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Síntesis de La Voz: Un río de expresión
Jessica Rodríguez 7mo. C
El encuentro “La
Voz: Un río de
expresión” que se
llevó a cabo en la
Facultad de
Comunicación el
pasado jueves,
tuvo varias
voces, matices y
temáticas sin
embargo, y en honor a la verdad, dejó mucho material para la reflexión las
intervenciones de Armando Muyolema (Universidad de Wisconsin) y la de Ima
Nemquino autor del texto: “La Voz de la naturaleza en los guerreros de la selva
“y además miembro cercano de la comunidad Tagaeri Taromenane. Esta
reflexión, en torno a estos personajes, se dio al ver que no son las voces
cotidianas llenas de credibilidad para decir sobre el asunto de la literatura o
sobre toda invención europea. El meollo del asunto no está en la credibilidad, ni
en la invención, está en el poder de la voz y del sentimiento de que los
verdaderos hallazgos están luego de escuchar.
Al hablar sobre la identidad Muyolema ratifica que identidad es “afirmar lo que
es uno, o lo que deja en el camino” porque parte de la identidad es cuando lo
propio del ser tiene la capacidad para ser compartido con los demás. En un
mundo lleno de fronteras la identidad es el elemento que cambia, la comunidad
indígena, para Muyolema es una comunidad de apoyo donde las más diversas
experiencias trascienden los límites de los elementos impuestos o extranjeros.
Tal como lo dijera Bolívar Echeverría1 (1982) en su texto sobre la cultura y
modernidad, en la que describe a la intromisión de la modernidad dentro de la
1 Echeverría Bolívar, (1982). Definición de la cultura: curso de filosofía y economía. Ítaca, México.
cultura latinoamericana como un proyecto inacabado y un proyecto que no ha
llegado a ser perenne e indeleble en las vidas y cotidianidades de la gente
indígena, no ha pregnado en sus formas de vida, no ha pregnado en su
pensamiento, no ha pregnado en su cosmovisión y tampoco ha podido llegar a
incrustarse en sus historias, tal y como lo ha hecho en las historias y vidas de
ciudad, ¡europeizadas!.
Es justamente en las historias donde la identidad sigue intacta, este “conjunto
de raíces “continúan viva en la voz de sus historias, de las voces antiguas que
entregan la antorcha identitaria a las generaciones pequeñas. Es la oralidad, la
voz de resistencia hereditaria de América Latina. Pero esta historia viva no se
limita únicamente a la población indígena, sino en toda la sociedad, que aun en
los prejuicios, mitos y leyendas populares los tiene vivos, aunque no de la
mejor manera, razón por la que este sector resiste, siempre desde la voz, su
tradición, historia y pensamiento.
El ejemplo de los pueblos amazónicos, indígenas no contactos, pueblos que no
conocen de la huella occidentalizante por el mundo, y viven, y sienten y aman
sin la necesidad de acoplarse a un estándar o a reglas, pue saben vivir como
hace más de 500 años aprendieron. Un hecho que Nemquino insiste que no es
tampoco una lucha aislada sino que para sus voces hay varios oídos abiertos
dispuestos a defender esa identidad, a recuperarla y retazarla, por tanto, la
principal herramienta para que los relatos regresen al flujo natural de la vida es,
decir, escribir y hacer cultura original.
Y es verdad, son relatos propios, escritos, apologías, narraciones épicas que
están guardadas, escondidas y reservadas para los pueblos, es entonces que
surge la pregunta. ¿Cómo amar, como reclamar y defender aquello que no
conocemos? ¿Cómo sentir a las voces anónimas como parte de costrosos? En
especial de aquellos pueblos, no relegados, sino ocultos por decisión propia.
Se puede pensar que para ellos no es indispensable que los conozcamos y
valoremos su herencia, sin embargo, ajenos totalmente al mundo ellos no
saben, o tal vez intuyen que el depredador occidental está al asecho y el
exterminio está próximo, no quedará entonces nada más que las voces y los
escritos que cuenten para algunos que escuchen.