sobre miedos y peligros en la tela
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Trabajo sociológico sobre un barrio de CórdobaTRANSCRIPT
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SOBRE MIEDOS Y PELIGROS EN LA TELA. UN ANÁLISIS SOBRE LA "INSEGURIDAD" EN UNA VILLA DE
LA CIUDAD DE CÓRDOBA por Marina Liberatori
PEDRO MANDRAFINA
A partir del tornado registrado en diciembre del año 2003 y la consecuente destrucción de muchas
de las viviendas de la villa La Tela de la ciudad de Córdoba, el gobierno municipal otorgó a sus
habitantes materiales y planes sociales para llevar a cabo la reconstrucción de algunas viviendas
que habían quedado devastadas. Por esta época se realizaron, también, obras de infraestructura
en la villa: la aplicación del tendido eléctrico en algún sector, la apertura de calles, la construcción
del Centro de Integración Comunitaria (CIC), la separación de manzanas y lotes.
La mayoría de las mejoras se habrían realizado en las zonas cercanas a la ruta y como
consecuencia de estas transformaciones la configuración de la dimensión espacial de la villa se vio
alterada, dividiéndola simbólicamente en la parte de adelante (la más próxima a la ruta) y la parte
del fondo. El testimonio de Susana nos aclara dicho fenómeno: “esta parte principal-haciendo
referencia al grupo de casas “de adelante”- nomás está así, porque después si te fijas están todas
las casas venidas abajo”.
Por el contrario, de la manzana cuatro a la diez la villa siguió conservando los pasajes y pasillo que
antiguamente conformaban la fisionomía de toda la villa. Tal es así que la parte “del fondo” es
considerada insegura para los “de adelante”. Cabe la aclarar que entre las mejoras realizadas en la
villa, en la división por manzanas se otorgó el número uno a la colindante a la ruta y así
sucesivamente hasta llegar a la diez.
Ante este panorama, la autora del texto “Sobre miedos y peligros en La Tela. Un análisis sobre la
"inseguridad" en una villa de la ciudad de Córdoba”, Marina Liberatori, intenta dar cuenta de
cómo se van construyendo los miedos en la villa La Tela y, a su vez, cómo esos miedos locales se
articulan y dialogan con miedos sociales a mayor escala. Es decir, cómo los sentimientos de
inseguridad de las clases dominantes se traducen y resignifican en la población concreta de la villa
La Tela.
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A partir del trabajo de campo que Liberatori realizó en la villa La Tela desde marzo de 2009 hasta
mayo del 2012, observa que la categoría inseguridad se circunscribía al delito, y asociada, también,
a cierta clase social más favorecida. Descubriendo, entonces, que en la villa si bien era cierto que
el delito y la percepción de inseguridad eran una preocupación concreta, existían muchos otros
miedos y diferentes sentidos sobre lo que era o no peligroso. Por eso Marina decide abandonar la
categoría de “inseguridad” y usar, en cambio, categorías como miedo y peligro.
Las emociones, en este caso la percepción de miedo y peligro, son construcciones sociales, dice la
autora, que atraviesan un contexto histórico, político, económico y cultural determinado.
Contexto que no es estático y de una vez para siempre, sino que va fluctuando a partir de las
relaciones de interdependencia que se tienen con los “otros” tanto dentro, como fuera de la villa.
Los miedos y peligros no son cuestiones o percepciones personales de los que allí viven, sino que
la autora los identifica con instancias políticas y estructurales que los construyen. Ante esto, nos
parece interesante, y también central, la pregunta que se hiciera la magister: “¿qué sucede en
esos sectores sociales cuyos sentimientos de inseguridad no están legitimados?”.
En la misma línea, Liberatori denuncia que se vincula a la inseguridad con cierta población
marginal desde diversos discursos del aparato policial y político y desde los medios comunicación.
Es decir, que responsabilizan de la inseguridad urbana especialmente a personas de bajos
ingresos que viven en sectores empobrecidos. De tal forma, que en la ciudad de Córdoba se
enmascaran bajo políticas de seguridad que la inseguridad, la violencia y el delito se solucionan
con el aumento de más policías en las calles. Y en realidad, sostiene la autora, estas políticas solo
apuntan a preservar especialmente la seguridad de las clases dominantes.
Además de que las fuerzas policiales, en complementariedad con las políticas provinciales,
cuentan con la posibilidad de actuar bajo el consentimiento del Código de Faltas y otras figuras
legales a espalda de los órganos de justicia nacional. En relación a ello, entonces, la policía
cordobesa se convierte en un “sujeto clasificador” -según el aporte de Vianna (2007) que la autora
cita-. Mientras que los jóvenes que asumen esas categorías, se convierten en "sujetos
clasificados". Con esto la policía determina quienes son los sujetos peligros para la sociedad,
accionando libremente sobre ellos.
Por otro lado, el trabajo de campo le permitió a la autora observar como los habitantes de villa La
Tela le temen a ciertas cosas según su posición y la relación social que establecen con sus vecinos.
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Están aquellos que tienen miedo y vergüenza de vivir en una villa porque pueden ser confundidos
con esos “otros” que refuerzan los estigmas sociales que se tienen de los villeros. Notando que
ciertos prejuicios que recaen sobre la imagen que desde “afuera” se construye sobre las villas es
reapropiado por los propios vecinos de La Tela.
Mientras que en oposición, se encuentran algunos vecinos que haciendo uso de violencia o
inmersos en una economía clandestina, ganan prestigio y visibilidad tanto dentro y fuera de la
villa. Por eso, ciertas prácticas como robar, traficar droga, huir de la policía, ser detenido,
consideradas peligrosas por otras personas, se vuelven atractivas principalmente para los jóvenes
varones.
Pero a su vez Liberati describe otro tipo de miedo. Nota que aunque vivir en un barrio pueda evitar
el sentimiento de vergüenza de los habitantes de la villa frente a la mirada de los de afuera, los
villeros se sienten más seguros viviendo en La Tela. Adjudicando ese sentimiento a la falta de
control que le genera vivir en un barrio en donde no son conocidos por los vecinos y en donde no
existen redes de reciprocidad y de amistad. Un fragmento de la entrevista a Daniela nos ayuda a
entender esto último: “A mí, la verdad, es que me da miedo el barrio. Acá me conocen todos y yo
me puedo quedar hasta sola de noche que no pasa nada, pero allá -haciendo referencia al barrio-
no sabés”.
Finalmente, como anteriormente se mencionó, después del tornado la villa sufrió algunas
modificaciones materiales respecto del paisaje cotidiano y las viviendas de los vecinos. En ese
momento surgen con fuerza las categorías para clasificar a los otros como los “de adelante” y los
“del fondo”. El espacio ajeno se comenzó a percibir como un lugar peligroso. Los de adelante
quedaron ubicados en una zona con aspecto de barrio, que le dio el trazado y apertura de calles, la
reconstrucción de las casas, la nueva institución estatal CIC, los servicios sociales como el agua de
red y la luz eléctrica. Mientras que el fondo continuó manteniendo el aspecto de villa conservando
sus antiguos pasajes y pasillos que restringían la circulación de gente que no vivía allí, ya que
según decían los vecinos de adelante, el fondo sería un lugar inseguro.