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Sobre la ceguera espiritual y la predicación del evangelio (Carlos Márquez)
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ÍNDICE
Introducción
¿Qué es la ceguera espiritual? 3
¿Es la ceguera espiritual una realidad del ser humano? 7
¿Qué efectos produce la ceguera espiritual? 8
¿Qué sucede cuando esta realidad es desconocida por
los cristianos? 9
¿Qué sucede cuando esta realidad es conocida por
los cristianos? 12
Conclusiones
Bibliografía
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INTRODUCCIÓN
La mayoría de cristianos tenemos un familiar, un amigo, o un conocido
que nunca se ha arrepentido genuinamente de sus pecados y que no tiene una
fe salvadora en la obra de Cristo. En pocas palabras: Como cristianos
conocemos a alguien que si muriera el día de hoy, no heredaría la vida eterna.
Si hemos sido obedientes a la Palabra de Dios, es de esperar que les hayamos
compartido el mensaje de salvación más de una vez y que éste haya sido
rechazado. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante tal rechazo? ¿Debemos
frustrarnos por su falta de entendimiento? ¿Debemos evadir la responsabilidad
de seguir intentando compartirles el evangelio? ¿Debemos mejorar nuestra
estrategia de presentación del mensaje para que logre “surtir el efecto
esperado”?
Estas y otras inquietudes rondan en la mente de cientos de cristianos
que han predicado fielmente el evangelio y han experimentado rechazo
constante y que, por desconocer una realidad espiritual como lo es la de “la
ceguera espiritual” pretenden renunciar a su tarea evangelística, o peor aun,
pervierten el mensaje del evangelio para lograr “ganar un alma más”.
¿Qué es la ceguera espiritual y qué efectos produce? ¿Qué sucede
cuando esta doctrina es desconocida por los cristianos? ¿Qué debemos hacer
como cristianos ante la ceguera espiritual del pecador? Estas inquietudes me
han motivado para la investigación de este tema y con la ayuda de Dios
también para dar una respuesta práctica y bíblica ante situaciones que como
pueblo de Dios, enfrentamos constantemente si somos fieles al predicar el
evangelio verdadero.
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¿QUÉ ES LA CEGUERA ESPIRITUAL?
La ceguera espiritual es aquel aspecto de la naturaleza humana caída, por
medio de la cual el pecador se encuentra completamente incapacitado de
comprender verdades espirituales al punto de llegar a aceptarlas con una fe
salvadora y por lo tanto continúa viviendo en rebeldía contra Dios “Porque el
corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos
y se les han cerrado los ojos” (Mateo 13:15). Esta incapacidad no es algo que
tenga que ver con lo físico, mental o emocional, sino más bien espiritual, y por
lo tanto el ser humano se encuentra incapaz de cambiar este estado sin la
ayuda de Dios.
La ceguera espiritual, es algo natural en el ser humano y forma parte del
mismo desde su nacimiento. Este estado termina en el momento en que Dios
por su misericordia imparte vida y luz espiritual, con esta nueva vida, el
pecador recibe la capacidad requerida para arrepentirse de sus pecados y ver
la gloria de la cruz en la cual hay salvación. Sin esta luz espiritual, el pecador
se encuentra incapacitado de comprender las preciosas verdades del
evangelio, las cuales pueden ser comprendidas sólo espiritualmente, “El que no
tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es
locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente” (1
Corintios 2:14).
Debemos entonces afirmar que la ceguera a la que hacemos referencia,
es una condición enteramente espiritual desde su comienzo hasta su final. Esto
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no significa que fue Dios quien creó la ceguera espiritual, más bien ésta es
natural en todo ser humano por ser descendiente de Adán y haber heredado
dicha naturaleza. Afirmamos también que es Dios el único encargado de dar
por terminada esta condición espiritual de ceguera que le impide ver la gloria
de la cruz, y lo hace impartiendo la luz necesaria para salvación. Roger L.
Smalling lo define de la siguiente manera: “Dios nos revela a Cristo como tan
atractivo, que su persona misma llega a ser irresistible”1.
En este punto es preciso aclarar un concepto equivocado y sin embargo
compartido por muchos cristianos actualmente: La posibilidad del ser humano
de cambiar su estado de ceguera a voluntad propia. ¿Es esto posible? ¿Puede
el ser humano ciego espiritualmente por naturaleza ver gloria en la cruz por el
ejercicio de su voluntad? Después de todo, esto es precisamente lo que
pareciera afirmar la lógica humana, pues Dios demanda que nos arrepintamos
de nuestros pecados y amemos la cruz. ¿Esta pidiendo Dios algo que no
podemos realizar por nuestros propios medios? Si esto es así, sonaría bastante
injusto pensar que Dios nos demanda algo que no podemos cumplir. Algunos
famosos autores parecen defender esta hipótesis, como afirma Charles G.
Finney “Es una perversión grave de la Biblia el hacerle decir que los hombres
no tienen el poder de hacer lo que Dios quiere”2 Luego también lógicamente el
mismo autor afirma “Dios no puede pedir a los hombres que hagan aquello
para lo cual carecen de poder natural”. La lógica humana nos dice que es
imposible, o injusto el que Dios nos demandara algo que no podemos cumplir,
sin embargo es mi convicción y lo que quisiera demostrar en este documento,
1 Roger L. Smalling, ¡Si Jesús! Una introducción a las doctrinas de la gracia (Barcelona: Editorial Clie,
1994), p. 49. 2 Charles G. Finney El amor de Dios por un mundo pecador (Michigan: Editorial Clie, 1966), p.95.
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que esto es precisamente lo que la Biblia enseña y que en ninguna forma esto
hace a Dios injusto.
Dios demanda que seamos santos como Él es santo ¿Puede el ser
humano cumplir semejante mandato? Por supuesto que no, el ser humano
jamás puede dar la estatura de santidad que Dios demanda y sin embargo Dios
la exige. También Dios demanda que el ser humano cumpla a la perfección la
ley que Él ha establecido ¿Puede el ser humano cumplir con semejante
mandato? Por supuesto que no, el ser humano jamás puede cumplir a la
perfección la ley, y de hecho, ésta nunca fue dada para alcanzar justicia, sino
para demostrar que el ser humano no puede cumplirla, y sin embargo Dios
exige cumplimiento perfecto de la ley para salvación. Finalmente, Dios
demanda arrepentimiento genuino y fe en Jesús para salvación. ¿Puede el
hombre hacer esto sin la ayuda inicial de Dios? Por supuesto que no. Veamos
lo que afirma una vez más Roger L. Smalling: “La voluntad humana, siendo ella
también dominada por el pecado, jamás podría desear la salvación ni aceptar a
Cristo por su propia iniciativa, sin la gracia de Dios”.3
Es claro que desde el inicio de la humanidad, con el fin de demostrar que
el ser humano es pecador, Dios demanda del mismo, cosas que por su
naturaleza pecaminosa le es imposible cumplir y ésta es precisamente la causa
de la condenación. ¿Hace esto a Dios injusto? Por supuesto que no. Esto
simplemente demuestra que como seres humanos somos pecadores y no
somos capaces de hacer absolutamente nada bueno espiritualmente sin la
3 Roger L. Smalling, ¡Si Jesús! Una introducción a las doctrinas de la gracia (Barcelona: Editorial Clie,
1994), p. 36.
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iniciativa de Dios, es por esta razón que muchos rechazan esta enseñanza,
pone al hombre en el lugar que le corresponde.
Afirmar que Dios solamente pide lo que el ser humano puede cumplir por
sus propios medios, nos llevaría a afirmar que teológicamente es posible que el
nuevo nacimiento sea un acto que el ser humano pueda realizar por si mismo
sin la ayuda de Dios, y tristemente esta es una conclusión a la que muchos
también han llegado, como lo afirmara hace años Charles G. Finney “El cambio
de corazón es un acto voluntario. Cada uno debe hacerlo por sí mismo”.4 Sin
embargo, podemos seguramente afirmar que esta declaración es insostenible a
la luz de la revelación bíblica en donde se afirma claramente que el cambio de
corazón, voluntad, e incluso de la ceguera espiritual, son actos que le
corresponde realizarlos exclusivamente a Dios, pues solamente Él tiene el
poder para realizarlo, veamos lo que en síntesis la Biblia enseña: ¿Puede el
etíope cambiar de piel, o el leopardo quitarse sus manchas? ¡Pues tampoco
ustedes pueden hacer el bien, acostumbrados como están a hacer el mal!
(Jeremías 13:23). Inspirado por la Palabra de Dios, J.I Packer, autor del clásico
de la literatura evangélica “El conocimiento del Dios santo” afirma que:
“Espiritualmente, hasta la conversión, se está en un crepúsculo, en el mejor de
los casos”.5 También Roger Smalling sumando a nuestra afirmación, afirma;
“Cuando no es regenerado, uno rechaza a Cristo hasta que Dios lo cambia… al
nacer de nuevo, el pecador tiene una nueva naturaleza, percibe las cosas
divinas y pone su fe en Cristo”.6
4 Charles G. Finney, El amor de Dios por un mundo pecador (Barcelona: Editorial Clie, 1984), p.95.
5 J.I Packer, Dios yo quiero ser cristiano (Barcelona: Editorial Clie, 1983), p.128.
6 Roger L. Smalling, ¡Si Jesús! Una introducción a las doctrinas de la gracia (Barcelona: Editorial Clie,
1994), p. 46 y 48.
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En conclusión podríamos decir que la ceguera espiritual es aquella
condición natural del ser humano por medio de la cual le es imposible
responder al mensaje del evangelio con arrepentimiento y fe, por lo tanto, a
menos que de parte de dios reciba luz, será condenado justamente por haber
rechazado el mensaje del evangelio.
¿ES LA CEGUERA ESPIRITUAL UNA REALIDAD DEL SER HUMANO?
Podemos ver afirmaciones de un tipo de ceguera que no es física sino
más bien espiritual desde los primeros libros de la Biblia, y ante la numerosa
evidencia, mencionaremos solamente algunos de los ejemplos más ilustrativos
de esta realidad:
Salmo 13:3 “Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos”.
Salmo 119:18 “Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley”
Isaías 35.5 “Se abrirán entonces los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los
sordos”.
Hechos 26:18 “Te envío a estos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas
a la luz…”.
Efesios 1:18 “Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que
sepan a qué esperanza él los ha llamado…”
La Biblia entonces, habla de la ceguera espiritual en términos de aquella
incapacidad por medio de la cual el ser humano sin la ayuda de Dios puede
solamente entender intelectualmente las verdades espirituales necesarias para
la salvación como Pablo bien lo dijera en la 2 carta a los Corintios 4:1-7 “El
Dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos para que no vean
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la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. ¡Qué
terrible declaración inspirada por el Espíritu Santo! En ella podemos ver no
solamente quién es el encargado de mantener al ser humano en este estado
de ceguera espiritual, sino también los terribles efectos que la misma produce,
efectos que analizaremos seguidamente.
¿QUÉ EFECTOS PRODUCE LA CEGUERA ESPIRITUAL?
La Biblia es clara al afirmar que es debido a esta ceguera espiritual por lo
que el ser humano no ve nada de glorioso en el evangelio. ¡Puede
efectivamente entenderlo, puede incluso repetirlo, podrá enseñarlo hasta
incluso desde un púlpito! Y aun así no lo ve glorioso en lo absoluto. Su luz que
por ser el reflejo de la gloria de Dios es más brillante que mil soles juntos, está
alumbrando delante de alguien que no tiene capacidad espiritual de ver luz
espiritual por más claro que se le predique el evangelio.
Podemos sin duda afirmar (aunque con mucha tristeza), que el ser
humano, a menos que no sea librado de su ceguera espiritual, jamás podrá
apropiarse personalmente con una fe viva de las verdades del evangelio y por
lo tanto no será salvado. En pocas palabras, por estar ciego espiritualmente,
una persona sin la ayuda de Dios no se arrepentirá y no pondrá jamás su fe en
Jesús para alcanzar la salvación que necesita. De esto, la Biblia tiene
numerosos ejemplos, pero bastará solamente concluir que la Biblia enseña no
pocas veces, que la ceguera espiritual es una condición real en todo ser
humano desde su nacimiento y por lo tanto se necesita ayuda urgente para dar
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por terminado este estado y poder acceder a la salvación necesaria. Veamos
solamente lo que Pablo continúa diciendo sobre la forma de salir de la ceguera
espiritual: “… Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo
brillas su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que
resplandece en el rostro de Cristo” (2 Corintios 4:6).
¿QUÉ SUCEDE CUANDO ESTA REALIDAD ES DESCONOCIDA POR LOS
CRISTIANOS?
Lastimosamente para la Iglesia actual, aunque quizás afirme y esté de
acuerdo con esta realidad de la ceguera espiritual, en la práctica parece que la
contradijera abiertamente, pues actúan (consciente o inconscientemente) como
si el hombre tuviera la capacidad natural de comprender el evangelio y de
aceptarlo con una fe viva. ¿Cómo es que puedo decir esto tan atrevidamente?
Basta solamente escuchar o contemplar la forma de actuar del pueblo cristiano
y su predicación del evangelio.
Constantemente se ve una inclinación del cristiano a intentar hacer del
mensaje del evangelio un mensaje más atractivo, más efectivo en algunos
casos, como si la efectividad del mensaje del evangelio estuviera en la forma
en que éste se comparte, lo cual implica la creencia de que el problema de la
incomprensión del evangelio radica de alguna forma en el mensajero, o peor
aun en el mensaje en sí, aún y cuando éste se predica fielmente. Muchos
cristianos e incluso congregaciones enteras han optado incluso por ni siquiera
mencionar la palabra “pecado” en la predicación de su “evangelio” con el
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propósito (quizás muy bien intencionado) de que más personas puedan
aceptarlo en sus vidas. Analicemos por un momento las consecuencias de
adoptar esta estrategia.
El pecador por su ceguera espiritual rechaza el mensaje del evangelio
pues simplemente está ciego y no puede ver la necesidad del mismo “El Dios
de este mundo ha cegado la mente de los incrédulos” (2 Corintios 4:4). Ante el
rechazo, cuando se desconoce la ceguera espiritual, el cristiano intenta en el
mejor de los casos mejorar la forma en que comparte el evangelio, a veces con
ilustraciones, con dramas, con un tono de voz más agresivo (como si la
estrategia de transmisión del mensaje fuera la raíz del problema). En el peor de
los casos, el cristiano modifica el mensaje en sí diluyéndolo, obviando
mencionar realidades que el mensaje incluye (como si el mensaje fuera la raíz
del problema) y con esto se llega al punto de escuchar este tipo de evangelio:
“Jesús quiere ser tu amigo y lo único que tienes que hacer es aceptarle como
tal”, “Jesús quiere solucionar todos tus problemas y tú que estás en problemas
deberías aceptar su ayuda”. ¡Millones son los que han caído en las garras de
este terrible engaño! Tristemente son millones los que creen tener a Jesús
como amigo sin tenerle como salvador y son millones también quienes
entendiendo los múltiples problemas que tienen, se entregan a un Jesús que
los solucionará, pero ¿es este el verdadero evangelio que salva de la ira de
Dios por nuestros pecados? Temo que son miles quienes han sido salvados de
sus problemas por un falso evangelio, pero no han sido salvados de la ira de
Dios por el poder del verdadero evangelio.
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Para aquel que no ha recibido luz espiritual, el mensaje del evangelio
seguirá en las más profundas tinieblas debido a su ceguera espiritual, y la raíz
del problema no radica en el mensaje, o el mensajero, la raíz del problema es
el receptor del mensaje que está cegado y totalmente incapacitado de ver la luz
del glorioso evangelio, o como bien afirmara Loraine Boettner: “la naturaleza
caída del hombre, da lugar a la más obstinada ceguera, insensibilidad y
oposición a las cosas de Dios… su voluntad está bajo el control de un
entendimiento entenebrecido… el hombre caído está tan moralmente ciego,
que de manera uniforme prefiere escoger el mal en vez del bien… el hombre
no regenerado, al presentársele el evangelio de la cruz, quizá obtenga un
conocimiento intelectual, pero no tiene un discernimiento espiritual de su
excelencia, y jamás se deleitará en el”7.
Como consecuencia final, al seguir el pecador en su estado de ceguera
espiritual, finalmente el cristiano se frustra ante el constante rechazo del
mensaje verdadero, o por la falta de un cambio genuino en la vida de aquellos
que afirmaron creer en el evangelio devaluado que se les predicó, en su
frustración el cristiano decide muchas veces, dejar de predicar el evangelio,
pues considera que el problema es su incapacidad de predicar bien. ¡Oh si
dicho cristiano tan sólo supiera que le está presentando la luz del evangelio a
un ciego espiritual!
En conclusión, al desconocer esta doctrina de la ceguera espiritual del
pecador y por ende de su incapacidad de responder afirmativamente al mismo,
7 Loraine Boettner, La Predestinación (New Jersey: Libros Desafío, 1932), p. 57.
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básicamente dos grandes catástrofes suceden: Se devalúa el mensaje para
que sea más atractivo, o se desinfla el mensajero ante el continuo rechazo de
su predicación fiel del evangelio. Ambas reacciones podrían ser evitadas al
conocer mejor esta realidad.
¿QUÉ SUCEDE CUANDO ESTA REALIDAD ES CONOCIDA POR LOS
CRISTIANOS?
Hemos afirmado lastimosamente que esta realidad es conocida en teoría,
pero en la práctica se actúa como si no fuera una realidad, ¿qué sucedería al
momento de ser aplicado a la vida diaria del cristiano el conocimiento de esta
enseñanza?
El primero de los resultados, es que se pierde el miedo y la vergüenza a
predicar el evangelio. Con mucha humildad debo decir que me hubiera gustado
conocer esta verdad desde mis primeros años de cristianismo, cuando por la
emoción de la nueva vida recibida por gracia, intentaba compartirle el evangelio
a cuanta persona se me cruzaba en el camino, la mayoría de las cuales
reaccionó con rechazo a este mensaje. ¡Cuánto mayor valor tuvieran todos
aquellos cristianos que por vergüenza al rechazo deciden simplemente no
actuar! ¡Si supieran que la respuesta a su mensaje no depende de su habilidad
para hacerlo, sino de que el ciego espiritual reciba la vista necesaria para
apreciar la luz del glorioso evangelio de Cristo y abrazarlo con fe viva para
salvación! Veamos lo que sobre esto nos dice Jesie Penn Lewis “El Espíritu
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Santo ilumina la cruz del Calvario, hasta que Jesucristo Crucificado es
presentado delante de los ojos del corazón, y al alma se le enseñan
constantemente nuevos aspectos de su muerte”.8
El segundo de los resultados de conocer esta realidad de la ceguera
espiritual, es la preservación del verdadero mensaje del evangelio sin que sea
diluido en lo más mínimo. No hace falta más que conocer la condición de la
Iglesia actual, para darse cuenta que el verdadero mensaje del evangelio está
poco a poco siendo desplazado por mensajes “más efectivos” para los
resultados requeridos por los mismos líderes de la iglesia. El enorme problema
que esto implica es que si la Iglesia en general desconoce la ceguera espiritual
del pecador, intentará cada vez con más fuerza (quizás incluso bien
intencionadamente), de hacer el mensaje más efectivo y buscará sin lugar a
dudas endulzarlo con esfuerzos humanos, como si ellos pudieran corregir la
tarea que Dios no realizó bien al hacer un mensaje poco efectivo en sí mismo.
¡Como si el sol pudiéramos hacerlo más brillante iluminándolo con una
lámpara! La Iglesia en general debe entender que el mensaje del evangelio es
suficientemente poderoso para salvar a cuanto pecador existe sobre la tierra si
Dios les concediera a todos la luz espiritual necesaria para entenderlo
espiritualmente. Mientras la Iglesia continúe en la ignorancia de esta realidad,
temo que el evangelio continuará devaluándose hasta que del mismo quede
solamente una sombra risible del que una vez fuera el “poder de Dios para la
salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16).
8 Jessie Penn Lewis. La cruz del calvario (España: Editorial Clie, 1982), p. 74.
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Para que el verdadero mensaje del evangelio sea preservado, se debe
conocer que el resultado del mismo depende exclusivamente de Dios y su
soberana voluntad de darle luz a quién Él quiera. En el preciso momento en
que se diluye o modifica el mensaje del evangelio para que se vuelva “más
efectivo” y que produzca una respuesta más abundante, en ese momento dejó
de ser “el poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree” y tristemente
también aquel que lo predica ha pasado a convertirse en un “falso maestro”
que está en peligro de engañar a muchos con falsas esperanzas de salvación.
Considero que uno de los más importantes efectos que causará el
conocer esta enseñanza, es que se preservará la verdadera Iglesia. Debemos
reconocer que la Iglesia de Dios, aquella que fue comprada con la preciosa
sangre de Cristo, aquella que será “la esposa del cordero” está conformada
solamente por los creyentes genuinos de todas las edades y lugares, ésta no
está conformada por no creyentes, o “creyentes engañados por un falso
evangelio”. Es importante afirmar esto, debido a la cada vez mayor decadente
imagen de la Iglesia actual, la cual ha dejado de ser en muchos casos el intento
original de Dios de una comunidad de personas justificadas, regeneradas y
santificadas por el poder del espíritu Santo que se reúne para proclamar su fe
en Jesucristo y celebrar la gloriosa gracia de Dios.
Lastimosamente es una realidad actual que se considera Iglesia a toda
aquella organización que (bien o mal intencionada) se pone el nombre de
Iglesia Cristiana y utiliza a Dios para sus fines. ¿Qué pasó con aquella iglesia
que era “columna y fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3:15)? Es bastante
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triste darse cuenta que muchas iglesias actuales (incluso unas de la más
grandes del mundo) están formadas por miembros que NUNCA han escuchado
el verdadero mensaje del evangelio, pues quizás sus líderes decidieron hace
mucho tiempo, que en sí mismo el mensaje del evangelio era demasiado
ofensivo, demasiado excluyente, muy poco efectivo en producir resultados
masivos, y optaron por rebajar sus estándares al gusto del oyente. Es bastante
triste realizar que lo que ahora se conoce como Iglesia en muchos casos está
formado por millares de personas que sin la luz de Dios no han salido de su
estado de ceguera espiritual y por lo tanto en su ceguera toman a Dios como
un buen pasatiempo de fin de semana y durante muchos años han limpiado
sus oscuras conciencias con una vida religiosa de domingo, pero sin una
verdadera vivencia relacional con el Dios dador de la verdadera vida.
Amado lector, es mi intención que por medio de la aceptación y
conocimiento de esta enseñanza de la ceguera espiritual, la verdadera Iglesia
pueda volverse más agresiva en cuanto a la predicación del verdadero mensaje
del evangelio, más agresiva al entender que los resultados dependen
exclusivamente de Dios y que la responsabilidad de la Iglesia es la de ser fiel
en la predicación del verdadero mensaje dejándole los resultados del mismo al
Señor dador de la vida “lento para la ira y grande en misericordia” (Números
14:18). Es también mi intención que el mensaje del evangelio se preserve sin la
más mínima adulteración en su contenido, independientemente de las
intenciones o propósitos que como cristianos tengamos. El evangelio
solamente salva cuando se mantiene su integridad. Al adulterarle en lo más
mínimo, se podrá salvar al pecador de muchas cosas, menos de la
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condenación eterna para lo cual está destinado. Finalmente, es mi intención
que la Iglesia vuelva a ser tenida “en muy alta estima por el pueblo” (Hechos
2:47), y deje de ser en muchos casos el hazmerreír en el que se ha convertido.
La Iglesia solamente es Iglesia cuando en ella se predica el verdadero
evangelio y cuando sus miembros la conforman verdaderos convertidos, los
cuales solamente son aquellos que genuinamente han llegado a creer en las
verdades espirituales que este mensaje encierra, verdades que permanecerán
en oscuridad hasta que la ceguera natural del pecador sea removida
soberanamente por el poder de Dios.
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CONCLUSIONES
En este documento, se ha presentado de forma bíblica y con apoyo de
reconocidos autores cristianos contemporáneos y clásicos, la existencia de una
realidad espiritual de suma importancia para ser conocida por la Iglesia actual:
La ceguera espiritual del pecador y la forma en que conocer esta doctrina
afecta la predicación del mensaje del evangelio.
Pudimos ver de forma profunda que la ceguera espiritual consiste en una
incapacidad de comprender para salvación realidades espirituales. También
pudimos estudiar que el origen de esta ceguera espiritual es nuestra propia
naturaleza como seres humanos caídos y que ella nos imposibilita a
comprender cualquier realidad espiritual, entre ellas el evangelio de salvación,
con lo cual, todo ser humano por su ceguera no puede llegar al arrepentimiento
y a la fe salvadora sin la ayuda previa de Dios iluminándole.
Estudiamos también que al desconocer esta enseñanza, uno de los efectos
es que el rechazo constante lleva a la frustración de parte de quienes lo
predican, esto en muchos casos redunda en la devaluación del mensaje para
que se vuelva más efectivo, con lo cual, no sólo el evangelio pierde el poder
para salvar genuinamente, sino que también la Iglesia deja de ser aquella
Iglesia que glorifica a Dios. De ahí que se ha recomendado finalmente el que
esta verdad vuelva a ser enseñada, para que la Iglesia vuelva a ser animada a
predicar fielmente el evangelio de salvación, también para que tan precioso
mensaje no se vea devaluado por nuestros esfuerzos humanos, y para que
también la Iglesia siga siendo esa “columna y fundamento de la verdad”.
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BIBLIOGRAFÍA
Lewis, Jesie Penn. La cruz del calvario. Barcelona: Editorial CLIE, 1982.
Smalling, Roger L. ¡Si, Jesús! Una introducción a las doctrinas de la
gracia. Barcelona: Editorial CLIE, 1994.
Boettner, Loraine La Predestinación. New Jersey: Libros Desafío, 1932.
Finney, Charles G. El amor de Dios por un mundo pecador. Barcelona:
Editorial CLIE, 1984.
Packer, J. I. Dios yo quiero ser cristiano. Barcelona: Editorial CLIE, 1983.
Versión utilizada de la Biblia: Sociedad Bíblica Internacional. Nueva
Versión Internacional. Miami florida: Editorial Vida, 1999.