sobre sócrates

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1 NÉSTOR LUIS CORDERO, LA INVENCIÓN DE LA FILOSOFÍA. UNA INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA ANTIGUA. Buenos Aires, Biblos, 2008. CAPÍTULO 9. LA RESTAURACIÓN DE LOS VALORES: SÓCRATES Introducción Si las palabras que Platón pone en boca de Sócrates en la Apología corresponden a la realidad, el filósofo habría nacido setenta años antes de su proceso, o sea, alrededor del año 469 a.C. En ese caso, Sócrates habría sido coetáneo, aunque más joven, de los sofistas más destacados (la elaboración de las leyes de Thurioi por parte de Protágoras se ubica en 444, cuando Sócrates tendría veinticinco años, y cuando Gorgias llegó a Atenas en 427, cuarenta y dos), y Platón le hace decir que incluso siguió un curso dictado por el sofista Pródico (Crátilo, 384b). Estos datos surgen de uno de los testigos de la actividad de Sócrates, Platón. Otras precisiones biográficas se encuentran en Jenofonte, quien habla de Sócrates en varios trabajos, y en el comediógrafo Aristófanes. En lo que concierne al pensamiento de Sócrates (o sea, a su filosofía) la situación es un poco más complicada, ya que Sócrates no escribió nada. Puede aducirse que aunque no se sabe si Tales escribió, ello no nos impidió consagrarle varias páginas de esta introducción, pero el caso de Sócrates es más delicado, ya que Platón hizo de él el protagonista de casi todos sus diálogos, y si atribuimos al Sócrates histórico cuanto Platón puso en su boca, poco o nada queda como filosofía del propio Platón. Felizmente desde hace varios siglos los historiadores de la filosofía (con la excepción de una tendencia anglosajona que cae en el exceso recién mencionado) se han puesto de acuerdo para reconocer como perteneciente al Sócrates histórico aquellos datos que son concordantes en los testimonios de Platón y de Jenofonte, y que se confirman con lo poco que dice Aristóteles, que, si bien no lo conoció, no puede ser acusado de servirse de su persona para exponer ideas propias. a) El interés de Sócrates Una manera provechosa de introducirnos en la filosofía de Sócrates consiste, precisamente, en analizar el testimonio de Aristóteles. "Sócrates no se interesó en absoluto en aquello que concierne a la naturaleza [physis]; solamente se interesó en tá ethiká" (Metafísica, A.6.987b). ¿Por qué dejamos la fórmula en griego? Simplemente, porque es difícil de traducir, si bien una traducción literal podría aceptarse. En griego, éthos significa "carácter", "modo de ser", y, de ahí, "costumbre". En plural, precedido por un artículo, , la traducción literal sería "las cosas que conciernen a los modos de ser", pero como hoy llamamos ética a la parte de la filosofía que se ocupa de la conducta, podría decirse que Sócrates, según Aristóteles, se ocupó exclusivamente de cuestiones éticas. Si tenemos en cuenta los pasos que la filosofía dio hasta entonces, a partir de Tales, esto podría parecer una novedad, pero no es así. Quizá la novedad socrática haya consistido en el carácter exclusivo y evidente de este interés. Todos los filósofos anteriores pretendieron encontrar una explicación coherente de la realidad para poder vivir en armonía con el universo. Y de todos los sistemas precedentes pudieron deducirse reglas de conducta a seguir, ya desde Anaximandro. En Sócrates, en cambio, no puede trazarse una distinción entre su filosofía y su manera de vivir: Sócrates vivió filosofando. Así lo dijo en su defensa, cuando fue llevado ante los tribunales: dice que no puede dejar de filosofar porque él vive filosofando (philosophoúnta zén); lo cual significa: "sometiéndome a examen a mí mismo y a los otros" (Platón, Apología 28e). Esta declaración de principios coincide con la tarea a la cual, según Aristóteles, Sócrates consagró toda su vida. Pero de más está decir que no fue sólo por curiosidad que Sócrates se interesó en la manera de actuar del ser humano (él y los otros) sino, suponemos en función de los testimonios de su tiempo, para mejorar la personalidad de sus conciudadanos. Esta afirmación (y especialmente esta noción de "personalidad") merece una explicación, lo cual nos obligará a hacer un paréntesis en nuestra exposición

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    NSTOR LUIS CORDERO, LA INVENCIN DE LA FILOSOFA. UNA INTRODUCCIN A LA FILOSOFA ANTIGUA. Buenos Aires, Biblos, 2008.

    CAPTULO 9. LA RESTAURACIN DE LOS VALORES: SCRATES

    Introduccin

    Si las palabras que Platn pone en boca de Scrates en la Apologa corresponden a la realidad, el filsofo habra nacido setenta aos antes de su proceso, o sea, alrededor del ao 469 a.C. En ese caso, Scrates habra sido coetneo, aunque ms joven, de los sofistas ms destacados (la elaboracin de las leyes de Thurioi por parte de Protgoras se ubica en 444, cuando Scrates tendra veinticinco aos, y cuando Gorgias lleg a Atenas en 427, cuarenta y dos), y Platn le hace decir que incluso sigui un curso dictado por el sofista Prdico (Crtilo, 384b). Estos datos surgen de uno de los testigos de la actividad de Scrates, Platn. Otras precisiones biogrficas se encuentran en Jenofonte, quien habla de Scrates en varios trabajos, y en el comedigrafo Aristfanes. En lo que concierne al pensamiento de Scrates (o sea, a su filosofa) la situacin es un poco ms complicada, ya que Scrates no escribi nada. Puede aducirse que aunque no se sabe si Tales escribi, ello no nos impidi consagrarle varias pginas de esta introduccin, pero el caso de Scrates es ms delicado, ya que Platn hizo de l el protagonista de casi todos sus dilogos, y si atribuimos al Scrates histrico cuanto Platn puso en su boca, poco o nada queda como filosofa del propio Platn. Felizmente desde hace varios siglos los historiadores de la filosofa (con la excepcin de una tendencia anglosajona que cae en el exceso recin mencionado) se han puesto de acuerdo para reconocer como perteneciente al Scrates histrico aquellos datos que son concordantes en los testimonios de Platn y de Jenofonte, y que se confirman con lo poco que dice Aristteles, que, si bien no lo conoci, no puede ser acusado de servirse de su persona para exponer ideas propias.

    a) El inters de Scrates

    Una manera provechosa de introducirnos en la filosofa de Scrates consiste, precisamente, en analizar el testimonio de Aristteles. "Scrates no se interes en absoluto en aquello que concierne a la naturaleza [physis]; solamente se interes en t ethik" (Metafsica, A.6.987b). Por qu dejamos la frmula en griego? Simplemente, porque es difcil de traducir, si bien una traduccin literal podra aceptarse. En griego, thos significa "carcter", "modo de ser", y, de ah, "costumbre". En plural, precedido por un artculo, t, la traduccin literal sera "las cosas que conciernen a los modos de ser", pero como hoy llamamos tica a la parte de la filosofa que se ocupa de la conducta, podra decirse que Scrates, segn Aristteles, se ocup exclusivamente de cuestiones ticas. Si tenemos en cuenta los pasos que la filosofa dio hasta entonces, a partir de Tales, esto podra parecer una novedad, pero no es as. Quiz la novedad socrtica haya consistido en el carcter exclusivo y evidente de este inters. Todos los filsofos anteriores pretendieron encontrar una explicacin coherente de la realidad para poder vivir en armona con el universo. Y de todos los sistemas precedentes pudieron deducirse reglas de conducta a seguir, ya desde Anaximandro.

    En Scrates, en cambio, no puede trazarse una distincin entre su filosofa y su manera de vivir: Scrates vivi filosofando. As lo dijo en su defensa, cuando fue llevado ante los tribunales: dice que no puede dejar de filosofar porque l vive filosofando (philosophonta zn); lo cual significa: "sometindome a examen a m mismo y a los otros" (Platn, Apologa 28e). Esta declaracin de principios coincide con la tarea a la cual, segn Aristteles, Scrates consagr toda su vida. Pero de ms est decir que no fue slo por curiosidad que Scrates se interes en la manera de actuar del ser humano (l y los otros) sino, suponemos en funcin de los testimonios de su tiempo, para mejorar la personalidad de sus conciudadanos. Esta afirmacin (y especialmente esta nocin de "personalidad") merece una explicacin, lo cual nos obligar a hacer un parntesis en nuestra exposicin

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    b) Hubo un Scrates naturalista?

    Cuando tiene poco ms de cuarenta aos, Scrates es ya el protagonista de una comedia de Aristfanes, Las nubes (cuya premire se ubica alrededor de 423), lo cual demuestra que era un personaje conocido por los atenienses. Pero en esa comedia Scrates es mostrado como alguien que, contrariamente a lo que dir Aristteles, se interesa en la naturaleza y, especialmente, es un experto en lo que ocurre en el cielo (t metera). Adems, se lo presenta como director de un instituto en el cual se aprende a razonar de un modo curiosamente similar aI de los sofistas. Si bien la presentacin de Scrates es grotesca, difcilmente Aristfanes pudo haber inventado todos estos detalles, que sin duda el pblico de su pieza conoca, y que por eso seguramente tomaba a risa a ese extrao personaje, conocido de todos.

    Cundo este Scrates I se transform en ese Scrates II que todos conocemos? Nunca lo sabremos concretamente. Debemos recurrir a hiptesis. Una pista podra ser la siguiente: si Scrates (dejando de lado el instituto que habra dirigido, que seguramente fue un agregado irnico del autor) daba el aspecto de ser un sofista para quienes, como Aristfanes, no ocultaban sus ideas reaccionarias, era probable que hubiese sido considerado como un sabio por sus seguidores. Quiz por esta razn, uno de stos, Querefonte, segn cuenta el mismo Platn, (Apologa, 21a) interrog al orculo de Apolo para saber si haba algn ateniense aun ms sabio que Scrates, y la respuesta fue negativa.

    Platn refiere que fue a partir de ese momento cuando Scrates comenz a interesarse en el modo de ser, especialmente en los conocimientos, de personajes destacados. Ahora bien, si Scrates empez esta bsqueda para refutar al orculo, es porque era consciente de no ser sabio. Este punto podra invalidar nuestra hiptesis, salvo si admitimos que, sabindose no sabio, a pesar de la estima de sus seguidores, decidi empezar una bsqueda para convencerlos de su error. Sea como fuere, Platn pone en boca de Scrates que, despus de cuestionar a gente pretendidamente sabia (lo cual podra corresponder al Scrates platnico que interrogaba a Eutifrn, a Laques, a Hippias, etc.), lleg a la conclusin de que detrs de las apariencias, esos interlocutores, que crean saber, en realidad no saban cul era el sentido de sus conocimientos mientras que l, Scrates, por lo menos, saba que no saba. O sea que, paradjicamente, el orculo no se haba equivocado.

    Esta referencia al conocimiento nos pone en contacto con la originalidad de Scrates. El saber, para l, cumple una funcin muy especial. Aos antes, Herclito haba escrito que la multiplicidad de conocimientos no educa la inteligencia (fr. 40). Platn hubiese suscripto esta frase, con un pequeo cambio: l habra cambiado inteligencia por alma (psykh)

    c) "Hay que preocuparse de la psykh"

    En la seccin consagrada a los primeros pitagricos hemos visto que la nocin de psykh se fue enriqueciendo en manos de los filsofos. De un simple soplo vital en los poemas homricos pas paulatinamente a ser sinnimo de la personalidad (pitagricos) y suerte de puesto de control de las sensaciones y sintetizadora de imgenes (atomistas). Tambin los poetas utilizaron generosamente la nocin de psykh. Pndaro (siglo V a.C.) por ejemplo, habla de un guerrero que conserv su integridad gracias a su valiente psykh (Ptica IX, 80). Los autores trgicos, que cohabitaron en el siglo V con los sofistas y con Scrates, recurrieron muy a menudo a la nocin de psykh para justificar aquellas actitudes que escapaban al control de la razn. En Electra, Sfocles propone una frmula digna de un tratado de filosofa: "la psykh es la memoria despierta de quien est durmiendo" (verso 902), y, en la misma obra, para explicar por qu Electra tiene el mismo carcter que su madre Clitemnestra, dice que ambas poseen la misma psykh (verso 775). Eurpides afirma que la pasin inexplicable que Fedra siente respecto de Hiplito se origina en su psykh. Digamos, como resumen, que en el siglo V "philopsykha", "amor de la psykh", es sinnimo de cobarda, "amor a la vida".

    Prcticamente nada se encuentra en la sofstica a propsito de la psykh (hay apenas una referencia colateral en Gorgias, quien dice que el lgos, en el sentido de "discurso", es "psicaggico", o sea, es capaz de conducir u orientar la psykh). Scrates, en cambio, incluso paro quienes se

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    burlaban de l, era un "experto en la psykh" []: Pisandro, en una comedia de Aristfanes, Las aves, dice estar inquieto porque su psykh lo abandon en vida, y se le aconseja que, para encontrarla, pida ayuda a... Scrates (Aristfanes, Las aves, 1557). Como en el caso de Las nubes, esta comedia fue escrita cuando Scrates an no tena cincuenta aos, lo cual demuestra que ya se lo consideraba un experto en la cuestin. Jenofonte dice que la frmula "concete a ti mismo" significa "conoce la psykh que hay en ti". Veamos entonces la significacin de la psykh (que, por comodidad, traduciremos por "alma") en Scrates.

    Para Scrates, el alma es el ncleo la personalidad. De ms est decir que esta palabra no existe en griego clsico, y cuando hablamos de "personalidad" hacemos referencia a una unidad que consagra la especificidad de cada uno o, si se prefiere, el "yo" individual, e incluso la conciencia. Por esta razn para ser "mejores" cada da, Scrates sostiene que hay que mejorar el alma, cuidarla, promocionarla, pues constituye el bien supremo del ser humano. Coherente hasta el fin de su vida, da, Platn pone en boca de Scrates esta verdadera exhortacin dirigida a sus jueces: "T, ateniense, que eres sin duda el mejor de los hombres, ciudadano de la polis ms importante, reconocida por su sabidura y por su poder, t, ateniense, no te avergenzas de preocuparte slo por acrecentar tus bienes, tu reputacin, tus honores, mientras que no te preocupas en absoluto por mejorar tu alma?" (Platn, Apologa 29d).

    Precisamente para despertar a sus conciudadanos Scrates los interrogaba para inducirlos a buscar en ellos mismos, en su interioridad, los valores que deberan regular la vida de la comunidad. El ser humano debe construir y conquistar su propia humanidad. De que manera? "Despreocupndose de sus asuntos personales y preocupndose slo de la manera en que podra mejorarse y llegar a ser el individuo ms sensato posible, dejando de lado los asuntos particulares de la ciudad para preocuparse por la ciudad en s misma" (Apologa 36c). Esto significa que, "para todo ser humano, el bien supremo consiste en interrogarse todos los das a propsito de su perfeccin [o "virtud", aret] y de todo aquello sobre lo cual me escuchasteis siempre discutir, cuando me someto a m mismo y a los otros a este examen sin el cual la vida no vale la pena de ser vivida" (Apologa, 38a).

    Este voluntarismo moral de Scrates se resume en una breve frmula que Platn pone en su boca en el Critn, pequeo dilogo que narra la estada de Scrates en la prisin y expone los argumentos que lo llevan a no intentar fugarse (lo cual hubiese sido posible, pues los carceleros haban sido sobornados por el rico Critn, su amigo): "Lo importante no es vivir, sino vivir bien; y vivir bien es vivir como se debe" (Critn 48b). Crculo vicioso o, como dicen los sabios, petitio principii? En absoluto. Scrates predica con el ejemplo. l siempre vivi segn ciertos valores, esos valores que no se cotizan en la bolsa, pero existen. La ley lo conden, y l debe respetar la ley, como siempre preconiz. En eso consiste "vivir bien": vivir de acuerdo con los valores que cada uno asimil, aun a riesgo de su propia vida, que, como dice en el Critn, no merecera ser vivida cuando se reniega de sus ideales.

    d) La concepcin socrtica del saber

    Hemos utilizado el verbo "asimilar", y esto merece una explicacin. Ya dijimos que para Scrates "saber" no es sinnimo de poseer conocimientos enciclopdicos, y de ah su desilusin de los "sabios" con los que dialog. Vimos que para Scrates el ser humano es el alma, pero el alma es la sede del conocimiento. Otras escuelas del momento haban afirmado algo parecido, pero en el caso de Scrates hay una novedad esencial: al alma "produce" el conocimiento; el conocimiento surge de la interioridad humana, que es la psykh. Va de suyo que hay que interpretar la palabra "conocimiento" en un sentido a la vez restringido (no se trata de poseer esa montaa de conocimientos que ya Herclito haba criticado en su fragmento 40) y profundo, como la captacin de algo que, ms que aprenderse, se "aprehende", una vez producido. Eso que suele llamarse "mtodo socrtico" no es sino la estrategia puesta en marcha por Scrates para que sus inter-locutores produzcan los conocimientos que luego deben hacer suyos, en el sentido de "apre-

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    henderlos". Se produce as un cambio en la personalidad de quien "sabe", pues quien conoce qu es lo justo, por ejemplo, deviene justo. El conocimiento deviene una "propiedad" de la psykh.

    Scrates muestra que hay que partir de cero. Una etapa "purgadora" de falsas ideas (llamada ktarsis por los historiadores) precede a la produccin (maieutik) de nociones, especialmente de valores (pues contenidos de conocimiento tales como la fecha de la batalla de Salamina, que no son producidos por el individuo, no tienen valor moral). En esa produccin, el individuo debe contar con la ayuda de un hbil interrogador que lo ayudar a "extraer" los valores de su interioridad (y, como en sabido, Scrates deca ejercer el mismo oficio que su madre, que era partera). Slo quien admite que no sabe puede "desear saber", es decir, filosofar (etimolgicamente: philo-sophin), lo cual supone desear extraer de s mismo los conocimientos. Platn hace decir a Scrates en la Apologa: "Yo nunca fui maestro de nadie, y si alguien dice que aprendi algo de m, sepan ustedes que no dice la verdad" (33d).

    Eplogo

    Suele decirse que Scrates fue un incomprendido en su tiempo y que por esa razn fue enjuiciado y condenado a muerte. Nada ms errneo. Las acusaciones puntuales en su contra fueron exactamente aquellas que en una sociedad humillada despus de la derrota frente a Esparta se hacan necesarias para desembarazarse de un filsofo que, por primera vez, lleg a ser escuchado por las "fuerzas vivas" de su sociedad (hablar de "pueblo" sera un tanto exagerado, si bien Platn lo hace dialogar a veces con personajes que no han dejado trazas en la historia). Toda sociedad detesta a quien se fija ciertos valores y vive de acuerdo con ellos, sin soslayarlos con la excusa de un pretendido pragmatismo, del cambio de situaciones, o, como se dice hoy, de "coyunturas" de todo tipo. Cuando Scrates puede evadirse de la crcel, no lo hace y aprovecha la "coyuntura" para dar una leccin de filosofa a Critn. Cuando se le propone la absolucin a cambio del abandono de la filosofa, Platn nos transmite sus palabras, pero seguramente en un documental de la poca se hubiese percibido un ostentoso corte de manga. Si un filsofo no defiende l mismo sus valores, quin puede hacerlo en su nombre?

    Si la filosofa fue desde sus orgenes la bsqueda de determinadas certezas para orientar cierto tipo de vida, asistimos en Scrates a un fenmeno nuevo: la asimilacin de su vida a la filosofa. Ya vimos que l "viva como filosofante", "filosofando" (philosophonta), y seguramente si alguien le hubiese preguntado cul era su filosofa, sin lugar a dudas l hubiese respondido: "mi manera de vivir". Y el impacto de este curioso personaje fue tal que todos los sistemas filosficos que se sucedieron incluso antes de que l muriese fueron encabezados por pensadores que lo haban seguido y respetado, si bien luego cada uno sigui su propio camino, de Euclides a Antstenes, de Aristipo a Platn, para mencionar solo a los ms destacados.

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    SELECCIN DE FUENTES REFERIDAS A SCRATES: La sabidura de Scrates

    Conocis sin duda a Querefonte [...] amigo mo desde la juventud [...]. Pues bien, una vez fue a Delfos y tuvo la audacia de preguntar al orculo [...] si haba alguno ms sabio que yo. La Pitia le respondi que nadie era ms sabio [...]. Tras or yo estas palabras reflexionaba as: Qu dice realmente el dios y qu indica en enigma? Yo tengo conciencia de que no soy sabio, ni poco ni mucho. Qu es lo que realmente dice al afirmar que yo soy muy sabio? Sin duda no miente; no le es lcito. [...] [Entonces] me dediqu a una investigacin del orculo [...] Me dirig a uno de los que parecan ser sabios, en la idea de refutar el vaticinio y demostrar al orculo: ste es ms sabio que yo y t decas que lo era yo. Ahora bien, al examinar a ste [...] experiment lo siguiente: me pareci que otras muchas personas crean que ese hombre era sabio y, especialmente, lo crea l mismo, pero que no lo era. A continuacin intent demostrarle que l crea ser sabio, pero que no lo era. A consecuencia de ello, me gan la amistad de l y de muchos de los presentes. Al retirarme de all, razonaba a solas que yo era ms sabio que aquel hombre. Es probable que ni uno ni otro sepamos nada que tenga valor, pero este hombre cree saber algo y no lo sabe, en cambio yo no s, pero tampoco creo saber. Parece, pues, que al menos soy ms sabio que l en esta misma pequeez, en que lo que no s tampoco creo saberlo. A continuacin me encamin hacia otro de los que parecan ser ms sabios que aqul y saqu la misma impresin [...] Despus de esto, iba ya uno tras otro [...] Deba, en efecto, encaminarme, indagando qu quera decir el orculo, hacia todos los que parecieran saber algo. [...]

    A causa de esta investigacin me he creado muchas enemistades, muy duras y pesada, de tal modo que de ellas han surgido muchas tergiversaciones y el renombre ste de que soy sabio. En efecto, los presentes, cada vez que refuto a alguno, me creen sabio en aquello sobre lo cual muestro al otro que no lo es. Y sin embargo, atenienses, es el dios el que corre el riesgo de ser sabio y de haber querido dar a entender con su orculo que la sabidura propia del hombre poco y nada vale. Y parece haberlo dicho por Scrates, mas se ha servido slo de mi nombre para colocarme como ejemplo, cual si dijera: "Aqul entre vosotros, hombres, es el ms sabio, quien, como Scrates, reconoce que nada merece, en verdad, por su sabidura". Por esto yo, por mi parte, an ahora sigo buscando y examinando, de acuerdo con el dios, tanto entre los ciudadanos como entre los extranjeros, a todo aquel que creo sabio, y en cuanto no me lo parece, trato, en ayuda del dios, de hacerle ver con claridad que no es sabio. Y por esta ocupacin no he tenido tiempo para dedicarlo libremente a los intereses de la Ciudad en nada digno de mencin, ni a mis intereses particulares; vivo, al contrario, en extrema pobreza por el servicio del dios. (Platn, Apologa de Scrates, 21a-23c)

    La misin de la filosofa

    [...] en el puesto donde cada uno se haya colocado a s mismo por considerarlo mejor o ms honroso, o donde lo haya colocado su jefe militar, all debe mantenerse firme y arrostrar el peligro, sin tener en cuenta ningn mal, ni la muerte ni cosa alguna, ms que el deshonor. Pues bien, yo habra obrado muy mal, atenienses, si mientras [...] cuando los jefes que vosotros elegisteis para que me mandaran en Potidea, en Anfpolis y en Delin me asignaron un puesto, me mantuve en l como cualquiera y expuse la vida, en cambio cuando el dios me asign un puesto, cual hube de pensar y aceptar, que deba vivir filosofando y examinndome a m mismo y a los dems, entonces pues, temeroso de la muerte o de alguna otra consecuencia, hubiera abandonado la lnea. Muy mal obrara por cierto, y en verdad, en tal caso cualquiera podra con justicia hacerme comparecer en juicio por no creer en los dioses, pues desobedecera la sentencia del orculo, temera la muerte y me figurara ser sabio sin serlo. Pues el temer a la muerte, atenienses, no es

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    otra cosa que creerse sabio sin serlo, ya que es imaginarse que uno sabe lo que no sabe. Nadie sabe, en efecto, si la muerte no es para el hombre el mayor de los bienes; la temen, sin embargo, como si supieran con certeza que es el mayor de los males. Y cmo no ha de ser esto ignorancia, y la ms reprensible, la de figurarse saber lo que no sabe? Mas yo, atenienses, tambin en este caso difiero quiz en esto de la mayora de los hombres, y si osara llamarme en algo ms sabio que algn otro, en esto sera: que si no s lo suficiente sobre las cosas del Hades, as tambin pienso que no lo s. Pero en cambio, que cometer injusticia y, precisamente, desobedecer a uno mejor, sea dios u hombre, que esto es malo y deshonroso, bien lo s. As pues, por los males que s cabalmente son males, no he de temer ni huir nunca aquello que no s si acaso es un bien [...] Si me dijerais pues [...] Scrates, te absolvemos bajo la condicin de no proseguir tu indagacin y de no filosofar ms; pero si eres atrapado otra vez dedicado a ello, morirs [...] os dira: Yo, atenienses, os estimo y os quiero bien, pero he de obedecer ms al dios que a vosotros y mientras aliente en m la vida y sea capaz, no cesar ni cejar, en modo alguno, de filosofar ni de amonestaros ni de haceros ver con claridad, dirigindole a quienquiera de vosotros que encuentre, palabras tales como las que acostumbro: Ateniense, el mejor de los hombres, ciudadano de la Ciudad ms grande y de la ms ilustre en las artes y por su podero, no te avergenzas de preocuparte, tratndose de riquezas, de cmo acrecentar lo ms posible la tuya, y tambin tratndose de la fama y de los honores, pero en cambio tratndose de tu juicio, de la verdad y del alma, no te preocupas de mejorar ni piensas qu ser lo mejor? Y si alguno de vosotros disiente y me replica, afirmando que l se preocupa, no le dejar marcharse sin ms ni me ir yo, sino que lo interrogar, lo examinar y lo refutar, y si no me parece poseer la virtud, sino slo aparentarlo, le reprochar que da lo ms valioso por poco y toma lo que poco vale por mucho ms. Esto es lo que manda el dios, sabedlo bien, y yo creo que nunca os fue deparado en la ciudad un bien mayor que este mi servicio del dios. No es otra cosa lo que hago, andando de un lado para otro, que ir persuadindoos a vosotros, jvenes o viejos, de que no os preocupis ni del cuerpo ni de las riquezas antes ni con tanto afn como del alma y de cmo volverla mejor. (Platn, Apologa de Scrates, 28d-30a).

    El conocimiento de s mismo

    Dime, Eutidemo, has estado alguna vez en Delfos? En dos ocasiones. Has notado, en no s qu parte del templo, la inscripcin "concete a ti mismo"? S. Ahora bien, no has prestado ninguna atencin a esa inscripcin, o bien la has

    grabado en tu mente y te has vuelto hacia ti mismo para examinar lo que eres? ... En verdad, no me he preocupado en absoluto, pues crea saberlo perfectamente, y

    apenas si podra conocer otra cosa, si no me conociera a m mismo. Pero de estos dos, quin te parece que se conoce a s mismo: el que slo sabe su

    propio nombre, o aqul que se ha examinado como examina a un caballo quien desea comprarlo..., o sea que se ha examinado en qu condiciones se halla con respecto al oficio al que est destinado el hombre, y que ha conocido sus propias fuerzas? (Jenofonte, Recuerdos de Scrates, IV, 2)

    [...] digo que es realmente un bien para el hombre, y aun el mayor bien, el discurrir

    cada da sobre la virtud y sobre los dems temas en torno a los cuales me os discurrir y examinarme a m mismo y a los dems, y que la vida sin examen no merece ser vivida. (Platn, Apologa de Scrates, 38a).

    El mtodo socrtico

    a) La refutacin

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    Scrates obra como le es habitual: no responde l mismo, y en cambio, cuando otro responde, toma su discurso y lo refuta. (Platn, Repblica, 337)

    Algunos han estimado [...]que toda ignorancia es involuntaria, y que el que cree que

    es sabio no querr aprender nada de aquello que cree saber muy bien, [y por eso] piensan que, con todo lo trabajosa que es, la clase admonitiva de educacin aprovecha poco.

    Y piensan bien. Y para desarraigar esta opinin, usan otro mtodo. [...] Van interrogando acerca de

    aquellas cosas de las que alguien cree decir algo cuando no dice nada; despus refutan las opiniones de aqullos [de este modo:] [...] reunindolas en sus razonamientos, las colocan unas junto a otras, y una vez colocadas, demuestran que son contradictorias entre s [...]. Y aquellos cuando lo ven se enojan consigo mismos y se ponen ms conciliadores respecto de los dems, y de esta manera se liberan de esas opiniones [...]. Los que hacen esta purificacin, piensan lo mismo que los mdicos que se ocupan del cuerpo, los cuales juzgan que el cuerpo no podr disfrutar del alimento que se le suministre antes de que expela lo que en l mismo estorba. Ellos se han convencido de lo mismo para el alma, es decir, que sta no habr de sacar provecho de los conocimientos que se le suministren antes de que con una refutacin adecuada se convenza al paciente, se le llene de vergenza, se le arranquen las opiniones que sean estorbo para los conocimientos, y se le haga ver que est purificado y que slo cree saber lo que en verdad sabe y nada ms. (Platn, Sofista, 230a-c)

    b) La mayutica Scrates Qu extrao que nunca hayas odo que soy hijo de una partera, una apacible

    y saludable mujer, llamada Fenarete! Teeteto Lo he odo. Scrates Te han dicho que yo practico el mismo arte? Teeteto No, nunca. Scrates Sin embargo, es verdad; pero no divulgues mi secreto. No se sabe que yo

    poseo esa habilidad, y es as que los ignorantes me describen como un excntrico que reduce las personas a una perplejidad sin esperanza. [...] Considera, entonces, lo que ocurre con todas las parteras. [...] Creo que ya sabes que ellas slo atienden a otras mujeres en sus partos cuando ya no pueden engendrar hijos ni criarlos, puesto que estn demasiado viejas para ello. [...] [Scrates hace un inventario de las distintas habilidades de las parteras (pueden reconocer si una mujer est encinta, aliviar los dolores del parto,

    facilitar un parto difcil, provocar un aborto, etc.) y contina diciendo:] Todo esto cae dentro del campo de la partera; pero sus logros son inferiores a los mos. No es propio de las mujeres el dar a luz unas veces a criaturas reales y otras a meros fantasmas, de manera que resulte difcil distinguir a los unos de los otros. Si llegara a suceder semejante cosa, la ms elevada y noble tarea de la partera consistira en distinguir lo real de lo irreal. No es cierto?

    Teeteto Naturalmente. Scrates Mi arte mayutica es, en general, como el de ellas; la nica diferencia es que

    mis pacientes son hombres, no mujeres, y que mi trato no es con el cuerpo sino con el alma que est en trance de dar a luz. Y el punto ms elevado de mi arte es la capacidad de probar por todos los medios si el producto del pensamiento de un joven es un falso fantasma o est, en cambio, animado de vida y verdad. Hasta tal punto me parezco a la partera, que yo mismo no puedo dar a luz sabidura, y el reproche habitual que se me hace es cierto: a pesar de que yo pregunto a los dems, nada puedo dar a luz por m mismo, porque no existe en m la sabidura. (Platn, Teeteto, 149a-151d)

    La pregunta por el concepto

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    Ahora intenta decirme muy claramente lo que te pregunt antes. En efecto, no te has explicado suficientemente al preguntarte qu es en realidad lo po, sino que me dijiste que es precisamente, po lo que t haces ahora [...]

    Eutifrn He dicho la verdad, Scrates. Scrates Tal vez, s; pero hay, adems, muchas otras cosas que t afirmas que son

    pas. Eutifrn Ciertamente, lo son. Scrates Te acuerdas de que yo no te incitaba a exponerme uno o dos de los muchos

    actos pos, sino el carcter (eidos) propio por el que todas las cosas pas son pas? [...] Expnme, pues, cul es realmente ese carcter, a fin de que, dirigiendo la vista a l y sirvindome de l como medida, pueda yo decir que es po un acto de esta clase que realices t u otra persona, y si no es de esta clase, diga que no es po. (Platn, Eutifrn, 6d-e)