s.j. schmidt, fundamentos de la ciencia empírica de la literatura

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 S.J. Schmidt (1980),  Fund amento s de la ciencia e mpírica de la lite ratura, versión castellana de Francisco Chico Rico, Taurus Humanidades, Madrid, 1990. Schmidt, que es el director del grupo formado en las Universidades de Siegen y Bielefeld para el estudio empírico de la literatura y los medios de comunicación social, consid era que el estudio científico de la literatura no es posib le si sólo tiene en cuenta la text ual idad y se exc luy e la descri pció n y exp licación de las acciones sociales que se realizan con y mediante ese texto -el ámbito de actuación social-, ya que, esas acciones, son las que constituyen un texto como tal texto literario. El fundamento de la “ciencia empírica” es, por lo tanto, la posición teórica que desde la Pragmática, como parte de la semiótica, sitúa las relaciones de los signos con sus utilizadores –emisores y receptores- en el primer plano de lo que llama, no “Literatura”, sino Sistema de la literatura. En el prólogo de 1980 exponía su intento de alejarse de las posiciones  progra mática s, afectad as por continuas crisis de funda mentos , de las filología s, ofrecien do una concepción de la ciencia literaria marcada por tres objetivos: la de ser una teoría explícita, la de ser comprobables las declaraciones de esa teoría (que deben hacer referencia al ámbito de actuación social) y, en tercer lugar, que tuviera una relevancia social, que sus conclusiones fueran aplicables. Para la fundamentación de esta ciencia oppo r una conc epció n te óri ca –de J. D. Sn ee d- qu e pe rmiti era ampl iar el ma rco analítico –reconstructivista- a otro constructivista que alcanzara a representar el ámbito gl ob al de los estudio s cie ntí fic o- lit er ari os como un a re d de el eme nto s te ór ico s, estructurada en sí misma, que permitiera localizar cada operación y ponerla en relación con sus presupuestos y con los resultados esperables. Todos los métodos, desde la edición de textos a los estadísticos de la sociología empírica, entran en debate y son puestos a  prueba en cada plante amiento de proble mas, pues, dice Schimidt, toda oferta teórica, especulativa, es una oferta para la solución de problemas . Siendo el objeto de esta ciencia el ámbito global de las acciones sociales que se llevan a cabo ante y con las llamadas obras lit er arias, la cie ncia empír ica se op one, gi camente, a cualquie r ontologización y a la primacía de la interpretación, como principal tarea científica, con las obras literarias. Y distingue “el participar” de la comunicación literaria del “investigar” científico, pues si para participar sirven las convenciones habituales y específicas de la literatura, para investigar es necesario utilizar otras convenciones: las validadas por las ciencias paradigmáticas y que obligan, también para la investigación literaria, a realizar valores metateóricos (exactitud, ausencia de contradicción, relevancia, aplicabilidad...) Así, dice Schmidt, es como se puede saber lo que la gente hace y ha hecho con la literatura, cómo ha surgido y se ha desarrollad o en nuestr a sociedad y qué función social desarro lla y ha desarrollad o la literatura . Y así estará en cond iciones de esbozar modelos  para una participa ción produ ctiva, social e individ ual, en la comun icación literaria y modificar su estudio en las universidad es. Además de colaborar productivamente con las investigaciones literarias histórico-sociales y marxistas, pues la ciencia que se propone  podrá explicar sus problemas en su marco teórico e integ rar los resultad os dentro de la misma red teórica a la vez que se dota de un lenguaje especializado, explícito, que facilite la cooperación y la discusión interdisciplinaria. En consonancia con esa explicitud, llamará, por ejemplo, “comunicado literario” a las obras de arte verbal como objetos que son de las acciones sociales comunicativas en 1

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S.J. Schmidt (1980), Fundamentos de la ciencia empírica de la literatura, versión

castellana de Francisco Chico Rico, Taurus Humanidades, Madrid, 1990.

Schmidt, que es el director del grupo formado en las Universidades de Siegen y

Bielefeld para el estudio empírico de la literatura y los medios de comunicación social,

considera que el estudio científico de la literatura no es posible si sólo tiene en cuenta la

textualidad y se excluye la descripción y explicación de las acciones sociales que se

realizan con y mediante ese texto -el ámbito de actuación social-, ya que, esas acciones,

son las que constituyen un texto como tal texto literario. El fundamento de la “ciencia

empírica” es, por lo tanto, la posición teórica que desde la Pragmática, como parte de la

semiótica, sitúa las relaciones de los signos con sus utilizadores –emisores y receptores-

en el primer plano de lo que llama, no “Literatura”, sino Sistema de la literatura.

En el prólogo de 1980 exponía su intento de alejarse de las posiciones

 programáticas, afectadas por continuas crisis de fundamentos, de las filologías,

ofreciendo una concepción de la ciencia literaria marcada por tres objetivos: la de ser una

teoría explícita, la de ser comprobables las declaraciones de esa teoría (que deben hacer 

referencia al ámbito de actuación social) y, en tercer lugar, que tuviera una relevancia

social, que sus conclusiones fueran aplicables. Para la fundamentación de esta ciencia

optó por una concepción teórica –de J.D. Sneed- que permitiera ampliar el marco

analítico –reconstructivista- a otro constructivista que alcanzara a representar el ámbito

global de los estudios científico-literarios como una red de elementos teóricos,

estructurada en sí misma, que permitiera localizar cada operación y ponerla en relación

con sus presupuestos y con los resultados esperables. Todos los métodos, desde la edición

de textos a los estadísticos de la sociología empírica, entran en debate y son puestos a prueba en cada planteamiento de problemas, pues, dice Schimidt, toda oferta teórica,

especulativa, es una oferta para la solución de problemas. Siendo el objeto de esta

ciencia el ámbito global de las acciones sociales que se llevan a cabo ante y con las

llamadas obras literarias, la ciencia empírica se opone, lógicamente, a cualquier 

ontologización y a la primacía de la interpretación, como principal tarea científica, con las

obras literarias. Y distingue “el participar” de la comunicación literaria del “investigar”

científico, pues si para participar sirven las convenciones habituales y específicas de la

literatura, para investigar es necesario utilizar otras convenciones: las validadas por las

ciencias paradigmáticas y que obligan, también para la investigación literaria, a realizar 

valores metateóricos (exactitud, ausencia de contradicción, relevancia, aplicabilidad...)

Así, dice Schmidt, es como se puede saber lo que la gente hace y ha hecho con laliteratura, cómo ha surgido y se ha desarrollado en nuestra sociedad y qué función social

desarrolla y ha desarrollado la literatura. Y así estará en condiciones de esbozar modelos

 para una participación productiva, social e individual, en la comunicación literaria y

modificar su estudio en las universidades. Además de colaborar productivamente con las

investigaciones literarias histórico-sociales y marxistas, pues la ciencia que se propone

 podrá explicar sus problemas en su marco teórico e integrar los resultados dentro de la

misma red teórica a la vez que se dota de un lenguaje especializado, explícito, que facilite

la cooperación y la discusión interdisciplinaria.

En consonancia con esa explicitud, llamará, por ejemplo, “comunicado literario”a las obras de arte verbal como objetos que son de las acciones sociales comunicativas en

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el ámbito, delimitable y funcional, llamado Literatura, ámbito de acciones que posee una

estructura y unos límites -interior y exterior- que lo diferencian de los demás sistemas de

acciones. La estructura del Sistema de la literatura viene definida por los cuatro papeles

de actuación más elementales y las relaciones entre ellos: la producción, mediación,

recepción y transformación de los comunicados. Los límites del sistema, los que permiten

la diferenciación exterior-interior, son debidos a dos convenciones –la estética (queregula la problemática referencial y sustituye el par verdad/ falsedad por criterios

estéticos) y la de polivalencia (que modula la especificidad de la recepción subjetiva del

comunicado)- convenciones que determinan qué objetos deben ser valorados como

literarios. La aceptación del sistema literatura por parte de la sociedad queda demostrada,

al menos oficialmente, en la institucionalización de las relaciones de los usuarios con los

comunicados (en el marco de la educación escolar, por ejemplo) Las funciones del

sistema, por otra parte, atañen, a la vez, a las instancias cognitivo-reflexivas, morales-

sociales y hedonistas-individuales de la actuación y de la vivencia.

En la primera parte del libro - Presupuestos para una teoría empírica de laliteratura-, recorrerá “la larga marcha” que comienza desde una teoría de la acción, que

sigue con el tipo de acción llamada comunicativa y acaba con la presentación de la acción

comunicativa llamada “estética”, para pasar, en la segunda parte, a explicar  La teoría de

las acciones comunicativas literarias, acciones que operan con determinados medios de

comunicación estéticos: los lingüísticos. Larga marcha, dice Schmidt, que permite

mostrar la cantidad de presupuestos con los que debe operar una teoría de la literatura

que intenta estudiar las obras literarias en su contexto histórico-social.

En el prólogo a la segunda edición, diez años después, especifica la noción de

“comunicación” en el sentido que no considera a ésta un simple intercambio deinformaciones sino una actividad constructiva de la cognición, especificación debida a

los trabajos de G. Roth sobre la biología de la cognición y que incluye en el Sistema por 

el papel que, en los procesos literarios de comprensión, tiene esa actividad constructiva. Y

añade el concepto de “autorregulación” para entender mejor las relaciones entre la

literatura considerada como sistema social y la literatura considerada como sistema

simbólico. Y nos dice que en la construcción teórica de esta ciencia, el sistema literatura

aparece como una especificidad dentro de la Ciencia General de los Medios de

Comunicación, como una parte de ella, hecho que confirma el desarrollo de esos medios

desde 1980, y que obliga a estudiar la estructura y función de la interacción entre tres

ámbitos “auto-organizadores”: los sistemas cognitivos –conciencia-, los sociales y los de

medios de comunicación. Y no se olvida de “lo incómodo de leer” que resulta el libro

 pues “le falta esa elegancia de estilo que invita a la lectura en muchas otras

 publicaciones”, dice sin inmutarse (sin variar el estilo), y lo justifica por la necesidad de

estar lejos de ese “status” especial, meramente reclamado, de las ciencias del espíritu y

 por la necesidad, doctrinal y de investigación, de que la teoría  sea explícita,

empíricamente comprobable, y dotada de un lenguaje especializado provisto de

conceptos definidos. Necesidad, por ejemplo, de hablar de “productor literario” y no de

autor o escritor, pues productor hace referencia a la actuación de la producción en el 

marco de una teoría parcial propia: la teoría de las acciones literarias de producción.

Aunque reconoce que, en 1980, la necesidad de diferenciar la teoría empírica de los

debates de “una ciencia politizada” (superficialmente) y de las discusiones sobre el postmodernismo, le obligaron a defender su posición (minoritaria) con un rigor especial

que no era “contra” ningún otro planteamiento, sino “a favor” del suyo.

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(La lectura que hemos hecho del punto 6 “Sobre la función de la comunicación

estética” del capítulo tres “Teoría de las acciones comunicativas estéticas” en el contexto

de la asignatura Sociología de la Literatura, así como el punto 5 “Función del sistema decomunicación literaria” del capítulo cuatro “Teoría de las acciones comunicativas

literarias” es lo que nos ha decidido a elegir este libro para hacer el comentario pues ha

 puesto orden y claridad en asuntos que teníamos confusos y que no conseguíamos

articular. Volver a la Poética de Aristóteles con Schmidt y ver confirmada la interrelación

Mimesis (causa eficiente)-Catarsis (causa final), dos caras de la misma moneda, tan

“causa” una como otra, y no como consecuencia o efecto, casi colateral, de la catarsis

respecto a la mimesis y ver, también, la necesaria identificación estética, desde la

“distancia” de Jauss, garante de una percepción inhabitual -desde una conciencia diferente

del mundo y de sí mismo del usuario- que puede, esa percepción “desautomatizada”,

“extraña”, por la función comunicativa, hedonista y formativa del “comunicado”, realizar 

efectos emocionales, cognitivos y normativos, nos volvió a confirmar el carácter  pragmático, y nada preceptivo, de la Poética y el estatus de la literatura como una tecné

(como actos que desde un tipo específico de conocimiento, no epistémico ni

argumentativo, fabrican, producen un objeto, un comunicado en los términos de Schmidt)

respecto a la filosofía o la ciencia (conocimiento, episteme, que proporciona un saber 

sobre las causas de las cosas). Además de poder articular los conceptos y términos de los

formalistas –desautomatización, extrañamiento- con los de una pragmática de la

comunicación.

Nos encontramos, después, con Warneken (1972) y la afirmación de que la

 producción literaria no implica transformación, al menos directamente, del mundo, de su

realidad, pues no es práctica en sí misma; o Borgeest, que considera la “belleza” uninstrumento para la segregación social y de la que nos obliga, para siempre, a desconfiar.

Pero lo que todavía nos sorprendió más fue la investigación sobre el ritmo y el

compás de Bernhart desde los signos icónicos de Morris: el compás como un

“componente estético basal” que genera una energía libre que “generaliza el entorno”, que

 pone “en común” los afectos mediante una sincronización percepción-emoción, que es

también biológica –neocórtex y sistema límbico-, y que permite a Bernhart una

concepción del arte en la que éste “intentaría superar la antinomia entre función auto-

conservadora y función cognitiva”, entre el genoma –la norma biológica- y el cerebro,

que conduce a una armonización sujeto-entorno, a una confirmación de la vida, a una

estabilidad de los riesgos biológicos por “ampliación de la función cognitiva”. Y es

imposible no pensar en Carlinhos Brown y en la favela Candeal de Bahía que ha hecho

del ritmo y del compás “lo común”, que ha permitido la acción transformadora, colectiva,

del barrio. Una armonización sujeto-entorno, una confirmación de la vida.

O cómo contesta Schmidt el pesimismo de Enzensberger -el arte como sedante

del sentido y de la praxis- (no sin antes señalar que, éste, emplea una terminología vaga,

metafórica, con definiciones ambiguas, que maneja una idea clásica de literatura con un

tratamiento erróneo de “referencia” y “realidad”...) explicando que una reducción

materialista de la literatura permite deducir una determinada obra de los condicionantes

sociales -por qué fue escrita, cuál fue el momento de su creación, por qué esa temática,

esa estructura formal específica... o por qué fue recibida con éxito- y permite comprobar 

que las tesis explicativas son aceptables para los procesos históricos y actuales de lasacciones comunicativas estéticas y con qué métodos pueden ser establecidas y validadas

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esas hipótesis. Y nos pone, en contraposición al pesimismo especulativo de Enzensberger,

el ejemplo, también especulativo, de Metz y E.Bloch, que mantienen viva la esperanza del

sentido y de la solidaridad desde la posibilidad de producir obras de sentido coherente que

 permitan al individuo conservar un lugar –un espacio social “libre” donde se suspende la

facticidad y la utilidad- donde intenta, realizando sus capacidades comunicativas,

defenderse de la sociedad. Espacio de construcción del “mundo del comunicado”, diráSchmidt, donde el usuario, desde la libertad de recepción y por la lectura silenciosa, se

integra en esa recepción y se hace relevante gracias a la función del sistema en el nivel de

cognición (y de emoción y normativo), que le obliga a tomar posición respecto a la

diferencia entre el “modelo imaginable de realidad presentado lingüísticamente” y su

 propio modelo de realidad. Usuario del sistema de la literatura que obedece a una

necesidad estética de exploración e innovación –necesidad condicionada por necesidades

 biológicas (Köck)-, de juego, en una situación ficticia que, sin embargo, le obliga a un

comportamiento no ficticio (Lotman, Klaus, Landwehr). Necesidad de juego con las

“posibilidades” que el arte verbal, funcionado en el nivel cognitivo, y construyendo

mundos posibles y ficticios negados por los sistemas semánticos de una época (Iser),

 permite. Haciendo visibles esas posibilidades y con la consecuencia de un aumento delsentido de la posibilidad (R. Musil)... o del aumento del escapismo.

También es explicada por Schmidt la función moral-social del sistema; sistema

que, por su acción en el nivel normativo, pone en cuestión “las normas” representando y

tematizando públicamente los conflictos normativos, las transgresiones, con relación a

individuos ejemplares, a héroes, sobre los que se proyecta y resuelve el conflicto. Y

explicaciones que también valen para el ámbito de los comunicados “privados”,

“amorosos” los llama Schmidt, o los de la poesía concreta, visual y conceptual. Y

tampoco se olvida de plantear el por qué de la producción misma de comunicados

verbales –dinero, fama, cambiar o no el mundo...-, comunicados que se hacen en el

interior de una tradición estética (con sus normas, valores, estilos, géneros) y en el interior de una tradición de motivaciones (modelos a seguir o rechazar...) con el fin, obvio, de que

se acepten como “literarios” y pongan en marcha y produzcan algún tipo de recompensa,

satisfacción, identidad social, fama..., pues también, además del texto, el productor de

comunicados busca aceptación, pues, dice Schmidt, a no ser que sea obligado, nadie hace

nada que no le proporcione algún tipo de satisfacción.

 

Así que lo que asustaba del tono seco, afirmativo, “sin elegancia de estilo”, de la

alta formalización del lenguaje, se convierte, a partir de una mínima familiarización con

los términos y con ese estilo, en un descubrimiento de la claridad y la precisión, de una

lógica explícita donde las afirmaciones teóricas, además de ser empíricamentecomprobables, están sustentadas en conceptos definidos y estables sujetos a revisión y

crítica (como la noción de “comunicación”: no un simple intercambio de informaciones

sino una actividad constructiva de la cognición; o la nueva de “autorregulación” del

sistema) y siempre en el marco de teorías parciales o generales que los validan o no. Así

se comprende la necesidad de alejarse de ese estatus especial de las ciencias del espíritu y

la necesidad, doctrinal y de investigación, de que las afirmaciones sean explícitas y

empíricamente comprobables no sólo para facilitar la discusión interdisciplinar, sino para

 posibilitar la cooperación científica. Pues si no hay práctica sin teoría, y descubierta la

operación ideológica y anticientífica del eclecticismo (donde lo “social” aparece

sistemáticamente como un invitado pobre a la aséptica reuníón), la teoría también ha de

afrontar el sentido y el significado de sus actos, evitando el peligro de la totalización –dela teoría única y definitiva-; aceptando las paradojas y las aporías de su propio

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metalenguaje, aceptando los conocimientos producidos en otros ámbitos (como esa

inclusión de “lo biológico” en el nivel de cognición o en la teoría del arte de Bernhart) Y

 procurando andar lejos de dos peligros que acechan de continuo: la huída de la práctica y

la evasión retórica, aliadas de la descontextualización social y promotoras de falsas

neutralidades respecto al tipo de intereses y progreso social a los que apunta toda teoría.

Pues toda teoría es una práctica social y es importante lo que se hace con ella (T.Eagleton) ).

 

(Antonio Vecino Gallego)

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