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Sociedad hipócrita la nuestra, hace mil aspavientos cuando por oídas sabe la matanza de judíos en Rusia o de cristianos en
Armenia; pero no se conmueve ni lanza una protesta cuando ve con sus propios ojos que el chino es robado, pisoteado y
escarnecido
«Los chinos», Manuel González Prada
En este capítulo se atiende a la configuración del discurso de la inmigración
china en la prensa. La cobertura periodística incluye también un recorrido
similar tanto para China como Japón, pues la inmigración china interactuó
dentro de las representaciones de ese circuito, siendo contrastada, distinguida
y asemejada con dichos espacios y sujetos.
3.1. El Lejano Oriente en la prensa: entre el auge del Mikado y el declive
del Celeste Imperio
Durante la mayor parte del siglo XIX, lo más cercano al Lejano Oriente1 que
tuvo la prensa peruana fue el propio inmigrante chino. El Lejano Oriente, que
incluía entonces China y Japón, aún no adquiría forma clara y se mantenía en
el olvido del conocimiento; reduciendo su imagen a un inmigrante que, por si
fuera poco, era conocido de forma fragmentaria, tentativa y parcial. Sin
embargo, no pasó mucho tiempo para que esto cambiase, pues a fines del siglo
e inicios del siglo XX, diversos factores políticos, sociales y culturales pusieron
al Lejano Oriente en el foco de atención alrededor del mundo2. Así lo indica
Sue-Hee Kim:
A mediados del siglo XIX el Occidente sufre contradicciones internas e intenta recuperarse, entonces, aspirando a un nuevo conocimiento de la vida y de la realidad que desborda por todas partes sus ideas acostumbradas. Y como un
1 El término Lejano Oriente o Extremo Oriente designa un área geográfica ubicada al este de Asia. Los países que integran esta región son: Corea del Norte, Corea del Sur, China, Japón, Taiwán y Vietnam. 2 Según Almazán, la influencia del extremo oriental transcurrió en dos etapas. En primer lugar, la denominada Chinoiserie, cuyo foco es China entre los siglos XVII y XVIII; y en segundo lugar el denominado fenómeno del Japonismo, cuyo foco es Japón desde mediados del siglo XIX hasta inicios
del XX. (Almazán, «La seducción de oriente», 89).
camino de este cambio y con curiosidad superficial y exótica se acerca al Extremo Oriente o a otras remotas partes del mundo (152).
Se hizo necesario cimentar una interpretación y así Japón y China —con mayor
y menor intensidad respectivamente— participaron de un proceso de difusión
cultural. Uno de los medios de entrada fue la prensa, que resultó ser un vehículo
de producción y transmisión de imágenes sobre el oriente3, en especial, luego
del desarrollo de la red telegráfica y la proliferación de agencias
internacionales, cuyas publicaciones periodísticas y recreativas fue
propiciadas. Su cobertura se sumó de manera paralela a la cobertura de la
inmigración china, por lo que valdría preguntarse algunas cuestiones. Por
ejemplo, a la luz de la realidad en China ¿qué tanto varió la representación de
los inmigrantes? O a la luz de la realidad en Japón ¿qué tanto afectó a la
distinción de estos con los inmigrantes japoneses?
Que la prensa fue fundamentalmente un representante y un organizador
de los intereses más importantes del Estado, era verdad; pero tampoco
debemos olvidar que fue una ventana hacia el mundo y una transmisora de
imágenes globales4. Ambos aspectos resultan indispensables para referir la
inmigración china en este período, pues si por un lado, la prensa situó al
inmigrante chino como parte de la problemática nacional y elaboró un discurso
de corte positivista; por otro, la prensa misma no dejó de asociar al inmigrante
chino con el sujeto oriental, desplegando sobre él un arsenal de nuevas
imágenes que circularon a inicios del siglo XX. En consecuencia, para abordar
3 Vale precisar que en un sentido amplio de la temática oriental la prensa representó también escenografías de Turquía, Egipto, India o Rusia, fuera de que se considera el Lejano Oriente. 4 Tenemos que tener en cuenta la categoría de diáspora china acuñada por Bruneau. Según esta categoría se hace referencia a los inmigrantes chinos en el mundo y a la generación de relaciones y contactos que establecen ya sea con el país de origen, el país de residencia inmigratoria. De esta manera, la vida de los chinos en la diáspora sufre la influencia de las relaciones entre sus países de residencia y China, así como de las cambiantes políticas e ideologías globales y locales.
dicho panorama periodístico a continuación se ha realizado la siguiente
clasificación: a) la cobertura periodística cultural, y b) la cobertura periodística
social y política.
3.2. La cobertura periodística: la cultura
La cobertura periodística sobre la cultura de China y Japón adquirió
protagonismo a medida que se rediseñaron los mapas políticos-culturales de
estas naciones y concitaron interés internacional. En particular, su
interiorización a través de la prensa se dio a través de los periódicos y de las
revistas ilustradas. Estas últimas fueron las pioneras en abordar los aspectos de
oriente, aunque como difusoras del gusto estético y social de las élites, no
descuidaron sus propias convenciones tradicionales5 ni su filiación europea-
occidental, pues se inscribieron en el curso desplegado por la civilización
occidental. Así, en términos generales, la prensa ofreció una realidad
distorsionada de oriente. En efecto, el contraste, lo antagónico, lo
incongruente tenía nombre propio: Oriente. Más allá de los márgenes de
Occidente, el área conformada por Asia, África y Oceanía empezó a concitar la
atención, aunque no dentro de los moldes de aquello conocido (y finalmente
reconocido) sino todo lo contrario. Sin poder colmar las expectativas, los países
que conformaron Oriente fueron asociados a la inferioridad, anacronismo y
barbarie. La cobertura del Celeste Imperio tuvo un tratamiento más
contradictorio y negativo, debido a que su connotación transitó de lo amable,
respetable y exótico a lo cultural y étnicamente diferente.
5 Al estar dirigida por la élite, la cobertura de las revistas ilustradas se movió entre la filiación a la tradición y la pertenencia a la Europa occidental.
Existieron puntos compartidos en la cobertura periodística sobre Japón y
China6. El primer punto compartido fue la dependencia informativa de fuentes
extranjeras y la falta de contacto directo (Almazán, «En el ocaso del Celeste
Imperio», 458). Los periódicos y, en especial, las revistas ilustradas7 asumieron
el rol de acuñar la imagen del Mikado y del Celeste Imperio, aunque encontraron
un gran obstáculo en la casi inexistencia de corresponsales en oriente. Debido
a esto, mantuvieron dependencia de otros diarios europeos o norteamericanos8;
siendo permeables a la vigorosa circulación de contenidos extranjeros, cuyos
efectos potenciaron el conocimiento cultural sobre alrededor del mundo y, en
especial, sobre el oriente japonés y chino. El resultado: una imagen de Japón y
China más internacional que nacional.
Finalmente, el segundo punto compartido respecto al tratamiento
periodístico fue el interés por temas exóticos y pintorescos (460). El
Modernismo9 motivó esto, en tanto fue un movimiento literario que observó una
valoración positiva y estética en las culturas de oriente10 fuera de las
preocupaciones políticas y con signo diferente del materialismo histórico y del
positivismo científico. Su presencia transformó de manera contundente los
6 A las consabidas características de la prensa del período (el interés por el entretenimiento, el contenido misceláneo e enciclopédico, la centralidad de la fotografía, entre otros) se sumaron otros
puntos. 7 Las revistas ilustradas del siglo XIX y primeras décadas del XX, publicadas en diferentes capitales de Europa, constituyeron un importante medio para el conocimiento en el mundo occidental de Japón y China en todos sus aspectos. 8 Para David Almazán, las revistas españolas (La Ilustración Española y Americana, La Ilustración Artística, Blanco y Negro, Nuevo Mundo, Por Esos Mundos y Alrededor del Mundo) fueron las que a su vez retroalimentaron esto en otras revistas latinoamericanas (459). También vale referir la influencia que tuvo la revista inglesa The Illustrated London News y la francesa L’Ilustration. 9 Con el término Modernismo se designa un movimiento literario fundamentalmente hispano que se inicia a finales del siglo XIX y se prolonga hasta la primera década del siglo XX. No obstante, Toro
Montalvo observa la falta de éxito inicial del modernismo en el Perú, el cual se debe a «una atmósfera
de rechazo por todo lo que fuera novedad o cambio, por la introducción de una nueva estética. El
modernismo pagó ese precio. De ahí que su aparición fuera tarde» (475). 10 Por su parte, antes del Modernismo, el Romanticismo en Latinoamérica hizo lo propio, pues este empezó a introducir temáticas de oriente a la literatura.
estilos y los imaginarios de escritores latinoamericanos como Rubén Darío,
Leopoldo Lugones, Manuel Gutiérrez Nájera o José Martí. Entre lo uno y lo otro,
es decir, entre lo ofrecido por prensa internacional y lo ofrecido por el
modernismo literario latinoamericano, la cobertura cultural estuvo plagada de
evocaciones estéticas, exotismo, así como de contrastes entre occidente y
oriente. Gracias a esto, la visión del oriente de configuración positivista durante
del siglo XIX se ve transformada por esta nueva visión universalista de inicios
del siglo XX.
Si se analiza la cronología de esta cobertura, al menos durante los
primeros cinco años de iniciado el siglo, el proceso de difusión de ambos países
se tradujo en la prensa a través de pequeñas notas sobre los usos y costumbres,
siendo compiladas en la sección de noticias extranjeras de los diarios. Tiempo
después la curiosidad se fue convirtiendo en inusitado y vivo interés en la
medida que, por diversas vías, se pudo alcanzar un mayor y más cercano
conocimiento del pasado y del presente de estos países11. Dicho interés puede
ser resumido bajo las siguientes palabras: «La actualidad [asiática] reviste todas
las formas, é interesa en todos sus aspectos. La imaginación rodea de exotismo
aún lo más normal, y ocupa su atención con todos sus aspectos que tenga la
vida oriental» (La Crónica, 6 de enero de 1914, 3).
11 Como se dijo al inicio del acápite, no podemos dejar de mencionar la presencia de otros países asiáticos en las publicaciones, las cuales se incluían de manera mucho más ocasional que los dos países en cuestión. Imágenes y algunos reportajes ilustrados y curiosidades circularon sobre países como Rusia, Mongolia, Corea, India, Egipto, Filipinas, etc.
Fueron las revistas ilustradas Prisma12, Actualidades13, Variedades14 y el
diario La Crónica15 las principales difusoras de imágenes chinas y japonesas, las
cuales además tuvieron el plus de agregar fotografías: un agente visual que
añadió valores de testimonio y verdad a lo narrado. La prensa presentó así un
crisol de contenidos, cuya descripción y análisis fueron más detenidos: noticias,
caricaturas humorísticas, ilustraciones artísticas, crónicas de viajes, ensayos,
cuentos, entre otros. Todo este conjunto, no exento de estereotipos, delineó
el imaginario sobre oriente y determinó las preferencias culturales por las
sociedades china y japonesa. Los cuentos japoneses en la sección «Página para
niños» de Actualidades; las secciones «Curiosidades y recortes», «Cosas de la
China» de Variedades en torno a rarezas culturales asiáticas; las noticias en
primera plana acerca de festividades japonesas y chinas en La Crónica; los
documentales históricos presentados en la sección «El País del crisantemo» así
como las noticias políticas en la sección «La Guerra en Asia» de El Comercio;
son algunos ejemplos de dicha cobertura periodística. Esta nos ilustra sobre
cómo se ha producido un gran avance en cuanto al acercamiento hacia el mundo
de Japón y China, y cómo se ha producido un interés más profundo por sus
culturas. Es necesario conocer más para comprender todo este proceso, por lo
12 La revista Prisma (1905-1907) fue un proyecto editorial de Manuel Moral y Clemente Palma. Su contenido cultural, literario y artístico tuvo entre sus colaboradores a autores de prestigio. Fue la primera revista en difundir la tendencia modernista. 13 La revista Actualidades (1903-1906) fue fundada por Andrés A. Aramburú. Su contenido dejó impronta en el modernismo cultural con textos literarios de gran calidad. Sin duda fue una de las mejores revistas ilustradas hasta antes de la aparición de Prisma. 14 La revista Variedades (1908-1930) fue la sucesora de Prisma. Esta publicó artículos novedosos y especializados entre los que destacan la coyuntura del mundo internacional. 15 El diario La Crónica (1912-1990) fue el primer diario popular a inicios de siglo. Se caracterizó por su formato pequeño y por las abundantes fotografías, pues tuvo un diseño prioritario a partir de la imagen. Además de eso prima su carácter sensacionalista, pues publicó numerosos contenidos de misterio, policiales, históricos y sentimentales para abastecer a sus numerosos lectores.
que a continuación se presenta un panorama de la cobertura periodística
vinculada a lo cultural.
3.2.1. La cobertura cultural del Japón
La cobertura periodística sobre la cultura de Japón fue mucho más amplia que
la de otros países asiáticos. No era para menos, pues la prensa se convirtió en
el depositario de la entusiasmada predilección que invadía a Europa por todo
lo que llegaba del país del Sol Naciente. Es un hecho bien conocido que el
principal factor que motivó esto fue el empoderamiento político16, pues al
proceso modernizador del período Meiji (1868-1912) le siguieron las guerras
emprendidas por Japón en busca de territorios coloniales en Asia —con sus
posteriores victorias frente a China (1894-1895) y Rusia (1904-1905)—; las
cuales sirvieron para que la prensa volcada su atención sobre los otros muchos
aspectos de la realidad japonesa, tanto en el ámbito de su modernización como
en el de sus tradiciones y cultura. Otro factor importante, como ya se señaló,
fue el exotismo, pues el modernismo del período vio en Japón una cultura
original e idílica. Y finalmente, se tuvo la alta valoración a los objetos de arte
japoneses17, el cual desembocó en un japonismo18; motivó la aparición de
16 En Japón, la revolución Meiji de 1867 inició un rápido proceso de occidentalización y modernización que, en el curso de treinta años, hizo del país una potencia militar. Su victoria sobre Rusia le otorgó el prestigio mundial. 17 Se tiene constancia de que, la celebración en París de la Exposición Universal de 1867, fue el punto de auge para la valoración del arte japonés. Dichas exposiciones contribuyeron a generar una demanda de conocimientos y noticias sobre Japón, y favorecieron la potenciación de un coleccionismo que también necesitaba información para comprender un arte totalmente extraño y diferenciar lo bueno de lo mediocre. La primera Exposición Universal data de 1867 y en ese ocasión se llevó una nutrida representación de grabados, kakemono (caligrafías y pinturas colgantes enrollables), quimonos, makie (lacados con dibujos de polvo de oro, plata, etc), objetos de porcelana y otros artículos, que fueron vendidos en su totalidad al concluir la gran cita internacional. (Hirotaka, http://www.nippon.com/es/column/g00284/) 18 El japonismo es un término que asigna el repentino interés cultural por Japón la influencia del arte japonés en el arte occidental. Según Almazán, esta se dio a finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX, tiempo que coincide con una oleada de publicaciones por el interés informativo originado por las guerras sino-japonesa (1894-95) y ruso-japonesa (1904-1905).
escritos más específicos, serios y rigurosos, e incluso publicaciones periódicas
dedicadas exclusivamente al arte japonés. La convergencia de estos tres
factores no pasó desapercibida y concitó gran interés para la prensa, dando
como resultado variadas publicaciones —poesías, novelas, relatos de viaje,
crónicas periodísticas, ensayos de crítica literaria— que aseguraron la vitalidad
de la presencia japonesa en nuestro país, así como de los diversos en enfoques
e intereses. Y si bien, dicho interés tuvo matices un tanto triviales y frívolos,
también favoreció un contexto de aproximación más serio y riguroso a la
realidad japonesa (Almazán, «La imagen del Japón» 269). Inclusive pensar en
la evolución histórica del Cipango supuso reflexionar sobre la nación peruana y
sus aspiraciones de modernidad.
Al Japón se lo consumió principalmente a través de noticias e imágenes
que circularon en periódicos y revistas ilustradas. A pesar de eso, la cobertura
periodística sobre la cultura no se dio de inmediato, sino de manera paulatina.
Tal es así que inicialmente los contenidos sobre arte y cultura se desprendieron
de las noticias políticas, como una anécdota secundaria y de carácter exótico.
Por citar un ejemplo, se tienen dos notas referidas a las celebraciones del año
nuevo de 1905, ambas publicadas por el diario La Prensa. La primera nota
titulada «El año nuevo en el ejército japonés», da cuenta de las festividades
«exóticas» ocurridas en paralelo a la guerra ruso-japonesa:
Los japoneses celebraron el año nuevo el día 2 de enero. Según la costumbre japonesa elevaron un gran número de cometas y globos de papel, algunos de estos de siete pies de diámetro que caían dentro de las líneas rusas. Tenían inscripciones deseando feliz año nuevo a los moscovitas […] Los japoneses procuran combinar los negocios con los placeres y mientras se divertían de un lado, del otro emprendieron un ataque contra la aldea de Vioto (La Prensa, 7 de enero de 1905, 8) (énfasis mío).
Actividades típicas del Año Nuevo como el takoage (volar cometas) y el
kakizome (escribir saludos en sobres) son vistas con curiosidad, de modo tal que
constituyen la anécdota cultural dentro de los acontecimientos de la guerra. La
segunda nota titulada «Japón. El año nuevo» vuelve sobre el mismo tema, esta
vez, dentro del marco de la celebración imperial:
El emperador y la emperatriz tuvieron una brillante recepción en palacio hoy en la mañana con motivo de las ceremonias de año nuevo. Los soberanos recibieron en audiencia a los políticos y altos funcionarios del estado, civiles y militares, pares, etc., a quienes presentaron sus respetos (La Prensa, 3 de enero de 1905, 3) (énfasis mío).
Las acciones protocolares tienden a ser vistas con majestuosidad. Tanto en el
primero como en el segundo caso las anécdotas de la guerra ruso-japonesa —
publicadas con regularidad por la prensa19— se extienden hacia las festividades
de año nuevo y, en consecuencia, hasta sus costumbres. Esto demuestra que el
seguimiento informativo a la guerra se convirtió en un pretexto para descubrir
un país poco conocido, pero interesante. Bien puede decirse así que «las guerras
“avivaron”, la fascinación por Japón en sus múltiples facetas» (Almazán 641).
Distinto de otros lugares que conformaban el oriente, este era más popular y
satisfacía un gusto especial por todo lo lejano.
Con el tiempo el contenido sobre cultura acaparó una mayor atención.
La centralidad de la fotografía, la información por red telegráfica, la estructura
miscelánea del contenido y el carácter enciclopédico que adquirió la prensa
fueron los diferentes factores que permitieron una mayor difusión del Mikado
en los diferentes medios escritos. Sin embargo, el principal factor fue ese
exotismo que se empezó a desarrollar por oriente: una atracción por lo otro, lo
19 La guerra ruso-japonesa fue el principal tema informativo de carácter internacional en este período, tal como dan a conocer las revistas y periódicos de la época. El Perú no fue ajeno a eso. La cantidad noticias y artículos dedicados a la guerra y el interés demostrado por los periodistas españoles son prueba de la importancia de este acontecimiento histórico.
no-occidental. Muchas veces dicho exotismo fue una réplica de la construcción
que hizo el europeo20, no de lo que encontró sino de lo que espero encontrar.
Pero también —y con el paso del tiempo— fue producto de una visión
latinoamericana acorde a las propias preocupaciones. En ese sentido, a la luz
del Meiji21 el Japón además de ser una arcadia exótica; era una dualidad
interesante: tradición y modernidad. La admiración por parte de la prensa
peruana se dirigió tanto a la adopción agresiva de las costumbres occidentales
como a la preservación de los valores japoneses. Un ejemplo es la nota «Fiesta
semi religiosa en el actual Japón», cuyo título enfatiza la existencia de una
sociedad contemporánea («actual Japón»), en la cual lo raro o extraño no es la
modernidad sino la tradición («viejo Japón»), a través de la pervivencia de la
fiesta con mikoshi:
Los aprendices de carpinteros y otros oficios similares conducen mar adentro por la ondulada bahía de Shimagawa unas andas porteaguda “El Mikoshi”, especie de arca sagrada en honor al espíritu protector del gremio (La Crónica, 7 de enero de 1914, 9).
Otro ejemplo similar es la nota «Guardando la memoria del Japón antiguo»,
que retoma la pervivencia de las fiestas ancestrales o matsuri22, las cuales
mantienen una distinción entre el pasado y el presente actual:
En Kioto celebrase anualmente una fiesta de carácter histórico, destinada a recordar las viejas tradiciones. Nuestro grabado da idea de la pintoresca y hermosa conmemoración (La Crónica, 9 de enero de 1914, 1).
20 La prensa trasmitió de manera casi directa el interés exótico de Europa, que eran las del exotismo dirigido hacia un Oriente imaginado, hacia un Japón artificial. 21 Entre 1868 y 1912 tiene lugar la época Meiji en la que se desarrolla definitivamente un Japón nuevo que, abierto al mundo, sabe guardar sus tradiciones esenciales. El nuevo emperador Mutsu-hito y los principios del gobierno iluminado fueron restablecer la autoridad del Emperador y la occidentalización, es decir, el fin de la época feudal y la conversión de Japón en el primer país no occidental que desarrolla las técnicas de la Primera Revolución Industrial. 22 El matsuri es un festival de origen sintoísta, es decir, un festival religioso, un acto simbólico de agradecimiento o súplica a los dioses.
Según plasman ambas notas del diario La Crónica, la prensa peruana valoró el
hecho de que la cultura japonesa sea una cultura civilizada que se imponía a
las costumbres y tradiciones ancestrales, aunque no las descartaba.
Quedaba claro que Japón era moderno. Las apropiaciones que la cultura
nipona hizo de occidente se dieron en todos los ámbitos —arte, literatura,
moda, medicina, derecho, etc.— y la prensa no tuvo reparos en divulgarlos. Un
ámbito común y que conectó bastante con la élite fue la ópera, pues se empezó
a valorar a los cantantes japoneses. En la nota «La próxima temporada de
ópera» de la revista Variedades, se tiene la foto de la cantante Tamaki Miura23
—vestida de kimono— con las siguientes palabras: «Tamaki Miura soprano
japonesa, creadora de Iris y Madame Butterfly» (Variedades, 3 de agosto de
1919, 653). Otro ámbito bastante comentado fue el literario, tal como se
observa en la nota «El teatro de Shakespeare interpretado por artistas
japoneses» del diario La Crónica. La adaptación de Tsubouchi Shoyo24 a la obra
Julio Cesar es motivo de elogios por la asimilación correcta de elementos del
teatro shakesperiano25. El teatro tradicional japonés —en este caso el kabuki26—
va camino a modernizarse o, mejor dicho, volverse más occidental:
23 Tamaki Miura fue la primera soprano japonesa que adquirió fama internacional. Ella fue famosa por sus interpretaciones de papeles orientales como Cio-Cio-San en Madame Butterfly de Giacomo Puccini e Irisi o Madame Crisantemo de André Messager. 24 Considerado un notable traductor y dramaturgo, Shoyo fue pionero en la modernización del teatro kabuki. Este tradujo y puso en escena varias obras de William Shakespeare como El mercader de Venecia (1906), Hamlet (1909), Romeo y Julieta (1910), Otelo (1911), El rey Lear (1912) y Julio Cesar (1913), la cual sería reseñada por el diario La Crónica. 25 En el caso de Japón, las obras de Shakespeare fueron de gran influencia para la modernización del teatro, pues la mayoría de dramaturgos japoneses encontraron un humanismo en sus dramas, con importantes valores universales. Estos fueron insertados y conjugados dentro de temáticas propias de la cultura local. 26 El Kabuki es uno de los tres tipos de teatro clásico que junto con el Nôh y el Bunraku (teatro de marionetas). Surgido desde la era Edo, a principios del siglo XVI, se caracteriza por una performance estilizada en el que se conjuga el baile y la danza. En la era Meiji, cuando el Japón se abrió a la influencia occidental, los actores trataron de realzar la reputación del teatro Kabuki entre las clases altas y adaptar los estilos tradicionales al gusto moderno. Las representaciones de las obras de Shakespeare son así parte de estos cambios.
Es curiosísimo el don de asimilación que tienen los japoneses. Últimamente se ha representado en Tokio el drama de Shakespeare “Julio César” por artistas japoneses que han cambiado con formidable éxito el kimono por la toga, obteniendo entusiastas y cerradas ovaciones. La leyenda romana a través de Shakespeare é interpretada por japoneses debe ser una de las cosas más curiosas, indudablemente, que puede ofrecer el teatro moderno (La Crónica, 7 de enero de 1914, 12).
La reorganización del conocimiento y de las prácticas, tal como se observa con
el cambio de vestuario, fue contemplado como una inserción en la
«modernidad»; motivo suficiente para los elogios. Cualquier señal de lo
moderno era bien vista. Y no era para menos dado que la modernidad japonesa
tuvo una lectura política para la prensa peruana, pues se creía encontrar en
esta las claves para el desarrollo del país27. Sin embargo, a pesar de eso, la
cultura japonesa siempre fue más exótica que moderna desde una percepción
más localista. Por citar un ejemplo, en 1906 la compañía circense Kudara vino
desde el Japón para realizar una serie de presentaciones en la capital. Las
impresiones de la prensa no pudieron ser mejores, aunque estas insistieron más
en el carácter exótico que en el carácter moderno, tal como da cuenta la revista
Actualidades en su nota «El circo»:
Un éxito franco i lisonjero han obtenido los artistas de la troupe Kudara, desde que debutaron en su amplia carpa de la Exposición. La concurrencia que asiste a las funciones es cada vez más numerosa i aplaude ruidosamente á los japoneses, por sus difíciles trabajos de malabarismo, gimnasia, equilibrio, etc. […] al aspecto exótico que le imprimen con sus pruebas sui generis de indiscutible mérito, se aúnan los trabajos del circo Wallace (énfasis mío) (Actualidades, 15 de marzo de 1904, 10)
Los medios escritos no se olvidaron tampoco de referir la importación de la
tecnología occidental y la creación de nuevas tecnologías. La noticia titulada
«El aeroplano japonés» de la revista Variedades es un claro ejemplo de esto
último:
27 De acuerdo a Déves y Melgar, a pesar del orientalismo preñado de prejuicios occidentales reinantes en el medio académico, la recepción del pensamiento asiático revela la condición histórica de América Latina como región-mundo (46).
Como era de esperarse el Japón sigue con grandísimo interés los progresos de la navegación aérea. Según noticias recientemente recibidas, Mr. Yamada, reputado inventor japonés, ha obtenido patente por varios perfeccionamientos para los buques aéreos, que han de producir gran sensación entre los aeronautas de todas partes […] Dícese que dentro de poco se harán oficialmente experimentos secretos con los globos o aparatos voladores del citado inventor y se espera que produzcan una revolución en el arte de volar (Variedades, 23 de octubre de 1909, 189).
Bajo esa tónica, el discurso destaca el trabajo bastante novedoso de Isaburo
Yamada, creador de los globos aerostáticos y del primer dirigible japonés. La
expectativa además está vinculada al poderío militar de Japón, pues dichos
globos eran usados como armas de guerra28. Ahora bien, la «occidentalización»
inauguró muchos cambios en la idiosincrasia del pueblo japonés, pero también
sacó a relucir costumbres y formas de pensar arraigadas desde la antigüedad.
Este es el caso de tradiciones como el seppuku o harakiri (suicidio ritual) y
katakiuchi (venganza) que, aunque eran consideradas irracionales, en muchos
casos, terminaron por no ser sancionadas29. Así, la sección «Alrededor del
cable» de La Crónica recoge la noticia del suicidio de un funcionario japonés,
expresándose del siguiente modo:
Del Japón viene relacionada con los temblores del Sakura, una noticia heroica. El jefe del observatorio de Kagoshima se ha abierto el vientre, siguiendo la práctica de los samuráis del hara kiri, por las acusaciones que se hicieran de no haber prevenido a los habitantes del peligro que corrían…Será un poco bárbaro, pero es hermoso (La Crónica, 18 de enero de 1914, 2) (énfasis mío).
Según lo descrito, la experiencia del harakiri es una pequeña imagen de la
otredad japonesa, domesticada, pero lo suficientemente exótica para intrigar,
fascinar, y provocar sensación de extrañeza. Si bien, lejos de la censura o la
28 Los dos globos de hidrógeno desarrollados por Yamada pronto serían financiados por el ejército japonés para convertirse en bombas de ataque. Es así que para la Segunda Guerra Mundial dichos globos se convertirían en los denominados fusen bakuden o globos bomba, utilizados para atacar Estados Unidos. 29 De hecho, según Rie Kido, como producto de la instauración de la modernidad, estas tradiciones empezaron a considerarse bárbaras para el nuevo Japón; razón por la que se buscó su desaparición (135).
condena, dicha práctica conmociona, es preciso notar que en medio del furor
por aprehender la cultura japonesa se presentaron de tanto en tanto estampas
paradójicas. Y es que un problema frecuente para los intelectuales de esa época
fue desentrañar las líneas de continuidad de la cultura del Japón después de la
revolución modernizadora del Meiji (Gasquet 210). Fue difícil lidiar con algunos
aspectos tradicionales que se concebían como bárbaros y aún más difícil lidiar
con la idea de que estos convivían aún en la modernidad. Es por eso que, en su
lugar, la imagen predilecta del Japón algunas veces fue aquella que la
presentaba de manera sólida y sin matices: ya sea sumamente tradicional o a
la inversa sumamente moderna. Dicho problema en la percepción cultural
también se repetiría para el caso chino, tal como se verá más adelante.
Para finalizar el recuento de noticias, vale decir que existieron noticias
dedicadas a destacar las curiosidades étnicas y las rarezas seudocientíficas. La
difusión de las novedades científicas se abocó a veces a presentar lo más
insólito, misterioso y raro de la naturaleza en consonancia con satisfacer
ficciones sociales y no razones eruditas. Es el caso de la sección «Curiosidades
y recortes» de Variedades, cuyos contenidos noticiosos tuvieron como
protagonista usual a oriente30. Si bien estas noticias eran más propias de la
cobertura cultural china31 (lindante con la otredad animal y bárbara); existieron
30 Desde luego las noticias más cadentes venían de Oriente, como la que refiere a un potro
con cabeza de ave en Filipinas. La condena a esta aberración aparece desde las primeras líneas: «El potro en cuestión es sencillamente un monstruo, un error de la naturaleza que puede ocupar un lugar entre las monstruosidades observadas en todas las especies» (Variedades, 147, 5 de noviembre de 1910, p.1395).
31 Como se verá más adelante, a diferencia de Japón, lo raro y lo extraño conforman de manera negativa la apreciación de la cultura china.
casos que involucraron a la cultura japonesa. Un ejemplo ilustrativo es la
noticia sobre los cangrejos japoneses:
Cangrejos que son mayores que los hombres entre las muchas cosas raras que se encuentran en el Japón, los cangrejos en primera línea. Allí vive el cangrejo piedra que parece enteramente una roca, el cangrejo pintado que presenta todos los colores del arco iris y el más notable de todos los crustáceos. El cangrejo gigante así llamado por su descomunal tamaño (Variedades, 27 de marzo de 1909, 98).
Aquí la información sobre un tipo de cangrejo gigante se incluye dentro de la
idea arraigada de que todo lo extravagante provenía de Asia, en este caso de
Japón. Más que perseguir un fin erudito se trata de perseguir un fin sensorial
de repulsión y extrañeza sobre estos animales, de ahí que la mención «los
cangrejos son mayores que los hombres» busque escandalizar a los lectores.
La prensa fue uno de los centros más activos para la difusión del arte y
la cultura de Japón; razón por la cual los contenidos fueron más allá de las
noticias. Ese es el caso de la literatura, pues una forma de acercarse a la cultura
nipona fue traducir diversos poemas, cuentos y leyendas. No obstante, a
diferencia de las noticias que fueron territorio compartido por diarios y
revistas; aquí la labor fue exclusiva de las revistas ilustradas. Los espacios de
las élites criollas profundizaron más en la cultura japonesa, en sintonía con el
Modernismo y su gusto estético por oriente. La literatura, en ese sentido, se
creyó necesaria de difundir pues sumergía a los lectores en todo un mundo
admirable con una cultura que no era exactamente la occidental. De esta
manera, en el rubro de traducciones se tuvo la labor de la revista Actualidades,
que presentó en su sección «Página para niños» una diversidad de cuentos
japoneses: «El anciano que hace florecer los árboles muertos» (Actualidades,
22 de julio de 1905,27), «Una tetera que era un zorro» (Actualidades, 12 de
agosto de 1905,12), o «La cascada encantada» (Actualidades, 26 de agosto de
1905,8). También se tienen algunas traducciones de cuentos en la revista
Variedades, como «Nasuno El Samurái. Leyenda japonesa» (Variedades, 4 de
octubre de 1919, 833), con dibujos de Cárdenas Castro. La mayoría de dichas
traducciones, vale decir, provinieron de revistas ilustradas españolas como La
Ilustración Artística y Blanco y Negro, quienes con anterioridad realizaron esa
labor32. Otra forma fue la elaboración de ensayos, documentales o artículos
sobre la historia nipona, en los cuales se puede apreciar un cierto carácter
enciclopédico. El documental de El Comercio «El País del crisantemo.
Costumbres y rarezas del imperio japonés», dedicada a recopilar semanalmente
la historia de ese país, así como sus tradiciones, es un buen ejemplo de eso. Y
si eso fuese poco, la creación literaria estuvo presente, pues autores peruanos
elaboraron cuentos en torno a los viajes realizados a Japón y China. La sección
«Sensaciones de Oriente» de la revista Prisma presentaron los cuentos «Haachi
Japón» y «Viaje a Ceylan».
También se tuvieron las crónicas de viajes que tuvieron sus raíces en el
cosmopolitismo modernista33 y que sin duda fueron los contenidos más
abundantes sobre Japón. La mayoría de viajeros, entre diplomáticos y
escritores34, escogieron este género para registrar por vez primera sus
32 La primera traducción de cuentos japoneses al español lo realizó la revista Ilustración Artística en 1897, basada en la traducción al inglés del libro de Takejiro Hasegawa. De este material, la revista Actualidades escogió los tres cuentos mencionados. De esto el cuento «La maravillosa caldera de té» fue el único título que se cambió pues pasó a llamarse «Una tetera que era un zorro». Años después la revista Blanco y Negro continuaría con las traducciones del mismo libro en 1907, siendo esta el material para la revista Variedades. El cuento «Nasuno El Samurái. Leyenda japonesa» es una variación del título original «Nasuno El Samurái». 33 Como parte del Modernismo estuvieron de moda los numerosos viajes a lugares remotos del mundo. 34 De entre los cronistas del modernismo José Juan Tablada fue el primero que viajó a Oriente. Fue enviado por la Revista Moderna para escribir y enviar periódicamente desde allá su interpretación
cultural en una serie de crónicas titulada «En el país del sol». Después le siguieron otros autores
como Enrique Gómez Carrillo, Efrén Rebolledo y Arturo Ambrogi que también viajaron a Asia.
impresiones del País del Sol Naciente, siendo estas difundidas a través de la
prensa. Dos de las revistas ilustradas más importantes de la época como
Actualidades y Prisma fueron las encargadas de dicha labor, en aras de reforzar
el gusto de las élites criollas. Así Actualidades, prolífica en este género, albergó
en su sección «Del extranjero», diversas crónicas sobre el Japón del período
Meiji. Un ejemplo es la crónica «Del Japón. Kobe», escrita por el cónsul Eduardo
Muelle35:
Este puerto es el privilegiado del Japón, privilegio merecido por la pureza, salubridad del aire, la proximidad a sitios tan bellos como Kioto […] también los alrededores de Kobe cuentan con agradables paseos, una excursión de varios minutos basta para encontrarnos con el templo de Ikuta, casi oculto entre las plantas frondosas i árboles de alcanflor. La vista más pintoresca que de la ciudad y de las orillas del mar puede disfrutarse la ofrecen las alturas de Suwa-Yama a espaldas de la población. En tan elevado sitio encontrarán una multitud de casas de té i establecimientos de baños minerales (Actualidades, 2 de diciembre de 1905, 14).
Aquí la ciudad de Kobe satisface la inspiración exotista, pues es descrita como
un lugar de importante belleza paisajística, poblada además de edificios
tradicionales, entre los que destacan, las casas de té, los templos y baños
termales. En conjunto, los comentarios y las imágenes que acompañan,
refuerzan lo que era la visión dominante de Japón: un lugar sencillo, rústico y
sobre todo pintoresco. El énfasis por lo exótico es palpable y la crónica de viajes
fue el vehículo por excelencia que exploró eso36.
Los lugares de Asia y, en especial, Japón estaban de moda. Por esos años
Prisma no se quedó atrás y publicó un alrededor de siete crónicas37 escritas por
35 Eduardo Muelle se encargó del consulado peruano en Hong Kong a partir del 3 de julio de
1903, siendo el reemplazante del cónsul ad honorem, el inglés Grant Smith. El cónsul ofreció crónicas sobre su estadía en China y sus viajes a diversos lugares de Asia, entre ellos Japón. 36 Según lo explicado antes, el ideal exótico se hallaba en las naciones y culturas desconocidas. Para Litvak la crónica fue el que mejor transcribió la inspiración exotista, aunque en desmedro fue también el mistificador de la praxis colonial (19). Es decir, en muchos casos sirvió para acentuar las diferencias entre occidente y oriente, entre los unos y los otros. 37 Las crónicas publicadas fueron «Paisajes y emociones» (Prisma, 16 de octubre de 1906, 18-20); En una fumería de opio anamita» (Prisma, 6 de noviembre de 1906, 26); «El Singapur. El paraíso de
el reconocido Enrique Gómez Carrillo38, las cuales fueron tomadas de su libro
El alma japonesa39 (1907). La imagen de Japón planteada por este coincide
plenamente con el carácter esteticista que despliegan por ese entonces los
cronistas hispanoamericanos (Rebolledo o Tablada). Es decir, se centra
exclusivamente en los logros artísticos japoneses: pintura, arquitectura,
marquetería, orfebrería, etc. Un ejemplo es la crónica «El templo de Nikko» de
la revista Prisma, en el que observa con fascinación la arquitectura del templo:
No hay necesidad de libros del Celeste Imperio para comprender el divino origen de todo esto. He allí justamente una torre que aparece entre las criptomerías gigantes y que proclaman con su belleza la verdad de los milagros. Porque es un milagro de arte, un milagro de suntuosidad la arquitectura de Nikko. Es una realidad que hace palidecer la imaginación. El ensueño mismo no llega a tener tanto resplandor […] Por todas partes oros, lacas, marfiles, jades, bronces, sedas, filigranas (Prisma, 16 de setiembre de 1906, 26).
Atraído por las sensaciones que le produce la belleza arquitectónica del lugar,
el cronista contrasta su visión de esta realidad con la visión enciclopédica que
le brindó los textos literarios orientalistas. En ambos casos, los cronistas
exponen sus puntos de vista, poniendo en juego no solamente criterios
intelectuales, sino igualmente su propia sensibilidad, sus convicciones
intelectuales y éticas sobre el Japón. La visión compartida es positiva: el Mikado
resulta admirable como espacio exótico provisto de belleza paisajística y
ornamental. Sin duda, el impacto de los relatos no pasó de lo exótico, que en
su gusto por lo singular, lo original y lo desconocido predominó; aunque esto en
los chinos» (Prisma, 19 de diciembre de 1906, 25-28); «En el estrecho de Korea» (Prisma, 16 de diciembre de 1906, 18-21); «Sadda Yacco» (Prisma, 1 de enero de 1907); «Los samurayes», (Prisma, 16 de enero de 1907, 21-24). 38 Escritor, periodista, traductor, crítico literario y diplomático, fue uno de los más exitosos y celebrados autores latinoamericanos del primer cuarto del siglo XX. En 1905 comienza una vida de viajes y aventuras por todo el mundo que inspirarán una colección de brillantes crónicas como El alma japonesa (1907), Jerusalén y la Tierra Santa (1912) o La sonrisa de la esfinge (1913). Estos libros de viajes le convertirán en el periodista más popular y mejor pagado de su tiempo. 39 En 1905, Enrique Gómez Carrillo emprende un viaje con objeto de enviar crónicas periodísticas sobre un entonces misterioso y semidesconocido país nipón. Este libro fue el resultado de esta experiencia, y supuso una concepción nueva y deslumbrante de la realidad japonesa.
desmedro de un mayor conocimiento cultural (Tinajero 9). Los textos
modernistas y los de autores latinoamericanos no pudieron escapar al discurso
orientalista hegemónico impuesto desde Europa, a veces adquiriendo las
características positivas sobre lo japonés, pero siempre con la carga ideológica
que, frente a la diferencia, prefiere refugiarse en la comodidad del estereotipo
(Quartucci 8).
A modo de conclusión del acápite se puede establecer lo siguiente:
(a) La cobertura cultural de Japón fue exhaustiva y tuvo una percepción
positiva. Los medios escritos, en especial, las revistas ilustradas de la
época se cautivaron con todas las expresiones de la cultura japonesa.
Esto dependió en mayor medida del Modernismo y de su gusto estético
por oriente, pero también del correlato social-político del Mikado que,
por ese entonces, ganaba prestigio y admiración alrededor del orbe. Se
puede concluir que la prensa fue, en ese sentido, parte importante de
esta difusión en ambas direcciones. En ese sentido, desempeñó un papel
clave para la historia del orientalismo peruano en el siglo XX.
(b) La influencia del Modernismo. A la luz de la corriente modernista, el
Japón representó un orientalismo sublime, distinto del tenido a otras
naciones asiáticas. Preciosista, ornamental, pero también espiritual,
sobria y naturalista; los matices artísticos eran numerosos y de la mano
de los modernistas se convirtieron en gusto refinado y propio de las élites
criollas. Se tuvo notas y artículos sobre ópera, literatura, teatro o
pintura, al igual que numerosas crónicas de viajes nipones e incluso
traducciones de cuentos folklóricos; un contenido bastante rico que
inició como un interés superficial y terminó como un interés más
profundo de la cultura. Dicho interés, no obstante, fue formado más por
la nebulosa de escritores e intelectuales latinoamericanos que por los
mismos nacionales, siendo una suerte de moda trasplantada sin mayor
profundidad o amplitud.
(c) La influencia de la cobertura periodística del Mikado. Gracias a su
cobertura, la prensa estableció una identidad afectiva con la cultura
japonesa. No solo por su gusto estético, sino porque asoció su prestigio
al éxito político. Las noticias que dieron cuenta de factores como su
nacionalismo, su poderío bélico, su occidentalización o su modernidad,
en mayor o menor medida, jugaron a favor de una admiración que derivó
de manera directa en su cultura, en la idea de que poderío era igual a
cultura superior. El factor más importante, sin embargo, fue la capacidad
de la cultura japonesa para converger lo moderno y tradicional fue bien
reconocida y empleada por la prensa para señalar el camino que debería
seguir la sociedad peruana si aspiraba a la modernidad.
3.2.2. La cobertura cultural de la inmigración japonesa
Las expresiones culturales de la inmigración japonesa también formaron parte
de la coyuntura periodística, aunque de manera bastante esporádica. Las
noticias dieron cuenta por lo general de las festividades en torno al imperio
japonés. Un ejemplo es la nota «Fiesta japonesa» de Variedades, la cual da
cuenta de la festividad para conmemorar la coronación del emperador
Yoshihito:
Celebrando la clásica ceremonia de la coronación de su Emperador que ha
hecho revivir en el Imperio del Sol Naciente costumbres antiquísimas del medioevo nipón, los miembros de la colonia en Lima organizaron varias fiestas, entre ellas las de carácter sportivo […] organizada por la Colonia, con asistencia del Cónsul de Japón […] (Variedades, falta consignar fecha, 1914).
Si bien no es un evento diplomático sino más bien social y de carácter
comunitario, la recepción es bastante buena. El interés, según puede verse, se
concentra en el exotismo de las costumbres, aquellas calificadas de
«antiquísimas» y pertenecientes al «medievo nipón»; de modo tal que resume
bien lo que significaba Japón en aquella época. Incluso aunque las fotografías
se concentran solo en las actividades deportivas (con la práctica de deportes
occidentales como el béisbol), aquellas que muestran su incursión en la
modernidad; no se pierde oportunidad para señalar la presencia de esas
costumbres. Otro ejemplo sobre el mismo acontecimiento es la nota «Nuestra
colonia japonesa» del diario El Comercio:
La numerosa colonia japonesa de Lima se reunió ayer en los jardines del Parque Zoológico en una hermosa fiesta celebrando la coronación del emperador Yoshihito. En la mañana hubo una actuación patriótica y luego un torneo de béisbol en Santa Beatriz, donde compitieron un equipo del Club Ciclista contra uno formado por inmigrantes japoneses (El Comercio, 11 de noviembre de 1915,1).
A diferencia de la nota anterior, el sentido primordial radica en la asimilación
del grupo inmigrante. Desde el título mismo («Nuestra colonia japonesa») se
avizora un sentimiento de inclusión que se deriva tanto del aprecio a la
tradición japonesa como del aprecio por las incursiones en la modernidad,
aunque uno en mayor grado que el otro. El primer aspecto se desprende de los
calificativos «hermosa fiesta» y «actuación patriótica», mientras que el
segundo aspecto se desprende de las fotografías (énfasis nuevamente en las
prácticas deportivas del béisbol y el ciclismo). De hecho, la inclusión
mencionada atiende también al hecho de que grupos de inmigrantes japoneses
y peruanos compartieran un torneo de béisbol. La fraternidad impulsada por los
japoneses es a todas luces bien vista. Pero la nota se extiende y ensalza más a
los inmigrantes japoneses. Con estas palabras se describe el resto de
celebraciones:
Con motivo de la coronación imperial, los numerosos establecimientos comerciales japoneses izaron su bandera y muchos adornaron artísticamente sus vidrieras. En la noche una gran multitud de japoneses quemaron gran número de cohetes en la plaza Zela y en otras partes de la ciudad. Miembros de esta laboriosa colonia recorrieron entusiasta y ordenadamente el centro hasta avanzada la noche (énfasis mío).
Nótese la mención a virtudes como su entusiasmo y orden: ambas
diametralmente opuestas a la apatía y desorden que se tenía respecto de los
chinos. Por si fuese poco, en la mención a «colonia laboriosa» se destaca aquella
virtud —por lo general negada a los chinos— de ser un grupo inmigrante bastante
trabajador. Por otro lado, el respeto artístico por la cultura japonesa se
traslada aquí sin visos de decantarse, tal como refiere la mención «adornaron
artísticamente sus vidrieras». En ese sentido, y según se ha visto, la cobertura
internacional sobre Japón juega un rol importante dentro del reconocimiento
de la inmigración japonesa. Ahora bien, las celebraciones por la coronación
eran seguidas por las celebraciones en torno al natalicio del emperador
Yoshihito40. La noticia «La fiesta nacional del Japón» de la revista Variedades.
Esta se acompaña de fotos41 y expresa gran admiración tanto por el emperador
japonés como por los inmigrantes japoneses, organizadores de dicha
40 El emperador Yoshihito o Taisho Tenno accedió al trono en 1912 en sustitución de su padre, Mutsuhito, el Meiji Tenno. Durante su reinado fortaleció las fuerzas militares y consolidó la actividad comercial. 41 La noticia se acompaña de tres fotos que retratan al emperador Yoshihito, la emperatriz Sadako y el príncipe heredero Hiroshito. Los retratos se destacan por las vestimentas occidentales, a manera de una realeza europea. La otra foto que acompaña es de un templo del Japón, el cual es mencionado como principal escenario político. Se puede observan por las fotos, el interés por mantener informado de la actualidad japonesa de ese año.
celebración:
Ayer celebró con gran entusiasmo el Imperio del Japón el natalicio de S.M. Yoshihito, querido y popular soberano. La numerosa colonia japonesa residente en esta capital organizó un interesante programa de festejos que tuvo cumplida realización. Con este motivo cobró especial animación durante todo el día y los numerosos residentes japoneses siguiendo las costumbres tradicionales de su país, festejaron tal acontecimiento con típicas ceremonias que llamaron la atención del público (Variedades, 1 de noviembre de 1919, 813-814).
Nótese la palabra «gran entusiasmo» que define la algarabía del evento y
además la receptividad positiva que genera, pues se acentúa la buena
convivencia con la sociedad peruana, así como el intercambio de costumbres.
Ahora bien, como se dijo antes, un aspecto importante radica precisamente en
el carácter novedoso y exótico de la cultura. Esto es una constante en casi toda
la cobertura cultural de la inmigración japonesa. Otro ejemplo es la noticia
sobre una boda al estilo japonés, publicada también por Variedades. Unas
breves palabras acompañan la fotografía del evento:
Cañete.- Curiosa ceremonia religiosa japonesa en la capilla del fundo Santa Bárbara (Variedades, 19 de septiembre de 1914, 1256) (énfasis mío).
Términos tan frecuentes como «curioso» inundan las apreciaciones sobre los
inmigrantes y demuestra ese interés por conocer una cultura desconocida. La
reputación de su cultura, sin duda, es el que mediatiza dicho acercamiento.
A modo de conclusión del acápite se puede establecer las siguientes
afirmaciones:
(a) La cobertura cultural de la inmigración japonesa estuvo afectada de
manera positiva por la percepción cultural del Mikado. Los discursos
de la propagación del motivo nipón en el ámbito cultural se
desplegaron simultáneamente sobre una realidad social: la aparición
del grupo inmigratorio y esto, sin duda, contribuyó bastante, pues la
cobertura cultural de aquellos se entendió también como formas
civilizadas las costumbres, hábitos y prácticas. El japonismo o la
moda por lo japonés desvaneció la rigidez de la percepción racial
dada por el positivismo, al menos al momento de evaluar lo cultural.
(b) La cultura de los inmigrantes japoneses tuvo un enfoque en el
exotismo de lo ornamental y preciosita. La cobertura sobre
festividades y celebraciones, aunque escasas, fueron la oportunidad
para manifestar esto. Vale destacar además que aparte de la buena
recepción, la prensa se destacó que dicha cultura convivía en armonía
con la sociedad peruana.
3.2.3. La cobertura cultural de China
La cobertura cultural de China fue distinta a Japón. Las informaciones
publicadas en la prensa fueron diversas, aunque en comparación con el caso
japonés42, estas fueron menos elogiosas. En efecto, toda apreciación cultural
sobre el Celeste Imperio no pudo pasar por alto el hecho colonial y fue
sintomática a los avatares de su historia43. Factores como la situación política44,
42 Para David Almazán, la imagen de China estuvo condicionada por el contraste con Japón, de ahí que se plasmé una inmóvil y tradicional China frente al modernizado y emergente Japón. Sin embargo, este binomio no se mantuvo estable y con el tiempo evolucionó hacia un nuevo panorama, caracterizado por la evolución de la República china y el expansionismo militarista nipón (Almazán, «Ecos del Celeste Imperio», 795). 43 Edward Said en su libro Orientalismo señala que todo conocimiento respecto a oriente forma parte del engranaje colonial. 44 Durante el siglo XIX, los conflictos bélicos fueron los que debilitaron la imagen de China. Esta se divide en dos etapas: la primera desde finales del siglo XVIII hasta la primera Guerra de Opio (1839-1842), la segunda desde 1840 hasta principios del siglo XX (Détrie, Cit. Ai, 21). La primera etapa fue transitoria y de opiniones discrepantes, mientras que la segunda etapa tras las Guerras de Opio, fueron mucho más radicales. Y es que Inglaterra, que ya había iniciado su verdadera expansión imperial, necesitaba identificar a una China vieja y moribunda. De esta manera, la imagen a principios del siglo XIX fue superficial, caricaturesca y ambigua (Ai 21).
la falta de modernización y la incapacidad para hacer frente al impacto
occidental intervinieron en esto. No obstante, fue sobre todo la modernidad el
mayor problema, pues era la falta o la presencia de esta aquella que determinó
la superioridad de cada país en Asia45 (Kido 135). Bajo la lógica de que la
situación social era equivalente al prestigio cultural, las expectativas sobre su
cultura fueron casi nulas, pues China era vista como un todo, dormido o trágico.
Lejanos quedaron los tiempos de la inspiración chinoisiere46, «Asia y China
también significaba la molicie y decadencia, la degeneración de culturas
concebidas como exhaustas después de milenios de producción cultural»
(Salessi 202). Es por eso que su cultura, con mayor o menor intensidad, fue
descalificada y situada en los escalones de las etapas primitivas.
La cobertura periodística cultural incluyó noticias variopintas sobre las
tradiciones, las costumbres y el modo de vida chino. Sin embargo, aunque el
punto central de las noticias fue el exotismo, lejos de ofrecer imágenes
preciosistas ofreció imágenes reduccionistas, simplificadores, extravagantes o
singulares con cierta tendencia a la negatividad47. Estas se agruparon en las
denominadas noticias sobre curiosidades étnicas y rarezas seudocientíficas. Un
ejemplo es la noticia «Cultivo de hongos en China» del diario La Crónica,
45 «Now it was the lack or presence of modernity that determined the superiority of each country». 46 El término francés chinoiserie hace referencia a la influencia artística que inspiró China durante el siglo XVII y XVIII. Esta se enfocó sobre todo en los objetos chinos, como la porcelana, la orfebrería y los muebles, manifestándose como un arte decorativo. 47 Esta apreciación fue unánime en la prensa peruana y remite a lo dicho antes por los positivistas peruanos. Sin ir más lejos, basta recordar la tesis El porvenir de las razas de Clemente Palma, quien dice sobre el arte chino lo siguiente: «Su filosofía y sus artes tienen ese carácter exótico, esa seducción de los sentidos de aquello que no es hermoso, que no es grande, sino raro y pequeño, de aquello que es expresión de un intelectualismo inferior» (20). Lo raro, extraño se superpone a cualquier otra valoración, siendo este parte del repertorio positivista respecto a lo chino.
referente a los hábitos alimenticios chinos, que incluían un hongo en su
gastronomía:
Entre los varios platos orientales preparados por los chinos existe uno por el cual demuestran mucha afición. Es uno de sus platos favoritos: una especie de hongos. A pesar de existir muchas otras especies de hongos comestibles, pocos son los chinos que saben distinguirlos de las especies venenosas del hongo-oreja que es el preferido y el único que comen (La Crónica, 11 de noviembre de 1912, 10).
Desde el hongo que sirve de ingrediente hasta la preparación del platillo, todo
apunta a destacar la extravagancia y con ello, un exotismo negativo sobre la
cultura china. Y es que el venenoso hongo-oreja usado en la cocina sirve de
característica distintiva entre «civilizados» y «bárbaros», pues al referir qué
comen, cómo comen, se marca una distinción y se gradúa los niveles de
civilización entre los hombres (oriental y occidental). Los rasgos sórdidos y
grotescos fueron los que definieron muchas veces la cultura china. Otro ejemplo
ilustrativo es la noticia «Un horrible experimento chino» de la revista
Variedades, referente al arte de variedades. Su sola consignación en la sección
«Curiosidades y recortes»48 da cuenta del tratamiento:
Entre los variados ejercicios que los juglares callejeros de la China acostumbran hacer para ganarse la vida […] Uno de ellos bastante e repulsivo, pero no por eso menos curioso, es el que representan nuestros grabados. Consiste en meterse dos culebras vivas por las ventanas de la nariz y sacárselas por la boca. Las bichas con las que se lleva a efecto tan sensacional operación son de una especie inofensiva, largas como de medio metro y no más gruesas que un dedo (Variedades, 30 de octubre de 1909, 841) (énfasis mío).
48 Como se dijo antes, la sección dedicada a esto fue «Curiosidades y recortes», receptáculo de noticias sobre experimentos audaces como de noticias de todo corte estrafalario. Si bien las más recurrentes eran noticias sobre Oriente, también se consignaba otras de distintas partes del mundo. De la civilizada Europa, por ejemplo, se tiene la noticia «La boda del mono cónsul» respecto a dos chimpancés (Mr. Cónsul y Mrs. Lady Betty) que contrajeron nupcias a pedido de la realeza británica. Más rara son las extensas notas «Un recorrido por las granjas más raras del Mundo» y «El parque colosal de Hagemberg» respecto a zoológicos que albergan toda clase de reptiles, mariposas y animales salvajes poco conocidos. Más que perseguir un fin erudito siempre se trató de perseguir un fin sensorial de repulsión y extrañeza sobre estos protagonistas de varias noticias.
Como en el anterior caso, la extravagancia del malabarismo con serpientes sirve
para plasmar de manera negativa la cultura china y reducirla a un espectáculo
bárbaro. Y es que el arte de variedad49, ejecutado por los denominados
juglares, es valorado por mostrar imágenes sórdidas y grotescas antes que por
la misma esencia del arte; de ahí que sea calificado de «repulsivo» pero «no
menos curioso» a modo de una complacencia perversa que naturaliza lo chino
como aquello atrayente y repulsivo a la vez. En ese sentido, es evidente la
tendencia por enfatizar la marginalidad y al mismo tiempo por volver la noticia
en un espectáculo, pues prima una matriz narrativa de corte sensacionalista,
es decir, un modo de contar lo inédito, lo imprevisto, lo horroroso y lo
aberrante. Con una serie de recursos a disposición; la prensa peruana inaugura
con la cultura china el espectáculo de la otredad; gracias a lo cual se
enriqueció, amplió y dio variedad al contenido.
Ahora bien, a la par del sensacionalismo, otro motivo que se puede entrever
detrás de la referencia a los motivos grotescos y sórdidos es el modernismo de
corte decadentista50. Como se sabe, el decadentismo estuvo preocupado en la
experiencia estética, aunque respecto a oriente (el oriente representado por el
Celeste Imperio) se realiza un viraje para explicar en él los males de la
sociedad51. Y es que como dentro del decadentismo existían dos fuerzas tensivas
no siempre contrarias: el positivismo científico y la novedad estética.
49 El arte de variedad consistía en una gran serie de actos como la lucha, representaciones musicales, danza, artes marciales, malabares y exhibiciones con caballo. Estas eran de naturaleza popular y la mayoría de los intérpretes realizaban sus actos en las calles, a quienes se les denominó juglares. 50 El carácter heterogéneo y dialectico del Modernismo permitió la convivencia de diferentes estéticas entre las que estuvo el decadentismo. El decadentismo presentó discursos en los que se volcó al gusto por lo extraño, por lo fantástico, por las patologías y desequilibrios mentales, por la sensualidad y voluptuosidad del cuerpo; es suma, por todo aquello que representa el reverso de la experiencia racional. 51 El decadentismo se desarrolla en la literatura peruana del período tal como se hace referencia en
Estas noticias y otras similares generaron una demonización sobre la base
de la ignorancia, la cual retrató la compleja sociedad china bajo un componente
negativo y signado por los estereotipos y clichés. En el trayecto otras noticias
fueron mucho más contundentes. Entre ellas se encuentran las referidas a la
caligrafía, el teatro, la acrobacia o las artes marciales. Muestra es el artículo
«La lucha china»52 de la revista Variedades que describe las artes marciales de
los chinos:
Varios siglos de experiencia han enseñado a los chinos una multitud de golpes, de combinaciones y de paradas que hacen de ellos adversarios sumamente temibles. El luchador chino que conoce bien las reglas de su arte, practica con una rapidez pasmosa el golpe de los ojos, que consiste en separar los dedos índice y pulgar y, manteniéndolos rígidos, dar con ellos en los ojos del adversario dejándolo ciego (Variedades, 15 de julio de 1916, 922).
La lucha china se describe como una práctica ancestral, exótica y sobre todo
de destreza corporal. Aparte del énfasis en la singularidad, nótese la
prevalencia de las ideas positivistas53 para referir los atributos de los luchadores
chinos. La «multitud de golpes, de combinaciones y de paradas» se justifica
por el vigor y agresividad propia de la raza asiática54. Lo curioso es que esto
último era más atributo del japonés que del chino, un sujeto de género
indefinido, cercano a las mujeres y asociado a lo femenino (Salessi 202). No
obstante, atravesada por dichos aspectos, las artes marciales chinas no tuvieron
el siguiente acápite referido a la cobertura cultural de la inmigración china. 52 Es importante resaltar que la noticia «La lucha china» tiene una larga data, cuyo proceso infiere aspectos interesantes. Publicada por primera vez en 1900 por la revista española Alrededor del Mundo, bajo el título de «El arte de los luchadores chinos»; esta sería transcrita en su totalidad y vuelta a publicar por la revista argentina Caras y Caretas en 1916, siendo ese mismo año publicada por Variedades. Siendo el artículo más antiguo sobre artes marciales chinas en Hispanoamérica, llama la atención la manera tardía en difundirse este contenido y aún más la vigencia del pensamiento sobre la cultura china. A lo largo de dieciséis años la mirada subalterna sobre el chino está presente. 53 Aunque el positivismo al describir la raza asiática adjudicó la decrepitud física (piénsese en Larraburre y su frase «carecen del vigor moral y físico que se requiere en un pueblo nuevo»); también refería su violencia y con ello su proclividad a las golpizas y patadas. 54 Acompañaban al artículo dos ilustraciones de escenas de combate con indumentaria tradicional china, una referida a una patada en la espinilla y otra a un golpe simultáneo a la traquea y a los ojos.
una trascendencia efectiva, pues lejos de apreciar la lucha china se la utiliza
para consolidar ciertos rasgos como atributos del otro chino. En los vaivenes de
la apreciación cultural, existió una mezcla de atracción y la repulsión, aunque
a veces tan solo predominó lo negativo. La otredad fue la lógica de muchos
contenidos en la noticia, de ahí que «pocas características de la cultura china
pudieron lograr una imagen positiva, y menos aún ser un posible ejemplo para
la imitación desde occidente» (Rodao, «Visiones de China», 45).
Quedaba claro que el ensalzamiento a la cultura estaba descartado, pero
la crítica radical —aquella que la calificaba de retrograda e inviable — tampoco
se mantendría estable. No pasó mucho tiempo para que China choque con el
deseo de alcanzar el progreso y la civilización de los países occidentales. De ahí
que, en el nuevo siglo, su cultura conoció transformaciones drásticas, gracias a
la nueva escena política que abrió las puertas de la resignificación cultural y
desestabilizó una imagen ligada a lo tradicional. Los cambios en el vestir, las
campañas contra el opio, el cese en el vendaje de los pies, la circulación de
periódicos y revistas, fueron resultado de los cambios. Y en consonancia, el
reconocimiento de la prensa no tardó en venir. Se tiene así la nota «Del cercado
ajeno», que refiere el cese de la costumbre ancestral de los pies de loto: « […]
las mujeres chinas se han aprovechado de la revolución para salvar sus pies de
la tradicional tortura que atribuimos a una coquetería» (La Crónica, 6 de enero
de 1914, 14). Otro ejemplo es la nota «El consumo de opio en el Imperio», que
refiere las medidas adoptadas para frenar el opio: « [Se] ha nombrado una
comisión para informar sobre el consumo del opio que se hace tanto en los
funcionarios del imperio, como entre los individuos del pueblo» (La Prensa, 9
de abril de 1905, 3). No siendo este el único intento, años después se tiene la
nota «Quema de pipas de opio en Fou Tcheu» de Variedades. Siendo un hábito
nocivo no solo para el pueblo chino sino para los demás países, su cese resultaba
por demás oportuno y apreciable:
En la China desde hace algún tiempo se ha comenzado una seria campaña contra el embrutecedor y delicioso opio […] En la provincia de Fou Tcheu hubo un comicio popular de enemigos del opio y en la plaza pública se hizo una especie de auto de fe con los utensilios de los fumadores (Variedades, 8 de mayo de 1909, 235).
Las noticias como esta dieron cuenta de la transición de una cultura bárbara a
otra civilizada. No solo al referir el cese de tradiciones, sino también al referir
los avances a nivel científico, tecnológico, educativo y hasta periodístico. En el
caso de la prensa, su aparición ofreció un panorama de renacer tecnológico e
intelectual, según se deja entrever en la nota titulada «El desarrollo de la
prensa en China» del diario La Crónica:
Aunque la China poseía la revista oficial más antigua del mundo y aunque los literatos de la China eran siempre muy apreciados, la prensa se ha desarrollado muy poco hace pocos años. Después de introducir la constitución y sobre todo después del cambio del imperio celestial en una república, la prensa nacional tomo un vuelo rápido y vigoroso. Actualmente existente en Pekín once y en Tientsin diez y nueve diarios en lengua china (La Crónica, 24 de enero de 1914, 5).
Según lo descrito, el surgimiento de la prensa china siembra los cimientos del
periodismo al tiempo que enaltece la literatura. Sin lugar a dudas se trata de
un esfuerzo modernizador de suma importancia; aunque se adjudica ser
consecuencia directa de los cambios políticos, en este caso, del inicio de la
república55. Otro ejemplo similar es la nota «La aviación en China», también
del diario La Crónica:
55 Para 1912 la sociedad china se encontraba en plena efervescencia, pues un grupo de activistas de clase media inspirados por ideas occidentales, liderados por Sun Yat Sen, logró hacerse con el poder y acabar con el gobierno imperial. Este acontecimiento fue bien recibido por la prensa, pues significaba el inicio de la modernidad en el Celeste Imperio. Por tanto, la referencia a la república no es casual y justifica la aparición de la prensa.
Los chinos, a quienes tanto y no sin razón, se ha venido reprochando su injustificado apego a los usos y costumbres tradicionales, parece que en estos últimos años se han dado cuenta de que no les era posible continuar estacionarios, mientras nosotros los demás países, incluso los orientales, avanzan, so pena de quedar a merced de los que no se detienen […] El hoy amenazado imperio del Medio, al contacto con las ideas modernas, abandona su vieja civilización por la conquista de una civilización más occidental. En la fotografía que reproducimos puede verse al aviador piloto Pe-Se-Tsong, el primero de sus connacionales que ha obtenido diploma (La Crónica, 13 de enero de 1914, 13)
Aquí se elogia el desarrollo de la aviación y la aparición del primer aviador
chino. A diferencia del anterior, la noticia deja de lado el hecho en sí —la
anécdota sobre el aviador Pe-Se-Tsong— y se vuelca hacia una reflexión sobre
la sociedad china y su proceso de modernización en ciernes. El tránsito del
pasado de una «vieja civilización» al presente de una «civilización más
occidental» es lo que más llama la atención de la prensa, pues China empezaba
a quebrar su propio imaginario de país inmóvil ante una mirada un tanto
incrédula56. Del mismo modo que sucedió con la cultura japonesa, un problema
frecuente fue desentrañar las líneas de continuidad de la cultura del Celeste
Imperio, pues a pesar de los cambios modernizadores, la idea de barbarie era
difícil de desaparecer. Es así como se pone de manifiesto la ambigüedad en la
representación, pues en unos casos se tenderá a lo ornamental, refinado,
exótico y en otros a lo truculento, feo, sórdido o grotesco.
Fuera de las noticias se tienen las crónicas de viaje57, género cultivado
por un gran número de intelectuales y escritores modernistas. El interés por el
56 La cobertura periodística, en ese sentido, tuvo un papel importante, pues ofreció nuevas perspectivas que trastocaron la visión ofrecida por el ámbito académico. Así, empezó a tambalearse la idea de que las expresiones artísticas están poco desarrolladas. Las afirmaciones de Clemente Palma en su tesis eran todo lo contrario a lo presentado en las notas periodísticas: «[El] elemento artístico que está un poco desarrollado en la raza china indolente y soñadora» (Palma 16). 57 Las crónicas de viaje producidas entre los siglos XVI y XVIII tenían perspectivas positivas de China, sobre todo durante el período de la Ilustración. China se volvió objeto de conocimiento y aprecio por su cultura milenaria. Por añadidura la influencia de las importaciones chinas en Europa fue notable y pusieron muy de moda las chinerías (del francés chinoiseries). Los artistas, deseosos de alejarse de los preceptos clasicistas ortodoxos por el Renacimiento, encontraron en la estética oriental un instrumento adecuado.
exotismo —tan presente en el caso japonés— fue reemplazado por el interés
sobre la realidad política y social china. Y es que existió un prisma culturalista
muy propio de la estética modernista, que colaboró en asignarle densidad
simbólica a los espacios representados, en momentos precisos en que se debatía
la modernidad en ese país58. La presencia mayoritaria de este tipo de crónicas
en la prensa estuvo, pues, acorde con las tendencias ideológicas. Su difusión,
desde luego, se dio a través de las revistas ilustradas de la época: Prisma,
Actualidades y Variedades. Un ejemplo es la crónica «En Singapur. El paraíso de
los chinos» escrita por el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo59 y publicada en
la revista ilustrada Prisma:
Ni necesidad hay para comprender lo que en Singapur representa la raza amarilla de una larga estancia y de un profundo estudio. Unos días de turismo bastan. Estos hoteles suntuosos los cuales nos alojamos; esos restaurants admirablemente servidos; esas tiendas limpias; bien surtidas; bien ordenadas […] Viviendo fuera del suelo natal, desde lejos de las influencias tradicionales los celestes, desde el que arrastra el puspus hasta el que tiene el cochero alemán […] todos admiten la necesidad de adoptar los métodos occidentales que, a pesar de su grosería y su ridículo ofrece grandes ventajas prácticas (Prisma, 1 de diciembre de 1906, 26).
A lo largo de toda la crónica, el recorrido por Singapur —país donde han
inmigrado los chinos— es una suerte de recorrido turístico en el cual la ciudad
aparece como un lugar moderno y no como un «lugar» de imaginario exótico.
En efecto, Gómez Carrillo se mostraba acorde a la idea de que China tenía que
ser modernizada u occidentalizada. La comodidad, limpieza y orden a los que
hace alusión son rasgos de una asimilación bien encaminada que debe
continuarse. Como él, hubo varios cronistas que reconocieron la existencia de
58 Para Edward Said las crónicas de viajes forman parte de esa literatura orientalista que cimentó los estereotipos de un oriente inventado por y para Europa. 59 Enrique Gómez Carrillo fue un crítico literario, escritor, periodista y diplomático guatemalteco. Su
fama se la debe a su labor de cronista, en las que ejercitó una prosa realmente modernista y fue llamado el «Príncipe de los Cronistas».
costumbres civilizadas en medio de la denominada barbarie. Aun así, pocas
veces se atrevieron a augurar totalmente su éxito. Un ejemplo es la crónica
«Una tortilla en el Celeste Imperio», escrita por italiano Edmundo de Amicis60
y publicada en el diario El Comercio:
[En Cantón] Nos deteníamos por lo general en la inmediación de algún pueblo. Es inexplicable el efecto que producía en nosotros aquellos callejones atestados de toda clase de inmundicia y envenenados por un olor pestilente […] Chiung-King es una ciudad próspera llena de vida y limpia en comparación con las demás ciudades chinas. Hay muchísimos negociantes ricos: son frecuentes las fiestas públicas y particulares: numerosas las chanteuses vestidas con gran lujo y ganan mucho dinero. Los ferrocarriles, las industrias, las nuevas administraciones, los nuevos medios trabajos (El Comercio, 13 de marzo de 1905,4).
Al igual que la anterior, la crónica describe un recorrido turístico por las
ciudades de Cantón y Chiung-king, aunque con impresiones bastante
antagónicas entre sí. La ciudad de Cantón —antihigiénica y superpoblada— y la
ciudad de Chiung-King en Hong Kong61 —adinerada, higiénica e industrializada—
son cara y sello de la realidad china: la civilización y barbarie en plena
coexistencia. Sin embargo, a pesar de los cambios, Edmundo de Amicis se
muestra poco convencido del proceso constitutivo de modernización.
Ciertamente, el cronista se construye como un viajero que no sólo vive desde
la experiencia de la modernidad, sino que cuenta con los conocimientos
necesarios para evaluar esta; de ahí que juzgue imposible la modernidad china
y vuelva a los consabidos estereotipos. La China para él seguía siendo inmóvil:
« [se] cambian poco a poco la piel de ese feroz cuerpo soñoliento, pero el
espíritu permanece tal cual era o cambia imperceptible con lentitud que no se
puede distinguir de la inmovilidad» (4). Con menos expectativas que Gómez
60 El escritor italiano Edmundo de Amicis tenía una diversidad publicaciones dedicadas a las crónicas de viaje en Asia. Su obra representativa en este género fue Marruecos. 61 Dentro de las ciudades chinas, Hong Kong y Sichuan eran las que daban intensidad a la imagen de China por la presencia occidental allí.
Carrillo, Edmundo de Amicis se deja llevar por las imágenes antagónicas que
presentaban las ciudades chinas. La referencia en el título a la tortilla expresa,
de manera elocuente, esa mezcla de visiones que se vuelven un caos.
Las crónicas de viaje también provinieron de los diplomáticos que fueron
enviados a China para negocios comerciales o funciones protocolares62. Estos
además de ser agentes en las relaciones sino-peruanas, fueron los encargados
de las producciones escritas sobre el Celeste Imperio; las cuales finalmente se
publicaron en la prensa63. En el Perú, uno de ellos fue el cónsul en Hong Kong,
Eduardo Muelle64, quien escribió en exclusiva para la revista Actualidades
algunas crónicas de su estadía en China. Se tiene así la titulada «Macao»,
publicada en la sección «Actualidades del extranjero»:
[Macao es] Hoy una ciudad sin movimiento que parece vivir de los recuerdos de su pasado esplendor resignada a contemplar su decadencia vencida y humillada por su rival de otros tiempos, la poderosa e influyente Hong Kong […] La decadencia comercial de Macao es irremediable. Para poderse sostener el gobierno ha debido multiplicar fiscales, el monopolio de la sal, del arroz, del petróleo (Actualidades, 11 de agosto de 1905, 14).
La crónica enfatiza una vez más el antagonismo que se han fijado para las
ciudades chinas. La ciudad de Macao respecto de Hong Kong era la barbarie
frente a la civilización, la inmovilidad frente a la movilidad; a razón de que se
mantenía rezagada en el comercio. A pesar de ser colonia portuguesa, la
62 Hasta entonces no se habían realizado muchos viajes protocolares a China debido al contexto social complicado. Si bien existía un consulado peruano en Macao desde los primeros años de la inmigración china; esto se fortalece tras la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre Perú y China, en 1876. A partir de esa fecha, se empezó a enviar diplomáticos a la corte de la dinastía Qing para establecer relaciones diplomáticas y comerciales. 63 La producción sobre la experiencia en China escrita por los cónsules es con tal vez la fuente peruana más directa, pues por lo general la experiencia sobre Extremo Oriente venía de cronistas
latinoamericanos y no de peruanos. En particular, «las obras de los diplomáticos muestran una base
intelectual y cultural que, aunada a su curiosidad y sensibilidad, les hace manifestar un mayor interés
por la historia, economía, y costumbres de China» (Ai 53). 64 Como se vio en el anterior acápite, Eduardo Muelle también escribió algunas crónicas sobre Japón.
injerencia china en Macao impedía una prosperidad semejante a la colonia
británica de Hong Kong65. El colonialismo y sobre todo la continuidad cultural
con occidente eran bien vistas66. De esta manera, la postura de Muelle —como
la de nuestros diplomáticos e intelectuales— era considerar a China como el
contrincante cultural de occidente y la representación repetida de lo «otro»,
siendo este parte de la ideología colonial de la época. No es casual que las
crónicas referidas a Hong Kong fueran más numerosas que las de Cantón o
Macao67 porque refuerzan la idea de que el colonialismo era beneficioso. La
crónica «Tipos de Hong Kong»68, publicada también en la revista Actualidades,
conforma otro ejemplo similar:
El espíritu sajón se ha llevado ahí su poderío de luz y sus anhelos emprendedores para el mañana. El genio inglés ha logrado, en pleno centro de civilización china, imprimir la huella bienhechora de su posesión. Así es cómo Hong Kong a pesar de su aspecto de hijo del Celeste Imperio goza de los beneficios de la cultura, el progreso moderno (Actualidades, 3 de junio de 1905, 25).
La crónica destaca el desarrollo comercial del puerto de Hong Kong y atribuye
responsabilidad al hecho de ser colonia británica. A fin de avalar tal situación
apela al pensamiento positivista para referir que «el espíritu sajón» o «genio
inglés es superior al asiático. Sin embargo, ni ese detalle es suficiente para
afirmar la modernidad, pues la podredumbre de las costureras y los leñadores
chinos, hace pensar en esta imposibilidad. Lo más interesante es que dicha
65 Frente a Hong Kong, la situación colonial de Macao era distinta pues la presencia portuguesa era compartida con China. De hecho, la dinastía Qing consideraba a Macao como un territorio chino ocupado por los portugueses, cuya ocupación era tolerada a favor del comercio. Fue así que «China permitía la ocupación portuguesa sin reconocerla expresamente, pero al mismo tiempo intervenía dentro del territorio, reflejando una clara afirmación de su soberanía sobre Macao» (De Sousa Santos y Gomes, 30). 66 Como se sabe, Hong Kong y Shangái fueron colonias británicas adquiridas a partir de la guerra del Opio, hasta su devolución a la República Popular China en 1997. 67 Esto a pesar de que dichas ciudades eran el foco de la inmigración china en Perú. 68 No se hace mención al autor de la crónica, pero durante esos meses se publicaron semanalmente las crónicas de Eduardo Muelle en la sección «Actualidades del Extranjero». Las crónicas «Tipos de Hong Kong» y «Macao» son parte de eso.
cuestión trae a colación el debate de la inmigración china en el país, pues la
crónica utiliza los «tipos» negativos que habitan en Hong Kong para advertir del
peligro de aceptar dicha inmigración. Uno de estos tipos son los pobres: «Ese
otro aquel tipo, así como aparecen ante el decorado de una calle llena de luz
o de una choza miserable, bastan para imaginarse que están aquí, que vamos a
tropezarnos con ellos al doblar una esquina, que los hemos visto que volveremos
a verlos en cualquier momento» (25). De tal manera, las crónicas de viaje
reflejan la ideología colonial69 vigente, pues esta exigencia a que China cambie
su estilo de vida y se adapte a las prácticas y mentalidades de la modernidad
proviene del colonialismo, de esta idea que occidente tiene una cultura
superior a los pueblos bárbaros de oriente (Lee 45).
Una última crónica «China» de la revista Actualidades y publicada en la
sección «Actualidades del extranjero». Como el mismo nombre designa, esta
gira en torno al Imperio Celeste, así como algunas las ciudades de Cantón y
Pekín:
La China cuna de una civilización […] se ha aferrado con fanatismo singular, a las creencias retrogradas i tradicionales. Así es como el Imperio Celeste arrastra hoy una vida inquieta, cercado del peligro abrumador de la absorción con el que le amenazan las razas superiores. Pero la China pintoresca es algo que llama el alma del turista. Cantón y Pekín, las ciudades más populosas del imperio son también las más bellas y las que encierran mayores tesoros de esa civilización que reina con carácter de perpetuidad (Actualidades, 5 de agosto de 1905, 12) (énfasis mío).
A semejanza de las otras crónicas, la crónica en cuestión expresa la visión
común que se tiene China, es decir, parte del punto de vista cultural fijado y
69 Hay que subrayar la predominancia de la cultura y epistemología eurocéntrica. Debido a esto —y tal como se subrayó en el primer capítulo— toda representación de oriente es una construcción
colonial. Es por eso que Said se refiere a la «representación occidental del Oriente» es una invención europea.
aceptado. Así, es considerada atrasada en su cultura (sus «creencias son
retrogradas i tradicionales») y vista como impedimento para el progreso
(cercada por «las razas superiores»). Sin embargo, líneas más adelante, la
mirada política, el lugar dado a la subalternidad, se contrasta con el exotismo,
que en este caso es positivo70 y elogia la belleza de las ciudades de Cantón y
Pekín: «Pero la China pintoresca es algo que llama el alma del turista». Como
se observa, la visión de los cronistas no dejaba de fluctuar, aunque si a estos
les gustaba el exotismo, era solo en un instante, durante el tiempo que duraba
apreciar un paisaje o un espectáculo, pues en seguida las categorías chinas
volvían a imponerse y con ello la referencia a la barbarie.
A modo de conclusión del acápite se puede establecer lo siguiente:
(a) La cobertura cultural de China tuvo también una cobertura exhaustiva,
aunque con más matices que la cobertura cultural de Japón. Por decirlo
menos, la percepción de su cultura fue una visión dúctil y contradictoria
en la que proliferó tanto costumbres bárbaras como costumbres
civilizadas. Muchas veces anclada en una visión retrograda, la prensa
prefirió destacar solo lo tradicional del Celeste Imperio, mientras que
menospreció o dudó de los intentos de modernidad. La cobertura cultural
fue así una lucha entre la tradición y la modernidad que llegaba al país,
aunque la percepción mayoritaria fue negativa.
(b) La influencia de la cobertura periodística del Celeste Imperio. La prensa,
una vez más, es la responsable, pues las noticias, artículos y crónicas
70 El exotismo positivo pocas veces se vio en el caso de la cultura china; de ahí que sea un caso particular. El exotismo al que se tiene acostumbrado era el de lo raro, extravagante y curioso en un sentido negativo de feo, grotesco y ridículo.
sobre China determinaron que la cultura sea construida a partir de la
diferencia: otro oriental diferente al nosotros. Esto a pesar de que se
careció de un conocimiento profundo o verdadero, ya que los procesos
de conocimiento partieron y se remitieron a los modelos inculcados por
la prensa extranjera y sus epistemologías dominantes. Su correlato
político-social, marcado por ser una nación en total caos, no cambiaría
sino hasta mucho después cuando se dio la revolución china de 1912; un
acontecimiento que fue bien recibido por los intelectuales
latinoamericanos y que dejó finalmente impresiones positivas, con
mayor optimismo sobre su modernidad en ciernes. No obstante, y del
mismo modo que sucedió con la cultura japonesa, un problema frecuente
siempre era desentrañar las líneas de continuidad de la cultura del
Celeste Imperio, pues a pesar de los cambios modernizadores, la idea de
barbarie era muchas veces difícil de desaparecer.
(a) La influencia del Modernismo. La corriente modernista sacó a relucir
aspectos de la cultura china, como las chinerías o piezas de porcelana
de las que se tuvo admiración. No obstante, opacadas por lo japonés, se
trataron más bien de asuntos esporádicos; de modo tal que se descartó
un exotismo de la fantasía e idealización. Todo lo contrario, a la cultura
china le correspondió muchas veces el orientalismo de lo grotesco,
curioso, feo y extraño en correspondencia con la estética decadentista.
Existió, pues, el interés por configurar una cultura degradada a la
barbarie, antagónica no solo con la cultura japonesa, sino a todas las
culturas occidentales.
3.2.4. La cobertura cultural de la inmigración china
Dejando de lado a los chinos, se tiene a los inmigrantes. La cobertura cultural
de estos últimos se plasmó sobre todo a través de las crónicas y noticias. Por
ese entonces, el barrio chino en Lima favoreció el surgimiento de actividades
de la cultura china: el teatro tradicional, el arte de variedad, sumado a una
vida muy activa donde participaban de costumbres y tradiciones de su lejana
patria, como la celebración del año nuevo lunar. No obstante, aunque se trató
de lo mismo, existió una distinción cultural entre los chinos del Celeste Imperio
y los inmigrantes chinos, pues mientras la cultura en el caso de los primeros fue
medianamente reconocida; en el caso de los segundos fue todo lo contrario y
tuvo siempre la etiqueta de inferioridad. Como se mencionó en el acápite
anterior, la apreciación cultural sobre el Celeste Imperio en el contexto
internacional no pudo pasar por alto el hecho colonial (el dominio de occidente
a oriente); lo que generó representaciones negativas. La situación, en cambio,
fue un tanto distinta en el caso de la inmigración china, pues si bien la nación
peruana no tenía ninguna aspiración colonial, en la práctica fue como si la
tuviese debido a que emplazó a la inmigración china dentro del proyecto de
modernidad71. Sin dejar de lado dicho contexto internacional, la apreciación
cultural de la inmigración china, por tanto, se leyó bajo estas implicaciones
internas de carácter político.
71 Bien se puede afirmar que la voluntad de conquista colonial de oriente en Europa también se reprodujo parcialmente en el ámbito latinoamericano. El sujeto oriental en este caso por su cercanía geográfica, fue mantenido lejos de ser ciudadano: «durante la construcción de la nación y del sujeto nacional hispanoamericano, el ejemplo oriental sirvió para conceptuar la idea del “bárbaro en casa”, entidad que señala el límite imaginario de las nuevas ciudadanías» (Pistacchi 3).
El caso paradigmático fue el desarrollo de la prensa china72 en la capital,
los cuales sirvieron de apoyo y nexo a la colectividad china. Su aparición, sin
embargo, suscitó una serie de críticas de la prensa peruana, tal como puede
leerse en la noticia «Un periódico chino» de la revista Variedades:
Tenemos una noticia desconocida para nuestros lectores, la de la publicación en Lima de un periódico chino, con redactores chinos y escrito é impreso en…castizo chino si de lo de castizo se nos tolera. […] ¡vaya Ud. a descifrar lo que digan los garrapatos esos! […] se titula “La nueva China” sin estar destinada a otra cosa que a cierta clase de propaganda patriótica entre los asiáticos e información breve y vulgarizadora de los acontecimientos universales (Variedades, 20 de mayo de 1909, 300-301).
Resulta elocuente cómo se desaprueba la empresa editorial de los inmigrantes
chinos a través de la propia prensa peruana. Mientras el idioma es un factor
negativo y forma parte del estereotipo de lo incomprensible («¡vaya Ud. a
descifrar lo que digan los garrapatos esos!»); el contenido del periódico es
calificado de breve y vulgar. Pero, más allá de eso, el odio demostrado tiene
como trasfondo el hecho de que este periódico (La nueva China) y otro recién
formado ( El Internacional) defiendan los intereses de los inmigrantes chinos
ante los ataques recibidos por las protestas obreras: «Este verdadero órgano de
la “prensa amarilla” […] ha coincido con los últimos sucesos contra la colonia,
el semiarmamento de ella y —aún la aparición hace dos días— de otro periódico
“El internacional”, vocero solapado de los intereses chinos y sostenido por la
colonia» (300).
La crítica a lo largo de los años demostró que la prensa de los inmigrantes
chinos no pasó desapercibida y preocupó más de lo que aparentaba. La crónica
«La prensa limeña en 1915» de la revista Variedades, vuelve precisamente sobre
72 Los periódicos chinos eran verdaderos portavoces de la colonia china. Se tuvo el Man Shing Po («Diario del pueblo») fue el primer periódico en edición bilingüe y fue fundado en 1911. Aparte de eso, se tiene el Kuem Yuen Po («La voz de la colonia») también fundada en 1911 pero como semanario. Otros títulos son Jen Wa Po («Periódico Prosperidad China»).
eso al hacer un recuento de las publicaciones periodísticas. Entre los diversos
diarios, aquellos correspondientes a los inmigrantes chinos y japoneses
destacan solo por el exotismo: «Para no ser menos que otros países más
adelantados tenemos también lo que podríamos llamar prensa exótica. Ha
habido un periódico chino y otro japonés sumamente pintorescos, como puede
verse en los grabados que ofrecemos» (Variedades, 1 de enero de 1916, 40). A
más de eso, el diario chino Ma Shing Po73 suscita una serie de sarcasmos sobre
el cual se intenta descalificarlo. Incluso ante la imposibilidad de traducir el
título del diario, se pide a los lectores —con cierta sorna— averiguar en el
Barrio Chino: «la traducción en la calle Capón» (40). Si nos remontamos atrás,
tanto la noticia «Un periódico chino» como la crónica «La prensa limeña en
1915» se distinguen de la noticia «El desarrollo de la prensa en China» vista en
el acápite anterior. Y es que una cosa era lo realizado por el inmigrante chino
y otra, muy diferente, lo realizado por el chino. El responsable de tal distinción
era la prensa peruana, ávida por cimentar la otredad de los inmigrantes chinos,
en momentos en que estos mismos quebraban la imagen de ser
sujetos incivilizados e incapaces de producir cultura. Para la prensa peruana y
en especial para las revistas ilustradas como Variedades, la modernidad y la
tradición solo podía venir de la élite criolla74, pues este grupo era el que
determinaba la serie de valores, sensibilidades y prácticas culturales aceptables
dentro de la sociedad. El grupo criollo eran colocado en una posición de
superioridad cultural, aunque «se abría la posibilidad de participación en la vida
73 Man Shing Po es el primer periódico chino que circuló en el Perú y a la vez el primer periódico chino de América. Surgido en 1911, su traducción significó Diario del Pueblo y era publicado cada dos semanas, los días miércoles y sábados. Su particularidad era su objetivo político, pues buscaba la instauración de la república en China. 74 Muchos intelectuales tenían la idea de que la élite criolla podía compatibilizar la tradición y la modernidad sin ambigüedades ni contradicciones.
nacional de la población indígena y afrodescendiente, debido a que estos grupos
eran depositarios de la tradición criolla popular en peligro de extinción frente
a la difusión de la cultura moderna» (Espinoza, «Entre criollos», 101). Los
chinos, en cambio, estaban excluidos.
Muchas veces la cobertura cultural de la inmigración china se reducía
solo al exotismo. Y no cualquier exotismo, sino uno tensional en el cual lo
exótico de la belleza, lo placentero y lo exornado, era desplazado por lo exótico
de la fealdad, lo grotesco y lo escueto75. En palabras de José Carlos Mariátegui,
la cultura de la inmigración china solo tenía asidero en la literatura peruana a
través del decadentismo:
Los individuos de esa nacionalidad, no han conseguido en nuestra literatura más eco que el propiciado efímeramente por los gustos exóticos y artificiales del decadentismo (7 ensayos 225).
Si bien los escritores decadentistas fueron propulsores de una estética y ética
transgresora de los valores tradicionales, respecto a la inmigración china se
mostraron más conservadores. Lejana a las obsesiones decadentes, la
decrepitud, los escenarios bárbaros y turbios, el spleen, la voluptuosidad o la
seducción por lo andrógino; la percepción de la inmigración china siempre tuvo
una mediación de índole política76. Es por esta razón que su apreciación lindó
entre el goce y la repulsión. Los recorridos que los intelectuales hicieron a los
fumaderos de opio, el Callejón de Otaiza, los espectáculos del teatro o las
festividades colectivas: todo se dio bajo esos parámetros y como tales fueron
75 De hecho, los críticos reconocen que la escritura modernista puede haber tenido menos que ver con la realidad de la cultura china que con preocupaciones, proyecciones, y créditos internos a este. 76 Para Gabriela Mora, esta actitud del decadentismo latinoamericano se da a nivel general. A los escritores decadentistas les impulsa, por un lado, un gesto de resistencia a las prescripciones moralísticas y, por otro, una ansiedad que se traduce en una mirada autorreflexiva a los propios deseos y temores (Mora 191).
reproducidos en la literatura y también en la prensa. No se contempló una
apreciación positiva en su totalidad, pues la cultura que traían consigo los
inmigrantes chinos no tenía valor ni aporte para muchos de nuestros
intelectuales peruanos.
Propicia para la ocasión, la crónica fue la que mejor plasmó estos
recorridos, debido a que estuvo abocada a representar las fracturas y tensiones
sociales. Un ejemplo de lo expuesto es la crónica «Las aventuras de Gay Sin»
de Variedades, referente al arte de variedad chino y a sus denominados
«juglares». Desde su aparición junto al teatro77, dicho arte —que incluía actos
de acrobacia, de equilibrio y otros espectáculos— causó curiosidad en la
sociedad peruana. El hecho de ser practicado por un niño avivó aún más esto;
razón por la cual los periodistas de la revista se animaron a elaborar una crónica
en base a su historia. Gay Sin y su habilidad en el lanzamiento de cuchillos es
lo primero a describir:
Todos lo conocen ya seguramente. Va por esas calles, silencioso y discreto, sin que nadie sospeche la ciencia ágil y musical de sus malabarismos. Ante el primer corro se detiene saca del modesto bolsón los cuchillos y luego los lanza al aire, con precisión inmutable les hace describir curvas inverosímiles, los recoge, los vuelve a lanzar, jugando con los filos con una destreza segura y confiada, acompañando sus rítmicos movimientos con un aire musical extraño y agudo, que nos habla de pueblos asiáticos lejanos y viejísimos (Variedades, 24 de abril de 1915, 2043).
El arte de Gay Sin es elogiado y calificado de «ciencia ágil y musical», pero
también queda justificado porque el otro procede de una tradición cultural,
cuyas creencias y conductas están sumamente alejadas de las nuestras. El
77 Las primeras noticias referentes al arte de variedad y los acróbatas vienen de las performances teatrales, pues estas se daban en medio de las funciones. El diario El Nacional en 1874 lo describe de la siguiente manera: «Una de las partes más esenciales de todo el espectáculo…es la acrobática, que consiste en volteos, saltos mortales y patadas. Completamente desnudos hasta la cintura, dan unos brincos y saltos estupendos por espacio de una hora» (El Nacional, 28 de diciembre de 1874, 3). Mucho más antigua, una noticia del diario El Comercio en 1855 reporta la llegada de un grupo de acróbatas chinos: «equilibristas chinos llamados Ícaros han llegado al puerto del Callao» (Cit. en Chuhue 31).
discurso enfatiza además el supuesto «viaje» hacia la diferencia étnica, pues
señala —de forma peyorativa— la procedencia cultural que remite la melodía
producida por los cuchillos: «aire musical que nos habla de pueblos asiáticos
lejanos y viejísimos». La música no escapa, pues, a los presupuestos positivistas
que la asocian con la antigüedad o la melancolía78. En cada nimio detalle el
atributo de la raza estaba presente.
Los límites para comprender el arte de variedad se hacen evidentes, ya
que lejos de interiorizarse este es calificado de exótico, bárbaro, arcaico y
distante. Esta situación se complementa con la descripción del inmigrante
chino en líneas posteriores: «sus ojillos rasgados y pequeños miran
inteligentemente, pero aparecen impenetrables. No dejan sospechar si el alma
que reflejan es triste […] Tiene la discreción, la gracia y la escondida malicia
que caracterizan a los de su raza» (2043). Ya sea visto como alguien
incognoscible o como alguien de inclinaciones tristes y amorales; el niño chino
representa una otredad, a pesar de la admiración que pueda suscitar sus dotes
artísticas o su personalidad inteligente. La empatía y el conocimiento es cada
vez más difícil con estos parámetros discursivos; de ahí que la apreciación de
Gay Sin y del arte de variedad sea limitada y, por tanto, la tendencia a
interpretar la cultura china sea errónea.
Otro ejemplo es la crónica «En el Teatro y barrio chino», referente a una
función de ópera china en el teatro Delicias o Rastro de la Huaquilla. La
78 Clemente Palma en su tesis El porvenir de las razas ya había dado cuenta de estos rasgos de la música china. Bajo una lectura positivista él señaló lo siguiente: [Los chinos] sobre todo en la Música revelan la amargura de una herencia de sangre malograda, el cansancio inconsciente de una larguísima jornada hecha por ignorados antepasados, la melancolía propia de seres inculpables de su infortunio y que, sin embargo, traen por una ley inexorable de la naturaleza, responsabilidades que cancelan con lágrimas y sollozos (13)
presencia del teatro chino en Lima era muy antigua79 y tenía bastante acogida
dentro de la colectividad china; sin embargo, no siempre gozó del prestigio de
la sociedad peruana80. De hecho, el teatro chino fue criticado en contraposición
al teatro culto de la élite criolla. La falta de majestuosidad escénica y la
incomprensión del teatro hacen que lo exótico se transforme en revelación tan
cotidiana, grotesca y escueta. Así puede entreverse en las siguientes líneas:
Lo curioso en el teatro chino no es solo lo exótico de su presentación, sino que el decorado es simbólico. Un palacio se representa por la fachada en miniatura que lleva un letrero en la parte superior, una esfinge por una tira de papel» (1355). Esto de la alegría en el teatro chino es cosa muy seria. El yijin, el siu, el sam jin y el ku –instrumentos musicales- despiertan de su letargo y producen un ruido descompasado, inclemente e inarmónico […] Hace el efecto de que una tonelada de vidrios cayera desde considerable altura con el estrépito
consiguiente (Variedades, 8 de octubre de 1916,1356).
En efecto, la crónica se aleja del exotismo. La podredumbre y la simpleza de
un escenario que reemplaza el escenario por letreros y papeles (calificado de
simbólico) contribuyen a eso. Nada convence, ni siquiera la música, pues al
igual que la crónica anterior, la musicalidad se asocia a los sonidos agudos y sin
armonía, a modo de negar lo artístico. Y es que, al parecer, el teatro chino al
alcance de la sociedad no puede ser interiorizado. Esto incluso aunque existen
elementos que logran cautivarlo, tal como el drama interpretado: «La obra que
79 Según Chuhue, aunque no existieron propiamente teatros, sí existieron performances teatrales desde mucho antes: «aunque no hay constancia de que los teatros chinos hayan existido antes de 1869, sabemos que estas representaciones se solían dar dentro de los galpones de las haciendas o en las islas guaneras donde los chinos trabajaban, y en donde aprovechaban los fines de semana o las festividades para divertirse» (31-32). 80 De hecho, por el bajo costo de las entradas y el carácter exótico tuvo acogida en las clases populares. No obstante, el sector de intelectuales y la prensa era crítica usual a estos espectáculos debido a su incomprensión sobre el arte teatral. Un cronista del diario El Nacional tras asistir a una función brinda la siguiente reflexión: «sería muy difícil explicarlo satisfactoriamente ya que los mismos chinos no podrían hacerlo, pero esas barbaridades son muy del gusto de los asiáticos» (El Nacional, 28 de diciembre de 1874, 3). Todo se resume, pues, a un espectáculo de barbarie. Pero también hubieron excepciones sobre todo antes de la demolición del Callejón Otaiza. Se tiene constancia por ejemplo que el teatro Delicias o del Rastro de la Huaquilla tenía amplia concurrencia de público peruano desde 1874. Incluso «hacia 1902, ofrecía entre 4 a 6 funciones diarias» como para confirmar su posicionamiento (Chuhue 35). No era el único, existieron otros como el teatro Rastro de Santa Clara —fundado en 1869— y el teatro Odeón —fundado en 1909.
se daba era de un romanticismo delicadísimo. […] Una frase llama mi atención
por lo dulce, por lo suave y la pronunciación del galán señalando una estrella»
(1356). La apreciación general del teatro, en ese sentido, termina siendo
negativa o mejor dicho similar a la apreciación decadentista: mezcla de goce y
repulsión. Y como no podía ser de otro modo, no solo el teatro es desacreditado
sino también el inmigrante chino. Las líneas finales lo explican del siguiente
modo:
Maltrecho y acongojado dejo el Teatro Chino y me meto en el laberinto que deja el barrio amarillo y doy con un fumadero de opio. Entré. […] los hombres pálidos con ademán de niños que toman su mamadera los unos y que defienden su presa los otros. Ningún otro ruido, todo es soledad, misterio, agotamiento (1356).
La mirada se vuelve sobre el inmigrante chino y su decadencia. Bajo el tópico
decadentista, la figura del opiómano es la imagen de un sujeto enfermizo
sumergido una atmosfera de tedio o spleen. La incomprensión ante el teatro se
subsana así mediante la apelación a la subalternidad del chino, es decir, siendo
puesto en inferioridad. Como se observa, fue fácil para la prensa hacer de China
una cultura diferente de los modelos dominantes occidentales, pero también
vale notar este intento por anclar su representación dentro de la estética
decadentista. La revista Variedades regresa una y otra vez sobre el
decadentismo, razón por la cual vuelve su postura prejuiciada en acrítica al son
de esta actitud de goce y repulsión. De esto se concluye que la revista permitió
a los modernistas participar en el carnaval finisecular como enjuiciadores,
pero, a la vez, como rectificadores del progreso positivista, tal como demuestra
el cultivo de esta estética decadentista.
Pero el exotismo estuvo por añadidura presente en las celebraciones o
festividades. Uno de los más importantes fue, qué duda cabe, la celebración de
Año Nuevo Chino81. Esta fue recreada en la sección «Chinerías» de la revista
Fray K Bezón, un diario de corte anticlerical que presentó una clara aversión a
la inmigración china; razón por la cual su apreciación de la cultura es negativa.
Para el ejemplo en cuestión, el discurso recrea ficcionalmente al inmigrante
chino. El personaje literario respondía al nombre de José Asau y aparecía como
un lector que escribía semanalmente a la revista. El relato de su vida era una
parodia de las costumbres y tradiciones chinas. Precisamente en torno al Año
Nuevo, describe su itinerario y manda saludos al presidente Leguía82:
Lima 5, día año chino Siño “Fray K Mesón” Ciulá Siño flaile: Mimo, lía de año nuevo, yo pa la agencia, pa lezá pa santo y come chancho y sentao con agualiente aló, y cuando pa alla yo sentao a mesa, puñao palito y come […] Casi olvilao, dice que ese día año nuevo mimo paisano mandao a seño Legía uno taljeta que lice: Kon fi fa choy Mimo como dice feli año nuevo (Fray K Bezón, 12 de febrero de 1908, 6)
Dicha festividad, la más importante y tradicional para la comunidad china, es
degradada a través de José Asau. Los diversos estereotipos unidos al exotismo
hacen que los ritos sean confundidos con adoración religiosa («pa lezá pa
santo») y que todo se reduzca a un disfrute de comida y alcohol («y come
chancho y sentao con agualiente»)83. De esta manera, la cultura china es
81 Algunas de las tradiciones chinas más importantes y conocidas se enmarcan en la entrada del Año Nuevo Lunar que suele coincidir con los últimos días de enero o los primeros de febrero del calendario gregoriano. Las familias se reúnen la víspera y celebran su llegada con bailes, carteles, decoración y comida tradicional. Según Rodríguez Pastor, a las celebraciones de Año Nuevo se sumarían luego las celebraciones por el triunfo de la revolución de Sut Yat Sen (a partir de 1912) y la creación del Kuon Ming Tang. 82 La asociación entre el presidente Augusto B. Leguía y la comunidad inmigrante era muy común en la revista e inspiraba toda clase de críticas. Una de las razones era el hecho de que favoreció la entrada de más inmigrantes. En ese sentido, el saludo de José Asau al presidente intenta plasmar esa confraternidad. 83 Esto sin contar que se afirmaba también la afinidad entre los chinos y Leguía («paisano mandao a seño Legía uno taljeta»), algo que era fuente de críticas.
contrapuesta a la cultura peruana y su paradigma: la tradición criolla popular.
La exaltación de una va acorde con el desmedro de la otra.
A las celebraciones de Año Nuevo, se suman las celebraciones por el
aniversario de la República China. El ejemplo es la crónica «Las fiestas chinas
en Pisco». Como se vio en las crónicas anteriores, aquí se muestra curiosidad
por el escenario y los detalles exóticos que rodean a dicho evento: «Desde la
mañana la cuadra en donde está la Agencia Consular China, presentaba un
pintoresco aspecto, con banderas y faroles» (Variedades, 8 de octubre de 1915,
1338). Más allá de eso, el arte es fuente de burlas e incomprensión, como
cuando se observa una pintura en honor a la revolución republicana: «Entre las
ocurrencias originales y significativas hubo una que da idea nuestro grabado […]
Se veló un cuadro que representaba el simbólico dragón de los manchúes,
atravesado por la tajante espada de los republicanos» (ibíd.). El énfasis en el
término velar, a manera de burla, es una clara alusión a que dicha obra de arte
no es contemplada sino idolatrada por los inmigrantes chinos; de ahí que, tal
como sucedió en «Chinerías», la celebración se asocie a rituales religiosos. Así,
la percepción de las celebraciones y actividades culturales no correspondió a
una visión objetiva ni positiva. Muy por el contrario, es de notar la
simplificación banalizadora con la que se opera, la cual está basada en una
visión exótica, desinformada e interesada.
La percepción negativa sobre la cultura china fue mayoritaria y pocos
fueron los casos que lo subvirtieron, como las chinerías84. La fascinación por la
porcelana y demás objetos ornamentales tan de moda en el siglo XVIII volvía
84 Como se sabe, los escritores modernistas parecen encantados con los nuevos objetos de lujo que llegan de todo el mundo, especialmente las chinerías y japonerías, que encuentran exóticas, creando un preciosismo en su literatura.
gracias al Modernismo85. El artículo «El arte chino en Lima» de Jorge Miota86,
expresa lo siguiente:
La china pues evoluciona y el arte asiático adaptado a las exigencias modernas rompe sus antiguos moldes i toma vuelos más amplios. ¿Hemos perdido acaso esos recuerdos de antaño en que sobre las polvorientas consolas veíamos palpitar diminutas tortuguitas con los arandelas trémulos de sus patitas bajo un cubre polvo de vidrio, barquitos de papel curvos como babuchas turcas, rompecabezas de sándalos i azules qui calla? Si pero hemos ganado en refinamiento. Es de notarse que el arte chino única importación bella que nos ha venido de Asia (Actualidades, 14 de noviembre de 1904, 4).
En el artículo la presencia de jarrones y platos de porcelana causa admiración,
de ahí que sean referidas como la única importación bella devenida de Asia. La
calidad artística de estos objetos se compara con el rústico de los objetos
traídos en tiempos anteriores, siendo una de las pocas ocasiones donde se
aprecia el arte chino. En un nivel más amplio se compara también las
condiciones de vida de la primera y segunda inmigración china, pues esta última
es la que trae objetos chinos de lujo. El reconocimiento cultural va de la mano
con un reconocimiento social87,pues en este caso los grupos de chinos más
acaudalados, aquellos que compartían un sentido de refinamiento compatible
con la élite criolla, fueron bien recibidos.
Por último y no menos importante, vale referir los cuentos y novelas que
la prensa publicó en torno a los inmigrantes chinos. Con anterioridad, su
85 Por ese entonces la admiración por el arte chino fue mucho menor. La China de la porcelana o de las lacas comenzó a disiparse debido al declive militar y posterior colonialismo. En su lugar, Japón sustituyó al Celeste Imperio. Es así que la revista Prisma en su artículo «Artistas japoneses. Hokusai, Utamaro, Yosai» contrasta el arte japonés del chino y señala la incapacidad de la gente para diferenciar uno del otro: « […] los aficionados no encontraban diferencia notable entre los dragones de Hokusai […] y los monstruos informes, hijos del opio y de la industria, cuyas cabezas sin armonía coronadas de crestas o de melenas hirsutas, tiemblan en los extremos delgadísimos de cuellos inverosímiles» (Prisma, 15 de setiembre de 1905, 17). 86 El escritor Jorge Miota publicó numerosos artículos de tono modernista en diferentes revistas ilustradas como Actualidades1870-1926) escribió, Prisma y Monos y monadas. También publicó
entre 1903 y 1904 una variedad de cuentos en Actualidades, tales como «El regreso», «Ellas», «El
costurero», «En el País de las Hierbas», «El Corrector de Pruebas», «Claudina», «La Taza de Té», «INRI» o «La Hija de Jairo». Su cercanía a oriente por su filiación modernista se observa en sus escritos. 87 No hay que olvidar que la cultura y la historia no podían ser investigadas sin estudiar su fuerza, es decir, su configuración de poder.
presencia puede rastrearse en algunos poemas de corte satírico en el
Murciélago de Manuel Atanasio Fuentes o también en la novela de folletín
Nurerdín-Kan publicada en El Correo del Perú y atribuida a Trinidad Manuel
Pérez. Sin embargo, a inicios del siglo XX, la ficción tomaba forma a través de
relatos de horror o misterio, a través de los cuales se «amplificaba la actitud
de rechazo al sujeto racialmente diferente, especialmente al inmigrante de
origen asiático» (Varillas 106). La literatura participaba de estas ideas de nación
moderna, de ahí que pretenda construir un lugar social y un significado a las
diversas comunidades étnicas (Velázquez, Las Máscaras de la representación,
86), tal como sucedió con la inmigración china. Un ejemplo fue el cuento «La
bestia amarilla»88 de Manuel A. Bedoya, publicado en la revista Variedades en
1908. Desde el título se avizora una clara idea racial y degenerativa de estos,
pero también en asociación al peligro amarillo, en el miedo que suscita su
presencia. El protagonista Fumká es un barrendero aquejado por la tisis:
(…) volvía sudoroso, con una costra de barro en la cara, su cara larga y puntiaguda. Sobre las lozas de la vereda resonaban sus chanclas despedazadas, y el chino huía por la sombra, en lo alto de su ancha escoba, como un burlesco estandarte” (Variedades, 31 de octubre de 1908, 1137).
La representación del inmigrante chino se construye en base a lo grotesco, a
través de una alusión a su animalidad, pues este aparece con un cuerpo
deformado (es portador de una costra de barro por su enfermedad). Sin
embargo, fuera del énfasis a su deformidad, sus rasgos fenotípicos («su cara
larga y puntiaguda») y su miserable condición («resonaban sus chanclas
despedazadas») que se sitúan dentro de lo grotesco; se percibe a este sujeto
con bastante sorna. En primera instancia, pues, el inmigrante chino mantiene
88 Un análisis más detallado se encuentra en la tesis de Raúl Varillas titulada Popularidad literaria y literatura popular: escritores, mercado y modernidad criolla a través de la prensa peruana a inicios del siglo XX (2016).
la imagen convencional: decrepitud y pasividad89. Lo curioso es que en un
segundo momento esa apariencia se invierta y de paso al miedo. Es así que se
insiste en que este posee intenciones oscuras. Su deseo por una mujer sirve de
excusa para exhibir su peligrosidad:
Deseó a esa mujer, trágicamente, con todo el rencor, con toda la ira de una monstruosa venganza; llegaría hasta el crímen [sic], por abyecto, por cobarde que fuese, con tal de amar á esa mujer un solo instante y de alegrar con tan recio placer, la tristeza, la aridez de su existencia embrutecida! (ibíd.)
De la actitud pasiva, el inmigrante chino pronto pasa a ser un sujeto peligroso
e incluso adquiere una identidad criminal, la cual en este caso tiene como
víctima a la mujer90. Su deseo sexual cae en lo siniestro porque produce locura
y odio intenso, aspectos que marcan los rasgos hereditarios de su raza. La
ficción sobre la inmigración china parece ser una escritura escéptica, respuesta
negativa o pesimista del proyecto moderno; algo que hace asociarlo con el
decadentismo modernista.
Con sus características mórbidas el decadentismo representa al chino
como un ser enfermo, plagado de vicios y exento de virilidad, que reúne en sí
lo peor del mundo: decadencia y barbarie. Lo curioso es que, como se dijo
antes, aquello estuvo lejos de la exaltación y se aunó no pocas veces a una
función moralizante. Es así que, en la ficción, su representación es condenada
como una degradación sin retorno, la cual sirve para articular la decadencia
física y moral con los argumentos del determinismo positivista y establecer los
límites entre lo civilizado y lo bárbaro. No solo el cuento de Bedoya, sino los
89 No hay que olvidar que en el imaginario social el oriental tiene una tendencia a la pasividad, pues es femenino, «infantil o “diferente”; frente al europeo es racional, virtuoso, maduro, “normal” » (Said 63). 90 Es curioso cómo los roles de género y su asignación tiene de trasfondo las relaciones de poder del subalterno con la sociedad peruana.
textos ficcionales en torno al chino estuvieron matizados por esto. La
producción literaria se convirtió así en un efectivo órgano de promoción de las
posturas de los grupos de intelectuales o de las instituciones académicas, las
cuales como se vio antes enfatizaron la subalternidad del chino.
De acuerdo a lo expuesto en este acápite, se tiene lo siguiente:
(a) La cobertura periodística sobre la cultura de la inmigración china fue
más intransigente en comparación a sus pares chinos. La distancia
geográfica con China fue el determinante de su comprensión cultural,
pues, en el caso de la inmigración china, su cercanía con la sociedad
peruana la convirtió de por sí en un «otro» opuesto al «nosotros»: el
ejemplo de una cultura inferior, en una etapa primitiva. Es así que
la cultura de los inmigrantes chinos, vale decir sus costumbres,
espectáculos, festividades, prácticas culturales y demás
constituyeron una producción simbólica transida entre la admiración
y aversión, con mayor tendencia a esto último. No hay que olvidar en
ese sentido, que la representación cultural estuvo sujeta a una
relación colonial en esencia, de ahí que se manifiesten como
ambivalentes o contradictorias, entre las dicotomías del deseo y la
irritación, el placer y el miedo, lo familiar y lo distante (Bhabha 92-
98). Una relación colonial que además no solo fue en relación de
occidente a oriente, sino al interior de la sociedad, en relación de
criollo y otro inmigrante chino.
(b) Existieron polarizaciones entre la cultura peruana y la cultura china,
con una exaltación de las costumbres criollas y un menoscabo de
estas últimas. La China cercana geográficamente se mantuvo
«subordinada a ulteriores fines políticos o de conocimiento de lo
social caros al paradigma civilizatorio que pretendían impulsar»
(Bergel 14). Incluso con el auge del modernismo literario la situación
se mantuvo igual, por lo que es menester considerar que dichos
textos no dejaron de ser políticos, a pesar de que buscaron eludir la
realidad (Schulman, 18).
(c) La influencia del Modernismo y la estética decadentista. Durante el
Modernismo las fronteras entre la literatura y la política se
difuminaron gracias al decadentismo, pues esta sirvió de estrategia
para remarcar la subalternidad a través del repertorio positivista y
su idea de la degeneración del chino. Gracias a eso, se descalificó
toda la producción cultural del Celeste Imperio y también la hecha
por los inmigrantes chinos, situando la explicación en la cuestión
biológica, vale decir, en las características raciales. Con los
calificativos de grotesco o desagradable, la cultura de los inmigrantes
chinos se alejó de lo bello-civilizado y fue lo feo-bárbaro. De esta
manera, se produjo un orientalismo modernista de carácter negativo,
distinto del orientalismo modernista referido a Japón o a la misma
China. Así lo explica Ana Peluffo: «No podemos olvidar que, al
vestirse con ropas orientales, el modernismo atraía sobre sí los
mismos nombres derogatorios con que el positivismo llamaba a los
chinos: pederastas, degenerados, inveterados fumadores de opio»
(173).
3.3. La cobertura periodística: la sociedad y política
La cobertura periodística sobre la sociedad y política de China y Japón adquirió
un protagonismo progresivo a medida que estos empezaron a concitar el interés
internacional. Un detonante importante fue la apertura forzada a occidente en
el siglo XIX91: por un lado, la invasión estadounidense a los puertos japoneses
en 186892; y por otro lado, la invasión del imperio británico a China tras la
guerra del Opio93. Las guerras, conflictos y cambios sociales en ambos países
despertaron un interés mediático, motivo por el cual fue abordado por la prensa
de alrededor del mundo, incluida la peruana.
Como se dijo líneas antes, el tratamiento periodístico dependió de las
agencias internacionales de noticias, así como de las fotografías y las
publicaciones periodísticas propiciadas por estas. Sin embargo, a pesar de ese
detalle, no siempre se da una simple reproducción de información ni ideas.
Incluso aunque se comparta la postura ideológica94, el tratamiento a veces se
tornó más complejo, pues la prensa utilizó el acontecer internacional para la
reflexión de la realidad peruana; por lo que en reiteradas ocasiones las
efusiones sobre la situación japonesa o china estuvieron subordinadas a los
91 El siglo XIX fue el período en el que todas las potencias occidentales estaban tratando de abrir nuevos mercados para sus productos manufacturados en el extranjero, así como requerir nuevos países para suministrar materias primas para la industria. Los acontecimientos ocurridos en China y Japón se interpretan en función de eso 92 El 8 de julio de 1853, el comodoro Matthew Perry de la marina de Estados Unidos arribó al puerto de Yokohama. Al mando de una escuadrilla de dos barcos de vapor y dos buques de vela, exigió al gobierno japonés a abrir los puertos y a establecer relaciones comerciales. 93 A China le sucedió lo mismo que Japón. Tras la derrota en la guerra del Opio, el tratado de Tianjin de 1858 obligó a que el gobierno chino abra sus puertos e inicie lazos comerciales con los ingleses. Esto hizo que Shangai reduzca su actividad en Cantón y que se empobrezca la zona. 94 En el ámbito del conocimiento y del mundo académico existió la primacía de una ideología de raíz eurocéntrica.
ulteriores fines políticos que se pretendían impulsar95. La discrepancia entre el
modelo de Japón y el ejemplo disuasorio de China se convirtió en un vehículo
para señalar el atraso del país, así como sus ansias de modernidad. No faltaron
veces en que la empresa colonialista del Japón fue motivo para elogiar su
modernidad y servir de ejemplo. No faltaron veces tampoco en que esta misma
empresa colonialista se vio con temor y recelo, dando argumentos para prohibir
la inmigración japonesa en el Perú. Lo mismo sucedió con China solo que en el
caso inverso. El caos político de la dinastía Qing y sus numerosas revueltas no
solo concitó críticas y preocupaciones, sino además sirvió de manera
conveniente para configurar la subalternidad del grupo inmigrante. Si la
interacción con el chino supuso el enfrentamiento contra el progreso y la
civilización, esto es más que suficiente para tachar la inmigración. La
China temporal y geográficamente cercana, representado en la figura del
inmigrante chino, será todo menos una idealización o la concreción feliz de una
aspiración. A fin de comprender todo este proceso, a continuación, se presenta
un panorama de la cobertura periodística vinculada a lo social-político.
3.3.1. La cobertura social-política de Japón
La cobertura periodística sobre la sociedad y política de Japón fue producto de
la creciente atención mediática que tuvo en la prensa. Y no era para menos,
pues Japón, que había sido una de esas naciones relegadas, pasó a convertirse
en una gran potencia ante la obvia sorpresa en el mundo. El período Meiji (1868-
95 No hay que olvidar la presencia de la élite criolla. Como se dijo en el segundo capítulo, la prensa fue un instrumento que tendió a apoyar las posiciones de las elites, sin ofrecer mayor disensión.
1912), gran artífice de esto, presentó un estado moderno y célebre además por
sus victorias bélicas frente al imperio chino y al imperio ruso96.
Es por eso que su cobertura periodística sobre la sociedad y política de
Japón se cultivó en diferentes aspectos. Un primer aspecto que llamó la
atención fue su sociedad militarizada y el poder de su ejército97. Por aquellos
años las sucesivas victorias en el campo de batalla trajeron consigo el prestigio
militar. Los diferentes diarios no tardaron en buscar las explicaciones del caso
y dedicaron noticias y artículos enteros al ejército japonés. Se tiene así el
artículo «Palabras de un nipómano» de la revista Actualidades que menciona —
no sin algo de sorna— el valor de los soldados japoneses dispuestos a dar la vida
por su nación:
Sabrán morir con una serena mirada en los ojos i una sonrisa en los labios, después de defender, palmo a palmo, el país de los taikunes i de los daymios, de la biwa i de las geishas, de los lagos circundados por palmeras enanas i crisantemos, de las casas de longevos tabiques, forrados de laca (Actualidades, 15 de marzo de 1903, 1).
El discurso refiere una cultura desconcertante, de estetas y guerreros, tan
refinada en el cultivo de crisantemos como brutal en la defensa de su país. Y
no solo eso. Las costumbres bárbaras conforman las explicaciones al prestigio
militar japonés, tal cual sucede con el harakiri, que denota una atávica y
96 Las menciones no exóticas sobre Japón, en definitiva, comenzaron con la Guerra chino-japonesa, pasaron a hacerse especialmente recurrentes a partir de 1898 y vivieron su culminación con 1905, con la inesperada derrota del imperio ruso (Rodao y Almazán, «La imagen española», 5) 97 Por esos años la imagen de Japón se "militarizó" progresivamente debido a sus éxitos militares (Rodao, Franco y el Imperio japonés, 27).
salvaje regresión dentro de la modernidad98, pero que lejos de censurarse99
aquí sirve para caracterizar la lealtad y la rectitud del sujeto nipón. Hubo un
interés por esencializar Japón en términos de una caracterización peculiar,
insólita y sobre todo bárbara; lo cual en buena cuenta resultó un modo
occidental de dominar, reestructurar y tener autoridad sobre oriente100. La
superioridad civilizadora del colonizador no pareció librarlo de la otredad. Lo
curioso, sin embargo, fue que dicha autoridad —precisamente— en el caso
japonés se estaba perdiendo.
De manera paradójica, se admiraba a Japón, pero se enfatizaba su
barbarie o, en específico, su primitivismo evolutivo. Los soldados japoneses
recibieron atributos tales como su tendencia a la crueldad y a la tortura. Un
ejemplo es la actuación del ejército nipón durante la anexión de Corea a
Japón101. La noticia «La barbarie humana hoy día» critica la crueldad y, en
especial, el comportamiento traicionero de los soldados, quienes no se ciñen a
los códigos de guerra. Se describe así una matanza a quema ropa de soldados
98 El harakiri o seppuku era la muerte por lealtad al señor feudal, una práctica realizada por los samuráis, quienes consideraban su vida como un asunto de honor. A inicios de la era Meiji, en 1873, este fue oficialmente prohibido como castigo judicial, aunque se siguió dando de forma voluntaria. Ejemplo son el seppuku de varios militares en 1895 como protesta por la devolución de un territorio conquistado a China, el seppuku del General Maresuke Nogi y su esposa a la muerte del Emperador Meiji en 1912, y el de muchos soldados y civiles que prefirieron morir antes que aceptar la rendición tras la Segunda Guerra Mundial. Para conmoción de occidente y del propio Japón moderno, fue una de las costumbres de la época feudal (era Edo) más arraigadas y difíciles de desaparecer. 99 Tal como se vio en el acápite referido a la cobertura cultural, la tradición del harakiri o seppuku llamaba la atención de la prensa peruana, siendo referida más con matices de exotismo que de censura. 100 En palabras de Edward Said: «as a Western style for dominating, restructuring, and having authority over the Orient» (3). 101 En 1905, tras las victorias con China y Rusia, el gobierno japonés tomó la decisión de anexar Corea. Para eso impuso bases permanentes de su ejército y marina así como la supervisión de su política exterior y finanzas. El rechazo del pueblo coreano a la anexión se tradujo en revueltas que fueron contenidas con violencia por el ejército japonés. El punto más álgido de violencia llegaría en 1909 tras el asesinato de Ito Hirobumi, gobernador japonés de Corea, quien fue asesinado por el joven nacionalista coreano Ahn Jung-geun. Ello proporcionó el empuje necesario a los japoneses para formalizar la anexión.
coreanos102: « [Los] oficiales japoneses comprobando los efectos de las balas
después de un tiroteo a voluntad efectuado sobre coreanos vivos. Las víctimas
están todavía vivas, aún no había recibido más que una herida en la mandíbula
y otra más en el brazo» (Variedades, 25 de diciembre de 1909).
El imperialismo o expansionismo colonial fue un segundo aspecto de
interés en la prensa peruana. El Mikado deseaba sustituir al Celeste Imperio
como centro del mundo asiático103. Para lograr dicho objetivo emprendió
guerras importantes, siendo el reto inicial China104 y la gran prueba de fuego
Rusia105. Su victoria bélica en la guerra sino-japonesa (1894-1895) demostró su
poderío y su capacidad para acercarse a las grandes potencias. En la sección
«El País del Crisantemo»106 del diario El Comercio, se informa de la siguiente
manera:
La Guerra de China muestra su poder […] Esta novel civilización asimilada de la europea puede tener un porvenir dilatado y su influencia ser decisiva en los destinos de Asia, la antigua cuna de la cultura humana. Los hechos van a probarlo. (El Comercio, 7 de junio de 1905, 4) (énfasis mío).
Con los calificativos de «novel civilización», los augurios a esta nación son por
102 Una serie de fotos bastante crudas sobre la matanza acompañan dicha descripción. 103 La justificación al imperialismo japonés era curiosamente defender a Asia del yugo occidental. Esta idea dejaba entrever que los japoneses asumían una superioridad frente a los demás asiáticos, lo que hizo que se pasara del «liderazgo» a la «supremacía» sobre Asia. A la luz de la modernización, los intelectuales japoneses construyeron su propia teoría de superioridad frente a occidente y oriente: «Para contrarrestar esa categorización occidental de superioridad e inferioridad, el principal argumento japonés fue su propia la historia […] Su historia empezó hablar abiertamente de la superioridad de Japón, tanto por su propio desarrollo como por la institución imperial como descendiente de los dioses». (Rodao, Franco y el Imperio japonés, 26). 104 La guerra sino-japonesa se realizó entre 1894 y 1895 y enfrentó a la dinastía Qing que regía la China desde el siglo XVII y a los Meiji del Japón recientemente instalados en la jefatura del estado. El motivo de la guerra fue el control de Corea y esta finalizó con el tratado de Shimonoseki, por medio del cual China acepta la cesión de Taiwán, las Islas Pescadores y Liaodong a Japón. Es importante señalar que para Japón fue la primera guerra exterior desde las campañas de conquista de Corea en el siglo XVI. En ese sentido, fue también su primera campaña expansionista durante la era Meiji. 105 Para Florentino Rodao y Tomás Almazán, la guerra contra el imperio ruso significó un salto cualitativo. Su enfrentamiento con uno de los principales ejércitos del mundo, demostró sin lugar a dudas su efectividad y poderío en todo el mundo (Rodao y Almazán, «Japonizar España», 6). 106 La sección «El País del Crisantemo» se presentó durante algunas semanas en El Comercio. En esta se dieron a conocer costumbres, tradiciones y rarezas del Japón, así como una recopilación de sus hechos históricos. Todos fueron comentados y valorados de forma positiva.
demás buenos. Pero la percepción política trajo otros beneficios. Según se dijo
en el acápite referente a su cobertura cultural, las menciones exóticas sobre
Japón, en definitiva, se iniciaron con la guerra sino-japonesa, tal como remarca
bien el sugerente artículo «¡Nos japonizamos!» de la revista Actualidades. Esta
es escrita por el seudónimo Noé Rosi:
[Japón] En lo que descolló fue en el arte de la guerra. ¡Oh! ¡dios Éxito! Tú le otorgaste la medalla de suficiencia al imperio del Sol Naciente en su lucha con el Celeste Imperio. I he aquí que ese triunfo como todas las victorias, atrajo las miradas del mundo i puso en moda al Japón. I privó el color amarillo, i el dibujo exótico se impuso al lápiz i al pincel, i los crisantemos fueron las flores preferidas del mundo elegante i las telas i los vasos i los adornos orientales tomaron carta de naturaleza (Actualidades, 14 de abril de 1904, 2).
En sintonía con la idea de que el reconocimiento cultural va de la mano con el
éxito político, la guerra sino-japonesa contribuyó a poner en el ojo público el
interés exótico. Interés que según el artículo mismo resulta un tanto
ninguneado, al menos para los albores de 1904. Pero eso solo fue el inicio. La
guerra ruso-japonesa107 (1904-1905) tuvo un efecto de mayor envergadura. Ya
sea por la cantidad de noticias que le dedicaron, o por los contenidos que
dejaron los aspectos puntuales de la información y analizaron las causas en
profundidad; lo cierto es que la guerra ruso-japonesa ocupó un lugar
privilegiado. Lo que, es más, su cobertura fue la que cimentó con mayor ahínco
un imaginario que explicase la agresión militar y el afán colonizador japonés.
Durante los casi dos años que duró la guerra —desde febrero de 1904 a
septiembre de 1905—, tanto en Perú como alrededor del globo se mostró interés
por comprender la Rusia zarista y el Japón de principios de siglo XX; una Rusia
107 La guerra ruso-japonesa se realizó entre 1904 y 1905 y fue motivada porque ambos países deseaban ampliar su área de influencia en Manchuria, provincia China, así como apoderarse de la península de Corea. Por ese entonces, Rusia se apoderó de Puerto Arturo situado en Manchuria para convertirlo en la mayor base naval rusa en Extremo Oriente. Al hacerlo desconocieron que dicho lugar fue cedido a Japón tras la guerra sino-japonesa, por lo que el Mikado le declaró la guerra a Rusia.
que vio, durante el transcurso del conflicto, los primeros atisbos de una
revolución; un Japón en el que la lucha entre tradición y modernidad estaba en
plena efervescencia. Las opiniones de los periodistas y los pensadores de la
época se dividieron. Sin embargo, eso no impidió que existiese un
planteamiento común: la guerra ruso-japonesa era una guerra entre la raza
blanca y la raza amarilla, entre Europa y Asia108.
En el caso peruano, a nivel general, las proezas bélicas del Mikado
contaron con opinión favorable de la prensa, a pesar de no prever dicho suceso.
A la fascinación por su extravagante exotismo, se sumó las imágenes de su
heroicidad, las cuales contribuyeron a rebasar los límites de la representación
antes tenida. Una fecha clave fue, sin duda, la batalla de Puerto Arturo109 en
1905, que anticipó la victoria japonesa. En dicho momento menudearon
artículos muy laudatorios hacia el Japón; siendo buena muestra de esto lo
publicado por el diario El Comercio. En primera plana y bajo el titular «La
rendición de Puerto Arturo. Júbilo en Tokio» se manifestó lo siguiente: «Ha
producido aquí inmenso júbilo la noticia de la rendición de Puerto Arturo […]
ha contribuido a que […] sea la contribución más notable para la moderna
historia del Japón» (El Comercio, 2 de enero de 1905,1). Aquí, por lo expresado,
108 Varios fueron los reporteros europeos que compartían esta visión racial. Por ejemplo, el escritor norteamericano Jack London, quien fue corresponsal durante la guerra ruso-japonesa, mostró su desazón por la victoria de Japón. Uno de sus escritos advierte sobre el peligro armamentista de los japoneses (denominados monos): «¡Cuidado con la jaula de los monos! Usted debe necesitar de más de ojos y tener cuidado del japonés. Él trabaja con las manos y los pies, él trabaja día y noche, y él nunca lo hace sino esperando una sola cosa, y esto es lo inesperado…invenciones, armas, sistemas […] todo lo utilizado por los japoneses ha sido proporcionado por el mundo occidental; pero los japoneses han demostrado que son las únicas personas del Este capaces de utilizarlas». («Cuidado con la jaula de los monos», 10 de mayo de 1904, 2). La traducción es mía. 109 Los ataques realizados por los japoneses a la base rusa de Puerto Arturo tuvieron como objetivo principal de destruir la flota enemiga rusa, a fin de que desalojen ese lugar y lo devuelvan a manos de Japón. Puerto Arturo cayó finalmente el 2 de enero de 1905, después de una serie de asaltos brutales y gran cantidad de bajas en ambos bandos.
cabría deducir un cierto favor a la causa japonesa, en tanto se comparte el
júbilo por la rendición rusa. Pero no sería un hecho aislado. La sección «La
Guerra en Asia» del mismo diario, se encargó también de expresar esta postura
en noticias como «Intranquilidad en San Petersburgo», «Las escuadras rusas» o
«El general Nodgi en Puerto Arturo».
Aparte de la extensa sucesión de noticias, se tuvieron artículos de
opinión que expresaron posturas a favor y en contra de la guerra ruso-japonesa.
Como era obvio, la mayoría de artículos defendieron la causa japonesa110, pues
se creyó ver en Japón el ejemplo de un país no-occidental que vencía a
occidente a punta de modernización111.
Pero si diarios como El Comercio y La Prensa exhibieron artículos a favor,
otros como la revista Actualidades mostraron más renuencia o escepticismo.
Fue difícil asimilar la idea del Japón victorioso en la guerra ruso-japonesa, pues
rompía con todos los pronósticos del darwinismo social que adjudicaban un
futuro pobre a las naciones orientales112 (Rodao y Almazán, «La imagen
española», 4). Japón se volvió entonces una potencia bastante peligrosa. Sobre
110 Vale decir que esta idea también fue mérito de los intelectuales peruanos, quienes pensaron que Japón era una influencia mejor que China para la sociedad. No solo por su modernización sino por
su supuesta «semejanza» étnica con la raza indígena, pues —tal como se vio en los acápites
anteriores— se creía que la cultura japonesa y la incaica tenían vínculos en común. Desde Prado
Ugarteche, Riva Agüero, García Calderón hasta Francisco Loayza; todos coincidían en que el japonés era el ejemplo de una raza inferior que había sido civilizada y modernizada. Su ejemplo, pues, servía para el caso indígena 111 Intelectuales como José Carlos Mariátegui pensaban de esta manera. En su ensayo «El problema de las razas» escribe: «Hace tiempo que la experiencia japonesa demostró la facilidad con que pueblos de raza y tradición distintas de las europeas, se apropian de la ciencia occidental y se adaptan al uso de su técnica de producción» (29). 112 «Japón era una contradicción flagrante a esas hipótesis de darwinismo social y por eso sus victorias sirvieron para dar la vuelta a las teorías raciales predominantes en esa época» (Rodao y Almazán, «La imagen española» 4). Para mantener esta postura la mayoría de intelectuales se rehusó a augurar un buen futuro al Japón Meiji. Se acusó de que su modernidad era superficial o limitada, pues no se podía contradecir su incapacidad biológica. Estos argumentos de la prensa europea y norteamericana fueron reproducidos por algunos medios escritos de la prensa peruana.
este último caso se tiene, a modo de ejemplo, el artículo «Palabras de un
nipómano»; escrito por el seudónimo Cahuide:
Hubo un país que necesito dos siglos para comprender esa civilización i asimilarsela. Hubo otro país que logro igual propósito en un par de decenas de años. El primero se denomina Rusia; el segundo Japón. Al dirigir una mirada de comparación a ambos se nota que los súbditos de Mutsu hito tienen noción más clara de la vida moderna que los de Nicolás II (Actualidades, 15 de marzo de 1904,1).
En este extenso e interesante artículo, el acontecer de la guerra no pasaba por
la discusión de las fuerzas militares, sino por la modernización llevada a cabo
en ambos países, dando clara ventaja a Japón. Sin embargo, lo que parece ser
un artículo favorable al Mikado pronto se desfigura, pues la victoria japonesa
sobre los rusos es asociada a la victoria de la raza amarilla sobre la raza blanca;
lo cual conlleva al problema de su expansión por occidente: «Hai que admirar
al Japón, sin embargo, a la distancia. En Asia, aliado a Inglaterra, dócil a las
inspiraciones de los Estados Unidos, es útil; fuera de Asia, peligroso». Dicha
afirmación sirve así para argumentar el rechazo de la inmigración japonesa113,
en tanto su llegada podría suponer el inicio de una empresa colonial nipona en
el Perú:
Nuestros agricultores de cuya memoria no se habrá borrado la mancha sangrienta de Talambo, deberían fijándose en el honor nacional, no en meros motivos económicos, embarcar con tumbo a su patria, a los inmigrantes japoneses que hunden la azada tierra del Perú (2).
La reflexión sobre la guerra ruso-japonesa curiosamente trae a colación una
cuestión gravitante para la sociedad peruana: el problema de la inmigración
asiática. Esto es acaso un pretexto más para reafirmar la posición de la élite
criolla, que ahora encuentra en el imperialismo japonés ese «peligro
113 Este artículo era propicio pues coincidía con los inicios de la inmigración japonesa. De hecho, para el año 1904, llegaba el segundo contingente japonés con un total de 1080 inmigrantes.
amarillo»114 que le permite rechazar a los inmigrantes —chinos y japoneses por
igual— de territorio nacional. Como puede verse, la actualidad internacional
estuvo muy presente en los análisis de la situación política del país, al punto de
alertarse sobre el expansionismo colonialista de países como Japón. Esto nos
da una idea importante: que la relación con Asia —Japón y China
representados— dependió de las visiones del mundo de las élites gobernantes,
de sus formas de comprender el pasado, de sus percepciones del presente y de
sus limitaciones para construir el futuro. Estas así tienen como base la ideología
colonial devenida del occidente europeo-norteamericano, la cual se sumó a la
ideología colonial de carácter local, aquella formada y consolidada en el país.
Tras el fin de la guerra, el Mikado dejó de ser una arcadia exótica y pasó
a ser una potencia mundial115. El expansionismo colonial no fue olvidado y en
los sucesivos impases con China, Corea y Filipinas o Estados Unidos estuvo
latente la sospecha de una probable guerra. La nota «El imperialismo de Japón»
es un claro ejemplo, pues en ella se propagó, por ejemplo, los intereses del
Mikado sobre Filipinas116: «El diputado Hall y otros han llamado la atención
114 A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la repugnancia llegó a una nueva etapa con la proposición del peligro amarillo (Ai 21). Este no es otra cosa que el miedo a la invasión asiática (china y japonesa) a territorios foráneos. La locución nace en 1895 después de la victoria japonesa sobre el imperio ruso. Los observadores ingleses y franceses, así como los americanos que quedaron muy impresionados por la habilidad y la fuerza de las tropas japonesas. De hecho, se dice que el káiser Guillermo II creó el término y lo utilizó para referir el miedo que los pueblos blancos de Europa tenían del Japón imperial. En el caso chino la idea del peligro amarillo entendida como invasión china se remonta a lo sucedido en California durante la década de 1870, cuando los trabajadores blancos de clase obrera, tuvieron miedo de perder sus puestos de trabajo discriminados las hordas amarillas, es decir, los miles de inmigrantes chinos que trabajaban a bajo costo. 115 Fue tal el impacto de la victoria japonesa que se llegó al punto de reescribir su historia. Así lo demuestra el curioso artículo «Algunas fechas interesantes de la historia del Japón» de El Comercio, que propone tres períodos históricos: a) «Dos siglos de letargo» (1000 d.C. – 1700 d.C.); b) «El despertar» (a partir de 1853) con la llegada del comodoro Perry; y c) «Advenimiento del Mikado» (a partir de 1867) con el ascenso del emperador Mutsuhito. Sobre este proceso se otorga el mérito al triunfo de las ideas europeas: «Esta nobel civilización asimilada de la europea puede tener un provenir dilatado y su influencia ser decisiva en los destinos de Asia, la antigua cuna de la cultura humana. Los hechos van a probarlo» (El Comercio, 2 de junio de 1905,3). De esta manera la historia japonesa adquiere un ascenso lineal. 116 Por ese entonces, Japón estaba en negociaciones con Rusia y Estados Unidos tras su victoria
respecto al imperialismo del Mikado, pues sabe que apetece Filipinas» (El
Comercio, 21 de marzo de 1905,1). Otro artículo titulado «Barco japonés
navega en Alaska», refiere lo mismo esta vez sobre Estados Unidos: «¿Qué
significan estos pescadores japoneses en Alaska, aprisionados por marinos
yanquis, sino los primeros síntomas de una enfermedad mayor que invade
nuestro organismo?» (Prisma, 16 de agosto de 1906, 35). En particular, y como
se dijo antes, la idea de una supuesta expansión de Japón encendió las más
encendidas alarmas, pues se temió la formación de una potencia asiática capaz
de dominar occidente117.
Las medidas y reformas políticas devenidas de su modernización fueron
un tercer aspecto que, al igual que el poderío militar y el expansionismo,
llamaron la atención de la prensa. Mientras China caminaba en el caos; Japón
era el único país asiático que, sin arriesgar su tradición, sentaba los
fundamentos políticos de un estado moderno al estilo occidental. En especial,
esto se vio representado a través de sus figuras políticas, cuya labor fue
bastante reseñada. Para ilustrar dicha afirmación se escogieron algunas noticias
japonesas de 1909 y 1914, las cuales pertenecen a la revista Variedades y
Actualidades respectivamente. La primera refiere la muerte del príncipe Ito
Hirobumi118:
bélica. Como parte del acuerdo se ponía en juego el control sobre Filipinas, el cual finalmente quedó bajo dominio estadounidense tras el acuerdo Taft-Katsura. 117 Eso es lo que se denomina el panmongolismo, un temor no tan lejano de la realidad. Por un lado, dicho temor era alimentado por la prensa internacional que desde años atrás venía refiriéndose al peligro amarillo. Sin embargo, el panmongolismo se concretizaba desde el mismo Japón, pues por ese entonces, existían grupos japoneses como el «Ajiashugisha» que buscaba unir los países asiáticos para salvarlos de la invasión occidental (Kido 144). Como se dijo antes, el imperialismo japonés se justificaba bajo esta idea. 118 La muerte de Ito Hirobumi se vincula con los conflictos devenidos de la anexión de Corea. Este era Residente General en ese país, por lo que es asesinado por un nacionalista coreano, Ahn Jung-geun, durante un recorrido en Manchuria. Esto sirvió como pretexto para la anexión completa de
El príncipe Ito fue recientemente asesinado en Kharbin por un coreano. El príncipe Ito ha sido uno de los hombres más importantes del Japón moderno, por su inteligente y activa actuación en la modernización del imperio del Sol Naciente. Se le llama en Europa el Bismarck amarillo, pues como aquel ha sido el director de la política interior y exterior de su país (Variedades, 11 de diciembre de 1909, 985).
La figura del gobernante nipón es elogiada por su accionar a favor de la
modernización, pues entre otras cosas, fue artífice de la constitución japonesa.
Así, este aparece como el representante de una política moderna que no
encuentra parangón con el despotismo de otros países asiáticos. Incluso la
denominación otorgada («El Bismarck amarillo»119) lo identifica con una
autoridad política europea, por su actuación como Primer Ministro del Japón y
Residente General de Corea. No obstante, Ito Hirubumi no fue el único miembro
de la realeza nipona a exaltar. El emperador Mutsuhito120 o Meiji Tenno fue sin
lugar a dudas la figura más emblemática, debido a que jugó un papel vital en
la apertura del país al exterior, forzando el inicio de la modernización. En el
artículo «Palabras de un nipómano» de la revista Actualidades se hace
referencia a sus logros:
[…] los súbditos de Mutsuhito tienen noción más clara de la vida moderna que los de Nicolas II. El Imperio del Sol Naciente enseña a leer y a escribir a sus hijos más humildes, les hace familiares las nociones de trabajo i manifiestan que son ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones (Actualidades 15 de marzo de 1904, 1).
Corea por Japón en 1910. Su muerte repercutió en la prensa internacional, que de forma mayoritaria lamentó su pérdida. El diario estadounidense Los Angeles Herald escribió al respecto: «El príncipe Hirobumi Ito era tal vez el más grande hombre de estado del Nuevo Japón. El logro con el cual su nombre ha sido asociado en la mente de los occidentales fue principalmente la elaboración de la constitución imperial, en virtud del cual Japón ocupó su lugar por primera vez en la categoría de los Estados civilizados modernos» (Los Angeles Herald, 26 de octubre de 1909, 1). La traducción es mía. 119 Es preciso mencionar que este apodo se debe a que Hirobumi era admirador de Bismarck y de su política, llegando a imitar, incluso, muchos de los gestos del canciller. 120 A la muerte del emperador Komei, en 1867, el nuevo emperador Mutsu-hito eligió el nombre de Meiji para designar su reinado. El joven emperador recuperó la posición de verdadero dirigente del gobierno y adoptó el nombre de Meiji Tenno (gobierno ilustrado) para designar su reinado basado en la occidentalización, es decir, el fin de la época feudal y la conversión de Japón en el primer país no occidental en modernizarse.
La reforma educativa, con medidas como la introducción de la educación
obligatoria o el envío al extranjero para estudiar ciencia y lenguas occidentales,
fue uno de sus logros más exitosos121. Otras figuras militares también fueron
ovacionadas. Maresuke Nogi, miembro destacado del Ejército Imperial y artífice
de la victoria japonesa en Puerto Arturo, fue elogiado durante muchos años por
su pericia como líder militar. Este protagonizó uno de los suicidios más
trascendentales de la historia de Japón, en tanto significó el fin de la era Meiji.
El seppuku del general Nogi122, realizado tras la muerte de Mutsuhito, fue una
muestra de identidad tradicional japonesa y de lealtad hacia el emperador. La
noticia del diario La Crónica titulada «El Japón de hoy continúa siendo el de
ayer: suicidio del general Nogi», cómo se suicidan los fanáticos japoneses» dice
lo siguiente:
El caso no es de ayer puesto que cuando lleguen estas líneas a mis lectores habrían pasado varias semanas. El suicidio de Nogi, el glorioso veterano de la guerra ruso-japonesa que se mató con su mujer en el preciso momento de los funerales del emperador Mutsu-hito nos habla con sobrada elocuencia del antiguo ideal y de las viejas costumbres japonesas, dando un mentís rotundo o retroceso a la revolución de 1868 que hizo entrar al Japón en las vías más o menos estrechas de nuestra civilización occidental (La Crónica, 9 de diciembre de 1912, 12).
Como en otras ocasiones, aunque el seppuku representa una tradición
bárbara123; este no se sanciona y predomina la admiración por dicha
121 El aspecto educativo de Japón era el que llamaba la atención de los intelectuales peruanos. Con anterioridad, Javier Prado Ugarteche en El estado social del Perú durante la dominación española (1894), señalaba que la superación de la raza indígena podría encontrarse en la educación, a semejanza del Japón que había dado ese paso: «[el] pueblo japonés ha recibido la comprobación más asombrosa de esta verdad. El hombre hoy por la educación, transforma el medio físico y la raza. Es su más glorioso triunfo» (Cit. Montoya). En ese sentido, la prensa peruana se encargó de difundir esas ideas ya establecidas a un público mayor. 122 El día del entierro de emperador Meiji, el general Maresuke Nogi llevo a cabo el suicidio ritual por seppuku (destripamiento). Fue un acto de expiación retardada que pagaba una deuda de honor incurrido treinta y cinco años antes. La muerte de 56000 personas durante la Guerra ruso-japonesa le habían llevado a un sentimiento de culpa, por lo que solicitó el seppuku al emperador. Ante la negativa de este, permaneció a su servicio hasta su muerte y de ahí procedió a dicho ritual. 123 A raíz del suicidio del general Nogi se suscitó un gran debate en Japón y en el extranjero. Hubo
quienes vieron los suicidios como una afirmación heroica del código samurái; otros las encontraron
personalidad. La única impugnación es acaso el hecho de que, en el curso de
una rápida modernización, salgan a relucir costumbres y formas de pensar
arraigadas desde antiguo; según lo indica el título «El Japón de hoy continúa
siendo el de ayer». Y es que la prensa, acostumbrada a exhibir los cambios en
la cultura japonesa, plasma su extrañeza en estos casos. Pero los líderes
políticos y militares no solo suscitaron admiración, sino también críticas, tal
como sucedió con el primer ministro Gonbee Yamamoto124, de quien se criticó
su función corrupta. La siguiente noticia de la revista Variedades, publicada en
la sección «Noticias extranjeras», refiere la defensa de los principios
democráticos por parte de los parlamentarios nipones:
Una gran agitación política se viene notando desde hace algún tiempo en la tierra de los Samuráis. La oposición al gobierno es fortísima y el advenimiento de la democracia con sus características más avanzadas llena las calles, el parlamento y las columnas de los diarios […] El ministerio de Yamamoto se ha sostenido gracias á una mayoría parlamentaria no muy vigorosa, contra una brillantísima oposición y la agitación popular (Variedades, 11 de abril de 1914, 531).
La propia defensa de la democracia da cuenta de la solidez del estado japonés
y es algo que se elogia sobre todo porque viene de la población. Por todo lo
expuesto en las noticias, la cobertura periodística sobre la sociedad y política
de Japón gozó de un tratamiento positivo en su mayoría. Los acontecimientos
del Mikado despertaron la admiración e incluso dieron pautas para la
modernización peruana, tal como lo explica José Carlos Mariátegui: «El Japón
moderno, sobre todo, reclama nuestra atención, porque nos ofrece el ejemplo
de un pueblo capaz de asimilar plenamente la civilización occidental sin perder
un motivo de vergüenza, una señal de que Japón aún no había cruzado la línea que separa cultural de la tradición de la modernidad. 124Gonbee Yamamoto fue almirante de la Armada Imperial Japonesa y dos veces primer ministro de Japón. Durante su primera gestión, de 1913 a 1914, fue acusado de soborno, por lo que ante la insatisfacción del público tuvo que renunciar junto a todo el ministerio.
su propio carácter ni abdicar su propio espíritu» («El socialismo en el Japón»,
Variedades, 8 de enero de 1927, 345). No obstante, vale decir que dicha
posición siempre fue frágil y coyuntural.
Las caricaturas procedentes de medios extranjeros —Tokyo Puck125,
Punch126, Le rire127, Suddeutscher Postillon128, Kikeriki129, entre otros—,
también formaron parte de la cobertura periodística sobre la política de Japón.
Estas ante todo promovieron la visión eurocéntrica, en un proceso de constante
exportación de los prejuicios, falsas creencias y valores europeos. Una revisión
de las caricaturas publicadas, nos muestra así que el Mikado representa lo
maligno de la época, dando cuenta de todo un espacio de emociones expresadas
de forma gráfica. El asunto más ilustrado fue sin duda el imperialismo japonés
y el miedo suscitado, acorde a la idea del peligro amarillo o yellow peril. A
decir de eso se tiene una caricatura de la revista Suddeutscher Postillon, en la
cual el imperio ruso queda personificado por un niño que abraza a su madre
tras huir de un grupo de asiáticos. El diálogo que acompaña el dibujo refleja su
queja a Europa: «Rusia: –Mamá Europa, hay unas malas gentes amarillas que me
hacen pasar trabajos (a propósito de las dificultadas provocadas por el Japón
en Manchuria)» (Variedades, 1 de agosto de 1908, 734). El mismo tópico se
125 Tokyo Puck fue una revista japonesa fundada por Rakuten Kitazawa en 1905. Esta revista tenía un enfoque internacional, se traducía al inglés y al chino, y era publicada en Corea, China y Taiwán, llegando a alcanzar tiradas de 100.000 ejemplares. Tokyo Puck tuvo un carácter satírico y nacionalista; razón por la cual siempre denigró la realidad social-política de China. Por tal motivo, no es de extrañar la filiación con esta revista. 126 Punch o The London Charivari fue una revista ilustrada británica de humor y sátira publicada entre 1841 y 1992. 127 Le rire fue una revista francesa de humor y sátira publicada entre octubre de 1894 e inicios de 1950. 128 Postillon fue una revista alemana de sátira fundada en 1845. 129 Kikeriki fue una revista vienesa de sátira fundada en 1861. A pesar de su popularidad, desarrolló tendencias antisemitas por lo que fue prohibida en 1933.
repite con la caricatura «-Banzai! Banzai!»130 de la revista Le rire. Aquí el dibujo
cientos de soldados japoneses portando la bandera del Mikado y trepándose a
los rascacielos americanos ante el pavor de estos, es la perfecta sátira de la
inacción norteamericana ante una inminente invasión nipona. Un último
ejemplo es la caricatura «El Japón de Loti y el Japón de Togo» del diario Ulk.
Esta contrasta las visiones exótica y bélica del Mikado, pues presenta el dibujo
de un estrado en el que los cañones y metralletas se confunden en un escenario
de biombos, lámparas y geishas.
Dentro de la referencia al imperialismo japonés, una constante fue la
posible alianza chino-japonesa. La tendencia reduccionista a verlos como un
bloque, a irlos metiendo a todos en el mismo saco del «asiático» y del «otro»,
hizo surgir con fuerza la idea de que ambas naciones se unirían para vencer a
occidente. Se tiene así la caricatura «El pequeño Japón». Aquí el dibujo del
emperador chino y el primer ministro japonés, viene precedido de un diálogo
en el cual este último le dice a su par lo siguiente: «-Comprendes mi viejo
celeste? Es conveniente que ante los ojos de esos tontos occidentales
aparezcamos como queriendo devorarnos» (Le rire, cit. Variedades, 9 de mayo
de 1908, 339). Otra caricatura con el dibujo del emperador chino y el
emperador japonés peleándose, porta el siguiente acápite: «Los hermanos
enemigos ó la riña chino-japonesa» (Tokyo Puck, cit. Variedades, 13 de junio de
1908, 510). Fuera de eso, en ocasiones aparece el asunto de la modernidad
japonesa, más precisamente, su rechazo o desconfianza. De eso se tiene la
caricatura «El Japón europeizado» de la revista Punch, en la cual el emperador
130 El término banzai es una exclamación japonesa utilizada en los momentos de ataque militar inesperado. De manera literal significa «victoria».
japonés es observado por un europeo, quien atina a decir lo siguiente: «-Yo no
sé dónde ha pescado éste esas ideas de civilización: la cosa me tiene
escandalizado» (Punch, cit. Variedades, 30 de setiembre de 1912, 231).
Por lo anterior expuesto en este acápite, se concluye lo siguiente:
(a) La cobertura social y política del Japón reprodujo la percepción
positiva que se tenía alrededor del mundo respecto al auge del
Mikado. Desde las noticias y los artículos, hasta las crónicas y las
caricaturas; la cobertura fue plasmó al detalle la coyuntura nipona,
en especial las guerras emprendidas contra China en 1895 y Rusia en
1905, aquellas que consagraron su poderío militar y su modernización.
(b) El Mikado y la modernidad como forma de admiración. La cobertura
periodística fue importante porque ciñó a la sociedad japonesa en un
modelo, en especial, para aquellos países latinoamericanos que
aspiraban a la modernidad. Esto incluso aunque gran parte del
tratamiento periodístico provino de los modelos inculcados por la
ideología occidental. En el caso particular del Perú, la cobertura
sirvió para reflexionar en torno a la situación peruana y circular ideas
sobre cómo conseguir los mayores resortes para el proyecto moderno
o cómo reconstruir su propia identidad nacional.
(c) El Mikado y el peligro amarillo como forma de miedo. La cobertura
periodística exhibió cualidades de la sociedad japonesa: imperialista,
expansionista, bélica o nacionalista, todas fueron apreciadas; y, sin
embargo, a pesar de esta buena perspectiva, no se atenúo el recelo
sobre la inmigración japonesa. La idea del peligro amarillo devenida
de la información internacional, fue utilizada como argumentos para
rechazar su inmigración. Este último referente a la idea de crear
unidad y solidaridad entre los pueblos asiáticos resultó más
preocupante, pues se creía que los inmigrantes japoneses intentarían
colonizar tierras peruanas con ayuda de los miles de inmigrantes
chinos. La similitud étnica y la cercanía geográfica entre chinos y
japoneses hacía que, de manera excepcional, se destaquen los
aspectos negativos del poderío del Mikado.
3.3.2. La cobertura social de la inmigración japonesa
Por último, se tiene la cobertura periodística social de la inmigración japonesa.
Debido a que el proceso migratorio fue más tardío que en el caso chino, las
publicaciones referidas a este grupo son bastante esporádicas, por no decir
escasas. El grueso de contenido se puede dividir así en dos temáticas: 1) flujo
migratorio y 2) vida cotidiana. Del primero se tienen en especial algunas
noticias y artículos publicados con frecuencia en los diarios.
Sabido era que por esos años el japonés tenía un mayor prestigio que el
chino dada su consagrada modernidad. Sin embargo, su venida al país no dejo
de suscitar recelos, pues se prefirió considerar los aspectos negativos de su
inmigración, en la idea de que era un peligro para la sociedad peruana. El
denominado «peligro amarillo» justificó así —al igual que en el caso chino— el
rechazo al flujo inmigratorio. Una reflexión interesante se encuentra en el
artículo «Los japoneses» de la revista Actualidades. Publicado en 1903 da
cuenta de la venida del segundo contingente japonés a tierras peruanas131:
131 En el mes de junio de 1903 a bordo del barco «Duke of Fire» de bandera inglesa, partieron del puerto de Kobe el primer grupo de inmigrantes japoneses de la Prefectura de Kumamoto. Ellos integraron el segundo contingente más numeroso de inmigrantes japoneses al Perú, conformado
Apenas puede creerse que en el Perú, donde tan amarga experiencia ha dejado la inmigración china, donde lamentamos hoy la degeneración de gran parte de nuestra raza por causa del cruzamiento con aquella […] se haya pensado en repetir un ensayo que diera tan deplorables resultados. La primera prueba con los japoneses fue un fracaso i no obstante, reincidimos hoy en el error (Actualidades, 21 de agosto de 1903, 502).
A diferencia del artículo «Palabras de un nipómano» esta vez la excusa para
evitar la inmigración japonesa es la amarga experiencia china y no así el miedo
ante el imperialismo japonés132. Y es que, en términos positivistas, la afinidad
étnica entre chinos y japoneses hace que la llegada de estos últimos traiga más
degeneración racial. El cruzamiento del nacional con el chino, según el
discurso, ha traído pues «deplorables resultados». Por si fuera poco, se procede
a desacreditar la opinión de que la modernidad del Mikado es garantía de una
exitosa inmigración:
Cierto es que el Japón ha reaccionado, que goza de los beneficios de la civilización europea, que su adelanto es tan marcado que le ha permitido imponerse al gran Imperio Chino i vencerlo i constituirse e potencia de primer orden; pero también hay que convenir en que todo eso no modifica la degeneración de la raza, ni la abyección e inmoralidad de las clases bajas únicas entre las cuales habremos de buscar los colonos que vengan a labrar nuestros campos (503) (énfasis mío).
Si bien se elogia la modernidad japonesa y no se duda de ella (se da cuenta de
su victoria frente al imperio chino y de su asimilación occidental), aquello no
es suficiente pues los atributos de la raza asiática se imponen y echan por tierra
el éxito de la inmigración133. Al igual que China, Japón obtiene así una mirada
por 202 personas (190 hombres y 12 mujeres) de las 1175 personas: Llegaron al puerto del Callao el 29 de julio del mismo año y fueron destinados a las Haciendas San Nicolás, Tumán, San Jacinto y Laredo en el norte y a las haciendas Unanue, Santa Bárbara, de Cañete en el Sur. Al respecto, vale decir que el artículo referido es de finales de agosto, casi un mes después de instalados los inmigrantes. 132 La prensa ofreció nuevas estrategias para oponerse a la inmigración tanto china como japonesa. Un ejemplo, como se dijo antes, fue entrever el peligro ante el imperialismo japonés. 133 Como se dijo en líneas anteriores, Japón y sus victorias bélicas sacudieron el darwinismo social que negaban un futuro brillante para las naciones orientales. Una manera de rebatir lo anterior y seguir reafirmando el positivismo fue aducir que la modernidad japonesa encontraba obstáculos en su incapacidad congénita. Muchos intelectuales europeos y norteamericanos lo asumieron así y los peruanos no fueron la excepción. Aunque algunos tenían buenas expectativas en Japón; hubo muchos que centrados en el eurocentrismo rechazaron de plano esto. Años antes, Clemente Palma
distinta dependiendo de la cercanía geográfica pues a distancia, el Mikado y sus
habitantes generan admiración, pero en la cercanía suscitan miedo y recelo.
La percepción negativa de la inmigración japonesa traspasó los años y se
mantuvo a lo largo del tiempo. Es así que en 1916 el diario La Verdad publicó
un artículo titulado «Es curioso». Dicho medio escrito de orientación obrera
sugiere reparar en la inmigración japonesa, no solo en la china, pues avizora
una amenaza. Nótese cómo en términos de la inmigración china esto representa
una «amenaza mayor»:
[…] va extendiéndose entre nosotros otro elemento superior que entraña para nuestro porvenir una amenaza mayor. Queremos hablar de la inmigración japonesa (La Verdad, 3 de junio de 1916, 164) (énfasis mío).
Que los unos generan más miedo que los otros no es nada especial. El desarrollo
y expansión del Mikado son vistos con recelos, pues se prevé una posible
colonización del país. Incluso los trabajadores japoneses son contemplados
como enemigos encubiertos: «Pues bien entre nosotros no es difícil que haya
unos cuantos de estos [japoneses], que, disfrazados de comerciantes, de
peluqueros, o desempeñando oficios más bajos estén destinados a desempeñar,
quizás si en una época muy remota, algún papel muy importante en nuestro
daño» (165). Las especulaciones no cesan y se apela además a una futura
asociación con los chinos, en lo que se denomina panmongolismo. El rearme de
los chinos bajo control japonés es una idea muy constante en este diario: «[…]
en un día dado, cuatro de sus trasportes podrían traer el material de guerra
en su tesis El porvenir de las razas ya había dicho lo siguiente: «Fácilmente se hace un abogado o
un bachiller de un japonés […] Lo que ninguna instrucción puede darle, porque solo la herencia lo crea, son las formas de pensamiento, la lógica, y sobre todo el carácter de los occidentales. Aquel
[…] japonés acumulará todos los diplomas posibles sin llegar jamás al nivel de un europeo ordinario» (13).
suficiente para armar a los 300.000 o más chinos repugnantes e inmundos que
tenemos ya en casa». No hay duda de que los diarios obreros mostraron los
ánimos más exaltados respecto de los asiáticos. Tampoco hay duda de que la
idea del peligro amarillo impregnó exitosamente en el imaginario social, a
punta de difundirse en los discursos de la época, incluido el discurso
periodístico.
Según se dijo en el segundo capítulo, los intelectuales defensores del
indígena también plasmaron su preocupación por los japoneses y usaron de
tribuna la prensa. Dora Mayer en su artículo «Apuntes sobre un estudio de
inmigración» apela al desamparo laboral del indígena, presunta víctima de esta
nueva inmigración:
Guiado el torrente de chinos y japoneses por aquí, ¿quién se daría el trabajo de regenerar al indio peruano? Y sin embargo sería raro que un padre quitase la vida a sus hijos para dárselos a extraños: sería triste que el malayo exigiese concesiones a nuestros propietarios que el indígena jamás hubiese obtenido. El peruano no desea ver que el asiático sustituya al indígena (La Prensa, 1 de mayo de 1906, 1).
Lo dicho por Mayer es distinto de lo dicho por otros intelectuales, pues sugiere
el desplazamiento del indígena a manos de los chinos y japoneses. De tal
manera, bajo una clara invocación patriótica y de exclusión del asiático en la
nación, pretende incentivar su rechazo y cesar sus privilegios laborales en aras
de devolverle la centralidad al grupo indígena. Pero no todo resultó una
percepción negativa. La excepción fueron algunos casos en que se mostraron
conformes con los arribos de inmigrantes chinos, tal como indica El Comercio
en su nota «Inmigración asiática» de 1914:
Hoy llegó al Callao el vapor “Seiyo Maru” de Hong Kong y Yokohama. Trajo inmigrantes chinos y japoneses. Estos últimos, casi en su totalidad, vienen contratados para trabajar en distintas haciendas del litoral. Se observa que se
respetan todas las normas dispuestas para controlar el estado de salud de los inmigrantes. También la nave trae cargamento de uvas, arroz y té. Se nos informa que en los próximos meses seguirán llegando inmigrantes asiáticos, debidamente contratados y en un número que no sobrepasará en total, las
1.500 personas (El Comercio, 9 de junio de 1914, 1) (énfasis mío).
El cumplimiento con las normas de salubridad —tan importante en ese
entonces— aunado a una contratación adecuada y limitada de inmigrantes hace
que el arribo de japoneses y chinos no sea criticado. Respecto a informaciones
de la vida cotidiana se tienen noticias esporádicas referentes a su participación
laboral. Un ejemplo es la noticia «De Cañete» en la sección «De provincias», en
la cual se presentan una serie de fotos sobre las labores de una empresa
azucarera en ese lugar. La leyenda de las fotos señala: «Antigua Villa de San
Luis de Cañete “La Quebrada” sétimo socavón de la acequia “María Angola” de
la British Sugar Co. y sus constructores, operarios japoneses» (Variedades, 25
de diciembre de 1909, 1035).
Por lo anterior expuesto en este acápite, se concluye lo siguiente:
(a) La cobertura social y política de la inmigración japonesa, a diferencia de
la tenida a Japón, tuvo una percepción tensiva entre lo positivo y
negativo; aunque esta se modificó con el transcurrir de los años. Como
sucedió con China, la cercanía geográfica con Japón causaba temor, por
lo que de la curiosidad se pasó a la sospecha. Solo en ese momento, ideas
negativas como el peligro amarillo o el panmongolismo, provenientes de
la prensa internacional, sirvieron para rechazar la inmigración, al
pensarse que podrían favorecer una futura colonización de este país. Y
si bien su discurso no tuvo la intensidad peyorativa del chino, fue
igualmente descalificado e incluso con el positivismo de marco
referencial.
3.3.3. La cobertura social-política de China
A diferencia de Japón, la cobertura periodística sobre la sociedad y política de
China se dio en un contexto bastante desfavorable, lo que ocasionó un
detrimento en su estatus e imagen internacional. Dicha nación se enfrentó al
peso de la imagen construida en occidente como «China milenaria»134 y, al no
poder colmar las expectativas, fue subsumida al plano de la inferioridad,
anacronismo y atraso. Ni los atisbos modernidad ni los cambios posteriores
lograron cancelar del todo este sesgo generalizador. China poco a poco quedó
a la sombra de Japón.
En efecto, a partir del año 1800, la nación china empezó a sufrir un
progresivo declive de su dinastía que supondrá luego el fin del milenario Celeste
Imperio en 1912. China, considerado por dos mil años «el país del centro del
mundo»135, llegó al nuevo siglo sumergida en el descontento social y con su
territorio dividido entre los poderes occidentales y Japón. Esto debido a las
múltiples derrotas ante otras potencias en la primera y segunda guerra del
Opio136 (1839-1842 y 1856–1860 respectivamente), la Rebelión Taiping137 (1850–
1864) y la guerra sino-japonesa (1894-1895)138. Pero no solo eso. Las rebeliones
134 El Celeste Imperio, durante siglos sería considerado un verdadero modelo de civilización, fuente de inspiración para críticas de las sociedades europea. Según Rui Manuel Loureiro el contacto comercial con Portugal a partir del siglo XVI, permitió una imagen de China extremadamente favorable, pues a partir de ese momento Europa se vio inundada de cantidades hasta ese momento inimaginables de sedas, de porcelanas y de otras mercancías originarias del Celeste Imperio; objetos que manifestaron su riqueza y esplendor (359). 135 Hasta el siglo XIX se tenía la idea de que China era el centro del mundo, siendo la representación de la única civilización. Por eso tiene la denominación de Zhongguo o literalmente nación del centro, que es el nombre con que en la actualidad los chinos llaman a su país. 136 La guerra del Opio ocurrió en el siglo XIX entre los imperios chino y británico. La causa fue el interés comercial que creó el contrabando británico de opio desde la India hacia China y los esfuerzos del gobierno chino para imponer sus leyes a ese comercio. 137 La Rebelión Taiping fue una guerra civil de carácter religioso, en las que se enfrentaron las fuerzas imperiales de la dinastía Qing y el Reino Celestial de la Gran Paz, un estado revolucionario dirigido por Hong Xiquan. 138 Como se mencionó antes la guerra sino-japonesa fue un conflicto entre la Dinastía
internas como la Rebelión Bóxer139, el levantamiento de Wuchang140, la
Revolución de Xinhai141 o la formación del Kuomintang142 también afectaron su
imagen. Dichos acontecimientos difundidos en la prensa fueron eficaces para
cimentar con mayor ahínco la relación colonial respecto a China; es decir, la
suposición implícita de que occidente era racional y superior, mientras que
oriente era tradicional e inferior. Pero además se puede decir que China aportó
un instrumento histórico y político para concebir la barbarie local, de modo que
no fue un simple repaso informativo. En efecto, a diferencia de Japón que
representó el modelo a seguir en Asia y en Latinoamérica; la orientación general
sobre las publicaciones refirió al Celeste Imperio o incluso a la posterior
república fue negativa, por lo que se convirtió en una suerte de contraejemplo.
Todos asumieron de manera incuestionable la corrupción despótica de la clase
funcionarial, el cierre premeditado a toda influencia externa, la incompetencia
de la dinastía Qing143 y su inferioridad política, militar y social respecto a
Europa.
Qing de China y el naciente Imperio del Japón por el control de Corea. El Tratado de Shimonoseki del 17 de abril de 1895 puso fin a la guerra y acordó que los japoneses ganasen la isla de Taiwán, el cercano archipiélago de Pescadores y la península de Liaodong en el sur de Manchuria. Los chinos además tuvieron que pagar una gran indemnización valorada en 25.000.000 de libras esterlinas y se vieron obligados a aceptar la independencia de Corea. 139 La Rebelión Bóxer fue un movimiento surgido en China contra la influencia foránea en el comercio, la política, la religión y la tecnología. De ataques a misioneros se pasó al ataque a Pekín y al asedio de las embajadas extranjeras, causando la muerte de cerca de 230 extranjeros y miles de chinos cristianos. 140 El levantamiento de Wuchang fue una insurgencia militar en China, en la ciudad de Wuchang, actualmente parte de Wuhan, que precipitó la caída de la última dinastía imperial china, la dinastía Qing, y el establecimiento de una república. El levantamiento se produjo el 10 de octubre de 1911. 141 La Revolución de Xinhai o Revolución china de 1911 comenzó con una primera batalla el día 10 de octubre de 1911 y finalizó con la abdicación del emperador Puyi el 12 de febrero de 1912. Esta «derrocó el sistema feudal que había ocupado en China más de dos mil años, hizo más profunda en el corazón del pueblo chino la concepción de democracia y de república y, dio un gran impacto a la autoridad de los conceptos de valor tradicionales con el confucianismo como lo principal» (Sandra Niu, http://spanish.china.org.cn/china/txt/). 142El líder republicano Sun Yat-sen creó el partido político Guómíndǎng más conocido en occidente
como "Kuomintang" (KMT). 143 La dinastía Qing fue fundada por los manchúes un pueblo procedente de Siberia que vivía en Manchuria. Esta dinastía gobernó China desde 1644 hasta 1912.
Durante los primeros años del nuevo siglo, la prensa plasmó los síntomas
inquietantes de un imperio a punto de desvanecerse. Un ejemplo fue el
advenimiento al trono del último emperador chino: Pu-yi144, pues este
manifestó la manipulación política de la dinastía Qing que, en un conato
desesperado por mantenerse en el poder, otorgó el gobierno a un niño de tres
años. La noticia «Un chiquitín amo de 450 millones de hombres celestes» lo
explica así:
No es dudoso que el advenimiento al trono después de la muerte de Kuang-su y de su tía la emperatriz Tso Hsi, de un niño de tres años, cuyo padre Tchoun fue nombrado regente, es la obra de una misteriosa combinación política a la que probablemente no son ajenas ciertas potencias interesadas en incrementar su influencia en el inmenso imperio celeste. El pilluelo de tres años es actualmente el amo de 450 millones de hombres sin saberlo (Variedades, 13 de marzo de 1909, 441) (énfasis mío).
La decisión calificada de «misteriosa combinación política» refleja el
desconcierto ante una política sobrepasada tanto por intrigas y manipulaciones
internas como por intervenciones externas145. No solo eso. La dinastía Qing tuvo
que lidiar con rebeliones generalizadas y motivadas, incluso, desde su vecino
Japón. Así lo da a conocer la nota «Conspiración contra la emperatriz»: «Se
sabe que varias asociaciones secretas chinas á instigación de los japoneses
trabajan para derrocar a la emperatriz» (El Comercio, 14 de enero de 1905, 1).
La prensa peruana mostró así curiosidad por la forma de gobierno del Celeste
Imperio, en especial por aquella tiranía o despotismo que era adjudicada a esta
y se oponía a las formas republicanas propias de la modernidad. Esto sirvió para
confirmar las lecciones occidentales, pues el atraso, la decadencia, la debilidad
144 El 2 de diciembre de 1908, el pequeño Pu-Yi, con sólo dos años y diez meses de edad, fue nombrado Emperador de China y sentado en el Trono del Dragón del Salón de Alta Armonía de la Ciudad Prohibida. 145 Según Bailey, los problemas del gobierno durante la dinastía Qing «vinieron marcados por la complacencia y la corrupción en todos los niveles de la burocracia» (Bailey 28). Esta corrupción se extendía a la corte y demás funcionarios políticos que habían vivido con los recursos de la administración pública.
y el subdesarrollo se veían como consecuencias directas de oriente y de China.
En ese sentido —y a pesar de no explayarse a profundidad146—, la prensa hizo
emerger las ideas previas; pero, a modo de un caldo de cultivo, también las
desarrolló.
En paralelo, la guerra ruso-japonesa también afectaba a China, pues el
ejército imperial, poco organizado y equipado, apenas pudo hacer frente a
estos países que sacaron partida de su debilidad. La noticia «La neutralidad de
la China» informó precisamente de la invasión rusa, a pesar de la neutralidad
manifestada:
Semioficialmente se dice que aunque Rusia, al comenzar la guerra, convino con las demás potencias en respetar la neutralidad de la China, mientras Japón y la misma China lo hicieran, se reservó el derecho de considerar esferas de hostilidades el territorio comprendido entre Lia, Yinkow y el ferrocarril Sinzingting (La Prensa, 20 de enero de 1905, 1).
Según se observa en las noticias sobre la guerra ruso-japonesa, los
acontecimientos caóticos, se destacan por otros asuntos más alentadores
dentro de la cobertura social y política. No era para menos, pues la prensa
peruana se mostró acorde a la intervención colonialista de China. Su bajísima
solidaridad con las luchas anticoloniales se debía a que estaba sintonizada con
Europa y su pertenencia occidental. Según Devés-Valdés, el torrente de
publicaciones con fuerte tono eurocéntrico produjo la creciente identificación
emocional e ideológica (179). Sobre todo, de parte de los criollos, quienes
ensalzaban el ideal representado por la cultura y la composición racial europea.
146 La reflexión sin duda se amplió al ámbito académico. De hecho, tal como se vio en el segundo capítulo referente al arielismo, la crisis política de China sirvió de moraleja para explicar la realidad de los indígenas. Los arielistas peruanos establecieron semejanzas entre de la civilización china y la civilización inca, alegando que sus formas de gobierno tiránico generaron el fin de sus civilizaciones y su anclaje en el pasado. Basta recordar las palabras de Riva Agüero: «[la cultura china y la inca] no son copias, sino coincidencias derivadas de igual carácter étnico y análogas condiciones sociales».
El Celeste Imperio debía mantenerse silenciosa y pasiva a la historia147.
Incluso las acciones defensivas chinas fueron muchas veces tildadas de
salvajismo o, en el mejor de los casos, pasar desapercibidas. Un ejemplo fue la
captura del Tatsu-maru, barco japonés acusado de navegar en mar nacional. El
impase diplomático enardeció a la población china y la prensa peruana no
perdió tiempo en descalificar esto. Así lo informó la noticia «China contra
Japón»: «Se ha realizado un mitin monstruo en la ciudad de Cantón en el cual
se trató de convenir la forma en que debía procederse para boicotear las
mercaderías y productos del Japón, en caso que el vapor “Tatsumaru” fuera
devuelto a este país» (La Prensa, 11 de marzo de 1908, 3).
Frente a los acontecimientos, la prensa —por su capacidad de
seleccionar, organizar e interpretar la información— fue un vehículo importante
en la construcción de la imagen exterior de dicho país, aunque solo atinó a
reproducir la imagen convencional y no generar una reflexión autónoma. Su
referencia a una China atrasada, caótica y más aún violenta consolidó su
otredad. Lo que, es más, justificó su intervención, dominación e incluso su
conquista militar. Todas las noticias difundidas, incluso en sus más mínimos
detalles, repararon en la barbarie china, siendo este un rasgo repetido con
ansiedad148. Ejemplo es la noticia «La barbarie humana hoy en día»; una nota
147 Muchas veces esto se justificó con las premisas positivistas que sustentaban que la raza china era «silenciosa y pasiva a la Historia». Clemente Palma en su tesis El porvenir de las razas refería la supuesta incapacidad de los chinos para hacer progresar su nación: «Mientras las otras razas entran en contacto, se mezclan, luchan o se unen, tienen apogeos o hundimientos, períodos de abatimiento profundo y de resurgimientos brillantes […] la raza china permanece inmóvil en sus estepas, espectando con ojos estúpidos el torbellino de la vida de las nacionalidades» (20). 148 Si tenemos en cuenta que la prensa reprodujo la relación colonial de occidente con oriente o, mejor dicho, con China, podemos entender algunos rasgos de su discurso como la fijeza de ciertos rasgos. Según Homi Bhabha la fijeza es construcción ideológica de la otredad: «un rasgo importante del discurso colonial es su dependencia del concepto de «fijeza» en la construcción ideológica de la
otredad».
sobre las ejecuciones durante las revueltas chinas, la cual describe la falta de
humanidad al momento del ajusticiar al enemigo:
Hemos mencionado la justicia china y debemos añadir que los chinos, pese a su carácter tímido e infantil, consideran las ejecuciones como espectáculos muy divertidos. Cuando el verdugo tinto en sangre el afilado sable, levanta la cabeza del decapitado para lección y escarmiento, no es raro que el público la salude con risas y chanzas (Variedades, 25 de diciembre de 1909, 1043).
Crudas escenas de guerra, castigos, ejecuciones son el escenario violento que
insiste en la barbarie y de pasada en el despotismo que —una vez más— refuerza
la idea de una política antagónica a la modernidad. Por si fuera poco, a raíz de
la Rebelión Bóxer149, se hizo común la idea del enfrentamiento y maltrato a los
extranjeros, siendo China vista como la última «amenaza» de occidente. Así lo
demuestra otra nota de la sección «Noticias extranjeras», que refiere el ataque
a marineros europeos y americanos en Shangay:
La república China aún no se acomoda con facilidad al cosmopolitismo que en todos los pueblos modernos existe, y á pesar de los grandes progresos que ha hecho en los últimos tiempos con la adopción de un régimen de gobierno más humano y progresista, continúa teniendo repugnancia por el extranjero y en cada agitación política se produce la amenaza contra la vida y los intereses de los súbditos europeos y americanos (Variedades, 7 de febrero de 1912, 1223).
La lectura del acontecimiento es sesgada, pues se deja de lado el motivo del
ataque (la defensa ante una intervención bélica) para enfatizar únicamente el
«supuesto» odio y rechazo chino por todo lo extranjero. Sea por incomprensión
o por falta de conocimiento sobre la coyuntura china; lo cierto es que al final
se termina por consolidar la imagen de un país xenófobico, aquel que siente
«repugnancia por el extranjero». Resulta por demás paradójico, pues ya para
149 Los boxers generaron miedo en occidente. Estos constituían una sociedad secreta, cuyo fin era liberar a China del «demonio extranjero». Los boxers contaban con el tácito apoyo de la emperatriz Tz’u Hsi. Sin embargo, en 1911 la situación cambiaría pues sobrevino la revolución china y las revueltas boxers fueron apaciguadas.
esos años la naciente república china150 había mejorado la percepción de China.
La idea de un país estancado, inmóvil e incapaz de progresar fue la
premisa compartida por occidente (Rodao, «Visiones de China», 94) Por si fuera
poco el Celeste Imperio también era el lugar de la barbarie, el caos y el
desamparo. La nota «Recogiendo cadáveres» recrea tal situación: « [En Cantón]
se ha extraído ciento cincuenta cadáveres de las personas que perecieron ayer
en el incendio que se realizó en la flota de botes playeros» (La Opinión
Nacional, 3 de febrero de 1909, 2). Las noticias sobre incendios en China —
cifrada en un cúmulo de cadáveres y ruinas—, no por casualidad, fueron
cotidianas en la prensa y se prolongaron durante años, siendo el recordatorio
de una sociedad que no podía «salir» de la barbarie. Así, a la nota publicada en
1909 le sigue otra de 1914, titulada «La desolación en la China»:
Entre las rebeliones, el bandolerismo y los incendios, China ha pasado una etapa tremenda de la que dan idea los grabados que reproducimos. En el primero pueden verse tres aspectos de la revolución de Nanking, ciudad que tomaron a sangre y fuego las tropas del gobierno. El segundo es una vista de un colosal incendio en Shangay, que quedara en el aspecto desolador que aparece en el grabado. Y el tercero se refiere al incendio que ha destruido 2000 casas y ha dejado sin hogar a 15,000 personas (La Crónica, 6 de enero de 1914, 8).
El grueso de publicaciones, a nivel general, sitúan al Celeste Imperio dentro de
esas «inmensas hordas asiáticas» (rusas, coreanas e hindúes) carentes de
estabilidad política y social. Aun así, no todas presentaron un matiz negativo.
Las noticias sobre la Revolución de Xinhai o Revolución China de 1911 aparte de
generar interés informativo, ofreció una visión más empática y menos
subalternizada de lo acostumbrado. No cabe duda de que derrocar a la dinastía
150 De hecho, el ataque se dio casi un año después de instaurado la república china, por lo que la crítica también se dirige a ese aspecto: «La república China no se acomoda con facilidad al cosmopolitismo».
Qing, instaurar el Kuomintang y proclamar la república sumó adeptos tanto en
China como en el extranjero151. Recuérdese nomás lo que decía José Carlos
Mariátegui: «Con la China revolucionaria y resurrecta están todas las fuerzas
progresistas y renovadoras, de cuyo prevalecimiento final espera el mundo
nuevo la realización de sus ideales presentes» (Figuras y aspectos de la vida
mundial, t. XVII, 149). Es así que en ese tiempo se publicaron diversas noticias
a favor de la revolución.
Un ejemplo es la titulada «La muerte de Yuan Shi Kay», pues aquí el asesinato
del líder republicano desencadena elogios a su trayectoria política y, en
especial, a la causa republicana defendida:
[…]la muerte del gran hombre público, general Yuan Shi Kay, personalidad originalísima y vigorosa, que, tanto en la época del Imperio, como en los azarosos días de la Revolución, como á la cabeza del país que tan decisiva evolución marcara al arrojar la dinastía manchú, alcanzó figuración elevadísima (Variedades,10 de junio de 1916,633).
No hay duda de que la gravitación de figuras intelectuales y políticas de primer
orden en Asia aparece de manera recurrente en la prensa. Si de Japón las
grandes figuras fueron Maretsuke Nogi o Ito Hirobumi; de China fueron Su Yat-
sen, Chiang Kai-shek o Yuan Shi Kay. El último un oficial militar y político
bastante elogiado por su actuación en favor de la república152. Dicho de otro
modo, no solo la modernización sino la concientización política fue vistas con
151 En la primera mitad de los años veinte la onda expansiva de los movimientos revolucionarios y nacionalistas de Asia, despertó el interés de la nueva generación intelectual en Latinoamérica (Déves y Melgar 5). Y es que la canalización y la expresión de un nuevo nacionalismo chino resultó por ese entonces admirable para muchos reformistas, pues a diferencia del Japón y su nacionalismo agresivo, el nacionalismo chino representaba la defensa del territorio nacional ante los ataques coloniales. Fueron abundantes los textos divulgadores del pensamiento nacionalista chino así como los textos de exaltación política sobre sus liderazgos anticolonialistas. 152 Yuan Shi Kay entre sus cargos políticos más importantes tuvo ser primer ministro en el ocaso de la dinastía Qing y luego primer presidente de la República de China. Después de estar al servicio de la corte imperial, Yuan Shi Kay acabó abrazando la causa revolucionaria republicana y forzó al último emperador Qing a abdicar el 12 de febrero de 1912. Después de eso Sun Yat-sen renunciaba a su cargo y le cedía el testigo a Yuan Shi Kay (Bailey 74).
bastante agrado, aunque fue un embelesamiento de corta duración, pues la
restauración del régimen imperial —cuatro años después de la proclamación de
la República de China — detuvo esto.
Las caricaturas procedentes del extranjero integraron la cobertura sobre
la sociedad y política de China. Aunque estas fueron menos numerosas que las
referentes a Japón, permitieron la difusión de la ideología occidental —de
raigambre europea y norteamericana— y así la exportación de prejuicios, falsa
creencias y valores. El Celeste Imperio representó la barbarie y peor aún la
inmutabilidad para alcanzar una modernidad. Un ejemplo es la caricatura «La
cuestión china». Aquí el dibujo de dos chinos vestidos a la usanza típica se
acompaña del siguiente diálogo: «-Paisanito, toma otra vez la trenza; mamá
Civilización dice que no nos queda más recurso que ahorcarnos con ella»
(Variedades, 14 de julio de 1917, 769). Con el tiempo las caricaturas,
desplegadas desde la prensa extranjera, se adaptaron a la situación peruana,
siendo un caso ejemplar para referir el miedo ante el avance inmigratorio
chino.
De acuerdo a lo expuesto en el acápite, se concluye lo siguiente:
(a) La cobertura sobre la sociedad y la política de China siguió el mismo
trayecto que la cobertura cultural en el sentido de su percepción
negativa. Las noticias destacaron que el Celeste Imperio era una
nación estancada e inmóvil, además de ser el lugar de la barbarie, el
caos y el desamparo. Sin embargo, frente a lo sucedido, la prensa no
hizo más que replicar la postura internacional que se tenía de China,
sin postular ninguna reflexión autónoma. Envuelta en el proyecto de
modernidad, existió una identificación emocional e ideológica con
Europa. Es por eso que ante la intervención colonial no se mostró
molestia.
(b) Comparaciones con el Mikado e influencia en la inmigración china.
Las críticas presentes en la cobertura social-política se extendieron
al igual que las comparaciones con su vecino Japón, lo que dio lugar
a moralejas respecto al éxito de la modernidad y la occidentalización.
Esto definió en distinta manera la apreciación de la inmigración en
cada caso, de ahí que respecto a la inmigración china, la imagen
internacional favoreció el trato subalterno.
(c) El Celeste Imperio y la revolución china como forma de admiración.
Los acontecimientos que rodearon al surgimiento de la república fue
bien elogiada por la prensa, lo que sin duda contribuyó a mejorar la
percepción negativa. A diferencia de la rebelión bóxer que proyectó
la imagen de odio a los extranjeros; la revolución china proyectó la
imagen de una nación enfrentada al colonialismo. Incluso en su
momento fue traída a colación por los intelectuales para reflexionar
sobre la situación peruana.
3.3.4. La cobertura social de la inmigración china
Fuera de la cobertura sobre la sociedad y política de China, se tiene la
cobertura social de los inmigrantes chinos. Como se sabe, el trasvase de
informaciones sobre la inmigración china se produjo, pues, en un contexto de
abierta hostilidad y discrepancia; de ahí que el tratamiento periodístico dado
fuese simplificador, negativo y estereotípico de la compleja experiencia
migratoria. Es así como fue tomando forma una percepción claramente
negativa. Los primeros contenidos a analizar son los informativos, los cuales
han sido divididos en tres: a) el flujo migratorio, b) la vida cotidiana y c) las
relaciones diplomáticas.
a) Las noticias, artículos y crónicas sobre el flujo inmigratorio
Las noticias, artículos y crónicas relativas al flujo migratorio fueron las más
comunes. Así por ejemplo, se consignaba a diario noticias que daban cuenta de
los registros inmigratorios. La cantidad de chinos, su división por sexo y edad,
el destino geográfico a dónde se dirigían (Lima u otras provincias), el número
de muertos y hasta el nombre de la embarcación que los traía consigo: ningún
detalle quedaba fuera de aviso. Pero a medida que se producía un mayor flujo
de inmigrantes o se detectaron problemas, dichas publicaciones fueron la
oportunidad para plasmar críticas acérrimas. La prensa entonces utilizó
distintos filtros y estrategias para formar la opinión de los lectores acerca de
un fenómeno que era conceptualizado como peligroso. La estrategia más común
fue recurrir al pensamiento positivista. Un ejemplo es la noticia «El último
contingente chino» de la revista Variedades, la cual refiere lo siguiente:
El cargamento de los mil y pico largo de chinos que debe poner fin abrumador a la inmigración china acaba de llegar a borde del Lothiam […] [los chinos] se han desplazado por la ciudad para mayor gloria y belleza de nuestra raza (Variedades, 19 de junio de 1909, 367).
Aquí el positivismo, que sirve para detectar a los indeseables, argumenta la
degeneración del «ser nacional» en manos de los chinos. Sumado a la estrategia
de hiperbolización numérica (los «mil y pico chinos») que exacerba esa
sensación de ser superados por la masa china; la noticia hace explicita la
necesidad de poner fin a la inmigración china. Pero aparte de las noticias se
tuvieron también artículos de opinión. Un ejemplo bastante interesante es el
artículo «El panmongolismo japonés. Notas sobre el peligro amarillo» del diario
La Prensa. Su publicación en 1904 avizora la percepción china de los primeros
años del siglo XX:
Mucho se habla ahora del peligro amarillo, ya sea para presentarlo como una grave amenaza […] China es como una caldera demasiado repleta de vapor, que descarga una parte de su contenido por todas las aberturas y rajas. Esta expansión espontánea, sin dirección ni plan fijo ya está provocando serios temores, y es fácil comprender la significación que adquirirá cuando esté organizada y dirigida por hombres inteligentes (La Prensa, 7 de setiembre de 1904,3).
El arribo al país de chinos trae a colación la idea del «peligro amarillo» y sus
dos consecuencias más resaltantes: el hecho de que las llegadas de hordas
chinas resulten incontrolables —asociada metafóricamente con la explosión de
una caldera en ebullición— y el hecho de que esto represente un choque cultural
(Doran 126). La apelación al peligro amarillo o yellow peril resultó una buena
estrategia para propagar el miedo en dichos años. Esto comprueba que las
noticias en torno a la política japonesa y china tuvieron gran impacto y
contribuyeron al rechazo inmigratorio asiático153.
Si bien las críticas eran cosa común, también existieron denuncias sobre
casos específicos. Una de esta precisamente tuvo como protagonistas a un grupo
de mujeres peruanas casadas con chinos, las cuales volvieron al país tras su
estadía en China. Las quejas sobre los maltratos recibidos fueron recepcionados
con inmediatez por la prensa, tal como da a conocer la noticia «Prófugas de la
China» de la revista Variedades:
153 A nivel del discurso sobre la inmigración china se establece una dinámica bajo la cual este se renueva, se transforma y se actualiza de nuevas ideas, argumentos e imágenes; aunque el trasfondo siga siendo el mismo de exclusión respecto a los chinos.
Esas mujeres vuelven al Perú después de varios años de ausencia y refieren cosas indescriptibles del trato que los amarillos le daban. Cuentan que son muchas las mujeres de Sudamérica, peruanas esposas que hay en diversas ciudades del imperio y que la vida que llevan está amargada en cuanta privación puede imaginarse, con cuanto maltrato puede suponerse […] El marido pierde en el nuevo ambiente el poco roce de civilización, que llevara de América para volver a sus antiguos hábitos (Variedades, 26 de junio de 1909,403-404) (énfasis mío).
El discurso revela la ineficacia de los chinos para formar una familia y tener
descendencia, en tanto son presentados como individuos agresivos y
maquinadores: rasgos típicos de una raza que ponía en peligro la integridad de
las mujeres y de toda la sociedad peruana. De nuevo se utiliza el repertorio
positivista como la estrategia para sustentar que el cruce de los chinos con otras
razas era desdichado. Incluso se hace alusión al retorno de su condición
bárbara: «El marido pierde en el nuevo ambiente el poco roce de civilización,
que llevara de América para volver a sus antiguos hábitos». Noticias como esta
tratan de impedir el desarrollo poblacional de la inmigración china, en
momentos en que su presencia empezaba a notarse en la ciudad154. En
reiteradas oportunidades la prensa insistió de modo obsesivo en el cruce racial
de los inmigrantes chinos. Cualquier anécdota desventurada era la oportunidad
ideal para desacreditar la unión de chinos con mujeres peruanas155.Y es que
como se dijo antes, se da prominencia informativa siempre a los aspectos
negativos de la inmigración en detrimento de otros más positivos. La situación
inmigratoria enervaba, pues, la mirada excluyente, sobre todo de la élite
154 Según el censo de 1908, solo en Barrios Altos la población asiática alcanzaba el 7% del total. Una cifra considerable pero inferior frente a otros grupos como el indígena (17%), el blanco (34%), el mestizo (36%). Solo la población asiática era superior a la negra (6%) (Cit. en Panfichi). 155 En su artículo «Los chinos», Gonzales Prada ya anunciaba la feliz unión del inmigrante chino con mujeres peruanas: «Las mujeres no les niegan sus favores ni dejan de unírseles en alianzas duraderas y bien avenidas» (208). Esto contradice a los intelectuales positivistas, para quienes la mezcla racial con los chinos resultaba un fracaso y era dañina. Un ejemplo es Clemente Palma en su tesis El porvenir de las razas: «La raza asiática importada al Perú muy posteriormente, ya en la época de la República, no pudo felizmente cruzarse con las razas mestizas y mulatas» (19).
letrada que practicaba el periodismo en ese entonces. La revista Variedades,
medio escrito al que pertenece la noticia, fue un buen ejemplo por su filiación
a las clases altas y medias, es decir, al grupo hegemónico.
De vuelta a las noticias sobre flujos inmigratorios, no solo se dieron
cuenta de los arribos sino de las salidas de los inmigrantes chinos. Los hijos del
Celeste Imperio, una vez más, fueron blanco de burlas de una prensa que
encontró en dichos acontecimientos la oportunidad para mostrar su antipatía.
Un ejemplo es la crónica «Éxodo de chinos» también de Variedades. Esta da
cuenta del arribo de ancianos chinos devueltos a su país por una gestión de la
Beneficencia China156. Lejos de cualquier respeto o conmiseración, la despedida
se percibe con sorna:
Uno de los más sonados acontecimientos en la semana que termina ha sido el embarque de un numeroso grupo de chinos valetudinarios y pordioseros que han sido enviados a Cantón por la Sociedad de Beneficencia China de esta capital, que ha querido, con muy buen acuerdo y encomiable espíritu y solidaridad con sus desgraciados compatriotas, enviarlos a la patria distante a que concluyan allí sus días en la paz de un hospicio. […] Tipos de miseria y abandono, muchos pasearon nuestras calles exhibiendo su miserable condición ante la indiferencia de los unos, el asco de los más y la cruel e ingenua agresividad de los mataperros». (Variedades,25 de diciembre de 1915, 3010).
La descalificación de los ancianos se produce a través de otras tipificaciones
representativas tales como déficit cultural, social y económico. Y es que, si
detenemos la mirada en el proceso inmigratorio chino, veremos que la forma
en que éstos son pensados, o más bien problematizados, articula un denso
conjunto de retóricas. Los calificativos de «pordioseros», «desgraciados» y
156 Llamada también Sociedad Ton Huy Chong Koc (Sociedad Central de Beneficencia China del Perú) esta institución se formó con la finalidad de apoyar a los miembros de la colonia. Fue fundada durante la ocupación chilena en Lima, cuando los comercios chinos fueron saqueados y muchos inmigrantes fueron asesinados, por lo que empezó a funcionar desde 1882 (Chuhue 29).
«miserables» aluden a su condición económica de pobreza157 y encajan además
con su degeneración física (debilidad, falta de vigorosidad, etc.) tan aludida en
el positivismo. Por si no fuera suficiente, incluso se advierte una apreciación
estética negativa, pues su cuerpo genera repulsión158. Lo interesante sin
embargo es la síntesis de sus años en la capital: «[…] muchos pasearon nuestras
calles exhibiendo su miserable condición ante la indiferencia de los unos, el
asco de los más y la cruel e ingenua agresividad de los mataperros». Noticias
como estas develan que los mataperros, conformado por jóvenes vándalos, se
burlaban de manera cotidiana de los inmigrantes chinos, llegando incluso a
intensidades de violencia. Nótese además cómo la violencia contra el chino no
se oculta sino se exhibe sin conmiseración e incluso se justifica. La
subalternidad china es así naturalizada y forma parte de una cotidianidad que
no busca contradecirse, sino reafirmarse. Lo contradictorio, sin embargo, viene
luego cuando el cronista se focaliza en las actividades laborales del chino, pues
esta genera evocaciones agradables e íntimas:
Muchos han sido desde cocineros de casa grande hasta humildes y atormentados barrenderos ambulantes. Muchos vendieron melcochas a los que ya hombres no recordaran el instante de placer que debieron a las manos del chino, generosas en la llapa abundante (3010-3011).
Sin duda la interacción diaria del sujeto nacional con el inmigrante chino, a
través de las labores, favorecieron la creación de vínculos afectivos. Por su
157 Según se vio en el segundo capítulo, para el positivismo la pobreza fue un rasgo de la otredad china y esta se atribuyó tanto a su inadecuación como a su retraso. De ahí que se asocie a los inmigrantes chinos. Recuérdese la tesis El problema de la población en el Perú: inmigración y autogenia (1908) de Francisco Graña, en la que describe a los chinos como «habituados á la pobreza más lastimosa» y «miserables mejor que sobrios». 158 La percepción del cuerpo chino, según se verá más adelante se asocia a lo feo, lo grotesco: características que según se dijo formaron parte de la representación de la inmigración china. Esta percepción se cultivó desde su venida al país y fueron los viajeros, intelectuales y políticos los que se encargaron de resaltarlo: [...]. La raza amarilla ha venido a complicar más aún una situación de por sí bastante embrollada, y con ella no han aparecido ciertamente muchos elementos de belleza (Cotteau, Cit. en Paroy 9).
aceptación y consumo mayoritario; la labor culinaria159 es la que provee los
recuerdos positivos. Es así que se apunta a una mirada más reflexiva, alejada
de la queja común a la inmigración. En la cobertura de Variedades, la crónica
«Regreso de chinos» es otro buen ejemplo de una perspectiva diferente:
Venidos al Perú hace muchos años quizás sí habían llegado a amar esta tierra en que gastaron sus energías y al volver hoy a sus provincias, olvidadas las costumbres, desconocidos entre los suyos, sentirán acaso la nostalgia de esta ciudad que a pesar de la hostilidad de sus habitantes para con ellos fue siempre más hospitalaria y caritativa que lo será su país, pletórico de hombres y duro e impío con los miserables y desvalidos (Variedades, 10 de julio de 1909, 457) (énfasis mío).
El retorno de los ancianos inmigrantes es motivo para subrayar los años que
trabajaron y además —de manera poco común— el maltrato que pudieron sufrir
de parte de los peruanos, tal como se observa en el cuestionamiento «sentirán
acaso la nostalgia […] a pesar de la hostilidad de sus habitantes». Una
revelación bastante sincera que en cierta medida se diluye o —mejor dicho— se
justifica en el discurso con la idea de que el maltrato fue peor en China: su país
de origen. La relación con lo chino se articula, pues, no solo a partir de la
extrañeza, sino del afecto. Los chinos empiezan a ser asumidos como parte de
la sociedad, por tanto, su presencia empieza a generar replanteamientos sobre
las actitudes asumidas con ellos. La crónica en cuestión resulta un buen ejemplo
distinta de la representación usual. No obstante, al estar bajo la sombra de
una relación de subalternidad, dicha afectividad revela una simpatía
superficial, sin un verdadero reconocimiento.
159 Fue más fácil establecer vínculos afectivos para los inmigrantes chinos que trabajaban como servidoras domésticas que aquellos con otros dedicados a la agricultura en las grandes haciendas tenían menos posibilidades de interactuar con la sociedad. No obstante, esto en contrariedad posicionó a los inmigrantes chinos dentro de lo femenino debido a que dichas labores domésticas se asociaban a lo femenino.
b) Las noticias, artículos y crónicas sobre la vida cotidiana
Las noticias, artículos y crónicas sobre la vida cotidiana de los inmigrantes
chinos tuvieron gran incidencia en las informaciones generales de la prensa. No
obstante, de manera frecuente, se los presentó involucrándose en conflictos
sociales (de higiene, urbanidad, salud mental, seguridad urbana y competencia
laboral, etc). Estos conflictos fueron destacados con la finalidad de provocar
un impacto social, razón por la que se hace mención a los ya referidos miedo
laboral y miedo higiénico. Respecto al miedo laboral160, es decir, el temor ante
un supuesto desplazamiento de los nacionales en las actividades laborales, está
estuvo marcada por las protestas obreras en 1909. La revista Variedades, como
filial al grupo hegemónico y reproductora de las condiciones ideológicas
estructurantes, subrayó la subalternidad china a la par que la utilizó para
criticar al gobierno de turno y defender a los obreros. Un ejemplo es la nota
editorial «De jueves a jueves» de Variedades:
El gobierno del Perú prestando oídos al clamor popular contra la inmigración asiática y en especial contra la china […] Pero es el caso que, dada la exasperación del sentimiento popular contra los chinos que ha venido fermentado desde hace mucho tiempo y que ha empezado a manifestarse en formas violentas e incultas a causa de la miseria y de la crisis del trabajo (Variedades 22 de mayo de 1909) (énfasis mío).
El discurso, en efecto, defiende las protestas antichinas del sector obrero. Este
y otros similares de los medios escritos desplegaron en su discurso dos tipos de
estrategias discursivas: el primero centrado en evidenciar la competencia
laboral que significaban los inmigrantes (Hung Hui 51-53), y el segundo
interesado en evidenciar la condición humana de los chinos a través de
supuestas referencias científicas (40), vale decir positivismo. La última
160 Una explicación más detallada sobre el miedo laboral se observa en el segundo capítulo.
refuerza la idea de que detrás del conflicto de clases se encontró el conflicto
de razas. En esta suerte de espectáculo, la única reflexión, si es que hay una,
es que los chinos resultan una presencia incómoda para los trabajadores
nacionales. Pero la mayor aversión desde Fray K Bezón, una revista denominada
a sí misma satírica y anticlerical, cuyo carácter anarquista era filial a las clases
trabajadoras. Esta declaró su apoyo incondicional a los obreros, tal como se
expresa en el siguiente poema «En espera»:
¿Estas fueron las promesas de don Augusto Leguía, cuando pretendiera un día la silla presidencial? ¿Traer más chinos y más chinos a esta tierra y nuestra raza que se quedara sin casa y se quedara sin pan?
(Fray K Bezón, 15 de mayo de 1909, 6).
El poema otorga una victimización a los obreros, a pesar de que el día anterior
estos atacaron las encomenderías chinas. Para eso apela a su condición social
(«[ellos] se quedarán sin pan») y a su nacionalidad («nuestra raza»), a fin de
suscitar la filiación del público lector con sus quejas e invisibilizar los actos
vandálicos realizados por estos. Al igual que dicho contenido, la mayoría de
artículos de opinión de Fray K Bezón desestimaron una defensa de la
inmigración china161.
Solo algunos medios escritos mostraron una postura contraria. Entre ellos
se encuentra El Diario que defendió a los chinos, no por darles la razón, sino en
aras de fomentar el cese de la violencia, tal como lo expresa su columna
161 Es curioso la aversión a la inmigración china en la revista, pues su director Francisco A. Loayza fue un gran admirador de la cultura japonesa. Su vida diplomática y su labor como cónsul del Perú en el Japón permitió esa cercanía, de la que se tiene obras como Perlas de oriente, El brevario (1925); Manko Kapac (1926); Cahuide no existió (1944); o Chinos llegaron antes que Colón (1945).
editorial «La inmigración china»: «En una ciudad culta son intolerables actos de
pillaje y cobardía contra indefensos asiáticos a quienes se podría manifestar lo
odiosa que es su presencia, en forma que no traiga el sonrojo de la cara; la
noticia» (El Diario, 10 de mayo de 1909, 1). Otro diario que mostró su rechazo
fue Los Parias, dirigido por Manuel Gonzales Prada. El propio intelectual en su
artículo «Los chinos» responsabilizó de lo sucedido a los políticos de azuzar
estas acciones: «Los gritos salvajes de “¡Mueran los chinos!” alternaban con las
vivas a Demócratas y Liberales. Claro indicio de simpatía o solidaridad entre los
saqueadores y los partidos de oposición» (Los Parias, junio de 1909, 208).
El miedo laboral va de la mano del miedo higiénico. En semejanza a lo
sucedido con el miedo laboral, este logró una amplia cobertura y fue la
plataforma para acusar una serie de prácticas antihigiénicas de los inmigrantes
chinos. Y es que como se explicó antes162, una obsesión por el contagio, las
plagas y las bacterias recorrió Lima, lo que produjo una serie de miedos
desatados por la llegada de extranjeros chinos considerados «contaminantes».
La prensa siguió de cerca las intervenciones higienistas e incluso se animó a
hacer sus propias pesquisas163, por lo que sus denuncias no fueron hechos
aislados sino permanentes. Las quejas más comunes fueron sus actividades
culinarias en las fondas, pues se les acusó de falta de salubridad en sus
establecimientos y estafa en las carnes vendidas. Un ejemplo es la noticia «¡El
pueblo comiendo ratas!» de la revista Fray K Bezón. La denuncia de la estafa
162 En el segundo capítulo se desarrolla esta idea del miedo higiénico referido a los chinos. 163 Estas incursiones no solo fueron dadas por los periódicos, sino también por revistas ilustradas de consumo masivo como Actualidades o Variedades, quienes presentaron reportajes ilustrados muy interesantes.
en las carnes vendidas causa conmoción, pues se dice que la carne de res fue
reemplazada por carne de rata:
A cuatro cuadras de la intendencia y de la Municipalidad, en el callejón de Otayza se ha estado vendiendo, en esta semana, pasteles de carne de rata. Uno de esos DULCES ha sido analizado por el Químico Municipal quien ha comprobado lo anterior...!Qué tal!» (Fray K Bezón, 24 de abril de 1909, 7).
El discurso es mordaz al desplegar sus acusaciones. No había duda de que los
chinos cumplían una función de contramodelo civilizatorio de la sociedad
moderna a la que se aspiraba. Sin embargo, este mismo discurso se confronta
con la realidad de la vida cotidiana, pues en ese entonces los fonderos chinos
satisfacían la demanda de los nacionales. La inmigración china participaba de
diversas actividades, interactuaba con la sociedad peruana y empezó a llamar
la atención de varios intelectuales.
La prensa de manera usual optó por lo más fácil: reforzar la consabida
subalternidad. De vuelta al miedo higiénico, las denuncias incluyeron además
las enfermedades que transmitían, pues estos eran vistos como un peligro para
la salud de las personas, en especial, por ser portadores de pestes. A modo de
ejemplo, se cita la noticia «La inmigración asiática. Un vapor en cuarentena»
de El Comercio, que refiere un supuesto caso de peste bubónica —aún sin
confirmar— en una embarcación con inmigrantes chinos:
Aquí no se considera patriótica la labor que se está haciendo para favorecer la inmigración china y es de esperar que el gobierno inspirándose en el sentir público, tome alguna medida radical para impedir el ingreso a territorio nacional de esa gente raquítica que no mejorará sin duda nuestra raza (El Comercio, 7 de junio de 1905, 3).
Mientras los detalles sobre la peste son nimios; la exhortación a rechazar la
inmigración es abundante y se convierte en el eje de la noticia. Basta ver sus
estrategias: la apelación a una sensibilidad patriótica y la utilización del
repertorio positivista164 en la referencia a los chinos como gente raquítica.
Como puede verse, las enfermedades suscitaron la paranoia colectiva siempre
alentadas por la prensa
Por último, las denuncias incluyen actividades como el opio y el juego.
Para la prensa ambas conformaron el retrato decadente del inmigrante chino,
pues ambos se alían con la enfermedad, con el envilecimiento físico y moral del
ser humano o incluso con la maldad, debido a su carácter abyecto, contrario a
la moral pública (Morán 363). Fue natural por tanto que la prensa efectuase un
seguimiento exhaustivo. Así, por un lado, se tiene al juego165 (pucapiu, maracas
y rifas chinas) practicado en los garitos. Un ejemplo es el artículo «Lima se
hunde. El pacapiú» de la revista Fray K Bezón. Esta refiere la proliferación de
establecimientos dedicados al juego, acusadas de ser un peligro para la salud
mental, además de generar el hurto a los trabajadores peruanos. La queja va
de la mano con una crítica al gobierno:
No basta que el gobierno garantice la estabilidad del juego de azar entregando esa explotación de la sangre del pueblo a empresas especuladoras en el más alto grado; no basta con mengua de la moralidad pública, se consienta la apertura de nuevas casas de juego (Fray K Bezón, 27 de marzo de 1909,3)
En el discurso, la práctica del juego asociada a la inmigración china representa
algo nocivo para la sociedad peruana por la decadencia moral y física166 que
promueve. No era de sorprender que el tono sea virulento, pues el odio chino
164 No hay que olvidar que el discurso higienista proviene del positivismo por lo que este tipo de referencias fueron comunes en las noticias y sirvieron de estrategias. 165 Esta actividad presente desde inicios de la inmigración, era censurada por la prensa. En 1859 el diario El Comercio se quejó sobre «chinos cimarrones dedicados al juego en el teatro». Mientras que en 1915 el diario La Prensa «denuncia a diversas casas de juego situadas en Capón, Hoyos y Rastro de la Huaquilla» (Chuhue 61). 166 Recuérdese a los intelectuales positivistas quienes utilizaban los prejuicios raciales para relacionar a las personas originaras de China con el consumo y comercio de opio. De hecho, el opio motivó el debate que surgió para decidir qué hacer y cómo controlar el opio. Ese mismo año, en 1916, Enrique Paz Soldán en su artículo «El peligro amarillo» propone prohibir el ingreso a los peruanos a estos centros de opio, así como prohibir los impuestos aduaneros al opio para que este sea más barato y solo sea consumido por los chinos. Solo así se «detiene a los que comienzan a resbalarse por la fatal pendiente» (La Crónica, 2 de abril de 1916, 7).
propio de la revista hace que sea así. Los medios escritos criticaron el juego y
las rifas, pero también el opio: una práctica bastante censurada167, por ser vista
como un deleitoso y morboso placer168. La crónica «Huyendo del humo de Asia»
de la revista Variedades presenta una moral concreta de la droga, a través del
recorrido por una institución filantrópica china dedicada a rehabilitar a los
opiómanos
El filántropo Federico Tomm, […] Espera salvar del naufragio que es la práctica de la “Droga” a todos los coolíes que aquí se dedican a tan funesto vicio. […] afirma que si tuviera los medios suficientes, en poco tiempo no vería a esos coolíes de tez amarillenta, en el cual el opio ha grabado con ensañamiento sus huellas infamantes. Sueña con una colonia china, laboriosa y sobria, que le haga respetable a los que aquí la odian y la temen (1525).
El opio al igual que el juego representa la decadencia moral y física, de ahí
que sea referido como «funesto vicio». En vista de que la crónica intenta llamar
la atención sobre lo nocivo de esta práctica, articula lo anterior a una
descripción del opiómano chino, más en específico de su corporeidad enferma:
« [es un cuerpo donde] «el opio ha grabado con ensañamiento sus huellas
infamantes». De esta manera, se manifiesta admiración por la labor de
rehabilitación emprendida, pues significa el control de un vicio peligroso para
la sociedad peruana. Se puede decir que solo en este punto el esfuerzo de los
inmigrantes por rehabilitarse resulta el ejemplo: una particularidad positiva
dentro de la representación de la inmigración china que, a nivel general, es
negativa.
c) Las noticias, artículos y crónicas sobre las relaciones diplomáticas
167 Al igual que el juego, el opio desde los inicios de la inmigración fue censurado por la prensa. El diario El Comercio en 1859 denunció que en la calle Capón se encontró a 300 chinos en una casita pequeña bien alumbrada y con un olor acre, fuerte y pronunciado a ese opio (Chuhue 60). 168 Las imágenes y sueños inducidos por el opio han inspirado a artistas y han sido tema de la literatura modernista. Y es que oriente estuvo lejos del condicionamiento moral institucionalizado, siendo el opio en particular asociado a la lujuria inagotable (Ai 96).
La cobertura social de la inmigración china tuvo una percepción claramente
negativa, la cual era la norma general en la prensa. No obstante, es preciso
reparar en algunas excepciones, tal como sucede con las noticias y artículos
sobre las relaciones diplomáticas, las cuales generaron una apreciación
positiva. Y es que los cargos políticos de los inmigrantes, por su estatus social
y económico, posibilitaron casos de reconocimiento y de contacto mutuo,
puesto que se aproximaron al ideal de bienestar nacional. Celebraciones tales
como Fiestas Patrias, el Año Nuevo Chino o el Aniversario de la República China
fueron buena ocasión para manifestar eso. Un ejemplo es la noticia titulada «El
aniversario de República China»:
Con motivo de celebrarse ayer el aniversario de la República China, el representante de China, Excm. Chin Li Woo, el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Enrique Riva Agüero, un edecan de S.E. el presidente de la república y los miembros del cuerpo diplomático así como las autoridades políticas de la capital y distinguidas personalidades de nuestros círculos sociales. Estas personas fueron atendidas con exquisita cortesía por el diplomático chino y el jefe de la legación (La Crónica, 11 de octubre de 1916, 5) (énfasis mío).
A diferencia de discursos anteriores en donde los inmigrantes eran reducidos a
una colectividad de rasgos generales; en este se trabaja la individualidad,
debido a su alta condición social y política. En ese sentido, el cónsul Chin Li
Woo, al igual que el resto de diplomáticos, son los sujetos que mejor cumplen
los parámetros para ser un ciudadano modelo, de ahí que se elogien sus
actuaciones. Incluso existieron casos en que estos fueron reconocidos sus
méritos profesionales y sus virtudes personales, tal como sucedió con el cónsul
Ching Hsu, uno de los más recordados. Para 1903 el cónsul se había ganado
tanto el aprecio de la aristocracia limeña, que la pérdida de su menor hijo causó
conmoción. La nota «De sociedad» de la revista Actualidades da cuenta de esto:
Uno de los miembros del distinguido cuerpo diplomático residente en esta capital, el señor Ching Hsu, ex encardado de negocios del Imperio Chino, tuvo la desgracia de perder en pasados días a uno de sus hijitos, el niño Li Yei Shew, de quien damos aquí una fotografía, enviando a sus apreciables padres nuestra tarjeta de condolencia (Actualidades, 15 de junio de 1903, 351).
La revista Actualidades, reseñadora de las notas sociales de las clases altas no
podía dejar de pronunciarse ante tan sensible acontecimiento y las sentidas
condolencias por la muerte de su hijo son una muestra del cariño legítimo hacia
este diplomático. Parece ser que en los diplomáticos y demás gente acaudalada
proveniente de China, la prensa encontró ciertos códigos culturales similares
(buen gusto, refinamiento o instrucción) que permitió un reconocimiento,
negado usualmente.
Sin embargo, dependiendo de la coyuntura y el tipo de diario, se promovía
a veces un descrédito a la reputación de los diplomáticos. Para la revista Fray
K Bezón, reputada en su odio chino, los diplomáticos volvían a ser sujetos
subalternos, con un conjunto de vicios conocidos y con orígenes sociales
dudosos. Un ejemplo es la noticia «El cónsul de la China» de la revista Fray K
Bezón, opositor contumaz de la presencia china en el país:
Se dice con insistencia entre los miembros las característicos de la colonia asiática que el señor Way Lan ex-dueño de las casas de juego de Lima y actual Cónsul de la China, se dirigiera próximamente a su país, […] el antedicho Way Lan llego al país en calidad de cocinero de una casa comercial de aquella época. Después con la protección de un pariente suyo ascendió rápidamente, aunque traicionó la confianza de su benefactor y lo enredó en juicios criminales hasta el extremo de volverlo loco (Fray K Bezón, 10 de abril de 1909, 3) (énfasis mío).
La denuncia contra el cónsul Way Lan es un despliegue de prejuicios y
presunciones sobre su vida. No solo se lo acusa de administras las repudiadas
casas de juego, sino se acusa sus orígenes humildes de cocinero e incluso la
traición a un familiar; aspectos ajenos a su rol de diplomático chino. Sin duda
estas acusaciones son utilizadas de manera conveniente para desacreditar su
autoridad, en momentos donde la Legación China se quejaba de los ataques
contra los inmigrantes, a raíz de las protestas obreras.
d) Las caricaturas
La caricatura fue igualmente numerosa y esencial en la cobertura social de la
inmigración china. Esta jugó un papel importante en la comprensión y
evaluación de la situación de la inmigración china, sumándose a la percepción
negativa de una manera irónica, sarcástica y humorística. No ajena a la realidad
diaria, su trayectoria fue una réplica de los contenidos informativos, de ahí que
presente una similar clasificación: el flujo migratorio (entrada y salida de
inmigrantes), la vida cotidiana (los miedos higiénico y laboral, la delincuencia
y las relaciones políticas).
Respecto al flujo inmigratorio, las caricaturas exacerban el peligro
amarillo o la sensación de ser superados por la masa china. Revistas ilustradas
que difundieron caricaturas extranjeras con este tópico, fueron las mismas que
la trasladaron a las caricaturas nacionales. Este fue el caso de Variedades y su
sección «Chirigotas» dirigida por Málaga Grenet en la sección «Chirigotas». Una
caricatura suya presenta dos escenas opuestas: la de un grupo de marineros
norteamericanos saliendo de la ciudad; y la de un grupo de chinos ingresando a
la ciudad, cada uno de ellos fumando opio y portando pequeñas valijas. El título
es por demás claro: «los que se van...y los que se vienen» (Variedades, 29 de
febrero de 1908, 57), en alusión a que la venida masiva de inmigrantes chinos
estropea los sueños de una inmigración más deseada. Otro ejemplo es la
caricatura «Las siete plagas de Lima» que plasma mediante dibujos los males
sociales de la ciudad. Así, el dibujo de una hilera de chinos descendiendo de los
barcos es complementado con la leyenda que dice «los inmigrantes de
ultramar» (Variedades, 27 de enero de 1917, 117).
Según se observa, el caricaturista recoge la voz institucional de la revista en la
que se toma una postura de crítica y cuestionamiento frente a la inmigración
china. Lo interesante es que esta postura ideológica se traduce, por medio de
la caricatura, en una metáfora que puede ser comprendida con facilidad por los
lectores.
En ocasiones existieron caricaturas que acusaban a la política de
promover el flujo inmigratorio chino. Un ejemplo es la caricatura de Pedro
Challe en la sección «La semana cómica». Esta que lleva por título
«Reglamentando la inmigración», presenta el dibujo de dos chinos con sus
equipajes y descendiendo del barco. Su arribo inminente, así como el pesar que
causa, se completa con el siguiente acápite: Lo que es nuestros eternos
inmigrantes podrán seguir llegando y hasta sin retrasos ¡Como todos se parecen!
(Variedades, 25 de octubre de 1919, 850). Un ejemplo similar es la caricatura
«Lo que nos deja Pardo» que critica las medidas del presidente en favor de la
inmigración. El dibujo de un grupo de chinos, todos vestidos a la usanza
tradicional y fumando opio, es complementado con la leyenda que dice
«inmigrantes…prueba de sífilis y raquitismo» (Fray K Bezón, 24 de octubre de
1908, 5). La caricatura no deja escapar ningún detalle en su descalificación de
los chinos: cultura arcaica, vicios nocivos, enfermedades contagiosas y
degeneración racial. En conjunto, todas estas caricaturas dan cuenta de una
misma percepción a pesar de ser publicadas con muchos años de diferencias,
pues la más antigua data de 1908 y la más reciente de 1919.
Respecto a la vida cotidiana de los inmigrantes chinos, se tienen diversas
caricaturas, de las cuales algunas plasmaron el carácter violento e incluso
delictivo de su comportamiento. Un ejemplo es la caricatura de Challe en la
sección «La semana cómica». El dibujo de dos chinos apuñalándose con navajas
tras una partida de naipes, tiene de leyenda lo siguiente: «Y nos asustamos del
chino que juega en silencio» (Variedades, 25 de diciembre de 1916, 243). Dicha
caricatura plasma la subalternidad a nivel verbal y visual, tanto en la leyenda
que acusa un comportamiento impropio como en los dibujos que resaltan de
manera grotesca sus rasgos físicos.
Otras caricaturas sobre la vida cotidiana de los inmigrantes chinos
incluyen sus interacciones con la sociedad limeña, en especial con el miedo
laboral que ocasionaron. Respecto al miedo laboral, la revista anticlerical y
anarquista Fray K Bezón tiene caricaturas muy ilustrativas. Un ejemplo es la
caricatura «El decreto del prefecto», que denuncia una supuesta confabulación
entre el gobierno y los trabajadores chinos en tiempos de las protestas obreras.
El dibujo del presidente Augusto B. Leguía junto a un grupo de chinos armados
con sables, viene precedido de la siguiente leyenda: «Se prohíbe a los peruanos
cargar armas…contundentes, mientras que los chinos se encuentran armados
hasta los dientes» (Fray K Bezón, 22 de mayo de 1909, 4). Otro ejemplo es la
caricatura «Reclamación china», que ridiculiza las quejas de la Legación China
frente a los saqueos cometidos por los obreros. El dibujo presenta a dos
personajes: el presidente Leguía y el cónsul chino; este último ataviado este
con túnicas ancestrales y portando un manuscrito con ideogramas. La leyenda
que lo acompaña consigna un diálogo entre ambos: « -Señó Plesidente, aquí
tengo reclamación contra BOXERS piluanos/ -Señor Lay Gil, en el Perú no hay
BOXERS, lo que si hay son BOXEADORES» (Fray K Bezón, 15 de mayo de 1909,
2). En ambas caricaturas la función es mostrar los hechos políticos de una
manera humorística e irónica. El diario obreros La Verdad tuvo, en cambio, un
tono más serio y expuso caricaturas bajo la consigna del miedo laboral, incluso
varios años después de las protestas obreras. Una caricatura suya presenta el
dibujo de un chino (con trenza y opio en su boca) junto a un gamonal ahorcan
a un mendigo con una soga; mientras este último entre sollozos grita «hambre».
La leyenda que acompaña explica el hecho: «Por lo que hasta aquí se ha visto,
/ y ver muy luego imagino / el caso ya está previsto / el Perú será otro Cristo /
entre el Gamonal y el Chino» (La Verdad, 3 de junio de 1916,165). A la
complicidad adjudicada con los políticos, se sumaba entonces la complicidad
con los empresarios y hacendados.
Respecto al miedo higiénico, proliferaron caricaturas igual de elocuentes
y mordaces, aunque menos numerosas y muchas veces desviadas hacia lo
político. Un ejemplo es la caricatura «La peste negra y la peste amarilla». (Fray
K Bezón, 15 de mayo de 1909,1). Aquí la Patria, encarnada en una figura
femenina, es vilipendiada por el fraile —la peste negra— y por el chino —la peste
amarilla—, pues succionan sus senos. La caricatura en cuestión pone en
evidencia las «supuestas intenciones» de frailes y chinos, a modo de azuzar. En
ese sentido, si bien las enfermedades contagiosas que traían los chinos fueron
una constante de las caricaturas, en este caso la peste no solo simboliza la
enfermedad sino todo el conjunto de problemas que se adjudica a la
inmigración china. De otro lado, sobre la insalubridad de sus actividades
culinarias se tiene de ejemplo la caricatura «Dulcería y fonda china» (Fray K
Bezón, 24 de abril de 1909,1). El dibujo de un cocinero chino cortando ratas
para aderezar sus platillos, tiene como leyenda los siguientes versos: «Vaya con
la tentación / de los hijos de Cantón / que con tripas de las gatas / de los gatos,
de los perros y las ratas / aderezan el caucau, los pasteles y el mimpau/». Se
tuvo un repertorio amplio de caricaturas y dibujos. Sin embargo, más allá de la
queja a la insalubridad, también se puntualizaron raros hábitos culinarios.
Las caricaturas enfatizan las rarezas de los potajes culinarios chinos, en
clara muestra de aversión. La inmigración china no tenía el potencial cultural
de otros grupos sociales que parecían más redimibles o, mejor dicho,
asimilables a la cultura criolla; de ahí que fuera incompatible con la
modernidad. Así, para los sectores de la prensa, la comida china era una
barbarie, a pesar de la popularidad que tenía entre la sociedad. Un ejemplo es
la caricatura «En una fonda» en la sección «La última cosecha» de la revista
Variedades. Esta presenta el dibujo de un chino atendiendo a un comensal
sentado en una mesa. Aquí se recrea el siguiente diálogo entre un comensal y
un cocinero chino: -Chino: Tengo patas de chancho, corazón frito, riñones fritos.
/ -Cliente: Lo siento chinito; pero no soy médico he venido a comer (Variedades,
3 de agosto de 1919, 670). El cocinero chino y su fonda fueron una imagen
urbana muy común169, aunque esto mismo generó recelo. No hay que olvidar,
en ese sentido, que la revista en cuestión va dirigida a las clases medias y altas,
con una propagación del modelo criollo.
e) La publicidad
169 Los restaurantes servían a inmigrantes chinos, supliendo sus necesidades y gustos, además de dar más oportunidades de trabajo porque no requerían un manejo muy avanzado del idioma. Estaban las fondas o picanterías de comida peruana y, por último, las fondas administradas por los chinos (Middendorf 138)
La publicidad completa la cobertura social de la inmigración china. Por esos
años y gracias a la prensa, esta se convirtió en el espacio ideal para comunicar
la actividad comercial. Al igual que cualquier criollo o extranjero italiano,
inglés o norteamericano; los inmigrantes chinos recurrieron a los anuncios
publicitarios y tuvieron por decirlo así su espacio en la prensa peruana, al menos
para ofrecer sus productos y servicios. El breve discurso que conforma sus
anuncios, aunque parezca no tener mucha importancia, en realidad da cuenta
de aspectos únicos como su injerencia en la sociedad, su defensa ante las
acusaciones y marginación, su condición social y su profesionalización. Para
abordar dichos contenidos se ha clasificado los anuncios publicitarios en dos
grupos: a) productos medicinales y servicios de salud; y b) bienes de consumo
cotidiano o recreativo.
Los anuncios sobre productos medicinales y servicios de salud fueron los
más abundantes y además constantes; pues, se repetían casi a diario, debido al
prestigio ganado de los herbolarios y boticarios chinos (Chuhue 46). Y es que
desde décadas recientes la medicina china empezó a ganar adeptos en la
población peruana170, a tal punto de representar un peligro para las autoridades
médicas. Con la fidelidad de los nacionales, sobre todo de los sectores
populares, los anuncios no tenían mucho que persuadir a diferencias de otros.
De hecho, la mayoría de veces, el nombre del herbolario en el encabezado y
una descripción de pocas palabras eran suficientes para su composición. El éxito
radicaba en la exclusividad de los servicios médicos y las medicinas. A modo de
170 Desde 1871 hubo expendio de medicinas chinas en Lima, pero la municipalidad cerraba las boticas chinas arbitrariamente, y todavía en 1930 la aduana decomisaba hierbas medicinales chinas (Lausent-Herrera, Sociedades y templos chinos, 21).
ilustración se tienen dos anuncios publicitarios. El primero es «Won Siu Kiy»,
que promociona unas píldoras chinas:
Won Siu Kiy. El único que vende píldoras chinas infalibles contra la tos. Tienen la propiedad de destruir los gérmenes y todas las afecciones contra las enfermedades de los pulmones. Cada frasco vale un sol. Fijarse bien en la dirección: Lima, calle Zavala 106 (La Prensa, 18 de enero de 1905, 4).
El segundo es «Herbolario Tan y Kam»:
Herbolario Tan y Kam. Acaba de recibir por vapor “KENSINGTON” llegado últimamente de la China, toda clase de yerbas medicinales, especialmente para curar del estomago y fatigas (El Comercio, 21 de enero de 1905, 5)
En ambos casos, el carácter sencillo y bastante puntual del mensaje no deja de
apelar a la eficiencia y exclusividad del medicamento china. Las tipografías
chinas que acompañan el encabezado dan cuenta de que el público escogido no
solo es la sociedad peruana, sino también la colectividad inmigrante. Dentro de
los abundantes anuncios publicitarios, existieron otros que agregaron la
profesionalización, es decir, su formalización como médicos. Un ejemplo es el
anuncio publicitario fue «Wuan Chai Jain»:
Wuan Chai Jan. Herbolario recibido en Cantón donde ha ejercido por muchos años su profesión. Cura toda clase de enfermedades por crónicas que sea solo con el empleo de hierbas medicinales chinas, tales como la de los pulmones, corazón, pecho, hígado, fatiga, antigua jaqueca, neuralgia hidropesía, elefantiasis, sífilis, gonorrea, debilidad de la sangre (La Opinión Nacional, 3 de febrero de 1909, 4).
Este anuncio sigue las mismas pautas del ejemplo anterior y pone en
conocimiento el servicio ofrecido —haciendo énfasis que cualquier enfermedad
es susceptible de ser aliviada, e incluso erradicada—, a lo que suma sus estudios
académicos (se dice «herbolario recibido» en Cantón). La necesidad de esto
último tal vez deba rastrearse a las acusaciones de que los herbolarios y
boticarios chinos no eran profesionales médicos sino meros aprendices o incluso
sujetos fraudulentos. Entre 1905 y 1909, años de los anuncios publicitarios, la
situación varía un poco y se hace más frecuente defender su posición frente a
las críticas. Es entonces cuando se efectúa un discurso más persuasivo al
público, no solo acreditando la profesionalización sino la efectividad del
tratamiento. En ese sentido, un buen recurso fue valerse del testimonio de los
pacientes, pues a través de sus historias se recomendaba el servicio médico de
los chinos. Se cita así el anuncio «Gratitud al Dr. Jon Jao Man», el cual es una
carta en el que un paciente suyo Sofía Lama recomienda sus servicios:
Un deber de gratitud me obliga hacer presente esta publicación al inteligente y acertado Dr. Jon Jao Man, por la brillante curación que he obtenido en mi persona de un tumor que me salió en el cuello y habiendo sido reconocida por otros facultativos quisieron operarme, pero teniendo conocimiento de este mencionado Dr. que curaba toda clase de enfermedades, me dirigí a su consultorio con tal feliz éxito que en pocos días de medicarme hoy me encuentro buena (La Prensa, 28 de febrero de 1908, 4).
A través del testimonio, se enarbola al herbolario como una autoridad médica
eficaz y, por qué no, superior a los doctores occidentales; en tanto tiene en su
posibilidad la cura enfermedades de manera rápida y simple. Innumerables
anuncios similares apelaron al testimonio de los ciudadanos limeños, quienes al
final recomendaban el servicio médico de los chinos. Parece paradójico que
mientras los diarios dirigían la campaña antichina o servían de tribuna a los
muchos opositores; se sostenían económicamente de sus anunciantes chinos y
no titubeaban en darles espacio.
Fuera del área de medicamentos y servicios de salud, se tienen los
anuncios publicitarios de los comerciantes. El comercio fue la actividad más
popular entre los chinos, a tal punto que lograron monopolizar el comercio de
alimentos, adornos, ropa y mercancías en general, tanto en la venta al mayoreo
como en la venta al por menor. La primera gran casa importadora de la que se
tiene noticia en el barrio chino es Win On Chong & Co171. (Chuhue 52). Sus
anuncios publicitarios decían lo siguiente:
Acabamos de recibir por buques “Lothar” y “María” de Hong Kong, los artículos siguientes que ofrecemos a nuestros favorecedores a precio sin competencia. Arroz en sacos y petaquillas última cosecha, pimienta, cohetecillos, cohetes, almidón y cola. Té de diferentes marcas y demás artículos de fantasía de la China y del Japón (La Prensa, viernes 6 de enero de 1905, 4).
Como se observa, el anuncio además de ofrecer precios sin competencia, se
enfoca en los diversos productos traídos en importación. Este se convierte en
un medidor del consumidor peruano, ya que a partir de lo que se le ofrece —
que se supone que es lo que necesita— pueden inferirse sus necesidades y, en
resumidas cuentas, los gustos que mantenían con lo chino, como el caso de los
objetos de fantasía. Puede concluirse que la publicidad demuestra que el
inmigrante tuvo una presencia fuerte en el campo laboral, muchas veces
incapaz de ser reconocido de modo positivo.
De acuerdo a lo expuesto en el acápite, se concluye lo siguiente:
(a) La cobertura social de la inmigración china tuvo una percepción
negativa, propia de la subalternidad asignada a este grupo. La
China temporal y geográficamente cercana, representado en la
figura del inmigrante chino, será todo menos una idealización o la
concreción feliz de una aspiración. De hecho, el comportamiento de
los medios escritos fue exacerbar las actitudes de rechazo; de ahí
que aparte de omitir sus contribuciones a la sociedad peruana, se
cuestionase su presencia.
171 Win On Chong era un grupo empresarial con distintas filiales en Valparaíso, San Francisco y China. En Lima llegó a contar con tres locales. En sus almacenes importaba y vendía perfumería y cigarrillos orientales, seda china, porcelana y muebles de ébano chino que eran buscados allí con preferencia, renovando el interés por el arte chino en el país.
(b) Influencia del positivismo. Los diversos contenidos sobre la
inmigración china, entre artículos, caricaturas, crónicas y noticias,
ofrecieron una coherencia interna y una visión estructurada. Gran
ayuda fue el positivismo, cuyos alegatos de degeneración física y
moral se convirtieron en verdades inmutables y sirvieron de
argumento en los problemas de trabajo, de higiene, de policial y
seguridad urbana.
(c) Influencia de la cobertura periodística de China. El discurso sobre la
inmigración china poseyó una dinámica bajo la cual este se renovó,
se transformó y se actualizó de nuevas ideas, argumentos, conceptos
e imágenes; aunque su trasfondo siguió siendo el mismo de exclusión.
En ese sentido, para referirse de la inmigración china, la prensa trajo
a colación la cobertura periodística sobre China y la convirtió en una
nueva fuente epistémica. La imagen internacional cobró así
influencia y explicó la barbarie de los inmigrantes chinos.
(d) Distinciones entre la inmigración china y los nacionales. La cobertura
social de la inmigración china configuró en el discurso un
antagonismo entre el chino y el peruano, entre un «otro» oriental y
un «nosotros» occidental, de acuerdo con una posición según la cual
las relaciones entre la cultura criolla y extranjera asiática son
hostiles o irreconciliables.
Según lo desarrollado en este capítulo, se puede destacar algunas ideas. En
principio, la prensa tuvo un rol importante porque al ofrecer un mayor
conocimiento de oriente, del Lejano Oriente, de China y Japón; reforzó con eso
la subalternidad china, sustentada ya no en la diferencia racial sino en la
diferencia cultural. Como se explicó en el segundo capítulo, todo discurso
antichino se construyó bajo las lógicas de la desigualdad y la diferencia. Ya sean
tesis universitarias, discursos políticos, proyecto de leyes o libros: todos
repararon en los fenotipos de la raza asiática. Sin embargo, algo que
descuidaron y que la prensa desarrolló más fue la diferencia cultural. La prensa
plasmó al detalle el antagonismo de cultural entre occidente / oriente, de modo
tal que la cobertura periodística demostró que China, era distinta a los países
occidentales e incluso distinta
de su par asiático Japón: primitiva e inferior. Esto por derivación afectó a la
percepción de la inmigración china, incluso a niveles mucho mayores dado su
cercanía geográfica.
En segundo lugar, Es cierto que la prensa albergó un orientalismo modernista
gracias a la proliferación del Modernismo, sin embargo, tuvo distinciones
respecto a lo China y aún más a la inmigración china, pues no se entendió
mayormente en términos de belleza, sino de fealdad. Tal como demuestra la
cobertura periodística, la estética decadentista se aúna al positivismo para
construir las representaciones chinas en término de lo grotesco, lo
desagradable, lo horroroso y lo extraño. Un aspecto particular que se
mantendrá a lo largo del tiempo para definir a los inmigrantes chinos y
distinguirlos como un grupo completamente extraño al cuerpo de la nación. En
síntesis, la prensa dio a conocer la visión orientalista compartida alrededor del
mundo y sumó a esta su propia visión colonial de los chinos, mediante el cual
estos conformaban una plebe al interior de la sociedad peruana, más
específicamente, un grupo racial con patologías degenerativas.