nació la idea de llevar a

cabo en 1994 el Carnaval de los Niños

interbarrios, intermunicipal y regional

para compartir todas las manifestacio-

nes representativas del carnaval.

¡Alegría, color y sabor! Orgullosamente soledeña

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Soy Luis Orellanoartista del carnaval

Director de Muertes y Diablos

Nací en Galapa en 1958, en la misma casa en la que

vivo actualmente y donde siempre he vivido. Aquí

vivieron mis papás y mis abuelos. Mi madre era

cumbiambera, bailó en el Congo Grande de Galapa,

que tiene 129 años, ella era de tradición. De niño

me levanté en eso, viendo a los demás disfrazarse, y

a mis padres apoyando a los grupos y seguí los pasos

de ellos.

A los nueve años participé como integrante

en una danza de tigre que hubo en Galapa. A los

veinte años formé parte del grupo Afrigalapongo y

después pasé a los Indios Apaches de Galapa, una

comparsa muy grande que ganó muchos premios,

todavía existe, no está participando en Barranquilla,

pero participa en nuestro municipio. Luego seguí a

Selva Africana hasta 1993 cuando decidí rescatar el

disfraz de la Muerte que había desaparecido de mi

pueblo.

Cuando niños íbamos a Barranquilla, por

allá en los setenta. No existían los desfiles que hay

ahora, ni el de la Vía Cuarenta, ni el de la cuarenta y

cuatro. Antes uno desfilaba en el Paseo Bolívar, ahí

mismo era la presentación. Me acuerdo que concer-

tábamos un camión, en esa época era camión, y

paseábamos a Barranquilla. En las casas nos daban

plata y ahí recogíamos fondos.

Tengo cuatro hijos a los que he educado con

sacrificio. Ha sido duro porque yo no tuve ayuda

económica para salir adelante, pero uno saca

fuerzas. Tengo un negocio de tapicería que funciona

en mi casa. Me moriré feliz y tranquilo. Mi hija

mayor se llama Diana Cecilia y ya está terminando

Ciencias Sociales, le sigue Luis Alfonso que es arqui-

tecto y trabaja en la Alcaldía de Barranquilla, el otro

es Delvis que estudió en el Sena y trabaja en una

empresa de ascensores, y la última es Yolanis que

está estudiando en la universidad. Mis hijas hembras

y los nietos siguen con la tradición y me ayudan en

todo.

A mucho honor soy indígena mokaná, fui

gobernador del cabildo indígena durante tres años

y presidente de la acción comunal de mi barrio. Me

gusta trabajar por la comunidad. Estoy en contra

de la inequidad y la injustica, y siempre lucho por la

igualdad. El medio ambiente también me preocupa,

soy promotor ambiental.

Hoy soy reconocido popularmente como

Lucho la Muerte.

Mis hijas hembras y los nietos siguen con la tradición.

Mis hijas hembras y los nietos siguen con la tradición.

Algunos de los integrantes

del grupo son parte de

la familia. Antes de salir

nos ponemos a ensayar.

Normalmente citamos a las

nueve de la mañana para

que se vayan maquillando,

luego se les brinda

sancocho tradicional con

costilla, pollo y cerdo

para que tengan fuerza y

puedan danzar. Cuando

reposan, se hace un ensayo

frente a la sede con música

para tener una buena

presentación en el desfile.

WILKI CARRILLO.

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Soy Luz Elena Güetteartista del carnavalJefe de cuadrilla del Congo Campesino de Galapa

Me hice artista del carnaval a los trece años cuando

comencé a bailar con mi papá quien pertenecía al

Congo Campesino. Él no era director en ese entonces,

pero nos inculcó desde niños eso de bailar y querer esta

danza. Alcancé a bailar en ella unos siete años hasta

que dejaron caer la tradición.

Por fortuna el 16 de febrero del noventa y

cuatro, mi papá decidió rescatar el congo. Yo no pude

salir con él porque estaba recién parida de mi primer

hijo, pero mis hermanos salieron junto con otras siete

personas y una sola bandera nada más, una banderita y un

solo tambor. Al siguiente año sí fuimos una multitud, yo saqué a mi

hijo de un año, me disfracé con ellos y empecé a seguirle la pista al

carnaval, hasta hoy en día cuando sigo vestida de congo.

En el día a día soy madre comunitaria, esto desde que tenía

diecisiete años. Trabajo con el ICBF de ocho a cuatro, tengo a mi cargo

trece niños; con ellos hago actividades relacionadas con el carnaval y por

supuesto con el Congo Campesino.

En todo lo que puedo le ayudo a mi padre, estoy pendiente de qué

hay que llevar a la Casa del Carnaval, qué es lo que se necesita aquí en

Galapa y en la Gobernación del Atlántico.

En el universo de los congos, soy la única mujer que usa pantalón. Todo

empezó un año en el que mi papá no tenía jefe de cuadrilla que organizara

todos los congos, entonces dije, “yo me pongo un pantalón y los organizo, y

bailo como congo”, y así fue. Recuerdo que el primer año le dije a todos los

señores: “Cuando subamos a la tarima de carnaval, eso va a ser candela

porque vamos a hacer esto y esto y esto, ustedes me van siguiendo

en todo lo que yo haga”, y ellos me siguieron. Ese año ganamos el

primer Congo de Oro, de eso hace cuatro años. Hoy en día dirijo

todos los congos y mi hermana la mayor dirige a las mujeres.

Tengo tres hijos, dos varones y una niña. Los niños salen

conmigo en el congo.

En el universo de los congos, soy la única mujer que usa pantalón.

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Soy Magaly Esther Salasartista del carnaval

Directora del Garabato de la 8

Esta foto es en

el bus rumbo al

desfile Carnaval

de los Niños 2015,

acompañados por

los padres de apoyo.

Nací el 9 de junio de 1962, en el hogar de una

familia hermosa, unida y parrandera. Desde pequeña

me llevaron a los desfiles de carnaval disfrazada.

Estudié la primaria en el Colegio María

Auxiliadora, el bachillerato en el Instituto

Pestalozzi y soy enfermera egresada de la

Universidad del Norte. Actualmente trabajo en

el Centro Regulador de Urgencias, Emergencias y

Desastres (Crued) del departamento del Atlántico.

Estoy felizmente casada con José Sanjuán

Gordon y somos padres de un hermoso tesoro

que se llama María José, quien con mi familia y mi

hermana Martha son los pilares fundamentales

para el éxito del Garabatico y Garabato de la 8 en el

Carnaval de Barranquilla. Desde hace cinco años mi

hija es la coreógrafa del grupo.

Junto con mi hermana, Martha Salas, elabora-

mos el vestuario y los accesorios de cada año. De esa

forma ayudamos a los bailarines.

Vivo agradecida de Dios, del apoyo de mi

familia, de mis padres, de mis amigos y de mis

bailarines porque sin ellos no hubiéramos logrado

catorce congos de oro hasta la fecha con los dos

grupos.

Con mucho orgullo he sido elegida por los

directores de todos los grupos infantiles como su

representante ante el Comité Artístico del Carnaval;

allí he apoyado el evento Semillero del Carnaval

2014 y 2015, en el que más de ochenta grupos

demuestran que la tradición y los niños son el futuro

y la salvaguarda del patrimonio de nuestro carnaval.

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Soy Manuel Antonio Pérez Herrera artista del carnaval

Director de la Corporación Cultural Son de Negro de Santa Lucía y de Son de Pajarito del Río

A mí me formó el maestro José Evangelista Merito

Mendoza. Recuerdo que cuando niño nos transmi-

tía sus saberes de canto y los golpes de tambores y

la guacharaca para acompañar la música de son de

negro, son de pajarito, bullerengue y los ritmos de

sexteto, conocimientos que a su vez he trasmitido

a muchos niños y jóvenes de la localidad y de la

región, como por ejemplo a mi hermano Reynaldo,

un gran músico de quien me siento muy orgulloso.

De muchacho en Santa Lucía, formé con él mi

primer conjunto, de nombre Toño y sus Brillantes, y

en Manatí, con mis compañeros de colegio, creamos

el conjunto Los Muele Maíz. Esas agrupaciones

musicales se conservaron y producto de ellas hoy

se conoce el Sexteto Son de Negro, grupo musical

con el cual hemos hecho infinidad de grabaciones,

escuelas de formación y nos hemos paseado por

toda la geografía colombiana y visitado a muchos

países de las Américas y de Europa.

Mis estudios primarios los hice en Santa Lucía

y recuerdo con orgullo a mi profesor César Ospino

Andrade, ilustre forjador de hombres de bien. Los

estudios de secundaria los cursé en el Colegio San

Luis Beltrán de Manatí, de donde salí con el título

de Bachiller Académico, con cédula de ciudadanía y

libreta militar. De allí recuerdo con orgullo al sabio

Aristóbulo Henríquez y a Jaime Mercado Orozco,

ilustre profesor y amigo, entre otros.

Soy doctor en Ciencias de la Educación,

magíster en Educación y Cognición, especialista

en Evaluación Educativa y licenciado en Educación

Musical. Me he desempeñado como docente de la

Normal La Hacienda, en Barranquilla y como profesor

investigador en la Universidad del Atlántico. Soy músico

profesional (cantante y compositor), escritor, productor

musical y documentalista. Fundé y dirijo desde el año 2000

el grupo de investigación Música, Cultura y Tradición, de la

Universidad del Atlántico.

En 1996 fundé el Festival Son de Negro y en 2011 la Fundación

Festival Nacional Son de Negro, ambos escenarios en el municipio Santa Lucía,

Atlántico. En 1997 creé la Corporación para la Investigación Etnomusical Son de Negro

y en 2011 en calidad de egresado del Colegio de Bachillerato San Luis Beltrán de Manatí,

Atlántico, logré materializar la idea de crear la Fundación Festival Nacional Son de

Pajarito, trabajo de gestión e investigación para promocionar, divulgar y salvaguar-

dar los lenguajes artísticos culturales y la tradición oral de las localidades de

la región del Canal del Dique, el Bajo Magdalena y el Caribe de Colombia.

Recibí el IV Premio Andrés Bello Somos Patrimonio y he obtenido once

congos de oro con las danzas Son de Negro y Son de Pajarito.

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Soy Maribel Egea Garcíaartista del carnaval

Directora de la Corporación para la Salvaguardia de los Grupos Folclóricos

y Actores del Carnaval de Barranquilla –Folkarnaval–

Soy barranquillera de pura cepa, abogada y profe-

sional en danza, de padre y madre barranquilleros,

Orlando Egea Fábriga y Lilia García de Egea. Siendo

niña mi madre me llevaba a la Batalla de Flores y

gozaba con los disfraces que veía transitar por las

anchas calles de mi barrio San Felipe. Para mí era

delirante ver levantarse el polvo cuando marchaban

las danzas de congo, que despertaban en mí respeto

y admiración. Recuerdo también a los negros

tiznados, que llevaban una cuerda para acorralar a

la gente y pedirle plata, y a los disfraces de gorila

hechos de flecos, que cuando se me acercaban me

emocionaban y a la vez me llenaban de miedo,

entonces salía corriendo a esconderme detrás de la

falda de mi mamá. Mi madre nos vestía de colores

vivos, nos ponía penachos en la cabeza y maquillaje

exagerado. Algunas veces nos disfrazaba de indias

o de payaso, esto último para imitar a un tío que

usaba ese disfraz con nariz grande.

Recuerdo bailar a solas en la terraza al ritmo

de la música estruondosa de un pick up ubicado al

frente de mi casa. En el barrio solía mirar las verbe-

nas, escondida, y bailar entre las palmeras viendo a

la gente grande bailar, porque no era permitida la

entrada a menores de edad.

Mi vida transcurrió entre mi escuela secun-

daria en el Colegio INEM y la Escuela de la Danza

Folclórica del maestro Carlos Franco Medina.

Participé por primera vez en una de las comparsas

de tradición popular que él dirigió llamadas ¡Y del

agua qué! y El apagón, cuya intención era protestar

porque en esa época nos quitaban constantemente

el agua y la luz. Desde entonces he sido bailari-

na, coreógrafa, investigadora, maestra de danza y

dirigente.

A mucho honor puedo decir que además

de la escuela mencionada, he estado vinculada a

actividades de las más prestigiosas academias de

Barranquilla como lo fue el Real Ballet del Atlántico,

que dirigió la maestra Yamile del Castillo, y como

bailarina asistí al acto de entrega del premio nobel a

Gabriel García Márquez en Estocolmo en 1982. He

representado la danza y el Carnaval de Barranquilla

en giras nacionales e internacionales por Francia,

Martinica, España, Venezuela, Perú, Cuba y Corea

del Sur. He tenido cargos de responsabilidad en

agrupaciones de artistas del carnaval entre ellas

Folkcarnaval, Corporación para la Salvagauardia

de los Grupos Folclóricos y Actores del Carnaval

de Barranquilla, he sido investigadora y jurado de

este por más de quince años. Desde 2010 dirijo uno

de los más importantes proyectos de mi vida: la

cumbiamba Las Tres Colombias donde formamos las

nuevas generaciones y trabajamos para preservar la

cumbia.

Soy feliz siendo quien soy. Entre anécdotas,

risas, llantos, alegrías, tristezas, éxitos y fracasos he

conquistado el mundo y sobrellevado mi vida como

artista del Carnaval de Barranquilla.

Soy madre de tres hijos: Alejandra, Luis

Eduardo y Henry Nicolás , y abuela de Luis Ángel.

Iván Lasprilla Reatiga fue mi esposo, mi eterno

amor y el mejor padre. Asistí al acto de

entrega del premio

nobel a Gabriel

García Márquez en

Estocolmo en 1982.

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Soy Marleny Cortés Osorioartista del carnavalDirectora de Son de Mar y de la Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla –Funfocab—

Soy colombiana, barranquillera de adopción,

amante del arte y de la vida. Estoy totalmente

convencida de que en el encuentro del carnaval

tenemos la mejor opción de vida armoniosa, pues

aunque este se ve como una locura, como un derro-

che, casi como un desfase, inmerso en ese desfase

está el encuentro, el arte, la creatividad, el amor, la

amistad, la vida, el goce.

Siempre he creído, y así lo transmito a mis

estudiantes, que el sentido principal de la vida, casi

único, es ser feliz y las rutas para llegar son el hogar,

el estudio, el trabajo, el amor, el respeto.

Como docente y como artista siento que he

encontrado la felicidad con mis hijos, mis alumnos,

mi escuela y el carnaval.

Mi primer contacto con el Carnaval de

Barranquilla fue como espectadora en los desfiles,

luego asistí con mi esposo a bailes de carnaval,

después empecé a dirigir comparsas en los clubes

Italiano, Unión Española, Colonia China, Alemán y

Campestre. Así se empezó a conocer mi trabajo

como coreógrafa y cualquier día alguien de La

Casa Carnaval me dijo: “Tú no quieres el

carnaval, eres coreógrafa y no tienes

una comparsa”. Me dejó pensando. En esos días

regresó mi hija Carmenmá de Hawái, a donde había

ido a hacer un curso de folclor de las islas y cuando

le comenté lo que me habían dicho, me dijo:

“Hagamos una”. El tema de Hawái estaba fresco

entre nosotros, lo pensamos y todo el año 1996 fue

planear, organizar y armar. Así nació Son de Mar en

el carnaval de 1997.

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Soy Martha Salasartista del carnavalDirectora de El Garabatico de la 8

Mi nombre es Martha Cecilia Salas González. Fui hecha en los carnava-

les. Nací el 11 de noviembre de 1968, así que mi amor por el carnaval

es desde siempre. Mis padres me llevaban a todos los eventos, me

enseñaron a vivirlo. Fui creciendo con esa vena hacia el carnaval. Orgu-

llosamente lo digo, soy cien por ciento costeña y carnavalera.

Soy emprendedora, echada pa’ lante, íntegra, excelente

ama de casa, esposa y madre, muy colaboradora, sencilla,

católica y con carácter fuerte a la hora de dirigir a mis

bailarines en los ensayos y eventos. Dios me ha dado

mucho talento.

Trabajo como decoradora de eventos socia-

les. Diseño el vestuario de mis bailarines (vestidos,

zapatos, tocados y accesorios). Comparto y transmito

mis saberes de manualidades y decoración de las capas

de los vestidos de los hombres y les enseño a decorar sus

sombreros, y a las chicas sus tocados y vestidos.

Para mí el carnaval es amor, goce, alegría y derroche

de imaginación.

Mi nieto

Santiago Ortiz

aquí luce un

vestido y capa

decorados por

mí. Participa en

la danza desde que

tenía cinco meses e

iba en coche.

Aquí estoy haciendo en

miniatura el vestido, el

arreglo de cabeza y la

capa del garabato que

aparecen en esta página.

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Soy Matilde Herrera artista del carnavalDirectora del Sexteto Kumbé

Nací en Palenque. Soy licenciada en Ciencias Socia-

les y Económicas. Trabajo en la IED Costa Caribe

de Barranquilla. Tengo tres hijos: Denia, médica

internista; Esther, ingeniera, e Isaac, músico. Estoy

felizmente casada con José Piñeres Warf.

Mi fortuna fue haberme encontrado con el

maestro Carlos Franco Medina; él cambió mi vida y

me convirtió en la persona que soy. Trabajo como

profesora de danzas. Me gusta mucho lo que hago,

soy muy feliz y por eso trabajo sin sueldo para el

Carnaval de Barranquilla tratando de enseñar y

dejar un legado a los jóvenes afrocolombianos y,

en general, dar a conocer la cultura palenquera.

Me gusta trabajar con la comunidad cuidando a los

jóvenes para que le puedan prestar un buen servicio

a la sociedad y para que a través del arte consigan la

felicidad.

Tengo la Fundación Cultural Afrocolombia-

na Kumbé, que me permitió viajar por el mundo.

En 1982 acompañé al premio nobel de literatura

Gabriel García Márquez a Estocolmo, esto me dio

mucha seguridad y orgullo; luego estuve en las

ferias internacionales de Madrid, Berlín, Londres,

Argentina, Brasil, China, y en África (en Zambia y en

Congo).

Trabajo con las casas distritales de cultura en

los barrios Las Flores, La Playa y Paraíso.

En 1982 acompañé

al premio nobel de

literatura Gabriel

García Márquez a

Estocolmo.

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Soy Mónica Lindoartista del carnaval

Directora de Torito en Carnaval

Para mí el carnaval

es un espacio de

encuentro, de

fraternidad y tolerancia,

es la desconexión total

de una rutina que sume

a los seres humanos en

preocupaciones

y estrés, y las convierte en

alegría y tranquilidad.

este gran maestro que supe qué era prepararse,

desfilar y concluir el sueño de estar en una compar-

sa, vivir la experiencia de organizar vestuarios,

utilerías, coreografías e interactuar con los integran-

tes que formaban parte de la agrupación.

Con cada participación en desfiles aprendí de

dónde brotaba la alegría y el entusiasmo colectivo,

pero también conocí la tristeza tras un carnaval en

el que los recursos económicos fueron invertidos sin

medida y se perdió de vista que la vida el Miércoles

de Ceniza vuelve a la realidad.

Me hice artista del carnaval primero bailando,

es decir, como integrante de una agrupación, luego

ayudando a organizar, después coreografiando y

hoy día dirigiendo y proyectando producciones

artísticas.

En la escuela de Carlos Franco conocí a Robin-

son, el compañero de vida, de trabajo y de andanzas

con quien sostuve ocho años de amores a escondi-

das porque estas relaciones entre compañeros de

grupo no eran permitidas. En 1994 formalizamos

nuestra relación de la cual surgió Moisés, quien

me transformó y se volvió el centro de nuestro

universo.

Hoy la danza se ha convertido en mi amante,

trabajar para el carnaval es mi pasión y enseñar

mi adicción, por eso comparto mi tiempo entre la

Universidad del Atlántico, mi compañía y la escuela

de danzas. Sueño cada día con que el oficio del

bailarín sea valorado como una profesión, con

que el carnaval siga siendo la cuna en la que se

arrulle la tradición sin perder su vigencia.

Soy una ciudadana del universo, carnavalera, madre,

esposa, hija, maestra. Fui bautizada con el nombre

de Mónica Patricia Lindo de Las Salas, nacida a la

orilla del río Magdalena en la ciudad de Barran-

quilla, en el seno de una familia poco carnavalera,

criada por abuelos maravillosos que me enseña-

ron el valor de la palabra y la responsabilidad y a

quienes su religión no les permitía deleitarse

con las mieles de las fiestas llamadas por

ellos “mundanas”.

Llegue a la danza en el último año de

bachillerato cuando una alumna del que sería

también mi maestro de la danza, Carlos Franco,

llegó a enseñarme el mágico mundo de

ese arte. Fue de la mano de

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Soy Mónica Ospinoartista del carnavalDirectora de Las Farotas de Talaigua

Soy Monica Ospino Dávila, La Farotica. Soy una mujer

de cuna y de estirpe ancestral caribe. Las fiestas,

las tradiciones y el danzar de este baile mile-

nario que constituye Las Farotas de Talaigua

forman parte de mi ser y de mi sentir.

Pertenezco a una gran familia nacida

al pie del río Magdalena, fui criada con base

en buenos valores y crecí con las notas de

las cantoras naturales del Bajo Magdalena, que

oía cuando cruzaba las calles alumbradas con mechones bajo el

embrujo de los sonidos melodiosos de la carrucha y los golpes del

tambor.

La mía es una herencia que he recibido con orgullo, que deseo

mantener como guerrera de raza que hace honor a Etelvina Davila,

La Farota Mayor, mi madre, y por la satisfacción de realzar un legado

que ha hecho historia en una tierra lejana donde sucedieron los

hechos que hoy día contamos a través de la danza.

Soy fisioterapeuta, con especialidad en Salud

Ocupacional, ferviente enamorada de todo lo que

tenga impregnado la cultura farotera de

corazón, esposa de Roberto y

madre de Víctor y Samuel.

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Soy Orlando Barrios artista del carnavalDirector de Ánimas Rojas de Rebolo

Lo que más me gozo es cuando yo estoy

rezando y el público se ríe a carcajadas al escuchar

mis versos. A veces la gracia no está en el rezo, sino

en el coro.

Mi profesión es albañil y artista del Carnaval de

Barranquilla, proveniente de una familia que tiene

136 años de tradición en él.

Como artista deseo seguir adelante entre los

mejores del carnaval, y estar siempre en la cima, allá

arriba.

La fiesta del carnavalpara mí es una gran pasión,la disfruto y la gozo legal,con alegría de mi corazón.

Pregonando mis letaníaspa’ que el pueblo se ría.

Con esas tremendas carcajadasmi alma se llena de alegría,porque las letanías cotizadaslas hago yo con mi sabiduría.

Con una grandiosa satisfacciónporque soy de la tradición.

Hoy me siento orgullosopor cincuenta años gozados,las menciones que me han hecho famosoy con los premios que he ganado.

De entidades gobernantescon mi disfraz de comediante.

Me llamo Orlando Barrios Mendozadirector de las Ánimas Rojasen el carnaval que se gozapor donde quiera que lo coja.

Soy el director de las letanías Ánimas Rojas, antiguas

Ánimas Negras de Rebolo, fundadas el sábado

de carnaval de 1930 por José Dolores Gutiérrez.

Recuerdo que de niño yo me iba detrás del grupo y

él siempre se daba cuenta y decía, a este pelao le van

a gustar las letanías. Y así fue.

En 1964, siendo fanático de las Ánimas Negras,

mi hermano José Barrios decidió pasarse a las

Ánimas Azules y yo entré a empuñar la bandera de

ese grupo. Así pasaron varios años; mi hermano me

daba el libro para que rezara en las casas a las que

llegábamos. En esa época ya hacía versos de letanías,

claro que con una rima, hoy en día la mayoría de los

grupos de letanías hacemos con dos rimas.

En 1974 mi hermano se fue para el Torito Ribe-

reño y entonces yo quedé como director del grupo.

Hoy en día me encuentro muy orgulloso de

ser el director de Las Ánimas Rojas de Rebolo, que

tienen 84 años de tradición. Gracias a José Dolores

Gutiérrez hemos recibido muchas menciones por

parte del Gobierno, por eso hoy resalto el nombre

de este señor:

El famoso José Dolorescomo pregonero fue el primerohaciendo versos de mil colorespal carnaval barranquillero.

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Soy Óscar Barrios artista del carnavalDirector de El Toro Grande de Rebolo

Nací el 17 de octubre de 1952 en el barrio Rebolo

de Barranquilla. En la actualidad tengo cinco

hermanos absolutamente carnavaleros. Pertenezco

a la familia Barrios que representa a mucho honor

El Toro Grande desde 1875. Es una tradición que

heredé de mis antepasados, más exactamente de

mi abuelo paterno José Trinidad Barrios Orozco, a

quien apodaban “Manotrini”.

Yo me inicié en 1968 con Las Ánimas Rojas de

Rebolo (letanías). En 1974 comencé como cumbiam-

bero en La Revoltosa, que reapareció ese año y

estuve ahí hasta 1979. El difunto Bernando Guzmán,

quien fue rey Momo me invitó a formar parte de la

disfrazado de congo, le respondí, pero con

los calores del trago le dije: Vamos a hace

una vaina, yo salgo, pero llevo la misma

tela que llevas tú y José Barrios. Yo no voy

a salir menos que otro. No hay problema,

me contestó. Le dije, además, salgo el domingo,

el sábado no. A todo me dijo que sí.

Llegó el día y yo no pensaba sino en la

salida. Me fui pa’l cuarto con una botella de

ron blanco… Tenemos la costumbre de

que a las siete de la mañana ya la gente

está cambiada, disfrazada, y sale por el

vecindario a rebuscarse. Yo vistiéndome,

me afanaban… disfrazándome de congo.

Salí con todo, gafas y turbante puesto.

Carlos nunca me había visto de congo, sí,

de congo, empecé ahí, le cogí la maña

y hoy en día soy el director de la danza

y ahí estaré hasta que las fuerzas me

acompañen. Por el gen carnavalero no

pude escaparme de hacer carnaval, esto en

mi familia es sagrado.

cumbiamba El Gallo Giro. Ledis Muñoz y mi persona

fuimos los primeros capitanes de ese grupo; estuve

con ellos hasta 1986, año en el que se inauguró el

Estadio Metropolitano y donde nos presentamos

ante cien mil espectadores. Ese fue mi último acto

con El Gallo Giro.

En agosto de 1986 con unos compañeros

fundamos la cumbiamba Ritmo Rebolero, que

duró hasta 1991. En 1992 la Universidad Autónoma

formó una cumbiamba, yo trabajaba allá, pero no

quería hacer parte de ella, veía que los movimientos

no eran los tradicionales, y a mí me gusta bailar la

cumbia tradicional. Me fueron a visitar: “Sabemos

que eres cumbiambero, para que

hagas parte de la cumbiamba”.

Acepté. Salimos en la Batalla de

Flores y la Gran Parada.

Un domingo de carnaval en

1992 me encontré con Armando

Zambrano en la Gran Parada

en la Vía 40, y le dije que no

salíamos ni lunes ni martes. Él

me propuso que me presentara

a La Arenosa de cumbiambero, y

bailé martes de carnaval con La

Arenosa.

En diciembre de 1992,

tomando con un compadre,

Carlos Romero, él empezó a invi-

tarme para que saliera en El Toro

Grande. Yo era el único que no

salía en el congo. Nunca me he

El congo pelea

con el toro, que

representa la

fuerza. Es un rito

tradicional del Toro

Grande de Rebolo.

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Soy el típico hombre caribe, esquinero, carnavalero, jugador de bola de

trapo, sincero, amable, amigable. Soy amante del fútbol —en especial

del equipo Junior—, de la música folclórica, de la salsa, del bolero, la

balada y la música clásica. Soy músico empírico.

Estudié Trabajo Social y en la actualidad estudio música en la

Escuela de Arte Distrital –EDA–. Trabajo en el Plan Nacional de la

Música para la Convivencia –PNMC– del Ministerio de Cultura con lo

cual pretendemos aportar al fortalecimiento de la música tradicional

en los municipios del departamento del Atlántico.

Como buen barranquillero el carnaval siempre ha estado en mí.

Llegué a participar activamente en él en 1979 con la comparsa Estam-

pas Negras de Palenque, dirigida por el maestro Abraham Cáceres

donde desfilé durante cerca de cuatro años.

Al independizarme creé un grupo musical y comenzamos a desfi-

lar con diferentes cumbiambas: La Sabrosa, Ciclón del Norte, Cumbión

Ñero, La Gigantona, entre otras. Con humildad puedo decir que

aportamos nuestro granito de arena en la música del carnaval. Además

rompimos el esquema de los uniformes blancos pues por primera vez

en la Batalla de Flores se presentó un grupo musical vestido de color

caqui. Fuimos evolucionando musicalmente creando un estilo nuevo de

música tradicional.

Luego llegó la etapa de integrar las orquestas. Comencé tocando

en el Hotel el Prado, de planta, luego pertenecí a la orquesta de Juan

Piña. Introduje los tambores típicos de nuestra región. Así trabajé en

las diferentes orquestas de Barranquilla. Luego grabé un LP. Cree el

ritmo de la canción “La tumbacatre”.

Siempre he resaltado nuestra música tradicional, la he grabado en

acetato y CD y he tocado en diferentes países como Aruba, Venezuela,

España y Alemania. Mi deseo es seguir aprendiendo para continuar

difundiendo nuestra amada música.

Vivo con mis padres en el barrio Olaya. Estuve casado, de dicho

matrimonio hay una hija, Pilar Sánchez Rodríguez, que tiene 26 años y

vive en Cali.

Soy mar, río, música, carnaval. ¡

Soy ca

ribe

!

Soy Rafael ‘Fito’ Sánchezartista del carnaval

Músico

Aquí estoy con Sandra

Navas, capitana en ese

entonces de la cumbiamba

El Gran Carajo.

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Soy Rafael E. Morales Cañasartista del carnaval

Director de Indios Farotos de Villanueva,

Los Indios Caribanos y El Cuarteto

Soy natural de Zambrano, Bolívar, donde nací el 10 de octubre de 1949.

Viví unos años en Pinillos y estoy radicado en Barranquilla desde 1976.

Soy carnavalero de pura cepa. La historia de cómo me hice

carnavalero es esta. Cuando yo tenía diez años de edad, en Pinillos,

mi pueblo, los ensayos para el carnaval iniciaban en octubre. Danzas,

comedias y disfraces poblaban las plazas del pueblo las noches de

sábados y domingos.

Los Indios Farotos ensayaban en el Barrio Abajo a las siete de

la noche. Yo no me perdía un ensayo. Su capitán se llamaba Torcuato

Obregón y antes de iniciar prácticas revisaba si estaban completas las

parejas o faltaba alguien. Fue una de esas noches cuando empecé a

bailar. Como faltaba un parejo, Torcuato me preguntó: “Rafa, ¿quieres

danzar? Ven que falta uno”. Sin pensarlo le dije que sí, entré a la fila,

pero le dije que tenía que hablar con mi mamá. Yo sabía cómo era ella.

Yo contento porque estaba bailando. Antes de que se terminara

el ensayo mis amigos corrieron y le contaron a mi mamá que estaba

bailando indio, así que cuando llegué a la casa ella ya sabía y me dijo:

“¿Que estabas bailando de indio? Ya me contaron. Que tu capitán

hable conmigo, yo no tengo plata para las telas”.

El domingo antes del ensayo estuvieron en la casa el capitán

Torcuato Obregón y la capitana Sixta Mejía y dialogaron con mi mamá.

Yo escuché todo. Luego ella me preguntó si yo quería bailar, le dije

que sí y me dio permiso. Yo más contento que cachaco en playa, salí

corriendo a contarle a mis amigos.

Desde entonces estoy en el carnaval. Mi papá era gaitero y mi

mamá, muy alegre, no se perdía un carnaval. Me apoyaron mucho en

todo lo que hacía. Desde el domingo que hacíamos el desembarque en

canoas a las seis de la mañana, hasta el martes de carnaval, recorríamos

las calles. El domingo salíamos al rebusque en los pueblos vecinos y

regresábamos el Miércoles de Ceniza. Esta es la historia que me hizo

carnavalero hoy hace 53 años de alegría y folclor.

El goce del carnaval es algo que se siente, que se vive con

alegría y armonía familiar los 365 días del año. Cuando se va el carna-

val con la muerte de Joselito ya estamos pensando en el siguiente y

en la innovación del grupo, cómo vamos a salir, cómo van a ser los

vestidos, los disfraces, los colores, el calzado, la danza, y le pedimos

a Dios que nos dé salud para iniciar de nuevo las actividades. Nuestra

vida es carnaval, nuestra pasión es carnaval, nuestro goce es carnaval.

En la actualidad estoy casado, tengo cinco hijos y dieciséis nietos.

Soy licenciado en Humanidades y Educación Básica con énfasis en

Lingüística e Idioma Extranjero. No trabajo. Colaboro con la

Regia de Barranquilla y con la Arquidiócesis. Soy presidente

de Praesidium María Madre del Buen Consejo, Legión de

María, corresponsal por la Regia en Magdalena (Bolívar) y

catequista en la U. O. San Nicolás de Tolentino en el centro

y en mi comunidad.

Presido Foculremoc y soy director de los Indios

Caribanos, de los Indios Farotos y de la comedia

El Cuarteto. Bailo todo el año muchas músicas

y ritmos de mi país. Escribo versos, canciones

folclóricas, poemas y tengo nociones de

canto.

En el Carnaval de

fa

ltar una buena peluca.

Barranquilla no puede

Con el gorro

del Joe Arroyo

y mi atuendo

carnavalero estoy

listo para gozar en

una presentación.

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Soy Robinson Liñán Ríosartista del carnavalDirector de la Corporación Cultural Barranquilla

En 1994 Mónica Lindo y yo finalmente nos casamos después

de diez años de un amor clandestino. Ambos bailábamos en

la Escuela de Danza Folclórica de Barranquilla que dirigía el

maestro Carlos Franco, ahí nos conocimos y enamoramos, pero

él tenía prohibido amoríos en el grupo y como no queríamos

retirarnos ni de la danza ni de la música, vivimos un amor

escondido. Tras la muerte del maestro nos casamos. Lo hicimos

de noche y vestidos de cumbiamberos, en vez de bailar vals

bailamos cumbia, todos los invitados estaban vestidos de

cumbiamberos y de carnaval, fue algo muy especial.

Soy artista del carnaval, esa es mi vida.

Siempre que tomo mi flauta y mi tambor, el corazón me palpita con

mayor intensidad. Momentos vividos en este andar de carnaval se

arremolinan en mi mente y vuelvo a sentir esa felicidad desbordante

que experimento entre aplausos y vivas ante cada movimiento, cada

una de las figuras que con mi cuerpo y mis instrumentos brindo a un

público ávido de emociones.

La magia de la Noche de la Guacherna, desfile con el que

empiezo a vivir al máximo el carnaval, es siempre un torbellino de

emociones. Grupos van y vienen. Disfraces, faroles, música, en fin,

todo es goce. El público me anima, me vitorea y ello me contagia más

y más. Cada instante es más candente, el público baila y mi ímpetu

avasallador se eleva cada vez más. Entro en éxtasis. Oigo aplausos y

también yo aplaudo. Recuerdo aquella vez que un niño acompañado

de su madre preguntó: ¿Qué siente usted vestido así? ¿Por qué baila?

No supe qué responder en ese momento. Quizás he debido decirle: el

carnaval es mi vida.

Con mi flauta y mi tambor también he ido lejos, a escenarios

en el exterior a donde llevamos la magia musical de nuestra amada

Barranquilla. Una que jamás podré olvidar fue aquella calurosa

función en Maracaibo, primer sitio del exterior donde hice una gala.

Esa noche la Plaza Baralt se colmó. Había unas diez mil personas. Yo

estaba presuroso, nervioso, tenía a cargo varias intervenciones como

solista y solo pensaba en el público, y en cómo recibirían mi puesta

en escena. Recuerdo muy bien lo que sentí cuando anunciaron que

Danzatlántico, agrupación folclórica de la Universidad del Atlántico,

daría inicio al espectáculo. Tuvimos hora y media para hacer sentir

nuestro carnaval en tierras lejanas, darlo a conocer, brindar colorido,

gozo, sensaciones múltiples de esa mágica fiesta que nos transforma.

La presentación comenzó a calar entre la multitud, que a cada paso

y sonar de la caña elevaba su frenesí. Nos habíamos posesionado del

escenario. Los nervios quedaron atrás. Lo había logrado, con mis inter-

venciones había contagiado a esos miles de espectadores.

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Soy Rodrigo Ponceartista del carnaval

Danzante de Cipote Garabato

Es difícil identificar qué me llevó a reconocerme hoy en día como un artista

del carnaval. La formación recibida en el grupo folclórico del colegio militar

Asociación Colombiana de Suboficiales de las Fuerzas Militares de Colom-

bia en Retiro –Acoolsure–, donde estudié primaria y bachillerato, sembró

muchas inquietudes que me han acompañado en este camino; ahora que

lo pienso, creo que fue allí donde me hice danzante gracias a Matilde

Herrera, “mi Mati”.

¿Cómo no agradecer el afortunado destino que me llevó a salir

en 2007 por primera vez al carnaval, y la suerte de conocer a Daniela

Donado Visbal, reina del carnaval, a cuyo lado descubrí la enorme

riqueza que encierra este patrimonio, ya no solo nuestro, sino de la

humanidad? Casi sin darme cuenta llegaron mis primeros pasos en

la cumbiamba El Gran Carajo y con ella mi primer desfile en Bogotá,

escenario totalmente ajeno a los carnavales.

Pero sin duda, lo que marcaría por siempre mi existencia carnesto-

léndica serían Las Noches de Cheo, hoy

llamadas Viernes de Tambores

en Barrio Abajo, a donde

llegué una noche de 2009, y

que se convirtieron para mí en

una verdadera escuela. La cumbia

me había coqueteado, pero fue

allí donde caí rendido a su pies

gracias a un personaje de un

metro y medio de alto llamado

Germán Álvarez Cabrera, a quien

con el tiempo bautizaría “Caballero

de la Cumbia”. A él le debemos la

resurrección de un icono del

carnaval, la cumbiamba

La Gigantona, grupo

que dirige hace

14 años. Las respuestas a las preguntas del pasado

no se hicieron esperar para armar ese rompeca-

bezas que había quedado inconcluso; la cumbia se

apoderó de mí y La Gigantona me hizo suyo.

Más adelante otro gran ser humano marcaría

mi camino. Su nombre, Humberto Pernett, cofun-

dador de una leyenda del Carnaval de Barranquilla

en los años ochenta, la cumbiamba Cipote Vaina,

actualmente director de Cipote Garabato. Él me

mostró su grupo y yo me sentí en el Olimpo. La

danza del garabato era un enigma para mí, así que le

hice un millón de preguntas que me contestó hábil-

mente, y decidí gritar a los cuatro vientos: ¡Qué viva

la capa roja! ¡Ha nacido el Rodri Ponce, el garabato

que llegó para ser siempre grande!

En 2010 y 2011 el lente fotográfico de un

carnavalero me puso en la mira de toda la ciudad

y del mundo; Samuel Techerassi Barrera compar-

tía ese sentimiento que percibí en Germán y en

Humberto. Sammy me llevó en un viaje sin retorno

y en ese punto sentí que ya era parte de esto.

Los cumbiamberos que habían lamentado

que dejara la cumbia, cuando me vieron conver-

tido en garabato lo celebraron de una forma que

La cumbia y el

garabato son mis

danzas madre,

forman parte de

lo que soy y seré

dentro y fuera del

carnaval.

El espíritu de la

cumbia me siguió

todo el tiempo.

Hoy en día asesoro

grupos folclóricos,

especialmente

cumbiambas,

trabajo con ellas

con el fin de que

encuentren sus

fortalezas y crezcan

año tras año.

jamás olvidaré. Uno a uno pusieron botones de sus

grupos sobre mi capa; era como una forma de decir,

“que la cumbia que vive dentro de ti, te acompañe

siempre, así sea como garabato”. En un parpadeo

tenía botones y otros elementos ofrecidos por la

cumbiamba El Gallo Giro, La Revoltosa, Del Carajo,

El Gran Carajo, La Gigantona, El Cumbión de Oro,

El Golpe Currambero y La Arenosa.

El espíritu de la cumbia me siguió todo el

tiempo. Hoy día asesoro grupos folclóricos, espe-

cialmente cumbiambas, trabajo con ellas con el fin

de que encuentren sus fortalezas y crezcan año tras

año. Mi meta es que mantengan la esencia de la

cumbia y la proyecten hacia el futuro.

Mis estudios en gestión cultural me ha dado

herramientas para tejer un futuro entregado de

lleno a este mundo, pues soy de los que piensa

que la danza y la cultura son bases importantes de

nuestra identidad como caribeños. Por fuera del

carnaval ocupo parte de mis días como avalua-

dor de bienes inmuebles y auditor en Jave Licores

S. A., empresa que fabrica y distribuye ron blanco

y demás productos de la desaparecida Fábrica de

Licores del Atlántico.

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Soy Rubiel Badilloartista del carnaval

Diseñador y constructor de carrozas

Soy artista plástico y como tal me he vinculado al carnaval, aunque

bailo cumbia desde que me conozco. Soy padre de una hermosa prince-

sa llamada Carolina, quien es portadora de genes artísticos: baila, canta

y dibuja de lo lindo. Empecé elaborando tocados, disfraces individuales

y colectivos y otros pedidos especiales destinados a comparsas que me

encargaban amigos del medio cultural y artístico. Como me iba bien

y mi trabajo era valorado, me presenté a Carnaval S.A. para diseñar y

construir tráileres musicales. De eso hace cuatro años.

Mi primera carroza fue un homenaje a Joe Arroyo, un año

después de su fallecimiento. Me siento muy afortunado de haber

tenido la oportunidad de hacerlo siendo él uno de los máximos expo-

nentes de nuestra música del Caribe. Alguna vez le oí decir en una

entrevista que en un sueño se vio como un príncipe africano, así que

concebí la carroza inspirado en ello, y el tráiler musical, hecho por el

equipo creativo de Carnaval S. A., tuvo como base mi diseño.

Desde entonces he construido de a dos carrozas por carnaval,

sobre todo de carácter monumental, y decoraciones de gran formato

para estas fiestas, lo que le ha abierto las puertas a mi empresa, que

lleva mi nombre, para hacerle trabajos de este tipo a varios almacenes,

así como para diseñar y construir carrozas de ferias y fiestas en otros

lugares del país y encargarme de escenografías y decoraciones de gran

formato.

Aquí estoy a los

pies de mi carroza

Raíces Congolesas,

ganadora del

segundo puesto en

2015.

Técnica de corte en

diagonal en icopor.

Una sola pieza se

convierte en varias

capas para dar el

volumen deseado.ESTE ES MI EQUIPO DE TRABAJO, JÓVENES APRENDICES DE MI LABOR EN EL MUNICIPIO DE DONDE SOMOS ORIUNDOS, GAPALA.

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Soy Soley Del Castillo Roblesartista del carnaval

Directora de Del Carajo y

de la Fundación de Arte y Folclor del Atlántico –Fayfa—

Desde muy niña en la ciudad de Santa Marta viví de cerca

el festejo del Carnaval de Barranquilla. Mi tía Neovis fue

reina de un carnaval en los años cincuenta, cuando tenía

14 años, y este era tema de veladas familiares en las que

se recordaban paso a paso los distintos momentos de una

vivencia hermosa, el lindo trono dorado al que se llegaba por

alfombra roja, su cetro y corona, y luego la gran fiesta del barrio,

donde se juntaron directivos de la ciudad y el pueblo en un goce

inolvidable.

Recuerdo también los lunes de carnaval cuando mis

padres hacían en nuestra casa del barrio Municipal la fiesta

que llamaban “canitas” en razón a que asistían muchas

personas mayores. Yo tendría unos siete años. Con palme-

ras hacían el encierro y disponían unos tanques con hielo

donde se enfriaba la muy conocida cerveza Águila. Esa

era la manera de celebrar el carnaval en Santa Marta,

con bailes en los barrios. Para festividades en grande nos

desplazábamos a Barranquilla donde no nos perdíamos

por nada del mundo una Batalla de Flores.

Barranquilla linda, ciudad que me acogiste a los

17 años cuando vine a estudiar Psicología. Aquí conocí

a mi esposo, Leisle Guzmán Pernett, barranquillero de

pura cepa que vivía en el Barrio Abajo, barrio con tradi-

ción carnavalera. Era estudiante como yo y pertenecía a

la famosa cumbiamba “Agua Pa’mí” que dirigía la señora

Paulina Bilbao; él era subcapitán. Su obsesión fue siempre

el desarrollo de una cultura carnavalera muy ciudadana,

que lo llevó a idear e impulsar el Carnaval de la 84. Sus

pasiones eran las mías y siempre caminamos juntos.

Tenemos tres hijos: Leisle Jr., Harold y Katherine,

quienes se engendraron, nacieron y crecieron rodea-

dos de cumbia; la aman, y vincularon a sus parejas,

de manera que todos los carnavales salimos juntos.

En 2000 Leisle tuvo que trasladarse a los

Estados Unidos en busca de mejoramiento econó-

mico para nuestra propia familia y en ese momento

yo empuñé las dos banderas asumiendo la dirección

de la cumbiamba “Del Carajo” y de la Fundación de

Arte y Folclor del Atlántico Fayfa, que organiza el

Carnaval de la 84. Esta es una labor que hago en las

noches y los fines de semana ya que trabajo como

psicóloga en la Universidad del Norte hace 25 años.

A mucho honor puedo decir que soy

cumbiambera, vibro con el sonar de una flauta de

millo, pero también sufro el carnaval cuando veo

que nuestra fiesta carnestoléndica está en peligro y

que los artistas no son respetados. Soy una conven-

cida de la importancia de trabajar por el desarrollo

humano propio y de mis compañeros, de allí que

forme parte de varias organizaciones donde pongo

al servicios de todos mis conocimientos sobre

cultura, desarrollo social y psicología.

Participo en Corcarnaval, organización que se

preocupa por conocer, caracterizar y buscar el mejo-

ramiento de la calidad de vida de los artistas del

carnaval a partir de la investigación y el conocimien-

to científico, y usar la pedagogía como herramienta

de crecimiento permanente.

Fundecumbias, es otro de mis grandes amores,

allí nos preocupamos por defender y preservar

nuestro patrimonio cultural, su majestad la cumbia.

Junto con Gabriel Marriaga Tejada, cumbiambero

mayor, hemos organizado muchos eventos alrede-

dor del monumento a la cumbia en Siete Bocas, en

el barrio Recreo, donde expresamos a nombre de la

cumbia reconocimientos en vida a nuestros baluar-

tes de la tradición y estimulamos a los intérpretes

y a los bailadores con el apoyo de la Secretaría de

Cultura Patrimonio y Turismo de Barranquilla.

También me siento muy orgullosa de poder

trabajar por la defensa de los artistas del Carnaval

de Barranquilla desde la directiva de nuestra organi-

zación de organizaciones llamada Unicarval, y ahora

en la Corporación Nuestro Carnaval, Patrimonio

Cultural, Orgullo de Barranquilla.

Vibro con el sonar de una flauta de millo, pero también sufro el carnaval cuando veo que nuestra festa carnestoléndica está en peligro y que los artistas no son respetados.

Le doy gracias a

Dios y a la vida por

permitirme hacer

lo que siempre

deseé. ¡Oh, mi

lindo carnaval,

cómo te quiero!

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Soy Ubaldo Mendoza artista del carnavalDirector de La Revoltosa

Rey Momo 2004

Soy sastre desde 1956, esa es mi principal ocupa-

ción, aunque también trabajo como gestor cultural,

pintor, escultor, hago talla en madera, soy meló-

mano y colecciono música de todo género (clásica,

popular, folclórica, etc.).

Como director de La Revoltosa desde 1969 he

recibido muchas satisfacciones y reconocimientos,

entre otros varios congos de oro, pero la mayor

satisfacción fue ser escogido como el rey Momo

del Carnaval de Barranquilla en 2004 cuando este

fue declarado patrimonio de la humanidad por la

Unesco.

Era la primera vez que este evento se proyec-

taba a colegios, universidades, asilos, cárceles,

etc. Tuve la idea de llegar a esos espacios y hablar

del carnaval. Tengo muchas placas otorgadas por

estas instituciones. Gocé por tener la oportunidad

de difundir lo que yo sentía. La gente me recibía

con mucho cariño y conocí personas de todos los

estamentos sociales, de las cuales recibí muestras de

aprecio y nunca he olvidado lo vivido.

Mostrar en Europa nuestro Carnaval fue

motivo de gran orgullo. En París bailé en el esce-

nario de la Unesco y en Berlín en la Casa de las

Culturas del Mundo. Allí me entregaron una gran

medalla. También estuvimos en Madrid, en Sevilla

y en Venezuela. Nunca soñé que llevaría mi baile a

semejantes lugares. Esto me dio mucha más claridad

acerca del valor cultural de nuestra fiesta, es de

reconocimiento universal, lo que me obliga a traba-

jar por la defensa de nuestra identidad cultural, y

por la salvaguarda de nuestros ritos ancestrales.

Así como he recibido satisfacciones en estas

lides, también he soportado momentos aciagos: la

desaparición de algunos miembros del grupo me

ha causado pesar; a algunos incluso me ha tocado

sepultarlos en días previos al carnaval. En año y

medio me tocó sufrir la pérdida de mi madre,

Magdalena Reales, de 102 años; de mi hermano

menor, Enrique; de mi hermano mayor, Efrén; de mi

sobrino Ómar Sandoval Mendoza, y de mi esposa

Virginia Niebles, compañera de toda una vida y

persona importante en la cumbiamba, pues era

la encargada de todo lo que se necesitara en los

desfiles.

Pero el carnaval se debe a los artistas y no

podemos parar, es la única oportunidad que tiene

el pueblo de mantener vivas sus raíces, así que pase

lo que pase trabajo sin descanso por la salvaguarda

de nuestra identidad cultural, no solo de la cumbia,

sino también de las demás expresiones que sobre-

viven en el Carnaval de Barranquilla. De allí que

haya creado y dirigido Líderes de la Tradición, soy

fundador de AGFA con otras personas, y director de

la Casa de la Cultura de Sabanilla. Tengo once hijos.

Todos han sido bailadores de La Revoltosa.

El valor cultural de

nuestra fiesta es

de reconocimiento

universal, lo que me

obliga a trabajar por

la defensa de nuestra

identidad cultural,

y por la salvaguarda

de nuestros ritos

ancestrales.

Mi mayor satisfacción fue ser

escogido como el rey Momo

del Carnaval de Barranquilla

en 2004 cuando este fue

declarado patrimonio de la

humanidad por la Unesco.

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Soy Vitalia Díaz artista del carnavalVicepresidenta de la Fundación Cultural Danzas

Tradicionales Diablos Arlequienes de Sabanalarga

Fotógrafa

Mi vida está irradiada de muchas vivencias. Mi

abuelo paterno fue mi maestro, él me enseñó a vivir

el carnaval; participé y gocé con él estas enseñan-

zas. Mi corazón se llena de alegría y nostalgia con

el recuerdo de esos tiempos cuando empecé a ser

partícipe de danzas, bailes y grupos.

Hoy y toda la vida he vivido el carnaval y formo

parte de él. Pertenezco a danzas y a escuelas de

danza a las que aporto mi granito de arena de lo

que he vivido. ¡Me siento orgullosa de ser de esta

tierra caliente donde se vive, se siente y se goza el

carnaval! Me encanta el carnaval. Siempre digo, es la

mejor época del año.

Tengo una maravillosa familia conformada

por mi esposo y dos hermosas hijas, Luisa Fernanda

y Natalia. Soy artesana, me encanta pintar, hacer

tocados y bisutería, pero lo que me identifica es mi

alegría, el entusiasmo de hacer realidad todo lo que

me propongo. Brindo mi amistad incondicionalmen-

te. Soy responsable y me gusta enseñar, valoro el

trabajo de todos los que me rodean. Todos los días

le doy gracias a Dios por ser la persona que soy.

¡Me

sient

o o

rgullo

sa de ser de esta tierr

a ca

lient

e don

de se

vive, s

e siente y se goza el carnaval!

Los Diablos

Arlequines de

Sabanalarga, una

danza tradicional

inmortalizada en un

cuadro que pinté.

Vivo agradecida con los

diferentes talleres en

los que me identifico

como fotógrafa, que

es una de mis labores

actualmente.

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SOMOS ciudad carnaval

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S uenan los tambores, los pitos, las gaitas. Los

grupos de danzas y comparsas se toman

las calles para hacer sus ensayos. Toda

Barranquilla se decora por fuera y por dentro. Las

familias disponen el alma para vivir el carnaval y

cada quien empieza a pensar cuáles serán sus atuen-

dos. El comercio, formal e informal, ofrece todo

para esos días. Vestimos nuestros cuerpo, como

también nuestras casas, las calles, los carros. La coti-

dianidad se transforma.

Se desborda la alegría. Nos sacudimos la

tristeza.

En este ambiente no hay distingo social, no

importa de qué raza se es, el color de la piel, la

herencia o la religión. Todo habita, todo convive.

Nuestro carnaval es diverso, colorido, multicultural.

Hablar de Barranquilla y del carnaval es

transportarse a muchos de los escenarios y

senderos transitados por Gabriel García Márquez

y que alimentaron la construcción del universo

macondiano. Es Barranquilla una ciudad feliz, de

alegría desbordante, cálida, acogedora, de barrios

tradicionales producto de la llegada de gentes de

diferentes partes del mundo, que trajeron con ellas

sus costumbres y tradiciones. Y son esas costum-

bres las que hoy permiten a propios y extraños el

disfrute sin igual de un escenario donde es posible el

encuentro entre añoranzas de distintos lugares del

Caribe colombiano.

Esa multiculturalidad, representada en mani-

festaciones tradicionales con carácter folclórico, y

Soley Del Castillo R.

Carmen Meléndez

Rafael Morales

Dicen que muchas manifestaciones del Carnaval

de Barranquilla llegaron por el río de Magdalena.

Así se lo imaginó Fernando Ferrer.

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con ellas otras expresiones artísticas contemporá-

neas, producto de la globalización, acuñadas en la

conciencia de sus participantes, llámense artistas

o espectadores, impregnan todo de goce y alegría.

Estas nuevas tendencias hacen vibrar los colores de

ese arcoíris llamado Carnaval en Barranquilla.

Con el correr de los años el carnaval se ha

constituido en un escenario antropológico en

permanente movimiento y transformación en el que

a la vez que expresamos nuestro ser cultural, recrea-

mos y actualizamos la tradición.

Ese gran público acude a pesar del calor sofo-

cante a las calles para apreciar la puesta en escena

de las danzas tradicionales, de las comparsas con

elementos tradicionales y de fantasía, así como a

disfrutar con los versos picarescos de los letanieros

y los disfraces individuales y colectivos, que son la

esencia del carnaval. Es este público el que en su

goce se involucra de tal forma en los eventos que

termina siendo parte de estos.

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El carnaval de todos Hno. Yamil Paniagua

Rector del Instituto La Salle

E l Carnaval de Barranquilla es una clara

manifestación de lo que significa vivir en

armonía y compartir con el otro todo lo

que somos y tenemos como seres humanos; es una

demostración de que sí es posible construir espacios

donde lo esencial es hacer sentir a la otra persona

importante y que vale.

En Barranquilla la alegría no es retórica, es

la razón de ser de sus habitantes, es lo que nos

da sentido, lo que nos identifica. El carnaval no

es solamente del barranquillero, es la oportuni-

dad de integrar toda una región, es sentirse parte

antiguas danzas de los congos, con los bailadores de

cumbia y los soldados del siglo XVIII de las danzas

del paloteo, como muestra de lo real y maravilloso

del carnaval.

Esta es una de las experiencias colectivas más

significativas de la cuidad y del país, las calles se

convierten en un espacio para el derroche creativo y

son escenario lúdico y festivo de participación, en el

que al igual que en las danzas africanas e indíge-

nas, matriz de las danzas mestizas, el espectador se

convierte en bailarín de la fiesta.

El carnaval cala en el corazón de cada barran-

quillero y permanece en el tiempo hasta las nuevas

fiestas. En él se logra entender a cabalidad eso de

“quien lo vive es quien lo goza”. Definitivamente

esto lo puede decir quien lo ha vivido a plenitud,

no es de anécdota, de escritos, de palabras, es una

experiencia que de alguna manera nos transporta a

una de las dimensiones del ser humano: la felicidad,

por esta razón digo que nos transporta a una dimen-

sión trascendente.

Los niños y los jóvenes son la garantía que

tiene Barranquilla para que el carnaval permanezca

como manifestación de lo más íntimo y puro de su

gente. Cuando un niño o un joven oye un tambor

todo se trasforma a su alrededor, deja atrás los

odios, las rencillas las enemistades y da paso a la

fraternidad y a la pasividad de vivir en un mundo de

amabilidad y de respeto.

El Carnaval de Barranquilla es pluricultural,

diverso y rico. Es la oportunidad para reconocer

al otro como diferente y convivir y compartir sin

hacerse daño.

importante de la ciudad y darse a conocer en todo

el país y en el mundo con algo autóctono, original y

que lo diferencia de todos los demás.

El Carnaval de Barranquilla es una de las

riquezas que tiene Colombia para el mundo. Es una

fiesta de cumbias, porros, mapalés, gaitas, chandés,

puyas, fandangos y fantásticos merecumbés, sones y

danzones. Una fiesta que recoge tradiciones basadas

en la creatividad de nuestros pueblos expresada

en la danza, en la música, en las artesanías, en los

disfraces y en las formas de festejar. El Carnaval de

Barranquilla es único por su diversidad y porque

en él todos somos protagonistas. Cada danza, cada

grupo folclórico, cada disfraz participa para hacer

de la fiesta el mejor espectáculo del mundo, pero no

solo para mostrarlo, sino, y muy especialmente, para

gozarlo.

El Carnaval de Barranquilla es indígena, blanco

y negro. Pero también es mulato, zambo, mestizo.

Sus danzas y expresiones, así como su música,

recogen el sentir de todos los pueblos del Caribe

colombiano. Es la confluencia de corrientes llegadas

por el Magdalena, o por el inmenso mar Caribe;

bajadas de la sierra, o provenientes de la sabana. Su

diversidad lo hace mágico, inigualable e insuperable.

Es propiedad de todos y se manifiesta en un modo

de ser y de sentir diferente.

En los tiempos del carnaval todo cambia en

la ciudad, no se sabe si la verdad es mentira o la

mentira verdad, surgen monstruos del mar, de la

tierra y de las galaxias creados en la cabeza de los

protagonista de la fiesta, que se juntan con los

tradicionales toritos de las máscaras de madera, las

El Carnaval de Barranquilla

es pluricultural, diverso

y rico. Es la oportunidad

para reconocer al otro

como diferente y convivir y

compartir sin hacerse daño.

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Sin música no hay carnavalRafael Fito Sánchez Llano

Giovanni Fontalvo

Lisandro Polo

¿ Sería posible un carnaval sin música? Sin

lugar a dudas que no. Al sonar los instru-

mentos de las agrupaciones en vivo o los

amplificadores de sonido que invaden la ciudad en

estas fechas, todos vibramos y empezamos a bailar, a

saltar, a gozar.

La música del campo con referencias vitales a

nuestra gente caribe, espontánea, pacífica, llega a la

ciudad para convertirse en el alma de nuestro carna-

val y alegrar los corazones de propios y foráneos,

generando catarsis emocionales que se revientan en

los desbordes de alegría durante las carnestolendas.

El Caribe colombiano cuenta con una gran

diversidad musical; existen más de doscientas

posibilidades de interpretación entre los ritmos y

sus variantes. Algunos de los más difundidos son la

cumbia, la puya, el garabato, el mapalé, el fandango,

la música de congo y el merecumbé. Todo ello ha

hecho que desde siempre se den en la ciudad una

gran cantidad de eventos, además de los tradiciona-

les desfiles de la Vía 40 o de la 17 o de Suroccidente,

que ponen de presente toda esa riqueza cultural.

Incluso días antes del inicio del carnaval música de

todo tipo se oye por doquier. Y es que sin música no

hay carnaval.

Aunque es indiscutible que el progreso trae

consigo ciertos riesgos, entre ellos el desplazamien-

to silencioso de nuestras costumbres y la pérdida

paulatina de la identidad cultural, en buena hora la

Administración distrital, instituciones educativas

públicas y privadas, escuelas de arte y personas

naturales nos hemos puesto en la tarea de buscar

herramientas a través de componentes académicos

para mantenerla, así como para disfrutar, y proyec-

tar nuestras músicas tradicionales, y los músicos de

esta región estamos comprometidos a salvaguar-

darlas como una de las mayores expresiones del

Carnaval de Barranquilla.

Las ruedas de cumbiaEn esencia existen las ruedas de cumbia porque la

cumbia siempre se baila en círculo, alrededor de

una fogata, alrededor del grupo musical; de allí, de

la forma de bailar cumbia, surge el nombre ruedas

de cumbia que en tiempos de carnaval, aunque

no exclusivamente, se arman en algún lugar de

la ciudad o de nuestros pueblos caribeños y nos

recuerdan la tradición, a la vez que constituyen

lugares de esparcimiento para todos.

Para quienes tenemos amor por la tradición,

las ruedas de cumbia son el desahogo, el escenario

donde canalizar esa necesidad imperiosa de tocar y

bailar cumbia. Ellas mantienen la vigencia del ritmo

y de los músicos, son también el trampolín para

muchos que pueden mostrar sus habilidades, sus

condiciones al interpretar.

La Rueda de TambóLa iniciativa de hacer un evento previo al Carnaval

de Barranquilla que acogiera a quienes llegan a la

ciudad en los días antes y en el que la cumbia fuera

el elemento principal fue de Lisandro Polo y del

Grupo Tambó. La Rueda de Tambó ha ocupado un

lugar muy grande en el Carnaval de Barranquilla, ya

la Plaza de la Paz se le queda pequeña.

El caribe colombiano

cuenta con una

gran diversidad

musical; existen

más de doscientas

posibilidades de

interpretación entre

los ritmos y sus

variantes.

GRUPo BASáN TAMBó

GRUPo AIRE CALIENTE

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Un evento que no excluyera a nadie era lo que

se quería y así ha sido. A la Rueda de Tambó llega

todo el mundo a bailar cumbia, a bailar gratis, las

mujeres no tienen que llevar sino la pollera y los

hombres el sombrero vueltiao y las ganas de bailar.

Allá llega el que quiera. En ella baila el que tenga

plata y el que no la tenga, el intelectual, el banal, el

marihuanero, el barranquillero y el extranjero.

Al inicio, se armó una cumbia gigante alre-

dedor del Grupo Tambó y otros grupos musicales

locales; después se empezaron a traer invitados que

habían obtenido un reconocimiento durante el año,

pero la verdad es que en la Rueda de Tambó toca el

músico que quiera tocar.

El Festival de Orquestas Anteriormente el Congo de oro ganado en este

festival tenía una connotación muy, muy, muy

grande, era como decir un Grammy, pero ya ha

perdido un poco ese valor. En los años ochenta

participaban todas las orquestas nacionales e

internacionales de renombre y el festival duraba

dos días: el lunes eran las orquestas y el martes los

vallenatos. Al principio nada más era un día porque

en Barranquilla no se oía vallenato, pero este llegó

después y por eso se amplió. Cuco Valoy, Pastor

López, Rufo Garrido, Los Hermanos Martelo, Los

Billos Caracas Boys, Alfredo Gutiérrez, Juan Piña,

estuvieron en el Festival de orquestas. Después

fue la época de Joe Arroyo, Juan Carlos Coronel y

Adolfo Echavarría.

El lunes de carnaval se esperaba ansiosamente

pues allá se podrían ver a todos los duros juntos,

porque de lo contrario si uno quería ir a ver a Cuco

Valoy tenía que ir a tal caseta, pero en otra estaba

Wilfrido, por poner un ejemplo, y en otra el Gran

Combo, entonces tenías que ir cambiando si las

querías ver a todas. Esa es la característica del

Festival de orquestas. Incluso anteriormente existía

una ley que grupo de afuera que venía de otro país

tenía que tocar en el Festival de orquestas.

Ahora el impacto es más comercial, las cadenas

radiales y de televisión se han vuelto asesoras de

los festivales de orquestas, el interés es meter al

artista que ellos están impulsando porque eso es

como un trampolín, es una vitrina, tú vas a salir

ahí y si te ganas el Congo te ganaste un premio en

Barranquilla que es importantísimo, uno de los

mejores carnavales de Sudamérica, pero noso-

tros como músicos que estamos ahí en el día a día

sabemos que ha perdido interés.

Noche de Río La Noche de Río nació en 2004 de la necesidad

de involucrar a grupos ribereños y rianos en el

carnaval. Este evento tiene lugar días antes del

inicio del carnaval y no es propiamente parte de él,

pero es una manera de hacer ver a estos grupos.

Es organizada por el Parque Cultural y lo principal

son los aires cantados, que son géneros musicales

en los que el instrumento principal es la voz, entre

ellos está el bullerengue, la tambora, el sexteto, las

chalupas y el son de negro.

Carlos Franco tuvo mucho que ver con

la presencia de los bailes cantados aquí en

Barranquilla, así como la Universidad del Atlántico

y Carmen Meléndez con Palma Africana. Gracias

a ellos se ha venido dando a conocer más y más la

música del interior del Caribe. Aquí antes, cuando

iban a montar una danza de bullerengue, ponían

“Josefa Matías”, que no es un bullerengue.

En la Noche de Río no solo se presentan

artistas nacionales o regionales, sino que se traen

artistas internacionales, y aparte de la música

tradicional, allí hay fusión, hay jazz, traen grupos de

rock de otros países. Este es un espacio que se está

abriendo a otros géneros porque entre el público

hay diversidad de gustos. La Noche de Río es un

evento gratuito y con mucha variedad.

La CarnavaladaLa Carnavalada también es un espacio con mucha

variedad. En ella se encuentran obras de teatro,

espacios dedicados a la literatura, la poesía y la

música. Vienen agrupaciones de otros municipios

con música tradicional, orquestas o fusiones, pero el

énfasis está en el teatro. La Carnavalada toma lugar

los cuatro días del carnaval, antes era solo dos días.

Los organizadores son los hermanos Marta y

Darío Moreu. Al inicio, ellos tenían una proyección

hacia el teatro y traían compañías de otras ciudades,

incluso de otros países, para que el público tuviese la

oportunidad de ver teatro. ¿Qué pasó? Fue ganando

interés y público y quisieron mostrar variedad,

entonces empezaron a traer grupos musicales como

gancho para que la gente también pudiera tener un

espacio de expresión musical en el evento, y esto

fue creciendo tanto, que comenzaron a darse cuenta

de que necesitaban volverlo un evento mixto, que

GRUPo TAMBó

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tuviera la parte teatral, pero también las expresiones

musicales y comenzaron a invitar inclusive orques-

tas. Por ejemplo, el lunes hay rueda de fandango, y

antes era un día o dos, ahora son los cuatro días de

carnaval.

Festival de Músicas TradicionalesA diferencia del Festival de orquestas, el Festival de

Músicas Tradicionales es mucho más abierto e inclu-

yente. La gracia es que en él se presentan grupos

que se han formado en escuelas y que no tienen la

capacidad de competir o de hacerse notar. Como el

Festival de orquestas es el famoso, la gente muchas

veces no tiene cabida allí, así que el Festival de

Músicas Tradicionales se creó para darles voz a esas

personas que interpretan música tradicional.

Este evento es gratuito, tiene lugar entre la

calle 70 y la 72 en la Prorrovía. Es un festival con

énfasis en los jóvenes. Empezó como un concurso,

pero hace dos años se cambió y ahora es un espacio

solo para tocar y participan los grupos invitados. La

desventaja de este tipo de funcionamiento es que

cada vez se va volviendo más selectivo, entonces

menos agrupaciones nuevas tienen la capacidad de

hacerse notar.

Las verbenas Las verbenas son pequeñas fiestas que realizan los

barrios en época de carnaval. Se cierran las calles y

quien quiere entrar tiene que comprar una boleta.

Hace unos años, era característico de las verbenas el

pick-up, lo raro era la música en vivo. Se desocupaba

toda la casa y en los cuartos ponían la regadera (el

monitor) y unos parlanticos. Había varios escena-

rios: la calle, pero también los cuartos, unos más

alumbrados y otros oscuritos. Cuando uno sacaba la

pela a bailar se iba para el cuarto oscuro y le decía,

vamos a bailar aquí.

El que no tenía para pagar una orquesta en

vivo iba al pick-up, que eran los de barrio. Cuando la

Batalla de Flores y la Gran Parada terminaban en el

Paseo Bolívar, allí estaban instalados en unas carpas,

algunos eran medianos, porque tienen su tamaño

y cada carpa tenía cierta medida y vendían cerveza,

licor y la gente iba allá a bailar, era hasta familiar. La

competencia entre los pick-up era el que trajera la

mejor canción extranjera, por lo general de Francia,

de Inglaterra y de áfrica. Ver bajar ese aparato era

un espectáculo. Eran muy grandes, todo un camión.

Las casetas Estos eran espacios acondicionados en un patio;

una primera forma de los salones de eventos de

hoy. Entre las primeras casetas están Mi Kioskito

y el Hotel del Prado. Mi Kioskito era, como por

utilizar el término, para la gente del sur y el Hotel

del Prado para gente del norte, y traían grupos

en vivo, después fueron saliendo casetas como La

Saporrita, La Tremenda y Pleno Sol. La Piragua, ahí

en la 59 con 43, quizá fue la primera donde vinieron

Ricardo Rey y Bobbi Cruz, y también hubo La Torta y

Los Cuatro Duros, La Fogata, Machetero, Te Espero

Entre Palmeras y La Pantera Rosa. En las casetas

nunca hubo pick-up, siempre era música en vivo.

Músicos en carnavalAnteriormente los músicos tenían más trabajo en los

días de carnaval, porque eran muy pocos los grupos

que había en Barranquilla, por lo tanto la demanda

era mayor, no había tanta competencia. Para conse-

guir un millero había que ir a Soledad porque en

Soledad siempre ha habido ejecutantes de flauta de

millo. Ahora hay dos mil quinientos milleros.

La rutina de un músicoUno se levanta a las siete el sábado de carnaval, entonces si

trabaja en música tradicional, en música folclórica, se alista para

la Batalla de Flores. Si está tocando para una comparsa, para una

cumbiamba eso es desde temprano. Te citan a las nueve de la

mañana en la sede de la organización en la que vas a tocar pa’

esperar el turno, si es bueno, salís por ahí a las tres de la tarde,

si te toca en lo último salís por ahí a las seis, pero estás todo el

tiempo en función del desfile de ese día, después de eso tienes

contrataciones en fiestas privadas, sigue la rutina, te cambias

nada más de ropa y dele, te acuestas tipo cuatro de la mañana

para levantarte otra vez a las siete para la Gran Parada.

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¡La importancia del carnaval

Para el pueblo barranquillero.

Qué lindo seria rescatar

Aquellos salones burreros!

****

¡El carnaval va tan rápido

Con ese gran jolgorio

Y a su vez va cambiando

A causa del desarrollo!

Calancho

El carnaval comienza por casaAlcides Romero

D efinitivamente Barranquilla, y en especial

su gente, contiene el ingrediente único

para mostrarse y decirle al mundo que no

tenemos igual; ¿o acaso hay otra ciudad que tenga

la magia y el encanto que ofrecemos los barranqui-

lleros? Ver durante el pre– y el carnaval disfraces,

danzas, desfiles, bailes tradicionales, casas decora-

das, locales comerciales, edificios, hoteles, parques,

calles, avenidas y hasta vehículos con figuras carna-

valeras son escenas propias de una ciudad caribe

como la nuestra.

Definitivamente el barranquillero a todo le

pone el toque perfecto, solo bastó que a alguien se

le ocurriera decir, vamos a quitar los trineos, Papá

Noel, guirnaldas, pesebres y a poner marimondas,

congos, monocucos y cumbiamberos para recibir el

nuevo año y mantener así el ambiente festivo en la

ciudad para que la idea fuera acogida de inmediato

con gran entusiasmo y espontaneidad por nuestra

gente currambera. Hoy no es extraño ver niños,

padres y abuelos trabajar en la sala, el patio o la

terraza de sus casas creando sus propias figuras de

carnaval, hechas en icopor, tela, madera, cartulina,

etc. Definitivamente, esto es una locura colectiva.

Cuando se me ocurrió presentar esta iniciativa

cultural en la ciudad, por allá en el año 2000, pensé

en una simple actividad orientada a poner en las

ventanas y puertas de las casas pequeñas figuras

que rindieran homenaje y tributo a nuestras más

representativas insignias del carnaval barranqui-

llero, pero debo reconocer que me quedé corto

ante la extraordinaria imaginación que caracteriza

a nuestra gente, pues hoy vemos grandes figuras y

adornos que ambientan los frentes de las residen-

cias, hoteles, centros comerciales, parques y hasta

vehículos, y toda una verdadera obra de arte que

contagia no solo a propios sino a turistas que se

dan cita para participar de la magia y el encanto de

nuestra diversidad cultural.

Al observar las fachadas con pequeñas y

grandes figuras de carnaval, el espíritu carnavalero

se siente con mayor fuerza vinculante en la ciudad y

esto por supuesto involucra a todo el mundo, hasta

el punto de que artesanos y trabajadores de artes

plásticas ofrecen su maravilloso trabajo para ser

exhibido en cualquier lugar que escojamos.

Nuestra ciudad es hoy por hoy como esos

teatros donde se cambia de un momento a otro de

escenografía, es decir, se abre el telón y vemos una

cosa, se cierra y se vuelve a abrir y aparece otra. Y

claro, esto es posible gracias a la perfecta condición

y privilegio que tenemos los barranquilleros como

es la de despedir el año con el ambiente festivo navi-

deño y recibir el nuevo con el retumbar de tambores

que anuncian la llegada del carnaval. ¡Qué cosa más

maravillosa!

Page 67: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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Todos hacemos el carnavalSoley Del Castillo R.

Carmen Meléndez

E l Carnaval de Barranquilla no son solo

los cuatro días centrales, hay eventos

numerosos y variados en calles y avenidas,

organizados la mayor parte de las veces por asocia-

ciones y fundaciones de artistas del carnaval, cuya

gran misión es “mostrar y trabajar por perpetuar

la esencia festiva que se trasmite de generación en

generación y con esto salvaguardar nuestra tradi-

ción cultural”.

Estas organizaciones han nacido por la nece-

sidad de los artistas y las comunidades, de incidir

protagónicamente en el desarrollo de la fiesta

popular por considerarse el ADN del carnaval, y a

partir de sus saberes se unen para alcanzar el pleno

goce, el disfrute de la fiesta y la sienten tan propia

como el río Magdalena y el mar Caribe.

Existen organizaciones que enfatizan sus

esfuerzos en los desfiles, en lo pedagógico, en las

artesanías o en la investigación y de esa forma

contribuyen a engrandecer la fiesta tradicional y

popular más grande de la región Caribe colombiana.

La Alcaldía Distrital de Barranquilla por medio de su

Secretaría de Cultura Patrimonio y Turismo convoca

a estas organizaciones a que participen anualmen-

te en la bolsa concertada de estímulos a partir de

proyectos para desarrollar iniciativas ciudadanas en

pro de la cultura.

He aquí nuestro reconocimiento a estas

organizaciones.

PREPARACIóN PARA EL DESFILE DE SURoCCIDENTE

• Asociación de grupos folclóricos del departamento del

Atlántico —AGFA—

• Asociación Cultural Ay Macondo

• Asociación de Artesanos del Carnaval Ponte la Máscara

• Asociación de Artistas del Caribe —ARCA—

• Asociación de Grupos Letanieros del Carnaval de Barranquilla

—Asoglecab—

• Asociación de Músicos de Bandas del Atlántico —Asomuba—

• Asociación de Músicos del Atlántico —Asomuatlan—

• Asociación Movimiento Cívico Todos por Barranquilla

• Corporación Autónoma del Carnaval Gay de Barranquilla y

del Atlántico —Corpogay—

• Corporación del Carnaval Tradicional —Corpotradición—

• Corporación Folclórica de Actores del Carnaval

—Corcarnaval—

• Corporación para la Salvaguarda de Grupos Folclóricos y

Actores del Carnaval de Barranquilla —Folkcarnaval—

• Corporación Unidos por el Carnaval —Unicarnaval—

• Fundación Carnaval Comunitario del Atlántico —Funcarcat—

• Fundación Carnaval del Suroccidente

• Fundación de Arte y Folclor del Atlántico —Fayfa—

• Fundación de Cumbias del Atlántico —Fundecumbias—

• Fundación de Danza de Congos y Paloteos del Atlántico

—Fundecopas—

• Fundación de Disfraces del Carnaval —Fundicarnaval—

• Fundación de Disfraces del Carnaval de Barranquilla

—Fundicaba—

• Fundación de Líderes de Tradición del Carnaval de

Barranquilla —Tradicarnaval—

• Fundación Folclórica del Carnaval de Barranquilla

—Funfocab—

• Fundación para la Investigación y el Desarrollo de la

Educación Especial —Fides—

• Fundación Tambó

• Rumberos en Carnaval —Rumacar—

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Carnaval de antañoOrlando Barrios Mendoza

Hagamos un lindo recuento

de los carnavales de antaño

pa’ que lo leas muy contento

en el famoso libro del año.

Con Daniela a la cabeza

esta historia sí pesa.

Recordando el siglo XX

hoy en letanías se escribe,

en cumbia bailaba la gente

en los clubes A. B. C. y Caribe.

Muchas familias en masa

celebraban en casa.

La primera presidenta

fue Julia Pochet de Obregón,

reemplazando costumbres incorrectas

de coronar un rey faltón.

A finales del siglo pasado

por una mujer fue reemplazado, 1899.

En el año de 1900

llegó la Guerra de los Mil Días,

no hubo disfraces incompletos

ni tampoco letanías.

Pasaron el uno, el dos y tres

hasta el año 1903.

En el año 1904

un general barranquillero

organiza con gran impacto

un desfile carnavalero.

Primera Batalla de Flores,

y con bastantes colores.

Ese fue Heriberto Vengoechea

que lo hizo con mucho deseo

pa’ que el disfraz de pea pea

gozara al estilo europeo.

Con carroza qué desfile bello

terminando en el camellón Abello.

En el año 1918

se restauró la monarquía

por primera vez con sancocho

se eligió reina de la fiesta mía.

Alicia Lafaurie se llamó

y el pueblo la aclamó,

se consagró la soberanía

pa’ que el pueblo pudiera gozar,

y nuevamente se elegía

reina por voto popular.

Por votación ganó la pelea,

esa fue Toñita Vengoechea, 1923.

Bailó con las danzas

Congo Grande y El Torito.

Con tremenda confianza

lo hizo con el paloteo y sus palitos.

Cumbiambas y Toro Grande

tenían el mande que mande.

La primera orquesta extranjera,

que vino a Barranquilla,

fue Panamá Jazz carnavalera

pa’ inaugurar en forma sencilla,

el majestuoso club A. B. C.,

que no lo pudimos conocé, 1921.

Los salones burreros

fueron cambiados por corralejas,

donde entregaban a los forasteros

pagando su entrada por pareja.

En otros bailes se gozaba:

La Quinta, El Carioca y Granada, 1929.

En las décadas de los treinta

no había desfiles ni Gran Parada,

y la gente quedaba contenta

con los disfraces que admiraba.

De Rebolo sobresalía

Enrique Salcedo y compañía.

Con el correr de los años

el pueblo celebraba con alegría,

con disfraz de todo tamaño

y de paso salen las letanías.

Ánimas Negras de Rebolo

saliendo con el primer bolo.

El famoso José Dolores

como pregonero fue primero,

haciendo versos de mil colores

pal’ carnaval barranquillero.

Los pregonaba con swing

en la famosa Plaza de Abril,

pasaban y pasaban los años

y la gente se divertía,

con los grupos de antaño

y escuchando las letanías.

Rebolo siempre presente

con su folclor excelente.

Hablemos del 20 de enero,

día de fiesta patronal,

pero para los barranquilleros

comenzaba el carnaval

en mi linda Barranquilla

con su bando de maravilla.

También apareció Joselito

como el símbolo del carnaval,

su nombre suena muy bonito

en nuestra fiesta tradicional.

Con tronco de borrachera

a nivel carnavalera,

murió un martes de carnaval

borracho y lleno de alegría,

y resucita en su fiesta anual

pa’ acompañarnos los cuatro días

pa’ que la reina y viudas lloren

en su sepelio con honores.

En la Calle de las Vacas

su nombre suena con buen tono,

por su plaza de armas se destaca

con la coronación del rey Momo.

Un artesano con manto de fique

y flores de papel sin repiques,

luciendo sus jerarquías

por las calles de la arenosa,

collar de huevo de iguana lucía

con su apellido De La Rosa.

Por corona una lata cualquiera

de cetro una cañandonga ronera.

Muchos años se disfrazó

como rey o dios Momo,

y después desapareció

como cualquier colono.

Lo rescató sin mucho afán,

ese fue Bernardo Guzmán, 1995.

En el año de 1942

entra la Sociedad de Mejoras,

partiendo el carnaval en dos

eligiendo reinas hasta ahora.

Lolita Obregón Benjumea

también ganó esa pelea.

Pa’ las reinas populares

ese fue su año afortunado,

las escogieron a los azares

en ese carnaval organizado.

De Rebolo, Las Nieves, San Roque,

Lucero, San Felipe, San Isidro, Centro

Rosario y Barrio Abajo, 1942.

La fiesta sigue creciendo

de una forma triunfal,

hasta que la fueron reconociendo

con el reinado internacional.

En 1956

Carmiña Moreno fue la ley.

En 1959

el Congo de Oro fue creado,

para el grupo que se mueve

con su baile bien organizado.

Cumbiamba, disfraces y comparsas

paloteo, letanías y danzas.

Continuaban los grupos

en la parranda más cotizada,

con desfiles llevando el bulto

hasta que llegó la Gran Parada.

Famoso nombre sin pelea

que se lo dio Pedro Vengoechea, 1967.

Para todos los presentes

esa fiesta es tradicional,

ya estaba Junta Permanente

después Corporación del Carnaval.

Ahora en la actualidad

lo dirige Carnaval S. A.

Para hacer estas letanías

me costó un cipote trabajo,

pero las hice con armonía

porque estudié en colegio pago.

Colegio de muchas leyes,

ese fue el de la seño Reyes.

CARNAVAL DE 1908. MUSEo RoMáNTICo DE BARRANQUILLA. MUSEo RoMáNTICo DE BARRANQUILLA.

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En el municipio de Galapa

E n nuestro pueblo, Galapa, se oyen desde las 7 de la mañana

los gritos carnavalescos. Los bailes más frecuentados son:

La Tanquita Roja en el barrio San Martin, Déjala Llorar en el

barrio Libertador y el del barrio Mango Centro.

Luz Elena Güette

Barrios de carnaval

Disfraces, bailes, verbenas, casetas, todo es un rego-

cijo en los barrios de Barranquilla en tiempos de

Carnaval. Aunque hay cosas que antes se vivían y ya

no existen, no decimos que se han perdido, es que

nos vamos transformando permanentemente.

L os barrios más tradicionales en épocas ante-

riores eran Rebolo, Los Pinos, Las Nieves,

Carrizal, El Bosque, Lucero, La Monga, San

Felipe, Barrio Abajo, Las Flores, Simón Bolívar.

Carlos Cervantes

L os bailes de carnaval en el Barrio Abajo

integraban a la comunidad, los palenqueros

organizábamos colectivas para los gastos y

esperábamos con mucho amor a nuestras familias

que llegaban de Palenque.

Matilde Herrera

R ebolo nunca ha perdido su amor por el

carnaval. Ha sido sede de muchos grupos

folclóricos, donde conviven con la pasión

por el fútbol y cualquier reunion familiar la trans-

formamos en carnaval gracias a la alegría propia del

barranquillero. Los reboleros nos sentimos compro-

metidos con ese don natural que tenemos, Toro

Grande y Animas Rojas nunca desapareceremos.

Óscar Barrios Mendoza

E l carnaval de antes eran más pequeño

que el de ahora. Se pagaban doscientos

pesos con derecho a comida y baile bien

amenizado. Cuando llegábamos de los desfiles de la

Batalla de Flores y la Gran Parada reposábamos un

ratico y nos íbamos a seguir gozando en los distintos

bailes que se organizaban en Rebolo y Las Nieves.

Recuerdo especialmente La Macumba, Ponte en

Algo, Boinas Rojas, Camellón, Merecumbé, Bailando

con María, Los Piratas de las Nieves. Es una lástima,

todos esos bailes desaparecieron. En Simón Bolívar

estuvieron Derroche Juvenil y Las Camaleonas,

que también desaparecieron. En olaya, Bambú; en

Magdalena, Sin Sombrero; en Bosque, La Garra No

Se Me Cae; en Nueva Granada, Amaneciendo y en

Unión A Pleno Sol. Ahora nadie se le mide a organi-

zar bailes.

Orlando Barrios Mendoza

H oy en día el carnaval se encuentra en

todos los lugares de Barranquilla de

sur a norte y de occidente a oriente,

porque hemos comprendido que todos hacemos

el carnaval, pero también hay que reconocer que la

apertura de nuestra fiesta a un mundo globalizado

orienta muchas veces los haceres carnestoléndi-

cos. Yo pensaría como dice el refrán: que no nos

volveremos a bañar en la misma agua del río porque

ella corre sin detenerse. Solo podemos no olvidar

lo vivido y aprender a recrearlo en nuestras nuevas

actuaciones y así perpetuar lo anterior que fue

hermoso y bien vivido y produjo mucho goce.

Soley Del Castillo

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C uando bailo en la Vía 40 me emociona

mucho el público. Todo mi danzar se

lo brindo con el corazón a quienes nos

esperan y acogen con mucha alegría y espontanei-

dad. Son maravillosos. Yo los saludo con color y

calor, con sudor, debajo de un esplendoroso sol.

¡Que viva Barranquilla y su carnaval, carajo!

Rafael Morales

A preciado público: Eres tan protagonista

de esta fiesta como yo. Sientes mi ritmo

al danzar y yo siento tu goce y disfrute al

verme bailar para ti. Me apasiona que juntos cele-

bremos el entusiasmo que despierta la música y el

movimiento de mis caderas.

No te imaginas qué se siente cuando nos dicen

que ya el desfile arrancó. Es algo mágico, inigua-

lable, intangible, indescriptible; algo que solo mi

espíritu puede vivir y disfrutar, es como entrar en un

mundo nuevo y romper con la rutina, el pecado, la

intolerancia, para envolvernos de magia en un lugar

donde solo se permite la felicidad, la risa, el entu-

siasmo, el movimiento de los hombros, el guepaje,

¡ay, hombe!…, uuupa…, y solo con oír la música nues-

tras almas se elevan y nuestro cuerpos levitan bajo la

mirada del mundo de diversas culturas.

Ese encuentro de los dos: tú, espectador; yo,

actor; tú, actor, yo, espectador, nos permite comple-

mentarnos y celebrar el carnaval. Gracias por estar

aquí, porque eres parte de mí, por conectarnos una

y otra vez en ese río de emociones, de intercambiar

el goce y el disfrute de mi carnaval.

Maribel Egea

¡Q ué día tan radiante! Este es mi sol

caribe, contagiado de alegría y del

retumbar del carnaval. Me he levan-

tado como siempre, con las gracias a Dios, y más

alegre porque es carnaval. Hoy con el bando damos

inicio a la fiesta más bella, más hermosa, más signifi-

cativa para la ciudad y para mí.

Querido amigo que vives esta fiesta como

espectador, deseo que te la goces y la sientas igual

que yo que soy un artista del carnaval. Es tuya, ámala

y respétala. Si en una calle cualquiera o desde un

palco ves algún artista, aprécianos y valóranos como

nosotros lo hacemos contigo.

Eres importante para nosotros, tus vivas y

aplausos nos transforman y elevan, y así te brinda-

mos lo mejor para que te sientas feliz y olvides los

problemas. Amigo barranquillero, colombiano o

extranjero, te aprecio como hermano amante de la

cultura, del arte, del carnaval, contágiate del goce

pagano sin violencia, que el radiante sol siempre

ilumine tu mente y tu camino en cada evento que

vayas a ver.

Aprecia no solo el jolgorio, lo lúdico, sino

también interésate por conocer la historia de cada

manifestación y de cómo se hace o cómo hacemos

para llevar a cabo la fiesta más importante de

Colombia para el mundo.

Esta es tu casa, este es tu carnaval. Regresa

siempre y quédate aquí.

Álvaro Bustillo Solano

U stedes, señores y señoras del público, son

para mí, óscar Barrios Mendoza, el crítico

número uno de mis presentaciones. Son

ustedes los que ven lo bueno y lo malo. Los escucho,

quiero recoger sus observaciones pues ellas me

ayudan a corregir lo que sea necesario.

Yo digo que los artistas del carnaval debemos

ser humildes y prestarle atención a ese gran crítico

que constituye la masa de espectadores que esperan

de nosotros lo mejor. Creo que quienes hacemos

el carnaval tenemos una obligación con nosotros

mismos y con ustedes, el público, para que quienes

van a vernos y a gozar se sientan satisfechos y nos

sigan recordando cuando regresen a sus casas y los

días después. Sí, yo lo que quiero es que en la retina

de ustedes los espectadores quede fijado el desfile

de El Toro Grande de Rebolo con sus hermosos

vestidos y su buena coordinación coreográfica.

Cada vez queremos ser mejores, por eso sus

críticas y observaciones son muy importantes para

nosotros. Nunca dejen de hacérnoslas por favor.

Solo así saldrán siempre sintiendo que valió la pena

ir a vernos y que griten con nosotros: ¡que viva el

Carnaval de Barranquilla!

Óscar Barrios Mendoza

Cartas al público

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SOMOS danzas

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Historia de danzasUbaldo Mendoza

E n los años cincuenta en Rebolo, en temporada de carnaval, mi casa era

un compendio de colores; satines rojo, blanco, amarillo, azul, verde;

trencillas, mostacillas, soutaches y toda clase de abalorios estaban por

doquier. Mi mamá era la costurera del barrio y hacía los disfraces a diferentes

miembros de danzas, de congos, burros, torito y capuchones. En medio de todo

esto recuerdo a mi mamá sentada frente a su máquina escuchando música de

Matamoros, del Cuarteto Flores, Casino de la Playa y la Sonora Matancera.

Para ese tiempo Rebolo se dividía por sectores: el del Matadero en donde

estaba situado el Matadero Municipal (calle 17 carrera 33); el de la Capilla

del Carmen; y el sector de la Gota de Leche, porque por ahí se encontraba el

dispensario municipal, aunque también se le decía Monigote en razón a que allí

estaba el Colegio José Hilario López y en su parquecito había un busto de él; el

plantel educativo desapareció y hoy se encuentra una cancha de bola de trapo

cuyo torneo se llama Gota de Leche.

También estaba el sector de La Luz, llamado de esta manera por su acerca-

miento al caño de La Luz o caño De La Ahuyama, primera invasión que existió

en Barranquilla, formada por los inmigrantes de la ribera de río y que llamaron

Las Tablitas. Estos habitantes fueron desplazados y se ubicaron entre la carrera

20 hasta la 28, y desde las 11 hasta la 8.

La llegada de estos pobladores vino a enriquecer folclóricamente a Rebolo,

pues eran portadores de diferentes expresiones culturales, propias de su sitio de

origen. Fue así como aparecieron danzas que después pasaron a ser un patrimo-

nio de la ciudad. De eso puedo dar fe pues lo viví.

Los Villa y la danza de los diablosOriunda de Remolino, Magdalena, llegó la familia Villa, que se ubicó en la calle

10 (El Sol) entre carrera 21 y 22. Estaba compuesta por el padre, la madre, y dos

hijas, (América y Herlinda), y un varón (Eduardo). Esta familia trajo la danza de

los diablos. Eduardo tocaba el tambor pequeño en forma de tam tam, ritmo que

siguieron Herlinda y América quienes ejecutaban una danza brincando sobre

unas botellas puestas en el suelo, una delante de la otra, y luego una sobre otra.

Esto lo hacía cruzando las piernas. Lo que llamaba la atención era que formaban

una espuela con unos cuchillos que afilaban delante del público.

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El señor Ventura Villa, que así se llamaba el papá, era el Diablo Mayor,

ofrecía el espectáculo más arriesgado, hacía lo mismo que sus hijas pero sus

cuchillos eran más largos y terminaba su actuación brincando con un banco

entre los dientes.

Esta danza no utilizaba el fuego como las actuales, su atuendo era una

camisa con capirotes y mangas largas rematadas en puntas con cascabeles,

pantalones bombachos a media pierna, medias rojas, rabo y caretas con espejos.

Todos los atuendos eran rojos.

En la temporada previa al carnaval frente a la casa de los Ventura Villa

nos reuníamos los vecinos a disfrutar el espectáculo de los ensayos; luego

desapareció de los carnavales a raíz de que el señor Ventura al ejecutar la danza

se cortó el talón de Aquiles.

Todavía existen testimonios de esta danza, pues muchos vecinos de

aquella época aún viven por ahí: los Díaz, los Carcamos, los Ríos, los Mazas, los

Rodríguez.

Los Rodríguez y los Doce Pares de FranciaLos hermanos Rodríguez vivían ahí cerca (calle 10, carrera 21 esquina). José y

Manuel eran unos emboladores zapateros del Paseo Bolívar que participaban en

Los Doce Pares de Francia y que algunas veces ensayaban en esa dirección.

Recuerdo que ahí quedaba una pila de la que se abastecía el pueblo que no tenía

comercio de agua.

Los Berdugo y El Imperio de las AvesPara esta época se instaló en Rebolo la familia Berdugo, vivían en la calle

Maturín 21. En la Manga de Obregón. El carnaval estaba en pleno auge y así lo

vivíamos. En un principio Pedro Berdugo organizó una cumbiamba, pero él era

portador de una danza de la ribera de río, de mucho colorido, como los pájaros,

y con versos alusivos a las cualidades de cada una de las aves de la región. Así

nació El Imperio de las Aves que aún subsiste y es dirigido por su hija Carmen

Berdugo. Los personajes son el jardinero, el cazador y muchos pájaros.

Los Villalba y la danza del garabatoCerca de los Berdugo, carrera 22 con calle 21 y 22 (Maturín con Callejón de la

Ceiba) vivía Adolfo Villalba, quien por algún tiempo dirigió la danza del garabato

y tiempo después como director del grupo Villalba y Sus Muchachos pasó a

ser el músico de la danza del garabato del Country Club que dirigía Emiliano

Vengoechea. En el sector donde vivía Adolfo Villalba residen aún vecinos de la

época que son testimonio de esta información.

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Rufino Orozco, Custodio Pedroza y Ana Hincapié y la danza del paloteoOtra danza de Rebolo en el carnaval, el paloteo, llegó a Barranquilla traída

de Gaira, Magdalena, por el señor Rufino Orozco quién vivía en la calle 11

(Esperanza) con carrera 25 (Independencia) cerca de la casa de una matrona

popular en aquella época llamada Cruz Barragán, y al lado de la familia Hincapié.

Andrés Donado y Eloísa, quién a su vez era hermana de Ángel Custodio Pedroza,

hicieron parte de ella desde sus inicios allá por los años treinta.

En principio el paloteo era bailado únicamente por hombres, pero a raíz de

que cuando estaban borrachos manejaban el simulador de combate con alguna

violencia lo que originaba accidentes con resultados lamentables, Custodio

Pedroza quiso humanizarlo y le incluyó mujeres y así nació el paloteo mixto.

Esta danza ensayaba en la calle 14 (Caridad) con carrera 23 Callejón de

Bolívar) en un enorme patio donde residía la familia Pedroza. Desde las siete de

la noche nos reuníamos los vecinos, sentados en el suelo para ver los ensayos,

asombrados con su vibrante coreografía, y nos reíamos con los versos jocosos

qué decían.

La danza tiene versos a las banderas, que identifican a cada uno de sus

miembros según el país que representa, y versos llamados de palos, que dicen

antes de empezar el combate. Las gracias de la danza consisten en que el ritmo

es ejecutado por una violena o un acordeón, acompañado por un redoblante, y

seguido por los golpes de los palos que usan en el combate. Los palos y el redo-

blante deben ir acompasados.

El paloteo participa en el Carnaval de Barranquilla desde hace más de

setenta años y no solo se ha mantenido, sino que dio pie para que aparecieran

otras similares. En 1959, Manuel López en unión de Maritza Hincapié, baila-

dores del Paloteo Mixto fundaron su propio grupo al que llaman El Paloteo de

Barranquilla. Se ubica en la calle 25 (Santa Isabel) con carrera 22 (Ceiba) y toma

el mismo formato de la danza de los Pedroza.

Dilia Meléndez y la danza de los indios de trenzasOtra danza que se paseaba por la calles de Rebolo era los indios de trenzas,

fundada en 1935 por Dilia Meléndez, quien le legó la responsabilidad de dirigirla

a su hija Dora Thomas cuando esta contaba apenas con 15 años. El origen de

esta danza son las comunidades chimilas ubicadas en la ribera del río Magdalena

en regiones como El Copey, Fundación, Plato Gamarra, Mompós y otros de la

Depresión Momposina.

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somoscongo

Óscar Barrios Mendoza

Luz Elena Güette Borrero

Esther Hernández Morón

N uestra danza viene de muy lejos. Fue traída

por los negros esclavizados que provenían de

África, por eso decimos que es parte del legado

ancestral africano. Esta fue la danza de resistencia de los

cabildos negros de Cartagena colonial, forma organizativa

estimulada por los españoles para mantener divididos a

los esclavos. La fantasiosa capa, la pechera y el turbante

evocan el atuendo usado por los portugueses en la época,

en sus colonias africanas.

Tras conformarse los palenques en la zona del Canal

de Dique, parte de esta cultura se trasladó a Barranquilla a

través del río Magdalena y se concentró en Barrio Abajo,

epicentro del Carnaval de Barranquilla, lugar de origen de

muchas danzas presentes en el carnaval de hoy en día.

La danza de congo es una de sus expresiones más

representativas y una tradición que se transmite de gene-

ración en generación. Por eso decimos que la danza de

congo se lleva en la sangre.

Estamos organizados en diferentes cuadrillas y al son

de la música y de manera acompasada vamos marchan-

do de izquierda a derecha, agarrados unos a otros (de

a cuatro), hombres y mujeres en cuadrillas separadas.

Juntos vamos haciendo figuras a la manera de culebrillas o

caracoles.

Nuestra actitud es guerrera y para acentuarlo los

hombres levantamos nuestros brazos a lado y lado, y

solemos llevar en una mano palos o machetes. Las mujeres

están organizadas también en cuadrillas y agarradas unas

con otras como los hombres. Sus cuerpos están ligeramen-

te doblados hacia delante, mueven los hombros y baten la

falda con sus manos.

Siempre vamos acompañados de músicos que tocan

tambor, guacharaca y palmas, junto con un coro y un

cantador que vocea los versos. Cada grupo elabora sus

propios versos y estos van cambiando año tras año.

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ÁNGEL ALMANzA, ALFONSO FONTALVO Y VENTuRA CABRERA.

ALFONSO FONTALVO

Y MIEMBROS DEL

CONGO GRANDE DE

BARRANquILLA.

El Torito de los años cuarentaUbaldo Mendoza

En la temporada del carnaval, por allá al final de los años 40,

los jóvenes nos reuníamos temprano en la sede de las danzas

para verlas salir, principalmente la danza de El Torito, y algunos

nos íbamos detrás en su recorrido. Recuerdo cómo El Torito

desfilaba por las calles: primero iba Canchana que portaba

la bandera, seguido por los músicos; Sandoval el tamborero,

Enrique Castelbando y Pablo Padilla. Los cantantes y los coros

con un golpe de calle entonaban un verso que decía: “El torito

ronca y brama cuando llega al arenal”.

Adelante iban parejas de homosexuales vestidos de

reinas, seguidos de los disfraces de toros, burros y perros,

guiados por uno disfrazado de yegüita; este era un disfraz de

faroleador que parecía fuera montado en una yegüita; desafor-

tunadamente este disfraz desapareció de las danzas de los

congos. Luego seguían los disfraces de los congos con su gran

colorido, con hermosos turbantes adornados con flores y en

las pecheras a veces con prendas de oro.

Cuando llegaban a la casa del parroquiano donde iban a

bailar, Canchama instalaba la bandera, se ubicaban los músicos

y los disfraces de animales empezaban un combate simulado

entre ellos; la yegüita los jardeaba. Luego aparecían los congos

desfilando en figuras de mariposa o eses o culebras para hacer

después un círculo en cuyo centro bailaban de uno en uno con

las reinas, que como ya se dijo eran gais. Para hacer el cambio

de bailarines, quien deseaba entrar al centro gritaba ¡cierra!

y la pareja que estaba bailando se salía del círculo; así seguían

hasta que bailara la mayoría, mientras que por fuera del círculo

el resto del personal seguía jugando con el público mostrándo-

le muñecas, culebras o golpeando con vejigas de puerco.

La danza tenía dos golpes de tambor, golpe de baile y

golpe de calle, cuando se acababa el baile el cantante ento-

naba un verso que decía: “Alevantá tambolero, alevantá y

vámonos”, y todos salían a ocupar sus puestos y comenzaba la

marcha a otro sitio, cantando versos.

El día que todos los congos se juntaronMónica Lindo

Esto que les contaré ocurrió el año en el que la empresa organizadora del carnaval me delegó

la apertura de la Batalla de Flores. Yo siempre había soñado con reunir todas las danzas

de congo, porque se decía que entre muchas de ellas no se podían ni ver, así que trabajé

incansablemente por cumplir el sueño de verlas juntas haciendo culebrillas y mariposas.

Concentré a todos los músicos en un tráiler con micrófonos y un gran amplificador

para que sus versos pudieran oírse. Fue emocionante ser testigo de su alegría por el gran

impacto que entre todos suscitó estar allí juntos, y disfrutar sus versos compuestos espe-

cialmente para la ocasión, que solo hacían referencia a la fraternidad, al compañerismo

y a la tolerancia en carnaval. Estaban plenos, eso me llenó de inmensa satisfacción. Es un

maravilloso recuerdo; una experiencia muy especial.

Quiénes integran los congosHace muchos años la mayoría de los integrantes

de los congos eran trabajadores, vendedores del

mercado, estibadores del terminal, miembros de las

familias del barrio. Los grupos no eran tan nume-

rosos como lo son hoy en día. Entonces era fácil de

reunir cuarenta o cincuenta personas. Hoy en día

se han integrado abogados, ingenieros, médicos y

políticos.

Las familias que mantenemos la tradiciónGracias a una tradición familiar nuestra danza aún

pervive en el centro de nuestro carnaval. Las fami-

lias que la hemos mantenida viva, las que somos

el corazón y el pulmón del congo, del verdadero

congo, el autóctono, el popular, somos los Barrios,

los Noguera, los Fontalvo, los Acosta, los Guette, los

Cabrera y los Maury.

Ha sido necesario mucho tesón para mante-

nerla tal cual es y nos duele que algunos estén

distorsionando la tradición.

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Vestuario de la mujerSe trata de un vestido que lleva en el escote (en

bandeja, con los hombros libres y sin mangas) varios

volantes de distintos colores. La falda con volantes

iguales a los de la blusa. Los colores de los vestidos

de las mujeres coinciden con los de los hombres e

identifican a cada grupo. Además llevan en la cabeza

flores de colores y accesorios llamativos.

CONGO CARRICEñO

DuRANTE EL DESFILE DE

LOS NIñOS.

Nuestro vestuarioPara nosotros, la danza del congo es la más elegante

en su vestuario. Antiguamente se caracterizaba por

llevar en su indumentaria pieles animales y eso era

algo que distinguía un grupo de otro; hoy en día, en

razón a las leyes de protección de los animales en vía

de extinción, está prohibido.

El turbante lo elaboramos hoy en día con cartón y va

adornado con flores artificiales de colores vivos. También

les ponemos espejos y otros elementos que lo hagan

vistosos. Cada congo tiene su turbante y algunos pasan

de generación en generación. Los cuidamos mucho y los

reparamos con esmero cuando se estropean. El director

de la danza no lleva turbante sino sombrero adornado con

cintas de colores.

La faunaMuchos animales nos acompañan, andan por ahí, juegan y

pelean; los niños son quienes suelen representarlos y llevan

vestidos con telas que los asemejan (por ejemplo de cebra,

tigre o elefante) y máscaras elaboradas hoy en día en papel

maché.

Vestuario del hombre

La penca o cola sale de la parte de atrás del turbante y

va hasta los talones. También es muy representativo de

nuestra danza y pasa de generación en generación. Es de

satín de colores fuertes y va adornada con lentejuelas,

canutillos, encajes y cintas.

Los pantalones son de satín y cada grupo los usa de colores

diferentes; en las rodillas llevan unos parches grandes y en

la bota arandelas de diferentes colores; también a los lados

llevan encajes.

La gola es una pieza muy importante. Lleva arandelas,

encajes, lentejuelas y canutillos.

La capa suele ser

de satín y en un

color fuerte, y

lleva superpuestas

distintas figuras

al gusto de cada

congo; usualmente

son figuras de

animales, máscaras

y otros elementos

representativos

del carnaval. Junto

con el turbante

y la penca son

distintivos de la

danza.

La camisa es de

manga larga, con

pechera o peto de

la misma tela de

la capa; se decora

con figuras de

animales hechas con

lentejuelas.

La cara la llevamos

pintada con círculos

rojos en las mejillas.

Además usamos

gafas oscuras.

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Congo Campesino de Galapa

Luz Elena Güette Borrero

CONGO CAMPESINO

DE GALAPA. EN

PRIMER PLANO MI

PADRE JOSé VICENTE

GÜETTE Y TODOS LOS

INTEGRANTES DuRANTE

EL DESFILE EN GALAPA.

Nuestro grupo fue fundado en el año 1925 por don

Mercedes Acosta con el nombre de Torito. Tres años

más tarde pasó a manos de don Alberto Barrios

Patiño y en 1929 cambió de nombre por el de

Congo Campesino de Galapa. Debido a los quebran-

tos de salud de su director, el grupo estuvo caído

muchos años y casi desaparece. En 1994 mi padre,

José Vicente Güette, que había pertenecido al grupo

desde 1970, se puso al frente y lo levantó. En ese

momento tenía tan solo siete miembros y hoy en día

salimos 81 personas, sin contar los músicos.

El respeto y el amor a sus patrones tradicio-

nales es algo que nos caracteriza y se ve reflejado

en cada detalle; el colorido y el machete no le

puede faltar a un buen representante del Congo

Campesino, así como la decoración carnavalera de

su casa. A su vez, somos el único grupo de congo

que tiene una mujer como jefe de cuadrilla que va,

además, vestida de congo, esto es con pantalón. Esa

soy yo.

Durante todo el año gestionamos la conse-

cución de recursos económicos para cubrir los

gastos: vestuario, maquillaje, músicos, refrigerios,

transporte y otros. Para ello hacemos bingos y rifas,

y recibimos aportes de familiares y amigos, lo mismo

que de la Fundación Carnaval S. A., la Alcaldía de

Galapa y de la Fundación Adoptemos La Tradición.

En el carnaval participamos en la tarde de

danzas y comparsas en el Romelio Martínez, la

Gran Parada de la Tradición el lunes de carnaval

en Barranquilla, el desfile de Galapa, así como en

el Festival del Congo en nuestra población, y en

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Luz Estela Güette Borrero

Cuando estaba pequeña, yo siempre me sentaba con los

músicos atrás de ellos y terminaba improvisando versos.

Cuando mi papá quedó sin un músico que se fue para

Venezuela, hace ya cinco años, él me dijo que cantara, pero

yo le decía que no, que no podía, pero gracias a Dios me me

atreví y ese año nos ganamos el primer Congo de Oro. Soy la

única mujer verseadora de congo aquí en la costa Atlántica.

José Vicente Güette, director del Congo Campesino

de Galapa

Mis inicios en las fiestas carmestoléndicas fueron desde

muy temprano con mi disfraz de burro y toro hasta cuando

llegué a ser miembro de la Danza Congo Campesino de

Galapa en 1970. Amo el carnaval y he trasmitido mis

conocimientos para preservar la danza. Nuestra juventud

está comprometida con la danza de congo y eso me da

mucha alegría. La tarea la he logrado hacer gracias al apoyo

de mi familia y amigos que han nutrido durante décadas

esta legendaria danza.

SOMOS TRES MúSICOS:

EL LLAMADOR, CRISTóBAL

FIGuEROA; LA GuACHARACA,

AGuSTíN PADILLA; LA

VERSEADORA, Luz ESTELA

GÜETTE, Y DOS CORISTAS,

RENé GÜETTE Y KATHERINE

FIGuEROA.

El viernes antes de

carnaval, reunimos

al personal para

estar unidos

y organizar

bien nuestras

presentaciones de

esos días. Mi padre

se levanta muy

temprano a revisar

los accesorios y el

maquillaje. Después

disfrutamos un

buen sancocho

y comenzamos a

prepararnos para

la Batalla de Flores

que es el sábado,

la Gran Parada que

es el domingo y el

Festival del Congo

que se hace el lunes.

El martes, último

día de Carnaval,

recorremos las

calles de mi pueblo

llevando la danza a

la casa del antiguo

dueño (ya fallecido)

para que su esposa

la vea y confirme

que la tradición

no va a morir por

muchos años.

diferentes eventos a lo largo y ancho del departa-

mento del Atlántico.

Gracias a nuestro compromiso, el relevo

generacional ha mantenido su identidad; hijos,

nietos, yernos, primos, vecinos e incluso personas

que residen en el exterior y que vienen en época

de carnaval a participar con nosotros han sido un

factor multiplicador y de mucha esperanza, porque

sabemos y reconocemos la importancia que implica

salvaguardar nuestro patrimonio.

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El Toro Grande de Rebolo

Óscar Barrios Mendoza

Mi abuelo paterno, José Trinidad Barrios

Orozco, fue quien inició a la familia en el

congo. Claro que la vida dio vueltas antes

de que el nombre de la familia Barrios

se asociara al Toro Grande de Rebolo del

cual nos sentimos tan orgullosos.

Nuestro grupo fue fundado en el año

de 1875, en el barrio Rebolo, por el señor Luis

Rodríguez nativo del municipio de Soledad. En esa

época el Toro Grande de Rebolo tenía una rivalidad

con el Congo Grande y libraban grandes batallas en

las que se disputaban el gran trofeo; la señal de

triunfo era quitarle la bandera al contrincante

que era derrotado si la perdía, entonces el

ganador la mostraba a los presentes. Ese era el

Congo de Oro de esa época.

Los grupos eran conformados

por personas adultas y no permitían

participar a menores de edad, así que

mi abuelo, junto con Elías Fontalvo

(abuelo de Alfonso Fontalvo),

el Chino Pediaña y Fulgencio

Ebrat decidieron fundar el 20

de enero de 1878 su propia

danza y la bautizaron El

Torito Ribereño, Torito

porque la mayoría eran

adolescentes y Ribereño

por la cercanía del río.

Por razones que

desconozco, el Toro Grande

de Rebolo dejó de aparecer en el carnaval durante

varios años, hasta 1939 cuando volvió a presentarse

y con mucha fuerza. El músico era ni más ni menos

que Francisco Pacho Bolaños, llamado el “Poeta

de los Negros”, y músico del Ballet de Colombia

dirigido por esa gran artista llamada Sonia Osorio.

La gran mayoría de sus integrantes eran trabajado-

res del mercado y se disfrazaban de toro, gorila y

tigre; la minoría salían con el vestido de congo, lo

contrario a hoy en día donde sobresalen los congos

y entre los integrantes del grupo hay profesionales

y miembros de familias prestantes de Barranquilla.

Luego el grupo volvió a salir de la escena hasta el 16

de julio de 1986 cuando mi hermano mayor, José

Trinidad Barrios Mendoza, tomó la iniciativa de

sacarlo al ruedo.

Todo ocurrió por un malentendido con

Alfonso Fontalvo, porque nuestra familia para ese

entonces seguía saliendo con el Torito Ribereño. De

hecho el viejo mío era adolescente cuando entró

a ese grupo y con Pablo Mercado (ambos falleci-

dos) eran jefes de cuadrilla. Con ellos salían mis

hermanos mayores José, Teobaldo, Atenógenes y

Orlando, todos muy respetados por las otras danzas

del carnaval. El último año que el viejo mío salió fue

en 1970, murió el 1 de julio de ese año.

Desde el primer momento, mi hermano

quiso darle al Toro Grande de Rebolo el don de los

grandes grupos tradicionales de nuestro carnaval y

contó con el acompañamiento de familias como los

Noguera, los Arzuza, los Castro, los Carrillo y los

Padilla. Desde esa época hasta la presente hemos

EL TORO GRANDE DE

REBOLO CONCuRSANDO

EN EL ROMELIO MARTíNEz.

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ganado 20 congos de oro y hemos obtenido el

reconocimiento de la Cámara de Representantes, de

la Secretaría de Cultura, de la Cámara de Comercio,

del Círculo de Periodistas del Atlántico y de distintas

entidades educativas.

Algo que nos ha caracterizado es que todos

salimos muy bien presentados, con los vestidos

impecables y toda la parafernalia completa; somos

muy organizados en nuestras cuadrillas y nos gusta

seguir de manera estricta la tradición.

Nuestros rituales Todos los sábados de carnaval la familia Barrios y El

Toro Grande de Rebolo asistimos religiosamente al

cementerio para visitar a nuestros parientes falleci-

dos que aportaron mucho a nuestro carnaval, para

pedirles su protección divina y que todos nuestros

actos en carnaval salgan sin ningún problema.

Celebramos este ritual desde hace cuarenta

años. Visitamos tumba por tumba para hablarles

a nuestros parientes y pedirles su protección. De

paso le echamos un trago a las tumbas y recordamos

cuando ellos estaban en este mundo de alegría, goce

y disfrute carnavalero.

A su vez el domingo de carnaval, el gran

domingo de calificación como se llamaba antigua-

mente, antes de irnos para la Vía 40 recorremos la

calle 17 para mostrársela a nuestro barrio Rebolo,

cuna del carnaval. Al terminar ese recorrido

sabemos si vamos bien o mal y hacemos unas

últimas recomendaciones. Bendito Dios todo nos ha

salido sin ningún problema. Este rito me da paz en

el corazón para conducir adecuadamente el grupo

y saber sortear los imprevistos y las situaciones que

se presenten. Cuando estoy en el desfile soy el más

orgulloso de todos los directores de grupo, razones

me asisten, el mío es el Toro Grande de Rebolo.

ARCHIVO Y MEMORIA

DE LA DANzA EL TORO

GRANDE

LA CuADRILLA TRADICIONAL DEL TORO GRANDE LuCE Aquí TODA LA PARAFERNALIA. LAS CABEzAS SON MI HIJO óSCAR FARíAS

Y MI SOBRINO BORIS BARRIOS; ELLOS LLEVAN 25 AñOS EN EL GRuPO.

Yo en particular antes de salir de la casa

hago plegarias al dueño de la vida para que

me proteja a mí y a todos mis familiares

que disfrutan el carnaval, y a todos los

integrantes de El Toro Grande de Rebolo.

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El Torito RibereñoAlfonso Fontalvo Torres

Como danza guerrera, los congos portamos

lanzas o garrocha de madera en la mano derecha.

Y además de ir ataviados con un disfraz vistoso y

lujoso, acostumbramos a llevar una serpiente, un

muñeco o una vejiga de cerdo en la mano izquier-

da como símbolo totémico protector de las tribus

congolesas a las que les debemos nuestra existen-

cia. En consonancia con los elementos míticos,

la serpiente puede considerase como un símbolo

fálico, viril, mientras que las flores son símbolo

maternal, de fecundidad.

Distingue, además, a la danza El Torito la insig-

nia de la máscara de toro y la presencia de disfraces

Desde 1930 empezamos a aceptar niños y mujeres en

la danza, pues antes se presentaban enfrentamientos

crueles de palo, piedra y trompada.

Nuestro atuendo y elementos míticosEl atuendo que llevamos los congos es de extraordi-

naria belleza y decoración: turbante adornado con

borlas de lana de diversos colores, caras de muñecas

de caucho o flores artificiales; penca que pende del

turbante por la parte trasera; gola o capa decorada

con figuras de animales confeccionadas con lente-

juelas; pechera adornada con abalorios y símbolos

distintivos de la danza; pantalón y camisa. El direc-

tor lleva sombrero para distinguirse de los demás

intengrantes y señalar autoridad. Las mujeres usan

blusas sin mangas y una falda de diversos colores

con adornos en el ruedo y flores en la cabeza.

El Torito Ribereño fue fundado por mi abuelo Elías Fontalvo

Jiménez y tres amigos más, José Trinidad Barrios Orozco, Santiago

de Alba y Luis Gutiérrez conocido como el Indio Pediaña, cuando

apenas eran unos adolescentes de doce años; fueron cabeza de

danza Pedro Rudas y Fulgencio Ebrat.

Eso ocurrió el día 20 de enero de 1878 en la calle del

Comercio (hoy 34) entre las carrera Concordia y Hospital (hoy 33

y 35). El sitio exacto fue en la parte de atrás del Hospital General

de Barranquilla, que había sido inaugurado hacía poco. Este sector

era conocido como Barrio Abajo, hoy Centro, San Roque y Rebolo.

La idea de fundar la danza nació al no habérseles permitido

participar en la danza El Toro Grande por ser menores de edad,

aduciendo la violencia existente en esa época entre las danzas de

negro (congo). De ahí su nombre en diminutivo de Toro Grande. A

principio de siglo una cruel batalla sostenida entre dos grupos en

la calle California (hoy Medellín o 42) que dejó numerosos heridos

a palo, puño y machete, demostró la bondad de las medidas de no

aceptar menores.

Años más tarde mi abuelo se casó con mi abuela Rita de las

Aguas y se trasladaron a vivir en la calle de la Cruz (hoy 29) con

carreras Concordia y Hospital, donde nacieron sus nueve hijos,

entre ellos mi padre Marco que vino al mundo en 1900. Esa casa

sigue siendo hoy en día la sede de El Torito Ribereño.

En 1930, por enfermedad de mi tío Campo Elías, mi padre

quedó a cargo de la danza. Fue el tercer sucesor en la dirección

del grupo y estuvo en ese lugar hasta 1970 cuando me la entregó.

Falleció al año siguiente. Desde ese entonces me desempeño como

director.

Esta máscara fue

creada en 1878 con

la fundación de la

danza y es catalogada

como la más antigua

del Carnaval de

Barranquilla.

En nuestro taller las

máscaras se trabajan

en madera y son

elaboradas por los

mismos participantes.

EN EL TORITO SALEN FAMILIAS POR TRADICIóN: ESPOSAS, HIJOS, SOBRINOS.

Nuestros trajes hoy

en día están llenos

de color, pero en

tiempos de mi padre

predominaba el

blanco y negro.

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de diversos animales como tigres,

perros, burros y gorilas.

Música y baileEn la danza del congo son fundamen-

tales los elementos del baile cantado:

tambor, coros y palmas. El baile es

acompañado por la percusión rítmica

del tambor, el batir de las palmas y la

guacharaca. Los versos son improvi-

sados o por un solista o hacen parte

de la tradición oral mantenida en la

memoria de la danza.

ENSAYO DEL GRuPO EN

LAS CALLES DEL BARRIO

DE REBOLO MINuTOS

ANTES DE SuBIRNOS

AL BuS quE NOS

CONDuCE A LA VíA 40.

Una anécdota que con frecuencia recordamosCon una trayectoria de 136 años ininterrumpidos de

esta danza, son muchas las anécdotas que hay. una muy

graciosa que me gusta recordar es esta. Ocurrió el lunes

de carnaval de 1957; en el grupo había un señor de

nombre Nicolás Gutiérrez a quien apodaban Colaco y

tocaba la guacharaca. En ese entonces la danza pasaba por

la Calle de la Cruz, hoy 29, con Callejón de Buen Retiro,

hoy 32. Las calles no estaban pavimentadas, eran puro

caliche y se asomaban unas puntas de piedra. El señor

Colaco tocando la guacharaca iba cantando este verso:

Que viva Simón BolívarQue nos dio la libertad.

Estando en esas metió el pie en una piedra de caliche,

cuando en aquel tiempo se usaba la abarca cotiza, y ese

hombre del dolor tiró la guacharaca por allá lejos, se

agarró el pie —se había volado la uña del dedo cabezón

del pie derecho— y exclamó: “¡Maddito Simón Bolívar y la

mae que lo parió, nojoda!”.

Ya llegó la fiesta bravaEl Torito empezó a bramarpor su hijo y por su famala que alegra el carnaval.

Alégrate Barranquillano te pongas a pensarporque fiesta como estatenemos que gozar.

Ya saben a quién les cantacon versos tan bonitosles canta Mañe Herrerala leyenda de El Torito.

Mañe Herrera

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Congo Grande de Barranquilla Adolfo Maury

Esta aventura nació para mí el 6 de mayo de 1970

cuando llegué al mundo en un hogar regido por la

tradición del carnaval. Mi abuelo, Ventura Cabrera

de La Ranz, hombre del carnaval durante toda su

vida, fue el encargado de darle la bienvenida a los

miembros de la familia. Entusiasmado imponía la

orden: “Apenas cumpla el año lo bautizamos en el

Paseo de Bolívar en la Batalla de Flores”. De inme-

diato se daba a la tarea de preparar todo (turbante

de varillas de guadua, machete de madera, gola,

penca, pantalón y camisa) para el ritual que anuncia-

ba el ingreso de un miembro más de la familia a las

entrañas de un patrimonio cultural llamado Congo

Grande de Barranquilla.

Luego se daba a la tarea de transmitir lo apren-

dido como artista del carnaval, conocimientos que

recibió de grandes maestros como Teobaldo de La

Ranz y Dionisio Muñoz Guerrero, miembros activos

de la danza desde cuando el Congo Grande fue

fundado el 22 de diciembre de 1875 por un señor

llamado Joaquín Brachi. Mi abuelo me sentaba en

sus piernas a aprender los golpes y sones musicales

de la danza, lo que hacía de esos momentos algo

único, pese al enojo de mi abuela materna, quien

influenciada por su tradición católica de la época

entraba en discusión porque consideraba eso algo

de locos.

Pero además, toda la familia recibía entusias-

mada sus enseñanzas, que se les transmitían a los

niños y jóvenes de la casa. Cada núcleo familiar

aprendía de manera constante cómo bailar, y cada

paso era explicado detalladamente para que los

niños se fueran apropiando de ellos, y así en cada

ensayo los ponían en práctica con todo lujo de

detalles. En la actualidad la danza sigue siendo fiel

a esas enseñanzas. Observamos cómo el grupo está

conformado por familias completas cuyo mayor

privilegio es lucir con orgullo el imponente vestua-

rio de congo.

Cada niño crecía con la consigna y el entusias-

mo de algún día ser miembro de la danza. Durante

los ensayos en las décadas de los ochenta y noventa

crecieron a la sombra de “Papúa”, como cariñosa-

mente llamaban a mi abuelo Ventura.

Durante el comienzo de las actividades de

la danza a partir de la izada de bandera el 22 de

JOSé OSPINO Y

ALEJANDRO ORTEGA,

CABEzAS DE CuADRILLA,

ESTÁN LISTOS PARA

INICIAR EL DESFILE EN LA

GRAN PARADA.

diciembre, la cual anunciaba el inicio del jolgorio,

cada sábado la cuadra se engalanaba y era insufi-

ciente para albergar a todos los vecinos que querían

ver el ensayo. Este iniciaba a las siete de la noche

con la llegada de los travestis encabezados por dos

muy populares de la época a quienes cariñosamen-

te llamaban Barranquilla y Julieta. uno se ganaba

la vida en labores domésticas y el otro vendiendo

frituras en la Calle de las Vacas (actual calle 30 con

la Paz).

El entusiasmo crecía con la llegada del resto

de comitiva “de candidatas y reinas” transformistas

procedentes de Venezuela, Puerto Rico y Curazao,

Aquí EN LA IzADA DE

BANDERA CuANDO

CELEBRAMOS LOS

138 AñOS DEL CONGO

GRANDE CON DANIELA

CEPEDA, REINA DEL

CARNAVAL EN 2013.

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ataviadas con sus majestuosos disfraces, que repar-

tían dulces y confetis a la multitud. Así empezaba

el baile callejero, señal de que el ensayo iniciaba

con el frenético baile de Barranquilla en el que

cada danzante cambiaba de pareja con la palabra

“ciérrala”. Esto ocasionaba problemas ya que todo

el mundo quería seguir bailando con Barranquilla,

quien molesta terminaba el baile y se sentaba en el

tambor con lo que finalizaba la función. Aquí cabe

destacar el valioso aporte del Congo Grande a la

cultura como pionero en la inclusión de los trans-

formistas y travestis, que actualmente participan de

manera organizada en el carnaval.

De inmediato se armaba la cuadrilla para

iniciar el recorrido. No podía faltar la cuadrilla de

los niños y jóvenes, compuesta por vecinos, hijos y

nietos de los integrantes adultos, y que solo podían

llegar hasta la carrera 20 con calle 63 (barrio de los

Colonos), donde las cuadrillas del Congo Grande

y el Congo Reformado competían por ser el grupo

más numeroso. Cada ensayo finalizaba con el reco-

rrido por distintos barrios de Barranquilla hasta la

sede de la calle 63 con carrera 21, a las cuatro de

la mañana, luego de las batallas campales entre

las danzas del Torito, Toro Grande, Perro Negro y

Congolandia, entre otros.

Al otro día se organizaban sancochos con el

tradicional ron blanco y el relato de personajes

célebres como Gilberto Altamar, Rafael de Moya,

Benigno Hernández y los populares Perro Pingón y

el Chispas, quienes eran los peleoneros del grupo

encabezado por Dionisio Muñoz. Este último era

considerado el terror de los congos por su porte

y estatura, y por su fama de trompeador. Todo el

domingo era un constante compartir escuchando

relatos, presentes todavía en la memoria de quienes

vivieron esos tiempos en los que verdaderamente

ser congo era un orgullo y una gran responsabilidad.

Por su avanzada edad y la desaparición de esos

célebres integrantes que marcaron toda esa época,

Ventura Cabrera y su cuñado Gilberto Altamar, en

su afán por preservar las tradiciones, nombraron

a Álvaro Altamar, Gloria Cabrera de Maury y a mí,

Adolfo Maury Cabrera, para seguir en la tarea de

mantener vivo el legado y los primeros lugares

dentro del carnaval. De inmediato se inició la tarea

con los niños y jóvenes con un enfoque diferente

por los consabidos cambios generacionales, y así fui

yo quien comenzó un trabajo pedagógico a base de

talleres y ensayos de bailes para fortalecer el grupo.

La idea no era hacer un trabajo y ya, sino fortalecer

las enseñanzas y el amor por la danza. Se permitió

el ingreso de los niños al grupo adulto, lo que en el

pasado no era posible por las constantes batallas de

la época. La idea captó la atención de cada miembro

y de los vecinos del sector, quienes entusiasma-

dos inscribieron a sus hijos para formar parte de

la danza, y ya con un grupo compacto de niños

y jóvenes se hizo realidad la conformación de la

danza Congo Grande Infantil “Nueva Generación”,

compuesto en su mayoría por hijos, nietos, sobrinos

y primos de los integrantes del Congo quienes

con pasión y amor crecen al compás del tambor, la

guacharaca y los versos.

Ahora vemos las nuevas generaciones de

familias de tradición dentro del grupo como los

Cabrera, los Altamar, los Maury, los Pardo Maury,

los Llanos, los Castro y los Hernández, encabezados

por Hernán Altamar, Bayron y Jesús Pardo, Kevin y

Dayana Maury, Freddy Hernández y sus hijos. Esto

nos da la seguridad y convicción de que la tradición

no morirá y el Congo Grande seguirá recibiendo y

dando lo mejor en aras del Carnaval de Barranquilla.

Dedico nuestra historia al barranquillero puro,

ese que vive en fiesta los 365 días del año, amante

de la vida y sus placeres, ese al que lo mismo le

resulta Semana Santa, fiesta patronal, Navidad y fin

de año, y toda celebración habida y por haber, pero

que cuando resuenan los tambores anunciando con

sus brisas la fiesta más entusiasta de Colombia su

corazón se alborota con más brío, pues sabe que ese

es el legado que le dejaron sus ancestros y el que

le dejará a sus hijos y nietos. Y porque sabe que lo

mejor que puede recibir una persona es la herencia

y las raíces de algo mágico y alegre como los carna-

vales, un disfrute, un estilo de vida

que se lleva en lo más profundo

del corazón y que sale a flote

con todo su esplendor para

perpetuar la herencia de nues-

tros antepasados.

BENIGNO HERNÁNDEz

ES, A SuS 81 AñOS, EL

CONGO MÁS ANTIGuO

DE LA DANzA.

NANCY ALTAMAR

Y ALEJO ORTEGA

ENCABEzAN LA

CuADRILLA DEL

CONGO GRANDE DE

BARRANquILLA, Aquí,

EN PLENA BATALLA DE

FLORES.

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Que viva el Congo Alegríasy también su directora.Que viva Francisca Gómez, nuestra buena fundadora.Carnaval de Barranquilla Patrimonio cultural.Aquí está la educación fomentando el Carnaval.

La Danza Infantil Congo Alegrías fue creada en 1984

por Francisca Gutiérrez, a quien cariñosamente le

decimos Pachita, con el propósito de preservar la

tradición a través de los niños, ya que las danzas del

congo, a pesar de ser el símbolo del Carnaval de

Barranquilla, estuvieron en riesgo de desaparecer.

Para mí la Danza Infantil Congo Alegrías es la

oportunidad que me da Dios y la vida de contribuir

a la preservación de la cultura del carnaval en los

niños, niñas y jóvenes de la ciudad. Cuando Pachita

me pidió que asumiera la dirección de la danza me

dio temor, pero después la recibí como una misión

que debía cumplir con cuidado.

Desde que comencé a dirigirla en 1991, ella

se constituyó para mí en un espacio pedagógico

sin igual para enseñarle a los niños y jóvenes de

nuestra ciudad valores culturales presentes en

nuestras danzas ancestrales. De manera frecuente

visito escuelas y colegios del suroccidente de la

ciudad para invitar a los estudiantes a vincularse a

nuestras agrupaciones folclóricas; además aprove-

cho para hacerles un llamado sobre lo importante

que es para ellos participar en el carnaval, ya que

las danzas forman parte de nuestra cultura, de la

historia de la ciudad. Mis propuestas didácticas las

fundamento en mis experiencias como maestra.

La Danza Infantil Congo Alegrías ha sido para

mí un espacio de pasión, alegría y compromiso. Me

siento la mujer más feliz del mundo. Siempre que

estoy con los niños todo se me olvida y vivo para

eso y para el carnaval.

Danza Infantil Congo AlegríasEsther Hernández Morón

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somoscumbia

Maribel Egea

C umbia, ritmo de mi tierra. Cumbia caribe

que se riega como la verdolaga por las

riberas del río Magdalena. El sonar de

la flauta y de los tambores hace presencia en las

plazas de nuestros pueblos y en los barrios de mi

Barranquilla. Ruedas de cumbia se arman por aquí

y por allá. Inmersa en la trietnia de nuestros ante-

pasados, signos y símbolos identitarios del indio,

del blanco y del negro, se revitaliza en cada paso de

los danzantes, en cada sonar de los tambores y de

la flauta: es la cumbia madre mestiza, ¡que viva la

cumbia!

¡Güepa je, güepa güepa je! Suena el llamador;

es la cumbia que invita a los danzantes al coqueteo,

al enamoramiento que se vive con el retumbar de

los tambores que calienta la sangre y pone nuestros

corazones a palpitar. Mi cuerpo danzante se encien-

de al sonido de la flauta de millo que enmarca el

ritual del hombre para conquistar a la mujer. Ella,

muy coqueta y sonriente se aleja y se acerca en un sí

y un no, ven, conquístame, hasta que decide aceptar

la vela que el hombre le entrega y este inicia, por fin,

el galanteo, que no termina durante el recorrido en

la rueda de cumbia. Con sus velas la mujer ilumina

el camino de los dos y avanza con paso lento y

cadencioso, mientras con su faldeo le permite al

hombre acercarse o lo aleja, y este, en su incesante

enamoramiento, mantiene viva la llama de esta

pasión danzaria.

Cumbia de mi tierra, ritmo y danza sin los

cuales no habría carnaval. Los bailadores desfilan;

el latir de sus corazones se confunde con la alegría

y el jolgorio. Flautas, tambores alegres, llamador,

maracas, guache y músicos nos regalan los sones de

cumbia, y al paso, en un solo conjunto denominado

cumbiamba, la del barrio, la del amigo, la del vecino,

mi cumbiamba, damos al carnaval ese inagotable

sabor que es transmitido de generación en genera-

ción y se extiende en el tiempo.

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Cuando cumbia, religión y fútbol convivíanUbaldo Mendoza

A ntes de hacer presencia en el carnaval, la

cumbia acompañó por años a los devotos

de muchos santos a festejar en nombre de

ellos. Y de la mano de la cumbia estaba el fútbol.

El origen de muchos de los grupos veteranos

de cumbia es Barrio Abajo y Rebolo. De este último

salimos varios como La Revoltosa. una parte de lo

que voy a contar lo viví yo y otra me la contaron los

mayores de mi familia con tanta claridad como si lo

hubiera vivido yo.

Corrían los años cuarenta cuando en

Barranquilla se hacían las novenas de san Roque,

las fiestas religiosas más importantes y de grata

recordación. En la Calle de las Vacas (calle 30), de

aproximadamente un kilómetro, entre callejones

Vesubio y Ricaurte (carreras 29 y 30), en los alre-

dedores de la Alcaldía, se congregaba el pueblo a

gozar de esta gran fiesta. Allí se gozaba del boxeo y

los juegos de azar, pero también de la cumbia. En la

carrera 29 instalaban una rueda de cumbia y en la

carrera 38 otra, mientras que en la carrera 30 con

calle 30, en la parte de afuera del teatro Boyacá, se

instalaba un telón de lona y se proyectaban películas

al aire libre.

Otra de las fiestas religiosas en Rebolo se

hacía en la calle Soledad (calle 17), donde ahora

está ubicado el colegio Don Bosco; había carreras

de saco, varas de premios y, por supuesto, no podía

faltar la rueda de cumbia.

San Martín de Loba era homenajeado con una

rueda de cumbia en la casa de mi tía, la matrona

Rosa Reales, ubicada en la calle Soledad con Bolívar

(calle 17 con carrera 23), mientras que se hacía otra

en la casa de Esancio de Las Salas, ubicada en San

Francisco con Vesubio (calle 26 con el callejón 29).

También en la calle 28 con la carrera 26, en casa de

un señor que apodaban Cara e’ Perro, había otra, lo

mismo que en casa de Luisa Mercado, en Esperanza

con La Ceiba (calle 11 con el callejón 22), quien la

organizaba con motivo religioso.

Luego estas manifestaciones pasaron al carna-

val como cumbiamba y tomaron nombres como

La Revoltosa, qué Va Gallo, qué Va, La Mompo-

xina, El Talego y El Páramo de las Nieves.

El barrio de Rebolo siempre se distinguió por

la cumbia, el fútbol y el carnaval. A principios de

los años cincuenta en Rebolo el templo del fútbol

era el Estadio Moderno, que luego fue abandona-

do y el torneo pasó a jugarse en la cancha Bavaria

(donde hoy está el barrio Trujillo) y en la cancha

Barranquilla, situada en las calles 11 y 14 entre

callejones 22 y 23. El Estadio Moderno después

fue abierto como plaza de toros, pero no resultó,

luego en unos carnavales fue adaptado como salón

de baile, que de cuatro a seis de la tarde era para

menores de edad y de seis en adelante para adultos.

Recuerdo que por aquel entonces en la carrera

21 con la calle 22, vivía un radio técnico llamado

Luis Barrios, quien todas las tardes sintonizaba las

emisoras cubanas Radio Progreso, CMq Radio y

Cadena Azul, y allí jóvenes y mayores se reunían

en los sardineles a oír a Daniel Santos, Bienvenido

Granda, Miguelito Valdez, en fin, todos los artistas

de la época. Casi todos los seguidores de esta

música eran amantes del fútbol y bailadores de las

cumbias que se hacían con motivos religiosos.

Eran los tiempos

de éxitos musicales

como Pugilato,

El feo, El cuento

del sapo, y época

de oro de la Sonora

Matancera, la

orquesta Casino

de la Playa y

el Conjunto

Matamoros, entre

otros.

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177

“Y si se trata de enseñar a interpretarla musicalmente,

enseñar cumbia es enseñar a amar los sonidos de

los tambores y las melodías de la gaita y la flauta

de millo. Solo con música puedo expresar los sentimientos que

genera en mí su majestad la cumbia”.

Fito Sánchez

“E nseñar a bailar la cumbia es ratificar

que el baile y la música hacen parte de

nuestra esencia, son expresión y sentir”.

Alcides Romero

Suena la flauta de millo

“S uena la cumbia. Las mujeres con sus faldas anchas y zapatos

planos se deslizan sobre la arena en forma continua sin levan-

tar los pies. La emoción se palpita: el parejo brinda unas velas

encendidas y se inicia un coqueteo, pero las faldas se sacuden y queda

avisado de que no puede pasar los limites. él intenta acercarse y con la

vela es retirado. En ese momento el parejo debe dar la vuelta buscando

contentar a su pareja; una a la derecha y otra a la izquierda. De nuevo es

retirado por su intimidación. La magia cumple su cometido; ella le brinda

una sonrisa: la conquista se ha logrado”.

Armando zambrano

“S uena la cumbia y la pasión por ella

nos invade. Juego amoroso de pareja.

La rueda de cumbia es la rueda de la

vida. Imposible no enamorarse y contagiarse con

la magia de esta danza. Cuando niños y jóvenes

la conocen, jamás dejarán de vivirla y de sentirla.

Enseñar a bailarla es sumergimos en el calenta-

miento de nuestros cuerpos, en un sentir de pies

y caderas. Es conocer su origen, es comprender el

sentido de su vestuario y parafernalia”.

Maribel Egea

“Siempre que oigo un tambor me transformo y así sea con el

pensamiento, bailo, y cuando lo hago me entrego al ritmo. Si

estoy en un espectáculo no espero aplausos, no pienso en eso,

estoy entregado a la danza. El ritmo de la cumbia es expresión caribe.

Para mí representa todo lo que somos: río, mar, nuestro carácter, nuestros

sentimientos. La cumbia es un rito en el que se expresa amor por uno,

por la pareja, por el ritmo. El instrumento que más me marca y con el que

muevo los pies es el tambor. él me da el contenido, los pasos, la elegancia,

el compás. Los movimientos de la mujer me inspiran a hacerle elogios. Sin

hablar se da un diálogo entre los dos. Con su sonrisa me invita a bailar, es

una mutua atracción que se refleja en movimientos sensuales”.

ubaldo Mendoza

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Por el respeto a los patrones de la cumbia

Armando Zambrano

La cumbiamba siempre ha sido un baile en rueda.

Conviene hacer distinción entre el ritmo y la rueda

de cumbia. Los bailadores pueden estar disper-

sos, pero cuando hacen la rueda se convierten en

cumbiamba. La música y el baile en rueda, juntos, es

lo que hace una cumbiamba.

Cumbia es aquello que se genera cuando se

interpreta ese ritmo que enloquece con el sonar

de los tambores, de los guaches y de la flauta. Son

pocos los instrumentos que encierran lo que es la

cumbia. Hay un tambor grande, llamado tambora

o bombo, que lleva cuero por dos lados y tiene un

diámetro aproximado de ochenta centímetros. Lo

acompañan dos tambores: el alegre y el llamador,

que es pequeño y de un solo cuero. Se le dice llama-

dor porque con un solo golpe comienza a llamar:

llama a la flauta, llama al alegre, llama al tambor,

llama al guache y llama a la gente, porque un solo tin

le llega a uno, y el otro prapapapa prapapa va relle-

nando y ahí shhuk sshhuk y suena la flauta de millo,

la reina la llamamos y ahí empieza todo.

Es importante saber que la cumbia práctica-

mente no tiene coreografía. En la rueda de cumbia

no hay cabeza ni hay cola. Todos están en el mismo

círculo. La mujer siempre va por fuera porque le

da vistosidad al baile, y el hombre siempre va por

dentro, aunque a veces da la vuelta para quedar al

lado de la pareja, que es el galanteo. El hombre trata

de llegar a ella, buscarle el lado a ver si de pronto se

descuida y puede uno agarrarla, pero lo que pasa es

que ella no se deja y con su falda mantea al hombre

o, si ya es de noche, lo espanta con la vela. Al final

la mujer queda enamorada y se rinde. Al principio

es altiva, no determina al hombre, pero con todas

esas morisquetas que uno hace, con ese galanteo, se

doblega, y ya se le ve esa sonrisa; la cara va cambian-

do su aspecto.

Lo que sí debe pasar es que la cumbia y la

cumbiamba deben compaginarse. La cumbia neta es

aquella que nació de los instrumentos artesanales

como fueron los tambores y la flauta de millo. Ahora

interpretan una cumbia instrumental y la tocan con

clarinete, con saxofón, esa para nosotros no es una

cumbia.

Hay un aspecto que no es parte ni patrono

de la cumbia, me voy a referir al sombrero y a su

galanteo. El bailador neto de cumbia permanece

con su sombrero encima, por una parte porque

es su protector del sol, y por la otra porque tiene

una connotación muy grande de respeto. Para los

viejos, por ejemplo, su sombrero es sagrado, nadie

le puede tocar el sombrero ni cogérselo, si lo pone

en algún lado, de alguna manera está reempla-

zando la presencia de su dueño. Resulta que han

llegado muchos coreógrafos que han interpreta-

do el sombrero en la cumbia como un elemento

foguiador y ponen al hombre a quitarse y ponerse el

sombrero, a moverlo.

Lo más sagrado es ver el sombrero en la cabeza

del hombre. Si yo me lo quito es porque me llené

de sudor, entonces tomo el pañuelo, me limpio la

cabeza y listo. Puede pasar también que mientras él

está bailando, por alguna circunstancia, el sombrero

cae al suelo, caso en el cual la muchacha se percata

y con su falda trata de retirárselo para quitarle la

vista y alejarlo, cosa que ella siempre está pendiente

de hacer, pero el hombre siempre mirándola busca

la manera de cogerlo, hace sus maromas, lo toma y

vuelve a su sitio, o le da una vuelta a la pareja. Ese

es el baile típico para coger el sombrero porque se

le cayó, pero no que lo tiró. El manejo del sombrero

lo han desfigurado y hasta feo se ve, porque hay

veces que la muchacha va con su falda y comienzan

como si estuviesen prendiendo un fogón juntando

el movimiento de la falda y del sombrero. Ese no es

el baile.

A su vez la apertura de la falda en la mujer

debe ser para marcar espacio, marcar la distancia.

Así se usa cuando es de día, porque cuando es de

noche es con su vela que va manteando al hombre,

así es como lo tiene a raya.

Otra cosa que conviene aclarar es que los desfi-

les de cumbia son una presentación que se hace ante

un público, y ante un jurado, que la gente ve alegre,

pero hay que saber que los desfiles de cumbiamba

no tienen nada, porque ahí no hay rueda de cumbia.

Se escucha la música de cumbia sí (si lleva los instru-

mentos tradicionales), pero su baile no lo es.

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Manual para aprender a bailar cumbiaUbaldo Mendoza

La coreografía

• La cumbia es un baile en parejas; el desplazamien-

to se hace en círculo, girando en contra de las

manecillas del reloj, es decir de derecha a izquier-

da. En el centro se ubica la música. La mujer se

sitúa en la parte de afuera del círculo y el hombre

en la parte de adentro. Pueden hacer giros sobre

sí o entre sí, pero siempre regresarán a la posición

inicial.

• Los giros los harán entrando por el hombro

izquierdo lo que les ayudará en el desplazamien-

to. La mujer puede hacer movimientos suaves de

faldas y cadera sin mover los hombros; el hombre

la solicitará con el sombrero, sin tocarla, y ella,

altiva, le responderá con coquetería, pero siempre

esquiva. La cumbia es un rito al amor y eso se

refleja en los movimientos de ambos bailarines.

Los movimientos del hombre

• Igual que la mujer, debe ponerse de pie, erguido,

repartir el peso en ambas rodillas y flexionarlas.

• Cuando haya controlado el peso debe adelantar

el pie derecho un poco, luego inclinar un poco el

torso, y ya tiene la posición inicial para empezar

a bailar. El pie derecho le sirve de apoyo para que

avance con el izquierdo, igual que en el del despla-

zamiento de la mujer. El hombre avanza paso a

paso, pero con el talón del pie derecho levantado,

lo que le permite hacer todo tipo de movimientos,

girar, avanzar, retroceder.

• Los movimientos del hombre son más libres que

los de la mujer, pues ella es el aporte indígena, su

baile es más sinuoso, calmado, elegante.

El hombre según su etnia es más versátil, la mezcla

india, negra y mestiza le permite expresar en el baile

elegancia, sensualidad y erotismo.

Como la cumbia es un baile de parejas la mujer estará pendiente de los coloquios de su parejo: él será lanzado y ella esquiva.

Los movimientos de la mujer

• Póngase de pie, erguida, soportando el peso

del cuerpo en ambas rodillas; levante la barbilla

y saque el pecho, las plantas de los pies deben

estar totalmente sobre el piso. Para comprobar

que tiene el control del peso del cuerpo hay que

flexionar rápidamente las rodillas y ya puede

empezar a practicar movimientos de avanzada.

Los pies deben estar casi juntos.

• Con el golpe del llamador avance un pie sin

levantarlo —debe ser con un tranco corto—, luego

el otro pie y repita uno tras otro siguiendo el

compás del llamador.

• Cuando consiga esto empiece a avanzar de

forma zigzagueante. Para ello gire un poco hacia

la derecha y luego a la izquierda. Este desplaza-

miento debe darle un movimiento de cadera,

sin brusquedad. Ponga la mano izquierda entre

la cintura y la cadera y la derecha álcela como

si llevara un paquete de velas en la mano. Para

conseguir más elegancia la aprendiz puede poner

sobre su cabeza un libro o algo un poco pesado, lo

que la obligará a guardar equilibrio para no dejarlo

caer; este ejercicio es muy efectivo.

• Cuando ya pasó por este proceso viene el círculo.

Avance girando en contra de las manecillas del

reloj, es decir, de derecha a izquierda. La posición

inicial incluye esta vez tomar con la mano izquier-

da una punta de la falda (que debe ser larga), y

al avanzar lanzarla un poco hacia abajo y en el

giro levantarla, lo que le da una hermosa figura al

desplazamiento.

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La RevoltosaUbaldo Mendoza

La Revoltosa nació en 1956 al mando de Euclides

Cabrera, un dirigente deportivo. La historia es esta.

En ese entonces, en la cancha Barranquilla, situada

en lo que hoy en día es las carreras 22 y 23 entre

calles 11 y 14, se jugaba el torneo de fútbol que nos

convocaba a quienes vivíamos en ese sector de la

ciudad. Entre ellos había participantes de las ruedas

de cumbia que entonces se hacían por doquier

para celebrar esto o aquello. Casi siempre los que

ganaban en fútbol eran los de Rebolo y quienes

tenían una cumbiamba de carnaval, llamada Los

Patulecos, eran los de San Roque. Pero resulta que

los muchachos de Rebolo quisieron competirles

también en danzas y participar en carnavales; fue así

como apareció La Revoltosa. Esto sucedió en casa de

doña Emma Cabrera, sede del equipo de fútbol Los

Embajadores.

El nombre del grupo fue sugerido por Luis

Noguera, luego se eligieron a quienes harían parte

del grupo, cuya base era el equipo Los Embajadores,

y se invitó a los muchachos de mejor compor-

tamiento del sector. Empezó la inscripción y se

conformó un grupo de cien parejas. Se acordó que

cada integrante costearía su vestido. Aparte, los

hombres pagarían una cuota de doscientos pesos,

lo que serviría para pagar la música y el sancocho de

guandul con carne salada que se repartiría antes de

salir.

Con el grupo formado nos dimos cuenta de

que casi todos bailábamos en las ruedas que se

hacían con motivos religiosos, lo que ya nos daba

una identidad cultural. Sin proponérnoslo había-

mos creado un grupo folclórico que expresaba

En La Revoltosa han participado músicos de muchas regiones: el

maestro Loncho (Lorenzo Valencia) de Polonuevo; Benito Cera,

de Rebolo; Carlos Camargo y Juan Miranda, de Malambo; Mane

Arrieta, Virgilio de Chorrera, José Ospino y Santiago Ospino,

de Evita Mahates, y Baldomero Acosta, de Baranoa, entre otros.

Tienen muchos estilos, interpretan flauta de corozo, de millo, o de

carrizo, y siguen tocando cumbia.

JONOLYS GuTIéRREz Y SuS

MuCHACHOS DE NuEVA COLOMBIA

NOS ACOMPAñARON SIN

DESFALLECER uN MINuTO EN EL

DESFILE DE LA VíA 40 EN 2015.

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185

un sentimiento autóctono. Desde ese momento

se decidió que todo el que quisiera ingresar al

grupo tenía que aprender a bailar cumbia de la

“verdadera”.

Después de ser fundada en Rebolo, pasar a

las Nieves y estar en el Country Club Las Villas,

podemos decir que este es un auténtico grupo del

Carnaval de Barranquilla pues sus integrantes son de

muchas partes de la ciudad y de pueblos vecinos.

Por la salvaguarda de nuestra identidadTodos los años se inscriben nuevos integrantes,

algunos nunca han bailado cumbia y toca explicarles

la posición básica, lo del talón del pie derecho levan-

tado, las mujeres muy serenas, lo de desplazarse casi

sin levantar los pies y sin movimientos bruscos al

mover las caderas. Se debe saber que los movimien-

tos del bailador están sujetos a su región de origen o

su etnia, ya sea negro, indio o blanco, pero existe un

patrón cultural básico que mantener.

En fin, es todo un proceso para enseñarles el

patrón cultural de la cumbia, su origen indígena,

cómo se da la mezcla étnica, cuál es la función del

grupo en el carnaval, cuál es nuestro comportamien-

to en el grupo, en el carnaval y con el público.

Existe una responsabilidad con la salvaguarda

de la identidad cultural de la cumbia, por eso a cada

nuevo integrante se le informa todo lo concerniente

a nuestra cultura popular. Se le enseña cuáles son los

instrumentos que le acompañan hasta el punto de

que algunos que llegaron como bailarines termina-

ron siendo músicos.

Entre los fundadores de La Revoltosa están

Chando Bustillo, Eduardo Vásquez, Germán

Villareal, Horacio Romero y Pedro zambrano

Morelos, quienes años después pasaron a fundar la

cumbia La Arenosa. Mis hermanos Carmen, María,

Efrén y Enrique empezaron como yo en 1956 con La

Revoltosa. Sea también la oportunidad de nombrar

a algunos miembros antiguos que permanecen en

el grupo como Ronny urrego, Mimi Canchila y la

famosa Juanita del Barrio Abajo, así como otros

personajes que han dejado su sello en el grupo como

Lola Salcedo Castañeda, Rafael Salcedo y su esposa

Sara Harb. Finalmente cómo no nombrar a mi

esposa Virginia Niebles (q. e. p. d.), quien terminó

siendo una figura importante en la organización

junto con mis once hijos, que hacen parte hoy en día

de esta. De hecho, Virginia Leonor es la encargada

de la dirección del grupo al lado de Ingrid, Patricia y

Mónica. Debo también mencionar la participación

de mis quince nietos, mis yernos y nueras.

Lo mejor de los grupos de carnaval es la inte-

gración. En la cumbiamba La Revoltosa estamos en

Izar la bandera, un

acontecimiento

En La Revoltosa izar

la bandera es todo un

acontecimiento. Se hace

el domingo más próximo

al 20 de enero, ese día

se congregan los vecinos

a ver la llegada de las

diferentes reinas y reyes,

los disfraces, las danzas,

los grupos folclóricos,

las cantadoras y la

presentación de La

Revoltosa. Todo esto

con ron y sancocho a

bordo.

El mejor pagoHace mucho tiempo los grupos folclóricos salían a la calle y cobraban

por la bailada. Cuando llegué a la dirección de La Revoltosa dije que

no lo haríamos por plata, solo bailaríamos en las casas donde nos

invitaran y esto solo lo hacían los amigos.

una vez que estaba bailando en casa de don Pedro

Vengochea Gerleing se presentó un tipo preguntando con

mucho apuro quién era el director; alguien le señaló que era

yo, se me acercó y me pidió de manera contundente que

bailáramos en su casa. Me da pena —le dije—, pero solo

bailamos en la casa de los amigos. usted me cobra y yo le

pago —dijo—, es que tengo una situación, mi mamá está

enferma, está en una silla y cuando oyó la música, está

a cuatro casas, me pidió que llevara la cumbiamba. Eso

es otra circunstancia, vamos, le contesté. Me preguntó,

¿cuánto me vas a cobrar?, le respondí, nada, vamos.

Le dije a Gabriel: haz una rueda y la plantas donde se va

a poner la bandera. Me fui, llevé un par de parejas, entré a la sala,

conocí a la mamá y bailamos delante de la señora. Al terminar el señor

volvió a preguntarme, ¿cuánto te debo? No me debes nada, le contesté,

para mí ha sido una satisfacción haberle dado ese gusto a la señora.

Eso fue muy grato, además, el hombre invirtió más en atenciones de

lo que yo le hubiera podido cobrar. La enseñanza de esta experiencia fue

haber complacido a la madre de este señor, realmente ella tuvo que haber

amado mucho la cumbiamba cuando solicitó que se la llevaran a cualquier

costo. Verla aplaudir, verla reír fue el mejor pago.

comunicación permanente pues hay que preparar

ensayos para nuevos integrantes, someterlos a una

escuelita de aprendizaje y marcar el patrón cultural,

hay que diseñar el vestuario, el maquillaje, etc. Todo

esto se hace con camaradería, siempre hay sanco-

cho, música y diversión. Es un trabajo que hacemos

con amor para llevar el espectáculo al carnaval como

expresión que nos identifica ante el mundo. En La

Revoltosa defendemos la cumbia como el tesoro

más preciado.

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La ArenosaArmando Zambrano

Director

A los pocos años de mi nacimiento, el 16 de julio

de 1947, mi padre Pedro Alejandro zambrano

Hernández, y mi madre Olga Irisina Morelo Ferrer,

fundaron en Caracolí, un corregimiento del munici-

pio de Malambo (Atlántico), una rueda de cumbia

que denominaron La Arenosa, en homenaje a su

pueblo, que es completamente arenoso.

Hoy en día es la más antigua y activa del

carnaval; llevamos 67 años participando de manera

ininterrumpida, por eso somos líderes de la

tradición. La permanencia de nuestra cumbiamba,

creemos, le ha dado fuerza a la cumbia y ánimo a

otros grupos para sostenerse pues seguramente

dirán, “si ellos vienen de tantos años, ¿por qué noso-

tros no vamos a hacer el esfuerzo de llevarla?”.

Hay algo indispensable para el sostenimiento

de una cumbiamba, vivir la cumbia como un acto

cultural, como un algo que se siente todo el tiempo.

Vivirla solo durante un mes porque va a llegar el

carnaval es limitado. En La Arenosa todo el año

vivimos la cumbia y todos los días hablamos de ella.

La cumbia no se enseña, se aprende Somos arte y parte de la tradición en el sentido de

que respetamos mucho los patrones de la cumbia. Al

que quiere entrar a La Arenosa le decimos cuáles son

esos patrones y luego ya se trata de ver si la persona

siente o no siente en su interior el deseo de bailarla,

porque la cumbia no se enseña, se aprende.

Hay que buscarse gente con amor a la cumbia;

no fantocheros. El fantochero viene a desarmar la

cumbia, a bailar lo que no es. Eso se sabe quien sí es

para la cumbia y quién no. Se nota en la expresión.

Al que lo está haciendo con esfuerzo se le nota. Si se

baila con esa pareja, uno lo siente en la piel, es parte

de la sensualidad que le da la cumbia, la vibración,

ese sabor que el alma percibe o no percibe, no es

algo que se ve, pero sí se siente.

un bailador de cumbia no se desprende

jamás de la cumbia, cuando oye sonar ese ritmo, el

corazón le palpita, lo siente con alegría, lo siente

con emoción y siente unas ganas infinitas de bailar.

El calentamiento en el ensayo es fundamental

porque el cuerpo necesita que se desvanezca toda la

pesadez para estar liviano y dedicado únicamente al

ritmo. Ensayamos donde caiga, en el patio de la casa

museo que tenemos, en la calle, en los sitios donde

haremos las presentaciones. Como la mayoría de

los muchachos de La Arenosa trabajan, ensayamos

un domingo o un sábado en la tarde. Ya cuando se

acerca el carnaval, ensayamos dos o tres días, puede

ser sábado, puede ser domingo. Lo hacemos con

música en vivo, de lo contrario no se siente la auten-

ticidad, la tradición.

Todos los años salimos, pero ahora somos menosEn estos últimos carnavales hemos salido con

cincuenta parejas, aunque hubo años en que

salíamos con el doble. Pero es difícil. El presupues-

to se duplica, y no más en los músicos eso es una

barbaridad de plata, se necesitan cuatro grupos y

cada grupo cobra su buena plata, y lo que aporta

Carnaval S.A. es prácticamente un diez por ciento

de lo que gasta la cumbiamba. El resto lo ponemos

nosotros, hacemos reuniones para que la gente haga

sus aportes, organizamos paseos y así, de a poquitos

vamos juntando. uno lo hace por la devoción que

tiene por el carnaval.

Los rituales

Por tradición y

pasión antes de

presentarnos

recordamos a

nuestros seres

queridos, porque

siempre fueron

ellos los que en

vida iniciaron la

invocación: “¡Oh!,

padre, madre,

hermanos, ustedes

iluminaron este

acontecimiento.

Padre Nuestro,

amén, amén”.

EL uSO DE LA CALILLA EN LA CuMBIAMBA LO INTRODuJIMOS

NOSOTROS EN HOMENAJE A LA COSTuMBRE DE LAS MuJERES DE

ANTAñO quE LA FuMABAN MIENTRAS LAVABAN EN EL RíO, HACíAN

EL SANCOCHO, PLANCHABAN, ARREGLABAN LA CASA. A Su VEz LOS

HOMBRES uSAN EL TABACO.

Puerta de Oro, la cumbiamba infantil que nos proyectaLa idea fue de mis hermanos Ena Isabel, a quien

llaman la “Diosa de la Cumbia”, y de Jaime, director

de la cumbiamba, ambos fallecidos. En un princi-

pio la inquietud surgió porque varias parejas de

La Arenosa terminaron casándose y obviamente

querían llevar a los hijos para inculcarles el amor a

la danza. El semillero fue una respuesta a ello y en

1982 la cumbiamba Puerta de Oro salió por primera

vez a desfile.

De alguna manera esta es la cumbiamba de

los hijos de todos los que participan en La Arenosa,

pero también de los vecinos, de los amigos, de los

que desean unirse a la fiesta de nuestra mano. Hoy

en día tiene 33 años. una biznieta mía de año y

cinco meses sale en un cochecito diciendo “adiós”.

Mis hijas ahora mismo dirigen a los pequeños,

ellas también son cumbiamberas. Poco a poco van

tomando las riendas de esto. En nuestra familia

tenemos hijos, y sobrinos que siempre han estado

aquí y ahí les vamos enseñando para que mantengan

con altura la tradición.

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189

Cumbiamba Del Carajo

Soley Del Castillo Robles

¿Quién es la primera?… Del Carajo.¿Quién es la que baila?... Del Carajo.

¿Quién es la mejor?... Del Carajo.

Nuestra cumbiamba fue fundada en el año 1989

por importantes personajes que se han destacado

en participar como buenos barranquilleros en los

carnavales de curramba, entre quienes se desta-

can Leisle Guzmán Pernett, Luis Madariaga, Carlos

Gómez y Mónica Oliveros. También yo tuve la

fortuna de estar en su origen. Todos veníamos de

la gran cumbiamba Cipote Vaina y por esta razón

hemos conservado en el vestuario el color blanco,

con encajes dorado, plateado o rojo e inclusive el

cuadrito rojo, y con aplique de cayenas, nuestra flor

de tradición.

Somos un grupo homogéneo de cuarenta

parejas, unido para participar en cuanta fiesta haya

con alegorías carnestoléndicas donde suene una

flauta de millo, ya sea en Barranquilla, en otras

regiones del país o fuera de este. Siempre estamos

dispuestos a llevar en alto los valores de la alegría,

el respeto y el compañerismo, características que

distinguen a todo buen carnavalero.

La sede de nuestra cumbiamba está en el

barrio Boston, donde todos los carnavales se iza su

hermosa bandera con la presencia de la reina del

carnaval, el rey Momo y reinas populares, integran-

tes del grupo, invitados de otros grupos folcloricos y

de la comunidad.

Formamos parte de la Fundación Arte y Folclor

de Atlántico —Fayfa—, que organiza el desfile en

la calle 84; pertenecemos a Fundecumbias, somos

miembros de unicarnaval, estamos vinculados a

Carnaval de Barranquilla S. A. y actualmente somos

miembros de la Corporación Nuestro Carnaval,

Patrimonio Cultural-Orgullo de Barranquilla.

Hemos sido ganadores en el Reinado del Millo

en Juan de Acosta y ocupado primeros puestos

en varias noches de Guacherna. Representamos

al Atlántico en el Reinado del Bambuco al lado

de Martha Carolina Acevedo Moreu, reina por el

Atlántico y Barranquilla, quien ganó esa corona en

2003, y acompañamos a Norella Jubis, candidata

por el Distrito de Barranquilla al mismo reinado en

2004.

En 2005, de acuerdo con el plan de desarrollo

de interactuar con otras costumbres y culturas de

nuestro país, viajamos a Calarcá para acompañar a

la candidata del Distrito de Barranquilla al Reinado

del Café. Durante los años 2003, 2004 y 2005 parti-

cipamos en la Fiesta del Mar en Santa Marta y en las

fiestas del 11 de noviembre en Cartagena. Con gran

entusiasmo recorremos las festividades de pueblos

del departamento del Atlántico como Santo Tomás,

Sabanalarga y Baranoa.

Hemos recibido premios al mejor farol en

Noche de Guacherna, congos de oro de las mejores

cumbiambas de manera consecutiva desde 2003

hasta este año (2015) y hemos sido evaluados en la

categoría Excelencia.

En el ámbito internacional hemos participado

en festivales como el de La Chinita en Venezuela,

el Carnaval de la 8 en Miami y el Gran Desfile de la

Hispanidad en Nueva York, con excelentes recono-

cimientos. Varios de sus participantes hemos sido

integrantes de representaciones internacionales

ante la unesco cuando se presentó el Carnaval de

Barranquilla para su nominación de patrimonio

cultural de la humanidad, en Chile y Panamá, entre

otros.

Comprometidos con la tradiciónContamos con un semillero y desde 2001 creamos

la Cumbiamba Infantil Del Carajo que participa en

el Carnaval de los Niños, en novenas navideñas,

grupos culturales y festivales escolares, y en desfiles

de salvaguardia de la tradición.

VESTuARIO DISEñADO

Y CONFECCIONADO

POR DIANA ROLANDO,

ExPERTA EN TRAJES DE

LA TRADICIóN Y DE

COMPARSAS.

LA MAYORíA DE LOS NIñOS quE CONFORMAN LA CuMBIAMBA INFANTIL DEL CARAJO SON HIJOS

DE LOS PARTICIPANTES EN LA AGRuPACIóN DE ADuLTOS.

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Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires

Alcides José Romero Cogollo

En octubre de 1987 el señor Luis Hernández (q. e.

p. d.), gran coreógrafo y director de la cumbiamba

Ritmo Costeño del barrio El Santuario, nos visitó

en nuestra residencia para solicitarle a mi padre

que le permitiera a su grupo ensayar en el patio de

nuestra casa, ubicada en el barrio Buenos Aires, ya

que era bastante amplio y le brindaría privacidad y

seguridad.

Mi padre, quien se caracterizó por ser una

persona abierta, espontánea y entusiasta con

el baile y la música, no dudó en brindarle esa

colaboración. Fue así como a partir de ese momento

esta cumbiamba conformada por jóvenes y adultos

de distintos sectores de los barrios populares del

sur de la ciudad, inició sus ensayos tres días a la

semana con el fin de prepararse para participar en

los carnavales. Esto despertó un gran entusiasmo en

la vecindad y con cada ensayo aumentaba el número

de observadores.

Para esa época yo había culminado mis

estudios secundarios y como joven me llamaba la

atención esta clase de relajos; además, había apren-

dido a ejecutar la guitarra y el bajo electrónico y con

mis hermanos habíamos organizado una agrupa-

ción vallenata que denominamos “Los Hermanos

Romero”, grupo con el que tuvimos el grato placer

de amenizar muchos eventos sociales dentro y fuera

de la ciudad: casetas, ferias, discotecas, quinceañe-

ros, etc. Y como quiera que ya corría por nuestras

venas la música, no tardamos mucho en involucrar-

nos en los ensayos con los músicos que integraban el

grupo de millo que acompañaba la cumbiamba.

Debo admitir que no existía en ese momento

en mí ninguna inclinación por vincularme como

integrante o bailarín de la cumbiamba, que por

cierto en aquella época se encontraba recibiendo

nuevos integrantes, más bien comencé a fijarme en

las muchachitas hermosas del grupo. una de esas

jovencitas al ver mi interés por ella me propuso

que fuera su pareja en la cumbiamba, cosa que no

me agradó mucho, pero que al final tampoco pude

evitar pues me había enamorado, y como dice el

dicho: “El hombre enamorado es como un chivo

loco, coge pa’ donde sea”; pero una vez se me pasó

el enamoramiento dejé de ensayar con ella y, claro

está, ella tuvo que buscar otro.

Así transcurrían las cosas, ensayos iban,

ensayos venían. El entusiasmo era generalizado, y

tanto los integrantes del grupo como los obser-

vadores y la vecindad en general disfrutaban cada

momento. Pero sucedió algo que con los días se

comenzó a notar y era la presencia de muchos

niños, que no solo se conformaban con observar el

baile de los adultos, sino que trataban de imitar la

coreografía, el uso de la pollera, el sombrero, etc.

Fue así como muchos de ellos, con el aval del direc-

tor y del coreógrafo, fueron admitidos en las filas

cumbiamberas únicamente con el propósito de no

desanimarlos.

Fue tan grande la motivación de los niños por

la cumbia, que unos padres tomaron la iniciativa de

organizarlos y comenzaron a desarrollar su propio

taller antes del ensayo de los mayores. Esto motivó

al coreógrafo del grupo a brindarles su orienta-

ción. Con el transcurrir de los días había más de 25

parejas de niños.

A mi padre le llamó poderosamente la atención

ver a tantos pequeñines ofreciendo tan hermoso

espectáculo, al punto que la gente mostrarba mayor

interés por sus ensayos que por el de los grandes,

así que se preguntó si en los desfiles del carnaval

podrían participar los niños; algunos le manifestaron

que sí, pero él quiso confirmar esa información y me

envió a hacer la consulta.

Recuerdo que fui a las oficinas de Mejoras

Públicas en el barrio Montecristo, donde funcio-

naba para entonces la Corporación Autónoma del

Carnaval, que estaba encargada de organizarlo,

presidida por don óscar Fernández. Allí recogí toda

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Los gritos de Ramiro y Sabrina Allá por el año 1988 ya existía el evento llamado “Noche de

cumbia”, que tenía lugar en el bulevar del barrio Simón Bolívar al

suroriente de la ciudad. Este era organizado por la Asociación de

Grupos Folclóricos del Atlántico –AGFA–, presidido por el señor

Enrique Salcedo (fallecido), rey Momo del Carnaval de Barranquilla

en 1995 después de setenta años de no haber sido elegido algunos.

Allí todas las cumbiambas que participaban en el Carnaval de

Barranquilla hacían su presentación en tarima ante un jurado. Esa

era nuestra primera salida y presentación en las fiestas de carnaval.

Nuestra cumbiamba, como todo grupo infantil, tenía una pareja

que era la más pequeña en estatura y edad y a la que cariñosamen-

te bautizamos como nuestra mascota. Estaba conformada por dos

encantadores niños: Ramiro y Sabrina, criaturas que definitivamen-

te eran un espectáculo a la hora de bailar.

Aproximadamente a las nueve de la noche le correspondió

el turno a nuestro grupo. Ramiro y Sabrina iban adelante como

una manera de llamar la atención del jurado. Cuando hacíamos la

entrada al escenario apareció de repente un disfraz, que con una

mano sostenía un machete y con la otra su cabeza ensangrentada.

No se imaginan ustedes los gritos de estos dos niños, que corrieron

en diferente sentido hacia la multitud, lo que ocasionó que padres,

acompañantes y los mismos integrantes saliéramos en su busca.

Terminamos bailando sin mascota.

la información y efectivamente, ya para esa época

en los eventos del carnaval tenían participación los

grupos infantiles entre los que cabe mencionar:

Currambita la Bella, Cumbiamberitos de San José y

Cumbiamberitos del Gallo Giro, entre otros grupos.

Regresé a casa acompañado de un formulario

de inscripción. Nos encontrábamos a mediados de

recolectar dinero, además él buscaría ayuda con

algunos amigos políticos para costear la compra de

telas, alpargatas, tocados y pagar la música de millo

para el grupo.

Viendo el interés de mi padre y el deseo de los

niños y de sus padres tomé la iniciativa de repre-

sentar al grupo. Para la inscripción, y sabiendo que

los nombres de las cumbiambas infantiles hacían

homenaje a sus barrios de origen, consideramos

pertinente mantener esa tradición, pues de esta

manera incentivábamos la labor cultural en el

sector y dábamos a conocer el aporte que cada

barrio hacía al carnaval. Así entonces lo llamamos

Los Cumbiamberitos del Barrio Buenos Aires y su

sede sería, como lo es aún hoy en día, nuestra casa

paterna.

Lo digo con humildad, allí comenzó la historia

de uno de los grupos folclóricos más reconocidos

en la modalidad de cumbia infantil en el Carnaval

de Barranquilla, un semillero para formar cumbiam-

beros y carnavaleros y para engrandecer nuestro

bello folclor.

octubre, es decir, tiempo en el cual en la ciudad se

empieza a respirar ambiente de carnaval, época en

la que muchas danzas, comparsas, cumbiambas y

disfraces, prenden motores e inician sus actividades

con miras a participar en las fiestas del carnaval del

nuevo año.

Cómo conseguiríamos recursos para dotar con

lo indispensable a esos muchachitos era mi principal

preocupación, pero no la de mi padre. él sabía que

contábamos con el entusiasmo de las familias para

llevar a cabo rifas, bingos y otras actividades para

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Cumbión de OroHomenaje de Humberto Pernett a Gabriel de Jesús Marriaga

y pregunté, ¿cómo hace uno pa’ entra a esta vaina? Llamé a la señora Natividad, que en paz descanse, y me dice, ¿a ti te gustaría bailar acá? Sí, claro, le contesté. Faltaban solo doce días para la Batalla de Flores cuando me llamaron y fui con mi mujer y nos hicieron la prueba y nos aceptaron. quedé en la piña, en el puesto once.

Allí duré como nueve años bailando, hasta que hubo unas cosas que no me gustaron y me separé. Me invitaron a conformar Candela Viva, lo hicimos con Paragüita y León Martínez, quien la maneja actualmente. Ahí bailé solo dos años, porque de verdad a mi me chalequearon, sí, sí, me chalequearon, mi hermano. Tú sabes que esto lo hace uno pa gozá y pa disfrutarlo. Yo tenía como 25 mujeres todas familia mía, cuñadas, primas de las cuñadas, todas eran familia, y como doce hombres, los otros eran de Barrio Abajo, bueno, nos fuimos pa’ Siete Bocas.

Yo me acababa de mudar al frente de la glorieta y allí fundamos La Gran Candela. El nombre se debía a que el vestido de las mujeres, diseñado por Edgar Pérez, llevaba unas llamas

grandes que pintó Orlando Lascarro, gran amigo mío, pero ese fue un craso error, la gente se confun-día, había La Candela Viva, La Gran Candela y La Candela, entonces dijimos, esto no puede seguir así. Me fui y hablé con óscar Fernández y le hice la consulta para que nos respetaran el tiempo, me dijo, haz un documento y se te aprueba. Apenas le pusimos Cumbión de Oro enseguida empeza-mos a ganar, y no es pecar de inmodestia, pero el Cumbión pega y pega fuerte, el Cumbión siempre ha estado ahí, porque es bueno. El Cumbión es una familia, nos gusta y vivimos para gozarla y nos ha unido mucho”.

El Cumbión de Oro siempre tendrá contra-

dictores, pero todos los jurados le dan una alta

calificación. Gabriel no le da importancia a las envi-

dias, es todo un señor, siempre tiene presente que

los recursos que reciben los grupos son muy escasos

para lo que hacen, y trata de arreglar esta situación.

Sin Gabriel el carnaval sería distinto, porque sin él la

cumbia no sería cumbia.

A Gabriel de Jesús Marriaga Tejada, director del

Cumbión de Oro, lo conozco desde niño porque

estudiábamos en el Colegio Biffi. Cuando hablo de

él hablo del Calvo y del Cumbión de Oro, ese grupo

tan peculiar que todos parecen familiares; su amor

por la cumbia los ha llevado a unirse como herma-

nos. Esas pautas de amistad vienen de Gabriel. El

Cumbión irradia cumbia porque su director la

irradia también.

Cuando se les ve bailar se nota una diferencia

con las otras cumbiambas, porque ellos no bailan

para que los vean, bailan para ellos, porque aman

la cumbia. Gabriel se trae de la sabana de Bolívar

a los músicos acompañantes, los aloja en una casa

durante los precarnavales y los une por completo

al grupo. La comida de estos señores también la

compra El Cumbión.

En sus propias palabras, esta es parte de su

historia.

“Mi primera vinculación al carnaval fue como bailador y la razón principal para participar en él es el amor hacia la cumbia, heredado de mi abuelita, una fiel descendiente de los mocaná. Yo soy de Barrio Abajo, pero mi abuela es porteña, mi mamá es porteña, y mi esposa Cira es porteña, y yo iba a Puerto Colombia en vacaciones desde niño, y en las Fiestas de la Virgen del Carmen y en la Fiesta del Mar, participaba en las ruedas de cumbia en las que se danzaba con velas encendidas hasta las cuatro o cinco de la mañana.

una vez con Cira pasamos por el Parque de Los Fundadores, eso nunca se me olvida, estaba ensayando El Cañonazo, qué vaina tan bacana dije,

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Cipote VainaHomenaje de Soley Del Castillo

Cipote Vaina nació en 1978 de una reunión de

amigos representantes de núcleos de familias

amantes de la cultura y el folclor barranquillero,

recuerda Guillermo Rivera Citarella, su fundador.

Su vestuario era blanco, dice, adornado

con rojo en honor a los colores de la bandera del

Atlántico, con hermosos tocados para el cabello

recogido, y con maquillaje esplendoroso. Los

hombres igual vestían un atuendo blanco, impe-

cable, llamado liquilique, y rabo’e gallo rojo. Este

vestuario rompió los esquemas anteriores de faldas

floreadas o de cuadritos y en los hombres el color

caqui, fajón ancho y camisa por dentro. El nuevo

atuendo impactó favorablemente a la comunidad

barranquillera que percibía en él mucha armonía

y elegancia. Eso lo sabemos quienes amamos la

cumbia, se aportó aún más donaire en la inter-

pretación de la cumbia. Tal como nos lo relata

su fundador, este grupo estaba conformado por

jóvenes profesionales y estudiantes universitarios de

toda la ciudad de Barranquilla, que compartían sus

Gran Cumbiamba el CañonazoHomenaje de José Llanos a Rafael Altamar López

valores y principios inspirados en la dinámica de una

familia unida. En efecto Cipote Vaina se constituyó

en una gran familia que creció año trás año.

óscar Fernández, Alfredo de La Espriella y

Sonia Osorio, entre otros, fueron pilares funda-

mentales para la creación del grupo, así como los

empresarios Ángel Carrillo con Distribuidora San

José, y su gerente comercial la señora Faride Cure,

persona sensible que buscaba a los grupos para

brindarles algún apoyo. “Ellos manifestaban gran

respeto por el folclor y jamás opacaron el grupo

en función de su propaganda publicitaria”, dice

Guillermo con algo de nostalgia. A su vez guarda

gratitud a empresas como Coltejer y Fabricato que

obsequiaban rollos de tela blanca deseosos de que

estas fueran usadas en el Carnaval de Barranquilla.

Años más tarde, en 1990, el grupo decidió

bailar garabato el sábado de carnaval en la Batalla

de Flores y desfilar como cumbiamba el lunes en el

evento de la Gran Parada. Después siguió solo como

cumbiamba.

Guillermo Rivera relata cómo esa gran matriz

pudo engendrar multiplicadores de la cultura

con valores como la disciplina, la organización, el

emprendimiento, la creatividad y el amor por su

ciudad. En todas ellas se conserva la elegancia tanto

en el vestir como en la interpretación dancística,

reafirman los mismos valores y viven el eslogan de

cipoteano que dice: “Por mi Barranquilla y por mi

pueblo me uno más a mi ciudad”.

En este momento la gran madre no está activa,

pero los integrantes que la sobreviven mantienen

relaciones comunicativas estrechas.

Hoy en día son hijos

de Cipote Vaina los

grupos folclóricos

El Gran Carajo,

Del Carajo,

El Cipote Garabato,

El Garabato del

Norte y las más

recientes: La Misma

Vaina y la Pollera

Colorá.

Sobre la vinculación de las familias Altamar, López y

Ortega al Carnaval de Barranquilla, Rafael Altamar

nos cuenta:

“Mi papá Luis y mi mamá Natividad (q. e. p. d.), fueron carnavaleros siempre. Mi papá participó en el carnaval como integrante de grupos como la Danza de la Burra Mocha y la cumbiamba El Huracán, y en 1949 sacaron en la calle 69 carrera 49 esquina una cumbiamba a la que llamaron Las Sardas de Boston.

Luego en 1963, con mi mamá, sacaron la cumbiamba infantil Estrellitas de Barrio Abajo, enseguida ganaron el primer puesto y quedaron fuera de concurso al año siguiente. No confor-mes con el grupo infantil, en 1965 convocaron a todos sus familiares, grandes y chicos, y fundaron la cumbiamba El Cañonazo, inicialmente con 25 parejas. Por esta han pasado cuatro generaciones y hoy se cuentan en sus filas ochenta parejas, siendo ganadores de más de cuarenta premios represen-tados en Congo de Oro, segundo puesto, tercer puesto y fuera de concurso en dos ocasiones.

Por ser una cumbiamba tan tradicional y conservadora del baile autóctono de la cumbia, fuimos invitados por los presidentes colombianos Alfonso López Michelsen y Misael Pastrana Borrero, y por el general Omar Torrijos, de la República de Panamá”.

Estos son momentos especiales del Carnaval de

Barranquilla que Rafael Altamar guarda en su

memoria:

Guardo dos momentos, el primero en 1965 cuando participamos como Cumbiamba Grande junto a cumbiambas de renombre y con muchos años de

antigüedad como El Tanganazo, La Arenosa, La Gigantona, Agua Pa’ Mí y La Sin Fin. El segundo recuerdo que tengo fue cuando me eligieron rey Momo 2010.

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199

Somos

danzasde indios

Ubaldo Mendoza

N uestro carnaval es triétnico, lo español y

lo afro tienen en él tanta presencia como

lo indígena. Es una suerte que así sea. Por

eso es tan rico, tan multicolor, tan sonoro. Lo indí-

gena nos hace vibrar, nos recuerda ancestros que

convivieron con la naturaleza, adoraron sus dioses,

lucharon y sobrevivieron. Fueron valientes como lo

han sido quienes han traido y mantenido las danzas

de indios en nuestro carnaval. Sin ellos esta fiesta

quedaría mocha.

La danza Indios de Trenza, de origen chimila,

traída a Barranquilla por Dilia Meléndez en 1935,

fue la primera danza indígena que participó en el

Carnaval de Barranquilla. Desde 1950 la dirige su

hija Dora Thomas.

Después llegó una danza de la región

Momposina: Las Farotas de Talaigua, dirigida por

Etelvina Davila. De esa zona han llegado también,

primero desde Pinillos, los Indios Mansos, dirigi-

dos por Baltazar Sosa, y algo después Los Indios

Caribanos y la Danza de los Indios Farotos, estas dos

últimas dirigidas por Rafael Morales.

Antes hubo participación indígena, pero no

como danza, sino como disfraces individuales.

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Indios CaribanosRafael Morales

Esta es una danza guerrera que representa las tribus

de la etnia caribe desde los tiempos de la Colonia.

Su origen está en las entrañas de nuestros aboríge-

nes campesinos originarios del corregimiento de

Palomino, municipio de Pinillos, en el sur de Bolívar,

justo en la Depresión Momposina a orillas de los

ríos Magdalena y Chicagua.

La danza Los Caribanos hizo su primera

aparición en el Carnaval de Barranquilla en 1999

por iniciativa de mi padre con el objetivo de acom-

pañar a una candidata a reina popular del barrio

Villanueva. Desde entonces nos hemos dedicado

a investigar sobre ella y a cuidarla por lo hermosa

que es. Cada dos años innovamos, sin que se pierda

su esencia, para ello mantenemos los colores que

la caracterizan, los versos y los cantos. quienes nos

hemos esmerado por mantenerla viva somos los

Morales Hernández, y Natividad y José Benavides.

Mantener viva esta expresión es nuestra

fuerza y lo hacemos desde el corazón. Gracias a esta

danza hemos tenido alegrías y tristezas y lo uno o

lo otro lo vivimos unidos. quienes la practicamos

—niños, jóvenes y adultos—, sabemos que tenemos

la responsabilidad de representar nuestra cultura

caribe y rendir un homenaje a nuestros ancestros y a

los primeros pobladores; la vida nos lo ha retribuido

con dos congos de oro, recibidos uno en 2010 y otro

en 2012.

Nuestro vestuario

Los colores del vestuario

son el rojo y el amarillo.

El hombre usa pantalón

y camisa con adornos,

y la mujer un vestido

entero adornado también.

Ambos usan como calzado

abarcas, también llamadas

cotizas aguaireñas,

con los colores del

vestuario. Costureras de

la comunidad los elaboran

en sus talleres caseros.

Nuestros símbolos

La bandera, el arco y

la palma son nuestros

símbolos, así como los

colores rojo y amarillo

propios de la bandera

española.

Nuestra coreografía

Representamos las

maravillas del universo

mediante formas que se

trenzan en filas, círculos y

zigzags.

La música

La caja vallenata, la violina

o dulzaina y las maracas

marcan el compás de

los danzantes; es un son

indígena de ritmo rápido

en su marcación.

Homenaje a mi hijoMi hijo Rafael Enrique Morales Hernández nació el

28 de julio de 1981. A los 6 años ya formaba parte

de la vida artística de Barranquilla. En el hogar

comunitario, en la escuela, en la comunidad, no

conocía la pena. Absorbió de mí la espontaneidad y

la alegría folclórica.

Fue mi alumno en sus primeros pasos. Así

fuera enfermito no se perdía las actividades, esos

fueron sus primeros pasos. Junto con sus herma-

nos Biron y Maricarmen formaban parte de las

presentaciones que los grupos de música hacían en

las escuelas. Bailaba en campeonatos, fiestas patrias

y culturales.

A los 18 años, en 1999, integró mi grupo de

danza los Indios Caribanos y por varios años bailó

con nosotros. Tuvo la destreza de aprender a bailar,

danzar, dirigir y decorar en varios talleres, se hizo

bailarín y coreógrafo. Era mi mano derecha, su

ayuda era muy importante para mí.

Siguió mis pasos y trabajaba por la comunidad,

se hizo comunero. Formó grupos de niños y jóvenes

al frente de “Sonrisas del Carnaval”, que participa-

ban en el desfile del Carnaval de los Niños.

Además, se identificó con las raíces de palen-

que y bailó con Matilde Herrera en su grupo y fue

comediante en mi grupo Bella Flor. Por su carisma y

habilidad se hizo conocer por muchos en el ámbito

carnavalero.

La vida tiene muchos contrastes, Rafa me dejó

el 4 de abril de 2014. Dios propuso esa partida.

Somos aves de paso, somos prestados por un

tiempo. Ahora sus dos hijos, Irianis Danays y Verder

Stevan de 11 y 9 años están conmigo bailando en

mis danzas.

Aquí Rafa tenía 29 años de vida.

La foto se la tomé yo en 2010.

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Indios e Indias de Trenza Chimilas

César Martínez Lara

Liliana Lara Salas

Ubaldo Mendoza

La danza indios de trenza es de tradición familiar.

Fue fundada por la señora Dilia Meléndez el 10 de

noviembre de 1935 en Isla del Rosario, un pueblito

ubicado cerca de Ciénaga en el departamento del

Magdalena. Es una representación de los indios

chimilas, descendientes de los caribes, quienes

poblaron la margen derecha del río Magdalena

desde el frente de Tamalameque, Cesar, hasta Sitio

En los actuales momentos Dora

Thomas tiene 85 años de edad,

70 años dirigiendo la danza

y 65 años participando en el

Carnaval de Barranquilla.

Nuevo, Magdalena. En ella se reinterpretan los ritos

y ceremonias religiosas o festivas que los chimilas

ofrecían a sus dioses, durante las cuales danzaban

alrededor de una vara o tronco hueco que era

golpeado con un palo. El ritmo producido por esta

acción servía para marcar la cadencia del baile.

Esta danza inicialmente participaba en los

carnavales y festividades de Santa Marta, pero

al desaparecer dichas fiestas dejó de salir por un

tiempo. El 15 de noviembre de 1945 la señora

Dilia Meléndez le entregó formalmente la danza

a su hija Dora Thomas cuando esta tenía 15 años

de edad; desde entonces es su directora. En 1949

Dora se vino a vivir a Barranquilla y decidió orga-

nizar el grupo Indios de Trenza en el barrio Simón

Bolívar; participó por primera vez en el Carnaval

de Barranquilla en 1950, y de paso montó en el

mercado una venta de guineo verde, plátano, yuca,

ñame y verdura.

La danza está integrada por cuarenta personas

(veinte parejas) cuyas edades oscilan entre los

dieciocho y veinte años.

Esta danza se ejecuta al compás de los tambo-

res que acompañan la melodía de una gaita y unas

maracas. Parejas de hombres y mujeres la bailan

trenzando en una vara dieciséis cintas de diversos

colores, que van atadas en el extremo superior y

tienen una medida de cuatro metros de largo. De

allí que se les llame indios de trenza porque ese es

el principal movimiento de esta danza, elaborar una

trenza entre todos en una vara que está ubicada en

el centro.

De la vara penden tanta cintas como bailarines

haya; cada bailarín toma una cinta y al compás de la

música giran alrededor de la vara. Entremezclándose

y desplazándose en forma de S o culebrillas y círcu-

los, van tejiendo la trenza en la vara; cuando está

terminada, ejecutan los movimientos en sentido

contrario para deshacer la trenza. Es maravilloso,

nadie se equivoca en el camino andado, pues no se

podría deshacer la trenza. Mientras bailan emiten

unos sonidos guturales que le dan ritmo acercando

y alejando la mano de la boca.

El vestuario de las mujeres está compuesto

por una falda corta que termina en flecos, la blusa

con un hombro descubierto, pulsos, collares, flecos

en las pantorrillas, y calzada con una especie de

alpargatas.

Los hombres con el torso desnudo, llevan

brazaletes, un pectoral enjaezado, un taparrabos,

encima un faldillín, flecos en las pantorrillas, turban-

tes con plumas y un arco adornado con plumas.

La música que acompaña la danza en los

desfiles y presentaciones es de origen indígena y

está interpretada con una gaita hembra, una gaita

macho, una tambora, un tambor llamador y un

tambor alegre.

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Indios FarotosRafael Morales

Director

Esta es una danza indígena proveniente de las

poblaciones ribereñas de los ríos Magdalena, Brazo

de Loba, y Chicagua en la Depresión Momposina, en

los departamentos de Bolívar, Magdalena y Cesar.

La primera vez que presentamos esta danza

en el Carnaval de Barranquilla fue en 2005. Tuve la

iniciativa pues la había visto bailar en el municipio

de Pinillos, sur de Bolívar, y me gustaba mucho por

sus movimientos y su colorido vestuario.

La coreografía se caracteriza por el trenzado

de unas cintas, que las parejas de hombres y mujeres

hacemos mientras bailamos en rueda al ritmo de

una música de origen indígena interpretada por

tambores, maracas o guaches, y gaitas —una o dos

como macho y hembra—. El maquillaje también

está inspirado en nuestros ancestros indígenas con

figuras de caracoles, rafas y xixas entre otras.

Los hombres llevamos pantalón a media pierna

adornado con flecos, peto, capa, delantal, tocado,

calzados, guaireñas chilenas o cotizas. Las mujeres,

vestido capa, delantal, peto, corona de flores,

espejos, cintas y otros elementos. Llevan un arco

y trenzas, accesorios, aretes, joyas como collares,

anillos, etc.

En agosto iniciamos los ensayos. Nuestros

niños aprenden en las calles mirando a los adultos

que se reúnen de día o de noche a practicar la

danza. Es muy grato ver cómo después ellos montan

su propio ensayo en los patios de las casas y utilizan-

do un pote, una caja o una olla boca abajo logran

sacarle el son de la danza.

Pedro Pablo Morales Ospino, mi padreNació el 29 de junio de 1916 en el Carmen de

Bolívar, departamento de Bolívar. Su oficio

fue la agricultura, que aprendió de sus padres.

Gaitero de generación y decimero de la zona,

recorrió muchas partes de la costa Caribe y del

interior. Por su experiencia fue músico de la

danza de Indios Farotos desde el año de 2005.

Disfrutaba el carnaval los cuatro días,

salía de casa y regresaba el Miércoles de

Ceniza. Nunca dejaba su instrumento, la

gaita, y formaba en las ruedas de cumbiamba

en las calles de los pueblos. Su oficio era la

agricultura.

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207

Indios MansosYoneiro Flórez Laguna

Esta danza es un homenaje a aquellas tribus que en

tiempos de la Conquista no ofrecían mayor resisten-

cia y cambiaban sus valiosas pertenencias, muchas

en oro, por baratijas como espejos y telas. Dicen que

los españoles los llamaban indios mansos, pero en

realidad no eran tan mansos.

Como danza, la nuestra tiene mucho de

mestizaje, tiene del indio, del negro y del blanco.

El vestuario corresponde al blanco, al español, es

una remembranza de lo que usaban en la época;

el danzar como tal es del indio y la percusión del

negro. La danza de los indios mansos tienen una

serie de pasos que demuestran la armonía con la

naturaleza. El trenzado hace mención a los tejidos

que hacían los indios para las diferentes actividades:

mochilas, hamacas, cubrelechos.

Nuestro grupo se llama Costa Azul y somos del

corregimiento Playa Blanca del municipio de Guamal

en el departamento del Magdalena. Existimos

hace 26 años, pero en el carnaval estamos saliendo

apenas desde el año 2000. A nosotros esta danza

nos la ensayó Tomás Cortez, hijo del señor Rafael

Cortez que era de la tribu que habitó esa zona, los

que llamamos indios chimilas, de la familia de los

caribes.

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209

Alberto Arias Rodríguez

C ada veinte de enero, día de san Sebastián,

se celebran en el municipio de Ciénaga

las fiestas del Caimán Cienaguero, que

no giran en torno a la leyenda del Hombre Caimán,

de Plato, pues sus temáticas son diferentes; además,

la de Plato no tiene coreografía.

Los maestros Adalberto Acosta Melo e Ibsen

Díaz Viloria fueron quienes pusieron la primera

piedra para que esta danza del caimán cienaguero

se empezara a conocer en muchos lugares. A su vez

varios historiadores e investigadores la han estu-

diado y difundido hasta convertirla en una danza

reconocida; tal es el caso de Darío Torregrosa Pérez,

Ismael Correa Diazgranados, Guillermo Henríquez,

Clinton Ramírez, Javier Moscarella, Martín Orozco

Cantillo y algunos otros.

La participación de mi grupo en el Carnaval de

Barranquilla fue iniciativa mía; quería experimen-

tar lo que se vivía allí, y gracias al apoyo de varios

compañeros llevamos 18 años ininterrumpidos

asistiendo con gran entusiasmo.

Esta danza ha tenido algunos cambios tanto en

su vestuario como en la música y en la coreografía.

Antiguamente hombres y mujeres palmoteaban, se

acompañaba con caña de millo y el ritmo era más

lento. Luego se acudió al acordeón y por último al

clarinete. A su vez en su ejecución yo introduje el

faldeo en la mujer, que simula un oleaje del mar;

lo hice para diferenciar los movimientos de unas y

otros, y que esa falda amplia no se perdiera.

Los bailarines hacen líneas, círculos, diagona-

les, giros, vueltas, ochos, etc. En el centro un bailarín

lleva consigo un caimán. En tiempos pasados se

hacía con guadua y papel periódico, hoy en día es

Versos especiales para el 2015Estos versos fueron hechos por el señor Edgar Orellanos para

nuestra presentación en el Festival de Danzas de Relación, evento

del Carnaval de Barranquilla 2015.

ICarnaval que acaba guerrasY la paz que aquí se añora (bis)Que las balas sean danzantes Y los fusiles tamboras.

IISi lográramos la pazDe un pueblo lleno de afecto (bis)Viviríamos orgullosos Colombia sería perfecto.

IIIDe regalo a BarranquillaA este pueblo curramberoNuestra danza salitrosaLa del caimán cienagüero.

IVAy de ciénaga es TriétniaEste grupo popularLe regaló a BarranquillaNuestra danza del caimán.

VHoy los diálogos de pazSe discuten en La HabanaSi se logra ganaríaNuestra patria colombiana.

VICuánto te amo BarranquillaHermosa Puerta de OroBendita tu gran banderaHoy tu más alto tesoro.

LA TRIETNIA ExPRESA TODA SU ALEGRíA Y JOLGORIO EN LA DANZA DEL CAIMáN CIENAGUERO.

más sofisticado; se usan varillas y esponja, así como

madera y tela. El danzarín caimán se balancea en

el centro y el resto del grupo danza a su alrededor

en señal de tributo. Luego el baile se suspende para

que improvisadores bailarines, en este caso la pareja

central, entonen versos relacionados con los proble-

mas cotidianos y con sucesos de actualidad, que son

alternados con el coro: “El caimán se la comió, el

caimán se la llevó”.

Somos

El caimán cienaguero

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211

Cómo nos preparamos en TrietniaLa preparación de nuestro grupo empieza desde

inicios de año cuando participamos en las Fiestas

del Caimán Cienaguero el veinte de enero. Este

trabajo dancístico nos sirve para presentarlo en el

Carnaval de Barranquilla. El punto de partida es la

convocatoria que se hace a los bailarines; la difusión

la lleva a cabo cada integrante antiguo entre sus

amigos y conocidos; luego iniciamos los ensayos en

el patio del Instituto Nacional de Formación Técnica

Profesional (Infotep), donde cada uno le dedica

tiempo, esfuerzo e inversión. La suma del trabajo

de todos para ponerle corazón a esta danza queda

reflejado en las percusiones que no cesan, como un

corazón no puede dejar de latir.

Además de practicar arduamente para presen-

tar un montaje que al público le guste y se deleite

con él, cada uno da ideas para la teatralización de

la tragedia de Tomasita, a quien un caimán se tragó

mientras jugaba con su hermana, según cuenta la

leyenda. De igual manera preparamos los versos que

son elegidos de acuerdo con algún suceso de moda

o algo que haya sucedido en el año, como la muerte

de un artista reconocido, un problema político, etc.

Después inicio el montaje, primero con talleres del

movimiento de la danza (para todos los bailarines,

nuevos y viejos), manejo del sombrero y movimiento

de la falda en las mujeres.

Nuestros rituales Cuando salimos de Ciénaga para Barranquilla,

bajamos la cabeza y hacemos una oración para que

todo nos salga bien y que no tengamos tropiezo

alguno, ni en el viaje, ni en la presentación. Ya a

la hora de salir hacemos un círculo con todas las

personas que conforman el grupo y ponemos nuestro

trabajo y esfuerzo en manos del Señor.

La movida para conseguir el dineroEs toda una logística la que debemos montar para

conseguir los recursos necesarios para el vestuario y

el transporte, hospedaje y alimentación de nuestra

agrupación en Barranquilla. Así, durante los meses

previos al carnaval, llevamos a cabo actividades para

sufragar los gastos, por ejemplo presentaciones en

diversos escenarios, asados y ventas de comidas

típicas de nuestra región como hayacas y pasteles.

Con los recursos que conseguimos hacemos una

bolsa común y, según resulte, cada uno debe aportar

de su propio bolsillo para llegar al tope de los gastos

que demanda el viaje a Barranquilla. Son tantas las

ganas de mostrarnos que no nos importa la inversión.

REPRESENTACIóN

DE LA MuERTE DE

TOMASITA EN EL

CARNAVAL DE 2014.

Aquí JuAN DAVID LASSO MARTíNEz REPRESENTA AL CAIMÁN.

La leyenda del caimánCuenta la leyenda que Tomasita cumplía el 20 de enero, día de san

Sebastián, y que su papá acostumbraba a celebrarle una fiesta con

un sancocho típico y una parranda en su casa. El año de la tragedia,

él mandó a su mujer a comprar la vitualla (yuca, plátano, guineo) al

mercado que quedaba a orillas de la laguna, que llamaban Puerto

de las Mercedes. En su recorrido por el mercado, la mamá tuvo un

descuido y la niña cayó al agua. Todos en el mercado empezaron a

buscarla; de pronto un pescador llegó con la fatal noticia de que un

caimán se había comido a Tomasita. Su papá, con gran pesar y lágri-

mas en los ojos, terminó el festejo.

La primera noche del velorio, al salir de la alcoba hacia la

sala, el pescador Bojato se encontró con su hija e hizo esta triste

exclamación:

Hoy día de san SebastiánCumpleaños de Tomasita ese maldito Caimán se ha comido a mijitica.Mijita linda, ¿dónde está tu hermana?Y Juanita contestó: el Caimán se la comió, papá.

Los niños forman

parte importante de

la danza y participan

con mucho

entusiasmo en las

fiestas. Con ello

se asegura que la

tradición no muera.

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somosel Imperiode las Aves

César Martínez Lara

Liliana Lara Salas

E l 7 de febrero de 1930 en la Calle de la

Esperanza con callejón El Porvenir y Buen

Retiro, hoy calle 11 con carreras 30 y

31, barrio Rebolo de Barranquilla, el señor Pedro

Barreto constituyó un grupo folclórico que denomi-

nó Los Pájaros para interpretar la danza de las aves

que se practicaba en épocas de fiestas en Ciénaga,

Magdalena, y que según dicen era en homenaje a

los pájaros tropicales. Cuando enfermó, en 1935,

se la entregó a su amigo el señor Pedro Berdugo

Villarreal, quien como él era comerciante de pláta-

nos en el mercado de Barranquilla y le cambió el

nombre al grupo por el Imperio de las Aves, hoy en

día uno de los colectivos más importantes y repre-

sentativos del Carnaval de Barranquilla.

Tras la muerte de Pedro Berdugo, en 1978, su

esposa zoila Campis quedó encargada hasta su falle-

cimiento, cuando Carmen Berdugo la única hija de

este matrimonio y quien salía con su padre desde los

siete años haciendo el papel de jardinera y de dueña

de estancia, asumió la dirección y abrió la participa-

ción a las mujeres. En la actualidad esta danza está

integrada por cerca de treinta hombres y mujeres,

cuya edad oscila entre diez y dieciocho años.

La trama del conjunto es muy sencilla: los

integrantes interpretan diferentes especies de aves

tropicales de notable colorido. Participan pájaros

como la alondra, el turpial, el canario, el sinsonte, el

azulejo, la cotorra, el toche, el chupaflor, el cardenal,

la paloma y el rey. Su disfraz es un bombacho de

varios colores con gola y pechera, con las alas en

las mangas; además, llevan caretas o máscaras que

representan las caras de estas aves, pero no sobre-

puestas, sino colocadas en la cabeza. Los acompaña

un cazador con sombrero, botas y una escopeta, un

jardinero que lleva pantalón adornado con cintas

de color a los lados, camisa de vivos colores, un

sombrero y una regadera, y la dueña de la estancia,

que lleva un vestido largo muy lujoso, adornado con

collares, aretes, un sombrero y canastilla.

La música que los acompaña en sus desfiles y

presentaciones está conformada por un acordeón,

una guacharaca y un tambor macho con los que se

interpretan ritmos musicales diferentes como la

marcha cuando entran aleteando los pájaros, y el

baile con el que los pájaros representan su coreogra-

fía. Para ello forman un círculo del que van entrando

y saliendo y más adelante cada ave recita un verso.

Los versos de esta danza vienen desde 1930Fueron inventados por un señor de apellido

Bolaños, junto con los señores Pedro Barreto y

Pedro Berdugo. Su significado es sencillamente

el canto melodioso de cada ave, porque el trino y

demás gorjeos en conjunto son un poema que la

danza asimila. Después el cazador recita su verso

y comienza a dispararles a los pájaros y estos van

cayendo uno a uno. Con sus versos el grupo Imperio

de las Aves hace historia en el pasado y presente.

Los podemos observar en toda su plenitud el martes

de carnaval en el Festival de Danzas de Relación y

Especiales. Este espectáculo de baile y coreografía

ha sido tradicional en la fiesta más entusiasta y

autóctona de Barranquilla.

Por tradición

generacional y

hereditaria Carmen

Berdugo es la

máxima exponente

de la citada danza.

Ella, con sus hijos y

amigos ha logrado

conservarla e irla

modernizando

manteniendo un

conjunto alegre,

cordial y expresivo.

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somosEL GUSANO

Cindy González Gutiérrez

Con el apoyo de

Carmen Meléndez

C on solo oír mencionar la danza del gusano

nuestras piernas se empiezan a mover de un

lado a otro con mucha fuerza, el tronco se

inclina y de nuestra boca salen estos cantos:

¡Eje! ¡Aja! ¡Aja! ¡Eje! ¿Quién baila gusano? ¿Quién goza gusano? Gusano a bailar,y ¿cómo es que dice el gusano?¡Eje! ¡Aja! ¡Aja! ¡Eje! ¡Guuuuusaaaanoooo!

Cuando todos decimos esto a una sola voz es

¡guau!, emocionante, y hace erizar la piel.

Una danza que llegó a nosotrosEn 1980 una agrupación de Tamalameque, Cesar, inter-

pretó la danza del ciempiés en un festival organizado

por la Escuela de Danzas Folclóricas Palma Africana,

entonces todos nos enamoramos de ella. El maestro

Gabriel Villa Billón, que laboraba en la Flota Mercante

Grancolombiana y había recorrido el mundo amplia-

mente, ya nos había contado que en la cuenca del

Caribe se interpretaba una danza festiva con el nombre

de “serpiente emplumada”, y siempre que podía nos

motivaba para que la sacáramos en carnaval.

Aunque nos llamaba la atención, no estábamos

seguros de interpretarla pues no le encontrábamos

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fundamento identitario con nuestro folclor caribe

colombiano. Pero cuando vimos a ese grupo bailar la

danza del gusano, nos llamó podero-

samente la atención y decidimos

investigarla. Así supimos que proviene

del departamento del Magdalena, que

en algunos lugares la llaman “danza

del ciempiés” y en otros “danza del

gusano”; también estudiamos similitudes

y diferencias en sus ritmos musicales,

exploramos sus diversos movimien-

tos y analizamos su vestuario.

Como actuantes del folclor,

como nos denominan algunos

teóricos, nos dimos a la tarea de

transformar algunos elementos

contextualizándolos con el fin de

que nuestra interpretación de esta

danza tuviera una verdadera correspon-

dencia con la realidad que vivimos en la costa Caribe

colombiana. En fin, tomamos el gusano y lo contem-

porizamos sin que perdiera su esencia folclórica,

y desde 1984 la interpretamos con mucho amor y

dedicación en el carnaval dentro de la categoría de

danza especial.

Todos los años hemos recibido con mucho

agrado el Congo de Oro, pero igualmente sentimos

gran responsabilidad pues sabemos que está en

nuestras manos aportar a la preservación de esta

danza, por ello vemos con gran satisfacción que

actualmente otros grupos la interpretan.

Así nos convertimos en un gran gusanoOrganizados uno detrás del otro, en orden de

estatura, representamos un gran gusano. quien

encabeza la danza usa máscara de cabeza de gusano

(elemento que introdujimos nosotros) y lleva en

cada mano un ojo. Es la persona más alta del grupo

y la que nos comanda, mientras que la más bajita va

de último.

Todos somos jóvenes o niños en honor a la

tradición de la danza del ciempiés. Llevamos un

enterizo verde, imitando el gusano del árbol de

matarratón, propio de Barranquilla.

La mayoría de los pasos son de derecha a

izquierda y se representa el ondulamiento del

gusano. Antes se simulaba la quema

del gusano, pero ya no por respeto al

ecosistema. La danza va acompañada

de los cantos en los que una persona

empieza y el resto responde:

EjéeeAjáaaAjáaaEjéee

¿Quién baila?¡Guuuusaaanooo!¿Quién goza?¡Gusaanooo!Gusaanoo¡A baaiiiilaarrr! Gusanoooo¡A gozaaaaarrrr!¿Y cómo es que dice el gusano?Eéje, ajáaa, ajáaa, ejéeee.

Todo esto lo decimos mientras baila-

mos cuantas veces sea necesario o

queramos repetirlo. Cuando todos

gritamos ¡guuuusaaanooo! indica que

viene un cambio de movimiento. Para

la musicalización de esta danza se

utiliza la base del ritmo de la tambora

de la Depresión Momposina acompa-

ñado de melodías en el clarinete.

¿que si no cansa estar todo

el tiempo es esa posición? El que te

canse depende de ti, en un comien-

zo cuando se están aprendiendo

los movimientos es normal porque

no es nuestra costumbre, pero una

vez conocemos todo y sentimos los

tambores dentro de cada uno y empe-

zamos a disfrutarlo nos olvidamos de

todo dolor o cansancio.

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Somosel Paloteo

ángela Pedroza Arzuza

Con el apoyo de Yuranis Caicedo quintero

Edaida H. Orozco Orozco

Luisa Elvia Orozco Solano

E l paloteo es una de las expresiones más tradicio-

nales en la modalidad de danza de relación por

sus versos, y hace parte de las danzas guerreras

por simbolizar el enfrentamiento de soldados en batalla.

Su contenido dancístico, teatral y literario la hacen única.

Los versos son en rima, décima o cuarteto, y poéti-

cos, lo que le valió el título Oral en la unesco. Estos se

dividen en:

• Saludo: lo dice el director o los capitanes del grupo.

• Himno: lo dicen todos los integrantes al unísono.

• Verso de bandera: es individual y es la exaltación a

un país, región, ciudad o en honor a un prócer.

• Verso de palo: es individual, los integrantes

contestan los versos con los palos de forma unísona

y pueden ser satíricos, de valor o picarescos, para

estimular a los integrantes a la batalla.

PALOTEO REFORMADO. WILLIAM PEDROzA ARzuzA, DIRECTOR.

Versos De apertura:

Señor, con gran deseo

A esta casa hemos venido

Para bailar complacidos

La danza del paloteo

Para llevar con deseo

A todos los concurrentes

De este público tan decente

Qué bien les puedo observar

Con cariño singular

Y es con clave decente.

Y casi todos los grupos incluyen

los versos de palos que dicen:

Todo el que esté presente

Que se me parte un poquito

Porque se me suelta un palito

Y a alguno se le va en la frente.

Haciendo la media luna

Bailando con gran deseo

La danza del paloteo

Se recuerda con fortuna.

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Estos versos son creados por el director o por

los integrantes y son producto de un hecho o una

vivencia.

La parte teatral es la simbolización de la

batalla: el integrante lleva las banderas para decir

los versos, portan los palos que simbolizan armas

o espadas, y que son parte de la coreografía. Estos

MuY CONCENTRADOS, LOS HIJOS DEL PALOTEO BOLIVARIANO INICIAN Su PRESENTACIóN.

palos son sometidos a un tratamiento de fermenta-

ción para que no se rajen, pulirlos y afinarlos.

La historia de esta danza es muy vieja y son

varias las versiones de cómo llegó a nuestro país.

Hay quienes consideran que la danza del paloteo

tiene sus orígenes en los bailes empíricos de Grecia;

otros piensan que proviene más del centro de

Europa. De su llegada a Colombia hay dos teorías:

la primera dice que fue traída por unos misione-

ros para evangelizar a los indígenas, de allí que en

sus versos mencione a Dios, y dicen que se bailaba

dentro de las iglesias en las fiestas del Corpus

Christi. La otra afirma que al municipio de Gaira,

en el actual departamento del Magdalena, llegó un

barco alemán y que fueron ellos quienes se la ense-

ñaron a los pobladores.

De su historia reciente se sabe que en 1916 en

Santa Marta, los señores Luis Miguel Rivas, Vicente

Angulo, Santo Narváez y José Redondo crearon una

danza con el nombre de paloteo para representar

a los españoles “chapetones” peleando contra los

patriotas, y que en lugar de espadas usarían palos.

Acordaron que estaría conformada por seis parejas,

todos de hombres. Hay que anotar que aunque

se dice que fue una creación de ellos, se sabe que

hay danzas de paloteo en Centro y Sudamérica, de

manera que quizás lo que elaboraron fueron los

versos, el himno y el vestuario.

Este baile, cuando llegó al barrio Rebolo y al

carnaval, era animado con dos instrumentos: un

redoblante y una armónica; los integrantes, exclusi-

vamente hombres, llevaban diferentes colores en los

vestidos; la forma de ejecución era ruda, y los palos

eran gruesos y más largos que los de ahora.

Las danzas de paloteo tradicionales mantienen

los patrones originales en música, instrumentos

musicales, baile, versos, coreografía, y el diseño del

vestido del primer paloteo que se fundó mixto. En

lo que innovan los directores de las danzas es en las

telas y los adornos que pueden utilizar para darle

más realce al vestuario, al igual que en las aplicacio-

nes y adornos del turbante.

El carnaval es vivo y acepta los cambios en las

telas y en ciertos adornos que se pueden mezclar

con el vestuario, sin embargo por desconocimiento

algunas escuelas de danzas han transformado la

música, el baile, la coreografía, la parafernalia y los

versos.

En la actualidad hay seis grupos de paloteo,

dos de ellos líderes de la tradición, como el

Paloteo Mixto, uno de los más antiguos, dirigi-

do por Ángela Pedroza Arzuza y el Paloteo de

Barranquilla de Donaldo Aguirre. Asimismo están

el Paloteo Reformado (de William Pedroza); el

Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo (de

Edaida Orozco); la única danza infantil en esta

modalidad Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur

Oriental de Rebolo (de Luisa Elvia Orozco); Danza

de Paloteo Talento Juvenil de Sabanalarga (de

Arelis Coronado), y el Paloteo de Gaira, dirigido por

Leopoldo Giménez.

Recordamos también algunas ya desaparecidas

como el Paloteo Pirata de Manuel Polo (fallecido)

y el Paloteo Pirata Infantil, que dirigió Avilét Polo,

así como el Paloteo del Atlántico de Marco López

(también fallecido).

Nuestros ancestros mantuvieron estos conoci-

mientos para que nosotros los recordemos, por eso

es único y además patrimonio de la humanidad, por

lo tanto debemos ser sus salvaguardas para que siga

existiendo mañana. Y el mañana está aquí ya que lo

que hagamos ahora será lo que marque el futuro,

por eso en los dos grupos que aquí presentamos les

enseñamos a los integrantes a guardar los patrones

originales y lo que se puede hacer en las coreo-

grafías, dejando clara la responsabilidad que ellos

tienen de conservar nuestras tradiciones cuando

escojan lo que van a mostrar.

Page 112: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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El Paloteo Mixtoángela Pedroza Arzuza

Con el apoyo de

Yuranis Caicedo Quintero

este trabajo lo hacía en las noches, porque de día

hacía las labores domésticas.

Cuando mi padre sacaba la danza en el carnaval

lo acompañaban sus hijos, sus nietos y sus sobrinos

como Guadalupe, Miguel y Gladys Hincapié.

Para mí el paloteo es mi vida. Desde mi niñez

apoyé a mi padre y fui siguiendo sus pasos para

hacer de esta danza lo que es hoy en día, algo muy

alegre, divertido, espontáneo, que se caracteriza por

sus versos y los colores del vestuario que representa

el pabellón colombiano.

Quiénes somosHoy en día dirijo el grupo, y junto con mi hija

Beatriz Barrios Pedroza somos las encargadas de la

coreografía. Los ensayos están a cargo de ella. Como

sicóloga que es, prepara a todos orientándolos en

cómo dirigirse a las personas, cómo decir los versos

de la bandera y los palos.

Mi hijo mayor, Everto Barrios, es músico y es

quien toca el acordeón. Los vecinos Armando Pérez

y Didier Ferrer Piña tocan los redoblantes y Matilde

Barrios se encarga de llevar la bandera de la danza.

Las modistas son muy importantes en nuestro

grupo. Rosario Hoyos confecciona el vestuario de

hombres y mujeres, y Gladis Piña elabora las golas,

las pecheras, los fajones y las pañoletas. A su vez el

señor Rafael Mantilla corta los palos que llevan los

integrantes. Finalmente, cómo no hacer mención a

Jorge Ahumada y Julianis Niebles Donado, integran-

tes de la danza, quienes se encargan del maquillaje.

Antes la danza del paloteo tenía muchas difi-

cultades para salir en los días del carnaval porque no

contaban con ningún recurso económico y no todos

los integrantes tenían para sus vestidos. Entonces

buscamos patrocinadores porque las empresas casi

no apoyaban esta danza, y las que sí lo hacían eran

las licoreras, pero con el licor de los cuatro días del

carnaval, no son un soporte económico para el tras-

porte ni otros asuntos. Por esa razón quiero resaltar

el nombre de la Fundación Adopte la Tradición,

que nos ha sido de mucha ayuda para las telas de

los vestuarios. También para los zapatos recibimos

apoyo de Promigas.

Este año no salgoCuando llega el mes de noviembre y ya se habla

de carnaval en las radios, digo que no voy a sacar

más el paloteo mixto y mis amistades me dicen que

siempre digo lo mismo, y es verdad, porque cuando

llega el mes de enero ya me emociono, me entra

una alegría y pienso: “el Paloteo no puede dejar de

salir en el carnaval ya que es una danza tradicional

muy querida por el público, en algún momento

cuando ya no pueda sacarlo se lo entregaré a alguien

de la familia para que no se pierda la tradición”.

ÁNGEL BARRIOS

PEDROzA, RENYA Y

JOHAN ACOMPAñAN A

NuEVOS INTEGRANTES

DuRANTE uN DESFILE

EN 2015.

En 1936, más exactamente el veinte de enero, el

señor Ángel Custodio Pedroza Torres, mi padre,

decidió continuar con el Paloteo Samario danza a

la que él pertenecía; era solo de hombres y todos

llevaban pantalones blancos, mochila y palos. En

1935 no vino al carnaval el señor Rufino Orozco,

ni Santos Narváez ni otro señor que la hacían

posible, entonces mi padre habló con ellos

en 1936, les propuso asumirla y la volvió

mixta, porque él dijo: “Si el paloteo es

una danza que hace honor a la guerra

del Libertador contra los españoles,

y la ganó Colombia gracias a la

participación de Manuelita Sáenz

y Policarpa Salavarrieta, ajá, yo

puedo también darle participación

a la mujer” por eso es que sale mixto el

paloteo.

Pero a su vez él me decía:

Hice el paloteo con hombres y mujeres para llamarlo mixto ya que se veía mejor todavía con la participación de la mujer. Al principio lo hice con ocho parejas, o sea con 16 personas; la música era la misma del paloteo de Santa Marta, pero cambiamos los vestidos, todos llevarían colores, esos los

ingenié yo.

Durante el tiempo en que estuvo mi

padre en la danza, mi madre Beatriz Arzuza

(ya fallecida), lo acompañó y lo apoyó con la

decoración de los gorros, capas y pecheras;

Cuando es domingo de carnaval y llego a

la Vía 40 con mi grupo es algo emocionante, un

sentimiento que no puedo explicar, es algo único,

algo que me llena de alegría, y cuando estamos

en el recorrido de la Gran Parada me siento muy

feliz porque a pesar de las adversidades y todos los

obstáculos que se nos presentan siempre seguimos

adelante y logramos salir triunfantes. Cuando los

periodistas extranjeros me hacen una entrevista me

emociono mucho porque siento que mi grupo es

importante para el carnaval.

GraciasMe siento muy orgullosa del recorrido hecho por mi

padre y de ser su actual directora. Con tesón hemos

puesto en alto El Paloteo Mixto, y no en vanos

hemos ganados 49 congos de oro, placas, medallas,

diplomas; por todo son 51 trofeos los que hemos

recibido. Le doy gracias a Dios por tenerme todavía

en pie para seguir apoyando al carnaval, y le pido

que me dé muchas fuerzas y sabiduría para seguir

haciéndolo hasta el final de mis días. Es una bendi-

ción que mi familia me haya apoyado tanto, al igual

que mis vecinos y demás personas allegadas. Todos

ellos han hecho parte de esto.

Page 113: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo

Edaida H. Orozco Orozco

Luisa E. Orozco Solano

con el Paloteo Atlántico del señor Marcos López,

como capitana.

Los integrantes fundadores del Paloteo

Bolivariano eran vecinos del sector de escasos recur-

sos; algunos habían estado en el Paloteo Atlántico y

después de que su director decidiera no participar

más en el carnaval y se fuera de la ciudad, le insistie-

ron a la señora Luisa Orozco, quien desde siempre

había ayudado a algunos jóvenes con el vestuario,

pese a que no pertenecieran a su grupo, que fundara

una nueva danza, cosa que hizo el 13 de junio de

1993. El Paloteo Bolivariano se inscribió por primera

vez en el Carnaval de Barranquilla en 1994.

Los primeros años la financiación del grupo

(telas, costuras, adornos, parafernalia, música, trans-

porte, alimentación) estuvo a cargo de la directora

Luisa Orozco y de mí. Los integrantes aportaron

parte de los adornos y zapatos reciclando cartones y

botellas. Actualmente seguimos poniendo dinero y

contamos con auxilios del Ministerio de Cultura, de

Carnaval S. A. y de la Fundación Adopte la Tradición.

Lo que no sabe el público del paloteoEl público desconoce muchas cosas tanto del

contenido de la expresión como de las vivencias

de integrantes y directores. un desconocimiento

para los observadores es la puesta en escena de la

danza ya que el tiempo que dan para ejecución no

permite mostrar todo su contenido, su coreografía,

su importancia y lo que significa en la tradición. El

Nuestra danza fue fundada por Luisa Elvia Orozco

Solano el 13 de junio de 1993 en la celebración de

su cumpleaños. La creó por el amor que le tiene a

las danzas de relación y especialmente al paloteo,

puesto que desde pequeña, cuando apenas tenía

diez años, participó en El Paloteo Mixto del señor

Ángel Custodio Pedroza. Años más tarde participó

en El Paloteo Reformado del hijo del señor Pedroza.

Por mi parte, debo decir que yo no hice parte

de ninguno de esos dos grupos, pero tuve el honor

de que el señor Pedroza me enseñara a decir los

versos. Mi primera participación en una danza fue El vestuario del paloteo

adulto e infantil es similar a

los demás paloteos, aunque

tiene más adornos, su

turbante es diferente y la

falda tiene dos colores.

Turbante: En la parte

de abajo es azul y en la

parte superior blanco. Se

diferencia de los demás por

tener dos colores y cinco

puntas en forma de corona.

Cada punta representa una

nación libertada por Simón

Bolívar. Está adornado con

piedras, collares y trencilla.

Pañoleta roja: Representa

la sangre de los criollos,

héroes de la patria.

Gola o capa amarilla:

Simboliza la riqueza de

nuestro país, adornada con

animales en lamé, escarcha,

trencilla y lentejuelas.

Camisa roja: Con ella

hacemos referencia a la

sangre de los patriotas;

tiene en la parte de

adelante y en las mangas

una franja vertical que

significa esperanza.

Pechera o peto blanco: Este

es en forma de corazón,

adornado con trencilla o

piedras; representa la paz.

Bombacho de los hombres

y niños: Lleva una faja

adornada, blanca y ancha

en la cintura, y es azul en la

parte de abajo.

Falda de las mujeres y niñas:

Tiene una faja blanca ancha,

que abarca la cintura y la

cadera, adornada en la

parte inferior. El resto es

azul, con pliegues y borde

en encaje.

Bombacho de las mujeres

y niñas: Es azul corto con

elástico.

Medias: Son largas de color

blanco.

Zapatos: Son cotizas

blancas.

Para la danza su significado

es: Blanco, la paz; azul,

los ríos y océanos, y rojo

la sangre derramada por

nuestros héroes.

El nombre de nuestro grupo

Es en primer lugar un homenaje a Simón

Bolívar, gran héroe, libertador de cinco

naciones; pero además nuestra sede está

ubicada en la carrera Bolívar (carrera 23)

con la calle Oriente (calle 19), al suroriente

de Barranquilla, en el barrio Rebolo, de ahí

su nombre: Paloteo Bolivariano Sur Oriental

de Rebolo.

Vestuario del Paloteo Bolivariano

Lo que nos

caracteriza

Nuestra coreografía

es única por la

forma como

es ejecutada la

danza. Los cuadros

semejan la lucha

de las naciones, los

versos, el baile y la

marcha hacen que

esta sea una danza

muy especial.

Page 114: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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227

Este grupo infantil

obtuvo su primer

congo de oro

en el Festival

de Danzas de

Relación, Especiales,

Comedias y Letanías

en 2005, y luego

en 2012, 2013 y

2014. Además, en

2007 obtuvo un

reconocimiento

especial de la

Fundación Carnaval

de Barranquilla

por participar y

contribuir a la

continuación del

carnaval.

Los Hijos del Paloteo Bolivariano Sur Oriental de Rebolo

público no ve cosas que solo nosotros sabemos,

ejemplo de ello es que muchas veces llegamos al

desfile trasnochados porque la máquina de coser

se dañó y tuvimos que terminar los uniformes con

costura hecha a mano, y para colmo de males las

mujeres no sabían coser y quienes cosieron fueron

los hombres. Otras veces es la angustia porque el

músico no llega, o los zapatos no llegan.

Anécdotas muchas, todos los años algo nuevo

pasa, pero hay unas que marcan. Este 2014, por

ejemplo, visitamos las escuelas para hacer talleres

de transmisión de saberes, y nos encontramos con

lugares donde había niños que no conocían las

danzas del carnaval, y con escuelas que no tenían

dónde hacer una presentación.

PremiosDesde 1996, cuando obtuvimos el tercer puesto en

el Carnaval del Sur, hemos recibido varios reco-

nocimientos, entre ellos un diploma de honor de

la Fundación Carnaval de Barranquilla en 2005, y

un congo de plata y siete de oro en el Festival de

Danzas de Relación, Especiales, Comedias y Letanías.

El Paloteo Bolivariano Infantil se creó porque había muchos

niños que querían participar en el paloteo adulto, algo

que no podían hacer por su edad, entonces ellos pedían

prestados los palos y se ponían a practicar. Luego les fuimos

enseñando en los ratos libres de ensayo. Los niños lo llama-

ban paloteo callejero, luego le pusieron el nombre de Los

Hijos del Paloteo Bolivariano. Luisa Elvia Solano Orozco

la fundó formalmente el 13 de junio de 1998, día de su

cumpleaños y del paloteo adulto, y ese mismo año la inscri-

bió por primera vez para participar en el carnaval de 1999.

Sin embargo tuvieron que afrontar un reto para esa

primera participación, y es que un músico no quería que

ellos estuvieran en el carnaval y puso como condición, para

tocar, que los niños no participaran. El paloteo adulto decidió

por votación que participarían los dos grupos o ninguno. En

las horas de la noche, cuando pensábamos que todo estaba

perdido, uno de los niños le enseñó a otro la música jugando

y este niño, al cual conocíamos como Mesita, interpretó los

sonidos del redoblante. La alegría fue inmensa, participaron

los dos grupos, y fue aún mayor cuando ganamos el primer

Congo de Oro de la danza adulta. Por eso los niños represen-

tan la continuación de una tradición.

El grupo infantil sigue los patrones de la danza adulta

y es el semillero de las danzas de paloteo. Actualmente es la

única danza infantil en esta modalidad.

Las telas, costura, adornos, parafernalia, música, trans-

porte y alimentación son financiados por la directora, Luisa

Orozco, y por la subdirectora Edaida Orozco; los padres de

familia no le aportan al grupo por ser de bajos recursos. En

la actualidad recibe auxilios de Ministerio de Cultura, de

Carnaval S. A., y de la Fundación Adopte una Tradición.

Page 115: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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229

Dicen que en fiestas de la Candelaria, cuando

a los esclavos les era permitido hacer jolgo-

rio, la muerte quiso llevarse a más de un

negro bailarín. Dicen que llevaba una gran guadaña,

pero a ciencia cierta no se sabe nada. De lo que sí

se puede dar testimonio es de la lucha que año tras

año sostenemos con ella varios artistas del carnaval

y de cómo la derrotamos a punta de tambor y

guacharaca.

Esto ocurre hace mucho en nuestra ciudad y se

dice que es una danza en homenaje a los negros que

representaban todos sus infortunios. unos afirman

que vino de Ciénaga, Magdalena, otros que de

Cartagena.

Según se sabe, fue en 1871 cuando el gara-

bato hizo su primera aparición en el Carnaval de

Barranquilla. Se habla de que Sebastián Mesura del

barrio Rebolo bailó garabato a principios del siglo

xx con su grupo y que José Terán Meza dirigió el

grupo desde 1929 hasta 1944 cuando la muerte

le ganó la partida en la puerta de su mismísima

casa donde fue asesinado una semana antes de

carnavales.

Posteriormente asumió la dirección Rodolfo

Villalba, quien era músico de la agrupación, y este a

su vez la facilitó a Emiliano Vengoechea y su familia

para que mostraran una danza popular en el Club

Barranquilla, y ellos la engalanaron con los colores

alusivos a la bandera de Barranquilla.

Hoy en día los hijos de Emiliano, en cabeza de

Luis Fernando Vengoechea González llevan a cabo

el Gran Desfile de Emiliano en honor a su padre,

SOMOS garabato

álvaro Bustillo

Brianne Velásquez

Humberto Pernett

Magaly Salas

que en muchas ocasiones fue el Gran Garabato de

Country Club en el carnaval.

El garabato desapareció de la calle y solo se

veía en el Club Barranquilla y luego en el Country

Club, pero volvió a esta con Cipote Garabato. Más

tarde se creó el Garabato del Norte, luego el del

Colegio Marco Fidel Suárez y el de la universidad

Libre y posteriormente el Garabatico de la 8.

Actualmente se han vinculado otros garabatos

como el de Barrio Abajo, el garabato Ritmo de mi

Tierra, de Soledad, el de Baranoa y el de Galapa.

Page 116: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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231

Cómo nos vestimos las mujeres

La blusa tiene escote amplio y arandelas

con los colores tradicionales. Como

accesorios llevamos flores en la cabeza y

zapatos negros en paye de lentejuelas.

La falda es negra en payé de lentejuelas.

En la parte inferior llevamos volantes de

organza en los colores de la bandera de

Barranquilla. La camisa es de mangas

largas y el color va de

acuerdo con el grupo; es lo

que lo identifica. Lucimos,

además, pechera con

encajes alrededor.

Los hombres llevamos

una capa, elemento

muy importante en

nuestro vestuario;

esta lleva motivos del

carnaval bordados con

lentejuelas. La bandera

de nuestro amado

Junior también suele

estar en ella. El garabato

consagrado borda él

mismo su capa.

Cómo nos vestimos los hombres

Nuestras caras van

maquilladas con rojo

y blanco, símbolo de

la vida y la muerte.

Mientras en unos

grupos los hombres

cubren toda su cara

con blanco, en otros

solo una parte. Esta

es una discusión que

está en curso, pues

los más tradicionales

abogan por la

primera práctica.

Usamos medias blancas

altas y pantalón bombacho

negro hasta la rodilla,

adornado con encaje a lo

largo por la parte exterior y

en los bolsillos.

Los zapatos son negros,

algunos en payé de

lentejuelas.

Como accesorios llevamos

un sombrero blanco

adornado con flores

artificiales y cintas.

Portamos un

garabato, adornado

con cintas de

colores.

Page 117: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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233

El personaje que hace

de muerte se somete a

un maquillaje especial. Por

lo general se elige entre los

mejores actores a tal punto

que sus representaciones

parecen muy reales, tanto

que una tarde el actor

que hacía de muerte,

emocionado por la ovación

que recibió y porque era

la primera vez que estaba

en tarima ante tanto

público se desmayó, y sus

compañeros creyeron que

eso hacía parte de

su actuación.

La Muerte está representada

por un hombre que lleva

enterizo negro de la cabeza

a los pies, con un diseño del

esqueleto pintado sobre la

tela del vestido. Algunas

veces lleva la cara pintada

de blanco o bien con una

careta en forma de calavera,

y porta una guadaña

larga en su mano.

La marcación del ritmo está

a cargo del grupo musical

que acompaña la danza y

está compuesto por una

tambora, el tambor alegre,

el guache y la flauta e´ millo

o el clarinete. La canción

que se ha tomado como

emblema para este baile

es el tema “Te olvidé”,

grabado en 1954 por la

Sonora Curro con arreglos

musicales del maestro José

María Peñaloza.

Nuestra coreografía es bien

particular. Nos desplazamos

siguiendo los toques del

tambor, haciendo culebras,

abanicos, túneles o el

movimiento de las olas.

El baile sigue el paso de la

marcha.

ÁLVARO BuSTILLO

Page 118: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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Garabato del Colegio Marco Fidel Suárez

álvaro Bustillo

interdisciplinario y participativo enfocado en el

desarrollo humano en general.

Todos los que participamos en esta actividad

(maestros, estudiantes, padres de familia), adquiri-

mos sentido de compromiso, de responsabilidad, de

pertenencia, de amor por nuestra institución, por la

comunidad, por Barranquilla y por nuestro carnaval,

orgullo de Colombia para el mundo.

Somos pensamiento cuerpo y corazónPara nosotros el carnaval, en especial nuestra danza,

es fuente inagotable de vivencias. Con ella reímos,

gozamos, aprendemos, luchamos, sufrimos, llora-

mos. Así el carnaval satisface nuestras necesidades

personales y comunitarias y gracias a él incluso supe-

ramos problemas.

A su vez, al garabato le debemos el fortaleci-

miento de nuestra espiritualidad, la valoración de

la cultura en la que nacimos y crecimos, el sentido

de pertenencia a nuestra ciudad, el desarrollo de

valores humanos, la integración, la capacidad de

solucionar diferencias de manera dialogada, la disci-

plina y por supuesto saber ganar y saber perder.

Cuando bailamos todos nuestros sentidos y

sistemas orgánicos entran en juego, desde el muscu-

lar hasta el sensorial. El carnaval para nosotros es

un excelente medio físico, orgánico y mental, para

nuestra vida cotidiana, que nos aleja de sustan-

cias dañinas para la salud. Y como si fuera poco,

adquirimos muchos conocimientos de historia,

de economía, de lenguaje, como también del arte

pictórico, escénico y musical.

Por él y por nosotros trabajamos sin descansoEl carnaval en muy importante en nuestra vida,

tanto de estudiantes como de profesores y de

padres de familia. También nosotros somos impor-

tantes para el carnaval.

En época de vacaciones el horario es superexi-

gente: de dos de la tarde a siete u ocho de la noche

de lunes a viernes, y los sábados y domingos de diez

de la mañana a seis de la tarde. En época de clase los

ensayos van de seis y media de la tarde a nueve de

la noche y los sábados de dos a seis de la tarde. Los

domingos se descansa si no hay función.

Lo hacemos con tanto sentimiento que ni

hambre sentimos. Hasta enfermos asistimos a los

ensayos y presentaciones, esto muchas veces nos

ayuda a superar esas dificultades.

Las puestas en escenas del pre- y carnaval

propiamente dicho son un corre-corre en procura

de que todo salga perfecto. Sufrimos porque el

vestuario esté impecable, que los músicos lleguen

puntuales, que los accesorios estén completos, que

el zapatero no falle con el pedido, que el personal

llegue puntual para el maquillaje (desde las cinco de

la mañana comienzan a maquillar), que la solicitud

del agua y el suero que no falte, que los conductores

de los buses no se retrasen, que los padres colabo-

ren para llevar el líquido, que los abanderados estén

con sus uniformes al ciento por ciento, y sobre todo

que el público goce y vibre de emoción con nuestra

propuesta escénica.

Después de las presentaciones nos relajamos

porque quedamos extenuados, pero con la alegría

de haber cumplido con el carnaval y sobre todo con

ese público que espera lo mejor de cada agrupación,

en este caso del Colegio Marco Fidel Suárez.

En 1994 participó por primera vez en el carnaval

un colegio, el nuestro, y lo hicimos con una de

las danzas más tradicionales de Barranquilla, el

garabato. La idea fue de Astrid Coronado

Pérez, la rectora de ese entonces y fue

así como yo llegué para encargarme

del trabajo cultural dancístico en

la institución. Ella y yo, acompaña-

dos de una veintena de estudiantes

somos, a mucho, honor los fundado-

res del ahora denominado Garabato del

Colegio Marco Fidel Suárez , cuyo rector

actual es óscar Marriaga.

Han pasado veinte años

y a pesar de los contratiem-

pos y dificultades hemos

mantenido el compro-

miso de apreciar,

valorar e identificar-

nos con nuestra

cultura, por

interme-

dio de una

propuesta

pedagógica

e innovado-

ra, que se ha

constituido en

modelo educativo

alternativo carac-

terizado por su

sello investigativo,

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237

Vivencias y puesta en escena en Colombia Las oportunidades que nos ha brindado Dios, el

carnaval y la vida han sido gratificantes y esplen-

dorosas. En Colombia con nuestra danza hemos

llevado e impregnado de carnaval a muchas ciuda-

des y poblaciones del país.

Esos jóvenes se han hecho sentir intensamente

en el escenario, vibran con cada golpe de tambor,

a más de uno he visto llorar de la emoción, de la

alegría por el público con sus vivas y aplausos.

Hemos recorrido la geografía colombiana

desde el Caribe hasta el sur (San Agustín, Huila) y

de Cali a Pamplona; hemos estado en el eje cafetero

(Manizales, Pereira, Armenia), en Medellín, Bogotá,

Tolima y Santander del Sur. En un aprendizaje

mutuo brindamos y nos brindan conocimientos

mientras afianzamos más ese sentimiento patrio,

lo maravilloso de nuestra diversidad cultural y

la inmensidad de nuestra majestuosa fiesta, el

carnaval.

También hemos estado en el exteriorEn 2008 fuimos escogidos para representar a

Colombia en el Festival Viva América en Madrid,

España. Viajamos una delegación de treinta perso-

nas a este encuentro dedicado al arte, la música, la

gastronomía y creatividad iberoamericana. Fue un

desfile que nos hizo sentir más colombianos que

nunca. Esos vivas de compatriota no se pueden

olvidar. El recibimiento del embajador Carlos

Rodado Noriega fue grandísimo y en un acto de

humildad incomparable nos dijo: “Esta es su casa,

esta es su Colombia, esta es su tierra en España,

siéntanse orgullosos de su país como yo me siento

orgulloso de ustedes carnavaleros, yo soy también

carnavalero, viva Barranquilla, viva Colombia”, y a

llorar de emoción se dijo.

La puesta en escena fue fantástica, maravillosa.

Algo muy similar nos ha sucedido en otros países en

América donde hemos hecho presencia carnavalera

con el garabato: Venezuela, Ecuador, Perú, Panamá

y Chile. Se vibra y se siente más la nacionalidad, y

siempre decimos: ser colombiano, ser barranquille-

ro vale la pena. Hierve la sangre, el corazón palpita

intensamente cuando el millo empieza a sonar.

ReconocimientosEn la actualidad nos invitan a desarrollar confe-

rencias y talleres sobre el carnaval y el folclor, en

la ciudad, la región y Colombia. Durante todo el

año estamos en actividad haciendo presentacio-

nes en diferentes festivales y en entidades públicas

y privadas que nos han otorgado un sinnúmero

de distinciones, exaltaciones, reconocimientos,

premios, etc.

Muchos egresados continúan estudios profe-

sionales en entidades superiores: como la Facultad

de Bellas Artes, la Escuela Distrital de Cultura, así

como en academias de artes y cultura. Otros traba-

jan la danza en colegios o en forma independiente

como instructores o artistas.

Una experiencia de vida y de muerteálvaro Bustillo

En 2005 estuve en estado de coma por una peritonitis,

pasé el precarnaval y el carnaval en la clínica. Eso es algo

muy duro cuando uno ha estado en todos los carnavales,

así que aunque fuera para estar cerca de lo que pasaba, le

pedí a mi esposa que me llevara un televisor para ver el

desfile. Yo tenía prohibido ver televisión, sin embargo me

lo trajeron con una camiseta oficial del carnaval. Me puse

la camiseta y cuando llegaron la enfermera y el médico se

echaron una carcajada y dijeron: “¡Oiga!, ¿usted se está

muriendo y está festejando el carnaval?”.

Cuando comenzó el desfile la cámara enfocó a los

muchachos del colegio. Ellos comenzaron a bailar y los

músicos a tocar una canción en versos alusivos a mí; qué

sentimiento tan fuerte, yo me fui lágrima seguida. Me

emocioné mucho y muchas cosas se me revolvieron por

dentro, tanto que en la noche me tuvieron que llevar de

nuevo a cuidados intensivos pues me puse grave. Cuando

me desperté en la mañana no supe de mí, ahí sentí el gara-

bato encima. Lo que es el personaje de la muerte lo sentí.

Vinieron los médicos y me vieron bien… Gracias a Dios

ganó la vida.

Eso fue una de las vivencias que me hicieron sentir

que esta fiesta es mía, que no puede ser de nadie, sino de

uno que tiene el corazoncito en la fiesta y no pueden dejar

que se la lleven, que nadie se la pisotee, no puede dejar

que se diga, como a veces pasa, que allá ya solo piensan en

el carnaval. Ojalá que toda Colombia estuviera pensando

en carnaval porque habría mucha más paz.

Nuestro ritual

Cada vez que vamos

a subir a un escena-

rio, damos gracias a

Dios por brindarnos

esa oportunidad.

Hacemos un círculo,

una persona inicia

la oración y después

cada integrante o

algunos espontá-

neos expresan sus

agradecimientos y

peticiones.

Igualmente, previo

al carnaval, vamos

a una misa y a la

semana siguiente

de que este termine

asistimos a otra de

acción de gracias. CAMILA ANDREA PéREz JuLIAO REPRESENTA LA MuERTE EN EL GARABATO DE PRIMARIA. EL GRuPO PARTICIPA EN EL CARNAVAL DE LOS NIñOS Y HA GANADO VARIOS CONGOS.

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Cipote GarabatoHumberto Pernett

Cuando muchos de nosotros formábamos parte de

la cumbiamba Cipote Vaina, decidimos participar

en el carnaval, más exactamente el sábado en la

Batalla de Flores, con la danza del garabato, mien-

tras seguíamos bailando cumbia en la Gran Parada

el domingo. Lo hicimos con el deseo de aportar al

fortalecimiento de nuestro patrimonio devolvién-

dole al garabato su origen popular, origen que se

perdió en los setenta cuando esta dejó la calle y

empezó a presentarse solamente como espectáculo

arraigarnos más en la tradición, hicimos un cambio

en lo que se refiere a la música: decidimos que los

músicos de la cumbiamba procedentes de Soledad,

Atlántico nos montaran la música del garabato con

tambora, lo cual fue aceptado por su sonoridad

en los desfiles callejeros. En la actualidad, todos

los grupos que representan el garabato tocan este

instrumento.

Hoy participamos en el Carnaval de

Barranquilla con más de doscientas parejas. En 25

años hemos ganado 23 congos de oro y represen-

tado nuestra cultura en eventos de diversa índole

en múltiples regiones del país, así como en España y

Venezuela.

Como aporte a la salvaguarda de las mani-

festaciones populares y tradicionales del carnaval,

nocturno primero en el Club Barranquilla y luego en

el Country Club, y en época de precarnavales toda

vez que sus integrantes decidieron dejar la ciudad

en tiempo de carnaval motivados, por supuesto, por

una crisis de valores muy fuerte.

Después de representar cumbia y garabato,

sesenta parejas decidimos dedicarnos exclusivamen-

te a la danza que representa la lucha entre la vida y

la muerte y fue así como creamos nuestra agrupa-

ción Cipote Garabato. Con la firme intención de

En 2015 Cipote Garabato cumplió 25 años, algo

que me hace feliz y orgulloso de mi grupo.

CADA AñO LA MuERTE

HACE Su APARICIóN,

PERO SIEMPRE GANA LA

ALEGRíA, LA VIDA.

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Gracias, Emiliano VengoecheaHumberto Pernett

A Emiliano Vengoechea me lo imaginaba diferente por lo que comentaba

la gente, pero su sencillez era muy impactante. A él lo contactamos tanto

cuando íbamos a montar el garabato en Cipote Vaina como después

cuando fundamos Cipote Garabato.

Muchas cosas del grupo se basan en sus enseñanzas; las medias

amarillas las usan los caporales y las rojas el que lleva la tradición del

baile. Nos ayudó a que Kurtis Buitrago fuera miembro del grupo y con él

se montaron las primeras coreografías. Después del deceso de Emiliano

sus apuntes y fotos me llevaron a conservar el rito de pintarnos toda la

cara de blanco. él decía que eso era un rito porque el garabato es danza,

no comparsa. Cuando metimos la tambora en la danza fue el primero

que nos criticó, pero sus hijos se han dado cuenta de que además de los

motivos propios, la Vía 40 la debe tener.

hacemos investigación sobre la danza del garabato,

propiciamos espacios de encuentros culturales que

favorezcan una mirada integral del Carnaval de

Barranquilla y tenemos un semillero donde incul-

camos a las nuevas generaciones el conocimiento y

respeto a los valores culturales.

Nuestro grupo tiene su sello propio, no solo

en el vestuario y la manera como bailamos, sino

en lo que caracteriza a quienes hacemos parte de

él. Nuestras relaciones se basan en el respeto por

la dignidad y esencia particular de cada persona.

Permanentemente nos preocupamos por estimular

el pensamiento creativo y vivimos valores como el

compromiso, la cooperación, la honestidad y el espí-

ritu de servicio. Sabemos que solamente trabajando

en equipo somos capaces de superar los obstáculos

cotidianos y asumir los retos de un carnaval que está

en permanente movimiento y transformación.

PARTE FuNDAMENTAL DEL GRuPO SON MIS HERMANOS HERNÁN Y TITA, quIENES SE OCuPAN DE

LA PARTE INTERNA, SIN ELLOS EL CIPOTE GARABATO SERíA uN CAOS. ESE TRABAJO MuCHOS NO LO

VEN, PERO PARA Mí ES IMPRESCINDIBLE.

Muchos de los ensayos

los hacemos en la noche,

frente a la sede del grupo

en el barrio Prado.

Desde nuestra fundación,

hace 25 años, nos

acompañan el grupo

de música Soneros de

Soledad, compuesto

por Fernando de La Hoz

(director), Erick Rodríguez,

Andrés Jiménez, José

Vargas y Papita.

uN ESquELETO DESLuMBRANTE

VIGILA LA IzADA DE BANDERA EN

NuESTRA SEDE.

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243

El Garabato de la 8 y Garabaticos de la 8

Magaly Salas

con un grupo infantil. Finalmente el 3 de enero de

1999 creamos los Garabaticos de la 8.

La decisión de qué danza representar se

debatió en familia. Martha deseaba que organizára-

mos un grupo que se llamara Cumbiamberitos de la

8 y yo propuse que escogiéramos el garabato como

danza por representar la lucha entre la vida y la

muerte, situación que yo viví cuando mi hija María

José nació de apenas cinco meses y medio de emba-

razo. Martha vivió de cerca cómo las dos tuvimos un

Carta a quien nunca nos ha visto

Martha Salas

A todos les digo que vengan al Carnaval de Barranquilla a gozar de la

diversidad de muestras culturales y folclóricas que tenemos, y a disfrutar

de su calor humano, de su gente, de la gastronomía y los sitios de interés

público como el Parque Cultural zoológico, la Avenida del Río, el Estadio

Metropolitano y la Catedral Metropolitana.

En 1999 los vestidos fueron

elaborados en tela de satín,

posteriormente en raso y hoy

en payé de lentejuelas la cual

hace más vistoso el vestuario.

Nuestro barrio no tenía ningún grupo folclórico

infantil que lo representara en el carnaval del sur,

que recorría toda la carrera 8 desde la calle 40

hasta el bulevar del barrio Simón Bolívar, así que mi

hermana Martha y yo decidimos un buen día fundar

un grupo infantil. Siempre nos han gustado este

tipo de actividades. Juntas organizábamos la novena

de Navidad en vivo en nuestra casa paterna, que

quedaba justamente en la carrera 8 y poco a poco

empezamos a soñar con participar en el carnaval

duelo con la muerte en unidades de cuidados inten-

sivos, así que estuvo de acuerdo en que creáramos el

grupo Garabaticos de la 8. Lo que nunca se imaginó

era que justo en la primera presentación se extra-

viara su hijo de apenas seis añitos. Para nosotras

fue traumático, pero supimos afrontar esa situación

con calma y madurez. Menos mal fue solo un susto;

el niño se quedó mirando a un lado de la tarima a

otros niños bailar.

Luego conseguimos un coreógrafo, nos reuni-

mos con los padres de los niños y visitamos la Casa

del Carnaval donde nos entregaron el libro escrito

AuRORA HERRERA Y GABRIEL DE MOYA LIDERARON EL SEMILLERO INFANTIL EN EL CARNAVAL DE 2015.

Antes de cada

desfile y ya en el

bus, es tradición

que directoras

y danzantes

agradezcamos

a Dios y nos

encomendemos a

Él para que todo

nos salga bien.

También este es el

momento en el que

damos las últimas

instrucciones a los

bailarines. ¡Vamos

por otro congo, que

sí podemos!

Page 123: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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245

por Mirtha Buelvas. Fue así como empezamos a

aprender de la danza del garabato. Con rifas, bazares

y bingos conseguimos recursos y logramos partici-

par ese mismo año con 104 niños, 52 parejas. Todos

estos niños venían de participar en diciembre en la

novena del Niño Dios en nuestra casa. Nuestra fe en

Dios, el respaldo de nuestra familia y el apoyo de los

padres, personas de escasos recursos económicos,

pero donde la voluntad y la alegría es fantástica,

lo hicieron posible ese año y los siguientes. Desde

entonces participamos todos los años y hemos

alcanzado, junto con la agrupación El Garabato de

la 8 que creamos más adelante para que pudieran

participar adultos, catorce congos de oro con los

dos grupos.

El garabato es una danza muy represen-

tativa de nuestro carnaval, además el vestuario

de las mujeres lleva los colores de la bandera de

Barranquilla, lo que nos hace sentir muy orgullosos

cuando vamos a otros lados. Llevar tu folclor, tus

raíces a otra parte lejos de tu ciudad, donde todo

el mundo está pendiente de ti y de tu grupo, es lo

JuLIÁN MORA PERSONIFICA LA MuERTE EN LOS GARABATICOS DE LA 8.

máximo, es una experiencia única. Para nosotros es

lo más hermoso que hemos vivido.

A mucho honor hemos estado en dos ediciones

del Reinado del Bambuco en Neiva; en tres del

Reinado del Mar en Santa Marta, y durante diez años

hemos hecho presencia en la Batalla de Flores del

Concurso Nacional de Belleza en Cartagena, acom-

pañando a la señorita Atlántico, y después hacemos

una presentación a todos los huéspedes en el Hotel

Hilton. En nuestro departamento hemos participado

en la Gran Parada de Puerto Colombia y de Galapa

y en la Batalla de Flores de Santo Tomás. Además

apoyamos el desfile del ceremonial de la muerte

en Soledad y la noche de garabato en Baranoa. Hoy

capacitamos jóvenes en los municipios de Santo

Tomás y Baranoa en todo lo relacionado con el gara-

bato y varias parejas de allá participan con nosotros

en los desfiles del Carnaval de Barranquilla.

Mi hermana Martha ha sido muy importante

en el grupo, coordina los ensayos, toma las medidas

y hace mucha gestión para que el Garabatico de la

8 pueda participar en eventos como el semillero

del carnaval, la coronación de los reyes infantiles, la

Guacherna, la Batalla de Flores, la Gran Parada de

Tradición, el Carnaval de los Niños y el desfile de la

84. me apoya en la recaudación de fondos. Participar

en el carnaval es difícil, los costos para poder desfilar

son altos y es necesario gestionar recursos econó-

micos con rifas y bazares y tocar las puertas de la

empresa privada.

Hoy en día mi hija es la coreógrafa de la danza y

el pasado carnaval alcanzó dos congos de oro. Era de

esperarse, a esa niña desde pequeña se le agitaba el

corazón cuando escuchaba un tambor.

Ambos grupos, el Garabato y los Garabaticos

de la 8 son unas de las más entusiastas de nuestro

querido Carnaval de Barranquilla, compuesta por

niños y jóvenes de todas las edades, los más talento-

sos en la marcación de este ritmo cadencioso, alegres

y bullangueros.

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247

Ricardo Sierra Vásquez, coreógrafo

del grupo desde sus inicios. Fue

alumno mío de danza desde 6°

hasta 11° en el Instituto Pestalozzi.

Luego siguió su trabajo de

formación dancística en el grupo

de la Universidad del Atlántico

con Carlos Caballero mientras

estudiaba en la Facultad de

Arquitectura. Igualmente estudió

Danza Contemporánea y Folclor

en el Real Ballet del Atlántico con

Yamile Borrero, y Danza y Teatro

en la Universidad Antonio Nariño.

Hoy día es uno de los coreógrafos

más reconocidos de la ciudad.

También se destaca en su papel de

Muerte que ha personificado en el

ámbito nacional e internacional.

Como amigo siempre me ha

acompañado en la danza y aquí

deseo hacerle este pequeño

homenaje.

Cada uno de

nuestros bailarines es

importante, sin ellos

no seríamos el grupo

que somos. A ellos y a

sus familias que nunca

nos abandonan les hago

un reconocimiento.

Gracias por su respaldo

irrestricto, por su apoyo

con rifas, bazares e

incluso recursos propios.

Ustedes siempre le han

puesto la cara a nuestra

agrupación.

Garabato Unilibre Brianne Velásquez Cuesta

Directora

En Garabato unilibre docentes, estudiantes,

trabajadores, hermanos, primos, amigos y vecinos

gozamos en hermandad. Lo importante es bailar.

La danza mueve el espíritu, nos hace sentir y darle

al público solo alegrías hasta el cansancio. Al día

siguiente iniciamos de nuevo con el mismo entusias-

mo y nunca pensamos en qué pasó ayer, vivimos el

momento y el momento es danzar, danzar para vivir

con éxtasis el carnaval, es un momento que se siente

intensamente. Cada año tiene su afán, cada montaje

es una nueva expresión que le damos al público,

nuevos amores que se inician y viejos amigos que

se van mientras otros vuelven. El carnaval es único,

quien lo vive, lo disfruta, lo goza, lo llora y hasta se

muere para que el año siguiente vuelva a vivir.

El Garabato unilibre ha sido por el sector

privado y en especial por la universidad Libre,

seccional Barranquilla, de la que soy empleada y

a la cual he podido proyectar positivamente en el

ámbito local, nacional e internacional.

Cuando se inició el grupo algunos estudiantes

firmaron una póliza de cumplimiento para poder

tener los vestidos elaborados por Luz Serna de

Castañeda (q. e. p. d.), que aguantó más de un año

para recuperar su inversión. Juan Carlos Currea y

Glenda Pava elaboraron la letra que firmaron. Ellos

formaban parte del grupo y el carnaval los unió por

siempre como esposos, esto ha dado como resul-

tado que muchas parejas se unan en matrimonio y

actualmente sus hijos son el semillero del grupo.

En 1998, después de haber inscrito la danza en

la Fundación Carnaval en la modalidad de cumbia,

cambié al grupo a la de garabato, porque esta acti-

vidad tenía mayor probabilidad de recibir un Congo

de Oro. Y fue acertado, a la fecha hemos ganado

trece por nuestra dedicación y trabajo dancístico.

Gracias a la orientación, acompañamiento y

presencia amorosa de Ricardo Sierra, que es nuestro

coreógrafo y representa a la Muerte, esta danza ha

recorrido el mundo. En muchas ocasiones participá-

bamos en el carnaval como Garabato Libre, ya que

no contábamos con el apoyo ni del sector privado ni

de la universidad Libre, solo con el esfuerzo propio

de los intérpretes, del coreógrafo y de su directora.

Hoy en día Garabato unilibre cuenta con el

apoyo institucional de la universidad, que ve en la

danza una proyección suya hacia la comunidad.

En nuestro grupo es muy importante el núcleo

familiar. Muchos de nuestros integrantes forman

parte de la danza desde su misma creación y parti-

cipan con mucho amor y dedicación. Lo vivimos y

gozamos pues lo llevamos no solo en la sangre sino

en el corazón.

En la Vía 40 a la espera

de desfilar en la Batalla

de Flores con nuestra

iguana garabatera,

símbolo de nuestra

danza y de la institución.

Los niños inmersos

en la magia de

la danza, sus

accesorios y

vestuario, se

vinculan de manera

maravillosa al

grupo: siguen el

ritmo danzando

o acompañan a

sus padres desde

recién nacidos y

van creciendo con

ella, con su danza El

Garabato Unilibre.

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249

Las Farotas de Talaigua

Somos

Mónica Ospino

L a danza las farotas de Talaigua encierra un

alto contenido burlesco debido a que es una

parodia de un evento histórico acontecido

en 1610 en época de la Colonia. En ese tiempo, los

colonizadores españoles acostumbraban a abusar

sexualmente de las mujeres indígenas, aprovechan-

do que quedaban solas en sus hogares mientras sus

maridos salían de cacería por las noches.

Los hombres, cansados de estos abusos y como

forma de venganza, idearon un plan para hacer

pagar a los españoles por esta ofensa, así como por

la ocupación de sus tierras. Observaron cómo se

vestían las españolas, luego, usando la malicia indí-

gena, elaboraron vestidos semejantes y organizaron

una trampa.

Cierto día un grupo de soldados españo-

les, reconocidos como abusadores, vieron desde

lejos unas “mujeres españolas” y eso les llamó la

atención. Estas les hacían toda clase de morisque-

tas y coqueterías y ellos cayeron en la trampa. Acto

seguido, los 13 mejores guerreros farotos, vestidos

de mujeres, atacaron y dieron muerte a los soldados

españoles. Ese día la victoria fue celebrada con

parrandas, bailes y borracheras. Desde entonces la

población de Talaigua Nuevo, ubicada en el depar-

tamento de Bolívar, celebra y recuerda este hecho

histórico mediante esta danza.

En 1800 el señor Efraín Chica, natural de San

Fernando, rescató la danza. Después de su muerte,

hacía 1887 el señor Domingo Carrera, más conocido

como Mingo Chechere, natural de Talaigua Nuevo,

tomó la dirección y esta se ha mantenido viva a

lo largo del tiempo con la ayuda de las familias

talaigueras. En 1982 Etelvina Dávila Turizo, la Farota

Mayor, tomó la dirección de la danza y la llevó por

primera vez al Carnaval de Barranquilla. Desde

esa época Las Farotas de Talaigua han marcado

una tradición, que nos llevó a ser incluidas en el

dossier presentado a la unesco para que el carnaval

fuera declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la

Humanidad.

Las Farotas de Talaigua hoyEl grupo está conformado por veinte integrantes

entre faroteros y músicos, liderados por el director

artístico Manuel Joaquín Matute, que se desempeña

dentro de la coreografía como “la mama”.

Hace años Las Farotas tomamos la iniciativa de

inculcar en los jóvenes y niños el valor cultural de la

danza. Para formar parte de ella hay que pasar por

un proceso artístico en el grupo infantil compuesto

ALBEIRO PANzA EN

uNA DE LAS VARIAS

DEMOSTRACIONES

EN EL CARNAVAL

DE BARRANquILLA,

quE INCLuYEN LA

BATALLA DE FLORES,

LA GRAN PARADA DE

TRADICIóN Y LA TARDE

DE ENCuENTRO DE

DANzAS ESPECIALES Y

DE RELACIóN.

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251

La mejor forma

de trasmitir los

saberes es contar la

historia generación

tras generación.

Preservar las

costumbres

ancestrales de las

Farotas de Talaigua

es un deber que

tenemos los

descendientes de

aquellos hombres

y mujeres que

decidieron convertir

en arte su historia.

por los hijos, nietos y sobrinos de los faroteros

mayores, que luego pasan al juvenil y de ahí a los

mayores.

La trasmisión de los saberes se da de los

mayores a los niños mediante charlas y anécdotas.

Además en Talaigua, como parte del currículo se

transmiten estos saberes en las aulas de clase.

Todo el año la población talaiguera vive en

función de la danza. Las esposas de los faroteros

prestan mucho cuidado a los uniformes. Las flores

que llevan en el sombrero las elabora Patricia Castro

Amador, una artesana de tradición.

Además formamos parte activa de la orga-

nización del Encuentro de la Cultura Anfibia,

que tiene lugar a mediados del mes de julio. En

estas fiestas se dan cita agrupaciones ribereñas de

otras regiones y de fuera del país. Allí las personas

encuentran, además de muestras folclóricas, talleres

y conversatorios.

La interpretación de la danzaEn la coreografía intervienen trece hombres, inclu-

yendo la ninfa, que representa a la niña y quien

también era abusada por los españoles, y se ubican

en dos filas de seis cada una. La mama es quien

dirige la coreografía. Es importante resaltar que

los integrantes bailan con el cuerpo inclinado hacia

adelante, levantando la barbilla. Sus posturas y

ademanes son totalmente masculinos. Los pasos del

baile se denominan: son farota, de frente, entresa-

cada faroteando, saludo, de dos en dos, sombrilleo,

lavada y perillero. Estos van acompañados de los

sones farota, lavada y perillero.

La danza rinde honor a Chigua, dios de la

comunidad farota, jefe supremo de la naturaleza, al

que se le agradece por las siembras y cosechas, las

tierras, los matrimonios y las mujeres.

LAS FAROTAS uSAN

FALDA FLOREADA CON

POLLERíN Y MALíN A LA

uSANzA DE LA MuJER

ESPAñOLA.

El vestuarioEl vestuario de las farotas es una muestra de la mezcla triétnica

que la danza representa. Los integrantes van vestidos de mujer

con faldas floreadas a la usanza española. Debajo llevan un

pollerín con encaje, el sombrero lleva flores llamadas rosalindas,

propias de la Depresión Momposina. El amansa loco o buzo es

una tradición de la raza negra. La gola representa la Depresión

Momposina, va adornada con fantasía de oro y piedras preciosas

que representan lo adineradas que eran las mujeres españolas

de la época. Las abarcas trespunta representan al indígena, la

sombrilla es de origen español, pero se usa como lanza y sirve

para escenificar cómo peleaban y cazaban los indígenas. Los

pañuelos remplazan las cabecitas de animales pequeños que se

ponían en la cintura para defenderse de las brujas.

El vestuario guarda los patrones tradicionales desde los

inicios de esta danza, y varía de acuerdo con el colorido y calidad

de las telas que se encuentran en el mercado. De esta actividad

me encargo yo por ser la directora, y dos integrantes de la danza,

todo bajo mi supervisión.

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253

Jan Carlos Mancera

Farotero de 34 años de experiencia.

Dirige la categoría juvenil.

“Desde niño anhelé pertenecer al grupo y ahora estoy muy orgulloso porque soy baila-dor, portador de la tradición de mi pueblo, y en la actualidad soy multiplicador de mis conocimientos en los niños talaigüeros. Esto me da mucha tranquilidad porque de bailador pasé a ser un líder y esto lo aprendí de mis abuelos. Es un gran honor”.

Etelvina Dávila TurizzoFue la directora y representante legal de la danza

desde 1982 hasta 2011, año de su fallecimien-

to. Siempre se caracterizó por su carisma y

habilidades para el teatro, la comedia y las

manualidades. Profesora, secretaria, artesana,

conferencista, esposa y madre, fue escogida

como una de las veinte mujeres sobresalientes

de Colombia y del departamento del Atlántico.

Recibió reconocimiento de la Cámara de

Representantes por su valioso apoyo cultural al

Carnaval de Barranquilla. Organizó el Encuentro

de la Cultura Anfibia y dictó varios talleres. En el

2003 fue escogida para formar parte del dossier

presentado a la unesco para que el carnaval

fuera declarado patrimonio oral e inmaterial

de la humanidad. La Gobernación de

Bolívar la condecoró como una

reconocida gestora cultural que

promovió nacionalmente la

danza.

Etelvina Dávila se destacó

por ser un pilar fundamental

del desarrollo de la cultura y las

artesanías en Colombia, y dejó

un semillero para mantener vivo el

sentimiento cultural en las genera-

ciones venideras.

Etelvina falleció a la edad de 71

años. Recibió homenajes póstumos de

la Fundación Carnaval de Barranquilla y la

Secretaría de Cultura de Barranquilla. Ella fue la

Farota Mayor y vivirá por siempre en su danza y

en el corazón del pueblo colombiano.

Manuel Joaquín Matute

Comenzó como bailador en 1962 al lado

de Gabriel Panza, Germán Robelo, Miguel

Castaño, Florencio Núñez, Catalino Guerrero,

Maximino Galindo, Gustavo Núñez, Abraham

Vides, Andrés Herrera, Alzomiro Ardila y el

millero José del Carmen Polo.

“Bailar en las Farotas es para mi un gran orgullo. Aún estoy activo, soy la mama del grupo desde 1982 cuando Etelvina Dávila me propuso ir a Barranquilla para mostrar nuestra cultura. El ser farotero lo llevo en mi sangre, me estremece oír los sones de la música de farota, siento que llevo a mi pueblo dentro de mí”.

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somos Los Coyongos

C arnaval de Barranquilla sin Los Coyongos

no es carnaval. Desde que llegaron a

nuestra fiesta, a inicios del siglo xx, se

han hecho notar. Es fácil identificarlos pues sobresa-

len en los desfiles con sus cuellos altos y unos picos

de madera que a la manera de clave sonora marcan

el ritmo musical.

Los Coyongos representan diversas aves que

se encuentran en las orillas de lagunas y ciénagas

de nuestra región Caribe, como el coyongo rey, el

pato cúcharo, las garza gris, blanca y morena, y el

pisingo, entre otros. Con su danza van reproducien-

do el vuelo de estas aves y las faenas que tienen para

capturar los peces. Dicen también que esta danza es

una alegoría a los combates vividos entre españoles

e indígenas; de hecho, su origen se remonta a 1812

o 1813, después de la independencia de Colombia,

y se le atribuye tanto a los cartageneros como a

los habitantes de las poblaciones ribereñas de la

Depresión Momposina. Otros afirman que la danza

es un homenaje de los cazadores y pescadores de

Mompox y a sus formas de sustento.

La coreografía incluye también un cazador y un

pez (cuyos trajes los identifican), y mientras danzan,

un pasito adelante y otro para atrás, hacen diversos

movimientos suaves—tejido, trenza, hilo, rueda y

círculo— para encerrar el pez.

El vestuario de Los Coyongos es muy sencillo.

Se trata de una estructura piramidal liviana hecha en

madera o alambre, forrada en tela de colores y tiene

a ambos lados unas pequeñas aletas. En la parte

de arriba sobresalen los picos de madera que son

accionados desde dentro mediante un mecanismo

y logran producir un sonido característico. Basta

Yo soy la garza morena

que vengo del otro lao,

traigo el pico lucio

de tanto comer pescao.

con oírlo a lo lejos para saber que andan cerca unos

coyongos.

El danzante, que siempre es un hombre, se

mete dentro de la estructura y con dificultad los

espectadores logran verlo. Los zapatos y las medias

son negras con lo cual se quiere representar las

patas llenas de barro por cuenta de su presencia en

las orillas de ciénagas o lagunas.

Mientras bailan, de manera alternada, los

danzantes narran cortas historias mediante versos

que son acompañados por un grupo musical que

ejecuta música del Magdalena Grande (son valle-

nato) compuesto por un acordeón, una caja y una

guacharaca. Como se ha dicho, esto va al unísono

del sonido producido por el cerrar y abrir de los

picos de madera que cumplen la función de ser el

instrumento marcador del ritmo.

La agrupación de

Los Coyongos que

hoy pervive fue

fundada en 1910

por las familias

Sossa, Noguera y

Beleño. Hoy en día

es conducida por

Baltazar Sossa y

la sede del grupo

está en el barrio Las

Flores.

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somos los diablos arlequines

Gastón Polo

Con el apoyo de

Vitalia Díaz

E n los años treinta, en época carnestolén-

tica, el folclorista y bailador empedernido

Marcial Lavalle Romero, salía en su oriunda

Sabanalarga vestido de diablo, con máscara que

llevaba espejos, traje multicolor, castañuelas, espue-

las de cuchillo y botaba bocanadas de fuego que

lograba al prender un fósforo y acercarlo a la boca

donde tenía gasolina, igual como se hace ahora.

Al principio salió solo, por allá en 1935, pero

años después se hizo acompañar de los señores

Constantino Ariza y Máximo Albon, con lo cual

se convirtieron en un disfraz colectivo. Desde

pequeño, a mi padre le gustaba salir e ir detrás de

estos tres personajes. De tanto mirar cómo bailaban

y hacían sus demás malabares, estos se le queda-

ron grabados en su mente. Hacia el año cincuenta,

y debido a la muerte de uno de ellos, los diablos

empezaron a desaparecer poco a poco hasta no

volver a salir.

Muchos años más tarde, en pleno ensayo de

Los Goleros, grupo que dirigía, mi padre, Apolinar

Polo Morales, él les propuso a los muchachos que

formaran parte de este grupo que rescataran la

danza de los diablos. Fueron seis los primeros perso-

najes que salieron al ruedo. Como existían otras

danzas de diablos, mi papá le agregó el remoque-

te de “arlequín” por llevar varios colores, la cara

pintada y hacer piruetas. Fue mi papá quien bautizó

el grupo como Diablos Arlequines de Sabanalarga.

En esa época él tenía una dulzaina, así que la

incluyó junto con los instrumentos musicales con los

que empezó: un tambor pequeño y una guacharaca,

tres instrumentos no más. Primero se presentaron

en Sabanalarga, donde fueron muy bien acogidos

por el público y se llevron muchos premios. A raíz de

eso mi papá decidió participar al año siguiente, en

1980, en el Carnaval de Barranquilla. Yo tenía unos

doce años y me acuerdo bien. Mi papá inscribió la

danza en la Batalla de Flores y en la Gran Parada.

Dentro de 250 grupos que iban ellos fueron la atrac-

ción ese año y se trajeron el congo de oro. Además,

la Cámara de Comercio les dio un reconocimiento y

fueron invitados a Mompox la Jornada Regional de

Cultura Popular organizada por Colcultura y el PNR

en 1989. Ese año salieron en la portada del libro

Aluma. De ahí para acá hemos sido galardonados

siempre, año tras año, e invitados a distintos países.

Page 130: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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259

El vestuario

Lleva diferentes

colores vistosos con

un diseño original

y auténtico con

alas negras, rabo,

y máscara roja con

dientes, colmillos

y espejos. Además

de capucha usamos

accesorios tales

como espuelas,

cuchillos, cascabeles

y castañuelas que

hacemos sonar con

los movimientos.

Llevamos también

uñas largas de hoja

de lata.

Los ensayos

acostumbramos a

hacerlos de noche

en la cancha de

fútbol Las Torres

de Sabanalarga de

donde todos somos

oriundos. Este se

ha convertido en

un escenario de

encuentro de varias

generaciones que

se dan cita allí para

vernos practicar.

Danzar entre

las botellas sin

tumbarlas demanda

gran destreza; para

lograrla debemos

practicar mucho.

La máscaraSegún cuentan, la danza de los diablos es de origen

religioso, esta la representaban en las procesiones de

Corpus Christi. Fue introducida por los españoles en la

época de la Colonia para atemorizar a los indígenas con la

máscara ya que tenía espejos que brillaban con el sol y ellos

salían corriendo.

Las primeras máscaras las hizo José Llanos, de Galapa.

Fueron costeadas por cada uno de los bailarines, lo mismo

que el vestuario. Las espuelas las hizo un muchacho

que sabía soldar y él las obsequió cuando salieron para

Barranquilla la primera vez.

La coreografía Esta se divide en dos partes, en la primera los

bailarines demuestran destreza y agilidad saltan-

do las botellas al compás del tambor y la flauta.

La segunda parte cambia el ritmo a son de puya;

los movimientos son en parejas (hoy en día ocho,

antes salían solo tres), lo que exige más destreza

para evitar lesiones con las espuelas o los cuchillos.

Además en este momento es cuando se empieza

a botar candela por la boca. Aquí la danza es más

auténtica y vistosa.

CASTAñuELAS quE SE LLEVAN EN LAS

MANOS AL COMPÁS DE LA DANzA.

ESPuELAS quE LLEVAN LOS

DANzANTES EN LOS zAPATOS

PARA quE Su SONIDO SE

ACOPLE CON LA MúSICA.

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261

Los muchachos

se maquillan

ellos mismos,

han aprendido a

hacerlo y para ello

usan los espejos

de sus propias

máscaras. Los niños

aprenden eso desde

pequeños.

HEYNER ORTEGA DíAz

Para que esta danza nunca muera

Mi nombre es Gabriel Enrique Pacheco Mercado,

pertenezco a la danza Diablos Arlequines de

Sabanalarga hace aproximadamente diez años. Me

siento muy orgulloso de estar en una de las mejores

danzas que tiene el Carnaval de Barranquilla.

Cuando yo era niño, la danza ensayaba en un

parquecito que se llama Parque de los Estudiantes.

Yo vivía por ahí cerca y me gustaba mucho verlos

ensayar, me gustaba el baile, la coreografía y me

llamó mucho la atención el fuego. una vez me dije,

pues yo tengo aptitud y me gusta, quiero hacer

parte de esa danza. Fui donde el señor Apolinar, le

comenté que yo quería pertenecer a su grupo y me

dio la oportunidad. Tenías diez años. Era el único

niño. El señor Apolinar me enseñó muchas cosas,

acostumbraba a hacerme preguntas y a que yo se las

hiciera. Me enseñó a no quedarme ignorante. Por

eso es que estoy acá.

Yo le debo mucho a esta danza. Por ejemplo

gracias a ella conocí Japón. Eso fue una experiencia

maravillosa. Fuimos invitados por la embajada de

Colombia en Japón, duramos allá veinte días y dos

en Canadá. éramos veinticuatro representantes

del Carnaval de Barranquilla, dos integrantes de la

danza diablos arlequines.

A nosotros nos interesa que esta danza no

se muera, por eso involucramos a los niños. Para

empezar, ensayamos en una cancha abierta donde

todos vienen a vernos. Eso se llena de niñitos que

se van metiendo en la danza para hacer los mismos

pases de los más viejos, entonces nosotros los ubica-

mos a un ladito y uno de nosotros los va orientando.

Si dicen que tienen compañeritos que quieran bailar,

les decimos que los traigan. Eso es lo que hacemos

para que la tradición no se pierda.

Los nuevos diablos arlequinesComo deseamos que esta danza nunca muera, que

siempre haga presencia en el carnaval y que sigamos

aportando a ese sabor costeño que transforma el

mundo entero, contamos con un semillero.

Los niños llegan por su propia voluntad.

Ven bailando a los grandes y a otros niños y se

me acercan y me dicen: “Señor Gastón, yo quiero

integrarme a la danza, quiero ensayar”. Yo a todos

los pongo a ensayar para ver si de verdad le jalan

al baile, si cogen la coreografía; los que son muy

buenos de una vez la siguen. Si yo veo que ese niño

tiene aptitudes para bailar le pregunto quién es el

papá, quien es la mamá, dónde vive y le digo que

necesito hablar con uno de los dos. Me gusta reunir-

me con los papás para que sepan qué hacemos,

dónde estará su hijo en los ensayos, y cuando

hacemos presentaciones por fuera con más veras,

a dónde va a salir y con quien. Además necesito

que traigan fotocopia de la tarjeta de identidad,

carné del Sisbén, dos fotos y sobre todo un permiso

escrito de los padres. Tenemos niños de los seis años

en adelante, más o menos.

Este año por primera vez sacamos en

Sabanalarga a los diablos infantiles. Eso fue mara-

villoso. Los vestuarios los hicimos a partir de varios

juegos de uniformes adultos que teníamos de

sobra gracias a un patrocinio de este año que nos

obsequió vestido nuevo para estrenar el sábado en

la Batalla de Flores. Recogimos todos los vestidos

viejitos y los padres de familia se encargaron de

arreglarlos. Para las máscaras mandamos hacer

unas cuantas con el molde de ellos, pero como no

alcanzaron a terminarlas, usaron las máscaras de los

muchachos grandes con esponjas para que no se les

salieran. En eso colaboraron los grandes. Todos nos

apoyamos aquí.

En mi casa siempre

he tenido el apoyo

de mi mamá, de

mi papá, de mis

hermanos. Eso

influye bastante

para que uno le meta

más ganas a lo que

quiere.

pendiente foto

Page 132: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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263

somos los goleros

Gastón Polo

Con el apoyo de

Vitalia Díaz

E sta es una danza tradicional oriunda de

los pueblos ribereños. Se sabe que quien

empezó a interpretarla en Sabanalarga en

época de carnaval, hace unos cien años, fue el señor

Pablo Palmera (q. e. p. d.) y que su interpretación era

reconocida en la región; además del señor Palmera,

a quien le gustaba disfrazarse, intervenían bailarines

que actuaban de goleros y gallinazos como si fuese

una obra de teatro.

Con el correr del tiempo esta danza se fue

extinguiendo y gracias a mi padre, el folclorista

Apolinar Polo, que valoró su riqueza cultural, fue

rescatada en 1979. Así, le dio vida a cada personaje

que la caracteriza.

La danza representa la historia de un burro que

es abandonado por su amo en un paraje solitario

y ya casi moribundo es rodeado por lo goleros

amenazantes. Su amo al ver la triste situación de su

burro les azuza a su perro de nombre Sarampión,

que corre velozmente hacia los buitres o goleros

dispersándolos.

Originalmente los únicos personajes eran los

goleros. Actualmente cuenta con tres adicionales: el

burro, el perro y el cazador, quienes forman parte de

los versos de la danza.

La danza va acompañada de música de cumbia,

de sones lentos y de puya, interpretados con flauta

de millo, tambores y maracas.

La coreografía y los versosLuego de dar infinitas vueltas presididas por

el cazador, el perro, el burro y el rey golero se

detienen. A paso lento avanza el burro hacia el

frente del escenario y se echa pronosticando su

suerte, luego el perro llega hasta él. Seguidamente

se acerca el rey, que es el primero que toma parte

en el festín; se nota el respeto de los demás hacia

él ya que ningún golero puede acercarse hasta

que el rey termine. Este se come solo el ojo del

mortecino. Luego sigue el aguacil, la Laura y

continúan los goleros y los pichones. Cada quien

expresa su debido verso. Al final aparece el cazador

azuzando al perro quien ahuyenta o dispersa a los

goleros, uniéndose de nuevo en rondas danzando

alegremente.

Page 133: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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265

LAS MÁSCARAS DE

CADA GOLERO LAS

HACEMOSNOSOTROS

MISMOS. JOSé LLANOS

FuE quIEN LAS DISEñó.

El primer verso lo dice el perro:

Sarampión me llamo yo,

perro de cacería,

tengo la mala maña

de andar en el fogón todo el día,

y mi amo me anda patiando,

porque me le como la comida.

Después viene el burro:

Soy el burro manco,

que no puedo caminar,

mi amo me ha soltado

porque lo intenté matar,

aquí me voy a echar

y este será mi destino,

a que venga el rey primero,

a comer de mi cocino.

Luego sale el rey, que es el que guía a

los demás goleros negros, y dice:

Como rey estoy sentado

en estas tierras nevadas,

a mí no me amedrenta nada,

pues mi orgullo es ser el rey,

a pesar de ser el rey,

el hambre me está matando,

yo soy el que ordeno y mando

delante de este burrito,

y que nadie meta su pico,

mientras que yo esté picando.

Sale posteriormente el alguacil:

Como alguacil,

después del rey quien los guía

yo con mi pico de acero

rompo la línea primero,

y empiezo la cirugía.

Oh, qué bella la fantasía,

la carne de este fermento,

observo a ver si está primero

muerto el anca que el ojo,

porque mi tío burro cojo,

puede andar en un sueño

despierto.

Después viene la laura:

Soy la laura veranera,

que anda a diario en el playón,

ando en busca de un platón

para mi almuerzo decente,

pero miré de repente

una culebra colgada,

yo le tiré una agarrada

y ella se me escapó,

no hay hermosa como yo,

de cabeza colorada.

Después ellos salen de la escena y

llegan los goleros negros. uno dice:

Como soy negro y jediondo,

nadie me quiere tener,

vuelo de rama en rama

sosteniendo mi poder,

sin pena y con gran orgullo

vuelo de Francia a Roma,

porque como de todo el mundo

y de mí no hay quien coma.

Sale otro golero que dice:

Soy golero nuevo

que me elevo a la inmensa altura

me hizo una nube oscura

recorrer esa distancia,

los montes blancos de Francia

me faltan por conocer,

la mosca con su poder

me ha dado la razón,

que ya murió el garañón,

compañeros, ¡a comer!

Otro golero negro dice:

En las trojas de Aracataca

donde estuve esta mañana

ha llegado una mosca de fama

a visitarme, que se ha muerto una

vaca,

he salido de Aracataca lleno de

satisfacción

y que empiece la función

a cual estoy invitado,

quiero probar un bocado,

de la parte del corazón.

Después de que salen los goleros

negros vienen los pichones, que son

por lo general dos pichoncitos. un

pichoncito dice:

Entre todos los pichones,

a mí el hambre me atormenta,

qué más hago de mi cuenta

en algunas ocasiones

no se prestan mis cañones

para remontar el vuelo,

pero brinco por el suelo

hasta llegar al muladar,

para ver si puedo alcanzar,

aunque sea del lomo un pelo.

Y sigue el otro pichón:

Como inocente pichón

me pongo a pensar la vida,

cómo hallar la comida

para mi alimentación

porque sé que en este pelotón

tengo la pelea perdida.

Cuando ya todos dicen los versos

se hace una ronda donde el rey va a

picar al burro y ahí entra el cazador

que dice lo siguiente:

Fo, fo, fo,

por aquí me hiede este lado,

será un burrito muerto

con los cagajones cuajados.

Corre, corre Sarampión,

cógete estos negros golosos

que no me le dan reposo

a mi pollino garañón.

Era brioso y garañón

cuando estaba en el potrero,

el perro es mi compañero

y se llama Sarampión.

¡Cógetelo, Sarampión!

Y ahí es donde empieza la música.

Personas que han marcado la danzaEn primer lugar hay que nombrar obviamente al señor Pablo

Palmera, bailador de cumbia, que apoyó danzas de la época y por

su esmero fundó la danza de los goleros.

un reconocimiento especial al poeta Bonifacio Salazar, quien

dio vida a la danza con los versos que dice cada uno de sus inte-

grantes, y al señor Carlos Orozco, que compuso el ritmo musical.

Entre los bailarines y actores merecen nuestro reconocimien-

to los señores Julio Pacheco Alcántara (en el papel de alguacil) que

se entregó totalmente a esta danza; Manuel Vizcaíno (con el perso-

naje de laura), y Esteban zambrano (cuyo personaje era el pichón).

Gracias a sus aportes la danza de Los Goleros es lo que es hoy

en día. Ellos han dejado una huella imborrable en nuestro sentir y

en su nombre buscamos ser fieles a la tradición. Nuestro deseo es

que cada año sea más y más nutritiva la escuela semillero y que la

nuestra sea la mejor danza de las costa entera.

DENNIS MÁRquEz

YANDRY MÁRquEzEL REY, PEDRO HERNÁNDEz.

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somosmapalé

Lucy Vengochea

E l mapalé, danza que hace vibrar nuestros

corazones, que nos lleva al éxtasis de la

alegría y la nostalgia. Danza explosión de

movimientos, fiel reflejo de esa riqueza interior que

nos identifica.

Nuestra alma y nuestro cuerpo se conjugan

para expresarnos a plenitud y tener la fuerza nece-

saria para aportar a la construcción de un mundo

posible. El mapalé es un reencuentro con lo ances-

tral a través del lenguaje del movimiento, que reúne

el sentir, la imaginación, la creatividad y el desborde

emotivo.

El mapalé es una danza de movimientos

fuertes heredada de los africanos, que no posee

coreografía definida, pero sí pasos básicos que

deben mantenerse durante su ejecución. Está

cargada de rituales y simbolismos profundos de

lucha, rebeldía y victoria.

Ni el sol, ni el cansancio impiden que en los

recorridos y en las presentaciones en sitios estables

se pierda la alegría y el interés de bailar el mapalé.

Baluartes en la preservación del mapalé Todo nuestro agradecimiento a Abraham Cáceres,

Luz Marina Cañete, Jairo Cáceres, José Miguel

Pérez, Angélica Herrera y Neli Cáceres, reconoci-

dos folcloristas que se han dedicado a fortalecer y

preservar este ritmo y danza.

Y cómo no mencionar aquí a los grupos

pioneros del mapalé en Barranquilla: Nacimiento

de Palenque, Kinini, y Renacer Mulato, así como a

grupos que en la actualidad han dejado muy en alto

esta danza: Mezclas Afrocolombianas y Mestizaje.

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Perla del CaribeLucy Vengochea

Somos una corporación conformada por jóvenes

que mantienen viva la danza del mapalé desde el

año 1981, y que han aprendido a reconocerla y

valorarla como una de las expresiones folclóricas de

mucha acogida por parte de chicos y grandes por su

contenido de simbolismos profundos y su riqueza

gestual.

Para quienes la integramos, cada momento

vivido es una experiencia significativa y nos prepa-

ramos con mucho entusiasmo para dar lo mejor con

pasión, alma, vida y corazón; cada gota de sudor

derramada en los ensayos y presentaciones es la

prueba de todo ese esfuerzo y entrega por la danza,

para que el público que espera con ansia vernos

bailar pueda disfrutar de un gran espectáculo.

Perla del Caribe posee un repertorio variado,

pero es reconocido en el medio por la danza del

mapalé, al cual le dimos un vuelco total en el vestua-

rio, accesorios y maquillaje, que, como también ha

sucedido con nuestra coreografía, han sido replica-

dos por algunos grupos. En los festivales de danza

folclórica nacionales e internacionales donde hemos

tenido la oportunidad de representar al departa-

mento del Atlántico y a Colombia, el mapalé tiene

un gran impacto entre el público, que aplaude con

frenesí la muestra folclórica.

Para nosotros el mapalé es reencuentro ances-

tral, sensualidad de los cuerpos danzantes, regocijo,

es alegría, nostalgia.

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Nuestra preparación para salir en escenaEl mapalé requiere una buena preparación física y

mental para ser llevada a escena. Sin ella no tendría-

mos la gran acogida entre el público.

Lo primero que hacemos cada año, más o

menos hacia el mes de octubre es abrir la convoca-

toria a los jóvenes interesados en participar; luego

les hacemos una prueba de marcación del ritmo

lento y rápido y se hace la selección.

El proceso de formación supone preparación

física a través de ejercicios y movimientos corpo-

rales para manejar la respiración, la fuerza y la

resistencia. A su vez se orienta el desarrollo y manejo

de la gestualidad en cada movimiento, así como el

aprendizaje del significado de la danza, de los pasos

básicos acompañados de esquemas coreográficos, y

de los movimientos entre las parejas para que cada

una muestre su talento y capacidad para bailar el

mapalé.

La motivación es la base para mantener el

entusiasmo y poner alma, vida y corazón en cada

una de las presentaciones, que han sido premiadas

por los aplausos del público.

Creación del vestuario, bocetos y coreografíasEl vestuario contribuye a enriquecer la expresión

folclórica, porque es el primer impacto visual que

permite vender la imagen de la danza. El diseñador

se reúne con el director y los bailarines y propone

varios modelos. Después de analizarlos se hacen

recomendaciones y se escoge el vestuario final y los

accesorios que se van a utilizar.

En lo referente a la coreografía se tienen en

cuenta los pasos básicos y luego se practican los

Nuestras presentaciones en el carnavalLa primera de ellas la hacemos en la tarde de

danzas en el Estadio Romelio Martínez donde nos

la jugamos por obtener el sesenta por ciento del

puntaje. Luego seguimos sin descanso los ensayos

para pulir la segunda parte del cuarenta por ciento,

que presentamos el domingo de carnaval en la Gran

Parada Folclórica. Es gratificante cuando llega el

martes de carnaval cerrar con broche de oro nuestra

participación en el Desfile de la 84 donde el público

premia a los jóvenes con sus aplausos, comentarios

favorables y toma de fotos para el recuerdo.

El maquillaje tiene

mucha incidencia,

de ahí la necesidad

de formar a los

bailarines en el

manejo de colores,

formas y técnicas

para maquillarse y

brindar al público

una imagen de lo

que representa

esta danza y su

simbología.

esquemas de acuerdo con el tiempo, los escenarios

y los sitios de presentación.

En la parte musical se utiliza lo básico, pero

también se crean nuevos temas con base en el

esquema coreográfico.

uno de los momentos más interesantes

son los talleres en los que participan no solo los

bailarines, sino también padres de familia que

intercambian conocimientos sobre la elaboración

de accesorios como collares, pulseras, tobilleras

y turbantes para usarlos en la presentación de la

danza y como elementos etnoculturales.

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Renacer MulatoClara Nivis Cáceres

En los alrededores de mi casa, ubicada en el barrio

Carlos Meisel, había muchos jóvenes en el ocio.

un día pasé cerca de un billar del sector y les dije

a algunos de ellos que los invitaba a conformar un

grupo y que los llevaría al carnaval. Pensé que así

evitaría que entraran al billar ya que eran menores

de edad. Además, los niños del grupo infantil se

me habían crecido y no quería sacarlos, aunque ya

estaban grandes para el infantil.

Comencé por motivar a estos muchachos con

concursos de fisicoculturismo, canto, baile y hasta

con un reinado para las niñas. También hice bailes de

integración y con todo esto me gané la confianza y

el cariño de muchos niños de escasos recursos de los

barrios Nueva Colombia, La Manga y Meisel. Esto

fue en 1997.

Con los consejos de Abraham Cáceres, los

talleres que recibí de prestigiosos coreógrafos y

de mi investigación sobre mis orígenes y la cultura

(bailes, cantos, costumbres), organicé en 1998 el

grupo Renacer Mulato. El “renacer” por los niños

que crecieron dentro del grupo, y “mulato” porque

aquí no importa el color de piel sino el conocimiento

de la cultura. Yo los aprecio y mi mayor deseo era

sacarlos del billar, mantenerlos ocupados, hacerlos

sentir importantes como realmente son.

En 1999 participé en el Carnaval de Barranquilla

y quedé en el grupo B. En 2000 los llevé nuevamente

y ganamos el gran congo de oro, y así ha sucedido

desde entonces con ambos grupos. También nos

hemos presentado en el municipio y en diversos

lugares del país. Por falta de apoyo no hemos salido

del país, pero tenemos mucho interés en hacerlo.

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somos son de negro

Manuel Antonio Toño Pérez

C uentan los depositarios de la tradición

que la danza son de negro nació en los

antiguos cabildos negros cartageneros

y su mayor influencia la recibió de la cultura de la

región del Congo (África). En su nuevo contexto

sociohistórico y cultural la danza se desarrolla en las

riberas del Canal del Dique donde se dieron algunos

de los primeros asentamientos de esclavos.

Para quienes crecimos en el seno de esta

expresión, el son de negros es una danza guerrera y

libertaria, auténtica, llena de ritualidad, expresión

facial, corporal, estética y espiritual. Con nuestro

cuerpo tiznado, los gestos que hacemos y los movi-

mientos de nuestras extremidades, ingeniamos una

sátira a la manera de un teatro callejero, de goce y

dolor, que viene acompañado de música a ritmo y

juego de son de negro.

Nuestros instrumentos son el tambor alegre,

el llamador, las tamboras, las maracas, las tabli-

tas (gallitos) y la guacharaca de palo de corozo.

Conviene advertir que en la música son de negro no

intervienen instrumentos melódico-armónicos. Esto

se logra solo con el canto que interpreta la voz líder

y el coro que responde.

Vestuario y parafernaliaEl son de negro es una danza del contexto y como

tal se enfatiza la cotidianidad en cada uno de sus

elementos musicales, versos, accesorios, vestuarios,

símbolos y demás, que compendian las distintas

formas de subsistencia de la comunidad: la minería,

la pesca, la agricultura y la ganadería. La bandera

de color rojo representa el contexto de liberación y

patriotismo en el sentido de una danza libertaria.

El color negro que nos untamos en el cuerpo quienes la interpretamos, y que resulta

de mezclar polvo mineral y aceite, es un ritual que significa pureza de una raza, sello

característico de cabildo negro, así como condición de fuerza vital para el trabajo.

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Nuestros reconocimientos a…Las familias que crearon el son de negros en Santa Lucía: los Mosquera

Carrillo, Mendoza Mosquera, Olivo Rojano, Escorcia Mosquera, Vida

Escorcia, Olivo Pérez, Pérez Villa, Mier Arroyo, Caicedo Mosquera,

Mendoza Mosquera, Mayo Mosquera, Niño Mosquera, y los Gómez,

entre otros.

Los juglares que recogieron de sus progenitores los saberes y

prácticas de son de negro: Eutimio Mendoza Páez (tamborero), José

Manuel Olivo Rojano (tamborero), Orlando Olivo Ortiz, Catalino

Vásquez, Tomasito Vásquez ,Tomás Mosquera Carrillo (versador-

tamborero), Roque Villa Escorcia (versador), Eliut Olivo Mosquera

(cantante y tamborero), Reynaldo Pérez Herrera (cantante y percusión),

Marelis Olivo Mosquera (cantante), Rafael Olivo Mosquera (tambo-

rero y líder de danza), César Olivo Niño (cantante y guacharaquero),

César Carat Niño (cantante y guacharaquero), Manuel Antonio Pérez

Herrera (compositor y cantante), Alexander Jordan Martínez y Roberto

Luis Carat Ariza (coréografos), José Vásquez Viloria y Lilibeth Cantillo

Caicedo.

Etelvina Escorcia, matrona de son de negro, que se destacó por su

baile y el canto y quien con empeño, en compañía de su esposo bailarín y

jefe de cuadrilla, sembró una semilla que ha dado muchos frutos.

CoreografíaCada una de sus representaciones escénicas nos

demuestran la gran versatilidad del danzarín.

Algunos elementos como el machete, el garabato,

la lanza y otros, la ubican como danza guerrera de

fuerza y de liderazgo grupal.

La coreografía incluye por lo general dos filas

rivales de bailarines, cada una comandada por un

capitán, que al ritmo del tambor ejecutan una serie

de figuras muy espontáneas que han hecho de esta

danza una de las más expresivas de la región.

Las principales figuras son:

• Desfile de cuadrilla en filas

• Culebreo

• Círculos

• Entrecruzamiento

• Entradas y abertura de filas

• Enfrentamiento

• Relevos de parejas libres

Estos movimientos se pueden observar en la gran

mayoría de danzantes de negros, pero lo primordial

es el golpe rítmico. Aquí el cuerpo está un poco

inclinado, las rodillas flexionadas, y solo alzan los

pies en la medida en que marchan.

La música son de negroSu música y danza tiene tres momentos: el primero

es el son de negro callejero (cabildo abierto, preám-

bulo a la fiesta). En él la canción es “La rama del

tamarindo”, acompañada del ritual del fuego de son

de negro.

El segundo es el son de negro casero (llegada

o reposo). Aquí se manifiesta toda la diversidad

de sones de negro: ritmo de negrito, vulgarín,

pordebajero, senta’o, congolés y de puya. En algunas

localidades a lo que se conoce como son de negro

se denomina porro negro, danza de negro, ritmo

negro, danza negra, entre otros.

El tercer momento es la despedida forzosa

(salida, recogida y final de la fiesta). La danza se

encarga de regresar a sus lugares a la comunidad

que participó de la fiesta, con la interpretación

nuevamente de “La rama del tamarindo”.

En el son de negro se presentan versos de

ocasión, históricos, sátiras, piquerias y algunas veces

se recurre a diversos autores, aunque la mayoría de

las veces lo que se canta es de la tradición oral.

Canción “La rama del tamarindo”Esta canción compuesta por María de Jesús

Palomino Rodríguez es emblemática del son de

negro. Basta con escuchar sus primeras notas para

para entender por qué quienes la vivimos sentimos

un vibrar profundo que nos liga a los ancestros.

Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)

Vámonos pal Barrio AbajoQue hay bastante que comerPlátano maduro y quesoY aguardiente pa’ beber.

Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)

En Zato se perdió un hombreEl hijo de SalvadorLa mamá lo anda buscandoEl diablo se lo llevó.

Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)

En el bajito e’ la lataMatica de dividiviPetrona la rompe trancaCorazón de coralibe.

Ae, ae, la rama del tamarindo (bis)

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Son de Negro de Santa LucíaManuel Antonio Toño Pérez

Somos una agrupación de artistas oriundos de Santa

Lucía, Atlántico, y por más de cuatro décadas hemos

sido promotores de la coreografía, música y literatu-

ra que conforman esta expresión multicultural.

El Son de Negro de Santa Lucía se constitu-

ye en un escenario de aceptación, participación y

goce. En él se integran familias, amigos, vecinos y

gente del común sin distingo de ideales políticos,

religiosos, sociales, culturales, ni de edad. En el

compendio de lenguajes artísticos de son de negro,

los niños son semillas trasmisoras de la expresión

artística o baile “cantao” son de negro. Solo se

necesita la disponibilidad y el deseo por querer

pertenecer a esta danza, que también es música,

literatura, oralidad, expresión, ritualidad, vivencia,

placentera y sabiduría popular.

El tetafríaRitmo Son de Pajarito

Manuel Antonio Pérez Herrera

Coro: Olé olé las mujeres decían

Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).

I

Vamos pajaritos de Santa Lucía

Pa’ la orilla el dique a bailar el tetafría (bis)

Esa herencia fiestera que me dejó mi tía

Chiquita Mosquera con baile y armonía (bis)

El pajarito de Santa Lucía

Cantaban en coros versos y poesías.

Coro: Ole ole las mujeres decían

Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).

II

El baile el tetafría es fiesta de verdad

Y lo fundó mi tía con mujeres quedá (bis)

Solteras y parias también abandonás

En la plaza al cementerio se ponían a rumbear (bis)

El pajarito de Santa Lucía

Cantaban en coros versos y poesías

Coro: Olé olé las mujeres decían

Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).

III

Recuerda Rita Escorcia prendiendo el tetafría

Treinta y uno de diciembre en Santa Lucía (bis)

Al son de pajarito entonaban melodías

Con guachernas y ritos Año Viejo despedían (bis)

El pajarito de Santa Lucía

Cantaban en coros versos y poesías.

Coro: Olé olé las mujeres decían

Pa’ fuera los hombres que este es el tetafría (bis).

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El sexteto: un son de negroMatilde Herrera Hernández

El sexteto es un son de negro. Se practica en San

Basilio de Palenque y su principal exponente es el

señor Rafael Casiani Casiani. Se originó en los años

treinta cuando un grupo de campesinos y palenque-

ros que trabajaban con el Incora cantaban y tocaban

algunos instrumentos caseros en sus ratos libres.

Luego lo utilizaban para despedir a los muertos; hoy

en día se ha convertido en danza de salón.

Como danza especial en el Carnaval de

Barranquilla la introduje yo y mi grupo Kumbé con

el deseo de mostrarle a Barranquilla y al mundo

parte de la cultura palenquera, pues hasta entonces

nuestras presentaciones las hacíamos en escenarios

pequeños como colegios y teatros de barrios.

Mi esposo me decía que eso solamente le

gustaba a los palenqueros, pero yo me mantuve

en la idea, seguí adelante e inscribí el grupo en el

carnaval. Las que más nos apoyaron en nuestro

primer desfile fueron las palenqueras mismas que

venden sus frutos cerca de la Vía 40. No se cansaron

de aplaudir y de bailar. Además me gritaban: “¡Así

es que se hace, Maty!”. Y qué sorpresa la que me

llevé cuando entré a la vía, todos los que estaban allí

se integraron a bailar con nosotros y se formó un

desorden. El gobernador y el alcalde, y las personas

que estaban en el podio también bailaban. Sentí

mucha alegría de estar aportando al Carnaval de

Barranquilla y eso me dio confianza. El miedo que

tenía por lo que me decía mi esposo desapareció y

fui muy feliz al ganar Congo de Oro. Desde entonces

siempre lo hemos ganado.

Motivo de satisfaccionesHoy en día colegios y universidades hacen investi-

gaciones sobre el sexteto y se han presentado en

carnaval. Por ejemplo, Las Matildes del colegio de

Malambo mostraron una obra sobre su origen con

coreografía de Ángelis Escobar, quien la practica en

Barranquilla. Actualmente en el Colegio Enrique

Niblen sesenta niños la danzan.

Hemos viajado por todo el mundo divulgando

nuestra cultura. Estuvimos en Estocolmo acom-

pañando a nuestro nobel de literatura a recibir

el premio; en Europa también hemos estado en

Madrid y en Berlín, y en África nos presentamos

en zambia y Johannesburgo. A su vez dimos una

muestra de quiénes somos en Dalián y Chongquing,

China, y pisamos tierra argentina y brasilera.

El vestuarioEs muy sencillo, talle bajo con tres

sallitos con colores vivos. En mi

caso prima el color amarillo, flores

rojas y azules y sollita azul cielo

lisa.

El primer año hicimos el vestido

con retazos de diversos colores

de telas que me regalaron, luego

Marta Moreu, a través de la

Fundación Adoptemos la Tradición,

me consiguió las telas con la

textura y colores que yo soñaba. Y

así salió el vestido que usamos hoy

en día, teniendo en cuenta el traje

típico de las fiestas y los velorios

que usan los palenqueros.

La músicaEs una composición

del sexteto Tabalá

de San Basilio de

Palenque, que

nos acompaña

en el carnaval.

Los instrumentos

musicales son

la marimba, los

bongoes, las

maracas, la caja y

los versos.

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Somos

son de pajarito

Manuel Antonio Pérez Herrera

E l son de pajarito es una danza ances-

tral denominada popularmente “baile

canta’o”. Se practica en las riberas del

río Magdalena y según la historia, forma parte

del legado sociohistórico colombiano, influen-

ciado por los pueblos de la América colonial, de

las regiones del Congo, y con mayor arraigo de la

cultura andaluza (española). Es un legado primitivo

que constituye una expresión artística triétnica,

impregnada de diversidad de lenguajes y formas de

transmisión de sus prácticas y saberes populares.

La subregión del Canal del Dique es la zona

hídrica del Bajo Magdalena en el Caribe colom-

biano, en donde se concentra mayoritariamente la

danza son de pajarito, cultura de tradición oral con

la cual se identifican sus comunidades, y en la que

hombres y mujeres desarrollan su pensar y sentir a

través de escenarios que se traducen en goce, capa-

cidad creativa, social, cognitiva, afectiva, emocional,

física anímica y comunicativa, y por ende punto

de encuentro de producción de cuentos, poesías,

versos, tonadas, piquería, bailes, parafernalias,

coreografías, etc.

El son de pajarito en la región del Bajo

Magdalena, desde su aparición y durante muchas

décadas, se constituyó en estandarte coreográfico

y musical de las fiestas del río, y en recorridos de

guachernas, berroches y polvorines, se desarrollan

rituales con su canción insigne: “Vámonos cami-

nando”, y otros cantos ancestrales que muestran la

presencia de pájaros cantores y picoteros cazado-

res en las ensenadas, ciénagas, el río y el Canal del

Dique. Producto de esos rituales son las fiestas del

Pío-pío-pío Gavilán, que aún se celebran el 28 de

diciembre en muchos pueblos del Bajo Magdalena,

al igual que las múltiples rondas de “merengues”

(lugar de la fiesta) al pie de la rueda de pajarito o

fandango de lengua, denominación que también

recibe esta danza.

Todos los accesorios que utiliza la danza

provienen de los ámbitos pesquero, agrícola,

ganadero y minero, como una forma de expresar el

sentido de pertenencia y la identidad del contexto

natural y cultural.

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La coreografía incluye pequeños saltos de

pájaros canoros y está provista de figuras que

imitan el desplazamiento estético y gracioso de

aves domésticas. Igualmente, se realizan escenas

de galanteos representados en juegos amorosos,

lúdicos y recreativos, así como figuras en círculos,

trenzas, caracoles y en forma de paraguas.

Marco de celebraciónDesde pequeño me he interesado por escuchar y

comprender las historias que me transmiten los

sabedores de la tradición oral y de esta forma me he

FAIVER VALENCIA OLIVO

(TAMBORA)

CéSAR OLIVO NIñO

(CANTANTE)

CéSAR CARAT NIñO

(CORO Y GuACHARACA)

YASENquI VALENCIA

OLIVO (TAMBOR

ALEGRE)

inspirado a manifestar cómo en el tiempo se desa-

rrolla el sentido mágico-religioso en la danza desde

tiempos remotos, de conformidad con el calendario

católico. Así, al son de pajarito lo denominan “el

pajarito de María”, es decir, se oye durante todo el

mes de mayo, igual en la fiesta de san Juan y san

Pedro, en lo que se conoce como el veranillo de san

Juan. Cuentan los abuelos depositarios que también

existe el pajarito pascuero o el de la natividad del

Niño Dios. De esta manera se puede comprender lo

que significa lo mágico-religioso en esta danza.

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Somos lo que nos dejó

la danzade negros

campesinos

Homenaje de Ubaldo Mendoza a Jesús María Pérez Sarmiento

E l Carnaval de Barranquilla es un emporio

de ingenio, alegría, colorido, música y

poesía. Todo se congelaba para hacer de

estas fiestas la más grande expresión cultural del

Caribe. uno de los personajes de nuestro carnaval

que merece ser recordado es Jesús María Pérez

Sarmiento, más conocido como uña de Puerco.

En sus años mozos fue un afamado futbolista de

Rebolo, y uno de los mejores poetas costumbristas

de nuestra región. Debe el apodo con el que se hizo

popular, y que le acompañó toda la vida, a que en un

partido de fútbol, al castigar un tiro libre el balón se

reventó en el aire.

uña de Puerco era un zapatero remendón que

tenía su puesto de trabajo frente a la puerta de El

Heraldo, cuando este quedaba en la Calle Real 33

entre la Paz 40 y Progreso 41, por lo que era conoci-

do y estimado por todos los habitantes de la ciudad.

Estuvo en su puesto de trabajo hasta que la edad y

la salud se lo permitieron.

uno de los aportes al carnaval, después de

participar en congos, garabatos y pilanderas fue

la creación de una danza que mostró su ingenio y

que mereció ser llevada a la escuela como medio

de ilustrar a los estudiantes de primaria para que

supieran cuántos municipios y corregimientos tenía

el departamento del Atlántico. En ella hace un reco-

rrido en verso por el Atlántico. Se llama danza de

negros campesinos del Atlántico, y tristemente está

desaparecida pues ningún grupo la representa.

Eran diez o doce personas vestidas a la manera

campesina: sombrero raspafrente, un machete,

mochila ordinaria de majagua, pantalones arreman-

gados y abarcas de tres puntas pintadas de negro.

Llevaban un personaje que simbolizaba al cazador y

un disfraz de burro.

En verso citaba todos los municipios y corre-

gimientos del departamento. Se decía que Jesús era

casi analfabeto, pero con el contenido de esta danza,

su verso bien llevado demostró una inteligencia

innata.

Al momento de presentarse, uña de Puerco

decía:

Me llamo Jesús María,lo digo con sentimiento, por mi papá yo soy Pérez y por mi mamá Sarmiento,y ahora que llegó el momento, no quiero perder la calma, mi papá es de Baranoa mi mamá de Sabanalarga.Allá por la charca larga donde la inteligencia brillay yo tuve el gran honor de nacer en Barranquilla.

La danza estaba acompañada con un tambor

pequeño y palmas. Los versos eran los siguientes:

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289

I

Este espléndido homenaje

que brindo a la agricultura

con donaire y con dulzura

con alegría y con coraje.

Esto no es un ultraje

para el buen agricultor,

que trabaja bajo el sol

porque así quiso el destino.

Reciba este mensaje

de los negros campesinos.

II

Las Barracas de San Nicolás,

según nos cuenta la historia,

yo lo guardo en mi memoria

porque la mente me da,

y nadie me puede quitar,

que fue un indio galapero

ese que vino primero

a estar en esta tierra tan hermosa

que le llaman Barranquilla

y la apodan La Arenosa.

III

A un kilómetro está

una población tan vieja,

que su nombre se refleja.

Hablando de Soledad,

tiene gran potestad

en un momento preciso

con su aeropuerto Cortizo,

con orgullo y con empeño

que viva mi Soledad

y el campesino costeño.

IV

Malambo y Sabanagrande

lo mismo Santo Tomás,

quién me lo puede quitar.

Que me corren por las venas,

mi corazón está que arde,

con el Palmar de Varela,

con toda su gratitud,

el Suan, Santa Lucía

y el Campo de la Cruz.

V

Hibacharo, Cascajal,

Bohórquez con tanto brillo,

también tenemos a Martillo

en la parte oriental.

En ambiente general,

Colombia el corregimiento,

lo digo con sentimiento,

que es orgullo para mí

la gran ciénaga de Guájaro

y el pueblo de Manatí.

VI

Baranoa que fue primero,

Pital y Pitalito,

por eso es que yo me explico,

pasando por Polonuevo,

y por eso es que yo me atrevo

aunque me digan que no,

Juan de Acosta y Juan Mina

y Tubará se presentó,

siendo gente campesina.

VII

Arriba de un pedregal

está un pueblo muy querido,

que lo tienen en olvido

teniendo aguas termales,

su gente que es tan afable

con una gran figura,

háblame de agricultura,

que es orgullo para mí,

allí donde murió el poeta Flórez

el pueblo de Usiacurí.

VIII

Sabanalarga querida

nunca te puedo olvidar,

allí puedo cosechar

lo más grande de mi vida,

que tu nombre siempre viva

tierra de agricultores

también buenos doctores

que respetan su doctrina,

qué tienen un puesto de honores

en su gente campesina.

Ix

Puerto Colombia, Salgar,

los mismos que la playa

si la mente no me falla

están cerquita del mar,

se lo puedo comprobar

con todo mi sentimiento

en todo el departamento

que es toda una maravilla,

que viva Colombia entera

el Carnaval de Barranquilla

La danza tenía también versos jocosos.

Vecinos

El que llega a la ciudad

dejando la agricultura,

con un poquito de cultura

al momento vuelve más,

después nos quiere atropellarcon chaqueta y con corbata,ya no se acuerda de la abarcaque en un tiempo fue su ley, como ahora se baña en pluma no se acuerda del enjuague.

Y siguen más.

¡Gracias uña de Puerco por tu danza de negros campesinos!

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SOMOSCOMPARSAS

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293

Mónica Lindo de las Salas

H acer referencia a una comparsa es evocar

el espíritu creativo de sus líderes, es

mirar la trascendencia de su historia

en un carnaval que cada año se alimenta de la

majestuosidad, belleza, colorido y creatividad de sus

protagonistas. Son las comparsas las que nos recuer-

dan que además de un maravilloso legado ancestral

e intangible, representado en danzas y disfraces,

también es posible deleitarse con la novedad, con

lo actual, con un hoy que nos muestra que en la

fiesta carnavalera hay cabida para todo y todos. Solo

así se logra sublimar y convertir una fiesta en una

obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la

humanidad.

Es la comparsa un colectivo de personas

alegres y espontáneas, que reunidas alrededor

de un propósito común, construimos cánones de

movimientos, músicas, vestuarios y parafernalias

a partir de una idea, un sueño, una temática, un

disfraz, un personaje o cualquiera fuente de inspira-

ción. Estos cánones se materializan en los cuerpos

que no solo se mueven, sino que comunican al

ritmo de melodías y músicas propias de la región

Caribe colombiana (comparsas de tradición), o de

sonoridades provenientes de otros contextos inter-

nacionales, de otras culturas foráneas (comparsas

de fantasía), cuya riqueza y aporte es tan grande y

generan tal impacto, que entran en el espacio lúdico

y festivo llamado Carnaval de Barranquilla.

Debajo de máscaras misteriosas, de rostros

pintados de belleza, de cabezas adornadas con

plumas y lentejuelas se encuentran cuerpos sudoro-

sos y anónimos, cuerpos irreverentes y arriesgados

de miles de comparseros que, a ritmos de porros y

fandangos, de batucadas o ritmos africanos bailan,

seducen, se zarandean, provocan, saltan, se trepan

y atrapan al transeúnte desprevenido llenándole de

color el alma y de brillo su mirada.

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Atala Ochoa

Somos Carnavanimal

E n el desarrollo de una clase con niños

de 5 años inicié una hermosa aventura

que dio origen a esta comparsa. Todo

empezó cuando Frank Kevin, un pequeñito de

ojos negros y brillantes, con mirada penetrante

se me acercó y me dijo: Profe, yo quiero salir

como tú en la Vía 40. ¡Cómo me conmovió!

¿Qué decirle? Lo abracé y le di muchos besos y le

dije, papi, los niños no pueden desfilar en la Vía

40, ustedes desfilan en el Carnaval de los Niños.

Él se fue a su puesto con carita triste, me quedé

sin aliento y con dolor en todo mi ser.

Al día siguiente cuál sería mi sorpresa

cuando este mismo pequeño sacó de su morral

un pantalón de jean cortado en tiritas, se lo

puso por encima y empezó a bailar mapalé. Al

tiempo que se movía como experto bailarín me

dijo: Mira, seño, para que veas que yo sí sé bailar

como tú. Lo tomé entre mis brazos sintiéndome

comprometida ante esta petición.

En esos días estábamos con el proyecto de

los animales y su relación con el ser humano. Les

había pedido a los niños que dijeran los nombres

de los animales que más les llamaba la atención

y al ver lo emocionados que estaban de hablar

de sus favoritos y del conocimiento que tenían

de estos se me vino a la cabeza la maravillosa y

estupenda idea de crear una comparsa en la que

mis estudiantes participaran con disfraces de

animales. Así nació Carnavanimal. Esto pasó en

septiembre, y muy entusiasmada le comenté a

la señora rectora del colegio sobre el proyecto y

ella apoyó con mucha alegría la idea.

El Carnaval de

Barranquilla,

patrimonio de

la humanidad, es la

fiesta del Caribe en la que

se conjugan diferentes

expresiones culturales

como disfraces, comparsas,

danzas, comedias y muchas

expresiones de las gentes

de esta región, por eso

tenemos que velar por

salvaguardarlo.

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Gracias a ello empezamos a organizar la

comparsa, pero pronto iniciaron los contratiempos.

No todos los padres estuvieron de acuerdo, veían

casi imposible tener a niños de 5 años desfilando en

el carnaval; además, entraron en juego las diferentes

creencias religiosas, la parte económica, el diseño

de los disfraces. Como si fuera poco, el tiempo

no era mi mejor aliado, se acababa el año escolar,

¿cómo mantener a los niños y padres en contac-

to?, ¿y quién ensayaba con ellos? Les juro que me

encontraba desquiciada, en mi casa me decían, no

puedes hacerte responsable de esos niños, mira la

responsabilidad que eso tiene, además, ¿cómo vas

a hacer con tus disfraces? No puedes estar en todo,

me decía mi buena madre y al final me alcahueteaba

en esa gran aventura.

De verdad ahora que escribo estas líneas no

sé de dónde saqué energías y a que días les añadí

horas para hacer vestimenta. Algo muy hermoso

de este invento fueron las máscaras, que aprendí a

hacer en papel maché. No tenía ni idea de cómo se

hacían, pero Diosito Santo me regaló un progra-

ma de televisión en el que explicaban paso a paso.

Si ustedes hubieran visto mis primeras máscaras,

parecían monstruos, pero seguí practicando hasta

que quedaron con el atractivo y el parecido a cada

animal. Hoy las hago hasta con los ojos cerrados, y

son lo llamativo de la comparsa.

Recuerdo mucho a dos mujeres madres de

familia, por cierto muy guerreras y trabajadoras,

Patricia y Vicenta; ellas fueron el apoyo incondicio-

nal en esta aventura. El día del desfile estuvieron

al tanto de todos los niños para que no les faltara

nada y que sus disfraces estuviesen impecables y

listos para mostrar, mientras que yo me encargaba

de dirigir el baile que llevaban al son de la papayera.

Patricia y Vicenta día a día se presentaban en mi

salón con una idea nueva para apoyar la comparsa:

Seño, vendamos dulce, cocadas, mangos, bocadillos,

pidamos colaboración y hasta un bingo.

Todo esto era más que necesario. Disfrazar

veinticinco niños, darles refrigerio a ellos y a ocho

madres, el transporte y la música requería una

gran inversión. Al saber de tantos gastos se sumó

la profesora Ener, a quien le gustó mucho la idea y

decidió apoyar la comparsa, pero pedía para ella un

disfraz de iguana, “una iguana y bien verde para que

me vean todos y recordarle a la ciudadanía que la

iguana es un animal hermoso y que está en vía de

extinción”, me decía.

Recuerdo también que mi amigo y colega

Ezequiel Álvarez Cuesta, amante del carnaval y

quien venía desarrollando con los niños de tran-

sición un proyecto de lecto-escritura, se unió a la

causa y contagió a sus estudiantes con su alegría y

saber. Gracias amigo.

Todo esto me daba fuerzas y energía para

seguir luchando por este proyecto. Y es que había

días que me bajaban de nota con expresiones como,

¡ya está Atala con su carnaval, ella cree que así van

a aprender a escribir y a leer los niños! Les aseguro

que aprendieron más rápido de lo que se pensó,

ellos investigaban en sus casas junto con sus padres

sobre las diferentes manifestaciones del carna-

val y sobre cada animal; su hábitat, alimentación,

crecimiento y cuidados. Luego algunos en el aula

leían, otros explicaban lo que habían investigado

y dibujado y los que no leían con fluidez con la

práctica diaria se convirtieron en pequeños lectores

y escritores.

Llegó el día del desfile y los niños alegres

corrían de un lado a otro para lucir sus disfra-

ces, y ver los de sus compañeros que les causaba

admiración. Se les hicieron nuevamente las reco-

mendaciones del caso y nos fuimos bailando por

toda la calle. Durante el desfile recibieron muchos

aplausos, los llamaban para fotografiarse con ellos,

atrajeron la mirada de los medios de comunicación,

desfilaron sin sentir calor, sed o cansancio. Parecían

no notar el inclemente sol, por el contrario bailaban

¿Cómo puede la escuela contribuir a la salvaguarda del Carnaval de Barranquilla?

•Rediseñando el PEI para desarrollar proyectos que preserven el

carnaval y formen futuros ciudadanos actores y garantes de él.

•Desarrollando procesos de oralidad para fortalecer la transmi-

sión de saberes de generación en generación.

•Llevando a cabo festivales musicales y dancísticos para conocer,

identificar, proteger y difundir nuestras manifestaciones

culturales.

•Incrementando las actividades folclóricas durante el año escolar

para divulgar las diferentes expresiones culturales presentes en

el Carnaval de Barranquilla.

•Creando espacios de reflexión en la comunidad educativa

con temas que giren en torno al carnaval y su influencia en la

formación de un ciudadano capaz de convivir en espacios multi-

culturales y multiétnicos.

sin cesar como si fueran expertos. Al final del reco-

rrido se sintieron tristes porque ya había terminado.

Para los pequeños danzantes fue una experiencia

maravillosa, que les abrió las puertas de varios

programas de televisión dedicados al carnaval.

Este proyecto se fue creciendo cada día más,

surgieron talleres para los padres y estudiantes

sobre la elaboración de máscaras, flores, collares,

antifaces y otros accesorios propios de la cultura

caranavalera, y se multiplicaron las invitaciones a

diferentes colegios; lo que comenzó con 25 danzan-

tes de 5 años es hoy un desfile de 86, que van desde

los 5 hasta los 16 años de edad.

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Esther Hernández Morón

L a alegría es un dulce que fabrican las palen-

queras con crispetas de millo, trocitos de

coco y miel de panela. El nombre de esta

comparsa viene de ahí. Es un homenaje que se le

hace a la etnia afropalenquera. La alegría de las

palenqueras, y también la de las personas, de lo que

uno puede desplegar cuando va bailando, cuando

está en estas actividades.

La comparsa la creamos en 1998 Rubén

Sandoval Estren y yo porque los niños del Congo

Alegría se nos fueron creciendo, y llegó un

momento en que ellos preguntaban, “¿Y qué? ¿Para

dónde vamos ahora, seño?”, porque ya no los podía

tener en el congo, ya eran grandes, y no querían

irse. Así, para darle cabida a esos niños que querían

continuar en ese trabajo dancístico, pero también se

crea con el fin de brindar un espacio de participa-

ción, de crecimiento personal, de construcción de

paz e identidad cultural a los jóvenes que termi-

nan su etapa infantil en el grupo folclórico Congo

Alegría. Otro propósito es hacer de la comparsa

un espacio lúdico, que proporcione a los maestros,

padres de familia, estudiantes y comunidad en

general la oportunidad de apropiarse de la cultura

del carnaval. También pretendemos sensibilizar en

el sector educativo la implementación de la cátedra

afrocolombiana. La idea es que tanto los niños como

las niñas, los jóvenes y los padres de familia puedan

conocer la cultura del carnaval.

Recreamos los elementos de la tradición de

la etnia afrocolombiana con el vestuario dándole

un toque de contemporaneidad. Las palenqueras

usan vestidos de colores con delantal. Nosotros no

somoscipote

Alegría

le ponemos delantal ni nada, sino que le ponemos

volantes. Porque generalmente los vestidos de ellas

no son pegados, son siempre amplios; entonces

le ponemos volantes al vestido y usamos colores

porque el carnaval es color.

En la comparsa las niñas que van en bloque

representan a quienes forman parte de las orga-

nizaciones afropalenqueras. Las que llevamos un

vestido largo con volantes bailamos libremente,

como representando a la palenquera que vende sus

alegrías por las calles de la ciudad.

Como comparsa de tradición popular retoma-

mos pasos de las diferentes danzas y los llevamos a

comparsa. Ya no es el paso común y corriente, sino

ya metido en la comparsa para poder manejar eso

con rapidez y con todos los elementos coreográfi-

cos. La comparsa te da la libertad, la libertad que no

te da en su totalidad la danza.

Llevamos música de banda pelayera; los temas

los cambiamos cada año, pero el ritmo es de fandan-

go, porque el fandango es música de banda, es más

rápido y permite los desplazamientos. Y tenemos un

tema propio de nosotros, “Cipote alegría”, escrito

por Argemiro Arteaga. Él es de San Pelayo y tiene

toda esa riqueza folclórica de la región. Es director

de la banda Los Zenúes y profesor universitario.

La comparsa Cipote

Alegría participa

en los diferentes

eventos del

carnaval, como la

Batalla de Flores de

la 17, la Gran Parada

de laTtradición, la

Fiesta de Comparsas

y el Carnaval de

Suroccidente.

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Hermes Padilla Hernández

C orría el año 1996. Un grupo de comuni-

cadores sociales y periodistas estábamos

reunidos tertuliando en la sala de prensa

de la Alcaldía de Barranquilla, ubicada en el Paseo

de Bolívar, edificio donde funcionaba el antiguo

Banco de la República. Era un viernes de precarna-

val. De pronto alguno de nosotros dijo: “La reina

del carnaval ordena el inicio del desfile y el goce

de la fiesta; reinas, disfraces, comparsas, letanías,

cumbias, música y quien la toque y quien la baile.

Puede ser envidia, pero ¿y nosotros qué? ”. “Pues

participemos activamente”. “¿Cómo?”.

Las ganas de dejar el micrófono, la mesa de

trabajo, la cabina de sonido, el computador, la

cámara, se apoderaron de nosotros. El sueño había

que hacerlo realidad y decidimos buscar unos

padrinos que nos apoyaran. Ramón de Castro, en

ese entonces gerente de la Corporación Carnaval

de Barranquilla, nos puso en contacto de inmedia-

to con el doctor Marciano Puche, presidente de la

Fundación Mario Santo Domingo, a la que le gustó

nuestro proyecto y como un ángel caído del cielo no

vaciló en brindarnos el apoyo en la logística, la parti-

cipación en los eventos del carnaval como comparsa

de fantasía, los invitados especiales y, como si fuera

poco, nos consiguió los servicios coreográficos de

Mónica Lindo, quien de inmediato nos citó para

comenzar a trabajar en esta ardua tarea.

Recuerdo que Mónica nos citó en su escuela

de danza en donde comenzamos a trabajar con un

grupo de apreciados periodistas quienes pensaron

que el asunto era fácil. Pobre Mónica, los alumnos

Somos

con quien trabajó nuestra profesora de coreo-

grafía éramos toda una gama de personajes: Diva

Luz Acuña, Fanny Sosa, Vera Judith Díazgranados,

Aldira Chamorro, Luz Mery Lugo, Nelly Romero,

Rita Álvarez, Karina Rolales, Martha Cantillo,

Beatriz Morello, Marqueza Romero, Omaira

Sandoval, Nelly Romero, Margarita Mendoza,

Hermes Padilla H., Carlos Toncel, Tony Lemus,

Julio Adán Hernández, Carmelo Tabuada, Carlos

Londoño, Ramón Mosquera, Edmundo Ortega,

Juan Carlos Jiménez, Alfredo Martínez, Hugo

Díazgranados. Estos son algunos de los comunica-

dores sociales periodistas con quienes iniciamos la

“Chiva Periodística” y nuestro aporte al Carnaval

de Barranquilla. La lista es larga porque también

incursionaron familiares que se decidieron a acom-

pañarnos en el proyecto.

Nos fue tan bien con Mónica, que logramos

aprender a ejecutar la coreografía, tanto así que

nos animamos a comunicarnos con los artistas de la

televisión nacional Vicky Hernández, Sandra Reyes

y otros, quienes hicieron presencia para gozarse el

Carnaval de Barranquilla con la “Chiva Periodística”

en plena Vía 40 donde los artistas se la llevaron

toda.

Comenzaron las invitaciones a la Vía 40 y

a participar en los distintos eventos de nuestra

cuidad: Carnaval del Sur, Carnaval de la 84, partici-

pación en actividades de precarnaval, Palco Quillero,

Carnaval su Música y sus Raíces, este último en el

Estadio Romelio Martínez. También fuimos invita-

dos al carnaval de Santo Tomás (Atlántico), al de

Directivas La Chiva

Periodística

Fanny Sosa, presidenta

Diva Luz Acuña, directora

Vera Judith Diazgranados,

tesorera

Alvira Chamorro, secretaria

Luzmery Lugo, vocal

Hermes Padilla, vocal

BORDADO DE EDILSA BERDUGO

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Puerto Colombia y al Festival del Hombre Caimán

en Plato, Magdalena.

Los ensayos los iniciamos en la escuela de

danza de Mónica Lindo, pasamos a Casa Estrella

y al Parque Bellavista. Durante un tiempo corto

estuvimos en la vieja Casa del Periodista (calle 55

entre las carreras 46 y 50) y de allí fuimos a dar

a la casa de don Hugo Díazgranados y su señora

Judith Armenta, padres de Vera, Hugo y su esposa,

integrantes de la comparsa. Con el consentimiento

de ellos (Dios los tenga en su santo reino), esa fue la

sede de la comparsa (carrera 39 calle 73).

En el año 2000 llegamos a la escuela de danza

de la prestigiosa artista Gloria Peña, quien nos

enseñó nuevas coreografías y corrigió fallas. Esto

nos permitió cualificar nuestras actuaciones, lo que

ha sido valorado y reconocido por quienes asisten a

nuestra presentaciones.

Gloria Peña fue convocada en 2001 a dirigir

a un grupo de doscientos actores del carnaval que

llevarían un espectáculo a la Unesco en París, donde

el Carnaval de Barranquilla recibió el título y reco-

nocimiento de “Salvaguardia del Patrimonio Oral

e Inmaterial de la Humanidad”. Cuatro integrantes

de La Chiva Periodística formaron parte de ese

grupo y se presentaron en otras ciudades de Europa

como Berlín, Madrid y Sevilla; tres años más tarde,

en 2004, el espectáculo se presentó también en

Viña del Mar (Chile). De igual manera tenemos que

recordar la presentación del esplendor del carnaval

que se llevó a cabo en el Teatro Amira de la Rosa,

donde también actuaron los cuatro miembros de

nuestro grupo.

Muchos han sido nuestros aliados: la

Fundación Santo Domingo y Carnavalcoop (coope-

rativa de comunicadores), nos dieron un apoyo

financiero para la creación del programa radial

“Costumbres y tradiciones” en la desaparecida

emisora Radio Reloj de Caracol. En él tratábamos

temas relacionados con las actividades del Carnaval

de Barranquilla, e invitábamos a artistas, gestores,

investigadores, directores de grupo y organizadores

de eventos.

Carnavalcoop y la Fundación Carnaval de

Barranquilla también nos han brindado su apoyo

en la producción de una revista donde se publi-

can noticias, reportajes y entrevistas relacionadas

con nuestro carnaval y sus protagonistas. También

hemos contado con el valioso respaldo de la

Secretaría Distrital de Cultura de Barranquilla y el

Fondo Mixto de la Cultura de la Gobernación del

Atlántico.

En los eventos de izada de bandera, La Chiva

Periodística le hace un homenaje a los intérpretes

de la música de la temporada de carnaval, como por

ejemplo a Juan Piña, el maestro Francisco Zumaque.

Hace poco la comparsa fue homenajeada

por el cantautor Miguel Fernando Sánchez con

una exclusiva composición musical. Finalmente

tenemos que darle los agradecimientos a Carlos

Bolívar, administrador del Parque el Sol, ubicado en

la carrera 39 con calle 74, por permitirnos llevar a

cabo allí los ensayos y la izada de bandera durante

los últimos años.

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Isabel Muñoz

L as Negritas Puloy son todo para mí, un

aliciente, una terapia, la oportunidad para

conocer y compartir con muchas personas.

Una como que no es la misma, no es fácil explicar lo

que se siente cuando llega el carnaval.

Al pisar la Vía 40 se me olvidan las penas, las

angustias, y todo el estrés de los días previos se me

van. Interactuar con el público, regalarle alegría

y recibir sus aplausos me hace vibrar. Lloro de

emoción al ver el resultado de tanto esfuerzo y me

digo, valió la pena.

Todo empezó por un disfraz individualLas que hoy en día llamamos Negritas Puloy comen-

zaron como un disfraz individual que mi suegra,

Natividad López de Altamar, junto con sus herma-

nas Beatriz, Nora, Gladys y Sonia, y las hermanas

Peña, del barrio Boston, se inventaron para gozar

los carnavales y que impidiera ver su identidad. En

esa época las mujeres no podían entrar a las casetas

y menos si iban sin marido, así que decidieron crear

un disfraz coqueto y sexy inspirado en el logotipo

de un detergente de ese entonces, pero que les

cubriera la cara.

Ellas lo tomaron como el vacile y resulta que

a muchas amigas y a otras mujeres les gustó y se les

unieron. Con este disfraz muchas descubrieron de

carnaval en carnaval amoríos secretos de amistades

y de vecinos, incluyendo a veces los de sus mismos

maridos. Con el tiempo algunas de ellas conforma-

ron sus hogares, otras se fueron a vivir al exterior y

dejaron de disfrazarse de esta manera.

Somos

Las negritas

Puloy

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En los años 80 la señora Yennis Orellano de

Altamar, casada con un hermano de mi marido,

decidió retomar la idea del disfraz del que tanto

nos hablaba nuestra suegra Natividad. Es aquí

cuando junto con un grupo de amigas y familiares

lo bautizó las “Negritas Puloy”, con la aspiración de

que como con el detergente, tuvieran mucho brillo.

Ella le agregó al disfraz canastas con frutas, alegrías,

cocada y bollos en honor a las mujeres palenqueras

que recorren las calles de la ciudad ofreciendo sus

productos.

De disfraz a comparsaEn 1984 mi cuñada Yennis abandonó la ciudad de

Barranquilla y yo, carnavalera neta y bailadora de

cumbia, decidí organizar el grupo, al que se nos

unieron otras mujeres. Éramos veinte y cumplíamos

diferentes roles. Nos declaramos comparsa y parti-

cipamos por primera vez en los desfiles del Carnaval

de Barranquilla. En esos momentos no seguíamos

coreografía, el baile era libre, a ritmo de una banda

papayera.

El vestido fue elaborado por la señora Nieves

Vázquez. Estaba compuesto por una máscara,

medias negras, babuchas, pañoletas, un vestido de

color rojo con bolas blancas, delantal y la canastas

de productos.

El vestuario ha sufrido varios cambios.

Empezamos metiéndole camello a la careta y se le

agregaron elementos como pestañas, simulación de

maquillaje y zapatos de tacón; se le quitó el delantal,

las frutas, la canasta, las alegrías y las cocadas, giro

dado a la comparsa para homenajear a aquellas

mujeres de color, emprendedoras, que han logrado

salir adelante a escala profesional y personal.

En 2003 innovamos con la coreografía gracias

a la dirección artística de la barranquillera Gloria

Peña, con lo cual aportamos al esplendor del carna-

val y empezamos a participar en eventos en diversas

partes del país y del continente: la Caminata de la

Solidaridad por Colombia en Bogotá, la Feria de las

Flores de Medellín, el Congreso Internacional de

Turismo en Cartagena, los Carnavales de San Andrés

Isla, viajes en cruceros y eventos en Chile.

También en 2003 hicimos variaciones en

el vestuario y eliminamos la careta, que se había

prestado a confusiones. Muchos creían que éramos

gais, decían “ahí va uno camuflado”. Muchos

periodistas que venían a entrevistarnos nos lo

preguntaban, incluso un gay pidió entrar al grupo.

Hasta propuso dar dinero por salir. Decía, déjenme

salir, yo les aseguro que nadie va a saber. Después

vinieron como cinco de Soledad, querían salir en la

comparsa. Nosotros les dijimos: “No, están equivo-

cados, en la comparsa no salen gais. En la comparsa

todas somos mujeres”. A una sobrina le pasó algo

molesto, ella es muy alta, y un gay se le pegó y la

seguía y seguía hasta que ella, muy molesta, se quitó

la máscara y le dijo: “No joda… ¿No ves que somos

mujeres? No soy hombre…”. Ese fue el último año,

dijimos, no más máscaras.

De ahí en adelante el disfraz tuvo cambios

importantes, se probaron otros colores, modelos,

zapatos, y se introdujeron las pelucas afro. También

empezamos a usar maquillaje artístico, aunque el

primer año que lo hicimos las bailarinas tuvie-

ron dificultades, ya que con el sudor se corrió y a

algunas les dio alergia. Al siguiente año consegui-

mos a los maquilladores Richard y Carlos, quienes

nos guiaron en ese aspecto y en cuanto al vestuario,

este adquirió más brillo y fue más social. El maqui-

llaje ha tomado un curso notable, se utilizan piedras

y pinturas especiales, lo que hace ver a nuestras

niñas más hermosas, además ellas han aprendido a

En 2013 la reina del

Carnaval de Barranquilla,

Daniela Cepeda Tarud,

adoptó entre sus disfraces

favoritos el de Negrita

Puloy, eso hizo que el

público se apoderara de

todo lo que fuera de fondo

rojo y bolitas blancas,

cintillas, blusas, camisas,

zapatos y accesorios

correspondientes a la

comparsa. Fuimos el boom.

La negrita Puloy que no dejó verse la cara

Había una señora de edad, no muy bonita, eso sí con un cuerpo especta-

cular. Cuando se ponía el vestido se veía muy bien. Desde que venía de su

casa, llegaba disfrazada con su careta puesta y no se la quitaba para nada.

A un músico del grupo le gustaba mucho y a cada rato decía: “Ay, a mí sí

me gusta esa negrita Puloy…”, e iba a todos los desfiles.

A ella también le gustaba, o le gustaba que ella le gustara a él, así

que siempre iba de últimas porque detrás venían los músicos. Un día él

dijo: “Esta es la noche que me llevo la negrita Puloy”. Y entonces la invitó

y ella le dijo que sí. El músico feliz, se fueron a comer, pero la negrita no

se quitó la careta, ¡comió con la careta! Al día siguiente él vino a hablar-

me: “Isabel, pero ¿por qué ella no se quita la careta?”, y yo, “ay, no sé”.

Después de que pasaron los carnavales él vino a mi casa buscán-

dola de nuevo. “Isabel, dame la dirección de tu amiga, que yo la quiero

conocer”. Y bueno, yo le di la dirección. Cuando fue a preguntar por ella,

salió la señora, señora que era, y para él fue una decepción enorme.

Anteriormente las señoras buscaban ese tipo de disfraces para

poder salir y mantener su anonimato. Aquí había una que venía de allá

arriba. Ponía el carro aquí en la puerta de la casa, se vestía y el marido no

sabía que ella salía en la comparsa.

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aplicárselo y se colaboran mutuamente al hacerlo.

Gracias a nuestro empeño por hacer cada vez

mejor la comparsa conseguimos la excelencia en los

carnavales de Barranquilla y llevamos alegría a cada

rincón donde nos invitan. Hemos participado en los

carnavales departamentales con el patrocinio de la

Gobernación del Atlántico; hemos hecho presencia

en los municipios de Santo Tomás, Usiacurí y Palmar

de Varela.

Asimismo participamos en muchos progra-

mas de radio y de televisión y en algunos videos

de artistas reconocidos. Además en 2006 fuimos

galardonadas en el Día de la Mujer por ser la única

comparsa conformada solo por mujeres.

Hasta el momento hemos conseguido muchos

triunfos. En el año 2000 alcanzamos el segundo

lugar en los carnavales de muebles Jamar y recibi-

mos una exaltación de parte de la Gobernación por

la labor de las Negritas Puloy a favor de la protec-

ción de nuestras raíces culturales.

Aunque en 2011 el grupo se lució en el

carnaval a la fiesta de comparsas llegaron nuevas

integrantes, entre ellas algunas estadounidenses

y venezolanas que querían gozar y vivir nuestras

fiestas, en 2012 el grupo sufrió un bajón y quedó en

la categoría B, lo cual trajo mucha tristeza ya que

habíamos hecho muchos sacrificios; nuestros senti-

mientos e ilusiones estaban comprometidos.

En el carnaval de 2014 no hubo un lugar donde

no se vio algo referente a nuestro disfraz. Estamos

felices. Sin embargo, a pesar de la acogida y del

cariño que le tiene el público a la comparsa, y del

gran esfuerzo por lograr la excelencia, no alcan-

zamos ningún Congo de Oro. Volvió la tristeza, el

descontento y la frustración al grupo.

Pero pronto nos levantamos y seguimos prepa-

rándonos. Esperamos con ansiedad que Joselito

resucite para ver qué es lo que pasa en el próximo

carnaval.

Hace seis años quisimos darle más brillo y

elegancia al vestido, así que introdujimos

una arandela en lamé dorado y se le

puso dorado también al paraguas. Al

maquillaje se le adicionaron piedras.

Hace seis años quisimos darle más brillo y

elegancia al vestido, así que introdujimos

una arandela en lamé dorado y se le

puso dorado también al paraguas. Al

maquillaje se le adicionaron piedras.LOURDES DE LA HOZ ESTÁ EN LA COMPARSA DESDE SU INICIO.

NO SE HA PERDIDO NINGúN CARNAVAL.

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Somos marimondas

Carlos Sojo

D icen que no es tanto el disfraz de

marimonda como los brincos que hay

que pegar. Morisqueteras, gozonas y

bailadoras, así son las marimondas, así somos los

barranquilleros.

En su origen, a comienzos del siglo pasado,

el disfraz llevaba un pantalón al revés, amarrado

con una pita como fajón; camisa y hasta saco con

remiendos. Corbata, medias rotas como guantes,

y una careta elaborada con funda de almohada y

retazos para darle forma.

Las marimondas, traviesas y burlonas, comple-

mentan su atuendo —hoy símbolo del carnaval— con

un pito, el pea pea, que hacen sonar mientras

esgrimen su dedo del corazón en alto en señal de

respuesta a quienes las miran.

Y claro, llevan costalados de alegría, que

irradian en cuanto lugar hacen su aparición. Danzan

porros y fandangos, se ríen de todo, se meten con

todos, y derrochan picardía en cada uno de sus

movimientos. El cuento es burlarse de todo.

He aquí las marimondas, uno de los símbo-

los más representativos de nuestro Carnaval de

Barranquilla.

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Las Marimondas de Barrio AbajoCésar Morales Paragüita

Y o nací el veinticinco de enero, cinco

días después de la lectura del bando. Mi

madre, con el culo de barrigón se fue a

ver la lectura del bando el 20 de enero, día de san

Sebastián, porque podía caer lunes, martes, miérco-

les o domingo, pero el 20 de enero se leía el bando.

Ella con el tronco bolonchón estuvo allí, por eso yo

recibí todo ese tamborileo, todo ese bullicio, toda

esa vaina, por ende y por barranquillero, nací vincu-

lado al carnaval. Yo creo que a mí no me pusieron

cascabeles, sino maraquitas.

Mi madre era antioqueña, de Segovia, y mi

padre de Toro, Valle del Cauca. Se conocieron aquí

en Barranquilla, se casaron y me tuvieron solo a

mí. Cuenta mi tía Mercedes, que desde que nací

se sabía que yo iba a ser terrible, a mí me cortaron

el ombligo ahí en mi propia casa y el frasco con el

ombligo en merthiolate se cayó y yo voltee para allá,

por eso ella dice que yo iba a ser la cagada.

Empecé a hacer mis primeros pinitos como

a los cinco o seis años. Mi mamá, a pesar de ser

cachaca, me disfrazaba de payaso y me ponía esas

caretas de antes que vendían en el centro, y me

ponía cortinas de baño de antes que eran como de

tela. Yo salía a asustar a los pelaitos. No sé cómo,

pero mi mamá se enamoró de Barranquilla, pero con

todo eso, murió hablando cachaco, ella no perdió su

modo de hablar, yo le decía: eche, mami, ¿cuándo

vas a dejar ese modo de hablar? Y ella me decía, ¿y

es que ustedes hablan muy bonito?

En mi casa mandaba mi madre, es decir, que

que en ese gallinero cantaba la gallina, no sé, mi

papá era callao, caminaba por donde ella dijera. Mi

mamá era muy bonita y mi papá nomás rallaba el

fósforo en una misma caja. ¿De qué vivían? De una

miniempresa de confites: bolitas de coco, dulces,

chicles, palitos.

Así fui creciendo en Barrio Abajo. En ese

entonces lo lúdico estaba en la calle, no había televi-

sión, ni computador, ni celulares, entonces tú tenías

que jugar bola uñita, a batear la chequita, a volar

cometa, a tirar el trompo, a jugar bola e’trapo, por

la nochecita a las 4, 8 y 12, y, a la penca escondía.

En el barrio me llamaban Chichibamba, ese era un

personaje de una tira cómica. Allí empezó la vaina

del carnaval.

En ese entonces la Batalla de Flores pasaba por

Olaya Herrera; salía del Parque Suri Salcedo hasta

el Paseo Bolívar, y mi mamá me llevaba a la esquina.

Allí iniciaba la mamadera de gallo, yo con el disfraz

de marimonda. Una vez me le perdí a mi mamá, yo

tenía como doce ruedas, me subí hasta allá donde

salía, y me encontré, no recuerdo si era el Torito o

el Congo Grande, me les pegué y uno de ellos me

dio un trago de ron blanco. Esa vaina sabía a cobre.

Primera vez en mi vida, yo no había tomado nunca,

me enchapeté en seguida e iba bailando dando

tumbos, cuando me cogió mi mamá y me dijo, ven

acá, pelao e’ mierda, y me llevó pa’ la casa.

Fui creciendo. Uno empieza a sentir cosqui-

llitas, ya las pelas empiezan a gustarle a uno y me

zafaban cuando yo llegaba a invitar a un bollito

a bailar con el disfraz de marimonda. Todos los

bollitos bailaban en las cumbiambas Agua Pa’mí y El

Tanganazo. El Tanganazo fue la primera cumbiamba

en 1939, de los Rivaldo, así que me fui pa’lla a buscá

los bollitos y adiós el disfraz de marimonda.

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A mi me gustaba la recocha y también me

disfrazaba de negro y me rebuscaba la plata, yo no

era huevón. Una vez me disfracé de puerco, todo

lleno de barro, y lo amarraban a uno a una cabuya y

decía juin, juin, como puerco. Así era yo, me disfra-

zaba de todo.

Yo solo veía a comparsas de fantasías. ¡Eche!,

ya no veía marimondas en el carnaval y de pronto

me cae la nostalgia, ese fue el primer disfraz que yo

me puse, el disfraz más auténtico del barranquillero,

mamador de gallo, entonces pensé, voy a revivir ese

disfraz. Le comenté a una llave y me dijo, no joda,

¿ese disfraz tan perrateado?, y le dije, no hombre,

lo voy a pulir y a darle decencia. Me entusiasmé y

me fui a consultar con los cancamanes del carna-

val, Enrique Salcedo, Armando Zambrano, Alfonso

Fontalvo y El Muñeco. El proyecto les pareció

bueno. Recuerdo que Abraham Cáceres fue el que

me diseñó el primer disfraz, con chaleco, corbata,

todo bacano, nojoda y se me iluminó mi mente,

voy a sacar es una comparsa y así fue como creé Las

Marimondas de Barrio Abajo.

31 años saliendoEn 1984, salimos por primera vez con cincuenta

marimondas y ganamos el Congo de Oro. Recluté

gente en el mismo Barrio Abajo y con verbenas y

rifas, recogimos fondos. Me acuerdo que bailamos

en la plaza del Paseo Bolívar y esa vaina estaba mojá

y una marimonda se resbaló y se cayó en plena

presentación; dos marimondas lo cogieron y esos

carajos estaban convencidos de que era coreografía

y ganamos.

Nosotros bailábamos porro y fandango,

con papayera. Recuerdo que el primer porro fue

“Carmen de Bolívar” de Lucho Bermúdez, y “La

butaca”, que es como el himno de las marimondas,

y tocamos “El cebú” y “El perro negro”. Yo creo

que hemos bailao todos los porros habidos y por

haber. Esta vez, en 2015, bailamos “Tolú” y “Cuándo

¿De dónde Paragua o Paragüita?En Barrio Abajo había una loca a la que le decían la Loca Carmen.

Ella tuvo su marido y decían que cuando parió, la familia del marido

le quitó el hijo y se enloqueció. Resulta que esa loca cogió el tema

de que yo era el marido y un día que estaba tomando refajo en una

tienda entre San José y Primavera, llegó a decirme que ahora sí se iba

a arreglar el problema. Ella tenía un paraguas de esos viejos, era solo

varillas, y me dio un paraguazo en la frente, cipote chichón que me

salió, y me coge esa loca y me tumba, tenía fuerza. No sé cómo logré

salir de ahí y la loca detrás. Los hijueputas del barrio solo gritaban,

¡dale, dale!, y yo corra, hasta que me le perdí. Luego siempre que yo

salía me la montaban, me decían de todo y que me iban a dar con

el paraguas. Como yo me emputaba les decía, “dile a tu mamá que

agarre el paraguas”. Mi mamá me decía, “¿te das cuenta?, tú antes le

ponías sobrenombre a todo el mundo y ahora a ti te lo ponen y entre

otras cosa no está mal, Paragua o Paragüita”. Y bueno, me resigné a

llevar ese nombre.

volveré a la ciudad”, cipotes porros. Ya tenemos

montada la coreografía, eso es lindo.

Los primeros años cambiábamos de disfraz difí-

cilmente. No había plata. En el año 91 conocí a León

Caridi. Yo estaba con unos amigos en un evento en el

Simón Bolívar, en un festival, La Conquista. Don León

se sentó al lado mío y se puso a hablar conmigo. De

pronto sale y me dice: “Oye, esa comparsa tuya me

gusta, ¿cómo hacen ustedes para salir?”. Yo le digo:

“No joda loco, hacemos maravillas, rifas, bailes, de

toda vaina”, y me dice: “¿Te gustaría que te patro-

cinara 120 marimondas? Yo me quedé mirándolo,

empecé a medirlo y pensé: “Este carajo, mono, ojos

verdes, con colita caballo, me está mamando gallo”,

y me volteo y le digo a Roberto Ferro: ¿Este carajo

quién es?, ¿un político hablador de mierda, o qué?”.

No, él es León Caridi, el dueño de Industrias Canon,

el de las toallas. Y bueno, ahí empezamos a hablar.

Cada vez salíamos con más marimondas, él

siempre nos apoyó, si hasta en el testamento puso “y

cuidado me descuidan las marimondas”. Este año ya

tenemos novecientas, y diez papayeras que cuando

están frente al jurado tocan juntas “El 20 de enero”.

Son 64 músicos. Eso es contundente.

¿Cómo logramos esto? Yo creo que es por el

sentido de pertenencia que tenemos, sobre todo

respeto, decencia, aquí cachaco, santanderea-

no o el que sea tiene que respetar el carnaval y a

Barranquilla. A Barranquilla no la irrespeta nadie.

Aquí no te puedes emborrachar, porque el que se

emborracha la caga en el desfile, moderado, cuando

termine tómate el ron que quieras, pero el desfile

me lo respetás.

Hay quiene me preguntan que después de mí

quién sigue, y yo les contesto: las herederas son

las pelás, Cuchi Emili y Lesly, ellas están volando.

Muchas veces no las llevo a presentaciones porque

piensan que ya pueden mandar y esa vaina no es así.

Aquí el que manda soy yo, pero ellas son las que me

seguirán.

Paragua, mi llave Humberto Pernett

Paragua, mi compañero, mi llave, mi pana.

Has demostrado ser un líder nato, ojalá la gente pudiera

comprender la magnitud de tu trabajo; manejar más de nove-

cientos locos en carnavales, ponerle disciplina a quienes solo

quieren gozar, preparar la logística para ese cúmulo de personas

con diversas aptitudes, personas tan distintas que lo único que

los une es el goce, eso es muy grande.

Tienes un carisma único: tu personalidad, tu manera de

ver la vida, tu memoria, tu lucha por nuestra querida ciudad, y

ese amor por ella que te catapulta a cosas cada vez más grandes.

Paragua, en sí, tú eres carnaval, no tendrás igual por muchísimos

años, es difícil encontrar alguien así. Junto con Gabriel Marriaga

te llaman rey Momo sin corona, te lo mereces hace rato.

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Las huellas que mi abuelo dejó en mí Vitalia Díaz

Mi abuelo paterno, Marcial Díaz Buelvas creó la primera comparsa de marimondas en la cual

yo participé. Él era un señor muy alegre, le gustaba cantar y bailar. Era tan expresivo con sus

movimientos que a cada uno le tenía un nombre para identificarlo. Él marcó mi vida y lo llevo

en mi corazón.

Actualmente estoy en una comparsa de marimondas y saco a relucir cada una de las ense-

ñanzas que mi viejo amado me dejó. Lo recuerdo en cada ensayo, y en los momentos cuando

estoy triste es mi fortaleza. Siempre tenía una sonrisa y decía: ¡La vida es un baile que hay que

bailar para no llorar!

“Las marimondas y su ritmo” fue

creado en Gapala hace quince años.

Hoy en día cuenta con 40 integrantes

y es dirigido por Luz Mila Lasso.

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Álvaro Bustillo Solano

L a imaginación y creatividad del sector

popular social son imprescindibles en las

carnestolendas barranquilleras. Los disfraces

y las máscaras, nota predominante en los carnavales

del mundo, también lo son en el nuestro y entre

ellos los capuchones se han destacado y han tenido

varias transformaciones.

Hay quienes dicen que este disfraz fue traído

al Carnaval de Barranquilla por Cristobalino

Zedeño, oriundo de San Bernardo del Viento, pero

otros afirman que los capuchones son mucho más

antiguos y que aparecieron en poblaciones como

Ciénaga, Riohacha o Mompox como una alegoría

a los monjes nazarenos de la Semana Santa. De allí

su nombre de capuchones. A su vez, en los archivos

históricos del Museo Romántico aparece un escrito

y una fotografía de monocucos, con rabo y máscara

parecida a los micos. Seguramente de allí deriva

el nombre de monocuco. El vestuario era similar a

los juglares de las comedias de arte Con el tiempo,

este disfraz desapareció como tal, pero se mantuvo

el de capuchón al que se le puso mucho colorido y

terminó llamándose monocuco.

Como disfraz, este fue superpopular durante

mucho tiempo, pero por el homicidio de una niña

disfrazada de capuchón, en 1942, se dejó de usar.

También hubo otros delitos cometidos por personas

que lo utilizaban para ocultarse, por lo que los entes

policiales solo permitían usarlo a quienes sacaran un

permiso.

El monocuco de nuestra tradición festiva es

divertido, juguetón, mamador de gallo; un vacilón

o pereque chistoso, que asimiló todas esas virtudes

jocosas y se convirtió en el auténtico disfraz de la

Somos¿monocucos o capuchones?

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vieja Barranquilla. El monocuco guayabero era un

disfraz molestoso, y su actor era difícil de identifi-

car porque hasta su voz fingía. Este disfraz también

desapareció.

Del disfraz a la comparsaEn 1992 el monocuco retornó a la fiesta, no como

disfraz, sino como comparsa de carnaval. La nostalgia

por el disfraz tocó la idiosincrasia barranquillera de

los vecinos de los barrios Buena Esperanza, Cevillar

y La Victoria y me invitaron como coreógrafo a darle

un nuevo rumbo. Armamos entonces la compar-

sa “Reviviendo el Monocuco” y a mucho honor

ganamos ese año el premio a los valores folclóricos

del carnaval, otorgado por la Cámara de Comercio. El

disfraz no perdió su peculiaridad: el goce, lo bacano,

el buen genio, la mamadera de gallo, pues decir

“mono” en Barranquilla significa “todo está bien”.

Decidimos ponerle música de papayera,

como decimos en Curramba. Luego aparecieron

otras comparsas de monocucos: Los Auténticos

Monocucos de las Nieves, Los Monocucos de

Chiquinquirá, etc. “Aquel monocuco guayabero

saca presa del caldero, toma leche y embustero hay

por miles hoy. ¡Yo te conozco!, ¡yo te conozco!,

es el estribillo utilizado por el personaje con voz

impostada”.

Coreografía de los monocucosComo toda comparsa la coreografía depende del

coreógrafo, eso significa que no posee ni patrones,

ni pasos, ni figuras básicas. Algunos trabajan en

bloques, círculos, movimientos laterales, sube y

baja diagonales. Otros trabajan o bailan tomados de

antebrazos, manos, dan brincos o hacen desplaza-

mientos deslizándose con los pies pegados al piso.

En otros casos bailan con pasos de música o danza

del momento, y nunca se dejan ver la cara de perso-

nas distintas a su grupo. Normalmente la música

que usan es de viento o banda.

VestuarioSe mantiene el vestuario utilizado antes, parecido a los naza-

renos de las procesiones de Semana Santa en Mompox y otras

poblaciones. Es de un colorido enorme, tiene una máscara que

cubre toda la cara, guantes, zapatos de variados estilos y colores

y en la mano lleva una varita con la cual molesta y se defiende

cuando intentan desenmascararlo.

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Luis Orellano

G alapa, municipio en el que orgullosamen-

te nací, crecí y donde he vivido siempre,

tiene una tradición carnestoléndica muy

fuerte y arraigada a la vida de quienes habitamos

aquí. Todos los veinte de enero, desde que yo era

niño, la Muerte salía en la noche para asustar a

grandes y pequeños, quienes presas del temor pero

atraídos por la curiosidad, corríamos por las calles

polvorientas de nuestro pueblo siguiéndola en su

recorrido. Pero un día falleció Andrés Cotero, que se

disfrazaba de Muerte, y con él se perdió esa tradi-

ción de más de cincuenta años.

En un diciembre, mientras departíamos a

propósito de las tradiciones de nuestro pueblo con

el señor José Llanos, reconocido artesano y folclo-

rista que vive al frente de mi casa, hablamos de esta

pérdida y recuerdo que me dijo:

— La tradición no se debe perder. Vamos a

rescatarla.

—¿Verdad? —le respondí.

—Ajá, ¿tú sí eres capaz?

—Sí, yo soy capaz.

—Bien, entonces yo te hago la máscara, tu

mandas a hacer el disfraz y sales.

Y así fue, él me hizo la máscara y el veinte

enero de 1993 salí por primera vez. El señor Jorge

Leiva, que es sastre, me elaboró el vestido, un

sobrino mío que es diseñador, Roberto Orellano, y a

quien le gusta mucho el arte, me pintó el esqueleto

y el gancho ese sí se consiguió en el monte. Con

todo eso salí por las calles de Galapa y desde enton-

ces todos los años salgo.

Eso fue un impacto, hacía muchos años que

la Muerte había desaparecido. Cuando yo salí, la

Somos Muertes y Diablos

LA MUERTE, EN POSICIóN

DE ATAQUE, JUNTO A LAS

FESTIVAS DIABLESAS EN

EL CARNAVAL DE 2015.

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gente que estaba sentada en la puerta de su casa

refrescándose corría de miedo y algunos me tiraban

la puerta. Ese veinte de enero, me acuerdo, está

aquí en la historia que tengo en las manos, se murió

un señor al que le decían la Fragua, muy popular,

moreno él, que arreglaba neveras y estufas. Yo

pasé por la calle de su casa en el momento en que

él se murió, entonces me decían, “tú mataste a la

Fragua”. Pura cosa ocasional.

Salí el veinte de enero, y ya después salía

todas las noches. A las siete de la noche ya estaban

los jóvenes al frente de mi casa esperando a que

yo saliera y los niños en la esquina listos para salir

corriendo. Eso se convirtió en algo grande y muy

pronto me gané el apodo de Lucho la Muerte.

De disfraz individual a disfraz colectivoEn el Carnaval de Barranquilla salí ese año disfra-

zado de la Muerte, participé con Selva Africana. La

máscara era muy linda, en papel maché. Esa máscara

se vendió allá en la Vía 40, a alguien le gustó mucho

y se hizo el negocio.

Al año siguiente ya se sumaron tres personas

más; un amigo mío, Edison Salcedo, se disfrazó de

muerte cachona, la gente le decía, “a ese lo mató

el cacho, el cacho”. Ahí nació el colectivo. A un

comerciante de Barranquilla le gustó tanto nuestro

disfraz que le encargó al señor José Llanos que nos

hiciera tres máscaras de muerte para nosotros, una

era cachona, le pusieron cachos de vaca grandes. En

esa época, en el año noventa y cuatro, le costaron

setenta y cinco mil pesos las tres máscaras, veinticin-

co mil cada una.

Al año siguiente se sumaron diez personas

más, entonces ya a los niños les gustaba el disfraz

de Muerte principalmente por la cuestión de que

con el gancho uno coge a las personas en la calle, les

pone el gancho en el cuello, o en la pierna y jala: “Si

tu no me das quinientos pesos yo te llevo”. Eso a los

niños les gusta.

Un año, a uno de mis amigos, Jorge Escobar,

que salía de Muerte, le dio por disfrazarse de diablo,

y entonces lo cogíamos entre todos, cruzábamos

los garabatos y acostábamos al diablo. Ahí nació ese

nombre de Muertes y Diablos. Hoy las bailarinas son

puras diablas.

Actualmente ya no somos danza colectiva sino

comparsa con elementos de la tradición. La idea es

que rescatemos y trabajemos para recuperar danzas,

disfraces, comparsas con elementos de la tradi-

ción. La comparsa de fantasía es muy bonita, pero

también acaba con la tradición. La Unesco declaró

el Carnaval de Barranquilla como patrimonio inma-

terial de la humanidad, eso a raíz de las tradiciones,

eso es lo que nosotros somos: nosotros somos tradi-

ciones populares.

Nuestra comparsa hoy en díaNuestra comparsa se compone de setenta inte-

grantes. Vamos acompañados con música de millo,

música de garabato. En nuestra comparsa hay

integrantes que ya tienen doce años y yo les digo

que tendré que pensionarlos. Pero también tenemos

niños de ocho, nueve años y jóvenes de catorce,

quince y hasta más años. A la gente le gusta mucho

esta comparsa y quiere pertenecer a ella. Mis nietas

también forman parte del grupo, una que tiene seis

años y la otra siete.

Nos empezamos a preparar desde el mes de

noviembre o diciembre. Depende de cuándo sea

el carnaval. Yo convoco a las reuniones y ellos van

llegando. Me gusta preparar bien y con tiempo. Por

ejemplo, para la presentación en el Romelio Martínez,

que es en tarima, duramos un mes ensayando todos

los días; los integrantes se preparan con el coreógrafo

Remberto Arévalo. Y para participar en el carnaval de

aquí de Galapa tenemos todo listo como mínimo una

semana antes. Incluso el sancocho que hacemos para

brindarles a los integrantes y a las personas que llegan

se empieza a preparar con tiempo.

¡Un abrazo de

Muertes!

LAS DIABLAS SON LAS

QUE HACEN EL BAILE

CON SU COREOGRAFíA.Nuestra comparsa

es ciento por ciento

de Galapa y nos da

gusto trabajar a

favor del carnaval,

porque en todo el

Caribe lo vivimos.

Todo lo que

hacemos es para

que no se pierdan

las tradiciones

populares.

Page 164: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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José Llanos Ojeda

S elva africana es una comparsa de tradición

popular que creé hace 39 años cuando

quise salir al carnaval representando lo que

mejor sé hacer, máscaras. Antes de eso yo salía en

las demás agrupaciones del municipio. La idea de

la fauna africana me la dio don Pedro Vengoechea,

quien por los años setenta era uno de los duros del

carnaval, de los cancamanes en esa época, de los

que manejaba la parte administrativa del Carnaval

de Barranquilla.

Cuando salí con Selva Africana , el impacto fue

grande. Éramos poquitos y todos amigos. La jirafa,

la cebra, los hipopótamos, los cocodrilos, los ñus, las

avestruces, toda esa maravilla de animales personifi-

cados acá con amigos del municipio de Galapa gustó

mucho.

Para diseñar los disfraces me apoyé en la

revista Geomundo que circulaba por esa época y

que trataba con detalle cada animal, lo mostraba

de perfil y de frente, y hablaba de su tamaño, sus

sonidos, lo que comía y el entorno donde vivía. Yo

estudiaba bien esa revista para transmitirle los cono-

cimientos a los muchachos; además, me ayudaba

a ingeniar cómo hacer los vestidos y las máscaras.

Representarlos también en su comportamiento era

importante; recuerdo que hasta trataba de producir

los sonidos de cada uno, por ejemplo me busqué

las chubas, esos caracoles grandes, para producir el

barritar del elefante, o cachos de toro a los que les

cortamos las puntas; con ellos practicamos y practi-

camos hasta que nos salió el rugir de los leones.

Don Pedro Vengoechea me sugirió que

incluyera un Tarzán delgado, lo opuesto al que salía

somos

Selva africana

en ese entonces en la serie de este personaje. Me

conseguí uno bien delgado y esa fue la atracción

porque todo el mundo se burlaba del Tarzán, eso era

la chispa del carnaval. Él peleaba con los animales,

les hacía picardías, llamaba a Chita, se montaba en el

elefante… Gustó mucho.

Yo solamente quería salir al carnaval con algo

distinto y elaboré toda una fauna a partir de másca-

ras, incluyendo indios y Tarzán, porque eso era lo

que se veía en las películas. Éramos un disfraz colec-

tivo, nada más, pero por cuestiones de la junta del

carnaval que decía, “aquí tiene que haber un patrón

JOCEPH DOMíNGUEZ

EN LA PIEL DE LA

CEBRA, UN DISFRAZ

CONFECCIONADO POR

AíDA GUTIÉRREZ.

UN ANCESTRO

AFRICANO

PERSONIFICADO POR

NUESTRO DIRECTOR

ARTíSTICO LUIS

DEMETRIO LLANOS

MEOLA.

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de presentación”, fuimos metiendo música y con

un tambor imitábamos los sonidos de la lucha entre

un animal y Tarzán. Después, por cuestiones de

antropólogos que dicen, “la comparsa de tradición

tiene que hacer una presentación ejecutando ritmo

y coreografía”, introdujimos más cambios. Todo lo

que nos han dicho lo hemos hecho y ahí estamos

bien ganando congos de oro.

Lo que nos caracterizaCada año nos renovamos. Escojo un animal que

estará representado en los tocados de los danzantes,

en los escudos, en los báculos, y son los que siempre

van adelante. Por ejemplo, un año nos fuimos con

tocados de mandril, otro con tocados de tigre, este

año decidí hacer toda la fauna en los tocados de los

bailarines, lo que impactó mucho.

La lado de los danzantes , van los ancestros,

que son los mayores del grupo que alguna vez

fueron jóvenes y quienes también llevan tocados de

animales, pero envejecidos, sus movimientos son

más lentos y hacen ademanes propios de los viejos,

incluso van haciendo sus rituales. Atrás van anima-

les, según la temática de la comparsa; usualmente

son niños y jóvenes que usan vestuarios completos

representativos de toda la fauna.

La primera vez salimos unos pocos, ahora

somos cincuenta parejas, cien personas entre baila-

rines, fauna, ancestro y música, y unos cuantos de

comité de apoyo que van para la cuestión de darles

el agua, el refrigerio a los bailarines y todo eso.

Nuestras máscarasLas máscaras de la comparsa las hacemos en nuestro

taller familiar. Todas las hago con mis hijos, claro

que cuando nos hacen pedidos grandes nos apoya-

mos en personas de nuestro municipio que conocen

el arte de empapelar, dar base, lijar, y que han apren-

dido viéndome a mí como yo aprendí viendo a los

artesanos de aquí.

Nuestra músicaNuestra música, que es afrocaribe, también varía

año tras año. Todos nuestros instrumentos son del

Caribe, tenemos el yembé africano, la tambora, la

flauta y la alegre de aquí de la costa.

Nuestro vestuarioTodos los vestidos nos los hacen unas costureras de

aquí de Galapa. Hoy en día las telas las conseguimos

en los almacenes de Barranquilla. La oferta ha mejo-

rado mucho. Anteriormente para hacer un disfraz

de animal, había que comprar una tela y teñirla con

anilinas con las figuras del animal que se quería, un

tigre, una cebra, un rinoceronte. Se usaba un fondo

naranja o café y se le pintaba las manchas del tigre.

Hoy ya no, las telas vienen estampadas y se le pasan

a la modista. Si la tela no se encuentra, como es

el caso de los gorilas que diseñamos este año, se

encarga a Bogotá.

Algunos han intentado copiarnos, pero no

hay lo que hay aquí, que es arte. El hijo mío ya me

superó, todos ya me superaron. Yo siempre les he

dicho: “Si eres albañil, que seas el mejor, si eres

médico, que seas el mejor, ya ustedes están en esto y

lo hacen bien. Cada año debemos ser mejores”.

POR LAS CALLES DE

GALAPA DESFILA

PARTE DE LA FAUNA DE

ÁFRICA, GRACIAS A LOS

DISFRACES ELABORADOS

POR AíDA GUTIÉRREZ.

EL OJO VERDE DEL ANTíLOPE RESALTA EN EL PROFUNDO

AZUL DEL DISFRAZ QUE LLEVA GREGORY BARROS.

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Cómo nos preparamosEn septiembre iniciamos los ensayos. Con los baila-

rines, jóvenes entre los veinte y los treinta años,

ensayamos tres días a la semana. Sus movimientos

coreográficos son, por supuesto, acordes a la temá-

tica. Somos muy exigentes en los ensayos y el que

no responda, no entra.

A los de la fauna se les cita aparte y ya más

cerca del carnaval, para darles orientaciones sobre

lo que van a hacer, trátese de un desfile, de una

presentación estacionaria, de la noche de comparsa

o la presentación, porque los animales y los bailari-

nes no tienen el mismo movimiento.

Cómo nos financiamosLa Alcaldía de Galapa da un aporte, la Junta del

Carnaval también, pero eso no es suficiente para

pagar el maquillaje, la música, el transporte, el

refrigerio, todo eso, así que como a mí me gusta y

me gusta representar a mi municipio y que se hable

bien de Galapa, yo invierto plata de la que me gano

haciendo máscaras.

Esto del carnaval en vez de mejorar tiende a

empeorar. No hay patrocinio, no hay aporte, y eso

llevará a que las danzas y los grupos desaparezcan.

Todo esto va cambiando.

A la gente del

grupo yo siempre

le comunico lo que

decide la Junta del

Carnaval y así están

enterados todos

de los días que nos

presentaremos,

el puesto que nos

asignan, la hora,

etc.

KAREN GUTIÉRREZ, BAILARINA DE LA COMPARSA MAUREN FOLGOSO LLANOS, DEL SEMILLERO DE LA COMPARSA

LUIS DEMETRIO LLANOS MEOLA, ANCESTRO AFRICANO

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somosson

de mar

Marleny Cortés

O currió un sábado de febrero de 1997. Allí

estábamos, en la calle 17 con carrera 38

de Barranquilla, listos para iniciar nuestro

primer desfile del Momo. Éramos 86 personas entre

músicos y bailarines. Atraíamos todas las miradas

pues los vestuarios no eran los tradicionales.

Músicos y bailarines llevaban una especie de

pañal gigante de alegres colores, el torso desnudo,

en la cabeza corona de hojas y en los pies sandalias

muy sencillas, collares y pulseras de caracolitos y

conchas.

Las bailarinas por su parte tenían faldas largas

de flecos blancos, borlas y flores de colores en la

cadera, top en licra con cayenas estampadas, corona

de flores en la cabeza y el tradicional lei de Hawai

o collar de flores. En los tobillos y en las muñecas,

sonoras pulseras de conchitas.

Era la primera comparsa en el Carnaval de

Barranquilla con tema alusivo al folclor de las

islas de Hawai. La impaciencia crecía esperando

el momento de actuar, aunque nuestra presencia

en ese lugar era de por sí ya una puesta en escena.

Entre orgullosos y sorprendidos aceptábamos los

piropos y respondíamos las preguntas: ¿Quiénes

son? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se llama la

comparsa?

Finalmente llegó el momento e iniciamos

el desfile, quizá el mejor de todos los que hemos

participado en Colombia: bailamos, no corrimos,

gozamos, no sufrimos.

Al iniciar el desfile, el calor era insoportable.

Miré a los bailarines y estaban radiantes, el clima

no les afectaba, bailaban con tanto entusiasmo que

me contagiaron y caminé con ellos hasta el final.

Nunca sentí cansancio y al terminar me pareció que

el trayecto había sido muy corto. Así fue mi primera

experiencia directa en el Carnaval de Barranquilla,

con la Comparsa Son de Mar, así de absorben-

te y contagioso es participar en él. La acogida

del público fue excelente, fueron respetuosos y

amables. Ganamos el momo de oro, que es la visa

para la Vía 40, donde solo desfilan “ganadores” en

la Batalla de Flores y en la Gran Parada de Fantasía.

Hemos evolucionadoEn los ya casi veinte años que venimos saliendo

hemos evolucionado, o mejor, nos hemos ido

moviendo. El número de bailarines ha variado.

El tercer año, por ejemplo, salimos doscientos

cincuenta. Yo me angustié, nunca había visto una

comparsa así tan grande, pero fue… un¡guau!

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Los vestidos también han evolucionado. En

el 97, aunque sencillos fueron una sensación. Algo

que no me gusta es que ahora deben llevar “una

carroza” encima para que se vean. Tienen que ir

en unos andamios de tacones para poder lucirse.

Tienen que tener lentejuelas y brillantes. Tienen que

tener colas y plumas. Todo para poder mostrarse. Se

ha acentuado lo superficial, y lo emotivo y la técnica

han pasado a un segundo plano.

A los tacones yo no les juego, porque me

parecen una tortura. A las plumas tampoco, pero

mis estudiantes me lo imploran: “Mira, por favor,

que todos llevan unos tocados…”. Y terminamos

usándolos. Organizan todo y al final me llegan

con que “todos están de acuerdo y dispuestos a

pagarlo”. Se ponen su mamotreto, se lo aseguran

muy bien y lucen, pero terminan con dolor.

A los desnudos tampoco les juego. En nuestra

comparsa hay muchas niñas de trece y catorce años,

que son altas y pareciera que son adultas, pero son

niñas. La verdad es que a mí no me gusta que salgan

destapadas, me escudo en que a los papás no les

gusta, cosa que es cierta, pero es que a mí tampoco

me gusta. Pero el desnudo artístico es diferente al

desnudo espectáculo; y hay un desnudo espectá-

culo hermoso y un desnudo espectáculo grotesco.

Trabajar eso no es fácil y menos con jovencitas.

Todos caben en nuestra comparsaLa nuestra es una comparsa absolutamente

incluyente, en ella hemos tenido integrantes con

síndrome de Down, niñas barrigudas, familias

completas de papá, mamá e hijos, niños, jóvenes

y adultos. Es emocionante ver a las familias plenas

haciendo la misma actividad con sus hijos, todos con

el mismo entusiasmo y alegría. Los padres se rejuve-

necen y los niños se sienten felices de que sus papás

le den importancia a algo que a ellos les gusta.

Así son las comparsas de Barranquilla. Un

panal laborioso y alegre en la cotidianidad.

Las deudasYo no tengo dinero, tengo deudas, las que quiera,

pero me siento bien, tengo una armonía así con mis

hijos, con mis nietos, mis nueras, mi yerno.

Cada desfile vale mucho. No más mover mi

comparsa en un desfile, estando ya maquillados,

vestidos, etc., vale cinco millones de pesos: que

el carro, que la carroza, que la amplificación (que

deben ir dos por si falla alguna) y la planta eléctrica,

más todo el equipo de apoyo que son unas quince

personas, entre los técnicos que manejan eso, el

mecánico del carro, el chofer, etc. Y son tres, cuatro

desfiles, eso es pesado. Eso de la financiación y

los patrocinadores hay que ordenarlo. Ganan los

grandes.

Los trajes (vestido, zapatos, accesorios y

tocado) y el maquillaje los financian los papás. Es

bastante económico para todo lo que incluye y

cada quien lo va pagando a lo largo de los ensayos.

Eso apenas da y a veces hasta produce pérdidas.

Esas son mis deudas. Ese es mi desfase. Y ese es a

veces el contrapunteo con mis hijos. Pero a la final

me apoyan y se burlan de mí. Dicen: “Nosotros le

decimos a mi mamá que ni uno más y ella nos mete

más de cuarenta”. Y es que una vez así fue.

Deseos de cambiosUna de las cosas que debemos hacer es acortar

los desfiles para que el artista se goce de principio

a fin el espectáculo. Nosotros sufrimos los desfiles,

son muy largos. ¡Y con tacones! Eso es una tortura.

Y con tanto peso encima. No tendríamos que poner

a sufrir a los bailarines.

Lo otro es la música. Salimos con una orquesta

arriba de la carroza, pero es tal el ruido que hay en

el ambiente, que si no lleváramos esa monstruosa

amplificación no podríamos oírla. Entre los que

van adelante y atrás y lo de los balcones, es muy

difícil. Eso es una cosa ilógica. Para mí eso se debería

normatizar con exigencia, que nadie lleve amplifica-

ción, pero que tampoco haya música en los palcos.

Nuestra temática es básicamente de percusión,

tenemos pianos y teclados, que incluyen algo de

melodía, pero lo de nosotros es más percusión que

melodía.

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Una clase en la Escuela Son de Mar

Nos caracterizamos por una concepción universal

de la danza. Se baila con el cuerpo y ante estímu-

los sonoros aquí y en la Conchinchina. De hecho

tenemos una obra que se llama Por los caminos de

nuestra historia folclórica en la que aparece un vasco

en escena, todo de blanco y con su faja, pañoleta y

boina vasca rojas. Empieza la narración y el hombre

se quita la boina, se pone un sombrero vueltiao, una

pañoleta, se quita la faja ancha y se pone la fajita

y queda de cumbiambero. Y luego le quitamos el

sombrero vueltiao, le ponemos uno de paja y un

poncho y queda un andino de tierra caliente. Así

vamos pasando por nuestro folclor y por la universa-

lidad de la danza. Igual que hacemos folclor de aquí

de la costa, hacemos bunde, torbellino, bambuco,

currulao, joropos… Cuando uno descubre que la

danza no es exclusiva, surge la libertad. ¿Por qué nos

gusta lo moderno, lo contemporáneo? Porque es

más permisivo, pero ello no significa que no valore-

mos la tradición.

¿Cómo empieza una clase con nosotros?

Obviamente con un calentamiento, algo muy corto

y sencillo en las barras y luego suena la música,

puede ser una cumbia. Las niñas comienzan a

moverse y empezamos a corregir; no, los pies van

de tal manera; no, las manos van de tal otra, y

hacemos por lo menos siete u ocho minutos con el

ritmo elegido para ese día. Luego hacemos algo más

fuerte, y empezamos a movernos, a hacer de pronto

mapalé o un fandango o algo así. Y les vamos dicien-

do cómo se llama lo que están oyendo y bailando,

“esto es tal cosa, esto se llama así”, y les damos

una hojita con una síntesis del ritmo y sus principa-

les creadores e intérpretes. Valoramos mucho los

folcloristas colombianos, pero no nos encerramos

ni en Barranquilla, ni en Colombia. Al ladito de Totó

la Momposina, puede estar Alicia Alonso; y al ladito

de Efraín Mejía, Piotr Tchaikovski.

Lo teórico también nos importa. Desde los tres

años las niñas llevan su libreta, no saben escribir,

pero se les dan las figuritas de las primeras posicio-

nes del ballet. Nos guiamos por la escuela francesa.

También se les da un dibujo del árbol del folclor

colombiano: sus tres raíces, sus cuatro ramas y las

niñas chiquitas ya saben qué es lo demosófico, lo

literario, lo musical, lo coreográfico; de una forma

muy elemental nuestros estudiantes van conociendo

la teoría.

Cada clase es diferente, es única. Siempre

hay momento para lo vivencial. Por ejemplo, les

decimos:

No vamos a bailar, vamos a movernos, pero vamos a movernos como nos dé la gana, como sintamos que queremos movernos. Vamos a tener unos estí-mulos sonoros, no los llamemos música, vamos a oír algo y ese algo nos va a mover. Sientan ese algo allá dentro, cómo nos mueve, cómo nos hace sentir. Escoja cada una un personaje y va a sentir como él, a pensar como él, a moverse a su manera.

Mis estudiantes terminan haciendo cosas

maravillosas que me sorprenden. Esa fase expresiva

de las clases me encanta. Yo no soy de las que en el

desfile les digo, “sonrían”, eso no se puede imponer.

Yo les digo “sientan, sientan que están bailando”.

Después pasamos a la técnica. Llevamos a las

bailarinas a las barras y trabajamos con rigor los

pasos del ballet. Nuestros estudiantes saben lo que

es un jeté, un chené, un cambré, los plie, los tandi. El

ballet con sus normas y sus reglas aporta mucho a

desarrollar las capacidades físicas de un bailarín.

De la técnica pasamos a hacer un montaje

de los bailes que se van a presentar en el teatro a

finales de noviembre y terminamos invariablemente

con lo que yo llamo “devolución”. Nos sentamos en

círculo y hacemos consciencia de lo vivido. Nosotros

les enseñamos a verbalizar lo que han sentido, lo

que han hecho. Eso es muy importante. Hay quienes

se mueren de vergüenza las primeras veces y no

quieren hablar porque ocurre que lo que más las

impacta es la parte de la expresión libre.

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Mónica Lindo

Robinson Liñán

T orito en Carnaval es un homenaje a la

máscara y a la danza de “El Torito”, ambas

muy representativas del carnaval. Al ser

comparsa y no danza tradicional, tenemos la liber-

tad de innovar, así que hemos recreado el vestuario

y los diversos accesorios que utilizan los compar-

seros. Si bien usamos lentejuelas y otros objetos

brillantes, no hemos querido introducir plumas o

elementos estrambóticos provenientes de afuera.

A su vez hemos querido conservar elementos del

carnaval como la música en vivo a ritmo de fandan-

gos y porros. No usamos amplificadores.

La coreografía involucra los tres bloques

propios del congo: toritos tradicionales, bloque

principal y comparseros.

Torito en Carnaval es de todosEl número de personas que salimos varía cada año.

Hemos llegado a ser cuatrocientos. Un grupo de

planta de la escuela ensaya todo el año, esa es la

compañía de danzas de Mónica Lindo. En noviem-

bre y diciembre empezamos a reunir la gente para

el carnaval y como la mayoría trabaja o estudia,

hacemos ensayos en la noche dos o tres veces a la

semana.

El elenco del grupo base, que son de Soledad,

de Ciudadela, del norte, del sur, traen a personas

interesadas, de manera que nuestra comparsa no es

de barrio, es de toda Barranquilla y del Atlántico,

lo que es poco usual ya que la mayor parte de las

agrupaciones están conformadas por gente de un

mismo sector; ese no es nuestro caso, en el Torito

en Carnaval participan personas de diversas partes

Somos

torito en carnaval

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de la ciudad, y también de Bogotá; tenemos muchos

amigos del interior y de fuera del país.

A raíz de los viajes que hemos hecho, en los

que invitamos al público a participar en el carnaval,

varios extranjeros se han unido a nuestra comparsa,

de manera que no es extraño encontrar en ella cinco

japoneses, dos franceses, y así. Gracias a la tecnolo-

gía, se les manda un video con la coreografía para

que la practiquen en su país y llegan unos días antes

de los desfiles y ensayan con nosotros.

Cada año los que quieren participar pagan una

inscripción que cubre transporte, refrigerio y parte

de la música. El vestuario cada uno lo costea; el

precio varía dependiendo del diseño, que cambia-

mos cada dos años. Cuando vemos a alguien con

mucho interés, que baila muy bien, pero que no

cuenta con los recursos, buscamos ayuda. A veces

logramos conseguir una especie de patrocinio y

subsidiarle, incluso hasta el cien por ciento del gasto

del vestuario, a quienes no pueden costearlo. Todo

depende, hay años en los que contamos con suerte,

hay años que no. A veces nos prometen un patroci-

nio y a última hora nos dicen que no, y no siempre

dan razones.

La formación de nuevas generacionesEn la escuela tenemos varios niños que formamos

a lo largo del año, y para temporada de carnaval

se vinculan otros que quieren formar parte de la

comparsa; ellos se preparan con tiempo, se les

dan unas clases, se les explica la planimetría, o sea

por dónde caminar, por dónde hay que coger, y se

trabaja la coreografía. Los ensayos con los pequeños

son normalmente en las tardes.

RitualNuestra comparsa está untada todo el tiempo de

lo ritual. Un ritual que se basa en creer, creer que

podemos hacer maravillosas cosas juntos, creer que

nuestra energía se conecta con la espiritualidad,

creer que las sonrisas y el movimiento se trans-

forman en exposición de colores que transitan en

medio de multitudes expectantes y deseosas de

gozar.

Conocernos, calentar, crear en equipo y esta-

blecer compromisos ensayo tras ensayo es la base

de nuestra rutina, de nuestro ritual. Y este, cuando

nos preparamos para entrar en escena, al igual que

en muchas otras comparsas, es también ritual de

belleza. Madrugamos, nos disponemos a preparar

nuestro cuerpo, a maquillarlo, vestirlo, embellecerlo,

sublimarlo y pensarlo en el marco de una colectivi-

dad de danzantes que tendrá la responsabilidad de

brillar con luz propia para dar de cada uno lo mejor.

Siempre nos imaginamos como estelas brillantes que

resplandecen cada vez que subimos a un escenario o

que simplemente transitamos por la Vía 40.

Siempre hay alguien que llega de primero, por

lo general es nuevo en el carnaval, por eso se hace

acreedor del primer turno para el maquillaje, se

hidrata, lleva curitas, le pone toallas sanitarias a los

zapatos, se unta todo el cuerpo de bloqueador solar,

y siempre atiende todas las recomendaciones de

quienes llevan muchos años gozando de la fiesta.

Hay ansiedad, el tiempo pareciera no avanzar

cuando de pronto ya estamos sentados en el

bordillo de la Vía 40 esperando el gran momento.

Deleitarse viendo a todos los disfrazados pasar,

tomarse fotos con famosos, retocarse, reír, compar-

tir son el conjunto de cosas que todo comparsero

vive antes de que empiece a experimentar el vibran-

te sudor que emana de los poros de un cuerpo que

En sus veinte años,

Torito en Carnaval

ha sido merecedora

de 17 congos de

oro en la categoría

“Comparsa de

Tradición Popular”

y hemos obtenido

un segundo puesto

y dos fuera de

concurso por

participar en la

Batalla de Flores y la

Gran Parada.

reclama de cierta manera libertad, una libertad que

se traduce en alegría desbordante e inagotable.

Pero mi ritual es otro. Soy la última en maqui-

llarme, en vestirme y, a veces, justo cuando voy a

subir al bus me doy cuenta de que los elegantes

zapatos altos que el zapatero me diseñó y me regaló,

me aprietan; que el vestido de plumas y lentejue-

las que mi modista confeccionó con dedicación y

esmero me resulta incómodo, entonces regreso a

mi cuarto y termino poniéndome las mismas suaves

cotizas de todos los años, y el sencillo vestido de

pantalón y blusa con su toro estampado en el frente,

que completo con un sombrero divino (con el

que me encanta desfilar), brillantes aretes y labios

carmesí para regalar sonrisas por doquier a todo

el que se me atraviese por delante. Así es mi ritual

juepajisístico de cada carnaval.

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SOMOS

Letanías

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Henry Barrios

Orlando Barrios

En este verso que te digo

Enseguida te detallo

La letanía es un verso

Con mamadera de gallo.

L as letanías son una forma de expresarnos con burla, exage-

ración y picardía a propósito de hechos que acontecieron

durante el año o en vísperas del carnaval, relacionados con la

política, el deporte, personajes de la vida pública, noticias de impacto

nacional e internacional o situaciones vividas en la familia, el barrio

o la comunidad, y que son contadas en versos de doble rima con un

coro que refuerza el rezo. A manera de plegaria decimos la verdad.

El objetivo de las letanías es divertir, estimular la risa, sacarle al

público carcajadas. Las letanías son la chispa del carnaval, un disfraz

de mamadera de gallo.

La letanía tiene importancia en el carnaval

Te lo digo de verdad

Aunque a veces nos tachaban

De vulgares nada más.

Ser letaniero es un gran honor. El público siempre lo aclama a uno y

ver esos grupos de personas y palcos atiborrados gozando al oír cada

pregón es una sensación muy linda.

Las letanías son versos con rima

En carnaval siempre presente

Con nuestra lengua viperina

Podemos criticar hasta el presidente.

La letanía es muy solicitada

Por todo extranjero que viene al carnaval

Por eso nos gustaría

Que nuestros versos sean llevados

a nivel mundial.

Con un verso bien picante Te lo digo en este díaCuando llega el carnavalCon sabor y alegríaEmpiezan nuestros versosLos grupos de letanías.

Henry Barrios

Hablemos de las letaníasQue son la chispa del carnavalLas pregonamos durante cuatro díasNuestro patrimonio cultural.

Orlando Barrios

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Los grupos de letanías tienen entre seis y doce inte-

grantes. Tenemos un director, unos compositores,

los coristas y los rezanderos.

Cada grupo tiene su coro

Conocidos como letanieros

Pero hay uno que es el principal

Es llamado el rezandero.

En el carnaval nos presentamos en el Festival de

Letanías que se lleva a cabo el último día, el martes.

Pero también nos buscan para presentarnos en

eventos, almacenes, escuelas, universidades y actos

empresariales.

En nuestras presentación utilizamos libretos

con los versos en estrofas. El libro de cada grupo es

sagrado, si se nos pierde es un problema.

Las letanías son una forma de rebusque en

el carnaval. Luego de rezarlas se pide al público un

aporte y se hacen improvisaciones para animarlo a

que colabore. Cuando alguien no da o da poquito es

objeto de una letanía…

Cuando viene el carnaval

Con su sabor y alegría

Nos rebuscamos pa la comida

Muchos grupos de letanías.

Y con esta me despido

Y espero que nadie se ofenda

Pero se les puede morir la “picha”

El que no colabore con la ofrenda.

Los letanieros vivimos pendientes de lo que sucede

en la comunidad, los escándalos, las desgracias.

Estamos atentos a ver si alguien “da papaya” por ser

protagonista de un bullicio, sea persona pública o

corriente y de cualquier estrato.

Todo lo que sea noticia en radio, prensa o

televisión, es lo nuestro. Eso sí, necesitamos de la

inventiva, en especial para improvisar sobre temas

que nos pide el público.

Los versos que nosotros hacemos

Son producto de la imaginación

En cualquier momento

La plasmamos con burla y exageración.

Ahora les quiero decir

Los temas en que nos inspiramos

En deporte y en política

Y hasta el cacho lo criticamos.

Las letanías son de ingenio y creatividad,

Buena vocalización y dicción,

Manejo de temas de actualidad,

Hechos cotidianos en sus versos.

Nuestros vestidos son llamativos. Usamos túnica

de colores vistosos, brillantes. Algunos llevamos un

sombrero acorde con el vestido y el calzado por lo

cual marcamos la diferencia. CArTEL dE LOS SAPOS

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Somos los que somos y los que hemos sido

Orlando Barrios

El famoso José dolores

Como pregonero fue primero

Haciendo versos de mil colores

Pal carnaval barranquillero.

Los pregonaba con swing

En la famosa Plaza de Abril.

Hagamos un reconocimiento

a las Ánimas de Soledad

que pregonan con mucho aliento

los problemas de la sociedad.

de memoria su rosario

con su líder Ascanio Barrios.

Siguen los reconocimientos

pal compañero Henry Barrios

que desplaza su pensamiento

con letanías sin diccionario.

En la grandiosa tarima

sin importarle la rima.

También es nuestra modalidá

hay un grupo que se mantiene

son Los repelentes de Soledad

reconocidos por Milton Jiménez.

Ganadores de varios premios

por su valioso genio.

El Testamento de Joselito

dirigido por Wiston Valle

merece estar en el librito

que pronto saldrá a la calle.

Sus rezos son atrevidos

con sus coros entendidos.

El rezo Estrafalario

que viene de Soledad

con sus lindos comentarios

para alegrar a la comunidad.

Homenaje a su sabiduría

en el encuentro de letanías.

Tenemos que recordar

a Las diosas de las Letanías

mujeres que supieron pregonar

al lado de las veteranías.

Fueron muy valiosas

en el carnaval de la Arenosa.

Por último las debutantes

las Chismosas del Carnaval

que salieron muy campantes

con su genio y entusiasmo oral.

Siguiendo la tradición

de Ánimas rojas con emoción.

Para hacer estas letanías

me costó mucho trabajo

pero las hice con armonía

porque estudié en colegio pago.

Colegio de muchas leyes

ese fue el de la seño reyes.

Ya con esta me despido

con mi cerebro cansado

espero que hayan entendido

letanías de los homenajeados.

Ameeeeén

Con El Correo de las Brujas

las que mueven la aguja.

Las letanías son reconocidas

por paradójicas y burlescas

y que sean bien entendidas

humorísticas y grotescas.

Cínicas, eróticas, insólitas

irreverentes, irónicas.

Seguimos con los honores

de la linda fiesta mía

para reconocer a José dolores

como líder de las letanías.

En el primer escalafón

nos dejó la tradición.

Los Criticones de La Esmeralda

lo mismo que Las Malas Lenguas

este homenaje los respalda

y también Los Siete Lenguas.

Las Lenguas Mochas de Montecristo

su nombre suena favorito.

directores Esmeralda, Jorge Escorcia

lengua mocha Ernesto Watts.

Ánimas Blancas y recocheros

junto con Ánimas Camperas

por reconocimiento sincero

por gozar la fiesta carnavalera.

Acompañado por Los Turpiales,

que ya son tradicionales.

Ánimas Blancas, Fredy Cervantes

director recochero, José Charrís.

El Gavi y sus rezanderos

y el Cartel de los Sapos

siempre están entre los primeros

por sus valiosos contactos.

A Saúl Cueto de su amigo Calancho

Quiero hacerle un homenaje

A mi compañero con respeto

Lo recuerdo en carnavales

A nuestro amigo Saúl Cueto.

Él amaba los carnavales

Y en sus venas corría ese capuchón

Hasta que vino un vil cobarde

Y lo mató de una puñalada en el corazón.

Cuando Saúl Cueto falleció

Para el grupo fue noticia dura

Porque él en vida nos pidió

Que le rezáramos letanías en su sepultura

Saúl Cueto lo llevo en el corazón

A lo largo y ancho

Yo quiero hacer este homenaje

de parte de su hermano, el popular Calancho.

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351

La letanía es liber tinaHomenaje de Soley Del Castillo a Wiston Valle

Yo en cambio, como directora de la Cumbiamba

del Carajo, no podré olvidar sus dotes exquisitas

para la danza. A muchas nos encantaba bailar con él.

Nos hacía sentir las reinas de la fiesta. Sabía hacer

lucir su pareja. Mucho departimos en el rancho

Currambero.

Pero también mucho reflexionamos y traba-

jamos en pro de comprender y buscar solución a

los problemas de nuestro carnaval. Por eso hoy

quiero contarles la gran oportunidad que me dio

la vida de poder oír sobre su vida, pensamientos y

su transcurrir en el carnaval de Barranquilla en su

última entrevista, realizada mes y medio antes de su

partida.

Sabíamos que era cumbiambero y también

amaba las letanías. La cumbia fue su origen dentro

del carnaval, ahí aprendió a gozarlo desde los ocho

años. Hace dos lo dejó porque se cansaba. Hacer

letanías para él fue inicialmente un producto de

su desorden, de su andar carnavalero, más que un

deseo o una afición. Luego se entusiasmó y empezó

a dedicarse también a ellas. Por eso cree que fue

algo fortuito. “La letanía no ha desplazado a mi

cumbia”, afirmaba. Ya siendo director de las letanías

salía dos días de cumbia y dos de letanías, y cuando

se formaron las marimondas salió un día de cumbia,

marimonda y letanía. Así duró como tres o cuatro

años.

Cada carnaval lo vivió intensamente, su familia

lo aceptaba porque toda la vida fue así.

En mi casa sabían que era muy raro verme llegar temprano —contaba—. Oficialmente llegaba a las seis de la mañana o iba a desayunar, asearme y

salir de nuevo. Y es que desde los ocho años el viernes antes de carnaval salía de mi casa con una bolsita de ropa para la casa de mi tía, la dueña del Tanganazo y regresaba el Miércoles de Ceniza con la misma bolsita sin usar, pues me colocaba ropa de carnaval solamente. Se que no es positivo pero era una realidad.

Cuando hablamos de sus sentimientos para las

dos expresiones nos decía: “La cumbia la bailas en

cualquier momento, sitio y hora, y hay disfrute al

máximo de tus sentidos, el vivir lo que te produce

la música dentro de ti”, en cambio las letanías las

consideraba más exigentes.

Aun cuando la letanía debe ser inmediatista, la noticia del ya, ahora, lo que está pasando, eso no quiere decir que no tenga que pensarse. Quienes escribimos letanías en el carnaval tenemos una preocupación y estamos pendientes de las cosas que pasan. A veces no desarrollamos los temas enseguida, luego vemos si persiste la situación, miramos su importancia en el mundo cotidiano y si vale la pena hacerle el trabajo. Eso lo hacemos todo el año.

Si le preguntábamos sobre los sentimientos encon-

trados de algunas personas sobre las letanías, ya que

a unos les parece vulgar, a otros picaresca, a otros

divertidas, él nos decía:

Así como hay discriminación e indiferencia por lo folclórico, las letanías han tenido una persecución, no han sido bien tratadas. Yo tengo mis creencia y teorías. Como eran repudiadas debieron ser clandestinas, y sin material investigativo no hay dónde recurrir para decir es esto y esto. La letanía tuvo que hacerse, luchar en un medio obligado, creció en cantinas y, lógico, inicialmente se refiere al lenguaje de la cantina que es más libre y relajado.

Hay quienes pretenden de la noche a la mañana hacer de la letanía un dechado de pulcritud y una corriente de verbos encantadores, pero eso no es

posible. Inclusive el mismo hecho de haber crecido dentro de la clandestinidad le ha dado una propie-dad que es el libertinaje, y ella es libertina porque es repudiada y eso no se le puede quitar. Lo que sí se puede hacer, y nosotros estamos en ese proceso en estos momentos, es acostumbrarnos a que hay diferentes auditorios, y como tal leer estas según aquellos. Hay letanías para cada clase y tema.

Afirmar que la letanía es esto… O sentar cátedras, hablar del régimen literario, de ella, de su confor-mación de manera dogmática es una falacia. Lo que sí vemos es que los versos no solo son sextetos, octavos, endecasílabos heroicos, realmente son los que se te ocurren, eso sí deben tener sentido común y tú los debes organizar bien. Está suce-diendo un fenómeno interesante: hoy en día los constructores de letanías recurrimos al clásico de la literatura como antes, lo que no sucede con la poesía; hoy la poesía es moderna, ya no tiene armo-nías, ni métrica, y el sentido hay que escudriñarlo y no se le encuentra.

Sabes, hay diferentes criterios sobre las letanías. Nosotros mismos quienes las construimos y somos directores tenemos conceptos diferentes. La letanía que hacemos en el carnaval no tienen una definición. Los interesados en esta expresión hicimos un foro y quedamos en solicitarle a la real Academia que adicionen en la palabra letanía una acepción con referencia a: “Expresión folclórica del Caribe colombiano”, con eso nos basta para darle una explicación o sentido y podemos aclarar sobre ella. Pero solo cuando haya una palabra dentro del diccionario que signifique y refiera a lo que hacemos podremos empezar nuestro proceso formal de existir.

Al preguntarle por su legado al carnaval, Wiston se

reía y honesta y sabiamente contestaba:

“Al carnaval ya uno no puede dejarle nada,

porque él es tan rico y a los ricos no les hace falta

nada. Solo recuerdos a las personas cercanas”.

W iston vivió como quiso vivir. Luis

Marriaga, cumbiambero de tradición

—Lucho, como él le decía—cuenta que

tenía aproximadamente siete años de edad cuando

lo conoció, pues era amigo de su hermano mayor

y ellos estaban metidos en la organización de las

famosas verbenas de Boston que se hacían entre

las calles 60 y 62 con la carrera 44. Lucho también

recuerda:

Wiston comenzó a bailar en la Cumbiamba Tanganazo de sus primos rivaldo en el Barrio Abajo y luego pasó a la del Cañonazo, entonces muchos coincidíamos con él donde hubiese eventos de carnaval. Luego, cuando se creó la unión de un gran grupo de personas partícipes del carnaval con los mismos ideales de defensa de los derechos de los artistas del carnaval, Wiston se convirtió para todos en el gran consejero por su liderazgo natural, trans-parencia, objetividad y juicio equilibrado.

Mente brillante,

consejero, buen

compañero, líder

natural, eximio

bailador e icono

del carnaval. Ese

fue nuestro amigo

Winston Valle (izq.).

Aquí rememoramos

momentos felices

vividos con él en la

Plaza de Bolívar de

Bogotá.

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somos

las Ánimasrojas de rebolo

Orlando Barrios

L as Ánimas rojas de rebolo se fundaron

el veinte de enero de 1930, sábado de

carnaval, en la calle 17 con carrera 22,

Calle Soledad con Callejón de Ceiba. Estaban José

dolores Gutiérrez, Isaac Morón, Juan Escorcia, Juan

de Las Salas y Enrique Lobelo, todos muchachos

de esa época, entre los dieciocho y veinte años,

albañiles y zapateros. Como se les había acabado el

ron, José dolores les dijo, vamos a sacar cualquier

disfraz. Isaac Morón le contestó: Yo sé de un disfraz

que es un capuchón negro con versos improvisados.

Consiguieron lápiz y cuaderno e hicieron como

veinte versos acompañados con la botella de ron

blanco. Entre estos había uno que decía:

Dicen las malas lenguas,

entre ellas las de mi tío,

en esta calle vive una vieja,

que tiene siete marío.

Ya con el libro terminado, Isaac Morón les

dijo a sus compañeros, como esto es un disfraz de

letanías, mañana domingo nos encontramos aquí a

las ocho de la mañana. Isaac Morón le dijo, hey, falta

el coro, José dolores le contestó, como esta vaina es

un rosario, el coro puede ser:

Pague este rosario con media botella de ron.

El coro lo mantuvieron 32 años, con los versos

de una sola rima y con el capuchón negro.

Para 1931 se integraron los señores Sabas

Cuestas, Eugenio García, Clemente Ibáñez, Salomón

Noriega y Catalino Gutiérrez. A medida que

pasaban los años se iban metiendo más integran-

tes a las Ánimas Negras: César Gutiérrez, Pablo

Ballesteros, Joaquín Pérez, Tomás Ahumada,

Alfonso Escalante, Tomás Villanueva, rafael

Villanueva, Francisco Gutiérrez, Pedro Ceras y otros

más.

Esa fue la primera generación de las Ánimas

Negras, hoy Ánimas rojas de rebolo, porque el

señor José dolores, como era demasiado liberal, con

la muerte de Jorge Eliécer Gaitán decidió sacarlas de

color rojo en los años cuarenta y nueve y cincuenta.

La mayoría de esos integrantes ya fallecieron,

menos dos: Alfonso Escalante y Tomás Ahumada. La

segunda generación continuó con Gustavo Pedraza,

Aldemar Conrado, Luis Noguera (fallecido), Hugo

Bolívar, daniel Villarreal, Gabriel ramírez, Mayo

Sierra (fallecido), Óscar Solano y Julio Noriega.

Esa fue con el capuchón azul y con el blanco, desde

1962 hasta 1964.

La tercera generación la comandó José Barrios

Mendoza (fallecido), con Teobaldo Barrios, Orlando

Barrios, César Viloria, Juan José Acosta, Juan Carlos

Arango, robinson Martínez (fallecido), Carlos

Arturo Gameros, Genebaldo Noriega, diógenes

Charriz, Pedro Herrera y Teobaldo rodríguez. Esa

fue hasta 1974. En ese año comencé yo como direc-

tor del grupo. Pero primero recorrí las calles de mi

linda Barranquilla como abanderado por espacio de

diez años.

La cuarta y quinta generación de las Ánimas

rojas de rebolo estuvieron comandadas por

Orlando Barrios Mendoza, con Jorge de La rosa,

Francisco Ybarra, Wilson racedo, Wilfran Ybarra,

rafael ribera, Alfredo Guette (fallecido), Wilson

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Bermejo, Teobaldo Barrios Mendoza y otros que

ya se han retirado y salieron con el capuchón rojo

como sucede hasta el presente. Somos Líderes de

la tradición por tener más de cincuenta años en el

Carnaval de Barranquilla.

Lo que más me gusta es que el público se

ría cuando estamos pregonando los versos en los

desfiles o en alguna residencia. A veces a noso-

tros nos da pena cuando pregonamos las letanías

vulgares. Quienes más piden las vulgares son las

mujeres y nosotros les decimos que son del ombligo

para abajo, y ellas nos dicen que no importa porque

estamos en carnaval.

A mi compañero Orlando Barrios

siempre le manifiesto mi admiración

Que dios le mantenga con nosotros

Pa’ que siga siendo líder de la tradición.

Cincuenta años en Carnaval

Con su letanía siempre presente

Comencé con diente de leche

y ahora ya uso puente.

Henry Barrios

Percances de un letanero

En 1977, más exactamente el martes de carna-

val, las letanías Ánimas rojas de rebolo vivimos

un momento amargo en el barrio Hipódromo de

Soledad. Estábamos pregonando en un billar a

donde nos habían llamado, y cuando terminamos de

rezar, un agente de la policía se me acercó con cara

de molestia y me pidió el permiso. de inmediato le

mostré la inscripción de carnaval que en esa época

la otorgaba la Corporación Autónoma del Carnaval.

Su incomodidad era porque habíamos tirado unos

versos plebe, es decir, colorados del ombligo para

abajo, y en el sitio había una niña oyendo todo ese

mondongo, que resultó ser hija del policía.

Ese fue el motivo por el cual nos metió presos

en el cuartelillo del barrio Hipódromo donde

duramos dos horas encanados, aunque tomando

ron. Apenas nos soltaron fuimos a rescatar el libro

de letanías que habíamos dejado encargado a una

vecina del cuartelillo. Eso fue otro problema que

tuvimos porque la vecina ya había desbaratado el

libro, se quedó con el fólder de pasta y regaló las

hojas coloradas. A la final recuperamos lo que era

nuestro, aunque solo en parte, porque eran diez

hojas y nada más nos entregaron ocho. Además, por

esa encanada perdimos dos sancochos tradicionales.

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SOMOSCALANCHO

Y SU ZAFARRANCHO

Henry Barrios

E n el año 2013, con la clara visión de mante-

ner la tradición oral, me desvinculé de las

Ánimas de Soledad y el 15 de agosto fundé

Calancho y su Zafarrancho. Participé por primera

vez en el encuentro de letanías que se lleva a cabo

los martes de carnaval y obtuve la más alta puntua-

ción y el Congo de Oro, máximo galardón, con lo

que me gané la admiración y el respeto de otros

grupos por mi particular picardía y el contenido de

mis versos, además de la parafernalia.

Actualmente soy el presidente de la Fundación

diles —directores de Letanías de Soledad— y en

compañía de mi amigo Willton Jiménez, diente

Perra, trabajamos todo el año en actividades para

aportarle a nuestro patrimonio inmaterial, el

Carnaval de Barranquilla.

Los integrantes que conforma Calancho y su

Zafarrancho son, de mayor a menor, Jairo Mendoza

el Nacho, Hugo Escorcia Comesaña, Manuel

Vásquez el Jicho, david Chapulín, y el primo de

david, el Fito. Yo, además del ser el fundador, soy el

director.

desde el mes de septiembre comenzamos a

hacer reuniones. de esta manera, cuando llega el

carnaval, salimos bien afilados y hacemos un buen

trabajo, que se ve plasmado en las risotadas que

brotan en cada palco donde llegamos y obviamente

en los ingresos que generan las ofrendas recibi-

das (dinero) por el público presente, repartidas

por partes iguales al terminar el día en la sede

del grupo, ubicada en la calle 31 n.º 24-32, barrio

Ferrocarril.

Cabe destacar que el

atuendo de mi grupo

fue inspirado, con

todo el respeto, en

los cardenales y el

papa. Fue elaborado

por la “querida

suegra mía”, Sonia

Salas Arroyo,

excelente modista-

sastre.

El famoso “Calancho”

Hoy lo quiero felicitar

Porque me ha tratado

Como muchacho

Y me dan ganas de llorar

Sigo con la inspiración

En el pregón de las letanías

Que me salen del corazón

Para “Calancho” y su picardía.

Con esa improvisación

Parece una metralleta

Cuando la lengua la suelta

A cualquiera le puede dar en la jeta.

Orlando Barrios

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SOMOS disfraces

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Somos disfraces

Hoy por hoy

diríamos que no

hay carnaval sin

Hugo Chávez, Joe

Arroyo, Cantinflas,

Barriga de Trapo,

Raúl Reyes, María

Moñitos, por

nombrar apenas

unos disfraces

individuales, o

sin El Mohicano

Dorado, la Diosa

y sus Guerreros,

Comando Especial,

Los Cabezones,

Los Descabezados,

Las Gigantonas,

El rey León

y las Negras

Bullangueras,

entre muchos más

en la categoría de

disfraces colectivos.

Esther Hernández Morón

E l disfraz es primordial, básico en el carna-

val. Sin disfraz este no es posible. Es el

elemento más importante, es lo que nos da

vida. Cuando nos lo ponemos, nos transformamos,

entramos en un trance a la manera como lo hacían

nuestros antepasados indígenas y afros con los

tambores que tocaban en sus ceremoniales.

En el mundo moderno el disfraz cumple esa

función: nos permite soñar, transformarnos, sentir-

nos otro, hacer lo que queremos. El disfraz nos hace

felices, olvidamos cualquier molestia que tengamos.

Si durante el año tuvimos un duelo o estamos con

algún problema, con el disfraz lo olvidamos. Uno no

lleva el disfraz, el disfraz lo lleva a uno.

Y cuando nosotros los artistas de carnaval

somos el disfraz irradiamos un no sé qué que lleva

a los espectadores a entrar en nuestro sueño. Debe

ser el goce, la alegría, el entusiasmo que los atrae.

Muchos hasta se meten en el espacio donde uno

está, se sacan fotos, se ríen, se burlan y bailan con

uno si llevamos música. Aun en la Vía 40 con los

palcos, con las vallas que intentan separarnos del

público, la gente se contagia, alza los brazos y se

mueve y baila, se pone de pie, muchos se ríen, se

la gozan también. Y en un carnaval como el de

Suroccidente, el de la 17 o el de la 84, donde no hay

palco ni vallas, la gente se mete a participar. Si pasa

una cumbia, la gente baila. Si pasa un fandango,

también. Si es una comparsa, el público te hace los

pasos de la comparsa. Si es un disfraz individual o

colectivo la gente se quiere tomar la foto con uno,

lo llaman, hasta carga uno a los pelaos para hacerle

la foto. En fin, el disfraz genera todo un estado de

ánimo que se irradia y logra que la gente se relaje y

se ponga a tono con ese momento.

En tiempos pasados, la gente se disfrazaba con

lo que tenía en su casa y salía así, sin más, pero eso

ya no se da tanto. La gente de pronto se disfraza

para ir a un baile, y entonces uno los ve en la calle,

pero eso que pasaba antes que la gente rebuscaba

en sus armarios y armaba como fuera un disfraz, ya

no se da. Hay sectores en donde se hacen eventos

especiales, como por ejemplo en La Magdalena; allí

el 1.° de enero que hacen la apertura del carnaval

se ve mucha gente con disfraz, se ponen su pollera

y salen a bailar. Lo que sí viene ocurriendo en los

últimos tiempos es que la gente usa muchos acceso-

rios alusivos al carnaval, aunque no podríamos decir

que es un disfraz.

También es verdad que el carnaval se ha masi-

ficado y hoy en día hay muchos eventos a los que la

gente va, antes los disfraces iban a la casa de uno,

ahora la gente va hacia donde están los disfraces,

hacia la Vía 40, hacia la 17, hacia Suroccidente.

Antes los grupos se desplazaban por las calles, pero

Barranquilla ha crecido, ya no es la ciudad chiquita

de otros tiempos.

Si hablamos de disfraces en el carnaval,

debemos decir que la organización en la actuali-

dad, para efecto de sus presentaciones y premios,

diferencia los disfraces individuales de los colectivos.

Muchos llevan años saliendo y grandes y chicos los

esperan.

GiSELLE MASSArD, DEL DiSfrAz CoLECTiVo DiSfrázATE CoMo qUiErAS

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SoyLa barriga de trapo

Atala Ochoa Torrenegra

¡Y qué decir de los periodistas y medios de

comunicación! En todo momento la Barriga de

Trapo era de su interés. En el recorrido del desfile

no tuve un momento de descanso porque el público

la reclamaba en escena. Terminó el desfile y qué

odisea, no hubo un vehículo para volver a mi casa,

nuevamente empecé a caminar acompañada de

las personas que se sumaban muy entusiastas al

disfraz. Pasan los años y el disfraz toma más fuerza y

simpatía.

El día que conocí a Barriga de TrapoEn un paseo con mi familia por las playas de

Cartagena, se acercaron dos jóvenes a ofrecernos

masajes y trencitas. Me quedé mirando detenida-

mente a una de ellas y al rato le dije, tú te pareces a

la Barriga de Trapo. Sonrió y me miró, al tiempo que

la compañera dijo, “si fuera ella le daría un puño”.

Le pregunté, “¿por qué le harías eso?”. Muy segura

contestó, “porque es boba, allá en Barranquilla hay

una mujé que está haciendo plata a costillas de ella,

le dije que la demandara y no quiso”. Pregunté, “¿y

quién es esa mujer?”. respondió jocosamente, “¡ay, la

Barriga de Trapo!”. Entonces le dije, “¿eres la verda-

dera Barriga de Trapo?, ¿eres Liliana?”, y de inmediato

le dije, “esa mujer no te ha hecho nada, ella solo saca

el disfraz para mofar esa idea maravillosa que tuviste

para retener a tu marido”. En el diálogo me narró con

detalles cómo había hecho semejante barriga sin que

la descubrieran, al final le conté que yo era esa mujer

que saca ese disfraz, ella se alegró, nos tomamos fotos

y me dijo que le averiguará por la periodista que le

había ofrecido una casa.

SoyLa barriga de trapo

U n buen día, sentada en la sala de mi casa

viendo televisión, me sorprendió mucho

lo que oí: “Noticia de última hora: mujer

embarazada de ocho hijos, ocho hijos de trapo”.

De inmediato me levanté y pensé, “aquí está mi

disfraz”. fui corriendo a mi cuarto, busqué una bata

de dormir, cogí dos almohadas y me las puse sobre

mi barriga. Caminé a buscar a mi mamá y al verme

comenzó a reírse y a reírse, luego exclamó: “Y

¿ahora tú qué? Eres la Barriga de Trapo”. “¡Ahí estás

tú pintada!”.

Les conté mi intención sobre el disfraz, les

gustó y me apoyaron. Comencé a buscar detalles:

pelucas, chaquiras, almohadas, vendas y todo lo

necesario para caracterizar bien al personaje.

Llegó el sábado de carnaval y todos los vecinos

estaban a la expectativa. Cuando me vieron forma-

ron una algarabía, me aplaudieron y entonces me

dije: “Atala, todo está bacano”. A la Vía 40 me tocó

ir caminando porque no cabía en ningún taxi. ¡Y qué

trayecto! Todas las personas se tomaban fotos con

mi disfraz y lo más curioso eran los señores posando

y agarrando con orgullo la barriga de trapo, algunos

decían: “¡Nojoda, así quisiera preñar a mi mujer!”.

Cuando llegué al cumbiódromo, qué sensación

tan inmensa, no podía creer cómo ovacionaban a

la Barriga de Trapo, y desde los palcos y andenes

muchos señores apuestos al lado de sus señoras

decían: “¡Ey, Barriga de Trapo, esos pelaos son míos,

me los cuidas”. Algunos lograban posar con rapidez

con ese machismo que sacaban para sentir suya esa

barriga. El recorrido fue espectacular. Niños, jóvenes

y adultos se alegraban con el nuevo disfraz.

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Carlos Sojo

L os barranquilleros de antaño se disfrazaban

“de cuanta vaina” para disfrutar las fiestas.

De allí surgió la idea de conformar una

comparsa que llevara ese nombre y fuera la oportu-

nidad de reunirnos unos cuantos compas a disfrutar.

De a poco fui convocando gente y reunimos cuaren-

ta personas disfrazadas “de cuanta vaina”. Pasado

el carnaval de 1996, cuya reina fue María Cecilia

Donado, tomé la decisión de sacarla al ruedo.

Congos, marimondas, arlequines, negritas

puloy, garabatos, son de negros han sido los disfra-

ces que usamos en las actividades y desfiles, con el

acompañamiento musical de orquestas, bandas y

amplificación grabada.

Durante muchos años concursamos por el

Congo y dejamos de hacerlo del 2008 al 2014. Por

nuestro grupo han pasado miles de gocetas de

Barranquilla, del resto del país y del exterior, que

han vivido y sentido la adrenalina carnavalera en su

máximo esplendor.

Por filosofía, en De Cuanta Vaina acogemos

con cariño a quienes pese a algunas limitaciones,

desean sentir la vivencia de gozar el carnaval.

Muchos han formado parte de nuestra agrupación

donde sienten que son uno más.

Nuestro grupo es de todos. Propios y extraños

pueden formar parte de él.

SOMOSDe cuanta

vaina

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El Soñador

Suenan los bre… y nos comienza la piquiña… Se

acerca el carnaval… cuenta regresiva. Ese senti-

miento de estirpe currambera nos va acercando,

buscamos nuestro grupo folclórico y con ello la

consabida pregunta: ¿cuándo empezamos ensayos?

El Soñador sintió una punzada de frustra-

ción: quería participar y rogó a Dios para que se le

cumpliera ese deseo. Por esos azares de la vida nos

encontramos y el sueño no parece tan lejano. Tal

como habíamos acordado, un día llegó a nuestro

ensayo con la camiseta verde que es la que usan las

marimondas. En De Cuanta Vaina lo recibimos como

uno más. Su rostro era todo felicidad.

Pero algo le incomodaba, hasta que un buen

día lo dijo. Nos confesó que no quería llevar la

careta, quería verlo todo; además, temía que el calor

lo agobiara. Los retos nos encantan, así que todos

nos fuimos a casa con la pensadera.

En el siguiente ensayo, ¡oh, sorpresa! Todas las

marimondas decidieron que era buena idea llevar

el rostro destapado. Además, valía la pena hacerle

el dos a este soñador. Entonces nos ingeniamos una

cachucha con los símbolos de las marimondas que

llevaríamos todos, incluído él, en el desfile anhelado

por tantos: Batalla de flores.

El día llegó. Eran las cuatro de la mañana del

sábado de carnaval. La ansiedad, como tantas veces,

como cada año, me dominaba. Soy el director y

quiero que todo salga a la perfección. Pensaba en El

Soñador, “seguramente está igual que yo”, me digo.

Llegé al despuntar el día a la Vía 40 a revisar la logís-

tica, a organizar todo. Poco a poco se fue armando

un rompecabezas hermoso y colorido.

Bajo un sol canicular nos encontramos, él, los

demás miembros del equipo, y yo. Pronto nos sumer-

gimos en la algarabía propia del predesfile: carrozas,

disfraces, grupos, sonido, música, sed. No veíamos

la hora de comenzar. Al fin nos dieron la orden

de salida y arrancó nuestro grupo. retumbaron

los primeros acordes musicales y la calzada se fue

llenando con los personajes de De Cuanta Vaina. Una

hermosa policromía invadió el asfalto: el rojo de las

Puloy, el verde de las marimondas, el amarillo de los

capuchones. El público respondía, bailaba y brincaba

a nuestro paso. Todo eran gestos de admiración,

sonrisas, aplausos, cámaras, flashes. Ellos y nosotros

vivimos una indescriptible gozadera. ¡Lo estamos

pasando bien!, nos decíamos. Trabajamos y ensaya-

mos mucho y la respuesta de los espectadores era

nuestra recompensa.

“Te olvidé”, “La guacherna” y demás melodías

propias del carnaval invadieron la Vía 40. Son notas

musicales que nos electrizan a todos. Sin saber a qué

hora, devoramos los 4700 metros de recorrido y no

sentimos el cansancio. Pasamos con tranquilidad la

zona de jurados. Nuestro grupo no bailó, ¡levitó!

Al terminar vino lo mejor: en el punto de

reunión donde nos dejaron los buses, una frase nos

caló en lo más profundo: “¡No hay nada que hacer,

quien lo vive es quien lo goza!”. quien la dijo no

bailó, estaba en su silla de ruedas en el tráiler

cumpliendo un sueño: estar en el carnaval.

Santiago, el Soñador, a su corta edad y antes de

que se lo llevara una enfermedad, nos ratificó lo que

nos lleva año tras año a estar allí: que en la vida es

mejor ser protagonista que espectador.

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Soy El Mohicano Dorado

Carlos Cervantes

M i disfraz es un homenaje a la leyenda

indígena de El Dorado, una alegoría a

la casta de valientes indígenas que por

la labor depredadora de los colonizadores quedó

reducida a la imaginación.

Dice la leyenda que el cacique del pueblo indí-

gena muisca del altiplano cundiboyacense, cubría

todo su cuerpo de oro y junto con varios sacerdo-

tes llevaban ofrendas a sus dioses en la laguna de

Guatavita, en medio de una ceremonia en la que

danzaban al son de la flauta, los tambores y los

caramillos.

No obstante, el nombre “mohicano” no

pertenece a la cultura indígena colombiana, lo

tomé de una película basada en la novela histórica

El último de los mohicanos, escrita en 1826 por James

fenimore Cooper. En ella se muestra una tribu de

algonquinos de los Estados Unidos, pertenecientes

al tronco de los iroqueses, que se tatuaban y ador-

naban con plumas. Sus armas eran las lanzas y la

tomahawk (hacha) que portaba el chingachgook (jefe

mohicano).

La historia de cómo inicié este personaje

fue así. Un Miércoles de Ceniza, hace ya 34 años,

descansando de la larga jornada de precarnava-

les y carnavales, me senté frente al televisor y me

capturó la serie de Televisa El último de los mohi-

canos. Después me dirigí al baño y en mi paso por

el comedor me di cuenta de que en la mesa había

una enciclopedia que estaba leyendo mi hermana

y me sorprendió mucho al ver el título y el dibujo

de lo que estaba allí plasmado: la Leyenda de El

Dorado. De inmediato se me iluminó la mente, se

me desorbitaron los ojos, había encontrado lo que

quería. Antes ya me había disfrazado de caníbal

africano, de Shaka zulú y de Kunta Kinte y, aunque

me habían traído triunfos, alegría, familiaridad y

compañerismo, deseaba un cambio. Decidí que

haría un disfraz que resultara de la combinación

de una cultura indígena norteamericana y una de

las nuestras. Adapté los personajes poniéndoles en

todo el cuerpo los colores dorado y plateado y agre-

gándole collares, escudo, lanzas y con una marcha

ritual. Como mohicano voy de dorado y los acom-

pañantes van plateados para darle más colorido y

emotividad al disfraz, así deleitamos el gusto visual

y brindamos alegría a los espectadores. Esto lo vivo

como la expresión profunda del corazón y el sentir

de mi disfraz.

Cuando ingresé al desfile por primera vez mi

disfraz fue la sensación. Camarógrafos, fotógrafos

y periodistas no me dejaban circular. El público fue

muy generoso con sus expresiones de admiración.

fue tanta la acogida, que clubes, hoteles y discotecas

me llamaban para contratos de animación en horas

locas, para matrimonios, cumpleaños y conven-

ciones en Cartagena, Medellín y Bogotá. A su vez

fui invitado especial a la Caminata Solidaridad por

Colombia y me he presentado en teatros como el

Amira de la rosa. Grandes fotógrafos de revistas me

han sacado en periódicos y en videos con cantantes

como Tito el Bambino, Baby rasch, Marala, Checo

Acosta, Pedro ramayá y álvaro ricardo.

Hoy en día me siento transportado a las alturas

en cuerpo y alma por haber logrado convertir el

mohicano, producto de un capricho, en un símbolo

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del carnaval. Tanto mi familia como yo nos sentimos

orgullosos por esta creación, que han heredado mis

hijos y nietos, quienes le siguen dando vida y logra-

rán mantenerlo después de que el Todopoderoso

me llame a rendirle cuentas.

Gracias, gracias a todos los que me han

apoyado.

Un disfraz que cada año se renuevaTodos los años a partir de noviembre empiezo a

meditar qué cosas nuevas puedo ponerle a nuestro

disfraz. Gracias a Dios en la actualidad cuento con

patrocinadores que año tras año me colaboran en

lo económico y recibo el auxilio que nos ofrece la

fundación Carnaval de Barranquilla.

Al principio yo mismo me costeaba, con la

prima de diciembre, todos los gastos de maquilla-

je, telas, refrigerios y transporte, ya que nunca he

acostumbrado a que mis integrantes tengan que

pagar cuotas o comprar su atuendo. Todo para ellos

es gratis.

Mis hijos Juan Carlos y Johana son los encar-

gados de hacer realidad todo lo concerniente a lo

nuevo que vamos a hacer en nuestros desfiles.

Nuestra preparaciónLos ensayos empiezan en diciembre. No tengo nece-

sidad de hacer convocatoria pues los que quieren

pertenecer a nuestro grupo espontáneamente se

presentan desde diciembre hasta inicio de carna-

vales. Son tantos, que tengo que hacer selección;

lógico que los antiguos tienen prioridad.

La transmisión de saberes y la preparación se

hace por grupos. Hoy en día tenemos los siguientes:

• Mohicano Dorado, la Diosa y sus Guerreros:

Somos 17 integrantes, entre ellos dos mujeres

adultas.

• El último Mohicano, la Leyenda Continúa:

Dirigido por mi hijo Juan Carlos, quien desfila

conmigo desde 1985 y actualmente lleva sobre

sí la responsabilidad de seguir con la tradición.

Está conformado también por 17 integrantes,

3 de ellos son mujeres jóvenes.

• Auténtico Semillerito, Mohicanitos Dorados:

Grupo infantil dirigido por mi hija Jobana

Patricia Cervantes M., conformado por 12

niños entre los 5 y los 15 años. El mohicano es

personificado por mi nieto Allan, quien parti-

cipa en el desfile desde 1992 cuando tenía tres

años; siempre me ha admirado, lo mismo que

a su tío. En este semillero se les enseña a los

niños el origen del disfraz, qué significa, qué

quiere expresar, quién lo creó y cuándo. Se han

presentado en Medellín, en varios municipios

del Atlántico y han participado en el Carnaval

de los Niños, la Batalla de flores y la Gran

Parada.

Los ensayos son periódicos y cortos. En ellos se

les enseña las formaciones militares guerreras,

la preparación de los atuendos (collares, lanza,

escudos, peinados, guayuco), cómo preparar el

maquillaje y cómo aplicárselo uno a otro. También

hacemos ensayos corporales de gesticulación y de

preparación de los pies descalzos. Nuestra práctica

de movimientos en el escenario del carnaval es muy

importante, pues todos los integrantes del grupo

son responsables de ejecutar con profesionalismo

todos los movimientos y gesticulaciones, siempre

con respeto hacia el público. El valor de ser artista

del carnaval es algo a lo que le damos mucha impor-

tancia en la formación.

Para que los padres de familia, los hijos, novios

o hermanos apoyen a los artistas durante su presen-

tación a lo largo de la Vía 40 y ante el jurado y el

público, hacemos reuniones con ellos. Así, además,

se sienten partícipes y están pendientes de lo que les

pueda faltar a sus allegados. También contamos con

un cuerpo logístico (enfermera, aguatero, costurera,

tesorera, encargado de los niños, familiares y

vecinos) con el que nos reunimos con anticipación,

asignamos responsabilidades, y debatimos qué está

bueno y qué está malo.

Mi mayor trofeoLos aplausos del público, las entrevistas, los diálogos

con artistas famosos y con modelos a los que les

causa curiosidad mi disfraz, los halagos del público

—principalmente de la población infantil—, son

mi mayor trofeo. Me siento muy feliz cuando los

padres de familia me llaman para que pose en una

foto con sus niños. También he recibido muchos

reconocimientos. Este año fui bendecido al ser

nombrado rey Momo 2015 y me siento muy orgu-

lloso. A la fecha llevo en mi haber 18 congos de oro,

premio otorgado a aquellos que logran ubicarse

entre los mejores por su imagen, por parafernalia,

por no salirse del contexto, por su responsabilidad y

entrega total al carnaval. También llevo varias placas

otorgadas por ocupar el segundo y tercer lugar, más

innumerables menciones honoríficas de la Alcaldía

y la Secretaría de Cultura, de colegios, y de grupos

folclóricos que han seguido nuestros pasos usando

maquillaje dorado como la diosa del Mohicano.

Infortunios en carnavalSon muchas las situaciones difíciles que vivimos

los artistas, momentos espinosos de los cuales

el público ni se da cuenta. recuerdo aquella vez,

un sábado de carnaval en la Vía 40, cuando tuve

que desfilar con ampollas. ocurrió así. frente a

la empresa Celanese, un carrotanque con ácido

sulfúrico tuvo un escape en una de las tuberías y lo

regó en el pavimento. Los bomberos lo lavaron, pero

quedaron residuos. Cuando pasé por ese lugar no

me percaté, sino hasta cuando uno de los bomberos

que se encontraba allí me llamó y me hizo lavar los

pies. Después sentí piquiña y se me fueron forman-

do ampollas; poco a poco fui reventándolas con una

nodriza y pese a esto así terminé el desfile y ocupé

el primer puesto.

Liseth Meza, hija de mi

prima Jomaira García

Cervantes y del cardiólogo

Hugo Meza, está radicada

en España con su esposo

canadiense a quien se

lo levantó en un desfile

de la Batalla de Flores

personificando a la

mohicana. A través del

lente de su cámara quedó

enamorado de ella.

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373

somosEl ceremonial de la muerte

E l ceremonial de la muerte fue un produc-

to del sincretismo mágico religioso que

se consolidó en Soledad en el siglo XiX,

cuando formábamos parte del Bolívar Grande. Se

llevaba a cabo todos los veinte de enero, día de san

Sebastián, uno de los patronos de Cartagena de

indias, preludio de Nuestra Señora de la Candelaria,

que se celebra todos los dos de febrero.

El ceremonial consistía en que los disfraces

alegóricos a la muerte a partir de ese día salían por

las noches a recorrer las oscuras y arenosas calles

de la ciudad, para asaltar el palacio de los presiden-

tes, que más tarde fue el palacio de la reina de los

carnavales.

Todo era un jolgorio colectivo en el que los

niños eran los que más se divertían. Las muertes

salían de los cuatro puntos cardinales de la ciudad

con sus respectivas garrochas, al son de flautas

de millos y tambores. Esa tradición duró hasta los

sesenta cuando desapareció ese patrimonio, que

solo se presentó en Soledad , Atlántico.

Actualmente volvió a florecer el ceremonial

de la muerte a partir de 1998, cuando junto con

Arnulfo del Valle, fruto de una investigación cultu-

ral, decidimos rescatar esa tradición. En esta nueva

etapa se contó con la actuación de una sola muerte,

con el acompañamiento de la danza reino Bestial de

Giovani osorio y el grupo de cumbia de Alejandro

Ganzabalo.

Se hizo la recuperación del ceremonial con un

recorrido corto por las calles de Soledad, en donde

la Muerte con su guadaña correteaba a los niños y a

los desprevenidos y se finalizó con el combate entre

esta y la reina de los carnavales. La reina vence a la

Muerte cuando grita, ¡qué viva el carnaval!

Hoy el ceremonial arranca con un desfile

multitudinario por las calles principales de la ciudad.

Más de cincuenta disfraces de Muerte y decenas de

danzas de garabato asaltan el palacio de la reina de

los carnavales, y culmina con un soberbio combate

entre la vida y la muerte en la Plaza de San Antonio

de Padua de Soledad.

somosEl ceremonial de la muerte

Fernando Ferrer

La muerte no es macabra, es un paso a la vida eterna.

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La Pilandera de mi PuebloVitalia Díaz Iglesias

M anuel Padilla Morales nació en

Sabanalarga el 28 de marzo de 1957

en el hogar de Pablo Padilla Hurtado y

Andrea Morales. A su mamá le gustaba disfrazarlo y

desde niño participó en comparsas. Ese entusiasmo

fue creciendo y a la edad de 11 años lo invitaron a

participar en una comedia de Candelaria Hurtado,

que lleva como título Ofelia la bailadora con la que se

dio a conocer.

Desde entonces empezó a darle vida a su

primer disfraz individual de mujer, con la colabo-

ración de su madre. La primera vez que salió de

su casa sintió pena, pero ese sabor que lleva en la

sangre le dio valor para la contienda; a cada lugar

que llegaba lo aplaudían y le daban dinero, lo cual

lo emocionaba cada vez más y opacaba cualquier

asomo de vergüenza que pudiera tener. Luego vinie-

ron otros disfraces: La Pilandera de Mi Pueblo, La

Cordobesa, La Pescadora, La Yegua Tradicional con

ruedas, entre otros. Cada disfraz lleva un mensaje y

todos los tiene muy presentes.

Uno de sus recuerdos más preciados es haber

participado en el reinado de la Ganadería en

Córdoba donde ocupó el primer puesto. Su vestido

fue elaborado con la trenza del sombrero vueltiao

y cuando salió a la tarima el apoyo del público fue

total. Aún hoy al hablar de ello su emoción se deja

sentir.

Y es que Manuel es un sentimental. recuerda

con mucha nostalgia que sus padres le contaban

historias de fiestas de carnaval de años pasados en

los que nadie se quedaba en casa y participaban

en diferentes danzas, que con el paso de los años

se fueron extinguiendo, tales como las iguanas, los

indios bravos y las ovejas. En su memoria y en su piel

quedaron grabadas desde ese entonces canciones

como La pollera colorá, El gallo giro y Te olvidé.

Con mucha gratitud recuerda a su primera

maquilladora, la señora rosa Gómez, y cada salida

suya con disfraz es un homenaje a Mercedes rivera,

quien diseñó y elaboró sus trajes, lo que lo ha hecho

merecedor de reconocimientos de la fundación

Carnaval de Barranquilla por participar con vestidos

bien diseñados, coloridos y con brillos despampa-

nantes. Con orgullo dice que ella fue su primera y

única novia. Con ella se casó. infortunadamente

murió hace unos años. El vacío es grande, pues

Mercedes siempre estaba pendiente de los tocados

y de los accesorios de cada vestido.

Los aplausos y el calor del público son su mejor

premio para continuar representando y aportando

a cada uno de los eventos en los que participa en

Barranquilla, Santo Tomás y Sabanalarga. También

se ha presentado aproximadamente en 28 eventos

departamentales, haciendo carnaval y mostrando su

gran amor a la cultura. Está inscrito en el Carnaval

de Barranquilla desde hace 18 años; allí ha ganado

varios congos de oro en la categoría de disfraz

individual. A su vez ha participado en comedias

y letanías con su tío Luis Padilla Hurtado y con

Guillermo Morales Cervantes.

Actualmente tiene una escuela de danzas,

trabaja con niños de entre 8 y 12 años. Es director

también de una comparsa que lleva por nombre

“Los Potros Locos”, conformada por pequeños

cuyo vestuario es parecido al del congo (pero con

diferentes colores), quienes llevan un caballito de

madera con cabeza movible y silla de colores, e

interpretan una hermosa coreografía al ritmo de la

canción “Se encogió mi caballito”. Una de sus metas

es organizar una comparsa con niños especiales y

que llevaría por nombre: “Signos del Mundo”, en

la que cada uno portaría una insignia de un país

distinto. otra meta casi por culminar es publicar sus

poemas.

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Amigos de disfraces, ¡gracias!Carlos Cervantes

Carlos Castro es CantinflasLo admiro como persona, como amigo y como artista.

Forjador de la tradición cantinflesca, actor y panadero de

profesión.

Jairo Meza es Joe ArroyoJairo Meza es un técnico en refrigeración que los fines de

semana y en carnaval se dedica a imitar a su ídolo musical,

el Joe Arroyo. Lo hace desde 1987 cuando unos familiares

de Estados Unidos vinieron de visita y les cantó la canción

“Echao pa’ lante”. Un primo que era el agasajado le dijo

que lo hacía muy bien, y que debía tomar con seriedad esa

mamadera de gallo. En dos ocasiones ha sido ganador del

Congo de Oro.

En el barrio Ciudadela 20 de Julio lo reconocen como

el Joe, con quien tuvo la fortuna de encontrarse el 16 de

noviembre de 2006 en el último concierto de Shakira en

Barranquilla. En ese tiempo trabajaba en el máster de

iluminación del estadio y aprovechó para acercársele a

saludarlo. De paso le pidió que le regalara unos trajes y él

le dijo que contara con ellos, palabras que cumplió más

adelante y hoy en día a mucho honor usa sus prendas.

Ana Carmela Barrios es Celia CruzLa popular Celia Cruz, bailarina, fonomímica, recochera,

compañera inseparable de todos los que pertenecen al clan

de los disfraces. Al lado de ella no hay momento triste.

Todos la queremos.

Libardo Luna es Mario BarakusPersonaje muy

solicitado y

compañero

de muchas

presentaciones en

Medellín, Bogotá,

Pereira y en fiestas

y aniversarios. Es

servicial y presto

a ayudar en todo

lo referente al

carnaval. Aquí

acompañado

del famoso Jonh

Hannibal Smith.

Eduardo Aldana Rada es Popeye el Marino En época de Carnaval suele vérsele con su disfraz

vendiendo Bon Ice en el Paseo Bolívar, por los lados de la

Plaza de la Paz y cerca a la casa de la Casa del Carnaval.

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Víctor Cantillo es Dios AfricanoCreador de los disfraces colectivos Dios Africano y Gorila

de Fantasía. Obtuvo varios congos de oro. Otro personaje

más que se gana el cariño del público con sus lindos

atuendos.

Serio, muy ordenado y celoso con sus disfraces. He

compartido mucho con él en presentaciones y es muy

estricto con el horario, el maquillaje y la puesta en escena.

Luis Carlos Estrada

Mogollón es Indio

PielrojaExcelente disfraz. Me

siento orgulloso de haber

compartido con él varias

presentaciones. Vistoso,

bastante colorido. La

seriedad que le impone a

su caracterización le valen

ser llamado artista del

carnaval. Con él discutimos

ideas nuevas para los

disfraces, nos enfocamos

principalmente en el

maquillaje.

Euclides Ahumada Villarrea, la Negra SoledadEstilista, decorador, maquillador. Artista completo,

entregado a su disfraz con responsabilidad y

profesionalismo. Hombre católico, aguerrido y excelente

compañero perteneció al Esplendor del Carnaval. Fue

reconocido a escala nacional, participó en la Caminata

Solidaridad por Colombia y en el Festival de Verano.

Euclides, dejaste un gran vacío en el carnaval, amigo.

Te extraño mucho.

Armando Ibáñez es Raúl Reyes Edgar Estrada es Mono Jojoy

Emil Castellanos (q. e. p. d.)

era María MoñitosCompañero, sé que desde los

cielos te diviertes y nos envías

energía positiva. Te recuerdo

permanentemente. Me sentía

completamente orgulloso de hacer

el recorrido en los desfiles al lado

tuyo. Tu amigo, Mohicano.

Hoy Iván Varela, con un enorme

parecido a Emil Castellanos, le da

vida nuevamente al personaje.

Juan Ruiz es Hugo Chávez

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Manuel Rodríguez, es El DecapitadoGanador de varios congos. Llama mucho la atención

porque la gente mira y mira para ver cómo es el cuento de

la cabeza en el azafate.

Los descabezados, director Wilfrido EscociaIsmael Escorcia fue el creador en 1954 del disfraz del

descabezado, como recuerdo del tiempo de los chulavitas,

cuando decapitaban a los opositores de uno de los partidos

políticos, y llegaban los cuerpos flotando por el Canal del

Dique.

Siguen la tradición el hijo de Ismael, Wilfrido Escorcia

Salas y su nieto Wilfridito Escorcia, rey Momo 2008.

Los CabezonesLos primeros

cabezones fueron

patrocinados por

Cafetería Almendra

Tropical. Hoy en día

hay muchos porque

se hicieron iconos

del carnaval; si no

están ellos se ve

un vacío porque la

ciudadanía ya los

tiene en mente.

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Fantasía Cabaret de Gabriel MarzánGanador de muchos congos. Ha viajado llevando nuestra

cultura caribeña a casi todo el país.

Edith Caro Martínez es La FruteraSeñora muy alegre, incansable en sus presentaciones, no se sienta, en

todo momento baila con alegría y entusiasmo. Su presencia le da un

toque especial al carnaval. Edith también ha personificado a Esthercita

Forero.

Miguel Fernando Herrera es Cara SucitaJunto con su padre José Fernando Herrera –Carasucia– han sido

ganadores de varios congos. Ahora los acompaña el pequeño Ángel

Gabriel Herrera. En el día a día Miguel Fernando es vendedor de libros

didácticos.

Mario Tarud es @papaquilleroEstando en el Salón Burrero de su sobrina

Daniela Cepeda Tarud, la Reina del Carnaval del

Bicentenario, una persona se le acercó le dijo

tres veces la palabra Francisco. Él y quienes le

acompañaban no entendían qué quería decirle,

hasta que dijo: Sí, tú, te pareces al Papa Francisco.

Todos se voltearon y consintieron con la mirada y la

expresión: Ñerda, sí, es igualito. Desde su primera

aparición en el Carnaval fue aclamado y ahora

esperado por el público.

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Negra Bullanguera Alejandro Arrieta es su

director. En compañía del

difunto Euclides Ahumada,

es decir la Negra Soledad,

fueron los fundadores de

Las Negras Bullangueras.

Lo de ellos es la elegancia

en el vestuario, cada año

buscan sobresalir con él

y en la decoración de la

ponchera.

Las Negras BollongasDisfraz colectivo dirigido por William Rafael

Fernández Solano. Muy representativo en

el carnaval, año tras año sientan buenos

precedentes. Las caracteriza la coquetería y la

alegría.

Las Negritas del Swing

o Negras GanzúasSudirector es Luis Miguel Freyle. Usan

máscaras que ocutan su identidad a la manera

como hace años ocurría con las Negritas Puloy.

Con su coquetería seducen al público.

En homenaje a las mujeres palenqueras

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SOMOS ARTESANOS

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César Martínez

Liliana Lara

José Llanos

Rafael Morales

¡C arnaval sin máscaras no es carnaval!

Y no lo es porque sin ellas deja de

estar presente el elemento juguetón

de ser y no ser: del anonimato, de pasar frente a los

conocidos sin que estos sepan de quién se trata, de

ver sin ser visto, de preservar la intimidad en medio

de miles de personas que aplauden y disfrutan de

la fiesta y, a la vez, de ser otro por unas horas, lo

que cada quien quiera, de ponerse otra piel y actuar

distinto, de salirse de lo cotidiano y de las normas

sociales y dar rienda suelta a la creatividad, a la

burla y a la alegría protegido por la máscara.

Ponerme una máscara es cambiar por un

momento mi personalidad.

Maricarmen Morales

La máscara, propia de muchas culturas, tiene en

el Carnaval de Barranquilla un espacio donde se

mezclan aquellas de los pueblos aborígenes de

América con las que trajeron los africanos y los

europeos, lo que ha derivado en una rica tradición.

Para la máscara, el carnaval es su escenario predilec-

to, llegó a él y se posesionó.

La máscara es la esencia del Carnaval de

Barranquilla, es la mejor representación y

es ancestro de las danzas y de los disfraces.

Baltazar Sosa

Somos

máscarasEs el elemento indispensable, es la identidad

de un disfraz o de una danza. Sin las

máscaras se pierde la esencia del

carnaval, es un elemento

imprescindible del disfraz o

de la danza que lo identifica

el público.

Gastón Polo

Para el carnaval, hábiles artesanos,

muchos de ellos autodidactas,

recurren a una gran variedad

de materiales que transforman

con ingenio y creatividad en sus

talleres para dar vida a múltiples personajes:

toritos, pájaros, monos, caimanes y lo que la

imaginación requiera.

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Con las máscaras mantenemos una tradición culturalLuisa María Pertuz

Mis máscaras hablan de GalapaJosé Llanos

L a máscara ha venido a tomar auge hace poquito, anteriormente pasaba

el carnaval y ya, se guardaban para el año entrante, pero hoy no, la

máscara ha ocupado un lugar especial en distintos escenarios, en otras

festividades, en fiestas particulares y como objeto de decoración en casas, ofici-

nas, centros comerciales, hoteles.

Nuestro taller es familiar, y cuando llegan grandes pedidos acudimos a

personas de nuestro municipio que conocen el arte para que ayuden a empape-

lar, dar base, dar lija. Aquí han aprendido porque yo les he enseñado; y algunos

llegan aquí y aprenden viendo, de la misma manera como aprendí yo en los

tiempos aquellos de cuando veía a los artesanos.

Me financio con un aporte de la Alcaldía de Galapa; la Junta del Carnaval

da una ayuda también, pero no es suficiente. Yo invierto bastante dinero y

dedicación en mis máscaras. Las renuevo constantemente. Siento pasión por mi

oficio y me gusta hacerlo bien. Aparte, sé que mis máscaras hablan de Galapa,

municipio cuna de muchas manifestaciones folclóricas y siempre aporto a que su

nombre quede muy en alto.

M i nombre es Luisa

María Pertuz y

tengo diecisiete

años. Soy hija del artesano de

Galapa Luis Alberto Pertuz. Él tiene

veintiocho años de experiencia. Aprendió

viendo a mi abuelo, Miguel Pertuz. Mi abuelo

ya no vive, yo no alcancé a conocerlo, pero fue

una persona muy creativa; en su finca, empezaba

a tallar figuras y formas con los trozos de madera

que caían. Todos sus hijos veían su creatividad y la

tomaron como inspiración, tanto así que la mayoría

de mis tíos se dedican a esta labor.

Mi padre aprendió solo. Él veía a mi abuelo

tallar y se iba a lo profundo de la finca y con la

madera empezaba a tallar de forma empírica. De esa

misma manera lo aprendí yo, aunque mi mamá, que

es diseñadora de modas y hace bocetos y dibujos,

dice que eso va en la sangre. Mi abuelo lo hacía con

machetillas y pintaba con extractos vegetales. Antes

de 2000 las máscaras eran robustas y no tenían la

simetría que tienen ahora ni los colores tan vivos.

Al comienzo mi padre trabajaba con mi tío

Manuel El Toro Miura en una empresa que él creó,

pero después mi papá ya había afianzado las técni-

cas y decidió fundar su propio taller. Comenzó en un

patio, donde recibía a estudiantes del Francisco de

Paula que quedaban en el aire y sin nada que hacer,

para que tuvieran algo en qué ocupar su tiempo.

Los trabajadores antiguos saben cómo hacer

todo el proceso (tallar, lijar y pintar) en cambio a los

de ahora se les enseña secciones específicas. Desde

que el taller empezó, cuando yo tenía tres años,

me iba allá y cogía las máscaras para

lijarlas o pintarlas. Siempre he sido muy

exigente conmigo misma y me propongo

hacer varias cosas a la vez para probar

que puedo dar mucho más.

Ahora voy a estudiar Comunicación

Social en la Autónoma del Caribe y también

Administración de Empresas para ayudar a mi papá,

aunque él me dice que no quiere que estudie algo

por él sino por mí misma, pero yo siempre me

he sentido motivada a ayudarlo. En mi familia no

vemos la artesanía solamente como una manera de

enriquecernos, sino como una forma de mantener

la tradición cultural de Barranquilla y sobre todo

de Galapa. Nuestra tradición artesanal viene de

los mokaná, que se asentaban acá en Galapa en

tiempos de sequía porque es una tierra muy fértil y

llena de pozos naturales de agua.

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I mpresionantes, monumentales, llenas de fanta-

sía, así son las carrozas que desfilan todos los

años en el Carnaval de Barranquilla. Todos los

años los diseñadores damos rienda suelta a nuestra

creatividad y manos expertas (talladores, pintores,

carpinteros, empapeladores, entre otros) concretan

esos sueños, a veces a partir de un plano, a veces

simplemente a partir de la idea. Muchos hemos

aprendido mirando a los maestros trabajar, pero

cada vez más los jóvenes se profesionalizan en

escuelas de diseño y de artes y trabajan ya no solo

en esta época, sino durante todo el año en diversos

lugares del país.

Yo soy de los que escolto mis carrozasLas carrozas vienen de los princesados, de las

monarquías. Como nuestro carnaval tiene una reina

y tiene un rey Momo, pues se empezaron a coger

carros y a ponerle flores, a decorarlos. Desde ese

mismo momento ya se crea el tema de carrozas. De

ahí en adelante empieza un proceso de evolución

desde la carroza que era solamente un carro con

sus cuatro llantas y fue evolucionando hasta lo que

hoy por hoy son: plataformas de cuatro ruedas con

chasis de madera, mucho más grandes, con mayores

complejidades, jaladas por montacargas también

decorados de acuerdo con el diseño. Hasta hace

unos cinco o seis años se trabajaban carrozas de tres

y cuatro metros de alto, ya hoy estamos haciendo de

hasta siete u ocho metros por cinco, por nueve, por

diez de fondo.

A nosotros nos contrata Carnaval S. A. Ellos

tienen un equipo creativo que diseña las carrozas.

Somos

carrozas

Yo ahora no participo en eso. Cuando ingresé lo

hice por convocatoria; como artistas participába-

mos con alguna de nuestras obras o con alguna

pintura y decíamos “esta puede ser una propuesta

para una carroza” y ellos seleccionaban de acuerdo

con el eje temático. Ahora el departamento de

Diseño Creativo me entrega un diseño, a veces nos

entregan planos, a veces no. Muchos con nuestra

experiencia, incluso sin planos sino sobre la misma

figura, comenzamos a buscar y a crear las dimensio-

nes, la configuración y el volumen.

Rubiel Badillo

Hasta hace unos

cinco o seis años se

trabajaban carrozas

de tres y cuatro

metros de alto,

ya hoy estamos

haciendo de hasta

siete u ocho metros

por cinco, por

nueve, por diez de

fondo.

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En una carroza trabajamos varias personas: el

carpintero, un herrero, empapeladores y talladores.

Yo tallo la mayoría de las piezas y del mismo equipo

el que es carpintero y herrero o empapelador a

mí me sirve de asistente, porque yo tallo algo, lo

pulo con el cepillo de alambre y después le digo,

líjalo y hazle este corte y así voy delegando cosas.

Trabajamos por equipos. Cada equipo tiene una

sección y ellos van repartiendo sus funciones. Pero

en mi caso yo funciono prácticamente con todo,

yo soy el que doy la idea de la madera, o las figuras

son estas, todas las especializaciones, pero funciona

así, el carpintero, el herrero, el empapelador, los

talladores y ya después los pintores. Pero también

tengo que ser muy disciplinado, muy organizado

tanto en las compras y los materiales, como en su

uso. Y evolucionar. Ahora, por ejemplo, se está

buscando sustitutos para el icopor por ser este muy

contaminante.

Yo trabajo con una connotación mucho más

empresarial, estoy haciendo escuela y estoy hacien-

do empresa. Aquí somos cinco contratistas. Cada

uno en su profesión. Hay unos que son arquitectos,

los otros son herreros, los otros dibujantes… Trabajo

carrozas todo el año o hago producciones, puede

ser de carrozas, de escenografías o de eventos

culturales, en fin. Yo formo a mis empleados como

artistas integrales, porque ellos están en esto

porque les gusta, les gusta el arte, tienen alguna

noción de empapelar, de pintar, de las figuras del

carnaval, entonces son inquietos en el arte, dicen,

yo quiero aprender a tallar o a pintar, o a empapelar.

Hay quienes son expertos empapeladores que no

saben pintar, o quienes pintan que no son expertos

empapeladores. Cada uno se va especializando en

un campo, pero me interesa que sepan de todo.

Yo soy de los que escolto mis carrozas. Así

como las carrozas salen caminando todo el desfile,

yo desfilo con ellas. Salen a la Vía 40 separadas, de

manera que yo acompaño la primera y me devuelvo

para ir analizando y viendo cómo se comporta cada

una de ellas. Y más porque en cada una normalmen-

te monto a dos o tres de mis operarios porque hay

que generar los movimientos y son ellos los que los

van haciendo. Es una forma de desestresarnos y de

sacar todo ese cansancio, toda esa energía, de sentir

esa satisfacción y decir, esto lo hice yo, y sentirse

feliz, inclusive con el personaje que pueda estar

encima de la carroza, con la gaseosa, con la cerveza,

en fin, ya es un disfrute.

Amo mi trabajo y siento profunda tristeza

cuando dejo ir una carroza, ahí es el final de mi

Y

o formo a mis empleados como arti

stas i

nteg

rale

s

Cada uno se va

especializando en

un campo, pero me

interesa que sepan

de todo.

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Un buen carrocero es un visionario Orlando Pertuz

labor. Pero sobre todo se siente tristeza por cómo

terminan. Me pregunto por qué no poder ofrecerle

todo este trabajo posteriormente a la comunidad,

independiente del desfile en el que hayan estado

las carrozas. He sido una de las personas que he

planteado este problema. A veces las dejan estacio-

nadas en la parte baja de donde termina el desfile,

y cuando la turba de gente viene bajando empieza

a deteriorarlas, le pegan patadas, las desmantelan

y cuando vienen a ver, no hay carroza, están deshe-

chas totalmente. Yo he puesto en el ojo del huracán

esa preocupación. ¿Por qué no se genera un dispo-

sitivo de seguridad para que las carrozas también

se puedan guardar, o resguardar? Dios permita que

muy pronto la cosa cambie.

Soy dibujante. Comencé decorando vitrinas de

almacén y dibujando, haciendo cuadros, después

me pasé a decoración de carrozas. Tengo veintio-

cho años en esto. He elaborado para Solidaridad

por Colombia; en Cali haciendo carrozas de noche,

con luces; en Manizales, en Pereira, en Armenia, en

Cartagena, en Medellín de silletero, mejor dicho, yo

trajino por todo el país.

La creatividad de uno nunca se cansa ni se

agota. Antes yo hacía la carroza y dejaba las energías

ahí; cuando se iba, perdía la ilusión, pero ahora que

estoy más viejo no dejo que se me vaya la nostalgia.

Los más jóvenes sienten que se les va un pedazo de

ellos y se llenan de nostalgia.

Un buen carrocero es un visionario. Le mues-

tran una idea y el tipo, si le gusta, ya la ve terminada,

el color, la estructura. Pero hay que quererla para

hacerla bien y para que guste. Es como hacer una

comida, si a usted le gusta esa comida, a todo el

mundo le va a gustar. Usted la hizo con cariño, con

amor. Yo he rechazado bocetos, una vez me negué

a hacer la carroza de una de reina porque no me

gustaba a pesar de que el papá dijo que yo la tenía

que construir y que era él el que dirigía el trabajo.

El arte siempre deja una huella. Nosotros debe-

ríamos tener talleres para transmitirle a las nuevas

generaciones los conocimientos producto de la

experiencia. De esa manera se enriquecería este arte.

Cuando yo veo a los niños en el carnaval, pienso,

ese es el futuro. Si el niño está alegre y los papás lo

disfrazan, ¿cuándo muere el carnaval? Jamás.

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399

Somostrajes y

bisuteríaD

iSEñ

o D

E JU

LiE

DE

Do

NA

Do

P arte esencial de las danzas, las comparsas,

las letanías, las comedias y los disfraces

es el traje y los adornos. Y es ahí donde

costureros y artesanos del vestuario desempeñan

un papel fundamental no solo para que quienes lo

llevan luzcan lo mejor posible, sino para que tengan

facilidad en sus movimientos, para que tocados y

adornos no incomoden y resistan el trajín a que

están expuestos. Ellos están presentes todo el

tiempo: desde cuando eligen las telas, los canutillos,

las lentejuelas y otros adornos, hasta momentos

antes de la presentación cuando hacen a toda prisa

ajustes para que todo esté perfecto. Detrás de cada

artista del carnaval hay otro artista que permanece

en el anonimato y sin el cual el carnaval no sería

carnaval.

DiSEño DE JULiE DE DoNADo

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401

A mí nadie me enseñó a coser, yo

aprendí mirandoEdilsa Berdugo

S oy de Pailitas, un pueblo en el

Cesar. Desde que me acuerdo

venía a Barranquilla a ver

el carnaval, desde siempre lo llevo

conmigo. Me venía temprano a coger

puesto en los bordillos, porque no exis-

tían los palcos ni las sillas. Traía a mi hija

que era pequeña, yo estaba soltera, me venía

sola con ella.

Antes de trabajar en los disfraces del carnaval

era ama de casa. Todo empezó cuando mi hija se

metió al grupo del Cipote Garabato y después mi

sobrino. A él le hice la capa y desde ahí la gente

empezó a ver mi trabajo y me encargaban más

capas. A mi hija con el tiempo se le fue desgastan-

do el vestido, entonces empecé a hacerle todos los

adornos que se caían y la gente comenzó a ver que

también era buena en ese trabajo. Llevo diez años

en esto. Hago las marimondas, los moncucos, las

negritas Puloy, y el toro que no puede faltar. A mí

nadie me enseñó a coser, yo aprendí mirando. Los

vestidos los hago uno a uno con mucha paciencia,

escojo cada pieza, las mostacillas, las lentejuelas y

todos los adornos. A veces coso hasta las dos de

la mañana. Cuando son cosas grandes, encargos

grandes, necesito más tiempo porque son trabajos

que llevan mucho.

Soy mala dibujante, entonces los moldes los

busco en internet o los saco de revistas donde

ya están hechos y parto de ahí, pero el centro de

la capa cada quien lo pide a su manera; es una

representación de la personalidad de cada uno.

Los apliques los hago yo, todos, pero la confección

no, yo no soy modista, espero serlo algún día. No

trabajo con nadie porque me gusta que todo quede

perfecto, a mi manera, y hay gente que viene y

va… unos años venden otros no y yo no soy así. Yo

estoy acá siempre, vivo por el Cipote Garabato; no

importa si me tengo que quedar hasta las dos de la

mañana. Como es con tanto cariño no me canso, el

descanso vendrá después.

A veces siento que mi trabajo no está bien

remunerado, es decir, tengo precios más altos de

los comunes pero es porque compro materiales de

mejor calidad porque me gusta mi trabajo, me gusta

que quede bonito. Para que algo quede de mejor

calidad hay que comprar buenos materiales, es que

no vale la pena comprar lentejuelas que se pelan a la

primera pasada. Los encargos me los hacen cuando

voy a los ensayos, llevo mi cajita con todo lo que he

hecho en el año y la gente va diciendo, “hágame uno

como este, pero más grande o más pequeño”.

En mi familia esto es tradiciónMerlys Berena Gutiérrez

S oy de Magangué, ahí estudié toda la prima-

ria y el bachillerato. Hice diseño de modas

en la Universidad Autónoma del Caribe, y

me iba muy bien porque en mi familia eso es tradi-

ción. Mi mamá y algunas de mis tías cosían y me

habían enseñado. Aunque cuando llegué a la univer-

sidad, yo decía que no sabía para que me volvieran

a explicar. Luego era de las mejores, ayudaba a las

profesoras a enseñar a las otras estudiantes.

Después de terminar mis estudios, mis

sobrinas se metieron a bailar en el grupo de Álvaro

Bustillo y mandaron a hacer conmigo sus vesti-

dos. Le hice uno de garabato a mi sobrina y todo

el mundo quería ese vestido. Así fue como me

hice conocer y desde entonces le confecciono a

Álvaro, ya llevo como cinco años con él. Para que

los vestidos queden bien hay que ponerles muchas

arandelas, para que se vea bien esponjoso. Yo prefie-

ro comprar las telas porque sé cuáles son buenas;

las compro en un almacén que se llama El Encanto,

ahí venden de todo. Mi sello es mi acabado, mis

vestidos no se van a descoser o romper, son seguros.

También mi puntualidad, que la aprendí porque la

vida me lo puso; yo tenía diecinueve años cuando

me vine a vivir acá y me tocó ser responsable de mí

misma.

Cada vez que entra un nuevo miembro al

grupo, ya sea hombre o mujer, yo le confecciono

su vestido. A veces mi mamá me ayuda cuando no

tengo mucho tiempo. Ambas somos felices cosien-

do y cuando no podemos coser nos da una tristeza

enorme, es una vocación más que una profesión.

Yo también les hago ropa a mis hijos, sobre

todo a mi niña. Cuando estamos en época de carna-

val, en enero, empiezo desde las siete de la mañana

y a veces me toca quedarme hasta las dos o tres de

la mañana. Mi compañero me apoya en mi trabajo,

me dice que si eso me hace feliz, que lo haga.

Quisiera poder

hacer un vestido

de plumas, como

esos de fantasía que

a veces veo en el

carnaval. También

sueño con tener mi

propio taller, donde

trabajen muchas

personas y yo les

pueda decir cómo

es lo que tienen que

hacer y yo no tener

que coser.

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403

SOMOS joselitoCARNAVAL

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405

Carlos Sojo

D icen que Joselito existió, que se llamaba

José Nicolás Barros Ariza, que era un

auriga, un conductor del tranvía de

mulas de la ciudad, algo así como lo que

es hoy un chofer de Transmetro.

Dicen también que era alegre, bonachón, que

no se perdía fiesta ni verbena ni desfile y siempre iba

acompañado de su botella de ron. Pedía vacaciones

desde el lunes antes de carnaval hasta el primer

viernes de cuaresma.

Dicen que en alguna ocasión Joselito no

regresó a la casa. Lo encontraron un martes de

carnaval tirado en la calle, abrazado a su botella. Lo

intentaron reanimar, le administraron los primeros

auxilios, pero nada. ¡Joselito estaba muerto!

Su viuda y sus amigos, estaban muy tristes,

aparecieron las sucursales con los hijos extrama-

trimoniales, y entre todos organizaron el velorio

y llevaron el cortejo fúnebre por las calles de

Barranquilla con evidentes muestras de dolor. La

viuda lloraba a lágrima viva, se lamentaba, gritaba,

hasta cuando Joselito despertó. ¡No estaba muerto,

estaba de parranda!

Desde entonces la muerte de Joselito cada

año simboliza el terminar del carnaval, de su frenesí,

y mediante este ritual cómico y teatral los barran-

quilleros muestran su dolor por un jolgorio que

termina y la alegría de saber que una nueva carnes-

tolenda resucitará en poco menos de un año.

Joselito simboliza ese gozón que tiene el

barranquillero, ese reaparecer anualmente para

adentrarse en el maremágnum festivo. El sepelio

de Joselito es el entierro de la fiesta más que el del

personaje, es el fin del exorcismo a la tristeza, a la

rutina, a esa libertad que se da a partir del bando

cuando comienza la rumba, y que termina cuando

Joselito, el carnaval, baja a la tumba.

Olé la Joselito el Borrachón,

olé la Joselito está borracho.

La muerte de

Joselito simboliza el

final del carnaval,

de su frenesí.

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ciudad carnaval SOMOS

patrimonio

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409

S omos patrimonio, ¡eso lo sabemos!

Nuestra alma tiene el sello del Carnaval de

Barranquilla, patrimonio de la humanidad,

y así como nos sentimos orgullosos de ser artistas

y gestores de esta manifestación cultural recono-

cida en el mundo entero por su riqueza, asumimos

hasta los tuétanos la responsabilidad de ser sus

salvaguardas.

Cada una de nuestras actuaciones los 365

días del año dan fe de ello. Ha sido claro en

este libro que para los artistas del carnaval, esta

responsabilidad no se limita a los días estable-

cidos para las fiestas carnestolendas. A lo largo

del año, los autores de este libro y miles de otros

artistas, trabajamos indagando más y más sobre el

origen de nuestras expresiones, ideamos nuevas

coreografías, diseñamos vestuarios, preparamos

nuestros cuerpos, cualificamos cada uno de nues-

tros movimientos, gestionamos recursos y quizás

lo más importante: dedicamos incansables horas a

formar a las nuevas generaciones que garantizarán

la pervivencia del Carnaval de Barranquilla.

Así, en nuestras sedes y escuelas, seguimos

dando vida y revitalizado nuestro patrimonio

acogiendo a niñas, niños y jóvenes que crecen

amando nuestras manifestaciones y respetando

a las generaciones que nos precedieron y nos

dejaron como legado de identidad y de gozo

danzas, comparsas, letanías, disfraces, música,

máscaras, trajes y artesanías.

La riqueza de nuestro carnaval es inconmen-

surable. Basta fijar la mirada en alguno de esos

chiquitines que en días de carnaval se toman las

calles de Barranquilla y cuyos corazones palpitan

más que el de nosotros sus maestros, para darnos

cuenta de que esta fiesta estará presente en

nuestra ciudad y para el mundo durante muchísi-

mos años más.

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El Carnaval de los Niños se constituye en un ámbito de aprendizaje

y espacio de enriquecimiento en el que niñas, niños y jóvenes gozan

prospectivamente su propia fiesta, con autonomía y libertad.

Su misión apunta a la participación activa y al mejoramiento

personal de niñas, niños y jóvenes en el carnaval, con principios y

valores de un contexto cultural propio.

Esther Hernández Morón

Hugo Díaz Granados

E l 1 de julio de 2014 el profesor Julio Adán

Hernández y su señora Ana María Rúa de

Hernández nos recibieron en su casa para

recordar los inicios del Carnaval de los Niños. El

fundador de la Voz Infantil-Hola Juventud habló de la

intimidad del que hoy en día es uno de los eventos

más esperados de las fiestas carnestoléndicas. Esto

fue lo que nos compartió.

Gracias profe por sus enseñanzas,

por creer en los pelaos, por aportar a la

salvaguarda del Carnaval de Barranquilla.

Voz infantil, la semilla del Carnaval de los NiñosComo familia Ana María, mis hijas Betty y Ayda

y yo no teníamos contacto con el Carnaval de

Barranquilla, salvo ir a un baile o disfrazarnos de

indios pintándonos la cara y armando con lo que se

encontraba en la casa un atuendo alusivo.

Nuestra vinculación se dio por el afán de abrir

más y mejores espacios de participación del niño

en la sociedad. Ya veníamos haciendo encuentros

artísticos de niños en los diferentes municipios del

Atlántico: Juan de Acosta, Puerto Colombia, Santo

Tomás, Palmar de Varela, Tubará, Manatí, Soledad.

Empezamos en los pueblos en 1983, cuando se

cumplió el bicentenario del nacimiento de Bolívar

en Soledad. Cada vez que íbamos a un pueblo

llegaban delegaciones de otras partes, yo sabía a

qué hora empezaba, pero no a qué hora terminaba;

eso fue adquiriendo tanta importancia que tenían la

carnaval

DE LOS NIños

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sede se reunían con los representantes de las casas

de la cultura de los otros municipios para escoger

la sede del año siguiente y ellos se encargaban de

gestionar recursos para atender a los niños.

Pero después del sexto o séptimo encuentro

empezamos a ver que se preocupaban más de los

recursos para ellos, que eran del concejo o de la

alcaldía, y la atención para los más pequeños no

era suficiente; aportaban a un gran evento para

los niños, pero estos eran los menos atendidos.

Entonces tomamos la decisión de entregárselo a

la Asociación de Casas de la Cultura del Atlántico,

que se reunía en la Biblioteca Departamental, y los

mismos pelaos entendieron. Recuerdo que dijimos:

Esto por naturaleza le corresponde a ustedes.

Seguimos haciendo las reuniones de Voz

Infantil. En aquel tiempo teníamos la costumbre

de compartir la experiencia con Martín Orozco,

Rafael Soto, con Esthercita Forero, Chacuto, Carlos

Franco, Isaias Lobo y con otras personas que nos

iban nutriendo. Yo les conté que los pelaos me

decían que por qué no hacíamos un evento de toda

Barranquilla. En una de esas reuniones Isaías Lobo

nos habló de la libertad, y de cómo los muchachos

nos podían responder con ideas libertarias.

Uno de los primeros en mostrar interés fue

Carlos Franco. Le comenté el proyecto que tenía de

armar una escuela donde los niños aprendieran a

tocar los instrumentos de música folclórica. En las

reuniones se planteó esto y Carlos me dijo, profe,

hágalo, yo lo acompaño. Martín y Rafa con las

investigaciones que venían adelantando siempre

nos motivaron para que siguiéramos prestándole

atención a los pelaos.

El inicio del Carnaval de los Niños En 1990, Ana María hizo una prueba porque los

niños querían participar. Aquí se formó una discu-

sión, William Guerrero decía, hagamos un carnaval

a nuestra manera; Margarita Salas decía, cómo

vamos a hacerlo si el carnaval es para los borrachos,

mira cómo tiran la maicena. Era la época cuando se

tiraban huevos. Entonces Ana María dijo: “Vamos

a participar del carnaval y vemos qué tanto nos le

podemos medir a esa propuesta”.

Un señor de apellido Álvarez se disfrazó de

paloma —era la época de Belisario Betancur con el

cuento de la paloma de la paz—, en el pecho llevaba

un mensaje relacionado con la paz, la armadura

la hizo él mismo. Los niños de Voz Infantil iban

acompañándolo vestiditos de blanco. Antes se había

hecho algo con ocasión del bicentenario de Bolívar

en Soledad. Ana María iba dentro del desfile y yo

seguía la ruta con el carro Suzuki. Cuando íbamos

por la Universidad del Atlántico ella me hizo ver que

eso no era fácil, que era mejor salirse, y en efecto

nos salimos y sacamos a los pelaos. En la siguiente

reunión se evaluó la participación, los niños seguían

con la idea de que había que tener un espacio

propio para ellos.

Ya en enero de 1991 empezamos a gestionar

apoyos con la Secretaría de Gobierno, con Tránsito

y con la Alcaldía. Esto lo hacían los mismos pelaos,

por ejemplo Hugo Leonardo de Lavalle se iba

donde la esposa del alcalde a gestionar el cuerpo

de bomberos; William Guerrero, el permiso para

utilizar la 72. El mismo William cuando se formó

la discusión de cómo lo íbamos a hacer le decía a

los compañeros: “Tú eres del barrio San José, te

traes una reinita, tú eres de la Ciudadela, nosotros

vivimos por allá, nos traemos a mi hermana”. Así, de

los diferentes barrios salieron 14 niñas, todas eran

reinas, no había reina central. Cuando abrimos el

desfile cogimos la carrera 44 con calle 72, segui-

mos por la 72 y se finalizó en el Parque Olaya, en

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donde había un acto central. De pronto vimos que

Joselito (José Pérez) venía bajando con su grupo,

y a Carlos Franco con una bandera disfrazado de

diablo. Creo que fue la última participación de él en

un evento de carnaval, ya que le dejó esta responsa-

bilidad a Mónica y a Robinson Liñan, y usted (Esther

Hernández) participó con el Congo Alegrías. Se

armó el desfile, esa experiencia fue interesante.

Los niños se vincularon al carnaval desde 1990,

más que todo por ese afán de abrir espacios y de

alcahuetearlos a ellos, y desde 1991, porque parti-

cipamos en la Batalla de Flores ya de una manera

formal.

Podemos decir que nos vinculamos con las 14

reinitas, con la Escuela Experimental de la Danza

Folclórica de Carlos Franco, con Robinson Liñán y

Mónica Lindo, con los dos grupitos —uno de diabli-

tos y cucambas y uno de payasitos—, con el Congo

Infantil Alegrías, Cumbiamberitos de San José,

Fantasía Porteña y Mestizaje.

En 1992 la primera reina fue Lorena Heredia,

para esa fecha se hizo el recorrido por la carrera 8,

saliendo del Parque Tayrona y continuando por la

Murillo hasta el estadio de béisbol.

La inscripción de las reinas y de los grupos

folclóricos se hacía aquí en la casa, la gente acudía

con una gritería diciendo: ¡Esta es la reina, la reina!,

y ahí empezó el lío. La oficina era aquí.

¿Cuál era el propósito? Seguir haciendo

eventos donde el niño fuera la figura principal, y

alrededor de todo lo que se hacía se pensaba en su

formación, es decir, éramos conscientes de que en la

medida en que le concediéramos importancia como

sujeto, como ser activo, en esa medida podían dar

más. Veíamos que los pelaos convocaban a través de

los programas de La Voz de la Patria y la gente venía

cuando se abrían las inscripciones.

Otro evento que me mostró lo importante

que es atender y oír a los niños fue el siguiente:

Trabajando en el Colegio Americano me llevaron

un pelao a la oficina y yo le dije que me trajera a

su mamá y a su papá. El pelao comenzó a llorar y

le pregunté, ¿y tú por qué lloras tanto? Me dijo:

“Es que mi papá murió hace dos meses”. Yo como

maestro no lo sabía.

A raíz de eso, de entender más la problemática

de la niñez, pensé en cómo los muchachos podían

intervenir también en la solución de problemas que

se vivían en la ciudad.

Un muchacho fue quien me dio la idea del rey

Momo; era del Congo Infantil Alegrías; después de

varios años me lo encontré ya grande y con hijos, se

llama Jairo Molina. Me preguntó, ¿usted se acuerda

de mí?, yo no me acordaba, me dice, yo fui el que

dio la idea del rey Momo, que el primer rey Momo

fue Jeison Payares que era sordo.

Siempre hemos escuchado las ideas de los

pelaos. Esa idea nos la dio el niño durante un foro,

se acercó y me dijo: Profe, tengo una idea. Todas las

reinas proponen algo.

El Carnaval de los Niños fue idea de William

Guerrero. Eso fue un debate, unos decían, nos tiran

huevos podridos, y William decía, hacemos el carna-

val a la manera de nosotros.

Los pelaos en esa época eran echaos pa’ lante,

el mismo Carlos Soto era un inalcanzable siendo

un pelao. Llegó aquí al proceso siendo chiquito, un

niñito, fue edecán de la reina y mire que se pasaban

el cargo de uno a otro, primero fue Jaime, después

Leonardo, después Carlos Soto, hasta que llegó

el Momo. Aquello de que el carnaval era un solo

relajo, una tiradera de agua, comenzó a cambiar. A

Ana María le consta que me iba detrás de los pelaos,

les llamaba la atención y me iba hasta sus casas y

hablaba con los padres. Ana María me decía, te vas

a ganar un problema.

Reflexionábamos mucho sobre esa situación.

Posteriormente, dada la experiencia que tenían mis

hijas Betty y Aydita en Voz Infantil, poco a poco se

fueron vinculando al carnaval.

El aporte del Carnaval de los Niños al Carnaval de BarranquillaModestia aparte considero que el aporte más signi-

ficativo de finales de siglo y comienzo de este es el

Carnaval de los Niños, porque se hizo cuando efec-

tivamente era necesaria una garantía para conservar

y proyectar el Carnaval de Barranquilla. Incluso ya

había un discurso elaborado en torno al Carnaval de

los Niños, ya había una figura central, en este caso

diría que los reyes de este se constituyen en líderes

de una manifestación.

Hoy en día se puede decir, sin llamarnos a

engaños, que este es el evento que más convoca,

después de la Batalla de Flores y de la Guacherna.

En las estadísticas que lleva la Carnaval S. A. aparece

así. Ellos captan recursos que de otra manera no

SEBASTIÁN FLóREz GIRALDO, REY MOMO DE LOS GARABATICOS DE LA 8.

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podrían conseguirse, y con ellos hicimos una alianza

estratégica. Nosotros éramos los que organizába-

mos, los que promovíamos, los que convocábamos

y ellos nos apoyaban. Yo me quedaba sorprendido

cuando Amira Rey le decía a Betty, dime qué más

necesitan. A la manera de los grandes, ¿quieres en el

Estadio Municipal?, bueno lo hacemos y cobramos

la entrada y que eso sea para ustedes. Betty decía,

no, no, no cobramos la entrada, eso debe ser gratis,

entonces Amira Rey respondía, ¿y tú qué estás

pensando, que no se le puede sacar a esto?

Recuerdo que el último evento del Carnaval

de los Niños se hizo frente a la iglesia del Carmen, y

el padre Mackenizie salió a pedirnos que por favor

bajáramos porque iba a comenzar la eucaristía a

las seis de la tarde. Por eso digo que el Carnaval de

los Niños merece una mejor suerte. Analizamos

las grandes dificultades y las oportunidades y

encontramos que este no es solamente el desfile

y la coronación. En la página 35 del dossier que

mandan a la Unesco está como la bandera que

garantiza la salvaguardia del carnaval, entonces

yo digo, qué bien, por ahí es, esto es entender el

sentido pedagógico del Carnaval de los Niños

como ese ideal nuestro de una escuela abierta a la

vida. Porque incluso siguiendo las orientaciones

de Martín Orozco, de Rafa Soto y del mismo Edgar

Rey Sinning de esa otra vida, es el único momento

donde el pelao es centro de atención. Creo que el

Carnaval de los Niños es el evento de mayor tras-

cendencia en el Carnaval de Barranquilla.

El apoyo que hemos recibido de la Administración distritalAl comenzar la administración de la doctora Elsa

Noguera, yo observaba el desfile del Carnaval de los

Niños, acá en la Casa del Carnaval. De pronto desde

atrás veo a Amira Rey que le está diciendo algo a la

doctora Noguera, ella dijo, quiero conocer al profe-

sor Hernández, y entonces Amira se levantó y me

llamó, profesor, venga, venga. Cuando me acerqué

la alcaldesa me dijo, necesito hablar con usted este

miércoles, o sea el Miércoles de Ceniza, y enseguida

le dijo al doctor Afif Siman (secretario de Cultura

del Distrito de Barranquilla) que se pusiera en

contacto conmigo. Cuando fui donde el doctor Afif,

él me dijo que la doctora Elsa Noguera quería hablar

conmigo para ver cómo incorporaba a los niños a su

plan de gobierno. Listo, dije, bueno va pa’ esa.

Unos días después me llamaron para mostrar-

me el proyecto, Una Ciudad Imaginada por Niños.

Cuando lo leí dije, alguien se copió de mí, aquí está

plasmado mi pensamiento. Al poco tiempo, no fue

en ese mismo momento, dije, vamos a apoyarlo, y

en efecto se dio y con esto Barranquilla ganó en

Bogotá un premio nacional por parte, creo, del

Instituto de Bienestar Familiar.

Un día cualquiera llegué donde William

Guerrero y le pregunté quién hizo ese proyecto.

Se echó a reír y contestó: yo, profesor. William

fue quien propuso hacer el Carnaval de los Niños

cuando era un adolescente. Él es consciente de

que con esa estampa del Carnaval de los Niños

la doctora Elsa Noguera quedaría impresionada

y enseguida comisionó a Afif para ello. Desde

entonces efectivamente la doctora Elsa Noguera y

el doctor Afif han tenido muy en cuenta a los niños,

sobre todo en las casas distritales de cultura.

Cuando tenía 14 años de

edad, William Guerrero,

propuso un evento en

el que los niños fueran

los protagonistas.

Esta idea fue acogida

por sus compañeros

y por el profesor

Julio Adán Hernández , y

acordaron organizar el

Carnaval de los Niños

atendiendo las razones

expuestas por William:

“Los pelaos siempre vamos

en la cola de los desfiles

de los grandes y es bueno

que alguna vez los niños

vayamos de primeras o

hagamos nuestro propio

carnaval”.

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Hugo Díaz Granados

Esther Hernández Morón

somos Paco Paco

y Cucarachita

Alegría

E n su libro Carnaval de los

Niños el profe Julio Adán

dice que a inicios del siglo

pasado, en tiempo de carnaval se hacían actividades

para los niños en el Teatro Emiliani (ubicado en la

calle 30, también llamada la Calle de las Vacas). Para

los que tenían entre cuatro y cinco años se hacían

las fiestas de mosquitos; para los más grandecitos,

entre siete y nueve, las fiestas de paco pacos, y para

los juveniles las fiestas de las langostas. Los adultos

tenían las fiestas de los salones burreros y luego

las verbenas. La historia es que con el tiempo esas

fiestas para los niños desaparecieron.

En el 2003, la niña Daniela González Montoya,

que era la reinita del Carnaval de los Niños, tras

estudiar el libro del profe Adán le propuso: “Profe:

¿por qué no le damos vida otra vez a las fiestas de

los niños? ¿Por qué no hacemos los paco pacos?”.

Listo, ¿dónde? En un lugar sinónimo de niños y de

alegría: en una parque. Así, en 2003 nació por lo

grande el evento Paco Pacos gracias a las gestiones

hechas por la niña y su papá, que trabajaba en una

empresa privada. Por eso yo digo que Paco Pacos en

el Parque nació como un niño grande, con todos los

juguetes: patrocinio, tarimas, sonido, refrigerios. Se

contrataba hasta una empresa de recreación y había

inflables… era una locura, una gran fiesta para niños.

Mientras unos estaban jugando, grupos infantiles

hacían sus presentaciones de carnaval en la tarima.

Que quede claro, el

creador del personaje

fue el profesor Julio

Adán. Yo siempre

he sido el que lo

interpreto, pero él

fue el de la idea.

La historia de Paco PacoPaco Paco, el personaje que represento, nació de

los paco pacos en el parque. Ya yo estaba vincula-

do al Carnaval de los Niños y desde el año 2000

mi misión por ser grueso, gordo y forzudo era de

escolta de los reyes, así que aquí cumpliría una

función similar con los niños: cargarlos, subirlos,

ayudarles a bajar, etc. Para darle un toque infantil a

mi función y no estar con la cara brava o ser impru-

dente, se me ocurrió llevar mi disfraz de payaso. En

ese entonces yo era el payaso Chocolatín y le daba

un toque de alegría. En ese trasegar, el profe Julio

Adán, que inventa las cambambas, las ideas, me

dijo: “Hugo si a ti te gusta disfrazarte, ¿por qué no

le damos vida al nombre? Vamos a hacer un paco

paco”.

Listo. Eso fue en 2004. Con la claridad de que

un paco paco es el saltamontes, no el grillo blanco

que representó Walt Disney, empecé a diseñar el

disfraz. Primero fue el maquillaje, para lo que usé

unos maquillajes de mi mamá y de mi hermana, y

me hice unos ojos muy saltones. ¿Y qué me pongo

si no tengo disfraz? Me zampé un monocuco y me

puse unos zapatos tenis. Y le expliqué a los niños

que yo soy el paco paco, y que le hacía un homenaje,

que cuál era este disfraz, y comenzamos a hacer la

pedagogía del disfraz: qué era el monocuco, qué

decía el monocuco, cómo bailaba el monocuco. Me

agarré de ahí, y comencé a meterle la pedagogía al

Carnaval de los Niños.

La primera vez que salió a escena Paco Paco

fue en el Parque Olaya, eso estaba teteado. Yo

siempre he sido carnavalero, me gusta bailar, y

Page 211: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

420•••••••••••••••••••••

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421

además soy técnico en danza, así que armamos

una carnavalteca y pusimos a los pelados a bailar.

El objetivo era mostrarles a los niños que podemos

divertirnos con nuestra música. Pasamos por el son

de negros y las marimondas. Todo con alegría, con

broma, con humor. A raíz de esto al profe Adán,

de nuevo el profe Adán, se le ocurrió años más

tarde meterle una función a los personajes, los

carnavalores para trabajar los valores con los

niños. Entonces los personajes, tanto cucara-

chitas como paco-pacos, trabajan la campaña

“Carnavaleros, pilas con los carnavalores”.

Todos los años el Carnaval de los Niños escoge

un valor y enfoca la fiesta hacia ello.

Al segundo año de Paco Paco, la

mamá de un rey Momo del Carnaval de

los Niños, Annie de Araujo, se le ocurrió

la idea de hacer el disfraz. Una amiga suya

me hizo el sombrero vueltiao, las antenitas y me

bordó el nombre. Las antenas se convirtieron en un

elemento incómodo para mí, no se agarraban, me

estorbaban y así fuimos transformando el sombrero.

A raíz de la catástrofe invernal que hubo en la zona

de Santa Lucía, se me ocurrió hacerles un homena-

je y llevar un gorro de son de negros. Así el gorro

verde y el de colores que ahora uso son hechos por

artesanos de Santa Lucía. El vestido también ha

cambiado. Ahora utilizo zapatos grandes, hacien-

do homenaje a ese payaso Chocolatín que fui y de

donde nació la idea del Paco Paco.

En un principio el personaje nació como

Joselito el Paco Paco, por tomar el Joselito Carnaval,

pero para darle una connotación diferente al

Joselito Carnaval que es borrachón y mujeriego este

sería otro Joselito.

Ya hay niños

que son Paco

Paco y niñas que

son Cucarachita

Alegría. Creemos

que está llegando

el momento de

que nosotros

vayamos tras

bambalinas

y los niños

asuman

más y

más esto.

Casi en la misma época apareció el

personaje de Cucarachita Alegría, también

con un espíritu pedagógico, pero dejemos

que sea ella quien cuente la historia.

La historia de Cucharita AlegríaDesde 1991 cuando asumí la dirección de El Congo

Alegría me he ocupado de que los niños no sola-

mente aprendan a bailar, sino también que conozcan

qué hay detrás de la danza, de dónde proviene el

congo, los diversos significados que esta encierra y

el porqué nos llamamos Congo Alegría.

Como soy maestra, lo pedagógico es muy

importante para mí, así que diseñé un plegable con

toda la historia de la danza. Cuando me invitaban

a una conferencia siempre iba acompañada de

algunos niños y ellos a veces hablaban incluso más

que yo. Recuerdo a Jaime Molina, un niño pilo que

hablaba con mucha propiedad del congo, de por

qué nuestros grupos se llamaban así, del vestido, de

su significado.

En el año 2003, cuando salió un afiche con un

par de paco pacos disfrazados, me dije, “debo inven-

tarme algo así y no presentarme en las conferencias

como la seño Esther, sino de otra forma”, y pensé

que debía ser un animal. Al comienzo se me ocurrió

que podía ser la María palito, porque la María palito

ya ni se ve en los árboles, y yo de niña jugaba con

ellas y con los cocuyitos, pero para representarla

se necesitaba tener una figura muy delgada y fue

entonces cuando se me ocurrió que podría ser una

cucarachita, en homenaje a Rafael Pombo y su

Cucarachita Martínez.

Con la idea en mente me fui a conversar

con el profe Adán y él y su esposa me ayudaron

a redondear la idea. Yo usaba en ese entonces un

enterizo y una licra negra, una faldita y un turbante

porque toda la vida me han gustado los turbantes,

pero también pensando en que la cucarachita fuera

lo contrario de la Cucarachita Martínez, y me dije,

“bueno, la Cucarachita Alegría será alegre, risueña

para que le llegue a los niños y nos acompañe a las

escuelas”.

El vestido inicial era rudimentario y fue la

mamá de Víctor Araujo, que había sido rey Momo,

quien me elaboró uno nuevo, que he seguido

usando. En ese tiempo el enterizo era marrón,

porque las cucarachas son marrones; ahora

le ponemos adornos, lentejuelas, colores. Lo

hemos ido mejorando.

Al comienzo hacíamos las presentaciones

en prosa; después, en cualquier momento de

mis andanzas en esto, se me ocurrió que debería

ser en verso, con la estructura que se utiliza en el

congo, de tal manera que cada elemento de la danza

esté en verso. Así los niños los aprenden y yo lo que

hago es animarlos e impulsarlos a que los digan.

Yo hago el saludo: “¡Hola, amiguitos! Soy

Cucarachita Alegría! Reciban un saludo entusias-

ta de mis ancestros africanos, y en especial de

Cucarachita Alegría”. Entonces de pronto va una

niña y dice: “Hola amiguita. Soy Cucarachitica

Alegría, hija de Cucarachita Alegría”. Entonces yo le

digo: “Quieres jugar?”, “Sí”. Hay diferentes juegos

tradicionales a los que les hemos insertado la histo-

ria de Cucarachita. Esa es mi manera de aportar a

que los saberes no se pierdan y se puedan trasmitir

de generación en generación.

Ya después el profe Adán decidió juntarnos a

Hugo y a mí y Cucarachita Alegría salió al público

por primera vez en 2004. La cucarachita estaba dise-

ñada para estar en el micromundo de la escuela, no

como nos ha tocado, en los paco pacos del parque.

Tanto es así que yo me quedo un poquito timidona,

porque Hugo tiene más manejo, él es animador. Él

pone a la gente en sintonía y de pronto me llama:

“¿Dónde estás Cucarachita?”, “¡Aquí estoy, Paco!”.

Y entonces ahí me meto yo, pero el manejo lo

tiene él.

Yo me meto con la muestra

didáctica. Con los mismos niños que

yo convoco a través de mi trabajo en las

escuelas o en los barrios. Ya no trabajo en el

aula como maestra, yo ya no soy la seño Esther en

las escuelas, soy la Cucarachita Alegría.

En 2005 el profesor

Adán decidió

sacar una cartilla

para niños sobre

el Carnaval de

Barranquilla ¡y los

personajes éramos

nosotros! Ese fue

el lanzamiento al

estrellato de Paco

Paco y Cucarachita

Alegría.

Page 212: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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423

Marleny Cortés Osorio

Directora de Fundación de Grupos Folclóricos del

Carnaval de Barranquilla

C arnaval es fiesta en todos los niveles, en

todos los sentidos. Es baile, es disfraz, y

no se puede excluir a su más importante

componente literario: las letanías. Seguramente por

su picardía, sátira y vocabulario de alto calibre, las

letanías fueron consideradas por mucho tiempo “no

aptas para menores”.

Recuerdo que en una reunión de junta direc-

tiva de la Fundación de Grupos Folclóricos del

Carnaval de Barranquilla –Funfocab–, en el año

2004, Renny Padilla Rolong, director del grupo de

letanías Los Turpiales, propuso crear un encuentro

de letanías entre jóvenes y niños estudiantes, con

el argumento de su potencial para la enseñanza

de la literatura y de la lengua española. La acogida

fue total y así surgió el Encuentro Intercolegial de

Letanías “La Fiesta de la Palabra” como homenaje

carnavalero al Día del Idioma en abril de 2005, y

en 2015 llegamos a su décima primera edición con

participación de colegios públicos y privados.

Con mucho orgullo podemos decir que cada

año movilizamos más y más jóvenes que son felices

participando como letanieros o como público y

con ellos sus profesores que los guían y estimulan a

continuar en esta agradable tarea de hacerle letanías

a todo lo que se les ocurra.

La Fiesta de la Palabra se ha constituido en un

creciente semillero de letanieros que ha inyectado

a esta expresión de carnaval un frescor de juventud

y de actualidad aportando a su preservación. Es

importante acotar que el evento ha sido replicado

por dos instituciones que también lo llevan a cabo::

Asoglecab (Asociación de Grupos de Letanías del

Carnaval de Barranquilla) que lleva unos tres o

cuatro años realizándolo, y la Institución Educativa

José María Córdoba, de Palmar de Varela, que inició

en 2014 y convoca a colegios de los municipios

aledaños.

Funfocab divide su proyecto en tres etapas:

convocatoria, formación y proyección. Es gratuito

y abierto a todo público. En la etapa de forma-

ción un equipo de docentes de la Fundación dirige

talleres de Historia y Construcción de Letanías,

de Estímulo al Desarrollo de la Creatividad, de

Expresión Corporal Cotidiana , para la Convivencia y

la Tolerancia, y de Expresión Corporal Escénica, para

el mejoramiento de la proyección de los grupos.

En la última etapa se muestra el resultado de

todo el trabajo en un evento, que generalmente se

hace en el Teatro Municipal Amira de la Rosa. Allí se

presentan todos los grupos que se han preparado;

las letanías son autoría de los niños, es un espacio

muy divertido y de mucha emotividad, un pequeño

carnaval que hace honor a la Fiesta de la Palabra.

El cierre es un foro evaluativo titulado “Tu Palabra

Tiene Poder”, en el que los niños y docentes verba-

lizan libremente lo que ha sido el evento, su proceso

y resultados. Cada vez se congrega allí más público,

lo que resulta muy gratificante para los miembros

de Funfocab.

Imposible dejar sin destacar la presencia

especial de un grupo que se ha ganado el afecto y el

aprecio de todos los asistentes: los niños sordos del

Centro de Educación y Rehabilitación de la Audición

y el Lenguaje —CERAL—, que nos han enseñado

mucho de los valores humanos, de los universos

diversos, y del amor que nos debemos unos a otros.

Estamos seguros

del valor de nuestra

labor para el

carnaval, para su

preservación y para

la vida misma.

somos

La Fiesta de la Palabra

Page 213: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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425

cartas alas nuevas generaciones

A los futuros hacedores de música costeña para el Carnaval de Barranquilla

A las nuevas generaciones musicales quiero pedirles

que mantengan vivo nuestro legado de música tradi-

cional y con ello aportar a preservar el carnaval pues

nuestro patrimonio no lo sería sin su música.

Es muy importante saber quiénes somos y para ello

conviene averiguar los orígenes de nuestra música. Dar un

vistazo hacia atrás, conocer su historia, nos permite valorar y

amar nuestra identidad cultural. ¿A qué vinimos? ¿Para qué

estamos? Estas son preguntas que todo músico debe hacerse.

Es bien sabido que las nuevas tecnologías influyen en el

aprendizaje de otras culturas, y se corre el riesgo de darle más

valor a lo foráneo que a lo nuestro. No hay que estar ajeno a

la globalización, pero hay que saber aprovechar todo esto para

realzar nuestra identidad.

Un abrazo musical

Rafael Fito Sánchez Llanos

M ás que una exhortación, a las nuevas generaciones

quiero pedirles que se abran a conocer este tipo

de manifestaciones musicales que dan vida al

carnaval; denles una oportunidad de entrar en sus vidas y les

aseguro que en adelante harán parte de sus gustos. Junto con

ellas vienen historias hermosas que cobran vida una y otra vez,

relatos que actualizamos y vivimos en cada oportunidad en la

que los interpretamos.

Esa es la responsabilidad de ustedes, niños y jóvenes. Por

eso les digo: desarrollen sus talentos a través de la interpreta-

ción de nuestras músicas tradicionales, estoy seguro de que sus

familias, municipios, regiones y el país se lo agradecerán.

Con ello no solo contribuyen a la salvaguarda de estos

géneros, sino que nos permite recordar quiénes somos y de

dónde venimos. La identidad cultural enaltece y engalana, por

su permanente presencia, nuestra fiesta reina, el Carnaval de

Barranquilla.

Giovani Fontalvo

Page 214: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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427

Q uiero dejar plasmado todo el sentimien-

to, la emoción y la alegría que he vivido

al disfrutar de las mejores fiestas del

Carnaval de Barranquilla.

En un comienzo lo gocé al lado de mi esposo,

de su padre, su abuelo y su tío en la cumbiamba de

su familia, donde bailamos alrededor de siete años

hasta que un día decidí organizar mi propio grupo,

la comparsa Negritas Puloy, que tiene ya treinta

años.

Son treinta años de mi vida, de entrega agoni-

zante, de ilusiones, decepciones, júbilo, alegría,

goce, de compartir pérdidas y ganancias, en fin,

todo lo que encierra vivir.

Mi comparsa como todos ustedes saben es mi

vivir, es respirar, por esto los 365 días del año para

mi es carnaval. En medio de dolores y problemas

familiares el carnaval para mí es un aliciente, es

una terapia que me ayuda a afrontar cualquier

adversidad.

Yo les pido que hagan del carnaval una parte

importante en sus vidas, quiero regalarles este

patrimonio para cuando no sigan viviendo conmigo,

y cuando yo ya no esté no dejen apagar esa llama

del goce y el disfrute del carnaval. Porque “quien lo

vive es quien lo goza, siga la tradición”.

Isabel Muñoz

D efender una tradición ancestral como lo es El Toro Grande de

Rebolo no es fácil; es una responsabilidad que se asume con

amor, es perseverante hasta fin de nuestra vida, irradia cariño

al carnaval e implica sensatez con uno mismo.

Mi presencia en el carnaval es una tradición que viene de generación

en generación desde 1878 gracias a mi abuelo paterno, José Trinidad

Barrios Orozco. En 1968 hice mío este legado y lo he mantenido hasta el

presente superando muchos obstáculos, pero también viviendo alegrías

carnavaleras. El paso del tiempo es implacable y ustedes son los llamados

a perpetuarlo para que siga siendo parte de sus vidas cuando yo no esté

en ese paraíso.

Es mi deseo que continúen con el mismo entusiasmo con el que lo

vienen haciendo. La familia Barrios es y seguirá siendo un firme estan-

darte en el Carnaval de Barranquilla y mantendremos siempre en lo alto

la bandera del Toro Grande de Rebolo. Hijos, nietos, estoy seguro de que

ustedes serán dignos reemplazos de su padre y de su abuelo, y que por

ningún motivo dejarán de salir en este bello carnaval.

Eso es lo que yo quiero de ustedes, queridos herederos.

Óscar Barrios Mendoza

A mis hijos y a sus amigos les pido que

siempre demuestren el amor por nuestra

tierra y sus ancestros, para que aprendan

el valor de la tradición. Que cuando escuchen una

melodía de nuestra tierra, sientan y valoren ese

trabajo que les dice: soy suyo.

Nunca se aparten de nuestra tradición y folclor

porque eso es negarse a sí mismo. Nuestros genes

siempre nos llevarán a encontrar en los valores

tradicionales lo más sagrado de nuestra identidad. A

esa nueva generación, o como yo les digo, genera-

ción de relevo, solo le pido que luche por nuestros

valores ancestrales.

Humberto Pernett

Carta a mis hijos y nietos

Page 215: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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••••••

429

.

Somos Carnaval de Barranquilla.Esta es nuestra mirada.

Page 216: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

430•••••••••••••••••••••

•••••• •••••••••••••••••••••

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431

FOtOGRAFíAS

Ángel Álvarez: Pág. 61

Archivo Fundación Carnaval de Barranquilla: Págs. 147b,

198-199, 203, 207b, 252a, 379a, 379b, 379c.

Archivo personal de Daniela Cepeda, fotografías de Harold

Perez: Págs. 14a, 14b, 14c, 15a, 15b, 15c, 35b, 73a, 241a, 255a,

255b, 261b, 307, 360, 405.

Archivos personales de los artistas: Págs. 25b, 29a, 40a, 40b,

45, 51, 61, 57, 59a, 71b, 90b, 100, 105, 112b, 127, 131b, 150a,

166, 190, 191, 201, 202, 205a, 224, 226a, 226b, 227, 270a,

270b, 272a, 272b, 272c, 273, 294, 295, 297, 306, 319b, 350,

363, 372.

Brianne Velásquez: Págs. 223b, 246, 247a, 247b

David Britton: Págs. 126, 129

Dino Manco Acosta: Pág. 383b

Encho Barranquilla: Pág. 80

Fabián Romero: Págs. 107, 399b

Helena Schmidt Quintero: Págs. 52a, 86, 349, 356, 390d

Josefina Villareal: Pág. 378b

Marta Ayerbe Posada: Págs. 6, 8, 9a, 13, 26a, 30, 31b, 33, 38,

44a, 44b, 50, 53, 54, 55, 58a, 60a, 62, 65a, 66, 67, 70, 72, 73b,

76a, 78, 79a, 79b, 89, 97, 103b, 104, 106a, 108a, 108b, 108c,

109, 120a, 120b, 122, 123, 124, 125, 131c, 132, 135, 136a, 136b,

137b, 139a, 140-141, 147a, 148, 149, 150b, 151, 152a, 152b,

153b, 153c, 156a, 156c, 157a, 158, 160a, 161a, 161b, 162a,

162b, 163, 164, 165a, 165b, 165c, 165d, 170, 171b, 172, 174,

176a, 176b, 177a, 177b, 177c, 177d, 182, 184a, 184b, 188, 194,

195a, 195b, 196, 207a, 210, 211, 216b, 216a, 217b, 218-219, 220,

221, 226c, 228, 229, 230a, 230b, 231a, 231b, 232, 234, 237,

240b, 241b, 242, 243a, 243b, 244, 245, 249, 252b, 254, 258a,

258b, 258c, 258d, 259a, 259b, 259c, 260a, 261a, 264a, 266,

275, 276, 277, 279, 286, 288, 289, 292, 293a, 293b, 293d, 298,

299, 300, 301, 303, 304, 305, 308, 309, 310, 311a, 311b, 312,

315, 316, 319a, 321, 323, 324, 325, 326, 330a, 332, 333, 334,

335, 336, 337, 339, 340, 346, 347, 352, 358-359, 364, 365a,

365b, 376a, 376b, 377a, 377b, 377c, 378a, 378c, 378d, 381a,

382a, 382b, 384a, 384b, 385, 386, 387, 388, 389a, 389b, 390a,

390b, 390c, 392, 393, 394a, 394b, 394c, 394d, 395, 396a, 397,

400a, 400b, 401a, 401b, 402-403, 404, 406-407, 408-409, 410,

411, 412a, 412b, 413a, 413b, 413c, 413d, 414b, 415, 416b, 417,

419, 422, 422, 425a, 425b, 425c, 426b, 427, 428-429, 430 y

contracarátula.

Mariana Schmidt Quintero: Pág. 21b, 21c, 26b, 29b, 35a, 37a,

41, 47a, 47b, 58b, 59b, 71a, 77, 81a, 82, 83a, 83b, 88a, 91, 92,

94a, 95, 102, 103a, 110, 114a, 121, 128, 131a, 133, 137a, 138,

139b, 145a, 154-155, 156b, 157b, 157c, 169a, 169b, 171a, 178,

179, 183b, 185, 186, 189, 192b, 200, 204b, 205b, 206, 208,

214-215, 223, 225, 233a, 235, 236, 239a, 239b, 240, 248,

250b, 250-251, 253a, 253b, 278, 280, 281b, 281c, 284a, 294b,

284c, 284d, 285, 313, 322, 327, 328, 329, 330b, 331, 354, 355,

362, 367, 375, 380, 381b, 383a, 396b, 414a, 416a, 418, 421,

426a, 432.

Nivaldo Castro Castro: Págs. 2-3, 4, 9b, 10-11, 16a, 16b, 18a,

18b, 19, 20a, 20b, 20c, 21a, 24, 25a, 27, 28, 31a, 32, 34, 36,

37b, 42, 52b, 56, 60b, 63, 64, 65b, 68, 69a, 74, 75, 76b, 81b,

84, 85, 87, 88, 90a, 93a, 93b, 96a, 96b, 98, 99, 101, 106b, 111,

112a, 113, 114b, 145b, 153a, 159, 160b, 161c, 167, 168, 173, 238,

271, 274, 293c, 317, 338, 341, 344, 348.

Rodrigo Ponce: Pág. 368

teófilo Vargas: Pág. 69b

Vitalia Díaz: Págs. 43, 48, 49, 130, 143, 183a, 187, 192a, 193,

197, 204a, 212, 216a, 222, 256, 257, 260b, 262, 263, 264b,

265a, 265b, 267, 268-269, 281a, 282, 283, 357, 371, 374, 397b,

398, 399a.

PINtuRAS

Alex Henao: Págs. 290, 291

Álvaro Bustillo: Págs. 22-23

César Martínez: Pág. 318

Fernando Ferrer: Págs. 119, 373

Hermes Padilla: Pág. 320

Martha Salas: Pág. 314

ubaldo Mendoza: Págs. 180-181

Vitalia Díaz Iglesias: Págs. 115, 342-343

Page 217: Somos Carnaval de Barranquilla, la mirada de sus artistas

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••••••

Este libro se terminó de imprimir

en el mes de diciembre de 2015

en los talleres de Panamericana Formas e Impresos S.A.

en Bogotá, Colombia.