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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de marzo 2014 / Nº 139 / Bs 5 Contrapuntos Carlos Mesa Gisbert: Una respuesta al libro Identidad boliviana de García Linera, 4-5 Álvaro García Linera: Sobre La sirena y el charango de Mesa Gisbert, 5 Diego Ayo: ¿Se puede hacer plata sin plata?: Las nuevas élites económicas indígenas, 6-7 Pablo Stefanoni: Aborto, diversidades e “izquierdas” en América Latina, 8-9 Debate Fernando L. García Yapur: El gobierno y las oposiciones: Más sobre estrategias electorales, 10-11 Marco Antonio Saavedra Mogro: Sobre el Estado Integral, 11 Crónica José Luis Saavedra: Crónica del ataque gubernamental a la sede del CONAMAQ, 12-13 La Ley Arturo D. Villanueva Imaña: Revolucionarios en la retórica, reaccionarios en la realidad, 13 Rosa Talavera Simoni: ¿Pases de magia en la legislacion tributaria?, 14 Marcelo Gonzales Y.: Entre facturas y clausuras, 15 Memoria / Arte Laura Klein: Vecinos: “Perdonaos a vosotros mismos”, 16-17 Alfonso Gumucio Dagron: Barbie, la reina de alasitas, 18 Artista invitado: Alfonso Gumucio Dagron. Sobre los protagonistas del “proceso” Identidad y cambio: El mestizaje, revisitado Quizá porque ya no hay muchos más cambios que esperar del “proceso” masista –a no ser que las tragicomedias del clientelismo corporativo sean consideradas una novedad política–, parece que el debate intelectual se dirige hoy en Bolivia a una etapa de reconsideraciones históricas y disputas terminológicas. Por ejemplo, como si volviéramos a los años 40 y 50 del siglo XX, es otra vez necesario discutir los dilemas y la naturaleza de “nuestro mestizaje”. Acaso esta sea, de alguna manera, una de las tantas preguntas posibles sobre la identidad de los sujetos del cambio: ¿indios? ¿mestizos? ¿cholos? ¿gays? ¿burgueses? ¿comerciantes populares? Sobre ello escriben: Carlos Mesa Gisbert, Álvaro García Linera, Pablo Stefanoni y Diego Ayo. Cuestión de dignidad El ministro de la Presidencia tiene muy aguzado el senti- do de la dignidad. Para justificar la compra de los nuevos automóviles blindados que usará Evo Morales, argumen- tó que los que usaba antes ya estaban algo trajinados y que alguno de ellos había sido donado por la cooperación internacional. En su opinión, es indigno que su Excelen- cia se desplace en un vehículo donado. Para justificar que el convoy sea blindado, explicó que la vida del Presidente corre riesgos a cada minuto: la revolución está llena de enemigos. El mismo Evo Morales contó que alguna vez un “hermano” borracho se inclinó sobre su auto y que si no hubiese sido blindado tal vez no estaría aquí para con- tarlo. Pero el argumento que sirve para explicar el consu- mo suntuario del gobierno sirvió también para negarles a las víctimas de las inundaciones en el Beni el acceso a recursos de la cooperación internacional. Por dignidad de los damnificados, dijo Quintana, el Estado boliviano no puede aceptar ayuda externa. Es mejor morir con dig- nidad que sobrevivir bajo el oprobio de la caridad ajena. Una lección de dignidad que no olvidarán las 55 mil fa- milias damnificadas por la crecida de las aguas.

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / 1era. quincena de marzo 2014 / Nº 139 / Bs 5

Contrapuntos

Carlos Mesa Gisbert: Una respuesta al libro Identidad boliviana de García Linera, 4-5

Álvaro García Linera: Sobre La sirena y el charango de Mesa Gisbert, 5Diego Ayo: ¿Se puede hacer plata sin plata?: Las

nuevas élites económicas indígenas, 6-7Pablo Stefanoni: Aborto, diversidades e “izquierdas”

en América Latina, 8-9

Debate

Fernando L. García Yapur: El gobierno y las oposiciones: Más sobre estrategias electorales, 10-11

Marco Antonio Saavedra Mogro: Sobre el Estado Integral, 11

Crónica

José Luis Saavedra: Crónica del ataque gubernamental a la sede del CONAMAQ, 12-13

La Ley

Arturo D. Villanueva Imaña: Revolucionarios en la retórica, reaccionarios en la realidad, 13Rosa Talavera Simoni: ¿Pases de magia en la

legislacion tributaria?, 14Marcelo Gonzales Y.: Entre facturas y clausuras, 15

Memoria / Arte

Laura Klein: Vecinos: “Perdonaos a vosotros mismos”, 16-17

Alfonso Gumucio Dagron: Barbie, la reina de alasitas, 18

Artista invitado: Alfonso Gumucio Dagron.

Sobre los protagonistas del “proceso”

Identidad y cambio: El mestizaje, revisitadoQuizá porque ya no hay muchos más cambios que esperar del “proceso” masista –a no ser que las tragicomedias del clientelismo corporativo sean consideradas una novedad política–, parece que el debate intelectual se dirige hoy en Bolivia a una etapa de reconsideraciones históricas y disputas terminológicas. Por ejemplo, como si volviéramos a los años 40 y 50 del siglo xx, es otra vez necesario discutir los dilemas y la naturaleza de “nuestro mestizaje”. Acaso esta sea, de alguna manera, una de las tantas preguntas posibles sobre la identidad de los sujetos del cambio: ¿indios? ¿mestizos? ¿cholos? ¿gays? ¿burgueses? ¿comerciantes populares? Sobre ello escriben: Carlos Mesa Gisbert, Álvaro García Linera, Pablo Stefanoni y Diego Ayo.

Cuestión de dignidad

El ministro de la Presidencia tiene muy aguzado el senti-do de la dignidad. Para justificar la compra de los nuevos automóviles blindados que usará Evo Morales, argumen-tó que los que usaba antes ya estaban algo trajinados y que alguno de ellos había sido donado por la cooperación internacional. En su opinión, es indigno que su Excelen-cia se desplace en un vehículo donado. Para justificar que el convoy sea blindado, explicó que la vida del Presidente corre riesgos a cada minuto: la revolución está llena de enemigos. El mismo Evo Morales contó que alguna vez un “hermano” borracho se inclinó sobre su auto y que si no hubiese sido blindado tal vez no estaría aquí para con-tarlo. Pero el argumento que sirve para explicar el consu-mo suntuario del gobierno sirvió también para negarles a las víctimas de las inundaciones en el Beni el acceso a recursos de la cooperación internacional. Por dignidad de los damnificados, dijo Quintana, el Estado boliviano no puede aceptar ayuda externa. Es mejor morir con dig-nidad que sobrevivir bajo el oprobio de la caridad ajena. Una lección de dignidad que no olvidarán las 55 mil fa-milias damnificadas por la crecida de las aguas.

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Colonialidades y descolonización

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Marzo 2014 / Nº 139 / 3

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editorial

A tiempo de encarar una deliberación nacional en serio

Hace unas semanas decíamos lo si-guiente: Es claro que nadie puede estar completamente seguro de que el mas

ganará las elecciones de octubre. Lo que sí se puede decir es que nadie arriesga casi nada conjeturando que lo hará. Y quizá por eso mis-mo buena parte de la reciente especulación elec-toral, luego de dar por sentada o sobrentendida la victoria masista, opta por concentrarse en los detalles: “¿cuál será el margen de ese triunfo electoral?”, “¿conseguirá los dos tercios en la Asamblea Legislativa?”, “¿ganará en Santa Cruz?”, etc.

Tenemos hoy algunas primeras res-puestas a esas preguntas de detalle, gracias a la “Macroencuesta nacional de intención de voto” realizada por la empresa Tal Cual Comunicación Estratégica y el periódico Página Siete. Por lo pronto y a ocho me-ses de las elecciones, las respuestas son las siguientes:1. El mas ganaría, si las elecciones fue-

ran ahora, con un margen generoso: 46% del total de votos (el opositor mejor ubicado en la encuesta sólo llega al 13%). Es decir, no habría se-gunda vuelta.

2. Con la oposición dividida, ese 46% le bastaría al mas para conseguir los dos tercios en la Asamblea Legislati-va.

3. Y, sí, el mas ganaría en Santa Cruz, de forma contundente. En realidad, el mas ganaría en todos los departa-mentos menos el Beni.Que se sepa, no hay indicios o mo-

tivos para desconfiar de esta información (que no es nueva: salvo por la reciente caída de Juan del Granado, todos los candidatos mantienen sus números más o menos es-tables desde diciembre de 2012). Por eso cabe preguntarse por aquellos que, desde un lado u otro del espectro político, la nie-gan casi por completo. ¿O quizá hay “otras” encuestas que casi nadie ve y que permiten optimismos diferentes?

Primer ejemplo: el 74% de los votos que propuso Evo Morales como la meta de su campaña ¿es una mera ilusión o es con-secuencia de alguna verificación empírica de lo que es posible? (Porque, según la en-cuesta que comentamos, no lo es: incluso si todos los indecisos votaran por Morales, el mas sólo llegaría al 65%).

Segundo ejemplo: ¿Y qué pensar de lo que afirman, con cierta seguridad, inte-lectuales críticos como Alejandro Almaraz o Luis Tapia? Veamos:

Almaraz: “Porque yo creo que [el mas] marcha hacia su derrota. Más allá del entusiasmo desbordante y a veces poco objetivo que muestra el mismo Presidente, el Gobierno debe estar haciendo encues-tas verdaderas, de las que tengo alguna noticia, que están mostrando que está muy difícil que pueda eludir la segunda vuelta. Y creo francamente que en una segunda vuelta le va a ganar cualquiera, hasta el Chapulín Colorado”.

Tapia: “Yo creo que bajo la actual correlación de fuerzas y legislación elec-toral, el mas ya no ganaría. El mas pro-bablemente tiene un tercio de apoyo en el país, aunque le favorece la fragmentación de la oposición, que no se sabe si se va a unificar. Sin embargo, con un tercio iría a segunda vuelta, y en la segunda vuelta creo que perdería”.

Habría que pedir, quizá, acceso a esas misteriosas encuestas consultadas por Mo-rales, Almaraz y Tapia.

Las actitudes que caracterizan las actividades electorales son cada vez más preocupantes. La ostensible indiferencia del Gobierno ante los damnificados por los desastres naturales en el Depar-

tamento del Beni se puede interpretar como un castigo por haber elegido a un gobernador de la oposición. A ello se suma la negativa de declarar zona de desastre natural a ese Departamento, para evitar que la Gobernación y los municipios dispongan de recursos adicio-nales provenientes de la cooperación internacional. Al obligarles a encarar los gastos emergentes con recursos de sus presupuestos ordinarios, obviamen-te se les está recortando la posibilidad de cumplir con sus planes y proyectos, lo que acarrearía consecuencias electo-rales, entre otros problemas futuros.

También preocupa que ni organi-zaciones de la sociedad civil ni fuerzas políticas opositoras den muestras de tomar en serio las implicaciones de todo orden que trae consigo la profun-da crisis que afecta al sistema judicial en estos momentos. Aunque no puede caber la menor duda de cuáles son el origen y la gravedad de tal situación, la opinión pública está siendo distraí-da con temas secundarios. El grado de descalificación del Tribunal Constitu-cional es de tal magnitud que cabría preguntarse si no deberían quedar in-validados todos sus fallos, incluyendo el que habilita al presidente Morales para postularse a una nueva reelección presidencial.

De ese tamaño es el problema, y no cabe imaginar que ahora no es tiempo de buscar soluciones porque la discusión podría politi-zarse. Todo lo contrario.

Precisamente porque el país se dirige a un proceso electoral pla-gado de todo tipo de vicios y transgresiones legales, es ahora que se tienen que enmendar dichos problemas mediante grandes acuerdos nacionales vinculantes. En efecto, es preciso encontrar soluciones concertadas que detengan el colapso judicial, cuyas consecuencias restarían legitimidad a los ámbitos más importantes de la vida pública nacional. No sería en absoluto recomendable que un contexto de ile-

gitimidad agravada de las instituciones judiciales, que también podría contagiarse a las instituciones electorales, constituya el marco bajo el cual se realicen las elecciones de octubre y abril próximos.

Un gran pacto político ahora podría evitar consecuencias im-predecibles en el futuro. Por otro lado, mediante un sistema estruc-turado de pactos y acuerdos nacionales podrían encontrarse asimis-mo soluciones creativas que permitan las elecciones sin riesgo de

que sus resultados sean impugnados en todo o en parte por la acumulación de vicios institucionales, pero asimis-mo por la creciente ilegitimidad de las instancias encargadas de garantizar la vigencia plena de las normas que rigen estos procesos.

Los acuerdos necesarios no se li-mitan por cierto a las cuestiones elec-torales. También es preciso debatir la situación económica presente y sus proyecciones futuras, a la luz de las nuevas circunstancias que se han hecho presentes en el vecindario sudameri-cano. En tal contexto, es cada vez más urgente contar con los foros apropia-dos para concertar los contenidos de las leyes marco de la economía, tales como la ley de inversiones, la ley de minería, la ley del trabajo, para mencionar sólo las más importantes. Y en este orden de cosas es preciso recordar también que la propia Constitución Política del Es-

tado señala que se debe establecer un pacto fiscal para reorganizar el sistema tributario y la asignación equitativa de los recursos públicos a los diferentes entes nacionales y subnacionales.

El argumento de que estos temas pueden politizarse y que hay que postergarlos para la época posterior a las elecciones no era vá-lido antes y menos ahora. Precisamente porque se trata de temas sensibles para la ciudadanía en su conjunto lo que correspondería en estos momentos es que las diferentes fuerzas políticas tengan la oportunidad de presentar con la mayor responsabilidad posible sus ideas, propuestas y posiciones sobre cada uno de estos temas.

En materia de debate y deliberación, el país necesita algo más que la propaganda del oficialismo y la oposición.

Encuestas y respuestas

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Marzo 2014 / Nº 1394 / contrapuntos

Una respuesta al libro Identidad boliviana

Las equivocaciones de Álvaro García LineraCarlos Mesa Gisbert*

En su reciente libro de distribución gubernamental (La Razón) y gratuita, Identidad boliviana: Nación, mestizaje y plurinacionalidad (2014), el vicepresidente del Estado Álvaro García Linera trazó una impugnación crítica, en una larga nota a pie de página, de un ensayo, también reciente, del ex presidente Carlos Mesa Gisbert, La sirena y el charango. Ensayo sobre el mestizaje (2013). Publicamos aquí la

respuesta de Mesa al texto de García, que también reproducimos.

García, amigo de los adjetivos que acompañan debatibles argumentos, toma lo que le conviene y desecha lo que no. La existencia vital del denominado Estado Plurinacional es una prueba de la pervi-vencia de los indígenas que fueron inva-didos por España, imposible si se hubiese consumado un genocidio con intención expresa de aniquilar a uno o varios pue-blos, y por supuesto de la pervivencia de parte de un pasado a través –subrayo– de un proceso de conquista y de colonia que dejó un “habitus colonial” inescindible de la identidad boliviana, y que carga todos los elementos de visión de mundo diferen-te y nunca más igual a la “originaria”, que no se puede recuperar de otro modo que no sea por el paso del tamiz colonial.

Sobre Túpac KatariEn cuanto a la gesta de Túpac Katari, la observación de García es sólo instrumental. Lo que importa para la lectura de los obje-tivos históricos de la rebelión no es la tácti-ca de alianzas que, en efecto, buscó el líder aymara con los habitantes mestizos, criollos y españoles de La Paz durante el cerco, sino las razones de fondo que eran inequívoca-mente distintas a las razones que motivaron el proceso de la guerra de la independen-cia. Las ideas de los independentistas eran el liberalismo político y la construcción de ciudadanía, expresadas y buscadas por los intelectuales y guerreros de la gesta ameri-

Álvaro García Linera –que tiene una ventaja incomparable: la difusión gratuita de sus textos en miles de ejemplares junto al periódico no

gubernamental La Razón– ha distribuido la obra Identidad boliviana: Nación, mestiza-je y plurinacionalidad, en la que ofrece su “visión” de nuestra identidad.

Una caricatura de la historiaGarcía se apoya de manera fundamental en la existencia de un “organizador esta-tal de la nación” que, en el Estado Plu-rinacional, logra la coincidencia entre la “forma de Estado” y la “forma social plu-rinacional”. Y García parte de la premisa –mal que le pese– de los compartimen-tos estanco de la historia. A su juicio, el “Estado aparente”, que sería una ficción porque margina la idea totalizadora, se convierte en “Estado verdadero” con la cpe del 2009, que constituye por prime-ra vez lo real, aquello que totaliza, abar-ca y reconoce a todos. Esa mirada “total” no puede aceptar como referencia de agregación los procesos anteriores por-que eran excluyentes y porque respon-dían –marxismo dixit– a una imposición negadora. También a su juicio, incluso la revolución de 1952 cayó en la trampa del “habitus colonial” (uso sus términos), pues mantuvo a través de un subterfu-gio su enlace perverso con un pasado de élites y con un sustrato de construcción oligárquica que disfrazaba, en la incor-poración democrática de todos, una base racista y discriminadora. El autor afirma que en “tiempos neoliberales” (marbete insuficiente, intencionado y convertido en calificación peyorativa), el reconoci-miento de la pluralidad de culturas y la existencia de múltiples etnias se tradujo en políticas “tibias” y en el resguardo de prácticas “folklóricas”. Es bueno venir a enterarse de que la implementación de la educación intercultural y bilingüe, las autonomías municipales y las man-comunidades municipales indígenas, el reconocimiento de la propiedad comuni-taria andina y las tierras comunitarias de origen en los llanos (Ley inra) fueron parte del “resguardo de prácticas folkló-ricas”. Siempre se aprende algo nuevo en la vida.

La nota 19Me detendré, sin embargo, en la nota 19 de su trabajo, una nota dedicada a mi libro La sirena y el charango. Ensayo sobre el mestizaje (2013). Su primera observa-ción es que digo que no se puede hablar de genocidio en tiempos de la conquis-ta española, dada la evidencia no sólo de

que la propia cpe reconoce 36 naciones indígenas, sino que el 40% de la pobla-ción se autoidentifica hoy como indígena. Investigadores serios, me recuerda, han demostrado la caída brutal de la pobla-ción originaria en América después de la invasión española.

Cierto, se produjo una caída demo-gráfica devastadora cuyo origen funda-mental estuvo vinculado a la transmisión de enfermedades como la viruela, el sa-rampión o la gripe, que diezmaron a la población indígena en una relación incon-mensurablemente mayor que la violencia del hecho mismo de la conquista, o que la propia explotación brutal de los mitayos en las minas. Para evitar lecturas sesgadas (me) cito:

Brutal fue ese camino, implacable en su violencia, en la destrucción del otro, físi-camente, espiritualmente, en la sangre de miles de seres humanos amasada en el me-tal extraído de las minas que exprimieron hasta el último aliento. Brutales fueron las encomiendas y los encomenderos, sordos a las voces de los otros, brutal fue el tra-to a esas personas como objetos de uso y desecho. Épica y horror que transformó un mundo destruyendo y construyendo. Brutal había sido también –es bueno no olvidarlo- la conquista de los incas sobre los collas. Baste mirar el estremecedor di-bujo de Guaman Poma del capitán Túpac Amaru Inca arrancándole los ojos a un prisionero colla. (La sirena…, 50).

cana del primer cuarto del siglo xix. Katari no reivindicaba en absoluto la construcción de un Estado republicano y ese el meollo de mi lectura; la diferencia conceptual en-tre los horizontes de 1781 y de 1809.

Sobre ciertas estructurasde poder y los maticesLos matices que García hace en torno a la concepción del poder en las estructuras políticas aymaras, inequívocamente auto-ritarias, podrían hacerse del mismo modo con relación a la Corona española, inequí-vocamente despótica, ante la realidad de instituciones como el Cabildo que no sólo atenuaban el poder real, sino que lo cues-tionaron y estuvieron a punto de derri-barlo (es el caso de los primeros años del reinado de Carlos I de España en tierras castellanas). El Cabildo, estructura demo-crática de la corona, fue tan importante en la visión horizontal de la sociedad, que se transformó en el germen jurídico-político de la revolución independentista, y que como institución fue adoptada a plenitud por los indígenas hasta el día de hoy.

Sobre el apellido del presidenteLa mención del apellido de origen hispáni-co del presidente Evo Morales Ayma ha sido sacada de contexto por García. Ese apellido no es otra cosa que el resultado de un pro-ceso de mestizaje cultural, solo un rasgo, ni el único ni el principal. Lo que subrayo en mi libro, por el contrario, es la formación de vida de Morales, su trayectoria en el Chapa-re, el uso del castellano como lengua prin-cipal a despecho del aymara y el quechua, su aprendizaje político en el sindicalismo, su ejercicio del mando muy poco vincula-do a estructuras de complementariedad, el hecho de que su mentalidad esté muy fuer-temente influida por una visión desarrollista europea, a las que suma –sin duda– valores y visiones de su origen indígena. Eso es lo que hace al Presidente un mestizo. Pueril es, en consecuencia, la lectura que hace García de mi texto (o quizás sea mejor decir: intencio-nalmente pueril).

Lo obvio: claro, el mestizajeno es “horizontal”El error básico del ensayo de García es pre-tender que mi libro convierte al mestizaje en “angelical”, o que desconoce lo eviden-te: que la heterogeneidad es jerarquizada. Por supuesto que lo es, y por supuesto que se produjeron y se producen afirmaciones y negaciones, miradas excluyentes y miradas que no asumen la alteridad. Pero que eso convierta al mestizaje en un tipo de etno-cidio implicaría presumir que el desarrollo inevitable de la humanidad en el camino de

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la mezcla merece –ya que García menciona una supuesta visión moralista de mi parte– una condena moral. ¿Condenar un hecho que ha construido una realidad distinta de la anterior, siempre producto de destruc-ciones y construcciones interminables en el devenir humano?

La perpetuación de las“dos repúblicas”García yerra en su interpretación de mi te-sis sobre los compartimentos estancos de la Constitución de 2009. El centro de mi razonamiento no es la ciudadanía. Es más, en el libro digo: “El arma más poderosa de la Constitución de 2009 fue compren-der que la lectura radical del universalismo era una limitante en un momento histórico en el que había que remachar lo que el 52 formuló en la práctica con tanta lucidez: la visibilización de lo indígena. Ese imperati-vo obligaba a romper con la premisa clásica de la ciudadanía. El salto del Estado repu-blicano al Estado Republicano Plurinacio-nal cambió el eje sobre el que se asentaba la identidad colectiva… en el cuestiona-miento de la ciudadanía como concepto monolítico” (128). El problema es otro: la construcción de dos mundos distintos, asu-midos como tales por la cpe. Escojo un par de ejemplos, el más obvio es el de la justicia. Un salto cualitativo fundamental hubiese sido integrar elementos de ambos modelos en un vértice integrador. Mantener las dos rutas separadas y no articuladas adecuada-mente muestra una forma de aceptación de que “la República de españoles y la Repú-blica de indios” sigue vigente. Lo propio pasa con la caracterización diferenciada de derechos sobre los recursos naturales reno-vables en los que hay una preeminencia de las naciones indígenas sobre el resto de los bolivianos, preeminencia que no es consis-tente con derechos que por su naturaleza deben ser de beneficio común para todos.

Una incapacidad de comprensiónLa debilidad esencial de García está en su incapacidad de comprender los procesos de agregación histórica y la insistencia en negar que la construcción identitaria de Bolivia pasa inexcusablemente por el pe-riodo colonial y republicano. No se puede pretender, como de hecho pretende García, que los mecanismos que construyeron el mestizaje de la sociedad boliviana “desna-turalizaron” la esencia de nuestra “concien-cia de sí”. Menos todavía presuponer que el reconocimiento pleno de los derechos del otro en su multiplicidad territorial, étnica y cultural sea excluyente de su propia trans-formación colectiva. Las naciones aymara, o quechua, o guaraní son hijas de ese proce-so de transformación que llevó adelante el periodo colonial y la República. No es que la lengua o las creencias religiosas o las tra-diciones definan de modo absoluto a un ser humano y su sentido de pertenencia, pero son esenciales a su totalidad como perso-nas. Eso es el mestizaje.

Nunca creí que nuestra afirmación como personas se basara en la negación de los otros. La descalificación absoluta de una parte del pasado es un error de grandes di-mensiones, por muchos que sean los ador-nos académicos con los que se vista o disfra-ce tal perspectiva equivocada de la historia.

* Ex Presidente de Bolivia.

La sirena y el charangode Carlos Mesa Gisbert

Álvaro García Linera*

Esta es la nota al pie número 19 del libro de distribución gubernamental Identidad bolivianade Álvaro García Linera.

En un reciente libro, La sirena y el charango. Ensayo sobre el mestizaje (Fundación Comunidad/Edito-

rial Gisbert, La Paz, 2013), Carlos Mesa Gisbert intenta una defensa del mestizaje que podríamos denominar “moralizante” antes que académica o argumentativa. El texto presenta un gran número de errores históricos y prejuicios ideológicos.

Así por ejemplo, se menciona que no sería posible decir que durante la Colonia española se habría cometido un genocidio hacia las naciones indíge-nas pues “Bolivia no tendría hoy trein-ta y seis pueblos indígenas” (pág. 192); afirmación que contrasta con los datos elaborados por investigadores serios de la temática del colapso demográfico en el continente tras la llegada de la invasión española, que muestran que en menos de 30 años, de 1520 a 1550, cerca de 7/10 partes de la población indígena habría perecido a causa de guerras, enfermedades y asesinatos masivos (Carlos Sempat Assadourian, “‘La gran vejación y destrucción de la tierra’: las guerras de sucesión y de conquista en el derrumbe de la población indígena del Perú”; en Transiciones hacia el sis-tema colonial andino, iep/Colegio de México, Lima, 1994). La percepción de Mesa, en ese sentido, peca de una sorprenden-te frivolidad en relación a los datos de una tragedia histórica.

La misma ligereza con los conceptos e información his-tórica se halla al momento de valorar la rebelión de Túpac Katari. El autor señala que durante ésta, Katari “no tuvo alianza alguna con mestizos y criollos” (160), como si real-mente no las hubiera buscado; cuando en realidad las cartas dictadas por Katari y redactadas por sus escribanos, intentan-do precisamente pactar con los habitantes criollos de la ciu-dad de La Paz e incluso con los propios habitantes españoles ofreciéndoles respetar su vida y permanencia, pero ya no bajo el régimen colonial de apropiación del trabajo indígena, son bastante conocidas. Es la negativa de ambos sectores a esta forma inédita de convivencia multicultural bajo el mando in-dígena (con la restitución de las tierras de ayllus), y las con-tinuas incursiones de las tropas españolas que arrasaban a las comunidades sublevadas, lo que lleva a Katari a plantearse una guerra total contra españoles y criollos. (Ver las cartas de Túpac Katari en el “Diario de los Sucesos del Cerco de la ciudad de La Paz, en 1781, por el Brigadier Don Sebastián de Segurola”; en Archivo Boliviano, Colección de Documentos Relativos a la historia de Bolivia, Tomo I, 1872). Mesa in-cluso llega a afirmar que Katari habría buscado imponer el dominio indígena aymara en base a “la tradición verticalista y autoritaria del mundo prehispánico” (pág. 160), ignorando la cualidad de las estructuras políticas aymaras, caracterizadas precisamente por una incesante atenuación de la concentra-ción del poder, por medio de la organización segmentaria de las jerarquías políticas en las confederaciones aymaras, viva-mente retratadas por Katari en sus declaraciones a sus cap-tores. (Ver Tristan Platt, “Pensamiento político aymara”, en El mundo aymara, Alianza Editorial/unesco, España, 1988).

Las mismas inconsistencias argu-mentales se muestran al momento de descartar la identidad indígena de Evo Morales por su apellido o sus varios oficios, como si la identidad nacional dependiera de los nombres. De ser así, uno no entendería entonces por qué Carlos Mesa es boliviano y no espa-ñol, de donde seguramente proviene su apellido. Evidentemente, se trata de una explicación pueril que desconoce el funcionamiento de las identidades nacionales que poco tienen que ver con los apellidos u oficios.

Pero el error básico en el que se desenvuelve todo el ensayo es la creen-cia de que el “mestizaje”, en tanto mezcla, es la garantía de la igualdad de derechos. Mesa olvida que ningún

mestizaje es “angelical” o neutro. Al contrario, todo mes-tizaje es una heterogeneidad jerarquizada, articulada en torno a un núcleo dominante, a un idioma que niega a los otros idiomas, a unos héroes que esconden otros héroes, a unas prácticas culturales que niegan a tantas otras; y, en ese sentido, todo mestizaje es en cierta forma un tipo de etnocidio. En cada etapa histórica de un país existen tan-tos tipos de mestizajes como clases sociales o identidades nacionales hay en la sociedad. No existe “el” mestizaje, sino un tipo particular de mestizaje impulsado por un tipo específico de grupo social que universaliza sus prácticas culturales a otros grupos o naciones, recogiendo, de ma-nera subordinada, parte de las prácticas culturales y orga-nizativas de estos otros sectores y naciones subordinadas.

Finalmente, los prejuicios ideológicos del autor le llevan a falsear el significado del Estado Plurinacional. Él señala (150) que el modelo constitucional que lo sustenta sería el de “compartimientos estancos” que niegan la ciu-dadanía igual para todos. No cabe duda que se trata de una falsedad malintencionada, pues no toma en cuenta que el Estado Plurinacional reconoce de manera plena, para todos los bolivianos y bolivianas, la totalidad de los derechos indi-viduales universales, comenzando por los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y laborales. Y en ese sentido, la Constitución boliviana es la más avanzada del mundo en lo que se refiere a la garantización de estos derechos con-quistados por las luchas sociales mundiales a lo largo de los últimos 200 años. Estos derechos individuales universales son la garantía de la unicidad del Estado y la nación estatal boliviana. Pero además, sobre la base y bajo el amparo de la cúpula de estos derechos individuales, el Estado Plurinacio-nal les reconoce a los bolivianos que son a la vez indígenas, un conjunto de derechos colectivos políticos, territoriales, sociales, económicos y culturales, propio de las identidades nacionales culturales dentro del Estado. Esto garantiza el reconocimiento en el Estado de las naciones culturales in-dígenas. Y esta articulación de la diferencia cultural en la unidad estatal, es la identidad nacional compuesta.

* Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia.

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Marzo 2014 / Nº 1396 / contrapuntos

A propósito de una investigación

¿Se puede hacer plata sin plata?:Las nuevas élites económicas indígenas

Diego Ayo*

Hacer plata sin plata es el título de un reciente libro, coordinado por Nico Tassi, que se ofrece, a fin de cuentas, como una celebración de “la singularidad” de una de las élites económicas emergentes en Bolivia, la de los comerciantes populares aymaras. Aunque “sugerente”,

a Diego Ayo la investigación de Tassi et al. le parece discutible, sobre todo por su tendencia a establecer dicotomías simplistas o a imaginar una singularidad que no existe. Esta nueva élite, aunque ya pluriétnica, no sería –sugiere Ayo– menos capitalista que las anteriores. Es

más, incluso en tanto élite, perpetuaría viejas costumbres del capitalismo “más salvaje”: las desigualdades extremas, el incumplimiento de obligaciones públicas (como el pago de impuestos), el menosprecio de los derechos laborales.

Éste es un artículo sobre las nuevas élites económicas emergentes del país. En verdad, estuvo pensado como un conjunto de interro-

gantes al trabajo, coordinado por Nico Tassi, Hacer plata sin plata, publicado por el pieb en 2013. Mi intención era dialo-gar con Tassi y su equipo, a partir de un cuestionario que preparé en octubre del 2013. Lamentablemente, mi solicitud de diálogo no fue aceptada (cuestión de tiempo, alegaron; imagino que es cier-to). Por ello, he preferido poner sobre el tapete algunos apuntes que, más que críticas definitivas, son dudas.

Un libro sugerenteAntes de exponer mis dudas, cabe de-jar por sentado que el trabajo de Tassi et al. es muy sugerente. Su tesis cen-tral destaca el rol de estas nuevas élites económicas emergentes de extracción indígena como portadoras de un enco-miable aplomo para salir adelante a pe-sar de la total falta de apoyo estatal (a diferencia de las viejas élites criollas). Resulta fascinante observar que muchas de ellas tienen un pie en China, otro en Miami, otro en Arica y en regiones del país como Desaguadero, Zona Franca de Cobija y/o Villazón. Son grandes comerciantes con una capacidad de in-novar constantemente su actividad. Son parte de lo que se bautizó como “bur-guesía chola” (etiqueta que los autores de esta investigación no usan).

Arguedas revisitadoAl margen de sus virtudes académicas, no son pocos los aspectos del libro Hacer plata sin plata que provocan dudas. En primer lugar, la mención reiterada de la existencia de ciertas “élites decadentes”, cuyo único aparente mérito habría re-sidido en lucrar del Estado durante más de medio siglo –desde la Revolución del 52– y frente a las cuales se erige un conjunto de élites absolutamente in-trépidas que habrían logrado tener el anhelado éxito económico a pesar del Estado. Considero que el concepto de

“élites decadentes” suena más a recurso conceptual arguediano –recordemos la noción de “pueblo enfermo”– que a una categoría elaborada con algún respaldo empírico. Cabe mencionar que muchas de esas “élites decadentes” gozan hoy de muy buena salud y que han logrado ampliarse a múltiples actividades lucra-tivas: nuevas empresas cerveceras (por ejemplo Saya Beer), empresas de servi-cios de belleza (clínicas de transplante de cabellos como Hair Recovery), ropa de exportación “andina” (por ejemplo Artessano), empresas constructoras des-perdigadas por todo el país. Todo esto manejado por esos decadentes ciudada-nos. Es decir, en el libro de Tassi et al. faltan datos que podrían tal vez mostrar una imagen más compleja y real, no una caricaturización prejuiciosa.

Creo, más bien, que si “antes” la economía tenía rasgos dominantes mo-noétnicos (de esa casta criolla que se cita como decadente), hoy la realidad no es nuevamente monoétnica, aunque ay-mara, como parece querer demostrar el trabajo. No, lo que creo es que la cosa se ha vuelto pluriétnica: sociedades anóni-mas entre aymaras y criollos, por ejem-plo, pero no de supremacía de algunos audaces frente a otros en retirada. Creo que la dicotomía entre élites criollas de-cadentes y élites aymaras e indígenas au-daces no sólo es inexacta, sino peligrosa. Evita visualizar la verdadera contradic-ción existente, que es de clase: entre aquellos ricos y aquellos pobres, sean de la extracción socioétnica que sean.

El capitalismo “indígena”es, ante todo, un capitalismoEs sin duda justo que la investigación de Tassi et al. destaque el ímpetu de las nuevas élites en ascenso. Sin embargo, al hacerlo, casi evita comprender que este nuevo capitalismo, no obstante su pujanza, no es más benévolo que sus antecesores. Se pasan pues por alto las nuevas formas de explotación, ya sufi-cientemente documentadas. Ya lo prue-ba una investigación de Carmen Dunia Sandóval y Fabiana Chirinos: los chofe-res son un sector incuestionablemente

explotado. O la elaborada por Alison Spedding, que deja en claro que en el sector cocalero las decisiones finales re-caen en ciertas élites campesinas ricas que bien podríamos llamar oligarquías. O la coordinada por Carol Carlo, que vi-sualiza la conformación corporativa del comercio: un 10% de los comerciantes de la Zona Franca de Pando controlan el 60% del total de recursos. O la que diri-gí yo y que prueba la emergencia de éli-tes locales al calor de licitaciones estata-les y municipales no muy transparentes. Son precisiones que el trabajo de Tassi et al. casi pasa por alto y que requieren un análisis. Aunque el desenlace final es co-nocido: más élites, aunque con otra piel, que no son menos corporativas que sus predecesoras. Y poco cambia: persisten las desigualdades extremas, el incumpli-miento de obligaciones públicas (como el pago de impuestos), el menosprecio de los derechos laborales mínimos.

Sobre la supuesta“excepcionalidad indígena”La investigación arriesga, además, una tesis: identifica un “modelo” económi-co capilar que sería singular, único. Y

precisamente por esta notoria originali-dad, categorías clásicas como la de “bur-guesía” –chola o no– o la de “capitalis-mo” resultarían inexactas y anacrónicas. Pero puede que las cosas sean menos novedosas.

Hay en esta investigación una vieja insistencia teórica en la supuesta pecu-liaridad, “asombrosa”, de estas econo-mías. Por mucho tiempo se ha hablado de la existencia de un modelo indígena diferente al capitalismo: socialismo co-munitario o economía de la reciproci-dad. La que Temple, siguiente a Mauss, llamó “economía del don”, radicalmen-te diferente a una economía de merca-do. Si ésta, la de mercado, es individua-lista, la indígena es colectivista; si ésta se concentra en la acumulación privada, la indígena apunta a la redistribución; si ésta se organiza desde la explotación, el modelo alternativo lo hace desde la cooperación. De ahí su particularidad. La resistencia a usar categorías clásicas (burguesía, por ejemplo) reproduce, quizás hasta inconscientemente, este sueño de singularidad y alternabilidad económica. Pero frente a tantos ejem-plos no de una “economía del don” sino * Politólogo.

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de una indigenización capitalista, resul-ta poco legítimo insistir en el concepto. Pero Tassi et al. insisten en este esen-cialismo: los indígenas son “singulares” y, como tales, desarrollan una econo-mía muy diferente a la capitalista, que amerita hasta otro nombre. Esto es un exceso: no creo que sea una economía muy diferente (aunque tenga, como todo capitalismo, detalles absolutamen-te singurales).

Un correlato necesario: en toda América Latina hay hoy un crecimiento de las clases medias. De cien millones de ciudadanos de clase media a princi-pios del año 2000, hemos pasado ahora a ciento cincuenta millones: un tercio de la población del continente. Si antes los po-bres aventajaban en número a los ciuda-danos de clase media, en una proporción de 2,5 a 1, hoy la cosa está igualada: 1/3 de clase media, 1/3 de clase media-baja, casi un 1/3 de pobres y un 2% de ricos. O sea: esta nueva movilidad social no es patrimonio de ningún modelo singular y se repite en Perú, Ecuador y México. Tampoco se puede llamar singular a este modelo cuando se observa que lo que ocurre en nuestra economía ocurre en mayor o menor medida en la variada gama de economías que dependen de sus recursos naturales: lo que se ve como algo muy singular en verdad sucede en Nige-ria, Bahrein y Venezuela: los comercian-tes, transportistas y constructores están en ascenso. Menos novedoso aun es que esas nuevas élites indígenas –aymaras– vi-van con un pie en lo legal y el otro en lo ilegal: el péndulo entre lo formal y lo informal es una constancia en la historia del capitalismo (ver, al respecto, la obra reciente de Peter Andreas, Smuggler Na-tion. How Illicit Trade Made America o Na-ción de contrabandistas).

Educación y capitalismoindígenaAmerita ser discutida, sin duda, la ponde-ración de la audacia de estas nuevas élites económicas, que triunfan a pesar de su falta de educación. Se postula la tesis de que este tipo de capitalismo no ha reque-rido de emprendedores educados y que insistir en la educación es más bien un lu-gar común para seguir menospreciando lo que verdaderamente existe: élites que se han hecho a sí mismas a pesar de todo, contra viento y marea. Pero ¿acaso no sa-bemos que la educación fue el motor de la economía en el siglo xx y lo es de la economía hoy? Estados Unidos registró 125 mil patentes de nuevos inventos el año pasado, Corea del Sur más de diez mil, Japón más de 35 mil. El bajo aporte latinoamericano quizá sea un correlato del hecho de que, en el ranking de uni-versidades del mundo elaborado por la Universidad de Shangai, sólo 3 univer-sidades latinoamericanas se encuentren entre las quinientas más renombradas. O que muchas naciones destinen entre el 2 y el 3% de su pib al rubro “ciencia y tecnología” frente al casi nulo porcenta-je que destina Bolivia (menor al 1%). En realidad, celebrar los bajos niveles educa-

tivos de las nuevas élites es negar lo obvio: que esas éli-tes son parte de un tipo de capitalismo de pies cortos. Su sello es extractivista y es una élite cuyo éxito tiene que ver poco o nada con la superación de los límites estructurales de la econo-mía boliviana –escasa pro-ductividad, concentración de la economía en pocos productos y contados mer-cados, esmirriada articula-ción de lo transable con lo no transable, persistencia de la desigualdad y bajo crecimiento. Esta élite no es “más de lo mismo”, pero ciertamente no ofrece una alternativa duradera para enfrentar la pobreza.

Conviene tener presente que las élites que hicieron la Revolución Indus-trial en Inglaterra tampoco tenían edu-cación. En su tiempo, estos burgueses fueron también llamados “ordinarios” por las aristocracias. Y quizás lo eran. Su mérito radicaba más en su valentía que en su formación. Entre las cosas que ha-cían, según ese valor, hay que recordar el hecho de que navegaban hacia África y ahí secuestraban esclavos; o que explo-taban a las poblaciones nativas de múl-tiples maneras. ¿Hoy lo meritorio sería subirse a un barco con destino a China, desconociendo el idioma, y, una vez ahí, comprar mercadería, para luego burlar las reglamentaciones normativas me-tiendo productos de contrabando?; ¿es hoy una “audacia” ampliar la “frontera familiar” contratando a los ahijados por paupérrimos salarios?. No hay duda de que en este escenario la educación sobra.

La presencia del Estado ausenteLa investigación de Tassi et al. tiene el mérito de cuestionar la rigidez de algu-nas contraposiciones o binarismos: lo formal versus lo informal, la economía de base ancha versus la economía de base estrecha, lo productivo versus lo no productivo y, sobre todo, lo legal versus lo ilegal. Estas oposiciones sólo tienden a criminalizar o subestimar el polo dere-cho (lo informal, lo ilegal). La realidad es más compleja. En verdad, las nuevas élites cabalgan entre estos mundos con igual intrepidez, impidiendo separar-las tan tajantemente. En ese sentido, es pertinente rescatar la categoría de “in-tersticio” económico, que no es sino la capacidad de estas élites de meterse en los márgenes del mercado, desdeñados por las élites tradicionales. Vale decir, ponderar esta versatilidad empresarial es legítimo pues rescata el sentido prácti-co de estas nuevas élites para desarrollar una lectura atenta y realista de lo que acontece, alejada del mero deber ser.

Pero hay un aspecto cuestiona-ble en este realce: la afirmación de que frente a la orfandad estatal, no quedaba más remedio que nadar en aguas legales/ilegales con una soltura que sólo puede

ser encomiable. O que el Estado siem-pre estuvo ausente y, por tanto, la senda estadólatra típica en las “élites decaden-tes” –una senda de dependencia esta-tal– no fue la seguida por estos vibran-tes nuevos empresarios, que tuvieron que “ensuciarse las manos” y aprender a hacer indistinguibles las fronteras en-tre lo legal e ilegal. Considero que este argumento es errado porque el Estado fue decisivo en todos los casos, aunque ciertamente con diversa intensidad.

Lo que hay que discutir, por lo tan-to, no es la contraposición simple entre élites estatales (aquellas antiguas y en retirada) de las élites anti-estatales (las nuevas y pujantes), sino el grado y tipo de incidencia estatal. Al hacerlo, des-cribiríamos un abanico más amplio de estatalidad, en un espectro que contem-plaría el parto de nuevas élites gracias al dirigismo estatal –por ejemplo a través de subsidios para determinados empre-sarios estratégicos, como podría ser el caso del bdp–, o gracias al favoritismo estatal –por ejemplo, a través de licita-ciones amañadas, como las que abundan en las autonomías–, o gracias a la permi-sividad estatal –por ejemplo, haciendo la vista gorda en el caso de la venta ilegal de coca o del contrabando de autos chu-tos–, o gracias a la negligencia y/o co-rrupción estatal –por ejemplo, el caso de empresas como papelbol o de la mafia enquistada en el Ministerio de Gobier-no y dedicada al negocio de la extorsión. En estos ejemplos, la incidencia estatal es variable pero vital y se configura la posibilidad de diversos tipos de capita-lismo, pero con un factor en común: en todos ellos lo legal es la excepción. La realidad acaso sea menos difusa, menos entreverada y hasta menos ecléctica de lo que se piensa. No, en verdad, lo real (que los autores de esta investigación eluden) parece ser que este capitalismo “emergente” consolida una hegemonía indiscutible: la hegemonía de lo infor-mal. Es decir, no es lo informal lo que se acopla a lo legal (por ejemplo, un impor-tador de ropa chuta que pide un crédito bancario), sino que lo legal es lo que se abre un pequeño espacio legitimador en

el campo hegemónico de lo informal: contratos legales otorgados en función a afinidades ideológicas (aquellos de construcción otorgados a empresas co-caleras), créditos del bdp transferidos a empresarios dispuestos a votar por Evo en la siguiente elección, un tercio de la inversión pública (definida en la Ley Fi-nancial) destinada a consolidar empresas públicas que han otorgado más empleos de los que se requiere –caso Huanu-ni– con el objetivo de “contentar” a un sector corporativo, y un largo etcétera. Todos estos ejemplos demuestran que lo legal se instrumentaliza en función de transacciones informales. Se cumple la ley sólo si ese cumplimiento aceita la maquinaria de la informalidad.

Especulación poco informativaMás allá de la mención de los 300.000 comerciantes de la Feria del El Alto, no hay datos duros en la investigación de Tassi et al. sobre la contribución de las nuevas élites emergentes a la economía boliviana. No hay dudas de su capacidad de penetrar la economía: son élites que se aventuran una semana en China com-prando o encargando productos, luego están en Villazón haciendo pasar vino de contrabando, la siguiente vuelven a La Paz para controlar sus puestos de línea blanca en la Eloy Salmón y una subsi-guiente viajan a Cobija o a Miami a traer tablets. Quizá todo esto sea cierto. Pero, en este tema, convendría tal vez salir ya de la anécdota, no obstante su relevancia. Y empezar a definir, así sea especulativa-mente, el aporte de este sector al pib na-cional, los empleos que genera, su aporte a la economía formal y otros detalles es-tadísticos. (Ya hemos visto que se pueden producir reflexiones sobre, por ejemplo, la economía orgánica, como las realizadas por el pnud, que a pesar de su erudición y pertinencia, se ocupan de una economía marginal: las exportaciones de productos orgánicos no constituyen ni el 3% del to-tal de las exportaciones).

En este caso, el de los que “han he-cho dinero sin dinero”, valdría la pena empezar a pedir, más allá de las anécdo-tas periodísticas, algunos números.

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Marzo 2014 / Nº 1398 / debate

Puentes y precipicios

Aborto, diversidades e “izquierdas” en América LatinaPablo Stefanoni*

Sobre las diversidades de género (y los derechos que esas diversidades reclaman), el presidente ecuatoriano Rafael Correa exclamó recientemente, cual furioso tele-evangelista norteamericano: “¡Es una barbaridad que atenta contra las leyes naturales, contra todo!”. Y así como Correa, son varios los gobiernos nacional-populares latinoamericanos entregados a perpetuar, algo exaltados, una agenda

social conservadora, en un despliegue de gestos no pocas veces homofóbicos y misóginos. Pablo Stefanoni traza aquí un panorama y una consideración crítica de esos gestos.

Los ataques de histeria de un católicoconservadorHace unas semanas nos encontramos frente a una situación en apariencia paradójica: mien-

tras la izquierda española enfrentaba un proyecto del derechista Partido Popular para restringir el derecho al aborto, acá en América Latina el presidente ecuato-riano Rafael Correa lanzaba un virulento alegato con-tra los “excesos” de la ideología de género. Su discurso resultaba sorprendente, en la medida que Ecuador no es un centro mundial de radicalismo feminista ni las marchas del orgullo gay paralizan Quito, como ocurre en otras urbes occidentales. Pero la cuestión traía cola porque el mandatario –que llegó al poder en 2006– ve-nía de hacer frente a diputadas de Alianza País –su par-tido– que habían defendido en el Parlamento el aborto en casos de violación. A tal punto llegó el malestar del presidente, católico practicante y fan del Papa Francis-co, que amenazó con renunciar si pasaba el proyecto de ley. Obviamente, la norma no pasó (ni de cerca).

En su ataque a los excesos del género, Correa dijo: “una cosa es el movimiento feminista por igualdad de derechos, que lo apoyamos de todo corazón. Pero de repente hay unos excesos, unos fundamentalismos en los que se proponen cosas absurdas. Ya no es igualdad de derechos, sino igualdad en todos los aspectos, que los hombres parezcan mujeres y las mujeres hombres. ¡Ya basta!”. Curiosamente, aclaró que su defensa de la familia y su oposición al aborto “no tiene nada que ver con izquierda o derecha” sino que es una cuestión mo-

ral. Prosiguió: “Lo que propone esta ideología es que básicamente no existe hombre y mujer natural, el que el sexo biológico no determina al hombre y a la mujer, sino las ‘condiciones sociales’. Y que uno tiene ‘dere-cho’ a la libertad de elegir incluso si uno es hombre o mujer. ¡Vamos, por favor! ¡Eso no resiste el menor aná-lisis! ¡Es una barbaridad que atenta contra todo! Leyes naturales, contra todo”.

El presidente ecuatoriano buscó apelar a su for-mación universitaria para sostener que toda esta ideo-logía “académicamente no resiste el menor análisis”. Pero la solidez académica de “Rafael”, como se lo co-noce en Ecuador, no reside en la teoría de género sino en el más árido terreno de la economía, desde cuya solidez ha emprendido brillantes debates con el esta-blishment y los neoliberales, incluyendo a periodistas de la cnn. Sobre género, su visión se limita al sentido común de un católico medio, lo que es perfectamente legítimo. “Ahora pareciera que ser heterosexual, creer en la familia, ser católico es un pecado”, dijo en una de sus alocuciones.

¿Y si la democracia fuera realmente laica?Pero no hay que apelar a izquierdistas radicales para en-contrar puntos de vista más equilibrados desde el punto de vista de una democracia laica. Por ejemplo, pode-mos recurrir a un gaullista como Giscard d'Estaing, presidente de Francia entre 1974 y 1981. En un emble-mático discurso, el mandatario conservador señaló: “Yo soy católico, ya lo he dicho, pero soy presidente de la República de un Estado laico. No estoy para imponer mis convicciones personales a mis conciudadanos sino para velar que la ley corresponda al estado real de la

sociedad francesa, para que sea respetada y pueda ser aplicada. Entiendo perfectamente el punto de vista de la Iglesia católica y, como creyente, yo lo comparto. Encuentro legítimo que la Iglesia exija a quienes prac-tican la fe respetar ciertas reglas. Pero estas no pueden ser impuestas por la ley civil, con sanciones penales, al conjunto de la sociedad”.

Derechos reproductivos y gobiernos Las posiciones “antiaborto” son compartidas por otros gobiernos nacional-populares. En Bolivia, Evo Mora-les frenó una iniciativa de una diputada del Movimien-to al Socialismo para que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la penalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El Presidente incluso llamó al silencio a los ministros y ministras que apoyaron la apertura del debate. Y más recientemente, la Asam-blea aprobó un nuevo Código del Niño y la Niña que establece que la vida comienza en la concepción. “Ni este Gobierno, ni esta bancada, ni esta Presidencia está apoyando el aborto. Lo primero que el presidente Morales nos recomendó, tras conocer el contenido del artículo, es que quede claramente establecido que este gobierno que ha luchado por una cpe garantista de la vida, que se trabaje en una redacción que atienda a los niños y niñas desde su concepción”, explicó la hasta hace poco presidenta de Diputados Betty Tejada. Aun-que aclaró que en casos de violación se puede acudir a una interrupción del embarazo, el Código –cuya jus-tificación es de naturaleza social– introduce un nuevo candado que impide abrir el debate.

En Argentina, la presidenta Cristina Fernández también se opone a abrir la discusión y sólo en Uru-guay se avanzó en el derecho al aborto, en la era Mu-jica, después de la cerrada oposición del ex presidente Tabaré Vázquez.

Sin duda, el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo enfrenta la oposición de una parte de la sociedad. También la cuestión tiene frente la activi-dad de poderosos lobbies, de la Iglesia católica –pero también de los pentecostales–. Pero la cantidad de abortos “clandestinos”, con riesgo de muerte, llama a enmarcar el tema en el plano de las políticas públicas y los derechos humanos, poniendo en el tapete todos los pliegues del tema, y complejizando el “derecho a la vida” que los grupos antiabortistas usan como caballi-to de batalla para sensibilizar a la población en contra de la ampliación de los derechos reproductivos. Al fin de cuentas, como ya es sabido, la prohibición refuerza las diferencias de clase entre las mujeres. Pero lo que predomina hoy es una mezcla de convicciones del “ala conservadora” de los gobiernos con cálculos electorales que indicarían que es mejor no avivar la cuestión “para no perder votos”.

Homofobias nacional-popularesAlgo parecido ocurre con el matrimonio igualitario. Y a veces el debate está mucho, mucho más atrás: el mi-

*Periodista e historiador.Es Jefe de Redacción de la revista Nueva Sociedad.

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nistro de Defensa de Bolivia, Rubén Saavedra, dijo que los gays no tienen acceso a las ffaa porque la Consti-tución sólo habilita a hombres y mujeres a ingresar. El único avance logrado en la nueva Constitución (2009) fue el derecho a no ser discriminados, bastante poco si se consideran los avances internacionales en térmi-nos de igualdad ciudadana. Aunque se ha creado una Unidad de Despatriarcalización, dependiente del Vi-ceministerio de Descolonización, eso no ha puesto en cuestión el hecho de que el patriarcalismo está direc-tamente vinculado a las visiones heteronormativas de la vida social y la exclusión de otras opciones de vida. Sin duda, como decía una de las marchas del Orgu-llo gay de los 2000, “Bolivia es más diversa de lo que te contaron”, es decir, la diversidad no se agota en lo étnico-cultural. Pero el Código de familias en proceso de modificación sigue estableciendo para matrimonios e incluso uniones de hecho, el requisito de que los mis-mos sean “entre un hombre y una mujer”.

En Venezuela, por su parte, el presidente Nico-lás Maduro descalificó en varias oportunidades al líder opositor Henrique Capriles insinuando más o menos explícitamente que es homosexual… y el programa ofi-cialista La Hojilla (vigente hace no hace mucho tiem-po) hizo de la homofobia su línea editorial.

Matrimonios igualitarios que no acabaroncon el mundoEn este marco, el caso argentino es ilustrativo. El argu-mento más usado, aquello de que “la sociedad no está preparada”, se demostró falso. La Ley de matrimonio igualitario fue aprobada por el oficialismo y la oposi-ción progresista e incluso le sirvió al Frente para la Vic-toria para cosechar votos. Más tarde se aprobó una ley de género que permite decidir el género sin necesidad de estudios médicos ni psiquiátricos, y –para tranqui-lidad de Correa– los argentinos no salieron en masa a cambiar de sexo. También Brasil y Uruguay aprobaron el matrimonio igualitario.

Cristina tuvo una notable intervención al promul-gar el matrimonio igualitario: dijo haberse levantado ese día con los mismos derechos mientras otros gana-ban derechos que no tenían. Es decir, no es un juego de suma cero, salvo para los sectores conservadores de la sociedad que sienten que pierden la falsa tran-quilidad de vivir en una sociedad “donde esas cosas no pasan”, como en el Irán de Ahmadinejad. Pero Cristi-na se quedó ahí, y por cálculo o convicción, o ambas cosas: se opone a abrir el debate sobre los derechos reproductivos.

Una vieja historiaHay que decir, no obstante, que el conservadurismo moral de las izquierdas respecto de las diversidades sexuales no es nuevo. El comunismo clásico consideró siempre a la homosexualidad como una enfermedad, con escasas excepciones, y un ejemplo fue el régimen cubano. Pero incluso Cuba, con el trabajo de Marie-la Castro, la hija de Raúl, en el Centro Nacional de Educación Sexual, ha avanzado bastante en revertir las persecuciones a los homosexuales que tiñeron de into-lerancia la política oficial durante medio siglo y termi-naron por expulsar a la oposición a brillantes figuras de la cultura cubana.

Todo esto refuta la hipótesis de que Francisco sería un nuevo Juan Pablo ii, que en vez de buscar destruir el comunismo se propondría acabar con los regímenes nacional-populares. Hipótesis alternativa: quizás el papa argentino vea en muchos de estos gobiernos po-tenciales aliados para enfrentar al actual enemigo de la Iglesia, que no es la izquierda sino los expansivos gru-pos pentecostales.

(Publicado originalmente en La Vanguardia,periódico del Partido Socialista Argentino).

Diario del Círculo de Achocalla

El ejemplo uruguayoEmisiones y cambio climático

Genes que migranEl precio del petróleo

El ejemplo uruguayoLa comisión nacional suiza encargada oficial-mente de asuntos de drogas comenzó nueva-

mente una discusión sobre una posible plan de lega-lización de la marihuana. En concreto, esta comisión discute un plan de legalización siguiendo el ejem-plo de Uruguay y dos estados de eeuu. El objeti-vo principal de estas iniciativas es la protección de los consumidores de marihuana frente la mafia, que controla la venta al por menor.

Los que promueven este cambio de la política de drogas son las grandes ciudades. Y son las ciuda-des las que han pensado en los “clubes de marihua-na”, lugares en los que se la podría comprar y fumar legalmente. La ciudad de Ginebra, por ejemplo, propone lanzar un proyecto piloto, limitado a tres años, para la producción y la venta legal de marihua-na. Y como proyecto piloto, se lo podría implemen-tar sin un cambio de las leyes nacionales.

Las políticas punitivas en asuntos de drogas se están resquebrajando.

Récord en la emisión de gasesLa emisión de gases de efecto invernadero ha alcanza-do un nuevo récord. Varias industrias y pautas de con-sumo contribuyeron a hacer posible este récord, pero el incremento en la quema de carbón fue espectacular. Y fue la China la que se destacó en el uso de carbón para producir electricidad. ¿Resultados?: A pesar del Protocolo de Kyoto y de todas las conferencias inter-nacionales sobre cambio climático, las emisiones en el mundo han aumentado en 58% desde 1990.

Estos datos confirman que la política es incapaz de frenar el cambio climático. Son demasiados los intereses de los países y muy fuerte la creencia de que solamente a través del crecimiento económico se puede mejorar la calidad de vida.

En Bolivia se puede ver en pequeño lo que suce-de a nivel mundial. Se predica, se formulan grandes declaraciones contra el cambio climático, pero des-pués no se hace nada. Por ejemplo, no se hace nada contra la tala de bosques para sembrar soya, o contra las hidroeléctricas gigantes que destruyen bosques, o contra las carreteras que destruyen reservas naturales.

En Alemania se habla también de la necesidad de hacer algo contra el cambio climático, pero no se atre-

ven a frenar la minería de carbón ni a aprobar normas estrictas contra la emisión de gases de los automóviles.

Transgénicos y genes que migranCon la soya transgénica pasó lo que era de esperar-se: algunas malezas se volvieron resistentes al glifo-sato, el componente principal de “Round-Up”, que es el insecticida usado con la soya transgénica. Esta soya tiene un gen implantado que la hace inmune al Round-Up. Así se puede sembrarla, luego aplicar Round-Up: toda la “maleza” muere, menos la soya transgénica, que crece sin ningún competidor por el agua y los nutrientes. Pero, como decíamos, ahora resulta que también algunas malezas se han vuelto resistentes al glifosato del Round-Up. Claro que la industria de herbicidas ya está buscando otra solución en su carrera contra la naturaleza. Y la solución más práctica es el herbicida 2,4 D, muy potente y muy tóxico. Es el que en la guerra de Vietnam fue conoci-do como “agente naranja” (después de tres generacio-nes, continúan los nacimientos de niños deformes). La industria ya produce soya resistente a este herbi-cida y pidió a los organismos competentes en eeuu su aprobación para la siembra. Se espera para los próximos una decisión respecto a esta solicitud. Y si la respuesta es positiva –como todo el mundo prevé– el 2,4 D se usará en grandes cantidades. Los países del Tercer Mundo deberían estar atentos. Pero, lamen-tablemente, también para nuestros gobiernos valen más los intereses de la agroindustria que la salud de la población y la protección del medio ambiente.

¡Cuidado con el precio del petróleo!Las grandes petroleras –Chevron, Exxon-Mobil y Shell– han visto reducirse sus ganancias en los últi-mos meses. La explicación: los costos de exploración han subido extraordinariamente, los yacimientos an-tiguos se están acabando y hay una mayor dificultad en encontrar nuevos yacimientos. A esto se suma que la producción por “fracking” o fracturación hidráu-lica no está aumentando en la proporción esperada.

El precio del petróleo podría subir hasta este fin de año, después de haberse mantenido durante dos años en aproximadamente 110 dólares por barril.

* www.circuloachocalla.org

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Marzo 2014 / Nº 13910 / debate

Balance y perspectivas

El gobierno y las oposiciones:Más sobre estrategias electorales

Fernando L. García Yapur*

García Yapur identifica y describe aquí las que considera las fortalezas de la estrategia electoral del mas-ipsp, fortalezas que son, en buena medida, una prolongación natural de “una gestión hegemónica sin precedentes en nuestra historia”. Y sugiere lo poco o mucho que le queda a las oposiciones por hacer en esta coyuntura: “Priorizar la táctica sobre la estrategia, posicionarse en el campo del adversario, aprovechar oportunidades y grietas del ‘enemigo’, moverse en función del tiempo más que del espacio o del territorio: atacar, agitar y salir, una y otra vez. Sólo así será posible que la

política, esa porción de fortuna de la que también hablaba Maquiavelo al caracterizar lo político, sople y gire, poco a poco, a su favor”.

Durante el 2013, el gobierno y algunas organiza-ciones políticas encausaron sus estrategias polí-tico-partidarias hacia los desafíos del escenario electoral que se avecina y que adquirirá mayor

vigor durante el segundo semestre del año 2014 (una vez que el Órgano Electoral Plurinacional haya establecido el calendario correspondiente). Con el objeto de esta-blecer un ejercicio de balance de la coyuntura, interesa definir las líneas de continuidad y las principales nove-dades políticas que se presentaron a lo largo de la ges-tión pasada y trazar las perspectivas o tendencias futuras.

La coalición gubernamentalLa fuerza centrípeta que representa la coalición gober-nante del mas-ipsp en el campo político se ha consoli-dando. La habilitación del presidente Evo Morales y del vicepresidente Álvaro García Linera ha sido ratificada por el Tribunal Constitucional Plurinacional, allanando el camino para que el mas-ipsp programe una estrategia electoral en tanto principal fuerza partidaria del campo político. Al respecto, de acuerdo a las tendencias de la gestión gubernamental y de la conducción política, la estrategia del mas-ispp parece consistir en el asenta-miento y despliegue del capital político y simbólico acu-mulado a lo largo de los últimos ocho años. En general, busca capitalizar los réditos alcanzados en los terrenos económico, político y social, que muestran en conjunto resultados positivos, si los comparamos con los periodos y gobiernos inmediatamente anteriores. Según los da-tos oficiales del gobierno, el crecimiento económico del país bordea en promedio el 5% anual, la disminución de la pobreza extrema y de la desigualdad social, según los datos de entidades u organismos especializados e inter-nacionales, prefiguran la expansión de procesos de mo-vilidad ascendente en toda la estructura social.

Versiones de la bonanzaSe menciona, por parte de actores de la oposición, que todo esto se debe a un contexto internacional auspicioso por el encarecimiento de las materias primas a nivel glo-bal y, por ende, el incremento de ingresos económicos resultado de la exportación de estas (principalmente gas y minería) en condiciones internacionales favorables. Sin embargo, el gobierno sostiene que la estabilidad, el crecimiento económico y la movilidad social se deben, principalmente, al mérito de las decisiones asumidas por Evo Morales desde un inicio. Al respecto, fue central la política de nacionalización de los hidrocarburos y, con-siguientemente, la puesta en marcha de un nuevo diseño de política macroeconómica aplicada, según el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora “a contracorriente de las recomendaciones de las entida-

des internacionales” como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Modelo de gestión que, de acuerdo también al gobierno, se acopla con el conjunto de decisiones gubernamentales en materia de desarro-llo social y productivo (bonos, transferencias, control de precios y otras) que buscan en conjunto: “Configurar un nuevo modelo de desarrollo dirigido a la redistribución de la riqueza y a una economía plural”.

El largo plazo: La Agenda PatrióticaEn esta dirección, la principal estrategia de posiciona-miento gubernamental a lo largo de la gestión 2013 fue la presentación de los resultados económicos y socia-les alcanzados por el país. Para el efecto, el gobierno ha formulado una estrategia de acciones que pretende constituirse en la principal plataforma gubernamental del diseño y ejecución de las políticas públicas. La de-nominada “Agenda Patriótica”, presentada como una propuesta presidencial de resultados y metas que Boli-via debiera lograr para el año 2025, fecha del Bicente-nario de la República, propone trece líneas de diseño y ejecución de políticas públicas que en conjunto buscan transformar estructuralmente las condiciones sociales de pobreza, desigualdad, equidad y desarrollo del país.

El corto plazo: Del satélite al teleféricoEl gobierno, en el marco de su estrategia electoral, ha puesto en marcha la mencionada plataforma programá-tica implementando con rapidez proyectos ambiciosos en distintos rubros: el lanzamiento de satélite Túpac Katari, el teleférico de conexión entre las ciudades de El Alto y La Paz, la mejora de las carreteras de interco-nexión departamental, un conjunto de políticas de apoyo e incentivos a sectores productivos y empresariales del oriente y de asociaciones de productores del occidente, a la producción y exportación de la quinua, la reforma de la política minera, la reforma de la política financiera privada, la participación y el auspicio en la competencia internacional Dakar, etc. Complementariamente, suman otros réditos de la política internacional o del azar. He-chos fortuitos como el ocurrido con el avión presiden-

cial en Europa a mediados del pasado año, el vacío de liderazgo regional dejado por el fallecimiento de Hugo Chávez y las gestiones realizadas por el gobierno en di-versos eventos y foros globales han desembocado en el acrecentamiento de la figura internacional del presiden-te. En los primeros días de enero del 2014, Evo Morales asumió la presidencia pro tempore del Grupo 77 + China de la onu, oportunidad y palestra que lleva a Bolivia y al presidente Morales al primer plano internacional.

La gestión como campañaEn suma, la estrategia gubernamental antes que prome-sas electorales y discursivas para el futuro, priorizará la puesta en marcha de un conjunto de medidas y progra-mas de desarrollo económico y social de impacto inme-diato. La campaña estará asociada, más que a las clásicas proclamas y movilizaciones electorales (que no dejarán de realizarse), a la gestión gubernamental. Evo Mora-les es y será la principal figura protagónica. Todo ello, acompañado de una estrategia comunicacional concen-trada en la imagen presidencial y los resultados guberna-mentales, y vinculada a una oferta de un país “cada vez mejor y promisorio”. Estrategia que buscará aprovechar y expandir la sensación de optimismo y esperanza que, según los datos de recientes encuestas y sondeos de opi-nión, permea mayoritariamente en la población.

Una hegemonía sin precedentesJunto a esta estrategia de comunicación la estructura de poder gubernamental constituye un aparato político de coordinación y articulación que se asemeja a la estruc-tura de un ejército o un cuerpo organizado para librar batallas por “tierra” y “aire”. Esta estructura incluye un amplio campo del espectro de instituciones políticas y cubre todo el territorio y los espacios políticos. No es un dato menor la constatación de que el mas-ipsp es la única organización política que puede completar, sin problema, las listas de candidatos en todo el territorio nacional; sin contar que, adicionalmente, tiene –en su haber o bajo su influencia– cerca del 80% de los gobier-nos municipales, siete gobernaciones departamentales, además de toda la estructura del gobierno central para promover la movilización y agitación política. Asimis-mo, ha desplegado una política de articulación a través de mecanismos de intercambio político con sectores or-ganizados de la sociedad civil, sobre todo, con aquellos que son factores reales de poder por su número e impor-tancia respecto a la agregación de intereses sectoriales y colectivos. La reciente “alianza” o “reencuentro” del gobierno con la cob refuerza el esquema “neo-corpora-tivo” de gestión política inicialmente practicada y conso-lidada con las organizaciones campesinas e indígenas de base territorial como la csutcb, los ex colonizadores y las “Bartolinas” (lo que ya de por sí garantiza un grado * Politólogo.

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Marzo 2014 / Nº 139 / 11debate

de éxito político-electoral). Es decir: una gestión hege-mónica del poder sin precedentes en nuestra historia.

Las nuevas oposiciones Respecto a la oposición, durante la gestión 2013 co-menzaron procesos importantes de (re)estructuración y renovación político-partidaria, diferentes de las dinámi-cas del pasado, es decir, de las experiencias fallidas de podemos y cn-ppb. Hasta fin del pasado año se logró, de hecho, afianzar con relativo éxito la presencia de tres importantes fuerzas políticas que se proyectan como los principales vehículos electorales de la preferencia ciuda-dana contraria al gobierno: el Movimiento Demócrata Social (mds) a la cabeza de Rubén Costas, actual gober-nador del departamento de Santa Cruz; Unidad Nacio-nal-Frente Amplio (un-fa), ahora bajo el liderazgo de Samuel Doria Medina, prominente empresario nacio-nal; y el Movimiento Sin Miedo (msm), que ya anunció la candidatura de Juan del Granado, su principal líder histórico y ex alcalde de la ciudad de La Paz.

Si bien las mencionadas fuerzas han seguido distin-tos procesos de reestructuración y afianzamiento parti-dario, todas coinciden en la necesidad de dotarse de ins-trumentos u organismos políticos que vayan más allá del escenario o la contienda electoral que se avecina. Bus-can, como mencionan reiteradamente sus voceros, “la consolidación de estructuras o aparatos institucionales” en el campo político y la democracia boliviana. Al pare-cer, a diferencia de las contiendas anteriores, la apuesta es por el futuro mediato más que por el inmediato.

El espectro del naufragio o paradojasdel cambio opositorLa novedad en la modificación de las pautas tradicio-nales del comportamiento de las fuerzas opositoras son sus reales esfuerzos de estructuración político-partida-ria. Existen iniciativas por dotarse de órganos y me-canismos de deliberación, coordinación y toma de po-siciones internas y externas, formación y capacitación política, generación de think tanks o “núcleos de análi-sis estratégico” en el seno de sus estructuras, oposición programática sobre la base del análisis de políticas pú-blicas, promoción de nuevas tecnologías de comunica-ción para la agitación política, etc. Empero, paradójica-mente, si bien todas estos esfuerzos organizativos y de desempeño interno han sido desplegados con diferen-tes grados de institucionalización, aún constituyen pro-mesas embrionarias que dependerán de las decisiones que tomen en el corto plazo. Son promesas porque será de los resultados electorales que obtengan en las con-tiendas del 2014 y del 2015 que los esfuerzos realizados logren desembocar en dinámicas continuas y estables. La paradoja es que a pesar de que en todos los casos son oposiciones que pretenden mirar su derrotero más allá de las elecciones venideras, será precisamente en estas elecciones que se jugará y definirá su futuro.

El desafío mayor de las oposicionesLas fuerzas opositoras enfrentan un desafío mayor: la definición de una estrategia político-electoral que las lleve no a la victoria (un objetivo inalcanzable e ilu-so a estas alturas), sino a un buen puerto: salir airosos en la contienda electoral inmediata. Lo que implica, en general, medir con precisión sus alianzas e inter-cambios políticos, el posicionamiento estratégico de sus identidades colectivas, marcar el terreno de sus in-fluencias y de su poder precario, sumar e incrementar su incidencia pública, etc. En otros términos, priorizar la táctica sobre la estrategia; posicionarse en el campo del adversario, aprovechar oportunidades y grietas del “enemigo”, moverse en función del tiempo más que del espacio o del territorio: atacar, agitar y salir, una y otra vez. Sólo así será posible que la política, la porción de fortuna de la que también hablaba Maquiavelo al carac-terizar lo político, sople y gire, poco a poco, a su favor.

Crítica de un concepto

Sobre el Estado integral Marco Antonio Saavedra Mogro*

Si el capitalismo y su individualismo posesivo son objeto legítimo de impugnación, no menos impor-tante es la crítica del llamado socialismo del siglo

xxi y de su sistema estatal. El vicepresidente del Esta-do Plurinacional, el señor García Linera, resume en la noción de Estado Integral (una paráfrasis de Gramsci) varias cosas: “El Estado como el lugar donde se toman decisiones para todos, se precautela el bienestar de to-dos”, el Estado como fabrica que convierte los intere-ses particulares y corporativos en comunidad política integral, el Estado necesario y positivo en la medida en que lo utilicen correctamente hombres de “bien”, el Estado que abandona el reino de la apariencia porque “lo toman los indígenas”, el Estado que sólo a partir de Evo Morales encarna una transición hacia el Esta-do Integral, hacia el socialismo, el comunitarismo, el comunismo de rostro indígena.

En los hechos, la crítica del Estado Integral pasa por la deconstrucción de algo más simple: un presiden-cialismo personal que se desdobla como estatismo ¿En qué mecanismos de poder nos tiene atrapados el Esta-do Plurinacional? ¿Qué cambios ha introducido en el lenguaje político el proceso de cambio? ¿Cuán diferen-tes al pasado son palabras como descolonización, Estado Plurinacional, Estado Integral, justicia indígena originaria campesina, democracia comunitaria, control social, antiim-perialismo, derecha, infiltrados, terrorismo, lucha contra el racismo y contra la corrupción? ¿En qué momento deja-ron de ser el Estado y el derecho una violencia? A estas alturas, el “proceso de cambio” no es más que un punto de vista interesado, una serie de palabras fetiche nece-sarias para ocultar una degeneración.

La noción de Estado Integral representa un vaciamiento de la imaginación política: enseñorea al Estado en tanto poder total, pues es evidente que hablar del Estado es hablar de un lugar donde la ley es la del dominio y la imposición; quien habla a fa-vor del Estado formula un discurso necesariamente interesado y alienante. ¿Quién se atrevería a contra-riar el enseñoramiento del poder del Estado en una época de estatolatria y si la política se entiende como

conducta oportuna y el oportunismo resulta siendo la verdadera política (Blanchot)? Rechazar el Estado en sus múltiples formas es hoy lo menos oportuno.

El Estado está enfermo de estatismo, que no es otra cosa que el exceso de poder. Así como la au-toridad enferma de autoritarismo, el Estado ha en-fermado de estatismo, de acumulación de autoridad discrecional sobre las instituciones, y que tiene como efectos el uso abusivo de los aparatos ideológicos y de fuerza, un sometimiento del poder legislativo, la manipulación del poder judicial y la mutilación de la ciudadanía en el ejercicio de sus derechos. Esta sobredosis de control pone en evidencia un Estado descontrolado en el uso de la violencia y una peli-grosa megalotimia de sus operadores, que imitan pulsiones autoritarias en sus excesos represivos y en la invención paranoica de enemigos.

Reafirmar la omnipotencia del Estado es tam-bién exaltar la concentración del poder alrededor de una persona. El resultado de esta transformación del Estado es un poder que lleva un nombre, el de Evo. Rasgo principal de la nueva “teoría” del Estado In-tegral es la transformación del poder político en un poder de salvación y lo que está en juego es, más que “el hombre carismático llegado desde abajo para ser ungido como un semidiós”, un presidencialismo dictatorial: el presidente es la totalidad del Estado y sus poderes de decisión son absolutos. Nada más peligroso que concentrar en un gobierno y en una persona todos los poderes: estamos frente a un pro-yecto de poder que no podría existir sin la autoridad idealizada del líder único y providencial.

Desmontar la enfermedad del estatismo re-quiere una nueva Constitución que reduzca los po-deres presidenciales, controle los usos discrecionales de las fuentes de poder fiscal y de planificación y paralice las groseras mañas con las que se instru-mentaliza y se saca provecho del Estado (“integral”, porque el otro –dicen– era aparente).

* Docente de la Carrera de Ciencias Políticas de la umsa.

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Marzo 2014 / Nº 13912 / crónica

El propósito de este artículo es relatar las recientes agresiones prohijadas por el gobierno del presidente Evo Morales en contra de las organiza-

ciones y autoridades indígenas. Si bien la reciente (10 de diciembre de 2013) irrup-ción gubernamental a la sede del conamaq constituye la expresión más violenta y brutal de esta política, no es ni –mucho menos– un hecho aislado: representa la manifestación más clara de una estrategia gubernamental radicalmente anti-indígena. Esto es así no sólo en los últimos años (digamos desde la ruptura del Pacto de Unidad el 2011), sino desde el principio mismo de la primera ges-tión del presidente Evo Morales.

“¡Que salgan de rodillas!”Para la relación de los hechos que hacen al despojo y usur-pación de la casa de gobierno del conamaq, recurrimos al relato de un chaski clandestino, quien refiere que el 10 de diciembre pasado llegó la noticia de que en el wist´u tantachawi (la asamblea falaz) del conamas, demostra-damente financiada por el gobierno, se había decidido la toma de las oficinas y la destitución de las autoridades del Consejo de gobierno. Ante estas amenazas, el conamaq orgánico decidió iniciar una vigilia para evitar una posible toma violenta.

Comenzaron a llegar no mucho después, paulati-namente, los taxis que transportaban una gran cantidad de gente desde el Coliseo Evo Morales, sede de la asam-blea espuria, y que provenían de la Nación Chichas de Potosí, Qhapax Umasuyus de La Paz y una fracción de los ayllus de Oruro. “Esa sede no es suya, le pertenece al Estado”, señalaban. Estos gritos provenían de un grupo de individuos que se reunieron en la puerta principal de conamaq, gente afín al gobierno, en evidente estado de ebriedad y, en algunos casos, que no pertenecían a ningún suyu y que llegaron pidiendo alojamiento. Era esta misma gente la que en anteriores y reiteradas (cinco) ocasiones ya había intentado tomar de manera violenta esta sede, desconociendo a sus autoridades legítimas.

La consigna oficialista estaba dada: el desalojo vio-lento de las autoridades y la toma de las oficinas del co-namaq. Recomenzaron los gritos y poco después una brutal paliza a personas que son parte del conamaq orgánico. La violencia ejercida por parte de los afines al gobierno recrudeció y comenzaron a patear la puerta principal, que estaba resguardada por las autoridades or-gánicas e indígenas de base, entre las que se encontraban varias madres con sus hijos. Los gritos de amenazas hacia el conjunto que resguardaba la sede se exacerbaron hasta el punto de llegar a amenazas de muerte: “¡¡Les vamos a matar!!”.

Fue tal la violencia, que lograron, finalmente, des-trozar y abrir la puerta. Sin embargo, la segunda puerta quedó protegida por una barricada armada por la vigilia de los valientes mamas t´allas. Mientras tanto, llegó la policía que se apersonó para negociar el abandono y “la

rendición” de las autoridades legítimas. El mismísimo Comandante de la Policía reiteró que las personas que es-taban dentro deberían abandonar el lugar para “guardar su seguridad”. Sin embargo, horas más tarde, estando ya fuera, se lo escuchó decir a la gente del mas que “no se preocupen, si no salen los vamos a sacar a patadas”.

Las autoridades y bases, sobre todo mujeres, se opu-sieron tenazmente a esas exigencias, ya que el congreso financiado por el gobierno no era orgánico: las supuestas autoridades que reclamaban la entrega de la sede no eran y no son reconocidas por los 16 suyus. Finalmente y ante las amenazas de toma, la salida era inevitable: u ocupaba el lugar la policía o tomaban el lugar los wist´us, lo cual representaba prácticamente lo mismo. Y continuaban los gritos: “¡Que salgan de rodillas!!!”.

Al abandonar la sede, los indígenas en vigilia afir-maron que su retirada era momentánea y respondía al cumplimiento de su palabra para evitar más conflicto y agresión. Inme diatamente se generó una serie de denun-cias y solidaridades.

Comunicado de emergencia“Este día 10 de diciembre de 2013, día de los derechos hu-manos, no olvidaremos nunca las naciones originarias, día en que el Gobierno de Evo Morales y su grupo de choque han celebrado golpeando cruel y violentamente a nuestros hermanos del conamaq y han violentado las cerraduras de la puerta principal, en complicidad con la Policía, con la ambición de tomar por la fuerza al conamaq, para someter y aprobar las políticas en contra del movimiento indígena originario y del pueblo boliviano, sin que na-die pueda decir nada, para que nuevamente nos pongan a disposición de las transnacionales y saquear nuestros recursos naturales. (…). Convocamos a la unidad de los 16 suyus [naciones originarias] del conamaq, al pueblo boliviano en su conjunto, a la sociedad civil organizada de todo el pueblo boliviano para darle un alto a este gobierno neoliberal. ¡Luchemos por la democracia! ¡Luchemos por nuestros derechos!”. Félix Becerra Villcarana, Jiliri Apu Mallku del conamaq.

Manifiesto de la cidob“La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia-cidob, ante los hechos de violencia acaecidos el día 10 de diciembre de 2013, en contra de nuestros hermanos

del Consejo de Ayllus y Markas del Qulla-suyu conamaq, en el que se violaron los derechos fundamentales de las autoridades originarias legítimamente elegidas, con la finalidad de desestructurar, dividir y do-blegar la firme posición de la organización, emite el siguiente Manifiesto a la opinión pública nacional e internacional:

Que, nuevamente el Gobierno, con las mismas tácticas, como las desarrolladas el 27 de julio de 2012, con apoyo de la policía, tomó por la fuerza las instalaciones de nuestra Casa Grande, con el fin de dividirnos. Hoy busca dividir y controlar al conamaq, una de las organizaciones que se ha mantenido in-dependiente del control del gobierno, en una

firme defensa de la Constitución Política del Estado y los de-rechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. (…).

Que, a la fecha, desconociendo nuestros derechos a existir libremente, a la autodeterminación, a la autonomía indígena, a la democracia comunitaria y a la libre asociación; el gobierno –a través de supuestos dirigentes– despliega ac-ciones de violencia buscando dividir al conamaq y consoli-dar ‘dirigencias’ paralelas que avalen la aprobación de políti-cas públicas contrarias a la Constitución Política del Estado y a los derechos de las naciones y pueblos indígenas, como: la construcción de la carretera Villa Tunari–San Ignacio de Mojos, la aprobación de la Ley de Deslinde Jurisdiccional, la designación de apenas siete escaños para la representa-ción de las 36 naciones y pueblos indígenas, la malversación de los recursos del Fondo Indígena, el anteproyecto de la Ley Marco de Consulta, entre otros. (…). Por tanto, en uso de nuestras legítimas atribuciones la cidob:

Resuelve: Primero.- Expresar nuestra profunda solidaridad y

respaldo incondicional de los 34 pueblos y naciones in-dígenas del Oriente, Chaco y Amazonía, al conamaq orgánico ante la flagrante violación de los derechos de los pueblos indígenas, consagrados en la cpe.

Segundo.- Repudiar el cobarde intento de intro-misión y división desplegado por el gobierno y cuya ope-ratividad fue efectuada por serviles funcionarios a título de ‘representantes o autoridades’ de los pueblos indíge-nas-originarios, con el uso de la violencia, ante la mira-da cómplice de la policía, contra hermanos y hermanas miembros del Consejo de Gobierno del conamaq.

Tercero.- Denunciar ante la opinión pública na-cional e internacional un nuevo hecho de violencia (ejer-cido) por el gobierno de Evo Morales contra nuestros derechos a la libre-determinación y asociación, a partir del Gobierno que promueve y avala la conformación de organizaciones paralelas con el apoyo de los Órganos del Estado e instituciones como la policía, debilitando a la de-mocracia a través del uso y abuso del poder.

Quinto.- Solicitar al pueblo boliviano y la comuni-dad internacional su solidaridad y apoyo ante las acciones de violencia desarrolladas con la finalidad de desmem-brar al movimiento indígena originario de Bolivia para instituir organizaciones que comulguen con las políticas contrarias a los intereses del pueblo boliviano. (…). Santa Cruz 12 de diciembre de 2013”.

Crónica de un toma gubernamental

El ataque a la sede del CONAMAQJosé Luis Saavedra*

En este relato, que incluye la transcripción parcial de comunicados escasamente difundidos por la prensa (que en esto, como en tantas cosas, o anda dormida o es del gobierno), José Luis Saavedra resume los sucesos del 10 de diciembre de 2013: por instrucciones del gobierno y con

respaldo de la Policía, una asamblea falaz o wist´u tantachawi emprendió la toma violenta de la Casa de Gobierno del conamaq, una de las pocas organizaciones indígenas independientes.

* Docente en la umsa.

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Marzo 2014 / Nº 139 / 13crónica

¡Jallalla CONAMAQ!Para terminar, queremos reproducir las lúcidas palabras de Alejandro Almaraz, quien, a propósito del asalto a la sede del conamaq, explica, de manera contundente, por qué el gobierno del mas es tan agresivo y violento con las organizaciones indígenas:

“La animadversión que demuestra hacia co-namaq la cúpula sindical campesina, hoy gobernante y de la que el mismo Evo Morales es paradigmático y anti-guo miembro, tiene larga data y profundo significado his-tórico e ideológico. Se inicia en el rechazo al nacimiento mismo de conamaq.

conamaq se constituyó, a mediados de la década de los 90 del siglo pasado, como expresión de una nueva y más profunda emancipación de las comunidades indígenas de las tierras altas; la que, luego de la liberación del tutelaje estatal ejercido sobre el sindicalismo campesino, conquis-tada con la fundación de la csutcb, las liberaría de las propias formas de organización sindical, política y social impuestas desde el poder emergente de la revolución del 52, a modo de renovación del colonialismo interno. De esta emancipación resultaría la recuperación y revitalización del ayllu, como estructura propia y ancestral de organiza-ción comunitaria y sustento social de su identidad étnica, y, al mismo tiempo, la reapropiación y reestructuración territorial mediante la titulación comunitaria de la tierra. Todo esto era inaceptable para la aristocracia sindical campesina ideológicamente moldeada por el nacionalis-mo revolucionario y, por ello mismo, ganada al individua-lismo capitalista. Para empezar, ella no quiere ser india ni indígena, condición que en el mejor de los casos acepta para los abuelos; su divisa de identidad es la de ‘sindicalis-ta’. Para ella, el ayllu es una expresión de ‘atraso’, mientras que el sindicato y el partido son los vehículos organizati-vos que conducen al progreso, la modernidad o, si es el caso, a la revolución, ‘socialista comunitaria’ claro está. (…).

Por eso, conamaq recibió desde sus primeros mo-mentos de existencia la agresión, frecuentemente violenta y brutal, de la hoy poderosa cúpula sindical campesina. Para empeorar su imagen, conamaq, igual que cidob, jamás se incorporó ni subordinó al instrumento político que vendría a denominarse mas, y de cuya conducción se apoderaría la cúpula sindical tempranamente. (…).

Ya durante el Gobierno de Evo Morales, y pasados los primeros años en los que los acuerdos con los sectores populares sustentaban y orientaban la gestión de gobier-no, la acción autónoma con la que conamaq y cidob defendieron los derechos indígenas y el sentido democrá-tico y emancipador del proceso de cambio, ha merecido el más descarnado encono del empoderado sindicalismo campesino, frenéticamente entregado a usufructuar del poder en el festín del ‘ahora nos toca’ que comparte con aquellos a los que siempre les tocó.

Como nunca antes en su historia, el conamaq y el movimiento indígena en su conjunto soportan del Estado la represión brutal, la acción divisionista moto-rizada por la coacción intimidatoria y corruptora, y el ensañamiento que derrocha prepotencia y abuso en ac-ciones como las tomas policiales de las sedes de sus or-ganizaciones, para instalar en ellas a oficialistas imposto-res. A todo ello se añade la proclamación gubernamental de hacerlo en nombre de los indígenas y ‘por su bien’. La agresividad anti-indígena del Gobierno de coalición fáctica que las élites del sindicalismo campesino com-parten con los tradicionales detentadores del poder, no se explica sólo por el interés de allanar el camino de sus pactados objetivos principales, como la entrega garan-tizada de los recursos naturales al capital extranjero, la reconcentración y mercantilización de la tierra o la am-pliación de las fronteras soyera y cocalera, sino también, al fondo de ella, por el desprecio racial que caracteriza al mestizo desarraigado, a-culturado y ávido de ascenso social, aquel que despreciando al indio quiere ser como el blanco que lo desprecia a él” (Página Siete, 18 de di-ciembre de 2013).

En nuestra próxima entrega, relataremos el vio-lento y brutal desalojo de las autoridades legítimas del conamaq, producido el 14 de enero de este año.

De la Ley a los hechos:

Revolucionarios en la retórica, reaccionarios en la realidad

Arturo D. Villanueva Imaña*

Al mismo tiempo que las principales organiza-ciones sociales que sustentan al gobierno se en-cuentran muy atareadas en las actividades para

la campaña proselitista que buscará la reelección presidencial de Evo Morales, o que se encuentran estableciendo acuerdos al mismo tiempo de agrade-cer la entrega de sedes propias y motorizados, como sucede con la cob y otras organizaciones obreras y fabriles, sobre la base del apoyo a la candidatura ofi-cial, en la Asamblea Legislativa se van considerando y aprobando un conjunto de normas que en varios casos favorecen los grandes intereses empresariales o, en su defecto, responden a un enfoque conserva-dor y hasta reaccionario.

Por ejemplo, es lo que ha sucedido hace algún tiempo con la llamada Ley de Revolución Produc-tiva. Con su aprobación, se dio luz verde al ingreso de transgénicos al país, lo que no sólo constituye un fuerte revés a los principios del Vivir Bien, sino que es el cumplimiento de uno de los anhelos más caros para terratenientes y agroindustriales del Oriente, en su afán por expandir la frontera agrícola y la mo-noproducción extensiva de productos transgénicos.

Posteriormente, para complementar los “in-centivos y beneficios” de la anterior norma, y co-locándose totalmente en contramarcha de un pro-ceso agrario orientado a corregir la persistencia del latifundismo y la concentración de tierras en pocas manos, también se aprobó la Ley 337 de Apoyo a la Producción y Restitución de Bosques. Dicha norma no solo despenaliza y otorga un perdonazo a los pro-ductores y grandes propietarios de tierras que desde el año 1996 hubiesen provocado grandes incendios y desmontes ilegales de tierras, sino que, previa con-fesión de parte y un pago de aproximadamente 60 dólares por hectárea deforestada (¡420 bolivianos!), se los libera de culpa y se los autoriza a producir en dichas tierras. Es decir, se convalida la quema y pérdida de bosques y biodiversidad, se consolida la tenencia de la tierra que estaba sujeta a reversión en manos ilegales, y ni siquiera se recupera esas tierras

que bien podían haber sido utilizadas para evitar los graves problemas de avasallamientos y distribuirla a campesinos e indígenas que no tienen tierras, o que la tienen en forma insuficiente.

En los ejemplos señalados, llama siempre la atención la contradicción entre el título de las leyes y sus contenidos reales e implicaciones prácticas. Es decir que, en los hechos y pese a sus títulos, son leyes que promueven y protegen intereses empresariales. Durante los primeros días de febrero, apareció más información relacionada con la Ley de Promoción de Inversiones, a través de la cual se busca promover la atracción de nuevos capitales. Surgió la sospecha de que ese instrumento normativo podría promover nuevas concesiones a los grandes intereses capitalis-tas. El entredicho y la molestia presidencial se pro-dujo cuando el periódico Página Siete afirmó que el Proyecto de Ley “frenaba nuevas nacionalizaciones”. Al día siguiente, el propio Presidente se encargó de desmentir el titular, señalando que: “las nacionaliza-ciones están garantizadas”. Sin embargo, al analizar el artículo 27 del proyecto de Ley, queda la pregunta sobre cómo se pretende, al mismo tiempo, garanti-zar “que las inversiones que se realicen bajo las regu-laciones de la presente ley no serán nacionalizadas” y que “únicamente se procederá a la nacionalización por razones de interés público o cuando se comprometa la soberanía nacional” (el subrayado es nuestro). ¿En qué quedamos? ¿Se nacionaliza o se protege la inver-sión? ¿No es acaso cierto que toda nacionalización es justificada por su interés público? Desde esa perspecti-va, y sin dudar en absoluto de su palabra, sería muy conveniente que el criterio presidencial, que además implica ejercer y hacer prevalecer la soberanía, la in-dependencia y la dignidad nacionales, no sólo quede allí, sino que prevalezca y se traduzca claramente en la letra de la Ley que se encuentra en proceso de apro-bación. Al menos quedará el consuelo de no haberse dado curso a nuevas y mayores concesiones.

* Sociólogo boliviano.

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Marzo 2014 / Nº 13914 / la ley

Para mejor comprender la señalada implicación, hay que considerar algo que parece no haber visto la agit: que si bien el período de prescripción es de 5 años en la gestión 2013, en la gestión 2014 es de 6, en la 2015 de 7 y así sucesivamente, hasta llegar a 10 años en la gestión 2018, de modo que recién en ese año pres-cribirían las acciones que el fisco pueda tomar respecto de obligaciones no cumplidas o contravenciones reali-zadas en el año 2008. El mismo destino esperaría a los ilícitos tributarios correspondientes a la gestión 2009, que, siguiendo la interpretación de la agit, podrían ser materia de actuaciones fiscales hasta la gestión 2019,

las del 2010, hasta la gestión 2020 y así hacia adelante.

El resultado último de la sucesión de modificaciones que se comenta sería que la amplia-ción del período de prescripción operaría en forma retroactiva y directa; es decir no se iniciaría en la gestión 2013, ni iría au-mentado año con año, sino que sería de 10 años desde el vamos y sería aplicable a partir de la gestión 2008, en abierta viola-ción del principio general de irretroactividad de las normas legales y, específicamente, de lo prescrito por el artículo 123 de la Constitución Política del Estado.

El Ejecutivo a cargode las leyesLa forma en que se ha adoptado esta medida, que se podría decir

que procede por aproximaciones sucesivas, no sólo que debilita la coherencia de la normativa tributaria y gene-ra dudas sobre su estabilidad en un horizonte temporal razonable, sino que es un ejemplo más de la manera cómo funciona la Asamblea Legislativa Plurinacional, convertida, cada vez más tristemente, en caja de reso-nancia de las iniciativas que se toman en las diversas instancias del Órgano Ejecutivo.

Más allá de este ejemplo puntual, pero no por ello poco significativo, lo deseable y pertinente sería que la legislación tributaria vigente sea sometida a una revisión integral que, teniendo en cuenta las nuevas circunstancias, no solo político-institucionales (i.e. ré-gimen de autonomías) sino también económicas y tec-nológicas (que mejoran las condiciones para fiscalizar) que vive el país, permita que el sistema tributario opere como un instrumento que coadyuve eficazmente a la transformación productiva con equidad, único camino para mejorar sustancialmente la calidad de vida de la población boliviana. Mientras ello no ocurra, se conti-nuará parchando la vieja Ley 843, y, a veces, hasta con toques de prestidigitación.

* Economista, con especialidad en tributación.

solo dispone para lo venidero y no tendrá efecto retroactivo (…)”. Con marcado activismo legislativo, pocas sema-nas después, una de las disposiciones derogatorias de la Ley 317, que en diciembre de 2012 aprobó el pge del año 2013, determinó la desaparición del párrafo en cuestión.

Bien hecho, diría nuestro abogado en ciernes, el párrafo era prescindible. Pero he aquí que una reciente Resolución de la Autoridad General de Impugnación Tributaria (agit) establece que, gracias a la derogación de este inocente parrafito, la ampliación del período de prescripción ¡alcanza a la gestión 2008!. En efecto, la

rj agit 1444 explicita que “el cómputo de la prescripción de las facultades de la Administración Tributaria referida al período fiscal noviembre de 2008 se extiende hasta la gestión 2013, toda vez que la norma (el artículo 59 del Código Tributario) imperativamente establece que ‘las acciones de la Administración Tributaria prescriben a los (…) 5 años en la gestión 2013’ disposición que no prevé que dicha amplia-ción sea respecto a las obligaciones tributarias cuyo plazo de vencimiento y contravenciones tributarias hubiesen ocurrido en dicho año, es decir, en la misma gestión 2013, tal como se preveía antes de la modificación efectuada por la Ley 317”.

La citada resolución revela las implicaciones de la modificación establecida en la Ley 317, que, como quien no quiere la cosa, invierte totalmente el senti-do de la modificación establecida en la Ley 291. Di-cha modificación expresaba la voluntad del legislador de ampliar el término de prescripción de 4 a 10 años, pero en forma progresiva y hacia adelante; por ello, la norma textualmente estableció que el período de pres-cripción sea de 10 años “a partir de la gestión 2018”. Ello no obstante, la posición adoptada por la agit implica que las facultades de fiscalización de la Administración Tributaria respecto de la gestión 2008, no prescriban en el 2013 sino que se mantengan vigentes hasta 2018.

Como se sabe, y pese al proceso de cambio, desde 1986 el marco legal que rige la relación fisco-contribuyentes está compuesto por la Ley 843, que contiene todos los impuestos exigibles en el

territorio nacional, y por la Ley 2492 que aprobó, en el año 2003, el Código Tributario vigente.

En los últimos 8 años, tanto la Ley 843 como la Ley 2492 han sido afectadas por una serie de modifi-caciones puntuales que han respondido más que nada a inspiraciones coyunturales y aisladas. Además, casi todos los cambios han sido plasmados en leyes cuyo objetivo central era fijar el Presupuesto General del Estado (pge) y que, por tanto, aparecen, con notable ligereza en el tratamiento de este tema, como “disposiciones adiciona-les” a dichas leyes.

Jugando con los términosUn ejemplo puntual del enfo-que adoptado por el actual go-bierno con relación a las nor-mas tributarias es el relativo al término de prescripción de las acciones de la Administración Tributaria para fiscalizar y exi-gir el cabal cumplimiento de la normativa tributaria por parte de los contribuyentes. En la ma-yoría de los países, este término se establece en 5 años a partir de la ocurrencia de ilícitos tribu-tarios; Bolivia no fue la excep-ción, al menos desde la Reforma Tributaria de 1986 hasta que el Código Tributario aprobado en 2003 lo redujo a 4 años. El actual gobierno mantuvo el término de prescripción en 4 años hasta finales de la gestión 2012, momento en que los responsables de la política fiscal del Órgano Ejecutivo decidieron que era tiempo de modificar este plazo; la iniciativa parece no haber sido suficientemente meditada. En efecto, la Ley 291, cuya finalidad central fue introducir cambios al PGE del año 2012 y que se aprobó el 22 de septiembre de dicho año, modificó a través de una de sus disposi-ciones “adicionales” el artículo 59 del Código Tribu-tario vigente, ampliando el período de prescripción en forma progresiva, de 4 años “en el 2012” a 10 años “a partir de la gestión 2018”.

Una ley retroactivaLa modificación que describimos fue acompañada del siguiente texto aclarativo: “El período de prescripción para cada año establecido en el presente parágrafo será respecto a las obligaciones tributarias cuyo plazo de vencimiento y contravenciones tributarias hubiesen ocurrido en dicho año”. Cualquier estudiante de Derecho podría haber pensa-do que este párrafo era redundante, ya que el artículo 123 de la Constitución Política del Estado establece, recogiendo un principio legislativo básico, que “La ley

Cómo se “hacen” leyes en Bolivia

¿Pases de magia en la legislacion tributaria?Rosa Talavera Simoni*

Dicen que dios (o el diablo) está en los detalles. Son precisamente algunos detalles en la legislación tributaria lo que le permiten a Talavera Simoni caracterizar un “proceso de cambio” que cambia las leyes no en el poder legislativo, sino en el ejecutivo y que lo hace violando la

Constitución. De paso, su texto no deja de ser una rápida educación introductoria en nuestras leyes tributarias.

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Marzo 2014 / Nº 139 / 15la ley

Un deporte nacional: la evasión fiscalComo nunca en la historia boliviana, durante el Go-bierno de Evo Morales la recaudación tributaria se ha incrementado de forma exponencial, debido a la pre-sión fiscal sobre la economía formal. Pero también no es menos cierto que las facturas se han convertido en el mejor vehículo para defraudar tributos, hasta el grado de constituirse en una destreza criolla muy amplificada entre la población. Omitir la entrega de facturas, nego-ciarlas, falsificarlas, clonarlas o registrarlas sin sustento, son acciones corruptas muy practicadas y su eliminación constituye de por si uno de los desafíos que ha asumido el Presidente del Estado de forma pública. Fue en la última semana de noviembre de 2012 y durante el acto oficial de entrega de un Coliseo que lleva su nombre, ubicado en el barrio Progreso, allí en una zona marginal de la ciu-dad de Sucre, que manifestó: “Hermanas y hermanos con mucho respeto a ustedes y a todo el pueblo boliviano, quienes dicen: ‘sin factura’ estamos estafando al pueblo, se están estafando ustedes mismos, por tanto tenemos la obligación de pagar lo que está en la norma”. Que así sea.

* Abogado tributarista.

alejamiento del concepto de “jus-ticia independiente” y por “pre-miar las conductas negligentes y antijurídicas de algunos contribu-yentes que obtienen un beneficio indebido”. Con lo declarado por el Ministro y desoyendo lo dispues-to por el tcp, los funcionarios del sin continuaron con las clausuras inmediatas de negocios sin aplicar el procedimiento de sumario con-travencional por la no emisión de facturas, redoblando, dicen, “sus esfuerzos para que todos los co-merciantes cumplan con su obli-gación de extender facturas”.

Clausuras y el derechode defensaSin asumir posiciones radicales y con un poco de serenidad, se puede calificar la Sentencia Constitucio-nal Nº 100/2014 como un pronun-ciamiento ecuánime y justo. En ningún momento el tcp ha desco-nocido la facultad sancionadora de la Administración Tributaria, sino que simplemente ha recordado la condición de que en el ejercicio de esa facultad se respeten las garan-tías y derechos constitucionales a la defensa y al debido proceso del supuesto infractor.

No llegamos a entender la reacción del mefp: lo único que el tcp le ha insinuado es que proyec-te una ley que establezca un proce-dimiento administrativo sancionador que responda a la naturaleza de la contravención (la no emisión de fac-turas) y que reconozca la garantía esencial del debido proceso y el derecho de defensa. En cambio, la carta del ministro Arce trasunta un deseo irrenunciable al pro-cedimiento abusivo y abrupto para clausurar estable-cimiento hasta lograr su cierre definitivo, sin siquiera conocer un descargo del contribuyente; es decir, lo que quieren las autoridades fiscales es clausurar como sea.

Nueva ley del procedimiento de clausurasSon seis meses los que tendremos que esperar para co-nocer el nuevo procedimiento de las clausuras y éste tendrá que ser aprobado mediante una ley sancionada por la alp. A mediados de agosto de 2014, los asam-bleístas deberán conciliar con sabiduría la potestad tributaria para recaudar impuestos con los derechos constitucionales de los contribuyentes. Pero no se debe perder esta oportunidad para que el Órgano Ejecutivo, a través del mefp, emprenda una reforma tributaria integral, eliminando los regímenes especiales y po-tenciando el régimen general tributario a partir de la igualdad de los contribuyentes.

Desde 2003, el Ministerio de Hacienda, ahora Ministerio de Economía y Finanzas Públicas (mefp), y el sin han hecho grandes esfuerzos para erradicar la evasión impositiva, pero en

el intento han ido limitando y violentando los dere-chos fundamentales de las personas. Esta arbitrariedad ha sido respondida por la intervención del Tribunal Constitucional Plurinacional (tcp), que ha recondu-cido los procesos administrativos de clausuras dentro de los límites del Estado de Derecho. Pero el minis-tro del área no está de acuerdo con esta decisión y ha declarado públicamente su negativa a limitar su poder tributario para clausurar sin más, incluso negando de manera tácita el carácter vinculante y de obligatorio cumplimiento que tienen este tipo de decisiones judi-ciales. El problema continúa.

La Sentencia Constitucional Nº 100/2014Todo comenzó el 20 de mayo de 2013, cuando el dipu-tado Juan Luis Gantier Zelada demandó ante el tcp la inconstitucionalidad de las disposiciones adicionales quinta (procedimiento de clausuras definitivas) y sex-ta (penalización de las facturas sin hecho generador) de la Ley del Presupuesto General del Estado (lpge) Gestión 2013, que fueron aprobadas por la Asamblea Legislativa Plurinacional (alp) en abierta infracción de la Constitución Política del Estado (cpe) y contra una serie de convenciones, pactos y protocolos internacio-nales sobre derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales.

Una vez concluidos los procedimientos previos, el tcp emitió la Sentencia Constitucional Nº 100/2014 que declara inconstitucional el procedimiento de clau-sura que aplica el sin cuando un negocio no emite la factura por la venta de bienes y servicios; y el justi-ficativo es porque la ley no otorga la oportunidad al propietario del establecimiento comercial a defenderse en un proceso justo y a presentar pruebas de descargo. Además este tribunal ha dispuesto la inconstituciona-lidad de la tipificación del delito que cometían los que comercializaban, coadyuvaban o adquirían facturas sin haberse realizado el hecho generador gravado y el jus-tificativo es que la alp no habría considerado la pro-porcionalidad de la sanción (2 a 6 años de reclusión) con la lesión o la puesta en peligro de los bienes jurídi-cos que protege la cpe. En el contenido textual de esta sentencia se ha inscrito una exhortación a la alp para que, en el plazo de seis meses, regule un procedimiento administrativo sancionador que responda a la natura-leza de la contravención de la no emisión de facturas y que garantice el contenido esencial de la garantía del debido proceso y el derecho de defensa de los contra-ventores.

Lo que respondió el MinistroPero este entuerto no ha terminado. El ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora, ni bien se enteró del contenido de esta sentencia, publicó una carta abierta dirigida a los magistrados del tcp re-prendiéndolos con dureza y severidad por su supuesto

Más sobre legislación tributaria

Entre facturas y clausurasMarcelo Gonzales Yaksic *

Durante la gestión 2013, el Servicio de Impuestos Nacionales (sin) realizó 37 mil operativos de control de emisión de facturas en todo el país y terminó clausurando el 50 por ciento de los negocios intervenidos. Tan sólo 10 establecimientos fueron clausurados definitivamente. No

emitir facturas por operaciones lícitas y “aguantar” las clausuras se ha convertido en un “deporte nacional” muy extendido en Bolivia.

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Marzo 2014 / Nº 13916 / memoria

Polonia, 10 de julio de 1941 – Polonia, 9 de junio de 2001

Vecinos: “Perdonaos a vosotros mismos”Laura Klein*

En julio de 1941, mil seiscientos judíos –la mitad de la población total de la aldea polaca de Jedwabne– fueron masacrados por sus vecinos polacos. La decisión fue nazi pero más de una centena de polacos del pueblo se propusieron para cumplirla ellos mismos y con sus propias

manos. Laura Klein relata y reconstruye aquí –desde una pulsión y memoria que es también familiar– su relación con esta historia.

Yla ejecutaron hasta el fin: mutilaron y golpearon salvajemente a cientos de judíos y los quemaron vivos en un granero que rociaron con kerosén. La carnicería se prolongó con los cadáveres, cor-

tados en pedazos. En 1962 se levantó un monumento con esta inscripción: “Sitio de martirologio del pueblo judío. La Gestapo hitleriana y la gendarmería quemaron 1600 personas vivas el 10 de julio de 1941”.

En enero del 2001, la investigación de Ian Gross re-veló cómo y quiénes perpetraron la masacre de 1941. La publicación polaca y norteamericana de su libro Sasiedzi-Neighbors (Vecinos) corrió por el mundo e hirió de muerte al mito de una Polonia exclusivamente sojuzgada y por ello inocente. Se puso de manifiesto el íntimo ensamble entre el antisemitismo de los pogroms y el racismo de la Shoah, entre las matanzas de algunos judíos llevadas a cabo con el furor de un pueblo convertido en horda y el exterminio masivo y planificado puesto en marcha a través de alta ingeniería por el terrorismo de estado.

Las autoridades polacas se vieron obligadas a pro-gramar un acto de contrición y pedido de perdón, al que concurrirían también los descendientes de las víctimas. El nudo del acto consistiría en reemplazar la leyenda que culpaba a los nazis por esta otra: “En memoria de los judíos de Jedwabne y alrededores que fueron brutal-mente asesinados y quemados vivos en este sitio el 10

de julio de 1941. En un solo día, una comunidad judía tres veces centenaria fue completamente destruida. Que esto sea una advertencia para que nunca más el pecado de antisemitismo lleve a los habitantes de esta tierra a ir contra sus vecinos“. Era de esperar la resistencia del pueblo polaco a reconocer su participación activa en el genocidio nazi: se levantaron distintas voces (desde la Iglesia católica hasta Walessa) para exigir que se pusiera a prueba la veracidad de lo que afirmaba Gross y que, para ello, se exhumaran los cadáveres a fin de verificar su número y la causa de su muerte. Contra los preceptos de la religión judía y pese a la firme oposición de los descendientes de las víctimas, comenzaron a revolver los restos calcinados. Pero desde el mundo entero llega-ron más voces de protesta e indignación, y las presiones obligaron a suspender la pesquisa. Entonces las autori-dades polacas, decidieron, para aplacar los ánimos inter-nos, cambiar la inscripción propuesta meses atrás y sus-tituirla por ésta: “En memoria de los judíos de Jedwabne y alrededores, hombres, mujeres, y niños, habitantes de esta tierra, asesinados y quemados vivos en este sitio el 10 de julio de 1941. Que sea una advertencia para que las futuras generaciones no permitan que el pecado del odio engendrado por el nazismo alemán vuelva a poner a los residentes de esta tierra unos contra otros”. Este nuevo texto, al no mencionar el antisemitismo ni a los

vecinos asesinos, admitía una lectura histórica muy di-ferente: una contra los judíos –“comunistas”–, acusados de haber cometido crímenes contra los polacos durante la ocupación soviética. Y devolvía a los nazis la culpa ori-ginal de la masacre. Era inaceptable hasta para los más tibios. Entonces, las autoridades polacas dejaron como inscripción sólo estas palabras: “Aquí fueron quemados vivos los mil seiscientos judíos de Jedwabne”. Muchos descendientes decidieron no ir. Otros decidimos ir para intentar cambiar el sentido del acto in situ, batallando con la fuerza de la palabra, ese poder que, a veces, no perdimos.

Seríamos unos treinta los familiares directos que nos encontramos en el vestíbulo del hotel que el gobier-no polaco había reservado para nuestra estadía duran-te dos noches y dos días. De Argentina, yo era la única presente. La prima hermana de mi madre, su hija y sus nietos viajaron desde México. El resto vivía o en Israel o en Estados Unidos. Fuimos los invitados especiales del gobierno polaco en el acto oficial del 10 de julio, en el que el orador principal fue nada menos que el presidente de Polonia: “Estamos pagando tributo a las víctimas y estamos diciendo Nunca más. Frente al juicio de nuestra conciencia estamos hoy aquí, de cara a los familiares de las víctimas”. Pero nuestras caras eran mudas: a nosotros no se nos permitió hablar. Ya lo sabíamos. Por eso había-mos organizado una conferencia de prensa en Varsovia para hacer oír nuestras voces. Lo que sigue es el texto que leí allí. No descarga sobre el público polaco denun-cias que puedan espantarse como moscas y con gestos políticos. No pide que reconozcan a las víctimas. No pide nada. Busca la palabra como arma política.

Este es el texto, escrito el 14 de marzo del 2001 y pronunciado en inglés en la ciudad de Varsovia el 9 de junio del mismo año, de cara a los familiares de los judíos quemados en 1941, a las autoridades políticas guberna-mentales de Polonia:

Mi madre nació allí, en esa casa amarilla, enfrente de esta plaza. Es hija de Chaim Simcha Fryd y Rachla Grandowski, que también nacieron en Jedwabne, y aquí tuvieron ocho hijos. Excepto mi madre y su hermana me-nor, todos han muerto –por fortuna lejos de esta tierra (a la cual ninguno ha vuelto en más de sesenta años). Los dos mayores cruzaron la frontera polaca en 1932 como desertores. Desde la Argentina, en 1936, conminaron a mis abuelos a que dejaran Jedwabne y sus pogroms cada vez más feroces, para unirse a ellos en América, lejos de la avanzada antisemita europea y de la guerra que se veía venir; y el 10 de octubre se embarcaron rumbo a Bue-nos Aires. Otra rama de la familia huyó a México. Otros se quedaron en Jedwabne. Aquí estaban mi tía abuela y sus tres hijos cuando sucedieron los acontecimientos de 1941 que se rememoran en este acto –y aquí quedaron sus cuerpos entre los cientos de esa pira popular que fue el establo de Jedwabne.

Treinta y cinco años más tarde, el país que fue el refugio de la familia de mi madre y de tantos otros pola-cos que huían de los campos de exterminio se convirtió para mí y para muchos de los hijos de esos judíos y para muchos otros hijos en un país de perseguidos y tortura-

* Escritora y filósofa argentina.

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Marzo 2014 / Nº 139 / 17

Las víctimas ya hablaron –desde sus cenizas, sus cabellos, sus zapatos. Los testimonios son muchos, con-tinúan, las evidencias nunca alcanzan. Ahora les toca ha-blar a los victimarios, en su nombre. Y yo les propongo estas palabras:

Y lo contaré a la mañana y a la noche, / cómo mi padre per-siguió al judío que cruzó delante de nuestra casa / en verano del 41 / y lo apedreó primero frente a mi pequeña hermana y a mí, / cómo lo vimos caer. / Y lo pateó para que riéramos / y semimuerto lo arrastró al establo central / donde les prendimos fuego por nuestra propia voluntad.Y lo contaré a mis hijos y a los hijos de mis hijos, / para que sepan que ese hombre es uno de los nuestros, / y crió a sus hijos y acaricia a sus nietos y se conmueve. Y lo repetiré cada noche, junto a mi mujer, cuando el mundo se acalla / y no tenga fuerzas para no olvidar. Los que nacimos tarde para participar / somos hijos de esos hombres comunes, cobardes asesinos. De ellos hemos aprendido / la lengua que hablamos / y lleva-mos grabada en nuestro corazón / esa herencia. Por eso les decimos a las generaciones venideras que así fueron las cosas: En Jedwabne, el diez de julio, en 1941 / fuimos polacos los pro-tagonistas en el genocidio judío, cuando masacramos a cientos / por nuestra propia voluntad y con nuestras propias manos.Nosotros, y no los nazis.

Este acto no repara ni el dolor ni la culpa. Una ins-

cripción en un monumento recuerda el pasado expulsán-dolo del presente. Entonces, sólo cabe hacer lugar a ese pasado mostrando cómo forma parte de nuestro presente. Por ejemplo: reconstruir la sinagoga destruida. Que haya sinagoga en un pueblo donde no queda ni un judío. No un museo donde se registren víctimas, no un recordato-rio antisemita, no otro anal para la historia, no un nuevo horror en la lista de las violaciones de los derechos huma-nos. Un templo vacío. El dios de los judíos no espera que entre nadie: los polacos son católicos y los de este pueblo han exterminado a los judíos que iban al templo. Enton-ces, que en este pueblo que ha liquidado a sus vecinos se alce, como un espectro, la casa donde su dios –el dios de los judíos, Él y no otro– sigue viviendo. Que los habi-tantes de Jedwabne se ocupen de ese falso shill (templo pequeño) como de un edificio público, que lo mantengan aseado y sin goteras, como si aún hubiera almas –Zidow, Juden– que fueran a buscar reposo en esos bancos y esas letras. Los muertos no siempre vuelven como espectros. Pero los dioses son más fuertes, y no sufren de lo mismo.

memoria

dos por razones políticas, que fueron ‘desaparecidos' en nuevos campos de concentración.

Pasados los hechos, en uno y otro país, se habla de Perdón y Reconciliación. Instituciones políticas y reli-giosas insisten en esta necesidad. Pero ¿quién pide per-dón? ¿quién lo acepta? El llamado no se dirige a los que podrían perdonar –los sobrevivientes o familiares.

No nos necesitan para la ceremonia de público arrepentimiento. Y sin embargo, este acto de mea culpa en Jedwabne nos concierne: no para aceptar ni rechazar estas disculpas, sino para decirles que no se metan con las víctimas –nuestros muertos– sino con los victimarios –vuestros propios padres. A eso he venido, a confirmar esta ausencia de parte, a invitarlos a guardar para voso-tros mismos vuestra contrición y vuestra vergüenza.

Les acerco entonces una oración, un verbo no insti-tucional, palabras para ser dichas en primera persona. Su modelo es bíblico y sigue la esencia de la tradición judía: no la memoria sino el mandato de narrar la historia de una generación a otra.

Así dice el quinto libro de la Torah:

Y serán las palabras estas que yo te encomiendo hoy, sobre tu corazón. / Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas al estar en tu casa, / y al andar en el camino, y al acostarte, y al levantarte. Y las atarás por señal sobre tu mano / y serán por tefilim entre tus ojos, / y las escribirás sobre los umbrales de tu casa, y en las puertas.

Deuteronomio 6:6/9

Con el pulso de estas palabras Primo Levi escribió el prólogo a su testimonio de Auschwitz:

Los que vivís seguros / en vuestras casas caldeadas / los que encontráis, al volver por la tarde, / la comida caliente y los rostros amigos: / Considerad si es un hombre / quien trabaja en el fango / quien no conoce la paz / quien lucha por la mitad de un panecillo / quien muere por un sí o por un no. / Con-siderad si es una mujer / quien no tiene cabellos ni nombre / ni fuerzas para recordarlo / vacía la mirada y frío el regazo / como una rana invernal. / Pensad que esto ha sucedido: / os encomiendo estas palabras. / Grabadlas en vuestros corazones / al estar en casa, al ir por la calle, / al acostaros, al levantaros; / repetídselas a vuestros hijos.

O que vuestra casa se derrumbe,La enfermedad os imposibilite,Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.

Primo Levi, Si esto es un hombre

Fondo de ojo

El horror –otra vezJosé Emilio Pacheco se preguntó cómo soñaban

las personas antes de que existiera el cine. Y es que moldeamos nuestros sueños –está clarísi-

mo– a partir de las películas que vemos desde ni-ños. Hay una narrativa que ordena o estructura las imágenes oníricas y que tiene el formato de escena cinematográfica.

Hyden White escribió tremendo tomo (Meta-historia) desarrollando la forma en que el discurso historiográfico decimonónico (la imaginación histó-rica de aquella época) había adquirido, en el caso europeo, el formato de géneros literarios o modos retóricos provenientes del mundo de la ficción y de la poesía. Así, hubo historiadores que escribieron la historia de sus países como tragedia, como co-media o como sátira; así como hubo quien escribió la historia en modo metonímico, otro que lo hizo en modo metafórico y otro en modo irónico.

Es decir, soñamos a partir de las películas que vemos; configuramos la “realidad” y la escribimos a partir de la literatura que leemos, o de la retórica que –proveniente del arte– cruza la manera en que nos planteamos la escritura. Estamos más atrave-sados por el mundo de las letras y de las imágenes fílmicas de lo que estamos dispuestos a aceptar…

Un curioso y grotesco caso de ello es El acto de matar (2012) del norteamericano Joshua Oppen-heimer, un documental que hay que ver en ayunas –por aquello de que se le puede revolver a uno el estómago–. He visto pocas películas tan crudas y aterradoras. El tema de la cinta: varios perpetra-dores del genocidio anti-comunista en Indonesia en 1965 (que se calcula dejó un millón de muertos; tal vez muchos más). Oppenheimer les propone a algunos de ellos re-editar, armar las escenas de los asesinatos masivos. Felices, invitados a actuar ante la cámara de un director de cine de los Es-tados Unidos, organizan las escenas emocionados, ajenos completamente al carácter horroroso de lo que hacen. Y es que ese horror –a diferencia del caso de otros dictadores y carniceros en la historia de otros países– nunca fue concebido como tal. Es más: son héroes del nacionalismo anti-comunista instaurado frente a la amenaza china.

Amantes del cine norteamericano, los asesi-nos se inspiran en los diferentes géneros para ar-mar las escenas de tortura y asesinato. Así, vemos que algunos se visten de bandidos del policial clási-co, y proceden a repetir el acto de suplicio y muer-te. Algún otro escoge más bien el género gótico y arma una escena de asesinato pensando en los elementos gore del mismo, ofreciendo una especie de performance macabra. Por último, en un par de casos, se arman escenas del musical, en versiones estridentemente kitsch, con hermosas mujeres bai-lando al son de la música. Entre ellas, se encuen-tran, vestidos a tono, los asesinos, participando del espectáculo.

Esta vez, los géneros del cine o de la literatura no ofrecen una gramática a los sueños o al discurso historiográfico, sino a la fantasía glamorosa de los asesinos invitados a convertirse en actores de cine, en re-creadores del horror. Esta vez, en una de las versiones más perversas de la banalidad del mal que se haya visto en el cine documental.

Ana Rebeca Prada.

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Marzo 2014 / Nº 13918 / artes

Barbie, la reina de alasitasAlfonso Gumucio Dagron*

“En alasitas hoy hay más muñecas Barbie que ekekos. El dios de la fortuna brilla por su ausencia y, si aparece, se lo ve disminuido,caído en desgracia. Carga pocos y básicos enseres, más un aparapita que el rey de la feria”.

El 24 de enero a mediodía, como siempre, se inauguró la feria con bombos y platillos, en presencia de dos grandes autoridades, el Vice-presidente del Estado y el alcalde de la ciudad

de La Paz, además de un ekeko tamaño natural, en carne y hueso, que animó la ocasión. Pero pasadas las formalidades del primer día, el encanto llega rápida-mente a su fin: alasitas se saca la máscara y se muestra tal cual es.

Primera impresiónLa primera impresión que produce la feria es lamen-table. Cuando uno se acerca caminando desde la parte alta de la Avenida del Ejército, ya sea desde Miraflores o desde la universidad, lo primero que ve son los te-chos de calamina, como si se tratara de un campamen-to improvisado o de una villa miseria. Parece que cada vendedor arma su propio puesto, con palos y calaminas disimulados ahora por telas que distribuye la alcaldía para cubrir los puestos cuando no hay quien atienda (es decir, la mayor parte del tiempo).

Los sectoresLos sectores que dividen la feria de alasitas dicen mu-cho de los cambios. Las secciones de juegos y de comi-das –que se reconocen fácilmente por los olores satu-rados, la basura dispersa por el suelo y la bulla– ocupan más espacio que las dedicados a exhibir la artesanía en miniatura. Y aun en el sector que dice “miniaturas”, abundan todo tipo de productos que no corresponden a esa categoría: monos de peluche, muñecas, juegos de fortuna.

Miniaturas tan chicas que son casi invisiblesLas miniaturas son las menos. O quizás son ahora mi-croscópicas, por eso no se las ve. Pocos puestos exhiben casitas (ahora de plástico, ya no de yeso), carretillas, pi-cos, palas, ladrillos, calaminas, tejas y otros materiales de construcción, alacenas llenas de pequeñas latas de conserva, minúsculas botellas de refrescos o de alcohol,

bolsitas de arroz, de azúcar, camiones de metal (ya no de madera como antes), maletas de cartulina con bille-tes de varios tamaños, dólares, euros y pesos bolivianos, tarjetas de crédito y de identidad, certificados de matri-monio o títulos profesionales.

Desaparecieron los negritos, las petacas de cuero y los soldaditos de plomo, y si no fuera por la iniciativa de los propios diarios, ya hubieran desaparecido tam-bién las ediciones de periodiquitos. Son estos perio-diquitos los que mejor mantienen la tradición, quizás porque su producción no está en manos de los comer-ciantes de la feria. Cada uno es un pequeño despliegue de humor y de sarcasmo.

Miles de muñecasLo que realmente abunda, y debe ser porque es lo que más se vende, son las muñecas de plástico, los caballos y elefantes de cerámica china, los héroes y superhéroes de televisión. Año tras año, he notado la pérdida irre-versible de aquello que fue su esencia desde que nació: una feria donde todo lo que se exhibía y se vendía eran objetos en miniatura, y donde el ekeko era el rey. Aho-ra por cada puesto de miniaturas hay dos puestos con muñecos de plástico, de plantas, de cerámica china, de comidas grasientas, o de juegos de azar. El espacio físi-co de la feria de alasitas ha sido tomado y esta no es una feria de artesanos sino de comerciantes que venden lo que los artesanos fabrican encerrados en su talleres o en el Panóptico de San Pedro.

Y parecería que los artesanos son presos de los co-merciantes y que solamente producen aquello que les piden. No se ve ninguna creatividad artesanal, no se ve tampoco innovación en las propuestas que se hacen en madera, barro, paja o metal. Es una feria mantenida por la inercia.

Un experimentoHace cinco años, con algunos colegas especialistas de la comunicación, organizamos un seminario internacio-nal en La Paz y se nos ocurrió preparar para los pane-

listas e invitados especiales un regalo significativo: un ekeko de la comunicación. Le pedimos a un artesano que cargara al ekeko con un receptor de radio, un al-tavoz, una cámara de video y otra de fotografía, un te-léfono celular, un periódico, una grabadora, una com-putadora y una máscara para significar que el baile y el teatro son también parte de la comunicación. Nuestro regalo fue muy bien recibido. Para mi coleto, como decía Jaime Saenz, creí que los artesanos se iban a poner las pilas y que en una próxima feria encontraríamos ekekos de la comunicación, de la medicina, de la educación, de la justicia, de la enseñanza, de la construcción, de la música, de las artes plásticas, del deporte... Pero nada, ninguna otra iniciativa más que la de Mujeres Creando, con su contestataria ekeka.

Sí, todo cambia, pero…La cultura está en permanente evolución, y nadie es-pera que la festividad de alasitas permanezca congelada ni que sea la que fue en 1871, cuando –dicen algunos– nació la tradición. Pero la interacción cultural debería contribuir a mejorar sus rasgos esenciales en lugar de malversarlos y pervertirlos. En alasitas debería refor-zarse la fabricación manual y artesanal de las piezas, estimular la calidad y la creatividad de los artesanos, y fijar normas que excluyan todo lo que no sea en mi-niatura, eliminar los objetos de plástico importados o locales, los juegos, las comidas y la venta de ropa, mu-ñecas, plantas ornamentales y todo lo que desnaturaliza esa hermosa tradición que heredamos.

¿Por qué el Ministerio de Culturas y el Gobierno Municipal de La Paz no establecen normas, antes de que la festividad de alasitas se convierta en cualquier otra feria de comidas, juegos y venta de todo un poco?

Una feria en decadenciaPorque si de artesanía se trata, de cualquier tamaño, no hay mucho de qué enorgullecernos. La artesanía nues-tra es por lo general tosca, mal acabada y de variedad limitada. A diferencia de los peruanos, mexicanos, gua-temaltecos, salvadoreños, colombianos o ecuatorianos, nuestros artesanos parecen instalados definitivamente en la ley del mínimo esfuerzo, aunque haya algunas honrosas excepciones que confirman la regla.

¿Puede alasitas ser incluida por la Unesco en la lista de patrimonio cultural inmaterial de la humani-dad? No en estas condiciones. El comité impulsor tuvo que retirar la candidatura cuando se dio cuenta de que iba a ser rechazada. No es cuestión de presentar bue-nos documentos históricos, sino de demostrar que to-davía existe una manifestación cultural que vale la pena preservar y promover mediante su incorporación en la prestigiosa lista de festividades protegidas. Para ello habría que depurar la feria de todo lo que actualmente le sobra, y mejorar la calidad y la cantidad de la arte-sanía en miniatura.

En las condiciones actuales, sería mejor cambiarle el nombre a las alasitas: que se saquen las máscaras los falsos ekekos, que se elija como reina de la feria a una Barbie vestida de cholita y que los caballos y gallos chi-nos saturen nuestro calendario hasta hacernos olvidar nuestros propios nombres.

* Escritor y comunicador.

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Marzo 2014 / Nº 139 / 19libros

Crítica de libros

Iris de Paz SoldánLo más interesante de la lectura de la última no-

vela de Edmundo Paz Soldán, Iris, ocurre al principio, cuando uno tiene que “aprender” el

neo-lenguaje que el autor ha inventado para hablar de ese futuro hipertecnificado y oscuro que suele tratar la ciencia ficción. Dicho neo-lenguaje se sir-ve de palabras alemanas e inglesas escritas en espa-ñol (“geld” por dinero, “den” por “then”, para decir “luego”, etc.) y no pocos bolivianismos (“jukus” son los ladrones de mineral, “chairu” es una deliciosa fru-ta nativa de Iris) para cumplir su razón de ser. Pero “den” que el lector logra decodificarlo, ya no oculta por más tiempo los problemas de la novela, que son más o menos los mismos de la obra anterior del más famoso escritor boliviano.

El primero de estos problemas es la similitud de los personajes, el parecido esencial que hay entre ellos pese a sus diferencias de extracción social, sexo y ubicación en la trama de la novela. Todos son se-res reflexivos que cargan un trauma existencial, casi siempre muy sórdido, y que reviven colocándose con alguna (o algunas) de las muchas clases de drogas de las que disponen en el futuro novelado por Paz Sol-dán, el cual no compite con los clásicos del género en cuanto a innovaciones científicas (no se hace re-ferencia a la paradoja de los viajes interestelares ni a las otras cuestiones astronómicas de rigor, y los autó-matas existentes actúan igual que los humanos, lo que descarta la clásica pregunta sobre “qué son”), pero en cambio es avanzadísimo en materia psicotrópica.

Todos los personajes se drogan, entonces, y es-tán en medio de una búsqueda religiosa; todos sufren dificultades (caídas, lastimaduras, etc.), que se relatan como si fueran importantes, pero luego no lo son; todos se duermen o desmayan y despiertan en una realidad cambiada. Todos son una proyección del autor. (Quizá decir “todos” es una exageración, pero los personajes diferentes, por ejemplo los malvados, aparecen siempre a través del lente de estos otros).

El segundo problema es el método narrativo, que convendría explicar comparándolo con una pe-lícula que va presentando a sus protagonistas, que los muestra en la intimidad, los toma sufriendo o temiendo o gozando, en pareja o solos, etc., pero sólo “avanza” mediante una voz en off que cuenta sumariamente lo que les pasará a dichos personajes (y a veces incluso explica lo que les pasaba antes). En lugar de que las situaciones se desarrollen, trazando así la historia, lo que tenemos es un encadenamiento de situaciones-explicaciones-situaciones. Con lo que “meterse” en la realidad ficticia resulta muy difícil.

A ello contribuye la excesiva ambición de Iris, que no es otra que inventar una sociedad entera, aunque sea a imagen y semejanza de la actual, ya que, excepto por el neo-lenguaje, la novela no es propiamente una de ciencia ficción sino una novela política “ambientada en Marte” (para usar la expresión del propio Paz Soldán cuando habla de la motivación inicial de su empresa: “escribir una novela ambientada en Marte”). La base de la trama no es científica, ni siquiera futurista, sino política: lucha de países por recursos naturales, explota-ción laboral, rebeldes que no saben para quién trabajan, mitos culturales que se reconvierten en simbología po-lítica, etc. La gracia del asunto consiste en el trasplante de una anécdota de este tipo al espacio exterior. Como dijo el escritor Wilmer Urrelo en la presentación de la obra: finalmente Paz Soldán escribió su propia “novela minera”, una hija (o más bien una nieta) posmoderna de esa corriente literaria del siglo xx.

Fernando Molina.

“Los zapatos de plata” y otros cuentos

Damián Oyola Ramos et al.

Gente Común 3600 / A la venta en Librerías Plural

Mi correspondencia con Lezama Lima

José Rodríguez Feo

Era / A la venta en Librerías Plural

La vida conyugal

Sergio Pitol

Era / A la venta en Librerías Plural

De Tupac Katari a Evo Morales

Luis Antezana Ergueta

A la venta en Librerías Plural

Historia diplomática de Bolivia

Jorge Escobari Cusicanqui

Plural editores / Colección Historia

Sociolinguistic fundamentals of trilingualism

Teofilo Laime Ajacopa

WBI/UMSS/Plural editores

Libro dedicado a la sociolingüística del trilingüismo en Bolivia, según combinaciones del español, el inglés y una lengua nativa, en este caso el aymara y el quechua. Laime ofrece una serie de definiciones conceptuales (en capítulos escritos en inglés, español, aymara y quechua) y un glosario de términos sociolingüísticos, también en cuatro idiomas. Respecto al trilingüismo, Laime propone precisamente la creación de una nuevo campo: una todavía embrionaria y potencial “sociolingüística del trilingüismo”.Teofilo Laime Ajacopa nació en Jesús de Machaca, Bolivia. Es Doctor en Lenguas y Letras de la Universidad de Lovaina, Bélgica. Catedrático de la Universidad Mayor de San Andrés y de la Universidad Mayor de San Simón. Entre sus libros: Cómo escribir en aymara y Trilingüismo en regiones andinas de Bolivia. Habla aymara, quechua, español, inglés y francés.

A pesar del título, esta es una breve historia económica de Bolivia, a mano alzada, que llega a las postrimerías del siglo xix (y que no toca el siglo xx y mucho menos el xxi). Según el autor, su texto “procura ser una nueva historia de Bolivia”, que fue “redactada enseguida de descubrir la esencia de esa historia”. Averiguadas las cosas, la esencia en cuestión es la siguiente: “La pugna permanente y de primer plano (…) entre la corriente social que tiene el objetivo de desarrollar sus fuerzas motrices, corriente proteccionista frente a la cual se encuentra la que tiene como objetivo el libre comercio antinacional”. Y añade: “Desde la fundación de Bolivia, principalmente entre 1825 y 1880, todas las luchas sociales, políticas y culturales giraron en torno a estas dos causas”. En cuanto a la metodología seguida, Antezana aclara: “Esta historia desechó el objetivismo” y “tampoco cayó en el subjetivismo”.

Esta es la obra mayor de Escobari Cusicanqui, en dos tomos, en una sexta edición corregida. Se dice por ejemplo que ya desde su primera edición, de 1972, los tomos de este libro resumían a cabalidad y en detalle los fundamentos históricos del derecho de Bolivia al mar (resumen hoy utilizado por diremar, la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima). Luego, fue una obra sucesivamente actualizada, siempre a partir de una especie de hipótesis general: “Nuestra política internacional ha carecido de orientaciones precisas y suficientes en las que se advierta la vigencia de planes sistemáticos”. Jorge Escobari Cusicanqui (La Paz, 1919-2000) trabajó por treinta años en el Servicio de Relaciones Exteriores de Bolivia. Fue embajador de Bolivia en varios países. Escribió, entre otros, los libros Brasil y el petróleo boliviano (1961), El derecho al mar (1964) y Derecho diplomático boliviano (1985).

A los cuarenta años del Premio Nacional Franz Tamayo, el más importante concurso del cuentos que tiene y ha tenido el país, la editorial Gente Común 3600 reúne en este libro a los ganadores de la versión 2013. En concreto, los cuentos “Los zapatos de plata” del potosino Damián Oyola Ramos (primer lugar), “Apuntes de un corresponsal extranjero” del sucrense Humberto Párraga Chirveches (segundo lugar) y diez menciones, entre los que hay varios narradores reincidentes y conocidos. El acta del jurado que acompaña esta edición no ofrece ninguna indicación de las razones y motivos que guiaron el fallo, aunque sí incluye una precisión sobre la cantidad de cuentos que se presentaron al concurso (121) y una misteriosa recomendación: “Que los cuentos [¿los ganadores?] sean sometidos a una adecuada corrección de estilo”. El diseño de esta edición mejora notablemente el de anteriores.

En la literatura en español hay pocas historias tan legendarias como la de la revista cubana Orígenes, editada en La Habana entre 1944 y 1956 y en la que concurrieron algunos de los autores capitales del siglo xx: Cernuda, Jiménez, Guillén, Macedonio Fernández, Paz, Carpentier, T.S. Eliot, W.C. Williams, Auden, Gombrowicz, Valéry, Michaux y un prolongado etcétera. A lo largo de los años, dos son las figuras que crean y mantienen el milagro de Orígenes: José Rodríguez Feo y José Lezama Lima. Este libro reúne la correspondencia (1945-1953) entre estos dos creadores, registro de una amistad, epistolario delicioso, atisbo no sólo a la personalidad de Lezama Lima sino a su escritura, pues –como se comprueba en este libro– escribía cartas como escribía el resto: poseído por la proliferación de la imagen, absorto en los libros, no pocas veces exótico y casi impostado.

Nicolás Lobato, en cierto sentido un hombre mediocre y generoso, y Jacqueline Cascorro, sin lugar a dudas una persona abominable, son marido y mujer. Como a tantas parejas, a veces los vincula el amor y a veces la sistemática lealtad del odio. La larga, trágica, grotesca y también romántica historia de esta vida matrimonial es descrita aquí, en esta novela, por el narrador mexicano Sergio Pitol, el más famoso –junto a Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco– de los escritores de la llamada Generación de los 50 (y el único, de ese trío, todavía vivo). Sobre esta novela, tercera parte de un tríptico algo cruel y fácil, Pitol dijo alguna vez: “Intenté ceñirme a la acción y que el lenguaje sea su acompañante, sin interferir con veleidades de estilo. Por otra parte, es un juego ligero y paródico, un típico divertimento de escritor”.

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Marzo 2014 / Nº 13920 /

La otra orilla Artista invitado

Lo que la comunidad me revela, al presentarme mi nacimiento y mi muerte, es mi existencia fuera de

mí. Lo que no quiere decir mi existen-cia reinvertida en o por la comunidad, como si esta fuera otro sujeto que to-mara mi relevo, de un modo dialéctico o de un modo comunional. La comuni-dad no toma el relevo de la finitud que expone. Ella misma no es, en suma, más que esta exposición. Es la comunidad de los seres finitos, y en tanto que tal es ella misma comunidad finita. Es decir, no comunidad limitada con respecto a una comunidad infinita o absoluta, sino comunidad de la finitud, porque la finitud “es” comunitaria, y sólo ella es comunitaria.

El ser-en-común no significa un grado superior de sustancia o de su-jeto que se hace cargo de los límites de las individualidades separadas. En tanto que individuo, estoy cerrado a toda comunidad, y no sería exagerado decir que el individuo –si al menos un ser absolutamente individual pudiera existir– es infinito. Su límite, en el fondo, no le concierne –solamente lo cierne (y, tal como he indicado antes el individuo se sustrae a la lógica del límite: pero, porque uno no puede sustraerse a esta lógica, porque ella resiste, y porque la comunidad resiste en ella, no hay individuo).

Pero el ser singular, que no es el individuo, es el ser finito. Sin duda, a la temática de la individuación, tal como pasó desde cierto romanticis-mo a Schopenhauer y a Nietzsche –y tal como en parte subsiste aún, en el motivo deleuziano de la haecceidad, que sin embargo, por otra parte, gira en torno de la singularidad– le ha fal-tado considerar la singularidad, de la cual, con todo, no estaba alejada. La individuación desprende entidades de un fondo informe –cuya sola comuni-cación, contagio o comunión, produce sin embargo el ser de los individuos. Pero la singularidad no procede de tal desprendimiento de formas o de figu-

Comunidad e individuoJean-Luc Nancy (n. 1940)

ras evidentes (ni de lo que está vinculado a esta operación: el escenario de la forma y del fondo, el aparecer vinculado a la apariencia, y el deslizamien-to de la apariencia dentro del nihilismo estetizante donde se realiza siempre el individualis-mo). La singularidad no proce-de tal vez de nada. No es una obra que resulte de una opera-ción. No hay procesos de “sin-gularización”, y la singularidad no es ni extraída, ni producida,

ni derivada. Su nacimiento no tiene lugar a partir de ni como efecto de: ella da, por el contrario, la medida según la cual el nacimiento, como tal, no es ni una producción, ni una autoposición, la medida según la cual el nacimiento infinito de la finitud no es un proceso que opera sobre un fondo.

[…] Un ser singular no se arran-ca de ni se eleva sobre el fondo de una confusa identidad caótica de los seres, ni sobre el de su asunción unitaria, ni sobre el fondo de un devenir, ni sobre el de una voluntad. Un ser singular aparece en tanto que la finitud mis-ma: en el fin (o en el comienzo), en el contacto de la piel (o del corazón) de otro ser singular, en los confines de la misma singularidad que es, como tal, siempre otra, siempre compartida, siempre expuesta. Este aparecer no es una apariencia, es al contrario el apa-recer a la vez glorioso y miserable del ser-finito mismo. […] La comunidad significa, en consecuencia, que no hay ser singular sin otro ser singular, y que entonces, dicho en un léxico poco apropiado, hay lo que se llamaría una “socialidad” originaria u ontológi-ca, que desborda ampliamente en su principio el motivo único de un ser-social del hombre (el zoon politikon es segundo en relación con esta comu-nidad). Esta [sería la] determinación principal de la comunidad: que no hay comunión de singularidades en una totalidad superior a ellas e inmanente a su ser común.

En lugar de esta comunión, hay comunicación: es decir, muy precisa-mente, la finitud misma no es nada, no es un fondo, ni una esencia, ni una sustancia. Sino que aparece, se presenta, se expone, y de esta manera existe en tanto que comunicación.

Cf. Jean-Luc Nancy (1986). La commun-auté désoeuvrée, Paris, Christian Bourgois

éditeur. (Trad. cast. de Pablo Perera: La comunidad desobrada, Madrid, Arena Li-bros, 2001, pp. 54-57. Énfasis del original).

La Feria de alasitasde Alfonso Gumucio Dagron

Las imágenes que ilustran este número de Nueva Crónica son el correlato visual de

una decepción: la del escritor y fotógrafo Alfonso Gumucio Da-gron al visitar la última versión de la Feria de alasitas, en La Paz. Esa decepción es relatada en un texto (ver la página 18): “Las mi-niaturas son las menos. O quizás son ahora microscópicas, por eso no se las ve”, escribe Gumucio. Y añade: “Lo que realmente abun-da, y debe ser porque es lo que más se vende, son las muñecas de plástico, los caballos y elefantes de cerámica china, los héroes y superhéroes de televisión. Año tras año, he notado la pérdida irreversible de aquello que fue alasitas desde que nació: una feria donde todo lo que se exhibía y se vendía eran objetos en miniatura, y donde el ekeko era el rey. Ahora, por cada puesto de miniaturas, hay dos puestos con muñe-cos de plástico, de plantas, de cerámica china, de comidas grasientas o de juegos de azar”. ¿Su conclusión?: “En las con-diciones actuales, sería mejor cambiarle el nombre a las alasitas: que se saquen las máscaras los falsos ekekos, que se elija como reina de la feria a una Barbie ves-tida de cholita y que los caballos y gallos chinos saturen nuestro calendario hasta hacernos olvidar nuestros propios nom-bres”.

Alfonso Gumucio Dagron nació en 1950. Es escritor, cineasta, fotógrafo y especialista en comunicación para el de-sarrollo. Primero los estudios y luego el trabajo lo llevaron a viajar por Europa, América, Asia, África y Oceanía durante

los últimos 25 años. Ha dirigido más de diez películas documentales y publicado 16 libros de ensayo, historia, testimonio, cuento y poesía. Su testimonio La más-cara del gorila obtuvo en 1982 el Premio Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes en México. Es autor de la primera Historia del cine en Bolivia (1983). Varias de sus obras han sido publicadas en francés e inglés.

Las fotografías de Gumucio Da-gron han sido exhibidas en muestras individuales y colectivas. Por ejemplo: Imágenes de Bolivia (París, 1973), Refle-jos y transparencias (La Paz, 1988), Age of Innocence (Nigeria, 1994), Trois sur Haiti (Haiti, 1997). Sus fotografías han sido distribuidas por la Agencia Gamma y la agencia de noticias alemana DPA. Algunas han sido incluidas en libros. Es miembro fundador de la Sociedad Boli-viana de Fotografía.